anne roe

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Cuando el bebe entra en posición depresiva y siente que ha destruido omnipotentemente a su madre, su culpa y desesperación por haberla perdido le despiertan el deseo de restaurarla y recrearla para recuperarla externa e internamente. Surgen los mismos deseos reparatorios en relación con otros objetos amados, tanto externos como internos. Los impulsos reparatorios hacen progresar la integración. El conflicto entre amor y odio se agudiza, y el amor se ocupa activamente tanto de controlar la destructividad como de reparar y restaurar el daño realizado. En el deseo y la capacidad de restaurar al objeto bueno, interno y externo, se basa la capacidad del yo para conservar el amor y las relaciones a través de conflictos y dificultades. También las actividades creadoras se basan en el deseo del bebe de restaurar y recrear su felicidad perdida, sus objetos internos perdidos y la armonía de su mundo interno. Las fantasías y actividades reparatorias resuelven las ansiedades de la posición depresiva. Repetidas experiencias de pérdida y recuperación del objeto reducen la intensidad de la ansiedad depresiva. La reaparición de la madre tras sus ausencias, que para el bebe equivalen a la muerte, y el amor y cuidados constantes de su ambiente, le hacen advertir mejor la resistencia de sus objetos externos y temer menos los efectos omnipotentes de los ataques que les hace en sus fantasías. Al crecer él mismo y restaurar a sus objetos se acrecienta su confianza en su propio amor, en su propia capacidad de restaurar su objeto interno y de conservarlo como objeto bueno incluso mientras los objetos externos le exponen a experiencias de privación. Esto a su vez lo capacita para soportar la privación sin que lo abrume el odio. Además, su propio odio le aterra menos al aumentar su confianza en que su amor pueda restaurar lo que su odio ha destruido. La repetición de experiencias de pérdida y recuperación (sentidas como destrucción causada por el odio, y como recreación producida por el amor), hace que

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Cuando el bebe entra en posición depresiva y siente que ha destruido omnipotentemente a su madre, su culpa y desesperación por haberla perdido le despiertan el deseo de restaurarla y recrearla para recuperarla externa e internamente. Surgen los mismos deseos reparatorios en relación con otros objetos amados, tanto externos como internos. Los impulsos reparatorios hacen progresar la integración. El conflicto entre amor y odio se agudiza, y el amor se ocupa activamente tanto de controlar la destructividad como de reparar y restaurar el daño realizado. En el deseo y la capacidad de restaurar al objeto bueno, interno y externo, se basa la capacidad del yo para conservar el amor y las relaciones a través de conflictos y dificultades. También las actividades creadoras se basan en el deseo del bebe de restaurar y recrear su felicidad perdida, sus objetos internos perdidos y la armonía de su mundo interno.

Las fantasías y actividades reparatorias resuelven las ansiedades de la posición depresiva. Repetidas experiencias de pérdida y recuperación del objeto reducen la intensidad de la ansiedad depresiva. La reaparición de la madre tras sus ausencias, que para el bebe equivalen a la muerte, y el amor y cuidados constantes de su ambiente, le hacen advertir mejor la resistencia de sus objetos externos y temer menos los efectos omnipotentes de los ataques que les hace en sus fantasías. Al crecer él mismo y restaurar a sus objetos se acrecienta su confianza en su propio amor, en su propia capacidad de restaurar su objeto interno y de conservarlo como objeto bueno incluso mientras los objetos externos le exponen a experiencias deprivación.

Esto a su vez lo capacita para soportar la privación sin que lo abrume el odio. Además, su propio odio le aterra menos al aumentar su confianza en que su amor pueda restaurar lo que su odio ha destruido. La repetición de experiencias de pérdida y recuperación (sentidas como destrucción causada por el odio, y como recreación producida por el amor), hace que gradualmente el objeto bueno se vaya asimilando al yo. Pues en la medida en que el yo ha restaurado y recreado internamente al objeto, éste le pertenece cada vez más; el yo puede asimilarlo y el objeto contribuye a su desarrollo. De ahí el enriquecimiento del yo a través del proceso de duelo. Simultáneamente con estos cambios afectivos, la mayor destreza y capacidad para las actividades externas reales proporciona repetidos reaseguramientos sobre las capacidades reparatorias del yo. En la cúspide de los impulsos reparatorios se utiliza más la prueba de realidad: el bebe observa con preocupación y ansiedad qué efecto tienen sus fantasías sobre los objetos externos, y una parte importante de su reparación consiste en aprender a renunciar al control omnipotente de su objeto y aceptarlo como realmente es.

Ilustraré mediante un sueño algunos aspectos de la reparación, especialmente en relación con los objetos internos. El sueño pertenece a una maníaco-depresiva, quien lo soñó en una época en que sintiéndose mucho mejor después de varios años de análisis, estaba considerando la posibilidad de finalizarlo.

Soñó que iba al trabajo en su automóvil. En este punto del sueño sentía cierta ansiedad porque se había cortado la corriente eléctrica, pero se daba cuenta de que tenía una pila portátil propia y que la batería funcionaba. Al llegar al trabajo, esperó que apareciera un médico para ayudarla, pero cuando éste apareció resultó, que no podía ayudarla porque

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tenía un brazo en cabestrillo. Poco a poco advertía que el trabajo que se suponía debía hacer era abrir una enorme fosa común. Comenzaba a cavar sola a la luz de su pequeña pila, y mientras cavaba se iba dando cuenta de que no todos los que estaban enterrados en la fosa estaban muertos. Además, y esto la alentaba mucho, los que aún vivían inmediatamente se ponían a cavar con ella. Al final del sueño sentía intensamente que había logrado dos cosas: una era que había rescatado de. Esa fosa comun a todos los que aún vivían, y todos se habían puesto a ayudarla; la otra, que los muertos podían ahora salir de la tumba anónima y (esto en el sueño le pareció muy importante)recibir adecuada sepultura con sus nombres sobre la tumba.

En algún momento del sueño había pensado que todas las víctimas de la fosa eran mujeres.

Una de sus asociaciones con la fosa común fue ésta: había leído un libro sobre e l ghetto de Varsovia. Es imposible transcribir aquí todas sus asociaciones, y ésta en particular tenía una larga historia. Su madre era en parte judía, y su antisemitismo inconsciente había surgido muchas veces durante el análisis. Ya antes habían aparecido con frecuencia fosas comunes o multitud de cadáveres, por lo general asociados con ataques asesinos a la madre y a mi en la situación edípica. El médico del brazo roto se vinculaba con su vida actual a través de muchas asociaciones, pero representaba principalmente a su padre, castrado por ella en la situación edípica temprana e incapaz de ayudarla a restaurar a la madre. El corte de la corriente eléctrica representaba la terminación del tratamiento, y asoció su propia pila portátil con su propio insight, adquirido a través del análisis.

En pocas palabras, este sueño representaba para ella la resolución gradual de sus ansiedades depresivas. Ir a trabajar con su pequeña pila significaba enfrentar sola su situación depresiva en todos sus alcances, enfrentar sus rencorosos ataques a su madre y a toda figura materna, causantes de la fosacomún en su interior, la depresión anónima de la época en que no sabía por quién estaba de duelo. En este sueño el trabajo de duelo consistía en rescatar y restaurar lo que podía ser rescatado y restaurado. Los objetos restaurados en seguida se ponían a ayudarla; o sea, ahora asimilaba los objetos que primero había destruido y luego restaurado, y dichos objetos fortalecían su yo.

Pero no podía restaurar todo lo destruido. Debía enfrentar también las situaciones en que el objeto realmente estaba muerto, como muchos de sus parientes, y las situaciones en que se sentía autora de un daño irreparable. Y aquí lo más significativo era el hecho de nombrar y enterrar adecuadamente cada una de esas situaciones y personas, lo que representaba reconocerlas y hacer el duelo por ellas sin negación, sin dejarlas con una fosa común. Al darles adecuada sepultura podría llegar a renunciar a dichas personas y no necesitaría mantenerlas mágicamente vivas, de modo que su libido quedaría libre de su fijación en ellas.

Hay, sin embargo, un elemento negativo del sueño que indica una organización maníaca aún activa. Dicho elemento es la insistencia de la paciente en que tenía que hacerlo "todo sola". Esto no es sólo su reconocimiento de que necesita independizarse del análisis, es también una insistencia en su propia omnipotencia. La figura paterna del sueño sigue castrada y no se le permite ayudar. La paciente debe restaurar sola a su madre, sin ninguna

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ayuda del padre, clara indicación de futuras dificultades en relación con la situación edipica, que requiere la restauración de la pareja parental.

Como dije en el capítulo anterior, la reparación misma puede formar parte de las defensas maníacas. En ese caso se intenta reparar al objeto en forma maníaca y omnipotente. Entonces se lo puede tratar parcialmente como objeto de preocupación. Pero la reparación maníaca y no maníaca, tienen diferencias muy importantes. La reparación propiamente dicha apenas puede considerarse una defensa, ya que se basa en el reconocimiento de la realidad psíquica, en la vivencia del dolor que esta realidad causa, y en la adopción de una acción adecuada para remediarla en la fantasía y en la realidad. En realidad es justamente lo opuesto a una defensa ; es un mecanismo de gran importancia para el desarrollo del yo y para su adaptación a la realidad.

La reparación maníaca es una defensa en la medida en que su fin es reparar al objeto sin que aparezcan sentimientos de culpa o de pérdida. Un rasgo esencial de la reparación maníaca es que se debe realizar sin reconocer la culpa, y por consiguiente en condiciones especiales. En primer lugar, la reparación maníaca no se dirige nunca a los objetos originales o a los objetos internos, sino siempre a objetos más remotos ; en segundo lugar, es necesario no sentir que uno mismo dañó al objeto destinatario de la reparación; en tercer lugar, se siente al objeto inferior, dependiente, y más profundamente, despreciable.

No puede haber verdadero amor ni valoración del objeto u objetos que se reparan, porque esto amenazaría el retorno de verdaderos sentimientos depresivos. La reparación maníaca no puede completarse nunca porque, de completarse, el objeto plenamente restaurado se haría nuevamente digno de amor y aprecio, y libre del control omnipotente y del desprecio del maníaco. Restaurado plenamente a la independencia y dotado otra vez de valor, se expondría una vez más a ser atacado de inmediato con odio y desprecio.

Por todo esto, la reparación maníaca no consigue lo que se proponía: aliviar la culpa subyacente, y no proporciona una satisfacción duradera. Inconscientemente, y a veces conscientemente, se trata a los objetos a los que se está reparando con odio y desprecio, siempre parecen ingratos y por lo menos inconscientemente se los teme como perseguidores potenciales.

A veces se puede observar este tipo de reparación maníaca en las instituciones de beneficencia, cuando sus organizadores creen dispensar caridad y reparación a gentes indignas e ingratas, a las que sienten esencialmente malas y peligrosas. Quisiera mostrar el pasaje gradual de la reparación maníaca a la verdadera reparación con material de Ann, una paciente de cuatro años. Las sesiones que deseo describir tuvieron lugar pocos días antes de las vacaciones de verano, en una época en que el material de Ann giraba especialmente alrededor de sus ataques a mí y su necesidad de reparar. Mi partida por las vacaciones representaba para ella el coito parental y el embarazo materno. En sus juegos, la caja de pinturas había llegado a representar principalmente el pecho de su madre, y el cajón en que yo guardaba sus juguetes el cuerpo de su madre lleno de bebes. En los días anteriores a las dos sesiones que voy a describir había atacado furiosamente la caja de pinturas, sacando las pinturas con un cuchillo, mezclándolas y disolviéndolas en agua. Después utilizaba el agua sucia y coloreada para "ahogar" a los juguetes del cajón. Esto se le interpretó

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principalmente como representación de que atacaba al pecho de su madre con dientes y uñas, lo agujereaba, hacía de él un "revoltijo" y usaba la leche hecha un "revoltijo" y convertida en orina y heces para atacar el cuerpo de su madre, hacer un "revoltijo" con los nuevos bebes y ahogarlos. Se sentía impulsada a atacar por la privación que le traían las vacaciones, y por sus celos y envidia al imaginar que yo, representante de su madre, me iría de viaje para tener relaciones sexuales y más bebes.

Un aspecto importante de esta situación agresiva era cómo Ann atacaba mis palabras. O ahogaba mis palabras chillando ycantando, o gritaba repitiéndolas sin sentido, cortándolas en sílabas o gritando "bla, bla, bla". Le interpreté este ataque a mis palabras como equivalente de un ataque a mordiscos al pecho de la madre y a veces al coito parental, y sus chillidos y gritos de "bla, bla, bla" como soltar heces malas y arrojármelas.

Hacia el final de una de las sesiones me pidió que le dibujara una nenita, Dijo que la nenita era Ann y que ella le pintaría la cola. Puso entonces una masa enorme de pintura marrón por todo el dibujo y entre las piernas de la nenita. Cuando le interpreté esto como las "cacas" que hacía a partir de la comida ingerida, pintó rápidamente una masa marrón similar que salia de la cabeza de la nenita. Pude interpretarle entonces que, cuando me odiaba, hacía en su cabeza con mis palabras lo que sentía que hacía en su "pancita" con la comida de mamá. Confirmó esto diciendo que "bla, bla, bla" era en realidad "plop, plop" (su palabra para heces).

En la sesión siguiente predominó la reparación maníaca. En cuanto entró en la habitación se dirigió a la caja de pinturas y advirtió que ahora estaba inutilizable. Me preguntó si le había traído una caja nueva y al ver que no, la llevó a la pileta y me dijo: "Tienes que arreglarla muy rápido y dejarla exactamente como estaba antes". Trajo un poco de cola blanca en polvo, puso algo de cola en los agujeros donde antes habían estado las pinturas, pero advirtió que esto no serviría, y dijo: "Hazlo tú en mi lugar, pero muy rápido, yo me encargaré de cantar". Mientras yo llenaba los agujeros con polvo blanco y un poco de agua, y derramaba lo que quedaba de pintura para colorear el polvo, ella saltaba de un pie a otro, cantando a voz en cuello: "¡A trabajar, comadrejita, que es fácil de arreglar!", excitándose cada vez más y gritándome que me apurara.

Aceptó inmediatamente mi interpretación de que yo debía hacerlo mágicamente y dijo que su canto era un encantamiento y que la magia era muy rápida.

Quería una reparación rápida y mágica, y la caja "exactamente como antes", para poder negar la culpa y la pérdida; la reparación debía ser tan veloz y completa que ella no tendría tiempo de hacer el duelo ni de sentirse culpable. La reparación que yo podía hacer a la caja evidentemente no resultaba lo bastante mágica como para satisfacer sus necesidades. Varias veces interrumpió su canto y simuló dormirse, pues no quería ver la destrucción de la caja de pinturas, mientras yo la reparaba con relativa lentitud. Quería encontrar todo mágicamente restaurado al despertar, pero su ansiedad e impaciencia le impedían dormirse, y tras uno o dos minutos corría otra vez a la pileta y echaba un vistazo a la caja de pinturas.

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Bajo la excitación iba surgiendo la ira. Una y otra vez me sacaba de la mano la caja, creyendo poder arreglarla más rápido; se enfurecía después con la caja, la lavaba, con lo quequitaba el trabajo ya realizado, me la devolvía, y después se enfurecía conmigo por no arreglarla más rápido. Me controlaba todo el tiempo y me gritaba cada vez más enojada. Su enojo con la caja representaba su enojo con el objeto atacado original: con el pecho de su madre que, por no dejarse reparar rápidamente, la exponía a dolorosos sentimientos de pérdida y culpa, y por consiguiente provocaba otra arremetida del odio. Su relación conmigo era compleja. En primer lugar, quería negar su dependencia de mí, y anhelaba reparar la caja con su propia magia. Sin embargo se sentía impulsada a buscarmi ayuda. Pero sólo podía utilizar mi ayuda tratándome como objeto parcial, totalmente controlado por ella. Mi impresión es que yo, como objeto parcial, representaba al padre, con cuya ayuda Ann quería reparar mágicamente a la madre. Pero debía controlar completamente a este objeto que necesitaba l utilizaba para reparar, y lo odiaba cada vez más porque no podía controlarlo y utilizarlo como quería. Además, tanto yo como la caja le resultábamos cada vez más persecutorias; como me dotaba de poderes mágicos, le parecía que yo a propósito no reparaba la caja como ella quería, por despecho y en retaliación de sus empecinados esfuerzos por controlarme.

A lo largo de esta sesión fue atacando mís palabras cada vez más frenéticamente. Esto era fácil de comprender: Ann sentía que al hablar e interpretar, yo que mostraba mi existencia independiente como persona total, con pensamientos e ideas propios, y de cuya ayuda ella misma dependía, mientras ella quería que yo sólo fuera un objeto parcial completamente controlado.

Además, mis interpretaciones, al vincular sus actividades reparatorias con el daño anterior inferido a la caja, la enfrentaban con la verdad misma que Quería evitar: necesitaba reparar porque antes había agredido. Como su reparación estaba destinada a negar esto, mis interpretaciones no le parecían una ayuda, sino una constante interferencia con sus actividades reparatorias mágicas. Pero con el transcurso de la hora se fue tranquilizando y hasta pudo prestar atención a una interpretación completa , en la que traté de vincular sus actividades y sentimientos actuales con la sesión anterior y con las vacaciones inminentes.

La sesión siguiente muestra un cambio total en su estado de ánimo, con retroceso de los mecanismos maníacos y aparición de la verdadera reparación. En cuanto entró en la habitación volvió a dirigirse a la caja, la abrió, suspiró ligeramente y dijo: Es una lástima que esté tan estropeada!", después se volvió hacia mí y me dijo : "Tratemos de arreglarla juntas".

Esta vez no insistió en la velocidad de la reparación ni tampoco pretendió que la caja quedara exactamente igual que antes. Con el polvo blanco, agua y algo de pintura que aún quedaba nos ingeniamos para recuperar bastante sustancia coloreada como para utilizar la caja de pinturas un día más.

Después se sentó a la mesa , pidió papel, y se puso a pintar una casa . Como aún no podía pintar sola una casa completa, me pidió ayuda. Me pidió también lápices para compensar la escasa pintura. De este modo, en parte dibujó y en parte pintó una casa. Dijo que era una

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casa hermosa y me pidió que le dibujara alrededor el contorno de otra casa, más grande. Le pregunté si pensaba que la casita dentro de la casa grande era ella misma dentro de mamá, pero Ann me mostró el techo puntiagudo de la casita y me dijo con gran convicción que la casa era papá dentro de mamá. Pude interpretarle entonces que relarar la caja de pinturas significaba reparar el cuerpo de mamá; ella sentía que para hacerlo necesitaba la ayuda de papá (representado por mí) . La casa - -papá dentro de la casamamá representaba a mamá y papá reparados y restituidos eluno al otro; papá curaba a mamá y le da ha nuevos bebes. EntoncesAnn dio vuelta la hoja del revés, me mostró cómo estaba manchada por la pintura marrón que ella había derramado previamente sobre la mesa, y dijo " Otra vez está todo hecho un revoltijo". Le interpreté que en cuanto permitía a papá curar a mamá estando con ella y dentro de ella volvía a sentirse celosa y quería arrojarles sus " cacas " y convertirlos en un "revoltijo". Pidió más lápices y quiso dibujar más casas.

Mientras dibujábamos y pintábamos las casas dejó caer varias veces papelitos y virutas del lápiz sobre mi vestido, limpiándome cuidadosamente cada vez. Siempre que lo hacía decía casi riendo : ": Pero, otra vez hice lo mismo! A cada rato tenemos que volver a limpiar". Con esto me dio oportunidad de ínterpretarle directamente en la transferencia cómo me atacaba repetidamente y cuánta era la tarea de reparación con que se veía enfrentada si quería que yo siguiera siendo para ella una buena analista. Después de un rato, pintó un dibujo. impreso y me pidió ayuda para nombrar los colores, que quería memorizar.

Pude interpretarle entonces que yo representaba a su padre, cuya ayuda necesitaba para restaurar a su madre interna y ordenar su mundo interno; y su pedido de nombrar los colores era un reconocimiento de que la verdadera ayuda que yo podía brindarle era nombrar los diferentes sentimientos que tenía dentro, ayudándola a conocerlos, a diferenciarlos, y por consiguiente a sentirse más capaz de controlarlos.

Como se ve, esta sesión contrasta completamente con la anterior. También aquí Ann se ocupaba de reparar la caja (representante de su madre), utilizando la ayuda de la analista, (representante del padre). Pero mientras en la sesión anterior la reparación era mágica, y se basaba en la negación completa de la culpa y preocupación, con desconsideración hacia la madre como objeto de reparación y tratando al padre como objeto parcial, en esta sesión reparaba porque había vivenciado la culpa y la pérdida. Comenzó diciendo que era una lástima que la caja estuviera estropeada, Con este cambio se modificó también su actitud hacia mí; me aceptó como persona total- papá- , que las reparaba a eIla y a la madre, y la ayudaba a ella misma a reparar cuanto pudiera. Reconocía ahora que necesitaba a ambos padres y dependía de ellos, y que necesitaba restaurar a ambos y contar con su ayuda en el proceso de reparación.

Al mismo tiempo, no sólo reconocía su agresión pasada sino también su agresión actual y constante. Cuando permitió a los padres juntarse, representados por las dos casas, la agresión irrumpió nuevamente. Al reconocer la realidad psíquica de sus celos y sentimientos agresivos reconoció también que la reparación es una tarea difícil. Cuando jugó a tirarme las virutas de lápiz y limpiarme luego, admitió que la batalla contra su agresión debía proseguir constantemente y que no podía ganarla mágicamente de una vez para siempre. Al mismo tiempo se dio cuenta de que reconocer la realidad psíquica resulta

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una ayuda. Hubo aquí completo insight en que la ayuda de la analista no consistía en darle pinturas nuevas, papel, o • "b" deci '1 etcetera, sino en nombrar ,es decir, en capacitar a para ordenar sus sentimientos e impulsos y sus relaciones con figuras externas e internas. El progreso de Ann entre estas dos sesiones fue crucial, pues la capacitó para renunciar, por lo menos por el momento, al empleo mágico de su análisis, en pro de una utilización más realista y con más insight.

Es interesante señalar que tanto el sueño de la paciente adulta como el material de la niñita introducen el " nombrar " como un elemento importante para la reparación. "Nombrar" representa en ambos casos aceptar la realidad, elemento fundamental para la verdadera reparación, ausente en la reparación maniaca, La aceptación de la realidad psíquica trae consigo la renuncia a la omnipotencia y a la magia, la disminución de la escisión y la remoción de la identificación proyectiva. Significa aceptar la idea de que es un individuo separado de los padres y diferente de ellos, con todos los conflictos que esto acarrea. Implica también , como parte de la reparación, permitir que los propios objetos sean libres y se amen y restauren mutuamente sin depender de uno. Cuando la reparación forma parte de defensas maniacas contra ansiedad es depresivas, faltan todos o casi todos estos elementos.