Apuntes Nelly Richard Residuos y Metáforas

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Nelly Richard. Residuos y metáforas (Ensayos de crítica cultural sobre el Chile de la Transición). Santiago: Cuarto propio, 1998. I. Políticas de la memoria y técnicas del olvido. De manera en extremo paradójica, en la posdictadura el pensamiento es sufriente más que celebratorio. Marcado por la pérdida del objeto, piensa desde la depresión o incluso piensa antes que nada la depresión misma. A medida que el símbolo dictatorial diluye sus aristas y se encripta en la mera administración de la pérdida de sentidos dentro del marco tardocapitalista, la situación de pérdida simbólica y retraimiento libidinal tiende a máximamente a incrementarse. La posibilidad extrema es que el impasse libidinal lleve el duelo a condiciones de melancolía radical. En las posdictaduras contemporáneas, la lucha cultural no es tanto una lucha entre sentidos ideológicos opuestos como una lucha por el establecimiento o restablecimiento de la posibilidad misma de sentido. (Alberto Moreiras, “Posdictadura y reforma del pensamiento”, en Revista de Crítica Cultural, No. 7, noviembre de 1993, Santiago). La cita de la violencia: convulsiones del sentido y rutinas oficiales. El modelo consensual de la “democracia de los acuerdos” que formuló el gobierno chileno de la Transicion (1989) señaló el paso de la política como antagonismo –la dramatización del conflicto regido por una mecánica de enfrentamientos- a la política como transacción: la fórmula del pacto y su tecnicismo de la negociación. La “democracia de los acuerdos” hizo del consenso su garantía normativa, su clave operacional, su ideología desideologizante, su rito constitucional, su trofeo discursivo (28). El libreto oficial del gobierno de la Concertación ha convertido la memoria en una doble cita, respetuosa y casi indolora. Tribunales, comisiones y monumentos a los derechos humanos citan regularmente a la memoria (hacen mención de ella, la notifican), pero dejando fuera de sus hablas diligentes toda la materia herida del recuerdo: densidad psíquica, volumen experencial, huella afectiva, trasfondos cicatriciales de algo inolvidable que se resiste a plegarse tan sumisamente a la forma meramente cumplidora del tramite judicial o de la placa constitucional (31).

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Apuntes Nelly Richard Residuos y Metáforas

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Nelly Richard. Residuos y metforas (Ensayos de crtica cultural sobre el Chile de la Transicin). Santiago: Cuarto propio, 1998. I. Polticas de la memoria y tcnicas del olvido. De manera en extremo paradjica, en la posdictadura el pensamiento es sufriente ms que celebratorio. Marcado por la prdida del objeto, piensa desde la depresin o incluso piensa antes que nada la depresin misma. A medida que el smbolo dictatorial diluye sus aristas y se encripta en la mera administracin de la prdida de sentidos dentro del marco tardocapitalista, la situacin de prdida simblica y retraimiento libidinal tiende a mximamente a incrementarse. La posibilidad extrema es que el impasse libidinal lleve el duelo a condiciones de melancola radical.

En las posdictaduras contemporneas, la lucha cultural no es tanto una lucha entre sentidos ideolgicos opuestos como una lucha por el establecimiento o restablecimiento de la posibilidad misma de sentido.

(Alberto Moreiras, Posdictadura y reforma del pensamiento, en Revista de Crtica Cultural, No. 7, noviembre de 1993, Santiago). La cita de la violencia: convulsiones del sentido y rutinas oficiales.

El modelo consensual de la democracia de los acuerdos que formul el gobierno chileno de la Transicion (1989) seal el paso de la poltica como antagonismo la dramatizacin del conflicto regido por una mecnica de enfrentamientos- a la poltica como transaccin: la frmula del pacto y su tecnicismo de la negociacin. La democracia de los acuerdos hizo del consenso su garanta normativa, su clave operacional, su ideologa desideologizante, su rito constitucional, su trofeo discursivo (28).El libreto oficial del gobierno de la Concertacin ha convertido la memoria en una doble cita, respetuosa y casi indolora. Tribunales, comisiones y monumentos a los derechos humanos citan regularmente a la memoria (hacen mencin de ella, la notifican), pero dejando fuera de sus hablas diligentes toda la materia herida del recuerdo: densidad psquica, volumen experencial, huella afectiva, trasfondos cicatriciales de algo inolvidable que se resiste a plegarse tan sumisamente a la forma meramente cumplidora del tramite judicial o de la placa constitucional (31). La experiencia de la posdictadura anuda la memoria individual y colectiva a las figuras de la ausencia, de la prdida, de la supresin, del desaparecimiento (35).La ausencia, la prdida, la supresin, el desaparecimiento, evocan el cuerpo de los detenidos-desaparecidos en la dimensin ms brutalmente sacrificial de la violencia, pero connotan tambin la muerte simblica de la fuerza movilizadora de una historicidad social que ya no es recuperable en su dimensin utpica. Esa fuerza de historicidad fue vivida por la cultura, durante el rgimen militar, como lucha de sentidos, como lucha por defender un sentido urgido y urgente. Sin duda que la epopyica tarea de haber tenido que reinventar lenguajes y sintaxis para sobrevivir a la catstrofe de la dictadura que sumergi cuerpos y experiencias en la violencia desintegrativa de mltiples choques y estallidos de identidad; el enfrentarse a los cdigos como si la batalla del sentido fuera asunto de vida o muerte, debido a la peligrosidad del nombrar, sometieron a prcticas culturales y biografas sociales a sobreexigencias de rigor y certeza que terminaron agobindolas. Muchas subjetividades cansadas del disciplinamiento heroico de ese maximalismo combatiente que ayer las gobernaba, prefieren hoy complacerse en las pequeas satisfacciones neoindividualistas de lo personal y de lo cotidiano [] (36).

El radical trastorno de aquel universo de sentido ntidamente marcado, bajo la dictadura, por oposiciones tajantes entre oficialismo y disidencia que iban acompaadas del pathos de una batalla monumental, produjo desastrosos efectos de vaciamiento utpico. De ah el sntoma melanclico-depresivo que afecta al sujeto de la posdictadura [] (38). Es decir que el presente del consenso tuvo que defender su novedad poltico-democrtica su discurso del cambio- silenciando lo no-nuevo (lo heredado) de sus formas econmico-militares de continuacin del pasado; ocultando esta perversin de los tiempos que mezcla continuidad y ruptura bajo el disfraz del autoafirmarse incesantemente como actualidad gracias a la pose exhibicionista de un presente trucado (40). No se trata, entonces, de dar vuelta la mirada hacia el pasado de la dictadura para grabar la imagen contemplativa de lo padecido y lo resistido en un presente donde dicha imagen se incruste mticamente como recuerdo, sino de abrir fisuras en los bloques de sentido que la historia cierra como pasados y finitos, para quebrar sus verdades unilaterales con los pliegues y dobleces de la interrogacin crtica (41-42).Hablar de superficies de reinscripcin sensible de la memoria es hablar de una escena de produccin de lenguajes; de los medios expresivos para restaurar la facultad de pronunciar el sentido y denunciar las operatorias de signos de la violencia, poniendo el horror a distancia gracias a una mediacin conceptual o figurativa capaz de desbrutalizar en algo la vivencia inmediata de los hechos. Solo una escena de produccin de lenguajes permite tanto quebrar el silencio traumtico de una no-palabra cmplice del olvido como salvarse de la repeticin manaco-depresiva del recuerdo, dotndolo de los instrumentos reflexivos del desciframiento y de la interpretacin para modificar la textura vivencial y la consistencia psquica del drama (46). Toms Moulian: cmo describir esos infiernos, transmitiendo emociones que permitan la comprensin, con el lenguaje circunspecto, congelado, grave, falsamente objetivo de las ciencias humanas? (48). Mientras la sociologa trabajaba, profesionalmente, a favor de una versin tecnificada del consenso que deba eliminar de su mquina administrativa de planificacin del orden toda opacidad superflua o recalcitrante, el arte y la literatura de la nueva escena exploraban las zonas de conflicto, a travs de las cuales figuras postergadas, imgenes indispuestas desechos de la memoria reemprenden camino hacia las teoras mediante un saber de la precariedad que habla una lengua suficientemente quebrada para no volver a mortificar lo herido con nuevas totalizaciones categoriales. Y son, creo, estas zonas de conflicto, de negatividad y refraccin estas zonas en las que se condensaba lo ms oscurecido de una contraescena todava llena de latencias y virtualidades interrumpidas las que guardan, en el secreto de su tensa filigrana, un saber crtico de la emergencia y del rescate a tono con los ms frgil y conmovedor de la memoria del desastre (50). II. Lo popular, lo urbano: fragmentos de escenas.

Desamblajes de identidad, perversiones de cdigos. Los intrpretes de la modernidad asocian la definicin filosfica y cultural de lo moderno a la predominancia absoluta de la categora de lo Nuevo que simboliza la idea de progreso con su temporalidad dinmica que se mueve aceleradamente en la direccin del futuro [] La modernidad adquiere as la forma de un desfile de modas, de una sucesin de cambios cuya retrica visual es la renovacin de los estilos que celebra la variedad y la diversidad de los modos de vida, de los patrones de gusto y de las reglas sociales (112).

Con la ropa usada que vulnera la consigna metropolitana del ser moderno como un estar a la moda del da la periferia se reencuentra finalmente consigo misma: llega por fin a coincidir con su verdad oculta al dejar en claro que el simulacro de lo nuevo se consume aqu siempre en lo diferido (113).

La ropa usada cambia la diacrona de una sucesin programada de novedades hechas para sustituirse una a otra (modernidad) por la coexistencia sincrnica de prendas que estuvieron de moda y que, ahora, exhiben todas juntas sin culpa y en desorden su no vigencia y desgaste estilsticos (posmodernidad) (113).El jeans desarma las connotaciones de pertenencia social y sexual, al traspasar todas las identidades con su definicin neutra. Es el signo uniformador y democratizador de una voluntad de renuncia a la distincin de clase [] tiende a desindividualizar. En cambio, la ropa usada permite romper la monotona de la serie con prendas que se mezclan en una mxima heterogeneidad de artculos y estilos, multiplicando las posibilidades de que cada comprador individualice y singularice su imagen vestimentaria (114-115).

El sistema de la moda ordena el lenguaje vestimentario siguiendo una lgica pretrazada de usos y circunstancias que reglamente la eleccin de vestuario, sobre la base de unidades de tiempo y lugar, segn las estaciones del ao y los momentos del da [] Las tiendas de ropa usada rompen dicho esquema al hacer vivir anrquicamente, en un mismo campo de visin [] las distintas prendas se renen en el desorden de una acumulacin heterclita que rompe el sintagma industrial de la vestimenta clasificada por sexo y talla, lugar y tiempo, modo y circunstancia (116).Heidrun Adler y George Woodyard (Eds.). Resistencia y poder. Teatro en Chile. Frankfurt: Vervuert, 2000.

Juan Villegas. Discursos teatrales en Chile en la segunda mitad del siglo XX.

Las transformaciones del teatro no se explican por una evolucin inmanente ni por cambios de una dcada a otra, sino por acontecimientos histricos que marcan radicalmente la percepcin del mundo (15).

La transformacin de los aos cuarenta coincide con movimientos semejantes en Amrica Latina y corresponde a un proceso de modernizacin vinculado con el ascenso al poder d los sectores medios, fundados en proyectos nacionales de democracia representativa con participacin activa de los sectores populares, nfasis en la nacionalizacin o defensa de los valores nacionales, el estado como orientador de la cultura, la cultura como contribuyente al cambio social. La cultura legitimada del proyecto se funda en la cultura centroeuropea (15).En el plano de la cultura y el teatro, el nuevo periodo se caracteriza por la radicalizacin poltica y la necesidad de ver todos los objetos artsticos desde la ptica de su contribucin o rechazo del proyecto revolucionario (15)

La modernizacin del teatro y los proyectos nacionales modernizadores: 1940-1970.

Creacin del Teatro experimental de la Universidad de Chile (1940) y del Teatro de ensayo de la Universidad Catlica (1943): modernizacin: sustitucin de las formas anquilosadas (raigambre realista y actuacin y direccin vinculadas con la tradicin espaola), por formas modernas, lase europeas. Autores nacionales con temas nacionales.

Los procedimientos del teatro pico o del teatro del absurdo constituyeron parte significativa del discurso teatral hegemonico chileno hasta 1973 (17).

Autores: Jorge Daz, Egon Wolff, Isidora Aguirre. Otros: Heiremans, Vodanovic, Requena.

El periodo de la Unidad Popular: 1970-1973.La radicalizacin nacional dio origen a la necesidad de un teatro aun ms comprometido con los proyectos nacionales (19).

El rasgo nuevo fue la intensificacin de la preparacin de monitores o gente de teatro capaz de salir de sus propios espacios generalmente universitarios para formar polticamente sectores marginales o poblacionales (19). Tambin, intensificacin y legitimacin de teatros colectivos.

Los mismos autores del periodo anterior.

Los discursos teatrales del periodo autoritario: 1974-1990.

Oposicin poder cultural / poder poltico.

El rgimen poltico afect a la prctica teatral de modos diversos. Por una parte, dio origen a la salida del pas de numerosos actores y directores, incluso grupos teatrales [] Dentro del pas, el sistema autoritario determin la existencia de discursos teatrales polarizados a favor o en contra del rgimen, oblig a lenguajes oblicuos y simblicos en el escenario, y contribuy directa o indirectamente a la canonizacin de dramaturgos por parte del discurso crtico nacional e internacional, quienes fueron evaluados desde la perspectiva de su capacidad de denunciar el rgimen establecido (20).

El discurso teatral hegemnico contina siendo el de los sectores culturalmente medios, quienes producen textos destinados a espectadores tradicionales del teatro nacional llamado culto [] dentro de los discursos de los sectores culturalmente dominantes, se puede distinguir una tendencia fundada en los principios polticos y culturales proclamados por el discurso poltico oficial sistema teatral del autoritarismo y otra que se asigna a la funcin de cuestionar el rgimen poltico discursos ideolgicamente alternativos. Coexiste con estos discursos dirigidos a los sectores medios, otros discursos dirigidos predominantemente a los sectores populares o marginales (20-21).

Discurso teatral del autoritarismo: Teatro Nacional, heredero del Instituto de Teatro de la UCH. Representacin de los clsicos, los universales. Caf-concerts y teatro del gran espectculo.

Discurso teatral alternativo, antes y despus de 1983.

Antes de 1983, mostr un carcter ms combativo de oposicin al rgimen militar, con mayor nfasis en la alusin, la elipsis, o criticas al rgimen en su dimensin econmica (22).

El discurso teatral alternativo durante esta instancia enfatizo la crtica de los aspectos econmicos, no apunt a la legitimidad del rgimen ni al estado de persecucin o terror que se destac en la segunda poca (23).

El cambio de 1983 se manifest en el teatro por una mayor claridad en la crtica a los derechos humanos y la denuncia de la violencia utilizada por el gobierno (24).

Grupos disidentes ms representativos: ICTUS y Teatro de la UC (TEUC) (vinculado con la Iglesia Catlica).

TEUC: Pachamama (1988). Omar Saavedra Santis, dirigida por Ral Osorio.

ICTUS: Ests en el aire. Carlos Cerda.

Los sectores de oposicin comprendieron la eficacia del teatro como instrumento de comunicacin de masas y lo utilizaron como instrumento alternativo a los instrumentos oficiales en manos del poder poltico, tales como la televisin y los peridicos. De este modo, el teatro se desarroll en los sectores poblacionales en varias dimensiones. Una de las ms significativas es el apoyo de la iglesia a grupos [] Otro procedimiento es el envo o formacin de monitores quienes, habiendo sido previamente estrenados en los procesos teatrales, forman y dirigen grupos teatrales en las poblaciones (29-30). Los discursos teatrales de la nueva democracia: 1990-1999.

Aunque an se conservan textos en que se cuestiona el rgimen militar y sus secuelas, las tendencias dominantes apuntan a direcciones del todo diferentes, la mayor parte de ellas en busca de un teatro silenciador del conflicto nacional, pero con fuertes inclinaciones hacia lo espectacular, la innovacin formal y la deshistorizacin de la historia (31).

La experimentacin teatral y la bsqueda de nuevos lenguajes.Griffero: Es un teatro de imgenes, aunque stas finalmente se apoyan en la palabra; a su vez, un teatro que est en continua preocupacin por transgredir sistemas lingsticos que van perdiendo fuerza expresiva a causa, muchas veces, e un uso plano y reiterado un teatro que desea experimentar y encontrar un nuevo lenguaje teatral (32). La Troppa: actores y marionetas.

La deshistorizacin de la historia.

Construccin de espacios en los que predomina lo sentimental afectivo, se estereotipa los sectores sociales de manera folklrica, es escenario se llena de elementos musicales del folklore nacional cantos, bailes y el espectador es sumergido en espacios utpicos en que los males del mundo provienen de fuerzas individuales o abstractas (33).

La negra Ester (Roberto Parra Andrs Prez): En lo formal, se incorporan elementos de la teatralidad circense, se transforma el escenario, se enfatiza la dimensin de ser espectculo con uso de procedimientos metateatrales, la incorporacin de la msica y el baile folklrico, personajes de la marginalidad no vistos como figuras trgicas y una fuerte dosis de melodramatismo (34). Tambin de Prez, El desquite.Historia desde los mrgenes:

M. I. Stranger: Cario malo, Malinche. Claudia Donoso (versin teatral de Alfredo Castro): La manzana de Adn. Luis Rivano: marginalidad popular. Oscar Lepeley. Avatares del teatro chileno contestatario durante los primeros aos de la dictadura militar. Cesanta y exilio de actores y directores. Intervencin estatal de las escuelas de teatro: El Departamento de Teatro de la UNIVERSIDAD DE CHILE fue clausurado por seis meses, procedindose a la expulsin de la mayora de acadmicos, actores y estudiantes y rebautizado como TEATRO NACIONAL CHILENO en 1976. En la UNIVERSIDAD CATLICA la ESCUELA DE ARTES DE LA COMUNICACIN fue cerrada en 1976, procedindose a congelar la matricula de la escuela de teatro, siendo reemplazada por la ESCUELA DE TEATRO, CINE Y TELEVISION. El teatro de la Universidad de Concepcin fue cerrado en 1976. La misma suerte corri el teatro de la Universidad Tcnica del Estado, TEKNOS (114).

Caso de El Aleph, de scar Castro y la representacin de Y al principio exista la vida.

Caso de La Feria, y su representacin de Hojas de Parra.Aumento del IVA (20-22 %), impuesto a la cultura:

En el caso del teatro, el gobierno haba permitido eximir del pago de un impuesto del 22 por ciento a aquellas obras que alguna universidad o embajada extranjera calificara como cultural (119).

Desde agosto de 1980, Decreto 3454:

Los espectculos que no fueran aprobados por el DEPARTAMENTO DE EXTENSION CULTURAL DEL MINISTRIO DE EDUCACIN tendran que pagar el 20 por ciento, igual que cualquier mercadera (Hoy, 14 de enero de 1981, p. 43).

Lo que no existi, efectivamente, fue la censura previa para las obras de teatro [] las razones pudieron haber sido el desconocimiento de los mecanismos de la prctica teatral por las autoridades militares, o la excesiva confianza en las medidas represivas ejercidas sobre los medios de comunicacin social y sobre la sociedad en general en cuanto a no permitir la emergencia de una voz disidente. Hubo por lo tanto una excesiva confianza en que funcionara el mecanismo de la autocensura de una manera natural e incontrovertible. Pero hubo tambin la tendencia por parte del oficialismo a menospreciar el poder de influencia que tiene el teatro sobre la opinin pblica, de manera que, cuando las obras teatrales fueron progresivamente atrevindose a cuestionar la realidad contingente, se encontraron que ya era imposible proceder a ejercer medidas de censura directa sin afectar la propia imagen del gobierno (121).

Caso de Memorndum secreto de la CNI, sobre la obra Tres Maras y una rosa, de David Benavente y el Taller de Investigacin Teatral (TIT). Toms Moulian, en Chile actual: anatoma de un mito, Santiago, Arcis/Lom, 1997, p.7.

Nicols Casullo, Una temporada en las palabras, en Confines, No. 3, La Marca, 1996, Buenos Aires, p. 17.

Guerrero, Eduardo. Espacio y potica en Ramn Griffero. Anlisis de su triloga Historias de un galpn abandonado, Cinema Utoppia, y 99 La Morgue, en eds. Alfonso de Toro, Fernando de Toro: Hacia una nueva crtica y un nuevo teatro latinoamericano. Frankfurt/Main 1993: 129.

Otra bibliografa:

Benavente, David: Ave Felix (teatro chileno post-golpe) en Pedro, Juan y Diego, Tres Maras y una Rosa. Santiago de Chile, 1989, pp. 277-323.

Rojo, Grnor. Muerte y resurreccin del teatro chileno 1973-1983. Madrid, 1986.