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APUNTES DE LA SIERRA N.º 239 - ENERO 2015 Revista gratuita www.apuntesdelasierra.com

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APUNTESDELASIERRAN.º 239 - ENERO 2015 Revista gratuita www.apuntesdelasierra.com

Apuntes de la Sierra • 5

GUÍA ARQUEOLÓGICA DE LA SIERRA DE GUADARRAMA

DE LA CASITA DE GINERA LA MINA DE LAS CORTESPeriodo histórico: siglos XIX y XXLocalización: Cercedilla y Navacerrada

Este mes proponemos al lector un recorrido histórico por uno de los lugares másemblemáticos del Guadarrama: El Ventorrillo

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Muchas son laspersonas que abordo de cochesy autobuses pa-san de largo dia-riamente, y no

digamos los fines de semana y díasfestivos, por uno de los enclaves

históricos más importantes de laSierra de Guadarrama. Nos referi-mos a El Ventorrillo, a mitad de ca-mino de la cima del puerto de Na-vacerrada desde la cara madrileñade este paso de montaña tan afa-mado en nuestra comarca. Actual-mente El Ventorrillo es reconocido

como el lugar donde se emplaza elCentro de Vialidad Invernal; allí tie-nen su base de operaciones las má-quinas quitanieves que hacen posi-ble la circulación por la carreteradel puerto, la M-601, cuando el in-vierno se hace dueño y señor de laSierra de Guadarrama. También

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Vista del Puerto de Navacerrada desde el “Pinar Baldío”, un monte de utilidad públicapropiedad de los ayuntamientos de Cercedilla y Navacerrada

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encontramos en El Ventorrillo laEstación Biológica homónima de-pendiente del Museo Nacional deCiencias Naturales (CSIC), del queya hace muchos años un servidorpuso en valor para los serranos enestas mismas páginas de Apuntesde la Sierra.

Pero El Ventorrillo tiene muchomás de lo que parece a simple vista yque merece, como no podía ser deotra manera, su propio reportaje.En la curva que describe la M-601cuando sortea este insigne lugar, par-ten varios caminos que nos llevarán alugares cargados de historia. No envano El Ventorrillo fue uno, por nodecir el primero, en el que se comen-zó a practicar el esquí en nuestra Sie-rra de Guadarrama. Hasta Cercedi-lla llegaban en tren, allá por lasprimeras décadas del siglo XX, losprimeros aficionados al deporte in-vernal por antonomasia. Desde aquelpueblo serrano, ayudados por mulaslos más pudientes, ascendían hastaEl Ventorrillo para deslizarse conlas primeras tablas de esquí que se

veían no sólo en la comarca sino enEspaña. Por aquellos años una casade camineros era la única construc-ción que se podía ver en el lugar, al-go que con el tiempo fue cambiando,como veremos en las líneas quesiguen.

UNA PEQUEÑAINTRODUCCIÓN

Hecho este pequeño pero im-prescindible prólogo, adelantamosal lector que en el artículo de esteprimer mes de 2015, vamos a bu-cear en busca de los orígenes mate-riales, por llamarlo de alguna ma-nera, del guadarramismo; aquellacorriente cultural, naturalista y de-portiva, que redescubrió nuestraSierra de Guadarrama a los ojos demadrileños y españoles (incluso alos propios serranos). Así, vamos arememorar páginas ya muy lejanasescritas por los primeros guadarra-mistas que dejaron su huella en lasmontañas, como es el caso de laCasita de El Ventorrillo, de la quefue artífice el ilustre Francisco Gi-

ner de los Ríos. De igualmodo nos detendremosante una serie de peque-ños chalets de alta mon-taña levantados para elrecreo y disfrute denuestra Sierra. Además,en nuestro caminar, nostoparemos con el Pinode la Cadena, una de lasjoyas botánicas de laSierra, al que seguirán

los vestigios de un olvidado campa-mento utilizado por la Falange yuna abandonada mina de wolfra-mio.

LA CASITA DE ELVENTORRILLO

A Giner de los Ríos, uno de losimpulsores de la revolucionaria Ins-titución Libre de Enseñanza, se leocurrió la feliz idea de llevar a losestudiantes a la Sierra de Guada-rrama para que de esta forma salie-ran de la nociva ciudad y tuvieranel necesario contacto con la Natu-raleza. Fue a raíz de estas salidasmontañeras que se vio como nece-sario la construcción de un alber-gue de montaña. Así nació la Casitade El Ventorrillo en 1912. Hasta ellase llega desde el Centro de Vialidad,dejando atrás su gran almacén desal, tras el que cual nos toparemoscon una cercado y después con uncamino que más tarde se divide endos, debiendo tomar no el que bajavalle abajo, sino el que camina ha-cia nuestra derecha y que mantienela cota de altura. Este pequeño sen-dero nos lleva directamente hasta laCasita, cuyas paredes han visto yescuchado a figuras tan destacadasdel guadarramismo como Quirós olos hermanos Machado.

Por desgracia el paso del tiempoha hecho estragos en su estructura.Bueno, más bien el abandono con elque viene castigando a este lugar ladueña del edificio, la Fundación Gi-

ner de los Ríos. Algunas zonas deltecho de la Casita de El Ventorri-llo se han venido abajo, amena-zando al resto de la construcción. SiGiner levantara la cabeza y viera enel estado en el que se encuentra se-guro que en poco tiempo cambiabael negro destino que hoy pareceaguardar al albergue. Parece total-mente fuera de lugar, que un espa-cio tan histórico con es la Casita, sehalle sumida en el estado en el quese encuentra, incluso da la sensa-ción de que está totalmente des-contextualizado con respecto al be-llísimo entorno que rodea aledificio. Pero así es, desde la carre-tera, destaca la blancura de las pa-redes de la Casita entre los oscurospinos que la rodean. Desde la leja-nía, parece otro el estado en el quese encuentra el albergue.

LOS CHALETS ALPINOSDEL VENTORRILLO

Desandamos nuestros pasosdespués de disfrutar de las vistasque se abren desde el punto geodé-sico que encontramos a pocos pa-sos de la Casita. Retornamos a ElVentorrillo con una sensación cier-tamente agridulce; hemos pisadouno de los epicentros del guadarra-mismo, pero también hemos com-probado cómo se está viniendoabajo sin que se haga nada. Así, di-rigimos nuestros pasos ahora hacianuestro punto de partida, esta vezpara pararnos junto al pétreo tem-plete y la placa que recuerda la fi-gura de Manuel González de Ame-zúa, que encontramos justo en elinterior de la cerrada curva quedescribe la M-601 cuando atraviesaeste paraje. La placa nos trae a la

memoria a este personaje que im-portó a España la pasión por el de-porte del esquí en 1907, fundandopor aquellas fechas junto con otrosentusiastas el Twenty Club, quepoco tiempo después pasó a cono-cerse como el Club Alpino Español.En las cercanías encontramos losvestigios del que fue el Refugio Ge-neral del Club, del que hoy quedanlos arranques de sus muros tras serdestruido el edificio durante laGuerra Civil.

Gracias a los estamentos socia-les en los que se movían aquellosjóvenes del Twenty Club, consiguie-ron que el Gobierno de la época lescediese una serie de terrenos en ElVentorrillo; parcelas en las que fue-ron poco a poco edificándose unaserie de chalets de estilo alpino. Es-tas construcciones pertenecientesal primer cuarto del siglo XX cons-tituyen nuestra siguiente parada. Aellas llegamos siguiendo la M-601en dirección a la cima del puerto,yendo por el margen derecho de lacarretera. Tras dejar atrás la placade Amezúa, unos cien metros apro-ximadamente, veremos a nuestraderecha un camino cerrado por unaverja cuyo cerrojo podemos corrersin ningún temor,eso sí, volviéndoloa dejar como estabauna vez pasemos.

La primera cons-trucción históricacon la que nos topa-mos es el chalet dela Agrupación C delClub Alpino Espa-

ñol, que en su época fue más conoci-do como ‘la casa de Madinaveita’, alhaberse levantado para su hijos porel reputado médico Juan Madinavei-tia y Ortiz de Zárate, muy vinculadoa la Institución Libre de Enseñanza.Su estado es de abandono total, aun-que aún aguanta en razonable buenestado. No muy lejos, tomando altu-ra, nos encontramos con el chalet delTwenty Club, que en la actualidadmantiene una imagen casi idénticaa la que podemos ver en fotograf íasde la época en la que fue construido.Junto a él tenemos otra bella cons-trucción; otro refugio levantado haceun siglo que mantiene un aspectotan juvenil que parece que de unmomento a otro va a abrirse su puer-ta apareciendo ante nosotros aque-llos pioneros envueltos en las ropasde moda en los primeros años delsiglo XX. Un rincón cargado de his-toria y apenas conocido en el Guada-rrama.

EL PINO DE LA CADENAVolvemos de nuevo a deshacer

el camino recorrido para volver a ElVentorrillo. De allí parte una pistaforestal bien señalizada que nosadentra de lleno en la espesura delconocido como ‘Pinar Baldío’, unmonte de utilidad pública propie-

Otro de los chalets de montaña quepodemos encontrar junto al del Club

Alpino Español

El Ventorrillo fue uno de los lugares, en el que se comenzó a practicar el esquí ennuestra Sierra de Guadarrama allá por las primeras décadas del siglo XX. (Imágenes

cedidas por el Museo de Esquí de Cercedilla)

La Casita de El Ventorrillo, de la que fue artífice elilustre Francisco Giner de los Ríos

Templete y la placa que recuerda lafigura de Manuel González de Amezúa

Nos encontraremos a los pies de uno de los abuelos de la Sierra de

Guadarrama, el Pino de la Cadena.Su nombre le viene del ‘cinturón’ que

rodea el pie de su enorme tronco

No muy lejos, nos encontramos con el chalet delTwenty Club, que en la actualidad (foto de Julio

Vías) mantiene una imagen casi idéntica a la quepodemos ver en fotografías de la época en la que

fue construido (imagen cedida por el Museo deEsquí de Cercedilla)

La primera construcción histórica con laque nos topamos es el chalet de la

Agrupación C del Club Alpino Español,que en su época fue más conocido como‘la casa de Madinaveita. Su estado es de

abandono total, aunque aúnaguanta en razonable buen estado

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mento, el de ‘los Maestros’. Desde esapequeña meseta artificial encarare-mos el trecho más dif ícil de nuestracaminata; una ascensión de unos 50metros, que nos dejará en una zonade escombreras y finalmente ante laboca de la mina de Las Cortes. Setrata de una pequeña explotación si-tuada en el paraje conocido comoCollado Albo. También llamada mi-na de Siete Picos, de su interior se ex-trajo en un primer momento piritaarsenical, aunque en los mapas topo-gráficos figura como una mina de co-bre. La galería principal, de unos 40metros de largo y de la que partenvarios cortos ramales, está datadaentre los años 1856 a 1859. Al pare-cer, tras la Guerra Civil se intentó sa-car del yacimiento el preciado wol-framio; pero poco más podemosapuntar de esta curiosidad mineradel Guadarrama que nos recuerda aesa otra mina de la que hablamos jus-tamente aquí, la localizada en Cabe-za Líjar.

Llegamos de esta forma al finalde este nuevo viaje por los entresi-jos históricos de nuestra Sierra deGuadarrama, revelando al lector unbuen puñado de emplazamientosdonde aún se conserva una partedel pasado de estas montañas. �

Texto:Jonathan Gil Muñoz

Director de elguadarramista.com

Documentación gráfica:Jonathan Gil Muñoz

Museo del Esquí de CercedillaJulio Vías. Marisa Ortega

Creative Commons

hace más de 200 años, y los que to-davía le restan…

UN CAMPAMENTO DE LA OJEY LA MINA DE LAS CORTES

Seguimos nuestra ruta; descen-diendo por la pista forestal que nosha llevado ante el Pino de la Ca-dena, guardián del valle de Naval-medio. La pista cruza más abajo elrío Navalmedio y nos conduce haciala conocida como Pradera de lasCortes. Cuando llegamos a ella, anuestra izquierda vemos una ex-traña construcción que al poco serevela como una suerte de ermita,bajando por el camino que la rodeallegamos de nuevo a la vera del ríoque más arriba hemos sorteado,ahora por suerte tenemos una pasa-rela que nos lleva al otro lado. Allí,vemos una gran fuente, unos cañosy un imponente caserón cuyas puer-tas y ventanas se encuentran tapia-das. Estamos en lo que un día fue elCampamento ‘Alonso de Ercilla’ delFrente de Juventudes (Falange), ab-sorbido en los años 60 por la Orga-nización Juvenil Española (OJE). Enaquel apartado rincón los jóvenesde la época plantaban las tiendas decampaña y participaban en ejerci-cios al aire libre en un ambienteeducativo diametralmente opuestoal que se respiró en la no muy lejanaCasita de Giner de los Ríos.

Volviendo de nuevo a la pista fo-restal, seguimos bajando hasta en-contrarnos con una terraza a nuestraderecha de grandes proporciones,una explanada conocida como pra-dera de la Vaqueriza y que sirvió ensu día como sede de otro campa-

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dad de los ayuntamientos de Cerce-dilla y Navacerrada. Tras recorrerunos cientos de metros la pista sedivide en dos, debiendo tomar laque se abre a nuestra izquierda yque baja casi en picado hacia lomás profundo del valle de Naval-medio. Al poco, nos encontraremosa los pies de uno de los abuelos dela Sierra de Guadarrama, el Pino dela Cadena.

Su nombre le viene del ‘cinturón’que rodea el pie de su enormetronco. De los eslabones de la ca-dena, cuelgan unas serie de letras ynúmeros que en conjunto dicen “Asu querida memoria 1840-1924”.Resulta que en 1924, mientras des-cansaba Nicolás María de Urgoiti, ala sazón director del prestigioso pe-riódico El Sol, al pie de este pino, lellegó la noticia de la muerte de supadre. En su recuerdo salvó del ha-cha del leñador este bello ejemplary le colocó la cadena roja que hoypodemos ver, y de la que se cuidanmuy mucho los agentes forestalesde la zona de ir añadiendo nuevoseslabones conforme el pino va en-sanchándose. Una pequeña placacolocada a la vera del coloso nos in-forma de que estamos ante un árbolsingular, el número 142, concreta-mente. Pero a este gigante arbóreono le hace ninguna falta tanta dis-tinción burocrática, lleva allí desde

CARGA DE AIRE ACONDICIONADO: 29,90 €Estamos en lo que un día fue el Campamento ‘Alonso de Ercilla’ del Frente

de Juventudes (Falange), absorbido en los años 60 por la Organización JuvenilEspañola (OJE)

Desde esa pequeña meseta artificialencararemos el trecho más difícil de

nuestra caminata; una ascensión de unos50 metros, y finalmente ante la bocade la mina de Las Cortes (Fotografía:

Corteshttp://www.mtiblog.com/)