Antologias Derechos de Los Niños

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Derechos de los infantes

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  • LOS DERECHOS DE LOS NIOS, RESPONSABILIDAD DE TODOS

  • LOS DERECHOS DE LOS NIOS, RESPONSABILIDAD DE TODOS

    Textos

    Manuel Hernndez PedreoAmparo Marzal MartnezMara Socorro Morente SnchezJos Antonio Parra OrtegaEnrique Pastor SllerJulia Garca lvarezTeresa Vicente GimnezJuan Guill JimnezRosa Riquelme CortadoJos F. Caselles PrezJuan Garca GutirrezJos Ramn Salcedo HernndezViolante Toms OlivaresPedro ngel Rubio LaraFrancisco Manuel Garca CostaEva Santos Snchez-GuzmnCentro de Estudios CEI de Murcia y la AMPAFuensanta Muoz Clares

    Coordinadores

    Teresa Vicente GimnezManuel Hernndez Pedreo

    Universidad de Murcia, 2007

  • 1 edicin, 2007

    Coleccin Aula de DebateDirector: Manuel Hernndez Pedreo

    Reservados todos los derechos. De acuerdo a la legislacin vigente, y bajo las sanciones en ella previstas, queda totalmente prohibida la reproduccin y/o transmisin parcial o total de este libro, por procedimientos mecnicos o electrnicos, incluyendo fotocopia, grabacin magntica, ptica o cualesquiera otros procedimientos que la tcnica permita o pueda permitir en el futuro, sin la expresa autorizacin por escrito de los propietarios del copyright.

    Universidad de Murcia. Servicio de Publicaciones, 2007

    Ilustracin de cubierta: Helena Garca MuozI.S.B.N.: 978-84-8371-655-7Depsito Legal: MU-355-2007Impreso en Espaa Printed in SpainMaquetacin e impresin: Compobell, S.L. C/. Palma de Mallorca, 4, MurciaDistribuye: Servicio de Publicaciones. Universidad de Murcia.C/. Actor Isidoro Miquez, 9, Murcia

    Los derechos de los nios : responsabilidad de todos / textos Manuel Hernndez Pedreo[et al.] ; coordinadores Teresa Vicente Gimnez, Manuel Hernndez Pedreo.-- Murcia: Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2007 268 p.

    ISBN: 978-84-8371-655-71. Nios Derecho I. Hernndez Pedreo, Manuel. II Vicente Gimnez,

    Teresa342.7-053.2

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    NDICE

    Presentacin ............................................................................................................ 9

    Parte primera. Las Polticas Pblicas y los Derechos de los Nios

    Captulo 1. El Riesgo Social de la Infancia ............................................................. 13 Manuel Hernndez Pedreo

    Captulo 2. Polticas Pblicas para la Infancia ........................................................ 29 Amparo Marzal Martnez

    Captulo 3. Las Polticas Favorables a la Infancia ................................................... 33 Mara Socorro Morente Snchez

    Captulo 4. La Responsabilidad de la Administracin en la Buena Prctica sobre los Derechos de la Infancia ...................................................................................... 37 Jos Antonio Parra Ortega

    Captulo 5. Participacin y Polticas Sociales para la Infancia en la Administracin Local ......................................................................................................................... 39

    Enrique Pastor Sller y Enrique Pastor Sller y Enrique Pastor Sller Julia Garca lvarez

    Parte segunda. Los Derechos de los Nios en el Marco Internacional de los Derechos Humanos

    Captulo 1. Los Derechos del Nio como Avance de la Justicia ............................. 67 Teresa Vicente Gimnez

    Captulo 2. La Convencin sobre los Derechos del Nio. Derechos y Necesidades de la Infancia ............................................................................................................ 83 Juan Guill Jimnez

    Captulo 3. La Carta Magna de los Derechos del Nio. Progresos y Desafos ...... 95 Rosa Riquelme Cortado

  • NDICE

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    Captulo 4. La educacin para la Paz en la esfuera de los Derechos Humanos ..... 139 Jos F. Caselles Prez

    Captulo 5. Una Voz para la Infancia. Gnesis y desarrollo de la nocin de inters superior del nio ..................................................................................................... 173 Juan Garca Gutirrez

    Parte tercera. Algunos aspectos del Desarrollo Jurdico de los Derechos del Menor

    Captulo 1. La Libertad Religiosa del Menor .......................................................... 187 Jos Ramn Salcedo Hernndez

    Captulo 2. La Discapacidad como Elemento de Discriminacin Positiva ............. 213 Violante Toms Olivares

    Captulo 3. Tutela Penal de la Violencia Escolar en el mbito de la Omisin de Impedir, Denunciar o Auxiliar a las Vctimas ......................................................... 219 Pedro ngel Rubio Lara

    Captulo 4. Derechos Fundamentales del Menor en los Centros Educativos Pblicos de la Regin de Murcia ............................................................................................ 231 Francisco Manuel Garca Costa

    Parte cuarta. Los Nios construyen sus Derechos

    Captulo 1. Exposicin Aula 28, Los Nios Invisibles ........................................ 251 Eva Santos Snchez-Guzmn

    Captulo 2. Todos los Nios tienen Derecho a que les Cuenten Cuentos ............... 257

    Captulo 3. El cuento del nio sin nombre .......................................................... 261 Fuensanta Muoz Clares

    Captulo 4. Carta de una nia con discapacidad. Hola soy Mnica y tengo 9 aos! 265

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    PRESENTACIN

    Los derechos de los nios, responsabilidad de todos rene diferentes aportaciones que, desde los diversos mbitos social, poltico, administrativo, jurdico, cultural y artsti-co, analizan y tratan de dar respuesta a algunas de las realidades que plantea actualmente la infancia. Este trabajo tiene su origen en las I Jornadas sobre derechos humanos, dedicadas a los derechos de los nios, que se organizaron en el 2005 en la Universidad de Murcia. La gran acogida y el entusiasmo que despertaron por parte de la comunidad universitaria, y de manera notoria por los alumnos, las instituciones polticas y sociales, locales, regionales y nacionales, as como de organizaciones internacionales dedicadas a la infancia como Save the Children y UNICEF, convirtieron estas primeras Jornadas universitarias en un UNICEF, convirtieron estas primeras Jornadas universitarias en un UNICEFCongreso Nacional al ao siguiente en noviembre del 2006, y en una segunda edicin en 2007, el II Congreso Nacional de derechos humanos y criminologa organizada por los estudiantes de la Universidad de Murcia.

    El arranque o matriz del libro es el reconocimiento y la proteccin internacional de los derechos de los nios, por lo que la Convencin de las Naciones Unidas de 20 de No-viembre de 1989 es el Tratado Internacional que contiene el marco jurdico-poltico para el desarrollo de la estructura de la obra. El libro se estructura en cuatro partes. Comienza la Primera con un captulo donde se plantea la idea de que los derechos de los nios son responsabilidad de todos y que no asumirla es un riesgo social, adems de la prdida de una grandeza sin lmites. En los captulos siguientes se trata de explicar la respuesta desde la administracin pblica a la realidad social de la infancia, y por eso en ella escriben responsables de polticas, asuntos sociales y programas de la infancia. Gracias desde aqu por la participa cin y la implicacin de tres Directoras Generales: de la Administracin Central, Amparo Marzal, de la Administracin Autonmica, Marisol Morente, y de la Admi nistracin Local, Carmen Pelegrn. La Segunda Parte abre la reexin losca y el anlisis jurdico de los derechos de los nios en tanto derechos humanos, para continuar en la Tercera con el estudio de algunos aspectos concretos del desarrollo legal de los derechos de los nios, como la libertad religiosa, la discapacidad, o la violencia escolar. Para ter-minar, la Cuarta recoge el contenido de dos exposiciones que la escultora Eva Santos cre para acompaar, desde las dos grandes bibliotecas de la Universidad de Murcia, el discurso de las Jornadas dedicadas a los derechos de los nios. Por ltimo se incluye el testimonio gr co de la participacin de los autnticos protagonistas de este libro, los nios, y son ellos los que toman la palabra para construir sus derechos.

    Cada ao, el 20 de noviembre se celebra el Da Internacional del Nio, fecha que rememora el da en que los nios entran en el baile de los derechos humanos, con el reconoci miento internacional de sus derechos bsicos contenidos en la Convencin so-

  • PRESENTACIN

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    bre los De rechos del nio de 1989. Sin embargo, la realidad diaria nos muestra que mientras que en los pases de frica, de Asia, de Amrica Latina, y ms recientemente en los pases de la Europa del Este, las violaciones ms graves de los derechos de los nios derivan del hambre, la enfermedad, la exclusin y la pobreza extrema, en la Europa occi-dental y en Amrica del Norte, las violaciones ms graves y frecuentes son consecuencia del maltrato, de los malos tratos fsicos, psicolgicos y del abuso sexual. Se trata de dos realidades que a primera vista pueden resultar alejadas e incluso antagnicas. Ssin em-bargo, des de una detenida reexin prctica, aparecen como dos caras de la violencia, la de un mundo armado de violencia, el que hemos creado y el que estamos obligados a sanar. Esta cuestin sita el debate de los derechos de los nios sobre la mesa crtica de una revisin profunda de la tica de la especie humana: Qu lugar ocupan los nios en nuestros sistemas sociales?

  • PARTE PRIMERA

    LAS POLTICAS PBLICASY LOS DERECHOS DE LOS IOS

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    CAPTULO 1

    EL RIESGO SOCIAL DE LA INFANCIA

    Manuel Hernndez PedreoDepartamento de Sociologa y Poltica Social. Universidad de Murcia

    INTRODUCCIN

    El estudio de la infancia es tarea multidisciplinar. Son muchas las disciplinas interesa-das en aspectos relacionados con la infancia: la Pedagoga, el Derecho, el Trabajo Social, la Medicina, la Psicologa y, por supuesto, la Sociologa.

    Desde la Sociologa, el estudio de la infancia ha sido tratado dentro de distintas ramas sociolgicas, tradicionalmente desde la Sociologa de la Familia y la Sociologa de la Educacin. Sin embargo, cada vez son ms usuales las aportaciones desde la Estructura Social y ms concretamente desde el campo de las desigualdades y la exclusin social. No obstante, debido a la multidimensionalidad de la infancia como fenmeno social, son otras muchas ramas de la Sociologa las que transversalmente se ocupan de ella; como la Sociologa del Gnero o la Sociologa de las Migraciones, entre otras.

    Por otro lado, algunos autores, y con diferente cronologa, (Gastn, 1978; Rodrguez Pascual, 2000), ponen en tela de juicio la pertinencia de una genuina Sociologa de la Infancia.

    A pesar de la interdisciplinariedad que coincide en el anlisis de la infancia, prcti-camente todas las reas de estudio denominan y engloban bajo un mismo enunciado, el riesgo social de la infancia, una serie de problemas de diversa ndole (social, familiar, eco-nmica, educacional o relacionados con la salud fsica y psicolgica) que vienen a impedir el adecuado desarrollo de los nios y nias y su conveniente insercin social.

    En este captulo se aborda, en primer lugar, el concepto de infancia y su compleja de nicin y caracterizacin; seguidamente se realiza un acercamiento a las situaciones de riesgo social en la infancia y a las variables que en l inciden; a continuacin se analizan las metodologas ms adecuadas para el estudio de la infancia y su riesgo social, apos-tando por una diversidad metodolgica que de cabida a las distintas reas que con uyen en su estudio; y, por ltimo, se realiza una propuesta de medicin del riesgo social de la infancia, a travs de la construccin de un sistema de indicadores sociales adaptado al objeto de estudio.

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    1. LA INFANCIA EN LA SOCIEDAD

    La infancia es un fenmeno social todava insu cientemente estudiado desde la Sociologa. El anlisis de los procesos sociales en los que se desarrolla y transcurre la infancia, y la evolucin de la vida infantil hacia la condicin de adulto, apenas ha sido considerada desde la Sociologa. Como seala Rodrguez Pascual (2000), no aparecen apenas referencias bibliogr cas ni teoras establecidas, ni marco de referencia mnimo. Parecera que el espacio previo a la vida de adulto no es un espacio social, al menos no ha sido analizado como tal. Como indica el autor, es un periodo de no-ser. La infancia puede considerarse una construccin social, generada en el contexto de un proceso de cambios sociohistricos que han modi cado usos, concepciones y percepciones asocia-das a los menores.

    Para comprender el signi cado actual de la infancia es imprescindible conocer, a travs de la mirada histrica, cmo ha evolucionado su concepcin social.

    Si nos centramos en Occidente, no va a ser hasta la llegada de la revolucin industrial cuando se empiece a de nir el concepto de infancia y, ms concretamente, en la legislacin fabril inglesa de 1819, que delimita la edad mnima para trabajar en las modernas fbricas de la poca, as como la duracin mxima de la jornada laboral para los menores de 9 aos en 10 horas. Va a ser tambin en el siglo XIX cuando, con la revolucin burguesa, lleguen una serie de transformaciones que in uirn en la estructura de la institucin familiar en consonancia con la nueva sociedad industrial. Los progresivos avances sociales, jurdicos y econmicos irn con gurando a la familia como el mbito por excelencia donde el nio debe desarrollarse y a quien corresponde su tutela.

    Con la llegada de la industrializacin, la familia pierde importancia como unidad de produccin econmica y se centra ms en la reproduccin, la crianza y la socializacin. Como seala Guiddens (2002: 233) para el funcionalismo de Parsons la familia tiene dos funciones principales: la socializacin primaria y la estabilizacin de la personalidad, tanto de los adultos como de los nios. La socializacin primaria es el proceso mediante el cual los nios aprenden las normas culturales de la sociedad en la que han nacido. Como esto ocurre en sus primeros aos de existencia, la familia es el escenario ms importante para el desarrollo de la personalidad humana. De esta forma, para el funcionalismo, la familia nuclear era la idnea para ocuparse de las demandas de la sociedad industrial. Un adulto (el hombre) se ocupaba de trabajar fuera, mientras el otro (la mujer) cuida del hogar y de los hijos.

    Actualmente, la idea funcionalista de familia es inadecuada y anticuada, amn de las numerosas crticas que ha recibido por la justi cacin realizada de la divisin sexual del trabajo domstico. Adems, el funcionalismo deja de lado el papel que tienen otras insti-tuciones como el Estado, la escuela o los medios de comunicacin en la socializacin de los nios.

    Segn Morente Mejas (1996), las nuevas formas de familia o de convivencia actuales son muy diversas: desde la convivencia entre homosexuales con hijos, las familias mono-parentales tras una separacin o tras una inseminacin arti cial, hasta las familias reuni- cadas tras la separacin con hijos de dos matrimonios diferentes, o con hijos adoptados que se suman a los propios. Con lo cual, es lgico cuestionar, si las nuevas formas de

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    convivencia familiar responden a los requisitos de socializacin en exclusiva que le haban sido asignados, pues es un hecho que, cada vez ms, esa funcin la estn realizando las instituciones educativas o los medios de comunicacin.

    En esta lnea, si entendemos que la emancipacin de la infancia es el objetivo nal del ejercicio de la autoridad adulta, como indica Gil Calvo (2001), varios factores van a im-pedir que en muchos casos no se pueda cumplir con dicho objetivo. Por un lado, la propia naturaleza contradictoria de los procesos de emancipacin de la infancia y, por otro, los modelos de familia imperantes, a veces poco e caces en el ejercicio de la emancipacin de la infancia. Siguiendo a Coleman (1985) se pueden obtener tres tipos de familias en funcin de su actitud ante la infancia, y en particular hacia su emancipacin. En primer lugar, estara el modelo premoderno, usual en estratos marginados y desorganizados, donde se valora la cantidad de hijos por ser considerados como bienes de produccin (mano de obra en el medio rural, para la explotacin agrcola, y en el infraurbano, para el uso de la mendicidad o la economa sumergida); este modelo es opuesto a la emancipacin de la infancia. En segundo lugar estara el modelo moderno de familia que valora la calidad de los hijos como bienes de inversin, capaces de aumentar en un futuro el patrimonio y el estatus familiar; es un modelo caracterstico de la burguesa urbana e industrializada y es bastante favorable a la emancipacin. Por ltimo, el modelo posmoderno de familia es el ejemplo de cultura de discontinuidad familiar, por separacin o divorcio entre otras causas, en el que los hijos son considerados un bien de lujo que se exhibe como signo de riqueza; es un modelo indiferente a la emancipacin y que suele delegar la funcin sociacializadora a las instituciones educativas formales

    Por otro lado, Navarro Ardoy (2006) aboga por la coexistencia de tres modelos dife-renciados de familia: la tradicional, la intermedia y la simtrica, a partir del tipo de asig-nacin y reparto segn gnero de las tareas domstica y el cuidado de los nios. Segn la investigacin realizada por el autor, la sociedad espaola tiende a ser favorable a modelos sociales ms igualitarios, es decir, aquel donde hombre y mujer trabajan y se dividen por igual las responsabilidades domsticas y el cuidado de los hijos. No obstante, sabemos que esta declaracin es ms fruto de la deseabilidad que de una realidad. Variables como el nivel de estudios, el hbitat o la clase social pueden determinar que predominen modelos menos equitativos segn gnero.

    Como se ha visto, la modernizacin social ha trado consigo importantes cambios que afectan sobremanera a la condicin de la nueva infancia, ligado a las modernas unidades familiares. As, por ejemplo, el aumento de familias con un hijo nico obliga a los nios a mantener contactos con sus coetneos fuera del hogar familiar. Del mismo modo, el aumento de separaciones y divorcios conlleva que muchos nios ya no convivan con sus dos padres biolgicos y a su vez, en muchos casos, lo hagan con nuevas autoridades paternas o maternas. Estos nios deben integrarse en nuevos sistemas de parentesco am-pliados (Munchmeier, 1991). La cada vez ms frecuente actividad laboral femenina hace que se requiera mayor asistencia para los nios fuera del hogar, en instituciones pblicas o privadas. De este modo el nio se desarrolla en una diversidad de espacios sociales con diferentes reglas de comportamiento. Adems, no se puede olvidar la gran in uencia que pueden tener la televisin e internet, ocupando un tiempo y espacio determinante en la socializacin de los nios.

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    La evolucin histrica y social ha ido delimitando el mbito de desarrollo de la infan-cia, as como su dependencia o autonoma de actuacin, de la cual han hecho eco impor-tantes aportaciones cient cas. Son determinantes, por ejemplo, las aportaciones realizadas por Elas (1989), respecto a los mecanismos que operan en la transmisin cultural interge-neracional y la de nicin de la infancia como una etapa de necesaria sobreproteccin en la que la coaccin tiene un papel fundamental en la socializacin. Tambin, las realizadas por Erikson (1993), en su signi cativa obra Infancia y sociedad donde establece las diferentes formas de entender y con gurar la infancia segn el tipo de sociedad, a la vez que de ne el proceso de la infancia como una etapa inevitable hacia la edad adulta en la que se realiza una divisin funcional de tareas y funciones intrnsecas al modelo social en el que se desarrolla.

    Otro momento clave en la aparicin de la niez, tal y como la entendemos en la actualidad, es la escolarizacin obligatoria (Rodrguez Pascual, 2000). La aparicin de los sistemas educativos como tales va a marcar un importante punto de in exin en la situacin social de la infancia. Paralelamente a este hito se iniciarn las primeras actua-ciones asistenciales hacia los menores. En de nitiva, con la aparicin de ambos sistemas, educativo y asistencial, se generalizar la idea de la necesidad de control de los menores, asegurando su separacin de la actividad pblica y ciendo su espacio de actuacin a las instituciones educativas y a la familia, siendo ste el paradigma socializador que se im-pondr en Occidente.

    A pesar de la homogenizacin mencionada, como ocurre con otros fenmenos sociales como la vejez o la inmigracin, no hay una nica infancia, sino muchas, por lo que una caracterstica inicial de la infancia es su diversidad. Esta heterogeneidad vendr marcada por una serie de variables que le in uyen, la condicionan y que, por tanto, nos van a servir para delimitarla an ms. El ambiente familiar, la clase social, el sistema social global, o el nmero de miembros del hogar, van a ser determinantes en la con guracin nal del fenmeno de la infancia.

    Si ahondamos en los tipos de sistemas sociales donde se desarrolla la infancia nos encontramos de inmediato con notables diferencias vinculadas sobre todo con el nivel de desarrollo que impera en estos sistemas. As, por ejemplo, a nivel demogr co el peso de los menores en los pases desarrollados es mucho menor que en Latinoamrica, sin em-bargo el inters por su desarrollo integral y proteccin es mucho mayor. Mencin especial merece China, donde el crecimiento demogr co se vive como una amenaza, dando lugar en los ltimos aos a polticas demogr cas restrictivas, con notables repercusiones cuan-titativas y de gnero en el proceso natural de la infancia.

    Otro hito fundamental, en la delimitacin del proceso de la infancia y su caracteri-zacin, es su vinculacin con el Estado Social o Estado del Bienestar. La implantacin en Occidente de los llamados Estados del Bienestar tras las Segunda Guerra Mundial, a excepcin de algunos pases como Espaa, refuerza notablemente el apoyo a la familia y a la infancia a travs de diversos programas de ndole social.

    A nivel internacional, dos hechos han sido determinantes en el cambio del estatus so-cial y jurdico de la infancia. Por un lado, la Declaracin de los derechos del nio de 1959, donde se re ejan sus derechos fundamentales; y por otro, la Convencin de Derechos del Nio de Naciones Unidas de 1989, que rati can 191 Estados a los que convierte jurdica-

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    mente en responsables de sus polticas en relacin a la infancia. Se reconoce a los nios como sujetos de pleno derecho ofrecindoles proteccin frente a toda forma de maltrato y explotacin, as como el derecho a la libre expresin y libertad de conciencia.

    En cierta medida, el anterior hito legislativo a nivel internacional surge como resulta-do de los problemas acumulados por la poblacin infantil en los pases subdesarrollados, como su participacin en con ictos blicos o su explotacin laboral, pero tambin por las propias necesidades en los pases desarrollados.

    Tras la breve revisin histrica realizada, podemos a rmar que la infancia es una construccin social. Es por esa razn, que la infancia es un concepto complejo y difcil de de nir con exactitud, donde las peculiaridades de cada disciplina y sus criterios de demarcacin (biolgicos, psicolgicos, legales, sociales, educativos o econmico-labo-rales) pueden in uir en su anlisis y el alcance de sus dimensiones. Como es evidente la mayor di cultad estriba en delimitar la infancia por su cota superior. Para las ciencias sociosanitarias la infancia no suele tener una cota superior clara, pues depende del desa-rrollo fsico y psicolgico que no tiene una edad exacta; para el rea jurdica se tienen varias referencias cronolgicas, como la edad de emancipacin; en el rea educativa, los limites los impone el sistema educativo reglado y sus niveles o grados obligatorios; para la economa, la referencia sera la edad laboral. Por su lado, la Sociologa, al entender la infancia como una construccin social, su delimitacin como fenmeno social y como grupo social vendr determinada por las de niciones y acotaciones de las otras ciencias, pues de alguna manera lo que la sociedad entiende como infancia estar estrechamente ligado a los lmites socialmente aceptados, en los que se deben tener en cuenta los avances laborales, jurdicos, etc. En de nitiva, estamos ante un concepto dinmico y cambiante, y ms an si ampliamos el campo de estudio a otras fronteras o pases con distinta cultura, legislacin o nivel de desarrollo.

    Una de las cotas ms aceptadas es la delimitacin educativa y laboral, que coinciden en Espaa en los 16 aos. Sin embargo, esta delimitacin cronolgica no siempre va a co-incidir con las que establece la biologa, la psicologa o el derecho. Por ello, sin negar que exista una cota o limite de edad, es preciso ampliar esta cota si se pretende que el concepto tenga validez universal, es decir, en el que puedan caber las distintas connotaciones del entorno cultural y social donde se da este proceso. Sin ir ms lejos, ni siquiera en la Unin Europea hay unicidad en el lmite cronolgico que marcara la enseanza obligatoria.

    Una de las di cultades para de nir la infancia es su naturaleza cambiante, ya que se-gn sean los cambios demogr cos y culturales sta ofrecer rasgos diferenciados a travs del tiempo. No obstante, existe una caracterstica de la infancia que permanece constante a pesar de los cambios en el tiempo: la dependencia. Que el nio sea dependiente de la estructura familiar, o en su defecto de quien le sustituya, determina la condicin de la niez. Del mismo modo, cuando la dependencia se atena se considera que se inicia la adolescencia, la cual precede a la autonoma de los adultos. Si bien esta de nicin no acota claramente la infancia, si establece por delimitacin negativa lo que no es infancia.

    Como seala Rodrguez Pascual (2000), es ms constructivo sealar aquellas caracte-rsticas que pueden ayudar a identi car la infancia como objeto de estudio. Segn el autor, la infancia constituye un fenmeno societario no exclusivamente previo a lo social, sino inserto en la propia estructura de las sociedades, que se caracteriza por:

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    a) su dependencia, no solo social, sino fsica en los primeros aos y que se centra habitualmente en la familia;

    b) su duracin (dimensin temporal), que a pesar de ser variable, es consistente en cuanto que supone un tiempo acotado desde el nivel mximo de dependencia hasta la autonoma del individuo, y que en la sociedad occidental podra coincidir con el periodo de escolarizacin obligatoria.

    c) la identi cacin y uso que los propios agentes sociales hacen de ella, en la medida en que la sociedad marca una diferencia entre nios y adolescentes, que viene a tener su propia traduccin en trminos jurdicos, lingsticos, culturales, etc. Esta caracterstica es fundamental en cuanto que marca el grado de diversidad de la infancia en distintos contextos culturales y, por tanto, es imprescindible tenerla en consideracin en cualquier investigacin.

    En suma, la infancia es una construccin social, muy vinculada con los cambios socia-les y en especial los que acontecen en la estructura familiar, por lo que para comprender su de nicin, signi cado y alcance se debe tener en cuenta principalmente las identi ca-ciones de sta que realizan los agentes sociales de un contexto cultural dado.

    2. INFANCIA Y RIESGO SOCIAL

    La exibilidad laboral que preconiza el mercado de trabajo actual desencadena una fragmentacin de los empleos entre los llamados perifricos y centrales (Gordons, 1987). Esta dualizacin laboral que impone el mercado va a tener repercusiones, no solo econmi-cas, vinculadas a los ingresos, sino tambin sociales. La precarizacin en el empleo (sala-rio, horario, tipo de contrato), que sufren los trabajadores y trabajadoras de la denominada periferia laboral, puede trascender en exclusin social cuando concurren diversos factores relacionados con la salud, las relaciones socio-familiares o la educacin/cuali cacin. De esta forma muchos hogares se pueden transformar en propios focos de marginacin y des-proteccin para la infancia. En de nitiva, la dualizacin laboral genera nuevas familias que por otras condiciones aadidas (barrio, estrato social, d cit de salud o drogodependencia) pueden no ser capaces de mantener y asegurar el desarrollo adecuado de la infancia.

    En este contexto, la diversidad de riesgos sociales de la infancia es muy amplia (margi-nacin, explotacin, inadaptacin, maltrato,), tanto que para su estudio y anlisis suelen emplearse epgrafes como: necesidades sociales de los nios o inadaptacin de menores con requerimiento de los servicios sociales, dependiendo del enfoque que predomine en su anlisis (jurdico, pedaggico, sociolgico, etc.). Sin embargo, es usual que todo este combinado de sectores o parcelas se englobe bajo el paraguas de nios en situacin de riesgo social. La propia designacin generalizada denota la importancia de los aspectos sociales.

    Aunque uno de los campos que ms han atrado la atencin de los cient cos socia-les respecto a la infancia ha sido el de la marginacin y el comportamiento desviado, el concepto de situacin de riesgo social es mucho ms amplio y multidimensional, como la infancia misma. Siguiendo a Casas (1991: 377) el conocimiento de la situacin de riesgo se basa en la experiencia acumulada, cuando se observan constancias en determinadas si-

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    tuaciones concretas individualizadas, previas a la emergencia del problema. Posteriormente se comprueba que existen correlaciones complejas entre distintos factores que coinciden o se acumulan. En este sentido el autor realiza algunas matizaciones acotando el concepto de riesgo en la infancia. Por un lado el inters por el riesgo viene asociado al inters por la prevencin. Al mismo tiempo riesgo indica una relacin con un resultado no deseado, es decir por la presencia de un factor o factores que aumentan la probabilidad de que aparezca una determinada situacin o conducta.

    Adems, no se debe olvidar que el riesgo no es individual, del nio en cuestin, puesto que surge en una comunidad humana, siendo preciso contextualizar dicha comunidad en sentido amplio y sus conexiones con otros contextos superiores o inferiores. Como seala Casas (2001), diversas investigaciones han demostrado las conexiones entre nios maltra-tados; padres que maltratan y sus relaciones entre s y con los hijos; el estrs familiar; y la existencia de un apoyo social mnimo a la familia con variables de la estructura social que in uyen en la familia (pobreza, madres solas, etc.) y con factores de nuestra cultura individualista, que reduce el sentido de responsabilidad hacia los nios.

    Si bien es cierto el riesgo social de nios en familias desestructuradas, es preciso co-nocer qu elementos de stas inciden y cmo, sin olvidar que pueden existir otros factores que minimicen o amplen el riesgo, como la resistencia personal del nio o su entorno ambiental global, ms all de la familia. De este modo, para comprender mejor estos fenmenos se deben adoptar perspectivas cada vez ms amplias, ms fundamentadas eco-lgicamente y desde distintos niveles: individual, familiar, comunitario y cultural; es decir, como de ende la Teora de Sistemas, como distintos sistemas y subsitemas.

    En esta direccin, De Paul (1988) elabora un exhaustivo e interesante estudio donde detalla las diferentes variables que inciden en el maltrato y abandono infantil, contem-plando cuatro niveles: ontogentico (desarrollo y caracterizacin individual del nio), mi-crosistema (la familia y sus relaciones), exosistema (entorno laboral de padres, vecindad, clase social) y macrosistema (la cultura y situacin econmica y social dominante). Estas aportaciones sern recogidas ms adelante y estructuradas, junto a otras propuestas, en la elaboracin de un sistema de indicadores sociales que nos acerque a la medicin del riesgo social de la infancia.

    3. EL ESTUDIO DE LA INFANCIA

    La infancia como proceso multidimensional social, biolgico, psicolgico, es un campo de investigacin donde caben distintos y complementarios enfoques interdisci-plinares y de diversidad metodolgica. La existencia de mltiples visiones de la infancia y, por tanto, de diferentes enfoques de estudio, es consecuencia directa de la propia com-plejidad y multidimensionalidad del fenmeno a estudiar.

    Diversos autores han realizado esfuerzos en este sentido, ofreciendo alternativas de complementariedad en base a las ventajas de la integracin interdisciplinar y la combina-cin de las distintas construcciones metodolgicas del objeto. En este sentido, Rodrguez Pascual (2000) a rma que el papel de la Sociologa es de tender a la globalidad, es decir, integrar aportaciones desde otros campos de actividad cient ca en una concepcin global de la infancia como fenmeno inserto en una estructura y dinmica particular, de modo

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    que asegure que el objeto de estudio va a ser tratado en su totalidad y no parcialmente, como vena sucediendo hasta ahora.

    El autor ofrece una exhaustiva clasi cacin de reas de estudio relacionadas con la infancia, desglosando aquellas parcelas de la realidad social de la infancia que son suscep-tibles de estudios pluridisciplinares y en qu medida debera participar cada disciplina. La matriz de integracin multidisciplinar que aporta recoge una clasi cacin general de las matriz de integracin multidisciplinar que aporta recoge una clasi cacin general de las matriz de integracin multidisciplinardimensiones de estudio y sus caractersticas, as como una relacin de posibles disciplinas implicadas en el estudio de cada dimensin.

    Precisamente, estas dimensiones que emplea el autor sern consideradas ms adelante a la hora de proponer una medida del riesgo social de la infancia, entendido como un conjunto de disfunciones de diversa ndole (social, familiar, econmica, educacional o relacionadas con la salud fsica y psicolgica) que impiden el adecuado desarrollo de la niez y su posterior emancipacin.

    Tambin Snchez Valle (1991: 451) de ende la necesidad de enfoques interdisci-plinares e investigaciones amplias donde se anen esfuerzos desde diversas reas de conocimiento y en conexin con las distintas administraciones pblicas, sealando que solo desde la teora proyectada en la prctica y desde sta en aquella se podr llegar a ofrecer e caces polticas sociales. El autor recomienda el empleo de metodologas plurales y dialogantes donde tengan cabida las diversas disciplinas que coinciden en el estudio de la infancia. Para ello apuesta por la Etnometodologa, cuyos precursores principales fueron Gar nkel y Cicourel en los aos 60 y cuyas aportaciones metodo-lgicas parten de la accin social y de la conducta social signi cativa. Como seala el autor, la Etnometodologa trata de investigar viviendo dentro de los marcos de refe-rencia, obteniendo conocimiento directo. De este modo, tcnicas como la observacin experimental, la entrevista, el material histrico o el anlisis de contenido se adecuan perfectamente al estudio de cualquier situacin de la infancia, como pueda ser: sus derechos sociales, las pautas de atencin a la infancia (familia, escuela) o programas de atencin sanitaria, entre otros. Todos ellos pueden enfocarse perfectamente comple-mentando diversas metodologas.

    Estas directrices metodolgicas han sido puestas en prctica por el Colectivo IOE (1989, 1991) en investigaciones sobre la infancia donde combinan el anlisis del pro-ceso histrico que con gura la infancia actual, con el estudio a nios reales a travs de la observacin participante en distintos contextos sociales y la entrevista a informantes cuali cados.

    Sin cuestionar las posibilidades de la Etnometodologa para el estudio concreto de la infancia, si se deben reconocer ciertas limitaciones que proceden del uso casi exclusivo de tcnicas cualitativas, descartando por tanto el valor de las estadsticas y las encuestas entre otros aspectos.

    Abogando por la globalidad, lo mas adecuado ser intentar compaginar las diversas posibilidades metodolgicas con las que cuentan las ciencias sociales, valorando otras posibilidades como el uso de la Teora de Sistemas de Parsons. Desde la Teora de Siste-mas, toda sociedad puede ser considerada como un todo organizado, como un conjunto de elementos en interaccin. Los sistemas y sus dinmicas deben ser entendidos en referencia a las interacciones que se producen en cada una de sus partes. La infancia puede ser estu-

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    diada desde el anlisis de sistemas como un sistema que pertenece a un suprasistema (lo social) y a la vez susceptible de formar subsistemas.

    En esta lnea, Alvira. (2001) propone un sistema de evaluacin de la atencin a la in-fancia, desarrollando el caso concreto de la Comunidad de Madrid, donde contempla los diferentes niveles de in uencia en las situaciones de riesgo y, por tanto, en el campo de la accin y evaluacin.

    Partiendo de las premisas mencionadas de globalidad y complementariedad, a conti-nuacin se realizar una propuesta de acercamiento a la medicin de las situaciones de riesgo social en la infancia, a partir de un Sistema de Indicadores Sociales, basado en la Teora de Sistemas, aunque teniendo en cuenta las aportaciones de otras opciones meto-dolgcas.

    4. LA MEDICIN DEL RIESGO SOCIAL DE LA INFANCIA

    Para desarrollar una poltica integral de apoyo a la infancia se deben tener en cuenta mltiples factores: el ejercicio y cumplimiento de los derechos sociales de los nios, los procesos de socializacin en la familia, la educacin formal e informal, los aspectos relacionados con la salud, la participacin, el cuidado de la infancia en situaciones de des-proteccin social, el surgimiento de problemas relacionados con el consumo de sustancias txicas, entre otros.

    En este sentido, los sistemas de indicadores sociales pueden resultar una adecuada herramienta de apoyo a las polticas integrales para la infancia, ya que nos permitirn acercarnos a la medicin de su e cacia, como se ver ms adelante.

    Los sistemas de indicadores sociales se desarrollan paralelamente al movimiento cien-t co del estudio de la calidad de vida en los aos 60. De esta tendencia forman parte una serie de investigaciones interesadas por el bienestar y la forma de medirlo. En 1966, Raimond Bauer publica su libro: Social Indicators, en EEUU, que da nombre a este campo de investigacin y re eja el inters por la calidad de vida, as como la preocupacin por desarrollar indicadores sociales. Ms adelante, en 1975, aparece la primera revista espe-cializada: Social Indicator Research (Setin, 1993: 4).

    Tanto en EEUU como en organismos internacionales se desarrollan, a partir de los aos 60, Sistemas de Indicadores Sociales para el estudio de la calidad de vida, como los de la ONU y el de la OCDE. Estos organismos internacionales sirvieron para marcar pautas y homologar criterios internacionales. Con estos referentes, casi todos los pases desarro-llados inician la elaboracin de Sistemas de indicadores sociales, o al menos, informes sociales basados en indicadores sociales.

    En Espaa, aparecen los primeros Informes Foessa en los aos 60. El INE publica en 1975: Panormica social. Salustiano del Campo en 1972 escribe Los indicadores sociales a debate. Y, ms recientemente, surgen lo que ya podemos llamar verdaderos Sistemas de Indicadores Sociales, como son los elaborados por el INE en 1991 y 2004 y los construidos por las instituciones regionales del Pas Vasco y de Andaluca. Del mismo modo, se han realizado propuestas de sistemas de indicadores parciales, centrndose en una de las reas, el trabajo, con el objeto de medir su calidad en el entorno de la Unin Europea (Hernndez Pedreo, 2005). Tambin cabe mencionar la revisin de la propuesta

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    de indicadores de la Unin Europea para medir la desigualdad y la exclusin social reali-zada por Ayala (2006) y su aplicacin al caso de Espaa.

    Podemos de nir un Sistema de Indicadores Sociales como: todo intento sistemtico e integrado para conceptualizar, operacionalizar y medir por medio de un conjunto de indicadores, la diversidad de aspectos que conforman el bienestar o la calidad de vida de una sociedad (Setin, 1993: 45).

    Por tanto, la elaboracin de un Sistema de Indicadores Sociales exige un desarrollo conceptual previo y un posterior recabamiento de datos.

    La sistematizacin se realiza en base a reas, dimensiones e indicadores. Del anlisis de las necesidades se desprende la seleccin de reas de necesidad que comprende la cali-dad de vida: como salud, trabajo, vivienda, ocio, poltica o educacin, entre otras muchas. Las dimensiones sern los aspectos importantes, dentro de cada rea, seleccionados des-pus de un anlisis de los hechos en relacin a las metas sociales. Los indicadores sociales son medidas de hechos relevantes dentro de cada dimensin que posibilitan comparaciones interespaciales e intertemporales y que, evaluadas conjuntamente dentro del sistema, per-miten conocer el lugar en el que est una sociedad, respecto a su calidad de vida y hacia dnde se dirige en relacin a sus metas.

    En los sistemas de indicadores se incluyen, tanto indicadores de medidas objetivascomo subjetivas, pues representan informaciones importantes y complementarias:

    Las medidas objetivas muestran las condiciones en que socialmente se encuentran los indicadores. Suponen la concepcin de la calidad de vida como vida objetiva, donde la medida tender a mostrar la situacin social y el cambio que en ella se produce a travs de datos cuantitativos objetivos.

    Las medidas subjetivas introducen las valoraciones de los individuos sobre el proceso y las condiciones, as como la importancia que revisten para los sujetos. Se utilizan los indi-cadores de satisfaccin que miden la realidad subjetiva que vive la persona, la satisfaccin psicolgica, la felicidad o la plenitud de vida.

    Existen diversos modelos de Sistemas de Indicadores Sociales, que van ligados al uso de unos u otros indicadores, conformando los diferentes paradigmas: Normativo, del Cam-bio, Cultural y de Sntesis (Setien, 1993: 12-14).

    En el llamado Paradigma Normativo, el sistema de indicadores sociales se establece en base a metas sociales, seleccionadas por consenso poltico. Est orientado para usarse como medio de accin poltica gubernamental. Mide la calidad de vida a travs de las condiciones objetivas.

    El Sistema de Indicadores Sociales, dentro del Paradigma del Cambio, es un repertorio de medidas para mostrar el cambio social y medir el bienestar en las reas seleccionadas. El objetivo de este sistema es buscar reas de inters y determinar los efectos de las po-lticas pblicas.

    En tercer lugar, tenemos los modelos que se enmarcan en el Paradigma Culturalista, son los que utilizan exclusivamente indicadores subjetivos. La calidad de vida se centra en el concepto de satisfaccin, es decir, entendiendo la calidad de vida como satisfaccin de necesidades. La calidad de vida se entiende como percepcin subjetiva.

    Por ltimo, estara la perspectiva integradora de los aspectos subjetivos y objetivos de la calidad de vida. Este modelo estara dentro del Paradigma Actual o de Sntesis. Este tipo

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    de enfoques se apoya en la Teora de Sistemas Sociales de Parsons, que permite conexionar dimensiones y perspectivas subjetivas y objetivas.

    Una vez conocidas las tipologas de los Sistemas de Indicadores Sociales, se har una aplicacin concreta para la medicin de las situaciones de riesgo social de la infancia a travs del Paradigma de Sntesis. Este paradigma es el que ms se adecua a nuestro objeto de estudio, tanto por su multidimensionalidad como por la pluralidad multidisciplinar y metodolgica que en ella con uyen. Esta propuesta se hace desde la Teora de Sistemas, pues es la ms globalizadora y la nica que permite abarcar todos los mbitos o reas que determinan el riesgo en la infancia, como pueda ser la salud, la educacin o la seguridad, entre otras.

    Tras revisar las interesantes aportaciones mencionadas en epgrafes anteriores, sobre todo las realizadas por De Paul (1988), Casas (2001), Alvira (2001), Rodrguez Pascual (2000) y Setin (1993), se han de nido nueve grandes reas de estudio que se descom-ponen en dimensiones propias, las cuales se medirn a travs de indicadores subjetivos y objetivos. En concreto las nueve reas que se proponen son: 1) Salud, 2) Trabajo/Activi-dad, 3) Vivienda, 4) Renta/Ingresos familiares, 5) Educacin, 6) Ocio y participacin, 7) Seguridad, 8) Familia y 9) Entorno sico-social.

    Respecto a las dimensiones de cada una de estas reas, al tratarse de menores y debi-do a la subordinacin y dependencia de stos respecto a la familia en la que se insertan, gran parte de ellas vienen referidas a la familia del menor, al igual que los indicadores correspondientes.

    En cuanto a los indicadores que nos acercarn al conocimiento y medida de cada di-mensin, se realizan varias propuestas en cada dimensin sin nimo de ser exhaustivos al respecto.

    La propuesta completa, reas, Dimensiones e Indicadores para medir la situacin de riesgo en la infancia sera la siguiente:

    1. Salud1.1. Estado de salud propio: morbilidad hospitalaria, incapacidades permanentes, des-

    equilibrios psicolgicos, etc.1.2. Estado de salud de padres y cuidadores: morbilidad hospitalaria, incapacidades

    permanentes, desequilibrios psicolgicos, etc.1.3. Atentados contra la salud: consumos nocivos (alcohol, tabaco), hbitos de ejerci-

    cio fsico, etc.1.4. Prevencin de la salud: cobertura sanitaria y acceso a cuidados de salud, etc.

    2. Trabajo/Actividad2.1. Actividad laboral de padres: ocupacin de padres, estabilidad laboral, etc. 2.2. Grado de conciliacin laboral-familiar de padres: trabajo de ambos, duracin de

    la jornada, reparto de tareas, etc.2.3. Actividad econmica del menor: tipo de actividad productiva, tiempo realizndola,

    horario, lugar, etc.

  • MANUEL HERNNDEZ PEDREO

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    3. Vivienda3.1. Estado de la vivienda: ubicacin y tipo barrio, calidad de la construccin, etc.3.2. Condiciones de la vivienda: ndice de hacinamiento, falta de equipamientos bsi-

    cos, etc.3.3. Seguridad en ocupacin de la vivienda: rgimen de tenencia, etc.3.4. Accesibilidad de la vivienda: facilidad de acceso, etc.

    4. Renta/Ingresos familiares4.1. Nivel de renta: renta disponible por persona y mes, adecuacin renta-necesidades,

    etc.4.2. Distribucin de la renta: distribucin de los ingresos por deciles, ratio de desigual-

    dad de renta, etc.4.3. Nivel de vida material (relacin consumo-ahorro): ahorro per cpita, distribucin

    de los gastos segn nivel de consumo, etc.

    5. Educacin5.1. Nivel educativo: acceso a la educacin, grado de escolarizacin, tasa de fracaso/

    xito, etc.5.2. Recursos para la educacin: gasto familiar en educacin, etc.5.3. E cacia del producto educativo: hbitos culturales, aspiraciones de continuacin

    de estudios, etc.

    6. Ocio y participacin6.1. Tiempo disponible para el ocio: tiempo libre diario y de n de semana, etc.6.2. Utilizacin del tiempo: actividades de tiempo libre, frecuencia y lugar de desarro-

    llo, etc.6.3. Valoracin del ocio: aspiraciones respecto al ocio, valores que compiten con el

    ocio, etc.

    7. Seguridad7.1. Nivel de seguridad: existencia y frecuencia de malos tratos, abusos sexuales, etc.7.2. Prevencin de riesgos: existencia y conocimiento de medidas protectoras, etc.7.3. Historial delictivo de la familia: delitos de padres, delitos del menor, etc.

    8. Familia8.1. Estructura y composicin de la familia: tamao y tipo de miembros que la com-

    ponen, vnculos parentales, edad de los padres, hermanos y otros miembros, etc.8.2. Relaciones familiares: distribucin de tareas, toma de decisiones, tipo de autori-

    dad, grado de con ictividad familiar, interaccin con la familia extensa, satisfac-cin con la familia, etc.

    9. Entorno fsico-social9.1. Condiciones del medio natural: nivel de contaminacin de suelo, aire y agua,

    etc.

  • EL RIESGO SOCIAL DE LA INFANCIA

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    9.2. Condiciones del entorno fsico: densidad de poblacin, tipo de hbitat (rural/urba-no), etc.

    9.3. Calidad del entorno: relaciones con vecinos, facilidad de acceso a servicios bsi-cos de salud y educacin, comunicacin y transporte pblico, etc.

    Como se observa, la informacin que proporcionaran los indicadores propuestos es tanto cualitativa como cuantitativa, la cual sera obtenida por varias fuentes: a travs de los propios nios mediante observacin; de otras instituciones como los padres, colegios o servicios sociales o, tambin, de estadsticas o ciales. Como es evidente, tanto en la generacin de cada tipo de indicadores (de salud, educacin, etc.) como en su recogida y tratamiento se hace necesario el trabajo en equipos interdisciplinares.

    Como sntesis de la propuesta realizada, se pueden destacar las siguientes conclusiones sobre la medicin de situaciones de riesgo en la infancia:

    El instrumento de medida del riesgo social es el mismo que el de la calidad de vida, los sistemas de indicadores sociales, por lo que se pueden aprovechar los avances en este campo y adaptarlos a nuestro objeto de estudio.

    El riesgo social se relaciona cada vez con ms reas de la vida y, por tanto, se ha de vincular estrechamente a la calidad de vida del contexto social donde se aplique.

    La di cultad de medir el riesgo social en la infancia proviene del hecho de ser ste un concepto multidimensional, que se relaciona con diversas esferas: sociales, econmicas, jurdicas, educativas, familiares, etc.

    Para una medida global es necesario contemplar todo tipo de indicadores: objetivos y subjetivos o de valoracin, pues todos aportan informacin determinante para evaluar el potencial de riesgo en la infancia. El esfuerzo ha de estar dirigido a cubrir una totalidad coherente que satisfaga, de modo su ciente y sin lagunas, el conocimiento del riesgo social en la infancia. Teniendo en cuenta que la seleccin de informacin ha de hacerse desde lo deseable, aunque siempre condicionado por lo posible. No siempre se va poder contar con determinados indicadores, ya sea por su compleja elaboracin o por el elevado coste de la recogida de dicha informacin.

    Si bien la mejor opcin es realizar un sistema integrado, como el propuesto, las di -cultades son signi cativas. Por un lado, estara la decisin de valorar o no todas las reas, Dimensiones o Indicadores por igual; en caso contrario debera justi carse el priorizar unas reas sobre otras. Aunque, para aspectos como la salud o la educacin, podra quedar justi cada su mayor ponderacin en el conjunto, an restara la decisin de cunto ms se valoran estas reas sobre otras, como la vivienda o la seguridad.

    Por otro lado, los anlisis no se pueden abstraer de un contexto ms amplio, donde se tengan en cuenta factores como el sesgo cultural, que determina la valoracin de la satis-faccin personal de determinados aspectos, como la valoracin de la salud, por ejemplo.

    As mismo, es importante distinguir la informacin que aportan los indicadores que tienen un valor ptimo de referencia, es decir, cuando existe consenso sobre su valor ideal (generalmente 0/100 s/no), de aqullos otros que no tienen dicho ptimo. Ejemplos de ello sera la renta mnima de insercin, que marca un nivel mnimo para los ingresos. En caso de no existir valores o niveles de referencia, estos deberan ser determinados por los investigadores, marcndose as diferentes grados de emergencia en el riesgo de esa rea.

  • MANUEL HERNNDEZ PEDREO

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    Estos niveles de nidos deberan estar en conexin con las prioridades de cada sociedad en cuanto a lo que se entienda por riesgo social.

    En de nitiva, si bien la propuesta realizada no pretende ser exhaustiva s pone de ma-ni esto algunas cuestiones que se vienen adelantando en este trabajo. En primer lugar, la complejidad de medir un fenmeno cambiante y diverso como es la infancia; en segundo lugar, la necesidad de avanzar en su conocimiento y estudio interdisciplinar para poder llevar a prctica autnticas polticas integrales a su favor; y por ltimo, la apuesta por metodologas diversas que se complementen entre s y que nos informen de la situacin de la infancia, tanto desde enfoques cuantitativos como cualitativos, como se combinan en la propuesta realizada de un sistema de indicadores sociales para acercarnos a las situaciones de riesgo de la infancia.

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  • EL RIESGO SOCIAL DE LA INFANCIA

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  • LOS DERECHOS DE LOS NIOS. RESPONSABILIDAD DE TODOS

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    CAPTULO 2

    POLTICAS PBLICAS PARA LA INFANCIA

    Amparo Marzal Martnez Directora General de las Familias y la Infancia

    Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales

    La infancia, como grupo social, es un colectivo que en los ltimos aos ha contado con un considerable aumento del inters social, cient co y poltico. A la toma de conciencia internacional del menor como ciudadano sujeto de derechos hay que aadir la creciente consideracin de la infancia como una parte ms de las responsabilidades pblicas, aban-donado el campo de lo privado. Esta orientacin es especialmente evidente en los casos en que el entorno familiar o social contiene un riesgo para el menor. Los nios y adolescentes son un colectivo caracterizado por una especial vulnerabilidad.

    La propia evolucin del concepto de proteccin a la infancia ha generado en cada mo-mento un modelo de los servicios a ofrecer a esa poblacin infantil que deba ser protegida. Se produce, paulatinamente, un paso importante desde el concepto de institucin al de sistema, entendiendo ste como un conjunto de recursos sistemticamente organizados y capacitados para ofrecer diferentes respuestas a las situaciones diversas con las que haya que operar.

    La Constitucin espaola de 1978 determina en su da, una nueva concepcin de los derechos de la infancia. El artculo 39 establece que los poderes pblicos asegurarn la proteccin integral de los hijos que sern iguales ante la ley. Los nios gozarn adems de la proteccin prevista por los Acuerdos Internacionales que velan por sus derechos. Ade-ms, se concibe a los nios y nias como sujetos de derechos, y no como meros objetos de proteccin, y les corresponden todos los derechos salvo que, por razn de su edad, le sean excluidos.

    En diciembre de 1990, el Parlamento espaol rati ca la Convencin de Naciones Uni-das sobre Derechos de la Infancia. Los derechos enunciados en la Convencin pertenecen al ordenamiento jurdico espaol.

    En este marco, emergen los nios y adolescentes como ciudadanos y sujetos sociales y de derechos, con un papel ms activo y protagonista en la sociedad, y emerge asimismo una conciencia creciente entre los adultos acerca de su identidad, de sus problemas y de sus necesidades.

    Desde entonces, la legislacin espaola va dando pasos sucesivos: Ley 21/87 de 11 de noviembre por la que se modi ca el Cdigo Civil (en ella gura ya el principio del inters

  • AMPARO MARZAL MARTNEZ

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    superior del menor, se incluye la desjudicializacin de los primeros escalones del proceso de proteccin), Ley 1/1996 de Proteccin Jurdica del Menor (reconocimiento pleno de la titularidad de sus derechos y de su capacidad efectiva para ejercerlos), Ley 45/2000 sobre derechos y libertades de los extranjeros en Espaa, Ley 5/2000 de Responsabilidad penal del Menor

    Las Comunidades Autnomas, de acuerdo con sus respectivos Estatutos de Autonoma, han procedido a promulgar leyes que contienen los principios, medidas y prestaciones de la proteccin social y establecen una red de equipamientos y servicios que con guran los Servicios Sociales en todo el territorio del Estado, con su primer (administracin local) y segundo nivel de atencin. En el mbito autonmico, las polticas para la infancia y la juventud han recibido una atencin especial. Un claro exponente de este inters es el importante desarrollo normativo que recoge la experiencia social, institucional y profesio-nal en la atencin a la infancia, como sujetos de derechos que en ocasiones requiere una especial proteccin enmarcada en su entorno ms prximo, la familia.

    El inters y preocupacin por la mejora de un sistema de Atencin Social a la Infancia, dentro del Sistema Pblico de Servicios Sociales, se sita en el marco de la cooperacin entre el MTAS y las Comunidades Autnomas, y se desarrolla a travs de varios me-canismos de coordinacin y deliberacin: La Conferencia Sectorial de Asuntos Sociales (Consejeros y Consejeras), la Comisin nter autonmica de Directores y Directoras Ge-nerales y las Comisiones tcnicas .

    En este mismo mbito de Cooperacin entre administraciones pblicas, el MTAS suscribe con las CCAA convenios co nanciados, referidos al mbito de la infancia y las familias:

    Programas Experimentales sobre Malos Tratos: Prevencin en situaciones de riesgo y tratamiento de familias en cuyo seno se producen malos tratos. La aportacin del MTAS para el ao 2005 ha sido de 915.750 euros. El acumulado desde 1991, ao en que se suscriben por vez primera es de ms de 10 millones de euros.

    Conciliacin entre la vida familiar y laboral mediante servicios de atencin a la primera infancia: Funcionan desde 1990 y permiten apoyar la creacin, manteni-miento, ampliacin y mejora de la calidad de los servicios de atencin de nios y nias menores de 3 aos. En 2005, la aportacin del Ministerio fue de 27.793.000 euros. En la Comunidad Autnoma de Murcia, el MTAS invirti 1.146.000 euros para actuaciones en 11 proyectos.

    Apoyo a familias en situaciones especiales: SE nancian desde 1997, y sus objeti-vos son la atencin a familias en situacin de di cultad o riesgo, monoparentales, orientacin y mediacin familiar, violencia familiar. El Ministerio aport en 2005 13.702.000 euros. Para la Comunidad de Murcia, 405.000 euros para 32 proyectos co nanciados.

    Ejecucin de medidas para menores infractores: capacitacin de profesionales y medidas alternativas al internamiento. Mtas 3.005.000 euros en 2005 es la aporta-cin del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, de los cuales, 88.000 euros son para la Comunidad de Murcia.

  • POLTICAS PBLICAS PARA LA INFANCIA

    31

    Otra lnea de trabajo que nos ocupa es la nanciacin de programas y proyectos sociales realizados por ONGs.

    Ayudas y subvenciones con cargo a la asignacin tributaria del IRPF Subvenciones a cargo del Rgimen General del MTAS.

    Entre los objetivos guran:

    Promocin de la calidad de vida infantil Familias en especial di cultad Orientacin y mediacin familiar Acogida familiar de menores protegidos por la Administracin Equipamientos residenciales para menores en situacin de di cultad social Promocin del asociacionismo infantil Acciones de sensibilizacin sobre la Convencin de Derechos del Nio Compatibilidad de la vida familiar y laboral

    Catorce millones de euros se distribuyeron en 2005 entre las ONGs para la realizacin de estos programas.

    Quiero sealar a continuacin alguna de las lneas estratgicas a favor de la Infancia impulsadas desde la Direccin General de las Familias y la Infancia:

    Nuestras lneas de trabajo se apoyan en dos pilares bsicos: El Observatorio de la In-fancia y el Plan Estratgico Nacional de Infancia y Adolescencia.

    El Observatorio de la Infancia, creado en 1999, nos aporta un marco privilegiado para la re exin y el intercambio de iniciativas y propuestas sobre la situacin de la infancia en Espaa.

    Es un autntico foro de trabajo coordinado entre todas las instituciones que tienen relacin con la infancia y la adolescencia: Departamentos Ministeriales, Comunidades Au-tnomas, ONG.s y FEMP, y se est convirtiendo en un referente de primera lnea en cuanto a informacin e iniciativas para mejorar la calidad de vida de la infancia en Espaa.

    En la actualidad estn en funcionamiento los siguientes grupos de trabajo: Menores Extranjeros no acompaados,Maltrato Infantil, Medios de comunicacin e infancia, Adopcin y acogimiento familiar, y Estrategia Nacional de Infancia. Est prevista la creacin en breve de uno sobre Convivencia e Inclusin.

    Entre las actividades ms signi cativas llevadas a cabo por el Observatorio se encuen-tran:

    Elaboracin del II Plan Nacional de Accin contra la Explotacin Sexual de la Infan-cia y la Adolescencia. Orienta nuestros recursos a sensibilizar a la poblacin y a los profesionales contra una serie de fenmenos cada da ms frecuentes en este mundo globalizado: pornografa en Internet, explotacin sexual de la infancia en los viajes y prostitucin y tr co infantil. En la ejecucin de las acciones que se contemplan en el Plan con uyen competencias del Estado y de las CCAA. Se recoge e integra la participacin del tercer sector en el desarrollo de este tipo de actuaciones.

  • AMPARO MARZAL MARTNEZ

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    Coordinacin de la Deteccin, Noti cacin y Registro de casos de maltrato infantil, para mejorar el conocimiento del fenmeno, la formacin e instrumentos de los profesionales y la sensibilizacin general de la poblacin.

    Elaboracin del Protocolo de actuacin con Menores Extranjeros no acompaados, para la coordinacin de todas las instituciones implicadas, en el marco del inters superior del menor.

    El Gobierno de Espaa est impulsando, por otra parte y en el seno del Observatorio de la Infancia, la elaboracin del primer PLAN ESTRATGICO NACIONAL DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA, como consecuencia del compromiso internacional adquirido por Espaa ante la Sesin Especial de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre infancia (22002) y por otro lado, como compromiso de un programa de gobierno que quiere situar la promocin y defensa de los derechos de la infancia en un lugar preponderante dentro de la agenda de polticas pblicas, garantizando su aplicacin en todo el territorio nacional.

    A partir del ao 2004, el diseo del Plan Estratgico se orienta hacia la promocin de los derechos de toda la poblacin infantil, incidiendo, como no, en aquellos sectores de poblacin que presentan ms riesgos y carencias. Los objetivos once en total, con nu-merosas medidas que los desarrollan abarcan la infancia desde una perspectiva integral, con cuestiones referentes al mbito educativo, sanitario, medios de comunicacin, familia etc.

    Su fortaleza se centra en la cooperacin y la colaboracin nter administrativa, que ga-rantice el equilibrio, la igualdad en la defensa y el ejercicio de los derechos de la infancia y adolescencia en todo el territorio del Estado. Es decir, que suponga un Valor aadido a las actuaciones que se vienen realizando en el desarrollo de las competencias de cada una de las instituciones involucradas.

    Se ha realizado un importante esfuerzo para facilitar la participacin tanto de insti-tuciones pblicas, ONG,s y de la propia infancia en este proceso. Una vez aprobado por los rganos competentes (Pleno del Observatorio, (mayo 2006) Consejo de Ministros (16 de junio 2006)) habr de elevarse a las Organizaciones Internacionales que lo solicitan en cumplimiento del documento Un mundo apropiado para los nios y nias, Plan de Accin de Naciones Unidas sobre la Infancia y Adolescencia.

    Deseo dar paso a las intervenciones que van a tener lugar en esta I Jornada sobre De-rechos Humanos: Los Derechos de los Nios, agradeciendo la oportunidad de la iniciativa una vez ms, y manifestando el deseo del Gobierno de conocer las re exiones y sugeren-cias que en ellas se hagan, para entre todos contribuir al mayor bienestar de la infancia en nuestro pas, y al reconocimiento y atencin de sus derechos.

  • LOS DERECHOS DE LOS NIOS. RESPONSABILIDAD DE TODOS

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    CAPTULO 3

    LAS POLTICAS FAVORABLES A LA INFANCIA

    Mara Socorro Morente SnchezDirectora de Familia y Servicios Sectoriales

    Consejera de Trabajo y Poltica Social de la Regin de Murcia

    Desde nales de los aos 70, Espaa ha experimentado profundos cambios polticos y de naturaleza sociocultural, que han supuesto trasformaciones sustanciales en las relacio-nes sociales y en la estructura y funcionamiento de las instituciones.

    En este clima de cambios, el papel de los nios en la sociedad espaola ha adquiri-do nuevas dimensiones y el nio ha pasado a ser objeto de atencin y reconocimiento, obtenindose un consenso creciente en la consideracin de los nios como sujeto de derechos. Es posible a rmar que los asuntos relacionados con la infancia juegan un papel importante en el desarrollo tanto de polticas gubernamentales como del marco regulador, marco en el que se puede a rmar que ha alcanzado un nivel de desarrollo importante.

    Tan solo diremos que, en el mbito estatal, la Ley Orgnica de Proteccin Jurdica del Menor de Modi cacin Parcial del Cdigo Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil es su principal exponente. En nuestra regin la Ley 3/1995, de 21 de marzo, de la infancia de la Regin de Murcia, cuyo objeto era establecer el marco de actuacin en orden a la protec-cin de la infancia y el respeto a sus derechos e intereses, instrumento que orienta y dirige todas las iniciativas que esta Consejera impulsa con relacin a la infancia desprotegida.

    Las administraciones pblicas tienen que seguir avanzando en el desarrollo de un sis-tema de informacin que describa el panorama general en que se encuentra la infancia en nuestro pas. Es necesario crear mecanismos adecuados para recoger, analizar y publicar regularmente la informacin requerida para controlar los indicadores sociales relativos al bienestar de la infancia.

    La creacin de un sistema de comunicacin y de informacin e caz es indispensable si nos marcamos como objetivo el diseo de unas polticas de infancia coherentes con los mandatos de la Convencin de Derechos del Nio, as como compartir informacin y experiencias ables entre autoridades e instituciones. El Observatorio de Infancia, rgano del Estado donde se encuentran representados todos los Organismos pblicos y privados que tienen relacin con el mbito de la infancia, tienen, entre otros objetivos, el mandato de centralizar toda la informacin existente sobre infancia en el mbito del territorio na-cional, donde la necesidad de disponer de informacin homognea para el cumplimiento

  • MARA SOCORRO MORENTE SNCHEZ

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    del compromiso de nuestro pas con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia al que se debe de aportar cada cinco aos.

    Junto a esto, no podemos olvidar que Espaa carece actualmente de un marco general para las polticas de infancia de naturaleza realmente intersectorial. As, a pesar de que en algunos mbitos concretos se han producido convergencias de sectores distintos para llevar a cabo acciones concretas, creemos que es necesario mejorar la coordinacin existente. A nuestro juicio, es esencial que se articulen mecanismos que aseguren la accin integrada de los diferentes servicios y sectores de atencin y proteccin a la infancia. En el mbito de la Comunidad Autnoma de la Regin de Murcia estamos trabajando para mejorar la coordinacin entre los Departamentos de las diferentes Consejeras, en el mbito nacio-nal, desde mi punto de vista, sera necesario mejorar la coordinacin de forma efectiva la actuacin de las diferentes autonomas.

    Por otro lado, queremos sealar que la dotacin de recursos humanos y econmicos destinados a la infancia, aun cuando desde el Gobierno Murciano se ha hecho un esfuerzo considerable en los ltimos aos en este sentido, siempre son insu cientes, y tenemos que seguir trabajando en el intento de adecuar los recursos para la atencin de la demanda que plantea la poblacin infantil y adolescente. Los responsables de polticas pblicas de infancia de las distintas autonomas debemos procurar no llegar al extremo de que la desigualdad de los recursos disponibles en cada Comunidad, posibilite el que el menor tenga ms o menos opciones de obtener un apoyo integral en funcin de la autonoma en la que resida.

    Junto a esto, tambin es necesario impulsar la promocin legislativa de los derechos de los nios, coordinndonos para que no existan diferencias sustanciales entre las Comuni-dades, que en de nitiva, eviten que coexistan en nuestro pas distintas formas de entender las necesidades y los derechos de la infancia.

    Nos queda, pues, a pesar de los indudables avances que se han producido en los lti-mos aos en relacin con la infancia, todava un importante camino por recorrer. Desde las distintas administraciones (estatal, autonmica y local) debemos seguir trabajando para alcanzar el objetivo nal de proporcionar a los nios una vida mejor.

    Con todo no debe de dejar de destacar, que el apoyo a la infancia y adolescencia constituye uno de los ejes fundamentales de la poltica social del Gobierno Murciano, que pretende en el futuro impulsar nuevas ayudas importantes para una efectiva proteccin de sus derechos, que se recogern en el Plan de Promocin a la Familia de la Regin de Murcia, que est actualmente en una fase muy avanzada de elaboracin.

    Una medida importante que se recoge en este Plan es Proporcionar proteccin jur-dica y social a los menores que se encuentren en situacin de desamparo/riesgo social, favoreciendo el mantenimiento del menor en el medio social, que contempla el desarrollo normativo de las medidas de proteccin de menores establecidas en la Ley de la Infancia de la Regin de Murcia y la elaboracin de un Plan Integral de atencin a menores en di cultad social, acciones que coadyuvarn sin duda a fortalecer los derechos de los nios y nias en nuestra regin.

    Las polticas de la infancia que desarrollemos deben garantizar la cohesin social y es-tablecer la solidaridad entre generaciones y territorios; tener la consideracin de derechos subjetivos universales; no excluir a nadie por razn de sexo, edad, orientacin sexual, etnia

  • LAS POLTICAS FAVORABLES A LA INFANCIA

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    u origen; potenciar los programas activos, preventivos y rehabilitadoras; todo ello desde una concepcin integral y trasversal de los problemas de la infancia. Esas garantas deben hacerse efectivas desde el protagonismo de la accin pblica, que debe tener un papel de liderazgo, en colaboracin con organizaciones e instituciones, que garanticen una gestin de las polticas para la infancia e caz, transparente, gil, exible, integral y participativa.

    Desde este planteamiento, los principios orientadores para las polticas de infancia deben:

    Considerar a los nios y nias como sujetos de derecho y como actor social (las Administraciones, a sus distintos niveles, deben asumir la responsabilidad y garan-ta de los cumplimientos de estos derechos).

    Promover una visin integral sobre los derechos y al mismo tiempo seleccionar estrategias y acciones espec cas.

    De nir metas considerando el pleno cumplimiento de los derechos. Promover logros sostenibles para la niez y adolescencia. Promover alianzas interinstitucionales y reformas legales que contribuyan al cum-

    plimiento de los derechos. Analizar las necesidades de la infancia sobre la base de las desigualdades sociales,

    econmicas, tnicas y de sexo.

    ESTOS PRINCIPIOS ORIENTADORES

    Por ltimo, es importante subrayar que es necesario construir una base de apoyo en la sociedad para que guren los derechos de la infancia entre nuestras prioridades: los go-bernantes, los profesionales, los medios de comunicacin, el sector privado y la sociedad civil.

    Esa base social se conseguir con la sensibilizacin de la sociedad, a travs de forma-cin, de actividades de sensibilizacin y difusin en los medios de comunicacin, coordi-nando a las diversas instituciones, administraciones e integrantes de la sociedad civil.

    Hay que favorecer el dilogo continuo entre las administraciones, instituciones y orga-nizaciones, coordinando a todas aquellas que trabajan en el mbito de la infancia.

    Debemos conformar una base amplia y representativa socialmente para lograr un de-digno respeto a los derechos humanos y de ah, los de la infancia espec camente.

  • LOS DERECHOS DE LOS NIOS. RESPONSABILIDAD DE TODOS

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    CAPTULO 4

    LA RESPONSABILIDAD DE LA ADMINISTRACIN EN LA BUENA PRCTICA SOBRE LOS DERECHOS DE LA INFANCIA

    Jos Antonio Parra OrtegaJefe de Servicio de Proteccin de Menores

    Direccin General de Trabajo y Poltica Social de la Regin de Murcia

    La Convencin sobre los Derechos de la Infancia, aprobada por unanimidad por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, hace jurdicamente responsables de sus polticas en relacin con la infancia a todos los estados que la rati -quen. La Convencin forma parte del ordenamiento jurdico interno de Espaa. Cuando un Estado rati ca la Convencin, por otra parte, debe examinar su legislacin para hacerla conforme a las disposiciones de aquella, pero adems se declara obligado, ante la Comu-nidad Internacional, a observar esas disposiciones en el diseo e implementacin de las polticas y planes de accin.

    La Cumbre Mundial a favor de la Infancia, celebrada en septiembre de 1990, hizo una Declaracin Mundial sobre la supervivencia, la Proteccin y el Desarrollo de la Infancia y aprob un Plan de Accin cuyo desarrollo se evidenci en el decenio de 1990. El compromiso contrado por los pases rmantes de la citada Declaracin y el Plan de Accin, entre los que se encontraba Espaa, supuso la consagracin de la Convencin de los Derechos de la Infancia como el criterio fundamental para las polticas, los proyectos y acciones de proteccin de los nios y nias y de promocin de sus derechos humanos y de su bienestar y calidad de vida.

    El debate suscitado por la Convencin sobre el lugar de los nios y las nias en la sociedad y el papel que han de tener sus derechos y necesidades en la formulacin de las polticas y de los programas de accin, marc un punto de in exin en la implementacin de los Derechos de los Nios al ser stos la referencia en la articulacin del documento Proyecto de Polticas para la Infancia elaborado por el Consejo de Europa a mediados de los noventa. El proyecto subraya, en efecto, la responsabilidad institucional y social respecto a los nios y las nias como sujetos de pleno derecho, a cuyas necesidades han de ser sensibles todas las polticas sectoriales, de manera especial en las situaciones de riesgo y de vulnerabilidad, con una perspectiva de carcter preventivo.

    En mbito de la infancia maltratada, el estado actual respecto a las responsabilidades institucionales tiene su origen en la Ley 21/1987, de 11 de noviembre, por la que se modi -can determinados artculos del Cdigo Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de adopcin ya que establece los principios jurdicos bsicos sobre los que organizar un

  • JOS ANTONIO PARRA ORTEGA

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    Sistema Moderno de Atencin Social a la Infancia. Las Entidades Pblicas, responsables de estos sistemas en sus territorios respectivos, asumen la organizacin y desarrollo de los mismos como un mecanismo indispensable para garantizar una adecuada atencin social a la infancia y sus derechos.

    La Ley Orgnica 1/1996, de Proteccin Jurdica del Menor, mejor la normativa vigen-te hasta ese momento en materia de proteccin jurdica, incorporando aquellos elementos que se haban detectado como necesarios tras varios aos de aplicacin del nuevo sistema iniciado en 1987. Esta nueva norma comienza en su Ttulo I enunciando un reconocimiento general de los derechos contenidos en los Tratados Internacionales de los que Espaa es parte, como es el caso de la Convencin sobre los Derechos del Nio, enunciando algunos de ellos con la intencin de dimensionarlos. Supone una innovacin y una novedad legisla-tiva destacar y matizar el contenido de derechos como el referido al honor, a la intimidad y a la propia imagen, a la informacin, a la libertad ideolgica, al derecho de participacin, asociacin y reunin, a la libertad de expresin y nalmente el derecho a ser odo. En idntico sentido de matizar y profundizar en algunos de los derechos ms importantes, la Ley de la Infancia de la Regin de Murcia de 1995, referencia en su texto los relativos a la identidad, a la intimidad y a la propia imagen, a la educacin y a la salud.

    Las Comunidades Autnomas, de acuerdo con sus respectivos Estatutos de Autonoma, han regulado la atencin a la infancia en sus respectivas leyes o desarrollos reglamentarios, donde se recogen y regulan, con mayor o menor amplitud y precisin los supuestos de proteccin a la infancia y a la familia, la ordenacin del rgimen y funcionamiento de las instituciones y establecimientos de proteccin a la infancia, y en algunos casos, la protec-cin de los derechos de todos los nios y nias en su mbito territorial.

    Todo este entramado de normas o instrumentos, ha permitido emerger en los ltimos aos, una nueva visin de la infancia como sujeto social y como sujeto de derechos, situacin merecedora de una respuesta equilibrada por parte de la administracin pblica, incorporan-do a sus programas compromisos que permitan que las nuevas necesidades sobre la infancia sean coincidentes con las acciones que esta desarrolla en el marco de sus competencias.

    Son muchos los programas que desde la Direccin General de Familia y Servicios Sectoriales se desarrollan en el territorio de la Comunidad Autnoma, dirigidos al cum-plimiento real de los derechos reconocidos a la infancia, no siendo conveniente hacer una relacin de todos ellos, pero s destacar como ms recientes o novedosos, los dirigidos a facilitar la relacin paterno- lial, garantizando la seguridad y el bienestar de los menores en situaciones de con icto (Puntos de Encuentro Familiar); a la valoracin, diagnstico y tratamiento de nios y adolescentes con sospechas de estar siendo objeto de abuso sexual (Valoracin Diagnstica de Abusos Sexuales); a la resolucin de determinados con ictos intrafamiliares (Mediacin Intergeneracional), y por ltimo la atencin de nios desprote-gidos recin nacidos por familias acogedoras evitando su institucionalizacin (Acogimien-tos Familiares de Urgencia).

    Se puede concluir a rmando que se ha recorrido un frtil e intenso camino conse-cuencia del esfuerzo realizado por los organismos pblicos y todos los agentes sociales que operan en torno al mundo de la infancia, sin perder de vista el futuro, donde tener conciencia de la necesidad de dar nuevos impulsos al desarrollo de la Convencin de los Derechos de los Nios permitir el efectivo ejercicio de los mismos.

  • LOS DERECHOS DE LOS NIOS. RESPONSABILIDAD DE TODOS

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    CAPTULO 5

    PARTICIPACIN Y POLTICAS SOCIALES PARA LA INFANCIA EN LA ADMINISTRACIN LOCAL

    Enrique Pastor SllerProfesor de Sociologa y Poltica Social. Universidad de Murcia

    Julia Garca lvarezCoordinadora rea Social del Ayuntamiento de Fuenlabrada

    1 PARTE: POLTICA SOCIAL Y PARTICIPACIN CIUDADANA EN EL MBITO MUNICIPAL

    Enrique Pastor Sller

    1. LA TRANSVERSALIDAD DE LA PARTICIPACIN CIUDADANA EN LOS PROCESOS DE DESARROLLO LOCAL A ESCALA HUMANA

    1.1. La importancia de la participacin social en el mbito local

    Democracia y participacin son procesos inseparables, implican reconocer la plurali-dad del pensamiento, opiniones, convicciones y visiones de los asuntos. Etimolgicamente, el trmino democracia alude a la idea de poder del pueblo, siendo un elemento central la existencia de procedimientos que permitan a los ciudadanos algn tipo de participacin en el ejercicio del poder. Por su parte, participar, en el caso que nos ocupa, supone tomar parte en la gestin de los asuntos pblicos de la vida cotidiana local, con el n de in uir directa o indirectamente en las polticas...tiene esta voluntad de in uir en la realidad directa o indirectamente en las polticas...tiene esta voluntad de in uir en la realidad directa o indirectamente en las polticas...tiene esta voluntad de in uir en la realidad(Font y Blanco, 2003: 15).

    La participacin es un asunto central y de actualidad en el debate poltico, civil, asunto central y de actualidad en el debate poltico, civil, asunto central y de actualidadprofesional y acadmico en general, y con un signi cado sustantivo en los profesionales vinculados directamente con las Polticas Sociales Municipales, en particular. La comple-jidad e interdependencia de las situaciones de di cultad con las que se enfrentan polticos jidad e interdependencia de las situaciones de di cultad con las que se enfrentan polticos jidad e interdependencia de las situaciones de di cultady profesionales en los contextos locales, requiere de interacciones re exivas y dinmicas de los diferentes actores sociales, siendo la participacin un elemento consustancial en este nuevo contexto relacional. Por su parte, la perspectiva multifactica del Bienestar y el

  • ENRIQUE PASTOR SLLER Y JULIA GARCA LVAREZ

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    Desarrollo Humano requiere integrar transversalmente la participacin ciudadana como proceso necesario para su consecucin.

    Del anlisis de las experiencias participativas (Observatorio Internacional de Demo-cracia Participativa, 2003; Font y Blanco, 2003; M.A.P., 2005; entre otros) se pueden identi car algunos problemas en torno a la participacin social, concretamente: un declive del inters pblico y un sentimiento de laxitud con respecto a la poltica; la di cultad de implicar ms al pblico mediante las formas directas o populares de consulta y participa-cin y las debilidades de las instituciones de la democracia representativa local, que hacen el sistema menos e caz, transparente y responsable.

    Segn algunos observadores, la participacin en la vida poltica local estara en declive y esta erosin se inscribira en un proceso de descompromiso cvico, abandonando objeti-vos colectivos y centrndose nicamente en los meramente individuales. De acuerdo con la tesis del declive del capital social (Putnam, 2002, 2003), la disminucin del inters hacia la poltica local se explicara por un declive ms amplio de la participacin en la vida cvica. Sin rechazar totalmente dicha tesis, bien es cierto que en numerosos pases no en todos existe una vida asociativa relevante y donde los ciudadanos ejercen un mayor control a los gobiernos locales. A pesar de ello, se constata que los motivos para la movilizacin social se han diversi cado y se reivindica nuevas formas de participar1.

    Pero a pesar de las visibles insu ciencias, sus condiciones y caractersticas permiten sealar que es el lugar apropiado para potenciar la participacin y construir decisiones pblicas vinculadas con los intereses y necesidades de los ciudadanos al permitir la im-plementacin y gestin de procesos participativos2. Contexto donde la participacin ciu-dadana se convierte en un eje de la poltica pblica para intervenir en las decisiones de los asuntos que son de inters ciudadano: participando en la elaboracin, gestin, seguimiento, control y evaluacin de las polticas que afectan al municipio. De ah, que se estn elabo-rando Planes Directores y creando Concejalas espec cas de Participacin Ciudadana en diferentes municipios, al entender que la participacin no se improvisa, sino que es una cuestin que afecta de manera transversal e integral a todos las reas del Ayuntamiento.

    1.2. Desarrollo humano, participacin y ciudadana

    La participacin y el desarrollo social son inseparables para ofrecer un proceso a es-cala humana. La desconcentracin y descentralizacin potencia los recursos sinrgicos y la participacin desde el comienzo y durante todo el proceso permite estimular y generar un desarrollo sano, transversal, autodependiente, estimulador y participativo. Las capaci-dades sociales de las personas y de las entidades sociales aumentan cuando se consolidan relaciones de con anza, reciprocidad y cooperacin en los diversos mbitos. La fortaleza de la sociedad se mide por el vigor de la accin ciudadana tanto individual como colectiva. La continua profundizacin democrtica requiere de una cultura democrtica arraigada en

    1 En este sentido, estoy de acuerdo con una de las conclusiones del estudio realizado por el C.D.L.R., en el sentido de que la participacin de los ciudadanos en la poltica local no declina, sino que ms bien cambia de forma, lo que cuestiona el sistema poltico tradicional (M.A.P., 2005: 12).

    2 En coincidencia con Joan Font, es el ...escenario privilegiado desde el cual pueden desarrollarse experiencias de participacin local (Font, 2004: 4).

  • PARTICIPACIN Y POLTICAS SOCIALES PARA LA INFANCIA EN LA ADMINISTRACIN LOCAL

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    la vida cotidiana. Todos estos aspectos se interrelacionan entre s y esa interdependencia proporciona la sostenibilidad de los procesos de desarrollo social.

    Contribuir al desarrollo humano en el s. XXI, signi ca ampliar las alternativas de las personas para que puedan tener un nivel de vida que aprecien; siendo necesario para ello desarrollar las capacidades humanas, entre las cuales destaca la participacin. La capacidad de poder participar en la vida de la propia comunidad a la que se pertenece es fundamental para el desarrollo humano. As, la participacin se convierte en objetivo del desarrollo humano, a la vez que, es un medio para hacer progresar el mismo. Pero la promocin del desarrollo humano requiere de una gobernabilidad democrtica tanto en la forma como en el contenido de hacer participar a los ciudadanos.

    El carcter interdependiente de los problemas y de los actores conlleva superar modelos clsicos de intervencin basados en programaciones segmentadas y unidireccionales. Es necesario reconocer, aceptar e integrar la complejidad como un elemento intrnseco del proceso de intervencin comunitaria, articulando sistemas inclusivos de participacin de los diferentes actores en el marco de las redes locales.

    Supone tender hacia la implementacin y gestin de programas y proyectos estratgi-cos, integrales, transver