Apel Karl Otto - Estudios Eticos

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  • K A R L O T T O A P E L

    E S T U D I O S T I C O S

    OISraBUUUNcoi

    m FONTAMARAl

  • Traduccin: Carlos de Santiago

    Primera edicin: 1986, Editorial Alfa, S. A. Barcelona, Espaa Primera edicin: 1999, Distribuciones Fontamara, S. A.

    Reservados todos los derechos conforme a la ley

    ISBN 968-476-325-5

    Distribuciones F o n t a m a r a , S. A . Av. Hidalgo No. 47-b, Colonia del Carmen Deleg. Coyoacn, 04100, Mxico, D. F . Tels . 5659*7117 y 5659*7978 Fax 5658*4282

    I m p r e s o y h e c h o e n M x i c o Printed and made in Mxico

  • PRLOGO

    Naturalmente me complace en grado sumo que los siguien-tes cuatro estudios, sean presentados al pblico de habla caste-llana, poco despus de la traduccin de mi libro Transforma-tion der Philosophie,' publicado en alemn en 1973. Quisiera aqu explicar brevemente la conexin recproca de los cuatro estudios incluidos en este volumen como asi tambin su rela-cin con mis trabajos anteriores.

    Ya el ltimo ensayo del libro aparecido en 1973 - " E l a priori de la comunidad de comunicacin y los fundamentos de la tica" -l leva como subttulo: "Acerca del problema de una fundamentacin racional de la tica en la poca de la ciencia". De esta manera se haba ya fijado un programa de investiga-cin que en los ltimos aos he continuado en diferentes direc-ciones:

    Una tarea central me pareci ser la de una fundamentacin racional de la tica, algo que hoy - e n la poca de la ciencia y del concepto de racionalidad valorativamente neutro por ella prejuzgado- es considerado, en general, como imposible. El paso para m ms importante en esta direccin fue mi discusin con el popperiano Hans Albert en el ensayo "Das Problem der philosophischen Letzbegrndung im Lichte einer transzenden-talen Sprachpragmatik. Versuch einer Metakritik des 'Kritis-chen Rationalismus"'.^ Desgraciadamente este ensayo no ha

    1. La transformacin de la filosofa, Madrid 1985. 2. En B. Kannitscheider (comp.), Sprache und Erkenntms, Innsbruck 1976,

    pgs. 55-82.

  • podido ser incluido en este libro ya que su versin castellana se public en 1975.^ Sin embargo, la misma temtica con sus implicaciones ticas est representada en el ensayo central de los presentes estudios: "Necesidad, dificultad y posibilidad de una fundamentacin de la tica en la poca de la ciencia".

    A partir del motivo central de una fundamentacin racional ltima de la tica, surgi para m la tarea siguiente de una teora filosfica de la racionalidad, es decir, de los tipos de racionalidad. En ella se trata de superar el estrecho concepto de razn del "proceso occidental de racionalizacin" [Max Weber] -que , di-cho brevemente, considera como intersubjetivamente vlida la racionalidad lgico-matemtica, cientfico-natural, tcnico-instrumental y estratgica- sin caer por ello en la crtica glo-bal a la racionalidad, tan difundida hoy, en la poca del posmo-demismo. Este programa de trabajo est representado en el presente volumen con los dos primeros ensayos: El primero presenta el programa en su totalidad y la estrategia pragmti-co-transcendental para su solucin; el segundo, el intento de determinar la racionalidad tica especfica (la "razn prctica" de Kant) en su relacin con la racionalidad estratgica (en tanto racionalidad de la interaccin competitiva).

    Finalmente, en los ltimos aos, se nos plante a Jrgen Habermas y a m la tarea de defender el programa de una tica de la comunicacin o discursiva, que habamos sostenido con-juntamente, contra la objecin pragmtico-neoconservadora de utopismo. A esta tarea est dedicado el ltimo ensayo de este libro. Hace referencia, por lo dems, a otro programa de inves-tigacin que mientras tanto haba emprendido: el de una "crti-ca de la razn utpica" en el espritu de Kant, es decir, una crtica que mantiene las tendencias "exaltadas" de la especula-cin utpica dentro de sus lmites, sin por ello traicionar lo irrenunciable de la razn utpica, es decir, la anticipacin con-trafctica del ideal y su funcin como idea regulativa.

    3. "El problema de la fundamentacin ltima filosfica a la luz de una pragmtica trascendental del lenguaje. Ensayo de una metacritica del 'raciona-lismo crtico'" en Dianoia (1975) , pgs. 140-173.

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  • Finalmente, deseo agradecer a la Editorial Alfa y especialmente al coeditor de Estudios Alemanes, profesor Ernesto Garzn Valds por haber sugerido y publicado esta coleccin de ensayos.

    Karl O t to Apel

  • E L P R O B L E M A D E U N A T E O R A F I L O S F I C A D E L O S T I P O S D E R A C I O N A L I D A D

    Reflexiones programticas previas: La teora de los tipos de racionalidad como respuesta posible de la filosofa al desafio de un nuevo irracionalismo.

    Hay no pocos datos que sugieren que actualmente la racionalidad est sometida a un profundo cuestionamiento. Si no me equivoco, aqu no se trata slo de uno de los reiterados reconocimientos del irracionalismo como fenmeno filosfico lmite. Ms bien se trata aqu del cuestionamiento de hasta aquella posicin bsica de la racionalidad y racionalizacin occidentales que -primeramente en la matemtica griega-' descubri el problema (lmite) de lo irracional en tanto tal.

    A partir del espritu de este descubrimiento, efectivamente en la poca Moderna occidental -desde Nicols de C u s a - lo infinito - D i o s , el mundo y el alma humana- ha sido definido como el problema lmite, nunca solucionable "con precisin", del conocimiento cientfico-filosfico. Y todava la limitacin kantiana del conocimiento racional a travs del concepto de la "cosa en s" fue concebida -siguiendo la problemtica matemtica de lo irracional- al mismo tiempo como definicin de la tarea y del aporte propiamente dichos de la razn: Efectivamente, lo irracional, en tanto lo absolutamente real, fue entendido por los seguidores de Kant o bien como un problema que hay que aceptar como residual, como una tarea de la "rat io" que nunca puede ser solucionada totalmente - t a l fue el caso de Salomn Maimn y despus de Schopenhauer, de los neo-kantianos y todava de Nicolai Har tmann- ; o bien, a travs de

    1. Cfr . S. Rcker, artculo "Irracional, das Irrationalc, Irrationalismus" en Historisches Wrteiintch der Philosophie, t omo 4, Basilea/Stuttgart 1966, co lumna 583.

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  • la distincin entre "entendimiento" y "razn", fue reconocido y a la vez dialctica-especulativamente "superado" en la razn filosfica (tal fue el caso del Idealismo alemn).^

    Sin embargo, el actual cuestionamiento de la racionalidad ya no se agota en el estar fascinado o preocupado por lo irracional en tanto problema lmite del conocimiento cientfico-filosfico. Parece redescubrir lo irracional - l o s "verdaderos problemas de la vida": lo "contigente" del dolor, de la muerte, pero tambin de la felicidad, o: lo "inconmensurable" de la formas vitales humanas y, en su contexto, hasta de las teoras cientficas, o: lo ya no fundamentable o legitimable de la "voluntad de poder" de los sitemas humanos de autoafirmacin, o finalmente: la indisponibilidad del "sino del se r " - como algo que desautoriza la racionalidad occidental y su proceso de progreso en tanto existencialmente carente de sentido o como un fatal desarrollo fallido de la historia de la vida o del ser. Pienso aqu, por una parte, en las tendencias de autoeliminacin o de autoabandono dentro de la filosfa y hasta de la teora de la ciencia y, por otra, en las tendencias, internamente vinculadas a aqullas, a hacer jugar el "encanto" de formas de vida no occidentales, especialmente de las formas de vida arcaicas, en contra de las restricciones de la percepcin, del sentimiento y de las vivencias, vinculadas con la racionalidad occidental.

    As, desde hace ya tiempo, en el mbito cultural anglosajn existe una conexin entre la recepcin, por lo general relativista, de Wittgenstein - d e la autosuperacin "teraputica" de la pretensin de validez universalista del discurso filosfico en aras del uso del lenguaje ordinario de las "formas de vida" cont ingentes- y la relativizacin de normas europeas de racionalidad a travs de los representantes ms jvenes de la antropologa cultural, quienes con ello quisieran corregir el euro-centrismo del colonialismo.' Consecuencias extremas de esta relativizacin de la racionalidad occidental las encontramos en

    2. Ibidem., columna 583 y ss. 3. Cfr. , por ejemplo, B . R. Wilson (comp.), Rationality, Oxford 1970,

    ^1974; S. C. Brown (comp.), Philosophical Disputes in the Social Sciences, Sussex 1979, parte III.

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  • la disolucin anarquista de la racionalidad crtica de la teora popperiana de la ciencia propuesta por Feyerabend y en la simultnea rehabilitacin de prcticas mgicas, tales como los orculos de brujas y la magia para hacer llover, por parte de los investigadores etnolgicos empricos que, como "anlisis de aprendizaje", pasan por la iniciacin de chamanes/

    ltimamente, esta recepcin relativista de Wittgenstein pa-rece estar en muchos lugares recubierta y reforzada por una recepcin actual del ltimo Heidegger.' Ya no se trata tan slo de la liberacin de la fantasa a travs de la relativizacin de las normas occidentales de la racionalidad. Ms bien, la filoso-fa del "Gester del ltimo Heidegger sugiere que la racionali-dad de la metafsica occidental ha de ser interpretada desde el comienzo como un fatal enredo en la coaccin intelectual para convertir al mundo en algo tcnicamente disponible y, desde el mundo, tambin al sujeto humano. La racionalidad occiden-tal - l a racionalidad, por lo pronto del "representar" (Vorste-Uen) los objetos, y finalmente del "calcular" (Berechnen) y del "disponer" (Bestellens) "elementos" (Bestnde) inaprehendi-bles del mundo*"- aparece entonces como la causa posible de la crisis actual de la humanidad: de la aparentemente inevitable "coaccin de las cosas", del progresivo proceso de industriali-zacin y de la all implicada manipulacin de las actividades humanas en el sentido de una carrera de armamentos nucleares y de una amenazante destruccin de la ecoesfera humana.

    Hay que sealar que actualmente esta visiones - a l menos en una perspectiva de distancia no alemana- parecen coincidir ampliamente con resultados del pensamiento de la "teora crti-ca" de los neomarxistas heterodoxos: as, sobre todo, con la crtica de Herbert Marcuse al "hombre unidimensional" de las sociedades industriales ocidentales y orientales,^ pero tambin

    4. Cfr. P. Feyerabend, Wider den Methodenzwang, Francfort del Meno 1975; del mismo autor, Erkenntnis frfreie Menschen, Francfort de! Meno 1980; H. R. Rorty, Der Spiegel der Natur, Francfort de! Meno 1981.

    6. Cfr. M. Heidegger, "Die Frage nach der Technik" en Vortrdge und Aufsdtze, Pfullingen 1954.

    7. H. Marcuse, Der eindimensionale Mensch, Neuwied/Berln 1967.

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  • con la crtica de Adorno y Horkheimer a la "razn instrumen-tal", dentro del marco de una reconstruccin de la "dialctica del Iluminismo"."

    Naturalmente, la pespectiva de la reconstruccin crtica se concentra - d e manera similar a en Max W e b e r - en el proceso de racionalizacin en el mbito de la sociedad del capitalismo moderno; y, aun en el discurso de Adorno sobre el amplio "contexto de deslumbramiento" de la actualidad, no se pone en tela de juicio a la razn misma sino que la crtica se realiza siempre en su nombre, aun cuando no se muestre ningn fun-damento normativo.

    Pero tambin Heidegger defiende su cuestionamiento de la "razn" frente al reproche de "irracionalismo". Seala: "Pensar contra la 'lgica' no significa romper lanzas por lo ilgico, sino que tan slo significa: reflexionar sobre el logos y su esencia, tal como aparece en los primeros tiempos del pensar... en lugar de ello podra decirse con mayor razn: el irracionalismo como negacin de la ratio domina desconocida e indiscutiblemente en la defensa de la 'lgica' que ere poder evitar una reflexin sobre el XYoq y sobre la esencia de la ratio que en l se basa.'" Pero si ste es el inters del cuestionamiento de la racionalidad occidental, no habra entonces que suponer que debe estar ya en juego una pauta silenciada de la razn crtica, y an ms, que la vieja distincin de Kant o del Idealismo alemn entre "entendimiento" y "razn" sigue siendo estratgicamente ms plausible que el intento de cuestionar en su totalidad a la "ra-zn" occidental a travs de un "pensar" (as Heidegger) que en tanto criterio de su estrictez puede nombrar ya slo la "depen-dencia" (Hrigkeit) como "pertenencia" (Zugehrigkeit) del sino del ser?

    En vista de la indicada radicalidad y ambigedad del actual cuestionamiento de la racionalidad occidental, me parece por lo pronto indispensable intentar exphcitar el concepto de racio-

    8. M. Horkheimer/Th. W. Adorno, Dialektik der Aufkldrung, Amsterdam 1947.

    9. M. Heidegger, Platons Lehre von der Wahrheit; mit einem Brief her den Humanismus, Berna 1947, pgs. 98 y ss.

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  • nalidad ms exactamente de lo que hasta ahora se ha hecho. Para esto se puede perfectamente seguir la vieja tradicin de una autodiferenciacin de la razn que se expresa, por ejemplo, en la distincin de Kant y del Idealismo alemn entre "entendimiento" y "razn". Esta distincin me parece que sigue siendo orientadora, sobre todo en la medida en que se basa en una doble inteleccin en el dilema del proceso de racionalizacin contemporneo; primero, en la inteleccin de que la capacidad de progreso del conocimiento metdico de las ciencias - y se puede complementar: tambin de la tcnica instrumental- presupone la abstraccin del entendimiento, constitutiva del objeto, de la ya siempre previamente entendida unidad y totalidad del mundo vital; pero, segundo, tambin en la inteleccin complementaria de que, por lo menos, la abstraccin metdica filosficamente no reflexionada en tanto tal representa una falsificacin de la verdad prcticamente relevante del todo.

    Ya sobre la base de esta inteleccin doble - "d ia lc t i ca" -resulta de la autodiferenciacin de la racionalidad en "entendimiento" y "razn", la posibilidad de una estrategia doble de su autodefensa en contra de posible formas de la crtica a la racionalidad: Por una parte, la razn puede, por as decirlo en su propio inters, recoger aquellas formas de la crtica a la racionalidad y hacerlas comprensibles en su (parcial) justificacin, que en verdad se dirigen en contra de la absolutizacin de formas abstractas de la racionalidad del "entendimiento", y, por otra, puede con ello hacerse valer, como instancia integral de racionalidad, en contra de la absolutizacin de la crtica de las formas especiales de racionalidad. Pues confiando en que la propia crtica justificada de la racionalidad tiene que basarse en una forma ms amplia de la racionalidad, puede desde el primer momento concebir y evaluar esta crtica como contribucin posible a la autodiferenciacin de la razn.

    Naturalmente, con esta explicacin de la distincin tradicional entre "entendimiento abstracto" y "razn integrativa" no se ha encontrado todava ninguna respuesta a la cuestin acerca de las posibles dimensiones de una diferenciacin abstractiva de la racionalidad. Por cierto que aqu la historia de la filosofa, desde Platn y Aristteles, ofrece una serie de puntos

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  • de partida conceptuales - c o m o , por ejemplo, en la distincin entre voOg y Siavoa , de xxvri, JiioxfJUTi y (ppvr]ax(;, pero, en mi opinin, la concepcin de una sistemtica autnoma teri-co-racional se encuentra slo en la "arquitectnica" kantiana de las "facultades" de la razn que constituye el fundamento de sus tres crticas. Hegel sobrepasa esta sistemtica autnoma -"transcendental"- de las facultades de la razn sobre todo a travs de la superacin de los lmites impuestos por Kant entre la razn finita y la realidad infinita. Con su equiparacin de lo "racional" con lo "real" -es decir, con la teora de la "astucia de la razn"- pretende "superar" con la competencia de la razn dialctica, al menos en el sentido de su inteleccin terica ex-post, tambin aquel mbito del posible fracaso de la razn humana que en la tradicin estoico-cristiana estaba representado por la "Providencia" y en Adam Smith por la racionalidad sistmica (econmica) de la "invisible hand".

    En esta medida, teniendo en cuenta a Kant y Hegel, se puede hablar de dos diferentes estrategias de una posible autoafirmacin de la razn en contra del cuestionamiento de la racionalidad: En el sentido de Hegel habra que "elevar" a la razn especulativa lo "irracional" redescubierto en la actualidad - p o r ejemplo, lo "contingente" en el sentido de la hoy nuevamente postulada "superacin de la contingencia" a travs de la religin despus de la Ilustracin-. '" En cambio, segn Kant, esto habra que hacerse con lo que tiene que ser reconocido por la razn como su problema lmite. Sin embargo, tambin con esta ltima determinacin se excluye ya una superacin negativa de la racionalidad a travs de una toma de posicin argumentativa en favor de lo irracional. Pues la crtica argumentativa de la racionalidad, al igual que la autolimitacin y autodiferenciacin de la razn, slo puede ser un asunto de ella misma.

    10. Cfr . H. Lbbe, Philosophie nach der Aufkldrung, Dusseldorf/Viena 1980, pgs. 59 y ss.

    11. Para un primer intento en esta direccin, cfr. K. O . Apel, "Types of Rationality To-day: The Continuum of Reason between Science and Ethics" en Th. Geraets (comp.), Rationality To-day, Ottawa 1979.

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  • En lo que sigue se intentar ampliar, por asi decirlo, los principios tradicionales de una autodiferenciacin filosfica de la razn en una teora filosfica de los tipos de racionalidad, que en cierto modo est en condiciones de captar la actual crtica a la racionalidad." Me parece que una empresa tal puede muy bien vincularse en su pretensin y en su perspectiva a la sistemtica transcendental de las facultades de la razn humana propuesta por Kant. Naturalmente, una teora filosfica de los tipos de racionalidad que quisiera evaluar heursticamente la crtica actual a la racionalidad me parece que, en un doble respecto, tendra que ir ms all de la teora kantiana de las facultades, es decir, apartarse de ella en el sentido de una filosofa transcendental transformada:

    1. Por lo pronto -uti l izando la crtica hegeliana a Kant'^ en el sentido de una radicalizacin de la reflexin transcendental- debera, desde el comienzo, plantear la cuestin acerca de su autofundamentacin racional; es decir, en el contexto de nuestro problema: la cuestin acerca del tipo de racionalidad que tiene que requerir la propia teora filosfica de la racionalidad en su empresa.

    2. Luego, la teora de los tipos de racionalidad debera comenzar con los presupuestos conceptuales de la actual discusin de la racionalidad -y en este contexto justamente con los presupuestos conceptuales de los crticos de la racionalidad-.

    Me parece que estas exigencias pueden cumplirse en el marco de una pragmtica transcendental del discurso argumentativo, al que tiene que recurrir la teora filosfica de la racionalidad, y slo dentro de este marco terico.

    En la primera exigencia, de lo que se trata es de una teora que, en tanto filosfico-transcendental, se distingue de todas las teoras empricas en el sentido ms amplio, por el hecho de que tiene que poder dar cuenta reflexivamente de su propia racionalidad. Ello significa, entre otras cosas, que tiene que realizar sus autocorrecciones, desde luego posibles y previsibles, por lo menos no slo sobre la base de criterios de evidencia emprica

    12. Especialmente G. W. F . Hegel, Phdnomenologie des Geistes editada por J . Hoffmeister, Hamburgo 1952, pgs. 63 y ss.

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  • sino siempre tambin sobre la base de un presupuesto reflexivo de certeza, que no tiene sentido cuestionar. Este presupuesto reside, por lo pronto en que esta teora, en tanto teora potencial de la racionalidad, tiene que presuponer una forma crite-riolgicamente relevante de la racionalidad. Como reconstruccin tipolgica y como crtica limitante de las formas humanas de racionalidad, en todo caso tiene que poder, por as decirlo, alcanzar y legitimar su propia racionalidad ya que si as no fuera, la discusin crtica de la racionalidad perdera desde el comienzo su sentido.

    sta me parece ser una reconstruccin limitada desde el punto de vista del sentido crtico y en esta medida pragmtico-transcendental de la exigencia hegeliana segn la cual el filsofo tiene que confiar en su capacidad de alcanzar la verdad: En mi opinin, para poder "comenzar" no tiene que anticipar un "saber absoluto" concreto pero, por lo menos, tiene que reclamar en principio la competencia racional de verdad, en el sentido del posible descubrimiento y formulacin de proposiciones sobre el tema de la discusin que sean intersubjetivamente comprensibles y susceptibles de consenso. Aqu reside - sea esto dicho de antemano- una limitacin bsica, no slo del escepticismo discursivamente sensato, sino tambin del principio del falibilismo discursivamente sensato: se trata justamente de aquella limitacin que salvaguarda a este principio de su a u t o e l i m i n a c i n . D e esta manera, el principio del falibilismo se convierte justamente en principio regulativo, no slo de toda teorizacin emprica (en el sentido de Ch.S. Peirce)''* sino, adems, tambin de una posible auto-correccin de la reconstruccin filosfico-racional de la racionalidad: una empresa, pues, que se impone como tarea la autorreconstruccin falibilista-

    13. La autosupeacin del principio del falibilismo en el sentido de la autoinmunizacin en contra de toda crtica posible, est muy claramente demostrada en H. Albert, Transzendentale Trdumereien, Hamburgo 1975, pgs. 122 y ss. Cfr. al respecto W. Kuhlmann, "Reflexive Letztbegrndung" en Zeitschrift ftir philosophische Forschung 35 (1981) .

    14. Cfr. R. Heede, artculo "Fallibilismus" en Historisches Wrterbuch der Philosophie, tomo 2, Basilea/Stuttgart 1972, columna 894 y ss.

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  • mente orientada bajo las condiciones de una posible correccin a travs de ella mtsma, es decir, sobre la base de una competencia racional acerca de la cual no tiene sentido dudar.

    Me parece que no es necesario, al comienzo de una teora filosfica de los tipos posibles de racionalidad, explicitar totalmente e! tipo de racionalidad de la teora filosfica. Ms bien el indicado postulado de autoalcance sugiere que una teora de la racionalidad ya siempre re-constructiva y en esa medida po-tenciaimente aHtoreflexiva,iA final de su va metdicamente previsible, puede explicitarse a s misma de la manera ms adecuada, bajo el presupuesto del camino recorrido hasta entonces. Sin embargo, al comienzo de la empresa de la reconstruccin tenemos que rxplicitar las determinaciones de la racionalidad filosfica en la medida en que ellas establecen las condiciones metodolgicas de la posiblidad de la reconstruccin filosfica de los tipos de racionalidad. Se trata aqu de dos caractersticas de la racionalidad vinculadas entre s: 1. reflexividad transcendental, 2. sujecin a las reglas de juego del lenguaje (inclusive de las necesarias presuposiciones) del discurso argumentativo. Me parece que ambas determinaciones, tomadas conjuntamente, definen la racionalidad de una transformada filosofa transcendental en el sentido de una pragmtica transcendental del lenguaje.

    Naturalmente, un prejuicio muy difundido -que en mi opinin procede de la fase pre-pragmtico-lingitica ("semanticis-ta")de la filosofa analtica del lenguaje- sostiene que la reflexin transcendental representa una caracterstica del paradigma de la teora de la conciencia de la Primera Filosofa (desde Descartes hasta Husserl) y que despus del "ngistic turn" ya no sera conciliable con el nuevo paradigma de la filosofa. O bien -as suele argumentarse- uno se remite reflexiva-trans-cendentalmente a principios de evidencia precomunicativos y prelingsticos con respecto al "ego cogito", es decir, a la conciencia transcendental; entonces se "esquiva" el discurso pblico y con ello tambin la necesidad de una explicacin del sentido y la verdad en conceptos de una posible formacin discursiva de consenso. O bien uno se orienta por el uso pblico del lenguaje dentro del marco de un discurso argumentativo: en-

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  • ronces ya no es posible invocar la evidencia reflexiva como certeza a priori.

    Sin embargo, me parece que este prejuicio es refutado por la circunstancia -desde luego todava apenas reconocida en la pragmtica lingstica- de que -desde el descubrimiento de los "performativos" por parte de Aust in- est demostrada la posibilidad de una reflexin autorreflexiva y lingstico-pbli-ca, sobre las pretensiones universales de validez del pensamiento o del argumentar - p o r ejemplo, en frases como "Afirmo aqu (como verdadero) que p" o "Aseguro aqu (honestamente) que considero que p es verdadero" o "Exigo aqu (invocando el derecho) que se realice p".

    El sentido semntico y pragmtico de las pretensiones expresadas aqu performativamente puede pues - c o m o lo muestran las frases presentadas- ser dicho, en el nivel de reflexin de los "enunciados universales" filosficos, tambin proposicio-namente como el sentido de pretensiones necesarias de validez del discurso humano. Justamente ste me parece que es el sentido pragmtico-transcendental de la ya por Theodor Litt sostenida "autogradacin del lenguaje".

    Se demuestra pues aqu la posibilidad de una reflexividad de los argumentos filosficos que no est referida ni emprico-sicolgicamente ni mentalista-transcendentalmente (de manera "metdicamente solipsista" en el sentido de Husserl) sino, en el discurso pblico, a la propia pretensin de validez universal. Esta reflexividad tiene status metaterico en el sentido no usual de que justamente no puede tener su ubicacin - a diferencia de una "metateora" en el sentido de la metalgica y de la metamatemtica analticas- en el marco de una en principio ilimitada jerarqua de niveles del lenguaje y de la teora."' Ms

    15. Cfr. Th. Litt, Denken und Sein, Stuttgart 1984; adems, del mismo autor, Mensch und Welc: Grundlinien einer Philosophie des Geisces, Munich 1948, ^1961.

    16. Cfr. , por ejemplo, W. Essler, Analytische Philosophie, Stuttgart 1972, tomo 1, pgs. 156 y ss. Al respecto, K. O. Apel, "Zur Idee einer transzendenta-len Sprachpragmatik" en J . Simn (comp.), Aspekte und Probleme der Sprachphi-losophie, Friburgo/Munich 1974, pgs. 322 y ss. (versin castellana de E. Gar-

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  • bien, desde el comienzo, tiene que estar referida al objetivo del autoalcance reflexivo, en el sentido de la ya indicada "autogra-dacin del lenguaje" y de la teorizacin.

    En esta precisin de la caracterstica de la reflexividad, se expresa, por una parte, la vinculacin -proporcionada por la crtica de Hegel a K a n t - con el concepto de racionalidad de la reflexin transcendental;''^ por otra, reside aqu ya una referencia a la, en mi opinin, diferencia ms fundamental de los posibles tipos de racionalidad: Se trata aqu, por una parte, de la diferencia entre la racionalidad lgico-formal y matemtica y, por otra, de la racionalidad filosfico-(transcendental): La primera se mide (entre otras cosas) por la no contradiccin semntico-sintctica - que debe ser determinada metatericamente- en un sistema formalizable y axiomatizable de enunciados proposi-cionales; la ltima, en cambio, por la no contradiccin pragmtica de actos lingsticos, es decir, de enunciados performativo-proposicionales - que debe ser determinada a travs del autoalcance reflexivo- que explicitan la "estructura doble" de los actos lingsticos.'*

    Ejemplos de enunciados pragmticamente inconsistentes en el ltimo sentido, que pueden servir como criterios del fallido autoalcance reflexivo de los argumentos y de "teoras filosficas" enteras, seran, por ejemplo, las siguientes aseveraciones: (1) "Asevero con esto que no existo"

    zn Valds. Aspectos y problemas de la filosofa del lenguaje, Estudios Alemanes, Buenos Aires 1977).

    17. Al respecto H. Schndelbach, Reflexin und Diskurs, Francfort del Meno 1977.

    18. Con respecto a la "estructura doble" de los actos lingsticos o de los enunciados explcitos cfr. J . Habermas, "Vorbereiten de Bemerkungen zu einer Theorie der kommunikativen Kompetenz" en J . Habermas /N. Luhmann, Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologief, Francfort del Meno 1971; del mismo autor, "Wahrheitstheorien" en H. Fahrenbach (comp.), Wirklichkeit und Reflexin, Pfullingen 1974; del mismo autor, "Was heisst Universalprag-matik?" en K. O. Apel (comp.), Sprachpragmatik und Philosophie, Francfort del Meno 1976; como as tambin K. O. Apel, "Zwei paradigmatische Antworten auf die Frage nach der Logos-Auszeichnung der menschlichen Sprache" en H. Ltzeler (comp.), Kulturwissenschafien, Bonn 1980; y del mismo autor, "Austin und die Sprachphilosophie der Gegenwart" en H. Nagl-Docekal (comp.) ber-lieferung und Anfgahe, Viena 1982.

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  • (2) "Asevero con esto que no tengo ninguna pretensin de sentido''.

    (3) "Asevero con esto que no tengo ninguna pretensin de verdad''. ("No puede haber ninguna verdad" o "Tambin el falibilismo es falible").

    (4) "Asevero con esto que no tengo ninguna pretensin de veracidad" ("Ahora miento" o " Y o miento siempre" o "Todos los hombres mienten")

    (5) "Asevero aqu como verdadero (en tanto argumentante formulo a todo miembro concebible de una comunidad ilimitada de interlocutores con igualdad bsica de derechos, la pretensin del examen imparcial de la capacidad de consenso que debe apoyarse en la ilimitada utilizacin de argumentos y slo de argumentos de la tesis) que en tanto argumentante no estoy obligado bsicamente a re-

    . conocer la igualdad de derechos de mis interlocutores y la ilimitada admisibilidad de sus argumentos en el marco de una en principio ilimitada comunidad de argumentacin y, bajo estas condiciones, someter a examen la posible capacidad consensual de mis argumentos." ("La presentacin de argumentos capaces de ser verdrade-ros no tiene nada que ver con el reconocimiento de normas morales de comunicacin", es decir, "El pensar con pretensin de validez no presupone ninguna moral").

    Los ejemplos presentados de enunciados pragmticamente inconsistentes - que podran multiplicarse y, sobre todo, alargars e - son, al mismo tiempo, referencias a enunciados indiscutiblemente ciertos. En este sentido, testimonian no slo que hay condiciones necesarias de la posibilidad del argumentar, sino que nosotros - a travs de la reflexin filosfica sobre las presuposiciones pragmticas del argumentar- podemos saber a priori tambin algo acerca de estas condiciones.'*^ Con otras palabras:

    19. Esta sera, adems, mi respuesta provisoria al trabajo de A. Berlich, "Elenktik des Diskurses: Karl-Otto Apels Ansatz eimer transzendentalprag-matischen Letztbegrndung" en W. Kuhimann/D. Bhler (comps.) Kommuni-kation und Reflexin, Francfort del Meno 1982, que constituye la hasta ahora

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  • Existen enunciados no-analticos, especficamente filosficos que uno no puede entender sin saber que son verdaderos (lo que naturalmente contradice el prrafo 4.024 del Tractatus de Wittgenstein, que todava sigue funcionando para todos los empi-ristas - y no slo para e l los - como cierto a priori).

    Son stas justamente aquellas frases sobre presuposiciones necesarias del argumentar que uno no puede negar en tanto argumentante sin caer en autocontradiccin pragmtica y que precisamente por ello uno no puede fundamentar (formal-) lgicamente sin crculo vicioso (petitio principii).^ La imposibilidad de una fundamentacin lgica no circular (a partir de algo diferente) no indica pues en estos enunciados una apora en el problema de fundamentacin sino una consecuencia necesaria de la circunstancia de que estos enunciados, en tanto presuposiciones comprensiblemente necesarias, de toda fundamentacin lgica, son ciertos a priori. En esta medida, estos enunciados estn ltimamente fundamentados no (formal-) lgicamente, sino transcedental-pragmticamente.

    El no entender estos puntos y en su lugar exigir una funda-mentacin a partir de algo diferente (lo que naturalmente termina conduciendo al "trilema" formulado finalmente por H. Al-bert)'^' o querer sustituir la imposible fundamentacin ltima lgico (-formal) por una decisin ltima (es decir, un "act o faith")," todas estas posiciones corrientes muestran, en mi opinin, que todava hoy no se entiende la diferencia fundamental entre la racionalidad lgico (-formal) (y matemtica) y la racio-

    ms sensible y aguda crtica ai programa de la fundamentacin pragmtico-trascendental ltima.

    20. Cfr. K. O. Apel, "Das Probiem der philosophischen I.etztbegrndung im Lichte einer transzendentalen Sprachpragmatik" en B. Kanitscheider (comp.), Sprache und Erkenntnis, Innsbruck 1976, pgs. 70 y ss. (versin castellana: "El problema de la fundamentacin ltima filosfica" en Dianoia, X X I (1975), pgs. 140-173.

    21. Cfr. H. Albert, Traktat uher krittsche Vemunft, Tubinga 1968, pgs. 13 y ss. (Versin castellana de Rafael Gutirrez Girardot, Tratado sobre la razn crtica, Estudios Alemanes, Buenos Aires 1973.)

    22. Cfr. K. R. Popper, Die offene Gesellschaft und ihre Feinde Berna 1958, tomo 2, pgs. 110 y ss.; W. Stegmller, Metaphysik, Wissenschaft, Skepsis, Hei-delberg/Nueva York ^1969, pgs. 168 y ss.

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  • nalidad filosfica (reflexivo-transcendental). A su vez, esta cir-cunstancia es comprensible debido a la orientacin unilateral (irreflexivamente abstractiva) -que se inicia ya con la apodeti-ca de Aristteles y que culmina en la moderna lgica matemti-c a - de la teora de la argumentacin - y especialmente de la teora de la fundamentacin- hacia la funcin de "presenta-cin" preposicional del lenguaje; es decir, hacia la objetiviza-cin de enunciados susceptibles de verdad o falsedad y sus relaciones constitutivas de "demostracin", haciendo abstrac-cin de los actos performativos-autorreflexivos de comunicacin, mediante los cuales son presentadas las pretensiones de validez. De esta manera se vuelve invisible el criterio de la consistencia o inconsistencia pragmtica de los actos de argumentacin, que es decisivo para la fundamentacin ltima (cercioramiento) fi-losfica (reflexivo-transcendental) de las incuestionables pre-tensiones de validez.

    - Como consecuencias extremas de esta "abstractive fa-Uacy"" me parece que pueden ser consideradas las siguientes teoras bien representativas de la relacin entre lenguaje y ra-cionalidad filosfica:

    - l a ya mencionada conviccin de la imposibilidad de la fundamentacin ltima///o5/zca, que en los popperianos hasta ha conducido a la propuesta de la sustitucin del "pensamiento de fundamentacin" por el examen crtico de hiptesis;

    - l a opinin sostenida por Karl Bhler, Carnap y Popper, segn la cual de las tres funciones principales del lenguaje -representacin, expresin y apelacin- slo la primera distin-gue al lenguaje humano (y en esta medida al "logos") mientras que las dos restantes (que en tanto funciones vinculadas con "sntomas" y "seales", no son "simblicas" y por ello, no son relevantes semntica sino pragmticamente) seran comunes a los hombres y a los animales;'"'

    - l a conviccin expresada por Tarski en el sentido de que

    23. Cfr. K. O. Apel, "Zur Idee einer transzendentalen Sprachpragmatik", loe. cit.

    24. Cfr. K. O. Apel, Zwei paradigmatische Antworten..." loe. cit. y del mismo autor, "Austin und die Sprachphilosophie der Gegenwart", loe. cit.

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  • el lenguaje natural (que en realidad funciona pragmttca-auto-rreferencialmente y debido a esta reflectividad performativa, posibilita tambin proposiciones semntica-implcitamente autorre-ferentes, como por ejemplo, enunciados con pretensin de validez universal) representa un "sistema semntico inconsistente" y, por lo tanto, sera inadecuado para la argumentacin filosfica (por ejemplo, para la explicacin del concepto de verdad)."

    Comn a stas y otras similares convicciones paradigmticas es el hecho de que ellas hasta ahora, en el marco de la filosofa analtica, han vuelto invisible y, por lo tanto, inaccesible, justamente aquella caracterstica estructural de los lenguajes naturales que posibilita el autocercionamiento pragmtico-transcendental y la reconstruccin de la racionalidad filosfica.

    N o es difcil comprender que este bloqueo o hasta tabuiza-cin de la autorreflexividad de la racionalidad filosfica - e spe cialmente: el ocultamiento del criterio de racionalidad filosfica decisivo de la consistencia pragmtica de los argumentos-facilita la crtica global de la racionalidad.

    En realidad, a todos los que actualmente cuestionan la racionalidad occidental en su totalidad, nada les interesa menos que reflexionar sobre la circunstancia de que ellos "after all" participan en el juego del lenguaje de la argumentacin filosfica y no pueden dejar de recurrir implcitamente (es decir, como algo evidente), a las pretensiones de validez universal de la racionalidad filosfica.

    En el mejor de los casos, quienes proceden de la filosofa analtica se preocuparn por no dejarse pescar en una contradiccin lgico (-formal); en cambio, segn mi experiencia, tienen pocos escrpulos en sostener que, en tanto representantes de una posicin filosfica, no sostienen ninguna pretensin de verdad a priori universal (sino una pretensin "terico-tpica-mente" limitada - a pesar de que la teora de los tipos de Russell

    25. Al respecto Y . Bar-Hillel, Aspects of Language, Jerusaln 1970, pgs. 278 y ss. y K. O. Apel, "Zur Idee einer transzendentalen Sprachpragmatik", loe. cit., pgs. 324 y ss.

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  • deba estar referida a todos los s ignos- o slo "hipottica - a pesar de que de esta manera se representa la posicin segn la cual no pueden existir ms que hiptesis). Me parece que tampoco el ltimo Wittgenstein apenas tuvo en cuenta el problema de la consistencia o inconsistencia pragmtica de los filsofos, as por ejemplo, cuando cree poder recurrir a intelecciones filosficas sobre el uso del lenguaje en general sin ir ms all del presupuesto de la describible "semenjanza familiar" del uso f ctico del lenguaje o cuando cree poder llevar a cabo la autote-rapia de la enfermedad filosfica sin presuponer intelecciones universales.

    Heidegger y sus discpulos no perciben - o ms bien ignoran voluntariamente- la circunstancia de que para los filsofos, a la "preestructura del ser-en-el-mundo" pertenece no slo la "facticidad" de la "precomprensin" siempre signada hist-rica-contingentemente, sino tambin "siempre ya" el recurso a la competencia racional, es decir, la capacidad, de expresar con-ceptualmente en enunciados universalmente vlidos justamente la "facticidad" y en esta medida el "estar arrojado" ("Gewor-fenheit"), la "historicidad", el carcter ntico del comprender, etc. En esta medida, Heidegger y sus discpulos superan el "olvido del ser" de la metafsica tradicional pagando el precio del "olvido del logos".

    En general en la actualidad, tanto desde el lado de la filosofa "analtica" como tambin de la filosofa "hermenutica", se promueve una mentalidad que, lejos de exigir, ms bien se burla de la revelacin reflexiva de pretensiones de validez argumentativas y, en esta medida, del respeto al criterio de racionalidad de la consistencia pragmtica: En el "posestructuralismo" francs, la ignorancia de las pretensiones de validez del "sujeto" argumentante - p o r ejemplo del que realiza crtica de la cultura o de la poca- parece constituir justamente el punto de la exigida "descentralizacin del sujeto", es decir, de la superacin de la autosupervaloracin del sujeto en el "humanismo" occidental.

    Naturalmente, a la luz de una pragmtica transcendental del discurso, no puede dejar de percibirse tambin el ncleo justificado de tales exigencias y, con ello, de la convergencia

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  • de la crtica posestructuralista-hermeiiutica y de la crtica pragmaticista de la filosofa transcendental. Este ncleo consiste, segn me parece, en el distanciamiento de aquella posicin cartesiana y hasta husserliana que, a travs de la reflexin sobre el "yo pienso", cree poder reflexionarse fuera de todo contexto de discursos lingsticos. Pero, precisamente entre los contextos de discursos filosficamente relevantes se cuentan no slo aqullos que hacen aparecer al sujeto como encrucijada de determinaciones histrico-contingentes y annimo-estructurales, sino tambin el contexto del discurso argumentativo que integra al sujeto pensante y reflexionante con sus pretensiones de validez en la comunidad ilimitada de argumentacin que tiene que ser presupuesta por l, en primera y ltima instancia, en tanto sujeto transcendental de las pretensiones realizables de verdad, es decir, tambin de las reflexiones sobre condicionamientos contingentes.

    Pero, sobre el trasfondo del olvido del logos de la filosofa contempornea pueden hoy en da ser presentados aquellos cuestionamientos o relativizaciones aparentemente radicales de la racionalidad occidental, que de antemano se consideran dispensadas del autocumplimiento de sus pretensiones de validez y, en lugar de ello, creen poder encontrar la pauta suficiente de su crtica en lo otro de la racionalidad occidental - e n formas de vida alternativas, sobre todo arcaicas- o hasta en lo irracional mismo.

    Una teora reconstructiva de los tipos de racionalidad, pragmtico-transcendentalmente orientada, no rechazar glo-balmente o considerar irrelevante esta crtica a la racionalidad occidental. Partir ms bien de la suposicin heurstica de que la crtica en cuestin -ba jo el presupuesto implcito de la racionalidad filosfica del discurso, que ha sido desarrollada si no exclusivamente s primariamente en Occ iden te - podra justificadamente estar dirigida en contra de la absolutizacin de tipos de la racionalidad abstractamente aislados y, en esta medida, deficitarios: as, por ejemplo, en contra de la absolutizacin de la racionalidad del representar objetivo es decir, del hacer disponible (la relacin sujeto-objeto del conocimiento y de la tcnica productiva) que - ta l como lo viera correctamente Heidegger-

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  • puede haber tenido su origen ya en la fundamentacin griega de la filosofa y de la ciencia en el espritu de la "teora"; o en contra de la liberacin y absolutizacin -iniciadas en Occidente en la poca Moderna- de la racionalidad tcnico-instrumental como racionalidad estratgica, tambin en el mbito de las relaciones de la interaccin humana, hasta el bloqueo actual de la racionalidad tica de la comunicacin a travs de la equiparacin, todava predominante, de racionalidad en general con racionalidad ideolgica instrumental (Max Weber), o con la racionalidad estratgica (desde Maquiavelo y Hobbes hasta la fundamentacin de la tica poltica y de la teora de la comunicacin y del significado en la teora econmica de los juegos de la interaccin estratgica).-''

    Me parece que, bajo el presupuesto heurstico indicado, una teora filosfica de la racionalidad debera estar en condiciones de recoger los motivos del actual cuestionamiento de la racionalidad occidental y colocarlos al servicio de una reconstruccin crtica del proceso occidental de "racionalizacin" y "desencantamiento" (Max Weber), una reconstruccin que naturalmente - t a l como se indicara al comienzo- intenta "superar" en la autodiferenciacin reflexiva de la razn las formas abstractivas de enajenacin de la racionalidad, al igual que las formas de su crtica justificada, como indicaciones de una tipologa de formas posibles de racionalidad.'"'

    26. Al respecto, cfr. el siguiente ensayo en este libro. 27. La realizacin del programa aqu esbozado ser publicado por la Edi

    torial Suhrkamp bajo el titulo Probleme einer philosophischen Ratioruditdtstheo-rie.

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  • ES P O S I B L E D E S T I N G U I R LA R A Z N T I C A D E LA R A C I O N A L I D A D E S T R A T G I C O - T E L E O L G I C A ?

    Acerca del problema de la racionalidad de la comunicacin e interaccin sociales.

    I. P lanteamiento del problema

    El subttulo de la presente investigacin indica que el tema propuesto ha de ser tratado como una cuestin de la teora de la accin; ms exactamente: se trata aqu de una dilucidacin recproca de tipos de accin y tipos de racionalidad.' El ttulo caracteriza en este contexto un inters cognoscitivo que, en ltima instancia, est determinado por la cuestin acerca de la esencia de la racionalidad tica.- Desde el punto de vista de la teora de la accin, de lo que se trata es de la siguiente cuestin: Existe una racionalidad especial de la interaccin social que no puede ser reducida a la racionalidad medio-fin del actuar de los sujetos particulares? En mi opinin, el inters tico de esta cuestin resulta de las siguientes consideraciones previas refe-ridas a la tradicin:

    1. Cfr. Los siguientes estudios del autor: "Types of Rationality To-day: The Continuum of Reason between Science and Ethics" en Th. Geraets (comp.), Rationality Today, Ottawa, Univ. Press, 1979, pgs. 307-340; "The Common Presuppositions of Hermeneutics and Ethics: Types of Rationality beyond Science and Technology" en J . Sallis (com.), Phenomenology and the Human Sciences, Inc., Humanities Press 1979, pgs. 35-33; "Social Action and the Concept of Rationality" en Phenomenology and the Human Sciences, 1981, suplemento de Phtlos. Topics, 12 (1981), pgs. 9-35. El presente estudio se diferencia del citado en ltimo lugar, sobre todo, por el hecho de que se puede referir al tratamiento del mismo tema realizado por Habermas en su monu-mental Theorie des kommunikativen Handelns, 2 tomos, Francfort del Meno 1981.

    2. Cfr. al respecto K. O. Apel, "Normative Ethics and Strategical Ration-ality" en The New School of Social Research, Gradate Faculty Philosophy Jour-W , 9 (1982), pgs. 81-108.

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  • Existen razones para suponer que no puede pensarse en algo as como racionalidad tica -d icho de otra manera: en la posibilidad de la fundamentacin intersubjetiva de las normas ticas a travs de una razn autnoma, legislativa- si no se puede partir de una racionalidad especial de la interaccin humana, diferente de la racionalidad teleolgica referida al mundo de las acciones de los sujetos particulares.

    Esto significa, entre otras cosas: Ni la invocacin de los kantianos de la libertad del "yo inteligible" ni la de los aristotlicos del fin en s mismo o de un fin ltimo pueden fundamentar la autonoma de la razn tica en el sentido indicado.

    La libertad del yo es una condicin necesaria pero no suficiente de la racionalidad tica;^ pues si no existiera la reciprocidad de las pretensiones de los sujetos de la accin, si existiera tan slo la relacin yo-no yo de Fichte o la relacin sujeto-objeto de la ciencia natural y del actuar tcnico-instrumental, no tendra sentido alguno la pregunta acerca de una racionalidad tica; naturalmente, en este caso, no podra plantearse la cuestin acerca de una racionalidad especial de la interaccin humana que fuera diferente de la racionalidad referida al mundo, o mundanal, de las acciones de los sujetos particulares.

    Por otra parte, tampoco sirve de mucha ayuda el intento de los aristotlicos en el sentido de peraltar la racionalidad medio-fin a travs de una racionalidad teleolgica especial que estuviera en condiciones de caracterizar un fin en s o el fin supremo como summun bonum. Pues contra esto se puede objetar desde Kant:

    La determinacin del fin supremo o del summun bonum tiene, a su vez, que ser proporcionada por un principio racional

    3. N o puedo evitar la impresin de que el pathos de libertad del Idealismo alemn, tal c o m o se expresa por ejemplo en el titulo del libro de homenaje a Krings, "Prinzip Freiheit" (compilado por H. M. Baumgartner, Fr iburgo / Munich 1979) puede ocultar los aqu indicados problemas de la racionalidad. La condicin necesaria de que tengo que poder querer el principio de la moral no basta por s sola tampoco en el caso de Kant para constituir el contenido de su sentido -aunque no sea ms que "formal"- y para distinguirlo, por ejemplo, del contenido de sentido de las reglas morales ("natural laws") que podemos, segn Hobbes, querer libremente.

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  • de la reciprocidad generalizada, es decir, por una "ley tica" vlida para todos los afectados. Si esto no sucede, entonces la invocacin del fin supremo conduce o bien al dogmatismo metafsico o bien al utilitarismo de los intereses subjetivos.'' Y en la prctica no existir ninguna diferencia entre ambas posiciones ya que, en caso de conflicto, la invocacin de un fin supremo siempre puede ser denunciada por los participantes como recurso a un inters subjetivo.

    Para que la invocacin de un summnum bonunm teleolgico pueda contar como argumento tico-racional, hay que mostrar, al menos, que aqu la reciprocidad generalizada de las pretensiones de los sujetos de la accin entre s ha jugado un papel constitutivo, por ejemplo, en el sentido de que el summum bonum, desde el principio, puede contar con el consenso de todos los afectados. La definicin kantiana del summum bonum como "coincidencia entre lo digno de felicidad y la felicidad" podra satisfacer esta condicin; pero la realizacin de este fin supremo sera, segn Kant, un asunto de un dios a postular pero no, por ejemplo, un asunto del Estado humano. En el nivel de una tica del Estado, la concepcin kantiana del summum bonum se desmorona -segn parece- en las exigencias, no compatibles bajo condiciones finitas, de la justicia para todos y del mayor bienestar posible para el mayor nmero posible. Pero, segn me parece, aun estas dos definiciones incompatibles del fin supremo deben ya su plausibilidad a la invocacin de una especfica racionalidad de la reciprocidad de los sujetos humanos de la accin, que no puede ser referida a la racionalidad medio-fin de las acciones de los sujetos particulares.

    Esto basta para la declaracin provisoria del sentido ticamente relevante de mi planteamiento a la luz de la tradicin

    4. As, el moderno Utilitarismo britnico puede, desde Bentham, evitar la reduccin de su principio al Utilitarismo egosta de la Antigedad (por ejemplo, de los sofistas) slo presuponiendo tcitamente un principio de universalizacin que, sin embargo - ta l como lo muestra la problemtica de la justicia-justamente no puede fundamentar a partir de su principio. Cfr. al respecto: O . Hffe, "Zur Theorie des Glcks im klassischen Utilitarismus" en del mismo autor Ethik und Polittk, Francfort del Meno 1979, pgs. 120-159.

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  • filosfica. Pero en lo que sigue quisiera responder a la cuestin de la racionalidad de la interaccin social indicada ya al comienzo, a la luz de una teora de los tipos de accin qua tipos de racionalidad. Para ello parto de uno de los fundadores de esta forma de consideracin, el socilogo Max Weber. Aqu puedo basarme en las investigaciones de Schluchter y Habermas. '

    I I . Max Weber y la ampliacin de la racionalidad teleolgica en el sentido de la racionalidad estratgica de la interaccin social

    Max Weber plante la cuestin de la racionalidad de la accin social dentro del marco de su fundamentacin de una "sociologa comprensiva". Y para l la cuestin de la racionalidad significaba siempre, al mismo tiempo, la cuestin acerca de una mayor o menor racionalidad, es decir, la cuestin de la posible racionalizacin progresiva en el marco del llamado "proceso de racionalizacin occidental".

    El paradigma de la racionalidad y de la posible racionalizacin de Max Weber se basaba en el concepto de la llamada "racionalidad teleolgica" (ms exactamente debera decirse: "racionalidad medio-fin"). Adems, conoca por cierto la "racionalidad valorativa" como presupuesto para la seleccin de fines, pero la "racionalidad valorativa" -no tab lemente - no representaba segn Max Weber el concepto ms amplio de racionalidad sino ms bien lo contrario. Pues oficialmente Weber sostena la siguiente tipologa de la accin en el sentido de su decreciente racionalidad.''

    5. Cfr. W. Schluchter, Rationalismus der Weltheherrschung. Studien zu Max Weher, Francfort del Meno 1980; del mismo autor, Die Entwicklung des okzi-dentalen Rationalismus. Bine Analyse von Max Webers Cesellschaftsgeschichte, Tubinga 1979; J . Habermas, Theorie des kommunikativen Handelns, cit., tomo 1, Cap. II.

    6. Cfr. para lo que sigue W. Schluchter, op. cit. (1979) pig. 192; J . Haber-mas, op. cit. tomo I, pgs. 380 y ss. A diferencia de Habermas, que procura pensar con Weber contra Weber y elaborar tambin las implicaciones oficiosas de racionalidad o racionalizacin de la sociologa weberiana, considerar en

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  • 1. La grada suprema de la racionalizacin es la racionalidad teleolgica. Ella se da cuando el propio actor elige los objetivos o fines sobre el trasfondo de un horizonte valorativo claramente articulado y cuando, adems, elige los medios adecuados para lograrlos, teniendo en cuenta los efectos secundarios.

    2. La segunda grada de racionalizacin es la racionalidad valorativa. Ella se da cuando el actor elige los fines y los medios adecuados sin tomar en cuenta las consecuencias secundarias, simplemente porque est convencido del valor incondi-cionado interno de una determinada forma de accin de manera tal que, independientemente de los posibles efectos (secundarios), merece ser realizada.

    Este concepto curiosamente reducido de la racionalidad valorativa me parece que es comprensible bajo dos presupuestos de la propia filosofa de Weber:

    (1) Detrs de la concepcin de una accin que uno realiza por ser absolutamente valiosa, sin tomar en cuenta las consecuencias (secundarias), se esconde manifiestamente la concepcin kantiana de un "deber ineludible" en el sentido del imperativo categrico; y por esto entiende Max Weber, de acuerdo con la filosofa neokantiana de los valores, el valor incondicio-nado, interno, de determinadas formas de accin, no slo en sentido tico, sino tambin religioso y esttico.

    (2) Pero el que Weber considere esta orientacin "racio-nal-valorativa" de la accin como menos racionalizada que la orientacin "racional-teleolgica" est manifiestamente vinculado con su conviccin de que los ltimos axiomas valorativos del individuo son inconmensurables y, en esta medida, son asunto de una decisin de fe prerracional o irracional ("Cada cual tiene que elegir sus dioses").^ Bajo este presupuesto, las

    lo que sigue slo la teora oficial de la racionalidad de Weber, en la medida en que sta se ha vuelto paradigmtica para la concepcin de la racionalidad actualmente dominante.

    7. Cfr . especialmente los famosos discursos de Max Weber "Wissenschaft ais Beruf" (en Ges. polit. Schriften, 2 . ' edicin Tubinga 1958), y "Politik ais Beruf" (en Ges. Aufsdtze zur Wissenschaftstheorie, 3. edicin Tubinga 1968).

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  • convicciones weberianas del valor interno, incondicionado, de una forma de comportamiento - p o r ejemplo, la relacin no violenta con las dems personas- se convierte en base de la llamada "tica de la conviccin", en el sentido del Sermn de la Montaa o en el sentido de Kant.* En cambio, una orienta-cin en el sentido del actuar racional-teleolgico, que toma en cuenta bsicamente las consecuencias (secundarias) de la ac-cin concreta y por ello no puede atarse a ninguna tica de la conviccin, se convierte en fundamento de una "tica de la responsabilidad", por ejemplo, la tica del poltico. Y es evi-dente que Max Weber otorga a la tica de la responsabilidad un mayor grado de racionalizacin que a la tica de la convic-cin, a pesar de que considera a esta ltima tambin como in-dispensable.

    Adems, segn Weber, la situacin perece ser la siguiente: la tendencia del proceso occidental de racionalizacin reside en que la orientacin racional-teleolgica se impone cada vez con ms fuerza en todos los mbitos de la cultura y de la vida social, mientras que van desapareciendo los tradicionales pre-supuestos cosmovisionales de las orientaciones racional-valo-rativas, de manera tal que la orientacin valorativa se convierte cada vez ms en un asunto de la decisin subjetiva del indivi-duo.'' Max Weber llamaba a esto el "proceso de desencanta-miento" del mundo, con el que necesariamente est vinculado el "proceso de racionalizacin" occidental.

    Toda esta concepcin de racionalidad y racionalizacin puede resumirse en Weber en la siguiente tipologa de tipos de accin:'

    8. Mientras que en "Politik ais Beruf" Weber ilustra la tica de la convic-cin tomando sobre todo el ejemplo del Sermn de la Montaa, en otro pasaje (Ges. Aufstze zur Religionssoziologie, tomo I, Tubinga 1972, pg. 554) habla tambin de "rigorismo apriorstico", con lo que manifiestamente se refiere a la tica de la razn de Kant. Cfr. al respecto tambin W. Schluchter, op. cit. (en nota 5) (1980), pgs. 55 y ss.

    9. Una evaluacin muy parecida de la situacin de la poca es expresada por Robert Musil en su novela El hombre sin propiedades. Aqu se trata del puro "hombre de posibilidades", a quien ya no le est dada como evidente ninguna orientacin valorativa tradicional.

    10. Cfr. H. Habermas, op. cit. (en nota 5), pg. 381.

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  • Elementos racionalmente reflexionados del marco de accin:

    Tipos de accin

    Medios Fines Valores Consecuencias (secundarias)

    Teleolgico racional + + + + valorativo-racional + + +

    -efectual + + - -tradicional +

    - - -

    En nuestra actual problemtica, la explicacin weberiana de la racionalidad o de la racionabilidad de las acciones tiene especial importancia porque ella expresamente pretende abarcar tambin las "acciones sociales"; y ello a pesar de que M a x Weber supone una estructura especial de la interaccin entre los actores. Por una parte (en el 1 de Wirtschaft und Gesell-schaft) dice:

    "Se llamar accin social a aquella accin que, de acuerdo con el sentido intencionado por el o los actores, est referida al comportamiento de otros y se orienta en su desarrollo de acuerdo con e l lo ."" De esta manera, se tiene en mira manifiestamente la reciprocidad de la interaccin social. En el 3 hasta se dice: "Ser llamada relacin social un comportarse de varias personas que en su contenido de sentido est reciprocamente referido y orientado a los dems."' '

    Pero, por otra parte, Weber pretende tambin para la accin social la racionalidad teleolgica en tanto grada suprema de la posible racionalizacin. Y en este contexto, "determinada teolgica-racionalmente" significa segn Weber: determinada "a travs de expectativas del comportamiento de los objetos del mundo exterior y de otras personas y bajo la utilizacin de

    11. Max Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, edicin de J . Wmcke lmann, Colonia 1964, pg. 4.

    12. Ibidem, pg. 19.

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  • estas expectativas como 'condiciones' o como 'medios' para los propios fines racionalmente aspirados y evaluados como resul-tado".'^

    Aqu se ve claramente que Weber entiende la racionalidad de la interaccin social como ampliacin de la racionalidad teleolgica tcnico-instrumental en el sentido de la reciprocidad de acciones teleolgico-racionales. Con esto qued signada una concepcin estndard de racionalidad y racionabilidad de la "accin social" que sigue teniendo vigencia hasta el da de hoy. Ella es desarrollada, por ejemplo, en la lnea de la teora matemtica de la eleccin racional, de la teora de la decisin y de la teora estratgica de los juegos.'' ' Y en el sentido de la teora de los juegos, se puede llamar a la racionalidad de la interaccin, que Weber ya entreviera, la racionalidad estratgi-ca.

    Pero, en qu consiste la racionalidad estratgica de la inte-raccin? Dicho simplificadamente, ella consiste en que los ac-tores, en tanto sujetos de la racionalidad teleolgica aplican su pensamiento medio-fin a objetos acerca de los cuales ellos sa-ben que, en tanto sujetos de la racionalidad teleolgica, hacen lo mismo con respecto a ellos mismos. En esta reciprocidad reflexionada de la instrumentalizacin consiste manifiestamente la peculiar estructura de reciprocidad de la interaccin estrat-gica. A la luz de la teora de los juegos estratgicos, es posible aclarar algo ms exactamente esta estructura de racionali-dad.'^

    En el juego estratgico, los sujetos del clculo de beneficios en el sentido de la teora de la decisin tienen tambin que tomar en cuenta los clculos de beneficios de los otros jugado-

    13. Ibidem, pg. 17. 14. J . V . N e u m a n n / O . Morgenstern, Theory of Games and Economic Be-

    haviour, Princeton 1944; R. D. Luce y H . Raiffa, Games and Decisions: Intro-duction and Critical Snrvey, Nueva York 1957; G. Gfgen, Theorie der wirt-schaftlichen Entscheidung, 1963,^ 1968.

    15. Cfr. para lo que sigue O. Hffe, Strategien der Humanitdt: Zur Ethik ffentlicher Entscheidungsprozesse, Friburgo/Munich 1975, Primera Parte (existe traduccin castellana de E . Garzn Valds: Estrategias de lo humano, Estudios Alemanes).

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  • res como condiciones y como medios de los propios clculos de beneficios. La maximizacin de las ganancias y la minimiza-cin de las prdidas, que constituyen la racionalidad de la teora simple de la decisin, se complican ya que pueden entrar en conflicto con la correspondiente maximizacin de los otros sujetos de la accin. Ms exactamente: el control de los actores sobre los resultados de sus acciones est no slo limitado - c o mo en la teora simple de la decisin- por la falta de informacin acerca del mundo en torno relevante, sino adems tambin por los autointereses competitivos de los otros agentes de decisiones; y, con respecto a estos intereses competitivos, existe una relacin bsicamente ambivalente del propio inters en el xito: el propio xito de la accin depende de las acciones que hay que esperar de los dems, los cuales, en el mejor de los casos, apoyan parcialmente los propios esfuerzos de xito pero, en todo caso, al menos en parte, se oponen a ellos. Consecuentemente, los propios intereses pueden ser realizados, en parte, slo apoyando los planes de los dems y, en parte, slo hacindolos fracasar. A su vez, debido a esta situacin, la teora estratgica de los juegos distingue dos tipos de juegos: los juegos competitivos, para las situaciones conflictivas puras, y los juegos no competitivos para aquellas situaciones que ofrecen tambin posibilidades de cooperacin.

    Con respecto a la cuestin acerca del concepto de racionalidad del actuar social, me parece especialmente importante el siguiente punto: En el contexto de la interaccin estratgica, especialmente en el contexto de los juegos o juegos total o parcialmente cooperativos, caben tambin elementos comunicativos; as, por ejemplo, intercambio de informacin y acuerdos acerca de acciones conjuntas sobre la base de los llamados ajustes, tales como los que se dan en la economa y la poltica. Pero tambin estas comunicaciones y formaciones de consenso se realizan slo bajo la condicin de que los otros actores del juego estratgico esperen de ellas alguna ventaja tal como, por ejemplo, en la poltica, debido a una constelacin transitoria de intereses y poder, se considera que la solucin pacfica es ms til que la violenta. As pues, dentro del marco de la racionalidad estratgica de la interaccin social, la formacin

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  • de consenso tiene, en el mejor de los casos, una importancia instrumental y accidental; nunca se aspira a ella por s misma. Por lo tanto, los socios de la interaccin, en la relacin recpro-ca, son siempre slo medios y condiciones limites de las finalida-des solitarias y de los esfuerzos de xito de los actores particula-res.

    Aqu me parece que reside el desafo propiamente dicho de esta teora estndard de la racionalidad posible de la interac-cin estratgica. En qu sentido?

    Un aspecto de la desazn que provoca esta teora de la racionalidad est indicado, por ejemplo, en la segunda versin del "imperativo categrico" kantiano que reza: "Acta de ma-nera tal que siempre utilices como fin y nunca como medio la humanidad en tu persona y en la persona de cada uno de los de-ms.'"*

    Es claro que en la teora de la interaccin estratgica no tiene cabida una tal norma incondicionada de la tica. La inte-raccin estratgica - p o r ejemplo, en la poltica o en la econo-m a - puede seguir, en tanto tal, slo imperativos hipotticos. Su presupuesto no hipottico est ya siempre dado de antemano en los fines subjetivos de los actores. Una finalidad transsubjeti-va, como la que implica el imperativo categrico de Kant, pue-de, en el mejor de los casos, ser pensada como limitacin nor-mativa del campo de accin de la interaccin estratgica. En este sentido, la mayora de las personas piensa desde luego que, por ejemplo, las normas del derecho deben, por razones en ltima instancia morales, limitar el campo de accin de la inte-raccin estratgica en el mbito econmico y, dentro de lo posible, tambin en el campo poltico. Pero la cuestin es justa-mente saber si para una tal limitacin de la racionalidad estra-tgica de la interaccin humana puede haber una fundamenta-cin racional.

    Si la racionalidad de la interaccin social debe agotarse en la racionalidad estratgica, entonces manifiestamente Kant - a

    16. 1. Kant, Grundlegung zur Metaphysik der Sitien, Edicin de la Acade-mia, tomo IV, pgs. 428 y s.

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  • diferencia de lo que l mismo pretende- no habra sostenido una tica de la razn sino un principio arracional o irracional, quizs un dogma, que slo podra ser entendido como secularizacin de la creencia cristiana segn la cual el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.

    Es obvio que una tal concepcin coincidira plenamente con la teora de la racionalizacin y desencantamiento de Max Weber. Pues, a su luz, la tica tiene que ser considerada o bien como implicacin de una fe religiosa, tal como es la tica antes del proceso de desencantamiento; o bien como una cuestin de una eleccin consciente -pero en ltima instancia irracion a l - del ltimo axioma valorativo, tal como sucediera despus del proceso de desencantamiento.

    Actualmente esta concepcin parece ser efectivamente la ideologa dominante, al menos en la sociedad industrial occi dental. Pues las formas valorativamente neutras de la racionalidad cientificista, tecnolgica y estratgica parecen ser hoy efectivamente las nicas formas de racionalidad intersubjetivamente reconocidas en el mbito de la vida pblica: en la poltica, en la economa y hasta en el campo del derecho positivo. Ellas estn al ser\'icio de intereses valorativos subjetivos o -segn la suposicin habitual- al servicio de un equilibrio, en s mismo estratgico, de diferentes intereses valorativos subjetivos (por ejemplo, los procedimientos de resolucin por mayora, que subyacen a la fundamentacin de las normas jurdicas positivas vlidas). En cambio la moral - d e manera anloga a la re l ig in-sigue siendo considerada como un asunto privado. N o pocos piensan hoy que sta es la condicin necesaria y suficiente de la posibilidad de una democracia liberal. Me he acostumbrado a llamar a esto el sistema occidental de complementariedad entre el cientificismo-pragmatismo, por una parte, y el existencialismo irracionalista, por otra.

    17. Cfr. K. O. Apel, Transfonnation der Philosophie, tomo II, Francfort del Meno 1973, pgs. 368 y ss.; del mismo autor, "Die Konflikte unserer Zeit und die Moglichkeit einer ethisch-politischen Grundorientierung" en Der Mensch in den Konfliktfeldem der Gegenwart, Colonia 1975, pgs. 43-64 , reimpreso en K. O. Apel y otros (comps.), Reader zum Funkkolleg "Praktische Philo-sophie/Ethik" I, Francfort 1980, pgs. 267-291.

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  • Pero, qu puede decirse desde un punto de vista filosfico - m s exactamente, desde la perspectiva de la teora de la ac-c i n - con respecto a la pretensin monopolista de la racionali-dad estratgica en el mbito de la interaccin social?

    Por lo pronto, habra que examinar si - e n contra de la opinin de K a n t - bajo el presupuesto del bien entendido au-tointers emprico, y consecuentemente sobre la base de la racloialidad estratgica de la teora de los juegos, no es posible una tica, digamos una tica de la negociacin y de la forma-cin de compromisos de acuerdo con los mnimos intereses vitales comunes. En la situacin en la que actualmente se en-cuentra la humanidad hasta podra suponerse que, debido a la crisis ecolgica (y /o a la amenaza de una aniquilante guerra atmica) en cierto modo le est impuesta al hombre una tica estratgicamente fundamentada, un acuerdo acerca de las con-diciones de la supervivencia. As, por ejemplo, podra pensarse que de una racionalidad estratgica que calcule a largo plazo se infiere la necesidad de llegar a un acuerdo sobre una cuota total del consumo anual de energa, que sea conciliable con una situacin de equilibrio ecolgico en el sentido de la limita-cin de la carga ambiental.

    Sin embargo, me parece que este problema nmero 1 de una macrotica en la poca de la crisis ecolgica no es solucio-nable exclusivamente sobre la base de la racionalidad estratgi-ca. Pues la situacin de equilibrio ecolgico que aqu se exige es realizable de muy variada manera. Ms exactamente: en el problema de la determinacin de la cuota de consumo energ-tico se encierra un problema de distribucin que es soluciona-ble de muy diversas formas. Y la racionalidad estratgica no podra, por s sola, lograr nunca que los pases ricos y desarro-llados se vieran impulsados a compartir los recursos del mundo con los pases pobres y subdesarrollados, de una forma tal que pudiera ser calificada de justa. La garanta de un equilibrio ecolgico no es -considerada como problema de interaccin estratgico- idntica con la garanta de un equilibrio huma-no.

    El mismo dilema se presenta con respecto a la distribucin de alimentos en vista de las ya inminentes crisis de hambre en

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  • el Tercer Mundo. Aqu me parece que el Premio Nobel de Economa Friedrich von Hayek hace valer ms bien la ratio estratgica de los pases industriales occidentales. De acuerdo con informaciones periodsticas, habra expresado la recomendacin de que, en caso de una aguda crisis de recursos, habra que dejar librados a la muerte por hambre a los pueblos del Tercer Mundo que no supieran autoayudarse. (Probablemente con esto slo ha dicho en voz alta lo que piensan muchos ciudadanos de los pases industriales ricos cuando se enfrentan con la alternativa de una eventual reduccin de sus niveles de vida.)

    En el mejor de los casos, en vista de la amenaza de una aniquilante guerra atmica, es efectivamente concedible que el autointers bien calculado de las potencias mundiales cree una situacin de equilibrio que garantice la paz y con ello tambin los mnimos intereses vitales de todos los afectados por la amenaza de la guerra atmica. Pero este aporte de la racionalidad estratgica estara impuesto - a l igual que en Thomas Hobbes la conclusin del estado de naturaleza a travs del contrato soc ia l - slo por el miedo mortal; y por ello habr de funcionar slo mientras no se altere el equilibrio del poder militar. En este sentido, es presumible que la conservacin del equilibrio del poder constituye actualmente en realidad el problema n. 1 de la razn estratgica.

    Desde luego, con la demostracin de que la racionalidad estratgica de la interaccin no proporciona ninguna tica satisfactoria no se ha presentado todava ningn argumento decisivo en contra del monopolio de esta racionalidad en el mbito de la accin social. Pues - c o m o ya se ha mencionado varias veces - podra ser que realmente la norma bsica o el valor bsico de la tica no sea fundamentable racionalmente.^^ Signifi-

    18. A ms de Max Weber, la imposibilidad de una fundamentacin ltima racional de la tica es sostenida sobre todo por los popperianos y - c o n otra fundamentacin- por los relativistas histricos y poswittgenstenianos. Con respecto a este problema, cfr. K. O. Apel "Das Problem der philosophischen Letztbegrndung im Lichte einer transzendentalen Sprachpragmatik" en B. Kanitscheider (comp.) Sprache und Erkenntnis, Festchrift fr G. Frey, Innsbruck 1976, pgs. 55-82; versin castellana: "El problema de la fundamentacin iti-

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  • cativamente, la tica kantiana de la razn legisladora en el campo de la moral ha sido criticada no slo a causa de su formalismo sino tambin debido a su deficiente fundamenta-cin ltima. Efectivamente en la Crtica de la razn prctica, Kant no solucion el problema que l mismo - e n la Fundamen-tacin de la metafsica de las costumbres haba calificado como todava no solucionado, es decir, la demostracin de la "reali-dad" de una razn legisladora autnoma y, en esta medida, de la validez del imperativo categrico.'' ' Ms bien termin recha-zando la cuestin de la fundamentacin y en su lugar remiti al "factum de la razn" como algo evidentemente dado.- Esto podra reforzar la sospecha de que la razn efectivamente - e n el sentido de Martn Lutero y de Thomas H o b b e s - es slo una facultad del clculo al servicio del autointers: justamente una facultad de la racionalidad tcnica, es decir, estratgica, valorati-vamente neutra. En cierta medida, sta podra ser la ltima palabra de la filosofa cientfica y, por otra parte, de la teologa de Occidente.

    I I I . Es posible referir la racionalidad de la comunicacin lingstica a la interaccin estratgica? U n a discusin con la teora "intencionalista" de la comunicacin

    En vista de esta situacin, en lo que sigue quisiera tomar otro punto de partida. Por lo pronto, quisiera no hacer jugar directamente el inters de la tica en contra de la racionalidad estratgica, sino el inters de la comunicacin consensual entre las personas, tal como es posibilitada por el lenguaje. De acuer-

    ma filosfica a la luz de una pragmtica transcendental del lenguaje (ensayo de una metacritica del racionalismo tico) en Dianoia, X X I (1975), pgs. 140-173.

    19. Ver I. Kant, Grundlegung znr Metaphysik der Sitten, Edicin de la Academia, tomo IV (Berlin 1968), pgs. 392, 425 , 444 y s., 447 y s., 449 y s.

    20. Ver I. Kant, Kritik der prakttschen Verriunft, Edicin de la Academia, tomo V, pgs. 46 y s. Al respecto, K. H. Ilting, "Der naturalistische Fehlschluss bei Kant" en M. Riedel (comp.), Rehabilitierung der praktischen Vemunft, Fri-burgo 1972, pgs. 113-122.

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  • do segn creo, con Habermas, quisiera por lo pronto sostener la siguiente tesis: Bajo el presupuesto de la interaccin estratgica en el sentido esbozado, no es posible comprender la funcin de la comunicacin lingstica y con ello tampoco la funcin de la interaccin comunicativamente mediada (de la "accin comunicativa" en el sentido de Habermas).

    Para aclarar el sentido de esta tesis quisiera intentar demostrar lo siguiente: En principio no es posible referir lo intencionado (Meinen) de algo, en el sentido del significado lingstico (en ingls, meaning), al intencionar en el sentido de intenciones extralingisticas, es decir, a intenciones prcticas de fines que los participantes en la comunicacin pueden realizar en el mundo, entre otros medios, tambin a travs de los del entendimiento lingstico. En esta medida, no es posible referir la comunicacin lingstica a un caso especial de la interaccin teleolgico-racional en el sentido de Max Weber, de forma tal que el poder intencionar algo, en el sentido de los significados lingsticos comunes, pudiera ser en cierto modo slo un resultado especial de una coordinacin tambin posible a nivel pre-lingstico de las acciones teleolgico-racionales de los actores. Recurriendo a la terminologa de Austin,' ' podra expresarse brevemente un aspecto especialmente problemtico de mi tesis, que se refiere al potr-intencionar en el sentido de actos lingsticos implcitos o explcitos: N o es posible referir el fin y el efecto ilocucionarios del discurso a su fin posible y efecto perlo-cucionarios. Explicitar esto ms exactamente.

    Pero para explicitar mi tesis con la debida brevedad quisiera confrontarla con la posicin contraria ideal-tpica. Me parece que en la actualidad una posicin tal no ha sido desarrollada explcitamente, pero s en sus efectos, justamente por la teora de la comunicacin pragmticamente orientada. Y lo ha sido justamente sobre la base de los presupuestos estndards de la teora de la accin, es decir, de la teora de la racionalidad que he esbozado ms arriba, partiendo de Max Weber: bajo el presupuesto de que la racionalidad de la interaccin social - t a m -

    21. Cfr. J . L . Austin, How to do Things with Words, Oxford 1962.

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  • bien en el caso en que ha sido mediada a travs de la comunicacin lingstica- tiene que tener el carcter de la racionalidad teleolgica recproca: es decir, el carcter de la reciprocidad estratgica, tal como ha sido analizada en la teora de los juegos. Efectivamente, de facto la moderna teora de la comunicacin ha inferido consecuencias an ms radicales del aqu indicado presupuesto de racionalidad: Ha intentado entender no slo (a diferencia de la concepcin de Habermas de la "accin comunicativa" a la que habr de referirme ms adelante) la coordinacin comunicativa de las acciones teleolgico-racionales en el sentido de la racionalidad estratgica medio-fin; ha intentado, adems, hacer comprensible hasta la propia comunicacin lingstica y el por ella posible intencionar de algo en el sentido del participar en el significado intersubjetivamente vlido ("atemporal"), como resultado especial de la interaccin teleo-lgico-racional. Con esto est, desde luego, necesariamente vinculada tambin la pretensin de referir la comunicacin lingstica y el significado lingstico a la comunicacin pre-lingstica y al ocasional significado de signos; pues slo as -segn parece- puede dar respuesta a la objecin de que las intenciones subjetivas de los actores tienen que presuponer ya el intencionar (Meinen) a la luz de significados vlidos.

    En el sentido a que se ha hecho referencia en ltimo lugar, Paul Grice ha tratado, por ejemplo, de mostrar - e n su llamada teora "intencionalista" del s igni f icado-" que el significado convencional de las expresiones lingsticas puede ser reducido al significado prelingstico de la utilizacin de signos referidos a una situacin. Pero esto significa, segn l, que el significado convencional de las expresiones lingsticas que entendemos como "significado atemporal", en ltima instancia, puede ser reducido a las intenciones (finalistas) precomunicativas de los actores particulares ya que, segn Grice, las originarias inten-

    22. Cfr . Paul Grice, "Meaning" en The Philos. Review, 66, pgs. 377-388; del mismo autor, "Utterer's Meaning and Intentions" en The Philos. Review, 78, pgs. 147-177. Cfr . al respecto K. O. Apel, "Intentions, Conventions, and Reference to Things" en H. Parret /J . Bouveresse (comps.), Meaning and Under-standing, Berl n/Nueva York 1981, pgs. 79-111, especialmente pgs. 93 y ss.

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  • clones de sentido consisten en el propsito de provocar una determinada reaccin en los socios de la interaccin a travs del uso prelingstico o lingstico de los signos. As pues, originariamente, el significado no sera el sentido intersubjetivamente comprensible, que slo podra constituirse locucionaria o ilocucionariamente, es decir, en el nivel del entendimiento lingstico a travs de actos lingsticos; este significado convencional podra ms bien ser reducido a intenciones de fines subjetivos de los interactores que procuran, con o sin ayuda del lenguaje - e s decir pre-lingsticamente o bien perlocucionaria-mente- influir en el mundo.

    Naturalmente estos aspectos de la teora de la accin, propios de esta posicin reduccionista de la teora del significado, quedan en parte velados por el propio Grice y por quienes adoptaron su posicin, por el hecho de que al principio no se percibi la relacin con la racionalidad de las acciones estratgicas en el sentido de la teora de los juegos. Si no me equivoco, la atractividad de la teora de Grice -pe ro tambin la no poca confusin de su discusin- est esencialmente condicionada tambin por la circunstancia de que Grice se preocup especialmente por excluir, a travs de su concepto de accin comunicativa, justamente ciertas implicaciones de la accin estratgica.

    Desde el comienzo, Grice trat de asegurar lo especial de la comunicacin humana mediante significados de signos "no naturales", a travs de la reciprocidad reflexionada de los actos de intencin, de expectativa y de entendimiento de los que intervienen en la comunicacin (el ms tarde llamado "mecanismo de Grice"). '^ Que esto, en principio, no es posible - m s exactamente, que slo el encontrarse en el significado intersubjetivo de los signos del lenguaje es lo que posibilita la separacin entre la reciprocidad estratgica y la consensual-comunicativa y con ello tambin el pensamiento vlido- me parece que es un conocimiento que puede obtenerse justamente slo a partir de la aportica de la discusin del principio de Grice.

    23. Cfr. J . Bennett, Linguistic Behaviour, Cambridge 1976, pgs. 11 y ss., 124 y ss.

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  • Por lo tanto, Grice trat de reducir la realizacin del significado de "expresiones" (prelingsticas, extralingsticas y lingsticas, y en esta medida tambin el significado "atemporal" de las expresiones lingsticas) a una intencin (Meinen) subjetiva y sta al intencionar una reaccin de los destinatarios (que va ms all de la mera comprensin y en esta medida es provocada perlocucionariamente) que, desde luego, de acuerdo con la intencin del hablante, deba basarse en el conocimiento de la intencin del hablante por parte del escucha. (Con esta condicin bsica, en el sentido de la reciprocidad reflexionada, se tena en mira - ta l como se supuso reiteradamente en la discus in - algo as como un equivalente para la consideracin del efecto ilocucionario de los actos lingsticos en el sentido de Austin.)

    La frmula de definicin decisiva en este sentido rez al comienzo en Grice (1957): "H intencion algo con x" es (aproximadamente) equivalente a H intencion que la expresin x -debido a que el auditorio reconoce su intencin- provoque un determinado efecto en el auditorio.""*

    Ms tarde, Grice precis esta frmula de la siguiente manera:

    "U intencion algo con la expresin x" es verdad si y slo si U , con respecto a un determinado auditorio A, expres x con la siguiente intencin:

    (1) A debe producir una determinada reaccin. (2) A debe pensar (comprender) que U intenciona (1). (3) A debe cumplir (1) sobre la base de su cumplimiento

    de (2).^^ Despus -especialmente despus de la publicacin de How

    to Do Things with Words de Austin ( 1 9 6 2 ) - numerosos autores criticaron el "mecanismo de Grice" del intencionar comunicativo y tambin trataron de introducir mejoras en l.

    Uno de los primeros y ms importantes intentos de este tipo fue el de Strawson (1964), quien al mismo tiempo trat

    24. P. Grice "Meaning" en loe. cit. 25. P. Grice, "Utterer's Meaning..." en loe. cit. pg. 149.

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  • de establecer la relacin entre la posicin de Grice y la distincin austiniana entre actos ilocucionarios y perlocuciona-rios.'*

    Strawson quera, por una parte, aclarar el criterio ms importante que haba indicado Austin para el acto ilocucionario - l a convencionahdad en el sentido de los enunciados performat ivos- con la ayuda de las intenciones de Grice. Por otra, con la ayuda de la distincin austiniana entre actos ilocucionarios y perlocucionarios, quera aclarar la por Grice -correc tamen te - supuesta tendencia de aseguramiento de la reciprocidad reflexionada entre intencin del hablante y comprensin de la intencin por parte del escucha. Veamos esto ms exactamente:

    Austin haba insinuado que tambin aquellos actos ilocucionarios que no son convencionales en el sentido de instituciones sociales (como, por ejemplo, bautismo, casamiento, fallo judicial etc.) pueden ser convencionales, por lo menos, en el sentido de enunciados performativamente explcitos'^ (por ejemplo: "Te advierto que..." o "Te prometo que..."). Strawson desea aclarar este punto central de la teora austiniana entendiendo tentativamente las intenciones de Grice en el sentido de los actos ilocucionarios explcitamente performativos de Austin y, al mismo tiempo, a estos ltimos como esquemas de ejecucin lingstico-convencionales, en virtud de los cuales el hablante puede hablar con autoridad acerca de sus intenciones}^

    Aqu se plantea el problema de si las condiciones indicadas en el mecanismo de Grice (ver las dos frmulas citadas) pueden asegurar la produccin de actos ilocucionarios en el sentido de Austin. Strawson niega esto, por lo pronto, recurriendo al siguiente esquema de ejemplo:

    "H, el hablante, intenciona a travs de una determinada accin provocar en A la creencia de que p. Por lo tanto satisfa-

    26. P. Strawson, "Intention and Convention in Speech Acts" en Phtlos. Review 1964. Versin alemana en Logik und Linguistik, Munich 1974, pgs. 56-82.

    27. Cfr. Austin, loe. cit. pg. 103. 28. Cfr. Strawson, loe. cit. pg. 70.

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  • ce la condicin (i,) (ver la condicin (1) de la frmula de Grice de 1969: la "reaccin" que ha de ser producida por el escucha puede ser una conviccin, un sentimiento o una accin). Arregla una "evidencia" aparentemente convincente de que p, en un lugar en donde A tiene que aprehenderla. l hace esto y sabe que A lo observa mientras trabaja pero sabe tambin que A no sabe que H sabe que A lo observa mientras trabaja. Se da cuenta que A no tomar la 'evidencia' arreglada como evidencia natural o genuina de que p, pero se da cuenta y en verdad intenciona que A tome su arreglo como razones para pensar que l, H, intenta inducir en A la creencia que p. Esto es, intenta que A reconozca su intencin (i,). As satisface la condicin (ij) (ver la condicin (2) de la frmula de Grice de 1969). Sabe que A tiene razones generales para pensar que H no desea que l. A, piense que p a menos que H sepa que es el caso que p; y por lo tanto, el reconocimiento de A de su intencin (de H) de inducir en A la creencia de que p, de hecho le parecer a A una razn suficiente para creer que p. Y H intenciona que el reconocimiento de A de su intencin (i,) funcione justamente de esta manera. As satisface la condicin (ij) (ver la condicin (3) de la frmula de Grice de 1969)."^^

    Sobre la base de este esquema de ejemplo, Strawson llega a la conclusin de que es posible satisfacer todas las condiciones formuladas por Grice y, sin embargo, no darse ningn caso de comunicacin intentada. Segn Strawson, la razn de esta falla de la intencin de comunicacin reside en que el hablante en realidad no comunica algo al escucha, que l mismo ya sabe, sino que - sobre la base de sntomas, suposiciones y conclusiones probables arregladas por l m i s m o - quiere "hacer creer" algo.

    Por lo tanto, no intenta compartir sin reserva con el destinatario el sentido de su expresin (inclusive su "fuerza ilocucio-naria" explcita) sino que se reserva para l mismo la ltima y decisiva intencin de fines (es decir, llevar al destinatario a una determinada conviccin a travs de la utilizacin instrumental

    29. Strawson, loe. cit. pgs. 65 y s.

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  • de sntomas y de presuposiciones suponibles): no le hace "saber algo" sino que trata de hacerle crecer algo.

    Pero despus de esta crtica, Strawson no abandona el enfoque de Grice y formula la siguiente propuesta para mejorarlo:

    "Parece ser una condicin mnima adicional de su tratar de hacer esto (comunicarse con A) el que no slo intente que A reconozca su intencin de lograr que A piense que p sino que tambin debera intencionar que A reconozca su intencin de lograr que A reconozca su intencin de hacer que A piense que

    Strawson agrega pues a las tres condiciones del esquema de definicin de Grice de "H intencion algo con x" una cuarta condicin: El auditorio (A) tiene no slo que cumplir la intencin 3 de H (que A deba cumplir la intencin 1 sobre la base del cumplimiento de la intencin 2) sino adems la intencin 4 de S (que A reconozca la intencin 2 de H).^'

    Manifiestamente el sentido de esta propuesta reside en el reforzamiento del mecanismo de Grice de la reciprocidad reflexionada y, en este sentido, de la transparencia de la intencin comunicativa. De esta manera quisiera Strawson realizar el aspecto de Austin; pues ste reside, segn l, "en hacer explcito el tipo de la intencin de comunicacin con la que habla el hablante, o la fuerza de su expresin"." Segn Strawson, a travs de esta transparencia (reflexiva) de la intencin de comunicacin, desde la intencin del hablante se posibilita ya una distincin aguda entre los actos ilocucionarios y perlocucionarios en el sentido de Austin. Las intenciones teleolgicas de estos ltimos o bien no deben ser reconocibles para el destinatario o no se las debe expresar abiertamente sino que hay que darlas a entender indirectamente al destinatario. (Strawson da para el primer caso el ejemplo de cuando uno desea "imponer" a alguien con su discurso; ms claros seran, segn me parece, aquellos casos en los que se intenta sugerir al contricante, me-

    30. Ibidem, pg. 66. 31. Ibidem, pg. 66. 32. Ibidem, pg. 71.

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  • diante signos, una conclusin que responde a los intereses del hablante. Para este ltimo caso Strawson da el ejemplo del "insinuar". Me parece que aqu seran an ms caractersticos aquellos casos en los que se sugiere al destinatario una conclu-sin que responde a su inters pero que no debe ser reemplaza-da por un acto de comunicaci