Aportes Para El Estudio de La Identidad Institucional Universitaria

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Perfiles Educativos | vol. XXXIII, número especial, 2011 | IISUE-UNAM 78 Aportes para el estudio de la identidad institucional universitaria El caso de la UNAM Daniel Cortés Vargas * El contexto de globalización e internacionalización aceleradas, experi- mentado particularmente desde hace dos décadas, ha puesto en la pales- tra de los estudios sobre la universidad la necesidad de dar explicación al tipo de causas y condicionantes que están incidiendo hoy día, directa e indirectamente, en la conformación, debilitamiento o reforzamiento de la identidad institucional universitaria, fenómeno al que se hace refe- rencia continuamente pero cuyo estudio presenta límites dado su escaso grado de desarrollo como campo de análisis. Tomando como marco de reflexión el caso de la internacionalización de las actividades de la UNAM, así como la atención que la misma puede brindar desde su cultura orga- nizacional a las demandas sociales, en este artículo presentamos de forma sintética una propuesta teórico-conceptual y metodológica, fundada en la perspectiva del nuevo neoinstitucionalismo, que puede servir de base para el estudio de la identidad institucional universitaria. Palabras clave Identidad UNAM Cambio institucional Internacionalización Cultura organizacional Responsabilidad social * Candidato a doctor en Sociología por la Universidad de Montreal. Miembro estudiante del Centro Interuniversi- tario de Investigación sobre la Ciencia y la Tecnología ( CIRST) de la Universidad de Québec en Montreal (UQAM). Líneas de investigación: el cambio institucional universitario, la internacionalización de las universidades y la for- mación y desarrollo de las redes de colaboración científica. Publicaciones: (2007), “Medir la producción científica de los investigadores universitarios: la bibliometría y sus límites”, Revista de la Educación Superior , vol. XXXVI (2), núm. 142, abril-junio, pp. 43-65. CE: [email protected] Recepción: 4 de mayo de 2011 | Aceptación: 8 de junio de 2011

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Aportes para el estudio de la identidad institucional universitariaEl caso de la UNAM

Daniel Cortés Vargas*

El contexto de globalización e internacionalización aceleradas, experi-mentado particularmente desde hace dos décadas, ha puesto en la pales-tra de los estudios sobre la universidad la necesidad de dar explicación al tipo de causas y condicionantes que están incidiendo hoy día, directa e indirectamente, en la conformación, debilitamiento o reforzamiento de la identidad institucional universitaria, fenómeno al que se hace refe-rencia continuamente pero cuyo estudio presenta límites dado su escaso grado de desarrollo como campo de análisis. Tomando como marco de reflexión el caso de la internacionalización de las actividades de la UNAM, así como la atención que la misma puede brindar desde su cultura orga-nizacional a las demandas sociales, en este artículo presentamos de forma sintética una propuesta teórico-conceptual y metodológica, fundada en la perspectiva del nuevo neoinstitucionalismo, que puede servir de base para el estudio de la identidad institucional universitaria.

Palabras clave

IdentidadUNAMCambio institucionalInternacionalizaciónCultura organizacionalResponsabilidad social

*Candidato a doctor en Sociología por la Universidad de Montreal. Miembro estudiante del Centro Interuniversi-tario de Investigación sobre la Ciencia y la Tecnología (CIRST) de la Universidad de Québec en Montreal (UQAM). Líneas de investigación: el cambio institucional universitario, la internacionalización de las universidades y la for-mación y desarrollo de las redes de colaboración científica. Publicaciones: (2007), “Medir la producción científica de los investigadores universitarios: la bibliometría y sus límites”, Revista de la Educación Superior, vol. XXXVI (2), núm. 142, abril-junio, pp. 43-65. CE: [email protected]

Recepción: 4 de mayo de 2011 | Aceptación: 8 de junio de 2011

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Introducción1

En las últimas décadas, la gran mayoría de universidades del mundo se ha visto inscrita en una dinámica de cambios acelerados, tales como la integración y adaptación de su vida institucional a un contexto de globalización e internacionalización ya consolidados, así como el impulso a la comercialización de sus servicios de investigación, o bien a nuevas condiciones económicas, laborales y políticas que inciden también en el desarrollo e impac-to social de sus tareas fundamentales. Henkel (2002) señala que éstos y otros cambios expe-rimentados al final de siglo XX trastocaron las estructuras, conceptos y normas sobre las que se había construido la identidad univer-sitaria, provocando su transformación. Esta afirmación pone en la palestra de los estudios sobre la universidad la necesidad de dar expli-cación al tipo de causas y condicionantes que están incidiendo hoy día, directa e indirecta-mente, en la conformación, debilitamiento o reforzamiento de la identidad institucional universitaria,2 cuyo marco de interpretación está todavía en desarrollo. Pero, ¿cómo dar tratamiento teórico-conceptual y metodoló-gico a la identidad institucional universitaria, y cómo dar explicación a los factores de índo-le nacional e internacional que inciden en su conformación en el tiempo?

Para brindar respuesta a estas preguntas, tomando como marco de reflexión el caso de la UNAM, en este artículo presentamos una propuesta teórico-conceptual y metodológi-ca que puede servir de marco para el estudio de la identidad institucional universitaria. La UNAM constituye un objeto de estudio

apropiado para formular dicha interpreta-ción. Desde una perspectiva histórica, a 460 años de su fundación, y a 101 años de haber sido reabierta, tomando como referencia el año 2011, es posible identificar los elementos que están en su origen institucional y que afianzan finalmente su identidad frente al cambio: la UNAM puede ser definida como una institución civil, secular, autónoma, mo-derna, nacional, ciudadanizada y ahora glo-balizada (Cortés, 2004). Si se considera el tra-bajo que ha desarrollado desde su reapertura en 1910, resulta significativa la forma en que ha sabido enfrentar el desafío de redefinir sus funciones y objetivos frente a las demandas sociales del país,3 así como encarar la exigen-cia, entre otras, de debatir la importancia de su carácter de “universidad nacional”.

Este documento se divide en cuatro apar-tados, más las conclusiones. En el primero se hace referencia a los principales enfoques, y sus fronteras, para estudiar la identidad institucio-nal universitaria; en el segundo se presenta una propuesta de definición conceptual de aquellos aspectos clave que conlleva el tratamiento del tema; en el tercero se proponen seis ejes meto-dológicos que posibilitan su estudio; en el cuar-to se presenta una breve descripción de la con-formación identitaria institucional de la UNAM en la última centuria, a partir, particularmente, del empleo de dos de los seis ejes de tratamiento metodológico propuestos: la cultura organiza-cional y la responsabilidad social, así como en función de los marcos contextuales de la globa-lización y la internacionalización. Finalmente, en las conclusiones se hace un recuento de lo expuesto y se presentan algunas observaciones acerca de este tema de estudio.

1 El autor agradece los valiosos comentarios de Marian Misdrahi Flores a versiones previas del presente documento.2 En el caso latinoamericano, existe interés por estudiar las transformaciones que afectan actualmente a la educa-

ción superior y que podrían estar incidiendo en la construcción de nuevas identidades para las universidades de la región (Mollis, 2010).

3 Planteamiento que puede ser interpretado también desde la perspectiva de la responsabilidad social de la universi-dad (RSU), propuesta recientemente formulada en algunos estudios latinoamericanos, en correspondencia con los compromisos asumidos en la “Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: visión y acción” y en los lineamientos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que promueve la UNESCO; estos últimos destacan la misión de las universidades de contribuir al desarrollo sostenible y el mejoramiento del conjunto de la sociedad (Educación Superior y Sociedad, 2008-2).

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Fronteras de estudio

Hacer referencia a la identidad de la universi-dad a menudo significa limitarse a presentar disertaciones (que pueden en algunos casos estar próximas al esencialismo) más que a considerarla como un asunto susceptible de análisis a través de un marco teórico-con-ceptual propio. En este nivel de tratamiento, que para efectos de análisis denominamos de “segundo orden”, se sitúan los discursos de índole burocrática y los estudios que parcia-lizan el significado de la identidad institucio-nal; por ejemplo, los discursos de celebración de las actividades universitarias, los manuales de estándares de identidad de las universida-des (University of New Mexico, 2007), o bien aquellos que toman en cuenta si se trata o no de universidades urbanas (Van der Wusten, 1988). Debe considerarse que si bien el discur-so, los símbolos o la ubicación geográfica de las universidades constituyen un canal de ex-presión de la identidad institucional misma y reflejan el papel que ello juega en la definición de los intereses, objetivos y tareas universita-rias, están lejos de constituir por sí mismos una explicación acerca del significado de la identidad institucional universitaria.

También como tratamiento de segundo orden deben ser considerados los trabajos realizados desde la perspectiva de la psicolo-gía social, cuyas contribuciones, enmarcadas en la perspectiva de la identidad social (Gély, 2006), hacen referencia exclusiva al estudio de los individuos y las identidades que movilizan bajo un marco colectivo o grupal, lo que en el caso de las universidades cobra expresión en la identidad de actores y grupos universitarios. Bajo esta postura, Jenkins (2008) señala que la institución universitaria es sólo tangible en las prácticas que los individuos llevan a cabo en los edificios y espacios de la universidad; desde su perspectiva, la institución constituye

exclusivamente un escenario en el cual los individuos toman decisiones y orientan su comportamiento: un producto emergente de lo que la gente hace, que no existe por encima de la acción individual. Como se observa, des-de este enfoque el estudio sobre la identidad ligada a la universidad se centra generalmente en los actores universitarios, tales como aca-démicos (Henkel, 2000; 2002; 2005), estudiantes (Scanlon et al., 2007) o investigadores (Hakala, 2009); o bien, en un marco más general, se cen-tra en la identidad de las profesiones (Moore y Hofman, 1988); en la diversidad de identidades que proveen las prácticas culturales del alum-nado (Cross, 2004); en el predominio de una cultura de lo masculino y de heterosexismo en la identidad institucional de las universidades (Blumenfeld, 2006); o en la confesión religiosa como definitoria de la identidad de la institu-ción (Glanzer et al., 2010). En el caso de México, la producción bibliográfica ligada a esta pers-pectiva es numerosa, lo que puede observarse, por ejemplo, en los índices de las revistas espe-cializadas en Psicología y Educación. Sin em-bargo, son evidentes los límites que presenta la psicología social para ofrecer una lectura de la identidad institucional en su conjunto, que permita un análisis del impacto que los proce-sos sociales y la historia tienen en la definición de la identidad de la institución, que muestre también la influencia identitaria que pueden tener, por ejemplo, las características legales y administrativas de la institución, o que permi-ta identificar el peso que tiene el contexto ins-titucional en la mirada referencial que proveen los actores en correspondencia con las nuevas circunstancias y dinámica que experimentan las universidades.

Son todavía pocos los estudios que se re-fieren a la identidad universitaria desde una perspectiva más focalizada, exclusivamente institucional,4 que denominamos de “pri-mer orden”. Sólo a partir de años recientes

4 Los estudios que caracterizan a la universidad como institución son numerosos en el caso de México, pero no aque-llos que se refieren explícitamente a la identidad institucional como eje de estudio. En muchos trabajos se puede llegar incluso a hacer mención del término identidad, pero más con un sentido argumentativo y contextual que analítico.

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ha comenzado a producirse conocimiento especializado sobre el tema. Dichos estudios abordan, por ejemplo, la transformación de la identidad universitaria en países como Noruega (Stensaker, 2004); mientras que des-de una mirada que privilegia la escala conti-nental, algunos estudios abordan el caso de la Unión Europea y su propuesta de identidad universitaria convergente (González, 2005; Aviksoo et al., 2006). En el caso de México, se ha estudiado la manera como ha evolucionado la identidad institucional universitaria, parti-cularmente para el caso de la UNAM (Cortés 2002); mientras que desde la mirada particular de la teoría de la organización, se ha señalado que la universidad de excelencia es una reali-dad que empieza a moldear las identidades de instituciones y sujetos, por lo que se propone re-pensar a esta institución restituyendo sus tensiones teóricas y reconociendo sus com-plejidades históricas (Ibarra, 2001).

Desde un enfoque menos centrado en la identidad, pero igualmente ligado a los es-tudios organizacionales, se ha investigado acerca de los procesos de cambio y las refor-mas administrativas, financieras y organi-zativas implementadas en varias universi-dades mexicanas y su impacto en la misión académica de cada una de ellas (Kent, 2003); se realizó un estudio comparativo acerca del cambio institucional desde la perspectiva del neoinstitucionalismo, aplicado para el caso de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Azcapotzalco, y de la Universidad Iberoamericana (Del Castillo, 2004); y se han llevado a cabo otros estudios que muestran a la universidad, ante todo, como una institución académica llena de contenidos, acciones y sig-nificados políticos que finalmente influyen e

interfieren en su acontecer, pero cuyo referente principal es el Estado (Muñoz, 2002).

Si bien la relación identidad-institución ha sido estudiada particularmente desde la perspectiva comunitaria5 y desde la teo-ría organizacional,6 debe señalarse que es la perspectiva sociológica las más citada en la bibliografía sobre la institucionalidad uni-versitaria. Desde el marco de la Sociología, y con un fundamento multidisciplinario (que comprende, entre otros, el análisis histórico-social, el filosófico, el económico, el adminis-trativo o el político), es posible identificar tres ejes teóricos principales desde los cuales se ha reflexionado el cambio institucional universi-tario y su incidencia, ciertamente, en la con-formación de la identidad institucional: 1) el nuevo institucionalismo; 2) la perspectiva de la transformación, que toma en consideración algunos enfoques analíticos más autónomos, como el organizacional, el de innovación, el de empresa y el de mercado; y 3) los estudios comparados, que abarcan, a su vez, la pers-pectiva de la historia, del poder y de la admi-nistración (Cortés, 2009). Al no ser el objetivo de este documento profundizar en dichas perspectivas, baste señalar que compartimos la correspondiente al nuevo institucionalismo sociológico en educación (Meyer y Rowan, 2006) y el reconocimiento que hace de las ins-tituciones como estructuras con identidades (Jepperson, 2001).

Más formalmente, nos situamos en el te-rreno de lo que se denomina “nuevo neoinsti-tucionalismo” o “neoinstitucionalismo reno-vado” (Rouleau, 2007), perspectiva que, entre otras cosas, reconoce la posibilidad de llevar a cabo estudios híbridos. Dicha perspectiva fo-menta la combinación entre la investigación

5 La perspectiva comunitaria encuentra su antecedente en la universitas medieval, la cual encontraría su expresión en las nociones de cuerpo único y universal, corporación política, comunidad secularizada, asociación portadora de valores e identidad, y representante de una personalidad moral que le significa a sus miembros el bien común. Aspectos todos que se expresarán en el concepto de ‘comunidad universitaria’, misma que más adelante particu-larizaría para sí el concepto de universitas como universidad. Véase Mairet, 1990.

6 La perspectiva organizacional señala que en el origen de todo cambio institucional se encuentra la relación efec-tiva entre el ambiente y la institución, es decir, desde este enfoque la identidad estaría subordinada al ambiente. Véase B. Stensaker, 2004.

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histórica y la comparativa (Scott, 2004), ade-más de que abre la oportunidad de no tra-zar una línea tajante sino la reconciliación y balance entre el viejo institucionalismo (que otorga mayor reconocimiento a la estructura jurídica y organizacional de las instituciones en su conjunto, y al impacto que puedan tener en la vida política) y el nuevo (más interesado en señalar que es el ambiente el que influye notoriamente en el comportamiento organi-zacional y permite dar explicación a la esta-bilidad y el cambio institucional) (Selznick, 1996). Bajo esta lógica, consideramos que en la identificación de los aspectos que supone una definición de identidad universitaria se deben de tomar en cuenta, además de un marco teó-rico y los ejes metodológicos desde los cuales puede llevarse a cabo su estudio (instalacio-nes, cultura comunitaria, historia, símbolos, cultura organizacional y responsabilidad social), todos aquellos elementos generales de contexto (como las políticas públicas na-cionales para el sector o bien las políticas in-dicativas y recomendaciones de organismos nacionales e internacionales), que permiten explicar, comparar y caracterizar en el tiempo las diferentes formas de organización y traba-jo de la universidad que finalmente impactan la conformación de su identidad.

Propuesta de marcos de definición

Esbozamos a continuación un par de re-flexiones, fundadas en la perspectiva del nue-vo neoinstitucionalismo, acerca de aquellos aspectos que pueden entrar en juego al mo-mento de estudiar la identidad institucional universitaria. Nuestra propuesta de “marco local” y “marco ampliado” constituye sólo una aproximación a una temática de suyo comple-ja, y pretende ser una aportación a la constitu-ción de un terreno más fértil para la reflexión del tema.

El marco local permite identificar cómo, en lo cotidiano, las instalaciones se presentan como el espacio natural de apropiación, re-creación y proyección de la identidad institu-cional universitaria. La identidad institucio-nal universitaria sería el resultado de imponer valores y pautas de acción profesionales, científicas y culturales a quienes participan de su dinámica organizativa.7 Es decir, lo que refieren los actores universitarios (estudian-tes, maestros, investigadores y funcionarios) constituye el reflejo de la apreciación que tie-nen sobre la universidad, así como de aquello que institucionalmente ejecuta, proyecta y representa dicha institución. En este sentido, puede observarse que la identidad institucio-nal conlleva una connotación holista, que al-canza a cada una de sus partes cuando entran en relación con ella. Así, la identidad univer-sitaria cobra expresión de la misma forma y tiene el mismo significado en cada una de las facultades, y en cada uno de los centros, espa-cios administrativos, deportivos o culturales que la componen, y, en consecuencia, para cada uno de sus actores, cuando hacen refe-rencia a la institución.

El marco ampliado hace referencia a quie-nes tienen vínculos externos directos con la universidad: academias, laboratorios, em-presas, los diversos actores y sectores de la sociedad, nacionales e internacionales, o el propio Estado, a partir, claro está, del grado de apropiación y reconocimiento de que dis-frute el proyecto educativo que la universidad proponga a la sociedad. En este sentido, la universidad se proyecta como interlocutora y corresponsable de la labor de transformación y atención a los problemas de una sociedad. Este marco permite, asimismo, definir algu-nos de los rasgos particulares de la universi-dad, en el pasado y actuales, sobre todo el mo-mento en que las acciones de la institución se orientan más allá del campus. Esto es posible

7 Es importante señalar que el objeto de estas reflexiones no recae en la identidad de los actores universitarios sino de la universidad. Lo que expresan los actores sólo se puede tomar en cuenta referencialmente para identificar los elementos que caracterizan a la identidad institucional universitaria.

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observarlo, en el caso de la UNAM, cuando se le reconoce como un centro institucional de saber legítimo, y como partícipe de una diná-mica de cambio inscrita en la atención a los requerimientos de la sociedad y a una política de Estado que le reconoce y garantiza su au-tonomía, brindándole financiamiento para el desarrollo de sus actividades.

La definición de identidad institucionalLa identidad institucional universitaria tie-ne como referencia primera el espacio físico en el cual la identidad cobra forma, se cons-tituye y adquiere explicación: sus instalacio-nes. La identidad universitaria se encuentra asimismo inscrita en la manera como la ins-titución se define a sí misma y actúa en un contexto determinado; se encuentra también en sus marcos valorativos, en sus repertorios culturales y en sus formas de organización; en sus antecedentes históricos, así como en los elementos que son parte integrante y dan sentido a su definición, como el proyecto de Estado, el reconocimiento de su autonomía o los proyectos de internacionalización que sir-ven de guía a sus tareas; y, por supuesto, en su responsabilidad social. Esto significa que los rasgos o características de identidad que una universidad decide asumir y fortalecer son aquellos que obligatoriamente se empatan, tanto con un proyecto institucional (mar-co local) como con un proyecto de sociedad (marco ampliado).

En resumen, proponemos un concepto de identidad institucional que hace referencia al cuerpo de normas, valores, fines, procedi-mientos y prácticas institucionales (marco lo-cal) que posee la universidad, que al orientar su acción como respuesta a un proyecto de sociedad (marco ampliado), le otorgan iden-tidad en un periodo de tiempo determinado.

Ejes metodológicos

Los siguientes ejes de tratamiento metodoló-gico constituyen una propuesta que posibili-ta reconocer en la práctica aquellos aspectos fundamentales que involucra el estudio de la identidad institucional universitaria:8

Instalaciones: es el espacio geográfico particular que delimita la infraestructu-ra de la institución, y que conecta y am-bienta la identidad de la universidad con el grupo de actores que participan en ese espacio. Como referentes del mismo se tiene, entre otros, el perfil arquitectóni-co de sus zonas y edificios, el simbolis-mo expresivo de sus esculturas, pinturas y murales, el apego con el territorio, así como la experiencia cotidiana de reali-zar actividades en sus establecimientos.

Cultura comunitaria: se refiere a la ex-periencia cotidiana de la identidad, es-pecialmente a las decisiones y acciones que emprende la institución. La cultura comunitaria hace alusión a los mecanis-mos que tiene la universidad para arri-bar a la toma de decisiones, a la manera en que define su finalidad y objetivos, en que asume un papel activo en la vida nacional y regional, en que aprende a reconocerse a sí misma en el trabajo de sus actores y a reconocer su lugar en el espectro universitario del país y a es-cala internacional; también se refiere a la manera en que manifiesta y experi-menta sus códigos valorativos, en cómo define la convivencia, y en la forma en que califica su prestigio y la formación académica que otorga.

8 Una primera aplicación de esta metodología la constituye la encuesta: “Heteropercepción de la identidad institu-cional de la UNAM desde la perspectiva de estudiantes de licenciatura (Ciudad Universitaria)”, la cual se basó en un cuestionario de 40 reactivos, divididos en 6 apartados —uno de los cuales corresponde a datos generales y cinco a los atributos metodológicos de la identidad institucional—, con la finalidad de obtener un muestreo aleatorio simple acerca de cómo la población estudiantil hace referencia a los aspectos que definen a la identidad institucio-nal de esta universidad (Cortés, 2002).

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Historia: es aquella que encarna la con-tinuidad de la universidad a través de la exploración de su memoria y de la expli-cación que ofrece de su pasado, presente y futuro, lo que le implica un grado de apropiación de sus acontecimientos particulares y significativos, pero de manera que pueda hacer frente a los re-tos que le significa estar inscrita en un contexto de cambio permanente.

Símbolos: esta categoría muestra cómo la universidad existe en cuanto se iden-tifica a sí misma, en el reconocimiento que le otorgan otras instituciones y los diversos actores universitarios y no universitarios, gracias a sus rasgos dis-tintivos: iconográficos, musicales, de-portivos y ceremoniales; lo que a su vez está inscrito en la variedad de sus cele-braciones y el tipo de reconocimientos que otorga.

Cultura organizacional: es aquella que expresa las características legales y ad-ministrativas que dan unidad a la vida institucional universitaria. Puede en-tenderse como un conjunto de acuer-dos que nacen del reconocimiento y conocimiento de los marcos jurídicos institucionales, de la manera de brindar los servicios comunitarios, de la promo-ción y realización de los eventos uni-versitarios, del manejo de los medios de información institucional, del recono-cimiento de la participación en la vida política interna de la institución, y en el caso de las universidades autónomas, de la defensa del carácter autónomo que legitima las acciones que pueden em-prender como instituciones de servicio público.

Responsabilidad social: hace referencia al conjunto de objetivos públicos de índo-le social sobre los cuales tiene impacto el trabajo universitario. Puede ser identi-ficada como una práctica institucional permanente de atención a demandas de tipo social a través, sobre todo, de la formulación de programas de estudio con objetivos puntuales de atención a problemáticas sociales, en la promoción del servicio social estudiantil, en el de-sarrollo de actividades de extensión de la cultura, o bien como respuesta a la demanda de acceso a una formación universitaria, así como a través del im-pulso y desarrollo de valores democráti-cos, la atención a la pobreza, al desarro-llo sustentable o el impulso del trabajo comunitario.

Sobre este último eje metodológico, pue-de señalarse que a lo largo del siglo XX la res-ponsabilidad social ha sido identificada como parte de la misión de la universidad,9 pero fue sólo hasta finales de siglo que organismos in-ternacionales como la UNESCO, al reconocer su importancia, hicieron de ella una recomenda-ción de política pública para la educación su-perior (Educación Superior y Sociedad, 2008-2). Un ejemplo aplicado se presenta en el caso es-pecífico de las macrouniversidadades públicas de América Latina y el Caribe, entre las que se encuentra la UNAM, de las cuales Herrera et al. (2009) señalan la importancia de fortalecer su identidad como instituciones con firmes prin-cipios de responsabilidad social.

Identidad institucional de la UNAM

A partir del examen del caso de la UNAM, este apartado busca mostrar, aunque de forma breve dado el poco espacio de que se dispone,

9 El antecedente de este planteamiento tiene su origen en el debate del siglo XIX y XX, entre la idea de una univer-sidad con aspiraciones idealistas frente a una universidad que fue empujada a asumir obligaciones sociales o de servicio (Rothblatt y Wittrock, 1996). En la actualidad prevalecen ambas posiciones, no sin tensiones,.

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el uso descriptivo que puede darse a dos de los ejes de tratamiento metodológico propuestos: la cultura organizacional y la responsabili-dad social, así como al impacto de los nuevos factores de contexto: la globalización y la in-ternacionalización. El enfoque utilizado es el histórico-institucional, el cual se inscribe en la perspectiva del nuevo neoinstitucionalis-mo. Partimos del principio de que las insti-tuciones universitarias han experimentado un proceso de transición permanente desde su creación. Si se observa el recorrido históri-co de la universidad, a partir de la aparición de la universitas medieval y hasta lo que en el presente se podría denominar posuniversitas, es posible identificar que sus características identitarias institucionales son el resultado de la suma de los procesos históricos de confor-mación que ha tenido (Cortés, 2004). Es posible advertir cómo la universidad en la actualidad, sobre todo la universidad pública, autónoma y de investigación, como la UNAM, cuenta con un conjunto de rasgos generales, acumulados en el tiempo, que le permiten ser reconocida, como se mencionó en la introducción, como una institución civil, secular, autónoma, mo-derna, nacional, ciudadana y globalizada. Rasgos que finalmente son el producto de la transformación y adaptabilidad que tiene la universidad frente a las exigencias del entorno social (marco ampliado) y, en consecuencia, frente a las necesidades de organización hacia su interior (marco local).

Cultura organizacional y responsabilidad socialA partir de la refundación de la universidad en septiembre de 1910, comienza a consoli-darse la idea de que los fines nacionales de Estado son también los fines nacionales de la universidad. La característica institucional de la universidad descansará, a partir de este momento, en presentarse como partícipe de una política de Estado. Es decir, un ordena-miento jurídico hará de la educación univer-sitaria pública un acto de corresponsabilidad

también estatal, tal como quedará definido en las cuatro leyes orgánicas que tendrá la insti-tución: 1910, 1929, 1933 y 1945. Se busca formar así cuadros profesionales cuya educación responda a un derecho ciudadano, al tiem-po que se espera que ellos se presenten como responsables de contribuir a la solución de los problemas del país. La institucionalidad uni-versitaria, a partir de este momento, y desde el ángulo de su cultura organizacional, puede entenderse como la concreción de un proceso jurídico-político que ve su nacimiento y desa-rrollo al amparo de unos objetivos nacionales y de unos intereses de Estado que, acordes a los requerimientos de una sociedad en re-constitución, darán homogeneidad al rumbo que seguirá la educación general del país.

Desde el ángulo de la responsabilidad so-cial, Justo Sierra, al reabrirse las puertas de la universidad, postula en su discurso inaugural que el proyecto de la Universidad Nacional de México debía mantenerse íntimamente liga-da a la problemática social, y siempre abierta a nuevos hallazgos para producir un conoci-miento nacional (Sierra, 1910). Este proyecto constituirá, de hecho, un objeto de discusión por muchos años entre el marco local y el ampliado de la universidad, como lo señala Rodríguez (2008: 361):

Sobre todo en las tres primeras décadas de su existencia, en que fue objeto de amplia discusión su misión general, su orientación educativa, la naturaleza de su vínculo social y su papel en el desarrollo de México, la ins-titución concentró los debates fundamenta-les que darían lugar al modelo de universi-dad pública del país en el siglo XX.

La década de los años veinte será el mo-mento en el que el marco local de la universi-dad adquiera mayor dinamismo, al aparecer en escena demandas estudiantiles de reforma cuya expresión última será el decreto de una nueva Ley Orgánica, la del 22 de julio de 1929, en la que quedará establecida su autonomía,

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aunque todavía con ciertas limitaciones. La década de los treinta será para la universidad una época de indefinición, sobre todo por lo que hace a su relación con el Estado. Estos años serán también el contexto de la disputa por la orientación ideológica de la universidad, y en particular el debate Caso-Lombardo de 1933 pondrá en la palestra el papel de la universidad, y su compromiso ideológico, frente a las reivin-dicaciones sociales (Rodríguez, 2008: 367).

La Ley Orgánica aprobada en diciembre de 1944, y publicada el 6 de enero de 1945 en el Diario Oficial de la Federación, conformaría las reglas de la relación de la universidad con el Estado, a partir de que se reconoce plenamen-te su autonomía. La relación con el Estado, desde este momento, se volvió especialmente tensa por al financiamiento que otorgaba a la universidad, situación que persiste hasta el presente y que obliga a la institución a esfor-zarse por mantener y actualizar el ejercicio de su autonomía. Sin embargo, la defensa activa de la misma, bajo su connotación presupues-taria, ha implicado también problemas a la universidad para brindar atención efectiva a la demanda social de educación de una pobla-ción en aumento. Si bien es posible reconocer que el fenómeno de masificación de los espa-cios de educación superior y de igualdad de oportunidades para el ingreso de las mujeres a la universidad se fue consolidando a partir de los años setenta del siglo pasado,10 la realidad muestra que el número de rechazados a ocu-par una plaza en la UNAM, en las modalidades de bachillerato y licenciatura, es realmente inquietante en la actualidad. En 2010 se inscri-bieron al concurso de selección de licenciatu-ra poco más de 175 mil jóvenes, y sólo fueron admitidos cerca de 17 mil para ocupar una de las poco más de 41 mil plazas disponibles (los 24 mil jóvenes restantes ingresaron por pase reglamentado), mientras que al concurso de selección de bachillerato se inscribieron 155

mil jóvenes, y sólo fueron admitidos cerca de 35 mil (Agenda Estadística UNAM, 2010). Frente a esta situación, no obstante la política de des-concentración emprendida por el gobierno federal para consolidar las universidades pú-blicas de los estados y la promoción de nue-vas modalidades de estudios profesionales, a lo que debe sumarse el mayor crecimiento de la universidades privadas, resulta evidente el reto de la UNAM para garantizar un lugar a quienes demandan un espacio en ella.

Nuevo contextoSi se considera el contexto mundial, se ob-serva que son particularmente dos factores los que condicionan el marco ampliado de la UNAM, y en consecuencia el cambio identita-rio institucional que experimenta: el fenóme-no de la globalización y la intensificación de la tendencia a la internacionalización de las actividades universitarias.

Los especialistas reconocen a la globaliza-ción como una obligación cuando el trabajo universitario se ajusta a negociaciones comer-ciales internacionales (Knight, 2002); también la reconocen como el contexto en el que se presenta la emergencia de nuevos modelos de organización universitaria a nivel nacional (Hanna y Latchem, 2002), o como una opor-tunidad que tienen los actores universitarios para innovar en la redefinición de su propio espacio de acción y del bien común global (Breton, 2003). Sin embargo, existen perspec-tivas que ponen en entredicho estos supuestos y muestran las inconsistencias de encaminar abiertamente el trabajo universitario en este sentido; tal es el caso de la teoría social crítica de la educación superior (Rhoads y Torres, 2006). Para Knight (1999), la globalización —que constituye el proceso— y la interna-cionalización —la respuesta—, están mu-tuamente relacionadas. La globalización ha vigorizado la internacionalización de las

10 La UNAM pasó de tener, aproximadamente, 22 mil alumnos en 1945 a 106 mil alumnos en 1970, que para 1980 se convertirían en 303 mil. Esta cifra decrecería en 1990 a 269 mil alumnos. La cifra empezó a repuntar a partir del año 2004 para alcanzar un total de 314 mil 557 alumnos en el ciclo 2009-2010 (Agenda Estadística UNAM, 2010).

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actividades universitarias a nivel mundial, aunque bajo un cierto ritmo que depende de cada sistema universitario y de la institución misma. En particular, la UNAM puede ser vista como un centro estratégico en relación con el mundo globalizado, cuyo trabajo impacta di-rectamente, por una parte, en la formulación de estrategias profesionales, de empleo y de desarrollo tecnológico dirigidas a la industria del país y, por otra parte, como una institu-ción que aplica nuevos programas al interior de su organización y con la redefinición de sus fines, especialmente el de la responsabili-dad social, que debe privilegiar en sus tareas. Sin embargo, los resultados alcanzados por la UNAM no parecen ser todavía del todo satis-factorios: la movilidad internacional de sus estudiantes, maestros e investigadores pre-senta periodos de repunte y contracción, ade-más de una fuerte concentración en ciertas disciplinas. Más puntualmente, la ruta de la internacionalización presenta particularida-des de acuerdo al marco disciplinario desde el cual se participe: del total de artículos pu-blicados en revistas internacionales en 2009, sólo cerca de 5 por ciento fue publicado por el subsistema de humanidades de la institu-ción, porcentaje que se eleva a 33 por ciento al tratarse de revistas nacionales (Agenda Estadística UNAM, 2010).

A lo largo de los últimos 101 años, la UNAM ha logrado proyectar un fuerte sentido de identidad institucional (OCE, 2010), y ha lo-grado posicionarse como un espacio carac-terizado por el fuerte compromiso social de sus tareas y por ser una institución en la que aparecen consolidadas la tarea docente y cien-tífica. Especialmente por su condición identi-taria de atención a las demandas sociales, su desafío consiste, retomando lo señalado por Stensaker (2005), en trascender la desviación de sus fines y la posible mercantilización de sus funciones, así como prestar más atención a su identidad como punto de partida para cualquier intento de mejorar su competitivi-dad en el futuro.

Conclusiones

La identidad institucional universitaria cons-tituye un tema sobre el que recién empieza a producirse conocimiento especializado de “primer orden”. Si bien el tema es susceptible de contar con un marco teórico-conceptual propio, todavía hacen falta esfuerzos para de-finir con claridad su frontera de estudio frente a otros enfoques que hasta ahora han otorga-do a la identidad institucional universitaria un tratamiento de “segundo orden”, fundado más en disertaciones, en enfoques centrados en los individuos y grupos universitarios, o en estudios parciales. Por lo que hace a cada uno de los ejes metodológicos considerados para el estudio de la identidad institucional (instalaciones, cultura comunitaria, historia, símbolos, cultura organizacional y respon-sabilidad social), éstos constituyen en sí mis-mos un universo de investigación, aunque la riqueza de nuestra propuesta descansa en examinarlos en conjunto. Queda pendiente la aplicación de dichos ejes en más propuestas de investigación empírica, lo que abriría la po-sibilidad de comenzar a identificar y definir algunos modelos de identidad institucional, así como conceptos más puntuales.

Las reflexiones presentadas en este artí-culo se inspiran en la perspectiva del nuevo neoinstitucionalismo, corriente que conjuga los argumentos y características del viejo y del nuevo institucionalismo, y que abre la posibi-lidad de sustentar dos marcos de análisis de la identidad institucional universitaria: el local y el ampliado. En términos concretos, el mar-co local permite reconocer a las instalacio-nes como el espacio natural de apropiación, recreación y proyección de dicha identidad institucional de parte de los actores univer-sitarios, mientras que el marco ampliado se refiere a las acciones de la institución que van más allá de sus instalaciones, así como a las influencias que recibe de la sociedad.

En el caso de la UNAM, particularmente después de 101 años, se observa que la misma

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ha sabido replantear su papel frente a la so-ciedad. En efecto, la UNAM es una institución sensible a las demandas sociales; sin embar-go, sus respuestas a dichas demandas han sido en muchas ocasiones limitadas, como se observa en el caso de la demanda de ingreso a la institución y el enorme número de estu-diantes rechazados que presenta. Al respecto, cabe hacer la acotación de que la UNAM cuen-ta con el reconocimiento de su autonomía, lo cual le brinda la ventaja de definir la manera de encaminar socialmente sus fines, aunque no recibe el presupuesto público suficiente para atenderlos. Los retos que tiene la UNAM ante sí continúan siendo numerosos: hacer frente al tema de la pertinencia social de la formación profesional que ofrece y del tra-bajo de investigación que desarrolla; atender el problema de falta de equidad en el acceso a la educación y luchar contra toda forma de

exclusión en el acceso a una formación profe-sional; así como el de generar un ejercicio de autonomía responsable, ya que debe rendir cuentas a la sociedad y al Estado, de los que obtiene, respectivamente, su legitimidad y sus recursos.

La UNAM encuentra en la cultura orga-nizacional y en la responsabilidad social que ha asumido como institución (marco local), aquellos aspectos que le caracterizan como una universidad que ejecuta, proyec-ta y representa plenamente una identidad institucional que se entreteje con la historia política, social y cultural de México (marco ampliado), y con un contexto caracterizado por la globalización e internacionalización, que también modela las características de sus intercambios y colaboraciones, su trabajo de formación y científico, así como la redefini-ción de sus fines.

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