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Análisis del capítulo “El debilitador Social” desde una perspectiva comunicacional En el siguiente trabajo realizaré un breve estudio sobre un fragmento del capítulo de la serie televisiva Los Simuladores, llamado “El Debilitador Social” el cual se trata de la historia de una joven modelo llamada Mariana, quien padece desórdenes alimenticios como consecuencia de la presión que ejercen sobre ella la sociedad de consumo y la agencia de modelaje para la cual trabaja. Por esta razón, los personajes principales simulan un juicio al dueño de la agencia, el señor Garriga, para lograr visibilizar el fenómeno sociocultural que está afectando a Mariana y así generar un cambio en su pensamiento y forma de vida. Mi interés se centra particularmente en la instancia de representación del juicio internacional de derechos humanos, llevado a cabo por Los Simuladores, observando al mismo desde una perspectiva comunicacional; esto es, entendiendo el juicio como un evento comunicativo –cuestión sobre la que avanzaré más adelante-. Por ahora, me parece pertinente aclarar que este trabajo constará de tres momentos, en los cuales pretendo hacer foco en distintos hechos puntuales: en el primero de ellos, sobre el análisis de ciertos elementos intervinientes en el proceso comunicativo en relación a las características de la retórica aristotélica, más precisamente de las denominadas pruebas obtenidas por medio del discurso –el carácter moral del orador, la disposición del auditorio y la construcción de un discurso verosímil-. Una segunda instancia del trabajo, se centrará en la construcción discursiva a través de distintos tipos de argumentación – inducción, deducción, causa/efecto- empleados durante la deliberación de los actores intervinientes en el evento comunicativo, más precisamente, de los abogados de una y otra parte. Por último, analizaré la dimensión no verbal del discurso teniendo en cuenta el ordenamiento de los espacios, los elementos y los sujetos intervinientes en el juicio, es decir la proxémica; y, el comportamiento gestual –consciente e inconsciente- de los abogados, es decir la kinésica. 1

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Análisis del capítulo “El debilitador Social” desde una perspectiva comunicacional

En el siguiente trabajo realizaré un breve estudio sobre un fragmento del capítulo de la serie televisiva Los Simuladores, llamado “El Debilitador Social” el cual se trata de la historia de una joven modelo llamada Mariana, quien padece desórdenes alimenticios como consecuencia de la presión que ejercen sobre ella la sociedad de consumo y la agencia de modelaje para la cual trabaja. Por esta razón, los personajes principales simulan un juicio al dueño de la agencia, el señor Garriga, para lograr visibilizar el fenómeno sociocultural que está afectando a Mariana y así generar un cambio en su pensamiento y forma de vida.

Mi interés se centra particularmente en la instancia de representación del juicio internacional de derechos humanos, llevado a cabo por Los Simuladores, observando al mismo desde una perspectiva comunicacional; esto es, entendiendo el juicio como un evento comunicativo –cuestión sobre la que avanzaré más adelante-.

Por ahora, me parece pertinente aclarar que este trabajo constará de tres momentos, en los cuales pretendo hacer foco en distintos hechos puntuales: en el primero de ellos, sobre el análisis de ciertos elementos intervinientes en el proceso comunicativo en relación a las características de la retórica aristotélica, más precisamente de las denominadas pruebas obtenidas por medio del discurso –el carácter moral del orador, la disposición del auditorio y la construcción de un discurso verosímil-.

Una segunda instancia del trabajo, se centrará en la construcción discursiva a través de distintos tipos de argumentación –inducción, deducción, causa/efecto- empleados durante la deliberación de los actores intervinientes en el evento comunicativo, más precisamente, de los abogados de una y otra parte.

Por último, analizaré la dimensión no verbal del discurso teniendo en cuenta el ordenamiento de los espacios, los elementos y los sujetos intervinientes en el juicio, es decir la proxémica; y, el comportamiento gestual –consciente e inconsciente- de los abogados, es decir la kinésica.

Antes de continuar, me gustaría detenerme brevemente en una cuestión: anteriormente definí al juicio como un evento comunicativo. Con esto quiero decir, que el mismo comparte con otros de su especie, ciertos elementos que lo hacen posible: emisor(es) u orador(es), receptor(es) u oyente(s), un código, un canal, un contexto (proxémica y kinésica) y el feedback que hace posible la interacción de los actores. Pero el juicio a su vez, puede entenderse como la administración judicial de los conflictos que alteran el orden social. Es un evento ritual que se ve regido por normas y reglamentos específicos como el orden en el que a los actores se les otorga la palabra -tal como se observa en el capítulo-. Se puede decir que hay un carácter formal de las comunicaciones que respeta las jerarquías establecidas de antemano por el Tribunal; que hay rutinas, procedimientos estandarizados que buscan un funcionamiento adecuado para conseguir los fines esperados -la resolución del conflicto- y que para esto hay una profesionalización de los participantes que podemos ver en los abogados de una u otra parte en pugna así como del juez, secretaria y funcionarios policiales que son parte de la escena. No es mi interés adentrarme más en esta definición antropológica del juicio como evento ritual que cuenta ya con varios estudios

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importantes de diversos autores (Mauss, 1936; Huizinga, 1990; Kaufman, 1991; Garapon, 1997 y 2007; Arendt, 2000; Tiscornia, 2005); no obstante, me parece importante reconocer sus características como tal, y cómo estas se relacionan con los elementos del proceso comunicativo que he mencionado más arriba.

Hecho este paréntesis, proseguiré con el análisis de lo que Aristóteles denominó “pruebas obtenidas por medio del discurso” a las cuales atribuía la máxima importancia en la consecución de la persuasión, objetivo único y final de la retórica. Dichas pruebas son tres: la primera, es el carácter moral del orador, alguien digno de ser escuchado; la segunda, la disposición del oyente a escuchar el discurso; y la tercera, el discurso en sí mismo, construido de tal manera que sea verosímil, esto es, que el oyente pueda creerlo.

En mi caso, no me centraré en el carácter moral de los oradores (los abogados) puesto que no se desarrolla en el fragmento ficcional, pero sí es posible analizar (en palabras de Aristóteles) si los mismos son “dignos de ser escuchados” en el evento particular del juicio y cómo están caracterizados.

De por sí, la característica general a ambos es que cumplen la función de representar a las partes en conflicto: el fiscal a las personas a las que se les ha provocado un daño y la defensa al imputado por cometer ese delito –aunque en el episodio se comenta que no se lo juzga por un delito ya cometido sino por la potencialidad delictiva de sus actos-. Ambos oradores, comparten además el uso de cierto código competente a la esfera judicial –así se puede observar que emplean términos específicos de dicho ámbito como la mención a ciertos códigos normativos, pactos internacionales de derechos humanos; y formulas tales como “objeción, señor juez”-.

En cuanto a características más personales, como la vestimenta, el fiscal tiene un aspecto tradicional y formal. El tono y la intensidad de su voz, hacen que su discurso suene “serio” y “creíble. La mayor parte de la secuencia del juicio está acaparada por el discurso de la fiscalía, lo que no es casual, dado que el capítulo entero trata de reforzar la idea de que la publicidad en general, y la agencia de modelo imputada, en particular, funcionan como “debilitadores sociales” en tanto que generan descontento, infelicidad e inseguridad en las personas para incentivar el consumismo. Por su parte, el abogado defensor, se caracteriza por vestirse con camisas poco conservadoras y bastante “llamativas”, lo que en el ámbito del juicio, puede considerarse como “poco profesional”, su discurso se limita a pocas líneas, pero también muestra seguridad al hablar. Considero que incluso puede considerarse como un hombre que parece tener todo resuelto, y despreocupado, ya que cada vez que su cliente se siente incómodo con el recorrido que ha tomado el juicio, él le responde con gestos o palabras diciéndole que se quede tranquilo y no parece darle mucha importancia.

En cuanto al asunto de la disposición de los oyentes, hay dos escenas en particular que llamaron mi atención, en principio cuando se presenta al jurado, luego de la interrupción del imputado al alegato de la fiscalía: mientras el defendido explica que “las gordas” no venden pantalones y que por eso empleaba modelos “flacas”; al compás de la canción “El Watusi” que habla de un “mulato” obeso y grande, ingresa el jurado en la sala, compuesto por personas excedidas de peso. Lo que le da un toque cómico a la escena, pero que también anuncia que seguramente, la disposición de los oyentes ante ese tipo de discurso sería negativa. La segunda escena, se relaciona con la capacidad del orador para llamar la atención del jurado a través no sólo de la oralidad (el cual es el foco del

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análisis de la retórica aristotélica) sino también por el uso de imágenes puestas en relación con otras para anclar su sentido en favor de un interés discursivo, como sucede en la escena es que se comparan fotografías de las actividades de las modelos con las de las víctimas de los campos de concentración durante el nazismo. Así estas imágenes son empleadas para captar la atención del jurado y reforzar semánticamente la teoría del “debilitador social”.

Por último, en lo que respecta al discurso en sí mismo, las construcciones discursivas que hacen ambos abogados aunque contrarias entre sí, poseen una coherencia interna. Es llamativo aquí el uso que hace de los testigos una y otra parte para construir un relato favorable a sus cometidos particulares. Otro aspecto de interés es el hecho ya mencionado, del empleo de refuerzos visuales que hace la fiscalía. Pero más importante, me resulta la cuestión de las interrupciones del discurso contrario cuando parece “tendencioso” o cuando pareciera perjudicar abiertamente la posición del otro; y, que se pueden observar en los: “objeción señor Juez” aquél llamado al juez a que arbitre y ponga orden.

Continuando con la deconstrucción del discurso, se puede observar, que dicha coherencia, se basa en el empleo de distintos tipos de argumentaciones (o razonamientos) que pretenden justificar, apoyar, sustentar, explicitar el discurso del “debilitador social”, por parte de la fiscalía; y el discurso, contrario de la defensa. Los distintos tipos de argumentos pueden ser: inductivos, deductivos, y de causa/efecto.

Un ejemplo del primer tipo, es justamente el hecho de que la agencia de modelos es empleada por la querella como un caso modelo de lo que es el sistema capitalista que alienta el consumismo a través de técnicas de explotación y control social -como las que sufren las modelos para alcanzar un “ideal estético” a través de prácticas como la bulimia, la anorexia, las cirugías estéticas, etc.- para imponer valores hegemónicos –como deben ser los cuerpos “perfectos”- que beneficien sólo a los dueños de las grandes empresas. Es decir, parte de lo particular para arribar a conclusiones generales de cómo funciona la sociedad actual.

Otro ejemplo de razonamiento inductivo es el que emplea la defensa al llamar a una de las modelos, Mariana –personaje sobre el que gira la historia del capítulo-, que sale del cliché de la modelo “tonta”, “objeto sexual”, ya que en palabras de uno de los abogados viene de “buena familia” y estudia en la universidad la carrera de Historia. También se parte aquí de lo particular, para contrarrestar el discurso de la “modelo hueca” del que se culpabiliza a su cliente como promotor de dicho ideal de belleza superficial, vacía e inalcanzable por la mayoría.

En cuanto al razonamiento del tipo deductivo, un ejemplo del mismo es el que emplea el fiscal, cuando interroga a otra de las modelos sobre si se hizo alguna cirugía, partiendo de la premisa de que todas las modelos se hacen cirugías, como ella es una modelo, por lo tanto, debe haberse hecho alguna cirugía.

Como contraparte, está el discurso de la defensa que postula "que es mentira todo eso de que el cuidado obsesivo del cuerpo, angustia, presiona, estupidiza la juventud” y que por lo tanto, la vida de las modelos aunque complicada, no puede ser comparada con la de un campo de concentración. Cuando habla de “las modelos” en general para llegar al caso particular de la agencia de modelos que está en juicio, está empleando un razonamiento deductivo.

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Como ejemplo de causa y efecto, el más claro es el que postula la fiscalía, de que los ideales de belleza impuestos por los medios masivos, las agencias de publicidad y el sistema capitalista en general, son inalcanzables para la mayoría de las personas; lo que las lleva a cometer actos que ponen en riesgo su salud física y mental.

Finalmente, otro ejemplo de este tipo de razonamiento, es el empleado por la defensa, cuando interroga a Mariana sobre si los métodos de tortura nazi en el holocausto son similares a los empleados por las agencias de modelaje, haciendo referencia a que como ella es estudiante de historia, tiene conocimientos sobre esos hechos y a su vez, como modelo, de esta forma de vida, por lo que en consecuencia, puede opinar con sustento si encuentra o no, similitudes en las dos experiencias.

Finalizadas estas cuestiones sobre los tipos de razonamiento, queda reparar en la dimensión no verbal del discurso, puntualmente en la proxémica y en la kinésica.

En cuanto a la primera, tenemos que tener en cuenta las características del juicio como evento comunicativo y evento ritual. Así, en cuanto al primer punto, como situación comunicativa, debemos tener en cuenta, que la disposición de los objetos y sujetos en el espacio físico; las distancias y proximidades entre ellos nos hablan de normas, costumbres, convenciones sociales que están íntimamente relacionadas con el proceso comunicativo, sus alcances y limitaciones.

Así, teniendo en cuenta lo anterior es que cobra sentido la concepción del juicio como un evento ritual: el ordenamiento de los espacios, implica una clasificación simbólica de los actores según su posición jerárquica dentro del procedimiento. Así, el juez al estar sentado en el estrado, se posiciona física y simbólicamente por encima del resto de los participantes del juicio, en tanto que es el que preside la ceremonia. La querella y la defensa se encuentran enfrentadas a éste compartiendo un nivel inferior, no obstante, se sitúan dentro del espacio ritual –lo que no sucede con los espectadores de la audiencia, quienes se encuentran separados por una cerca de madera de los actores principales- ni con los miembros del jurado. En estos últimos es especial el hecho de que están reunidos y separados del resto, en una posición lateral tanto del juez como de las partes en pugna. Están como “al costado de los hechos” representados, en una posición simbólicamente distante, casi “ajena”, presumiblemente con el fin de garantizar su objetividad. Es notable que como también les compete generar juicios de valores sobre las partes, estén posicionados igual que el juez, en una posición más elevada, denotando autoridad para juzgar.

Como elementos por los que podemos reconocer que se trata de un juicio internacional, es que la sala de audiencia tiene una estética similar al de películas estadounidenses de grandes juicios del estilo A few Good Men (1992), otra cuestión es la jura sobre la biblia, la toga que usa el juez, el martillo de madera, la aparición de banderas de distintos países, la participación de un jurado.

Por otra parte, elementos que no pertenecen al protocolar de un juicio, es la interrupción del jurado para pedir un receso para almorzar, el juez comiendo en plena sesión, el acusado interrumpiendo la presentación de la fiscalía, las comparaciones desmesuradas de la fiscalía, etc.

Para finalizar, en cuanto al lenguaje corporal de los personajes, en primer lugar, se debe tener en cuenta, que los mismos pueden ser consientes o inconscientes, pero que están presentes en todo momento, incluso la distancia interpersonal o la inclinación de los cuerpos comunican.

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En el fragmento del juicio se produce en todo momento comunicaciones que son un “guiño” a la historia detrás –que es que la historia de Mariana- un ejemplo de esto es el guiño de ojo que el abogado de la defensa le hace a Mariana cuando comienza el juicio, aun cuando ella parece no entender a qué se debe este signo. Un segundo ejemplo es cuando el jurado pide receso al juez y uno de Los Simuladores lo mira con desaprobación, pues se está “saliendo del libreto” armado por ellos.

Por otra parte están aquellos gestos que refuerzan lo que uno de los personajes dice, por ejemplo cuando a Mariana se le escapan unas lágrimas al decir la verdad de que sí se ha sentido humillada, presionada y explotada para ser una modelo. Lo que es un signo de su liberación personal al poder sincerarse como también un agregado de dramatismo a su testimonio y de sinceridad. Otro ejemplo son los ademanes efusivos cuando el fiscal quiere remarcar una idea. Otro ejemplo es el suspiro del Señor Garrido cuando muestra su ofuscación por el testimonio de una de sus modelos y se lo comenta a su abogado.

Finalmente, están aquellos comportamientos que contradicen lo que una persona expresa verbalmente. Por ejemplo, el caso de la modelo que cuando es interrogada pestañea y mira hacia arriba porque está mintiendo al decir que no se ha realizado ninguna cirugía. Otro ejemplo es que el acusado se pasa la mano por la frente al escuchar este testimonio, porque resulta contradictorio con el discurso armado por su defensa o el hecho de que sonría mientras la insulta por lo bajo.

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