Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930....

23
1 Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 1930. Pedro Espinoza Meléndez 1 En la década de 1920 llegaron a Baja California los primeros conversos pentecostales, vinculados a la hoy Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, provenientes del estado de California. Su llegada se dio en el contexto del enfrentamiento entre el Estado posrevolucionario y la Iglesia Católica, el cual tuvo una notable incidencia en la conformación de un campo religioso fronterizo, a pesar de tratarse de una región periférica. El presente trabajo analiza los casos en los que tanto en Mexicali como en Tijuana fueron clausuradas dichas iglesias, así como los permisos que les fueron negados; a partir de la revisión de estos expedientes, provenientes del Archivo General de la Nación, es posible ubicar los argumentos expresados por parte de las autoridades gubernamentales, que refieren no solo a la experiencia de alteridad que se dio al observar sus prácticas religiosas, sino también a la concepción que el régimen posrevolucionario tenía sobre la salud y la moral, pues el motivo por el que autoridades se negaron a autorizar la apertura de estas iglesias fue que calificaron sus prácticas religiosas como extrañas, insalubres e inmorales. Esto nos permite por un lado, reflexionar sobre la historicidad de los discursos y del control ejercido por el Estado mexicano en materia de salud y moral públicas, al tiempo que nos obliga a repensar nuestras nociones de laicidad, las cuales solemos atribuirlas a un régimen cuya relación con las iglesias fue sumamente compleja. Introducción 1 Licenciado en Historia por la UABC, actualmente estudiante del Programa de Maestría y Doctorado en Historia del Instituto de Investigaciones Históricas de la misma institución, nivel maestría. El proyecto de de tesis corresponde al tema de relaciones Estado - Iglesia en el período posrevolucionario. Correo electrónico [email protected].

Transcript of Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930....

Page 1: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

1

Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925

– 1930.

Pedro Espinoza Meléndez1

En la década de 1920 llegaron a Baja California los primeros conversos pentecostales,

vinculados a la hoy Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, provenientes del estado de

California. Su llegada se dio en el contexto del enfrentamiento entre el Estado

posrevolucionario y la Iglesia Católica, el cual tuvo una notable incidencia en la

conformación de un campo religioso fronterizo, a pesar de tratarse de una región periférica.

El presente trabajo analiza los casos en los que tanto en Mexicali como en Tijuana fueron

clausuradas dichas iglesias, así como los permisos que les fueron negados; a partir de la

revisión de estos expedientes, provenientes del Archivo General de la Nación, es posible

ubicar los argumentos expresados por parte de las autoridades gubernamentales, que

refieren no solo a la experiencia de alteridad que se dio al observar sus prácticas religiosas,

sino también a la concepción que el régimen posrevolucionario tenía sobre la salud y la

moral, pues el motivo por el que autoridades se negaron a autorizar la apertura de estas

iglesias fue que calificaron sus prácticas religiosas como extrañas, insalubres e inmorales.

Esto nos permite por un lado, reflexionar sobre la historicidad de los discursos y del control

ejercido por el Estado mexicano en materia de salud y moral públicas, al tiempo que nos

obliga a repensar nuestras nociones de laicidad, las cuales solemos atribuirlas a un régimen

cuya relación con las iglesias fue sumamente compleja.

Introducción

1 Licenciado en Historia por la UABC, actualmente estudiante del Programa de Maestría y Doctorado en

Historia del Instituto de Investigaciones Históricas de la misma institución, nivel maestría. El proyecto de de

tesis corresponde al tema de relaciones Estado - Iglesia en el período posrevolucionario. Correo electrónico

[email protected].

Page 2: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

2

Hacia la década de 1920 el grupo de revolucionarios que solemos identificar como

sonorenses tomó el poder ejecutivo por medio de la rebelión de Aguaprieta, perfilándose

como los triunfadores de la revolución mexicana. Aunque fueron aliados de la facción

constitucionalista encabezada por Carranza, las nuevas figuras protagónicas del escenario

político mexicano –Álvaro Obregón, Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles, por

mencionar algunos– buscaron distanciarse del antiguo régimen porfirista, e iniciaron un

proceso que bien podríamos calificar como la consolidación del Estado posrevolucionario

(Garciadiego, 2009: 254 – 262, Gómez, 2012: 5 – 8). Si bien el programa de los sonorenses

buscaban una regeneración de la sociedad mexicana, en algunos aspectos como las políticas

de sanidad y sus concepciones morales podemos identificar continuidades con el período

porfirista, algo que en Baja California se vio reflejado en las medidas regulatorias sobre la

práctica de la prostitución (Schantz, 2011: 179).

Pero donde si hubo una ruptura fue en su relación con los asuntos religiosos. Desde

el período de la reforma el Estado mexicano había roto con el monopolio de la iglesia

católica sobre el campo religioso, producto tanto del triunfo liberal como del

anticlericalismo profesado por muchos de ellos (Meyer, 1974, Bastian, 2011). Sin embargo

el periodo porfirista bien puede caracterizarse con un tono de ambigüedad en este sentido,

ya que por un lado se consiguió cierto acomodo en la relación con la iglesia católica, lo que

le permitió a esta reorganizarse e incidir en la esfera social y política a partir de corrientes

ideológicas como el catolicismo social y la democracia cristiana (Meyer, 1974: 67 – 109).

No obstante, fue también el período en el que muchas de las iglesias protestantes llegaron a

consolidar sus proyectos en México, siendo precisamente su afinidad con las políticas de

Page 3: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

3

sanidad lo que les permitió a los metodistas extender su presencia en varias regiones del

país (Malvido, 2002: 190).

La ruptura de este acomodo se dio con el levantamiento constitucionalista, que por

la violencia ejercida contra la iglesia católica obligó a muchos obispos a abandonar el país;

mucho de este anticlericalismo se materializó en la Constitución de 1917, donde se buscaba

restringir y regular el campo de acción de las iglesias al punto de desconocer su existencia

jurídica (Romero, 2006: 221- 263). Cabe señalar que esta política no estuvo dirigida

únicamente hacia el catolicismo, pues la constitución no especificaba denominación alguna

en sus artículos. Aunque tradicionalmente se ha asumido que las iglesias protestantes se

vieron favorecidas por esta legislación, se dieron casos en los que, por ejemplo, pastores

fueron detenidos y expulsados por su condición de extranjeros2 –uno de las tantas

restricciones constitucionales–, o algunos más extremos como el de Tabasco, donde la

profanación de templos y la persecución religiosa encabezada por Tomás Garrido estuvo

dirigida a católicos y no católicos (Moreno, 2011).

Más aún, resulta interesante como en el discurso posrevolucionario los temas de

moral, salud y religión a menudo se cruzaban. Una de las acusaciones constantes de los

jacobinos hacia el catolicismo era precisamente la inmoralidad, promiscuidad y la

opulencia en la que según los acusadores, vivía la mayor parte del clero católico mexicano

(González, 2001). Por otra parte, cuando en 1926 se publicó el reglamento para las escuelas

particulares, pensado especialmente para los colegios católicos que habían sido

2 El Universal, Las Relaciones Iglesia-Estado en México, 1916 – 1992, México, El Universal, 1992, p. 116.

Page 4: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

4

recientemente clausurados, se le dio tanta importancia a la laicidad de la educación ahí

impartida como al cumplimiento de las normas de sanidad.3

Es en este contexto donde habría que situar el presente estudio de caso, añadiendo

que al tratarse de una región periférica, la presencia tanto del Estado nacional como de la

iglesia católica eran considerablemente más débiles a la de otras regiones donde los

conflictos religiosos alcanzaron mayores niveles de hostilidad. Lo que a continuación se

habrá de narrar tiene por objetivo analizar no solo la clausura y la negación de permisos a

las primeras iglesias pentecostales de Baja California, sino también cómo esto fue resultado

de una representación4 construida sobre este grupo religioso a partir de las nociones que

tanto las autoridades gubernamentales como la población mayoritariamente católica tenían

sobre la religión, la moral y la salud.

Pentecostés en el Valle de Mexicali

“Levantaré un edificio de adobe con el objeto de dedicarlo al servicio del culto evangélico, del que soy

ministro en esta localidad”5.

El pentecostalismo es una corriente religiosa derivada del llamado protestantismo histórico

o denominacional surgida en Estados Unidos a principios del siglo XX, principalmente en

3 En el mencionado reglamento se estipulaba que no podían haber lugares destinados al culto (capillas) ni

imágenes religiosas en dichas escuelas, ni comunicación con los locales de culto, se reglamentó también el

tamaño de las aulas, la existencia obligatoria de un patio para recreo y ejercicios, un número adecuado de

baños y la disponibilidad de agua potable. El reglamento prohibía que los ministros de culto pudieran fungir

como directores, que se impartieran clases de religión y que el nombre de la institución llevara alguna alusión

“religiosa o sectaria”. El Universal, Las relaciones, pp. 119 – 120. 4 De acuerdo con Roger Chartier, el análisis de las representaciones construidas por las sociedades pretéritas

es una de las formas en que podemos acceder al conocimiento de las mismas. Renunciando a las ambiciones

braudelianas de describir la totalidad social, propone esta forma de penetrar en las relaciones y tensiones que

se dan al interior de ellas, pues todas las prácticas sociales y estructuras son producidas por las

representaciones, casi siempre contradictorias y enfrentadas por las que los sujetos y los grupos a los que

pertenecen observan el mundo y le dan sentido (Chartier, 2005: 49). 5 Acervo Documental del Instituto de Investigaciones Históricas, UABC (en adelante IIH), Solicitud de

Antonio Nava para abrir un templo evangélico en el municipio de Mexicali, Solicitud de Antonio Nava para

apertura de templo evangélico dirigido al Secretario de Gobernación, Mexicali, BC, 26 de abril de 1922,

Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 4, Exp. 20, foja 2.

Page 5: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

5

áreas de una fuerte presencia afroamericana. Entre sus principales características se

encuentra la creencia en el bautismo y los dones del espíritu santo, así como diversas

prácticas que giran en torno a ello, tales como la sanación, la glosolalia y la profecía, las

cuales muchas veces conducen a experiencias extáticas. A partir de la segunda mitad del

siglo XX se han convertido en el grupo religioso no católico con un mayor crecimiento en

América Latina, por lo que existe un amplio debate en torno a la naturaleza de este proceso

(Garma, 2004: 57 – 60). Si bien se ha puesto énfasis en la muchas veces escasa formación

teológica de sus líderes, así como en la ausencia de una estructura eclesiástica institucional

(Masferrer, 2004), sabemos que su llegada a México se dio entre 1905 y 1914 por medio de

iglesias específicas: El Concilio General de Asambleas de Dios, la Iglesia Cristiana

Independiente y la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús (De la Luz, 2010: 51).

En el caso de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús (en adelante IAFCJ), sus

comienzos en México datan del año de 1914 en el estado de Chihuahua, resultado del

regreso de algunos migrantes mexicanos de Estados Unidos, donde habían vivido

experiencias de conversión vinculadas a las congregaciones de Azuza Street en Los

Ángeles, sitio reconocido como el lugar de nacimiento del pentecostalismo (Gaxiola, 1994:

39)6; simultáneamente se conformó en el vecino país la Apostolic Assembly of the Faith in

Christ Jesus, Inc., hacia el año de 1916. De acuerdo con la historiografía de la propia

iglesia, para el año de 1922 se iniciaron los trabajos de evangelización en el valle de

Mexicali, y en 1927 en la localidad de Tijuana (Torres, 1999: 11).

Een la documentación proveniente del Archivo General de la Nación resguardada en

el Instituto de Investigaciones Históricas de la UABC, encontramos que el 27 de abril de

6 Jean Pierre Bastian, Breve historia del protestantismo en América Latina, México, FCE, 1968, p. 188.

Page 6: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

6

1922 el gobernador del Distrito Norte de BC remitió al Secretario de Gobernación una

solicitud de Antonio Nava para construir un templo “evangélico” en el barrio de Pueblo

Nuevo, ubicado en el municipio de Mexicali7. Sabemos que se trataba de esta iglesia pues,

aunque en el documento no se menciona su nombre, Samuel Torres ubica a este personaje

junto con Ramón Ocampo como los primeros predicadores en la región (Torres, 1999: 11).

En la solicitud, Antonio Nava se identificó como ministro evangelista y mayor de edad, dio

la dirección del terreno donde tenía pensado construir el templo, y solicitó la autorización

correspondiente de la Secretaría de Gobernación (en adelante SEGOB), expresando que

acataría la legislación en materia religiosa8. La respuesta de la SEGOB fue positiva, y se

dio el 11 de mayo9. Desconocemos sobre el funcionamiento de esta iglesia durante los

siguientes tres años, pero tiene sentido pensar que las prácticas religiosas ahí realizadas no

diferían mucho de las demás iglesias pentecostales que comenzaban a surgir en ambos

lados de la frontera. Lo que llama la atención es que en la documentación revisada no

aparece el uso del término pentecostal, por lo que valdría la pena pensar en la historicidad

del mismo, no solo como categoría de análisis sino como auto-referencia de estos grupos

religiosos.

En febrero del año de 1925 esta iglesia fue clausurada por las autoridades del

Distrito Norte de la Baja California, por lo que Antonio Nava hizo llegar a las autoridades

municipales una solicitud de reapertura, la cual motivó que se realizara una investigación

para determinar la pertinencia de conceder a dicha iglesia el permiso para ejercer el culto.

7 IIH, Oficio del Gobernador del Distrito Norte dirigido al Secretario de Gobernación, Mexicali, BC, 27 de

abril de 1922, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 4, Exp. 20, foja 1. 8 IIH, Solicitud de Antonio Nava para apertura de templo evangélico dirigido al Secretario de Gobernación,

Mexicali, BC, 26 de abril de 1922, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 4, Exp. 20,

foja 2. 9 IIH, Autorización de la SEGOB para apertura de templo evangélico en Mexicali, México DF, 11 de mayo de

1922, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 4, Exp. 20, foja 3.

Page 7: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

7

La investigación estuvo a cargo del regidor Alfredo Pradis, involucrándose también el

Ministerio Público (en adelante MP) ante el que Nava tuvo que comparecer, y dándose

parte tanto al gobierno del Distrito, encabezado por Abelardo L. Rodríguez, como a la

SEGOB10

. A continuación se analizan los testimonios presentados por diversos actores

involucrados en el tema, con el objetivo de analizar con detenimiento los discursos y

argumentos presentes en el caso. El cuerpo del informe consta de cinco fojas y está fechado

el 17 de febrero de 1925, siendo turnado a la SEGOB el 25 de mayo.

En la primera foja, firmada por el Presidente Municipal y dirigida al Secretario de

Gobernación, se redactó lo siguiente:

Como lo comprobará usted en las inserciones que se acompañan, los ritos que se

celebran en dicha secta son demasiado extraños en nuestro país, toda vez que hasta

en la vía pública llegan a besarse hombres con hombres. Estando persuadida esta

Presidencia Municipal a mi cargo que el C. Antonio Nava sorprendió a esa

Superioridad al pedir licencia para la apertura de un templo evangelista, una vez

comprobada la diferencia de ritos, se acordó clausurar dicho templo y someter el

caso a la suprema consideración de usted, a fin de que si bien lo tiene, resuelva

sobre el particular lo que crea conveniente11

.

Por lo aquí enunciado, podemos dilucidar que las razones de la clausura obedecían

fundamentalmente a que las prácticas pentecostales eran vistas como una transgresión

moral y a una suerte de anormalidad. Sin embargo, el cuerpo del informe abunda en

detalles que nos permiten aproximarnos a la manera en que éstos primeros conversos

fueron observados. Éste comienza afirmando que el templo había sido abierto “sin llenar

los requisitos legales”, y transcribiendo un oficio redactado por la Presidencia Municipal

destinado al comandante de policía:

10

IIH, Expediente sobre clausura de templo evangélico en Mexicali, Mexicali, BC, 27 de abril de 1922 a 25

de abril de 1925, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 4, Exp. 20, 18 fojas. 11

Ibíd., foja 12.

Page 8: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

8

Esta presidencia ha tenido a bien acordar, se sirva usted ponerse de acuerdo con el

C. Regidor Alfredo Pradis, a fin de prevenir a los directores de “ALELUYAS”, que

se han instalado en la sección tercera de esta municipalidad, que deben abstenerse

de la práctica de las doctrinas de su religión en dicha sección, por no haber

cumplido con los requisitos de la ley; haciéndoles la advertencia de que al reincidir,

les serán aplicadas las penas que señala el artículo 130 de la constitución de nuestro

país12

.

Aquí resaltan dos cosas: En primer lugar, la clausura pareciera obedecer a motivos jurídicos

y constitucionales, guardando una gran similitud con los casos en los que fueron

clausurados algunos templos católicos desde años antes de la cristiada. Por otra parte el que

en un documento oficial se refiera a los creyentes de esta iglesia como “Aleluyas” es

sintomático de la forma peyorativa en que los pentecostales fueron observados y

representados en México desde sus inicios, y de los referentes de las autoridades sobre sus

actividades eran seguramente testimonios de la población católica y no los de esta feligresía

minoritaria.

Después se menciona el oficio en el que Antonio Nava solicitaba la reapertura del

templo, en el que afirmaba que el entonces gobernador Ramón Pesqueria, le transcribió la

autorización SEGOB para abrir el templo. El pastor dijo desconocer que no bastaba con el

permiso de la SEGOB, por lo que “sin dolo” había omitido dar aviso por escrito a la

presidencia municipal, haciéndolo solo de manera verbal al gobernador, quien había

manifestado su conformidad13

. Fue a partir de esta solicitud de reapertura que se recurrió al

regidor Alfredo Pradis para “levantar información sobre las prácticas religiosas que se

llevan a cabo en el llamado templo evangélico”. En el informe presentado por el regidor se

enuncia lo siguiente:

12

Ibíd., foja 13. 13

Ibíd., foja 13.

Page 9: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

9

El C. Antonio Nava no es vecino de Pueblo Nuevo como asienta en su escrito, pues

su residencia la tiene en Caléxico, California. Al dirigirse a la Secretaría de

Gobernación no se produjo con verdad al manifestar que el templo que pretendía

construir sería destinado al servicio del culto evangélico, pues de los informes que

he tomado y de lo que me consta, las prácticas religiosas son enteramente

extraordinarias y sin precedente en nuestra República, pues tienen más de inmoral

que de religiosas; como prueba de mi aserto debo decir a usted que en el ya citado

templo se congregan alrededor de veinte personas de ambos sexos, los cuales hacen

infinidad de contorsiones por el suelo, y lo más extraño es que los hombres se besan

unos con otros, llevando a cabo este acto hasta en la vía pública. Y por último, que

al terminar dicho edificio no cumplió debidamente con el artículo 130 de la

Constitución General de la República […]. Y como el C. Antonio Nava no ha dado

cumplimiento a los requisitos que establece el artículo en mención, soy de la

opinión que dicho templo permanezca cerrado hasta en tanto se cumple

debidamente con la disposición legal antes citada14

.

Esta vez se pone énfasis no solo en la inmoralidad y lo extrañas que resultaban dichas

prácticas, sino también en que el encargado del templo había mentido en su declaración y

que no había llenado los requisitos legales correspondientes. Las prácticas descritas

seguramente refieren a las experiencias extáticas y al saludo del ósculo santo, comunes en

estas iglesias.

En las siguientes fojas del informe se adjuntan dos oficios redactados por el Agente

del MP, resultado de las “diligencias” practicadas para “el esclarecimiento de los hechos

denunciados”. Antonio Nava compareció ante dicha instancia el 15 de abril de 1925, quien

“exhortado para que se produjera con verdad, con respecto a la práctica de ceremonias en el

templo llamado evangelista ubicado en Pueblo Nuevo”, dijo ser mexicano, nacido en

Nazas, Durango, con 25 años de edad, Ministro Evangelista y residente de Caléxico.

Afirmó que las ceremonias se realizaban siempre al interior del templo, y que éstas no

tenían nada de inmorales:

14

Ibíd., fojas 14-15.

Page 10: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

10

y que con respecto a que hombres se besen con hombres en el curso de sus prácticas

religiosas no niega que haya sucedido ni aún la posibilidad de que lo hayan

efectuado en la calle y exclusivamente por impulso personal y no porque la religión

que practica el exponente se los imponga como obligación o como parte de sus

ritos”15

.

Llama la atención que es el saludo con ósculo santo lo que más les causaba extrañeza a los

interrogadores, resultándoles incomprensible que personas del mismo sexo se saludaran de

beso, y la respuesta dada por el pastor nos muestra sus dificultades para explicar su

significado.

Con respecto a la falta de autorización por escrito, el interrogado dijo que el antes

presidente municipal, Ramón Pesqueira le había autorizado en privado, diciéndole que no

necesitaba constancia escrita, pues en caso de que la policía interviniera, este daría las

órdenes para que no los molestaran. Según el documento, Nava afirmó haberse dirigido a

las autoridades tanto federales como municipales en el tiempo en que se llevaron a cabo los

hechos sobre los que se indagaba. Al día siguiente compareció el Regidor Alfredo Pradis,

quien “exhortado para que se produjera con verdad” ratificó su informe dirigido al

Presidente Municipal, Miguel Vildozola Jr16

.

En el informe final del MP, fechado el 25 de abril, se redactó lo siguiente, después

de realizar averiguaciones e interrogar a varios vecinos:

…] las personas que concurrían al templo en cuestión celebraban sus ceremonias

indistintamente en el interior y exterior del mismo; que tales ceremonias consistían

en lecturas, rezos, etc. y en momentos determinados esas mismas personas se

arrojaban al suelo haciendo contorsiones extrañas y lanzando gritos poniendo en

gran alarma a toda la barriada; que los sectarios al encontrarse en las calles del lugar

o en el interior del templo se besaban indistintamente hombres con hombres,

15

Ibíd., 16 – 17. 16

Ibíd., foja 17.

Page 11: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

11

mujeres con hombres, etc., y finalmente que tales ceremonias se prolongaban con

frecuencias hasta altas horas de la noche, motivo por el que la clausura del templo

tranquilizó al barrio17

.

Este último texto nos indica que las prácticas pentecostales fueron motivo de escándalo y

extrañeza para el resto de la población, mayoritariamente católica. Al mismo tiempo, el

término “sectarios” nos remite a una connotación peyorativa, originada no en el discurso

anticlerical posrevolucionario, sino en la tradición católica. Con este caso habría de fijarse

un referente para las autoridades de Baja California que habría estigmatizar a los

pentecostales durante la siguiente década.

Permisos negados en Tijuana y Mexicali

Entre febrero y abril de 1928 el gobierno del Distrito Norte de la Baja California recibió

dos solicitudes para la apertura de iglesias pentecostales. La primera de ellas fue transcrita

el 9 de marzo por Abelardo L. Rodríguez transcribió para el Secretario de Gobernación,

adjunta a un oficio del Presidente Municipal de Mexicali. La solicitud estaba firmada por

Encarnación Meza, vecino de la “Colonia Zaragoza”, quien pedía permiso para abrir al

culto un templo de la Iglesia Cristiana Apostólica de la Fe Pentecostés (sic.), fechada el 21

de febrero del mismo año. La transcripción incluía también la respuesta de la presidencia

municipal, quien aseguraba que no había dado permiso para la apertura de dicho templo, y

manifestaba a la SEGOB que las prácticas religiosas de dicha secta:

“consisten en actos fanáticos repugnantes, en pugna con los más elementales

requisitos de higiene, pues, presas de una especie de fervor espasmódico, afectan

contorsiones y se revuelcan muchas veces entrelazados hombres y mujeres; y como

tales individuos no se distinguen por su limpieza ni sobriedad, resulta que sus

reuniones vienen a ser verdaderos focos de infección, sin tener nada de edificantes.”

17

Ibíd, foja 18.

Page 12: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

12

Menciona también que sus prácticas habían llegado a tal grado que la Delegación Sanitaria

se había visto obligada a clausurar un templo de la misma iglesia en el Barrio de Pueblo

Nuevo. El oficio del gobernador cierra con la expresa opinión del mismo, “que no es de

accederse a la solicitud” debido a las razones anteriormente expuestas18

. El 27 de marzo se

recibió respuesta negativa de la SEGOB, pidiendo “ejercer estrecha vigilancia para que no

se violen las leyes dictadas en materia de cultos religiosos”.

Es probable que la iglesia clausurada en Pueblo Nuevo refiera al caso analizado

previamente, aunque esta vez llama la atención que aparece un elemento que no fue

mencionado en la documentación anterior, la salud y la higiene. Esta vez el elemento

transgresor a la moral no era el ósculo santo, sino experiencias extáticas de las que

participaban indistintamente hombres y mujeres, que ante los ojos de los observadores

externos parecen haber rayado en lo orgiástico. El hecho de que se atribuyera su clausura a

la Delegación Sanitaria nos hace pensar que la comunidad pentecostal del Valle de

Mexicali se había seguido congregando, siendo esta vez clausurada con nuevos

argumentos. Por último, la “estrecha vigilancia” solicitada por la SEGOB sobre el

cumplimiento de las leyes en materia religiosa, hace eco de las numerosas circulares que

durante la guerra cristera llegaron a las autoridades de Baja California, y que por lo visto,

no iban dirigidas exclusivamente hacia la iglesia católica.

La segunda solicitud data del 12 de abril, donde Segismundo Sainz, quien se

identificó como pastor misionero evangelista, mexicano y mayor de edad, solicitó al

Ministro de Gobernación autorización para establecer una “Yglesia Católica Apostólica de

la Fé Cristiana “Pentecostés”” (sic.), en la localidad de Tijuana, comprometiéndose a

18

IIH, Oficio del Gobernador del Distrito Norte dirigido a la SEGOB, Mexicali, BC, 9 de marzo de 1928,

Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp. 40, foja 1.

Page 13: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

13

cumplir las leyes y disposiciones vigentes en materia religiosa, así como a acatar todas las

circulares relativas19

. Al pie del oficio se mecanografió el acuse de recibo del Secretario de

Gobierno, con copia para el gobernador del Distrito:

Dígase que para esta Secretaría conceda el permiso que solicita, es necesario remita

la escritura de compra-venta del terreno donde está construido el local que desea

destinar al servicio del culto público. 20 de abril de 1928. En extracto, comuníquese

al gobernador del estado para que informe sobre el particular y emita20

.

La importancia dada en estas gestiones a los viene inmuebles tiene que ver con el hecho de

que de acuerdo a la Constitución, los locales de culto eran considerados propiedad de la

nación, y esta exigencia estuvo presente en las gestiones de la Primera Iglesia Bautista de

Tijuana, cuya apertura fue concedida precisamente en 1928 (Franco, 1989).

El 4 de mayo del mismo año, el gobernador del Distrito, Abelardo L. Rodríguez

dirigió un oficio para el Secretario de Gobernación con el asunto: “Que a juicio de este

gobierno no es de accederse a la solicitud para la apertura de un templo Pentecostés en

Tijuana”. Las razones expuestas efectivamente al caso de Pueblo Nuevo, pues se transcribió

textualmente la respuesta del presidente municipal de Mexicali que refería a la clausura por

parte de la Delegación Sanitaria, que de acuerdo a lo dicho en este documento, se trataba de

un informe redactado por comandante de policía21

.

El 7 de mayo llegó de nuevo una solicitud para la apertura del templo pentecostal en

Pueblo Nuevo, esta vez redactada por el ministro Pedro Ceniceros. No existe copia de ella

19

IIH, Solicitud de Segismundo Sainz para abrir un templo pentecostal en Tijuana, Zaragoza, 12 de abril de

1928, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp. 41, foja 1. 20

IIH, Acuse de recibo de la solicitud de Segismundo Sainz para abrir un templo pentecostal en Tijuana,

Zaragoza, 12 de abril de 1928, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp. 41, foja

1. 21

IIH, Oficio del Gobernador del Distrito Norte de BC dirigido a la SEGOB, Colección AGN, Fondo

Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp. 41, foja 2.

Page 14: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

14

en el archivo, pero sabemos de su existencia porque al día siguiente el Secretario General

de Gobierno emitió su respuesta, donde por acuerdo con el gobernador, no se concedía el

permiso solicitado “en virtud de que la Secretaría de Gobernación” ha estado negando la

expedición de permisos de esta índole a diferentes personas que lo han solicitado”22

.

El primero de julio Pedro Ceniceros y un grupo de vecinos de Mexicali redactaron

una carta que sería enviada a la SEGOB. Este documento resulta especialmente valioso

porque nos permite analizar no solo la representación que las autoridades habían construido

sobre los pentecostales, sino la manera en que éstos se auto-representaron al momento de

negociar con el Estado. Al comienzo se narra que el 9 de febrero habían recibido un una

orden para que cerrara el “Templo Cristiano Pentecostés” ubicado en el barrio de Pueblo

Nuevo, Mexicali. Según lo declarado por el pastor, esto se debió a que algunos vecinos

“decían que concurrían algunas personas enfermas”, razón por la que el 24 de marzo habían

escrito al presidente del Concejo Municipal un ocurso transcrito en dicho documento. En

éste, Pedro Ceniceros se presenta como ministro de la religión Cristiana Pentecostés, “la

cual se practica en los Estados Unidos del Norte América y en otras naciones civilizadas

entre ellas, nuestra República Mexicana, habiendo miles de personas que practican esa

religión, la cual tiene por base la fe y la moralidad”. Se menciona la existencia de un

templo homólogo en Caléxico, y que el templo de Pueblo Nuevo llevaba funcionando

varios años con el permiso de la autoridad respectiva.

Dos cosas resaltan de esta primera parte del testimonio, la primera de ellas es que la

clausura era resultado de una denuncia, lo que confirma que la hostilidad hacia ellos no era

22

IIH, Respuesta del Secretario General de Gobierno del Distrito Norte de Baja California dirigido a Pedro

Ceniceros, Mexicali, BC, 8 de mayo de 1928, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja

24, Exp. 40, foja 7.

Page 15: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

15

exclusiva de las autoridades sino que estaba presente en el resto de la población; la segunda

es que el pastor responde a la representación construida por las autoridades acerca de lo

extraña e incivilizada que les resultaba su religión, afirmando que esta se practicaba en

México, EU y en otras “naciones civilizadas”. El redactor responde también a la

representación “popular” que existía sobre ellos, pues menciona que “gente poca

escrupulosa para respetar la religión de los demás […] nos pusieron el mote de

ALELUYAS, no obstante ser nuestra religión como lo he dicho, una rama o dependencia de

la Iglesia Cristiana de Pentecostés”.

Según lo expresado por Ceniceros, el templo se había ceñido a la nueva ley

reglamentaria de cultos23

, pero el 9 de febrero habían recibido la orden de clausura, donde

se decía que concurrían a sus cultos algunas personas “escrofulosas y tuberculosas”. El

pastor declaraba que desde entonces más de cien practicantes se habían visto privadas del

culto, por lo que solicitaba al presidente municipal la autorización para abrir nuevamente el

templo, comprometiéndose a: Tener el templo debidamente desinfectado, a no permitir la

entrada a los cultos a personas enfermas y a cumplir con todo lo establecido en el código

sanitario vigente.

Aquí nos encontramos con la que esta vez fue la causa de mayor peso para la

clausura, el ingreso de personas portadoras de enfermedades contagiosas, que en este

contexto resultaban una verdadera preocupación para las autoridades, pues las epidemias de

tuberculosis habían causado notables daños desde el período porfirista, siendo su combate

el objetivo de muchas de sus políticas de sanidad. El ministro en ningún momento negó que

23

Puede referirse tanto a la reforma del código penal decretada en julio de 1926, causa fundamental de la

suspensión del culto católico en señal de protesta, como a la ley reglamentaria del artículo 130 constitucional,

publicada en junio de 1927. Ejemplares de ambas leyes llegaron al Distrito Norte de la Baja California, y se

conservan en el Archivo Histórico del Estado y en el Archivo de la Arquidiócesis de Tijuana.

Page 16: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

16

esto hubiera sucedido, pero se comprometió a que no volvería a ocurrir, y a que se sujetaría

no solo al reglamento vigente en materia religiosa, sino también en materia de salud

pública.

De acuerdo a lo expresado por Ceniceros, el Presidente Municipal respondió que la

orden de clausura no había sido suya (como se podía ver en el oficio que les había hecho

llegar y que dijeron adjuntar a la carta) sino que respondía a una instancia superior, por lo

que apelando al artículo 24 de la Constitución, declaró al Secretario de Gobernación:

Nosotros celebramos nuestros cultos dentro del templo; nuestra religión tiene por base

la moral y el orden, por lo tanto siempre hemos estado dentro de los preceptos de la ley,

y al dictarse la orden de clausura de nuestro templo se nos ha cuartado (sic.) el derecho

que nos concede el artículo 24 constitucional antes mencionado.

El texto cierra nuevamente con la petición de que les sea permitido reanudar el culto en el

templo, y con el ofrecimiento de apegarse a las leyes y códigos de salud vigentes, siendo

firmado por diez personas24

. Esto último formaba parte del protocolo estipulado tanto en la

reforma del código penal de 192625

como de la ley reglamentaria del artículo 130

constitucional26

, y fue la manera en que tanto católicos como evangélicos debían solicitar a

las autoridades la apertura de un templo27

.

Pese a la negativa de las autoridades, los congregantes continuaron insistiendo, y el

16 de abril de 1929, Encarnación Meza le escribió al Secretario de Gobernación. La carta

abre exponiendo que el 11 de mayo de 1926 el Ayuntamiento de Mexicali los había

24

IIH, Carta de Pedro Ceniceros dirigida a la SEGOB, Mexicali, BC, 1 de julio de 1928, Colección AGN,

Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp. 40, fojas 3 - 6. 25

Archivo Histórico del Estado de Baja California (AHEBC), “Ley que reforma el código penal para el

Distrito y Territorios Federales sobre delitos del fuero común, y para toda la república sobre delitos contra la

federación. De los delitos y fallas en materia de culto religioso y disciplina externa”, Periódico Oficial,

Mexicali, BC, 20 de julio de 1926, Caja 5, Exp. 23, fojas 2 – 5. 26

Archivo de la Arquidiócesis de Tijuana (ADT), Ley reglamentaria del artículo 130 constitucional, México,

DF, 12 de enero de 1927, Gobierno Civil, 1906 – 1933, Caja 3, fojas 8 – 13.

Page 17: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

17

eximido del pago de impuestos para la construcción del templo, “debiendo recabar el

permiso respectivo de la Secretaría de Gobernación”; menciona también que el 23 de abril

de 1927 se les había otorgado por medio del Gobierno del Distrito el permiso

correspondiente. Dijo también que se había avisado a la autoridad municipal como lo

estipula el artículo 130 constitucional, quedando registrado el 7 de marzo de 1928 como

encargado del templo de la “Iglesia de la Fe Apostólica Pentecostés”. Posteriormente se

lleva a cabo la petición formal del permiso para su apertura al público.

Enseguida se responde a la acusación de inmoralidad y falta de higiene, a la cual dio

una respuesta similar a la emitida por Pedro Ceniceros:

En cuanto a lo primero, y en relación a que hombres y mujeres con sus cuerpos

entrelazados se revolcaran en el suelo, eso es completamente absurdo, pues nuestro

temperamento y nuestra moralidad, innatos en todo mexicano, no permitirían eso

jamás, además, creo que ninguna religión, ni las de los salvajes ejecutan esas

prácticas. En cuanto al segundo cargo, se llegó hasta consignarme a la autoridad

Municipal con la Delegación Sanitaria, creo que por “loco”, y como era natural, en

la Delegación manifestaron desde luego que era una injusticia lo que conmigo,

como encargado del templo se estaba cometiendo. Acompaño información

testimonial, en lo que refiere a “la moralidad de nuestra religión, siendo la

moralidad la única base de nuestro culto28

.

Esta vez el pastor apela a la moralidad no solo en términos de un comportamiento ejemplar,

sino como una característica “innata” en los mexicanos, es decir, apela al nacionalismo, una

característica común no solo en las otras iglesias evangélicas sino también en el discurso

católico. Llama también la atención el que se le hubiera caracterizado como “loco”, lo que

nos remite nuevamente a la experiencia de alteridad que para muchos mexicanos significó

entrar en contacto con esta nueva religión. En el acuse de recibo del Subsecretario, con

28

IIH, Carta de Encarnación Meza, Ministro Pentecostal, dirigida al Secretario de Gobernación, Mexicali,

BC, 16 de abril de 1929, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp. 40, fojas 8 –

9.

Page 18: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

18

copia para el gobernador y fechado el 25 de abril se anota lo siguiente: “Dígase en

respuesta que en vista a los antecedentes sobre el particular obran en el expediente de esta

Secretaría, no es de accederse a lo que solicitan”. Los antecedentes a los que refiere

explícitamente es el oficio del 9 de marzo de 1928, citado anteriormente29

.

Los miembros de esta iglesia hicieron nuevamente una petición a la SEGOB para la

apertura del templo en la Colonia Zaragoza, presumiblemente en el año de 1930, pues el

documento carece de fecha. Nuevamente se muestra la disposición para ajustarse a la

legislación vigente, y esta vez se todos los firmantes eran agricultores en las Colonias

Zaragoza, Progreso y Anexas. Esta vez el documento fue firmado por 25 personas, además

del ministro Encarnación Meza30

.

El 30 de julio de 1930 Rafael Mancera O., quien firma como “P.A. del Secretario.

EL Subsecretario” se dirigió al Secretario de Gobernación solicitando información referente

al presunto permiso concedido a la Iglesia “conocida por La Fe Apostólica Pentecostés”, la

cual figuraba en los registros de catastro a nombre de Antonio Nava en Pueblo Nuevo, así

como de una homóloga en un terreno propiedad del “Señor Jacobo” en la Colonia

Zaragoza, a cargo del ministro Encarnación Meza, de acuerdo a los informes del Inspector

General de Policía31

.

En la misma foja aparece mecanografiado una acuse de recibo fechado en julio de

1930 (el día no es legible), donde se menciona que le habían sido negados los permisos

29

IIH, Acuse de recibo de la carta de Encarnación Meza, Ministro Pentecostal, dirigida al Secretario de

Gobernación, S/d, 25 de abril de 1929, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp.

40, foja 9. 30

IIH, Solicitud para apertura de un templo pentecostal en la Colonia Zaragoza dirigida al Secretario de

Gobernación, S/d, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp. 40, foja 10. 31

IIH, Oficio de solicitud de información de Rafael Mancera dirigida al Secretario de Gobernación, México,

DF, 3 de julio de 1930, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp. 40, foja 9.

Page 19: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

19

respectivos a Encarnación Meza y Pedro Ceniceros al ser las prácticas religiosas de dicha

iglesia una “absoluta inmoralidad”, así como que el templo de Pueblo nuevo había sido

clausurado por la Delegación sanitaria “en virtud constituir un foco infeccioso”32

.

Cabría mencionar antes de terminar el ensayo que estos acontecimientos no minaron

la búsqueda de estas primeras iglesias tanto de congregarse como de obtener el

reconocimiento legal necesario, y fue hasta el año de 1936 que en ambos municipios se

autorizó la apertura de los primeros templos de la IAFCJ. Sin duda queda pendiente

historiar la trayectoria de esta con detenimiento, así como analizar las condiciones

históricas que en un momento propiciaron que se censurara un culto religioso y que en otro

le concedieron el permiso para ejercerse públicamente.

Comentarios finales

Si bien el presente trabajo se delimitado a trabajar con la documentación generada por las

gestiones legales de la IAFCJ en las localidades de Pueblo Nuevo, Colonia Zaragoza y

Tijuana entre los años de 1925 y 1930, el análisis de los mismos nos permite explorar la

forma en que el Estado mexicano conformado en la posrevolución se relacionó con las

minorías religiosas, una relación siempre mediada por las autoridades locales en la que

incidieron no solo las leyes vigentes, sino también las representaciones existentes sobre las

mismas, donde tanto el imaginario católico tradicional como las ideas modernas sobre la

religión, la salud y la moral, llevaron a las autoridades del Distrito Norte de la BC que lo

mejor era negarle el permiso para ejercer públicamente el culto, aún cuando se trataba de un

32

IIH, Acuse de recibo de oficio de solicitud de información de Rafael Mancera dirigida al Secretario de

Gobernación, S/d, julio de 1930, Colección AGN, Fondo Dirección General de Gobierno, Caja 24, Exp. 40,

foja 9.

Page 20: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

20

derecho consagrado en la Constitución, y cuando esta iglesia carecía de los recursos del

catolicismo para poner en riesgo la estabilidad del régimen.

¿Por qué se clausuraron estas iglesias pentecostales y se les negaron los permisos?

La respuesta podría resumirse a partir de los tres ejes indicados en el título: los

representantes del Estado consideraron que sus prácticas religiosas resultaban transgresoras,

no se parecían ni a las diversas formas de catolicismo ni al protestantismo histórico, y

fueron clasificadas como algo ajeno no solo a la nación mexicana, sino también a la

“civilización”. La experiencia de los habitantes del valle de Mexicali de encontrarse con

este grupo bien puede comprenderse como una experiencia de alteridad, es decir, como un

tipo particular de diferenciación que tiene que ver con la experiencia de lo extraño,

especialmente a partir de la confrontación con singularidades antes desconocidas de otro

grupo humano (Krotz, 1994: 9).

Pero esta alteridad religiosa implicó también una transgresión de una moral que,

como podemos entrever, iba más allá de la adscripción religiosa. La representación

orgiástica y con tintes de homosexualidad que las autoridades hicieron de los pentecostales

hoy podríamos atribuirla a una suerte de conservadurismo religioso, pero el que proviniera

de un régimen que aún en Baja California mostraba indicios de anticlericalismo, nos lleva a

pensar que la moral revolucionaria fue en muchos sentidos una continuidad de la tradición

católica; y es en el testimonio de estos primeros pentecostales que podemos darnos una

mejor idea del funcionamiento de esta moral, cuando en su defensa no solo niega las

acusaciones, sino que se afirma como poseedor de una moral “innata en todo mexicano”.

¿Sería acaso el nacionalismo mexicano una especie de religión civil como la descrita por

Page 21: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

21

Robert Bellah para el caso estadounidense? Se trata de una discusión que valdría la pena

abrir.

Por último, no hay que perder de vista que la razón de mayor peso para la segunda

clausura que se dio en el municipio de Mexicali, y que fue citada para negar el permiso a la

congregación de Tijuana fue de carácter sanitario. Una revisión superficial de los

testimonios nos hace pensar que el que se observara a estos templos como un “foco

infeccioso” fue producto tanto de la condición rural y periférica como la pobreza de sus

construcciones, características del primer pentecostalismo, al tiempo que la mencionada

inmoralidad con la que se les caracterizó podría haber llevado a las autoridades a aplicar

una política similar a la dirigida hacia los prostíbulos. Sin embargo, como ya se mencionó,

los testimonios de uno de los pastores refieren a que se les acusó de introducir al templo

“escrufulosos” y enfermos de tuberculosis, situación que no negó, pero se comprometió a

no volver a repetirla. ¿Por qué entraban personas con tuberculosis en una iglesia pentecostal

en el valle de Mexicali? Una hipótesis aventurada sería pensar que en ésta como en muchas

otras se realizaban prácticas de sanación.

Si bien no se trata de un análisis exhaustivo, el presente trabajo ha intentado poner

sobre la mesa no solo la historia de las minorías religiosas en México, sino también revisar

el papel jugado por el Estado en la formación y reconfiguración del campo religioso.

Observando la forma en que éste se relacionó con las iglesias pentecostales, sustentándose

no solo en las leyes vigentes sino en una representación originada tanto en el

desconocimiento como en la tradición católica que se refería a estas como sectas, valdría la

pena cuestionar si la laicidad, tal y como hoy la entendemos –es decir, no solo como la

separación entre el Estado y las confesiones religiosas, sino como en la neutralidad e

Page 22: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

22

imparcialidad del primero en su relación con éstas (Blancarte, 2001)– tiene su origen en el

régimen de la posrevolución, o si habría que buscar sus raíces en tiempos más recientes.

Fuentes documentales

Acervo Documental del Instituto de Investigaciones Históricas, UABC, Colección Archivo

General de la Nación, Fondo Dirección General de Gobierno.

Bibliografía

Bastian, Jean-Pierre, La mutación religiosa de América Latina, México, FCE, 2011.

Blancarte, Roberto, "Laicidad y secularización en México", Estudios sociológicos, año 19,

núm. 3, 2001, pp. 843-855.

Chartier, Roger, El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural,

Barcelona, Gedisa, 2005.

De la Luz, Deyssy Jael, El movimiento pentecostal en México. La Iglesia de Dios, 1926 –

1948, México, La Editorial Manda, 2010.

El Universal, Las Relaciones Iglesia-Estado en México, 1916 – 1992, México, El

Universal, 1992.

Garciadiego, Javier, “La Revolución” en Nueva historia mínima de México, México,

COLMEX, 2009.

Garma, Carlos, Buscando el espíritu. Pentecostalismo en Iztapalapa y la ciudad de México,

México, UAM-Plaza y Valdés, 2004.

Gaxiola, Manuel, La serpiente y la paloma: historia, teología y análisis de la Iglesia

Apostólica de la fe en Cristo Jesús (1914-1994), México, Pyros, 1994.

Gómez Estrada, José Alfredo, Lealtades divididas, camarillas y poder en México, 1913 -

1932, México, CIESAS-UABC, 2012.

González, Fernando M., Matar y morir por Cristo Rey. Aspectos de la Cristiada, México,

UNAM-Plaza y Valdés, 2001.

Krotz, Esteban “Alteridad y pregunta antropológica” Alteridades, 4(8), 1994.

Page 23: Moral, salud y religión. La clausura de iglesias pentecostales en Baja California, 1925 – 1930. Pedro Espinoza

23

Malvido, Elsa, “Sanar y curar, la concepción metodista en el siglo XIX”, Laura Cházaro

(ed.), Medicina, ciencia y sociedad en México, siglo XIX, México, Colmich - UMSNH,

2002, pp. 185 – 210.

Masferrer, Elio, ¿Es del César o es de Dios? Un modelo antropológico del campo

religioso, UNAM - Plaza y Valdés, 2004.

Moreno Sánchez, José Alberto, “Quemando Santos para iluminar conciencias.

Desfanatización y resistencia al proyecto cultural garridista, 1924 - 1935” Estudios de

historia moderna y contemporánea de México, n. 42, julio-diciembre 2011, pp. 37-74.

Pedroza, Carlos; Zamora Ramírez, Antonio, “Iglesias protestantes en Tijuana” en Piñera

Ramírez, David y Ortiz Figueroa, Jesús, Historia de Tijuana. 1889-1989. Edición

conmemorativa del centenario de su fundación, Tijuana, B.C., UABC-Centro de

Investigaciones Históricas UNAM-UABC, 1989.

Romero de Solís, José Miguel, El aguijón del espíritu: historia contemporánea de la iglesia

en México, 1892- 1992, México, Colmich, 2006.

Schantz, Eric, “El botín fronterizo de los placeres arriesgados: Estado revolucionario e

ingresos públicos en Baja California, 1910 – 1926”, pp. 179 – 216.

Torres, Samuel, Historia de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús en Tijuana,

1927 – 1997. Tijuana, IAFCJ, 1999, pp. 17 – 25.