ANTONIO BUSTAMANTE

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Para Jorge Bozal y Joan Rión,

que me contaron vida y milagros

de San Protón y San Neutrino

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-LIBRO PRIMERO-

COMPENDIO AXIOMÁTICO DE VARIOS PRINCIPIOS EN GENERAL Y ALGUNAS

DEMOSTRACIONES

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Figura 1: Afrodita se sumerge en un fluido

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PRIMERA PARTE : LOS PRINCIPIOS DE ARQUÍMEDES

Los principios de Arquímedes no fueron fáciles: tuvo que trabajar muy duro para

lograr salir a flote.

(Fig.1:Afrodita se sumerge en el fluido)

Principio Primero: Primum vivere

Arquímedes, todo el cuerpo sumergido en un líquido, al principio se asfixiaba.

Sacando la nariz verticalmente hacia arriba experimentaba un gran alivio al

respirar.

Corolario: De todo el cuerpo de Arquímedes sumergido al principio en un líquido,

al cabo del rato sobresale la nariz, y sólo ella, para no ahogarse.

Principio Segundo: Contra el Nepotismo

¡Ojo!: el sobrino de Arquímedes no experimenta nada hacia ningún sitio, ni

siquiera al principio.

(Fig.2: El fluido se sumerge en Afrodita)

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Figura 2: El fluido se sumerge en Afrodita

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Principio Tercero: De la Termodinámica

Todo el cuerpo de Arquímedes, sumergido en agua fría, experimenta un

estremecimiento al principio y luego se pone a tiritar.

Principio Cuarto: De reducción al Absurdo

Todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje en el sentido de las

agujas del reloj a las 6 en punto, de 6 a 12, o sea hacia las 12.

Algunos autores, desautorizando al reloj, propugnan el sentido del sacacorchos

cuando destapa botellas que contienen fluidos (generalmente líquidos), pero el

enunciado induce a confusión al sugerir que el fluido de la botella es el mismo en

que se sumerge el cuerpo. En tal supuesto el principio de Arquímedes sólo

afectaría a algunos cuerpos contenidos en botellas parcialmente llenas de líquido,

reduciendo su campo de aplicación a unos pocos casos de interés escaso.

Principio Final: De acción sin reacción

Perico de los Palotes, en sumergiéndose en un fluido, le daba las sopas con

honda al Más Pintado, el cual, a su vez, nada.

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SEGUNDA PARTE : EL TEOREMA DE AQUILES

Deshaciendo confusiones y malentendidos

El lector habrá buscado en vano entre los principios de Arquímedes, al Aquiles de

nuestro teorema, sin encontrar de él el menor rastro. Nada más lógico:

Arquímedes y Aquiles representan dos arquetipos enfrentados. Era Arquímedes

un mero constatador que nunca se hubiera atrevido a echarle carreras a tortugas

invencibles. Y no por temor a perder, sino por la pesadumbre que le hubiera dado

el no poder entender que había ganado al quelonio. El quelonio, por su parte, sólo

pedía un paso de ventaja para ser invencible. Se mostraba bravucón y desafiante,

con unas maneras que en nada predisponían a la competición al constatador

Arquímedes.

En cambio Aquiles, el campeón, el héroe, aceptó el reto. Los modales de la

malcarada tortuga le incitaron a darle una respuesta contundente. Se sentó a

pensar, el campeón, el héroe, se sentó a meditar en la postura posteriormente

inmortalizada en la estatua de "El pensador". Al cabo del rato se levantó y,

dirigiéndose a la tortuga que lo miraba con suficiencia, empezó a enunciar

pausadamente lo que más tarde se llamaría "El teorema de Aquiles".

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El teorema de Aquiles

"La tortuga, sumergida en un líquido, experimenta un empuje vertical de abajo a

arriba igual al peso del líquido que desaloja, y se ahoga." (Ver figura 3)

Demostración:

"En efecto, sólo pueden pasar dos cosas: que de resultas del empuje la

tortuga flote o que no flote.

Si no flota, se ahoga. Si flota, también.

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Porque para flotar, la tortuga tendrá que ascender, para empezar, a la mitad de la

profundidad a la que ha sido sumergida.

Cuando llegue ahí, tendrá que ascender la mitad de lo que le queda.

Cuando, por fin haya llegado a subir la mitad y la mitad de la mitad, no cabe duda

de que le quedará todavía una mitad de la mitad por ascender.

Dejando aparte la capacidad del animal para experimentar empujes de abajo a

arriba, capacidad más bien mediocre por lo demás, es obvio que siempre le

quedará una mitad por ascender.

Luego siempre estará sumergida.

Luego se ahogará y no hay más que discutir, como queríamos demostrar."

La tortuga, avergonzada, dió una lenta media vuelta y se alejó del Peloponeso

refunfuñando en griego antiguo.

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TERCERA PARTE : LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD O EL ECLIPSE DEL QUELONIO

La solución de la paradoja de Aquiles y la tortuga

La Humanidad ha tenido que esperar al siglo XX para resolver, sin lugar a dudas,

la paradoja de Aquiles y la tortuga. Sólo la Teoría de la Relatividad ha podido

establecer, de manera irrefutable, que Aquiles adelanta a la tortuga porque, a

pesar de las apariencias, va más rápido que el quelonio.

Recordemos, con un ejemplo, los rudimentos de esta singular teoría.

Pongamos en hora dos cronómetros idénticos que funcionen correctamente y al

unísono. Depositemos uno de los dos relojes encima de una mesa inmóvil en

cualquier lugar confortable de la Tierra. Metamos el otro reloj en una nave espacial

que se ponga inmediatamente a viajar por el Cosmos a altísimas velocidades.

Mantengámonos unos años al lado de la mesa sobre la que descansa el

cronómetro, hasta que la nave espacial vuelva a la Tierra con el otro reloj

funcionando correctamente.

Nadie dudaría de que, si los dos relojes funcionan, deberían señalar la misma

hora. Pero, desengañémonos: no será así.

En efecto, si el reloj de la mesa ha contabilizado, por ejemplo, diez años, cuatro

meses, tres días, ocho horas, veintiún minutos, quince segundos, seis décimas,

dos centésimas y algunas fracciones despreciables más, el reloj del cohete, por su

parte, habrá contabilizado menos tiempo, pese a funcionar correctamente.

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Retengamos este extremo de importancia capital, que reza así:

"el reloj que se va muy lejos y vuelve, registra, en un mismo intervalo, menos

tiempo que el que se queda quieto."

No voy a entretenerme en demostrar esta teoría, por lo prolijo y porque doctores

tiene la Santa Madre Iglesia, que, al fin y a la postre, yo no inventé ese disparate.

La cuestión es que, una vez admitido que el reloj que viaja atrasa, la Paradoja de

Aquiles y la tortuga pierde todo lo que tenía de paradójico.

Mediante una sencilla experiencia vamos a probar que Aquiles adelanta a la

tortuga y pondremos fin a la paradoja.

Como recordaremos, la tortuga acabó enojada con Aquiles.

(Véase "El Teorema de Aquiles", en este mismo volumen.)

El animal está ya muy resabiado en lo tocante a carreras y conviene proceder con

el mayor tacto. Para despistar, buscaremos un sustituto al héroe que no despierte

desconfianza en el quelonio. Como el sustituto va a tener que dar la vuelta al

mundo sin parar de correr, a toda velocidad, recabaremos la colaboración de

Mercurio, divinidad no menos veloz que el campeón y que posee, además, la

envidiable cualidad de correr volando gracias a las alas que le adornan los tobillos,

precisamente al lado del talón de Aquiles. Esta propiedad permitirá a Mercurio

volar sobre las aguas, haciendo como el que corre, una vez la tierra firme se haya

acabado y sea cosa de seguir mar adentro. Ahí triunfará el dios donde el héroe

hubiera sucumbido por ahogo.

En compañía de Mercurio y de la tortuga, nos trasladaremos al Gabón, provistos

de dos relojes idénticos y sincrónicos.

Al sur de Libreville no tendremos dificultad en encontrar la línea del ecuador

terrestre, enorme circunferencia que recorre la Tierra sin cesar. Visualizaremos el

ecuador terrestre con un simple cordel azul de un metro de largo, atado por sus

extremos a dos estacas clavadas en el suelo. Una vez el cordel azul esté sobre el

ecuador terrestre, daremos comienzo al experimento.

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Figura 4

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Situaremos a la tortuga al lado de una de las estacas, de cara a la otra estaca.

(Ver figura 4).

Mercurio se colocará detrás de la tortuga, de espaldas a ella.

Se trata, como ya se adivina, de que los dos -Mercurio y tortuga- vayan de una a

otra estaca, a ver quién gana.

Llamaremos estaca "A" a la estaca de partida y estaca "B" a la de llegada.

El quelonio encontrará la estaca "B" desplazándose un metro hacia ella desde su

punto de partida en la estaca "A".

Como Mercurio está de espaldas al quelonio, se verá obligado a dar la vuelta a la

Tierra por el ecuador para llegar a la estaca "B". Nótese que la trayectoria de

Mercurio no pretende superponerse a la de la tortuga: eso nos evita caer en la

trampa de si llega a donde estaba cuando ya no está, etc.

Ni que decir tiene que los dos corredores irán provistos de su correspondiente reloj

y que ambos relojes serán, hasta el comienzo de la carrera, sincrónicos.

Cuando todo esté a punto diremos una, dos y tres y, a la de tres Mercurio saldrá

como el rayo para dar la vuelta a la Tierra y, partiendo de la estaca "A", llegar a la

estaca "B" a la vez que llega el quelonio.

Esta vez Mercurio no ha quedado detrás de la tortuga, eso está claro. Pero,

¿podemos asegurar que la ha adelantado?

Aunque requiera un esfuerzo, vamos a demostrar que Mercurio ha adelantado,

efectivamente a la tortuga.

Notemos que, mientras la tortuga ha recorrido un metro, Mercurio ha dado la

vuelta a la Tierra. Recordemos lo que aprendimos de la teoría de la relatividad: "el

reloj que se va muy lejos y vuelve, registra , en un mismo intervalo, menos tiempo

que el que se queda quieto."

Consultando ambos relojes observaremos, pues, que el de Mercurio marca menos

tiempo que el de la tortuga.

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Así es que nos encontramos con que los dos corredores han ido de la estaca "A" a

la estaca "B", es decir que han recorrido la misma distancia en valor absoluto, pero

en tiempos diferentes. Y si el reloj de Mercurio señala menos tiempo que el de la

tortuga, eso querrá decir que ha ido más rápido.

Si Mercurio ha ido más rápido que la tortuga y no ha quedado detrás,

necesariamente la ha adelantado.

Cambiemos "Mercurio" por "Aquiles" y obtendremos el enunciado de la teoría de la

Relatividad Pormenorizada, que dice así:

"Para un observador en reposo, situado junto a la tortuga, Aquiles adelanta al

quelonio, sin lugar a duda."

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CUARTA PARTE : LOS PRINCIPIOS DE SIGLO

Postulados y corolario

Se desconoce la duración exacta de los principios de siglo.

Tampoco puede demostrarse cuál es su campo de existencia ni su frecuencia.

Propugnamos, para decir algo, los siguientes postulados:

Postulado 1- Todo principio de siglo sucede a un final de siglo.

Postulado 2- El intervalo entre el final de siglo y el principio de siglo, puede

considerarse nulo (o cero) una vez cada cien años.

Corolario: Todo cuerpo sumergido en un fluido a final de siglo, experimenta un

empuje vertical hacia principios de siglo, cada cien años.

Paradoja de Mercurio y el quelonio

Realizando el experimento descrito en la parte tercera de esta obra* en el

momento oportuno, puede suceder que, al acabar la experiencia, el reloj de

Mercurio no haya llegado todavía al final de siglo, mientras que el de la tortuga

haya sobrepasado ya el principio de siglo (véase, en este mismo tomo,"La teoría

de la Relatividad o el eclipse del quelonio"). Luego podemos afirmar que los

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principios de siglo no son los mismos para dos observadores distintos. Y que,

cuanto más se corre, más tarde se llega al final de siglo.

Si dividimos la conclusión "cuanto más se corre, más tarde se llega al final de

siglo", por (el número de años de un siglo) y por (el número de días de un año), se

deduce, como caso particular, que "no por mucho madrugar amanece más

temprano".

Principio de la inexistencia del cero

Considerando el postulado 2 como verdadero resulta, de manera irrefutable, que

el intervalo entre el final y el principio de siglo, que es nulo (o cero) para el

quelonio, es también nulo (o cero) para Mercurio. Pero es un intervalo nulo (o

cero) distinto del anterior, también nulo (o cero), lo que significa que se trata de

dos ceros distintos.

Luego cero es distinto de cero.

0 = 0 significa, simplemente, que el cero no existe, ya que, si existiera, podría

demostrarse que no es el cero porque sería distinto de cero. Luego el cero carece

de sentido.

Principio de improcedencia del "Principio de la inexistencia del cero"

El postulado 2, más arriba enunciado, carece de sentido porque postula que algo

es cero. Y ya hemos quedado en que el cero carece de sentido.

Como el "Principio de inexistencia del cero" se basa en el postulado 2, que carece

de sentido, podemos afirmar que el "Principio de la inexistencia del cero" carece, a

su vez, de sentido.

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Conclusión

Como lo que estoy escribiendo se refiere al repetido "Principio de la inexistencia

del cero", que carece de sentido, obviamente también carece de sentido lo que

escribo; mal que me pese.

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QUINTA PARTE : TAMBIÉN LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD CARECE DE SENTIDO

Demostración

Nada más sencillo que demostrar la improcedencia de esta teoría disparatada y

sin fundamento según la cual, poniendo a la hora dos relojes idénticos y dejando

uno en cualquier lugar de la tierra mientras mandamos el otro a viajar por el

espacio interestelar y misterioso, resultaría que, al final de esta pueril experiencia,

el reloj viajero atrasa.

La absurda explicación del pretendido retraso sería que el que se está quieto anda

como Dios manda, mientras que el que se mueve anda más despacio, es decir

que para él pasa menos tiempo durante el intervalo que va desde que empieza el

viaje hasta que se acaba…¡ porque se está moviendo !

Me indigna tener que discutir de estas sandeces, pero he de poner pie en pared y

atajar la desinformación científica antes de que cunda la confusión.

Si este disparate fuera cierto, eso querría decir que cuando un reloj varía su

posición con respecto al otro, uno de los dos se mueve y el otro se está quieto -en

La Tierra, por ejemplo-. Pero, ¿cuándo ha estado quieta La Tierra? ¿Cómo puede

decirse que no se mueve un reloj montado en una Tierra que no sólo se desplaza

respecto al Sol sino que además gira sobre su propio eje, el cual, a su vez, se

menea?

¡ Inoperante !

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La aguja grande del reloj viajero también podría pensar que ella está quieta y que

la aguja pequeña le pasa por debajo a cada rato.

Pero no perdamos más tiempo con esta insensatez y demostremos, sin tardanza,

su falta de fundamento. Para ello recabaremos la colaboración del dios Sol -

Helios-, y de Roberto Alcázar y Pedrín, pues ni Aquiles, ni Mercurio, ni la tortuga

se dejan ya engatusar con pavadas de este tenor.

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Volveremos a trasladarnos al Gabón, esta vez con Roberto Alcázar y Pedrín.

Nuestros dos héroes llevarán cada uno un reloj y ambos relojes serán

sincrónicos.

Buscaremos el Ecuador al sur de Libreville y, en el mismo lugar en que empezaba

la carrera de Mercurio y el quelonio, construiremos una pista de despegue para

aviones muy supersónicos. Imaginemos que disponemos de un avión capaz de ir

a cualquier velocidad y en cualquier dirección. Roberto Alcázar pilotará el avión

de acuerdo con una ruta que explicaremos a continuación. Pedrín quedará en

reposo, sobre el Ecuador, en el punto de partida del veloz aparato.

Tratemos de entender cómo verá Helios, desde el Sol, el desplazamiento de

Pedrín en reposo sobre el ecuador terrestre. En la parte superior de la figura 5 se

expresa esquemáticamente la posición de Pedrín respecto al Sol, a partir del

mediodía solar (hora 0), cada tres horas, hasta la medianoche (hora 12): La tierra

se ha desplazado sobre la Eclíptica y Pedrín ha girado, sobre el Ecuador,

alrededor del eje de La Tierra.

A continuación, en la misma figura 5, se dibuja el esquema de las posiciones de

Pedrín respecto al Sol, cada tres horas durante un día. De ahí deducimos el

esquema de la trayectoria de Pedrín, en reposo en el Ecuador, vista desde el Sol.

Conocida la trayectoria de Pedrín respecto del Sol, ordenaremos a Roberto

Alcázar que despegue de la pista al mediodía solar y que se ponga a viajar con

una velocidad (referida a Pedrín en reposo) que sea, en cada momento, igual y de

sentido contrario a la velocidad de Pedrín respecto al Sol.

Con ello lograremos que el avión de Roberto Alcázar este parado con respecto al

Sol.

Al cabo de un año, Roberto Alcázar y Pedrín volverán a encontrarse. La Tierra

habrá dado una vuelta alrededor del Sol; sobre ella, Pedrín habrá dado 365

vueltas alrededor del eje de La Tierra, y Roberto Alcázar se habrá pasado un año

parado con respecto al Sol.

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Figura 6: al sur de Libreville, nuestros amigos descubren al viejo loro, que finge no

estar al loro del oscuro asunto de la velocidad de la luz.

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Cuando aterrice, Roberto saltará del aparato y abrazará, entre lágrimas, a Pedrín.

Pasados los primeros momentos de emoción, compararemos los dos relojes, -un

año ha, sincrónicos-, y ¿qué?

Según la teoría de la Relatividad, el que ha ido a mayor velocidad señalará menos

tiempo, pero he aquí la cuestión: ¿cuál de ellos ha ido a mayor velocidad?

Está claro que esta pregunta carece de sentido, pues para decir que un punto se

mueve, tenemos que comparar su posición con la de otro punto que consideramos

parado. Y, para saber si un punto se mueve más que otro, necesitaríamos, para

empezar, encontrar un punto parado en el Universo y comparar los movimientos

de los otros dos con respecto a él.

Si aceptamos que Pedrín, el Sol o Roberto Alcázar son el punto parado del

Universo, podemos aceptar, con el mismo rigor, la infalibilidad del Papa, al buen

tuntún, irreflexivamente, con la fe del carbonero y sin plantearnos la tremenda

duda, sin contestar a La Gran Pregunta: "¿Puede el Papa ser más papista que El

Más Pintado?

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SEXTA PARTE : Y ESE EINSTEIN, CON ESOS PELOS…

La paciencia del científico

Es un secreto a voces, que hasta la fecha nadie ha desmentido, el hecho

pintoresco de que Einstein nunca saliera a la calle sin ir provisto de un peine.

"¿Para qué un peine?", podrá pensarse,"para qué quería un peine un sujeto tan

mal peinado?". La respuesta, aunque trivial, no deja lugar a dudas: Einstein quería

el peine para peinarse.

Lo cortés no quita lo valiente: el que denunciemos los disparates de este pobre

hombre, como es nuestra obligación, no nos disculpa de reconocer sus

cualidades, que también, como todo ser humano, las tuvo. Y Einstein sería tonto,

pero fue consecuente. Cuando el pobrecillo, -mal aconsejado-, se emperró en que

el Universo era como una enorme rosquilla, dentro de la cual la luz viajaba

describiendo enormes circunferencias, no se le ocurrió otra cosa que tratar de

verse el cogote, simplemente mirando al frente, y esperando a que la imagen de

su cogote diera la vuelta al Universo-rosquilla y le llegara por delante. Declaró a

los periodistas que, para peinarse convenientemente, era preciso tener una

imagen visual del propio cogote. Que, con un espejo clásico el tocado corría el

peligro de quedar muy compuesto por delante pero hecho un estropajo por detrás,

ya que el espejo sólo enviaba la imagen del cogote al cogote. Desprovisto éste de

órganos visuales, mal podría enviar al cerebro la información mínima necesaria

para que se tomaran las medidas necesarias para poner en orden la pelambre

occipital.

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Y no le faltaba razón: desde muy antiguo, el hombre ha deseado verse el cogote,

sin éxito. Pero a nadie se le había ocurrido la sandez de mirar hacia adelante para

ver lo que está detrás.

Antes de empezar a peinarse, Einstein tuvo que inventar el anti- espejo. Si un

espejo es algo que refleja la luz, un anti- espejo es lo contrario: es algo que no

refleja la luz. Se materializa, sin grandes complicaciones, desmontando un espejo

doméstico y quedándose con el marco. Se tendrá especial cuidado con el vidrio

sobrante, para no cortarse al manipularlo pues, muy a menudo los bordes del

vidrio están mal pulidos y representan un grave peligro.

El marco vacío constituye un anti- espejo al alcance de bolsillos modestos.

Pues bien, Einstein, provisto de un anti- espejo de producción casera, se puso

delante de él, a mirar fijamente a su través. Los primeros fracasos no lo achicaron;

echó la culpa a las condiciones climatológicas, alegando que estaba nublado y

que había que probar con cielo despejado. Repetido el experimento con buen

tiempo, tampoco pudo peinarse el cogote con un mínimo de corrección, pues no

logró vérselo y, tras esperar varias horas, declaró que probablemente, la imagen

que esperaba ver aparecer en el anti- espejo, aparecería en cualquier otro lugar,

en un momento insospechado, pero por delante. Guardó su peine -nunca más se

separaría de él-, y continuó su vida, -ojo avizor-, a la espera de la imagen que le

permitiera crinar, con conocimiento de causa, el cabello del todavía invisible

occipucio.

Y así, tozudo, esperando que la imagen diera la vuelta al Universo -rosquilla,

nunca encontró el momento de peinarse pues, como es lógico, nunca se cruzó con

la luz que emanara de su cogote.

Por eso se le representa como un anciano espantosamente despeinado, que

oculta un peine en el bolsillo interior de la americana, mientras mira hacia adelante

con gesto paciente. (Ver figura 7).

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Figura 7: Einstein, paciente, trata de verse el cogote mirándose en el antiespejo.

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SÉPTIMA PARTE : DE SUMMA CAUTELA ARITMETICAE

1 Irrelevancia de la suficiencia

Lo "mucho" puede ser el resultado de la agrupación de unos "pocos". Y cada uno

de estos "pocos" está necesariamente formado de no muchas unidades. Un

reducido grupo de "muchos" puede ser "demasiado".

El paso de "uno" a "poco" puede realizarse de forma continua, unidad a unidad. El

de "poco" a "mucho" puede también ser continuo, lográndose lo "mucho" poco a

poco.

Lo "demasiado" es, en realidad, un "mucho" inconveniente a causa de su

abundancia. El concepto de suficiente es un disfraz hipócrita de la idea de

"mucho": tengo suficiente cuando voy sobrado, y si no tengo suficiente, voy

escaso.

2 Improcedencia de la igualdad

Los requisitos que la Aritmética impone a los elementos que suma, hacen que

estos elementos sean prácticamente inexistentes, pues sólo los números cumplen

tales condiciones y los números no se hallan en ningún lugar del universo

conocido. Lo único sumable son entidades de ficción que sólo existen en la mente

del ser humano que practica sumas con el grave riesgo de confundir las

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abstracciones -irreales- que produce su cerebro, con la realidad que está-ahí-

fuera-de-mí. Para sumar dos elementos , éstos han de ser homogéneos, es decir

que han de ser la misma cosa. Y la igualdad significa, a fin y a postre, la identidad

en un mundo en el que todo es distinto y en el que dos gotas de agua resultan, al

microscopio, dos elementos semejantes pero diferentes.

3 Improcedencia de la identidad

Sumar un elemento a sí mismo también carece de sentido en un mundo en el que

nos está vedado bañarnos dos veces en el mismo río. Pues, por extraño que

parezca, nada es igual a sí mismo durante una cantidad de tiempo finita. Sumar

las cosas de la Tierra es, pues, un acto "contra Natura". Si queremos sumar,

hagámoslo solamente con los números y no utilicemos los guarismos como mapa

de cosas o fenómenos reales, pues caeríamos en una actitud poco científica si,

para explicarnos la realidad, tuviéramos que negarla previamente con el fin de

hacerla encajar en nuestro mapa numérico. Con este proceder, la Ciencia elabora

métodos de conocimiento, no de la realidad, sino del mapa de la realidad que la

Ciencia es capaz de dibujar con un instrumento tan insípido como la suma.

Restar es sumar del revés y ofrece los mismos peligros que hacerlo del derecho.

Multiplicar es sumar siempre lo mismo; este ejercicio conserva todas las falacias

denunciadas para la suma.

Dividir es multiplicar del revés; por las razones ya expuestas, se trata de una

operación de poca confianza, que debemos, en lo posible, evitar.

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-LIBRO SEGUNDO-

DE PHAENOMENA NATURALIS ET SOBRENATURALIS*

*Si el autor de este latinajo supiera latín hubiera escrito “De phaenomenis

naturalibus et supranaturalibus”

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PRIMERA PARTE : BIOLOGÍA Y TEOLOGÍA

Fe de ratas y esperanza

Por mucho que nos sorprenda, no vamos a negarlo; el hecho está ahí: las ratas

pueden albergar la fe.

En efecto. Sometiendo a uno de estos roedores a la sencilla experiencia de

laboratorio que vamos a describir a continuación, acabaremos haciéndonos cruces

ante la manifestación evidente de las virtudes teologales en un ser tan anodino.

Alimentemos al animalito con un plato de garbanzos y un huevo duro, durante

cuarenta días consecutivos. Colocaremos el huevo en el centro del plato, con su

eje de simetría, vertical y con el extremo más agudo apuntando hacia arriba. Le

dejaremos la cáscara para que el roedor la roa. Utilizaremos siempre el mismo

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plato y huevos lo más semejantes entre sí que nos sea posible. Administraremos

la ración alimenticia todos los días a la misma hora.

El día que hace cuarenta y uno, démosle al pobre bicho el plato de garbanzos

habitual y escondamos el huevo, disimuladamente, en algún rincón insospechado.

Comprobaremos que el animalito despacha los garbanzos con desasosiego,

mirándonos de vez en cuando nerviosamente. Al acabar, se erguirá sobre las

patas traseras y extenderá las delanteras con gesto inquisitivo.

"¿ Y el huevo?", piensa la rata, esperando un alimento que ha visto cuarenta

veces pero que hoy no ve. Hoy cree en el huevo y lo espera. Hoy tiene fe, tiene

esperanza.

Comprobadas las virtudes teologales de este pequeño mamífero, nos

apresuraremos a darle el huevo. En caso contrario el animal, tras una etapa de

crisis, pierde la fe y la esperanza.

¿ Puede definirse la fe ?

La pregunta parece tonta. Vamos a demostrar que, si admitimos que no es tan

tonta, acabaremos por descubrir que, en efecto, se trata de una pregunta tonta.

Partamos, pues, de la base de que la pregunta no es tan tonta y preguntémonos

qué es la fe. Es la virtud teologal que nos hace creer lo que Dios dice. Por tanto, la

fe existe dentro de una teología en la que Dios habla. Como nadie puede

demostrar que Dios, caso de existir, hable, no podemos creer en la verdad del

mensaje divino. Lo primero que habría que comprobar es la autenticidad de tal

mensaje divino. Teniendo fe disponemos de una herramienta que sirve para que

nos creamos mensajes de procedencia incierta, mensajes de cuya verdad o

falsedad nadie responde en nombre propio.

No podemos olvidar que la fe de ratas estudiada en esta misma primera parte de

este segundo libro, ni es fe ni es nada teológico. Lo que tiene el animalito es

esperanza de que no falte ninguno de los alimentos a los que le hemos

acostumbrado. Se basa, la pobre bestia, en hechos reales y periódicos; el bicho se

limita a extrapolar y a esperar, con fundamento de causa, que suceda hoy lo que

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viene sucediendo desde hace tiempo. Como la gente que dice que le tiene mucha

fe a un santo "porque" es muy milagroso. Lo que tienen es la esperanza de que el

santo siga produciendo milagros, pues le atribuyen arbitrariamente la

responsabilidad de otros sucesos inesperados y lucrativos que ya han sucedido.

Eso no es fe, eso es probabilística. Tener fe en el santo "porque" es milagroso

constituye un talante científico, no devoto.

Luego, la verdadera fe consistirá en creer algo sin ningún fundamento. Como no

puede haber explicación de la cosa creída para que haya fe, el objeto de la fe será

todo aquello que no se entienda o no se sepa. Luego, quien tenga fe podrá creer

cualquier disparate. Y esto es, en sí, un disparate. Luego quien tenga fe debe

creer, "a fortiori", que es un disparate tener fe.

A esta altura del razonamiento ya se ve claro que la pregunta "¿Puede definirse la

fe?", es una pregunta tonta porque la definición constituiría un disparate, un dicho

absurdo, inconveniente.

Queda, pues, claro que los animales prescinden de la fe y que, cuando nos parece

que adoptan actitudes que corresponden a creencias, en realidad sólo están

conjeturando sobre una base científicamente correcta. La fe del género humano,

en cambio, no es más que una forma de opinar sin fundamento.

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Por una oración respetuosa

o

inconsistencia del Padrenuestro

La razón le prohíbe creer al que razona; el que se declara razonador sólo puede

creer en lo que pueda razonar. Como al cabo del día ha de tratar con más asuntos

irracionales o indemostrables que con asuntos racionales o demostrables, para ser

consecuente con su racionalidad lo único que se permite a sí mismo es apostar

por lo desconocido y probar suerte. "Yo creo que..." sólo puede usarse como

sinónimo de "yo sé que, pero puedo estar equivocado". Puédese, pues, creer en

el teorema de Pitágoras si el creyente ha interiorizado el enunciado del teorema

pero es incapaz -por falta de base teórica- de demostrarlo; en tal caso, el que cree

en el teorema con la fe del carbonero debería decir "Yo apuesto a que el

enunciado del teorema de Pitagoras es demostrable", haciendo de esta forma un

uso racional de su creencia -el enunciado- que para él es indemostrable. Así, una

oración llamada "credo" en la que el orante recita afirmaciones indemostrables, no

puede ser una oración racional. Y el rezo que supone un padre total que está en

los cielos, adolece también de falta de rigor racional. Los cielos, entendidos como

"el universo", son una entidad a la que bien pudiera llamársele "padre", pues

parece razonable que esta entidad, que existe desde antes que la raza humana,

haya dado forma a la tierra y a sus habitantes. Invocar, pues al Universo con las

palabras "Universo, padre nuestro" resulta consecuente con la teoría del Big Bang,

y eso es ya un mínimo de coherencia si se compara con la afirmación de un dios

que "está" en el Universo. Podría objetarse que el universo no es dios, sino una

obra de dios, una manifestación suya y, en tal caso, al rezar las palabras

"Universo, padre nuestro" careceríamos del rigor en la misma cuantía en que

yerran los que , hablando de Frank Sinatra, lo mentan como la "Voz". "Santificado

sea el tu nombre", dirigido a un dios, resulta un sinsentido pues las palabras

"santificado sea" pueden ser -en el mejor de los casos- un subjuntivo y, en tal

caso, podrían expresar el deseo del orante de que la gente santifique el nombre

de lo que es la santidad misma, y esto es un imposible blasfemo. Si "santificado

sea" fuera un modo imperativo, decir "Santificado sea el tu nombre" equivaldría a

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

34

ordenar que se ejecute la acción de santificar el nombre de un dios al que se le

está hablando, en el mismo momento en que se le habla y, en esas

circunstancias, ¿a quién le dirige el rezador la orden de santificar su nombre?, ¿al

interlocutor del rezador?; eso equivaldría a decirle al dios que santifique él mismo

su propio nombre, cosa que podrá hacer siempre que le venga en gana y no en el

preciso momento en que la reza el orante. Hemos de aceptar que el subjuntivo es

el modo más probable de este "santificado sea" que resulta, en el mejor de los

casos, equívoco. Pero el "venga a nos el tu reino" sí que es una frase llena de

sentido si consideramos como "el tu reino" todo lo bueno que existe sobre la tierra

o, a mayor abundamiento, en el universo. Ahí podríamos considerar que lo malo

sólo existe para dar valor a lo bueno y que nosotros le pedimos al universo en

evolución que nos reserve su lado bueno, su "reino". Ya podemos estar seguros

de que el rezador que se mentalice de que el universo, en su devenir, le reserva

sólo lo mejor del pastel, hace bien en creer que así es porque con esa actitud

positiva gozará mejor de lo que le reseve el espacio-tiempo que le toque vivir,

independientemente de la bondad o maldad de ese espacio-tiempo. "Hágase tu

voluntad, así en la tierra como en el cielo" es una frase vacía y blasfema si se

dirige a un dios monoteísta "creador del cielo y de la tierra" que no deja que se

menee la hoja más pequeña sin su permiso. ¿Quién es el rezador para permitir a

su dios hacer su voluntad? Tras la censura racional, la oración queda en: "Padre

universo, venga a nos el tu reino", que podría rezarse también "Que Dios reparta

suerte". Amén. Dicho esto, la antigua segunda parte del padrenuestro queda

abolida por redundante, pues si Dios reparte suerte, ¿a qué pedirle pan, perdón y

que nos libre del mal? Una vez se le ha pedido suerte, dando por sentado que sólo

nos ha de reservar lo bueno, ¡qué falta de confianza tan grande el pedirle que nos

libre de todo mal! Como si el dios al que nos dirigimos necesitara de nuestra torpe

insistencia para acceder -por cansancio- a nuestro ruego.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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Del vampirismo

El que lo dice, lo es. Acabo de darme cuenta de que el verdadero vampiro es el

Dr Van Helsing. Son los Van Helsing los que no dejan vivir a los Drácula, y no al

contrario. La historia de BS es una difícil paràbola en la que, interpretando lo

inverso se entiende claramente que la mezquindad necesita vampirizar a su

opuesto: si no, no sería mezquina. Drácula es, pues, un personaje que incomoda

al mezquino Van Helsing; éste dirá que Drácula es malo y para convencernos lo

desprestigiará. Pero no conviene que por exceso de celo en el desprestigio, al final

del vilipendio el sujeto desprestigiado no sea reconocible en absoluto. Si quiero

desprestigiar a Einstein, haré mal diciendo que es un tontito que ni sabe hacer la o

con un canuto; antes bien, diré de él que su mucha ciencia es nefasta y que, por

saber mucho de algo, pretende saberlo todo. Deberé primero aceptar sus

cualidades para, después, calificarlas como malas: Einstein puede ser cualquier

cosa menos tonto, y así, en mi tarea de combatir su brillantez científica,

proclamaré que Einstein, además de listo, es lo que a mí me dé la gana: marxista,

masón, judío, ambicioso o hipócrita. Que la gente de bien tiene que ser como yo -

que nunca he entendido la teoría de la relatividad y no como el Einstein, que,

como queda dicho, es un hipócrita y un ambicioso que no se detiene ante nada

con tal de tener razón; con estas sencillas injurias, mi presa queda todavía

reconocible, pues es sabio y tiene razón, y yo le añado lo de hipócrita y ambicioso,

que son cualidades que bien podría tener un pretendido sabio, un incompetente

que no admitiera nunca sus equivocaciones Para desprestigiar a un buen médico

le llamaremos matasanos, que es una actividad que también tiene que ver -por

contrario- con la preservación de la vida. Drácula no sólo ha probado el fruto del

árbol de la ciencia del bien y del mal -que es el único que ha catado Van Helsing-

sino que también comió del árbol de la vida, lo que le hace superar la muerte

contra la que nada puede el médico Van Helsing. Drácula es más competente en

Medicina que el diplomado Van Helsing , que ejerce de mataeternos -y lo digo, sin

ánimo de ofender, como mera descripción de lo que dice BS que hace Van

Helsing. Para mí que el Van Helsing lo que tiene es envidia del Drácula, pues el

tal Drácula :

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

36

-1, se trajina a mujeres espléndidas que abren sus ventanas para darle entrada a

tal efecto, mientras el Van Helsing ni rosquen;

-2, es rico, noble, culto, educado y despierto - de ahí que le endiñen lo de que vive

de noche-

-3, es un ser fuerte e inmortal. Respecto al punto 1, no es necesario ser Sigmund

Freud para interpretar que las damas abren, además de sus ventanas, sus

corazones, o más vulgarmente, que se le despatarran motu propio porque se trata

de alguien con un gran poder de atracción, un sujeto que folla por la cara, gratis y

sin compromiso; Van Helsing , posiblemente, tiene poco éxito en amores, o, en

todo caso no se le conoce hembra alguna. Así como los curas predicaban que el

onanismo comportaba la ceguera, así Van Helsing "sabe" que la mujer que se

entrega a Drácula, pierde su alma. Y así nos lo cuenta, pues lo que quizás no

sabe es que no soporta el éxito de Drácula. El conde es demasiado para un Van

Helsing esforzado y madrugador, sin ninguna creatividad que le permita imaginar

que pueda existir algo bueno fuera del terreno árido donde aprendió sus recetas y

donde se aplica en perpetuarlas. La lucha de Van Helsing contra Drácula es la de

la mediocridad contra todo lo no mediocre, la del gregarismo desabrido y obtuso

contra la soledad sabrosa y penetrante, la del payaso listo -que siempre me ha

parecido convencional y más tonto que Pichote- contra el payaso tonto al que

siempre he admirado por su falta de convencionalismo y su coherencia mental-.

Cuando Salvador Dalí decía que lo que le importaba era que hablaran de él,

aunque fuera bien, posiblemente sobreentendiera que al hablar mal de un artista

con excesivo ahínco, siempre se tendía a desacreditar lo que él hubiera llamado

su ge-nia-li-dad y que el público, de manera inconsciente, intuía que un artista

muy criticado debía de ser un buen artista. Desde esta óptica surrealista, el conde

Drácula es un pedazo de pan bendito.

De la brujería

Las brujas tampoco pueden ser tan malas como dicen, por la misma razón que he

dado para el caso de Drácula: porque nadie puede ser así de malísimo; no, no se

puede ser tan malo ni tan tonto como para besarle el culo al ganado, como

cuentan que hacían las brujas al cabrío, cornúpeta que correspondía con una

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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ventosidad pestilente al sucio gesto de su adoradora. Nadie se entregaría a

prácticas tan antihigiénicas sin estar muy desequilibrado, si tuviera algo mejor que

hacer. Así que bastante tienen las brujas con verse forzadas a distraerse con esas

prácticas horribles; tengámosles piedad y pensemos que si caen tan bajo, será por

falta de oportunidades en la vida. Lo malo es que en su vorágine de desahogos

provocados por su marginalidad, estos seres desgraciados repanden la confusión

más nociva en todo lo que respecta a la delimitación entre lo bueno y lo malo; en

efecto, las brujas encarnan lo malo, pero sus verdugos son tan malos, si no peores

que ellas, pese a que se declaran adictos al bien con la misma claridad con que

ellas se apuntan al mal. De ello se concluye que unos y otras son malos, digan lo

que digan. Y así, ¿resultará que no hay nadie bueno? Creo que el planteamiento

del fenómeno es el siguiente: las brujas representan el poder de boicoteo que

tienen en la sociedad los grupos poco numerosos y con conciencia de

marginación. Jugando a las oposiciones, buscan el bien en lo opuesto a lo

oficialmente establecido como bueno. La misa negra es paradigma de contrario a

misa, que consiste en dar al diablo el mismo trato que lo establecido le da a dios.

Pero eso es salir de Guatemala para llegar a Guatepeor; lo contrario de lo malo es

lo bueno, y viceversa, pero la relación de algo con su contrario es posible gracias

a los parecidos existentes entre ambos opuestos, de manera que algo debe haber

en común entre lo bueno y su opuesto para admitir una comparación; entre dos

cosas que no tienen nada en común, decimos que son incomparables, no mejores

ni peores. Dos cosas opuestas existen en un espacio en el que se las puede

oponer, como las inevitables caras de la misma moneda. La bruja y su inquisidor

son dos caras de un duro. El asunto del bien y el mal tiene mucha prensa y mucho

público devoto, como lo tiene el demonio y sus pompas y sus obras, y aún más

prensa y más público arrastran tras de sí los dioses -en su ira o en su infinita

misericordia-, pero la polémica entre el bien y el mal debemos analizarla

fríamente, sin pasiones, buscando su origen y una causa que justifique tal pugna.

Quizás la batalla entre el bien y el mal no sea más que una construcción mental,

reflejo de la que se libra entre el que manda y el que pretende mandar. Y en ese

combate es difícil distiguir quién es peor que el contrario.

El "to er mundo e güeno " de los gitanos es una frase optimista que parece excluir

la idea de que el planeta Tierra tenga nada que ver con el mal: eso es un

verdadero cambio en la clasificación de los lugares, pues tal clasificación pierde

sentido al reducirse el número de clases posibles a una sola : lo "güeno". La

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

38

única relación que creo que se pueda establecer entre lo bueno y lo malo es la

que, apuntando sólo a lo bueno, considere a lo malo únicamente como elemento

necesario para conocer lo bueno, que es a lo que íbamos

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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SEGUNDA PARTE: LA INTERPRETACIÓN DE LAS VIGILIAS

Sueño, luego existo

Sigmund Freud, que nunca cayó en la cuenta de la inexistencia de la materia y del

espacio, pretendió que los sueños eran mensajes del subconsciente dirigidos al

consciente. Como si el más allá se comunicara con el más acá. Y no es eso: los

sueños no son más que intercambios de información entre nuestro ego y nuestro

difunto ego. Y no hay que descifrar extrañas simbologías: cuando se sueña que se

sube una escalera, pues quiere decirse que se sube una escalera y ya está. No le

busquemos, con Freud, tres pies al gato e intentemos convencernos de que nos

estamos beneficiando a una espléndida señora , que no, que lo único que

hacemos es subir una escalera.

Freud dijo que todo aquello que nos interesa en sueños, nos interesa también

despiertos.

Y yo digo, en cambio, que algunas cosas -no todas-, de las que nos interesan en

estado de vigilia, nos interesan también en el sueño. O, dicho de otro modo, que el

sueño pone de manifiesto las cosas de nuestro ego que le interesan también a

nuestro difunto ego.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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El difunto ego analiza las vigilias del ego y saca sus consecuencias. Él sabrá como

las interpreta pero, visto desde el ego, una escalera es una escalera y una señora,

una señora: al pan, pan y al vino, vino.

Ya se dijo que si algo es, seguirá siendo. La única manera de demostrar que una

cosa es consiste en comprobar que esa cosa seguirá siendo. Luego sólo puedo

demostrar que mi ego es, comprobando que mi difunto ego también es. Y como

sólo en el sueño mi ego y mi difunto ego se comunican, puedo decir, por vulgar

que suene, que "sueño, luego existo." Que es lo que quería decir.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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TERCERA PARTE : MEDICINA GENERAL

Obsolescencia de la farmacopea

No haré yo aquí como el sabio cuyo nombre no citaré -porque no lo recuerdo-, que

decía que por muy vacía que estuviera la materia, era mejor apartarse de la vía

cuando venía el tren. Eso demuestra un cinismo vergonzoso o una inconsecuencia

lamentable. Si dice que en la materia no hay nada, que predique con el ejemplo y

no dé consejos contrarios a sus principios. Yo, consecuente con los míos, he de

dejar bien claro que el que quiera apartarse, allá él.

Mi honradez me obliga, también, a desengañar a quien tenga a bien escucharme,

sobre el problema del dolor. El dolor no existe. Cuando el facultativo nos pregunta

dónde nos duele, le contestamos que "aquí". Si, como ya ha quedado claro, el

espacio no existe, no tiene sentido el "allí" ni el "aquí". Luego, reconozcámoslo: no

es verdad que nos duela aquí.

Pero aunque, en nuestra torpeza, -quizá por sugestión-, sigamos convencidos de

que nos duele aquí, no debemos desperdiciar el dinero en medicamentos porque,

al estar estos medicamentos formados por materia, que, como ya se ha visto, no

existe, las medicinas son pura nada. Y, además, tendríamos que tomarnos todas

las píldoras en la misma farmacia pues, visto que el espacio no existe, no

tendremos donde guardarlos y resultará imposible tomarlas una vez cada tres

horas.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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Por si lo dicho fuera poco, no olvidemos que las medicinas las venden con receta.

Y las recetas las hacen los médicos, secta de indeseables en la que todos han

hecho el juramento de hipócritas, fingiendo lo que no son y aparentando virtudes y

devociones que no sienten. Por eso, mientras nos dicen dicen que hay que ver

qué buen aspecto tiene usted hoy, lo que están haciendo es tratar de

convencernos de que nos duele aquí ¡Los muy hipócritas!

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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CUARTA PARTE: BIÓNICA

Los campos de aplicación

Leonardo da Vinci empleó mucho tiempo en estudiar el vuelo de las aves con la

intención de construir un aparato que permitiera volar al hombre. Según él, el

hombre volaría por primera vez "a lomo de un cisne gigante, llenando el Universo

de estupefacción y de gloria". De pasada diré que el Universo, aparentemente,

pasa mucho de los hombres voladores y permanece impertérrito y vacío de gloria

y de casi todo. Pero, a pesar de eso, el da Vinci estaba inventando la Biónica, que

consiste en copiar soluciones que animales y plantas han dado a sus problemas.

Soluciones que, por analogía, pueden resolver problemas que se plantea el

Hombre. Y una vez más hemos de darle las gracias a don Leonardo: considerar a

la Naturaleza como el más grande laboratorio que imaginarse pueda es,

obviamente, una cosa buena. Pero es preciso no exagerar: el que los tiburones

nos sugieran formas para submarinos o los murciélagos nos lleven la delantera en

asuntos de "sonares", no nos autoriza a recomendar a nuestros semejantes que

tomen ejemplo de la sociedad de las hormigas para construir un futuro mejor con

trabajo para todos. Al intentar aplicar la Biónica a las Ciencias Sociales se corren

graves riesgos que me veo obligado a denunciar.

Algunos falsos profetas han sembrado la confusión divulgando ideas disparatadas

a propósito de mundos felices en los que la gente nacía clasificada y con una

función precisa que cumplir. Como las hormigas. No me voy a detener en

demostrar la improcedencia de tan nefastas ideologías. Voy, en cambio, a dejar

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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bien claro que para ser un buen biónico, es preciso hacer "como" la Naturaleza y

no "lo que" hace la Naturaleza. Así, las hormigas no han copiado a las abejas su

orden social ni su constitución. Imitémoslas y no las copiemos tampoco, nosotros

a ellas.

Por lo tanto, podemos ya definir el campo de aplicación de la Biónica: no tendrá

más límites que los que le trace el buen sentido.

Observaremos, en primer lugar, la falta escandalosa de idea de conjunto que tiene

la Naturaleza. Especies enteras, animales y vegetales de muchísimo prestigio, han

desaparecido sin más ni más de la faz de la Tierra, mientras el Universo seguía

imperturbable. Continentes enteros se han hundido. Grandes erupciones han

arrasado ciudades y campos. Y, además, nunca llueve a gusto de todos.

Y es que la Naturaleza jamás tiene en cuenta las consecuencias de sus actos. Por

eso es incorrecto hablar de la "Madre Naturaleza". Llamar "madre" a un sistema

tan torpe y que no se preocupa en absoluto de las consecuencias terribles que sus

caprichos pueden tener para sus hijos, es una majadería que más vale evitar.

Lo que las hormigas y, en general, todo bicho viviente, han hecho muy bien es

adaptarse, golpe a golpe, paso a paso, a ese medio hostil hasta ser algo con

bastantes probabilidades de subsistir en el ambiente adverso en el que se ha

desarrollado. Por lo tanto, intentaremos no generalizar, evitar la búsqueda de

sistemas que lo arreglan todo y procurar encontrar una solución solamente allí

donde haya un problema. Este es el límite que el buen sentido traza a la Biónica.

Ilustremos lo dicho con algunos ejemplos.

Ejemplo 1°.- Algunos peces viajan acompañados por un pececillo, un tal

Labroides, por las profundidades del Pacífico. El Labroides se come todos los

parásitos cutáneos de su cliente llegando incluso a introducírsele en la boca y por

entre las agallas, cuando su tarea así lo exige.

Otro pez de aspecto parecido al tal Labroides, se hace pasar por él. Se trata del

pirata llamado Aspidontus, que camuflado de Labroides, se acerca a un enorme

pez, le pega un bocado y sale a escape para comérselo tranquilamente en lugar

seguro.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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La Naturaleza nos enseña aquí que el hábito no hace al monje, que no debemos

fiarnos de las apariencias, que los piratas no se nos presentarán con pata de palo

y parche negro en un ojo, no: irán vestidos de cura, de vieja, de ángel de la

guarda, de señora magnífica, de cualquier cosa buena.

Pero no utilicemos este ejemplo del mundo animal como coartada para auyentar a

puntapiés a las viejas que se pongan a nuestro alcance, por si acaso fueran

pícaros disfrazados.

Ejemplo 2°.- Hay pájaros tan despistados que, pensando en otras cosas y sin

estar por la faena, le dan de comer a un pez en vez de darle a sus crías. El pájaro,

con el alimento en el pico, va programado para dejar el bocado en el agujero que

ve en el pico abierto de sus crías. Atolondrados como van, pasan por un estanque

en el que un pez ha subido a la superficie a aspirar aire, ven la boca del pez y allá

le mandan el refrigerio que no catarán los pobres polluelos de tan torpes

progenitores.

Aquí aprendemos que no se debe actuar al buen tuntún, sentando a nuestra mesa

al rico y poderoso para aplacar su hambre. Que no debemos confundirnos y darle

limosna al que no la haya menester, no dar de beber al harto, no dar consejo al

sapiente, no curar al sano, ni visitarlo; no desperdiciar, en fin, el pan de nuestros

hijos echándoselo a los peces.

Este ejemplo no justificaría, no obstante, que exigiéramos a nuestra progenie una

identificación rigurosa, tomando las huellas dactilares a cada crío antes de

sentarse a la mesa y comparando su cara con la foto del carné de identidad antes

de servirles la sopa, so pretexto de que, si no tomamos las precauciones

necesarias, corremos el riesgo de estar alimentando a un pez que se nos parece.

Ejemplo 3°.- Las hormigas esclavistas saquean los nidos de otras hormigas más

tolerantes, se comen sus huevos, raptan a sus ninfas y, una vez nacidas, abusan

de ellas, obligándolas a realizar tareas infames.

Declino el comentario sobre esta raza de víboras: detesto la demagogia.

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QUINTA PARTE : BIOLITURGIA

Ritos del mundo animal

Los animales, que como hemos visto no poseen la fe, hacen uso de ritos en

cuanto pueden. La afición a la liturgia es algo instintivo en muchos seres vivos, en

particular el Hombre.

Konrad Lorenz ha estudiado la función del rito en algunos animales y cita el caso

de una oca, íntima amiga suya, una tal Martina, que le hacía reverencias a una

ventana antes de subir la escalera camino del dormitorio que el premio Nobel

compartía con la tal Martina. Una noche que la oca, con las prisas y pensando en

sus cosas, se olvidó de la reverencia, el pobre bicho se sobresaltó a la altura del

quinto escalón, como si de repente se acordara: "Jo, tú, la reverencia,…

¡cagoenla!" Y la pobre oca bajó los cinco peldaños atolondradamente, hizo su

reverencia y volvió a subir al dormitorio con el alma más serena.

Lorenz cita también el infortunado caso del pastor protestante que, ejerciendo su

santa misión en el lejano Oeste, dio en comprarle un caballo a un viejo cow-boy

pendenciero, borrachín y mujeriego que sólo salía de un saloon para meterse en

otro. El caballo estaba acostumbrado a parar delante de todos los tugurios de

Kansas y a no arrancar hasta que su amo saliera del establecimiento, medio

colocado, tambaleándose y apestando a güiski. El pastor aprendió pronto que,

cuando el caballo se paraba ante una tasca o un lupanar, lo más practico era

bajarse, entrar y salir del establecimiento. Al ver salir a su amo, el animal seguía,

obediente, hasta el próximo bar; el reverendo jinete repetía la operación de entrar

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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y salir, y proseguía su camino de redención de pecadores hasta que, en una de

esas, también él cayó, a su vez, en la tentación, a manos de una pecadora, una

mala mujer de muy buena presencia que arrastró al buen pastor al abismo del

pecado. El desdichado encontró la perdición hundiéndose en la lujuria. El

escándalo del ministro dado al vicio de la torpeza le hizo flaco servicio a la causa

de la virtud, el bien y las cosas como deben ser.

Estos ejemplos nos demuestran que todos los seres vivientes tienden al rito como

la cabra tira al monte. Si seguimos las huellas de la Biónica, (que en lo tocante a

ritos se llamará Bioliturgia), debemos propugnar, entre el género humano, la

práctica de ritos vacíos de contenido, imitando a la oca Martina y evitando que un

exceso de simbolismo transforme una liturgia deliciosamente hueca en un folletín

inaguantable. Así, si podemos oficiar en latín, en sumerio o en algún idioma

desconocido, no corremos el riesgo de enterarnos de qué va el rollo y podemos

instalarnos más fácilmente en el vacío del boato sin peligro de ocupar nuestra

mente en vanos esfuerzos para acabar, de todas formas, sin entender nada.

Porque la gran verdad es que no hay nada que entender: hay que hacer, como la

oca Martina, reverencias dando gracias por la ventana y esforzándose en no

comprender.

La mejor liturgia es la más incomprensible.

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SEXTA PARTE : TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN

Drácula, el gran comunicador

No me cansaré de insistir en lo mucho que hace Drácula, con tan poco. Cuando El

Conde se pone delante de la ventana de la bella señorita y, con su sola mirada, le

comunica que desea entrar en la habitación, la señorita -ya víctima del poder

hipnótico del vampiro- le abre la ventana. Una vez dentro, Drácula, sin decir ni pío,

comunica a la víctima su sed de sangre y la muchacha ofrece al monstruo una

yugular muy bien puesta en la escena de un cuello apetitoso. Al final de la cena, el

malísimo personaje sólo ha abierto la boca para hincarle los caninos a la buena

muchacha que, antes de caer en el hechizo del noctámbulo chupador, tenía una

actitud decente y recatada que le impedía cualquier trato con varón desconocido.

Dejando aparte la telepatía -cuyas reglas desconozco- no se me ocurre un medio

de comunicación más sutil que la hipnosis silenciosa de este personaje de ficción,

pues el mítico conde, con su mirada comunica, convence y hace cambiar de

actitud a una señorita puritana, con respecto a algo tan abominable como pueda

ser el trato con caballeros que le chupan a una la sangre.

Es obvio que para conseguir sus fines, este aristócrata repleto de maldad, precisa

de la comunicación como instrumento que le permite conseguir la colaboración de

su víctima -burguesa y tan buena chica- en la tarea abominable del vampiro. Y,

conseguida esta colaboración, una vez que la señorita ya ha adoptado la actitud

de entrega al vampiro, el proceso continúa y las operaciones de succión se

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

49

desarrollan como en una danza lenta en la que los dos bailarines parecen haberse

puesto de acuerdo en la pausada ejecución de imprevisibles movimientos.

Si Drácula no hubiera, previamente, convencido, para llegar al momento de la

succión, se hubiera visto obligado a violentar a la burguesita, luchando contra su

pudorosa resistencia y ofreciéndonos una escena de burdo combate, zarandeando

a la bella sin ninguna elegancia y poniendo, en suma, de manifiesto la torpe

gestión de un conde incompetente que no supo convencer a tiempo.

Muchos quisiéramos tener la capacidad comunicativa de este conde de ficción

para emplearla en fines lícitos y en causas honestas y dignas. Como los que eso

deseamos somos gente mortal, sí, pero real -y no de ficción-, no tenemos esa

capacidad innata de El Conde para hacer de la comunicación más sutil un

instrumento de trabajo. De un trabajo terrorífico, pero trabajo al fin. Por eso

recibimos con gozo una lección que nos facilita un aprendizaje de la comunicación

como herramienta que nosotros pondremos al servicio del bien y del progreso,

aprendiendo de El Conde sólo en lo tocante a los medios y alejándonos de él en lo

tocante a los fines.

Para llegar a estos niveles de finura en la comunicación me parece bueno

aprender todo lo que sea posible sobre el tema: una víctima bien instruida en

técnicas de persuasión, hubiera reconocido la coercitiva comunicación de El

Conde en su mirada y hubiera estado en condiciones de rechazarlo, sin abrir la

boca, respondiéndole al no-muerto con un no-mensaje, es decir, ignorándolo.

Paradójicamente, el no-mensaje significa "no existes" y ¿qué noble que se precie

puede resistir -sin suicidarse- el que la mujer deseada ni siquiera perciba su

presencia?

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

50

Contra la falta de rigor en el lenguaje

He leído la siguiente frase: "La mémoire: espace dans lequel un événement se

produit pour la seconde fois." (la memoria : espacio en el que un suceso se

produce por segunda vez). He añadido "plusieurs fois" (muchas veces) a la frase,

y queda esto: « La mémoire: espace dans lequel un événement se produit pour la

seconde fois, plusieurs fois » (la memoria : espacio en el que un suceso se

produce por segunda vez, muchas veces). Como lo que expresa esta frase hace

suponer que la “segunda vez” es repetible sin cambiar de nombre y llamarse

“tercera vez”, “cuarta vez”, etc., lo que habría que decir es que la memoria es un

espacio en el que un suceso se repite, hasta que se olvida. Creo que mi enmienda

es benéfica, pues el suceso se produce en la realidad una sola vez y, si bien

cuando lo recuerdo la memoria me lo re-produce, la reproducción no es el suceso

mismo. Como se puede recordar un suceso más de una vez, la frase que he leído

me parece una majadería; debería decir: "la memoria es un espacio en el que un

suceso vuelve a producirse"; con esta definición la memoria puede reproducir

varias veces un mismo suceso, que es lo que en realidad sucede cuando decimos

cosas como: "Me acuerdo de Fulano cada vez que oigo un tango". Si la memoria

funcionara como predica la frase que he leído, sólo podría decir:

1-(lunes)"Ahora que oigo un tango, me acuerdo de Fulano."

2-(martes)"Ahora me acuerdo -por primera y última vez- de que me acordé de

Fulano una vez que oí un tango."

3 (miércoles)-"Estoy oyendo un tango y no recuerdo nada"

Pero la memoria no es tan de fiar ni permite tanta precisión, pues está al servicio

de intereses que la fuerzan a avalar nuestro mundo, mental o no, y a menudo

está delimitada por creencias.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

51

-LIBRO TERCERO -

INTRODUCCIÓN A LA

HISTORIA NATURAL

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

52

PRIMERA PARTE : LA GÉNESIS DE TODO

El Big Bang

La astucia detectivesca de los cosmólogos llega hasta a suponer que el Universo,

hace un puñado de miles de millones de años, empezó en un local de

dimensiones ridículas, como si toda su materia –que no es poca- estuviera dentro

de un punto de dimensiones inimaginablemente pequeñas; esto era todo lo que

había en esos tiempos remotos. La ignorancia general sobre el origen de este

punto tan chico y tan pesado ha dado lugar a las creencias religiosas más

variadas, todas ellas sin fundamento y con mucha fantasía.

Los cosmólogos se preguntan por el color de ese punto. Se responden que negro,

porque al ser tan pesado su fuerza de atracción era tan grande que hasta los

colores se le caían dentro.

Dentro estaban todos los colores

Y aunque hubiera sido imposible verlos, podemos sospecharlos.

Puestos a sospechar, los cosmólogos sospechan también que en un momento

dado, el punto primigenio se aflojó, y no se expandía, como muchos creen: lo que

crecía era el local; la materia, ebria de espacio, trataba de llenarlo –dicen- pero sin

éxito: el local antaño lleno de materia, empezó a tener espacio libre aquí y allá, y

apenas trescientos mil años bastaron para que alguna de estas materias se fueran

corriendo de lo que había sido el Local Primigenio Lleno De Todo Lo Que Hay.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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Dicen que esas Primeras Escapadas De La Gran Densidad Original todavía

siguen huyendo de aquel apretado Antro Mínimo Posible y que en las noches sin

luna, con un buen anteojo, se las puede ver pasar, y que algún espíritu

supersticioso las toma por almas en pena.

Sea como fuere, lo cierto es que la materia no para de alejarse del Local

Primigenio, en su vano intento de llenar un espacio sideral con simples galaxias

salidas, como quien dice, de la nada.

El magma y la vida en este mundo; la agricultura, la ganadería, los dioses y

la guerra

Una de las galaxias que se formaron contenía una estrella modesta de la que se

desprendieron trozos de materia muy caliente y en estado confuso: sólido,

gaseoso, en fin… Esas masas desprendidas del sol giraban alrededor de él como

gira la piedra alrededor de la mano del que blande la honda. Uno de esos trozos,

al irse enfriando, iba a transformarse en la Tierra, en el mundo, en este mundo.

Para eso había de pasar mucho tiempo.

La futura Tierra seguía dándole vueltas al Sol e iba enfriándose más por fuera que

por dentro

A medida que iban pasando los millones de años, la futura Tierra iba dejando el

fuego en su interior, la tierra y el agua en su superficie, y el aire flotando encima.

El aire, azul, fue dejándose penetrar por el agua evaporada de los océanos de

agua líquida. Este gas de agua llovía sobre la tierra y el océano, y desde el

exterior, el mundo presentaba la imagen de una bola muy de azul aire, con

pañuelos de nube que coqueteaban entre los continentes de tierra que parecían

flotar sobre mares tranquilos.

Pero este decorado ocultaba el interior de un planeta lleno de magma: materia

líquida ardiente que debería ser sólida a la temperatura de cualquier punto de la

superficie del planeta.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

54

Y el magma, en cuanto podía, arrojaba a la superficie del planeta su materia

líquida ardiente, que se volvía sólida y formaba volcanes.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

55

Las corrientes de lava formaban valles, cordilleras, cambiaban el relieve y dejaban

la superficie del planeta preparada para que el agua de la lluvia, el hielo y el aire

en movimiento fueran modelando paisajes, sin capricho, siguiendo las leyes

inexorables de la química y de la gravitación física, sin ninguna noción de moral ni

de teología.

Y así se formaron tierras fértiles: tierras que permitían la vida de los vegetales.Más

tiempo pasó hasta que el hombre transformó las tierras fértiles en tierras agrícolas,

que eran capaces de darle los frutos que él quería.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

56

El hombre producía más de lo que consumía.

Esta producción excesiva, junto con la domesticación de otros seres vivos produjo

una transformación de la superficie del planeta, convirtiéndola en geografía, en

geografía política, y en cuestión de política no hay como tener a Dios en el propio

campo para tener más razón que un santo.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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SEGUNDA PARTE : EL ORIGEN DE LA VIDA Y LA EVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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El hombre somos un animal creyente

Las certezas científicas son ciertas para el científico que las experimenta; para mí,

son creencias: yo nunca vi un paramecio, jamás visité el Cretácico y soy incapaz

de demostrar la conjetura de Fermat, así que si mis antepasados creían que

Neptuno habitaba en el agua de los mares, con la misma fe creo yo que en el

agua habitan el oxígeno y el hidrógeno, combinados de forma caprichosa y que,

en su abundante alianza disuelven sales de cuya composición química no dudo,

aunque la ignore.

Por eso barrunto que mis creencias no deben ser más fiables que las de un

azteca: ni él podría hacerme ver a Chalchiuhtlicue, ni yo podría mostrarle un buen

pedazo de oxígeno.

Muchas creencias del azteca no se parecen a las mías, pero compartimos algunas

como la dudosa existencia de la realidad, por grande que ésta sea; así suscribo

plenamente la idea que se expresa en este canto azteca:

A este mundo venimos a dormir,

venimos a soñar, porque no es verdad,

no es verdad, que hayamos venido

para vivir la realidad.

Creencias científicas

Por todo ello, mis creencias son muchas y mis convicciones escasas:

Creo en el movimiento browniano que es el que llevan las partículas que se

disuelven en un fluido, de forma caótica y, como quien dice, sin ton ni son.

Y también tengo bastante fe en lo que dicen algunos sabios: hace unos 3.500

millones de años, dicen, surgió en la Tierra la primera célula por casualidad; los

sabios no utilizan la palabra « casualidad » y por eso emplean mucha tinta en

explicar lo que sospecho fue un simple azar;

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

60

que esas células primigenias no eran capaces de asociarse para crear organismos

con muchas células, como las palmeras o los dinosaurios,

pero que 2.000 años más tarde, hace unos 1.500 millones de años se produjo otra

casualidad y aparecieron células que eran potencialmente capaces de evolucionar

y crear otras células más complejas que formaran plantas y animales.

Creo que los sabios biólogos clasifican a los seres vivos en 3 dominios, dos de los

cuales sólo contemplan organismos de una sola célula: el dominio Archaea y el

dominio Bacteria, cuyos componentes, unicelulares, tampoco pueden formar un

ser más complejo, aunque a veces se presenten grupos de bacterias simulando un

escorpión;

que la mayoría de los seres vivos pertenecen al tercer dominio: los eucariotas y

que sus células tienen un núcleo en su interior que guarda su información

genética;

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

61

que existen células heterótrofas que se han de alimentar de moléculas orgánicas y

tienen enzimas digestivas para poder hacer su metabolismo;

que hay células que se dividen dando lugar a dos células, y que no sé por qué lo

hacen;

que muchas células pueden moverse y que se desplazan;

que todos los seres vivientes que podemos ver a simple vista están hechos de

células;

que todos los seres vivientes que no podemos ver a simple vista, también están

hechos de células

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

62

, y que debe ser cierto lo que sospechan algunos sabios: que las similitudes entre

todos los seres vivos son tan escandalosas, que no es tonto suponer que todos los

organismos que viven sobre la Tierra, proceden de una única célula primitiva

nacida hace varios miles de millones de años;

que, aunque no lo digan los sabios, en la imagen de esta célula primigenia podría

reconocerse a un pez, un reptil, un ave, un mamífero…

y que la vida se transmite por casualidad y que no entiendo nada al respecto.

Esto es todo lo que puedo decir sobre el origen de la vida en este planeta, y siento

no poder demostrar nada de lo dicho.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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TERCERA PARTE : LOS SERES VIVIENTES

Creencias extendidas

Los sabios biólogos clasifican a los seres vivos en cinco reinos:

- los que sólo tienen una célula sin núcleo,

- los que sólo tienen una célula, pero con núcleo,

- los hongos,

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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- las plantas, y

- los animales.

Los hongos y los animales, como las bacterias, se alimentan, cada uno a su

manera, de materia orgánica producida por otros organismos, y no pueden vivir,

como lo hacen las plantas, consumiendo minerales inertes y sin hacer daño a

nadie. Los animales, para vivir, han de matar, o comerse los cuerpos sin vida de

otros animales… La raza humana ha inventado la ganadería, menos arriesgada

que la caza, para poder matar más y exponerse menos a los desaires de las

víctimas

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

65

También ha ideado incontables rituales de muerte de otros seres

Y muchos dioses han tenido desde antiguo, la querencia de ver a los humanos

matándose los unos a los otros, dándose a matar, o matándose a sí mismos, a sus

hijos, a sus animales… como si el único sentido de la vida fuera la muerte.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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-LIBRO CUARTO-

DE RE METAPHISICA,

METAQUÍMICA

ET “PELÍTICA”

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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PRIMERA PARTE : METAFÍSICA

La resurrección de la carne

Muchos son los testimonios que acreditan que la vieja creencia en una vida

después de la vida, no es ninguna tontería. Ni mucho menos. Los ejemplos son

numerosos y al alcance de cualquiera, pues, como vamos a poner de manifiesto,

buena parte de nuestros sueños no son más que mensajes que nos dirigimos a

nosotros mismos, desde el más allá. Y el que no sueña es porque no quiere.

El cuerpo humano está constituido por materia que, como sabemos, no es nada

(véase la tercera parte del libro segundo de la presente obra). En efecto, entre los

átomos hay enormes cantidades de espacio vacío comparables, -a su escala-, al

vacío existente entre los planetas del sistema solar. Y cada átomo es, a su vez,

otro sistema solar diminuto, también muy vacío. Y todo lo que hay dentro del

átomo no son más que electrones y otros elementos de muy poco fuste que se

distinguen por algo tan intangible como es su carga eléctrica. O sea que, hoy por

hoy, nadie se atrevería a postular la materialidad de una sustancia, sea la que sea.

Por lo tanto, no se puede decir que en algún lugar haya algo consistente.

No se puede, pues, demostrar que la sustancia de alguna cosa se encuentre en

algún sitio.

Y, si no hay nada en ningún sitio, no hay ni sitio.

Resumiendo: que ni existe la materia, ni existe el espacio. No le demos más

vueltas.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

69

Y así las cosas, a quién puede importarle la apariencia del Ser si, al fin y al cabo,

el Ser, aunque sea, no existe. No puede existir porque, para existir, se necesitaría

sitio y ya hemos visto que no hay.

Luego, a nadie debe importarle la apariencia del Ser.

Tomemos, por ejemplo, a don Fulano. Cuando don Fulano fallece, se transforma

en el difunto don Fulano.

Don Fulano en vida, "es" o no "es". Hagamos como si don Fulano "fuera".

Yo creo que no somos nada y que, por ende, don Fulano no es nada, luego no

"es"; pero hagamos como si "fuera".

Pues bien, si don Fulano "es", el difunto don Fulano también "es", aunque la

apariencia de su cuerpo parezca haber desaparecido. Porque si hemos

reconocido que don Fulano, que estaba constituido de nada, "era", ¿porqué vamos

a negarle la esencia al difunto don Fulano, sólo por ser inmaterial?

Luego, si don Fulano es, el difunto don Fulano también es. Y no creo necesario

demostrar que son el mismo pues, si no, el difunto don Fulano sería don Mengano

-pongamos por caso-. Y eso sería todavía más absurdo.

Luego, si existe la vida antes de la muerte, existe también después.

Y, si no existe después, no tiene porque existir antes.

Algunos pensadores con vocación de hereje pretenden que, no pudiendo

demostrar que exista la vida antes de la muerte, cabe la posibilidad de que la vida

exista después -y sólo después- de la muerte. Pero esto no se puede probar y no

es intención mía el discutir problemas bizantinos.

En resumidas cuentas, la resurrección de la carne es un hecho. O, dicho de otra

manera, si algo es, seguirá siendo.

Dixi.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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SEGUNDA PARTE : METAQUÍMICA

Necesidad de la metaquímica

Si pudiéramos liberar a los seres vivos de su dependencia de la química del

carbono, y para vivir no fuera preciso comer células ajenas, la calidad de vida

mejoraría en este planeta. Si el hombre hecho de compuestos del carbono pudiera

transmutarse en el hombre de compuestos del silicio o de algún otro elemento

menos imperialista que el carbono, otro gallo nos cantara: un gallo, también él, de

silicio, pacífico él, que un gallo de pelea no puede ser de silicio: ha de estar hecho

mayormente de compuestos de carbono y ser susceptible de pasar hambre. Para

orientarnos y situar al culpable carbono en su debido lugar, hemos de ir a buscarlo

donde lo puso el sabio Dmitri Ivanovich Mendeléiev allá por el 1869. Hay que

admirar la genialidad de Mendeléiev –en adelante Dimitri- y no olvidar los intentos

que otros hicieron antes que él en la tarea inverosímil de poner orden y clasificar

los átomos que hay en el universo. Dimitri los ordenó como ya lo había hecho el

inglés Newlands en 1864, pero su tabla periódica añadió ventajas importantes,

entre otras la de anunciar propiedades químicas de elementos desconocidos.

Atendiendo a sus cualidades químicas, Dimitri los puso en una clasificación tal que

puede pensarse que en su tabla está todo lo que hay: que no hay más. Otros

sabios han mejorado todavía más las posibilidades de la tabla del astuto ruso,

pero con el mismo objetivo de poner en su sitio a cualquier átomo de la creación,

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

71

todo ello con la inconfesada y subterránea intención de saber qué es el universo,

de dónde viene y qué pintamos aquí toda esta gente.

La humanidad ha perdido siglos elucubrando sobre metafísica cuando lo que nos

hace infelices es la química; ocupémonos de la metaquímica y tratemos de

solucionar el problema allá donde se presenta. Si la metafísica trata del ser en

cuanto tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras, es evidente que se

queda lejos de su objetivo si no cuenta con la metaquímica, pues las causas

primeras son físico-químicas, como vamos a comprobar a continuación.

Contra la química orgánica

A mí me indigna la química del carbono y me pongo como un basilisco cuando

pienso en lo poco que se tiene en cuenta su inconveniente influencia sobre las

condiciones de vida en el planeta. Por eso mi primer impulso ha sido criticar la

tabla periódica, pero pensándolo bien no lo haré, porque censurar la tabla

periódica sería una majadería, pues no hemos de tenerla por responsable de la

química del carbono que produce los seres vivos que precisan comer: eso

equivaldría a confundir la cosa con la palabra que la representa: sería caer en una

actitud mágica y no científica.

Así que agradezcamos a Dimitri et altri su valiosísima aportación al conocimiento y

centrémonos en los desastres del carbono. Los elementos químicos que

componen el universo son los que son pero ¿podrían ser otros? Los sabios nos

dicen que las galaxias están llenas de mucho hidrógeno, de bastante helio, de un

poco de oxígeno, de una pizca de carbono y que todos los demás elementos

químicos juntos forman otra menudencia que no llega ni a la diezmilésima parte

del hidrógeno. Y si les preguntáramos como haría un niño curioso: ¿por qué?, nos

dirían que porque el Big Bang consistió en la fabricación de esos elementos

químicos a partir de una materia pequeñísima, muy caliente y muy densa que dio

lugar a los átomos al irse enfriando y haciéndose grande; que aquella gran

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

72

explosión mandó a los elementos de la tabla periódica hacia todas las direcciones

del universo que iba creando la propia explosión y que estos elementos se iban

combinando y dando lugar a objetos tan sorprendentes como nuestro planeta, que

tiene mucho hierro, silicio, aluminio, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno, sueltos o

combinados entre sí y con otros elementos menos abundantes. Si el niño

preguntón no fuera un simple pelmazo del ¿por qué?, sino un filósofo de talla

menuda, preguntaría: y ¿por qué el Big Bang no fabricó unos elementos que

dieran lugar a una tabla periódica más humana? Y ahí el mentor tendría que

contestarle con otra pregunta: ¿qué quieres decir, pequeño?, y ser humilde y

escuchar su lección de buen sentido cosmológico:

NIÑO

Pues está bien claro: quiero decir que si el devenir de la evolución de esos

elementos, combinados a altísimas temperaturas y expandidos a gran velocidad,

ha dado lugar al universo que conocemos, y en especial a este planeta, pues que

el Big Bang ha hecho un pan como unas hostias.

MENTOR

¿Por qué?

NIÑO

Pues está bien claro: porque esos elementos han dado lugar a la vida en este

planeta, con tan mala fortuna que muchos seres vivos han de matar para vivir. En

particular, el hombre quita la vida a otros animales y a muchas plantas para no

morirse él de hambre; ¿le parece a usted lógico que el sistema digestivo humano

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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reclame continuamente alimentos que sólo se consiguen sembrando la muerte en

huertos y corrales?

MENTOR

No, no parece lógico, pero es lo que hay...

NIÑO (INTERRUMPIENDO)

Es obvio que eso es lo que hay, pero mi pregunta es ¿por qué el Big Bang no

fabricó unos elementos que dieran lugar a una tabla periódica más humana?

MENTOR

No sé...

NIÑO

Pues si no lo sabe, no tenemos nada más que hablar.

MENTOR (CON HUMILDAD)

No te enfades, pequeño... ¿Qué quieres decir por una tabla periódica más

humana?

NIÑO

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

74

Pues está bien claro: la tabla que pusiera un cierto orden en un conjunto de

elementos químicos con los que no fuera posible llegar a producir vida que

necesite de la muerte de otras vidas para la propia supervivencia. Ningún

elemento de esta posible tabla periódica más humana tendría las pérfidas

cualidades combinatorias del carbono, el oxígeno y el hidrógeno.

MENTOR (CON HUMILDAD)

Y ¿cómo habría vida sin carbono, oxígeno...?

NIÑO (INTERRUMPIENDO)

Es obvio que no podría existir la vida que usted y yo conocemos pero ¿se puede

llamar vida a esto, a un sistema que se basa en provocar la muerte? En todo caso

la vida posible que yo reclamo sería una vida sin dolor, sin abusos, sin crímenes.

Imagínese unos átomos de materia que son capaces de almacenar una

sensación, de recordarla y de transmitirla, sin tener necesidad de alimentarse de

semejantes para seguir experimentando esa sensación. Esos átomos formarían la

célula primigenia de una especie que poblaría ese universo conveniente que

podría ser y no es.

¿Por qué hemos de andar siempre intentando justificar los errores de los dioses?

¿Por qué hemos de hacer ver que está bien lo que es un disparate universal? ¿A

qué dios se le ocurre crear unos seres que no tienen más remedio que matarse

entre sí o morirse de hambre? Ya va siendo hora de que tomemos conciencia de

que la materia de este universo en que vivimos es de una calidad pésima, por no

decir satánica.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

75

Y el niño tendría razón: en el momento del Big Bang la materia andaba tan

caliente y tan densa que nadie sabe de qué estaba hecha porque no podía

siquiera emitir luz, ya que cualquier radiación que intentara salir, se caía en la

materia por lo muy densa que ésta era, pero que pasados los primeros 300.000

años la materia se aligeró lo suficiente como para dejar salir radiaciones que

todavía nosotros podemos registrar hoy día. Y seguramente en aquellas lejanas

fechas ya era irreversible la pifia universal de una tabla periódica inhumana.

Para el universo 300.000 años no son nada, pero a esa temprana edad ya tenía

hecho todo el hidrógeno, todo el helio y todos los demás elementos necesarios

para la confección de este valle de lágrimas. Para que no existieran las lágrimas

en este valle, la vida no hubiera debido nunca sobrepasar los límites del reino

vegetal.

Los vegetales no carnívoros se alimentan de elementos químicos que encuentran

en la tierra y no hacen daño a nadie, en cambio los animales, si quieren sobrevivir,

han de matar a otros seres vivos, vegetales o animales, que no han hecho nada

para merecer tal martirio. En otros mundos no sé si hay vidas mejores, pero en el

nuestro la Creación ha hecho la chapuza de animar a los seres de una forma

irreflexiva, sin pensar en las lamentables consecuencias de una vida que sólo es

posible matando otras vidas. ¿A quién se le ocurre pedir que se amen unos a

otros los seres que se pasan la vida matando a otros seres para no morir ellos de

hambre? Las culturas más esplendorosas de la historia se han construido sobre la

muerte de seres vivos de muchas especies, incluida la humana. Algunas razas

humanas con buen corazón han intentado resolver el dilema del hambre adorando

al animal que se comían y comiéndoselo sólo por necesidad de supervivencia,

pero otras se han dedicado a la caza deportiva, matando por gusto a seres que no

representaban ninguna amenaza ni les iban a solucionar la acuciante necesidad

de digerir con frecuencia..

Y qué decir de los sacrificios a los dioses: matar a un animal no es un acto grato a

los ojos de nadie en su sano juicio; ¿que psicología puede tener un dios que se

goce viendo cómo algunas de sus criaturas matan a otras en su honor?

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

76

Los vedas, escrituras sagradas del hinduismo, ya suponían un origen del universo

a base de unos pocos elementos que se combinaron; de ahí salió todo, dicen.

Algunas de las teorías más recientes también hablan de esa sopa primigenia. En

vez de los potajes védicos, la sopa de los modernos cosmólogos era de partículas

subatómicas. Pero no basta con explicarse las carencias de esta creación

defectuosa: hay que ponerles remedio. A mí me sorprende que los profetas

védicos, en vez de indignarse por lo mal hecho que está este universo, se

dediquen a admirar a esa realidad última que llaman Brahman. Si empezamos por

dar como bueno lo que es un disparate de origen en la existencia del universo, mal

podremos colaborar a la mejora de este caos. La metaquímica es la rama de la

filosofía que se ocupa de analizar las causas de la deplorable combinatoria de los

elementos químicos, que ha dado lugar a los instintos asesinos de los seres vivos,

originados por el hambre; también trata de arreglar lo que pueda en ese campo de

batalla.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

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TERCERA PARTE : POLÍTICA

Obsolescencia de la política

Los descubrimientos arqueológicos son más útiles de lo que mucha gente pudiera

creer; es obvio que de nada sirve conocer los nombres de reyes protohistóricos y

lugares de los tiempos prehistóricos, pero para averiguar el origen de muchas de

nuestras peores costumbres, hay que buscarlo en los tiempos remotos en los que

estos hábitos, dadas las circunstancias, no eran tan absurdos como lo son ahora,

cuando las situaciones han cambiado mucho, pero las rutinas siguen casi

inalteradas. Ese es el caso de las religiones que, en su origen vienen a intentar

calmar la angustia de quien tiene más preguntas que respuestas sobre lo que vive

y lo que pasa a su alrededor. El hombre paleolítico hace muy bien inventando

totems y gestionando sus asuntos imprevisibles o incontrolables con ellos, pero el

hombre neolítico no se da cuenta de que algunos de sus semejantes, con la

astucia del zorro, empiezan a explotar ese miedo colectivo con una treta pueril: se

declaran intermediarios entre su grupo social y la divinidad a la que ésta

comunidad se encomienda. Así, representando a un poder supremo, se labran un

puesto en la sociedad que les permite estar incluso por encima de los que han

conseguido lo que hoy llamaríamos el poder político: los reyes, la nobleza... El

soberano, en cuanto puede, reacciona como en aquel chiste malo lo hacía el

dictador: haciéndose divinidad él mismo1. Esta pueril artimaña ha durado hasta

1 El chiste, por los años 50 del pasado siglo, era que un sujeto que quería que Hitler, Mussolini y Franco le dedicaran una

foto, iba a ver a Hitler y éste le escribía en la foto El enviado de Dios, A. Hitler. Iba después donde el dictador italiano y le

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

78

finales del siglo XX en países desarrollados y todavía, en Japón, hay quien cree

que el emperador es divino.

Más recientemente, en Europa, los soberanos se han limitado a compartir poder

con la iglesia dominante, que tenía a su máximo representante sentado en un

trono bien de este mundo, en Roma; comprar la bendición papal fue una jugada

ingenua para aparentar que origen del poder terreno, era divino. Incluso después

de la revolución francesa, surgió un sujeto con alma de faraón que se hizo coronar

emperador por el papa Pío VII y fundó el Primer Imperio en un país que acababa

de intentar expulsar a la monarquía. Esta utilización de la autoridad que confiere lo

divino llega hasta nuestros días en países que no tienen un régimen político de

inspiración religiosa y así podemos asistir al espectáculo de un presidente de los

Estados Unidos de América que, desde su escasa cultura, sataniza a sus

adversarios y reclama para sí la protección del dios verdadero y, por tanto, la

justicia de la divinidad. Y es que, si bien la Iglesia ya no tiene en Occidente el

poder que tuvo antaño, el sentimiento religioso sigue teniendo suficiente

relevancia entre la población como para ser manipulado por quienes, sedientos de

poder, ansían ocupar tronos en la cúspide de la pirámide social.

Incluso los grupos políticos que se presentan como a-religiosos dependen, en su

acción, de los que actúan a partir de principios religiosos, entran en diálogo -o

confrontación- con ellos y, aunque no quieran, hacen su política contando con la

religión, y así, aunque declaren que la primera obligación de todo revolucionario es

hacer la revolución, olvidan la importancia de hacer la revolución más elemental

que se pueda hacer: desautorizar a los que se arrogan poderes de divinidades que

no son comprobables y a los que, disfrazados de uno más, acumulan poderes

faraónicos aprovechándose de la atávica disposición que tienen sus semejantes a

agruparse en estructuras piramidales y a adorar el vértice. Faraones, reyes,

caudillos y comandantes en jefe tratan de decidir por todos lo que más les

conviene a ellos mismos.

mostraba la dedicatoria del alemán; Mussolini le dedicaba su foto con el texto El verdadero enviado de Dios. Cuando el

coleccionista de autógrafos presenta a Franco las fotos dedicadas de los otros dos dictadores, éste le dedica la suya con el

texto: No recuerdo haber enviado a nadie.

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

79

La metaquímica ha de guiarnos en el camino por un mundo mejor: visto y

demostrado que hay que consumir otras vidas para vivir, intentemos matar lo

mínimo: consumamos frutos sin matar al árbol y sinteticemos los alimentos que

podamos a partir de minerales inertes. Ya que la alimentación es el error más

grande en el diseño de los seres vivientes, corrijamos el fallo del universo

intentando comer sin matar.

Todo revolucionario debería ser consciente de los yerros universales ocasionados

por el carbono, el oxígeno y el hidrógeno.

La primera obligación de todo revolucionario debería consistir en predicar la

metaquímica y ridiculizar al ansioso de poder; con ocasión o sin ella.

De la polis a la pelis

Desde hace mucho tiempo el instrumento del poder es el dinero: tiene poder el

que tiene dinero o el que domina a quien tiene el dinero. Con santa desvergüenza

los papas habitan palacios y se visten de oro y piedras preciosas, dejando bien

claro que su iglesia es de este mundo y que los pobres están ahí para que los

ricos vivan como dios. Lo que los historiadores llaman la polis es un fenómeno

que, en castellano debería llamarse la pelis, de pela o peseta, sinónimo de dinero.

Pues lo que da lugar a la polis es el exceso de bienes que, a su vez, da lugar al

comercio, a los mercados, a la cives o ciudad donde esas actividades son

posibles; pero esas actividades protoeconómicas, una vez inventado el dinero,

son económicas: la economía es una sofisticación humana de la necesidad de

comer y, para realizarse, inventa civilizaciones, desde el neolítico, hasta nuestros

días. Por eso una revolución basada en la metaquímica que cambiaría las

costumbres alimenticias, innovaría la economía y daría lugar a una pelis nueva,

más justa para todos los seres vivientes del planeta.

Necesidad de la mundítica

La economía que actualmente recorre el mundo es un fantasma que se basa en el

beneficio económico cuyo origen es comer de todo, caiga quien caiga en el

ESPEJO DE LA CIENCIA -Antonio Bustamante-

80

empeño. La economía basada en la metaquímica perseguiría una alimentación no

asesina que respetara todo lo que vive en este mundo.

Ocupando el lugar de la obsoleta política, la mundítica es la ideología que

persigue la alimentación de todos los seres vivientes de la Tierra, sin matar ni uno

para conseguirlo.

Habríamos de estar emocionalmente preparados para el gran cambio, pese a la

lentitud con que éste se haría efectivo, pues con el tiempo, los animales

carnívoros deberían de acostumbrase a dietas vegetarianas y más adelante, a

comer sólo vegetales secos o animales muertos. No podríamos permitir que fieras

como el tigre matasen a herbívoros como la gacela, con la excusa de que tienen

hambre. Ni que, con el mismo pretexto, la gacela mate a vegetales vivos.

Las especies carroñeras experimentarían un florecimiento al ser necesarias para

eliminar -post mortem- lo que ahora despachan los carnívoros -in vivo-. La noble

actividad de comer cadáver evita epidemias que no le sientan bien a ninguna

especie viviente.

La mundítica constituye un ideal que, a largo plazo y, en beneficio de los seres

vivientes, podría enmendar la plana a este universo chapucero, mientras dure.

Aubonne, 1983-2006