Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

290
REVISTA COLOMBIANA DE HUMANIDADES Análisis Bogotá D.C. Colombia pp. 1 - 286 Jul. - dic. 2011 ISSN 0120-8454 No. 79 Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

description

 

Transcript of Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

Page 1: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

REVISTA COLOMBIANA DE HUMANIDADES

AnálisisBogotá D.C.

Colombiapp. 1 - 286 Jul. - dic. 2011

ISSN

0120-8454No. 79

Entre la Colonia y laIndependencia: nuevas

perspectivas historiográficas

Page 2: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS

ANÁLISIS

REVISTA COLOMBIANA DE HUMANIDADES

Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográicas

No. 79 julio - diciembre de 2011

Publindex - Categoría CLatindexDialnetSIFCOCLASE

(Citas latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades)

Bogotá, D.C.

UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS

Análisis Bogotá, D.C. No. 79 pp. 1- 288 Jul. - Dic. 2011 ISSN

Colombia 0120-8454

Page 3: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

CONSEJO EDITORIAL

P. Carlos Mario Alzate Montes, O.P. Rector General

P. Eduardo González Gil, O.P. Vicerrector Académico General

P. Luis Francisco Sastoque Poveda, O.P. Vicerrector Administrativo y Financiero General

P. Érico Juan Macchi Céspedes, O.P. Vicerrector General de Universidad Abierta y a Distancia -VUAD-

Dr. Omar Parra Rozo, Ph.D. Director Unidad de Investigación

Fr. Javier Antonio Hincapié Ardila, O.P. Director Departamento de Publicaciones

María Paula Godoy Casasbuenas Editora

ISSN: 0120-8454 Hecho el depósito que establece la ley

© Derechos reservados Universidad Santo Tomás

Corrección de estilo Leonard Mauricio Múnera Villamil

Diseño y Diagramación Massayel Cuéllar Hernández

UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS Departamento de Publicaciones Carrera 13 No. 54-39 Teléfonos: 235 19 75 – 255 42 01 http://www.usta.edu.co [email protected]

Bogotá, D.C., Colombia, 2011

Las ideas aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad

del autor de cada artículo y en nada comprometen a la institución

ni la orientación de la revista.

www.revistaanalisis.com.co

[email protected]

Page 4: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

Publicación dirigida a la comunidad académica nacional e internacional interesada en las

humanidades, formación humanística y disciplinas aines.

Director Departamento de Humanidades

Carlos Flórez Márquez

DirectorEudoro Rodríguez Albarracín

Editor de la revistaMg. Manuel Darío Palacio Muñoz

Comité EditorialDr. Fernando Cardona Suárez

Pontiicia Universidad Javeriana

Dr. Luis Álvarez FalcónUniversidad de Zaragoza

P. Adalberto Cardona, O.P.Convento de Santo Domingo

Juan Sebastián Ballén RodríguezDepartamento de Humanidades

Universidad Santo Tomás

Miguel Fonseca Martínez

Departamento de HumanidadesUniversidad Santo Tomás

César Augusto Vásquez García

Departamento de HumanidadesUniversidad Santo Tomás

Página web:

www.revistaanalisis.com.co

E-mail:

[email protected]

Comité Cientíico

Dr. Germán Marquínez ArgoteFundación Xavier Zubiri

Dr. Alfredo Gómez MüllerUniversidad de Tours

P. Mauricio Beuchot, O.P.Universidad Nacional Autónoma

de México

Dr. Tomás Sánchez AmayaUniversidad Santo Tomás

Dr. José Arlés Gómez ArévaloUniversidad Santo Tomás

Dr. Diego Pérez VillamarínUniversidad Santo Tomás

Diseñador versión electrónica

Mg. Manuel Darío Palacio MuñózUniversidad Santo Tomás

Page 5: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

Árbitros para este número

Andrés Mauricio Escobar Herrera

Literato, Pontiicia Universidad JaverianaHistoriador, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá

Docente Investigador del CES, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá

Francy Migdonia Gómez

Magíster en Historia, Universidad Paris 1, Panthéon – SorbonneDocente Investigadora, Unidad de Investigación, Universidad Santo Tomás

Fabián Leonardo Benavides SilvaHistoriador, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá

Coordinador Instituto de Estudios Históricos Fray Alonso de Zamora,Universidad Santo Tomás

Page 6: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

Contenido

Editorial 11

Fabián Leonardo Benavides Silva

Diario de un convento: Santo Domingo de Tunja

durante la Independencia 23

P. Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

El caso de la Comunidad Dominicana frente a la reforma

educativa borbónica del siglo XVIII en el Virreinato de la

Nueva Granada 45

César Augusto Vásquez García, Eduardo Alberto Gómez Bello,

Édgar Arturo Ramírez Barreto, Juan Sebastián Ballén Rodríguez

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX en Colombia 69

Jaime Humberto Borja Gómez

Joanna de San Esteban: peril hagiográico de una vida

ejemplar en los albores de la Independencia 103

María Constanza Toquica Clavijo

Rumores de libertad entre la población esclava: de la revuelta

de los Comuneros a las guerras de independencia

de la Nueva Granada 135

Roger Pita Pico

Análisis Bogotá, D.C. No. 79 pp. 1- 288 Jul. - Dic. 2011 ISSN

Colombia 0120-8454

Page 7: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

Participación de la plebe santafereña en los albores de la

Independencia 169

Robert Ojeda Pérez

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida:

frailes entre la inidencia y la independencia venezolana

(1810-1830) 195

Fray Oswaldo Montilla

Fidelidad y realidades en el campo religioso: el clero y la

independencia en el Perú (1820-1826) 243

Fernando Armas Asín

Normas para la presentación de artículos y manual de estilo 269

Page 8: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

Content

Editorial 15

Fabián Leonardo Benavides Silva

Diary of a convent: Saint Dominic of Tunja during

the Independence 24

P. Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

The Dominican Community case before the Borbonic

Education Reform from XVIII century in the Viceroyalty

of New Granada 47

César Augusto Vásquez García, Eduardo Alberto Gómez Bello,

Édgar Arturo Ramírez Barreto, Juan Sebastián Ballén Rodríguez

The Colonial Tradition and Painting in the XIX Century in Colombia 70

Jaime Humberto Borja Gómez

Joanna de San Esteban: Hagiographic Proile of an Example

of Life during the Independence 105

María Constanza Toquica Clavijo

Freedom Rumours Among Slaves: from Revolt of the

Comuneros to the Wars of Independence in New Granada 136

Roger Pita Pico

Análisis Bogotá, D.C. No. 79 pp. 1- 288 Jul. - Dic. 2011 ISSN

Colombia 0120-8454

Page 9: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

Involvement of Santafe’s Rabble at the dawn of Independence 170

Robert Ojeda Pérez

Dominican Convents from Caracas and Mérida:

Friars between Secrets and the Venezuelan

Independency (1810-1830) 196

Fray Oswaldo Montilla

Loyalty and Realities in the Religious Field: the Clergy and

Independence in Perú (1820-1826) 244

Fernando Armas Asín

Rules for the Submission of Articles and Style Handbook 275

Page 10: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

Contenu

Editorial 19

Fabián Leonardo Benavides Silva

Journal d’un couvent: Saint Dominique de Tunja pendant

l’indépendance 25

P. Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Le cas de la communauté dominicaine face à la réforme

éducative des bourbons, au XVIIIè siècle dans le Vice

Royaume de Nouvelle Grenade. 48

César Augusto Vásquez García, Eduardo Alberto Gómez Bello,

Édgar Arturo Ramírez Barreto, Juan Sebastián Ballén Rodríguez

La tradition coloniale et la peinture du XIXè siècle en Colombie 71

Jaime Humberto Borja Gómez

Joanna de San Esteban: proil hagiographique

d’une vie exemplaire à l’aube de L’independance 107

María Constanza Toquica Clavijo

Rumeurs de libertè dans la population esclave: de la révolte

des «Comuneros» aux guerres d’independance de la

Nouvelle Grenade 137

Roger Pita Pico

Análisis Bogotá, D.C. No. 79 pp. 1- 288 Jul. - Dic. 2011 ISSN

Colombia 0120-8454

Page 11: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

Participation de la plèbe de Santa Fe a l’aube de L’Indépendance 171

Robert Ojeda Pérez

Les couvents dominicains de Caracas et Mérida: frères

entre déloyauté et Indépendance vénézuélienne (1810-1830) 197

Fray Oswaldo Montilla

Fidélité et réalités dans le domaine religieux: le clergé et

l’indépendence au Pérou (1820-1826) 245

Fernando Armas Asín

Normes pour la Presentation d’articles et manuel de styles 281

Page 12: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

11

Editorial

Fabián Leonardo Benavides Silva*1

Coordinador Instituto de Estudios Históricos Fray Alonso de Zamora,

Universidad Santo Tomás – sede principal

La revista Análisis, con el presente número dedicado a las formas de ha-

cer historia, ha querido sumarse y contribuir de diversas maneras en un

debate de mayor trascendencia académica, que no sólo le concierne al

campo de la historia o de las ciencias humanas, sino también a todas las

ciencias exactas. Este debate, común en todas las ramas del conocimiento

humano, consiste en preguntarnos a la hora de formular un problema de

investigación: ¿sobre qué tema es necesario indagar o escribir? y ¿desde

cuál(es) perspectiva(s) teórica(s) o metodológica(s) es mejor hacerlo? Am-

bas preguntas casi siempre se intentan resolver, por un lado, recurriendo

a los postulados de aquellos autores considerados como “fundacionales”

en una determinada ciencia o conocimiento y, por el otro, acogiendo

los temas de mayor incidencia o trascendencia en el ámbito académico.

Esto nos remite a su vez a plantearnos que quizá todo vale y, por tanto,

es posible apelar a los enfoques interdisciplinarios, transdisciplinarios,

contradisciplinarios, multimetódicos o multiparadigmáticos. Sin embar-

go, es evidente que no existen fórmulas precisas para abordar y desa-

rrollar un determinado problema de investigación y que todo el corpus

teórico-metodológico empleado es válido en la medida que demuestre

su pertinencia y efectividad en la resolución del problema que se plantea.

El rigor con el cual el investigador escoge sus “herramientas” y el grado

* Historiador y Magíster en Antropología Social, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 11-14

Page 13: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

12

de relexividad que le imprime al proceso de validación de las mismas

disminuyen en buena medida el riesgo de que una investigación termine

pareciéndose más en este sentido a un collage o sarta de retazos.

En el caso particular del historiador, además de atender a esta coherencia

de enfoques (teóricos o metodológicos), es imprescindible que el tema

y el periodo de investigación escogidos demuestren las trasformaciones

o continuidades culturales, políticas y económicas de una determinada

comunidad, pueblo o sociedad. Esto, con el propósito de evaluar desde el

presente el derrotero seguido y, de este modo, determinar qué caminos

son los más propicios para recorrer en el futuro.

En consecuencia, la revista Análisis se ha dado a la tarea de conmemorar el

bicentenario de la Independencia en América con la publicación de varios

artículos que abordan las trasformaciones socioeconómicas y políticas,

ocurridas durante la separación entre España y sus colonias de ultramar

hace 200 años. Asimismo, el propósito de la Revista es presentarle al lector,

como ya se mencionó, las distintas formas (teóricas y metodológicas) de

hacer historia a través de los mismos trabajos contenidos en este número.

Es preciso aclarar que todos estos artículos son el resultado inal de las

investigaciones adelantadas por sus autores y son, a su vez, textos inéditos.

De manera concreta, Análisis presenta un primer grupo de ocho artículos,

escritos por autores tanto nacionales como internacionales que parti-

ciparon como ponentes en el I Congreso Latinoamericano de Historia:

“la Iglesia en América durante la Independencia”. El evento, organizado

por la Vicerrectoría Académica y el Instituto de Estudios Históricos Fray

Alonso de Zamora, con el apoyo del Departamento de Humanidades y

Formación Integral de la Universidad Santo Tomás, sede principal, se llevó

a cabo en la misma institución los días 8 y 9 de septiembre de 2011. Es

preciso aclarar que el segundo grupo de artículos que componen este

número fueron seleccionados en una convocatoria externa para este in.

Dentro de los autores nacionales que conforman el primer grupo de la

revista, y que fueron ponentes del mencionado congreso, tenemos a Dia-

na Luz Ceballos Gómez, con un artículo sobre la inquisición, en donde se

establece que esta fue, ante todo, una institución de carácter plurisecular,

Page 14: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

13

la cual se mantuvo vigente en América y, particularmente, en el Nuevo

Reino de Granada hasta inales del siglo XVIII.

En segundo lugar, se encuentra el trabajo de María Constanza Toquica

Clavijo, en donde se muestra que, a través de la hagiografía de las santas

y de los santos, la sociedad neogranadina, y de manera más concreta la

santafereña, promovió las virtudes de sus vidas ejemplares, que desem-

peñaron a su vez un papel importante en la construcción de la unidad e

identidad de los criollos durante el periodo de independencia.

En tercer lugar, el trabajo del P. Carlos Mario Alzate Montes, O.P., establece

que la Orden de Predicadores, a través de sus conventos y claustros de

enseñanza y sobre todo desde el Convento Universidad de Santo Domingo

en Tunja, promovió y mantuvo un incondicional apoyó a la causa patriota,

motivo por el cual tuvo que pagar un alto precio durante la reconquista

española del Virreinato.

En cuarto lugar, se cuenta con el artículo de Jaime Humberto Borja Gó-

mez, el cual evidencia la transición del arte neogranadino en cuanto a sus

temas y signiicados religiosos, que quedaron gradualmente en desuso y

terminaron remplazados por nuevas formas de representación, acordes

con las gestas de Independencia y la vida republicana de la primera mitad

del siglo XIX.

Por último, el trabajo del grupo de investigación Anagnostes, del Depar-

tamento de Humanidades y Formación Integral de la Universidad Santo

Tomás, sede principal, determina que dentro de la reforma económica y

administrativa promovida por el gobierno Borbón, tanto en España como

en sus colonias de ultramar, el cambio del modelo educativo de los es-

tudios generales o universitarios se vislumbró como una de las medidas

más importantes y eicaces para convertir a la Corona española en un

reino más “industrioso” y “próspero”.

Con relación a los autores extranjeros que hicieron parte del I Congreso

Latinoamericano de Historia, contamos con los artículos de P. Eugenio To-

rres Torres, O.P., historiador mexicano, quien presenta un libro compuesto

por diversos artículos, del cual cabe anotar que es su compilador, sobre

Page 15: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

14

los frailes dominicos que participaron a favor y en contra de los procesos

independentistas de las colonias españolas en América.

Luego, encontramos el artículo de P. Oswaldo Montilla Perdomo, O.P.,

historiador venezolano, en donde se demuestra la participación de los

dominicos en el proceso de independencia de la Capitanía de Venezuela y

que, al igual que sucedió en Nuevo Reino de Granada, tuvieron que pagar

por sus acciones con diferentes penas (presidio, exilio y la expropiación

de sus bienes) durante el periodo de la reconquista española.

En última instancia, se encuentra el texto de Fernando Armas Asín, histo-

riador peruano, el cual establece que el apoyo ideológico y económico

brindado por el clero peruano al movimiento independentista no se vio

retribuido durante la instauración de la primera república y, por el con-

trario, el Estado liberal llevó a cabo la secularización de las instituciones

y el desmonte de los privilegios económicos de la Iglesia, proceso que se

vivió en términos generales en todas las recién independizadas naciones

de América.

Dentro del segundo grupo de autores que constituyen este número de la

Revista, tenemos dos artículos: el trabajo de Robert Ojeda Pérez, en donde

se demuestra la participación decisiva de la “plebe” santafereña en los

sucesos del 20 de julio de 1810, grupo social que en términos generales

ha sido silenciado o excluido de la historia colombiana.

Finalmente, se encuentra el artículo de Roger Pita Pico, el cual obtuvo

uno de los primeros puestos en el Concurso Nacional de Ensayo Histórico,

organizado durante el primer semestre de 2011 por el Instituto de Estu-

dios Históricos Fray Alonso de Zamora de la Universidad Santo Tomás.

Este trabajo indaga sobre los rumores, revueltas y fugas protagonizadas

por parte de la población esclava en el Nuevo Reino de Granada entre

inales del siglo XVIII y comienzos del XIX.

Page 16: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

15

Editorial

Fabián Leonardo Benavides Silva*2

Coordinator at Institute Historical Studies Friar Alonso de Zamora

Santo Tomás University

The magazine Análisis with this issue on ways of making history, intends

to add and contribute in diferent forms to a debate of great academic

importance, which not only concerns the ields of history or human

sciences, but also concerns all exact sciences. The common debate in all

the branches of human knowledge is about wondering at the time of

formulating a research problem: On which topic is it necessary to inquire

or write about? and from what theoretical or methodological point(s) of

view is this best done. There are often attempts to answer both ques-

tions, on the one hand using the postulates by those authors regarded

as “foundational” in a speciic science or knowledge, on the other hand,

taking into account the issues of greater repercussions in the academy.

This leads us to think that everything goes and consequently, it is possible

to appeal to interdisciplinary, transdisciplinary, counterdisciplinary, mul-

timethodological or multiparadigmatic approaches. It is however clear

that there are no concrete formulas to deal with and develop a speciic

research problem and that the whole theoretical-methodological corpus

used is valid as for as it demonstrates its relevance and efectiveness to

solve the problem. In the rigor with which the researcher chooses his

“tools” and the level of relexivity that he uses in their validity process,

he greatly reduces the risk of the research project becoming a collage or

a string of snippets.

* Historian and Master in Social Anthropology, Universidad Nacional de Colombia.

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 15-18

Page 17: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

16

In the case of the historian, he does not only have to address this cohe-

rence of approaches (theoretical and methodological), it is compulsory

that both the selected subject and time demonstrate the cultural, political

and economical changes or continuities in a speciic community, group

of people or society. This is done with the purpose of assessing with the

present course followed, and in this way determine which paths are the

best to follow in the future.

Thus, Análisis magazine, wishes to commemorate the Bicentenniary of

Independence in Latin America through the publishing of several articles

that deal with the political and socioeconomical changes during the

separation of Spain and its colonies 200 years ago. In the same manner,

magazine Análisis intends to show the reader, as it was mentioned befo-

re, the diferent ways (theoretical and methodological) to make history

through the articles from this issue. It is necessary to clarify that all these

articles are the outcome of research projects carried out by their authors,

they are also unpublished works.

In a concrete manner, Análisis introduces a irst group of 8 articles, written

by authors both local and international, who were lecturers in the First

Latin-American Congress of History: “The Church in Latin America during

independence.” This event was planned by the Academic Vice-president

oice and the Historical Studies Institute Friar Alonso de Zamora, with a

support from the Department of Humanities and Integral Formation from

Universidad Santo Tomás, Head Oice. It was held during September 8th

and 9th , 2011. The second group of articles was selected through external

call for papers.

Among the Colombian authors that are featured in this issue and who

were lecturers at the First Latin-American Congress of History, we can ind:

Diana Luz Ceballos Gómez, with an article about inquisition, where it is

established that this was irst and foremost an institution of plurisecular

features, which remained active in Latin America, specially, in the New

Kingdom of Granada until the end of the XVIIIth century.

Second, there is María Constanza Toquica Clavijo’s paper, which shows

that through the hagiography of the lives of male and female saints, the

Page 18: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

17

Neogranadina society, and in particular that of Santa Fe promoted the

virtues of their exemplary lives, which played in turn a signiicant role in

the construction of the identity and unity of criollos during Independence.

Third, the article by Father Carlos Mario Alzate Montes, O.P., points out that

the Order of Preachers, through its convents and cloysters, and mostly,

from the University Convent of Saint Dominic in Tunja, promoted and kept

an unconditional support to the patriotic cause, which cost the Order a

high price during the Spanish reconquest of the viceroyalty.

Fourth, we can count on the article by Jaime Humberto Borja Gómez,

which makes evident the transformation of neogranadino art in its topics

and religious meanings. In fact, these gradually became useless and were

replaced by new ways of representation, based on heroic deeds during the

Independence and the Republican life from the irst half of XIXth century.

Lastly, we can ind the paper by the research group Anagnostes from the

Department of Humanities and Integral Formation at Universidad Santo

Tomás, head oice, which concludes that among the economic and

administrative reforms encouraged by the Borbón government, both in

Spain and its overseas colonies, the changing of the educational model

of general or university studies, was seen as one of the most important

and efective measures to turn the Spanish crown in a more "industrious"

and "prosperous" kingdom.

Concerning the foreign authors that were part of the First Latin-American

Congress of History, we can count on the following papers. The irst one by

the Eugenio Torres Torres, O.P., Mexican historian, presents a book where

he compiles several articles, about Dominican friars who were involved

in favour or against the independence processes of Spanish colonies in

Latin America.

Then, we ind the article by Father Oswald Montilla Perdomo, O,P., Venezuelan

historian, which demonstrates the involvement of Dominicans in the process

of independence in Venezuela as well as in the New Kingdom of Granada. For

these actions they had to pay a price with diferent punishments (incarcera-

tion, exile and assets expropriation) during the Spanish reconquest.

Page 19: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

18

Finally, we have the text by Fernando Armas Asín, Peruvian historian, which

points out that the ideological and economic support by the Peruvian

clergy to the Independence movement was not compensated during

the setting of the irst republic. On the contrary, the liberal state carried

out a secularization of institutions and removed the Church’s economical

privileges, process which took place in all newly independent countries

of Latin America.

In the second group of authors belonging to this issue of the magazine,

there are two articles: Roberto Ojeda Pérez’s paper demonstrates the

active and decisive involvement of Santafé’s "rabble" during the events

of the 20th of July 1810. This social group has been mainly silenced or

excluded from Colombian history.

Finally, Roger Pita Pico’s article, which won one of the irst places in the

national contest of historical essay, held in the irst semester of 2011 by

the Institute of Historical Studies, Friar Alonso de Zamora from the Uni-

versidad Santo Tomás. This work enquires about the rumours, revolts and

escapes of the slave population in the New Kingdom of Granada between

the end of XVIIIth century and beginning of XIXth century.

Page 20: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

19

Editorial

Fabián Leonardo Benavides Silva*3

Coordinateur de l’Institut d’Etudes historiques Frère Alonso de Zamora

Université Santo Tomas

La revue Análisis, avec le présent numéro, consacré aux manières de

faire de l’histoire, a voulu participer et contribuer de diférentes façons

à un débat de grande transcendance académique qui ne concerne pas

seulement le domaine de l’histoire ou des sciences humaines, mais

toutes les sciences exactes. Ce débat, commun dans toutes les branches

de la connaissance humaine, consiste à nous demander, au moment de

formuler un problème de recherche, sur quel thème il est nécessaire de

se pencher ou d’écrire et depuis quelle(s) perspective(s) théorique(s) ou

méthodologique(s) il est plus judicieux de le faire. On cherche presque

toujours à résoudre ces deux questions en recourant, d’un côté, aux

postulats des auteurs considérés comme “fondateurs” dans une science

ou une connaissance déterminées et, de l’autre, en traitant les thèmes

de plus grande incidence ou transcendance dans le milieu académique.

Ceci nous amène à envisager que peut-être tout se vaut, et que, par con-

séquent, il est possible d’avoir recours à des approches interdisciplinaires,

transdisciplinaires, contre disciplinaires, multi méthodiques, ou multi

paradigmatiques. Cependant, il est évident qu’il n’existe pas de formules

précises pour aborder et développer un problème de recherche détermi-

né et que tout le corpus théorico-méthodologique employé est valable

dans la mesure où sa pertinence et son eicacité sont démontrées dans

* Historien et Magister en Anthropologie Sociale, Université Nationale de Colombie-Siège de Bogota.

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 19-22

Page 21: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

20

la résolution du problème posé. La rigueur avec laquelle le chercheur

choisit ses outils et le degré de rélexion qu’il imprime à leur processus de

validation diminue en bonne mesure le risque qu’une recherche inisse

par ressembler davantage, dans ce sens, à un collage ou à un patchwork.

Dans le cas particulier de l’historien, en plus de répondre à la cohérence

de ces approches (théoriques et méthodologiques), il est indispensable

que le thème et la période de recherche choisis démontrent les transfor-

mations ou les continuités culturelles, politiques et économiques d’une

communauté, d’un peuple ou d’une société déterminés. Ceci dans le

but d’évaluer la voie suivie, depuis le présent, et de déterminer ainsi les

chemins les plus propices à parcourir à l’avenir.

Dans cet ordre d’idées, la revue Análisis s’est consacrée à la tâche de

commémorer le Bicentenaire de l’Indépendance de l’Amérique avec la

publication de plusieurs articles abordant les transformations socio éco-

nomiques et politiques qui se sont produites lors de la séparation entre

l’Espagne et ses colonies d’outre mer, il y a 200 ans. De même, l’objectif de

la revue Análisis est de présenter au lecteur, comme on l’a déjà mention-

né, les diférentes manières (théoriques et méthodologiques) de faire de

l’histoire à travers les travaux contenus dans ce numéro. Il est nécessaire

de préciser que tous ces articles sont le résultat inal de recherches efec-

tuées par leurs auteurs et qu’il s’agit, de plus, de textes inédits.

Concrètement, Análisis présente un premier groupe de 8 articles, écrits

par des auteurs tant nationaux qu’internationaux, qui ont participé com-

me conférenciers au Ier Congrès Latino-Américain d’Histoire, « L’Église en

Amérique pendant l’Indépendance  ». L’événement, qui a été organisé

par le Vice-Rectorat académique et l’Institut d’études historiques Frère

Alonso de Zamora, avec le soutien du Département d’Humanités et de

Formation intégrale de l’Université Santo Tomás – Siège principal, a été

réalisé dans cette même institution les 8 et 9 septembre 2011. Le second

groupe d’articles qui composent ce numéro sur les manières de faire de

l’histoire - il est nécessaire de le préciser - ont été sélectionnés dans un

appel à communications externe à cette in.

Page 22: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

21

Parmi les auteurs nationaux qui font partie du premier groupe de la revue

et qui ont participé avec une communication au Ier Congrès Latino-Amé-

ricain d’Histoire, mentionnons tout d’abord Diana Luz Ceballos Gómez,

avec un article sur l’inquisition, où l’on montre qu’il s’agissait avant tout

d’une institution à caractère pluriséculaire qui est restée en vigueur en

Amérique et particulièrement dans le Nouveau Royaume de Grenade

jusqu’à la in du XVIIIème siècle.

En second lieu, on trouve le travail de María Constanza Toquica Clavijo,

où l’on montre qu’à travers l’hagiographie des saintes et des saints, la

société de la Nouvelle Grenade et, de manière plus concrète, la société

de Santa Fé a promu les vertus de leurs vies exemplaires, qui ont joué à

leur tour un rôle important dans la construction de l’unité et de l’identité

des créoles durant la période de l’indépendance.

En troisième lieu, le travail de Carlos Mario Alzate Montes, O.P. éta-

blit que l’Ordre des Prêcheurs, à travers ses couvents et monastères

d’enseignement et surtout, depuis le Couvent Université Saint Dominique

de Tunja, a promu et conservé un soutien inconditionnel à la cause patrio-

te, raison pour laquelle il a dû payer un prix élevé durant la reconquête

espagnole de la vice-royauté.

En quatrième lieu, l’article de Jaime Humberto Borja Gómez met en évi-

dence la transition de l’art de la Nouvelle-Grenade quant à ses thèmes et

leurs signiications religieuses, qui sont peu à peu tombés en désuétude

et ont ini par être remplacés par de nouvelles formes de représentation,

en accord avec les hauts faits de l’indépendance et la vie républicaine de

la première moitié du XIXème siècle.

Enin, le travail du groupe de recherche Anagnostes, du Département

d’Humanités et de Formation intégrale de l’Université Santo Tomás -

Siège principal, détermine qu’à l’intérieur des réformes économiques et

administratives promues par le gouvernement Bourbon, tant en Espagne

que dans ses colonies d’outre mer, le changement de modèle éducatif

dans les études générales ou universitaires se distingue comme une des

mesures les plus importantes et eicaces pour transformer la Couronne

espagnole en un royaume plus «industrieux» et «prospère».

Page 23: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

22

Par rapport aux auteurs étrangers qui ont participé au Ier Congrès Latino-

Américain d’Histoire nous disposons des articles d’Eugenio Torres Torres,

O.P., historien mexicain, qui présente un livre composé de diférents arti-

cles, dont il faut noter qu’il est le compilateur, sur les frères dominicains

qui ont participé en faveur, ou contre les processus indépendantistes des

colonies espagnoles d’Amérique.

Ensuite, on peut lire l’article d’Oswaldo Montilla Perdomo, O.P., historien

vénézuélien, qui éclaire sur la participation des dominicains dans le pro-

cessus d’indépendance de la région militaire du Vénézuéla, et montre que,

comme cela s’est produit dans le Nouveau Royaume de Grenade, ils ont dû

payer pour leurs actions par diférentes peines (prison, exil, expropriation

de leurs biens) durant la période de la reconquête espagnole.

Pour terminer, le texte de Fernando Armas Asín, historien péruvien, établit

que le soutien idéologique et économique ofert par le clergé péruvien au

mouvement indépendantiste n’a pas été récompensé lors de l’instauration

de la première république et, au contraire, que l’État libéral a efectué la

sécularisation des institutions et l’abolissement des privilèges économi-

ques de l’Église, processus qui a été vécu de façon générale dans toutes

les nations récemment émancipées d’Amérique.

À l’intérieur du second groupe d’auteurs qui constituent ce numéro de

la revue, nous comptons deux articles: le travail de Robert Ojeda Pérez,

où l’on démontre la participation décisive de la « plèbe » de Santa Fé aux

événements du 20 juillet 1810, groupe social qui, en termes généraux, a

été passé sous silence ou exclu de l’histoire colombienne.

Finalement, on lira l’article de Roger Pita Pico, qui a obtenu l’une des

premières places au concours national d’essai historique, organisé durant

le premier semestre 2011 par l’Institut d’Études Frère Alonso de Zamora

de l’Université Santo Tomás. Ce travail présente une recherche sur les ru-

meurs, révoltes et fugues dont la population esclave a eu le rôle principal

dans le Nouveau Royaume de Grenade, entre la in du XVIIIème siècle et le

début du XIXème siècle.

Page 24: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

23

Diario de un convento:

Santo Domingo de Tunja

durante la Independencia*

P. Carlos Mario Alzate Montes, O.P.**

Recepción: 20 de agosto • Aprobación: 27 de septiembre

Resumen

En este artículo se presenta la contribución de la Orden de Predicadores

a favor de la independencia del Nuevo Reino de Granada y, en particular,

la efectuada por el Convento Universidad de Santo Domingo en Tunja,

en tanto que se establecen las causas que movieron a los conventuales

dominicos a participar en este proceso, con el apoyo de los estudiantes

de la Tomística y de los otros dos conventos universidades de Tunja y

Cartagena.

Palabras clave: Orden de Predicadores, Convento Universidad de Santo

Domingo, Independencia, Nuevo Reino de Granada, Tunja

* El presente texto es el resultado de la investigación que el autor desarrolla en el Instituto de Estudios Históricos Fray Alonso de Zamora, en la Universidad Santo Tomás.

** El autor de esta ponencia es Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás, Bachi-ller en Teología de la Pontiicia Universidad Javeriana, Diplomado en Archivística y Paleografía de la Escuela Vaticana, Especialista en Gerencia de Instituciones de Educación Superior de la Universidad Santo Tomás, Magíster en Historia de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, y realizó estudios de Doctorado en Historia de la Iglesia en la Universidad Gregoriana de Roma. Asimismo, es miembro Correspondiente de la Academia Boyacense de Historia y Director-Fundador del Instituto de Estudios Históricos Fray Alonso de Zamora, Universidad Santo Tomás. Contacto: [email protected]

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 23-44

Page 25: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

24

Diary of a convent:

Saint Dominic of Tunja during

the Independence

Abstract

This article presents the Order of Preachers’s contribution to the Inde-

pendence of the New Kingdom of Granada and, in particular, the one

undertaken by the University Convent of Saint Dominic in Tunja. The

motives that impelled the dominican friars to be part of this process are

revealed, thanks to the support of the Tomistic and the other two Uni-

versity convents from Tunja and Cartagena.

Keywords: Order of Preachers, University Convent of Saint Dominic,

Independence, New Kingdom of Granada, Tunja

Page 26: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

25

Journal d’un couvent:

Saint Dominique de Tunja

pendant l’indépendance

Résumé

Cet article présente la contribution de l’Ordre des Prêcheurs en faveur de

l’Indépendance du Nouveau Royaume de Grenade et, en particulier, celle

qui a été faite par le Couvent Université de Saint Dominique de Tunja, alors

que les causes qui ont poussé les couvents dominicains à participer, avec

le soutien des étudiants de la Thomistique et des deux autres couvents

universités de Tunja et Cartagena, sont établies.

Mots-clés: Ordre des Prêcheurs, Couvent Université de Saint Dominique,

Indépendance, Nouveau Royaume de Grenade, Tunja

Page 27: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

26

1. La participación de la Orden de Predicadores y

sus claustros de enseñanza en la Independencia

En esta ponencia se presenta la contribución de la Orden de Predicadores

a favor de la independencia del Nuevo Reino de Granada y, en particular,

la efectuada por el Convento Universidad de Santo Domingo en Tunja,

en tanto que se establecen las causas que movieron a los conventuales

dominicos a participar en este proceso, con el apoyo de los estudiantes

de la Tomística y de los otros dos conventos universidades de Tunja y

Cartagena.

La historiografía ha empezado a revelar la amplia y decisiva participación

del clero secular y regular en la consolidación del proceso independentista

del Nuevo Reino de Granada, en el que la Orden de Predicadores, a través

de sus diferentes conventos, parroquias, iglesias y misiones, fue una de las

órdenes conventuales que mayor participación tuvo a favor de la causa

patriota (Ariza, 1993: vol. 1, 3-23), junto con el clero secular (Groot, 1941:

vol. 2-4) y los franciscanos (Mantilla, 1995).

Concretamente, la Orden Dominicana se vinculó al movimiento de in-

dependencia con: 1) la realización de múltiples aportes económicos al

ejército patriota, 2) el apoyo moral e intelectual hacia el pueblo patriota

desde el púlpito, 3) la formación de bachilleres o universitarios poseedores

de un acervo tanto escolástico como ilustrado, 4) en calidad de soldados

o capellanes en los campos de batalla y 5) amparando a los patriotas

perseguidos por el gobierno realista. Desde luego, hubo un sector de la

Orden Dominicana que se mantuvo al margen de los acontecimientos y,

asimismo, otro grupo que permaneció iel a la causa del monarca espa-

ñol Fernando VII (Archivo Histórico de la Provincia San Luis Bertrán, en

adelante citado como AHPSLB, 1792-1826, f. 70-88.).

La participación de la Orden de Predicadores y sus claustros de estudios

generales a favor de la causa independentista del Nuevo Reino de Granada

estuvo motivada por tres razones: 1) el vacío de poder producido por la

invasión del ejército napoleónico a España en 1808, que trajo consigo

el destierro del propio monarca español; 2) las ideas ilustradas sobre

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 28: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

27

la justiicación del tiranicidio, la soberanía del pueblo y la libertad, que

fueron sustentadas con los postulados de la escolástica jurídica de Santo

Tomás y otros teóricos de la época (Cárdenas, 2010) y 3) el inconformismo

sobre el regalismo borbónico que perjudicaba a la Orden Dominicana y

la Tomística (Plata y Reyes, 2005: 337-339), pero también a los claustros

de estudios generales de Tunja y Cartagena y, en general, a todo el clero

neogranadino, puesto que perseguía el control económico-administrativo

de la Iglesia y sus diferentes órdenes conventuales.

Así, tras los sucesos del 20 de julio de 1810 que desencadenaron el grito

de independencia en Santafé, el ambiente ideológico de malestar que

reinaba en el Convento de Nuestra Señora del Rosario y en la Universidad

Santo Tomás frente a las políticas del gobierno real y virreinal encontró

eco con las demandas de los demás sectores sociales santafereños.

En primera instancia, la participación de algunos directivos, catedráticos

y estudiantes de la Universidad quedó demostrada en la celebración

de la Junta de Gobierno de Santafé, en la que aparece como uno de los

irmantes el Rector de la Universidad Santo Tomás, Fr. Mariano Garnica,

pero, además, “los alumnos de la Universidad”, anota Ariza (1993, vol. 2),

en compañía de los estudiantes

... del Colegio Mayor del Rosario y de San Bartolomé sobresalen en la peti-

ción de cabildo abierto, que el aterrado Virrey Amar concede por in a las 10

de la noche, a ruego de su confesor el dominico, Director de la Academia,

Fr. Pablo Lobatón (989).

Esta activa participación de los estudiantes de la Tomística y de los dos

colegios mayores en los sucesos del 20 de julio no fue tan improvisada

como pudiera asumirse. Así, la inquietud o la preocupación por los asun-

tos no sólo académicos1, sino también políticos y socioeconómicos del

1 Un aspecto que causó malestar entre algunos estudiantes y también catedráticos de la Tomística y los dos colegios mayores hacia inales del siglo XVIII fue la negativa de los directivos de estos claustros educativos por cambiar el método de estudios silogístico existente por el analítico. Al respecto se habían propuesto dos tentativas de reforma: el plan o método de estudios propuesto por el iscal Moreno y Escandón en 1774 y el plan de estudios y la erección de universidad pública planteados por el virrey arzobispo Antonio Caballero y Góngora en 1787. No obstante, la Universidad Santo Tomás mantuvo el método silogístico y la escolástica siguió asumiéndose como la verdad suprema, verdad que se expresaba en la Summa Teológica de Santo Tomás de Aquino (Silva, 1981: 72-97).

Diario de un convento

Page 29: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

28

Virreinato o de la Corona española, fue recurrente hacia inales del siglo

XVIII. Suicientes pruebas al respecto se encuentran consignadas en el

Papel Periódico, dirigido por Manuel del Socorro Rodríguez, en el que

los estudiantes anunciaban habitualmente la celebración de tertulias y

centros culturales2.

Asimismo, en la Universidad Santo Tomás se llevaron a cabo algunas

reuniones secretas en las que los estudiantes discutían sobre “la libertad

de que disfrutaban los franceses”, en torno a la lectura de ciertos libros

de autores ilustrados y de los textos jurídico-políticos fundamentados

en los postulados tomistas (como las obras de Tomás de Vío Cayetano,

Francisco de Vitoria, Melchor Cano, Domingo de Soto, Francisco Suárez,

entre otros), relacionados con la soberanía popular o la autonomía de

los pueblos de gobernarse. El propio Antonio Nariño, en 1795, intentó

demostrar que Santo Tomás “no se opone a las máximas de los derechos

del hombre”; por el contrario, “las suyas son más decisivas, más claras,

mucho más fuertes” (Cárdenas, 1991: 14).

De esta forma, se entiende mejor la actuación de Fr. Pablo Lobatón, cate-

drático de la Tomística, aquel 20 de julio, puesto que además de apoyar

por las calles la revuelta liderada por el Tribuno del pueblo, José Acevedo

y Gómez, persuadió “al virrey Amar, de quien era confesor titular”, para

“la concesión del cabildo abierto que solicitaba el pueblo” (Cárdenas,

1991: 14).

También se ha establecido que en el Acta de Independencia de la Provincia

de Santafé participaron otros dos frailes dominicos: Fray Juan Antonio

Buenaventura y Castillo y Fray Santiago Páez y León, el cual se convertirá

en Prior del Convento Santo Domingo de Tunja en 1817, según Ariza

(1993: vol. 2, 992).

Más adelante, el 29 de julio de 1810, por la tarde, Fr. Mariano Garnica,

Rector de la Universidad,

2 De acuerdo con Silva (1981: 98): Papel Periódico, No. 19 (viernes 12 de agosto de 1791: 221); No. 22 (viernes 8 de julio de 1791: 181); No. 46 (30 de diciembre de 1791: 295); No. 84 (21 de septiembre de 1792: 241).

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 30: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

29

[...] convocó al claustro pleno, pues los doctores Camilo Torres y Frutos

Joaquín Gutiérrez Piñeros, miembros de la comisión de la Junta Patriótica,

querían hacer una propuesta: enseñar en las aulas de la Universidad la jus-

tiicación de la doctrina del tiranicidio, la libertad y soberanía popular […]

La idea era que se hiciera el esfuerzo de sustentarla según Santo Tomás. Así

mismo, se pedía la enseñanza de las ideas escogidas de ilósofos ilustrados,

en apoyo de la revolución.

Se encargó a los catedráticos la necesidad de inculcar en el ánimo de la

juventud los principios liberales y el aborrecimiento de la tiranía, enseñando

que los pueblos tienen derecho para sacudirse el yugo de los tiranos (Plata

y Reyes, 2005: 339).

El 22 de diciembre se celebró la Primera Asamblea de Cundinamarca,

en la que aparecieron como diputados dos dominicos: Fr. Juan Antonio

Buenaventura y Castillo y Fr. Manuel de Rojas (Ariza, 1993: vol. 2, 992).

En 1813, Juan Antonio de Buenaventura, nuevo Rector de la Santo Tomás,

irmó el Acta de Independencia de Cundinamarca, al tiempo que apoyó la

impresión del libro de Fr. Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la

destrucción de las Indias, en el que se criticaba todo el proceso de conquista

española. Finalmente, fue desterrado a la Guayana por el general Morillo

durante el periodo de la Reconquista, lugar donde murió.

Ese mismo año, Fr. Juan José de Rojas presentó al Presidente de Cundi-

namarca un ensayo titulado ¿El patronato es inherente a la soberanía? En

este texto, el autor da una respuesta negativa y sostiene que uno de los

motivos fundamentales por los cuales se había optado por la emancipa-

ción de España era por la existencia de dicha institución.

En este periodo fueron borradas las insignias reales de la Universidad

Santo Tomás, lo que demostró su adhesión con la causa patriótica. Por

este hecho y los anteriormente mencionados, la Universidad fue señalada

como sospechosa, motivo por el cual los dominicos acudieron en busca

de protección al Obispo de Popayán, Fr. Salvador Jiménez de Enciso (Plata

y Reyes, 2005: 340).

Diario de un convento

Page 31: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

30

De otro lado, en la Constitución de Cartagena de Indias, promulgada el

14 de junio de 1811, participó como representante de San Benito Abad

el dominico Fr. Ramón José de Torres (Ariza, 1993: vol. 2, 992).

También los conventuales de Santo Domingo, en Cartagena, donan sus

“alhajas y todo cuanto pueden” a la causa patriota el 4 de agosto de 1814,

poco antes del arribo a la ciudad del Paciicador Pablo Morillo y del ejército

realista. Una vez terminado el sitio que impuso Morillo a Cartagena, la

tropa realista ocupó el Convento Universidad y dos incas de su propiedad,

lo cual lo dejó en la ruina (Ariza, 1993: vol. 2, 269-270).

Pero, probablemente, el gesto de generosidad más grande que tuvo el

clero neogranadino con la causa independentista fue el que efectuó la

comunidad dominicana de Chiquinquirá el 20 de enero de 1815, puesto

que pusieron en las “manos del Gobierno General” 1.233 pesos y un incal-

culable tesoro de alhajas en oro y plata perteneciente al santuario, ya que

... esta Comunidad, penetrada de los vivos sentimientos de patriotismo que

anima a Vuestra Señoría [José Acevedo y Gómez, jefe político del Distrito]

y a todos los miembros del Gobierno General, desea dar a Vuestra Señoría

una prueba de que sus insinuaciones y oicios han producido el efecto

que debía esperar de los hijos de la Patria, y sólo espera la Comunidad las

ordenes de la Superioridad para ponerlas en ejecución. [Rúbrica] Fr. Miguel

Garnica, Prior (citado en Ariza, 1993: vol. 2, 997).

2. Contribución del Convento Universidad de

Santo Domingo a favor de la causa patriótica

El Convento Universidad de Santo Domingo en la ciudad de Tunja fue

uno de los monasterios que mayor participación intelectual, moral y

económica tuvo con la causa libertadora del Nuevo Reino de Granada3,

incluso, en los momentos más álgidos, como el periodo de la Reconquista

a manos del Paciicador Pablo Morrillo. Por esta actuación, buena parte

3 De acuerdo con el postulado del historiador Braudel (1988: 6) sobre los periodos de cambio sociocultural, la presente investigación se centró en un momento de coyuntura o transformación en el Nuevo Reino de Granada (periodo independentista) y, en particular, se enfocó en las trasformaciones ideológicas (sociales, económicas y políticas) comportadas en el convento objeto de estudio.

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 32: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

31

de sus miembros tendrían que pagar un alto precio al ser deportados

en calidad de reos hacia Maracaibo en 1816. Pero tal vez el aporte más

signiicativo de Santo Domingo reside en que dos de sus conventuales,

catedráticos a su vez de la misma Universidad, ingresaron a las ilas del

ejército libertador: Casimiro Landínez y Juan José Melo. Del mismo modo,

uno de los egresados del Convento Universidad, Fr. Ignacio Mariño, tuvo

una decisiva participación en el ejército patriota y en el proceso de inde-

pendencia de la Provincia de Tunja, como se verá a continuación.

En un inicio, el Convento de Santo Domingo participó en la elaboración de

la Constitución de la República de Tunja, la cual vio la luz el 9 de diciembre

de 1811. Aquí aparecen entre los irmantes: Fr. Agustín Casas, agustino

representante de Chita, el presbítero Antonio de Guevara por Boavita y

cinco dominicos: Fr. Manuel León, Fr. Felipe Antonio Herrera, Fr. Domingo

Moscoso, Fr. Isidro Leiva y Fr. Nicolás Ramírez.

De acuerdo con Rivadeneira (2002), “al abocar el análisis jurídico y polí-

tico de la Constitución de Tunja, fácilmente se establece que en su texto

se incorporaron doctrinas típicamente calvinistas, al lado de principios

católicos y de preceptos de procedencia escolástica” (140). Además,

esta Constitución sirvió como modelo de estatuto republicano para las

constituciones que se elaborarían poco tiempo después en diferentes

provincias del Virreinato.

En la segunda Acta de Independencia de Tunja, redactada el 10 de di-

ciembre de 1813, participaron Fr. Agustín Casas (agustino) y los dominicos

José María Vargas y Fr. Ignacio Mariño, quien estudió el Bachillerato en

Filosofía en el Convento Universidad de Santo Domingo en Tunja, entre

los años de 1788 y 1793 (Ariza, 1993: vol. 2, 990-992).

Mariño también consolidó y dirigió la guerrilla patriota de los Llanos

hacia el mismo año de 1813, con los indígenas de los pueblos en donde

él había venido evangelizando desde trece años atrás: Tame, Maguane

y Betoyes. También estableció una conexión estratégica con las milicias

de los llaneros Ramón Nonato Pérez y Juan Galea y Páez, el venezolano.

Estos grupos armados patriotas fueron los encargados de sostener la

causa independentista durante el periodo en que España comisionó al

Diario de un convento

Page 33: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

32

general Pablo Morrillo para que paciicara y sembrara terror por todo el

territorio neogranadino y venezolano. Sin la participación de estos gru-

pos, seguramente el Libertador no hubiera podido conquistar el altiplano

cundiboyacense, centro del poderío español en el Virreinato (Ocampo,

1999: 222-252).

Hacia 1815, Mariño fue nombrado jefe civil y militar de la provincia de

Casanare, desde donde extendió la campaña de los Llanos de Apure y

Venezuela. Su participación en la causa independentista en esta región

se resume en tres acciones militares: toma de Chire y Pore el 27 de marzo,

en donde fue apresado el realista Jiménez; derrota de una facción realista

en Arauca, hacia el inal del mismo año, y asalto a la fundación de Upía

el 21 febrero de 1818, con la colaboración de los llaneros Juan Galea y

Ramón Nonato Pérez, compañeros inseparables de Mariño durante todo

este periodo de su vida.

Durante estas acciones, Mariño no sólo intervino con heroísmo, sino que

fue la persona más inluyente en la decisión del Libertador para realizar la

campaña en territorio neogranadino en vez del venezolano. Esta decisión

se tomó en la Junta del Llano de Miguel, el 29 de junio de 1819, en donde

el Libertador se encontraba deliberando, en compañía de su oicialidad,

cuál debería ser el destino de las posteriores acciones militares de la

campaña. La mayoría de los presentes apuntaban a que esta se llevaría

a cabo por tierras venezolanas, pero ante la prudente intervención de

Mariño, los jefes militares y el propio Bolívar se persuadieron de realizarla

a través del Nuevo Reino de Granada (Tisnes, 1965: 154).

En 1819, Mariño participó en el Congreso de Angostura como diputado

suplente

[...] de la provincia granadina de Casanare y en el mismo año fue investido

con el cargo de Capellán General del Ejército Libertador en la campaña de

la Nueva Granada, nombrado por el propio Bolívar. Durante este periodo

tomó parte en las batallas del Pantano de Vargas, el 25 de julio de 1819, y

del Puente de Boyacá, el 7 de agosto del mismo año (Carnicelli, 1970: 189).

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 34: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

33

De otro lado, en el Libro de Consultas del Convento de Santo Domingo

(AHPSLB, 1792-1826) se registró un importante donativo hacia el gobierno

patriota de la provincia, el 20 de diciembre de 1813:

Dijo también su Paternidad muy Reverenda [el Prior Provincial Fr. Mariano

Garnica] que sabía que el Estado [de Tunja] se hallaba en apuros de dinero

para sostener la causa, y que se intentaba echar mano de los conventos

[,] echándoles donativos [,] en cuya atención le sería muy conveniente a

este convento [,] anticiparse a dar alguna cosa antes que llegado el caso

[,] el donativo que le tocase, fuese una cantidad considerable que le sería

muy perjudicial; y mucho más que se hallaba sin dineros; que la cantidad

que se podía dar eran mil pesos, para cuyo efecto se podían sacar de la

hacienda cien reses (f. 88).

En ese año, Fr. Mariano Garnica, Prior del Convento, lideró el famoso plei-

to jurídico en compañía de los conventuales de Santo Domingo, por la

elección del Provincial Francisco de Paula Ley por pretender prorrogar su

mandato, ante la muerte del Vicario General de la Orden, Fray José Díaz,

quien era la persona encargada de designar al nuevo Provincial en 1813

(Ariza, 1993: vol. 2, 965).

El malestar de los conventuales de Santo Domingo se suscitó fundamen-

talmente porque el Provincial Francisco de Paula Ley, aunque consultó a

los priores conventuales, no convocó el capítulo electivo para designar

sucesor, de acuerdo con las reglas de la comunidad, cuyo sustento pon-

tiicio se hallaba en la emisión de la Bula Inter Graviores de 1804 y, por

el contrario, ratiicó su cargo el primero de febrero. Cabe anotar que el

Convento de Santo Domingo fue el único de la Provincia de San Anto-

nino que se opuso de manera autónoma y crítica a este nombramiento

(Mesanza, 1936: 231-236).

Más adelante, en el segundo libro sobre los controles de las cátedras

impartidas en el Convento Universidad de Santo Domingo en Tunja, que

reposa en el AHPSLB (1747-1847, f. 196r), se efectuó la siguiente anotación:

“Los PP. Lectores Casimiro Landínez y Juan José Melo se marcharon con

tropas de Tunja [el 2 de diciembre de 1814], como capellanes, a Bogotá,

abandonando las clases que en el Convento tenían”. Mesanza (1936),

Diario de un convento

Page 35: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

34

con cierta desazón, hace referencia al clima de agitación que por aquel

entonces afectaba la vida académica y conventual en Santo Domingo:

En este curso de 1813 al 14 teníamos en Tunja seis estudiantes de Teología,

de ellos dos eran seglares; de Filosofía siete, de ellos cuatro seglares. La

informalidad para hacer clase no podía ser mayor. Escasamente 60 días

en el año se daba lección, según los libros de estudios de aquel Convento.

Aquellas tropas de los PP. dichos las dirigía Simón Bolívar que iba a tomarse

a Bogotá, medio anarquizada en la Patria Boba (99).

Después, el Convento efectuó otro donativo o subsidio al Gobierno

Patriota durante el mes de abril de 1816, según cuenta Mesanza (1936:

84-85), pero no se menciona la suma probablemente por temor a repre-

salias de los realistas al mando de Pablo Morillo. Sin embargo, no valió

tal prevención y los temores de los conventuales dominicanos en Tunja

se hicieron realidad en diciembre de ese mismo año, momento en el cual

irrumpió el Paciicador por toda la provincia y la mayoría de los frailes de

Santo Domingo fueron exiliados a Maracaibo, como consta en la siguiente

anotación consignada en el Libro de Consultas del Convento:

Nota: Con motivo a la prisión violenta y repentina expulsión que sufrimos

por la barbarie de los españoles, los Religiosos Sacerdotes de este convento

por el mes de diciembre de 1816, en que nos arrebataron para Maracaibo;

fue indispensable el que este libro quedase oculto con los de mi uso, los

que di a guardar por fuera: por lo que en él no constan las consultas que

se celebrarían en el Priorato el R. P. Lector Fr. Santiago Páez por los años de

1817, 18, y parte del 19, en que fue también Prior Nuestro P. Barragán en

cuyo tiempo, según creo, hubo algunas consultas las que tampoco constan

a causa de haber estado enfermo. En cuya virtud los Padres que las hayan

autorizado darán razón de ellas pues a mí no me ha sido posible saber

quiénes hayan sido para que de este modo constatar por su orden por lo

que así lo expongo para que en todo tiempo conste. [Rúbrica] Fr. Francisco

Antonio de Torres, Notario del Convento (citado en Mesanza, 1936: 95)

También fueron remitidos con este grupo dos frailes dominicos más del

Convento de Villa de Leiva, Santo Ecce Homo, y un número indeterminado

de franciscanos de la ciudad de Tunja, los cuales retornaron un año más

tarde tras la promulgación de un indulto real. El P. Báez (s. f.) registró en

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 36: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

35

su crónica los nombres de los frailes desterrados del convento de Tunja

y Santo Ecce Homo:

Noviembre de 1816: el Paciicador Morillo, al pasar por Tunja para Ve-

nezuela, decretó el destierro de los frailes patriotas, y en ellas quedaron

comprendidos:

Fr. Casimiro Landínez

Fr. Juan José de Rojas

Fr. Rafael Niño

Fr. Francisco Antonio de Torres

Fr. Cornelio Reyes

Fr. Manuel Medina y

Fr. Pedro Rotta

Hermanos Manuel Cifuentes [y] Miguel Bermúdez

Los Padres Medina y Rotta y los Hermanos eran conventuales de Santo Ecce-

Homo. En Maracaibo estuvieron presos los Padres (porque los Hermanos

no fueron) en el Convento de San Francisco (152).

Durante este convulsionado periodo, por disposición del Ejército Realista,

el Convento de Santo Domingo funcionó como cárcel de paso para los

prisioneros laicos y religiosos que eran periódicamente deportados hacia

Venezuela.

En los libros de gastos del Convento se registraron los dineros que diaria-

mente destinaba la comunidad para la manutención de los reos (Báez, s.

f.: 152). Por ejemplo, entre los meses de noviembre y diciembre de 1813,

los dominicos de Santo Domingo hicieron las siguientes anotaciones:

“Dimos para pan y almuerzo por los SS. Eclesiásticos que estuvieron aquí

presos, catorce reales” (AHPSLB, 1792-1826, f. 87); otra, de manera similar,

registró: “Dimos para atención de otros seis sacerdotes presos que vinie-

ron últimos [,] veinte reales” (AHPSLB, f. 137).

Diario de un convento

Page 37: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

36

Pero el apoyo económico del Convento de Santo Domingo hacia el Go-

bierno Patriota no cesó con el triunfo e instauración del nuevo régimen

republicano, sino que se mantuvo a pesar de sus menguados recursos,

que las guerras de independencia acentuaron aún más. Así, en el mes

de febrero de 1826, el Convento dio 100 pesos al gobierno para ayuda

del cementerio, que seguramente no daba abasto con tantos muertos

producto de las guerras independentistas (AHPSLB, 1792-1826, f. 137).

En septiembre de ese mismo año se registró otro aporte en el Libro de

Consultas del Convento, 1826: “Dimos de contribución, anticipada, dos-

cientos pesos al Gobierno de Colombia” (AHPSLB, f. 140). Más adelante,

en el mismo folio, durante el mes de octubre del año en mención, se

registra: “Contribución. Dimos mas doscientos pesos de la contribución

anticipada, al Gobierno de Colombia”.

Finalmente, el Convento de Santo Domingo en Tunja no podía dejar de

manifestarse tras el deceso del Libertador Simón Bolívar en 1830 e hizo un

pequeño aporte para la misa de su funeral: “Funeral. Dimos para la misa

del funeral de Bolívar, un peso” (AHPSLB, 1792-1826, f. 162).

Después de los servicios prestados por el Convento de Santo Domingo,

la causa patriótica y la recién fundada república, el gobierno en pago,

particularmente el general Francisco de Paula Santander, ordenó la

supresión de los estudios primarios y generales ante el establecimiento

del proyecto educativo lancasteriano, materializado con la fundación del

Colegio de Boyacá, en 1822, en la capital de la provincia. Posteriormente,

los gobiernos liberales de José Hilario López (1849-1853) y Tomás Cipriano

de Mosquera (1861-1864 y 1866-1867) arremeterían en contra de las pre-

bendas de este convento y de toda la Iglesia en general (Báez, s. f.: 496).

Similar suerte corrió la Tomística en Santafé, puesto que poco tiempo

después de la victoria frente a los realistas, el general Santander la con-

virtió, por un lado, en la sede de la logia masona que presidía y a la cual

perteneció también Fr. Ignacio Mariño y, por otro lado, en el centro de

la Sociedad Bíblica Protestante. Finalmente, el 3 de octubre de 1826, por

iniciativa del propio Santander, el Gobierno civil promulgó la Ley 72, que

convirtió a la Universidad Santo Tomás en Colegio y creó, en reemplazo,

la Universidad Central (Plata y Reyes, 2005: 340).

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 38: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

37

En 1832, también el Convento Universidad de Santo Domingo, en Carta-

gena, recibió los embates del nuevo régimen republicano ante la promul-

gación de la Ley de Supresión de Conventos. De este modo, a pesar de

que residan nueve religiosos en el claustro, su estado de ruina y pobreza

tras las guerras de independencia dieron pie para que las autoridades

decretaran el cierre deinitivo del Convento (Ariza, 1993: vol. 1, 273-275).

A través de todo este periodo, resultaron más de 40 frailes dominicanos

implicados como patriotas activos, según la obra del P. Fr. Alberto Ariza

(1011-1027), de los cuales la mayoría sufrieron presidio o fueron deste-

rrados del virreinato por haber puesto sus ideas o donativos económicos

al servicio de la causa libertadora, y otro pequeño número, por sumarse

al Ejército Libertador y luchar valientemente en las batallas que le dieron

la independencia al Nuevo Reino de Granada. Pero, sobre todo, de los

dominicos señalados como colaboradores con los patriotas, casi todos

fueron superiores conventuales, directivos o catedráticos de la Tomística,

en Santafé y en los dos conventos universidades de Tunja y Cartagena.

En cierta medida, también a ellos se les debe la formación de los tomasinos

que hicieron parte de la generación de los más ilustres patriotas del pe-

riodo independentista, tales como Andrés Rosillo, José Félix de Restrepo,

Camilo Torres, Francisco José de Caldas, José del Castillo y Rada, Atanasio

Girardot, Vicente Azuero, Joaquín Mosquera, Custodio García Rovira, Fr.

Ignacio Mariño y Francisco de Paula Santander, entre otros.

3. La circulación de las ideas republicanas entre

los frailes de la provincia de San Antonino

El traslado o asignación de los frailes dominicos de un convento a otro

por asignación de los superiores produjo a su vez la circulación de las

ideas4 en todos los órdenes (económico, social y político). En el caso de

4 En la presente investigación se recurrió al concepto de circulación de las ideas planteado por Guinzburg (1976: 11), el cual sostiene que la trasmisión de las ideas se produce en todas las direcciones: de “arriba” (“alta cultura”) hacia “abajo” (“cultura popular”), de abajo hacia arriba y horizontalmente. Con base en este concepto se pudo entender la manera como las ideas adoptadas en el Convento de Santo Domingo, para el periodo propuesto, circularon dentro y fuera de este y terminaron combinándose con otras ideas imperantes.

Diario de un convento

Page 39: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

38

las ideologías5 republicanas, sustentadas en los teóricos tomistas, o en

el propio Santo Tomás, y desde luego también en el inlujo de las ideas

provenientes de la Ilustración (francesa, inglesa o norteamericana), es muy

probable que hubiesen sido trasmitidas a su vez en diferentes direcciones.

De este modo, cualquiera de los frailes relacionados en la tabla 1 pudo,

y en algunos casos sus acciones lo ratiicaron, hacer “circular” su ideolo-

gía republicana entre los conventuales con los cuales interactuaron por

determinados periodos.

Tabla 1. Frailes del Convento Universidad de Santo Domingo de Tunja

entre 1813 y 1831

Nombre Cargo Datos biográicos

Fr.

Mariano

Garnica y

Dorjuela

Prior Conventual (1813)

Probablemente fue la igura más importante y determi-nante de la Orden Dominicana en el proceso de inde-pendencia. Nació en Chiquinquirá en 1770 y estudió en la Tomística en Santafé, en donde obtuvo los títulos de Doctor en Filosofía, Teología y Derecho Canónico. Luego fue Rector de la Universidad Tomística en Santafé entre 1809 y 1810. En este último año, ayudó a redactar y irmó el Acta de Independencia del 20 de julio. Ocupó también el cargo de Prior del Convento de Santo Domingo en Tunja en 1813 y fue el encargado de sugerir el donativo de mil pesos al Estado de Tunja, gobierno patriota, el 20 de diciembre de 1813. En ese año, lideró el famoso pleito jurídico en compañía de los conventuales de Santo Do-mingo, por la elección del Provincial Francisco de Paula Ley por pretender prorrogar su mandato, ante la muerte del Vicario General de la Orden, Fray José Díaz, quien era la persona encargada de designar al nuevo Provincial en 1813. Finalmente, Fr. Mariano Garnica fue Obispo de Antioquia entre 1828 y 1832.

5 Se empleó también el concepto de ideología, pero en su acepción más amplia; es decir, aquel con-junto de ideas (socioeconómicas y políticas) que caracterizan a un individuo o a un grupo social (Real Academia Española, 1970).

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 40: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

39

Nombre Cargo Datos biográicos

Fr.

Casimiro

Landínez

Superior y Lector de Teología (1813)

Nació en Samacá el 11 de marzo de 1782 y estudió en el Convento Universidad de Santo Domingo. Fue miembro del Convento de Tunja entre 1813 y 1816, ocupando el cargo de Lector de Teología. Fue desterrado en esta última fecha hacia Maracaibo por haberse unido como capellán al Ejército Patriota en la toma de Santafé en 1814. Fue prior conventual de Chiquinquirá durante los años 1823 y 1826. También fue párroco por petición del pueblo o parroquia entre 1822-1836; es decir, duró más de diez años en este cargo.

Fr.

Gregorio

López

Maestro de Estudiantes (1813)

No se sabe con exactitud cuándo llegó a Santo Domingo, pero sí que ocupó el cargo anotado en ese año. Anterior a esto, fue párroco no prior de Chiquinquirá en 1789 y cura interino del mismo pueblo en 1796.

Fr. Juan

José Melo

Lector de Artes (1813-1816)

Permaneció como conventual y Lector de Artes en la Universidad Convento de Santo Domingo en Tunja entre 1813 y 1816. También estuvo en Santafé como capellán del Ejército Patriota en 1814, motivo por el cual fue deste-rrado hacia Maracaibo en 1816. Por último, fue nombrado Prior Conventual de Santo Domingo en Santafé, en 1832.

Fr. Rafael

Niño

Lector de Dogma

Fue miembro del Convento de Tunja entre 1813 y 1831; también Pablo Morillo lo desterró hacia Maracaibo en 1816.

Fr.

Francisco

Antonio

de Torres

Secretario/Notario del Convento (1813)

Fue el encargado de esconder el Libro de Consultas del Convento en el que se habían consignado los donativos al Ejército Patriota en el momento que el Pacificador Pablo Morillo desterró a los conventuales de este y otros claustros.

Fr.

Domingo

Barragán

Exprovincial Fue rector de la Universidad Tomística en Santafé en 1784, prior del Convento de Chiquinquirá en 1790 y párroco interino en Chiquinquirá. Fue miembro del Convento de Tunja entre 1799 y 1813.

Fr. José

María

Vargas

Fraile (1796), Presentado (1813) y Prior Conventual (1831)

Fue miembro del Convento de Tunja, por lo menos desde 1796 hasta 1831, y ocupó los cargos anotados en la casilla anterior.

Fr. Felipe

Jiménez

¿? ¿?

Fr.

Ignacio

Leal

Superior (1831)

¿?

Diario de un convento

Page 41: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

40

Nombre Cargo Datos biográicos

Fr.

Manuel

de Neira

Prior (1799) y Maestro de Estudiantes (1831)

Fue miembro del Convento de Tunja en 1799 y en 1831, ocupando los cargos anotados.

Fr. Rafael

Niño

Fraile (1813-1831) y Lec-tor de Dogma (1813)

Fue miembro del Convento de Tunja entre 1813 y 1831; también Morillo lo desterró hacia Maracaibo en 1816.

Fr. Pedro

Ruiz

Fraile (1831) ¿?

Fr.

Cornelio

Bonilla

Fraile (1831) ¿?

Fr.

Cornelio

Torres

Fraile (1831) ¿?

Fr. Pedro

Forero

Fraile (1831) ¿?

Fr.

Manuel

Pardo

Fraile (1831) ¿?

Fr.

Florencio

¿?

Corista (1831) ¿?

Esta tabla se construyó con base en las siguientes fuentes: El Convento

de Santo Domingo en Tunja, vol. 4. La Orden Dominicana en Colombia (f.

152v y 259 V), por E. Báez, s. f., Archivo de la Provincia de San Luis Bertrán

de Colombia de la Orden de Predicadores, Fondo San Antonio, Sección

Personajes. Documento no publicado; El Convento Dominicano de Nuestra

Señora en Santafé (20-25), por A. Mesanza, 1938. Chiquinquirá, Colombia:

Imprenta La Rotativa; Historia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

(285-287), por V. Cornejo y A. Mesanza, 1942 (2a. ed.). Bogotá, Colombia:

Editorial Centro S. A.

Los conventuales de Santo Domingo que participaron activamente o es-

tuvieron envueltos en los procesos independentistas no tuvieron un lugar

de asignación ijo; por el contrario, estaban sujetos por su vida misionera

a mudar constantemente de convento, parroquia o misión, en aras de

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 42: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

41

difundir el Evangelio; por lo menos, la ruta misionera marcada por cada

uno de los conventuales citados fue: Santafé, Tunja, Chiquinquirá, Santo

Ecce-Homo, Llanos Orientales.

Asimismo, es indiscutible que la propia ubicación geográica de la ciudad

de Tunja determinó la participación de los frailes de Santo Domingo en

este periodo de transición o coyuntura, puesto que ella fue paso obliga-

do entre las provincias del interior y las del exterior o costeras. Por tanto,

fue un lugar privilegiado con relación a la trasmisión o circulación de las

ideas. Además, Tunja era una ciudad donde el poderío virreinal no se

sentía con la misma fuerza o presión como en la capital del Virreinato o

como en Cartagena de Indias, en donde se encontraban entronizadas las

instituciones y contingentes de militares realistas (Kuethe, 1993).

En la tabla 1, anteriormente citada, que muestra los frailes del Convento

Santo Domingo en Tunja, se aprecia el cambio de sus integrantes entre

los años de 1813 y 1831; unos por relevo generacional y otros porque

fueron trasladados o asignados hacia ciertos conventos y parroquias,

puesto que únicamente se mantuvieron José María Vargas y Rafael Niño.

Sin embargo, es preciso anotar que de la mayoría no se sabe con exactitud

qué suerte tuvieron en tan convulsionados momentos, cuando la muerte

se encontraba a merced de cualquier persona.

4. Conclusiones

A pesar de que no fue posible determinar el lugar de iliación o formación

de la mayoría de los frailes que se encontraban en el Convento Universi-

dad de Santo Domingo en Tunja durante el periodo de la Independen-

cia, se puede asumir que este no fue un factor determinante sobre la

decisión que tomaron en participar a favor de la causa patriota. Es más

acertado pensar que la condición itinerante de los frailes de la Orden de

Predicadores, por la misma dinámica de asignación a cargos en distintos

lugares del Virreinato, los puso en una condición privilegiada en cuanto

a la trasmisión de las ideas imperantes en aquel periodo. De manera con-

creta, se demostró que la circulación de las ideas republicanas francesas

y anglosajonas, así como el tránsito de los frailes de un lugar a otro por

Diario de un convento

Page 43: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

42

asignación, luyó permanentemente entre el Convento Nuestra Señora

del Rosario en Santafé y el de Santo Domingo en Tunja, y del mismo modo

entre la Tomística y la Universidad Convento en Tunja.

Así, el Convento Universidad de Santo Domingo en Tunja fue uno de los

principales receptáculos en donde se formaron o enseñaron algunos

ilustres patriotas y, a su vez, el lugar de fermentación de muchas de las

ideas y actos que contribuyeron audazmente con la independencia de

la provincia y, en general, con la emancipación política del Nuevo Reino

de Granada.

5. Referencias

5.1 Fuentes documentales

Archivo Histórico de la Provincia San Luis de Bertrán (1792-1826). Libro de

Consultas del Convento de Santo Domingo en Tunja. Tunja, Colombia:

Fondo San Antonino, Sección Libros Financieros, caja 0002, carpeta

0003, f. 1-89.

Archivo Histórico de la Provincia San Luis de Bertrán (1747-1847). Libro

Primero, Segundo y Tercero de Estudios del Convento de Santo Domin-

go de Tunja. Tunja, Colombia: Fondo San Antonino, Sección Libros

Financieros, caja 0003, carpeta 0004, f. 270.

5.2 Prensa

Papel Periódico, 22 (viernes, 8 de julio de 1791: 181); 19 (viernes, 12 de

agosto de 1791: 221); 46 (30 de diciembre de 1791: 295); 84 (21 de

septiembre de 1792: 241).

5.3 Referencias citadas

Ariza, A.E. (1993). Los Dominicos en Colombia (vols. 1-2). Bogotá, Colombia:

Provincia San Luis de Bertrán.

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 44: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

43

Báez, E. (s. f.). La Orden Dominicana en Colombia (vols. 1-22). Archivo de

la Provincia de San Luis Bertrán de Colombia de la Orden de Predi-

cadores, Fondo San Antonio, Sección Personajes. Documento no

publicado.

Braudel, F. et ál. (1988). El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época

de Felipe II. Madrid, España: Espasa-Calpe.

Cárdenas, A. (1991, abril). Historia del Primer Claustro Universitario de

Colombia. En Realidad, (4), 14.

Cárdenas, A. (2010, junio). El papel de la Tomística en la independencia

del Nuevo Reino de Granada. En Sinergia Tomasina, (27).

Carnicelli, A. (1970). La masonería en la independencia de América. 1810-

1830 (vol. 1). Bogotá, Colombia: Artes Gráicas.

Cornejo, V. y Mesanza, A. (1942). Historia de Nuestra Señora del Rosario de

Chiquinquirá (2a. ed.). Bogotá, Colombia: Centro.

Groot, J.M. (1941). Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada (vols.

2-4). Caracas, Venezuela: Academia Nacional de Historia de Venezuela.

Guinzburg, C. (1976). El queso y los gusanos. El cosmos, según un molinero

del siglo XVI. Barcelona, España: Muchnik.

Kuethe, A. (1993). Reforma militar y sociedad en la Nueva Granada, 1773-

1808. Bogotá, Colombia: Banco de la República.

Mantilla, L.C. (1995). Los Franciscanos en la Independencia de Colombia.

Bogotá, Colombia: Academia Colombiana de Historia.

Mesanza, A. (1938). El Convento Dominicano de Nuestra Señora en Santafé.

Chiquinquirá, Colombia: La Rotativa.

Ocampo, J. (1999). El proceso ideológico de la emancipación en Colombia.

Bogotá, Colombia: Planeta.

Diario de un convento

Page 45: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

44

Plata, W. y Reyes, N. (2005). La Universidad Santo Tomás de Colombia ante su

historia. Siglos XVI – XIX. Bogotá, Colombia: Universidad Santo Tomás.

Real Academia Española (1970). Diccionario de la Lengua Española. Madrid,

España: Espasa-Calpe.

Rivadeneira, A.J. (2002). Los dominicos en Tunja (1551-2001). Tunja, Colom-

bia: Universidad Santo Tomás (Seccional Tunja).

Silva, R. (1981). La reforma de estudios en el Nuevo Reino de Granada. 1767-

1790. Bogotá, Colombia: Universidad Pedagógica Nacional y CIUP.

Tisnes, R.M. (1965). Fray Ignacio Mariño, O. P., Capellán General del Ejército

Libertador. Medellín, Colombia: Academia Antioqueña de Historia.

Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

Page 46: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

45

El caso de la Comunidad Dominicana

frente a la reforma educativa borbónica del siglo

XVIII en el Virreinato de la Nueva Granada*1

César Augusto Vásquez García

Eduardo Alberto Gómez Bello

Édgar Arturo Ramírez Barreto

Juan Sebastián Ballén Rodríguez

Grupo de Investigación Anagnostes**2

Universidad Santo Tomás

Recepción: 20 de agosto • Aprobación: 27 de septiembre

Resumen

El artículo propone una revisión crítica de carácter historiográico desde

la perspectiva metodológica de la historia de las ideas hasta los contextos

ideológicos y políticos en que se presenta la Reforma Educativa liderada y

gestionada por el iscal Moreno y Escandón entre los años 1774 y 1779 en

el Virreinato de la Nueva Granada. En este sentido, la Reforma Educativa

se implementa en el momento en que la comunidad de la Orden de Pre-

dicadores asume la responsabilidad de orientar la educación formal en el

Virreinato ante la expulsión de la Orden de la Compañía de Jesús ocurrida

en 1767, con la cual disputaba desde inicios del siglo XVII el monopolio

de la educación en el periodo colonial. Así las cosas, el artículo señala la

* El presente artículo es el resultado que el grupo Anagnostes presenta como fruto de la investigación ganadora de la convocatoria interna en la Universidad Santo Tomás.

** El grupo está conformado por integrantes provenientes de diversas disciplinas, tales como ilosofía, artes, lingüística e historia. Contacto: [email protected], [email protected], [email protected]

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 45-67

Page 47: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

46

posición que la Comunidad Dominicana asume frente a la implementa-

ción de esta reforma aprobada por el rey borbón Carlos III, en donde los

enfoques teóricos y epistemológicos respecto a la incorporación de la

nueva ciencia es un elemento relativo y no necesariamente sustancial a la

discusión sobre los niveles de resistencia que la Comunidad Dominicana

tuvo frente a la Reforma Educativa.

Palabras clave: Reforma Educativa, Virreinato de la Nueva Granada, Co-

munidad Dominicana, nueva ciencia, siglo XVIII

Page 48: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

47

The Dominican Community case before the

Borbonic Education Reform from XVIII century in the

Viceroyalty of New Granada

Abstract

This article proposes a critical historical review from the point of view of

history of ideas to the ideological and political contexts where the Edu-

cational Reform is presented, led and proposed by the General Attorney

Moreno and Escandón between 1774 and 1779 in the Viceroyalty of New

Granada. In this sense, the educational reform is implemented when the

Order of Preachers takes on the role of guiding the formal education in

the Viceroyalty due to the expulsion of the Company of Jesus Order in

1767. These two Orders were competing to control the monopoly of edu-

cation in Colonial times. Thus, the article shows the stance the Dominican

community adopts in the execution of this reform passed by King Charles

III, where the technical and epistemological approaches concerning the

entrance of the new science is a relative matter and not an important one

to the debate of the level of resistance the Dominican community had

towards the Educational Reform.

Keywords: Educational Reform, Viceroyalty of New Granada, Dominican

Community, New Science, XVIIIth Century

Page 49: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

48

Le cas de la communauté dominicaine face à la

réforme éducative des bourbons, au XVIIIè siècle

dans le Vice Royaume de Nouvelle Grenade.

Resume

L’article propose une révision critique à caractère historiographique de-

puis la perspective méthodologique de l’histoire des idées des contextes

idéologiques et politiques dans lesquels se présente la Réforme éducative

dirigée et gérée par l’avocat général Moreno y Escandón entre 1774 et

1779 dans le Vice Royaume de la Nouvelle Grenade. Dans ce sens, la Ré-

forme éducative s’implante au moment où la communauté de l’Ordre des

Prêcheurs assume la responsabilité d’orienter l’éducation formelle dans

le Vice Royaume, face à l’explusion de l’Ordre de la Compagnie de Jésus

en 1767, avec laquelle il se disputait, depuis le début du XVIIème siècle,

le monopole de l’éducation coloniale. Ceci étant posé, l’article signale la

position que la communauté dominicaine assume face à la mise en place

de cette réforme approuvée par le roi Bourbon Charles III où les appro-

ches théoriques et épistémologiques face à l’incorporation de la science

nouvelle est un élément relatif et non nécessairement substantiel dans la

discussion sur les niveaux de résistance que la communauté dominicaine

a eue en relation avec la Réforme éducative.

Mots-clés: Réforme éducative, Vice Royaume de Nouvelle Grenade, com-

munauté dominicaine, science nouvelle, XVIIIè siècle

Page 50: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

49

Presentación

En el documento de J. Tate Lanning intitulado “El sistema de Copérnico en

Bogotá”, y que fue publicado en la Revista de Historia de América (1944), se

propone la lectura del conlicto suscitado entre la comunidad de la Orden

Dominicana –que conservaba el monopolio de la educación superior en

la Nueva Granada a inales del siglo XVIII– y las disposiciones virreinales

que en materia educativa se empiezan a implementar desde el Plan de

Estudios presentado por del iscal Moreno y Escandón, más desde un ho-

rizonte político e ideológico que desde el plano intelectual o cientíico. El

sentido de esta airmación se sustenta en la idea de que a los dominicos

no les es tan “traumático” ni tan problemático el cambio de paradigma

epistemológico que va del sistema ptolemaico al copernicano, toda vez

que lo que se estaba poniendo en tela de juicio era la posibilidad de seguir

perpetuando el control sobre el acceso a la academia, la permanencia en

ella, el otorgamiento de títulos por parte de la Orden, pero sobre todo

mantener la cosmovisión en la que se sustentaba el sentido de su propia

existencia como institución social en el inicio de la modernidad:

A principios de 1774 se propaló la especie de que la Junta Superior de

Aplicaciones se preparaba a dictar algo concreto y drástico en relación con

la educación superior. Pensaron los dominicos anticiparse a tal medida,

y aprovechando que continuaba el statu quo, decidieron precipitar una

controversia acerca del sistema de Copérnico entre los peripatéticos y los

modernistas; creían con ello enturbiar y demorar las disposiciones esencia-

les relativas a la educación superior. Al efecto prepararon una disertación

sistemática y con las tesis que acompañaban a las invitaciones, enviaron

una a José Celestino Mutis y aparentemente a nadie más. En la tesis se

defendía el principio de que el sistema de Copérnico se hallaba en abierta

oposición con las Sagradas Escrituras y era intolerable entre católicos (Tate

Lanning, 1944: 282).

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 51: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

50

Contexto historiográico de la investigación

sobre la época colonial en Latinoamérica

En la introducción a la Filosofía de la historia americana, Leopoldo Zea

(1978) concibe, a partir de la propuesta relexiva y crítica generada por la

historia de las ideas en América Latina, particularmente desde las décadas

de los años cuarenta y cincuenta, que el pensamiento latinoamericano

históricamente ha “adoptado” las ideas europeas a las realidades propias

del subcontinente:

No se trata de una historia de las ideas latinoamericanas, como las de Europa

lo son de las europeas, sino de la forma como estas ideas, las europeas, han

sido apropiadas por la ilosofía o la cultura latinoamericana. Es desde este

punto de vista que la historia de las ideas en Latinoamérica es diversa de

la historia de las ideas europeas (Zea, 1978: 15).

En este sentido, la historia de las ideas ilosóicas pre-ilustradas e ilustradas

en la América hispana en los siglos XVI a XVIII se concibe no desde una

clásica ilosofía de la historia de corte europeo, sino desde una historia del

pensamiento latinoamericano, y no porque se considere que sea “inferior

en relación con aquella cuyas ideas se adoptan”, sino porque ha requerido

desde el mismo proceso de adaptación de una construcción asistemática

y compleja de relexiones sobre la manera de hacer dichas relexiones en

contextos culturales, políticos, económicos y sociales, diametralmente

distintos a los centros de producción de la ilosofía occidental. En otras

palabras, Zea, retomando a Gaos, considera que la historia de las ideas

en América Latina es “una toma de conciencia de la lógica que ha dado

origen a la asimilación de unas determinadas ideas de la ilosofía y la

cultura europeas”; es decir que lo que se ha hecho en Latinoamérica es

una ilosofía “no de los propios ilosofemas adoptados, sino del sentido

del espíritu o sentido que originaron esta adopción” (Zea, 1978: 17).

De esta forma, en el ejercicio de pensar sobre cómo la pre-ilustración y la

ilustración se adoptaron en los contextos americanos hispanos, se hace

patente aquella propuesta de Ardao de que nuestra relexión ilosóica

nunca dejó de buscar un acento propio (Zea, 1978: 18), sobre todo desde

la idea de que es una relexión ilosóica que se expresa de manera distinta

César A. Vásquez G., Eduardo A. Gómez B., Édgar A. Ramírez B., Juan S. Ballén R.

Page 52: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

51

a la ilosofía europea u occidental, pues esta última recurre al principio de

la Aufhebung hegeliana, que asume las categorías de absorción y asimilia-

ción como reguladoras del pensamiento ilosóico europeo, cimentado

en una dinámica dialéctica que va recuperando progresivamente las con-

tradicciones internas del pensamiento para devolverlo en una forma más

depurada y consistente. Este no es el caso del pensamiento ilosóico ame-

ricano, pues contrario al espíritu de la Aufhebung hegeliana que potencia

al máximo la absorción y la asimiliación como mecanismos reguladores

de un pensar dialéctico y sistemático, el pensamiento latinoamericano,

desde sus primeras manifestaciones en el siglo XVI, incuba una forma de

argumentación en donde la yuxtaposición, como manifestación de la

separación entre el sujeto que piensa el pensamiento y el objeto que da

cuenta de una realidad negada o cuestionada por el propio pensamiento,

se convierte en una categoría fuerte que guiará el ejercicio del pensar en

estas tierras americanas.

En el contexto del pensamiento propio de la América hispana, tal yuxta-

posición se veriica, según Zea, en el cambio de un orden que fundamenta

la escolástica colonial hacia uno que cimienta el positivismo; cambio de

órdenes que inevitablemente genera procesos de dependencia impuesta

o aceptada:

Lo mismo da el aparato conceptual de la escolástica del coloniaje ibero,

que el aparato conceptual del positivismo que acabará justiicando la

dependencia con los nuevos centros de poder. Relación de dependencia

colonial tanto frente al colonialismo del pasado como al neocolonialismo

de nuestros días (Zea, 1978: 26-27).

Sin embargo, a dicha yuxtaposición, entendida como enajenación del

pensamiento frente a la realidad de dependencia impuesta o aceptada,

coexiste una posible ilosofía de la historia americana garantizada por

los niveles de conciencia de la dependencia, simplemente para constatar

que la historia toma sentido a partir de la conciencia de la marginalidad:

Conciencia de la relación de dependencia que, dentro de esta interpreta-

ción, va a permitir ofrecer el punto de vista de los dominados sobre sus

dominadores, cambiando así el enfoque del conocimiento de la historia y

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 53: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

52

su interpretación, la visión de los vencidos, que dirá Miguel León Portilla

(Zea, 1978: 27).

Así, la conciencia de la marginalidad promueve en el sujeto, a su vez,

una conciencia de la dependencia y, por lo tanto, este sujeto que piensa

su pensamiento como dependiente y marginal asume con claridad la

conciencia de lo periférico respecto a un centro que no es el propio, per-

mitiendo una particular interpretación ilosóico-histórica de Occidente,

pero no ya desde un punto de vista exclusivamente eurocentrista que

reduce todo lo que no es Europa a degeneración e inmadurez, sino desde

la conciencia de lo diverso y lo distinto, para observar el moldeamiento

impuesto o aceptado desde la perspectiva de quienes lo han sufrido.

Ahora bien, en términos historiográicos esta historia de las ideas y de

las mentalidades la podemos ubicar desde el artículo “El historiador sin

certidumbres” de Marcos Palacios (1995), quien plantea una tesis inte-

resante al relacionar las continuidades de los regímenes políticos con

la producción historiográica, particularmente de la época colonial. Así,

resalta que México tiene la más rica historiografía debido a una conti-

nuidad política durante casi todo el siglo XX, a diferencia de la Argentina

que tuvo un renovado entusiasmo de los estudios coloniales, dada una

atmósfera de mayor libertad política entre la caída del peronismo en

1955 y el golpe militar de 1966. Y aunque la historiografía colonial mexi-

cana es más total, en el sentido en que aborda prácticamente todos los

aspectos de la vida social, y que la práctica reciente de los historiadores

argentinos se ha centrado en los aspectos socioeconómicos del pasado

colonial, no es arriesgado airmar que las tendencias provenientes de la

nueva historia económica se impusieron a mediados de los años setenta

en casi todas las investigaciones históricas de la época colonial en Amé-

rica Latina, después del agotamiento de las propuestas historiográicas

marxistas y de la escuela francesa de los Annales que se anunció en los

años treinta, se implantó en los cincuenta y se consolidó en los sesenta

(Palacios, 1995: 12-17).

Al mismo tiempo, Palacios plantea que a partir de los años setenta el

estructuralismo permea los estudios históricos al darle un tratamiento

“nuevo” o “cientíico” a la historia:

César A. Vásquez G., Eduardo A. Gómez B., Édgar A. Ramírez B., Juan S. Ballén R.

Page 54: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

53

La renovación historiográica a que dio lugar estaba en consonancia con

la difusión de las ciencias sociales y con el supuesto de que la realidad

observada no es la “realidad real”, pues esta oculta estratos y mecanismos

“subyacentes”. El papel de la ciencia consistiría en sacarlos a la luz y em-

prender su análisis (Palacios, 1995: 18).

A esta propuesta de análisis historiográico, según Palacios, se vinculan

inluencias de trabajos provenientes de la ilosofía, la sociología, el psi-

coanálisis, la lingüística, la teoría literaria y la semiótica. Las relexiones de

Foucault, Lacan, Derrida, Barthes y de otros pensadores contemporáneos

sirven de telón de fondo para que la historiografía contemporánea niegue

rotundamente la posibilidad de abordar la verdad histórica:

La historia no puede ser más que un inmenso palimpsesto de “textos” que

comienzan como “narrativas comunales”, igual que la épica o los libros

del Nuevo Testamento. La historia aparece entonces como un ejercicio de

reconstrucción imaginaria, como una invención literaria y una reinterpreta-

ción –que puede ser crítica– de la tradición preexistente (Palacios, 1995: 20).

Así, cada vez con mayor fuerza, la historia narrativa “marca el retorno a

personajes, a tramas y temáticas de vieja data: el individuo, la comunidad

local, la política, inclusive la alta política, vistos ahora bajo un lente an-

tropológico" (Burke, 1993, citado en Palacios, 1995: 21). En este sentido,

la historiografía sobre el periodo colonial replantea su perspectiva en

las dos últimas décadas al abordar los asuntos no ya como una historia

total, sino como una historia de lo cotidiano, de la historia desde abajo,

de la microhistoria.

Por su parte, Hilda Sábato (1995: 105), en “Historia política, historia in-

telectual: viejos temas, nuevas ópticas”, reitera las opiniones de Palacios

al considerar que si bien en los años sesenta y setenta los inlujos más

fuertes sobre la historia como disciplina provenían de la sociología y la

economía, hoy se originan en la ciencia política, la ilosofía política, la

crítica literaria y la lingüística:

En particular, el acercamiento a la crítica literaria, a la semiótica y a la lin-

güística pueden interpretarse como un resultado de las nuevas actitudes

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 55: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

54

frente a lo que hasta hace poco se consideraba “el objeto dado” de estudio,

es decir, de la convicción de que “el objeto historiográico jamás está dado,

se construye”, como dice Ginzburg [1990].

Al ya no ser la historia económica el lugar privilegiado para desentrañar

los mecanismos básicos de la realidad social, tarea que la historiografía

reporta para los años sesenta y setenta a través de los enfoques de eco-

nomicistas y sociológicos, en las últimas décadas se empieza a hacer

historia de otra manera:

En cambio, se puede hablar, igual que Carlos Altamirano, de “la emergencia

de una nueva coyuntura en la práctica historiográica, sin polos hegemó-

nicos en cuanto a las vías, los instrumentos y los objetos que permiten

lecturas, de resultados signiicativos, de nuestro pasado”. Junto a esta

actividad, se destaca además la recuperación del “interés particular, por los

actos que [escapan] a la regularidad de los modelos, […] [d]el gusto por los

acontecimientos que no [pueden] aparecer en un punto de intersección

singular de diferentes series, o revelar, o producir cambios en el contexto

más amplio del que [son] parte. [Altamirano, en prensa] (Sábato, 1995: 106).

Estas nuevas realidades del estudio de los acontecimientos pasados

permiten que los actuales investigadores se interesen menos por temas

de carácter economicista y socio-demográico y se dediquen con mayor

frecuencia a temas políticos, de la vida cultural y las creaciones cultura-

les. En este último sentido, la historia intelectual y cultural es uno de los

vectores que se vienen proyectando con mayor énfasis en los estudios

sobre la colonia:

José Luis Romero y Tulio Halpering Donghi transitaron ese terreno de mane-

ra creativa –aunque fueron la excepción más que la regla– y contribuyeron

a dar densidad innovadora a esta vertiente de historia. A ellos podemos

sumar los intentos de Chiaramonte y Weinberg que, aunque como dice

Halperin “veían sobre todo en la marcha de las ideas un aspecto parcial

de un desarrollo más general” [Halperin, 1986: 517] y –de acuerdo con los

enfoques predominantes en la época– tendían a subordinar la esfera de

las signiicaciones a otras más determinantes, también aportaron al debate

sobre el mundo de las ideas del pasado (Sábato, 1995: 113).

César A. Vásquez G., Eduardo A. Gómez B., Édgar A. Ramírez B., Juan S. Ballén R.

Page 56: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

55

Sábato considera que en una perspectiva diferente a la de Romero y

los demás historiadores ya señalados, los investigadores inscritos en la

escuela de los Annales1 proponen otra forma de “acercarse al mundo de

las signiicaciones” desde la historia de las mentalidades, que

Deine su objeto de manera opuesta a la de los historiadores clásicos de

las ideas: a la construcción consciente de los individuos contrapone la

mentalidad colectiva que regula las representaciones y los juicios de los

sujetos sociales [Sábato, 1986: 31] (Sábato, 1995: 113).

Sin embargo, el mismo José Luis Romero se deslinda de la adopción

irrelexiva de los métodos utilizados por las escuelas historiográicas de

diverso cuño, por conducir al establecimiento “de innumerables precon-

ceptos” y “no pocas fórmulas retóricas”, que se han convertido en hitos de

modas pasajeras para dar cuenta de los procesos históricos en América

Latina. En este sentido, Romero sustenta el estudio del desenvolvimiento

de las ideas, pero articuladas con los procesos históricos concretos de las

comunidades humanas:

La noción que maneja el historiador argentino del concepto de mentalidad

resume su apreciación acerca del valor de las ideas como objeto de estu-

dio, ya que ellas constituyen el entramado de la vida social (Betancourt,

2001: XIX).

Ahora bien, la concepción historiográica de Romero se sustenta en una

[...] interrelación entre elementos racionales e irracionales, los cuales se

entrelazan entre la realidad y las múltiples interpretaciones que integran las

acciones simultáneas en las que se condensan los actos de los sujetos y las

representaciones que los actores sociales forjan a partir de la interpretación

que hacen de la realidad (Betancourt, 2001: XX).

Lo que deja de lado cualquier forma de construcción histórica que no

tenga en cuenta las interdependencias de las pulsiones irracionales de los

1 “Vale la pena recordar –nos dice Enrique Tandeter– que los Annales de la década del cincuenta –a diferencia de su periodo inicial, antes de la guerra mundial– se concentraban en trabajos sobre los siglos XV a XVIII europeos [Wessling 1978, 185-194]”. En: “El periodo colonial en la historiografía argentina reciente”, Palacios (1995: 125).

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 57: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

56

colectivos humanos y las manifestaciones conscientes y programáticas de

los individuos en esos colectivos, constituyendo así el objeto de estudio

de las mentalidades, entendidas como manifestaciones sincréticas de lo

pulsional y lo racional en los seres concretos e históricos:

La vida histórica justiica, pues, el estudio de las ideas porque los procesos

históricos se comprenden, según Romero, estableciendo la relación entre

las corrientes de pensamiento y las opiniones expresadas por los grupos

sociales (Betancourt, 2001: XX).

De igual manera, aunque la Intellectual History empiece a ser cuestionada

en Estados Unidos por circunscribirse a la historia de los intelectuales

o de las élites culturales, al abordar el mundo de las signiicaciones en

la década de los cincuenta, dado su interés por indagar la “dimensión

colectiva de las ideas, intentando captar los ‘mitos y símbolos’ típicos de

cada comunidad”, es decir, capturar el “espíritu” de la época y “sobre todo,

la esencia de la americanidad” (Sábato, 1995: 113), Romero reactualiza

algunas categorías de la antropología y la sociología como la de acultura-

ción para interpretar la recepción y la difusión de las ideas ilustradas por

parte de las élites urbanas en los siglos XVI a XIX, pues lo que pretende

–en palabras de Betancourt– es “reconocer la naturaleza problemática de

la recepción de los sistemas de pensamiento elaborados en Europa por

unas minorías urbanas en América Latina” (2001: XXI).

Para Sábato es claro que existe una diicultad a la hora de encontrar los

límites precisos entre la historia de las ideas, la historia social de la cultura,

la historia de las mentalidades y la historia intelectual, dado que estas

vertientes nacieron y se desarrollaron de manera cruzada y combinada.

En este contexto, la propuesta de Roger Chartier2, inscrita en la escuela

historiográica francesa contemporánea, es pertinente para el estudio

que nos ocupa sobre las formas de adaptación, asimilación, recepción

y reconstrucción del pensamiento ilustrado en las colonias americanas,

al realizar:

2 Según Ricardo García Cárcel, “Chartier, en los años ochenta, se lanza a abrir nuevas fronteras conceptuales y metodológicas conjugando magistralmente aspectos teóricos (Foucault, Bourdieu, Certeau, Elias,…) con la investigación más empírica procedente del mundo de la bibliología” (Chartier, R., 2000: 9).

César A. Vásquez G., Eduardo A. Gómez B., Édgar A. Ramírez B., Juan S. Ballén R.

Page 58: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

57

Por una parte, el estudio crítico de los textos, ordinarios o literarios, canó-

nicos u olvidados […] por otra parte, la historia de los libros y […] de todos

los objetos que llevan la comunicación de lo escrito; inalmente, el análisis

de prácticas que, de manera diversa, se apropian de los bienes simbólicos,

produciendo también usos y signiicaciones diferenciadas [Chartier, 1989]

(Sábato, 1995: 115-116).

El contexto académico y cientíico del siglo XVIII

en la Nueva Granada

Las reformas borbónicas, instauradas luego de la Guerra de Sucesión

Española (1700 – 1714) bajo el reinado de Felipe V, implicaron una nueva

concepción del Imperio español, cuya meta era la modernización y la

transformación de la sociedad en busca del bienestar general. Dichas

reformas de corte ilustrado permitieron también el aianzamiento de la

monarquía absoluta y el surgimiento del despotismo ilustrado. Las refor-

mas borbónicas, inspiradas en los principios de secularidad, racionalidad

y eiciencia que sustentan el espíritu del movimiento ilustrado en España,

tuvieron inicio en el reinado de Felipe V (1714 – 1746), continuaron con

el de Fernando VI (1746 – 1759) y tuvieron su más alta expresión durante

el periodo de Carlos III (1759 – 1788). Estas reformas no sólo transfor-

maron la estructura del Imperio peninsular en términos de una mayor

eiciencia y eicacia económica, burocrática y político-administrativa,

sino también alcanzaron efectos paradójicos mediados por la reformas

educativas desarrolladas en esos años en la América hispana, que dieron

posteriormente sustento a los gérmenes de los ideales de autonomía de

las colonias (García, 2005: 219).

En lo político, las reformas afectaron tanto a las instituciones como a las

formas de gobierno. En América, por ejemplo, el cambio más signiicativo

fue la creación de dos virreinatos: el de la Nueva Granada (1717), con ca-

pital Santafé de Bogotá, y el del Río de La Plata (1776), con capital Buenos

Aires. Con respecto al sistema de gobierno, los Borbones establecieron

políticas destinadas, por una parte, a mantener la integridad territorial

colonial ante la amenaza de las potencias europeas como Inglaterra,

Países Bajos y Portugal, entre otros, y, al mismo tiempo, contrarrestar

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 59: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

58

la posibilidad de revueltas internas. Por otra parte, permitieron la ge-

neración de los recursos económicos necesarios, a través de reformas

iscales que se concretaron tanto en las medidas para el fomento de la

explotación minera y agraria como en la creación de mecanismos admi-

nistrativos para incentivar el comercio entre la metrópoli y las colonias

con la creación de compañías de navegación. En este sentido, una de las

medidas más importantes fue la instauración de un nuevo modelo de

gobierno colonial que dependía directamente de los funcionarios de la

Corte, quienes controlaban absolutamente los recursos de América. En

consecuencia, los dos primeros reinados borbónicos iniciaron un proceso

de “desamericanización”, por medio del cual se recuperaban los derechos

y potestades que la Corona les había otorgado a los americanos durante

los siglos XVI y XVII y que les había permitido ocupar cargos públicos y

administrativos. La reforma, entonces, reemplazaba la burocracia regional

criolla por funcionarios reales. El resultado inal fue el surgimiento de un

descontento social criollo generalizado ante el desmantelamiento del “Es-

tado de consenso no absolutista, propio de la América de los Habsburgo,

vigente entre 1650 y 1750” (Lynch, 2001: 98).

Ante el descontento de la burocracia criolla, el rey Carlos III estableció me-

canismos de coparticipación política y económica que buscaban igualar,

de alguna forma, en derechos y deberes a los americanos y españoles, lo

que permitió, por ejemplo, que se reservaran plazas para los criollos de

América en el ejército, en la administración y en los cargos eclesiásticos;

es decir, revertía la “desamericanización” realizada por sus antecesores. En

el horizonte de la aplicación de las ciencias útiles durante el siglo XVIII,

España logró avances en el desarrollo técnico y cientíico en los campos

de la medicina, la botánica y demás ciencias naturales, además de ciertos

logros en la metalurgia, las ciencias físico-matemáticas, la astronomía y

la química. Al mismo tiempo, de Francia e Inglaterra ingresaron tenden-

cias innovadoras frente al conocimiento cientíico que se debatían en

reuniones de carácter privado, pero que terminaban socializadas incluso

en coloquios populares. Ese nuevo ámbito para debatir sobre ilosofía,

literatura, ciencias, música, política e ideas liberales, se fue arraigando y

dio pie a la organización de sociedades que funcionaban de acuerdo con

un reglamento, un horario predeterminado y un plan de trabajo. Las más

César A. Vásquez G., Eduardo A. Gómez B., Édgar A. Ramírez B., Juan S. Ballén R.

Page 60: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

59

conocidas en la Península y en América hispana fueron las Sociedades

Económicas de Amigos del País (Demerson y Demerson, 1978: 33), en las

cuales se discutieron proyectos innovadores y se plantearon fórmulas de

productividad económica en los campos de la agricultura, la activación del

comercio y el fomento a la industria, lo que a su vez generó un ambiente

propicio para el cultivo de las ciencias teóricas y aplicadas.

Al mismo tiempo, se constataba que las universidades existentes no ge-

neraban ciencia, que funcionaban más como establecimientos difusores

del saber canónico y como instituciones que podían hacer la concesión

de títulos; que el poder de las órdenes religiosas era muy fuerte, ya que

sus miembros insistían en la enseñanza de tipo escolástico e impedían

cualquier intento de reforma educativa. Por esto, la nueva ciencia y el

ideario de la ilustración tardaron en penetrar al medio universitario.

Entonces, la difusión de la renovación cientíica y cultural que se desarro-

llaba en las universidades coloniales en general, y en la Nueva Granada

en particular, se debía más a las propuestas en este tipo de sociedades

que en las universidades.

La historia de la educación formal en el Virreinato de la Nueva Granada se

inicia hacia 1540 cuando las órdenes religiosas fundaron varias escuelas

primarias en sus conventos, al tiempo que el padre Jerónimo de Loaisa le

solicitaba el permiso al rey Carlos V de España para abrir un colegio. El per-

miso le fue otorgado a condición de que les brindara educación gratuita

a los hijos de los caciques. Sin embargo, no lo pudo llevar a cabo, pues el

padre Loaisa fue nombrado Arzobispo de Lima en 1542 (Zapata, 1983: 12).

Aunque los esfuerzos continuaron para crear un colegio de secundaria,

esto sólo fue posible hasta 1563 cuando los dominicos lo hicieron en el

convento de Bogotá con la cátedra de gramática; en 1573 se le sumó la

cátedra de ilosofía a cargo del padre Juan de Labrada. Los franciscanos,

por su parte, a través de su Arzobispo Luis Zapata de Cárdenas, fundaron

en 1587 el Colegio Seminario de San Luis. Las cátedras que dictaron fueron

de música, latín, retórica y el idioma chibcha de los muiscas. El Colegio

desafortunadamente cerró sus puertas en 1590 con la muerte del padre

Zapata (Groot, 1953: 198). Los jesuitas fueron los más activos fundadores

de colegios en el Virreinato de la Nueva Granada desde 1589, cuando llegó

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 61: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

60

su gobernador Antonio González. Posteriormente, se fundaron colegios

en Popayán, Mompox, Pasto, Tunja, entre otros.

En la creación de las universidades también participaron activamente las

órdenes religiosas. Los dominicos formalizaron el inicio de las actividades

académicas de la Universidad Tomística luego de varios impases en 1639.

Los jesuitas hicieron lo mismo con la creación de la Javeriana (1621), que

se cerró a causa de la expulsión de la comunidad jesuita durante el periodo

de Carlos III en 1767. Los agustinos fundaron la Universidad San Nicolás de

Bari en 1699, pero tuvieron que cerrarla en 1775 por falta de recursos eco-

nómicos (Dollero, 1930: 315 y ss.). Así las cosas, la Iglesia Católica, a través de

las órdenes religiosas, dominó entonces la educación en todos sus niveles,

desde los estudios básicos hasta los universitarios, dado que los claustros

educativos, regentados por las diversas órdenes, eran la extensión del poder

de la Iglesia sobre la sociedad: estudiar en ellos era la vía más común que

tenían los criollos para acceder a la burocracia administrativa, tanto civil

como eclesiástica. En este sentido, los dos principales colegios en Santafé

de Bogotá fueron el de San Bartolomé3 y el Mayor de Nuestra Señora del

Rosario4, cuyas enseñanzas se basaban en los principios escolásticos5, a

partir de las cuales los estudiantes recibían lecciones en latín, de ilosofía

aristotélica, de teología y de derecho romano y canónico. Sin embargo, los

estudiantes debían presentar sus exámenes de grado en las universidades

también religiosas, para recibir los títulos de bachiller, licenciado, maestro

o doctor, pues estaban facultadas por la Corona para otorgar esos títulos.

Regularmente, los estudiantes del San Bartolomé se graduaban en la Ja-

veriana, mientras que los del Rosario lo hacían en la Tomística.

Desde 1762, en el Virreinato de la Nueva Granada se inició una paulatina

transformación en la educación superior cuando José Celestino Mutis in-

auguró la cátedra de matemáticas en el Colegio Mayor del Rosario, donde

demostró la importancia de las ciencias naturales para la transformación

3 Fue fundado por el Arzobispo Bartolomé Loboguerrero en 1605.

4 Fundado por el Arzobispo Fray Cristóbal de Torres y Motones el 18 de diciembre de 1653.

5 Según Chesterton, citado en Cárdenas, “la orden dominicana fundada como hermandad de ilósofos para salvaguardar la concepción del hombre y la realidad, asumió desde sus orígenes el modelo universitario parisino y su ‘Ratio Studiorum’ situó la ilosofía y la teología en el centro de toda tarea investigativa y docente como armonizadora de todo saber, aunque respetando y airmando la autonomía de cada ciencia” (Cárdenas, 1985: 20).

César A. Vásquez G., Eduardo A. Gómez B., Édgar A. Ramírez B., Juan S. Ballén R.

Page 62: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

61

de la sociedad. Más tarde, en 1768, el iscal Francisco Antonio Moreno y

Escandón6, por encargo virreinal, elaboró un “Proyecto para la erección en

la ciudad de Santafé de Bogotá de una universidad de estudios generales”7,

cuya concepción implicaba desmontar el poder de las órdenes religiosas y

acabar con la enseñanza elitista y escolástica. Consecuentemente, en 1774

el virrey Manuel Guirior, con la ayuda de Moreno, estableció un “Método

provisional e interino que han de observar los colegios de Santafé, por

ahora y hasta tanto se erige la universidad pública y Su Majestad decide

otra cosa”.

La formulación del plan consideraba la educación impartida hasta enton-

ces de “inútil jerigonza” y establecía la enseñanza de las “ciencias útiles”

indispensables para el aprovechamiento de las riquezas del Virreinato.

Con una posición ecléctica, el Plan pretendía armonizar la tradición con la

necesidad de reformas: mantenía el contenido católico y escolástico en la

formación moral, religiosa y política de la juventud criolla, e introducía los

estudios de las matemáticas a través del texto de estudio del alemán Wolf

y de la física de Newton a través de textos comentados y adecuados a los

lectores de la época. Para el derecho y la ilosofía se introducían los textos

de Santo Tomás por vía de Melchor Cano, agregándole consideraciones

de teólogos franceses como Abellay, Duviat, Fleury, todos estos defen-

sores de la superioridad de la potestad real frente a la Iglesia. Así, pues,

el método educativo del Plan de Moreno y Escandón buscaba eliminar

el juramento de idelidad a la doctrina de Santo Tomás, el memorismo y

el criterio de autoridad como única fuente del conocimiento, ordenando

que a los estudiantes se les permitiera contrastar varias doctrinas para

que su formación fuera ilustrada, libre y racional.

6 Nació en Mariquita (1736) y murió en Santiago de Chile (1792). Se educó con los jesuitas en el Colegio de San Bartolomé antes que la orden fuera expulsada del Virreinato de la Nueva Granada. Obtuvo los grados en ilosofía, teología y derecho. Luego de ser docente en el San Bartolomé, viajó a España donde conoció los principios y la ilosofía ilustrada. Tras regresar a Santafé de Bogotá asumió el cargo de abogado de la Real Audiencia y tuvo que notiicarles a los jesuitas su expulsión. Luego, tuvo el cargo de Fiscal de la Real Audiencia y Protector de Indios e hizo parte de la Junta de Temporalidades, encargada de administrar los bienes de los jesuitas expulsados, con los que pretendió crear una univer-sidad pública, al tiempo que buscó suprimir la Universidad Tomística. Estos dos aspectos constituyen el aspecto político de la reforma educativa que propuso.

7 El Plan Moreno y Escandón, propuesto en mayo de 1768 y ratiicado en diciembre de 1769, tan solo se aplicó en los dos colegios mayores de Santafé por espacio de diez años. Los textos correspondientes pueden verse en Guillermo Hernández de Alba (1980), Documentos para la historia de la educación en Colombia. Tomo IV (1767 – 1776), pp. 26 a 85.

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 63: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

62

El plan también establecía que los maestros debían presentar un examen

previo para certiicar su capacidad de enseñar, así como debían tener los

mismos estudiantes durante todo el periodo de formación para evitar los

cambios de maestro y favorecer un ambiente más amable para el acceso

al nuevo conocimiento. Se harían exámenes anuales rigurosos, presididos

por el rector, el vicerrector y el cuerpo de maestros de los colegios del

Rosario y San Bartolomé, y de la Universidad Tomística. Finalmente, pro-

hibía los trajes lujosos y los gastos excesivos en las reuniones de grado

(Salazar, 1946: 45).

Sin embargo, el fondo político de la reforma fue crear la universidad

pública y suprimir la Universidad Tomística, pues Moreno y Escandón,

por su formación jesuita, consideraba que las enseñanzas en la Tomística

eran inútiles y deicientes. En esta cruzada, el iscal recibió el apoyo del

nuevo virrey Messía de la Cerda, del Cabildo de la ciudad, de la Junta de

Temporalidades (institución creada para administrar los bienes de los

jesuitas expulsados, y de la que él era miembro), de todas las instituciones

civiles y del arzobispo de Santafé de Bogotá. En este sentido, la reforma

no tuvo una aplicación práctica inmediata, pues el Virreinato no tuvo los

suicientes recursos económicos para implementarla. Pero sí generó en-

frentamientos académicos y políticos entre el iscal Moreno y Escandón

con la Universidad Tomística, debido a que los dominicos, que siempre

se habían mostrado adeptos al gobierno virreinal, aspiraban no solo a

obtener los bienes expropiados de los jesuitas una vez fueron expulsados,

sino también a impedir que el Plan Moreno y Escandón fuera llevado a

la práctica, ya que la hegemonía educativa adquirida por la Tomística,

luego del cierre de la Universidad Javeriana, le permitió tener el privilegio

exclusivo en el Virreinato de examinar y otorgar grados.

A manera de discusión: la implementación de

la reforma educativa desde el Plan de Moreno y

Escandón

No es posible desligar la discusión que se produce entre la educación

letrada que promovía la institución educativa confesional –en nuestro

César A. Vásquez G., Eduardo A. Gómez B., Édgar A. Ramírez B., Juan S. Ballén R.

Page 64: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

63

caso particular, el papel que desempeñó en los tiempos de la colonia la

Universidad Tomística de la Nueva Granada– y el plan de educación pú-

blica defendido para la época por el iscal protector de indios Moreno y

Escandón, con el conlicto que tiene antecedentes en la Europa del siglo

XVII, entre la institución eclesiástica y el estado moderno (La Universidad

Santo Tomás de Colombia ante su historia, 2005: 291). Un conlicto que

paulatinamente distancia el poder religioso representado en Roma a

través del poder papal, y la emergencia de los estados nacionales moder-

nos. Se trata entonces de un fenómeno histórico reactivo al clero que se

propaga en Alemania con el protestantismo, llegando a los países bajos

del sur (Bélgica actual). Así, entre las prácticas de distanciamiento entre

el poder clerical y el civil moderno, sobresalen los de expropiación de

bienes, secularización de monasterios y abadías, destrucción de iglesias y

cierre de universidades como la de Lovaina (La Universidad Santo Tomás

de Colombia ante su historia, 2005: 292). Paralelamente, existe en el siglo

XVIII un renacer de la universidad europea medieval en las colonias de

ultramar, justamente por la incorporación de la cosmovisión progresista

y liberal del Estado moderno que introdujo la dinastía francesa de los Bor-

bones, como estilo de gobierno que marcaría la pauta de diferencia entre

la estructura de gobierno colonial –dominada por el atraso económico y

el privilegio del poder señorial– y una proyectada estructura de gobierno

moderna, que posicionará a la educación como principal catalizador en

la transformación del imperio ibérico desde sus periferias colonizadas.

El "realismo borbónico" consistió en regentar la institución eclesiástica

desde el poder imperial centralizado en la Corona (cf. p. 293). Muestra

de ello fue el proyecto de la universidad pública en la Nueva Granada,

que puso de presente los intereses del estado borbón por arrebatarle el

capital educativo que reposaba en manos de las comunidades religiosas.

La expropiación de tierras, y en consecuencia de colegios y universidades,

se hizo sentir con los hijos de San Ignacio en Portugal en el año de 1759

y en España y las colonias americanas en el año de 1767 con la expulsión

de los jesuitas. Carlos III ordena hacer un inventario de los bienes de

dicha comunidad (haciendas, bibliotecas, iglesias y colegios), para su

consecuente expropiación.

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 65: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

64

En este mismo año, el iscal protector de indios Francisco Antonio Moreno

y Escandón es comisionado por el virrey para la elaboración de un informe

sobre el estado de la educación en la Nueva Granada. El objetivo del plan

Moreno y Escandón buscaba establecer las condiciones para la creación

de una universidad pública. La reforma educativa planeada por Moreno y

Escandón es una variable que caracterizó a la ilustración española, la cual

consideró dicha institución como la garante de la felicidad social, introdu-

ciendo el derecho de la formación de ciudadanos como una obligación

por parte de Estado; la educación fue apreciada como un instrumento en

la uniformización ideológica de los individuos, desplazando los privilegios

de los que gozaba la institución educativa eclesiástica.

En consecuencia, la ilosofía que orientaría este proyecto educativo te-

nía un aire marcadamente utilitarista, pensado para la realización de la

prosperidad material y la felicidad pública. La Universidad Tomística, si

bien se mantuvo en la lucha contra las pretensiones imperiales del estado

borbón, consideramos, a manera de hipótesis, que lejos de asumir una

posición endogámica y reactiva, no perdió de vista la necesidad de poner

en diálogo la ciencia aristotélico-tomista con las ideas copernicanas y

newtonianas que introducían la necesidad de un saber útil para la mo-

dernización de las colonias de ultramar. Prueba de ello es el documento

que hizo parte de la defensa contra el Plan Moreno y Escandón elaborado

por el P. Fr. Jacinto Antonio de Buenaventura, que, desde España, elabora

una réplica con 194 folios. Aunque la prueba pone de presente la discu-

sión en términos jurídicos, el balance que hace el informe del iscal puso

de maniiesto que la formación en letras (humanidades) es el denomi-

nador común en los planes educativos de colegios y universidades. Las

‘ciencias útiles’ (matemáticas y física) eran señaladas como saberes píos

por los regentes educativos de las instituciones confesionales. A juicio

del iscal, el plan de modernización que adelantaba el estado borbón

tropieza en materia educativa con la extendida práctica educativa que

hacía del latín la lengua erudita del saber cientíico, la cual permitiría la

comprensión del sentido oculto de las teorías metafísicas y teológicas que

descansaban en los tratados de Aristóteles y Santo Tomás. Para Moreno

y Escandón, el nuevo proyecto de una universidad pública tendría que

prescindir del latín como lengua de la ciencia por excelencia y hacer uso

César A. Vásquez G., Eduardo A. Gómez B., Édgar A. Ramírez B., Juan S. Ballén R.

Page 66: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

65

de las lenguas vernáculas que los ilustrados europeos habían empleado

para hacer ciencia útil.

En esta medida, un nuevo plan de estudios ya no podía admitir las es-

tructuras silogísticas en las lecciones tempranas porque corrompían la

mente de los jóvenes. En su lugar, en el primer año de ilosofía se debían

impartir nociones básicas de aritmética, álgebra, geometría y trigono-

metría. Para el segundo año, con la mente ya entrenada en los números,

era posible impartir las nociones básicas de la física moderna, según el

método newtoniano. El proyecto de gobierno promovido por el estado

borbón requería entrenar las mentes en el dominio de las ciencias útiles

para sacar provecho de una tierra inexplorada, promover el trabajo, su-

primir la ociosidad, fuente de la pobreza, crear hospicios y adelantar las

campañas de higiene social, entre otros proyectos ilustrados de gobierno.

Con el plan de educación pública, los intereses de las órdenes religiosas,

y particularmente de la élite criolla local, se vieron afectados porque

aquel suprimía la vinculación de las familias más prestantes dentro de las

credenciales de blancura que proporcionaba la educación seglar. En este

sentido, la formación en el método experimental de la ciencia moderna

ofrecía una posibilidad real para favorecer la movilidad social de las ra-

zas, al exigir como capacidades ya no los antecedentes familiares de los

individuos, sino la observación, el análisis y el juicio crítico, habilidades

que no eran exclusivas de una élite letrada.

De otra parte, quienes se encontraban en desventaja frente a la propuesta

educativa del modelo Moreno y Escandón fueron los dominicos que, luego

de la expulsión de los jesuitas, tuvieron el privilegio de emitir títulos. El

Plan Moreno y Escandón señaló que el perjuicio que producía el privilegio

educativo de los dominicos no consistía precisamente en una formación

tomista y humanística que veía con ojos heréticos la física de Copérnico,

sino en la pérdida de recursos económicos del Estado, que, al convertir-

se en la única universidad autorizada para acreditar el saber de la élite

neogranadina, ensanchaba las arcas de los religiosos empobreciendo el

heraldo público. La reacción de los dominicos tanto en Bogotá como en

Madrid resolvió el asunto a su favor, y el Plan Moreno y Escandón quedó

en el papeleo burocrático.

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 67: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

66

Esta lucha por la administración del capital universitario generó una

fuerte división entre dos bandos. Los ortodoxos, quienes defendían la

formación humanística y la permanencia de las comunidades religiosas,

las cuales servían de iltro social para avalar las prebendas sociales de una

élite criolla que buscaba asegurar un puesto burocrático en el cabildo

local; y los ilustrados, quienes, si bien no se visibilizaron en los centros

urbanos, lograron una notable presencia en las periferias, al liderar los

procesos cientíicos de expedición y exploración, hicieron inventario de

los recursos naturales y, de paso, promovieron la renovación general de

la sociedad neogranadina a través del tutelaje de la ciencia y el dominio

del saber técnico, aspectos que esceniicaban el hábitus de la blancura.

Referencias

Ahern, E. (1991). El desarrollo de la educación en Colombia: 1820 – 1850.

Revista Colombiana de Educación, 22 – 23. Bogotá.

Chartier, R. (2000). El orden de los libros. Lectores, autores, bibliotecas en

Europa entre los siglos XIV y XVIII. Barcelona: Gedisa.

Demerson, J. y Demerson, P. d. (1978). La decadencia de las Reales Socie-

dades Económicas de Amigos del País. Oviedo: Centro de Estudios

del siglo XVIII.

Díaz Piedrahíta, S. (2004). La ilustración en la Nueva Granada: su inluen-

cia en la educación y en el movimiento de emancipación. El caso de

Mutis. En Boletín de Historia y Antigüedades, (XCII), 828. Marzo 2005.

Madrid: Academia Colombiana de Historia.

Dollero, A. (1930). Cultura colombiana. Bogotá.

García, B. (2005). La educación colonial en la Nueva Granada: entre lo do-

méstico y lo público. Revista Historia de la Educación Latinoamericana.

Tunja: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Groot, J.M. (1953). Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada. Tomo II.

Bogotá: Biblioteca de Autores Colombianos.

César A. Vásquez G., Eduardo A. Gómez B., Édgar A. Ramírez B., Juan S. Ballén R.

Page 68: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

67

Jaramillo Uribe, J. (s.f.). Banco de la República. Recuperado el 24 de agosto

de 2011, de Etapas y sentido de la Historia de Colombia: http://www.

banrepcultural.org/blaavirtual/historia/colhoy/colo4.htm

Lynch, J. (2001). América Latina, entre colonia y nación. Barcelona: Crítica.

Palacios, M. (1985). Siete ensayos de historiografía. Bogotá: EUN.

Sábato, H. (1995). Historia política, historia intelectual: viejos temas, nuevas

ópticas. En Marco Palacios (Comp.). Siete ensayos de historiografía.

Bogotá: Editorial Universidad Nacional, pp. 97-123.

Salazar, J.A. (1946). Los estudios eclesiásticos superiores en el Nuevo Reino

de Granada. Madrid.

Soto, D.E. (2004). La Reforma del Plan de Estudios del Fiscal Moreno y Escan-

dón 1774 – 1779. Bogotá: Centro Editorial Universidad del Rosario.

Tate Lanning, J. (1944). El sistema de Copérnico en Bogotá. Revista de

Historia de América. México: Instituto Panamericano de Geografía e

Historia.

Zapata, R. (1983). La instrucción pública en la Colonia. Boletín de Historia

y Antigüedades, XXV. Bogotá.

Zea, L. (1978). Filosofía de la historia americana. México: Fondo de Cultura

Económica.

El caso de la Comunidad Dominicana

Page 69: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas
Page 70: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

69

La tradición colonial y la pintura

del siglo XIX en Colombia*8

Jaime Humberto Borja Gómez**9

Recepción: 20 de agosto • Aprobación: 27 de septiembre

Resumen

El presente artículo pretende mostrar, desde la práctica de la pintura,

cómo la primera mitad del siglo XIX se comporta como una articulación

entre la cultura colonial del siglo XVIII y el tránsito hacia las nuevas pro-

puestas academicistas y costumbristas que se pusieron de moda a partir

de la segunda mitad del siglo XIX. Y cómo, sin embargo, buena parte del

mismo continuó anclado en la tradición colonial, tanto en los contenidos

como en las formas.

Palabras clave: Mentalidades, práctica de la pintura, cultura colonial,

costumbrismo, Colonia, misticismo, Independencia

* El presente artículo es el resultado de las investigaciones del autor en torno al tema de la pintura en la Colonia. Una primera versión de este texto se leyó en el I Congreso Internacional de Historia, llevado a cabo por la Universidad Santo Tomás en la sede de Bogotá.

** Profesor Asociado al Departamento de Historia de la Universidad de los Andes. Bogotá. Correo elec-trónico: [email protected]

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 69-101

Page 71: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

70

The Colonial Tradition and Painting

in the XIX Century in Colombia

Abstract

This article wants to show, from the practice of painting, how the irst half

of the XIXth century behaves as a juncture between Colonial culture of

the XVIIIth century and the movement towards new academic and custom

proposals that became a trend from the second half of XIXth century on.

This paper shows how nevertheless most of the XIXth century remained

in the colonial tradition both in content and shape.

Keywords: Mentalities, practice of painting, colonial culture, costumbrism,

colony, mysticism, Independence.

Page 72: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

71

La tradition coloniale et la peinture

du XIXè siècle en Colombie

Resume

Le présent article prétend montrer, depuis la pratique de la peinture, que

la première moitié du XIXème siècle se comporte comme une articulation

entre la culture coloniale du XVIIIème siècle et le passage vers les nouvelles

propositions académicistes et costuméristes qui sont devenues à la mode

à partir de la deuxième moitié du XIXème siècle. Et comme, toutefois, une

bonne partie du XIXème siècle a continué à être ancrée dans la tradition

coloniale, tant dans les contenus que dans les formes.

Mots-clés: Mentalités, pratique de la peinture, culture coloniale, costu-

mérisme, colonie, mysticisme, Indépendance

Page 73: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

72

Con relativa frecuencia suele airmarse que las transformaciones políticas

y económicas ocasionadas por las revoluciones afectan igualmente la

mentalidad y las prácticas culturales. Sin embargo, estas dos perspectivas

se inscriben en la tradición de una sociedad y, por lo tanto, se mantienen

como estructuras de larga duración. En este sentido, los cambios políticos

y económicos pueden afectar o alterar esa mentalidad o prácticas, pero no

con la misma velocidad de los cambios sociales. Un ejemplo se encuentra

en la práctica de la pintura en la coyuntura de la Independencia en la Nue-

va Granada. Los años de 1810 a 1819 se ubican como articulación evidente

de dos grandes momentos: el inal de la colonia y el comienzo de la vida

republicana. Los escasos estudios sobre la pintura y la cultura visual de

este periodo han elaborado escuetas interpretaciones, unas más radicales

que otras. Críticos como Gabriel Giraldo Jaramillo airman que “[…] la in-

dependencia política trajo consigo una deinitiva emancipación pictórica

y que a través de la historia artística del siglo XIX no encontramos huella

ninguna de los principios y las normas que orientaron el arte colonial

neogranadino” (Giraldo Jaramillo, 1980: 158). La argumentación de Giraldo

se orienta a presentar una ausencia de cualquier tipo de vínculo entre los

dos periodos, principalmente porque acusan un “espíritu” diferente. En

esta llamada “emancipación pictórica”, aunque hay cambios temáticos

y de estilo, el problema es más complejo, pues la pintura colonial como

práctica de larga duración atravesó la coyuntura de la Independencia.

En este sentido, buena parte de las narraciones visuales de la primera

mitad del siglo XIX tomaron dos caminos: por un lado, continuaron

representando los temas más signiicativos de las devociones públicas

coloniales, entre los que sobresalieron las imágenes de santos de gran

fervor colonial, algunos de ellos acusando importantes cambios, como los

temas asociados con el sagrado corazón, y prácticas que representaban

al cuerpo social colonial, como las devociones al purgatorio. Así mismo,

la tradición colonial se iltró en ciertas devociones privadas, como las pin-

turas de las monjas coronadas. El segundo camino donde se prolongó la

tradición colonial fue en el proceso de secularización de conocidos temas

coloniales, de los que se explorarán algunos casos, como la transformación

del retrato eclesiástico: utilizando los mismos patrones coloniales, se eje-

cutaron los retratos de los próceres e incluso algunas veces se emplearon

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 74: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

73

los modelos visuales de los santos para aludir a situaciones de tránsito de

los personajes independentistas, como su enfrentamiento con la muerte.

Otro tanto sucedió con las reliquias: los mártires de la patria reemplazaban

a los mártires de la Iglesia primitiva.

Estos sistemas de disposiciones dejan entrever la manera como la larga

tradición cristiana colonial, resultado de una sociedad donde el espacio

de lo sagrado era tan sólido, no se transformó inmediatamente con los

procesos sociales y políticos que acaecieron tras la Independencia. Las

formas coloniales adoptaron nuevos ropajes a través de la secularización

de las costumbres, los hábitos y las ideologías.

1. La pintura colonial en la segunda mitad del

siglo XVIII

El desarrollo de la pintura en la cultura colonial neogranadina fue tardío

con respecto a otros territorios indianos. En las primeras décadas del si-

glo XVII, con la consolidación de la evangelización y el asentamiento de

las comunidades religiosas, aparecieron los primeros talleres de pintura.

Durante esta primera colonia, los temas visuales fueron esencialmente

devocionales, pues trataban de responder a una sociedad fundamen-

talmente sacralizadora1. De esta manera, una de las características de la

pintura colonial en la Nueva Granada fue su larga tradición en los siglos

XVII y XVIII. Durante este periodo hubo pocos cambios tanto temáticos

como en la forma de narrar las escenas, en buena parte debido a la rela-

tivamente escasa producción visual, a los pocos talleres y a la estabilidad

de las devociones propiciadas por las órdenes religiosas instaladas en el

Nuevo Reino. La mayor parte de la pintura, cerca de un 40%, se ejecutó

sobre unos cuantos santos, lo que permaneció prácticamente inalterable

hasta el siglo XIX. Se destacó igualmente la pintura de temas asociados

con la devoción mariana y los cristológicos, lo que sumaba otro 30%. En el

conjunto de la pintura colonial se deben resaltar dos aspectos caracterís-

1 La mayor parte de la pintura se produjo en unos cuantos talleres hasta hoy conocidos, los cuales pro-ducían por demanda para las comunidades y cuerpos sociales asociadas a ellas, como las cofradías. Esta producción estaba fuertemente vinculada con los procesos de evangelización, por lo que el 92% de la pintura era religiosa. Jaime Borja Gómez (2003: 176-179).

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 75: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

74

ticos: en primer lugar, la preponderancia de los discursos sobre la familia,

lo que se revela en la fuerza inusitada de la representación de la Sagrada

Familia, los desposorios y las imágenes relacionadas con José, la Virgen

y Jesús niño. En segundo lugar, la escasa pintura de escenas del Antiguo

Testamento y temas dogmáticos como las postrimerías y, especialmente,

la ausencia de pintura no religiosa. Esta última, la pintura secular, no ocupó

más del 9% del total, del que casi todas las representaciones correspon-

dían a retratos de eclesiásticos2.

Esta situación tuvo cambios signiicativos a partir de la formación y con-

solidación del segundo Virreinato en 1740, así como de las conocidas

reformas borbónicas. Las nuevas tendencias políticas auspiciadas por los

Borbones, así como la instauración de la corte virreinal, generaron cambios

en las temáticas pictóricas, por lo que decayó la que hasta entonces era

una tradicional producción religiosa colonial. Esta especie de “crisis” en la

cultura visual se evidenció en la aparición de nuevas estéticas y propuestas

temáticas de carácter secular, las cuales no afectaron la representación de

las devociones tradicionales, que continuaron siendo las mismas como

pilares de la piedad particular al Nuevo Reino. Esta permanencia de la

tradición visual se debía a que los cambios en las prácticas devocionales

no corrían necesariamente paralelos a las transformaciones económicas

y políticas, aspecto que también se evidencia en la coyuntura indepen-

dentista.

Sin embargo, y aunque no hubo cambios temáticos devocionales, la

instauración del Virreinato y el desarrollo de la Ilustración sí generaron

variaciones en el gusto3, lo que se plasmó en la aparición de una tímida

secularización de temáticas que se recogieron en la práctica pictórica en

las últimas décadas de la Colonia. Las reformas borbónicas y la presencia

de una corte virreinal generaron una autopercepción distinta de la cul-

tura colonial, especialmente en lo que se refería a la recepción del gusto

como un aspecto que determinaba la distinción social. Bordieu deine

este problema así:

2 Los datos acerca de los porcentajes y temáticas representados en la pintura de la primera colonia son resultado de investigaciones previas a esta. Se pueden consultar los resultados y las características de la pintura en la primera colonia en: Jaime Borja Gómez (2003).

3 Un ejemplo de los cambios virreinales en el gusto puede verse en Gómez Hurtado y Gil Tovar (1987).

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 76: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

75

La disposición estética es una dimensión de una relación distante y segura

con el mundo y con los otros, que a su vez supone la seguridad y la distancia

objetivas; una manifestación del sistema de disposiciones que producen

los condicionamientos sociales asociados con una clase particular de las

condiciones de existencia […] (Bordieu, 2002: 53).

El nuevo sistema de disposiciones era resultado de los cambios en las

actitudes frente a las nuevas realidades culturales, lo que también afectó

las formas de representar las devociones particulares.

De esta manera, en la segunda mitad del siglo XVIII se consolidaron unas

formas de representación y de cultura visual diferentes a las que habían

evolucionado desde la primera colonia. Entre ellas se destaca la indivi-

dualización del retrato, el carácter decorativo e ilustrado de la práctica

pictórica y una estética que trataba de responder a las nuevas exigencias

del gusto de la sociedad cortesana que se estaba formando. En este con-

texto, la coyuntura que generó el proceso de Independencia en la segunda

década del siglo XIX y sus efectos en la conformación del Estado nacional

no supusieron una ruptura radical con respecto a las propuestas visuales

que provenían de la segunda mitad del siglo anterior.

Ilustración 1: Anónimo. Agustín de Coruña. Óleo sobre tela, siglo XVI.

Ilustración 2: Joaquín Gutiérrez. Virrey Jose-

ph Solís Folch de Cardona. Óleo sobre tela, siglo XVIII. Museo de Arte Colonial, Bogotá.

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 77: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

76

La creación del Virreinato trajo consigo una incipiente corte virreinal, que

por supuesto afectó el gusto de los sectores de la élite urbana (Gil Tovar,

1988: 1136). Aunque no hubo importantes cambios en la manera de narrar

visualmente las imágenes, sí se potenció con más fuerza el desarrollo de

algunas temáticas, como la del retrato personal. Ahora comportaba una

gestualidad más especíica relacionada con el poder, pero estructuralmen-

te seguía los lineamientos narrativos del retrato eclesiástico que había sido

tan empleado por las instituciones religiosas desde el siglo XVII. El sujeto

representado posaba en tres cuartos, la mano se apoyaba sobre una mesa,

donde reposaban los símbolos de sus virtudes o su autoridad. Rectores

de colegios y universidades ostentaban sus togas, libros y plumas; los

obispos, sus mitras, cruces pectorales, escudos episcopales y báculos.

Los cortinajes de fondo y cartelas alusivas a su labor complementaban

la representación, como aparece pintado el segundo obispo de Popayán

Agustín de Coruña a inales del siglo XVI (ilustración 1).

Esta estructura se empleó en las pinturas de la segunda mitad del siglo

XVIII que se ejecutaron de los virreyes, los funcionarios y los ciudadanos

prestantes. Las nuevas condiciones del gusto, propias de la sociedad

virreinal, dieron lugar a un sistema de disposiciones que marcaba la dis-

tinción social basada en aquel. Para el efecto, los sujetos desplegaban

sus riquezas materiales y linajes: ahora aparecían con sus mejores galas,

sus escudos de armas, bastones de mando y emblemas de las órdenes

militares a las que pertenecían. La ilustración 2 presenta al virrey Solís,

caracterizado con estos atributos, lo que dejaba entrever las nuevas y

tímidas tendencias secularizantes del siglo XVIII: retratos más del gusto

individual e involucrados con el poder terrenal, lo que los distanciaba del

retrato institucional eclesiástico. En la primera colonia, aquella que llegó

hasta 1740, el retrato tenía un valor moral, pues destacaba procesos de

santidad y las virtudes del sujeto. El nuevo retrato del siglo XVIII enfatiza-

ba los símbolos del poder económico y político al que recurrían virreyes,

nobles y prestantes. Además, a inales de este siglo, en el contexto de la

transformación de los espacios domésticos, especialmente la aparición

de la sala como lugar de socialización4, aparecía el retrato en miniatura,

4 López, María del Pilar (1997). Las salas y su dotación en las casas de Santafé de Bogotá. En Anuario

Colombiano de Historia Social y de la Cultura, No. 24, pp. 12-16.

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 78: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

77

género que se desarrolló y de hecho caracterizó los espacios de la intimi-

dad hogareña en la primera mitad del siglo XIX.

La ilustración, por su parte, se manifestó en diversas facetas de la cultura,

entre las cuales la Expedición Botánica (1783-1817) fue representativa

porque recogía las expectativas de la Corona frente a la optimización de

la explotación de las colonias a partir del conocimiento de su naturaleza

(Nieto, 2000: 9-10). El ambicioso proyecto, encabezado por José Celestino

Mutis, buscaba registrar y clasiicar lora, fauna y minerales, además de

hacer observaciones astronómicas y geográicas. El impacto en la cultura

visual se relejó en la generación de un nuevo tipo de pintura desconocido

hasta entonces en el Nuevo Reino: la cientíica o, más precisamente, la

pintura botánica. Mutis creó una escuela de dibujo botánico en donde

se formaban a los aprendices en técnicas de dibujo, conocimientos en

botánica y preparación de colores, por la que pasaron cerca de 63 pintores

(Nieto, 2000: 77-80; Barney Cabrera, 1988: 1181-1191). Muchos de ellos

se formaban en talleres familiares de Popayán y Santafé, cuyo trabajo

pictórico era fundamentalmente devocional. Los alcances de esta nueva

escuela generaron una problemática hasta entonces desconocida en la

cultura visual colonial: la tensión entre representación y realidad.

Hasta ese momento, como la mayor parte de la pintura era religiosa, el

obrador colonial pintaba siguiendo patrones preestablecidos en grabados

o en narraciones hagiográicas o bíblicas, es decir, representaba nociones

abstractas como Dios, la santidad, las virtudes, a partir de modelos. La

pintura botánica introducía el problema entre representación conceptual

y representación naturalista, en la medida en que el sujeto se enfrentaba

a un modelo al natural, del cual había que mostrar todas sus partes. Los

pintores de la Expedición Botánica tenían que encontrar soluciones di-

dácticas, esquemáticas y estratégicas, y a la vez “pictóricas”, pues tenían

que utilizar luces y sombras, modelado, un fondo en blanco con la planta

por fuera de su ámbito natural. Esta tensión entre la idealización y el na-

turalismo se encuentra presente en la pintura de comienzos del siglo XIX.

En esta escuela de pintura botánica se formaron pintores coloniales como

García del Campo, Pablo Caballero, los hermanos Cortés y Joaquín Gutié-

rrez. En tal sentido, la escuela le aportó al siglo XIX la formación de cierta

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 79: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

78

“profesionalización” del ejercicio pictórico. Es decir, la cultura visual ya no

estaría dominada solamente por obradores que ejercían el oicio de pintor

desde talleres familiares atendiendo solicitudes devocionales, sino que

se formaba el pintor de oicio que satisfaría una demanda distinta para

un observador mediado por un gusto diferente. Este fue el caso de Lino

José de Azero, conocido retratista y miniaturista que trabajó en Bogotá

en la primera mitad del siglo XIX (Barney Cabrera, 1988: 1199), Salvador

Rizo (1762-1816) y Francisco Javier Matís (1774-1851), considerado por

Humbolt como uno de los mejores pintores de lores (Uribe, 1954: t. I, cap.

XXXI), fundador de una de las primeras academias y quien desempeñó el

oicio de pintor hasta mediados del siglo XIX (Fajardo, s. f.).

Ilustración 3. Joaquín Gutiérrez. Virgen de

la Peña. Óleo sobre tela, siglo XVIII. Ilustración 4. Joaquín Gutiérrez. Retrato de

la marquesa de San Jorge. Óleo sobre tela, siglo XVIII. Museo de Arte Colonial.

De este modo, la segunda mitad del siglo XVIII consolidaba tres espacios

pictóricos: el devocional, que provenía de la primera colonia, el retrato

como ejercicio de poder y la pintura botánica. El aspecto común a estos

tres legados fue un nuevo sentido del gusto como condición para la

distinción social, lo que resultaba de las condiciones culturales propias

del siglo XVIII. La formación del Virreinato, con la consecuente corte vi-

rreinal, generó unas nuevas formas de estetización de lo cotidiano, que

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 80: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

79

incluso se manifestaron en la pintura devocional. La Virgen de la Peña

(ilustración 3), atribuida al conocido pintor de corte Joaquín Gutiérrez,

quien también fue miembro de la Expedición Botánica, releja las nuevas

condiciones: la Sagrada Familia se representa con vestiduras, brocados y

bicornio virreinales para realzar su dignidad. Además, los usos de la ges-

tualidad, especialmente en el rostro, denotaban la condición noble del

sujeto. Nótese la similitud del rostro de la Virgen y San José con el de la

marquesa de San Jorge (ilustración 4) y el virrey Joseph Solís (ilustración

2) (Gil Tovar, 1988: 1139), con lo que se destaca un rasgo particular de la

pintura cortesana virreinal: el tipo de patrones –proporciones y rasgos

alargados, por ejemplo– para representar la nobleza y los ideales de be-

lleza. Aún persistía la propuesta barroca de que en la Virgen y San José

se debían encarnar los ideales de belleza masculina y femenina, debido

a su santidad y perfección.

2. Las continuidades en el siglo XIX

Las transformaciones políticas y económicas que sucedieron en el territo-

rio de la Nueva Granada, tras los acontecimientos de 1810 y que desem-

bocaron en el proceso de independencia, no afectaron profundamente

la cultura visual que provenía de la Colonia. Sin embargo, historiadores

como Efraín Sánchez airman que:

Pero sin lugar a dudas los renovados principios que comenzaron a impo-

nerse desde el propio año de 1810 y los novedosos horizontes culturales

que prometían Inglaterra y Francia, particularmente esta con el ejemplo de

su reciente revolución, dieron el golpe de gracia a las corrientes estéticas

de la Colonia, que ya languidecían (Sánchez Cabra, 1987: 65).

Es importante matizar esta airmación, pues, como se ha mencionado, la

pintura colonial tuvo cambios especialmente a inales del siglo XVIII, de

modo que durante la primera mitad del XIX se conservaron buena parte

de las estructuras que había conquistado la cultura visual en esas últimas

décadas del siglo anterior. No obstante, el nuevo contexto republicano

permeó lentamente estas estructuras, de modo que al mismo ritmo se

agotaba la tradición colonial para dar paso a una serie de cambios en la

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 81: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

80

cultura visual. La pregunta es, entonces, ¿cómo operaron las transforma-

ciones políticas y culturales sobre la tradición visual colonial en la primera

mitad del siglo XIX y cuáles fueron sus resultados?

El punto de partida para explicar la tensión entre la preservación de

estructuras que provenían de la cultura colonial en una sociedad que

comenzaba a transformarse social y políticamente se encuentra en los

nuevos intereses culturales. El avance de las ideas ilustradas, como las

nuevas ideologías que acompañaban el proceso de conformar un nuevo

cuerpo social a partir del concepto de nación-ciudadano que sustituía al

reino-súbdito, generó la necesidad de un nuevo entramado simbólico

para representar a la naciente república. Una de las características de esta

nueva sociedad era el lento ascenso de la secularización, por lo que en

muchos campos de la novedosa cultura republicana se trató de hacer un

corte con la tradición colonial y lo que ella representaba: la civilización

cristiana española. Sin embargo, el corte no podía ser radical en campos

como la cultura visual, porque se carecía de una simbología desacralizada,

secular y laica. Además, la coyuntura independentista y la formación de

la nación no implicaban necesariamente que las creencias arraigadas en

el orden social rompieran abruptamente con su pasado. La iconografía

cristiana era un lenguaje común, de modo que se conservó su estructura

variando atributos y sentidos. En otras palabras, se resigniicaron los nue-

vos símbolos patrios a partir de la cultura visual que le antecedía, sobre

la cual se comenzaron a operar tímidos cambios. El objetivo a mediano

plazo era deinir una identidad nacional.

El tipo de imágenes que se construyeron a partir de 1810 se pueden reunir

en dos grupos: formas rituales, del tipo utilizado en las celebraciones pú-

blicas coloniales, y formas religiosas de la imagen cristiana. Por un lado, las

imágenes rituales que solían emplearse en aquellas celebraciones, como

las alegorías, emblemas y el arte efímero en su conjunto que se ponía

de maniiesto en juras y celebraciones reales. Esta compleja simbología

se utilizó en las festividades patrias, aunque acusando un lento proceso

de reinterpretación simbólica (Rey Márquez, 2010: 6-9). Por otro lado, se

continuaron empleando las formas religiosas de la imagen cristiana, princi-

palmente su iconografía y el uso de estas tradiciones para la comunicación

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 82: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

81

de las nuevas posturas ideológicas con las que se comenzaba a construir

la experiencia de nación. Algunos santos se erigieron como protectores

del proceso independentista, e imágenes religiosas fueron condecoradas

como “generalísimos” de los ejércitos regionales (Rey Márquez, 2010: 10-

15); pero también tal iconografía y estructura visual se desacralizó para

adaptarse a la nueva simbología nacional.

Si bien es cierto que durante la primera mitad del siglo XIX disminuyó

sensiblemente la producción de pintura religiosa, también es cierto que

este era un fenómeno que ya se evidenciaba a lo largo del XVIII5. Pese a

que tomaba impulso la pintura de temas seculares, persistió el uso de

estructuras simbólicas coloniales, de lo cual la emblemática es un ejemplo.

Una de las primeras alegorías a la república, “Bolívar, libertador y padre

de la patria” de Pedro José Figueroa, quien la ejecutó en 1819, muestra a

este héroe de la Independencia abrazando a una indígena que representa

a América. La iconografía estaba tomada de Cesare Ripa, uno de los tra-

tados barrocos de iconología más sobresalientes desde el siglo XVII (Rey

Márquez, 2010: 20). Usar un lenguaje alegórico común a la sociedad de

su época, símbolos recontextualizados de la cristiandad colonial, ofrecía

la ventaja de establecer símbolos que construyeran la nación. Con esta

inalidad, lentamente aparecieron nuevos temas, como la representación

de las escenas de los conlictos independentistas, especialmente las

batallas, de los cuales sobresale la serie de José María Espinoza; pero se

ejecutaron hasta cuarenta años después de los acontecimientos (Barney

Cabrera, 1980: 73-79; Chicangana Bayona, 2010: 56-69). Estos ejemplos

revelan que aunque el periodo generó un tímido cambio temático, no

alcanzó a opacar en su conjunto las “herencias” coloniales.

Pero no solo avanzaban los temas; también los estilos y las técnicas de

composición comenzaban a recibir inluencias europeas, lo cual se debe

poner en contexto de la región. La interpretación que hacen los críticos de

este periodo suele identiicarlo como confuso. Airma Barney Cabrera que

5 Para Londoño (2005: 62), la crisis se produce por el empobrecimiento de las comunidades religiosas, el anticlericalismo estatal y el surgimiento de nuevos sentimientos como el patriotismo, la libertad y la gloriicación del héroe.

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 83: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

82

La primera mitad del siglo XIX es, pues, de confusas y contradictorias ex-

presiones en relación con el proceso del gusto y con la actividad artística.

La naturaleza del arte puede estar compuesta de mezclas y vicisitudes, de

ofuscante contradicción, confundiéndose en malas imitaciones neoclásicas

de tardío trasplante, caricaturizadas por lo tanto, débiles y equívocas, sin

que de todo ello esté ausente el golpe de ola romántica que tercamente

horada las rocas de la burguesía criolla (Barney Cabrera, 1984: 584).

En sentido estricto, aún no se formaba una burguesía, pero sí progresaba

la transformación del gusto; de fondo, en esta “confusión” se arraigaba un

estilo regional propio que recogía la tradición de donde provenía (Giraldo

Jaramillo, 1980: 161-162). La conservación de la tradición colonial en la

pintura de la primera mitad del siglo XIX se puede observar en dos espa-

cios narrativos que recibieron la estructura colonial. El primero de ellos es

la preservación y desarrollo de las devociones coloniales con diferencias

sutiles a nivel visual y, en segundo lugar, la continuación secularizada de

las estructuras narrativas que provenían de la cristiandad colonial.

a. La preservación y el desarrollo de las devociones

Como efecto del contexto postridentino del siglo XVI que incentivó el culto

a los santos, sumado a los complejos procesos de evangelización, la cultura

colonial neogranadina había generado unos cultos devocionales especí-

icos. Entre la gran cantidad de santos, sobre unos pocos recayó el culto

colonial, especialmente sobre aquellos que proporcionaban algún tipo de

sustitución a una necesidad cultural6. Por ejemplo, frente a la frecuencia

de las pestes, San Roque (ilustración 5) se convirtió en un popular santo

pestífero, aquel que protegía de las pestes. La típica representación neogra-

nadina lo mostraba con vestiduras de peregrino a Santiago de Compostela,

exhibía la herida en la pierna izquierda que aludía al contagio de peste, y

lo acompañaba un perro que le llevó alimento. Esta misma iconografía se

usó en la primera mitad del siglo XIX, incluso con pocas variaciones en su

composición, pese a que las posibilidades de representación eran muchas.

La ilustración 6 muestra un ejemplo anónimo, sobre el cual sólo variaba

el uso del color y el paisaje. Y como sucede en este ejemplo, la represen-

6 Sobre la pintura y el culto de santos coloniales, véase Jaime Borja Gómez (2001: cap. 3).

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 84: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

83

tación de santos de gran devoción colonial, como San Juan Bautista, Juan

Nepomuceno, San Agustín o Francisco de Asís, se desarrolló siguiendo el

modelo colonial, variando según la moda, el color o el paisaje.

Ilustración 5. Vargas de Figueroa. San

Roque. Óleo sobre tela, siglo XVII. Museo de santa Clara.

Ilustración 6. Anónimo. San Roque. Óleo sobre tela, siglo XIX.

Existen varias razones que explican estas permanencias visuales. En pri-

mer lugar, las devociones populares no se vieron afectadas directamente

por los procesos políticos. Pero también las guerras de independencia

habían dejado en crisis económica al territorio, y si desde el siglo anterior

menguó la demanda de obra religiosa, como ya se ha mencionado, para

este momento era mucho menor debido a la crisis de las instituciones

eclesiásticas. Esta se debía a que las políticas gubernamentales de la

primera mitad del siglo trataron de disminuir el poder de la Iglesia; para

el efecto se cerraron conventos y algunas órdenes fueron expulsadas.

Además, otros factores como la manumisión de bienes de manos muertas,

la guerra de los conventos y un conjunto de reformas, algunas de ellas

liberales, restaron poder económico a las órdenes religiosas y a los cuerpos

sociales que dependían de ellas, como las cofradías. Esta circunstancia

afectó la producción visual religiosa, en la medida que desde la Colonia las

comunidades religiosas y las cofradías eran las principales demandantes

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 85: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

84

de obra pictórica7. Pese a la coyuntura de la Independencia, las devociones

coloniales se prolongaban y esto es lo que relejaba la pintura.

Otro ejemplo que permite ilustrar la manera como se prolongó la tradición

colonial fueron los purgatorios, los cuales tuvieron pocas variaciones tanto en

la iconografía como en la estructura narrativa. Si bien es cierto que en el Nuevo

Reino de Granada existió una escasa producción de pinturas sobre este tema,

tenían una compleja elaboración teológica que pretendía mostrarlos como

una representación del cuerpo social. Los purgatorios estaban relacionados

con el Corpus Christi, es decir, con la comprensión de la sociedad como un

cuerpo en donde cada miembro tenía una función particular. Las imágenes

de los purgatorios representaban las tres iglesias: la militante, los que viven en

este mundo; la purgante, los salvados que aun no estaban frente a Dios, y la

triunfante, quienes disfrutan de la vida eterna (Pastor, 2004: 268). Esta última

(los santos) intercedía por la purgante (los condenados) para beneicio de la

militante, el devoto observador de las imágenes (Borja Gómez, 2009: 90-91).

Ilustración 7. Sepúlveda. Purgatorio. Óleo sobre tela, siglo XVIII. Museo de Arte Reli-gioso. Popayán.

Ilustración 8. Anónimo. Purgatorio. Óleo sobre tela, siglo XIX. El Retiro – Antioquia.

7 Para Eugenio Barney Cabrera (1984: 580), otros factores económicos también afectaron la producción visual; entre ellos, el cierre de las importaciones impidió el acceso de materiales, por lo que el gusto tendió a satisfacerse en “artes menores”.

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 86: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

85

Una de las características de estos purgatorios neogranadinos coloniales

fue su relación con la mística del corazón, uno de los temas devocionales

de mayor proliferación colonial. Los escritos místicos de las monjas, la

literatura ediicante, los sermones y la poesía trataron la espiritualidad

centrada en la contemplación del corazón, así como los elementos que

se le derivaban y su relación con la sangre. La ilustración 7 muestra un

típico purgatorio colonial en el cual el niño Jesús ofrece su sangre para

lavar los pecados de los purgantes, acompañado de la Trinidad y los santos

intercesores. Los purgatorios del siglo XIX tampoco hicieron variaciones

sobre el modelo colonial e incluso persistieron en no representar el casti-

go corporal que sufrían los condenados, tema que fue tan común en los

purgatorios pintados en otros lugares de América. La ilustración 8 procede

de Antioquia y muestra a Cristo tocando la herida de su pecho de donde

brota sangre. En el centro aparece san Miguel Arcángel, que también fue

muy representativo en los purgatorios coloniales. Nótese igualmente que

los gestos de los condenados tienen pocas variaciones entre sí.

Ilustración 9. Anónimo. Santa Gertrudis. Óleo sobre tela, siglo XVIII. Museo de Santa Clara. Bogotá.

Ilustración 10. Anónimo. Sagrado Corazón. Óleo sobre tela, siglo XIX. Banco de la República.

Sin embargo, el tema de la mística del corazón, tan importante para la cul-

tura colonial, tuvo una evolución particular en el siglo XIX: el tardío culto

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 87: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

86

al Sagrado Corazón. En el Antiguo Testamento el corazón representaba

el amor carnal o místico, y en la Edad Media algunos místicos incluyeron

el corazón de Jesús como objeto de adoración. Su origen se encuentra

en el culto a las cinco llagas, en el cual la herida del costado tuvo gran

importancia8, de modo que se trasladó la herida a la izquierda para acer-

carla al corazón. Este tema se popularizó en la cultura colonial encarnado

en santas medievales, como santa Gertrudis, que según la tradición tenía

visiones en las que intercambiaban corazones con Jesús (ilustración 9)9.

La devoción se consagró oicialmente en 1685, pero sólo se desarrolló

hasta el siglo XIX, cuando la imagen adquirió la iconografía del corazón

en llamas aplicado exteriormente sobre su pecho (ilustración 10). El Cristo

mira al devoto para mostrarle su corazón en el pecho, que está espinado

en el centro y coronado por una cruz. El tema tuvo su colofón inal en la

Colombia republicana, cuando el país fue consagrado a esta devoción a

comienzos del siglo XX, después de la guerra de los Mil Días.

Un último problema que ilustra la manera como se prolongó la tradición

iconográica religiosa colonial en el siglo XIX es un tema de devoción pri-

vada: las monjas coronadas. Uno de los aspectos importantes en la cultura

colonial fue la presencia y la función que tenían las monjas dentro de los

espacios urbanos. En una sociedad sacralizada como la colonial, ellas eran

aquella parte del cuerpo social que tenían la misión de sufrir para la salva-

ción de los demás, es decir, servían como catalizador social. El convento

ofrecía elementos que no tenían las mujeres de esta sociedad: acceso a

un nivel de conocimientos y cierta protección en los términos de la vida

colonial. La vida conventual era un espacio que debía estar signado por

el sacriicio, la mortiicación y la contemplación. Era tan importante este

espacio y esta actividad, que muchas de estas mujeres fueron personajes

públicos, aunque nunca hubiesen abandonado la clausura de sus conven-

tos. Las experiencias místicas las convertía en personajes conocidos, pero

más famosas eran aquellas que morían en “olor de santidad”, es decir, con

fama de santas. Y estas son las que muchas veces se pintaron.

8 Según la tradición del Nuevo Testamento, cuando Jesús se encontraba cruciicado, un soldado atravesó su pecho con una lanza en el costado de donde brotó sangre y agua (Juan 19: 33-34).

9 Acerca de la simbolización del corazón en el siglo XVII y la trasformación simbólica en el mundo católico: Leonor Correa (1998: 114-117).

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 88: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

87

Ilustración 11. Victorino García. Retrato de

María Rosa del Sacramento. Óleo sobre tela, 1783. Banco de la República.

Ilustración 12. Anónimo. Rosalía de las

Mercedes. Óleo sobre tela, 1859.

La práctica de pintar monjas coronadas muy posiblemente se impuso

en la segunda mitad del siglo XVIII y se prolongó hasta bien avanzado

el XIX, como se observa en las ilustraciones 11 y 12. Las dos imágenes

siguen el mismo esquema: yacen acostadas, de medio cuerpo y vestidas

con el hábito de su orden. Algunas reposan su cabeza sobre un ladrillo,

símbolo de penitencia extrema, otras sobre un almohadón. Sólo tienen

tres elementos que las distinguen: el medallón al pecho que indica a quien

se consagró el día de su profesión; el rostro, como epifanía del alma, ma-

nifestaba las virtudes de la persona, y el tipo de lores que la adornaban,

las cuales revelaban la virtud especíica por la cual se distinguió en vida:

la rosa roja, pasión y mortiicación; el lirio, castidad; el clavel es el amor; la

azucena representa la pureza, especialmente en la imitación de la devo-

ción a la Virgen; la amapola blanca, la santa ignorancia y la roja a Cristo;

el jazmín, asociada a la Virgen, la elegancia, la gracia y la amabilidad; la

violeta, la humildad.

En estas sociedades femeninas conventuales, la muerte era una expe-

riencia de realización del anhelo al que habían entrado al convento, pues

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 89: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

88

signiicaba participar de una vida eterna con Cristo, aquel con quien

habían contraído “nupcias” espirituales, después de un periodo de haber

sido novias –novicias–. Y no era la única vez que se coronaban; se hacía

también en el momento en que la monja profesaba, lo que signiicaba

un abandono del mundo. Pintarlas en el tránsito a esa nueva vida no era

pintar monjas muertas, sino monjas que habían “coronado” el momento

culmen de su vida, y eso representa la corona de virtudes.

b. Las continuidades narrativas de los símbolos

La inluencia de la Ilustración y el avance de la secularización de la cultu-

ra tomaron mayor arraigo en el siglo XIX debido a las expectativas que

generó la conformación de la nación tras el proceso de independencia

de España. Uno de los aspectos centrales de dicho proceso fue la forma-

ción de la identidad nacional. Para el efecto se llevó a cabo un complejo

proceso de buscar imágenes y elementos simbólicos, que reinterpretados

justiicaban el nacimiento de la nación. Este nacimiento se encarnó en la

igura del héroe: aquel sujeto que representaba el sacriicio por la patria y

sus ideales. Su construcción se ejecutó en los primeros años posteriores a

la declaración de independencia de 1810 (Chicangana Bayona, 2010: 38-

39). La cultura visual colonial aportó la estructura narrativa para que fuera

posible la fabricación de sus nuevos héroes, apelativo que de hecho ya

era empleado en la cultura colonial para designar a aquellas personas que

se caracterizaban por sus excelsas virtudes cristianas, como los santos y

sujetos ejemplares, quienes morían en fama de santidad. Se puede ilustrar

esta airmación a partir de tres elementos centrales en la conformación

de la cultura visual del héroe del siglo XIX: el paso del mártir de la Iglesia

al mártir de la patria; el tránsito de los padres de la Iglesia a los padres de

la patria, y el lugar que ocupa el culto a las reliquias de los santos al culto

de las reliquias de los fundadores de la nación.

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 90: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

89

Ilustración 13. Vargas de Figueroa. Martirio

de Santa Bárbara. Óleo sobre tela, siglo XVII.

Ilustración 14. Anónimo. Policarpa Salava-

rrieta. Óleo sobre tela, siglo XIX.

El culto a los santos fue sin duda la mayor devoción colonial. Entre estos,

los mártires ocuparon el primer lugar en la representación visual. Santa

Bárbara, Catalina de Alejandría y Úrsula, principalmente, encarnaban el es-

píritu de obediencia y sacriicio que debía caracterizar al cristiano. Además,

estas iguras simbolizaban los valores de la Iglesia primitiva, una época

fundacional que se convertía en un tiempo para ser imitado: la edad de

oro de la cristiandad. La pintura de los mártires, como otros tantos temas,

tenían múltiples posibilidades de representación: desde la santa con el

atributo hasta algún acontecimiento de sus vidas, como los milagros, el

sometimiento a un juicio o el suplicio. Sin embargo, el tema más explotado

en la cultura visual fue el momento del sacriicio. La ilustración 13 es un

claro ejemplo de la actitud colonial: la santa aparece en el momento en

que va a ser decapitada. La imagen comporta tres elementos: la mártir en

actitud de entrega, de aceptación del destino que le espera; el verdugo,

sin el cual no hay redención, y se constituye en el instrumento necesario

para recibir el martirio; y la presencia de Dios, simbolizada en los ángeles

que le ofrecen la corona de laurel y la palma del martirio.

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 91: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

90

Este mismo esquema fue usado para la representación de aquellas per-

sonas que murieron en los acontecimientos iniciales de la formación de

la república, en aquella edad de oro donde todo iniciaba. La reconquista

española de Pablo Morillo en 1815 supuso un “régimen del terror” en el

cual los patriotas fueron pasados al cadalso. El desdoblamiento tipoló-

gico es claro: héroes populares ensalzados por sus virtudes de amor a la

patria y la aceptación de la muerte por la misma, como en antaño otros

demostraron amor al cristianismo y murieron por él. En el proceso de

secularización estos héroes recibieron el nombre de mártires de la patria.

Un catecismo de 1823 ilustra el lugar que ocupaba el mártir de la patria

en la imaginación popular:

P. ¿Qué es ser patriota?

R. Es morir con honor y gloria combatiendo contra los enemigos de la patria,

y dejar buen nombre y ejemplo digno de imitar. Ejemplo: Ricaurte en San

Mateo, Girardot, Cabal, Vanegas, y otros tantos.

P. ¿Qué es ser patriota?

R. Es hacerse superior a su sexo, mirar con serenidad la muerte, y aplicar

aunque sean débiles esfuerzos a la salvación de la patria. Ejemplo: la Pola

(Chicangana Bayona, 2010: 38).

Este último caso es bien conocido. Sobre Policarpa Salavarrieta, distin-

guida como la Pola, se generó toda una iconografía a lo largo del siglo

XIX (Museo Nacional de Colombia, 1996). La representación iconográica,

de la cual la ilustración 14 es un buen ejemplo, obtuvo los mismos tres

elementos de la representación del mártir de la Iglesia primitiva: actitud

resignada frente al destino, la presencia de su verdugo y la sacralización

de la escena, en este caso con un Cristo cruciicado que realza el carácter

del sacriicio. Como lo menciona el catecismo, la identiicación del mártir

de la época fundacional como un “ejemplo digno de imitar” estaba en

concordancia con el mártir del mundo cristiano. Estos eran los mejores

ejemplos de la imitación de Cristo, pues sufrían en su cuerpo los dolores

de la pasión del Señor, pero ahora por la patria. Este era un efecto del

proceso de secularización.

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 92: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

91

Un proceso similar, pero del pensamiento religioso, ocurrió con lo que

signiicaba el padre de la Iglesia para la cristiandad colonial. En su con-

junto, este tipo de santo no tuvo el volumen de producción de imágenes

que obtuvieron otros santos de gran devoción popular. Sin embargo, su

presencia era muy importante para la Iglesia como institución, porque,

como su nombre lo indica, sobre él reposa la autoridad intelectual de la

Iglesia en sus orígenes. Los padres de la Iglesia estaban muy asociados

al mismo sentido que tenían los mártires: representaban la fuerza de la

Iglesia de los primeros tiempos, pues eran los fundadores intelectuales

de la institución y defensores apologéticos frente a los ataques de las

autoridades paganas. Entre las iguras más sobresalientes en la cultura

colonial se encuentran los llamados padres latinos, los cuales aparecían

no solamente en la pintura sino también en la mayor parte de los textos

jurídicos y teológicos, así como también en las poéticas y los sermonarios.

Entre ellos son representativos San Agustín, San Ambrosio, San Jerónimo

y San Gregorio.

Este mismo lugar simbólico, los fundadores como emanadores de

autoridad, lo cubrieron aquellos sujetos que participaron en la gesta

emancipadora como líderes del proceso. Por sus características como

auspiciadores de la nación fundacional, se les llamó “padres de la patria”

a Bolívar y Santander, y la manera como fueron representados se tomó de

la misma estructura visual colonial. En la Nueva Granada, san Agustín fue

uno de los padres de la Iglesia más representados, quien aparece por lo

general en tres cuartos o de cuerpo entero con sus vestiduras episcopales,

sosteniendo los símbolos de su autoridad, principalmente el libro. Una

gestualidad similar se denota en las representaciones de los padres de la

Patria, quienes son presentados de manera austera con los atributos de la

nueva iconografía independentista: el héroe ostenta uniforme militar y los

símbolos de su autoridad secular: espadas, charreteras, condecoraciones,

medallas (Chicangana Bayona, 2010: 40-43).

En estrecha relación con esta forma de mostrar al padre de la Patria, existe

otro elemento central a la cultura colonial que también se secularizó, en

aras de representar y, en este caso, hacer presente al héroe ausente: la

reliquia. El culto a las reliquias se remonta a la cristiandad primitiva, la

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 93: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

92

cual veneró el cuerpo del santo después de su muerte, costumbre que

se impuso para los siguientes siglos10. La importancia de tal veneración

radicaba en que el cuerpo de un santo virtuoso era el receptáculo de lo

sagrado, y por su mediación, el santo que lo había habitado continuaba

haciendo milagros; por esto era objeto de culto y devoción. Pero también

se convirtió en una marca de identidad frente a la cual la comunidad se

regeneraba a sí misma. La reliquia era el símbolo de la permanencia de

lo sagrado y, como tal, desempeñaba un importante papel como cohe-

sionador social (Gelis, 2005: 84). Las reliquias implicaban la atribución de

una “virtud tutelar”, pues en el plano de las creencias, era de los huesos o

del objeto que había estado en contacto con el santo que emanaba una

fuerza de la que los creyentes se beneiciaban. La reliquia era la posibilidad

de invocar un ancestro común, una fuente de seguridad y de permanencia

para la comunidad; por esta razón conserva en sí el cuerpo-milagroso y

el cuerpo-identitario.

Ilustración 15. Anónimo. Reliquia de San

Mauro. Siglo XVII. Iglesia de San Ignacio. Bogotá.

Ilustración 16. Relicarios de héroes de la

Independencia. Siglo XIX. Museo Nacional. Bogotá.

10 Las reliquias como problema histórico no ha sido una preocupación historiográica; sin embargo, hay algunos trabajos que recogen la problemática general de su conformación, así como las etapas his-tóricas de su culto. Véase por ejemplo a José Luis Bouza Álvarez (1990: 23-35). También, el trabajo clásico de Hippolyte Delehaye (1933).

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 94: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

93

A comienzos de la formación de la República y en la urgencia de crear

un nuevo andamiaje social, se dio paso a la sustitución de los cuerpos

fragmentados de los santos, culto que había sido muy importante en las

ciudades coloniales, como este cráneo de San Mauro (ilustración 15), por

las reliquias de los mártires y padres de la patria. Sus restos eran la presen-

cia real y corporal del héroe: por esta razón se entronizaron formas menos

barrocas, en el sentido de restarle drama teatralizado en su exposición

a las reliquias de los héroes. La ilustración 16 muestra dos relicarios que

contienen cabello de Bolívar y el general Páez, que se instalaron princi-

palmente en los museos nacionales, los nuevos altares de la patria, de

una manera semejante a como se entronizaban las reliquias en los altares

de los mártires. De una manera similar al culto colonial por las reliquias,

en el siglo XIX no sólo hubo interés por los cuerpos fragmentados, sino

también por aquellos objetos que habían estado en contacto con los su-

jetos –casacas, espadas, bastones, gorras de dormir–, llegando a veces a

una interminable lista de curiosas “reliquias” de muy dudosa procedencia.

c. La estructura colonial del retrato del siglo XIX

En relación con esta pertinaz secularización de estructuras procedentes

de la Colonia, es importante llamar la atención sobre un tema que merece

tratarse por aparte: el retrato. Este fue quizás una de las mejores caracte-

rizaciones de la pintura de la primera mitad del siglo XIX (Sánchez Cabra,

1987: 43-46). Pero como sucedió con los demás elementos mencionados,

la estructura narrativa se tomó de los elementos que aportó la cultura

colonial, especialmente en las últimas décadas del siglo XVIII. La cultura

visual colonial le proporcionó al retrato del siglo XIX una composición

deinida: iguras solitarias, atuendos que simbolizaban el poder, desde

las telas hasta joyas, medallas y encajes. En el contexto de la caída de la

demanda de obra religiosa, el retrato tuvo su época de apogeo.

El género del retrato era la actividad que tenía más demanda y, por lo

tanto, el principal modo de sustento de los pintores que vivían del arte

durante la primera mitad del siglo XIX. Durante cincuenta años, la reali-

zación de retratos no tuvo variaciones, siguiendo por un lado las formas,

los colores y la composición de las obras de Pedro José Figueroa (1770 –

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 95: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

94

1838) y sus descendientes. Por otro lado, estaban pintores miniaturistas

como José María Espinosa, Ramón Torres Méndez y José Gabriel Tatis

(Chicangana Bayona, 2010: 39).

El auge del retrato empalmaba con el proceso de construir nación, pues la

idealización de los próceres de la patria, convertidos en héroes y gloriica-

dos de esta manera, apremió a su representación. Para el efecto, se tomó la

misma estructura narrativa colonial que ya se ha mencionado: cambiaba el

personaje, los atributos y el vestuario, así como la intención retórica. En esta

circunstancia, la consolidación de aristocracias y caudillos regionales inluyó

en el desarrollo del retrato, quienes para la conservación de la memoria se

hacían retratar. Se pueden encontrar dos tipos de retrato de clara proceden-

cia colonial: el de héroes y el de mujeres; y una técnica: la miniatura. Esta

última, como formato e iconografía, contenía retratos de héroes y mujeres.

Ilustración 17. Joaquín Gutiérrez. Miguel

Masustegui y Calzada. Óleo sobre tela, siglo XVIII. Colegio del Rosario.

Ilustración 18. Anónimo. Francisco de Paula

Santander. Óleo sobre tela, 1820.

El retrato de héroes se relacionaba con la idea colonial de hacer presente

al sujeto ausente; un tipo de pintura que en la Colonia fue recurrente entre

comunidades religiosas para guardar memoria de rectores y párrocos, y una

vez instituido el Virreinato se transformó, como se mencionó anteriormente,

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 96: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

95

para hacer galería de personajes importantes. La pintura de héroes de la

primera mitad del siglo XIX mantuvo la estructura barroca y virreinal. Obsér-

vese la ilustración 2 del virrey Solís o esta del rector del Colegio del Rosario,

Miguel Masustegui (ilustración 17): son iguras verticales, donde se recalca

la frontalidad del personaje, los espacios son planos, el fondo se adorna con

cortinaje y siempre hay una mesa donde reposan los símbolos del poder

político o intelectual. La igura se complementa con los gestos y adema-

nes de triunfo o poder. Un ejemplo de esta permanencia de la estructura

colonial se encuentra en el retrato del general Santander (ilustración 18),

la cual contiene los mismos elementos compositivos ya descritos: la dife-

rencia estaba en los símbolos de poder y en la transformación de la nueva

iconografía del héroe republicano. En esas imágenes es atractiva la forma

como se establece la gestualidad, que revela la tensión entre la idealización

y el naturalismo. Los gestos, especialmente la severidad del rostro y el uso

de la mano, no habían cambiado: Masustegui posa la mano derecha sobre

el libro, lo que le proporciona su autoridad intelectual, mientras que en la

izquierda sostiene los guantes de seda, privativos al linaje. Por su parte,

Santander la posa sobre la banda y con la izquierda toca el pomo de su

espada. El cambio residía en los símbolos de la autoridad.

Ilustración 19. Gregorio Vásquez. Muerte de

San José. Óleo sobre tela, siglo XVII. Iglesia san Francisco, Bogotá.

Ilustración 20. García Hevia. Muerte de San-

tander. Óleo sobre tela, siglo XIX.

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 97: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

96

También hay que llamar la atención sobre algunas situaciones particulares

del retrato de héroes que se ejecutó en el siglo XIX. Por las circunstancias,

adquirió gran importancia la representación de la muerte de los héroes,

de lo cual es ejemplo la de Sucre, o la del mismo Santander. Representar la

muerte era otra de las obsesiones coloniales, pues signiicaba el momento

de tránsito, el desengaño y la realidad de la entrega de un sujeto a sus

virtudes, como ya se ha mencionado en el caso de las monjas coronadas.

Sin embargo, la pintura colonial acentuó la idea de la muerte como un

acto social, comunitario, donde los presentes manifestaban el dolor ante

ese hecho. La muerte de Santa Teresa, Santa Clara o San José (ilustración

19) se reproducen esquemáticamente en la muerte de Santander, de

García Hevia (ilustración 20). El sujeto, postrado en cama y rodeado por

sus deudos que maniiestan el dolor, mientras que lo sagrado se en-

cuentra representado en la presencia del arzobispo que asiste al prócer

en sus últimos momentos11. Estas imágenes de la muerte de los héroes

de la patria integraban la iconografía de santos coloniales, una forma de

sacralizar secularmente su importancia en el proceso de la construcción

de la nación.

11 Sobre el tema de la pintura de padres y próceres de la república: Yobenj Chicangana-Bayona (2010: 47-49).

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 98: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

97

Ilustración 21. Anónimo. Miniatura. C.A 1790.

Ilustración 22.

Por su parte, las miniaturas se deben tomar como formato y género. En

las últimas décadas del siglo XVIII se comenzó a desarrollar el género del

cual es ejemplo la ilustración 21. La miniatura se desarrolló con fuerza a

consecuencia de la tendencia entronizada por la escuela de dibujo de la

Expedición Botánica. Muchos de sus miembros fueron los representantes

de la miniatura de la primera mitad del siglo XIX, entre los que se cuentan

Mariano Hinojosa, Juan Francisco Mancera y Matís. Se trataba de un géne-

ro que, al igual que en la colonia, no representó indios o mestizos, porque

se trataba de un ideal criollo. En el siglo XIX este ideal fue recogido por la

naciente aristocracia, la cual plasmó en las miniaturas sus idealizaciones

de comportamiento social. La miniatura del siglo XIX condensó “el espíritu

romántico en cuanto a los efectos y la memoria” (González, s. f.: 29), de

modo que en las temáticas generó cambios con respecto a la tradición

que había recibido del siglo XIX.

Finalmente, se encuentran los retratos de mujeres, los cuales también

tuvieron una evolución particular desde inales del siglo XVIII. El desa-

rrollo de la pintura femenina fue tardío en la Colonia, pues sólo comenzó

a aparecer en la segunda mitad de este siglo. Hasta entonces, las pocas

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 99: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

98

imágenes de mujeres eran de monjas, y no hay referencia alguna a mujeres

que no pertenecieran a estamentos religiosos. En la segunda mitad del

siglo XVIII se aprecian algunas representaciones de mujeres, del cual el

retrato de Clemencia de Caicedo, fundadora de la Enseñanza, es un buen

ejemplo (ilustración 23).

Ilustración 23. Anónimo. Retrato de Clemen-

cia de Caicedo. Óleo sobre tela, siglo XVIII.Ilustración 24. Manuel Carvajal. Timotea

Carvajal. Óleo sobre tela, 1853.

Se trataba de imágenes que relejaban la condición de la mujer, no tan

marginal como se pretendía creer, pero que ponían de maniiesto su

religiosidad y austeridad. El prototipo de mujer colonial, de pocas galas,

se siguió empleando no sólo en la miniatura, sino también en el retrato,

del cual el de Timotea Carvajal es ilustrador (ilustración 24).

Un último aspecto de la prolongación de elementos coloniales se en-

cuentra en temas de procedencia barroca y colonial que siguieron em-

pleándose esta vez dentro del ya mencionado tono secular. El primero de

ellos es el exvoto, un tipo de pintura devocional que se usaba para hacer

rogativas o para agradecer un favor. Estaba compuesto por una imagen

que relata la situación objeto de la rogativa, un iconotexto explicativo y

la imagen sagrada a la cual se le dirigía la petición. En algunas pinturas

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 100: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

99

de mártires, como unas de Policarpa Salavarrieta, se conserva esta es-

tructura. Igual sucede con la pintura alegórica, que recurría a conocidas

imágenes de la emblemática barroca. Finalmente, ciertos temas visuales

que relataban costumbres, muy representativos de la segunda mitad del

siglo XIX, tienen antecedentes en la pintura de biombos del siglo XVIII,

donde se acostumbraba a representar situaciones cotidianas (Londoño,

2005: 49-50).

La tradición colonial perduró hasta mediados del siglo XIX. Para ese en-

tonces, varios factores introdujeron cambios signiicativos en la práctica

pictórica. Entre ellos habría que destacar la aparición de academias y

escuelas de dibujo y pintura, como la que se formó en la Casa de la Mo-

neda en 1837 o la Sociedad de Dibujo y Pintura en 1848 (Sánchez Cabra,

1987: 22-28). A estos principios formales de la educación, en la práctica

se sumaron la asimilación de tendencias extranjeras que culminaron en el

desarrollo de una pintura costumbrista, la cual se distanciaba en técnicas,

temáticas y entornos culturales de los que se había nutrido la pintura

durante la primera mitad del siglo XIX. Incluso, ciertos acontecimientos

políticos, como las reformas liberales de medio siglo y la comisión coro-

gráica (Londoño, 2005: 77-78; Sánchez Cabra, 2003), generaron cambios

en la percepción cultural de la pintura, induciendo a temas más seculares

y más relacionados con el naturalismo.

Referencias

Barney Cabrera, E. (1980). El arte en Colombia. Temas de ayer y de hoy.

Bogotá: Fondo Cultural Cafetero.

Barney Cabrera, E. (1984). La actividad artística en el siglo XIX. En Manual

de Historia de Colombia, tomo II. Bogotá: Colcultura-Procultura

Barney Cabrera, E. (1988). Pintores y dibujantes de la Expedición Botánica.

En Historia del arte colombiano, tomo V. Barcelona: Salvat.

Bordieu, P. (2002). La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. México: Taurus.

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 101: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

100

Borja Gómez, J. (2001). Pintura y cultura barroca en la Nueva Granada. Los

discursos del cuerpo. Bogotá: Fundación Gilberto Alzate Avendaño.

Borja Gómez, J. (2003). Discursos visuales: retórica y pintura en la Nueva

Granada. En Adriana Maya y Diana Bonnett (Comps.). Balance y desa-

fío de la historia de Colombia al inicio del siglo XXI. Bogotá: Uniandes.

Borja Gómez, J. (2009, noviembre). Purgatorios y juicios inales: las de-

vociones y la mística del corazón en el Reino de Nueva Granada. En

Historia Crítica. Edición especial.

Bouza álvarez, J.L. (1990). Religiosidad contrarreformista y cultura simbólica

del barroco. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientíicas.

Chicangana-Bayona, Y. (2010). Contando una historia nacional: la coni-

guración de la iconografía sobre la Independencia. 1830-1880. En

Museo Nacional de Colombia. Las historias de un grito. Doscientos años

de ser colombianos. Bogotá: Museo Nacional.

Correa, L. (1998). El corazón. Dos representaciones en los mundos cientí-

ico y religioso. En Historia y Grafía, 9.

Delehaye, H. (1933). Les origes du culte des martyrs. Bruselas: Société des

Bollandistes.

Fajardo de Rueda, M. (s. f.) Francisco Javier Matís. Recuperado en http://

www.banrepcultural.org/blaavirtual/biograias/matifran.htm

Gelis, J. (2005). El cuerpo, la Iglesia y lo sagrado. En Alain Corbin, et ál.

Historia del Cuerpo. Del renacimiento a la ilustración. Madrid: Taurus.

Gil Tovar, F. (1988). El arte inal del virreinato. En Historia del arte colom-

biano, tomo IV. Barcelona: Salvat Editores.

Giraldo Jaramillo, G. (1980). La miniatura, la pintura y el grabado en Colom-

bia. Bogotá: Biblioteca Básica Colombiana. Colcultura.

Jaime Humberto Borja Gómez

Page 102: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

101

Gómez Hurtado, á. y Gil Tovar, F. (1987) Arte virreinal en Bogotá. Bogotá:

Villegas Editores.

González, B. (s. f.). El arte colombiano en el siglo XIX. Bogotá: Bancafé.

Londoño, S. (2005). Breve historia de la pintura en Colombia. Bogotá: F.C.E.

Museo Nacional de Colombia. (1996). Policarpa 200. Exposición conme-

morativa del bicentenario del nacimiento de Policarpa Salavarrieta.

En Cuadernos iconológicos, 1. Bogotá: Museo Nacional.

Nieto, M. (2000). Remedios para el imperio. Historia natural y apropiación

del Nuevo Mundo. Bogotá: Icanh.

Pastor, M. (2004). Cuerpos sociales, cuerpos sacriiciales. México: F.C.E.

Rey Márquez, J.R. (2010). Nacionalismos aparte: antecedentes republi-

canos de la iconografía nacional. En Museo Nacional de Colombia.

Las historias de un grito. Doscientos años de ser colombianos. Bogotá:

Museo Nacional.

Sánchez Cabra, E. (1987). Ramón Torres Méndez. Pintor de la Nueva Granada.

Bogotá: Fondo Cultural Cafetero.

Sánchez Cabra, E.G. (2003). Las láminas de la comisión corográica. En

Geografía física y política de la Confederación Granadina, vol. II. Estado

de Cundinamarca y Bogotá. Antiguas Provincias de Bogotá, Mariquita,

Neiva y San Martín. Bogotá: Alcaldía de Bogotá, D.C., Instituto Distrital

de Cultura y Turismo, IDCT, Gobernación de Cundinamarca, Univer-

sidad Nacional de Colombia, Universidad del Cauca.

Uribe, L. (1954). Los maestros pintores. En Flora de la Real Expedición Botá-

nica del Nuevo Reino de Granada, tomo I, cap. XXXI. Madrid: Ediciones

de Cultura Hispánica.

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX

Page 103: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas
Page 104: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

103

Joanna de San Esteban: peril hagiográico

de una vida ejemplar en los albores

de la Independencia*1

María Constanza Toquica Clavijo**2

Recepción: 20 de agosto • Aprobación: 27 de septiembre

Resumen

Bajo los parámetros conceptuales de Michel de Certeau, el texto presenta

la hagiografía de la monja clarisa Joanna María de San Esteban. La inves-

tigación se efectuó en el Archivo Privado del Convento de Santa Clara,

donde se encontró la Colección de la vida ejemplar de Joanna de San

Esteban, obra inédita de inales del siglo XVIII (1790), escrita por el pres-

bítero Martín Palacios Galán. Una de las preguntas centrales que enfocan

esta interpretación de la biografía de Joanna fue la que me permitió ir

descubriendo por qué era importante, en ese punto de la línea temporal,

narrar un modelo religioso de vida ejempliicante que, como lo comunica

el mismo texto hagiográico, ya estaba entrando en desuso. Nuevos aires

aparecen a inales del siglo XVIII en los territorios de ultramar derivados

de la Ilustración, de la Revolución Francesa y de las políticas borbónicas

de Carlos III, cuyo efecto más contundente en el campo religioso fue la

expulsión de los jesuitas, y en el cultural, nuevos textos escriturísticos y

pictóricos producidos en la Nueva Granada. También variaron notable-

* Este artículo es la síntesis de las investigaciones que la autora ha realizado en sus estudios sobre Joanna de San Esteban y que le han dado renombre académico al ocupar la dirección del museo Santa Clara.

** Historiadora. Directora del Museo de Arte Santa Clara. Correo electrónico: [email protected]

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 103-133

Page 105: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

104

mente sus contextos de producción y sus formas de circulación, como se

puede observar en la producción de imágenes de la Expedición Botánica

y en los textos periodísticos que se comenzaron a publicar. De Joanna de

San Esteban (1642 – 1708) también se tiene noticia en la obra De la ejem-

plar vida y muerte dichosa de doña Francisca Zorrilla, escrita por su padre

don Gabriel álvarez de Velasco, cuando habla de su madre, también una

mujer sobresaliente. Joanna tuvo un hermano jesuita, el padre Gabriel

álvarez de Velasco y Zorrilla. Lo importante para mí en este documento

es rastrear cómo y por qué se construye un modelo de sujeto barroco en

extinción, y cuál es su función social como documento historiográico. No

su “vida real”, que jamás la conoceremos a pesar de conocer su imagen

“idealizada” y su desafortunado retrato, realizado por una mano inexperta.

Palabras clave: Convento de Santa Clara, hagiografía, vida ejemplar,

Michael de Certeau, Nuevo Reino de Granada, siglo XVIII

Page 106: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

105

Joanna de San Esteban: Hagiographic

Proile of an Example of Life during

the Independence

Abstract

Under the concept parameters of Michel de Certeau, this text introduces

the hagiography of the Clarissa sister Joanna Maria de San Esteban. This

research was carried out in the private iles of the Saint Clare Convent,

where the Collection of the example of life of Joanna de San Esteban was

found. This is an unpublished work from the end of the century XVIIIth

(1790) written by presbyter Martin Palacios Galán. One of the central

questions that this interpretation of Joanna’s biography approaches,

allowed me to discover why it was important, in that time, to narrate an

exemplifying religious model life that, as the hagiographic text states,

was falling into disuse. New winds blow at the end of the XVIIIth century

in overseas lands coming from the Enlightenment, the French Revolution

and the borbonic policies from Charles III, whose most convincing efect

in the religious ield was the expulsion of Jesuits. In the cultural ield, it

consisted of new scriptural and pictorical texts written in the New Gra-

nada. Their production contexts and circulation, changed remarkably

as we can observe in the production of images for the Royal Botanical

Expedition and in the issuing of newspaper articles. We can obtain more

information about Joanna de San Esteban (1642-1708) in the book De

la Ejemplar Vida y Muerte Dichosa de Doña Francisca Zorilla (Example of

Life and joyful death of Doña Francisca Zorilla), written by her father,

Gabriel álvarez de Velasco, when he talks about his mother, who is also a

remarkable woman. Joanna had a Jesuit brother, father Gabriel Alvarez

de Velasco y Zorilla. The key issue of this document is to trace how and

Page 107: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

106

why an extinct barroc subject model is built and what is its social function

as a historical document. We will certainly not know about its “real life”

in spite of knowing its “idealistic” image and unfortunate portrait drawn

by an inexperienced hand.

Keywords: Saint Clare Convent, hagiography, example of life, Michel de

Certeau, New Kingdom of Granada, XVIIIth century

Page 108: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

107

Joanna de San Esteban: proil hagiographique

d’une vie exemplaire à l’aube de L’independance

Résumé

Selon les paramètres conceptuels de Michel de Certeau, le texte présen-

te l’hagiographie de la nonne clarisse Joanna María de San Esteban. La

recherche a été efectuée dans les Archives Privées du Couvent de Sainte

Claire, où l’on a trouvé la Collection de la vie exemplaire de Joanna de

San Esteban, oeuvre inédite de la in du XVIIIème siècle (1790), écrite par

le prêtre Martín Palacios Galán. Une des questions centrales qui dirigent

cette interprétation de la biographie de Joanna est celle qui m’a permis de

découvrir pourquoi il était important, dans ce point de la ligne du temps,

de raconter un modèle religieux exemplaire qui, comme le communique

ce même texte hagiographique, était déjà en train d’entrer en désuétude.

De nouveaux airs apparaissent à la in du XVIIIème siècle dans les terri-

toires d’outre-mer, dérivés des Lumières, de la Révolution française et

des politiques bourbonnes de Charles III, dont l’efet le plus indiscutable,

dans le domaine religieux, a été l’expulsion des jésuites; dans le domaine

culturel, à travers de nouveaux textes scripturaux et picturaux produits en

Nouvelle Grenade. Leurs contextes de production et leurs modes de cir-

culation ont également varié de façon notable, comme on peut l’observer

dans la production d’images de l’Expédition botanique et dans les textes

journalistiques qui ont commencé à être publiés. Il est aussi question de

Joanna de San Esteban (1642 -1708) dans l’oeuvre De la Ejemplar Vida y

Muerte Dichosa de Doña Francisca Zorrilla (de la vie exemplaire et la mort

heureuse de Madame Francisca Zorilla), écrite par son père, Gabriel ál-

varez de Velasco, quand il parle de sa mère, une femme exceptionnelle,

également. Joanna a eu un frère jésuite, le père Gabriel álvarez de Velasco

Page 109: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

108

y Zorrilla. Pour moi, l’important, dans ce document, est de voir comment

et pourquoi se construit un modèle de sujet baroque en extinction et

quelle est sa fonction sociale en tant que document historiographique,

et non pas sa “vie réelle”, que nous ne connaîtrons jamais, bien que nous

connaissions son image “idéalisée” et son portrait maladroit réalisé par

une main inexpérimentée.

Mots-clés: Couvent de Santa Clara, hagiographie, vie exemplaire, Michel

de Certeau, Nouveau Royaume de Grenade, XVIIIème siècle

Joanna de San Esteban (Toquica Clavijo, 2008: 200)1 y su vida ejemplar2

Figura 1.

Retrato de Joanna de San Esteban. Anónimo. Siglo XVIII. Colección par-

ticular.

1 Joanna aparece registrada por primera vez en el Libro de licencias para entrar religiosas en el Convento de Santa Clara, de 1657, como monja ejemplar de velo negro. Era hija del oidor Gabriel Álvarez de Velasco y Francisca Zorrilla, hija del oidor de Quito Diego Zorrilla y Catalina de Ospina. Joanna ocupó uno de los privilegiados lugares cedidos por el patrón.

2 Archivo Privado del Monasterio de Santa Clara de Bogotá, D.C., Colombia (en adelante A.P.M.S.C. Bogotá), Martín Palacios, Colección de la vida exemplar de la venerable madre Joanna María de San Esteban, religiosa del seraphico monasterio de Santa Clara desta ciudad de Santa Fe de Bogotá del nuebo Reino: Sacada a luz por el presvítero Martín Palacios, quien la dedica, al dulce dueño de nuestras Almas Jesús Sacramentado, manuscrito, 1790.

María Constanza Toquica Clavijo

Page 110: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

109

La “vida de un santo” articula dos movimientos aparentemen-

te contrarios al asegurar una distancia en relación con los

orígenes (una comunidad ya constituida se distingue de su

pasado gracias a lo especíico que constituye la representa-

ción de ese mismo pasado). Pero por lo demás, un retorno a

los orígenes permite reconstruir una unidad en el momento,

en el que al desarrollarse, el grupo corre el riesgo de disper-

sarse. Así, el recuerdo (objeto cuya construcción se ve ligada

a la desaparición de los comienzos) se combina con la “edi-

icación” productora de una imagen destinada a proteger

al grupo contra la dispersión. De esta manera se expresa un

momento de la colectividad dividida entre lo que pierde y lo

que crea.

Michel de Certeau, Una variante: la ediicación hagiográica

(1999: 260).

Presentación

Después de tres años de haber estado consultando los documentos del

Archivo Privado del Convento de Santa Clara, cuando ya inalizaba la

investigación documental para mi tesis de Maestría en Historia, Rebeca

del Espíritu Santo3, maestra de novicias, recordó la Colección de la vida

ejemplar de Joanna de San Esteban, que puso entre mis manos. Desde

entonces, esta hagiografía inédita ha rondado mi inquietud profesional,

sobre todo por el hecho de haber sido escrita, a diferencia de otras ha-

giografías de monjas ejemplares neogranadinas4, a inales del siglo XVIII,

más exactamente en 17905, por el presbítero Martín Palacios.

3 Agradezco enormemente a la hermana Rebeca del Espíritu Santo su conianza depositada en mí.

4 Véanse la introducción a Ángela Inés Robledo (1994) y el artículo de Jaime Humberto Borja Gómez (2007: 53-78).

5 Jaime Humberto Borja Gómez (2010: 161) sitúa por equivocación esta vida ejemplar en la primera mitad del siglo XVIII, dentro de la periodización que propone para la producción de vidas ejemplares en la Nueva Granada.

Joanna de San Esteban

Page 111: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

110

Como lo evidencia su irma registrada hacia 1798 en algunas partituras

del Coro del Monasterio6 y su retrato (Jaramillo de Zuleta, 1991), Martín

Palacios fue maestro de coro de las clarisas al inalizar el siglo XVIII. Según

José Ignacio Perdomo7, las monjas recibieron:

[…] clases de música del clérigo santafereño Martín Palacios Galán Figueroa

Arias Solano, rosarista y sochantre. En el convento se conserva un buen

retrato con la pauta en las manos y con esta leyenda: “Martín Palacios pres-

bítero, natural de Santa Fe. Rosarista. Sochantre. Fue maestro de las monjas

de Santa Clara, les enseñó música y arregló el coro y sirvió de capellán.

Después pasó a Tunja (Perdomo Escobar, 1980: 47).

A través de una carta que le escribe el 15 de febrero de 1788 el entonces

sochantre8 y capellán Martín Palacios al arzobispo virrey ilustrado Antonio

Caballero y Góngora solicitándole “una colocación”9, se conoce también

que tenía “una hermanita a su cargo en el Monasterio de Santa Clara”,

argumento que esgrime para acceder a un mejor cargo y sueldo y por lo

tanto, en sus palabras, “quedar libre de la esclavitud” en la que se hallaba.

Hay que recordar que, tan sólo cinco años antes, este mismo arzobispo

virrey ilustrado patrocinó la Real Expedición Botánica en el Nuevo Reino

de Granada bajo la dirección del cientíico José Celestino Mutis.

Introducción

Una de las preguntas centrales que enfocan esta interpretación de la

biografía de Joanna fue la que me permitió ir descubriendo por qué era

importante, en ese punto de la línea temporal, narrar un modelo religioso

de vida ejempliicante que, como lo comunica el mismo texto hagiográi-

co, ya estaba entrando en desuso. Nuevos aires serpenteaban a inales del

siglo XVIII los territorios de ultramar; estas transformaciones, derivadas de

6 A.P.M.S.C. Bogotá, Colección de Partituras del Monasterio de Santa Clara.

7 Agradezco este dato a mi amigo Juan Luis Restrepo Viana.

8 Sochantre: director de coro en los oicios divinos.

9 Archivo General de la Nación, Bogotá, D.C., Colombia, Colonia, Milicias y Marina, T. 106, fs. 103r.-103v Constanza Toquica, “Proyecto para el guión curatorial del Museo Iglesia Santa Clara”. Transcripción documental. Agradezco a Rafael Castro y a Sebastián Osorno, asistentes de investigación de este proyecto, su dedicación y entusiasmo.

María Constanza Toquica Clavijo

Page 112: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

111

la Ilustración, de la Revolución Francesa y de las políticas borbónicas de

Carlos III, cuyo efecto más contundente en el campo religioso del Imperio

hispánico fue la expulsión de los jesuitas, en el campo cultural se hicieron

también visibles a través de los nuevos textos escriturísticos y pictóricos

producidos a inales del siglo XVIII en la Nueva Granada. También variaron

notablemente sus contextos de producción y sus formas de circulación,

como se puede observar en la producción de imágenes de la Expedición

Botánica y en los textos periodísticos que se comenzaron a publicar.

Joanna de San Esteban, quien vivió entre 1642 y 170810, según la Colección

de su Vida, era hija de otra mujer cuya vida también sobresaliente llega a

nuestro conocimiento porque su padre, don Gabriel álvarez de Velasco,

escribió la semblanza de su madre titulada De la ejemplar vida y muerte

dichosa de doña Francisca Zorrilla11. Joanna también tuvo un notable

hermano jesuita, el padre Gabriel álvarez de Velasco y Zorrilla.

Lo importante para mí en este documento es rastrear cómo y por qué se

construye un modelo de sujeto barroco en extinción, y cuál es su función

social como documento historiográico. No su “vida real”, que jamás la co-

noceremos a pesar de conocer su imagen “idealizada” y su desafortunado

retrato realizado por una mano inexperta. Aquí es pertinente hacerse las

siguientes preguntas:

¿Cuáles son las características de lo barroco y, en ese sentido, cómo un

modelo de sujeto puede llegar a ser barroco en la Nueva Granada?

¿Con qué otros textos pictóricos, musicales y hagiográicos interactúa la

hagiografía para construir un determinado modelo de sujeto?

10 Ernesto Porras Collantes airma: “Juana de San Esteban desempeñó importante papel en su comunidad. Hacia 1690 la hallamos madre abadesa del Convento, y hacia 1702, deinidora del mismo. En 1714 aún pertenecía al mundo de los vivos21” (LIII). En la nota 21 (página XCII) Porras dice: “Tanto María como Juana fueron, también, prestamistas de nota”, pone la referencia de seis documentos del A.G.N. (entonces A.N.C.) y luego anota: “Según se nos dice, en 1671 el padre Alonso de Pantoja, rector de Monserrate, debe 4.000 patacones, de 8.000 que Juana ha puesto a censo…”. Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla, Rhytmica, Moral, Sacra y Laudatoria, Ernesto Porras Collantes ed. (Bogotá: ICC, 1989), XLV-LVIII y LXII-LXIII (“II. Árbol genealógico de Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla”).

11 Gabriel Álvarez de Velasco. (1661). De la ejemplar vida y muerte dichosa de doña Francisca Zorrilla. Alcalá: Colegio de Santo Tomás. Reseñado por Pilar Jaramilo de Zuleta en Credencial 77 (mayo 1996: 4-8).

Joanna de San Esteban

Page 113: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

112

¿Qué función social cumple el modelo de sujeto de un personaje que

vivió en un orden diferente al que en el texto se produce?

También es pertinente preguntarse por la forma de circulación de esta

hagiografía, a partir de la intriga planteada por su carácter inédito. Pre-

guntarse por ejemplo:

¿Por qué, a diferencia de la temprana publicación en 1661 de la biografía

de Doña Francisca Zorrilla, esta hagiografía no fue publicada? Y, por ende,

¿por qué perteneció durante tan largo tiempo más al mundo secreto de

lo privado conventual, de lo olvidado socialmente, de lo no divulgado?

¿Acaso por el carácter claustral y femenino del texto, y por el contexto

histórico del momento en que se escribe, es más probable que pertene-

ciera al circuito de una oralidad privada que al de la escritura pública? ¿O

ello se debe solo al momento histórico?

¿En dónde reside la importancia de hagiograiar a una clarisa después

de más de ochenta años de fallecida, si su texto queda manuscrito y sin

publicar?

Para comenzar a responder estas preguntas, seguiré el esquema concep-

tual propuesto por Michel de Certeau.

Mapa conceptual de la hagiografía

Michel de Certeau deine la hagiografía (1999: 257-269) como una narra-

ción de virtudes y milagros, es decir, una historia ejemplar que pertenece

tanto al género literario como al historiográico, en tanto que expresa la

conciencia colectiva de un momento histórico. También airma que la

retórica de este “monumento” es una tumba tautológica al estar satura-

da de sentido, lo cual puede signiicar dos cosas, según se interprete la

tautología desde la lógica o desde la retórica.

La hagiografía en esta acepción es una tumba simbólica, construida por

el hagiógrafo para preservar ya no un cuerpo, sino la memoria de una

vida vivida. Desde la lógica matemática, esta forma de preservar la me-

moria es tautológica en la medida en que es “una fórmula bien formada”,

María Constanza Toquica Clavijo

Page 114: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

113

es decir, de “un modelo de vida bien narrado”, el cual, como la fórmula

matemática, puede resultar verdadero desde cualquier interpretación

siempre y cuando responda a las necesidades del contexto histórico y

social que la produce. Desde la retórica, la hagiografía es tautológica en

tanto que relata lo obvio y su forma narrativa es repetitiva, redundante y

se vale de recursos retóricos.

De acuerdo con esta deinición, Certeau propone tres fugas para inter-

pretar la hagiografía: desde la historia y la sociología, desde la estructura

del discurso, y como una geografía de lo sagrado.

La colección de la vida ejemplar de Joanna en el

contexto histórico de las hagiografías del mundo

cristiano

“[…] La vida de un santo es la cristalización

literaria de una conciencia colectiva”.

Jacques Fontaine, citado en Michel de Certeau (1999)

Las imágenes que reproducen a continuación las pinturas y esculturas

de los santos que habitan en las paredes de la iglesia conventual y en las

hornacinas de sus retablos nos permiten observar cómo estas recuerdan

diversos episodios de las vidas de santos ejemplares desarrolladas en di-

ferentes etapas históricas del mundo cristiano, desde sus primeros siglos

hasta el XVII, en el que le correspondió vivir a Joanna de San Esteban. Allí

se comienza a desplegar desde 1647, año de apertura de la iglesia, un

archivo visual comprimido con los personajes ejemplares propios de la

espiritualidad clariana en el contexto colonial neogranadino.

De acuerdo con la periodización propuesta por Certeau, en los primeros

siglos del mundo cristiano (150-350), la hagiografía nace del calendario

litúrgico que surge cuando se conmemoraba la muerte de los mártires

en los lugares de sus sepulcros. Santos de los primeros siglos como san

Bartolomé, san Pedro, san Pablo, santa Bárbara, santa Catalina de Alejan-

dría y san Juan apóstol (que no murió mártir) también forman parte del

repertorio visual de la iglesia conventual clariana.

Joanna de San Esteban

Page 115: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

114

La segunda etapa se enfoca en la vida de los ascetas del desierto como

santa María Egipciaca, y la de confesores y obispos como san Cipriano,

san Gregorio el Taumaturgo y san Martín de Tours, cuya Vida escrita por

Sulpicio Severo fue prototipo de las vidas de santos antiguos. La imagen

de san Martín de Tours es el elemento protagónico de uno de los más

grandes retablos del costado occidental de la Iglesia de Santa Clara. Otros

obispos presentes en Santa Clara son san Ildefonso (606-669), san Julián

(1128?-1208), santo Tomás de Villanueva (1488-1555) y san Francisco de

Sales (1567-1622). Una cuarta fase la conforman las vidas de los funda-

dores de las órdenes y los místicos que, según Certeau, ocupan un lugar

cada vez más importante. Sus imágenes pictóricas igualmente hacen

presencia en Santa Clara: san Francisco de Asís, santa Clara, san Agustín,

san Ignacio de Loyola, santo Domingo de Guzmán y santa Teresa de Jesús.

Ya no era la forma de morir, como en los primeros mártires, sino la forma

de vivir la que ediicaba12.

El contexto histórico de la producción de la vida

ediicante de Joanna de San Esteban

Esta hagiografía inédita encontrada entre un corpus más amplio de textos

inéditos y vidas ejempliicantes sobre la vida de otras religiosas y abadesas

del Convento, pertenece al campo de las vidas ejemplares, que se diferen-

ciaron cada vez más de las biografías eruditas escritas sobre los santos de

la Antigüedad y del Medioevo. Como lo recuerda Certeau, estas últimas

fueron iniciativa de los Bollandistas y su primer volumen, conocido como

los Acta Sanctorum, fue editado en 1643 en Amberes (Certeau, 1999).

12 Ibíd., 258. Primero, entre los griegos (en el siglo X con Simeón Metafraste), después en el Occidente Medioeval, en el siglo XIII, se multiplican las compilaciones recapitulativas y cíclicas, como la “Leyenda Dorada” de Jacobo de Vorágine, una de las más conocidas. Otras compilaciones provistas de títulos antiguos, cuyo signiicado cambia, son: Menologio, Catalogus, Sanctorum, Sanctilogio, Legendario, etc.

A lo largo de todos estos tipos se distingue las Vidas, destinada al pueblo (tipo más ligado a los ser-monarios, a los relatos de juglares, etc.).

María Constanza Toquica Clavijo

Page 116: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

115

Distribución de la Biblioteca Colonial del

Monasterio de Santa Clara13

La Biblioteca Colonial del Monasterio de Santa Clara, conformada mayori-

tariamente por libros editados en Europa, las religiosas poseían un número

similar de vidas eruditas y vidas ejemplares, superando las ejemplares a

las eruditas en tan sólo tres libros. Acorde con su carácter femenino, el

convento poseía más vidas eruditas femeninas, pero curiosamente a la

inversa en cuanto a las vidas ejemplares, en cuyo caso la cantidad de libros

sobre hombres ejemplares superaba en nueve a los escritos sobre mujeres.

La literatura devota, conformada entre otras obras por estas vidas ejem-

plares, “mil flores” populares escritas sobre santos contemporáneos

muertos en “olor de santidad”, sustituyeron en Europa los sermones

retóricos con el in de transitar de la oralidad a una escritura que cultivó

más lo afectivo y lo extraordinario (Certeau, 1999). Continuando con la

iniciativa bollandista, dichas vidas se investigarán y editarán a lo largo

de todo el siglo XVII, para a inal de siglo imprimir el tomo que llegó sólo

hasta los santos de octubre. Durante el siglo XVIII, la producción de vidas

ejemplares decrece por la supresión de la Compañía de Jesús en 1773.

Martín Palacios, 17 años después, continúa la tradición en el Nuevo Reino

de Granada, al hagiograiar la vida de una monja clarisa que vivió durante

el largo siglo XVII. ¿Por qué?

El carácter manuscrito de la Colección de la vida de Joanna permite inter-

pretar que ese tránsito de la oralidad a la escritura, propio de la literatura

devota de la Europa del siglo XVII, era una práctica viva en la Nueva Grana-

da a inales del XVIII, por lo menos en el campo religioso. Ello se conirma

cuando al leer esta vida Palacios le escribe inicialmente a un “piadoso”, en

otras ocasiones a un “amigo” y otras a un “amado” lector. Pero pensando

en un escucha desde un lenguaje oral propio de los presbíteros, como se

lee a continuación en la presentación que él hace de la Vida:

13 María Constanza Toquica Clavijo, “Proyecto para el guión curatorial del Museo Iglesia Santa Clara”. Inventario de la Biblioteca Colonial del Monasterio de Santa Clara.

Joanna de San Esteban

Page 117: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

116

[…] y el piado[so] lector dispense los yerros o defectos que encontrare,

pues no es mi intento otra cosa, sino sacar a luz, la luz de las virtudes de

esta esposa de Jesucristo, por el cordial afecto a ella, y natural inclinación

a su seráico monasterio […]14.

Claramente se puede señalar de esta Vida su carácter ejemplar, cargado

de emotividad y afecto, no sólo porque quien escribió fuera el maestro

de coro de las clarisas, sino por ser hermano de una de ellas. Ello no deja

por fuera la pretención que tiene el texto de ser erudito, por sus citas

alusivas al mundo antiguo:

Seneca notó, que Virgilio jamas dixo que el tiempo se iba sino que se huya

que es el modo de irse, y correr más acelerado […] si se pierde el dinero puede

tal vez recobrarse con ganancia. La salud perdida, suele convaleserla honrra

quitada sirve tal vez de mayor aplauzo, a un dios perdido se dexa hallar de

la contricion y penitensia; solo entre todas las cosas el tiempo perdido no se

dexa logarar otra vez, es irreparable su daño, es sin remedio su perdida, cuio

conocimiento, le sobra a un Seneca que sin las luces que nosostros tenemos

en el evangelio, decia que en pasando la sazon, no hai que sembrar, acabada

la feria, ya no hai ganancia, y perdido el tiempo una vez, queda para siempre

perdido por quien pudo decir con profundo juicio tertuliano que es intolera-

ble su paciencia: quorundam bonorum et malorum intolerabilis patientiaest15.

Se podría también airmar que esta Vida fue escrita en primer lugar pen-

sando que iba a ser leída a las monjas en el Monasterio, en el refectorio a

la hora de las comidas, en la sala de labores a la hora de la costura o por

la maestra de novicias en sus horas de enseñanza.

Así como Certeau propone una periodización para las hagiografías del

mundo antiguo, medieval y moderno, según las fases de desarrollo

del cristianismo y sus protagonistas, Jaime Borja (2009)16 para el caso

14 A.P.M.S.C. Bogotá, Palacios, Martín, Colección de la vida exemplar, f. 1r.

15 A.P.M.S.C. Bogotá, Palacios, Martín, Colección de la vida exemplar, f.f. 39r-39v.

16 Borja las clasiica de la siguiente manera: el primer sujeto ejemplar sobre el que se escribe es el obispo o sobre el evangelizador, aproximadamente desde el año 1620; con él y los textos que se escribían sobre él se buscaba construir la cristiandad, aproximadamente hasta el año de 1660. En segundo lugar, cuando la sociedad laica está mejor asentada, se escribe sobre las vidas ejemplares de las mojas, aproximadamente entre los años de 1660 a 1690. Sin embargo, sobre la vida ejemplar de las monjas se escribió con cierta frecuencia hasta 1750, pues su ejemplaridad tuvo un gran impacto cultural para la sociedad laica ya asentada.

María Constanza Toquica Clavijo

Page 118: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

117

neogranadino propone tres grandes etapas para la producción de las

vidas ejemplares de monjas entre 1660 y 1690, publicándose con cierta

frecuencia hasta 1750. La aparición de estos textos, airma, “respondió a

la consolidación de los diversos espacios culturales del Reino, espacios

que no eran consecuencia sólo de las transformaciones políticas o nuevas

dinámicas económicas” (Borja, 2010: 160-161). El autor señala:

En el conjunto de los textos escritos se pueden distinguir tres grandes eta-

pas de modelos de ejemplaridad: la primera responde a los inales del siglo

XVI y primera mitad del siglo XVII, en la cual el modelo institucionalizado

es el evangelizador –como Pedro Claver–, o el obispo, como Bernardino de

Almanza o Cristóbal de Torres, lo que respondía a una sociedad en proceso

de asentamiento de su fe. El segundo momento corresponde a la segunda

mitad del siglo XVII, en el cual las vidas ejemplares relejan el ascenso del

laico y particularmente de la mujer: son las vidas ejemplares de Francisca

Zorrilla y Antonia Cabañas. El tercer momento, el que nos interesa, es la

primera mitad del siglo XVIII en el que se destacan tres vidas ejemplares:

Francisca del Niño Jesús, Gertrudis de Santa Inés y Juana de San Esteban.

Las tres fueron monjas, murieron con fama de santidad, tuvieron procesos

incipientes de santiicación y de ellas tomaron los confesores o directores

espirituales sus relatos autobiográicos para componer un relato de sus

virtudes heroicas, hecho por el cual se elevaron a ejemplos de vida.

La hagiografía de Joanna, objeto de este estudio, escapa a esta periodiza-

ción por dos razones. Aunque como lo dice Borja: “Las tres fueron monjas,

murieron con fama de santidad, [y] tuvieron procesos incipientes de

santiicación”, primero, la vida ejemplar de Joanna fue escrita en 1790, al

comenzar la última década del siglo XVIII; segundo, en la medida en que

el presbítero Palacios no fue contemporáneo de Joanna y por lo tanto no

la conoció, ni fue su confesor, ni director espiritual, como sí lo fue Juan

Bautista de Toro, él nunca recibió de sus manos sus relatos autobiográicos,

porque se los conió el monasterio al ser un presbítero tan cercano por

sus funciones y parentesco con una de ellas. Se lee en la presentación:

[…] que no son otra cosa que unos saludables documentos, o (diré me-

jor) unos fragmentos de su ejemplar vida, recogidos en pocas páginas

[…] sino sacar a luz, la luz de las virtudes de esta esposa de Jesucristo,

Joanna de San Esteban

Page 119: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

118

por el cordial afecto a ella, y natural inclinación su seráico monasterio,

quien franqueome unos apuntes, los que se trasladan aquí procurando

ampliicar y adornar, lo que subministre la devoción de quien ha tomado

el corto trabajo, de formar una colección, de la ejemplar vida de esta admi-

rable religiosa, añadiendo la doctrina y precisa para nuestra enseñanza17.

Y hacia el inal del texto, Palacios nos cuenta que estos apuntes estuvieron

80 años guardados:

[...] nuestra venerable Joanna siempre estuvo en vigilia, como virgen pru-

dente, teniendo encendida la lampara, manteniendo la luz, con el oleo, de

sus virtudes, y en esta rica tela de su vida, boy descubriendo, tales primores

entretexidos, que me admiro, que una pieza de tela, tan hermosa, haia

estado oculta mas de ochenta años18.

Muy posiblemente la confusión proviene del hecho de que parte de las

fuentes del presbítero Palacios para historiar la vida de Johanna en 1790

proceden de las declaraciones notariales de su último confesor, el doctor

Joan Bautista de Toro, quien rindiera declaraciones ante el notario y es-

cribano de su majestad Francisco Nicolás Xavier Carvallo el 21 de enero

de 1709, como se lee al inal de esta vida:

En virtud de los casos, que en vida y muerte desta exemplar religiosa suce-

dieron, mando el señor Doctor Don Francisco de Hospina y Maldonado, ca-

nonigo magistral de la santa yglesia cathedral, juez oicial provisor y vicario

general, por el yllustrisimo señor arzobispo Don Francisco Cosio y Otero, se

tomasen informaciones, por haverle representado los muchos prodigios,

que obraba Dios, para con las personas que se valian de la intercecion

desta sierva suia; y haviendo fallesido dicho señor, se refrendo el auto, por

el señor penitenciario Doctor Don Nicolas de Azcarate y Davila susesor, del

señor Hospina fue [competido] al Doctor Don Joann Bautista de Toro en

Santafe a beinte uno de henero, de mil seteciento y nuebe años ante el

notario y escribano de su majestad Francisco Nicolas Xavier Carvallo19.

17 A.P.M.S.C. Bogotá, Martín Palacios, Colección de la vida exemplar, f. 1r. El énfasis es mío.

18 Ibíd., f. 31r. El énfasis es mío.

19 Ibíd., f. 66v. En varios apartes de este documento se puede leer que: “Desta exelza virtud fue mui amante nuestra venerable madre de quien dice el venerable doctor don Joann Bauptista de Toro, en la declaración que hizo al señor ordinario”(f. 46 r). Y que “Esta declaración la presentó bajo de irma, el Doctor Don Joann Bauptista de Toro, último confesor de la venerable madre” (f. 47r).

María Constanza Toquica Clavijo

Page 120: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

119

Tanto quien escribe esta colección de vida ejemplar, como el objetivo

ediicante, las alusiones a autoridades, las declaraciones y la importancia

del último confesor de Joanna, el doctor Juan Bautista de Toro20, ante el

notario y el escribano de su majestad, le conieren a este documento su

carácter de documento histórico. Como lo anota Borja:

[…] pues en buena medida el criterio de verdad reposaba en quien la

enunciaba. Este mismo aspecto les daba la autoridad moral necesaria para

presentar su narración como maestra de vida. Por estas características, la

verdad no estaba relacionada con el hecho, sino con las condiciones que

lo soportaban. Aunque el discurso historiográico de los siglos XVII y XVIII

partía del “hecho”, este no tenía ni el valor ni la dimensión temporal que la

historiografía del siglo XIX le asignó. La verdad estaba más relacionada con

el ideal caballeresco, con la moral y con las autoridades, que con la presen-

tación “objetiva” de la realidad. Debían acentuar lo útil y lo bueno, donde

lo primero debía estar sometido a lo segundo, para que fuera persuasiva

hacia los modelos de virtud. Finalmente, estas vidas ejemplares se escribían

para que se convirtieran en modelos de imitación, y esto era precisamente

lo que las validaba como historia (Borja, 2007: 73).

La dimensión sociológica de la Colección de la

vida exemplar de la venerable madre Joanna María

de San Esteban

La hagiografía, de acuerdo con Certeau, también representa la conciencia

de un grupo frente a sí mismo, al asociar una igura a un lugar, cuando

se escribe inmediatamente después de la muerte de la lor de santidad.

Es el caso de la monja dominicana Gertrudis de Santa Inés, fallecida en

1731 y cuya vida fue escrita por su confesor Pedro Andrés Calvo de la

Riba e impresa en Madrid por Felipe Millán en 1752, tan sólo once años

después de su muerte. Declarada por la Real Audiencia protectora de la

ciudad contra las pestes, se la conoce hasta hoy como el Lirio de Bogotá,

según se lee en la cartela de su retrato de monja muerta.

20 Juan Bautista de Toro, último confesor de Joanna, escribió El secular religioso. Para consuelo y aliento de los que viviendo en el siglo pretenden lograr el cielo (editado en Madrid por Francisco del Hierro, 1722).

Joanna de San Esteban

Page 121: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

120

La colección de la vida de Joanna en cambio representa, por una parte, la

añoranza de los valores de un orden pasado, encarnados en el capellán y

sochantre Martín Palacios Galán Figueroa Arias Solano (Perdomo, 1980:

47), miembro de una élite colonial criolla y neogranadina venida a menos

a inales del siglo XVIII, como consta en esta carta inédita que le escribe

al Arzobispo Virrey Caballero y Góngora pidiéndole ayuda:

De gran consuelo me ha servido tener noticia, que Vuestra ex. se ha de

mantener más tiempo por nuestro amparo, porque siertamente se me

havia amargado la esperanza de conseguir el justo alivio que e pretendido,

si Vuestra ex. se nos quede para fomento de los pobres, dentre ellos, este

sochantre que esta esperando lo ha de proteger en la justa solicitud que

Vuestra ex. ya sabe por mi mérito, y lo que es mas por la Piedad, de un

caritativo Prelado que sabe premiar a los beneméritos que se balen de tan

poderosa mano, la que pido a Dios le llene de su Santa bendición. Aquí me

hallo como en el limbo, esperando en Dios y en Vuestra excelencia que me

ha de sacar deste trabajo, y me ha de conseguir el alivio, para descansar de

la pezada tarea que sabe è llevado en 25 años. Y con una renta tan tenue,

a un ejercicio tan violento y diario, el que me ha extenuado la salud, del

modo que tengo justiicado â Vuestra ex. y a este reverendo con la certi-

icación de los medicos; espero Señor, que por su autoridad y poder, e de

conseguir el descanzo pretendido y pueda mantenerme con el pan que la

caridad de Vuestra ex. me de, para mi y la hermanita que esta a mi cargo

en el monasterio de Santa Clara, y con este seguro, Vuestra ex. me de por

libre de la esclavitud en que me hallo, hagalo por Jesus Sacramentado,

a quien pido en mis pobres Oraciones le generen mas años. El Señor le

mantenga con salud y Gracia. A los pies de Vuestra excelencia, su indigno

siervo el Capellan. Santafe y. febrero 15 de 1788. Martín Palacios. Exmo. E

Iltmo. Señor Dr. D. Antonio Cavallero y Góngora21.

Esta carta, escrita tan sólo dos años antes de la Colección de la vida ejem-

plar de Joanna, proporciona datos sobre el estado en que seguramente

no sólo se encontraba el sochantre, sino muchos otros miembros de la

otrora poderosa jerarquía eclesiástica colonial.

21 Martín Palacios, Su carta al Arzobispo de Santafé en solicitud de una colocación, Archivo General de la Nación (citado en adelante A.G.N. Bogotá), Sección (S): Colonial, Fondo (F): Milicias y Marina, Legajo/Tomo (L/T): 106, Folios (Fls.) 103–104. De Palacios únicamente tenemos esta pista hasta el momento. Tenía a su cargo una religiosa de Santa Clara, de la que no tenemos certeza de parentesco.

María Constanza Toquica Clavijo

Page 122: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

121

En este texto hagiográico se asocia la igura de Joanna de San Esteban

al Real Monasterio de Santa Clara y a la ciudad de Santafé de Bogotá, sin

alcanzar a tener un impacto en el Nuevo Reino de Granada, porque no

fue una obra impresa y, por lo tanto, su divulgación urbana fue exclusi-

vamente oral. Su vida se divulgó solo oralmente en el interior del monas-

terio y posiblemente entre los círculos de los criollos más cercanos a los

descendientes de la prestante familia de don Gabriel álvarez de Velasco,

tradicional de Santafé. Al conocer el contexto personal del hagiógrafo,

quizás sea posible entender cómo desde el primer folio la presencia de

la ciudad/país/continente se constituye en escenario de la indiferencia

de la nueva élite criolla neogranadina:

En esta ciudad de Santafe de Bogotá, plantó Dios, en el claustro y virginal

monasterio de Santa Clara a Juana de San Esteban, para ejemplo y norma

de la perfección religiosa, de cuya vida y virtudes se tratará […] (porque

esto depende del divino auxilio) a lo menos a dar gracias al Señor, por-

que se digna ennoblecer nuestro continente, y país, con almas justas,

poniéndolos a la vista unos espectáculos dignos de avergonzar nuestra

indolencia, pues supieron aprovecharse de las misericordias divinas,

y nosotros las miramos con indiferencia22.

Escrita tan sólo dos años después de la carta al Arzobispo Virrey Caballero

y Góngora, esta hagiografía es un producto que sintetiza y materializa

historiográicamente los valores, las prácticas y creencias de la ciudad de

Santafé de Bogotá. Clausura la etapa de circulación oral de la hagiografía

de Joanna en una ciudad representada como el otrora teatro noble, cuna

de varones ejemplares que la ciudad perdió. Al resaltar las pérdidas, el

hagiógrafo distingue de paso el tiempo y el lugar de una élite criolla

neogranadina en vías de extinción:

Por los años del Señor 1642 día de san Joann Bauptísta, se digno la divina

bondad, dar al mundo este exemplar de virtudes y enrique[se] con este pre-

cioso tesoro, a este dichoso reino de Santa Fe en donde han lorecido en

virtudes y santidad, muchos hijos de la santa yglesia, ya en los claustros

de vírgenes, ya en los de las religiones de hombres de notoria, y cono-

cida virtud, y ai afuera de los claustros, en la ilustre clerecía en que se

22 A.P.M.S.C. Bogotá, Martín Palacios, Colección de la vida exemplar…, f. 1v., énfasis mío.

Joanna de San Esteban

Page 123: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

122

nota la virtud siencia y santidad de un doctor don Joan Bauptista del

toro varón apostólico primer director de la capilla de NUESTRO AMO

SACRAMENTADO, un maestro Joann de Herrera digno de toda aten-

sión un maestro Joann de Contreras, varón exemplar y otros sujetos

que ha perdido esta noble ciudad; en cuio seno dispuso Dios naciese la

venerable madre Joana María de San Estevan, quien entro en este mundo,

día del precursor de Jesuchristo como ya queda dicho […]23.

Palacios también se conduele con la ciudad, porque no ha podido disfrutar

de la hagiografía de Joanna, que permaneció oculta por más de ochenta

años, presionando probablemente su impresión y sin saber que no sería

impresa para esa coyuntura, pero quizás sí dos siglos después:

[…] me cauza tierna admiracion, en la infelisidad y desgracia de nuestra

ciudad, pues todas las acciones, vida y virtudes, de tantos prelados justos

de tantos religiosos exemplares, de tantas monjas, venerables, y clerigos

apostolicos; y todo esto se halle en un casi total abandono y olvido! Que

lustre, que gloria, que honor, que estimulo, no seria el que esos exemplares

handubiesen en las manos de los paisanos? ha! En otros reinos tal ves mas

pobres, en otras ciudades tal vez, de menos proporcion, se animan, se

esfuerzan, para sacar a luz, la lus de las virtudes, de aquellos y aquellas,

que dexaron nombre, en sus heroicas y exemplares vidas: el motivo; o

cauza deste olvido, no alcanza mi debil vista a descibrirlo […]24.

Veinte años más tarde, esta misma ciudad será testigo de los conlictos y

de los cambios políticos que marcarán el inal del Nuevo Reino de Granada.

La hagiografía de Joanna de San Esteban articula un pasado ejemplar con

un presente incierto, en proceso de cambio, pretendiendo reconstruir la

unidad en un mundo neogranadino que se diluye ante los cambios que

se avecinan. La coyuntura de cambio, de acuerdo con el consenso social

frente al catolicismo por parte de la élite criolla neogranadina, no es tan

brusca por su intensa relación con la religiosidad. De hecho, la recién

llegada ciencia que se abre paso por la mano del Arzobispo Virrey no

pretende otra cosa que clasiicar y ordenar la obra de Dios. Pero la uni-

dad de un orden tradicional, sin embargo, corre el riesgo de dispersarse

23 A.P.M.S.C. Bogotá, Martín Palacios, Colección de la vida exemplar…, f.f. 4r- 4v, énfasis mío.

24 A.P.M.S.C. Bogotá, Martín Palacios, Colección de la vida exemplar…, f.f. 32r-32v, énfasis mío.

María Constanza Toquica Clavijo

Page 124: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

123

y reconigurarse alrededor de los intereses del “reformismo Borbónico”

que a partir de los años setenta del siglo XVIII,

[…] con cabeza visible en los virreyes ilustrados, intenta de manera decidida

el sometimiento de un territorio y de una sociedad que se le escapaban,

aunque los resultados globales del proceso parecen no haber ido dema-

siado lejos, si observamos el poder que a principios del siglo XIX seguían

teniendo los cuerpos y “órdenes” más tradicionales y la inercia y el arcaísmo

que seguían caracterizando a la sociedad, pese a la importancia de los

cambios que se encontraban en marcha: un comienzo de repunte demo-

gráico, la consolidación del mestizaje, el crecimiento de la vida urbana y

un inicial proceso de cambio cultural, que será prácticamente obra de los

ilustrados (Silva, 2002: 16).

En la ciudad de Santafé de Bogotá, la llegada de la imprenta traída por el

Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, las reformas borbónicas, la con-

secuente expulsión de los jesuitas y la actividad de los nuevos grupos de

ilustrados empiezan a conigurar una organización diferente de sociedad,

con el in de hacerla más productiva, racional, sana, ordenada e instruida,

de acuerdo con los intereses políticos de la “modernidad absolutista”.

Como lo señala Germán Colmenares, citado en Renán Silva, la “extensión

de la esfera del Estado” dio lugar a graves conlictos con la “constitución

implícita”, que hasta mediados del siglo XVIII dominó los acuerdos entre

los funcionarios de la Corona y las élites criollas que controlaban la vida

municipal y nacional a través de los cabildos, de las redes familiares y de

los sistemas de clientela y protección. Se trataba de simpliicar las abiga-

rradas relaciones sociales barrocas por un esquema binario: Rey – vasallos,

como individuos socialmente iguales, desarticulando las tradicionales

pertenencias a órdenes jerárquicos y superpuestos (Silva, 2002: 17).

Concebida como una “colección” de virtudes, la vida de la venerable

Joanna habla de esa Iglesia establecida cuyas estructuras religiosas fun-

cionarán en adelante al servicio de una política del orden que ellas ya no

determinan (Certeau, 1993: 160). De acuerdo con Certeau, la investidura

religiosa con la que se acredita este orden está destinada a consolidar la

unidad política. El sistema cristiano debilitado se transformará en el tea-

tro sagrado donde las conciencias cristianas transitarán hacia una nueva

Joanna de San Esteban

Page 125: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

124

moralidad pública (Certeau, 1993). Al escribir la hagiografía de Joanna,

Palacios seguramente pretendía que sus virtudes privadas se volvieran

públicas, pero además con una connotación altamente moral, lo cual

caracterizará las hagiografías del XIX. La cita a continuación sitúa la vida

de Joanna dentro del lugar social y político del siglo XVII, para asegurar

una distancia que diferencia el momento de la escritura con el pasado que

representa: en ella sobresalen tres características: la “pureza de sangre”,

los “periles familiares de los funcionarios reales” en vías de extinción y

su carácter altamente moral:

El licenciado don Gabriel Alvares de Velasco natural del reino de Galicia,

notoriamente noble por su nacimiento, fue abogado de los reales conse-

jos y antes de pasar a Indias, tuvo cargos de mucho credito a los que

dio exacto cumplimiento y acreditado en su havilidad de jurisconsulto,

lo que declaran los libros, que imprimió, en los que traslado su rectitud y

justicia. Vino a este nuebo reino con el honoríico empleo de oidor de

la real audiensia y chancillería […] Caso en esta ciudad de Santa Fe,

con doña Francisca Zorilla y Maldonado, natural de la ciudad de quito,

cuios padres fueron el licenciado don Diego Zorilla oidor de aquella

audiencia, y doña Catalina de Hospina y Medinílla, viuda del señor

don Antonio de Villarreal y Laizeca oidor desta real audiensia y siendo

promovido a la de Lima, murió en la ciudad de Quito. Y allí cazo segunda

vez con el ya nombrado señor don Diego; la señora doña Catalina de

Hospina, fue hija legítima del señor gobernador Diego de Hospina y

doña Francisca Maldonado ambos de la primera nobleza y de las mas

aquilatadas familias deste reino: y haviendo muerto el licenciado Zo-

rilla, regreso la señora doña Catalina a este reino, acompañada de su

amada prenda y querida hija doña Francisca Zorilla, […]. Vuelta ya a su

[patria] amada y siendo la niña de edad competente la llamo Dios al es-

tado del santo matrimonio y se desposo, en esta ciudad, con el referido

caballero don Gabriel de Velasco, oidor actual, desta real audiencia.

Fue mui especial obra de Dios, unir dos personas cuias costumbres mo-

rales sean tan parecidas que lleguen a presumirse unas mismas (…)25.

El proyecto del pensamiento ilustrado, desde 1767 – 1770, necesitaba,

sin embargo, del apoyo de una nueva nobleza secular, formada en las

25 A.P.M.S.C. Bogotá, Martín Palacios, Colección de la vida exemplar…, f.f. 2v. – 3r., énfasis mío.

María Constanza Toquica Clavijo

Page 126: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

125

ideas del siglo, distinta de las comunidades religiosas y de los cuerpos

tradicionales, aliada de la Corona y destinada a constituirse como los

sabios del Reino (Silva, 2002: 18).

Una función de vacación

La hagiografía se leía en tiempo de ocio, de vacación, como actualmente

la novela, airma Certeau. En el convento, los lugares de lectura individual

correspondían al tiempo de descanso y oración en las celdas individuales;

la lectura colectiva se realizaba en el refectorio, donde mientras las reli-

giosas alimentaban el cuerpo también escuchaban lecturas ediicantes

para nutrir el alma. Quizás por eso a la entrada del refectorio se hacía

postrar a quienes habían cometido gravísimas culpas, pues nutrir el alma

y castigar el cuerpo eran prácticas desplegadas en una misma dirección

ascendente hacia lo divino. Otro lugar de lectura era la sala de labores,

en donde mientras las manos laboriosas de unas monjas elaboraban

hermosas piezas de bordado otras leían textos ejempliicantes. En ambos

lugares se designaba una lectora, que leía narraciones que oscilaban entre

lo creíble y lo increíble, lo extraordinario y lo posible, construyendo así

una icción ejemplar, más cercana a lo poético que a lo factual. Se creaba

así una libertad respecto al tiempo cotidiano, un no lugar.

Al inicio de la hagiografía, Palacios expone los elementos típicos que

construyen esta poética del sentido: el “estilo de elocuencia” para deleitar,

el deseo de que el texto mueva a imitación, la necesidad de mostrar la

verdad (“sincera narración” basada en “unos apuntes” de la misma vene-

rable) y el motivo retórico de la captatio benevolentae (considerar como

malo el propio texto).

[…] Juana de San Esteban, para ejemplo y norma de la perfección religiosa,

de cuya vida y virtudes se tratará con el estilo de elocuencia, que di-

vierta el entendimiento, sí con una sincera narración, que pueda mover,

cuando no a su imitación (porque esto depende del divino auxilio) a

lo menos a dar gracias al Señor […]26.

26 A.P.M.S.C. Bogotá, Martín Palacios, Colección de la vida exemplar…, f.1v., énfasis mío.

Joanna de San Esteban

Page 127: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

126

Como literatura popular

La hagiografía de Joanna porta algunos elementos a partir de los cuales

Certeau caracteriza la literatura popular: lo falso, lo popular y lo arcaico. La

falsedad es difícil de deinir desde un criterio actual en un texto historio-

gráico que narra una icción ejemplar. Tal y como lo plantea Jaime Borja

en “Historiografía y hagiografía…”, ¿cómo diferenciar entonces lo falso de

lo verdadero? Tal vez podríamos sospechar de algo falso cuando se trata

de casos que no estén sustentados por algún documento judicial o que

sean “demasiado extravagantes” desde nuestra lógica contemporánea.

Sin embargo, pensar en una niña de dos años rezando es algo difícil y

para nosotros es posiblemente más cercano a la falsedad:

[...] antes casi de saber pedir pan sabíais (y os destetava Gabriel) quando

tenias dos años y medio rezando el padre nuestro, ave María y el

credo. Hasta aquí sus palabras saber a hablar entiendo ya, no tanto saber

pronunciar, quanto saber lo que hablaba, o entender con perfección lo

que decía; antes de saber hablar del mundo o con el mundo, supo nuestra

tierna venerable niña, hablar de Dios y con Dios.

Apenas contaba dos años y medio, nuestra venerable Virgen, quando

su lengua del todo atada a palabras menos pías, se desatava en dul-

zuras, para pronunciar (aunque a costa de tropezar balbuciente) las

alabanzas de Dios […]27.

La devoción popular al muerto en olor de santidad es uno de los elemen-

tos que representan más prácticas populares narradas en la hagiografía

de Joanna. El agolparse a ver el cuerpo muerto de la santa durante sus

exequias, robar pedazos de su hábito, de sus lores, las medallas, los ro-

sarios… y sobre todo los milagros después de la muerte… No hay nada

más popular que el milagro de una santa muerta. Ello lo demuestra la

eicacia social de sus vidas y de sus imágenes que capturan instantes de

su vida a través de los siglos. Para ello basta desplegar la mirada sobre

las imágenes milagrosas latinoamericanas, y las prácticas de religiosidad

popular que siguen vigentes desde el periodo colonial.

27 A.P.M.S.C. Bogotá, Martín Palacios, Colección de la vida exemplar…, f. 5v., énfasis mío.

María Constanza Toquica Clavijo

Page 128: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

127

al dia siguiente [de la muerte de Joanna], vino el señor provisor, e hizo bajar

el cuerpo /66r/ al coro bajo, porque eran muchas las suplicas, del publico,

y personas de graduación y respecto, que pedian ver a la venerable madre.

Fue indecible el concurzo, y las aclamaciones del pueblo, pidiendo que

tocasen en el cuerpo, medallas rosarios, y rogando, a las religiosas, y al

señor ordinario, para que les diessen, de las lores que tenia esparcidas

sobre el cuerpo28.

En cuanto a lo arcaico, entendido como lo antiguo, las referencias a la

cultura de la Antigüedad son numerosas. Muchas veces se nombra a

Séneca y a Cicerón. También cita a Homero. El siguiente pasaje revela la

idea que de la cultura antigua tenía Martín Palacios; si bien se cita a estas

autoridades, se las tiene por inferiores respecto a la doctrina de la Iglesia

y a los escritos de los santos:

Tales Milesio preguntando a uno de los sabios de Grecia, qual era entre

todas las cosas naturales la mas diicultosa de saber, respondio al interro-

gante, que el conocerse el hombre a si mismo; porque es tan grande el

amor propio, que el hombre se tiene a si, que esto le estorva y le impide

este conocimiento, de aqui provino, dice el espiritual Rodriguez, aquel

dicho, celebrado entre los antiguos conocete a ti mismo, y otro apura mas,

diciendo, mora en ti mismo. Pero dejando a los extranos, vengamos a la

doctrina de los santos una voce dicentes, que enseñan que esta ciencia

del proprio conocimiento es la mas alta y de mayor provecho de quantas

han inventado los hombres. Y prosigue Rodriges, citando al doctor san

Agustin y dice: que en mucho estiman los hombres la ciencia de las cosas

del cielo y de la tierra, la ciencia de la astrologia de cosmograia, el saber

los movimientos de los cielos, la carrera o curso de los planetas sus pro-

priedades sus inluensias, unos siguiendo a Copernico, otros a Aristoteles

estos a Plinio, aquellos a Plutarco29.

La hagiografía es producto de una élite que la elimina

Si observamos con Renán Silva (2002: 282-297) las solicitudes de libros

por parte de José Celestino Mutis a Juan Jiménez, en 1786, cuatro años

28 Ibíd., f.f. 65v-66r.

29 Ibíd., f.f. 17r.-17v.

Joanna de San Esteban

Page 129: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

128

antes de ser escrita esta hagiografía, es notorio que el mayor número de

libros solicitados son de ciencias naturales, matemáticas y medicina, 38

sobre 141, siendo los de temas teológicos, religiosos y morales tan sólo

29, con la probabilidad de que en ellos no existiera ninguna hagiografía.

Una biblioteca de mediano tamaño en relación con las demás, como la

del Arzobispo Virrey Caballero y Góngora que contaba en 1789, por obvias

razones, con 118 libros de teología y religión, cifra seguida por la de letras

y las artes con 88 libros.

La biblioteca de Juan José D´Elhuyar, que en 1796 poseía 86 libros de

química e historia natural, tenía sólo nueve de ilosofía, teología moral y

humanidades, sobre 166 del total. Curiosamente, la biblioteca de Antonio

Nariño, una de las más grandes y completas de Santafé de Bogotá, por

ser generacional y por poseer en su casa un comercio informal de libros,

tenía, en 1794, 710 entre los cuales la religión y la teología ocupaban el

primer lugar con 171 libros, seguidos por los de historia con 97.

A medida que avanza el siglo XIX, se observa que va disminuyendo la

cifra de temas religiosos. Camilo Torres, en 1802, poseía 141 libros de los

que la mayoría (54) eran de ciencias jurídicas, mientras que de teología

y religión sólo tenía 18. La más radical en cuanto a temas religiosos fue

la de Jorge Tadeo Lozano, que en 1816 contaba tan sólo con un libro de

religión de un total de 119, donde 60 eran de historia natural y 18 de

política e historia.

Sin embargo, la élite que está siendo desplazada, en este caso Martín Pa-

lacios y el viejo orden del poder eclesiástico masculino, sería la intérprete

y la conciencia de un sujeto femenino colonial cuyo modelo tendría que

ser adaptado a las nuevas circunstancias.

Desde la estructura del discurso

Dentro de los elementos del discurso hagiográico señalados por Cer-

teau, resalta la sangre como metáfora de gracia; esta característica del

personaje hagiograiado, sobresale en el prólogo, cuando Palacios dice

María Constanza Toquica Clavijo

Page 130: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

129

de ella: “ilustre por su linaje, noble y Venerable por su ejemplar vida”30.

Otra característica del discurso hagiográico son las señales de predeter-

minación de su virtuosismo, la cual es clara en este fragmento donde se

narra su nacimiento:

[...] fue mui recio el parto de esta niña, y estando su virtuosa madre mui

aligida con los dolores, pasaba actualmente por la puerta de su morada,

el señor sacramentado, y al emparejar por la caza su soberana mages-

tad, en ese instante, salió a luz la luz de esta venerable madre pronostico

felissisímo, del ardiente amor, y devoción fervorosa31.

El desarrollo de esta vida que transcurre va de lo privado a lo público,

desde su ámbito familiar al espacio monacal y urbano, deja ver en la si-

guiente gráica un primer peril de las características principales y de las

prácticas del modelo de sujeto barroco construido por Palacios.

En el Nuevo Mundo, las Vidas ejemplares, como la de Joanna, antes que

por escrito circularon oralmente (Durán, 2003: 167-201). Pero esta co-

municación oral no estuvo asilada: interactuó con otros lenguajes en

el contexto de una visualidad barroca, la cual está presente tanto en el

discurso de la Vida de Johanna como en los textos hagiográicos de la

biblioteca conventual, en la pintura devocional de la iglesia y en los textos

de las partituras corales del Convento de Santa Clara.

Esta intertextualidad de los discursos conventuales conformaba una red

discursiva que durante los siglos XVII y XVIII no solo modeló la construc-

ción de sujetos barrocos, sino que sentó las bases para cimentar una co-

munidad de creyentes devotos que, como comunidad moral, conformaría

una “comunidad protonacional”, como lo airma Lafaye, citado por Valeria

Coronel en su estudio sobre el pensamiento político jesuítico en Quito

(Coronel Valencia, 2008: 127-169).

30 Ibíd., f. 7r.

31 Ibíd., f.4v.

Joanna de San Esteban

Page 131: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

130

Figura 2. Frecuencia de apariciones de virtudes y prácticas en la vida

ejemplar de Joanna de San Esteban

De acuerdo con Norma Durán, el discurso cristiano originariamente oral

se organizó en un sistema textual que comprendía varios tipos de discur-

sos, donde los más eicaces comunicativamente eran las stories (relatos

o leyendas), construidas narrativamente a partir de la primera y “gran

biografía: [la] de Cristo” (Durán, 2003: 176, 193). Por su carácter narrativo,

el lenguaje del discurso cristiano es fundamentalmente igurativo. En

este sentido “no acude a la lógica de la argumentación sino que opera a

base de imágenes, símbolos, parábolas y metáforas contenidos en textos

que circulan de mil maneras”. Basada en Cameron (1999), Durán (2003:

189) muestra cómo la paradoja en el discurso cristiano es el recurso para

explicar lo indeinible: el dogma de Dios hecho hombre y nacido de una

María Constanza Toquica Clavijo

Page 132: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

131

Virgen hace que la imagen sea indispensable. Imágenes e íconos verbales

harán ver claramente a través del género epidíctico de la retórica (esto es,

la repetición, redundancia y proclamación) lo que de otra forma los ieles

no podrían conocer. Por lo tanto, estas imágenes orales, al igual que las de

los lienzos, apelan más al sentimiento y a la emoción y por ello producen

un tipo de conocimiento más emotivo que cognitivo.

En el siguiente texto, que narra la entrada de Joanna al Convento, sobre-

sale lo visual en el modelo del cuerpo desde el privilegio que otorgara

Martín Palacios a los ojos. Sin embargo, estos son representados también

como un peligro para el género humano, cuando entran en contacto con

lo mundano, de acuerdo con la advertencia al inal del fragmento citado:

Esta niña doctrinada de su virtuosa madre doña Francisca Zorrilla, ya parece

que entendía la doctrina que dan los espirituales advirtiendo que los ojos

son las ventanas de la Alma y por donde recibe el bien o el mal, porque

tras de este gusto de la curiosidad en la vista, tras este engañoso delei-

te, se handa matando casi todo el linaje humano, tras esta se navegan

los mares como mil peligros, se cruzan con incomodidades los valles,

se caban con mucho riezgo los senos de la tierra; y por ultimo solo que

esta ixa en el cielo, solo los ojos que están puestos en el negocio de la

salvación, no dexa tortura al humano corazón32.

Conclusiones

Martín Palacios utiliza todas las claves señaladas por Certeau en la cons-

trucción de su colección ejemplar, lo cual indica que muy posiblemente,

dentro de la educación recibida por los clérigos santafereños del siglo

XVIII, aún se enseñaban los modelos de construcción de sujetos virtuo-

sos a través de las lecturas de otras hagiografías o mediante los modelos

aprendidos de la retórica.

Lo que hace Martín Palacios, un hombre que claramente mira hacia atrás

y no hacia adelante, es servir de bisagra entre el pasado que añora y el

presente de una ciudad que lo entristece, quizás no sólo por los cambios

32 A.P.M.S.C. Bogotá, Martín Palacios, Colección de la vida exemplar…,7v.- 8r., énfasis mío.

Joanna de San Esteban

Page 133: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

132

sucedidos, sino también por su desafortunada circunstancia personal de

tener que trabajar para recibir un estipendio estando enfermo.

Sin embargo, e independientemente de la circunstancia personal del

capellán y sochantre, el ejercicio hagiográico, como lo señala Certeau,

lo que hace es reconstruir una unidad perdida a través de un modelo

virtuoso, ante el peligro de lo desconocido por venir. Clausurar una épo-

ca, de cara al pasado para evitar la dispersión del grupo, en este caso de

criollos funcionarios reales y eclesiásticos. El modelo de sujeto barroco

en esta coyuntura actúa como un objeto que condensa los valores de un

orden pasado que se transformará en otra cosa. Es un ejercicio de apun-

talamiento de una identidad criolla marcadamente religiosa y colonial,

en el momento de declive de ese orden.

Las características de este sujeto barroco delineado por Martín Palacios

perilan un sujeto virtuoso, en el que resalta la humildad. Por otra parte

su práctica más habitual es la de la oración, pero también mortiica su

cuerpo para hacer penitencia. De las virtudes teologales, la que más

ejercita es la de la caridad.

¿El modelo hagiográico, en general, realmente les sirvió a los criollos para

perpetuarse como grupo hegemónico?

Yo diría que sí.

Referencias

Borja Gómez, J.H. (2007). Historiografía y hagiografía: vidas ejemplares y

escritura de la historia en el Nuevo Reino de Granada. En Fronteras

de la Historia, 12.

Borja Gómez, J.H. (2009, mayo). Vidas ejemplares en el Nuevo Reino de

Granada. Santidad y criollismo. En Memorias de las III Jornadas de Arte,

Historia y Cultura Colonial, CD-ROM. Bogotá: Museo de Arte Colonial.

Borja Gómez, J.H. (2010). Voces autobiográicas en las biografías del siglo

XVIII. Espiritualidad conventual en la Nueva Granada. Carmen Elisa

María Constanza Toquica Clavijo

Page 134: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

133

Acosta y Carolina Alzate (Comps.). Bogotá: Universidad de los Andes

– Siglo del Hombre Editores.

Cameron, A. (1999). On Deining the Holy Man. En James Howard-Johnston

y Paul Anthony Hayward (Comps.). The Cult of Saints in Late Antiquity

and the Early Middle Ages: Essays on the Contribution of Peter Brown.

Oxford: Oxford University Press.

Certeau, M. (1993). La escritura de la historia. México: Universidad Ibero-

americana.

Certeau, M. (1999). Una variante: la ediicación hagiográica. En La escritura

de la historia. México, D.F.: Universidad Iberoamericana.

Coronel Valencia, V. (2008). Pensamiento político jesuita y el problema de

la diferencia colonial. En Jorge Moreno Egas, et. ál, Radiografía de la

piedra: los jesuitas y su templo en Quito. Quito: FONSAL.

Durán, N. (2003). La construcción de la subjetividad en las hagiografías.

Un caso: Sebastián de Aparicio. En Camino a la Santidad, siglos XVI–XX.

México: Condumex.

Jaramillo de Zuleta, P. (1991). Libro del Coro alto de Santa Clara. Bogotá:

Navegante Editores.

Perdomo Escobar, J.I. (1980). Historia de la música en Colombia. Bogotá:

Plaza y Janés.

Robledo, á.I. (Ed.) (1994). Jerónima Nava y Saavedra (1669-1727): Autobio-

grafía de una monja venerable. Cali: Universidad del Valle.

Silva, R. (2002). Los ilustrados de la Nueva Granada, 1760-1808: Genealo-

gía de una comunidad de interpretación. Medellín: Fondo Editorial

Universidad EAFIT.

Toquica Clavijo, M. C. (2008). A falta de oro, linaje, crédito y salvación. Una

historia del Real Convento de Santa Clara de Santafé de Bogotá durante

los siglos XVII y XVIII. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia - Mi-

nisterio de Cultura - ICANH.

Joanna de San Esteban

Page 135: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas
Page 136: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

135

Rumores de libertad entre la población esclava:

de la revuelta de los Comuneros a las guerras

de independencia de la Nueva Granada*1

Roger Pita Pico**2

Recepción: 20 de agosto • Aprobación: 27 de septiembre

Resumen

Esta investigación aborda el tema de los rumores, las especulaciones

y las expectativas de libertad que circularon entre los esclavos de la

Nueva Granada. El propósito entonces es ver los procesos de ruptura y

continuidad en que se desarrollaron estos susurros, bajo dos coyunturas

cruciales que marcaron el ocaso del dominio colonial y el inicio de la

vida republicana: la revuelta comunera y las guerras de independencia.

Ahondar sobre esta problemática implica además examinar en detalle

aspectos sociales, económicos, políticos y normativos de una institución

esclavista que mostraba ya signos de claro deterioro.

Palabras clave: Nuevo Reino de Granada, población esclava, rumores de

libertad, fugas, revueltas, manumisiones, inales del siglo XVIII, comienzos

del XIX

* Este trabajo es el resultado inal de una investigación que obtuvo a su vez el tercer puesto en el Con-curso nacional de ensayo histórico “La independencia en el Nuevo Reino de Granada”, organizado por el Instituto de Estudios Históricos Fray Alonso de Zamora de la Universidad Santo Tomás – Sede Principal, durante el primer semestre de 2011.

** El autor de este ensayo es Politólogo con opción en Historia de la Universidad de los Andes, Magíster en Estudios Políticos de la Universidad Javeriana. Actualmente, es miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Historia. Correo electrónico: [email protected]

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 135-167

Page 137: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

136

Freedom Rumours Among Slaves:

from Revolt of the Comuneros to

the Wars of Independence in New Granada

Abstract

This research tackles the subject of rumours, speculations and expec-

tations of freedom circulating among the slaves of New Granada. The

purpose of the article is therefore to observe the processes of breaking

and continuity where these whispers were developed under two cru-

cial situations that denoted the end of the colonial dominion and the

beginning of republican life: The revolt of the Comuneros and the wars

of independence. To go deeply into this issue also demands reviewing

in detail social, economical, political and regulation matters of a slavery

institution that already showed clear signs of decline.

Keywords: New Kingdom of Granada, slave population, freedom rumours,

escapes, revolts, manumissions, the end of XVIIIth century and the begin-

ning of XIXth century

Page 138: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

137

Rumeurs de libertè dans la population esclave:

de la révolte des «Comuneros» aux guerres

d’independance de la Nouvelle Grenade

Résumé

Cette recherche aborde le thème des rumeurs, spéculations et expectati-

ves de liberté qui ont circulé parmi les esclaves de Nouvelle Grenade. Son

objectif est donc de voir les processus de rupture et de continuité dans

lesquels se sont répandus ces murmures, dans deux conjonctures cruciales

qui ont marqué le déclin de la domination coloniale et le début de la vie

républicaine: la révolte des «Comuneros» et les guerres d’indépendance.

Creuser cette question implique de plus l’examen détaillé des aspects so-

ciaux, économiques, politiques et normatifs d’une institution esclavagiste

qui montrait déjà des clairs signes de détérioration. 

Mots-clés: Nouveau Royaume de Grenade, population esclave, rumeurs

de liberté, fugues, révoltes, afranchissement, in du XVIIIè siècle et début

du XIXè

Page 139: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

138

El auge de las manumisiones y la crisis del

sistema esclavista

En el siglo XVIII los esclavos alcanzaron su máxima presencia en el territorio

de la Nueva Granada, vinculados principalmente a los sectores vitales de la

economía: minería, ganadería y producción de mieles (Jaramillo, 1989: 11).

Según el censo de 1778, esta comunidad de ébano representaba el 7,8%

del total de la población y se hallaba concentrada más que todo en las

provincias de Antioquia, Chocó, Popayán y Cartagena (Tovar, 1994: 86-88).

En su búsqueda por la libertad, el negro esclavo había experimentado

a través de los casi tres siglos del coloniaje español distintas opciones,

tales como la manumisión1 por voluntad del amo, la autoliberación por

compra e incluso el mestizaje. También recurrió a fórmulas afanosas y

censurables como las fugas y la formación de palenques.

Lo cierto es que la posibilidad de romper las cadenas de la esclavitud fue

un anhelo prácticamente constante entre esta población de color. No en

vano aprovecharon cualquier oportunidad con tal de ver cristalizado ese

sueño.

Progresivamente, la manumisión negra fue adquiriendo un auge inusi-

tado. Para las postreras décadas del régimen colonial los amos habían

empezado a preferir la mano de obra asalariada, por cuanto la adquisición

y sostenimiento de los esclavos se había tornado supremamente gravosa.

Esto, junto con el incremento de las insubordinaciones, fueron realidades

que convencieron a varios propietarios a prescindir de sus servidores

negros, y un camino para ello era justamente a través de la liberación.

No obstante, si bien es cierto que se abrieron con el tiempo muchas más

opciones para acceder a una vida libre de ataduras, también debe reco-

nocerse que abundaron las complicaciones en torno a la consecución y

disfrute de dicho beneicio. El historiador Rafael Antonio Díaz Díaz, en su

libro sobre la esclavitud en la Santa Fe colonial, llamó a la manumisión

1 Conceptualmente, la manumisión consistía en un acto jurídico mediante el cual el amo renunciaba voluntariamente a su condición de propietario, al tiempo que el negro encontraba la senda abierta hacia su independencia (Klein, 1986: 139).

Roger Pita Pico

Page 140: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

139

“parodia de la libertad” (2001: 189). Este caliicativo no es fortuito si se

tienen en consideración todas las argucias dirigidas a impedir que los

negros gozaran de su legítimo derecho.

Es preciso recordar el apreciable valor que representaban los esclavos

para entender la reticencia de algunos sectores en reconocerles su inde-

pendencia. Tampoco hay que esforzarse demasiado para comprender el

denodado interés de algunos amos y familiares en seguir usufructuando

el servicio gratuito y permanente de estos hombres, lo que además les

permitía conservar el estatus social al asegurar el tutelaje y dominio sobre

ellos (Pita, 2003: 84-97).

El carácter sumiso, la posición de inferioridad social, los temores por po-

sibles represalias hacían que algunos negros ya manumisos declinaran

de exigir su justo derecho, situación que fue aprovechada por quienes

fraudulentamente empezaron a actuar e intimidar en calidad de amos

sometiéndolos a esclavitud, aún a sabiendas de su real condición.

Desgraciadamente para los esclavos, no todas las manumisiones eran de

aplicación inmediata. A pesar de las elocuentes expresiones de gratitud

y afecto de los amos, una buena cantidad de las liberaciones quedaban

supeditadas a ciertos compromisos que dilataban en el tiempo su ver-

dadero disfrute2. Esto relejaba en el propietario una posición ambigua,

mientras que para el esclavo era una incertidumbre que debía sobrellevar

con singular estoicismo. Se creó entonces una confusión, ya que aún des-

pués de haber conquistado legalmente el estatus de libre, se continuaba

viviendo bajo las presiones propias del sistema esclavista.

El breve panorama que se acaba de esbozar conlleva pensar que la liber-

tad personal se había convertido para los esclavos en un tema cada vez

más recurrente y crucial. Era tan apremiante el deseo de ser manumitido

que en varios momentos circuló entre ellos el rumor sobre la existencia

de una ley que decretaba la libertad general.

2 Si se analiza el caso particular de la ciudad de Girón, se descubre que dentro de las 67 cartas de manumisión gratuita allí registradas entre 1720 y 1819, el 23,8% traían exigencias. De ellas, once coninaban al esclavo a seguir atendiendo a su amo hasta el momento de su muerte (CDIHR-UIS. Archivo Notarial de Girón, t. 2-30).

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 141: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

140

Los múltiples obstáculos que giraron en torno al reconocimiento de la

manumisión pudieron acrecentar en los esclavos la convicción de aferrar-

se a una supuesta declaratoria Real que pusiera in a las innumerables

penurias padecidas bajo el estado de subyugación3.

Por otro lado, la divulgación de noticias sobre liberaciones masivas pudo

eventualmente levantar sospechas y especulaciones en los esclavos al

creer que esos no eran casos aislados de desprendimiento de algunos

amos, sino que eran decisiones precedidas de leyes o dictámenes oi-

ciales que aún no habían sido difundidos suicientemente. Vale recordar

a la viuda Javiera Londoño, quien en 1767 declaró en la población de

Rionegro, provincia de Antioquia, la manumisión para sus 135 esclavos

con la condición de que ellos se comprometieran a celebrar anualmente

la iesta de Nuestra Señora de los Dolores, llamada posteriormente “la

iesta de los negritos” (Hernández, 1956: 39).

Como era apenas lógico, esos rumores de libertad generaron una pro-

funda desazón en los amos y una preocupación permanente entre las

autoridades. Para estos agónicos años de la etapa colonial, los propie-

tarios se sentían agobiados y amedrentados por una serie de factores

que de manera gradual venían resquebrajando las relaciones de poder

mantenidas con sus esclavos. El aumento de los conlictos, las rebeldías,

las fugas y el cimarronismo engendraron un ambiente de mayor tensión

en el interior de la institución esclavista.

En una carta despachada al gobierno virreinal el 21 de julio de 1775, don

Pablo Serrano, vecino de la villa del Socorro, puso de maniiesto cómo las

continuas amenazas, agresiones y huidas de los esclavos habían sido inluen-

ciadas por “[…] el susurro que el demonio les ha infundido de que son todos

libres por una real cédula que así lo declara y tienen oculta los blancos a fuerza

de dádivas y empeños para no quedarse del todo sin esclavos, y como esta

gente es tan crédula para este y otros abusos, son igualmente duros para

entrarles en razón” (AGN, Negros y Esclavos de Cundinamarca, t. 5, f. 979v).

3 Bastante recurrentes eran las quejas de los esclavos por los despiadados maltratos y excesos tanto en su desempeño laboral como en sus condiciones de vida. El Código Negro Español, expedido en 1789, signiicó un avance hacia la humanización y protección; sin embargo, los abusos no cesaron ni siquiera durante los gobiernos republicanos.

Roger Pita Pico

Page 142: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

141

Esos indicios sobre una supuesta declaratoria general de libertad se

intensiicaron aún más bajo coyunturas de acentuada agitación social

y política, es decir, con ocasión de la revuelta de los Comuneros y tres

décadas después con el inicio del periodo de Independencia.

Rumores de libertad durante la revuelta

comunera

En 1781 estalló un movimiento que aunque su principal pretensión fue el

mitigamiento de las cargas iscales y no la ruptura radical con el régimen

colonial, de todas maneras puso en vilo al aparato político español. Este

acontecimiento, que tuvo su génesis en las entrañas del área nororiental

de la Nueva Granada, fue la revuelta de los Comuneros.

Durante esta insurrección algunos esclavos abrigaron la esperanza de

conseguir la libertad, aunque las fuerzas políticas y militares españolas se

encargaron de frustrar rápidamente esa aspiración. Se sabe que el mismo

José Antonio Galán, cabeza visible de la revuelta, liberó a los negros de

la hacienda La Niña y de la mina de oro de Malpaso, cerca de Mariquita

(Arciniegas, 1939: 233), lo que se constituyó en un desafío al régimen de

dominación imperante.

Justo en el marco de ese movimiento, adquirió especial fuerza el mito

sobre la existencia de una cédula real que les concedía a los negros la

libertad y que supuestamente se había ocultado para someterlos a per-

petuidad, motivo que fue objeto de suma inquietud tanto para los amos

como para las propias autoridades, especialmente en zonas de amplia

presencia esclavista.

Javier Reyes, compañero de Galán, ocupó la hacienda San Juan de la

Vega de propiedad de Félix Ramírez de Arellano, ubicada en la hoya del

río Magdalena. Allí destruyó los cepos y soltó a los esclavos castigados,

todo esto bajo el pretexto de la vigencia de un mandato que les confería

la libertad (Aguilera, 1985: 139).

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 143: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

142

En el desarrollo de esa misma revuelta, el capitán de guerra de Rionegro,

don Alonso Elías Jaramillo, prendió la alerta sobre una inminente suble-

vación maquinada con extremo sigilo por los esclavos de la jurisdicción

de la ciudad de Santa Fe de Antioquia, programada para el día de año

nuevo de 1782, con el propósito de hacer valer la libertad otorgada por

la supuesta ley. Si se les concedía tal merced, ellos se comprometían a

sufragar un tributo anual, tal como lo hacían los indios. Asimismo, mos-

traron su indeclinable disposición de seguir trabajando bajo el mando

de sus dueños, pero en condición de libres y con un salario diario de dos

tomines, e incluso se atrevieron a retar a las autoridades airmando que,

si no se hacía efectiva la supuesta norma, huirían y formarían palenques

(Aguilera, 1985: 139).

Ante las funestas consecuencias que podría acarrear el levantamiento

de más de 5.000 negros, se adelantaron juiciosas pesquisas que desem-

bocaron en la detención de algunos de los responsables, al tiempo que

se organizaron rondas nocturnas para precaver cualquier alteración del

orden. En total, fueron llamados a declarar 22 esclavos en un juicio que

se demoró más de seis meses. Los principales culpables resultaron ser

los negros de los curas Salvador de Lastra y Antonio de Lora. Al parecer,

la intención de los promotores del motín era incitar los ánimos más allá

de los límites de la provincia, ya que se dieron a la tarea de extender el

rumor en inmediaciones del camino real del Cauca.

Debido al estado deicitario de las arcas reales, se envió una circular a los

mineros dueños de cuadrillas, a los estancieros y a los demás amos para

que contribuyeran voluntariamente con los costos para la contención

de dichos esclavos. Urgía conseguir recursos para pagar el sueldo de 30

soldados y para la adquisición de plomo, pólvora, municiones y armas.

Poco éxito obtuvo esta convocatoria, ya que de una lista de 158 vecinos

solo 21 respondieron con aportes: doce de Santa Fe de Antioquia, seis de

Marinilla y tres de la villa de Medellín. En total, se recolectaron 200 pesos

y las cuotas más altas no sobrepasaron los 25 pesos.

Adicionalmente, los amos de toda la provincia recibieron sendas instruc-

ciones para mantener ocupados a sus negros, observando celosamente

sus movimientos e impidiendo cualquier salida sospechosa. Por orden

Roger Pita Pico

Page 144: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

143

expresa del gobernador de la ciudad, don Cayetano Buelta Lorenzana,

cuatro de los principales sindicados fueron sentenciados a cien azotes,

aplicados en plenas calles y plazas como señal de escarmiento, y luego

pasaron a ser requeridos en Santa Fe, en donde las instancias virreinales

tenían preparados mayores castigos proporcionales al delito de conspi-

ración (BNC, Manuscritos, L. 376, f. 1r-15v, 396r-397v; AHA, Comuneros,

t. 332, doc. 6323, f. 1r-247v)4.

Imbuido por el calor de la revuelta comunera, el acaudalado Lorenzo de

Agudelo, domiciliado en Santa Fe de Antioquia, proclamó en ese mismo

año la libertad para sus ochenta esclavos, que trabajaban en labores de

minería, pero paradójicamente al poco tiempo este desprendido amo fue

castigado y coninado a prisión en Portobelo (Briceño, 1977: 43).

Las contundentes represalias y castigos aplicados por el gobierno virreinal

para exterminar a los líderes comuneros lograron apaciguar momentá-

neamente los reclamos de libertad entre la población negra.

En 1798 volvieron a sentirse nuevos rumores por tierras antioqueñas. A oídos

de las autoridades de Medellín llegaron algunas voces que hacían referencia

a un levantamiento que tramaban para el día de año nuevo los esclavos de

esas comarcas, motivados por una supuesta orden superior que los declara-

ba libres y que según ellos había sido ocultada para someterlos a perpetua

servidumbre. Andaban a la expectativa de las sesiones del cabildo de la

villa porque pensaban que de allí saldría la esperanzadora noticia que tanto

anhelaban. Bautizaron tal movimiento con el nombre de “La Candonga”5, y

la meta era ambiciosa por cuanto querían erigir un pueblo aparte para go-

bernarse a sí mismos, con cura y jueces propios, sin la injerencia del hombre

blanco, que desde siempre los había subyugado. En sus planes, estos negros

de Medellín habían entablado contactos secretos con los de Rionegro.

El alcalde de la villa, don José Joaquín Gómez Londoño, informó de esta

problemática a don Víctor Salcedo, gobernador y comandante general

de la provincia de Santa Fe de Antioquia, y en vista de lo indefenso en

4 Buena parte de las declaraciones de los esclavos y de otras pruebas documentales de este dilatado proceso fueron ielmente transcritas y publicadas en: Documentos, 1982, pp. 441-588.

5 Este término aplica a personas astutas o que tienen maña para huir del trabajo (Enciclopedia, 1916: 97).

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 145: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

144

que se hallaba el lugar, se sugirió implementar medidas urgentes, tales

como el alistamiento de las fuerzas de seguridad y el aprovisionamiento

de víveres, pertrechos y pólvora. También, a manera de precaución, se pro-

puso restringir la venta de hierro, acero y toda clase de armas punzantes a

personas “sospechosas” de baja esfera. Aun cuando para el poder virreinal

los rumores no tenían plena solidez, de todos modos se hizo un llamado

a los mandatarios civiles y militares de la región a estar en alerta, pues

el copioso número de esclavos allí residentes, su consabida corpulencia

física y malicia constituían un riesgo latente para la calma pública.

En atención a lo delicado de esta materia y en prevención a las funestas

consecuencias que podía desencadenar un alzamiento de tamañas pro-

porciones, Salcedo impartió instrucciones a su teniente de gobernador y

asesor general para que pasara inmediatamente a la villa a averiguar los

hechos con sumo sigilo. Al poco tiempo, volvió a reinar la normalidad y

cesaron las pesquisas, sin que resultara condenado ningún esclavo (AHA,

Comuneros, t. 332, doc. 6330, f. 1r-4v; AGN, Esclavos, t. 2, f. 1r-38v).

El eco de libertad ya se había sentido de nuevo en tierras del nororiente

neogranadino, epicentro del movimiento comunero. El historiador Ger-

mán Arciniegas transcribió algunos renglones de un documento que los

Comuneros de la villa del Socorro enviaron en 1781 a la Real Audiencia:

En la presente ocasión nos hallamos en la contención de los esclavos que

intentan levantarse diciendo que ellos no debían ser esclavos y que hay

cédula para ello, de modo que ya tenían, según hemos tenido noticia,

convocados a todos los esclavos de esta villa y continuaban a los de los

circunvecinos, y tenemos en prisión al seductor de esta maldad (1939: 233).

A principios de julio de ese año, fue dictada una real provisión en la cual

se le conió al líder comunero Juan Francisco Berbeo la misión de hacer

saber a los esclavos no ser cierta la dicha ley “que insinuaban relativa a

su libertad” (BNC, Manuscritos, L. 372, f. 417r).

Roger Pita Pico

Page 146: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

145

Especulaciones de libertad durante la Primera

República y la Reconquista

El fragor de las ideas liberales, que corrían por Europa gracias a la Re-

volución Francesa y a las prédicas de la Ilustración, alcanzó a sentirse

vigorosamente en suelo americano. La traducción y divulgación de los

Derechos del Hombre por parte del reconocido criollo don Antonio Na-

riño avivó aún más el debate. En un tono conservador y en cierto modo

despectivo, el bibliotecario don Manuel del Socorro Rodríguez comentó

en 1793 cómo estas ideas de libertad habían calado rápidamente, incluso

en los sectores bajos de la sociedad:

La gente más infeliz y popular ha aprendido ya el mismo lenguaje de esos

ilósofos libertinos, y casi no hay un hombre de la oscura plebe que deje de

ser estadista acerca de este asunto. Los actuales sucesos de la Francia han

dado un nuevo vigor a estos perniciosos raciocinios (Hernández, 1956: 41).

Con ocasión de la abdicación de Fernando VII, del impulso de los postu-

lados liberales y de los cambios políticos suscitados en España durante

los años iniciales del siglo XIX con los debates en las Cortes de Cádiz,

hubo voces que desde el Nuevo Continente empezaron a clamar por la

abolición de la esclavitud.

En las instrucciones que dio el cabildo del Socorro en 1809 a don Antonio

Narváez de la Torre, en calidad de elegido por la Nueva Granada como

diputado en la Junta Suprema de la metrópoli, se esgrimió con irmeza

ese aliento libertario al sugerirse que:

[…] se libren las providencias que se consideren oportunas, a in de que con-

ciliando el interés de los propietarios se proporcione la libertad de los muchos

esclavos que hay en todo el Virreinato, y estén estos en sociedad como las de-

más razas libres que habitan las Américas (BNC, Manuscritos, L. 184, f. 22v-23r).

Entre muchas otras propuestas abolicionistas, el destacado abogado y

militar don Antonio de Villavicencio diseñó un plan que contemplaba una

abolición “prudente y paulatina”, cuyo primer paso consistía en decretar

la ley de libertad de vientres (BNC, Manuscritos, L. 223, f. 1r-7v). Al inal,

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 147: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

146

durante esta coyuntura de transición política no se adoptó ninguna de-

cisión deinitiva en relación con estas cuestiones.

En el periodo de la Primera República, con los americanos instalados en

el poder, se hizo más propicio el ambiente para ventilar las voces progre-

sistas que se alzaron a favor de la libertad de los esclavos. En Cartagena

se tomaron dos trascendentales iniciativas en su Constitución de 1812:

la prohibición de la importación de esclavos y la creación de un fondo de

manumisión (BNC, Quijano, 153(7): 115).

Antioquia fue el otro lugar en donde oicialmente se alcanzó a legislar en

aras de esa aspiración. El abogado y político José Félix de Restrepo redactó

un proyecto de ley de manumisión que presentó a consideración del pre-

sidente dictador Juan del Corral. La propuesta fue aprobada el 20 de abril

de 1814 y en ella se estipuló que los hijos de las esclavas nacerían libres

y los dueños tendrían la obligación de mantenerlos y proveerles educa-

ción, en compensación a lo cual aquellos deberían servir hasta cumplir

los dieciséis años. Se instaba además a todos los propietarios testadores

a manumitir a uno de cada diez siervos que estuvieren bajo su dominio

(Montoya, 1961: 285-288). Al inal, no se logró el consenso suiciente para

que la normativa antioqueña tuviera alcance en el resto de provincias de

la Confederación. La Constitución del Estado de Mariquita de 1815 tam-

bién se pronunció a favor de la causa libertaria (Constitución, 1815: 39).

En el marco de estas continuas transformaciones políticas y de la expe-

dición de tales disposiciones, las especulaciones respecto a la posible

declaración deinitiva de la libertad de los esclavos también se hicieron

más recurrentes. Algunos amos se dieron a la tarea de tomar precaucio-

nes en el momento de comercializar sus esclavos. Hacia 1815 en Girón, el

ciudadano Benito Mantilla Rey negoció su mulata pero no sin antes dejar

en claro una tajante condición:

[…] que por cuanto en la venta que el principal ha hecho de una esclava

nombrada Petronila se ha obligado a que, si en el término de veinte y cinco

años de hoy en adelante se declara la libertad de esclavos, es obligado el

vendedor a devolver la cantidad recibida de doscientos pesos y tomar la

citada esclava (CDIHR-UIS, Archivo Notarial de Girón, t. 29, f. 14r).

Roger Pita Pico

Page 148: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

147

Ese mismo año el gironés Fernando Rey hizo contrato de venta a Josef

Antonio González de una esclava quinceañera llamada Inés, pero tuvo la

previsión de dejar consignada la siguiente advertencia: “[…] a quien se

declara que si resultare libertad a los esclavos no será a cargo del vendedor

la pérdida” (CDIHR-UIS, Archivo Notarial de Girón, t. 29, f. 121v).

Para desconsuelo de la comunidad esclava, este paquete de normas

constitucionales promulgadas en Cartagena, Antioquia y Mariquita solo

rigió hasta 1816, cuando los españoles lograron restablecer su poderío. En

realidad, son muy escasas las informaciones documentales que permiten

comprobar la iel aplicación de estas reglas en el corto margen de tiempo

en que se conservaron vigentes.

Una vez posicionados deinitivamente los republicanos en el gobierno,

aloraron algunas reivindicaciones de libertad en Antioquia. En 1819, el

vicepresidente Francisco de Paula Santander había ratiicado las manumi-

siones conferidas durante el marco de la Primera República (Rodríguez y

Rodríguez, 1988: 146), pero lo que se observa en los reclamos presentados

es una gran confusión jurídica (AHA, Gobernación de Antioquia, Negros

y Esclavos, t. 4, f. 520r-523v; t. 8, f. 525r-532v).

Paralelamente a los avances normativos y constitucionales ya mencio-

nados, durante la Primera y Segunda Repúblicas fue posible observar

nuevas demostraciones de generosidad por parte de algunos amos a

través de liberaciones masivas. Aunque eran casos aislados, de todos

modos estaban cargados de un simbolismo con el cual se buscaba exaltar

el sentimiento patriótico.

El 6 de agosto de 1810, el mismo día en que Mompox proclamó su inde-

pendencia, el alcalde ordinario don Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñeres

concedió la libertad a sus esclavos, gesto humanitario imitado por otros

vecinos de aquella villa (Salzedo, 1987: 100). Memorable fue también la

actitud asumida tres años después por la prestante dama doña María

Concepción Loperena, quien declaró la independencia de Valledupar,

fecha en la que también anunció la liberación de cientos de esclavos que

mantenía en sus haciendas (Meisel, 1994: 169). Antioquia mantuvo el

liderazgo en este tipo de liberaciones colectivas. El cura de Marinilla don

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 149: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

148

Jorge Ramón de Posada manumitió en 1813 a sus 83 negros (Correa, 1909:

21), mientras que Francisco Ignacio Mejía, vecino de Rionegro, repartió

cartas de libertad a sus 23 esclavos, adjudicándoles un globo de tierra

para su subsistencia (El Eco, 1822: 46).

La ley de manumisión de 1821 incentivaría a otros ciudadanos a des-

prenderse de sus hombres de servicio tomando como referencia fechas

célebres, ya fuera en honor a los líderes republicanos o a los hitos funda-

cionales de la República. Los diarios de la época difundieron extensamente

estos actos masivos de liberación.

En el contexto de las guerras de independencia, el esclavo tampoco cejó

en su empeño por buscar la forma de ser libre o de adelantarse a las pro-

mesas lanzadas por sus señores o por las autoridades políticas y militares.

Es por ello que la libertad fue quizás lo que más lo alentó a involucrarse en

estas contiendas, haciéndolo cambiar fácilmente de bando según las cir-

cunstancias o adhiriéndose a quien más le ofreciere. Solo así se entienden

también las crecientes deserciones ocurridas en las ilas de los ejércitos,

práctica denunciada con profunda molestia por los comandantes tanto

del lado patriota como del lado realista.

Algunos negros aprovecharon la crisis de poder y el debilitamiento de

los mecanismos de control para buscar la libertad por medios no legales,

ya fuera mediante el abandono de sus labores, la huida, la rebelión o el

refugio en los montes. La relación con sus amos se tornó más inestable

a medida que se intensiicaban las batallas. No pocos propietarios y

administradores abandonaron sus haciendas y minas para internarse

subrepticiamente en las ciudades o enrolarse en los ejércitos, situación

que favoreció enormemente las pretensiones autónomas y contestatarias

de los esclavos (Arboleda, 2006: 17).

Sobre esto, bien vale traer a colación el caso de algunos de los negros de

las minas ubicadas en la selva húmeda del litoral Pacíico, quienes toma-

ron una actitud hostil ante las intenciones de reclutamiento por parte de

ambos bandos. Esta postura libertaria implicó en ciertas circunstancias el

manejo y laboreo de las minas a cargo de las propias cuadrillas y el libre

desplazamiento por ríos y bosques. Así actuaron algunos trabajadores mi-

Roger Pita Pico

Page 150: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

149

neros de la provincia de Micay, quienes entre 1811 y 1824 se mantuvieron

en libertad y permanecieron ajenos a cualquier intento de sometimiento

o persuasión (Almario, 2005: 330-331). Lo anterior conlleva pensar que

no pocos adquirieron su libertad de hecho, gracias a la confusión y al

desorden reinante en la época.

En el marco de la guerra, muchas ofertas de manumisión fueron fugaces,

algunas no se aplicaron efectivamente, mientras que otras terminaron

abruptamente revocadas al registrarse imprevistos cambios de mando en

el poder. Las continuas rebeliones de los negros y las súbitas declaratorias

emancipadoras contribuyeron en cierta manera a acrecentar en esos

individuos las intrigas y rumores de libertad, fundamentalmente en las

áreas de marcada presencia esclava. Estas ilusiones pudieron obedecer a

las ideas liberales y al ambiente en que se debatían las tesis abolicionistas.

Las distorsionadas interpretaciones o la falta de información sobre las

medidas adoptadas en materia de manumisión también pudieron abrir

campo a las especulaciones. Así fuera mala intención o inocencia por

parte de los esclavos, la verdad es que en el fondo se palpaba una cierta

desconianza de esa comunidad hacia los gobernantes que, en últimas,

eran representantes del grupo social blanco.

La reacción de las autoridades siguió siendo de carácter represivo, lo cual

revela la aprensión y la amenaza que se sentía ante la inminencia de un

alzamiento numeroso de esclavos. La guerra de castas experimentada

en Venezuela y la revolución de los esclavos en Haití eran antecedentes

externos que con frecuencia alarmaban a los amos y a las autoridades.

Se buscó a toda costa capturar a los artíices de estos movimientos y

castigarlos ejemplarmente.

Uno de los primeros rumores de libertad registrados durante estos años

de agitación política y militar ocurrió muy temprano en la provincia del

Chocó, cuando transcurría el año de 1809. A las autoridades se les avisó

que el negro Pedro Chispa, esclavo de la mina de San Cristóbal, estaba

sembrando entre su comunidad la noticia de que eran libres. Con estas

palabras se sintetizó la denuncia contra este cabecilla de la revuelta: “[…]

este malvado ha venido instruido de Popayán por algún quiteño faccio-

nario a poner en esta provincia el fuego de la sedición”.

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 151: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

150

Se temía el alcance y propagación de esta inquietud a otras provincias,

dada la crecida presencia de esclavos y la cadena eslabonada de minas

y cuadrillas establecidas a lo largo de la costa sur de la gobernación de

Popayán, hasta Barbacoas y la costa ecuatoriana, viéndose amenazadas

las empresas y capitales de los principales vecinos de esa jurisdicción.

Los temores eran aún más justiicados en vista de los levantamientos

independentistas acaecidos recientemente en la ciudad de Quito.

Ante los hechos, el gobernador Juan de Aguirre ordenó como medida

precautoria la inmediata salida de los mineros propietarios por el pánico

y terror que sentían por esos días hacia sus esclavos. Mandó traer 40

fusiles con 500 cartuchos custodiados por cuatro soldados, y convocó a

un contingente de 100 hombres armados con la función de patrullar de

día y de noche.

Fue dictada la medida de detención preventiva contra los siguientes sos-

pechosos: el esclavo Francisco de la mina San José ubicada en la boca del

Río San Agustín, el esclavo Francisco de la mina de don Manuel Antonio

Buenaventura, el negro Ramón de propiedad de Crisólopo Piedrahíta,

el esclavo Martín de propiedad de Marcos Murillo y Juan Crisóstomo

de la mina de San Cristóbal. La orden era evitar que estos individuos se

mezclaran con las cuadrillas, con lo cual se impedía que prosperaran

las conversaciones sobre el deseo de libertad. Para ello, se recomendó

dejarlos en depósito en poder de sus propios amos, preferiblemente en

oicios domésticos, para estar a la mira de sus movimientos.

A Mariano Casaga, esclavo de la mina de San Cristóbal, y a Isidoro de

la mina de Azeite, se les mantuvo en prisión tras descubrirse que eran

compañeros allegados a Chispa. A este líder negro se le perseguía insis-

tentemente, aunque los últimos indicios señalaban que había huido por

la vía de Cartago.

Como medida adicional para preservar la quietud pública y ante cualquier

eventualidad, le pareció pertinente al mandatario provincial mantener

durante cuatro días una partida de dieciséis soldados con el pago de

3 reales diarios, cuatro soldados del destacamento de Citará y tres más

Roger Pita Pico

Page 152: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

151

del regimiento de Popayán. Se llegó incluso a solicitar al virrey la confor-

mación de una compañía de milicias. Los gastos ocasionados a la Real

Hacienda sumaban ya 84 pesos, distribuidos en el sostenimiento de pie

de fuerza y en el envío de armas desde Citará.

Para Aguirre resultaba clave estrechar la vigilancia sobre los esclavos, y

en un tono enfático alertó sobre la dañina inluencia que ejercían los ca-

pitanes negros sobre las cuadrillas y la “ciega obediencia” que le rendían

a ellos, ya que la estrategia de Chispa había sido precisamente ganarse

la conianza y adhesión de los capitanes de la zona. A criterio de este

gobernante, era altamente peligroso que un negro de “vil condición”

estuviera al mando de una partida considerable de esclavos sin tener la

capacidad de infundirles el debido respeto y los preceptos básicos del

sistema de dominación.

Por razones entendibles, Aguirre debió intervenir apresuradamente,

pero no estaba seguro de si su proceder había sido el acertado. Por eso,

decidió enviar este expediente hasta Santa Fe. Al revisar el caso, el iscal

de crimen Manuel Martínez Mancilla determinó que Chispa y Casaga de-

bían ser remitidos a una cárcel de Cartagena durante cuatro años con la

orden de no retornar jamás al Chocó. Al negro Isidoro debían aplicársele

50 azotes, compeliendo al amo a expulsarlo de la provincia o venderlo

fuera de ella. A los otros negros también se les conminó al destierro. De

este modo se creía que era factible recuperar la tranquilidad al alejar de

la provincia estos factores de perturbación.

En su concepto, el iscal de lo civil Diego Frías creyó relevante oír primero el

concepto del síndico procurador general para poder emitir una sentencia

equilibrada. El virrey estuvo de acuerdo con los fallos de ambos iscales.

El 5 de mayo de 1810 se ordenó enviar estas providencias al Chocó (AGN,

Negros y Esclavos de Cundinamarca, t. 2, f. 385r-393v). Del desenlace de

esta historia no se sabe nada, aunque es muy probable que continuaran

esas mismas actitudes levantiscas, dado que a los dos meses asomarían

en varios puntos de la Nueva Granada las primeras manifestaciones de

emancipación política protagonizadas por los criollos.

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 153: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

152

Antioquia siguió siendo el territorio en donde más retumbaban los

rumores de libertad. El impulso experimentado en esta provincia en

torno a la manumisión lo atribuye el historiador Mario Diego Romero

al hecho de que allí fue evolucionando una estructura esclavista al lado

de pequeños empresarios que trabajaban en la vecindad de los Reales

de minas, dándose además posibilidades de movilidad social para un

número creciente de negros que alcanzaban su libertad por medio de la

auto-compra (2003: 64).

En el año de 1810 se respiraba mucha desconianza en esta área debido

a que en Cartagena y en otras localidades los esclavos estaban pidiendo

la libertad. Para las autoridades provinciales esto era un motivo suprema-

mente delicado, máxime cuando la cantidad de negros excedía los 18.000.

Al caos reinante se le sumaban los indios del pueblo de Sabaletas, que

por estos días andaban también revoltosos.

Ante este ambiente de tensión, el gobernador Francisco de Ayala dictó el

20 de julio6 de ese mismo año un bando en el que apremió a los cabildos

de la provincia a adoptar las precauciones pertinentes. Primero que todo,

mandó hacer un inventario de las armas de fuego disponibles, destinando

el pie de fuerza necesario bajo las orientaciones de los alcaldes pedaneos.

La segunda medida consistía en el alistamiento de pólvora, plomo y demás

pertrechos existentes, elementos que servirían de base para armar aunque

fuera una tercera o una cuarta parte de los escopeteros, mientras que los

demás serían equipados con lanzas. La idea era constituir dos compañías,

cada una con un centenar de efectivos, para lo cual había que emprender

un proceso de alistamiento que se haría con la selección de aquellos indivi-

duos de buena talla y disposición ubicados entre los 14 y los 45 años. Cada

compañía estaría integrada por un capitán, dos tenientes, dos sargentos,

tres tambores, ocho cabos primeros, ocho cabos segundos y 76 soldados.

Con estas fuerzas se aspiraba a neutralizar cualquier conato de insurrección

urdido por la comunidad negra (AHMM, Concejo, t. 76, f. 132r-133r).

6 Justo ese mismo día empezaban a vivirse en Santa Fe las revueltas que abrirían el camino para el primer periodo de independencia republicana.

Roger Pita Pico

Page 154: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

153

Varias leguas al sur de Antioquia, corrió en 1811 entre los esclavos de

la parroquia de Chaparral el rumor de que todos eran libres y que las

tierras donde laboraban eran de propiedad comunal. Se denunciaron

fugas colectivas, reuniones a escondidas en varias haciendas, resistencia

a trabajar e irrespeto continuo a las autoridades. Fue revelada además

la estrategia de los negros de acusar falsamente a sus dueños de sevicia

para con este arbitrio deambular como libres. Las amenazas iban desde

atumultuarse, hasta el extremo de incendiar la parroquia y acabar con

sus amos. Estos, entre tanto, se abstenían de corregirlos, temerosos de

una inminente retaliación.

El argumento central expuesto por los esclavos era similar al de los ne-

gros antioqueños: la aparente existencia de una ley dictada por la Junta

Suprema de España que había sido escondida premeditadamente. Según

Manuel José Gutiérrez Henríquez, alcalde del lugar, estas reclamaciones

pudieron tener su origen en la mala interpretación de un fallo que el

Tribunal de Justicia de Ibagué había emitido días atrás protegiéndolos y

amparándolos de algunos abusos.

Las autoridades locales se vieron precisadas a estudiar la mejor alternativa

para enfrentar estas intimidaciones, mientras que los vecinos sumaban

voluntades para efectuar rondas por las noches. Tras examinarse en Santa

Fe los testimonios, el iscal de la Sala de Justicia consideró este asunto de

la mayor gravedad y no descartó que en esto anduvieren involucrados

los enemigos del actual sistema de gobierno, que como artimaña política

hacían creer a los esclavos ser libres para que se rebelaran en contra del

establecimiento.

Por lo pronto, el iscal pidió al alcalde hacerles entender a los levantiscos

que el naciente gobierno republicano no había prescrito ninguna directriz

en tal sentido, instándolos a permanecer en sumisión so pena de severos

castigos. El expediente se trasladó después al juez de primera instancia

para que procediera contra los implicados conforme a la justicia ordinaria

y con presencia del síndico protector de esclavos (AGN, Esclavos, t. 2, f.

287r-290v).

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 155: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

154

En 1812 sucedió en tierras antioqueñas otro episodio que hace pensar que

las ideas de igualdad e independencia política preconizadas por los líderes

del primer experimento republicano pudieron de algún modo atizar el

sentimiento libertario entre los esclavos, incitándolos a exigir derechos

negados desde mucho tiempo atrás. Los hechos ocurrieron cuando un

esclavo se acercó ante el Tribunal Superior de Justicia de Medellín para

reclamar su libertad. No se trataba de ningún incumplimiento por parte

del amo a una promesa hecha en tal sentido ni a un desconocimiento de

manumisión por compra; simplemente se exigía la declaración inmedia-

ta e incondicional de tal beneicio. La inusual petición bien pudo pasar

desapercibida si no fuera porque fue imitada en días siguientes por otros

individuos de la misma condición étnica.

José Antonio Gómez, Presidente del Estado de Antioquia, fue enterado de

estos requerimientos a los que no dudó en tipiicar de graves y por “fuera

de los casos comunes”. Sin poder ocultar su desconcierto, pensó que lo

más conveniente en ese instante era nombrar una comisión especial, a

la que delegó todas las facultades necesarias para que se encargara de

examinar la situación y de recomendar las acciones por seguir. Este órgano

estaba conformado por altos funcionarios y hombres de certiicada tra-

yectoria pública: el prefecto del Senado y vicepresidente del Estado don

José Miguel de Restrepo, el ministro del Tribunal de Justicia don Manuel

José Bernal y don José Manuel Restrepo7, en calidad de consejero.

De esto se informó al Consejo Electoral y se apremió a los cabildos y jus-

ticias mayores para que adoptaran máximos dispositivos de seguridad

y evitaran que tal tipo de pretensiones derivara en desbordes sociales,

[…] a in de que estén en la mira para impedir que ninguno contraríe las

paternales intenciones del Gobierno, ni los esclavos causen alborotos ni

excesos que serán mirados y castigados en tal caso como un verdadero

motín y levantamiento, y pásese orden al Comandante General de Armas

para que inmediatamente proceda de acuerdo con el Mayor General a

poner listos, armados y municionados quinientos hombres escogidos con

sus respectivos oiciales, que deberán formar un cuerpo volante pronto a

7 Este político e historiador fue gobernador de Antioquia y más tarde Secretario del Interior durante la Segunda República.

Roger Pita Pico

Page 156: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

155

marchar a donde lo exijan las circunstancias peligrosas en que se halla la

Patria, que no desconociendo los derechos del último de los ciudadanos,

desea y quiere conciliarlos con la paz y al interés general del Estado (Zuleta,

1915: 35-36).

Infortunadamente, no existen pistas reveladoras sobre el epílogo de esta

historia, pero cabe subrayar ciertas similitudes en relación con la actitud

ofensiva asumida por las autoridades durante los levantamientos acae-

cidos en esas mismas latitudes en 1781 y en 1810. Quedaba en evidencia

en todos estos casos el temor de los amos y de los gobernantes ante una

virulenta e incontenible movilización en masa de la comunidad negra en

procura de viejas reivindicaciones.

Para el año de 1814 de nuevo se avivaron en estas comarcas los rumores

de libertad, esta vez a raíz de la ley sobre manumisión de esclavos. En la

ciudad de Santa Fe de Antioquia se denunció en septiembre de ese año

al mulato Cornelio Sarrazola, perteneciente a Manuel Herrón, por andar

pregonando entre otros esclavos el murmullo de que eran libres tanto

ellos como sus hijos. Hablaban incluso de lo imperioso que era hacer esta

exigencia ante las autoridades, aunque fuesen obligados a responder por

la pensión de sostenimiento impuesta a los amos.

De inmediato, el alcalde de segunda nominación de la ciudad se dio a la

tarea de investigar el asunto, para evitar trastornar la tranquilidad pública

por estos rumores “sospechosos y criminales”. Fue llamado a declarar el

esclavo Victorino Garro y todos aquellos que habían aportado un real a

Cornelio para que este formalizase la petición ante el presidente de la

provincia y con amenaza de que, si no se atendían sus demandas, recu-

rrirían a las armas y al uso de la violencia. Se les dejó muy en claro que

solo tenían derecho a disfrutar de la libertad aquellos nacidos después

de la expedición de la ley.

Para el iscal Pedro Josef de Garro, esto no era más que una conjura de

unos “alucinados” que habían interpretado de manera siniestra la ley de

libertad de vientres y que ahora pretendían la manumisión por la vía de

la fuerza. El motor principal de este movimiento fue conminado a delatar

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 157: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

156

a sus cómplices y consejeros, y se pidió no dejar impunes a estos altera-

dores de la paz ciudadana.

El procurador Cayetano Buelta Lorenzana consideró el concepto del iscal

“lleno de futilidades” y le pidió a este funcionario no referirse a Cornelio

como criminal por no habérsele comprobado aún delito alguno. En algu-

nos apartes de su defensa, Buelta Lorenzana resaltó el hecho de que las

inquietudes de los esclavos eran producto de las conversaciones propias

de un ambiente en el que era habitual discutir el tema de la manumisión:

Varios esclavos, reconociendo su dignidad de hombres, sin embargo de

su embrutecimiento y su desgracia: habiendo llegado a su noticia que cir-

culaban tantos papeles públicos que declaman contra la esclavitud, y que

han penetrado hasta los últimos rincones de la provincia y últimamente

impuestos de la ley promulgada sobre la libertad de su posteridad, de esa ley

dictada en honor del género humano, se reunieron varios esclavos e hicieron

su junta. ¿Para qué la hicieron? Para tratar de representar humildemente

al Exmo. Señor Presidente para ver si conseguían el que se les declarase la

gracia de que fuesen libres (AHA, Criminal, B84, L. 1810-1814, doc. 14, f. 8v).

El procurador recordó que los esclavos no tenían armas en su poder, ya

que estas se habían mandado a recoger y que solo contaban con sus

instrumentos de trabajo, además de no estar comprobado que fueran

a actuar con violencia. Lo justo, según él, era dejar libre a Cornelio y de-

clararlo inocente.

Pero por ser un asunto de gobierno y de trascendencia para la seguridad

pública, se pasó el expediente para revisión del presidente del Estado de

Antioquia, a efectos de que implementara los correctivos más oportunos.

En su pronunciamiento del 17 de noviembre, este mandatario ordenó

entregar el líder negro a su amo para que este velara por su conducta

y evitara cualquier mitin sospechoso con otros de su clase, so pena de

severos castigos. Creyó importante asimismo recalcarles a los esclavos

el verdadero alcance de la ley de 1814, en consecuencia a lo cual debían

rendir a sus dueños total obediencia y sumisión. Finalmente, impartió

instrucciones al subpresidente para que estuviera atento al desarrollo

de los acontecimientos. Herrón, el amo, debió responder con cuatro

castellanos y once tomines por los costos del proceso.

Roger Pita Pico

Page 158: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

157

En las extensas sabanas de la costa Caribe, los negros esclavos vivían de

una manera más dispersa y descontrolada en las denominadas "rochelas",

con unos altos índices de cimarronismo (Herrera, 2002: 203-248). En marzo

de 1816, pocos meses después de haber reconquistado Pablo Morillo el

puerto de Cartagena, el gobernador Gabriel de Torres y Velasco se dio

a la tarea de imponer el antiguo orden colonial y restaurar la seguridad

en los campos y poblados de esta provincia. Dentro de ese propósito

impartió instrucciones al alcalde de la localidad de Ternera para que

controlara la situación en la hacienda de Matute, en donde los esclavos

“[…] se niegan a obedecer a su señora suponiendo falsamente ser libres

indudablemente seducidos por los de dicha clase que viven entre ellos,

quienes por sus vicios no quieren sujetarse a población reglada como

está mandado” (Bell, 1991: 92).

Como caso inal para ilustrar mejor este tema sobre los rumores de liber-

tad, bien vale traer a colación la experiencia vivida en las minas de San Juan

en inmediaciones de Barbacoas, provincia del Cauca, en donde se pudo

rastrear un historial de sublevaciones protagonizadas por trabajadores de

estas explotaciones auríferas. Gracias al completo recuento dejado por el

amo don Gerónimo de Torres, se puede observar que allí las inquietudes

de los esclavos de ser libres se prolongaron prácticamente desde 1811

hasta 1820, siendo un motivo de inestabilidad y zozobra constante.

En un extenso escrito dirigido al gobernador de la provincia, Torres relató

cómo a su llegada en el año de 1810 encontró extraídas las herramientas,

aniquilados los plantíos, destruidas las labores y repartidos los terrenos.

Antes que reprenderlos, optó mejor por tratarlos con suavidad y pater-

nalismo. Les suministró nuevos instrumentos de trabajo, les curaba las

enfermedades, les proporcionaba víveres suicientes, los castigaba mo-

deradamente e incluso era permisivo con algunas diversiones. De nada

le sirvió este manejo indulgente y bondadoso, porque seguían con el

mismo carácter insolente.

Toda esta rebeldía se le atribuía a la “fábula alarmante e insidiosa” de que

había venido a América una reina negra trayendo la libertad para todos

los esclavos, hecho que según la versión de ellos se escondió premedi-

tadamente por los amos y los gobernantes de turno. Los negros habían

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 159: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

158

celebrado juntas nocturnas y programaron acciones para sacudirse del

yugo, y a principios de enero de 1811 le notiicaron a su dueño que no

contara con ellos ni con las minas, porque estas eran ahora de propiedad

comunal.

A esta insurrección se sumaron los esclavos del Real de minas de Taparal.

Para contenerlos, Torres propuso como única solución obstruir el camino

y cortarles la introducción de víveres a todos los pueblos de ese distrito.

Como medida complementaria, le hizo saber al gobernador español

Miguel Tacón la necesidad de apostar un par de soldados para mantener

custodiada esa entrada.

Por su parte, para el asesor Joaquín Rodríguez lo más aconsejable era

persuadir a los negros, recordándoles que jamás se había expedido una

ley de libertad y que todos debían permanecer bajo el dominio de sus

señores. Asimismo, había que procurar que los comerciantes que frecuen-

taban esa mina comunicaran a los esclavos esta providencia, con lo cual

se evitaría el cerramiento del camino acostumbrado, medida que podía

repercutir negativamente en la economía local (ACC, Independencia, Civil

III, 2 Gobierno, sign. 6.597, f. 1r-2v).

Tacón hizo un nuevo esfuerzo por desengañarlos de las ideas quiméricas

de libertad, pero los esclavos se resistieron a estas intimidaciones. Por el

contrario, buscaron por todos los medios robustecer su voz de protesta

uniéndose a otras cuadrillas costeras y gobernándose a sí mismos, a tal

punto que durante la asonada no mandaron ni una onza de oro a su amo.

Aun después de recobrar el poder los realistas en 1816, los negros persis-

tían en sus alborotos, a pesar de los reiterados llamados del gobernador

José Solís para que tomasen conciencia de la necesidad de regresar a la

vida en sumisión. Para 1819 la calma ya estaba casi restablecida, excepto

algunos brotes de inconformismo. Torres, en un nuevo afán por com-

placerlos, les brindó la oportunidad de buscar nuevo amo al que así lo

quisiera. Pero esta tranquilidad era solo pasajera por cuanto en 1820 las

fugas, las asonadas y las amenazas volvieron a reactivarse. Andaban como

libres e incluso se habían atrevido a organizar un baile en la propia casa

de Torres sin su consentimiento, insultándolo en sus cantos.

Roger Pita Pico

Page 160: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

159

Las pérdidas materiales para este empresario eran más que evidentes.

En 1820 había invertido 700 pesos y apenas recuperó 400, además de las

abultadas deudas por las que tenía que responder. Desesperado por este

cúmulo de desórdenes, tramitó ante el gobierno el envío de una partida

de 15 a 20 hombres armados para escarmentar a los insubordinados, pero

teniendo particular cuidado en identiicar y desterrar a las cabezas visibles

y a sus familias, ya que las simples reconvenciones de los últimos tres

gobiernos no habían surtido el debido efecto (ACC, Independencia, Civil

III-2 Gobierno, sign. 6.596, f. 1r-2r). Todos estos antecedentes permiten

explicar por qué Torres se opuso radicalmente a la ley de manumisión

de 1821.

Del rumor a la frustración de una libertad

aplazada, 1819-1824

Aunque se apoyara irmemente el proyecto de independencia política, se

evidenció bastante diicultad para crear entre los propietarios la concien-

cia suiciente a efectos de otorgarles a los negros los mismos derechos

básicos ejercidos por el resto de la población.

Aun cuando las instituciones republicanas surgidas de las guerras de inde-

pendencia quisieran imponer por decreto la igualdad social, en realidad

todavía subyacía una acentuada heterogeneidad social y étnica que venía

operando desde más de dos siglos de dominio colonial. Existía entonces

un desfase no resuelto entre las intenciones por implantar un nuevo orden

y las costumbres y mentalidades que aún primaban (Almario, 2005: 323).

Después de tantas promesas, el ascenso deinitivo del gobierno repu-

blicano en 1819 abriría el paso a algunas normas que empezaron a ijar

ciertas concesiones y oportunidades hacia una vida libre. Las vacilaciones

e indeiniciones detectadas en las leyes de manumisión promulgadas

durante estos años de independencia política darían lugar a nuevas su-

blevaciones esclavistas, esta vez no tanto sobre bases ilusorias, sino más

bien por efecto de malas interpretaciones o expectativas infundadas.

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 161: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

160

Pese a las sugerencias planteadas por el Presidente Simón Bolívar, la ley

del 11 de enero de 1820 (Correo del Orinoco, 1998: 205-206) pospuso

cualquier decisión deinitiva en torno a la manumisión, aunque allanó el

camino para la más grande convocatoria militar de esclavos en la Nueva

Granada a través de la cual los conscriptos recibirían a cambio la gracia de

la libertad al cumplir dos años de servicio en las armas (AGN, Secretaría

de Guerra y Marina, t. 325, f. 331r). Sobre este llamamiento no dejaron

de sobrevenir ciertas tergiversaciones respecto a los verdaderos alcances

de dicha medida.

El gobernador y comandante militar del Cauca don José Concha rindió un

informe sobre la algarada generada por la mala interpretación de la orden

de enrolamiento. Pronto llegaron noticias de una sublevación de negros

en Cali después de conocer el distorsionado bando que los persuadía a

todos a reclutarse a cambio de ser manumitidos. Sobre esto, Bolívar les

aclaró a las autoridades provinciales que se habían equivocado en con-

fundir la libertad con la leva de los esclavos para el servicio, es decir, su

mandamiento estaba orientado a lograr la incorporación de los negros

más hábiles, pero debía entenderse muy bien que era exclusivamente

hasta completar la meta de los 2.000 esclavos solicitados (Cartas, 1988: 87).

El vicepresidente Santander debió apaciguar también los ánimos en el

Chocó, en donde impartió instrucciones a sus gobernantes para que se

aseguraran de que solamente los aptos para el servicio militar quedaran

redimidos de la esclavitud y el resto debían permanecer en poder de sus

amos (AGN, Miscelánea, t. 201, f. 118v-121r). Todavía al año siguiente, el

mismo Santander se declaraba perplejo y sin saber qué decisión asumir

frente al hecho de que diariamente se presentaban ante él esclavos an-

siosos por abandonar el servicio de sus amos y tomar el de las armas para

poder ser libres (Cortázar, 1956: 355).

Luego de una acalorada discusión y bajo la inobjetable orientación del ya

mencionado político antioqueño don José Félix de Restrepo, el 21 de julio

de 1821 el Congreso de Cúcuta aprobó una ley en donde se postergó una

vez más la declaratoria absoluta y universal de la libertad de los esclavos,

aunque se ijaron algunos avances dirigidos hacia un proceso gradual a

través de dos mecanismos especíicos: la libertad de partos y la confor-

Roger Pita Pico

Page 162: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

161

mación de las juntas de manumisión (AGN, Gobierno Civil, t. 38, f. 514r).

Al poco tiempo de ser publicada, desde distintos puntos de la República

empezó a brotar una serie de cuestionamientos que ponían de presente

las falencias e inconsistencias de esta normativa. El debate en Bogotá y a

nivel provincial se amplió a través de los periódicos de la época: la Gaceta

de Colombia, el Correo de la ciudad de Bogotá, La Indicación, La Miscelánea

y El Constitucional, entre otros. Las reacciones más conservadoras y los

más elaborados proyectos de reforma provinieron de representantes de

la élite caucana y cartagenera, característicos empresarios esclavistas.

Estas críticas coincidían casi siempre en tres tesis cardinales que engloba-

ban el trasfondo jurídico, económico y moral del proceso de manumisión:

el atentado contra la legítima propiedad, la afectación de la economía y

la amenaza ante la desmesurada conducta de los recién liberados. Este

acervo de propuestas, que al inal no fueron acogidas, puso de relieve la

incertidumbre desatada por estas reglas de manumisión.

Lo cierto es que la gradualidad planteada por esta ley de 1821 intensiicó

las rebeliones de los esclavos y trajo en esta comunidad mucho más

desasosiego, especialmente entre aquellos que aún quedaban bajo estado

de subyugación y que ansiaban disfrutar de una vida libre.

A in de cuentas, para la población esclava la participación en estas luchas

resultó estéril, pese a los periódicos ofrecimientos de manumisiones

individuales o colectivas. Solo algunos con suerte y otros vinculados al

campo de batalla pudieron acceder a tal beneicio, pero al inal la mayoría

de ellos continuaría en estado de sujeción.

A manera de relexión

Sin lugar a dudas, en los rumores de libertad desempeñó un papel pre-

ponderante la transmisión de experiencias a través de los lazos genera-

cionales, lo que constituye una prueba de resistencia de un sentimiento

comunicado por medio de la historia oral, ya que la mayoría de los es-

clavos eran iletrados; un anhelo percibido durante la revuelta Comunera

y que tres décadas después fue revivido por esclavos mayores o por sus

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 163: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

162

descendientes, que avizoraron en el marco de las guerras de indepen-

dencia el espacio propicio para renovar sus expectativas de libertad. La

provincia de Antioquia fue el mejor ejemplo de esa dinámica histórica.

Esos reclamos no solo eran el relejo de un deseo natural de ser libres,

sino que también respondían a la intención desesperada de zafarse de

las desdichas propias de la vida esclavista.

En este tema de la libertad de los negros queda una vez más en evidencia

la intensa politización de la sociedad neogranadina desde inales de la

era colonial hasta el inicio del gobierno republicano, a través de distintos

escenarios: desde las asambleas y los periódicos, hasta los improvisados

y furtivos cabildos negros. Ese debate político logró penetrar no solo las

esferas altas y cultas de la sociedad, sino también los sectores bajos. Obvia-

mente, la falta de información y la diicultad para entender la complejidad

de los procesos políticos en marcha pudieron desembocar muchas veces

en falsas creencias o especulaciones. En otras coyunturas, los rumores

también sirvieron como arma política desestabilizadora.

Otro factor imposible de desconocer fueron los continuos cambios de

gobierno y la inestabilidad jurídica presentada particularmente durante la

época de Independencia. Desde luego, esto generaba una insospechada

incertidumbre entre la población negra. Aun después de las imprevisibles

transformaciones políticas, el clamor de libertad seguía siendo el mismo

en vista de que no se vislumbraban soluciones rápidas y efectivas a las

expectativas reinantes.

A in de cuentas, las manifestaciones de protesta de los esclavos se

quedaron en el plano provincial y nunca llegó a consolidarse un gran

movimiento que hubiera podido convertirse en una verdadera amenaza

para las autoridades establecidas. La falta de recursos y las limitaciones

de maniobra por su condición de subyugados les impidió tener éxito en

ese propósito. No obstante, tal como se vio en el caso de Antioquia en

el año de 1782, debe reconocerse que se dieron algunos intentos para

articular un movimiento por lo menos a escala regional en el occidente

neogranadino.

Roger Pita Pico

Page 164: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

163

La respuesta oicial frente a estas reclamaciones fue la vía represiva, así

estuvieran gobernando los españoles o los republicanos. La razón por

la cual se desechó la vía de la negociación fue no solo porque estaba

en juego el valor de los esclavos rebelados y su incuestionable aporte a

la economía, sino también porque prevalecía la amenaza de saqueos y

otros atentados contra el capital de los amos. Sin duda, tuvo mucho que

ver aquí la condición y el estatus de los implicados, y el tipo de relacio-

nes de dominación y represión en que estaban inmersos. Simplemente,

las autoridades no estaban dispuestas a permitir que el orden público

terminara aún más trastocado y por eso se temió a cualquier alzamiento

de los negros o a potenciales alianzas que podían fraguarse con otros

grupos sociales o étnicos. Las medidas aplicadas no siempre fueron tan

oportunas; todo dependió del contexto geográico, las circunstancias

políticas y los recursos estatales disponibles para encarar la situación.

Una vez culminadas las guerras de independencia, muchas de las espe-

ranzas de los esclavos resultaron frustradas ya que aun con el sacriicio

de algunos de ellos, habrían de pasar tres décadas para abrazar el goce

de la libertad deinitiva.

Referencias

Fuentes primarias de archivo

Archivo General de la Nación – AGN. (Bogotá). Sección Colonia, Fondo

Negros y Esclavos de Cundinamarca, tomos 2, 5.

Archivo General de la Nación – AGN. Sección Archivo Anexo, Fondo Escla-

vos, tomo 2.

Archivo General de la Nación – AGN. Sección Archivo Anexo, Fondo Gobierno

Civil, tomo 38.

Archivo General de la Nación – AGN. Sección República, Fondo Miscelánea,

tomo 201.

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 165: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

164

Archivo General de la Nación – AGN. Sección República, Fondo Secretaría

de Guerra y Marina, tomo 325.

Archivo Central del Cauca – ACC. (Popayán). Sala Independencia, Civil III,

2 Gobierno, signaturas 6.596, 6.597.

Archivo Histórico de Antioquia – AHA. (Medellín). Fondo Comuneros, tomo

332, documentos 6.323, 6.330.

Archivo Histórico de Antioquia – AHA. Fondo Criminal, caja B84, legajo

1810-1814, documento 14.

Archivo Histórico de Antioquia – AHA. Fondo Gobernación de Antioquia,

Serie Negros y Esclavos, tomos 4, 8.

Archivo Histórico Municipal de Medellín – AHMM. Fondo Concejo, tomo 76.

Biblioteca Nacional de Colombia – BNC. (Bogotá). Fondo Manuscritos,

libros 184, 223, 372, 376.

Biblioteca Nacional de Colombia – BNC. Fondo Quijano, pieza 153(7).

Centro de Documentación e Investigación Histórico Regional, adscrito a

la UIS – CDIHR-UIS. (Bucaramanga). Archivo Notarial de Girón, tomos

2-30.

Fuentes primarias impresas

Cartas Santander-Bolívar (1988). Bogotá: Biblioteca Presidencia de la

República, tomo 2.

Constitución de Mariquita (1815). Santafé: Imprenta del Estado.

Correo del Orinoco (Angostura, Venezuela), 1818-1821. (1998). Bucaraman-

ga: Gerardo Rivas Moreno (Ed.).

Cortázar, R. (Comp.) (1956). Cartas y Mensajes del General Francisco de

Paula Santander. Bogotá: Academia Colombiana de Historia, vol. 3.

Roger Pita Pico

Page 166: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

165

Documentos para la historia de la insurrección Comunera en la provincia

de Antioquia 1768-1798 (1982). Medellín: Universidad de Antioquia.

El Eco de Antioquia (1822). Medellín: Imprenta del Gobierno por Manuel

María Viller-Calderón, No. 11.

Montoya y Montoya, R. (1961). Obras Completas de José Félix de Restrepo.

Bogotá: Editorial Bedout.

Rodríguez Plata, H. y Rodríguez, J.C. (Comps.). (1988). Escritos sobre San-

tander. Bogotá: Biblioteca de la Presidencia de la República, tomo I.

Salzedo del Villar, P. (1987). Apuntaciones historiales de Mompox. Cartagena:

Gobernación del Departamento de Bolívar.

Fuentes secundarias

Aguilera Peña, M. (1985). Los Comuneros: guerra social y lucha anticolonial.

Bogotá: Universidad Nacional.

Almario García, Ó. (2005). Racialización, etnicidad y ciudadanía en el

Pacíico neogranadino, 1780-1830. En Independencia y transición

a los Estados nacionales en los países andinos: nuevas perspectivas.

Bucaramanga: UIS-OEI.

Arboleda Niño, J.I. (2006). Entre la libertad y la sumisión. Estrategias de

liberación de los esclavos en la gobernación de Popayán durante la

Independencia, 1808-1830. Bogotá: Departamento de Historia de la

Universidad de los Andes, Documento CESO No. 110.

Arciniegas, G. (1939). Los Comuneros. Bogotá: Editorial ABC.

Bell Lemus, G. (1991). Deserciones, fugas, cimarronajes, rochelas y uniones

libres: el problema del control social en la provincia de Cartagena al

inal del dominio español 1816-1820. En Cartagena de Indias: de la

Colonia a la República. Santafé de Bogotá: Fundación Simón y Lola

Guberek.

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 167: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

166

Briceño, M. (1977). Los Comuneros (2ª. ed.). Bogotá: Carlos Valencia Editores.

Correa, R. (1909). Biografías regionales. Dr. Jorge Ramón de Posada. Mede-

llín: Imprenta Oicial.

Díaz Díaz, R.A. (2001). Esclavitud, región y ciudad. El sistema esclavista

urbano regional en Santa Fe de Bogotá 1700-1750. Bogotá: Pontiicia

Universidad Javeriana.

Enciclopedia Universal Ilustrada europeo-americana (1916). Madrid: Espasa-

Calpe, tomo XI.

Hernández de Alba, G. (1956). Libertad de los esclavos en Colombia. Bogotá:

Editorial ABC.

Herrera ángel, M. (2002). Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial

y control político en las Llanuras del Caribe y en los Andes Centrales

Neogranadinos. Siglo XVIII. Bogotá: Icanh-Academia Colombiana de

Historia.

Jaramillo Uribe, J. (1989). Ensayos de historia social. Bogotá: Tercer Mundo-

Ediciones Uniandes, tomo I.

Klein, H. (1986). La esclavitud africana en América Latina. Madrid: Alianza

Editorial.

Meisel Roca, A. (Ed.) (1994). Historia económica y social del Caribe Colom-

biano. Bogotá: Ediciones Uniandes-Ecoe Ediciones.

Pita Pico, R. (2003). La manumisión en Santander durante el periodo co-

lonial. En Boletín de Historia y Antigüedades, 820. Bogotá: Academia

Colombiana de Historia.

Romero Vergara, M.D. (2003). Sociedades negras en la Costa Pacíica del

Valle del Cauca durante los siglos XIX y XX. Cali: Secretaría de Cultura y

Turismo del Valle del Cauca.

Tovar Pinzón, H. (1994). Convocatoria al poder del número. Santafé de

Bogotá: Archivo General de la Nación.

Roger Pita Pico

Page 168: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

167

Zuleta, E. (1915). Movimiento antiesclavista en Antioquia. Boletín de

Historia y Antigüedades, 109. Bogotá: Academia Nacional de Historia.

Rumores de libertad entre la población esclava

Page 169: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas
Page 170: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

169

Participación de la plebe santafereña 1en los albores de la Independencia*

2Robert Ojeda Pérez**

Recepción: 20 de agosto • Aprobación: 27 de septiembre

Resumen

Por medio de este artículo se quieren mostrar las distintas formas de

participación que tuvo la plebe en Santafé frente a los abusos de poder

del sistema colonial. La historiografía ha ubicado como punto de partida

del proceso de independencia un hecho histórico como fue el ocurrido

el 20 de julio de 1810, y además ha señalado la participación de la élite

criolla como único agente en dicho proceso. Con este escrito se invita a

relexionar sobre otros sujetos, quienes también agenciaron el proceso

de independencia y desde muchos años atrás. Se exponen una serie de

estudios de caso, que hacen parte de una investigación empírica más

compleja, para sustentar dicha relexión sobre la participación de la plebe

santafereña en los albores de la Independencia.

Palabras clave: Plebe, Independencia, Santafé, delitos, juicios criminales,

20 de julio de 1810, colonia, historiografía, Colombia, sectores subalternos,

historia social, historia cultural, historia política

* Una versión preliminar y ajustada a tiempos de conferencia fue presentada en el Congreso Inde-pendencias, Quito 27 a 31 de julio de 2009. Esta es una investigación que se está realizando en la Universidad de La Salle con el grupo Cultura y Sociedad de la Facultad de Filosofía y Humanidades, categoría A1.

2 Historiador de la Universidad Javeriana, Magíster en Historia de la Universidad de los Andes. Profesor de tiempo completo en la Universidad de La Salle. Coordinador Área de Historia. Correo electrónico: [email protected]

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 169-194

Page 171: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

170

Involvement of Santafe’s

Rabble at the dawn of Independence

Abstract

This article intends to demonstrate the several ways of involvement that

Santafé’s rabble had against the power excessess of the colonial system.

Historiography has placed as starting point of the independence process

a historical fact like the one ocurred on July 20th 1810. It has also pointed

out the involvement of the criollos elite as sole agent in that process.

This article invites to relect on other subjects, who were also agents in

the process of independence and from many years back. A series of case

studies is exposed. These are part of a more complex empiric research,

to support this relection on the involvement of Santafe’s rabble at the

dawn of Independency.

Keywords: rabble, Independence, Santafé, crimes, criminal trials, July

20th 1810, colony, historiography, Colombia, subordinate sectors, social

sectors, cultural history, political history

Page 172: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

171

Participation de la plèbe de Santa Fe

a l’aube de L’Indépendance

Résumé

Par le biais de cet article, on veut montrer les diférents types de partici-

pation que la plèbe a eus à Santa Fé, face aux abus de pouvoir du système

colonial. L’historiographie a situé comme point de départ du processus

d’indépendance un fait historique comme celui qui a eu lieu le 20 Juillet

1810 et, de plus, a signalé la participation de l’élite créole comme seul

agent du dit processus. Ce texte invite à réléchir sur d’autres sujets, qui ont

aussi agi dans le processus d’indépendance et ceci bien des années avant.

Une série d’études de cas qui font partie d’une recherche empirique plus

complexe sont exposés, pour soutenir cette rélexion sur la participation

de la plèbe de Santa Fé à l’aube de l’Indépendance.

Mots-clés: Plèbe, indépendance, Santa Fe, délits, jugements criminels,

20 juillet 1810, colonie, historiographie, Colombie, secteurs subalternes,

histoire sociale, histoire culturelle, histoire politique

Page 173: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

172

Introducción

La plaza mayor de la ciudad de Santafé fue el escenario para que en la

mañana del 20 de julio de 1810 estallara la revuelta más grande que jamás

se hubiera convocado y que jamás hubieran presenciado los funcionarios

españoles en su contra. Unos criollos notables se habían confabulado

para retomar sus cargos y mantener el poder local solicitando cabildo

abierto, apoyados por la plebe que se encontraba reunida por ser día de

mercado. Estos gritaban furiosamente insultos contra sus gobernantes.

La historiografía colombiana ha privilegiado algunos relatos sobre estos

acontecimientos como es la obra de José Manuel Restrepo (1974), que

contiene una versión bastante acomodada frente a la participación de

las familias criollas, pues no profundiza en la participación del pueblo y

privilegia a las élites debido a las condiciones de la época en la que fue

escrita. La obra de José Manuel Groot (1869) presenta las mismas carac-

terísticas. Teniendo en cuenta los avances historiográicos actuales, se

deben dejar de criticar los vacíos de estas obras decimonónicas frente a

la participación de la plebe; no se les puede pedir las mismas condiciones

teóricas, metodológicas y de perspectiva empírica de hoy a trabajos que

respondían a las necesidades de su momento y a las formas de pensar

de su contexto. Debemos superar ese lugar común de crítica y empezar

a evaluar las nuevas producciones y los nuevos enfoques desde nuestro

contexto y nuestros intereses, pero no trasladar estos a trabajos que no se

habían pensado desde estas perspectivas. Tampoco debemos quedarnos

con los textos que se publicaron a comienzos y mediados del siglo XX,

pues también adolecen de marcos conceptuales como se desarrollan

hoy. En in, cada escrito pertenece a un momento histórico y es hijo de

su contexto.

Es así que se contempla como marco conceptual para este artículo la

cultura popular (Chartier, 1994: 43-62), en la que se privilegia el análisis y

la interpretación del tejido social a plenitud, acogiendo la participación

del pueblo. Margarita Garrido señala para el periodo de independencia

que frente a la “apariencia de unidad social yacían expectativas diferen-

tes, una desconianza mutua y un gran miedo. La armonía inicial entre la

Robert Ojeda Pérez

Page 174: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

173

élite y el pueblo pronto se vería afectada: las diferencias en el trasfondo

cultural –creencias, nociones, experiencias y expectativas– de los grupos

producirían su disensión” (Garrido, 1991: 88)1. ¿Cuáles eran los intereses

de la gente del común para gritar cabildo abierto? ¿Quería el pueblo

acompañar el proyecto político de los criollos? ¿Fueron manipulados y

utilizados como masa indómita?

Estos son algunos interrogantes que podrán servir como referentes para

desarrollar el contenido de la presente propuesta, centrada en saber cuál

era el ambiente cultural del pueblo santafereño con el que se tuvo que

enfrentar la primera República. Pero para empezar a descifrar el tejido

social se debe tener claridad conceptual sobre dos términos empleados

en el estudio. Por pueblo se entiende “el conjunto de gente que habita

el lugar” (Diccionario de Autoridades, 1737: 422,2), en este caso la capital

del Virreinato. Y por plebe se hace referencia a “la gente común y baja del

pueblo” (Diccionario de Autoridades, 1737: 297,1).

La población de Santafé de Bogotá del Nuevo Reino de Granada, entre los

años 1778 a 18062, pasó de 16.002 habitantes a 21.464. Esta ciudad vivió

un ambiente de irritabilidad e intolerancia frente al orden establecido

y frente al cambio de las reglas del pacto colonial (Phelam, 1980: 368;

Fontana, 1985: 16). Para poder analizar este ambiente y la participación

de la plebe en el mismo, nos hemos servido de un estudio sobre los de-

litos cometidos en la ciudad virreinal en la segunda mitad del siglo XVIII

(Ojeda Pérez, 1801)3.

A partir de este estudio se puede identiicar que los delitos cometidos por

el pueblo santafereño no se han podido señalar, hasta el momento, como

una canalización de proyecto político. Es decir, los juicios criminales no

relejaban para las autoridades unas manifestaciones de descontento y

una amenaza al establecimiento del poder colonial. No se ha visto el delito

1 Este artículo también es utilizado como marco de referencia conceptual para nuestro análisis.

2 Censo 1778 A.G.N. Milicias y marina (tomo 137 folio 901) - censo 1779 A.G.N. Colecciones E.O.R., caja 12. Censo B. Las Nieves, 1780 A.G.N. Milicias y marina (tomo 141 folios 151-162). Censo 1793 Bibl. Nal. Pineda 1036 Pz 44. Censo 1806 A.G.N. “Caciques e Indios” (tomo 56 folios 316-354).

3 En la parte B del capítulo III se puede encontrar una estadística de los delitos cometidos en Santafé en el periodo de 1750 a 1810, un total de 412 levantados hasta el momento.

Participación de la plebe santafereña

Page 175: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

174

como una estrategia o táctica del conjunto de la plebe para contrarrestar

las prácticas “de mal gobierno” de algunos funcionarios.

Es posible que los funcionarios atendieran los delitos cometidos por el

pueblo en su mayoría como una respuesta a la agresión inmediata de otro

particular. Es decir, en los pocos casos en que las autoridades vieron ame-

nazado su proyecto colonial, bajo la determinación de la muchedumbre

en atacar o manifestarse estratégicamente frente a algunas irregularidades

o abusos de poder, el gobierno tomó cartas en el asunto. Pero nunca se

vieron como costumbres en común de la plebe.

Este tema lo abordaremos desde la óptica de la alteridad. Para dar cuenta

de las diferencias existentes en la cotidianidad colonial, sigo a partir de

Todorov tres ejes en los que se sitúa la problemática del otro. El primero,

es un juicio de valor en el plano axiológico: “el otro es bueno o es malo”,

la aristocracia vs. la plebe4, es mi igual o es inferior a mí. En segundo lugar

está la acción de acercamiento o alejamiento en relación con el otro, un

plano praxeológico: adopto los valores del otro, me identiico con él o

asimilo al otro a mí, le impongo mi propia imagen. En tercer lugar, cono-

cer o ignorar la identidad del otro; este es un plano epistémico: cercanía

o marginalidad a partir de los grados de conocimiento, los ilustrados

(Todorov, 1987: 195 y ss.).

Este marco referencial nos servirá de análisis no sólo para ubicar las causas

del descontento de la plebe santafereña, sino la participación y cultura

política del pueblo como cuerpo presente que vivía una cotidianidad

frente al otro y frente a sí mismo. Se busca develar la forma en la que la

plebe se vio inmiscuida dentro del proceso de independencia y muchas

veces utilizada por los otros bajo unos intereses particulares, debido a las

formas de manifestación del pueblo ante el poder5.

Para aquellos que quieren buscar relaciones causa-efecto, varias fueron

las causas de los delitos. La más reiterada y con más motivos fue la so-

4 Ver el trabajo de Alberto Flores Galindo (1984).

5 Estudios más recientes que ayudan a dar un marco de referencia sobre el comportamiento de la plebe frente al orden y las reglas en el periodo colonial son los trabajos de Cooper, Stoler, F. y Stoler, A.L. (1989). Tensions of empire: Colonial control and visions of rule. American Ethnologist, 16, 4: 609-621.

Robert Ojeda Pérez

Page 176: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

175

cioeconómica, debido a la situación iscal que se vivió en ese tiempo,

por causa de las reformas borbónicas y las adecuaciones tributarias que

estipularon los funcionarios de turno. La segunda causa fue el impulso

sexual, que se evidencia con el alto índice demográico y el mestizaje

estudiado profundamente en la historiografía6. Sin embargo, buscar re-

laciones causa-efecto es cerrar la interpretación de una cultura política

en los estamentos más bajos analizados desde la cotidianidad. Por eso

presentaré una serie de casos que nos servirán como espectro para develar

un ambiente de protesta en los albores de la independencia.

Cuando se instauró una petición al señor Fiscal Don Antonio Moreno en

1777 para crear la sala del crimen en la ciudad, se argumentó:

V.M. ha de considerar a que estado de inidelidad ha llegado esta repúbli-

ca, pues cuando con dolorosa experiencia estamos viendo que los cinco

ministros destinados que constituyen la audiencia no son capaces a dar

expediente a la confusa multitud de causas civiles como criminales que

ocurren en todo el reino, las que han tenido mayor aumento desde el

establecimiento del virreynato y aumento de rentas reales, con la abun-

dancia de Europeos y recursos de rentas reales, juntas y demás negocios

convenientes al gobierno7.

Se puede también destacar que otra posible causa del aumento de los

crímenes fueron los mecanismos de orden impuestos por cada uno de

los alcaldes de barrio, que haciendo uso de un seguimiento demasiado

estricto de las normas, encarcelaron y enjuiciaron a la gente que cometía

los mismos actos que anteriormente no eran penalizados. Pero, a partir

del estudio de los delitos, ¿se puede rastrear la participación de la plebe

en los albores de la Independencia? ¿Los delitos cometidos por la plebe

pueden considerarse manifestaciones en contra del orden establecido

por los peninsulares? Este tipo de interrogantes nos van a servir para

identiicar algunas de las acciones de la plebe como una clara expresión

6 Julián Vargas Lesmes. La sociedad de Santafé colonial. Guiomar Dueñas Aya, María Imelda Ramírez, Ana Luz Rodríguez González.

7 Archivo General de la Nación – Colombia. En adelante (A.G.N.) Sección Colonia. Fondo Juicios cri-minales. T 12, carpeta 05 ff 769 -770.

Participación de la plebe santafereña

Page 177: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

176

política de reacción a muchos factores que iremos señalando. Aquí se

podrá rastrear de forma empírica “la otra rebelión”8.

En el Manual de Práctica Criminal de España9 se encuentra un capítulo

referente a las injusticias cometidas o abusos de poder realizados por los

corregidores y demás personas que practicaban la justicia en América,

lo cual nos puede abrir el panorama sobre la conciencia social y política

de los peninsulares modernizadores frente a los desmanes de algunos

funcionarios, al igual que las repercusiones que esto pudo ocasionar en

el orden colonial.

La metrópoli sabía que existían algunos “corregidores, gobernadores y

alcaldes mayores que tratando sólo de enriquecerse [con su condición

y posición política] no de otro modo que si este fuera el único objeto de

su ministerio, cometen cuantos atentados y excesos que conducen a fa-

vorecer su voraz codicia” (Gutiérrez, 1805: 37), la cual algunos individuos

soportaban, pero para otros, como lo veremos más adelante, era otra

causa para reaccionar y manifestarse en su contra.

Para contrarrestar este tipo de prácticas y evidenciar la igualdad frente

a la justicia, las instancias altas de las cortes españolas contemplaron la

redacción de una norma penal conducente a no permitir este tipo de

acciones en la América española; pese a esta contención del malestar

popular por parte de la Corona, los funcionarios encargados de describir

y redactar las condiciones en cada una de las provincias señalaban que

las autoridades y alcaldes

8 Una obra que no se queda en marcos teóricos relexivos o en historias pasadas decimonónicas, sino que por medio de archivo muestra la participación de la plebe en los albores y años posteriores a la independencia y que sirve como modelo para las investigaciones en Colombia, es la de Eric Van Young: La otra rebelión. La lucha por la independencia de México, 1810 – 1821. Fondo de Cultura Económica. 2006. México D.F. Los nuevos trabajos para Colombia ya están dejando a un lado la dicotomía entre realismo y republicanismo a la hora de abordar el proceso de independencia. Me reiero a Jairo Gu-tiérrez Ramos, Oscar Almario García, Steiner Seather, Alonso Valencia Llano, Alfonso Múnera, entre otros, que vienen trabajando estos temas juiciosamente desde tiempo atrás y no llegan por modas bicentenarias a un objeto de estudio.

9 Marcos Josef Gutiérrez (1805). En la portada se estipula lo siguiente. Obra tal vez útil a los jueces, abogados, escribanos, notarios, procuradores, agentes de negocios y a toda clase de personas. Este manual era consultado en los colegios mayores de Santafé, donde se impartía la cátedra de jurispru-dencia y derecho canónico.

Robert Ojeda Pérez

Page 178: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

177

[...] nada o muy poco cumplen de lo que se mandó, porque hasta las

instrucciones que se les daban, dicen que se han perdido no los hay en

el cabildo, pero se hallaran en el gobierno, como los bastones con que se

distinguían, y gasta cada cual de los nombrados el que le parece y acomoda;

pues aunque no hay cosa que no esté mandada, como no hay cuidado y

constancia en cuidar los que lo han de cumplir; breve, se abandona todo

y se olvida, y es causa de la relajación10.

Las autoridades españolas también fueron notiicadas de algunas de

las reacciones del pueblo y describían los mecanismos que utilizaba la

plebe en caso de que no se administrara justicia equilibrada y sobre todo

abusos de poder por parte de los alcaldes, oidores, jueces y ronderos. Así,

las autoridades españolas señalaban:

[...] harto dolor y sentimiento nuestro lo hemos visto muchas veces y por otra

hay sujetos poderosos y malvados en los pueblos que sentidos y dominados

de un vehemente espíritu de venganza, por haber administrado justicia sin

tener con ellos ninguna criminal condescendencia, suelen reunirse aún por

medio de pactos privados y escritos para perseguir encarnizadamente a los

jueces íntegros y despojarlos de sus empleos (Gutiérrez, 1805: 37).

Algunas acciones que pudimos localizar en la ciudad de Santafé se pre-

sentan a continuación.

Protesta frente a los funcionarios del gobierno

En el año de 1750 el señor alcalde sufrió de atropellos, malas palabras y

golpes recibidos en su casa “poco después de la una y lloviendo actual-

mente”. Mencionó que inconsultos (Diccionario de Autoridades, 1737:

244,2)11 con estolidez y violencia le insultaron y acometieron los señores

don Carlos Andrade y don Antonio Panúa, mercader de esta ciudad, llevan-

do en su compañía un negro y sobre sus hombros un talego de doblones.

Al entrar en su casa el alcalde preguntó “con modiicados términos lisi-

tos” [sic] el motivo de su atropello “a tan incompetente ora y con notable

10 Francisco Silvestre. Apuntes reservados, p. 722.

11 Inconsulto. Acción que se hace sin consulta.

Participación de la plebe santafereña

Page 179: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

178

insistencia”12. Inmediatamente pensó que habían ido “a algún negocio

grave de justicia o de otra naturaleza”. Estando en la antesala de la casa

del señor alcalde, los insinuados Panúa y Andrade,

[...] sin atender a sus políticos estilos, se despecharon con inexplicable arre-

vatamiento, en movimientos, golpes en las puertas, grozerías disonantes,

voces blasfemias, contra el sacro santo nombre de Dios, y Jesucristo, no

contentos con los encarnecimientos, e insultantes palabras con que tra-

taban la persona de su merced, [reiriendose al señor virrey] mezclando la

altitud y grandeza de el excelentísimo señor Virrey con voces vilipendiosas

de su gobierno y cabeza13.

Esta airmación seguramente la hizo para reairmar y darle más peso a

la denuncia.

Al entablar la demanda sobre los hechos ocurridos, se consignó en el auto

cabeza de proceso que se levantaba orden de captura a unos señores que

van haciendo justicia por su propia cuenta y amedrentando a los funcio-

narios nuevos para mantener el poder local. Lo que se puede inferir de

este proceso es que los señores Panúa y Andrade tenían unas prácticas

que no estaban dispuestos a dejar ni a ceder el espacio político ganado,

a punta de ejercer el miedo en la sociedad y en la autoridad.

Después de generar todo ese alboroto dentro de la casa del alcalde

Mendibure14, con el in de amedrentarlo y señalar cómo le iría de aquí en

adelante si se metía con ellos, le botaron el costal que llevaba el negro

que los acompañaba, diciéndole:

ai tiene el alcalde viejo, diez y seis mil pesos, paguese de la demanda y mire

si se debe más, aunque sean cincuenta o cien mil pesos, que aquí se los trae-

mos para que otro dia no llame con alguaciles a los hombres de caliicada

12 A.G.N. Sección Colonia, Juicios criminales. T. 9, carpeta 02 ff 228 – 239.

13 Ibíd. Ff 230.

14 A.G.N. Sección Mapas y planos. Mapoteca 2, plano 1274 “Alcaldes de Bogotá 1538 – 1933”. Este alcalde gobernó en el año de 1751. Ver también: Caballero, J.M. (1989). Particularidades de Santafé,

p. 30. Alcaldía Mayor de Bogotá.

Robert Ojeda Pérez

Page 180: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

179

distinción como nosotros, por la porquería de veinte pesos, ni diga a putas

mulatas, como esta, [reiriéndose a su esposa] que tenemos millones15.

La causa de este delito y práctica que se frecuentó en la ciudad por parte

de algunos tratantes y comerciantes fue la recaudación de impuestos y la

imposición de otros nuevos por veinte doblones. Al realizar la indagato-

ria, las autoridades evidenciaron que en el pasado el señor Panúa había

ejecutado “actos desvergonzantes y blasfemias” con varios funcionarios

del gobierno para amedrentarlos.

“- El primero que desvergonzadamente tuvo con Don Antonio Florez, en

hora de ronda, que hacía como alcalde ordinario de esta ciudad el año

pasado… por cuia inobediencia y resentimiento, le puso precio y cerrojado

con un par de grillos”, también mencionaron que por reconocer y pagar

ianzas de manera exagerada “sobre las millaradas que volca, salió libre sin

otra pena ni castigo alguno”.

- Segundo otra vozeria y alteración de repetidas alteraciones, que públi-

camente en la calle real, y de dia tuvo con el señor don Francisco González

Manrique, inmediatamente después de haver sesado en los empleos que

obtuvo de Gobernador y Capitán general, de este Reino, y Presidente de

esta real Audiencia y chancillería.

- Tercero: el público ultrajamiento que este año proxime pasado hizo al

doctor Juan Antonio Ramirez siendo alcalde ordinario de esta ciudad, y sin

nada de estos tres casos referidos para la solida justiicación de la pública

moralidad y delinquamiento con que voluntariosa y desinteresadamente

habla el expresado don Antonio Panúa desta ciudad, sin distinguir de

empleos, dignidades, monasterios, ocupaciones, personas o clases. Aban-

donando con escándalo el santo temor de Dios de su conciencia y respeto

de las justicias acostumbrandose a vurlarla16.

15 A.G.N. Sección Colonia, Juicios criminales. T. 9 carpeta 02 ff 232. Existieron otros casos que evidencian los alcances del poder local y el ocultamiento de las pruebas, por ejemplo, el del robo a la casa de un presbítero. A.G.N. Sección Colonia, Juicios criminales. T. 02 ff 613 – 658. Otro caso en donde se oculta evidencia por parte de los gendarmes y funcionarios del gobierno es el investigado por la muerte de una persona en la plaza mayor sin dejar testigos. A.G.N. Sección Colonia, Juicios criminales. T. 4 ff 706 – 748.

16 A.G.N. Sección Colonia, Juicios criminales. T. 9, carpeta 02 ff 237 – 239.

Participación de la plebe santafereña

Page 181: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

180

Se puede apreciar que en la ciudad existieron personas que se enfrentaban

a la justicia, a las autoridades y al clero, despreciando su poder, con el in

de mantener su propio espacio, por medio de la violencia social17. Fue

así que generaron, a través de unas prácticas de enfrentamiento directo

y amedrentación, la inconformidad del pueblo frente a la legitimidad de

la política colonial.

Otro caso fue el sucedido el 21 de julio de 1759, cuando el señor Casal llegó

a la casa del corregidor “como a las doce y media”. Describe la víctima que

[...] hallandome en el sosiego de mi casa oi unas descompasadas y alteradas

voces que me obligaron a salir de lo ulterior de ella al zaguan […] pre-

guntandole lo que le ocacionaba aquel extraño movimiento, la respuesta

fue, levantar el manatil que llebava en las manos descargandome sobre el

hombro, y brazo dos o tres golpes, prorrumpiendo las ofensivas palabras

de tratarme de pícaro, cabrón, ruin, de vaja esfera18.

La causa de esta acción fue que el mismo día por la tarde el corregidor le

había aplicado un correctivo a la mujer de Casal al estar dando limosna

a la plebe y vagabundos de la ciudad: le pegó en la mano con el manatil

para prohibirle dicha acción que había sido vedada en las reformas. Aquí

se evidencia el plano axiológico de Todorov frente “al otro” como bueno

o malo. Y también el praxeológico al igualarlo a mí, es decir, la manera

como eran tratadas las personas del común con el mismo lenguaje.

Al revisar la pena y el inal del juicio se halló que el señor Casal incurrió

en abuso a la autoridad, ultrajes de palabra y obra, con otros agravios;

acciones que lo llevaron a la cárcel. Pero nunca se trató el caso del abuso

de autoridad del funcionario, pese a que se llevaron testigos y se denunció.

Para evitar estos malos entendidos, la gente del común actuaba bajo su

propia ley y justicia sin esperar que las acciones en contra del pueblo que-

17 Concepto utilizado por Wiliam Taylor (1987: 198-213), a partir del análisis del sociólogo George Simmel, quien destaca que la violencia social ocurre cuando las inestables estructuras de acomodamiento entre los que gobiernan y los súbditos pierden su viabilidad. Seguido a esto sugiere cuatro categorías de condiciones cambiantes: 1) cuando declina la legitimidad del grupo dominante; 2) cuando declina la vitalidad de los grupos dirigentes; 3) cuando los grupos subordinados recuperan el poder; 4) cuando los grupos subordinados ponen en actividad un poder latente.

18 A.G.N. Sección Colonia. Fondo Juicios criminales. T 10 ff 321- 328.

Robert Ojeda Pérez

Page 182: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

181

daran impunes. Es el caso del maestro de sastrería Joseph López, a quien

en el año de 1782 el procurador de los de número de la Real Audiencia

hace acusación criminal por injurias y calumnias,

[...] porque en desprecio a la justicia y poco temor de Dios en el dia de ayer

entre 10 y 11 de la mañana llegó el maestro de sastrería y vecino de la

ciudad hacia a mi con un tono de altaneria preguntándome: ¿qué motivo

tenía yo para entorpecer su causa?19.

Posteriormente,

[...] levantando la voz e increpandome mas siguió tratandome de picaro

y el amago de darme, por cuio motivo me quite el sombrero y gorro y me

hinque de rodillas para que lo veriicase y lo que saqué de este humilde

hecho fue que me dijese: levanta picaro, lo que puntualmente obedecí y

viendome en pie continuo injuriandome pronunciando en altas pero inte-

ligibles voces que yo era un perraso, ladrón público, repitiendo esto hasta

por tres veces […] y no contento con esto continuó tras de mi de oicio en

oicio provocandome […] Suplico a V.A. se sirva mandar que en el dia de

hoy sea puesto en prisión que así es justicia […] y así escarmentandole su

voracidad y sirva este de ejemplo a otros20.

Existieron otros que no sólo se hacían escuchar en la calle o en la plaza

pública, sino que actuaban llevados por el odio, la rabia y el rencor repri-

midos por el control policivo. Uno de estos casos sucedió el 25 de junio

de 1770 en una corrida de toros realizada en la ciudad. El receptor de la

Real Audiencia se querelló contra un ex convicto llamado Florez por

[...] la herida que me cauzó en la cabeza y golpe que me dio en el ombro

del brazo derecho…y en satisfacción del agravio y afrenta que recibí de

los garrotazos que me dio Florez en lugar tan público y en presencia de

tanta gente, pues no solamente me injurió, sino también me afrentó man-

teniéndose en el puesto después que me dio los palos, diciendome me

fuese a San Juan de Dios ha curar con otras palabras que prorrumpio con

demasiada petulancia21.

19 A.G.N. Sección Colonia. Fondo Juicios criminales. T. 6 ff 681.

20 A.G.N. Sección Colonia. Fondo Juicios criminales. T. 6 ff 681.

21 A.G.N. Sección Colonia. Fondo Juicios criminales. T. 75, carpeta 04 ff 779 -788.

Participación de la plebe santafereña

Page 183: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

182

Florez tumbó de su caballo al receptor de la Real Audiencia, que cruzaba

por el puente de San Francisco, en donde se encontraba escondido y

tapado con un antifaz, pero con tan mala suerte que en la medida que

golpeaba al funcionario, se le destapó la identidad y fue a parar otra vez

a la cárcel, porque nueve testigos declararon en su contra.

Resistencia pasiva

Por otro lado, también se pueden apreciar otro tipo de prácticas que

demuestran la inconformidad del pueblo y las distintas formas de ma-

nifestación. En las horas de la noche, cuando la ciudad estaba en calma,

algunas personas de la plebe pegaban papeles denigrativos y agraviantes

en los lugares públicos, como la pila de la plaza Mayor, las esquinas de la

calle del comercio, los chorros y fuentes públicas, para comunicar alguna

inconformidad o denuncia que se tenía en contra de algunas personas,

las cuales casi siempre fueron las que ostentaban el poder colonial y los

funcionarios del gobierno.

Estos papeles también se utilizaron para esconder a la persona o mani-

festantes que dirigían acciones en contra del gobierno. Es el caso de un

vecino que no estaba conforme con las nuevas disposiciones y trataba de

convocar al pueblo a luchar en contra de ello, pero sin tener o registrar

una participación activa sobre un brote de rebeldía de la plebe. Cuando

retiraron a los criollos de los cargos públicos, menciona Margarita Garrido

que fueron ellos “los que primero aglutinaron al pueblo alrededor de un

blanco señalado como tirano, como el enemigo”. Más adelante señala

que las diferencias sociales entre los criollos y la plebe desaparecieron,

debido a que “frente a las autoridades españolas o la posibilidad de una

invasión francesa, la élite criolla y el pueblo convergieron sin problema

como sujetos colonizados en rebelión” (Garrido, 1991: 93).

Frente a este tipo de prácticas, la ley contemplaba que

[...] aunque los enemigos de los jueces intentan a veces desacreditarlos por

medio de libelos o memoriales falsos sin irma, o con alguna supuesta, por

lo regular de persona no conocida, han de mirarse con absoluto desprecio

Robert Ojeda Pérez

Page 184: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

183

tales escritos y por consiguiente no ha de dárseles curso alguno en obser-

vancia de lo prevenido en nuestras leyes22.

Fueron varios los episodios en los que en las calles de Santafé se pusieron

pasquines o circularon libelos difamatorios. Uno de ellos fue notiicado

por las altas cortes de España por medio de la cédula real de 14 de mayo

de 1772, dirigida desde Aranjuez para el virrey en Santafé exclusivamente,

en donde le informaba de la elaboración de una estampa satírica contra

el gobierno y contra la iglesia; después de esto lo previene de que esa

estampa ya estaba circulando en Santafé, por lo cual le da la orden real

de buscarlas y quemarlas todas23.

En otro momento también hubo revuelo en la ciudad por cuenta de

unos pasquines. El ambiente se ponía cada vez más tenso, debido a que

los criollos ya empezaban a plantear, en sus tertulias y en las reuniones

clandestinas de las trastiendas, formas para recuperar el poder local.

Además, en diciembre de 1793 ya circulaba la traducción e impresión

de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Estos rumores llegaron a

oídos del virrey, quien ordenó que algunos abogados y funcionarios se

iniltraran en dichos encuentros.

De acuerdo con sus informes, la idea había nacido en el Colegio del Rosario y

era profusamente conocida por los americanos, entre quienes hasta las mu-

jeres y los niños esperaban la realización como el día más feliz. Se planteaba

dar muerte a todos los que no quisieran seguir al gobierno republicano

y algunos quisieron convencerlos de que ni siquiera era pecado venial24.

Al amanecer del 19 de agosto de 1794 aparecieron unos pasquines pegados

en los lugares acostumbrados de la ciudad. En uno de estos papeles sedi-

ciosos se hacía burla a los oidores por sus apodos, y en otro, más audaz, se

hablaba de la grave situación iscal y de sus consecuencias políticas: “si no

22 Archivo histórico Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. A.H.C.M.R. Ley 6, título 4, libro 2, de la recopilación y Real cédula de 18 de julio de 1766.

23 A.G.N. Sección Archivo anexo. Fondo Historia. Tomo 3 ff 50. Después del 20 de julio de 1810 don José Miguel Pey, quien fuera el alcalde de Santafé, decretó que todos los papeles que habían sido coniscados y prohibidos se publicaran mencionando que: “es preciso que los pueblos del reyno dotados de almas igualmente grandes conozcan sus derechos y que todo el mundo haga justicia a la capital”. A.G.N. Sección Colecciones. Fondo Enrique Ortega Ricaurte, caja 70, carpeta 255 ff 501.

24 Archivo General de Indias. A.G.I. Estado 55 (56-gob) en: Margarita Garrido (1993: 85). También de la misma autora: (1999: 37). Antonio Nariño. Editorial Panamericana.

Participación de la plebe santafereña

Page 185: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

184

quitan los estancos / si no cesa la opresión / se perderá lo robado / tendrá

in la usurpación”25.

Los criollos actuaron rápidamente para planear un asalto y tomarse el

poder en Santafé junto con la plebe. Los santafereños vivieron un clima

de agitación y mayor control, de pesquisas, indagatorias y escrutinios26.

Por medio de estas acciones, los funcionarios se enteraron de la conspi-

ración en su contra, que iba a ser ejecutada en tres meses o en tres años,

y reportaron el plan así:

Luego que el señor virrey actual se fuese y su sucesor llegase a esta ciudad

premeditaban dar el asalto una noche de este modo: prender fuego a una

casa en el extremo de la ciudad y echarse sobre las armas del cuartel y luego

dar muerte a todos los que fueren al fuego y a los que no quisieren seguir

al gobierno Republicano (Hernández de Alba, 1980: 75-80).

Para el año de 1797 otro plan de rebelión se quiso realizar en tres etapas:

debido a que se iban a enviar tropas a Quito para reforzar la seguridad y

apaciguar los ánimos; en el pueblo de la Mesa, lugar obligado para pasar,

los iban a atacar con el in de quitarles las armas. El canónigo Rosillo, junto

con el alcalde Luis Caicedo, armarían tropas desde el Socorro. Antonio

Nariño y el oidor de Quito Baltasar Miñano darían un golpe hacia el mes

de septiembre, apoyados por las milicias apostadas en los llanos de Ca-

sanare para marchar hacia Santafé27.

El miedo se apoderó de los funcionarios locales y de la mayoría de los

españoles. Las medidas tomadas fueron supremamente fuertes y signi-

icaron una agresión para los criollos y la plebe santafereña. A manos del

virrey Mendinueta llegó un proyecto de defensa militar de la ciudad para

contener el tumulto, en el cual se aprecia el acantonamiento de

200 hombres, 30 de caballería, 50 en cada boca calle, 9 artilleros, 3 pedre-

ros y un cuerpo de reserva que se quedará en la plaza con 2 cañones para

25 Este caso se analiza de manera detallada en Margarita Garrido (1993: 85).

26 Ver la carta que le envía Camilo Torres a su padre, en la que se develan los hechos y el ambiente que percibieron los criollos en esos meses. Álvarez Bonilla, E. Los tres Torres, pp. 146-147.

27 Ortiz, Sergio Elías. Génesis de la revolución del 20 de julio, p. 36. También Margarita Garrido (1993: 103).

Robert Ojeda Pérez

Page 186: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

185

avanzar con el mayor orden: como en tales casos suelen de las ventanas y

tejados disparar y tirar piedras, tras el cuerpo de tropas irán 10 hombres en

dos ilas por las aceras, con sólo el objeto de hacer fuego al que se asome

por ventana o tejado28.

Ni las autoridades ni los criollos contemplaron el poder de la plebe, pues

siempre menospreciaron las acciones individuales que sumadas agluti-

naban el malestar y la inconformidad. No se dieron cuenta de que en el

interior de Santafé se venía fraguando una explosión social de violencia

y desconcierto que alimentaba la atmósfera revolucionaria.

Resistencia frente al clero

Continuando con el tema de los pasquines, el día 3 de abril de 1807 un

parroquiano llamado Hermenegildo tenía que irmar un vale de quinientos

pesos por servicios que la iglesia le había prestado. Inconforme por la for-

ma de cobrar y por las amenazas de la pérdida de los bienes materiales si

no cumplía con sus obligaciones, al respaldo del vale escribió las injusticias

a las que habían sido sometidos los habitantes más pobres de la ciudad.

El canónigo Rodríguez, quien denunció esta acción, mencionó además

que este papel tenía el “siniestro y depravado in de mi difamación,

mengua a mi honradez, puntualidad y buen nombre”29. Señaló que al

parroquiano pobre

[...] se le tenía únicamente mandado pusiera el competente recibo de la

presignada cantidad, y no un folleto tan pobre de verdad y de fundamento

jurídico, como tan ricamente embutido de falsedades, injurias y calumnias

atroces contra mi eclesiástica persona y circunstancias, el qual, con todos

sus aspectos viene a ser un libelo infamatorio, baxo el especioso y solapado

pretexto de recibo…30.

28 Proyecto de defensa militar de Bogotá 1797. Biblioteca Nacional Fondo Pineda, Manuscritos Vol. IV. Publicado en Boletín de Historia y Antigüedades. Año II, No. 16, diciembre de 1903, pp. 230-232.

29 A.G.N. Sección Colonia. Juicios criminales. Tomo 96, carpeta 02 ff 388.

30 Juicios criminales. Tomo 96, carpeta 02 ff 388r.

Participación de la plebe santafereña

Page 187: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

186

Hermenegildo, el parroquiano, escribió al respaldo del recibo toda una

serie de inconformidades o asuntos que no le podía decir en la cara al

canónigo. Ejemplos como estos permiten inferir que la insatisfacción del

pueblo no era solamente con los funcionarios del gobierno, sino con las

autoridades eclesiásticas, ya que estos últimos, en su mayoría, al verse

respaldados por un fuero divino, cometían todo tipo de atropellos frente

al pueblo.

El caso que se señala a continuación es la marginación y la negación de

los oicios eclesiásticos a una agrupación que pedía que a uno de los

miembros del común en Santafé se le diera sepultura en la capilla de la

Santa Vera Cruz y se le vistiera con los hábitos eclesiásticos.

El fraile Vicente Olarte recibió superior orden en la que se le notiicaba por

medio del cura de la parroquia de las Nieves “que le prevenía no diese el

habito de la religión para amortajar el cadáver de el guarda Agustin Olivera

por haber muerto este en términos que era necesario hacer averiguación

si se le debería privar o no de sepultura eclesiástica”31.

En las declaraciones que dio el respectivo guardián después de abrir el

proceso judicial en su contra se señaló que “habían llegado un grupo de

gentes que le pedían diera sepultura eclesiástica al muerto”, como no

sabía de dónde lo habían sacado ni en qué condiciones había muerto,

el sacerdote procedió a “rasgarle las vestiduras al cadáver cubierto con

el hábito de los monjes de la recoleta de San Diego”, lo cual señala el

mismo cura “era un deshonor según lo mandado por no tener sepultura

eclesiástica lo debian sepultar en algún campo”32.

La muchedumbre se le abalanzó para protestar por las acciones come-

tidas y el clérigo se defendió con la misma daga que utilizó para rasgar

las vestiduras. La plebe enardecida se agolpó frente al atrio de la iglesia

para reclamar por los atropellos, lo cual hizo que interviniera la justicia

ordinaria. Al realizar el proceso y tomar los testimonios de la gleba, en el

tribunal de justicia concluyeron que

31 A.G.N. Sección Colonia. Fondo Juicios criminales. Tomo 5 ff 707.

32 Fondo Juicios criminales. Tomo 5 ff 709.

Robert Ojeda Pérez

Page 188: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

187

el teniente cura de la parroquia de Las Nieves se excedió en dar aviso u

orden […] y se le advierta al nominado cura quan responsable ha sido

este, su procedimiento, que ha traído consecuencias poco favorables a la

quietud y tranquilidad de los vasallos33.

La justiicación que presentó el clérigo como causa de sus acciones agu-

dizó más el malestar de la plebe, pues mencionó que el cuerpo “era un

cadáver hinchado y monstruoso que olía a fétido por eso no era digno

de usar una tela tan ina y tan sagrada como un habito”. Después de es-

cuchar el testimonio del cura, el tribunal “le mando al sacerdote de las

Nieves que en adelante se abstenga de semejantes excesos por no tener

facultad para ello”34.

La plebe reaccionó en varias ocasiones en contra de las acciones de los

clérigos, que también para ellos cometían abusos en contra de los más

desposeídos, como fue el caso de un clérigo apedreado por la turba, sin

poder identiicar entre tantos a un agresor para levantar cargos. Al no

encontrar al agresor, en muchos de los casos en los que intervenía la

plebe, las autoridades se limitaban a tomar el testimonio en el hospital o

lugar en el que fue ajusticiado.

El registro de una de esas agresiones fue levantado por el alcalde del barrio

La Catedral en 1804, quien le tomó testimonio al paciente don Francisco

José Moreno, clérigo de menores órdenes, a quien le tiraron una pedrada

la noche ocho del corriente, “al bajar de la toma del agua del barrio Egipto”.

Al preguntarle por alguno de los causantes de este hecho, señaló que un

"fulano serra le dio noticia que quien pudo haber sido fue un mulato que

existe en el colegio de San Bartolomé”35 [Sic].

Esta y las otras evidencias demuestran el poco aprecio y respeto que la

plebe tenía hacia sus superiores o hacia las personas que encarnaban los

poderes y símbolos del gobierno colonial en proceso de modernización.

En el mejor de los momentos, a altas horas de la noche o en los lugares

más apartados y solitarios de la ciudad, no desaprovechaban la oportuni-

33 Fondo Juicios criminales. Tomo 5 ff 718.

34 Fondo Juicios criminales. Tomo 5 ff 722.

35 A.G.N. Fondo Juicios criminales. Tomo 8, carpeta 02 ff 295.

Participación de la plebe santafereña

Page 189: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

188

dad de señalar su inconformidad y molestia por medio de las agresiones

físicas, debido a que ellos en su cotidianidad soportaban vejámenes y

abusos de algunos clérigos y funcionarios.

Es el caso sucedido en 1807 con el capellán de la recoleta de San Diego,

quien al defender los linderos de la sementera fue atacado por la muche-

dumbre que se vio afectada porque les impidió el paso que era cotidiano

para entrar y salir de la ciudad. El padre Fray Santiago fue apaleado por la

plebe hasta caer al piso por los golpes propinados. Una de las personas

identiicada como agresora “dijo llamarse Manuela Navarrete de edad de

cuarenta años de estado casada con Francisco Guevara natural de esta

capital, vecina del barrio las Nieves, calidad mestiza y de oicio fullera”36.

Cuando se le tomó testimonio a esta habitante del común por la causa

de su prisión en la cárcel del Divorcio, respondió: “por haber intentado

pasar una sementera por cuyo camino les había prohibido el tránsito y le

[propinó] el padre dos empujones hasta hacerla caer al suelo”37. Al tomar

el testimonio de otro de los agresores, señaló que “el padre le contestó

dándole tres palos a la confesante, con el uno en la mano, otro en el

hombro izquierdo y el tercero en la cabeza hasta hacerle verter sangre”.

De todo este tumulto y gresca entre el sacerdote y la plebe se pudo

identiicar a cuatro agresores a quienes el iscal del crimen señaló que:

Francisco Guevara, Manuela Navarrete, Marcos Valdes, y Agustina Sanchez,

se unieron según resulta de este proceso, a maltratar al P. Fray Santiago La

Fuente, con poco o ningún respeto a su persona y al habito que viste y con

que se halla condecorado38.

La sentencia que les impuso el iscal del crimen fue trabajar dos años

consecutivos en las salinas de Zipaquirá, la cual sólo se le pudo aplicar a

la pareja de esposos Manuela Navarrete y Francisco Guevara, porque las

otras dos personas se escaparon y se les acusó de rebeldía39.

36 A.G.N. Fondo Juicios criminales. Tomo 102, carpeta 03 ff 446.

37 Fondo Juicios criminales. Tomo 102, carpeta 03 ff 446.

38 Fondo Juicios criminales. Tomo 102, carpeta 03 ff 448.

39 Fondo Juicios criminales. Tomo 102, carpeta 03 ff 475.

Robert Ojeda Pérez

Page 190: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

189

Debido al fuero que amparaba a los clérigos bajo la protección del código

eclesiástico y la ley divina, la plebe actuaba inmediatamente sobre ellos

haciendo justicia por su propia cuenta, ya que sabían que en ningún caso

y bajo ninguna circunstancia implicarían a los religiosos en tratos ilícitos

o en procesos judiciales.

Por estas irregularidades algunos habitantes del común recurrían a otro

tipo de acciones para protestar. Si los criollos ilustrados utilizaban los

pasquines y las tertulias impregnadas de ideas de libertad, derechos y

autonomía, los mestizos, pardos y mulatos utilizaron el rumor, el chisme, la

habladuría y la sedición para hacerse sentir y manifestar su inconformidad.

El padre Joseph Cassani, en su relación de las misiones llevadas a cabo por

su compañía, describió, en un capítulo titulado “Disturbios y diicultades”,

algunas de las actividades que realizaba un mestizo llamado Hernando

Ortiz para apartar a los vasallos del control ejercido por la iglesia. “Un

malvado mestizo christiano en el nombre y bautizado para el carácter,

pero desaforado en sus costumbres, se había quedado en Thame, con

el in de destruir la christiandad y hacerse señor absoluto o al menos

partidario poderoso”40.

Mencionaba sus costumbres y vida como las de un

relajado y desesperado, dado a la rapiña y los pobres indios no tenian cosa

segura, ni en sus ranchos, ni en el campo; era mañoso, sabía hablar y cono-

ciendo que nuestros misioneros le habían de ir a la mano de sus insultos,

no declarándose enemigo, por no ser descubierto, obraba en secreto con

malos consejos, y destruía mas con palabras, que pudiera haber dañado

que con las armas41.

A las afueras de Santafé, el mestizo Ortiz era temido y respetado por las

acciones que emprendía. Lo tachaban de condición de “una iera” que se

iba al monte a maquinar todo el mal que iba a realizar; además incitaba

a los indígenas a que se fueran con él y se organizaran para sacar a los

40 Joseph Cassani (1741). Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Grana-

da. Descripción y relación exacta de sus gloriosas misiones en el Reino, cap XVI ff 100-103. Madrid: Imprenta y Librería de Manuel Fernández.

41 Ibídem, cap XVI ff 102.

Participación de la plebe santafereña

Page 191: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

190

sacerdotes de la ciudad, que de un modo u otro tenían el poder que

ostentar. Los sacerdotes sabían que “en Santafé tenían partido, que él se

había sabido ganar con embustes y con promesas falsas y se podía temer

que si se inquietaba el mar, zozobrase en la tormenta”42.

Este tipo de delincuentes vagabundeaban por la ciudad en fechas espe-

ciales cuando había mucha gente, y por lo tanto se podían esconder entre

la muchedumbre de las ferias, iestas y días de mercado. Asuntos como

estos sucedieron en todas las ciudades del virreinato. Por ejemplo, para

Antioquia se han rastreado este tipo de personas a nivel historiográico.

Es el caso de Isidro Ruiz, mulato andariego y concubino, quien el 13 de

marzo de 1782 prestaba indagatoria ante el gobernador “por vago y

concubinado con mujer casada”43.

Las penas contra estos vagos y malentretenidos era en la mayoría de los

casos el destierro, pero al incumplirlo fue apresado en la cárcel pública

y luego fue conducido a trabajos forzados en la plaza de Cartagena. El

mulato Ruiz, antes de que le determinaran la causa,

decidió escalar la cárcel rompiendo las prisiones que le tenían puestas para

huir hacia el Cauca arriba, frontera sur de la ciudad de Antioquia. Como

muchos otros forajidos y vagabundos, se instaló por un tiempo en aquellos

arcabucos de pobreza, tolerancia e ilegalidad, hasta que a ines de 1781 sus

frecuentes visitas a la ciudad lo enfrentaron de nuevo con las autoridades.

Coniado en el trajín y aluencia de gentes, propia de las iestas y carnavales

del lugar por época de navidad, creyó pasar inadvertido. Calculó mal. Los

guardias del gobernador lo apresaron de nuevo (Jurado, 1994: 76).

En Santafé existieron varios personajes que acostumbraban a equilibrar las

injusticias políticas y las diferencias sociales. Es el caso de Esteban Pinzón,

denunciado en marzo de 1785 por haber hurtado varios objetos de la casa

de doña Teresa, mujer del iscal de la Real Audiencia, y repartirlos a todos

los criados para que los usaran como prendas cotidianas.

42 Ibídem, cap XVI ff 102.

43 Archivo Histórico de Antioquia. A.H.A. Criminal, B-31, 1770 – 1780, 3, 12 folios. En: Juan Carlos Jurado Jurado (1994).

Robert Ojeda Pérez

Page 192: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

191

Poco a poco, la mujer de don Francisco Antonio Moreno y Escandón, fun-

cionario público que levantó muchos resentimientos en la población, se

fue dando cuenta que los criados, cuando le servían, le iban mostrando

sus alhajas como forma de desafío. Al indagar la señora, se enteró que

había sido Pinzón, quien ya era un frecuente transgresor del orden, pues

cometía actos delictivos contra las personas que ostentaban poder. Por

tal motivo, lo denunció ante las autoridades como “ladrón público”, quien

“había hurtado a otros varios sujetos y también haber hecho el grande

absurdo de ingir papeles, con las irmas de distintos sujetos para cobrar

y pedir plata en nombre de estos, con otros depravados delitos”44.

Con esta última frase y leyendo los testimonios de otras personas sobre

el caso de Pinzón, nos pudimos dar cuenta que otra forma de protestar

frente a la aristocracia fue por medio del abuso carnal, pues a este mismo

sujeto lo perseguía la justicia con carta de captura “por haber hecho una

travesura con una niña de honor”45; en la declaratoria se puede inferir que

por algunas diferencias con el padre de la jovencita procedió a deslorarla.

Consideraciones inales

La imposición de las medidas reformistas de modernización generó en

la población santafereña un malestar que agudizó los problemas de

legitimidad y de poder, manejados entre la Corona contra sus súbditos,

y los funcionarios contra el pueblo. La metrópoli se expuso al tomar

distintas medidas de recuperación en varios niveles (Fontana, 1985: 16 y

ss.), tildadas de opresivas, a que las élites se resistieran y a que el pueblo

manifestara su descontento y su rechazo por medio de distintas acciones,

que se iban volviendo frecuentes.

En la ciudad se vivió, pues, un ambiente de protesta frente a los nuevos

cambios de orden social, político y económico que se implementaron,

y se creó la atmósfera adecuada de resistencia política por medio de las

acciones cotidianas de la plebe. Es así que

44 A.G.N. Sección Colonia, Fondo Juicios criminales. T 21. ff. 661.

45 A.G.N. Sección Colonia, Fondo Juicios criminales. T 21. ff. 662r.

Participación de la plebe santafereña

Page 193: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

192

dejando de lado su sentimiento de superioridad étnica, los criollos convo-

caron al pueblo para la proclamación de la independencia, pues estaban

convencidos de que el pueblo debía participar en todo el proceso político

y de que era su participación la que debía legitimar el movimiento (Garrido,

1991: 85).

Los criollos sabían de la inconformidad del pueblo y de sus formas de

actuar, por medio de acciones directas de confrontación frente al otro y

también por medio de resistencia pasiva. Algunos criollos, huérfanos de

poder, pensaron que podían canalizar toda esta energía en una evidente

acción de protesta. Para ello, “estudiaron una estrategia que reuniera la

mayor cantidad de gente y así conformar un tumulto el 20 de julio de

1810 en la Plaza Mayor que desembocara en el inicio de la revolución”,

como lo ha acuñado la historiografía. Pero no hay tal. Por medio de este

artículo quiero invitar a pensar y demostrar que la revolución ya la esta-

ban haciendo las gentes del común, en los albores de la Independencia.

En el proceso de independencia se debe tener en cuenta cada uno de los

actores que participaron de manera autónoma y colectiva, el conjunto

de factores que intervinieron para que tanto los unos como los otros

agenciaran el desarrollo de la autonomía. La plebe no hubiera podido

ni buscaba la independencia de manera particular, así como los mismos

criollos también necesitaron de este grupo. La historiografía se debe hacer

cargo de rescatar las acciones de quienes han sido invisibilizados y que

tuvieron un papel primordial en la creación de un ambiente de protesta

y revolución mucho antes del vacío de poder por parte de la Corona y de

la exclusión de los puestos administrativos para los americanos.

Ahora lo que queda por hacer de forma particular es identiicar los in-

tereses de los distintos grupos étnicos que conformaban el pueblo de

Santafé. Saber cuáles fueron sus formas individuales de protesta frente

al establecimiento de un orden modernizador. Indagar cuáles fueron las

manifestaciones de cada individuo del pueblo: indios, mestizos, castas y

negros. Por otro lado, hay que tener en cuenta que con la Independencia

no llegó el cambio moderno de la nación, sino saber que estos cambios

y reformas ya se estaban aplicando hegemónicamente por la metrópoli;

Robert Ojeda Pérez

Page 194: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

193

por lo tanto, la reacción que tuvo el pueblo frente a estos fue la misma

acción que tuvieron que enfrentar los nuevos mandatarios.

Referencias

Chartier, R. (1994). Cultura popular. Retorno a un concepto historiográico.

En Manuscrits, 12. Gener.

Diccionario de Autoridades. (1737). Real Academia de la Lengua.

Flores Galindo, A. (1984). Aristocracia y plebe. Lima 1760 – 1830. Lima.

Fontana, J. (1985). América y la crisis del Antiguo Régimen. En Colección

de ensayos. Quito, Ecuador: Flacso.

Garrido, M. (1991, junio). Convocando al pueblo, temiendo la plebe. En

Historia y Espacio, 14 (V). Cali: Universidad del Valle.

Garrido, M. (1993). Reclamos y representaciones. Bogotá: Editorial Banco

de la República.

Groot, J.M. (1869). Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada. Bogotá:

Imprenta y estereotipa de Medardo Rivas.

Gutiérrez, M.J. (1805). Práctica criminal de España, tomo II. Madrid.

Hernández de Alba, G. (1980). Proceso de Nariño, Presidencia de la Repú-

blica.

Jurado Jurado, J.C. (1994, junio). Orden y desorden en Antioquia. Pobres

y delincuentes entre 1750 y 1850. Revista de Estudios Sociales, 7.

Ojeda Pérez, R. (1801). Ordenar la ciudad: reforma urbana en Santafé de

1774 a 1801.

Phelam, J.L. (1980). El pueblo y el rey. Bogotá: Carlos Valencia Editores.

Participación de la plebe santafereña

Page 195: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

194

Restrepo, J.M. (1974). Historia de la Revolución de la República de Colombia.

Medellín: Bedout.

Taylor, W. (1987). Embriaguez, homicidio y rebelión. México: Fondo de

Cultura Económica.

Todorov, T. (1987). La conquista de América. El problema del otro. México:

Siglo XXI Editores.

Van Young, E. (2006). La otra rebelión. La lucha por la independencia de

México, 1810 – 1821. México: Fondo de Cultura Económica.

Robert Ojeda Pérez

Page 196: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

195

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida:

frailes entre la inidencia y la independencia

venezolana (1810-1830)*1

Fray Oswaldo Montilla**2

Recepción: 20 de agosto • Aprobación: 27 de septiembre

Resumen

El presente texto se enmarca en el estudio de las escabrosas relaciones

entre la Iglesia Católica y los nuevos gobiernos formados en los primeros

decenios del siglo diecinueve, especíicamente en el nacimiento de estos

nuevos Estados. El texto se decanta aún más del plano estrictamente

institucional para leer las opiniones, descarnadas de cualquier interés

literario, y conocer las apetencias políticas de los frailes dominicos de dos

conventos venezolanos: el de Caracas, cuyo santo titular es San Jacinto, y

el de Mérida, puesto bajo la protección del santo predicador San Vicente

Ferrer.

Palabras clave: Dominicanismo venezolano, emancipación, modernidad,

Independencia

* El presente artículo es el resultado de la investigación que el autor lleva a cabo y que fue socializada por primera vez en el I Congreso Internacional de Historia de la Universidad Santo Tomás, realizado entre el 8 y 9 de septiembre de 2011.

** Fraile dominico perteneciente a la provincia venezolana. Ha dedicado su labor académica a los estu-dios históricos de los conventos religiosos en Venezuela en el periodo de la Independencia. Correo electrónico: [email protected]

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 195-242

Page 197: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

196

Dominican Convents from Caracas and Mérida:

Friars between Secrets and the Venezuelan

Independency (1810-1830)

Abstract

This article focuses on the study of the thorny relationship between the

Catholic church and the new governments settled in the irst decades of

the XIXth century, particulary during the birth of these new States. This

text frees itself even more from a strictly institutional plane to read the

opinions, free of any literary interest, and to get to know the political

desires of dominican friars from two Venezuelan convents: The one from

Caracas, whose principal saint is Saint Hyacinth; the other from Merida,

under the patronage of the dominican Saint Vincent Ferrer.

Keywords: Venezuelan dominicanism, emancipation, modernity, Inde-

pendence

Page 198: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

197

Les couvents dominicains de Caracas et Mérida:

frères entre déloyauté et Indépendance

vénézuélienne (1810-1830)

Résumé:

Ce texte entre dans le cadre de l’étude des relations scabreuses entre

l’Église catholique et les nouveaux gouvernements formés dans les

premières décennies du XIXè siècle et plus spéciiquement pendant la

naissance de ces nouveaux États. Le texte se détourne encore plus du

plan strictement institutionnel pour lire les opinions, dépourvues d’un

quelconque intérêt littéraire et connaître les goûts politiques des frères

dominicains de deux couvents vénézuéliens: celui de Caracas, dont le saint

patron est Saint Hyacinthe et celui de Mérida, placé sous la protection du

saint prédicateur Saint Vincent Ferrier.

Mots-clés: Dominicanisme vénézuélien, émancipation, modernité, In-

dépendance

Page 199: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

198

Introducción

La temática de la Iglesia y la Independencia no se aborda por primera

vez en la historiografía de Venezuela con ocasión del bicentenario de

la República; ya hacia mitad del siglo pasado dos grandes historiadores

pertenecientes al estado clerical estudiaron el tema con un gran espíritu

cientíico.

Nos referimos, en primer lugar, a monseñor Nicolás Eugenio Navarro

(1867-1960), quien escribió una obra en 1959 titulada El cabildo metropo-

litano de Caracas y la guerra de Emancipación, fruto de su larga investiga-

ción en el archivo capitular de la Catedral de Caracas. En segundo lugar,

debemos citar al padre Pedro de Leturia (1891-1955), quien, con su trabajo

Relaciones entre la Santa Sede e Hispanoamérica (1493-1835), profundiza

en esos años tan decisivos para nuestra formación republicana.

El padre Jaime Suriá, quien durante mucho tiempo organizó el Archivo

Arquidiocesano de Caracas, publicó en 1967 una cuantiosa documenta-

ción extraída de ese reservorio, bajo el título Iglesia y Estado 1810-1821.

En esos mismos años de la década de los sesenta salieron a la luz pública

dos obras más, que mencionaremos de entre otras muchas dedicadas

al estudio de la Iglesia y la Independencia: nos referimos al autor Carlos

Felice Cardot (1913-1986), cuando en 1962 publicó su obra La Iglesia y

el Estado en la primera república, y por último hacemos mención de Gui-

llermo Figuera y su ópera La Iglesia y su doctrina en la independencia de

América, del año 1960.

Entre los años 2010 y 2011 hemos asistido a una serie de congresos, con-

versatorios y publicaciones acerca del segundo centenario de la emanci-

pación de varios países de nuestro continente. Pero no todos los esfuerzos

apuntan a un mismo lugar. Algunos polémicos estudios donde se coloca

el acento preponderante en el modernismo que se vivía en España y se

minimiza el papel de la independencia han causado resquemor en estas

latitudes; tal es el caso del historiador galo François-Xavier Guerra con su

controversial estudio titulado Modernidad e independencias (1992), o la

situación parecida del historiador ecuatoriano de la Universidad de Cali-

Fray Oswaldo Montilla

Page 200: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

199

fornia, Jaime Rodríguez, quien al escribir La Independencia de la América

española (2005) airma cómo los sucesos políticos en España durante los

años de 1808 a 1824 dieron al traste con el poder ejercido por la Corona

en sus colonias americanas, y no fue originado por movimientos llamados

por el autor “protonacionalistas”, es decir, movimientos de insurrección.

Escuchar las quejas, improperios y vivas de un bando realista o aquellas

pertenecientes al bando republicano nos acerca a esas microhistorias del

pasado, a conocer una faceta de las comunidades alejada de los censos,

tributos, cofradías y fábricas conventuales, pulso corriente y muy preci-

so de la vitalidad colonial, ahora interrumpido por los sucesos políticos

que, irónicamente, comenzaron un jueves santo, el 19 de abril, cuando

el gobernador y capitán general de Venezuela don Vicente Emparan y

Orbe iba presuroso a los oicios religiosos de la Catedral de Caracas y se

le acercaron unos prominentes ciudadanos a proponerle continuar sus

pasos hacia el cabildo, porque habían asuntos urgentes por resolver:

deslastrarse de la autoridad de la Corona de España depositada en sus

manos y formar una Junta Suprema, la cual gobernaría los territorios de

la Capitanía General de Venezuela, creada en 1777.

1. Los conatos de rebeldía y las pretensiones

de independencia en Venezuela antes de la

emancipación deinitiva

La guerra por la independencia de Venezuela (1810-1821), iniciada por

diversos factores tanto en América como en la España borbónica, causó

honda huella en la sociedad, en los centros de poder y en la Iglesia colonial.

Antes del 19 de abril de 1810, cuando fueron destituidas las autoridades

de la Corona y sustituidas estas por una junta defensora de los derechos

del monarca Fernando VII, Venezuela había conocido en el siglo XVIII otros

intentos de sublevarse del poder civil y militar de la península.

No todos estos movimientos tuvieron un carácter o ideario exclusiva-

mente independentista, pero sí fueron relejo del descontento social de

la época colonial. El primero de ellos fue la rebelión del zambo Andresote

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 201: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

200

contra los funcionarios de la Compañía Guipuzcoana (1730-1732); con el

mismo in se llevó a cabo la insurrección de Juan Francisco León entre

abril de 1749 y enero de 1752. Contra las políticas iscales del gobierno

español se levantaron los Comuneros de los Andes en mayo de 1781.

Muy destacado en su importancia va a ser el movimiento de José Leonardo

Chirino y José de la Caridad González en la ciudad de Coro en 1795, el

cual “tuvo todos los indicios de una verdadera insurrección de carácter

social clasista y aun político” (Verna, 1998: 1024-1026).

La conspiración de Manuel Gual y José María España (1796-1797) fue de un

tinte profundamente secesionista. Descubiertos los planes de la conjura,

feneció la llama parpadeante de una futura república.

Otro movimiento descubierto en Maracaibo en 1799, liderado por el

mulato Francisco Javier Pirela y el negro José Francisco Suárez, aspiraba

a establecer un gobierno republicano.

En los años iniciales del siglo XIX, Francisco de Miranda, bautizado por

la historiografía venezolana como el Precursor de la Independencia de

Venezuela e Hispanoamérica, decidido a actuar desde fuera del país,

planiicó en 1806 dos invasiones por vía marítima. No consigue el apoyo

de la población, indiferentes ante las proclamas libertarias, ni de la Igle-

sia, pues el IV obispo de Mérida, Santiago Hernández Milanés, rechazó

cualquier diálogo con el invasor y escribió, apenas pudo, una pastoral

advirtiendo del peligro que portaban los enemigos de la Corona y de la

Iglesia; tampoco recibió el apoyo de los mantuanos y vecinos principales

de Caracas, quienes cerraron ilas y mantuvieron una actitud de idelidad

a la monarquía.

La última abortada sedición ocurrió en 1808 y fue llamada "la conspiración

de los mantuanos". Ocho prominentes ciudadanos de Caracas intentaron

establecer una junta “similar a las que se habían constituido en España

para defender al Rey cautivo y oponerse a la usurpación francesa” (Quin-

tero, 2008: 8).

Este veloz recorrido por los momentos de disidencia política y económica

nos muestra el fermento o caldo de cultivo que formará el movimiento

Fray Oswaldo Montilla

Page 202: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

201

de independencia en las primeras décadas del siglo XIX. La Iglesia, en la

mayoría de su estructura bien articulada, desdeñó y condenó las voces

alzadas contra la monarquía de España, dejando bien claro su incondicio-

nal apego a la organización de poder instaurada por la península.

Sin embargo, cuando la guerra secesionista estalle, veremos cómo el

monolítico estamento levítico tendrá sus profundas grietas, las mismas

que echarán abajo una parte de su organización. La Independencia logró

desestabilizar la Iglesia y, en el caso venezolano, luego de establecerse

la república, sujetarla fuertemente con el mismo instrumento medieval

y colonial, como lo era el real patronato dado por los papas a los reyes

de España.

La Orden de Predicadores en Venezuela no estaba preparada para en-

frentar el cambio político trascendental que se avecinaba en el siglo XIX.

En medio del proceso de emancipación, iniciado el 19 de abril de 1810,

los dominicos tomaron partido en el bando patriota y también en aquel

realista, generando de esta forma divisiones canónicas y de conciencia

en los claustros de sus conventos. Quisiera ahondar en la historia de dos

conventos donde se relejaron con más ahínco las dos posturas ideoló-

gico-políticas del momento. Nos referimos a los frailes de los conventos

de San Jacinto de Caracas y de San Vicente Ferrer de Mérida.

2. La comunidad conventual de los frailes

dominicos de San Jacinto de Caracas

El convento de San Jacinto fue fundado a inales del siglo XVI. El docu-

mento más antiguo que atestigua la presencia de la comunidad de los

religiosos tiene fecha del 16 de diciembre de 1597 y nos informa que San

Jacinto perteneció jurídicamente a la Provincia de Santa Cruz de Indias1.

“En 1630 el Capítulo Provincial celebrado en el Convento de Santo Do-

mingo de la isla Española, pide que la casa de San Jacinto, en Caracas,

1 En territorio de la actual Venezuela, la Provincia dominicana de Santa Cruz de Indias, fundada en 1530, fundó otros cuatro conventos: Santísimo Rosario de la isla de Margarita, Nuestra Señora de la Candelaria de Trujillo, La Concepción de El Tocuyo y el de San Antonio de Cumaná.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 203: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

202

sea elevada a Priorato” (Bueno, 1998: 77-122); acontecimiento postergado

hasta 1639, según lo reiere el autor Bueno (1998). Para 1670 la comunidad

tiene noviciado y se erige como Estudios Generales por la Orden, donde

se imparten lecciones de artes, teología, moral y sagrada escritura, y los

frailes que habitaban las celdas del ediicio conventual llegaron a ser

unos treinta religiosos.

Podríamos asegurar que fue la etapa de esplendor en la vida colonial del

convento de San Jacinto. En las vísperas de la Independencia, comen-

zando el siglo XIX, la comunidad parece tener el mismo auge que en el

siglo anterior.

Las actas del Capítulo Provincial de Santa Cruz de Indias de la Orden de

Predicadores, celebrado en el convento de San Juan de Letrán de La Ha-

bana el 5 de enero de 18012, asignó al convento de San Jacinto diecisiete

frailes sacerdotes, seis frailes estudiantes o en proceso de formación y

tres hermanos conversos. Un total de 26. Pero leyendo en la nómina de

los frailes que han fallecido entre 1797 y 1801, observamos cómo en el

cenobio caraqueño han muerto cinco religiosos: un maestro en teología,

fray José Vicente Salazar; un padre presentado, fray Manuel Díaz Carballo;

un predicador general, fray Rafael Argumedo; fray Lorenzo de Orellana, y

el converso fray Andrés Espinosa3.

En las actas del año 18054, celebrado en el convento de San Jacinto de

Caracas a partir del 5 de enero, bajo la presidencia del nuevo provincial,

2 Archivum General Ordinis Praedicatorum, XIII-011000, S. Crucis Indiarum, Acta Capitulorum Provin-cialium (1801-1833). En adelante se citará AGOP.

3 Una serie de títulos académicos muy corrientes en la época de nuestro estudio: lector, presentado, maestro, predicador general, etc. Todos ellos de capital importancia dentro de las provincias domini-canas. Veamos brevemente la deinición de los títulos más relevantes: lector: “el religioso que ejercía el oicio de profesor de artes, ilosofía o teología en un colegio, convento o centro de formación de la Orden Dominicana. Normalmente se requería el título académico o Lectorado, otorgado por la Orden y obtenido por examen […] Presentado: título superior al Lectorado, adquirido también por examen y después de varios años de ejercer satisfactoriamente la docencia. Maestro: el supremo título académico dentro de la Orden Dominicana […] que se obtenía por examen y por méritos contraídos en el campo de la docencia y de la investigación ilosóico-teológica […] Predicador General: título concedido a un religioso por méritos contraídos, después de muchos años de ejercer en grado excelente el ministerio de la predicación sagrada. Un convento tenía un predicador general como regla. Al igual que el de maestro, el título de predicador confería también ciertos derechos o privilegios. El número de maestros y predicadores generales en una provincia era limitado por legislación”. En Neira, E., Ocio, H., ARNÁIZ, G. (2000). Misioneros Dominicos en el Extremo Oriente. En Life Today Publications, tomo I, pp. 13-14. Manila.

4 AGOP, XIII-011000, Acta Capitulorum Provincialium (1801-1833).

Fray Oswaldo Montilla

Page 204: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

203

fray Juan González de Oseguera, se asignaron 24 frailes sacerdotes al

cenobio caraqueño, una cifra muy signiicativa y que no corresponde al

crecimiento vocacional en los últimos cuatro años, sino que responde a

una pauta de ir despoblando los otros conventos repartidos en la geo-

grafía venezolana para fortalecer el de San Jacinto.

Tres estudiantes, tres novicios y tres conversos completan el crecido número

de los religiosos, para un total de 33 frailes. La merma continúa entre los do-

minicos que fallecieron desde el último capítulo. Las actas así lo relejaron:

en San Jacinto había fallecido el padre Eusebio Morales; en el convento de

Nuestra Señora del Rosario de Margarita, el reverendo padre predicador

general fray Antonio Díaz Juárez; en el cenobio de San Antonio de Cuma-

ná, el padre Domingo Carballo y en el convento de Nuestra Señora de la

Candelaria de Trujillo el padre Antonio Judas Picón y el hermano converso

Juan Félix Figueredo habían desaparecido físicamente en este periodo.

El siguiente encuentro provincial se concretó en el convento de Santo

Tomás de Puerto Rico en el mes de enero de 1807; en el lugar de las asig-

naciones, el convento de San Jacinto tiene una comunidad de 24 padres,

cuatro coristas o frailes estudiantes y dos hermanos conversos. Treinta

religiosos componen el convento más importante de los dominicos en

Venezuela. Los decesos notiicados en la reunión capitular corresponden a

varias casas religiosas, entre ellas San Jacinto, que ha presenciado la muer-

te del padre Pedro Campos. La crisis vocacional comienza a hacer mella

en la comunidad y los fallecimientos apuran las pérdidas comunitarias.

El último capítulo provincial, previo a la proclamación y guerra de la

Independencia, tuvo lugar en el convento de San Juan de Letrán de La

Habana en el mes de enero de 1809. La copia de las Actas que reposan

en el archivo de la Orden en Roma señala que los frailes sacerdotes son

18, hay cinco estudiantes y un pupilo.

También las Actas mencionan el fallecimiento de tres sacerdotes de la

comunidad. Ellos son: el ex provincial fray Vicente de Acosta, el padre

Manuel Fernández y el padre presentado fray Juan de ávila. Los dos

hermanos conversos fray Antonio Delgado y fray Juan de Arroya cierran

la lista de los decesos.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 205: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

204

Llama poderosamente la atención la ausencia de novicios en San Jacinto

a comienzos del siglo XIX. No hay generación de relevo y la juventud pa-

rece estar divorciada de los rezos y los estudios teológicos. Para colmo, la

comunidad ha visto desaparecer de sus ilas dominicanas a diez religiosos.

Las diicultades, muros conventuales adentro, son conocidas: relajación

de las costumbres religiosas, escaso interés por la predicación de las mi-

siones y el número insuiciente de los formandos o vocacionados; todos

ellos fueron factores decisivos y conspiraban, por así decirlo, con la bue-

na marcha comunitaria. El dominico fray Agustín Roze escribió en 1878

acerca de la terrible situación de postración en la que se encontraban las

provincias americanas; relexionaba a continuación:

¿Cuál ha sido la causa verdadera de esta decadencia? ¿Será sólo la perse-

cución? No. Esta, por más funesta que haya sido en esas repúblicas, no ha

podido ser el enemigo más terrible. Porque la persecución, generalmente,

no suele ser una calamidad de gran duración. Por otra parte, sólo puede gol-

pear la supericie. En lo religioso jamás llega al espíritu que anima y viviica,

el que da la verdadera vida y la fuerza. Frecuentemente es, en manos de la

Providencia, sólo como una medida de puriicación y mejoramiento para

una orden monástica. Poda los miembros viciosos y une más íntimamente

a los sanos. De este modo, prepara generaciones venideras más fuertes y

generosas (1997).

En la memorable obra escrita por el obispo Mariano Martí (1720-1792)

sobre la visita pastoral a la diócesis de Caracas entre los años 1771 a

1784, registró en ella el clero disponible contabilizando 247 sacerdotes.

Es incuestionable que los conventos habían decrecido en número de

religiosos. En las proximidades de la independencia de Venezuela no se

había fundado ningún convento de entre las órdenes religiosas existentes,

signo de una profunda crisis en la vida religiosa colonial.

2.1 La Iglesia de Caracas y la revolución de la

Independencia

La Iglesia Católica fue una de las pocas instituciones sobrevivientes de

la estructura colonial luego de la revolución independentista. Pero, en

Fray Oswaldo Montilla

Page 206: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

205

el caso venezolano –muy concretamente quiero referirme–, pervivió a

costa de un alto precio: la reducción de su personal fue signiicativa5. Esta

realidad fue funesta para las obras pías, cofradías, parroquias, hospicios,

conventos y, sobre todo, en las misiones llevadas por los religiosos entre

los naturales del país. La autora Rosa María Martínez de Codes no en balde

airma que “la Iglesia ejerció una gran inluencia en las masas populares,

sobre todo campesinas, por la función que desarrolló en el proceso de

aculturación de indios, mestizos y negros” (1992: 90).

La arquidiócesis de Caracas tiene su origen en la ciudad de Coro, cuando

esta fue asiento embrionario del poder colonial en el siglo XVI y el papa

Clemente VII decidió elevarla a sede episcopal en 1531. Más tarde, en

1636, el obispo Juan López Agurto de la Mata decidió trasladar a Caracas

la curia diocesana. La aprobación regia viene en forma de Real Cédula con

fecha del 7 de marzo de 1638. Sólo a principios del siglo XIX es elevada

al rango de arzobispado: en 1803. Los otros dos territorios eclesiásticos,

Mérida y Guayana, se convirtieron en sufragáneas de la sede de Santiago

de Caracas.

Cuando el 19 de abril de 1810, un jueves santo, fueron depuestas las

autoridades de la Corona, el arzobispo Narciso Coll y Prat (1807-1822)

se encontraba en altamar rumbo a Venezuela para tomar posesión de la

sede caraqueña vacante desde 1806 por la muerte del primer arzobispo,

Francisco de Ibarra. Al llegar al puerto de La Guaira tuvo que tomar el ju-

ramento de idelidad ante la Junta Patriota, formada el 19 de abril, antes

de poder trasladarse a la ciudad de Caracas.

Poco más de un año después, un conjunto de notables y eclesiásticos

(nueve en total) irmaron el Acta de la Independencia de Venezuela el 5

de julio de 1811 y marcaron el rumbo inexorable de separación de los

territorios de la antigua Capitanía General de Venezuela, desmembrán-

5 “Una primera lista de sacerdotes, formada ya muerto el arzobispo Ibarra y antes de 1810, da, con toda certeza, 347 sacerdotes para la Arquidiócesis, de los cuales 121 residían, con beneicio, en Caracas, distribuidos en las parroquias de la siguiente forma: en la primera de Catedral, 32 sacerdotes; en la segunda, 19 sacerdotes; en San Pablo, 25; en Altagracia, 24; en Candelaria, 9; en Santa Rosalía, 10 y en la Parroquia Castrense, 2. Además existían en los tres conventos 170 religiosos, en su gran ma-yoría sacerdotes; de modo que puede airmarse que los sacerdotes de la Arquidiócesis se acercaban a los 500 y superaban el número si se le añadían los religiosos de los conventos de Valencia, Carora, Guanare, etc.” (Suriá, 1967: 19).

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 207: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

206

dola de la península. Había nacido Venezuela como nación republicana

y la guerra se avecinaba como el marco político de los próximos años.

Estos dos hechos políticos causaron escisión dentro y fuera de la insti-

tución eclesiástica. En el seno de la Iglesia, el cisma de las conciencias

salpicó desde los obispos hasta los frailes legos de los conventos. La

catolicidad venezolana –en palabras del jesuita José Virtuoso (2001)– se

sintió comprometida con las diversas posturas políticas del momento.

Por supuesto que el modelo de catolicidad colonial entró en crisis con el

cambio político dirigido a constituirse en república. El arzobispo Coll y

Prat y los franciscanos del convento de Valencia fueron los más conspicuos

representantes de esta catolicidad postmedieval.

Siempre actuó la Iglesia Católica según las directrices del nuevo gobierno,

aunque no estuviera de acuerdo en todos sus postulados. “Mostró una

franca oposición a las nuevas autoridades a partir de la supresión del

Fuero Eclesiástico en la Constitución de 1811 y desde el terremoto de

1812” (Gutiérrez, 2009: 79-103).

2.2 San Jacinto de Caracas: frailes dominicos ieles al

rey frente a los partidarios de la República

La extinción de los conventos masculinos en Venezuela, decretada en

1837, hizo desmantelar en esos años la presencia de los dominicos en el

país, y una de las consecuencias no solo atañe a la desaparición de los

templos y ediicios conventuales, sino a la destrucción considerable de

sus archivos y bibliotecas.

Los restos de este reservorio documental no dan cuenta de ningún pa-

pel oicial –si lo hubo no tenemos certeza– ni de la postura pública de la

comunidad de San Jacinto en el momento de estallar el conlicto revolu-

cionario y social contra las autoridades españolas en 1810.

En el documento titulado Libro de consultas de este convento del Señor San

Jacinto de Caracas, Orden de Predicadores, iniciado en 5 de marzo de 1806,

gobernando el R. P. Sub-Prior in capite Fr. Thomas Yanes, perteneciente al

archivo del actual convento de San Jacinto de Caracas, existe una única

Fray Oswaldo Montilla

Page 208: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

207

consulta hecha a la comunidad de los frailes en todo el año 1810 y tiene

como fecha el 13 de diciembre, donde se sondea a los religiosos la con-

veniencia de traspasar un tributo de don Fernando de La Madriz. Punto

único de la consulta, una vez inalizada, el prior Fr. Felipe Espinosa irmó

el acta junto con cinco dominicos pertenecientes a la comunidad.

No hay una sola nota acerca de la situación política de Venezuela que

pudiera hacer referencia a la destitución del poder monárquico en 1810

ni al establecimiento de un congreso y un poder republicano en 1811. Las

consultas son escasas, y más esporádicas o casi inexistentes las alusiones

a temas políticos.

Un caso bien extraño es el siguiente: el 12 de julio de 1811 a las siete de la

noche se presentó ante las autoridades defenestradoras de la monarquía

fray Juan Abreu “implorando su protección contra las persecuciones de

su prior Fr. Felipe Mota”. El padre Abreu ha igurado como uno de los re-

ligiosos sospechosos de inidencia, y Felipe Mota, aunque no nos consta

su actuación política, siempre la historiografía venezolana le ha querido

colocar entre los seguidores del poder regalista.

Sin embargo, el prior de San Jacinto Fr. Ramón Betancourt congrega

a los padres de la Consulta el 11 de octubre de 1813, pues ha recibido

un oicio del arzobispo Coll y Prat. La Iglesia vive una intensa agitación

política, pues la Primera República instaurada en 1811 fenece en 1812,

cuando Caracas es tomada por las tropas del general español Domingo

de Monteverde, y en agosto de 1813 vuelven al poder los insurgentes

ensamblando la Segunda República.

Desde el cuartel general de las tropas republicanas en Valencia se habían

girado instrucciones al arzobispo en los siguientes términos:

[…] y el deseo eicaz de que todo el clero contribuya en cuanto sea de su

resorte al perfecto establecimiento de nuestro actual gobierno, a cuyo in

como se van presentando los exhorta prolijamente para que cooperen a sus

benéicas intenciones y merezcan la satisfacción pública (Suriá, 1967: 218).

Los padres consejeros del convento de San Jacinto decidieron, luego de

la relexión comunitaria y viendo las necesidades de la comunidad, pues

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 209: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

208

el convento y parte de la iglesia se habían venido abajo por causa del

temblor de tierra del 26 de marzo de 1812, ofrecer al ciudadano general

Simón Bolívar un donativo de 500 pesos6.

No resultaba cómodo para los gobiernos de turno recabar la información

veraz y suiciente sobre la conducta política de todos los eclesiásticos

pertenecientes a la vasta circunscripción del territorio de la arquidiócesis

de Caracas.

Las listas o nóminas, entregadas ya confeccionadas al arzobispo, dan

cuenta de la precaria situación de los levitas en la ciudad de Caracas. El

padre Suriá airma que los clérigos en la arquidiócesis eran, antes de 1810,

347 en total (1967: 19), cifra que se irá reduciendo al paso de la guerra

de independencia: los sacerdotes muertos o fugados de la arquidióce-

sis, unidos a la masacre de los seminaristas durante la contienda bélica,

empobrecieron el personal eclesiástico en estos años.

2.2.1 Los dominicos partidarios de la emancipación

La primera lista de los sacerdotes, confeccionada en el cuartel general

de Valencia el 8 de octubre de 1813, caliicando a los clérigos como los

que “merecen la conianza del Supremo Gobierno”, constaba de 127

eclesiásticos. Entre los adictos a la causa republicana se mencionan los

nombres de los religiosos dominicos: el P. maestro Fr. Manuel Samaniego,

el P. maestro fray Diego Coronado7, el P. presentado Fr. Félix Ravelo y el

padre Lorenzo Riveros.

El eminente historiador monseñor Nicolás Navarro encontró un expe-

diente con una nómina fabricada por los realistas donde se nombra al

padre Santiago Salamanca de nuevo, al padre Ramón Betancourt (en ese

momento prior de San Jacinto), al P. Manuel Samaniego, al P. Juan Abreu,

6 Archivo del Convento de San Jacinto, Libro de consultas de este convento del Señor San Jacinto de Caracas, Orden de Predicadores, iniciado en 5 de marzo de 1806, gobernando el R. P. Sub-Prior in capite Fr. Thomas Yanes, f. 36 rto y 36 vto. En adelante usaremos las siglas ACSJ.

7 En las Actas capitulares de 1813 se nombra prior del convento de San Antonio de Cumaná al padre Daniel Martínez Coronado, quien nació en la ciudad de Cumaná, episcopado de Guayana, el 12 de noviembre de 1750; le fue impuesto el hábito de los dominicos el 14 de mayo de 1766 y profesó sus votos en el convento de San Jacinto en 1767. Murió en 1819.

Fray Oswaldo Montilla

Page 210: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

209

Fr. José Antonio Cobo, “corista dominico (añadido por Mons. Navarro), y

al Fr. Tomás Acosta, converso dominico” (Suriá, 1967: 224), todos ellos do-

minicos. El total contabilizado por Navarro llega a 64 sacerdotes. El padre

Suriá escribió que la lista ofrecida por Navarro no tiene indicaciones de

dónde la consiguió; sin embargo, estamos seguros que corresponde a

un registro conservado en el Archivo General de la Nación, en su sección

de Causas de inidencia8.

Siguiendo la metodología del P. Suriá, en la nómina de los clérigos existen-

tes en la arquidiócesis, hecha en 1819 por el secretario Juan José Guzmán,

en el apartado sobre los dominicos aparecen los nombres de los padres

Lorenzo Rivero9, Miguel Espinoza, José Félix Ravelo10, Juan Abreu11 y el

hermano José Pérez.

Dentro de los muros conventuales de San Jacinto la situación resultaba

bastante inquietante. Los frailes no habían dejado pasar de lado la realidad

política y social y decidieron ijar posturas radicales y nada conciliatorias.

Un testimonio muy importante lo notamos en el P. Fr. Manuel de Samanie-

go, quien relató en un memorial elevado al Ministro de Gracia y de Justicia

de España los pormenores de esa histórica y memorable fecha de 1810:

Sucedida la Revolución de 19 de abril de 1810, y apoderados del mando sus

autores me conduje pasivo, según lo exigía la necesidad, sin tomar parte

en nada; y siendo mi ejercicio la predicación, jamás produje en el púlpito ni

una palabra acerca del Gobierno; conducta que se hizo reparable, y se notó

en aquel tiempo. Sólo me acerqué a los que mandaban para suplicarles por

8 AGN, Causas de Inidencia, tomo XXIV. Sunfondo Revolución y Gran Colombia, año 1814, f. 533 vto.

9 Según las Actas de 1805, el P. Fr. Lorenzo Rivero era el encargado de tocar el órgano; nació en la ciudad y arzobispado de Caracas el 15 de diciembre de 1779, tomó el hábito el 11 de marzo de 1798 y profesó el 7 de abril de 1799 en el convento de Caracas. También fue nombrado sacristán mayor de la iglesia conventual.

10 Siguiendo la lectura de las Actas de 1809, el padre José Félix Ravelo había sido lector y para ese año fue propuesto como superior del convento menor de Cumaná. En 1813 ya se encuentra en el convento de San Jacinto, pues su irma aparece en una consulta de la comunidad. Fue comisionado por el Gobierno del arzobispado el 22 de noviembre de 1837 para hacer el inventario del convento de San Jacinto antes de ser demolido por el gobierno civil. Había nacido en Caracas el 19 de marzo de 1760, tomó el hábito el 4 de noviembre de 1777 y profesó el 5 de noviembre de 1778 en el convento de San Jacinto.

11 El padre Juan Abreu aparece en las Actas de 1809 con el cargo de maestro de los estudiantes del Convento de San Jacinto de Caracas. Fue lector. Nació en el pueblo de Chacao el 15 de diciembre de 1779, tomó el hábito religioso el 29 de agosto de 1804 y profesó al año siguiente en el Convento de Santo Tomás de Puerto Rico.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 211: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

210

muchos europeos, por quienes me sacriicaba, y logré hacer mucho bien

y salvar muchas vidas12.

Si fuera cierto lo anterior, no podemos explicar su deportación a España

junto con otros doce levitas caraqueños en 1814. El sumario de la causa

de inidencia nunca llegó a la Corte y, cansados de esperar la misma, por

indulto real fue puesto en libertad en 1817, pero con la condición de no

volver a Caracas. No tardará en volver a su convento de Caracas. En algu-

nas consultas de la comunidad aparecerá su irma entre los miembros

consultados. La escasa información de estos años se debe a la separación

perentoria de los conventos de Venezuela de los otros que aún confor-

maban la Provincia de Santa Cruz de Indias.

El padre Samaniego fue instituido en las Actas del Capítulo Provincial de

la Provincia de Santa Cruz de 1801 como misionero para el territorio de la

diócesis de Caracas y ostentaba el título de presentado desde 1790. También

en las Actas de 1801 es propuesto para el título de maestro predicador.

Se dice en la postulación los siguientes datos del religioso: nació en la

ciudad y en el episcopado de Caracas el 24 de octubre de 1744. Recibió

el hábito dominicano en el convento de Nuestro Padre Santo Domingo

en la isla de La Española el 15 de diciembre de 1761 y profesó el 15 de

enero de 1763.

Por previa oposición, dictó la cátedra de ilosofía en el convento de San

Jacinto de Caracas desde el primero de enero de 1775 hasta el 22 de julio

de 1778, cuando por obediencia fue transferido al convento de Puerto

Rico, donde estuvo desde el 23 de junio de 1779 hasta el 28 de septiembre

de 1783. Allí ejerció los cargos de maestro de estudiantes y profesor de

los cursos de artes, física y metafísica.

De vuelta a Caracas, fue destinado a la cátedra de vísperas desde el día 13

de enero de 1782 hasta el 22 de enero de 1783. Ese mismo día fue hecho

rector segundo hasta el día 14 de septiembre de 1788. Todo esto le com-

putaron los religiosos del capítulo, trece años de actividad académica.

12 Archivo General de Indias, Sección: Audiencia de Caracas, Legajo 387: Memorial del P. Fr. Manuel Samaniego al Excmo. Señor Ministro de Gracia y de Justicia. En adelante AGI.

Fray Oswaldo Montilla

Page 212: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

211

Además, señalaron las tesis y trabajos defendidos en este espacio de

catorce años en el campo de la educación. Fue elegido superior en dos

oportunidades y también dos veces fue vicario del Provincial en el mismo

convento de Caracas, donde fue maestro de los novicios. Fue comisario

del Santo Rosario y depositario con gran habilidad.

Fue hecho prior del convento de los predicadores en la ciudad de Cuma-

ná en el capítulo celebrado en La Habana. Como prior del convento de

Puerto Rico ayudó a la ornamentación y adecentamiento de la iglesia.

En la predicación y en la dirección de las almas es un excelente sacerdote.

Fue postulado al cargo de maestro en el capítulo celebrado en el convento

de San Jacinto el día 5 de enero de 1793, donde fue propuesto para prior

de la comunidad de Puerto Rico, y nuevamente postulado en el capítulo

celebrado en el convento de Puerto Rico del 5 de enero de 1797, pues tenía

cuatro años como profesor. En las Actas de 1825 de la Provincia de Santa

Cruz en la lista de los frailes fallecidos aparece el nombre del P. maestro

Manuel Samaniego al igual que el del padre Betancourt.

El padre Samaniego volverá a insistir en su inocencia y en su traslado a

Caracas o a Puerto Rico, pero su petición no será escuchada hasta agosto

de 1820. Más información sobre el padre Samaniego doy en mi artículo

“Los dominicos en el proceso de emancipación de Venezuela” (Montilla,

2011: 53-90). Según las Actas de la Provincia de Santa Cruz de Indias del

año 1825, el padre Samaniego murió en el mes de enero de 1824 en el

convento de San Jacinto, dejando vacante el grado que ocupaba en los

títulos otorgados por la Orden.

No fue el único dominico deportado en el año de 1814. Fray Ramón Betan-

court, prior de San Jacinto, fue obligado a subir junto a los otros clérigos

en el bergantín Palomo, que los llevó a la península. El expediente debió

ser formulado por el gobernador político don Juan Nepomuceno Quero

(1783-1818) y su auditor de Guerra el doctor Isidro González, pero jamás

llegó a manos de las autoridades españolas.

Del padre Betancourt se dice en las Actas de 1801 que fue nombrado

lector de artes en la cátedra que regentaban los dominicos en la Univer-

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 213: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

212

sidad Santa Rosa de Lima de Caracas. Nació en la ciudad y episcopado de

Caracas el 21 de octubre de 1773, tomó el hábito el 12 de octubre de 1788

y la profesión la emitió el 8 de noviembre de 1789 en el convento de San

Jacinto de Caracas. En las Actas de 1805 fue nombrado para ser profesor

de la cátedra de Sagrada Escritura en la Real y Pontiicia Universidad de

Santa Rosa de Lima. También fue nombrado enfermero del convento. En

el libro de consultas del convento de San Jacinto aparece la fecha de su

primera convocatoria como prior a los venerables padres de la Consulta

el 15 de julio de 1813. Realmente estuvo pocos meses como superior de

la comunidad de San Jacinto.

Las causas de inidencia de estos dos religiosos fueron notables por el

escandaloso suceso de la encarcelación y expulsión de los territorios

pertenecientes a Venezuela. Algunas acusaciones contra los padres Sa-

maniego y Betancourt las ofrecen los frailes del convento de San Jacinto

y otras provienen de personas notables de la sociedad caraqueña. Así lo

releja el informe levantado por órdenes del gobernador Quero.

Del maestro fray Manuel Samaniego dice la causa, que reposa en el Archivo

General de la Nación: “Este escandalizó a don Vicente Pérez cuando dijo:

‘que debían acabar con todos los canarios y españoles, y especialmente

con los criollos realistas’”13. Del padre Betancourt airma que era un exal-

tado predicador. El gobernador Quero justiicaba el traslado de estos y

otros reos, pues

[...] eran de los principales revolucionarios, dado el ascendiente que ejercían

por su carácter eclesiástico. I [sic] por la quietud y paciicación de mi Patria

me imponen el deber de presentar a V. E. como una medida indispensable

la separación de estos individuos de estas Provincias14.

El gobernador Juan Nepomuceno Quero había sido primero un entu-

siasta independentista para luego pasarse a las ilas del Rey. Al inal del

documento deja colar un amargo reproche a la situación vivida entre el

13 AGN, Sección Causas de Inidencia, tomo XXIV. Subfondo Revolución y Gran Colombia, año 1814, Expediente 12: Expediente sobre caliicar la conducta moral y política de eclesiásticos seculares y regulares durante el tiempo de la Revolución de esta Provincia, f. 526.

14 Ibíd., f. 529-530.

Fray Oswaldo Montilla

Page 214: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

213

clero: “Yo paso Excelentísimo Señor por el dolor de ver la ancianidad y el

respetable sacerdocio sufriendo”15. El padre Manuel Samaniego era un

hombre con setenta años cuando fue puesto prisionero.

Las causas de inidencia o traición al Rey se formaron en un voluminoso

expediente. Contaron para formarla con la licencia y aprobación del

arzobispo Narciso Coll y Prat, y las pruebas se evacuaron mediante el

testimonio de clérigos y personajes notables de la sociedad caraqueña.

Fueron ordenadas por el sargento mayor del Ejército y gobernador militar

de la ciudad de Caracas Juan Nepomuceno Quero, con acuerdo del auditor

de guerra interino don Isidro González. Las pruebas están compuestas de

la siguiente manera: al testigo llamado se le leía el oicio del arzobispo

concediendo fuero y licencia para testiicar –en el caso de un eclesiásti-

co–; seguidamente, debía realizar el juramento in verbo sacerdotis tacto

pectore et corona (también para los clérigos); inalmente, se le mostraba

la lista de los eclesiásticos y debía reconocer en ella aquellos desafectos

a la causa monárquica.

El día 9 de septiembre de 1814 compareció en calidad de testigo el reve-

rendo padre lector fray Juan José García Padrón, dominico. Había nacido

en 1769 en la isla de Santo Domingo e hizo el noviciado en 1800 en el

convento de San Jacinto de Caracas. En las Actas de 1807 fue instituido

como lector de gramática y en 1809 enseñó artes en la Universidad de

Santa Rosa.

En su testimonio decía que su hermano de religión fray Mateo de Es-

pinoza era adicto a la causa regia. En cuanto a los otros dominicos de

su convento, apuntó el dedo acusador contra el P. Santiago Salamanca,

manifestando que

[...] ha sido frenético en ambas revoluciones; que el P. Fr. Ramón Betancourt

no solo ha sido adicto en ambas revoluciones sino que aún en la primera

paciicación fue reconvenido por Su Señoría Ylustrísima sobre la exposición

del Evangelio porque se salió de los límites, y por esto fue suspenso pues

parece zahería el Gobierno monárquico16.

15 Ibíd., f. 530.

16 AGN, Causas de Inidencia, tomo XXIV, año 1814, expediente 12, f. 536 vto.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 215: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

214

Y continúa su testimonio sobre el P. Betancourt:

[…] que en la primera revolución conversando con el exponente y con el

P. Fr. Lorenzo Rivero se proirió diciendo, que D. Francisco Linares todavía

no pagaba con su cabeza por ser éste uno de los primeros que intentaron

deponer el Govierno revolucionario según el zelo con que éste deseaba

ver reinar sobre nosotros la Monarquía Española: que en esta segunda

revolución ha sido tan exaltado que en el día cuatro de agosto después

de haber almorzado en la casa de D. Pablo Echezuría se entró aún á las

piezas escusadas junto con D. Juan Bautista Garmendia y despojaron de

sus armas al expresado Echezuría, lo que sabe el exponente por las mas

repetidas quejas de ingratitud y que reclama la casa de Echezuría contra el

que se declara, procediendo éste al mismo despojo contra D. José Cayetano

Montenegro según las quejas del mismo17.

Sobre el P. Manuel Samaniego dijo que estando el religioso en casa del

notable realista José Domingo Díaz, había airmado que no volvería más a

nombrar en el sacriicio de la misa el nombre de los reyes entre las oracio-

nes por los vivos. También, de cómo tuvo conversaciones tocantes a temas

subversivos en la casa de doña Vicenta Pérez, “dejando a toda su familia

escandalizada”. Luego narró otro episodio que enseguida transcribimos:

En esta segunda subversión en el día ocho o nuebe de septiembre en la

casa del insurgente Gobernador Político en presencia de D. Pedro Lalinder

y de Don Francisco Paúl, dixo que debían acabar con todos los canarios y

españoles y especialmente con los hijos del país que seguían al Govierno

Monárquico, que también era forzoso desengañar al Pueblo para que no

creyeran en indulgencias ni Bulas, que todos los santos en la plaza pública

debían quemarse, á lo que contestó Don Francisco Paúl diciendo que pri-

mero debía quemarse el gran padre y patriarca Santo Domingo por haber

sido el que impuso la inquisición, contesta que hizo salir abochornado á

un hijo espurio de tan santo padre18.

Las acusaciones sobre el P. Samaniego son categóricas y abren el cami-

no para su deportación. Además, resulta contundente la condena a los

españoles de toda condición puesta en boca del dominico; podríamos

17 Ibíd., f. 536 vto.

18 Ibíd., f.536 vto-537 rto.

Fray Oswaldo Montilla

Page 216: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

215

especular acerca de si es suicientemente comprensible su actitud hacia las

personas contrarias a su postura política. Debemos recordar que estamos

en la época del decreto de guerra a muerte (1813-1820) ordenado por

Simón Bolívar, documento público y polémico en la vida del Libertador,

pero del cual Elías Pino Iturrieta dirá que ya existía en Venezuela la realidad

de una guerra a muerte, aunque sin estar plasmada en una decisión escrita

hasta el momento. Para el historiador Pino Iturrieta es claro que quien la

ha iniciado no es otro que el general realista Domingo Monteverde, con

los hechos sangrientos de su proceder, impronta trágica de su avance

militar por la geografía venezolana (Pino Iturrieta, 2009: 64).

El padre García –continuamos leyendo su testimonio– conirma que en

la lista se encuentran otros religiosos de la Orden de Predicadores como

son “Fr. Juan Abreu, Fr. José Antonio Cobo, Fr. Ambrosio González coristas

éstos dos, y Fr. Tomás Acosta converso del Orden de Predicadores no se

atreve a declarar por la extensión de sus excesos por evitar más difusión;

porque en ambas revoluciones lo han pasado de apóstatas”19. Luego,

irmó su alegato.

En ese mismo día también hizo acto de presencia el reverendo padre José

Anselmo Peña20, quien fungía como notario de las consultas del convento

de San Jacinto de Caracas. En las Actas Capitulares correspondientes al

año 1805 se encontraba asignado al cenobio caraqueño y se le describía

como un pupilo de la comunidad.

La primera acusación del padre Peña va dirigida hacia el prior del convento

fray Ramón Betancourt. Lo caliicaba de “adicto” al gobierno revolucionario

en todas sus actuaciones y de profesar odio al rey, a los españoles, a los

canarios y a los criollos ieles a la causa monárquica. De las mismas realida-

des anteriores culpaba a otro sacerdote de su convento: fray Juan Abreu.

De los dos estudiantes dominicos, fray José Antonio Cobo y fray Ambro-

sio González, expresó que “por pública y notoriedad han sido tenidos

19 AGN, Causas de Inidencia, tomo XXIV, año 1814, Expediente 12, f. 537.

20 En las Actas capitulares de 1809 nos informan que nació en Caracas el 21 de abril de 1788, tomó el hábito el 27 de mayo de 1807 y profesó al año siguiente. Fue notario de las consultas por muchos años.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 217: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

216

y reputados por adictos al gobierno insurgente y odiosos contra el del

Soberano, Españoles, Canarios y Criollos amantes y ieles á la monarquía”21.

Al padre Santiago Salamanca22 también le endosa el epíteto de revolu-

cionario y narra un episodio ocurrido en la celda del prior Betancourt en

la noche del 4 de agosto del año 1813, momento en que “se esperaba la

invasión de los traidores Bolívar y Rivas”, cuando reprendió al padre Peña,

pues el padre Salamanca no entendía cómo siendo americano el sacerdote

Peña, él y otros frailes del convento se manifestaran adictos al gobierno

monárquico, y acabó diciendo que los frailes, incluido el mencionado

Peña, deberían ser ahorcados y deseaba que no escaparan de tal suplicio.

Del hermano converso fray Tomás Acosta23 dice que apostató de su con-

vento hace cuatro o cinco años

[...] y acompañó de paje a Bolívar en la primera revolución y con él anduvo

hasta que volvió á entrar en el citado mes de agosto, y que es decidido

enemigo del Rey, la Nación Española europea y americana en términos de

haberse explicado diciendo que todos debían morir por afectos á la causa

del Rey y enemigos del Gobierno revolucionario24.

El siguiente testimonio fue el 16 del mismo mes. En esta ocasión com-

pareció don José Ignacio Ocampo, vecino de Caracas, quien acusó de

inidencia, entre otras personas eclesiásticas, al padre Ramón Betancourt

y al fray Santiago Salamanca.

Pedro Lalinde, vecino de la ciudad de Coro y administrador de la real renta

de tabaco, también señaló al padre Santiago Salamanca, al maestro Ma-

nuel Samaniego y al padre Juan Abreu como parte del grupo de clérigos

de los cuales tenía pleno conocimiento, por sus hechos y acciones, de ser

21 Ibíd., f. 537 vto.

22 Reverendo padre lector de vísperas desde 1801, Fr. Santiago Salamanca, quien nació en la ciudad y episcopado de Caracas el 3 de julio de 1763, tomó el hábito el 21 de diciembre de 1780 y la profesión la emitió el 22 de diciembre de 1781 en el convento de San Jacinto de Caracas. Fue prior del convento de San Jacinto.

23 En 1801 era novicio en el convento de San Jacinto. Nació en la ciudad de La Palma, episcopado de Canarias, el 20 de mayo de1766, vistió el hábito el 2 de agosto de 1799 y profesó el 3 de agosto de 1800. En las Actas de 1807 fue asignado al convento de Margarita y en las Actas de 1809 había sido destinado al convento de El Tocuyo y tenía el oicio de sacristán mayor.

24 AGN, Causas de Inidencias, tomo XXIV, año 1814, Expediente 12, f. 538.

Fray Oswaldo Montilla

Page 218: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

217

enemigos de la causa del rey. También señaló como cierto el relato del pa-

dre Juan José García Padrón, donde lo ubicaba a él en la disputa sostenida

entre el padre Manuel Samaniego y Francisco Paúl acerca de la quema

de las imágenes y el descontento y desprecio por las bulas pontiicias.

El día 17 siguieron recabando testimonio contra los levitas caraqueños.

El presbítero don José Antonio Melean, cura coadjutor del pueblo de

San José de Chacao, nacido en la ciudad de San Felipe el Fuerte, también

numera como sediciosos al padre Ramón Betancourt, quien en privado y

“en la cátedra del Espíritu Santo [sostuvo conversaciones con] algunos de

ellos”25 ha manifestado su enemistad a la causa regalista; el mismo caso

aplica para el padre Santiago Salamanca, el padre Manuel Samaniego y el

padre Juan Abreu. Nada dice de los religiosos estudiantes o del hermano

converso.

En ese mismo día leemos el testimonio de otro dominico del convento

de San Jacinto, se trata del muy reverendo padre fray Andrés Gil, para ese

momento subprior de la comunidad dominicana26.

Repasando su comunidad, señala como conspiradores contra el orden

colonial establecido al padre Juan Abreu, a los religiosos estudiantes José

Antonio Cobo y Ambrosio González, a fray Tomás Acosta, “apóstata de la

religión compañero de Bolívar en sus expediciones, invasión y fuga de

esta ciudad”27; no se le escapa de la lista el padre Santiago Salamanca ni

el prior Ramón Betancourt,

[...] a cuya celda ocurrían á tratar sobre la materia [insurrección] los citados

Pbro. Bachiller D. Miguel Santana, un secular, D. N. Volcán, D. Juan Verde,

el Pbro. D. Juan Félix Roscio, Fr. Manuel Samaniego, Fr. Juan Abreu […]

hablando contra el Soberano, su legítimo gobierno y los ieles españoles

de uno y otro hemisferios28.

25 Ibíd., f. 540.

26 Nació en el pueblo de Guarenas el 20 de marzo de 1761, vistió el hábito el 2 de junio de 1781 y profesó sus votos el 9 de junio de 1782 en el convento de San Jacinto de Caracas. En las Actas del Capítulo de 1805 fue nombrado sacristán mayor del templo de San Jacinto.

27 AGN, Causas de Inidencias, tomo XXIV, año 1814, Expediente 12, f. 541 vto.

28 Ibídem.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 219: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

218

Es la primera ocasión donde observamos que en las habitaciones del prior

de San Jacinto había reuniones clandestinas y de tinte revolucionarias;

tal acontecimiento es bien importante, pues no teníamos noticias, hasta

el momento, que ocurrieran estas tertulias políticas en el interno del

convento. El ambiente comunitario de los frailes debió estar bien cal-

deado, pues la discrepancia en torno a la situación política formó grupos

adversos entre sí que dieron al traste con la paz conventual. Si el superior

era independentista, el siguiente en la línea de gobierno del convento, el

subprior, era monárquico.

Otro religioso dominico fue llamado a testiicar en el proceso, seguido

por el gobernador Quero. Se trata del estudiante o corista –según la de-

nominación de la época– Miguel Olayzola29. Luego de los juramentos de

rigor, pormenoriza en los religiosos del convento de San Jacinto.

Cuando señala al padre Santiago Salamanca como simpatizante de los

insurgentes, además puntualiza cómo este religioso trataba de inculcarle

ideas sobre la monarquía en estos términos: “que el rey era un monifato,

que no había tal rey, que los españoles eran unos infames que los mal-

decía, que era preciso acabar con todos ellos y con los buenos criollos

ieles al Soberano y su monarquía”30. También escuchó al prior Betancourt

expresarse en estos términos:

[...] le oyó ultrajar á otros religiosos porque eran [tachada la palabra], epíteto

con que los insurgentes distinguían á los ieles españoles de los que eran

de la clase de aquellos; que los mismos insultos experimentó y toleró el

exponente del citado Padre Betancur y de Fr. Juan Abreu religioso del mismo

Orden, y del corista Fr. José Antonio Cobo, quien lo delató por opuestos al

sistema independiente y amantes al Rey y su legítimo Gobierno31.

29 Del hermano Miguel Olayzola sabemos que en las Actas de 1813 no aparecen asignaciones en el convento de San Jacinto, pues por el terremoto del año doce se consideraba cerrada la comunidad. Pero en las Actas de 1817, donde vuelve a considerarse en el apartado de las asignaciones la exis-tencia del convento, su nombre es colocado entre los religiosos en formación. Ya ostenta el orden del diaconado. Había nacido en Caracas el 30 de marzo de 1793, tomó los hábitos religiosos el cinco de octubre de 1805 y profesó los votos el 2 de octubre de 1808 (¿?), según se lee en las Actas.

30 AGN, Causas de Inidencias, tomo XXIV, año 1814, Expediente 12, f. 542.

31 Ibíd., f. 542 rto-542 vto.

Fray Oswaldo Montilla

Page 220: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

219

Del hermano lego o converso Tomás Acosta, dice lo que sigue:

[…] el lego apóstata […] quien acompañó á Bolívar desde la revolución an-

terior que destruyó el Sr. D. Domingo Monteverde hasta que volvió con él y

sus tropas á invadir esta ciudad, donde perseveró hasta que se profugó con

aquel caudillo y demás emigrados, y aún tiene noticia aunque no positiva

que aprendido en Cumaná fue traído á La Guayra y existe en las Bóvedas32.

También expuso que recibió insultos de parte del estudiante prófugo fray

Ambrosio González. Al inal declara su edad: veintiún años, estampando

su rúbrica luego de serle leída su evidencia.

Luego de la exposición de Olayzola, ojeamos en el expediente la compa-

recencia de otro estudiante del convento de San Jacinto. En esta ocasión

hace acto de presencia fray Miguel Espinoza33. Su testimonio es valioso

porque, además, atestigua cómo en el convento se reunían personajes

adeptos a la independencia. Narra el caso del presbítero Miguel Santana,

hermano del secretario de decretos del poder ejecutivo del gobierno

republicano, quien visitando a los frailes despotricaba contra las autori-

dades borbónicas y de aquellos seguidores y vasallos del régimen real,

sin veleidad alguna. Pensaba el levita Santana que con la llegada del

caudillo español José Tomás Boves (1782-1814) los ciudadanos de Cara-

cas perderían sus derechos, convirtiéndose en esclavos del indomable

caudillo realista. Del padre Santiago Salamanca tiene una semblanza

muy dantesca, salpicada de las anécdotas vividas entre la comunidad:

Que al Padre Fray Santiago Salamanca religioso Presbítero del mismo Or-

den de Predicadores oyó muchas ocasiones en conversaciones secretas y

públicas que sin reparo se profería en la mayor detestación contra el Rey

y los ieles españoles de aquellos y estos dominios abominando su justa

causa, persuadiendo y seduciendo á los oyentes la abandonasen y siguiesen

la de independencia, y quando se aproximaba la invasión que hicieron en

esta ciudad los insurgentes caudillos Bolívar y Rivas y secuaces, y habiendo

32 Ibíd., f. 542 vto.

33 Fray Miguel Espinoza aparece en las Actas de 1817, entre los religiosos en formación. Ha recibido el orden del subdiaconado para esa fecha; había nacido en Caracas el 29 de septiembre de 1794. Tomó el hábito dominicano entrando en el noviciado el 28 de enero de 1810 y había profesado en la Orden de Predicadores el 3 de febrero de 1811 en el convento de San Jacinto.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 221: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

220

emigrado muchos españoles se explicó en términos tan fuertes que los

maldecía a todos34.

La misma conducta observa fray Miguel Espinoza en el prior Betancourt

en sus actuaciones públicas y privadas. Otro tanto veía en el comporta-

miento exterior del padre Manuel Salamanca. Cuando reirió el carácter

insurgente del padre Francisco García, del Orden de los Menores, recordó

una conversación sostenida entre el padre franciscano y el prior Ramón

Betancourt sobre la suerte del convento de San Francisco de Caracas.

El guardián del cenobio de San Francisco era el padre ángel Cerezo, pero

el padre García pensaba que, con la llegada de las tropas patriotas de

Bolívar y de José Félix Rivas, la conducción de la comunidad caería sobre

su responsabilidad. El padre Cerezo fue, efectivamente, depuesto de su

oicio de guardián.

También señaló entre los revolucionarios de San Jacinto al padre Sama-

niego y al padre Juan Abreu. De este último recuerda que cuando fue

puesto preso y privado de toda comunicación el maestro que trabajaba

en la fábrica del convento, el albañil Hipólito Camejo acusado de godo,

el padre Abreu se dirigió a fray Miguel Espinoza y a Fray Miguel Olayzola,

quienes ayudaban en la fábrica del convento derruido por el terremoto

de 1812, por mandato expreso del P. prior, diciendo que ya que había

caído el maestro, faltaban sus discípulos.

“Que el corista de su comunidad Fr. Antonio Cobo además de su adhesión

al sistema insurgente delató a los religiosos de su convento Fr. José An-

selmo Peña, al corista Fr. Miguel Olayzola y al declarante por españoles”35.

Con respecto al fraile Tomás Acosta, reirió la misma historia de los demás

religiosos del convento: apostasía de la fe, emigración hacia el Oriente

con las tropas de Bolívar por la avanzada de Boves hacia Caracas y regreso

una vez reconquistada la ciudad.

34 AGN, Causas de Inidencias, tomo XXIV, año 1814, Expediente 12, f. 543.

35 AGN, Causas de Inidencias, tomo XXIV, año 1814, Expediente 12, f. 543 vto.

Fray Oswaldo Montilla

Page 222: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

221

El 19 del mismo mes compareció el señor Antonio Quevedo, natural de las

Islas Canarias. De la lista que le fue presentada señaló como insurgentes

a los padres Salamanca y Betancourt.

Don Pablo Echezuría, regidor del cabildo formado por disposición de

Boves, también asistió ante las autoridades para denunciar a aquellos

eclesiásticos con comportamiento político independentista. Entre los

dominicos recordó a los padres Betancourt, Juan Abreu y Santiago Sala-

manca como ieles seguidores de la causa separatista.

De los estudiantes Cobo36 y González y del hermano Acosta no le consta

nada, porque no los conoce suicientemente y no ha escuchado asomo

alguno sobre la conducta política de ellos. Parece que en estos últimos

casos quienes tienen más información, leyendo el voluminoso informe,

son los religiosos del mismo convento, porque cuando se les preguntó a

los caballeros y personajes principales de la sociedad sobre estos religio-

sos, demostraron ignorar las actividades de los frailes con escaso ascenso

dentro de la vida conventual.

Don Nicolás Peña, caraqueño y oicial cuarto del Tribunal de Cuentas,

hizo mención explícita de los nombres de los padres Ramón Betancourt,

Santiago Salamanca y el maestro Manuel Samaniego. Ningún otro nombre

recuerda de la lista del gobernador.

El último en comparecer ese día fue el padre Pablo Linares, religioso del

convento de Nuestra Señora de las Mercedes. Había sido su prior hasta

que el gobierno patriota decretó la suspensión de su gestión al frente de

la comunidad de los mercedarios. Entre los disidentes dominicos señala

a los padres Santiago Salamanca, Ramón Betancourt, Manuel Samaniego

y Juan Abreu. No entra en más detalles sobre los religiosos de Santo Do-

mingo. No fue el único religioso depuesto por las autoridades patriotas;

también le tocó al padre ángel Cerezo, el 20 de ese mes, comparecer ante

las autoridades. Recordemos su suspensión en el oicio de guardián del

36 En las Actas capitulares de 1809 se notiica que nació en Caracas el 30 de mayo de 1772, tomó el hábito dominicano el 12 de octubre de 1789 y profesó al año siguiente en el convento de Caracas. En la lista de los eclesiásticos, confeccionada por el gobernador Quero, aparece al lado del nombre del fraile estudiante Antonio Cobo que su condición en ese año de1814 es el de “emigrado”.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 223: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

222

convento de San Francisco de Caracas. Entre los dominicos inidentes

acusa a los padres Santiago Salamanca, Ramón Betancourt, Manuel Sa-

maniego y Juan Abreu, y al corista Ambrosio González.

Otro religioso franciscano realista era el padre ex provincial fray Joaquín

Castillo Beitía. Reconoce entre los revoltosos contumaces al padre Santia-

go Salamanca, al padre Ramón Betancourt, al hermano lego Tomás Acosta

y al Maestro Manuel Samaniego; todos ellos bien conocidos como adictos

al sistema revolucionario, contrarios al Rey y su gobierno en la ciudad de

Caracas y en los territorios de la Capitanía General de Venezuela.

No termina la lista de los franciscanos testigos. Fray Francisco Antonio de

Vera, deinidor conventual y originario del puerto de La Guaira, expuso

que entre los insurgentes debía señalarse a los dominicos padres Santia-

go Salamanca, Ramón Betancourt y Juan Abreu. Así mismo, reirió como

insurgentes a los coristas José Antonio Cobo y Ambrosio González; entre

los conversos señaló a fray Tomás Acosta.

El padre Francisco Antonio de Castro, ex provincial y miembro del conven-

to de San Francisco, sólo menciona en su relación a los padres Betancourt,

Salamanca, Samaniego y Abreu.

El predicador mayor del convento de los menores, fray Andrés González,

acusó de revolucionarios a los mismos religiosos del convento de San

Jacinto, denotados por sus hermanos. Sobre el padre Santiago Salamanca

dijo que un día saludándolo en la calle le espetó enardecido que si fuese

un juez o tuviera alguna autoridad acabaría con los godos.

El sacerdote Antonio Artola, andaluz y tesorero del arzobispo Coll y Prat,

manifestó que durante la época de la insurrección se mantuvo siempre

en su habitación, pero había oído decir que entre los dominicos insur-

gentes se hallaban los padres Santiago Salamanca, Ramón Betancourt,

el maestro Manuel Samaniego y Juan Abreu. No indaga sobre algún otro

insurrecto entre las ilas del convento de San Jacinto, y de la lista que le

presentaron indicó algún otro nombre para retirarse a las dependencias

del palacio arzobispal.

Fray Oswaldo Montilla

Page 224: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

223

Con las pruebas evacuadas gracias al testimonio de los clérigos y seglares

que testiicaron, se procedió a remitir a España, en el bergantín Palomo

conducido por su capitán Ramón y Rada, a los trece sacerdotes, entre ellos

a los dos dominicos Ramón Betancourt y Manuel Samaniego. Firman la

partida el gobernador Quero y el auditor de guerra Isidro González, en

Caracas el 21 de septiembre de 1814. El 23 de septiembre de 1814 zarpó

el bergantín Palomo del puerto de La Guaira.

El 29 de septiembre acudieron dos diáconos franciscanos, oriundos de la

ciudad de Maracaibo, que testiicaron contra los dominicos. Aunque no

conocieron personalmente a los religiosos de Santo Domingo, dijeron que

habían escuchado sobre ellos y era suiciente para endilgarles el adjetivo

de subversivos a la Corona. Se trata de los frailes José Manuel Fonseca

y José Joaquín Henríquez, quienes acusaron a los padres Betancourt,

Santiago Salamanca, Juan Abreu y al corista Cobo Fuentes.

La actuación de Quero sobrepasó con creces la legalidad de su proceder. Al

Consejo de Indias y al Rey le parecieron insuicientes las pruebas levanta-

das y se le hizo ver algunos vicios y faltas cometidos en la elaboración del

proceso. En virtud de lo anterior se le conminó a enviar la documentación

pertinente y en el futuro a proceder según el derecho37. El 23 de diciembre

de 1815 se envió comunicación a la Corte exponiendo, entre otras cosas,

que se remitían los documentos faltantes del proceso. Entendemos que

nunca llegaron a su destino, pues no hemos encontrado copia de ellos.

Por su parte, los frailes enviados prisioneros a España, luego de un tiempo

prudencial, decidieron tramitar su libertad al constatar las irregularidades

del caso. Extraditados de su país, reclusos en tierra extranjera, liberados

pero sin poder acercarse a la costa o puertos de España, tuvieron una

vida difícil mientras esperaban la libertad. El Consejo de Indias decidió el

traslado de los presbíteros a la ciudad de Córdoba y luego a diversos con-

ventos de las órdenes religiosas de los dominicos, franciscanos, oratorios

de San Felipe Neri, mercedarios, pues a ellos correspondía hacerse cargo

de la manutención de sus hermanos americanos privados de libertad.

37 La comunicación de Madrid viene con fecha del 6 de septiembre de 1815 y la copia hecha en Caracas es del 13 de abril de 1817. EN AGN, Causas de Inidencias, tomo XXIV, año 1814, Expediente 12, f. 574 rto y vto. Una segunda comunicación del mismo tenor que la anterior fue enviada de Madrid el 26 de octubre de 1815. La transcripción del documento corresponde al folio 575 recto y vuelto.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 225: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

224

Desde la ciudad de Cádiz escribe el padre Samaniego el 1 de agosto de

1817 al Ministro de Gracia y Justicia de España exponiendo su caso. El

día 12 del mismo mes y año insiste en que se le otorgue un pasaporte

para ir a Venezuela o a Puerto Rico. Ahora escribe desde Sevilla. También

aparece la petición del padre Ramón Betancourt, con otros documentos,

y solicitan ambos volver a Venezuela.

El 28 de diciembre de ese año de 1817 vuelven a escribir el padre Sama-

niego y el padre Betancourt exigiendo justicia en el caso que les atañe y

piden, si no existen alegatos suicientes para acusarlos, se les permita el

viaje a Venezuela. La misiva fue enviada desde Jerez de la Frontera.

Después de un periodo de silencio de dos años el padre Samaniego volvió

a la carga: escribió en tres oportunidades: 20 de abril, 23 de agosto y 31

de agosto de 1820, exponiendo su irregular caso ante la justicia:

Yo no estoy juzgado, ni sentenciado, y por tanto ningun cargo se me ha

hecho, en el dilatado tiempo de seis años de destierro, con ocho meses

de pricion, mil leguas de mi patria, sin tener donde bolver la cara, en un

pais cuyo contrario clima, ademas de mis abituales achaques propios de

la abansada edad de setenta y cinco años, me ha causado agudas y peli-

grosas enfermedades, dandoles fomento los muchos trabajos, y miserias

que é sufrido38.

El padre Ramón Betancourt tampoco permaneció de brazos cruzados.

Entabló una larga batalla comunicacional escrita con distintas autoridades

de la Corona con el in de verse liberado y poder viajar a su querida patria.

Hemos encontrado una carta escrita en Cádiz el 10 de septiembre de

181639 a la futura reina de España, María Cristina, donde le expuso su

inocencia y su deseo de pasar al convento de San Juan de Letrán de La

Habana, gracia que esperaba recibir con motivo de las nupcias reales.

38 AGI, Audiencia de Caracas, Legajo 387: Carta de Fr. Manuel de Samaniego a los Señores del Soberano Congreso (Jerez de la Frontera, 31-08-1820).

39 AGI, Audiencia de Caracas, Legajo 388: Carta de Fr. Ramón Betancourt a V. M. (Cádiz 10-09-1816).

Fray Oswaldo Montilla

Page 226: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

225

Con Fr. Manuel Samaniego enviaron ambos otras correspondencias: 22 de

marzo de 1815, 20 de abril de 1815 y 22 de julio de 181540, pidiendo que

se les auxiliara en la miseria y abandono en que se encontraban. El escrito

está enviado al Gobernador de Cádiz. No cabe duda que el problema no

fue resuelto, pues el 3 de agosto de ese mismo año vuelven a lamentarse

de su manutención ante el Sr. Presidente del Consejo de Indias. El 3 de

octubre el P. Ramón Betancourt, desde Cádiz, reanudó su caso. Escribió

en esta ocasión directamente al rey Fernando VII casi con los mismos

argumentos anteriores, y pidió ser trasladado a La Habana o Puerto Rico

dando como razones la benignidad de esos climas para su salud.

La última vez que aparece una súplica del P. Betancourt trae la fecha de

17 de junio de 1817. Está en Cádiz. Pide pasar al convento de La Habana,

insiste en su inocencia y acusa al expediente formado en Caracas de ser

absolutamente ilegal. Desea vivir en un clima más en consonancia con

su salud (Montilla, 2009: 159-160).

Del padre Santiago Salamanca sabemos que huyó, evitando así el encar-

celamiento y el inevitable destierro. Es la información aportada por las

autoridades del convento de San Jacinto al vicario general de la Orden,

Fr. Ramón Guerrero:

El R. P. Presentado Fr. Santiago Salamanca (condecorado ahora con el grado

de Maestro) en las emigraciones hechas de esta Provincia y Ciudad salió

para Curazao Ysla de la dominación Olandeza en donde permanece aun;

el ha ofrecido volver á la ciudad de Cumaná, y por eso lo hemos asignado

para allí instituyendole Prior de aquel Convento, ignoramos en realidad, si

es delincuente, o su fuga fue de miedo de los insurgentes41.

La carta42 enviada al vicario desde Caracas corresponde al año 1817.

40 Todas estas correspondencias en AGI, Audiencia de Caracas, Legajo 388.

41 Ibídem. En las Actas de 1809 el P. Santiago Salamanca aparece como Presentado. Nació en Caracas el 3 de julio de 1763. Tomó el hábito dominicano el 27 de noviembre de 1768 y profesó al año siguiente. Según estas fechas, habría tenido 5 años al profesar. Es un error porque en las Actas de 1817 al tomar los datos del P. Salamanca se dice que tomó el hábito el 21 de diciembre de 1780. Ya conocemos la causa de la salida del religioso de Venezuela.

42 AGOP, XIII-011005: Epístolæ variaque documenta: 1670-1825. Carpeta 1808-1817: Carta del deinitorio en que habla largamente de las contribuciones, (Caracas 13-01-1817).

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 227: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

226

Del padre lector Juan Abreu, cuyo nombre se encontraba en la fatídica

lista de Quero, conocemos su huida de la persecución del gobernador

realista y ahora se encontraba en una situación precaria. Una consulta del

28 de enero de 1817, convocada por el subprior fray Andrés Gil, trataba

exclusivamente el caso del padre Abreu.

Dicho religioso pedía licencia para poder irse al convento de Puerto Rico

y allí poder proseguir su carrera académica, ‘pues ya behian que estaba

inabil que no podia ni confesar, ni predicar, ni siquiera poder salir á la calle

para hacer sus diligencias para remediar en algo sus muchas necesidades

por hayarse privado del el Gobierno’43. Los dominicos eran conscientes de

la pretensión del gobierno de darle pasaporte para ir a Puerto Rico y no

dudaron en otorgarle la licencia necesaria (Montilla, 2009: 169).

Sabemos que el P. Abreu estaba en 1828 de cura en los valles de Río Chico.

El informante no es otro que el padre Juan García Padrón, quien escribe

una carta donde informa del paradero de los religiosos pertenecientes al

convento de San Jacinto, pues las autoridades provinciales habían perdido

contacto con los conventos venezolanos.

2.2.2 Los dominicos ieles a Fernando VII

¿Qué ocurrió con aquellos frailes defensores de la continuación del poder

de la Corona española en Venezuela? Les hemos seguido la pista a varios

de estos dominicos y sus peripecias por las islas del Caribe, donde fueron

a trasladarse a conventos de la Provincia de Santa Cruz de Indias.

No conocemos cuándo el padre Felipe Espinosa decidió emigrar de Ve-

nezuela o si fue obligado a salir por el gobierno republicano. En las Actas

provinciales de 1829 se le concede el grado de presentado con título de

lector. Suponemos que estaba en el convento de Santo Tomás de Puerto

Rico, porque en las Actas de 1833 le fueron concedidos los grados de

regente segundo y lector de teología de vísperas que se dictaba en el

mismo cenobio dominicano.

43 ACSJ, L. C., f. 44.

Fray Oswaldo Montilla

Page 228: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

227

Y no era el único viviendo en la isla. También estaban el padre Anselmo

Peña, nombrado maestro de novicios del convento de Puerto Rico, y el

padre Juan García Padrón, quien hacía vida comunitaria en el hospicio

de San Germán. Algunos grados se conirieron a estos religiosos, pero

al año siguiente, 1834, se consideró suprimida o extinta la Provincia de

Santa Cruz de Indias.

El P. Juan García Padrón se encontraba gobernando el convento de San

Jacinto en ausencia del prior Yanez cuando fue expulsado de Venezuela

por órdenes del poder civil:

Cap. [Capitán] Lino de Clemente de la Orden de Libertadores condecorado

con el busto de la E. el Libertador General de Division y Comandante General

de la Provincia de Caracas = De orden de S. E[xcelencia] el Gefe Superior =

concedo pasaporte al Religioso de Santo Domingo Fr. Juan García para que

veriique su embarque fuera del territorio de Colombia con prohibición de

no volver mas á el. Caracas octubre 8, 1827, = El General = Lino de Clemente

= Comandancia de armas = Embarquese para Curasao en la Golera María

Carolina = Guayra octubre 17, de 1827 = 18º. Ramón Ayala44.

El padre García Padrón no llegó a la vecina isla de Curaçao como destino

inal: sus pies tocaron tierra en Puerto Rico el 12 de noviembre de 1827. El

22 de noviembre ya se encontraba haciendo gestiones para acreditar su

idelidad irresoluta a la Monarquía de España. Para ello había acudido a

los buenos oicios de don Miguel de La Torre para conseguir su testimonio

de iel vasallo de Fernando VII.

También el mismo día escribió al provincial de Santa Cruz de Indias

haciendo una relación pormenorizada de sus grados académicos y los

oicios ocupados por García Padrón desde el año de 1808 hasta su ex-

pulsión en 1827.

Una tercera misiva con el mismo destinatario, el provincial P. José María Espi-

nosa, tiene como inalidad narrar su exclusión de Caracas en estos términos:

44 AGOP, XIII-011008: S. Crucis Indiarum. Documentación sobre el P. Juan García Padrón. Para una visión general del comandante Lino de Clemente y Palacios (1767-1834), véase el artículo sobre el prócer en Sosa de León, M., “Clemente y Palacios, Lino de”, en Diccionario de Historia de Venezuela, tomo A-D, 692-3.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 229: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

228

La noche del veinte y ocho de Septiembre entre once y doce fui sorprendido

en nuestra celda por la fuerza armada, la que sin permitirme ni aun tomar un

sombrero ni dar llave á aquella, me condujo, acto continuo hasta el Puerto

de la Guaira. Allí se me encerró en una bodega con sentinela á la puerta, sin

mas auxilio que luz y agua; en cuyo estado permanecí por espacio de diez

y siete dias, al cabo de los cuales fui embarcado para la Ysla de Curasao,

con esprecion en el pasaporte de no volber á pisar aquellos dominios45.

Según narra al P. provincial, los frailes de ideas monárquicas habían

convenido en no abandonar el convento de los predicadores situado en

Caracas. Por tal motivo, allí se encontraba ejerciendo el oicio de subprior

y de regente de estudios de la comunidad cuando fue llevado contra su

voluntad al puerto de La Guaira.

Desea la vuelta del poder de la Corona en Venezuela. “La esperanza de una

reconquista nos ha animado siempre”, deja caer con anhelo. La realidad

es totalmente contraria y funesta para sus deseos: la batalla en el campo

de Carabobo en 1821 había desmontado las pocas probabilidades de

regresar al antiguo régimen, y Venezuela se había visto libre, por in, de

constituirse en una nación soberana.

La actual situación del padre García Padrón también se debe, en sus pa-

labras, a falsis fratribus que le habían perjudicado. No dice nombres y se

limita lacónicamente a expresar que en una carta como esa no es posible

entrar en más detalles. No cabe duda, se reiere a algunos religiosos de

la comunidad de San Jacinto.

Padecieron la misma suerte los otros padres dominicos afectos a la

Corona. En una Consulta de la comunidad de San Jacinto del año 1827

vemos irmando la misma a los padres Miguel Olayzola, Miguel Espinoza

y Anselmo Peña. Recordemos que ellos fueron llamados a testiicar en el

Sumario del gobernador Quero en 1814.

Las expulsiones de religiosos en Venezuela continuaron haciendo estra-

gos en la comunidad de San Jacinto. Hemos encontrado una carta46 en

45 AGOP, XIII-011008: S. Crucis Indiarum: Carta del P. Lr. Fr Juan García Padrón… folio 1 recto.

46 AGOP, XIII-011008: S. Crucis Indiarum: Carta del P. Fr. José Anselmo Peña al P. Maestro de la Orden (Puerto Rico 19-04-1828). Consta de un folio escrito por ambas caras.

Fray Oswaldo Montilla

Page 230: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

229

el Archivo General de la Orden, escrita por el P. José Anselmo Peña47 el

19 de abril de 1828, cuatro meses después de su exilio involuntario. La

descripción de la deportación en la misiva es parecida a la relatada por

el P. García. El padre Peña cuenta también los detalles de su detención y

expulsión de Venezuela de esta manera:

[…] me sorprendieron y prendieron en mi propia celda de aquel convento

los satélites del gobierno rebolucionario el dies y nueve de diciembre ultimo

conduciendome despues con tropas armadas a las bovedas del Puerto de

la Guayra, y de alli me embarcaron para la Ysla de Santomas, de donde tan

luego como pude me pasé a este nuestro convento de Sto. Tomás de Pto.

Rico en donde estoy para todo esto guste y quiera mandarme V. E. R. como

a su hijo rendido, y súbdito obediente48.

Había comenzado la correspondencia declarándose un religioso de con-

ducta impecable en todos los aspectos de su vida. Luego, con evidentes

muestras de desconsuelo y pesar, da algunas pinceladas sobre el mo-

mento político venezolano, añadiendo en ellas su opinión bien particular:

[…] Mas este feliz tiempo de serenidad y seguridad ya no existe: los insultos

y desordenes lo han reemplazado. Dio principio este en el asiago año de

Diez en que por primera vez se enarvoló por los traydores el estandarte de

la rebolucion en aquellos desgraciados paises dignos a la verdad de mejor

suerte […] Desde entonces sufro la mas atroz persecución por aquellos

rebeldes nada mas que por haberme manifestado siempre defensor de los

derechos imprescritibles que tiene sobre aquellos hermosos y dilatados

territorios nuestro muy amado Soberano el Señor Dn. Fernando Séptimo

que Dios gue […] permanecia yo con irmeza y constancia en mi acendrada

lealtad […] como en defender tambien nuestra Santa Religión y Profesión:

ultrajada en sus sarcasmos; en sostener el respeto veneración y decencia

propia y justamente debida á la Casa de Dios, y de nuestro convento:

profanada con sus crímenes, y por último en conservar todo el decoro y

dignidad tan bien merecido a nuestro sagrado habito, que tanto odian

47 Fue Notario del convento de San Jacinto por mucho tiempo. Al menos su irma como secretario aparece en el Libro de las Consultas desde el 4 de julio de 1811, siendo la última el 6 de diciembre de 1827, pocos días antes de su deportación.

48 AGOP, XIII-011008: S. Crucis Indiarum: Carta del P. Fr. José Anselmo Peña al P. Maestro de la Orden (Puerto Rico 19-04-1828), folio vuelto.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 231: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

230

y desprecian; a tanto grado de descatolisacion y corrupcion han llegado

aquellos reboltosos principalmente desde el año veinte y uno acá49.

Pero las noticias van llegando lentamente a Madrid. Por otro de nuestros

informantes, en este caso del P. Juan García, sabemos de algunos domi-

nicos expulsados de Venezuela conjuntamente con el P. Anselmo Peña.

Una carta enviada al maestro de la Orden el 5 de mayo de 1828 desde

su nuevo convento de Santo Tomás nos muestra cómo el P. Juan García

Padrón se interesó por la suerte del P. Anselmo Peña. Algunas noticias no

son alentadoras para la comunidad caraqueña de San Jacinto:

No pudo pasar en silencio la suerte que ha cabido á nuestros otros herma-

nos compañeros en el convento de estrecha observancia de la ciudad de

Caracas, el Pe. Presentado Fr. Felipe Espinosa, el Pe. Fr. Anselmo Peña y el Pe.

Fr. Miguel Olayzola (Q.E.P.D.) que expulsados de aquella ciudad, arribaron

los dos primeros a la Ysla de Santomas, con el dolor de haber dejado sepul-

tado en las aguas al ultimo que falleció en el transito, y estos sin perdida de

tiempo volaron a encerrarse en nuestros claustros como antes lo habían

practicado, á pesar de los disturbios, en nuestro convento de Caracas en

donde jamas se separaron, conservando siempre con la investidura de

nuestro santo habito el metodo de vida que prescriben nuestras Sagradas

Leyes en todo lo que fue posible50.

Las expulsiones de estos religiosos dejaron una comunidad desolada y

casi despoblada. Con menos de diez religiosos, pronto vendrá el cierre

deinitivo de sus puertas en 1837. La Iglesia y el convento serán demoli-

dos en 1873. Sus altares, imágenes religiosas, ropas litúrgicas, mobiliario

del convento y del templo, y objetos de culto fueron repartidos entre las

iglesias y capillas familiares de Caracas y sus alrededores.

49 Ibídem; folio recto.

50 Ibídem. La carta posee dos folios. La cita está tomada del folio 1 recto.

Fray Oswaldo Montilla

Page 232: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

231

3. La comunidad de los frailes dominicos del

convento de San Vicente Ferrer de Mérida

Los dominicos de la ciudad de Mérida estaban separados de sus hermanos

de San Jacinto no sólo por la enorme distancia entre uno y otro convento,

sino además por pertenecer el cenobio emeritense a la vecina Provincia

de San Antonino del Nuevo Reino de Granada51.

Efectivamente, los dominicos de la Provincia de San Antonino se habían

establecido en Pamplona en 1555. La expedición del capitán Juan Rodrí-

guez Suárez llega a la cordillera venezolana el 9 de octubre de 1558 con

el in de fundar la ciudad de Mérida, y con dicho acto también se echaron

las bases del futuro convento de San Vicente Ferrer.

El convento fue un puesto de avanzada para los frailes misioneros en

la sierra de Mérida y de aquellos que iban de camino a las misiones de

Barinas y Apure. Fue un convento modesto y de escaso personal. Las

leyes del congreso de Cúcuta cerraron sus puertas en 1821, y en 1828 el

Libertador Simón Bolívar decretó su reapertura para cerrar sus puertas

deinitivamente en 1837. Todos estos datos nos lo aporta el padre Alberto

Ariza (1971: 31-32).

3.1 La diócesis de Mérida-Maracaibo y la Independencia

Eclesiásticamente, la ciudad de Mérida estaba sujeta, en un inicio, a la

sede de Bogotá. La erección de la diócesis de Mérida de Maracaibo ocu-

rrió mediante bula del papa Pío VI el 17 de febrero de 1777. El segundo

obispo, fray Manuel Cándido Torrijos (1791-1793), y el tercer obispo, el

Maestro fray Antonio Espinosa (1795-1800), fueron dominicos y planearon

grandes proyectos para la recién creada diócesis, aunque la prematura

muerte de ambos prelados no pudo llevar a feliz término los deseados

planes para el episcopado.

51 Aprobada su erección en 1567 y formalmente establecida en 1571. Para las fuentes históricas de esta provincia, véase Zamora, A., Historia de la Provincia de San Antonino del Nuevo Reino de Granada; cuatro tomos, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, Edit. Kelly, Bogotá 1980. La narración his-tórica del P. Zamora se interrumpe en 1696. Además, debemos mencionar la obra de Ariza, A., Los

Dominicos en Colombia, publicada en dos tomos por la Provincia de San Luis Bertrán de Colombia, Santafé de Bogotá, 1992.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 233: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

232

El cuarto prelado fue Santiago Hernández Milanés (1801-1812), y fue bajo

su pontiicado que sucedieron dos hechos interesantes para el estudio

de nuestra historiografía de la Independencia. El primero se reiere a la

invasión de las costas de Coro por el precursor Francisco de Miranda en

1806. El obispo Hernández Milanés rechazó entrevistarse con el invasor

y puso tierra por medio, suspendiendo la visita episcopal por la zona cos-

tera de su vasta diócesis cuando llegó Miranda con sus tropas y anhelos

de libertad.

El obispo “fue un empedernido realista, aunque después, en septiembre

de 1811, prestó juramento a la causa de la independencia y no tuvo en

adelante mayores choques con los patriotas” (Maradei Donato, 1978: 58).

No pudo hacer mucho más en la diócesis, pues en el terremoto del 26 de

marzo de 1812 murió bajo los escombros del palacio episcopal.

La postura política de Hernández Milanés debe entenderse desde la óp-

tica social del clero y de la sociedad merideña. No en balde “el clero de

Mérida y de Barinas era predominante por la independencia en muchos

casos, por lo menos, desde un punto de principios” (Watters, 1951: 49).

La autora Mary Watters expuso que el obispo se debatía entre las dudas

para respaldar este movimiento de emancipación. “Fue persuadido de

hacerlo por Talavera y Uzcátegui, miembros de su cabildo, y por Ortíz y

Villate, priores respectivamente de los Dominicos y Agustinos de Mérida”

(1951: 52).

El prior del convento de los dominicos estuvo muy activo en el campo

de la política desde 1810. Vamos a ver su trayectoria en el campo de la

inidencia, su actuación en el gobierno insurgente, su arresto, encarcela-

ción y puesta en libertad.

Fray Oswaldo Montilla

Page 234: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

233

3.2 San Vicente Ferrer de Mérida y su servicio a la causa

patriota

Al contrario de la comunidad de San Jacinto de Caracas, donde cam-

peaban las posturas realista y la patriótica escindiendo a los frailes en

dos bandos irreconciliables, el convento merideño fue gobernado por la

igura imponente del padre fray Juan Agustín Ortiz; no percibimos esta

dualidad política en el convento de Mérida.

La voluminosa obra Memorias de la Insurgencia, publicada por el gobierno

de Venezuela en este año del bicentenario de 2011, contiene la biografía

sucinta de 245 personajes considerados como conspiradores, motores de

los movimientos independentistas y traidores de la causa de la Corona.

Entre ellos están las biografías del padre Ramón Betancourt y del padre

Juan Agustín Ortiz. Dice la autora de la semblanza, Neruska Rojas, que el

padre dominico era natural de

Chiquinquirá en la provincia de Tunja del Virreinato de Santa Fé. En los albo-

res de la revolución de 1810 fue nombrado vocal de la junta revolucionaria

que se instaló en la citada ciudad [de Mérida], el 16 de septiembre, luego

del llamado que realizó el Ilustre Ayuntamiento (2011: 404).

El P. Ortiz formó parte de la Junta Suprema y estampó su irma en el

documento oicial. A partir de este momento comienza a trabajar por la

aceptación del documento que preparaba la nueva constitución de 1811.

También ofreció el escaso dinero que poseía el convento para comprar

armas. 50 pesos era una suma importante y releja el enorme interés por

parte del P. Ortiz para contribuir a la causa separatista.

El 28 de junio de 1812 fue despojado de su libertad y arrestado para ser

conducido a la ciudad de Maracaibo. Allí comenzó el proceso contra el

religioso dominico y otros cuatro eclesiásticos de Mérida.

Sucedió que el juicio presentó algunas irregularidades. Las quejas pre-

sentes en la documentación nos hablan de asperezas entre el defensor

del religioso dominico don Juan Nepomuceno Rubio y las autoridades

judiciales.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 235: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

234

El escribano de cabildo Joaquín de Faría, el 23 de julio de 1812, le notiica

al abogado Rubio que “se limite a hacer su defensa conforme a derecho

absteniéndose de lo inconducente, como es este escrito, y de lo que pa-

rezca estar dictado por el mismo espíritu de rebelión, e insubordinación,

que es el objeto de estas causas”52.

El señor Rubio decidió escribir el 24 de julio de 1812 para protestar por-

que su alegato había sido rechazado por el tribunal. También expone

que aceptó la defensa de los clérigos a pesar de no haber terminado sus

estudios de derecho, y agradece la conianza puesta por los magistra-

dos. No puede presentar una debida defensa pues tiene pocos días para

hacerlo; ya que los hechos de inidencia se cometieron en Mérida, debía

hacer ese penoso viaje para recabar toda la información necesaria y de

tal manera se encontraba en estos dos términos: defender y no poder

defender. Pedía, en todo caso, separarse de la causa.

Rubio no ceja en su empeño y al señor Gobernador Intendente y Coman-

dante General envía una carta con fecha del 26 de julio, donde expone

la situación de la defensa y le reprocha que no tenga la posibilidad de

abandonar la causa de los religiosos. El tribunal esgrime como argumento

carecer de suicientes facultativos en derecho para poder llevar adelante

la causa de insurrección e independencia de los padres Agustín Ortiz,

Antonio María Briceño, Enrique Manzaneda y José Lorenzo Aranguren. El

abogado defensor vuelve a insistir en el tiempo suiciente para ir a Mérida

y buscar los testimonios necesarios para la defensa.

El abogado Rubio volverá a hacer las mismas peticiones el 30 de julio

de 1812. En el alegato menciona algunas consideraciones sobre los reos

detenidos:

Que ellos juraron las Juntas, se separaron del Gobierno de Maracaybo, re-

conocieron la independencia de Venezuela, por razones sólidas y [ilegible

la escritura] que lo motivaron, y últimamente que han venido presos por

orden de V. S. Ellos están en los calabozos, nombraron defensor, y éste no ha

sido oído, pues contra él se puso auto de prisión, para ser arrestado, según

se dice, por haber defendido con carácter, y irmeza las leyes, que protege

52 AGN, Causas de Inidencias, tomo XIV, 1812-1813, Expediente 1, f. 7 vto.

Fray Oswaldo Montilla

Page 236: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

235

con tanta distinción a los reos. Así es, que éstos se hallan indefensos, y aún

lo estarán mientras el juez no tenga la bondad de admitir la demición del

defensor53.

La queja sigue; no se atienden sus reproches, se le obliga a continuar con

la causa caliicada por él de nula desde sus principios.

El decreto al primer escrito que presentó fue tachado por de espíritu revo-

lucionario, y sus doctrinas se han reputado criminales, siendo por esto…

violencia decidida infrángiendose las leyes, y no conociendo a los reos

la defensa que les corresponde por todos los derechos, natural, divino, y

positivo, formo este último acento protextando, como protexto ocurrirá

las superioridades54.

Otra comunicación al gobernador Ruiz de Porras entregada ese mismo

día por el abogado de la causa exige que se cumpla la Real Cédula de su

Majestad, en la cual se prohíbe absolutamente que ningún gobernador

pueda mancillar a sus vasallos o secuestrarlos de su provincia a otra des-

conocida sin la previa consulta de la Real Audiencia, “no puede V. S. por

ningún título, ni pretexto, expatriar o coninar a ninguno de mis clientes,

ni a otro alguno de los presos, sin la indispensable aprobación de S. A. y

mucho menos en el estado de indeferencia”55.

Todo parece indicar que la causa del P. Ortiz y de los otros levitas podría

trasladarse a la vecina isla de Puerto Rico. Rubio insiste en no trasladar y man-

tener a los eclesiásticos en Maracaibo. Los dominicos del convento de San

Vicente Ferrer, mientras tanto, recogieron la suma de 47 pesos para enviarla

al ilustre reo y menguar las necesidades del prior en la prisión de Maracaibo.

El gobernador Pedro Ruiz de Porras (brigadier de los Ejércitos Naciona-

les, gobernador militar y político, comandante general e intendente de

esta provincia) le pide al escribano que notiique a los reos que deben

elegir otro defensor. La comunicación tiene fecha del 30 de julio de 1812.

Entre tanto, la situación tiene un giro inesperado: contra los pronósticos

53 AGN, Causas de Inidencias, tomo XIV, 1812-1813, f. 12 vto.

54 Ibídem.

55 AGN, Causas de Inidencias, tomo XIV, 1812-1812, Expediente 1, f. 14 rto.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 237: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

236

del señor Juan Nepomuceno Rubio, la decisión inal sobre los presos se

traslada a la ciudad de Valencia, donde el 7 de noviembre de 1812 se

dicta sentencia.

Al padre Juan Agustín Ortiz, y a los presbíteros Enrique Salas Manzaneda

y Antonio María Briceño, se les condena a diez años de prisión en un

castillo; el último, el bachiller José Lorenzo Aranguren, a diez años en

una prisión. Firmaron dicha sentencia en Maracaibo el 29 de agosto de

1812 el gobernador Ruiz de Porras y el señor don José Vicente de Anca,

auditor general de guerra de las de Venezuela, teniente gobernador y

asesor del Gobierno de la de Caracas. Redactó el documento el escribano

de cabildo Joaquín de Faría.

Fueron acusados de insurrección en la ciudad de Mérida y de haber des-

empeñado otras funciones en el gobierno revolucionario. Cada uno debía

versar en la Real Hacienda el monto de 6.000 pesos para indemnizar los

costos del juicio. Una vez cumplida la pena carcelaria debían salir todos

desterrados a perpetuidad de los territorios gobernados por la Corona

de los Borbones.

El iscal pide para los reos eclesiásticos “todos los auxilios que exige la huma-

nidad y sean compatibles con su seguridad”56. El 23 de noviembre de 1812

se libró la correspondiente real provisión al gobernador de Maracaibo y al

despacho del comisionado general en Puerto Cabello para el recibimiento

de los cuatro sacerdotes y tener todo lo dispuesto sobre el alivio que pueda

dispensárseles en ese lugar. Firma el relator doctor Cayetano Arvelo.

Tenemos información motivada por el congestionamiento de las bóvedas

del castillo de Puerto Cabello y por minimizar las condiciones de presidio

de los eclesiásticos, en la que encontramos una nota con fecha del 12

de diciembre de 1812, donde se libra la orden al comandante político y

militar en Puerto Cabello “para que remita al convento de esta ciudad, y

a cargo y disposición de su Prelado a los Presbíteros Don Enrique Salas

Manzaneda, Dr. Dn. Juan María Briceño, y Fray Juan Agustín Ortiz”57.

56 Ibíd., f. 23 vto.

57 AGN, Causas de Inidencias, tomo XIV, 1812-1813, Expediente 1, f. 24 vto.

Fray Oswaldo Montilla

Page 238: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

237

Una real provisión con fecha del 14 de noviembre de 1812 viene a poner

en orden la situación irregular que se vivía en torno a los eclesiásticos

privados de su libertad. El iscal de Su Majestad Fernando VII considera que

[...] esta causa se ha sustanciado con el mismo desorden e ilegalidad como

que casi todas las demás sobre que ha representado el Fiscal, no dándose

lugar a la prueba de han ofrecido los tres primeros reos, y de fondo al úl-

timo absolutamente indefenso, por lo que no se halla la causa en estado

de sentenciarse”58.

Luego, el iscal enumera los vicios y errores contenidos en el expediente.

Faltan documentos, no se formaron expedientes a cada uno de ellos, no está

el acta o copia de la erección de la Junta Suprema, de los decretos emana-

dos de este gobierno, de los oicios del poder ejecutivo, de los testimonios

de las personas, de la irma de la constitución provincial; si alguno formó

parte del colegio electoral (el padre Ortiz perteneció a dicho colegio), se

debe ir a Mérida y a Maracaibo para recoger toda la documentación y se

hace absolutamente necesario darle nueva instrucción a la causa con todo

papel expedido por el gobierno revolucionario de Mérida, etc.

Firma don Manuel de la Cruz Rodríguez, escribano del Rey Nuestro Señor

y de Cámara interino de esta Real Audiencia, con el parecer y beneplácito

del regente y de los oidores.

El gobernador Ruiz de Porras manda se cumplan los requisitos exigidos

sobre la causa y ordena la suspensión de la pena pecuniaria hasta nuevo

aviso. La fecha del documento es del 3 de enero de 1813.

El expediente número dos del tomo décimocuarto de las Causas de

inidencias, conservado en el Archivo General de la Nación, contiene la

recopilación de los documentos contra los presbíteros don Enrique Salas

Manzaneda, el doctor don Antonio María Briceño y doctor fray Juan Ortiz,

y el bachiller José Lorenzo Aranguren.

58 Ibíd., f. 28 vto-29 rto.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 239: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

238

La primera que se copia aquí es el Acta de erección de la Junta Supre-

ma de Mérida59, hecho ocurrido el domingo 16 de septiembre de 1810.

Fueron convocados al ayuntamiento el pueblo, el clero, los militares, los

hacendados y los comerciantes de la localidad.

En ella fue elegido entre los doce vocales de la Junta Suprema el padre

Juan Agustín Ortiz. En ese mismo día hizo el juramento como vocal de la

Junta según el estado sacerdotal. También se sortearon los lugares que

debían ocupar los señores vocales de la Junta y en dicha ceremonia le

tocó al padre Ortiz el lugar número séptimo entre los doce sorteados.

La Junta Suprema constituida en Mérida decidió crear un batallón de milicias

regladas el 4 de diciembre de 1810. Estaría compuesta de ocho compañías

de fusileros y una de granaderos. Al pie del documento irmaba el prior del

convento de San Vicente Ferrer, entre otras autoridades de la Junta.

También las pesquisas mandadas a hacer por el gobernador Ruiz de Po-

rras encontraron otro documento donde se describe que al producirse la

vacante del teniente de la tercera compañía del batallón de las milicias de

la villa de Timotes, fue promovido al cargo el alférez de la misma compañía

Pedro José González, y para suplir esta vacante se promovió a Juan de

Dios Lobo. Firmaba el real decreto, entre otros miembros de la Junta, el

reverendo padre fray Juan Agustín Ortiz.

Una vez liberado hacia inales de 1812, regresó el padre Ortiz a su con-

vento de Mérida. Pero la situación de la guerra le obliga a ausentarse

nuevamente desde 1814 hasta 1821. Poco tiempo pudo estar de regreso,

porque el 18 de febrero de 1822 se le comunicaba, por medio de un oicio,

la extinción del convento, decretada el año anterior por los diputados

asistentes al Congreso de Cúcuta.

El 21 de febrero de 1822 volvieron a comunicarle la decisión e intentaron

que irmara la copia del decreto de extinción, pero el religioso se negó a

hacerlo excusándose y pidiendo la presencia de las autoridades para el día

siguiente. El 25 de febrero, cuando se presentaron de nuevo a imponerle

59 AGN, Causas de Inidencias, tomo XIV, 1812-1813, Expediente 2, f. 36 rto- 41 vto.

Fray Oswaldo Montilla

Page 240: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

239

la sanción de la supresión del convento, el padre Ortiz señaló que la ley

gravitaba sobre los conventicos con menos de ocho religiosos, pero que

el de San Vicente Ferrer tenía más. Sin embargo, el Consejo de Indias, en

consulta del 18 de enero de 1816, halló impracticable este proyecto. La

idea del prelado es retomada por el capitán general del ejército expedicio-

nario de Pablo Morillo (1778-1837). En un primer momento, el 18 de junio

de 1815, escribió a sus superiores pidiendo, entre otras cosas, “que si no se

le enviaban de España religiosos y curas, todos los medios de paciicación

serían infructuosos en Venezuela”60. Sin embargo, el Consejo de Indias,

en consulta del 18 de enero de 1816, halló impracticable este proyecto.

No retrocedió en su empeño el general Morillo. En 1818 volvió a proponer

la salida de un clero español para hacer frente a los problemas suscitados

en Venezuela. Con 40 ó 50 religiosos podría emprenderse la lucha en el

campo de la fe. Establecidos en los pueblos como curas, “harían más efecto

en la opinión pública” y contribuirían al tan ansiado apaciguamiento de

las provincias de Venezuela “que una buena división de tropas escogidas”.

No queremos entrar en la polémica sobre la actitud del Libertador Simón

Bolívar y su visión sobre la Iglesia. Nos limitaremos a decir que a partir de

1819 su cercanía a los obispos Lasso de La Vega de Mérida y Jiménez de

Enciso de Popayán lograron el apoyo de estos prelados a la causa patriota.

La guerra de independencia, junto con otros factores ad intra de la Orden

de Predicadores, motivó la exclaustración de los dominicos. Desde 1837

hasta 1902 fue un periodo de ausencia pero también de discernimiento.

Otros religiosos piensan en restaurar la vida dominicana, pero es ya una

historia distinta de contar…

Fray Oswaldo Montilla Perdomo, O.P.

60 AGI, Audiencia de Caracas, sección V, Legajo 386: Carta de Don Pablo Morillo al Ministerio de Gracia y Justicia de Yndias (Caracas, 18-06-1815).

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 241: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

240

Fuentes documentales

Archivo del Convento de San Jacinto (Caracas):

Libro de consultas de este convento del Señor San Jacinto de Caracas, Orden

de Predicadores, iniciado en 5 de marzo de 1806, gobernando el R. P.

Sub-Prior in capite Fr. Thomas Yanes.

Archivo General de Indias (Sevilla):

Audiencia de Caracas, sección V, Legajo 386.

Audiencia de Caracas, Legajo 387.

Audiencia de Caracas, Legajo 388.

Archivo General de la Orden de Predicadores (Roma):

XIII-011000, S. Crucis Indiarum, Acta Capitulorum Provincialium (1801-1833).

XIII-011005, Epístolæ variaque documenta: 1670-1825. Carpeta 1808-1817.

XIII-011008, S. Crucis Indiarum.

Archivo General de la Nación (Venezuela):

Sección “Causas de Inidencias”: tomo XXIV (1814).

Expediente 12: Expediente sobre caliicar la conducta moral y política de

Eclesiásticos Seculares y Regulares durante el tiempo de la Rebolución

de estas Provincias (46 folios).

Sección “Causas de Inidencias”: tomo XIV (1812-1813).

Expedientes 1 y 2: Contra el reverendo Fray Agustín Ortiz, natural de Chi-

quinquirá, Reino de Nueva Granada; presbítero Dr. don Antonio María

Briceño Altuve; presbítero don Enrique Manzaneda y Salas, natural de

Trujillo y vecino de Mérida, y bachiller don Lorenzo Aranguren, vecino de

Fray Oswaldo Montilla

Page 242: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

241

Mérida, todos vecinos de la ciudad de Mérida y de los autores principales

de la insurrección de aquellos pueblos contra su legítimo gobierno. 1812.

Referencias

Ariza, A. (1971). Los Dominicos en Venezuela. Bogotá.

Bueno, A. (1999). El Convento de San Jacinto: una presencia polifacética.

En 500 años de Evangelización Dominicos de Venezuela (1498-1998).

Actas Congreso Internacional de Historia. Caracas.

Gutiérrez, J.E. (2009). La Iglesia católica en Venezuela ante la Junta Supre-

ma de Caracas y la Primera República. En Febres Laura (Coord.). La

religiosidad de los siglos XVIII y XIX en el marco del bicentenario de la

Independencia. Caracas: Universidad Metropolitana.

Maradei Donato, C. (1978). Venezuela: su Iglesia y sus Gobiernos. Caracas:

Trípode.

Martínez de Codes, R. (1992). La Iglesia Católica en la América independiente

(siglo XIX). Madrid: Editorial Mapfre.

Montilla, O. (2009). Historia de los frailes dominicos en Venezuela durante

los siglos XIX y XX. La extinción y la restauración. En Biblioteca de la

Academia Nacional de la Historia, Fuentes para la Historia Republicana

de Venezuela, (95). Caracas: Gráicas Franco.

Montilla, O. (2010). Los dominicos en el proceso de emancipación de Ve-

nezuela. En ITER, Revista de Teología, 51(XXI). Caracas: Publicaciones

ITER-UCAB.

Neira, E., Ocio, H. y Arnáiz, G. (2000). Misioneros dominicos en el Extremo

Oriente; tomo I. Manila: Life Today Publications.

Pino Iturrieta, E. (2009). Simón Bolívar. Biblioteca Biográica Venezolana.

En El Nacional-Banco Caribe, (100). Caracas.

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida

Page 243: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

242

Quintero, I. (2008). La conjura de los mantuanos. Colección Bicentenario

de la Independencia. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.

Rojas, N. (2011). Ortíz, Juan Agustín, abrazó la causa revolucionaria. En

Memoria de la Insurgencia, (2ª. edición). Caracas: Fundación Centro

Nacional de Historia-Archivo General de la Nación.

Roze, M.A. (1997). Dominicos en América. Los hermanos Predicadores en

el Nuevo Mundo. Traducción del P. Andrés Ferrero, O.P., del original

francés. Lima: Enotria.

Suriá, J. (1967). Iglesia y Estado 1810-1821. Caracas: Ediciones del Cuatri-

centenario de Caracas.

Verna, P. (1998). Movimientos precursores de la Independencia. En Dic-

cionario de Historia de Venezuela, tomo E-O. Caracas: Fundación Polar.

Virtuoso, F.J. (2001). La crisis de la Catolicidad en los inicios republicanos de

Venezuela (1810-1813). Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.

Watters, M. (1951). Telón de fondo de la Iglesia colonial en Venezuela. En

Historia de la Iglesia en Venezuela. L. Roo (Trad.). Caracas: Publicaciones

del Museo Bolivariano.

Fray Oswaldo Montilla

Page 244: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

243

Fidelidad y realidades en el campo religioso:

el clero y la independencia en el Perú

(1820-1826)*1

Fernando Armas Asín**2

Universidad de Lima

Recepción: 20 de agosto • Aprobación: 27 de septiembre

Resumen

El presente texto busca precisar los términos en que fueron afectadas

las relaciones entre la religión, el poder y la sociedad por las guerras

de independencia. Se evidencia que esto ocurrió no solamente por las

ideas, la estructuración del nuevo Estado o las actitudes personales, sino

también por los acontecimientos económicos y por los nuevos impon-

derables pastorales. El documento trabaja esos términos y sus resultados

prácticos, que permiten explicar la real envergadura que implicó para el

campo religioso el giro de la nueva idelidad política de los eclesiásticos.

Palabras clave: Independencia del Perú, clero, catolicismo, historia pe-

ruana siglo XIX

* El presente artículo es el resultado de investigación del mismo nombre que el autor ha llevado a cabo en la Pontiicia Universidad Católica del Perú.

** Historiador peruano nacido en Lima en 1976. Es investigador en historia peruana y docente universita-rio. Es director de Agenda Histórica, boletín electrónico de historiografía peruana. Correo electrónico: [email protected]

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 243-268

Page 245: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

244

Loyalty and Realities in the Religious Field:

the Clergy and Independence in Perú

(1820-1826)

Abstract

This text seeks to specify how much the relationships between religion,

power and society were afected by the wars of independence. It is evident

that these relationships were inluenced not only by the ideas, organiza-

tion of a new State or personal attitudes, but also by the economic events

and the new imponderable ministries. This document develops these

terms and their practical results, which help explain the real implications

for the religious ield of the change to a new political loyalty by the clergy.

Keywords: Peruvian Independence, clergy, Catholicism, XIXth century,

Peruvian history

Page 246: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

245

Fidélité et réalités dans le domaine religieux:

le clergé et l’indépendence au Pérou

(1820-1826)

Résumé

Ce texte cherche à préciser les termes selon lesquels les relations en-

tre la religion, le pouvoir et la société ont été afectées par les guerres

d’indépendance. Il met en évidence que ces relations se sont vues afec-

tées non seulement par les idées, la structuration du nouvel État ou les

attitudes personnelles, mais aussi par les événements économiques et les

nouveaux impondérables pastoraux. Le document travaille sur ces termes

et leurs résultats pratiques, qui permettent d’expliquer l’envergure réelle

qu’a impliqué, pour le domaine religieux, le revirement de la nouvelle

idélité politique des ecclésiastiques.

Mots clé: Indépendance du Pérou, clergé, Catholicisme, histoire péru-

vienne du XIXè siècle

Page 247: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

246

En una sociedad tan devota y religiosa como la de inicios del siglo XIX, la

Iglesia y los eclesiásticos controlaban el territorio de la moral social, de lo

que estaba bien y lo que estaba mal, inluyendo en el comportamiento

de los feligreses. Constituían además de los pocos actores históricos que

pertenecían al mundo letrado, gozando de un gran prestigio social y

moral e intermediando los contenidos educativos de otros estamentos

sociales. Estos religiosos crecieron en el lenguaje de la monarquía católica

borbónica, por lo que durante los días de la rebelión de Túpac Amaru

(1780-1781) fueron defensores de los ideales del Antiguo Régimen, en-

fatizando los conceptos de defensa de la unidad de la monarquía, y la

lealtad al rey y a la religión. Los años inmediatos posteriores estuvieron

marcados por los debates generados por la Revolución Francesa, con

un lenguaje negativo que enfatizó su carácter antirreligioso, violento y

opuesto a la tradición. Empero, en las primeras décadas del siglo XIX hay

dos momentos básicos de cambios político-sociales que los impactan y

fuerzan a tomar una nueva posición política. El primero gira en torno de

la crisis de la Corona (1808-1814) y su punto culminante es la jura de la

Constitución de Cádiz de 1812. El Perú fue uno de los territorios españoles

americanos en donde no cuajó un movimiento independentista derivado

de la crisis monárquica y de los debates del experimento constitucional

gaditano. El segundo momento se inicia con la llegada de José de San

Martín (1820) y las múltiples declaratorias de independencia que arribaron

junto con él. Este es el ciclo, por su envergadura y pertinencia para los

cambios deinitivos, sobre el que interesa trabajar.

1. Cohesión del primer momento

El cambio de pensamiento que se produjo en el siglo XVIII afectó tanto a

la población civil como al clero, puesto que algunas ideas cuestionaban

la validez de las religiones reveladas y, además, tomaron cada vez más

fuerza las doctrinas regalistas conducentes a subordinar las iglesias na-

cionales al poder temporal (Vargas Ugarte: 344). Esto creó desconcierto

en el clero, que se expresó muy bien en el VI Concilio Limense (1772) y se

seguiría manifestando en las actitudes que tomaría este estamento frente

a los sucesos políticos que empezaron a precipitarse desde la rebelión de

Fernando Armas Asín

Page 248: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

247

1780 (Klaiber, 1988: 17). El clero ilustrado conformaba buena parte de esa

élite intelectual y se apreciaba en los discursos y sermones en los cuales

participaba, como se desprende del discurso del arzobispo Bartolomé de

las Heras, con motivo de la apertura y bendición del Cementerio General

de Lima1. Un clero que mostraba reservas a los límites de esas corrientes,

como la libertad religiosa, la formación de iglesias nacionales, la supresión

de los fueros eclesiásticos o la universalidad del Papa.

Cuando estallaron las primeras turbulencias, la defensa del sistema

colonial fue mayoritariamente cerrada entre ellos, tanto a nivel de sus

dignidades como de los sectores más bajos, debido a su posición esta-

mental y moral, su masiva postura anclada en los enunciados políticos

del Antiguo Régimen, la fuerte presencia de peninsulares entre ellos,

y a que Roma –a través del papa Pío VII, que en 1816 publicó el breve

Etsi longissimo, y del papa León XII– tomó una posición públicamente

anti-insurgente. Sus sermones y cartas hicieron ver un clero preocupado

por el desorden creado en América y España, producto de los males del

siglo, el alejamiento de las enseñanzas cristianas y dispuesto a apostar

por la unidad del imperio, el respeto y la subordinación a las autoridades

legítimas, manteniendo así el orden estamental y las tradiciones (Morán,

2008: 84-89; Saranyana, 2008: 34-44).

En Arequipa, los obispos combatieron las afrentas al rey y a la monarquía.

Luis Gonzaga de la Encina (1810–1816) y José Sebastián de Goyeneche

(1817–1821) son casos elocuentes. El más combativo fue Encina, natural

de Canarias, letrado, académico y buen orador. Exhortó a los párrocos

a no dar opiniones políticas ni incitar a la rebelión2. Este obispo dirigió

también tres pastorales contra Napoleón, en 1811, y dos sobre la paci-

icación de América y contra los curas revolucionarios. Tuvo que hacer

frente al ambiente patriota alentado por los argentinos en el Alto Perú y

en el sur del Perú en 1811 y 1813. La misma Arequipa fue trastornada por

la llegada de las fuerzas de Pumacahua y Angulo entre 1814 y 1815. En

1812 fue elegido diputado a las cortes, pero preirió permanecer al lado

1 Al aprobar su establecimiento como signo de ilustración e higiene (Odriozola: 240-247).

2 Él había observado directamente los problemas originados por la invasión francesa a España. Extremó su postura, además, porque el compromiso casi natural en muchos era con la metrópoli (Bermejo, 1960: 335-397; Carrión Ordóñez, 1969-1971).

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 249: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

248

de su grey, según dijo, para orientarla en esos días de confusión. Además,

no reconocía un pleno derecho en la convocatoria, ya que “[...] las cor-

tes no se habían constituido conforme a las primitivas leyes de España,

convocando al clero y la nobleza...”, y “porque disminuía el poder del rey,

proveniente de Dios...” (Porras Barrenechea, 1974: 67-68). Los argumentos

que empleaba procedían de las más puras doctrinas escolásticas, a pesar

de su formación ilustrada.

En Lima, la centralización del poder español determinó una actitud igual

de sólida. Fue el caso del arzobispo Juan Domingo González de la Reguera

(1788–1805), quien anteriormente fue obispo de Santa Cruz de la Sierra. Él

se opuso a algunas reformas de Rodríguez de Mendoza en San Carlos, y su

sucesor Bartolomé María de las Heras (1806–1821) continuó este sendero.

En esta mirada, los casos de eclesiásticos rebeldes al sistema fueron pocos

numéricamente. Un ejemplo fue el cura cuzqueño Ildefonso Muñecas,

quien participó en la rebelión del Cuzco de 1814 y dirigió la columna que

llevó el movimiento rebelde a La Paz (Aparicio, 1974: 160-162). Ligados a

estos rebeldes estuvieron el arcediano cuzqueño José Benito Concha, el

provisor Hermenegildo de la Vega, el prebendado Francisco Carrascón y

los curas Navarro, Becerra y Juan Angulo (Vargas Ugarte, 1962: 137)3. Una

actuación confusa fue la del obispo de la ciudad, José Pérez y Armendáriz

(1790–1817), quien no obstante su avanzada edad, fue acusado por el

visitador Manuel Pardo y Rivadeneyra de incitar a la rebelión de 1814,

por la actitud de muchos eclesiásticos y regulares, todos alentados por el

citado provisor de la Vega. Sin embargo, el arzobispo las Heras explicó la

postura de Pérez y Armendáriz como una actitud conciliadora para evitar

mayores trastornos en la sociedad. Opinión similar la tuvo el historiador

Vargas Ugarte (1962).

En la rebelión de Huánuco (1812), el clero estuvo mayoritariamente en

contra de los rebeldes4.

3 Desde esa mirada es interesante el sermón del prebendado de la catedral de Cuzco, don Francisco Carrascón y Sola, hecho el 8 de setiembre de 1814, con motivo de la bendición de las banderas de los insurgentes (CDIP, 1971: 565-571; Aparicio, 1974: 116-121; Demelas, 1997: 79-95).

4 Incluso el cuerpo eclesiástico de esta ciudad dio dinero para combatir a los insurgentes (CDIP, 1971: 279).

Fernando Armas Asín

Page 250: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

249

2. La Iglesia y la Independencia

Pero detrás de esta imagen, sólida en el discurso y la acción, se escon-

dían problemas estructurales en la Iglesia. El aparato oicial que llegó a

la Independencia sufría ya de una severa crisis, relejo del ambiente de

transición generado por la época, en términos occidentales. Había una

evidente “relajación de costumbres” o nuevos enfoques pastorales de

iglesia, producto del ambiente ilustrado previo, el regalismo y, en una

dimensión más genérica, el secularismo social y económico de la socie-

dad occidental. De nada valió el combate retórico protagonizado por la

alta jerarquía en las décadas anteriores contra la difusión de las nuevas

ideas tendientes a una sociedad individualista y una reducción de la

esfera de inluencia religiosa; tampoco valió la creciente injerencia de la

Corona en la vida religiosa, con medidas de reforma y constantes visitas

episcopales a monasterios y otras instituciones religiosas. Las órdenes

religiosas masculinas y los monasterios no solamente vieron la reducción

de sus miembros, sino que además el peril de estos eran de personas

segundonas y doncellas de escasos recursos, lo que resultaba en comu-

nidades religiosas que vivían cada vez más de sus propios patrimonios

institucionales, reduciendo la dinámica de reproducción del capital. Para

1820, muchos conventos y monasterios de la llamada "Iglesia regular" ya

estaban en una severa crisis económica y social, que la Independencia

sólo acentuó5.

En el clero secular, siendo la mayor parte conformado por criollos, estos

predominaban en los cabildos eclesiásticos y alcanzaron más de un obis-

pado, como es el caso de Goyeneche, no obstante las reformas borbónicas,

que los excluían de los cargos públicos (Klaiber, 1988: 61).

Sin embargo, la presencia mayoritaria de obispos peninsulares determinó

que casi la totalidad fuese expulsada del país al producirse la indepen-

5 Se trata, por cierto, de una crisis universal de las viejas órdenes religiosas, parte del proceso de transición religiosa dentro de la Iglesia, con una decreciente inluencia de los regulares en ella. Sobre la transición económico-social de los monasterios limeños, la reciente tesis de Ybeth Arias (2009: 102-103) recoge, con datos sólidos, muy bien nuestra apreciación. Antes sólo se tenía una impresión embrionaria del tema (Klaiber, 1988: 64). Sobre la decreciente reproducción de capitales, hay que hacer notar que era debido también a otros factores propios de la época, como lo explicaremos en el siguiente epígrafe.

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 251: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

250

dencia. Tenemos, por ejemplo, al ya mencionado arzobispo de Lima, Bar-

tolomé de las Heras, que ayudó al virrey Abascal a apaciguar los ánimos

en la rebelión ocurrida en su antiguo obispado, Cuzco, en 1814 (Vargas

Ugarte, 1971: 250-267)6. Peninsular solo en el preciso momento en que el

ejército de San Martín entró a Lima, declaró su patriotismo. Y tal parece

que lo hizo bajo cierta presión. Su cabildo, lleno de criollos, parece que

simpatizó con la Independencia. Además, San Martín le aseguró que las

normas y reglas de la Iglesia no serían para nada afectadas. Es bajo esta

promesa que el arzobispo y su cabildo apoyaron a San Martín. Con ellos

el resto del clero, a través de proclamas, aseguró su lealtad al nuevo

régimen (Lostaunau, 1971: 345-347; Medina, 1907: 313-314, 323: Vargas

Ugarte, 1957: 68, 125-131)7.

Por cierto, estas halagüeñas perspectivas no se cumplieron: tiempo des-

pués, bajo presión del intransigente ministro Bernardo de Monteagudo

–que creía que las Casas de Ejercicios de Lima eran lugares de complot

realista–, salió del país.

En cuanto a los otros obispos, frente a lo sucedido en 1821, el de Arequipa,

José Sebastián de Goyeneche y Barreda, optó por adecuarse a la situa-

ción y seguir junto a los realistas –además de ser un hombre de Antiguo

Régimen, pesó que su obispado estuviese ocupado hasta 1825 por las

tropas españolas–. Era un criollo de primera generación y de tendencia

antiliberal (García Jordán, 1991: 22). El de Trujillo (José Carrión y Maril) y

el de Maynas (fray Hipólito Sánchez Rangel), ambos peninsulares, fueron

abiertamente pro-realistas. Es más, el de Trujillo ofreció voluntariamente

una apreciable cantidad de dinero para la lucha contra la expedición san-

martiniana8. Los dos saldrían también hacia España. Y el de Huamanga,

Pedro Gutiérrez de Coz, huyó a Lima cuando se iniciaron las correrías del

ejército de Arenales. Se negó a reconocer la independencia porque decía

que no podría regresar a gobernar su diócesis al estar en manos realistas.

Al inal se le obligó a salir del Perú (Vargas Ugarte, 1962: 187).

6 En particular, la proclama del 28 de agosto de 1814 (CDIP, 1974: 327-329).

7 Rubén Vargas Ugarte corrige y añade lo hecho por José Toribio Medina. El impreso de la página 698 es de 1821.

8 Sobre este asunto, Vargas Ugarte, Historia de la Iglesia...: tomo V, 62. Un libro antiguo pero útil en datos sobre el obispo es el del franciscano Francisco Quecedo (1942).

Fernando Armas Asín

Page 252: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

251

Así, parece que la actitud de los obispos no se diferenció mucho de la

tomada por otros funcionarios españoles: apoyaron al virrey o transaron

con San Martín, con el in de acomodarse y acomodar su institución a las

nuevas circunstancias. Y cuando vino la vorágine inal, como muchos otros

peninsulares, salieron del país. Así quedó el Perú con sólo dos obispos

luego de la batalla de Ayacucho: los del Cuzco y Arequipa (Nieto Vélez,

1969-1971: 366-370)9.

Pronto destacaron ciertos sacerdotes en el Nuevo Régimen, como los

arequipeños Francisco Javier Luna Pizarro y Mariano José de Arce, quienes

entraron en evidentes compromisos políticos liberales hasta la década

de 1830, para luego regresar a sus compromisos pastorales. Luna Pizarro

(1780–1855) hizo parte de su carrera eclesiástica bajo la protección del

obispo del lugar, Chávez de la Rosa, al cual acompañó posteriormente a

España, reforzando sus ideas liberales y de soberanía popular. Asistió a

las cortes de Cádiz como capellán del presidente del Consejo de India.

Regresó al país en 1812 y fue elegido diputado suplente por Arequipa,

pero ya no volvió a Cádiz, aunque defendió la obligación de los parlamen-

tarios de ser ieles a la voluntad de los electores, inspirado en “el amor a

la justicia y celo por el bien del pueblo” (Luna Pizarro, 1959: XVIII). Luna

Pizarro fue liberal, separatista y republicano. Mantuvo correspondencia

con San Martín y contribuyó a la proclamación de la independencia, por

lo cual participó de la Junta de Puriicación para veriicar la conducta

política de los curas, juntamente con los eclesiásticos F. J. Echagüe y Ce-

cilio Tagle. En 1822 intervino en la preparación del primer Congreso y la

Constitución, y como rector de San Fernando estimuló a los alumnos y

profesores para adherirse a la independencia, a las nuevas disposiciones

legales y a la soberanía nacional. Formó parte de la Sociedad Patriótica

con los republicanos y presidió el Congreso de 1822 como representante

de Arequipa. Propició la creación de la Junta Gubernativa y a su caída,

por efecto del motín de Balconcillo (1823), “[…] quiso suspender toda

decisión hasta que desaparezca ‘el miedo grave’ que pesa sobre todos”

(Porras, 1974: 33). Consideró que se atentaba contra la soberanía popular y

9 En cuanto al obispo del Cuzco, fray José Calixto de Orihuela, criollo nacido en Cochabamba (actual Bolivia), su actitud fue muy semejante a la de Bartolomé de las Heras: realista hasta 1820; sin embargo, luego de entablar conversaciones con Arenales, se adhirió al Nuevo Régimen, lo que debió causarle algunos problemas si pensamos que su diócesis hasta el inal de la guerra estuvo en manos realistas.

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 253: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

252

se retiró a Chile. Frente a Simón Bolívar –que estuvo en el país entre 1823

y 1826– su postura fue posteriormente recelosa y cuestionadora, por lo

que fue desterrado a Chile.

En cuanto a Mariano José de Arce (1780–1852), lector del Contrato So-

cial, se entusiasmó con los derechos del hombre y el antimonarquismo,

encarnando el espíritu “de renovación y de protesta”. Sus rasgos revolu-

cionarios los manifestó ya en 1814, al ser objeto de proceso por el obispo

de la Encina, debido a su entusiasmo por la presencia de Pumacahua y

Vicente Angulo. Fue irmante del Acta de la Independencia y participó en

la Sociedad Patriótica, en el bando republicano; sin embargo, enfatizó en

el valor que da la inteligencia para regir los destinos del país. Asimismo,

dirigió el órgano de la Sociedad Patriótica El Sol del Perú (1822). Elegido

diputado para el primer Congreso Constituyente, fue partidario de limitar

los poderes del Ejecutivo y formó parte de la comisión de constitución.

Indignado por el motín de Balconcillo, como congresista dijo: “Ya no soy

sino un simulacro de diputado del Perú”, aunque luego se adhirió a Bolívar

y contradictoriamente el 10 de octubre de 1825 presentó una moción

para prolongar su dictadura (Porras, 1974: 33, 63, 113-114).

Un índice de su radicalismo estuvo en su lucha por la tolerancia religiosa;

no obstante, propuso en las bases constitucionales la fórmula “su religión

es la de Jesucristo, como la profesa la santa Iglesia Católica, apostólica y

romana”, pero seguidamente ratiicó su espíritu liberal al suscribir su voto,

en el debate constitucional, con el añadido “convengo en todo, menos en

la intolerancia religiosa”. Igualmente, salvó su voto frente al juramento que

debían hacer los diputados para entrar en posesión de su cargo: “¿Juráis

a Dios defender la religión católica, apostólica, romana, sin admitir el

ejercicio de otra alguna en la república?”, puesto que eso equivalía a ser

permanentemente intolerante. Con el tiempo esta actitud se atemperó.

Le ocurrió lo que a otros intelectuales radicales de los primeros tiempos:

se desengañaron al ver los escasos frutos del liberalismo, el imperio de

los caudillos y el caos social. Tanto él como Luna Pizarro encontraron un

refugio en el desempeño de sus labores sacerdotales (Armas Asín; Porras,

1974: 110-111).

Fernando Armas Asín

Page 254: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

253

Otras biografías siguieron las mismas lógicas: las de Carlos Pedemonte,

rector de San Carlos en 1817, quien ocupó un escaño parlamentario en

1822 y fue promovido infructuosamente por Bolívar para la dignidad epis-

copal limeña; Cecilio Tagle, comprometido en las conspiraciones limeñas

(1809–1810) y miembro del Cabildo limeño; Pedro José Tramarria, capellán

de San Martín, quien suscribió en San Marcos el acta que solemnizó la

independencia; los padres del Oratorio de San Felipe de Neri, Segundo

Carrión, Bernabé Tagle y Tomás Méndez Lachica; este último sostuvo que

“La reunión del poder legislativo con el ejecutivo [...] en una persona o

corporación es el origen de la tiranía [...]”, pero se opuso radicalmente a

la tolerancia religiosa; José Ignacio Moreno, colaborador de Rodríguez de

Mendoza en San Carlos, miembro de la Sociedad Patriótica, pero defensor

de la monarquía y más tarde del conservadurismo en el Perú, apologeta

del Papa y antiliberal declarado (Porras, 1974: 106).

Donde también se percibió reacomodo y continuidad fue en las relaciones

Estado-Iglesia. Producido el cambio político, San Martín y Bolívar fueron

conscientes del rol de la Iglesia para lograr articular un lenguaje de le-

gitimidad en torno a la emancipación y sus propios proyectos políticos.

En Roma, las autoridades eclesiásticas cuestionaron la independencia, lo

cual suponía diicultades para que el Estado tuviera legitimidad en ejercer

un patronato nacional y para que fuera reconocido como nación indepen-

diente. El papa León XII (1823-1829) dispuso una misión para América: la

del arzobispo Giovanni Muzzi. Este visitó entre 1823 y 1824 Montevideo,

Buenos Aires y Santiago de Chile, y su principal diicultad fue encontrar el

modo de responder frente al regalismo republicano. Esta misión implicaba

un cierto reconocimiento de Roma a la compleja situación de la Iglesia

ante la independencia americana y debía enfrentar una tensión entre la

lealtad al monarca y la nueva realidad política. Es interesante notar que

mientras la misión Muzzi se encontraba en América, León XII publicó el

breve condenatorio de independencia, Esti iam diu, en 1824.

Sin un acuerdo con el papado, el Estado peruano asumió un patronato de

facto que, en sus inicios, tuvo retóricamente una dura política en torno

a la adhesión eclesiástica al régimen. Por ejemplo, una de las primeras

medidas del Protectorado de José de San Martín fue la creación de las

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 255: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

254

llamadas “Juntas de Puriicación” para separar a los religiosos realistas

y premiar a los clérigos partidarios de la independencia. Siempre he

sospechado de la laxitud con que se aplicó la medida, más allá de casos

políticamente notorios.

La Santa Sede no oicializó los patronatos nacionales debido a que estos

podían establecerse sólo mediante la irma de concordatos, donde se

establecerían las concesiones mutuas. Lo que hizo Roma fue restablecer

su autoridad sobre la Iglesia peruana concediendo sencillamente a los

gobiernos “el derecho de nombrar candidatos" (Klaiber, 1988: 68-69), pero

bajo la condición de que fueran personas aceptables para el papado,

es decir, que reconocieran la autoridad universal del papa y aceptaran

la posición de la Iglesia frente a las posturas liberales anticatólicas, así

como el celibato sacerdotal. En adelante se eligieron obispos peruanos

claramente antiliberales.

3. El impacto económico

La economía tradicional, basada en bienes vinculados que sostenían el

crédito, gasto e inversión, entró en crisis a partir del siglo XVIII, conforme

la economía y sociedad modernas fueron surgiendo y consolidándose.

La perspectiva secularizadora europea se centró en eliminar toda forma

de vinculación, estimulando la venta de los poseídos por la Iglesia y por

cualquier corporación, prohibiéndoles el derecho a la adquisición de

nuevos bienes, así como vedando los gravámenes perpetuos sobre la

tierra y airmando su carácter de enajenables (Jovellanos: 353-354; Prien,

1999: 33-96; Peset, 1976-1977: 464-469).

En España, desde 1768, se fue desarrollando una desamortización de

bienes municipales que amplió el mercado de tierras. La expulsión de

los jesuitas en 1767 lo continuó, aunque no fue propiamente una des-

amortización. Esto recién se daría en tiempos de Carlos IV mediante los

reales decretos del 19 y 25 de setiembre de 1798 y 11 de enero de 1799,

que enajenó los bienes y rentas de hospitales, hospicios, casas de miseri-

cordia, de reclusión, de expósitos, cofradías, memorias pías y patronatos

legos. Esos bienes debían venderse y los dineros líquidos ir al Estado,

Fernando Armas Asín

Page 256: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

255

obteniendo los titulares 3% anuales por sus capitales. Era un préstamo

forzoso y se efectuó buscando la aquiescencia de Roma y de la jerarquía

clerical local10. En todo caso, los ines de la desvinculación parecían recu-

brirse con el manto de la gravedad inanciera que pasaba el reino. Pero

la crisis no se solucionó, antes bien se agravó, por lo que el real decreto

del 28 de noviembre y la real instrucción del 26 de diciembre de 1804

ampliaron la medida a América. El rey instó a los obispos a apoyar la me-

dida, y tal vez por ello y porque se presentaba como un préstamo seguro

en un momento álgido es que nuevamente no hubo mayores protestas

clericales, sino sólo de los laicos antes beneiciados con esos préstamos

seguros. Entre 1806 y 1808, la Junta de Consolidación limeña pudo en-

viar a España por redención de censos y venta de propiedades 1.291,187

pesos, de 1.487,093 pesos recaudados, siendo la diferencia utilizada en

gastos administrativos y inancieros diversos (Armas Asín, 2007: 17-45).

La medida fue suspendida por la Junta Central de gobierno de España

en el momento más delicado de la lucha contra Francia, a ines de 1808.

La última medida practicada por el gobierno colonial tardío fue la efec-

tuada por el virrey José de Abascal, en cumplimiento del decreto de las

Cortes de Cádiz del 22 de febrero de 1813, que mandó la supresión del

Tribunal de la Inquisición y el pase de sus incas y censos a manos de la

Nación (el Estado). Tanto razones económicas –la premura de recursos–

como ideológicas –el sustento liberal del régimen– llevó a esta medida.

Abascal lo cumplió a rajatabla, y desde el 30 de julio de 1813 se practicó

el inventario de bienes. El Estado colonial expropió pues 73,888 pesos en

moneda existentes en las cajas y 1.508,518 pesos en inversiones de incas

y censos. Como se comprenderá, estos recursos pasaron a engrosar los

capitales y las rentas del gobierno virreinal, sirviendo muy bien para cubrir

los crecientes gastos militares que el virrey Abascal tuvo que afrontar en

los inicios del proceso emancipador peruano y americano.

La actitud de la Corona de ir apropiándose de recursos de la Iglesia fue de

la mano, igualmente, de leyes restrictivas en materia de adquisición de

10 Con el tiempo, el rey obtuvo la facultad de Roma de enajenar bienes pertenecientes a conventos, parroquias y catedrales, ampliando las posibilidades de inanciamiento del Estado.

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 257: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

256

bienes por parte de los eclesiásticos, a lo largo del siglo XVIII11. El crédito

se volvió muy escaso en el país y, ante todo, cada vez fue cubierto más

y más por los prestamistas laicos, que a subida tasa de interés avizora-

ban el nuevo rumbo económico del país, en un contexto secularizado

y mercantil. A lo cual agreguemos que el mercado de tierras y de incas

urbanas en muchas ciudades y lugares del país entró en crisis producto

de las guerras y conlictos regionales, impidiendo la reproducción de

bienes para sostener un marco de imposiciones sobre más y más incas y

haciendas, como había sido la tónica hasta la primera parte del siglo XVIII.

Ya en medio del proceso de independencia y en los años iniciales de la

república se buscaron reducir los espacios para las formas económicas tra-

dicionales y ahondar en la línea desvinculadora. El liberalismo triunfante

del siglo XIX, tanto como el oportunismo de caudillos y políticos de turno,

las necesidades coyunturales del Estado y las presiones de hacendados

y comerciantes laicos llevaron a este aceleramiento.

El proceso es rápido: el decreto bolivariano del 22 de abril de 1825, de

supresión de la Caja de Censos de Indios, mandó que de ese momento

en adelante todas las imposiciones sobre bienes rústicos pagasen solo

2% de réditos y los urbanos 3%, implicando una apreciable reducción

de las rentas, beneiciando a hacendados y a otros propietarios laicos.

Inmediatamente después, en pleno régimen vitalicio, especíicamente

durante el gobierno del Presidente del Consejo de Gobierno, Andrés de

Santa Cruz, se dio el famoso decreto de Reforma de Regulares (28 de

setiembre de 1826).

Al interés ideológico por combatir a los regulares –posición heredada

del siglo anterior–, por supuestamente aportar poco a la prosperidad

nacional, y a razones de posesión de bienes, dado su in de búsquedas

de simples rentas, que impedía el libre movimiento, se unieron intereses

mediatos más allá de la regulación de mercados: la necesidad de inan-

ciarse con esos recursos, en un contexto de crisis iscal tras la guerra,

y asimismo a la posibilidad –en la mentalidad bolivariana– de buscar

11 Había prohibiciones para adquirir bienes por parte de estas instituciones, ordenándose además la venta de bienes de hospitales, e instruyendo a los ordinarios para que, si desearan, enajenasen capellanías colativas u otras fundaciones pías (García Calderón, 1879: 117).

Fernando Armas Asín

Page 258: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

257

recursos para costear la nueva obra de instrucción y beneicencia a la

que el Estado se sentía llamado. La medida suprimió los conventos con

menos de ocho religiosos, pasando las incas y censos de su propiedad a

manos del Estado, para destinarse a ines de instrucción y beneicencia.

Además, los conventos no supresos vieron pasar sus bienes y rentas a la

administración de síndicos nombrados por el Estado y bajo la supervisión

de los obispos locales12; se prohibió que en cada pueblo hubiera dos

conventos de una misma orden. Fue un decreto de aplicación para las

comunidades religiosas de ambos sexos.

El decreto de reforma golpeó de manera distinta a cada orden. La de

Santo Domingo, por ejemplo, que hasta 1826 contaba con cuatro con-

ventos en Lima y siete en diversas ciudades del Perú, quedó reducida al

convento grande del Rosario de Lima, el de San Pablo de Arequipa y el

de Santo Domingo del Cuzco. En Lima, el convento y colegio de Santo

Tomás, ya parcialmente deshabitado por el decreto sanmartiniano del 6

de julio de 1822, que mandó funcionara en ella la novísima Escuela Normal

Lancasteriana, vio llegar su rotundo in con el decreto bolivariano del 10

de octubre de 1826, que mandó que dicho local sirviera como sede a la

Casa de Maternidad y que las rentas de las capellanías y de la hacienda

de Santa Cruz, de su propiedad, sirvieran al Colegio Protomédico de la

República13. El convento de Santa María Magdalena, conocida como la

Recoleta Dominica, fue igualmente supreso y posteriormente sus rentas

sirvieron para un hospicio de mendigos, según decreto del 30 de julio

de 1867, dependiendo de la Beneicencia y pasando sus religiosos al

convento grande del Rosario14. También el convento de Santa Rosa siguió

igual suerte y fue clausurado. Los otros conventos dominicos de provin-

cias tuvieron que pasar por lo mismo, destinados a obras sociales o a ser

dependencias estatales, siendo sus templos anexos cerrados, víctimas del

deterioro y el saqueo de sus bienes cuando no del derrumbe.

12 Biblioteca Nacional del Perú – BN. Manuscritos. D 11786. Decreto oicial sobre Reforma de Regulares. Lima 1826. Decretos del 28-IX y 12-X.

13 CDIP, XIII-I, p. 293; XIV, p. 343. Tras ser ocupado por la Escuela Normal, ya habían pasado los religiosos al convento grande del Rosario, excepto los encargados del culto en la iglesia anexa.

14 Archivo del Convento de Santo Domingo de Lima - ACSDL. Recursos, Cartas y Oicios, 1821-1866.

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 259: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

258

En cuanto a la orden de San Francisco, contaba con 21 conventos en el

Perú y 366 religiosos, teniendo en Lima tres conventos: el grande de San

Francisco, la Recolección de los Descalzos y el colegio–convento de Nues-

tra Señora de Guadalupe15. De estos tres se suprimiría el de Guadalupe,

aunque en las provincias se cerrarían muchos conventos, en particular los

recoletos, sobreviviendo el de Arequipa y algunos conventos mayores. En

cuanto a los mercedarios, en 1775 contaban con quince conventos en el

territorio peruano, comprendidos en dos provincias –Lima y Cuzco–. De

ellos fueron suprimidos los de Huamanga, Camaná, Arica, Trujillo, Paita,

Piura, Huánuco, Ica, Chachapoyas, Cajamarca, y el Colegio San Pedro

Nolasco y la Recoleta de Belén, ambos de Lima. El colegio se adjudicó

al convictorio de San Carlos, mientras la Recoleta de Belén y sus rentas

pasaron a la Beneicencia de Lima. Los conventos y rentas de Ica, Huaman-

ga, Huánuco, Cajamarca y Chachapoyas pasaron a ser parte de colegios

nacionales, mientras el convento de Trujillo se convirtió en oicinas del

Estado; sus rentas al seminario, a la vez que el local y rentas de Paita,

pasaron a engrosar la congrua de la parroquia del lugar. Templos anexos

como los de los conventos de Huánuco, Ica y Piura se entregaron al clero

secular. Solo permanecieron con los mercedarios los conventos del Cuzco,

de Arequipa y el grande de San Miguel, de Lima (Aparicio, 1996: 118-119;

Alarcón, 1982: 127-177; Secretaría de Estado, 1828).

En general, la medida reformista se cumplió a pesar de algunas resisten-

cias, y para 1840 había ya 61 conventos y monasterios supresos –28 en la

diócesis de Lima, catorce en Trujillo, siete en Huamanga, cinco en Cuzco,

cuatro en Arequipa y uno en Chachapoyas–. De los 61, 58 eran conventos

de varones y tres, monasterios de mujeres.

En la siguiente tabla podemos apreciar la relación de conventos y mo-

nasterios supresos.

15 Cifras para 1791, tomando en cuenta el censo colonial ejecutado (González Agüeros, 1791).

Fernando Armas Asín

Page 260: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

259

Tabla 1. Conventos y monasterios supresos, por diócesis y órdenes

Diócesis Dominicos Franciscanos Agustinos Mercedarios Otros Monasterios

Ciudad de Lima

La Recoleta

Santa Rosa

Santo Tomás

Guadalupe

Nuestra Señora de Guía

Colegio de San Idelfonso

Belén

Colegio de S.P. Nolasco

Buena-muerte

San Francisco de Paula

San Felipe Nery

Montserrate

Santa Teresa

Santa Liberata

Interior del Arzobispa-do de Lima

Huánuco

Chincha

Huánuco

Chancay

Recoleta de Huaura

Huaraz

Pomabam-ba

Cañete

Pisco

Huánuco

Nasca

Cañete

Huánuco

Ica

Arequipa ArequipaCamaná

Arica

Buena-muerte de Arequipa

TrujilloTrujillo

Chicama

Trujillo

Piura

Cajamarca

Zaña

Trujillo

Guadalupe

Zaña

Trujillo

Piura

Cajamarca

Paita

Zaña

Chachapo-yas

Chachapo-yas

Huamanga

Huamanga

Huancave-lica

Huamanga

Huancave-lica

Huamanga

Huancave-lica

Huamanga

Cuzco

Cuzco

Urquillos

Urumbam-ba

Cuzco Betlemitas Cuzco

Fuente: Composición propia a partir de la información recabada.

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 261: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

260

Hemos elaborado una investigación detallada y signiicativa de la mayor

parte de supresiones en todo el país, con sus incas e imposiciones, a

partir de la información recogida en archivos, producto de los inventarios

confeccionados entre 1829 y 1834 por los funcionarios encargados de la

administración del ramo de conventos supresos. En suma, los capitales de

esa muestra nos permiten cuantiicar en 1,5 millones de pesos de capita-

les vinculados y alrededor de un millón el valor de las incas apropiadas.

Aunque el Estado pudo aprovechar coyunturalmente de los bienes toma-

dos para obtener recursos y satisfacer apetencias políticas –a pesar de los

defectos de recolección de rentas y del estado caótico de las cuentas–, a

la larga no pudo sostener los bienes para las necesidades de instrucción

y beneicencia, pues ventas y desvíos de propiedades terminaron mer-

mando asignaciones y montos requeridos.

Por otro lado, quedaron en el Perú y en Lima diversos monasterios, conven-

tos y otras instituciones de beneicencia –hospitales, asilos, beaterios– que

no fueron expoliados por la reforma. Ellos detentaban un capital en incas

y en imposiciones que les servían para atender sus necesidades diversas.

Por ejemplo, el hospital y convento de los Betlemitas tenía como principal

fuente de ingresos las imposiciones; sin embargo, a lo largo de los años

siguientes a 1820 perdió muchos de ellos, debido al no pago de los réditos

de los capitales impuestos en el Tribunal del Consulado, de Caja de Indios,

estancos y en el Cabildo de la ciudad. Créditos que quedaron insolutos,

por disposición gubernativa, en el caso del Consulado, para evitar la quie-

bra de los comerciantes limeños agremiados en esta institución; y en el

caso de la Caja de Censos, de Estancos y de los fondos del Cabildo, para

no afectar el desenvolvimiento de dos instituciones estatales –Gobierno

central y municipio–, muy deterioradas en sus bienes por la guerra y por

los compromisos de deudas comerciales y otras obligaciones asumidas. La

medida no sólo afectó a los betlemitas, sino a toda institución que tuviese

esas imposiciones. Además, para este instituto religioso, la morosidad de

diversos censatarios también fue muy recurrente.

Parecida fue la situación del monasterio de las Descalzas de San José, en

la ciudad de Lima. La política desvinculadora, que empezó por reducir los

réditos de los censos rurales al 2% y los urbanos al 3% (1825), les signiicó

Fernando Armas Asín

Page 262: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

261

una drástica disminución de los ingresos por este rubro, y continuó con

el hecho de que los censos impuestos sobre la real renta del tabaco, la

caja real y el Tribunal del Consulado no los asumió el nuevo Estado ni el

nuevo Consulado republicano. Si en 1817 tenían 23 censos impuestos en

132,565 pesos de capitales, en 1855 sus capitales productivos sólo eran

de 57,992 pesos16. En el caso del monasterio de la Encarnación, que para

1814 tenía censos que redituaban 17,804 pesos, para 1840, con la reduc-

ción de 1825, les debía redituar 13,111 pesos; sin embargo, el no pago de

los réditos de la renta del tabaco, Consulado y de particulares morosos,

había reducido estas cantidades. Como ocurrió con el monasterio del

Prado, que para 1827 percibía 9.480,7 pesos por réditos de 176,073 pesos

de capitales impuestos, pero en los años siguientes ellos no llegarían a

los mil pesos anuales17.

Una ley promulgada el 25 de agosto de 1831 reconoció las imposicio-

nes y depósitos hechos en el Estanco del Tabaco, cajas reales y Tribunal

del Consulado, pero ordenó que su pago se efectuara solo después de

satisfecha la deuda contraída en tiempos de la independencia. Según

un reconocimiento posterior de deuda hecho por el Estado en 1849, las

cantidades adeudadas a las instituciones eclesiásticas eran las siguien-

tes –se incluyen aquí otras deudas, como expropiaciones de inmuebles,

préstamos forzosos, etc.–:

Tabla 2. Deudas del Estado a Iglesia (en pesos) (Dancuart, 1904: 47)

Ramo Principal Réditos Total

Pago contra jesuitas 513.428,4 409.716 923.144,4

Conventos y parroquias 647.743,2 454.304 1.102.057,2

Monasterios y beaterios 1.822,443 1.480,878 3.303,321

Patronatos y capellanías 1.649,786 1.405,769 3.055,555

Varias cofradías 855.783,7 863.330 1.719.113,7

Culto de imágenes 149.069,7 142.746 283.815,7

Total 5.638,254 4.748,823 10.387.077

16 Archivo Arzobispal de Lima – AAL, Descalzas de San José. Leg. XII: 86 y Leg. XIII: 84.

17 AAL. Del Prado. Leg 7:21.

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 263: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

262

Queda claro, pues, cómo la ruptura colonial supuso para las instituciones

eclesiásticas un rudo golpe, beneiciando a instituciones y personas di-

versas, muchas de ellas ligadas a los gobiernos de turno18. Sin embargo,

¿el golpe fue brutal para la disminución del patrimonio eclesiástico y la

extinción de los capitales vinculados a nombre de la Iglesia? Creemos que

aun con el traspaso al Estado de los bienes de los conventos supresos y

del no pago de ciertos capitales, el patrimonio eclesiástico siguió siendo

notable. Además, en una perspectiva global, debemos entender que los

bienes supresos continuaron algún tiempo, en buena proporción, bajo

el régimen de vinculaciones, por lo que los componentes típicos de la

economía tradicional siguieron existiendo (Armas Asín, 2007: 189-193).

El Perú era un país vinculado, y ello estuvo en el origen de la postrera ley

desvinculadora de 1829.

4. Una Iglesia conservadora y nacional

Después de los primeros años dramáticos de la república inicial, y en me-

dio de la experiencia de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), Luna

Pizarro se retira de la vida política y liberal, despojándose rápidamente

de cualquier heterodoxia. En 1837 es nombrado obispo auxiliar de Lima,

y en 1843 es encargado del arzobispado, cuyo titularato recibe en 1846.

En su cargo le tocaría condenar la obra del sacerdote Francisco de Paula

González Vigil, en su regalismo y consideraciones sobre el Papa, uno de los

pocos sacerdotes liberales sobrevivientes tras los primeros años republica-

nos. Hemos revisado el caso de Arce y otros, al cual podríamos agregar el

caso del sacerdote mercedario arequipeño Juan Gualberto Valdivia, liberal,

que en 1827 pasó a las ilas de sacerdotes diocesanos –por el decreto

de reforma regular– y clamó por el inal del celibato sacerdotal. Político

y asesor de caudillos, tras la Confederación iría atemperando sus ideas,

obteniendo luego el deanato del cabildo arequipeño y posteriormente

labrando buena amistad con el presidente Ramón Castilla (1845-1851

y 1855-1862). Aunque no pudo obtener la mitra episcopal, como Luna,

18 No hemos incluido en esta descripción el impacto cuantitativo de la reducción en el cobro de diezmos –ingresos de las diócesis– ni de la disminución de pensiones, aranceles y otros ingresos ordinarios de estas instituciones.

Fernando Armas Asín

Page 264: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

263

por oposición del papa Pío IX (1846-1878), su caso releja una tendencia

de la época.

En este punto hay siempre que recordar una dimensión local de la proble-

mática –el desengaño de la viabilidad liberal, el impacto del caudillismo

y el caos político inicial, el carácter estamental y tradicional de la institu-

ción–, pero también una dimensión universal. La Iglesia es una institución

universal y jerarquizada. Tras los impactos de la Revolución Francesa, con

Pío VII y el cardenal Consalvi empieza un movimiento que continuará

con León XII, Gregorio XVI y Pío IX, más allá de las peculiaridades de cada

dirección política: la romanización de la Iglesia. Poco a poco se va centra-

lizando la institución, se extiende el sistema de nunciaturas, se combaten

las tendencias liberales internas, y tras las revoluciones de 1830 y 1848 se

pasa a subrayar el carácter de lucha antimoderna del catolicismo. Como

es natural, las tendencias disconformes van desapareciendo lentamente.

Por ello en el Perú, Vigil no tiene más remedio que seguir su vida pública

fuera de la institución eclesial.

En el plano de la estructura institucional, también las cosas retomaban un

cauce tradicional. Toda la vorágine independentista implicó que durante

casi diez años varias diócesis permanecieran vacantes, y fue el obispo de

Arequipa quien estuvo, virtualmente, a la cabeza de la Iglesia peruana

(Rojas, 2006). Los gobiernos republicanos ejercieron de hecho el patronato

y cerraron gran número de conventos, debido a la marcada disminución

de religiosos y seminaristas; además forzaron a muchos regulares a pasar

al clero secular. En 1845 el arzobispo Luna Pizarro lamentaba los resul-

tados del decreto de reforma, pues en 24 años sólo se habían ordenado

de presbíteros cinco dominicos, cuatro mercedarios, un franciscano, dos

agustinos, un diácono de la Buenamuerte y, en cambio, se habían retirado

160 dominicos, otros tantos franciscanos, a los cuales había que sumar

los fallecidos, de donde resultaba un balance sumamente negativo para

la Iglesia (Luna, 1959: XXIX). Pero ya entonces se estaban tomando las

“providencias” del caso. En 1831, merced a una constitución apostólica,

el papa Gregorio XVI zanjaba el problema sobre el reconocimiento de

los patronatos de facto americanos, mediante el concepto de realidad

del régimen político americano –orillando la cuestión de la legitimidad–,

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 265: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

264

procediendo a reconocer repúblicas y nombrar obispos. En 1835, Jorge

Benavente tomó posesión de su cargo de arzobispo de Lima y luego lo

harían otras dignidades en las sedes restantes peruanas. En tiempos del

arzobispo Luna Pizarro se reabrió el seminario de Santo Toribio y con la

ayuda del obispo arequipeño Goyeneche –grandes amigos, según se

desprende de su correspondencia publicada– se prosiguió la tendencia,

efectuando visitas diocesanas, fomentando las reformas internas de re-

gulares o propiciando la llegada de clero y religiosos extranjeros. En 1860

Goyeneche, un hombre de Antiguo Régimen, asumió el arzobispado de

Lima (Klaiber, 1988: 156-157; Saranyana, 2008: vol. II/2, 44; Vivero, 1892:

35-41).

Ya entonces sobresalían dos grandes apologetas de la Iglesia: José Ignacio

Moreno y Mateo Aguilar, que sustituyeron en presencia pública a los que

descollaron momentos antes en la independencia. El primero, sacerdote

diocesano, arcediano de la Catedral de Lima, tío de Gabriel García Moreno,

el futuro presidente tradicional-católico ecuatoriano; se distinguió no

sólo en 1822, durante sus intervenciones en la Sociedad Patriótica que

discutía sobre la mejor forma de gobierno, defendiendo el sistema mo-

narquista basado en un poder ejecutivo fuerte, sino que después, frente

a la reforma de regulares de 1826, cuestionó los procedimientos, pues se

debía pedir la anuencia del Papa, lo que le llevó a trabajar el problema

de la jurisprudencia patronal, que se vería claramente en su Abuso del

poder contra la libertad de la Iglesia, donde criticó el patronato de facto. En

1831, Moreno publicaría su célebre Ensayo sobre la supremacía del Papa,

en el que criticó vigorosamente a los escritores europeos que se oponían

o pretendían reducir el papel del obispo de Roma en la Iglesia universal.

Los argumentos sostenidos por los escritos de los santos padres y teólogos,

además de los documentos conciliares y pontiicios, marcaron las líneas que

servirían a lo largo de todo el siglo para rebatir las opiniones en contra del

primado (Moreno, 1831b)19. En cuanto al presbítero iqueño José Mateo Agui-

lar, en 1822 y a propósito de los debates parlamentarios que desecharon

la tolerancia religiosa en nuestra primera carta constituyente, denunció

la venta de libros contra la religión y también la “falsa” libertad de prensa

19 Cf. Moreno, J.I. (1822). Intervenciones y discursos en la Sociedad Patrióica de Lima. Lima. Moreno, J.I. (1831). Abuso del poder contra la libertad de la Iglesia. Lima: Imp. J. González.

Fernando Armas Asín

Page 266: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

265

existente. Acusó que circulaba una Historia llamada del Papado, reedición

del texto de un español liberal residente en Londres, donde se atacaba al

Papa y a la Iglesia. Frente a ello había que “[...] desterrar de nuestro suelo

hasta el último miasma de tantos libros heréticos, y blasfemos, y sediciosos,

y que llevan consigo fermento de muerte capaces de aniquilar la más bien

organizada y robusta constitución de un Estado”20.

En estas palabras, como en las que expresarían posteriormente los po-

lemistas Pedro Gual y Bartolomé Herrera, a partir de la década de 1840,

está presente la idea irme de unión entre el Estado y la Iglesia en los

nuevos tiempos republicanos. Rápidamente, la Iglesia entendió que su

rol en la nueva sociedad no había variado sustantivamente en cuanto a

ser el sostén social –y ahora de la nacionalidad– al lado del Estado, que

la protegía. Detrás de la Constitución de 1823, todas las del siglo XIX le

garantizaron su rol de religión oicial y protegida. Al mismo tiempo, la

mayoría de sus miembros, otrora monarquistas y personajes de antiguo

régimen, devinieron en conservadores y defensores de los privilegios de

su institución (Armas Asín, 2004: 165-178).

No hubo en lo inmediato un cambio estructural en las relaciones políticas

y sociales en el campo religioso, más allá de las redeiniciones económicas

antes aludidas. Hubo una continuidad colonial, y el giro eclesiástico fue de

idelidades políticas antes que ideológico de largo plazo. La labor pastoral, el

proceso secularizador decimonónico –largo y difícil– tanto como los intrin-

cados escenarios políticos de la nueva realidad, con un Estado republicano

en plena construcción, exigían un comportamiento en tal perspectiva.

Referencias

Alarcón Bejarano, E. (1982). Los conventos mercedarios del Perú y la

legislación canónico-civil en el siglo XIX. En Analecta Mercedaria, I.

Aparicio, J. (1974). El clero en la revolución de 1814. Cuzco.

20 AVU – Archivo Vargas Ugarte. Manuscritos, t. 20 núm. 42, Recurso de José Mateo Aguilar al soberano

congreso sobre la circulación de libros prohibidos y liberinaje de prensa, p. 3.

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 267: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

266

Aparicio, S. (1996). Los mercedarios en el siglo XIX. Revista Peruana de

Historia Eclesiástica, 4.

Arias, Y. (2009). Cuerpo y poder en los monasterios limeños. La Encarnación

y la Concepción (1750-1821). Lima: UNMSM.

Armas Asín, F. (Ed.) (2004). La construcción de un patrimonio católico na-

cional: piedad popular y tradición en el Perú moderno y republicano,

1821-1840. En Angeli Novi. Prácticas evangelizadoras, representaciones

artísticas y construcciones del catolicismo en América (siglos XVIII-XX).

Lima: Pontiicia Universidad Católica del Perú.

Armas Asín, F. (2007). Iglesia, bienes y rentas. Secularización liberal y reorga-

nización patrimonial en Lima (1820-1950). Lima: Instituto Riva-Agüero

e Instituto de Estudios Peruanos.

Armas Asín, F. (s. f.). Liberales, protestantes y masones, modernidad y tole-

rancia religiosa. Perú, siglo XIX. Cuzco y Lima: Centro Bartolomé de Las

Casas y Pontiicia Universidad Católica del Perú.

Bermejo, V. (1960). El iltmo. Señor Luis Gonzaga de la Encina, XVII obispo

de Arequipa y el idelismo del clero arequipeño. En La causa de la

Emancipación del Perú. Testimonios de la época precursora 1780-1820.

Actas del Simposio organizado por el Seminario de Historia del Instituto

Riva-Agüero. Lima: Pontiicia Universidad Católica del Perú.

Carrión Ordóñez, E. (1969-1971). Pereira y el Perú. Boletín del Instituto

Riva-Agüero, 8. Lima.

Colección Documental de la Independencia del Perú – CDIP. (1971). Lima.

Dancuart, E. (1904). Anales de la Hacienda Pública del Perú. Lima: Imp. La

Revista.

Demelas, M.D. (1997). Insurrecciones andinas, 1809-1825: la guerra religiosa

como modelo. En Barragán, R., Cajia, D. y Oayum, S. (Comp.). El siglo

XIX. Bolivia y América Latina. La Paz: Muela del Diablo Editores.

Fernando Armas Asín

Page 268: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

267

García Calderón, F. (1879). Diccionario de la Legislación Peruana, (2ª. ed.) 2

tomos. París: Librería de Laroque.

García Jordán, P. (1991). Iglesia y poder en el Perú contemporáneo. Cuzco: CBC.

González Agüeros. (1791). Clamores apostólicos. Madrid.

Jovellanos, G.M. d. (s. f.). Informe de la Sociedad Económica de Madrid al

Real y Supremo Consejo de Castilla en el expediente de la ley agraria.

En Obras escogidas de Jovellanos. París: Garnier Hnos.

Klaiber, J. (1988). La Iglesia en el Perú. Lima: Pontiicia Universidad Católica

del Perú.

Lostaunau, A. (1972). 56 proclamas de curas de parroquias de la emanci-

pación. 1822. En Quinto Congreso Internacional de Historia de América.

Lima, 31 de julio – 6 de agosto de 1971. Lima: Comisión Nacional del

Sesquicentenario de la Independencia del Perú.

Luna Pizarro, F.X. (1959). Escritos políticos. Lima: UNMSM.

Medina, J.T. (1907). La imprenta en Lima, t. IV. Santiago de Chile: Impreso

y grabado en casa del autor.

Morán, D. (2008). Entre temores e intereses contrapuestos. El discurso

contrarrevolucionario en la prensa limeña: En defensa del rey, la

religión y la patria (1810-1814). Illapa. Revista Latinoamericana de

Ciencias Sociales, 1. Lima.

Moreno, J.I. (1822). Intervenciones y discursos en la Sociedad Patriótica de

Lima. Lima.

Moreno, J.I. (1831). Abuso del poder contra la libertad de la Iglesia. Lima:

Imp. J. González.

Moreno, J.I. (1831b). Ensayo sobre la supremacía del Papa especialmente

con respecto a la institución de los Obispos. Lima: Imp. José M. Masías.

Fidelidad y realidades en el campo religioso

Page 269: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

268

Nieto Vélez, A. (1969-1971). Los obispos frente a la independencia peruana.

Boletín del Instituto Riva-Agüero, 8. Lima.

Odriozola, M. d. (s. f.). Documentos históricos, t. I. Lima.

Peset, M. (1976-1977). Derecho y propiedad en la España liberal. En Qua-

derni Fiorentini, (5/6)I.

Porras Barrenechea, R. (1974). Ideólogos de la Emancipación. Lima: Milla Batres.

Prien, H.J. y Martínez de Codes, R.M. (Coords.). (1999). El proceso desvin-

culador y desamortizador de bienes eclesiásticos y comunales en la

América Española, siglos XVIII y XIX. Ridderkerk, Holanda: Asociación

de Historiadores Latinoamericanistas (AHILA).

Quecedo, F. (1942). El ilustrísimo fray Hipólito Sánchez Rangel, primer obispo

de Maynas. Buenos Aires: Imprenta y Casa Editora Coni.

Rojas Ingunza, E. (2006). El báculo y la espada. El obispo Goyeneche y la

Iglesia ante la ‘Iniciación de la República’ 1825-1841. Lima: Instituto

Riva-Agüero y Fundación Bustamante de la Fuente.

Saranyana, J.I. (Dir.). (2008). Teología en América Latina, (II/2). Madrid:

Iberoamericana-Vervuert.

Secretaría de Estado. (1828). Nota de la Secretaría de Estado del despacho

del Interior. Razón de las rentas adjudicadas a favor de la instrucción

pública. Lima.

Vargas Ugarte, R. (1957). Impresos peruanos (1809-1825), t. XII. Lima, 1957.

Vargas Ugarte, R. (1962). El episcopado en los tiempos de la emancipación

sudamericana. Lima: Librería e Imprenta Gil.

Vargas Ugarte, R. (1971). Historia general del Perú, t. IV. Lima: Carlos Milla Batres.

Vargas Ugarte, R. (s. f.). Historia de la Iglesia en el Perú, t. IV. Burgos.

Vivero, D. d. (1892). Galería de los retratos de los Arzobispos de Lima. Lima:

Librería Clásica y Cientíica.

Fernando Armas Asín

Page 270: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

269

Normas para la presentación de artículos

y manual de estilo

La revista Análisis, cuya periodicidad es semestral, es un órgano de difu-

sión de resultados de investigación en el campo de las humanidades, las

ciencias sociales y la ilosofía; y lo es también de trabajos que emerjan

del diálogo de las disciplinas humanísticas con los demás saberes y la

ciencia en general. La Revista es coordinada por el Departamento de

Humanidades de la sede principal de la Universidad Santo Tomás de

Bogotá, Colombia. Esta publicación está dirigida a la comunidad acadé-

mica nacional e internacional interesada en los debates actuales inter y

transdisciplinarios en el campo de las humanidades y las ciencias sociales.

El objetivo de nuestra publicación consiste en difundir los resultados par-

ciales o inales de investigaciones avaladas por instituciones certiicadas

o artículos de autores que evidencien calidad cientíica dentro del ámbito

nacional e internacional, mediante convocatorias semestrales en las que

se indica el tema central sobre el que tratará cada número; esto no excluye

trabajos diferentes al número monográico, ya que en cada uno, según

evaluación del Comité Editorial, se incluyen separatas con temas variados.

Los trabajos presentados a la Revista se reciben por medio de un formato

de recepción. El autor entrega, según formato publicado en la página web

de la Revista (http://www.usta.edu.co/otras_pag/revistas/analisis/index.

html), una carta en la que certiica la originalidad del artículo y que este

es inédito; con respecto a esto último, el artículo no ha de presentarse

de manera simultánea en ninguna otra publicación en el momento de

entregarse a Análisis. Luego, el artículo se somete a la evaluación de árbi-

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 269-274

Page 271: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

270

tros externos e internos, y inalmente se aprueba o no para la publicación.

El Comité Editorial informará por escrito a los autores las razones por las

que no les sea aprobado el artículo y se comunicará con los autores de

los artículos aprobados para que irmen la carta de cesión de derechos

a Análisis. Revista Colombiana de Humanidades. En el momento en que el

autor cede los derechos de su artículo a Análisis, esta cuenta con los atri-

butos legales para disponer del artículo y su difusión, según lo determine

el Comité Editorial de la Revista.

Ni la Universidad Santo Tomás, ni el Departamento de Humanidades, ni

el Comité Editorial se hacen responsables del contenido de los artículos;

este compete directamente al autor.

La clase de artículos que recibe la Revista depende de la catalogación de

los mismos en relexión, estados del arte y estudios de caso. El artículo se

entrega mediante carta de presentación al Comité Editorial de la Revista,

en la carrera 9 # 51-11 (Departamento de Humanidades, ediicio Gregorio

XIII). Se deben entregar dos copias en medio impreso y magnético (CD o

DVD). Si el autor se encuentra fuera de la ciudad de Bogotá, puede enviarlo

junto con la respectiva solicitud a: [email protected]

Para la clasiicación de los artículos, acogemos la descripción que hace

Publindex en el documento oicial de indexación, que es la siguiente:

1. Artículos de investigación. Presentan de manera detallada proyectos

terminados de investigación. La estructura utilizada generalmente

contiene cuatro apartes: introducción, metodología, resultados y

conclusiones.

2. Artículos de relexión. Presentan resultados de investigación termi-

nada, desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica sobre

un tema especíico, en el que se recurre a fuentes originales.

3. Artículos de revisión. Analizan, sistematizan e integran los resultados

de investigaciones, publicadas o no, sobre un campo del saber, para

dar cuenta de los avances y las tendencias prevalecientes. Presentan

una cuidadosa revisión bibliográica de, por lo menos, cincuenta

referencias.

Page 272: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

271

4. Artículos cortos. Presentan los resultados preliminares o parciales

de una investigación.

5. Reportes de caso. Presentan los resultados de un estudio sobre una

situación particular, con el in de dar a conocer las experiencias técni-

cas y metodológicas consideradas en un caso especíico. Incluyen una

revisión sistemática comentada de la literatura sobre casos análogos.

6. Revisión de tema. Presentan la revisión crítica de la literatura sobre

un tema particular.

7. Recensiones y reseñas bibliográicas. Presentan de manera re-

sumida los planteamientos principales de una obra recientemente

publicada o una obra que, por interés particular o de una investiga-

ción, se reseña.

8. Traducciones.

Los requisitos formales que debe cumplir el artículo son los siguientes

(no incluye recensiones, reseñas y traducciones):

1. Datos de autor. El nombre del autor se debe incluir en la margen

derecha, seguido de la institución a la que pertenece, en fuente Arial

12 puntos, en negrilla, y la institución en cursiva. Sus títulos, cargos

desempeñados y correo electrónico se deben poner en nota a pie de

página, no con número, sino con símbolo (*).

2. Resumen y palabras clave. El artículo debe presentarse con un

resumen de máximo 150 palabras y mínimo 100, en el que el autor

describe lo que va a desarrollar en su artículo. Se debe también incluir

un mínimo de cinco palabras clave y máximo ocho, que den cuenta

de las temáticas centrales, autores y demás temas por destacar en el

artículo. Tanto el resumen como las palabras clave deben presentar-

se en español y un idioma diferente que puede ser inglés, francés,

alemán o portugués.

3. Títulos y subtítulos. Ningún título debe ir enumerado. Para jerar-

quizarse se debe tener en cuenta que el título principal va centrado,

Page 273: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

272

en mayúscula sostenida y en negrilla; en nota de pie de página con

símbolo (*) se debe colocar el tipo de artículo al cual corresponde el

trabajo presentado y dentro de qué proyecto se desarrolla. El primer

nivel de subtítulo debe ir a la margen izquierda en minúscula y negri-

lla. El segundo nivel va a la margen izquierda en minúscula, negrilla

y cursiva (los subtítulos sólo deben incluirse con la primera letra del

título en mayúscula, excepto que haya un nombre propio).

4. Viñetas. Son una forma tipográica de especiicar o enumerar; sólo

se deben emplear en dicho caso. La marca de viñeta es punto.

5. Cursivas, negrillas y subrayados. La forma en que en el texto se

resaltan las ideas, palabras o demás partes del texto debe ser en

cursiva y sin comillas. Las negrillas son exclusivamente para el título.

Los subrayados se deben omitir.

6. Comillas. Aquellas que se utilizan son: para citas textuales, las latinas

(“”); para ideas textuales, de otras fuentes o para llamar la atención

sobre una palabra o frase, las latinas (“”); las inglesas no se utilizan («»)

y las comillas simples (‘’) se utilizan sólo cuando va un entrecomillado

entre otro más amplio.

7. Espacios. El espacio marcado en el párrafo del texto es de 1,5 puntos.

En las citas textuales que tengan más de tres renglones se disminuye

el espacio a 1,0 puntos. Entre los títulos se mantienen los 1,5 puntos

y se da doble espaciado.

8. Fuente. La letra para el artículo debe ser Arial 12 puntos y para las

citas textuales, con sangría de párrafo y en espacio de 1,0 puntos,

letra Arial 10.

9. Pie de página. Los pies de página se usan exclusivamente para notas

aclaratorias y/o ampliaciones que el autor considere que deben ir por

fuera del texto. La fuente es Arial 10. Los pies de página de símbolo (*)

se utilizan para los datos del autor y el tipo de artículo, según catalo-

gación señalada. La serie de estas notas a pie de página se aumenta

con un nuevo símbolo (*, **, ***…). Las notas a pie de página del texto

del artículo se inician en 1 y se continúa la serie.

Page 274: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

273

La norma técnica que adopta la Revista para citar y referenciar bibliografía

es APA. En nuestra página web contamos con un tutorial que le indica al

público cómo citar y referenciar fuentes desde el procesador Microsoft

Oice 2007 o superior (http://www.usta.edu.co/otras_pag/revistas/ana-

lisis/manual_de_estilo.html):

• Libro. Autor, A. A. (Año de la publicación). Titulo de la obra (edición,

si la hay). Ubicación (Ciudad y país, preferiblemente): Editorial. Ejem-

plo: Buber, M. (1995). ¿Qué es el hombre? (2a. ed.). México: Fondo de

Cultura Económica.

• Capítulo de libro. Autor, A. A. y Autor, B. B. (Año de la publicación).

Título del capítulo. En A. Editor & B. Editor (Eds.). Título del libro (páginas

del capítulo). Ubicación (Ciudad y país, preferiblemente): Editorial.

Ejemplo: Iser, W. (1997). La iccionalización: dimensiones antropoló-

gicas de las icciones literarias. En A. Garrido (Ed.). Teorías de la icción

literaria (pp. 42-65). Madrid, España: Arcos.

• Libro que ha sido traducido. Autor, A.A. (Año de la traducción).

Título. (Nombre del traductor, Trad.). Ubicación (Ciudad y país, pre-

feriblemente): Editorial. (Trabajo original publicado en año, en caso

de conocerse). Ejemplo: Bhabha, H. K. (2002). El lugar de la cultura (C.

Aira, Trad.). Buenos Aires, Argentina: Manantial.

• Revista o periódico. Autor, A. A., Autor, B. B. y Autor, C. C. (Año de la

publicación, incluya el mes y día de la publicación para publicaciones

diarias, semanales o mensuales). Título del artículo. Título de la revista,

del diario o del semanario, volumen (número), páginas. Ejemplo: Green,

A. (2007). La lucha de los siete hermanos y su hermana Olowalli en

defensa de la Madre Tierra: hacia la pervivencia cultural del pueblo

Kuna Tule. Educación y Pedagogía, 19 (49), 227-237.

• Internet. Si es posible, deben identiicarse los autores. (Año de publi-

cación, si existe). Título o descripción del documento. Ubicación (Ciudad

y país, preferiblemente, si lo tiene especiicado): Editorial (si es docu-

mento impreso convertido a digital). Recuperado el… (introduzca la

fecha de cuando se recuperó) del sitio web… (introduzca la dirección

Page 275: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

274

URL, “Uniform Resource Locator”). Ejemplo: Guerra, W. y Múnera, J. M.

(2001). Los apaalanchi: una visión del mar entre los Wayuu. Riohacha,

Colombia: Banco de la República. Recuperado el 13 de octubre de

2008 de http://www.lablaa.org/blaavirtual/antropologia/apaalanchi/

indice.htm

• Artículos obtenidos de una base de datos electrónica. Autor, A.

A. y Autor, B. B. (Año). Título del artículo. Título de la revista, volumen

(número), páginas. Recuperado el… (Introduzca el día, el mes y el

año) en… (Introduzca el nombre de la base de datos).

• Artículo publicado en revista de Internet. Autor, A. A. y Autor, B. B.

(Año, si se encuentra). Título del artículo. Título de la revista, volumen –si

se encuentra− (Número, si se encuentra). Recuperado el… (introduzca

el día, el mes y el año) de… (introduzca la dirección URL).

• Tesis consultada en biblioteca o hemeroteca. Autor, A. A. (Fecha).

Título. Universidad, ciudad, país.

• Citas textuales. Una cita textual se coloca entre comillas si no exce-

de las 40 palabras; si las excede se reduce a la margen izquierda. En

ambos casos se coloca la fuente al inal de la cita, entre paréntesis, así:

Apellido del autor, año, página(s). Ejemplo: (Ramírez, 1998, pp. 45-49).

• Citas contextuales, parafraseadas o comentarios. Para resumir o

confrontar una fuente, se coloca dentro del mismo texto la referencia

así: Apellido del autor (año) o cita (Apellido del autor, año).

Cabe señalar que, en nuestra publicación, aceptamos como citas válidas

la manera usual de citar textos de autores clásicos que tengan su propia

forma; por ejemplo, cuando se cita un diálogo de Platón, podría ser: (Pla-

tón, Fedón, 74a-83d). Se mantienen estos casos en grandes colecciones

como la Husserliana, los trabajos de Dewey, los parágrafos de Ser y Tiempo,

la usual manera de referir la Crítica de la Razón Pura, etc.

Todas las recomendaciones de estilo quedan sujetas a variaciones de

edición; estas se hacen con el in de estandarizar el proceso de evaluación

del artículo y la uniformidad en el diseño y la impresión de la revista.

Page 276: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

275

Rules for the Submission of Articles

and Style Handbook

Analysis Magazine, whose periodicity is half-yearly, is an organ for the

difusion of research results in the ield of Humanities, Social Sciences

and Philosophy. It also publishes works that emerge from the dialogue of

the humanistic disciplines with other ields of knowledge and science in

general. The magazine is coordinated by the Department of Humanities

at the headquarters of Universidad Santo Tomás of Bogotá, Colombia. This

publication is aimed at national and international academic community,

which is interested in current and inter- and transdisciplinary debates in

the ield of humanities and social sciences.

The purpose of our publication is to disseminate the partial or inal results

of research supported by certiied institutions, or articles by authors that

demonstrate scientiic excellence, both nationally and internationally,

through semi-annual calls in which we indicate the main topic of each

issue. This does not exclude papers diferent to the special issue, for in

each issue, as assessed by the Editorial Committee, ofprint in various

subjects are included.

Papers submitted for publication are received by a reception format.

The author provides, according to the published format on the website

of the magazine (http://www.usta.edu.co/otras_pag/revistas/analisis/

index.html), a letter certifying the originality of the article and that this is

unpublished. Also, that is not presented simultaneously to another publi-

cation at the time it is submitted to Análisis. The article, then, undergoes

evaluation by internal and external referees, and, inally, is approved or not

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 275-280

Page 277: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

276

approved for publication. The Editorial Committee will report in writing to

the authors of the approved articles, so they sign the letter of assignment

of rights to Análisis.Revista Colombiana de Humanidades(Analysis.Colom-

bian Journal of Humanities). At the time that the authors assign the rights

to their articles to Análisis, this has the legal attributes to have the paper

at its disposal and to publish it as determined by the Editorial Committee.

Neither Universidad Santo Tomas, nor the Department of Humanities, or

the Editorial Board will be held liable for the content of the articles. It will

be the responsibility of the author.

The kind of articles that the magazine receives depends on the catalo-

ging of relection articles, state of the art and study cases. The article will

be sent with a presentation letter to the Editorial Committee at Carrera

9 # 51-11 (Department of Humanities, Gregory XIII Building). It must be

submitted with two copies in both printed and magnetic means (CD or

DVD). If the author is out of the city of Bogotá, he or she can send his or

her paper and request to: [email protected]

For the classiication of articles, we follow the description made by Pu-

blindex on the oicial document of indexing that is as follows:

1. Research papers. They present in a detailed way completed research

projects. The structure that is generally used contains four sections:

introduction, methodology, results and conclusions.

2. Articles for relections. They present completed research results

from an analytical, interpreting or critical perspective on a speciic

topic, in which original sources are consulted.

3. Review articles. They analyze, systematize and integrate research

indings published or not published on a ield of knowledge, to ac-

count for the progress and prevailing trends. They have a thorough

literature review of at least ifty references.

4. Short articles. They present the preliminary or partial results of an

investigation.

Page 278: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

277

5. Case Reports. They present the results of a study about a particular

situation, in order to disseminate the technical and methodological

experiences considered in a speciic case. It includes a commented

and systematic revision of the literature about similar cases.

6. Theme Review. It presents a critical revision of the literature about

a particular topic.

7. Recensions and Bibliographic Outlines. They present a summary

of the main approaches of a recently published work or a work that

is reviewed for a particular interest or a research.

8. Translations.

The formal requirements that an article should accomplish are the fo-

llowing (no recensions, reviews and translations are included):

1. Author’s data. The name of the author should be included on the right

margin followed by the institution name to which he/she belongs,

Arial Font 12, in bold letters, and the institution in italics. Titles, jobs

and electronic mail should be put as footnotes, not with a number

but with a symbol (*).

2. Abstract and keywords. The article should be presented with an

abstract of maximum 150 words and a minimum of 100, in which the

author describes what he/she is going to develop in his/her article. A

minimum of 5 key words and maximum of 8 should also be included

summarizing the central themes, authors and other topics highlighted

in the article. Both the abstract and key words should be presented

in Spanish, French, German or Portuguese.

3. Titles and sub-titles. No title should be enumerated. In order to rank

the information, it should be taken into account that the main title is

centered, written all in capital letters and in bold; the type of article

to which the work corresponds and in which project it is developed

should be put as footnotes with a symbol (*). The irst level of sub-title

should be on the left margin in small letters and in bold. The second

level of sub-title goes on the left margin in small letters, bold, and

Page 279: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

278

italics. (The sub-titles should only be included with the irst letter of

the title in capital letters, except when there is a proper name.

4. Bullets. They are a typographical way to specify or enumerate which

should only be used in such a case. The bullet sign is a dot.

5. Italics, bold and underline. The way to highlight ideas, words or

other parts in the text should be made in italics and without quota-

tion marks. Bold should solely be for the title. The underline should

be omitted.

6. Quotation Marks. Those are used: for textual quotations, the Latin

ones (“”); for textual ideas, other sources or to call attention about a

word or phrase, the Latin ones (“”); the English ones are not used (« »)

and the simple quotation marks (‘’) are used only when a text between

quotation marks goes within a broader one.

7. Spaces. The space in the paragraph of the text is 1.5 points. In tex-

tual quotations with more than 3 lines, the space is reduced to 1.0.

Between titles 1.5 points is kept and double space.

8. Font. The letter for the article should be Arial 12. Textual quotations

should be with paragraph indentation, a space of 1.0 points and Arial

letter 10.

9. Footnotes. They are used only for clarifying notes and/or widening

the author considers that should be out of the text. Font should be

Arial 10. Symbol footnotes (*) are used for the author’s data and type

of article according to pointed out cataloguing. The series of these

footnotes is increased with a new symbol (*, **, **…). Footnotes of

the article text start with 1 and the series continues.

The rules that the magazine uses for citation and bibliography are the

ones from the APA Style. In our website we count on a tutorial that indi-

cates people how to cite and make references of sources using Microsoft

Oice 2007 Wordprocessor or higher (http://www.usta.edu.co/otras_pag/

revistas/analisis/manual_de_estilo.html):

Page 280: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

279

• Book. Author, A. A. (Year of publication). Title of work (Edition, if avai-

lable). Location (It is better: city and country): Publishing Company.

Example: Buber, M. (1995). ¿Qué es el hombre? (2a. ed.). México: Fondo

de Cultura Económica.

• Chapter of book. Author, A. A& Author B. B. (Year of publication).

Title of chapter. En A. Editor and B. Editor (Eds.). Title of book (pages of

chapter). Location (It is better: city and country): Publishing Company.

Example: Iser, W. (1997). La iccionalización: dimensiones antropoló-

gicas de las icciones literarias. En A. Garrido (Ed.). Teorías de la icción

literaria (pp. 42-65). Madrid, España: Arcos.

• Translated book. Author, A. A. (Year of translation). Title. (A. A.

Translator, Trad.). Location (It is better: city and country): Publishing

Company. (Original work published in year, if it is known). Example:

Bhabha, H. K. (2002). El lugar de la cultura (C. Aira, Trad.). Buenos Aires,

Argentina: Manantial.

• Magazine or newspaper. Author, A. A., Author, B. B. y Author, C. C.

(Year of publication, it should appear the day and month of publishing

for daily, week and monthly issues). Title of article. Title of magazine

or newspaper, volume (number), pages. Example: Green, A. (2007).

La lucha de los siete hermanos y su hermana Olowalli en defensa de

la Madre Tierra: hacia la pervivencia cultural del pueblo Kuna Tule.

Educación y Pedagogía, 19 (49), 227-237.

• Internet. Authors (if it is possible). (Year of publication, if it exists).

Title or document description. Location (It is better: city and country):

Publishing Company (If it is a printed material published on Web). Date

of recovery and Internet address. Example: Guerra, W. y Múnera, J. M.

(2001). Los apaalanchi: una visión del mar entre los Wayuu. Riohacha,

Colombia: Banco de la República. Recuperado el 13 de octubre de

2008 de http://www.lablaa.org/blaavirtual/antropologia/apaalanchi/

indice.htm

• Article from an electronic database. Author, A. A. y Author, B. B.

(Year). Title of article. Title of magazine, volume (number), pages.

Page 281: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

280

Recuperado el... (Introduce day, month and year) en... (Introduce

database name).

• Article published on an online magazine. Author, A. A. y Author,

B. B. (Year, if available). Title of article.Title of magazine, volume (if

available), (Issue, if avaiable). Recuperado el... (Introduce day, month

and year) en... (Introduce the Internet adress).

• Thesis searched on library or newspaper library. Author, A. A.

(Date). Title.University, City, Country.

• In-text citations. An in-text citation is written in quotation marks if

itdoes not surpass more than 40 words; if it surpassess more than 40

words, the left margin is reduced. In both cases, the source is written

at the end, in brackets, as follows: Author’s surname, year, page (s).

Example: (Ramírez, 1998, pp. 45-49).

• Contextualized, paraphrased and commented citations. To sum-

marize or confront a source, the reference is writen in the text itself

as follows: Author’s surname (year) or Quote (Author’s surname, year).

It is good to mention that in our publication, we accept as authorized

citations the usual way of citing clasical authors that have their own way,

example, when it is a Plato’s dialogue citated, it may be: (Platón, Fedón,

74a-83d). These cases are kept in big compilations like the Husserlian one,

Dewey’s works, Being and Time paragraphs, the usual way to refer to the

Critique of Pure Reason, etc.

All the style recommendations are subject to editing variations. These are

done aiming at standarizing the article evaluation process and design

uniformity and magazine printing.

Page 282: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

281

Normes pour la Presentation d’articles

et manuel de styles

La revue Análisis, dont la périodicité est semestrielle, est un organe de

difusion de résultats de recherches dans le domaine des Sciences humai-

nes et de la Philosophie, ainsi que de travaux qui surgissent du dialogue

des disciplines humanistes avec les autres savoirs et la science en général.

La revue est coordonnée par le Département des Sciences humaines

du siège principal de l’Université Santo Tomás de Bogotá, en Colombie.

Cette publication se dirige à la communauté académique nationale et

internationale, intéressée aux débats actuels inter et transdisciplinaires

dans le domaine des sciences humaines et sociales.

L’objectif de notre publication consiste à difuser les résultats partiels

ou inaux de travaux de recherches approuvés par des institutions certi-

iées ou des articles d’auteurs qui présentent une qualité scientiique à

l’intérieur du milieu national et international, au moyen de mises au con-

cours semestrielles dans lesquels on indique le thème central dont traite

chaque numéro, sans exclure des travaux diférents de ceux du numéro

monographique, puisque, dans chaque numéro, selon l’évaluation du Co-

mité Editorial, sont inclues des parties séparées traitant de thèmes variés.

Les travaux présentés à la revue sont reçus au moyen d’un formulaire

ad hoc. L’auteur remet, selon le formulaire publié sur la page web de la

revue (http://www.usta.edu.co/otras_pag/revistas/analisis/index.html),

une lettre dans laquelle il certiie l’originalité de l’article, précisant qu’il est

inédit et qu’il n’est pas présenté simultanément à une autre publication au

moment où il est remis à Análisis. L’article est ensuite soumis à l’évaluation

ISSN: 0120-8454 No. 79 pp. 281-287

Page 283: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

282

de jurés externes et internes et, inalement, sa publication est approuvée

ou rejetée. Le Comité Editorial informera par écrit les auteurs des raisons

pour lesquelles leur article aura été refusé et entrera en communication

avec les auteurs des articles acceptés pour qu’ils signent une lettre de

cession de leurs droits à Análisis. Revista Colombiana de Humanidades

(Analyse. Revue Colombienne de Humanités).

Dès lors que l’auteur cède les droits de son article à Análisis, la revue

acquiert les attributs légaux ain de disposer de l’article et de sa difusion

d’après les décisions prises par le Comité Editorial de la revue.

Ni l’Université Santo Tomás, ni le Département des Sciences humaines, ni

le Comité Editorial seront considérés comme responsables du contenu

des articles, celui-ci dépendant exclusivement de l’auteur.

Le type d’articles reçus par la revue dépend de la classiication des articles

entre rélexion, état de lieux et études pertinentes. L’article doit être rendu

accompagné d’une lettre de motivation au Comité Editorial de la revue à

l’adresse suivante: Carrera 9 # 51-11, Département des Sciences humaines,

Bâtiment Gregorio XIII. Deux copies de l’article doivent être rendues tant

sous format magnétiquequ’ imprimé (CD ou DVD). Si l’auteur est hors de

la ville de Bogotá, il peut faire parvenir l’article et sa candidature par mail

à l’adresse suivante: [email protected]

Pour la classiication des articles, nous nous en tenons à la description

faite par Publindex dans le document oiciel d’indexation, à savoir:

1. Articles de recherche. Ilsprésentent en détail des projets de recher-

che terminés. La structure utilisée est composée généralement de

quatre parties: introduction, méthodologie, résultats et conclusions.

2. Articles de rélexion. Ils présentent les résultats de recherches ter-

minées, dans une optique analytique, interprétative ou critique d’un

sujet spéciique, où l’on fait appel à des sources originales.

3. Articles de révision. Ilsanalysent, systématisent et intègrent les ré-

sultats de recherches publiées ou non sur un domaine du savoir, ain

de rendre compte des progrès et des tendances qui l’emportent. Ils

Page 284: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

283

présentent une révision bibliographique méticuleuse qui compte au

moins cinquante références.

4. Articles courts. Ils présentent les résultats préliminaires ou partiels

d’une recherche.

5. Rapports de cas. Ils présentent les résultats d’une étude sur une

situation particulière dans le but de faire connaître les expériences

techniques et méthodologiques considérées dans un cas spéciique.

Ils incluent une révision systématique commentée de la littérature

sur des cas analogues.

6. Révision de thèmes. Ils exposent la révision critique de la littérature

sur un sujet particulier.

7. Recensions et comptes rendus bibliographiques. Ils présentent

un résumé des positions principales d’un ouvrage récemment paru

ou d’un ouvrage ou d’une recherche dont on fait le compte rendu

par intérêt individuel.

8. Traductions.

Voici les critères formels auxquels l’article doit obéir (sans inclure les

recensions, comptes rendus et traductions):

1. Données de l’auteur. Le nom de l’auteur doit igurer dans la marge

droite de la page, suivi du nom de l’institution d’appartenance, avec la

police Arial 12 en gras, et pour l’institution, en italiques. Indication des

titres, postes exercés et du courriel. Les notes en bas de page doivent

être signalées par une astérisque (*) et non un numéro.

2. Résumé et mots clés. L’article doit être accompagné d’un résumé de

150 mots maximum et 100 mots minimum, où l’auteur décrit ce qu’il va

développer dans son travail. Au moins 5 mots clés et au plus 8 doivent

également être inclus. Ils doivent porter sur les thèmes centraux, les

auteurs et d’autres sujets à tenir en compte dans l’article. Le résumé,

tout comme les mots clés, doivent être présentés en espagnol ou dans

une langue telle que l’anglais, le français, l’allemand ou le portugais.

Page 285: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

284

3. Titres et sous-titres. Aucun titre ne doit être énuméré. La hiérarchi-

sation des titres et sous-titres doit suivre le modèle suivant:

Titre principal (centré), en majuscules ixes et en gras,

Note de bas de page marquée par une astérisque (*),

Type d’article auquel correspond le travail présenté, et

Projet auquel il correspond.

Le premier niveau de sous-titre doit être à la marge.

4. Puces. Les puces sont un moyen typographique de spéciier ou

d’énumérer et ne doivent être utilisées qu’à cette in. La puce utilisée

est le point.

5. Italiques, caractères gras et soulignement. La manière dans laquelle

les idées, les mots ou autres parties du texte sont mises en évidence

doit se faire par l’utilisation d’italiques et sans guillemets. Les carac-

tères gras servent uniquement au titre. Il faut éviter les mots soulignés.

6. Guillemets. Les guillemets utilisés sont les guillemets latins (“”), que

ce soit pour des citations textuelles, des idées textuelles ou d’autres

sources, ou pour attirer l’attention sur un mot ou une phrase. Les

guillemets anglais («») ne sont pas utilisés et les guillemets simples

(‘’) sont utilisés uniquement pour mettre un élément entre guillemets

à l’intérieur d’un autre plus long.

7. Espaces. L’espace utilisé à l’intérieur du texte est de 1.5 points. Pour

les citations textuelles qui ont une longueur de plus de trois lignes,

on réduit l’espace à 1 point. Entre les titres, on garde un espace de

1.5 points et on ménage un double espace.

8. Police. La police de l’article doit être Arial 12 points et Arial 10 pour

les citations, avec un retrait de paragraphe et un espace de 1 point.

9. Pied de page. Les pieds de page sont utilisés exclusivement pour

les notes explicatives et/ou des ajouts dont l’auteur considère qu’ils

Page 286: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

285

doivent igurer hors texte. La police est Arial 10. Les pieds de page

indiqués par l’astérisque (*) sont utilisés pour les données relatives à

l’auteur et au type d’article, selon le catalogage signalé. La progression

de la série de ces notes de pied de page est indiquée à chaque fois

par un nouvel astérisque (*, **, ***…). Les notes de pied de page du

corps de texte de l’article sont indiquées par des chifres arabes, en

commençant par 1.

La norme technique adoptée par la revue pour citer et référencier de

la bibliographie est la norme APA. Sur notre page Web, on trouvera un

document indiquant comment citer et faire référence à des sources avec

le logiciel Microsoft Oice 2007 ou supérieur (http://www.usta.edu.co/

otras_pag/revistas/analisis/manual_de_estilo.html):

• Livre. Auteur, A. A. (Année de publication). Titre de l’ouvrage. (Edition,

si elle existe). Lieu d’édition (Ville et pays, si c’est possible): Maison

d’édition. Exemple: Buber, M. (1995). ¿Qué es el hombre? (2a. ed.).

México: Fondo de Cultura Económica.

• Chapitre de livre. Auteur, A. A. y Auteur, B. B. (Année de publication).

Titre du chapitre. En Editeur A. y Editeur B. (Eds.). Titre du livre (pages

du chapitre). Lieu d’édition (Ville et pays, si c’est possible): Maison

d’édition. Exemple: Iser, W. (1997). La iccionalización: dimensiones

antropológicas de las icciones literarias. En A. Garrido (Ed.). Teorías

de la icción literaria (pp. 42-65). Madrid, España: Arcos.

• Livre traduit. Auteur, A. A. (Année de traduction). Titre. (Nom du tra-

ducteur, Trad.). Lieu d’édition (Ville et pays, si c’est possible): Maison

d’édition. (Trabajo original publicado en año - si elle est connue).

Exemple: Bhabha, H. K. (2002). El lugar de la cultura (C. Aira, Trad.).

Buenos Aires, Argentina: Manantial.

• Revue ou journal. Auteur, A. A., Auteur, B. B. y Auteur, C. C. (Année de

publication, en incluant le mois et le jour de la publication pour les

publications quotidiennes, hebdomadaires ou mensuelles). Titre de

l’article. Titre de la revue ou journal, tome (numéro), pages. Exemple:

Green, A. (2007). La lucha de los siete hermanos y su hermana Olowalli

Page 287: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

286

en defensa de la Madre Tierra: hacia la pervivencia cultural del pueblo

Kuna Tule. Educación y Pedagogía, 19 (49), 227-237.

• Internet. Auteur (S’il existe). (Année de publication, si elle existe).

Titre ou description du document. Lieu d’édition (Ville et pays, si c’est

possible): Maison d’édition (Si le document est imprimé). Recuperado

el… (Écrivez le jour, le mois et l’année de récupération du document)

del sitio Web… (Écrivez l’adresse URL). Exemple: Guerra, W. y Múnera, J.

M.(2001). Los apaalanchi: una visión del mar entre los Wayuu. Riohacha,

Colombia: Banco de la República. Recuperado el 13 de octubre de

2008 dehttp://www.lablaa.org/blaavirtual/antropologia/apaalanchi/

indice.htm

• Articles consultés dans une base de données électronique. Auteur

A. A. y Auteur B. B. (Année). Titre de Titre l’article. Titre de la revue, tome

(numéro), pages. Recuperado el… (Écrivez le jour, le mois et l’année

de récupération du document) del sitio Web… (Écrivez le nom de la

base de données).

• Article publié dans une revue en ligne. Auteur, A. A. y Auteur, B. B.

(Année, si elle est mentionnée). Titre de l’article. Titre de la revue, tome

–s’il est mentionné− (numéro, s’il est mentionné). Recuperado el…

(Écrivez le jour, le mois et l’année de récupération du document) del

sitio Web… (Écrivez l’adresse URL).

• Mémoire ou thèse consulté (e) en bibliothèque. Auteur, A. A. (Date).

Titre. Université, ville, pays.

• Citations textuelles. Une citation textuelle est placée entre guille-

mets si elle ne dépasse pas 40 mots. Dans le cas contraire, elle est

réduite à la marge gauche. Dans les deux cas, on cite la source à la

in de la citation entre parenthèse, ainsi: Nom d’auteur, année, page.

Exemple: (Ramírez, 1998, pp. 45-49).

Citations de contexte, paraphases ou commentaires: pour résumer ou

confronter à une autre source on place la référence ainsi, à l’intérieur

même du texte: Nom d’auteur (Année) ou Citation (auteur, année).

Page 288: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

AN

áLI

SIS

No

. 79

287

Il importe de signaler que, dans notre publication, nous acceptons comme

citations valables la manière habituelle de citer des textes d’auteurs clas-

siques qui possèdent une forme propre. Par exemple, quand on cite un

dialogue de Platon, cela peut se faire ainsi: (Platon, Phédon, 74 a-83d). Ces

cas perdurent pour les grandes sommes comme les oeuvres complètes

de Husserl, les travaux de Dewey, les paragraphes d’Etre et Temps; c’est

la manière usuelle de citer la Critique de la raisonpure, etc.

Toutes les recommandations de style sont soumis à variations d’édition.

Les recommandations ci-dessus sont faites dans le but d’uniformiser

le processus d’évaluation de l’article et l’homogénéité du dessin et de

l’impression de la revue.

Page 289: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas
Page 290: Análisis 79. Entre la Colonia y la Independencia: nuevas perspectivas historiográficas

DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES Y FORMACIÓN INTEGRAL

Certi�cado SC 4289-1

EditorialFabián Leonardo Benavides Silva

Diario de un convento: Santo Domingo de Tunja durante la IndependenciaP. Carlos Mario Alzate Montes, O.P.

El caso de la Comunidad Dominicana frente a la reforma educativa borbónica del siglo XVIII en el Virreinato de la Nueva GranadaCésar Augusto Vásquez García, Eduardo Alberto Gómez Bello, Édgar Arturo Ramírez Barreto, Juan Sebastián Ballén Rodríguez

La tradición colonial y la pintura del siglo XIX en ColombiaJaime Humberto Borja Gómez

Joanna de San Esteban: per�l hagiográ�co de una vida ejemplar en los albores de la IndependenciaMaría Constanza Toquica Clavijo

Rumores de libertad entre la población esclava: de la revuelta de los Comuneros a las guerras de independencia de la Nueva GranadaRoger Pita Pico

Participación de la plebe santafereña en los albores de la IndependenciaRobert Ojeda Pérez

Los conventos dominicos de Caracas y Mérida: frailes entre la in�dencia y la independencia venezolana (1810-1830)Fray Oswaldo Montilla

Fidelidad y realidades en el campo religioso: el clero y la independencia en el Perú (1820-1826)Fernando Armas Asín

Normas para la presentación de artículos y manual de estilo