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El aporte de la religión a la construcción democrática. Derechos Humanos y Fe cristiana en los desafíos actuales. 1) Introducción Hablar sobre Democracia, Religión y Derechos Humanos (en adelante DDHH) - en nuestro caso específica- mente desde la tradición cristiana evangélica y/o protestante metodista en Argentina- es un tema que creemos ne- cesita ser debatido y revisado en la ac- tualidad. En primer lugar, porque frente a éste tema las iglesias cristianas1 aún no han desarrollado una profunda reflexión. Por el momento existen más reaccio- nes intuitivas que una comprensión amplia y fundamentada del mismo. In- cluso reconociendo como muchos lo han hecho desde la sociedad civil, que un gran aporte de tradiciones religio- sas, de algunas iglesias cristianas y sec- Pablo Guillermo Oviedo * tores dentro de ellas, ha sido su com- promiso con los DDHH durante la úl- tima dictadura militar y en la reconstrucción democrática. En se- gundo lugar, porque en nuestro con- texto latinoamericano signado por el neoliberalismo y sus nefastas conse- cuencias, mal se puede hablar de de- mocracia y de política sin referirse a la lucha por los DDHH. Por último, los DDHH definidos en un número de de- claraciones, acuerdos y convenios in- ternacionales que la mayoría de nuestros países latinoamericanos han suscrito, son a la vez testimonio de una conciencia humana universal que se abrió y abre paso y desaña al Estado en sus estructuras política, social y econó- mica. El presente ensayo se inscribe dentro de la necesidad de que las tradi- * Pablo GuillermoOviedo es Presbítero de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina en Córdoba. Es Licen- ciado en Teología por el ISEDET (Bs.As.), estudió Historiaen la Universidad Nacional de Córdoba y enseña Teología en diversos espacios ecuménicos. Tiempo Latinoamericano - 33

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El aporte de la religióna la construcción democrática.Derechos Humanos y Fe cristianaen los desafíos actuales.

1) Introducción

Hablar sobre Democracia, Religióny Derechos Humanos (en adelanteDDHH) - en nuestro caso específica-mente desde la tradición cristianaevangélicay/o protestantemetodista enArgentina- es un tema que creemos ne-cesita ser debatido y revisado en la ac-tualidad.En primer lugar, porque frente a éste

tema las iglesias cristianas1 aún no handesarrollado una profunda reflexión.Por el momento existen más reaccio-nes intuitivas que una comprensiónamplia y fundamentada del mismo. In-cluso reconociendo como muchos lohan hecho desde la sociedad civil, queun gran aporte de tradiciones religio-sas, de algunas iglesias cristianasy sec-

Pablo Guillermo Oviedo *

tores dentro de ellas, ha sido su com-promiso con los DDHH durante la úl-tima dictadura militar y en lareconstrucción democrática. En se-gundo lugar, porque en nuestro con-texto latinoamericano signado por elneoliberalismo y sus nefastas conse-cuencias, mal se puede hablar de de-mocracia y de política sin referirse a lalucha por los DDHH. Por último, losDDHH definidos en un número de de-claraciones, acuerdos y convenios in-ternacionales que la mayoría denuestros países latinoamericanos hansuscrito, son a la vez testimonio de unaconciencia humana universal que seabrió y abre paso y desaña al Estado ensus estructuraspolítica, social y econó-mica. El presente ensayo se inscribedentro de la necesidad de que las tradi-

* Pablo GuillermoOviedo es Presbítero de la Iglesia Evangélica MetodistaArgentina en Córdoba. Es Licen-ciado en Teología por el ISEDET (Bs.As.), estudió Historiaen la Universidad Nacional de Córdoba y enseñaTeología en diversos espacios ecuménicos.

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ciones religiosas presentes en nuestraquerida Córdoba, reflexionemos sobresu responsabilidad y participación po-lítica-social y es un modesto aporte enla búsqueda de la fundamentación yclarificación teológica de esa defensade la vida que Dios ha regalado almundo desde la mañana de la creación.Y responde a la visión que algunoscristianos, compañeros de este camino,venimos planteando:

“Tal vez sea éste uno de los desafiosmás importantes a encarar: buscar de-finir el perfil del servicio al que lasiglesias y religiones son llamadas a daren esta nueva etapa de la conformacióndel mundo social y económico, y co-menzar a generar pensamiento y análi-sis teológico sobre los datos de estanueva realidad”.2

Esperamos que estas modestas re-flexiones teológicas contribuyan enestos 30 años de democracia enArgen-tina, al debate que necesitamos comoreligiones en diálogo por la paz y lavida en plenitud en nuestro país.

11) Hacia una teología de la Vidacomo aporte a la democracia

Desde la tradición protestante a laque pertenezco, se hace una distinciónentre el ámbito de la comunidad reli-giosa y la sociedad civil, tratando derespetar la libertad de la sociedad paraorganizarse y tomar sus propias deci-siones.

A estos ámbitos -aunque funcionanen forma diferente- los entendemoscomo incluidos en el propósito creadory redentor de Dios. Y el cristiano, tiene

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no sólo el derecho, sino la responsabi-lidad de expresar, dentro de la socie-dad, ese propósito de amor, de justicia,de verdad, de solidaridad que es laesencia misma de la fe. Por otro lado,la pretensión de cualquier ideología,doctrina, política o interpretación eco-nómica de declararse absoluta, defini-tiva e inmutable y exigir ser aceptaday obedecida como tal no puede menosque aparecer a los ojos del creyentecomo soberbia que se atribuye un de-recho que sólo a Dios le corresponde ouna idolatría que pretende ocupar ellugar de Dios.

Por otra parte, sería muy fácil mos-trar, partiendo de la misma Biblia he-brea y cristiana que tratamos de seguir,que la preocupación por la dignidaddel trabajo, por la solidaridad humana,por la condición del pobre, lejos de seruna intromisión en “territorio” ajenoson de la tramamisma de la fe, derivandel propósito creador y redentor deDios y forman parte inseparable de lafe, y que estaríamos traicionándola silo negáramos o descuidáramos. Casicada página de la Biblia nos convoca aconsiderar el tema. Si sólo miramos lostres primeros capítulos, ya encontra-mos nuestro tema: Génesis ], la crea-ción, la dignidad del ser humanocreado a la imagen de Dios para admi-nistrar y desarrollar la totalidad de loque Dios ha creado; Génesis 2, el serhumano convocado a trabajar, a produ-cir, a cuidar la tierra y Génesis 3, la cri-sis cuando el “ganadero” Caín quierecompetir con el “agricultor”Abel paraconquistar el favor de Dios. ¡Y terminaasesinando al hermano! La dignidad

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del ser humano, la solidaridad, el cri-terio de la justicia al pobre como me-dida de un buen gobierno recorre laspáginas de la Biblia desde la creación,la ley dada por Dios, la protesta de losprofetas contra la injusticia, la obra yel mensaje de Jesús.

Dos criterios evalúan a los reyes enel Libro de Reyes y Crónicas: el pri-mero de orden religioso -si ha mante-nido la fe en Dios—. Y el otro es deorden social: si ha protegido a los másdébiles: “el huérfano, la viuda, el ex-tranjero, el pobre”. Si lo ha hecho, fueun buen gobierno, un gobierno “segúnel corazón de Dios”. No sería un malcriterio para juzgar a un gobierno altérmino de su mandato: “¿Cómo le fueal pobre, al desprotegido, al débil, bajoeste gobierno?”! Así sabríamos másclaramente si debemos o no reelegirlo.Defender la vida es la tarea que algu-nas iglesias han ido comprendiendo ymadurando- con resistencias y ambi-giiedades- como parte fundamental desu vida y misión en estas tierras.Pero ¿qué es la vida? Las respuestas

no son obvias ni insignificantes ysegún entendamos la vida, entendere-mos nuestra responsabilidad y nuestratarea.Hablar de una teología de la vida no

puede reducirse a una moda o panfletoteológico, más cuando gran parte delprotestantismo latinoamericano- desdedonde hablamos- en sus interpretacio-nes en relación a ella han sido confu-sas, reductivas o parciales y han tenidograves consecuencias en nuestra doc-trina y en nuestra práctica3.

Por otro lado, de ninguna manera

Pablo Guillermo Oviedo

puede confundirse una teología cris-tiana de la vida con todo tipo de filo-sofías y teologías vitalistas que hanaparecido en diferentes épocas, y másteniendo en cuenta que la Vida es unanoción polise'micaque puede ser com-prendida y utilizada con diferentes ni-veles de significado y diferentespropósitos

Para comenzar a articular un dis-curso de la fe en defensa de la vida yde los derechos humanos son necesa-rias algunas pistas bíblicas4, a saber:

-La vida es siempre un don deDios.Esto lo vemos claramente en la crea-ción. Es interesante que los relatos delGénesis, a diferencia de otras historiasreligiosas, no ofrecen gran especula-ción acerca de cómo fue creada la vida,pero sí muestran una permanente afir-mación de que toda la vida proviene deDios. Y esto no significa solamenteque la vida se origina en Dios sino queDios es una permanente fuente y crea-dor de vida, un re-creador y restaura-dor de la vida.

-La vida abarca la totalidad de lacreación: humana, animal, vegetal, eimplícitamente toda la creación comosostén de la vida. Es por esto que, undiscurso teológico de la vida no puedeen manera alguna descuidar, subordi-nar o pasar por alto la estructura mate-rial que sostiene toda la vida. Lovemos en las instrucciones sobre el usode la tierra que debe descansar, no debeser abusada y el respeto por el pobre,cuya vida debe ser defendida, las cua-les vienen de la mano. Estas leyes deljubileo proveen un marco para com-prender la relación entre ecología y

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economía, que resulta significativa yrelevante en la actualidad.

-La vida humana no debe ser enten-dida como una simple subsistenciasino como unaplenitud en la que se in-tegran todas las dimensiones; como unproceso permanente, una tensión entrelas diversas formas de amenaza de lavida y el propósito de Dios que siem-pre es de bendición y salud. Esta con-cepción prohibe toda separación entreuna vida “inferior” material y una “su-perior” espiritual.

-Esta plenitud de vida, que abarcatodas sus dimensiones, no se ve nuncaen la Biblia, como una adquisición in-dividual sino que las personas hallansuplenituden la salud, en el bienestarde la comunidad.

-La vida es un don de Dios en elcontexto de un pacto que comprometeal ser humano como socio o colabora-dor de Dios con la paz y la justicia. Enel Antiguo Testamento es significativala conexión entre los conceptos de jus-ticia con los de paz y misericordia, enel sentido de que no puede haber paz yvida plena-shalom- sino se da concre-tamente en las relaciones y actitudesdemisericordia y justicia. El pobre y des-protegido, los pequeños del pueblo sonla medida de salud, de desarrollo de lanación; era el anuncio de los profetas-que Jesús asumió y radicalizó en suvida y mensaje.

-Ya en elNuevo Testamento, encon-tramos que en Jesucristo, la promesa yel don de la vida, a la vez que conser-van la totalidad de todo el testimoniobíblico, se les agrega una dimensiónuniversal y eterna. La enseñanza y

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práctica de Jesús deja muy en claro quela vida -o vida del Reino- que el pre-dica y ofrece mantiene la misma uni-dad de persona y comunidad, espiritualy material, presente y eterna que se ex-plicita en el AT. Toda su vida y su mi-nisterio han inaugurado un nuevotiempo de vida abundante para todos ypara siempre.

-Por último, en este breve recorridobíblico podemos afirmar que tanto lateología paulina como la juanina hansido frecuentemente utilizadas parajustificar las dicotomías, que en la pro-clamación del evangelio especialmenteen América Latina, desde el siglo XV,han hecho del evangelio una aliado dela explotación y la muerte. La vida ad-jetivada como cristiana, eterna y ver-dadera debía entenderse comoindividual-en contra de lo social-, es-piritual-opuesto a lo material-, y eterna-en contraposición a la vida presente-.Los argumentos venían y vienen vesti-dos de los ropajes de la ortodoxia, fun-damentalismo, pietismo, liberalismo oexistencialismo, teniendo el mismoefecto alienante. Existe una amplia in-vestigación bíblica5 que afirma quetanto Pablo como Juan son testigos deuna novedad fundamental, introducidapor Jesús: las buenas nuevas de que lavida plena que Dios quiso para suscriaturas desde la fundación del mundoestá ahora disponible en este nuevo díainaugurado por la muerte y resurrec-ción de Jesucristo. Para Pablo esto esposible por la obra del Espíritu Santoque Dios nos ha enviado sobre toda lacreación para hacer nuevas todas lascosas: un poder que puede y debe verse

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obrar anticipadamente en la comuni-dad de fe, en la iglesia. Los frutos y losdones de ese Espíritu generan una cua-lidad de vida, una comunión cuyosigno visible es la mutua solidaridadque abarca la totalidad de la vida y su-pera todas las barreras de cultura, raza,condición social y género. Es ciertoque Pablo, por razones históricas yteológicas no ve las estructuras histó-ricas por medio de las cuales los anti-cipos de esa vida pueden serorganizados para todos. Pero es claroque la “lógica de la nueva vida enCristo” es incompatible con la lógicade poder, dominación e injusticia delmundo, del exclusivismo legalistajudío o del imperio romano.Y para Juan la vida es el tema centralde sus escritos. La vida abundante(Jn. 10:10) es la vida de Jesús a la cualsomos incorporados. Creer es afe-rrarse a esa vida, la vida misma deDios que ha tomado carne humana enel mundo, a fm de destruir las obras delmundo de las tinieblas, de la mentira yla muerte. El centro de esa nueva vidaen la que somos asumidos es el amorcomo dinámica que se hace carne en lavida comunitaria, en hacernos próji-mos del otro en humilde servicio,siendo el nuevo mandamiento: el amarcomo EL nos ha amado (Juan 15:12).Porque según las enseñanzas de Jesús,a los que decimos ser religiosos, lo quese nos preguntará en el juicio final serási nos ocupamos de los presos (que enese entonces lo eran mayormente pordeudas), si dimos de comer al ham-briento, si vestimos al desnudo.Y si nolo hicimos, por más hermoso que haya

Pablo Guillermo Oviedo

La dignidad del ser humano, lasolidaridad, el criterio de la jus-ticia al pobre como medida deun buen gobierno recorre laspáginas de la Biblia desde la

creación, la ley dada por Dios,la protesta de los profetas con-tra la injusticia, la obra y el men-saje de Jesús.

sido nuestro culto y por más cuidadosaque haya sido nuestra doctrina, la sen—

tencia es: ¡No os conozco, fuera deaquí malvados! Cuando los “religio-sos” nos metemos en estos temas, noestamos alejándonos de las cosas espi-rituales: por el contrario, no hay “espi-ritualidad” sin amor, sin compromisohumano, sin justicia.

III) Fe cristiana y Derechos Huma-nos

Si tenemos en cuenta que lo nodal queextraemos del testimonio bíblico es elllamado a la responsabilidad por lavida, éste toma como uno de sus nú-cleos centrales el tema de los derechoshumanos.Allí donde hay vida humanahay un derecho inapelable a la vida yno por ser meramente una ley humanasino un mandatodel Dios del pacto quenos invita a ser sus colaboradores en lapromoción de la vida. Lo que Dios nos

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encarga es la defensay responsabilidadhistórica- con medios históricos- de la“plenitud de vida”, su acceso a la ri-queza del mundo, a la posibilidad decrecimiento integral en forma personaly comunitaria; que responda a la dig-nidad de su imagen divina.

Ahora bien, cuando analizamoscómo se ha relacionado históricamentela fe cristiana con el desarrollo de laconciencia de los derechos humanos,podemos afirmar que las iglesias nosiempre han cumplido un papel posi-tivo. Lo que hoy llamamos derechoshumanos- como fueron definidos hacemedio siglo por la ONU- es el resul-tado de un largo proceso, desarrolladoprincipalmente en Occidente, dondehan operado diversas fuerzas económi-cas, políticas, culturales, ideológicas,etc. O como lo entiende el Dr. W. Vi-llalpando: “De las crisis del siglo XX,y luego de la peor de todas que produ-jeran las grandes potencias, la sociedadhumana produjo una suerte de testa-mento, fundado en la toma de concien-

Al¡Foto: Hugo Mamani

cia adquirida luego de la crisis de la se-gunda guerramundial, voluntad que seha comenzado a ejecutar y que debeproseguir ejecutándose en el SigloXXI. Frente al desbarrancamiento devalores, la Declaración formula unaética coherente, producto de la expe-riencia traumáticade miles de años, ex-periencia que debe ahora servirnosporque por algo los seres humanos es-tamos dotados de memoria”.6

En esta linea de considerar la De-claración como un logro de la humani-dad en su recorrido histórico, NorbertoBobbio reconoce que la misma “repre-senta la conciencia histórica que la hu-manidad tiene de sus propios valoresfundamentales en la segundamitad delsiglo XX. Es una síntesis del pasado yuna inspiración para el porvenir, perosus tablas no han sido esculpidas deuna vez para siempre”.7

Los derechos humanos como con-ciencia moral del siglo XXno necesa-riamente son derivados exclusivos dela fe cristiana y menos aún que se

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deben al pensamiento y la práctica delos cristianos, sino que la comprensiónque hoy tenemos como cristianos es re-sultado de ese proceso histórico am-plio de occidente, donde el aporte dela fe cristiana -entre otros - colaboróen laformación de esa conciencia.Así las cosas, la primera vez que los

cristianos se confrontaron en formapráctica y existencial con el problemade los derechos humanos fue en eltema de la libertad religiosa. Desde elcristianismo primitivo se defendió laautonomía de la esfera religiosa frentea las demandas de los poderes políticosdominantes.Luego de ser, primero per—

seguida por el Imperio Romano, pasóa ser permitida, oficializada y final-mente exclusiva. Pero la tensión entrela imposición de la religión políticacon el carácter eminentemente libre delacto de fe, llevó a la solución de lateología medieval en el concepto deTolerancia, tal como Tomás de Aquinolo define. Así y todo, a pesar de las am-bigúedades y contradiccionesdebemosregistrar estas dos contribuciones bási-cas a la historia de la libertad: la liber-tad del acto de fe y la limitación de lacompetencia del Estado en temas reli-giosos.

Por otro lado, cuando examinamosen el siglo XIX la lucha por los dere-chos del ciudadano, vemos claramentetanto en la Revolución Francesa y suDeclaración de los derechos del Hom-bre y del ciudadano (27 de agosto de1789) como en la Declaración de Inde-pendencia de los EE UU trece añosantes, los cuerpos políticos no otorgan

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esos derechos sino que los reconoceny proclaman. ¿Cuál es la fuente de losmismos? En la primera, la naturaleza,pero el trasfondo religioso se hace ex-plícito cuando se dice que esos dere-chos son sagrados; en la segunda(EEUU) el origen divino es explícito:los derechos son dados por el Creador.Cuando comparamos los dos docu-mentos una cosa se hace clara: la inter-penetración de dos interpretacionesideológicas, que a veces corrieron pa-ralelas, a veces juntas, desde el se-gundo siglo: un humanismo idealistade origen griego y la tradición profé-tica hebreo-cristiana. Estas dos tradi-ciones influyeron para generar unanueva conciencia, una nueva auto-comprensión del ser humano. Aunquelos derechos humanos se definen enese momento desde la perspectiva delindividualismo del pensamiento mo-derno con una primacía de la dimen-sión económica, las libertadesmodernas son hijas del matrimonio dela fe cristiana y el humanismo helénicoclásico. Y aunque a las iglesias no lesfue fácil reconocerlas como tales, hayuna cierta continuidad entre el reclamocristiano de la libertad del acto de fe yel moderno de la libertad de concien-cia. Por ello, el protestantismo desde laReforma participó en el proceso histó-rico que dio a luz a la sociedad mo-derna con sus libertades. En AméricaLatina esto fue decisivo: la lucha porla libertad religiosa y por consiguienteel apoyo a las fuerzas que luchabanporlas libertades modernas fue caracterís-tico de los evangélicos latinoamerica-nos desde el comienzo. Por otra parte,

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30 años de Democracia en Argentina ;el catolicismo romano a partir del Va-ticano 11 comenzó a reconciliarse conlas libertades modernas y sus valores,y comenzó a articular desde su pers-pectiva, los derechos humanos. Asíhemos tenido en América Latina y enArgentina sectores proféticos, que ani-mados por la teología de la liberaciónhan hecho grandes contribuciones a laconstrucción de ciudadanía y en de-fensa de los DDHH.9 Cuando recono-cemos este origen común de laslibertadesmodernas podemos explorarel elemento cristiano en ellas, lo quehace una base firmepara que el cristia-nismo continúe defendiendo los dere-chos humanos.

IV) El desafío actual: "Los derechosdel pobre y de la Tierra como ejes deuna nueva ciudadaníademocrática”.

Hay un tercer momento en la luchapor los derechos y que varios sectoresdel cristianismo han enriquecido yapoyado y es el de la libertad o dere-chos de los pobres. Serían los derechoseconómicos, sociales y culturales delos arts. 22 a 27 de la Declaración Uni-versal. Responde a las masas ham-brientas, explotadas y discriminadasdel Tercer Mundo. La relación de loscristianos y las iglesias a esta nuevafase de la búsqueda humana tambiénha sido diversa y no exenta de ambi-gúedades. En ciertos sectores del pri-mer mundo hubo resistencias y enmuchos casos la lucha por los derechosde los pobres se llevó a cabo bajo elimpulso de ideologías que rechazabany denunciaban a la religión como me-

...Ia posibilidad de la democra-cia y una nueva ciudadaníaemerge hoy por primera vez aescala global. Aunque amena-zada porla voracidad del impe-rio neoliberal, algunos filósofospolíticos proponen recuperar alamor— en el entendimiento delatradición judía y cristiana-,como el poder constituyente dela multitud, de la nueva ciuda-danía democrática global.

canismo de dominación social y eco-nómica. También, muchos cristianoshan descubierto en su fe una basecomún para esa lucha, donde llevó aldescubrimiento entre otras cosas, de latradición profética de la fe judeo-cris-tiana tan proclamada por la teología la-tinoamericana de liberación. Estadimensión de la fe cristiana caló hondoen la conciencia de muchísimos cris-tianos-católicos y protestantes- en losúltimos cuarenta años, cuando desper-taron a la situación socio-política yeconómica de nuestros pueblos.

Por eso, la búsqueda de una baseteológica se ha movido en la direcciónde asegurar una plataforma firme parala universalidad de la dignidad y el de-recho humano. Como lo hemos visto,las doctrinas de la creación y la reden-ción cristianas han sido la base de este

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