Año 1 lapizlázuli vol i

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AÑO 1-VOL. I-DICIEMBRE 2015 REVISTA LAPIZLÁZULI (SCI-FI) ALL RIGHTS RESERVED- BUENOS AIRES, ARGENTINA

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REVISTA DE SCI-FI BUENOS AIRES, ARGENTINA, 2015 DIRECTORA: ILEANA ANDREA GÓMEZ GAVINOSER

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AÑO 1-VOL. I-DICIEMBRE 2015

REVISTA

LAPIZLÁZULI

(SCI-FI)

ALL RIGHTS RESERVED- BUENOS AIRES, ARGENTINA

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DIBUJO DE ILEANA ANDREA GÓMEZ GAVINOSER

(COPYRIGHT, 2015)

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ÍNDICE

PÁGINA 4 POSIBLE QUIMERA-CUENTO DE DIANA ROSÉS

Página 7 SEDOSA BRISA- CUENTO DE ELENA CANTO

PÁGINA 9- HISTORIETA: LISANDRO CIAMPAGNA-ILEANA ANDREA GÓMEZ GAVINOSER

PÁGINA 20- LA SALIDA-CUENTO DE MARÍA ANTONIA SASSI

PÁGINA 27-EL JARDÍN- CUENTO DE MARÍA ANTONIA SASSI

PÁGINA 29- LIMPIEZA-CUENTO DE ILEANA ANDREA GÓMEZ GAVINOSER

DIBUJOS DE ILEANA ANDREA GÓMEZ GAVINOSER (COPYRIGHT, 2015) ALL RIGHTS RESERVED.

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POSIBLE QUIMERA

(HALLAZGO DEL FRAGMENTO DE UN DIARIO)

DÍA 14, COORDENADA 16

Cuando mis coordenadas señalaban el ingreso a estas latitudes, me preguntaba con que diferencias me

enfrentaría. Sin embargo, a pesar de considerarme un gall, hice patas de arañas y me adentré, sin más en el

diezmado territorio.

Al principio, mientras exploraba las inmediaciones, todo parecía desolado y desértico. No existía nada que se

aproximara a las informaciones que había obtenido de mis congéneres sobre este sitio.

Poco a poco fui acercándome a unas cuevas holladas artificialmente en las cercanías de una corriente de

fluidos. No sabía entonces con que me encontraría, así que comencé a prepararme para enfrentar todo tipo de

vicisitudes. En eso, un gálibe pequeño y hediondo salió despavorido, seguramente ante mi presencia inadvertida, y

la rispa surgió de mis profundidades aleatorias cimbrando toda mi corporeidad evolucionada.

Después de trasladarme durante cierto tiempo por las inmediaciones, sin conseguir lo que estaba buscando,

comencé a sentir sonidos extraños, rumores cada vez más acentuados que se acercaban sin pausa. Hasta que

pude ver aparecer un grupo bastante compacto de seres que emitían sonidos sordos, perfectamente audibles y

movían desesperadamente sus extremidades muy delgadas y con las puntas deshilachadas en cinco partes. Las

cabezas, muy pequeñas y azoladas, mostraban un gran hueco profundo que se movía incesantemente y de donde

partían sonidos estridentes e inconexos, en definitiva, puro dispoteo brotaba de esas cavernas húmedas y

sonoras.

Me acerqué con un poco de recelo al que parecía el líder del grupo, para avisarle de la ecanástrofe que se

acercaba. Ciertamente parecían asustados, pues las esferas de su cara se abrían desmesuradamente.

Es hilarante todo lo que representan estos seres a tal punto que me dan ganas de digrafiarlos en el panel de la

nave a mi regreso.

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En verdad me resultan agradables. A todas luces parecen inteligentes, a `pesar de que la destrucción

de terrboro se debió a errores que ellos cometieron en el cuidado de su medio ambiente, acciones que llevaron a

cabo y que carecían de lógica. Eso ya es irremediable. Es necesario ahora, para salvar lo que queda, huferirlos.

Será difícil encontrar un lugar seguro donde resguardar lo que queda de esta raza. Seguro de ellos mismos, ya que

son su propio predador. Espero que el discurro que tengo preparado de resultado y pueda convencerlos.

En el aire se siente una suave sausale que me produce nostalgias. Mi hogar espera mi regreso y la ansiedad

inunda mi incorpórea existencia.

Breve glosario anexado al diario

Gall: individuo cobarde, poco atrevido.

Gálibe. único ratón sobreviviente del holocausto universal.

Rispa: alegría desmedida

Azoladas: coloración lograda en el cabello a partir del contacto con materiales

radioactivos.

Dispoteo: acción y efecto de decir disparates.

Ecanástrofe: advertencia ante la aproximación de una catástrofe.

Disgrafiar: poner en un gráfico la imagen de un ser humano.

Terréboro: denominación foránea del planeta tierra.

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Purimar: convencer a seres de inferior evolución de realizar una acción.

Huferir: extender la raza humana fuera del planeta.

Discurro: grupo de argumentos destinados a convencer sobre una necesidad urgente.

Sausale: sensación de aromas cálidos y tranquilizaDibujos de Ileana Andrea Gómez Gavinoser (Copyright)

: convencer a seres de inferior evolución de realizar una acción.

: extender la raza humana fuera del planeta.

: grupo de argumentos destinados a convencer sobre una necesidad urgente.

: sensación de aromas cálidos y tranquilizadores. Dibujos de Ileana Andrea Gómez Gavinoser (Copyright)

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Sedosa brisa

Aquella ciudad, atrapada en la neblina, despierta con la suave brisa del aleteo de la mariposa. Las aguas de sus

fuentes mueven el reflejado sol, que caprichoso, descansa y se mira el brillo.

Más allá del boulevar que atraviesa la ciudad, se levantan los edificios de forma puntiaguda. En ellos todo es gris

metálico, tan esfuminado que las palomas desprevenidas chocan y revientan contra la estructura

estrepitosamente. Las manchas sanguinolentas decoran los edificios, a la vez que los transeúntes levantan sus

miradas y se tapan los oídos. Luego siguen caminando por las calles de alquitrán. No se atreven a pisar las

blancas veredas por temor a ensuciarlas.

A quince cuadras del centro, con rumbo al oeste, la playa de arena bermeja empapa de color las pupilas en el

marco de un mar plomizo reverberando en sus burbujas. Olas lentas, tranquilas, mezclan el azúcar que las

alimenta arrastrando hasta la orilla una especie de crema lechosa, desvanecida al calor. Cada vez que las gordas

gaviotas ven un barco azucarero, vuelan en torno a éste para endulzar los furtivos picos.

Todo el paisaje costero se colorea de un tornasol que al llegar el mediodía, toma una tonalidad amarilla sedosa,

herida por algunas sombras. A esa hora la ciudad se mueve vertiginosa, los habitantes de Selenia corren tras sus

quehaceres; temen que la continuidad del tiempo los encierre en un futuro inacabable.

Luego de que el sol alcance su cúspide, comienza la tarde y, entonces, cae la eterna llovizna. Las gotitas pintan el

lugar de un rosicler ambiguo, romántico y fantasmal que disgusta a los habitantes de las casas. Apresurados,

ellos limpian las veredas para descubrir el blanco reluciente.

En esta dulce ciudad, una plaza maquilla de verde el lugar. La maravillosa belleza convoca todas las tardes a los

niños, para que escuchen extasiados, las melodías que propagan el roce de los yuyos. Son como cuchillas

afilándose, chirriando de alegría por ser mecidas por la brisa. Allí, nada hay, salvo caminitos blancos que recorren

el terreno.

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El sol cae; las criaturas retornan don de los esperan sus padres. Pronto, el lugar dormirá bajo el revoloteo de la

mariposa.

Elena Canto (copyrigth)

El sol cae; las criaturas retornan don de los esperan sus padres. Pronto, el lugar dormirá bajo el revoloteo de la

dibujos de Ileana A. Gó

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El sol cae; las criaturas retornan don de los esperan sus padres. Pronto, el lugar dormirá bajo el revoloteo de la

ómez Gavinoser

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Dibujos de Ileana Andrea Gómez Gavinoser (Copyright)

HISTORIETA: "TERMINAL"

GUION: LISANDRO CIAMPAGNA (COPYRIGHT)-DIBUJOS: ILEANA

ANDREA GÓMEZ GAVINOSER

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LA SALIDA

Al despertar en la mañana, mis ojos conservaban aún el gris noctámbulo en mis retinas.

La luz fue cubriendo totalmente el espacio a través de una rectangular raja de tamaño mediano que en una de las

paredes permitía que se filtrase un matiz tornasolado.

Miré con estupor los muros inanimados de color blanco, la biblioteca de estanterías solitarias.

Comencé a recordar el motivo por el que me encontraba allí.

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La tarde anterior subí al viejo desván para acondicionarlo como biblioteca; habían pasado apenas dos meses de mi

mudanza. Mi anterior vivienda era demasiado grande y decidí trasladarme a un ambiente con entrepiso. Necesitaba un

espacio donde encontrar una salida a mis pesares y pensé que cambiar la geografía me resultaría útil.

Sin darme cuenta me quedé dormida sobre un sillón antiguo, único adorno de la habitación.

En el ángulo que conforman dos paredes una rectangular mesita, pequeña

y, sobre ella, un cuaderno y una lapicera, como aguardando el desliz suave de la tinta sobre el universo en blanco del

poeta.

Me incorporé, me dirigí hacia la única puerta y traté vanamente de abrirla. Busqué en mis bolsillos las llaves, pero

recordé haberlas dejado en el llavero junto a la puerta de entrada en la planta inferior.

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Traté de sortear ese inconveniente inesperado y absurdo. Mis sentidos auditivos percibían un tintineo en la habitación,

hurgué detrás del sillón, debajo del mismo, en los estantes de la biblioteca, pero todo fue inútil.

Mientras tanto pensé y detuve mi mirada en todos los objetos y rincones: una columna de hormiguitas pequeñas

descendía desde el cielorraso de pino por la pared y se filtraba por la abertura entre la puerta y el piso.

Continué percibiendo un golpeteo casi imperceptible que producía un sonido leve.

Me senté a observar las posibilidades de salir del encierro. En una de las esquinas entre el techo y las paredes una

araña posaba en su tela

Sin apresurarme me senté en la silla, tomé el cuaderno e intenté la redacción de un poema, pero me sentía

prisionera, tenía una sensación de opresión en aquel ambiente, aumentada por la pérdida de las llaves que provocaban mi

encierro.

Alcé mis ojos, retiré la mesa hacia el centro pues el arácnido con sus velludas patas tejía apresuradamente su seda

invadiendo el espacio.

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Sus múltiples ojos fijaban su mirada en mí. Un desliz suave detrás de la abertura. Desde mi sitio pedí ayuda, pero los

pasos se alejaron junto con el sonido inconfundible de las llaves.

Tras el cristal anochecía; la pesadumbre se apoderó de mí. Retrocedí más y más ya no tenía espacio; me encontraba

aprisionada entre la pared y el inmenso panóptico de seda que el artrópodo tejía sin cesar. Desde su sitio de centinela

controlaba a sus

presas.

Mis fuerzas decaían, la respiración era lenta, mi torso cerraba el paso del aire, un color amarrillo intenso pintaba el

cuerpo del insecto que al moverse tintineaba metálicamente.

Necesité con urgencia salir de mi encierro, de mi celda, quebrar las ataduras, traspasar el umbral, conducir por

nuevas autopistas mi existencia.

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La placa de madera se entreabrió y una mujer calzada con mis pantuflas y mi camisón se dibujó en el enmarcado

hueco. Le imploré con angustia, con escasa voz que matara a mi opresora. No respondió a mi ruego. Intercambiaron

miradas cómplices y se alejó.

MARÍA ANTONIA SASSI

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DIBUJO:ILEANA ANDREA GÓMEZ GAVINOSER (COPYRIGHT)

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DIBUJO:ILEANA ANDREA GÓMEZ GAVINOSER (COPYRIGHT)

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EL JARDÍN

Perdido en el perímetro cuadrangular de un suburbio, desorientado, a la deriva, en el día de Ayer, sí precisamente

ayer. Anochecía, transitaba sin imaginar mi destino. La brisa helada endurecía mi semblante, agrietaba mis manos, mis

labios. La oscuridad cerró mis ojos ¿Quién tocó mi hombro? Todo mi cuerpo se estremeció, el temor me paralizó, como

una balanza pesada su brazo traspasó mi ahuecado brazo, inducía mis pasos: yo no me oponía, se convirtió en mi guía,

conducía e indicaba el sendero del

rumbo incierto.

Fijé mis ojos indagando en la cerrada noche. Sólo divisaba las estrellas, pero una

luz lejana sin darme cuenta se encendió. Adelanté unos pasos, penetré en un jardín en

que había asomado la primavera. Las flores acuáticas en ambos lados de los senderos

donde yo caminaba parecían querer devorarme; despedían un olor especial, húmedo,

cuando advertí que una de ellas se desplazaba acariciando las aguas del estanque,

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clavó su profunda mirada en mí.

Me sentí atraído, me sumergí en las aguas, como una bella sirena me aguardaba con sus dos pétalos enormes; me

abrazaron, me sujetaron, me encerraron en su seno

unos minutos para soltarme después. Mi silueta se reflejó en las transparentes aguas, yo convertido en pez. Juego en el

lago artificial del jardín. mi curvilínea silueta se eleva en el aire una y otra vez, dando volteretas, ensayando la danza diaria

y allí está él que me observa desde arriba.

MARÍA ANTONIA SASSI

(COPYRIGHT)

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Limpieza

Dudley pidió la escoba de barrer. Hacía mucho que no tenía que limpiar los sesos de la

prisionera. Dudley era una máquina muy previsora y no conocía el desastre de afuera. Sólo tenía

que limpiar los desechos y dejar limpio el piso de la cárcel. Igualmente no sintió nada cuando le

arrancaron la última tuerca, el último microchip. Ni siquiera sintió que alguien se estaba vengando

de él mientras quedaban esparcidas las piezas en el piso de la cárcel. Luego, ese alguien cerró la

reja para siempre detrás de sí.

ILEANA ANDREA GÓMEZ GAVINOSER (COPYRIGHT)

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