Ante Futuro
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ANTES DE LLEGAR AL FUTURO. Meditaciones probablemente antiguas sobre cosas modernas y posmodernas.
Prof. Manuel Calvio Facultad de Psicologa. Universidad de La Habana.
Como hubo en el pueblo profetas falsos, as habr falsos doctores,
que introducirn sectas perniciosas... Muchos los seguirn en sus liviandades, y por causa de ellos ser blasfemado
el camino de la verdad.
II de San Pedro. 2.
La ciencia es tan daosa a los que no saben aprovecharse de ella,
como til a los otros.
Tales de Mileto.
Hace unos aos atrs Al Gore, vicepresidente de los Estados Unidos, refirindose en una entrevista a
las autopistas de la informacin dijo: Yo soy un gran defensor de esta idea, que permitir que los
hospitales, archivos, centros meteorolgicos y las fuerzas de seguridad estn conectados entre s,
compartiendo informacin y conocimientos para evitar catastrofes, delitos,etc. Estoy convencido de
que con las autopistas de la informacin el mundo ser ms armnico y humano... La informacin es
un tesoro y debe ser compartida como tal por todos los pueblos; adems, su difusin es una garanta
de las libertades democrticas...si los pueblos basan su desarrollo en la comunicacin, estarn
haciendo una apuesta por el futuro, lo que ayudar a que otras naciones ms desarrolladas puedan
invertir ms facilmente en esos mismos pases. (Gore A. 1994.pp 92-94).
Muchas preguntas me sugirieron las afirmaciones de Gore. No me imagino como se pueden
favorecer conexiones, intentando privar derechos. No logro ver con claridad los efectos de la facilidad
de las inversiones para las naciones ms desarrolladas en las subdesarrolladas o indesarrolladas,
permitindome un neologismo que espero comprensible. No me percato de cmo sern garantizadas
las libertades democrticas desde una red de redes, o lo que equivale a decir millones de
computadores conectados de los cuales la inmensa y abrumadora mayora no estn en las manos de
los que tienen supuestamente que facilitar la comunicacin para el desarrollo.
Fetichismo o mala intensin?. Para no moverme en discursos que no me pertenecen
profesionalmente, aunque s ciudadanamente, me contento con recordar algo que le hace ms de
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diez aos atrs: Puntas de lanza de la llamada revolucin tecnolgica, la informacin y la
comunicacin se estn convirtiendo hoy en los ejes alrededor de los cuales se reestructuran las
relaciones sociales entre los individuos, los grupos y las clases, las naciones y los bloques de poder.
No se equivocan aquellos que ya nos se contentan hablando de sociedad de la informacin para
designar la sociedad de maana, una sociedad en la que la informacin se instala como nuevo
recurso de base, nueva materia prima, nueva forma de energa. Sin embargo, perpetran una inmensa
estafa intelectual cuando, en un discurso mesinico, infieren la novedad social partiendo de la
novedad tcnica y metamorfosean esta mutacin tecnolgica en un instrumento salutifero,
remitiendo alegremente las segregaciones y las relaciones de fuerzas sociales anteriores a esta
nueva sociedad llamada informacional. (Mattelart A, Stourdze Y.1984.p.56).
Algo similar haba dicho Passeron: ninguna innovacin tecnolgica pudo jamas superar, por virtud
exclusiva del medio, las desigualdades culturales producidas y reproducidas por el juego bien
engrasado de las estrcuturas y de las jerarquas sociales: las caractersticas tcnicas de un medio de
comunicacin no predeterminan jams sus efectos sociales al punto de descartar los efectos que
dependen de las relaciones sociales que se encuentran en el origen de la utilizacin de esta tcnica
(Passeron J.C.1982. pp 46-47).
Pero psiclogo que soy al fin y al cabo, doy un peso especial a una de las afirmaciones hechas por
quien ha sido denominado el senador de la tierra. Me refiero a aquella que testifica el valor de las
autopistas de la informacin y del desarrollo ciberntico en general, en la creacin de un mundo ms
armnico y humano. Imagnense, reconsiderar las utopas dentro de un esquema tecnolgico.
Pensar al menos alternativamente que el Walden Dos de Skinner no era una total falacia. Que si bien
la tecnologa comportamental no lo haba logrado, la informacional si lo puede lograr. UN MUNDO
MS ARMNICO Y HUMANO.
Intento no dejarme atrapar por las fascinaciones fetichistas, por la narcisizacin, al decir de Bleichmar
H. (1983) con sentido instrumental. El peligro se produce cuando los instrumentos tcnicos se
escinden del ego humano, o sea, cuando la tcnica se torna autosufciente o se aduea del hombre
en lugar de dejarse aduear por l (Dorfles G. 1969.p.34). Pero tambin la fascinacin del horror,
hablando con Pichn, me acosa: una fibra ptica puede transportar doscientas veces ms informacin que un cable coaxial; los repetidores de fibra ptica pueden estar separados entre s a
ms 100 km, frente a aproximadamente 1,5 km en los sistemas elctricos tradicionales; un solo par
de cables de fibra ptica puede transmitir ms de mil conversaciones simultneas; las redes de fibra
ptica son capaces de albergar 500 canales de televisin, pueden receptar 34000 lineas telefnicas
de ida y vuelta. A qu ms, dira Silvio Rodrguez.
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Tampoco quiero acercarme a la tecnofoba resistente activa, esa suerte de anquilosamiento del ms
elemental raciocinio y de las menos virulentas de las buenas pasiones. Intento alejarme con ms
dificultad de la tecnofoba pasivo agresiva resistencial, esa que nos hace utilizar nuestras PC como
nuestras antiguas Remingtons. Mquinas de escribir que en tiempos de crisis energtica nos hacen
consumir ms combustible. Siendo objetivo, es decir entre cientfico y cnico, estoy obligado al menos
a concordar con que tal o cual encarnacin concreta de las nuevas tecnologas de la informacin
puede, evidentemente, conocer el fracaso, pero no ciertamente el conjunto de este sistema tcnico
(Mercier P.A, Plassard F., Scardigli V. p.16.1985). Vuelvo con Silvio: Me acosa el cara plida.
Trato de mirar des - interesadamente. Pero por dnde empiezo a mirar?. Vuelvo a las preguntas de siempre: quines somos?, de dnde venimos, dnde estamos, hacia dnde vmos?. No intento
responder a todas las preguntas. Me permito una abstraccin que me remite a mi definicin
epistmica esencial: el ser de los hombres es su proceso de vida real (Marx, C., Engels, F., 1982,
p.25).
Cuba. Amrica Latina.El mundo. Para nuestro pas, se impondra empezar al menos por el 68 o por el
95 del siglo pasado. Pero no me da para tanto. Por suerte hay especialistas en este Encuentro que lo
hacen excelentemente. Camino ms de cerca. Soy ms o menos de la generacin de los sesenta. De
esos aos que son siempre recordados por los que hoy cargan con algo ms de 45 aos como la
poca dorada: La filosofa del make love, not war, las tres M revolucionadoras (Marx el Dios, Mao
su espada, Marcuse su profeta), el Mayo rojo francs, los hippies, los Beatles, los movimientos
guerrilleros de liberacin, la revolucin cubana, el Che. Vengo de esa dcada que devino en un
arrebato de humanismo crtico trascendente, un grito de esperanza y confianza en el ser humano, un
basta multiplicado por millones de voces que con la negativa, la ruptura o la lucha destrozaron la
imagen de perfeccin edulcorada y falsa que siguiendo las enseanzas de Dorian Grey la sociedad
de clases haba construido para s. La poca de la defensa de las mayoras y de las minoras desde
una esttica de las diferencias, una tica humanista fundamental y una ideologa cuando menos
revolucionadora. Los desposedos no clambamos posesin, no queramos sencillamente tener.
Reclamamos y exigimos nuestro derecho a ser.
Para los cubanos, entonces, no exista el ciberespacio, no sabamos ni que sera el ciberntico el
espacio propuesto como alternativo para la emancipacin, para la libertad. Pero era s- ver- que haba
-espacio. Un espacio que queramos rellenar con nuestras ansas, angustias y convicciones. Es
tambin, no quiero ocultarlo, un espacio marcado por la filosofa de la asignacin, de la decisin
desde arriba, de lo que te toca. Aprendimos a ser en el discurso del otro. Fuimos ms de una vez
archivados en copias y no en originales. Oscilamos siempre entre ser nombrados combativos o ser
tildados de conflictivos, entre ser divertidos y ser diversionistas. Se encargaron de nosotros los que
pensaban que la desinencia hace a los sinnimos, los que estaban convencidos de que la contradic-
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cin es oposi-cin y contraven-cin y por lo tanto supone san-cin, elimina-cin. Dicen, por cierto,
que algunos de esos extremistas de ayer viven hoy en una sinonmia existencial desinente que
identifica social-ismo con capital-ismo. Pero al fin somos sobre todo los que hicimos lo que creamos
que tenamos que hacer, los convencidos hasta en la duda. Demostramos que la transgresin no
siempre es hostilidad, que puede ser mejoramiento, cambio, crecimiento. Que el marxismo es
esencialmente pensamiento crtico, desmistificador, unido a la accin transformadora, liberadora.
Somos, adems, los que estamos aqu.
El mundo no era, ni pretenda ser una aldea global. Los mimetismos no eran sino mimetismos. Las
imitaciones eran imitaciones. Malas, peligrosas, pero sin pretensin de absorcin. Transculturacin s.
Subsumisin no. Transformacin y refundamentacin que puede pasar por la asimilacin analgica,
pero que no se detiene en ella. Salvar las diferencias, las individualidades, sumarlas en un proyecto
emancipatorio y reivindicador de la especificidad (nacional, racial, de genero,etc.) frente a la amenaza
de la estandarizacin de la enajenacin. Hacerlo desde una tica, una esttica y una crtica de la
conciencia ilusora y de la produccin simblica de las clases. Socializacin para la individualizacion.
Individualizacin para la socializacin en la expresin de Walln H.
Leyendo con claridad que las condiciones econmicas son las que en ltima y no en primera
instancia configuran los escenarios y las propuestas de cambio, identificamos en los Manuscritos del
44, y despus con Guevara, que el hombre tena que crecer desde s mismo. Los hombres van
adquiriendo cada da ms conciencia de la necesidad de su incorporacin a la sociedad y, al mismo
tiempo, de su importancia como motores de la misma (Guevara E.1968.p.44). El asunto queda
planteado como una revolucin epistemolgica que devuelve, definitivamente, al hombre su
protagonismo liberador. No se trata de un anarquismo de principio que suea con la ausencia de
todo gobierno... es pensar en la forma en que el sujeto se d sin sumirse a la norma ni a las
convenciones (Daz E., Sotolongo P.L.1997.p.36).
A ello tambin nos convocaron a su modo y desde sus polmicos discursos psicolgicos sobre la
subjetividad, algunos de nuestros pilares referenciales. Por solo nombrar algunos rememoro a Freud
lo que las frases del espiritu susurran en voz baja puede ser dicho en voz alta: los deseos y las
aspiraciones de los hombres tienen el derecho de afirmarse; a Rogers la naturaleza fundamental
del ser humano, cuando funciona libremente, es constructiva y digna de confianza; y tambin
Foucault con las denominadas tecnologas de s mismo, las tcnicas de s, los instrumentos de la
autotransformacin del sujeto.
Soy de los convencidos de que despus de los sesenta el mundo cambi esencialmente,
epistmicamente. Cambi porque despus de los sesenta no se poda ser como antes de los sesenta
sin sentir cuando menos vergenza, porque una buena parte de los que nos dedicamos hoy a las
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ciencias sociales llevamos los pelos largos, amamos libremente, y miramos a la vida con ms
suavidad y beneplcito. Cambi porque no falt la traicin al espritu que tanto defendimos. Cambi
por ltimo, porque los eternos productores de enajenacin no nos perdonaron la dcada prodigiosa y
desde entonces adems de intentar comprrnosla a cualquier precio y con mucha ganancia, nos
intentan consolar con el aislamiento esquizoparanoide de una red de redes que pretende triturarnos el
sabor de la lo nacional, de lo diferente . Insisto, estoy alertando de peligros, no demoliendo opciones
probables.
Que cosas tiene la vida. El socialismo conjuntivamente era tildado de estandarizante, de buscar un
malsano sometimiento de las partes al todo, de diluir al individuo en el proyecto de la masa. Ser
que la globalizacin ciberespacial en una forma de pseudosocialismo digital?.
La alternativa entonces a nuestras ansias satnicas de los sesenta es una suerte de ciberspace
way of life que casualmente tiene su centro en los Estados Unidos. Se nos viene encima un nuevo
mundo. No ha muerto el Rey. Estamos aqu. Que viva qu Rey?. Un rey con un reino global,
desdibujado en su virtualidad, interconectado en todos sus extremos?. Un nuevo orden mundial. Un
nuevo mundo.
Responder es mejor si nos afiliamos a nuestras tradiciones, a los maestros de la sospecha : Marx y
Freud. No tratar, por el momento de una psicoanalisis de la sociedad contempornea, como
escribiera Horney. Apenas mirar rpidamente desde la interrogante: qu mundo esta siendo ese?,
qu sujeto lo acompaa, lo vive, lo recrea?.
Dos usuarios, o quizs sea mejor decir, dos usados entran en el Barbies Virtual Playhouse y
encarnando a los personajes centrales de las aventuras de la melindrosa rubia de juguetera,
conectados por guantes, lentes y cascos, se aventuran en el arte de amar de una manera anloga,
aunque digitalizada, que hasta para la vaquita pijirigua, aquella que fue inseminada artificialmente sin
respetar su derecho de seguir a la antigua, result una desgracia. Al menos para la vaca haba un
sentido suprasocial elemental de su sacrificio (an as se quejaba). Sin embargo, contento estaba el
amante virtual porque a l nunca le gustaron los preservativos, y en esta variante no los necesita.
Conectado a una linea pirateada de internet un vecino deca estar en un combate sideral del Descent
II en el que participaba un piloto belga, un australiano y uno canadiense. Se destrozaban unos a
otros sin conocerse, sin tocarse. Todo esto ocurra mientras su esposa intentaba fregar los platos con
residuos de oca pastificada, y su hermano cargaba cubos desde mi casa para poder darse un bao.
Claro que pudieramos llamar la atencin sobre otras variantes. Dudar de los beneficios escotomiza, al
decir de Pichn, cierra la posibilidad de pensar en los perjuicios. Mi hijo Jos Manuel, escribe
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excelentes trabajos de la Segunda Guerra mundial, le adiciona imgenes, observa materiales
audiovisuales de archivo que traen al presente la hecatombe que cost la vida a ms millones de
personas que las que tiene como exigencia de vida fundamental conectarse alguna vez por internet o
cualquier otra net. Cada uno de nosotros tendra sobradas razones para la alabanza. Pero no
venimos a hacer una asamblea de balance.
El asunto es que hay un punto comn, un comn denominador discursivo subyacente: ...no es el pueblo o el grupo familiar amplio, ni siquiera la familia nuclear o la pareja, lo que constituye la clula
bsica de la sociedad, sino el individuo...la mayora de los lugares y tiempos de la vida colectiva han
desaparecido...la vida social se reduce a una circulacin cotidiana entre dos polos: el trabajo y la
casa... las nuevas tecnologas de la informacin tambin se proponen invadir el domicilio, tanto para
actividades de compra, como de entretenimiento o incluso de trabajo...el domicilio se convertir en
una especie de terminal global de informacin y comunicacin (Mercier P.A., Plassard F., Scardigli
V.pp.52-53). Como dice Alfredo Grande, psicoanalista implicado y amigo, el sujeto no percibe
mediatizacin corporal ni cultural. El objeto aparece mgicamente, porque no hay conciencia del
proceso de produccin histrica que lo gener. Se pasa de la contingencia del objeto al objeto
fetichizado...toda la subjetividad pasa de ser un block maravilloso, a convertirse en una pizarrita
siniestra, donde los verdaderos monitores a color de los sistemas informticos son las personas.
Trasmutadas previamente en terminales de computadoras. (Grande A.1996.p.207).
Casualidad , causalidad o concomitancia?. All donde la causa y el efecto coinciden
espaciotemporalmente, donde la mirada histrica nos revela una mezcla en paralelo de procesos, lo
que casi siempre ocurre cuando de fenmenos sociopsicolgicos se trata, los eventos son ordenados
como causales por una suerte de lgica discursiva. Es una opcin.
Nos dicen que llegando a los finales del siglo XX el mundo se nos est volviendo ms interactivo. Lo
que en este metalenguaje, que trae consigo implicitamente una recodificacin de las palabras,
significa que los nios viven amarrados a los videojuegos,los multimedia, la telemtica, las decenas
de canales de televisin, prctican como deporte casero el zapping, y sobre todas las cosas, como el
nuevo espacio de la existencia, tienen la realidad virtual.
En El libro de los chicos enamorados (Publicado en Pgina 12), Elsa Bornemann nos enfrenta al
dilema desde el sentimiento. NOVIA ELECTRONICA
Todo de ti me enamora...
Menos la computadora!
Todo a ir a verte me invita...
Menos esa maquinita!
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Pareces hipnotizado
Cuando te encuentras con ella,
La observas encandilado
Igual que a una nia bella.
Te advierto, va siendo hora:
O me prestas atencin
O a esa procesadora
Reglale el corazn
Hace falta que te diga
que siento que me olvidaste?
De tu electrnica amiga
es de quien te enamoraste!
Un MUNDO INTERACTIVO. Que manera de confundi el lenguaje. Llamar a esto interactividad. La
sociedad mediolgica, como la denomina Debray R. (1995), la sociedad informatolgica, nos prepara,
nos dibuja un sujeto coherente a sus antiproyectos. Algunos lo llaman el sujeto sujetado de la
posmodernidad. Yo digo que es el sujeto de la deconexin. Desconectado esencialmente del otro, lo
que quiere decir deconectado de s mismo. Cul es su identidad?. Un password?. Interactividad
humana sin vnculo es una no interaccin. Interactividad es reciprocidad en un vnculo, un continente
de intercambio de miradas, de gestos, contacto corporal, mensajes verbales y no verbales. Procesos
comunicacionales y de aprendizaje que permiten inferir direccionalidad recproca de ese
comportamiento (Quiroga A.P.1994.p.47).
Pero quin es ese sujeto de la posmodernidad o para la posmodernidad?. Desde mi representacin
bsica se me antoja que una primera caracterizacin crtica pertenece a Lennon & McCartney : Hes
a real nowhere man, sitting in his nowhere land, making all his nowhere plans for nobody. Pero para
evidenciar mi apego al gremio profesional al que pertenezco, mi identidad de psiclogo, me
aprovecho de una excelente caracterizacin hecha por Rojas M.C. y Sternbach S. (1995). Sealo
apenas algunos rasgos importantes:
1. Ritmo hipomanaco ligado a la abolicin de todo conflicto, al xito y la eficacia. La velocidad es un
sntoma de su modo de existir.
2. Poco sujetado a lazos y limitaciones de cualquier tipo. Es un tipo pragmtico que anda a la
bsqueda de fama y poder. Cuando lo logra, an en pequea escala, hace ostentacin de el.
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3. Su inters personal esta siempre por encima de otros intereses. Pone toda su agresividad en su
competitividad. Por eso no participa de proyectos grupales, institucionales, etc. En el mejor de los
casos lo usa como instrumento de su ascenso personal.
4. Su tica se rige por su pragmatismo y sus objetivos vitales antes expuestos. El tener es el criterio
de xito, por eso adems de ser transgresivo, no siente vergenza por esto.
5. Se percibe en su vida una profunda banalizacin. Pertenece a la cultura light. Su insensibilidad
logra niveles que limitan con la psicopata. El esfuerzo ya no est de moda, todo lo que supone
sujecin o disciplina austera se ha desvalorizado... (Lipovetsky G. 1996.p.56).
6. Predomina en l un hedonismo individualista. Desestima lo interior, el mundo de lo ntimo. Lo
importante es mostrarse bello y divertido. Hay en l una suerte de libido catectizada en la belleza
externa. La Histeria. El deseo de hacerse simptico- seala Debray R.- roza a todo aqul que
quiera consentir y prevenir los deseos del otro, a cualquier precio. La neurosis histrica es la
forma lmite del comportamiento indicial, como bsqueda perpetua de la buena impresin.
(Debray R. 1995.p.154).
Los consultorios empiezan a embotarse de formas de malestar que se arraigan y fortalecen en un
espiritu de poca marcado por la prdida de antiguas convicciones y por nuevas discursividades que
no se perfilan todava con claridad como soportes de la subjetividad (Rojas M.C., Sternbach
S.1995.p.136). El hombre posmoderno, sus contornos subjetivos son la clara manifestacin de las
relaciones reales en las que viven, lo ideal no es...ms que lo material traducido y traspuesto a la
cabeza del hombre (Marx C.1980.p.XX). El mal-estar humano es, releyendo a Freud, un malestar de
la cultura. La cultura entendida no simplemete como la produccin o el escenario conjuntivo y
entrecruzado de la creacin esttica y tica de grupos relativamente exiguos de la sociedad. Ni tan
siquiera la cultura entendida como la produccin espiritual de todos los sectores sociales. Estoy hablando de la cultura como la estructura real de la subjetividad del individuo, el referente potencial
de su libertad. Ser cultos para ser libres.
La imagen semiarquetpica de libertad catectizada en la figura del marino nos es devuelta en otros
mbitos de navegacin. Navegar por las autopistas de la informacin. Nos hace esta navegacin
marineros, nos hace libres?. Los psiclogos sabemos al menos de las concomitantes adictivas, y no
son las adicciones un indicador de libertad. Muy por el contrario. Simultaneamente a la revolucin
informtica, las sociedades posmodernas conocen una revolucin interior...en el momento en que el
crecimiento econmico se ahoga, el desarrollo psquico toma el relevo, en el momento en que la
informacin substituye la produccin, el consumo de conciencia se convierte en una nueva bulimia:
yoga, psicoanlisis, expresin corporal, zen, terapia primal, dinmica de grupo, meditacin
trascendental; a la inflacin econmica responde la inflacin psi y el formidable empuje narcicista que
engendra. (Lipovetsky G.1996.pp.53-54). Un paciente me explic la causa de su bsqueda
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incansable de un psiclogo con una imagen de Byron L: And now, Im alone. Upon the wide. The
wide sea. Otra vez el mar, la navegacin, la libertad con el alto costo de la soledad.
Todo nos viene preparando una muerte para el sujeto. El derrumbe del ruso-cialismo. Lacan y
Foucault. Y ahora, la interconcectividad administrada y amaestrada desde la misma filosfa, desde la
misma tica de la segregacin, del poder, del predominio. En todo caso, ahora hay una multiplicacin
del efecto de seduccin por las capacidades de maniobras sustitutas del sujeto y supraeficientes. A
pesar de su sensible modo de decir con la escritura. Considerando incluso su apego a lo espiritual, no
tengo muchas dudas de que ante una Pentium 2 con conexiones de fibra ptica, Sor Juana Ines de la
Cruz no hubiera vacilado en repetir sus hermosos versos:
Yo no puedo tenerte ni dejarte,
no s por qu al dejarte o al tenerte
se encuentra un no s qu para quererte
y muchos si s qu para olvidarte
Pero ms all de preferencias, temores y rechazos, el asunto central es el del encuentro o la perdida
de s mismo, de la mismidad y la otredad, en este proceso que requiere de una geografa para su
sujeto. Una geografa que permita la circunscripcin al entorno intrasubjetivo en un laberinto ilusorio
de alternativas pragmticas que se confunden con alternativas existenciales. Quin soy en el
ciberespacio?, dnde est mi cuerpo?. Los cuerpos se pierden en las fibras pticas, son
convertidos en una imagen (visual, auditiva, kinestsica) , y toda imagen es una estratgia (Debray
R. 1995.p.131). La estrategia de la globalizacin.
El crecimiento humano parece quedar atrapado e dos ejes fundamentales: informacin y globalizacin. La identidad, esa parbola que unifica en la mismidad y armoniza en la otredad, es
puesta a andar por una autopista en la que no hay yo y otros. Solo cada uno de todos los yo. El otro
es el yo virtual. Yo mismo que me desdoblo ante lo mio. Crculo potencialmente esquizodestructivo.
En la interconectividad me hablo a m mismo cual si hablara al y con otro. Siendo que para ser yo-otro
tengo que dejar de ser yo-yo. Mi otro es quien est en el lugar de mi yo. Yo estoy en el lugar del otro.
Lo sabemos: no hay sociedad informacional sin globalizacin. La sociedad mediolgica informacional
es condicin pre y pos de la globalizacin. Todo bien. Pero... dnde est el sujeto?, no el sujeto de
la globalizacin, sino el sujeto de la relacin, de la interconectividad. Si donde digo no soy, y donde
soy no digo, dnde tendr lugar el contacto, el vnculo?. Todos somos iguales es la ley primera
solamente donde la segunda ley es todos somos distintos.
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Nos llenamos de dudas. Simbiosis y ambigedad. El tema entonces es el que nos convoca en estos
das: Dejar de ser para crecer o no crecer para ser. Nosotros, los aqu presentes, posiblemente
ensayamos otro cuestionamiento. Nuestra respuesta afirmativa. No desde la metfora robtica de la
enajenacin, sino desde la construccin del desarrollo sostenible y sustentable. No desde la renuncia,
sino desde el humanismo crtico que sustenta las utopas y las prcticas emancipatorias: SER PARA
CRECER.
Muchas gracias.
BIBLIOGRAFIA
1. Bleicmar H. (1983) El narcisismo. Estudio sobre la enunciacin y la gramtica inconsciente. Buenas Aires.
Ediciones Nueva Visin. 2. Debray R. (1995) El Estado seductor. Las revoluciones mediolgicas del poder. Argentina. Manantial. 3. Daz E., Sotolongo P.L. (1997). Ernesto Che Guevara. tica y esttica de una existencia. Argentina. Laborde
Ediciones. 4. Dorfles G. (1969) Nuevos ritos. Nuevos mitos. Barcelona. Editorial Lumen. 5. Gore A. (1994) Entrevista. Revista Muy interesante. N 158. Julio. 6. Grande A (1996) El Edipo despus del Edipo. Agentina. Editorial Topa. 7. Guevara E. (1968) El socialismo y el hombre en Cuba. En: El Caimn Barbudo.Materiales de estudio. La
Habana. Imprenta nacional de la UJC. 8. Lipovetsky G. (1996) La era del vaco. Ensayos sobre el individualismo contemporaneo. Barcelo. Anagrama. 9. Marx C. (1980) El Capital. Crtica de la Economa Poltica. Tomo I. La Habana. Ciencias Sociales. 10. Mattelar A., Stourdze Y. (1984) Tecnologa, Cultura y Comunicacin. Barcelona. Editorial Mitre. 11. Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. (1985) La sociedad digital. Las nuevas tecnologas en el futuro
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Barcelona. Anagrama. 14. Quiroga A. P, (1994) Matrices de Aprendizaje. Constitucin del sujeto en el proceso de conocimiento.
Buenos Aires. Ediciones cinco.
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