Apocalíptica Menor

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APOCALÍPTICA MENOR

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APOCALÍPTICA MENOR

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El Profeta Joel

• En la primera literatura apocalíptica Dios es el protagonista, que apareciendo en una teofanía cósmica libera al pueblo oprimido por un enemigo llamado a veces Edom, otras con nombre ficticio (Gog) o mitológico (Leviatán) abatido con la espada, el fuego, la peste: el pueblo purificado verá el reino de Dios y recibirá abundantes bendiciones en una Jerusalén renovada.

• Estos textos apocalípticos se diferencian de los escatológicos de los profetas, cargados de los mismos símbolos y relativos a eventos históricos (cf. Is 13), por tener un horizonte, un interés y un lenguaje más universal.

• Joel = «YHWH es Dios», hijo de Petuel. No hay noticias directas. El libro lo califica de judío (2,1.15.23), cercano al ambiente sacerdotal y al templo (1,9.13; 2,17), partícipe del difícil momento que vive el pueblo (1,6.10.20; 2,1), al que anuncia una inminente liberación (2,19.25) y un futuro lleno de esperanza (3,1)

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El Profeta Joel

1. Contenido y estilo del libro:

Tema unificador: el inminente día del Señor (1,15), grande (2,11) y terrible (3,4), que traerá el don del Espíritu en un futuro no precisado (3,2; 4,1). Anunciado por langostas (1,4) descritas como una nación poderosa, un pueblo fuerte, un gran ejército, un fuego destructor.

La conversión es el único remedio para la catástrofe (2,12-14), expresada en penitencia (1,13-14), oración (1,18), actos comunitarios (2,15-17) y el reconocimiento del domino absoluto de Dios sobre la naturaleza y la historia (2,3.11-27).

A la conversión seguirá el don universal del Espíritu que está en el origen de prodigios de la naturaleza (3,3-4) u de signos salvíficos en todo Israel (3,5).

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El Profeta Joel

El juicio en el valle de Josafat (=YHWH juzga) comienza juzgando a Tiro y Sidón por haber vendido israelitas como esclavos a los griegos (4,4-8), al que se contrapone una Jerusalén llena de bienes materiales, vino y leche, mientras una fuente de agua brotará del templo (4,18-29; cf. Ez 47,1-12; Zac 14,8)

El estilo eficaz, poético y brillante de la primera parte (cc.1-2), con escenas que unen la riqueza de la fantasía con la pureza de expresiones avivadas por la variación del vocabulario, contrasta con la segunda parte (cc.3-4) de un estilo más simple, capaz de evocar sin embargo escenas grandiosas (4,1-2) e imágenes limpias y familiares (4,13-18).

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El profeta Joel2. Problemas críticos emergentes

Se discute la unidad del autor, la datación, el uso de la Escritura y el inicio de un lenguaje apocalíptico.• Autenticidad:

Quien acentúa la diversidad de la primera parte, centrada en el presente, de la segunda, proyectada al futuro, atribuye la obra a dos autores distintos (1º y 2º Joel). Esta postura no explica la función del «día del Señor» (1,15; 2,1b-2a.11b), que constituye un claro vínculo con el cap. 3

La mayoría de exégetas apoya que el libro es obra de un solo autor. Un argumento adicional para la unidad de estilo es la fuerte dependencia de los profetas anteriores en ambas partes y revela un desarrollo de pensamiento: real invasión de langostas, - subsiguiente penitencia escuchada – reconocimiento de la presencia salvífica del Señor en medio de su pueblo – desarrollo apocalíptico del día del Señor.

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El profeta Joel• Fecha de composición:

Por los argumentos internos es de composición postexílica: se presuponen el exilio y la dispersión (4,1-2), una influencia presente o cercana de los griegos (4,6). Si el rey hubiera existido, habría sido nominado para convocar la asamblea (1,11.14; 2,16).

A favor de una datación entre los siglos V y IV están: la visión de una comunidad segura dentro de la muralla (2,7-9), guiada por ancianos y sacerdotes (1,2.13; 2,17), el uso de arameísmos, el hecho de percibir como dramática la supresión del sacrificio cotidiano (1,9; 2,14), los ayunos regulares u ocasionales (Zac 7,1-3: Jon 3,5-7; Esd 8,21) Neh 9,m1; Est 4,3), el paso de los enemigos tradicionales, Asiria y Babilonia, al enemigo escatológico, misteriosamente definido como «aquel que viene del norte» (2,20).

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El profeta Joel• Referencias bíblicas:

Tiene unas 30 citaciones o referencias más que todo de Ezequiel (cf. Ez 29,9 y Jl 4,19; Ez 30,2 y Jl 1,15; Ex 32,7 y Jl 2,10; 4,15; Ez 36,3.36 y Jl 3,1; Ez 36,5.35 y Jl 2,3; Ez 47,1 y Jl 4,18), de Isaías (cf. Is 2,4 y Jl 4,10; Is 13,6 y Jl 1,15; Is 13,10.13 y Jl 2,10; 4,15; Is 37,32 y Jl 3,5; Is 45,5 y Jl 2,27), y también de Amós, Miqueas, Jeremías, Nahúm, Sofonías, Malaquías y Jonás.

Frecuente contacto con los Salmos, en particular con el Salmo 65, una acción de gracias después de las lluvias y abundantes cosechas, que traen la fertilidad como manifestación de la justicia divina (Sal 65,6; Jl 2,23). Similar es el lenguaje de una campiña en flor, pastos de la estepa bendecidos por Dios (Sal 65,13 y Jl 1,19.20.22; Sal 65,11 y Jl 2,14), jubilosos porque están llenos de rebaños y de mieses.

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El profeta Joel• Inicio del lenguaje apocalíptico: «Día del Señor», primer elemento apocalíptico, una catástrofe

«neutra», imprevista e incomprensible (1,2-12), interpretada con lenguaje profético como pena merecida, anulable solo por una sincera conversión (1,13-2,17) que cambia en evento positivo que trae bienes materiales y felicidad (2,18-27).

Shadday, el Omnipotente, portador del exterminio (1,15) transformado en «benigno y misericordioso» (2,13), cambia su día grande y terrible (2,11) en día de salvación para quien lo invoca (3,5), mientras su ejército enviado contra el pueblo (2,3-9) ahora defiende a Israel destruyendo a las naciones (4,4-8) y transforma el caos primitivo (2,10) en un renovado Edén (4,18.20).

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El profeta Joel El futuro verá a un Dios defensor de su pueblo en una guerra santa

(4,9) contra las naciones que serán juzgadas y repelidas (4,1-14): él se muestra capaz de convertir a Jerusalén en un fértil jardín en contraste con el desolado Egipto (4,19). Los tonos resienten la escatología profética, pero la universalidad del juicio y la descripción de la felicidad en términos paradisíacos dejan entrever el paso a la apocalíptica, la cual ya está presente en las imágenes de la siega y de la vendimia (cf Ap 14,14-20), en la implicación de todo lo creado mediante terremotos y oscurecimiento de los astros (2,10; 4,15). Este lenguaje coloca al hombre ante la alternativa de acoger o rechazar la salvación.

La falta de una casuística de pecados (cf. Am 2,6-9) concentra la atención en la conversión (2,11), manifestada mediante signos externos (ayuno, penitencia, súplica, sacrificios) y es expresión de un vivo sentido comunitario que hace sentir a todos el desastre de cada uno.

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El profeta Joel Resalta aun en medio de lamentos y consternaciones una

confianza en Dios, capaz de escuchar la oración, en especial, la litúrgica.

El mundo se divide en buenos y malos, o sea, Israel (1, 13-14; 2,13-14.17.23.26-27) y las naciones condenadas por su hostilidad hacia Israel (2,17.19), por la división de la tierra (4,2-3), por ultrajes, robos, injurias y opresiones (4,5-6).

Se transparenta un vivo sentido de la providencia de Dios sobre el mundo, al que se concede escapar del juicio mediante el arrepentimiento, lo mismo que a Israel.

La conversión prepara a la salvación, que en un primer momento consiste en grano, vino nuevo, oleo y saciedad (2,19) y luego en la efusión del Espíritu sobre todos sin distinción (3,1-5), anunciado como promesa que encuentra su cumplimiento en el día de Pentecostés (Hch 2,16-21)

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Textos apocalípticos insertados entre los profetas• Isaías 66,24:

la perspectiva universal de la visión que se presentaba al peregrino en el valle de Ben Hinón o Gehenna (cf Jer 7,32-33), la insistencia complaciente en el castigo de los apóstatas (cf. 66,4.15-16), que terminan en muerte violenta y son dejados insepultos, como macabro espectáculo, el contraste con el «universalismo cultual» del versículo precedente, la perpetuidad del gusano que corroe los cadáveres, mientras el fuego arde sin consumirse, confieren una dimensión nueva, «apocalíptica», respecto a otras expresiones más refrenadas (cf. Is 48,22; 57,20-21).

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Textos apocalípticos insertados entre los profetas• Sofonías 3,8: Por el juicio sobre las naciones como

consecuencia de la cólera divina.• Mal 3,1-5: por el juicio entre buenos y malos, expresado

mediante la simbología del fuego y como texto decisivo para la formación de la figura del precursor del día escatológico (cf Mc 9,11-13 par.)

• Textos más amplios de posible interpretación apocalíptica son: gran parte de Is 65-66 que, distinguiendo entre un verdadero y falso Israel, reserva a los justos cielos nuevos y tierra nueva, la paz y la prosperidad de los orígenes y una longevidad similar a la de los patriarcas antediluvianos (Is 65,20). Los mismos temas retornan con cierta incoherencia en Is 66.

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Textos apocalípticos insertados entre los profetas• Pequeño apocalipsis de Isaías (Is 34-35):

En un díptico antitético el Señor es presentado como el que aniquila a los ejércitos enemigos, sobre todo los de Edom, reduciendo a desierto su territorio (Is 34), mientras colma a Jerusalén de tal bendición, que recupera la gloria del pasado (35,1-7); el final (35,8-10) con el tema de la reunión de los dispersos de Sión (cf Is 11,11-16; 27,12-13; 66,20) y con la mención del camino sagrado recorrida por los peregrinos santos, presuponiendo ya unidas las dos partes de Isaías y aludiendo quizás a las rivalidades entre ptolomeos y seléucidas, hay un añadido fechable también en el s. III.

El clima de los dos capítulos es el del fin, presentado como un juicio (vv.1-4) sobre pueblos, naciones, tierra, mundo incluyendo a hombres, animales, plantas, productos de la tierra, como efecto de la ira del Señor que ha condenado todo al exterminio. Los cadáveres insepultos expelerán un hedor insoportable, las colinas manarán sangre. La devastación llegará a los cielos, que se enrollarán (cf Ap 6,14) y dejarán caer los astros (Cf Mt 24,29; 2Pe 3,7-13; Ap 6,13)

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Textos apocalípticos insertados entre los profetas• En la ulterior secuencia (34,5-10), la acción punitiva de Dios («la espada del

Señor», cf 27,1; 31,8, Jer 46,10) se abate sobre Edom, que se burló de Jerusalén en su caída (Abd 11-12; Lam 4,21, Sal 137,7; Ex 35,5).

• La totalidad del exterminio se deduce de la mención de las partes específicamente nombradas en los sacrificios (sangre, grasa, vísceras; cf Lv 1,5-13) y de los animales sacrificados, corderos, cabras.

• La venganza se extiende a las demás regiones, acentuada en tono apocalíptico, mediante imágenes de conflagración general que transforma el agua en pez (gelatina) y la tierra en azufre (cf. Sodoma y Gomorra, Gn 19,24; cf Ap 14,10-11).

• El texto evidencia el aspecto duradero de la pena del fuego, un incinerador continuo (Tofet cf. Is 30,33), anticipo de la descripción de la Gehenna (cf. Mt 5,22; 18,9; 23,33; St 3,6), y hace del lugar inmundo guarida de animales salvajes.

• Los términos ‘tōhû y bōhû’ (11b), signos del caos primitivo (Gn 1,2), se precisan con la ausencia de nobles, reyes y príncipes (cf Ap 18,3), el brote de vegetación salvaje, pulular de chacales, hienas, serpientes y de lîlît (v.14) un demonio femenino, una especie de espectro que vaga entre las ruinas, según la fantasía hebrea posterior.

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Textos apocalípticos insertados entre los profetas• De improviso resuena la invitación a la alegría y a un

paisaje florido con la magnificencia del Carmelo (35,1-2), un jardín rico en agua (v.7), y un anuncio festivo: «ánimo, no temáis… aquí está el Señor que viene a salvaros» (v.4)

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