Aproximación al pensamiento político de Fernando González Ochoa

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APROXIMACION AL PENSAMIENTO POLITICO DE FERNANDO GONZÁLEZ “Pueblos en que la juventud no piensa, por miedo al error y a la duda, están destinados a ser colonias” F. G. I. Antes de abordar el tema central de esta charla, algunas ideas políticas de Fernando González, voy a presentarles una semblanza del personaje. En la breve posdata de la respuesta a una encuesta de la Revista de la Universidad de Antioquia sobre el “pensamiento latinoamericano”, se presenta a sí mismo: “P.S. respecto a mi persona, le diré que nací en Envigado el 24 de abril de 1895, en una calle con caño; que no soy de ninguna academia, que no tengo títulos, pues los de bachiller y abogado los perdí, y que me alegra mucho eso, pues el que no pierde todo, muere todo . FG.” (Esto último está asociado con la idea de despojarse, de desnudar el alma y el cuerpo, como ritos de mutación y renacimiento, que Fernando aprendió de los místicos cristianos y de los “gimno-sofistas” o “filósofos desnudos de la india”). En otro lugar se describe de niño: “Mi madre me parió cabezón, pero infiel”, “Yo era blanco, paliducho,

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Una revisión de las opiniones y posturas políticas del filósofo colombiano Fernándo González Ochoa

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APROXIMACION AL PENSAMIENTO POLITICO DE

FERNANDO GONZÁLEZ

“Pueblos en que la juventud no piensa, por miedo al error y a la duda,

están destinados a ser colonias” F. G.

I.

Antes de abordar el tema central de esta charla, algunas ideas políticas de

Fernando González, voy a presentarles una semblanza del personaje. En la breve

posdata de la respuesta a una encuesta de la Revista de la Universidad de

Antioquia sobre el “pensamiento latinoamericano”, se presenta a sí mismo:

“P.S. respecto a mi persona, le diré que nací en Envigado el 24 de abril de 1895,

en una calle con caño; que no soy de ninguna academia, que no tengo títulos,

pues los de bachiller y abogado los perdí, y que me alegra mucho eso, pues el que

no pierde todo, muere todo. FG.” (Esto último está asociado con la idea de

despojarse, de desnudar el alma y el cuerpo, como ritos de mutación y

renacimiento, que Fernando aprendió de los místicos cristianos y de los “gimno-

sofistas” o “filósofos desnudos de la india”). En otro lugar se describe de niño: “Mi

madre me parió cabezón, pero infiel”, “Yo era blanco, paliducho, lombriciento,

silencioso y solitario. Con frecuencia me quedaba por ahí parado en los rincones,

suspenso, quieto. Fácilmente me airaba y me revolcaba en el caño cada vez que

peleaba con los de la casa”. Fue expulsado del colegio de los jesuitas, en quinto

bachillerato, porque leía obras de Voltaire y Nietzsche y porque negó, al profesor

de filosofía, el primer principio de la lógica aristotélica (una cosa no puede ser y no

ser al mismo tiempo). En sus palabras: “Dios me salvó, pues lo primero que hice

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fue negarlo, donde los Reverendo Padres (...) Luego le negué todo al Padre

Quirós. ¡El primer principio! Negué el primer principio filosófico, y el Padre me dijo:

‘Niegue a Dios; pero el primer principio tiene que aceptarlo, o lo echamos del

Colegio...” Yo negué a Dios y el primer principio, y desde ese día siento a Dios y

me estoy librando de lo que han vivido los hombres.” (N. p.18.). A los 16 años

ingresa al grupo de Los Panidas, del que hacían parte Ricardo Rendón y León de

Greiff, entre otros:

“Melenudos de líneas netas,Líricos de aires anarquistas,

hieráticos anacoretas,dandys, troveros, ensayistas,en fin, sabios o analfabetas,

y muy pedantes – si os parece -,explotadores de agrias vetaslos Panidas éramos trece!”1

El mismo De Greiff describía así el ambiente de la ciudad de Medellín por aquellos

años: “(...) Sucesos banales/Gente necia,/local, y chata y

roma./Chismes,/Catolicismo,/Y una total inopia en los cerebros.../Cual si todo se

fincara en la riqueza,/en menjurjes bursátiles/ y en un mayor volumen de la

panza.” 2 Cuando cumple la “mayoría de edad”, 21 años, publica su primer libro:

Pensamientos de un viejo (1916); al año siguiente obtiene el título de “bachiller en

Filosofía y Letras” en el Liceo de la Universidad de Antioquia. En 1919 recibe el

título de abogado en la misma Universidad, con la tesis: El derecho a no obedecer

(1919) (cuyo título se vio obligado a cambiar por “Una tesis”). Entre 1921 y 1931

se desempaña como magistrado en Manizalez y como Juez civil en Medellín.

1 Balada trivial de los trece panidas, 19162 Villa de la Candelaria, 1914

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En estos años escribe y publica su famoso Viaje a pie (1929, editado primero en

París) y Mi Simón Bolívar (1930). En 1931 es nombrado Cónsul General de

Colombia en Génova (Italia), de donde es retirado por solicitud del gobierno de

Mussolini, cuya policía secreta ha encontrado entre sus papeles los manuscritos

de su obra El hermafrodita dormido (publicada en 1933). Ya veremos algo de los

petardos y luces de bengala que F. G. escondía en sus apuntes. En 1932 vive en

Marsella y publica (en París) el libro Don Mirócletes. En 1934 es retirado

definitivamente del consulado, regresa a Colombia y se establece en la Villa

Bucarest, una finca en Envigado, donde permanecerá hasta 1940. En estos años

publica Mi compadre (1934), El Remordimiento (1935), Cartas a Estanislao (1935)

Los Negroides (1936) Nociones de izquierdismo (1937) Santander (1940), e inicia

la publicación de la revista Antioquia (1936-1945).

Entre 1935 y 1945, participa activamente en política, pero obtiene un rotundo

fracaso en su primera incursión para las elecciones de la Asamblea departamental

de Antioquia en 1935 (su lista obtiene 19 votos). En 1940 funda, con el escultor

Pedro Nel Gómez, y otros amigos, el movimiento LAIN (La Izquierda Nacional), en

1941 LAIN logra dos escaños para la Asamblea departamental. En este mismo

año González publica El maestro de escuela, obra que abre un largo paréntesis en

sus publicaciones, que irá hasta 1959, y que solo es interrumpido por la redacción

del Estatuto de Valorización de Medellín (1942) y por las Arengas políticas que

publicará en 1945. En 1953 viaja de nuevo Europa, nombrado como vicecónsul

honorario de Colombia en Bilbao (País vasco, España), por el gobierno de Rojas

Pinilla. Regresa a Colombia en 1957. Sus últimas obras serán El libro de los viajes

o de las presencias (1959) y La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera

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(1962). Fernando González muere el 16 de febrero de 1964, a causa de un infarto

cardiaco, en su casa-finca de Otraparte. Lugar que en sus últimos años fue sitio de

peregrinación de la juventud intelectual antioqueña: Felix Angel Vallejo, Manuel

Mejía Vallejo, Alberto Aguirre, Darío Ruiz Gómez, Carlos Castro Saavedra, María

Helena Uribe, Olga Helena Mattei, Gonzalo Arango y otros nadaistas, Marta Traba

y el sacerdote catalán Andrés Ripol.

Puede decirse que por mucho tiempo la obra de Fernando González fue mejor

recibida en el extranjero que en su propio país (Pronto fue traducido al francés).

Mientras que la Iglesia colombiana prohibió “bajo pecado mortal” la lectura de sus

libros (así sucedió con Viaje a pie y con Don Mirocletes, cuya prohibición por el

Arzobispo de Medellín dice que “está prohibido y es pecado mortal reimprimirlo,

leerlo, retenerlo, venderlo, traducirlo a otra lengua o prestarlo a los demás”), gozó

de la admiración de escritores como Gabriela Mistral, José Coronel Urtecho,

Velasco Ibarra, Valery Larbaud, Thornton Wilder y Jean Paul Sartre. Fue

nominado dos veces al premio Nobel de literatura (siempre por escritores

extranjeros, pues cuando una vez se consultó a la Academia Colombiana de la

Lengua, está conceptuó que González no tenia los méritos para esa distinción y

sugirió en cambio el nombre del filólogo español Ramón Menéndez Pidal).

II.

El pensamiento político de Fernando González es inseparable de su concepción

del quehacer filosófico. Por esto en las notas que siguen trataré de presentar un

recuento cronológico de sus opiniones sociales y políticas al lado de algunas

reflexiones sobre la tarea que asumió como filósofo (¿y que terminó como

místico?).

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Bajo la influencia de Schopenhauer, Nietzsche y Spinoza, el pensamiento juvenil

de F. G. Tiende al vitalismo, con su esperable carga de irracionalismo:

“Filosofar es buscar razones para nuestros modos de ser.

El que se entrega a la razón acabará por no poder amar, por no poder creer, por no poder

hablar. La razón no da autorización para nada. Y la vida es afirmativa. La razón es

enemiga de la vida.

Cada hombre es distinto a los demás. Y sin embargo, para darse cuenta de qué tan

poderoso es en los hombres el instinto de rebaño, y qué tan escaso es el conocerse a sí

mismo, basta considerar que se pueden contar con los dedos de las manos los guías de

la humanidad.

Mi abuelo don Benicio decía: “Aquel que se perfuma es porque huele mal”. ¡Hay también

escritores perfumados, abuelo!

Filosofar es oficio de viejos. ¡Comienza el crepúsculo! Vamos, siéntate a meditar en las

aventuras del día.

No se comprenden las verdades sin haberlas vivido antes. Entonces se aman como si

fueran parte de nuestro ser” (1914)

Esta preeminencia de la ‘vida’ sobre la ‘razón’ será una constante en la obra de F.

G., y le conduce a preferir siempre la vivencia a la cultura libresca: “La mayor parte

de los hombres están atareados en la lectura de libros, sin preocuparse de leer su

propia alma. La novia del solitario es su propia alma” dice ya en Pensamientos de

un viejo, donde también previene: “No doy derecho para juzgarme sino al que

haya vivido la vida saboreándola con recogimiento. A ningún sabio de biblioteca

doy derecho para juzgarme. Estas cosas no se aprenden, es preciso vivirlas.”

En su tesis de grado, El derecho a no obedecer, aboga por la que el llama “la

escuela liberal” en economía política. En esta se recoge la idea de un liberalismo

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de corte radical y anarquista, que propende por la defensa del individuo contra el

Estado. El individuo contra el Estado, obra publicada por Herbert Spencer en

1884, está en el trasfondo de esta tesis de grado. F. G., quien cita a Spencer

llamándolo “una de las mentalidades más altas de los tiempos modernos” (la

práctica de citar desaparecerá muy pronto en los escritos del filósofo). En contra

de las doctrinas colectivistas, cristianas y marxistas, González defenderá que la

sociedad es sólo un medio para que el individuo satisfaga sus necesidades: “En

ningún caso se puede sacrificar al individuo en bien de la comunidad” (aún el

servicio militar obligatorio es injusto). Llama estatolatria al colectivismo o

socialismo de Estado que considera justo el sacrificio del individuo en pro de la

sociedad. La predica gregarista de la religión cae en esta estatolatria que “quiere

anular al individuo, QUE ES UNA BESTIA INDÓMITA” (mayúsculas de F. G.). No

pretende rechazar absolutamente el espíritu gregario, pues considera que “el

hombre tiene necesidades que se convierten en pro de sus semejantes”; pero

considera que “el amor al prójimo, la compasión, etc., (...) son necesidades que

radican en el yo, son egoístas: El egoísmo lleva al altruismo, que no es sino una

modificación de aquel...” La justificación que da de su toma de partido por la

“escuela liberal”, constituye una defensa de la posición anarquista individualista:

“La necesidad de gobierno es proporcional al grado de civilización. El pueblo en

donde menos necesidad haya de gobernar será el más civilizado (...) El

anarquismo, que es la supresión de todo gobierno, es un ideal hermoso, pero muy

lejano aún de nuestra época. El anarquismo... no es otra cosa que los principios

de la escuela liberal llevados a la exageración”. La intervención del gobierno en al

vida social debe ser lo más débil posible. “El papel del Estado debe reducirse a la

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administración de justicia y a la conservación del orden interior y exterior; y puede

afirmarse que vendrá un tiempo en que esto no sea necesario, en que sea una

realidad la anarquía” El Socialismo de Estado, dirá al final de su tesis, es una

“mistificación alemana, una forma de militarismo”. Sin embargo, el tono general de

la tesis no escapa al apogeo del positivismo que caracterizó a la época del cambio

de siglo (del XIX al XX). Esto se nota en el título de su primer capítulo: “De cómo

en Colombia hay muchos doctores, muchos poetas, muchas escuelas y poca

agricultura y pocos caminos”, es la crítica de la cultura libresca, de lo que el llamó

“el vicio solitario” de leer mucho y no hacer nada, pero también es la exaltación de

lo que alguien llamó “el ideal de lo práctico” (F. Safford).

Es común que en esta época F. G. se refiera con entusiasmo a las virtudes de una

hipotética juventud pragmatista: “El joven pragmatista admira lo único que hay

admirable en este esferoide: EL METODO; la capacidad de perfeccionarse que

tiene el hombre”, “El método y la contención son los que pueden hacer del hombre

un bípedo interesante”, dice en Viaje a pie (1929).

El Método que busca y propone F. G. es aquel que realice el ideal socrático de la

filosofía: conocimiento de sí mismo, entendido como desarrollo de la propia

personalidad, de las potencialidades expresivas de la subjetividad, de la energía

interior producida en la contención metódica: “Cuando un joven comprende que el

secreto no está en lo que haga, en lo que diga, en el vestido, etc., sino en la propia

energía interior, está maduro para la filosofía”, dice en Don Mirócletes.

Esta búsqueda el método para la autoexpresión lo lleva al estudio de las grandes

personalidades, de los grandes hombres: “Las verdaderas universidades son los

grandes hombres”, dice. Así el libro Mi Simón Bolívar es a la vez el estudio del

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gran hombre y la reflexión sobre el método. La síntesis del método que encuentra

personificado en Bolívar son los tres principios de lo que llama la “ley de la energía

humana”: “1. Saber exactamente lo que se desea; 2. Desearlo como el que se

ahoga desea el aire; y 3. Sacrificarse a la realización del deseo, o sea pagar el

precio”. Pero en Mi Simón Bolívar (libro escrito para conmemorar los 100 años de

muerte de Libertador en 1930), sobresalen otros dos hallazgos, el concepto del

Gran Mulato americano y la curiosa postulación de un “metro psíquico” para medir

el grado de conciencia alcanzado por los hombres. El metro psíquico o

“concienciámetro” postula siete niveles o grados de conciencia: orgánica, familiar,

cívica, patriótica, continental, terrena y cósmica. En el primer nivel, están los

hombres de “conciencia fisiológica: mínimum de yo y máximum de cosas extrañas”

(Santander y Páez); en el tercer nivel, la conciencia cívica, ubicará a los griegos y

romanos; en el sexto, la conciencia terrena, ubica a su admirado Mahatma Gandhi

(“¡Oh Mahatma Gandhi, que iluminas el mundo desde hace 40 años! Por ti se cree

en el hombre! ¡Mahatma! Desde aquí, desde mi remoto pueblo, invoco para tus

luchas la energía innominada...”). En el séptimo y último nivel está el hombre de

conciencia cósmica. En él “desaparece el yo, o mejor, se infunde en él todo lo

manifestado”.

La teoría del Gran Mulato3 es el centro de la sociología de Fernando González, la

enuncia en Mi Simón Bolívar y la desarrolla luego en Don Mirócletes, Mi

3 “Respecto a la expresión Gran Mulato, Jorge Ordenes [“El ser moral en las obras de Fernando González”] considera que sería más preciso decir Gran Mestizo Americano, por cuanto el término mulato, estrictamente hablando, viene a significar la mezcla de razas blanca y negra” Javier Henao Hidrón: Fernando González: Filósofo de la autenticidad, p. 167 Allí mismo Henao Hidrón agrega esta aclaración de F. G. en Mi Compadre: “Entiendo por mulato todo individuo de sangre mezclada”.

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Compadre y en Los Negroides. En Mi Simón Bolívar, presenta de este modo la

idea del Gran Mulato: “Indudablemente Suramérica, por su extensión territorial,

por su hibridación étnica, por la riqueza y variedad de sus tierras y sus climas, está

destinada a ser la cuna del hombre tipo y unificado, la gran democracia (...) Se

fundirán todos los organismos y aparecerá el verdadero hombre, EL GRAN

MULATO ADAPTADO. Se fundirán todas las religiones y aparecerá una gran

unidad ideológica, unidad de amor y de conciencia” (p. 57). El excéntrico

personaje que protagoniza esta obra, Lucas Ochoa, uno de los desdoblamientos

de F. G., llega a soñar con un proceso de “mezcla científica de las razas hasta

unificar el tipo de hombre” y, aún más, en Mi compadre, propone unas

proporciones ideales para tal mezcla: 45% de indio, 45% de blanco y 10% de

negro (Por la mesura y la astucia del indio, la imaginación creadora del blanco y la

capacidad de impertinencia del negro).

Respecto de la figura de Bolívar presentada por F. G. me parece importante llamar

la atención sobre un aspecto: la tesis de que los pueblos latinoamericanos de la

época requerían un gobierno fuerte y centralizado, una especie de dictadura

paternalista. F. G. rastrea esta idea en los escritos de Bolívar y en el Príncipe de

Maquiavelo. Así, por ejemplo, cuando Bolívar en la Carta de Jamaica afirma que:

“Los acontecimientos (...) nos han probado que las instituciones perfectamente

representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces

actuales”. Para González, Bolívar “examina las varias formas de gobierno y

termina con su idea genial y perenne de los gobiernos paternales, que en verdad

son los únicos propios para Suramérica, la cual no ha querido aceptarlos

abiertamente, y por eso dominan en ella las tiranías y las anarquías”. Era su modo

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de concebir la idea de Bolívar de la tiranía activa: “Libertar al hombre es abrirle el

camino de la propia expresión, de la futura expresión humana; que no sea

explotado y rebajado, que sea ascendido, aun por la fuerza. El gobierno de la

nobleza y de la dignidad en cada pueblo, con el fin de crear hombres; eso es lo

que llamaba Bolívar la tiranía activa. España trataba a América como un campo de

producción, como un potrero, y Bolívar deseaba que fuese el mejor teatro de la

expresión humana.”

Para F. G., en tono superlativo, Bolívar anticipó el superhombre de Nietzsche,

“unos treinta años antes que aquel – nos dice- (Bolívar) predicó y actúo y luchó

como superhombre”. Y así como Bolívar es el modelo del Gran mulato, el ideal de

la expresión de la conciencia latinoamericana en el concierto universal, Santander

representa el antimodelo, el falso héroe del espíritu nacionalista. En el libro

dedicado al llamado “hombre de las leyes” (Santander, escrito en el centenario de

la muerte del general, en 1940), F. G., lo presenta entre el grupo de los “héroes

nacionales” (Washington, San Martín, O’Higgins), quienes representan la actitud

conservadora de los creadores de fronteras; opuestos a Bolívar que es quebrador

de fronteras. Bolívar personaliza el impulso latente que tiende a unificar al género

humano. De Santander dirá González que es “la envidia hecha método, tenía

conciencia orgánica del dinero. ¡Cuán parecido a todos los abogados de la Nueva

Granada!” (agregaba). Santander quería prestigio, poder, tranquilidad, y una

hacienda propia. Tenía la habilidad jurídica para esconder sus fechorías y no dejar

huella, “se interesaba por aparentar pureza ante sí mismo y ante la posteridad”,

era un producto típico de un país seminarista y andino.

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El libro que sigue cronológicamente a Mi Simón Bolívar, es Don Mirócletes (de

1932). En la “Conferencia de Aranzazu”, puesta en boca del protagonista de este

relato, Manuelito Fernández, otro desdoblamiento de F. G., este aclara un poco

más su concepción del gran mulato:

“Me preguntaréis: ¿Es una promesa el mulato?

Os contestaré que abandonados al cruce entre ellos, al acaso, sin inmigración, tienden al

anonadamiento. Pero que efectuando el cruce de modo que presida la ciencia, inyectando

sangre negra y blanca en dosis determinadas, indudablemente aparecerá la raza

definitivamente humana, el gran mulato. Suramérica es el campo experimental de las

razas. Entiendo por gran mulato el producto definitivo que se obtendrá de la mezcla

científica de las razas hasta unificar el tipo del hombre. La ciencia debe preocuparse de

estos problemas, porque los medios de comunicación están en progreso constante,

diariamente aumenta el intercambio y hay que llegar a la unidad racial. ¡Cómo no! ¡La

creación del hombre! Por ahora no tenemos sino los ingredientes para fabricar el gran

mulato, consistente en las varias razas, subrazas y variedades...

Pero es evidente que el producto suramericano se reseca, se va resecando...” (Don

Mirócletes, p.p. 128-129).

El autor muestra ya un poco de escepticismo sobre la concreción de su ideal. Se ha referido

antes en el libro a las “embolias” que le impiden expresarse al espíritu latinoamericano; la

primera es el hecho de haber sido “descubiertos”. Volverá luego sobre esta idea.

En 1933 encontramos al Cónsul F. G. escribiendo su libro El hermafrodita dormido

(Editorial Juventud, Barcelona, 1933), y debatiéndose entre la belleza del arte griego,

sintetizado en el “hermafrodita dormido”, y la fealdad del Duce y su régimen fascista. De

Mussolini dice: “Benito era ateo y socialista, etc. Hoy está unido con el papa. Asiste a

fiestas religiosas (...) Me complace verlo entrar en la pantalla, caminando con meneos,

para simular agilidad (...) En verdad su mandíbula es poderosísima y tiene algo fatal en

todo el rostro”. En otro lugar del libro describe el gobierno de Mussolini:

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“En Italia el Estado, o sea Mussolini, tiene en sus manos las riendas de la prensa, el

cinematógrafo y la radiofonía. Por medio de la organización del sistema corporativo de las

industrias, haciendo a las corporaciones órganos del partido, las colocó bajo su control.

Un elemento que se le escapaba era el clero. Lo compró; le dio dinero; se constituyó en su

protector y ahora el Papa es su gran aliado.

¿Triunfará entonces? Tiene todo en sus manos, pero no tiene un fin noble y sus métodos

son envilecedores. ¿Qué se propone? No lo dice; se limita a repetir que la grandeza de

Italia. No triunfará, porque el alma humana no puede ser violentada, ella no se mueve y

crece sino por la instigación de la belleza.

Sólo hay una dictadura que triunfará: la que ejercen las almas grandes. Aun el ser más

perverso no crecerá un ápice por medio de la violencia. Azotando a un esclavo, cada día

será más esclavo. La virtud no se impone. Un pueblo debe preferir el desaparecimiento a

la tiranía. Por eso, la ley moral manda asesinar a los tiranos.”

Finalizando el libro, en una página titulada: “El mundo en 1933”, enuncia los “tres

distintivos” de la situación de aquel entonces, a partir de unos supuestos juicios “emitidos

en los cafés, mientras fumaba cigarrillos turcos”:

“Primero. Del pueblo judío tenemos la fuente de las ideas religiosas y morales.

Segundo. De Grecia tenemos el arte y el razonamiento.

Tercero. De los yanquis tenemos la organización y la máquina. Francia es razonadora.

Nadie le gana. Alemania reacciona muy feo. El nacionalismo actual de Hitler es

desagradable y escandaloso. Mussolini prepara una guerra contra Francia, lentamente,

con frialdad, tal como preparan en Italia las venganzas entre las familias. El italiano, de

Florencia para el Sur, es hombre cruel, vengativo, peludo.

La máquina yanqui trajo un desarreglo definitivo en las ideas morales y estéticas.

Marchamos por entre tinieblas.

En estos días agoniza el movimiento más bello de estos tiempos: La objeción de conciencia

ante el servicio militar. La culpa es de Mussolini. Gandhi tendrá que ayunar hasta la

muerte.

Quiera Dios que dure aún dos años el tiempo en que se pueda fumar cigarrillos en los

cafés de París, y emitir juicios” (p. 162).

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Mi compadre, libro de 1934, está dedicado al dictador venezolano Juan Vicente Gómez,

como excusa para poner a prueba su “metro psíquico” o “concienciámetro”, y para ‘atisbar’

la gestación del gran mulato en Venezuela. Parte de un recuento de los grandes hitos de la

historia venezolana, y comentando la guerra federal que derrocó a Páez (un ejemplar de la

conciencia orgánica) nos dice: “La guerra federal fue una sublevación contra el tipo

europeo. Fue un episodio importante en la gestación del tipo suramericano en Venezuela.

No quedaron españoles criollos. Fue el triunfo de la pardocracia (...) Suramérica es el

teatro del gran mulato; allí es donde la vida tiende a crear la unificación de las razas”

(51). Y más adelante, después de exponer su ya mencionada regla de las proporciones

étnicas (45% indio, 45% blanco, 10% negro, “Esto último lo necesitamos para la capacidad

de impertinencia”) dirá que con el general Juan Vicente Gómez “aparece el primer

gobierno del tipo suramericano”, “con el general Gómez –agrega- hemos comenzado a

expresarnos; hemos dejado de ser colonia”. Elogia los esfuerzos de Gómez por instaurar un

gobierno netamente nacional; lo que implica abandonar la “sugestión europea”, es decir, la

compulsión a imitar las leyes y costumbres extranjeras: “Copiadas constituciones, leyes,

costumbres; la pedagogía, los métodos y programas, copiados; copiadas todas las

formas”, dirá en Los Negroides. Valga recoger esta observación de Javier Henao Hidrón: la

Venezuela que estudia y recorre F. G., tras 23 años de dictadura de Gómez, está cruzada

por carreteras, y al parecer, no tiene deudas, ni desempleados, ni pordioseros.

En Los Negroides (1936), F.G. retoma las consecuencias de la “embolia” mencionada, lo

que él llamará “complejo de ilegitimidad”, o en palabras más directas: “complejo de hijo de

puta”. En el capítulo XXXV propone un curso que será dictado por el rector de una

hipotética Universidad Grancolombiana. El curso se llamará “filosofía de la personalidad”:

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“El secreto de este curso disciplinario está en prácticas para conocerse a sí mismo, y para

cultivarse luego. Lo primero es conocerse, y lo segundo, cultivarse. Nuestra individualidad

es nuestro huerto, y la personalidad es nuestro fruto” La sexta clase de este curso se referirá

al complejo de ilegitimidad. Al respecto vale citar la página completa:

“... este complejo es terrible en Suramérica. Nuestra individualidad está apachurrada, a

causa de estos hechos:

1º. En cuanto negros, somos esclavos, propiedades de europeos, fuimos prostituidos.

2º. En cuanto indios, fuimos descubiertos, convertidos; discutieron “si teníamos alma”;

rompieron nuestros dioses; nos prostituyeron moral, religiosa, científicamente.

3º. En cuanto españoles, somos criollos, sin poder "probar la pureza de sangre".

4º. Lo peor: Que somos mezcla de las tres sangres; ocultamos como un pecado a nuestros

ascendientes negros e indios. Somos seres que se avergüenzan de sus madres, o sea, los

seres más despreciables que pueda haber en el mundo. En realidad, tal mezcla es un bien;

pero en la conciencia tenemos la sensación de pecado. Vivimos, obramos, sentimos el

complejo de la ilegitimidad.

Por eso el suramericano simula europeísmo; por eso es dilapidador, prometedor, incapaz:

Porque tiene vergüenza del negro y del indio.

Pregunto: ¿Puede el suramericano vivir como europeo; competir con el europeo? No,

porque es mulato. Su individualidad es mulata.

Mientras simule, será inferior. La grandeza nuestra llegará el día en que aceptemos con

inocencia (orgullo) nuestro propio ser. El día en que, mediante la cultura practicada en

esta Universidad, el grancolombiano manifieste su individualidad mulata

desfachatadamente; ese día habrá algo nuevo en la tierra, habrá un aporte nuevo al haber

humano.

¿Quiénes son el señor Caro, Abadía Méndez, Pedro Claver Aguirre, Lucianito Restrepo,

Federico Páez, Olayita y Alfonso López? Almas ilegitimas; mulatos dormidos, cuyas

lenguas son movidas por libros europeos.

Las Universidades colombianas han dado ilegítimos; todos son como los diputados,

ventosidades de marrano.

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¡Qué tan ilegítima, que tan prostituida es Suramérica, que en su historia observamos

períodos en que los pueblos han vivido pendientes de homúnculos tales como Federico

Páez, Benavides, Olaya, Laureano Gómez!”.

De 1935 son los libros El Remordimiento y Cartas a Estanislao. Este último dedicado a

Estanislao Zuleta Ferrer (Padre de E. Z. Velázquez), joven abogado (31 años) que fallecería

ese mismo año en el accidente donde también muriera Carlos Gardel (24 de Junio). En la

nota que escribe F.G. al enterarse de su muerte dice: “Era mi único amigo”, y en una de las

cartas que le dirige: “Nadie que tenga tu capacidad de impertinencia y tu limpieza estética.”

En otro momento F.G. se refiere a este libro: “En Cartas a Estanislao hice poemas a la

orgullosa y divina concepción de uno mismo y lancé diatribas contra la mentira que ha sido

la humanidad en América”.

En la carta del 13 de septiembre de 1934 responde a una pregunta que le hiciera Estanislao:

“¿Hubo y hay hombres aquí?” y en su respuesta dice: “3- ¿Imaginación creadora?

Ninguna. No tenemos arquitectura, pintura, escultura, novela, drama, leyes, costumbres.

Imitamos. El rancho es de los indios y la casa de los españoles. Ahora van a estudiar

muchos a Europa y a Estados Unidos y vienen a hacer cosas de allá y teatros de allá, pero

se caen. Van también a estudiar aviación y se caen. La María es de un judío. Ningún

invento. Ninguno ha tenido o tiene imaginación. Olaya es un mono yanqui, y mono inglés

es López (...) López de Mesa ha estudiado, es casi tan juicioso, tan bien educado, como el

doctor Emilio Robledo, pero los efectos no se producen...; lo que aprendieron no sirve

aquí; tenemos una causalidad propia, enfermedades propias, botánica propia, y no les

sale, no les sale lo que aprendieron en francés. ¡Lástima, tan juiciosos, jóvenes que no han

pecado!...” (110-111)

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Page 16: Aproximación al pensamiento político de Fernando González Ochoa

En una carta a su hermano Alfonso justifica su crudeza de estilo: “(mis libros) los escribo

para confesarme y si tienen expresiones crudas, es por que así soy yo, así éramos en

Envigado, en donde crecí; así pienso y siento. No me importan las alabanzas, o mejor, me

importan, pero contra mi voluntad alta; al que soy a ratos, espiritual, no le importan.” Y una

última referencia de este libro, en carta dirigida a Alejandro López, este consejo: “A la

juventud suramericana hay que repetirle día y noche: PROPOCISIONES CLARAS; SIN

DISCURSOS; AGARRAR LOS PROBLEMAS; DAR LA MENTE A UNA COSA, A

TODA ELLA Y SÓLO A ELLA. NO DISPERSARSE. IDEAS DURAS, CONCRETAS.

PROPÓSITOS Y AMORES DUROS.” (38)

J. Henao Hidrón resume los rasgos principales de este libro (Cartas a Estanislao): señalar

“el comportamiento santanderista de la clase dirigente, el vicio solitario de la oratoria,... el

estilo “pajoso” de los periódicos (...) y la esperanza de un nacionalismo que muestre la

fealdad humana de Colombia y discipline a la juventud.”

De El Remordimiento (1935, subtitulado “Problemas de Teología moral”) solo recordaré

esta definición de principios: “No tendré admiradores, porque creo solitarios; no tendré

discípulos porque creo solitarios; no me tendré sino a mí mismo. Yo no atraigo; arrojo a

cada lector y persona que me habla en brazos de sí mismo. No puedo ser pastor, amado,

jefe, maestro. Soy el cantor de la soberbia y de la sinceridad.”

En el número 5 de la Revista Antioquia (de la cual es director, editor y autor único) define

su ideario político:

“Bueno pero ¿qué, somos, políticamente?Somos anarquistas. El objeto de la vida es disciplinarse hasta no necesitar gobierno. Un

filósofo está por encima de las leyes.Creemos que el gobierno es medio para conducir a los hombres al anarquismo, o sea, al

paraíso. Para eso deben ser las escuelas, leyes, caminos y casas disciplinarias.Por consiguiente, el primitivo necesita que lo gobiernen mucho. Suramérica necesita

gobiernos muy fuertes. Colombia, por ejemplo, tiene negros esclavos, mestizos y zambos

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falsos; no tiene un solo hombre capaz de vivir honesta, musicalmente, sin el Diablo y la pena de muerte.

Desde que publicamos "Una Tesis", expusimos que éramos anarquistas (como ideal) y amigos de gobiernos fuertes. El pueblo colombiano no se puede gobernar a sí mismo. Es un niño. No puede usar de sociedades anónimas porque se las roba; de la radio, porque anuncia groserías; del avión, porque se mata, etc.Somos anarquistas porque el hombre culto no necesita que otro lo gobierne, y derechistas, porque a la libertad se llega por la disciplina.

Somos, pues, anarquistas y derechistas: Mussolini y Hitler son azotes divinos.Personalmente vivimos en la anarquía. Hemos conseguido la buena conciencia;

decimos todo lo que pensamos y hacemos todo lo que sentimos; para nosotros no existe el gobierno sino como tema para escribir. Nadie nos importa ni se cruza en nuestro camino. No tememos, no odiamos y amamos la VIDA por sobre todas las cosas.

El ideal del hombre es ser como rosa abierta, que no tiene nada oculto; ser desvergonzados, por inocencia y no por odio.

Pero ¿los colombianos? Si no presionan a un Enrique Santos, tuerto malísimo, pues ejecuta alguna barbaridad, por ejemplo, estupra. Los que gobiernan hoy a Colombia y los que hacen oposición son "riberanos" del estupro alevoso.” (F. González, Revista Antioquia, # 5, 1936)

Ya he presentado las ideas centrales de Los Negroides (1936): la teoría del Gran Mulato y

el complejo de ilegitimidad. Allí será muy explícito en el “programa” que propone para

Suramérica: “Gobiernos legalmente fuertes y cultura. Crear y no aprender; meditar y no

leer; hacer y no importar. Inculcar en el pueblo la verdad de que gozar de obras ajenas

corrompe.” (76)

Rechaza airado la asimilación de Bolívar a un partido político: “Quieren ponerlo de jefe de

un derechismo inmundo y clerical. Bolívar no era godo; era acicate; era ascenso.” (79) Ya

había dicho en las Cartas a Estanislao: “Nosotros, los maestros nuevos, debemos odiar todo

lo pasado; odio eterno a las generaciones conservadoras y liberales. Nada hay de

aprovechable en nuestro pasado. La historia ha sido escrita e impuesta por Santanderes y

Arrublas. La única salvación es volver al Libertador.”

En la década 1935-1945, mientras se ocupa en la edición de la Revista Antioquia (17

números), publica artículos políticos como las Nociones de Izquierdismo (1937) y las

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Arengas Políticas (1945). El eje central de estas intervenciones será la presentación de un

proyecto político-pedagógico, fundamentado en la Escuela y la Universidad: “Educar es

amar: política es amor: es el arte de crear una patria, engendrándola en nuestros

compatriotas”, “Política es la dirección de las fuerzas que gestan, que van gestando una

patria en donde sea bueno estar vivo.” Dice en las Arengas políticas, donde también

denuncia las prácticas al uso: “si la política es para vosotros apoderarse de la cosa (pública),

repartir la cosa con los amigos, odiar al que se queda velando, entonces ganará el que dé a

los lectores aguardientes con pólvora, literatura negroide, incite al fraude y mate gente.”

El ideal político de F. G. Siempre va acompañado de un proyecto pedagógico, al que suele

referirse como la “Escuelita”. Pedagogía que debe propiciar la ‘egoencia’ pero eliminando

la vanidad: “se trata de que somos vanidosos, y la vanidad es vana. Corozo vano. Corozos

vanos son las cabezas de los diputados, y todos somos diputados. Por ejemplo, si vamos a

escribir, nos da vergüenza de documentarnos, rumiar, meditar, medir y resolver algún

problema doloroso nuestro, pequeño pero nuestro (¿por qué será que lo nuestro nos parece

pequeño siempre?) Y escribimos acerca de Marx, de Kant, de filologías, y de la

organización de la paz mundial (...) Apenas leemos tres cuadernos forasteros de economías,

nos da por hablar de cooperativas, cuando ni siquiera cooperamos con la mujer, en el hogar

(...) Amamos el libro y odiamos la tierra maternal. Nos avergonzamos de nuestro padre

arriero y azadonero. El libro santo es el gran enemigo en Suramérica. El libro es santo,

cuando es para consultar nuestras dudas, las que nacen de la acción. Pero aquí, el libro es

para adornarse. Confesemos que las Américas Latinas han sido pajosas: luego, hagamos en

ellas una realización. “Ni llorar, ni reír, sino entender” (Spinoza)”. En esta época adhiere a

la candidatura de Uribe Uribe (“sobrio, duro, pensador y ejecutor”), como luego adherirá a

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la de Jorge E. Gaitán (de quién, sin embargo, no tenía un concepto muy positivo. Véase la

página que le dedica en Los Negroides, cap. XXXI, p. 85).

A principios de los 40’s redacta el Estatuto de Valorización de Medellín, en el cual incluyó,

como segunda parte, una reflexión sobre la propiedad privada de la tierra. Allí afirmará que

las razones por las que se ha guerreado en Colombia no son, como se dice, la “defensa de

los buenos principios”, sino el afán de apoderarse de las tierras: “atisbar fincas, y, apenas

ganada la guerra, emitir títulos de baldíos y adjudicarse los “lotes” encontrados...” Sobre la

función social de la propiedad dice: “el porvenir está en la expropiación de tierras no

explotadas aún y en prepararlas para el trabajo comunal y dirigido”; su ideal es un gobierno

“de la sociedad, por la sociedad y para la sociedad”, gobierno que nace “cuando la tierra y

las máquinas son propiedad colectiva: entonces a los niños se les cría y educa para el amor,

fuente del servicio”.

En 1941 publica El Maestro de Escuela (dedicado en “Homenaje a Thornton Wilder, el

creador del drama eterno, Our Town”). Lo que allí dice del personaje protagonista es un

balance de su vida y obra: “Decir lo que sentía y pensaba fue la inmunda práctica de

Manjarrés. Eso lleva al nudismo y al vivir a la enemiga”. Idea que retomara en El Libro de

los Viajes o de las Presencias (1959): “¿Por qué afirmo que vivo a la enemiga? Porque he

luchado contra todo lo existente”. Nótese que en largo período, casi 19 años, desde El

Maestro de Escuela hasta El Libro de los Viajes o de las Presencias no publica ningún libro

y se dedica a presentar sus propuestas políticas (Nociones de Izquierdismo, Estatuto de

valorización, Arengas políticas). Sus dos últimos libros El libro de los Viajes o de las

Presencias y La Tragicomedia del padre Elías y Martina la velera (1962) parecen mostrar

un repliegue del filósofo hacia su propia intimidad y hacia el misticismo (Esto se corrobora

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en su correspondencia con el padre catalán Andrés Ripol, publicada póstumamente en

1989).

Terminaré este recuento de las ideas políticas de F.G. con un fragmento de la citada

respuesta a la encuesta de la revista Universidad de Antioquia, sobre la filosofía en

Colombia (escrita en 1960):

“... todo país y tierra colonial recibe sus valores de los colonizadores, hasta que paso a

paso y en larguísima brega y duro trabajo adquiere conciencia de que también es hijo de

Dios o “hermano cristiano”. ¡Durísima brega y larga! Si el elefante tarde quince meses en

gestar, una colonia tarda cientos de años en gestar la conciencia de si misma. ¡Considere

usted a estos pueblos caribes, centro y suramericanos! (...) Aquí en estas américas, Cuba y

Venezuela (yo esperaba un poco de egoencia de Venezuela) no pueden concebir el

liberarse del tutelaje sino entregándose como ansiosas rameras al imperialismo ruso. El

que es colonia por dentro, concibe la libertad como cambio de amo.”

Pedro Posada Gómez

Universidad del Valle

Abril del 2000

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Fernando González Ochoa

BIBLIOGRAFÍA:

Pensamientos de un viejo (1916)

Una tesis (1919)

Viaje a pie (1929)

Mi Simón Bolívar (1930)

Don Mirócletes (1932)

El hermafrodita dormido (1933)

Mi Compadre (1934)

El remordimiento (1935)

Cartas a Estanislao (1935)

Los negroides (1936)

Antioquia (Revista, 17 números, 1936-1945)Lecciones de izquierdismo (1937)

Santander (1940)

El Maestro de Escuela (1941)

Arengas Políticas (1945)

Libro de los viajes o de las presencias (1959)

La tragicomedia del padre Elías y Martina la velera (1962)

DATOS BIOGRÁFICOS:1895 - Nace en Envigado (abril 24)1911 – Expulsado del Colegio San Ign.

1915 – Ingresa al grupo de los Panidas1917 – Bachiller en Filosofía y letras

1919 – Se gradúa de abogado

1921 – Magistrado en Manizales.1928 – 1931. Juez Civil en Medellín

1931 – Cónsul en Italia

1932 – Traslado a Marsella

1934 – Es retirado del cargo de Cónsul.- Regresa a Envigado (Ant.).

1935 – Muere Estanislao Zuleta Ferrer- Fracaso electoral.

1940 ? – La Izquierda Nacional (LAIN)

1953 – Segundo Viaje a Europa1957 – Regreso a Colombia (Otraparte)

1964- muere el 16 de febrero.

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