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    Nueva Antropología

    ISSN: 0185-0636

    [email protected]

    Asociación Nueva Antropología A.C.

    México

    Calderón Rivera, Edith

    UNIVERSOS EMOCIONALES Y SUBJETIVIDAD

    Nueva Antropología, vol. XXVII, núm. 81, julio-diciembre, 2014, pp. 11-31

    Asociación Nueva Antropología A.C.

    Distrito Federal, México

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15936205002

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    UNIVERSOS EMOCIONALES Y SUBJETIVIDAD

    Edith Calderón Rivera*

    a Elena Azaola

    La cultura no puede existir sin ladimensión afectiva. Tal dimen-sión es una forma de nombrar lo

    que en el sentido común se conocecomo emociones, pasiones, sentimien-tos y afectos; así el amor o el odio, elmiedo o el valor, la envidia o el cariño, olos estados anímicos como el enamora-miento, la nostalgia, la melancolía, la

     Resumen: En este artículo la autora propone la dimensión afectiva como un elemento central enla cultura, ya que permite construir una ligadura entre lo psíquico, lo individual y lo social. Asi-mismo es útil para nombrar lo que en el sentido común se conoce como emociones, pasiones, sen-timientos y afectos; todos ellos forman parte de conjuntos que deben ser vistos como símbolos quedan lugar a intercambios regulados por las culturas. Es por ello que la dimensión afectiva debeser considerada un punto de partida para el abordaje de los universos emocionales y de la subje-tividad en el campo de la antropología. ¿Qué lugar ocupan los sentimientos en la vida cotidiana,íntima y social? ¿Son suficientes las descripciones de las experiencias emocionales para haceruna antropología de las emociones? ¿Será importante crear nuevas metodologías antropológicaspara el estudio de los universos emocionales? Éstas son algunas de las preguntas que se respon-den en este artículo.

     Palabras clave: cultura, subjetividad, emociones.

     Abstract: In this article the author proposes the affective dimension plays a key role in culturesince it allows for a bond between the psychic, individual and social to be built. It is also useful fornaming commonly known terms such as emotions, passions, feelings and affections; altogetherthey form groups that must be seen as symbols that lead to culture-regulated exchanges. This isthe reason why the affective dimension must be considered a starting point for approaching emo-tional universes and subjectivity in the field of anthropology. What place do feelings occupy insocial and intimate everyday life? Are the descriptions of emotional experiences enough to makean anthropology of emotions? Is it important to create new anthropological methodologies forstudying emotional universes? These are some of the questions that are answered in this article.

     Keywords: culture, subjectivity, emotions.

    *Profesora del doctorado en Antropología

    Social del Centro de Investigaciones de Estu-dios Superiores en Antropología Social; profeso-ra visitante del Departamento de Antropologíade la Universidad Autónoma Metropolitana-Iz-tapalapa. Línea principal de investigación: An-tropología de las emociones y subjetividad. Esteartículo es resultado de la investigación sobre Antropología y afectividad que, con apoyo delConacyt inicié en el CIESAS y actualmente conti-núo en la UAM-I. Quiero agradecer a los dictami-nadores anónimos las observaciones queenriquecieron este trabajo.

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    felicidad o la solidaridad —por men-cionar algunos— forman parte de taldimensión. Todos ellos son experimen-

    tados, compartidos, descritos, expresa-dos y comprendidos porque sonconstitutivos de todas las culturas. Enese sentido forman parte de una es-tructura mayor, cuyos elementos cons-tituyen conjuntos que deben ser vistoscomo símbolos que dan lugar a inter-cambios regulados por las culturas. Lafinalidad del presente trabajo es pro-poner a la dimensión afectiva como unpunto de partida para el abordaje delos universos emocionales y de la subje-tividad. Propongo que el concepto deuniversos emocionales incluye tanto losimbolizado como lo no simbolizado.

    Las preguntas que guían el textopueden formularse de la siguiente ma-nera: ¿qué lugar ocupan los sentimien-tos en la vida cotidiana, íntima y

    social? ¿Son suficientes las descripcio-nes de las experiencias emocionalesobservadas para hacer una antropolo-gía de las emociones? ¿Qué compartenlas diversas teorías de las emociones?¿Qué es la dimensión afectiva? ¿Seráimportante crear nuevas metodologíasantropológicas para el estudio de losuniversos emocionales y de la subjeti- vidad?

    En este texto deseo mostrar quetanto los análisis que desde el senti-do común se hacen sobre las emocionescomo los registros de lo afectivo de mu-chas de las etnografías de la antropolo-gía clásica, se concentran en el nivelfenoménico, donde se describen las ex-periencias. También presentaré loshallazgos de la revisión de algunos es-tudios que se han realizado sobre las

    emociones, la finalidad es señalar queen ellos —aunque no existe un consen-so respecto de la manera en la que se

    concibe lo emocional— encontramosdescripciones de diversas formas conlas que funcionan los universos emo-cionales. Posteriormente resumiré bre- vemente mi propuesta sobre lo que hedenominado “dimensión afectiva”. Enella propongo una manera para abor-dar lo emocional, pasional, afectivo ysentimental —es decir los universosemocionales— desde un punto de vistaantropológico. Propongo contemplar,además del dominio fenoménico de laexperiencia, ya identificado por los es-tudios anteriores, un dominio estruc-tural que permite ver la subjetividadcomo un espacio privilegiado para elentendimiento de la afectividad. Fi-nalmente, deseo presentar algunas re-flexiones metodológicas que considero

    pertinentes para el estudio de la dimen-sión afectiva. A manera de conclusiónpropongo que subjetividad, pensa-miento y dimensión afectiva se enmar-can dentro de procesos que se hacen ymodifican a lo largo de la vida social eindividual. La interacción que existeentre el psiquismo, el sujeto y la so-ciedad no sólo permite asomarnos a lasexperiencias emocionales sino que

    abre una posible explicación de su ori-gen, su desarrollo y transformación.

    LA DESCRIPCIÓN DE LASEXPERIENCIAS EMOCIONALES

     En la vida cotidiana y pública todospodemos decir algo acerca de las emo-ciones, o acerca de la afectividad. Lasemociones hacen parte importante de

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    nuestro entorno global, cultural, social,familiar e individual, podemos ver queocupan un lugar fundamental en la

    conformación y mantenimiento del or-den social, pero también en su trans-formación.

    Un suceso, aparentemente trivial,que nos deja ver la importancia de lasemociones se dio a conocer en los me-dios masivos de comunicación de Mé-xico en agosto de 2011, la nota fuedifundida por la televisión abierta y sele denominó como el caso de las Ladiesde Polanco. Consistió en un enfren-tamiento verbal violento entre unasmujeres y varios policías que las con-minaban al orden. Los policías al inten-tar hacer que se respetaran las normasciudadanas, que impiden a los sujetosmanejar vehículos en estado de ebrie-dad, fueron víctimas de actos violentos,ofensivos, discriminatorios y de humi-

    llación; un ciudadano grabó con su te-léfono celular el momento en el queuna de las mujeres expresaba, entreinsultos y agresiones la palabra asala-riado, esta grabación fue trasmitidapor las televisoras, en ella se podía vercómo los policías fueron sometidospor dos mujeres ebrias llamadas a par-tir de ese evento las Ladies de Polanco;el suceso propició expresiones de enojo e

    indignación social en contra de lastransgresoras y agresoras, así comomuestras de solidaridad y apoyo hacialos policías (a pesar de que una de ellashabía sido reina de belleza en Puebla).

    Sin duda otro ejemplo claro de lasconsecuencias sociales de lo emocionales la indignación y el dolor suscitadopor la muerte violenta del hijo del poe-ta Javier Sicilia en México. El duelo del

    poeta desencadenó una movilizaciónnacional, denominada Marcha del Si-lencio, también conocida como Marcha

     por la Paz ante la llamada guerra con-tra la delincuencia organizada, que elpresidente Felipe Calderón promovióen México y que cobró miles de vidasinocentes. Este movimiento cruzó lafrontera nacional y llegó a EstadosUnidos por medio de una caravana enla que familiares de otras víctimas sesumaron y —paradójicamente en sumarcha del silencio— narraron susdesgarradoras experiencias de pérdi-da, de tristeza, de impotencia; todosesos sentimientos conjugados incita-ron a la movilización social que deman-dó el esclarecimiento de los asesinatosy la paz.

    Las emociones, vistas como lengua- je, comunican y trascienden fronterasterritoriales, se globalizan (Nieto y

    Calderón, 2009). Los medios de comu-nicación y su virtualidad nos permitencompartir, contagiar, adherirnos o re-chazar, aprobar o reprobar emociones.En el ámbito internacional, un sucesocomo el rescate de 33 mineros en Chile,en febrero de 2010, llenó de alegría, re-gocijo y esperanza al mundo.1 Muchosfuimos testigos y compartimos la fe-licidad de las familias de los mineros

    cuando recuperaban uno por uno susmiembros. Chile y la figura de su pre-sidencia fueron admirados en ese mo-mento, aunque un año después unamanifestación de protesta social —en

    1 En México se vivió con particular interésporque una tragedia similar ocurrida en febrerode 2006, en la mina de Pasta de Conchos enCoahuila, tuvo un desenlace trágico: la muertede 65 mineros.

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    William (en abril de 2011) contagia deromanticismo, mantiene la expecta-ción y, momentáneamente, cohesiona a

    un amplio sector en el mundo gracias alos medios de comunicación que ponende manera global una agenda emocio-nal que toca de manera local a las fa-milias, realizando imaginariamente sudeseo de ser nobles y de cumplir la uto-pía al resolver la desigualdad social.

    Con estos casos he querido ejemplifi-car la existencia de varios tipos de uni- versos simbólicos emocionales que secomunican, intercambian, circulan yque tienen inscritos valores que pue-den ser compartidos socialmente. Lasemociones que hemos visto están portodas partes, son representaciones so-ciales, son expresiones públicas que sedifunden como datos por los mediosmasivos de comunicación que las usany muchas veces abusan de ellas. Las

    emociones se contagian, se trasmiten,se repelen; todos podemos describirlas,reflexionar respecto de ellas e inclusoelaborar análisis que están impregna-dos de una ética y moral particular, denuestros propios universos emociona-les y nuestra subjetividad. Esto se pue-de hacer porque gracias a los mediosposeen el carácter de no ser privadas ynos pertenecen a todos, son parte de

    los imaginarios sociales y de las es-tructuras de poder. Todas forman par-te del orden social que compartimos ode otros órdenes culturales que pode-mos entender.

    Esta forma de tratar e interpretarlo emocional no es exclusiva de nues-tra época; se encuentra en un estilo dereflexión, elaborado a lo largo de la his-toria por diversos pensadores, que ha

    la que los jóvenes fueron protagonistasimportantes— permitió que en el mun-do se reprobaran algunas de las prác-

    ticas y políticas del gobierno en losámbitos laborales y educativos.En los terrenos de lo político, lo ético

    y lo moral, las emociones tampoco sonajenas. Lo que a unos les causa alegríay lo ven como un triunfo, a otros les pro- voca dolor y lo perciben como derrota oamenaza; la noticia de la muerte deOsama Bin Laden —y de su familia—en Pakistán (en mayo de 2011) fue por-tadora de felicidad para el puebloestadounidense, pero el mismo eventoque enorgullece al presidente de Esta-dos Unidos, Barack Obama, quien reci-be el apoyo de múltiples mandatarios ysus respectivos países, es causa de des-dicha, rencor y coraje para una partedel mundo musulmán y para el grupo Al Qaeda, que amenazó mediante co-

    municados que la sangre preciosa desu líder no será derramada en vano, yanunció que la felicidad de los EstadosUnidos terminará en tristeza. Por suparte al ser entrevistado sobre el suce-so, el Dalai Lama se dijo entristecidopor la muerte de Osama Bin Laden.

    También por medio de la televisiónse difunden rituales de amor; millonesde personas en el mundo compartieron

    la posibilidad del cumplimiento de unailusión, de un sueño común: un deseode muchas niñas y mujeres que formaparte del imaginario amoroso occiden-tal. Los medios masivos de comunica-ción permitieron que ellas presenciarancómo un príncipe azul busca el amoren una mujer común mediante un lazode alianza, es decir de parentesco. Laboda real de Catherine con el príncipe

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    tenido como finalidad expresar, seña-lar o bien formular, entre otras cosas,las reglas de comportamiento, que los

    sujetos y los grupos en sus respectivassociedades deben seguir (Platón, 1973;Tomás de Aquino, 2004; Hobbes, 1987).Por ejemplo para Aristóteles (1992),disposiciones como la benignidad soncorrectas o moralmente apropiadaspara alcanzar la virtud. El respeto porla ley, para Kant (1980), es otro ejem-plo. También lo que sentimos y cómo lohacemos ha servido como argumentoen trabajos tan importantes como la Fenomenología de la percepción deMerleau-Ponty cuyo concepto centrales el de cuerpo-sujeto; para él percibiry sentir están íntimamente ligados;sentir es comunicación vital, pero unaemoción nunca tendrá el mismo sen-tido para dos sujetos, por ejemplo, per-cibimos el odio y la ira del otro por su

    comportamiento pero sus emociones,para nosotros, nunca tendrán el mis-mo significado (1985: 73 y 367).2 Aun-que rebasa con mucho los límites delpresente texto, no podemos dejar deseñalar que el amor ha sido una de lasemociones más analizadas a lo largode la historia. Durante la segunda mi-tad del siglo pasado, un teórico socialtan importante como Luhman conside-

    ró que el amor no es en sí mismo unsentimiento, lo vislumbra como un me-dio de comunicación que permite com-prender las relaciones entre los mediosde comunicación y las estructuras dela sociedad (1985: 22). Por otra parte,

    2 Para una intensa reflexión autoetnográfi-ca sobre la dificultad de sentir o caminar con los zapatos del otro puede verse en Rosaldo (1991).

    desde la filosofía, Singer señala que elamor no es un mero sentimiento, es unaspecto de la imaginación, una reali-

    dad, una verdad verificable y una aspi-ración significativa (1992b: 32 y 536),es una actitud o un estado mental quetodo lo permea (1992c: 12). Él propo-ne que amor es sobre todo una manerade evaluar e incluye dos conceptospara hacerlo: la apreciación y el otorga-miento. La reciprocidad del amor tienelugar cuando cada uno de los partici-pantes recibe y le otorga a otro un va-lor (1992a: 21). El amor es un continuodar y recibir (1992c: 459).

    Entonces, sí la reflexión sobre loemocional ha estado presente desde lafilosofía clásica hasta la actualidad, yse ha enfocado en el nivel público, rela-cional y fenoménico de estas experien-cias, la pregunta que podemos haceres:¿será suficiente esta reflexión para

    entender su importancia desde discipli-nas sociales como la antropología o lasociología? y, más aún, ¿por qué resultaparticularmente complejo abordar loafectivo si queremos verlo desde el nivelsubjetivo? Parto del supuesto de que lasola descripción de las emociones y delas experiencias no basta para enten-der la subjetividad de la que están im-pregnadas. Resulta indispensable ver

    al sujeto para entender con mayor pro-fundidad lo social (Calderón, 2012).

    LO FENOMÉNICO EN LOS ANÁLISIS ANTROPOLÓGICOS SOBRE LASEMOCIONES

    El universo de la afectividad desbordalos intentos de su análisis. Hasta aho-ra las referencias que tenemos de la

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    antropología clásica develan un tratoimplícito de lo emocional que hastahace veinte años no era un tema sus-

    tantivo de estudio. Un ejemplo claro esel posicionamiento de Lévi-Strauss,quien ve a la vida afectiva como poste-rior y subordinada al intelecto y alpensamiento (1983: 615). Otros antro-pólogos daban por supuesto que elcontrol de la vida afectiva, en cierta for-ma, tenía que ver con el control de losinstintos, lo cual mostraba un avanceevolutivo de nosotros respecto a nues-tros antepasados. En otras palabras, yno sólo para muchos antropólogos, sinopara importantes pensadores en lasciencias sociales, éramos consideradoscivilizados debido a que también había-mos evolucionado en el ámbito emo-cional respecto a los primitivos (Elias,1994; Morgan, 1971; Frazer, 1992). Dehecho en gran parte de la literatura

    antropológica clásica se mencionan laspasiones, los sentimientos, las emocio-nes o los afectos, pero no se analizan apesar de que, se encuentran en los tes-timonios de los informantes y son aso-ciados con los eventos tanto ritualescomo ordinarios como en los casos de labrujería para Evans-Pritchard (1976),o de la personalidad para Mead (1990). Así, las prácticas sociales y las accio-

    nes de los individuos que son guiadaspor la ternura o la venganza son pocotomadas en cuenta, a pesar de con-formar la materia prima con la que seanalizan la personalidad y la brujería,dos temas principales en los análisisde estos antropólogos. En sus mono-grafías se puede ver que lo emocionalse encuentra presente de forma implí-cita en las conductas y prácticas socia-

    les, y es un aspecto de la vida que estáregulado y normado culturalmente.Es decir, los sentimientos forman par-

    te de los universos de representaciones,de los imaginarios sociales, de los proce-sos de construcción de identidad o de ladiferencia y de las experiencias cotidia-nas de los grupos. No obstante, en nin-gún texto o monografía clásica aparecelo emocional como un tema central.

    Considero que el papel periféricoasignado a lo emotivo en la teoría an-tropológica clásica es el reflejo del lu-gar que tenía para los propios autoresesta dimensión. He corroborado quecuando el antropólogo se tropieza conla afectividad de los otros, inevitable-mente construye un diálogo y hacecomparaciones que subrayan las dife-rencias sobre las semejanzas. En talcomparación aparece una dimensiónético-moral que califica la expresión de

    la emotividad y las consecuencias deello. El trato que se da a lo emocionaldepende del contexto y la cultura de laque provienen los analistas, y no delos que viven sus sujetos de estudio.Eso explica que los juicios y valoresque se plasman en las etnografías seanguiados por la moral y los interesesemocionales de los antropólogos. A loscientíficos sociales se nos dificulta

    atender lo emocional en los sujetos deforma particular. Como veremos másadelante, esto sucede fundamental-mente porque no existe un consenso, nosólo del lugar donde se encuentran y seexpresan las emociones, sino del tipo defenómenos mentales, psíquicos, instin-tivos, corporales o biológicos que son.

    Por otra parte, la antropología con-temporánea ha mantenido el interés

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    por este antiguo tópico y por legitimarun campo de estudio sobre las emocio-nes. Michelle Rosaldo (1980 y 1984) es

    una de las pioneras y promotoras másimportantes del análisis etnológico delo emocional; propone trabajar desdelas emociones que implican componen-tes culturales conscientemente cons-truidos, es decir públicos, por ejemplo,cazar cabezas humanas para los ilon- gots les proporciona una especie dedistinción que resulta difícil de enten-der para los occidentales, pues no tienenada que ver con el gusto por la violen-cia, sino que está relacionado con unaemoción llamada liget, una especie deira que surge de la envidia que provocael éxito ajeno. Experimentar liget es valorado como algo positivo, dado queestá asociado a los rituales de cacería yde pubertad.

    Esta conclusión no parece muy di-

    ferente de la que nos devela la lecturadel texto de Evans-Pritchard, el traba- jo sobre la brujería es un ejemplo quehe ubicado de cómo las emociones hansido tratadas como implícitas en la teo-ría antropológica clásica (Calderón,2012). Para el autor los actos de bru- jería son resultado de la envidia, delodio, los celos o la avaricia que alguiensiente por la víctima embrujada.

    Evans-Pritchard nos muestra a lo lar-go de su obra cómo el control de la envi-dia constituye un organizador de la vida social e impide el conflicto, man-tiene la armonía de tal forma que losazande piensan en el odio, la envidia yla avaricia en términos de brujería,como algo que está en el inconsciente,que no se desata de forma intencionalpor los sujetos, pero es negativa y debe

    ser resuelta por medio de la venganzaque es positiva.

    Sin duda, aportes relevantes que

    permiten ver el manejo de lo afectivoen diferentes culturas se los debemos alo que se ha dado en llamar antropolo-gía de las emociones. Dignos de men-cionar son los que provienen delpensamiento feminista y de la teoríade género; estos trabajos fueron losprimeros en identificar la importanciade lo afectivo en los estudios sociales yla asociación, muchas veces estigmati-zada, de las mujeres con las emociones,entre ellos los de M. Rosaldo (1980 y,1984), Abu-Lughod (1986 y 1990), Lutzy Abu-Lughod (1990), Héritier (1996 y2002), Mageo (1996a; 1996b; 1996c).También actualmente se observa unapreocupación por dar cuenta etnográ-fica, etnológica e incluso etnohistóricade lo emocional, los trabajos de Middle-

    ton (1989), Desjarlais (1992), Bourdieu(2002), Green (1994); Whitehouse(1996); Davies y Spencer (2010), Na- vokov (1997), Rutherford (1998) sonalgunos ejemplos. Cabe hacer notar quelos análisis anteriores, entre muchosotros, se proponen dar cuenta de la expe-riencia y el funcionamiento emocional.

    Considero que tanto los antropólo-gos clásicos como los contemporáneos

    comparten una carencia que les impi-de explicar los procesos constitutivosde lo emocional en la escala del sujeto.Desde mi punto de vista, dar cuenta deeste proceso constitutivo no sólo per-mite entender la gran diversidad feno-ménica (social, pública), sino que abrela posibilidad de preguntarnos si losmétodos que utilizamos son adecuadospara registrar lo emocional en otro nivel:

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    el de la subjetividad. Es importantereconocer, como veremos a continua-ción, que ha existido una disyuntiva

    cuando se intenta abordar las emocio-nes no sólo desde la disciplina antropo-lógica, sino desde diversos puntos de vista. Tal dificultad ha conducido haciados ámbitos de análisis: el primero haimplicado ubicar a las emociones comoproblemáticas que se encuentran en elindividuo, en su interior, en su fisiolo-gía, biología y subjetividad; el segundoha implicado incluirlas como parte delanálisis social, han sido asociadas a laobjetividad, a los procesos culturales ypúblicos. Considero que para abordarla dimensión afectiva como un objeto deestudio antropológico debemos disol- ver esa dicotomía y contemplar ambosdominios para identificar el problemaen su totalidad.

    DISTINTAS MIRADAS SOBRELAS EMOCIONES

    Los planteamientos de Aristóteles yJames han sido ejes de muchos análi-sis. La concepción aristotélica ha vistoa las emociones con un significado,como manifestaciones o signos de si-tuaciones objetivas. Por su parte, laconcepción que desciende de la teoría

     jamesiana propone a las emocionescomo carentes de significado porqueestán dentro del ámbito de lo fisiológi-co; en otras palabras, las emociones sonproducto de lo corporal y de lo subjetivo(Calhoun y Solomon, 1989: 9; Abbag-nano, 1987: 394). La intención de mipropuesta es crear un puente y de for-ma explícita disolver la dicotomía quelas considera como objetivas, cognosci-

    tivas, racionales y públicas, o bien lasconcibe como subjetivas, fisiológicas,pasivas e irracionales.

     A manera de ejemplo, desde unaperspectiva de psicología filosófica sedistinguen cinco enfoques de la teoríade la emoción: el de la sensación, el fi-siológico, el conductual, el evaluativo yel cognoscitivo. En estos enfoques, másque una definición diferente de la emo-ción encontraremos el énfasis en uncomponente diferente de ella (Calhouny Solomon, 1989:14). Las teorías de lasensación y las fisiológicas coincidenen que una emoción es algo que senti-mos dentro de nosotros, que impide una visión objetiva y propicia comporta-mientos irracionales. La emoción sirvepoco para el análisis. El objetivo desdeambas perspectivas es detallar los orí-genes causales, tanto fisiológicos comopsicológicos, de las emociones y los

    efectos de ellas sobre la conducta y lacognición. Estos enfoques parten de ladicotomía mente-cuerpo que ha acom-pañado al pensamiento occidental. Así,lo que para los estudiosos de la teoríade la sensación son emociones, paralos de la teoría fisiológica no lo son. Porejemplo, para William James si es cor-poral tiene que ver con la emoción, en-tonces el dolor lo es; en cambio, para

    David Hume el dolor no es una emo-ción porque tiene que ver con el cuerpoy no con las sensaciones psicológicas omentales.

    La tercera teoría es la conductual,para esta corriente lo decisivo es lo quese muestra públicamente, la conductaobservable es la base para analizaruna emoción y no la experiencia priva-da. Podríamos concluir que, para los

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    conductistas, las emociones son causaso patrones de conducta, son observablesy públicas. La cuarta teoría es la eva-

    luativa; en ella se postula que las emo-ciones son evaluaciones, las emocionesson una forma racional y consciente deestar en el mundo. Sin embargo, elsentido en que las emociones son eva-luaciones depende de la teoría evaluati- va que se use. Por ejemplo, para Sartrey Solomon “las emociones son o se pa-recen a juicios de valor o creencias noexpresados” (ibidem: 23). Por otro lado,para Hutcheson y Scheler las emocio-nes son percepciones de valor análogasa las sensoriales. A su vez, para Humey Brentano son sensaciones o actitudessobre las cuales formulamos nuestrascreencias de valor. Por último, las teo-rías cognoscitivas consideran que lasemociones son actos cognitivos y pro-ponen que es posible hacer un análisis

    racional de ellas: centran su atenciónen la conexión entre las emociones ylas creencias sobre el mundo, los suje-tos y su entorno, de tal manera que sicambian las creencias cambian las emo-ciones. Así, aunque las emociones pue-dan ser irracionales o inapropiadaspara los sujetos que las experimentanen un momento determinado, sólo loson porque los sujetos tienen creencias

    erróneas e injustificables que están su- jetas a cambio. Como se puede apreciar,algunas de las teorías mencionadasantes se pueden clasificar como cogni-tivas; por ejemplo, casi todas las teo-rías evaluativas son cognoscitivas(Calhoun y Solomon, 1989: 14-30).

    Considero que los estudios sobrelas emociones nos permiten concluirque las diferencias nos remiten no sólo

    a la falta de acuerdos sobre el tipo defenómenos mentales que son las emo-ciones, sino que son un claro ejemplo

    de que ha existido una disyuntiva en-tre ubicarlas como competencia de lasciencias que estudian al sujeto, lo fisio-lógico, lo privado y las que estudian lasexpresiones sociales y públicas.

    Por otra parte, Lutz y White en unarevisión exhaustiva, dan cuenta de losestudios sobre las emociones realiza-dos desde la segunda mitad de la déca-da de los setenta hasta los primerosaños de la década de los ochenta. Casidoscientas referencias son citadas enlas que se incluyen trabajos, funda-mentalmente en inglés, de psicólogosinterculturales y antropólogos. Los au-tores consideran que las diversas posi-ciones son el resultado del pensamientodicotómico moderno. Señalan que, des-de su punto de vista, el paradigma ma-

    terialista ha sido dominante en elestudio de la emoción en las cienciassociales (Lutz y White, 1986: 406-7).

    Lutz y White identificaron cuatrograndes posiciones o clasificaciones delos estudios sobre las emociones, la uni- versalista, la relativista, la racionalis-ta y la romántica, en ellas también sediscute el cómo y dónde ubicar lo emo-cional. Los universalistas señalan que

    las emociones son una habilidad que es-tán en todos los seres humanos, pue-den ser clasificadas como panhumanasy epifenoménicas. Para los relativistas,la emoción está asociada al problemade la traducción y de juicios validadossocialmente, aunque existen algunosaspectos universales de la emoción.Tanto los relativistas como los univer-salistas coinciden en que potencialmen-

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    te los humanos pueden experimentar vidas emocionales similares, y lo queun observador externo ve como dife-

    rente está en la superficie (ibidem,1986: 408). Para los universalistas lasemociones son universales, para losrelativistas son universales pero intra-ducibles; para los románticos son unaforma positiva de la naturaleza huma-na y llenan de significado la vida; paralos racionalistas son racionales, mora-les y valorativas. Existen varias discu-siones, una de ellas se presenta entrela postura que entiende a las emocio-nes como culturalmente construidasfrente aquella que las ve como univer-sales. Otra discusión se ha dado entrela propuesta que sostiene que una emo-ción organiza la sociedad entera contrala que argumenta que el sistema socialgenera numerosas emociones entresus miembros (ibidem: 418-420). En la

    antropología, el énfasis se ha puesto encómo la gente construye el sentido delos eventos vitales: para Lutz y Whitelo que necesita ser explorado son lasformas particulares en que el significa-do cultural y la estructura social se re-lacionan con esas caracterizacionesgenerales (ibidem: 428).

    En síntesis, las diversas teorías re- visadas tanto por Calhoun y Solomon

    como por Lutz y White sirven paramostrar que los distintos enfoques for-man parte de un universo en el que seha intentado dar cuenta del funciona-miento emocional desde los distintoscontextos en que fueron creadas. Hequerido hacer notar que las teorías so-bre las emociones implican dos ámbi-tos de análisis: el individual y el social.Esto se puede apreciar si ubicamos las

    teorías de la sensación, las fisiológicasy las relativistas como ejemplos que enprincipio competerían o se ubicarían

    dentro del ámbito individual. Estos en-foques se refieren a la forma en que lagente experimenta las emociones. Porsu parte, las teorías cognoscitivas, con-ductuales, evaluativas, racionalistas yrománticas pueden clasificarse dentrode las que centran su atención en elámbito social. Las teorías en su con- junto develan la necesidad de visibili-zar las relaciones existentes entre losocial e individual.

    Podemos estimar que el estudio delas emociones no es reciente y que hasido un objeto de interés de diversasperspectivas disciplinarias; sin embar-go, considero que no se han agotadosus posibilidades de abordaje. Los au-tores se han interesado en la valiosatarea de describir el funcionamiento

    en las distintas culturas, nos dotan delas reglas y de redes de conceptos quesirven para entender parte de la dimen-sión afectiva. Los estudios me permi-tieron constatar que lo emocionalfenoménico ha sido lo más estudiado yha permitido identificar la dificultadque todos hemos tenido para reconocerun dominio estructural que he deno-minado “la pieza clave”, la cual permi-

    te ver algo constitutivo que fundamentael nivel de la experiencia emocional yestá relacionada con la subjetividad(Calderón, 2012: 199-222).

    LA DIMENSIÓN AFECTIVA 

    En la vida cotidiana todos entendemosa qué hacemos alusión cuando habla-mos de lo afectivo; no obstante, los pro-

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    blemas inician cuando intentamosencontrar una definición precisa o úni-ca de los términos emoción, pasión,

    sentimiento y afecto, con los que co-múnmente describimos los estadosanímicos propios y ajenos, individualesy colectivos, privados y públicos. Con elfin de ejemplificar este problema, po-dríamos escoger al castellano como unespacio donde se han construido loscampos semánticos de estos términos.El término emoción es definido comoalteración del ánimo intensa y pasaje-ra, agradable o penosa, que va acom-pañada de cierta conmoción somática.La palabra pasión significa “acción depadecer”, también es vista como estadopasivo en el sujeto, como lo contrario ala acción o bien como perturbación oafecto desordenado del ánimo. El voca-blo sentimiento originalmente signifi-có “oír”, pero más tarde incluyó otras

    percepciones como la táctil y la gusta-tiva. Es definido también como un es-tado afectivo del ánimo producido porcausas que lo impresionan vivamente.Finalmente, afecto tiene que ver concada una de las pasiones del ánimo,como la ira, el odio, y especialmente elamor o el cariño (RAE, 2001).

    Un ejemplo de la imposibilidad dellegar a acuerdos respecto de las con-

    cepciones es la definición de pasión.Para el Descartes de 1649 (2000) laspasiones del alma eran definidas comotodas las especies de percepciones oconocimientos que se encuentran enlos seres humanos. En la actualidad esdiferente la manera en que enten-demos las pasiones, y para muchos denosotros son una forma de emoción quedomina la personalidad y arrolla los

    obstáculos morales y sociales (Abbag-nano, 1987).

    Las emociones cambian de nombre

    en el tiempo y ello permite percatarnosque ha habido emociones que descono-cemos; un ejemplo es el areté. Desdeantes de Platón existió el vocablo areté,por su importancia se intentó traducirde distintas maneras, quienes lo hicie-ron se dieron cuenta de que estabacompuesto por diversos sentimientos,lo acompañaban la virtud, el honor, la virilidad, la autoestima y la dignidad.No obstante todos estos términos jun-tos no describían con fidelidad el com-plejo de significados de areté, que eraen su sentido más profundo, aquella con-dición del alma de un hombre sin lacual la vida no valía la pena. Años mástarde el término se transformó y fuerelacionado también con la valentíadel guerrero (Singer, 1992a: 31).

    Estos ejemplos permiten ver quelas definiciones de las emociones noson universales y que varían depen-diendo de cada época y cultura. Sinembargo, las definiciones son útiles,nos proveen de materia para concluirque los significados son semejantes ocomparten algo, aun cuando los térmi-nos (significantes) con que se denomi-nan no son los mismos. Esto muestra

    que tanto los elementos como los signi-ficados de los universos simbólicosemocionales que hacen parte de lo quehe denominado dimensión afectiva setransforman en el curso de la historia.Ello depende de las normas de cadacultura.

    Lo importante para mi propuestano ha sido construir definiciones úni-cas y precisas respecto de estos térmi-

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    nos, a pesar de que históricamentediversas disciplinas y reconocidos au-tores lo han intentado, no se ha podido

    esclarecer los tipos de fenómenos so-ciales o biológicos que conforman lasemociones.3

    DOMINIOS ESTRUCTURAL YFENOMÉNICO

    En este momento podemos ver que lasemociones se encuentran entre lo bio-lógico y lo social de los hombres. Estees el punto que explica la pertinenciade incluir en mi trabajo parte del cono-cimiento psicoanalítico-antropológicode Freud y del antropológico-psicoana-lítico de Lévi-Strauss, quienes se inte-resaron por esta intersección y me hanpermitido crear una propuesta.

    La teoría psicoanalítica me sirviópara pensar en una analogía entre el

    modelo del aparato psíquico (propues-to por Freud) y la dimensión afectiva;también para señalar que la dimen-sión afectiva constituye un punto deenlace entre el psiquismo, el individuoy la sociedad a partir del intercambioafectivo significativo (Calderón, 2012:

    3 Aunque en este texto no abordaré los apor-tes de las neurociencias, es necesario reconocerel extraordinario avance que ellas han logrado

    durante la última década, guiadas por la necesi-dad de explicar el funcionamiento cerebral, loque ha permitido identificar la importancia delas emociones en los procesos de razonamiento,cognitivos, evaluativos, y de memoria. Sin em-bargo, al mismo tiempo también existe el riesgode que con su auge se reactualicen las viejasperspectivas reduccionistas de lo emocional ahorizontes biológicos, organicistas y somáticosque ya parecían superados. Véase una sugeren-te aproximación entre antropología simbólica yneurociencias en Castaingts (2011).

    223-246). Es indispensable recordarque la dimensión afectiva posee dosdominios: uno estructural y otro fun-

    cional, en cuya intersección se cons-tituye un campo social análogo alparentesco. Parto del supuesto de queel parentesco y la dimensión afectivason estructuras universales. Al enfren-tarnos a los problemas de definir lostérminos afecto, sentimiento, emocióny pasión podemos ver que a largo de lahistoria los campos semánticos hansufrido procesos de transformación ypermutación (Calderón, 2012: 167-180).Pero también vemos que la dimensiónafectiva, como estructura elemental,atraviesa la cultura en la que se in-tercambian símbolos. Como otroscomponentes culturales, una de las pro-piedades fundamentales de ella es lade la comunicación; el dominio estruc-tural es homólogo a la lengua, y el do-

    minio funcional, al habla, al discurso.La dimensión afectiva debe ser vis-ta como una estructura básica univer-sal presente en todas las culturas, yme apoyo en el mismo argumento queLévi-Strauss utiliza para explicar lasdificultades de abordar la prohibicióndel incesto. Él afirma que las interpre-taciones de la prohibición del incestode sociólogos importantes comparten

    un vicio al intentar fundar un fenóme-no universal sobre una secuencia his-tórica. Así, el problema de la dimensiónafectiva no consiste tanto en buscarqué consideraciones históricas, dife-rentes según los grupos, explican uni- versos emocionales en una sociedadparticular, sino en preguntarse quécausas profundas y omnipresentes ha-cen que, en todas las sociedades y en

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    todas las épocas, exista una reglamen-tación de dichos universos. Existen si-

    militudes cuando vislumbramos lascaracterísticas del parentesco con las dela dimensión afectiva. Me parece que sucondición estructural universal se co-rrobora porque hasta ahora no hay re-gistros etnográficos de sociedadeshumanas sin parentesco o universossimbólicos emocionales. Tanto el pa-rentesco como lo emocional implicanregulaciones sociales; es decir, la pre-sencia de lo normativo. En ambos ca-sos lo universal es la regulación, loparticular son los diversos conjuntosde reglas culturales. Tanto parentescocomo dimensión afectiva implican in-tercambios simbólicos. Ambos estáncercanos al dominio de la naturalezapor lo que algunos los confunden con lobiológico o fisiológico (Calderón, 2012).

    La dimensión afectiva debe ser en-tendida como la depositaria de los uni-

     versos emocionales simbolizables queen el sentido común se conocen comoemociones, pasiones, sentimientos,afectos, etc. Todos ellos son consti-tuidos por repeticiones de vivenciassignificativas que son descritas, inter-pretadas, expresadas, compartidas,contagiadas, nombradas, comunicadase intercambiadas con los otros sujetos.Las vivencias se tornan significativasy culturales. Las vivencias significati-

     vas se expresan y comunican en diver-sos campos semánticos donde se busca,analiza y define el sentido del lenguajey de las acciones dependiendo de sucontexto. Así la dimensión afectivaincluye una multitud de campos se-mánticos y estados que elaboramos,clasificamos y a los que les damos un

     valor entre lo positivo y lo negativo. Esese proceso de clasificación lo que pue-

    de ser diferente en las culturas.

    REFLEXIONES METODOLÓGICAS ENEL ESTUDIO DE LA DIMENSIÓN

     AFECTIVA 

    Como resultado de mi experienciaen investigación y trabajo de campoantropológico surgió la necesidad deindagar respecto del lugar que ocupanlos universos emocionales en las repre-sentaciones sociales, los imaginarios,las ideologías, las prácticas sociales,los procesos rituales, los sistemas míti-cos, en el sentido de la vida de los suje-tos, de las familias de los grupos y delas sociedades, en síntesis, en la cultu-ra. Cuando registré etnográficamenteprocesos de migración forzada enChiapas, Guerrero, Hidalgo y Queréta-ro pude observar tanto sentimientosde euforia como estados anímicos demelancolía que eran las consecuenciasdel propio desplazamiento y la conse-cuente pérdida de bienes materiales ysimbólicos experimentada por los suje-tos, sus familias y las colectividadesque han vivido tales eventos. En la Sie-rra Norte de Puebla, al analizar la po-breza extrema, he podido percatarmede que tal situación se acompaña deciertos estados de tristeza y desespe-

    ranza que devinieron en alcoholismo y violencia. En las contiendas políticaspor la Presidencia de la República, en

     varios estados del país, registré me-diante encuestas los sentimientos deconfianza y respeto, o de rencor y cora-

     je, que suscitan en los sujetos las can-didaturas. En todas estas experiencias

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    de investigación estaban presenteselementos constitutivos de la dimen-sión afectiva. Sin embargo, para mí

    eran difíciles de analizar; me cuestio-naba si era ético que expusiera mate-riales registrados en mi diario decampo que me habían sido confiadosporque no llevaba mi libreta, ni uncuestionario o una grabadora. Me pre-guntaba por qué los métodos antropo-lógicos no decían cómo manejar eldolor o que debemos hacer con las es-peranzas y las ilusiones que las perso-nas me confiaban. Aunado a ello, en unpasado no muy remoto los sentimien-tos y las pasiones eran temas de estu-dio en México que se considerabanbanales, triviales o frívolos, como si enla pobreza, el abandono social o la des-esperanza política no fuera fundamen-tal la dimensión subjetiva. En lasdiversas etnografías que realicé pude

    recopilar materiales sobre lo emocio-nal que, así como en los ejemplos men-cionados, sólo me permitieronproponer un análisis de las experien-cias y fenómenos públicos. Un ejemplode ello fue abordar la pérdida en proce-sos de migración forzada.4

    4 Analicé las vivencias de los sujetos a partirde la construcción de la presa hidroeléctrica Zi-mapán, en Hidalgo y Querétaro, 1989-1994. La

    pérdida es un ejemplo de los universos simbóli-cos emocionales que se pueden observar en lassociedades que han sufrido procesos de despla-zamientos involuntarios o reacomodos que im-plican cambios de residencia y hábitat. Definí ala pérdida como el daño, privación o despojo debienes materiales y simbólicos al que es someti-da una parte de la población en general y losindividuos en particular debido a procesos dedesplazamientos involuntarios. Pude identifi-car que la migración forzada de grupos huma-nos presenta como una de sus consecuencias un

    Para avanzar en el estudio de la di-mensión afectiva y la subjetividad esnecesario a esta altura del trabajo la

    formulación de preguntas metodológi-cas y teóricas. ¿Es posible estudiar sólouna emoción de forma aislada en unacultura, o cualquier emoción sólo pue-de estudiarse en el contexto de un uni- verso emocional? ¿Es posible estudiartransculturalmente una emoción?¿Cómo realizar la etnología o la et-nografía, incluyendo a la dimensiónafectiva como punto central? ¿Cómopodemos habilitar a los antropólogospara recopilar esta delicada informa-ción al realizar trabajo de campo?¿Será suficiente la autoridad etno-gráfica para estudiar los universosemocionales de los otros? ¿Puede el an-tropólogo ser profesional en su conoci-miento y al mismo tiempo amigo opariente de sus informantes? ¿O sólo

    mediante estos vínculos parentales yde afinidad es que podemos construirel conocimiento de la dimensión afecti- va? ¿Deberíamos solicitar el permiso delos informantes para registrar sus uni- versos emocionales, para analizarlos yhacerlos públicos? ¿Cuáles serían losprincipios éticos en antropología quedeben guiar la construcción del co-nocimiento de la dimensión afectiva y

    de la subjetividad? ¿Debería plantear-se la existencia de un límite ético en

    proceso de pérdida en el que hay una transfor-mación de valores, de redes sociales e identidad.La investigación sobre la pérdida me dejó verque para ir más allá de la simple descripción delo emocional, para explicar el cambio o la per-manencia cultural, era necesario entender lasubjetividad (Calderón, 1996; Nieto y Calderón,2009).

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    las relaciones que establecemos en eltrabajo de campo? ¿Cómo identificarsistemática y objetivamente los dile-

    mas y conflictos éticos con los que seenfrenta el antropólogo al abordar ladimensión afectiva en su trabajo et-nográfico? ¿Podemos entender lo sub- jetivo con las metodologías usadastradicionalmente en antropología?¿Cómo tratar de forma responsable elpsiquismo y la subjetividad del otro?¿Cómo podemos usar el conocimientode la dimensión afectiva en favor de lasociedad? Resultaría muy ambiciosointentar responder cada una de laspreguntas anteriores; sin embargo de-seo compartir algunas reflexiones queme parecen importantes.

    Es necesario, desde mi punto de vista, partir de la premisa de que ladimensión afectiva es y será universalporque su funcionamiento es posibili-

    tado por la lucha contra la anomia, o laentropía. Las consecuencias de estepunto de partida implican que ellahace viable no sólo la vida del sujetoparticular sino de la vida en sociedad.Hasta ahora todas las reglas de losgrupos sociales que se conocen y meatrevo a decir que las que se formula-rán en el futuro son y serán encami-nadas a la defensa de la vida. Ésta

    resulta fundamental en la constituciónde sujetos y, por ende, en la composi-ción, descomposición y recomposiciónsocial. Si pensamos en el México contem-poráneo podemos formular un ejemplo.Una investigación sobre la dimensiónafectiva debería tener un impacto so-cial porque, en potencia, debería per-mitir apreciar qué ámbitos —entreellos el de la política pública, la educa-

    ción, o la economía— pueden ser vi-sualizados para explicar el anclajesubjetivo y profundo del comporta-

    miento de los actores sociales.Por ejemplo, podemos retomar lamarcha por la paz como punto de par-tida para abordar el análisis de la vio-lencia que se vive en varias partes delpaís. El clima violento ha permitidoproponer como un problema político ala inseguridad; sin embargo, la ansie-dad o la tranquilidad, la incertidumbreo la confianza, la paz y la serenidadque están relacionadas con el miedo oel valor, el odio o el perdón, son sóloparten de la cromática social, no son untema en sí mismos a pesar de que di-chos universos emocionales están cons-tituidos por símbolos opuestos queconforman los sistemas que cohesio-nan o irrumpen en la experiencia de vida de los sujetos y las colectividades.

    En nuestros días resulta urgente en-tender y explicar los motivos de los al-tos niveles de violencia que vivimos enMéxico (Azaola, 2012a). Siguiendo a Azaola, más allá de realizar conteos delas muertes, existe una necesidad de au-mentar los escasos esfuerzos que sehan hecho para comprender las causaseconómicas, políticas y los factores so-ciales específicos que han permitido

    los inaceptables niveles de violenciaque se viven en México (Azaola, 2012b:15 y 29). La autora mira a la violenciaa través de los vínculos sociales quese tejen en las comunidades, y señalaque esos tejidos posibilitan el aumentode los sujetos en actividades delictivas.Desde mi punto de vista, contribuir enel conocimiento de esos vínculos que seestablecen en el nivel del tejido social

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    implica crear metodologías que permi-tan abordar los universos emocionalesy la subjetividad. En nuestro país se ha

    explicado la violencia o el pertenecer alcrimen organizado como resultado dela economía, de la ausencia de oportu-nidades laborales, o como producto dela desigualdad social; sin embargo, nose ha explicado por qué no todos los su- jetos pobres, discriminados, con todotipo de déficit en la balanza social, for-man parte de la delincuencia organiza-da, y la mayoría de ellos permiten ysostienen, en el tejido social, la crea-ción de trabajo honrado en sectoresinformales, o la permanencia del traba- jo formal asalariado a pesar de susbajos ingresos y precariedad laboral.

    El proceso de constitución subjetivay la dimensión afectiva permiten esta-blecer los vínculos que dan cuenta ysentido de la realidad (Calderón, 2012).

    Estudiar la dimensión afectiva que sereproduce en las familias —con losuniversos emocionales— debería mos-trar que es en ella donde —por mediodel proceso de constitución subjetiva yde la educación— se logra la interiori-zación de la persona o la agencia, delos procesos de identificación, la asun-ción de la identidad y su consecuenteactuación. Ello posibilita la perte-

    nencia a la clase, la etnia, la raza o elgénero. Es ahí donde se aprende a serun ciudadano, un sujeto de derecho, aser honesto, honorable y tolerante, opor el contrario se aprende a discrimi-nar, a pertenecer al crimen organizado,al narcotráfico y a vivir anómicamenteen la sociedad. Los resultados de unainvestigación sobre la dimensión afec-tiva en la familia podrían aportar al

    develar la importancia de lo emocionalen la vida social. Los debates sobre po-líticas públicas se verían enriquecidos,

    ya que habría una mayor comprensiónde fenómenos sociales como la identi-dad o la diferencia, la solidaridad o la violencia.

    Para la generación de conocimientoantropológico con responsabilidad esurgente asumir un compromiso explí-cito con una antropología ética, no sólode investigación científica. La dimen-sión ética es parte de los compromisossociales que deben explicitarse en laelaboración de los marcos epistemoló-gicos, metodológicos y teóricos de unainvestigación sobre la subjetividad y loemocional. Resulta indispensable quetal metodología contenga compromisoséticos que protejan y resguarden tantoel psiquismo como la subjetividad deinformantes y antropólogos.

    La antropología de la dimensiónafectiva debería, en un primer momen-to, ser capaz de dar cuenta del dominioestructural para empezar un nuevotipo de etnografía, y que mediante laconstrucción metodológica adecuadaincursione en los universos simbólicosemocionales que construyen tanto alimaginario social como a la realidadpsíquica individual. En nuestros días

    existen serios problemas cuando in-tentamos abordar los elementos cons-titutivos de la dimensión afectivadesde un punto de vista subjetivo, par-ticularmente cuando intentamos estu-diarla mediante el trabajo de campo ylos estudios comparativos, métodos bá-sicos empleados en la antropología.Esta etnografía requiere de una meto-dología fundada sobre los principios de

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    bienestar, respeto, responsabilidad eintegridad. Explicar tales universos noes tarea del sentido común ni podemos

    hacerlo analizando sólo las emocionessociales y públicas. Turner (1980) porsu lado, reconoce en los rituales com-ponentes afectivos; sin embargo, comopiensa que se encuentran inclinadosdel lado de la naturaleza biológica delhombre, su estudio corresponde a lasdisciplinas que estudian los procesosnaturales y fisiológicos. En ese mismosentido, Lévi-Strauss (1983) había ad- vertido que la formación que recibenlos antropólogos no los habilitaba paradar cuenta de lo emocional. Durkheimseñalaba que las emociones son re-fractarias al análisis porque son de-masiado complejas, debido a que estánreguladas por el grupo social y susmiembros generalmente están sujetosa ellas sin mucha posibilidad de anali-

    zar lo que de su propia persona se en-cuentra en las mismas (1996: 103).Consideramos, parafraseando a

    George Devereux (1994), que nadie tie-ne derecho a conocer las emocionesajenas si desconoce las propias. Com-parto con Devereux el supuesto de queel interés afectivo del hombre por susobjetos de estudio le impide ser objeti- vo con ellos (1994: 27). Siguiendo al

    autor, podemos proponer que el mayorobstáculo con el que nos topamos alestudiar los universos emocionales so-mos nosotros mismos, y éste se presen-ta cuando nuestro interés emocionalpor los sujetos de estudio perturba elproceso de conocimiento. Escogemosun universo emocional importantepara nosotros, pero no nos damoscuenta, o no somos plenamente cons-

    cientes, de todo lo que ese universo sig-nifica en términos de nuestra propiabiografía emocional, lo cual nos causa

    ansiedad.5 Por lo anterior, debe haberun lugar y momento para deslindar lasubjetividad del investigador respectode la de su sujeto de estudio (ibidem:30 y 31). Otras veces los materialesque recopilamos nos causan ansiedaddebido a que no tomamos en cuentaque despiertan emociones en nosotrosy algunas de ellas nos causan conflic-tos; no entender esos conflictos propi-cia distorsiones en el registro de losmateriales (ibidem: 75). Es fundamen-tal desde un punto de vista epistemoló-gico que el investigador conozca,acepte y aproveche su propia subjetivi-dad y los universos emocionales de losque hace parte, para que sea capaz dereconocer que su presencia trastorna yperturba el comportamiento de sus in-

    formantes. Si el investigador conoceestos trastornos y perturbaciones, pue-de utilizarlos de forma apropiada, yello le permitirá un conocimiento másprofundo de los universos emocionales.Propongo que sólo si entendemos lo va-lioso y delicado de nuestra propia afec-tividad —y somos capaces de ubicar yreconocer, de manera equivalente la delos otros—, entonces podremos aceptar

    que para abordar antropológicamente5 La ansiedad no es la única emoción que ex-

    perimentamos en el trabajo de campo. Jacksonal evaluar su experiencia etnográfica, entre loskuranko de Sierra Leona, inspirado en Deve-reux identifica tres momentos de ansiedad: lade separación, la de liminalidad y la de retornodonde se interesa por “las emociones mezcladas,los pensamientos fragmentados, las imágenesalucinatorias que están asociadas con la ansie-dad” (2010: 48).

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    la dimensión afectiva, es condición ne-cesaria una metodología que incluya alinvestigador y a su subjetividad en un

    lugar central.

     A MANERA DE CONCLUSIÓN

    Parto del supuesto de que la dimen-sión afectiva posee dos dominios el es-tructural y el fenoménico (procesualfuncional), y que existe una articula-ción que propicia una confusión entreestructura y función, dominios quedesde mi punto de vista aunque articu-lados son distintos. Considero que unacosa es cómo se estructura el campo dela afectividad, y otra el significado quetienen los sentimientos, pasiones, etc.en la experiencia de los sujetos, es de-cir en sus universos simbólicos emocio-nales. Para fines analíticos consideréque se puede dar cuenta de la estruc-

    tura y del funcionamiento de esos uni- versos emocionales si pensamos enellos con una lente antropológica-psi-coanalítica que ponga en el centro a lasubjetividad.

    El pensamiento social del siglopasado dio un giro interpretativo ylingüístico, que se acompañó de lo quese dio en llamar el retorno del sujeto; sepretendía poner en el centro al sujeto,

    al actor, al agente. La antropología noera ajena a esta preocupación epis-témica —basta recordar a la escuela decultura y personalidad, los estudiosde etnopsicología y los de la sociali-zación—; sin embargo, todas estaspretensiones se enfrentaban con la difi-cultad de asumir que los sujetos esta-ban constituidos de deseos, intenciones,actitudes y representaciones que no

    eran de fácil acceso porque no se mani-festaban de manera plenamente cons-ciente en los sujetos de estudio. Me

    atrevo a sugerir que lo que realmenteestaba ausente en todas las disciplinasera la subjetividad.6 De todas las apor-taciones que han intentado abordarla,en este artículo resulta fundamentalrecordar la de Denise Jodelet. Ella,partiendo del retorno de la noción desujeto en los estudios sociales, intentaexplicar la relación entre el origen ylas funciones de las representacionessociales, para lo cual propone un esque-ma que incluye tres esferas: la subjeti-va, la intersubjetiva y la transubjetiva(2007: 51).

    Respecto de lo subjetivo señala que“sea lo que fuere, el tomar en cuenta elnivel subjetivo permite entender unafunción importante de las representa-ciones. Las representaciones, que son

    siempre de alguien, tienen una funciónexpresiva. Su estudio permite accedera los significados que los sujetos indivi-duales o colectivos atribuyen a un ob- jeto localizado en su entorno social omaterial, y examinar cómo tales signi-ficados están articulados a su sensibi-lidad, sus intereses, sus deseos y susemociones, así como también al funcio-namiento cognitivo” (ibidem: 52). Por

    6 Tal ausencia se explica porque la subjetivi-dad se había entendido desde la filosofía como elcarácter de todos los fenómenos psíquicos encuanto a fenómenos de la conciencia, con lo quese concluía que lo subjetivo pertenece al sujeto.Durante mucho tiempo se asumió que la subje-tividad era lo opuesto a la objetividad. Así lo ob- jetivo era visto como una propiedad real de losobjetos mientras que lo subjetivo era una repre-sentación de la relación de las cosas con el suje-to que las pensaba (Abbagnano, 1987: 1097)

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    su parte “la intersubjetividad remite asituaciones que, en un contexto de-terminado, contribuyen a establecer

    representaciones elaboradas en la in-teracción entre sujetos, especialmentelas elaboraciones negociadas y produ-cidas en común a través de la comuni-cación verbal directa” (idem: 52).Finalmente, la transubjetividad se si-túa en relación con la intersubjetivi-dad y con la subjetividad; “su escalaabarca tanto a los individuos y los gru-pos, como a los contextos de interac-ción, las producciones discursivas y losintercambios verbales” (ibidem: 53).

     Aunque formulada para otro fin, lapropuesta de Jodelet resulta muy su-gerente y compatible con la que pro-puse para la dimensión afectiva quepuede ser vista a partir de tres nivelesanalíticos de la subjetividad: el intra-subjetivo, intersubjetivo y transubjeti-

     vo (Calderón, 2006). En mi propuestalo subjetivo no es una esfera, como lopropone Jodelet, sino que es un nivelanalítico que atraviesa e incluye a losotros tres. Propongo que existen enrealidad tres niveles analíticos perti-nentes para el estudio de los universosemocionales. El nivel intrasubjetivo seencuentra dentro del sujeto en su psi-quismo, donde los signos de los univer-

    sos emocionales resultan accesibles asu conocimiento y simbolización me-diante dispositivos autorreflexivos. Elnivel intersubjetivo es aquel en el quelos procesos emocionales y las viven-cias del sujeto adquieren significados, valencias positivas o negativas, lossímbolos pueden ser intercambiados ycompartidos con otro sujeto significati- vo. Y finalmente, el nivel transubjetivo

    se ubica en el proceso donde el sujetopuede establecer otros intercambiosemocionales en la sociedad.

    La dimensión afectiva nos permite ver que lo subjetivo no sólo perteneceal sujeto y a los fenómenos psíquicos(como se pensó durante mucho tiempoen cuanto a fenómenos de su concien-cia), se constituye como una estructurainconsciente en el universo emocionalcon el que el sujeto se hará funcional enla cultura. La subjetividad circula porlos tres niveles donde se constituye, sereproduce y se transforma.

    He querido proponer que subjetivi-dad, pensamiento y dimensión afectivase enmarcan dentro de procesos que sehacen y modifican a lo largo de la vidasocial e individual. La interacción queexiste entre el psiquismo, el sujeto y lasociedad no sólo permite asomarnos alas experiencias emocionales sino que

    nos abre una posible explicación de suorigen, su desarrollo y transformación.

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