Armando Bartra - Luddismo Utópico

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El hombre de hierro

ARMANDO BARTRA

Los límites sociales y naturales del capital

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\'llIlIlldo Bartra1"1 111 MIIIIIII; DE HIERRO

1,11111(11Iil.cm sociales y naturales del capital

1'1'IIIIIJI'I\ edición, 2008.

l Inlvnraidad Autónoma de la Ciudad de MéxicoAVI,"1dn División del Norte 906, Colonia Narvarte Poniente,I 1IlIIlulI(:i6n Benito Juárez, C. P. 03020, México, D. F.

1111'11141611Cultural y Extensión UniversitariaAVllllldll División del Norte 906, Colonia Narvarte Poniente,Illillll(lI('ión Bonito Juárez, C. P. 03020, México, D. F.'1'111.t,l :11\ 98 04, ext. 1502.

UIIIVIII'Hidnd Autónoma Metropolitana - Unidad Xochimilco¡',dl/,lIdo dol 11 ueso 1100, Col. Villa Quietud111""~'H,i611 Coyoacán, México, D. F. C.P. 04960

I':dllllllnllt.ncn1'11'111111 lO, Colonia del Mar,(' JI I :1~!.7(), Móxico, D. F.

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l'III'I"dll: I,;rl'l\fn Herrara

11, U, 11) :¿()()HArmando Bartra

¡) 11. tt) :.!()()H DHVid Moreno Soto / Editorial Itaca

n. U, o :¿()()HUnivoraidad Autónoma de la Ciudad de México

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IIII\IIIIUII y 11",'1111'11\MIIXil'1I

ÍNDICE

PREÁMBULO 13EL ITINERARIO .....................•.................. , , 13LAs ESTACIONES , , 13

TIEMPO DE CARNAVAL . .............. 17

DEL LUDDISMO UTÓPICO AL LUDDISMO CIENTÍFICO 35EL MONSTRUO IMAGINARIO 35NACIMIENTO DEL MONSTRUO 36CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA DEL MONSTRUO 39EL MONSTRUO AGRESTE 41

EL MONSTRUO APOCALíPTICO 43EL MONSTRUO EN LOS CONFINES 47EL MONSTRUO INTERIOR 49EL MONSTRUO ILUSTRADO 53EL MONSTRUO ELECTRODOMÉSTICO 59EL MONSTRUO HABITADO 62EL MONSTRUO INSOSTENIBLE 63EL MONSTRUO BINARIO , 67

EL REINO DE LA UNIFORMIDAD 73MÉDICOS BRUJOS 73DE LA LUNAR SOCIETY A MICROSOFT ; 74LA IRRACIONALIDAD FINAL 79HOMO FABER 81CRÍ'I'ICA DE LA CRÍTICA CRÍTICA 84HOMOGENEIDAD , 88

PlmVERSIONES RÚSTICAS , 93Ji:N I.A I)II"lmll~NC1A ESTÁ U:Lousro .........................................•...................... 93lJN I)lVOIH'IO ·,'HAl1MÁ'I'J(J() " , 95

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H

F'IlACTURA DEL "METABOLISMO SOCIAL" 96LAs RAZONES DEL CAPITÁN SWING 98ACRICULTURA INCÓMODA 101LA RENTA DIFERENCIAL 103RIo:VOLUCIÓN VERDE 1061)1\ LA RENTA DE LA TIERRA A LA RENTA DE LA VIDA 109LA INDUSTRIA DE LA MUERTE 111

I~RCANDO IDEAS 112MAPA O TERRITORIO 114

N PRONÓSTICO (¿UTÓPICO?, ¿APOCALÍPTICO?):

EL FINAL NANOTECNOLÓGICO DE LA AGRICULTURA 115I~A AMENAZA QUE LLEGÓ DEL FRÍO 116

11:1, CAPITALISMO COMO ECONOMÍA MORAL : 121LA PERIFERIA EN EL CENTRO 121NIWOCIANDO LA MEDIDA DE LA EXPLOTACIÓN DEL OBRERO 125NIWOCIANDO LA MEDIDA DE LA EXPLOTACIÓN DEL CAMPESINO 127NIWOCIANDO LA MEDIDA DE EXPLOTACIÓN DE LA NATURALEZA 129POBREZA DIFERIDA 132

NA gCONOMÍA INTERVENIDA 133J JA I~SCASEZ 135

1) II;N'I'RO y FUERA 137NI CON'I'rGO NI SIN TI 137I,A O'I'RA MTTAD DEL MUNDO 138O'l'ltA VUI~LTA DE TUERCA AL FETICHISMO DE LAS MERCANCÍAS 1411,Ail()IU1~STRANSPARENTES 143'1'1I':Mre Mlmw DE TRABAJO Y TIEMPO INDMDUAL DE TRABAJO 145,IIACIA UN CAPI'I'ALlSMO RESIDUAL? 147Ih: I,A MAltCINALlDAD PERIFÉRICA A LA MARGINALIDAD METROPOLITANA 149UNA MOIlI\STA UTopIA 1501';('( lNOM lA 80LI DAIUA 1521':1,HlJlli)I':HAlutOLLO IJI~L DESARROLLO 1561{.IM)Ll!CIONJo:S COMADRONAS O REVOLUCIONES LENTAS 157IMA(IINI\('I()N 1'()¡.fTICA y I~XPERTENCTAUTÓPICA 1621';1,AIIIlA 166IMAIIINA('I()N y I'OHIIIII.IHMO 1681,1,1) I¡III': IIA(')': I,A MANO 111\('1':I.A 'l'IlAH?:

)ll'~I, "l'IIIV)),I':III1) )JI':I, i\'1'IIAHO" Al, ¡';'/'I/U'" I\Alllto(10 .....•• ,,,,·, lO" 171

9

LA CONSPIRACIÓN DE LOS DIFERENTES 175TIEMPO DE IDENTIDADES 175ONTOLOGÍA DEL SOLITARIO 176DEL ENCUENTRO HISTÓRICO AL DESDOBLAMIENTO ESTRUCTURAL 179DE CAMPESINOS, INDIOS Y CAMPESINDIOS 181LA COARTADA RACISTA 184ENTRE EL MOVIMIENTO AL SOCIALISMO y LOS AYLLUS ROJOS 185SUMAR MINORÍAS O CONSTRUIR MAYORÍAS 187DIVERSIDAD Y PSEUDODIVERSIDAD ....................................................•......... 188Los ALCANCES DEL NEOKEYNESIANISMO ECOLÓGICO 191LUDDITAS Y CONSTITUCIONALISTAS 193

POSDATA 199

BIBLIOGRAFÍA 203

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-

J

DEL LUDDISMO UTÓPICOAL LUDDISMO CIENTÍFICO

¡Oh mis valientes cortadores!Los que con fuerte golpeLas máquinas de cortar rompéis¡Oh mis valientes cortadores!

Canción de los cortadores, 1812

EL MONSTRUO IMAGINARIO

"Vi al pálido estudiante [...] arrodillado junto al objeto cuyas partes habíaunido. Vi al horrible fantasma de un hombre estirarse movido por algunapoderosa maquinaria", escribe Mary Shelley en el prólogo a la edición de1831 de su novela Frankenstein o un moderno Prometeo.

Al alba del siglo XIX, la ciencia aplicada se ha vuelto tan portentosa quese sueña capaz de animar la materia inerte, pero las consecuencias de esedesmesurado poder son siniestras y conducen a la destrucción del homúnculoy de su creador. Así, el Frankenstein de Mary Shelley -cuya primera versiónfue escrita en 1816 en la casa ginebrina de Lord Byron y a sugerencia delpoeta- plantea los dilemas morales de la tecnología.

Por los mismos años, en el sur de Escocia, los rompemáquinas seguidoresdel legendario general Ludd solventan con métodos más expeditos un dilemasemejante. Y cuando el Parlamento inglés aprueba la horca para los quedestruyen a golpes de marro cardadoras, telares y cortadoras mecánicas es'1 propio Byron quien en la Cámara de los Lores defiende a los ludditas: \,

I~n la sencillez de sus oorazones imaginaron que el mantenimiento y el bienestardel pobre industrioso era algo más importante que el enriquecimiento de unosC:Ullnl,oHindividuos mediante cualquier mejora introducida en los implementosincluHl,t'init\HqlH\ Inl1í1ófl IOHohrcros do sus empleos [...] Vosotros llamáis a estosh"ltIllt'IIMunu Illt'lI/1 clnHI\HI)(II'Ilcl/l,1)(1lij{rOHIIo ignorante 1' •.. 1 [poro] [...] ésta es la

\:0-'

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36 EL HOMBREDEHIERRO

misma que trabaja en nuestros campos, que sirve en nuestras casas, que tripulanuestra armada y recluta nuestro ejército, y que os permitió desafiar al mundo,pero también puede desafiaros a vosotros, cuando la negligencia y la calamidadla llevan a la desesperación (citado en Huberman: 239).

La relación entre la autora de Frankenstein y la rebeldía social de prin-ipios del siglo XIX va más allá de Lord Byron: su padre, William Godwin,

había publicado una Investigación acerca de lajusticia política y era acérrimorítico de las instituciones públicas y las formas de propiedad, mientras que

su amante, Percy Bysshe Shelley, escribía fogosos poemas proletarios. No esarbitrario, entonces, relacionar su novela con la resistencia de los trabaja-dores al nuevo régimen fabril. Como las factorías inglesas, el laboratorio deldoctor Frankenstein es una obscena cámara de torturas tecnológicas de laque salen hombres rotos, tasajeados, envilecidos. Tal como salen obreros que-brantados y embrutecidos de las fábricas textiles de Lancashire. Para MaryShelley, como para los ludditas, las máquinas engendran monstruos.

"Ésta era la patente de las nuevas invenciones/ para matar los cuerpos ysalvar las almas,! y todo propagado con la mejor intención", escribe Byron.Pero no es sólo el poeta. El cuestionamiento moral de una tecnología quedesde fines del siglo XVIIImuestra su rostro maligno ha estado presente en)1 imaginario colectivo durante los últimos doscientos años y de maneraospecialmente memorable en el cine. Metrópolis (Fritz Lang, 1926) esambigua en su modo de cuestionar al autómata industrial, pero aborda defrente el tema cuando, suplantada por un robot, la gentil María (Brigitte110] m) de viene gesticulante general Ludd con faldas y encabeza a los obreros('11 un frustrado asalto a las máquinas. Por su parte, en Tiempos modernos( IH:35) Charles Chaplin confronta con su ácida mímica las ominosas cadenasdo montaje del taylorismo. Los golems tecnológicos se generalizan a partir deIfnO, año en que James Walhe realiza una primera adaptación fílmica de/1'/'(1 nhenstein, protagonizada por Boris Karloff, a la que siguen innumerablesrofritoe en los que por lo general los platos fuertes son el homúnculo y lospa vorosos artilugios de su laboratorio natal.

NACIMII':N'I'O DI~L MONS'l'RUO

11:1 Il'Illllljo /lHIIlnrindo ('11grnndcs manufacturas era ya huhituul 1'1\ Inglatcrr» 11f'iIlI'Hdl.1Hi~loXVIIIpl'I'O1.1crocimionto demográfico y 1/1l'oIOlIi.-,III'U'11l('0I1WI'C'Í1I1IIXIIlIlldilll'OIldl'lIlllI'll.il'IIIlIIIIlLo111domnndu do 1II1I1~~/lI\I""~VOIVlllllcllIIII'¡W11to (11

DEL LUDDISMOUTÓPICOAL LUDDISMOCIENTíFICO 37

incremento de la producción. Impulsada por empresarios, la ciencia aplicadar----- ,

asumió el reto con una revolución tecnológica en la que destaca la máquinade vapor -basada en los principios formulados por el inventor J ames Wathpero hecha operativa por el gran manufacturero de Birmingham MathewBoulton- que comenzó a emplearse en las minas de carbón en 1776 y seextendió después a la metalurgia pesada de Cornwall y posteriormente ala industria de hilados y tejidos (Bernal, 1967: 447-448). Debido a la grandemanda de sus productos, el sector más expansivo era el textil, que en 1760fue dinamizado por la lanzadera volante de Kay, más tarde por las máquinasde hilar Jenny y, a fines del siglo, por el telar introducido por Cartwight. Losnuevos ingenios mecánicos permiten expandir la producción y disminuir loscostos, en parte por su mayor productividad técnica y en parte porque sim-plifican las labores de modo que ahora pueden realizarlas mujeres y niños,que son más dóciles y compiten con los varones adultos por el menguanteempleo, propiciando con ello la drástica reducción de los salarios. Así, en lasdécadas de 1830 y 1840 más de la mitad de quienes trabajan en telares algo-doneros ingleses son mujeres y jovencitas, 25 por ciento muchachos y sólo25 por ciento varones adultos (Hobsbawm: 58), y debido a la mecanización ydescalificación del trabajo, el jornal semanal de los tejedores de Bolton pasade 33 chelines en 1795, a 14 en 1815 y a 5 chelines 6 peniques en 1830 (ibid.:49). y al mismo tiempo que las fábricas devienen infiernos son arruinadoscientos de miles de hábiles y orgullosos textileros que antes laboraban enpequeños talleres.

Una mecanización que desplaza trabajadores calificados y una legalidadde laissez faire que sustituye el proteccionismo de los gremios artesanalespor el libre mercado caro a la empresa capitalista gestan dos movimientos i.reivindicativos divergentes pero complementarios: el de los trabajadores 6-que se organizan en uniones para negociar sus derechos e impulsan en elParlamento leyes sobre la duración de la jornada laboral, el salario mínimo,)1 trabajo de mujeres y niños, entre otras demandas, y el de quienes forman Z.-asociaciones clandestinas y emprenden acciones directas contra las máqui-nas, los ominosos artificios mecánicos que simbólica y realmente representan01fin de la "economía moral", un orden social idealizado por la nostalgia peroain duda menos carcelario que el emergente industrialismo.

Entre 1811 y 1817, en West Riding, Lancashire y Nottingham los carda-dot'OH,cortadores y otro« textiloroa calificados, progresivamente sustituidospor novodoaoa ingunios, ('1'(1/111IInH aaociación conspirativa encabezada porId IIIfl,ieo~(lII(\rall';dwlIl'd Ludtl, "NII (IHIllll'Htro deseo haceros el menor daño

I'HI'I'¡IIIIIl 111'1'0c'HllIllltl~diNI'II"Nlo/l1I cj¡'Hll'llil'IIIHmáquinas 1... 1 sean quin-

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L.. 'u)A.~ ~; ~ r

:IH 1':1, IIIlMllltIt: 1)10:IIIiI:UUO

111'/4 /4111111 10/4 pl·opil't,lIl'iOH".(Cnrtu anónima enviada el 19 de abril de 1812 adllt\l\OH dI' I'II(!(,oI'ÍIlH textiles, citada en 'I'hompson, 1977: 170).

1':11:\llpllhlo puedo temer, poro la venganza no va contra la vida del hombre honradoni dol 1'~Hllld(). Su cólera sólo va contra el telar ancho. Y contra los que envilecenIOH \)I'(l('ioH I...J Estas máquinas de maldad fueron condenadas a muerte por elvoto unánime del oficio. Y Ludd [...] fue nombrado el gran ejecutor. ("El triunfodul (lonoral Ludd", ibid.: 124).

1\1 amparo de la noche y armados con grandes marros, los ludditas rompie-['(1) máquinas y quemaron factorías hasta que a base de persecución, cárcely horca la fuerza pública los diezmó. Pero lo más grave es que, en una líneado pensamiento que empezó entonces y continúa hasta nuestros días, losvnlientes cortadores y cardadores de Ned Ludd entraron a la historiografía

\

(~0Il10reaccionarios. Presuntos conservadores que no sólo añoraban el viejo1'l1gimende gremios corporativos sino que también se oponían al desarrollo

I do las fuerzas productivas.

[Pero los ludditas no cuestionaban el abaratamiento de las telas en cuantoI LIII; luchaban contra el abaratamiento de los trabajadores. No se oponían alnvnnce de la ciencia en general; se rebelaban contra la imposición de unatecnología que hacía de las fábricas siniestras prisiones donde hombres y111 ujeres laboraban turnos de más de 16 horas y donde los niños trabajadores

algunos de cuatro años- permanecían día y noche. En un taller próximo1\ Manchester donde se trajinaba 14 horas diarias a una temperatura de 80rrados Fahrenheit y sin derecho a beber agua, castigaban al hilandero queubriera la ventana, que encendiera la luz de gas antes de tiempo, que fuerasorprendido lavándose, que se le oyera silbar [...] (Huberman: 228). Este era('1 progreso que rechazaban los airados rompernáquinas.

"Nunca depondremos las armas [sino hasta] que la Cámara de los Cornu-110S apruebe una ley que prohíba toda máquina que dañe a la comunidad yderogue la ley que hace ahorcar a los que la destruyen. Ned Ludd" (citado

n Thompson, 1977: 118).Si las nuevas cardadoras, telares y cortadoras arrinconaban a los tra-

bajadores textiles calificados, los jornaleros agrícolas que regresaban delcampo de batalla al término de las guerras napoleónicas se encontraban conque los artificios agrícolas los estaban desplazando, crecía la desocupaciónrural y disminuían los salarios. Y si los textileros maquinófobos se hacíanoncabezar por el legendario general Ludd, los jornaleros agrícolas del surde Escocia que de 1830 a 1832 rompían y quemaban trilladoras mecánicaspusieron por delante a un no menos legendario capitán Swingcuyo nombre

DEL LUDDISMO UTÓPICO AL LUDDISMO CIENTÍFICO 39

remite al sonido entrañable que emite el vaivén de las segadoraas manuales.Joseph Carter, jornalero de Hampshire que se alzó contra la mecanizaciónagrícola y fue por ello encarcelado, recordaba años después: "Nos teníamosque juntar todos. Y había que ir y sacar a los hombres de los graneros yromper las máquinas que los granjeros habían comprado para hacer latrilla" (ibid.: 6..-.:.4)~. _..-.-_-,

LoS¡~anaªos deG~ be alzan contra la maquinaria que los de;--\valoriz~ y abate aún más sus raquíticos jornales, pero no han olvidado queantes de ser expropiados y proletarizados por quienes ahora los des empleanalguna vez fueron campesinos, y en el fondo esa era la Edad de Oro a la quequisieran regresar. "Estaríamos contentos si pudiéramos recuperar un cuartode acre", decía en 1834 un jornalero rebelde de Buckinghamshire cuya vozha recuperado Thompson. Y el historiador concluye: "El caldo de cultivo detodo agravio rural planteaba una y otra vez el ansia de tierra" (ibid.: 67).

Edward Thompson, autor de La formación histórica de la clase obreraen Inglaterra. 1780-1832 -texto con el que este apartado está en deuda-sostiene que "los rompernáquinas fueron los que comprendieron con más \realismo cuáles iban a ser los efectos" de la industrialización. Pero antes queél otros habían destacado el carácter precursor de los ludditas.

CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA DEL MONSTRUO

Entre 1861 Y 1863, medio siglo después de las hazañas de Ed Ludd, CarlosMarx escribe un manuscrito de casi 1500 cuartillas al que titula Contribu-ción a la crítica de la economía política y que es preparatorio de El capital,su obra magna e inconclusa. En este manuscrito también reflexiona sobre elsignificado de unas rebeliones contra las máquinas que no le resultaban tanremotas pues Inglaterra -cuna de los ludditas- había sido adelantada dela industrialización que llegó mucho más tarde a Alemania, de modo que en1828, cuando Marx tenía diez años y vivía en su natal Tréveris, Renania fueconmocionada por acciones destructoras muy semejantes a las que quinceaños antes habían sacudido West Riding, Lancashire y Nottingham. Másque en la rural Tréveris, el movimiento se desarrolló en la industrializadaBarrnen -donde, por cierto, había nacido el por entonces aún más jovenFederico Engels-, pero es muy posible que en alguna sobremesa el inquietoe informado Hirschel Marx haya hablado con sus hijos de los rornpemáquinasrenanos (Cornu: 22-23).

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10 EL HOMBRE DE HIERRO

11:11Lodo caso el hecho es que en sus apuntes de los sesenta Marx no ve alludrliamo como movimiento reaccionario opuesto al inevitable y progresivodllH/lI'I'ollode las fuerzas productivas, sino como lucha instintiva contra las ga-1'1'/11'1dl,l monstruo, ~n co'ñiTiateprecursor contra la "fuerza productiva" específicadc" rupitnlismo. "La destrucción de la maquinaria y, en general, la oposiciónpOI' pnrte del trabajador a la introducción de maquinaria -escribe- es lapl'iltltll'lI declaración de guerra contra el medio de producción y el modo depl'odu('ci6n desarrollados por la producción capitalista" (Ma~005: 50),

y no es simple empatía con los rebeldes, sino que Marx está construyendoIlIlIlt(,orín critica del gran dinero que ubica el huevo de la serpiente en la propia~~11I1'1I0Ioj.\'ílldosarrolladapor elc~, pues "el modo de producción capitalista1101'1610modifica formalmente el proceso de trabajo sino que revoluciona todas111'1condiciones sociales y tecnológicas" (ibid,: 56). De modo que "la máquina11pl'OHonta propiamente como la revolución en el modo de producción que

1'1'1'11111.11do la forma capitalista de producción" (idem). Así, pues, al rebelarse1'lmll'lI I/lfl"máquinas de maldad", "sean quienes sean sus propietarios", losI'l{lIidort'fl de Ludd no yerran un tiro que presuntamente debiera dirigirse

1'01111'11lOApropietarios, es decir, contra la burguesía; al contrario, apuntan1I11'III'/l1'.6n,a la base material de la producción capitalista como "producciónIIIIlHil'ic/lda" pues en ese m~enlO la fábrIca es eresceñario privile iado del

1'1111d t'1I11Hlsocial, el lugar donde se enfrenta "el hombre e hierro contra111Illllltbl'll de carne y hueso", el sitio donde "la subsunción de su trabajo al1'lIpitlll" 1'10lo presenta al obrero "como factum tecnológico" (ibid.: 57).

M{IHtarde, en El capital, Marx dirá que fue un avance que el movimiento11111'111'11uprcndiera a diferenciar las máquinas en cuanto tales del sistemaIII'tlllt'lI11il'Oque las utiliza: "Hubo de pasar tiempo y acumularse experienciaflllltlH do qua el obrero supiese distinguir la maquinaria de su empleo ea-1';/lIlill/lI, acostumbrándose a desviar sus ataques de los medios materialesdll pl'IlCllI('ción para dirigirlos contra su forma social de explotación" (Marx,11111-1::Iflfl), Admitiendo que la confrontación inmediata con la tecnología del

(

"1"11'11111OHuna forma primitiva e ingenua del anticapitalismo, de modo que11M. 1111/lVIIIHlOel t.ránsit~ al c~es~ionamiento de sus relaci~~e~ sociales, creoflllll 110HIII!'11tHtanto de 'desviar' los ataques pasando de dirigirlos contra las1I1111111i1l1lH11dirigirlos contra el orden socioeconómico que las emplea comodll urt irulur UIl cuoationamionto integral -o "real"- del mercantilismod,"ollllo q\II' incluyn tanto su contenido material como HU[armu econámica.11:11Co14tllPC\I'Hpudivn Id ocologismo radical y otrns modulidudo« l'clC'iC'lItOH<101Jll'IIMI1l1I1I'1I10('I'ít,i('o I'Ppl'OHI'IIt.1I11UIlIlOHJ)O\'ÍPd(, IWlflldc'lII dI' In IlCo~II('i(¡nquo1'I'l'lIplll'II, I l'IIHC'C'lIdit"IIc1olo,cd Ill'wlIlO rucionul d,,1 111<1.11.11111t Illtl 1411"I'lndc'

DEL LUDDISMO UTÓPICO AL LUDDISMO CIENTíFICO

"luddismo científico" que, sin desconocerlo, va más allá del viejo "ludissmoutópico".

En otros capítulos ahondaré en las implicaciones del "factum tecnológico",del que habla Marx en la Contribución ... , este ominoso hombre de hierro queen la segunda mitad del siglo xx aparecerá travestido como La Bomba, lasmegaurbes, el consumismo, el masaje massmediático, la Revolución Verde, laenergía nuclear, la erosión ecológica y cultural, el cambio climático causadopor los gases con efecto de invernadero, la privatización del software y otrasideas, los transgénicos y el más pequeño y reciente de los frankensteinstecnológicos: la nanotecnología, Porque las veleidades ludditas de Marx enla Contribución ... son muy sugerentes, pero también es verdad que en otroslugares parece bajar la guardia frente a la tecnología capitalista en cuantotal (Napoleoni: 117). En sus anotaciones de 1857 y 1858 para la crítica ala economía política, escribe: "La maquinaria no perdería su valor de usocuando dejara de ser capital [...] [la capitalista no es necesariamente la] [.. .]mejor relación social de producción para el empleo de maquinaria" (Marx,1971: 222). Y en El capital se lee:

[...] los antagonismos y las contradicciones inseparables del empleo capitalistade la maquinaria, no brotan de la maquinaria de por sí, sino de su empleo ca-pitalista [...] (pues ella] representa un triunfo del hombre sobre las fuerzas dela naturaleza, pero al ser empleada por el capitalista hace que el hombre seasojuzgado por las fuerzas naturales (Marx, 1964: 366-367).

EL MONSTRUO AGRESTE

El auge del industrialismo y la feroz colonización comercial y financiera delplaneta desplegada durante el siglo XIX anunciaban para el xx un mundo cal-cado de la Europa fabril. Para unos era la modernidad global como hazañadel progreso, para otros la antesala de la revolución mundial. Pero unosy otros veían en el emparejamiento tecnológico, económico y socioculturaluna etapa insoslayable y plausible de la historia humana. Sólo que la uni-formidad planetaria nunca llegó, El siglo xx no fue el del capitalismo sinfronteras y la revolución proletaria mundial. Al contrario, durante la pasada

nturia el industrialismo se empantanó en la agricultura, resultó falaz lapromesa libertaria que la modernidad burguesa había hecho a los pueblosde la periferia y se multiplicaron las revoluciones campesinas en busca de/lt./ljC)Hfl 11\emancipación.

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l' EL HOMBRE DE HIERRO

"El proceso de la democratización empieza con revoluciones campesinasque fracasan. Culmina durante el siglo xx con revoluciones campesinas quetriunfan", escribe Barrington Moore en un texto de historia comparada dondepone juntos los procesos de modernización de Inglaterra, Francia, EstadosUnidos, Rusia, China, Japón e India.

Ya no se puede tomar en serio la idea de que el campesinado es un "objeto dela Historia", una forma de vida social por la que pasan los cambios históricospero que no contribuye en nada al ímpetu de los mismos -continúa-o Paraquienes saborean las ironías de la Historia, resulta ciertamente curioso que el.ampesinado, en la era moderna, haya sido tan agente de la revolución como lamáquina (Moore: 367).

Jubilado por la técnica, desahuciado por la economía, visto como reductodt' incivilidad y barbarie, condenado por la historia a ser una clase del "viejo1'6gimen" y calificado de conservador por los revolucionarios de ortodoxiamarxista, el campesinado fue sentenciado a muerte en todos los tribunalesde la modernidad. Las revoluciones burguesas debieron enterrarlo junto con01 feudalismo, el desarrollo capitalista estaba llamado a descomponerlo enburgueses y proletarios, el socialismo hubo de limitarlo y combatirlo comopresunto semillero de indeseable burguesía rural. Pero en el tercer milenioIOHmudables campesinos siguen ahí, en el capitalismo metropolitano y en(11 periférico, pero también en el "socialismo de mercado".

A la postre la centuria pasada no fue el siglo del centro sino el de las ori-IIIIH,no el del proletariado sino el de los campesinos, no el de la expropiacióndo IHHfábricas sino el de la recuperación de las tierras.

La revolución mexicana fue una rebelión impulsada durante la segundad(lt:nda de la centuria por los ejércitos campesinos de Emiliano Zapata y11'1'/1ncisco Villa, y prolongada en los veinte y principios de los treinta por los"ugrnristas rojos" de la Liga Nacional Campesina.

1,11 revolución rusa fue ante todo la guerra del mujik pues, contra lo que('Hp(ll'nbnnlos bolcheviques, el movimiento rural se aglutinó en torno al mir y111111IOHjornaleros agrícolas se sumaron a la lucha por la tierra; pero, además,('01101 triunfo de los soviets no terminó la insurgencia campesina pues enni HIII'do Ucrania los seguidores de Nestor Majno se mantuvieron en armasIInHt.n1021 cuando fueron aniquilados por el gobierno comunista.

1)mHIITollndaen un inmenso país rural marcado por el despotismo tributa-rio, 1/1revolución China fue el más extenso, intenso y prolongudo movimientol'IlIllPIIHillOdo In paanda centuria. Los avatares do la grun ,'(·hl·lir'lllOI'i(\JliHI,aIn VIl1. HllI'illhllllllt.Oomnncipndorn y nnticoloninlistn, MOII JlII 11I11111Ill,'~orlll dol

DEL LUDDISMO UTÓPICO AL LUDDISMO CIENTÍFICO 43

curso de las revoluciones en el sigloxx:fallida la insurrección obrera de Shangai,los combates se trasladan al campo para más tarde regresar a las ciudades enuna estrategia de "guerra popular prolongada" de carácter campesino quesustituye con ventaja las huelgas insurreccionales proletarias.

También en la India, el otro gigante demográfico del planeta, durantela primera mitad del siglo pasado los campesinos se movilizaron contra lasrentas, los impuestos y el trabajo forzado y participaron destacadamenteen la lucha por expulsar a los británicos. Por un tiempo el protagonismocampesino del movimiento que culminó en la década de los cuarenta con laindependencia fue escamoteado por la corriente nacionalista y sus teóricos,pero hoyes de nuevo evidente a la luz de los estudios de quienes en la Indiahan emprendido la "crítica poscolonial" (Prakash: 302). El conductor de lalucha fue Mahatma Gandhi quien al igual que los agraristas mexicanos, los Ipopulistas rusos y los comunistas chinos veía en la comunidad aldeana una \reserva civilizacional (Landsberger, Wolf, 1976).

A fines de los cuarenta de la pasada centuria las poblaciones de la In-dia y China sumaban mil millones de personas, y si agregamos a Rusia yMéxico tendremos que durante la primera mitad del siglo xx cuando menosmedia humanidad se vio envuelta en multitudinarias y prolongadas guerrascampesmas.

Moviéndose de la periferia al centro, del campo a la ciudad y de las coloniasa las metrópolis, los campesinos enterraron al "viejo régimen", un sistemacoactivo cuyos grilletes remachaba el mismo capital que había prometidoromper las cadenas. Hartos de un mercantilismo radical que no los expropia-ba del todo pero los explotaba al sesgo, y a falta de revoluciones proletariasque los llevaran de la mano, los labradores tuvieron que liberarse por símismos. En el trance, surgieron nuevas realidades rurales y los campesinos Icambiaron profundamente: polifónicos, trashumantes, ubicuos, los rústicos ~no son hoy lo que fueron ayer ni lo que serán mañana, que en los actoressociales la mudanza es signo de vitalidad (Bartra, 1999 d).

EL MONSTRUO APOCALíPTICO

La revolución industrial que arranca en las ramas minera, metalúrgica ytextil, y cuyos ferrocarriles y barcos de vapor dinamizan el comercio, saltado 1nglaterra a la Europa continental y de ahí al mundo. Es el despegue, el/(/1,(' off del que habla 01economista Rostow y retorna el historiador Braudel(1\1'11 udol, 19!)1j: :12(j). (¡Il¡{Ioha1i;r,aci6ndel capital es multiforme pero su rno-

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44 EL HOMBRE DE HIERRO

dolo es el hombre de hierro forjado a fines del siglo XVIII y principios del XIX apartir de la transformación capitalista de la tecnología. El gran dinero rehace('1 mundo a su imagen y semejanza: la ciudad y el campo, la producción y elconsumo, la economía y la sociedad, la política y el Estado, la cultura y laricncia, la alimentación y la sexualidad. El capital se extiende de la esferalaboral a la del tiempo libre, de lo público a lo privado, de la realidad externa111imaginario colectivo. Inspirado en la factoría primigenia el mercantilismoabsoluto densifica el uso del espacio y acelera el empleo del tiempo a la vezque los vacía de contenido concreto.

En una drástica voltereta civilizacional por la que el uso sirve al cambio,1trabajo vivo al trabajo muerto y el hombre a las cosas, el nuevo orden ca-

pitalista transforma el antiguo mercadeo en un absolutismo mercantil dondeIn economía manda y la sociedad obedece. Y si la originaria expropiaciónde artesanos y campesinos generó resistencias, en su tránsito del colonialismo111imperialismo y de los monopolios a las transnacionales el capital despiertarebeldías periféricas: guerras coloniales del siglo XIX, revoluciones y luchasde liberación nacional en la pasada centuria, altermundismo globalicríticoun el tercer milenio.

neroso en sus orígenes, el socialismo -la "gran ilusión" del siglo xx-termina siendo el otro yo del capitalismo, su imagen en el espejo: un ordendonde 01 trabajador se unce a la economía y el ciudadano al Estado, un hom-111'('de hierro disfrazado de camarada cuyo cuestionamiento radical, asociado('on la critica del nacionalsocialismo, emprende desde fines de los años treinta1" escuela de Fráncfort. "La forma más consecuente del Estado autoritario

escribe Max Horkheimer-, la que se ha liberado de toda dependencia delrnpital privado es el estatismo integral o socialismo de estado [...] Los paísesf'IIHcistas constituyen una forma mixta" (Horkheimer, 45),

I~~nesta abigarrada historia destaca La Bomba como alegoría de un or-dlln que además de ser injusto y opresivo amenaza con aniquilarnos como(IHpocil'. Las visiones apocalípticas son viejas, pero a mediados del siglo xx111\11humanidad globalizada como nunca antes se percata súbitamente deq\IO ('st.á al borde de la extinción, Tiene razón Ulrich Beck: "no es casualqun ¡ .. .l la experiencia de la 'sociedad de destino global' irrumpa fundamen-1,1111l101l!.0como experiencia de la amenaza" (Beck, 131), Con un saldo de 381llill00HlHdo muertes, la Segunda Guerra Mundial es traumática y más aún

11 ('H('/\Iof'rillnt.e final: el estallido de dos bombas atómicna 11"(' uaoainan d11118010 Io(olpo1\ cerca de 200 mil personas y son cl nrrnnquo d•• 111"carrera11I'IlIlIIlWIlt.i8tll",do In "guurru frín" y del miedo y In irIl'II,'lidlllllh"I' qlll' en-vunounrnu 10HIlspí,'il IIH11111'11111,0111HOIo(III1<lnll1it./1I1II,IllIIllIltl; Vtt 1111111'10,11

DEL LUDDISMO UTÓPICO AL LUDDISMO CIENTÍFICO 45

unos meses del arrasamiento nuclear de Hiroshima y Nagasaki, el físicoy sociólogo de la ciencia John D. Bernal afirma en una conferencia que "elverdadero peligro radica en el hecho mismo de que existan bombas atómicas[...] Contra una bomba atómica no existe defensa; sólo existe represalia"(Bernal, 1958: 474-475),

"Nuestro siglo xx es el siglo del miedo", proclamó en 1948 el escritorAlbert Camus refiriéndose a la ciencia, "cuyos perfeccionamientos técnicosamenazan con destruir a la Tierra entera". En la misma tesitura se mani-fiesta años después el historiador Thompson:

Mi generación había contemplado la anunciación de la tecnología exterministaen Hiroshima [y] su perfeccionamiento en la bomba de hidrógeno. Habíamos si-tuado en un profundo lugar de nuestra conciencia la expectativa de que la mismacontinuidad de la civilización era problemática. Una perspectiva apocalíptica quenunca me ha abandonado (Thompson, 1983: 112-113).

El desaforado armamentismo sacude en sus convicciones a este socia-lista cercano a las ideas de Marx: "En cuanto a La Bomba, se trata de unacosa, y una cosa no puede ser un agente histórico. La preocupación por loshorrores de una guerra nuclear [...] desvía nuestra atención [...] de la luchade clases" tibid.: 75), plantea Thompson, ironizando los argumentos de lossocialistas ortodoxos contra el movimiento pacifista donde milita. Y él mis-mo se rectifica: "Las armas nucleares -todas las armas- son objetos y apesar de todo éstas, y sus consiguientes sistemas de apoyo, aparecen desa-rrollándose espontáneamente, como si estuvieran poseídos de una voluntadindependiente" tioid.: 78),

Observación filosa, esta última, pues remite a la inversión originariapor la que las cosas no sólo devienen mercancías sino también valores deuso transformados para mejor servir a la valorización del capital. Y es quelas mercancías no ofenden tanto por ser mercancías como porque han sidomaterialmente diseñadas para lucrar más que para servir. El verdadero malno está en la etiqueta con el precio sino en lo que oculta el envoltorio: en laperversión que ha sufrido el propio valor de uso. Y si la corrupción capitalistade los bienes que consumimos nos envilece con más razón la de los medios deproducción que nos consumen a nosotros. El absolutismo mercantil es unsistema en el que el objeto se vuelve contra el sujeto y las cosas contra loshombres, un orden en el que los medios de vida son medios de muerte y los deproducción de destrucción, Y on un mundo así las armas -artefactos expre-Sil 111\1111,('orientados (:0111"111I0HoI,'OHmismos-> son el testimonio más incisivodn 111muliuun voll,("'(IIII, LfI HfllI )lIlI'1irulnrmonto lHAarmas de destrucción

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I\(j EL HOMBRE DE HIERRO

masiva y por sobre todas La Bomba, el instrumento de la aniquilación final,01 sumrnum. de la irracionalidad, el nuevo hombre de hierro.

"La Bomba es [oo.] algo más que una cosa inerte. Es ante todo, por supotencial destructivo, una cosa que amenaza. En segundo lugar, es un com-ponente de un sistema de armamentos; y lo que produce, dirige y mantiene(lHO sistema es un sistema social, una organización diferenciada del trabajo,i11vostigación e intervención" (ibid.: 78), resume el historiador. Y en otra partecita una afirmación -lapidaria si las hay- contenida en NATO, The Bomb andSocialism; escrito por Peter Sedgwick en 1959: "Si el hombre resulta borradodo la faz de la tierra será [oo.] a causa de sus propios armamentos, [y] no seráI'ncil responder a la pregunta de si se cayó o fue empujado" (ibid.: 74).

"La lucha de clases continúa -concluye Thompson-. Pero el extermi-nisrno no es una cuestión de 'clase', es una cuestión de especie". Y tiene razónpues la inminente catástrofe que nos amenazaba durante la "guerra fría" (y quehoy nos sigue amenazando pues según la Agencia Internacional de EnergíaAtómica, a poco más de medio siglo del comienzo de la "carrera armamentis-1.11" Heconservan "vivas" 27 mil ojivas nucleares en manos de los gobiernosdo unos cuantos países) se origina en las injustas y clasistas relaciones depropiedad y de producción impuestas por el capital, pero también en lasupocalípticas e inhumanas fuerzas productivas-destructivas desarrolladaspor el gran dinero.

II~nesta perspectiva, el amplio movimiento pacifista de la posguerra,<1\11\ HO intensifica en los primeros sesenta, años de grandes movilizacionesrun In consigna: "[Ban the Bomb!", puede verse como una prolongación delluddismo. Porque las máquinas que aniquilaban a los artesanos del generall.udd y a los jornaleros agrícolas del capitán Swing eran la simiente del11 11 ti , 01 osbozo del monstruo que se mostraría un siglo y medio después enl liroshima y Nagasaki y en la demencial "carrera armamentista". Y si elI )¡w/()/, Franhenstein, de Mary Shelly, devino el Doctor Strangelove, de Stan-It'Y Kubrick (Dr. Strangelove, o de cómo aprendí a dejar de preocuparme y(//1/1/1' {a bomba, 1963), es de justicia poética que el historiador de la clase1111,'111'1\ que rescató a los rompemáquinas ingleses del cajón de los reaccio-tllll'im.¡sociales y tecnológicos se afilie al pacifismo radical, al neoluddismodll 1" "guerra fría".

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EL MONSTRUO EN LOS CONFINES

A mediados de la pasada centuria estallan las bombas nucleares y estallatambién el orden colonial. "Desde hace veinte años los pueblos colonialesdislocan la dominación extranjera y hacen pie en la escena internacional. Elsiglo xxno habrá sido solamente la era de los descubrimientos atómicos [sinotambién la del la conquista por los pueblos de las tierras que les pertenecen"(Fanon: 62), escribe Frantz Fanon en los años cincuenta del siglo pasado.

Ya en su Carta a los franceses el psiquiatra y militante de la revoluciónargelina hablaba de los "Árabes desapercibidos. Árabes ignorados [oo.] silen-ciados [oo.] disimulados [oo.] negados cotidianamente" (ibid.: 54), llamando laatención a los europeos sobre la invisibilidad de los hombres de la periferiaque transcurren sin identidad ni historia propias como si los arrabales dela civilización fueran menos reales que las metrópolis. Pero esto cambiacuando la descolonización como concesión imperial se transforma en luchaemancipadora: "La verdadera liberación no es esta pseudoindependencia",escribe el argelino, "son los pueblos coloniales los que deben liberarse de ladominación colonialista" (ibid.: 123).

Cuando el holocausto racista contra el pueblo judío es todavía una heridareciente y sangrante, un africano alza la voz contra el otro holocausto y el otroracismo, contra un sistema colonial genocida cuyas víctimas fueron y siguensiendo los "hombres de color", los fellah de todas las latitudes: "Los pueblosafricanos -dice- han enfrentado [oo.] una forma de nazismo, una forma deliquidación física y espiritual lúcidamente manejada" (ibid.: 195).

Las guerras de liberación nacional que durante el siglo xx se despliegann Asia, África y América Latina destruyen, entre otras cosas, la idea de

que la "modernidad" es un movimiento progresivo que irradia del centro ala periferia, el mito decimonónico que presenta la colonización como hazañaiivilizatoria con ciertos efectos colaterales indeseables pero necesarios paraque los suburbios precapitalistas puedan salir de la barbarie. "En lugar deintegrar el colonialismo concebido como momento de un mundo nuevo [oo.]hornos hecho de él un accidente desdichado, execrable, cuya única signifi-cnción fue haber retardado [oo.] la evolución coherente de la sociedad y launción argelinas", concluye Fanon (ibid.: 62).

on el fin de la "guerra fría" amainan los movimientos de liberaciónnncional y después de la revolución nicaragüense en 1979 y de la indepen-tllllwin do Zimbabwe en ] 980 no hay avances importantes en ese frente,PIII'() junto con las luchas doscolonizadorae convencionales, en la segunda

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1\8 EL HOMBRE DE HIERRO

mitad del siglo cobra fuerza dentro de las naciones el activismo de minoríasoprimidas o negadas que reclaman reconocimiento y con frecuencia derechosnutonómicos, Y junto con ellas emerge un variopinto y abigarrado movimientoidentitario del que se ha ocupado Héctor Díaz-Polanco: "El llamado procesode globalización no provoca la homogenización sociocultural; por el contrario,lstimula la cohesión étnica, la lucha por las identidades y las demandas derespeto a las particularidades. La universalización hoy no es equivalente dehomogeneidad identitaria sino de pluralidad" (Díaz-Polanco, 2004: 201).

En el mismo lapso se intensifica la migración de los pobres de la periferiahacia las metrópolis. Desde la segunda guerra mundial se daban importantestransferencias laborales del subdesarrollo a las economías primermundistasn expansión, pero al finalizar el siglo la migración deviene éxodo. Según

)1 informe de 2006 del Fondo de Población de las Naciones Unidas, cercado 200 millones de personas, casi 3% de la población mundial, viven en unlugar distinto del que nacieron. El torrente poblacional fluye de Asia, Áfricay América Latina a los países de mayor desarrollo. En el primer quinque-nio del nuevo siglo estas regiones ganaron alrededor de 2.6 millones deinmigrantes por año, de modo que hoy en el "primer mundo" uno de cadadiez: habitantes es transterrado. Y pese a que es cruento pues los poderososconstruyen erizados muros defensivos (de los 10 países que reciben la mayorcnntidad de inmigrante s ninguno ha ratificado la Convención Internacionalsobro la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratoriosy H1I8Familiares aprobada en 1990 en las Naciones Unidas) el peregrinarHOincrementa día tras día.

riginado en África, Asia y América Latina y dirigido principalmente aIl:1Iropa, Estados U nidos y Australia, el creciente flujo poblacional que marchadnl calor al frío, del Sur al Norte simbólicos, del campo a las ciudades, de ladOHilusión a la esperanza, es la mundialización de a pie, la globalización ple-hnyll. Una desventurada aventura que puede ser vista, así sea vicariamente,11t.mv6H de los ojos de Sebastiáo Salgado, en su espléndidolibro fotográficol~x()(I()8. Bs también una nueva colonización -a la que Víctor Toledo ha1IIIIIllldo una "revolución centrípeta"- que traslada el "problema colonial"11IIIHbarriadas periféricas de las capitales del mundo.

Il:l1t,I'Ootras, a la banliene parisina, una suerte de apartheid a la franco-11dOl1dll1l fines de 2005 se alzaron en inesperadajacqu.erie los hijos de 10H

llliHl'lIl1toHlIo~l\doH del África sudsahariana. Rebelión elllh'jl\1'1Ique en marzodI! ~()()(ll'l'pliI:Hl'()n t.rl'Hmillones de franceaos --doloH "ineluidi»," que pro-IC'HtuhllI1I1Ít'lIdoHI:OI1LI'Il111111roformu lahornl qLIC' 111I'I'\.IC' 111'1""11'1'1I'I11pl('odo1014IIlCIIIOI'(I~d•• :.:lO IIlloH('I'(llIhll 111111HU(II'tCI¡(1I1//1I11',IJ"{;/.II1VcJlltI"1111dC\I'(\('ho

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laborales restringidos. Y al tiempo en que esto ocurría en el "viejo continente",en el down-town del imperio se alzaban las víctimas latinoamericanas delapartheid anglosajón: durante el mismo mes de marzo, con motivo de la in-minente aprobación de una ley que pretende endurecer aún más las medidascontra los migrantes, criminalizando tanto al extranjero sin papeles como aquien lo socorra, cerca de tres millones de personas, en su enorme mayoríalatinoamericanos y casi todos indocumentados, salieron a las calles en Ca-lifornia, Illinois, Georgia, Colorado, Texas, Wisconsin, Arizona, Tennessee,Oregon, Ohio, Nueva Jersey, Washington y otros estados en lo que pareceel arranque de un nuevo movimiento por los derechos civiles sostenido comosiempre por los hombres y las mujeres del éxodo, por los transterrados, losinvisibles, los "otros".

Si La Bomba encarna simbólicamente la irracionalidad destructiva del icapitalismo, el apartheid es emblemático de un orden que se quiere global t·, \pero necesita y reproduce la exterioridad bárbara: una periferia eternamentepremoderna en la que privan el saqueo y el trabajo forzado, un más allásalvaje donde todo se vale. Exterioridad que de algún modo comparten loscampesinos, las mujeres, los indocumentados, los informales y todos aque-llos que, a diferencia del proletariado industrial, padecen el sistema en elmodo de la exclusión, del apartheid. Porque -lo veremos más adelante- elsistema del mercado absoluto enfrenta en cada momento de su existenciaciertos limites tecnológicos y económicos, causantes de que siendo globali-fágico e insaciable se le indigesten algunos ámbitos. No mucho, sólo aquelloque tiene que ver con la reproducción del hombre y de la naturaleza, esferasresistentes al modo de operación fabril que, entre otras cosas, abarcan buenaparte de la agricultura y de la reproducción doméstica. Así, el gran dinerodevora y regurgita compulsivamente. Y el de "afuera" es un modo particular-mente ignominioso de la opresión; oprobio orillero que durante el siglo XXngendró revoluciones coloniales, guerras campesinas, rebeldías feministas,

insurgencias étnicas y jacqueries urbanas.

I'~LMONSTRUO INTERIOR

Poae a los pavores de la "carrera armamentista", el capitalismo metropoli-111110de la posguerra multiplica la oferta de bienes y servicios encuadrada1'1' 1,1"Estado de bienestar" de inspiración keynesiana. Reconociendo quehny oxterioridadca docisivn« y que la reproducción automática del capitalPH ('IIt,uHLrMiell,(\(:Ol1OllliHIIIHC'OIllO-lnhn Maynard Keynes se apartan de la

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l() EL HOMBRE DE HIERRO

(II'I.tHloxin nooclésica, ponen en entredicho el laissez faire y proclaman lasillclIl1lbencias de un Estado que ahora debe ser gestor (Chatelet: 125). EnOHI.Omarco los países desarrollados -y a su modo, algo más autoritario o"pnpu lista", algunos periférico s- aplican medidas económicas anticíclicas ypolíticas de empleo y redistribución del ingreso que promueven el consumo,I.IlI1LOproductivo como final.

Por un tiempo estas políticas tienen éxito y en los países centralescomienza a hablarse de la "sociedad opulenta". Pero pronto se descubreque este derroche mercantil -este "consumismo", como se le llama- no('H menos opresivo que la escasez material crónica, pues por su mediaciónintcriorizamos al "aparato". La opresión que nos aqueja no es sólo la másobvia ejercida por los órganos represivos del Estado; nos oprimen tambiénIIlHinstituciones y los discursos de la salud y de la educación, nos oprime laíumilia, la Iglesia, la sexualidad. Escribe Foucault: "No es posible escapardul poder, que siempre está ahí y que constituye precisamente aquello queintenta oponérsele", y emprende más que una teoría una "analítica delpoder" (Foucault, 1977: 100) que nos muestra la "mecánica polimorfa de ladisciplina" (Foucault, 2000: 45).

La corriente de pensamiento de raigambre luddita encuentra en laoonformación capitalista de los procesos inmediatos de producción y de con-sumo una alienación profunda, insidiosa y persistente que se autonomizado las formas generales de propiedad y producción. De la misma manera,Foucault devela la operación fina y cotidiana de un poder disciplinario queHOdespliega con relativa independencia de las formas generales del Estado,\1110violencia menuda pero terrible que no desciende de la soberanía pre-auutnmonte legítima del Leviatán sino que se origina en las astucias de un"lllOI1HLrUOfrío" no por entrañable y cotidiano menos lacerante. Así como la111ionnción material en el trabajo no remite porque cambien las relacionesdn propiedad, tampoco desaparece la relación disciplinaria aquí abajo porque11111'1arriba cambien las hechuras del Estado. No es casual, entonces, que en(IHI.IIHUOA aproximaciones a las modalidades cotidianas de la joda existen-('illl 01 énfasis se ponga no tanto en las formas generales de la política y la1I('ollomín sino en su materialidad, en su mecánica, en los aparatos que lasHlpot'l.lI11,en su incidencia sobre los cuerpos. En lecciones impartidas en 19761"()\I(:I\\llt expone el sentido de su proyecto: "Captar la instancia materialrlul HOIll(\l.imiento en cuanto constitución de los súbditos Hl'rín, por decirlol\I .•r, (IXII<'!.nmonLolo contrario de lo que Hobbes quiso hnl'III' 1'011tll/,('uiatán'Uhid,: :17). Porque on In fW~llndn mitad del Higlo xx In 1I11c'III1I'IÚI1,q\1I1un!.OHl' JlIII'I'ihillt'OlllOoxI.tn'l\lI, deviono ij.{uIllnwl1ll\NlIhjltllv", y 111cllIMll{llItl 11,,11111/1

DEL LUDDISMO UTÓPICO AL LUDDISMO CIENTÍFICO 51

contra el hombre de hierro, de Marx, y contra el Leviatán -ese "hombreartificial a la vez autómata fabricado y unitario" (ibid.: 42) del que abominaFoucault- se escenifica también dentro de nosotros.

Así [...] penetra el aparato en lo interno de la persona misma, en sus impulsosy en su inteligencia, de modo distinto a como esto ocurrió en etapas anteriores[...]-escribe Herbert Marcuse en Psicoanálisis y política-, o sea ya no prima-riamente, como violencia brutal externa, personal o natural, ni siquiera ya comoefecto [...] de la competencia de la economía, sino como razón técnica objetivada(Marcuse, 1969: 69).

"El poder puede ser practicado por los hombres, por la naturaleza, por lascosas -incluso puede ser interior, ejercido por el individuo sobre sí mismo-apareciendo bajo la forma de autonomía" (ibid.: 43), continúa. "La libertades una forma de poder" (ibid.: 67), concluye.

En 1967, en la Universidad Libre de Berlín (occidental), Marcuse charlacon los estudiantes:

Pues en realidad está en juego la vida de todos [es necesario] [...] despertar laconciencia a la horrorosa política de un sistema cuyo poder y cuya presión au-mentan con la amenaza de destrucción total [...] Un sistema [ ] cuya crecienteproducción es creciente destrucción y creciente despilfarro [ ] En estas condi-ciones la oposición se concentra cada vez más en los marginales [...] y entre losprivilegiados [...] que quiebran la dirección social o consiguen sustraerse a ella[...] [pues] son conscientes del precio que la sociedad opulenta hace pagar a susvíctimas (Marcuse, 1972: 699).

Meses después, esos y otros muchos estudiantes protagonizarían unmovimiento de alcance global cuyo motor fueron sectores universitarios"privilegiados" .

En Francia, el movimiento desatado por los estudiantes de Nanterre seextiende al proletariado y desemboca en una huelga general con ocupaciónde fábricas que enrola a más de diez millones de obreros. Un movimientoque se desata a contrapelo de las burocracias de la izquierda (Confederación

eneral de Trabajadores, Partido Comunista Francés) y no sobreviene "enun país de estructuras 'viejas' donde predomina un laissez faire arcaico, sinom el país del neocapitalismo" (Mandel, 1969: 132). En un ensayo escrito alcalor de los combates, Ernest Mandel esboza las razones del movimiento:indopcndientemente de "la elevación del nivel de vida en el curso de losúltimos 15 años" y señala que la causa del estallido se encuentra en el "des-('OIlL(lIlLoprofundo o irreprimible 1...1 provocado por la realidad cotidiana de111l'xiHI,(IIlC'illpt'OI(l!.1I1'i1l1".1,plll' 111uusoncia de libertad e igualdad social en

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l' EL HOMBREDEHIERRO

IOHlugares de trabajo, la alienación acentuada en el seno mismo del procesoproductivo" (ibid.: 131, 132).

I~l problema no es la "retribución de la fuerza de trabajo" sino "¿quiéninundará a las máquinas?", concluye Mandel. Y efectivamente, por esos111'\0"se desarrollan en el proletariado europeo corrientes de "auto gestión","control obrero" y "poder obrero" orientadas a subvertir el enajenante ordenintorno de las factorías (Mandel, 1970: 312-433). Una lucha de los "hombresdI' carne y hueso" contra el hombre de hierro que los oprime en el propioproceso laboral. Un combate por definir "¿quién mandará a las máquinas?"1\1que se hubieran incorporado gustosas las huestes del buen Ludd.

La rebeldía gala contra la perversa conversión por la que el hombre fuesornctido al orden de las cosas no se queda en cuestionar la dictadura deltrnbajo muerto sobre el trabajo vivo. La crítica se extiende también a otroupnrato igualmente fetichizado, "el más frío de los monstruos fríos", comodot:Í1l Federico Nietzsche en La voluntad de poderío; la inversión por la queId ciudadano es sometido a la racionalidad del Estado, de cualquier signo<1\1('ésto sea. "Queremos poner en tela de juicio no a los que ejercen el poder,Hino la idea misma del poder" (Cohn-Bendit, 94), proclama un dirigente delMovimiento 22 de Marzo el17 de mayo de 1968, reto mando una idea formu-IlIdll por Marx poco más de cien años antes con motivo de otra insurgenciapopular francesa: La Comuna es "una revolución no contra talo cual formad(l poder ostatal (sino) contra el Estado mismo [...] una reasunción del pue-blo para el pueblo de su propia vida social" ("Notas para La guerra civil enFrcuicio", citado et al. por Cerroni, 71).

y HHícomo el capitalismo estropea el alma, también estropea el cuerpo.11:1Il1OI1HLruoíntimo fue objeto creciente de atención desde el arranque deli~(loxx con la difusión de los trabajos de Freud. A mediados de la centuria se

i11\PIIHifica la crítica a la alienación que al principio se enfoca a la mente, lasl'olHlu('LnH menudas, las relaciones interpersonales y las instituciones quepnuí.nn nuestra vida cotidiana. Sin embargo la interiorización del hombredn h iorro nfccta tanto a la psique como al soma. La contaminación múltipledl,l h(lhitIlL, las abrumadoras exigencias laborales, el estresante modo devkln, IOHcornpulsivos patrones de consumo, los malos hábitos nutricionales,1" ínxiridnd do muchos alimentos, el abuso en el empleo de fármacos, laIIdil'('iúlI 11dt'O~IlHlíciLas e ilegales, a lo que se añade un modelo de atenciónIllC'oelic'lIuncido 11 111induatria farmacéutica que con frl'l'lll'lH'ill HOlimita fIJlI'lIlon~"r lo lll/íH posihl« nuostrn» mulas vidas, no NOIlf'c'IlC/III1C'IHIHIlIl('VOHy/lC'lIlI1p/lI""' /11indllHt.rillliHIllO r'"llldo Illl'nOHdl'"clc, Il\l1111"doll elc,1Hi~ln XVII,

1'IIIIIUlll,John II:vI.(Vn C'HI,,'ihic'1/I'/Il11i(/llIi/llll: (1 /1/ ;/Ii'IJIIPI'lIlc'lIlt1 '¡iH/II'I'HilÍlI

DEL LUDDISMOUTÓPICOALLUDDISMOCIENTÍFICO 53

del aire y el humo de Londres, donde establece que la industria "esparce[...] negros y sucios átomos y cubre todas las cosas allí a donde llega", lo queocasiona que "la mitad de cuantos perecen en Londres mueren de malesPtísicos y Pulmónicos; de modo que los Habitantes no están nunca libresde Toses" (citado por Foster: 78). Sin embargo durante el siglo pasado elmodo capitalista de vivir se globalizó como nunca provocando un desqui-ciamiento general del metabolismo humano, pues si bien la higiene, losantibióticos y las vacunas prolongan la vida controlando hasta cierto puntolos padecimientos infectocontagiosos, cuyos mayores estragos ocurren enla periferia, los males crónico-degenerativos (transtornos cardiovasculares,cáncer, diabetes, males respiratorios, entre otros) se expandieron tanto enel primer mundo como progresivamente en el tercero, de modo que segúnla Organización Mundial de la Salud (OMS)constituyen la principal causa demuerte y discapacidad (Aldana, Espinosa y Espinosa: 255-304). El orden delgran dinero, que permitió prolongar dramáticamente la duración de la vidahumana, está provocando una nueva crisis sanitaria, ahora global, que norespeta edad, género, nación ni clase.

EL MONSTRUO ILUSTRADO n&<;, S ~ (L.' (El siglo de la descolonización política fue también el de la conquista delimaginario colectivo por el Pato Donald y John Wayne, por Marilyn Monroey Elvis Presley, por Clark Kent y Bart Simpson; fue la centuria de la colo-nización planetaria de las conciencias por la industria cultural y tambiénde la crítica más o menos apocalíptica a esta colonización.

Durante el siglo xx surge un nuevo tipo de empresa corporativa, unaindustria global que, como todas, es portadora de la lógica codiciosa del

ran dinero pero sólo se pudo edificar cuando los sistemas reproductivospermitieron multiplicar con eficiencia y economía diversos tipos de bienes.ulturales: creaciones antes sutiles y veneradas que gracias a su gestaciónen serie se trivializan mudando de valores de uso excepcionales que aun siHevendían conservaban el aura que les concedía su singularidad, a valoresdo cambio corrientes que aun si ocasionalmente tenían valor artístico eranconfeccionados masivamente y con fines comerciales. En los tiempos de laindustria cultural, escribe Adorno, "los productos del espíritu ya no son/1111I bién mercancíua, sino 11111' lo son íntegramente" (Adorno: 70).

I)I'Hdo 111cunrtu dC"C"1I11Ie1c·1Hi¡{loPIlHHdo pensadores de la Escuela deII't',indlll'l ('01110 W"ltCll' B!!IIII111,inMllhl'llYllhlln 111t.rnsccndencia social y cul-

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EL HOMBRE DE HIERRO

1III'1lIde la "reproductibilidad técnica" de la obra de arte (Benjamin, 2003) y1'11 Dialéctica del iluminismo, un texto de 1947, Max Horkheimer y TheodorW, Adorno abordan crítica mente la nueva "cultura de masas", término queIIIIOAdespués reemplazarán por "industria cultural" pues sostienen que enId capitalismo la muchedumbre no es creadora sino destinataria pasiva depl'oductos y mensajes generados por los empresarios de la "comunicación"(i{I/:ci.: 68; Horkheimer, Adorno: 193-250). Y tampoco este nuevo hombre dehierro mediático es neutral. Al contrario: la "nueva fuerza productiva, el111('diode comunicación de masas [es] un poder tecnológico de manipulación.Yndoetrinamiento [que permite] controlar las conciencias" (Mattelart: 1).

Vista en la cuenta larga, la industria cultural arranca en el siglo xv con(:uLonherg pero la imprenta deviene sustento efectivo de grandes empresasrnpitalistas apenas durante el siglo XIX cuando sus productos se multiplicany nbnratan al tiempo que se tornan cada vez más gráficos. Porque el nuevo110mbro de hierro de la comunicación de masas es ante todo un hombreilusf.rado. Este hecho remite, más que al impresor de textos de Estrasburgo,1\IItHl revolución mediática anterior: los grabados de madera que proporcio-11/111réplicas exactas de una imagen. Otros grandes pasos tecnológicos en lal'ollHt.rucción del autómata icónico los dan Senefelder al introducir la piedralil,o¡(t'Mica a fines del siglo XVIII y Daguerre a principios del XIX, cuando fijapot' primera vez los fantasmas que llevan su nombre. Estas aportaciones se1'1IHiol1nna fines del siglo XIX, cuando Klic inventa el fotograbado de medio1m\()que permite la reproducción mecánica de fotografías que hace posibles10Hmodernos "ilustrados". Los nuevos magazine s pronto se abaratan con lasrotuí.ivaa de alta velocidad y se consolidan comercialmente en el arranqued(\1 Higlo pasado cuando el rotograbado posibilita emplear rotativas parauuprimir fotografías.

l'oro Hi bien la tecnología permite multiplicar y abaratar las copias, elPOIIAUmo masivo de los magazines ilustrados resulta del crecimiento de111publicidad, que a principios de la pasada centuria se transforma en eluuryor ingreso de los editores y propicia que los consumidores paguen por10Hdinrios y revistas menos de lo que cuestan. Desde entonces, ampliar elpuhlir:o dejn do ser un fin cultural o un objetivo comercial por sí mismo parat1l1vl'lIir ol modio de cotizar mejor la publicidad, de modo que el destinatario1'111111111Ill('1l0Hcomo consumidor efectivo de las publicueiunos que como con-

11I1l1C1w'"ot.t·I\('illl d(' IOHbi('noH que en ellas HI'ofurtun (hil'lH'H mntcrinlos1"\1'11IlIlI1hil'\l1oH"ir'il.llld(\H Y hllHt.1Ipolltico», ('01110VI!t'I'1II0"1111'11411<1111111\1.1').1'(II'1j1111,"PIII'IIIIIIII H(willdlld 1111(,OHI)("'"quo 111eulturn 1ill11101CI!'I1HIIIIMí miarnn

1111'1.111111\11111(11'p.'opltVI'II 10141I11C'V0I4lI\11diolCcll1l'IIIIIIIIIII'II,'Ir""l'fIIlIO1)lIl1lCoI

IdDEL LUDDlSMO UTÓPICO AL LUDDlSMO CIENTÍFICO

Bell- 01 problema del marketing es algo fundamentar' (Bello 165). Ya lodecia Bonjamí

nhace más de 80 añoso"La mirada hoy por hoy más esencial,

la mirad. mercantil que llega al corazón de Ias cosas, se llama publicidad"

(Benjf\min, 1988: 77).Mirada mercantil que sin embargo hace posible el nuevo cosmopolitismode un' "aldea global" (McLuhan) donde las compartidas referenciO' virtual

es

sobro 01 mundo ya no son "de oídas' sino "de vistas". "Una buena mítad delo que uno ve es visto a través de los ojos de otros", escribe Marc Bloch amediados del siglo xx; Y se queda corto pues "hoy, cuando la visión, el sonidoy el movimiento son simultáneos y globales [...] los medios so han erigido

como sustitutos del mundo exterior" (McLuhan: 12).publicaciones de nombres emblemáticos como la francesa Vu y la esta-

dounidense Look hacen efectivo para millones de lectores el apotegma deSusan Sontag: "la fotografía es la realidad" (Sontag: 156). Pero el epítomedel magazine global es Life. El semanario de Henry Luce debuta en 1936 conun tiro de 446 mil ejemplares, que en un año se vuelven un millón y llegana siete millones a mediados de los sesenta, década que marca el principiodel fin de la era de la ilustración impresa Y la entronización definitiva delas imágenes electrónicas. En 1970 una página de publicidad en Life, quellegaba a 40 millones, costaba lo mismo que un minuto en el programa demayor rating de la televisión estadounidense que veian 50 millon", de modoque, desertado por los anunciantes que lo habian encumbrado, el semanariodeja de publi

carseen 1973. Así, en la segunda mitad del siglo XX termina el

reinado de la celulosa Y comienza el del electrón, cuya marcha se hace másUnpetuosa al únal de la centuria cuando se pasa de procedimientos analógico

s

a digitales

adentrándonos en un mundo virtual de pixeles, que remiten abytes, que marchan sobre bits; una "iconósfed' (Eco) ubicua y sUnultánea

como nunca antes porque fluye en el ciberespacio.Paralelamente, a fines del siglo XIX habian despegado la industria del

cómic, una nueva narrativa icónica que emplea el papel corno soporte y laspublicaciones periódicas como vehieulo, Y el cinematógrafo, que despliega laimagen en movimiento; en la tercera década del siglo XXarranca impetuosala radiodifusión, que permite la simultaneidad de emisión Y recepción, y me-nos de veinte años después la televisión, que combina ambas posibilidades,por lo que para el último tercio de la centuria pasada ya copa por completoel tiempo libre del que el más reciente de los "apocaJipticos" de derecha ha

llamado "hamo videns" (Sartori).Hacia fines del siglo XX,la que empezó siendo industria cultural se tornaactor pol[tico. Protagonista decisivo cuando la propaganda de ideas deriva

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/j(j EL HOMBRE DE HIERRO

(111publicidad, las campañas electorales transcurren en los medios de comu-n icación y las grandes empresas de radio y televisión deciden los resultadosde los comicios. Ejemplo dramático de lo que Giovanni Sartori ha llamado"vico-política" (Sartori: 71-110) es el encumbramiento de Silvio Berlusconi,ompresario italiano dueño, entre otras cosas, de tres cadenas de televisión,que pese a haber sido condenado varias veces por delitos financieros liderea('1 movimiento político Forza Italia, encabeza un efímero gobierno en 1994.Y en 2001 pone en juego todo su poder mediático para hacerse con la jefa-tura de gobierno. (Llama la atención que pese a haber sido escrita en 1997.Y rcescrita en 1998, cuando su compatriota Berlusconi ya era emblema de11\ modiocracia italiana y mundial, la filípica de Sartori contra la "sociedadtcl odirigida", que tituló Hamo Videns, apenas menciona al jefe de Forzaltalia.) También en las democracias emergentes se cuecen habas, o frijoles:entro asignaciones fiscales, aportaciones privadas y gastos gubernamenta-lOA,las elecciones mexicanas de 2006 costaron, en números redondos, 1600mi Ilonos de dólares -unos 40 dólares por voto emitido- y alrededor de untercio de ese dinero se invirtió en spots de radio y televisión. Pero las dosgrandos empresas que manejan los medios electrónicos no sólo hicieron ungmll negocio y de pasada consiguieron una Ley Federal de Radio, Televisión.Y'I'ulocomunicaciones que hace inexpugnable el duopolio; también votarondpH(,Ht'adamente por el candidato de la derecha provocando un vuelco elec-Iornl: en intención de voto el progresista López Obrador empezó la carreral/j puntos arriba del conservador Felipe Calderón, pero durante la campañaI.IIVO2(% de menciones positivas en los grandes medios nacionales, contra 14%do au principal contrincante (una parcialidad mediática de 700%), y 21 % demoncioncs negativas, contra 2% de Calderón (1000% de parcialidad), lo queI'nd\ljo IRventaja del puntero inicial y llevó los comicio s a un empate técnicoIjIIO1(' facilitó a la derecha manipular las instituciones electorales y alzarse1'011111 Prosidoncia de la República. Y así, en el centro y en la periferia, elluuuhr« do hierro mediático pasa de ser el autómata audiovisual que nos1'1111'(ll,iN10a sor también el autócrata electrónico que nos gobierna.

I)I'Hdo que la "industria cultural" empezaba su ascenso Benjamin, Hor-k hrvi mor, Adorno, Marcuse y otros habían señalado que la nueva "cultura doIIIIIHIIH"prolongaba la alienación del ámbito productivo hasta 01reproductivodl\ nuuln qu« IOHaparatos do la industria mediática HO I(lHmostraban com111111I'xtl\I\Hi6n d(l laa máquinas del mundo fabril y (111 j{1'11I'I',,1dl\ lOAopre-IV(lHIIl1t()IlII1t."Hlnbornlos. "S610 H(\ puedo OHCIIJlllr ni prOI'I'\IIOdI! 1rubnjo ('11

111I',¡lidl'" y 1'11111ulicinn I\d(\(,lll'IIHloH(\1\(\1(111 Id 11I110"o 1OI'Id11'1111111"1\dorn o:111(1). 1\ 1'1I1'tll'd,\ tll\tOIH'I\H111' 1\;lIlt iplil'III'1I11hUI YUt'~M 111It'I",.d., 111d"I'I\('II"

DEL LUDDISMO UTÓPICO AL LUDDISMO CIENTíFICO 57

y desde la izquierda denunciaban el mensaje de los mass media, unas porsu ideología (proverbialmente burguesa e imperialista) y otras por su irre-mediable vulgaridad.

Reconociendo su carácter a veces incisivo, Umberto Eco toma distanciade "las requisitoria s injustas, parciales, neuróticas, desesperadas" de los quellama "apocalípticos" pero desarrolla su propia crítica de los medios:

La percepción del mundo circundante tiende a hacerse hipertrófica, masiva,superior a las posibilidades de asimilación; e idéntica inicialmente para todoslos habitantes del globo [...] El hombre de la era visual recibe una mole vertigi-nosa de información [...] en el espacio, en detrimento de las informaciones [...]temporales (Eco: 368, 369).

La imparable, progresiva y crónica "iconofagia" (Bartra, 2005) que nosaqueja desde hace más de cien años ha suscitado reacciones divergentes enpensadores claramente identificados con la izquierda.

El límite del conocimiento fotográfico del mundo -escribe Susan Sontag- re-side en que, si bien puede acicatear la conciencia, en definitiva nunca puede serun conocimiento ético o político. El conocimiento obtenido [...] consistirá en unasuerte de sentimentalismo, ya cínico o humanista; será un conocimiento a preciosde liquidación: un simulacro de sabiduría, tal como el acto de fotografiar es unsimulacro de posesión, un simulacro de violación (Sontag: 33-34).

En cambio, para John Berger "la apariencia del mundo es la confirmaciónmás amplia posible de la presencia del mundo" (Berger y Mohr: 87), y si bienlas imágenes estáticas son ambiguas, al ser secuenciadas y retemporaliza-das mediante el montaje hacen posible un nuevo tipo de discurso visual,una narrativa original como la que el mismo autor desarrolla con imágenesdel fotógrafo suizo Jean Mohr en el libro Otra manera de contar. Además,Berger piensa que las fotografías privadas restituyen el sentido subjetivo delas cosas que nos ha quitado una historia que se nos presenta como destino,como progreso o como noticia periodística.

Pero, afortunadamente -escribe Berger-la gente nunca es sólo objeto pasivo dela historia. Y, aparte del heroísmo popular, existe también la ingenuidad popular.En este caso, esa ingenuidad utiliza lo poco que esté a su alcance para preservarla experiencia, para recrear un área de "internporalidad", para insistir sobrelo permanente. De esto modo centenares de millones de fotografías, imágenesfdt¡o{iloa,que f1 menudo H(Illovan cerca del corazón o se colocan junto a la cama,aon uí.ilizudn» IHII'/Iqlll' h/l1(1I111'(lfl'rpllcinfl 10que el tiempo histórico no tiene\I(II'll('ho" dl'Hj,l'\dr(1I,lrI' I(¡M)

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lH EL HOrvffiRE DE HIERRO

Marshal McLuhan, es el pensador emblemático del mundo dominado porIOHrnass media al que él mismo llamó "galaxia eléctrica". No por ser fervienteupologista de las nuevas posibilidades de la comunicación ni por su dudosacontundencia argumentativa: sus libros son poco más que colecciones decitas, una suerte de "escritura tridimensional" que hubiera entusiasmado aI~ünjamin -"mediación entre dos sistemas distintos de ficheros" (Benjamin,I$l88:38)-, sino por una propuesta en verdad caladora: la técnica es mediumti 1I0expande cuerpos y refunda sensibilidades más por su configuración ma-torial que por sus contenidos. Y su visión del progreso técnico es optimista:fl contrapelo del "hombre tipográfico" unidimensional y pasivo forjado por laimprenta a partir del siglo xv, "el siglo xx ha trabajado por liberarse de lasrondiciones de pasividad, lo que es decir del legado mismo de Gutemberg"(McLuhan: 328). Así, gracias a la electricidad, estamos transitando a una comu-11icación polifónica, abierta, compartida e incluyente, sustento de una suerte de"rotribalización": conformación de una colectividad inédita, una "aldea global"aostcnida por la comunicación y sus medios masivos.

Ya treinta años antes y en otra tesitura, los críticos agrupados en laIt;Hcuela de Fráncfort sostenían a su modo que "el medio es el mensaje"dOHLncando el papel revolucionario de los nuevos aparatos y tecnologías co-1\111n icativas. Pero Horkheimer, Adorno y Marcuse estaban lejos de proponer111\clotcrminisrno tecnológico según el cual el avance de la ciencia aplicadaI'H motor histórico siempre progresivo y socialmente neutral. Al contrario,pllm ollas la industria cultural era el nuevo hombre de hierro que vivía"('OIllO parásito de la técnica extra-artística de la producción de los bienesnuuorialcs" (Horkheimer, Adorno: 72), y cuyo avance era la "victoria de laruzón tecnológica sobre la verdad" (ibid.: 214).

AHí os, en efecto. Pero la cuestión tiene asegunes y es Benjamin quienl\\flH urriosga en sus reflexiones sobre la ambigüedad de unas tecnologíasIIl\dll nsépticas, que contienen relaciones económicas y cuyos dados estánI)('illlrncnLe cargados, pero que son portadoras también de un potencial sub-

vllt'Hivo y dcmocratizador. Y sobre esa pista explora, por ejemplo, la influen-1'111d(1 In fotograña, el cine, la radio y la prensa ilustrada sobre expresiones11I1I1'III'iIlHo pictóricas como el dadaísmo, la nueva objetividad, el cubismo.YItI Iuturiamo señalando la importancia de la revolución tócnica y formal(lll 111M('r(llldonOH que RO pretenden políticamente rovolucionurins. Sin dudn1I'IIIIHI'I"'I'i('I'(1I1mOR do ;30 años entre uno y otro tnxto, I/lPHO1'11que 01 dl'I)IHII(\Yd,'villo imperio, IW\,() llnmn In atención quo 1lI11'1I11'IIH1'11Pur« lrer 11/

l'atu ! )111111 Id 101'1"11I)()(,/IIípti('OH':d" izquiordn Mnlil.llIl't.V J)1)1'1'1I111111'OlldIlY""qlll' 111111111111(\110IIlI(\d(\lI 1'1111'111'MIIH1'0111'111111id""I'" dul IIIHll(ilil1t'llIti i/IIII'YI\110,I!II

DEL LUDDISMOUTÓPICOAL LUDDISMOCIENTÍFICO 59

la sección XVIde La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica,titulado "El ratón Mickey", Benjamin sostiene que "las colosales cantidadesde sucesos grotescos que se consumen en el cine son un agudo indicio de lospeligros que amenazan a la humanidad a partir de las represiones que lacivilización trae consigo [...] [y] las grotescas películas de Disney provocanuna voladura terapéutica del inconsciente" (Benjamin, 2003: 88).

Los literatos que en el arranque del siglo xx batallaban para trascenderlos límites de su lenguaje encontraron en las narrativas surgidas de la revo-lución mediática lo que buscaban infructuosamente en el cuento y la novela.La simultaneidad de situaciones que Virginia Wolfhubiera querido para elfinal de Al faro y que no pudo conseguir (ver prólogo de Sergio Pitol en Wolf:14) la obtienen fácilmente los historietistas que componen a toda plana. "Misconsumidores ¿no son mis propios productores?", se preguntaba James Joyceen Finenegans Wake, un texto experimental de 1939, y quizá entonces nolo eran, pero menos de medio siglo después las posibilidades interactivasde los programas de cómputo harían posible la narrativa participante y depciones múltiples de los juegos de rol.

EL MONSTRUO ELECTRODOMÉSTICO Lo ~ U()

I~lgineceo, el harem y el convento de monjas fueron modalidades del apartheidlomenino pero también espacios de argüende, resistencia y empoderamiento:omo lo fueron los colectivos de beginas, los aquelarre s de brujas y hechiceras,las cortes de amor, los salones literarios, los mercados, los lavaderos. Elmoderno encierro doméstico que comienza a imponerse desde el siglo xv esCodavía más claustrofóbico pero aun así las mujeres del pueblo -responsablesdo alimentar a la familia- son protagonistas principales de los motines delMigloXVIIIpor el trigo y el pan.

La lucha sistemática y organizada por los derechos económicos, políticos.Yfamiliares de las mujeres arranca en el siglo XIX,y como otros movimientosd" vocación planetaria desemboca en una "internacional", elInternational( 'ouncil of Women. En la pasada centuria la condición femenina en los países1'I'nLt'flles presenta dramáticas fluctuaciones: el masivo reclutamiento mili-1111'do varones durante In primera guerra mundial provoca la contrataciónti" 1I1111wrOHHHmujoros on "1,l'IIh/ljOHde hombres", de modo que en 1916 hay1t1J('¡~"H11('o!>rt'rIlHy 1'111111H 1,1III'illl'Ípio de "a trabajo igual salario igual"l' irwOI'pol'lI sin 111111'ltoH••f'cl('loH11I'I'tc'1il'OH ni Tratado de Versalles y a la

( '011VI'1 H' it'11IdI' 1" Hoc'ic.dllrl d •• I/lH NIII'jollflH, !'(tI'O 11\pn~ (IR corta y a partir

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1111 1':1.1I0Mllln: 011:1I11':IIHO

(l!. 111·11HOII(\(I(;UnU!l do millones las mujeres enroladas un IIlH fábricas y('11 plIl'l irulur un la industria bélica. Ya hemos visto que así como devora el('''1111,,1 (IXCI'(llH los sobrantes, de modo que terminada la guerra los varonesvuulvun (/('1 frente y las mujeres son enviadas de regreso a casa, y si algu-1"1 HOempeñaba en conservar su empleo debía aceptar un salario inferior(Mic'hol: 95-112).

1':1rcgroso a la "normalidad", es decir, a la escoba, la estufa y el fregadero110 {lHsólo un requerimiento del mercado de trabajo; es un imperioso reen-I'inllHLl'amionto femenino aplaudido por casi todos los varones, que veíanusurpados sus espacios y derechos en el plano laboral, en el doméstico y"IIHta on 01 imaginario. Y es que en la entonces emergente cultura de masasromcnzaban a aparecer ominosas mujeres con atributos proverbialmenteviriles, Veamos el caso de los cómics: Olive Oil, la aguerrida compañera del'opcyo, es una mujer trabajadora creada por E.C. Segar en 1919. Despuésdo In Gran Guerra, en 1937, se publica Sheena, La reina de la jungla, deH,ollort Webb. Y durante la segunda guerra mundial las damas de armasIumnr se multiplican: Mary Marvel, de C.C. Beck y Jack Binder, en 1940;M iHHLace, de Milton Caniff, en 1943; Witch Hazle, de Burne Hogath, en1!lIIO (lIorn: 33-188). Hasta en el remanso de machismo que es México laiuuuu-cosible Borola, protagonista de La familia Burrón (Gabriel Vargas,IlIdO), reivindica la "doble jornada" ante los varones de la casa. Y también1" c'otiza; a su hijo adolescente le espeta:

Me debes 2 800 mamilas a razón de seis diarias [oo.] Te las vaya poner a tostóncada una, así que me debes 1095 pesos [oo.] [sic, por la aritmética]. Más un añoque lo tuve a base de jugos, caldo de frijol y jaletinas [oo.] son 730.75 pesos [oo.]Más dieciséis años que comía ya como gente grande, tres comidas diarias [oo.]

9 200 pesos. Además servicio de ropa, atención médica, hospedaje y cuidadosmaternales [oo.] quince mil chorro cientos charros.

Y luego sigue con el marido:

En vista de que [oo.] soy una simple criada [oo.] te vaya hacer las cuentas de lo queme debes desde hace veinte años que estoy a tu servicio. En esta casa la hago deocinera, recamarera, lavandera, costurera [oo.] Te vaya cobrar 200 pesos men-

suales [oo.] ya que soy la única criada "de la alta" que has tenido. Me debes, porveinte años de servicios, la no despreciable cantidad de 60 000 pesos.

Esto fue publicado en el número 2 613 de la historieta, aparecido en1952, apenas tres años después de que Simone de Beauvoir diera a conocerJel segundo sexo, cuando faltaba un año para que a las mexicanas les fuera.oncedido el derecho a votar y ser votadas, tres lustros antes de la fundación

Ih:l. 1.llIllUHMII "'I'CU'II'() Al.l.lJllIlIHMO CII':N'I'fli'ICO 61

del Woman Libercuion. Mouement (1967) y muestra cómo el mal ejemplo sestaba colando hasta en la más "inocente" y concurrida narrativa popular.

Si la generación femenina de la segunda guerra mundial es devuelta a ladomesticidad con una palmadita en la espalda ... o en cualquier otra parte, enla segunda mitad de los sesenta sus hijas alimentan un airado movimientode liberación que denuncia el "trabajo doméstico invisible" que desarrollanlas mujeres y proclama su condición de "clase oprimida y explotada" por el"sistema patriarcal". La freudiana "envidia por el pene" es una hipótesisdiscutible, pero sin duda parte del feminismo desarrolla una suerte de "en-vidia por la plusvalía" al argumentar la condición explotada de la mujer entanto que productora y reproductora impaga del obrero, portador a su vez dela fuerza de trabajo que consume el capital. La tesis resulta cuando menosdudosa pues intenta colar el trabajo femenino en la "verdadera" economíapor la puerta falsa de una presunta producción doméstica mercantil quereduce al hijo y al esposo a la misma condición que el morral que produce elartesano o los rábanos que cosecha el campesino.

No lo es, en cambio, la perentoria llamada de atención sobre un enormey vital esfuerzo físico y emocional que ha pasado de noche para los econo-mistas. La "mitad del mundo" reducida a la invisibilidad por teorías que,como el gran dinero, no ven otro trabajo más que aquel que produce direc-tamente plusvalía. La crítica feminista es radical por cuanto cuestiona lasbases mismas de un sistema que en verdad sólo incorpora directamente asu valorización una porción comparativamente pequeña del trabajo huma-no. Y no es que no tenga valor lo que hacen las mujeres, los campesinos ylos artesanos; lo que hacen los ancianos, los niños y los desempleados; lo quehacemos todos en nuestro "tiempo libre". Sin duda lo tiene y de algún modotambién se lo embolsa el capital. Pero esta explotación sesgada, hipócrita,de soslayo, tiene el agravante de que mantiene al expoliado en el descréditosi no es que en la invisibilidad. "La ciencia económica de los hombres [oo.]oculta completamente la producción no mercantil de las mujeres" (Michel:129), escribe una feminista. Tiene razón. Otra me acusó alguna vez de quemis argumentaciones marxistas sobre el tiempo de trabajo social eran una"teoría del falor". También tenía razón.

Así, al ser asumida por las mujeres, la lucha contra la máquina se extien-de a los electrodomésticos: un hombre de hierro hogareño que, a la postre,resulta tan opresivo y siniestro como el fabril.

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1" 1~:I.II()MI\lU': J)Ji: III1i:UltO

I~:I,M()NH'I'I!lJ() IIi\BI'I'i\DO r 1_'1~~1~

HllflllllMlIl'clI/olC(Marcuse, 1965: 12), la "desublimación represiva", es decir,111 IIli('I1Hci6nen el consumo, en el ocio y hasta en la "libertad", es la into-l'im'iíll1(;i6ndel "aparato" y, en última instancia -digo yo-, de la factoríapt'i 111igonia; poro hay también un "aparato" externo: la ciudad moderna como(lxt,(lI1Hi6nde la fábrica al mundo no laboral. El hombre de hierro tiene múl-t,ipluHencarnaciones: el autómata donde trabajamos, el autómata interiory <,1 nutómata donde vivimos.

1';1"desorden urbano" -escribe Manuel Castells- no es tal desorden, sino querepresenta la organización espacial suscitada por el mercado [...) La racionalidadtécn ica y la tasa de ganancia conducen [...) a borrar toda diferencia esencial inter-.iudades y a fundir los tipos culturales en el tipo generalizado de la civilizaciónindustrial capitalista (Castells, 1974: 22).

y esta ciudad modélica, esta urbe cuyas metástasis se extienden por todoIII planeta es la expansión de la lógica de la acumulación al ámbito del con-H\I1110 final. Porque al capital no le basta utilizar las ciudades preexistentespll rn comprar y vender, es decir, para lucrar, y así como tuvo que revolucionarmutcrialmente el proceso productivo también revoluciona materialmente laOHLl'lIcturadel consumo "improductivo". La ciudad es, como la fábrica, partedo In tecnología del capital.

Los avances científicos que hicieron posibles las urbes modernas no sonneutrales, responden a la necesidad de masificar e intensificar el consumo'amo antes se masificó e intensificó la producción; a la compulsión de den-siíicar el uso del espacio y de acelerar y regular el empleo del tiempo comoantes se densificó, aceleró y reguló el espacio-tiempo fabril. Y si ha resultado.ontraproducente, si el caos urbano es emblema del mal empleo del espacio

.Y del tiempo hay que atribuírselo a la incapacidad última del mercado paradisciplinar eficazmente la reproducción social, a la atroz torpeza del capital.uando trata de organizar la vida a su imagen y semejanza.

El ya citado Castells abona este enfoque:La región metropolitana parece ser la consecuencia mecánica de la evolucióntécnica. De hecho el proceso es más complicado pues la "técnica" no es en absolutoun simple factor, sino elemento del conjunto de las fuerzas productivas, las cualesson, ante todo, una relación social [y) [... )comportan, por tanto, un modelo culturalde utilización de los medios de trabajo (ibid.: 31).

Iha, 1,11111111'«1.11) II'IÚI'I('() Al. I.UI)IlIHMO Cl1~N'1'fl"ICO

En otro libro titulado Movimientos sociales urbanos el mismo autor dejaconstancia de cómo las víctimas del monstruo habitado se rebelan contrala inclemente máquina de vivir. Porque en las últimas décadas del siglo xxse intensificó la lucha por la apropiación del espacio en las ciudades y porla auto gestión urbana, quizá como resultado de la urbanización salvaje del"tercer mundo", resultante a su vez de la ruina campesina y de la migraciónmasiva. Si antes al hablar de grandes ciudades se pensaba en Londres,Nueva York o París, hoy las megaurbes punteras son polarizados y andra-josos hacinamientos periféricos: Manila, el Gran Cairo, Yakarta, Calcuta,Bombay, Shangai, Seúl, Estambul, Sao Paulo, Río de Janeiro, la Ciudad deMéxico, etcétera.

EL MONSTRUO INSOSTENIBLE

La crisis ambiental que hoy nos atosiga hay que rastrearla en la "cuenta lar-ga": comenzó a gestarse hace nueve mil años, con la revolución agrícola queimpuso especialización donde había diversidad, y respondió al desequilibrioy agotamiento resultantes con estrategias de expansión que exteriorizabanespacial y temporalmente la no sostenibilidad mediante la progresiva incor-poración de territorios periféricos endosándole los costos a las generacionesfuturas (Guimaráes: 62).

A los dinosaurios no se les puede echar en cara su extinción y de la mis-ma manera tampoco debemos culpar a nuestros remotos ancestros por unaestrategia cuyos límites les quedaban muy lejos. Pero en los últimos dos-cientos años el proceso agarró vuelo y hoy no podemos alegar que no vemosel abismo pues lo tenemos enfrente. Si la que John Benett llamó "transiciónecológica" se presenta ahora como crisis civilizatoria es por razones de escalay de velocidad, pues con el despegue del industrialismo capitalista la carrerapredatoria impulsada por nuevas tecnologías no ha dejado de acelerarse: enla prehistoria el ritmo de las mudanzas tecnológicas se medía en milenios;entre las innovaciones del Renacimiento, en los siglos xv y XVI, Y la revo-lución industrial del XVIII y el XIX, hay más de tres siglos; pero entre ésta yla revolución informática, biotecnológica y nano tecnológica del xx y el XXI

transcurrieron menos de dos. Y los nuevos descubrimientos se difunden caside inmediato y en escala planetaria.

Más adelante me ocuparé expresamente en lo que significa la conversióntecnológica en la agricultura, Por el momento baste señalar que a mediadosdel siglo xx la llamada Revolución Verde ocasiona un severo incremento

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11·' I~;I,II()MI\III':()lo: 1I11':I(I(()

1111Id IIlIlpltlo ugropocunrio de insumos de síntesis química y con él una11111)(11'1.11111.0roncción social y científica cuyo arranque es ubicado por John1'lltl'l'HOn Myers (Pctorson: 73) en el libro Silent Springs, de Rachel Carson( 1!lO~) quo oond uco a la prohibición del DDT y otros agroquímicos. Por esosIIIiHIIIOHHI10HHe multiplican las nucleoeléctricas en Estados Unidos, Europay 111Unión Soviética y con ellas los movimientos contra el empleo "pacífico"¡HII'Oirresponsable de la radioactividad, Estas protestas, a las que se sumanrlununcias por la inadecuada disposición de los desechos peligrosos, formanPHI't,(1de un amplio y disperso movimiento contra diferentes modalidades de('on t.H m inación, El cuestionamiento de las tecnologías "sucias" da un salto deenlidad con la fundación de Greenpeace en 1970; el surgimiento en Europado L08 Verdes (Die Grünen, en Alemania, y Les Verts, en Francia y Bélgica); y11\definición, en 1972, del concepto de sustentabilidad por la Comisión Mundiald(11Medio Ambiente que en esencia plantea la inconveniencia de soslayar opOHclatar los "costos ambientales" endosándoselos a las futuras generacio-1I0H,JJ:nlos setenta las propuestas de Los Verdes como corriente política no«mmuoven a la ciudadanía europea, pero en la siguiente década la crisis de111izquierda comunista y socialdemócrata y la búsqueda de paradigmas del'tllHI(I8to favorece social y electoral mente su opción (Dias, 2002: 103).

II:n el último cuarto de siglo el riguroso cuestionamiento del capitalismopOI'nmbientalmente insustentable ha sido una de las mayores aportaciones111p(ll1samiento crítico en tanto que aborda cuestiones antes relativamente(IHc:nmoteadas, En particular las implicaciones catastróficas de una tecno-IOJ.(ín perversa, que lo es no por la malignidad intrínseca de la ciencia sino

\1 porque se trata de una ciencia y una tecnología desarrolladas por el capital1 y para el lucro, Tecnología, por ejemplo agrícola, cuya condición ecocida no

depende de quién la emplee (los agronegocios pero también los campesinos,Inl:l cooperativas socialistas o las paraestatales agropecuarias) sino de supropia naturaleza, de su consustancial insostenibilidad. Ya lo decían los

jlUdditas hace doscientos años: el problema de fondo no son los dueños delas máquinas, el problema son las máquinas,

"El conflicto en torno a [..,] [los] transgénicos no se puede dirimir entérminos jurídicos o compensar en términos económicos, Otra cosa está enjuego" (Leff, 2001: 49), escribe Enrique Leff en referencia a lo que se encuen-tra detrás de los seres vivos genéticamente manipulados, Y esta "otra cosa"s la "violación tecnológica" de la vida a resultas de la cual "la vida ya no

is vida [..,) porque ha sido intervenida por la tecnología y por la economía".En la perspectiva de lo que llama "marxismo ecológico" y apoyándose en eldiagnostico de casi dos millares de científicos, O'Connor lo plantea así: "La

Ih:l. 1,1I11111HMIIII'IÚI'U'OAL UJI)I)ISMOCII~N'l'fli'LCO 65

contradicción básica del capitalismo mundial a finales del siglo xx [radica enque] los seres humanos y el mundo natural siguen cursos que terminaránpor chocar" (O'Connor, 2001: 10). Por su parte, Pat Mooney, animador deETC (grupo de acción sobre Erosión Tecnología y Concentración) sintetiza lanaturaleza y dimensiones del reto: "Podemos resumir el problema central 1que enfrenta la humanidad con una palabra: erosión -ecológica y cultu-ral- que deviene de la transformación tecnológica (no sólo de la biotecnologíao de la informática, también de la nanotecnología o de la neurociencia) y dela concentración (corporativa y de clase)" (Mooney, 2001: 37).

En un informe presentado en enero de 2007, el Panel Intergubernamentalen Cambio Climático integrado por 600 expertos de 40 países afirma que lasalteraciones del clima (aumento de la temperatura, elevación del nivel de losmares, sequías y lluvias excepcionales) son tan dramáticas como crecientes,y concluye que "es muy probable" que los gases de efecto invernaderoemitidos por el hombre sean responsables del calentamiento global. Noes, entonces, porque estamos viviendo un cabalístico cambio de milenioque el variopinto movimiento ambientalista coincide con el pacifismo dehace medio siglo en presentar un panorama apocalíptico que no sólo ame-naza a los oprimidos y explotados, sino que pone en entredicho la existenciamisma de la humanidad, "El exterminismo no es una cuestión de clase; esuna cuestión de especie [.. ,] [pues está amenazada] la misma continuidadde la civilización" (Thompson, 1983: 113), escribía el historiador pacifistaEdward Thompson en su pugna contra La Bomba y el sistema que la hacíaposible, Y casi en los mismos términos se expresa treinta años después elbiólogo ambientalista Víctor Toledo quien en La paz en Chiapas plantea queen la lucha por revertir la gran crisis ecológica planetaria surge un nuevosujeto, una nueva identidad supranacional y supraclasista, metahistóricay metasocial, la del hombre como especie y dotado .de una conciencia trans-generacional.

La coincidente apelación a la especie como sujeto emancipador provienede que tanto el pacifismo como el ecologismo radicales, sin soslayarlos, miranmás allá de la explotación y la opresión, apuntan a la irracionalidad implícitaen los patrones con que se desarrollan las fuerzas productivas-destructivasacuñadas por el gran dinero, Al cuestionar las máquinas, los ludditasingleses quizá no eran muy efectivos en cuanto a conseguir mejoras in-mediatas para los trabajadores, pero sin duda calaban más hondo que losunionistas parlamentarios orientados a lograr la regulación de las relacioneslaborales, Y de la misma manera, al señalar la insostenibilidad del conjuntode los patrones capitalistas de producción y consumo, los ambientalistas

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I,OH,'(\('i('IIt.(·HPlllhnLt'H contra In forma material del hombre de hierro 1101111'1111111('11H610IIloH ocologiatae de primer mundo, hay también lo que Mnrt:1I1\~1\1i(1,'bu llnmado "ocologismo popular" (Martínez, 1992), que abarca 111M

III"'IUHpor IHsalud en 01 trabajo, por el agua potable, por las áreas verdes,Ilt.d,t,m·11.I';n la misma perspectiva se ubica Vandana Shiva, que en el libro( '01</(1('//(/ robada, documenta, entre otras, la resistencia contra la acuaculturn('011tu 111inante que desde fines de los noventa del siglo pasado sostienen lasrumunidadea costeras de la India, llamando la atención sobre el carácterdoblemente orillero de tan centrales combates: "Esta nueva lucha por unaII\WVIl India está empezando, de manera muy apropiada, en los márgenesHo('illloHy medioambientales: desde las costas, lidereada por mujeres, porIHlHGHdorestradicionales, por las personas sin tierra y por los pequeños('lIl11p081nOs"(Shiva: 70).

y una parte del nuevo movimiento campesino avanza en esa dirección:011junio de 1999 cerca de cincuenta "fancheurs volontaires" de la Confede-ración Campesina francesa encabezados por José Bové destruían plantas denrroz transgénico en el Centro Internacional de Investigación Agronómicapnra el Desarrollo, de Montpellier, un día antes de que fueran plantadas alniro libre en Camargo. Pero ante los franceses los agricultores hindúes deAndhra Pradesh y de Karnataka habían quemado cultivos transgénicos deMonsanto, de manera semejante a como lo había hecho un grupo de mujeresde Oxfordshire, Gran Bretaña, y también el Frente Gaélico por la Libera-ción de la Tierra, en Oakport, Irlanda. Bové, pequeño granjero que inició sumilitancia en la defensa, emprendida por la Sociedad Civil de las Tierrasdo Larzac, de 6 500 hectáreas que iban a ser expropiadas para ampliar uncampo militar, fue condenado a catorce meses de prisión por atentar contraI<lHtransgénicos. Semanas después, el mismo Bové conduciría un tractorcontra un emblemático Mcllonald s. En última instancia, los rompe máquinasdo Ludd, los campesinos hindúes, las ecologistas británicas, los militantesirlandeses y los "destructores voluntarios" galos hacían lo mismo. Para decirloen las ya citadas palabras de Marx: atentaban contra la "fuerza productivadosarrollada por el capital [...] [como] principio antagónico". Fuerza produc-tiva hostil que no es todo el problema pero ciertamente es parte sustantivadel problema.

Ih:1. 1.\lIl1I1HMO\I'I'ÚI'I(:()Al. I.UIlIlIHMO('II':N'I'!t"ICO 67

EL MONSTRUO BINARIO

"Hoy, la creación de riqueza a nivel corporativo viene de las compañías quecomandan las ideas, no de las que fabrican cosas", afirma, con razón, John H.Bryan. Y si las ideas pagan dividendos hay que privatizar las ideas, todaslas ideas. Así, en el último cuarto del siglo xx avanza un nuevo cercamientode bienes públicos semejante al que se practicó durante el siglo xv en Ingla-terra sobre las tierras comunales, sólo que ahora lo que se confina son los"comunes de la mente" (Boyle: 41).

Los derechos de autor y las patentes que defienden la propiedad intelec-tual no son nada nuevo, y en algún momento sirvieron para proteger del roboempresarial a los creadores de arte y de innovaciones tecnológicas. Pero enlos últimos años se están ampliando y extendiendo sobre territorios anteslibres y compartidos, no en beneficio de los autores sino de las compañíastransnacionales, que han pasado de lucrar con las cosas a lucrar con lasideas. El argumento para privatizar intangibles, nos recuerda James Boyle,es el mismo que se empleó hace seis siglos para encerrar las tierras de libreuso: "Los comunes de la mente ya necesitan cercarse por ser un sector vitalpara la actividad económica" (ibid.: 47). Así la industria del esparcimientoamplía y prolonga el copyright, y las patentes se extienden sobre los seresvivos, las secuencias genéticas, las bases de datos, las metodologías, etcéteray al mismo tiempo se multiplican los candados, las bardas virtuales, las clavespersonalizadas, los encriptamientos, los alambres de púas digitales. Pero estono basta para proteger entidades tan sutiles, de modo que se incrementan lassanciones, se crean nuevos delitos, se acumulan resma s de jurisprudencia yse establecen tribunales especializados donde ejércitos de impolutos abogadoscorporativos cuidan celosamente los cercados intangibles.

Lo grave de esta nueva fiebre privatizadora no es tanto que se lucre mo-nopolizando bienes cuyo costo marginal de producción y circulación está cercade cero como que al coartar el libre flujo de los datos, los procedimientos ylas ideas se socava también el fundamento mismo de la creatividad humana."Nadie podría aplicar las matemáticas si fuese necesario pagar [...] cada vezque se use el teorema de Pitágoras", escribió Donald Knuth en una carta ala oficina de patentes de Estados Unidos en la que argumentaba contra lasrestricciones al libre uso del software (citado en Busaniche: 74).

El riesgo de cercar los "comunes de la mente" es semejante al que se correcuando se le tratan de imponer a la agricultura los intensivos y especializadospatrones productivos del capital, incompatibles con la reproducción de los

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OH EL HOMBRE DE HIERRO

ocosistemas, sólo que aquí lo que se violenta no es la lógica de la naturalezasino la dialéctica de la cultura. Tanto en la creación artística como en la in-novación científica la ecología humana de la producción intelectual funcionabien como un sistema abierto y de acceso compartido: un dominio públicodonde el reconocimiento y retribución de la autoría no son restrictivos niobjeto de especulación económica. Afirmar que cuanto más caros sean loslibros mejores libros se escribirán, o pretender que cuanto más costoso seaacceder a los datos mejor serán empleados, es tan absurdo como argumentarque la elevación del costo de las medicinas es buena para la salud; falaciasinsostenibles cuando lo cierto es que al entorpecer el intercambio de las ideasse esteriliza la creatividad humana.

Si la cultura es una fuerza productiva -como sostiene O'Connor=-,cuando el hombre de hierro persigue a quien copia un poema, una canción,una fotografía o una película, cuando el autómata animado encripta el hard-ware de las computadoras para tratar de impedir el uso de software libre orestringe el acceso a las bases de datos, nos está llevando a una crisis de laecología intelectual semejante a la catástrofe ambiental que provocan sustorpes modos de intervenir la naturaleza.

Por fortuna también en estos ámbitos se resiste al absolutismo mer-cantil. En el arte, la defensa del "dominio público" ha sido emprendida pormovimientos como el de Creative Commons, animado por músicos, poetas,diseñadores y fotógrafos empeñados en la puesta en común de la cultura.Pero la lucha decisiva se está dando en el mundo de la computación y enel ciberespacio, tecnologías potencialmente liberadoras que el capital estáempecinado en cercar.

Hasta los años sesenta del siglo pasado la mercancía computacionaleran las máquinas -el hardware- mientras que la programación era unaproducción intelectual complementaria. Los programas -una suerte de ins-trucciones para el empleo de las computadoras- venían con el equipo y erancompartidos libremente por los usuarios. Pero en esa década la sofisticacióndel trabajo de los programadores despierta la codicia de las empresas y en1969 la Oficina de Patentes de Estados Unidos decide que los programaspueden ser patentados. Para entonces la programación ha devenido software,no un trabajo que produce ideas útiles sino una "cosa", una mercancía autó-noma tanto o más rentable que la máquina en sí (Peláez: 121-126).

La privatización de los programas de cómputo, ideas que además sonindispensables para desarrollar nuevas ideas, es una batalla por los "co-munes de la mente" que en un primer momento gana 01 Cllpitlll. Poro desdelos ochenta del siglo pasado una comunidad virtu 111 .Y dl'HIIIC'/I 1ii':lId/l, 111 do

DEL LUDDISMO UTÓPICO AL LUDDISMO CIENTÍFICO

los usuarios de computadoras, ha presenciado y animado el surgimiento yconsolidación de un movimiento de hackers libertario s que impulsan el de-sarrollo de programas de fuentes abiertas. El movimiento del Free Software(cuyos principios son libertad de usar los programas, libertad de copiarlosy distribuir copias, libertad de estudiarlos y libertad de mejorarlos) ha de-sarrollado un sistema operativo de libre acceso, el orru/Linux, y hoy agrupatanto a hackers como a usuarios con otros oficios (Stallman 1: 160-177, Heinz:178-185). Además de documentar la expansión y creatividad del movimientopor el software libre, James Boyle incorpora el modelo a su utopía libertariay aporta una convincente argumentación de por qué, cuando menos en el casode los programas de cómputo, un desarrollo basado en el libre acceso y no enel lucro restrictivo es tan sostenible como escalable (Boyle: 49-51).

Parafraseando a Brecht, para quien fundar un banco es peor que robarun banco, se puede sostener que las corporaciones que privatizan progra-mas y bancos de datos son mucho más viles que los hackers que penetransus defensas. Porque cuando los activistas cibernéticos del Free Softwarehacen ingeniería reversa para desentrañar el hardware secreto con el quelas nuevas computadoras de las transnacionales de la informática tratan deevitar que se usen programas libres están enfrentando al monstruo binariode manera semejante a como los ludditas resistían al autómata mecánico.Con la diferencia de que esta vez la tecnología en cuestión es básicamentegenerosa y los espacios cibernéticos liberados abren anchos caminos al de-sarrollo humano, pero también a la resistencia social como se muestra en larápida adopción del internet por parte de movimientos contestatarios comoel indígena (Chiriboga: 45-78).

¿Cuál es el hilo que engarza a los rompemáquinas de Nottingham con loscampesinos que hacen revoluciones, los pacifistas contra La Bomba, losorilleros enfrentados al apartheid colonial o metropolitano, las etnia s resu-citadas, los sesentaiocheros que abominan del "aparato", los "apocalíptico s"contra el Pato Donald y la industria cultural, las mujeres que subvierten supropio apartheid doméstico, los urbanícolas que desafían a la máquina devivir, los hackers libertarios, los ambientalistas y campesinos que cuestionanIOH patronos de un desarrollo insostenible y que -para cerrar el círculo-ocnaionalmonto emulan 11 l.udd y Swing arremetiendo simbólicamente contraIOH umblemn« dol ococirlio'

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o EL HOMBRE DE HIERRO

El recuento documenta la polifonía con que se resiste a un capital multi-forme que no se sacia adueñándose de los medios de producción y de la fuerzade trabajo, pues para valorizarse al tope necesita construir un mundo a suimagen y semejanza. Y para ello debe revolucionar la tecnología y la orga-nización productiva pero también los modelos de poblamiento, los patronesd(' consumo y el uso del tiempo libre envileciendo el espacio y pervirtiendo01 tiempo. "No es obvio [...] que los hechos de explotación de clase, de la re-lación trabajo-capital, sean los [...] que requieran de explicación en lugar deIOHfonómenos, por ejemplo, de las catástrofes del tercer mundo, la opresión1(' la mujer, el desempleo, el racismo, el ambiente, la distribución desigual

del ingreso y las relaciones autoritarias", escribe el marxista Geert Reuben.PI\I'f\ concluir: "No estoy diciendo [...] que estos [...] fenómenos no puedan sercomprendidos en términos de la relación del capital. Lo que señalo es que parapOI1Harsobre nuestra teoría [...] necesitamos dar un paso atrás" (Reutben, 19:Mi). gn la misma tesitura Alberto Melucci afirma que "la referencia al mododo producción se encuentra demasiado ligada al reduccionismo economicista,que está en el origen del concepto. La producción no puede ser restringida a111esfera económico-material sino que abarca el conjunto de las relacionessociulcs y las orientaciones culturales" (Melucci: 108). Y es que únicamentedo ('HLUmanera podremos dar razón de las rebeldías realmente existentes110H610en la segunda mitad de la pasada centuria -como quisieran ciertos(,o6ricos de los "nuevos movimientos sociales"- sino en la cuenta larga delcnpitalismo. El somero recuento de algunos de los combates contra el mons-truo ocurridos en el siglo pasado -que emprendimos más arriba- da fe do111pcrt.incncia de las preguntas que se hace Melucci: "¿Es posible identificarconllictoa antagonistas sin que los actores se caractericen por una posiciónocilll estable? ¿Los lugares del conflicto pueden ser variables? (ibid.: 109),

nl l.iornpo que sugiere que las respuestas son afirmativas.1,11necesidad de trascender el reduccionismo clasista como clave del

milI'! icto social se evidencia en 01hecho de que la relación económica capital-Iruhujo (lHunidimcnsional, mientras que la contradicción entre el mercanI¡I¡HIIIOnhsoluto y el binornio hombre-naturaleza es polimorfa. Tiene razón()"( :Ol1ltOI'cunndo señala que en 01 antagonismo entre el gran dinero y HIIH1'lIl1dil'iol1t1HHOcllll(lHy naturulo« do producción no hay un término único y1~111111'1111'01110lo (lH"oxplotnción" ('11lilA rclncionos cupitnl-trnbajo, ('11lo <111"01 1IIIIm' 1\111'111'1111'11"111111d" IIIHrllJ'.OIlOHpor 11tH<1111'11Il.Y111111plurnlidud d,\11IIIVillli''ItloHHOI'illl"H"()'COI1II1I1', ~()()l: ~ll), A Illllli'411I1II'lIlIl'IIIHi(¡III1"I{IIIIIIIM1I111t111'./lI1c1111/11'1lIloclllltd/ldllH 1IIIIII'I'i/lltlll d,\ 1" 1IIII'IIJlIIII'IIIII"11pil /lIiHIIIt1ClI11111I1dll, JlIIClHI"'C'IIIIHI1"111"11114VIIIIII'Il11c1C11114111'111'1I11c'iúIId •. 111I4dl'l'lIlIlhlll

DEL LUDDISMO UTÓPICO AL LUDDISMO CIENTÍFICO 71

supone una multiforme perversión de hombres y cosas, y supone tambiénsu correlato: una diversidad de resistencias.

Pero ya vimos que en esta compulsión omnifágica al gran dinero se le atra-gantan muchas golosinas, en especial el hombre y la naturaleza, factores dela producción insoslayables pero tercamente irreductibles a la reproducciónmercantil. De ahí surge un capitalismo contrahecho, aberrante, disforme(Vergopoulos); un capitalismo que quiere devorarlo todo pero le hace daño; uncapitalismo titánico pero renco; un capitalismo barroco, abigarrado, siemprea medias, que reproduce una y otra vez la exterioridad bárbara ahora hastaen sus propias metrópolis; un capitalismo donde la reducción de la humani-dad a dos clases nunca pasó de buen deseo (o mal sueño) y donde proliferancampesinos, artesanos, comunidades indígenas, mujeres domésticas y de lasotras; donde se multiplican los asalariados imperfectos: free lance, precarios,informales, intermitentes, serviles, destajistas, estacionales, indocumenta-dos y nómadas; donde abundan cada día más los prestadores de serviciospor cuenta propia, cuando se puede, por la red. Cierto, hay también obrerosindustriales fijos, pero cada vez menos: si hemos de creer a Andre Gorz,gracias a la "reingeniería" "el núcleo estable de 'permanentes' no ha dejadode reducirse, mientras que aumenta la proporción de personal temporal,precario y a tiempo parcial" (Gorz: 25-33).

Así las cosas, el revire de los ludditas, que más que irse contra la plusvalía lIa emprendían a marrazos contra máquinas y fábricas, resulta paradigmáticode la lucha contra el monstruo polimorfo, de la resistencia del "hombre de \.arne y hueso" al acoso del hombre de hierro.

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