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ANTOLOGÍA DE TEXTOS II – TERCEROS MEDIOS BLOQUE II: MES DE JUNIO TEMA TRANSVERSAL: LA TOLERANCIA, IGUALDAD DE RAZAS Y ETNIAS 1. A LOS SEÑORES MIEMBROS DEL JURADO Y HAY MAPUCHES & MAPUCHES, NICANOR PARRA 2. MEMORIAS DEL FUEGO, EDUARDO GALEANO 3. SILUETA INDIA, GABRIELA MISTRAL 4. DECENIO INDÍGENA: AVANCES Y RETROCESOS, RIGOBERTA MENCHU TUM 5. RACISMO EN CHILE, INDIO, NEGRO Y FEO, OSCAR CONTARDO 6. CHILE ¿UN PAIS MODERNO?, BERNARDO SUBERCASEUX 7. BOSQUE NATIVO, HUMBERTO MATURANA 8. DIARIO DEL PRIMER VIAJE, CRISTOBAL COLON CONTENIDOS CONCEPTUALES: VOCES DE AMERICA, CORRIENTES DE OPINION. 1. A LOS SEÑORES MIEMBROS DEL JURADO Y HAY MAPUCHES & MAPUCHES, NICANOR PARRA Mai mai peñi DISCURSO DE GUADALAJARA Nos salvamos juntos o nos hundimos separados (Juan Rulfo, México y los mexicanos) SEÑORA CLARA APARICIO Vi(u)da de Rulfo Distinguidas autoridades Señoras y señores: Un amigo que acaba de morir Me sugirió la idea

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ANTOLOGÍA DE TEXTOS II – TERCEROS MEDIOSBLOQUE II: MES DE JUNIO

TEMA TRANSVERSAL: LA TOLERANCIA, IGUALDAD DE RAZAS Y ETNIAS

1. A LOS SEÑORES MIEMBROS DEL JURADO Y HAY MAPUCHES & MAPUCHES, NICANOR PARRA

2. MEMORIAS DEL FUEGO, EDUARDO GALEANO

3. SILUETA INDIA, GABRIELA MISTRAL

4. DECENIO INDÍGENA: AVANCES Y RETROCESOS, RIGOBERTA MENCHU TUM

5. RACISMO EN CHILE, INDIO, NEGRO Y FEO, OSCAR CONTARDO

6. CHILE ¿UN PAIS MODERNO?, BERNARDO SUBERCASEUX

7. BOSQUE NATIVO, HUMBERTO MATURANA

8. DIARIO DEL PRIMER VIAJE, CRISTOBAL COLON

CONTENIDOS CONCEPTUALES: VOCES DE AMERICA, CORRIENTES DE OPINION.

1. A LOS SEÑORES MIEMBROS DEL JURADO Y HAY MAPUCHES & MAPUCHES, NICANOR PARRA

Mai mai peñi

DISCURSO DE GUADALAJARA

Nos salvamos juntoso nos hundimos separados(Juan Rulfo, México y los mexicanos)

SEÑORA CLARA APARICIO

Vi(u)da de RulfoDistinguidas autoridadesSeñoras y señores:

Un amigo que acaba de morirMe sugirió la idea

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De renunciar al proyecto de discurso académicoBasándose en el hechoDe que ya nadie cree en las ideas:

Fin de la historiaArte y filosofía x el suelo

Lo que debes hacerEs leer tus antipoemas me dijo Carlos Ruiz TagleDe preferenciaLos que se relacionan con la muerteLa muerte tiene la vara muy alta en México:Rulfo te aplaudirá desde la tumba

HAY DIFERENTES TIPOS DE DISCURSOS

Qué duda cabeEl discurso patriótico sin ir + lejos

Otro discurso digno de menciónEs el discurso que se borra a sí mismo:

Mímica x un ladoVoz y palabra x otro

Vale la pena recordar tambiénEl discurso huidobriano de una sola palabraRepetida hasta las náuseasEn todos los tonos imaginables

El lector estará de acuerdo conmigo no obstanteEn que se reducen a dosTodos los tipos de discursos posibles:

Discursos buenos y discursos malos

El discurso idealEs el discurso que no dice nadaAunque parezca que lo dice todoMario Moreno me dará la razón

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DE HECHO YO ESTABA PREPARÁNDOME

Para pronunciar dos discursos a falta de uno Como buen discípulo de Macedonio Fernández

x una parte proyectaba pronunciar El último discurso malo del siglo XX Y a renglón seguidoEl primer discurso bueno del siglo XXICuando me crucé con Carlos Ruiz TagleQue cayó muerto en la vía públicaMientras se dirigía a su oficina

Pergeñar el primer discurso buenoPara un orador nato como el que hablaEn la práctica no resulta nada del otro mundoBasta con plagiar al pie de la letraA Hitler a Stalin al Sumo Pontífice

Lo difícil es redactar el último malo Porque no faltará alguienQue salga con otro peor

Estoy sentado al escritorioA mi izquierda los manuscritos del último discurso maloA mi derecha los del primer discurso buenoAcabo de redactar una páginaMi problema es el siguienteDónde la deposito madre mía!A la izquierda? a la derecha?

CautionEl cadáver de Marx aún respira

A DECIR VERDAD

Uno de los discursos posibles Podría empezar así:

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Señoras y señoresAntes de proceder a dar las gracias x este premio tan inmerecidoQuiero pedir licencia para leer Unas notas tomadas al vueloMientras me acostumbraba a la noticiaLo que no quiere decirQue no pudiera comenzar asá:

Señoras señores:Por lo común los discursos de sobremesaSon buenos pero largosEl mío será malo pero corto CosaQue no debiera sorprender a nadieSoy incapaz de juntar dos ideasEs x eso que me declaro poetaDe lo contrario hubiera sido políticoO filósofo o comerciante

PARA ENTRAR EN CONFIANZA

Permítaseme recordar unos versos de ciegoQue encontré en una tumba abandonadaHacen sus buenos años................................ en el norte de ChileEn Monte Grande para ser + precisoMe parece que vienen al caso:

Yo soy Lucila AlcayagaAlias Gabriela MistralPrimero me gané el NobelY después el Nacional

A pesar de que estoy muertaMe sigo sintiendo malPorque nunca me dieronEl Premio Municipal

El poeta como guía turístico dirán ustedesEl poeta como maestro de ceremoniasEl poeta como operador cibernético:Tal cual

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Y ahora cumpliré la palabra empeñadaAnte mi gran amigo Carlos Ruiz TagleQue cayó muerto en la vía públicaMientras se dirigía a su domicilio

Todos vamos en esa dirección

PEDRO PÁRAMO

Guadalajara en un llanoMéxico en una laguna

1No pienses más en mí Susana............. te lo suplicoSabes perfectamente que estoy muerto30 años que llevo bajo tierraTu segundo marido sufre mucho por tiTerminará volviéndose locoSi continúas tú delirando conmigoOrdenará matarte seguramenteSabes que es un hombre decididoNunca lo llamas por su propio nombreNo puede ser Susana

... no puede serEn vez de Pedro le dices FlorencioY en el momento más inoportuno...

2Yo también estoy muerta FlorencioTengo la boca llena de tierraPero me es imposible olvidarme de tiTú me descuartizasteNo siento nada por Pedro PáramoSi me casé con él fue de puro miedoTú lo sabes perfectamente bienNos hubiera hecho matar a todos

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Susana amor mío!

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Te repito SusanaQue no me digas más Bartolomé Soy tu padreBartolomé San JuanY tú eres mi hija legítima

Acaban de matarme SusanaPor orden de tu propio maridoCelos...Alguien le dijo que éramos amantesSólo quería despedirme de tiPerdona que te importuneMi cadáver está a medio caminoEntre Sayula y Comala me oyes?Ay!Los zopilotes ya me arrancaron los ojos Si te parece da cuenta a la comandancia Para que se me entierre como es debido

NO COMETERÉ LA TORPEZA

De ponerme a elogiar a Juan RulfoSería como ponerse a regar el jardínEn un día de lluvia torrencial

Una sola verdad de Perogrullo:Perfección enigmáticaNo conozco otro libro + terrible

Pedro Páramo dice BorgesEs una de las obras cumbresDe la literatura de todos los tiempos

Y yo le encuentro toda la razón

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RULFO NOS DA UNA IMAGEN DE MÉXICO

Los demás se reducen a describir el paísA eso se refiere PazCuando digo que Juan hay un solo

NI MACEDONIO FUE TAN ARGENTINO

Tan chileno ................ tan indio................................. tan peruano Tan boliviano tan ecuatoriano Tan auténticamente mexicano Los entendidos tienen razón esta vez

Otro camino + directo no hay

FUMABA TANTO O MÁS QUE LA MISTRAL

Algo que a mí me pone los pelos de puntaSoy asmático de nacimientoPor eso nunca pude hablar con él

Se me acercó una vez en Viña del MarA felicitarme x un poema que no era míoNo supe qué decirleMe confundíY el pobre Juan también se confundióPrimera y última vezNo volvimos a vernos nunca +Hasta este momentoEn que él me sonríe desde Comala

GENTE + PREPARADA QUE NOSOTROS

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Ha dicho que Rulfo viene del Norte DiscrepoRulfo viene del SurRulfo viene directamente del vientre maternoRulfo viene del fondo de sí mismoDe Jalisco.............. de Mérida................................ de Guadalajara Lo siento mucho Mister No Sé Cuánto Rulfo no viene: vaRulfo viene de vuelta de todos los archipiélagos

RESERVADO

........................... lacónico

Quitado de bullaTímido.......... sin delirio de grandeza+ parecía monje taoístaQue compatriota de Pedro Zamora

No se sabe qué es + admirableSi el autor o la obra que dejóTanto vale la persona de Juan!Un hombre como RulfoNo podía hacer otra cosaQue escribir esa biblia mexicana

Fuera de José María ArguedasY del inconmensurable cholo VallejoPocos son los que pueden comparársele

MENTIRÍA SI DIGO QUE ESTOY EMOCIONADO

Traumatizado es la palabra precisaLa noticia del premio... me dejó con la boca abiertaDudo que pueda volver a cerrarla

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QUÉ SE HACE EN UN CASO COMO ÉSTE

x + que me pellizco no despiertoMe siento como alguien que se saca el gordo de la loteríaSin haber comprado jamás un boletoSin compadres...... sin santos en la corteNo quedo en deuda con ninguna maffiaA sangre fría........ como debe serAlabado sea el SantísimoLos envidioses que se vayan al diabloY a nosotros que me erijan un monumentoO no dicen ustedes...

ESPERABA ESTE PREMIO?

NoLos premios sonComo las Dulcineas del Toboso Mientras + pensamos en ellas + lejanas

+ sordas.....+ enigmáticas

Los premios son para los espíritus libresY para los amigos del jurado

ChanfleNo contaban con mi astucia

VEN?

Alguien anda diciendo x ahíQue el premiado no está a la altura del premioFalta de cantidad y calidadHay x lo menos una docena

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De candidatos muy superiores a élY yo le encuentro toda la razón (1)

Sé perfectamenteQue éste no es un premio para míSino un homenaje a la poesía chilenaY lo recibo con mucha humildadEn nombre de todos los poetas anónimos

UNA SOLA ADVERTENCIA

Si se trata de premiar el silencioComo creo que éste es el casoNadie ha hecho + méritos que yoSoy el menos prolífico de todosAños de años que no publico nada

Me consideroUn drogadicto de la página en blanco Como lo fuera el propio Juan Rulfo Que se negó a escribir + de lo estrictamente necesario

QUÉ ME PROPONGO HACER CON TANTA PLATA?

Lo primero de todo la salud

En segundo lugar

Reconstruir la Torre de Marfil

Que se vino abajo con el terremoto

Ponerme al día con impuestos internos

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Y una silla de ruedas x si las moscas ...

LOS DETRACTORES DE LA POESÍA

Van a tener que pedirnos perdón en cuclillasHa quedado de manifiestoQue se le puede hacer la pelea a la prosa:La cenicienta de las bellas letrasNo tiene nada que envidiar a sus hermanastras

Goza de buena saludEn opinión de justos y pecadoresSeñores Fukuyama

Gombrovicz....... StendhalPlatón & Cía. Ilimitada

RULFO SE PUSO FIRME CONTRA VIENTO Y MAREA

Tres veces 100 y punto ... ni una página +El escritor no es una fábrica de cecinas

En lo que a mí respecta17 años entre primer y segundo libroClaro después pasó lo que pasó:Se me moteja de poeta bisiestoPacienciac/4 años un domingosietePlagiosAdaptacionesGárgaras para combatir el insomnioOfrezco la palabra

PIDO LA PALABRA

Me llamo Pedro Páramo

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No he leído a Juan RulfoSoy un hombre de campoNo tengo tiempo de leer a nadie

He oído decir eso síQue me deja muy mal en su novela

Sus razones tendrá digo yoNada en el mundo ocurre porque síRecordaráse que era un dipsómano compulsivoOjo...... nació en SayulaLugar de moscas en lengua mapucheÉl no tiene la culpa de nada

A ustedes probablemente síPero a nosotros no nos mete el dedo en la boca don Juan

En lo que a mí se refiereSoy un analfabeto compulsivoNo tengo ganas de leer a Pérez(Ese era su nombre verdaderoSe lo cambió de un día para otro)Yo leo sólo mis propios sonetosSi les parece les recito unoQue le escribí a la Susana San JuanO será mejor que me multiplique x cero tal vezHacen mal en sacarme de la tumba!

PARALELO CON HAMLET

Hay fantasmas y espectros en ambos casos En ambos casos corre mucha sangreSí señorHijos que se rebelan contra sus progenitores Etc., etc.,Personaje difusoCon + trazas de Hamlet que de Telémaco me parece a míClaro que con una diferencia x lo muy menosJuan Preciado no tiene mucho de príncipeCristiano vulgar y silvestre

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Peor aúnHijo legítimo pero sóloDesde un punto de vista burocrático + mendigo que rey Llega a Comala a pie...... sin equipajeCon la orden expresa de vengar a su padreCOBRÁSELO CARO HIJO MÍOPedro Páramo debe morir Aunque no x delitos isabelinos Ojox ofensas de orden económico... No se trata de un viaje de placer

VEO QUE SE ME ESTAN QUEDANDO DORMIDOS

Ésa es la ideaYo parto de la baseDe que el discurso debe ser aburridoMientras + soporífero mejorDe lo contrario nadie aplaudiríaY el orador será tildado de pícaro

EL ESPAÑOL ES UNA LENGUA MUERTA

Moribunda en el mejor de los quesosEs x eso que Rulfo redactó su QuijoteEn el habla del siglo XVI

POR EVITAR LA TRAMPA DEL VERSO

Los escritores suelen caer en la prosaQue es un vicio tan tonto como el otroCosa que no ocurre con Rulfo

No se diga que Rulfo escribe en prosa

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2. MEMORIAS DEL FUEGO, EDUARDO GALEANO

13 de marzo de 1325

La tierra prometida

Maldormidos, desnudos, lastimados, caminaron toda la noche y día durante más de 2 siglos. Iban buscando el lugar donde la tierra se tiende entre cañas y juncias.

Varias veces se perdieron, se dispersaron y volvieron a juntarse. Fueron volteados por los vientos y se arrastraron atándose los unos a los otros, golpeándose, empujándose; cayeron de hambre y se levantaron y nuevamente cayeron y se levantaron. En la región de los volcanes, donde no crece la hierba, comieron carne de reptiles.

Traían la bandera y la capa del dios que había hablado a los sacerdotes, durante el sueño, y había prometido un reino de oro y plumas de quetzal: Sujetaréis de mar a mar a todos los pueblos y ciudades, había anunciado el dios, y no será por hechizo, sino por ánimo del corazón y valentía de los brazos.

Cuando se asomaron a la laguna luminosa, bajo el sol del mediodía, los aztecas lloraron por primera vez. Allí estaba la pequeña isla de barro: sobre el nopal, más alto que los juncos y las pajas bravas, extendía el águila sus alas.

Al verlos llegar, el águila humilló la cabeza. Estos parias, apiñados en la orilla de la laguna, mugrientos, temblorosos, eran los elegidos, los que en tiempos remotos habían nacido de las bocas de los dioses.

Huitzilopochtli les dió la bienvenida:

—Éste es el lugar de nuestro descanso y nuestra grandeza —resonó la voz —. Mando que se llame Tenochtitlán la ciudad que será reina y señora de todas las demás. ¡México es aquí!

30 de junio de 1520

Teocalhueyacan. «La Noche Triste»

Hernán Cortés pasa revista a los pocos sobrevivientes de su ejército, mientras la Malinche cose las banderas rotas.

Tonochtitlán ha quedado atrás. Atrás ha quedado la columna de humo que echó por la boca el volcán Popocatépetl, como diciendo adiós, y que no había viento que pudiera torcer.

Los aztecas han recuperado su ciudad. Las azoteas se erizaron de arcos y lanzas y la laguna se cubrió de canoas en pelea. Los conquistadores huyeron en desbandada, perseguidos por una tempestad de flechas y piedras, mientras aturdían la noche los tambores de la guerra, los alaridos y las maldiciones.

Estos heridos, estos mutilados, estos moribundos que Cortés está contando ahora, se salvaron pasando encima de los cadáveres que sirvieron de puente: cruzaron a la otra orilla pisando caballos que se habían resbalado y hundido y soldados muertos a flechazos y pedradas o ahogados por el peso de las talegas llenas de oro que no se resignaban a dejar.

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15 de noviembre de 1533

Cuzco. Entran los conquistadores en la ciudad sagrada

En el radiante mediodía, a través de la humareda se abren paso los soldados. Un olor a cuero mojado se alza y se mezcla con el olor de la quemazón, mientras resuena un estrépito de cascos de caballos y ruedas de cañones.

Nace un altar en la plaza. Los pendones de seda, bordados de águilas, escoltan al dios nuevo, que tiene los brazos abiertos y usa barba como sus hijos. ¿No está viendo el dios nuevo que sus hijos se abalanzan, hacha en mano, sobre el oro de los templos y las tumbas?

Entre las piedras del Cuzco, tiznadas por el incendio, los viejos y los paralíticos aguardan, mudos, los días por venir.

6 de mayo de 1536

Machu Picchu. Manco Inca

Harto de ser rey tratado como perro, Manco Inca se alza contra los hombres de cara peluda. En el trono vacío, Pizarro instala a Paullo, hermano de Manco Inca y de Atahualpa y de Huáscar.

De a caballo, a la cabeza de un gran ejército, Manco Inca pone sitio al Cuzco. Arden las hogueras en torno a la ciudad y llueven, incesantes, las flechas de yesca encendida, pero más castiga el hambre a los sitiadores que a los sitiados y las tropas de Manco Inca se retiran, al cabo de medio año, entre alaridos que parten la tierra.

El Inca atraviesa el valle del río Urubamba y emerge entre los altos picos de niebla. La escalinata de piedra lo conduce a la morada secreta de las cumbres. Protegida por parapetos y torreones, la fortaleza de Machu Picchu reina más allá del mundo.

3. SILUETA INDIA, GABRIELA MISTRAL

La india mexicana tiene una silueta llena de gracia. Muchas veces es bella, pero de otra belleza que aquella

que se ha hecho costumbre en nuestros ojos. Su carne, sin el sonrosado de las conchas, tiene la

quemadura de la espiga bien laminada de sol. El ojo es de una dulzura ardiente; la mejilla d e fino dibujo; la

frente, mediana como ha de ser la frente femenina; los labios, ni inexpresivamente delgados ni espesos; el

acento dulce y con dejo de pesadumbre; como si tuviese siempre una gota ancha de llanto en la hondura

de la garganta. Rara vez es gruesa la india; delgada y ágil, va con el cántaro a la cabeza o contra el costado,

o con el niño pequeño como el cántaro, a la espalda. Como en su compañero, hay en el cuerpo de ella lo

acendrado del órgano en una loma.

La línea sencilla y bíblica se la da el rebozo. Angosto, no le abulta el talle con gruesos pliegues, y baja como

una agua tranquila por la espalda y las rodillas. Una desflecadura de agua le hace también a los extremos.

El fleco, muy bello; por alarde de hermosura, es muy largo y está exquisitamente entretejido.

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Casi siempre lo lleva de color azul y jaspeado de blanco: es como el más lindo huevecillo pintado que yo he

visto. Otras veces está veteado con pequeñas rayas de color vivo.

La ciñe bien: se parece esa ceñidura a la que hace en torno del tallo grueso del plátano, la hoja nueva y

grande, antes de desplegarse. Lo lleva a veces puesto desde la cabeza. No es la mantilla coqueta de

muchos picos, que prende una mariposa oscura sobre los cabellos rubios de la mujer, ni es el mantón

floreado que se parece al tapiz espléndido de la tierra tropical: el rebozo se apega sobriamente a la cabeza.

Con el rebozo, la india ata sin dolor, lleva blandamente a su hijo a la espalda. Es la mujer antigua, no

emancipada del hijo. Su rebozo lo envuelve como lo envolvió, dentro de su vientre, un tejido delgado y

fuerte hecho con su sangre. Lo lleva al mercado del domingo. Mientras ella vocea, el niño juega con los

frutos o las baratijas brillantes. Hace con él a cuestas, las jornadas más largas; quiere llevar siempre su

carga dichosa. Ella no ha aprendido a liberarse todavía…

La falda es generalmente oscura. Sólo en algunas regiones, en la tierra caliente, tienen la coloración

jubilosa de la jícara. Se derrama entonces la falda, cuando la levanta para caminar, en un abanico

cegador…

Hay dos siluetas femeninas, que son formas de corolas: la silueta ancha, hecha por la falda de grandes

pliegues y la blusa abollonada: es la forma de la rosa abierta; la otra se hace con la falda recta y la blusa

simple: es la forma del jazmín, en que dominan el pecíolo largo. La india casi siempre tiene esta silueta

afinada.

Camina y camina, de la sierra de Puebla o de la huerta de Uruapan hacia las ciudades; va con los pies

desnudos, unos pies pequeños que no se han deformado con las marchas. (Para el azteca, el pie grande era

signo de raza bárbara).

Camina, cubierta bajo la lluvia y en el día despejado con las trenzas lozanas y oscuras en la luz, atadas en lo

alto. A veces se hace, con lanas de color, un glorioso penacho de guacamaya.

Se detiene en medio del campo, y yo la miro. No es el ánfora: sus caderas son finas; es el vaso, un dorado

vaso de Guadalajara con la rejilla bien lamida por la llama del horno, por su sol mexicano.

A su lado suele caminar el indio: la sombra del sombrero inmenso cae sobre el hombre de la mujer y la

blancura de su traje es un relámpago de luz sobre el campo. Van silenciosos por el paisaje lleno de

recogimiento; cruzan de tarde en tarde una palabra de la que recibo la dulzura sin comprender el sentido.

Habrían sido una raza gozosa: los puso Dios, como a la primera pareja humana, en un jardín: su país

bellísimo. Pero cuatrocientos años esclavos les han desteñido la misma gloria de su sol y de sus frutas; les

han hecho la arcilla de sus caminos, que se suave, sin embargo, como pulpas derramadas…

Y esa mujer que no han alabado los poetas, con su silueta asiática, ha de ser semejante a la Ruth moabita

que también labraba y que tenía atezado el rostro de las mil siestas sobre la parva…

México, 30 de junio de 1923.

4. DECENIO INDÍGENA: AVANCES Y RETROCESOS, RIGOBERTA MENCHU TUM

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DECLARACIÓN DE TEPOZTLÁN DESPUÉS DE LA DÉCADA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS. RECUENTOS Y HORIZONTES

Tepoztlán, Morelos, México, 12 de octubre de 2004 Desde el sitio sagrado de Tezpotlán, uniendo nuestros corazones, pensamientos, sueños, experiencias y luchas; comprometidos con la fuerza de la sabiduría de nuestros antepasados, mujeres y hombres de pueblos indígenas de América, convocados por la Fundación Rigoberta Menchú y la Universidad Nacional Autónoma de México, expresamos:

Haciendo uso de la soberanía y libre determinación de nuestros pueblos, en el contexto de la lucha de los 500 años de resistencia, y determinados a promover transformaciones estructurales profundas, declaramos la Década de los pueblos indígenas en 1993, que fue asumida por los Estados, Gobiernos y el Sistema de Naciones Unidas en 1994.

Afirmamos que aunque estábamos conscientes que una década no es suficiente para cambiar las relaciones históricas de colonización y opresión, ni erradicar las prácticas racistas y de marginación a los cuales han sido sometidos nuestros pueblos; lo consideramos como un significativo primer paso, en el establecimiento de una nueva relación entre los pueblos indígenas, los Estados y las sociedades nacionales.

La Década fue concebida como una oportunidad, para generar y practicar nuevas relaciones equitativas sociales, económicas, políticas y culturales entre Estados, pueblos indígenas y sociedad en general. Sin embargo, el obstáculo mayor se reflejó en los desencuentros conceptuales sobre 53

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pobreza, democracia, ciudadanía, poder-gobernabilidad, desarrollo, seguridad que dan cuenta de la subordinación colonial que sigue caracterizando a los Estados.

Diez años después reconocemos la tarea inconclusa en la plena materialización en el reconocimiento y ejercicio de nuestros derechos en el Sistema de las Naciones Unidas; mientras los Estados y Gobiernos no asumieron su compromiso. Por su lado las corporaciones trasnacionales monopólicas, lejos de construir un compromiso social, amenazan la vida y los derechos colectivos de nuestros pueblos, al privilegiar sus desmesurados intereses particulares, legitimados por los procesos de negociación de tratados comerciales, que subordinan a las propias soberanías de los Estados.

Acogiendo el persistente planteamiento de los pueblos indígenas, durante la Década, se estableció el Foro Permanente sobre cuestiones indígenas en el seno de las Naciones Unidas, con una representación paritaria de pueblos indígenas y Estados. Se designó, además, el Relator Especial sobre derechos humanos de los pueblos indígenas, debiendo en el futuro realizar esfuerzos que incorporen las perspectivas y fortalezas de los pueblos indígenas.

No obstante los primeros avances que se han dado, lamentamos la serie de obstáculos que han limitado el cumplimiento de otros objetivos que se establecieron en la Declaratoria del Decenio. Los pueblos indígenas hemos aceptado, que el contenido aprobado por la Subcomisión de Prevención y Discriminación de las Minorías sobre el Proyecto de Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas en la ONU, constituye las normas mínimas para defender la vida de nuestros pueblos. Entre estos derechos colectivos fundamentales constan el de la libre determinación, derechos territoriales, de los conocimientos colectivos y recursos naturales, reconocimiento de los tratados y acuerdos suscritos entre los pueblos indígenas y Estados, entre otros. La no adopción de la Declaración durante la 1ª. Década, revela la falta de voluntad política de los Estados por continuar desarrollando normativas internacionales de derechos humanos relacionados con los pueblos indígenas. La ausencia de un instrumento internacional de esa envergadura, alimenta la 54

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dispersión en la ejecución de políticas en el seno de agencias e instancias del Sistema de las Naciones Unidas, los Estados y Gobiernos, lo cual ha sido una constante a través de la Década.

A pesar de algunos avances jurídicos-constitucionales en gran parte de los países latinoamericanos, en la práctica no se han traducido en políticas públicas, y menos aún en políticas de Estado, lo cual ha dado lugar en algunos casos a retrocesos en la implementación de los derechos, revitalización de las políticas indigenistas, prácticas racistas y nuevas formas de exclusión.

Al finalizar la década, continúa siendo un desafío, la construcción de Estados democráticos, inclusivos, interculturales, equitativos sobre la base de un pacto social genuino, que reconozca el derecho a la libre determinación de los pueblos indígenas expresado a través de las diversas formas de autonomía o autogobierno que los pueblos indígenas promueven, en el marco de los nuevos modelos de Estado. Estas transformaciones requieren de la voluntad política de los Estados que se expresa de la redistribución del poder político y reorientación de los recursos presupuestarios, que permitan el desarrollo y el ejercicio pleno de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, especialmente la libre determinación.

El proceso de lucha y el establecimiento de la Década, nos ha dejado a los pueblos indígenas lecciones y nuevas perspectivas. El nuevo escenario internacional demanda de los pueblos indígenas, un reforzamiento de sus estrategias, la rearticulación de espacios de concertación y reconstrucción de nuevos paradigmas, desde los niveles comunales-locales, nacionales y globales, garantizando la generación y ejercicio de autoridad, cohesión territorial, reconstitución de pueblos, que en conjunto constituyen la fortaleza de los autogobiernos; considerando el rol de las mujeres indígenas y el compromiso en la formación integral, espiritual y política de las nuevas generaciones.

Afirmamos que los avances que se han dado en la Década se deben a la lucha y presión ejercidas por la participación y las capacidades propositivas de los pueblos indígenas. El liderazgo de nuestros pueblos, desde las comunidades hasta el nivel internacional, se ha colocado como una 55 3 Las Recomendaciones contenidas en la Declaración de Tepoztlán fueron revisadas por las Dras. Nina Pacari y Myrna Cunningham, miembros de la Comisión del Seguimiento del Pacto del Pedregal, e integradas a otras que se identificaron en la redacción del Informe extenso, y que constan aquí en el apartado RECOMENDACIONES.

esperanza para la continuidad de la lucha. Desde esa fortaleza, planteamos las siguientes recomendaciones:3 RECOMENDACIONES Para el sistema de Naciones Unidas

1. Que el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, con la plena participación de los pueblos indígenas, contribuya a la vigilancia y el monitoreo del cumplimiento de las metas del Segundo Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo 2005-2014.

2. Que la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas sea adoptada por la Asamblea General en los primeros años del nuevo Decenio, tomando en cuenta que el proyecto ya ha sido aprobado en la ONU por la Subcomisión para la Prevención de la Discriminación y la Protección de las Minorías y aceptada por miles de pueblos indígenas del mundo, y por contener dicho documento las normas mínimas aceptables para la vida, la dignidad y el bienestar de los pueblos originarios.

3. Que se consideren y establezcan como metas mínimas del segundo Decenio: a. El fortalecimiento de los mecanismos de protección y promoción de los derechos humanos

de los pueblos indígenas. b. El efectivo cumplimiento, en lo relativo a los pueblos indígenas, de los Objetivos de

Desarrollo del Milenio. c. La adopción, por parte de los Estados miembros y de las agencias y órganos especializados de

las Naciones Unidas, de los criterios y definiciones de los pueblos indígenas, asegurando la plena participación de estos en el proceso de cumplimiento

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de las Metas de Desarrollo del primer Decenio que quedaron inconclusas, y en el Plan de Acción del Segundo Decenio.

4. Que el sistema de las Naciones Unidas y los Estados miembros aseguren los recursos necesarios para el efectivo funcionamiento de las instancias de participación de los pueblos indígenas en las actividades definidas para el Segundo Decenio.

5. Que los órganos de las Naciones Unidas adopten efectivamente las recomendaciones formuladas a ellos en materia de administración de justicia por el Relator Especial para los Derechos Humanos y las libertades Fundamentales de los Indígenas, por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos y por el Seminario de Expertos sobre “Los Pueblos Indígenas y la Administración de Justicia” (Madrid, España, noviembre de 2003) auspiciado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

6. Que el Foro Permanente exija a las distintas instancias especializadas del sistema de Naciones Unidas dar seguimiento real y efectivo a las recomendaciones que se formulan a los gobiernos, consolidando así su labor y el mandato con el cual fueron creadas.

7. Que se adopten las medidas necesarias para el trabajo articulado y eficaz de los Relatores Especiales de la ONU que realizan misiones a las regiones indígenas –cuyo número es necesario ampliar-, y el monitoreo del efectivo cumplimiento de las recomendaciones formuladas por aquellos a los gobiernos de los Estados miembros.

8. Que las cuestiones indígenas se incorporen de manera sistemática y articulada en los programas del conjunto de las agencias y órganos especializados de la ONU, con particular atención a la situación de las mujeres indígenas.

9. Que se convenga con los gobiernos de los Estados miembros la generación regular de información censal, armonizando los instrumentos demográficos con indicadores culturalmente adecuados, de modo de poder contar con datos actualizados, exhaustivos y

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confiables sobre el estado del desarrollo económico y social de los pueblos indígenas del mundo. 10. Que las agencias y órganos especializados de la ONU, y sus representaciones regionales y

nacionales, otorguen especial atención a los numerosos conflictos de diversa índole que afectan la vida, la seguridad y el desarrollo pleno de los pueblos, comunidades y personas indígenas.

Para el Sistema Interamericano 11. Que la Organización de Estados Americanos (OEA), en su próxima Asamblea proclame el Decenio de

los Pueblos Indígenas de América. 12. Exigir la creación de un Foro Permanente de los Pueblos Indígenas en el Sistema Interamericano,

como un espacio de debate, diálogo, negociación, concertación y mediación a escala continental. 13. Que en el proceso de discusión y aprobación de la Declaración Americana de los Derechos de los

Pueblos Indígenas se asegure la participación plena y efectiva de los pueblos indígenas en términos de igualdad y dignidad. Señalamos que los pueblos indígenas no aceptaremos una Declaración que reduzca nuestros derechos más allá de las normas mínimas consensuadas por los pueblos indígenas y aprobadas por la Subcomisión en el Proyecto de Declaración de la ONU.

14. El cumplimiento, por parte de los organismos internacionales especializados y los gobiernos de los Estados miembros, de las recomendaciones contenidas en la Declaración de la Niñez y la Adolescencia Indígenas de América Latina a la Cumbre Iberoamericana 2005.

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Para los Estados 15. Que los Estados adopten, con la participación plena y efectiva de los pueblos indígenas, planes de

acción para el Segundo Decenio Internacional, estableciendo de manera conjunta mecanismos de monitoreo y evaluación.

16. Que los Estados, agencias y órganos especializados definan en conjunto con los pueblos indígenas procedimientos e instrumentos de registro para recopilar, sistematizar y difundir información estadística desagregada sobre pueblos indígenas (con criterios basados en identidad, idiomas, autoadscripción) para el monitoreo efectivo de los programas desarrollados durante el Decenio.

17. Creemos que es necesario que se cree un espacio para el diálogo y acción entre Estados y pueblos indígenas sobre y para el cumplimiento efectivo de los Objetivos del Segundo Decenio.

18. Que se implementen medidas para informar sobre el grado de cumplimiento de las recomendaciones, observaciones y planes de acción referidos a los pueblos indígenas, establecidos en:

a. Los Órganos de monitoreo de los Pactos y Convenios internacionales, como el Comité de Derechos Humanos y la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías

b. Las Cumbres Iberoamericanas c. La Conferencia Mundial contra el Racismo d. La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible e. La Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información f. La Conferencia Mundial sobre la Mujer g. La Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo h. Otras Conferencias

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19. Que los Gobiernos den estricto y urgente cumplimiento a las recomendaciones dadas por los Relatores Especiales de la ONU, conforme al resultado de sus visitas y misiones, en temas relativos a los pueblos indígenas, como en el caso de las expresadas por el Relator Especial para los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas durante el primer Decenio a los gobiernos americanos de Chile, Colombia, Guatemala y México.

20. Desarrollar procesos de evaluación del impacto del primer Decenio y formular planes de acción integrales a llevar a cabo durante el Segundo Decenio.

21. Que los Estados que aún no lo han hecho, ratifiquen el Convenio N° 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes.

Para las universidades 22. Que las universidades –en especial las de carácter público, para las que la educación superior es un

bien social- impulsen decididamente el desarrollo de enfoques interculturales de carácter transversal en los campos de la docencia, la investigación, la difusión y la vinculación con pueblos y organizaciones indígenas.

23. Que propicien y aseguren el acceso de los jóvenes indígenas a la educación superior, eliminando barreras de exclusión por razones económicas, sociales, lingüísticas y culturales, y alentando la investigación sobre el desarrollo económico y social de los pueblos originarios.

24. Que la Universidad de las Naciones Unidas cumpla con la recomendación de crear Centros Regionales de Excelencia para el estudio de la situación de los pueblos indígenas y sus perspectivas de desarrollo integral.

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25. Que definan y apliquen instrumentos para el seguimiento de los compromisos contraídos por gobiernos y organismos internacionales relativos al Decenio de los Pueblos Indígenas, y produzcan información útil a las políticas públicas en la materia, incluyendo iniciativas de carácter legislativo.

26. Que contribuyan al desarrollo de indicadores culturalmente adecuados para dar cuenta de la situación de los pueblos indígenas y del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de las Metas del Decenio.

Para los pueblos indígenas 27. Que los pueblos, comunidades, organizaciones y personas indígenas contribuyamos, con todos los

medios a nuestro alcance, a la consolidación y fortalecimiento de las conquistas logradas durante el primer Decenio en los ámbitos internacional, regionales, nacionales y locales, y que la participación activa constituya la máxima garantía para el cumplimiento de los objetivos planteados y la concreción de las demandas fundamentales.

28. Que la participación indígena en el Foro Permanente, en el Grupo de Trabajo sobre Pueblos Indígenas, en los vínculos con los Relatores Especiales y en los diversos espacios conquistados tras largos años de lucha sean, esencialmente, los escenarios en los que plantear nuestras propuestas, recomendaciones e iniciativas, sin renunciar a la denuncia fundamentada.

29. Que en los foros internacionales y en nuestros espacios nacionales y locales articulemos los esfuerzos para dar seguimiento a los compromisos contraídos por las partes para el cumplimiento de las Metas del Decenio y de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

LA INTERCULTURALIDAD COMO COMPRENSIÓN DEL OTRO.

Despejado el uso de términos habituales en medios interculturales, queda por establecer las condiciones ideales de comunicación intercultural.

La interculturalidad es en realidad comunicación intercultural; es decir, la existencia de la interacción como fenómeno implica inmediatamente situarse en un fenómeno comunicacional porque describe una relación entre culturas, que, buena o mala, se están comunicando por necesidad de una o de ambas partes. La comunicación intercultural es el grado de comunidad de vida compartido por agentes de comunidades distintas, pero que por una u otra razón se encuentran comunicándose en un momento dado" (Rodigo [a] ).

Los estudios de comunicación intercultural pasa así a convertirse en una disciplina con un campo de trabajo y estudio definido por los intereses de quienes quieren comunicarse eficazmente en ambientes multiculturales o multiétnicos.

Como conocimiento o como disciplina de estudios teóricos y prácticos, la comunicación intercultural es sumamente importante en actividades de conflictos entre culturas, para el desarrollo de la educación, en desarrollo humano, en la expansión de mercados, en el uso de medios de comunicación modernos y dondequiera que deben comunicarse eficaz y competentemente dos o mas culturas disímiles. Obsérvese que se habla de comunicación entre culturas y no entre individuos, debido a que la comunicación entre estos últimos se hace competente sólo cuando las culturas, es decir, los conglomerados humanos que las forman, son capaces de una buena comunicación.

Comprender las relaciones interculturales en una situación práctica, supone comprender la cultura de los dos mundos en contacto Si definimos a la cultura como la malla de significados o sentidos, que dan sentido a la vida cotidiana (Weber) en la forma de "programas" computacionales (Geertz) que en la práctica se convierten en sistemas de valores y normas que rigen la acción (Giddens), la comunicación intercultural se

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realiza donde hay contacto entre dos o más de esas mayas de significados y sentidos. Luego, la interculturalidad se da cuando un grupo comienza a entender (en el sentido de asumir) el sentido que tienen las cosas y objetos para los "otros". Este asumir se refiere a comprender cabalmente, como el que se encuentra en el concepto de conversión religiosa.

La interculturalidad como comprensión puede ser un compromiso de actos individuales, porque la cultura está en la mente y tiene que ser la mente de alguien, pero es comprensión cultural acerca del otro (los otros, en realidad), como un ente colectivo, sólo cuando es asumido como significación colectiva; es decir, cuando la comprensión del otro (grupo B) es parte de la malla de significados compartidos que dan sentido a lo cotidiano en el grupo A.

Por ejemplo, a la pregunta ¿"La asistencia al Encuentro Intercultural de Jóvenes es un encuentro intercultural"?. Habría que responder que la mera asistencia al encuentro no podría ser considerado comunicación intercultural, o si lo es, puede serlo en un nivel muy superficial, porque aunque sirva para tomar conciencia del "otro" real, de carne y hueso, podría no evitar que se sigan manteniendo prejuicios discriminatorios ya instalados. En otras palabras, no hay comunicación intercultural si un grupo de jóvenes chilenos van y comparten con jóvenes argentinos que beben mate amargo frecuentemente durante el encuentro y no llegan a comprender la significación o el sentido que el mate tiene para los jóvenes argentinos. La comunicación intercultural se produce sólo cuando uno de los grupos, o ambos, comienzan a sumir los significados del otro. En nuestro ejemplo, el contacto intercultural se dará cuando, o si el grupo de jóvenes chilenos llegue a ser capaz de comprender el sentido y significados que tienen beber mate para el grupo de jóvenes argentinos. Por supuesto que la comunicación intercultural será más profunda cuanto más aspectos significativos se conozcan del "otro", de allí que digamos que la comunicación intercultural es el grado de vida compartido, como ya se explicó.

Según T. Durán, "el mensaje derivado del análisis de Todorovo es descubrir al otro, previene que esto será difícil, quizás no totalmente posible, si no se dan las condiciones para que vaya operando el descubrimiento progresivo. Termina afirmando que este descubrimiento es individual o compromete a cada individuo, pero está determinado social y culturalmente. Emprenderlo de modo equilibrado, equivale a superar los riesgos de negarse así mismo por el otro y de someter a los otros a uno mismo" (T. Durán, citada:29).

De manera que una actitud comprensiva o de genuino interés por comprender la cultura del otro debería proporcionar unas pautas de eficiencia para mejorar las habilidades en las situaciones interculturales o multiculturales. (Tomado de Asunción-Lande,1988:188-189).

5. RACISMO EN CHILE, INDIO, NEGRO Y FEO, OSCAR CONTARDOCOMUNICACIÓN INTERCULTURAL

Eficacia cultural y competencia comunicativa

"Una comunicación es eficaz cuando se llega a un grado de comprensión aceptable para los interlocutores" (Rodrigo[b]), es decir, cuando ambos interlocutores son capaces de comprender acertadamente lo que unos y otros quieren decir, porque comparten significaciones en un grado suficiente o muy profundo.La búsqueda de la eficacia intercultural conduce a crear competencia comunicativa: poder sentirse competente para comunicarse con los miembros de otra cultura. Para lograrlo es necesario tener presente los siguientes pasos en que seguimos las sugerencias de Asuncion-Lande (1988) y Rodrigo (a) y (b):

Comunicación verbal y no verbal

Debe haber, al mismo tiempo, un razonable conocimiento de lo aceptable y legítimo en la comunicación verbal y la comunicación no verbal con el otro. Se trata que no sólo hay que compartir lo verbal y

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comunicarse en un idioma conocido por ambos, o mejor, en el idioma del otro-- sino que también hay que conocer el significado de los gestos corporales y contextuales (uso del tiempo, vestidos, orden de las cosas) para el otro, incluyendo el uso correcto de la distancia mutua al conversar o interactuar (proxémica).

Tomar conciencia de la cultura propia

Ser competente en la comunicación intercultural facilita el conocimiento de la cultura propia, eliminando en parte o en todo la incertidumbre natural cuando la cultura de uno está siendo sometida a presiones externas de cambio, o la excesiva certidumbre de saber cómo debe actuarse o comportarse, con el natural rechazo a las diferencias que se observan en otras culturas. Como explica Miguel Rodrigo (a), uno debe iniciar una proceso de "toma de conciencia de la propia cultura", es decir, observar y estar atento al por qué hacemos lo que hacemos, para así, comenzar a tomar conciencia de que nuestras formas de vida, por conocidas que nos parezcan, son sólo nuestras y más que a menudo vividas de otra manera y con otros significados para la gente de otros lugares, incluso cercanos. En otras palabras, debemos asumir nuestro propio etnocentrismo (la centralidad de nuestra cultura) para poder asumir que lo que hace el otro es tan normal --por raro que nos parezca-- como cualquier cosa habitual para nosotros. Así, la búsqueda de una comunicación intercultural eficiente nos permite aceptar los principios de la relatividad cultural de que cada cultura es tan válida como las otras.

Evitar estereotipos y generalizaciones

Este ejercicio permanente de conocer nuestra propia cultura nos hace examinar nuestros estereotipos y la de quienes nos rodean, haciéndolos conscientes como parte de nuestra cultura y posibilitando que podamos darnos cuenta de los estereotipos que el otro tiene respecto de nosotros. En este punto, la competencia comunicativa consiste no en evitar los estereotipos directamente, sino en comunicarnos aceptablemente, evitándolos donde sea necesaria o usándolos si de esa manera nos comunicamos con más éxito. Si se crea una buena comunicación mutua, estos desaparecerán solos.

Dicho de otra forma, la competencia en comunicación intercultural permite evitar las generalizaciones respecto de otras culturas o identidades, asignándoles estereotipos de ser muy aceptables/deseables (lo europeo para el chileno medio, por ejemplo), o muy indeseable (como vemos, lo indígena en Latinoamérica).

Alerta ante el choque cultural

Hay que estar alerta ante el choque cultural, que produce incomprensión del comportamiento ajeno, lo mismo que emociones negativas como desconfianza, incomodidad, ansiedad, preocupación, etc. Para superarlo hay que comunicarse "compartiendo emociones" de manera de ser capaz de crear una relación de empatía emocional.

Metacomunicarse

Si la necesidad de comunicarse es muy importante porque se necesita evitar los malentendidos para desempeñarse correctamente y con eficiencia --como sería el caso de los profesionales que están en una relación intercultural por imperio de sus funciones-- es necesario que aprendan a metacomunicarse, es decir, "tener la capacidad de decir lo que se pretende decir cundo se dice algo. Metacomunicar significa hablar del sentido de nuestros mensajes, pero no sólo de lo que significan sino incluso de que efectos se supone que deberían causar" (Rodrigo [a])

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Evitar sobreentendidos

La eficiencia comunicativa con capacidad metacomunicativa significa a su vez estar consciente de la existencia de sobreentendidos (que incluye presuposiciones, eufemismos, etc.) en los que el sentido no está en el significado literal del mensaje porque se ha sobreentendido que el otro sabe de qué le están hablando y que, como dice Rodrigo, es una "fuente inagotable de malentendidos"-- y ser capaz de evitarlos precisando el sentido de la comunicación. (Un funcionario habla largamente sobre los objetivos en la formulación de proyectos sobreentendiendo que era algo conocido en general; sólo para descubrir posteriormente que los presentes, un grupo de base, en su vocabulario no contiene y no comprendeµ las palabras "objetivos", "metas" y otras más, y es bien poco lo que aprendieron)

Atención al contexto comunicacional

Rodrigo agrega que debemos estar atentos al contexto en que se produce la comunicación intercultural, que son las circunstancias que modifican las características del proceso comunicativo y que están determinadas por los sucesos y eventos en marcha: conflictos, ambientes religiosos, fundamentalistas, de amistad, de solidaridad, de cooperación, incluso del territorio porque siempre estará más cómodo el que se comunica en su propio terreno (en el sentido amplio de la palabra). Parte del contexto son las diferencias de poder: no es lo mismo para ambos que uno sea el jefe de créditos y el otro un pequeño agricultor en mora, o el profesor ante el apoderado del niño.

Crear igualdad

El diálogo intercultural debe realizarse dentro de la mayor igualdad que sea posible (Rodrigo [a]) La que puede darse de diversos modos: por ejemplo, podría decirse que durante los Diálogos Comunales Mapuches el poder del Ministro de Planificación, presente en la reunión, estaba equiparado por la presencia de todas las organizaciones mapuches del sector y de sus dirigentes (usualmente doscientas o trescientas personas) mirándose frente a frente y comunicándose. Lo importante es que si uno quiere establecer una comunicación intercultural en pie de igualdad, se debe poner mucha atención a los elementos del contexto que permitan que ambas partes se sientan en razonable igualdad de condiciones. ¿Cómo? Es materia de creatividad y conocimiento de los aspectos importantes de cada cultura.

Apertura al cambio cultural

Al mismo tiempo, es más dable que se cree una actitud abierta al cambio cultural, aceptándolo como algo natural, a veces incómodo y en otras satisfactorio, pero inevitable y no necesariamente doloroso. (Asunción-Lande, 1988).

La comunicación intercultural en estos términos es una forma de desarrollo personal

Las recomendaciones anteriores sitúan a la persona interesada en tener competencia intercomunicativa en una situación de mejorar su calidad humana como persona, porque ensancha su horizonte cultural y, con seguridad, lo convierte en un experto en la comunicación con amplios y diferentes sectores y culturas de la humanidad. Al mismo tiempo que le permitirá a una más amplia posibilidad de ser creativo y experimental a partir de la cultura propia, desarrollando la capacidad de asombro y reorientación de uno mismo. En definitiva, es una forma de desarrollo personal

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6. CHILE ¿UN PAIS MODERNO?, BERNARDO SUBERCASEUX

Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Tomo IV: Nacionalismo y Cultura. de Bernardo Subercaseaux

En 1998 los destacados historiadores Simon Collier y William F. Sater destacaban la importancia en la historia chilena del período 1918-1931, en tanto constituía un eje articulador del Chile “tradicional” y el Chile “moderno” y los múltiples vacíos historiográficos que había que llenar al respecto[1]. Uno de los ejes articuladores de este período que ha evidenciado la historiografía reciente sobre las primeras décadas del siglo XX chileno es la preeminencia del nacionalismo en sus más diversas manifestaciones: políticas, económicas, educacionales y culturales. Así lo han expuesto los excelentes estudios de Patrick Barr-Melej, Reforming Chile. Cultural politics, nationalism and the rise of the middle class (2001) y Stefan Rinke, Cultura de masas, reforma y nacionalismo en Chile, 1910-1931 (2002). Es precisamente en torno a estas importantes reflexiones historiográficas sobre el nacionalismo chileno donde el reciente libro del destacado académico Bernardo Subercaseaux viene a aportar nuevas y luminosas interpretaciones sobre este importante problema, tanto histórico como historiográfico.

El texto de Subercaseaux es el cuarto tomo de su Historia de las ideas y de la cultura en Chile, y está centrado temporalmente en torno a las primeras tres décadas del siglo XX. El eje articulador de su texto es la preeminencia del nacionalismo como “fuerza cultural dominante” en este período. Aunque su carácter monográfico le otorga un carácter autosuficiente a este tomo, debe ser cotejado idealmente con el tercer tomo de la serie, titulado El centenario y las vanguardias (2004). Esto, según Subercaseaux, porque de cierta forma el nacionalismo y las vanguardias artísticas son dos respuestas intelectuales y estéticas –en las antípodas una de la otra– a un mismo fenómeno: el agitado proceso de modernización y crisis de la sociedad chilena en las primeras décadas del siglo XX. Si en su tercer tomo Subercaseaux analizó las propuestas de la vanguardia frente a este escenario, en Nacionalismo y Cultura se propone evidenciar las múltiples dimensiones de esta fuerza cultural hegemónica.

Resumiendo los contenidos temáticos del libro –más allá de sus aspectos teóricos–, el lector se encontrará con aspectos tan diversos e interesantes como literatura, historiografía, educación, economía, política, inmigración, racismo –uno de los fenómenos más interesantes y destacables del texto–, música, teatro y cine, entre otros. Como se puede apreciar, la riqueza temática del libro es uno de sus aspectos más destacables.

El análisis del nacionalismo chileno por parte de Subercaseaux parte y se desarrolla a lo largo del libro desde una enriquecedora perspectiva multidisciplinar, que ha caracterizado la obra de este autor. En efecto, a lo largo del texto dialogan disciplinas y enfoques como los estudios literarios y culturales, la sociología de la cultura, la historia política, social y de las ideas junto con el análisis del discurso. Desde esta perspectiva analítica, las interpretaciones plasmadas en el libro se caracterizan por su riqueza y lucidez.

El eje interpretativo a partir del cual se articulan los argumentos y análisis de Subercaseaux es lo que el denomina el tiempo de integración, es decir, una escenificación colectiva del tiempo que predomina desde fines del siglo XIX hasta inicios del siglo XX. Los discursos y la cultura del período se caracterizan por estar enmarcados en este tiempo de integración (producto del clima de cambios, crisis y modernización), en donde casi todas las manifestaciones apuntan hacia la cohesión social e integración simbólica-discursiva de nuevos actores sociales. Desde esta línea, Subercaseaux entronca teóricamente su trabajo desde los postulados de autores como Eisenstadt, Gellner y Smith, analizando el nacionalismo de la época como una argamasa necesaria para cohesionar simbólica y discursivamente a una sociedad en crisis producto de la desestructuración social generada por el proceso de modernización vivido por la sociedad chilena ya desde fines de la centuria decimonónica, pero que se manifiesta de forma más evidente en las primeras décadas del siglo XX.

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A partir de este modelo hermenéutico, Subercaseaux analiza los distintos niveles en que se manifestó el nacionalismo en la cultura chilena: desde una incipiente sociedad de consumo hasta la literatura, desde la política a la economía, desde la educación hasta la historiografía. Lo que caracteriza el nacionalismo del período sería su divergencia y aún franca oposición con el nacionalismo liberal decimonónico, donde el énfasis estaba más centrado en la construcción y educación de “ciudadanos”, más que de formar “chilenos”. Será precisamente este vuelco el que se plasmará en la cultura del período bajo distintas formas: promoviendo nuevos tópicos narrativos, estéticos y musicales propiamente “chilenos”, como el huaso, el roto, el minero, los mapuches, etc. De esta forma, y quizás sea uno de los fenómenos más importantes del período, el autor analiza el proceso de etnización de la nación, ya presente con oscilaciones en el siglo XIX, pero que ahora se legitima como una narración y una estética hegemónica.

De ahí, por tanto, la relevancia del libro de Bernardo Subercaseaux. La clave es que, a diferencia de una gran parte de la historiografía, la cultura tiene en el análisis del nacionalismo un papel fundamental. No es un accesorio de la política, ni tampoco –como se ha sostenido insistentemente– una creación unidireccional del Estado, ni una entelequia maquiavélica de las elites para legitimarse en el poder. Sin duda, estos elementos están presentes en el fenómeno del nacionalismo, pero la virtud del trabajo de Subercaseaux es escapar al monocausalismo y al reduccionismo interpretativo que suele desprenderse de tales posturas.

Lo interesante de Nacionalismo y Cultura es que precisamente señala las limitaciones de estas interpretaciones. Si el nacionalismo en este período fue la fuerza cultural hegemónica del período, fue por ser parte de un imaginario transversal a la sociedad. Fue –según palabras del autor– precisamente “un campo de negociación de intereses diversos, de sectores que a pesar de esta diversidad compartían una imagen y una mitología retrospectiva de la nación” (p. 186).

Antes de finalizar, debemos señalar algunas limitaciones del trabajo, que por su extensión cronológica y temática son hasta cierto punto comprensibles, y merecen ser consideradas en el marco de un trabajo excelente. Si hay algo que caracteriza la construcción de las identidades nacionales es su autoafirmación a partir de lo que sus productores culturales definen como la alteridad, lo “otro”. Este “otro” –a nivel de representaciones culturales– no es sólo la oligarquía afrancesada en las primeras décadas del siglo XX, como destaca suficientemente el texto de Subercaseaux, sino que también hay otra serie de “otros”, tanto internos como externos: ¿Cómo representaban los productores culturales del nacionalismo chileno hegemónico a los “otros” internos de este período, como anarquistas, protestantes e inmigrantes? ¿En que medida las representaciones discursivas y estéticas de argentinos, peruanos y bolivianos ayudaron a definir las autorepresentaciones de “lo chileno”? Son interrogantes que el texto no responde. Por otra parte, hay una serie de errores a nivel formal, como innumerables citas textuales de períodicos que no se explicitan adecuadamente en las notas, así como la falta de especificación de páginas en todas las citas textuales de libros, lo que es una omisión a nivel formal grave que además dificulta el acceso a la información al lector interesado.

Finalmente, el libro de Bernardo Subercaseaux debe ser considerado como un texto imprescindible para la comprensión del nacionalismo chileno, precisamente en el período en que éste cambia de su sustrato político a uno basado en parámetros étnicos. De ahí la relevancia de un trabajo amenamente escrito, con interpretaciones novedosas, sugerentes y lúcidas. En la perspectiva del Bicentenario, el libro Nacionalismo y Cultura se transforma en un medio valioso para aproximarnos a una comprensión crítica de los diversos aspectos que fueron configurando el nacionalismo chileno en las primeras décadas del siglo XX, de los cuales muchos elementos se mantienen, mutatis mutandis, hasta el día de hoy. En síntesis, se trata de un libro que, a pesar de las distancias cronológicas con el período estudiado, es más actual e interesante que nunca.

7. BOSQUE NATIVO, HUMBERTO MATURANA

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De la biosfera a la homosfera - Por Humberto Maturana

Nuestras sociedades están pasando de habitar en una biosfera, a vivir en una homosfera, es decir, un espacio que tiene características completamente determinadas por nuestro quehacer como seres humanos modernos. Y esta forma de vida es una de las causas que inciden en el deterioro del medio ambiente. Por eso creo que el problema ambiental es, sobre todo, un tema ético.

Tomemos por ejemplo el mundo natural de Chile, donde existen hermosos bosques nativos, en tanto no los cortemos, ya que tenemos la maquinaria y la actitud para hacerlo. Las maquinarias son artefactos abiertos a realizar sus tareas hasta el infinito si no las detenemos.

Y existen maquinarias mecánicas, intelectuales, humanas, de todas las clases. Hay momentos en que uno tiene que saber cómo detenerlas para crear condiciones que nos permitan actuar responsablemente en los distintos ámbitos de la vida y, por cierto, principalmente en el medio ambiente.

Para lograrlo se requieren, a mi juicio, tres dimensiones: el conocimiento (el saber respecto a lo que se trata), el entendimiento (la significación de aquello que se hace en el contexto amplio al cual se pertenece) y la acción efectiva a la mano.

En estas tres afirmaciones pueden condensarse algunas de las características sistémicas fundamentales.

Primera: La conservación de cualquier configuración de relaciones en un conjunto de elementos abre espacio para que todo lo demás cambie.

Cada vez que se comienzan a conservar ciertas relaciones en el espacio del vivir, todo lo demás puede cambiar. Nosotros tendemos a no mirar lo que se conserva, cuando es esto, sin embargo, lo que define lo que sí se puede cambiar.

Segunda: Nada ocurre en la historia del ser humano ni de los seres vivos porque sea necesario que ocurra. Por ejemplo, los computadores no surgieron porque fueran indispensables, pero ahora sí lo son porque todo se ha adaptado a ellos; es decir, el mundo ha cambiado justamente por la conservación del uso de los computadores y si los destruyésemos repentinamente se desmoronaría una suerte de lógica sobre la cual se han construido estas relaciones.

Tercera: El curso que sigue la historia no es el de las oportunidades materiales, no es el de los recursos, ni es el de la tecnología, sino que es el de los deseos, las emociones, lo que se quiere. Algo es un recurso, una oportunidad, en tanto lo quiero; algo me es necesario en tanto lo deseo. Estamos donde estamos, con las dificultades que tenemos y con las oportunidades que se nos abren según los deseos que estamos viviendo. Porque nuestro presente es el presente de la historia de los deseos.

Por eso afirmo que el tema del medio ambiente es un tema ético, donde la educación es central. Sólo cuando logremos configurar un espacio nacional de deseos al que se sume el conocimiento y el entendimiento, y tengamos una acción a la mano adecuada que aplicar, podremos ser ciudadanos libres y responsables de nuestra conducta ambiental.

*Extraido de http://www.tierramerica.net/bosques/homosfera.shtml* El autor es biólogo chileno, Premio Nacional de Ciencia. Este es un extracto de su participación en el foro

"A Cinco Años de Río" organizado por Tierramérica en Santiago de Chile el 5 de junio de 1997.

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8. DIARIO DEL PRIMER VIAJE, CRISTOBAL COLON

Este es el primer viaje y las derrotas y camino que hizo el Almirante don Cristóbal Colón cuando descubrió las Indias, puesto sumariamente, sin el prólogo que hizo a los Reyes, que va a la letra y comienza de esta manera: In Nomine Domini Nostri Jesu Christi.

Porque, cristianísimos y muy altos y muy excelentes y muy poderosos Príncipes, Rey y Reina de las Españas y de las islas de la mar, Nuestros Señores, este presente año de 1492, después de Vuestras Altezas haber dado fin a la guerra de los moros que reinaban en Europa y haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, adonde este presente año a dos días del mes de enero por fuerza de armas vi poner las banderas reales de Vuestras Altezas en las torres de la Alhambra, que es la fortaleza de la dicha ciudad y vi salir al rey moro a las puertas de la ciudad y besar las reales manos de Vuestras Altezas y del Príncipe mi Señor, y luego en aquel presente mes, por la información que yo había dado a Vuestras Altezas de las tierras de India y de un Príncipe llamado Gran Can (que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes), como muchas veces él y sus antecesores habían enviado a Roma a pedir doctores en nuestra santa fe porque le enseñasen en ella, y que nunca el Santo Padre le había proveído y se perdían tantos pueblos creyendo en idolatrías o recibiendo en sí sectas de perdición, Vuestras Altezas, como católicos cristianos y Príncipes amadores de la santa fe cristiana y acrecentadores de ella, y enemigos de la secta de Mahoma y de todas idolatrías y herejías, pensaron de enviarme a mí, Cristóbal Colón, a las dichas partidas de India para ver a los dichos príncipes, y los pueblos y tierras y la disposición de ellas y de todo, y la manera que se pudiera tener para la conversión de ellas a nuestra santa fe; y ordenaron que yo no fuese por tierra al Oriente, por donde se acostumbra de andar, salvo por el camino de Occidente, por donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado nadie. Así que, después de haber echado fuera todos los judíos de vuestros reinos y señoríos en el mismo mes de enero mandaron Vuestras Altezas a mí que con armada suficiente me fuese a las dichas partidas de India; y para ello me hicieron grandes mercedes y me ennoblecieron que dende en adelante yo me llamase Don, y fuese Almirante Mayor de la Mar Océana y Virrey y Gobernador perpetuo de todas las islas y tierra firme que yo descubriese y ganase, y de aquí en adelante se descubriesen y ganasen en la Mar Océana, y así me sucediese mi hijo mayor, y así de grado en grado para siempre jamás. Y partí yo de la ciudad de Granada a doce días del mes de mayo del mismo año de 1492, en sábado. Vine a la villa de Palos, que es puerto de mar, adonde armé yo tres navíos muy aptos para semejante hecho, y partí del dicho puerto muy abastecido de muy muchos mantenimientos y de mucha gente de la mar, a tres días del mes de agosto del dicho año, en un viernes, antes de la salida del sol con media hora, y llevé el camino de las islas de Canaria de Vuestras Altezas, que son en la dicha Mar Océana, para de allí tomar mi derrota y navegar tanto que yo llegase a las Indias, y dar la embajada de Vuestras Altezas a aquellos Príncipes y cumplir lo que así me habían mandado; y para esto pensé de escribir todo este viaje muy puntualmente de día en día todo lo que hiciese y viese y pasase, como adelante se vera. También, Señores Príncipes, allende de escribir cada noche lo que el día pasare, y el día lo que la noche navegare, tengo propósito de hacer carta nueva de navegar, en la cual situaré toda la mar y tierras del Mar Océano en sus propios lugares, debajo su viento, y más, componer un libro, y poner todo por el semejante por pintura, por latitud del equinoccial y longitud del Occidente; y sobre todo cumple mucho que yo olvide el sueño y tiente mucho el navegar, porque así cumple, las cuales serán gran trabajo.

Viernes, 3 de agosto

Partimos viernes tres días de agosto de 1492 de la barra de Saltés, a las ocho horas. Anduvimos con fuerte virazón hasta el poner del sol hacia el Sur sesenta millas, que son quince leguas; después al Sudoeste y al Sur cuarta del Sudoeste, que era el camino para las Canarias.

Sábado, 4 de agosto

Anduvieron al Sudoeste cuarta del Sur.

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Domingo, 5 de agosto

Anduvieron su vía entre día y noche más de cuarenta leguas.

Lunes, 6 de agosto

Saltó o desencajóse el gobernario a la carabela Pinta, donde iba Martín Alonso Pinzón, a lo que se creyó y sospechó por industria de un Gómez Rascón y Cristóbal Quintero, cuya era la carabela, porque le pesaba ir en aquel viaje; y dice el Almirante que antes de que partiese habían hallado en ciertos reveses y grisquetas como dicen, a los dichos. Viose allí el Almirante en gran turbación por no poder ayudar a la dicha carabela sin su peligro, y dice que alguna pena perdía con saber que Martín Alonso Pinzón era persona esforzada y de buen ingenio. En fin, anduvieron entre día y noche veintinueve leguas.

Martes, 7 de agosto

Tornóse a saltar el gobernalle a la Pinta, y adobáronlo y anduvieron en demanda de la isla del Lanzarote, que es una de las islas de Canarias, y anduvieron entre día y noche veinticinco leguas.

Miércoles, 8 de agosto

Hubo entre los pilotos de las tres carabelas opiniones diversas dónde estaban, y el Almirante salió más verdadero; y quisiera ir a Gran Canaria por dejar la carabela Pinta, porque iba mal acondicionada del gobernario y hacía agua, y quisiera tomar allí otra si la hallara. No pudieron tomarla aquel día.

Jueves, 9 de agosto

Hasta el domingo en la noche no pudo el Almirante tomar la Gomera, y Martín Alonso quedóse en aquella costa de Gran Canaria por mandado del Almirante, porque no podía navegar. Después tornó el Almirante a Canaria, y adobaron muy bien la Pinta con mucho trabajo y diligencias del Almirante, de Martín Alonso y de los demás; y al cabo vinieron a la Gomera. Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife, que es muy alta en gran manera. Hicieron la Pinta redonda, porque era latina ; tornó a la Gomera domingo a dos de septiembre con la Pinta adobada.

Dice el Almirante que juraban muchos hombres honrados españoles que en la Gomera estaban con doña Inés Peraza, madre de Guillén Peraza, que después fue el primer Conde de la Gomera, que eran vecinos de la isla de Hierro, que cada año veían tierra al Oeste de las Canarias, que es al Poniente; y otros de la Gomera afirmaban otro tanto con juramento. Dice aquí el Almirante que se acuerda que estando en Portugal el año 1484 vino uno de la isla de Madera al Rey a le pedir una carabela para ir a esta tierra que veía, la cual juraba que cada año la veía y siempre de una manera. Y también dice que se acuerda que lo mismo decían en las islas de los Azores y todos éstos en una derrota y en una manera de señal y en una grandeza.Tomada, pues, agua y leña y carnes y lo demás que tenían los hombres que dejó en la Gomera el Almirante cuando fue a la isla de Canaria a adobar la carabela Pinta, finalmente se hizo a la vela de la dicha isla de la Gomera con sus tres carabelas jueves a seis días de septiembre.

Jueves, 6 de septiembre

Partió aquel día por la mañana del puerto de la Gomera y tomó la vuelta para ir a su viaje. Y supo el Almirante de una carabela que venía de la isla del Hierro que andaban por allí tres carabelas de Portugal para lo tomar: debía ser la envidia que el Rey tenía por haberse ido a Castilla. Y anduvo todo aquel día y noche en calma, y a la mañana se halló entre la Gomera y Tenerife.

Viernes, 7 de septiembre

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Todo el viernes y el sábado, hasta tres horas de noche, estuvo en calma.

Sábado, 8 de septiembre

Tres horas de noche sábado comenzó a ventear Nordeste, y tomó su vía y camino al Oeste.Tuvo mucha mar por proa. que le estorbaba el camino; y andaría aquel día nueve leguas con su noche.

Domingo, 9 de septiembre

Anduvo aquel día diecinueve leguas, y acordó contar menos de las que andaba, porque si el viaje fuese luengo no se espantase y desmayase la gente. En la noche anduvo ciento veinte millas; a diez millas por hora, que son treinta leguas. Los marineros gobernaban mal, decayendo sobre la cuarta del Nordeste, y aun a la media partida: sobre lo cual les riñó el Almirante muchas veces.

Lunes, 10 de septiembre

En aquel día con su noche anduvo sesenta leguas, a diez millas por hora 21, que son dos leguas y media; pero no contaba sino cuarenta y ocho leguas, porque no se asombrase la gente si el viaje fuese largo.

Martes, 11 de septiembre

Aquel día navegaron a su vía, que era el Oeste, y anduvieron veinte leguas y más, y vieron un gran trozo de mástil de nao, de ciento y veinte toneles, y no lo pudieron tomar. La noche anduvieron cerca de veinte leguas, y contó no más de dieciséis por la causa dicha.

Miércoles, 12 de septiembre

Aquel día, yendo su vía, anduvieron en noche y día treinta y tres leguas, contando menos por la dicha causa.

Jueves, 13 de septiembre

Aquel día con su noche, yendo a su vía, que era al Oeste, anduvieron treinta y tres leguas, y contaba tres o cuatro menos. Las corrientes le eran contrarias. En este día, al comienzo de la noche, las agujas noroesteaban, y a la mañana noroesteaban algún tanto.

Viernes, 14 de septiembre

Navegaron aquel día su camino al Oeste con su noche y anduvieron veinte leguas; contó alguna menos. Aquí dijeron los de la carabela Niña que había visto un garjao y un rabo de junco; y estas aves nunca se apartan de tierra, cuando más, veinticinco leguas.

Sábado, 15 de septiembre

Navegó aquel día con su noche veintisiete leguas su camino al Oeste y algunas más. Y en esta noche al principio de ella vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos de ellos cuatro o cinco leguas

Domingo, 16 de septiembre

Navegó aquel día y la noche a su camino al Oeste. Andarían treinta y nueve leguas, pero no contó sino treinta y seis. Tuvo aquel día algunos nublados, lloviznó. Dice aquí el Almirante que hoy y siempre de allí adelante hallaron aires temperantísimos, que era placer grande el gusto de las mañanas, que no faltaba

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sino oír ruiseñores. Dice él: «y era el tiempo como por abril en el Andalucía». Aquí comenzaron a ver muchas manadas de hierba muy verde que poco había, según le parecía, que se había desapegado de tierra, por lo cual todos juzgaban que estaban cerca de alguna isla; pero no de tierra firme, según el Almirante, que dice: «porque la tierra firme hago más adelante».

Lunes, 17 de septiembre

Navegó a su camino al Oeste, y andarían en día y noche cincuenta leguas y más. No asentó sino cuarenta y siete. Ayudábales la corriente. Vieron mucha hierba y muy a menudo, y era hierba de peñas, y venía la hierba de hacia Poniente. Juzgaban estar cerca de tierra.

Tomaron los pilotos el Norte marcándolo, y hallaron que las agujas noroesteaban una gran cuarta, y temían los marineros y estaban penados y no decían de qué. Conociólo el Almirante; mandó que tornasen a marcar el Norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujas. La causa fue porque la estrella que parece hace movimiento, y no las agujas. En amaneciendo, aquel lunes, vieron muchas más hierbas y que parecían hierbas de ríos, en las cuales hallaron un cangrejo vivo, el cual guardó el Almirante. Y dice que aquellas fueron señales ciertas de tierra, porque no se hallan ochenta leguas de tierra. El agua de la mar hallaban menos salada desde que salieron de las Canarias; los aires siempre más suaves. Iban muy alegres todos y los navíos quien más podía andar andaba por ver primero tierra. Vieron muchas toninas, y los de la Niña mataron una. Dice aquí el Almirante que aquellas señales eran del Poniente, «donde espero en aquel alto Dios, en cuyas manos están todas las victorias, que muy presto nos dará tierra». En aquella mañana dice que vio un ave blanca que se llama rabo de junco que no suele dormir en la mar.

Martes, 18 de septiembre

Navegó aquel día con su noche, y andarían más de cincuenta y cinco leguas, pero no asentó sino cuarenta y ocho. Llevaba todos estos días mar muy bonanza, como en el río de Sevilla. Este día Martín Alonso, con la Pinta, que era gran velera, no esperó, porque dijo al Almirante desde su carabela que había visto gran multitud de aves ir hacia el Poniente, y que aquella noche esperaba ver tierra y por eso andaba tanto. Apareció a la parte del Norte una gran cerrazón, que es señal de estar sobre la tierra.

Miércoles, 19 de septiembre

Navegó su camino, y entre día y noche andarían veinticinco leguas, porque tuvieron calma. Escribió veintidós. Este día a las diez horas, vino a la nao un alcatraz, y a la tarde vieron otro, que no suele apartarse veinte leguas de tierra. Vinieron unos llovizneros sin viento, lo que es señal cierta de tierra. No quiso detenerse barloventeando el Almirante para averiguar si había tierra; más de que tuvo por cierto que a la banda del Norte y del Sur había algunas islas, como la verdad lo estaban, y él iba por medio de ellas. Porque su voluntad era de seguir adelante hasta las Indias, «y el tiempo es bueno, porque placiendo a Dios a la vuelta se vería todo»; éstas son sus palabras... Aquí descubrieron sus puntos los pilotos: el de la Niña se hallaba de las Canarias a cuatrocientas cuarenta leguas; el de la Pinta, a cuatrocientas veinte; el de la donde iba el Almirante, a cuatrocientas justas.

Jueves, 20 de septiembre

Navegó este día al Oeste cuarta del Noroeste y a la media partida, porque se mudaron muchos vientos con la calma que había. Andarían hasta siete u ocho leguas. Vinieron a la nao dos alcatraces y después otro, que fue señal de estar cerca de tierra; y vieron mucha hierba, aunque el día pasado no habían visto de ella. Tomaron un pájaro, con la mano, que era como un garjao; era pájaro de río y no de mar: los pies tenía como gaviota. Vinieron al navío, en amaneciendo, dos o tres pajaritos de tierra cantando, y después, antes del sol salido, desaparecieron. Después vino un alcatraz: venía del Oesnoroeste; iba al Sudeste, que era

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señal que dejaba la tierra al Oesnoroeste, porque estas aves duermen en tierra y por la mañana van a la mar a buscar su vida, y no se alejan veinte leguas.

Viernes, 21 de septiembre

Aquel día fue todo lo más calma y después algún viento. Andarían entre día y noche, de ello a la vía y de ello no, hasta trece leguas. En amaneciendo, hallaron tanta hierba que parecía ser la mar cuajada de ella, y venía del Oeste. Vieron un alcatraz. La mar muy llana como un río y los aires los mejores del mundo. Vieron una ballena, que es señal de que estaban cerca de tierra, porque siempre andan cerca

Sábado, 22 de septiembre

Navegó al Oesnoroeste más o menos, acostándose a una y otra parte. Andarían treinta leguas. No veían casi hierba. Vieron unas pardelas y otra ave. Dice aquí el Almirante: «Mucho me fue necesario este viento contrario, porque mi gente andaban muy estimulados, que pensaban que no ventaban estos mares vientos para volver a España. Por un pedazo de día no hubo hierba; después, muy espesa.

Domingo, 23 de septiembre

Navegó al Noroeste y a las veces a la cuarta del Norte y a las veces a su camino, que era el Oeste; y andaría hasta veintidós leguas. Vieron una tórtola, y un alcatraz y otro pajarito de río y otras aves blancas. Las hierbas eran muchas, y hallaban cangrejos en ellas. Y como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gente diciendo: que pues por allí no había mar grande, que nunca ventaría para volver a España; pero después alzóse mucho la mar y sin viento, que los asombraba, por lo cual dice aquí el Almirante: "Así que muy necesario me fue la mar alta, que no pareció salvo el tiempo de los judíos cuando salieron de Egipto contra Moisén, que los sacaba de cautiverio."

Lunes, 24 de septiembre

Navegó a su camino al Oeste día y noche, y andarían catorce leguas y media. Contó doce. Vino al navío un alcatraz y vieron muchas pardelas.

Martes, 25 de septiembre

Este día hubo mucha calma, y después ventó; y fueron su camino al Oeste hasta la noche. Iba hablando el Almirante con Martín Alonso Pinzón, capitán de la otra carabela Pinta, sobre una carta que le había enviado tres días hacía a la carabela, donde según parece tenía pintadas el Almirante ciertas islas por aquella mar. Y decía Martín Alonso que estaban en aquella comarca, y decía el Almirante que así le parecía a él; pero puesto que no hubiesen dado con ellas, lo debían de haber causado las corrientes que siempre habían echado los navíos al Nordeste, y que no habían andado tanto como los pilotos decían. Y, estando en esto, dijo el Almirante que le enviase la carta dicha. Y, enviada con alguna cuerda, comenzó el Almirante a cartear en ella con su piloto y marineros. Al sol puesto, subió el Martín Alonso en la popa de su navío, y con mucha alegría llamó al Almirante, pidiéndole albricias que veía tierra. Y cuando se lo oyó decir con afirmación, el Almirante dice que se echó a dar gracias a Nuestro Señor de rodillas, y el Martín Alonso decía Gloria in excelsis Deo con su gente. Lo mismo hizo la gente del Almirante; y los de la Niña subiéronse todos sobre el mástil y en la jarcia, y todos afirmaron que era tierra. Y al Almirante así pareció y que habría a ella veinticinco leguas. Estuvieron hasta la noche afirmando todos ser tierra. Mandó el Almirante dejar su camino, que era el Oeste, y que fuesen todos al Sudoeste, adonde había parecido la tierra. Habrían andado aquel día al Oeste cuatro leguas y media, y en la noche al Sudoeste diecisiete leguas, que son veintiuna, puesto que decía a la gente trece leguas porque siempre fingía a la gente que hacía poco camino porque no les pareciese largo; por manera que escribió por dos caminos aquel viaje, el menor fue el fingido, y el

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mayor el verdadero. Anduvo la mar muy llana, por lo cual se echaron a nadar muchos marineros. Vieron muchos dorados y otros peces.

Miércoles, 26 de septiembre

Navegó a su camino al Oeste hasta después de medio día. De allí fueron al Sudoeste hasta conocer que lo que decían que había sido tierra no lo era, sino cielo. Anduvieron día y noche treinta y una leguas, y contó a la gente veinticuatro. La mar era como un río, los aires dulces y suavísimos.

Jueves, 27 de septiembre

Navegó a su vía al Oeste. Anduvo entre día y noche veinticuatro leguas; contó a la gente veinte leguas. Vinieron muchos dorados; mataron uno. Vieron un rabo de junco.

Viernes, 28 de septiembre

Navegó a su camino al Oeste, anduvieron día y noche con calma catorce leguas; contaron trece. Hallaron poca hierba; tomaron dos peces dorados, y en los otros navíos más.

Sábado, 29 de septiembre

Navegó a su camino al Oeste. Anduvieron veinticuatro leguas; contó a la gente veintiuna. Por calmas que tuvieron, anduvieron entre día y noche poco. Vieron un ave que se llamaba rabihorcado, que hace vomitar a los alcatraces lo que comen para comerlo ella, y no se mantiene de otra cosa. Es ave de la mar, pero no posa en la mar ni se aparta de tierra veinte leguas. Hay de éstas muchas en las islas de Cabo Verde. Después vinieron dos alcatraces. Los aires eran muy dulces y sabrosos, que dice que no faltaba sino oir al ruiseñor, y la mar llana como un río. Parecieron después en tres veces tres alcatraces y un horcado. Vieron mucha hierba.

Domingo, 30 de septiembre

Navegó su camino al Oeste. Anduvo entre día y noche, por las calmas, catorce leguas; contó once. Vinieron al navío cuatro rabos de junco, que es gran señal de tierra, porque tantas aves de una naturaleza juntas es señal que no andan desmandadas ni perdidas. Viéronse cuatro alcatraces en dos veces. Hierba, mucha. Nota: Que las estrellas que se llaman las Guardas, cuando anochece, están junto al brazo de la parte del Poniente, y cuando amanece están en la línea debajo del brazo al Nordeste, que parece que en toda la noche no andan salvo tres líneas, que son nueve horas, y esto cada noche: esto dice aquí el Almirante. También en anocheciendo las agujas noroestean una cuarta, y en amaneciendo están con la estrella justo; por lo cual parece que la estrella hace movimiento como las otras estrellas, y las agujas piden siempre la verdad.

Lunes, 1 de octubre

Navegó su camino al Oeste. Anduvieron veinticinco leguas; contó a la gente veinte leguas. Tuvieron grande aguacero. El piloto del Almirante tenía hoy, en amaneciendo, que habían andado desde la isla de Hierro hasta aquí quinientas sesenta y ocho leguas al Oeste. La cuenta menor que el Almirante mostraba a la gente eran quinientas ochenta y cuatro leguas; pero la verdadera que el Almirante juzgaba y guardaba eran setecientas siete.

Martes, 2 de octubre

Navegó su camino al Oeste noche y día treinta y nueve leguas, contó a la gente obra de treinta leguas. La mar, llana y buena siempre. «A Dios muchas gracias sean dadas», dijo aquí el Almirante. Hierba venía del

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Este al Oeste, por el contrario de lo que solía: parecieron muchos peces; matóse uno. Vieron un ave blanca que parecía gaviota.

Miércoles, 3 de octubre

Navegó su vía ordinaria. Anduvieron cuarenta y siete leguas; contó a la gente cuarenta leguas. Aparecieron pardelas, hierba mucha, alguna muy vieja y otra muy fresca, y traía como fruta; y no vieron aves algunas. Creía el Almirante que le quedaban atrás las islas que traía pintadas en su carta. Dice aquí el Almirante que no se quiso detener barloventeando la semana pasada y estos días que había tantas señales de tierra, aunque tenía noticia de ciertas islas en aquella comarca, por no se detener, pues su fin era pasar a las Indias; y si se detuviera, dice él, que no fuera buen seso.

Jueves, 4 de octubre

Navegó a su camino al Oeste. Anduvieron entre día y noche sesenta y tres leguas; contó a la gente cuarenta y seis leguas. Vinieron al navío más de cuarenta pardelas juntos y dos alcatraces, y al uno dio una pedrada un mozo de la carabela. Vino a la nao un rabihorcado y una blanca como gaviota.

Viernes, 5 de octubre

Navegó a su camino. Andarían once millas por hora. Por la noche y día andarían cincuenta y siete leguas, porque aflojó la noche algo el viento; contó a su gente cuarenta y cinco. La mar en bonanza y llana. «A Dios -dice- muchas gracias sean dadas.» El aire muy dulce y templado, hierba ninguna, aves pardelas muchas, peces golondrinas volaron en la nao muchos.

Sábado, 6 de octubre

Navegó su camino al Oeste o Güeste, que es lo mismo. Anduvieron cuarenta leguas entre día y noche; contó a la gente treinta y tres leguas. Esta noche dijo Martín Alonso que sería bien navegar a la cuarta del Oeste, a la parte del Sudoeste; y al Almirante pareció que no decía esto Martín Alonso por la isla de Cipango, y el Almirante veía que si la erraban que no pudieran tan presto tomar tierra y que era mejor una vez ir a la tierra firme y después a las islas.

Domingo, 7 de octubre

Navegó a su camino al Oeste; anduvieron doce millas por hora dos horas, y después ocho millas por hora; y andaría hasta una hora de sol veintitrés leguas. Contó a la gente dieciocho. En este día, al levantar el sol, la carabela Niña, que iba delante por ser velera, y andaban quien más podía por ver primero tierra, por gozar de la merced que los Reyes a quien primero la viese habían prometido, levantó una bandera en el topo del mástil y tiró una lombarda por señal que veían tierra, porque así lo había ordenado el Almirante. Tenía también ordenado que al salir del sol y al ponerse se juntasen todos los navíos con él, porque estos dos tiempos son más propios para que los humores den más lugar a ver más lejos. Como en la tarde no viesen tierra, la que pensaban los de la carabela Niña que habían visto, y porque pasaban gran multitud de aves de la parte del Norte al Sudoeste (por lo cual era de creer que se iban a dormir a tierra o huían quizá del invierno, que en las tierras de donde venían debía de querer venir, porque sabía el Almirante que las más de las islas que tienen los portugueses por las aves las descubrieron), por esto el Almirante acordó dejar el camino del Oeste y poner la proa hacia Oessudoeste, con determinación de andar dos días por aquella vía. Esto comenzó antes una hora del sol puesto. Andarían en toda la noche obra de cinco leguas, y veintitrés del día. Fueron por todas veintiocho leguas noche y día.

Lunes, 8 de octubre

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Navegó al Oessudoeste y andarían entre día y noche once leguas y media o doce, y a ratos parece que anduvieron en la noche quince millas por hora, si no está mentirosa la letra. Tuvieron la mar como el río de Sevilla; gracias a Dios, dice el Almirante. Los aires muy dulces como en abril en Sevilla, que es placer estar a ellos: tan olorosos son. Pareció la hierba muy fresca; muchos pajaritos del campo, y tomaron uno que iba huyendo al Sudoeste, grajaos y ánades y un alcatraz.

Martes, 9 de octubre

Navegó al Sudoeste. Anduvo cinco leguas; mudóse el viento y corrió al Oeste cuarta al Noroeste, y anduvo cuatro leguas. Después con todas once leguas de día y a la noche veinte leguas y media. Contó a la gente diecisiete leguas. Toda la noche oyeron pasar pájaros.

Miércoles, 10 de octubre

Navegó al Oessudoeste. Anduvieron a diez millas por hora y a ratos doce y algún rato a siete, y entre día y noche cincuenta y nueve leguas. Contó a la gente cuarenta y cuatro leguas no más. Aquí la gente ya no lo podía sufrir: quejábase del largo viaje. Pero el Almirante los esforzó lo mejor que pudo, dándoles buena esperanza de los provechos que podrían haber. Y añadía que por demás era quejarse, pues que él había venido a las Indias, y que así lo había de proseguir hasta hallarlas con la ayuda de Nuestro Señor.

Jueves, 11 de octubre

Navegó al Oessudoeste. Tuvieron mucha mar y más que en todo el viaje habían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña y un palo y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro, y un pedazo de caña y otra hierba que nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramujos. Con estas señales respiraron y alegráronse todos. Anduvieron en este día, hasta puesto el sol, veintisiete leguas.

Después del sol puesto, navegó a su primer camino, al Oeste; andarían doce millas cada hora y hasta dos horas después de media noche andarían noventa millas, que son veintidós leguas y media. Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre, aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó a Pero Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y díjole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo y viola; díjole también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en el armada por veedor, el cual no vio nada porque no estaba en lugar do la pudiese ver. Después de que el Almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar junto a la tierra. Por lo cual, cuando dijeron la Salve, que la acostumbraban decir y cantar a su manera todos los marineros y se hallan todos, rogó y amonestólos el Almirante que hiciesen buena guarda al castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que veía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedís de juro a quien primero la viese. A las dos horas después de media noche pareció la tierra de la cual estarían dos leguas Amañaron todas las velas, y quedaron con el treo, que es la vela grande sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes, que llegaron a una islita de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahaní. Luego vinieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra en la barca armada, y Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez, su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la bandera real y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una Y: encima de cada letra su corona, una de un cabo de la cruz y otra de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda el armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio cómo

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él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito. Luego se ajuntó allí mucha gente de la isla. Esto que se sigue son palabras formales del Almirante, en su libro de su primera navegación y descubrimiento de estas Indias. «Yo -dice él-, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos adonde nos estábamos, nadando, y nos traían papagayos e hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vi más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vi de edad de más de treinta años: muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras: los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballo, y cortos: los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. De ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de colorado, y de ellos de lo que hallan, y de ellos se pintan las caras, y de ellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos sólo el nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro: sus azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pez, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano Son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hice señas qué era aquello, y ellos me mostraron cómo allí venían gente de otras islas que estaban cerca y les querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía, y creo que ligeramente se harían cristianos; que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestras Altezas para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos, en esta isla.» Todas son palabras del Almirante.

Sábado, 13 de octubre

« Luego que amaneció vinieron a la playa muchos de estos hombres, todos mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy hermosa: los cabellos no crespos, salvo corredios y gruesos, como sedas de caballo, y todos de la frente y cabeza muy ancha más que otra generación que hasta aquí haya visto, y los ojos muy hermosos y no pequeños, y ellos ninguno prieto, salvo de la color de los canarios, ni se debe esperar otra cosa, pues está Este Oeste con la isla de Hierro, en Canaria, bajo una línea. Las piernas muy derechas, todos a una mano, y no barriga, salvo muy bien hecha. Ellos vinieron a la nao con almadías, que son hechas del pie de un árbol, como un barco luengo, y todo de un pedazo, y labrado muy a maravilla, según la tierra, y grandes, en que en algunas venían cuarenta o cuarenta y cinco hombres, y otras más pequeñas, hasta haber de ellas en que venía un solo hombre. Remaban con una pala como de hornero, y anda a maravilla; y si se le trastorna, luego se echan todos a nadar y la enderezan y vacían con calabazas que traen ellos. Traían ovillos de algodón hilado y papagayos y azagayas y otras cositas que sería tedio de escribir, y todo daban por cualquier cosa que se los diese. Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro, y vi que algunos de ellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen a la nariz, y por señas pude entender que yendo al Sur o volviendo la isla por el Sur, que estaba allí un rey que tenía grandes vasos de ello, y tenía muy mucho. Trabajé que fuesen allá, y después vi que no entendían en la ida. Determiné de aguardar hasta mañana en la tarde y después partir para el Sudeste, que según muchos de ellos me enseñaron decían que había tierra al Sur y al Sudoeste y al Noroeste, y que éstas del Noroeste les venían a combatir muchas veces, y así ir al Sudoeste a buscar el oro y piedras preciosas. Esta isla es bien grande y muy llana y de árboles muy verdes y muchas aguas y una laguna en medio muy grande, sin ninguna montaña, y toda ella verde, que es placer de mirarla; y esta gente harto mansa, y por la gana de haber de nuestras cosas, y temiendo que no se les ha de dar sin que den algo y no lo tienen, toman lo que

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pueden y se echan luego a nadar; que hasta los pedazos de las escudillas y de las tazas de vidrio rotas rescataban hasta que vi dar dieciséis ovillos de algodón por tres ceotís de Portugal, que es una blanca de Castilla, y en ellos habría más de una arroba de algodón hilado. Esto defendiera y no dejara tomar a nadie, salvo que yo lo mandara tomar todo para Vuestras Altezas si hubiera en cantidad. Aquí nace en esta isla, mas por el poco tiempo no pude dar así del todo fe. Y también aquí nace el oro que traen colgado a la nariz; más, por no perder tiempo quiero ir a ver si puedo topar a la isla de Cipango. Ahora, como fue noche, todos se fueron a tierra con sus almadías.»

Domingo, 14 de octubre

«En amaneciendo mandé aderezar el batel de la nao y las barcas de las carabelas, y fui al luengo de la isla, en el camino del Nordeste, para ver la otra parte, que era de la otra parte, del Este que había, y también para ver las poblaciones, y vi luego dos o tres, y la gente que venían todos a la playa llamándonos y dando gracias a Dios. Los unos nos traían agua; otros, otras cosas de comer; otros, cuando veían que yo no curaba de ir a tierra, se echaban a la mar nadando y venían, y entendíamos que nos preguntaban si éramos venidos del cielo. Y vino uno viejo en el batel dentro, y otros a voces grandes llamaban todos, hombres y mujeres: «Venid a ver los hombres que vinieron del cielo; traedles de comer y de beber». Vinieron muchos y muchas mujeres, cada uno con algo, dando gracias a Dios, echándose al suelo, y levantaban las manos al cielo, y después nos llamaban que fuésemos a tierra. Mas yo temía de ver una grande restinga de piedras que cerca toda aquella isla alrededor, y entre medias queda hondo el puerto para cuantas naos hay en toda la Cristiandad, y la entrada de ello muy angosta. Es verdad que dentro de esta cinta hay algunas bajas, mas la mar no se mueve más que dentro en un pozo. Y para ver todo esto me moví esta mañana, porque supiese dar de todo relación a Vuestras Altezas y también adónde pudiera hacer fortaleza, y vi un pedazo de tierra que se hace como isla, aunque no lo es, en que había seis casas, el cual se pudiera atajar en dos días por isla; aunque yo no veo necesario, porque esta gente es muy simplice en armas, como verán Vuestras Altezas de siete que yo hice tomar para les llevar y aprender nuestra habla y volverlos, salvo que Vuestras Altezas cuando mandaren puédenlos todos llevar a Castilla o tenerlos en la misma isla cautivos, porque con cincuenta hombres los tendrán todos sojuzgados y les harán hacer todo lo que quisieren. Y después junto con la dicha isleta están huertas de árboles las más hermosas que yo vi, y tan verdes y con sus hojas como las de Castilla en el mes de abril y de mayo, y mucha agua. Yo miré todo aquel puerto y después me volví a la nao y di a la vela, y vi tantas islas que yo no sabía determinarme a cuál iría primero. Y aquellos hombres que yo tenía tomado me decían por señas que eran tantas y tantas que no había número, y nombraron por su nombre más de ciento. Por ende yo miré por la más grande, y a aquélla determiné andar, y así hago, y será lejos de ésta de San Salvador cinco leguas; y las otras de ellas más, de ellas menos. Todas son muy llanas, sin montañas y muy fértiles y todas pobladas, y se hacen la guerra la una a la otra, aunque éstos son muy símplices y muy lindos cuerpos de hombres.»

Lunes, 15 de octubre

«Había temporejado esta noche con temor de no llegar a tierra a surgir antes de la mañana, y por no saber si la costa era limpia de bajas, y en amaneciendo cargar velas. Y como la isla fuese más lejos de cinco leguas, antes será siete, y la marea me detuvo, sería medio día cuando llegué a la dicha isla.Y hallé que aquella haz que es de la parte de la isla de San Salvador se corre Norte Sur y hay en ella cinco leguas, y la otra que yo seguí se corría este Oeste y hay en ella más de diez leguas. Y como de esta isla vi otra mayor al Oeste, cargué las velas por andar todo aquel día hasta la noche, porque aún no pudiera haber andado al cabo del Oeste, a la cual puse nombre la isla de Santa María de la Concepción. Y casi al poner del sol surgí acerca del dicho cabo por saber si había allí oro, porque estos que yo había hecho tomar en la isla de San Salvador me decían que ahí traían manillas de oro muy grandes a las piernas y a los brazos. Yo bien creí que todo lo que decían era burla para se huir. Con todo, mi voluntad era de no pasar por ninguna isla de que no tomase posesión, puesto que tomado de una se puede decir de todas. Y surgí y estuve hasta hoy martes, que en amaneciendo fui a tierra con las barcas armadas y salí; y ellos, que eran muchos así desnudos y de la misma condición de la otra isla de San Salvador, nos dejaron ir por la isla y nos daban lo

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que les pedía. Y porque el viento cargaba a la traviesa Sudeste no me quise detener y partí para la nao, y una almadía grande estaba a bordo de la carabela Niña; y uno de los hombres de la isla de San Salvador, que en ella era, se echó a la mar y se fue en ella; y la noche de antes a me dio echado al otro y fue atrás la almadía, la cual huyó que jamás fue barca que le pudiese alcanzar, puesto que le teníamos grande avante. Con todo, dio en tierra y dejaron la almadía; y algunos de los de mi compañía salieron en tierra tras ellos, y todos huyeron como gallinas, y la almadía que habían dejado la llevamos a bordo de la carabela Niña, adonde ya, de otro cabo, venía otra almadía pequeña con un hombre que venía a rescatar un ovillo de algodón; y se echaron algunos marineros a la mar, porque él no quería entrar en la carabela, y le tomaron. Y yo, que estaba en la popa de la nao, que vi todo, envié por él y le di un bonete colorado y unas cuentas de vidrio verdes, pequeñas, que le puse al brazo, y dos cascabeles que le puse a las orejas, y le mandé volver a su almadía, que también tenía en la barca, y le envié a tierra. Y di luego la vela para ir a la otra isla grande que yo veía al Oeste, y mandé largar también la otra almadía que traía la carabela Niña por popa. Y vi después en tierra, al tiempo de la llegada del otro a quien yo había dado las cosas susodichas y no le había querido tomar el ovillo de algodón, puesto que él me lo quería dar, y todos los otros se llegaron a él y tenía a gran maravilla y bien le pareció que éramos buena gente, y que el otro que se había huido nos había hecho algún daño y que por esto lo llevábamos. Y a esta razón usé esto con él, de le mandar alargar, y le di las dichas cosas porque nos tuviese en esta estima, porque otra vez cuando Vuestras Altezas aquí tornen a enviar no haga mala compañía; y todo lo que yo le di no valía cuatro maravedís. Y así partí, que serían las diez horas, con el viento Sudeste, y tocaba de Sur para pasar a esta otra isla, la cual es grandísima y adonde todos estos hombres que yo traigo de la de San Salvador hacen señas que hay muy mucho oro y que lo traen en los brazos en manillas y a las piernas y a las orejas y al nariz y al pescuezo. Y había de esta isla de Santa María a esta otra nueve leguas Este Oeste, y se corre toda esta parte de la isla Noroeste Sudeste. Y se parece que bien habría en esta costa más de veintiocho leguas en esta haz. Y es muy llana sin montaña ninguna, así como aquellas de San Salvador y de Santa María, y todas las playas sin roquedos, salvo que en todas hay algunas peñas cerca de tierra debajo del agua; por donde es menester abrir el ojo cuando se quiere surgir y no surgir mucho acerca de tierra, aunque las aguas son siempre muy claras y se ve el fondo. Y desviado de tierra dos tiros de lombarda, hay en todas estas islas tanto fondo que no se puede llegar a él. Son estas islas muy verdes y fértiles y de aires muy dulces, y puede haber muchas cosas que yo no sé, porque no me quiero detener por calar y andar muchas islas para hallar oro. Y pues éstas dan así estas señas, que lo traen a los brazos y a las piernas, y es oro porque les mostré algunos pedazos del que yo tengo, no puedo errar con la ayuda de Nuestro Señor que yo no le halle adonde nace. Y estando a medio golfo de estas dos islas es de saber de aquella de Santa Maria y de esta grande, a la cual pongo nombre la Fernandina hallé un hombre solo en una almadía que se pasaba de la isla de Santa María a la Fernandina, y traía un poco de su pan, que sería tanto como el puño, y una calabaza de agua y un pedazo de tierra bermeja hecha en polvo y después amasada, y unas hojas secas que debe ser cosa muy apreciada entre ellos porque ya me trajeron en San Salvador de ellas en presente, y traía un cestillo a su guisa en que tenía un ramalejo de cuentecillas de vidrio y dos blancas, por las cuales conocí que él venía de la isla de San Salvador y había pasado a aquella de Santa María y se pasaba a la Fernandina, el cual se llegó a la nao. Yo le hice entrar, que así lo demandaba él, y le hice poner su almadía en la nao y guardar todo lo que él traía; y le mandé dar de comer pan y miel y de beber. Y así le pasaré a la Fernandina y le daré todo lo suyo, porque dé buenas nuevas de nos para, a Nuestro Señor aplaciendo, cuando Vuestras Altezas envien acá, que aquellos que vinieren reciban honra y nos den de todo lo que hubiere.»

Martes, 16 de octubre

«Partí de las islas de Santa Maria de la Concepción, que sería ya cerca del medio día, para la isla Fernandina, la cual muestra ser grandísima al Oeste, y navegué todo aquel día con calmeria. No pude llegar a tiempo de poder ver el fondo para surgir en limpio, porque es en esto mucho de haber gran diligencia por no perder las anclas; y así temporicé toda esta noche hasta el día que vine a una población, adonde yo surgí y donde había venido aquel hombre que yo hallé ayer en aquella almadía a medio golfo, el cual había dado tantas buenas nuevas de nos que toda esta noche no faltaron almadías a bordo de la nao, que nos traían agua y de lo que tenían. Yo a cada uno le mandaba dar algo, es a saber, algunas cuentecillas, diez o

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doce de ellas de vidrio en un hilo, y algunas sonajas de latón de éstas que valen en Castilla un maravedí cada una, y algunas agujetas, de que todo tenían en grandísima excelencia, y también los mandaba dar, para que comiesen cuando venían en la nao, y miel de azúcar. Y después, a horas de tercia, envié al batel de la nao en tierra por agua, y ellos de muy buena gana le enseñaban a mi gente adónde estaba el agua, y ellos mismos traían los barriles llenos al batel y se holgaban mucho de nos hacer placer. Esta isla es grandísima y tengo determinado de la rodear, porque, según puedo entender, en ella o cerca de ella hay mina de oro. Esta isla está desviada de la de Santa María ocho leguas casi Este Oeste; y este cabo adonde yo vine y toda esta costa se corre Noroeste y Sursudeste, y vi bien veinte leguas de ella, mas ahí no acababa. Ahora escribiendo esto, di la vela con el viento Sur para pujar a rodear toda la isla, y trabajar hasta que halle Samaot, que es la isla o ciudad adonde es el oro, que así lo dicen todos estos que aquí vienen en la nao, y nos lo decían los de la isla de San Salvador y de Santa María. Esta gente es semejante a aquellas de las dichas islas, y una habla y unas costumbres, salvo que éstos ya me parecen algún tanto más doméstica gente y de trato y más sutiles, porque veo que han traído algodón aquí a la nao y otras cositas, que saben mejor refetar el pagamento que no hacían los otros. Y aun en esta isla vi paños de algodón hechos como mantillos, y la gente más dispuesta, y las mujeres traen por delante su cuerpo una cosita de algodón que escasamente les cobija su natura. Ella es isla muy verde y llana y fertilísima, y no pongo duda de que todo el año siembran panizo y cogen, y así todas otras cosas. Y vi muchos árboles muy disformes de los nuestros, y de ellos muchos que tenían los ramos de muchas maneras y todo en un pie, y un ramito es de una manera y otro de otra, y tan disforme que es la mayor maravilla del mundo cuánta es la diversidad de una manera a la otra; verbigracia, un ramo tenía las hojas a manera de cañas y otro de la manera de lentisco, y así en un solo árbol de cinco o seis de estas maneras, y todos tan diversos; ni éstos son injertados, porque se pueda decir que el injerto lo hace, antes son por los montes, ni cura de ellos esta gente. No les conozco secta ninguna, y creo que muy presto se tornarían cristianos, porque ellos son de muy buen entender. Aquí son los peces tan disformes de los nuestros que es maravilla. Hay algunos hechos como gallos, de las más finas colores del mundo, azules, amanlíos, colorados y de todas colores, y otros pintados de mil maneras; y las colores son tan finas que no hay hombre que no se maraville y no tome gran descanso a verlos. También hay ballenas. Bestias en tierra no vi ninguna de ninguna manera, salvo papagayos y lagartos. Un mozo me dijo que vio una grande culebra. Ovejas ni cabras ni otra ninguna bestia vi; aunque yo he estado aquí muy poco, que es medio día: mas si las hubiese no pudiera errar de ver alguna. El cerco de esta isla escribiré después que yo la hubiese rodeado.»