ARGENTINA - monografias.com · Ambos llenos del Espíritu enfrentaron el martirio y fueron usados...

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1 1 INSTITUTO DE FORMACION TEOLOGICA MINISTERIAL MATERIA DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO PROFESOR GUILLERMO SEBASTIAN OLIVERA ROTONDA JOSE MARIA GUTIERREZ 415 Y 416 BERAZATEGUI BUENOS AIRES ARGENTINA

Transcript of ARGENTINA - monografias.com · Ambos llenos del Espíritu enfrentaron el martirio y fueron usados...

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INSTITUTO DE FORMACION

TEOLOGICA MINISTERIAL

MATERIA DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO

PROFESOR GUILLERMO SEBASTIAN OLIVERA

ROTONDA JOSE MARIA

GUTIERREZ 415 Y 416

BERAZATEGUI

BUENOS AIRES

ARGENTINA

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PROGRAMA DEL CURSO

―DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO‖

OBJETIVOS GENERALES:

Es un estudio de las ―DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO‖; el estudiante

deberá familiarizarse al concepto de las cartas y definir con claridad su

marco histórico, conceptual y deberá reconocer los contenidos y los

mensajes de estas cartas del Juan, considerando la Biblia como base de

información y lectura, solo se aceptara lecturas y material de consulta que

conduzcan a una mejor comprensión de esta materia y deberán ser

autorizadas por este profesor.

OBJETIVOS

Cognoscitivos

1. Familiarizarse con la DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO.

2. Conocer con claridad LA DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO.

1. Reconocer la dependencia del Espíritu Santo para entender la Palabra y

vivir según sus enseñanzas.

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2. Valorar profundamente la Biblia al ver la constancia de sus afirmaciones a

toda cultura y a todo hombre.

Psicomotores

Conocer las cartas desde la perspectiva de la Biblia como base infalible de

toda verdad sobre la vida de nuestro salvador Jesucristo sin prejuicios, en

forma práctica y haciendo buen uso de las normas y visiones de las cartas

Juaninas.

2 Aplicar y conocer LA DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO.

REQUISITOS DEL CURSO:

1. Obtener mínimo un 70% de la nota.

3. Asistir puntualmente a clases. Después de 10 minutos es tardía y tres

llegadas tardías equivalen a una ausencia.

4. Se calificara el concepto del alumno en:

a. Responsabilidad en tareas y funciones asignadas

b. Asistencia puntual al devocional

c. Entusiasmo en su quehacer estudiantil

d. Participación en actividades en clase y extra-clase

e. Respeto profesor-alumno y personal

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5. Deberes del alumno:

a. Leer anticipadamente el material asignado para cada clase

b. Investigar y profundizar sobre cada tema para su propio conocimiento

c. Participación activa en clase individual y grupalmente

d. Cumplir con exámenes, tareas y trabajos en las fechas establecidas

e. Las tareas entregadas tarde pierden 30 puntos y tiene máximo 8 días para

entregarla

f. El estudiante que no realice el examen al día indicado debería justificar su

ausencia solo con enfermedad confirmada o muerte de un familiar, asunto

de trabajo urgente u otro aspecto que aceptan máximo 8 días después del

día indicado.

g. Apagar el celular en clases.

CRITERIOS GENERALES DE EVALUACIÓN

Resolver todos los cuestionarios del libro de texto en un cuaderno 30%

Exposición Trabajos por Equipo 20%

Primer Relámpago 20%

Examen final 30%

Total: 100 %

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INDICE DEL TEMARIO El tema sobre el Espíritu Santo

¿Qué Significa Ser llenos del Espíritu?

¿Cuáles son las señales de una vida llena del espíritu?

El Espíritu Santo produce control en el creyente

El Espíritu Santo produce alegría en el creyente

¿Cómo vivir llenos del espíritu?

Debemos anhelar ser llenos.

Debemos limpiar el instrumento

Debemos recibirlo por fe

Nuestra marca

Nuestra marca de propiedad

El sello del espíritu santo nos abre la puerta

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Que nos indica el sello del espíritu santo

El espíritu santo nos da redención

Viéndolo de otra manera: nuestra redención

El espíritu santo es un anticipo para lo que nos aguarda en los cielos

¿El Espíritu Santo se encarna en nosotros?

Espíritu Santo

Su divinidad se establece

Espíritu Santo en AT

Pentecostés

Importancia de Pentecostés en la historia del pueblo de Dios.

Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés

Llenos del Espíritu Santo

La venida del Espíritu Santo en Pentecostés

Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés

Hablar en lenguas

Espíritu santo, consolador

Patrística y teología medieval

La Reforma

Observaciones finales

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El tema sobre el Espíritu Santo

Debiera ser el más importante después que hablamos de la obra redentora de nuestro

Señor Jesucristo. Pero si somos francos, es un uno de los que no recibe toda la atención

como es debida en nuestro diario andar. No era así cuando se inició la iglesia del Señor.

El denuedo que vemos en los discípulos al hablar la palabra de Dios se debía a que eran

hombres llenos del Espíritu. Es posible que los excesos que se han cometido, usando este

nombre de una manera indiscriminada, han generado una especie de ―temor‖ para no

profundizar en la búsqueda de una experiencia legítima, cuyo resultado sería: vivir la

vida cristiana de una forma victoriosa. Una de las palabras más significativas de nuestro

Señor antes de ir a la cruz fueron aquellas cuando dijo: ―No os dejaré huérfanos; vendré

a vosotros‖ (Juan 14:18). El Señor sabe cuáles son las vicisitudes por las que pasa un

huérfano, de modo que no quiso que sus discípulos vivieran esa experiencia. Para ello

envió al Consolador. Él haría lo mismo que Jesús, pero de una manera más amplia.

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Cuando Jesús vino tuvo la limitación de su cuerpo. Cuando el Espíritu Santo vino

comenzó a obrar en todas partes y al mismo tiempo. ¿Qué ha hecho el Espíritu santo

desde que llegó y por qué es tan importante su presencia? Nos incorporó a la familia

espiritual. Nos bautizó en un mismo cuerpo, al que llamamos iglesia. Nos ha sellado para

el día de la redención. Nos ha hecho parte del gozo anticipado de lo que será nuestra

herencia celestial. Nos ha convertido en morada de su Santa Presencia. Nos ha ungido

como sacerdotes con la realidad de su poder. Y por si faltara algo, nos ha capacitado

para servir al Señor en su iglesia a través de los dones espirituales. De modo que estamos

completos en él. Sin embargo, para que el Espíritu Santo llegue a ser una realidad viva,

transformadora y poderosa en nosotros, necesitamos ser llenos de él. Con esto

afirmamos que una cosa es tenerlo en nuestras vidas y otra muy distinta es que él nos

llene. Este pudiera ser el imperativo de más exigencia para andar con el Señor. Se ha

dicho que al hombre de hoy hay que llenarlo con algo; por lo general llena su alma con

todo, menos con el Espíritu Santo. De allí la urgencia de este tema. Abordémoslo hoy.

¿QUÉ SIGNIFICA SED LLENOS DEL ESPÍRITU?

Esta es la pregunta que debemos responder en primer lugar, pues la confusión que el

presente tema ha generado no ha sido poca. Una de las razones se debe a la forma de

interpretar la experiencia de la salvación. Algunos sostienen que primero hay que recibir

a Cristo y luego recibir al Espíritu Santo como dos cosas separadas, cuyas manifestaciones

más comunes son hablar en otras lenguas. La primera cosa que debe decirse es que la

conversión a Cristo, el bautismo del Espíritu y el sello del Espíritu tiene que ver con una

sola cosa. Sucedió una sola vez, no tengo por qué buscar otra experiencia a lo que ya fue

hecho. Pero ser llenos del Espíritu es una acción que debe suceder siempre. Es un

imperativo al que hay que seguir todos los días de nuestra vida. Ahora bien, cuando

hablamos de la llenura del Espíritu estamos tratando con un lenguaje figurado. Es bueno

recordar que el Espíritu no es un líquido o un gas con el que llena al individuo. Tenemos

que recordar que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad y que nosotros

somos simples criaturas humanas. De modo, pues, que la enseñanza de este lenguaje

figurado es mostrarnos que quien está lleno del Espíritu es alguien que vive gobernado

por él. Pero, aún más, que quien está lleno del Espíritu es alguien que está lleno de

Cristo. Con esto concuerda lo que ya hemos dicho sobre la frase de Jesús ―no os dejaré

huérfanos‖. Es un asunto maravilloso pensar que aun cuando Cristo está en los cielos,

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haciendo su ministerio de intercesión, y esperando por su eminente regreso, también

vive en el creyente y a través de él se manifiesta a este mundo necesitado. Recordamos

en este mismo sentido que la misión por excelencia del Espíritu Santo al tocar tierra fue

la de glorificar a Cristo. De modo que cuando hablamos de ser llenos del Espíritu estamos

hablando de una vida que en todo lo que hace está trayendo gloria a Cristo. Así tenemos

que cuando Cristo nos gobierna estamos viviendo una vida llena del Espíritu. Con esto

concuerdan las palabras de Pablo, quien al hablar de su relación con Cristo decía: ―Con

Cristo estoy juntamente crucificado; y ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí‖. Ser llenos

del Espíritu no es solo tener una experiencia sino sentir un gobierno sobre nosotros.

Podemos hablar en lenguas, gritar, reír, llorar, danzar, pero si no somos gobernados por

Cristo y vivimos para su obediencia, todo lo demás es ―metal que resuena que hace ruido

y nada más‖. Hay dos manifestaciones claras sobre una vida que está llena del Espíritu.

Una es vivir en santidad, y aquí observamos este otro imperativo que nos dice: ―Sed

santos porque yo soy santo‖. La otra es la manifestación de los frutos del Espíritu, que

son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y dominio

propio. Usted está lleno del Espíritu cuando todos los días encarna este fruto. Y usted

está lleno del Espíritu cada vez que se aleja del pecado.

¿CUÁLES SON LAS SEÑALES DE UNA VIDA LLENA DEL ESPÍRITU?

El Espíritu Santo produce poder en el creyente.

Cuando uno lee el libro de los Hechos no puede dejar de ver con cierto asombro la

manera cómo el Espíritu Santo se hizo presente en la vida del naciente movimiento

cristiano. Él es el Actor principal, los discípulos fueron sus instrumentos. Y una de las

características de todos los relatos fue que cada vez que los discípulos fueron llenos del

Espíritu Santo algo pasaba. Comenzando en el mismo día del Pentecostés se puede notar

como Pedro, un hombre del ―vulgo‖, como lo calificaron los intelectuales religiosos, fue

usado para traer un poderoso mensaje cuyo resultado fue la conversión, en un solo día,

de tres mil personas. La misma experiencia la vivieron los diáconos Esteban y Felipe.

Ambos llenos del Espíritu enfrentaron el martirio y fueron usados para evangelizar a los

gentiles. Y qué decir después de Pablo, Bernabé, Silas por mencionar algunos. El mundo

de su entonces fue cambiado por el poder que en ellos se operaba. Podemos, pues,

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resumir las señales de una vida llena del Espíritu de la siguiente manera. El Espíritu Santo

dota de poder al creyente.

El Espíritu Santo produce control en el creyente

El texto que estamos usando nos dice: ―No os embriaguéis con vino en el cual hay

disolución‖. ¿Por qué esta mención cuando se está hablando de la llenura del Espíritu?

Bueno, un borracho lo controla el alcohol, no él mismo. Sabido es de las barbaridades

que comete una persona ebria. Muchos accidentes, crímenes y divorcios son la

consecuencia de hombres y mujeres desenfrenados por la influencia del alcohol. Las

personas son más osadas cuando están ―con unos tragos demás‖. Pero la otra parte del

texto nos dice: ―Antes bien, sed llenos del Espíritu‖. Si ponemos las dos ideas juntas,

estamos hablando de dos embriagueces muy distintas. Lo que nos está diciendo Pablo es

que mientras el alcohol hace perder la razón, el Espíritu Santo te hace actuar con la

razón. Una embriaguez le da al cuerpo una nota alucinante, perniciosa, olvido de Dios.

Mientras la otra le da al alma un gozo santo, coraje humilde, hace olvidar al mundo y

sus placeres y se somete a Dios.

El Espíritu Santo produce alabanza en el creyente

Una forma de expresar esa alabanza es a través del canto. La otra parte del texto que

estamos usando nos dice: ―Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos

espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones‖ v.19. La iglesia del

primer siglo tenía razones que la hacía feliz, por eso cantaba. No se concibe a un

creyente que esté lleno del Espíritu y que no cante. Cuando andamos llenos del Espíritu

Santo cantamos en la tristeza, en el dolor, en el culto y hasta en los funerales. Hay

creyentes que son una mala propaganda para el evangelio, no se evidencia ningún gozo

en sus vidas. No cantan al Señor ni cuando se bañan. El texto además nos dice: ―Dando

siempre gracias por todo a Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo‖. La

gratitud, de la que hablaremos la próxima semana, es otra señal de nuestra alabanza al

Señor y de una vida llena del Espíritu. ¡Cómo no ser agradecido a Dios que nos ha dado

todo y por quien vivimos y nos movemos! ¡Cómo no expresarle a nuestro Dios nuestras

gracias por lo que él es y hace!

¿CÓMO VIVIR LLENOS DEL ESPÍRITU?

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El imperativo que estamos mencionando hoy nos plantea la idea de la continuidad. La

traducción exacta del texto sería: ―Sed constantemente llenos del Espíritu‖. La falta de

victorias continuas y el vivir la vida cristiana de una manera liviana, se debe a la ausencia

de la llenura del Espíritu. Por esto entendemos la importancia de la sujeción al señorío de

nuestro Señor Jesucristo. Veamos, pues, la manera de ser llenos del Espíritu.

Debemos anhelar ser llenos.

Ninguna sensación es tan desesperante que la de tener sed después de un prolongado

tiempo sin ingerir este preciado líquido. La misma experiencia que sucede en el aspecto

físico debiera suceder en el contexto espiritual. Solo que muchas veces nuestros deseos no

son espirituales sino carnales y materiales. De modo que nuestro oración debiera ser

como la de Pablo: ―Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el

hacer, por su buena voluntad‖ (Filipenses 2:13). Es una gran noticia saber que Dios

―produce así el querer como el hacer‖, cuando yo tengo el deseo que su Espíritu me

llene. Debemos desear ser llenos así como deseamos una comida caliente y rica que llene

nuestro estómago.

Debemos enjuagar el instrumento

Dios quiere usar todos los vasos, no importa el color que tenga o la contextura con la

que ha sido hecho. Pero él no va a usar un instrumento sucio. Hay que lavarlo,

enjuagarlo, limpiarlo y secarlo. Solo de esta manera el instrumento, que en este caso es

nuestra propia vida misma, quedará apto para ser usada. Uno de los textos que más

debiera estar presente en nuestra vida como creyentes es el pasaje de Isaías 59:1, 2, que

dice: ―He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado

su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro

Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír‖. Son los

pecados los que hacen separación entre Dios y nosotros. Y esto es aplicable para un

inconverso y para un creyente. El primero comete el pecado de resistir y hasta blasfemar

del Espíritu por su incredulidad y su rechazo a la obra de gracia (H echos 7:51; Mt.

12:22-32). En el caso del creyente él puede cometer dos pecados contra el Espíritu Santo,

y los mismos son estorbos para la llenura del Espíritu. Uno tiene que ver cuando

apagamos el Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19). La falta de compromiso con el Señor y su

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obra pone en evidencia este pecado en muchos creyentes. El otro es el contristar al

Espíritu (Ef. 4:30). Cuando pecamos con nuestro cuerpo, allí estamos entristeciendo al

Espíritu y menoscabando su obra de gracia. Una de las manifestaciones más comunes son:

mentira, enojo, ira, calumnia y malicia. Somos llenos del Espíritu cuando vigilamos si no

andamos contristando al Espíritu a través de tales pecados. Uno de los textos que el

creyente debiera tomar en cuenta todos los días de su vida es: 2 Timoteo 2:19, 21.

Debemos recibirlo por fe

Jesús nos ofreció una de sus más inagotables promesas. En una ocasión les dijo a sus

discípulos: ―Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la

Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva‖ (Juan 7:37, 38). De acuerdo a este

texto, la plenitud del Espíritu será posible en la medida que aceptemos el reto de

―beber‖ y ―creer‖ lo que nos dice el Señor. Esto es un acto de fe. Así como un día

levantamos nuestra mano y abrimos nuestro corazón para recibir a Cristo, así también

por fe tenemos que ser llenos del Espíritu. Esto pudiera ser muy simple para algunos que

buscan una experiencia extrasensorial. Pero no hay tal cosa como una fórmula que debe

repetirse sino el mismo principio por el que nos acercamos a Cristo por primera vez. Es

sencillamente decir: ―Señor, te necesito tanto como el día que te recibí. Puesto que mi

deseo es seguir agradándote, y sabiendo que esto no lo haré en mis propias fuerzas, por

fe me apropio de la plenitud de tu Espíritu. Dejo que él gobierne mis pensamientos, actos

y voluntad. Quito de mi corazón todo vestigio de pecado, todo vicio que ofende el

templo de tu Espíritu (mi cuerpo) y quito de mi mente todo pensamiento impuro, y dejo

que sea lo honesto, lo amable, lo puro lo que me gobierne. Por fe dejo que él ocupe el

lugar que ocupa mi yo y con humildad me someto a su guía y dirección. Amén.‖, ¡Beba

hoy por fe de esa fuente inagotable del Espíritu! Todos los días pueden ser una aventura

espiritual.

Una vez que he cumplido con este imperativo de ―sed llenos del Espíritu‖, debo seguir

aplicándolo. Esto es lo mismo que hago todas las mañanas, tarde y noche con mi cuerpo.

Él demanda, por lo menos, de tres raciones de alimento para su sustento. Mi alma

requiere con mayor razón de ese alimento, pues la Biblia sentencia que ―no solo de pan

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vivirá el hombre‖. Es por eso que necesito todos los días ser lleno del Espíritu. Una vez

que por fe me apropio de ello, entonces hago realidad la el otro imperativo que está

muy relacionado con este mismo: ―Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los

deseos de la carne‖; y luego, con este mismo énfasis, y pensando en nuestra condición

diaria, se nos aconseja: ―Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu‖

(Gálatas 5:16, 25)

NUESTRA MARCA

Hay un gran prestigio cuando la Mercadotecnia lanza un producto que lleva consigo el

sello de calidad oficialmente reconocido. Mucha gente compraría algo solo al reconocer

la marca. El sello acompaña no solo la calidad sino también la propiedad. Llega a ser

como el ―copyright‖ que no puede ser tomado sin el derecho del autor. No pocos

documentos de valor y cartas carecen del sello que los autentica; su ausencia sentencia la

ilegitimidad. En la vida cristiana tenemos el ―sello del Espíritu‖.

NUESTRA MARCA DE PROPIEDAD

Cuando Jesús dijo: ―Yo conozco mis ovejas..‖ seguramente estaba profetizando la venida

del Espíritu, quien morando en cada creyente seria el ―distintivo de propiedad‖ con el

que se les reconocería en este mundo mientras caminan a su habitación eterna. El sello

con el Espíritu es una garantía de propiedad divina. Si alguien tuviera duda en cuanto a

su salvación, esta declaración bíblica debe producir un cese a su inseguridad eterna. El

Espíritu Santo es nuestra seguridad hasta el día de la redención. Damos por un hecho

que el ―sello del Espíritu‖, es el Espíritu mismo viviendo en nosotros. No hay tal cosa

como una ―señal visible‖ por la que tengamos que ser recocidos. La presencia del Espíritu

es la señal que nos distingue especialmente con la manifestación de su fruto: amor, gozo,

paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio.

¿Por que fuimos sellados por el Espíritu?

EL SELLO DEL ESPÍRITU SANTO NOS ABRE LA PUERTA

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Quien no tenga el sello del Espíritu no puede tener acceso a las bendiciones espirituales.

Note por un lado que esas bendiciones han sido dadas ―en Cristo‖. En este texto por lo

menos unas 10 veces se menciona la oración ―en Cristo‖. Cristo es el instrumento a través

de quien Dios derrama sus bendiciones. Quien le conoce como su salvador entrara en el

universo de sus bendiciones. Se nos dice que fuimos ―bendecidos con toda bendición

espiritual‖. Dios no da sus bendiciones con goteros ni por medidas. El Espíritu Santo nos

introdujo a todas las bendiciones espirituales reservadas al momento de conocerle. En

nuestra propia búsqueda queremos que Dios nos bendiga con bendiciones que podemos

tocar, comer, disfrutar. Pero la verdad es que todas las bendiciones de Dios son

espirituales y quien disfruta de ellas en su vida, también tendrá las materiales. Vea que

esas bendiciones fueron dadas ―en lugares celestiales‖. No es esto una referencia a un

lugar geográfico. Quedaríamos muy frustrados sin poder alcanzar tales bendiciones si

esto fuera así. La idea de este pensamiento tiene que ver con una relación. Doquiera que

Dios este es un lugar celestial. Cuando estamos en relación con Dios estamos en un lugar

celestial. Nos perdemos de las bendiciones espirituales porque no estamos en una

relación con el Dios celestial.

QUE NOS INDICA EL SELLO DEL ESPIRITU SANTO

El tema de la elección y la predestinación en la Biblia se ha constituido en uno de los más

controversiales y hasta de división en la historia de la iglesia. Calvino dio origen a una

postura teológica fatalista con la llamada predestinación incondicional. De acuerdo a

esto, la elección humana no tiene papel alguno ni en la salvación ni en la condenación.

Es algo así como si Dios elige al salvado que no puede resistir su gracia, y todos los

demás están perdidos para siempre. Los bautistas estuvieron al principio divididos con

este concepto calviniano; de allí las dos tendencias: bautistas generales y bautistas

particulares. Lo primero que nos dice el texto es que nos ―escogió antes de la fundación

del mundo‖. La predestinación que tiene que ver con la salvación eterna es

independiente de los hechos que marca la historia determinada por el tiempo y el

espacio. La salvación de nuestras almas no fue una decisión apresurada. Es interesante

pensar que no fue el pecado y su rebelión la que creó una ―emergencia‖ divina para

salvar al que había caído. Nuestra mente finita jamás entenderá esta decisión de un Dios

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infinito, pero si podemos entender que el amor de Dios es eterno. Dios nos amo antes

de enviar a su Hijo porque ya su Hijo era el ―cordero de Dios inmolado antes que el

mundo fuese‖. Su elección y predestinación eterna fue hecha en Cristo. Todo esto lo hizo

Dios por el ―puro afecto de su voluntad‖. Nadie se lo insinuó, nadie se lo pidió, nadie le

trajo un plan, nadie le suplico. Ilustración: Recientemente un hombre en mi oficina me

dijo: ―Pastor yo no entiendo porque Dios me sigue amando después de las cosas que he

hecho‖. La única razón que yo encuentro es porque El nos escogió y decidió amarnos

por el puro afecto de su voluntad.

EL ESPIRITU SANTO NOS DA REDENCIÓN

La palabra ―redención‖ es tomada del mercado donde se vendían los esclavos. Jesús fue

al ―mercado donde se vendían los pecadores‖, para pagar un altísimo precio por nuestra

esclavitud a través de la cruz. En él somos libres de esta condenación eterna. No había

idea de lo negro y feo que eran los pecados hasta que se dio el grito desgarrador de la

cruz: ―Dios mío, Dios mío, ¿por que me has desamparado?‖. Cuando somos salvos

somos sellados con el Espíritu como un reconocimiento a lo que Dios hizo en la

eternidad por nosotros, lo que hizo en la historia con la muerte de su Hijo pero también

lo que hará en la consumación de los tiempos cuando nuestro cuerpo sea glorificado.

Viéndolo de otra manera: nuestra redención

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Se decidió en la eternidad, se ejecuto en la historia y terminara en la antesala de la vida

en el cielo. Cuando un creyente muere entra al preámbulo de su redención total. La

venida de Cristo traerá consigo la resurrección de cuerpos glorificados. La labor del

Espíritu ha sido sellarnos para el día de la redención total. Hasta ahora ―nosotros mismos

que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros

mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo‖ Rom. 8:23. ¿Quién no

anhela esa redención total? ¿Quién no desea tener ese cuerpo que no estará sujeto a la

tentación, a las enfermedades, a los infortunios, al dolor, al cansancio y a la frustración?

El Espíritu Santo es nuestra garantía de llegar hasta ese día glorioso. Bien pudiéramos

decir que su labor en la redención será hasta ese día, pues a partir de allí estaremos por

siempre con Jesús. Ya nuestro cuerpo no será más su templo y morada porque ahora la

presencia real y gloriosa de nuestro Señor Jesucristo será contemplada con nuestros ―ojos

eternos‖. El Espíritu nos está preparando hasta que lleguemos a la glorificación eterna.

Ningún tema es más sublime que el que atañe a este de la redención.

EL ESPIRITU SANTO ES UN ANTICIPO PARA LO QUE NOS AGUARDA EN LOS CIELOS

No le falto ni le sobro al programa de salvación que se gesto en la mente divina desde el

principio. Dios aseguro todo su plan con una participación activa de la trinidad. El Padre

que elige, el Hijo que muere como propiciación y el Espíritu que nos da las ―arras de

nuestra herencia‖. Las arras del Espíritu no es sino aquel anticipo que ya ha sido

―entregado‖ para asegurar el resto del ―negocio‖. Nos aguarda una herencia

incorruptible, inmarcesible e incontaminada en los cielos. A Dios le plació por ese puro

afecto de su voluntad no solo salvarnos, sino que ―en él (Cristo) tuvimos herencia‖. No

tengo mucho interés en saber cómo será esa herencia. Doy por sentado que el solo hecho

de estar con Cristo toda una eternidad es suficiente para disfrutar de esas ―bendiciones

espirituales con hemos sido bendecidos en los lugares celestiales‖. Los hombres en la

tierra pelean por sus herencias, llegan a odiarse hasta el punto de matarse entre ellos

mismos al momento de repartir los bienes. Los cristianos no tenemos este tipo de

problema pues la herencia que el Padre eterno nos ha dado esta en Cristo. Contamos

con una herencia garantizada.

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Hace algunos años se me notifico que era heredero juntamente con otros familiares de

casi la mitad de un pueblo en mi país de origen (esto es solo una historia). A juzgar por

las bondades de aquella tierra, resultaba muy esperanzadora la idea de poseer aquello

que perteneció a nuestros antepasados. Hice un viaje de inspección y en efecto

comprobé que mi ―herencia estaba allí‖. El problema se presento cuando comenzaron a

aparecer tantos herederos y el alto costo que cobraban los abogados para registrar la

herencia. Para ese entonces tendría que estar viajando mucho de modo de ―poner al

día‖ todo lo relacionado a la documentación de mis bienes. La posibilidad de adquirir

aquella herencia se planteaba muy cuesta arriba de modo que llegue a la conclusión que

mejor me quedara sin tal herencia terrenal por todas las implicaciones para obtenerla.

No había seguridad de tal herencia. Sin embargo la herencia que nos aguarda en los

cielos no requiere de mucha ―documentación‖, no requiere de abogados que entren en

litigios ni hay problemas en la repartición de los bienes porque hay suficiente para todos.

El Espíritu Santo nos ha sellado para ser ―herederos y coherederos con Cristo‖.

El sello garantiza no solo la legitimidad y propiedad de algo, sino que también sirve para

proteger que no se adultere la originalidad de un documento. El sello del Espíritu Santo

nos asegura que somos propiedad divina. Que nada ni nadie puede ―falsificar ni

adulterar‖ nuestro estado original. Bien pudiéramos decir que el sello del Espíritu Santo

era lo que faltaba en el plan completo de redención del hombre. Tal sello nos

acompañará hasta el día de la redención total. No le quepa, amado hermano, la más

mínima duda de que su salvación es eterna al saber que el Espíritu Santo ha hecho de

usted UNA MARCA DE PROPIEDAD que lo identifica aquí en la tierra hasta que llegue

nuestro Señor Jesucristo.

¿El Espíritu Santo se encarna en nosotros?

En la teología cristiana el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, distinta pero

consubstancial con Dios Padre y Dios Hijo. A veces se describe al Espíritu Santo como la

presencia creativa, sanadora, renovadora de Dios. Los teólogos señalan un desarrollo

gradual de la doctrina en las Escrituras: en el Antiguo Testamento, el Espíritu estaba

activo en la creación del mundo (Gen. 1) y en la profecía (Isa. 61:1); en el Nuevo

Testamento, el Espíritu estaba presente en la vida y obra de Jesucristo (Marc. 1:12) y

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continúa presente como el Paráclito (abogado) en la comunidad cristiana (Juan 14:26).

La iglesia primitiva vio la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés

como derramamiento de dones divinos de santidad, amor, profecía, sanación y dominio

de lenguas. La doctrina del Espíritu Santo fue formulada en el Concilio de Constantinopla

en el año 381.

"Mas el Consolador, El Espíritu Santo, a quien el Padre enviara en mi nombre,, el os

enseñara todas las cosas, y os recordara todo lo que os yo le he dicho " Juan 14:26

"A Él se le presenta como uno que viene al mundo, como promesa tanto del Padre como

del Hijo, y en esa calidad vino e el día de Pentecostés. En vista de la revelación del

Antiguo Testamento, la cual afirma que El ya estaba en el mundo, surge un problema con

respecto al significado de estas promesas según las cuales El vendría al mundo. La

respuesta escondida en la distinción que hay entre una omnipresencia, que fue le modo

de la presencia del Espíritu Santo antes del Pentecostés, y una residencia, que es el modo

de su presencia en el mundo después de Pentecostés. "l

Según Chafer, es imperativa una distinción entre las expresiones y las conductas según las

situaciones históricas del Espíritu Santo en relación con el hombre. La primera distinción

debe ser realizada a partir de entender el carácter omnipresente del Espíritu Santo en

todas las situaciones históricas de los individuos y también en la dimensión atemporal. La

otra distinción recae en la realidad del Espíritu Santo después de Pentecostés, o sea, su

relación con los individuos redimidos. A la primera podemos denominarla como la

omnipresencia y a la otra como la residencia del Espíritu Santo.

"Muy profundas y características son las relaciones del Espíritu Santo con los creyentes en

Cristo. El Espíritu los regenera, mora en el, lo unge, lo bautiza, lo sella y lo llena, con lo

cual no solo crea los factores esenciales que en su conjunto hacen al cristiano lo que él es,

sino que le dan poder para andar como es digno del llamado.

Para Chafer, la existencia de una encarnación, en el sentido más estricto de este término

que podemos definirlo como "acción o efecto de encarnarse, unión de la naturaleza

divina con la humana en (apersona del verbo, personificación, representación de una

idea o doctrina"3, no es sostenible. La compresión de la acción de "unión", es

radicalmente diferente del término "residencia". A su criterio, la encarnación está

directamente relacionada con la realidad de una fusión de caracteres y naturalezas,

engendrando una naturaleza nueva, en antagonismo con la idea de "residencia", que

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habla de una estadía de un elemento con existencia independiente en un determinado

espacio.

Concluyo que el Espíritu Santo reside en los redimidos, o sea que mantiene su

independencia existencial pero que potencia nuestros caracteres para alcanzar los

objetivos divinos predeterminados.

Espíritu Santo

La tercera persona de la Trinidad adorable.

Se prueba su personalidad

1. de que se le adscriben (Juan 14:17, 26; 15:26; 1 Cor.2:10, 11; 12:11) atributos de la

personalidad, tales como inteligencia y volición. Él reprende, ayuda, glorifica, intercede

(Juan 16:7-13; Romanos. 8:26).

2. Él desempeña cargos propios de una persona. La naturaleza misma de estos cargos

implica distinción personal (Lucas 12:12; Hechos 5:32; 15:28; 16:6; 28:25; 1 Corintios.

2:13; Hebreos. 2:4; 3:7; 2 Pedro 1:21).

Su divinidad se establece

1. del hecho de que se le adscriben los nombres de Dios (Éxodo 17:7; Salmos 95:7;

Hebreos. 3:7-11); y

2. También se le adscriben los atributos divinos: omnipresencia (Salmos 139:7;

Efes.2:17,18; 1 Corintios. 12:13); omnisciencia (1 Cor.2:10,11); omnipotencia (Lucas 1:35;

Romanos. 8:11); eternidad (Hebreos. 9:4).

3. La creación se atribuye a él (Génesis. 1:2; Job 26:13; Salmos 104:30), y los milagros

(Mateo. 2:28; 1 Corintios. 12:9-11).

4. requiere y se le atribuye adoración (Isa. 6:3; Actos 28:25; Romanos. 9:1; Apocalipsis.

1:4; Mateo. 28:19).

20

20

El Antiguo Testamento

En el AT el Espíritu del Señor (hebreo, ruah yhwh; LXX, to pneuma kyriou) es

generalmente una expresión del poder de Dios, la extensión de sí mismo por la que El

lleva a cabo muchos de sus poderosos actos (1 Reyes 8:12; Jueces14:6; 1 Sam.11:6). En

cuanto tal, a veces "espíritu" se expresa en formas semejantes a otros modos de actividad

de Dios, tales como "la mano de Dios" (Salmos 19:1; 102:25); "la palabra de Dios" (Salmos

33:6; 147:15, 18); y la "sabiduría de Dios" (Éxodo. 28:3; 1 Reyes 3:28; Job 32:8). Los

orígenes de la palabra "espíritu", tanto en hebreo (ruah) como en griego (pneuma) son

similares: provienen de la asociación con "respiración" y "viento", que las culturas antiguas

conectaban con fuerza espiritual invisible, por lo tanto "espíritu" (cf. Juan 3:8; nótese la

asociación con "aire" en castellano, "neumático", "respiración", etc.).

Así se entiende que la palabra creadora de Dios (Génesis. 1:3) está íntimamente

relacionada con el soplo creativo de Dios (Génesis. 2:7). En todos las demás partes

ambos conceptos se identifican con el Espíritu de Dios. Como agente en la creación, el

Espíritu de Dios es el principio vital de hombres y animales (Job 33:4; Génesis. 6:17;

7:15). La función primaria del Espíritu de Dios en el AT es la de espíritu de la profecía. El

Espíritu de Dios es la fuerza inspiradora de los profetas, ese poder que a veces movió a

éxtasis, pero siempre a la revelación del mensaje de Dios, expresada por los profetas con

"así habló el Señor". A los profetas se les suele llamar "hombres de Dios" (1 Samuel. 2:27;

1 Reyes 12:22; etc.); en Oseas. 9:7 son "hombres del espíritu". La implicancia general en el

AT es que los profetas estaban inspirados por el Espíritu de Dios (Núm. 11:17; 1 Samuel.

16:15; Miqueas. 3:8; Ezequiel. 2:2; etc.).

La frase "Espíritu Santo" aparece en dos contextos en el AT, pero en ambas se le califica

como Espíritu Santo de Dios (Salmos 51:11; Isa. 63:10-11, 14), de modo que está claro que

Dios mismo es el referente, no el Espíritu Santo que se encuentra en el NT; el AT no

contiene una visión de una entidad divina semiindependiente, el Espíritu Santo. Más bien

encontramos expresiones especiales de la actividad de Dios con y a través del hombre. El

Espíritu de Dios es santo al igual que lo son su palabra y su nombre; todos ellos son

formas de su revelación, y en cuanto tales se les presenta como antítesis de todas las

cosas humanas o materiales. El AT, especialmente los profetas, anticipan un tiempo en

que Dios, que es santo (u "otro/separado" del hombre; Oseas. 11:9) volcará su Espíritu

21

21

sobre los hombres (Joel 2:28 y; Isa. 11:1; Ezequiel. 36:14), que se volverán santos. El

Mesías / Siervo de Dios será aquel sobre quien descanse el Espíritu (Isa. 11:1; 42:1; 63:.), y

que inaugurará el tiempo de la salvación (Ezequiel. 36:14; Jeremías. 31:31). El Nuevo

Testamento.

La enseñanza del NT sobre del Espíritu Santo se remonta al enfoque del Espíritu de Dios

como manifestación del poder de Dios, y en la del espíritu del profecía. Jesús, y la iglesia

después de él, juntó estas concepciones al predicarlas del Espíritu Santo, don escatológico

de Dios al hombre. La frase "el poder del Altísimo cubrió con su sombra" a María, frase

de construcción paralela a la de "el Espíritu Santo " (Lucas 1:35; cf. 9:35), se hace eco de

la expresión del AT de que espíritu de Dios es la nube divina que "cubrió con su sombra"

el tabernáculo de modo que la tienda quedó llena de la gloria del Señor (Éxodo. 40:35;

Isa. 63:11. Identifica la presencia de Dios en esta instancia como "Espíritu Santo de Dios").

Lucas registra el poder de Jesús para expulsar a los demonios "por el dedo de Dios",

expresión del AT para el poder de Dios (Lucas 11:20; Éxodo. 8:19; Salmos 8:3). A este

poder se le identifica como "espíritu de Dios" (Mateo. 12:28), es decir, el Espíritu Santo

(Mateo. 12:32). En el bautismo de Jesús el Espíritu vino sobre El, (Marc.1:10; "el Espíritu

de Dios", Mateo. 3:16; "el Espíritu Santo" Lucas 3:21), que recibió la confirmación de su

divina filiación y misión mesiánica (Mateo. 3:13, par). Jesús salió del Jordán lleno del

Espíritu Santo (Lucas 4:1), y después de la tentación comenzó su ministerio "con el poder

del Espíritu" (Lucas 4:14). Tomando el mensaje de Juan Bautista, Jesús proclamó la

venida del reino de Dios (Mateo. 4:17; cf. 3:1), la que estaría marcada por la presencia

del Espíritu Santo (Mateo. 12:28) como muestra de la era mesiánica de la salvación (Lucas

4:18; Hechos 10:38; etc.).

Desde el principio de su ministerio Jesús se identificó tanto con el rey mesiánico

victorioso como con las sufrientes figuras del servidor de las profecías del AT (Isa. 42:1;

cf. Marcos. 10:45), conceptos que el judaísmo había mantenido separados. Jesús definió

además el papel de Mesías de Dios como proclamación del favor de Dios, salvación de

Dios, en los nuevos tiempos, concepto llevado mucho más allá que el de "juicio a las

naciones" que los judíos habían llegado a esperar. En la sinagoga en Nazaret (Lucas 4:16)

cuando Jesús se identificó como el Mesías prometido en Isa. 61:1-2a, se detuvo justo

antes de leer las "palabras del juicio" de Isa. 61:2b (aunque Isa. 61:2c, "consuelo de los

afligidos" es parte de la enseñanza de Jesús en Mateo. 5:4). Este énfasis se vuelve a hacer

22

22

cuando Juan el Bautista pregunta si Jesús es efectivamente el que debía venir (Lucas 7:18-

23). En realidad, aunque Juan Bautista proclamó que Jesús era el que "bautizaría en el

Espíritu Santo y en fuego" como aspectos de los nuevos tiempos (salvación y juicio,

respectivamente, Lucas 3:15; obsérvense las claras connotaciones de juicio del "bautismo

con fuego " en 3:17), el énfasis de Jesús estaba en el aspecto positivo, salvífico, de los

nuevos tiempos representados en el bautismo con el Espíritu Santo (Hechos 1:5; 11:16).

Pentecostés

Hechos 2:1–13. Puede ser útil precisar el significado de Pentecostés en el primer siglo. De

Jerusalén estaba obligado legalmente a asistir: la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los

Tabernáculos. En el siglo III a. de J.C., parece ser que a esta fiesta de Pentecostés

correspondía la celebración de una renovación del pacto (2 Crón. 15:10–15). 14–15;

comp. 1 Cor. 10:1–4) para entrar en pacto con Dios en el Sinaí (Exo. 19). La salvación y el

establecimiento son elementos básicos en la creación del pueblo de Dios en el AT. En este

sentido, concluyen algunos que así como la ley mosaica fue dada el día de Pentecostés,

así la ley nueva, que consiste primariamente en la gracia del Espíritu Santo y que ha de

substituir la ley antigua, debía ser proclamada en ese mismo día. Algunos comentaristas

opinan que el milagro de las lenguas (2:4) era como un dar la vuelta al influjo

destructivo de Babel, que separó a los pueblos por la diversidad de lenguas. Pero ya

Lucas está interpretando la revelación del AT a la luz de la revelación superior, la de la

encarnación de Dios en Jesucristo (Mat. 5:21–37; Hech. Vamos a ver cuáles son las

afirmaciones fundamentales de Lucas.

Importancia de Pentecostés en la historia del pueblo de Dios

Pentecostés como es narrado aquí por Lucas forma un escenario de enorme trascendencia

en la historia de la iglesia. Pues es ahora cuando el Espíritu Santo desciende visiblemente

sobre él para darle la vida y ponerlo en movimiento. Los discípulos, antes tímidos (Mat.

26:56; Juan 20:19), se transforman en valientes difusores de la doctrina de Cristo (2:14;

4:13, 19; 5:29). Para Lucas esta presencia de Dios en poder (Luc. La venida del Espíritu

Santo en Pentecostés. La afirmación fundamental del pasaje está en las palabras del v. 4:

Todos fueron llenos del Espíritu Santo. Era como un primer toque de atención. Esta

venida del Espíritu Santo sobre la comunidad cristiana en el día de Pentecostés es

comparable con la venida del Espíritu Santo sobre Jesús en su bautismo (Luc. 3:22). La

guía divina en términos del Espíritu Santo es un énfasis que ocurre una y otra vez en Los

Hechos (2:4, 17, 33, 38; 4:8, 31; 5:3; 6:3, 5; 7:55 s.; 8:17, 29; 10:19; 11:12, 15 s.; 13:2, 4;

15:8, 28; 16:6; 19:2, 6; 20:23; 21:11; 28:25).

23

23

Esta presencia divina no se presenta siempre como la intervención del Espíritu Santo.

Aparentemente fue el mismo Espíritu (el Espíritu del Señor) que arrebató a Felipe después

del bautismo del eunuco (8:39). En la conversión de Pablo fue Jesús quien habló

directamente a Pablo (9:4, 5), y el Señor Jesús quien habló a Ananías (9:10, 15, 17); se

menciona sólo indirectamente al Espíritu Santo (9:17).

La importancia mayor del Espíritu Santo (especialmente en la primera mitad de Los

Hechos) es comparable con el mismo énfasis en el Evangelio de Lucas. En el Evangelio se

muestra que Juan el Bautista había de ser lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de

su madre (Luc. 1:15). El Espíritu Santo había de venir sobre María y el poder del Altísimo

la cubriría con su sombra (Luc. 1:35). Elisabet y Zacarías fueron llenos del Espíritu Santo

(Luc. El Espíritu estaba sobre Simeón, quien vio en Jesús la salvación de Dios para todos

los pueblos (Luc. El Espíritu Santo vino con gran poder sobre los discípulos quienes lo

estaban esperando el día de Pentecostés, pero esto no se debe entender como la primera

venida del Espíritu Santo. Ni tampoco fue la primera vez que los discípulos (como

personas individuales) fueron llenos del Espíritu Santo. El AT da testimonio a la actividad

del Espíritu en toda la historia del hombre; y en el NT la actividad del Espíritu se presenta

como estando relacionada con los eventos del AT en la vida y el ministerio de Jesucristo

(como se ve en los Evangelios). Dios nunca ha dejado al mundo que él creó sin su

presencia santa (el Espíritu Santo).

Era el día de la resurrección y no el de Pentecostés el que sobresalía. Sin la resurrección

de Jesús no hubiera habido un Pentecostés cristiano. Y además se encuentran en Los

Hechos otros acontecimientos comparables a aquello del Pentecostés. Estas etapas

mayores del progreso en la expansión del evangelio entre grupos nuevos fueron

autentificadas por el Espíritu Santo con manifestaciones vigorosas.

Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés

Básicamente el AT es la historia del llamamiento y la creación de Israel. Hablando

precisamente, Dios no llamó a Israel; llamó a personas para que conformaran Israel. Una

nación no tiene oídos y no puede ser llamada. Dios habla a individuos; sus llamados son

de persona a persona y no de central a central. Llama a individuos para que lleguen a ser

personas relacionadas con otras personas en la comunidad.

Cuando el Israel nacional se mostró como carnal, al buscar como Adán el ser suficiente

en sí mismo, Dios se volvió a la creación de un remanente. En él fue creado un nuevo

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24

hombre (Ef. 2:15); el verdadero Israel de Dios (Gál. 3:29); una raza elegida, real

sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios (1 Ped. 2:9).

El propósito de Dios al crear en Israel a su pueblo, expuesto a lo largo del AT, es una

historia continuada en el NT. En Cristo, Dios ha venido a llamar y crear a su pueblo. La

comunidad de personas en Cristo es Israel limpiado y constituido. Este verdadero Israel es

la iglesia, la ekklesía 1577

de Dios.

Llenos del Espíritu Santo

Ya que el significado de lo que quiere decir ser ―lleno del Espíritu Santo‖ o ―la plenitud

del Espíritu Santo‖ es un problema candente entre los cristianos interesados en la vida

espiritual, vamos a examinarlo un poco más a fondo. Vale la pena mencionar que no hay

que confundir la presencia del Espíritu Santo con las señales exteriores. La venida del

Espíritu fue acompañada por un sonido semejante al de un movimiento violento de

viento. Ni tampoco dice Lucas que lenguas de fuego aparecieron a los discípulos sino que

les aparecieron lenguas como o similares al fuego. La creencia en la presencia del Espíritu

se basaba sobre una experiencia. No era una mera doctrina que los discípulos buscaban

perpetuar; más bien era una experiencia personal que no podían dejar de proclamar.

Describimos el mismo fenómeno cuando hablamos de ser bautizados en o con el Espíritu

Santo, la venida del Espíritu Santo en o sobre alguien, la vida cristiana victoriosa, el

señorío de Cristo y el ser crucificado con Cristo y resucitado con él. Vista en su relación

con el Espíritu Santo, es la plenitud del Espíritu. Un autor opina que el ser lleno del

Espíritu es o debe ser ―la vida cristiana normal‖.

En el día de Pentecostés todos los discípulos que estaban presentes fueron llenos del

Espíritu Santo (v. 4). Antes y después de Pentecostés, el pueblo de Dios fue lleno del

Espíritu Santo. Esta plenitud sí era pentecostal, pero también pre pentecostal y post

pentecostal. Juan el Bautista fue lleno con el Espíritu Santo y predicó. Zacarías fue lleno

del Espíritu Santo y profetizó... (Luc. 1:67). Lucas nos presenta el contenido de su

profecía. Era proclamación inspirada, predicación inteligible. Zacarías no estuvo presente

el día de Pentecostés. Era un sacerdote judío que oficiaba en el templo judío. Fue lleno

con el Espíritu Santo antes de Pentecostés, antes del nacimiento de Jesús y antes del

nacimiento de Juan el Bautista. Fue lleno del Espíritu Santo y así fue habilitado para

adorar a Dios, vivir en santidad y rectitud y predicar las buenas nuevas de redención. del

Espíritu Santo (Hech. 6:5). Más tarde notamos que él predicó, no en expresiones

ininteligibles de lenguas extrañas, sino en palabras simples y comprensibles. Bernabé es

otro hombre de quien leemos que era lleno del Espíritu Santo (Hech. 11:24). Esto es un

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25

fruto de un hombre lleno del Espíritu. Ser lleno del Espíritu Santo no significa que

Bernabé era sin pecado o que era un hombre perfecto. Ser lleno del Espíritu Santo no

hizo a Bernabé un hombre perfecto y sin pecado. Ni, que sepamos, habló en lenguas;

pero sí el Espíritu Santo lo hizo un hombre bueno en hecho y en palabra.

Ser lleno del Espíritu Santo no es un privilegio restringido o exclusivo de unos cuantos

favorecidos. El ser llenos del Espíritu Santo no produjo una vida sin pecado. El ser llenos

del Espíritu Santo no produjo necesariamente lenguas ininteligibles y un orgullo personal

sobre una excelencia o superioridad espiritual asumida.

¿Cuáles, pues, son las señales verdaderas de la plenitud del Espíritu Santo? Un estudio del

libro de Los Hechos sugiere, por lo menos, algunas de las siguientes indicaciones de que

uno está lleno del Espíritu: manifestar el carácter de Cristo, llevar una vida de testimonio,

estar bajo la dirección del Señor, ejercer eficientemente los dones del Espíritu,

espontaneidad en la vida y una conciencia de la presencia de lo divino.

Hablar en lenguas

El hablar en lenguas es un asunto mencionado en el NT solamente en el libro de Los

Hechos y 1 Corintios. Leemos distintas lenguas y lenguas en Hechos 2:4; 10:46 y 19:6. Los

caps. 12–14 de 1 Corintios tratan principalmente con una forma de lenguas en Corinto

que no es semejante al fenómeno en Pentecostés (Hech. 2). No hay un término griego en

el NT para lenguas desconocidas.

Lucas nos informa de un acontecimiento asombroso en Jerusalén durante la fiesta de

Pentecostés después de la muerte y resurrección de Jesús. Lo cierto es que los discípulos

tuvieron la experiencia de que el poder del Espíritu Santo inundaba sus vidas como nunca

antes. En Jerusalén estaban reunidos peregrinos judíos, habiendo llegado de muchos

países con sus diferentes fondos lingüísticos. Lucas indica que era el don del Espíritu Santo

y no la competencia lingüística de la gente la que hizo posible la comprensión en esta

ocasión.

Lucas intenta presentar un milagro. Era el Espíritu Santo quien, al comenzar ellos a hablar

en distintas lenguas... El énfasis real de Lucas en Hechos 2 es sobre el don del Espíritu

Santo, y sólo secundariamente sobre las lenguas. Los fenómenos del ruido como de

viento violento, las lenguas como de fuego y el hablar en lenguas, pretenden lo mismo:

llamar la atención de los reunidos a que algo extraordinario está sucediendo. Las lenguas,

en el patrón y sentido de Pentecostés, cesaron; el Espíritu permanece.

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Solamente dos veces fuera del cap. 2 se mencionan las lenguas en el libro de Los Hechos:

en Cesárea (10:46) y en Efeso (19:6). En cada caso el enfoque principal es sobre el

Espíritu Santo: el don de lenguas representa sólo una manifestación de la presencia del

Espíritu. Puede ser importante que cada una de las tres citas del don de lenguas cae en

una ligazón importante en el progreso del evangelio: (1) De los judíos de Jerusalén en

Pentecostés (cap. 2) a (2) la casa de Cornelio en Cesarea (cap. 10) y (3) a los seguidores

de Juan el Bautista (cap. 19) quienes debieran haber seguido a Jesucristo. No hay

certidumbre tocante a la naturaleza precisa de las lenguas en Cesarea y Efeso, si fueron

semejantes a las lenguas comprensibles en Pentecostés o fueron como las lenguas

ininteligibles en Corinto. Lucas dice que los de Cesarea les oían hablar en lenguas y

glorificar a Dios (10:46), y los de Efeso hablaban en lenguas y profetizaban (19:6). Por lo

menos glorificar a Dios parece implicar hablar en forma inteligible; y en 1 Corintios

profecía se distingue de lenguas; esto siendo ininteligible y aquello inteligible. Lo que sí es

claro es la distinción aguda entre las lenguas en Pentecostés y en Corinto.

Aparte de Hechos, el fenómeno de las lenguas se conoce en el NT sólo en 1 Corintios 12–

14. Si las lenguas representan el don supremo del Espíritu, como opinan algunos

carismáticos, parece extraño que Jesús mismo, el portador del Espíritu, no utilizaba este

don. El se conmovió en espíritu y se turbó (Juan 11:33), pero esto no es lenguas. Pablo

hablaba mucho del Espíritu Santo y poco de las lenguas. En Romanos, por ejemplo, se

encuentra mucha atención en cuanto al Espíritu Santo (Rom. 5:5; 7:6; 8:2, 6–14, 26, 27;

14:17), pero Pablo nunca menciona las lenguas. Gálatas nos presenta instrucciones para

aquellos que son espirituales (Gál. 6:1) y describe el fruto del Espíritu (Gál. 5:22), pero no

dice nada de las lenguas.

En 1 Corintios 12–14 el hablar en lenguas se trata como un problema y no como una

señal de excelencia. Pablo no escribió para animar a la iglesia a que pusiera más énfasis

en las lenguas, sino para alcanzar el control del problema (1 Cor. 14:27). Pablo no anima

el hablar en lenguas, sino que avisa contra varios peligros relacionados con las lenguas y

establece varios controles para que la práctica no pudiera exagerarse demasiado. Se

abstuvo de abolir la experiencia de hablar en lenguas, pero la clasificó como el menor de

los dones del Espíritu y predijo: ... cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8).

Pablo contempló las lenguas como una amenaza triple para el movimiento cristiano: (1)

A la fraternidad de la iglesia; (2) a las personas que hablaban en lenguas; (3) a la

influencia de la iglesia en el mundo. Había orgullo espiritual, celos y rivalidad sobre los

dones espirituales. El cap. 14 indica que mucho del problema se debió al hablar en

lenguas.

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27

El cap. 13 de 1 Corintios, el gran capítulo del amor, fue compuesto precisamente para

confrontar el problema de las lenguas. 12:31); y sin amor, hablar en lenguas de hombres

y de ángeles es nada más que un sonido vacío (1 Cor. 13:1). El amor es el camino

excelente y supremo de Dios. Al contrario, cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8). El amor de

Dios es la carretera sin fin; las lenguas son un callejón sin salida. A lo mejor, uno que

hable en lenguas habla a Dios pero no a los hombres, porque nadie le entiende (1 Cor.

14:2). Se compara las lenguas con la profecía, que es el hablar inspirado que edifica,

exhorta y consuela (14:3). Las lenguas son concentradas en sí mismas, el que habla está

interesado en su propio bien; al contrario, la profecía se usa para la edificación de la

iglesia (14:4). Para ellos el hablar en lenguas es locura (1 Cor. 14:23). Entonces podemos

concluir que Pablo nos da tres razones para la superioridad de la profecía (quiere decir

predicación inspirada) sobre el hablar en lenguas: (1) La predicación es superior porque

edifica a la iglesia; (2) la predicación es superior porque puede ser entendida por todo el

mundo; (3) la predicación es superior porque puede ser usada por el Espíritu Santo para

ganar a la gente perdida para Jesucristo.

PENTECOSTÉS: EL DESCENDIMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO

En el Antiguo Testamento, Pentecostés era la fiesta que acontecía a los cincuenta días

después de la Pascua de los judíos. Mientras que la pascua celebraba el éxodo de los

israelitas de la esclavitud de Egipto, Pentecostés celebraba el don de Dios de los Diez

Mandamientos a Moisés en el Monte de Sinaí.

En la Nueva Alianza, el acontecimiento de la Pascua cobra su nuevo significado como la

celebración de la victoria de Cristo cumplida con su muerte y resurrección, victoria que

cumple el ―éxodo‖ de los seres humanos desde este mundo de pecado, al Reino de Dios.

Así también en el Nuevo Testamento, la fiesta de Pentecostés es cumplida y renovada

por un nuevo don, el descendimiento del Espíritu Santo sobre los discípulos y sobre la

Iglesia.

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.

Y de repente vino del cielo un estruendo como un viento recio que

soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les

aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre

cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo. (Hechos

2,1-4)

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28

El Espíritu Santo que Cristo había prometido a sus discípulos llegó en el día de

Pentecostés. (Juan 14,26; 15,26; Lucas 24,49; Hechos 1,5) Los apóstoles recibieron el

―poder de lo alto‖, y comenzaron a predicar y atestiguar a Jesús como el Cristo

Resucitado, el Rey y el Señor. Tradicionalmente se refiere a este momento como el

―cumpleaños‖ de la Iglesia.

En los oficios litúrgicos de la fiesta de Pentecostés, se celebra la venida del Espíritu Santo

junto a la revelación plena de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se

manifiesta la plenitud de la divinidad con la venida del Espíritu Santo a la humanidad, y

los himnos de la Iglesia celebran esta manifestación como al acto final de la auto-

revelación de Dios al mundo, y el don último que Dios hace al mundo. Por esto, el

Domingo de Pentecostés, de acuerdo a la tradición Cristiana Ortodoxa, también se

conoce como el Domingo de la Trinidad. En este día el icono de la Santísima Trinidad –

particularmente el de las tres figuras angélicas que aparecieron a Abraham,[1]

el ancestro

de la fe cristiana, -- es colocado en medio del templo. Se utiliza este icono junto al

tradicional icono de Pentecostés que demuestra las lenguas de fuego sobre las cabezas de

María y los Doce Apóstoles, el prototipo original de la Iglesia, ellos mismos sentados en

unidad alrededor de la imagen simbólica del ―cosmos‖, el mundo.

En el día de Pentecostés tenemos el cumplimiento final de la misión de Jesucristo,

y la inauguración de la era mesiánica del Reino de Dios, místicamente presente en este

mundo en la Iglesia. Por lo tanto, el día cincuenta es el inicio de la época que está más

allá de las limitaciones de este mundo, siendo cincuenta el número que representa el

cumplimiento eterno y celestial en la espiritualidad mística, tanta judía como cristiana:

siete veces siete, más uno.

Así, se le llama a Pentecostés el día apocalíptica, que significa el día de la revelación final.

También se le llama el día escatológico, que significa el día del final último y perfecto (en

griego, la palabra eschaton quiere decir ―el final‖.) Pues cuando llega el Mesías y el día

del Señor está pronto, se inauguran los ―últimos días‖ en que ―Dios declara … Derramaré

mi espíritu sobre toda carne.‖ Esta es la antigua profecía a la cual se refiere el Apóstol

Pedro en el más antiguo Sermón de la Iglesia Cristiana que fue predicado en el primer

Domingo de Pentecostés. (Hechos 2,17; Joel 2,28-32)

Nuevamente debemos insistir que la celebración de Pentecostés nos es un mero

recordatorio de un acontecimiento que sucedió hace muchísimo tiempo. Es la celebración

de lo que debe suceder y lo que, de hecho, sucede a cada uno de nosotros hoy en la

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29

Iglesia. Todos nos hemos muerto y resucitado junto al Mesías-Rey, y todos hemos

recibido el Santísimo Espíritu. Devenimos ―templos del Espíritu Santo.‖ El Espíritu de Dios

habita en nosotros. (Romanos 8; I Corintios 2 al 3, 12; II Corintios Gálatas 5; Efesios 2 al

3) Nosotros, ya que pertenecemos a la Iglesia, hemos recibido ―el sello del don del

Espíritu Santo‖ en el sacramento de la Crismación. Pentecostés ya ha acontecido en cada

uno de nosotros.

La Divina Liturgia de Pentecostés recuerda nuestro bautismo en Cristo con el versículo de

la carta a los Gálatas nuevamente reemplazando el Trisagion.[2]

Las lecturas de la Epístola

y del Evangelio hablan de la venida del Espíritu Santo al ser humano. El kontakion canta

de cómo la confusión de Babel fue revertida al reunir Dios a todas las naciones en la

unidad de Su Espíritu. El tropario proclama la reunión del universo entero en la red de

Dios, mediante la inspirada obra de los pescadores convertidos en apóstoles. Por primera

vez desde la Pascua de Resurrección, se vuelve a cantar los himnos ―Oh Rey Celestial‖[3]

y

―Hemos Visto la Luz Verdadera‖[4]

, llamando al Espíritu Santo a que venga a habitar en

nosotros, y proclamando que ―hemos recibido al Espíritu Celestial.‖ El templo está

adornado con flores y ramas y hojas verdes, para demostrar que el Aliento o Soplo

divino viene como el ―Espíritu Vivificador‖ para renovar toda la creación. En Hebreo, la

palabra que quiere decir Espíritu, aliento y viento es una sola, rúaj.

Bendito eres Tú, oh Cristo Nuestro Dios, que mostraste

llenos de sabiduría a los pescadores, derramando sobre

ellos el Espíritu Santo. Y por medio de ellos conquistaste

el universo. Oh Amante de la Humanidad, Gloria a Ti.

(Tropario)

Cuando el Altísimo descendió y confundió las lenguas, Él

dividió las naciones. Mas cuando distribuyó las lenguas

de fuego, llamó a todos a la unidad. Por lo tanto,

unánimes, glorificamos el Santísimo Espíritu. (Kontakion)

El oficio de Vísperas Mayores de Pentecostés es caracterizado por tres largas oraciones

durante las cuales los fieles se arrodillan por primera vez desde la Resurrección.[5]

En la

Iglesia Ortodoxa, el día Lunes después de Pentecostés se conoce como la fiesta del

Espíritu Santo, y el domingo después de Pentecostés es la fiesta de Todos los Santos. Esta

es la secuencia lógica ya que la venida del Espíritu Santo logra su acabamiento en la

santificación de la humanidad, fin último de la creación y salvación del mundo. ―Así dice

30

30

el Señor: Vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque Yo, Tu Dios, soy

santo.‖ (Levítico 11,45-46; I Pedro 1,15-16)

[1] Este icono se conoce por el nombre ―La Hospitalidad de Abraham‖

[2] ―Vosotros que en Cristo os bautizasteis de Cristo os revestisteis. Aleluya.‖ Este himno

también se canta en lugar del Trisagion en el Sábado de Lázaro y en la Pascua de

Resurrección, como se ha notado anteriormente. Ver arriba.

[3] El texto de esta oración es, ―Oh Rey Celestial, Paráclito, Espíritu de Verdad, que estás

en todas partes y todo lo llenas, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha, y

salva nuestras almas, oh Bondadoso.‖

[4] Este himno es el que se canta después de la comunión, y dice: ―Hemos visto la luz

verdadera, hemos recibido el Espíritu Celestial. Hemos hallado la verdadera fe.

Adoremos la Trinidad Indivisible, pues ésta nos ha salvado.‖

[5] De acuerdo a la tradición local en algunas iglesias, los fieles no se arrodillan en ningún

oficio u otro momento de oración a partir de la Pascua de Resurrección hasta

Pentecostés, simbolizando su alegría, además del hecho de que todos hemos sido

levantados de la muerte a la vida.

La venida del Espíritu Santo en Pentecostés

La afirmación fundamental del pasaje está en las palabras del v. 4: Todos fueron llenos

del Espíritu Santo. Todo lo demás, de que se habla antes o después, no son sino

manifestaciones exteriores para hacer visible esa gran verdad. A eso tiende el ruido como

de un viento violento que se oye en toda la casa (v. 2). Era como un primer toque de

atención. A ese fenómeno acústico sigue otro fenómeno de naturaleza física: unas

llamitas en forma de lenguas como de fuego que se reparten y van posándose sobre los

reunidos (v. 3). Los dos fenómenos pretenden lo mismo: llamar la atención de los

reunidos de que algo extraordinario está sucediendo. Y notamos que tanto el viento

como el fuego eran los elementos que solían acompañar las manifestaciones de Dios en

el AT (Exo. 3:2; 24:17; 2 Sam. 5:24; Eze. 1:13) y por eso es que los discípulos pensaron

que se hallaban ante una epifanía, la prometida por Jesús pocos días antes, al anunciarles

que serían bautizados en el Espíritu Santo.

Esta venida del Espíritu Santo sobre la comunidad cristiana en el día de Pentecostés es

comparable con la venida del Espíritu Santo sobre Jesús en su bautismo (Luc. 3:22). La

guía divina en términos del Espíritu Santo es un énfasis que ocurre una y otra vez en Los

Hechos (2:4, 17, 33, 38; 4:8, 31; 5:3; 6:3, 5; 7:55 s.; 8:17, 29; 10:19; 11:12, 15 s.; 13:2, 4;

15:8, 28; 16:6; 19:2, 6; 20:23; 21:11; 28:25).

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31

Esta presencia divina no se presenta siempre como la intervención del Espíritu Santo.

Por ejemplo, en la historia de Felipe y el eunuco hay un intercambio entre Un ángel del

Señor (8:26) que envió a Felipe por el camino de Jerusalén a Gaza y el Espíritu que dijo

a Felipe: ―Acércate y júntate a ese carro‖ (8:29). Aparentemente fue el mismo Espíritu (el

Espíritu del Señor) que arrebató a Felipe después del bautismo del eunuco (8:39). En la

conversión de Pablo fue Jesús quien habló directamente a Pablo (9:4, 5), y el Señor Jesús

quien habló a Ananías (9:10, 15, 17); se menciona sólo indirectamente al Espíritu Santo

(9:17).

La importancia mayor del Espíritu Santo (especialmente en la primera mitad de Los

Hechos) es comparable con el mismo énfasis en el Evangelio de Lucas. En el Evangelio se

muestra que Juan el Bautista había de ser lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de

su madre (Luc. 1:15). El Espíritu Santo había de venir sobre María y el poder del Altísimo

la cubriría con su sombra (Luc. 1:35). Elisabet y Zacarías fueron llenos del Espíritu Santo

(Luc. 1:41, 67). El Espíritu estaba sobre Simeón, quien vio en Jesús la salvación de Dios

para todos los pueblos (Luc. 2:51 s.). El Espíritu Santo vino con gran poder sobre los

discípulos quienes lo estaban esperando el día de Pentecostés, pero esto no se debe

entender como la primera venida del Espíritu Santo. Ni tampoco fue la primera vez que

los discípulos (como personas individuales) fueron llenos del Espíritu Santo. El AT da

testimonio a la actividad del Espíritu en toda la historia del hombre; y en el NT la

actividad del Espíritu se presenta como estando relacionada con los eventos del AT en la

vida y el ministerio de Jesucristo (como se ve en los Evangelios). Dios nunca ha dejado al

mundo que él creó sin su presencia santa (el Espíritu Santo).

La gran liberación del poder en el día de Pentecostés en ninguna manera debe ser

minimizada, pero es evidente que ello no sobresalió tan distintivamente durante el

primer siglo como para algunos grupos cristianos de hoy día. Este día no se menciona en

ningún escrito de los existentes del primer siglo fuera del cap. 2 de Los Hechos. Era el día

de la resurrección y no el de Pentecostés el que sobresalía. Sin la resurrección de Jesús no

hubiera habido un Pentecostés cristiano. Y además se encuentran en Los Hechos otros

acontecimientos comparables a aquello del Pentecostés. Cuando el evangelio alcanzó a

Cornelio (cap. 10) y algunos seguidores de Juan el Bautista (cap. 19), también había

efusiones semejantes a aquella en Jerusalén. Estas etapas mayores del progreso en la

expansión del evangelio entre grupos nuevos fueron autentificadas por el Espíritu Santo

con manifestaciones vigorosas.

Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés

32

32

Básicamente el AT es la historia del llamamiento y la creación de Israel. Hablando

precisamente, Dios no llamó a Israel; llamó a personas para que conformaran Israel. Una

nación no tiene oídos y no puede ser llamada. Dios habla a individuos; sus llamados son

de persona a persona y no de central a central. Llama a individuos para que lleguen a ser

personas relacionadas con otras personas en la comunidad.

Cuando Adán perdió el rumbo de su verdadero destino, dándose a la falacia de la

autosuficiencia, Dios se dio a la creación de un pueblo verdadero para sí. El llamado de

Abraham, Isaac y Jacob tenía en vista la creación de un pueblo que fuera su posesión.

Cuando el Israel nacional se mostró como carnal, al buscar como Adán el ser suficiente

en sí mismo, Dios se volvió a la creación de un remanente. El mismo remanente se

mostró como carente de fijeza y finalmente llegó a la concreción de una persona, el

verdadero Hijo del Hombre, el verdadero siervo de Dios, Cristo Jesús. Pero,

paradójicamente, él vino como una persona individual y como un cuerpo. En él fue

creado un nuevo hombre (Ef. 2:15); el verdadero Israel de Dios (Gál. 6:16; Rom. 9:6), la

simiente de Abraham (Gál. 3:29); una raza elegida, real sacerdocio, nación santa, pueblo

adquirido por Dios (1 Ped. 2:9).

El propósito de Dios al crear en Israel a su pueblo, expuesto a lo largo del AT, es una

historia continuada en el NT. En Cristo, Dios ha venido a llamar y crear a su pueblo. La

comunidad de personas en Cristo es Israel limpiado y constituido. La iglesia en el NT es

una nueva creación, pero en cierto sentido es el Israel reconstituido. Abraham, Isaac y

Jacob se sentarán junto con Pedro, Santiago y Juan, así como las gentes del oriente y del

occidente (Mat. 8:11). Este verdadero Israel es la iglesia, la ekklesía 1577

de Dios.

Hablar en lenguas

El hablar en lenguas es un asunto mencionado en el NT solamente en el libro de Los

Hechos y 1 Corintios. En cuanto a Marcos 16:17, no se encuentra en los manuscritos más

viejos y dignos de confianza y se cree que fue añadido más tarde durante la transmisión

del texto. Leemos distintas lenguas y lenguas en Hechos 2:4; 10:46 y 19:6. Los caps. 12–

14 de 1 Corintios tratan principalmente con una forma de lenguas en Corinto que no es

semejante al fenómeno en Pentecostés (Hech. 2). No hay un término griego en el NT

para lenguas desconocidas.

Lucas nos informa de un acontecimiento asombroso en Jerusalén durante la fiesta de

Pentecostés después de la muerte y resurrección de Jesús. No sabemos realmente qué

sucedió en Pentecostés. Lo cierto es que los discípulos tuvieron la experiencia de que el

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poder del Espíritu Santo inundaba sus vidas como nunca antes. Debemos recordar que

Lucas no fue testigo ocular de esta parte de Hechos y que probablemente estaba

transmitiendo una historia que había escuchado en su investigación (Luc. 1:1–4). Si fuera

que Lucas empleara fuentes extrabíblicas o no, el cap. 2 pertenece a Los Hechos como

nos ha llegado y es apropiado procurar comprenderlo como está en el texto. En Hechos

2 el don de lenguas se ve como un milagro de cierta clase, fuera del hablar, o del oír o

de ambos. En Jerusalén estaban reunidos peregrinos judíos, habiendo llegado de muchos

países con sus diferentes fondos lingüísticos. Lo que los asombró era que cada uno podía

entender en el lenguaje o dialecto de su nacimiento (v. 8). Lucas da énfasis al hecho del

entendimiento sin explicar cómo fue posible. Explicarlo sobre bases de acuerdo con la

historia natural, por ejemplo, que se hablaban varios lenguajes conocidos (como si no

fuera un milagro), no parece ser el propósito de Lucas. La sorpresa de la gente no ocurrió

porque encontró en uso varios lenguajes, en vista que era una experiencia común en

aquel entonces como hoy en día en el Medio Oriente. Lucas indica que era el don del

Espíritu Santo y no la competencia lingüística de la gente la que hizo posible la

comprensión en esta ocasión.

Lucas intenta presentar un milagro. Era el Espíritu Santo quien, al comenzar ellos a

hablar en distintas lenguas... les daba que hablasen (v. 4). Pedro rechazó la acusación

infundada de embriaguez e identificó la experiencia como el cumplimiento de la promesa

que se encuentra en el profeta Joel, quien predijo la efusión del Espíritu en los últimos

días, llevada a cabo por profecía, que quiere decir predicación inspirada (2:15 ss.). Pedro

interpretó esto en términos de la predicación inspirada y evangelística que fue diseñada

para que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo (vv. 17–21). Esto no

implica lo que algunos carismáticos han concluido: un éxtasis en masa de parte de los

discípulos que incluye erupciones de hablar en lenguas.

El énfasis real de Lucas en Hechos 2 es sobre el don del Espíritu Santo, y sólo

secundariamente sobre las lenguas. Los fenómenos del ruido como de viento violento, las

lenguas como de fuego y el hablar en lenguas, pretenden lo mismo: llamar la atención de

los reunidos a que algo extraordinario está sucediendo. Su finalidad era servir de

consuelo a los fieles al verse así favorecidos con la presencia del Espíritu Santo, y al

mismo tiempo llamar la atención y provocar el asombro de los infieles, disponiéndoles a

la conversión (8:18, 19; 1 Cor. 14:22). Lo que sí emerge con fuerza es que el énfasis de

Lucas es sobre el Espíritu Santo, y no primariamente en el medio que fue dado en ese

momento. Las lenguas, en el patrón y sentido de Pentecostés, cesaron; el Espíritu

permanece.

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Solamente dos veces fuera del cap. 2 se mencionan las lenguas en el libro de Los

Hechos: en Cesarea (10:46) y en Efeso (19:6). En cada caso el enfoque principal es sobre

el Espíritu Santo: el don de lenguas representa sólo una manifestación de la presencia del

Espíritu. Puede ser importante que cada una de las tres citas del don de lenguas cae en

una ligazón importante en el progreso del evangelio: (1) De los judíos de Jerusalén en

Pentecostés (cap. 2) a (2) la casa de Cornelio en Cesarea (cap. 10) y (3) a los seguidores

de Juan el Bautista (cap. 19) quienes debieran haber seguido a Jesucristo. No hay

certidumbre tocante a la naturaleza precisa de las lenguas en Cesarea y Efeso, si fueron

semejantes a las lenguas comprensibles en Pentecostés o fueron como las lenguas

ininteligibles en Corinto. Aparentemente no hubo una barrera lingüística en Cesarea y

Efeso como fue el caso en Jerusalén, y por eso no había necesidad de un milagro de

comunicación como en Jerusalén. Esto favorece un paralelo con Corinto más bien que

con Jerusalén, pero no es demostrable. Lucas dice que los de Cesarea les oían hablar en

lenguas y glorificar a Dios (10:46), y los de Efeso hablaban en lenguas y profetizaban

(19:6). Por lo menos glorificar a Dios parece implicar hablar en forma inteligible; y en 1

Corintios profecía se distingue de lenguas; esto siendo ininteligible y aquello inteligible. El

fenómeno en Cesarea y Efeso podía corresponder al de Corinto y representar un punto

medio entre las lenguas de Jerusalén y las de Corinto. Lo que sí es claro es la distinción

aguda entre las lenguas en Pentecostés y en Corinto.

Aparte de Hechos, el fenómeno de las lenguas se conoce en el NT sólo en 1 Corintios

12–14. Si las lenguas representan el don supremo del Espíritu, como opinan algunos

carismáticos, parece extraño que Jesús mismo, el portador del Espíritu, no utilizaba este

don. Al contrario, Jesús despreciaba las vanas repeticiones y la palabrería como algo

pagano y no apropiado para la oración del pueblo de Dios (Mat. 6:7). Algunas veces se

guardaba silencio (Mat. 27:14; Mar. 15:4 s.; Luc. 23:9; Juan 19:9 s.), pero nunca se

declaraba en sonidos extáticos e ininteligibles. El se conmovió en espíritu y se turbó (Juan

11:33), pero esto no es lenguas. Fue una expresión inarticulada de profunda emoción,

una experiencia humana universal bajo presión. Cuando Jesús hablaba era en el lenguaje

de la gente que estaba frente a él, directo, sencillo y profundo en significado como se

nota en las bienaventuranzas y las parábolas.

Es notable que de todas las cartas de Pablo, solamente en 1 Corintios se encuentra

algún rastro de las lenguas. Pablo hablaba mucho del Espíritu Santo y poco de las

lenguas. En Romanos, por ejemplo, se encuentra mucha atención en cuanto al Espíritu

Santo (Rom. 5:5; 7:6; 8:2, 6–14, 26, 27; 14:17), pero Pablo nunca menciona las lenguas.

Gálatas nos presenta instrucciones para aquellos que son espirituales (Gál. 6:1) y describe

el fruto del Espíritu (Gál. 5:22), pero no dice nada de las lenguas.

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En 1 Corintios 12–14 el hablar en lenguas se trata como un problema y no como una

señal de excelencia. Pablo no escribió para animar a la iglesia a que pusiera más énfasis

en las lenguas, sino para alcanzar el control del problema (1 Cor. 14:27). Pablo no anima

el hablar en lenguas, sino que avisa contra varios peligros relacionados con las lenguas y

establece varios controles para que la práctica no pudiera exagerarse demasiado. Se

abstuvo de abolir la experiencia de hablar en lenguas, pero la clasificó como el menor de

los dones del Espíritu y predijo: ... cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8).

Pablo contempló las lenguas como una amenaza triple para el movimiento cristiano:

(1) A la fraternidad de la iglesia; (2) a las personas que hablaban en lenguas; (3) a la

influencia de la iglesia en el mundo. En 1 Corintios 12 se describe a la iglesia como el

cuerpo de Cristo, haciendo hincapié en la diversidad de dones espirituales y en la

provisión del Espíritu para ambos, la unidad y la variedad en la iglesia. Sin embargo, una

lectura rápida de 1 Corintios expone la amplitud del problema en Corinto. Había orgullo

espiritual, celos y rivalidad sobre los dones espirituales. El cap. 14 indica que mucho del

problema se debió al hablar en lenguas.

El cap. 13 de 1 Corintios, el gran capítulo del amor, fue compuesto precisamente para

confrontar el problema de las lenguas. El amor es el camino más excelente (1 Cor. 12:31);

y sin amor, hablar en lenguas de hombres y de ángeles es nada más que un sonido vacío

(1 Cor. 13:1). El amor es el camino excelente y supremo de Dios. Al contrario, cesarán las

lenguas (1 Cor. 13:8). El amor de Dios es la carretera sin fin; las lenguas son un callejón

sin salida. Algunos dones, como el de conocimiento, cederán a algo más maduro, como

el habla de un niño cede al habla de un hombre, o como la reflexión en un espejo cede a

un encuentro cara a cara; pero no hay tal promesa en cuanto a las lenguas. Simplemente

cesan.

El cap. 14 aclara las limitaciones para lo bueno del hablar en lenguas y también su

potencial hacia el abuso y el daño. A lo mejor, uno que hable en lenguas habla a Dios

pero no a los hombres, porque nadie le entiende (1 Cor. 14:2). Se compara las lenguas

con la profecía, que es el hablar inspirado que edifica, exhorta y consuela (14:3). Las

lenguas son concentradas en sí mismas, el que habla está interesado en su propio bien; al

contrario, la profecía se usa para la edificación de la iglesia (14:4). El énfasis principal de

Pablo en 14:1–19 y en cualquiera otra parte es que el cristiano debe buscar el don de

profecía antes que el don de lenguas. El sonido extático e ininteligible con su egoísmo es

un pobre substituto para la preocupación de amor en hablar en palabras que fortalezcan

y unifiquen a la iglesia.

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Otro peligro que encontramos en el uso de las lenguas es el testimonio de la iglesia

para los que están fuera de ella. Para ellos el hablar en lenguas es locura (1 Cor. 14:23).

Son sin sentido para los visitantes no acostumbrados a tal actividad (14:16), y alejan a los

forasteros. A lo mejor, las lenguas representan un misterio para ellos (14:22); o lo peor,

se persuaden a sí mismos que la iglesia crea locura (14:23).

Entonces podemos concluir que Pablo nos da tres razones para la superioridad de la

profecía (quiere decir predicación inspirada) sobre el hablar en lenguas: (1) La predicación

es superior porque edifica a la iglesia; (2) la predicación es superior porque puede ser

entendida por todo el mundo; (3) la predicación es superior porque puede ser usada por

el Espíritu Santo para ganar a la gente perdida para Jesucristo.

ESPÍRITU SANTO, CONSOLADOR

Información de carácter general

En la teología cristiana el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, distinta pero

consubstancial con Dios Padre y Dios Hijo. A veces se describe al Espíritu Santo como la

presencia creativa, sanadora, renovadora de Dios. Los teólogos señalan un desarrollo

gradual de la doctrina en las Escrituras: en el Antiguo Testamento, el Espíritu estaba

activo en la creación del mundo (Gen. 1) y en la profecía (Isa. 61:1); en el Nuevo

Testamento, el Espíritu estaba presente en la vida y obra de Jesucristo (Marc. 1:12) y

continúa presente como el Paráclito (abogado) en la comunidad cristiana (Juan 14:26).

La iglesia primitiva vio la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés

como derramamiento de dones divinos de santidad, amor, profecía, sanación y dominio

de lenguas. La doctrina del Espíritu Santo fue formulada en el Concilio de Constantinopla

en el año 381.

Judaísmo Inter testamentario

Dentro de judaísmo inter testamentario, varios progresos significativos formaron el

concepto de "Espíritu Santo" tal como se le entiende en el NT. Después de que los

profetas del AT hubieran proclamado la venida del Espíritu en la era mesiánica de la

salvación, el judaísmo había desarrollado la idea de que el espíritu de profecía se había

acabado dentro de Israel con el último de los profetas bíblicos (Siríac. 85:3; 1 Mac. 4:46;

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14:41; etc.; cf. Salmos 74:9). En consecuencia, de vez en cuando surgió una esperanza de

amanecer de la nueva era, especialmente en el movimiento apocalíptico, que

generalmente se enfocó a un supuesto Mesías y/o algún despertar profético (cf. Hechos

5:34 y sgts.). Ilustra esto la comunidad de Qumran, que se auto consideraba involucrada

en el cumplimiento de la esperanza mesiánica de Israel, como los "preparadores de los

caminos del Señor" (Isa. 40:3; cf. 1QS 8. 14-16). La literatura de Qumran también muestra

la creciente identificación del espíritu de profecía con el "Espíritu Santo de Dios" (1QS 8.

16; Dctos.Zadokitas II. 12). La expresión "el Espíritu Santo" aparece de vez en cuando en

el judaísmo (IV Ezra 14:22; Ascensión de Isa. 5:14; etc.), pero, como en los textos

rabínicos, generalmente significa "el espíritu de profecía de Dios". Así, la expectativa

mesiánica del judaísmo, que incluía el derramamiento escatológico del espíritu de Dios

(e.g., 1 Enoch 49:3, citando a Isa. 11:2; cf. Oráculo Sibilino III, 582, basado en Joel 2:28 y

sgts.), resultó restringida por la convicción de que el espíritu se había terminado en Israel

con el último de los profetas; al Espíritu Santo se le entendía como espíritu de profecía de

Dios, que sería dado otra vez en los nuevos tiempos a un Israel purificado,

conjuntamente con el advenimiento de un Mesías.

El concepto del Espíritu Santo fue ampliado a través de la literatura sapiencial,

especialmente en la personificación de la sabiduría a medida que esa idea entró en

contacto con la de Espíritu. Ya desde Prov. 8:22 y sgts. y Job 28:25 y sgts., a la sabiduría

se la presenta como un aspecto, más o menos independiente, del poder de Dios (aquí

como agente en la creación), y a la sabiduría se le adscriben funciones y características

atribuidas al Espíritu Santo en el NT. La sabiduría procedía de la boca de Dios y cubría la

Tierra como niebla en la creación (Sir. 24:3); es el soplo del poder de Dios (Sabid. 7:25);

y por medio de su sabiduría Dios formó al hombre (Sabid. 9:2). El Señor volcó la

sabiduría sobre todas sus obras, y ella mora con toda carne (Sir 1:9-10). Es más, la

sabiduría está llena del espíritu, y de hecho se la identifica con el Espíritu (Sabid. 7:22;

9:1; cf. 1:5). Por consiguiente, los judíos de los tiempos del NT conocían el trasfondo de

estos conceptos tal como se les expresa en éste, y que se basan en ese trasfondo pero van

más allá de él hasta algunas conclusiones inesperadas. En efecto, Jesús enseñó que su

mesianismo y el correspondiente derramamiento del Espíritu estaban firmemente

arraigados en la concepción del AT (Lucas 4:18 y sgts., citando a Isa. 61:1-2), y, en forma

similar al judaísmo intertestamental, entendió que el Espíritu mesiánico del Señor era el

Espíritu Santo (Mat. 12:32), el espíritu que, a través de los profetas, previó que el Mesías

por venir inauguraría los tiempos de la salvación con la infusión del Espíritu en toda

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38

carne. Jesús desarrolló la visión del Espíritu Santo como personalidad (e.g., Juan 15:26;

16:7 y sgts.), específicamente como Dios que obra en la iglesia.

El Nuevo Testamento

La enseñanza del NT sobre del Espíritu Santo se remonta al enfoque del Espíritu de Dios

como manifestación del poder de Dios, y en la del espíritu del profecía. Jesús, y la iglesia

después de él, juntó estas concepciones al predicarlas del Espíritu Santo, don escatológico

de Dios al hombre. La frase "el poder del Altísimo cubrió con su sombra" a Maria, frase

de construcción paralela a la de "el Espíritu Santo " (Lucas 1:35; cf. 9:35), se hace eco de

la expresión del AT de que espíritu de Dios es la nube divina que "cubrió con su sombra"

el tabernáculo de modo que la tienda quedó llena de la gloria del Señor (Exod. 40:35;

Isa. 63:11 y sgts. identifica la presencia de Dios en esta instancia como "Espíritu Santo de

Dios"). Lucas registra el poder de Jesús para expulsar a los demonios "por el dedo de

Dios", expresión del AT para el poder de Dios (Lucas 11:20; Exod. 8:19; Salmos 8:3). A

este poder se le identifica como "espíritu de Dios" (Mat. 12:28), es decir, el Espíritu Santo

(Mat. 12:32). En el bautismo de Jesús el Espíritu vino sobre El, (Marc.1:10; "el Espíritu de

Dios", Mat. 3:16; "el Espíritu Santo" Lucas 3:21), que recibió la confirmación de su divina

filiación y misión mesiánica (Mat. 3:13 y sgts, par). Jesús salió del Jordán lleno del

Espíritu Santo (Lucas 4:1), y después de la tentación comenzó su ministerio "con el poder

del Espíritu" (Lucas 4:14). Tomando el mensaje de Juan Bautista, Jesús proclamó la

venida del reino de Dios (Mat. 4:17; cf. 3:1), la que estaría marcada por la presencia del

Espíritu Santo (Mat. 12:28 y sgts., par) como muestra de la era mesiánica de la salvación

(Lucas 4:18 y sgts.; Hechos 10:38; etc.).

Desde el principio de su ministerio Jesús se identificó tanto con el rey mesiánico

victorioso como con las sufrientes figuras del servidor de las profecías del AT (Isa. 42:1 y

sgts; cf. Marc. 10:45), conceptos que el judaísmo había mantenido separados. Jesús

definió además el papel de Mesías de Dios como proclamación del favor de Dios,

salvación de Dios, en los nuevos tiempos, concepto llevado mucho más allá que el de

"juicio a las naciones" que los judíos habían llegado a esperar. En la sinagoga en Nazaret

(Lucas 4:16 y sgts.) cuando Jesús se identificó como el Mesías prometido en Isa. 61:1-2a,

se detuvo justo antes de leer las "palabras del juicio" de Isa. 61:2b (aunque Isa. 61:2c,

"consuelo de los afligidos" es parte de la enseñanza de Jesús en Mat. 5:4). Este énfasis se

vuelve a hacer cuando Juan el Bautista pregunta si Jesús es efectivamente el que debía

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venir (Lucas 7:18-23). En realidad, aunque Juan Bautista proclamó que Jesús era el que

"bautizaría en el Espíritu Santo y en fuego" como aspectos de los nuevos tiempos

(salvación y juicio, respectivamente, Lucas 3:15 y sgts.; obsérvense las claras

connotaciones de juicio del "bautismo con fuego " en 3:17), el énfasis de Jesús estaba en

el aspecto positivo, salvífico, de los nuevos tiempos representados en el bautismo con el

Espíritu Santo (Hechos 1:5; 11:16).

Jesús entendía al Espíritu Santo como una personalidad. Esto se evidencia especialmente

en el evangelio de Juan, donde al Espíritu se le llama "Paráclito", es decir, Consolador

(consejero, abogado). Jesús mismo fue el primer consejero (Paráclito, Juan 14:16), y él les

enviará a los discípulos otro Consejero después de que El se haya ido, es decir, el Espíritu

de la verdad, el Espíritu Santo (Juan 14:26; 15:26; 16:5). El Espíritu Santo morará en los

creyentes (Juan 7:38; cf. 14:17), y dirigirá a los discípulos hacia toda verdad (16:13),

enseñándoles "todas las cosas" y haciéndoles "rememorar todo lo que [Jesús les] dijo"

(14:26). El Espíritu Santo dará testimonio de Jesús, así como también deberán darlo los

discípulos (Juan 15:26-27).

En Hechos 2:14 y sgts., Pedro interpretó los fenómenos de Pentecostés como

cumplimiento de la profecía de Joel acerca del derramamiento del espíritu sobre todos

carne en los tiempos mesiánicos (Joel 2:28 y sgts.). Este derramamiento del Espíritu sobre

toda la carne se logró para beneficio tanto de judíos como de gentiles (Hechos 10:45;

11:15 y sgts.), y cada convertido tenía acceso a este don de la edad de la salvación a

través del arrepentimiento y el bautismo en el nombre de Jesucristo (Hechos 2:38). Esto,

según Pedro, puso a los convertidos en contacto con la promesa de la profecía de Joel, el

don del Espíritu Santo "porque para ustedes es la promesa..., para todos los llamados por

el Señor nuestro Dios" (Hechos 2:39; Joel 2:32). Los apóstoles y otros llevaron a cabo sus

ministerios "llenos del Espíritu Santo" (4:31; 6:5; 7:54; etc.), y el Espíritu Santo,

identificado en Hechos 16:7 como el Espíritu de Jesús, dirigió la misión de la iglesia

naciente (Hechos 9:31; 13:2; 15:28; 16:6-7). Los aspectos salvíficos de la nueva edad

practicados por Jesús, especialmente la sanación y el exorcismo, fueron realizado por la

iglesia primitiva con el poder del Espíritu Santo. En la joven iglesia hubo visiones y

profecías (Hechos 9:10; 10:3; 10:y sgts.; 11:27-28; 13:1; 15:32) de acuerdo a la cita de Joel

2:28 y sgts.en Hechos 2. La experiencia de la iglesia primitiva confirmó que

efectivamente la era mesiánica había llegado.

Pablo enseñó que el Espíritu Santo, otorgado en los nuevos tiempos, es el creador de

nueva vida en el creyente, y es la fuerza por la cual Dios en Cristo "inserta" a los

cristianos en el cuerpo de Cristo (Rom 5:5; II Cor. 5:17; Efes. 2:22; cf. I Cor. 6:19).

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Romanos 8 muestra que Pablo identificó el espíritu, el espíritu de Dios y el espíritu de

Cristo, con el Espíritu Santo (cf. el Espíritu de Cristo como el espíritu del profecía en I

Pedro 1:10 y sgts.), y que estos términos son generalmente sinónimos. Si alguien no tiene

el espíritu de Cristo, no pertenece a El (Rom 8:9); pero los guiados por el Espíritu de

Dios son hijos de Dios (Rom 8:14). Todos nosotros tenemos acceso al Padre mediante un

espíritu (Efes. 2:18), y hay un cuerpo y un espíritu (Efes. 4:4). Todos fuimos bautizados

en un espíritu en un solo cuerpo, y a todos se nos dio de beber un mismo espíritu (I

Cor.12:13). El creyente recibe el espíritu de adopción o filiación (Rom 8:15), de hecho, el

espíritu del propio Hijo de Dios (Gál. 4:6), por el que clamamos "Abba, Padre", aquel

íntimo llamado de relación filial con Dios iniciada por Jesús, el Hijo único de Dios (Marc.

14:36).

Los creyentes son incorporados a la morada de Dios en el Espíritu (Efes. 4:22). A cada

uno se le proporciona la gracia según la medida del don de Cristo (Efes. 4:7; cf. Rom

12:3), y Cristo la ha dado para que sean profetas, apóstoles, evangelistas, pastores y

profesores (Efes. 4:11) para edificación del cuerpo. Del mismo modo, el Espíritu otorga

diversas clases de dones espirituales para diversos tipos de servicio (Cor. 12:4-5;7 de I),

todas para el bien común. El camino del amor ha de seguirse en todas las cosas; en

efecto, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, etc. (Gál. 5:22 y sgts.). Todo esto es

porque Dios ha iniciado la nueva alianza (Jer. 31:31 y sgts.; Ezek. 36:14 y sgts.;26) en el

corazón del hombres por medio de su Espíritu escatológico (II Cor. 3:6 y sgts.). En esta

nueva era el Espíritu constituye la garantía de nuestra herencia (II el Cor. 1:22; 5:5; Efes.

1:14), un "primor", el sello de Dios (II Cor. 1:22; Efes. 1:13; 4:30). Estas frases indican la

tensión entre el "ya" versus el "no todavía" de los nuevos tiempos: éstos ya han

amanecido, el Espíritu escatológico ha sido derramado, y sin embargo toda la creación

aguarda la consumación final. Aunque el espíritu testimonia con nuestro espíritu que

somos hijos de Dios (Rom 8:16) y nosotros realmente tenemos estos primores o primicias

del Espíritu (Rom 8:23), aguardamos la adopción como hijos (8:23) en la consumación

final. Hasta entonces los cristianos tienen el Consolador, el Espíritu que intercede a favor

de los santos según la voluntad del Padre (Rom 8:27).

Patrística y teología medieval

En el período patrístico encontramos poco que vaya más allá de la concepción bíblica del

Espíritu Santo. Los padres apostólicos reflejan la idea del NT de que el Espíritu es

operativo en la iglesia, inspirando la profecía y de otro modo obrando en los individuos

(Bernabé 12:2; Ignacio, Fil. 7:1). A los profetas cristianos itinerantes se los trata como una

realidad presente en la Didajé, pero con el tiempo tales carismas se consideraron

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teóricos. La visión de que el espíritu de profecía del AT es uno y mismo Espíritu Santo

que inspiró los apóstoles se encuentra periódicamente (Justino, Diálogos 1-7; 51; 82; 87;

etc.; Ireneo, Contra las Herejías II, 6,4; III, 21,3-4), y los apóstoles surgen como

"portadores del Espíritu" (pneumatophoroi), designación dada a los profetas del AT (Hos.

9:7, LXX). Todavía en el siglo IV se atribuía al Espíritu Santo la autoridad de la iglesia, e

incluso la inspiración de ciertas escrituras no canónicas.

Aunque el fórmula "trinitaria" de Mat. 28:19 se encuentra en los padres apostólicos, la

palabra "Trinidad" fue aplicada por primera vez a Dios por Teófilo de Antioquía (A

Autólico, 2:15). Tertuliano enseñó claramente la divinidad del Espíritu Santo, afirmación

que durante mil años involucraría a la iglesia en discusiones. Tertuliano lidió con el

problema de la tensión entre la autoridad del Espíritu en la iglesia versus la tradición

apostólica y la Escritura como revelación recibida. Durante un tiempo este autor adhirió

al montanismo, sistema que otorgaba la mayor importancia a la inspiración actual del

Espíritu en el cuerpo; la iglesia, sin embargo, rechazó el montanismo en el favor de la

autoridad objetiva de la tradición apostólica según lo reflejado en la Escritura, y el

montanismo finalmente se extinguió. La postura de la iglesia contra la herejía montanista

fue en gran parte responsable del fin de la profecía cristiana y otros carismas: el Canon

Muratorio (líneas 75 y sgts.) sostiene que el número de profetas está fijado, e incluso la

tradición apostólica de Hipólito, que sitúa el liderazgo carismático por sobre la estructura

eclesiástica, restringe el término "profeta" enteramente a los profetas canónicos. A fines

del siglo IV Juan Crisóstomo podía hablar de los dones espirituales como pertenecientes

a una época pasada.

En el período inmediatamente anterior a Nicea la iglesia estaba preocupada de las

famosas "controversias Cristológicas" y prestó escasa atención a una doctrina del Espíritu

Santo. El Credo de Nicea confiesa fe en el Espíritu Santo, pero sin desarrollo alguno de la

idea de su divinidad, o lazo esencial entre el Padre y el Hijo. Esto pasó a ser cuestión

importante en la iglesia a fines del siglo IV y posteriormente, y el Concilio de

Constantinopla hizo un agregado a las palabra del Credo Nicénico describiendo al

Espíritu Santo como "Señor y dador de vida, procedente del Padre, para ser adorado y

glorificado junto con el Padre y el Hijo". Surgió entonces una controversia acerca de la

fuente del Espíritu, específicamente respecto de si no debiera confesársele también como

"procedente del Hijo". Siguiendo las enseñanzas de Augustín, la expresión filioque ("y del

Hijo") fué agregada a dicho Credo por la iglesia occidental en el Concilio de Toledo en

589; la iglesia de Oriente rechazó la doctrina del filioque, y el Credo constituyó un

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argumento confesional para el cisma entre Oriente y Occidente, que ya había ocurrido

en la práctica.

Aunque de vez en cuando se discutieron otros aspectos del Espíritu, la procedencia de

éste continuó ocupando a teólogos en Occidente. Anselmo de Canterbury trajo el debate

a la era escolástica y, aunque la razón como prueba de la doctrina no fue recibida en

forma pareja, el filioque seguía siendo la postura de la iglesia. Pedro Lombardo recurrió a

la Escritura para argumentar en pro del filioque, y el Concilio de Letrán IV abrazó otra

vez el Trinitarianismo y el filioque. Aunque Tomás de Aquino rechazó la razón como

medio para conocer las distinciones de las personas divinas, afirmó que el Espíritu

procede de la especial relación entre el Padre y el Hijo. Disquisiciones como éstas

continuaron en el siglo XV, cuando el Concilio de Florencia trató nuevamente de unir las

iglesias de Oriente y Occidente. La idea del filioque fue reafirmada y, aunque se hizo un

cambio cosmético de la frase en un intento de satisfacer a la iglesia de Oriente, la Iglesia

Ortodoxa Griega rechazó la sustancia del credo. La postura de la Iglesia Católica ha

permanecido esencialmente inmutable, y la grieta entre Oriente y Occidente por esa

materia persiste hasta el día de hoy.

La Reforma

Aunque para la teología medieval hubo otros aspectos de importancia en las obras del

Espíritu, incluyendo la santificación y la iluminación, no fue hasta la Reforma que la labor

del Espíritu en la iglesia fue verdaderamente redescubierta. Esto se debió al menos en

parte al rechazo al dogma de Roma relativo a la tradición de la iglesia como garante de

la interpretación correcta de la Escritura y de la formación de la verdadera doctrina. Esta

reacción condujo al énfasis de la Reforma en la idea de sola Scriptura y la actividad del

Espíritu en la salvación, con independencia de la "ininterrumpida sucesión desde Cristo"

de la Iglesia Católica. Si bien Lutero repudió el "entusiasmo" (la subjetiva pretensión de

guía directa del Espíritu, independientemente de la Escritura o de la estructura de la

iglesia), acentuó el Espíritu sobre la estructura, y entendió que el Espíritu actúa mediante

la palabra (el evangelio)), sobre todo en la predicación y en los sacramentos, y por lo

tanto en la salvación.

El Espíritu trabaja en la salvación induciendo al alma a la confianza, por la fe, en Cristo.

La fe misma es un don místico de Dios por la cual los creyentes mit Gott ein Kuche

werden (se amasan en una sola torta con Dios). Sin la gracia y trabajo del Espiritu el

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hombre es incapaz de hacerse aceptable a Dios o de tener fe salvífica (cf. La servidumbre

de la voluntad, 1525). Esto lo logra el Espíritu Santo con la palabra de Dios. La salvación

es así un don concedido por la gracia de Dios, y Lutero implica que la palabra (el

evangelio) predicada es sobre todo la palabra eficaz de Dios después de que el Espíritu

actúa sobre el corazón del oyente. Para Lutero la palabra es el sacramento principal,

porque la fe y el Espíritu Santo se transfieren con la predicación y la enseñanza del

evangelio (Rom 10:17); el bautismo y la Cena del Señor son muestras del "sacramento de

la palabra", en cuanto proclaman la palabra de Dios. Lutero favoreció la palabra

predicada por sobre la escrita, pero no creyó que fueran mutuamente excluyentes. Para

ser cristiana, la predicación de la iglesia tenía que ser fiel a la Escritura; pero para ser fiel a

Escritura, la iglesia tenía que predicar.

La palabra, sobre todo el Logos encarnado, es el conducto de Dios para el Espíritu. El

hombre lleva la palabra de la Escritura al oído, pero Dios infunde su Espíritu en el

corazón; la palabra de la Escritura se convierte así en la Palabra de Dios (Lecturas de los

salmos; Epístola a los Romanos). Nadie pueden entender cabalmente la palabra de la

Escritura sin la labor del Espíritu: allí donde está la palabra, el Espíritu inevitablemente le

sigue; el Espíritu no opera independientemente de la palabra. Lutero se opuso a la

drástica distinción de los entusiastas entre palabra interna y externa; por otra parte,

rechazó la idea católica romana de identificar al Espíritu con la operatoria de la iglesia, y

de que los sacramentos son eficaces en y por sí mismos (ex opere operato). Así el Espíritu

hace a Cristo presente en los sacramentos y en la Escritura; sólo cuando el Espíritu hace a

Cristo presente en la palabra ésta es la Palabra viva de Dios. Si no, la Escritura es una

carta, una ley, es meramente descriptiva, es sólo historia; predicada, la palabra es

evangelio (como distinto de ley); el Espíritu la hace tal. El Espíritu no está limitado a la

palabra; existe en gloria eterna de Dios, lejos de la Palabra y de nuestro mundo. Pero

como Espíritu que revela, no viene sin la palabra.

Con pocas excepciones, Melanchthon siguió a Lutero; aunque permitió más amplitud que

éste a la respuesta del hombre al evangelio, enfatizó el actuar primario del Espíritu en la

salvación. Melanchthon mostró más flexibilidad que Lutero respecto a la presencia real

en la Cena del Señor (cf. Concordato de Wittenberg), pero estaba básicamente de

acuerdo con Lutero, según se vió en la Confesión de Augsburg y en su Apología. Zwingli

se alejó de Lutero y de Melanchthon en lo relativo a la operación del Espíritu en los

sacramentos, negando la necesidad del bautismo y afirmando la significación en gran

parte conmemorativa de la Cena del Señor. Los Reformadores radicales también

discrepaban de Lutero y Melanchthon, afirmando la prioridad de la revelación inmediata

por sobre la Escritura. Tanto luteranos como católicos fueron condenados por los

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Schwarmer (fanáticos) por su dependencia de la letra de la Escritura en vez de someter la

Biblia a pruebas de experiencia religiosa.

Calvino sostenía que el Espíritu trabaja en la regeneración para iluminar la mente para

recibir los beneficios de Cristo, y los sella en el corazón. Por el Espíritu el corazón de un

hombre se abre al poder penetrador de la palabra y de los sacramentos. Calvino fue más

allá de Lutero al afirmar no sólo que la palabra predicada es el agente del Espíritu, sino

que la Biblia es en su esencia la palabra de Dios (Catecismo Ginebrino). El Espíritu obra

en la lectura de la Escritura así como en la predicación de la palabra, y la palabra,

predicada o leída, es eficaz a través del trabajo del Espíritu Santo. El origen divino de la

Escritura es certificado por el testimonio del Espíritu; la Escritura es la palabra de Dios

dada mediante la guía del Espíritu a través del limitado decir humano. Así pues, el

exégeta debe indagar sobre la intención de Dios al darnos la Escritura (e.g., en la

aplicación moderna del AT; Institutos 2,8,8).

La prueba más elevada de la Escritura proviene de que Dios en persona habla en ella, es

decir, en el testimonio secreto del Espíritu (Ins. 1.7.4). Sentimos el testimonio del Espíritu

grabado como un sello en nuestros corazones, con el resultado de que sella el perdón y

el sacrificio de Cristo. El Espíritu Santo es el lazo por el cual Cristo nos une a El (Inst. 3,

1,1). Aunque Calvino rechazó las pruebas racionales como base para autentificar la

Escritura, las batallas interconfesionales causaron posteriormente la rigidización del

pensamiento reformado, y se desarrolló una tradición de pruebas escolásticas para

superar el subjetivismo de la teoría de la autentificación de Calvino (cf. Cánones de

Dort).

En el siglo XVII surgió en Holanda una reacción al calvinismo estricto entre los seguidores

de James Arminius. Este rechazó la predestinación terminante, permitiendo la libertad del

hombre para resistir la oferta que Dios le hace de la gracia. La posición Arminiana fue

denunciada por el Sínodo de Dort, pero tuvo gran influencia en Inglaterra. John Wesley

creció en la Inglaterra de principios del siglo XVIII con este clima de Arminianismo, y a

través de él se le dio al Metodismo su carácter típicamente arminiano. Según Wesley,

Dios actúa en colaboración con, pero no atropellando, la libre respuesta humana en

materia de fe salvadora. Dios no dispensa simplemente sobre el hombre la gracia

justificadora, ni el hombre la adquiere simplemente creyendo. Más bien hay un proceso

unificado de Dios que da y el hombre que recibe. El Espíritu Santo condena por pecado,

pero también da testimonio de la justificación, y continúa después de eso trabajando en

la santificación del hombre, de modo que el creyente siente en su corazón las poderosas

acciones del Espíritu de Dios. Dios lo insufla continuamente en el alma del hombre, y el

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alma "respira a Dios", una asociación de respiración espiritual por la que se sostiene la

vida de Dios en el alma. La santificación, la renovación del hombre a imagen de Dios, en

justificación y santidad verdaderas, la efectúa el Espíritu mediante la fe; incluye ser

salvado del pecado y perfeccionado en el amor. Las obras son necesarias para una

continuación de la fe, y la "plena santificación", la perfección, es la meta de cada

creyente.

El Período Moderno

Mientras que en el siglo XVII el puritanismo radical dio origen a los Cuáqueros con su

énfasis en la experiencia subjetiva del Espíritu Santo (la Luz Interna de George Fox), tal

que la Escritura es sólo una fuente secundaria de conocimiento para la fe y la práctica

(Apología de Robert Barclay), el Metodismo del siglo XVIII fué un acercamiento más

equilibrado a la acción del Espíritu. El foco del Metodismo posterior en el trabajo del

Espíritu luego de la conversión, como experiencia de la gracia divina, ha sido

desarrollado por el Movimiento de Santidad moderno, representado por las iglesias de la

Asociación Cristiana de Santidad.

Otro desarrollo que se puede remontar al énfasis metodista en la santificación es el

renacimiento del Pentecostalismo en el siglo XX. Surgiendo de énfasis anteriores en la

"segunda experiencia", el Pentecostalismo ha otorgado gran importancia al "bautismo del

Espíritu Santo", que se considera la culminación de un proceso en dos etapas de la

salvación. Desde el inicio de este movimiento moderno a principios de siglo, el hablar en

lenguas ha sido proclamado la principal señal del bautismo del Espíritu, si bien también

da importancia a otros "dones del Espíritu", en especial el de sanación. Desde sus

comienzos fundamentalistas / biblicistas, el movimiento pentecostalista se ha desarrollado

hacia lo que libremente se llama movimiento carismático, que ahora toca todo el

Protestantismo y ha incursionado en el catolicismo. Este movimiento generalmente

proclama una clara experiencia del "bautismo del Espíritu" y, como norma, considera al

hablar en lenguas como la manifestación de esa experiencia.

Uno de los progresos más significativos del siglo XX en la comprensión del Espíritu Santo

fue el del pensamiento de Karl Barth. Barth fue un teólogo protestante responsable en

gran parte de la introducción de la neo-ortodoxia, la llamada teología dialéctica o de la

crisis. El y otros rompieron con el liberalismo clásico en las primeras décadas del siglo XX,

negando la teología liberal de la piadosa autoconciencia religiosa, su antropocentrismo

(Schleiermacher; Ritschl; Feuerbach). Barth acentuó la "infinita diferencia cualitativa"

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entre el hombre y Dios, y proféticamente proclamó el "nein" de Dios a toda tentativa

humana de auto justificación. La carta de Barth a los Romanos tomaba esta nota de la

"crisis" del hombre, el acuse de recibo de que lo que el hombre sabe de Dios, Dios mismo

lo ha revelado. Barth desarrolló su idea de la auto revelación de Dios en los términos de

la doctrina de la palabra de Dios (Dogmática de la Iglesia I/1 y I/2). Lo primero y más

importante, Jesús es el Logos encarnado, la Palabra de Dios. La palabra de Dios se

encuentra posteriormente en la predicación del evangelio, y "entre las palabras de la

Escritura" (cf. doctrina del Espíritu y la Palabra, de Lutero). La palabra de Dios es Dios

mismo en la Sagrada Escritura. La Escritura es santa y es la palabra de Dios porque por el

Espíritu Santo se convirtió y se convertirá para la iglesia en testigo de la divina

revelación. Este testimonio no es idéntico a la revelación; no es en sí mismo revelación,

sino testimonio de ella. La fe en Jesús como el Cristo, específicamente en la resurrección

de Jesús, se efectúa a través de la acción del Espíritu Santo. El subjetivo "en Espíritu" es la

contraparte del objetivo "en Cristo". La gracia de Dios se manifiesta a la vez en Su

revelación objetiva en Cristo, y en la subjetiva apropiación por el hombre, de esta

revelación, a través del Espíritu. Según la Escritura, la revelación de Dios ocurre en

nuestro esclarecimiento por el Espíritu Santo a un conocimiento de la palabra de Dios. El

derramamiento del Espíritu es revelación de Dios. En esta realidad somos libres de hijos

de Dios y conocerlo, amarlo y alabarlo en su revelación. En cuanto realidad subjetiva de

la revelación de Dios, el Espíritu hace posible y real la existencia del cristianismo en el

mundo. Porque, observa Barth, "allí donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad" (II

Cor. 3:17); Dios en su libertad se descubre al hombre y así lo hace libre para él (Teología

Evangélica, pp. 53 y sgts.).

Observaciones finales

Este bosquejo muestra algo de la diversidad del desarrollo del pensamiento cristiano

acerca del Espíritu Santo. Es irónico que el don escatológico de Dios al hombre haya sido

tan a menudo un punto de conflicto y división entre los cristianos. Dado que el camino

que sigue parece no menos difícil que el que ya hemos recorrido, haríamos bien en tener

humildemente presentes la soberanía de Dios y nuestra debilidad.

Puesto que Dios en Cristo ha iniciado la era mesiánica con su derramamiento del Espíritu,

la relación del hombre con Dios ha sido cambiada para siempre. La ley ya no se puede

usar como medio de exclusión o de opresión de los desheredados: Jesús ha predicado el

evangelio mesiánico de libertad al cautivo, vista a los ciegos y buenas noticias a los

pobres; la nueva ley de la vida ha sido escrito en los corazones de los hombres. Así,

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debemos detestar cualquier nuevo legalismo que utilice la Escritura para excluir y oprimir,

es decir, para trasformar las buenas noticias de Cristo en "letra que mata." Debemos, en

cambio, reconocer el carácter "insuflado por Dios" de la Escritura, y el "Espíritu que

vivifica". Sólo de ese modo será provechosa la Escritura. Al revés, no se puede proclamar

el Espíritu como marca de una élite, como lo que distingue y divide. El evangelio de

Jesucristo incluye el mensaje de que el Espíritu Santo ha sido vertido sobre toda carne.

Todos los abusos a la Escritura y el Espíritu deben oír el mensaje de Dios: "la promesa es

para los que estén cerca y para los que estén lejos, tantos como llame el Señor nuestro

Dios".

T S Caulley

Abogado

Abogado (del griego parakletos), el que litiga en la causa de otro, que ayuda a otro

defendiéndolo o consolándolo. Es el nombre dado tres veces por Cristo al Espíritu Santo

(Juan 14:16; 15:26; 16:7, donde la palabra griega se traduce por "Consolador"). Se aplica

a Cristo en 1 Juan 2:1, en que el mismo término griego se traduce por "Abogado", que es

lo que debería decir en todos los pasajes en que figura. Tértulo "el orador" (Hechos 24:1)

era un abogado romano que los judíos emplearon para acusar a Pablo ante Fëlix.

Consolador

Consolador, designación del Espíritu Santo (Juan 14:16, 26; 15:26; 16:7; R.v. marg., "o

abogado, o ayudante; del griego Paracletos"). La misma palabra griega así traducida es

expresada como "abogado" en 1 Juan 2:1 al aplicarla a Cristo. Significa correctamente "el

que es convocado al lado de otro" para ayudarle en un Tribunal de Justicia

defendiéndolo, "el que se convoca para litigar en una causa". "Abogado" es la traducción

correcta de la palabra allí donde ésta aparece. Conviene notar que aunque Pablo en

ninguna parte usa el término paracletos, presenta la idea que ésta implica cuando habla

de la "intercesión" tanto de Cristo como del Espíritu (Rom 8:27, 34).

Espíritu, Soplo

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Ruah: "respiración; aire; fuerza; viento; brisa; espíritu; valor; genio; Espíritu". Este

sustantivo tiene parónimos en el ugarítico, arameo y el árabe. La palabra aparece unas

378 veces y en todos los períodos del hebreo bíblico.

Primero, esta palabra significa "respiración", aire para respirar, aire que se está inspirando

/expirando. Este significado es especialmente evidente en Jer. 14:6: "y los asnos salvajes

estaban en los lugares altos, resoplando al viento como dragones...". Cuando la

"respiración" se restablece, uno revive: "...cuando [Sansón] hubo bebido [el agua], su

espíritu [literalmente, "respiración"] revino, y él se restableció..." (Jueces 15:19). El

asombro puede cortar la "respiración": "y cuando la reina de Saba hubo visto toda la

sabiduría de Salomon, y la casa que él había construido, y la carne en su mesa, ...no hubo

más espíritu en ella [quedó abrumada y sin aliento]" (1 Reyes 10:4-5). Ruah puede

representar también el hablar, o el aliento: "por la palabra del Señor fueron hechos los

cielos; y todo lo que había en ellos, por el aliento de su boca " (Salmos 33:6; cf. Exod.

15:8; Job 4:9; 19:17).

En segundo lugar, esta palabra se puede emplear acentuando la condición invisible,

intangible, efímera, del "aire": "Recuerda, oh Dios, que mi vida es viento: mis ojos ya no

verán lo bueno" (Job 7:7). Puede haber una sugerencia de falta de propósito, de

inutilidad, o incluso vanidad (vacío) cuando el ruah se utiliza con esta acepción: "y los

profetas se volverán viento, y la palabra no estará en ellos..." (Jer. 5:13). "Palabras

ventosas" son realmente "palabras huecas" (Job 16:3), así como el "conocimiento

ventoso" es "conocimiento vacío" (Job 15:2; cf. Eccl. 1:14, 17, "esforzarse sin sentido"). En

Prov. 11:29 el ruah significa "nada": "el que descuida su propia casa heredará el viento...".

Este matiz es especialmente notable en Eccl. 5:15-16: "y tal como salió del vientre de su

madre, tan desnudo como vino, así se irá, y sin llevarse nada del fruto de su trabajo, que

puede llevarse en su mano. Es muy doloroso que tal como vino al mundo, así se vaya; ¿y

qué beneficio tendrá de haber trabajado para el viento?"

Tercero, ruah puede significar "viento". En Gén. 3:8 parece aludir a la apacible y

refrescante brisa tan bien conocida en el Cercano Oriente: "y oyeron la voz del Señor

Dios recorriendo el jardín al fresco [literalmente, "la brisa"] del día...". Puede significar un

viento fuerte y constante: "... Y el Señor hizo venir sobre la región un viento del este

todo ese día y toda esa noche..." (Exod. 10:13). Puede también significar un viento

extremadamente fuerte: "y el Señor reorientó un fuerte y poderoso viento del oeste... "

(Exod. 10:19). En Jer. 4:11 la palabra parece representar un vendaval o tornado (cf. Hos.

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8:7). Dios es el Creador (Amos 4:13) y soberano controlador de los vientos (Gén. 8:1;

Num. 11:31; Jer. 10:13).

Cuarto, el viento representa la dirección. En Jer. 49:36 los cuatro vientos simbolizan los

cuatro extremos de la Tierra, que alternadamente representan cada cuarto: "y sobre Elam

traeré los cuatro vientos [gente de cada cuarto de la Tierra] de los cuatro cuartos del

cielo, y los dispersaré a todos esos vientos; y no habrá nación alguna de la que no

vengan los refugiados de Elam". El acadio atestigua la misma frase con el mismo

significado, y esta frase comienza a aparecer en hebreo cuando era frecuente el contacto

con los acadioparlantes.

Quinto, ruah representa con frecuencia el elemento de la vida en un hombre, su

"espíritu" natural: " y toda la carne que se movía sobre la Tierra pereció... todos aquellos

en cuyas fosas nasales estaba la respiración de la vida..." (Gén. 7:21-22). En estos

versículos los animales tienen un "espíritu" (cf. Salmos 104:29). Por otra parte, en Prov.

16:2, más que sólo el elemento de la vida, la palabra parece significar "alma": "todo lo

que hace un hombre es limpio a propios ojos; pero el Señor pondera los Espíritus [NASB,

"motivos"]". Así, Isaías pone nepes, "alma", y ruah en paralelismo sinónimo: "con mi alma

te he deseado en la noche; sí, con mi Espíritu interno te buscaré temprano... " (26:9). Es

el "Espíritu " de un hombre que vuelve a Dios (Eccl. 12:7).

En sexto lugar, ruah se usa a menudo como ánimo, disposición o "temperamento" de un

hombre: "Bendito es el hombre a quien el Señor no imputa iniquidad, y en cuyo espíritu

no hay mala intención" (Salmos 32:2). En Ez. 13:3 el término se usa para mente o

pensamiento: la "¡Ay de los profetas necios, que siguen sus propios espíritus, y no han

visto nada!" (cf. Prov. 29:11). Ruah puede representar disposiciones determinadas, como

hace en Josué. 2:11: "y tan pronto oímos estas cosas, nuestros corazones se derritieron, ni

quedó más valor en ningún hombre, debido a tí..." (cf. Jos. 5:1; Job 15:13). Otra

disposición representada por esta palabra es "ánimo": "si el ánimo [genio] del gobernante

se alza contra ti, no abandones tu puesto..." (Ecl. 10:4). David rogaba a Dios que

"restablezcas en mí el gozo de tu salvación; y sosténme con tu Espíritu que das sin precio"

(Salmos 51:12). En este versículo, las expresiones "gozo de la salvación" y "Espíritu

gracioso" son paralelas, y por lo tanto sinónimas. En consecuencia, el "espíritu" se refiere

a la disposición personal, tal como "gozo" se refiere a una emoción interna.

Séptimo, la Biblia habla a menudo "Espíritu" de Dios, la tercera persona de la Trinidad.

Éste es el uso de la palabra en su primera figuración bíblica: "y la Tierra estaban sin

forma, y vacía; la oscuridad flotaba sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se

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movía sobre las aguas" (Gén. 1:2). Isa. 63:10-11 y Salmos 51:12 hablan específicamente

"del Espíritu Santo o de gratuidad".

Octavo, a veces a los seres no materiales (ángeles) del cielo se les denomina "Espíritus":

"vino un Espíritu, y compareció ante el Señor, y dijo, lo convenceré" (1 Reyes 22:21; cf. 1

Sam16:14).

Noveno, el "espíritu" se puede aplicar asimismo a aquello que permite a un hombre hacer

un trabajo determinado, o que representa la esencia de una cualidad de hombre: "y

Josué, el hijo de Num, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto

sus manos sobre él..." (Deut. 34:9). Eliseo pidió a Elías una porción doble de su "espíritu"

(2 Reyes 2:9), y lo recibió.

NEUMATOLOGIA

La Personalidad del Espíritu Santo. A. Propiedad Personal. B. Pronombres Personales. C.

Hechos Personales. D. Reacciones Personales. E. Relaciones Personales. F. Designaciones

Personales. II. La Deidad del Espíritu Santo. A. El es identificado como Dios en el Antiguo

Testamento. B. El es llamado Dios. C. El posee atributos Divinos. D. El hace las obras de

Dios. E. El ejercita la Soberanía de Dios. F. El debe ser reconocido como Dios. G.

Debemos depender de El como Dios. H. Podemos llegar a pecar contra El, Dios. III. La

obra del Espíritu Santo. A. En el Antiguo Testamento. B. En el Nuevo Testamento.

Capítulo III Neumatología deriva de la palabra griega pneuma, que significa espíritu,

viento, o aliento. Por lo tanto, Neumatología es la doctrina del Espíritu, o aliento de

Dios: la doctrina del Espíritu Santo. La doctrina del Espíritu Santo es en realidad una

doctrina bíblica. La Biblia es la única fuente de la que podemos tomar información segura

concerniente a El. Solo la fe cristiana tiene al Espíritu Santo. Mientras estudiamos la

doctrina del Espíritu Santo, mantengamos en mente que Cristo es el centro de este libro,

el gran tema de toda la revelación. Si no ponemos a cada uno en su lugar, tendremos

confusión. El Espíritu Santo no puede desplazar al Hijo de Dios. El Espíritu Santo no viene

a hablar de si mismo, sino de Cristo. Alguien que hable continuamente del Espíritu y

omita al Hijo muestra evidencias de que realmente no tiene al Espíritu. I. La Personalidad

del Espíritu Santo. Primero una palabra de precaución: No llames al Espíritu Santo

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―algo.‖ A veces confundimos personalidad con visibilidad. Personalidad no es atributo de

un cuerpo; es atributo de un espíritu. En un sentido, usted mismo nunca ha sido visto;

porque usted no es un cuerpo, sino un espíritu en un cuerpo.

Propiedad Personal. 1. El posee Inteligencia. ―Porque a éste es dada por el Espíritu

palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;‖ (I Cor. 12:8).

Ver también Isaías 11:2, 3; Nehemías 9:20; I Pedro 1:11; II Pedro 1:21; I Corintios 2:10, 11.

2. El posee una Voluntad. ―Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,

repartiendo a cada uno en particular como él quiere.‖ (I Cor. 12:11). 3. El posee Poder.

―Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en

esperanza por el poder del Espíritu Santo. . . con potencia de señales y prodigios, en el

poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta

Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.‖ (Rom. 15:13, 19). Ver también

Zacarías 4:6; Isaías 11:2; Efesios 3:16. 4. El posee Conocimiento. ―las que Dios ha

preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;

porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los

hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así

tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos

recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos

lo que Dios nos ha concedido, ‖ (I Cor. 2:10-12). 5. El posee Amor. ―Pero os ruego,

hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis

orando por mí a Dios,‖ (Rom. 15:30). B. Pronombres Personales. El Nombre Personal

del Espíritu Santo es desconocido. El titulo ―Espíritu Santo‖ es una designación, lo que El

es; no es Su Nombre. El silencio de las Escrituras respecto a Su Nombre Personal es muy

significativo. El oculta su propio nombre, para que el nombre del Señor Jesucristo sea

exaltado. El título ―Espíritu Santo‖ es un sustantivo neutro en griego, pero cuando un

pronombre se usa en su lugar, siempre se usa pronombre masculino. ―Y yo rogaré al

Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de

verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros

le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. . . Mas el Consolador, el

Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os

recordará todo lo que yo os he dicho.‖ (Juan 14:16, 17, 26). Ver también Juan 16:7, 8,

13-15; Romanos 8:16, 26. C. Hechos Personales. ¿Por qué nosotros actuamos como seres

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humanos? Porque lo somos. ¿Por qué el Espíritu Santo actúa como una persona? Porque

es una Persona. 1. El habla. ―Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu

Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.‖ (Hechos

13:2). 2. El Intercede. ―Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues

qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por

nosotros con gemidos indecibles.‖ (Rom. 8:26). 3. El testifica. ―Pero cuando venga el

Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del

Padre, él dará testimonio acerca de mí.‖ (Juan 15:26). 4. El da mandatos. ―Y atravesando

Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra

en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo

permitió.‖ (Hechos 16:6, 7). 5. El supervisa. ―Por tanto, mirad por vosotros, y por todo

el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del

Señor, la cual él ganó por su propia sangre.‖ (Hechos 20:28). 6. El guía. ―Pero cuando

venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su

propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán

de venir.‖ (Juan 16:13). 7. El enseña. ―Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el

Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que

yo os he dicho.‖ (Juan 14:26). D. Reacciones Personales. Es notable que ciertos hechos

que pueden ser cometidos contra el Espíritu solo puedan ser cometidos contra una

persona. El Espíritu tiene sentimientos. 1. El puede ser contristado. ―Y no contristéis al

Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.‖ (Ef. 4:30).

2. Puede ser enojado. ―Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por

lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.‖ (Is. 63:10). 3. Puede ser

tentado. ―Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a

la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.‖ (Hechos 5:9).

4. Puede ser resistido. ―¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros

resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.‖ (Hechos

7:51). 5. Puede ser blasfemado. ―pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo,

no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Porque ellos habían dicho: Tiene

espíritu inmundo.‖ (Marcos 3:29, 30). E. Relaciones Personales. 1. Con el Padre. ―Por

tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,

y del Hijo, y del Espíritu Santo;‖ (Mat. 28:19). 2. Con Cristo. ―El me glorificará; porque

tomará de lo mío, y os lo hará saber.‖ (Juan 16:14). 3. Con los cristianos. ―Porque ha

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parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas

cosas necesarias:‖ (Hechos 15:28). F. Designaciones Personales.

El nombre Paracleto. Esta es una palabra griega que significa ―uno llamado al lado para

ayudar‖. ―Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu

de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.‖ (Juan 15:26). 2.

Otras especificaciones. a. Espíritu de la promesa. ―En él también vosotros, habiendo oído

la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis

sellados con el Espíritu Santo de la promesa,‖ (Ef. 1:13). b. Espíritu de Poder. ―Y reposará

sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y

de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.‖ (Is. 11:2). c. Espíritu de

verdad. ―Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros

para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve,

ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en

vosotros.‖ (Juan 14:16, 17). II. La Deidad del Espíritu Santo. El es una Persona Divina. El

es Dios! El es coigual, coeterno, coexistente con el Padre y con el Hijo. De todos modos,

El es designado como la tercera persona de la Trinidad. En nuestras propias vidas, puede

haber personas que son iguales en estado, pero son subordinados en posición. Lo mismo

sucede con el Espíritu Santo. Como un ser, El es igual al Padre y al Hijo, pero en posición

El es subordinado al Padre y le da precedencia al Hijo. Tomen nota: No hay celos en la

Deidad. A. El es identificado como Deidad en el Antiguo Testamento. Jesús del Nuevo

Testamento es Jehová del Antiguo Testamento; el Espíritu Santo del Nuevo Testamento

es Jehová del Antiguo Testamento. ―Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel

después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su

corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.‖ (Jer. 31:33). ―porque

con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo

mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con

ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus

mentes las escribiré,‖ (Heb. 10:14, 15, 16). B. A Él se lo llama Dios. 1. En Hechos 5:3, 4. "Y

dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu

Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y

vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a

los hombres, sino a Dios." Ananías y Safira murieron instantáneamente por haber

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mentido al Espíritu Santo. Ellos mintieron en el tiempo de la consagración. Ellos no

cayeron bajo juicio por no dar de su dinero, sino porque aseguraron que lo habían dado

todo. Ellos mintieron a la iglesia pero aun más, mintieron al Espíritu Santo. 2. En I

Corintios 3:16. ―¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en

vosotros?‖ Nosotros somos el templo de Dios porque el Espíritu mora en nosotros.

En II Corintios 3:17. ―Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí

hay libertad.‖ C. El posee atributos divinos. 1. Omnipotencia. ―Respondiendo el ángel, le

dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;

por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.‖ (Lucas 1:35). 2.

Omnisciencia. ―Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu

todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.‖ (I Cor. 2:10). Ver también Lucas 2:25-32.

3. Omnipresencia. ―¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si

subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si

tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y

me asirá tu diestra.‖ (Sal. 139:7-10). 4. Eternidad. ―¿cuánto más la sangre de Cristo, el

cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará

vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?‖ (Heb. 9:14). 5.

Amor. ―Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu,

que me ayudéis orando por mí a Dios,‖ (Rom. 15:30). 6. Santidad. ―Y no contristéis al

Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.‖ (Ef. 4:30).

D. El lleva a cabo las obras de Dios. 1. Creación. ―En el principio creó Dios los cielos y la

tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del

abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.‖ (Gen. 1:1,2). ―Envías tu

Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.‖ (Sal. 104:30). ―El espíritu de Dios me

hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.‖ (Job 33:4). 2. Regeneración. ―Respondió

Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede

ver el reino de Dios. . . Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no

naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de

la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te

dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido;

mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del

Espíritu.‖ (Juan 3:3,5-8). 3. Resurrección. ―Y si el Espíritu de aquel que levantó de los

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muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará

también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.‖ (Rom. 8:11). 4.

Transformación. ―Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a

causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.‖ (Rom. 8:10). 5. Salvación.

―Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis

sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.‖ (I Cor.

6:11). E. El ejerce la Soberanía de Dios. ―Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo

Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.‖ (I Cor. 12:11). Ver

también Zacarías 4:6. F. El es reconocido como Dios. 1. En la Gran Comisión. ―Y Jesús se

acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por

tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,

y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he

mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Amén.‖ (Mat.28:18-20). 2. En Bendición Apostólica. ―La gracia del Señor Jesucristo, el

amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.‖ (II Cor.

13:14). 3. Por designación escritural. ―El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las

iglesias.‖ (Ap. 3:22). 4. En la administración de la iglesia. ―Ahora bien, hay diversidad de

dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el

mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es

el mismo.‖ (I Cor. 12:4-6). G. De El debemos depender como de Dios. ―Pero cuando os

trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino

lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que

habláis, sino el Espíritu Santo.‖ (Marcos 13:11). Ver también Romanos 8:26. H. Podemos

pecar contra El cómo contra Dios. ―Y dijo Pedro: Ananás, ¿por qué llenó Satanás tu

corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?

Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué

pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.‖ (Hechos 5:3-4).

III. La obra del Espíritu Santo. A. En el Antiguo Testamento. Alguien ha dicho que el

Espíritu Santo es mencionado 88 veces en el Antiguo Testamento. Sin embargo, la

enseñanza de Espíritu Santo no es tan clara en el Antiguo Testamento como lo es en el

Nuevo Testamento. 1. Sus manifestaciones. a. Viniendo sobre los hombres. ―y alzando sus

ojos, vio a Israel alojado por sus tribus; y el Espíritu de Dios vino sobre él.‖ (Num. 24:2).

―Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a

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Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.‖ (Jueces. 11:29). Ver

también Jueces 3:10; 14:6. b. Como vestiduras de hombres. ―Entonces el Espíritu de

Jehová vino sobre Gedeón (lo revistió), y cuando éste tocó el cuerno, los abiezeritas se

reunieron con él.‖ (Jue. 6:34). Ver también II Crónicas 24:20. c. Como derramado sobre

los hombres. ―Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun sobre todas las

casas en que hay alegría en la ciudad de alegría. . . hasta que sobre nosotros sea

derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo

fértil sea estimado por bosque.‖ (Is. 32: 13, 15). d. Como llenando hombres. ―y lo he

llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, ‖

(Ex. 31:3). Ver también Miqueas 3:8. e. Como reposando sobre hombres. ―Entonces

Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso

en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no

cesaron.‖ (Num. 11:25). Ver también Números 11:26; Isaías 11:2. El Espíritu Santo nunca

es representado como morando entonces en el creyente. El Espíritu Santo los llenaba,

pero nunca hacia su morada en ellos. Ningún santo del Antiguo Testamento fue jamás

bautizado con el Espíritu Santo. Ese bautismo inicial vino en Pentecostés de Hechos 2,

cincuenta días después que Cristo se había levantado de entre los muertos. 2. Su

ministración. a. En relación a la creación. (1) Generación. (a) De los cielos y de la tierra.

―Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el

aliento de su boca. El junta como montón las aguas del mar; El pone en depósitos los

abismos. Tema a Jehová toda la tierra; Teman delante de él todos los habitantes del

mundo. Porque él dijo, y fue hecho; El mandó, y existió.‖ (Sal. 33:6-9). Ver también Job

26:13. (b) De los animales. ―¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas

ellas con sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios . . . Envías tu Espíritu, son

creados, Y renuevas la faz de la tierra.‖ (Sal. 104: 24, 30). (c) Del hombre. ―El espíritu de

Dios me hizo, Y el soplo del Omnipotente me dio vida.‖ (Job 33:4). Ver también Génesis

1:26, 27; 2:7. (2) Regeneración. (a) De la tierra. ―y el Espíritu de Dios se movía sobre la

faz de las aguas.‖ (Gen. 1:2b). (b) Del hombre caído. ―Y me dijo: Profetiza al espíritu,

profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de

los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había

mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército

grande en extremo.‖ (Ezeq. 37:9, 10). Ver también Isaías 55:3. (3) Preservación. ―Envías

tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.‖ (Sal.104:30). b. En relación a

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Satanás. Desde el principio el Espíritu Santo ha sido el antagonista de Satanás. ―Y dijo

Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es

carne; mas serán sus días ciento veinte años.‖ (Gen. 6:3). c. En relación a Israel. (1) Sus

padres (Abraham, Isaac, y Jacob etc.). ―y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a

otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?‖ (Gen. 41:38). (2) Sus

fundadores (Moisés y sus ayudantes). ―Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta

varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus

principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y yo

descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos;

y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.‖ (Num.11:16, 17). Ver

también Números 27:18, 19; Deuteronomio 34:9; Nehemías 9:20. (3) Sus Jueces. ―Y el

Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla‖ (Jue. 3: l0a). (4) Sus

reyes. Saul: ―Al oír Saúl estas palabras, el Espíritu de Dios vino sobre él con poder; y él se

encendió en ira en gran manera.‖ (I Sam.11:6). Ver también I Samuel 6:14. David: ―Y

Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel

día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se

volvió a Ramá.‖ (I Sam.16:1:3). Ver también Salmos 51:11, 12; 143:10. (5) Sus sacerdotes.

―Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joiada; y puesto en

pie, donde estaba más alto que el pueblo, les dijo: ‖ (II Cron. 24:20a). (6) Sus profetas.

―pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los

ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto,

gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.‖ (Zac. 7:12). Ver también Nehemías 9:30;

Ezequiel 2:2; Daniel 5:1-14; Miqueas 3:8. (7) Su santuario. (a) El Tabernáculo. Nada fue

dejado a la sabiduría humana; no fue hecho por la habilidad humana. ―y lo ha llenado

del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, ‖ (Ex. 35:31).

Ver también Éxodo 28:3; 31:1-5. (b) El Templo, ―Y David dio a Salomón su hijo el plano

del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la casa del

propiciatorio. Asimismo el plano de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de

la casa de Jehová, para todas las cámaras alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios,

y para las tesorerías de las cosas santificadas.‖ (I Cron.28:11, 12). d. En relación al Mesías.

―El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a

predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a

publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de

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la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos

los enlutados;‖ (Is. 61:1, 2). Ver también Isaías 11:2. e. En relación al milenio. ―Y después

de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras

hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también

sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.‖ (Joel 2:28,

29). ―y después‖ significa después de la restauración de Israel. Ver también Ezequiel

36:25-28 37:14. f. En relación a la inspiración. ―Estas son las palabras postreras de David.

Dijo David hijo de Isaí, Dijo aquel varón que fue levantado en alto, El ungido del Dios

de Jacob, El dulce cantor de Israel: El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, Y su palabra

ha estado en mi lengua.‖ (II Sam. 23:1, 2). Ver también Números 24:2; Hechos 1:16;

4:25; I Pedro 1:10-12; II Pedro 1:21; II Timoteo 3:16, 17. B. En el Nuevo Testamento. 1. El

Espíritu Santo y Cristo. a. En referencia a su obra en la antigua dispensación. (1) En la

predicación. ―Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por

los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado

en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro

tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de

Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron

salvadas por agua.‖ (I Pedro 3:18-20), Este pasaje de las Escrituras ha sido usado por

distintas sectas, para enseñar que Dios da al hombre una segunda oportunidad después

de la muerte. Ellos interpretan esta porción de las Escrituras como entendiendo que

Cristo, entre su crucifixión y su resurrección, fue al Hades y ofreció salvación a los

muertos impíos. Si ellos entonces creían en El, ellos serian salvos. Sabemos que ese

enfoque no es verdadero, porque, ―está establecido para los hombres que mueran una

sola vez, y después de esto el juicio, ‖ (Heb. 9:27). No hay una segunda oportunidad. La

correcta interpretación es que Cristo, por el Espíritu Santo en Noé, predico el evangelio a

las personas, avisándoles acerca del juicio sobre el mundo. Ellos rechazaron el mensaje;

ellos murieron en el diluvio; por eso, sus espíritus están ahora esperando por la

resurrección y el juicio. (2) En Profecía. ―Los profetas que profetizaron de la gracia

destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,

escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos,

el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras

ellos.‖ (I Pedro1:10, 11). (3) En Tipos. El Tabernáculo es un tipo de Cristo. Todo en él

revela al Salvador, y fue el Espíritu Santo quien capacitó a los hombres para edificar el

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Tabernáculo. ―Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la

tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en

ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce,

y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda

clase de labor. Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu

de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan

todo lo que te he mandado;‖ (Ex. 31:2-6).

b. Referencias a Su Obra en Su manifestación terrenal.

(1) El nacimiento de Cristo. ―Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá

sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo

Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.‖ (Lucas 1:35). Nunca en las Escrituras

encontramos que Jesús es declarado ser Hijo del Espíritu. El Santo Ser era Hijo de Dios.

(2) El Bautismo de Cristo. ―Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también

Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en

forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo

amado; en ti tengo complacencia.‖ (Lucas 3:21, 22). Ver también Marcos 1:10, 11; Juan

1:32, 34. (3) La tentación de Cristo. ―Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y

fue llevado por el Espíritu al desierto‖ (Lucas 4:1, 2a). Ver también Mateo 4:1; Marcos

1:12. (4) El ungimiento de Cristo. ―cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a

Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos

por el diablo, porque Dios estaba con él.‖ (Hechos 10:38). Ver también Lucas 4:16-21. (5)

La enseñanza de Cristo. ―Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios

no da el Espíritu por medida.‖ (Juan 3:34). (6) Los milagros de Cristo. ―Pero si yo por el

Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de

Dios.‖ (Mat. 12:28). (7) La Vida de Cristo. ―Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del

Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto‖ (Lucas 4:1). Ver también Lucas 10:21;

Hebreos 9:14. (8) La muerte de Cristo. ―¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante

el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias

de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? ‖ (Heb. 9:14). (9) La resurrección de

Cristo. ―Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el

que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales

por su Espíritu que mora en vosotros.‖ (Rom. 8:11). (10) Los mandamientos de Cristo

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previos a su ascensión. Lucas nos dice lo que escribió en su primer libro: ―En el primer

tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a

enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos

por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; ‖ (Hechos 1:1,2). Ver también

Hechos 1:8. c. En referencia a su obra durante este tiempo. (1) El glorifica a Cristo. ―El me

glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.‖ (Juan 16:14). (2) El testifica de

Cristo. ―El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole

en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a

Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas

cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.‖ (Hechos

5:30-32). (3) El entrona a Cristo. ―Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el

Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el

Espíritu Santo.‖ (I Cor. 12:3). 2. El Espíritu Santo y la Palabra. a. Convicción. ―Y cuando

él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto

no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por

cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.‖ (Juan 16:8-11). (1) De pecado. No

es el trabajo del Espíritu Santo convencer al mundo de asesinato, adulterio, etc; la ley del

país hace eso. El Espíritu Santo convence al mundo de incredulidad: ―De pecado, por

cuanto no creen en mí; ‖ (Juan 16:9). Muchas veces tomamos la palabra ―convencer‖ en

el sentido de sentirse culpable; pero ese no es su significado aquí. El pecador ya ha sido

hallado culpable de pecado— incredulidad — ya sea que lo sienta o no. Si, el pecador ya

ha sido convicto, condenado, y espera ser sentenciado. ―El que en él cree, no es

condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el

nombre del unigénito Hijo de Dios...la ira de Dios está sobre él.‖ (Juan 3:18, 36c). El

Gran Trono Blanco no será el lugar para determinar la culpabilidad del pecador, sino el

lugar para sentenciarlo al grado de castigo que merece. (2) De Justicia. ¿De qué manera

el Espíritu Convence al mundo de justicia? El Espíritu Santo no convence al mundo de

justicia por la que este tiene, sino que convence al mundo apuntando a donde la justicia

está: en Cristo: ―Por cuanto voy al Padre‖ (Juan 16:10). (3) De juicio. Si el mundo

rechaza a Cristo, nada le queda sino el juicio. ―Y en ningún otro hay salvación; porque

no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.‖

(Hechos 4:12). La concepción del mundo respecto al juicio futuro es confusa. El hombre

tiene una falsa idea tras otra. Pero más allá, estas creencias universales, aunque

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equivocadas, son prueba suficiente de cuando el hombre deba dar cuenta de sí mismo

ante Dios. La Biblia es la única fuente segura del Juicio del Gran Trono Blanco. b.

Regeneración. ―De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas

pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.‖ (II Cor. 5:17). Ver también Juan 3:5. El

hombre puede bajar la medida, pensando que puede llegar a ser hijo de Dios de otra

manera, pero Dios no lo avala. El todavía requiere que debes nacer de nuevo. c.

Refrenando la maldad en el mundo ―Porque ya está en acción el misterio de la

iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de

en medio.‖ (II Tes. 2:7). La iniquidad total uno de estos días será encabezada por un solo

hombre, el anticristo. Pero todavía hay una persona en el mundo que impide la

manifestación completa del pecado; y esa persona es el Espíritu Santo. Durante la gran

tribulación, cuando el anticristo sea revelado, el Espíritu Santo dará un paso al costado,

quitando su mano que detenía la manifestación del hombre de pecado, permitiendo que

él lleve al mundo a la más completa degradación. 3. El Espíritu Santo y la iglesia. Ver

Efesios 1:22, 23; 2:12-16; 3:4-16.

El Espíritu Santo constituye la iglesia. El bautismo del Espíritu Santo es la operación por la

cual la iglesia es constituida. ―Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un

cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un

mismo Espíritu.‖ (I Cor. 12:13). Hay 7 referencias al Bautismo del Espíritu Santo. Cinco

son proféticas (Mat. 3:11; Mar.1:8; Lucas 3:16; Juan 1:33; Hechos 1:5); una histórica

(Hechos 11:16); y una didáctica (I Cor. 12:13). En las 5 referencias proféticas, encontramos

que 2 se refieren al bautismo con Espíritu Santo y fuego. El bautismo del Espíritu Santo y

el de fuego, no son lo mismo. El bautismo del Espíritu Santo habla de la formación de la

iglesia, mientras que el bautismo de fuego habla de juicio. Mateo 3:11 y Lucas 3:16 son

esos pasajes que hablan de bautismo de fuego. Las 5 referencias proféticas apuntan al

futuro; el pasaje histórico mira hacia atrás; por tanto, el bautismo del Espíritu vino entre

ambos. Eso es Pentecostés. El bautismo del Espíritu Santo no fue esa envestidura de poder

que capacitó a los apóstoles para hacer milagros, porque ellos hicieron milagros antes de

ser bautizados por el Espíritu. La iglesia es un organismo, no una organización, y el

bautismo del Espíritu Santo es ese acto de Dios por el cual une a los creyentes en ese

organismo. Dondequiera que las palabras ―bautismo del Espíritu‖ son usadas, son siempre

aplicadas colectivamente, a un grupo, nunca a un individuo. ¿Cuándo fuimos nosotros y

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los corintios (I Cor. 12:13) bautizados con el Espíritu? En Pentecostés, una vez para

siempre. Cuando uno recibe a Cristo, es sellado en Cristo con el Espíritu. ―En él también

vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y

habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, ‖ (Ef. 1:13). Y

recibe el bautismo del Espíritu Santo en ese mismo momento. En cuanto a Dios le

concierne, hubo un solo Calvario, y hubo un solo Pentecostés. El pecador, de todos

modos, se debe apropiar del calvario por fe, y debe reconocer Pentecostés por fe, para

hacer de ambos una realidad para su propia alma. Esto toma lugar inmediatamente al

aceptar al Señor Jesucristo como Salvador. Nos gustaría dar una explicación del siguiente

versículo: ―un Señor, una fe, un bautismo, ‖ (Ef. 4:5). No habla aquí del bautismo del

Espirita, sino de bautismo por agua. El versícula anterior explica el bautismo del Espirita:

―un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de

vuestra vocación; ‖ (E. 4:4). Ese "un cuerpo" es constituido por el bautismo del Espíritu

Santo. Pentecostés siempre llega 50 días después de la fiesta de las primicias. La fiesta de

las primicias es un tipo de la resurrección de Cristo. El segundo capítulo de Hechos

registra lo que aconteció a aquellos 120 discípulos en el aposento alto. El Espíritu Santo

no vino a ellos en respuesta a sus oraciones, porque todas sus oraciones y ayunos no

habrían apresurado su venida. El vino en tiempo señalado. Es inconcebible pensar que el

Espíritu viniese 49 o 51 días después de su resurrección. El vino a tiempo, 50 días después

de la resurrección. El Espíritu Santo hubiera venido aun si ellos no hubieran orado. Ellos

habrían sido bautizados y habitados por el Espíritu aunque no hubiesen orado, pero no

hubieran recibido poder; no hubieran sido llenos del Espíritu si ellos no hubiesen orado.

La fiesta de pascuas fue cumplida en el sacrificio de la cruz. Cristo nunca volverá a morir

otra vez. La fiesta de Pentecostés se cumplió en el bautismo del Espíritu, y no habrá otro

Pentecostés. Nunca más habrá un recumplimiento de la pascua y el sacrifi La fiesta

original de Pentecostés fue también conocida como la fiesta de las semanas, cuando la

cosecha era recogida. En Levítico 23:22 leemos: "Cuando segareis la mies de vuestra

tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y

para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.‖ De modo que, vemos que la

cosecha era para 3 clases de personas: 1. Israel en general. 2. Los pobres. 3. Los

extranjeros. Estos 3 recibían bendiciones de la cosecha. El bautismo del Espíritu, el cual

fue el cumplimiento de la fiesta de la cosecha (semanas), fue para 3 clases de personas: 1.

Israel. En Jerusalén (Hechos 2:37, 39). 2. Samaritanos (los pobres). En Samaria (Hechos

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8:9-17). 3. Gentiles (extranjeros). En Cesarea (Hechos 10:34-44). El siguiente es el

proceso por el cual las 3 clases de personas recibieron el Espíritu Santo: 1. Los judíos en

Jerusalén. (a) Por la fe en Cristo. (b) Se bautizaron en agua. (c) Y entonces recibieron el

Espíritu Santo. 2. Los Samaritanos en Samaria. (a) Por la fe en Cristo. (b) Se bautizaron en

agua. (c) Les impusieron las manos. (d) Y entonces recibieron el Espíritu Santo. 3. Los

Gentiles en Cesárea. (a) Por la fe en Cristo. (b) Y entonces recibieron el Espíritu Santo. (c)

Entonces se bautizaron en agua. Hay 2 operaciones del Espíritu en el día de Pentecostés.

No deben confundirse. Las 2 operaciones fueron ―bautismo‖ y ―llenura.‖ Los creyentes

fueron bautizados con el Espíritu en Pentecostés, pese a que la palabra ―bautismo‖ no

aparece en Hechos 2. Sabemos que el bautismo ocurrió entonces, por las palabras

habladas por el Señor Jesucristo justo antes de su ascenso. ―Porque Juan ciertamente

bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no

muchos días.‖ (Hechos 1:5). Hay algunos que creen que hablar en lenguas fue una señal

del bautismo del Espíritu, pero si miramos detenidamente, observamos que ellos

hablaban en lenguas a causa de que fueron llenos del Espíritu. Pedro declaró, ―Mas esto

es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi

Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes

verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre

mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.‖ (Hechos 2:16-18).

¿Qué es ―Mas esto es? ¿El evento? ¿El hecho de hablar en lenguas? No. ―Esto‖ es una cita

de Joel, y yo lo estoy citando. Pedro estaba dando a Joel como un ejemplo, porque El,

Dios, que hará suceder aquellas cosas que ha anunciado Joel, ha hecho que sucedieran

estas cosas de las cuales ustedes son testigos. b. El Espíritu mora en la iglesia. ―¿No sabéis

que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?‖ (I Cor. 3:16). c. El

Espíritu edifica la iglesia. ―en quien vosotros también sois juntamente edificados para

morada de Dios en el Espíritu.‖ (Ef. 2:22). d. El Espíritu administra la iglesia. (1) El

nombra los ministros. ―Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el

Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él

ganó por su propia sangre.‖ (Hechos 20:28). Ver también Hechos 6:3, 5, 10. (2) El dirige

la obra. ―Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a

Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.‖ (Hechos 13:2). Ver también

Hechos 29; 10:19; 16:7. 4. El Espíritu Santo y el cristiano. a. Comenzando por el Espíritu.

―¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante

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cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto

solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír

con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por

la carne?" (Gal. 3:1-3). Llegamos a ser cristianos por la operación de Dios. Una nueva

vida es impartida por el Espíritu Santo. Es un nuevo nacimiento: ―Lo que es nacido de la

carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te

dije: Os es necesario nacer de nuevo.‖ (Juan 3:6, 7). Dios no tiene comunión con

personas no regeneradas hasta que el hombre recibe una nueva naturaleza de parte de Él.

b. Morada del Espíritu. ―¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el

cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?‖ (I Cor. 6:19). ¿Qué

certeza tiene el cristiano de tener la morada del Espíritu? Por sentimientos? Por algún

gran éxtasis? No, ¡por la Palabra de Dios! El Espíritu mora en el creyente cuando la

persona entra en concordancia con lo que Cristo ha hecho, cuando acepta a Cristo Jesús

por fe. La prueba de la morada del Espíritu no se basa en sentimientos, porque los

sentimientos de una persona pueden cambiar de un día para el otro. La obra de Cristo en

el calvario nunca cambia. ―En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó

la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la

Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de

recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús

no había sido aún glorificado.‖ (Juan 7:37-39). Esta porción de la Palabra de Dios

plenamente establece que los discípulos todavía no habían recibido el Espíritu Santo,

pero que lo recibirían en el futuro, y eso sucedió en Pentecostés. Otro pasaje revela que

los discípulos todavía no habían recibido la morada del Espíritu Santo: ―mora con

vosotros, y estará en vosotros.‖ (Juan 14: 17c). Antes de Pentecostés, el Espíritu estaba

con ellos; después de Pentecostés, el Espíritu estaría en ellos. Ningún creyente de este

tiempo debe orar como David: ―No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu

Santo Espíritu.‖ (Sal. 51:11), porque David no tenía la morada del Espíritu Santo. Y cada

cristiano sí lo tiene. ―Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que

el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de

él.‖ (Rom. 8:9). Otra Escritura que también ha confundido a los hijos de Dios es Lucas 11

13: ―Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto

más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?‖ Algunos

proponen que nosotros debemos pedir el Espíritu Santo a fin de tenerlo; pero recuerda,

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esto fue dicho antes de Pentecostés. No hallamos ningún texto en la Escritura, después de

Pentecostés, que diga que nosotros debemos pedir el Espíritu. ¿Hubiera dado el Padre el

Espíritu a los discípulos antes de Pentecostés si ellos se lo hubiesen pedido? El Señor Jesús

dijo que lo hubiera hecho, pero la realidad histórica es que ellos no se lo pidieron. La

ultima Escritura que vamos a considerar tocante al tema de la morada del Espíritu es Juan

20:22: ―Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.‖ Muchos dicen

que en ese momento los discípulos recibieron la morada del Espíritu Santo, en vez de en

Pentecostés. Sabemos, de todas maneras, que ellos no recibieron el Espíritu Santo en

aquel momento, porque a ellos se les dio el mandamiento de: ―que no se fueran de

Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque

Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo

dentro de no muchos días.‖ (Hechos 1:4, 5). Ahora, si ellos ya hubiesen recibido el

Espíritu Santo, ¿por qué ellos habrían de esperar para recibirlo? c. El sello del Espíritu

Santo. „En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de

vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la

promesa, ‖ (Ef. 1:13). ―El sello‖ es usado muchas veces en la Escritura. (1) El que sella. El

que sella es Dios el Padre. ―Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos

ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en

nuestros corazones.‖ (II Cor. 1:21, 22). (2) Los sellados. Hay 2 que son sellados por el

Padre: el Hijo y los creyentes. ―Trabajad, no por la comida que perece, sino por la

comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste

señaló Dios el Padre.‖ (Juan 6:27). ―Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual

fuisteis sellados para el día de la redención.‖ (Ef. 4:30). El Hijo fue sellado por causa de

lo que El es. Nosotros somos sellados por causa de Cristo y nuestra posición en El. El

momento en que el creyente es sellado es cuando acepta a Cristo como su Salvador: ―En

él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra

salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, ‖

(Ef. 1:13). (3) El sello. El Espíritu Santo mismo es el sello. El sello no se asegura a través de

alguna experiencia emocional, sino a través de creer en Cristo: ―En él también vosotros,

habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo

creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,‖ (Ef. 1:13). (4)

Significado. (a) El sello significa propiedad. Si fuimos sellados tenemos el sello de

propiedad de Dios sobre nosotros. ―Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo

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este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que

invoca el nombre de Cristo." (II Tim. 2:19). (b) El sello significa identificación. Es nuestra

identificación para el futuro. ―En él también vosotros, habiendo oído la palabra de

verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el

Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la

posesión adquirida, para alabanza de su gloria.‖ (Ef. 1:13, 14). (c) El sello significa

seguridad. En Apocalipsis 7:4-8 habrá 144,000 sellados. Además Satanás será sellado y

encarcelado en el abismo durante el milenio (Ap.20:3). El libro de Apocalipsis capitulo 5

tiene 7 sellos que ningún ser humano común podrá abrir (Ap. 6-8). Nosotros, los

creyentes, somos sellados hasta el tiempo de nuestra redención (Ef. 1:13, 14). (d) El sello

significa transacción finalizada. ―Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos,

y pesé el dinero en balanza.‖ (Jer. 32: 10). El sello del Espíritu Santo es aquella evidencia

legal que testifica el hecho de que hemos entrado dentro de la obra terminada de Cristo.

(e) El sello significa que es algo genuino. ―Y recibió la circuncisión como señal, como sello

de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos

los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por

justicia; ‖ (Rom. 4:11). Ver también Ester 3:12. (f) El sello significa que algo es

inintercambiable. ―Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en

nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un edicto que se escribe en

nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado.‖ (Est. 8:8). (g) El

sello significa valor. ―¿No tengo yo esto guardado conmigo, Sellado en mis tesoros?‖

(Deut. 32:34). (h) El sello significa impresión. El sello siempre deja su impresión en la

cera. Si estamos sellados con el Espíritu, Su impresión estará sobre nosotros. ―Ella muda

luego de aspecto como barro bajo el sello, Y viene a estar como con vestidura;‖ (Job

38:14). ―siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con

tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne

del corazón.‖ (II Cor. 3:3). d. Las arras del Espíritu. ―[el cual también nos ha sellado, y

nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.‖ (II Cor. 1:22). Ver también II

Corintios 5:5; Efesios 1:13, 14. ―Arras‖ es un emblema que habla del futuro. Es una parte

del pago por algo que se terminará de pagar en una fecha futura. Cuando el dinero de

arras es pagado por una propiedad, ambas partes se comprometen. Cuando Dios puso su

arras en nosotros, El se comprometió por todo tiempo y eternidad. El Espíritu Santo es

las Arras de Dios, el anticipo del pago de Dios por nuestra salvación. El creyente al

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presente no tiene todas las cosas que sabe habrá de recibir. Hay algo pendiente. De

hecho, esto agita nuestra imaginación. Si el Espíritu Santo es solo parte de lo que hemos

de recibir, y El es Dios, y Dios es todo, ¿qué ha de ser el resto? Si el dinero de anticipo ha

sido colocado por una propiedad, y el comprador fallase en completar la transacción, El

perdería su dinero de anticipo. Dios nos ha dado el anticipo, el Espíritu Santo. Si fallara El

en completar nuestra salvación, El perdería su anticipo; pero sabemos que eso es

imposible. Por tanto, es una garantía de nuestra eterna salvación. (1) Ilustraciones de

Arras. (a) Los presentes para Rebeca (Gen. 24). Estos presentes fueron el anticipo de lo

que después vendría. (b) Los frutos de Canaán (Num. 13). Los frutos fueron el anticipo de

lo que había sido prometido, una prueba de la herencia que habría de llegar. (c) Los

dones de Booz (Rut 2). Los granos de cereal dejados para Rut, y solo para Rut, fueron un

anticipo de lo que Booz tenía para ofrecer en matrimonio. (d) Los primeros frutos (Lev.

23). Esta ofrenda para Dios era el anticipo del hombre que iba a dar su diezmo para

Dios. (2) El dador de las arras. ¡Dios es el dador! ―Y el que nos confirma con vosotros en

Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras

del Espíritu en nuestros corazones.‖ (Il Cor.1:21,22). (3) Descripción de las arras. El

Espíritu Santo es las arras: ―y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.‖ (II

Cor. 1:22b). (4) El lugar de las arras. Ese lugar es nuestro corazón: ― las arras del Espíritu

en nuestros corazones‖ (II Cor.1:22b). (5) La garantía de las arras. (a) Garantiza nuestra

resurrección ―y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las

primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando

la adopción, la redención de nuestro cuerpo.‖ (Rom. 8:2.3). (b) Garantiza nuestra

herencia. ―Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si

es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.‖

(Rom. 8:17). (c) Garantiza nuestra gloria. ―Pero nosotros debemos dar siempre gracias a

Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido

desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la

verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro

Señor Jesucristo.‖ (lI Tes. 2:13. 14). e. Llenura del Espíritu. ―fueron todos llenos del

Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que

hablasen.‖ (Hechos 2:4). Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados

tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de

Dios.‖ (Hechos 4:31). ―No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien

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sed llenos del Espíritu,‖ (Ef. 5:18). La llenura del Espíritu tiene que ver con la vida y obra

del cristiano, que es llenado de poder para hacer lo que le manda el Señor. (1) ¿Qué?

Hay muchas opiniones en cuanto al significado de la ―llenura‖ del Espíritu. Algunos creen

que esto sucede cuando la persona nace de nuevo. El creyente recibe el Espíritu Santo en

su conversión pero no la llenura del Espíritu; es la regeneración del Espíritu (Tito 3:5).

Otros proponen que la ―llenura" del Espíritu es la experiencia por la cual [el creyente]

recibe al Espíritu Santo algún tiempo después de haber sido salvo. ‖Mas vosotros no vivís

según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si

alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.‖ (Rom. 8:9). La ―llenura‖ del Espíritu

puede confundir a muchos a causa de la palabra ―llenura.‖ Ellos piensan en una llenura

material, como un vaso lleno con agua. El Espíritu, de todas maneras, no es algo

material, sino una persona. Es verdad que un vaso a medio llenar puede ser completado

con más agua, pero es imposible para el creyente, quien ya tiene el Espíritu, tener más de

Él. Uno no puede tener más de Dios, sino que Dios puede tener más de uno. Ahora, el

creyente ya tiene el Espíritu, no obstante es llamado a ser ―lleno‖ de Él. El Espíritu Santo

ya mora en el creyente; ha sido sellado con el Espíritu; ha sido bautizado con el Espíritu,

y ha sido regenerado por el Espíritu; y aun así es llamado a ser ―llenado‖ con el Espíritu.

¿Qué es entonces la ―llenura" del Espíritu? Una mejor palabra para pensar en la ―llenura‖

es ser ―controlado por‖ el Espíritu. Así que, el cristiano es amonestado a ser controlado

por, ser poseído por, ser dominado por el Espíritu. Ahora sabemos el significado pleno

de la expresión, ―No es cuanto tiene uno del Espíritu Santo, sino cuanto tiene el Espíritu

Santo de uno.‖ (2) ¿Cómo? ¿Es segura esta experiencia a través de la búsqueda y a través

de la oración? No hay ningún pasaje en la Palabra donde una persona haya orado por la

llenura del Espíritu y la haya recibido. Todo es por sometimiento al Señor. Cuando nos

sometemos El, nuestra voluntad muere, y su voluntad es la voluntad de nuestras vidas;

nuestras ambiciones caen como cenizas a sus pies. Alguien puede preguntar, ¿―qué es

sometimiento‖? Es el acto por el cual el creyente se coloca a si mismo sobre el altar de

Dios: ―Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por

nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.‖ (Ef. 5:2). Esa ofrenda de olor

fragante era un sacrificio continuo la cual nunca llegaba a faltar, porque cuando uno se

consumía, otro cordero era puesto en su lugar, uno en la mañana y otro en la tarde. Esa

era la única manera en que podía ser una ofrenda continua un sacrificio continuo. Esta

ofrenda encendida nunca fue instituida como ofrenda por el pecado, sino más bien como

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una ofrenda de alabanza. El cristiano es exhortado a entregarse a si mismo como sacrifico

vivo, una ofrenda encendida continua, mostrando nuestras alabanzas a El que nos llamó

de las tinieblas a su luz admirable (I Pedro 2:9). (3) ¿Cuándo? ¿Cuándo el Espíritu lo lleva

a cabo? ¿Cuándo El controla al creyente? Al instante en que el creyente se somete,

¡cuando se rinde completamente! ¿Hay cierto número de pasos que uno debería tomar

en función de rendirse al Señor? No. ¿Cuáles son los requerimientos entonces para ese

sometimiento? Una completa sujeción a la voluntad de Dios! Para alguno puede ser

morir a su propio ego; para otro, obediencia al llamado de Dios; aun para otros, el

renunciar a pecados conocidos, etc. Sea lo que sea necesario para someterse a la

voluntad de Dios, ¡ése es el requerimiento! (4) ¿Por qué? ¿Debería el creyente alguna vez

hacer esta pregunta? ¿Hay una necesidad de llenura del Espíritu? Respondemos: ―sí‖ a

ambas preguntas. Algunos creyentes no entienden que existe realmente algo como la

―llenura‖ del Espíritu, y por lo tanto ellos viven sin poder. Además del mandato de Dios

a ser ―llenos‖ del Espíritu, entendemos que esta ―llenura‖ es un mandato para tener

poder en el servicio y en la vida, no por ganancia egoísta, sino para la gloria de nuestro

Señor Jesucristo y para ganar los perdidos para El. (5) ¿Qué entonces? Un resumen de

aquellos que han sido verdaderamente ―llenos‖ del Espíritu revela estos resultados: (a)

Ellos reproducirán a Cristo en sus vidas. (b) Ellos convencerán al mundo. (c) Ellos amarán

la Palabra.

(d) Ellos serán llenos de poder. (e) Ellos serán llenos de vida. Contraste entre Bautismo y

llenura. Bautismo del Espíritu Llenura del Espíritu

Tiene que ver con el cuerpo, la iglesia. 1. Tiene que ver con el individuo. 2. Bautismo es

externo. 2. Llenura es interno. 3. Cada creyente es bautizado con el Espíritu. 3. Un

creyente puede o no ser llenado con el Espíritu. 4. Ningún creyente es exhortado jamás a

ser bautizado con el Espíritu. 4. Todo creyente es exhortado a ser lleno del Espíritu. 5. Es

una obra inicial al momento de la salvación. 5. Un creyente puede ser llenado aun años

después del momento de su salvación. 6. El creyente es bautizado una sola vez. 6. El

creyente puede ser lleno muchas veces. 7. Ningún creyente fue jamás bautizado antes de

Pentecostés. El bautismo coloca al creyente en el cuerpo. 7. Algunos creyentes fueron

llenos antes de Pentecostés. La llenura es esencial para el servicio. f. El fruto del Espíritu

Santo. ―Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,

mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.‖ (Gal. 5:22, 23). El fruto del

Espíritu Santo es el verdadero carácter cristiano. Observe que la palabra ―fruto‖ es

singular. La vida de nuestro Señor es el más grande ejemplo del fruto del Espíritu. El fruto

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siempre procede de la vida misma. Cuando llega el tiempo de Navidad vemos adornos

colgando de los arbolitos, sabemos que son artificiales. Pero en los árboles naturales, los

frutos son naturales. De la misma manera hay muchas religiones sociales que solo dan

frutos figurativos y artificiales. Ellos pretenden dar frutos, pero no tienen vida en sí

mismos, no tienen Espíritu; por lo tanto, ellos tienen forma externa de piedad pero no

tienen poder interior. Un manzano no hace obras para producir manzanas; simplemente

las produce naturalmente. Lo mismo pasa con el cristiano. No procura el fruto del

Espíritu como de su propia labor, sino que simplemente lo genera. (1) Fruto en relación a

si mismo como individuo: amor; gozo; paz. (2) Fruto en relación a los demás hombres:

paciencia, benignidad, bondad. (3) Fruto en relación a Dios. fe; mansedumbre;

templanza. g. Caminando en el Espíritu. ―Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no

satisfagáis los deseos de la carne.‖ (Gal. 5:16). El Espíritu hará que andemos. Un viejo

ejemplo son las ropas: la persona que va dentro hace que las vestiduras caminen. La

responsabilidad de las vestiduras es colgar sobre la persona y vestirla. No deberíamos

tener una voluntad propia, sino como esa ropa, solo la deberíamos cubrir, vestir. Donde

el Espíritu vaya, vamos. La voluntad del Espíritu debe ser nuestra voluntad. h. La

renovación en el Espíritu. ―nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos

hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la

renovación en el Espíritu Santo,‖ (Tito 3:5). i. Fortalecimiento en el Espíritu. Pablo oraba

que Dios pudiese fortalecer a los efesios, "conforme a las riquezas de su gloria, el ser

fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; ‖ (Ef. 3:16). j. Sembrando

para el Espíritu. ―No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el

hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne

segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.‖

(Gal. 6:7, 8). Este pasaje no fue escrito para los no salvos, sino para cristianos. El cristiano

puede sembrar para la carne, eso es, vivir en pecado; de todos modos, el tiempo de la

cosecha vendrá. k. Guiados por el Espíritu. ―Porque todos los que son guiados por el

Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.‖ (Rom. 8:14). Algunos interpretan esto como

―aquellos que consultan al Espíritu en las decisiones de la vida están seguros de que son

hijos de Dios.‖ Ahora, pese a que es una bendición buscar y encontrar del Espíritu Santo

Su voluntad en nuestras decisiones, parece que este pasaje no se refiere a eso. La guía del

Espíritu parece que hace referencia a la conducción de los cristianos en su camino hacia la

gloria.

Santificación en el Espíritu. ―elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación

del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os

sean multiplicadas.‖ (I Pedro 1:2). m. La suministración del Espíritu. ―Porque sé que por

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71

vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi

liberación, ‖ (Fil. 1:19). n. Los dones del Espíritu Santo.

La enumeración de los dones. ―No quiero, hermanos, que ignoréis

Acerca de los dones espirituales,...Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de

sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo

Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a

otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y

a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,

repartiendo a cada uno en particular como él quiere.‖ (I Cor. 12:1, 8-11). (2) El

otorgamiento de los dones. La primera cosa que debemos establecer es que los dones no

son dados al hombre por sus deseos ni por sus oraciones, sino de acuerdo a la voluntad

del Espíritu, dotando a cada persona como El quiere. La segunda cosa a la que debemos

prestar atención es que los dones fueron dados en función de sustentar las demandas de

Cristo y sus discípulos, que Jesucristo fue verdaderamente el Hijo de Dios, que la

dispensación de la Ley había llegado a su fin, y que la dispensación de la gracia había

comenzado. ―¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La

cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los

que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos

milagros y repartimientos del Espíritu San según su voluntad. (Heb.2:3, 4).

Ciertamente había una necesidad de parte de Dios de verificar esta nueva enseñanza que

había comenzado con el Señor mismo para aquellas personas que habían estado bajo las

tradiciones de la Ley por alrededor de 14 siglos, e iba a ser difícil para ellos comprender

que Dios había terminado con el Antiguo Testamento y había dado lugar al Nuevo.

Además, ningún libro del Nuevo Testamento había sido escrito todavía. Finalmente,

enfatizamos el hecho de que ningún creyente recibe todos los dones. ―Y a unos puso

Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los

que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que

tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿Todos maestros?

¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todas lenguas?

¿Interpretan todos? (I Cor. 12:28-30) La respuesta es no.

La utilización de los dones. ¿Cómo deben ser usados estos dones? El capítulo 13 de

Primera Corintios declara plenamente que todos debemos ser motivados por amor.

Pablo, por inspiración del Espíritu Santo, declara que si tuviese todos los dones, y no

tuviera amor, no sería nada; su vida seria infructífera, y sus recompensas nulas. Alguien

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puede preguntar, ―¿Es el don de lenguas para hoy en día?‖ ―¿Acaso no dice la Biblia, no

impidáis hablar en lenguas?‖ Trataremos este tema más a pleno en la próxima sección; de

todos modos, algo debemos decir acerca de eso aquí. 1 Corintios 14:39 dice claramente:

―Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas.‖ Pero si usamos

capitulo 14 como permiso para hablar en lenguas, entonces los que hablan en lenguas

deben ser gobernados por el mismo capítulo sobre el uso de ese don. Entonces, ¿debería

una persona hablar en lenguas en una reunión de iglesia? Ciertamente, pero si lo hace

conforme a 1 Corintios 14. ―Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo

más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable

para sí mismo y para Dios.‖ (I Cor. 14:27, 28). Toda vez que el don de lenguas sea

ejercido, solo 2 o a lo sumo 3, pueden hablar en la reunión. Hablarán por turnos y uno

sólo a la vez. Y luego las Escrituras dicen que si no hay intérprete, debe callar.

(4) La restricción de los dones. ¿Puede ser posible que Dios restrinja muchos de sus dones

a los creyentes de hoy en día, los cuales dio al principio? No solo es posible, sino

también una certeza. En capítulo 13 de I Corintios, el Espíritu Santo dice, ―El amor nunca

deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.

Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto,

entonces lo que es en parte se acabará.‖ (Versículos 8-10). Recuerda, I Corintios 13 está

hablando sobre ―dones‖ del Espíritu, y cuando dice las profecías se acabarán, no significa

que algunas de las profecías antes anunciadas por hombres de Dios, registradas en la

Biblia, dejarían de cumplirse. Significa que el don de profecía un día dejarla de operar.

Cuando dice que las ―lenguas cesarán,‖ no significa que en algún momento futuro toda

lengua iba a silenciarse, sino que el don de lengua dejaría de operar. Y cuando dice que

―la ciencia acabará,‖ no significa que llegaría un momento cuando el conocimiento o la

ciencia no existirían más, sino que el don de ciencia dejaría de operar. ¿Pero cuándo los

dones de profecía, lenguas y ciencia cesarían? Cuando ―viniese lo perfecto.‖

Volviendo a Efesios 4:11 leemos, ―Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,

profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.‖ Observe en esta posterior

revelación que no aparecen en la lista los dones milagrosos, como sí aparecen en I

Corintios 12, 13 y 14. Ya no hay más necesidad de los dones milagrosos, porque ahora

tenemos la plena y completa revelación de Dios. El hijo de Dios es más bendecido por

tener la completa revelación de Dios que si tuviera todos los dones milagrosos. La

demanda es hecha por algunos que dicen que nosotros necesitamos esos dones como

señales de la llenura del Espíritu. Es cierto que Dios dio estos dones de milagros por

señales; pero no de la llenura del Espíritu, sino para la confirmación del apostolado de

Pablo (II Cor. 12:12); para la confirmación del envió de Pablo a los gentiles (Rom. 15:18,

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19); para la confirmación de la salvación a través de la persona de Jesucristo (Heb. 2:3,

4); y para la confirmación de la palabra (Marcos16:20).

(5) La permanencia de los dones. ―Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor,

estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.‖ (I Cor. 13:13). Cada cristiano posee estos 3

dones. El, controlado por el Espíritu Santo, puede utilizarlos. Testimonio del Espíritu ―El

Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.‖ (Rom.

8:16). La Ley establece que por la boca de dos o tres testigos será declarada la verdad.

Eso es, tenemos 2 testigos que declaran que somos hijos de Dios. Ellos son el Espíritu

Santo, y nuestro Espíritu. ¿Cómo el Espíritu Santo da testimonio de nuestra salvación? A

través de la Palabra escrita. ¿Cómo da nuestro espíritu testimonio? Por sentimientos, o

por nuestra conciencia? No. Los sentimientos son engañosos. Nuestro espíritu da

testimonio por fe en la Palabra de Dios. La Palabra de Dios declara nuestra salvación

cuando confiamos en Cristo; la creemos. Por lo tanto, el Espíritu da testimonio

―juntamente con‖ nuestro espíritu. p. La unción del Espíritu. ―Pero vosotros tenéis la

unción del Santo, y conocéis todas las cosas...Pero la unción que vosotros recibisteis de él

permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la

unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha

enseñado, permaneced en él.‖ (I Juan 2:20, 27). La unción en las Escrituras, ya sea en el

Antiguo Testamento o en el Nuevo, era para algún servicio. Reyes y sacerdotes fueron

ungidos para sus servicios u oficios especiales. Cristo fue ungido (Hechos 10:38). El mismo

nombre ―Cristo‖ significa ―el ungido.‖ El fue ungido como Profeta (en el pasado);

Sacerdote (para el presente); y Rey (para el futuro). El creyente en Cristo recibe su unción

para el servicio cuando nace de nuevo. La unción del Espíritu no es para unos pocos

favorecidos. Todos los creyentes son ungidos: ―ya la habéis recibido.‖ La unción del

Espíritu es una vez para siempre: ―permanece en vosotros.‖ No hay lugar en las Escrituras

donde uno recibe una fresca unción. Falsas religiones tratan de alejarnos de Cristo,

inducirnos a salir de la fe; pero tú, al escuchar sus apelaciones, no debes deslizarte,

porque si eres creyente ya tienes la unción. ―Y no necesitas que nadie os enseñe.‖ q.

Adorar por el Espíritu. ―Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu

servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.‖ (Fil.

3:3). La única adoración y servicio aceptados por Dios deben ser generados por el

Espíritu. Uno no sirve al Señor con manos, pies y labios, sino por el Espíritu Santo a

través de las manos, pies y labios. r. Comunión en el Espíritu. ―La gracia del Señor

Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.

Amén.‖ (II Cor. 13:14). La Palabra ―comunión‖ es también traducida ―compañerismo;

compartir.‖ De modo que, ―comunión‖ significa ―participación y compartir.‖ El Espíritu

Santo y el cristiano tienen una cosa en común, Jesucristo! s. Orar en el Espíritu. ―Y de

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74

igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como

conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos

indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,

porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.‖ (Rom. 8:26, 27). ¿Es

un error orar al Espíritu Santo? En ningún lugar de las Escrituras se nos ordena orar al

Espíritu Santo, pese a que es un miembro de la Deidad; cuando oramos a Dios, oramos a

Él. t. Luchar en el Espíritu. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del

Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que

quisiereis.‖ (Gal. 5:17). u. La enseñanza del Espíritu. ―Pero Dios nos las reveló a nosotros

por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.‖ (I Cor.

2:10). El Espíritu Santo revela su Palabra solamente a cristianos nacidos de nuevo, y no a

aquellos que aun están fuera del cuerpo de Cristo. Los hombres sin el Espíritu de Dios no

pueden entender las verdades de Dios. 5. El Espíritu Santo y las Escrituras. a. Inspiración.

―Toda la Escritura es inspirada por Dios‖ (II Tim. 3:16a). El significado literal de

―inspiración‖ es ―soplado por Dios.‖ Ninguna profecía vino por el propio ingenio

humano. Nosotros creemos en la inspiración verbal de la Palabra de Dios. Las palabras

son inspiradas, dadas por Dios en el idioma original. Alguien podría preguntar, ―¿Acaso

no usó Dios instrumentos humanos?‖ Sí, pero el uso de instrumentos humanos no afectó

a la Palabra de Dios. Cuando usted lee el Pentateuco, no lee las palabras de Moisés, sino

que lee las palabras de Dios. Ver I Corintios 2:12, 13; 10:11; Romanos 4:20-25; 15:4. b.

Iluminación. La mejor manera de estudiar el libro es conocer al autor. El mejor intérprete

del libro es su escritor, el Espíritu Santo. Así como el Señor Jesús hizo saber las Escrituras a

sus discípulos, así el Espíritu Santo lo hará para nosotros hoy (I Cor. 2:9-14). 6. El Espíritu

Santo y los pecados. a. Contristando al Espíritu. ―Y no contristéis al Espíritu Santo de

Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. (Ef. 4:30). b. Mintiendo al

Espíritu. ―Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al

Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?‖ (Hechos 5:3). Ananías le mintió a

la iglesia, el templo del Espíritu Santo. Nosotros también podemos mentirle al Espíritu

Santo. Podemos cantar una mentira. A veces en una reunión muy emotiva personas

dedican sus vidas a un servicio cristiano, pero luego son negligentes en cuanto a lo

prometido. Eso es mentirle al Espíritu Santo. c. Apagar el Espíritu. ―No apaguéis al

Espíritu.‖ (I Tes. 5:19). Apagar puede también significar extinguir. Uno puede apagar los

dones del Espíritu, y puede apagar el Espíritu en otros impidiéndoles usar los dones del

Espíritu (Num. 11:28, 29). d. Resistir al Espíritu. ―¡Duros de cerviz, e incircuncisos de

corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así

también vosotros.‖ (Hechos 7:51). e. Afrentar al Espíritu. ―¿Cuánto mayor castigo pensáis

que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto

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en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?‖ (Heb. 10:29). f.

Blasfemar contra el Espíritu. Este es el pecado imperdonable que se encuentra en Mateo

12:31, 32 y Marcos 3:29, 30. Si la gracia de Dios, la cual perdona todos los pecados de la

humanidad, no perdona este, entonces este debe ser un pecado inusual. No es asesinato,

no es incredulidad. Rechazar la persona de Cristo no es pecado imperdonable; de todos

modos, el hombre que rechaza a Cristo y muere, ciertamente está perdido. El Espíritu no

contenderá con hombres después de la muerte. Su rechazo final de Cristo no es algo

imperdonable, sino algo no perdonado.

Deberíamos distinguir entre: No perdonado e imperdonable. No olvidado e inolvidable.

No salvo e insalvable. Creo que la blasfemia contra el Espíritu Santo, que algunos

denominan imperdonable, fue un pecado limitado al tiempo cuando Cristo estuvo sobre

la tierra. No hay pecadores en la lista negra hoy. Aquellos ofendieron al Espíritu,

blasfemaron del Espíritu que hacia las obras en Cristo ¿Puede alguien que ha cometido

blasfemia ser salvo hoy? Si, el ejemplo es el apóstol Pablo, ―habiendo yo sido antes

blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por

ignorancia, en incredulidad. . . Pero por esto fui recibido a misericordia, para que

Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían

de creer en él para vida eterna.‖ (I Tim. 1: 13, 16). 7. Emblemas del Espíritu Santo. a. La

paloma. ―También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo

como paloma, y permaneció sobre él.‖ (Juan 1:32). El Espíritu no descendió sobre ningún

otro de esta manera. En Génesis 1:2 el Espíritu Santo se movía sobre la faz de las aguas,

como una paloma entibiando sus huevitos. La paloma es una mansa y limpia ave. Por

tanto así son los que son del Espíritu: ―mansos como palomas‖ (Mat. 10:16). Ciertamente

un hermoso emblema del Espíritu Santo. La Palabra nos presenta la ira del Hijo pero

nunca la ira del Espíritu Santo. b. Agua. ―Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y

ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre

tus renuevos;‖ (Is. 44:3). Ver también Juan 7:38, 39. Lo que el agua significa para los

labios sedientos, y la lluvia significa para la tierra seca, es lo que el Espíritu significa para

cada ser humano. No hay nada que calme esa sed mejor que el agua; no hay nada que

satisfaga esa sequía del corazón mejor que el Espíritu Santo. c. Aceite. ―Y Samuel tomó el

cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el

Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.‖ (I

Sam. 16:13). Ver también Isaías 61:1; Hechos 10:38. Cuando el sacerdote era ungido con

aceite, se seguía el siguiente procedimiento: primero, su oreja, para oír la Palabra de

Dios; luego su pulgar, para que sus acciones fuesen para la gloria de Dios; y después el

dedo de su pie, para que anduviese con Dios. d. Viento. ―Y me dijo: Profetiza al espíritu,

profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de

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76

los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. . . Y pondré mi Espíritu en

vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé,

y lo hice, dice Jehová.‖ (Ez. 37:9, 14).Ver también Juan 3:3-8. El viento sugiere

actividad. No se lo puede ver, pero es poderoso. La visibilidad no es el límite de su

acción. El viento también habla de limpieza (Job 37:21). e. Fuego. ―y se les aparecieron

lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.‖ (Hechos 2:3).

El fuego tipifica al Espíritu de Dios. Es fuego que purifica, consume, calienta, prueba,

ilumina y energiza. Es lo mismo con el Espíritu Santo. f. Vestiduras. ―Entonces el Espíritu

de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron

con él.‖ (Jue. 6:34)."Vino sobre" implica como vestiduras. Y eso habla de protección. El

Espíritu es nuestra protección.

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77

Espíritu Santo: Su Personalidad

A. La importancia de su personalidad

En la enseñanza de las verdades fundamentales relativas al Espíritu Santo debería

hacerse un énfasis especial sobre el hecho de su personalidad. Esto es porque el Espíritu

no habla ahora de sí mismo; más bien, El habla lo que El oye (Jn. 16:13; Hch. 13:2), y El

dice que ha venido al mundo para glorificar a Cristo (Jn. 16:14). En contraste a esto, la

Escritura representa a ambos, el Padre y el Hijo, como hablando de sí mismos; y esto,

no sólo con autoridad final y por medio del uso del pronombre personal Yo, sino que

también presentándoles como en una inmediata comunión, cooperación, conversión, el

uno con el otro. Todo esto tiende a hacer menos real la personalidad del Espíritu Santo,

quien no habla desde sí o de sí. Como consecuencia, en la historia de la iglesia, la

personalidad del Espíritu fue descuidada por algunos siglos; sólo cuando la doctrina del

Padre y del Hijo fue definida, como sucedió en el Credo de Nicea (325 d.C.), el Espíritu

fue reconocido como una personalidad en los credos de la iglesia.

La forma como fue definida más tarde la doctrina ortodoxa, la verdad escritural de

que Dios el Padre subsiste o existe en tres Personas -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo-,

fue generalmente reconocida. La Escritura es completamente clara cuando dice que el

Espíritu Santo es una Persona tanto como Dios el Padre y Dios el Hijo, y aun así, como

se ve en el estudio de la doctrina de la Trinidad, las tres Personas forman un Dios y no

tres.

B. La personalidad del espíritu santo en las escrituras

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1. El Espíritu hace aquello que sólo una persona puede hacer.

a) El convence al mundo: «Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de

justicia y de juicio» (Jn. 16:8).

b. El enseña: «El os enseñará todas las cosas» (Jn. 14:26; ver también Neh. 9:20; Jn.

16:13-15; 1 Jn. 2:27).

c) El Espíritu habla: «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu

de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!» (Gá. 4:6).

d) El Espíritu intercede: «Pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos

indecibles» (Ro. 8:26).

e) El Espíritu guía: «Guiados por el Espíritu» (Gá. 5:18; cf. Hch. 8:29; 10:19; 13:2; 16:6-

7; 20:23; Ro. 8:14).

f) El Espíritu señala a los hombres para el servicio específico: «dijo el Espíritu Santo:

Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado» (Hch. 13:2; cf. Hch.

20:28).

g) El Espíritu está El mismo sujeto a un plan (Jn. 15:26).

h) El Espíritu ministra: El regenera (Jn. 3:6), El sella (Ef. 4:30), El bautiza (1 Co. 12:13),

El llena (Ef. 5:18).

2. Él, como una persona, es afectado por otros seres.

a) El Padre le envía al mundo (Jn. 14:16, 26), y el Hijo le envía al mundo (Jn. 16:7).

b) Los hombres pueden hacer enojar al Espíritu (Is. 63:10), pueden contristarle (Ef.

4:30), pueden resistirle (1Ts. 5:19), pueden blasfemarle. (Mt. 12:31), pueden mentirle

(Hch. 5:3), pueden hacerle afrenta (He. 10:29), pueden hablar en contra de El (Mt.

12:32).

3. Todos los términos bíblicos relativos al Espíritu implican su personalidad.

a) El es llamado «otro Consolador» (Abogado), lo cual indica que El es una persona

tanto como lo es Cristo (Jn. 14:16-17; 26; 16:7; 1 Jn. 2:1-2).

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b) A El se le llama Espíritu en el mismo sentido personal que Dios es llamado Espíritu

(Jn. 4:24).

c) Los pronombres usados para el Espíritu implican su personalidad. En el idioma

griego la palabra «espíritu» es un nombre neutro, el cual, naturalmente, requiere un

pronombre neutro, y en unas pocas oportunidades es usado (Ro. 8:16, 26); pero a

menudo se usa la forma masculina del pronombre, enfatizando el hecho de la

personalidad del Espíritu (Jn. 14:16-17; 16:7-15).

C.- Como una persona de la trinidad, el Espíritu Santo es co-igual con el Padre y el

Hijo.

1. Él es llamado Dios.

Este hecho se verá comparando Isaías 6:8-9 con Hechos 28:25-26; Jeremías 31:31-34

con Hebreos 10:15-17. (Notar también 2 Co. 3:18 y Hch. 5:3, 4. «¿Por qué llenó Satanás

tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo?... No has mentido a los hombres sino a

Dios».) A pesar de que los juicios de Dios han caído tan drásticamente sobre algunos que

han mentido contra el Espíritu (Hch. 5:3), y aunque a los hombres evidentemente no se

les permite jurar en el nombre del Espíritu Santo, y aunque El es llamado el Espíritu

Santo, es cierto que El no es más santo que el Padre o el Hijo; la absoluta santidad es el

primer atributo del Trino Dios.

2. Él tiene los atributos de Dios

(Gn. 1:2; Job 26:13; 1 Co. 2:9-11; He. 9:14).

3. Él Espíritu Santo ejecuta las obras de Dios

(Job 33:4; Sal. 104:30; Lc. 12:11-12; Hch. 1:5; 20:28; 1 Co. 6:11; 2:8-11; 2 P. 1:21).

4. Como se indica arriba, el uso de los pronombres personales afirma su personalidad.

5. Se presenta al Espíritu Santo en la Escritura como un objeto personal de fe

(Sal. 51:11; Mt. 28:19; Hch. 10:19-21).

Como objeto de fe, Él también es Alguien a quien se le debe obedecer. El creyente en

Cristo, caminando en compañerismo con el Espíritu, experimenta su poder, su guía, su

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instrucción y su suficiencia, y confirma experimentalmente las grandes doctrinas

concernientes a la personalidad del Espíritu, la cual es revelada en la Escritura.

PREGUNTAS

1. ¿Por qué es necesario enfatizar la personalidad del Espíritu Santo?

2. ¿Cuáles son algunas de las obras importantes del Espíritu las cuales demuestran su

personalidad?

3. ¿La Escritura indica que el Espíritu Santo es afectado como una persona por otros

seres?

4. ¿Qué términos bíblicos implican la personalidad del Espíritu Santo?

5. ¿Que el Espíritu Santo sea llamado Dios demuestra su igualdad con el Padre y el

Hijo?

6. ¿Cita algunos pasajes que indiquen que el Espíritu Santo tiene los atributos de Dios?

7. ¿Cita algunos pasajes que demuestran su deidad?

8. ¿Cómo la experiencia cristiana, en la cual el Espíritu Santo es el objeto de la fe y

obediencia, sostiene su igualdad con el Padre y el Hijo?

14. Dios el Espíritu Santo: Su Personalidad con verículos incluidos

A. La importancia de su personalidad.

En la enseñanza de las verdades fundamentales relativas al Espíritu Santo debería

hacerse un énfasis especial sobre el hecho de su personalidad. Esto es porque el Espíritu

no habla ahora de sí mismo; más bien, El habla lo que El oye, y El dice que ha venido al

mundo para glorificar a Cristo.

Jn. 16:13 13

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;

porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará

saber las cosas que habrán de venir.

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Hch. 13:2 2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a

Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.

Jn. 16:14 14

El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

En contraste a esto, la Escritura representa a ambos, el Padre y el Hijo, como hablando

de sí mismos; y esto, no sólo con autoridad final y por medio del uso del pronombre

personal Yo, sino que también presentándoles como en una inmediata comunión,

cooperación, conversión, el uno con el otro. Todo esto tiende a hacer menos real la

personalidad del Espíritu Santo, quien no habla desde sí o de sí. Como consecuencia, en

la historia de la iglesia, la personalidad del Espíritu fue descuidada por algunos siglos;

sólo cuando la doctrina del Padre y del Hijo fue definida, como sucedió en el Credo de

Nicea (325 d.C.), el Espíritu fue reconocido como una personalidad en los credos de la

iglesia.

La forma como fue definida más tarde la doctrina ortodoxa, la verdad escritural de que

Dios el Padre subsiste o existe en tres Personas -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo-, fue

generalmente reconocida. La Escritura es completamente clara cuando dice que el

Espíritu Santo es una Persona tanto como Dios el Padre y Dios el Hijo, y aun así, como

se ve en el estudio de la doctrina de la Trinidad , las tres Personas forman un Dios y no

tres.

B. La personalidad del espíritu santo en las escrituras

1. El Espíritu hace aquello que sólo una persona puede hacer.

a) El convence al mundo: «Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de

justicia y de juicio» (Jn. 16:8).

b) El enseña: «El os enseñará todas las cosas»

Jn. 14:26 26

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi

nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

82

82

Neh. 9:20 20

Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su

boca, y agua les diste para su sed.

Jn. 16:13-15 13

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;

porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará

saber las cosas que habrán de venir. 14

El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os

lo hará saber. 15

Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y

os lo hará saber.

1Jn. 2:27 27

Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no

tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las

cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

c) El Espíritu habla: «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu

de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!» (Ga. 4:6).

d) El Espíritu intercede: «Pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos

indecibles» (Ro. 8:26).

e) El Espíritu guía: «Guiados por el Espíritu»

Ga. 5:18 8 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

Hch. 8:29 29

Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.

Hch. 10:19 19

Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres

hombres te buscan.

Hch. 13:2 2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a

Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.

Hch. 16:6-7 6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el

Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7

y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a

Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.

83

83

Hch. 20:23 23

salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio,

diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones.

Ro. 8:14 14

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de

Dios.

f) El Espíritu señala a los hombres para el servicio específico: «dijo el Espíritu Santo:

Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado» (Hch. 13:2)

Hch. 20:28 28

Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu

Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por

su propia sangre.

g) El Espíritu está El mismo sujeto a un plan.

Jn. 15:26 26

Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el

Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.

h) El Espíritu ministra:

El regenera.

Jn. 3:6 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu

es.

El sella.

Ef. 4:30 30

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el

día de la redención.

El bautiza.

84

84

1Co. 12:13 13

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean

judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo

Espíritu.

El llena.

Ef. 5:18 18

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos

del Espíritu,

2. Él, como una persona, es afectado por otros seres.

a) El Padre le envía al mundo.

Jn. 14:16, 26 16

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con

vosotros para siempre: 26

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará

en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he

dicho.

Y el Hijo le envía al mundo.

Jn. 16:7 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me

fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

b) Los hombres pueden hacer enojar al Espíritu.

Is. 63:10 10

Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su Santo Espíritu; por lo cual se

les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.

Pueden contristarle.

Ef. 4:30 30

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el

día de la redención.

Pueden resistirle.

85

85

1Ts. 5:19 19

No apaguéis al Espíritu.

Pueden blasfemarle.

Mt. 12:31 31

Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres;

mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.

Pueden mentirle.

Hch. 5:3 3

Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses

al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?

Pueden hacerle afrenta.

He. 10:29 29

¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de

Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere

afrenta al Espíritu de gracia?

Pueden hablar en contra de El.

Mt. 12:32 32

A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será

perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este

siglo ni en el venidero.

3. Todos los términos bíblicos relativos al Espíritu implican su personalidad.

a) El es llamado «otro Consolador» (Abogado), lo cual indica que El es una persona

tanto como lo es Cristo.

Jn. 14:16-17; 26 16

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con

vosotros para siempre: 17

el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,

porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y

estará en vosotros. 26

Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en

mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

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86

Jn. 16:7 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me

fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

1Jn. 2:1-2 1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere

pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2

Y él es la

propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por

los de todo el mundo.

b) A El se le llama Espíritu en el mismo sentido personal que Dios es llamado Espíritu.

Jn. 4:24 24

Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que

adoren.

c) Los pronombres usados para el Espíritu implican su personalidad. En el idioma griego

la palabra «espíritu» es un nombre neutro, el cual, naturalmente, requiere un pronombre

neutro, y en unas pocas oportunidades es usado.

Ro. 8:16, 26 16

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de

Dios. 26

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de

pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con

gemidos indecibles.

Pero a menudo se usa la forma masculina del pronombre, enfatizando el hecho de la

personalidad del Espíritu.

Jn. 14:16-17 16

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con

vosotros para siempre: 17

el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,

porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y

estará en vosotros.

Jn. 16:7-15 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me

fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8

Y cuando él

venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9

De pecado, por cuanto

87

87

no creen en mí; 10

de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11

y de juicio,

por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.12

Aún tengo muchas cosas que

deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13

Pero cuando venga el Espíritu de

verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que

hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14

El me

glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15

Todo lo que tiene el Padre es

mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.

C. Como una persona de la trinidad, el Espíritu Santo es co-igual con el Padre y el Hijo.

1. Él es llamado Dios.

Este hecho se verá comparando:

Is. 6:8-9 8 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por

nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. 9

Y dijo: Anda, y di a este

pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.

Con:

Hch. 28:25-26 25

Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo

esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres,

diciendo:

26 Ve a este pueblo, y diles:

De oído oiréis, y no entenderéis;

Y viendo veréis, y no percibiréis;

Jer. 31:31-34 31

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto

con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32

No como el pacto que hice con sus padres

el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron

mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33

Pero este es el pacto que

88

88

haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su

mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por

pueblo. 34

Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo:

Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el

más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más

de su pecado.

Con:

He. 10:15-17 15

Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber

dicho:

16 Este es el pacto que haré con ellos

Después de aquellos días, dice el Señor:

Pondré mis leyes en sus corazones,

Y en sus mentes las escribiré,

17 añade:

Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

(Notar también 2 Co. 3:18 y Hch. 5:3, 4. « ¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que

mintieses al Espíritu Santo?... No has mentido a los hombres sino a Dios».)

A pesar de que los juicios de Dios han caído tan drásticamente sobre algunos que han

mentido contra el Espíritu (Hch. 5:3), y aunque a los hombres evidentemente no se les

permite jurar en el nombre del Espíritu Santo, y aunque El es llamado el Espíritu Santo,

es cierto que El no es más santo que el Padre o el Hijo; la absoluta santidad es el primer

atributo del Trino Dios.

2. Él tiene los atributos de Dios.

89

89

Gn. 1:2 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del

abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

Job 26:13 13 Su espíritu adornó los cielos;

Su mano creó la serpiente tortuosa.

1Co. 2:9-11 9 Antes bien, como está escrito:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,

Ni han subido en corazón de hombre,

Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo

escudriña, aun lo profundo de Dios. 11

Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del

hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas

de Dios, sino el Espíritu de Dios.

He. 9:14 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció

a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que

sirváis al Dios vivo?

3. Él Espíritu Santo ejecuta las obras de Dios

Job 33:4 4 El espíritu de Dios me hizo,

Y el soplo del Omnipotente me dio vida.

Sal. 104:30 30

Envías tu Espíritu, son creados,

Y renuevas la faz de la tierra.

90

90

Lc. 12:11-12 11

Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las

autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de

decir; 12

porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.

Hch. 1:5 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados

con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

Hch. 20:28 28

Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu

Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por

su propia sangre.

1Co. 6:11 11

Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados,

ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro

Dios.

1Co. 2:8-11 8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran

conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 9

Antes bien, como está escrito:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,

Ni han subido en corazón de hombre,

Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo

escudriña, aun lo profundo de Dios. 11

Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del

hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas

de Dios, sino el Espíritu de Dios.

2P. 1:21 21

porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos

hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

4. Como se indica arriba, el uso de los pronombres personales afirma su personalidad.

91

91

5. Se presenta al Espíritu Santo en la Escritura como un objeto personal de fe.

Sal. 51:11 11 No me eches de delante de ti,

Y no quites de mí tu santo Espíritu.

Mt. 28:19 19

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el

nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

Hch. 10:19-21 19

Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres

hombres te buscan. 20

Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo

los he enviado. 21

Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que

fueron enviados por Cornelio, les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa

por la que habéis venido?

Como objeto de fe, Él también es Alguien a quien se le debe obedecer. El creyente en

Cristo, caminando en compañerismo con el Espíritu, experimenta su poder, su guía, su

instrucción y su suficiencia, y confirma experimentalmente las grandes doctrinas

concernientes a la personalidad del Espíritu, la cual es revelada en la Escritura.

PREGUNTAS.

1. ¿Por qué es necesario enfatizar la personalidad del Espíritu Santo?

2. ¿Cuáles son algunas de las obras importantes del Espíritu las cuales demuestran su

personalidad?

3. ¿ La Escritura indica que el Espíritu Santo es afectado como una persona por otros

seres?

4. ¿Qué términos bíblicos implican la personalidad del Espíritu Santo?

5. ¿Que el Espíritu Santo sea llamado Dios demuestra su igualdad con el Padre y el Hijo?

92

92

6. ¿Cita algunos pasajes que indiquen que el Espíritu Santo tiene los atributos de Dios?

7. ¿Cita algunos pasajes que demuestran su deidad?

8. ¿Cómo la experiencia cristiana, en la cual el Espíritu Santo es el objeto de la fe y

obediencia, sostiene su igualdad con el Padre y el Hijo

Espíritu Santo: Su Advenimiento por Lewis Sperry Chafer

La venida del Espíritu al mundo en el día de Pentecostés debe verse en relación a su

obra en dispensaciones previas. En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo estaba en el

mundo como el Dios omnipresente; sin embargo, se dice que El vino al mundo en el día

de Pentecostés. Durante la edad presente se dice que El permanece en el mundo, pero

que partirá fuera del mundo en el mismo sentido como vino en el día de Pentecostés

cuando ocurra el arrebatamiento de la iglesia. Con el propósito de entender esta verdad

del Espíritu Santo, deben ser considerados varios aspectos de la relación del Espíritu con

el mundo.

A. El espíritu santo en el antiguo testamento

A través del extenso período antes de la primera venida de Cristo, el Espíritu estaba

presente en el mundo en el mismo sentido en el cual está presente en cualquier parte, y

El obraba en y a través del pueblo de Dios de acuerdo a su divina voluntad (Gn. 41:38;

Ex. 31:3; 35:31; Nm. 27:18; Job 33:4; Sal. 139:7; Hag. 2:4-5; Zac. 4:6). En el Antiguo

Testamento el Espíritu de Dios se ve teniendo una relación con respecto a la creación

del mundo. El tuvo parte en la revelación de la verdad divina a los santos profetas. El

inspiró las Escrituras que están escritas, y tiene un ministerio en general hacia el mundo

restringiendo el pecado, capacitando a los creyentes para el servicio y ejecutando

milagros. Todas estas actividades indican que el Espíritu era muy activo en el Antiguo

Testamento; sin embargo, no hay evidencia en el Antiguo Testamento de que el Espíritu

morara en cada creyente.

93

93

Como indica Juan 14:17, El estaba «con» ellos pero no «en» ellos. De la misma manera,

no hay mención de la obra de sellar del Espíritu o acerca del bautismo del Espíritu Santo

antes del día de Pentecostés. De acuerdo a ello, podía anticiparse que después de

Pentecostés habría una obra mucho mayor del Espíritu que en las edades precedentes.

B. El Espíritu Santo durante la vida de cristo en la tierra

Es razonable suponer que la presencia encarnada y activa de la Segunda Persona de la

Trinidad en el mundo afectaría los ministerios del Espíritu, y encontramos que esto es

cierto.

1. En relación a Cristo, el Espíritu era el poder generador por medio del cual el Dios-

hombre fue formado en la matriz virginal. (Quedaría mejor así: ―Por medio del Espíritu

Santo, Cristo es engendrado en María y llamado Hijo de Dios‖. Dado que de la otra

manera pareciera que al Espíritu Santo se le despersonaliza en un mero ―poder‖) El

Espíritu también es visto descendiendo, en la forma de una paloma, sobre Cristo en el

momento de su bautismo. Y otra vez se revela que era solamente a través del Espíritu

eterno que Cristo se ofreció a sí mismo a Dios (He. 9:14).

2. La relación del Espíritu para con los hombres durante el ministerio terrenal de Cristo

era progresiva. Cristo les dio primeramente a sus discípulos la seguridad de que ellos

podrían recibir el Espíritu pidiéndolo (Lc. 11:13). Aunque el Espíritu había venido

previamente sobre los hombres de acuerdo a la soberana voluntad de Dios, su presencia

en el corazón humano nunca había estado antes condicionada a la petición, y este

nuevo privilegio nunca fue reclamado por ninguno en aquel tiempo, con respecto a lo

que las Escrituras muestran. Al término de su ministerio y justamente antes de su muerte,

Cristo dijo: «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con

vosotros para siempre: El Espíritu de verdad (Jn. 14:16-17). De igual manera, después de

su resurrección el Señor sopló sobre ellos y dijo:

«Recibid el Espíritu Santo» (Jn. 20:22); pero, a pesar de este don temporal del Espíritu,

ellos deberían de permanecer en Jerusalén hasta que fueran investidos

permanentemente con poder de lo alto (Lc. 24:49; Hch. 1:4).

C. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés

94

94

Como fue prometido por el Padre (Jn. 14:16-17, 26) y por el Hijo (Jn. 16:7), el

Espíritu, quien como el único Omnipresente había estado siempre en el mundo, vino al

mundo en el día de Pentecostés. La fuerza de esta repetición aparente de ideas se ve

cuando queda comprendido que su venida en el día de Pentecostés era para que Él

pudiera hacer su morada en el mundo. Dios el Padre, aunque Omnipresente (Ef. 4:6),

es, en cuanto a su morada, «Padre nuestro que estás en los cielos» (Mt. 6:9). De la

misma manera, Dios el Hijo, aunque omnipresente (Mt. 18:20; Col. 1:27), en cuanto a

su morada ahora está sentado a la diestra de Dios (He. 1:3; 10:12). Del mismo modo, el

Espíritu, aunque Omnipresente, está ahora aquí en la tierra en lo que respecta a su

morada. El ocupar su morada en la tierra era el sentido en el cual el Espíritu vino en el

día de Pentecostés. Su lugar de habitación fue cambiado del cielo a la tierra. Fue por

esta venida del Espíritu al mundo que se dijo a los discípulos que esperaran. El nuevo

ministerio de esta edad de gracia no podría comenzar aparte de la venida del Espíritu.

En los capítulos que siguen será presentada la obra del Espíritu en la edad presente. El

Espíritu de Dios primeramente tiene un ministerio hacia el mundo, como se indica en

Juan 16:7-11. Aquí El está revelado convenciendo al mundo de pecado, de justicia y de

juicio. Esta obra que prepara a un individuo para recibir a Cristo inteligentemente es

una obra especial del Espíritu, una obra de gracia, la cual ilumina a las mentes de los

hombres incrédulos, cegados por Satanás, respecto a tres grandes doctrinas.

1 Al incrédulo se le hace entender que el pecado de la incredulidad en Jesucristo como

su Salvador personal es el único pecado que permanece entre él y su salvación. No es

cuestión de su justicia, sus sentimientos o cualquier otro factor. El pecado de la

incredulidad es el pecado que impide su salvación (Jn. 3:18).

2. El incrédulo es informado en lo que concierne a la justicia de Dios. Mientras que en

la tierra Cristo fue la viva ilustración de la justicia de Dios, luego de su partida el Espíritu

es enviado para revelar la justicia de Dios hacia el mundo. Esto incluye el hecho de que

Dios es un Dios justo, quien demanda mucho más de lo que cualquier hombre puede

hacer por sí mismo, y esto elimina cualquier posibilidad de obras humanas como base

para la salvación. Más importante, el Espíritu de Dios revela que hay una justicia

obtenible por la fe en Cristo, y que cuando uno cree en Jesucristo puede ser declarado

95

95

justo, justificado por la fe y aceptado por su fe en Cristo, quien es justo en ambas cosas,

su persona y su obra en la cruz (Ro. 1:16-17; 3:22; 4:5).

3. Se revela el hecho de que el príncipe de este mundo, esto es, el mismo Satanás, ha

sido juzgado en la cruz y está sentenciado al castigo eterno. Esto revela el hecho de que

la obra en la cruz está terminada, que ese juicio ha tenido lugar, que Satanás ha sido

vencido y que la salvación es obtenible para aquellos quienes ponen su confianza en

Cristo. Mientras que no es necesario para un incrédulo comprender completamente

todos estos hechos para ser salvado, el Espíritu Santo debe revelar lo suficiente de

manera que, a medida que él cree, inteligentemente recibe a Cristo en su persona y su

obra.

Hay un sentido en el cual esto fue parcialmente cierto en las edades pasadas, ya que

incluso en el Antiguo Testamento era imposible para una persona creer y ser salvada sin

una obra del Espíritu. Sin embargo, en la edad presente, siguiendo a la muerte y la

resurrección de Cristo, estos hechos se vuelven ahora mucho más claros, y la obra del

Espíritu, al revelarlos a los incrédulos, es parte de la razón importante para su venida a

la esfera del mundo y hacer de ella su residencia.

En su venida al mundo en el día de Pentecostés, la obra del Espíritu en la iglesia tomó

lugar en muchos aspectos nuevos. Esto será considerado en los últimos capítulos. Se dice

que el Espíritu Santo regenera a cada creyente (Jn. 3:3-7; 36).

El Espíritu Santo mora en cada creyente (Jn. 7:37-39; Hch. 11:15-17; Ro. 5:5; 8:9-11; 1

Co. 6:19-20). Habitando en el creyente, el Espíritu Santo es nuestro sello hasta el día de

la redención (Ef. 4:30). Luego, cada hijo de Dios es bautizado dentro del cuerpo de

Cristo por el Espíritu (1 Co. 12:13). Todos estos ministerios se aplican igualmente a cada

creyente verdadero en esta edad presente. En adición a estas obras que están

relacionadas a la salvación del creyente, está la posibilidad del ser lleno del Espíritu y el

andar por el Espíritu, lo cual abre la puerta a todo el ministerio del Espíritu en cuanto al

creyente en esta edad presente. Estas grandes obras del Espíritu son la llave no

solamente de la salvación sino que también para una vida cristiana efectiva en la edad

presente.

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96

Cuando el propósito de Dios en esta edad sea completado por el arrebatamiento de la

iglesia, el Espíritu Santo habrá cumplido el propósito de su especial advenimiento al

mundo y partirá del mundo en el mismo sentido de que Él vino en el día de

Pentecostés. Puede verse un paralelo entre la venida de Cristo a la tierra para cumplir su

obra y su partida hacia el cielo. Como Cristo, sin embargo, el Espíritu Santo continuará

siendo omnipresente y seguirá una obra después del arrebatamiento similar a aquella

que fue verdadera antes del día de Pentecostés.

La época presente es, de acuerdo a esto, en muchos aspectos, la edad del Espíritu, una

edad en la cual el Espíritu de Dios está obrando en una manera especial para llamar a

una compañía de creyentes de los judíos y los gentiles a formar el cuerpo de Cristo. El

Espíritu Santo continuará trabajando después del arrebatamiento, como lo hará también

en la edad del reino, la cual tendrá sus propias características y probablemente incluirá

todos los ministerios del Espíritu Santo en la edad presente excepto aquel del bautismo

del Espíritu.

La venida del Espíritu debería ser vista como un acontecimiento importante, esencial

para la obra de Dios en la edad presente, así como la venida de Cristo es esencial para

la salvación y el propósito elemental de Dios para proveer salvación para todo el

mundo y especialmente para aquellos que creerían.

PREGUNTAS

1. ¿En qué sentido el Espíritu Santo estaba en el mundo antes de Pentecostés?

2. ¿Qué obras importantes del Espíritu Santo se encuentran en el Antiguo Testamento?

3. Distinguir el significado de que el Espíritu Santo estuvo «con» los santos del Antiguo

Testamento, en contraste a la edad presente, en la que el Espíritu Santo está «en» ellos.

4. ¿Cómo se relaciona el Espíritu Santo con la concepción y el nacimiento de Cristo?

5. ¿Qué ministerio tuvo el Espíritu Santo en el período de los Evangelios?

6. ¿Por qué tuvieron que esperar los discípulos hasta Pentecostés para la venida del

Espíritu Santo aun cuando el Señor había soplado sobre ellos? (Jn. 20:22).

7. ¿En qué sentido Pentecostés significaba un nuevo ministerio del Espíritu?

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97

8. ¿En qué sentido el Espíritu Santo vino en el día de Pentecostés, y cómo se relaciona

esto con su omnipresencia?

9. ¿Qué tres doctrinas son enseñadas por el Espíritu en lo que se refiere a convencer al

mundo?

10. En su venida en el día de Pentecostés, ¿qué obras importantes del Espíritu pueden

contemplarse?

11. ¿Dónde está el hogar del Padre y el Hijo durante la era presente?

12. ¿Dónde está el sitio de morada del Espíritu Santo durante esta edad presente?

13. ¿Qué cambio en el ministerio del Espíritu Santo tendrá lugar en el tiempo del

arrebatamiento?

14. ¿Continuará obrando el Espíritu Santo en la tierra después del arrebatamiento?

15. ¿Qué puede esperarse del ministerio del Espíritu en el milenio?

16. ¿Cuán importante es el ministerio del Espíritu para el propósito presente de Dios?

15. Dios el Espíritu Santo: Su Advenimiento con versículos incluidos

La venida del Espíritu al mundo en el día de Pentecostés debe verse en relación a su

obra en dispensaciones previas. En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo estaba en el

mundo como el Dios omnipresente; sin embargo, se dice que El vino al mundo en el día

de Pentecostés. Durante la edad presente se dice que El permanece en el mundo, pero

que partirá fuera del mundo en el mismo sentido como vino en el día de Pentecostés

cuando ocurra el arrebatamiento de la iglesia. Con el propósito de entender esta verdad

del Espíritu Santo, deben ser considerados varios aspectos de la relación del Espíritu con

el mundo.

A. El espíritu santo en el antiguo testamento.

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98

A través del extenso período antes de la primera venida de Cristo, el Espíritu estaba

presente en el mundo en el mismo sentido en el cual está presente en cualquier parte, y

El obraba en y a través del pueblo de Dios de acuerdo a su divina voluntad.

Gn. 41:38 38

y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en

quien esté el espíritu de Dios?

Ex. 31:3 3 y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y

en todo arte,

Ex. 35:31 31

y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia

y en todo arte,

Nm. 27:18 18

Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay

espíritu, y pondrás tu mano sobre él;

Job 33:4 4 El espíritu de Dios me hizo,

Y el soplo del Omnipotente me dio vida.

Sal. 139:7 7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu?

¿Y a dónde huiré de tu presencia?

Hag. 2:4-5 4 Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué

hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová,

y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. 5

Según el pacto

que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de

vosotros, no temáis.

Zac. 4:6 6 Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a

Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho

Jehová de los ejércitos.

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99

En el Antiguo Testamento el Espíritu de Dios se ve teniendo una relación con respecto a

la creación del mundo. El tuvo parte en la revelación de la verdad divina a los santos

profetas. El inspiró las Escrituras que están escritas, y tiene un ministerio en general hacia

el mundo restringiendo el pecado, capacitando a los creyentes para el servicio y

ejecutando milagros. Todas estas actividades indican que el Espíritu era muy activo en el

Antiguo Testamento; sin embargo, no hay evidencia en el Antiguo Testamento de que

el Espíritu morara en cada creyente.

Como indica Juan 14:17, El estaba «con» ellos pero no «en» ellos. De la misma manera,

no hay mención de la obra de sellar del Espíritu o acerca del bautismo del Espíritu Santo

antes del día de Pentecostés. De acuerdo a ello, podía anticiparse que después de

Pentecostés habría una obra mucho mayor del Espíritu que en las edades precedentes.

Jn. 14:17 17

el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni

le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

B. El Espíritu Santo durante la vida de cristo en la tierra

Es razonable suponer que la presencia encarnada y activa de la Segunda Persona de la

Trinidad en el mundo afectaría los ministerios del Espíritu, y encontramos que esto es

cierto.

1. En relación a Cristo, el Espíritu era el poder generador por medio del cual el Dios-

hombre fue formado en la matriz virginal. (Quedaría mejor así: ―Por medio del Espíritu

Santo, Cristo es engendrado en María y llamado Hijo de Dios‖. Dado que de la otra

manera pareciera que al Espíritu Santo se le despersonaliza en un mero ―poder‖) El

Espíritu también es visto descendiendo, en la forma de una paloma, sobre Cristo en el

momento de su bautismo. Y otra vez se revela que era solamente a través del Espíritu

eterno que Cristo se ofreció a sí mismo a Dios.

He. 9:14 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció

a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que

sirváis al Dios vivo?

100

100

2. La relación del Espíritu para con los hombres durante el ministerio terrenal de Cristo

era progresiva. Cristo les dio primeramente a sus discípulos la seguridad de que ellos

podrían recibir el Espíritu pidiéndolo.

Lc. 11:13 13

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,

¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

Aunque el Espíritu había venido previamente sobre los hombres de acuerdo a la

soberana voluntad de Dios, su presencia en el corazón humano nunca había estado

antes condicionada a la petición, y este nuevo privilegio nunca fue reclamado por

ninguno en aquel tiempo, con respecto a lo que las Escrituras muestran. Al término de

su ministerio y justamente antes de su muerte, Cristo dijo: «Y yo rogaré al Padre, y os

dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: El Espíritu de verdad»

(Jn. 14:16-17). De igual manera, después de su resurrección el Señor sopló sobre ellos y

dijo:

«Recibid el Espíritu Santo» (Jn. 20:22); pero, a pesar de este don temporal del Espíritu,

ellos deberían de permanecer en Jerusalén hasta que fueran investidos

permanentemente con poder de lo alto.

Lc. 24:49 49

He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos

vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.

Hch. 1:4 4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que

esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

C. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés.

Como fue prometido por el Padre y por el Hijo, el Espíritu, quien como el único

Omnipresente había estado siempre en el mundo, vino al mundo en el día de

Pentecostés.

Jn. 14:16-17, 26 16

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con

vosotros para siempre: 17

el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,

101

101

porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y

estará en vosotros. 26

Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en

mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

Jn. 16:7 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me

fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

La fuerza de esta repetición aparente de ideas se ve cuando queda comprendido que su

venida en el día de Pentecostés era para que Él pudiera hacer su morada en el mundo.

Dios el Padre, aunque Omnipresente (Ef. 4:6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre

todos, y por todos, y en todos.), es, en cuanto a su morada, «Padre nuestro que estás en

los cielos» (Mt. 6:9).

De la misma manera, Dios el Hijo, aunque omnipresente.

Mt. 18:20 20

Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en

medio de ellos.

Col. 1:27 27

a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio

entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,

En cuanto a su morada ahora está sentado a la diestra de Dios.

He. 1:3 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y

quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la

purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la

Majestad en las alturas,

He. 10:12 12

pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por

los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,

Del mismo modo, el Espíritu, aunque Omnipresente, está ahora aquí en la tierra en lo

que respecta a su morada. El ocupar su morada en la tierra era el sentido en el cual el

Espíritu vino en el día de Pentecostés. Su lugar de habitación fue cambiado del cielo a la

102

102

tierra. Fue por esta venida del Espíritu al mundo que se dijo a los discípulos que

esperaran. El nuevo ministerio de esta edad de gracia no podría comenzar aparte de la

venida del Espíritu.

En los capítulos que siguen será presentada la obra del Espíritu en la edad presente. El

Espíritu de Dios primeramente tiene un ministerio hacia el mundo, como se indica en

Juan.

Jn. 16:7-11 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me

fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8

Y cuando él

venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9

De pecado, por cuanto

no creen en mí; 10

de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11

y de juicio,

por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

Aquí El está revelado convenciendo al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Esta

obra que prepara a un individuo para recibir a Cristo inteligentemente es una obra

especial del Espíritu, una obra de gracia, la cual ilumina a las mentes de los hombres

incrédulos, cegados por Satanás, respecto a tres grandes doctrinas.

1 Al incrédulo se le hace entender que el pecado de la incredulidad en Jesucristo como

su Salvador personal es el único pecado que permanece entre él y su salvación.

No es cuestión de su justicia, sus sentimientos o cualquier otro factor. El pecado de la

incredulidad es el pecado que impide su salvación.

Jn. 3:18 18

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido

condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

2. El incrédulo es informado en lo que concierne a la justicia de Dios.

Mientras que en la tierra Cristo fue la viva ilustración de la justicia de Dios, luego de su

partida el Espíritu es enviado para revelar la justicia de Dios hacia el mundo. Esto

incluye el hecho de que Dios es un Dios justo, quien demanda mucho más de lo que

103

103

cualquier hombre puede hacer por sí mismo, y esto elimina cualquier posibilidad de

obras humanas como base para la salvación. Más importante, el Espíritu de Dios revela

que hay una justicia obtenible por la fe en Cristo, y que cuando uno cree en Jesucristo

puede ser declarado justo, justificado por la fe y aceptado por su fe en Cristo, quien es

justo en ambas cosas, su persona y su obra en la cruz

Ro. 1:16-17 16

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para

salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17

Porque

en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el

justo por la fe vivirá.

Ro. 3:22 22

l a justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen

en él. Porque no hay diferencia,

Ro. 4:5 5 más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es

contada por justicia.

3. Se revela el hecho de que el príncipe de este mundo, esto es, el mismo Satanás, ha

sido juzgado en la cruz y está sentenciado al castigo eterno.

Esto revela el hecho de que la obra en la cruz está terminada, que ese juicio ha tenido

lugar, que Satanás ha sido vencido y que la salvación es obtenible para aquellos quienes

ponen su confianza en Cristo. Mientras que no es necesario para un incrédulo

comprender completamente todos estos hechos para ser salvado, el Espíritu Santo debe

revelar lo suficiente de manera que, a medida que él cree, inteligentemente recibe a

Cristo en su persona y su obra.

Hay un sentido en el cual esto fue parcialmente cierto en las edades pasadas, ya que

incluso en el Antiguo Testamento era imposible para una persona creer y ser salvada sin

una obra del Espíritu. Sin embargo, en la edad presente, siguiendo a la muerte y la

resurrección de Cristo, estos hechos se vuelven ahora mucho más claros, y la obra del

Espíritu, al revelarlos a los incrédulos, es parte de la razón importante para su venida a

la esfera del mundo y hacer de ella su residencia.

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104

En su venida al mundo en el día de Pentecostés, la obra del Espíritu en la iglesia tomó

lugar en muchos aspectos nuevos. Esto será considerado en los últimos capítulos. Se dice

que el Espíritu Santo regenera a cada creyente.

Jn. 3:3-7; 36 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no

naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un

hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su

madre, y nacer? 5

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de

agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6

Lo que es nacido de la carne,

carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7

No te maravilles de que te dije: Os

es necesario nacer de nuevo. 36

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que

rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

El Espíritu Santo mora en cada creyente.

Jn. 7:37-39 37

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,

diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38

El que cree en mí, como dice la

Escritura , de su interior correrán ríos de agua viva. 39

Esto dijo del Espíritu que habían

de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque

Jesús no había sido aún glorificado.

Hch. 11:15-17 15

Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también,

como sobre nosotros al principio. 16

Entonces me acordé de lo dicho por el Señor,

cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el

Espíritu Santo. 17

Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que

hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?

Ro. 5:5 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en

nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Ro. 8:9-11 9 Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el

Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

105

105

10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado,

mas el espíritu vive a causa de la justicia.

1Co. 6:19-20 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está

en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20

Porque habéis sido

comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,

los cuales son de Dios.

Habitando en el creyente, el Espíritu Santo es nuestro sello hasta el día de la redención.

Ef. 4:30 30

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el

día de la redención.

Luego, cada hijo de Dios es bautizado dentro del cuerpo de Cristo por el Espíritu.

1Co. 12:13 13

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean

judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo

Espíritu.

Todos estos ministerios se aplican igualmente a cada creyente verdadero en esta edad

presente. En adición a estas obras que están relacionadas a la salvación del creyente,

está la posibilidad del ser lleno del Espíritu y el andar por el Espíritu, lo cual abre la

puerta a todo el ministerio del Espíritu en cuanto al creyente en esta edad presente.

Estas grandes obras del Espíritu son la llave no solamente de la salvación sino que

también para una vida cristiana efectiva en la edad presente.

Cuando el propósito de Dios en esta edad sea completado por el arrebatamiento de la

iglesia, el Espíritu Santo habrá cumplido el propósito de su especial advenimiento al

mundo y partirá del mundo en el mismo sentido de que Él vino en el día de

Pentecostés. Puede verse un paralelo entre la venida de Cristo a la tierra para cumplir su

obra y su partida hacia el cielo. Como Cristo, sin embargo, el Espíritu Santo continuará

siendo omnipresente y seguirá una obra después del arrebatamiento similar a aquella

que fue verdadera antes del día de Pentecostés.

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106

La época presente es, de acuerdo a esto, en muchos aspectos, la edad del Espíritu, una

edad en la cual el Espíritu de Dios está obrando en una manera especial para llamar a

una compañía de creyentes de los judíos y los gentiles a formar el cuerpo de Cristo. El

Espíritu Santo continuará trabajando después del arrebatamiento, como lo hará también

en la edad del reino, la cual tendrá sus propias características y probablemente incluirá

todos los ministerios del Espíritu Santo en la edad presente excepto aquel del bautismo

del Espíritu.

La venida del Espíritu debería ser vista como un acontecimiento importante, esencial

para la obra de Dios en la edad presente, así como la venida de Cristo es esencial para

la salvación y el propósito elemental de Dios para proveer salvación para todo el

mundo y especialmente para aquellos que creerían.

PREGUNTAS.

1. ¿En qué sentido el Espíritu Santo estaba en el mundo antes de Pentecostés?

2. ¿Qué obras importantes del Espíritu Santo se encuentran en el Antiguo Testamento?

3. Distinguir el significado de que el Espíritu Santo estuvo «con» los santos del Antiguo

Testamento, en contraste a la edad presente, en la que el Espíritu Santo está «en» ellos.

4. ¿Cómo se relaciona el Espíritu Santo con la concepción y el nacimiento de Cristo?

5. ¿Qué ministerio tuvo el Espíritu Santo en el período de los Evangelios?

6. ¿Por qué tuvieron que esperar los discípulos hasta Pentecostés para la venida del

Espíritu Santo aun cuando el Señor había soplado sobre ellos? Jn. 20:22 Y habiendo

dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.

7. ¿En qué sentido Pentecostés significaba un nuevo ministerio del Espíritu?

8. ¿En qué sentido el Espíritu Santo vino en el día de Pentecostés, y cómo se relaciona

esto con su omnipresencia?

107

107

9. ¿Qué tres doctrinas son enseñadas por el Espíritu en lo que se refiere a convencer al

mundo?

10. En su venida en el día de Pentecostés, ¿qué obras importantes del Espíritu pueden

contemplarse?

11. ¿Dónde está el hogar del Padre y el Hijo durante la era presente?

12. ¿Dónde está el sitio de morada del Espíritu Santo durante esta edad presente?

13. ¿Qué cambio en el ministerio del Espíritu Santo tendrá lugar en el tiempo del

arrebatamiento?

14. ¿Continuará obrando el Espíritu Santo en la tierra después del arrebatamiento?

15. ¿Qué puede esperarse del ministerio del Espíritu en el milenio?

16. ¿Cuán importante es el ministerio del Espíritu para el propósito presente de Dios?

Espíritu Santo: Su Regeneración por Lewis Sperry Chafer

Dado que la vida cristiana de fe comienza con el nuevo nacimiento, la regeneración es

una de las doctrinas fundamentales en relación a la salvación. Una definición exacta de

esta obra del Espíritu y un entendimiento de su relación con toda la vida cristiana son

importantes para un evangelismo efectivo tanto como para la madurez espiritual.

A. Definición de regeneración

En la Biblia la palabra «regeneración» se encuentra solamente dos veces. En Mateo

19:28 se usa en la renovación de la tierra en el reino milenial y no se aplica a la

salvación cristiana. En Tito 3:5, sin embargo, se hace la declaración:

108

108

«No por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia,

por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo». Sobre la

base de este texto, la palabra «regeneración» ha sido elegida por los teólogos para

expresar el concepto de nueva vida, nuevo nacimiento, resurrección espiritual, la nueva

creación y, en general, una referencia de la nueva vida sobrenatural que los creyentes

reciben como hijos de Dios. En la historia de la iglesia, el término no ha tenido siempre

un uso exacto, pero entendido correctamente significa el origen de la vida eterna, el

cual se introduce en el creyente en Cristo en el momento de su fe, el cambio

instantáneo de un estado de muerte espiritual a la vida espiritual.

B. Regeneración por el Espíritu Santo

Por su naturaleza, la regeneración es una obra de Dios y los aspectos de su veracidad

se declaran en muchos pasajes (Jn. 1:13; 3:3-7; 5:21; Ro. 6:13; 2 Co. 5:17; Ef. 2:5, 10;

4:24; Tit. 3:5; Stg. 1:18; 1 P. 2:9). De acuerdo a Juan 1:13, «no son engendrados de

sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios». En muchos

pasajes se le compara a la resurrección espiritual (Jn. 5:21; Ro. 6:13; Ef. 2:5). También se

le compara a la creación, por cuanto es un acto creativo de Dios (2 Co. 5:17; Ef. 2:10;

4:24).

Las tres Personas de la Trinidad están involucradas en la regeneración del creyente. El

Padre está relacionado con la regeneración en Santiago 1:17-18. Al Señor Jesucristo se le

revela frecuentemente involucrado en la regeneración (Jn. 5:21; 2 Co. 5:18; 1 Jn. 5:12).

Parece, sin embargo, que, como en otras obras de Dios donde las tres personas están

involucradas, el Espíritu Santo es específicamente el Regenerador, como se declara en

Juan 3:3-7 y Tito 3:5. Puede observarse un paralelo en el nacimiento de Cristo, en el

cual Dios fue su Padre, la vida del Hijo estaba en Cristo y aun así fue concebido del

Espíritu Santo.

C. Vida eterna impartida por la regeneración

El concepto central de la regeneración es que un creyente el cual en un principio

estaba muerto espiritualmente ahora ha recibido vida eterna. Para describir esto se usan

tres figuras. Una es la idea de nacer de nuevo, o la figura de renacer. En la conversación

de Cristo con Nicodemo Él dijo: «Os es necesario nacer de nuevo.» Aparece en contraste

109

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con el nacimiento humano en Juan 1:13. En una segunda figura, la de la resurrección

espiritual, se declara a un creyente en Cristo como «vivo de entre los muertos» (Ro.

6:13). En Efesios 2:5 se declara que Dios, «aun estando nosotros muertos en pecados,

nos dio vida juntamente con Cristo», literalmente «nos hizo vivos junto con Cristo». En

la tercera figura, la de la nueva creación, el creyente es exhortado a «y vestíos del nuevo

hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Ef. 4:24). En 2

Corintios 5:17 el pensamiento se hace claro: «De modo que si alguno está en Cristo,

nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» Las tres

figuras hablan de la nueva vida, la cual se recibe por fe en Cristo.

Dada la naturaleza del acto del nuevo nacimiento, la resurrección espiritual y la

creación, está claro que la regeneración no es llevada a cabo por ninguna buena obra

del hombre. No es un acto de la voluntad humana en sí misma, y no es producida por

ninguna ordenanza de la iglesia tal como el bautismo por agua. Es enteramente un acto

sobrenatural de Dios en respuesta a la fe del hombre.

De igual manera, la regeneración debe distinguirse de la experiencia que le sigue. La

regeneración es instantánea y es inseparable de la salvación. Una persona salvada en

forma genuina tendrá una experiencia espiritual subsiguiente, pero la experiencia es la

evidencia de la regeneración, no la regeneración misma. En un sentido es posible decir

que experimentamos el nuevo nacimiento, pero lo que queremos significar con esto es

que experimentamos los resultados del nuevo nacimiento.

D. Los resultados de la regeneración

En muchos aspectos, la regeneración es el fundamento sobre el cual está edificada

nuestra total salvación. Sin nueva vida en Cristo no hay posibilidad de recibir los otros

aspectos de la salvación tales como la morada del Espíritu, la justificación, o todos los

otros resultados ulteriores. Sin embargo, hay algunas características que son

inmediatamente evidentes en el mismo hecho de la regeneración.

Cuando un creyente recibe a Cristo por la fe, es nacido de nuevo y en el acto del

nuevo nacimiento recibe una nueva naturaleza. Esto es a lo que la Biblia hace referencia

como al «nuevo hombre» (Ef. 4:24), del cual se nos exhorta a que «nos vistamos», en el

sentido de que deberíamos aprovecharnos de su contribución a nuestra nueva

110

110

personalidad. A causa de la nueva naturaleza, un creyente en Cristo puede experimentar

a menudo un cambio drástico en su vida, en su actitud hacia Dios y en su capacidad de

tener victoria sobre el pecado. La nueva naturaleza está modelada en conformidad con

la naturaleza de Dios mismo y es algo diferente de la naturaleza humana de Adán antes

de pecar, la cual era completamente humana, aunque sin pecado. La nueva naturaleza

tiene cualidades divinas y anhela las cosas de Dios. Aunque en sí misma no tiene el

poder de cumplir sus deseos aparte del Espíritu Santo, da una nueva dirección a la vida

y una nueva aspiración para alcanzar la voluntad de Dios.

Mientras que la regeneración en sí misma no es una experiencia, la nueva vida recibida

en la regeneración da al creyente nueva capacidad para la experiencia. Antes fue ciego,

y ahora puede ver. Antes estaba muerto, ahora está vivo a las cosas espirituales. Antes

era extraño de Dios y fuera de la comunión; ahora tiene una base para la comunión con

Dios y puede recibir el ministerio del Espíritu Santo. En la proporción que el cristiano se

entrega a sí mismo a Dios y obtiene la provisión de Dios, su experiencia será

maravillosa, una demostración sobrenatural de lo que Dios puede hacer con una vida

que está rendida a Él.

Otro aspecto importante de tener la vida eterna es que es el terreno para la seguridad

eterna. Aunque algunos han enseñado que la vida eterna puede perderse y que una

persona que ha sido una vez salva puede perderse si se aparta de la fe, la misma

naturaleza de la vida eterna y del nuevo nacimiento impiden una vuelta atrás en esta

obra de Dios. Es primeramente una obra de Dios, no de hombre, que no depende de

ninguna dignidad humana. Si bien la fe es necesaria, no es considerada una buena obra

la cual merece la salvación, sino más bien abre el canal a través del cual Dios puede

obrar en la vida individual. Así como el nacimiento natural no puede ser invertido, de

la misma manera el nacimiento espiritual tampoco puede serlo; una vez efectuado,

asegura al creyente que Dios siempre será su Padre Celestial.

De igual manera, la resurrección no puede ser revocada, puesto que somos elevados a

una nueva orden de seres por un acto de Dios.

El nuevo nacimiento como un acto de la creación es otra evidencia que una vez que se

realiza continúa para siempre. El hombre no puede en sí mismo anular esta creación. La

111

111

doctrina de la seguridad eterna, de acuerdo a esto, descansa sobre la pregunta de si la

salvación es una obra de Dios o del hombre, si es enteramente por gracia o basada en

los méritos humanos. Aunque el nuevo creyente en Cristo puede fallar en lo que él

debería ser como un hijo de Dios, así como se da en el caso del parentesco humano,

esto no altera el hecho de que él ha recibido una vida que es eterna. También es cierto

que la vida eterna que tenemos ahora se expresa sólo parcialmente en la experiencia

espiritual. Tendrá su gozo final en la presencia de Dios en los cielos.

PREGUNTAS

1. ¿Qué significa regeneración?

2. ¿Qué pasajes importantes sobre la regeneración se encuentran en el Nuevo

Testamento, y qué enseñan en general?

3. ¿Cómo están involucradas las tres personas de la Trinidad en la regeneración del

creyente?

4. Describir la regeneración como está revelada en la figura del renacimiento.

5. ¿Por qué se le llama al nuevo nacimiento la resurrección espiritual?

6. ¿Cómo el hecho de que un creyente en Cristo es una nueva criatura es un resultado

de la regeneración?

7. ¿Por qué es imposible para la voluntad humana en sí misma producir el nuevo

nacimiento?

8. ¿En qué sentido la regeneración no es una experiencia?

9. ¿Cómo se relaciona la experiencia con la regeneración?

10. ¿De qué manera es la nueva naturaleza un resultado de la regeneración?

11. ¿Qué nuevas experiencias vendrán a un creyente regenerado?

12. ¿Cómo se relaciona la regeneración con la seguridad eterna?

112

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16. Dios el Espíritu Santo: Su Regeneración con versículos incluidos

Dado que la vida cristiana de fe comienza con el nuevo nacimiento, la regeneración es

una de las doctrinas fundamentales en relación a la salvación. Una definición exacta de

esta obra del Espíritu y un entendimiento de su relación con toda la vida cristiana son

importantes para un evangelismo efectivo tanto como para la madurez espiritual.

A. Definición de regeneración.

En la Biblia la palabra «regeneración» se encuentra solamente dos veces. En Mateo 19:28

se usa en la renovación de la tierra en el reino milenial y no se aplica a la salvación

cristiana.

Mt. 19:28 28

Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo

del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también

os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

En Tito 3:5, sin embargo, se hace la declaración: «No por obras de justicia que nosotros

hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por

la renovación en el Espíritu Santo».

Sobre la base de este texto, la palabra «regeneración» ha sido elegida por los teólogos

para expresar el concepto de nueva vida, nuevo nacimiento, resurrección espiritual, la

nueva creación y, en general, una referencia de la nueva vida sobrenatural que los

creyentes reciben como hijos de Dios. En la historia de la iglesia, el término no ha

tenido siempre un uso exacto, pero entendido correctamente significa el origen de la

vida eterna, el cual se introduce en el creyente en Cristo en el momento de su fe, el

cambio instantáneo de un estado de muerte espiritual a la vida espiritual.

B. Regeneración por el Espíritu Santo.

Por su naturaleza, la regeneración es una obra de Dios y los aspectos de su veracidad se

declaran en muchos pasajes.

113

113

Jn. 1:13 13

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de

voluntad de varón, sino de Dios.

Jn. 3:3-7 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere

de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre

nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y

nacer? 5

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y

del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6

Lo que es nacido de la carne, carne

es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7

No te maravilles de que te dije: Os es

necesario nacer de nuevo.

Jn. 5:21 21

Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo

a los que quiere da vida.

Ro. 6:13 13

ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de

iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y

vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

2Co. 5:17 17

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas

pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Ef. 2:5, 10 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con

Cristo (por gracia sois salvos), 10

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús

para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en

ellas.

Ef. 4:24 24

y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la

verdad.

Tito. 3:5 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por

su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu

Santo,

114

114

Stg. 1:18 18

El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos

primicias de sus criaturas.

1P. 2:9 9 Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo

adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las

tinieblas a su luz admirable;

De acuerdo a Juan 1:13, «no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de

voluntad de varón, sino de Dios». En muchos pasajes se le compara a la resurrección

espiritual.

Jn. 5:21 21

Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo

a los que quiere da vida.

Ro. 6:13 13

ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de

iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y

vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Ef. 2:5 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo

(por gracia sois salvos),

También se le compara a la creación, por cuanto es un acto creativo de Dios.

2Co. 5:17 17

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas

pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Ef. 2:10 10

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las

cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Ef. 4:24 24

y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la

verdad.

Las tres Personas de la Trinidad están involucradas en la regeneración del creyente. El

Padre está relacionado con la regeneración.

115

115

Stg. 1:17-18 17

Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre

de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 18

El, de su voluntad,

nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

Al Señor Jesucristo se le revela frecuentemente involucrado en la regeneración.

Jn. 5:21 21

Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo

a los que quiere da vida.

2Co. 5:18 18

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por

Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;

1Jn. 5:12 12

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la

vida.

Parece, sin embargo, que, como en otras obras de Dios donde las tres personas están

involucradas, el Espíritu Santo es específicamente el Regenerador.

Jn. 3:3-7 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere

de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre

nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y

nacer? 5

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y

del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6

Lo que es nacido de la carne, carne

es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7

No te maravilles de que te dije: Os es

necesario nacer de nuevo.

Tito 3:5 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por

su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu

Santo,

Puede observarse un paralelo en el nacimiento de Cristo, en el cual Dios fue su Padre, la

vida del Hijo estaba en Cristo y aun así fue concebido del Espíritu Santo.

C. Vida eterna impartida por la regeneración

116

116

El concepto central de la regeneración es que un creyente el cual en un principio estaba

muerto espiritualmente ahora ha recibido vida eterna. Para describir esto se usan tres

figuras. Una es la idea de nacer de nuevo, o la figura de renacer. En la conversación de

Cristo con Nicodemo Él dijo: «Os es necesario nacer de nuevo.» Aparece en contraste

con el nacimiento humano en Juan 1:13.

Jn. 1:13 13

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de

voluntad de varón, sino de Dios.

En una segunda figura, la de la resurrección espiritual, se declara a un creyente en Cristo

como «vivo de entre los muertos»

Ro. 6:13 13

ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de

iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y

vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

En Efesios 2:5 se declara que Dios, «aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio

vida juntamente con Cristo», literalmente «nos hizo vivos junto con Cristo». En la tercera

figura, la de la nueva creación, el creyente es exhortado a «y vestíos del nuevo hombre,

creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Ef. 4:24). En 2 Corintios 5:17

el pensamiento se hace claro: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;

las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» Las tres figuras hablan de la

nueva vida, la cual se recibe por fe en Cristo.

Dada la naturaleza del acto del nuevo nacimiento, la resurrección espiritual y la

creación, está claro que la regeneración no es llevada a cabo por ninguna buena obra

del hombre. No es un acto de la voluntad humana en sí misma, y no es producida por

ninguna ordenanza de la iglesia tal como el bautismo por agua. Es enteramente un acto

sobrenatural de Dios en respuesta a la fe del hombre.

De igual manera, la regeneración debe distinguirse de la experiencia que le sigue. La

regeneración es instantánea y es inseparable de la salvación. Una persona salvada en

forma genuina tendrá una experiencia espiritual subsiguiente, pero la experiencia es la

117

117

evidencia de la regeneración, no la regeneración misma. En un sentido es posible decir

que experimentamos el nuevo nacimiento, pero lo que queremos significar con esto es

que experimentamos los resultados del nuevo nacimiento.

D. Los resultados de la regeneración.

En muchos aspectos, la regeneración es el fundamento sobre el cual está edificada

nuestra total salvación. Sin nueva vida en Cristo no hay posibilidad de recibir los otros

aspectos de la salvación tales como la morada del Espíritu, la justificación, o todos los

otros resultados ulteriores. Sin embargo, hay algunas características que son

inmediatamente evidentes en el mismo hecho de la regeneración.

Cuando un creyente recibe a Cristo por la fe, es nacido de nuevo y en el acto del nuevo

nacimiento recibe una nueva naturaleza. Esto es a lo que la Biblia hace referencia como

al «nuevo hombre» (Ef. 4:24), del cual se nos exhorta a que «nos vistamos», en el

sentido de que deberíamos aprovecharnos de su contribución a nuestra nueva

personalidad. A causa de la nueva naturaleza, un creyente en Cristo puede experimentar

a menudo un cambio drástico en su vida, en su actitud hacia Dios y en su capacidad de

tener victoria sobre el pecado. La nueva naturaleza está modelada en conformidad con

la naturaleza de Dios mismo y es algo diferente de la naturaleza humana de Adán antes

de pecar, la cual era completamente humana, aunque sin pecado. La nueva naturaleza

tiene cualidades divinas y anhela las cosas de Dios. Aunque en sí misma no tiene el

poder de cumplir sus deseos aparte del Espíritu Santo, da una nueva dirección a la vida

y una nueva aspiración para alcanzar la voluntad de Dios. Mientras que la regeneración

en sí misma no es una experiencia, la nueva vida recibida en la regeneración da al

creyente nueva capacidad para la experiencia. Antes fue ciego, y ahora puede ver. Antes

estaba muerto, ahora está vivo a las cosas espirituales. Antes era extraño de Dios y fuera

de la comunión; ahora tiene una base para la comunión con Dios y puede recibir el

ministerio del Espíritu Santo. En la proporción que el cristiano se entrega a sí mismo a

Dios y obtiene la provisión de Dios, su experiencia será maravillosa, una demostración

sobrenatural de lo que Dios puede hacer con una vida que está rendida a Él. Otro

aspecto importante de tener la vida eterna es que es el terreno para la seguridad eterna.

Aunque algunos han enseñado que la vida eterna puede perderse y que una persona

118

118

que ha sido una vez salva puede perderse si se aparta de la fe, la misma naturaleza de la

vida eterna y del nuevo nacimiento impiden una vuelta atrás en esta obra de Dios. Es

primeramente una obra de Dios, no de hombre, que no depende de ninguna dignidad

humana. Si bien la fe es necesaria, no es considerada una buena obra la cual merece la

salvación, sino más bien abre el canal a través del cual Dios puede obrar en la vida

individual. Así como el nacimiento natural no puede ser invertido, de la misma manera

el nacimiento espiritual tampoco puede serlo; una vez efectuado, asegura al creyente

que Dios siempre será su Padre Celestial. De igual manera, la resurrección no puede ser

revocada, puesto que somos elevados a una nueva orden de seres por un acto de Dios.

El nuevo nacimiento como un acto de la creación es otra evidencia que una vez que se

realiza continúa para siempre. El hombre no puede en sí mismo anular esta creación. La

doctrina de la seguridad eterna, de acuerdo a esto, descansa sobre la pregunta de si la

salvación es una obra de Dios o del hombre, si es enteramente por gracia o basada en

los méritos humanos. Aunque el nuevo creyente en Cristo puede fallar en lo que él

debería ser como un hijo de Dios, así como se da en el caso del parentesco humano,

esto no altera el hecho de que él ha recibido una vida que es eterna. También es cierto

que la vida eterna que tenemos ahora se expresa sólo parcialmente en la experiencia

espiritual. Tendrá su gozo final en la presencia de Dios en los cielos.

PREGUNTAS.

1. ¿Qué significa regeneración?

2. ¿Qué pasajes importantes sobre la regeneración se encuentran en el Nuevo

Testamento, y qué enseñan en general?

3. ¿Cómo están involucradas las tres personas de la Trinidad en la regeneración del

creyente?

4. Describir la regeneración como está revelada en la figura del renacimiento.

5. ¿Por qué se le llama al nuevo nacimiento la resurrección espiritual?

119

119

6. ¿Cómo el hecho de que un creyente en Cristo es una nueva criatura es un resultado

de la regeneración?

7. ¿Por qué es imposible para la voluntad humana en sí misma producir el nuevo

nacimiento?

8. ¿En qué sentido la regeneración no es una experiencia?

9. ¿Cómo se relaciona la experiencia con la regeneración?

10. ¿De qué manera es la nueva naturaleza un resultado de la regeneración?

11. ¿Qué nuevas experiencias vendrán a un creyente regenerado?

12. ¿Cómo se relaciona la regeneración con la seguridad eterna

Espíritu Santo: Su Morada y Sellamiento por Lewis Sperry Chafer

A. Una nueva característica de la edad presente

Aunque el Espíritu de Dios estaba con los hombres en el Antiguo Testamento y era la

fuente de sus nuevas vidas y los significados de la victoria espiritual, no hay evidencia de

que todos los creyentes en el Antiguo Testamento tenían al Espíritu morando en ellos.

Esto se explica por el silencio en el Antiguo Testamento sobre esta doctrina y por la

enseñanza expresa de Jesucristo, cuando contrasta la situación del Antiguo Testamento

con la edad presente en las palabras «porque mora con vosotros, y estará en vosotros»

(Jn. 14:17). El creyente como morada del Espíritu es una característica de la edad

presente que se repetirá en el reino milenial, pero que no se encuentra en otro período.

B. La morada universal del Espíritu Santo en los creyentes

120

120

Aunque los cristianos pueden variar grandemente en poder espiritual y en la

manifestación de frutos del Espíritu, la Escritura enseña plenamente que cada cristiano

tiene al Espíritu de Dios morando en él desde el día de Pentecostés. Algunas demoras

temporales de esta experiencia que se ven en algunas ocasiones en Hechos (8:14-17;

19:1-6) fueron circunstancias excepcionales, no normales, y debidas al carácter

transitorio del libro de los Hechos. El hecho de su morada está mencionado en tantos

pasajes en la Biblia que no debería ser cuestionado por nadie que reconozca la

autoridad de la Escritura (Jn. 7:37-39; Hch. 11:17; Ro. 5:5; 8:9, 11; 1 Co. 2:12; 6:19-20;

12:13; (El último pasaje, 1ª Cor. 12.13 no habla sobre la morada del Espíritu en nuestra

vida, sino la morada de nuestra vida en la Iglesia) 2 Co. 5:5; Gá. 3:2; 4:6; 1 Jn. 3:24;

4:13). Estos pasajes dejan en claro que antes del día de Pentecostés la dispensación del

Antiguo Testamento, en la cual solamente algunos tenían ese privilegio, estaba en

vigencia. Pero, después de Pentecostés la obra normal del Espíritu ha sido el morar en

cada cristiano.

Romanos 8:9 sostiene la morada universal del Espíritu declarando que, en la era

presente, «si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El». De igual manera, en

Judas 19 a los no creyentes se les describe como «no teniendo el Espíritu». Aun los

cristianos que están viviendo fuera de la voluntad de Dios y están sujetos al castigo de

Dios, sin embargo tienen cuerpos, los cuales son los templos del Espíritu Santo. Pablo

usa este argumento en 1 Corintios 6:19 para exhortar a los corintios carnales a que

eviten los pecados contra Dios, porque sus cuerpos son hechos santos por la presencia

del Espíritu Santo.

Se declara repetidamente que el Espíritu Santo es un don de Dios, y un don, por su

naturaleza, es algo sin mérito de parte del que lo recibe (Jn. 7:37-39 Hch. 11:17; Ro.

5:5; 1 Co. 2:12; 2 Co. 5:5). De igual manera, el alto nivel de vida que se requiere de los

cristianos que quieren caminar con el Señor presupone la presencia interna del Espíritu

Santo para proveer la capacitación divina necesaria. Así como los reyes y sacerdotes

eran ungidos y puestos aparte para sus tareas sagradas, de igual forma el cristiano es

ungido por el Espíritu Santo en el momento de la salvación, y por la presencia interna

del Espíritu Santo es puesto aparte para su nueva vida en Cristo (2 Co. 1:21; 1 Jn. 2:20,

121

121

27). El ungimiento es universal, ocurre en el momento de la salvación, y doctrinalmente

es lo mismo que el morar del Espíritu.

La enseñanza de que uno es ungido en forma subsiguiente a la salvación y que es una

segunda obra de gracia, o que sólo es posible cuando se está lleno del Espíritu Santo, no

es la enseñanza de la Escritura.

C. Problemas en la doctrina del morar del Espíritu

El hecho de que cada creyente es morada del Espíritu ha sido a veces desafiado sobre la

base de pasajes problemáticos. De acuerdo a tres pasajes en el Antiguo Testamento y los

evangelios (1 5. 16:14; Sal. 51:11; Lc. 11:13), algunos han creído que uno que posea el

Espíritu puede perderlo. La oración de David (Sal. 51:11) para que no le fuera quitado el

Espíritu de Dios, como fue la experiencia de Saúl (1 5. 16:14), está basada en la vigencia

del Antiguo Testamento. Entonces no era normal que todos le tuvieran consigo

morando, y, de acuerdo a ello, lo que les había sido dado en forma soberana, de la

misma manera podría serle quitado.

Tres pasajes en los Hechos parecen también implicar un problema en la morada

universal del Espíritu. En Hechos 5:32 se describe al Espíritu Santo como Uno «el cual ha

dado Dios a los que le obedecen». Sin embargo, la obediencia, aquí, es la obediencia al

Evangelio, puesto que la Escritura indica claramente que algunos quienes son

parcialmente desobedientes aún poseen el Espíritu. La demora en administrar el Espíritu

a aquellos quienes oyeron el evangelio a través de Felipe en Samaria fue ocasionada por

la necesidad de conectar esta nueva obra del Espíritu con la de los apóstoles en

Jerusalén. De acuerdo a esto, el dar el Espíritu fue demorado hasta que les impusieron

las manos (Hch. 8:17), pero ésta no era la situación normal, como se ilustra en la

conversión de Cornelio, quien recibió el Espíritu sin la imposición de manos. La

situación en Hechos 19:1-6 parece referirse a aquellos quienes habían creído en Juan el

Bautista, pero que nunca habían creído en Cristo. Ellos recibieron el Espíritu cuando

Pablo impuso sus manos sobre ellos, pero otra vez ésta es más bien una situación

anormal que normal y no se ha vuelto a repetir. El ungimiento en 1 Juan 2:20 (referido

como «unción») y en 1 Juan 2:27, si se interpreta correctamente, se relaciona al acto

122

122

inicial de morar, más que a una obra subsiguiente del Espíritu. En cada ocasión de

ungimiento en el Nuevo Testamento, ya sea que se refiera al período antes o después

de Pentecostés, el ungimiento del Espíritu es un acto inicial (Lc. 4:18; Hch. 4:27; 10:38;

2 Co. 1:21; 1 Jn. 2:20, 27). Así las dificultades en esta doctrina desaparecen con un

estudio cuidadoso de los pasajes en los cuales se plantean los problemas.

D. El morar del Espíritu en contraste con otros ministerios

Dado que algunas obras del Espíritu acontecen simultáneamente en el creyente en el

momento de su nuevo nacimiento, debe hacerse una cuidadosa distinción entre estas

obras del Espíritu. Por consiguiente, el morar del Espíritu no es lo mismo que la

regeneración del Espíritu, aunque acontecen al mismo tiempo. De igual manera, la

regeneración y el morar del Espíritu Santo no son lo mismo que el bautismo del Espíritu,

el cual será tratado próximamente. El morar del Espíritu no es lo mismo que la plenitud

del Espíritu, puesto que todos los cristianos son morada del Espíritu pero no todos están

llenos del Espíritu. Además, el morar del Espíritu sucede una vez y para siempre,

mientras que la plenitud del Espíritu puede ocurrir muchas veces en la experiencia

cristiana. El morar del Espíritu es, sin embargo, lo mismo que la unción del Espíritu y el

sellamiento del Espíritu.

El hecho del morar del Espíritu o de su unción es un rasgo característico de esta era (Jn.

14:17; Ro. 7:6; 8:9; 1 Co. 6: 19-20; 2 Co. 1:21; 3:6; 1 Jn. 2:20, 27). Por medio del

morar del Espíritu el individuo es santificado o apartado para Dios. En el Antiguo

Testamento el aceite de la unción tipifica a la unción presente por medio del Espíritu,

siendo el aceite uno de los siete símbolos del Espíritu.

1. Cualquier cosa tocada con el aceite de la unción era, por lo tanto, santificada (Ex.

40:9-15). De igual manera, el Espíritu ahora santifica (Ro. 15:16; 1 Co. 6:11; 2 Ts. 2:13; 1

P. 1:2).

2. El profeta era santificado con aceite (1 R. 9:16), de igual forma Cristo era un profeta

por el Espíritu (Is. 61:1; Lc. 4:18), y el creyente es un testigo por el Espíritu (Hch. 1:8).

123

123

3. El sacerdote era santificado con aceite (Ex. 40:15), igualmente lo fue Cristo en su

sacrificio por medio del Espíritu (He. 9:14), y el creyente por medio del Espíritu (Ro.

8:26:12:1; Ef. 5:18-20).

4. El rey era santificado con aceite (1 S.16:12-13), de la misma manera lo fue Cristo por

medio del Espíritu (Sal. 45:7), y el creyente está llamado a reinar por medio del Espíritu.

5. El aceite de la unción era para sanidades (Lc. 10:34), sugiriendo la sanidad del alma

en la salvación por el Espíritu.

6. El aceite hace que la cara brille, lo cual era el aceite del gozo (Sal. 45:7), y se requería

el aceite fresco (Sal. 92:10). El fruto del Espíritu es gozo (Gá. 5:22).

7. En el mobiliario para el tabernáculo se especifica el aceite para las lámparas (Ex.

25:6). El aceite sugiere el Espíritu, el pabilo al creyente como un canal, y la luz el brillo

visible de Cristo. El pabilo debe descansar en el aceite; así el creyente debe caminar en

el Espíritu (Gá. 5:16). El pabilo debe estar libre de obstrucción: así el creyente no debe

resistir el Espíritu (1 Ts. 5:19). El pabilo debe estar arreglado; así el creyente debe ser

limpiado por la confesión del pecado (1 Jn. 1:9).

El aceite de la santa unción (Ex. 30:22-25) estaba compuesto por cuatro especias

añadidas al aceite como base. Estas especias representan virtudes peculiares que se

encuentran en Cristo. Así, este compuesto simboliza al Espíritu tomando la misma vida y

carácter de Cristo y aplicándola al creyente. Este aceite en ninguna manera podía ser

aplicado a la carne humana (Jn. 3:6; Gá. 5:17). No podía ser imitado, lo cual indica que

Dios no puede aceptar nada sino la manifestación de la vida, la cual es Cristo (Fil. 1:21).

Cada artículo del mobiliario en el tabernáculo debía de ser ungido y, por consiguiente,

apartado para Dios, lo que sugiere que la dedicación del creyente debe ser completa

(Ro. 12:1-2).

E. El sellamiento del Espíritu

124

124

El morar del Espíritu Santo se representa como el sello de Dios en tres pasajes en el

Nuevo Testamento (2 Co. 1:22; Ef. 1:13; 4:30). En cada consideración importante el

sellamiento del Espíritu es enteramente una obra de Dios. A los cristianos nunca se les

exhorta a buscar el sellamiento del Espíritu, puesto que cada cristiano ya ha sido sellado.

El sellamiento del Espíritu Santo, por lo tanto, es tan universal como la morada del

Espíritu Santo y ocurre en el momento de la salvación.

Efesios 1:13 dice: «Habiendo creído en El, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la

promesa.» En otras palabras, el creer y el recibir ocurren al mismo tiempo. No es, por lo

tanto, ni un trabajo subsiguiente de la gracia ni una recompensa por la espiritualidad.

Los cristianos efesios fueron exhortados: «Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con

el cual estáis sellados para el día de la redención» (Ef. 4:30). Aun cuando ellos pecaran y

contristaran al Espíritu, sin embargo estaban sellados para el día de la redención, esto es,

hasta el día de la resurrección o transformación, cuando recibieran nuevos cuerpos y ya

no pecaran más.

Como el morar del Espíritu, el sellamiento del Espíritu no es una experiencia, sino un

hecho para ser aceptado por la fe. El sellamiento del Espíritu es una parte

tremendamente significativa de la salvación del cristiano e indica su seguridad, y que es

propiedad de Dios. En adición a lo anterior, es el símbolo de una transacción

terminada. El cristiano está sellado hasta el día de la redención de su cuerpo y su

presentación en gloria. Tomado como un todo, la doctrina de la presencia moradora

del Espíritu Santo como nuestro sello trae gran seguridad y confortamiento al corazón

de cada creyente que entienda esta gran verdad.

PREGUNTAS

1. ¿Qué evidencias sostienen la conclusión de que el morar del Espíritu en cada

creyente es una característica distintiva de la edad presente?

2. ¿Qué pasajes importantes en el Nuevo Testamento enseñan en forma incuestionable

la morada universal del Espíritu Santo en los creyentes?

125

125

3. ¿Por qué la morada del Espíritu Santo es necesaria para el alto nivel de vida

espiritual del creyente?

4. ¿Cómo puede definirse la unción del Espíritu?

5. ¿Qué problemas en la doctrina del morar del Espíritu se levantan por medio de tales

pasajes como 1 Samuel 16:14; Salmo 51:11; Lucas 11:13?

6. ¿Cuál es la explicación de Hechos 5:32 en relación a la morada universal del

Espíritu?

7. ¿Por qué el dar del Espíritu Santo fue demorado de acuerdo a Hechos 8:17?

8. ¿Cómo puede ser explicado el problema de Hechos 19:1-6 en relación a la morada

universal del Espíritu?

9. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu Santo con la regeneración?

10. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu Santo con el bautismo del Espíritu?

11. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu con la plenitud del Espíritu Santo?

12. ¿Cómo el aceite de la unción usado en el Antiguo Testamento tipifica la obra del

Espíritu Santo?

13. ¿Cuál es el significado de las cuatro especias añadidas al aceite santo de la unción

en el Antiguo Testamento?

14. ¿Cuál es la relación entre el morar y el sellar del Espíritu?

15. Explicar el verdadero significado de Efesios 1:13.

16. ¿Cómo se relaciona el sellamiento del Espíritu con la experiencia espiritual?

17. ¿Cómo se relaciona el sellamiento del Espíritu con la seguridad eterna?

17. Dios el Espíritu Santo: Su Morada y Sellamiento con versículos incluidos

126

126

A. Una nueva característica de la edad presente.

Aunque el Espíritu de Dios estaba con los hombres en el Antiguo Testamento y era la

fuente de sus nuevas vidas y los significados de la victoria espiritual, no hay evidencia de

que todos los creyentes en el Antiguo Testamento tenían al Espíritu morando en ellos.

Esto se explica por el silencio en el Antiguo Testamento sobre esta doctrina y por la

enseñanza expresa de Jesucristo, cuando contrasta la situación del Antiguo Testamento

con la edad presente en las palabras «porque mora con vosotros, y estará en vosotros»

(Jn. 14:17). El creyente como morada del Espíritu es una característica de la edad

presente que se repetirá en el reino milenial, pero que no se encuentra en otro período.

B. La morada universal del Espíritu Santo en los creyentes.

Aunque los cristianos pueden variar grandemente en poder espiritual y en la

manifestación de frutos del Espíritu, la Escritura enseña plenamente que cada cristiano

tiene al Espíritu de Dios morando en él desde el día de Pentecostés. Algunas demoras

temporales de esta experiencia que se ven en algunas ocasiones en Hechos fueron

circunstancias excepcionales, no normales, y debidas al carácter transitorio del libro de

los Hechos.

Hch. 8:14-17 14

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria

había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15

los cuales, habiendo

venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; 16

porque aún no había

descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el

nombre de Jesús. 17

Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.

Hch. 19:1-6 1 Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después

de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, 2

les

dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos

oído si hay Espíritu Santo. 3

Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos

dijeron: En el bautismo de Juan. 4

Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de

arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él,

127

127

esto es, en Jesús el Cristo. 5

Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del

Señor Jesús. 6

Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo;

y hablaban en lenguas, y profetizaban.

El hecho de su morada está mencionado en tantos pasajes en la Biblia que no debería

ser cuestionado por nadie que reconozca la autoridad de la Escritura.

Jn. 7:37-39 37

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,

diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38

El que cree en mí, como dice la

Escritura , de su interior correrán ríos de agua viva. 39

Esto dijo del Espíritu que habían

de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque

Jesús no había sido aún glorificado.

Hch. 11:17 17

Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que

hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?

Ro. 5:5 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en

nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Ro. 8:9, 11 9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el

Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que

levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por

su Espíritu que mora en vosotros.

1Co. 2:12 12

Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que

proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,

1Co. 6:19-20 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está

en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20

Porque habéis sido

comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,

los cuales son de Dios.

128

128

1Co. 12:13 13

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean

judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo

Espíritu.

(El último pasaje, 1Co. 12.13 no habla sobre la morada del Espíritu en nuestra vida, sino

la morada de nuestra vida en la Iglesia. )

2Co. 5:5 5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del

Espíritu.

Ga. 3:2 2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la

ley, o por el oír con fe?

Ga. 4:6 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,

el cual clama: ¡Abba, Padre!

1Jn. 3:24 24

Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en

esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

1Jn. 4:13 13

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha

dado de su Espíritu.

Estos pasajes dejan en claro que antes del día de Pentecostés la dispensación del Antiguo

Testamento, en la cual solamente algunos tenían ese privilegio, estaba en vigencia. Pero,

después de Pentecostés la obra normal del Espíritu ha sido el morar en cada cristiano.

Romanos 8:9 sostiene la morada universal del Espíritu declarando que, en la era

presente, «si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El». De igual manera, en

Judas 19 a los no creyentes se les describe como «no teniendo el Espíritu».

Jud. 19 19

Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.

Aun los cristianos que están viviendo fuera de la voluntad de Dios y están sujetos al

castigo de Dios, sin embargo tienen cuerpos, los cuales son los templos del Espíritu

129

129

Santo. Pablo usa este argumento en 1 Corintios para exhortar a los corintios carnales a

que eviten los pecados contra Dios, porque sus cuerpos son hechos santos por la

presencia del Espíritu Santo.

1Co. 6:19 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en

vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

Se declara repetidamente que el Espíritu Santo es un don de Dios, y un don, por su

naturaleza, es algo sin mérito de parte del que lo recibe.

Jn. 7:37-39 37

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,

diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38

El que cree en mí, como dice la

Escritura , de su interior correrán ríos de agua viva. 39

Esto dijo del Espíritu que habían

de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque

Jesús no había sido aún glorificado.

Hch. 11:17 17

Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que

hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?

Ro. 5:5 5

y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en

nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

1Co. 2:12 12

Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que

proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,

2Co. 5:5 5 Más el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del

Espíritu.

De igual manera, el alto nivel de vida que se requiere de los cristianos que quieren

caminar con el Señor presupone la presencia interna del Espíritu Santo para proveer la

capacitación divina necesaria. Así como los reyes y sacerdotes eran ungidos y puestos

aparte para sus tareas sagradas, de igual forma el cristiano es ungido por el Espíritu

130

130

Santo en el momento de la salvación, y por la presencia interna del Espíritu Santo es

puesto aparte para su nueva vida en Cristo.

2Co. 1:21 21

Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,

1Jn. 2:20, 27 20

Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 27

Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis

necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas,

y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

El ungimiento es universal, ocurre en el momento de la salvación, y doctrinalmente es

lo mismo que el morar del Espíritu.

La enseñanza de que uno es ungido en forma subsiguiente a la salvación y que es una

segunda obra de gracia, o que sólo es posible cuando se está lleno del Espíritu Santo, no

es la enseñanza de la Escritura.

C. Problemas en la doctrina del morar del Espíritu.

El hecho de que cada creyente es morada del Espíritu ha sido a veces desafiado sobre la

base de pasajes problemáticos. De acuerdo a tres pasajes en el Antiguo Testamento y los

evangelios, algunos han creído que uno que posea el Espíritu puede perderlo.

1S. 16:14 14

El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de

parte de Jehová.

Sal. 51:11 11 No me eches de delante de ti,

Y no quites de mí tu santo Espíritu.

Lc. 11:13 13

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,

¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

131

131

La oración de David (Sal. 51:11) para que no le fuera quitado el Espíritu de Dios, como

fue la experiencia de Saúl (1S. 16:14), está basada en la vigencia del Antiguo Testamento.

Entonces no era normal que todos le tuvieran consigo morando, y, de acuerdo a ello,

lo que les había sido dado en forma soberana, de la misma manera podría serle

quitado.

Tres pasajes en los Hechos parecen también implicar un problema en la morada

universal del Espíritu. En Hechos 5:32 se describe al Espíritu Santo como Uno «el cual ha

dado Dios a los que le obedecen».

Hch. 5:32 32

Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo,

el cual ha dado Dios a los que le obedecen.

Sin embargo, la obediencia, aquí, es la obediencia al Evangelio, puesto que la Escritura

indica claramente que algunos quienes son parcialmente desobedientes aún poseen el

Espíritu. La demora en administrar el Espíritu a aquellos quienes oyeron el evangelio a

través de Felipe en Samaria fue ocasionada por la necesidad de conectar esta nueva

obra del Espíritu con la de los apóstoles en Jerusalén. De acuerdo a esto, el dar el

Espíritu fue demorado hasta que les impusieron las manos pero ésta no era la situación

normal, como se ilustra en la conversión de Cornelio, quien recibió el Espíritu sin la

imposición de manos.

Hch. 8:17 17

Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.

La situación en Hechos 19:1-6 parece referirse a aquellos quienes habían creído en Juan

el Bautista, pero que nunca habían creído en Cristo.

Hch. 19:1-6 1 Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después

de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, 2

les

dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos

oído si hay Espíritu Santo. 3

Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos

dijeron: En el bautismo de Juan. 4

Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de

arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él,

132

132

esto es, en Jesús el Cristo. 5

Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del

Señor Jesús. 6

Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo;

y hablaban en lenguas, y profetizaban. 7

Eran por todos unos doce hombres.

Ellos recibieron el Espíritu cuando Pablo impuso sus manos sobre ellos, pero otra vez

ésta es más bien una situación anormal que normal y no se ha vuelto a repetir. El

ungimiento en 1Jn. 2:20 (referido como «unción») y en 1Jn. 2:27, si se interpreta

correctamente, se relaciona al acto inicial de morar, más que a una obra subsiguiente

del Espíritu.

1Jn. 2:20 20

Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.

1Jn. 2:27 27

Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no

tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las

cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

En cada ocasión de ungimiento en el Nuevo Testamento, ya sea que se refiera al

período antes o después de Pentecostés, el ungimiento del Espíritu es un acto inicial.

Lc. 4:18-19 18

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

19 A predicar el año agradable del Señor.

133

133

Hch. 4:27 27

Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo

Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,

Hch. 10:38 38

cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y

cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,

porque Dios estaba con él.

2Co. 1:21 21

Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,

1Jn. 2:20, 27 20

Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 27

Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis

necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas,

y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

Así las dificultades en esta doctrina desaparecen con un estudio cuidadoso de los pasajes

en los cuales se plantean los problemas.

D. El morar del Espíritu en contraste con otros ministerios.

Dado que algunas obras del Espíritu acontecen simultáneamente en el creyente en el

momento de su nuevo nacimiento, debe hacerse una cuidadosa distinción entre estas

obras del Espíritu. Por consiguiente, el morar del Espíritu no es lo mismo que la

regeneración del Espíritu, aunque acontecen al mismo tiempo. De igual manera, la

regeneración y el morar del Espíritu Santo no son lo mismo que el bautismo del Espíritu,

el cual será tratado próximamente. El morar del Espíritu no es lo mismo que la plenitud

del Espíritu, puesto que todos los cristianos son morada del Espíritu pero no todos están

llenos del Espíritu. Además, el morar del Espíritu sucede una vez y para siempre,

mientras que la plenitud del Espíritu puede ocurrir muchas veces en la experiencia

cristiana. El morar del Espíritu es, sin embargo, lo mismo que la unción del Espíritu y el

sellamiento del Espíritu.

El hecho del morar del Espíritu o de su unción es un rasgo característico de esta era.

134

134

Jn. 14:17 17

el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni

le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

Ro. 7:6 6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que

estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo

el régimen viejo de la letra.

Ro. 8:9 9 Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu

de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

1Co. 6: 19-20 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está

en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20

Porque habéis sido

comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,

los cuales son de Dios.

2Co. 1:21 21

Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,

2Co. 3:6 6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la

letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.

1Jn. 2:20, 27 20

Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 27

Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis

necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas,

y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

Por medio del morar del Espíritu el individuo es santificado o apartado para Dios. En el

Antiguo Testamento el aceite de la unción tipifica a la unción presente por medio del

Espíritu, siendo el aceite uno de los siete símbolos del Espíritu.

1. Cualquier cosa tocada con el aceite de la unción era, por lo tanto, santificada.

Ex. 40:9-15 9 Y tomarás el aceite de la unción y ungirás el tabernáculo, y todo lo que

está en él; y lo santificarás con todos sus utensilios, y será santo. 10

Ungirás también el

altar del holocausto y todos sus utensilios; y santificarás el altar, y será un altar

135

135

santísimo. 11

Asimismo ungirás la fuente y su base, y la santificarás. 12

Y llevarás a Aarón y

a sus hijos a la puerta del tabernáculo de reunión, y los lavarás con agua. 13

Y harás vestir

a Aarón las vestiduras sagradas, y lo ungirás, y lo consagrarás, para que sea mi

sacerdote. 14

Después harás que se acerquen sus hijos, y les vestirás las túnicas; 15

y los

ungirás, como ungiste a su padre, y serán mis sacerdotes, y su unción les servirá por

sacerdocio perpetuo, por sus generaciones.

De igual manera, el Espíritu ahora santifica.

Ro. 15:16 16

para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de

Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.

1Co. 6:11 11

Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados,

ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro

Dios.

2Ts. 2:13 13

Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros,

hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para

salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,

1P. 1:2 2

elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para

obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

2. El profeta era santificado con aceite, de igual forma Cristo era un profeta por el

Espíritu, y el creyente es un testigo por el Espíritu.

1R. 9:16 16

Faraón el rey de Egipto había subido y tomado a Gezer, y la quemó, y dio

muerte a los cananeos que habitaban la ciudad, y la dio en dote a su hija la mujer de

Salomón.

Is. 61:1 1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha

enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de

corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;

136

136

Lc. 4:18 18 El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

Hch. 1:8 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y

me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

3. El sacerdote era santificado con aceite.

Ex. 40:15 15

y los ungirás, como ungiste a su padre, y serán mis sacerdotes, y su unción

les servirá por sacerdocio perpetuo, por sus generaciones.

Igualmente lo fue Cristo en su sacrificio por medio del Espíritu.

He. 9:14 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció

a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que

sirváis al Dios vivo?

Y el creyente por medio del Espíritu.

Ro. 8:26 26

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué

hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por

nosotros con gemidos indecibles.

137

137

Ro. 12:1 1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis

vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto

racional.

Ef. 5:18-20 18

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed

llenos del Espíritu, 19

hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos

espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20

dando siempre

gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

4. El rey era santificado con aceite.

1S. 16:12-13 12

Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de

buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. 13

Y Samuel

tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en

adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a

Ramá.

De la misma manera lo fue Cristo por medio del Espíritu, y el creyente está llamado a

reinar por medio del Espíritu.

Sal. 45:7 7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad;

Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,

Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

5. El aceite de la unción era para sanidades, sugiriendo la sanidad del alma en la

salvación por el Espíritu.

Lc. 10:34 34

y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en

su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.

6. El aceite hace que la cara brille, lo cual era el aceite del gozo.

138

138

Sal. 45:7 7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad;

Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,

Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

Y se requería el aceite fresco.

Sal. 92:10 10

Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;

Seré ungido con aceite fresco.

El fruto del Espíritu es gozo.

Ga. 5:22-23 22

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,

bondad, fe, 23

mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

7. En el mobiliario para el tabernáculo se especifica el aceite para las lámparas.

Ex. 25:6 6 aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el

incienso aromático,

El aceite sugiere el Espíritu, el pabilo al creyente como un canal, y la luz el brillo visible

de Cristo. El pabilo debe descansar en el aceite; así el creyente debe caminar en el

Espíritu.

Ga. 5:16 16

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

El pabilo debe estar libre de obstrucción: así el creyente no debe resistir el Espíritu.

1Ts. 5:19 19

No apaguéis al Espíritu.

El pabilo debe estar arreglado; así el creyente debe ser limpiado por la confesión del

pecado.

139

139

1Jn. 1:9 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros

pecados, y limpiarnos de toda maldad.

El aceite de la santa unción estaba compuesto por cuatro especias añadidas al aceite

como base.

Ex. 30:22-25 22

Habló más Jehová a Moisés, diciendo: 23

Tomarás especias finas: de

mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos

cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, 24

de casia quinientos, según el

siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin. 25

Y harás de ello el aceite de la santa

unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción

santa.

Estas especias representan virtudes peculiares que se encuentran en Cristo. Así, este

compuesto simboliza al Espíritu tomando la misma vida y carácter de Cristo y

aplicándola al creyente. Este aceite en ninguna manera podía ser aplicado a la carne

humana.

Jn. 3:6 6

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu

es.

Ga. 5:17 17

Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la

carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

No podía ser imitado, lo cual indica que Dios no puede aceptar nada sino la

manifestación de la vida, la cual es Cristo.

Fil. 1:21 21

Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

Cada artículo del mobiliario en el tabernáculo debía de ser ungido y, por consiguiente,

apartado para Dios, lo que sugiere que la dedicación del creyente debe ser completa.

Ro. 12:1-2 1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis

vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto

140

140

racional. 2

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación

de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,

agradable y perfecta.

E. El sellamiento del Espíritu.

El morar del Espíritu Santo se representa como el sello de Dios en tres pasajes en el

Nuevo Testamento.

2Co. 1:22 22

el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en

nuestros corazones.

Ef. 1:13 13

En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de

vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la

promesa,

Ef. 4:30 30

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el

día de la redención.

En cada consideración importante el sellamiento del Espíritu es enteramente una obra

de Dios. A los cristianos nunca se les exhorta a buscar el sellamiento del Espíritu, puesto

que cada cristiano ya ha sido sellado. El sellamiento del Espíritu Santo, por lo tanto, es

tan universal como la morada del Espíritu Santo y ocurre en el momento de la

salvación.

Efesios 1:13 dice: «Habiendo creído en El, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la

promesa.» En otras palabras, el creer y el recibir ocurren al mismo tiempo. No es, por lo

tanto, ni un trabajo subsiguiente de la gracia ni una recompensa por la espiritualidad.

Los cristianos efesios fueron exhortados: «Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con

el cual estáis sellados para el día de la redención» (Ef. 4:30). Aun cuando ellos pecaran y

contristaran al Espíritu, sin embargo estaban sellados para el día de la redención, esto es,

hasta el día de la resurrección o transformación, cuando recibieran nuevos cuerpos y ya

no pecaran más.

141

141

Como el morar del Espíritu, el sellamiento del Espíritu no es una experiencia, sino un

hecho para ser aceptado por la fe. El sellamiento del Espíritu es una parte

tremendamente significativa de la salvación del cristiano e indica su seguridad, y que es

propiedad de Dios. En adición a lo anterior, es el símbolo de una transacción

terminada. El cristiano está sellado hasta el día de la redención de su cuerpo y su

presentación en gloria. Tomado como un todo, la doctrina de la presencia moradora

del Espíritu Santo como nuestro sello trae gran seguridad y confortamiento al corazón

de cada creyente que entienda esta gran verdad.

PREGUNTAS.

1. ¿Qué evidencias sostienen la conclusión de que el morar del Espíritu en cada creyente

es una característica distintiva de la edad presente?

2. ¿Qué pasajes importantes en el Nuevo Testamento enseñan en forma incuestionable

la morada universal del Espíritu Santo en los creyentes?

3. ¿Por qué la morada del Espíritu Santo es necesaria para el alto nivel de vida espiritual

del creyente?

4. ¿Cómo puede definirse la unción del Espíritu?

5. ¿Qué problemas en la doctrina del morar del Espíritu se levantan por medio de tales

pasajes como 1 Samuel 16:14; Salmo 51:11; Lucas 11:13?

6. ¿Cuál es la explicación de Hechos 5:32 en relación a la morada universal del Espíritu?

7. ¿Por qué el dar del Espíritu Santo fue demorado de acuerdo a Hechos 8:17?

8. ¿Cómo puede ser explicado el problema de Hechos 19:1-6 en relación a la morada

universal del Espíritu?

9. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu Santo con la regeneración?

142

142

10. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu Santo con el bautismo del Espíritu?

11. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu con la plenitud del Espíritu Santo?

12. ¿Cómo el aceite de la unción usado en el Antiguo Testamento tipifica la obra del

Espíritu Santo?

13. ¿Cuál es el significado de las cuatro especias añadidas al aceite santo de la unción en

el Antiguo Testamento?

14. ¿Cuál es la relación entre el morar y el sellar del Espíritu?

15. Explicar el verdadero significado de Efesios 1:13.

16. ¿Cómo se relaciona el sellamiento del Espíritu con la experiencia espiritual?

17. ¿Cómo se relaciona el sellamiento del Espíritu con la seguridad eterna

Espíritu Santo: Su Bautismo por Lewis Sperry Chafer

A. EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO

Probablemente ninguna otra doctrina del Espíritu Santo ha creado más confusión que el

bautismo del Espíritu. Mucho de esto se deriva del hecho de que el bautismo del

Espíritu comenzó al mismo tiempo en que ocurrían otras grandes obras del Espíritu,

tales como la regeneración, la morada y el sellado. También en algunas ocasiones el

bautismo del Espíritu y la plenitud del Espíritu ocurren al mismo tiempo. Esto ha guiado

a algunos expositores a hacer sinónimos de estos dos acontecimientos. El conflicto en la

interpretación, sin embargo, se resuelve si uno examina cuidadosamente lo que la

Escritura dice con relación al bautismo del Espíritu. En total hay once referencias

específicas al bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento (Mt. 3:11; Mr. 1:8; Lc. 3:16;

Jn. 1:33; Hch. 1:5; 11:16; Ro. 6:1-4; 1 Co. 12:13; Gá. 3:27; Ef. 4:5; Col. 2:12).

143

143

B. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO ANTES DE PENTECOSTES

Al examinar las referencias en los cuatro evangelios y en Hechos 1:5, se aclara que el

bautismo del Espíritu es considerado en cada caso como un acontecimiento futuro, el

cual nunca había ocurrido previamente. No hay mención del bautismo del Espíritu en el

Antiguo Testamento, y los cuatro evangelios se unen con Hechos 1:5 en anticipar el

bautismo del Espíritu como un evento futuro. En los evangelios, el bautismo del Espíritu

se presenta como una obra la cual Cristo hará por medio del Espíritu Santo como su

agente, como, por ejemplo, en Mateo 3:11, donde Juan el Bautista predice que Cristo

«os bautizará en Espíritu Santo y fuego». La referencia al bautismo por fuego parece

hacer alusión a la segunda venida de Cristo y los juicios que ocurrirán en ese tiempo, y

también se menciona en Lucas 3:16, pero no en Marcos 1:8 o en Juan 1:33. A veces la

intervención del Espíritu Santo se expresa por el uso de la preposición griega en, como

en Mateo 3:11, Lucas 3:16 y Juan 1:33. Ya sea que la preposición se use o no, el

pensamiento es claro en cuanto a que Cristo bautizó por el Espíritu Santo. Algunos han

tomado esto como algo diferente del bautismo del Espíritu del que se habla en Hechos

y en las Epístolas, pero el punto de vista preferible es que el bautismo del Espíritu es el

mismo en todo el Nuevo Testamento.

El bautismo en cualquier caso es por medio del Espíritu Santo.

La norma de la doctrina es expresada por Cristo mismo cuando El contrastó su

bautismo, administrado por Juan, con el futuro bautismo de los creyentes por medio

del Espíritu Santo, lo cual ocurriría después de su ascensión. Cristo dijo: «Porque Juan

ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo

dentro de no muchos días» (Hch. 1:5).

C. TODOS LOS CRISTIANOS SON BAUTIZADOS POR EL ESPIRITU EN LA EDAD

PRESENTE

A causa de la confusión en cuanto a la naturaleza y tiempo del bautismo del Espíritu, no

siempre ha sido reconocido que cada cristiano es bautizado por el Espíritu dentro del

144

144

cuerpo de Cristo en el momento de su salvación. Este hecho es destacado en el pasaje

central sobre el bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento en 1 Corintios 12:13. Allí

se declara: ―Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean

judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo

Espíritu‖

En este pasaje la preposición griega «en» es traducida correctamente «por», en lo que se

llama el uso instrumental de esta preposición. Este uso instrumental es ilustrado por

medio de la misma preposición en Lucas 4:1, donde se dice que fue «llevado por el

Espíritu al desierto», y por la expresión «por vosotros» en 1 Corintios 6:2, por la

expresión «por medio de El» en Colosenses 1: 16 y por la frase «todos nosotros» se

refiere claramente a todos los cristianos, no a todos los hombres, y no de estar limitada

a algún grupo de cristianos en particular. La verdad es más bien que cada cristiano desde

el momento que es salvo es bautizado por el Espíritu dentro del cuerpo de Cristo. Así,

Efesios 4:5 se refiere a «un Señor, una fe, un bautismo». Mientras que los rituales del

bautismo por agua varían, hay un solo bautismo del Espíritu. La universalidad de este

ministerio se destaca por el hecho de que en la Escritura el cristiano nunca es exhortado

a que sea bautizado por el Espíritu, mientras sí se le exhorta a ser lleno del Espíritu (Ef.

5:18).

D. EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU DENTRO DEL CUERPO DE CRISTO

Por medio del bautismo del Espíritu se cumplen dos resultados importantes. El primero,

que el creyente es bautizado o ubicado dentro del cuerpo de Cristo; relacionado con

esto es la segunda figura del bautismo en Cristo mismo. Estos dos resultados simultáneos

del bautismo del Espíritu son tremendamente significativos. Por medio del bautismo del

Espíritu el creyente es colocado dentro del cuerpo de Cristo en la unión viviente de

todos los creyentes verdaderos en la edad presente. Aquí el bautismo tiene su

significado primario en el hecho de ser ubicado, iniciado, y en que nos ha sido dada una

relación nueva y permanente. Por consiguiente, el bautismo del Espíritu relaciona a los

creyentes con todo el cuerpo de la verdad que se revela en la Escritura concerniente al

cuerpo de Cristo. El cuerpo de los creyentes, formado así por el bautismo del Espíritu y

145

145

aumentado a medida que los miembros adicionales son añadidos, se menciona

frecuentemente en las Escrituras (Hch. 2:47; 1 Co. 6:15; 12:12-14; Ef. 2:16; 4:4-5, 16;

5:30-32; Col. 1:24; 2:19). Cristo es la Cabeza de su cuerpo y el Único que dirige sus

actividades (1 Co. 11:3; Ef. 1:22-23; 5:23-24; Col. 1:18). El cuerpo así formado y dirigido

por Cristo también es nutrido y cuidado por Cristo (Ef. 5:29; Fil. 4:13; Col. 2:19). Una

de las obras de Cristo es la de santificar el cuerpo de Cristo en preparación para su

presentación en gloria (Ef. 5: 25-27).

Como miembro del cuerpo de Cristo, al creyente se le dan también dones o funciones

especiales en el cuerpo de Cristo (Ro. 12:3-8; 1 Co. 12:27-28; Ef. 4:7-16). Siendo

colocado dentro del cuerpo de Cristo por medio del Espíritu Santo, no sólo es segura la

unidad del Cuerpo, sin distinción de raza, cultura o fondo social, sino que también es

seguro que cada creyente tiene su lugar y función particulares y su oportunidad para

servir a Dios sin el armazón de su propia personalidad y dones. El cuerpo como un todo

es «unido entre sí» (Ef. 4: 16); esto es, aunque los miembros difieran, el cuerpo como un

todo está bien planeado y organizado.

E. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN CRISTO

En adición a su relación con respecto a los otros creyentes en el cuerpo de Cristo, el que

es bautizado por el Espíritu tiene una nueva posición en cuanto a estar en Cristo. Esto

fue anticipado en la predicción de Juan 14:20, donde Cristo dijo la noche antes de su

crucifixión: «En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en

mí, y yo en vosotros» La expresión «vosotros en mí» anticipaba el futuro bautismo del

Espíritu.

Como consecuencia de que el creyente está en Cristo, es identificado en lo que Cristo

hizo en su muerte, resurrección y glorificación. Esto se presenta en Romanos 6:1-4,

donde se declara que el creyente es bautizado en Jesucristo y en su muerte, y si lo es en

su muerte, está sepultado y resucitado con Cristo. Esto ha sido tomado a menudo para

representar el rito del bautismo por agua, pero en cualquier caso también representa la

obra del Espíritu Santo, sin la cual el rito sería carente de significado. Un pasaje similar

146

146

se encuentra en Colosenses 2:12. Nuestra identificación con Cristo a través del Espíritu es

una base importante para todo lo que Dios hace por el creyente en el tiempo y la

eternidad.

Dado que un creyente está en Cristo, él también tiene la vida de Cristo, la cual es

compartida por la cabeza con el cuerpo. La relación de Cristo con el cuerpo como su

Cabeza también se relaciona con la dirección soberana de Cristo de su cuerpo, del

mismo modo como la mente dirige al cuerpo en el cuerpo humano de los creyentes.

F. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN RELACION CON LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL

En vista del hecho de que cada cristiano es bautizado por el Espíritu en el momento de

su salvación, está claro que el bautismo es una obra de Dios para ser comprendida y

recibida por la fe. Aunque la experiencia espiritual subsiguiente puede confirmar el

bautismo del Espíritu, el bautismo no es una experiencia en sí mismo. Por ser universal y

relacionado con nuestra posición en Cristo, el bautismo es un acto instantáneo de Dios

y no es una obra para ser buscada después de haber nacido de nuevo.

Se ha originado mucha confusión por la afirmación de que los cristianos deberían buscar

el bautismo del Espíritu especialmente como se manifestaba en el hablar en lenguas en

la Iglesia primitiva. Mientras que en los tres ejemplos en Hechos (caps. 2, 10 y 19) los

creyentes hablaron en lenguas en el tiempo de su bautismo por el Espíritu, queda claro

que esto fue excepcional y relacionado al carácter transitorio del libro.

En todos los otros ejemplos donde figura la salvación no hay mención del hablar en

lenguas como algo que acompañe al bautismo del Espíritu.

Más adelante, es bastante claro que mientras que todos los cristianos son bautizados por

el Espíritu, no todos los cristianos hablaron en lenguas en la Iglesia primitiva Por lo

tanto, el concepto de buscar el bautismo del Espíritu como un medio de una obra

excepcional de Dios en la vida del cristiano es sin fundamento escritural. Aun la plenitud

del Espíritu no se manifiesta en hablar en lenguas, sino más bien en el fruto del Espíritu,

147

147

como se menciona en Gálatas 5:22-23. El hecho es que los cristianos corintios hablaron

en lenguas sin estar llenos del Espíritu.

A veces se alega un error similar, el cual sostiene que hay dos bautismos del Espíritu,

uno en Hechos 2 y el otro en 1 Corintios 12:13.

Una comparación de la conversión de Cornelio en Hechos l0-11 con Hechos 2 aclara

que lo que le ocurrió a Cornelio, un gentil, fue exactamente lo mismo que lo que les

había ocurrido a los discípulos en el día de Pentecostés. Pedro dice en Hechos 11:15-17:

«y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre

nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: «Juan

ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si

Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el

Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?» Considerando que el

bautismo del Espíritu coloca al creyente dentro del cuerpo de Cristo, es, pues, la misma

obra de Hechos 2 a través de la presente dispensación.

El bautismo del Espíritu Santo es, por lo tanto, importante, puesto que es la obra del

Espíritu que nos coloca en una nueva unión con Cristo y nuestros hermanos creyentes,

una nueva posición en Cristo. Es la base para la justificación y para toda la obra de

Dios, la cual presenta al final al creyente perfecto en gloria.

PREGUNTAS

1. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu, de la obra del Espíritu en la regeneración,

morada y sellado?

2. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu de la plenitud del Espíritu?

3. ¿Por qué ha habido confusión entre el bautismo del Espíritu y otras obras del Espíritu?

4. ¿Cuál es el significado del hecho de que el bautismo en Espíritu en los cuatro

evangelios y en Hechos 1 se mencione como una obra futura?

5. ¿Qué evidencia puede alegarse respecto a que todos los cristianos son bautizados por

el Espíritu en la edad presente?

6. ¿Por qué nunca se exhorta a los cristianos que sean bautizados por el Espíritu?

148

148

7. ¿Cuál es el significado de ser bautizado dentro del cuerpo de Cristo?

8. ¿Cómo indica la figura del cuerpo de Cristo que Cristo dirige la Iglesia ?

9. ¿Cómo presenta la figura del cuerpo de Cristo dones especiales dados a los creyentes?

10. ¿Qué verdades especiales son presentadas por el bautismo del Espíritu en Cristo?

11. ¿Cómo se relaciona el bautismo en Cristo a nuestra identificación con El en su

muerte, resurrección y glorificación?

12. ¿Cómo el bautismo en Cristo sostiene la idea de que compartimos la vida eterna?

13. ¿Por qué el bautismo del Espíritu no es en sí mismo una experiencia espiritual?

14. ¿Es necesario el hablar en lenguas para ser bautizado por el Espíritu?

15. ¿Es necesario hablar en lenguas para ser lleno por el Espíritu?

16. ¿Por qué es incorrecto que el bautismo del Espíritu de Hechos 2 difiere del bautismo

del Espíritu en 1 Corintios 12: 13?

17. Resumir la importancia del bautismo del Espíritu como una obra relacionada con

nuestra salvación.

18. Dios el Espíritu Santo: Su Bautismo con versículos incluidos

A. EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO.

Probablemente ninguna otra doctrina del Espíritu Santo ha creado más confusión que el

bautismo del Espíritu. Mucho de esto se deriva del hecho de que el bautismo del

Espíritu comenzó al mismo tiempo en que ocurrían otras grandes obras del Espíritu,

tales como la regeneración, la morada y el sellado. También en algunas ocasiones el

bautismo del Espíritu y la plenitud del Espíritu ocurren al mismo tiempo. Esto ha guiado

a algunos expositores a hacer sinónimos de estos dos acontecimientos. El conflicto en la

interpretación, sin embargo, se resuelve si uno examina cuidadosamente lo que la

Escritura dice con relación al bautismo del Espíritu. En total hay once referencias

específicas al bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento.

149

149

Mt. 3:11 11

Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene

tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os

bautizará en Espíritu Santo y fuego.

Mr. 1:8 8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu

Santo.

Lc. 3:16 16

respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero

viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su

calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

Jn. 1:33 33

Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo:

Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza

con el Espíritu Santo.

Hch. 1:5 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados

con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

Hch. 11:16 16

Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan

ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.

Ro. 6:1-4 1¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia

abunde? 2

En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo

viviremos aún en él? 3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo

Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4

Porque somos sepultados juntamente con

él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la

gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

1Co. 12:13 13

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean

judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo

Espíritu.

150

150

Ga. 3:27 27

porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis

revestidos.

Ef. 4:5 5 un Señor, una fe, un bautismo,

Col. 2:12 12

sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con

él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

B. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO ANTES DE PENTECOSTES.

Al examinar las referencias en los cuatro evangelios y en Hechos 1:5, se aclara que el

bautismo del Espíritu es considerado en cada caso como un acontecimiento futuro, el

cual nunca había ocurrido previamente.

Hch. 1:5 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados

con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

No hay mención del bautismo del Espíritu en el Antiguo Testamento, y los cuatro

evangelios se unen con Hechos 1:5 en anticipar el bautismo del Espíritu como un evento

futuro. En los evangelios, el bautismo del Espíritu se presenta como una obra la cual

Cristo hará por medio del Espíritu Santo como su agente, como, por ejemplo, en Mateo

3:11, donde Juan el Bautista predice que Cristo «os bautizará en Espíritu Santo y fuego».

La referencia al bautismo por fuego parece hacer alusión a la segunda venida de Cristo y

los juicios que ocurrirán en ese tiempo, y también se menciona en Lucas, pero no en

Marcos o en Juan.

Mt. 3:11 11

Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene

tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os

bautizará en Espíritu Santo y fuego.

Lc. 3:16 16

respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero

viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su

calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

151

151

Mr. 1:8 8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu

Santo.

Jn. 1:33 33

Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo:

Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza

con el Espíritu Santo.

A veces la intervención del Espíritu Santo se expresa por el uso de la preposición griega

en, como en Mateo 3:11, Lucas 3:16 y Juan 1:33. Ya sea que la preposición se use o no,

el pensamiento es claro en cuanto a que Cristo bautizó por el Espíritu Santo. Algunos

han tomado esto como algo diferente del bautismo del Espíritu del que se habla en

Hechos y en las Epístolas, pero el punto de vista preferible es que el bautismo del

Espíritu es el mismo en todo el Nuevo Testamento. El bautismo en cualquier caso es por

medio del Espíritu Santo.

La norma de la doctrina es expresada por Cristo mismo cuando El contrastó su

bautismo, administrado por Juan, con el futuro bautismo de los creyentes por medio

del Espíritu Santo, lo cual ocurriría después de su ascensión. Cristo dijo: «Porque Juan

ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo

dentro de no muchos días» (Hch. 1:5).

C. TODOS LOS CRISTIANOS SON BAUTIZADOS POR EL ESPIRITU EN LA EDAD

PRESENTE.

A causa de la confusión en cuanto a la naturaleza y tiempo del bautismo del Espíritu, no

siempre ha sido reconocido que cada cristiano es bautizado por el Espíritu dentro del

cuerpo de Cristo en el momento de su salvación. Este hecho es destacado en el pasaje

central sobre el bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento en 1 Corintios 12:13. Allí

se declara: ―Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean

judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo

Espíritu‖

152

152

En este pasaje la preposición griega «en» es traducida correctamente «por», en lo que se

llama el uso instrumental de esta preposición. Este uso instrumental es ilustrado por

medio de la misma preposición en Lucas 4:1, donde se dice que fue «llevado por el

Espíritu al desierto», y por la expresión «por vosotros» en 1 Corintios 6:2, por la

expresión «por medio de El» en Colosenses 1: 16 y por la frase «todos nosotros» se

refiere claramente a todos los cristianos, no a todos los hombres, y no de estar limitada

a algún grupo de cristianos en particular. La verdad es más bien que cada cristiano desde

el momento que es salvo es bautizado por el Espíritu dentro del cuerpo de Cristo. Así,

Efesios 4:5 se refiere a «un Señor, una fe, un bautismo». Mientras que los rituales del

bautismo por agua varían, hay un solo bautismo del Espíritu. La universalidad de este

ministerio se destaca por el hecho de que en la Escritura el cristiano nunca es exhortado

a que sea bautizado por el Espíritu, mientras sí se le exhorta a ser lleno del Espíritu.

Ef. 5:18 18

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos

del Espíritu,

D. EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU DENTRO DEL CUERPO DE CRISTO

Por medio del bautismo del Espíritu se cumplen dos resultados importantes. El primero,

que el creyente es bautizado o ubicado dentro del cuerpo de Cristo; relacionado con

esto es la segunda figura del bautismo en Cristo mismo. Estos dos resultados simultáneos

del bautismo del Espíritu son tremendamente significativos. Por medio del bautismo del

Espíritu el creyente es colocado dentro del cuerpo de Cristo en la unión viviente de

todos los creyentes verdaderos en la edad presente. Aquí el bautismo tiene su

significado primario en el hecho de ser ubicado, iniciado, y en que nos ha sido dada una

relación nueva y permanente. Por consiguiente, el bautismo del Espíritu relaciona a los

creyentes con todo el cuerpo de la verdad que se revela en la Escritura concerniente al

cuerpo de Cristo. El cuerpo de los creyentes, formado así por el bautismo del Espíritu y

aumentado a medida que los miembros adicionales son añadidos, se menciona

frecuentemente en las Escrituras.

Hch. 2:47 47

alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía

cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

153

153

1Co. 6:15 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los

miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.

1Co. 12:12-14 12

Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que

proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13

lo cual también

hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el

Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14

Pero el hombre natural no percibe

las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede

entender, porque se han de discernir espiritualmente.

Ef. 2:16 16

y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando

en ella las enemistades.

Ef. 4:4-5, 16 4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma

esperanza de vuestra vocación; 5

un Señor, una fe, un bautismo, 16

de quien todo el

cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan

mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir

edificándose en amor.

Ef. 5:30-32 30

porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31

Por

esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán

una sola carne. 32

Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la

iglesia. 33

Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo;

y la mujer respete a su marido.

Col. 1:24 24

Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo

que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;

Col. 2:19 19

y no asiéndose de la Cabeza , en virtud de quien todo el cuerpo,

nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que

da Dios.

Cristo es la Cabeza de su cuerpo y el Único que dirige sus actividades.

154

154

1Co. 11:3 3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la

cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.

Ef. 1:22-23 22

y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las

cosas a la iglesia, 23

la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Ef. 5:23-24 23

porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la

iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24

Así que, como la iglesia está sujeta a

Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.

Col. 1:18 18

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el

primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;

El cuerpo así formado y dirigido por Cristo también es nutrido y cuidado por Cristo.

Ef. 5:29 29

Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la

cuida, como también Cristo a la iglesia,

Fil. 4:13 13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Col. 2:19 19

y no asiéndose de la Cabeza , en virtud de quien todo el cuerpo,

nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que

da Dios.

Una de las obras de Cristo es la de santificar el cuerpo de Cristo en preparación para su

presentación en gloria.

Ef. 5: 25-27 25

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se

entregó a sí mismo por ella, 26

para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento

del agua por la palabra, 27

a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no

tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Como miembro del cuerpo de Cristo, al creyente se le dan también dones o funciones

especiales en el cuerpo de Cristo.

155

155

Ro. 12:3-8 3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre

vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense

de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 4

Porque

de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los

miembros tienen la misma función, 5

así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en

Cristo, y todos miembros los unos de los otros. 6

De manera que, teniendo diferentes

dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de

la fe; 7

o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8

el que exhorta, en la

exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace

misericordia, con alegría.

1Co. 12:27-28 27

Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en

particular. 28

Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo

tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan,

los que administran, los que tienen don de lenguas.

Ef. 4:7-16 7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del

don de Cristo. 8

Por lo cual dice:

Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,

Y dio dones a los hombres.

9 Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes

más bajas de la tierra? 10

El que descendió, es el mismo que también subió por encima de

todos los cielos para llenarlo todo. 11

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,

profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12

a fin de perfeccionar a los

santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13

hasta que

todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón

perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14

para que ya no seamos

niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema

de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15

sino que

siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es,

156

156

Cristo, 16

de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las

coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro,

recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Siendo colocado dentro del cuerpo de Cristo por medio del Espíritu Santo, no sólo es

segura la unidad del Cuerpo, sin distinción de raza, cultura o fondo social, sino que

también es seguro que cada creyente tiene su lugar y función particulares y su

oportunidad para servir a Dios sin el armazón de su propia personalidad y dones. El

cuerpo como un todo es «unido entre sí» (Ef. 4: 16); esto es, aunque los miembros

difieran, el cuerpo como un todo está bien planeado y organizado.

E. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN CRISTO.

En adición a su relación con respecto a los otros creyentes en el cuerpo de Cristo, el que

es bautizado por el Espíritu tiene una nueva posición en cuanto a estar en Cristo. Esto

fue anticipado en la predicción de Juan 14:20, donde Cristo dijo la noche antes de su

crucifixión: «En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en

mí, y yo en vosotros» La expresión «vosotros en mí» anticipaba el futuro bautismo del

Espíritu.

Como consecuencia de que el creyente está en Cristo, es identificado en lo que Cristo

hizo en su muerte, resurrección y glorificación. Esto se presenta en Romanos 6:1-4,

donde se declara que el creyente es bautizado en Jesucristo y en su muerte, y si lo es en

su muerte, está sepultado y resucitado con Cristo.

Ro. 6:1-4 1¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia

abunde? 2

En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo

viviremos aún en él? 3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo

Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4

Porque somos sepultados juntamente con

él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la

gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

157

157

Esto ha sido tomado a menudo para representar el rito del bautismo por agua, pero en

cualquier caso también representa la obra del Espíritu Santo, sin la cual el rito sería

carente de significado. Un pasaje similar se encuentra en Colosenses 2:12. Nuestra

identificación con Cristo a través del Espíritu es una base importante para todo lo que

Dios hace por el creyente en el tiempo y la eternidad.

Col. 2:12 12

sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con

él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

Dado que un creyente está en Cristo, él también tiene la vida de Cristo, la cual es

compartida por la cabeza con el cuerpo. La relación de Cristo con el cuerpo como su

Cabeza también se relaciona con la dirección soberana de Cristo de su cuerpo, del

mismo modo como la mente dirige al cuerpo en el cuerpo humano de los creyentes.

F. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN RELACION CON LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL.

En vista del hecho de que cada cristiano es bautizado por el Espíritu en el momento de

su salvación, está claro que el bautismo es una obra de Dios para ser comprendida y

recibida por la fe. Aunque la experiencia espiritual subsiguiente puede confirmar el

bautismo del Espíritu, el bautismo no es una experiencia en sí mismo. Por ser universal y

relacionado con nuestra posición en Cristo, el bautismo es un acto instantáneo de Dios

y no es una obra para ser buscada después de haber nacido de nuevo.

Se ha originado mucha confusión por la afirmación de que los cristianos deberían buscar

el bautismo del Espíritu especialmente como se manifestaba en el hablar en lenguas en

la Iglesia primitiva. Mientras que en los tres ejemplos en Hechos (caps. 2, 10 y 19) los

creyentes hablaron en lenguas en el tiempo de su bautismo por el Espíritu, queda claro

que esto fue excepcional y relacionado al carácter transitorio del libro. En todos los

otros ejemplos donde figura la salvación no hay mención del hablar en lenguas como

algo que acompañe al bautismo del Espíritu.

Más adelante, es bastante claro que mientras que todos los cristianos son bautizados por

el Espíritu, no todos los cristianos hablaron en lenguas en la Iglesia primitiva Por lo

158

158

tanto, el concepto de buscar el bautismo del Espíritu como un medio de una obra

excepcional de Dios en la vida del cristiano es sin fundamento escritural. Aun la plenitud

del Espíritu no se manifiesta en hablar en lenguas, sino más bien en el fruto del Espíritu,

como se menciona en Gálatas 5:22-23.

Ga. 5:22-23 22

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,

bondad, fe, 23

mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

El hecho es que los cristianos corintios hablaron en lenguas sin estar llenos del Espíritu.

A veces se alega un error similar, el cual sostiene que hay dos bautismos del Espíritu,

uno en Hechos 2 y el otro en 1Co. 12:13.

Hch. 2:1-4 1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.

2 Y de

repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó

toda la casa donde estaban sentados; 3

y se les aparecieron lenguas repartidas, como de

fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y

comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

1Co. 12:13 13

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean

judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo

Espíritu.

Una comparación de la conversión de Cornelio en Hechos 10-11 con Hechos 2 aclara

que lo que le ocurrió a Cornelio, un gentil, fue exactamente lo mismo que lo que les

había ocurrido a los discípulos en el día de Pentecostés. Pedro dice en Hechos 11:15-17:

«y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre

nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: «Juan

ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si

Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el

Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?» Considerando que el

bautismo del Espíritu coloca al creyente dentro del cuerpo de Cristo, es, pues, la misma

obra de Hechos 2 a través de la presente dispensación.

159

159

El bautismo del Espíritu Santo es, por lo tanto, importante, puesto que es la obra del

Espíritu que nos coloca en una nueva unión con Cristo y nuestros hermanos creyentes,

una nueva posición en Cristo. Es la base para la justificación y para toda la obra de

Dios, la cual presenta al final al creyente perfecto en gloria.

PREGUNTAS.

1. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu, de la obra del Espíritu en la regeneración,

morada y sellado?

2. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu de la plenitud del Espíritu?

3. ¿Por qué ha habido confusión entre el bautismo del Espíritu y otras obras del Espíritu?

4. ¿Cuál es el significado del hecho de que el bautismo en Espíritu en los cuatro

evangelios y en Hechos 1 se mencione como una obra futura?

5. ¿Qué evidencia puede alegarse respecto a que todos los cristianos son bautizados por

el Espíritu en la edad presente?

6. ¿Por qué nunca se exhorta a los cristianos que sean bautizados por el Espíritu?

7. ¿Cuál es el significado de ser bautizado dentro del cuerpo de Cristo?

8. ¿Cómo indica la figura del cuerpo de Cristo que Cristo dirige la Iglesia ?

9. ¿Cómo presenta la figura del cuerpo de Cristo dones especiales dados a los creyentes?

10. ¿Qué verdades especiales son presentadas por el bautismo del Espíritu en Cristo?

11. ¿Cómo se relaciona el bautismo en Cristo a nuestra identificación con El en su

muerte, resurrección y glorificación?

12. ¿Cómo el bautismo en Cristo sostiene la idea de que compartimos la vida eterna?

160

160

13. ¿Por qué el bautismo del Espíritu no es en sí mismo una experiencia espiritual?

14. ¿Es necesario el hablar en lenguas para ser bautizado por el Espíritu?

15. ¿Es necesario hablar en lenguas para ser lleno por el Espíritu?

16. ¿Por qué es incorrecto que el bautismo del Espíritu de Hechos 2 difiere del bautismo

del Espíritu en 1 Corintios 12: 13?

17. Resumir la importancia del bautismo del Espíritu como una obra relacionada con

nuestra salvación.

Espíritu: Su Plenitud por Lewis Sperry Chafer

A. Definición De La Plenitud Del Espíritu Santo

En contraste con la obra del Espíritu Santo en la salvación tales como la regeneración, el

morar, el sellado y el bautismo, la plenitud del Espíritu se relaciona a la experiencia

cristiana, al poder y al servicio. Las obras del Espíritu en relación a la salvación son de

una vez y para siempre, pero la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida y se

menciona frecuentemente en la Biblia.

En una escala limitada, se puede observar la plenitud del Espíritu en ciertos individuos

antes de Pentecostés (Ex. 28:3; 31:3; 35:31; Lc. 1:15, 41, 67; 4:1). Sin lugar a dudas, hay

muchos otros ejemplos donde el Espíritu de Dios vino sobre individuos y los capacitó en

poder para el servicio. En el total, sin embargo, unos pocos fueron llenos del Espíritu

antes del día de Pentecostés, y la obra del Espíritu parece estar relacionada al soberano

propósito de Dios de cumplir alguna obra especial en los individuos. No hay indicación

de que la plenitud del Espíritu hubiera estado abierta a cada uno que rindiera su vida al

Señor antes de Pentecostés.

Comenzando con el día de Pentecostés, amaneció una nueva edad en la cual el Espíritu

Santo obraría en cada creyente. Entonces todos fueron hechos morada del Espíritu y

podrían ser llenos si El encontraba las condiciones propicias. Esta conclusión está

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161

confirmada por numerosas ilustraciones en el Nuevo Testamento (Hech. 2:4; 4:8,31;

6:3,5; 7:55; 9:17; 11:24; 13:9, 52; Ef. 5:18).

La plenitud del Espíritu puede definirse como un estado espiritual donde el Espíritu

Santo está cumpliendo todo lo que El vino a hacer en el corazón y vida del creyente

individual. No es un asunto de adquirir más del Espíritu, sino más bien que el Espíritu de

Dios vaya tomando control del individuo. En lugar de ser una situación anormal y poco

frecuente, como lo era antes de Pentecostés, el ser lleno por el Espíritu en la edad

presente es normal, si bien no es lo usual, en la experiencia del cristiano. A cada

cristiano se le ordena ser lleno del Espíritu (Ef. 5:18), y el no estar llenos del Espíritu es

estar en un estado de desobediencia.

Hay una diferencia apreciable en el carácter y calidad en la vida diaria de los cristianos.

Pocos pueden caracterizarse por estar llenos del Espíritu. Esta falta, sin embargo, no se

debe a una falla de parte de Dios en su provisión, sino más bien es falla del individuo

en apropiarse de esta provisión y permitir al Espíritu Santo llenar su vida. El estar lleno

del Espíritu debería contrastarse con la madurez espiritual. Un cristiano nuevo quien

haya sido salvo recientemente puede ser lleno con el Espíritu y manifestar el poder del

Espíritu Santo en su vida. Sin embargo, la madurez viene sólo a través de experiencias

espirituales, las cuales pueden extenderse toda una vida y abarcan un crecimiento en el

conocimiento, la continua experiencia de ser lleno con el Espíritu, y una madurez en

juicio sobre cosas espirituales. Así como un niño recién nacido puede ser vehemente, de

la misma manera un cristiano puede ser lleno con el Espíritu; pero, al igual que un

recién nacido, sólo la vida y la experiencia pueden sacar a relucir las cualidades

espirituales que pertenecen a la madurez. Este es el porqué de que numerosos pasajes de

la Biblia hablen del crecimiento. El trigo crece hasta la cosecha (Mt. 13:30). Dios obra en

su iglesia a través de hombres dotados con dones personales para perfeccionar a los

santos para la obra del ministerio y para edificar el cuerpo de Cristo de manera que los

cristianos puedan crecer en la fe y en estatura espiritual (Ef. 4:11-16). Pedro habla de los

bebés espirituales, que necesitan la leche espiritual para crecer (1 P. 2:2), y exhorta

«crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 P.

3:18).

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162

Hay una relación obvia entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual, y un

cristiano lleno del Espíritu madurará más rápidamente que uno que no lo está. La

plenitud del Espíritu y, la madurez espiritual como resultado, son los dos factores más

importantes en la ejecución de la voluntad de Dios en la vida de un cristiano y también

en el propósito de Dios de crearle para buenas obras (Ef. 2:10).

Por consiguiente, la plenitud del Espíritu se cumple en cada creyente cuando él está

completamente rendido al Espíritu Santo, el cual mora en él, resultando en una

condición espiritual en la cual el Espíritu Santo controla y dota de poder al individuo.

Mientras que puede haber varios grados en la manifestación de la plenitud del Espíritu y

grados en el poder divino, el pensamiento central en la plenitud es que el Espíritu de

Dios es capaz de operar en y a través del individuo sin obstáculo, cumpliendo la

voluntad perfecta de Dios para aquella persona.

El concepto de la plenitud del Espíritu es sacado a luz en un número de referencias en el

Nuevo Testamento. Es ilustrado preeminentemente en Jesucristo, quien, de acuerdo a

Lucas 4:1, era continuamente «lleno del Espíritu Santo». Juan el Bautista tuvo la

experiencia excepcional de ser lleno con el Espíritu desde que estaba en la matriz de su

madre (Lc. 1:15), y ambos, su madre Elizabet y su padre Zacarías, fueron temporalmente

llenos del Espíritu (Lc. 1:41, 67). Estos ejemplos están aún dentro del molde del Antiguo

Testamento, en el cual la plenitud del Espíritu era una obra soberana de Dios que no

estaba al alcance de cada individuo.

Comenzando con el día de Pentecostés, sin embargo toda la multitud fue llena con el

Espíritu. En la Iglesia primitiva el Espíritu de Dios llenaba repetidamente a aquellos que

buscaban la voluntad de Dios, como en el caso de Pedro (Hch. 4:8), el grupo de

cristianos quienes oraban por valor y el poder de Dios (Hch. 4:31), y Pablo después de

su conversión (Hch. 9:17). Algunos se caracterizan por estar en un continuo estado de

plenitud del Espíritu, como se ilustra en los primeros diáconos (Hch. 6:3) y Esteban el

mártir (Hch. 7:55) y Bernabé (Hch. 11:24). Pablo fue lleno con el Espíritu repetidas

veces (Hch. 13:9), y así lo fueron otros discípulos (Hch. 13:52). En cada caso solamente

los cristianos rendidos a Dios fueron llenos con el Espíritu.

A los creyentes del Antiguo Testamento nunca se les ordenaba ser llenos con el Espíritu,

aunque en algunas ocasiones fueron amonestados, como Zorobabel, que la obra del

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Señor se cumple, «no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová

de los ejércitos» (Zac. 4:6). En la era presente a cada cristiano se le ordena ser lleno con

el Espíritu, como en Efesios 5:18: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay

disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.» El ser llenos con el Espíritu, así como el

recibir la salvación por fe, no se cumple, sin embargo, por esfuerzo humano, más bien

es por permitir a Dios que cumpla su obra en la vida del individuo. En la Escritura está

claro que un cristiano puede ser genuinamente salvo sin ser lleno con el Espíritu, y, por

lo tanto, la plenitud del Espíritu no es una parte de la salvación misma. La plenitud del

Espíritu también puede ser contrastada con la obra hecha de una vez y para siempre

que es cumplida en el creyente cuando éste es salvo. La plenitud del Espíritu, si bien

puede ocurrir en el momento de la salvación, ocurre una y otra vez en la vida de un

cristiano consagrado, y debería ser una experiencia normal de que los cristianos tuviesen

esta constante plenitud del Espíritu.

El hecho de que la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida, se hace notorio en

el tiempo presente del mandamiento en Efesios 5:18: «sed llenos del Espíritu». Traducido

literalmente es «manteneos siendo llenados por el Espíritu». En el texto se compara con

un estado de intoxicación en el cual el vino afecta al cuerpo entero, incluyendo a la

actividad mental y a la actividad física del cuerpo. La plenitud del Espíritu no es, por lo

tanto, una experiencia que sucede una vez y para siempre. No es correcto llamarla una

segunda obra de gracia, puesto que ocurre una y otra vez. Indudablemente, la

experiencia de ser lleno con el Espíritu por primera vez es muy fuerte en la vida del

cristiano y puede ser un hito que eleve la experiencia cristiana a un nuevo nivel. Sin

embargo, el cristiano depende de Dios para la continua plenitud del Espíritu, y ningún

cristiano puede vivir en el poder espiritual de ayer.

De la naturaleza de la plenitud del Espíritu puede concluirse que la amplia diferencia en

la experiencia espiritual observada en cristianos y los varios grados de conformidad a la

mente y voluntad de Dios pueden ser atribuidos a la presencia o ausencia de la plenitud

del Espíritu. El que desea hacer la voluntad de Dios debe, por consiguiente, entrar por

completo en el privilegio que Dios le ha dado al ser morada del Espíritu y tener la

capacidad de rendir completamente su vida al Espíritu de Dios.

B. Condiciones Para La Plenitud Del Espíritu

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Frecuentemente se han señalado tres sencillos mandamientos como la condición para

ser llenos con el Espíritu. En 1 Tesalonicenses 5:19 se da el mandamiento: «No apaguéis

al Espíritu.» En Efesios 4:30 se instruye a los cristianos: «y no contristéis al Espíritu Santo

de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.» Un tercero, como

instrucción más positiva, se da en Gálatas 5:16: «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no

satisfagáis los deseos de la carne.» Aunque otros pasajes arrojan luz sobre estas básicas

condiciones para ser llenos con el Espíritu, estos tres pasajes resumen la idea principal.

1. El mandamiento de «no apaguéis el Espíritu», en 1 Tesalonicenses 5: 19, aunque no se

explique en su contexto, está usando en forma obvia la figura del fuego como un

símbolo del Espíritu Santo. En la forma en que se hace mención de apagar el fuego en

Mateo 12:20 y Hebreos 11:34 se ilustra lo que se quiere decir.

De acuerdo a Efesios 6:16, «el escudo de la fe» es capaz de «apagar los dardos de fuego

del maligno». Por consiguiente, apagar el Espíritu es ahogar o reprimir al Espíritu y no

permitirle que cumpla su obra en el creyente. Puede definirse simplemente como el

decir «No», o de no tener la voluntad de dejar al Espíritu conducirse a su manera.

El pecado original de Satanás fue la rebelión contra Dios (Is. 14:14), y cuando un

creyente dice «yo quiero» en lugar de decir como Cristo dijo en Getsemaní: «No se haga

mi voluntad, sino la tuya» (Lc. 22:42), entonces está apagando al Espíritu.

Para que pueda experimentarse la plenitud del Espíritu es necesario para un cristiano

que rinda su vida al Señor. Cristo observó que un hombre no puede servir a dos señores

(Mt. 6:24), y a los cristianos se les exhorta constantemente a que se rindan a sí mismos a

Dios. Al hablar de la rendición a la voluntad de Dios en la vida de un cristiano, Pablo

escribió en Romanos 6:13: «Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como

instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre

los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.» Aquí se declara

claramente la opción ante cada cristiano: él puede rendirse a sí mismo tanto a Dios

como al pecado.

Un pasaje similar se encuentra en Romanos 12:1-2. Al presentar la obra de salvación y

santificación en la vida del creyente, Pablo encarece a los romanos: «Así que, hermanos,

os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio

vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este

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siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para

que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» En ambos

pasajes -Romanos 6:13 y 12:1- se usa la misma palabra griega. El tiempo del verbo está

en aoristo, lo cual significa «rendirse a Dios de una vez y para siempre». De acuerdo a

esto, la experiencia de ser lleno con el Espíritu sólo puede ser llevada a cabo cuando un

cristiano toma el paso inicial de presentar su cuerpo en sacrificio vivo. El cristiano ha

sido preparado para esto por medio de la salvación, lo cual hace al sacrificio santo y

aceptable delante de Dios. Es razonable de parte de Dios esperar esto habiendo muerto

Cristo por este individuo.

Al presentar su cuerpo, el cristiano debe enfrentar el hecho de que no debe de

conformarse exteriormente al mundo, sino que interiormente debe de ser transformado

por el Espíritu Santo con el resultado de que su mente sea renovada para reconocer los

valores espirituales

El es capaz de distinguir lo que no es la voluntad de Dios, de lo que es la «buena,

agradable y perfecta voluntad de Dios» (Ro. 12: 2).

La rendición no se hace en referencia a algún punto en particular, sino que más bien

discierne la voluntad de Dios para la vida en cada asunto particular. Es, por lo tanto,

una actitud de estar deseoso de hacer cualquier cosa que Dios quiera que el creyente

haga. Es el hacer la voluntad final de Dios en su vida y estar dispuesto a hacer cualquier

cosa cuando sea, donde sea y como Dios pueda dirigirla. El hecho de que la exhortación

«no apaguéis el Espíritu» está en tiempo presente indica que ésta debería ser una

experiencia continua iniciada por el acto de la rendición.

Un cristiano que desea estar continuamente rendido a Dios encuentra que esta rendición

se relaciona con varios aspectos. Es, en primer lugar, una rendición a la Palabra de Dios

en sus exhortaciones y su verdad. El Espíritu Santo es el Maestro, y a medida que va

conociendo la verdad, un creyente debe rendirse a ésta a medida que la va

comprendiendo. El rehusar someterse a la Palabra de Dios hace que la plenitud del

Espíritu sea imposible.

La rendición también se relaciona con la guía. En muchos casos la Palabra de Dios no es

explícita en cuanto a decisiones que un cristiano tiene que enfrentar. Aquí el creyente

debe de ser guiado por los principios de la Palabra de Dios, y el Espíritu de Dios puede

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darle la guía sobre las bases de lo que la Escritura revela. De acuerdo a ello, la

obediencia a la guía del Espíritu es necesaria para la plenitud del Espíritu (Ro. 8:14). En

algunos casos el Espíritu puede ordenar a un cristiano que haga algo y en otras

ocasiones puede prohibirle que siga el curso de una acción. Una ilustración es la

experiencia de Pablo, quien fue impedido de predicar el evangelio en Asia y Bitinia en

las primeras etapas de su ministerio y más tarde se le instruyó que fuera a estas mismas

áreas a predicar (Hch. 16:6-7; 19:10). La plenitud del Espíritu incluye el seguir la guía del

Señor.

Un cristiano también debe de estar rendido a los hechos providenciales de Dios, los

cuales a menudo acarrean situaciones o experiencias que no son deseadas por el

individuo. De acuerdo a ello, un creyente debe de entender lo que es ser sumiso a la

voluntad de Dios aun cuando ello implique el sufrimiento y sendas que en sí mismas no

son placenteras.

La suprema ilustración de lo que significa ser lleno con el Espíritu y rendido a Dios es el

Señor Jesucristo mismo. En Filipenses 2:5-11 se revela que Jesús, al venir a la tierra y

morir por los pecados del mundo, estaba deseando ser lo que Dios había escogido,

deseando ir donde Dios había elegido y deseando hacer lo que Dios había decidido.

Un creyente que desea ser lleno con el Espíritu debe tener una actitud similar en cuanto

a rendición y obediencia.

2. En conexión con la plenitud del Espíritu, se le exhorta también a «no contristar al

Espíritu» (Ef. 4:30). Aquí se presume que el pecado ha entrado en la vida de un cristiano

y como un hecho de su experiencia ha sobrevenido la falta de rendición. Para poder

entrar en un estado en el que pueda ser lleno con el Espíritu, o para volver a tal estado,

se le exhorta a que no continúe en su pecado, el cual contrista al Espíritu Santo. Cuando

en el creyente, el Espíritu de Dios es contristado, la comunión, guía, instrucción y poder

del Espíritu son estorbados; el Espíritu Santo, aunque está morando, no está libre para

cumplir su obra en la vida del creyente.

La experiencia de la plenitud del Espíritu puede ser afectada por las condiciones físicas.

Un cristiano que físicamente está cansado, hambriento o enfermo puede no

experimentar el gozo normal y la paz, los cuales son frutos del Espíritu. El mismo

apóstol que exhorta a ser llenos con el Espíritu confiesa en 2 Corintios 1: 8-9 que ellos

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167

estuvieron «abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun

perdimos la esperanza de conservar la vida». De acuerdo a ello, aun un cristiano lleno

con el Espíritu puede experimentar algún trastorno interior. Sin embargo, cuanto más

grande sea la necesidad en las circunstancias del creyente, mayor es la necesidad de la

plenitud del Espíritu y la rendición a la voluntad de Dios para que el poder del Espíritu

pueda ser manifestado en la vida individual. Cuando un cristiano toma conciencia del

hecho de que ha contristado al Espíritu Santo, el remedio está en cesar de contristar al

Espíritu, como se expresa en Efesios 4:30 traducido literalmente. Esto puede cumplirse

obedeciendo 1 Juan 1:9, donde se instruye al hijo de Dios: «Si confesamos nuestros

pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda

maldad.» Este pasaje se refiere a un hijo de Dios que ha pecado contra su Padre

Celestial. La vía de restauración está abierta porque la muerte de Cristo es suficiente,

para todos sus pecados (1 Juan 2:1-2).

Así, la manera de volver a la comunión con Dios para un, creyente es confesar sus

pecados a Dios, reconociendo nuevamente las bases para el perdón en la muerte de

Cristo y deseando la restauración a una comunión íntima con Dios el Padre, así como

también con el Espíritu Santo. No es un es un asunto de justicia en una corte legal, sino

más bien una relación." restaurada entre padre e hijo que se había descarriado. El pasaje

asegura que Dios es fiel y justo para perdonar el pecado y quitarlo como una barrera

que se interpone en la comunión cuando un cristiano confiesa sinceramente su iniquidad

a Dios. Mientras que en algunas situaciones la confesión del pecado puede requerir que

se vaya a los individuos que han sido ofendidos y corregir las dificultades, la idea

principal es establecer una nueva relación íntima con Dios mismo. Confesando sus

pecados, el cristiano debe de estar seguro de que del lado divino el perdón es

inmediato. Cristo, como el intercesor del creyente y como el que murió en la cruz, ha

hecho ya todos los ajustes necesarios del lado celestial. La restauración a la comunión

está sujeta, por lo tanto, sólo a la actitud humana de confesión y rendición. La Biblia

también advierte al creyente contra los serios resultados de estar contristando

continuamente al Espíritu. Esto, a veces, resulta en el castigo de Dios para con el

creyente con el propósito de restaurarle, como se menciona en Hebreos 12:5-6. Al

cristiano se le advierte que, si él no se juzga a sí mismo, Dios necesitará intervenir con la

disciplina divina (1 Co. 11:31-32). En cualquier caso, hay una pérdida inmediata cuando

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168

un cristiano está caminando fuera de la comunión con Dios, y existe el constante peligro

del juicio severo de Dios como un padre fiel que trata con su, hijo errado.

3. El andar en el Espíritu es un mandamiento positivo, en contraste a los mandamientos

previos, los cuales son negativos. Caminar en el Espíritu (Gá. 5:16) es un mandamiento

para apropiarse del poder y la bendición que es provista por el Espíritu que mora en el

creyente. El andar en el Espíritu es un mandamiento en el tiempo presente, esto es, un

cristiano debe de mantenerse andando por medio del Espíritu.

El nivel cristiano de la vida espiritual es alto, y él no es capaz de cumplir la voluntad de

Dios aparte del poder de Dios. De acuerdo a ello, la provisión del Espíritu, que mora,

hace posible para el cristiano el estar andando por medio del poder y la guía del

Espíritu que vive en él.

El andar en el Espíritu es un acto de fe. Depende del Espíritu el hacer lo que sólo el

Espíritu puede hacer. Las altas normas de la era presente, donde se nos ordena amar

como Cristo ama (Jn. 13:34; 15:12) y donde se ordena que cada pensamiento sea traído

a la obediencia en Cristo (2 Co. 10:5), son imposibles aparte del poder del Espíritu. De

igual manera, las otras manifestaciones de vida espiritual, tales como el fruto del Espíritu

(Gá. 5:22-23) y mandamientos como «estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad

gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1

Ts. 5:16-18), son imposibles a menos que uno esté andando en el Espíritu.

Obtener una norma alta de vida espiritual es de lo más difícil porque el cristiano está

viviendo en un mundo pecador y está bajo constante influencia maligna (Jn. 17:15; Ro.

12:2; 2 Co. 6:14; Gá. 6:14; 1 Jn. 2:15). De igual manera, el cristiano tiene oposición por

el poder de Satanás y está comprometido en una lucha incesante con este enemigo de

Dios (2 Co. 4:4; 11:14; Ef. 6:12).

Además del conflicto con el sistema mundial y con Satanás, el cristiano tiene un

enemigo de dentro, su antigua naturaleza, la cual desea conducirle de vuelta a la vida

de obediencia a la carne pecaminosa (Ro. 5:21; 6:6; 1 Co. 5:5; 2 Co. 7:1; 10:2-3; Gá.

5:16-24; 6:8; Ef. 2:3). Por estar la antigua naturaleza constantemente en guerra con la

nueva naturaleza en el cristiano, sólo la continua dependencia en el Espíritu de Dios

puede traer victoria. Así es que, aunque algunos han llegado a la conclusión errónea de

que un cristiano puede alcanzar una perfección sin pecado, existe la necesidad de

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caminar constantemente en el Espíritu para que este poder pueda llevar a cabo la

voluntad de Dios en la vida de un creyente. Al creyente le espera la perfección final del

cuerpo y el espíritu en el cielo, pero la lucha espiritual continúa sin disminuir hasta la

muerte o el traslado espiritual.

Todas estas verdades enfatizan la importancia de apropiarse del Espíritu andando en su

poder y guía y dejando que el Espíritu tenga control y dirección de una vida cristiana.

C. Los Resultados De La Plenitud Del Espíritu

Cuando uno está rendido a Dios y lleno con el Espíritu vienen imprevisibles resultados.

1. Un cristiano que camina en el poder del Espíritu experimenta una santificación

progresiva, una santidad de vida en la cual el fruto del Espíritu (Gá. 5:22-23) está

cumplido. Esta es la suprema manifestación del poder del Espíritu y es la preparación

terrenal para el tiempo cuando el creyente, en los cielos, será completamente

transformado a la imagen de Cristo.

2. Uno de los importantes ministerios del Espíritu es el de enseñar al creyente las

verdades espirituales. Sólo mediante la guía e iluminación del Espíritu un creyente puede

comprender la infinita verdad de la Palabra de Dios. Así como el Espíritu de Dios es

necesario para revelar la verdad concerniente a la salvación (Jn. 16:7-11), antes de que

una persona pueda ser salva, así el Espíritu de Dios guía también al cristiano a toda

verdad (Jn. 16:12-14).

Las cosas profundas de Dios, verdades que sólo pueden ser comprendidas por un

hombre enseñado por el Espíritu, son reveladas a uno que está andando por el Espíritu

(1 Co. 2:9 - 3:2).

3. El Espíritu Santo es capaz de guiar a un cristiano y aplicar las verdades generales de la

Palabra de Dios a la situación particular del cristiano. Esto es lo que se expresa en

Romanos 12:2, demostrando «cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta».

Como el siervo de Abraham, un cristiano puede experimentar la declaración

«guiándome Jehová en el camino» (Gn. 24:27). Una guía tal es la experiencia normal de

los cristianos que están en una relación correcta con el Espíritu de Dios (Ro. 8:14; Gá.

5:18).

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170

4. La seguridad de la salvación es otro resultado importante de la comunión con el

Espíritu. De acuerdo a Romanos 8:16, «el Espíritu mismo da testimonio a nuestro

espíritu, de que somos hijos de Dios» (cf. Gá. 4:6; 1 Jn. 3:24; 4:13). Es normal para un

cristiano el tener la seguridad de su salvación, como lo es para un individuo el saber que

está físicamente vivo.

5. Toda la adoración y el amor de Dios son posibles solamente cuando uno está

andando por el Espíritu. En el contexto de la exhortación de Efesios 5: 18 los versículos

siguientes describen la vida normal de adoración y comunión con Dios. Una persona

fuera de la comunión no puede adorar verdaderamente a Dios aun cuando asista a los

servicios de la iglesia en bellas catedrales y cumpla con el ritual de la adoración. La

adoración es un asunto del corazón, y como Cristo le dijo a la mujer samaritana: «Dios

es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Jn.

4:24).

6. Uno de los aspectos más importantes de la vida de un creyente es su oración de

comunión con el Señor. Aquí nuevamente el Espíritu de Dios debe guiar y dirigir si la

oración ha de ser inteligente. Aquí también debe de comprenderse la Palabra de Dios si

la oración ha de ser de acuerdo a la Palabra de Dios: La verdadera alabanza y acción de

gracias son imposibles aparte de la capacitación del Espíritu. Además de la oración del

creyente mismo, Romanos 8:26 revela que el Espíritu intercede por el creyente. De

acuerdo a ello, una vida de oración efectiva depende del andar en el Espíritu.

7. Además de todas las cualidades ya mencionadas, toda la vida de servicio y el ejercicio

de sus dones naturales y espirituales dependen del poder del Espíritu. Cristo se refirió a

esto en Juan 7:38-39, donde describió la obra del Espíritu como un río de agua viva

fluyendo del corazón del hombre. De acuerdo a esto, un cristiano puede tener grandes

dones espirituales y no usarlos por no estar andando en el poder del Espíritu. En

contraste, otros con relativamente pocos dones espirituales pueden ser usados

grandemente por Dios porque están andando en el poder del Espíritu. La enseñanza de

la Escritura sobre la plenitud del Espíritu es, por lo tanto, una de las líneas de verdad

más importantes que un cristiano debe comprender, aplicar y apropiarse de ella.

PREGUNTAS

171

171

1. ¿Qué diferencia hay entre la plenitud del Espíritu y la obra del Espíritu en la

salvación?

2. ¿Qué ejemplos de plenitud del Espíritu pueden observarse antes del día de

Pentecostés?

3. ¿Estaba la plenitud del Espíritu al alcance de todo aquel que se rindiera a Dios antes

de Pentecostés?

4. ¿Cómo la venida del Espíritu en el día de Pentecostés cambió la posibilidad de ser

llenos con el Espíritu?

5. Definir la plenitud del Espíritu.

6. Contrastar el ser llenado con el Espíritu con la madurez espiritual.

7. ¿Cualquier cristiano puede ser lleno del Espíritu?

8. ¿Cuál es la relación entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual?

9. ¿En qué sentido hay tres grados de manifestación de la plenitud del Espíritu?

10. ¿Qué ilustraciones destacables de ser llenos con el Espíritu se encuentran en el libro

de los Hechos?

11. ¿A qué, y porqué, compara Pablo el ser lleno con el Espíritu en Efesios 5.18?

12. ¿Por qué es inexacto referirse a la plenitud del Espíritu como una segunda obra de

gracia?

13. ¿Qué significa el mandamiento de «no apaguéis el Espíritu»?

14. ¿Por qué es necesario rendirse a Dios para ser lleno con el Espíritu?

15. Contrastar el paso inicial de presentar el cuerpo como un sacrificio vivo con la vida

de continua rendición.

16. Nombrar los varios aspectos de la rendición de un cristiano a Dios.

17. ¿Por qué Cristo es el ejemplo supremo de la rendición a Dios?

18. ¿Cuál es el significado del mandamiento «no contristéis al Espíritu»?

19. ¿Cómo las circunstancias de un cristiano afectan su experiencia de ser lleno con el

Espíritu?

172

172

20. ¿Cuál es el remedio al haber contristado al Espíritu?

21. ¿Por qué un cristiano confiesa su pecado confiando que será perdonado?

22. ¿Cuáles son algunos de los serios resultados de continuar contristando al Espíritu?

23. Definir lo que significa andar en el Espíritu.

24. ¿Por qué la elevada norma de vida espiritual en el cristiano hace que el andar en el

Espíritu sea necesario?

25. ¿Por qué es necesario andar en el Espíritu a la luz del hecho de que los cristianos

viven en un mundo pecador?

26. ¿Por qué el andar en el Espíritu es necesario en vista de la naturaleza pecaminosa del

cristiano?

27. ¿Por qué la necesidad de andar en el Espíritu demuestra que es imposible para un

cristiano alcanzar la perfección sin pecado en esta vida?

28. Nombrar y definir brevemente siete resultados de la plenitud del Espíritu.

29. Nombrar las razones importantes para que un cristiano sea lleno del Espíritu.

19. Dios el Espíritu: Su Plenitud con versículos incluidos

A. Definición de la Plenitud del Espíritu Santo.

En contraste con la obra del Espíritu Santo en la salvación tales como la regeneración, el

morar, el sellado y el bautismo, la plenitud del Espíritu se relaciona a la experiencia

cristiana, al poder y al servicio. Las obras del Espíritu en relación a la salvación son de

una vez y para siempre, pero la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida y se

menciona frecuentemente en la Biblia.

En una escala limitada, se puede observar la plenitud del Espíritu en ciertos individuos

antes de Pentecostés.

173

173

Ex. 28:3 3 Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de

espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que

sea mi sacerdote.

Ex. 31:3 3 y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y

en todo arte

Ex. 35:31 31

y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia

y en todo arte,

Lc. 1:15, 41, 67 15

porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será

lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 41

Y aconteció que cuando

oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena

del Espíritu Santo, 67

Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó,

diciendo:

Lc. 4:1 1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al

desierto

Sin lugar a dudas, hay muchos otros ejemplos donde el Espíritu de Dios vino sobre

individuos y los capacitó en poder para el servicio. En el total, sin embargo, unos pocos

fueron llenos del Espíritu antes del día de Pentecostés, y la obra del Espíritu parece estar

relacionada al soberano propósito de Dios de cumplir alguna obra especial en los

individuos. No hay indicación de que la plenitud del Espíritu hubiera estado abierta a

cada uno que rindiera su vida al Señor antes de Pentecostés.

Comenzando con el día de Pentecostés, amaneció una nueva edad en la cual el Espíritu

Santo obraría en cada creyente. Entonces todos fueron hechos morada del Espíritu y

podrían ser llenos si El encontraba las condiciones propicias. Esta conclusión está

confirmada por numerosas ilustraciones en el Nuevo Testamento.

Hch. 2:4 4

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras

lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

174

174

Hch. 4:8,31 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo,

y ancianos de Israel: 31

Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados

tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de

Dios.

Hch. 6:3,5 3

Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen

testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este

trabajo. 5

Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de

fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás

prosélito de Antioquía;

Hch. 7:55 55

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la

gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,

Hch. 9:17 17

Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos,

dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías,

me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Hch. 11:24 24

Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran

multitud fue agregada al Señor.

Hch. 13:9, 52 9 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando

en él los ojos, 52

Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.

La plenitud del Espíritu puede definirse como un estado espiritual donde el Espíritu

Santo está cumpliendo todo lo que El vino a hacer en el corazón y vida del creyente

individual. No es un asunto de adquirir más del Espíritu, sino más bien que el Espíritu de

Dios vaya tomando control del individuo. En lugar de ser una situación anormal y poco

frecuente, como lo era antes de Pentecostés, el ser lleno por el Espíritu en la edad

presente es normal, si bien no es lo usual, en la experiencia del cristiano. A cada

cristiano se le ordena ser lleno del Espíritu y el no estar llenos del Espíritu es estar en un

estado de desobediencia.

175

175

Ef. 5:18 8 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos

del Espíritu,

Hay una diferencia apreciable en el carácter y calidad en la vida diaria de los cristianos.

Pocos pueden caracterizarse por estar llenos del Espíritu. Esta falta, sin embargo, no se

debe a una falla de parte de Dios en su provisión, sino más bien es falla del individuo

en apropiarse de esta provisión y permitir al Espíritu Santo llenar su vida. El estar lleno

del Espíritu debería contrastarse con la madurez espiritual. Un cristiano nuevo quien

haya sido salvo recientemente puede ser lleno con el Espíritu y manifestar el poder del

Espíritu Santo en su vida. Sin embargo, la madurez viene sólo a través de experiencias

espirituales, las cuales pueden extenderse toda una vida y abarcan un crecimiento en el

conocimiento, la continua experiencia de ser lleno con el Espíritu, y una madurez en

juicio sobre cosas espirituales. Así como un niño recién nacido puede ser vehemente, de

la misma manera un cristiano puede ser lleno con el Espíritu; pero, al igual que un

recién nacido, sólo la vida y la experiencia pueden sacar a relucir las cualidades

espirituales que pertenecen a la madurez. Este es el porqué de que numerosos pasajes de

la Biblia hablen del crecimiento. El trigo crece hasta la cosecha.

Mt. 13:30 30

Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la

siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para

quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

Dios obra en su iglesia a través de hombres dotados con dones personales para

perfeccionar a los santos para la obra del ministerio y para edificar el cuerpo de Cristo

de manera que los cristianos puedan crecer en la fe y en estatura espiritual.

Ef. 4:11-16 11

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,

evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12

a fin de perfeccionar a los santos para la

obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13

hasta que todos

lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón

perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14

para que ya no seamos

niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema

de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15

sino que

176

176

siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es,

Cristo, 16

de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las

coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro,

recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Pedro habla de los bebés espirituales, que necesitan la leche espiritual para crecer, y

exhorta «crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2

P. 3:18).

1P. 2:2 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que

por ella crezcáis para salvación,

Hay una relación obvia entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual, y un

cristiano lleno del Espíritu madurará más rápidamente que uno que no lo está. La

plenitud del Espíritu y, la madurez espiritual como resultado, son los dos factores más

importantes en la ejecución de la voluntad de Dios en la vida de un cristiano y también

en el propósito de Dios de crearle para buenas obras.

Ef. 2:10 10

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las

cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Por consiguiente, la plenitud del Espíritu se cumple en cada creyente cuando él está

completamente rendido al Espíritu Santo, el cual mora en él, resultando en una

condición espiritual en la cual el Espíritu Santo controla y dota de poder al individuo.

Mientras que puede haber varios grados en la manifestación de la plenitud del Espíritu y

grados en el poder divino, el pensamiento central en la plenitud es que el Espíritu de

Dios es capaz de operar en y a través del individuo sin obstáculo, cumpliendo la

voluntad perfecta de Dios para aquella persona.

El concepto de la plenitud del Espíritu es sacado a luz en un número de referencias en el

Nuevo Testamento. Es ilustrado preeminentemente en Jesucristo, quien, de acuerdo a

Lucas, era continuamente «lleno del Espíritu Santo».

177

177

Lc. 4:1 1

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al

desierto

Juan el Bautista tuvo la experiencia excepcional de ser lleno con el Espíritu desde que

estaba en la matriz de su madre y ambos, su madre Elizabet y su padre Zacarías, fueron

temporalmente llenos del Espíritu.

Lc. 1:15 15

porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del

Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

Lc. 1:41, 67 41

Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura

saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo 67

Y Zacarías su padre fue lleno

del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:

Estos ejemplos están aún dentro del molde del Antiguo Testamento, en el cual la

plenitud del Espíritu era una obra soberana de Dios que no estaba al alcance de cada

individuo.

Comenzando con el día de Pentecostés, sin embargo toda la multitud fue llena con el

Espíritu. En la Iglesia primitiva el Espíritu de Dios llenaba repetidamente a aquellos que

buscaban la voluntad de Dios, como en el caso de Pedro.

Hch. 4:8 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y

ancianos de Israel:

El grupo de cristianos quienes oraban por valor y el poder de Dios.

Hch. 4:31 31

Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y

todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

Y Pablo después de su conversión.

178

178

Hch. 9:17 17

Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos,

dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías,

me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Algunos se caracterizan por estar en un continuo estado de plenitud del Espíritu, como

se ilustra en los primeros diáconos.

Hch. 6:3 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen

testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este

trabajo.

Y Esteban el mártir.

Hch. 7:55 55

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la

gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,

Y Bernabé.

Hch. 11:24 24

Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran

multitud fue agregada al Señor.

Pablo fue lleno con el Espíritu repetidas veces.

Hch. 13:9 9

Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él

los ojos,

Y así lo fueron otros discípulos.

Hch. 13:52 52

Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.

En cada caso solamente los cristianos rendidos a Dios fueron llenos con el Espíritu. A los

creyentes del Antiguo Testamento nunca se les ordenaba ser llenos con el Espíritu,

aunque en algunas ocasiones fueron amonestados, como Zorobabel, que la obra del

Señor se cumple, «no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová

179

179

de los ejércitos» (Zac. 4:6). En la era presente a cada cristiano se le ordena ser lleno con

el Espíritu, como en Efesios 5:18: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay

disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.» El ser llenos con el Espíritu, así como el

recibir la salvación por fe, no se cumple, sin embargo, por esfuerzo humano, más bien

es por permitir a Dios que cumpla su obra en la vida del individuo. En la Escritura está

claro que un cristiano puede ser genuinamente salvo sin ser lleno con el Espíritu, y, por

lo tanto, la plenitud del Espíritu no es una parte de la salvación misma. La plenitud del

Espíritu también puede ser contrastada con la obra hecha de una vez y para siempre

que es cumplida en el creyente cuando éste es salvo. La plenitud del Espíritu, si bien

puede ocurrir en el momento de la salvación, ocurre una y otra vez en la vida de un

cristiano consagrado, y debería ser una experiencia normal de que los cristianos tuviesen

esta constante plenitud del Espíritu.

El hecho de que la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida, se hace notorio en

el tiempo presente del mandamiento en Efesios 5:18: «sed llenos del Espíritu». Traducido

literalmente es «manteneos siendo llenados por el Espíritu». En el texto se compara con

un estado de intoxicación en el cual el vino afecta al cuerpo entero, incluyendo a la

actividad mental y a la actividad física del cuerpo. La plenitud del Espíritu no es, por lo

tanto, una experiencia que sucede una vez y para siempre. No es correcto llamarla una

segunda obra de gracia, puesto que ocurre una y otra vez. Indudablemente, la

experiencia de ser lleno con el Espíritu por primera vez es muy fuerte en la vida del

cristiano y puede ser un hito que eleve la experiencia cristiana a un nuevo nivel. Sin

embargo, el cristiano depende de Dios para la continua plenitud del Espíritu, y ningún

cristiano puede vivir en el poder espiritual de ayer.

De la naturaleza de la plenitud del Espíritu puede concluirse que la amplia diferencia en

la experiencia espiritual observada en cristianos y los varios grados de conformidad a la

mente y voluntad de Dios pueden ser atribuidos a la presencia o ausencia de la plenitud

del Espíritu. El que desea hacer la voluntad de Dios debe, por consiguiente, entrar por

completo en el privilegio que Dios le ha dado al ser morada del Espíritu y tener la

capacidad de rendir completamente su vida al Espíritu de Dios.

B. Condiciones Para La Plenitud Del Espíritu.

180

180

Frecuentemente se han señalado tres sencillos mandamientos como la condición para

ser llenos con el Espíritu. En 1Ts. 5:19 se da el mandamiento: «No apaguéis al Espíritu.»

En Efesios 4:30 se instruye a los cristianos: «y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con

el cual fuisteis sellados para el día de la redención.» Un tercero, como instrucción más

positiva, se da en Gálatas 5:16: «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los

deseos de la carne.» Aunque otros pasajes arrojan luz sobre estas básicas condiciones

para ser llenos con el Espíritu, estos tres pasajes resumen la idea principal.

1. El mandamiento de «no apaguéis el Espíritu», en 1Ts. 5: 19, aunque no se explique en

su contexto, está usando en forma obvia la figura del fuego como un símbolo del

Espíritu Santo. En la forma en que se hace mención de apagar el fuego en Mt. 12:20 y

He. 11:34 se ilustra lo que se quiere decir.

De acuerdo a Ef. 6:16, «el escudo de la fe» es capaz de «apagar los dardos de fuego del

maligno». Por consiguiente, apagar el Espíritu es ahogar o reprimir al Espíritu y no

permitirle que cumpla su obra en el creyente. Puede definirse simplemente como el

decir «No», o de no tener la voluntad de dejar al Espíritu conducirse a su manera. El

pecado original de Satanás fue la rebelión contra Dios.

Is. 14:14 14

sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

Y cuando un creyente dice «yo quiero» en lugar de decir como Cristo dijo en Getsemaní:

«No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc. 22:42), entonces está apagando al Espíritu.

Para que pueda experimentarse la plenitud del Espíritu es necesario para un cristiano

que rinda su vida al Señor. Cristo observó que un hombre no puede servir a dos

señores.

Mt. 6:24 24

Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al

otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las

riquezas.

181

181

Y a los cristianos se les exhorta constantemente a que se rindan a sí mismos a Dios. Al

hablar de la rendición a la voluntad de Dios en la vida de un cristiano, Pablo escribió en

Ro. 6:13: «Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de

iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y

vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.» Aquí se declara claramente la

opción ante cada cristiano: él puede rendirse a sí mismo tanto a Dios como al pecado.

Un pasaje similar se encuentra en Ro. 12:1-2. Al presentar la obra de salvación y

santificación en la vida del creyente, Pablo encarece a los romanos: «Así que, hermanos,

os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio

vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este

siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para

que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» En ambos

pasajes -Romanos 6:13 y 12:1- se usa la misma palabra griega. El tiempo del verbo está

en aoristo, lo cual significa «rendirse a Dios de una vez y para siempre». De acuerdo a

esto, la experiencia de ser lleno con el Espíritu sólo puede ser llevada a cabo cuando un

cristiano toma el paso inicial de presentar su cuerpo en sacrificio vivo. El cristiano ha

sido preparado para esto por medio de la salvación, lo cual hace al sacrificio santo y

aceptable delante de Dios. Es razonable de parte de Dios esperar esto habiendo muerto

Cristo por este individuo. Al presentar su cuerpo, el cristiano debe enfrentar el hecho de

que no debe de conformarse exteriormente al mundo, sino que interiormente debe de

ser transformado por el Espíritu Santo con el resultado de que su mente sea renovada

para reconocer los valores espirituales

El es capaz de distinguir lo que no es la voluntad de Dios, de lo que es la «buena,

agradable y perfecta voluntad de Dios» (Ro. 12: 2).

La rendición no se hace en referencia a algún punto en particular, sino que más bien

discierne la voluntad de Dios para la vida en cada asunto particular. Es, por lo tanto,

una actitud de estar deseoso de hacer cualquier cosa que Dios quiera que el creyente

haga. Es el hacer la voluntad final de Dios en su vida y estar dispuesto a hacer cualquier

cosa cuando sea, donde sea y como Dios pueda dirigirla. El hecho de que la exhortación

182

182

«no apaguéis el Espíritu» está en tiempo presente indica que ésta debería ser una

experiencia continua iniciada por el acto de la rendición.

Un cristiano que desea estar continuamente rendido a Dios encuentra que esta rendición

se relaciona con varios aspectos. Es, en primer lugar, una rendición a la Palabra de Dios

en sus exhortaciones y su verdad. El Espíritu Santo es el Maestro, y a medida que va

conociendo la verdad, un creyente debe rendirse a ésta a medida que la va

comprendiendo. El rehusar someterse a la Palabra de Dios hace que la plenitud del

Espíritu sea imposible.

La rendición también se relaciona con la guía. En muchos casos la Palabra de Dios no es

explícita en cuanto a decisiones que un cristiano tiene que enfrentar. Aquí el creyente

debe de ser guiado por los principios de la Palabra de Dios, y el Espíritu de Dios puede

darle la guía sobre las bases de lo que la Escritura revela. De acuerdo a ello, la

obediencia a la guía del Espíritu es necesaria para la plenitud del Espíritu.

Ro. 8:14 14

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de

Dios.

En algunos casos el Espíritu puede ordenar a un cristiano que haga algo y en otras

ocasiones puede prohibirle que siga el curso de una acción. Una ilustración es la

experiencia de Pablo, quien fue impedido de predicar el evangelio en Asia y Bitinia en

las primeras etapas de su ministerio y más tarde se le instruyó que fuera a estas mismas

áreas a predicar. La plenitud del Espíritu incluye el seguir la guía del Señor.

Hch. 16:6-7 6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el

Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7

y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a

Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.

Hch. 19:10 10

Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que

habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.

183

183

Un cristiano también debe de estar rendido a los hechos providenciales de Dios, los

cuales a menudo acarrean situaciones o experiencias que no son deseadas por el

individuo. De acuerdo a ello, un creyente debe de entender lo que es ser sumiso a la

voluntad de Dios aun cuando ello implique el sufrimiento y sendas que en sí mismas no

son placenteras.

La suprema ilustración de lo que significa ser lleno con el Espíritu y rendido a Dios es el

Señor Jesucristo mismo. En Filipenses se revela que Jesús, al venir a la tierra y morir por

los pecados del mundo, estaba deseando ser lo que Dios había escogido, deseando ir

donde Dios había elegido y deseando hacer lo que Dios había decidido. Un creyente

que desea ser lleno con el Espíritu debe tener una actitud similar en cuanto a rendición y

obediencia.

Fil. 2:5-11 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,

6 el

cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7

sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los

hombres; 8

y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose

obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9

Por lo cual Dios también le exaltó hasta

lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10

para que en el nombre de

Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la

tierra; 11

y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

2. En conexión con la plenitud del Espíritu, se le exhorta también a «no contristar al

Espíritu» (Ef. 4:30). Aquí se presume que el pecado ha entrado en la vida de un cristiano

y como un hecho de su experiencia ha sobrevenido la falta de rendición. Para poder

entrar en un estado en el que pueda ser lleno con el Espíritu, o para volver a tal estado,

se le exhorta a que no continúe en su pecado, el cual contrista al Espíritu Santo. Cuando

en el creyente, el Espíritu de Dios es contristado, la comunión, guía, instrucción y poder

del Espíritu es estorbado; el Espíritu Santo, aunque está morando, no está libre para

cumplir su obra en la vida del creyente. La experiencia de la plenitud del Espíritu puede

ser afectada por las condiciones físicas. Un cristiano que físicamente está cansado,

hambriento o enfermo puede no experimentar el gozo normal y la paz, los cuales son

frutos del Espíritu. El mismo apóstol que exhorta a ser llenos con el Espíritu confiesa en

184

184

2 Corintios 1: 8-9 que ellos estuvieron «abrumados sobremanera más allá de nuestras

fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida». De acuerdo

a ello, aun un cristiano lleno con el Espíritu puede experimentar algún trastorno

interior. Sin embargo, cuanto más grande sea la necesidad en las circunstancias del

creyente, mayor es la necesidad de la plenitud del Espíritu y la rendición a la voluntad

de Dios para que el poder del Espíritu pueda ser manifestado en la vida individual.

Cuando un cristiano toma conciencia del hecho de que ha contristado al Espíritu Santo,

el remedio está en cesar de contristar al Espíritu, como se expresa en Efesios traducido

literalmente.

Ef. 4:30 30

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el

día de la redención.

Esto puede cumplirse obedeciendo 1Jn. 1:9, donde se instruye al hijo de Dios: «Si

confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y

limpiarnos de toda maldad.» Este pasaje se refiere a un hijo de Dios que ha pecado

contra su Padre Celestial. La vía de restauración está abierta porque la muerte de Cristo

es suficiente, para todos sus pecados.

1Jn. 2:1-2 1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere

pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2

Y él es la

propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por

los de todo el mundo.

Así, la manera de volver a la comunión con Dios para un, creyente es confesar sus

pecados a Dios, reconociendo nuevamente las bases para el perdón en la muerte de

Cristo y deseando la restauración a una comunión íntima con Dios el Padre, así como

también con el Espíritu Santo. No es un es un asunto de justicia en una corte legal, sino

más bien una relación restaurada entre padre e hijo que se había descarriado. El pasaje

asegura que Dios es fiel y justo para perdonar el pecado y quitarlo como una barrera

que se interpone en la comunión cuando un cristiano confiesa sinceramente su iniquidad

a Dios. Mientras que en algunas situaciones la confesión del pecado puede requerir que

se vaya a los individuos que han sido ofendidos y corregir las dificultades, la idea

185

185

principal es establecer una nueva relación íntima con Dios mismo. Confesando sus

pecados, el cristiano debe de estar seguro de que del lado divino el perdón es

inmediato. Cristo, como el intercesor del creyente y como el que murió en la cruz, ha

hecho ya todos los ajustes necesarios del lado celestial. La restauración a la comunión

está sujeta, por lo tanto, sólo a la actitud humana de confesión y rendición. La Biblia

también advierte al creyente contra los serios resultados de estar contristando

continuamente al Espíritu. Esto, a veces, resulta en el castigo de Dios para con el

creyente con el propósito de restaurarle, como se menciona en:

He. 12:5-6 5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:

Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,

Ni desmayes cuando eres reprendido por él;

6 Porque el Señor al que ama, disciplina,

Y azota a todo el que recibe por hijo.

Al cristiano se le advierte que, si él no se juzga a sí mismo, Dios necesitará intervenir con

la disciplina divina.

1Co. 11:31-32 31

Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32

más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados

con el mundo.

En cualquier caso, hay una pérdida inmediata cuando un cristiano está caminando fuera

de la comunión con Dios, y existe el constante peligro del juicio severo de Dios como

un padre fiel que trata con su, hijo errado.

3. El andar en el Espíritu es un mandamiento positivo, en contraste a los mandamientos

previos, los cuales son negativos. Caminar en el Espíritu es un mandamiento para

apropiarse del poder y la bendición que es provista por el Espíritu que mora en el

186

186

creyente. El andar en el Espíritu es un mandamiento en el tiempo presente, esto es, un

cristiano debe de mantenerse andando por medio del Espíritu.

Ga. 5:16 16

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

El nivel cristiano de la vida espiritual es alto, y él no es capaz de cumplir la voluntad de

Dios aparte del poder de Dios. De acuerdo a ello, la provisión del Espíritu, que mora,

hace posible para el cristiano el estar andando por medio del poder y la guía del

Espíritu que vive en él.

El andar en el Espíritu es un acto de fe. Depende del Espíritu el hacer lo que sólo el

Espíritu puede hacer. Las altas normas de la era presente, donde se nos ordena amar

como Cristo ama.

Jn. 13:34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he

amado, que también os améis unos a otros.

Jn. 15:12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.

Y donde se ordena que cada pensamiento sea traído a la obediencia en Cristo, son

imposibles aparte del poder del Espíritu.

2Co. 10:5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento

de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,

De igual manera, las otras manifestaciones de vida espiritual, tales como el fruto del

Espíritu Ga. 5:22-23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,

benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Y mandamientos como «estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo,

porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1Ts. 5:16-18), son

imposibles a menos que uno esté andando en el Espíritu.

187

187

Obtener una norma alta de vida espiritual es de lo más difícil porque el cristiano está

viviendo en un mundo pecador y está bajo constante influencia maligna.

Jn. 17:15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

Ro. 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación

de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,

agradable y perfecta.

2Co. 6:14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué

compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las

tinieblas?

Ga. 6:14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,

por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.

1Jn. 2:15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al

mundo, el amor del Padre no está en él.

De igual manera, el cristiano tiene oposición por el poder de Satanás y está

comprometido en una lucha incesante con este enemigo de Dios.

2Co. 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos,

para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la

imagen de Dios.

2Co. 11:14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.

Ef. 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,

contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes

espirituales de maldad en las regiones celestes.

188

188

Además del conflicto con el sistema mundial y con Satanás, el cristiano tiene un

enemigo de dentro, su antigua naturaleza, la cual desea conducirle de vuelta a la vida

de obediencia a la carne pecaminosa.

Ro. 5:21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine

por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Ro. 6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él,

para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

1Co. 5:5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el

espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

2Co. 7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda

contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

2Co. 10:2-3 ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella

osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen

como si anduviésemos según la carne. Pues aunque andamos en la carne, no militamos

según la carne;

Ga. 5:16-24 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y

éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el

Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son:

adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades,

pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios,

borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto,

como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino

de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,

bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son

de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

189

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Ga. 6:8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que

siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

Ef. 2:3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de

nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por

naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Por estar la antigua naturaleza constantemente en guerra con la nueva naturaleza en el

cristiano, sólo la continua dependencia en el Espíritu de Dios puede traer victoria. Así es

que, aunque algunos han llegado a la conclusión errónea de que un cristiano puede

alcanzar una perfección sin pecado, existe la necesidad de caminar constantemente en el

Espíritu para que este poder pueda llevar a cabo la voluntad de Dios en la vida de un

creyente. Al creyente le espera la perfección final del cuerpo y el espíritu en el cielo,

pero la lucha espiritual continúa sin disminuir hasta la muerte o el traslado espiritual.

Todas estas verdades enfatizan la importancia de apropiarse del Espíritu andando en su

poder y guía y dejando que el Espíritu tenga control y dirección de una vida cristiana.

C. Los Resultados De La Plenitud Del Espíritu.

Cuando uno está rendido a Dios y lleno con el Espíritu vienen imprevisibles resultados.

1. Un cristiano que camina en el poder del Espíritu experimenta una santificación

progresiva, una santidad de vida en la cual el fruto del Espíritu está cumplido. Esta es la

suprema manifestación del poder del Espíritu y es la preparación terrenal para el tiempo

cuando el creyente, en los cielos, será completamente transformado a la imagen de

Cristo.

Ga. 5:22-23 22

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,

bondad, fe, 23

mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

2. Uno de los importantes ministerios del Espíritu es el de enseñar al creyente las

verdades espirituales. Sólo mediante la guía e iluminación del Espíritu un creyente puede

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comprender la infinita verdad de la Palabra de Dios. Así como el Espíritu de Dios es

necesario para revelar la verdad concerniente a la salvación, antes de que una persona

pueda ser salva, así el Espíritu de Dios guía también al cristiano a toda verdad.

Jn. 16:7-11 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me

fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando

él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por

cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de

juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

Jn. 16:12-14 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no

hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las

cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará

saber.

Las cosas profundas de Dios, verdades que sólo pueden ser comprendidas por un

hombre enseñado por el Espíritu, son reveladas a uno que está andando por el Espíritu.

1Co. 2:9 Antes bien, como está escrito:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,

Ni han subido en corazón de hombre,

Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

1Co. 3:2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces

todavía,

3. El Espíritu Santo es capaz de guiar a un cristiano y aplicar las verdades generales de la

Palabra de Dios a la situación particular del cristiano. Esto es lo que se expresa en

Romanos 12:2, demostrando «cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta».

Como el siervo de Abraham, un cristiano puede experimentar la declaración

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«guiándome Jehová en el camino» (Gn. 24:27). Una guía tal es la experiencia normal de

los cristianos que están en una relación correcta con el Espíritu de Dios.

Ro. 8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de

Dios.

Ga. 5:18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

4. La seguridad de la salvación es otro resultado importante de la comunión con el

Espíritu. De acuerdo a Ro. 8:16, «el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de

que somos hijos de Dios». Es normal para un cristiano el tener la seguridad de su

salvación, como lo es para un individuo el saber que está físicamente vivo.

Ga. 4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el

cual clama: ¡Abba, Padre!

1Jn. 3:24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en

esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

1Jn. 4:13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha

dado de su Espíritu.

5. Toda la adoración y el amor de Dios son posibles solamente cuando uno está

andando por el Espíritu. En el contexto de la exhortación de Efesios 5: 18 los versículos

siguientes describen la vida normal de adoración y comunión con Dios. Una persona

fuera de la comunión no puede adorar verdaderamente a Dios aun cuando asista a los

servicios de la iglesia en bellas catedrales y cumpla con el ritual de la adoración. La

adoración es un asunto del corazón, y como Cristo le dijo a la mujer samaritana: «Dios

es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Jn.

4:24).

Efe 5:18-21 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos

del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,

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cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al

Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el

temor de Dios.

6. Uno de los aspectos más importantes de la vida de un creyente es su oración de

comunión con el Señor. Aquí nuevamente el Espíritu de Dios debe guiar y dirigir si la

oración ha de ser inteligente. Aquí también debe de comprenderse la Palabra de Dios si

la oración ha de ser de acuerdo a la Palabra de Dios: La verdadera alabanza y acción de

gracias son imposibles aparte de la capacitación del Espíritu. Además de la oración del

creyente mismo, el Espíritu intercede por el creyente. De acuerdo a ello, una vida de

oración efectiva depende del andar en el Espíritu.

Ro. 8:26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos

de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por

nosotros con gemidos indecibles.

7. Además de todas las cualidades ya mencionadas, toda la vida de servicio y el ejercicio

de sus dones naturales y espirituales dependen del poder del Espíritu. Cristo se refirió a

esto en Jn. 7:38-39, donde describió la obra del Espíritu como un río de agua viva

fluyendo del corazón del hombre. De acuerdo a esto, un cristiano puede tener grandes

dones espirituales y no usarlos por no estar andando en el poder del Espíritu. En

contraste, otros con relativamente pocos dones espirituales pueden ser usados

grandemente por Dios porque están andando en el poder del Espíritu. La enseñanza de

la Escritura sobre la plenitud del Espíritu es, por lo tanto, una de las líneas de verdad

más importantes que un cristiano deben comprender, aplicar y apropiarse de ella.

Jn. 7:38-39 El que cree en mí, como dice la Escritura , de su interior correrán ríos de agua

viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había

venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

PREGUNTAS.

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1. ¿Qué diferencia hay entre la plenitud del Espíritu y la obra del Espíritu en la

salvación?

2. ¿Qué ejemplos de plenitud del Espíritu pueden observarse antes del día de

Pentecostés?

3. ¿Estaba la plenitud del Espíritu al alcance de todo aquel que se rindiera a Dios antes

de Pentecostés?

4. ¿Cómo la venida del Espíritu en el día de Pentecostés cambió la posibilidad de ser

llenos con el Espíritu?

5. Definir la plenitud del Espíritu.

6. Contrastar el ser llenado con el Espíritu con la madurez espiritual.

7. ¿Cualquier cristiano puede ser lleno del Espíritu?

8. ¿Cuál es la relación entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual?

9. ¿En qué sentido hay tres grados de manifestación de la plenitud del Espíritu?

10. ¿Qué ilustraciones destacables de ser llenos con el Espíritu se encuentran en el libro

de los Hechos?

11. ¿A qué, y porqué, compara Pablo el ser lleno con el Espíritu en Efesios 5.18?

12. ¿Por qué es inexacto referirse a la plenitud del Espíritu como una segunda obra de

gracia?

13. ¿Qué significa el mandamiento de «no apaguéis el Espíritu»?

14. ¿Por qué es necesario rendirse a Dios para ser lleno con el Espíritu?

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15. Contrastar el paso inicial de presentar el cuerpo como un sacrificio vivo con la vida

de continua rendición.

16. Nombrar los varios aspectos de la rendición de un cristiano a Dios.

17. ¿Por qué Cristo es el ejemplo supremo de la rendición a Dios?

18. ¿Cuál es el significado del mandamiento «no contristéis al Espíritu»?

19. ¿Cómo las circunstancias de un cristiano afectan su experiencia de ser lleno con el

Espíritu?

20. ¿Cuál es el remedio al haber contristado al Espíritu?

21. ¿Por qué un cristiano confiesa su pecado confiando que será perdonado?

22. ¿Cuáles son algunos de los serios resultados de continuar contristando al Espíritu?

23. Definir lo que significa andar en el Espíritu.

24. ¿Por qué la elevada norma de vida espiritual en el cristiano hace que el andar en el

Espíritu sea necesario?

25. ¿Por qué es necesario andar en el Espíritu a la luz del hecho de que los cristianos

viven en un mundo pecador?

26. ¿Por qué el andar en el Espíritu es necesario en vista de la naturaleza pecaminosa del

cristiano?

27. ¿Por qué la necesidad de andar en el Espíritu demuestra que es imposible para un

cristiano alcanzar la perfección sin pecado en esta vida?

28. Nombrar y definir brevemente siete resultados de la plenitud del Espíritu.

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29. Nombrar las razones importantes para que un cristiano sea lleno del Espíritu.

196

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Bibliografía

C. K. Barrett, El Espíritu Santo y la tradición del Evangelio; F. D. Bruner

Teología del Espíritu Santo; J.D.G. Dunn

Bautismo en el Espíritu Santo, y Jesús y el Espíritu

M. Green, Creo en el Espíritu Santo

H. Gunkel, La influencia del Espíritu Santo

G. S. Hendry, El Espíritu Santo: Crecimiento de una tradición bíblica

C. F. D. Moule, El Espíritu Santo; P.D. M. Ramsey, El Espíritu Santo

E. Schweizer, El Espíritu Santo; H. B. Swete, el Espíritu Santo en la iglesia antigua, y El

Espíritu Santo en el Nuevo Testamento

H. Watkins-Jones, el Espíritu Santo desde Arminius a Wesley.

También, vea

Dones espirituales

This translation is generously provided by: María Victoria Castillo

Esta traducción ha sido hecha por: María Victoria Castillo

La presentación original (en inglés) de este documento está en English language

La página web principal de CREER (y el índice a los temas) está en: http://mb-

soft.com/believe/beliespa.html

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1 Chafer, "Teología Sistemática", Publicaciones Españolas, 1986, Milwaqui.

2 Qp. Cit. Chafer, Pagina. 419.

3 Diccionario, "Pequeño Larousse

Doctrinas Bíblicas por Dr. Mark G. Cambron

1Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo

Testamento Exhaustivo, (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999.

Wenham G.J.; Nuevo comentario bíblico siglo veintiuno; Editorial Mundo Hispano;

2003.

Richard L. Pratt, Jr.

EDUARDO B. CORIA

Materiales originales del Dr. David Plaster

LA NEUMATOLOGÍA Por Lic. Luís Rodríguez

DOCTRINAS BÍBLICAS Pastor Christopher J. Dotson

198

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