Arbitrismo y economía en el Quijote (1605-1615) · provinciano despistado, como el capitán de...

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121 CLM.ECONOMÍA, Nº 5, Segundo Semestre de 2004. Págs. 121-160 Arbitrismo y economía en el Quijote (1605-1615) * . Resumen El artículo analiza el tratamiento dado por Cervantes al fenómeno del arbitrismo e intenta a su vez explicar por que en el Quijote se omite toda referencia a cualquier problema económico o político de su época, la de la España de Felipe III, con la excepción del asunto de la expulsión de los moriscos. Palabras clave: Alemán (Mateo), arbitrios, arbitristas, Cervantes (Miguel de), moriscos, pobres. Clasificación JEL: B11, Z11 Abstract This paper analyses Cervantes´ treatment of the writings and ideas of those 17th Century Spanish economic pamphleteers knows as arbitristas, and attempts to explain why, in Don Quijote, he omits any reference to contemporary economic or political problems, with the exception of the matter of the expulsion of the Moors. Key words: Alemán (Mateo), arbitrios, arbitristas, Cervantes (Miguel de), moorishs, poor. JEL Classification: B11, Z11 Luis Perdices de Blas y John Reeder Universidad Complutense de Madrid * Agradecemos los comentarios y sugerencias realizados a los primeros borradores de este trabajo por Tomás Martínez Vara, Carlos F. Mejía, José Luis Ramos, Ana Rosado y Manuel Santos.

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Arbitrismo y economíaen el Quijote (1605-1615)*.

ResumenEl artículo analiza el tratamiento dado por Cervantes al fenómeno del arbitrismo e intenta a

su vez explicar por que en el Quijote se omite toda referencia a cualquier problema económicoo político de su época, la de la España de Felipe III, con la excepción del asunto de la expulsión delos moriscos.

Palabras clave: Alemán (Mateo), arbitrios, arbitristas, Cervantes (Miguel de), moriscos, pobres.Clasificación JEL: B11, Z11

AbstractThis paper analyses Cervantes´ treatment of the writings and ideas of those 17th Century

Spanish economic pamphleteers knows as arbitristas, and attempts to explain why, in DonQuijote, he omits any reference to contemporary economic or political problems, with theexception of the matter of the expulsion of the Moors.

Key words: Alemán (Mateo), arbitrios, arbitristas, Cervantes (Miguel de), moorishs, poor.JEL Classification: B11, Z11

Luis Perdices de Blas y John Reeder Universidad Complutense de Madrid

* Agradecemos los comentarios y sugerencias realizados a los primeros borradores de este trabajopor Tomás Martínez Vara, Carlos F. Mejía, José Luis Ramos, Ana Rosado y Manuel Santos.

1.- Introducción.Alrededor de 1609, 1610, cuando estaba redactando la

segunda parte del Quijote, o había parado temporalmente esteproceso de redacción para centrarse en escribir sus Novelasejemplares, a Cervantes se le ocurrió en ambas obras utilizarla imagen y la metáfora del arbitrista como representación de lalocura. Intentando averiguar si Don Quijote estaba curado de sulocura y de sus fantasías de “cosa de caballerías”, el cura y el barberole hablan del problema de la posible invasión del Turco, a lo cualDon Quijote responde con un “advertimiento”, “perteneciente” y no“impertinente”, que quiere proponer al Rey (Cervantes,1998, pág.627). Su arbitrio, reunir todos los caballeros andantes que vayan porEspaña “para destruir toda la potestad del Turco” (Cervantes, 1998,pág. 629), confirma las sospechas del cura y el barbero de que DonQuijote había vuelto a sus andanzas. Menos absurdo que el arbitriode Don Quijote, pero no menos estrafalaria es la burla de la figuradel arbitrista que aparece en el Coloquio de los perros, una de lasNovelas ejemplares. Cuatro pobres desequilibrados se reúnen en unhospicio, un poeta, un alquimista, un matemático y un arbitrista, en“una siesta de las del verano pasado”, y hablan de sus obsesiones.Cervantes reproduce en el monólogo del arbitrista todos losmanierismos y vocabulario de los memoriales y arbitrios de la época,incluida la falsa precisión de los datos inventados.

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No nos proponemos buscar en Cervantes el economista científico, que esto sería, en verdad, pura quimera, y valdría tanto como pretender que fuese inventor de semejante orden de ciencia,cuando Quesnay y Smith, que pasan por sus primerosmaestros, tardaron aún casi dos siglos en hallar sus concepciones.

J. M. PIERNAS HURTADO (1874, pág. 13)

¿En qué medida la burla de Cervantes de los arbitristas, seguidoluego por otros literatos, fue determinante en desprestigiar el oficiode arbitrista, y empujar a los escritores de la época sobre temas depolítica económica a modificar sus métodos y redefinir su producto?Convendría aquí, quizás, no exagerar el impacto de esta burla. Yaantes, la verdadera avalancha de avisos, advertimientos, pareceres,memoriales y arbitrios que inundaron al Consejo de Hacienda deFelipe II entre 1558 y 1598 -la archivera Margarita Cuartas Riverallegó a contabilizar cerca de doscientas personas que mandaron susarbitrios al Consejo durante estos años (Cuartas Rivero, 1981)- habíaempezado a producir cierto escepticismo entre la clase política,consejeros y expertos en temas económicos. Estos arbitrios,proyectos simplistas (“medios únicos y universales” en la jerga de laépoca), escasamente meditados, y la mayoría completamenteinteresados (“No querría que le dijese yo aquí agora y amaneciesemañana en los oídos de los señores consejeros, y se llevase otro lasgracias y el premio de mi trabajo”, protesta Don Quijote, Cervantes,1998, pág. 628) ya habían granjeado muy mala fama entre estosestudiosos de la política económica y los dirigentes de la políticabastante antes de 1615. Escribiendo en 1600, un autor que presumíade mayor seriedad y capacidad analítica, Martín González deCellorigo, insiste en desmarcarse de los arbitristas. Y el términoarbitrio mismo, originalmente un simple tecnicismo hacendístico-una medida de allegar fondos hacia la hacienda pública por partedel Rey sin la necesidad de su aprobación por las Cortes-, habíaadquirido matices francamente peyorativos. Ya, por ejemplo, en1611, Sebastián de Covarrubías en su Tesoro de la lengua castellana,en la voz “Alvedrío”, recoge esta mudanza como expondremos a lolargo de presente trabajo.

Así, aunque Cervantes no será el primero en desconfiar de losarbitristas, su mofa de ellos parece en cierta medida, por la mayordifusión y repercusión de sus novelas, haber acelerado el proceso desu descrédito. A partir de la publicación de las Novelas ejemplares(1613) y de la segunda parte del Quijote (1615) solamente algúnprovinciano despistado, como el capitán de barco asturiano GuillénBarbón y Castañeda (Provechosos arbitrios, 1628), o un italiano,quizás inconsciente de las connotaciones que llevaban implícitas lapalabra “arbitrio” en castellano, como Gerardo Basso (Arbitrios yDiscursos políticos, 1627), podían autoproclamarse arbitristas. A lo

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sumo, entonces, el efecto de la mofa de los literatos como Cervantesy luego más tarde Quevedo, era extender la percepción de que losarbitristas eran en su inmensa mayoría a lo peor impostores yvendedores de productos falsos y a lo mejor, simplistas cuyosremedios únicos eran dañinos para la República.

Proponemos, entonces, en este breve ensayo, estudiar enprimer lugar la relación entre Cervantes, los arbitrios y los arbitristasen el Quijote, para cuyo fin, y como preludio, ofrecemos unasdefiniciones más precisas de estos términos. En segundo lugar,analizaremos los textos donde Cervantes emplea los casos de dosarbitrios específicos para poner de relieve igualmente la locura deDon Quijote como los delirios de un arbitrista en el Coloquio de losperros. En tercer lugar, haremos un breve repaso de la reputacióndel arbitrismo después de la publicación de la segunda parte delQuijote, entre 1615 y 1650.

Tras el estudio de la figura del arbitrista, abordamos otrosproblemas que relaciona la coyuntura económica del período 1600-1615 con el Quijote. ¿Por qué Cervantes omite cualquier alusión ensu célebre novela a los graves problemas que padecía la EspañaImperial de Felipe III? De hecho, con la excepción de la historia deRicote (parte II, capítulo LIIII) y la expulsión de los moriscos, no hayreferencia a ningún problema actual, político o económico, en elQuijote ¿Omisión deliberada en una novela esencialmente deevasión? Esto nos llevará a establecer una comparación con la otranovela española de mayor difusión de principio del siglo XVII, másaun que el Quijote, el Guzmán de Alfarache (1599, 1604) de MateoAlemán, que es precisamente una novela moralizante y ejemplar ensu sentido más estricto, es decir ejemplarizante, que ilustra unacuestión económica candente a finales del siglo XVI, las tesis sobrela problemática de la mendicidad de su amigo y reformadorCristóbal Pérez de Herrera. Veremos qué opinión le merecía aCervantes el enfoque “predicador” de Alemán. Finalmente,examinaremos el único tema político de la época con repercusioneseconómicas, la expulsión de los moriscos, que Cervantes trata enel Quijote.

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2.- Cambios en el significadode los términos arbitrio y arbitristaen el siglo XVII.

Debemos a Margarita Cuartas Rivero, la explicación másconcisa de los orígenes del término hacendístico arbitrio en el sigloXVI y su posterior evolución en el sentido de la palabra durante elsiglo XVII. Dice así esta meticulosa archivera en la introducción alcatálogo de los arbitristas del siglo XVI:

Los grandes gastos promovidos por la monarquía de los Austriashicieron que no bastasen los recursos hacendísticos ordinariospara solventarlos. Por ello, Carlos V, y en especial Felipe II,comenzaron a usar fórmulas para allegar dinero que dependíandel arbitrio del rey, y que no tenían necesidad de la aprobación delas Cortes. Hacen lo mismo que sus predecesores: enajenan rentas,lugares, y oficios, pero no de forma gratuita, sino con el cobro deuna cantidad que se fijaba por la Administración.

Usados esporádicamente por el Emperador, fue a partir de 1558cuando los arbitrios (así denominados en la contabilidadhacendística) tomaron carácter oficial y fueron ingresos ordinariosde las arcas de la Hacienda, en donde se recogían anualmentecantidades proporcionadas por estas medidas extraordinarias.

Los arbitrios usados en la segunda mitad del siglo XVI fueron:la venta de hidalguías, la composición de caballeros cuantiosos, laventa de oficios públicos, la venta de tierras baldías, las exencionesy ventas de lugares, términos y jurisdicciones (eclesiásticas y derealengo), y la venta de alcabalas y tercias.

Durante el Siglo de Oro se produce un cambio importante enel significado del término arbitrio, como de nuevo nos ilustraMargarita Cuartas Rivero:

En el siglo XVII, la situación sigue siendo la misma; a mayoresagobios económicos se responde con la mayor utilización de lasmedidas extraordinarias, que tienen como conclusión a lo largo deestos dos siglos el paso de un gran número de rentas, lugares,tierras, oficios públicos, a manos de particulares […]

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A la vez que el uso de los arbitrios se hizo regular y continuado,comenzaron a llegar a los organismos de la Administraciónescritos, memoriales y avisos, en los que se promete el aumento derentas reales. Avisos que muchas veces están en relación con lasmedidas extraordinarias arbitradas por la Corona, es decir, con losarbitrios arriba mencionados.

La recepción de estos escritos estaba encomendada al Consejo deHacienda, y en la sección Consejo y Juntas de Hacienda del ArchivoGeneral de Simancas, se encuentra una serie de documentos:memoriales, pareceres, avisos, reclamaciones, peticiones, relativostodos a la manera o forma de incrementar los ingresos de laHacienda. El trámite a seguir por las personas que tuviesen algoque aconsejar, opinar o denunciar, era dirigir el escrito alpresidente, secretario o algún consejero, posteriormente reunido elConsejo; si el destinatario lo tenía a bien o no lo retenía, lopresentaba a opinión del resto de los consejeros, y si lo juzgaban deinterés lo remitían al Rey; otras veces sucedía a la inversa, elsecretario lo presentaba al Rey, que lo remitía al Consejo pararecabar su parecer; también eran consultados teólogos queopinaban de la licitud de la medida aconsejada. De una forma ode otra los avisos tenían que tramitarse por conducto de quienesformaban el Consejo de Hacienda, por lo que estaba implícito, porun lado, un riesgo de apropiación de las medidas interesantes y,por otro, una paralización del expediente si este incidía en reformarabusos en los que los consejeros estaban implicados […]

Para evitar, en lo posible, las apropiaciones, lo que se solía hacer eraofrecer un aviso por el que prometían incrementar las rentas enuna cantidad, que explicarían y darían en forma cuando el Rey leshiciese alguna merced, merced que se estableció por medio de unacédula real en la que se les daba un tanto por ciento sobre lascantidades que se recaudasen gracias al aviso dado, fórmula yausada en el susodicho Luis Ortiz en 1558.

Este fenómeno de los denominados arbitristas, de gentes quediscurren y envían sugerencias para incrementar los ingresos de laHacienda, y que son capaces de estar años en la Corte, a la esperade alguna merced y con la ilusión de ver cómo se ponen enpráctica sus avisos, se cree que tuvo su mayor auge a partir del año1600, y es en el siglo XVII cuando son ridiculizados de forma satírica

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por Cervantes, Quevedo y otros autores, que así sacaban a relucirla inquina que existía en contra de estas personas, en cuyo afánpor hallar modos de aumentar las rentas reales se veíanperjudicados los que tenían que pagar los impuestos 1.

Para finales del siglo XVI, entonces, el sentido estrictamentetécnico de la palabra arbitrio había sido en gran parte transformado.Al mismo tiempo en el siglo XVII, de forma gradual, la definición deltermino arbitrista, esencialmente hacendística y limitada, se fueampliando; de referirse sólo a los que ofrecían sugerencias sobrecómo mejorar el sistema fiscal pasó a incluir también a todos los queproponían soluciones, muchas de ellas quiméricas, a los problemasde la economía española, que eran, por otro lado, cada vez másacuciantes. No eran pocos ya los analistas que percibían la situaciónde declive y decadencia. Problemas como el supuesto proceso dedespoblación, el mal funcionamiento del sistema monetario –“laenfermedad del vellón”–, los bajos niveles de productividad agraria,la falta de competitividad del sector textil y la inadecuada políticacomercial, que, según la mayoría de los autores, debía girar hacia elproteccionismo.

El lexicógrafo Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de laLengua Castellana (1611), en la voz “Alvedrío”, da una definicióncompletamente peyorativa de la palabra arbitrio, relacionándolacon los arbitristas, “gente perdida”, según él:

Y otras veces arbitrio vale tanto como parecer que uno da; y el díade hoy hase estrechado a significar una cosa bien perjudicial, quees dar trazas como sacar dineros y destruir el reino; porque deordinario los que dan estos arbitrios son gente pérdida. Verdad esque estos tales pocas veces se les da oídos, porque como ha depasar el arbitrio por hombres de ciencia y conciencia, se losrechazan y entre otros males que hacen es acobardar a los quepodrían darlos, por el mal nombre que han puesto a este género desuplir necesidades y remediar faltas 2.

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1) Ambos párrafos tomados de Cuartas Rivero (1981), págs. I- V.2) Covarrubias (1994), pág. 43. El Diccionario de Autoridades (1726), basado casi exclusivamenteen usos y ejemplos del siglo XVII, ofrece una versión más aséptica, volviendo a su sentidohacendístico original en su voz “Arbitrio”, pero luego lo matiza en las citas literarias de Quevedoy Saavedra Fajardo, que incluye a continuación, ambas en un sentido absolutamente negativo:“‘El medio que se propone extraordinario, y no regular para conseguir algún fin, como losmedios que se discurren para socorrer las necesidades del Príncipe, por lo regular gravosos a los

No es extraño que, desde principios del siglo XVII, escritorescon una visión más compleja de los problemas económicos deEspaña, y, sobre todo, partidarios de medidas de política económicamás coherentes que “el remedio único y universal”, se desmarcasende la figura del arbitrista. Ya González de Cellorigo, en su Memorialde 1600, criticaba “los arbitrios […] que no han servido sino dedestruir a los Reyes y a los Reinos y es que por remediar un daño hanabierto la puerta a muchos y a todos los que esta República padece.Porque lo que más destruye las Repúblicas es dar los Príncipescrédito a personas que ignorando las leyes de la buena política, losengolfan en un laberinto de errores” (González de Cellorigo, 1991,págs 103-104).

3.- La figura del arbitristaen el Coloquio de los perrosy en el Quijote.

Los literatos del siglo XVII fueron los que más contribuyeron adesprestigiar el término “arbitrista” como queda apuntado en elepígrafe anterior y ha mostrado minuciosamente la monografía deJean Vilar titulada Literatura y Economía. La figura satírica delarbitrista en el Siglo de Oro (1973). Entre los que sobresalen enridiculizar la figura del arbitrista y contribuyeron de forma decisiva aredefinirlo y desprestigiarlo, hay que destacar a Cervantes, tanto enel Coloquio de los perros (1613), como en la segunda parte de DonQuijote de la Mancha (1615).

En el Coloquio de los perros dos canes, Cipión y Berganza,tienen una entretenida conversación en la que el segundo exponesu vida, al igual que el Lazarillo de Tormes, a través de los amos queha tenido. Berganza tras vivir con muchos amos (comediantes,

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Pueblos”. Saavedra Fajardo, Empresa política, n.º 46 (1640): “El ingenio suele aprobar losarbitrios, y la experiencia los reprueba”. Quevedo, La Hora de Todos y La Fortuna con Seso (1636):“Empezó a leer el primer arbitrio, decía así: Arbitrio para tener inmensa cantidad de oro y plata,sin pérdida, ni tomarla a nadie”. El Diccionario de Autoridades (1726) también da la siguientedefinición de arbitrista: “El que discurre y propone medios para acentuar el Erario público o lasrentas del Príncipe. Viene del nombre Arbitrio, pero esta voz comúnmente se toma en malaparte, y con universal aversión, respecto de que por lo regular los Arbitristas han sido muyperjudiciales a los Príncipes, y muy gravosos al común sus trazas y arbitrios”.

gitanos, moriscos y mercaderes, entre otros) y recorrer diversasciudades (de Sevilla a Valladolid, pasando por Granada), da con sushuesos en el hospital de la Resurrección de Valladolid. Allí se topacon cuatro enfermos: un poeta, un alquimista, un matemático y unarbitrista. Un poeta que busca la pureza de la composición literaria,un alquimista que intenta encontrar la piedra filosofal quetransmute los metales viles en oro y plata, un matemáticoenfrascado en resolver el problema de la cuadratura del círculo y,por fin, un arbitrista obsesionado por dar arbitrios al monarca.

Las palabras pronunciadas por el arbitrista del Coloquio de losperros son lo suficientemente expresivas y por ello reproducimos sulargo monólogo:

Yo, señores, soy arbitrista, y he dado a Su Majestad en diferentestiempos muchos y diferentes arbitrios, todos en provecho y sindaño del reino; y ahora tengo hecho un memorial donde le suplicome señale persona con quien comunique un nuevo arbitrio quetengo, tal que ha de ser la total restauración de sus empeños; peropor lo que me ha sucedido con otros memoriales, entiendo queéste también ha de parar en el carnero. Mas porque vuesasmercedes no me tengan por mentecato, aunque mi arbitrio quededesde este punto público, le quiero decir que es éste. Hase de pediren Cortes que todos los vasallos de Su Majestad, desde edad decatorce a sesenta años, sean obligado a ayunar una vez en el mesa pan y agua, y esto ha de ser el día que se escogiere y señalare, yque todo el gasto que en otros condumios de fruta, carne ypescado, vino, huevos y legumbre que han de gastar aquel día, sereduzca a dinero, y se dé a Su Majestad, sin defraudarle un ardite,so cargo de juramento; y con esto, en veinte años queda libre desocaliñas y desempeñado. Porque si se hace la cuenta, como yo latengo hecha, bien hay en España más de tres millones de personasde la dicha edad, fuera de los enfermos, más viejos o másmuchachos, y ninguno de éstos dejará de gastar, y esto contado almenorete, cada día real y medio; y yo quiero que sea no más de unreal, que no puede ser menos aunque coma alholvas. Pues¿paréceles a vuesas mercedes que sería barro tener cada mes tresmillones de reales como ahechados? Y esto antes sería provechoque daño a los ayunantes, porque con el ayuno agradarían al cieloy servirían a su Rey; y tal podría ayunar que le fuese conveniente

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para su salud. Este es arbitrio limpio de polvo y de paja, y podríasecoger por parroquias, sin costa de comisarios, que destruyesen larepública. Riyéndose todos del arbitrio y del arbitrante, y él tambiénse riyó de sus disparates, y yo quedé admirado de haberlos oído yde ver que, por la mayor parte, los de semejantes humores veníana morir en los hospitales (Cervantes, 2001, págs 620-621).

El locus classicus donde Cervantes emplea la metáfora delarbitrista como personificación de la locura es en el primer capítulode la segunda parte del Quijote, cuya función es reintroducirnos a lapersistente obsesión de Don Quijote con las novelas caballerescas yla conducta del caballero andante. En el transcurso de una discusiónsobre “razón de estado y modos de gobierno”, el cura para ver “si lasanidad de Don Quijote era falsa o verdadera”, introduce en laconversación el tema de la amenaza turca. Don Quijote pica y diceque tiene “un advertimiento” para aconsejar al Rey. El barberoinmediatamente asocia el advertimiento de Don Quijote con losarbitrios “impertinentes” que los descalifica en los mismos términosque Cellorigo o Covarrubias, como hemos apuntando en el anteriorepígrafe:

[…] tiene mostrado la esperiencia que todos o los mas arbitriosque se dan a Su Majestad o son imposibles o disparatados o endaño del rey o del reino (Cervantes, 1998, pág. 627) 3.

Después de prevaricar porque no quiere revelar al cura y albarbero su arbitrio por miedo de que ellos se apropien de él, recelotípico de los que mandaban arbitrios al Consejo de Hacienda, DonQuijote finalmente suelta el arbitrio:

¿Hay mas sino mandar Su Majestad por público pregón quese junten en la Corte para un día señalado todos los caballerosandantes que vagan por España, que aunque no viniesensino a medio docena, tal podría venir entre ellos, que solobastase a destruir toda la potestad del Turco? (Cervantes,1998, págs. 628-629).

Y ¿quién es este “tal”? No está pensando en Belianís de Grecia oAmadis de Gaula, sino en sí mismo. Todo arbitrio suele ser

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3) En el capítulo sexto, de la segunda parte del Quijote , vuelve a aludir Cervantes a los“impertinentes” arbitrios. Así, Don Quijote dice: “solo sé que si yo fuera rey me escusara deresponder a tanta infinidad de memoriales impertinentes como cada día le dan” (Cervantes, 1998,págs. 671-672).

interesado, y el interés propio de Don Quijote no está en unarecompensa monetaria, en un porcentaje de beneficios comomuchos de los que propusieron nuevos impuestos con mayoresposibilidades de recaudación, por ejemplo; para Don Quijote elpremio consiste en proponerse a él mismo para derrotar al Turco:

Pero Dios mirará por su pueblo y deparará alguno que, si no tanbravo como los pasados andantes caballeros, a lo menos no lesserá inferior en el ánimo; y Dios me entiende, y no digo mas […]

Caballero andante he de morir, y baje o suba el Turco cuando élquisiere y cuan poderosamente pudiere, que otra vez digo que Diosme entiende (Cervantes, 1998, pág. 629).

Cervantes, entonces, con el cuento del loco de Sevilla,insertado a continuación, nos traslada otra vez al escenario de laverdadera demencia, a la casa de locos de Sevilla, al Hospital de losInocentes que nos recuerda al de Valladolid, lugar de encuentro paralos cuatro locos del Coloquio de los Perros, y otro arbitrio, eldel monólogo del arbitrista 4.

Aun dándose por aludido, Don Quijote no se deja intimidar,vuelve a la carga con su letanía de caballeros andantes y se proponea sí mismo como instrumento eficaz para derrotar al Turco. Elcapítulo termina con una discusión entre Don Quijote y el curaacerca de si estos caballeros andantes eran o no “ficción, fábula ymentira” (Cervantes, 1998, pág. 635).

Cervantes claramente maneja con gran soltura la jerga, elvocabulario y la psicología de los arbitristas, mostrándoseigualmente en este capítulo de la segunda parte de Don Quijote,como en el monólogo del arbitrista del Coloquio de los perros, unlector atento de sus arbitrios, a la vez que de las críticas de susdetractores 5.

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4) El cuento empieza en la misma página 629: “En la casa de locos de Sevilla estaba un hombre aquien sus parientes habían puesto allí por falto de juicio […]”.5) En El juez de los divorcios Cervantes se vuelve a referir a los arbitrios, véase Alvar Esquerra (2004),págs 60-61.

4.- El arbitrismodespués de Cervantes.

Antes de continuar con el examen del Quijote en este epígraferealizamos un breve seguimiento del arbitrismo después de lamuerte de Cervantes, rematando de esta forma nuestra historia delfenómeno.

Los ataques a la figura del arbitrista por parte de escritoresliterarios alcanzaron su punto álgido con Quevedo en la segundaparte de su Política de Dios y Gobierno de Cristo, escrito en 1635,donde se equipararon directamente a los arbitristas con Judas 6.Quizá el texto de Quevedo que se fija en los arbitristas y quecoincide plenamente con Cervantes es La hora de Todos y laFortuna con Seso (publicado póstumamente en 1650, escritoprobablemente entre 1633 y 1635). En esta obra, como en elColoquio de los perros, se retrata y ridiculiza a poetas, alquimistasy arbitristas. En el apartado XVII habla de los arbitristas y señalaque todas aquellas personas que están en contacto con ellos “seles consumían los caudales, se les secaban la haciendas, se lesdesacreditaba el dinero y se les asuraba la negociación” (Quevedo,1987, pág. 2.000) y pone varios ejemplos de arbitrios en el que semuestra los engaños que contienen los mismos: “Arbitrio para tenerinmensa cantidad de oro y plata sin pedirla ni tomarla a nadie”, “Paratener inmensas riquezas en un día, quitando a todos cuanto tienen,y enriqueciéndolos con quitárselo”, “Arbitrio fácil y gustoso yjustificado, para tener gran suma de millones, en que los que los hande pagar no han de sentir, antes han de entender que se les dan” o“Ofrecer hacer que lo que falte sobre, sin añadir nada ni quitar cosaalguna, y sin queja de nadie”. En suma, “El más piadoso arbitrista esel fuego: él se ataja con agua, vosotros crecéis con ella, y con todoslos elementos, y contra todos; el Anticristo ha de ser arbitrista […]Los príncipes pueden ser pobres, mas en tratando con arbitristaspara dejar de ser pobres, dejan de ser príncipes” (Quevedo, 1987,pág. 204) 7. Desvela los engaños de los arbitrios: se escriben con

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6) Quevedo en El Buscón (publicado en 1626, pero escrito mucho antes) también hace referencia alos arbitristas, véase Vilar (1973, págs. 78-85). Las referencias a los arbitristas en la Política de Dios, enVilar (1973, págs. 268-270).7) En el apartado XXVI habla de los tributos y cómo recaudarlos sin perjudicar al pueblo. La idea esque los tributos tienen que ser suaves: “El que enriquece los súbditos tienen tantos tesoros comovasallos” (Quevedo, 1987, pág. 248).

intención de resolver problemas, pero los acrecetan y empobrecena la mayoría.

Hacia 1630, los autores, que escriben sobre política y políticaeconómica y que presumen de mayor entendimiento, se sientencasi obligados a insultar a los arbitristas. Así, Fernández de Navarrete,en Conservación de Monarquías y Discursos Políticos (1626), habla condesdén de las “perjudiciales quimeras de los arbitristas”, y Caxa deLeruela, en su Restauración de la antigua abundancia de España(1631), de “Las sofisterías de los arbitristas”.

Buena muestra de este desprestigio son las referencias que, enla década de 1640, realizaron los teóricos de la ciencia política DiegoSaavedra Fajardo y fray Francisco Enríquez. El primero, en su Idea deun Príncipe Christiano (1640), mejor conocida como Las EmpresasPolíticas, en su habitual tono medido y escéptico, escribe sobrelas propuestas de los arbitristas: “No es menester menos diligenciay atención para averiguar antes que el Príncipe se empeñe,la verdad de los arbitrios, y medios propuestos sobre sacar dinerode los reinos […] porque suelen tener por fin interesesparticulares, y no siempre corresponden los efectos a lo que imagi-namos y presuponemos” (Saavedra Fajardo, 1976, empresa 46,págs. 429-430).

En el sexto capitulo de la Conservación de Monarquías religiosay política (1648), titulado “Vanos arbitristas suelen ser causa de ladestrución [sic] de Monarquías”, fray Francisco Enríquez asume unacrítica más apocalíptica: “[…] ay empero en las Repúblicas, y enespecial en las Cortes de los Reyes una especie de gente (midoctrina es general) que con trazas, y arbitrios extraordinarios fingenmedios tan duros y aun imposibles a la execución, u otros tan suavesal gusto de la imperita muchedumbre, y tan plausibles a la plebe, ypor otra parte quiméricos que vacilando el pueblo entre temor yesperanza, dolor y deleite tumultúa y se alborota de que ay antiguasy recientes experiencias. Assi dixo un religioso muy docto queinstruyó sabiamente a un Christiano Governador, esta gente espernicisima en las Monarquías: porque son unas hambrientasharpías al pan de las mesas de los Reyes cuya insaciable codicia sealimenta deste caudal” (Enríquez, 1648, 2ª parte, fol. 27 v.).

A partir del segundo tercio del siglo XVII ningún escritor seriosobre temas económicos se confiesa arbitrista, ni utiliza el término

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“arbitrio” para describir a sus obras. Solamente, como hacíamosreferencia en la introducción, algún autor provinciano, como elmarinero asturiano Guillén Barbón y Castañeda, puede intitular sutratado Provechosos arbitrios (1628) o un extranjero, como el milanésGerardo Basso, continúa utilizando la ya anticuada forma de Arbitriosy discursos políticos (1627).

Tal es la labor realizada por Cervantes, Quevedo y otros literatosdel siglo XVII en la reacuñación de la palabra arbitrio y arbitrista, quelos economistas del XVIII, recuperadores de la tradición autóctonadel pensamiento económico español, como Campomanes oSempere y Guarinos, tienen que aclarar las diferencias entrelos arbitristas puros y duros parodiados por los literatos y los“economistas políticos”, eso sí, señalando sus debilidades. Así,Campomanes en el prólogo a sus Apéndices al Discurso sobre laeducación popular de los artesanos y su fomento (publicados entre1775 y 1777), en donde reedita obras de Martínez de Mata y ÁlvarezOsorio y Redín, escribe las siguientes clarificadoras palabras sobre lasobras de los citados “escritores económicos” del siglo XVII:

Me parece que se debe hacer diferencia: una es de los que estudiancon exquisitas maneras y ambages, en gravar el público conarbitrios o en lisonjear, para hacer ellos su fortuna, arruinando lade otros. […] No son de esta calidad aquellos escritoreseconómicos, que, desnudos de miras personales, nada piden parasí, y abogan por el bien de los demás […]. Cuando no aciertan, esrecomendable su buena intención y celo […]. Los arbitristas eran[…] las sirenas del golfo político, o una secta disidente de losverdaderos economistas: pero en medio de los sueños de felicidadpública, de los delirios de su imaginación exaltada, de susproyectos no siempre desinteresados, y algunas veces disparatadoso imposibles, todavía merecen bien de la ciencia económica,porque excitaban la controversia y se purificaban las doctrinasfavorables al aumento de la riqueza pública y a la reforma de lascontribuciones 8.

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8) Será un economista e historiador decimonónico, el catedrático Manuel Colmeiro Penido, quienrecoja la caricatura de los arbitristas hecha por sus detractores en el siglo XVII, tanto en la Bibliotecade los economistas españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII (1861), como en la Historia de la economíapolítica en España (1863). Colmeiro los acusa de proponer soluciones simplistas y superficialesdebido a su incapacidad analítica. No obstante, evalúa favorablemente la obra de González deCellorigo, Martínez de Mata, Mariana, Dormer o Struzzi. Todavía hay historiadores del siglo XX,como Marjorie Grice-Hutchinson, que utiliza el término “economistas políticos” para referirse a los

5.- La omisión de los problemaseconómicos del período 1600-1615en el Quijote.

Cervantes tuvo que estar familiarizado con los problemaseconómicos de su tiempo pues durante muchos años, entrefinales del siglo XVI y principios del XVII, se dedicó a proveerde abastecimientos y víveres a la Armada española 9. Tieneapreciaciones interesantes de asuntos económicos en algunas delas Novelas ejemplares publicadas en 1613. En Rinconete y Cortadillo,por ejemplo, describe como dos “mozalbetes”, uno hijo de bulero yotro de sastre, se introducen en el mundo delictivo sevillano.Cuando llegan a la capital del comercio mundial, Cortadillo pensabaque hurtar era un “oficio libre, horro de pecho y alcabala” (Cervantes,2001, pág. 178). No más lejos de la realidad. Llegan a una ciudaddonde el robo estaba organizado como un gremio, con sus propiasordenanzas, su “gran” maestro, el señor Monipodio, y sus oficiales(cofrades) y aprendices (novicios). Rinconete y Cortadillo seintroducen y encajan rápidamente en este grupo delictivo queconstituye en sí mismo una sociedad con su propias reglas y usos einmediatamente llegan a ser “cofrades mayores” sin pasar el año de“noviciado” y sin pagar la media anata del primer hurto. Este gremiode delincuentes tiene una red de solidaridad de ayuda mutua, comoel resto de los gremios, que incluso manda decir unas misas al añopor “nuestros difuntos y bienhechores”, apunta con orgulloMonipodio. Los agremiados se encomiendan a Dios para que “Él noslibre y conserve en nuestro trato peligroso, sin sobresaltos dejusticia” (Cervantes, 2001, pág. 195). Johnson mantiene la tesis deque la novela critica el monopolio gubernamental del comerciocolonial americano que tiene su sede en Sevilla 10. Lo que está claro

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arbitristas. En el Diccionario de la Real Academia Española se define al arbitrista de la siguiente forma:“Persona que inventa planes o proyectos disparatados o empíricos, para aliviar la hacienda pública oremediar males políticos” (Real Academia Española: Diccionario de la Real Academia de la LenguaEspañola, Madrid, 1992). Un estudio que intenta rehabilitar la figura de algunos arbitristas,mostrando sus debilidades, es Perdices de Blas (1996).9) Una vez finalizado este artículo ha aparecido la biografía de Cervantes escrita por Alfredo Alvar.Este historiador se detiene en el estudio de la vinculación de Cervantes con el mundo de los negocios.Así, Alvar Esquerra (2004, pág. 328) llega a afirmar que una de las claves de la vida de Cervantes es “superfecto conocimiento del mundo económico”.10) Señala que la palabra “monipodio” tiene varios significados: sindicato criminal, monopolio sobreuna mercancía con el fin de subir su precio y control gubernamental sobre una actividad económica,Johnson (2000), cap. 2, págs. 44-45.

es que la novela realiza una descripción irónica de la organizacióngremial y pone en evidencia la “descuidada justicia” que reinaba enla ciudad en la que un hombre “bárbaro”, “rústico” y “desalmado”,como Monipodio, ejercía tanta influencia (Cervantes, 2001, pág.215). ¡Hasta los ladrones están organizados en gremios!

En el Coloquio de los perros, uno de los canes, Berganza,comienza la exposición de su vida refiriendo su nacimiento en elmatadero de Sevilla, donde sus trabajadores son deshonestos yroban cuanto pueden. No obstante, en el abasto de la carne no hayobligado. Es decir, no hay una persona que abastezca de carne a laciudad a un precio fijado con el ayuntamiento y, por lo tanto, quetenga el monopolio en la introducción de dicho producto. Destacalos excelentes resultados de esta libertad:

Y como en Sevilla no hay obligado de la carne, cada uno puedetraer la que quisiere, y la que primero se mata, o es la mejor o la demás baja postura, y con este concierto hay siempre muchaabundancia (Cervantes, 2001, pág. 547).

También en el Coloquio se describe a los mercaderes sevillanosy cómo sus hijos tienden a adoptar la vida aristocrática. Así, Cipióninforma a Berganza de que:

[…] es costumbre y condición de los mercaderes de Sevilla, y aun delas otras ciudades, mostrar su autoridad y riqueza, no en suspersonas, sino en las de sus hijos; porque los mercaderes sonmayores en sus sombras que en sí mismos. Y como ellos pormaravilla atienden a otra cosas que a sus tratos y contratos, trátansemodestamente; y como la ambición y la riqueza muere pormanifestarse, revienta por sus hijos, y así los tratan y autorizan comosi fuesen hijos de algún príncipe. Y algunos hay que les procurantítulos, y ponerles en el pecho la marca que tanto distingue la genteprincipal de la plebeya (Cervantes, 2001, pág. 561).

El Quijote no carece de apreciaciones sobre temas econó-micos 11. Un cautivo en Argel rescatado por los padres trinitarios(1575-1580), como Cervantes, refleja tanto las transferencias

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11) Piernas Hurtado (1874), Larroque (2000) y Johnson (2000) se han detenido en el estudio de laeconomía en el Quijote. Así, por ejemplo, Piernas Hurtado (1874, págs 39-40) dice: “Pero siempreresultará que Cervantes apoyó uno de los ejes de su maravillosa invención sobre el principiodel interés económico. Para pintar el idealismo, acudió a la demencia, y creo un loco con ribetesde discreto; y para simbolizar la realidad, acudió a lo económico, y creo un interesado con vueltasde hombre de bien”.

monetarias en concepto de rescate que los españoles pagan a losturcos y a los moros, como las costosas expediciones que se formanpara recuperar a un familiar. En el Quijote hay varias historias decautivos y rescatados, por ejemplo el del novio de la bella hija delmorisco Ricote (Gaspar Gregorio), al que haremos referencia en elúltimo epígrafe. También son interesantes, como bien ha explicadorecientemente Johnson (2000, cap. 1), las negociaciones entre DonQuijote y Sancho Panza con el fin fijar una remuneración a esteúltimo por sus prestaciones como escudero (¿un sueldo?, ¿uncondado? o ¿la gobernación de una ínsula?). No obstante, entre losjuiciosos consejos que Don Quijote da a Sancho Panza antes departir a la ínsula de Barataria (parte segunda, caps. XLII y XLIII), noencontramos ninguno de carácter económico. Eso sí, “el sensato”gobernador Sancho toma algunas medidas de carácter económicoen Barataria, por ejemplo, mandó tasar los salarios de los criados,“moderó el precio de todo calzado” y ordenó que “no hubieseregatones de los bastimentos en la república, y que pudiesenmeter en ella vino de las partes que quisiesen, con aditamentoque declarasen el lugar de donde era, para ponerle el preciosegún su estimación, bondad y fama, y el que lo aguase ole mudase el nombre perdiese la vida por ello” (Cervantes,1998, págs 1.052-1.053). Es Sancho también el que, sin ir muydescaminado y siguiendo las enseñanzas de su abuela, reduce a losmiembros de la estructura económica y social de “todo el mundo” a“dos linajes”: “el tener y el no tener” (Cervantes, 1998, pág. 799).

¿Por qué no se recoge en el Quijote ningún problemaeconómico de la España de Felipe III y del duque de Lerma cuandoestos eran tan evidentes y padecidos por los españoles? Dosproblemas empiezan a despuntar en el período que escribe su obra,como han señalado los historiadores económicos y, en particular,Pierre Vilar (1980) en su ya clásico artículo “El tiempo del ´Quijote´”:los problemas hacendísticos y los métodos heterodoxos de allegarfondos, como la alteración del valor de la moneda, por una parte; ylos relacionados con la decadencia económica o por lo menos conla pérdida de productividad de los sectores agrarios ymanufactureros castellanos, por otra. Es decir, problemas que semanifiestan entre 1600 y 1615, fechas entre las que se sitúa la crisisdecisiva del poderío español, y que fueron tratados por losarbitristas, que aunque en muchas ocasiones no realizaron un

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análisis acertado y sus propuestas fueran guiadas por interesesparticulares, lo que no se les puede negar es que ejercieron deportavoces en algunas ocasiones de la opinión pública de su época.

El problema hacendístico, el del empeño de la HaciendaPública como se decía en la época, es uno de los temas máscomplejos tratado por los especialistas en asuntos económicos y, enparticular, por los arbitristas de los siglos XVI y XVII. Resolver elproblema era complicado: por una parte, los reyes no renunciabana sus elevados gastos bélicos y de ostentación y vivían por encimade sus posibilidades; y, por otra parte, como apunta González deCellorigo en 1600, había que mantener la “buena correspondenciaentre el Rey y el Reyno, y el Reyno y el Rey” en cuanto a las medidasa tomar para “desempeñar la Hacienda” (González de Cellorigo, 1991,pág. 138), circunstancia que no siempre tuvieron en cuenta losarbitristas parodiados en las novelas de la época. Se propusierontodo tipo de medidas, desde la moderación del gasto hasta lareforma impositiva con el fin de aumentar los ingresos públicos,pasando por la creación de erarios, tanto privados como públicos, yla venta de los baldíos. A pesar de todo, los monarcas y sus equiposacudieron a métodos heterodoxos tales como la incautación de losmetales preciosos extraídos en las colonias americanas, la venta decargos públicos, la emisión de deuda pública o, uno de sus favoritos,la alteración del valor de la moneda. Felipe III, a propuesta de suvalido el duque de Lerma, aprobó la alteración del valor de lamoneda de vellón, quitando el contenido de plata a esta moneda.Se llegó al extremo de publicar el 13 de junio de 1602 unapragmática por la que se ordenó que la moneda de vellón sefabricase de puro cobre a partir de ese momento. Un año más tardese mandó resellar al doble de su valor toda la moneda de vellóncirculante. El descontento y protestas del pueblo por estas medidasmonetarias y sus consecuencias inflacionistas fueron tales que el reytuvo que prometer ante las Cortes, en 1608, que dejaría de hacermanipulaciones monetarias durante los próximos veinte años, esosí, a cambio de que se le concediese una pingüe cantidad de dinero.Felipe III incumplió esta promesa en 1617, así como su hijo Felipe IVy su valido el conde-duque de Olivares.

Juan de Mariana denunció en un escrito publicado en Coloniaen 1609, traducido con el título Tratado y discurso sobre lamoneda del vellón que al presente se labra en Castilla y de

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algunos desórdenes y abusos, las arbitrariedades del rey y suvalido. La tesis de Mariana es que la alteración de la moneda devellón es un impuesto pagado por los que utilizan dicha moneda sinque el mismo se apruebe previamente en las Cortes. Era una estafa,un robo, para el ciudadano al erosionar su poder adquisitivo.Advierte que “ninguna cosa que sea a perjuicio del pueblo la puedeel príncipe hacer sin consentimiento del pueblo (llamase perjuiciotomarles alguna parte de sus haciendas)”. La reacción de Lermacontra Mariana fue inmediata y excesiva como se aprecia por eldespliegue de medidas que utilizó para perseguir a tan irreverente yatrevido jesuita. Mandó a los embajadores españoles buscar la obrade Mariana y quemarla. La Inquisición abrió un proceso contraMariana y fue recluido durante un año en el convento de SanFrancisco de Madrid. En definitiva, se le obligó a hacer correccionesa su tratado si quería volverlo a publicar. Ni Felipe III, ni Lerma podíanpermitir un escrito que les llamaba tiranos por imponer tributos sinconsentimiento de su pueblo. Gonzalo Fernández de Mora, enun estudio sobre el proceso de Mariana 12, concluye que Lermalogró que el tratado del erudito jesuita resultase inhallabley que su autor “escarmentado”solo se ocupase en el futuro en glosasbíblicas 13.

El otro gran problema de la época es el de la decadenciacastellana que fue tratado por la mayoría de los arbitristas durantelos siglos XVI y XVII o, si se quiere emplear un lenguaje menosrimbombante que el de estos arbitristas, la pérdida de productividadde los sectores productivos castellanos. El problema llegó a ser tancrucial que a los pocos años de publicarse la segunda parte delQuijote, el jurisconsulto Diego Corral y Arellano, que desempeñó unpapel relevante en los Consejos de Hacienda, Estado y Castilladurante los reinados de Felipe II y Felipe III, redactó, a petición deFelipe III, la Gran Consulta de 1619, es decir, la Consulta hechapor el Consejo Real a su Majestad sobre el remedio Universal de losdaños del Reino y reparo dellos. Madrid 1 de febrero de 1619 14.

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12) Trabajo incluido en Fuentes Quintana (1999), págs. 341-354.13) Muchos fueron los arbitristas durante los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II que trataron elproblema de la alteración de la moneda del vellón con buen criterio, aunque ninguno igualase laagudeza de Mariana, véanse los trabajos de García Guerra (1999) y (2003), García del Paso (2003) ySantiago Fernández (2000). Un literato que trata el tema de la alteración de la moneda de vellón en plenoreinado de Felipe IV, haciendo referencias a la política monetaria de Felipe III, es Quevedo (1998).14) Este documento se reproduce en Fernández de Navarrete (1982).

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Un documento donde se reconoce de forma oficial y por primeravez los problemas económicos por los que atravesaba Castilla. Losarbitristas realizaron reflexiones sobre esta supuesta decadenciaeconómica, dejando a un lado los planteamientos morales de losescolásticos, y coincidieron en señalar como origen y causa delproblema económico de su tiempo el abandono de las actividadesproductivas por parte de los castellanos, que derivaba a su vez deldesprecio por el trabajo, ya que vivir de rentas no fruto del trabajo,era trato de nobles. Es decir, los castellanos abandonaban lasactividades productivas y, por lo tanto, “la riqueza firme y estable”, ycompraban en el extranjero. Para ellos la riqueza era el fruto de laactividad productiva, no los metales preciosos. Los arbitristaspercibían las ventajas y riquezas que obtenían los extranjerostransformando materias primas, procedentes éstas a menudo deEspaña o de sus colonias americanas.

Los dos arbitristas que podemos considerar precursores en elestudio de la decadencia, que ejercieron una mayor influencia sobreel resto de los autores del siglo XVII y que escribieron antes queCervantes publicase sus principales obras, fueron el contador deBurgos, Luis de Ortiz, y el abogado de la Real Chancillería deValladolid, Martín González de Cellorigo. Ortiz, en su Memorial (1558)dirigido al que luego será Felipe II, no confunde riqueza y metalespreciosos, aunque sí moneda y capital. Lo que quiere Ortiz esacumular metales preciosos para invertirlos en actividadesproductivas y sacar del empobrecimiento a Castilla. Partiendo deque Castilla es un país privilegiado, tanto por su situación geográficay sus recursos naturales como por “la calidad de sus habitantes”,propone la vuelta de los castellanos, incluidos los nobles, a cualquieractividad productiva que pare la sangría monetaria que representacomprar bienes masivamente en el extranjero. Aunque cualquiersector productivo es bueno, él hace hincapié en las manufacturasporque la transformación de las materias primas que España poseeen abundancia dejará un mayor valor añadido. Por esa razón,propone “vedar en España como está dicho, la entrada de cosaslabradas de otros reinos y vedarse la salida de las cosas por labrar aellos”. Tal propuesta, de claro corte proteccionista y mercantilista, vaacompañada de medidas para fomentar la agricultura con miras aobtener materias primas necesarias para el sector secundario. En elMemorial de la política necesaria y útil restauración a la República

de España y estados de ella, y del desempeño de estos reinos (1600),Martín González de Cellorigo coincide con Ortiz al señalar que losespañoles después del descubrimiento de América no han seguido“la ordenación natural” y, por ello, se ha reducido el reino “a unarepública de hombres encantados” que “han dejado los oficios, lostratos, y las demás ocupaciones virtuosas”. Se refiere a la vuelta acualquier actividad productiva aunque, como Ortiz, destaca el valorañadido que generan las manufacturas. Considera la agriculturacomo la actividad “más noble” y “lo mucho que importa seguir lasartes” y el comercio siempre dentro de la moralidad propuesta porlos teólogos 15.

Al margen de los arbitristas, literatos de la talla de MateoAlemán, como se verá en el próximo epígrafe, denunciaron ladecadencia moral de España asociada a la ociosidad, pero no laeconómica. Cervantes no trata ni de la decadencia moral, ni dela económica. El tema principal del Quijote, el leitmotiv que lorecorre de principio a fin, es la pérdida de unos supuestos valorescaballerescos, que son objeto de mofa, y la añoranza de un tiempopasado (ficticio), una Edad de Oro perdida, añoranza reiterada una yotra vez por Don Quijote. Los arbitristas se refieren también a una“Edad de Oro”, un período de prosperidad económica que asociabansobre todo al reinado de los Reyes Católicos y por eso en los títulosde sus obras aparece con frecuencia la palabra “restauración”, con elfin de incidir en una supuesta vuelta a un período de prosperidadeconómica como la vivida, según ellos, en el citado reinado deIsabel y Fernando. En cambio, la “Edad de Oro”a la que se refiere DonQuijote tiene unos tintes bucólicos, que nos recuerda a la recreadaen las novelas pastoriles:

Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguospusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que enesta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase enaquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los queen ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran enaquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le eranecesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo

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15) Un estudio del pensamiento de los arbitristas sobre la decadencia, Perdices de Blas (1996).En la introducción se da razón del debate que existe entre los historiadores sobre si hubo o nodecadencia en Castilla. Además, se puede consultar Gutiérrez Nieto (1978) y (1983), Maravall (1981) yPerrota (1993).

que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, queliberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonadofruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnifica abundancia,sabrosas y transparentes aguas les ofrecían […] No había lafraude, el engaño ni la malicie mezclándose con la verdad yllaneza […] (Cervantes, 1998, págs. 121-123, véase tambiénpág. 208).

Aunque la mayor parte del Quijote transcurre en el campo,los protagonistas se encuentra en su camino a “ricos” labradores,pastores, cabrerizos, porqueros, arrieros y mozos de mulas, ademásde nobles ociosos, ladrones, presos y muchos desengañados ydesamorados, y describe la práctica de constituir censos o el afán deser hidalgo y recibir trato de don, no nos habla de la decadenciaeconómica o la pérdida de productividad del sector agrario 16. Pasasuperficialmente sobre el problema de los pobres cuando otrosliteratos, como Mateo Alemán, le dedican un espacio considerable.El único tema contemporáneo que trata con más extensión es el delfenómeno de los arbitristas, como hemos visto, o el de los moriscos,como veremos en un siguiente epígrafe 17.

¿Por qué a excepción de los temas apuntados no se reflejanotros problemas económicos contemporáneos en el Quijote? Nossorprende más cuando es un lugar común señalar que Cervantes hapasado por retratar lo cotidiano, en donde indudablemente loeconómico ocupa una amplia parcela. Podemos esbozar lassiguientes cuatro explicaciones o sugerencias para comprender estaomisión. La primera y más obvia es que Cervantes no pretendía caeren lo que había criticado. Es decir, ejercer de arbitrista. No quiereexponer en su obra “el mal único” de los problemas, ni por supuestoningún “remedio único”, no concordaría con su antiarbitrismo.

La segunda explicación es que quizá Cervantes no querríaconfrontaciones con sus mecenas, relacionados familiarmente conel duque de Lerma, el valido que provocó la inflación del vellón.El principal mecenas de Cervantes, y a quien dedica las Novelasejemplares, la segunda parte del Quijote y el Persiles, fue Pedro

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16) Lo que si refleja Cervantes en su obra es la estrechez de miras de los rústicos, tanto del ignoranteSancho, como del pretencioso Don Quijote, aunque en algunas ocasiones tiene una visión bucólicadel campo y de su habitantes.17) Otro tema que trata más superficialmente es el del bandolerismo en Cataluña, véase Cervantes(1998), segunda parte, capitulo LX.

Fernández de Castro, séptimo conde de Lemos y sobrino y yerno delconde de Lerma 18. Fue presidente del Consejo de Indias y, a partir de1610, virrey de Nápoles, además de un activo protector de las artes,por lo que recibió elogios de Cervantes, Lope de Vega, Góngora yQuevedo. Otro protector de Cervantes fue el cardenal Sandoval yRojas, tío del duque de Lerma. ¿Tenía miedo a perder la protecciónde sus mecenas cuando eran tan escasos y, sobre todo, la deaquellos que eran verdaderamente generosos, como se queja enel Quijote (Cervantes, 1998, págs. 830-831)? ¿Le había impactado elproceso contra Juan de Mariana por criticar la política monetaria deLerma cuando estaba escribiendo la segunda parte de su célebrenovela? En definitiva, el “abstencionismo político que se manifiestaen la negativa a declararse sobre temas polémicos y a meterse conlas clases gobernantes”de Cervantes, al que se refiere Anthony Close(en Cervantes, 1998, pág. LXXX), se podría explicar por su temor aperder el apoyo de sus mecenas o evitar que sus obras careciesende la difusión oportuna. Tampoco hay que descartar la prudencia deuna persona que había estado varias veces en la cárcel y que evitabaverse privado una vez más de su preciada libertad 19.

Otra explicación de su silencio es que Cervantes no pudopercatarse de la situación económica del momento. Comodenunció González de Cellorigo, en 1600, parecía que suscontemporáneos vivían en “una república de hombres encantos”fuera del “orden natural” (González de Cellorigo, 1991, pág. 70) y nose enteraban de los problemas económicos. A lo mejor era difícilpercatarse de un fenómeno a largo plazo como la pérdida decompetitividad de los sectores productivos castellanos, pero no asíde las consecuencias de la depreciación de la moneda de vellóncuyos efectos fueron inmediatos. Contra este alejamiento de losproblemas reales y vivir fantasías, como Don Quijote, es contra loque se subleva precisamente el ama del Caballero de la Triste Figuracuando dice a Sancho “Id a gobernar vuestra casa y a labrar vuestros

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18) Sobre el mecenazgo de Lemos, véase Alvar Esquerra (2004, págs. 362-368).19) Esto no significa que Cervantes no criticase a aquellos que ocupaban un nivel más bajo en elescalafón administrativo, sin hacer referencia explicita o implícitamente a ningún personaje enconcreto. Así, por ejemplo, tiene palabras muy duras contra las codiciosas autoridades municipalesencargadas de los abastos o con gran ironía Don Quijote dice a Sancho que “por muchas experienciassabemos que no es menester ni mucha habilidad ni muchas letras para ser uno gobernador”(Cervantes, 1998, pág. 900). Más adelante Sancho confiesa a su mujer que los gobernadores tienencomo principal objetivo “hacer dineros” (Cervantes, 1998, pág. 931). A lo largo del Quijote también secritica a los codiciosos eclesiásticos y a los ociosos aristócratas.

pegujares, y dejaros de pretender ínsulas ni ínsulos” (Cervantes,1998, pág. 640). No obstante, resulta difícil aceptar que un escritortan perspicaz no captase lo que estaba ocurriendo, más si duranteun período de su vida tuvo la oportunidad de captar fácilmente elpulso económico como proveedor de abastecimientos y víveres ala Armada española.

Una cuarta razón de la omisión de referencias a asuntoseconómicos, en la que queremos incidir especialmente, es queel Quijote es una novela de evasión como el propio Cervantes insistey, por este motivo, no quería preocupar a sus lectores con losproblemas económicos del momento. En este sentido contrasta laobra de Cervantes con la de su competidor Mateo Alemán, comoveremos en el próximo epígrafe. El prólogo del Quijote va dirigido al“desocupado lector” y, como señala Canavaggio (2003, pág. 301),el Quijote es “un relato burlesco, una novela cómica cuya apariciónsaludaron los contemporáneos de Felipe III, y le otorgaroninmediatamente sus preferencias porque esta novela les hacia reír.Esta dimensión esencial se ha perdido de vista con frecuencia”.En este sentido el Caballero del Verde Gabán declara a Don Quijoteque “Hojeo más los que son profanos [libros] que los devotos,como sean de honesto entretenimiento, que deleiten con ellenguaje y admiren y suspendan con la invención, puesto quedestos hay muy pocos en España” (Cervantes, 1998, pág. 754).

6.- El Guzmán de Alfarache,el Quijote y el problemade los pobres.

Mateo Alemán (1647-hacia 1615) y Miguel de Cervantes (1647-1616) fueron dos novelistas contemporáneos cuyas biografíascomparten ciertos rasgos: estuvieron en contacto con la economíapor los empleos que ejercieron (Alemán fue recaudador deimpuestos), fueron encarcelados y sus obras principales, el Guzmánde Alfarache y el Quijote, gozaron de tal éxito que tuvieronsegundas partes apócrifas y numerosas ediciones piratas. Noobstante, sus obras, a pesar de compartir también numerosos

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rasgos, son muy diferentes como veremos a continuación. La deAlemán tiene una clara finalidad moralizante y ejemplarizante queno tiene la de Cervantes.

Cervantes desconfía de las novelas de tesis. Así, en el Quijote(Cervantes, 1998, pág. 17), apunta “este vuestro libro no tienenecesidad de ninguna cosa de aquellas que vos decís que le falta,porque todo el es una invectiva contra los libros de caballería […] nitiene para qué predicar a ninguno […]”. No obstante, las novelas queeditó en 1613, dos años antes de la publicación de la segunda partedel Quijote, las titula Novelas ejemplares. Javier Blasco mantiene queCervantes “al dar a sus novelas el nombre de “ejemplares”, antes quecalificar desde una perspectiva moral unos determinadoscontenidos, lo que parece pretender es definir, frente a la novelaitaliana, un género diferente y autóctono”. Es decir, “La etiqueta de“ejemplares” es antes una etiqueta de género que una calificaciónrestrictiva de carácter moral” 20. Blasco concluye: “Las novelascervantinas son meros juegos a través de los cuales se reclama delos lectores un permanente ejercicio de confrontación de “ciertossucesos” ficticios con el sistema de valores en el que estos mismoslectores se hallan instalados. No ofrecen modelos literarios para lavida, sino que contribuyen a desenmascarar los procedimientos conque funcionan los existentes; al desvelar los tamices literarios queocultan y esconden la realidad, y a revisar el sistema de valores quetales modelos implican; y todo ello lo hacen como mero juego, útilpara ocupar el ocio, pero sin trascendencia para el negocio” (pág.XXXIX). El mismo Cervantes en el prólogo al lector de sus novelasexplica:

Mi intento ha sido poner en la plaza de nuestra república unamesa de trucos, donde de cada uno pueda llegar a entretenerse, sindaño de barras, digo, sin daño del alma ni del cuerpo, porque losejercicios honestos y agradables antes aprovechan que dañan(Cervantes, 2001, pág. 18).

Cumple con su objetivo y sirva de ejemplo las andanzas de losdos pícaros Rinconete y Cortadillo que, a diferencia de las delLazarillo de Tormes y Guzmán de Alfarache, no intentan dar

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14620) Véase el estudio preliminar a Cervantes (2001, pág. XXII). Véanse también las páginas XXXI y ss.sobre la “predicación”.

lecciones morales, ni emitir juicios. El final de Rinconente y Cortadilloestá abierto, no pagan los pícaros por sus picardías con el fin de darun ejemplo moral. En el Coloquio de lo perros, Cipión, el perro críticoy paciente oyente, dice a Berganza que no quiere “que parezcamospredicadores” (Cervantes, 2001, pág. 557). No obstante, cuandodivaga y no cumple con su palabra, Berganza le reprende “Todos esoes predicar”, a lo que Cipión responde inmediatamente:”Así me lo parece a mí, y así callo” (pág. 558).

En cambio, el Guzman de Alfarache, la novela de mayordifusión de su tiempo, es una novela ejemplar en su sentido másestricto, es decir ejemplarizante, que ilustra la tesis en contra de lospobres sanos y fingidos de los que habla el reformista CristóbalPérez de Herrera. Solamente Sancho Panza, gobernador de Barataria,despotrica contra los pobres holgazanes en el mismo estilo queMateo Alemán:”que es mi intención limpiar esta ínsula de todogénero de inmundicia y de gente vagamunda, holgazanes y malentretenida. Porque quiero que sepáis, amigos que la gente baldía yperezosa es en la república lo mesmo que los zánganos en lascolmenas, que se comen la miel que las trabajadoras abejas hacen”(Cervantes, 1998, pág. 1.025). Acorde a este pensamiento, entre lasmedidas que Sancho toma en la ínsula de Barataria, se encuentra lasiguiente: “Hizo y creó un alguacil de pobres, no para que lospersiguiese, sino para que los examinase si lo eran, porque a lasombra de la manquedad fingida y de la llaga falsa andan los brazosladrones y la salud borracha” (Cervantes, 1998, pág.1.053). Tampocohay que olvidar que Don Quijote declara constantemente que sumisión es “favorecer y ayudar a los menesterosos y desvalidos” 21,pero también pronuncia sentencias como la siguiente: “todo el maldesta doncella nace de ociosidad, cuyo remedio es la ocupaciónhonesta y continua” (Cervantes, 1998, pág. 1.197).

Hay que constatar la existencia de un círculo de literatos,médicos y reformadores residentes en Madrid preocupados por elproblema de la mendicidad y sus secuelas morales, políticas y

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21) Don Quijote mismo era un hidalgo ocioso “los ratos que estaba ocioso -que eran los más delaño-, se daba a leer libros de caballerías” (Cervantes, 1998, pág. 37). Piernas Hurtado (1874,págs 34-35) incide en que “D. Quijote es el Labrador de posición, aunque modesta, desahogada,hidalgo de solar conocido y de devengar quinientos sueldos, soltero que administra sus rentas y vivede ellas, y en el cual la ociosidad tuvo no poca culpa de la demencia, mientras que el pobre Sanchoel bracero que cuenta por maravedises su jornal”.

económicas, y formado, entre otros, por el novelista Mateo Alemán,los médicos Cristóbal Pérez de Herrera y Francisco de Valles, eldramaturgo Félix Lope de Vega, el aposentador real Alonso deBarros y el abogado y poeta Juan Antonio de Herrera, hijo de Pérezde Herrera. Todos ellos unidos por vínculos personales e ideológicosy con los que Cervantes parece que mantenía sus diferencias 22. Unejemplo de los vínculos de este grupo es el apoyo que se dabanunos a los otros en sus publicaciones. Mateo Alemán escribe a Pérezde Herrera exponiendo sus pensamientos en 1597 23. Alonso deBarros publicó los Proverbios morales en 1598 con un prólogode Mateo Alemán 24. En ese mismo año aparece una carta de Alonsode Barros en el discurso octavo del Amparo de Pobres de Pérez deHerrera (1975, págs. 253-261) y en esta obra también se incluyenvarios sonetos de Lope de Vega en los que se adhiere a la propuestadel médico metido a reformista. Al año siguiente, en 1599,Alonso de Barros escribe un Elogio a la primera parte del Guzmánde Alfarache 25.

Cristóbal Pérez de Herrera, el alma de este grupo, fue unmédico humanista, protomédico de galeras (1577-1592), médico decasa y corte de Felipe II (1592-1598) y autor del estudio máscompleto de su época del problema de la mendicidad y delrecogimiento de los pobres y vagabundos: los ocho Discursos delamparo de los legítimos pobres y reducción de los fingidos; y de lafundación y principios de los albergues destos reinos (1598). La tesisprincipal de Pérez de Herrera es que no hay paro sino holgazaneríay delincuencia. Es decir, que la mendicidad no es producto del paro,sino al revés. Las soluciones al problema de la mendicidad quepropone Pérez de Herrera siguen la línea trazada, entre otros, porJuan Luis Vives. En primer lugar, distinguir entre pobres legítimos ypobres fingidos. A los pobres legítimos –ancianos, disminuidosfísicos y huérfanos menores de siete años– se les concederánlicencias para pedir limosnas y se les recluirá en albergues públicos.

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22) Este grupo acumuló más poder durante los últimos años de reinado de Felipe II, en cambio,Cervantes, como queda apuntado en el epígrafe anterior, tuvo mecenas relacionados con Felipe III ysu valido, el duque de Lerma.23) Véase el estudio preliminar de Micó a Alemán (2003), pág. 20. Estas dos cartas escritas a Pérez deHerrera han sido editadas por CROS (1967), págs. 433-444.24) Esta obra es la segunda edición de su Filosofía moralizante (1587).25) Para profundizar en la relación que mantenían estos autores se puede consultar el estudio deCavillac en Pérez de Herrera (1975).

A los que dicen no encontrar trabajo, en cada pueblo, un llamado“padre” les proporcionará trabajo. Obviamente Pérez de Herrera nocreía en el paro involuntario. A todos los demás, se les considerarádelincuentes y deberán ser perseguidos como tales por losalguaciles de vagabundos.

En la obra del médico Pérez de Herrera, por lo tanto, se retrataa los pobres fingidos y su ociosidad, sus embustes, ficciones einvenciones, robos, corrupción, vicios y falta de práctica de los másmínimos principios morales del cristianismo. Alonso de Barros en lacitada carta, incluida en el discurso octavo del Amparo, incide en losmismos hechos y como gracias a la propuesta de Pérez de Herrerasanaran los enfermos fingidos (“sanarán los que parecen mancos,aflojándoles la ligadura de los brazos; andarán libremente los cojos,si les quitan el palo en que se arriman; cerrarse han las heridas queparecen incurables, y curarse han las cuartanas, mal de corazón, ygota coral, con sólo quitar un pañuelo sucio de la cabeza”) y losalbergues, como consecuencia, se convertirán en “el Palacio delDesengaño”( Pérez de Herrera, 1975, pág. 259). Alonso de Barros enel elogio que precede al Guzmán de Alfarache incide en que lanovela de Alemán retrata “al vivo un hijo del ocio” y en ellaencontrarán “los hijos las obligaciones que tienen a los padres, quecon justa o legítima educación los han sacado de las tinieblas de laignorancia, mostrándoles el norte que les ha de gobernar en estemar confuso de la vida, tan larga para los ociosos como corta paralos ocupados” 26.

El Guzmán de Alfarache, efectivamente, ilustra la vida de unosde estos pobres fingidos y el autor apoya la cruzada a favor deltrabajo como otros contemporáneos, entre los que se encuentra,por supuesto, Pérez de Herrera. No vamos a entrar en el debate desi escribió o no esta novela para ilustrar la tesis de Pérez de Herreray otros amigos suyos sobre la mendicidad 27. Lo que resulta obvio esque el protagonista, Guzmanillo, representa todo aquello que estegrupo detesta. Es una novela en la que se narra la vida de un pícaroocioso, vicioso, embustero y jugador que al final descubre lasvirtudes del trabajo. Es decir, un pícaro que pertenece a la “escoria de

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26) Este elogio en Alemán (2003, págs.115-118).27) Cros (1967) y Cavillac (véase su estudio preliminar a Pérez de Herrera, 1975) mantienen que esuna novela de tesis, a diferencia de Micó (véase su estudio preliminar a Alemán, 2003).

los hombres” y que al final es redimido. Un pícaro que prueba todotipo de oficios y ocupaciones turbias por llamarlas de algunamanera: vagabundo, ladronzuelo, ladrón profesional, mercader detratos oscuros, criado resabiado y amigo de lo ajeno, y proxenetade su propia mujer. Obtiene ganancias materiales con sus“ocupaciones” y golpes de suerte, pero “tanta es la fuerza de lacostumbre” que en vez de aprovechar tales ganancias y buenafortuna, las malgasta. Declara que “la pobreza me hizo atrevido, lariqueza me puso confiado” (Aleman, 2003, t. II, pág. 336). Al finalGuzmán es condenado a galeras y durante esta dura fase de su vidaes acusado de fechorías que por primera vez no ha cometido, perodespués de tantos sufrimientos como su arrepentimiento esverdadero, puede gozar de una descansada vida 28. En cambio, DonQuijote no se lo piensa dos veces y en su afán de “desfacer fuerzas ysocorrer y acudir a los miserables” libera a los condenados a galerasque se encuentra en su camino (Cervantes, 1998, primera parte,cap. XXII). Don Quijote también mantendrá que “el rico no liberalserá un avaro mendigo” (Cervantes, 1998, pág. 676).

En la novela se mantiene constantemente que la vidadescarriada del protagonista y las “causas de todos su daños”provienen de la ociosidad (Alemán, 2003, t. I, pág. 318), que engendraa su vez todo tipo de vicios. Es el ocio y el vicio, no la pobreza, loque motiva a Guzmán a abandonar su casa materna: “Era yomuchacho vicioso y regalado, criado en Sevilla sin castigo de padre,la madre viuda –como lo has oído–, cebado a torreznos, molletes ymantequillas y sopas de miel rosada, mirado y adorado, más quehijo de mercader de Toledo o tanto”(Alemán, 2003, t. I, pág. 163). Porsi fuese poco añade “Es la ociosidad campo franco de perdición,arado con que se siembran malos pensamientos, semilla de cizaña,escardadera que entresaca las buenas costumbres, hoz que niegalas buenas obras, trillo que trilla las honras, carro que acarreamaldades y silo en que se recogen todos los vicios” (Alemán, 2003,t. I, pág. 318).

Guzmán declara a sus lectores que “aquesta confesión generalque hago, este alarde público que de mis cosas te represento, no es

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15028) El final del Lazarillo de Tormes es más grotesco pues se casa con la manceba de uno de sus amos,el arcipreste de San Salvador, para más señas, véase Valdes (2003, tratado séptimo).

para que me imites a mí; antes para que, sabidas, corrijas las tuyas enti” (Alemán, 2003, t. II, pág. 42). Ante esta vida se contrapone otradiferente “Toma esta regla: confiésate como para morir, cumple conla definición de justicia, dando a cada uno lo que te toca por suyo;come de tu sudor y no del ajeno; sírvante para ello los bienesy gajes ganados limpiamente: andarás con sabor, serás dichosoy todo se te hará bien” (Alemán, 2003, t.I, pág. 288). Es decir,constantemente repite que “Lo bien ganado se pierde, y lo malo, elloy su dueño” (Alemán, 2003, t. I, pág. 159) o “No hay trabajotan amargo que, si quieres, no saques dél un fin dulce” (Alemán,2003, t. I, pág. 331). Como bien sintetiza Hernando de Soto, quetambién había prologado junto a Alemán el citado libro de BarrosProverbios morales, en un poema que precede al Guzmán deAlfarache, esta obra:

Enseña por su contrarioLa forma de vivir bien 29.

A lo largo de la novela, al igual que Pérez de Herrera, se críticala idea de dar limosna indiscriminadamente y narra todas las tretasque emplean los que piden sin licencia. Esta crítica se centra, sobretodo, en aquella parte de la vida de Guzmán que transcurre en Italia.Reprende, en particular, la libertad de limosna que se practica enRoma: “Justo es dar a cada uno lo suyo, y te confieso que hay en Italiamucha caridad y tanta, que me puso golosina el oficio nuevo parano dejarlo” (Alemán, 2003, t. I, pág. 386). Es decir, el de pedir. Añadeque “andábamos comidos, bebidos y lomienhiestos”. Resalta que lospobres mendicantes disfrutan de dos tipos de libertades. En primerlugar, la libertad de “pedir sin perder” (Alemán, 2003, t. I, pág. 404).Los pobres piden igual que los reyes, sólo que estos lo hacen para “elbien común” y “lo pobres para sí solos, por la mala costumbre quetienen” (Alemán, 2003, t. I, pág. 407). La segunda libertad es la “de loscinco sentidos”: “¿Quién hay hoy en el mundo, que más licenciosa nifrancamente goce dellos que un pobre, con mayor seguridad nigusto?” (Alemán, 2003, t. I, pág. 407). Concluye con las siguientespalabras: “Después que una vez los hombres abren las bocas al pedir,cerrando los ojos a la vergüenza, y atan las manos para el trabajo,entulleciendo los pies a la solicitud, no tiene su mal remedio”

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15129) En Alemán (2001), pág. 121.

(Alemán, 2003, t. II, pág. 166). Solamente en la página 427, de laprimera parte, los argumentos del pícaro nos recuerda a los deDomingo de Soto, dominico favorable a la libertad de pedir limosna,cuando dice en defensa de su lucrativa actividad que los pobrestienen que emplear todo tipo de engaños y artilugios con el fin deablandar “la dureza de los corazones de los ricos” 30.

En definitiva, el fin moralizante del Guzman de Alfarache,contrasta con el fin recreativo del Quijote. Cervantes no quiere“predicar”, sino que el lector se evada y no se preocupe de losproblemas del momento.

7.- La expulsión de los moriscos(1609) en el Quijote.

El 4 de abril de 1609, transcurrido un poco más de un siglo dela expulsión de los judíos, el Consejo de Estado toma la decisión deexpulsar esta vez a los moriscos de España, un grupo que no acabade integrarse y que se temía que pudiese plantear problemas deseguridad nacional. Esta población morisca estaba concentradaprincipalmente en Aragón y Valencia y se caracterizaba por teneruna alta tasa de natalidad. Lynch apunta que el rápido crecimientode la población morisca en estas dos zonas “no tardó en amenazarcon restablecer el equilibrio de poder entre las dos comunidades[cristiana y morisca] y, tal vez, incluso decantar la balanza a favor delIslam” (Lynch, 1993, pág. 61). En Castilla, la población morisca eraescasa, pero los campesinos tenían cierta envidia a estoscualificados y hacendosos trabajadores. No vamos a entrar en elestudio de las causas y consecuencias económicas de dichaexpulsión, aunque si nos gustaría constatar el drama personal deunos moriscos, que en muchos casos incluso fueron obligados apagar el pasaje que les conducía al exilio, drama que reflejaCervantes en su célebre obra.

Muy controvertida ha sido la explicación de la postura deCervantes ante la expulsión de los moriscos ¿pro-morisco oantimorisco? ¿Resentimiento de un cautivo en Argel o tolerancia por

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152 30) Véanse Soto y Robles (1965), Martín (1988) y Perrota (1999).

conocedor del mundo islámico que no contaba con un SantoTribunal como el de la Inquisición? Hay quien no descarta que laspalabras duras de algunos de sus personajes contra los moriscos, sepronunciaran con cierta ironía y como reacción a las tesis popularesfavorables a la expulsión 31. Lo que está claro es que es el único temade plena actualidad que trata en el Quijote.

En el Coloquio de los perros se encuentran palabras muyhirientes contra los moriscos 32, al igual que contra los gitanos 33,antes de su expulsión. Berganza huye de unos amos gitanos y dacon la huerta de un morisco que le acogió con “buena voluntad”.Tendría que decir muchas cosas malas de la “morisca canalla”, peropor abreviar señala:

Por maravilla se hallará entre tantos uno que crea derechamenteen la sagrada ley cristiana; todo su intento es acuñar y guardardinero acuñado; y para conseguirle trabajan, y no comen; enentrando el real en su poder, como no sea sencillo, le condenan acárcel perpetua y a oscuridad eterna; de modo que ganandosiempre y gastando nunca, llegan y amontonan la mayorcantidad de dinero que hay en España. Ellos son su hucha, supolilla, sus picazas y sus comadrejas, todo lo llegan, todo loesconden y todo lo tragan. Considérese que ellos son muchos y quecada día ganan y esconden un tabardillo; y como van creciendo, sevan aumentando los escondedores, que crecen y han de crecer eninfinito, como la experiencia muestra. Entre ellos no hay castidad,

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31) Canavaggio (2003, págs 129-139) dice: “[Cervantes] nos da del mundo musulmán unarepresentación infinitamente más matizada que la deformación caricaturesca a la que nosacostumbran la mayoría de las veces los escritos polémicos de sus contemporáneos […] Cervantesrecordará seguramente esa tolerancia el día en que la España de Felipe III decrete la expulsión masivay definitiva de los moriscos. También en este punto su experiencia argelina habrá sido preciosa paraél”. Otros escritores, como Quevedo, también tuvieron una postura compleja y ambigua ante laexpulsión de lo moriscos, véase Jauralde (1998, pág. 201 y ss).32) Canavaggio (2003, págs. 326-327), señala que Cervantes será uno de los pocos que no aplaudirála expulsión de los moriscos y que la “diatriba antimorisca” que pronuncia Berganza en el Coloquio delos perros “es por sí sola una obra maestra de ironía: suponiendo que resuma las quejas de loscristianos viejos frente a una minoría activa y prolífica”. En cuanto a la historia de Ricote apunta quela tesis de Cervantes es que “los moriscos nunca fueron colectivamente responsables de los delitos ocrímenes imputados a algunos de ellos, y nada justificaba el destino que los golpeó sindiscriminación alguna”. Véase la controversia sobre la postura de Cervantes en torno a los moriscos enCervantes (1998, volumen complementario, págs. 205-206). También se puede consultar AlvarEsquerra (2004, págs 337-346).33) El perro Berganza, refiriéndose a su convivencia con los gitanos, dice: “La que tuvo con los gitanosfue considerar en aquel tiempo sus muchas malicias, sus embaimientos y embustes, los hurtos en quese ejercitan, así gitanas como gitanos, desde el punto casi que salen de las mantillas y saben andar”.Añade “Ocúpanse, por dar color a su ociosidad, en labrar cosas de hierro, haciendo instrumentos conque facilitan sus hurtos”, Cervantes (2001, págs. 606-607).

ni entran en religión ellos, ni ellas; todos se casan, todosmultiplican, porque el vivir sobriamente aumenta las causas de lageneración. Nos los consume la guerra, ni ejercito quedemasiadamente los trabaje; róbannos a pie quedo, y con losfrutos de nuestras heredades, que nos revenden, se hacen ricos. Notienen criados, porque todos los son de sí mismo; no gastan consus hijos en los estudios, porque su ciencia no es otra que la delrobarnos (Cervantes, 2001, págs 610-611).

El otro can, Cipión, no se queda atrás y aprueba que se tomenmedidas duras contra ellos:

Buscado se ha remedio para todos los daños que has apuntado ybosquejado en sombra; que bien sé que son más y mayores los quecallas que los que cuentas, y hasta ahora no se ha dado con el queconviene; pero celadores prudentísimos tiene nuestra república,que considerando que España cría y tiene en su seno tantasvíboras como moriscos, ayudados de Dios hallarán a tanto dañocierta, presta y segura salida (Cervantes, 1998, pág 611).

El temor a los moriscos va unido al que se tenía a los moros.Este miedo se ilustra perfectamente cuando un renegado y la bellaZoraida, en el Quijote, se acercan a un poblado con trajes morunosy un labrador grita desaforadamente, pues pensaba que todos losmoros de Berbería “estaban sobre él”: “¡Moros, moros hay en la tierra!¡Moros, moros! ¡Arma, arma!” (Cervantes, 1998, pág. 490). De aquí,quizás, la expresión popular “hay moros en la costa” para significarque hay alguien o alguna circunstancia que nos motiva a actuar conprecaución.

En el capitulo tercero de la segunda parte del Quijote, elbachiller Carrasco informa a Don Quijote y a Sancho Panza comohabían salido impresas sus aventuras con gran éxito. En el texto sedice que el autor de estas aventuras es un moro llamado CideHamete Benengeli. A Don Quijote le reconforta que sus aventurassean públicas, pero le desconsuela que las halla escrito un moroporque de los “moros no se podía esperar verdad alguna, porquetodos son embelecadores y falsarios y quimeristas” 34. Todos estospárrafos citados ¿son irónicos? ¿reflejan el sentir popular o el de

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154 34) Cervantes (1998, pág. 646). En las páginas 849 a 851 hay referencia a los moros y no son buenas.

Cervantes? No deja de sorprender que, y de ahí la ironía, se reprendaa los moriscos por costumbres que fueron elogiadas por losreformadores y arbitristas de la época: trabajo, ahorro y formaciónde familias numerosas.

En el capítulo cincuenta y cuatro de la segunda parte delQuijote, en cambio, hay una clara simpatía con el problema delmorisco individual. Es decir, con Ricote, vecino de Sancho Panza 35.Este capítulo viene después de aquel en el que Sancho abandona laínsula de Barataria y recupera su preciada “antigua libertad” perdidaen sus días como gobernador. Sancho se encuentra con Ricote elmorisco, de profesión tendero, y le pregunta “cómo tienesatrevimiento de volver a España, donde si te cogen y conocentendrás harta mala ventura” (Cervantes, 1998, pág. 1.069). Sancho nole denuncia, sino que ambos se apartan del camino para comer ybeber, un gesto que en sí mismo muestra su tolerancia y buencorazón. Después de la comida Ricote cuenta lo acontecido tras lapromulgación de la expulsión. Declara que “me parece que fueinspiración divina la que movió a Su Majestad a poner en efecto tangallarda resolución, no porque todos fuésemos culpados, quealgunos había cristianos firmes y verdaderos, pero eran tan pocos,que no se podían oponer a los que no lo eran, y no era bien criar lasierpe en el seno, teniendo los enemigos dentro de casa” (Cervantes,1998, pág. 1.072) ¿La vieja idea de la quinta columna para una futurainvasión turca que provocaría un problema de seguridad nacional?¿Poco creíble? ¿Es Ricote o Cervantes, expresando sus sentimientosal haber estado exiliado? ¿El exiliado más que el morisco? El objetode la vuelta de Ricote es, tanto la nostalgia de su vida en España,como el deseo de rescatar el tesoro que había dejado a las afuerasdel pueblo, para luego reunirse con su mujer e hija, ambas católicascristianas 36 y exiliadas en Argel. El fin último es recogerlas en Argel ya través de un puerto francés pasar a Alemania donde se vive con“libertad de conciencia”. Ricote ofrece doscientos escudos a Sanchoa cambio de ayudarle a rescatar el tesoro, a lo que Sancho se niega“Yo lo hiciera, pero no soy nada codicioso […]; y así por esto como

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35) Dado los tesoros que acumula Ricote, su nombre quizá haga referencia a su riqueza. Tambiénpuede hacer alusión al valle de Ricote, en plena vega del Segura (Murcia), que fue un importanteenclave árabe y en donde hubo una alta concertación de moriscos.36) Ricote dice que su mujer e hija son católicas cristianas “y aunque yo no lo soy tanto, todavía tengomás de cristiano que de moro” (Cervantes, 1998, pág. 1.074).

por parecerme haría traición a mi rey en dar favor a sus enemigos,no fuera contigo, si como me prometes doscientos escudos medieras aquí de contado cuatrocientos” (Cervantes, 1998, pág. 1.074).Añade que se contente con que no denunciase su retorno a España.

En el capítulo LXIII conocemos la suerte que corre la bellísima ycatólica hija de Ricote, como padre e hija se encuentran en Barcelonadurante la visita de Don Quijote y Sancho Panza a las galeras y comoRicote recupera su preciado tesoro y lo emplea con liberalidad. En elcapítulo LXV se trata de la intención de negociar en la Corte que“el bienintencionado” Ricote y su “cristianísima” hija se queden enEspaña, a lo que responde Ricote:

No […] no hay que esperar en favores ni en dádivas, porque con elgran don Bernardino de Velasco, conde de Salazar, a quien dio SuMajestad cargo de nuestra expulsión, no valen ruego, nopromesas, no dádivas, no lástimas; porque aunque es verdad queél mezcla la misericordia con la justicia, como él vee todo el cuerpode nuestra nación está contaminado y podrido, usa con él antesdel cauterio que abrasa que del ungüento que molifica, y así, conprudencia con sagacidad, con diligencia y con miedos que pone,ha llevado sobre sus fuertes hombres a debida ejecución el pesodesta gran máquina, sin que nuestras industrias, estratagemas,solicitudes y fraudes hayna podido deslumbrar sus ojos de Argos,que continuo tiene alerta porque no se quede ni encubra ningunode los nuestros, que como raíz escondida, que con el tiempo vengadespués a brotar y a echar frutos venenosos en España, ya limpia,ya desembarazada de los temores en que nuestra muchedumbrela tenía ¡Heroica resolución del gran Filipo Tercero, y inauditaprudencia en haberla encargado a tal don Bernardino de Velasco!(Cervantes, 1998, págs 1.165-1.166).

Este es el asunto candente del momento que trata Cervantescon tanta precisión en el Quijote. Cervantes refleja un dramapersonal de un morisco con buenas intenciones. En cuanto a loeconómico, se refiere únicamente y de pasada al mito de laocultación de tesoros por los moriscos tras su expulsión, pero no alas consecuencias relativas a la perdida de población y de capitalhumano 37. Su contemporáneo, Cristóbal Pérez de Herrera, haciendoreferencia a la expulsión, podía escribir en 1610 sin ruborizarse “Han

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quedado [estos reinos] limpios de humores depravados” 38.Cervantes, en definitiva, no interpreta el problema como de índoleeconómica, ni siquiera política o religiosa como Pérez de Herrera oSancho de Moncada 39, sino en términos de libertad individual. Unalibertad a la que Don Quijote dedica uno de los más bellos cantosque aparece en la obra de Cervantes y que utilizamos para concluirnuestro ensayo:

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a loshombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesorosque encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como porla honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, elcautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres […]¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que lequede obligaciones de agradecerlo a otro que al mismo cielo!(Cervantes, 1998, pág. 1.094).

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37) Sobre el papel de los moriscos en el proceso de formación del capital, véase Johnson(2000, cap. 3).38) Véase de Pérez de Herrera, Curación del cuerpo de la República, o Remedios para el bien de la saluddel cuerpo de la República, al […] Rey de las Españas y Nuevo Mundo, en razón de muchas cosastocantes al bien, prosperidad, riqueza y fertilidad destos reinos, y restauración de la gente que se haechado dellos, Madrid, 1 de mayo de 1610. Muchos fueron los economistas que escribieronmonografía antes y después de 1609 sobre la expulsión de los moriscos. Martín González de Cellorigopublicó en 1597 dos cortos memoriales sobre los moriscos: Memorial al Rey sobre asesinatos,atropellos e irreverencias contra la religión cristiana cometidos por los moriscos (Valladolid, 1597)[Biblioteca Nacional de Madrid, R/13027-2] y Memorial […] en que por segunda vez se avisan losdaños que los nuevos convertidos de moros a estos reinos causan (Valladolid, 1597) [BibliotecaNacional de Madrid, R/13027-3]. También en la Biblioteca Nacional de Madrid, V/50/9, se puedeencontrar: “Memorial del Licenciado Cellorigo al Rey Felipe II, encareciendo la obligación de losvasallos en avisar a su Rey los daños que causan los nuevamente convertidos de moros a estos reinos,y pidiendo que con leyes penales, si no acuerdan mudar de vida, se consuman y acaben, y que con elrigor de ellas se repriman sus atrevimientos y sean expelidos de ellos. Valladolid, 1 de marzo, de1597)”. La Biblioteca de Colmeiro (en prensa) también recoge autores que tratan este tema, véanse lasfichas 103 (Pedro Aznar Cardona, Expulsión justificada de los moriscos españoles […], 1612), 114(Jaime Bleda, Crónica de los moros de España, 1618, publicado en latín en 1610) y 224 (Marcos deGuadalajara y Javier, Prodición y destierro de los moriscos de Castilla hasta el valle de Ricote […], 1614).39) Moncada señala que los moriscos eran “causa de muchas muertes” y que su expulsión fue “muyacertada”, Moncada (1974, pág. 135 y pág. 159). En su obra demuestra que la causa de la decadenciano es la expulsión de los moriscos, sino el comercio con los extranjeros.

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