Apalabra #1

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Comité editorial: Martha Quiles Nayda Román Caroline Forastieri Colaboración: José Figueroa María Isabel Coss En este volumen: Editorial Por: Martha Quiles Pag.1 Siempre somos principiantes Por: María Isabel Coss Pag.2 ¿Qué esconde debajo del maquillaje?: El Joker en el diván. Por: Verónica Vélez Pag.3-4 Escuchar a partir del sujeto y la terapia culturalmente sensitiva Por: Caroline Forastieri Pag. 4-5 El lugar del psicoanálisis Por: Karla Hernández Pag. 6 Lista de textos Pag. 7 Para su interés Pag. 7 Editorial Por: Martha del Carmen Quiles Jiménez (a)palabra nace de un intento de apalabrar los quehaceres de la clínica psicoanalítica. Pero, ¿de qué se trata apalabrar? Según el Diccionario Manual de la Lengua Española Vox, estaríamos refiriéndonos a: “Llegar a un acuerdo o compromiso mediante palabras hasta el momento de hacerlo por escrito”*. Los límites de tal significado apuntan a un posible horizonte para (a)palabra, pero si me permito ser ambiciosa- quisiera apostar por mayores posibilidades. La travesía de (a)palabra promete acuerdos y (des)acuerdos que siempre contarán con el compromiso de quien entrega y presenta la palabra escrita, esperando a ser leída. En este espacio nos sometemos a la castración que es apalabrar. Y es que la palabra es elección, es representación, es emisaria- marca un límite de lo posible de decir. Recordemos que en la lógica del inconsciente hay muchos elementos que trascienden la palabra, pero no por eso dejan de atravesarla. La pretensión de la palabra en (a)palabra, es tener el destino de ser asumida, de estar comprometida con la acción. Será un escenario donde se interrogarán a través de las palabras: nuestros miedos, lo medicable, la trascendencia del padecer. Partiremos siempre del sujeto, aludiendo a lo que enmascara el sufrimiento. Por tanto, se intentará hacerle homenaje a la palabra, agradecerle por nuestra existencia como sujetos- porque desde antes de nacer, hasta luego de la muerte- existimos por y para la palabra. Por último, se trata ahora de devolverles la palabra a ustedes- para que hagan con ella según prefieran. Que comience el pacto, recordando que “toda palabra llama a una respuesta”**. *Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua Española Vox. (2007). Larousse Editorial, S.L. **Lacan, J. (1975). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En: Escritos 1. Buenos Aires: Siglo xxi editores. “la palabra es elección, es representación, es emisaria- marca un límite de lo posible de decir.” 1 Volumen 1 Abril 2012

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Primera publicación de apalabra Complemente de 1ra Tertulia psicoanalitica Abril 2012

Transcript of Apalabra #1

Page 1: Apalabra #1

Comité editorial: Martha Quiles Nayda Román Caroline Forastieri

Colaboración: José Figueroa María Isabel Coss

En este volumen:

Editorial • Por: Martha Quiles Pag.1

Siempre somos •principiantes Por: María Isabel Coss Pag.2

¿Qué esconde debajo del •maquillaje?: El Joker en el diván.

Por: Verónica Vélez Pag.3-4

Escuchar a partir del •sujeto y la terapia culturalmente sensitiva Por: Caroline Forastieri Pag. 4-5

El lugar del psicoanálisis •Por: Karla Hernández Pag. 6

Lista de textos •Pag. 7

Para su interés •Pag. 7

Editorial Por: Martha del Carmen Quiles Jiménez

(a)palabra nace de un intento de apalabrar los quehaceres de la clínica psicoanalítica. Pero, ¿de qué se trata apalabrar? Según el Diccionario Manual de la Lengua Española Vox, estaríamos refiriéndonos a: “Llegar a un acuerdo o compromiso mediante palabras hasta el momento de hacerlo por escrito”*. Los límites de tal significado apuntan a un posible horizonte para (a)palabra, pero si me permito ser ambiciosa- q u i s i e r a apostar por m a y o r e s posibilidades. La travesía de ( a ) p a l a b r a p r o m e t e acuerdos y (des)acuerdos que siempre contarán con el compromiso de quien entrega y presenta la palabra escrita, esperando a ser leída. En este espacio nos sometemos a la castración que es apalabrar. Y es que la palabra es elección, es representación, es emisaria- marca un límite de lo posible de decir. Recordemos que en la lógica del inconsciente hay muchos elementos que trascienden la palabra, pero no por eso dejan de atravesarla. La pretensión de la palabra en (a)palabra, es tener el destino de ser asumida, de estar comprometida con la acción. Será un escenario donde se interrogarán a través de las palabras: nuestros miedos,

lo medicable, la trascendencia del padecer. Partiremos siempre del sujeto, aludiendo a lo que enmascara el sufrimiento. Por tanto, se intentará hacerle

homenaje a la palabra, a g r a d e c e r l e por nuestra e x i s t e n c i a como sujetos- porque desde antes de nacer, hasta luego de la muerte- existimos por y

para la palabra. Por último, se trata ahora de devolverles la palabra a ustedes- para que hagan con ella según prefieran. Que comience el pacto, recordando que “toda palabra llama a una respuesta”**.

*Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua Española Vox. (2007). Larousse Editorial, S.L.**Lacan, J. (1975). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En: Escritos 1. Buenos Aires: Siglo xxi editores.

“la palabra es elección, es

representación, es emisaria-

marca un límite de lo posible de

decir.”

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Volumen 1 Abril 2012

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“La esperanza tiene dos hijas: el coraje y la valentía.

Coraje ante las cosas que ocurren y la valentía para cambiarlas”.

Agustín de Hippo

Como estudiante de psicología clínica, he tenido que sobrepasar muchísimos miedos producto del no-saber, de lo incierto de un proceso de psicoterapia donde hay un otro que sufre y necesita ser escuchado. En este camino de constante aprendizaje, encontré un espacio de valor incalculable, el cual nombramos supervisión clínica. Aún me pregunto: ¿Qué implica la súper-visión para una terapeuta en formación? ¿Qué pro-mueve en quien escucha? ¿Cómo sobrepasamos el miedo de principiantes? ¿Es posible dejar de ser principiante en esta profesión? Como terapeuta en formación, y más que todo como estudiante, puedo decir que las reuniones de supervisión me aterrorizaban (tal vez exagero sólo un poco). Ese salón vacío en donde te encuentras cara a cara con tu supervisora, en mi caso también era el lugar donde me encontraba con mis mayores inseguridades y temores. En su artículo titulado Acerca de la supervisión clínica, Abel Langer* dice lo siguiente:

La tarea de supervisión implicará, entonces, una “escucha ampliada”. Esta frase nos permite pensar que la escucha, “la oreja, único orificio del cuerpo que no puede cerrarse a voluntad”, dirá Lacan en el seminario del acto analítico, podrá ampliarse, en dirección a la labor analítica, desde dos vertientes: desde el propio análisis y desde una supervisión con el sesgo de la formación y del análisis del supervisor. Es decir que el supervisor, desde la transferencia que genera, funciona como polea de transmisión que empuja la formación y la labor del analista.**

La supervisión clínica es un espacio donde encuentro otra mirada para la problemática que se trabaja y sobrellevo esos miedos de principiantes. Cada caso clínico posee sus particularidades y nunca vamos a poder afirmar con certeza que conocemos por completo la situación de

nuestros pacientes. Por tanto, nuestra realidad está enmarcada en un constante aprendizaje, en múltiples aspectos de nuestra vida, no sólo en el escenario analítico. De esta forma, la experiencia determinará nuestras preguntas. Según Edna Nazario***, siempre somos principiantes. Desde mi experiencia como terapeuta en formación, siempre he aprendido cosas nuevas, he vivido nuevos retos y me he acercado a nuevos cuestionamientos sobre la vida humana. Si algo tengo claro es que a través de las preguntas se abre un camino en donde somos nosotros mismos los que establecemos el límite. Sólo espero que mi experiencia en la clínica me abra un camino hacia más preguntas que respuestas. Ciertamente, el miedo es en ocasiones indeseable y angustioso. Sin embargo, si el miedo es señal de que hay algo que todavía no conozco, espero nunca perderlo. Siempre seré principiante porque siento el deseo de saber, de entender, de preguntar y conocer aquello que está allí y no lo comprendo. En este camino empinado que es vivir como principiante, con voluntad y compromiso ético, estaré allí mano a mano con aquel que desee ser escuchado.

“si el miedo es señal de que hay algo que todavía no conozco, espero nunca perderlo”.*Abel Langer es psicoanalista, supervisor del servicio de Asistencia Primaria I y de consultorios externos del Hospital «José T. Borda». Ex-profesor titular en la Facultad de Psicología de la UBA y de la USAL.**Langer, A. (2004). Acerca de la supervisión clínica. Recuperado de: http://www.elsigma.com/hospitales/acerca-de-la-supervis ion- clinica/5052 ***Nazario, E. (2001). Apuntes sobre la clínica: Cuaderno para principiantes y otros interesados. Hato Rey: Publicaciones Puertorriqueñas.

Siempre Somos Principiantes Por: María Isabel Coss Guzmán

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Sigmund Freud, aquel que comenzó el psicoanálisis, utilizó en repetidas ocasiones su teoría para pensar el arte, la literatura o la vida de los artistas. Los conceptos construidos a principios del siglo XX, pueden todavía ser usados para pensar el arte contemporáneo. Por esto propongo entretenernos por un momento analizando al personaje del Joker de la película del 2008, The Dark Knight- actuado por el fallecido actor Heath Ledger.

“lo engañoso, en el psicoanálisis, da pistas.” Asumo que muchos han visto ya la película, pero recuerdo que en ésta, el Joker (o Guasón) es un villano que siempre está maquillado como el bufón de un comodín (carta en el juego de barajas) o como un payaso. Su “sonrisa” está permanente tallada en su rostro por cicatrices que al parecer son de cuchillo.

En el momento en la película en que lo encarcelan, no encuentran su nombre y no aparece ninguna información con sus huellas digitales o su DNA. Más aún, enseñan su rostro sin maquillaje por solo un breve momento, ocasión en donde también estaba disfrazado, aunque de policía. Así, lo oscuro de su historia, intriga.

El teniente Jim Gordon pregunta al principio: “What does he [the Joker] hide under the makeup?”*. En este escrito se le hace eco a esa pregunta, aún cuando las máscaras, los disfraces y el engaño no parecen disiparse. Pero, ¿qué más da?, en el psicoanálisis se escucha y se está pendiente a lo evidente, aunque sea engañoso, para dar cuenta de lo que se esconde entrelíneas. Así, lo engañoso, en el psicoanálisis, da pistas.

Se narran dos fragmentos de la historia de las cicatrices del personaje. El primero, a un jefe de la mafia que le había puesto precio a la cabeza del Joker. Él lo encuentra primero y antes de matarlo, mientras le tiene una cuchilla en la boca, le narra una historia. El Joker cuenta cómo su padre era un alcohólico que le daba a su madre. Así, en una ocasión el padre lo mira, le pregunta que por qué está tan serio y va hacia él con un cuchillo en mano. “Why so serious?”- es la última línea que el Joker dice antes de matar al jefe de la mafia. Más que recuerdos, parecen ser inventos. La historia parece hecha a la medida para suscitar terror en el otro, en este caso el jefe de la mafia. Esto se ve más claramente cuando un poco más tarde él narra una segunda historia sobre el origen de sus cicatrices. Esto, para intimidar a Rachel Dowes, la novia de Harvey Dent e interés amoroso de

Batman. En esta segunda historia él dice que se corta una sonrisa en su cara para su esposa- que también está mutilada. La esposa lo deja, pero ahora él ve el lado gracioso, ahora siempre sonríe.

¿Qué hay entrelíneas en estas historias? Primero, se pone en perspectiva la forma en que el Joker se usa a sí mismo, sus cicatrices, su cara, “su supuesto pasado”, para crear terror en el otro. Y él parece interesado en encontrar en la mirada de ese otro, miedo. Incluso, más tarde, usa su propia vida a cambio de que Batman rompa su única regla, no matar. Parece que busca,

más allá del terror, que los otros dejen caer sus referentes de “rectitud” o “moralidad”. Así se pone como objeto (de ira, de miedo, de odio, de risa) del otro.

¿Alguna vez han confundido un gemido y una risa? Hay ocasiones en donde uno no sabe si lo que escucha es a alguien riendo o llorando. Los contrarios se acercan en formas inesperadas y el Joker nos lo recuerda. En las dos historias, justo ahí donde cualquiera esperaría un inmenso sufrimiento, se reacciona con una mórbida sonrisa, aunque sea infligida por un cuchillo. Él lo dice, la esposa se marcha y ahora él puede ver el lado gracioso. Ahora siempre está riendo. Los fragmentos son paradojas; el lamento y el gemido se confunden y coexisten. El personaje en sí es paradójico. Vestido y maquillado como un

¿Qué esconde debajo del maquillaje?: El Joker en el diván. Por: Verónica Vélez

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payaso y con una sonrisa eterna, no puede dejar de suscitar extrañeza, miedo, sufrimiento en el otro. Además, él profesa el caos, la anarquía, el llevar al otro al punto en donde su orden y su moral se conviertan en un chiste. Esto, al mismo tiempo que muestra un inmenso orden y complejidad en las tramas (“schemes”) que elabora. Siempre hay un orden en su caos. Además, ahí cuando le infligen dolor, parece experimentar placer. Acaso, ¿cuándo sufre ríe?

En fin, el psicoanálisis permite pensar a éste personaje en la medida en que no desecha los engaños y ficciones en el camino, para pensar la verdad de un sujeto. Les da su justo valor clínico. Más aún, esta teoría nos pone en perspectiva que lo que se enseña sin reparo en el Joker tal vez se esconde en muchos. Todos engañamos, ya sea a un otro o a uno mismo, aunque a diferencia del Joker parece que no lo tenemos tan consciente. Acaso, sin un sadismo tan evidente, ¿nos parecemos a este personaje? ¿Nos usamos para ser objeto del otro? ¿Somos paradójicos? En nosotros también viven paradojas, aunque más escondidas. Podemos bien reírnos de un chiste morboso o llorar porque no aguantamos la risa. El inconsciente, tal como lo concibió Freud, da el espacio a que contrarios cohabiten y se manifiesten de formas no evidentes. Se han preguntando: ¿Por qué el Joker, cuando uno ve la película, provoca un sentimiento de extrañeza? ¿Incluso, por qué nos termina agradando el personaje?

*“What does he hide under the makeup?”, Línea dicha por Jim Gordon en los primeros 11 minutos de la película al ver una foto del Joker después de un robo de banco.

“What does he hide under the makeup?”, Línea dicha por Jim Gordon en los primeros 11 minutos de la película al ver una foto del Joker después de un robo de banco.

Se escucha hace varios años, en el campo de la salud mental, un empuje a desarrollar intervenciones y terapias psicológicas específicas a poblaciones denominadas “minoritarias” o “étnicas”. Muchos le han dedicado tiempo, esfuerzo y sobre todo, dinero, a dar cuenta de las particularidades culturales y étnicas que consideran importantes para ofrecer servicios de salud mental a estas poblaciones. Es en gran medida por este esfuerzo que surgen las denominadas terapias culturalmente sensitivas o sensibilidad cultural aplicada a la clínica.

Se pueden encontrar un sinnúmero de artículos, capítulos de libros e investigaciones dirigidas a abogar por la necesidad de crear terapias, así como aplicar a las ya existentes, elementos que las hagan “culturalmente sensitivas”. Me parece pertinente, a raíz del título de nuestra Tertulia: Psicoanálisis ¿aún?, el preguntarnos cómo pensamos el psicoanálisis en relación a todo esto. Sería importante preguntarnos, ¿una formación y un trabajo desde el psicoanálisis provee la posibilidad de ser “culturalmente sensitivo” a diversas poblaciones? Más aún, ¿cuán pertinente es utilizar esta categoría para pensar un trabajo clínico desde el psicoanálisis?

En primer lugar, es meritorio preguntarnos cómo es que se define la “sensibilidad cultural”. Se pueden encontrar múltiples definiciones dependiendo de los autores y de sus respectivos modelos de trabajo. Tomaré una de estas definiciones, provista por el diccionario de psicología producido por la Asociación Americana de Psicología (APA) como

Escuchar a partir del sujeto y la terapia culturalmente sensitivaPor: Caroline Forastieri Villamil

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base para pensarla. Se trata de una: “conciencia y apreciación de los valores, normas, y creencias características de un grupo cultural, étnico o racial particular, acompañado por una disposición a adaptarse apropiadamente al mismo”.

Con la intención de pensar las preguntas antes expuestas y teniendo esta definición como referente, paso a plantear algunas de las nociones básicas del trabajo desde la clínica psicoanalítica. Se parte de un sujeto del inconsciente, un sujeto hablante inmerso en la cultura y que posee un saber sobre su propio padecer que nadie le supera. Reconocer la inmersión y el atravesamiento de un sujeto por la cultura no es algo nuevo que se descubre a raíz del debate sobre lo culturalmente sensitivo. Esta fue una de las lecciones principales de Sigmund Freud en su texto de 1930, El malestar en la Cultura. Allí nos habló del precio que cada cual ha de pagar por ello, así como los inevitables efectos en la subjetividad y el psiquismo humano. En el mismo texto propone una definición de la cultura: “la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la de nuestros antepasados animales, y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres”.*

“Se parte de un sujeto del inconsciente, un sujeto hablante inmerso en la cultura y que posee un saber sobre su propio padecer que nadie le supera.”Que el sujeto desde el inicio entra en la cultura, ya ha sido dicho muchas veces. Sin embargo, lo que me parece como una de las aportaciones fundamentales del psicoanálisis es el reconocimiento de la existencia e importancia de una historia particular y propia de cada sujeto. Una historia que opera, estructura y afecta al sujeto que está en la cultura. En la clínica, de lo que se trata es de trabajar con lo que ha hecho ese sujeto de manera única con su historia y con aquello que le rodea.

Me parece que esta mirada complejiza el trabajo desde la clínica y nos alerta sobre el riesgo de ofrecer tratamientos e intervenciones que pierdan

de perspectiva lo que proviene del sujeto, más allá de lo que proviene de la cultura en la que está insertado. Esto sobre todo en unos tiempos donde lo que se tiene como norte en el trabajo clínico muchas veces es el insertar efectivamente al sujeto en las formas y conductas aceptadas de la cultura, ignorando y hasta eligiendo borrar su subjetividad.

Si desde el psicoanálisis, de lo que se trata no es de proveer herramientas, sugerencias y consejos, ni formas de modificar la conducta consciente para que se adapte a la cultura, podemos escuchar mejor lo que proviene del sujeto mismo. Si se asume que el sujeto es el que sabe, se trata de escuchar lo que ese sujeto del inconsciente dice de su padecer. Se trataría de partir del sujeto, no sólo de lo que le rodea, de lo que se asume se le puede ofrecer y garantizar para hacerlo sentir bien. Habría que reconocerle y restituirle una responsabilidad sobre su sufrimiento para que así pueda hacer algo con ello más allá de padecerlo.

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El lugar del PsicoanálisisPor: Karla Hernández

Una pregunta que insiste particularmente en nuestros tiempos cuando se habla del psicoanálisis, es si todavía éste tiene vigencia. Esta interrogante busca cuestionarlo y plantea la posibilidad de que se pueda prescindir de él. Es una pregunta que aunque podría ser una amenaza al psicoanálisis, puede tornarse en una reflexión sobre el lugar que ocupa el psicoanálisis en la actualidad. Partiendo de aquí, puede uno preguntarse: ¿Cuál es el lugar que ocupa, y qué le preocupa al psicoanálisis? ¿Ese lugar puede ser asumido por otro? ¿Ya el psicoanálisis no es necesario o aún es importante? Son estas algunas interrogantes que nos permiten repensar y retomar el trabajo del psicoanálisis. Comencemos esta reflexión planteando que el psicoanálisis no ocupa el lugar que tenía en la época de Sigmund Freud. A pesar de las fuertes críticas y cuestionamientos que éste enfrentó, se le tenía un gran respeto y se le otorgaba un valor importante al trabajo que hacían los psicoanalistas. Me pregunto si el hecho de que no se hable del psicoanálisis como en tiempos pasados, tiene que ver con los cambios que ha sufrido nuestra sociedad con el desarrollo cada vez mayor de tecnologías más avanzadas, los descubrimientos de la neurobiología, biotecnología, biomedicina y una mayor diversidad de medicamentos, terapias y tratamientos. Sin embargo, todavía no hay medicamento, vacuna o tratamiento, que prevenga, cure o que haya hecho desaparecer el dolor y el sufrimiento humano. Colette Soler le llama a esta época, “la cultura del malestar”, en donde todos los días un sujeto es diagnosticado con depresión, adicción, bipolaridad o algún otro tipo de trastorno psicológico o problema neurológico. Se habla de que la gente está

deprimida, loca, fuera de control, disfuncional, amargada o hiperactiva. No obstante, en el discurso científico, médico o cotidiano, no se plantea que lo que realmente le pasa al sujeto es que está sufriendo. Los médicos, psicólogos y psiquiatras despachan al sufrimiento de dos maneras: como pura queja de los sujetos o como diagnóstico. No hay espacio para que se hable del sufrimiento. Se tiene la sospecha de que eso ocurre porque en estos tiempos se apuesta a la posibilidad de medicar, de no saber o dejar a un lado el dolor y el sufrimiento que aqueja al sujeto. Podría no ser casualidad que el sujeto moderno se sienta más impotente, abatido o apesadumbrado ante su sufrimiento, y con mayor desesperación de no saber qué hacer con él. Lo que distingue al psicoanálisis es que precisamente le preocupa, más allá de un diagnóstico, el dolor y el sufrimiento que atraviesa a un sujeto. Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, se dio cuenta que en la parálisis nerviosa, junto al decir de sus pacientes histéricas, lo que se manifestaba era un profundo malestar que no podía eliminarse con medicamentos. Freud entonces, se da a la tarea de escuchar lo que se juega en el sufrimiento de sus pacientes. En su texto, El malestar en la cultura, expone que el sufrimiento no es cualquier cosa, no se reduce a un estado emocional o a algo pasajero. Al contrario, lo que se juega en el malestar del sujeto es muy complejo. En el sufrimiento palpitan heridas, contusiones, golpes, punzadas e intensidades que marcan y dejan huellas que no se pueden borrar. Se traduce en significantes que están atados a las experiencias subjetivas y a la historia particular de cada sujeto.

Freud descubre que es con la palabra que el sujeto puede hacer algo con el sufrimiento. Es por eso que el psicoanálisis viene a darle un espacio al sujeto para que apalabre su malestar, y pueda preguntarse: ¿Qué es lo me está sucediendo y cómo eso se vincula con mi historia de vida? Esto le posibilitaría al sujeto moverse del puro padecer, de los diagnósticos y medicamentos, para lograr así articular un saber sobre su sufrimiento.

*Soler, C. (2010). Un plus de melancolía. En Intervalo, Núm. 1. Foro del Campo Lacaniano de Puerto Rico. San Juan, PR.

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TEXTOS TRABAJADOS:

Desde el principio de su obra:Interpretación de los sueños (cap. 7)• Tres Ensayos de Teoría Sexual • La vida amorosa y sus degradaciones• Tótem y Tabú• Introducción al narcisismo•

Dentro de Trabajos de Metapsicología:Pulsión y destinos de pulsión• La represión• Lo Inconsciente• Conferencias introductorias al psicoanálisis • (siendo trabajadas actualmente)

TEXTOS POR TRABAJAR:

Duelo y Melancolía• Más allá del principio del placer• Lo Ominoso/ Lo Siniestro•

Luegode1920hastaelfinaldesuobra:Psicología de las masas y Análisis del Yo• El Yo y el Ello• La Negación• Inhibición, Síntoma y Angustia• El problema económico del masoquismo • Pegan a un niño• Análisis terminable e interminable•

Para su interés:Seminario clínico de la Dra. Gómez: 27 de abril • de 2012Seminario sobre la Ética del Dr. Ramos: • septiembre de 2012Coloquio XXX del Taller del Discurso Analítico • de Puerto Rico:Lo que insiste: 4 y 5 de mayo de 2012• Página del Taller del Discurso Analítico de • Puerto Rico: www.taller-discurso-analitico.org

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