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A Plena Voz 49 Respetable dama: ¿Por qué tanta preocupación por mí? Para que no crea que soy desagrade- cido, le cambio sus desvelos por un con- sejo para que duerma tranquila y deje de pensar en mí. La recomendación es fácil y senci- lla. Escoja el día más silencioso y solita- rio (esto es sumamente importante). Dí- gales a todos que no está para nadie. Cie- rre la puerta de su alcoba. Luego apague la luz de su habitación y, en medio de la oscurana que la cobija, piense incesan- te en un rumeferio. Desconozco por qué se me ocurrió que usted, una respetable dama, podía soñar y jugar al encuentro anudado con un rumeferio. Pero salve- mos su esfuerzo, después de haber segui- do al pie de la letra las indicaciones antes inscritas. Imagínese, entonces, al rumeferio sediento no se sabe de qué cosa. Supón- gaselo remontando montañas de amo- res quiméricos para agarrar una estrella violeta y colgarla en la cascada de su in- mensa cabellera. Figúreselo cubriéndose de la lluvia con las flores que brotan de su vientre espléndido y presuntuoso. O mejor sería imaginarlo regalando a ma- nos llenas todos los colores que se dibu- jan en sus ojos encantatorios. No culpe a nadie si todavía su pen- samiento no logra aprehender al ru- meferio. Despreocúpese, porque el ru- meferio que besa sus pies (¿no se había dado cuenta?) comenzará a escalarle las piernas de arrebato expectante. Y usted, bienamada y respetable dama, se sentirá por dentro como un despertar de capu- llos aromados, como una ola que viene y se va y se arremolina inmenso en sus profundos anhelos. De su piel nutrida de cantos y luz de atardeceres, brotarán pececillos coloridos cuando el rumeferio comience a navegar por el río subterrá- neo que baña su cuerpo con la indeleble fragancia del mundo. Sentirá que ha vivido siglos en el fondo de un río seco y el tiempo no ten- drá tiempo para usted. Se hará un sóli- do silencio, como si usted y el rumeferio estuviesen creando el mundo desde el enigma resucitado de la profanidad del mar de un país lejano y desconocido. Entonces llorará el tiempo perdido por no haber sabido de la existencia de infi- nita ternura del rumeferio. Con voz muy queda revelará este poema: «Quién / eres tú / que naces en el cuarto / y puedes escu- char mi matriz». O más bien santificará: «Quisiera esta noche mientras llueve / cami- nar descalza, desnuda por las calles, / lavar el corazón, purificarme». Ay de usted si alguien interrumpe su pensamiento, si un inoportuno apaga su más alta hoguera, su palpitante hu- medad. Frustrada dirá que quiere un ru- meferio que devore sus caderas sudoro- sas, sus senos perfilados, todo su cuerpo. No encontrará palabras para describir lo deseado. Simplemente, desesperada, dirá en su prédica insomne que ansía un rumeferio y punto. Sé que llorará mucho. Tal vez, para no decir que siempre, cuando un día vea caer la lluvia y su recuerdo quede des- lumbrado por un relámpago errante; cuando un sediento desesperado, aco- sado por su presencia, toque a su puer- ta arrebatado; cuando sienta crecer las flores consteladas de su delirio; cuando el río más tierno se descuelgue suavecito desde la montaña más alta para bañarse en su cuerpo resucitado. En el aroma de sus amuletos, usted recordará la existen- cia del rumeferio ceñido a su alma reve- ladora de piedra, fuego y vida de miste- riosa esperanza. La fragancia aprisionada en los se- cretos meandros de su cuerpo claro me habla de sus noches ávidas, sus dilemas, su bienaventuranza y de la plenitud de su fresca pasión por el rumeferio. Perdone, respetable dama, pero esto es parte de mi dulce condena por haber pensado en un rumeferio: en mí, que desconozco qué es un rumeferio. Admita que usted es la cul- pable de todas mis angustias y todos mis quebrantos por haberme imaginado tan irreal, tan inventado por sus sueños, tan llevado por el viento que levanta sus ena- guas, cuando bien sabe que vivo con su recuerdo constantemente en fuga, eter- namente golpeando mis sueños dolidos como el ala de una ventana sacudida por desvelos y ausencias. No la molesto más con mis imper- tinencias, sólo deseo todas las felicidades para usted, que bien se las merece. Amén. Usted me conoce. Des-carta a la mujer más triste VIDAL CHáVEZ LóPEZ

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Respetable dama:

¿Por qué tanta preocupación por mí? Para que no crea que soy desagrade-cido, le cambio sus desvelos por un con-sejo para que duerma tranquila y deje de pensar en mí.

La recomendación es fácil y senci-lla. Escoja el día más silencioso y solita-rio (esto es sumamente importante). Dí-gales a todos que no está para nadie. Cie-rre la puerta de su alcoba. Luego apague la luz de su habitación y, en medio de la oscurana que la cobija, piense incesan-te en un rumeferio. Desconozco por qué se me ocurrió que usted, una respetable dama, podía soñar y jugar al encuentro anudado con un rumeferio. Pero salve-mos su esfuerzo, después de haber segui-do al pie de la letra las indicaciones antes inscritas.

Imagínese, entonces, al rumeferio sediento no se sabe de qué cosa. Supón-gaselo remontando montañas de amo-res quiméricos para agarrar una estrella violeta y colgarla en la cascada de su in-mensa cabellera. Figúreselo cubriéndose de la lluvia con las flores que brotan de su vientre espléndido y presuntuoso. O mejor sería imaginarlo regalando a ma-nos llenas todos los colores que se dibu-jan en sus ojos encantatorios.

No culpe a nadie si todavía su pen-samiento no logra aprehender al ru-meferio. Despreocúpese, porque el ru-meferio que besa sus pies (¿no se había dado cuenta?) comenzará a escalarle las

piernas de arrebato expectante. Y usted, bienamada y respetable dama, se sentirá por dentro como un despertar de capu-llos aromados, como una ola que viene y se va y se arremolina inmenso en sus profundos anhelos. De su piel nutrida de cantos y luz de atardeceres, brotarán pececillos coloridos cuando el rumeferio comience a navegar por el río subterrá-neo que baña su cuerpo con la indeleble fragancia del mundo.

Sentirá que ha vivido siglos en el fondo de un río seco y el tiempo no ten-drá tiempo para usted. Se hará un sóli-do silencio, como si usted y el rumeferio estuviesen creando el mundo desde el enigma resucitado de la profanidad del mar de un país lejano y desconocido. Entonces llorará el tiempo perdido por no haber sabido de la existencia de infi-nita ternura del rumeferio. Con voz muy queda revelará este poema: «Quién / eres tú / que naces en el cuarto / y puedes escu-char mi matriz». O más bien santificará: «Quisiera esta noche mientras llueve / cami-nar descalza, desnuda por las calles, / lavar el corazón, purificarme».

Ay de usted si alguien interrumpe su pensamiento, si un inoportuno apaga su más alta hoguera, su palpitante hu-medad. Frustrada dirá que quiere un ru-meferio que devore sus caderas sudoro-sas, sus senos perfilados, todo su cuerpo. No encontrará palabras para describir lo deseado. Simplemente, desesperada, dirá en su prédica insomne que ansía un rumeferio y punto.

Sé que llorará mucho. Tal vez, para no decir que siempre, cuando un día vea caer la lluvia y su recuerdo quede des-lumbrado por un relámpago errante; cuando un sediento desesperado, aco-sado por su presencia, toque a su puer-ta arrebatado; cuando sienta crecer las flores consteladas de su delirio; cuando el río más tierno se descuelgue suavecito desde la montaña más alta para bañarse en su cuerpo resucitado. En el aroma de sus amuletos, usted recordará la existen-cia del rumeferio ceñido a su alma reve-ladora de piedra, fuego y vida de miste-riosa esperanza.

La fragancia aprisionada en los se-cretos meandros de su cuerpo claro me habla de sus noches ávidas, sus dilemas, su bienaventuranza y de la plenitud de su fresca pasión por el rumeferio. Perdone, respetable dama, pero esto es parte de mi dulce condena por haber pensado en un rumeferio: en mí, que desconozco qué es un rumeferio. Admita que usted es la cul-pable de todas mis angustias y todos mis quebrantos por haberme imaginado tan irreal, tan inventado por sus sueños, tan llevado por el viento que levanta sus ena-guas, cuando bien sabe que vivo con su recuerdo constantemente en fuga, eter-namente golpeando mis sueños dolidos como el ala de una ventana sacudida por desvelos y ausencias.

No la molesto más con mis imper-tinencias, sólo deseo todas las felicidades para usted, que bien se las merece. Amén.Usted me conoce.

Des-carta a la mujer más tristeViDal CháVez lópez

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Si tu ojo es sencillo, tu cuerpo entero se inundará de luz

(Mt. 6, 22)

Desde el principio, tirios y troya-nos fueron iniciados en el se-creto. De nada sirve promulgar

derechos, todos los derechos, cualquier clase de derechos a favor de los débiles, si el contenido de los mismos no ha sido antes prescrito como un deber de obli-gatorio cumplimiento para los podero-sos, garantizado con toda la fuerza de que dispone el Estado.

Por ello, el derecho –ciudadosa-mente estipulado en nuestra Constitu-ción– de «toda persona» a recibir «infor-mación oportuna, veraz e imparcial», pero sobre todo «veraz», resulta ridícu-lo, literalmente ridículo, en el sentido de que mueve a risa, particularmente, a los que tienen todo el poder mas no la voluntad de hacerlo efectivo, es decir, a los operadores de los grandes medios de difusión. Así se explica que, en días recientes, un periodista cualquiera re-clamara su «derecho a manipular la in-formación» como parte inalienable de su «libertad de expresión».

Curiosamente, el deber de infor-mar y transmitir y comunicar la verdad y sólo la verdad, en otras palabras, la obligación moral que incumbe propia-mente a quienes se ha otorgado a través de licencias y concesiones tan exorbi-tante privilegio, ha quedado relegada al último de los antros. Al más oscuro rin-cón, a donde nunca asomará la luz de la verdad, pero ni siquiera la siempre mor-tecina de las linternas de la policía, el fl a-mante Código de Ética del periodista.

Esto presupone, de parte de quie-nes semejante cosa determinaron (abo-gados, jueces, opinadores), la oscura

El periodismo y la moral dominante

GERMÁN PINTO SAAVEDRA

El periodismo y la moral dominante

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convicción de que serían los propios periodistas o comunicadores los custo-dios más seguros y confi ables de ta-maña obligación, del deber sagrado de informar la verdad, de decir la verdad… Extraña ingenuidad, frente a la cual el más desalumbrado de los peatones hu-biese comentado con sorna, robando las palabras a Chávez: «ése es el propio zamuro cuidando carne, vale».

el periodista, mero instrumento

Y le asistiría toda la razón, agre-gamos nosotros. En primer lugar, por-que incurablemente chapados a la an-tigua, aún creemos en la razón; pero, además, porque cada día que pasa nos parece más evidente una verdad apun-tada hace ya mucho tiempo y en su hora reconocida por todos: el carácter de instrumento del periodista o «comu-nicador social», como se dice hoy día, y, por ende, su exclusivo valor instru-mental. Con este entender y ninguna mala fe o animadversión contra los del ofi cio, pudo escribir Fernando Gonzá-lez: «Humanamente, el ser que menos vale es un periodista. No tiene ningún valor moral; es instrumento y como tal es apreciable». Instrumento, sí, pero ¿de quién? De cualquiera que necesite de sus servicios, para bien o para mal. De los titulares de la concesión o de la licencia, de los dueños de los equipos de transmisión o de la imprenta, de las multinacionales o de los grupos de pre-sión, de los partidos políticos o del Go-bierno, del capital o del trabajo, del po-der oligárquico o del poder popular, de los grandes cacaos o de los desposeídos, de la verdad o de la mentira.

Instrumentos, en todo caso, meros instrumentos. Por eso, siempre habrá que hablar de «la bellaquería de la pren-sa, de las mentiras de la televisión o de los medios o de este o aquel medio, mas nunca acusar a nadie personalmen-te, a no ser la Fiscalía, que tendría que hacerlo y tampoco lo hace. Los demás nos abstenemos, pues sabemos que en general, como decía Pasolini, los perio-distas y comunicadores, individualmente considerados, «son víctimas de su pro-pia ignorancia –¡un mínimo de lectu-ras, Dios mío!– o de los gajes del ofi cio: el salario», la palada, el pase de corte-sía, el soborno, la captación tarifada y, más recientemente, la remuneración

regular por parte de la NED.Instrumentos mejor o peor pagos,

con yate o sin yate, famosos o anóni-mos, instrumentos al fi n, siempre obli-gados a cumplir lo que se les prescribe querer y realizar. Instrumentos y, en tal sentido, por abominables que pudieren ser sus transgresiones voluntarias, ni la justicia más severa admitiría que les fuesen imputadas. Antes que inocen-tes, resultan –stricto sensu– irrespon-sables, como los príncipes, totalmente irresponsables, tal y como lo parecen y lo demuestran y lo exhiben ampulosa-mente, a cada instante.

La ignorancia acerca del apre-ciable valor que, como instrumentos, y sólo como instrumentos, poseen el periodista, tanto como el cura, con frecuencia engendra esperpentos. Y si apenas los vemos es, quizá, por ha-llarnos demasiado acostumbrados a la detentación de poderes supremos por parte de personas de inferior talla mo-ral como suelen serlo buena parte de los médicos y de los abogados, equiparables en esta minusvalía a todos los mortales, es decir, al resto de la población. ¿Acaso no forma parte de la experiencia de to-dos el haber tropezado más de una vez con un homúnculo, en cuyas ínfi mas capacidades intelectuales y rebajada condición moral nos vemos obligados a confi ar la curación de un hijo enfermo, la excarcelación de un hermano injus-tamente apresado?

De manera parecida a como los po-bres somos constreñidos a pasar por la alcabala del rútilo Colegio de Abogados, entre otros engorrosos e infamantes re-quisitos previos al registro de cualquier documento público –el acta de consti-tución de una cooperativa, por ejem-plo–, todo un tramado legal protege los privilegios de los periodistas graduados. Fabricados en serie por las «Escuelas de Comunicación Social» de universidades públicas o privadas, estos jóvenes exhi-ben con orgullo digno de mejores moti-vos el haber sido discípulos, salvo hon-rosas excepciones, del selecto grupo de plumíferos y bocones a sueldo que vo-mitan sandeces, infamias y calumnias, día tras día y hora tras hora, desde los periódicos y revistas, emisoras de radio y canales televisivos de la oligarquía vendepatria.

Y gracias a tan indiscutibles –por indiscutidos– méritos obtienen un tí-

tulo que les garantiza el monopolio de empleos, sinecuras y canonjías, reser-vados sólo a ellos, mediante una Ley de Periodismo que menoscaba gravemen-te la libertad de expresión del resto de los ciudadanos. Vale decir, de aquellos que no ostentan semejante palmarés académico y para quienes resulta prác-ticamente mera letra muerta el Artícu-lo 57 de la Constitución Bolivariana, que reza: «Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamien-tos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión, y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura».

Norma tan inútil, libertad tan des-deñable, como la que otorga al pobre la facultad de viajar a Europa cuando así lo desee; como la que no impide al rico que así lo determine el magnífi co placer de dormir tirado en una acera.

la única obligación moral del pe-riodista es con la verdad

La moralidad del periodista en cuanto periodista se concentra toda en su relación con la verdad. Es en este te-rreno en donde se desenvuelve su prác-tica habitual, donde puede y debe juz-gársele, pedírsele cuentas y exigirle que su conducta no resulte en daño para sus conciudadanos.

De resto, nada importa. Puede ser un buen esposo y buen padre, buen her-mano y buen hijo, buen vecino y buen compañero de trabajo, en fi n, «ciuda-dano ejemplar», como se dice. De nada sirve si adopta y mantiene una conduc-ta criminal frente a su obligación im-postergable de informar y comunicar siempre y en todo lugar sólo la verdad y nada más que la verdad.

Pero, este planteamiento, simple y elemental como ninguno, que suena perfectamente razonable a los oídos de los pobres más pobres de la ciudad y el campo (que, a falta de universidad, de liceo y, a veces, hasta de escuela prima-ria, han debido conformarse con lo que resta aún, con las reliquias, despojos y escurriduras de su vieja cultura religio-sa), suena y resuena como algo incom-prensible a la oreja sorda de los intelec-tuales vigorosamente escolarizados.

Este verdadero partido intelectual,

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y Freud, fue detonada la gran fortaleza de la verdad, que había permanecido incólume por siglos.

Ya la Ilustración privilegió el hacer sobre el ser; el homo faber por delante del homo sapiens («En el principio era la acción», había dicho Goethe), la razón práctica sobre la razón pura y la con-ciencia moral por encima de la concien-cia, al punto de hacer derivar de la mo-ral aun la existencia de Dios. Por otra parte, se sustrajo a la moral todo fun-damento objetivo, y el decálogo pronto fue reemplazado por la única ley moral kantiana que ordena perentoria: «obra de modo que la norma de tu conducta pueda erigirse en norma de conducta universal».

Para Marx, como sabemos, «no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia»; se piensa, pues, necesaria-mente, de acuerdo a como se vive. Y es imposible ya vivir de acuerdo a como uno piensa. Por lo demás, en este con-texto, vida signifi ca vida social y, por ende, la conciencia individual se halla determinada absolutamente por las condiciones de existencia social y, en úl-tima instancia –como dice Engels– «por el movimiento económico».

Ni la moral, entonces, ni la fi loso-fía, ni la religión tienen existencia pro-pia. Por tanto, tampoco tienen historia y, fi nalmente, sólo representan ideas o concepciones de un grupo social de-terminado, en determinado momento histórico. Por eso, cuando un marxista posa su mirada sobre el hombre cre-yente del bajo pueblo, que aún vive en la «edad del pan», penetrado hasta los tuétanos de una concepción religiosa de la existencia, heredada de su raíz triét-nica, se asombra y desconcierta, como si tuviera delante de sí a un dinosaurio. En el mejor de los casos, echa mano de toda su conmiseración hacia ese pobre hombre que «en pleno siglo XXI» sigue aferrado a ilusiones propias de épocas hace ya tanto tiempo superadas.

Más cercano a nuestros tiempos, Freud arremete por igual contra el co-munismo y el cristianismo, señalando como absurdo el mandato de amor al prójimo, propuesto a un ser egoísta y hostil por naturaleza, como es el hom-bre y, por tanto, ley de imposible cum-plimiento. Pero también apunta lúcida-mente cómo la abolición de uno de los

más notables generadores de violencia, es decir, la propiedad privada sobre los medios de producción, en nada modifi -cará las diferencias de poderío y de in-fl uencia. Y, menos aún, la esencia de la agresividad que constituye –dice– «una de las inagotables tendencias intrínse-cas de la naturaleza humana… Nuestra conciencia no es el juez incorruptible que los moralistas suponen; es tan sólo, en su origen, “miedo social” y no otra cosa». La espantosa guerra del 14 le serviría sólo como ocasión para rati-fi car el aserto central de su doctrina, según el cual «la esencia más profunda del hombre consiste en impulsos instin-tivos de naturaleza elemental, iguales en todos y tendientes a la satisfacción de ciertas necesidades primitivas. Estos impulsos instintivos –añade– no son en sí ni buenos ni malos».

Y Nietzsche, el grande y desdi-chado Nietzche –de quien aprovecha tanto leerle y daña tanto creerle, como alguna vez lo insinuó Thomas Mann– habría sido el encargado de llevar todo aquello hasta su última, necesaria, consecuencia, al declarar tajantemente que «la falsedad de un juicio no puede servirnos de objeción contra el mismo. La cuestión es saber cuánto ayuda tal juicio para favorecer y conservar la vida, la especie y todo lo necesario a su evolución». Admitir el error como con-dición de la vida –agregaba enseguida– coloca, sin más, al que a ello se atreve, por encima del bien y del mal.

Muerta la verdad, ¡que viva la vida!

La verdad y el bien destronados para siempre y echados por tierra sus altares y, en su lugar, la vida exaltada hasta los cielos como única cosa sa-grada, es tesis del fi lósofo de Roecken, convertida ya, desde hace tiempo, en axioma de la bendita postmodernidad. La consecuencia inevitable es que, en semejante horizonte, no quede ya más lugar para ninguna causa en aras de la cual, por ejemplo, resulte legítimo, necesario y hasta honroso ofrendar la vida, sacrifi car la vida misma, poner la vida al tablero por el ideal supremo.

Quizá a ello se deba que la consigna «Patria, socialismo o muertexxxx0187, lanzada por Chávez para el actual pe-ríodo revolucionario, haya provocado idéntica repugnancia a capuletos y mon-

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cuyos miembros ocupan las posiciones más destacadas, y aun las menos, a lado y lado del «polarizado» espectro políti-co; esta élite neoiluminista, que domina en el chavismo como en el antichavis-mo, tiene, desde los tiempos de Tiberio, como su representante más conspicuo, su adalid sempiterno, a Poncio Pilato, el célebre gobernador de Judea. De sobra conocido es el fragmento aquel de su conversación con Jesús en el pretorio:

Jesús: «Yo para esto he nacido, para esto he venido al mundo, para dar testi-monio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz».

Pilato: «¿Y qué es la verdad?»

Y enseguida se marchó, como sa-bemos, sin aguardar respuesta a su pregunta ociosa. Pues, para aquel pa-gano antiguo, como para el moderno y postmoderno, sencillamente, no hay respuesta posible; para ninguno de ellos existe el viejo par de opciones ex-cluyentes (falso/verdadero), pues am-bas opciones poseen para ellos el mismo valor relativo. Lo que ahora se ha hecho de pronto incomprensible constituyó la más íntima y profunda convicción des-de Platón, el gran fi lósofo ateniense, aunque también coincidieran en ello su maestro, Sócrates y Aristóteles, su gran discípulo.

Sobre la base inconmovible de la verdad, como valor eterno, universal e inmutable, se levantó el gran edifi cio de la cultura europea, a cuya imagen y semejanza fue modelada asimismo nuestra América. De aquella raíz nu-tricia, asumida plenamente por el cris-tianismo, continuamos viviendo hasta bien entrado el período republicano que siguió a nuestra independencia. De ella continúa viviendo nuestro pueblo que, contra la invasión de la barbarie, se mantiene aferrado a su cultura an-tigua, clásica, «de la cual todavía guar-da, a favor y en contra de todo, la tra-dición».

la ideología dominante y sus «divinos» maestros

El partido intelectual, ora milite bajo banderas de izquierda o lo haga al servicio de la derecha más recalcitran-te, sucumbió hace tiempo a la tenta-ción del relativismo y la sofística. De la mano del racionalismo dieciochesco y, más modernamente, de Marx, Nietzche

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tescos que, por encima de sus anecdó-ticas discrepancias políticas, militan aún cómodamente en la bien nutrida turbamulta de los que en nada creen y, por tanto, consideran que ningún ideal justifi ca arriesgar el pellejo: los héroes y los mártires están proscritos por igual entre los intelectuales ilustrados del chavismo y de la oposición.

La única verdad en la que parecen coincidir plenamente los de la nueva cultura burguesa del hedonismo con-sumista, más allá de sus episódicas di-ferencias políticas, proclama que si la verdad «persevera siempre la misma, con aquella inmutabilidad que es pro-pia de la naturaleza de las cosas», en-tonces, ya no existe. Pero tampoco el bien ni la belleza, los eternos valores trascendentales de la philosophia peren-nis, por fi n destituidos luego de 25 siglos de imperturbable vigencia.

Ahora bien, en este partido inte-lectual milita hoy, de hecho, casi toda la academia y, más allá, toda la élite cultu-ralmente alienada de América Latina, reclutada siempre entre los profesores y los estudiantes, los graduandos y los graduados, los ingenieros de sensacio-nes y los otros, los modernos discípulos de Esculapio, los jurisperitos, los infor-madores y cagatintas de toda laya, los sofi stas, en fi n… Provenientes de las capas medias y altas de la pequeña bur-guesía urbana, cuando no de la propia burguesía, la Cuarta República les en-tregó el proscenio en todos los escena-rios y aún permanecen allí, ocupando los puestos de comando y los mandos medios en la empresa privada y el Esta-do, en las oenegés y en los mass-media, por ser todavía los únicos que acier-tan a cumplir con todos los requisitos y consiguen reunir a tiempo todos los recaudos, desde el título universitario hasta los exigidos años de experiencia y la colegiatura.

En tanto la revolución no llegue a tocar esta porción de la realidad, reci-bida como herencia y preservada intac-ta, como si se tratase de un tesoro, los periodistas, como el resto, continuarán mostrando ante la verdad el mismo os-tentoso desprecio que hoy exhiben sin ninguna vergüenza. Indiferentes ante ella, como los fi scales que se niegan a acusarlos, como los jueces que se abs-tienen de procesarlos, como los curas que los estimulan y bendicen sin que

nadie así se lo haya pedido, como sus adversarios políticos de la izquierda –buenas personas y consecuentes ca-maradas, quizá–, pero que, en el fondo, los aprecian por aquello del colegaje, del egresado, de que «entre sastres no se co-bran las hechuras» y, todavía más, por-que, como decía Schopenhauer, sólo se ama lo homogéneo.

Sí, los periodistas y comunicado-res, los licenciados y los doctores, los investigadores y PhD de toda laya y, al otro lado, y por debajo, el pueblo, este grande y pequeño pueblo nuestro, se-mianalfabeto y aún menos que instruí-do, pero sapiente y culto, que se resiste aún a convertirse en muchedumbre, en «respetable público», en contribuyente y en usuario, en multitud que orina y que vomita, como dijo el poeta… Nues-tro pueblo que mira y escucha a esta plebe instruída y conoce así su indife-rencia respecto de la verdad y que, por eso mismo, no se anima, como nunca se ha animado de veras, a abrirle las puertas del corazón.

No. Jamás habrá entre la masa po-pular auténtica y el partido intelectual un verdadero diálogo, una conversación genuina, pues los de baja ralea sabemos como nadie que a quien se miente sólo en apariencia se le permite participar de la realidad. Y porque, en el fondo, sólo el pueblo (y aquellos que hayan sido capaces de ponerse dócilmente a su servicio) sabe hoy y no ha dejado ol-vidar lo que hasta hace doscientos años sabían todos, hasta el propio Goethe, al momento de declarar sin empacho que «todas las leyes morales y reglas de con-ducta pueden reducirse a una sola: la verdad».

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de Esculapio, los jurisperitos, los infor-madores y cagatintas de toda laya, los sofi stas, en fi n… Provenientes de las capas medias y altas de la pequeña bur-guesía urbana, cuando no de la propia burguesía, la Cuarta República les en-tregó el proscenio en todos los escena-rios y aún permanecen allí, ocupando los puestos de comando y los mandos medios en la empresa privada y el Esta-

mass-media, por ser todavía los únicos que acier-tan a cumplir con todos los requisitos y consiguen reunir a tiempo todos los recaudos, desde el título universitario hasta los exigidos años de experiencia y

En tanto la revolución no llegue a tocar esta porción de la realidad, reci-bida como herencia y preservada intac-ta, como si se tratase de un tesoro, los periodistas, como el resto, continuarán mostrando ante la verdad el mismo os-tentoso desprecio que hoy exhiben sin ninguna vergüenza. Indiferentes ante ella, como los fi scales que se niegan a acusarlos, como los jueces que se abs-tienen de procesarlos, como los curas que los estimulan y bendicen sin que

como nadie que a quien se miente sólo en apariencia se le permite participar de la realidad. Y porque, en el fondo, sólo el pueblo (y aquellos que hayan sido capaces de ponerse dócilmente a su servicio) sabe hoy y no ha dejado ol-vidar lo que hasta hace doscientos años sabían todos, hasta el propio Goethe, al momento de declarar sin empacho que «todas las leyes morales y reglas de con-ducta pueden reducirse a una sola: la verdad».

nadie así se lo haya pedido, como sus adversarios políticos de la izquierda –buenas personas y consecuentes ca-maradas, quizá–, pero que, en el fondo,

colegaje, del , de que «entre sastres no se co-

bran las hechuras» y, todavía más, por-que, como decía Schopenhauer, sólo se ama lo homogéneo.

Sí, los periodistas y comunicado-res, los licenciados y los doctores, los investigadores y PhD de toda laya y, al otro lado, y por debajo, el pueblo, este grande y pequeño pueblo nuestro, se-mianalfabeto y aún menos que instruí-do, pero sapiente y culto, que se resiste aún a convertirse en muchedumbre, en «respetable público», en contribuyente y en usuario, en multitud que orina y que vomita, como dijo el poeta… Nues-tro pueblo que mira y escucha a esta plebe instruída y conoce así su indife-rencia respecto de la verdad y que, por eso mismo, no se anima, como nunca se ha animado de veras, a abrirle las

No. Jamás habrá entre la masa po-pular auténtica y el partido intelectual un verdadero diálogo, una conversación genuina, pues los de baja ralea sabemos

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Hace mucho tiempo se supo de una joven secuestrada que, al momento de ser liberada, besó a

su secuestrador, lo que dio origen a lo que hoy se conoce como el síndrome de Estocolmo. Al canciller Araújo no le pa-reció bien.

Ha habido muchos otros casos en el mundo donde se produce una cierta empatía entre secuestradores y secues-trados. Cosa que al canciller colombiano siempre le molesta.

Cuando el canciller Araújo estuvo secuestrado pretendió conquistar a una guerrillera. Pero no era amor de verdad. Él no se iba a enamorar de una mucha-cha de pueblo, posiblemente con pocos estudios, que no utilizaba toallas sani-tarias de marca. El canciller Araújo sólo quería engañarla para fugarse, porque al canciller, tan decente él, no le pare-ce correcto el fulano síndrome. Al fi nal, el canciller se fugó, prometió luchar por

la liberación de los otros secuestrados (cosa que no hizo) y se burlaba después en público de la humilde muchacha, a la que le leía, dice él, poemas malos de Neruda.

Recientemente conocimos el caso de Clara Rojas, que en las selvas del Gua-viare tuvo un hijo con un guerrillero, cosa que el canciller Araújo no lo podía creer.

Hasta el presidente Uribe se ena-moró de los paramilitares que formó y que han mantenido secuestrados a miles de colombianos. Uribe, con su gran cora-zón, desmovilizó a los paramilitares, los legalizó y los metió en la política. Con tal de proteger su fi nca «El Ubérrimo», Uribe se olvidó de los desplazados, de los ase-sinados, y de las motosierras. El canciller Araújo no dijo nada de este caso.

Cuando fueron liberadas Clara y Consuelo, y se vio por Telesur que las guerrilleras y guerrilleros abrazaban

con sincero cariño a sus secuestradas, al canciller Araújo le pareció el colmo. Entonces el canciller le pidió a Caracol que arremetiera contra las FARC, que se burlara de la senadora Piedad Córdoba, que convocara a una marcha contra los guerrilleros, pero que por favor no dije-ran nada de los presos políticos ni de los secuestrados por Uribe; que cuidaitico iban a hablar de Simón Trinidad, quien había sido secuestrado por la policía co-lombiana en Ecuador, como Granda en Venezuela. Yo veré.

Muchos años después, en una noche de tragos y frente a las cámaras de televi-sión, el canciller Araújo pensó en la guerri-llera que lo cuidaba. Recordó los momen-tos que estuvo solo con ella, quien, tímida y campesina, bajaba los ojos y permanecía en silencio ante el secuestrado, quien pre-tendía apabullarla con tanta cultura.

El canciller Araújo entonces quiso enamorarse de la guerrillera, pero no.

Artículos de limpiezael CanCiller araúJo y los rinoCerontes

Gonzalo FraGui

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Cuando le preguntaron si él se consideraba comparable a Si-món Bolívar, Fidel Castro o el Che Guevara, el viejo campesino

del Quindío respondió: «Yo soy Manuel Marulanda Vélez». Ni más ni menos, sí señor.

Relata el periodista Jorge Enrique Botero en sus Últimas noticias de la gue-rra que en el encuentro entre Rigo, el combatiente guerrillero que embarazó a Clara Rojas, y el comandante Maru-landa, el viejo lo increpó y, mirándolo a los ojos, le preguntó que cómo había «empreñado» a la prisionera. Le reclama que ha faltado a «lo que nosotros le en-señamos durante años y sobre todo a la tradición de sus padres y de su abuelo, el valiente e inolvidable camarada Pablo». Toda una historia, tres generaciones en la guerra revolucionaria y el reconoci-miento al viejo camarada por boca del propio comandante.

Marulanda, sin embargo, absuelve al joven guerrillero y, dirigiéndose a los presentes aquella madrugada en aquel juicio popular, les pidió que lo ayudaran a encontrar una salida para semejante

«lío tan berraco». Les solicitó que al ha-cer un análisis de la situación debían to-mar en cuenta que la criatura es «mitad de ellos y mitad de nosotros».

«Ellos y nosotros», dos sectores, dos grupos enfrentados, dos clases sociales. Los prisioneros de guerra mantenidos por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) son en su totalidad soldados del Ejército Nacional, policías, mercenarios extranjeros agentes de los norteamericanos y políticos de la dere-cha. Por el otro lado, el pueblo abarrota las cárceles de los opresores, secuestra-dos por un régimen de absoluta ilega-lidad. Un régimen apuntalado por los fusiles y las motosierras del paramilita-rismo, financiado por el narcotráfico y sostenido por el imperialismo.

Para nosotros los revolucionarios, ésos son los verdaderos protagonistas de esta historia. Centenares de hombres y mujeres de desconocido nombre y ape-llido, muchos de los cuales pierden años de sus vidas arrumbados en las mazmo-rras de la oligarquía colombiana, tan sólo por la sospecha de ser colaborado-res de la guerrilla, para después salir, si

es que salen algún día, sin que hubiera nada comprobado contra ellos.

Cuando la insurgencia captura a militares y policías, a personeros de la derecha, del enemigo, lo hacen pensan-do en que éstos puedan ser algún día la vía para la liberación de sus compañeros secuestrados por el Gobierno. A ninguno lo fueron a buscar a su casa, todas y to-dos fueron capturados en algunas de las vastas zonas donde existe el poder de la insurgencia popular.

Personajes que quizás con su abo-lengo, su ubicación en el estatus o sus cruzadas nacionalidades, no asumieron en realidad que Colombia es un país en guerra, y que siendo ellos personeros, expresión de la maquinaria de la opre-sión, pudiera haber una explicación po-lítica para colocarlos en la posición de rehenes. Máxime tratándose de todo el despliegue mediático que esas persona-lidades suscitarían. Tal y como ha sido. Por ningún «pata en el suelo» se movili-zaría el presidente francés.

Todo un despliegue mediático que la insurgencia logra poner a su servicio por la liberación de los humildes, los se-

Mitad de ellos y mitad de nosotros MunDo iribarren

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cuestrados en las cárceles colombianas, los protagonistas de la revolución.

No hay que dejarse escandalizar porque a los pobres agentes gringos, a policías y soldados los hacen dormir en-cadenados. La insurgencia, debido a sus obvias limitaciones, tiene que tomar las medidas más drásticas para evitar que los prisioneros se les fuguen. Radical-mente distinto a los norteamericanos, quienes por mero sadismo torturador, mantienen arrodillados por horas, en-cadenados y con la caras tapadas, a los presos en Guantánamo. Prisioneros que ni siquiera se sabe quiénes son. En la guerrilla se respetan los derechos del hombre y sobradas pruebas tenemos.

Acá no se trata de la diletante elu-cubración de que «cuál de los dos fue primero, si el huevo o la gallina o la ga-llina o el huevo». En nuestros países y en todos los países del mundo las diferen-tes formas de resistencia son originadas por las diferentes formas de opresión. Allí está cuál de los dos fue primero. En Colombia, la resistencia contra los abu-sos y contra los asesinatos en masa per-petrados contra el pueblo a lo largo del tiempo por una oligarquía entronizada desde el nacimiento mismo de la Repú-blica, generó la resistencia popular que

se convertiría en la más vigorosa insur-gencia revolucionaria.

Los miles de millones de dólares gastados por los norteamericanos en los últimos años en Colombia no han logra-do causar daños significativos a sus fuer-zas armadas revolucionarias. Las FARC son sencillamente pueblo en armas con casi medio siglo construyendo un ejército popular. Ejército del pueblo sobre cuyos hombros seguramente reposará buena parte de las luchas de liberación de los pueblos indoamericanos.

Contundentes muestras de sabiduría política las que ha dado el Estado Mayor de las FARC en los últimos acontecimientos relativos al canje humanitario. Claridad de una vanguardia forjada al calor de las lu-chas populares, lo que nos demuestra, una vez más, que la revolución es nada menos que la regeneración de la especie.

La pronta y efectiva respuesta del Secretariado de las FARC a la iniciativa del presidente Hugo Chávez, desagraviándolo por la torpeza y maltrato del que fue ob-jeto una vez más por la Casa de Nariño, con la entrega de las dos mujeres y el niño. No sólo fue una acción de un contunden-te efecto político, sino que representa un hito en la historia de nuestras naciones desde la independencia. Fue el encuentro

entre dos concepciones de la insurgencia bolivariana en nuestro continente: el bo-livarianismo que se desarrolla a través de las luchas legales en Venezuela y el boliva-rianismo de la lucha armada colombiana. ¿Serán éstas las dos caras de una misma moneda en nuestro futuro próximo?

La premisa o punto de partida del lla-mado «Plan Colombia» es garantizar para los Estados Unidos el control de la selva amazónica y del petróleo venezolano. Des-truir a las FARC es un asunto estratégico para la dominación norteamericana de nuestros países.

Interpreto que cuando el presiente Chávez hace un llamado a la comunidad internacional por la eliminación de la cla-sificación de terroristas a las FARC, no lo hace a la espera de que los demás países lo sigan. Lo hace para declarar ante el mundo que la República Bolivariana de Venezuela considera a los guerrilleros de Colombia hermanos revolucionarios.

Cada vez está más cerca el renacer de esa patria grancolombiana que soña-ra el Libertador y que fuera saboteada por la entrega de la oligarquía al servicio del imperialismo. Cada vez es más vi-gente el pensamiento de Martí: «Bolívar tiene mucho que hacer en América toda-vía». Y lo está haciendo.

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Impedid, Señor Presidente, la violencia. Sólo os pedimos la defensa de la vida

humana que es lo menos que puede pedirun pueblo.

Jorge Eliécer Gaitán

Oración de la Paz,

Bogota, 1948

Durante más cuarenta años Pedro An-tonio Marín, más conocido como Ma-nuel Marulanda Vélez o Tiro Fijo, ha recorrido los campos, veredas y selvas de Colombia en brazos de su amante preferida: la leyenda.Basta entrar en cualquier café o boti-quín colombiano para ver a través de la neblina de cientos de cigarrillos, la cacofonía de las conversaciones de los parroquianos, el metálico sonido de las monedas al entrar en las ranuras de las multicolores rocolas, a las extasiadas «vírgenes de medianoche» oyendo los melodiosos porros, bambucos, corri-dos o cumbias, donde la musa popular narra las aventuras míticas del hoy jefe máximo del principal movimiento gue-rrillero de América Latina: las FARC.Tal vez en uno de estos templos de luju-ria etílica y sexual, que son en verdad los lupanares de Macondo, el coronel

Aureliano Buendía, asiduo visitante de ellos y participante en treinta y dos revoluciones en las que nunca resultó victorioso, le narró con lujo de detalles a la magistral pluma de Gabriel García Márquez, sus desafortunadas aventu-ras bélicas acontecidas durante la lla-mada Guerra de los Mil Días, conocida también bajo el calificativo de los «Mil días de Horror», escenificada entre el 18 de octubre de 1898 y el 21 de no-viembre de 1902, con un saldo trágico

entre liberales y conservadores de 180 mil muertos, según cifras dadas por el historiador colombiano Jorge Holguín.

Desde niño me han perseguido,pero no me podido matarme siento orgulloso de sermiembro de las FARC.

Coger mi fusil en mano, esa fue miconclusión. Gritemos todos hermanos,viva la revolución.

Manuel Marulanda VélezEntre el mito y la leyenda CArlos EdsEl

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A raíz de que el ex presidente Andrés Pastrana, en 1998, en audaz jugada política, se entrevistara en plena selva con Manuel Marulanda Vélez, Tiro Fijo, el comandante guerrillero ha sido con-siderado por la prensa del vecino país como el personaje más importante de ese año en Colombia.Pero durante décadas Manuel Marulan-da Vélez ha sido también el hombre más buscado por los servicios secretos del Es-tado colombiano y por las organizacio-nes paramilitares de extrema derecha. Así como también por los agentes de la CIA norteamericana. El más odiado por sus enemigos políticos, pero a la vez el más admirado líder guerrillero de todos los tiempos en Colombia, cuya cabeza ha sido puesta a precio por todos los go-biernos de la oligarquía liberal-conser-vadora, y a quien las fuerzas militares del vecino país han matado más de dos mil veces. Al respecto, el propio Maru-landa ha dicho: «como me han matado tantas veces, a lo mejor he vuelto a re-sucitar y por eso me conservo en buen estado físico. No se puede decir que sea debido a la buena vida, porque aquí, en estas selvas y en las duras condiciones de la lucha, nadie puede decir que lleva-mos una vida color de rosa».Carlos Arango Z, Premio Nacional de Periodismo 1979, quien entrevistó en agosto de 1983 al mítico comandan-te guerrillero en los mismos frentes de combate, lo describe así: «es alto, robus-to y musculoso, su barba despoblada y su mirada viva y penetrante. Sus ojos, pequeños y marrones, permanecen en-tornados y el entrecejo fruncido. Es cor-dial y sencillo. Vive informado de todo lo que sucede en el país y el mundo, gra-cias a un gigantesco radio automático de muchas bandas que mantiene junto a él en su escondido campamento. Es aficionado a la fotografía, por lo cual carga una pequeña cámara también automática. Es un lector incansable. En su despacho particular, una peque-ña casa de zinc enclavada en un claro de la selva, tiene libros diversos, entre los cuales sobresalen los de tácticas y estrategias militares. Está pendiente de los más pequeños detalles de la vida do-méstica de su guardia permanente. Es dueño de una inmensa seguridad en sí mismo, en su ejército revolucionario y en la lucha del pueblo, en la historia “que trabaja para nosotros y para nuestro

pueblo. Es fácil detectar su vasta prepa-ración política y militar, obtenidas espe-cialmente en más de tres décadas de lucha guerrillera frontal contra el ejército. Es de pensamiento y mentalidad aguda”». (Car-los Arango Z. FARC, Veinte años, de Mar-quetalia a la Uribe, Ediciones Aurora, Bogotá, Colombia, 1985, pp.90-91).Con frecuencia los medios de comuni-cación y los servicios de inteligencia colombianos aseguran que el coman-dante Marulanda o Tiro Fijo ha viaja-do a Cuba, a la otrora Unión Soviética o Libia para recibir entrenamiento militar y político. Al respecto el propio Marulanda le dijo al periodista Carlos Arango: «Yo nunca he salido del país porque nadie me ha invitado. Además, si uno va a viajar a descansar, yo creo que estas selvas son muy buenas para descansar; si es a estudiar, también por aquí se puede estudiar muy bien y mu-cho como usted mismo se habrá podido dar cuenta. Y yo problemas personales no tengo que ir a resolver en el exterior, como tampoco negocios. Porque yo no soy hombre de negocios, sino hombre de guerra, hombre de lucha (Arango, op. cit., p. 91).

ii

Decano de los guerrillerosde américa latina

Marulanda Vélez o Tiro Fijo está consi-derado como el principal estratega del movimiento guerrillero más antiguo de América Latina. No lee a Mao Zedón, al Che Guevara o a Ho Chi Min. Él lee los manuales de estrategia del ejército co-lombiano, considerado el más fogueado en la guerra de contra-insurgencia en Suramérica. Dada su experiencia mi-litar, el propio ministro de la defensa del gobierno del ex presidente Andrés Pastrana, general Rodrigo Lloreda, ha dicho a la prensa nacional e internacio-nal, que el comandante Manuel Maru-landa Vélez, es el único general de cuatro soles que existe actualmente en Colombia. Tales palabras dichas por el alto militar constituyen el mejor elogio que pueda recibir un guerrillero nacido en humil-de cuna campesina, en el municipio Gé-nova, departamento del Quindío, quien actualmente cuenta con más de ochen-ta años de vida.Su maestría, pericia, experiencia y dis-

ciplina, han jugado un papel preponde-rante para el éxito de las acciones gue-rrilleras. Él siempre enseña, él siempre sabe poner al combatiente a la altura de las condiciones; infunde valor y da ejemplo de moral revolucionaria y va-lentía en el combate. Él es un maestro de la guerra en todo el sentido de la pa-labra. Durante toda su vida ha sido un combatiente de primera línea. Cuando está enseñando a disparar en el polígo-no a algún guerrillero nuevo, Marulan-da le dice: «Mire, compañero: usted debe aprender a disparar de tal manera que cuando le esté disparando al enemigo, no pierda un solo tiro». De su certera puntería que ya es más que legendaria, le viene el apodo de Tiro Fijo.Al respecto, un miembro de las FARC asegura que en verdad, durante los combates Tiro Fijo es un verdadero ejemplo. «A uno le da hasta placer pe-lear a su lado y bajo sus órdenes. Y si por él fuera, participaría en todos los combates, pero eso no es posible porque ya nosotros somos un ejército de 25 frentes en Colombia, y él no puede estar en todas partes. Yo estoy participando en combates desde 1953 junto con Ma-nuel Marulanda Vélez, es decir, hace más de 30 años. Y he aprendido mucho de él. Si no he aprendido más es porque el hombre no puede aprenderlo todo en la vida. Pero yo lo considero mi maestro en el combate».

leyenda y realidad de la guerrilla colombiana

La guerrilla colombiana es la más vete-rana, la más hábil y diestra de todos los movimientos insurgentes que han exis-tido en América Latina. En Colombia existe una situación revolucionaria que muchos «expertos» no quieren ver. Y el símbolo de esa guerrilla en nuestros días es el comandante Pedro Antonio Marín o Manuel Marulanda Vélez, alías Tiro Fijo, tres diferentes nombres para una leyenda que ha inmortalizado el valiente pueblo colombiano.Cuando el periodista Carlos Arango Z. entrevistó en agosto de 1985 al legen-dario combatiente, le preguntó si se consideraba igual a Fidel Castro, el Che Guevara, Augusto César Sandino o Fa-rabundo Martí. Tiro Fijo le respondió: «bueno, yo simplemente me considero Manuel Marulanda Vélez. Lo que pasa

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es que yo tengo una obligación revolu-cionaria y he contraído un compromi-so, compromiso que consiste en luchar por la defensa de sus intereses. Y esa lu-cha será hasta el final. Hasta lograr que las aspiraciones de ese pueblo que nos ha elegido a cargos directivos, a cargos de tanta responsabilidad, por ejemplo el escalón que yo ocupo hoy día, se cum-plan y se vean coronados con el éxito. Pero yo no creo que a mí se me pueda comparar con Fidel Castro, con el Che Guevara, con un Sandino o con Fa-rabundo Martí. Yo simplemente soy un combatiente guerrillero y revoluciona-rio […]. Si otras gentes lo tratan a uno de esa manera, comparándolo con los compañeros que usted menciona, pues ya es cosa de la gente, pero yo no me considero igual que ellos. Aunque de todas maneras, hay que hacer lo posible por ponernos a la altura de ellos tam-bién […]» (Arango, Op. Cit., p. 108).

las repúblicas independientes

En la actualidad, el movimiento revolu-cionario controla importantes sectores del territorio colombiano (se calcula que un 42% del territorio nacional), en los cuales ejerce soberanía, tales como en la región del Arauca, Saravena y Arauquita, San Vicente del Caguán (Caquetá), La Uribe (Meta), en donde las guerrillas gozan de tanto prestigio, que en la práctica han alcanzado la le-galidad.Durante los gobiernos de Laureano Gó-mez (1950-1953) y Gustavo Rojas Pini-lla (1953-1957), existía ya un vigoroso movimiento guerrillero en buena parte del territorio colombiano. Pero engaña-do por las promesas de los directorios de los partidos políticos Liberal y Conser-vador, se acogieron en 1953 a una am-nistía política o pacificación general, iniciándose así el camino de la entrega de los guerrilleros con sus armas y po-siciones. Pero la amnistía fue utilizada como trampa para desarticular la lu-cha revolucionaria. Dos años más tar-de, se desató una feroz represión contra los cuadros revolucionarios que se ha-bían acogido a las promesas de la pa-cificación gubernamental ofrecida por el dictador Gustavo Rojas Pinilla, entre cuyas víctimas más notables cabe re-cordar al jefe guerrillero David Agudelo Castillo, alias Capitán Triunfante; Eliseo

Velásquez, Cheíto Velásquez, muerto en la frontera colombo-venezolana de La Guajira, y José Guadalupe Salcedo, mí-tico guerrillero de los llanos orientales, asesinado el 1º de enero de 1957.Al devenir el gobierno militar de Gus-tavo Rojas Pinilla en una dictadura reaccionaria que buscaba perpetuarse en el poder mediante la creación de su propia fuerza política, desata una etapa de violencia y terror que se extiende a todo territorio del departamento del Tolima, occidente de Caldas, Quindío, Huila, Valle, Cauca y Santander del Sur. Son años de grandes pérdidas humanas y materiales. Aviones de guerra guber-namentales lanzan bombas de Napalm contra la indefensa población civil, convirtiendo en verdaderos infiernos al Alto de Sumapaz y otros municipios del oriente del departamento del Tolima, arrojando, además, y contrariando los tratados internacionales que prohíben el uso de armas biológicas, bombas con virus mortíferos. Al respecto, refiere el ex comandante Olimpo, primer jefe po-lítico del movimiento guerrillero que después habría de tomar el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que «primero nos lanzaron una epidemia de gastroente-ritis, y después viruela negra. Así con-siguieron que todos los guerrilleros y civiles nos invadiera y nos extenuara la diarrea fulminante y la viruela mortal […]» (Arango, Op. Cit., p. 186).Es en esa época de sangre, terror y lágri-mas surgen en Colombia las llamadas repúblicas independientes. El término se debe al jefe conservador Álvaro Gómez Hurtado. Entre ellas cabe mencionar la de Río Chiquito, El Pato y Guayabero, que en verdad no eran otra cosa que movimientos agrarios de autodefensa, integrados por familias campesinas que deseaban trabajar sin que nadie los mo-lestara.

la epopeya de Marquetalia

En Colombia se llegaron a contabilizar 17 repúblicas independientes. Pero la de mayor fama ha sido indudablemente la de Marquetalia, ubicada en el extre-mo sur del departamento del Tolima, fundada por el comandante Jacobo Prias Alape, alías Charro Negro, quien le da ese nombre, en una región lla-mada El Tamaro, sector selvático, muy

estratégico para la defensa de miles de familias que se refugiaron allí durante la etapa de la violencia.En el curso de un año, Marquetalia se convirtió en el comando superior de una importante organización guerrille-ra que contaba con gente de Chaparral, Matagaima El Quindío. De todas partes llegaban voluntarios pidiendo ingreso, lo cual lo convierte en un movimiento de autodefensa muy poderoso y temido en Colombia.En el Senado de la República de Colom-bia, connotados políticos encabezados por el conservador Álvaro Gómez Hur-tado, hijo del ex presidente Laureano Gómez, clamaban por la destrucción de las repúblicas independientes, entre ellas la más temida, Marquetalia, ale-gando que en esas regiones había otro gobierno distinto al central. El presi-dente Guillermo León Valencia (1962-1966) ordena el 1º de mayo de 1964 una operación militar de gran enver-gadura contra Marquetalia, cuartel general de las FARC. El 27 de mayo del mismo año, se dan los primeros comba-tes. De parte de los guerrilleros dirige el comandante Jaime Guaraca, en compa-ñía de David González y Darío Lozano. Con esa acción se inició la llamada Ope-ración Marquetalia, en la que se calcula tomaron parte 16 mil militares, con un costo de 373 millones de pesos. Era una operación en la que se aplicaba el llamado Plan Laso (Latin American Se-curity), planificado por el Ejército nor-teamericano, que implicaba una sofis-ticaba acción cívico-militar combinada con labores de «inteligencia militar» y represión masiva contundente.Los combates se daban minuto a minu-to. El ejército intentaba avanzar y los guerrilleros se lo impedían, le cerraban el paso porque tenían el dominio del terreno. Frente a esas circunstancias el ejército optó por utilizar a la avia-ción, pues en los combates terrestres perdían unidades y armas en crecido número. Entonces Marquetalia fue sometida a un intenso bombardeo y ametrallamiento aerotransportado, en el que participaron siete aviones caza-bombarderos y varios a reacción. Du-rante esa operación, los guerrilleros ocasionaron grandes bajas al ejército. Y apenas cuatro muertos tuvieron los revolucionarios.El comandante Jaime Guaraca refiere el

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siguiente recuerdo: «cuando ya por fin el ejército logró ocupar a Marquetalia, entonces nosotros también levantamos y nos fuimos para el sitio donde estaba el comandante Manuel Marulanda, Jacobo Arenas, Hernando González e Isauro Yosa mayor Lister». Estando ya ocupada toda la región por el ejército, el movimiento guerrillero concluyó que ya no tenía nada que hacer allí y se con-virtió en guerrilla móvil bajo las órde-nes de Tiro Fijo.El general José Joaquín Matallana, quien dirigió la operación militar por parte de las tropas gubernamentales, refiere que sólo dos mil efectivos partici-paron en los combates. La importancia dada por el gobierno a la toma de Mar-quetalia puede medirse por el hecho de que una vez concluida la ocupación, la zona fue visitada por el presidente Guillermo León Valencia, el ministro de Guerra y otros miembros importantes del Gobierno colombiano, quienes en acto solemne celebraron la destrucción de la célebre república independiente de Marquetalia, izando la Bandera Na-cional, bajo los acordes del Himno Na-cional.Pero en verdad lo que había ocupado el ejército regular de Colombia era un cascarón vacío, pues el comandante Manuel Marulanda Vélez, Tiro Fijo, y sus guerrilleros habían abandonado a Marquetalia sigilosamente, como lo hacen las sombras al despuntar el sol. La heroica resistencia de Marquetalia sería luego mitificada por los trovado-res populares en corridos, bambucos o porros, en que suele expresarse el colec-tivo colombiano. Es a partir de entonces que Tiro Fijo y sus hombres recorren las veredas y las selvas de Colombia sobre la grupa del potro desbocado de la leyenda, magnificada y cantada por un pueblo que ha visto y sigue viendo correr ríos de sangre emanados de sus propias venas.

iii

¿Qué es el plan Colombia?

Al Plan Colombia se le presenta como una estrategia para luchar de manera integral contra el narcotráfico, buscar la paz con las guerrillas, reactivar la alicaída economía nacional, que man-tiene a un 30% de la población colom-

biana con niveles de pobreza del 80%, y un retardo en el nivel de calidad de vida de 30 años con respecto a las actuales condiciones urbanas. Militarización de la vida civil, con ideas de que traerá se-guridad y orden en la sociedad colom-biana.El Secretario de Defensa de los Estados Unidos justifica el Plan Colombia argu-mentando que «nuestros hermanos co-lombianos necesitan ayuda, porque la democracia más antigua y más sólida de Suramérica corre peligro, amenaza-da por el narcotráfico y la narcoguerri-lla».Con estas declaraciones, el Gobierno de los Estados Unidos certifica y da el visto bueno a la democracia burguesa y electorera, liberal-conservadora, que ha gobernado con mano de hierro a Co-lombia después del derrocamiento de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla en 1957.Pero en la nación del norte, el fantasma de Vietnam, la derrota más contunden-te y dolorosa que ha sufrido el Ejército norteamericano en toda su historia, se proyecta hoy sobre el llamado Plan Colombia. Medios de comunicación, líderes intelectuales y religiosos, fun-cionarios gubernamentales y militares, han recordado nuevamente aquella pesadilla acontecida en las selvas y los arrozales del suroeste asiático, donde perdieron la vida 56 mil jóvenes sol-dados norteamericanos en una guerra inútil, que dividió a un país y conmovió al mundo.Especialistas norteamericanos en geopolítica señalan que el conflicto ar-mado colombiano ya se ha «auto-viet-namizado» por la actitud de las FARC de ir extendiendo sistemáticamente sus actividades bélicas a territorio venezola-no, ecuatoriano y panameño, tal como lo hicieron en su época los vietcong y vietnamitas del Norte, utilizando estra-tégicamente el territorio y los recursos de los países vecinos.Carl Cira, director del Centro para la Cumbre de las Américas, de la Florida Internacional University, afirma que la explicación oficial emitida por el Go-bierno norteamericano de que la ayuda es sólo para combatir el narcotráfico es «insostenible y no convence a nadie».El ex presidente colombiano César Gavi-ria se sitúa entre quienes piensan que, en verdad, hay un indudable desequili-

brio entre lo militar, las fronteras, entre la lucha policial contra el narcotráfico y la lucha militar contra las guerrillas revolucionarias.

aspectos económicosdel plan Colombia

Se calcula que el Plan Colombia ya so-brepasó los 7.558 millones de dólares, para ser ejecutado en un tiempo no menor de siete años. El Congreso de los Estados Unidos aprobó los primeros 1.300 millones de dólares destinados a la primera fase. Voceros oficiales afir-man que ese dinero no será utilizado para luchar contra la guerrilla política. Pero son pocos los que creen en estas afirmaciones, entre ellos el propio Ma-nuel Marulanda Vélez, Tiro Fijo, quien señala que el programa representa una grave amenaza al proceso de paz que tanto anhela Colombia, y un peligro real de generalización de la guerra e incremento de la intervención militar yanqui, que puede conducir a la vietna-mización del conflicto colombiano.

aspectos militares

El Plan Colombia se planificó con la participación de calificados asesores del Departamento de Estado, estableciendo la intervención militar de Estados Uni-dos en cinco componentes: 1) Operacio-nes de ofensiva en las áreas de cultivo de coca ubicadas en el sur de Colombia, por medio del entrenamiento y equi-pamiento de batallones antinarcóticos especiales y apoyo en inteligencia mili-tar; 2) Acciones de interdicción militar más agresivas en la región andina; 3) Fortalecimiento de la Policía Nacional de Colombia en las labores de erradica-ción de coca y amapola, contando con aviones de fumigación, operaciones en los centros del cultivo e inteligencia so-bre narcotraficantes; 4) Desarrollo eco-nómico alternativo; 5) Fortalecimiento del Gobierno y de las Fuerzas Armadas Colombianas.Los planificadores políticos del Plan Co-lombia sostienen, por su parte, que la guerra en el vecino país es fundamen-talmente rural y obedece a ideologías caducas, que cuentan apenas con el apoyo de menos del 4% de la población. A su vez, la oligarquía liberal-conser-vadora colombiana considera que una

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guerra, con el apoyo directo de los Esta-dos Unidos, sería favorable a sus intere-ses, le sacaría las castañas del fuego, y beneficiaría a las élites nacionales.Expertos militares norteamericanos calculan que para el éxito del Plan Co-lombia se requiere la eliminación de dos millones de seres humanos, que son contrarios al régimen político de la oligarquía colombiana.

inquietud entre los vecinos de Colombia

La aplicación del Plan Colombia des-pierta profundas inquietudes entre los países vecinos, que temen que los ope-rativos militares provoquen un éxodo masivo de campesinos, de los ejércitos guerrilleros, organizaciones parami-litares y los carteles de la droga hacia sus territorios. Ante tal situación, el Gobierno norteamericano ha venido ejerciendo una sutil presión para que se militaricen las fronteras y se establezca una especie de cordón sanitario alrede-dor de Colombia desde el punto de vista militar. Proyecto que no se ha presenta-do a consulta ni al Gobierno del presi-dente Hugo Chávez Frías en Venezuela, ni al presidente Luiz Inácio Lula da Sil-va en Brasil, donde ya los brasileños im-plementaron, por su parte, el llamado Plan Cóndor, para evitar que su terri-torio sea ocupado por los carteles de la droga y los desplazados, ni al presidente Rafael Correa en Ecuador.El Gobierno norteamericano pretendía que el presidente Chávez aceptara ca-lladamente la implementación del Plan Colombia, cediendo para tal propósito territorio nacional donde instalarían sofisticados radares en la península de Paraguaná, estado Falcón. Propues-ta que fue rechazada de plano por el mandatario venezolano. Ésta es una de las razones por las cuales el imperio norteamericano trata de desestabilizar o asesinar al líder bolivariano, tal cual hicieron con el gobierno socialista de Salvador Allende en Chile, o con la Re-volución sandinista en Nicaragua.La ayuda militar que está recibiendo el Gobierno colombiano de parte de los Estados Unidos tiene muy preocupado al alto mando militar venezolano. Pues-to que los 43 helicópteros Black Hawk, que están operando en bases militares colombianas, más 172 helicópteros

Huey, artillados con cañones electróni-cos Gatlin, le darán una aplastante su-perioridad aérea sobre Venezuela, país con el cual la oligarquía liberal-conser-vadora mantiene disputas limítrofes en el área del golfo de Venezuela, zona rica en yacimientos petroleros, y que hoy los sectores guerreristas de Colombia pretenden de nuevo plantear el conflic-to, reclamando inexistentes derechos de soberanía sobre aguas históricas ve-nezolanas.

Guerra química y biológica

Otro de los componentes del denomina-do Plan Colombia consiste en que el te-rritorio del vecino país será usado como teatro de operaciones experimental de armas químicas y biológicas, tales como el Glisofato, que es un poderoso herbicida organofosfatado de amplio es-pectro, gran movilidad, vida media, que se usa como regulador del crecimiento en vegetales, tales como marihuana y la coca, pero muy dañino para la vida humana.También será esparcido por los campos y selvas colombianas el peligroso hon-go Fusarium oxysporum, que ataca con virulencia letal los cultivos de coca y a la cadena biológica de la vida animal y humana. Su uso está totalmente prohi-bido en los Estados Unidos. A todo esto hay que sumar que los militares norte-americanos están usando sofisticados armamentos, dotados de proyectiles cargados con uranio empobrecido.Todos estos armamentos apocalípticos están siendo concentrados en la base militar de Tres Esquinas, convertida por los asesores norteamericanos en cuartel general del Plan Colombia. Allí se entrenan intensamente más de 3 mil efectivos del Ejército colombiano, que ya han iniciado mortíferos combates en tierras colombianas.Los objetivos militares y políticos del Plan Colombia se orientan fundamen-talmente hacia la destrucción de los ejércitos guerrilleros y sus bases socia-les. Pero en verdad, en lugar de solucio-nar los problemas que genera la guerra civil, que durante más de 60 años pade-ce Colombia, que sus dirigentes conser-vadores o liberales se empeñan en lla-mar «conflicto interno», incrementan el clima de violencia y descomposición social que actualmente impera en Co-

lombia y América Latina. El Gobierno norteamericano y la oligarquía neogra-nadina deben entender definitivamente que la tan ansiada paz deseada por to-dos no se obtendrá con el aniquilamien-to militar de los actores involucrados en el conflicto bélico que desde hace más de medio siglo inunda de sangre al su-frido pueblo colombiano. Como epílogo, resulta oportuno recor-dar que en Vietnam los norteamerica-nos se enfrentaron a un viejo guerri-llero llamado Ho Chi Minh. Hoy en las selvas colombianas los aguarda otra le-yenda de los años cincuenta que ha so-brevivido a cientos de combates, aten-tados y persecuciones. Medio siglo de actividades guerrilleras no es poco para un líder astuto e indescifrable como lo es Manuel Marulanda Vélez, Tiro Fijo, quien sabe defender su tierra natal con la bravura que caracteriza a los patrio-tas colombianos.La inesperada interrupción de los diá-logos de paz concertados a petición del propio presidente Álvaro Uribe Vélez, quien voluntariamente le solicitó al presidente Hugo Chávez Frías que in-tercediera junto con la senadora Pie-dad Córdoba, ante el máximo jefe de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, alias Tiro Fijo, para conseguir la liberación de los rehenes que mantienen en su po-der, auguran muy tensas confrontacio-nes con la oligarquía colombiana y sus fuerzas militares y paramilitares. Para nadie es un secreto que los sectores más conservadores del estamento político colombiano conspiran para desestabili-zar al Gobierno venezolano.

ernesto Che Guevara

En este aniversario de tu muerte, cono-ciendo tu verticalidad moral, estoy se-guro de que repudiarías un panegírico pomposo y vacío, reducido a formales alabanzas. Creo que preferirías que usemos la fecha para algo más produc-tivo y útil, que pueda transformarse en «armas» políticas y armas reales para continuar la lucha en la que no cejaste hasta ese aciago día de octubre.

Olmedo Beluche

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(fragmentos)

En su libro Los jinetes de la cocaína, Fabio Castillo lo planteó sin ma-yor énfasis. «Uribe –escribió allí–

le otorgó licencia a muchos de los pilo-tos de los narcos, cuando fue director de Aerocivil... Siendo Rodrigo Lara minis-tro de Justicia, ordenó paralizar treinta aeronaves a los Ochoa, diez a Pablo Es-cobar, diez a Gonzalo Rodríguez Gacha y cuatro a Carlos Lehder Rivas Y sin embargo dijo que sólo se había inmo-vilizado una pequeña parte de la gran fl ota aérea de los narcotrafi cantes de Medellín». Y pare de contar.

Pero el tema resucitó alrededor de la campaña política. Por eso, el 21 de abril de 2002, la Unidad Investigativa de El Tiempo trató de explicar algunas de las medidas tomadas por Uribe durante su gestión al frente de Aerocivil. Prime-ro, sostuvo que «en el lapso comprendi-do entre marzo 24 de 1980 y agosto 6 de 1982 se otorgaron 562 licencias», pero que «no era el director el encarga-do de suscribirlas... sino las divisiones de Control Técnico y de Operaciones

Aéreas». «De las licencias aprobadas –añadió el periódico–, 221 están acti-vas (con documentos y antecedentes en regla) y 341 inactivas. Se revisaron en los archivos de inteligencia de un orga-nismo de seguridad los antecedentes de los titulares de las licencias inactivas y ninguno tiene requerimiento judicial. La administración de Uribe también otorgó licencia de operación 15 a 95 pistas. Según la Aeronáutica, el Conse-jo Nacional de Estupefacientes y el Co-mando de la Brigada Militar del Ejército de la jurisdicción certifi caron que sus propietarios no tenían antecedentes. En todo caso, en mayo de 1988 el enton-ces Procurador General, Horacio Serpa, determinó que no existía ningún indi-cio que comprometiera la conducta de Uribe durante su gestión en la Aerocivil y en la alcaldía de Medellín.»

En un reportaje concedido a Cara-col y a RCN el 17 de febrero de 2002, Uribe señaló que en la Aeronáutica hice «una gran labor que el país en su momento premió». «Siendo yo director –dijo–, ningún trámite de la Aeronáuti-ca se podía realizar sin que el interesado

entregara dos requisitos: el certifi cado de estupefacientes del Ministerio de Jus-ticia y el visto bueno de la Brigada de la Jurisdicción.» Y respecto de las licencias explicó que constituían «un problema técnico que manejaban funcionarios de la Aeronáutica. Conmigo trabajaban personas como el hoy general Edgar Ló-pez. Todos los funcionarios de esa época están vivos».

Los defensores de ofi cio de Uribe han hecho énfasis sobre su gestión en Aerocivil. El Tiempo investigó todo lo re-lacionado con «las licencias de pilotos, pistas, aerolíneas y aeronaves autoriza-das durante la administración Uribe», y publicó sus conclusiones el 21 de abril de este año. «Durante ese lapso –mar-zo 24 de 1980 a agosto 6 de 1982–, se otorgaron 562 licencias. “No era el di-rector el encargado de suscribir la auto-rización de licencias”, dijo la Aerocivil, y añadió que esa tarea era de las divisio-nes de Control Técnico y de Operaciones Aéreas. De las licencias aprobadas, 221 están activas (con documentos y ante-cedentes en regla) y 341 inactivas. Se revisaron en los archivos de inteligencia

biografÍa no autorizada

de Álvaro uribe vÉlez

el seÑor de las sombras

joseph contreras y fernando garavito

Joseph Contreras, Director responsable para América Latina de

la revista Newsweek, y Fernando Garavito, periodista y abogado

colombiano, son los responsables de esta acuciosa investigación, sobre un tenebroso representante, de acuerdo al juicio de los investigadores, de la

narcomafi a paramilitar colombiana. Los fragmentos seleccionados fueron

tomados de la versión transcrita en forma digital que circula en

Internet, de la obra publicada por la editorial Oveja negra: Biografía no

autorizada de Álvaro Uribe Vélez: El señor de las sombras.

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de un organismo de seguridad los ante-cedentes de los titulares de las licencias inactivas y ninguno tiene requerimien-to judicial. La administración de Uribe también otorgó licencia de operación a 95 pistas. Según la Aeronáutica, el Consejo Nacional de Estupefacientes y el Comando de la Brigada Militar del Ejército de la jurisdicción certifi caron que sus propietarios no tenían antece-dentes. La información sobre licencias a aeronaves aún no ha sido entregada por la Aerocivil. En todo caso, en mayo de 1988 el entonces Procurador Gene-ral, Horacio Serpa, determinó que no existía ningún indicio que comprome-tiera la conducta de Uribe durante su gestión en la Aerocivil y en la alcaldía de Medellín.»

Todo eso está muy bien. Pero lo que está defi nitivamente mal es que la investigación de la prensa haya dejado por fuera la presencia de Jaime Cardo-na, el asesinato de Uribe Sénior, las pis-tas rechazadas por el Consejo Nacional de Estupefacientes, los testimonios de quienes vieron cómo las únicas veces que el director de la entidad se acercaba a los aeropuertos tenían que ver con la llegada de las cuadras de caballos para las dehesas de Fabio Ochoa y de sus hi-jos, y la labor de salvamento en que de-bió empeñarse el Ministerio de Justicia para evitar que en la Aerocivil el nar-cotráfi co pudiera seguir haciendo de las suyas.

Ahora bien, los escándalos de Uribe en la Aerocivil no tuvieron que ver únicamente con el narcotráfi co. El 4 de enero de 1983, Nelson Sánchez Abaúnza escribió una documentada crónica en Cromos, en la que señaló que en esa entidad se habían extraviado 43 millones de pesos, aproximadamente 550 mil dólares de hoy en día.

***La autoridad moral de Uribe Vélez

la avala Carlos Castaño. En su libro Mi confesión (La Oveja Negra, 2001, pági-na 177), el jefe paramilitar afi rma que no lo conoce personalmente pero que «la base social de la Autodefensa lo con-sidera su candidato presidencial». «Ahí mi gente se equivoca», sostiene Casta-ño. «Álvaro Uribe le conviene al país, pero no a las Autodefensas.» Está claro. Según un hombre que reconoce haber cometido algunos de los peores críme-nes que se han cometido en Colombia

en los últimos años, «Álvaro Uribe le conviene al país». ¿Y por qué? Porque «en el fondo es el hombre más cercano a nuestra ideología». Según Castaño, la fi losofía de Uribe no es otra que la de crear las Convivir, que se originan «en el mismo principio de las Autodefensas». «Se trata de unas cooperativas donde los ciudadanos colaboraban de mane-ra organizada con las fuerzas armadas, suministrando información y en algu-nos casos portando armas amparadas para su defensa personal.» Y luego insiste sutilmente en lo que es, en últi-mas, la razón de ser de su libro: los pa-ramilitares no son el narcotráfi co. Aquí está dicho de gruesa manera: «Como gobernador de Antioquia, Uribe Vélez logró sacar adelante 59 cooperativas de seguridad con las cuales nunca estuve de acuerdo. No voy a negar que a las Autodefensas les sirvió, pero no tanto se avanzó con ellas. Quienes las aprove-charon fueron los narcotrafi cantes, que se dedicaron a montar pequeñas Convi-vir en sus fi ncas. Era habitual ver cin-co camionetas Toyota, con un “narco” adentro escoltado de manera impresio-nante y sus guardaespaldas portando armas amparadas por el Estado. Uribe defendió las Convivir en forma honesta, porque él no veía más allá de los mu-nicipios cercanos al departamento de Antioquia. Allí la gente de bien les dio correcto uso, lo que validó en parte su propuesta. Pero con los “narcos” suel-tos era muy peligroso abrir ese camino, por esto siempre me opuse».

***Fue Álvaro Uribe, como gober-

nador, quien creó las «asociaciones de vigilancia rural». La noticia aparece en El Tiempo el 7 de marzo de 1995: «La primera asociación de vigilancia rural que se crea en el país, empezará a ope-rar en el oriente de Antioquia. Así se determinó luego de un consejo comu-nal de gobierno, realizado en La Ceja. Álvaro Uribe Vélez, gobernador del de-partamento, presidió el encuentro con la comunidad del oriente antioqueño. A la reunión también asistieron unas ciento cincuenta personas. La asocia-ción, que tomó el nombre de Convivir del Oriente, tendrá como sede a Rione-gro y funcionará en Guarne, El Carmen, Marinilla, Santuario, San Vicente, El Retiro, La Ceja y La Unión. Esta región del departamento ha sido considerada

tradicionalmente pacífi ca y es la que más desarrollo ha tenido en los últimos años en el departamento. Allí, además del aeropuerto José María Córdova, tienen asiento importantes empresas. Igualmente, es una zona donde están ubicadas hermosas fi ncas de veraneo y establecimientos públicos de prime-ra categoría. Sin embargo, la zona se ha convertido en los últimos meses en un centro de operaciones de bandas de asaltantes y la guerrilla ha intensifi ca-do su presencia. Así mismo, se han pre-sentado algunas incursiones de grupos de autodefensas. Sobre si emplearán o no armas, Pedro Juan Moreno Villa, secretario de Gobierno del departamen-to, dijo que esta es una decisión que to-mará a su debido tiempo la comunidad misma... El gobernador expresó que no se podía vacilar en apoyar a esta aso-ciación toda vez que el departamento “está hoy amenazado por el avance del secuestro, de la extorsión y la violación general de los derechos humanos”. Confi ó en que esta primera asociación se convierta en modelo y que todas las que se vayan a crear estarán ajustadas a la Constitución y a las leyes».

Carlos Castaño. líder narco-parami-litar colombiano, quien junto con sus hermanos Fidel y Vicente Castaño Gil dirigieron organismos mal llamados «autodefensas», de la organización auC (autodefensas unidas de Colom-bia). Conociendo los antecedentes del candidato a la presidencia álvaro uri-be Vélez, la también candidata a ese cargo noemí sanín posada declaró a la prensa: «si álvaro uribe gana la presidencia de la república, es como si ganara Carlos Castaño» (diario El Tiempo, 24 de abril de 2002, pág. 9). la señora sanín, prima hermana por el lado materno de la esposa del narcotrafi cante Jorge luis ochoa Vásquez (Clan ochoa), María lía po-sada echeverri, sería nombrada por el gobierno de uribe en el cargo de embajadora de Colombia en españa. por su parte, Carlos Castaño Gil su-puestamente fue asesinado en abril de 2004 cuando estaba gestionando su entrega a las autoridades de los estados unidos que habían solicitado su extradición, en hechos que siguen siendo un misterio ya que su cadáver no ha aparecido.

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Hoy la humanidad agudiza su histórica discusión entre oprimidos y opresores, entre los poderosos y los no alineados, entre los mal llamados países desarro-llados que con su actitud destruyen el mundo, la esperanza, la sonrisa del niño y la poesía, y por el otro lado los países del muy mal llamado Tercer Mundo que han sido groseramente saqueados y explotados, que les han robado sus ri-quezas y sus talentos, y que constituyen la única esperanza de supervivencia de la humanidad, que hoy se levantan con su fortaleza histórica, cultural y multié-tnica, con la fuerza moral de sus pue-blos, con la dignidad de su resistencia, la jactancia de los negros y la hidalguía de los indios, con la sonrisa de sus hijos

e hijas, con el verdor de sus montañas y la profundidad de sus mares, con la poesía de sus pueblos, se levanta y he-cha el miedo a su espalda, da un paso adelante y le grita al mundo basta.

Basta del saqueo, de las guerras, de la contaminación, de la violación, de la mentira, de la muerte. Estamos en un cambio de época. Saludamos el alba de un nuevo amanecer, de un despertar de los pueblos, de la sonrisa que ilumina, de la poesía que se echa al aire para que se siembre en la pradera. Hoy nos empi-namos al porvenir y dejamos de esperar el futuro para empezar a construirlo, para salvar la humanidad, para galopar el sueño de Bolívar.

Hoy la historia nos hace protago-

nistas de la batalla histórica, de la lucha entre el bien y el mal, y nos pone a elegir nuestro lugar en esta lucha, nos pone a inclinar la balanza hacia la muerte o hacia la vida, nos da la oportunidad de construir el futuro que otros intentan borrar.

Para que esta batalla sea ganada por los pueblos del mudo, es necesario que asumamos que en este cambio de época también tenemos que asumir un cambio de actitud y entender que nuestra generación, la generación que le toca ser los mariscales de esta nueva época, debemos prepararnos tanto aca-démica, militar e ideológicamente para la construcción de un mundo mejor, para la construcción de una sociedad

el mapa estratégicode nuestra generaciónhéCtor roDríGuez

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de iguales, para la construcción de la patria suramericana, y el trabajo de esta construcción debemos asumirlo personalmente.

Caracterización de la situación su-ramericana

En la confrontación de estos dos bloques históricos, al igual que 200 años atrás, la patria suramericana se constituye en la vanguardia de la lu-cha por la reivindicación de los pueblos y, llevando a su máxima expresión el fuego sagrado del pueblo bolivariano, sus hijos e hijas se levantan. Hoy ve-mos cómo los pueblos de Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Cuba, Ar-gentina, Brasil, entre otros, empiezan a elevar un canto de esperanza, empie-zan a construir un mundo multipolar, fortalecen la construcción de la patria grande, enarbolan las banderas de una economía de desarrollo endógeno y en función de la satisfacción de necesida-des y no de la acumulación de riquezas, rescatan el concepto de soberanía y le dan un alto al imperialismo, esto lle-vando al poder gobiernos con sentido de pertenencia, organizando y unifi-cando al pueblo, y elevando los niveles de conciencia.

Hoy podemos ver cómo desde el sur de la América se empieza a construir una nueva geometría del poder con políticas concretas como el fortalecimiento del Mercosur, la creación de Telesur, Radio Sur, el Banco del Sur, la Universidad del Sur, Petrocaribe, Petroandina, Petrosur, mediante la diversificación de mercados y con propuestas en la que habrá que trabajar para que se concreten, como lo son la unidad en la defensa militar del sur, los gasoductos que garanticen la so-beranía energética del sur, el sistema de comunicaciones que unifique nuestras naciones en una sola –como un sistema ferroviario, el satélite Simón Bolívar y la moneda del sur, entre otras.

Ante este reimpulso, y entendien-do que lo que nos planteamos es una lu-cha de largo aliento, es una batalla que, a pesar de ser muy táctica, sigue siendo una batalla estratégica y que esta lucha encontrará en el camino una inmensa cantidad de retractores tanto internos como externos. Es importante que la juventud asuma su papel histórico y se prepare al mismo tiempo que parti-

cipe en esta batalla, que es una guerra de cuarta generación, guerra en la que podríamos llegar a ser atacados con bombas y balas, pero que en este mo-mento nos atacan con la televisión, las universidades, el Internet, la cultura en general, es decir, con la superestructura de la sociedad.

las tareas de la juventud

La juventud tiene cuatro tareas fundamentales en el desarrollo de este proceso. Para cumplir con ellas, no puede dejar de participar en el día a día de los acontecimientos. Por lo tanto, se pone a prueba esta juventud ante un reto que le exige disciplina y organiza-ción. Sólo la historia la podrá juzgar.

•Formación profesional para la construcción de la patria surame-ricana.

Ese mundo multipolar –con desa-rrollo endógeno, con una economía en función de la satisfacción de necesida-des y no de la acumulación de riquezas, con una estructura donde el Estado que se entienda como la organización del pueblo para la administración de sus recursos y la solución de sus problemas y no como algo ajeno a él, con una su-perestructura que reproduzca y sustente una sociedad basada en la solidaridad y en la igualdad– necesita de la formación de nuevos profesionales que tengan una preparación técnica capaz de darle res-puestas a ese proceso. •Formación militar para la defensa de la patria suramericana.

La construcción de esta sociedad, diferente, solidaria, de igualdad, rompe con los esquemas tradicionales del po-der, del consumo, de la guerra, en con-secuencia del imperio, quienes bajo la lógica actual de la sociedad detentan ese poder. No se sentarán a observar cómo en sus narices los despojan de él, por el contrario, utilizarán todo lo que esté a su alcance para tratar de mantenerlo, utilizarán sus medios de comunicación, sus medios de producción, sus medios de distribución, sus medios de forma-ción, y si con esto no logran detenernos, utilizarán sus medios de destrucción. Es por esto que nuestra preparación militar

como garantía de lo que queremos cons-truir es una necesidad, entendiendo la caracterización real de la situación, en-tendiendo quién tiene el control del po-der y de la tecnología, que también es poder, pero también entendiendo que una guerra de guerrillas en un mundo globalizado, con un pueblo conciente y utilizando las fuerzas del enemigo en su contra, hace que el mapa sea favorable.

•Claridad política del momento histórico.

El elemento técnico y el elemento mili-tar deben necesariamente estar acom-pañados de un alto nivel de conciencia del momento y el espacio histórico. La formación técnica y militar son armas que pueden ser utilizadas para el bien o el mal. Decía el Che que mal se ve un fusil que asesinaba al pueblo, pero qué hermoso se veía el mismo fusil cuando defendía la vida del pueblo. La diferen-cia la hace la conciencia de los hombres y mujeres que direccionan estas capaci-dades técnicas y militares. Por eso no es suficiente con que formemos profesio-nales y que a nuestra juventud la for-memos militarmente. Nuestra juventud debe estar consciente de la necesidad histórica de construir una sociedad de iguales.

•el trabajo de la construcción de la patriaLa construcción de la patria surameri-cana, de una sociedad nueva y diferente, amerita una voluntad indeclinable de trabajo. Nada está hecho, todo está por hacer. Ante esta realidad, los jóvenes de-bemos asumir el trabajo como primera responsabilidad: el trabajo en la cons-trucción de la patria suramericana, el trabajo en la creación de una sociedad de iguales.

agenda táctica de la juventud y los estudiantes para el 2008

•análisis del mapa político después de los resultados del 2 de diciembre de 2007

Los resultados electorales del 2 de diciembre nos dan la oportunidad de re-visar el rumbo de la revolución, plantear correctivos y tomar un reimpulso de nuestras fuerzas.

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Dentro del proceso de reflexión de los resultados electorales es de suma importancia que se asuma una actitud crítica y autocrítica, que haga énfasis en las formas y los métodos por encima de las personas, pues para nadie es un se-creto que en diferentes oportunidades se han cambiado a las personas en función de mejorar la situación, pero la forma de hacer las cosas ha sido la misma y el pro-blema no se soluciona. En especial, en el sector juvenil se debe hacer un análisis de cómo desmontar la cultura del con-sumo, el confort, la eficiencia y la me-ritocracia que falsamente han logrado imponer como características del siste-ma capitalista y que tanto daño han he-cho sobre todo en los sectores juveniles y la especial atención que el imperio ha puesto sobre este sector.

Indiscutiblemente, los resultados electorales del 2 de diciembre son la su-matoria de un conjunto de causas, don-de algunas son responsabilidad directa de la revolución y otras son acciones tomadas por quienes nos oponen.1.Pésima política comunicacional: el gran triunfador fue la política del miedo. Los sectores que se oponen a este Gobier-no han logrado imponer la política del miedo a través de la mentira, de la ma-sificación de los errores de la revolución y de la minimización de sus logros. La revolución no ha sido capaz de instru-mentar un sistema comunicacional eficiente, con vocerías que tengan cre-dibilidad, con un discurso que no sólo cale en los sectores más radicales, sino también en los sectores intermedios, que sea capaz de desmontar la menti-ra, informar de los éxitos y aclarar los errores.2.Pésima política de movilización: no he-mos sido capaces de pasar de la movili-zación aluvional y emocional que pro-duce el liderazgo del presidente Chávez por un sistema de movilización eficien-te, metódico, milimétrico, que garantice la veracidad en la capacidad de la movi-lización, en la medición de la gestión, en el cumplimiento de las metas.3.Un desgobierno total: en las comunida-des es notable el desgobierno que existe a todos los niveles: el retroceso en las misiones, la ineficiencia de la burocra-cia, la pésima gestión de los gobiernos regionales y locales, las pugnas inter-nas por el poder, el olvido de los proble-mas diarios de la gente.

4.La falta de conciencia política: enten-diendo que ninguna de las razones anteriores tendría peso en un pueblo consciente y que lamentablemente mu-chos sectores apoyan esta revolución por el bienestar económico que la mis-ma representa y no por los niveles de conciencia.

•De la defensa al ataque

En función de la causas que hemos sen-tido que se repiten en cada uno de los espacios de reflexión en los que hemos participado, consideramos que debemos pasar al ataque en la profundización del proceso de cambio que transita el país y buscar los métodos de hacer una ges-tión más eficiente y de mayor relación con los problemas diarios del pueblo, de tener una comunicación más eficiente con los diferentes sectores de la socie-dad que nos permita romper el cerco mediático que tiene la revolución, de tener una movilización más eficiente y, por lo tanto, consideramos que las prio-ridades en esta nueva etapa deben ser la unidad del pueblo, la construcción del partido y la eficiencia en los espacios de gobierno.

•los estudiantes como motor de la juventud

La juventud, que es uno de los sectores donde la oposición ha prestado más atención y que representa la estabilidad estratégica de la revolución, tiene una columna vertebral que son los estu-diantes. En los estudiantes se encuentra al mayor porcentaje de jóvenes de país. Entendiendo que los estudiantes no son una masa homogénea, y que en ella también se ve representada una lucha de clases, debemos plantear tácticas distintas para cada espacio.

•los cuatros espacios estudiantiles y sus diferentes objetivos

1.universidades autónomas. ingreso.

Las universidades autónomas, que con-juntamente con las universidades priva-das del país y que desde el punto de vista de la correlación social representan los mismos intereses como consecuencia de metódico proceso de exclusión que han

vivido las universidades autónomas en contra de los sectores económicamen-te más desfavorecidos de la sociedad, son la principal fuerza del movimiento estudiantil de oposición. En ellas debe-mos tener como objetivo principal el ingreso a las universidades. Hasta estos momentos, en las universidades el 80% de quienes ingresan provienen de liceos privados, mientras que el 80% de nues-tros estudiantes son de liceos públicos, es decir, el ingreso es inversamente pro-porcional al la realidad social del país. El nuevo sistema de ingresos debe invertir esta realidad y hacer que en las univer-sidades autónomas, que son públicas, se refleje la realidad del país: 80% liceos públicos y 20% liceos privados.

2.universidades experimentales e institutos y colegios universitarios. unidad.

En las universidades experimentales, por el contrario, encontramos una ma-yor fuerza de apoyo al proceso de cam-bio, pero con bajos niveles de unidad y de formación. Nuestra prioridad en es-tos espacios debe ser la unidad y la for-mación de nuestras fuerzas. 3.Misiones educativas. organización.

Igualmente, dentro de las misiones edu-cativas encontramos más apoyo al pro-ceso revolucionario y una correlación social más acorde con nuestro discurso en función de los más necesitados. En estos espacios existe una muy insípida organización estudiantil, tenemos al-gunos voceros de aulas que no repre-sentan liderazgos ni organizaciones nacionales. En estos espacios nuestra prioridad debe ser la organización, y en especial la organización de los consejos estudiantiles.

4.educación media. Formación.

Los sectores de educación media, en es-pecial en el sistema público, que viene en un continuo proceso de crecimien-to y reivindicaciones históricas, deben convertirse en el espacio por excelencia de la formación política de los cuadros, de la permanente discusión y en la or-ganización en función de los espacios universitarios.

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Tomando quirúrgicamente al-gún retazo de la historia, y partiendo de Bolívar para rela-cionar la posibilidad de im-

plantarnos la actitud de la conserva-ción de los ingentes recursos dados has-ta el hartazgo por Venezuela, y poder inocularnos una postura más querible para con el cuido del país. Sólo pincele-mos algún morral histórico desde el Li-bertador para consustanciar esta here-dad con lo que le debemos a nuestra tierra, apreciando lo que algunos hom-bres y mujeres desprendidas (los positi-vos) han hecho con su genio, debería-mos nosotros darle entonces a la nación

con la cultura del afecto. Veamos a Bolí-var, el único mortal en la historia uni-versal que es titulado Libertador por los pueblos libertados y por el reconoci-miento progresivo de todas las culturas de la humanidad. Es la estampa y figura activa más mundial de América Latina en los tiempos conocidos. Ningún im-perio ejecutó su hazaña, ni Alejandro Magno, Rey de Macedonia; ni Carlo-magno o Carlos I, rey de los francos y emperador de Occidente; ni los conquis-tadores de la tierra, Gengis Kan, funda-dor del primer imperio mongol; ni Ta-merlán o Timur Lenk, conquistador tártaro, fundador del segundo imperio

mongol. Tampoco Napoleón Bonapar-te, emperador de los franceses. Cuales-quiera otros intentos de tierras algunas han podido remontar a un hombre en tan honorable preeminencia histórica. Simón Bolívar fue el filántropo genial de las patrias y de las constituciones. Bolívar libertó naciones, creó e inspiró constituciones, aclaró a su pueblo su identidad, memoria y altura protagóni-ca en su emancipación. Se comparó con don Quijote en la terquedad de su travesía, censuró a los partidos, creó la cultura de la unidad política, dio su vida por consagrar la democracia y la ciuda-danía a los colectivos de América

Venezuela con querenciaGustaVo Merino FoMbona

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Latina. Llevó la voluntad de los hom-bres y mujeres a las remontadas cum-bres por la libertad y la generosidad sin más recompensa personal que el honor ciudadano. De su Discurso de Angostura extraemos: «[…] Séame permitido lla-mar la atención del Congreso sobre una materia que puede ser de una impor-tancia vital. Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una emanación de la Europa; pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es impo-sible asignar con propiedad a qué fami-lia humana pertenecemos. La mayor parte del indígeno se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el america-no y el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos di-fieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia. Aquí es el lugar de repe-tiros, legisladores, lo que os dice el elo-cuente Volney [erudito y escritor fran-cés de la época, escrito mío] en la dedi-catoria a sus Ruinas de Palmira: “A los pueblos nacientes de las Indias castella-nas, a los jefes generosos que los guían a la libertad: que los errores e infortu-nios del mundo antiguo enseñen la sa-biduría y la felicidad al mundo nuevo”. Que no se pierdan pues las lecciones de la experiencia; y que las escuelas de Grecia, de Roma, de Francia, de Inglate-rra y de América nos instruyan en la difícil ciencia de crear y conservar las naciones con leyes propias, justas, legí-timas y, sobre todo, útiles. No olvidando jamás que la excelencia de un Gobierno no consiste en su teórica, en su forma ni en su mecanismo, sino en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de la na-ción para quien se instituye». Eterna reflexión para nosotros, los venezola-nos, el principio loable de la multicultu-ralidad, proveniente de la unión de tan-tas razas y culturas del mundo que nos hace particularmente singulares en ca-racterísticas societales, donde nos debe-mos la tolerancia, la unidad y el progre-so para todos sin excepción alguna. Domingo Faustino Sarmiento, político, escritor y educador argentino, implan-

tó la filosofía de la historia, cargando sobre sí la escalada de América Latina por la calidad de progreso de la gestión de gobierno. Su libro Facundo o civiliza-ción y barbarie puso de manifiesto su agudeza literaria y sus luces sobre las sociedades. Sören Kierkegaard, danés, y Sartre, francés, concedieron el movi-miento existencialista: primero surgie-ron las raíces desde el danés y luego Sartre con El ser y la nada, con la litera-tura de las grandes circunstancias. Vino el Manifiesto Comunista de Carlos Marx, economista, historiador y filóso-fo, fundador de la Primera Internacio-nal, alemán que junto a su compatriota Federico Engels, cerraron un sincretis-mo analítico de diatribas que partieron del materialismo alemán, de la filosofía de Hegel, que derivó en su tomo El capi-tal, donde cuestiona que la riqueza esté concentrada en pocas manos. Este mo-delo se hace el dominio, de buena parte del planeta, consolidándose con la Re-volución bolchevique, la cual se robus-teció con el leninismo y el estalinismo instaurado en la Unión Soviética. Se profundizan las ciencias, los inventos, las técnicas. Uno de los precursores del estudio integral de las ciencias fue Hen-ry Poincare, matemático y físico fran-cés. Nunca antes se reveló la instru-mentación estructural de la ciencia mediante inventos significativos que activaron la era científica, como en los enlaces de los siglos XVIII, XIX y XX. Boga en el pasado el gran Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, que dejó cielos de saberes a la psiquiatría, a la li-teratura, al arte, a la medicina, al dere-cho penal, a la moral, a la antropología: la sociología, la comunicación indivi-dual y social. Se conoció más sobre el universo sexual, las relaciones familia-res, los sueños, la existencia traumáti-ca, entre otros matices psíquicos. Una-muno ahonda en la cultura de la ilus-tración, instituyéndola con la Universi-dad de Salamanca; cultivó todos los gé-neros literarios. Anexa la utopía quijo-tesca a la institucionalidad, exigiéndole a la segunda lo primero con vehemen-cia. Mahatma Gandhi, dio a Occidente y a Oriente y a la Tierra el culto prove-choso de la paz, esculpiendo la influen-cia de la no violencia para conquistar las metas más difíciles, aplicable al cau-ce de las ciencias sociales, entre otras. Dijo Gandhi: «[…] El mundo aplasta el

polvo bajo sus pies, pero el que busca la verdad ha de ser tan humilde que inclu-so el polvo pueda aplastarlo. Sólo en-tonces, y nada más que entonces, ob-tendrá los primeros vislumbres de la verdad […]». El ruso Fedor Mijailovich Dostoievski aboga revolucionariamente por los miserables en trabajos narrati-vos como Crimen y castigo, El idiota y Los hermanos Karamazov, entre otros. El fi-lósofo alemán Federico Nietzsche, a fi-nales del siglo XIX, se doctrina en la fundación del vitalismo metafísico, donde la superación mediante las virtu-des crean al superhombre: Así hablaba Zaratustra. Valéry nos otorgó la poesía pura; Rimbaud, la conciencia del de-rrumbamiento civilizatorio; Rubén Da-río, el modernismo, creando la ruptura fonética; Neruda, la poética del paisaje con deber social; los beats, el movimien-to poético que arroja la verdad a la in-temperie. El médico francés Albert Schweitzer constituyó el esquema cari-tativo de devoción y misericordia, de abnegación y altruismo, basado en la reverencia por la vida como campo de batalla vital y sociológica, albergando como filosofía: servir a África Ecuato-rial Francesa, en las riberas de Ogobé, levantando un hospital y santuario de Lambarene. Su influencia en la perso-nalidad debida, en el ciudadano trans-disciplinario, ha atraído su leyenda a escritos, películas, artículos en el mun-do completo, y ha sido arrebato como tema de alta poesía. La química, la físi-ca, las matemáticas y la biología se ro-bustecen. Días de revoluciones indus-triales atroces e injusticias generacio-nales, en la repartición del producto de esa riqueza, la economía del acero, del petróleo, la industrialización del auto-móvil: el fordismo, en el siglo XX. La economía del oro negro como motor de la paz y de la guerra. Brota Norbert Wiener, padre de la cibernética, quien hizo una espantosa interpretación teó-rica de la física del universo y sus limi-taciones hacia el caos. Surge Einstein, quien formula la Teoría de la Relativi-dad y contrapesa la versión anterior, diciendo: «No creo que Dios juegue a los dados con el universo». Germinan ho-jas bélicas intercontinentales, estallan bombas atómicas, el culto a la destruc-ción de la humanidad en circunstan-cias adversas o extremas. Se divide el mundo en bloques. La teoría política de

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la fi sión y la fusión de los territorios y de las naciones pululan, la fragmentación de la Unión Soviética. El separatismo en Europa con Irlanda, los vascos, el norte de Italia, los catalanes. Puerto Rico en Estados Unidos. Se unen las naciones en un esquema de intereses políticos y económicos: la Unión Europea, el Mer-cosur, la unión del sudeste asiático, en-tre otras normas de supervivencia. Chi-na, India y Pakistán tienen parte de las válvulas de la orientación futura plane-taria. El liderazgo de la política ambien-tal mediante programas de Greenpeace, asumen un rol estelar: partidos políti-cos, organizaciones no gubernamenta-les, sociedades, tendencias artísticas, impuestos y ciudades: verdes como el prototipo de Curitiba en Brasil. El mun-do actual muestra el arquetipo de las asimetrías, bienestar y miseria acogen al globo. Navegamos estas inmensida-des de aportes humanísticos, antagóni-cos y de grandes contracciones morales en la concepción del estirón progresis-ta, en la llanura del alma, del pensa-miento y del cuerpo. En la ingente de-manda que capitaliza en estos días Ve-nezuela como modelo rico de tracción colectiva o social, debería retomar el re-visionismo de algunas ponderaciones, la ocasión magnánima que tiene el país

ante la historia mundial, para capita-near un ascenso clasista verídico, don-de cambien de modo signifi cativo las estadísticas de adelantos. Primero, pro-ponerse edifi car una gruesa clase me-dia maciza en los próximos diez años, con valores de creación, de trabajo, de ética, de competencia, de solidaridad, que decodifi quen los casi 120 millardos de dólares anuales que ingresan a Vene-zuela como presupuesto fi scal. Apreciar el estudio de experiencias como la de No-ruega, que invierte hoy por hoy sus re-cursos fi nancieros en ahorros para las futuras generaciones, por haber cubier-to las principales necesidades de la ac-tual población. Noruega es líder en el ranking de desarrollo humano que elabo-ra el programa de las Naciones Unidas. El producto interno bruto es elevado, de casi 49 mil dólares en el 2003. Posee una economía de corte social, pero de moderada competencia, no obstante creciente. Indicadores como el empleo, la ética en la administración, el sindica-lismo, la atención social, el comercio, la industria, el desarrollo cultural, la políti-ca ambiental, las pensiones, la seguridad integrada, la recreación, son altamente positivos. Ha combinado el modelo de desarrollo y bienestar socioeconómico con el uso inteligente de sus recursos na-

turales de petróleo y gas. Es una poten-cia en cultura, literatura, cine, teatro, arquitectura y diseño, urbanismo y eco-logía. Venezuela, en este proscenio histó-rico único apuntaría su nave de multi-culturalidad, ajustando hacia la trans-disciplinariedad (la solidaridad), la pro-ducción de mecanismos de unidad con distensión, conquistar a la grandiosa cantidad de hombres y mujeres venezola-nos y extranjeros con condiciones y res-puestas de humanidad, progreso y pro-pensos al trabajo y a los valores construc-tivos para conquistar la maximización del consenso hacia la agencia pública de una sociedad verídicamente más justa y feliz. Para decir en unos años, que reivindica-mos a Bolívar que no aró en el mar, y po-der ver a Venezuela, la diosa de la genero-sidad eterna, a la cara. Esto le daría a la cultura del reconocimiento a la sustenta-bilidad y de la conservación una preemi-nencia vital, lo mismo es decir una sólida cultura a la vida, por ende, al espacio pú-blico e histórico, a la ciudad, al país, a la patria, a la genética de ser cuidadoso y va-lorativo con la existencia y, en consecuen-cia, con el ser de sí y del otro.

Y entonces poder poetizarle: Vene-zuela, te cumplí como las praderas de los cerezos de Neruda, amanecen para cumplirle al amor.

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Hablar del fenómeno Posmo-derno como iniciación de la puesta en duda de nociones tales como razón, historia, pro-

greso, es creer que se está partiendo de cero. En realidad desde fi nales del siglo XIX, Nietzsche escribe sobre tal contro-versia al anunciar la «muerte de Dios». Bastaría con revisar el polémico trabajo Dialéctica del Iluminismo de Adorno y Horkheimer escrito a mediados del siglo XX para encontrar lo mismo. En esta crí-tica a la razón la fi gura de Odiseo sirve para afi rmar las distancias que existen entre la razón y el mito, entre la auto-conciencia del sujeto en oposición a la supremacía mítica y los poderes míticos. Pero también para decirnos como la ra-zón debe convertir su discurso en mito para poder pensarse como razón. La puesta en duda de la razón como verdad absoluta no es un fenómeno nuevo, rei-teramos. Igualmente, habría que traer a la memoria el origen de las vanguardias europeas para dar cuenta de ello. ¿Aca-so no surgieron éstas como una crítica al racionalismo cientifi cista de la corriente positivista? Autores más recientes y preli-minares como Jean François Lyotard nos hablarán de la crisis de los metarrelatos, invención de la modernidad para inter-pretar y sobretodo ordenar la realidad.

Éstos para Lyotard han entrado en crisis al perder su poder de explicación. La razón, la emancipación de los hombres, el progreso, son creaciones de la moder-nidad en la época de la Ilustración con un solo fi n: desarrollo de las fuerzas pro-ductivas y su afi anzamiento en lo social, político y cultural. La posmodernidad es una condición que se origina a partir de la decadencia del funcionamiento de los fenómenos de la modernidad.

Las explicaciones del origen del postmodernismo son múltiples y contra-dictorias. Para algunos autores es el re-sultado del agotamiento de la Moderni-dad, fenómeno éste que ha dado origen a la llamada «Nueva Era». Para otros, tal cambio de era no existe, asumen más bien a la modernidad como un proyec-to inconcluso que no ha llegado aún a su fi n y sólo se estaría gestando una gran crisis al interior del mismo. Ante tal disyuntiva, valdría preguntarse ¿Dónde se sitúa Latinoamérica, en medio de la controversia del discurso logo céntrico? Diferentes visiones latinoamericanas han entrado en la discusión. Es inevi-table revisar la posición culturalista de Néstor Garcia Canclini, dentro de la línea también de Martín Barbero, entre otros, los cuales son partidarios de una rede-fi nición de la modernidad y de la asi-

milación de formas trasculturales. Entre los debates importantes de Garcia Can-clini sobre la cultura latinoamericana y la posmodernidad cabría nombrar como paradigma el libro Culturas híbridas, en el cual el autor se vuelve crítico ante las ideas extremas de aceptación o negación total del fenómeno posmoderno en La-tinoamérica, señalando la necesidad de desarrollar un modelo crítico que estu-die las relaciones entre tradición cultural y posmodernidad cultural, sin obviar la dinámica económica que entra en juego. En este mismo sentido, considera la uti-lidad del fenómeno postmoderno para indagar acerca de la heterogeneidad la-tinoamericana.

Nuestra línea de análisis para dar respuesta a la pregunta ¿Dónde se sitúa Latinoamérica, en medio de la controver-sia del discurso logo céntrico? se aproxima a la de Canclini y esto porque Latinoamé-rica con su heterogeneidad se adelanta al fenómeno posmoderno. En este reco-nocimiento de lo heterogéneo habría que deconstruir el discurso eurocéntrico que habita en el imaginario colectivo latino-americano. Deconstrucción que más que situarnos en el término «antimoderno» nos situaría en el término Dusseliano de «Trans-Modernidad como proyecto mun-dial de liberación» .

transmodernidadversusposmodernidadlourDes ManriQue

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Apostamos por el término Transmo-dernidad por ser un concepto abarcador del ethos latinoamericano. Más que una visión sistémica, mecanicista de causa y efecto, se imbrica en una relación fe-cundante. Explica una relación emanci-padora, liberadora en la que están pre-sentes diversas maneras vitales de ser, cognitivas, en fi n, múltiples imaginarios. Formas todas que, aunque distintas a la modernidad angloamericana y europea, no negarían el diálogo con esas culturas descalifi cadoras de lo nuestro. En este sentido la transmodernidad iría de la mano de la « pluri-versalidad « intercul-tural, en la que cada cultura es valorada, como afi rma Mignolo.

De acuerdo a sus particularidades regionales dentro de un proceso de in-corporación mestiza de lo indígena, lo africano y lo europeo, los latinoame-ricanos han encontrado una identidad propia, generándose así una herme-neútica histórica y una fenomenología simbólica muy particulares, diríamos de síntesis, a través del proceso de fecunda-ción de diferentes culturas. ¿Acaso no tendríamos los latinoamericanos todavía más posibilidad que el «Iluminista» de establecer desde esa síntesis, síntesis ya anunciada en «La raza Cósmica» por José Vasconcelos, un diálogo intercultural con el otro? Imaginándonos la fi gura del Mándala oriental que metaforiza el sí mismo, podríamos responder que, a partir del fenómeno del mestizaje –dis-tinto siempre a la simple y ramplona imitación- el ser latinoamericano esta-ría perfectamente dotado para compar-tir con el «otro» desde ese «si mismo», no negador del «otro». Nos pertenece la alteridad. Se vuelve oportuna la cita de Juan Goytisolo al decirnos que:

«los países mestizos tienen ventaja sobre los más homogéneos, porque es la diversidad la que nos enriquece y remarca que la cultura no puede ser única ni cerra-da, puesto que existe una polinización a través de las autopistas del viento que han ido desde el Lejano Oriente hasta el Próxi-mo Oriente y, de aquí, hacia Occidente».

Goytisolo metaforiza bellamente nuestros orígenes y a la vez da cabida para desmitifi car el mito de la moder-nidad eurocéntrica ubicada en lo que Santiago Gómez llama la «hybris del punto cero», como un principio afi an-zador de la uni-versalidad eurocéntrica del «Ego cogito» de Descartes, en el que

no se admite por ser excluyente el saber originado en otros espacios y culturas. La modernidad eurocéntrica no admite la polinización descrita por Goytisolo. Si la admitiera se comenzara por reco-nocer que la «pureza de sangre «es un invento que se utilizó para colonizar y por supuesto para subvalorar al «otro», creó «la violencia epistémica» cuya ex-presión, entre otras cosas, fue una etno-grafía, un aparato ideológico que sirvió en las ciencias sociales para transmitir un discurso tras el que se estableció la dicotomía entre bárbaros y civilizados. Y por ende sirvió, para descalifi car y despreciar el saber de nuestros pueblos originarios. Es oportuno destacar en el campo de la fi losofía la visión alemana de Johann Von Herder y Georg Wilhem Friedrich Hegel en la que se afi rman las hondas diferencias humanas relativas a inteligencia y producción del saber de-pendiendo de la cultura. Esto adelantó en las ciencias sociales el estudio compa-rativo entre civilizaciones.

Abierta contradicción hay en la «pureza de sangre» de la modernidad eurocéntrica, por cuanto la moderna Europa tiene en sus genes reminiscen-cias ancestrales, como señala Dussel es «hija de fenicios, de un semita». Para el mismo autor en el acertado afán de de-construcción, el mito de la moder-nidad ha hecho ver el origen europeo en un sola línea que iría desde Grecia, Roma, Europa. Pero estudios literarios han permitido rastrear la infl uencia del Islam y los musulmanes en la litera-tura española. ¿Y acaso el magnánimo libro de Cervantes El Quijote no es una muestra de ello, por estar salpicado de reminiciencias árabes e islámicas, in-discutible presencia de nueve siglos de historia en la península Ibérica, huella dejada en la subjetividad del español y recibida por nosotros los latinoamerica-nos a través del colonialismo, en esa re-lación intersubjetiva, con la alteridad. Todo esto nos obliga nombrar la obra de García Márquez, donde es posible encontrar rasgos transmodernos de la cultura ancestral latinoamericana, re-cibida de la cultura española: las tra-diciones religiosas, los rituales y las presencias indígenas. Es de esa mixtura desde donde nace sabiamente el realis-mo mágico, corriente estética que puso los ojos del mundo en Latinoamérica.

El transmodernismo trasciende el

concepto Posmoderno. A diferencia del postmodernismo, no es una relación uní-voca. La trans-modernidad y la tradición no son dos cosmovisiones que se contrapo-nen, sino una síntesis novedosa de ambas. El resultado del intercambio intercultural transmoderno, dentro de la visión dusse-liana no es el de un reconocimiento pasivo, sino el de un intercambio capaz de llegar a desarrollar proyectos transformadores de la sociedad. Para ello en la visión dusselia-na habría por comenzar por negar el «mito civilizatorio» y el de «inocencia de la vio-lencia». Esa relación víctima –victimario, permite a la víctima, mirarse a sí mismo como inocente. Ese reconocimiento de la inocencia es lo que permite que recaiga sobre «la modernidad» la culpa de la vio-lencia aplicada a la Alteridad del «Otro» y a su vez la afi rmación de esta Alteridad del «otro» victimizado. Este reconocimiento de la violencia trae a su vez el reconocimien-to de la injusticia de la «praxis sacrifi cial». Todos estos reconocimientos permitirán liberarse de la «razón emancipadora» para situarse en la «razón liberadora». Se estaría de igual forma descubriendo el «eurocen-trismo» de la razón ilustrada, la «falacia desarrollista». El fi n último de estos re-conocimientos dusselianos, es que «…la razón moderna es trascendida (pero no como negación de la razón en cuanto tal, sino de la razón violenta eurocéntrica, de-sarrollista, hegemónica.»

La episteme de la modernidad creó una única visión universal de la historia, visión equivocada, por cuanto lo univer-sal no se decreta, lo universal es cons-titutivo de cada pueblo. El transmoder-nismo no aboga por el enfrentamiento entre culturas, no dialoga desde una falocracia centrista de grandeza auto-creada. Por contraposición a la visión transmodernizadora la globalización es un intento de universalización de una cultura tecno-científi ca. Decimos que es un intento porque excluye del panorama a otras culturas. En este sentido, el pro-pósito de la transmodernidad, no es el de la globalización que nos obliga a pa-recernos, a uniformarnos, sino más bien el de la «convivencia global», dentro de la cual se inserta el paradigma latino-americano del Alba, posible de traducir en términos de la hermosa y humana experiencia de convivir juntos, de respe-to hacia las identidades, los valores, y modos de vida de los pueblos.

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La sub-región de Barlovento posee una extensión de 4.647 kilóme-tros cuadrados, los cuales repre-sentan el 58,5% de la superfi cie

del territorio del estado Miranda. Está ubicado al nordeste de la entidad miran-dina, entre los paralelos 10º y 11º latitud norte y los meridianos 65º y 67º longi-tud oeste; y en los momentos actuales está integrado por seis municipios: Ace-vedo, Andrés Bello, Brion, Eulalia Buroz, Páez y Pedro Gual.

El territorio que comprende el área geográfi ca de Barlovento es atravesado por un conjunto de ramifi caciones mon-tañosas procedentes unas de la cordillera de la Costa y otras de la llamada serranía del Interior, las cuales, al alinearse o con-tinuar paralelas, determinan la confi gu-ración de su relieve. Sus tierras de nivel bajo o depresivo están integradas por lo general por suelos húmedos a causa del alto índice de las lluvias, las cuales son ocasionadas por los vientos alisios del noreste, sin olvidar sus numerosos ríos y quebradas, siendo el más importante el río Tuy, que cruza toda la superfi cie de la sub-región.

Durante el período Prehispánico, Barlovento estuvo poblado por varias etnias indígenas, siendo algunas de ellas los quiriquires y tomuzas, ambas de la fa-milia lingüística caribe. Estos grupos hu-manos, a partir de los siglos XVI y XVII, fueron afectados por la presencia de los conquistadores y colonizadores españo-les, quienes a lo largo de varias décadas ocasionaron el exterminio de los aborí-genes, debido a la resistencia que ellos pusieron en práctica en contra de los

europeos, sin olvidar la contaminación que les ocasionaron varias enfermeda-des traídas directamente por los penin-sulares.

Ahora bien, después del genocidio de la población indígena, se hizo evi-dente la necesidad de fomentar la traída de mano de obra esclavizada de origen africano, que ya para fi nales del siglo XVII y principios del XVIII había sido introducida en pequeñas cantidades en Barlovento, como consecuencia del in-cremento de los cultivos en algunas ha-ciendas de cacao y caña de azúcar. Sin embargo, será con el auge del comercio del cacao y con la llegada de la Compa-ñía Guipuzcoana (1728) cuando obser-vamos un crecimiento en el proceso de la introducción de negros africanos y la de sus posteriores descendientes. Por tales motivos, observamos a lo largo del siglo XVIII la consolidación de un orden social jerárquico, en donde los blancos crio-llos y los peninsulares (terratenientes, comerciantes, etc.) ejercían su poderío y hegemonía sobre los otros grupos hu-manos (indígenas traídos por los misio-neros desde diferentes áreas geográfi cas de la Venezuela colonial, «blancos de orilla», negros libres, mulatos, zambos y negros esclavizados, siendo estos últi-mos quienes estuvieron ubicados en los niveles más bajos de la pirámide social en el contexto de la época). Además, no po-demos omitir que también se utilizó a los esclavizados bozales y ladinos en la cons-trucción de templos, caminos, viviendas, en los ofi cios del hogar, en la crianza de los niños y niñas de los mantuanos, en la confección de artículos artesanales,

elaboración de los alimentos, vestidos, herramientas de trabajo, instrumentos musicales, uso de plantas medicinales y muchos otros ofi cios.

De la misma forma, no hemos de pasar por alto que a los esclavizados ne-gros, zambos y mulatos, en algunas oca-siones se les daba la oportunidad de que pudieran cultivar sus propios conucos y «arboledillas», en las periferias y terrenos menos fértiles de las haciendas de sus amos. Todo ello con la fi nalidad de que estos últimos cultivaran los frutos nece-sarios para su propia alimentación y en última instancia para que reunieran una determinada cantidad de dinero que les permitieran comprar su libertad o la de sus familiares más cercanos.

En cuanto a los vínculos, produc-ción cacaotera, mano de obra esclaviza-da y población en Barlovento durante el siglo XVIII, hemos tomado en considera-ción el siguiente texto: «[…] el desarrollo del cultivo del cacao junto a la apropia-ción y concentración de tierras fue mar-cando una nueva tendencia al repobla-miento de la región de Barlovento. En 1784 habían hecho su aparición Ara-güita y Macayra y estaban por fundar-se Tapipa, Taguaza y San Fernando del Guapo […] Por supuesto, la gran mayoría de la población concentrada alrededor de las haciendas cacaoteras estaba formada por esclavos negros de origen africano. Su número se calcula con solo echar una mirada a la gran cantidad de haciendas de cacao establecidas en la región duran-te 1790: en Caucagua 60 haciendas; 29 en Tapipa; 26 en Panaquire; 20 en Taca-rigua; 20 en Mamporal; 28 en Aragüi-

Los africanos y sus descendientes en Barlovento:Homenaje a Juan Pablo Sojo (1907-2007)JOSÉ MARCIAL RAMOS GUÉDEZ

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ta; 50 en Curiepe; 25 en Cúpira y 30 en El Guapo […] La mayoría de ellos había sido traída de Angola y el Congo junto con negros de la región septentrional del golfo de Guinea, entre quienes se encon-traban los famosos mandingas» (Guerra Cedeño, Franklin. Esclavos negros, cima-rroneras y cumbes de Barlovento. Caracas: Cuadernos Lagoven, 1984. p. 10). Para ampliar la información relacionada con los gentilicios africanos en Barlovento, no podemos omitir que a través de la trata también llegaron etnias subsaharianas, tales como los araras, los carabalíes, los bañones, los barantes, los builas, los de Cabo Verde, los nalús, los malembes, los cacheos, los gangas, los minas, los mon-dongos, los luangos o loangos, los fanti-ashantis, los tares o tarís y muchos otros (Ramos Guédez, José Marcial. Contribu-ción a la historia de las culturas negras en Venezuela colonial. Caracas: Instituto Mu-nicipal de Publicaciones, 2001. pp. 69-88). Se observa un predominio de negros africanos vinculados a la cultura bantú, la cual tiene su área de influencia en re-giones del África, en donde actualmen-te existen los siguientes países: Angola, República del Congo, África Ecuatorial, Mozambique, República de Sudáfrica, República Democrática del Congo, Tan-zania, Namibia y Zambia.

A su vez, hemos de tener presente un hecho de vital importancia como lo fue el de la resistencia de los negros, zam-bos y mulatos sometidos a esclavitud en contra de sus amos y del régimen de tra-bajo puesto en práctica por estos últimos. En tal sentido, apreciamos que en esencia la labor realizada por los esclavizados en las haciendas de cacao, caña de azúcar y otros frutos del agro, para lograr un alto índice de productividad, exigía una seve-ra vigilancia y condiciones de violencia impuestas por parte de los propietarios y sus mayordomos; sin olvidar la actitud negativa demostrada por los esclaviza-dos hacia el trabajo para beneficios de otros y más cuando se consideraba como una labor «servil». De allí los numerosos enfrentamientos de la población some-tida a esclavitud contra sus amos y las constantes fugas hacia las montañas y bosques poco accesibles, en donde cons-truyeron rochelas, cumbes y palenques, muchos de los cuales, posteriormente, se convirtieron en centros poblados, tal como ocurrió con los casos de Birongo, Ocoyta en jurisdicción de Panaquire, Ta-

guaza, Morocopa, Cumbo, Ganga y mu-chos otros. Además, no podemos omitir el caso del pueblo de Curiepe, el cual fue fundado por negros libres, bajo el man-do del capitán Juan del Rosario Blanco. E igualmente, durante la segunda mitad del siglo XVIII, en Barlovento ocurrieron dos levantamientos, los cuales fueron dirigidos el primero por el negro Guiller-mo Ribas (1771-1774) en Ocoyta, y el segundo por el negro Miguel Gerónimo Guacamaya (1794-1796) en el valle de Taguaza y zonas adyacentes.

Con relación a los aportes cultura-les de los africanos y sus descendientes en la sub-región de Barlovento, vemos que después de un proceso de mestiza-je con los indígenas y los europeos, aún persiste un conjunto de expresiones que conservan elementos étnico-culturales procedentes del continente africano, mu-chos de ellos ligados al santoral católico o a reinterpretaciones que tienen su base en el proceso de transculturación indo-afrodescendiente. Por tales motivos, nos encontramos con las fiestas en honor a San Juan Bautista (del 23 al 25 de junio), la fiesta de la Cruz de Mayo (del 3 al 30 de mayo), el Velorio del Niño Jesús (enero), los Reyes Magos (6 de enero), Carnaval (febrero), Semana Santa (marzo o abril), la Parranda de los Boleros (el día de los Inocentes, 28 de diciembre), la Parran-da de los Muertos (30 de diciembre), las fiestas patronales, el Recibimiento del Niño Jesús (24 de diciembre), el Entierro de las Sardinas, el Baile de la Burriquita, entre otros. Asimismo, observamos un conjunto de instrumentos musicales de origen africano: tambores (redondos, denominados «culo ‘e puya», el mina, la curbata o curbeta, los cumacos), el cen-cerro, la marimba, los quitiplás, la gua-rura, los laureles, etc. También aprecia-mos el aporte de los africanos en las ac-tividades de cultos y creencias animistas: velorio de los angelitos, la fe en el ánima sola, espíritu malignos, duendes y en-cantos, el uso de amuletos, lo mismo que las prácticas mágicas del curanderismo a base de hierbas y medicamentos caseros: polvos, esencias, jarabes. E igualmen-te, debemos tomar en consideración los aportes de las tierras subsaharianas en la alimentación, donde se destaca la la-bor de las cocineras africanas y sus des-cendientes, quienes fomentaron técnicas culinarias conocidas como el «sofrito», el predominio de la grasa en salsas y guisos

y la elaboración de platos tales como los hervidos con pescado y coco, la cafunga, el quimbombó, el mondongo, el fufú, las conservas de coco y papelón y el consu-mo en la dieta cotidiana del barlovente-ño del ñame, la patilla, el quinchoncho, el cambur guineo, la gallina guinea, los plátanos y muchos otros. (Para ampliar la información, leer los escritos de Juan Pablo Sojo (1907-1948): Tierras del esta-do Miranda, sobre la ruta de los cacahuales. Caracas, 1938; Temas y apuntes afrove-nezolanos, 1ª edición, Caracas, 1943; Nochebuena negra, 1ª edición, Caracas, 1943, y Estudios de folklore venezolano, Los Teques, 1986.)

Además, no podemos omitir que en la sub-región aludida han nacido varios escritores, intelectuales y artistas plásti-cos de reconocida trayectoria nacional e internacional, siendo algunos de ellos: Luis Correa, Rafael Arévalo González, Juan Pablo Sojo (padre), Eduardo Arroyo Álvarez, Arcadio Jesús Blanco, Amado Cornielles, Hermes Delgado Paiva, José Fabbiani Ruiz, León Levy, Simón Ferrer, Pedro Lhaya, Argelia Lhaya, Fernando Madrid Galindo, Estilito Díaz Aponte, Benito Galárraga, Antonio Acosta Már-quez, Aureliano Huizi, Ramón Milano, Eladia Carrer, Carmelo Paiva Palacios, Fe-lipe Martín Piñate, Oscar Rojas Jiménez, Carlos J. Soucre, Jesús A. Yerena, Cruz Ávila, Manuel Quintana Castillo, Onofre Frías, Jesús «Chucho» García, Gerónimo Sánchez, Héctor Acosta Prieto, Rafael Se-rrano Toro (Barrabás), Jesús Blanco Sojo, Juan Vicente Fabbiani, Eduardo Brígido, Tarcisio Piñango, Martín Páez, Luis Rive-ro, Ida Clemente, Carmen Verde Arocha, Cruz María Conopoy, Richard Milano, Zulay Hernández, Yelitze Delgado, etc. (Ramos Guédez, José Marcial. Bibliografía del estado Miranda. Caracas, Biblioteca de Autores y Temas Mirandinos, 1981, pp. 25-255, y Base de datos: autores, materias y títulos, Biblioteca Nacional, Caracas, 2007).

Por último, encontramos en Bar-lovento durante la primera década del siglo XXI muchos problemas económico-sociales, políticos y educativo-culturales que tienen su base en los prejuicios étni-co-raciales (discriminación y racismo) y en la expansión no planificada del turis-mo de carácter neoliberal, sin omitir la contaminación de las playas, la defores-tación y los numerosos daños al medio-ambiente.

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Entre los grandes teóricos que modifi caron la confi guración política e ideológica del mundo en el siglo XX, fi gura este hombre de austeridad infl exible y absoluta modes-tia, que se quejaba del título de Mahatma, ‘gran alma’, que le había dado, contra su voluntad, el poeta Rabindranath Tagore. En un país en que la política era sinóni-mo de corrupción, Gandhi introdujo la ética en ese dominio a través de la prédica y el ejemplo. Vi-vió en una pobreza sin palia-tivos, jamás concedió preben-das a sus familiares y rechazó siempre el poder político antes y después de la liberación de la India. Este rechazo convirtió al líder de la no-violencia en un caso único entre los revoluciona-rios de todos los tiempos.

el descubrimientode oriente

Mohandas Karamchand Gandhi nació el 26 de octubre de 1869 en un remoto lugar de la India, en la ciudad costera de Porbandar, del distrito de Guja-rat. Éste era entonces un mosaico de minúsculos princi-pados, cuyos gobernantes tenían un poder absoluto so-bre la vida de sus súbditos. Su padre, Karamchand Gandhi, era el primer ministro de Porbandar y pertenecía a la casta de los banias, merca-deres de proverbial astucia y habilidad en el comercio. Su madre, llamada Putlibai, procedía de la secta de los pranamis, quienes mez-claban el hinduismo con

a los 60 años del asesinato del más grande revolucionario, de todos los tiempos

Mahatma Gandhi (Gran alma)para ti este humilde homenaje Mahatma Gandhi (Gran alma)para ti este humilde homenaje Mahatma Gandhi (Gran alma)

José antoniopara ti este humilde homenaje José antoniopara ti este humilde homenaje VelásQuez MontaÑo

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las enseñanzas del Corán. Era una mu-jer profundamente religiosa y austera que dividía su tiempo entre el templo y el cuidado de los suyos, amén de practi-car frecuentes ayunos. En la formación espiritual de Mohandas, que sentía un ilimitado amor por sus padres, ade-más de la adoración a la diosa Visnú que profesaba la familia, concurrieron una serie de culturas y credos amalga-mados: el hindú, el musulmán, el jain. Este último tuvo especial influencia en su filosofía: los jains practicaban la no-violencia no sólo con los animales y los seres humanos, sino incluso con las plantas, los microbios, el agua, el fuego y el viento.

Ejemplo típico de tardía genia-lidad, Mohandas fue un adolescente silencioso, retraído y nada brillante en los estudios, que pasó sin llamar la atención por las escuelas de Rajkot. A los trece años, siguiendo la costumbre hindú, lo casaron con una niña de su edad llamada Kasturbai, de quien es-taba prometido desde los seis años sin saberlo. El joven esposo se enamoró apasionadamente de la muchacha, y por hacer el amor con ella abandonó el lecho de su padre moribundo la misma noche en que éste murió. El suceso dejó una culpa imborrable en Gandhi, que más tarde se declararía en contra del matrimonio entre niños y a favor de la continencia sexual.

Como sus calificaciones no mejo-raron en el instituto, la familia decidió enviarlo a Londres para seguir los cur-sos de abogacía del Inner Temple, cuyas exigencias eran menores que las de las universidades indias. Con tanto mie-do como excitación, el muchacho se embarcó en Bombay en septiembre de 1888. Tenía diecinueve años y acababa de ser padre por primera vez. Antes de partir había prometido solemnemen-te a su madre no seguir la costumbre inglesa de comer carne, dado que el visnuismo lo prohibía. Varias veces en su adolescencia había transgredido tal norma, impulsado por un amigo que le aconsejaba la carne para parecerse en fortaleza a los ingleses.

En Londres vivió tres años, entre 1888 y 1891, período en que se produ-jo uno de los hechos más determinan-tes de su vocación: el descubrimiento de Oriente a través de Occidente. En efecto, en la capital inglesa comenzó a

frecuentar a los teósofos, quienes lo ini-ciaron en la lectura del primer clásico indio, el Bhagavad Gita, al que llegaría a considerar «el libro por excelencia para el conocimiento de la verdad». También allí entró en contacto con las enseñan-zas de Cristo, y durante un tiempo se sintió tan atraído por la ética cristiana que dudó entre ésta y el hinduismo. De esa época son sus intentos de sintetizar los preceptos del budismo, el cristianis-mo, el islamismo y su religión natal, a través de lo que señaló como el princi-pio unificador de todos ellos: la idea de renunciación.

En estos años decisivos para su formación intelectual leyó a Tolstói, en quien más tarde encontraría el guía para el perfeccionamiento de la prác-tica y la teoría de la no-violencia. Y cuando regresó a la India con el título de abogado, lo hizo con sus señas de identidad orientales: había ido en busca de la sabiduría occidental y retornaba con el secreto que había hecho sabios a los hindúes.

los primeros experimentos de la resistencia gandhista

Al volver a Porbandar encontró a su familia desintegrada: la madre había muerto poco antes y los Gandhi habían perdido toda influencia en la corte principesca. Como abogado no halló muchas perspectivas, ya que su primera actuación profesional terminó en un humillante fracaso, pues enmu-deció al dirigirse al tribunal y no pudo continuar. Fue entonces cuando una factoría comercial musulmana le ofre-ció un contrato para atender un caso de la empresa en Durban, y Gandhi no dejó pasar la oportunidad. Se embarcó hacia Sudáfrica en 1893.

En el país de los antiguos colonos holandeses vivía una colonia hindú for-mada en su mayoría por trabajadores, a quienes los ingleses llamaban despec-tivamente sami. Carecían de todo dere-cho, se les despreciaba y discriminaba racialmente, como pudo comprobar en carne propia el joven abogado durante algunos de sus viajes en ferrocarril. Pero la situación era más grave aún de lo que parecía. Terminado su trabajo, Gandhi estaba a punto de regresar a la India cuando se enteró de la existencia de un proyecto de ley para retirar el derecho

de sufragio a los hindúes. Decidió enton-ces aplazar la partida un mes para orga-nizar la resistencia de sus compatriotas, y el mes se convirtió en veintidós años. Gandhi

Durante esa larga etapa de su vida, su mayor preocupación fue la libera-ción de la comunidad india, y en ella fue dando forma a las armas de lucha que más tarde utilizaría e su país. En los primeros años, convencido de las bue-nas intenciones del colonialismo britá-nico, abrió un bufete para defender a sus compatriotas ante los tribunales en Johannesburgo y se propuso articular un movimiento dedicado a la agitación por medios legales. Fundó el periódico The Indian Opinion, para aglutinar a la comunidad india y, como instrumen-to de agitación legal, creó el Congreso Indio de Natal. Sus simpatías anglófilas le llevaron durante la guerra contra los boers a organizar el Cuerpo Indio de Ambulancias, acción que mereció du-ras críticas por parte de los nacionalis-tas indios.

A partir de 1904, la actividad de Gandhi sufrió un cambio notable: des-pués de leer la crítica del capitalismo contenida en Unto the Last, de John Ruskin, modificó su estilo de vida y pasó a llevar una sencilla existencia comu-nitaria en las afueras de Johannesbur-go, donde fundó una comuna llamada Tolstói. En esa época bosquejó la teoría del activismo no-violento, que puso en marcha por primera vez para oponerse a la ley de registro. Esta ley obligaba a todos los indios a inscribirse en un re-gistro especial con sus huellas dactila-res. Gandhi ordenó a sus compatriotas que no se inscribieran, que comerciaran en las calles sin licencia y, más tarde, que quemaran sus tarjetas de registro frente a la mezquita de Johannesburgo. Como muchos de sus seguidores, fue a parar a la cárcel varias veces, pero el movimiento de resistencia civil obtuvo varios éxitos parciales.

En 1913, la protesta contra un im-puesto considerado injusto se tradujo en una marcha a través del Transvaal, hasta Natal. Al año siguiente, las auto-ridades británicas dieron marcha atrás con dicho impuesto y autorizaron a los asiáticos a residir en Natal como traba-jadores libres. La victoria parecía total, y Gandhi, que había abandonado las vestimentas europeas en señal de pro-

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testa, partió definitivamente de Sudá-frica con su mujer y sus hijos. A largo plazo todos los logros de la comunidad india se perdieron y las autoridades de aquel país endurecieron aún más su política racista, pero Sudáfrica había sido el banco de pruebas donde Gandhi desarrolló y comprobó las tácticas que más tarde habría de utilizar en su tierra natal.

el Mahatma

Gandhi llegó a la India en 1915 como un verdadero héroe, con la au-reola de sus campañas en el extranjero. Las masas de Bombay le tributaron un caluroso recibimiento, el gobernador inglés acudió a saludarlo y el poeta Rabindranath Tagore le dio la bienve-nida en su Universidad Libre de Santi-niketan. A poco de llegar, en la ciudad de Ahmedabad fundó una comunidad casi monástica en la que estaban pro-hibidas las vestimentas extranjeras, las comidas con especias y la propiedad privada. Sus miembros se dedicaban únicamente a dos trabajos materiales: la agricultura, para obtener el sustento, y el tejido a mano, para procurarse el abrigo. Aquí dio comienzo a una lucha que Gandhi habría de sostener durante toda su vida: la batalla contra las lacras del hinduismo y a favor de los intoca-bles. El primer paso fue admitirlos como miembros de la comunidad.

En esos primeros años Gandhi abandonó toda agitación política a fin de apoyar los esfuerzos bélicos de Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial, llegando incluso al reclutamiento de soldados para el ejército inglés. Su en-trada en la política india no se produ-jo sino hasta febrero de 1919, cuando la aprobación de la Ley Rowlatt, que establecía la censura y señalaba duras penas para cualquier sospechoso de terrorismo o sedición, le abrió los ojos acerca de las verdaderas intenciones de los imperialistas ingleses en su país. Gandhi pasó entonces a encabezar la oposición a la ley. Organizó una cam-paña de propaganda a nivel nacional mediante la no-violencia, que comenzó con una huelga general. Ésta pronto se extendió a todo el país y las protestas se sucedieron en las principales ciudades, donde se registraron algunos focos de violencia pese a la insistencia del líder

en el carácter pacífico de las manifesta-ciones. Cuando acudía a Delhi a apaci-guar la población, Gandhi fue detenido. Días después, el 13 de abril, el briga-dier general Dyer ordenaba disparar a sus gurkas sobre la multitud reunida en el Jallianwala Bagh de la ciudad de Amritsar. La dominación inglesa había mostrado su verdadero rostro sangui-nario y brutal: casi cuatrocientas per-sonas fueron asesinadas y otras miles, heridas. Pero las autoridades británicas se vieron obligadas a reconsiderar sus tácticas y la Ley Rowlatt jamás entró en vigor.

En los años siguientes a la masacre de Amritsar, Gandhi se convirtió en el líder nacionalista indiscutido, alcan-zando la presidencia del Congreso Na-cional Indio –partido fundado por Alan Octavius Hume en 1885–, que él supo convertir en un instrumento efectivo en pro de la independencia. De una agru-pación de las clases medias urbanas, pasó a ser una organización de masas enraizada en los pueblos y en el cam-pesinado. Se pusieron en marcha las grandes campañas de desobediencia civil, que iban desde la negativa masi-va a pagar impuestos hasta el boicot a las autoridades. Miles de indios llena-ron las cárceles y el mismo Gandhi fue detenido en marzo de 1922. Diez días más tarde comenzaba «el Gran Juicio», en que el Mahatma se declaró culpable y consideró la sentencia a seis años de prisión como un honor, con lo que la sesión terminó con una reverencia mu-tua entre juez y acusado.Cuando salió de la cárcel –una apendi-citis hizo que las autoridades coloniales lo liberaran en 1924–, encontró que el panorama político se había modificado en su ausencia: el Partido del Congreso se había dividido en dos facciones y la unidad entre hindúes y musulmanes, conseguida con el movimiento de des-obediencia civil, había desaparecido. Gandhi decidió entonces retirarse de la política para vivir como un anacoreta, en absoluta pobreza y buscando el silen-cio como fuerza regenerativa. Retirado en su Ashram se convirtió en esos años en el jefe espiritual de la India, en el di-rigente religioso de fama internacional que muchos occidentales en busca de la paz espiritual trataban como un gurú.

Su retiro finalizó de manera brus-ca en 1927, cuando el Gobierno britá-

nico nombró una comisión encargada de la reforma de la Constitución, en la que no participaba ningún nativo. A la cabeza de la lucha política, Gandhi consiguió que todos los partidos del país hicieran el boicot a dicha comisión. Poco después, la huelga de Bardoli, en apoyo a la negativa a pagar impuestos, terminaba en un éxito total. La victoria del movimiento animó al Congreso a declarar la independencia de la India, el 26 de enero de 1930, y se encargó al Mahatma la dirección de la campaña de no-violencia para llevar a la práctica la resolución. Éste eligió como objetivo de la misma el monopolio de la sal que afectaba particularmente a los pobres, y partió de Sabartami el 12 de marzo con 79 voluntarios con rumbo a Dan-di, población costera distante a 385 kilómetros. El pequeño movimiento se extendió como las olas de un estan-que hasta alcanzar toda la India: los campesinos sembraban de ramas ver-des los caminos por donde pasaría ese hombre pequeño y semidesnudo, con un bastón de bambú, camino del mar y al frente de un enorme ejército pacífi-co. El día del aniversario de la masacre de Amritsar, Gandhi llegó a orillas del mar y cogió un puñado de sal. Desde ese momento la desobediencia civil fue im-parable: diputados y funcionarios loca-les dimitieron, los prohombres locales abandonaron sus puestos, los soldados del ejército indio se negaron a disparar sobre los manifestantes, las mujeres se adhirieron al movimiento, mientras los seguidores de Gandhi invadían pacífi-camente las fábricas de sal.

nehru y Gandhi

La campaña terminó con un pacto de compromiso entre Gandhi y el virrey de su majestad británica, en virtud del cual se legalizaba la producción de sal y se liberaban los cerca de 100.000 presos detenidos durante las movilizaciones. Por otra parte, Gandhi era enviado a Londres para participar en la conferen-cia que discutía los pasos a seguir para establecer un gobierno constitucional en la India. La presencia del Mahatma en Inglaterra, al margen de la gran aco-gida popular que le dispensaron los ba-rrios londinenses, no supuso resultados favorables para la causa, y al regresar a su país se encontró con que Nehru y

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otros líderes del Congreso se hallaban una vez más en prisión.

hacia la independencia

Varias veces en su vida Gandhi re-currió a los ayunos como medio de pre-sión contra el poder, como forma de lu-cha espectacular y dramática para de-tener la violencia o llamar la atención de las masas. La falta de humanidad del sistema de castas, que condenaba a los parias a la absoluta indigencia y os-tracismo, hizo que Gandhi convirtiera la abolición de la intocabilidad en una meta fundamental de sus esfuerzos. Y desde la prisión de Yervada, donde ha-bía sido confi nado nuevamente, hizo un «ayuno hasta la muerte» en contra de la celebración de elecciones separa-das de hindúes y parias. Ello obligó a todos los líderes políticos a acudir junto a su lecho de prisionero para fi rmar un pacto con el consentimiento inglés. La labor de «pedagogía popular» para cu-rar a la sociedad hindú de sus llagas no terminó aquí. Distanciado del Congreso ante la decepción que le provocaban las maniobras de los políticos, se dedicó a visitar pueblos lejanos, insistiendo en la educación popular, en la prohibición del alcohol, en la liberación espiritual del hombre.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial fue el motivo de que Gandhi, una vez más, retornara al primer plano político. Su oposición al confl icto bélico era absoluta y no compartía la opinión de Nehru y otros líderes del Congreso, proclives a apoyar la lucha contra el fascismo. Pero la decisión del virrey de incorporar el subcontinente a los pre-parativos bélicos de Gran Bretaña sin consultar con los políticos locales clari-fi có las aguas, provocando la dimisión en masa de los ministros pertenecien-tes al Congreso. Tras la toma de Ran-gún por los japoneses, Gandhi exigió la completa independencia de la India, para que el país pudiera escoger libre-mente sus decisiones. Al día siguiente, el 9 de agosto de 1942, era arrestado junto a otros miembros del Congreso, lo que produjo una sublevación en masa de los nativos, seguida por una serie de revueltas violentas en todo el territorio indio. Ésta fue la última prisión del Ma-hatma y quizá la más dolorosa, porque desde su presidio en Poona se enteró de

la muerte de su mujer, Kasturbai. Era ya un anciano frágil y debilitado cuan-do salió en libertad en el año 1944.

Finalizada la guerra, y tras la su-bida al poder de los laboristas en In-glaterra, Gandhi desempeñó un rol fundamental en las negociaciones que llevaron a la liberación. Sin embargo, su postura opuesta a la partición del subcontinente nada pudo contra la determinación del líder de la Liga Mu-sulmana, Jinnah, defensor de la sepa-ración del Pakistán. Dolido por lo que consideró una traición, en 1946 el Mahatma vio con horror cómo los an-tiguos fantasmas indios resurgían du-rante la celebración del nombramiento de Nehru como primer jefe de Gobierno, que fue pretexto de violentos disturbios motivados por la pugna entre hindúes y musulmanes.

Gandhi se trasladó a Noakhali, donde habían comenzado los enfrenta-mientos, y caminó de pueblo en pueblo, descalzo, tratando de detener las ma-

rar a la sociedad hindú de sus llagas no terminó aquí. Distanciado del Congreso ante la decepción que le provocaban las maniobras de los políticos, se dedicó a visitar pueblos lejanos, insistiendo en la educación popular, en la prohibición del alcohol, en la liberación espiritual

El estallido de la Segunda Guerra Mundial fue el motivo de que Gandhi, una vez más, retornara al primer plano político. Su oposición al confl icto bélico era absoluta y no compartía la opinión de Nehru y otros líderes del Congreso, proclives a apoyar la lucha contra el fascismo. Pero la decisión del virrey de incorporar el subcontinente a los pre-parativos bélicos de Gran Bretaña sin consultar con los políticos locales clari-fi có las aguas, provocando la dimisión en masa de los ministros pertenecien-tes al Congreso. Tras la toma de Ran-gún por los japoneses, Gandhi exigió la completa independencia de la India, para que el país pudiera escoger libre-mente sus decisiones. Al día siguiente, el 9 de agosto de 1942, era arrestado junto a otros miembros del Congreso, lo que produjo una sublevación en masa de los nativos, seguida por una serie de revueltas violentas en todo el territorio indio. Ésta fue la última prisión del Ma-hatma y quizá la más dolorosa, porque desde su presidio en Poona se enteró de

sacres que acompañaron a la partición en Bengala, Calcuta, Bihar, Cachemira y Delhi. Pero sus esfuerzos sólo sirvie-ron para acrecentar el odio que sen-tían por él los fanáticos extremistas de ambos pueblos: los hindúes atentaron contra su vida en Calcuta y los musul-manes hicieron lo propio en Noakhali. Durante sus últimos días en Delhi llevó a cabo un ayuno para reconciliar a las dos comunidades, lo cual afectó grave-mente su salud. Aun así, apareció de nuevo ante el público unos días antes de su muerte.

El 30 de enero de 1948, cuando al anochecer se dirigía a la plegaria comu-nitaria, fue alcanzado por las balas de un joven hindú. Tal como lo había pre-dicho a su nieta, murió como un verda-dero Mahatma, con la palabra Rama, ‘Dios’, en sus labios. Como dijo Eins-tein, «quizá las generaciones venideras duden alguna vez de que un hombre semejante fuese una realidad de carne y hueso en este mundo».

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Hay tres preguntas sobre los cinco héroes que son las principales y forman una sola: ¿cómo fueron

detenidos, cómo los condenaron, cómo serán liberados?Respuesta a la primera pregunta.Cito un recuento de notables y honestos periodistas.

Hace un decenio ocurrió un hecho histórico y, en cierta forma, novelesco. El traslado de un mensaje de Fidel Cas-tro a Bill Clinton nada menos que por Gabriel García Márquez.

Redactado personalmente por el presidente cubano para su homólogo estadounidense, decía en su párrafo inicial:

«Un asunto importante. Se man-tienen planes de actividad terrorista contra Cuba, pagados por la Funda-ción Cubano Norteamericana y usando mercenarios centroamericanos. Se han realizado ya dos nuevos intentos de ha-cer estallar bombas en nuestros centros turísticos antes y después de la visita del Papa».

En el segundo párrafo se señala-ba que en esos momentos estaban pla-neando y dando ya pasos para hacer estallar bombas en aviones de las líneas aéreas cubanas y de otro país que via-jen a Cuba trayendo y llevando turistas desde y hacia países centroamericanos.

El párrafo final expresaba que las agencias policiales y de inteligencia de Estados Unidos poseen informaciones fidedignas y suficientes de los princi-pales responsables. Si realmente lo de-sean, pueden hacer abortar a tiempo

Cinco puntasde la estrella cubanaraúl ValDés ViVó

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esta nueva forma de terrorismo. Impo-sible frenarla si Estados Unidos no cum-ple el elemental deber de combatirla. No se puede dejar la responsabilidad de hacerlo sólo a Cuba, muy pronto podría ser víctima de tales actos cualquier país del mundo.

El miércoles 6 de mayo, a las 11:15, García Márquez asiste a la cita en las oficinas de McLarty en la Casa Blanca. Allí lo reciben tres funcionarios de alto nivel comisionados para recibir la infor-mación que según un plan previo debía recibir directamente el presidente Clin-ton, a quien se había solicitado la entre-vista. La reunión duró 50 minutos.

García Márquez hizo un relato sobre el cumplimiento de su misión en fecha 13 de mayo de 1998. En dicho in-forme señala que su interlocutor en la Casa Blanca, Mack, le dijo al final: «Su misión era en efecto de la mayor im-portancia, y usted la ha cumplido muy bien».

Luego García Márquez señaló: «Salí de la Casa Blanca con la impresión cierta de que el esfuerzo y las incerti-dumbres en los días pasados habían valido la pena. La contrariedad de no haber entregado el mensaje al presiden-te en su propia mano me parece com-pensada por lo que fue un cónclave más informal y operativo cuyos resultados no se harían esperar».

Como consecuencia de esta misión de García Márquez en la Casa Blanca, los días 16 y 17 de junio de 1998 se efectuaron varias reuniones conjuntas en La Habana entre expertos cubanos y oficiales norteamericanos del FBI so-bre el tema de los planes terroristas. Se entregó a la delegación norteamerica-na del FBI abundante información do-cumental y testimonial. La seguridad del Estado cubano entregó al FBI 230 páginas sobre las actividades terroris-tas contra Cuba, cinco videocasetes con conversaciones e informaciones transmitidas por las cadenas de televi-sión sobre acciones terroristas contra la isla y ocho casetes de audio sobre conversaciones telefónicas de terroris-tas centroamericanos, detenidos en La Habana, con sus mentores en el exte-rior. Un joven turista italiano, Fabio di Celmo, fue asesinado. El FBI reconoció estar impresionado por la abundan-cia de pruebas y afirmó que daría res-puesta en dos semanas. Sin embargo,

la única respuesta que han ofrecido las autoridades norteamericanas, hasta hoy, ha sido el apresamiento de los cin-co patriotas cubanos que se produjo el 12 de septiembre de 1998, o sea, casi al cumplirse los tres meses de la estan-cia de las autoridades del FBI en La Ha-bana. Llegaron a ellos rastreando sus testimonios exactos, que salvaron vidas norteamericanas y evitaron un grave conflicto internacional.

¿Cómo acusar de espías a los cin-co cubanos? ¿Cuándo se ha visto que informaciones procedentes de espías se comparten con la nación espiada? Se van a cumplir diez años de una felonía que martiriza a cinco antiterroristas de talla mundial por su entereza, valor y hombría, y golpea a sus familias.

Respuesta a la segunda pregunta.

Un juicio decidido de antemano, con una juez al servicio de la mafia an-ticubana de Miami y un jurado asusta-do ante ella. Una farsa, que anuló un tribunal de expertos de Atlanta y eso fue a su vez anulado.

Respuesta a la tercera pregunta.

Cuando el pueblo cubano afirma que volverán sus cinco héroes secuestrados en cárceles del imperio, está de ello tan convencido como que la estrella solita-ria de su bandera nacional, tiene cinco puntas.

La opinión pública echará abajo las re-jas de la infamia.

Cientos de agrupaciones y personali-dades en el mundo han mostrado su respaldo a los antiterroristas cubanos, incluyendo prominentes figuras como Harold Pinter, Danny Glover, Alice Walker y Martin Sheen. También en Europa, Asia y África crece la protesta contra el contrasentido de tener bajo rejas a los combatientes contra el te-rrorismo y en las calles a confesos ase-sinos como Posada Carriles, mientras todos los pueblos de Nuestra América y sus figuras más prestigiosas del mun-do de las artes y las letras y las luchas sociales, apoyan la justa causa de la liberación de quienes han demostra-do la dignidad de la revolución que los educó hasta los niveles superiores de

enseñanza y les hizo revivir la entere-za de Fidel Castro ante sus jueces tras el asalto al cuartel Moncada. En sus ale-gatos han explicado que combaten no al pueblo norteamericano, al que aman fraternalmente, sino a los mismos que lo manipulan con mentiras y lo llevan a guerras injustas. Igual que cuando el intento de secues-tro de nuestro niño Elián González, los cinco héroes un día estarán en su pa-tria, junto a la bandera que sus vidas gloriosas simbolizan. Y de ella saldrán a saludar a los pueblos que batallaron por su libertad, como parte de la lucha contra el fascismo del dólar. Llegarán, sin dudas, a esa Venezuela nueva en que Simón Bolívar ha vuelto a concluir lo que falta por hacer, como pidió su mejor discípulo, José Martí.

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El 17 de septiembre último, los Es-tados Unidos celebraron el 220º aniversario de su Constitución,

fruto de una revolución independentis-ta y democrático-burguesa. En ella son enarbolados como principios, según su propio preámbulo, «formar una unión más perfecta, establecer la justicia, ga-rantizar la tranquilidad nacional, aten-der a la defensa común, fomentar el bienestar general y asegurar los bene-ficios de la libertad». Pero, ¿qué alcance y contenido supondría la perfección de esa unión? La agrupación federal de las trece colonias era sólo el comienzo.

El propio nombre de la república delata los planes elaborados desde tan lejana fecha: Estados Unidos de Améri-ca. ¿Por qué de América? ¿Acaso perte-necían ya a la unión el en aquel enton-ces Virreinato del Perú, o el de Nueva Granada, o la Capitanía General de Cuba? Todavía no pertenecían, pero de demostrar eso se encargaría la historia.

Luego de dos centurias, Norteamé-rica no ha despertado de su sueño. Aún maniobra para controlar la realidad la-tinoamericana. En su política exterior sostiene como parámetro fundamental el mantenimiento de gobiernos demo-cráticos. Pero democráticos según su democracia; el «poder del pueblo», pero al estilo norteamericano.

Ejemplo vigente de ello resulta el llamado Plan Bush para la transición en Cuba. Un conjunto de diagnósti-cos y recomendaciones a la «paciente cubana» atendida por el «doctor im-perialista». Según ellos, Cuba adolece por mantener un «régimen dictatorial y antidemocrático». Entre los principa-les señalamientos podemos encontrar la existencia de un solo partido polí-tico (que, por cierto, no se configura con fines electorales), la prolongación ilimitada del comandante en jefe Fidel Castro en el poder y la no realización de elecciones libre, justas y transparentes (obviando la regulación por ley de elec-ciones generales populares cada cinco años y otras a medio tiempo como ma-nifestación de la soberanía y autodeter-minación del pueblo). Bien se ve que el Gobierno norteamericano desconoce la realidad cubana y, peor aún, su propia historia. Si aplicamos todos esos seña-lamientos a los propios Estados Unidos, podríamos concluir que «el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo», según Lincoln, se ha desarrollado, en varias ocasiones, sumido en regímenes antidemocráticos.

En primer lugar, la práctica del uni-partidismo no surgió en Cuba ni con el socialismo. En los propios Estados Uni-dos se ha vivido bajo el unipartidismo.

En las elecciones de 1789, donde re-sultó electo George Washington como primer presidente de la nación, no se presentaron candidatos por partidos políticos, porque éstos, simplemente, no existían. Ni siquiera la Constitución hacía mención de ellos. No es sino has-ta 1792 cuando comenzaron a organi-zarse, en oposición a los «federalistas», los llamados «republicanos», anteceso-res de los «demócratas» de hoy. Sin em-bargo, esta división no duraría mucho tiempo. Ya en 1816, los motivos que di-vidían a los americanos habían sido re-sueltos; así, en las elecciones de ese año, los «federalistas» no nombraron a nin-gún candidato para la presidencia. El partido federal se extinguió como par-tido y como corporación política en los estados. Durante doce años sólo hubo un gran partido, el partido republicano, o, como ya comenzaban a llamarle, el partido democrático. De tal forma, Es-tados Unidos se desarrolló 16 años sin pluripartidismo. ¿Podría considerarse que por ello no pudo manifestarse la democracia? ¿Fueron antidemocráticas las elecciones de los presidentes G. Was-hington, J. Monroe y J. Q. Adams por no existir más de un partido político?

Por otro lado, la limitación de no elegir a un mismo presidente por más de dos períodos presidenciales no fue re-

estados unidos, Cuba y la democracia MarCo antonio FraGa aCosta

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gulada en los Estados Unidos sino has-ta el 1º de marzo de 1951, cuando fue aprobada la XXII Enmienda a la Consti-tución. Anteriormente, nada impedía a un presidente ser reelegido por más de un período. G. Washington, al terminar su segundo período presidencial, rehu-só a un tercero, y Jefferson, cuando las legislaturas de varios estados le pidieron aceptar un tercer período, también se rehusó, y «muy seriamente aconsejó al pueblo que nunca eligiera un presiden-te más de dos veces consecutivas». Este ejemplo fue seguido por todos hasta que, en 1940, fue elegido por tercera vez con-secutiva el presidente Franklin Delano Roosevelt y, muy conforme al parecer el pueblo con su política, lo eligió por cuar-ta vez cuatro años más tarde. Roosevelt es el único presidente de los Estados Uni-dos que ha gobernado por más de dos períodos presidenciales y durante 12 años hasta su muerte, el 12 de abril de 1945. ¿Podemos catalogar entonces de dictador al presidente Roosevelt, el hom-bre que salvó a Estados Unidos de la peor crisis económica de su historia y dirigió la política norteamericana en la Segun-da Guerra Mundial? ¿Acuña Estados Unidos en su moneda de diez centavos la imagen de un dictador? Es dudoso.

Con respecto a las elecciones, es muy curioso el término de justas utili-zado por el gobierno norteamericano, teniendo en cuenta la forma que en este Estado se llevan a cabo. El presidente de esa nación es elegido indirectamente por un cuerpo de electores especiales llama-dos compromisarios, que son elegidos a su vez, a nivel estadual, por el pueblo, una vez que estos declaran sus preferen-cias partidistas. Cada estado puede elegir a tantos compromisarios como asientos representativos a los que tiene derecho en el Congreso: Senado y Cámara de Re-presentantes. Luego, ¿qué control puede tener el electorado sobre este compromi-so? En no pocas ocasiones estos compro-misarios han traicionado su declaración anterior. ¿Otorga este acontecimiento seguridad electoral al pueblo norteame-ricano?

Además, este sistema electoral tie-ne otro singular detalle: las elecciones en cada estado de la unión las gana el par-tido político que más votos obtiene, acu-mulando para sí no sólo los votos gana-dos, sino la totalidad de los mismos que cada estado aporta, sin tener en cuen-

ta las preferencias populares. Así, por ejemplo, el estado de Nueva York otorga 33 votos electorales; si un candidato ob-tiene 19 votos y con ello la mayoría rela-tiva necesaria para ganar las elecciones en dicho estado, acumula para sí no los 19 votos obtenidos, sino los 33 votos que el estado de Nueva York otorga. De tal modo, el candidato que más votos elec-torales –y no populares– obtenga será el presidente de los Estados Unidos. ¿Será más democrático que tengan prioridad los votos electorales?

La historia ayuda a decir la verdad: cuatro presidentes de esa nación han sido electos sin obtener mayoría de vo-tos populares. Por ejemplo, en 1888, el candidato republicano Benjamin Harri-son obtuvo 5.444.337 votos populares y 233 votos electorales, mientras que el demócrata Grover Cleveland ganó 5.540.000 votos populares y 168 votos electorales. Aunque Cleveland obtuvo mayor cantidad de votos populares in-dividuales, según el sistema electoral norteamericano, fue ganador Harrison por obtener la mayoría de los votos de los compromisarios. Esta contradicto-ria situación volvió a repetirse en el año 2000 cuando el candidato demócrata Al Gore, a pesar de obtener 50.996.116 votos populares, perdió las elecciones contra George W. Bush, quien obtuvo 50.456.169 votos populares, pero 271 votos de los compromisarios frente a los 266 de Gore. ¿Podrían considerarse legí-timos tales resultados electorales?

Así de inconcebible es también el hecho de que en Estados Unidos puede gobernar un presidente sin que nadie lo haya elegido. Tal acontecimiento sucedió el 9 de agosto de 1974 cuando, tras la di-misión del presidente Richard Nixon, lo sustituyó Gerald R. Ford. Lo peculiar de este hecho fue que Ford fue nombrado por Nixon, en virtud de la XXV Enmien-da aprobada el 23 de febrero de 1967, tras la renuncia en octubre de 1973 del vicepresidente Spiro Agnew. La pro-puesta presidencial, no obstante de ser confirmada por una mayoría de votos de ambas cámaras del Congreso, lo cual podría otorgarle cierta legitimidad al nombramiento, no es resultado de elec-ciones populares, libres y transparentes como las que Washington exige a Cuba y al mundo.

Se requiere un poco de moral para poder dar clases de democracia con

planes y recomendaciones que atentan contra la soberanía y autodetermina-ción de un Estado. En Cuba existe un solo partido político, pero un partido sin fines electorales. Quien presenta a los candidatos y los elige es el propio pue-blo. En Cuba, el comandante en jefe Fidel Castro ha sido elegido jefe de Estado y de Gobierno en seis ocasiones, porque el pueblo y sus representantes eligen sobe-ranamente a quien consideran mejor y más capaz sin que ningún límite tempo-ral lo sujete, por muy serias que hayan sido las recomendaciones del presidente Jefferson.

En otro apartado, el mencionado plan expone que la Agencia de los Esta-dos Unidos para el Desarrollo Interna-cional (Usaid) podría ofrecer expertos en temas democráticos para «llevar a cabo los cambios que desee el pueblo de Cuba, brindando como referencia la labor de-sarrollada en Afganistán, Irak y otros países que han contado con semejante ayuda técnica». Hay que tener real-mente poca vergüenza para ejemplificar con tales acontecimientos. ¿Impulsar la democracia, la libertad y los derechos humanos es la definición que los Esta-dos Unidos dan a sus guerras de con-quista? Podemos tener ejemplos «muy alentadores» como la Guerra de Corea, o la de Vietnam, o la Operación Cóndor en Chile, o la invasión a Granada, o las torturas practicadas en la base naval de Guantánamo. Definitivamente no es de nuestro agrado el modo en que Estados Unidos profesa su democracia. En Cuba se conoce, defiende y ejercita otra demo-cracia, donde prima la voluntad popular sin temor a represiones o tiranías.

Las manipulaciones expansionistas de Estados Unidos han perdido fuerza y sentido en un continente que ahora des-pierta y se levanta contra las cadenas de la opresión imperialista. El eufemis-mo «democrático» norteamericano no cabe en la conciencia de las naciones latinoamericanas consecuentes con su pasado y sus ideas de liberación. Todo pueblo tiene derecho a establecer el sis-tema político que más le convenga sin someterse a parámetros intervencionis-tas y unilaterales de ninguna nación. «Cada país plasma en su Constitución lo que cada país estime pertinente». Cada pueblo tiene el gobierno que me-rece. Los pueblos son los que hacen la historia.

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El intenso debate sobre Gaza va disminuyendo a medida que se traza el status quo, como es pre-decible, por quienes tienen las

armas más grandes. ¿Pero hasta qué punto se puede politizar el sufrimiento humano, ser visto como una polémica intelectual que fracasa en cambiar has-ta el aspecto más simple de la vida de un pueblo?

El advenimiento político de Ha-más en enero del 2006, como el primer movimiento de «oposición» del Medio Oriente en ascender al poder a través de la vía pacífica y democrática, ha sido exitosamente desbaratado en un golpe descarado, maquinado en conjunto en-tre los Estados Unidos, Israel y facciones palestinas traidoras. Luego, la historia fue escrita nuevamente, como siem-pre, por los victoriosos. Así, Hamás, un partido que abarca instituciones demo-

cráticas en los territorios ocupados, se convirtió en el partido que «derrocó» la democracia «legítima» de Abbas. A pesar de que esta idea sea tan extraña (que un gobierno se derroque a sí mis-mo), consta en los anales de los medios de comunicación occidentales como una verdad incuestionable.

Se esperaba que todos los partidos involucrados directa o indirectamente determinaran su posición ante esta fa-lacia, y así lo hicieron por sus propios intereses. Hay quienes tienen poca difi-cultad en repudiar del todo la democra-cia Palestina. El Gobierno de los Estados Unidos, Israel, la Unión Europea y va-rios gobiernos árabes no democráticos estuvieron complacidos con los resul-tados de la lucha interna en Palestina. Celebraron a Abbas y su facción como los demócratas verdaderos y legítimos, y censuraron a aquellos que no estuvie-

ron de acuerdo. Países como Rusia, Su-dáfrica y algunos Estados del golfo ára-be hicieron lo mismo, pero con algo de duda y descontento, pero muy débil o indeciso para confrontar el status quo.

En el frente palestino, las decisio-nes eran más duras; sin embargo, quie-nes no estaban previamente alineados con Fatah ni con Hamás se posiciona-ron con rapidez del lado que más les servía. Por ejemplo, renombrados iz-quierdistas que normalmente hablaban como si fueran los representantes de la voz de la razón, ahora no podían arries-gar perder las pocas e inefectivas ONG que operaban en un estilo de gerencia que recuerda más bien a un «abasto» (nombre que le dan muchos palestinos a las ONG de su entorno a modo de bur-la).

El miedo a perder la libertad de movimiento y el acceso a las institucio-

politizando la miseria

en GazaraMzy barouD

traducción: Meysalun CaGe

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nes financieras europeas y estadouni-denses ha motivado a muchos palesti-nos a desconocer por completo a Gaza. La compasión que sienten millones de personas en todo el mundo hacia el per-petuo sufrimiento de los habitantes de Gaza se ha traducido casi todo al reino de lo intangible. Prevaleció la desespe-ranza y rápidamente se unió al sentido constante de impotencia e incapacidad afiliada a toda Palestina en general y a Gaza en particular.

Para distraer la atención de este tema, Abbas y el primer ministro Ehud Olmert se apresuraron urgentemente a Anápolis para un pésimo y necesario momento fotográfico. Ambos líderes engrandecidos por el autoproclamado campeón de la democracia, el presi-dente Bush, están ahora en una nueva búsqueda de la paz. El espectáculo pa-trocinado por los Estados Unidos ha lo-grado su propósito. Se han hecho a un lado fechas importantes como enero del 2006 y otras. Y ahora nuevas fechas, nuevas retóricas y nuevas promesas reemplazan a las viejas. Los ojos del mundo están ahora en Abbas y Olmert, Ramala y Tel Aviv, con llamados a futu-ras cumbres y dolorosos compromisos, mientras que Gaza se convierte en una olvidada o irrelevante nota al pie.

La franja está bajo un severo ase-dio sin precedentes, con gente murien-do por la falta de ayuda médica. Israel ha reducido el suministro de combusti-ble a 60 mil litros, cuando se requieren 350 mil litros diarios. ¿Cómo puede sur-gir una economía, ya subdesarrollada, con esta exigua cantidad de energía, sin mencionar el tema de los hospitales y las escuelas? La electricidad también se está cortando de forma drástica por recomendación de la Alta Corte Israelí. El desempleo está en el nivel más alto de todos los tiempos (pasa la marca del 75%). Un millón y medio de habitantes están literalmente atrapados en una prisión de 365 kilómetros cuadrados sin ningún cuarto de respiro en abso-luto, poca comida, poca energía, y se les dice como que ellos se merecen ese destino.

Si acaso los medios de comunica-ción mencionan a Gaza, lo hacen en un contexto politizado. Por ejemplo: tres militantes son asesinados por misiles is-raelíes; el ejército israelí asegura que los militantes iban a disparar cohetes a Is-

rael; el líder de Hamás sigue provocan-do, y así sucesivamente. La mayor parte de la cobertura está enfocada a aumen-tar los pecados de Hamás; cualquier conducta o mala conducta es emitida de forma desproporcionada. Y al final, cualquier sufrimiento por el que atra-viesan los habitantes de Gaza se adju-dica a las amenazas de los militantes de Hamás y sus «fuerzas de la oscuridad». Es completamente irrelevante si las vio-laciones de derechos humanos de Ha-más están del todo relacionadas con el estado de asedio, asesinatos y caos crea-do por las tantas circunstancias que lo precedieron. Gaza se ha convertido en el más destacado y necesario precepto para el pueblo palestino y otros, recor-dándoles lo que no se pueden atrever a hacer si se quieren salvar de ese desti-no. Se enfrenta al pueblo palestino de Cisjordania al contraste entre las imá-genes de barbudos oficiales de la policía de Hamás sometiendo con furia a los manifestantes, y las imágenes de Abbas en disimulados anteojos en conferen-cias internacionales rebosante entre rostros saludables y sobrealimentados.

Las verdaderas razones que hay detrás del sufrimiento en Gaza son completamente omitidas, excepto por algunos pocos periódicos árabes y pro-gresistas como éste. El debate ahora se mueve del interés inmediato de los círculos mediáticos, a las conferencias académicas, libros y largos ensayos; abundan las invocaciones a analogías entre Gaza y otras esferas de influencia de los Estados Unidos.

Esto no es para negarle crédito a quienes han tenido el coraje de tomar la postura correcta ante los dramáticos eventos que tienen lugar en Gaza. Hay quienes poseen suficiente humanidad para separar las políticas que llevan a Gaza al aislamiento total, del hecho de que gente real con sentimientos, espe-ranzas y aspiraciones sufre de forma constante, y muere innecesariamente ante nuestros ojos. El lado Israelí es im-placable en justificar el racismo israelí y la brutalidad infligida a los palesti-nos usando los mismos argumentos ya gastados, como la seguridad israelí y su derecho a existir, y acusando a sus detractores de antisemitas en cualquier oportunidad. ¿Pero qué argumento po-dría haber para quienes están preocu-pados por el sufrimiento humano y aún

así están perdiendo de la vista la miseria de Gaza? No puedo pensar en ninguna justificación de apatía ante la infancia muriendo, sin importar que sea negra, blanca, árabe, judía o cualquier otra.

No permitamos que la humanidad se convierta en una norma aceptada. Si permitimos que esto triunfe en Gaza, es-taríamos considerando que se repita en cualquier otro lugar.

Ramzy Baroud (www.ramzyba-roud.net) es autor y editor de Palesti-neChronicle.com. Su trabajo se ha pu-blicado en varios periódicos y revistas en todo el mundo. Su último libro es La segunda Intifada palestina: crónica de la lu-cha de un pueblo (Pluto Press, Londres).

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Guía para ser exizquierdista EMIR SADER

Sirve para aquellos que aceptaron las famosas «propuestas irrecusa-bles» y asumieron cargos de jefe en grandes publicaciones de un

medio monopolista o en alguna gran empresa privada, que exigen silencio o declaraciones adaptadas a los intereses de los «patrones» (olvidándose de que no existen «propuestas irrecusables» sino espinazos excesivamente fl exibles).No serían casos aislados, fi nalmente las redacciones de esos organos de medios privados están llenas de ex comunis-tas, ex trotskistas y ex izquierdistas en general, «arrepentidos» o sencillamen-te «convertidos» y que se pasan toda la vida – como ciertos «intelectuales» de las universidades, que ganan a cambio amplios espacios en las grandes empre-sas – diciendo que ya no somos lo que éramos, «limpiándose» a ojos de la bur-guesía de sus «pecadillos de juventud».Es indispensable la referencia a que «se es imbécil a los 20 si no se es radical, se es im-bécil a los 40 si sigues siéndolo», o alguna alusión a lo de pasar «de incendiario a los 20 a bombero a los 40», dejando en el aire la afi rmación de que se tuvo una juventud agitada antes de llegar a la edad de la razón.Un buen comienzo puede ser decir que «el socialismo fracasó», que «está de-cepcionado con la izquierda», «que son todos iguales». Ya estará en condiciones de decir que «ya no hay ni derechas ni izquierdas», que algunos que se dicen de izquierdas en realidad son una «nue-va derecha», son peores que la derecha y que por lo tanto es mejor ser equidistan-te. Del escepticismo se pasa fácilmente al cinismo de «votar a la derecha asumida» para derrotar a la «derecha disfrazada».Otra modo es criticar vehementemente a Stalin, después de decir que fue igual que

Hitler –«los dos totalitarismos»–, afi rmar que apenas aplicó las ideas de Lenin, para decir fi nalmente que los orígenes del «to-talitarismo» ya estaban en la obra de Marx. Decir que Weber tiene mayor capacidad explicativa que Marx, que Raymond Aron tenía razón frente a Sartre. Que el marxis-mo es reductor, que sólo tiene en contra la economía, que su reduccionismo es la base del «totalitarismo» soviético. Que no ha lu-gar para «subjetividad», que redujo todo a una contradicción capital–trabajo sin te-ner en cuenta las «nuevas subjetividades», advenidas de las contradicciones del gé-nero, de la etnia, del medio ambiente, etc.No hablar de Fidel sin utilizar previamen-te «dictador» y llamarlo Castro en lugar de Fidel. Descalifi car a Hugo Chávez como «populista» y a su vez como «nacionalis-ta», dándole a todo esto una connota-ción de «fanatismo», «fundamentalismo». Concentrar la atención en América Latina sobre Bolivia y Venezuela como países «problemáticos», «inestables», sin men-cionar siquiera a Colombia. Siempre que se hable de la ampliación de la demo-cracia en el continente, añádase «excep-to Cuba». No hablar nunca del bloqueo usamericano a Cuba, sino siempre de la «transición» –dejando siempre suponer que en algún momento transitarán hacia las «democracias» que andan por aquí.Decir que América Latina «no existe», son países sin unidad interna –pronunciar ’cucarachos’ [1] de forma bien despec-tiva. Que nuestra política externa ha de tener miras más altas, relacionarse con las grandes potencias y tratar de ser una de ellas, en lugar de seguir conviviendo con países de la región y los del sur del mundo – Sudáfrica, India, China, etc.Pronunciarse en contra de las cuotas en las universidades, diciendo que introdu-

cen el racismo en una sociedad organi-zada en torno a una «democracia social» –será bienvenida una citación de Gilberto Freire y el silencio sobre Florestan Fer-nandes–, que lo más importante es la igualdad ante la ley y la mejora gradual de la enseñanza básica y media para que todos tengan fi nalmente –a saber cuándo, pero es preciso ser paciente – acceso a las universidades públicas. Decir, siempre, que el principal problema de Brasil y del mundo es la educación. Que hay trabajo, que existen posibilidades, pero que falta cualifi cación de la mano de obra. Que lo fundamental no son los derechos, sino las oportunidades –hablar de la socie-dad usamericana como la más «abierta».Descalifi car siempre al Estado, como inefi -caz, burocrático, corrupto y corruptor, en contraposición a la «economía privada», al «mercado», con su dinamismo, su capa-cidad de innovación tecnológica. Exaltar las privatizaciones de la telefonía –«antes nadie tenía teléfono, ahora cualquier po-bre diablo en la calle va con un celular»– y la de la compañía Vale do Rio Doce, ca-llar sobre el éxito de la Petrobras o afi r-mar que «imagina si se hubiera conver-tido en Petrobrax, ¡sería mucho mejor!».Así pues, existen numerosos motivos para el que haya decidido dejar de ser de izquier-das –bastaría lo de «la caridad bien enten-dida empieza por uno mismo»– e intentar ganarse la vida de espaldas al mundo y para benefi cio propio. El «mercado» retri-buye generosamente a los que reniegan de los principios en los que un día creyeron.

Pero es mucho más fácil ser de izquierda.

No son necesarios pretextos, bastan las ra-zones sobre lo que es este mundo y lo que puede ser otro mundo posible.

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Inventamos o erramos. Más claro no canta un gallo. Una cosa o la otra. No hay escapatoria. La sen-tencia, como toda sentencia que

deriva en proverbio político, resulta contundente. Se pierde o se gana. No obstante, de acuerdo con otra senten-cia, esta vez de Graham Greene, el nove-lista inglés, el que pierde gana. A estas dos sentencias se puede añadir otra, por boca de los griegos: los dioses ciegan a quienes quieren perder. Por ello, resul-ta delicado, cuando no inconveniente, califi car de derrota a un refl ujo de la Revolución bolivariana. Esto no entra-ña subestimación alguna en cuanto a la dimensión de los errores cometidos, bien por la lealtad a intereses ajenos a la revolución o por una resuelta voluntad, ¿política?, que se abisma en su propia caída, es decir, en su propia estupidez. Y en qué consiste este fenómeno cali-fi cado por Erasmo de Rotterdam como stulticia. Para decirlo en dos platos: en el disocie de algunos líderes involucrados en la conducción política e institucio-nal del proceso revolucionario.

***Los síntomas de la enajenación

política se manifi estan en distintos ám-bitos de la vida pública. Esta circuns-tancia nos lleva a pensar en la necesa-ria comprensión del presente, en todos sus órdenes, y del pasado, si queremos

El síndrome del CornudoHÉCTOR SEIJAS

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proyectar el rumbo hacia un futuro cuyo territorio se define en la urgencia de una utopía posible, necesaria y vital: ponernos al día en cuanto a la satisfac-ción de nuestras primeras y urgentes necesidades. La moral y las luces jun-to a la casa, la pistola y la mujer, como diría el bardo León Felipe. En otras palabras: salud, vivienda, educación, participación, protagonismo histórico, derivado de la condición que nos pro-mueve como sujetos, integrados en una revolución que procura la realización de una estrategia, basada en la posibi-lidad de una sociedad justa.

***A estas alturas, cabe preguntar-

se: ¿en qué punto de la navegación nos encontramos? ¿Hemos superado las aguas de la Cuarta República? ¿Ya es-tamos en territorio socialista? Y, algo muy importante: ¿llevamos el rumbo correcto? La respuesta es contundente: no. Cabalmente no. Así, apegados a la honestidad y a la necesaria conciencia de la realidad, nos hallamos ante la ur-gencia de establecer un balance. Eso sí, sin tener que separar la ética de la polí-tica. Tal apego debe conducirnos, paso a paso, transitiva y radicalmente, de modo coherente, integral. La dispersión –ideológica, organizativa– representa otro factor digno de consideración y de superación. Un obstáculo. Una de-bilidad detectada por el enemigo, entre otras debilidades endógenas.

***La moral revolucionaria debe ser

un asunto de preocupación inmediata. Al sol de hoy, encaminados según la ruta de nuestra posibilidad histórica, nos movemos en territorio abonado por el capitalismo. Esta circunstancia nos involucra dentro de una cultura política que no es tal. Por el contrario, se trata de deformaciones; lo que hasta hace poco aceptábamos y compartía-mos como práctica política; oficio des-virtuado, degenerado y vicioso. Legado infame de la Cuarta República.

***No hay que confundir la tarea ba-

sada en la organización popular y la organización efímera y circunstancial en busca de votos. Las elecciones son un medio, no un fin en sí mismo, como lo puede ser la construcción de una so-ciedad socialista, participativa y plural, sin exclusiones. En este punto es preciso

definir en términos directos y accesibles la distinción clásica entre la táctica y la estrategia, factores insoslayables en todo proceso revolucionario.

***Respecto a la crítica y la autocrí-

tica que en este momento se imponen, éstas deben ser asumidas, más allá o más acá de cualquier presupuesto teórico, como ejercicio del criterio, tal como lo concebía el apóstol José Martí. Hay que tener presente que la crítica no debe confundirse con la negación a ultranza del avance de la Revolución bolivariana. Una actitud semejante implica un distanciamiento. Asumir la crítica es reconocer la necesidad de ubi-carnos dentro de una perspectiva par-ticipativa, responsable, comprometida. Dentro de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada. Es, para decirlo en palabras de Albert Camus, el único pro-blema del momento que desborda todas las querellas sobre la constitución y la ley electoral.

***Nos hallamos en medio de condi-

ciones económicas y sociales, las cuales, estructuralmente, siguen atendiendo a una dinámica de expoliación capitalis-ta. La oposición puede haber ganado el referéndum del 2D, pero resulta que la realidad, que nos empeñamos en trans-formar mediante la acción y la lucha revolucionaria, sigue siendo la misma. Cambiar esas condiciones económicas, sociales y culturales que mantienen a nuestro país a merced de la pobreza, la delincuencia y el deterioro material y espiritual es la orden del día. Hemos avanzado un buen trecho en lo que se refiere a la toma de conciencia colecti-va respecto a esta circunstancia, pero la ineficiencia, el desinterés o el mero sa-botaje guarimbero ha impedido un re-punte efectivo. Esto genera desaliento. El pueblo comprometido políticamente con este proceso no puede seguir ejer-ciendo ese compromiso infructuosa-mente, mientras se levanta, con pies de barro, una dirigencia narcisista y reto-cada que se cocina en su propia salsa. Ésta será históricamente abolida, pues, inconcientemente, reproduce el modelo de la Cuarta. Nada entre dos aguas. Un animal peligroso.

***Animal con cuernos. La traición

es como el adulterio cuando no se reco-

noce, bien sea por ignorancia o porque simplemente no se quiere reconocer. Es como el cuento del marido cornudo, el último que se entera de la clase de per-sona que tiene a su lado. Algo parecido sucede con la llamada derecha endóge-na. En este país, donde todos sabemos quién es quién. Nombres y prohombres repiten en sus puestos luciendo camisas rojas recién estrenadas. Pequeñas bufo-nadas de todos los días. La guarimba, en los casos de estos hábiles camaleones, va por dentro. A estos personajes ha-bría que hacerles una lobotomía para que abandonen sus oscuros e hipócritas empeños. Quintacolumnas. Carecen de vergüenza. Abundan en reuniones protagonizadas en distintos ámbitos del burocratismo.

***Los tiempos políticos se agotan.

Lo que ayer dejamos para mañana –la elección de candidatos a cargos de par-ticipación pública desde las bases– es hoy un futuro que cada día se acorta. Una urgente, urgentísima y complica-da situación. Por una parte, dirigentes políticos que han devenido en burócra-tas que desean repetir en la gatera de los competidores. Quienes cuentan con maquinaria y recursos acumulados en el curso de sus gestiones. Son como agencias publicitarias que andan, de un lado a otro, acompañados de equi-pos de camarógrafos y maquilladores de escena. Parnaso político. Y por la otra, una amplia gama de individuos y asociaciones comunitarias sumergidas en la pelea que se libra en las calles, en los mercados, en el campo, en las fábri-cas, en los liceos, en las universidades, en las iglesias… No se puede ocultar el sol con un dedo.

***El síndrome del marido cornudo

debe ser superado. No es posible tanta ceguera inducida, deliberada, histérica. Como las ciegas o las paralíticas de las telenovelas. Se hacen las pendejas. Sa-ben la verdad y la ocultan hasta el úl-timo capítulo. Mientras, entretelones se tejen, las reales y miserables intrigas de la vida, con todos sus gatos y entuertos, sus traiciones cotidianas.

***Cerramos con un aforismo atri-

buido a Catón, el Malo: «Todo César tiene su Brutus». Así que mosca. Vai-nas de poeta...

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Concurso de ensayo auspiciado por la editorial el perro y la rana

Voces premiadas a plena Vozlibia Guerrero Castellón

Relatos inmersos en la efervescente actualidad venezolana, historias ajenas y cercanas, expe-riencias en los ámbitos político, social y cultural y, muchas cosas por decir en estos tiempos de re-volución, son los hallazgos más reveladores del

Primer Concurso de Ensayo Breve A Plena Voz. Noventa ensayos entraron en competición. A la redac-

ción de la revista A Plena Voz, arribaron trabajos de casi todas las entidades del país: Falcón, Anzoátegui, Carabobo, Aragua, Mérida, Lara, Bolívar, Miranda, Táchira, Zulia, Nueva Esparta, Sucre, Guárico, Delta Amacuro, Yaracuy, Monagas, Apure y Distrito Capital.

La selección se centró en los diez mejores ensayos de acuerdo con la temática del concurso. En este sentido, se va-

loraron los textos críticos referidos al proceso revolucionario que adelanta el Estado venezolano y su inserción en la actual coyuntura mundial. Los laureados en esta primera edición fueron: Carmen Helena Parés; Pedro Estacio; Marcelo Colussi; Germán Pinto Saavedra; Gregorio Pérez Almeida; Francisco Javier Velasco; Gerónimo Pérez Rescaniere; Luis Darío Bernal Pinilla; Edgardo Malaspina Guerra y José Marcial Ramos Gué-dez. Este año serán editadas las obras ganadoras en un libro antológico de la colección editorial A Plena Voz.

De las voces de los galardonados, les presentamos a nues-tros lectores en esta primera entrega, cinco testimonios que develan rasgos significativos de los autores y sus obras, así como algunas impresiones acerca de lo que se vive, se siente y se añora.

FOTO: CARLOS DUQUE

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Pedro Estacio. Venezuela (1943). Licenciado en Comunicación Social. Obra concursante: Tiempo de revolución. Seudónimo: Felino

ParticiPaciónMe motivó participar en el concurso esa gran posibilidad, esa apertura que ofrece la re-volución, ese impulso que nos da, a escribir todo lo que queramos sin peaje alguno, sin padrinos políticos y exponernos para que los demás analicen lo que escribimos. Es una realidad muy mágica que antes no tenía-mos. Escribir para el concurso fue estupen-do; como ir gratis a cualquier parte, cuando antes siempre tuviste que pagar.El tEmaBueno, el tema responde siempre a lo que somos, fundamentalmente, como es ser pe-riodista. Luego, hay otro elemento como es el perfil de la revista, que es inclusiva, que da cabida al pensamiento y la reflexión en escritos con un lenguaje que no es estirado, sino común.acErca dEl concursoMe atrevería a decir que deberíamos trasla-dar ese debate de ideas a todos los sectores del país, que discutamos, que expongamos, que aceptemos y rechacemos en función de nuestra transformación. Deberíamos tener debates semanales en todos lados y así enri-queceríamos esta revolución.sobre las tres rComo maestro normalista y comunicador so-cial, soy un fanático de la idea de revisar lo que he hecho, corregir y por supuesto, tomar impulso para hacerlo mejor. En el Centro de Orientación Pedagógica Andrés Eloy Blanco, donde estudié Normal, lo fundamental que viví fue la discusión en aula. Fue maravilloso exponer, criticar y rectificar. En la discusión sale todo.dE la oPosición intElEctual y los avancEs dEl libro En El gobiErno bolivarianoDel sector que vive en las sombras lo único que siento es pena. No tienen posibilidades de pensar, simplemente son receptores de mensajes y repiten como loros; tienen una estima personal por el suelo. Un amigo que recién visitó la ciudad de los rascacielos, vino asombrado, sin entender lo que le pasa a esa gente y me decía, que en esa urbe las per-

sonas andan muy aprisa, cabizbajos, como deslizados a propósito por un pasadizo sin derecho a pensar. Casi como marionetizados. Imagina uno que lo único que se debe leer por allá son los comics.

marcelo colussi. Argentina 1956. Psicólogo. Licenciado en Filosofía. Obra concursante: La televisión: ¿tiene arreglo? Seudónimo: Aquiles Caigo

ParticipaciónEl hecho de saber que una revista como “A plena voz” es un vehículo importante para difundir este tipo de ideas.El temaEs un tema que me preocupa desde hace buen tiempo. Como trabajo en el campo cul-tural y ligado a los medios de comunicación, me parece imprescindible reflexionar sobre todo eso. Producto de esta valoración decidí escribir una cosa pequeña pero significativa, para aportar a un debate imprescindible: ¿qué hacer con la televisión en el marco de la Revolución Bolivariana? acerca del concursoMe parece estupendo. Generar el debate siempre es bueno, rico. Si algo tiene este pro-ceso es que justamente brinda estos espacios. Me parece importantísimo seguir haciendo todo esto, y potenciarlo más aún.sobre las tres rCon la modestia del caso pretendo ayudar a revisar mucho de lo que estamos hacien-do. La crítica, cuando es constructiva, seria, fecunda, es un arma fundamental para ha-cer crecer. Criticar no es destruir; muy por el contrario, es aportar, es sumar, es ayudar a seguir construyendo. De algún modo, dado mi perfil profesional, mi formación, mi tra-bajo cotidiano, me encuentro en mi ámbito en la promoción de la crítica entendida en ese sentido. Por eso, si puedo ayudar a esta revisión que ahora se pide, ahí estaré dando mi granito de arena. de la oposición intelectual y los avances del libro en el gobierno bolivarianoMucho, por no decir todo lo que la oposición argumenta contra la revolución, no tiene más fundamento que su visceral odio de cla-se. Más que ironizar lo que se está haciendo con estas políticas editoriales que impulsa el Ministerio del Poder Popular para la Cultura,

habría que aplaudirlo y apuntar a solidificar-lo, a hacerlo crecer más. La lectura, que no es sino el proceso de ampliación de la concien-cia, de la apropiación de instrumentos que sirven para crecer, debe ser siempre aplaudi-da, fomentada. Lo que hace la revolución es justamente eso. Por eso no puedo menos que aplaudir todas esas iniciativas, y en la medi-da de mis posibilidades, apoyarlas.

Francisco Javier velasco. Venezuela 1953. Antropólogo. Docente. Obra concursante: Crisis civilizatoria y revolución: repensar la naturaleza y la sociedad. Seudónimo: Pan-cho Amaliwaka

ParticipaciónPor un lado, la posibilidad de difundir y con-frontar textos que evaden el conformismo, que enfocan críticamente la realidad. Por otro lado, la amplitud en cuanto a las temá-ticas y la variedad de ópticas de tratamiento propiciadas por el concurso. Por último, la necesidad de contribuir al debate de ideas en torno a los procesos y circunstancias que marcan nuestra realidad nacional y regional como parte de un contexto planetario.El temaSe trata de un tema que cada día adquiere más relevancia en un mundo amenazado por el colapso ecológico asociado a graves desequilibrios socioculturales, económicos y políticos. Lamentablemente, su abordaje en el contexto del proceso desarrollado en el país durante la última década ha sido excesivamente tímido. En anteriores opor-tunidades hemos podido contar con espa-cios ofrecidos por la revista para publicar artículos con ideas y propuestas afines a la temática del ensayo presentado.acerca del concursoEste proceso ha estado demasiado sometido al pragmatismo vertical y al cortoplacismo burocrático que niegan la discusión con excusas tales como “no hay tiempo”, “todo debe ser para ayer”, “hay que generar resul-tados cuantificables de manera inmediata”, “la teoría es pura paja”, etc. En gran medida y en correspondencia con lo anteriormente señalado, las consignas han substituido a los contenidos medulares cuando se habla de nociones tales como socialismo, antiim-perialismo, desarrollo endógeno, soberanía, revolución. En este contexto el debate serio,

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comprometido y sistemático, que propicia el pensamiento crítico, aparece no sólo como algo necesario sino como una tarea urgente, imprescindible, capaz de nutrir y orientar las dinámicas de participación, construc-ción y consolidación del poder popular. De allí que iniciativas como las del concurso de ensayo A PLENA VOZ, deben extenderse y di-versificarse involucrando democráticamen-te, sin censura ni distorsiones, a múltiples fuerzas y sujetos sociales identificados con los proyectos de emancipación.sobre las tres rCreo que los recientes resultados electora-les del 2 de Diciembre de 2007 marcan un punto de inflexión en el proceso sociopolí-tico venezolano. Estamos en una nueva fase que exige claridad estratégica, deslindes político-ideológicos precisos y un vigoroso impulso a la crítica y las prácticas democrá-ticas, autónomas y liberadoras ante el buro-cratismo de aparato, la derecha “endógena” desarrollista y pro capitalista, el dogmatis-mo y el autoritarismo. Importantes sectores populares, organizaciones sociales y colecti-vos diversos ya han iniciado un proceso de renovación radical, clarificación y reorienta-ción creativa desde abajo, desde las bases, abriendo cauces al poder popular revolucio-nario. Es en este conjunto de iniciativas en donde modestamente nos ubicamos.de la oposición intelectual y los avances del libro en el gobierno bolivarianoSaludamos la extensión de esa política editorial. Apostamos por un impulso aún mayor, más diverso, más democrático, comprometido con una política cultural audaz, multicéntrica y con fuertes raíces en los poderes creadores del pueblo. Obvia-mente tal orientación siempre encontrará detractores(as) por parte de quienes asu-men al libro y la lectura como exclusividad de una elite “ilustrada”.

gregorio Pérez almeida. Venezuela 1950. Docente. Obra concursante: En busca del Sur, desde el Sur. Seudónimo: Quetza

ParticipaciónAportar al menos una idea concreta, como educador revolucionario, para el enrique-cimiento de la conciencia crítica que exige el proceso de cambios que experimentamos en Venezuela.

El temaUna tarde entré a una escuela bolivariana y me encontré como Monterroso frente al dinosaurio: en la pared detrás del escri-torio de la maestra estaba colgado el Ma-pamundi de Mercator… Y me dije ¡Coño, todavía está ahí! ¿Pero no es este un mi-nisterio revolucionario que está transfor-mando la educación desde hace nueve años? ¡¿No conocen a Arno Peters?¡ Al salir comencé la redacción del artículo. A los pocos días leí la convocatoria al concurso y pensé que si no lo seleccionaban, por lo menos llegaría a los ojos de personas con cierto nivel de influencia en la política cultural del Estado. Y aquí estoy, echando el cuento y agradecido por darme la opor-tunidad. Ah, y claro que tomé en cuenta el perfil de A Plena Voz, porque la verdad es que no podría escribir para una revista de especialistas inexpresivos y enmarañados, porque yo me divierto escribiendo… acerca del concursoDebería tomarse esta iniciativa de A Plena Voz como modelo a reproducir en todas las dependencias del gobierno, especial-mente por el Ministerio del Poder Popular para la Educación, verdadero motor de la revolución cultural. Debe propagarse la publicidad del debate, la publicación ma-siva de los argumentos y las discusiones pero, sobre todo, con la exigencia de que sean “digeribles” por el gran público… Es-critos para gente normal, pues. sobre las tres rNo sé si esas tres erres nos llegaron un poco tarde. Confío en que no y que nues-tro pueblo las sepa asumir y se impongan la conciencia y la conducta revoluciona-rias sobre las desviaciones del proceso propiciadas por algunos funcionarios gu-bernamentales que han asumido otras “erres” como guías de sus acciones y que nos han llevado por carreteras erráticas. Me refiero a quienes han vivido en estos nueve años cantando: Rápido Ruedan los Reales del Heraldo Público… Corre, corre, que te agarran, corre, que si se abarata el petróleo se cierra el chorro y nos agarra el gorgojo. de la oposición intelectual y los avances del libro en el gobierno bolivarianoInocentemente vivíamos en la Academia y el mundo intelectual circundante, entre cerdos que disimulaban sus aficiones por la carroña comiendo claveles. Ahora, que se les vino abajo la cochinera defecan so-bre los claveles. No sé si me explico…

Edgardo Malaspina. Venezuela 1959. Mé-dico. Obra concursante: El Libro: enlace histórico entre la revolución y la cultura. Seudónimo: Juvenal Papirosa

ParticipaciónEl hecho de que un concurso es siempre una buena oportunidad para dar a conocer nuestros puntos de vista.El temaElegí ese tema al tener en cuenta el perfil dinámico de la revista y su tiraje masivo que permite llegar a un gran número de lecto-res.acerca del concursoEn marzo del 2005, a pocos días de que el presidente Chávez lanzará su idea sobre el proceso de transformación asociada al so-cialismo, escribí una carta donde planteaba la necesidad de promover un gran debate con la participación de todos los estratos sociales. Por tal motivo recibí con regocijo la idea del concurso promovido por A Plena Voz.sobre las tres rCuando de habla de revisión, rectificación y reimpulso de alguna manera se están re-conociendo errores. Sócrates decía que pri-mero había que aceptar las equivocaciones para aprender y poder ubicarse en el camino correcto. Por algo Perogrullo dice que errar es de humanos y corregir es de sabios.de la oposición intelectual y los avances del libro en el gobierno bolivarianoNo creo que alguien pretenda llamarse in-telectual y al mismo tiempo rechazar las publicaciones masivas del Quijote y Los Mi-serables. Una de las políticas más exitosas del Gobierno Nacional es precisamente la editorial que ha permitido la participación un gran sector que se mantenía excluido. Algunos manifiestan que se están publican-do cosas intrascendentes y autores de poca valía. Pero, quién es quién para juzgar a los otros. Solemos ser implacables con respecto a nuestros pares contemporáneos pero el tiempo y la historia suelen poner las cosas en su sitio. He aquí dos ejemplos. Lope de Vega una vez dijo que el peor escritor que había conocido era Cervantes, y la peor obra que había leído era El Quijote. El tiempo y la historia pusieron las cosas en su sitio. Otro: los académicos franceses nunca aceptaron a Julio Verne, como uno de los suyos argu-mentando la poca calidad de su obra litera-ria. Hoy nadie recuerda el nombre de esos académicos y Julio Verne vive en el corazón de millones de lectores en el mundo.

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El futuro no es un instante ni un sitio ni la imagen cinematográfica de carros en el cieloordenando un camino.

Es ya. Sucede. Va a pie o sobre celajes que cruzan el espacio.

Siempre está por comenzar algo, una vasija de barro, una piedra, una refriega o un convento.

Se sienta como un campeón de box en su esquina. Y es generoso y perverso; a ratos nos obsequia sus mejores fintas.A la cuenta de diez nos tira patas arriba Con un golpe de ron en pleno ron.

El futuro puede ver por el ojo de un pájaro, el hígado de un gallo o la borra del café. Toca la lluvia, la noche, canta su nota musical en ruido de la esferas.

Una vez tuve un futuro. Ese futuro sí que tenía futuro.Todo los manes de mi barrio lo querían. No peleaba por ninguna frontera, patria o nación, no grababa números en papel moneda ni enterraba oro en la buena tierra. Dormía en el camino que iba a todos los caminos.

En la expedición de los espeleólogos del Tíbet, al mandode Antonio Luna, alias «El doctor», acordaron, que éste (el futuro) tenía residencia más allá de Cabo de Hornos, en el sitio dondela humanidad cuece sus puntos de vista.

María Emilia, Santiago y Diego, lo conocerán.

Desde 1811 los ancianos lo esperan en las plazas, en los balcones. Cuando el río suena invade la tarde de los pobres.

Al final del amanecer brilla vive con todas partes. Moja de alegría el rostrode los niños.

El general Samuel Sadoski alias el polacoatendió el llamado de la guerra. Un color amarillole atravesó la cabeza atocinadale ardía como tren encendido allí dentro.Agitadas estaban las aguas que calentaban el color chillaban como animales.

Así atendía Samuel Sadoski los huesos de la mañana. Y vio lo que hizo su cohete al traspasarEl cielo del Líbano y Beirut. Una nube roja le avisaba el sitio Donde se elevaban los edificios Aquellas casas, el velo de origenque cubrió rostros de mujer.

Roto el espejo en filo de medialunaderribado el muro, la verja de hierro: los huesos niños se dispersaron por la sala la pelota quedó suspendida en el airesin pie que la ilumine.

El grito de los ancianos se escapó hacia las zarzas que ardieron en el montesagrado. El cohete seguía asesinando. Se paraba en la esquina a mirar los cadáveres fumaba, la multitud, la brisa.

Afuera la fronda de un cedrotatuaba en la tierra las alasde un pájaro.

Y aquel dijo: detrás de esas piedras vendrá la guerra.

Y este otro asintió: frente a los tanques blindados, como una flor de hierro.

WIllIAM osunA

El futuroun CohEtE

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Se vino del cine silente con los rulos de Mary Pickford. Se le puede describir como Marshall La Fuente Estefanía detalla a las novias de Clay Hollister en Tombstone Arizona: delgada, de ojos inmensos, prestos para abarcar la llanura del Farwest; siempre de impecables vaqueros, botas, cigarrillos y lumbre.Tiene el temple de un río indómito; pero no es un río, es un hilo de agua que sacia la sed del viejo Hudson, cuando éste labora en la vendimia. Si se lo propone, puede cargar en sus hombros un tractor; no lo hace porque no es un alma grosera. Si no, cómo se explica que de sus manos aparezcan dibujos de la vida y sus milagros. En sus pinceladas, la gente siempre está cantando, bailando; el sol estalla como un durazno de cocuy colorado; las estrellas son celajes de plata que alumbran la calle con el brillo del miche. Allí todo sucede en colores. Los santos bajan por el arcoiris a enferiarse con el pueblo.Por ella se asoman los arcos del aduanero Rosseau, el cerco violeta de Mario Abreu, las lunas de Emerio Darío Lunar y el sebucán de Carlos Galindo. Les confieso, si la gente se aficiona a los mall y su cultura de plástico y vidrio, yo pierdo la cabeza por unos de sus retablos.Xiomara, usted da la apariencia que viene de escuchar en una iglesita comunal a un Jesús obrero que se bajó de la cruz. Y que ahora milita en cualquier barrio de Caracas.Al verla, única y unánime, me parece que la vida le tiene una deuda pendiente, Dios se la pague, o Víctor Morillo.

XIoMArA PÉrEZ DÍAZ.ArtIstA PlástICo. Como un poeta de posguerra

que vive entre fachistas,a quien maldicen amigos desempleados.

(Qué culpa, qué santísima culpa enseñándome la orilla de unos zapatos rotos, frente a las oficinas, bebiéndose el humo de las cafeteras y el hambre que no deja pan).

Entre noticieros de TV, persecuciones. Aborrecido en los ascensores. Malvisto por la prensay el panteón de la letra bufa que asiste a los urinarios de la plaza Altamira. Sin tren en que partir, ni defensa de Madrid, Boca del 5to. regimiento, Asturias, la minería, los cantos,y nada dentro de mí sino el mismísimo metal para no mirar el odio, aquella barbarie de abril donde escondíamos cosas, nuestros nombres, tal vez una palabras por la ciudad desatada: Polvo Ceniza P a t r i a Mía

Encierro Tela Negra

Voces contra la pared

Entre las luces del Palacio el führer se mece como palo seco expande su rabia como chispazo de revólver.

Como un poeta de posguerrahoy debo escribir los elogios que no supefrente a un cuerpo de mujer.

AbrIl 12

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El funcionario de más alto rango en materia de nar-cotráfi co del país mayor consumidor de drogas del

mundo, viene al país mayor produc-tor de drogas del mundo a acusar a nuestro presidente de «facilitador del narcotráfi co». Bastaría respon-derles en términos muy criollos: «narcotrafi cante será tu madre». Sólo que cometeríamos una injus-ticia con las santas madres de estos dos mafi osos. Y, en el caso de Uribe, un pequeño error de tino, porque el narco en su casa era su papi, más un centenar de primos y amigos.

Debemos denunciar ante la opi-nión pública nacional e internacio-nal que, lamentablemente, nuestra hermana República de Colombia está siendo utilizada en forma des-carada por el imperialismo norte-americano para arremeter contra la Revolución bolivariana y nuestro máximo líder, el comandante Hugo

Chávez.Ya en días pasados, militares

gringos de alta graduación han ve-nido a Colombia a declarar contra Venezuela, y ahora se trajeron al mal llamado zar antidroga a calumniar al presidente Chávez, en un acto vil que pone en evidencia las intenciones in-tervencionistas del imperialismo. No olvidemos que uno de los pretextos que el imperialismo usa para inva-dir países es el de su hipócrita lucha contra el narcotráfi co.

Vergonzosa resulta la actitud de ciertos venezolanos que desde los medios tarifados por la CIA le hacen el juego a esta campaña intervencio-nista. Duele decirlo, porque son seres humanos, pero dan asco. Son la esco-ria traidora que por migajas lame la planta del invasor. Quieren presentar a Chávez como el altanero, el agresor, cuando nuestro presidente ha sido demasiado paciente con unas oligar-quías que incluso antes de ganar las

elecciones de 1998 ya lo denigraban y se burlaban de él. Nada más vean las secciones que el diario El Tiempo de Bogotá, propiedad de la familia del Ministro de Defensa de Colombia, promueve para ofender a Chávez y a Venezuela. Lean allí las groseras y guerreristas declaraciones del gene-ral colombiano Freddy Padilla, jefe máximo de las fuerzas militares al servicio de Uribe y Estados Unidos. El mismo que con su vocecita chillona mintió el 31 de diciembre diciendo que no había operaciones militares en la zona donde iban a liberar a Cla-ra y Consuelo. Nada más las estaban bombardeando con las bombas que les manda Bush con los pesitos del Plan Patriot. En estos días aúpan una marcha el 4 de febrero (¿casua-lidad?) contra las FARC, que conver-tirán en una acción contra nuestro país. Es parte del plan.

Acusan a Chávez de intervenir en asuntos internos de Colombia,

Declaración de respaldoal Presidente ChávezAnte los ataques del

imperialismo y la lacaya oligarquía colombiana

CENTRO NACIONAL ANTIIMPERIALISTA SIMÓN BOLÍVAR

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como si las secuelas del conflicto ar-mado que vive ese hermano país no hubieran marcado también nues-tras vidas en este último medio si-glo. Pero ocultan que apoyaron ac-tivamente el golpe de abril de 2002, como lo hizo el enemigo acérrimo de Venezuela, Juan Manuel Santos, uno de los dueños del diario El Tiem-po y actual ministro de Defensa del Gobierno paramilitar y narcotrafi-cante de Colombia.

Llamamos a las venezolanas y los venezolanos decentes a cerrar fi-las junto a nuestro Gobierno y nues-tro presidente. La amenaza impe-rialista que se cierne sobre nuestra patria desde Colombia debe tener la respuesta más firme y unitaria de nuestro pueblo y de nuestros her-manos latinoamericanos.

El mundo entero sabe quién ha hecho los mayores esfuerzos por darle un carácter humanitario al conflicto en Colombia y buscar ca-minos de paz duradera, y quién ha mentido y sólo busca mantener la guerra como negocio y mampara de intereses inconfesables. Uribe no

reconoce el carácter político y beli-gerante de las FARC, pero negocia con sus amigos los paramilitares, causantes de masivas violaciones a los derechos humanos. Llama te-rroristas a la guerrilla de izquierda, pero celebra triunfos electorales basados en el terror que impusie-ron sus socios mercenarios, dueños absolutos del negocio de la droga en Colombia. Van más de cuarenta narcoparlamentarios descubiertos en el escándalo de la parapolítica. Entre éstos, primitos de Uribe, her-manitos de ministras y ministros, diputados y senadores. Pura basura hambrienta de sangre y dólares es lo que gobierna a Colombia. ¿Son ésos los aliados de la oposición venezola-na? ¿Son ésos los valores democráti-cos que pregonan lacras como Julio César Pineda y Marta Colomina?

El pueblo bolivariano de Vene-zuela, Colombia y toda Indoaméri-ca sabe de qué lado está la verdad, la dignidad, el patriotismo y los ver-daderos deseos de paz. El presidente Chávez ha dado muestras suficien-tes de desprendimiento y solidaridad

con todas las causas justas de nues-tro continente y el mundo. Es hora de la reafirmación revolucionaria de nuestro pueblo y de la defensa sin cuartel de nuestra revolución. La oligarquía colombiana es enemi-ga histórica de Venezuela y quien desde este lado le haga el juego es un traidor a la patria. Los gringos quieren dividirnos para seguirnos explotando. Es tiempo ya de darles un parao.

Las bolivarianas y los boliva-rianos debemos permanecer aten-tos a esta situación y declararnos en actividad permanente desde el 23 de enero, pasando por una gran movilización nacional el 4 de febrero en defensa de la revolución y de Chávez, hasta desembocar en una jornada de defensa de la soberanía el 27 de febrero.

¡Con el pueblo bolivariano en la calle, defendamos la Revolución bolivariana!

¡Viva nuestro presidente Hugo Chávez!

¡Viva la unidad bolivariana de Colombia y Venezuela!

Por el Centro Nacional Antiimperialista Simón BolívarYldefonso Finol, Coordinador General

Alonso Zambrano, Celsa Acosta, Blas Perozo Naveda, Liliana Hernández, Juan La Rosa, Robert Méndez, William Osuna, Héctor Seijas, Libia Guerrero. Siguen miles de firmas….

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A PLENA VOZA PLENA VOZA PLENA VOZY sus fraternos lectores Todo venezolano interesado

en política debería leerla.Antonio Pasquali. La cultura del régimen.

El Nacional (17-07-2005)

Camaradas de A Plena Voz:Por supuesto que a Margarita llega esa excelente re-vista encartada en el Diario Vea. Altamente agradeci-do de que incluyan nuestros trabajos en ese impor-tante esfuerzo editorial de la revolución. Acá estamos a la orden en esta tierra marinera de Juangriego.«Hasta la victoria siempre. Patria, socialismo o muer-te, venceremos.»

Mundo Iribarren

Estimados señores: Por medio de la presente previamente reciban mi más sincera felicitación por el trabajo y publicación de la revista A Plena Voz, que la considero una revista de auténtica actualidad y análisis ante la situación que en estos momentos atraviesa el planeta por la polí-tica y dominio de los EE.UU. y aquellos otros tópicos que afectan a nuestra patria. En otro orden de ideas, solicito (perdonen el uso dominante del término) que me informen cómo hacer para suscribirme a la revis-ta. Realmente estoy muy interesado en recibirla cada vez que salga publicada. Deseándoles el mejor de los éxitos para el venidero año 2008 y esperando su res-puesta, me despido de ustedes.

José Manuel León

La presente tiene como fi n solicitar ejemplares de la revista A Plena Voz, para ser entregadas a un grupo de 112 compatriotas provenientes de la ciudad de Quito, Ecuador, quienes serán operados por medio de la Misión Milagro; y están actualmente hospedados en la Escuela de Formación Socialista Ezequiel Zamora, en Charallave, municipio Cristóbal Rojas del estado Miranda.

Katy Egas

Reciba un cordial saludo y sirva la oportunidad para solicitarle 200 revistas de distintas ediciones, las cuales serán entregadas al Ministerio Público. Esta solicitud obedece a peticiones formuladas por los trabajadores de la Fiscalía que se interesan en los temas que allí son tratados.

Gerson Gómez Acosta

En el proceso de fortalecimiento ideológico de los militantes de la Revolu-ción bolivariana, estamos impulsando una jornada de calle para el día 23 de enero de 2008, con el propósito de distribuir literaturas alusivas a la revo-lución. En tal sentido, solicitamos de ustedes su apoyo facilitándonos 4.000 ejemplares de la revista A Plena Voz, ya que nos servirán para el propósito indicado.

La revolución es patria, sálvala del imperio yanqui.La revolución es la fl or que lleva dentro del pecho, cuídala, para que dé frutos.La revolución es la vida, cuídala para bien de la humanidad.

Enmanuel Rodríguez Delegado Circunscripción 084 PSUV-San José, estado Carabobo

Estimados compañeros y compañeras de A Plena Voz:Primero que nada, reciban ustedes un entrañable y solidario saludo bolivariano y revolucionario desde «el sur del sur». Soy Natalia Falabella, una joven realizadora argentina que oscila su residencia entre Buenos Aires y Caracas desde hace algo más de tres años, razón por la cual les cuento que he decidido desde hace un tiempo ya considerarme una «argenzolana». Les escribo para que me ayuden a localizar al reconocido historiador José Sant Roz, quien entiendo se desempeña, entre otras cosas, como colaborador ocasional de esta excelente revista. Es para una entrevista, fundamentalmente para que hable sobre la infl uencia de Bolívar en la revolución y sus aportes hacia la construcción del llamado socialismo del siglo XXI. Dicha entrevista formará parte de un coro de voces que intentarán entretejer este complejo proceso, en el documen-tal Cuando la brújula marca el Sur, película producida por la Villa del Cine. En tal sentido, compañeros, les agradezco de antemano la facilitación de un contacto telefónico o un mail del señor José. Un abrazo para todo el colectivo y cuídense mucho. Los buenos siempre hacen falta y más ahora, en esta América que hoy despierta...

Natalia Falabella «la argenzolana»

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