Apuntes Historiográficos Sobre La Historia de La Cultura
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Apuntes historiográficos sobre la historia de la cultura
Paula Bruno
I. Introducción
El objetivo del siguiente trabajo es revisar algunas cuestiones vinculadas con la historia cultural,
para lo cual focalizamos la atención en su historicidad, en sus vertientes más destacadas y en sus
rasgos particulares y distintivos.
El texto se abre con algunas consideraciones generales acerca del concepto de “cultura”, con la
intención de evidenciar la pluralidad de significados ue puede denotar el concepto en cuestión y
tomar distancia de la naturalización de su significado.
!osteriormente, se realiza un recorrido cronológico de la historiograf"a de la historia de la cultura,
poniendo el #nfasis en algunas etapas de la misma. $a concreción de este recorrido, ue abarca
más de un siglo, permite rastrear y evidenciar las rupturas y las continuidades existentes en lo ue
respecta a las formas de abordaje de la cultura concretadas por los historiadores profesionales. El
seguimiento de este itinerario está dividido en tres bloues temporales ue están relacionados
estrechamente con las transformaciones de los contextos de producción y, simultáneamente, con
las repercusiones de estos cambios en el interior del ámbito de la disciplina histórica.
$a primera etapa ue describimos %de comienzos del siglo &'& a ()*+, aproximadamente se
caracteriza por el predominio de una concepción de la historia muy ligada a los ámbitos del poder,
cuyos relatos ponen el acento en la historia de carácter excluyentemente pol"tico. $a segunda
etapa %desde la segunda posguerra hasta la d#cada de ()-+ tiene como rasgo caracter"stico la
preponderancia de explicaciones históricas ue apuntan a dar prioridad a lo sociocultural y lo
económico. !or ltimo, presentamos una tercera etapa ue llega hasta nuestros d"as, cuyo rasgo
central es la de presentar un gran abanico de perspectivas posibles a la hora de concretar y de
difundir los estudios históricos referidos a la cultura.
/ientras realizamos esta exploración, procuramos evidenciar cómo las distintas acepciones del
concepto de cultura y sus recepciones variadas en diferentes contextos de producción incidieron en
el ámbito de la configuración de los conocimientos históricos.
II. Consideraciones previas acerca del concepto de “cultura”
El concepto de “cultura” presenta una polisemia prácticamente inabarcable, a lo cual debe sumarse
la variación del t#rmino a lo largo de la historia y la variedad de definiciones ue el mismo asume
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en diversos marcos geográficos. 'ntentando ilustrar esta polisemia, a continuación presentamos
dos definiciones de este concepto ue pueden polarizarse y ue nos permiten intuir la gran
variedad de matices potencialmente existentes entre ambas 0(1 .
El significado más tradicional de la palabra “cultura” se refiere a un cierto nivel educativo, a
atributos relacionados con el placer por escuchar clásicos musicales o concretar lecturas de obras
cumbres de la literatura, o bien, a cierto estilo de consumo y pautas de comportamiento. 2entro de
esta perspectiva, la cultura aparece como un elemento privativo de los grupos sociales
privilegiados. Es decir, se entiende el t#rmino cultura como sinónimo de la expresión “cultura alta” o
“cultura de elite”.
3sumir esta noción condujo, por mucho tiempo, a concretar una historia cultural ue se traduc"a en
una historia de elites o de grupos dirigentes. 4odas las manifestaciones provenientes de los otros
sectores de la población uedaban en un segundo plano siendo consideradas parte de un todo
amorfo ue no merec"a ser abordado en forma sistemática ni anal"tica.
Este concepto tradicional de cultura comenzó a ser cuestionado desde distintos ángulos, en el
contexto europeo, en el escenario de la segunda posguerra. 2esde las diferentes disciplinas
sociales se empezó a prestar mayor atención a las expresiones de carácter cultural de los mltiples
y heterog#neos segmentos ue configuran sociedades complejas.
Esta actitud de apertura se relacionó estrechamente con los avances ue tuvieron lugar en el
campo de la antropolog"a, en tanto disciplina social 051 , y tambi#n con la difusión de las
producciones historiográficas de la corriente de historiadores marxistas ingleses 0*1 %como Ed6ard !.
4hompson, Eric 7obsba6m y 8hristopher 7ill. 2esde la perspectiva sostenida por estos ltimos,
se hac"a necesario prestar atención a la historia de 9los de abajo9, a sus acciones, a sus
representaciones y a sus prácticas. !or tanto, la cultura de estos sectores, anteriormente excluidos
del escenario, se convirtió en un objeto de estudio privilegiado dentro del campo de sus análisis y
de los de un nmero significativo de historiadores 0:1 .
Estas transformaciones en el campo de las 7umanidades, entre tantas otras, repercutieron
fuertemente en lo concerniente al concepto ue nos ocupa, y as" se comenzó a modelar una
ampliación de la definición de lo ue significa “cultura”. 2e esta forma, se delineó una noción del
t#rmino ue en la actualidad cuenta con mayor aceptación y difusión; #sta hace referencia a la
cultura como una especie de marco ue contiene las formas de pensamiento, las creencias y las
prácticas, las actividades cotidianas, los objetos realizados por distintos grupos sociales, las formas
en ue se establecen relaciones interpersonales, los hábitos, las costumbres, las tradiciones, entre
otros elementos.
3sumiendo esta perspectiva, la cultura dejó de ser patrimonio exclusivo de un sector social y pasó
a ser acervo de la sociedad toda, es decir, un elemento ue configura las identidades colectivas.
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3s", se ha asumido ue la cultura es constitutiva de la sociedad en su conjunto, pese a ue cada
uno de los sectores ue la componen puede contar con sus propias lógicas culturales.
8omplementariamente, debe considerarse ue si bien el proceso de globalización abarca las
diversas esferas de la vida humana, existe “por debajo” de este fenómeno una realidad cargada de
heterogeneidad y de fragmentaciones ue afloran en el intrincado conglomerado de diversidades
sociales, económicas, #tnicas y religiosas existentes 0<1 y ponen en evidencia ue el escenario
mundial configurado a lo largo del siglo && se complejizó en forma muy significativa.
4odos estos procesos sociohistóricos repercutieron en la conformación y difusión del segundo
concepto de cultura ue elegimos presentar como concepto ampliado y diferenciado del primero.
$a adopción del mismo produjo como efecto un despliegue del abanico de objetos de estudio a
abordar por uienes realizan una historia cultural u otros estudios culturales.
8onsiderando este paisaje ampliado de objetos de estudio ue abarcan desde las prácticas más
cotidianas hasta las creencias más inconscientes ue los historiadores culturales transitan
actualmente, decidimos hacer hincapi# en esta exposición en uno de los objetos ue ocupará %y
ocupa un rol central en los cambios protagonizados por la historia cultural= las ideas.
8omplementariamente, realizamos algunas referencias a otro objeto destacado= las imágenes, con
el fin de visualizar cierto registro compartido de transformaciones. $a elección de estos elementos
encuentra su fundamento en un principio= ambos elementos se nos presentan como actividades
inherentes a la humanidad y son manifestaciones distintivas de la misma.
III. Una historia de hombres célebres
2iversos historiadores se>alan ue la 7istoria nació con la pretensión de legitimar el poder, y
muchos de ellos sostienen ue durante la Edad /edia, uienes detentaban el dominio eran
conscientes de la necesidad de una propaganda activa, ue supo anclar sus argumentos en el
pasado 0?1 . Esta hipótesis puede ser tenida por válida si consideramos ue los se>ores feudales de
la Edad /edia buscaban legitimar y justificar su posición jeráruica con argumentaciones
históricas, es decir, con artilugios discursivos ue se remontaban al pasado.
3s", en torno al siglo &@, cuando se estaban delineando los Estados con caracter"sticas
nacionales 0A1 , surgieron los “historiadores oficiales”, y los relatos históricos se convirtieron en
auxiliares primordiales del poder, ya ue se encontraban al servicio de las monaru"as absolutistas
y sus necesidades de consolidarse y mantenerse en el poder.
2urante el Benacimiento, y en los siglos posteriores, esta tendencia de la historia de estar al
servicio del poder pol"tico no hizo más ue consolidarse. 3s", pese a la existencia de una variedad
de g#neros para escribir la historia como la crónica monástica, o los tratados sobre antigCedades,
durante siglos predominó la forma de la narración para dar cuenta de sucesos pol"ticos y militares=
la historia asum"a como protagonistas indiscutibles a los miembros de las dinast"as reales y a los
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h#roes de los campos de batalla. Dna muestra tangible de estos rasgos son las numerosas
crónicas de ciudades como La crónica de Dino Compagni de las cosas ocurridas en su
época escrita entre (*(+ y (*(5F, referida a los avatares de la pol"tica florentina, o los
relatos Historia de Carlos VII e Historia de Luis XI ambos escritos en la d#cada de (:A+F del
franc#s 4homas Gasin.
Esta tendencia comenzó a matizarse en el contexto del auge del 'luminismo, dado ue fue puesta
en cuestión la forma predominante de escribir la historia. 3s", a mediados del siglo &@'''
irrumpieron estudios históricos producidos por intelectuales de distintos lugares de Europa, ue
intentaban centrar su atención en un objeto ue estuviera más allá de la guerra y la pol"tica, ue
pretend"an captar la historia de la sociedad en general y no sólo la de los hombres c#lebres. Entre
estos personajes se recorta el perfil de @oltaire, uien sostuvo, casi como un manifiesto, la
necesidad imperiosa de escribir la historia de los hombres y no la de los reyes, y sus cortes;
prioridad ue concretó en su Ensayo sobre la historia general y sobre las costumbres y el espíritu
de las naciones (A<?F. !ueden mencionarse como inscriptas dentro de esta tendencia la obra
principal del filósofo napolitano Hiambattista @ico, Principios de ciencia nuea en torno a la
naturale!a com"n de las naciones (A5<F, además de Decadencia y caída del Imperio
#omano (AA?(A--F, del historiador británico Ed6ard Hibbon.
Iin embargo, esta tendencia a ampliar el objeto de estudio de los historiadores declinó en el siglo
&'&. 2urante la segunda mitad ese siglo tuvo lugar, en las sociedades europeas, el proceso de
consolidación y redefinición de los Estadosnación 0-1 y, en ese contexto, asumió cierta relevancia la
necesidad de crear historias nacionales sobre las ue se construir"an las identidades de cada
nación con sus caracter"sticas propias, diferenciadas del resto.
En este escenario, el ejercicio de la disciplina histórica se convirtió en un elemento instrumental
ue dotó de legitimidad a los cimientos sobre los cuales se edificaron las naciones. Esta
funcionalidad de la 7istoria tuvo un correlato institucional y ocupacional preciso= siguiendo el
modelo de la Escuela alemana comenzaron a conformarse comunidades profesionales de
historiadores ue se encargaron de producir y difundir discursos válidos sobre el pasado.
El resultado de este fenómeno ampliado al escenario europeo convirtió al siglo &'& en “el siglo de
la 7istoria”, dado ue a lo largo del mismo se publicaron obras de personajes descollantes. Iólo
por mencionar algunos ejemplos, en lo ue respecta al ámbito franc#s pueden destacarse= Historia
de $ranc ia (-**(-:? y (-<<(-?AF del historiador Jules /ichelet,El %ntiguo régimen y la
reolución (-<?F del escritor y pol"tico 8harles 3lexis 8l#rel de 4ocueville, Historia de las
instituciones de la antigua $rancia (-A<(-)5F del catedrático Kuma 2enis Lustel de 8oulanges
y Los orígenes de la $rancia Contempor&nea (-A<(-)*F de 7yppolite 4aine. 2el contexto ingl#s
se destaca Gabington /acaulay y su Historia de Inglaterra (-:-(-?(F, entre otros tantos [9] .
3s", logró imponerse un estilo de discurso histórico cuyo exponente más destacado fue $eopold
von BanMe, uien sosten"a ue la 7istoria deb"a dar cuenta de “lo ue realmente sucedió”.
Iiguiendo este modelo, los historiadores profesionales, a diferencia de sus predecesores,
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comenzaron a seguir pautas cognitivas metodólogicas y epistemológicas, ue eran aceptadas y
legitimadas por las comunidades acad#micas a las ue pertenec"an, y desenvolv"an sus
actividades en instituciones espec"ficas, como universidades y centros de estudios.
Lue en este momento cuando cristalizaron las caracter"sticas de la primera etapa ue nos interesa
describir. En el modelo ue se convirtió en válido, toda historia ue no fuera pol"tica uedaba
absolutamente excluida, y se marginaban las temáticas sociales, económicas y culturales.
Ntro rasgo distintivo de esta forma de hacer la 7istoria es ue estaba absolutamente impregnada
del paradigma historicista, ue contaba con algunos rasgos vecinos al positivismo, ue estaba
atravesando por un momento de indiscutible apogeo. 3s", se pretend"a transportar al dominio de
las 8iencias 7umanas y Iociales los m#todos de las 8iencias Experimentales, intentando ordenar
el pasado como una serie de acontecimientos ue formaban una cadena de causalidad continua.
2e este modo se consolidó el formato de relato histórico ue hac"a hincapi# en las “causas” y las
“consecuencias” 0(+1 .
!or otra parte, los formatos de presentación de esta historia preminentemente pol"tica eran de
carácter narrativo, descriptivo y cronológico; por lo tanto, los acontecimientos pol"ticos %tales como
sucesiones monáruicas, tratados, fracturas interdinásticas, relaciones entre poderes rivales, entre
otros asum"an una relevancia indiscutida. 3demás de los hechos pol"ticos, los acontecimientos
militares se convert"an, por su articulación clara con los avatares del mundo de la pol"tica, en
tópicos recurrentes, y as" se organizaban detalladas galer"as de personalidades, próceres y
epopeyas.
El formato de los relatos históricos del per"odo respond"a a auella conocida tripartición de vida,
obra y legado de los hombres c#lebres. En ella, los grandes hombres pol"ticos y militares contaban
con un lugar privilegiado y excluyente.
En relación a las fuentes, a los documentos utilizados por los historiadores para concretar sus
investigaciones, predominaban los oficiales, los materiales producidos por las administraciones
estatales y eclesiásticas. !or lo tanto, la utilización de fuentes no escritas era casi inexistente y las
voces de amplios sectores de la sociedad uedaban fuera de la historia. Iimultáneamente, dada la
exclusión total de los procesos históricos desenvueltos por fuera de la pol"tica, es decir, los
fenómenos relacionados con las diversas esferas de acción de la vida humana, uedaban
absolutamente desligados de los aspectos ue pod"an echar luz acerca de las formas de vida del
grueso de la población.
En esta primera etapa, el desarrollo de una historia de las ideas y de una historia de las imágenes
contaba con un desenvolvimiento apenas incipiente ue se traduc"a en una producción
historiográfica fragmentaria y escasamente difundida.
En lo ue respecta a la historia de las ideas, #sta se limitaba a las ideas pol"ticas, rastreándose,
dentro de un análisis superficial de las tradiciones intelectuales, solamente las influencias de
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ciertos pensadores pol"ticos en otros hasta alcanzar una cadena de influencias ue se retrotra"a
hasta los pensadores de la #poca clásica 0((1 .
Esta historia de las ideas part"a del supuesto de ue las obras de los pensadores eran
cristalizaciones de sistemas de ideas claros y sistemáticos y ue, por lo tanto, eran
manifestaciones transparentes de las intenciones de los autores. Entre las figuras destacadas de
esta tendencia pueden mencionarse Genedetto 8roce % y sus trabajos Ensayos sobre la literatura
italiana de '()) ()((F y %nécdotas y per*iles del +,ettecento+ ()(:F, entre otros y Lriedrich
/einecMe %entre cuyas obras se destaca El historicismo y su génesis ()*?F.
Bespecto de la historia relacionada con las imágenes, se practicaba lo ue actualmente es
considerado como una historia tradicional del arte, cuyo objeto de estudio eran las grandes obras
pictóricas, monumentales o escultóricas y las biograf"as de los artistas destacados o de
determinados estilos. Ntra de las perspectivas de abordaje concretadas apuntaba a rastrear
antecedentes e influencias de los artistas. El formato predominante en lo referido a la historia del
arte respond"a a una detallada catalogación de las obras 0(51 . Dn estudio paradigmático de esta
forma de comprender la historia del arte es la de JaMob GurcMhardt, titulada La cultura del
#enacimiento en Italia (-?+F.
Este tipo de concepción aduir"a una evidencia clara en los ámbitos de exposición de las
producciones art"sticas, como los museos, ue en este per"odo eran grandes recintos de saber
estático 0(*1 .
IV. La historia social de la cultura
El modelo de historia caracter"stico de la primera etapa ue presentamos anteriormente, es el ue
se considera protot"picamente decimonónico, y es contra esta historia narrativapol"tica ue
reaccionó fervorosamente un movimiento historiográfico franc#s surgido en torno a ()*+ y
consolidado luego de la segunda guerra mundial, conocido como escuela de los %nnales -'./ .
$os fundadores de esta corriente historiográfica, /arc Gloch y $ucien Lebvre, pretendieron dar
forma a un nuevo g#nero de historia ue deb"a desprenderse absolutamente de las caracter"sticas
de la historia decimonónica, es decir de la historia narrativa "ntimamente vinculada a la legitimacióndel Estado y de los ámbitos del poder.
El movimiento de %nnales se propuso derribar a tres "dolos a los ue rend"an culto los historiadores
del siglo &'&= el “"dolo pol"tico”, el “"dolo individual” y el “"dolo cronológico”. El modelo de 7istoria
profesional propuesto por los miembros de esta corriente se presentó prácticamente como una
oposición sistemática a todos los principios de la historiograf"a decimonónica. /ientras ue esta
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ltima pon"a el acento, como hemos visto, en la historia de carácter pol"tico, la escuela
de %nnales enfatizaba en sus estudios lo relacionado con la esfera económica y la social. En
correspondencia con esta elección, mientras ue para los historiadores del siglo &'& era el objeto
de preferencia el hombre c#lebre, en tanto pol"tico o militar, para los annalistas los sujetos de la
7istoria deben buscarse en las fuerzas colectivas de la sociedad. El acontecimiento era la medida
temporal elegida por los historiadores profesionales del siglo diecinueve, mientras ue los procesos
de media y larga duración llamaron la atención de los historiadores franceses. !or ltimo, mientras
ue la forma de los relatos históricos decimonónicos respond"a a la descripción y a la narración
cronológica de hechos, los estudios históricos realizados por los miembros de %nnales están
orientados y articulados en torno a problemas.
Ie produjo as" un desplazamiento global del frente de la investigación histórica; es indiscutible ue
los miembros de %nnales intentaban convertir a la historia en historia teórica, si entendemos por ella
a una disciplina con pretensión de “cientificidad”. Es en esta clave ue debe comprenderse la
reivindicación de la histoire probl0me. Es decir, la historia orientada segn problemas, ue trajo
consigo la revalorización documental en forma antipositivista.
$a segunda etapa en lo ue concierne a la historia de las ideas y de las imágenes ue decidimos
destacar está estrechamente relacionada con el surgimiento y la consolidación de esta corriente
historiográfica francesa. 8omo hemos se>alado, los fundadores de %nnales bregaron por darle un
giro radical a las formas vigentes de concebir la disciplina histórica desde el siglo &'&.
Esta nueva concepción historiográfica se reflejó en una apertura de la serie de posibles objetos de
estudio. 3 los fines de concretar la ruptura con el predominio de un objeto histórico de carácter
individualista y pol"tico, los miembros de las distintas generaciones del movimiento se lanzaron a
rastrear nuevos objetos. El producto de esta operación son los estudios de historia global1 de
demograf"a histórica, de historia de los imaginarios, de psicolog"a histórica y de historia serial,
donde se evidencia una pluralidad de objetos teóricos tales como la muerte, la vejez, la miseria, las
experiencias vitales de los diversos sujetos históricos, los intelectuales, los ni>os, diversas
prácticas culturales carnavales, rituales, etc.F, entre otros.
4anto la influencia de la escuela de los %nnales como las relaciones establecidas entre la 7istoria y
el resto de las disciplinas sociales a lo largo del siglo && produjeron grandes cambios en lo ue
concierne a las formas de abordaje de objetos como las ideas y las imágenes.
$o ue anteriormente describimos como una historia de las ideas pol"ticas, se convirtió, bajo la
influencia de destacados historiadores franceses, en la denominada historia de las
mentalidades 0(<1 . Esta nueva forma de abordaje desplazó el foco para comenzar a reparar en los
pensamientos colectivos, es decir en las representaciones compartidas por todos los hombres y las
mujeres de una misma sociedad, los puntos en comn, las convergencias. Ie comenzó a llamar,
además, la atención sobre cuestiones relacionadas con la psicolog"a histórica y, por tanto,
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comenzaron a considerarse las conductas y las actitudes difundidas en los diversos grupos
sociales, as" como los ámbitos de lo inconsciente y de lo intencional. !or lo tanto, se comenzaron a
enfocar prioritariamente las percepciones, los procesos de pensamiento cotidianos y las ideas
impl"citas de las representaciones colectivas 0(?1 .
$a consigna difundida por la historia de las mentalidades giraba en torno a captar el clima de ideas
de una determinada #poca. $os fundadores de la tradición de %nnales escribieron destacadas
obras ue pueden considerarse aruet"picas de la vertiente de histoire des mentalités. /arc Gloch
ya en ()5: publicó su obra titulada Los reyes taumaturgos2 Estudio sobre el car&cter sobrenatural
atribuido al poder de los reyes particularmente en $rancia e Inglaterra , y $ucien Lebvre, hacia
()<5, dio a conocer su estudio clásico llamado El problema de la incredulidad en la época de
#abelais. !or otra parte, otros historiadores de generaciones posteriores de esta tradición
incursionaron en el terreno de las mentalidades, entre ellos se destacan los medievalistas Jacues
$e Hoff %uien publicó diversos aportes acerca los imaginarios compartidos por los hombres
medievales, entre los ue sobresale su obra El nacimiento del purgatorio ()-(F y Heorges 2uby %
cuya obra más difundida vinculada a la historia de las mentalidades es Los tres órdenes o lo
imaginario del *eudalismo ()A-F0(A1 .
En lo ue respecta a la historia de las imágenes, puede sostenerse ue de una historia tradicional
del arte se pasó a una historia social del arte fuertemente influenciada por las corrientes
provenientes de la denominada est#tica de la recepción0(-1 . 2e este modo, se empezaron a
considerar los elementos de los contextos de producción, circulación y consumo de las obras, se
comenzó a considerar la historia de los efectos de determinada obra en la sociedad, tomando en
cuenta el rol de los espectadores como personajes activos ue pueden reinterpretar y resignificar
una obra en función de su experiencia. 2os de las obras más difundidas dentro de esta tendencia,
aunue con caracter"sticas distintas, son Historia ,ocial de la Literatura y el %rte de 3rnold 7auser
publicada por primera vez en ()<(F y Pintura y e3periencia en la Italia del siglo XV ()A5F de
/ichael Gaxandall.
V. endencias actuales de historia cultural
3ctualmente, las imágenes de caos, crisis y pluralismo son recurrentes a la hora de analizar el
campo de la historiograf"a0()1 . El escenario configurado suscita diversos juicios, pero por lo general
se presenta el panorama como desordenado, inorgánico y fragmentario; en su interior, las 8iencias
Iociales transitan un estado de confusión metodológica y teórica traducido en una sensación de
pluralismo desmesurado 05+1 .
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4al vez este hecho deba atribuirse a la ausencia de paradigmas historiográficos hegemónicos ue
se>alen los caminos a seguir metodolog"a, teor"a y definición del objeto en las ltimas d#cadas,
ue sean capaces de organizar la colección de tendencias configuradas en la nueva
historiograf"a 05(1 , como hab"an sido, entre ():+ y ()-+, %nnales y otras corrientes de explicación
global, como el estructuralismo y el mar3ismo.
3nte la configuración de una apariencia cr"tica de la 7istoria, provocada por la caducidad de los
ue eran considerados paradigmas totalizantes, resurgieron antiguas tensiones e incertidumbres.
4eniendo en cuenta esta realidad es de esperar ue, en estos momentos de indefinición en el
campo de la disciplina histórica, aflore una multiplicidad de tendencias ue intentan imponerse
definiendo sus objetos y sus metodolog"as, y ue los historiadores actuales, insertos en este clima,
se encuentren una vez más en la necesidad de optar por una gran variedad de caminos a seguir.
3 este hecho se suma ue, en la actualidad, diversos elementos de las corrientes de pensamiento
consolidadas durante las d#cadas del O?+, OA+ y O-+ están presentes las ciencias sociales ue
parecen no ser tan estrictamente encasillables como anta>o. En el contexto de las disciplinas
sociales afloraron distintas perspectivas ue reformulan antiguas metodolog"as e incluso, en
algunos casos, redefinen sus objetos. 2e este modo, surgió un sinnmero de aproximaciones y
prácticas historiográficas y, en las dos ltimas d#cadas, se produjeron grandes cambios en lo ue
respecta a los ámbitos de la historiograf"a cultural.
/encionar algunos rasgos comunes de las tendencias historiográficas actuales es una operación
ue puede hacerse por la negativa. $as nuevas bsuedas y los intereses de los historiadores
parecen enmarcarse en una oposición a las corrientes mencionadas en las secciones anteriores.
!or un lado, las perspectivas de análisis, a la hora de elegir sus objetos de estudio, se distancian
en forma significativa de las acciones de personalidades descollantes %rasgo caracter"stico de la
primera etapa analizada; por otro, las estructuras generales y los grandes procesos sociales %
objeto predilecto de la segunda etapa au" descripta tambi#n dejaron de ser ncleos de inter#s
para los historiadores profesionales. 3s", nuevos temas, inusitados objetos de estudio y originales
estrategias de investigación e interpretación se presentan en un escenario no tan homog#neo
como los válidos anteriormente.
En el campo de la historia de las ideas, se han delineado nuevos abordajes ue plantean lo ue se
ha dado en llamar el problema del objeto. Localizando la atención en la rama de la disciplina
histórica ue se ocupa de historizar las formas de pensamiento, muchos historiadores
profesionales contemporáneos han comenzado a revisar las formas de hacer la historia de lo ue
los hombres pensaron, dado ue en la práctica cambiaron considerablemente en el tiempo, y es,
por lo tanto, de fundamental importancia no perder de vista su propia historicidad 0551 .
El problema del objeto radica en ue las ideas pueden considerarse de formas mltiples, definidas
como simples abstracciones, existentes sólo desde el momento de su encarnación o
materialización, productos de individualidades, expresiones colectivas, parte de sistemas formales
de pensamiento, construcciones conscientes y autónomas o reflejos de condiciones materiales, por
mencionar sólo algunas posibilidades.
2e este modo, la definición del objeto de la historia intelectual trae aparejada una serie de
cuestiones teóricometodológicas ue deben ser definidas. En consonancia con estos llamados de
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atención, en la actualidad surgieron nuevas tendencias historiográficas ue revisan y refundan las
formas de practicar la historia intelectual, tendencias ue no pueden considerarse en forma
monol"tica ya ue presentan diferencias nacionales y matices significativos en cuestiones
epistemológicas. Es interesante se>alar ue las variadas formas de afrontar la historia intelectual,
si bien han aparecido en distintos momentos y contextos, no se han anulado entre s"; de hecho en
la actualidad es clara la coexistencia de formas dis"miles de practicarla.
Iimultáneamente, en el ámbito de la historia de las imágenes, se formularon en las dos ltimas
d#cadas debates acerca de las imágenes mismas como objeto de estudio. 4ambi#n au" se abre
un abanico de posibilidades a la hora de definir la especificidad de las imágenes como objeto,
considerándose alternativamente como obras de esp"ritus superiores, productos individuales o
productos de una #poca, percibidas como una unidad con coherencia propia e intr"nseca o como
una suma de "conos con significados dados por las referencias externas a la obra en s", entre otras
posibles definiciones.
2e este modo vemos cómo hoy se configuró un escenario en el ue los debates y la variedad de
ópticas conviven con cierta indefinición y yuxtaposición de enfoues. !rueba de ello es la aparición
de obras de carácter histórico en las ue emergen distintas influencias provenientes de otras
disciplinas, como la lingC"stica, la antropolog"a cultural y los aportes provenientes del
denominado giro ling4ístico o desa*ío semiótico -56/ , entre otros. 3 continuación describimos tres
tendencias destacadas ue se inscriben en el amplio marco de los abordajes de historia de la
cultura contemporáneos= lahistoria intelectual en su versión anglosajona, la nuea historia
cultural en su vertiente francesa y la microhistoria, vinculada estrechamente con la historiograf"a
italiana.
El representante más sobresaliente de la vertiente anglosajona de la historia intelectual es el
historiador norteamericano Bobert 2arnton1 cuya obra más destacada es La gran matan!a de
gatos y otros episodios en la historia cultural *rancesa()-:F. Este historiador intentó aplicar
elementos provenientes de la antropolog"a cultural a sus estudios históricos 05:1 . 3s", su pretensión
principal es estudiar las creencias colectivas como un objeto etnográfico, es decir, explicar los
hechos históricos buscando su contenido simbólico. Entre las influencias ue se destacan en su
obra se encuentran las provenientes del denominado programa geert!iano %postulados propuestos
por el antropólogo 8lifford Heertz, inscripto dentro de la corriente de antropolog"a de la cultura
interpretativa. En relación con estos postulados, esta vertiente de la historiograf"a considera a la
cultura como una entidad semiótica, se la caracteriza como un “campo de comunicación” en el cual
se producen y reproducen los significados en un infinito juego de interpretaciones. 2e este modo,
la cultura es vista como el producto simbólico de expresiones concretas de los sujetos sociales y su
análisis se basa en la observación e interpretación de las diferencias ue hacen ue cada
comunidad contenga sus especificidades.
En lo ue respecta al escenario franc#s y la nuea historia cultural , debe destacarse la labor de
Boger 8hartier, uien encarna el proyecto de pasar “desde la historia social de la cultura a la
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historia cultural de la sociedad” 05<1 . El historiador propone realizar una historia de las
representaciones colectivas del mundo cultural. 2e este modo, la exploración de la cultura acta
como una entrada para responder preguntas sobre la sociedad, y la interpretación de la misma se
concreta por el medio del análisis de las representaciones, ue muestran las formas en las ue el
mundo es dotado de sentido por los individuos y los grupos. El objeto de la historia cultural, tal
como lo define 8hartier, es el estudio de la articulación entre las obras producidas dentro del
espacio particular de la producción cultural y el contacto de #stas con el mundo social, donde son
llenadas de sentidos dados por las prácticas 05?1 . Este historiador expuso y manifestó en forma
sistemática sus intenciones teóricas y metodológicas en una serie de escritos producidos entre
()-5 y ())+ reunidos en El mundo como representación2 Historia cultural7 entre pr&ctica y
representación.
4ambi#n dentro del ámbito franc#s se destaca la tarea de la historiadora Katalie Pemon 2avis.
Entre las obras de esta autora se destacan ,ociedad y Cultura en la $rancia moderna ()A<F
y $icción en los archios ()-AF. 3 lo largo de sus producciones, lleva a cabo una reconstrucción
histórica ue intenta alejarse de todo tipo de determinismo mecanicista y de abstracta
generalización. !ara realizar esta empresa utiliza diversos procedimientos metodológicos, entre los
ue se destaca el de la imaginación histórica1 principio ue apunta a lograr una interpretación all"
donde la documentación del proceso a estudiar sea exigua. 3s", esta historiadora, cuando no
cuenta con fuentes ue le permitan rastrear la situación ue le compete, utiliza materiales ue le
dan información sobre el contexto. $a reconstrucción contextual acta como dadora de significados
probables, y permite visualizar una gama de posibilidades entre las ue debe optar el historiador.
$a elección de una posibilidad en detrimento de otras es la ue trazará el camino a seguir a la hora
de dar una interpretación sobre los procesos estudiados.
Ntra vertiente historiográfica consolidada en las ltimas d#cadas, sobre todo en el marco de la
historiograf"a italiana, es la denominada microhistoria 05A1 . En l"neas muy generales, puede
sostenerse ue esta apuesta historiográfica apunta a una reducción de la escala de observación a
la hora de realizar una investigación. El objetivo principal de esta forma de abordaje es obtener
información acerca de cómo los hombres y las mujeres, insertos en determinado contexto espacial
y temporal, experimentaron sus condiciones de vida, es decir, se intenta rastrear las caracter"sticas
y la dinámica de las experiencias vitales de determinados actores históricos. $as dos obras más
destacadas dentro de esta vertiente son El 8ueso y los gusanos2 El cosmos seg"n un molinero del
siglo XVI ()A?F de 8arlo Hinzburg, y La herencia inmaterial2 La historia de un e3orcista piamontés
del siglo XVII ()-<F de Hiovanni $evi.
Existen otras tantas manifestaciones ue pueden inscribirse dentro de la nueva historia cultural,
todas ellas producidas y difundidas desde la d#cada del ochenta. !rueba de ello es la gran
variedad de análisis históricos referidos a los sectores populares o a los grupos subalternos, as"
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como tambi#n los estudios de g#nero y los referidos a los grupos considerados tradicionalmente
“marginales”. $os #xitos editoriales ue en Europa tuvieron colecciones como la Historia de la ida
priada %edición conformada por cinco volmenes dirigidos por !hilippe 3riQs y Heorges 2uby ue
abordan la historia occidental desde la 3ntigCedad 8lásica hasta el siglo && y ue comenzaron a
publicarse en ()-< o la Historia de las mu9eres en :ccidente %en la ue participaron historiadoras
e historiadores de renombre internacional como 3rlette Large, Joan Icott, Katalie Pemon 2avis y
Heorges 2uby actan como parámetro indiscutido a la hora de evaluar la multiplicidad de campos
por la ue está atravesando la historia de la cultura.
Existen además otras tendencias historiográficas ue se delinearon y consolidaron en las ltimas
dos d#cadas, dentro de las cuales se incriben, sólo por mencionar algunos ejemplos, los estudios
ue focalizan su atención en los diversosespacios de sociabilidad %pol"tica y nopol"tica, como
caf#s, clubes, centros de reunión, etc. retomando algunas propuestas concretadas por el
historiador franc#s /aurice 3gulhon en sus trabajos presentados en Historia agabunda()):F. 3
su vez, se difundieron prácticas de reconstrucción histórica basadas en las diferentes corrientes de
la historia oral , entre cuyos exponentes más sobresalientes puede mencionarse a la historiadora
italiana $uisa !asserini, autora de;urín obrera y *ascismo ()-:F.
En lo ue concierne a la historia vinculada con el arte, el horizonte de investigaciones tambi#n se
amplió y se diversificó en función del uso de un nuevo concepto, el de “material visual” 05-1 , ue
nuclea disitintas manifestaciones creativas e incluye las redes de relaciones de producción,
circulación y apropiación de las mismas. En función de esta ampliación de perspectivas, se
generaron algunas obras de historiadores ue no utilizan las imágenes como un elemento de
carácter meramente ilustrativo sino ue las incorporan en estudios ue las abordan y,
simultáneamente, las trascienden. En esta dirección puede considerarse una destacada obra del
ya mencionado 8arlo Hinzburg= Pes8uisa sobre Piero2 El bautismo2 El ciclo de %re!!o2 La
*lagelación de <rbino ()-(F.
Es evidente ue la variedad de objetos y metodolog"as se intensificó en forma muy significativa en
los ltimos veinte a>os. Estas distintas formas de hacer la historia se difundieron en formas
dis"miles y con ritmos desparejos en los distintos ámbitos nacionales, dado ue las recepciones de
las nuevas corrientes nunca son pasivas y la dinámica ue asumen está condicionada por las
particularidades de cada una de las comunidades acad#micas de historiadores.
VI. Consideraciones !inales
El itinerario recorrido a lo largo de este escrito nos posiciona ante una especie de mapa ue
presenta las coordenadas generales para aproximarse a los rasgos de la historia cultural. $as
diversas etapas historiográficas presentadas evidencian las transformaciones sufridas por las
formas de hacer la 7istoria y las repercusiones de las mimas en las formas de concebir y de
analizar las manifestaciones culturales. Iimultáneamente, viabilizan la comprensión de los v"nculos
existentes entre las definiciones variantes del concepto de cultura y su incorporación a los análisis
encuadrados en las 8iencias Iociales, especialmente en la disciplina histórica.
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$as transformaciones propias de una de las vetas de la 7istoria se presentan, a su vez, como
s"ntomas claros de las variaciones de las prácticas culturales ejercidas por los historiadores y como
expresiones de climas de #poca cambiantes y dinámicos. 3s", cada uno de los bloues temporales
abordados presenta en su interior rasgos peculiares y diferenciados del resto ue muestran cómo
las nociones para abordar el pasado no son inmutables y estáticas, sino más bien plenas de
dinamismo.
El panorama presentado bajo el rótulo de tendencias actuales de historia cultural nos coloca frente
a un escenario en el ue irrumpen constantemente en el campo del uehacer histórico nuevas
perspectivas ue sacuden arcaicas certidumbres y ue sacan de su anuilosamiento a la disciplina
histórica y todas sus potencialidades.
$a situación de la historiograf"a actual se presenta como sumamente plural. !ese a la gran
multiplicidad de tendencias, un rasgo comn a ellas consiste en el hecho de ue consideran a la
cultura como un universo complejo de ser abordado, a ra"z de ue conviven en su interior un sinf"n
de intersecciones, de espacios de convergencia y de l"neas de fuga a ser consideradas.
VII. "iblio#ra!$a su#erida
33.@@., La historiogra*ía italiana contempor&nea, Guenos 3ires, Giblos, ())A.Joyce 3ppleby, $ynn 7unt y /argaret Jacob, La erdad sobre la Historia, Garcelona, 3ndr#s Gello,
())).Julio 3róstegui, La inestigación histórica7 teoría y método, Garcelona, 8r"tica, ())<.Huy Gourd# y 7erv# /artin, Las escuelas históricas, /adrid, 3R3$, ())5.!eter GurMe ed.F, $ormas de hacer la Historia, /adrid, 3lianza Editorial, ())?.!eter GurMe, Historia y ;eoría ,ocial , /#xico, 'nstituto /ora, ())A.!eter GurMe, La reolución historiogr&*ica *rancesa, Garcelona, Hedisa, ())*.!eter GurMe, ,ogni1 gesti1 be**e2 ,aggi di storia culturale, Golonia, 'l /ulino, 5+++.Boger 8hartier, El mundo como representación2 Historia cultural7 entre pr&ctica y representación ,
Garcelona, Hedisa, ())).Boger 8hartier, Escribir las pr&cticas2 $oucault1 de Certau1 =arin, Guenos 3ires, /anantial, ())?.Lernando 2evoto, Entre ;aine y >raudel2 Itinerarios de la historiogra*ía contempor&nea , Guenos
3ires, Giblos, ())5.Lernando 2evoto, “Kotas sobre la situación de los estudios históricos en los a>os noventa”,
en Cuadernos del CL%EH , a. '&, nS A(, ()):, pp. :*<5.H#rard Koiriel, ,obre la crisis de la historia, /adrid, 8átedra, ())A.K#stor Harc"a 8anclini, Culturas híbridas2 Estrategias para entrar y salir de la modernidad , /#xico,
Hrijalbo, ()-).8lifford Heertz ;ras los hechos2 Dos países1 cuatro décadas y un antropólogo , Garcelona, !aidós,
())*, cap"tulo *= “8ulturas”, pp. <(A+.8arlo Hinzburg, =itos1 emblemas1 indicios, Garcelona, Hedisa, ()-).8arlo Hinzburg, #apporti di *or!a2 ,toria1 retorica1 proa, /ilán, Leltrinelli, 5+++.Eduardo 7ourcade, 8ristina Hodoy y 7oracio Gotalla comps.F, Lu! y contralu! de una historia
antropológica, Guenos 3ires, Giblos, ())<.Heorg 'ggers, La ciencia histórica en el siglo XX , Garcelona, $abor, ())<.Hregorio RlimovsMy y 8ecilia 7idalgo, La ine3plicable sociedad2 Cuestiones de epistemología de
las Ciencias ,ociales, Guenos 3ires, 3P editora, ())-.
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Jacues $e Hoff y !ierre Kora, Hacer la Historia, vol. '= ?ueos problemas, vol. ''7 ?ueosen*o8ues, vol. '''= ?ueos temas, Garcelona, $aia, ()-<. ()A:F.
H#rard Koiriel, ,obre la crisis de la historia, /adrid, 8átedra, ())A.Kora !agano y !ablo Guchbinder comps.F, La historiogra*ía *rancesa contempor&nea, Guenos
3ires, Giblos, ())?.El"as !alti, @iro ling4ístico e historia intelectual , Guenos 3ires, Dniversidad Kacional de Tuilmes,
())-.Jacues Bevel, “/icroanálisis y construcción de lo social”, en %nuario del IEH, ') , 4andil, ())<,
pp. (5<(:*.7ilda Iabato, “$a historia intelectual y sus l"mites”, en Punto de Vista, a. '&, nS 5-, noviembre ()-?,
pp. 5A*(.7ayden Uhite, El contenido de la *orma, Guenos 3ires, !aidós, ())5.7ayden Uhite, =etahistoria2 La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX , /#xico, Londo de
8ultura Económica, ())5.
0(1 !ara un análisis de las variaciones en el concepto de cultura, v#ase, entre otros= 8liffordHeertz ;ras los hechos2 Dos países1 cuatro décadas y un antropólogo , Garcelona, !aidós, ())*,cap"tulo *= “8ulturas”, pp. <(A+.051 3lgunas referencias al tema pueden encontrarse en K#stor Harc"a 8anclini, Culturas híbridas2Estrategias para entrar y salir de la modernidad , /#xico, Hrijalbo, ()-).0*1 Dn estudio acerca de la corriente de historiadores marxistas ingleses puede consultarse en7arvey Raye, Los historiadores mar3istas brit&nicos, Paragoza, !rensas Dniversitarias, ()-).0:1 Dna obra representativa de esta tendencia es !eter GurMe, La cultura popular en la Europa
moderna, /adrid, 3lianza, ())(.0<1 !ara un análisis general sobre este fenómeno puede consultarse 33.@@., El multiculturalismo y Ala política del reconocimientoB , /#xico, Londo de 8ultura Económica, ())*.0?1 Iobre este tema puede consultarse Joyce 3ppleby, $ynn 7unt y /argaret Jacob, La erdad sobrela Historia. Garcelona, 3ndr#s Gello, ())).0A1 Iobre este tema, v#ase !erry 3nderson, El Estado absolutista, /#xico, Iiglo &&', ())?.0-1 Esta afirmación es de carácter general; pensamos en el t#rmino de rede*inición para casospuntuales como los de Lrancia y Espa>a y en el de consolidación para casos como el italiano y elalemán. 2ado ue mientras los primeros Estados mencionados contaban para el siglo &'& con unaconfiguración de carácter nacional desde, por lo menos, el siglo &@, 'talia y 3lemania concretaronsus unidades territoriales e institucionales como Estados en la segunda mitad del siglo &'&.0)1 Dn estudio clásico sobre los historiadores del siglo &'& es Heorge Hooch, Historia e historiadoresen el siglo XIX , /#xico, Londo de 8ultura Económica, ()AA.0(+1
!ara un detallado análisis acerca de los cambios epistemológicos por los ue transitaron las8iencias Iociales, v#ase Hregorio RlimovsMy y 8ecilia 7idalgo, La ine3plicable sociedad2Cuestiones de epistemología de las Ciencias ,ociales, Guenos 3ires, 3P editora, ())-.0((1 Dna descripción sobre la historia de las ideas pol"ticas en el siglo &'& puede encontrarse enJacues Julliard. “$a pol"tica”, en Jacues $e Hoff y !ierre Kora, Hacer la Historia, vol. ''= ?ueosen*o8ues, Garcelona, $aia, ()-<, pp.5*A5<A.0(51 @#ase 7enry Perner, “El arte”, en Jacues $e Hoff y !ierre Kora, Hacer la Historia, vol. ''7?ueos en*o8ues. Garcelona, $aia, ()-<, pp. ()(5+).
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0(*1 8fr. 8ristina /antegari. “/useos y ciencias= algunas cuestiones historiográficas”, en /arcelo/ontserrat comp.F, La ciencia en la %rgentina entre siglos2 ;e3tos1 conte3tos e instituciones,Guenos 3ires, /anantial, 5+++, pp. 5)A*+-.0(:1 Esta vertiente historiográfica se fue consolidando en torno a una revista creada en ()5) por /arc Gloch y $ucien Lebvre llamada %nnales dhistoire économi8ue et sociale; posteriormente, en():?, la revista pasó a titularse %nnales2 Economies2 ,ociétés2 Ciilisations. En la actualidad,aparece bajo el nombre %nnales2 Histoire1 ,ciences ,ociales. Iobre la escuela de %nnales, v#ase!eter GurMe, La reolución historiogr&*ica *rancesa2 La Escuela de los %nnales7 '5'F,Garcelona, Hedisa, ())*.0(<1 !ara un análisis de la historia de las mentalidades v#ase Boger 8hartier, “7istoria intelectual ehistoria de las mentalidades. 4rayectorias y preguntas”, en 'd., El mundo como representación2Historia cultural7 entre pr&ctica y representación, Garcelona, Hedisa, ())), pp. (*:: y Jacues $eHoff, “$as mentalidades, una historia ambigua”, en Jacues $e Hoff y !ierre Kora. Hacer laHistoria, vol. '''= ?ueos temas, Garcelona, $aia, ()-<, pp. -()-.0(?1 !ara una aproximación cr"tica a la vertiente de la historia de las mentalidades v#ase !eter GurMe= “@aliditV e limiti della storia della mentalitV”, en 'd., ,ogni1 gesti1 be**e2 ,aggi di storiaculturale, Gologna, 'l /ulino, 5+++, pp. (:) (A5. 7ay edición en espa>ol bajo el t"tulo $ormas dehistoria culturalG0(A1 Ntros ejemplos de obras ue pueden encuadrarse dentro de la historia de lasmentalidades son= El gran p&nico de 'F de Heorges $efevre ()<5F, El sentido de la muerte y
del amor a la ida en el #enacimiento de 3lberto 4enenti ()<AF e Introducción a la $ranciamoderna2 Ensayos de psicología histórica1 '))'(.) de Bobert /androu ()?(F.0(-1 8fr. Boger 8hartier. “El mundo como representación”, en 'd., El mundo como representación2Historia cultural7 entre pr&ctica y representación, Garcelona, Hedisa, ())), pp. :<?5.0()1 !ara una rese>a acerca del panorama historiográfico actual y la discusión acerca de si el mismoestá atravesando o no una crisis, v#ase Lernando 2evoto, “Kotas sobre la situación de los estudioshistóricos en los a>os noventa”, enCuadernos del CL%EH , a. '&, nS A(, ()):, pp. :*<5 y H#rardKoiriel, ,obre la crisis de la historia, /adrid, 8átedra, ())A.05+1 Entre los análisis acerca del estado de la historiograf"a en la actualidad se destacan, por dar unavisión de conjunto= Julio 3róstegui, La inestigación histórica7 ;eoría y método, Garcelona, 8r"tica,5++(, y Heorg 'ggers, La ciencia histórica en el siglo XX , Garcelona, $abor, ())<.05(1 $os art"culos reunidos en !eter GurMe ed.F, $ormas de hacer Historia, /adrid, 3lianza Editorial,())?, presentan un panorama general acerca de las caracter"sticas de diversas corrientes
historiográficas actuales.0551 8fr. 7ilda Iabato, “$a historia intelectual y sus l"mites”, en Punto de Vista, a. '&, nS 5-,noviembre ()-?, pp. 5A*(.05*1 !ara un estudio sobre el tema, v#ase El"as !alti, @iro ling4ístico e historia intelectual , Guenos
3ires, Dniversidad Kacional de Tuilmes, ())-.05:1 Iobre este punto pueden consultarse los art"culos compilados en Eduaro 7ourcade, 8ristinaHodoy y 7oracio Gotalla comps.F, Lu! y contralu! de una historia antropológica , Guenos, 3ires,Giblos ())<.05<1 !eter GurMe, La reolución historiogr&*ica *rancesa2 La Escuela de los %nnales7 '5'F,Garcelona, Hedisa, ())*, p. -<.05?1 8fr. Boger 8hartier, “El mundo como representación”, en 'd., El mundo como representación2Historia cultural7 entre pr&ctica y representación, Garcelona, Hedisa, ())).05A1 $os dos art"culos más claros acerca de las formas de concretar los estudios de carácter
microhistórico son Hiovanni $evi, “Iobre microhistoria”, en !eter GurMe ed.F. $ormas de hacer Historia, /adrid, 3lianza, ())?, pp. (()(:* y Jacues Bevel, “/icroanálisis y construcción de losocial”, en %nuario del IEH, ') , 4andil, ())<, pp. (5<(:*.05-1 !ara un estudio sobre el tema puede consultarse 'van HasMell, “7istoria de las imágenes”, en!eter GurMe ed.F,$ormas de hacer Historia, /adrid, 3lianza, ())?, pp. 5+)5*).