Anne McCaffrey - Pern 01 - El Vuelo Del Dragon - V1.0

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    ANNE McCAFFREY

    EL VUELO

    DEL DRAGN

    EDICIONES ACERVOApartado 5319 - Julio Verne, 5-7

    BARCELONA, 6

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    Ttulo de la obra original:

    DRAGONFLIGHT

    Versin espaola de JOS M. AROCA

    Sobrecubierta:EL CUBRI

    ANNE McCAFFREY, 1968EDICIONES ACERVO, BARCELONA

    Printed in Spain

    ISBN: 84-7002-215-6

    Depsito Legal: B. 13.781 1977

    Grficas Lorente, Ciudad, 13. Barcelona-2

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    DEDICATORIA

    Querido Dios,S, existe una Virginia que me ayud a crear

    este planeta y las maravillas que encierra. Y porlocual te doy las gracias.

    AMJ

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    INDICE

    Introduccin............................................ 5Primera Parte

    LA BSQUEDA DEL WEYR............................. 7

    Segunda Parte

    EL VUELO DEL DRAGN ............................. 63

    Tercera Parte

    CAE POLVO ..........................................104

    Cuarta parte

    EL FRO INTER ......................................154

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    INTRODUCCIN

    Cundo una leyenda es leyenda? Por qu unmito es un mito? Cun antiguo y desusado tieneque ser un hecho para ser relegado a la categorade Cuento de hadas? Y por qu determinadoshechos permanecen incontrovertibles en tantoque otros pierden su validez para asumir un ca-rcter gastado e inestable?

    Rukbat, en el sector de Sagitario, era una es-trella dorada tipo G. Tena cinco planetas y unoextraviado que haba atrado y retenido en el re-

    ciente milenio. Su tercer planeta estaba envueltopor aire que el hombre poda respirar, decantabaagua que el hombre poda beber, y posea unagravedad que permita al hombre andar confia-damente erecto. Los hombres lo descubrieron y

    no tardaron en colonizarlo. Hacan eso con todosos planetas habitables, y luego bien por insen-sibilidad o a travs del colapso del Imperio, loscolonos nunca lo descubrieron y eventualmentese olvidaron de preguntarlo dejaban que las co-onias se las arreglaran por s mismas.Cuando los hombres se establecieron por pri-

    mera vez en el tercer mundo de Rukbat y lo lla-maron Pern, apenas se haban fijado en el extra-

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    o planeta que giraba alrededor del que elloshaban adoptado en una rbita elptica descabe-ladamente errtica. Al cabo de unas cuantas ge-neraciones haban olvidado su existencia. La ab-

    surda rbita del planeta errante le acercaba a suhermanastro cada doscientos aos (terrestres)en el perihelio.

    Cuando los aspectos eran armnicos y la con-juncin con su planeta hermano lo bastante

    prxima, como ocurra a menudo, la vida indge-na del planeta errante trataba de salvar el abis-mo espacial hasta el planeta ms templado yhospitalario.

    Durante la frentica lucha para combatir aque-la amenaza que caa a travs de los cielos de

    Pern como hebras plateadas, el tenue contactode Pern con el planeta madre qued roto. Los re-cuerdos de la Tierra se alejaron un poco ms dea historia pernesa con cada generacin sucesiva,hasta que la memoria de sus orgenes degener,

    ms all de leyenda o mito, en olvido.Para prevenir las incursiones de las temidasHebras, los perneses, con la inventiva de sus ol-vidados antecesores terrqueos, desarrollaronuna variedad altamente especializada de formade vida indgena de su planeta adoptado. Loshumanos que posean un elevado nivel de empa-ta y cierta capacidad teleptica congnita fueronadiestrados para utilizar y conservar este singular

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    animal, cuya capacidad de teleportacin era degran valor en la ardua lucha para mantener aPern libre de Hebras.

    Los alados, rabudos y escupefuego dragones

    (bautizados con ese nombre a causa de los le-gendarios animales terrestres a los cuales se pa-recan), sus jinetes, una raza aparte, y la amena-za a la que combatan, crearon un grupo entera-mente nuevo de leyendas y mitos.

    Una vez a salvo de todo peligro inminente, Pernestableci un sistema de vida ms cmodo. Losdescendientes de los hroes cayeron en desgra-cia, como las leyendas caen en descrdito.

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    PRIMERA PARTE

    LA BSQUEDA DEL WEYR

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    Tambor redobla y flautista sopla,arpista toca y soldado marcha.

    Libera la llama y quema las hierbasHasta que haya pasado la Estrella Roja.

    Lessa despert, fra. Fra con algo ms que lafrialdad de las perpetuamente viscosas paredes

    de piedra. Fra con la presciencia de un peligroms intenso que el que la haba enviado, hacadiez Revoluciones enteras, gimiendo de terror, aocultarse en la fragante madriguera del wherguardin.

    Rgida a causa de la concentracin, Lessa yacaen la paja de la olorosa quesera que compartacomo dormitorio con los otros marmitones. En elominoso portento haba un apremio distinto acualquier otra advertencia. Capt la vigilancia delwher guardin, bambolendose en sus rondas enel patio. Daba vueltas en torno al estrangulantemite de su cadena. Estaba desvelado, pero indi-ferente a algo anormal que acechaba en la oscu-

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    ridad que preceda al amanecer.Lessa se enrosc en un apretado nudo de hue-

    sos, abrazndose a s misma para aliviar la ten-sin a travs de sus tensos hombros. Luego,

    obligndose a relajarse, msculo por msculo,articulacin por articulacin, trat de percibir lasutil amenaza que poda angustiarla a ella, sinnquietar al sensible wher guardin.El peligro no estaba concretamente dentro de

    as murallas del Fuerte de Ruatha. Ni se acercabaal enlosado permetro exterior del Fuerte, dondea implacable hierba se haba abierto paso a tra-vs del antiguo hormign, verde testigo del dete-rioro del otrora Fuerte de piedra limpia. El peligrono avanzaba por el ahora poco utilizado estribe-

    rn que ascenda del valle, ni acechaba en las vi-viendas de piedra de los artesanos al pie delacantilado del Fuerte. No perfumaba al vientoque soplaba desde las fras playas de Tillek. Pero,sin embargo, percuta agudamente a travs de

    os sentidos de Lessa, haciendo vibrar todos losnervios de su delgada figura. Completamentedesvelada, trat de identificarlo antes de que supresciencia se desvaneciera. Se proyect al exte-rior hacia el Paso, ms lejos de lo que nuncahaba llegado. La amenaza no estaba enRuatha... todava. Ni tena un sabor familiar. Enconsecuencia, no era Fax.

    A Lessa le haba complacido cautelosamente

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    que Fax no se hubiera dejado ver en el FuerteRuatha en tres Revoluciones enteras. La apatade los artesanos, la decadencia de los dominiosagrcolas, incluso las piedras atacadas por la

    hierba del Fuerte enfurecan a Fax, autonombra-do Seor de las Altas Extensiones, hasta el puntode que prefera olvidar el motivo por el cual habasometido al en otro tiempo orgulloso y rentableFuerte.

    Implacablemente impulsada a identificar aque-la opresora amenaza, Lessa busc a tientas sussandalias en la paja. Se levant, sacudiendo ma-quinalmente la paja pegada a sus largos cabellos,os cuales recogi rpidamente en una especie demoo sobre su nuca.

    Avanz con cuidado entre los marmitones dor-midos, apretujados para calentarse unos a otros,y subi los gastados peldaos que conducan a lacocina. El cocinero y su ayudante yacan sobre laarga mesa delante del gran hogar, recibiendo en

    sus anchas espaldas el calor del fuego mortecinoy roncando de un modo discordante. Lessa sedesliz a travs de la cavernosa cocina hasta lapuerta del patio-establo. Abri la puerta slo losuficiente para que pudiera pasar su delgadocuerpo. Los guijarros del patio estaban helados atravs de las delgadas suelas de sus sandalias, yLessa se estremeci cuando el aire de la madru-gada cruz la dbil barrera de su vestido remen-

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    dado.El wher guardin avanz con paso torpe a tra-

    vs del patio para ir a su encuentro, suplicando,como siempre haca, que lo soltara. Cariosa-

    mente, Lessa acarici los dobleces de las puntia-gudas orejas mientras el animal se acomodaba asu paso. Mirando la espantosa cabeza, Lessa leprometi una buena rascada dentro de un rato.El animal se agach, gruendo, mientras Lessasuba los acanalados peldaos que conducan albaluarte sobre la maciza poterna del Fuerte. Eno alto de la torre, Lessa mir hacia el este dondeos senos de piedra del Paso se erguan en unarecortada silueta negra contra las primeras clari-dades del alba.

    Indecisa, gir a su izquierda, ya que la sensa-cin de peligro proceda tambin de aquella di-reccin. Mir hacia arriba, sus ojos atrados pora estrella roja que recientemente haba empeza-do a dominar el cielo del amanecer. Mientras mi-

    raba, la estrella irradi una pulsacin rbea finalantes de que su resplandor se perdiera en el bri-lo del sol naciente de Pern. Incoherentes frag-mentos de cuentos y baladas acerca de la apari-cin al amanecer de la estrella roja cruzaron porel cerebro de Lessa, con demasiada rapidez paraque tuvieran sentido. Adems, su instinto le de-ca que, si bien el peligro poda proceder del nor-deste, tambin exista un peligro mayor con el

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    que enfrentarse procedente del este. Tensandosus ojos como si la visin pudiera salvar el bacheentre peligro y persona, mir fijamente hacia eleste. La leve y silbada pregunta del wher guar-

    din la alcanz en el preciso instante en que lapresciencia se desvaneca.Lessa suspir. No haba encontrado ninguna

    respuesta en el amanecer, slo portentos discre-pantes. Tena que esperar. La advertencia habalegado, y ella la haba aceptado. Estaba acos-tumbrada a esperar. Astucia, resistencia y super-chera eran sus otras armas, cargadas con la in-agotable paciencia de una dedicacin vengativa.

    La luz del alba ilumin el desordenado paisaje,os campos sin labrar en el valle inferior. La luz

    del alba cay sobre raquticos prados, donde losdispersos rebaos de animales de leche cazabandesperdigadas briznas de hierba primaveral. EnRuatha, murmur Lessa, la hierba creca dondeno deba hacerlo, y mora donde deba florecer.

    Lessa apenas poda recordar ahora el aspectoque haba tenido el Valle Ruatha en otros tiem-pos, dulcemente risueo, ampliamente feraz. An-tes de que llegara Fax. Una extraa sonrisa dis-tendi unos labios desacostumbrados a semejan-te ejercicio. Fax no obtuvo ningn provecho desu conquista de Ruatha... no lo obtendra mien-tras ella, Lessa, viviera. Y Fax no tena la menorsospecha de la fuente de esta ruina.

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    O la tena, se pregunt Lessa, su mente rever-berando an a causa de la salvaje presciencia depeligro. Al oeste se encontraba el ancestral y ni-co Fuerte legtimo de Fax. Al nordeste slo haba

    montaas desnudas y rocosas y el Weyr que pro-tega a Pern.Lessa se desperez, arqueando su espalda, as-

    pirando el suave y puro viento matinal.Un gallo cacare en el patio-establo. Lessa se

    sobresalt, sbitamente alerta, temiendo ser ob-servada en una postura inusitada en ella. Soltsus cabellos, dejando que cayeran alrededor desu rostro, semiocultndolo. Su cuerpo recupersu fingido desmadejamiento. Baj rpidamente laescalera, dirigindose hacia el wher guardin,

    que grit en tono lastimero, con sus grandes ojosparpadeando contra la creciente claridad. Indife-rente al hedor de su ftido aliento, Lessa atrajoa escamosa cabeza hacia ella, rascando sus ore-jas y sus prpados. El wher guardin estaba ex-

    tasiado de placer, con su largo cuerpo tembloro-so y sus cerradas alas vibrando. Era el nico quesaba quin era Lessa y lo que se propona, y erael nico ser en todo Pern en quien ella haba con-fiado desde el amanecer en que haba buscadociegamente refugio en su oscura y hedionda ma-driguera para escapar de las sedientas espadasque haban bebido con tanta avidez sangre deRuatha.

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    Lessa se irgui lentamente, recordndole alwehr guardin que deba mostrarse tan ariscocon ella como con todos los dems, por si habaalguien cerca. El animal prometi obedecerla, os-

    cilando hacia atrs y hacia adelante para subra-yar su disgusto.Los primeros rayos del sol resbalaron sobre la

    muralla exterior del Fuerte y, gruendo, el wehrguardin penetr en su oscuro nido. Lessa regre-s rpidamente a la cocina y a la quesera.

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    Desde el Weyr y desde el Cuenco,Bronce y pardo y azul y verde,

    Se elevan los dragoneros de Pern,Arriba, en escuadrn, visibles, luego invisibles.

    F'lar, sobre el gran cuello de bronce de. Mne-menth, apareci el primero en los cielos encima

    del Fuerte principal de Fax, llamado Seor de lasAltas Extensiones. Detrs de l, en correcta for-macin triangular, se hicieron visibles los hom-bres voladores, F'lar revis la formacin maqui-nalmente; era tan precisa como en el momento

    de su entrada al inter.Mientras Mnementh se curvaba en un arco quees llevara al permetro del Fuerte, consecuentecon la naturaleza amistosa de esta visita, F'larobserv con creciente aversin el mal estado deas defensas del espoln. Los pozos de pedernalestaban vacos, y los canalones cortados en laroca que irradiaban de los pozos aparecan tei-dos de verde con una vegetacin musgosa.

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    No haba un solo Seor en Pern que mantuvie-ra rocoso su Fuerte, en cumplimiento de las anti-guas Leyes? Los labios de F'lar se apretaron has-ta formar una lnea ms estrecha. Cuando esta

    Bsqueda terminara y se realizara la Impresin,habra que celebrar un Consejo solemne y puniti-vo en el Weyr. Y por la dorada concha de la reinaque l, F'lar, sera su moderador. Cambiara el le-targo por el trabajo. Barrera la verde y peligrosaescoria de las alturas de Pern, las briznas dehierba de sus estructuras de piedra. Ninguna ce-nefa verde sera indultada en ningn Fuerte y losdiezmos que haban sido pagados con tanta taca-era, tan a regaadientes, afluiran, bajo penade pedernalia, con honesta generosidad al Weyr

    de los Dragones.Mnementh murmur su aprobacin mientras se

    dispona a posarse ligeramente sobre las losasveteadas de hierba del Fuerte de Fax. El bronc-neo dragn pleg sus grandes alas, y F'lar oy el

    claxon de aviso en la Gran Torre del Fuerte.Mnementh se dej caer de rodillas cuando F'larndic que deseaba desmontar. El broncneo jine-te permaneci de pie junto a la enorme cabezacuneiforme de Mnementh, esperando cortsmen-te la llegada del Seor del Fuerte. La ociosa mi-rada de F'lar se pos en el valle, caliginoso con lauz del sol de la clida primavera. Ignor las fur-tivas cabezas que espiaban al dragonero desde

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    as troneras de los parapetos y las ventanas delacantilado.

    F'lar no se volvi cuando una fuerte corrientede aire le anunci la llegada del resto de los jine-

    tes. Supo, sin embargo, cundo F'nor, el jinetepardo que era coincidentalmente su hermanas-tro, ocupaba la acostumbrada posicin a su iz-quierda, una longitud de dragn detrs de l. Porel rabillo del ojo, F'lar vio como F'nor pisoteabafuriosamente con el tacn de su bota la hierbaque creca entre las piedras.

    Una orden, embozada en un intenso susurro,surgi del interior del gran Patio, ms all de laspoternas abiertas. Casi inmediatamente se hizovisible un grupo de hombres al frente de los cua-

    es marchaba un robusto individuo de estaturamediana.

    Mnementh arque su cuello, doblando su cabe-za en ngulo de modo que su barbilla reposarasobre el suelo. Los ojos multifacetados de Mne-

    menth, situados al mismo nivel que la cabeza deF'lar, se posaron con desconcertante inters en elgrupo que se aproximaba. Los dragones nuncapodran comprender por qu inspiraban un miedotan abyecto a las personas corrientes. En un solomomento de su vida atacara un dragn a unhumano, y eso podra ser disculpado atribuyn-dolo a simple ignorancia. F'lar no poda explicarleal dragn la poltica que se ocultaba detrs de la

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    necesidad de inspirar terror a los moradores deun Fuerte, Seor y artesanos incluidos. Slo po-da observar que el miedo y la aprensin que sereflejaban en los rostros de los hombres que

    avanzaban, y que intrigaban a Mnementh, resul-taban extraamente agradables para l, F'lar.Bienvenido, caballero bronce, al Fuerte de

    Fax, Seor de las Altas Extensiones. El est a tuservicio y el hombre hizo un saludo adecuada-mente respetuoso.

    Un meticuloso podra haber sospechado que eluso de la tercera persona del pronombre era unvelado insulto. Esto encajaba con los informesque F'lar posea de Fax, de modo que lo ignor.Sus informes eran tambin correctos al describir

    a Fax como un hombre codicioso. Se reflejaba enos inquietos ojos que parpadeaban a cada deta-le del ropaje de F'lar, en el leve ceo al observarel puo de la espada intricadamente grabado.

    F'lar observ, a su vez, los valiosos anillos que

    resplandecan en la mano izquierda de Fax. Lamano derecha del soberano permaneca ligera-mente erguida, de acuerdo con la costumbre delespadachn profesional. Su tnica, de tela exce-ente, estaba manchada y no era demasiado nue-va. Los pies del hombre, calzados con pesadasbotas de piel de wher, estaban slidamente plan-tados en el suelo, con el peso equilibrado haciaadelante sobre los dedos. Un hombre con el que

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    haba que tratar cautelosamente, decidi F'lar yaque no poda olvidar que era el conquistador decinco Fuertes vecinos. Semejante audacia erauna revelacin en s misma. Fax se haba casado

    en un sexto Fuerte... y haba heredado legalmen-te, a pesar de lo anormal de las circunstancias, elsptimo. Fax tena fama de hombre lascivo. F'laranticip una provechosa Bsqueda dentro deaquellos siete Fuertes. Dejara que R'gul marcha-ra hacia el sur a continuar la Bsqueda entre lasndolentes aunque encantadoras mujeres de all.En esta ocasin el Weyr necesitaba una mujerfuerte; Jora haba resultado mucho peor que in-til con Nemorth. Adversidad, incertidumbre:esas eran las condiciones que engendraban las

    cualidades que F'lar deseaba en una Dama parael Weyr.

    Estamos realizando un viaje de Bsqueda anunci F'lar lentamente, y solicitamos la hos-pitalidad de tu Fuerte, Seor Fax.

    Los ojos de Fax se ensancharon imperceptible-mente a la mencin de una Bsqueda.He odo decir que Jora haba muerto

    respondi Fax, renunciando bruscamente al usode la tercera persona, como si F'lar hubiese su-perado alguna clase de prueba ignorndolo. Demodo que Nemorth ha puesto una reina, eh? aadi, proyectando su mirada a travs de las fi-as de dragoneros, observando el disciplinado

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    porte de los jinetes y el color saludable de losdragones.

    F'lar no dignific lo evidente con una respuesta.Y, mi Seor... Fax vacil, inclinando expec-

    tantemente su cabeza hacia el dragonero.Por un instante, F'lar se pregunt si el hombree estaba provocando deliberadamente con seme-jantes insultos sutiles. El nombre de los caballe-ros bronce tena que ser tan bien conocido en to-do Pern como el nombre de la reina dragn y suDama del Weyr. F'lar mantuvo su rostro impasi-ble, con sus ojos clavados en los de Fax.

    Lentamente, con el adecuado aire de arrogan-cia, F'nor se adelant, detenindose ligeramentedetrs de la cabeza de Mnementh, con una mano

    negligentemente apoyada en la articulacin de laquijada del enorme animal.

    El caballero bronce de Mnementh, Seor F'lar,pedir alojamiento para l mismo. Yo, F'nor, ca-ballero pardo, prefiero alojarme con mis compa-

    eros. Somos, en total, doce.A F'lar le gust aquella intervencin de F'nor,poniendo de relieve la fuerza del escuadrn, co-mo si Fax fuera incapaz de contar. F'nor se habaexpresado con tanta habilidad que a Fax no le se-ra posible protestar por el insulto que acababande devolverle.

    Seor F'lar dijo Fax, a travs de sus dientesfijados en una sonrisa, las Altas Extensiones se

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    sienten honradas con tu Bsqueda.La reputacin de las Altas Extensiones queda-

    r acrecentada replic F'lar suavemente siuna de ellas suministra al Weyr.

    Nuestra reputacin se prolongar replicFax con la misma suavidad. En los viejos tiem-pos muchas notables Damas del Weyr procedande mis Fuertes.

    De tus Fuertes? pregunt F'lar, sonriendo,mientras subrayaba el plural. Ah, s, ahora eressoberano de Ruatha, no es cierto? Ha habidomuchas de aquel Fuerte.

    Una extraa y tensa expresin cruz por el ros-tro de Fax, reemplazada rpidamente por unasonrisa decididamente afable. Fax se apart a un

    ado, haciendo un gesto a F'lar para que entraraen el Fuerte.

    El jefe de los soldados de Fax ladr una ordenapresurada y los hombres formaron dos hileras,con sus botas con bordes de metal arrancando

    chispas de las piedras.Obedeciendo a una orden inexpresada, todosos dragones se irguieron con un gran remolineode aire y polvo. F'lar avanz indolentemente atravs de las dos hileras formadas en seal debienvenida. Los hombres ponan sus ojos enblanco con evidente alarma mientras los anima-es se deslizaban hacia los patios interiores. Al-guien en la alta Torre profiri un aullido de terror

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    mientras Mnementh ocupaba su posicin enaquel punto privilegiado. Sus grandes alas envia-ron aire que ola a fsforo a travs del patio in-terior mientras trataba de acomodar su enorme

    estructura en el inadecuado espacio de aterriza-je.Externamente indiferente a la consternacin,

    temor y espanto que los dragones inspiraban,F'lar estaba secretamente divertido y ms biencomplacido por el efecto. Los Seores de losFuertes necesitaban que se les recordara que de-ban tratar con dragones, y no slo con sus jine-tes, que eran hombres, mortales y asesinables.El antiguo respeto hacia los dragoneros as comohacia la raza de los dragones deba ser reinstila-

    do en los pechos modernos.El Fuerte acaba de levantarse de la mesa.

    Seor F'lar sugiri Fax. Si... No termin lafrase, ante la sonriente negativa de F'lar.

    Presentar mis respetos a tu dama, Seor

    Fax declar F'lar, observando con ntima satis-faccin el endurecimiento de los msculos de lamandbula de Fax ante la ceremoniosa peticin.

    F'lar estaba gozando intensamente. No habanacido an cuando tuvo lugar la ltima Bsque-da, la que por desgracia proporcion a la incom-petente Jora. Pero haba estudiado los relatos deBsquedas anteriores en los Antiguos Archivos,que incluan modos sutiles de confundir a los Se-

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    ores que preferan mantener secuestradas a susdamas cuando los dragoneros cabalgaban. ParaFax, negarle a F'lar la oportunidad de presentarpersonalmente sus respetos habra representado

    un grave insulto, una ofensa que slo poda diri-mirse en un combate a muerte.No prefieres ver antes tu alojamiento?

    nquiri Fax. F'lar sacudi una mota imaginariade su suave manga de piel de wehr y agit la ca-beza.

    Mis respetos primero dijo, en tono firme.Desde luego asinti Fax, echando a andar,

    expresando con sus tacones la rabia que no podaexpresar de otra manera.

    F'lar y F'nor le siguieron a un paso ms lento, a

    travs de la entrada de doble puerta con susgrandes paneles metlicos, hasta el Gran Vest-bulo, labrado en la ladera del acantilado. La mesaen forma de U estaba siendo despejada por unosnerviosos servidores, que se sobresaltaron y de-

    jaron caer algunas piezas de vajilla cuando entra-ron los dos dragoneros. Fax haba llegado ya alotro extremo del Vestbulo y aguardaba impa-cientemente junto a la abierta puerta de piedra,nico acceso al Fuerte interior, que, como todosos Fuertes, penetraba profundamente en la rocay era el refugio de todos en momentos de peli-gro.

    No comen mal observ F'nor casualmente,

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    examinando los restos que quedaban sobre lamesa.

    Mejor que en el Weyr, al parecer replic se-camente F'lar, disimulando sus palabras con su

    mano al ver a dos marmitones que se tambalea-ban bajo el peso de una bandeja que contena elesqueleto de un animal medio devorado.

    Joven y tierno dijo F'nor en voz baja y tonomordaz, a juzgar por su aspecto. En tanto quea nosotros nos envan animales viejos y depau-perados.

    Cuando estuvieron junto a Fax, F'lar dijo ama-blemente:

    Un Vestbulo muy bien situado. Luego, no-tando la impaciencia de Fax por continuar, F'lar

    se volvi deliberadamente de espaldas y le sea- a F'nor las ventanas en forma de troneras conas pesadas persianas de bronce abiertas al bri-lante cielo del medioda. Y encarado al estetambin, como es debido. Me han dicho que el

    nuevo Vestbulo del Fuerte de Telgar est enca-rado al sur. Dime, Seor Fax, eres partidario deas antiguas prcticas y montas una guardia delamanecer?

    Fax frunci el ceo, tratando de analizar el sig-nificado de las palabras de F'lar.

    Siempre hay una guardia en la Torre.Una guardia oriental?Los ojos de Fax se posaron en las ventanas,

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    uego se deslizaron hacia el rostro de F'lar, pasa-ron al rostro de F'nor, y luego volvieron a posar-se en las ventanas.

    Siempre hay guardias respondi secamen-

    te en todos los accesos.Oh, slo en los accesos y F'lar se volvihacia F'nor y asinti juiciosamente.

    En qu otra parte? pregunt Fax preocu-pado, mirando alternativamente a los dos drago-neros.

    Debes preguntrselo a tu arpista. Tienes unarpista adiestrado en tu Fuerte?

    Desde luego. Tengo varios arpistas adiestra-dos dijo Fax, tensando sus hombros.

    F'lar fingi no haber comprendido.

    El Seor Fax es el soberano de otros seisFuertes le record F'nor a su jefe.

    Desde luego asinti F'lar, con exactamentea misma inflexin que Fax haba utilizado unmomento antes.

    Fax se dio perfecta cuenta de la imitacin, perodado que no poda considerar como un insultodeliberado una inocente afirmacin, ech a andarpor los iluminados pasillos. Los dragoneros le si-guieron.

    Resulta agradable ver cmo el Seor de unFuerte conserva tantas costumbres antiguas ledijo F'lar a F'nor en tono de aprobacin, pero a lantencin de Fax, mientras pasaban al Fuerte in-

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    terior. Hay muchos que han abandonado la se-guridad de la roca slida y han ampliado susFuertes exteriores en proporciones peligrosas. Nopuedo aprobar ese riesgo.

    Su riesgo, Seor F'lar, representa gananciapara otros replic Fax desdeosamente, mode-rando su paso.

    Ganancia? Cmo es eso?Cualquier Fuerte exterior es invadido fcil-

    mente, caballero bronce, con fuerzas adiestra-das, mando experto y estrategia cuidadosamenteelaborada.

    El hombre no era un fanfarrn, decidi F'lar. Ni,en aquellos das de paz, dejaba de montar guar-dias en la Torre. Sin embargo, se mantena de-

    ntro de su Fuerte, no en obediencia a las anti-guas Leyes, sino por prudencia. Mantena arpis-tas por ostentacin y no porque lo exigiera latradicin. Pero permita que los pozos quedarannutilizados; permita que creciera la hierba. Por

    una parte se mostraba cortsmente hospitalariocon los dragoneros, y por otra les insultaba vela-damente. Un hombre al que no haba que perderde vista.

    Los alojamientos de las mujeres en el Fuerte deFax haban sido trasladados desde los tradiciona-es pasillos ms interiores a los situados en la fa-chada del acantilado. La luz del sol penetraba alla travs de las tres ventanas provistas de persia-

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    nas dobles y profundamente encajadas en la mu-ralla exterior. F'lar observ que los goznes debronce estaban muy bien engrasados. Las pare-des tenan el espesor requerido: Fax no haba in-

    currido en la reciente prctica de adelgazar lamuralla protectora.La cmara estaba adornada con lujosos tapices

    que reproducan escenas adecuadamente simp-ticas de mujeres ocupadas en toda clase de ta-reas femeninas. A ambos lados de la cmaraprincipal se abran varias puertas a unas alcobasms pequeas, y de ellas, a una orden de Fax,surgieron sus mujeres con paso vacilante. Fax di-rigi un gesto severo a una mujer que llevabauna bata azul, con los cabellos veteados de blan-

    co, el rostro arrugado por decepciones y amargu-ras y el vientre hinchado por el embarazo. Lamujer avanz torpemente, detenindose a variospasos de distancia de su seor. Por su actitud,F'lar dedujo que no se acercaba a Fax ms de lo

    absolutamente necesario.La Dama de Crom, madre de mis herederosdijo Fax, sin orgullo ni cordialidad.

    Mi Dama... vacil F'lar, esperando que le in-formaran de su nombre.

    Ella mir tmidamente a su seor.Gemma dijo Fax de mala gana. F'lar se in-

    clin profundamente.Mi Dama Gemma, el Weyr est en viaje de

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    Bsqueda y solicita la hospitalidad del Fuerte.Mi seor F'lar replic la Dama Gemma en

    voz baja, aceptad mi mejor bienvenida.A F'lar no le pas por alto el hecho de que

    Gemma, que le haba llamado por su nombre, lehaba dado la bienvenida a ttulo personal. Susonrisa fue ms clida de lo que la cortesa exi-ga, clida de gratitud y simpata. A juzgar por elnmero de mujeres reunidas all, Fax tena unavida sexual intensa. Posiblemente habra algunasde las que Dama Gemma se despedira sin elmenor pesar.

    Fax empez con las presentaciones, murmu-rando indistintamente nombres hasta que se diocuenta de que aquella estrategia no dara resul-

    tado. F'lar le rogaba cortsmente que repitiera elnombre de la dama. F'nor, ensanchando su son-risa mientras tomaba nota mentalmente de lasdamas que Fax prefera mantener en el anonima-to, permaneca en actitud indolente junto al um-

    bral. Ms tarde, F'lar comparara sus respectivasanotaciones, aunque a simple vista no parecaque entre aquellas mujeres hubiese alguna dignade la Bsqueda. Fax las prefera bajitas y rollizas.No haba una sola mujer decidida, o al menos di-charachera, en todo el lote. Tal vez lo haban sidoen otro tiempo, pero ahora haban cambiado.Fax, sin duda, era un semental, no un amante.Algunas de ellas no haban hecho mucho uso del

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    agua en todo el invierno, a juzgar por la cantidadde aceite oloroso que se haba enranciado en suscabellos. De todas ellas, si estaban todas all, laDama Gemma era la nica que vala la pena, y

    era demasiado vieja.Terminadas las presentaciones, Fax empuj ca-si literalmente a sus mal acogidos huspedeshacia el exterior. F'lar autoriz a F'nor para quefuera a reunirse con los otros dragoneros. Y Faxacompa al caballero bronce al alojamiento quee haba asignado.La cmara se encontraba a un nivel ms bajo

    que la suite de las mujeres, y era ciertamenteadecuada a la dignidad de su ocupante. Los tapi-ces multicolores reproducan aqu batallas san-

    grientas, combates a espada individuales, drago-nes de tonos brillantes en vuelo, pedernales ar-diendo sobre los espolones, y todo lo que la his-toria teida de escarlata de Pern ofreca.

    Un cuarto agradable reconoci F'lar, despo-

    jndose de los guantes y de la tnica de piel dewher y arrojndolos descuidadamente sobre lamesa. Tengo que ver a mis hombres y a losanimales. Todos los dragones han sido alimenta-dos recientemente coment, poniendo de relie-ve con ello la desatencin de Fax al no haberlopreguntado. Solicito libertad de movimientos atravs del Fuerte.

    Fax concedi de mala gana lo que era tradicio-

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    nalmente privilegio de un dragonero.No me interferir ms en tus obligaciones,

    Seor Fax, que deben ser muy numerosas, consiete Fuertes que supervisar...

    F'lar inclin su cuerpo ligeramente hacia el so-berano, como un gesto de despedida. Pudo ima-ginar la expresin enfurecida del rostro de Faxmientras se alejaba ruidosamente. Esper largorato para asegurarse de que Fax estaba fuera delpasillo, y entonces se dirigi al Gran Vestbulo.

    Las bulliciosas sirvientas interrumpieron su ta-rea de instalar mesas adicionales de caballete pa-ra contemplar de reojo al dragonero. F'lar las sa-ud amablemente, observando si alguna deaquellas hembras posea el material del que es-

    tn hechas las mujeres Weyr. Gastadas por eltrabajo, mal alimentadas, marcadas por el ltigoy las enfermedades, no eran ms que lo queeran: sirvientas, aptas nicamente para rudostrabajos manuales.

    F'nor y los hombres se haban instalado en unbarracn vaciado apresuradamente. Los drago-nes estaban cmodamente posados sobre los ro-cosos espolones encima del Fuerte. Se haban si-tuado de modo que pudieran vigilar el ancho va-le en toda su extensin. Todos haban sido ali-mentados antes de abandonar el Weyr, y cadauno de los jinetes cuidaba debidamente de sudragn: en una Bsqueda no poda haber inci-

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    dentes.Los dragoneros se pusieron en pie como un solo

    hombre cuando F'lar entr en el barracn.Mantened los ojos bien abiertos, sin provocar

    disturbios ni crear problemas dijo F'lar lacni-camente. Regresad a la puesta del sol, con losnombres de cualesquiera posibles candidatas.

    Los hombres asintieron, brillando en sus ojos lacomprensin. Confiaban plenamente en el xitode la Bsqueda, a pesar de que las dudas de F'lareran mayores ahora que haba visto a todas lasmujeres de Fax. Lgicamente, lo ms selecto deas Altas Extensiones debera encontrarse en elFuerte principal de Fax, pero no estaba all. Sinembargo, el Fuerte era muy extenso, y adems

    es quedaban otros seis por visitar...De tcito acuerdo, F'lar y F'nor salieron del ba-

    rracn. Los hombres seguiran, discretamente,solos o por parejas, para reconocer la zona de losartesanos y las fincas agrcolas ms prximas.

    Los hombres estaban tan abiertamente deseososde salir afuera como lo estaba F'lar en su fueronterno. Haba habido una poca en la que losdragoneros eran frecuentes y apreciados huspe-des en todos los grandes Fuertes de Pern. desdeel Nerat meridional hasta el alto Tillek. Estaagradable costumbre haba muerto tambin jus-tamente con otros usos, evidenciando la pocaconsideracin que en la actualidad mereca el

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    Weyr. F'lar se haba jurado s mismo cambiar es-te estado de cosas.

    Se oblig a recordar los insidiosos cambios. LosArchivos, que cada mujer Weyr llevaba, eran una

    prueba de la gradual pero perceptible decaden-cia, localizable a travs de las ltimas doscientasRevoluciones. El conocer los hechos no mejorabaa situacin. Y F'lar era de los pocos en. el propioWeyr que prestaba crdito igualmente a los Ar-chivos y a las baladas. Y si poda creerse en lasantiguas leyendas, la situacin se modificara ra-dicalmente dentro de muy poco tiempo.

    F'lar senta que haba un motivo, una explica-cin y un propsito para cada una de las Leyesdel Weyr, desde la Primera Impresin hasta los

    Pedernales, desde las alturas libres de hierbahasta los canalones a lo largo de los espolones.Hasta para elementos tan nimios como controlarel apetito de un dragn para limitar los habitan-tes del Weyr. Aunque F'lar ignoraba por qu

    haban sido abandonados los otros cinco Weyrs.Se pregunt ociosamente si existiran Archivos,polvorientos y destrozndose, en los Weyrs endesuso. Tena que comprobarlo la prxima vezque su escuadrn saliera a patrullar. Desde lue-go, en el Weyr de Benden no haba ninguna ex-plicacin.

    Hay actividad, pero no entusiasmo estabadiciendo F'nor, dirigiendo de nuevo la atencin de

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    F'lar a su recorrido de la zona artesana.Haban descendido por la acanalada rampa

    desde el Fuerte hasta la zona artesana, la anchacarretera con casitas a ambos lados subiendo

    hasta los imponentes talleres de piedra de los ar-tesanos. Silenciosamente, F'lar observ los cana-ones llenos de musgo en los tejados, las enreda-deras trepando por las paredes. Resultaba dolo-roso para alguien como l ser testigo de la fla-grante omisin de elementales medidas de segu-ridad. La vegetacin estaba prohibida en lasproximidades de las viviendas de seres humanos.

    Las noticias viajan con rapidez ri entredientes F'nor, al tiempo que saludaba con ungesto a un artesano, que llevaba una bata de pa-

    nadero y que haba pasado apresuradamentejunto a ellos, murmurndoles los buenos das.Ni una sola hembra a la vista.

    Su observacin era exacta. A esta hora, las mu-jeres deberan estar en el exterior, trayendo pro-

    visiones de las tiendas, lavando en el ro en unda tan caluroso, o dirigindose a las casas de la-bor para ayudar en las faenas agrcolas. Pero nohaba ni una sola a la vista.

    Nosotros solamos ser compaeros preferidospor cualquier mujer observ F'nor custica-mente.

    Visitaremos en primer lugar la Paera. Si lamemoria no me falla...

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    Nunca te ha fallado le interrumpi F'noralegremente. No se aprovechaba de su parentes-co con F'lar, pero se encontraba ms a gusto conel caballero bronce que la mayora de los drago-

    neros, incluidos los otros caballeros bronce. F'larera excepcional en una sociedad estrechamenteunida en un plano de igualdad. Mandaba un es-cuadrn muy disciplinado, pero los hombres ma-niobraban para servir a sus rdenes. Su escua-drn sobresala siempre en los juegos. Ningunode sus subordinados tropez nunca en el interpara desaparecer para siempre, y ningn animalde su escuadrn haba enfermado, dejando a unhombre en exilio sin dragn del Weyr, con unaparte de s mismo paralizada para siempre.

    L'tol sigui este camino y se estableci enuna de las Altas Extensiones continu F'lar.

    L'tol?S, un caballero verde del escuadrn de S'lel.

    Tienes que acordarte.

    Un movimiento mal calculado durante los Jue-gos de Primavera haban situado a L'tol y suanimal en el mismo centro de una emisin defosfina de Tuenth, el bronce de S'lal. Al tratar deeludir la explosin, el dragn haba desmontado asu jinete, el cual haba sido puesto a salvo porotro compaero de escuadrn; pero el dragnverde, con su ala izquierda quemada y el cuerpochamuscado, haba muerto a causa del choque y

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    por intoxicacin de fosfina.L'tol nos ayudara en nuestra Bsqueda

    convino F'nor, mientras los dos dragoneros sub-an hasta las puertas de bronce de la Paera.

    Se detuvieron en el umbral, adaptando sus ojosa la tamizada luz del interior. Unas lmparaspuntuaban los nichos de la pared y colgaban enracimos encima de los telares en los que eran te-jidos los ms delicados tapices y telas por maes-tros artesanos. El ambiente era de silenciosa ydeliberada laboriosidad.

    Sin embargo, antes de que sus ojos se hubieranadaptado, una figura se desliz hasta ellos,murmurando una corts aunque breve intimacinpara que la siguieran.

    Fueron conducidos a la derecha de la entrada, auna pequea oficina separada por una cortina delvestbulo principal. Su gua se volvi hacia ellos,con su rostro visible a la luz de una lmpara.Haba en l aquel aire que le sealaba de modo

    ndefinible como un dragonero. Pero su rostro es-taba profundamente arrugado, y en uno de losados mostraba las cicatrices de unas antiguasquemaduras. Sus ojos, enfermos de un ham-briento anhelo, dominaban su rostro. Parpadeabacontinuamente.

    Soy Lytol, ahora dijo con voz ronca.F'lar asinti, reconocindole.T debes ser F'lar dijo Lytol, y t F'nor.

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    Los dos tenis el mismo aire de vuestro padre.F'lar asinti de nuevo.Lytol trag saliva convulsivamente, crispando

    os msculos de su cara a medida que la presen-

    cia de los dragoneros reavivaba su conscienciadel exilio. Trat de sonrer.Dragones en el cielo! La noticia se ha exten-

    dido con ms rapidez que las Hebras.Nemorth ha puesto una hembra.Y Jora ha muerto? pregunt Lytol en tono

    preocupado, con su rostro libre del nervioso mo-vimiento por un instante. Fue Hath quien lacubri?

    F'lar asinti.Lytol sonri amargamente.

    As que otra vez R'gul, eh? Permaneciunos instantes silencioso, con aire pensativo,aquietados sus prpados pero con los msculosde su mandbula en continuo movimiento. Vaisa recorrer las Altas Extensiones? pregunt fi-

    nalmente. Todas ellas? aadi, poniendo unigero nfasis en todas.Desde luego respondi F'lar.Habis visto a las mujeres dijo Lytol, con

    visible disgusto. Sus palabras eran una afirma-cin, no una pregunta, ya que se apresur aaadir: Bueno, no las hay mejores en todas lasAltas Extensiones.

    Su tono reflejaba un profundo desdn. Se apo-

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    y en la pesada mesa que casi llenaba una es-quina de la pequea habitacin. Sus manos aga-rraban con tanta fuerza el ancho cinturn que su-jetaba a su cuerpo la tnica suelta que el recio

    cuero estaba doblado.Uno casi esperara lo contrario, no es cierto?continu Lytol. Estaba hablando demasiado ycon demasiada rapidez. Ello hubiera resultadoofensivamente brusco en otro hombre inferior. Loque en Lytol provocaba aquella locuacidad era laterrible soledad derivada de su exilio del Weyr.Lytol rozaba las superficies con apresuradas pre-guntas que l mismo se contestaba, en vez deprofundizar en materias demasiado delicadas pa-ra ser tocadas... tales como su insaciable necesi-

    dad de aquellos de su raza. Pero estaba propor-cionando a los dragoneros exactamente la infor-macin que necesitaban. Pero a Fax le gustaque sus mujeres sean cmodamente gordas ydciles aadi Lytol. Incluso la Dama Gemma

    ha claudicado. Sera distinto si Fax no necesitarael apoyo de la familia de ella. Ah, sera muy dis-tinto. De modo que la mantiene constantementeembarazada, esperando matarla en un partocualquier da. Y lo har. Lo har.

    La risa de Lytol reson desagradablemente.Cuando Fax accedi al poder, todos los hom-

    bres listos enviaron a sus hijas lejos de las AltasExtensiones o marcaron sus rostros con un hierro

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    candente. Hizo una pausa, sumido en amargosrecuerdos, con los ojos llenos de odio. Yo fui unestpido y me cre inmune debido a mi posicin.

    Lytol se irgui, cuadrando sus hombros y enca-

    rndose con los dos dragoneros. Su expresinera vengativa, su voz baja y tensa.Matad a ese tirano, dragoneros, por el bien y

    a seguridad de Pern. Del Weyr. De la reina. Elslo espera su momento. Propaga el descontentoentre los otros Seores. El... la risa de Lytol sehizo histrica ahora ...se imagina a s mismotan bueno como los dragoneros.

    Entonces, no hay candidatas en este Fuerte?inquiri F'lar, con voz suficientemente agudacomo para introducirse a travs de la preocupa-

    cin del hombre con su curiosa teora.Lytol mir fijamente al caballero bronce.Acaso no lo he dicho? Las mejores murieron

    a manos de Fax o fueron enviadas lejos. Las quequedan no son nada, nada. Dbiles mentales, ig-

    norantes, estpidas, sosas. Ya tuvisteis eso conJora. Ella...Se interrumpi sbitamente y agit la cabeza,

    apretndose las sienes con las manos, incapaz dedisimular su angustia y su desesperacin.

    Y en los otros Fuertes?Lytol movi negativamente la cabeza, fruncien-

    do el ceo.Igual que aqu. Muertas o fugitivas.

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    Qu me dices del Fuerte de Ruatha?Lytol dej de agitar la cabeza y mir fijamente

    a F'lar, con los labios curvados en una astutasonrisa. Luego ri sin alegra.

    Piensas encontrar una Torene o una Moretaocultas en el Fuerte de Ruatha en estos tiempos?Bueno, caballero bronce, todos los de sangreRuatha estn muertos. La espada de Fax estabasedienta aquel da. Conoca la verdad de los rela-tos de los arpistas en los que se hablaba de lahospitalidad que los Seores de Ruatha otorga-ban a los dragoneros y se afirmaba que losRuatha eran una raza aparte. En aquella Lnea a voz de Lytol se convirti en un susurro confi-dencial haba hombres de Weyr exiliados, como

    yo...F'lar asinti seriamente, no queriendo privar al

    hombre del ingenuo placer de aquella supervalo-racin de s mismo.

    No, en el Valle de Ruatha apenas queda nada

    continu Lytol. Y Fax no obtiene nada deaquel Fuerte, nada que no sean problemas... Esta reflexin pareci tranquilizar a Lytol, y elcambio de humor se reflej en su rostro. Losde este Fuerte somos ahora los mejores paerosde todo Pern. Y nuestros herreros fabrican lasarmas mejor templadas. En sus ojos chispe elorgullo por su comunidad de adopcin. Los re-clutas de Ruatha tienden a morir de extraas en-

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    fermedades o accidentes. Y las mujeres que Faxsola tomar... Su risa se hizo desagradable.Se rumore que qued impotente por espacio demuchos meses.

    La activa mente de F'lar salt a una curiosaconclusin.No queda nadie de la Sangre?Nadie!Ninguna familia en tierras del Fuerte con

    sangre Weyr? Lytol frunci el ceo y mir a F'larcon aire de sorpresa. Se frot pensativamente lascicatrices de su rostro.

    Las haba admiti lentamente. Las haba.Pero dudo que hayan sobrevivido. Medit unosnstantes, y luego sacudi la cabeza enfticamen-

    te. La resistencia a la invasin fue encarnizada,y no se dio cuartel. En el Fuerte, Fax no respetni a las damas ni a los nios. Y encarcel o eje-cut a cualquiera que hubiera empuado las ar-mas por Ruatha.

    F'lar se encogi de hombros. La idea haba sidouna mera posibilidad. Con unas represalias tanseveras, Fax haba eliminado indudablemente laresistencia as como a los mejores artesanos. Esojustificara la mala calidad de los productos deRuatha y el hecho de que los paeros de las AltasExtensiones se hubieran convertido en los mejo-res en su oficio.

    Me gustara tener mejores noticias para ti,

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    dragonero murmur Lytol.No importa le tranquiliz F'Iar, extendiendo

    una mano para apartar la cortina que separaba lapequea habitacin del vestbulo.

    Lytol se acerc a l y habl en tono apremiante.No olvides lo que te he dicho acerca de lasambiciones de Fax. Obliga a R'gul, o a quienquie-ra que sea el prximo caudillo del Weyr, a man-tener vigilancia sobre las Altas Extensiones.

    Est enterado Fax de tus inclinaciones? Elhambriento anhelo volvi a reflejarse en el rostrode Lytol. Trag saliva nerviosamente y respondi,sin ninguna emocin en su voz:

    Eso no tendra la menor importancia si al Se-or de las Altas Extensiones le diera por meterse

    conmigo, pero mi gremio me protege de la per-secucin. En el artesanado estoy a salvo. Fax de-pende demasiado de la buena marcha de nuestrandustria. Se ech a rer, con una risa burlona. Soy el mejor tejedor de escenas blicas. Desde

    uego aadi, enarcando una ceja jocosamen-te, los dragones ya no se tejen en la tela comoos camaradas de los hroes. Habrs observado,desde luego, el predominio de la vegetacin...

    F'lar hizo una mueca de disgusto.Eso no es lo nico que hemos observado. Pe-

    ro Fax conserva las otras tradiciones...Lytol descart esta consideracin con un gesto

    de su mano.

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    Obra as por pura exigencia militar. Sus veci-nos se han armado despus de que tom Ruatha,ya que lo hizo valindose de la traicin, permte-me que te lo diga. Y permteme tambin que te

    advierta Lytol dispar un dedo en direccin alFuerte que se mofa abiertamente de las leyen-das de las Hebras. Les reprocha a los arpistas lasabsurdas tonteras de las antiguas baladas, y haeliminado de su repertorio toda alusin a los dra-gones. La nueva generacin crecer completa-mente ignorante del deber, de la tradicin y deas precauciones.A F'lar no le sorprendi or eso como remate de

    as revelaciones de Lytol, aunque le preocupmucho ms que todo lo dems que haba odo.

    Otros hombres, tambin, renegaban de lastransmisiones verbales de acontecimientos hist-ricos, calificndolas de simples chismorreos deos arpistas. Pero la Estrella Roja lata en el cielo,y se acercaba el momento en que aquellos hom-

    bres volveran histricamente al redil de los anti-guos ritos, temiendo por sus vidas.Has estado en el exterior a primeras horas

    de la maana ltimamente? pregunt F'nor,sonriendo maliciosamente.

    He... empez a decir Lytol, pero se inte-rrumpi bruscamente, como si se hubiera atra-gantado. Suspir audiblemente y se apart de losdragoneros, con la cabeza inclinada entre sus

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    hundidos hombros. Marchaos dijo, rechinan-do sus dientes. Y, al ver que vacilaban, suplic:Marchaos!

    F'lar sali rpidamente del cuarto, seguido por

    F'nor. El caballero bronce atraves el silenciosoVestbulo a grandes zancadas y emergi a la ra-diante luz del sol. Su impulso le llev hasta elcentro de la plaza. All se detuvo tan bruscamen-te que F'nor, pegado a sus talones, casi tropezcon l.

    Pasaremos exactamente el mismo tiempo de-ntro de los otros Vestbulos anunci F'lar convoz ronca, hurtando el rostro a la mirada deF'nor. Tena un nudo en la garganta. Sbitamen-te, le resultaba difcil hablar. Trag saliva varias

    veces.Encontrarse sin dragn... murmur F'nor en

    tono compasivo.La conversacin con Lytol le haba deprimido,

    sumindole en una especie de melancola a la

    que no estaba acostumbrado. El hecho de queF'lar apareciera igualmente impresionado era unrotundo ments a la opinin particular de F'nor deque su hermanastro era incapaz de emocionarse.

    No existe otro camino una vez se ha realizadoa Primera Impresin. Lo sabes perfectamente ogr decir F'lar, y ech a andar en direccin alVestbulo que ostentaba el emblema de los curti-dores.

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    Honra a los que cuidan de los dragones,En pensamiento y favor, de palabra y de obra.

    Se pierden mundos o se salvan mundosDe los peligros que los dragones arrostran.

    Dragonero, evita los excesos;La codicia atraer desgracia al Weyr;

    Respeta las antiguas Leyes,Para que as prospere el Weyr.

    F'lar estaba divertido... y no estaba divertido.

    Este era su cuarto da en compaa de Fax, ynicamente el firme control que F'lar ejerca so-bre s mismo y sobre su escuadrn estaba evi-tando que la situacin desembocara en un esta-lido de violencia.Haba sido una afortunada casualidad, pensaba

    F'lar, mientras Mnementh se deslizaba plcida-mente hacia el Paso de los Senos de Ruatha, quel, F'lar, hubiera escogido las Altas Extensiones.

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    La tctica de Fax habra tenido xito con R'gul,que era muy consciente de su honor, o con S'lano D'nol, que eran demasiado jvenes para haberdesarrollado mucha paciencia o discrecin. S'lel

    se hubiera retirado lleno de confusin, un desen-ace casi tan desastroso como el combate para elWeyr.

    El tena que haber correlacionado las indicacio-nes haca mucho tiempo. La decadencia del Weyry de su influencia no proceda nicamente de losSeores de los Fuertes y de sus gentes. Procedatambin del interior del Weyr, un resultado de re-nas inferiores y de Damas del Weyr incompeten-tes. Proceda de la inexplicable insistencia deR'gul en no molestar a los Seores, en mante-

    ner los dragoneros dentro del Weyr. Y dentro delmismo Weyr se haba puesto demasiado nfasisen los preparativos para los Juegos, hasta que lacompeticin interna entre escuadrones se habaconvertido en la principal, por no decir la nica,

    de las actividades del Weyr.El crecimiento de la hierba no se haba produci-do de la noche a la maana, ni los Seores sehaban despertado un buen da, recientemente,decididos a no seguir pagando el tradicionaldiezmo al Weyr. La cosa haba tenido un desarro-lo paulatino, abonado por la lenidad del Weyr,hasta desembocar en una situacin en la que unadvenedizo, heredero colateral de un antiguo

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    Fuerte, poda permitirse el lujo de despreciar aos dragoneros y de omitir las precauciones ele-mentales que mantenan a Pern libre de Hebras.

    F'lar dudaba de que Fax hubiera desarrollado su

    programa de agresin contra los Fuertes vecinossi el Weyr hubiese conservado su antigua autori-dad. Cada Hold deba tener su Seor para prote-ger al valle y a la gente de las Hebras. Un Fuerte,un Seor... y no un Seor reclamando siete Fuer-tes. Esto ltimo, adems de ir contra la antiguatradicin, era un craso error ya que, cmo podaproteger un hombre siete valles al mismo tiem-po? Un hombre, a excepcin de un dragonero,slo puede estar en un lugar cada vez. Y a menosde que un hombre montara en un dragn, tarda-

    ba horas en trasladarse de un Fuerte a otro. Elantiguo Weyr no hubiera permitido esa falta derespeto a los viejos usos.

    F'lar vio los chorros de llamas a lo largo de lasridas alturas del Paso, y Mnementh modific

    obedientemente su deslizamiento para una mejorvisin. F'lar haba enviado a la mitad del escua-drn por delante de la cabalgata principal. Elvuelo rasante sobre un terreno irregular era unbuen entrenamiento para ellos. Les haba entre-gado pequeos trozos de pedernal con instruc-ciones para agostar cualquier tipo de vegetacincomo prctica. Esto le recordara a Fax, as comoa sus soldados, la terrible capacidad de los dra-

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    goneros, un fenmeno que la gente normal dePern pareca haber olvidado.

    Las gneas emisiones de fosfina, a medida queos dragones eructaban gases, eran todo un es-

    pectculo. R'gul poda argir contra la necesidadde extraer pedernal, poda citar incidentes talescomo el que haba exiliado a Lytol, pero F'larconservaba la tradicin... y lo mismo haca cual-quier hombre que volara con l, so pena de tenerque abandonar el escuadrn. Ninguno le fallaba.

    F'lar saba que los hombres disfrutaban tantocomo l mismo cabalgando sobre un dragn lla-meante; las emanaciones de la fosfina eran ex-hilarantes a su manera, y la sensacin de poderque surga a travs del hombre que controlaba la

    potencia y la majestad de un dragn no tena pa-rangn en la experiencia humana. Una vez reali-zada la Primera Impresin, los jinetes de los dra-gones se convertan en hombres aparte parasiempre. Y cabalgar sobre un dragn combativo,

    azul, verde, pardo o bronce, compensaba losriesgos, el incesante estado de alerta, el aisla-miento del resto del gnero humano.

    Mnementh pleg sus alas oblicuamente paradeslizarse a travs de la angosta hendidura delPaso que conduca de Crom a Ruatha. Inmedia-tamente despus de haberla cruzado, la diferen-cia entre los dos Fuertes se hizo patente.

    F'lar qued anonadado. A travs de los cuatro

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    ltimos Fuertes haba estado seguro de que el fi-nal de la Bsqueda se encontraba en Ruatha.

    Haban encontrado a aquella morenita cuyo pa-dre era paero en Nabol, pero... Y una muchacha

    alta y cimbreante con unos ojos enormes, la hijade un Guardin de baja categora de Crom, pe-ro... Eran posibilidades, y si F'lar hubiese sidoS'lel o K'net o D'nol podra haberlas tomado a lasdos como parejas potenciales, aunque no comoposibles Damas del Weyr.

    Pero F'lar se haba convencido a s mismo deque la verdadera eleccin tendra lugar en el sur.Ahora, contemplando la ruina que era Ruatha,sus esperanzas se desvanecan. Debajo de l, vioel estandarte de Fax formando la secuencia que

    e reclamaba a su lado.Dominando su sensacin de desaliento, orden

    a Mnementh que descendiera. Fax, controlando aduras penas el terror de su montura terrestre,agit una mano en direccin al valle de aspecto

    abandonado.Contempla la gran Ruatha en la cual tenastantas esperanzas coment sarcsticamente.

    F'lar sonri framente, preguntndose cmohaba adivinado Fax aquello. Tan transparentehaba sido F'lar al sugerir la Bsqueda en losotros Fuertes? O se trataba de una sospecha co-rrecta por parte de Fax?

    Basta una ojeada para comprender por qu

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    son preferidos ahora los productos de las AltasExtensiones se oy replicar F'lar.

    Mnementh rezong, pero F'lar le llam severa-mente al orden. El bronce haba desarrollado una

    antipata lindante con el odio hacia Fax. En undragn, semejante antipata no era normal, yconstitua un motivo de preocupacin para F'lar.No hubiera lamentado lo ms mnimo la muertede Fax, pero no la deseaba bajo el aliento deMnementh.

    Ruatha no produce nada bueno dijo Fax enun tono que no disimulaba su clera. Tir brus-camente de las riendas de su montura, y la es-puma que cubra el hocico del animal se ti desangre. La bestia ech la cabeza hacia atrs para

    aflojar la dolorosa tensin, y Fax la golpe salva-jemente entre las orejas. Aquel golpe, observF'lar, no era tanto consecuencia de la protestadel pobre animal como del espectculo de la im-productiva Ruatha. Soy el soberano. Mi pro-

    clamacin no fue discutida por nadie de la San-gre. Tengo todos los derechos. Ruatha debe pa-gar su tributo a su legtimo soberano...

    Y pasar hambre el resto del ao observF'lar secamente, tendiendo su mirada sobre elancho valle.

    Pocos de sus campos estaban arados. Sus pas-tos mantenan a unos rebaos raquticos. Inclusosus huertos parecan agostados. Los capullos que

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    haban sido tan abundantes en los rboles deCrom, el valle contiguo, escaseaban aqu, comosi se negaran a brotar en un lugar tan desalenta-dor. Aunque el sol estaba muy alto, no pareca

    haber ninguna actividad en las casas de labor, ono haba nadie lo bastante cerca como para serobservado. La atmsfera era de ttrica desespe-racin.

    Ha habido resistencia a mi gobierno deRuatha.

    F'lar mir curiosamente a Fax, ya que la voz delhombre estaba cargada de odio, augurando ma-yores males para los rebeldes de Ruatha. El ca-rcter vengativo de la actitud de Fax haciaRuatha y sus rebeldes estaba teido de otra fuer-

    te emocin que F'lar haba sido incapaz de identi-ficar pero que haba captado en el mismo instan-te en que haba sugerido esta visita a los Fuertes.No poda ser miedo, ya que Fax no tema a naday estaba odiosamente seguro de s mismo. Re-

    pugnancia? Horror? Incertidumbre? F'lar nopoda etiquetar la naturaleza de la aversin espe-cial de Fax a visitar Ruatha, pero al hombre no lehaba gustado la perspectiva, y ahora reacciona-ba violentamente al encontrarse dentro de aque-las inquietantes fronteras.Absurdo por parte de los de Ruatha observ

    F'lar amistosamente.Fax gir a su alrededor, con una mano en la

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    empuadura de su espada y los ojos llameantes.F'lar anticip con una sensacin cercana al placera posibilidad de que el usurpador Fax atacararealmente a un dragonero... Qued casi decep-

    cionado cuando Fax se domin, asi con manofirme las riendas de su montura y la espole,anzndola a una frentica carrera.Sin embargo, le matar se dijo F'lar a s

    mismo, y Mnementh agit sus alas para manifes-tar su aprobacin. F'nor se dej caer al lado desu caudillo bronce.

    Me ha parecido ver que Fax ha estado a pun-to de atacarte.

    Los ojos de F'nor tenan un extrao brillo, susonrisa era cida.

    Hasta que record que yo estaba montadosobre un dragn.

    No le pierdas de vista, caballero bronce. Sepropone asesinarte lo antes posible.

    Si puede!

    Est considerado como un luchador sin escr-pulos advirti F'nor, desaparecida su sonrisa.Mnementh agit de nuevo sus alas, y F'lar aca-

    rici con aire ausente el largo cuello de piel sua-ve.

    Estoy en desventaja? pregunt F'lar, pica-do en su amor propio por las palabras de F'nor.

    Que yo sepa, no se apresur a decir F'nor,sobresaltado. No le he visto a l en accin, pe-

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    ro no me gusta lo que he odo. Mata a menudo,con y sin motivo.

    Y como los dragoneros no estamos sedientosde sangre, no somos temidos como adversarios,

    verdad? dijo F'lar en tono sarcstico. Teavergenzas de haber nacido en el seno de nues-tra raza?

    No! exclam F'nor, dolido por el reprochemplcito en las palabras de su jefe. Ni yo, nimis compaeros de escuadrn! Pero en la actitudde los hombres de Fax hay algo que... que mehace desear algn pretexto para luchar.

    Tal como has observado, probablemente ten-dremos esa lucha. Aqu en Ruatha hay algo quepone nervioso a nuestro noble soberano.

    Mnementh y ahora Canth, el pardo de F'nor,extendieron sus alas, agitndolas para llamar laatencin de sus jinetes.

    F'lar mir fijamente mientras el dragn volva lacabeza hacia su jinete, con sus grandes ojos bri-

    lando como palos iluminados por el sol.Hay una fuerza sutil en este valle murmurF'lar, traduciendo el excitado mensaje del dra-gn.

    Es cierto; tambin mi pardo la siente dijoF'nor.

    Cuidado, caballero pardo advirti F'lar.Cuidado. Enva todo el escuadrn arriba. Registraeste valle. Deb darme cuenta. Deb sospecharlo.

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    Todo estaba ah para ser valorado. Dirase queos dragoneros estn convirtindose en unos ton-tos!

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    El Fuerte est cautivo,El Vestbulo est vaco,

    Y los hombres desaparecen.El suelo es estril,La roca desnuda.

    Toda esperanza se desvanece.

    Lessa estaba recogiendo cenizas del hogarcuando el excitado mensajero entr tambalen-dose en el Gran Vestbulo. Lessa se hizo lo msnconspicua posible para que el Gobernador no la

    despidiera. Aquella maana se las haba ingenia-do para que la enviaran al Gran Vestbulo, sabe-dora de que el Gobernador se propona castigaral paero principal por la deficiente calidad de losgneros preparados para ser enviados a Fax.

    Fax viene hacia aqu! Con dragoneros! anunci el hombre, mientras se adentraba en lapenumbra del Gran Vestbulo.

    El Gobernador, que estaba a punto de descar-

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    gar su ltigo sobre el paero principal, se gir,asombrado, de su vctima. El mensajero, un agri-cultor de las afueras de Ruatha, avanz tamba-endose hacia el Gobernador, tan excitado con

    su mensaje que agarr el brazo del Gobernador.Cmo te atreves a abandonar tu Fuerte? ElGobernador apunt con su ltigo al desconcerta-do agricultor. La fuerza del primer golpe hizocaer al hombre de rodillas. Aullando, se arrastrfuera del alcance de un segundo latigazo. Dra-goneros! Fax? Ja! Fax no viene a Ruatha. To-ma! El Gobernador descarg otro golpe sobreel indefenso agricultor antes de girarse, sin alien-to, hacia el paero y los dos subgobernadores.Cmo ha podido llegar hasta aqu con semejan-

    te mentira?El Gobernador se dirigi hacia la puerta del

    Gran Vestbulo. Cuando alargaba una mano haciael pomo de hierro la puerta se abri de par enpar, casi derribando al Gobernador, empujada

    por el oficial de guardia, cuyo rostro estaba ceni-ciento.Dragoneros! Dragones! Por todas partes

    sobre Ruatha! tartamude el hombre, agitandoos brazos salvajemente.Tambin l agarr el brazo del Gobernador,

    arrastrndole hacia el patio exterior para que pu-diera comprobar que estaba diciendo la verdad.

    Lessa meti en su cubo el ltimo montn de

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    cenizas. Recogiendo sus utensilios de limpieza, sedesliz fuera del Gran Vestbulo. Detrs de lapantalla de sus cabellos sueltos haba una sonrisamuy complacida en su rostro.

    Un dragonero en Ruatha! Una oportunidad: te-na que ingenirselas para humillar o enfurecer aFax hasta el punto de que renunciara a sus pre-tensiones sobre el Fuerte, en presencia de undragonero. Entonces, Lessa podra hacer valersus derechos de nacimiento.

    Pero tendra que obrar con extraordinaria cau-tela. Los dragoneros eran hombres excepciona-es. La rabia no nublaba su inteligencia. La codi-cia no empaaba sus juicios. El miedo no embo-taba sus reacciones. Los ignorantes podan creer

    en sacrificios humanos, lascivias anormales, org-as insensatas. Ella no era tan crdula. Y aquellashistorias le repugnaban por otro motivo: los dra-goneros seguan siendo humanos, y en las venasde ella haba sangre Weyr. Era sangre del mismo

    color que la de cualquier otro; se haba derrama-do la suficiente como para demostrarlo.Lessa se par un instante para recobrar el

    aliento. Era ste el peligro que haba intuidohaca cuatro das, al amanecer? El encuentro fi-nal en su lucha por reconquistar el Fuerte? No, seadvirti Lessa a s misma, en aquel portentohaba algo ms que venganza.

    El cubo lleno de ceniza golpeaba su pierna

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    mientras avanzaba por el pasillo de techo bajoque conduca a la puerta del establo. Fax se en-contrara con una fra bienvenida. Lessa no habaencendido otro fuego en el hogar. Su risa reson

    desagradablemente, devuelta por las hmedasparedes. Dej el cubo en el suelo y se descargtambin de la escoba y la pala mientras forcejea-ba con la pesada puerta de bronce que daba ac-ceso a los establos nuevos.

    Haban sido construidos en el exterior del acan-tilado de Ruatha por el primer Gobernador deFax, un hombre ms sutil que sus ocho suceso-res. Haba hecho ms cosas que todos los otros,y Lessa haba lamentado sinceramente la necesi-dad de su muerte. Pero l habra hecho imposible

    su venganza. La hubiera descubierto antes deque ella hubiese aprendido a pasar inadvertida.Cmo se llamaba aquel Gobernador? Lessa nopoda recordarlo. Bueno, lamentaba su muerte.

    El segundo hombre haba sido adecuadamente

    codicioso, y haba resultado fcil establecer unapauta de incomprensin entre Gobernador y ar-tesanos. Aquel Gobernador estaba decidido a es-trujar sin piedad a Ruatha de modo que sus bol-sillos salieran favorecidos sin que Fax sospecharaque le estaban robando una parte de su botn.Los artesanos, que haban empezado a aceptar lahbil diplomacia del primer Gobernador, se sin-tieron indignados ante los mtodos rapaces del

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    segundo. No olvidaban las heridas infligidas aRuatha, se sentan humillados por la posicin se-cundaria que ahora ocupaba en las Altas Exten-siones, y no perdonaban las ofensas individuales

    que los habitantes del Fuerte, artesanos y agri-cultores, sufran bajo el segundo Gobernador. Seprecis muy poca manipulacin para lograr queen Ruatha las cosas fueran de mal en peor.

    El segundo Gobernador fue reemplazado, y susucesor no tuvo mejor suerte. Fue sorprendidoapartando para l lo mejor de los productos quedeban ser entregados a Fax, y ste le hizo ejecu-tar. Su huesuda cabeza rodaba todava de un la-do a otro en el principal pozo de pedernal encimade la gran Torre.

    El actual Gobernador no haba sido capaz demantener al Fuerte ni siquiera en la misma la-mentable situacin en que lo haba encontrado.Asuntos aparentemente sencillos desembocabanrpidamente en desastres. Como la produccin

    de pao. Contrariamente a lo que el Gobernadore haba asegurado a Fax, la calidad no haba me-jorado, y la cantidad haba descendido.

    Y ahora Fax estaba aqu. Y con dragoneros!Por qu dragoneros? La importancia de la cues-tin paraliz a Lessa, y la pesada puerta cerrn-dose tras ella golpe dolorosamente sus talones.Los dragoneros solan visitar con frecuenciaRuatha... que ella supiera e incluso recordara va-

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    gamente. Aquellos recuerdos eran como el relatode un arpista, algo contado por otros labios y queno perteneca al caudal de su propia experiencia.Lessa haba limitado su atencin a Ruatha. Ni si-

    quiera poda recordar el nombre de reina, o deDama del Weyr, de la instruccin que haba reci-bido en su infancia, ni recordaba haber odomencionar a ninguna reina ni Dama del Weyr poralguien en el Fuerte durante las ltimas diez Re-voluciones.

    Tal vez los dragoneros iban por fin a llamar laatencin a los Seores de los Fuertes por el ver-gonzoso espectculo de la vegetacin que crecaen torno a sus dominios. Bueno, Lessa tena mu-cho que ver en el crecimiento de la vegetacin en

    Ruatha, pero desafiaba incluso a un dragonero aque la enfrentara con su culpabilidad. Sera pre-ferible que todo Ruatha sucumbiera a las Hebrasantes que seguir dependiendo de Fax! La herejade aquel pensamiento sobresalt a Lessa.

    Deseando poder descargar con tanta facilidadde su conciencia semejante sacrilegio, verti lascenizas en el estercolero del establo. Se produjoun cambio repentino en la presin del aire entorno a ella. Luego, una sombra fugaz la impulsa alzar la mirada.

    Por detrs de la parte superior del acantilado sedeslizaba un dragn, con sus enormes alas ex-tendidas al mximo, casi planeando. Girando sin

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    esfuerzo, descendi. Un segundo, luego un terce-ro, luego todo un escuadrn de dragones le si-guieron en vuelo silencioso y descenso geomtri-co, gracioso y terrible. El claxon de la Torre son

    con retraso, y desde el interior de la cocina bro-taron los gritos y los alaridos de los aterradosmarmitones.

    Lessa se puso a cubierto. Penetr en la cocina,donde inmediatamente fue agarrada por el ayu-dante de cocinero y enviada con un bofetn y unpuntapi a los fregaderos. All la pusieron a fre-gar con arena las bandejas sucias de grasa.

    Los lloriqueantes perros haban sido ya atados aos espetones giratorios, donde se asaba un fa-mlico animal cuya magra carne iba adobando el

    cocinero con especias, mientras se lamentaba dea pobre comida que podra ofrecer a tantoshuspedes, algunos de ellos de elevado rango.Frutas de la ltima y escasa cosecha, secadasdurante el invierno, haban sido puestas en re-

    mojo, y dos de los marmitones ms viejos esta-ban rascando races para ser hervidas.Un pinche estaba amasando pan, y otro espe-

    ciaba cuidadosamente una salsa. Mirndole fija-mente, Lessa desvi su mano de una caja de es-pecias a otra menos apropiada mientras l dabaun batido final al guiso. Luego, aadi inocente-mente un exceso de lea al horno para que lacoccin de los panes resultara desastrosa. Final-

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    mente control los espetones, acelerando uno yretardando otro, de modo que la carne quedaracruda por un lado y quemada por el otro. Su in-tencin era que el festn resultara un completo

    fracaso.Arriba, en el Fuerte, Lessa no dudaba de queotras medidas determinadas, previstas para estaocasin concreta, estaran siendo descubiertas enaquellos momentos.

    Con los dedos ensangrentados por los golpesrecibidos en ellos, una de las mujeres del Gober-nador entr gritando en la cocina, esperando en-contrar refugio all.

    Los insectos se han estado comiendo las me-jores mantas, llenndolas de agujeros! Y una pe-

    rra que haba dado a luz sobre las mejores sba-nas me mordi mientras daba de mamar a suscachorros. Y las esteras estn sucias, y las mejo-res cmaras llenas de basura transportada por elviento del invierno. Alguien dej las persianas

    entreabiertas, muy poco, pero lo suficiente seament la mujer, apretando la mano contra supecho y balancendose hacia atrs y hacia ade-ante.Lessa se inclin afanosamente sobre su tarea

    de sacarle brillo a las bandejas.

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    Wher guardin, wher guardin,en tu madriguera,

    Vigila bien, wher guardin!Quin entra ah?

    El wher guardin est ocultando algo le dijo

    F'lar a F'nor mientras conferenciaban en la grancmara limpiada apresuradamente. La tempera-tura ambiente de la habitacin segua siendohelada, a pesar de que ahora arda un generosofuego en el hogar.

    Cuando Canth le habl, no hizo ms que far-fullar observ F'nor. Estaba apoyado contra larepisa de la chimenea, volvindose ligeramentede un lado a otro para calentarse. Contempl asu jefe de escuadrn, que paseaba impaciente-mente de un extremo a otro de la cmara.

    Mnementh lo est tranquilizando replicF'lar. Y es muy capaz de conseguirlo. Es posibleque el animal sea ms senil que cuerdo, pero...

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    Lo dudo complet la frase F'nor. Mir conaprensin hacia el techo cubierto de telaraas.Estaba seguro de que podra localizar a la mayo-ra de las tejedoras, pero no deseaba exponerse

    a sus picaduras, como remate de las incomodi-dades experimentadas ya en este maldito Fuerte.Si la noche no era demasiado fra, se proponapasarla con Canth en las alturas. Eso sera unasugerencia ms razonable que la que han hechoFax o su Gobernador.

    Hummm murmur F'lar, mirando al caballe-ro pardo con el ceo fruncido.

    Bueno, es increble que Ruatha pueda haberlegado a semejante estado de decadencia endiez breves Revoluciones. Todos los dragones

    han captado la sensacin de poder, y es evidenteque el wher guardin ha sido manipulado. Esorequiere una gran cantidad de control.

    Por parte de alguien de la Sangre le recordF'lar.

    F'nor dirigi a su jefe de escuadrn una rpidamirada, preguntndose si poda hablar en serio aa luz de todas las informaciones en sentido con-trario.

    Te concedo que existe poder aqu, F'lar admiti F'nor. Pero podra tratarse fcilmentede un oculto varn bastardo de la antigua San-gre. Y nosotros necesitamos una hembra. PeroFax dio a entender claramente, con su estilo in-

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    mitable, que no haba dejado a nadie de la anti-gua Sangre con vida en el Fuerte el da que lotom. Damas, nios, todos. No, no...

    El caballero pardo agit la cabeza, como si con

    ese gesto pudiera disipar su falta de fe en la cu-riosa insistencia de su jefe de escuadrn en quea Bsqueda terminara en Ruatha con sangre deRuatha.

    Ese wher guardin est ocultando algo, y ni-camente alguien de. la Sangre de su Fuerte pue-de preparar eso, caballero pardo dijo F'lar enf-ticamente. Hizo un gesto en tomo a la cmara yhacia la ventana. Ruatha ha sido dominada. Pe-ro sigue resistiendo... sutilmente. Yo digo queeso apunta a la Sangre yal poder antiguos. No

    slo al poder.La obstinada expresin en los ojos de F'lar, la

    rigidez de su mandbula, sugeran que F'nor debabuscar otro tema de conversacin.

    Voy a ver lo que puede ser visto alrededor de

    a marchita Ruatha murmur, y sali de la c-mara.

    F'lar estaba mortalmente aburrido con la damaque Fax le haba asignado cortsmente. Rea in-cesantemente y estornudaba sin parar. Y no apli-caba a su nariz el pauelo que sus mocos esta-ban pidiendo a gritos. Desprenda un olor agrio,

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    mezcla de sudor y aceite enranciado. Tambinestaba embarazada de Fax. No visiblemente an,pero le haba confiado su estado a F'lar, incons-ciente de la ofensa que significaba para el drago-

    nero... u obedeciendo rdenes de su Seor. F'largnor deliberadamente el asunto y, salvo cuandosu compaa era obligada en este viaje de Bs-queda, la ignor tambin a ella.

    Dama Tela le estaba hablando nerviosamentedel horrible estado en que se encontraban lashabitaciones asignadas a Dama Gemma y a lasotras damas del cortejo del Seor.

    Los postigos han permanecido entreabiertostodo el invierno, y tendrais que haber visto la deporquera que haba en los suelos. Finalmente

    conseguimos que dos de las sirvientas lo barrie-ran todo y echaran la basura al hogar. Y luego, alencender el fuego, todo se llen de humo y nohaba quien aguantara all, hasta que enviaron aun hombre Dama Tela dej or la inevitable risi-

    ta. Descubri que la chimenea estaba atascadapor una piedra de la misma chimenea que habacado de travs. Por verdadero milagro, el restode la chimenea estaba en buenas condiciones.

    Dama Tela agit su pauelo. F'lar contuvo larespiracin, ya que el gesto envi un desagrada-ble olor en su direccin.

    Alz la mirada hacia la puerta interior del Fuer-te y vio a Dama Gemma descendiendo con pasos

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    entos y torpes. Alguna sutil diferencia en su mo-do de andar le llam la atencin, y trat de iden-tificarla, mirando fijamente a la Dama.

    Oh, s, pobre Dama Gemma murmur Da-

    ma Tela, suspirando profundamente. Todos es-tamos muy preocupados. No s por qu mi SeorFax insisti en que ella viniera. No est an apunto de cumplir, y sin embargo...

    La preocupacin de Dama Tela pareca sincera.El odio incipiente de F'lar hacia Fax y su bruta-

    idad madur bruscamente. Dej a su compaeracon la palabra en la boca, y extendi cortsmen-te su brazo hacia Dama Gemma para ayudarla abajar los ltimos peldaos y acompaarla hastaa mesa. Slo la breve presin de los dedos de la

    Dama sobre su antebrazo traicion su gratitud.Dama Gemma tena el rostro muy plido, y lasarrugas alrededor de su boca y de sus ojos sehaban hecho ms profundas, revelando el es-fuerzo que estaba realizando.

    Veo que han intentado adecentar el Vestbuloobserv Dama Gemma por decir algo.Eso parece admiti F'lar secamente, diri-

    giendo una mirada circular al amplio y proporcio-nado Vestbulo, con sus vigas adornadas con lastelaraas de numerosas Revoluciones. Las inqui-inas de aquellos nidos de gasa caan de cuandoen cuando al suelo, sobre la mesa y en las ban-dejas de la comida. Nada reemplazaba a los anti-

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    guos estandartes de la Sangre ruathana, elimi-nados de las oscuras paredes de piedra. Las me-sas montadas sobre caballetes aparecan recinavadas y frotadas con arena, y las bandejas res-

    plandecan con un brillo mate a la luz de las re-novadas lmparas. Desgraciadamente, eso eraun error, ya que la claridad no era lo ms conve-niente para un escenario que hubiera resultadoms tranquilizador en una semipenumbra.

    Este era un Vestbulo muy agradable murmur Dama Gemma, de modo que slo pu-diera orlo F'lar.

    Erais una amiga? pregunt cortsmenteF'lar.

    S, en mi juventud Dama Gemma subray

    significativamente la ltima palabra, evocandopara F'lar una doncellez ms feliz. Era una no-ble lnea!

    Creis que alguien podra haber escapado dea espada?

    Dama Gemma le mir con aire de desconcierto,y luego compuso rpidamente sus facciones parano llamar la atencin. Inclin afirmativamente lacabeza de un modo apenas perceptible, y pas aocupar su lugar en la mesa, saludando a F'lar conun gracioso gesto con el que le despeda y le da-ba las gracias al mismo tiempo.

    F'lar fue en busca de su compaera, y la situen la mesa a su izquierda. Como nicas personas

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    de categora que cenaran aquella noche en elFuerte de Ruatha, Dama Gemma estaba sentadaa su derecha; Fax se sentara al otro lado de ella.Los dragoneros y los oficiales de la tropa de Fax

    ocuparan las mesas inferiores. Ningn miembrode los gremios haba sido invitado.Fax lleg en aquel preciso instante, con su da-

    ma actual y dos subjefes. El Gobernador les pre-ceda, haciendo grandes reverencias. F'lar obser-v que el hombre se mantena a cierta distanciade su soberano... tal como era de esperar de unGobernador que atenda de un modo tan lamen-table a sus responsabilidades. F'lar barri de lamesa una araa que acababa de caer encima deella. Por el rabillo del ojo vio que Dama Gemma

    parpadeaba y se estremeca.Fax se acerc a la mesa con el rostro conges-

    tionado por la rabia reprimida. Ech bruscamentesu silla hacia atrs, golpeando la de Dama Gem-ma antes de sentarse. Luego empuj la silla

    hacia la mesa con tanta fuerza que estuvo a pun-to de derribar la mesa, no demasiado estable conos caballetes en vez de patas. Frunciendo el ce-o, examin su copa y su plato, pasando un dedopor la superficie, dispuesto a tirarlos al suelo sino le complacan.

    Un asado, mi Seor Fax, y pan tierno, SeorFax, y las frutas y races que quedaban.

    Quedaban? Quedaban? Dijiste que no se

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    haba cosechado nada.El Gobernador desorbit los ojos y trag saliva,

    tartamudeando:Nada para ser enviado. Nada suficientemente

    bueno para ser enviado. Nada. Si hubiera sabidoque bais a venir, podra haber pedido a Crom...Pedido a Crom? rugi Fax, golpeando el

    plato que estaba examinando contra la mesa contanta fuerza que el borde se dobl bajo sus ma-nos. El Gobernador parpade como si le hubierangolpeado a l.

    Algo decente para comer, mi seor gimote.

    El da que uno de mis Fuertes no pueda man-tenerse a s mismo ni recibir con dignidad la visi-

    ta de su legtimo soberano, renunciar a l.Dama Gemma ahog una exclamacin de sor-

    presa. Simultneamente, los dragones rugieron.F'lar sinti la inconfundible oleada de poder. Susojos buscaron instintivamente a F'nor en la mesa

    nferior. El caballero pardo, todos los dragoneros,haban experimentado la misma inexplicableexultacin.

    Qu ocurre, dragonero? estall Fax.F'lar, fingiendo despreocupacin, extendi sus

    piernas debajo de la mesa y asumi una posturandolente en la pesada silla.A qu te refieres?A los dragones!

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    Oh, nada. Rugen a menudo... al ponerse elsol, al ver pasar una bandada de pjaros, a lashoras de comer... y F'lar sonri afablemente alSeor de las Altas Extensiones. A su lado, su

    compaera de mesa emiti un leve chillido.A las horas de comer? Acaso no han comi-do?

    Oh, s. Hace cinco das.Oh. Hace... cinco das? Y tienen hambre...

    ahora?La voz de Dama Tela estaba alterada por el

    miedo, y sus ojos se haban desorbitado ligera-mente.

    Dentro de unos das le asegur F'lar.Aprovechando el pretexto de aquella conversa-

    cin, F'lar escrut el Vestbulo. Aquella oleada depoder haba llegado desde muy cerca. Posible-mente desde el interior del propio Vestbulo. Sehaba producido tan inmediatamente despus dea declaracin de Fax, que sus palabras tenan

    que haberla desencadenado. F'lar vio que F'nor yos otros dragoneros estaban investigando disi-muladamente todos los rostros en el Vestbulo.Los soldados de Fax podan ser descartados, lomismo que los hombres del Gobernador. Y el po-der tena un indefinible toque femenino.

    Una de las mujeres de Fax? A F'lar le parecincreble. Mnementh haba estado cerca de todasellas y ninguna haba mostrado un vestigio de

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    poder, y mucho menos a excepcin de DamaGemma de inteligencia.

    Una de las mujeres del Vestbulo? Hasta en-tonces slo haba visto a las deplorables fregonas

    y las hembras de edad madura que el Goberna-dor tena como sirvientas. La mujer personal delGobernador? No saba an si aquel hombre tenauna. Una de las mujeres de los guardianes delFuerte? F'lar reprimi un intenso deseo de levan-tarse e investigar.

    Has montado una guardia? le pregunt aFax de un modo casual.

    Doble en el Fuerte de Ruatha! fue la durarespuesta, surgida de una parte muy profundadel pecho de Fax.

    Aqu? inquiri F'lar, estallando en una car-cajada y mirando alrededor de la destartaladacmara.

    Aqu! Fax cambi de tema con un rugido.Comida!

    Cinco marmitones, dos de ellos mujeres vesti-das con unos harapos tan sucios que F'lar confien que no hubieran tenido nada que ver con lapreparacin de la comida, se presentaron tamba-endose bajo el peso del asado. Nadie que pose-yera un rastro de poder se degradara hasta elpunto de realizar aquellas tareas, a menos...

    El aroma que brotaba de la bandeja que acaba-ba de ser depositada sobre la mesa de trinchar le

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    distrajo. Ola a hueso quemado y a carne carbo-nizada. Incluso el cntaro de klah que circulabapor la mesa ola mal. El Gobernador afilaba fre-nticamente sus herramientas, como si un filo

    agudo pudiera cortar porciones aceptables deaquel inverosmil asado.Dama Gemma contuvo de nuevo la respiracin,

    y F'lar vio que sus manos se engarfiaban alrede-dor de los brazos de su silla. Vio el movimientoconvulsivo de su garganta al tragar. Tampoco al le apeteca la perspectiva de aquella comida.

    Los marmitones reaparecieron con bandejas demadera llenas de pan. Antes de servirlo, huboque rascar y cortar, en algunos lugares, las cor-tezas quemadas. Mientras eran tradas nuevas

    bandejas, F'lar trat de examinar los rostros deos sirvientes. Una mata de cabellos ocultaba casidel todo la cara de la criada que ofreci a DamaGemma un plato de legumbres nadando en uncaldo grasiento. Asqueado, F'lar hurg a travs

    de las legumbres para encontrar porciones ade-cuadamente cocidas y ofrecrselas a DamaGemma. Ella las apart a un lado, tratando de di-simular su malestar.

    Cuando F'lar estaba a punto de volverse y ser-vir a Dama Tela, vio que la mano de DamaGemma se aferraba convulsivamente al brazo desu silla. Entonces se dio cuenta de que no estabasimplemente asqueada por la poco apetitosa co-

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    mida. Se encontraba bajo los efectos de los dolo-res de parto.

    F'lar mir en direccin a Fax. El soberano con-templaba con el ceo fruncido los esfuerzos del

    Gobernador por encontrar porciones comestiblesde carne.F'lar toc ligeramente el brazo de Dama Gem-

    ma con sus dedos. Ella volvi el rostro lo sufi-ciente para poder ver a F'lar por el rabillo del ojo.Logr esbozar una media sonrisa socialmente co-rrecta.

    No me atrevo a marcharme precisamenteahora, Seor F'lar. Siempre es peligroso enRuatha. Y es posible que slo sean falsos dolo-res... a mi edad.

    F'lar no qued demasiado convencido al ver queDama Gemma se estremeca de nuevo. DamaGemma hubiera sido una excelente Dama delWeyr, pens melanclicamente, si fuera ms jo-ven.

    El Gobernador, con manos temblorosas, pre-sent a Fax las tajadas de carne, unas porcionescasi comestibles, aunque no en mucha cantidad.

    El ancho puo de Fax sali disparado, y el Go-bernador recibi el plato, la carne y el jugo enpleno rostro. A pesar de s mismo, F'lar suspir,ya que aquellas eran indudablemente las nicasporciones comestibles de todo el animal.

    Llamas comida a esto? Llamas comida a es-

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    to? aull Fax. Su voz reson con