Analfabetismo Digital

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Analfabetismo digital El analfabetismo digital es el nivel de desconocimiento de las nuevas tecnologías que impide que las personas puedan acceder a las posibilidades de interactuar con estas, es decir, por una parte navegar en la web, disfrutar de contenidos multimedia, sociabilizar mediante las redes sociales, crear documentación, etc. Ahora, si esto lo analizamos, cuenta con tres elementos referentes al mayor o menor grado de conocimiento el ser un analfabeto digital. En décadas recientes, el desarrollo de las llamadas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) ha permeado a todos los sectores de la sociedad, propiciando diferencias marcadas entre países, generaciones, géneros, niveles socieconómicos, educativos, etcétera en relación a las habilidades y al uso de las mismas. En este marco se habla entonces de una brecha digital (digital divide), misma que cuantifica la diferencia existente entre países, sectores y personas que tienen acceso a los instrumentos y herramientas de la información – y la capacidad de utilizarlos- y aquellos que no lo tienen. De ahí que la brecha digital sea considerada como el grado o nivel de masificación de las TICs entre países o en el interior de los mismos. “Si se prefiere una percepción conceptual un poco más amplia e incluyente, puede definirse [a la brecha digital] como la distancia “tecnológica” entre individuos, familias, empresas

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ademas existe en analfabetismo digital, en este documento encontraran todos los subtemas que les ayudaran a un menor estudio.

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Analfabetismo digitalEl analfabetismo digital es el nivel de desconocimiento de las nuevas tecnologías que impide que las personas puedan acceder a las posibilidades de interactuar con estas, es decir, por una parte navegar en la web, disfrutar de contenidos multimedia, sociabilizar mediante las redes sociales, crear documentación, etc. Ahora, si esto lo analizamos, cuenta con tres elementos referentes al mayor o menor grado de conocimiento el ser un analfabeto digital.

En décadas recientes, el desarrollo de las llamadas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) ha permeado a todos los sectores de la sociedad, propiciando diferencias marcadas entre países, generaciones, géneros, niveles socieconómicos, educativos, etcétera en relación a las habilidades y al uso de las mismas. En este marco se habla entonces de una brecha digital (digital divide), misma que cuantifica la diferencia existente entre países, sectores y personas que tienen acceso a los instrumentos y herramientas de la información – y la capacidad de utilizarlos- y aquellos que no lo tienen. De ahí que la brecha digital sea considerada como el grado o nivel de masificación de las TICs entre países o en el interior de los mismos.

“Si se prefiere una percepción conceptual un poco más amplia e incluyente, puede definirse [a la brecha digital] como la distancia “tecnológica” entre individuos, familias, empresas y áreas geográficas en sus oportunidades en el acceso a la información y a las tecnologías de la comunicación y en el uso de Internet para un amplio rango de actividades. Esa brecha digital se produce entre países y en el interior de las naciones. Dentro de ellos, se encuentran brechas regionales, entre segmentos socioeconómicos de la población y entre los sectores de actividad económica”.1

Por lo tanto, la brecha digital no es solo una manifestación del conflicto Norte-Sur, como tampoco es un problema que aqueje exclusivamente a los países de menor desarrollo. Asimismo, no hay una sino diversas brechas digitales, sea por razones de infraestructura, conocimientos, educación, políticas tecnológicas, etcétera, dentro de los países. Por lo tanto y para comenzar, se puede hablar de dos brechas digitales. La primera y más evidente, es la que subsiste entre países desarrollados y en desarrollo.

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Las estadísticas existentes sobre el número de usuarios de Internet a nivel mundial, dan fe de la distancia que existe entre unos y otros. Así, se sabe que en el mundo, hacia enero de 2011 había más de 2 mil millones de usuarios de Internet en el planeta, cifra que sigue creciendo de manera exponencial –esta cantidad, sin embargo, refiere de manera implícita que hay alrededor de 5 mil millones de seres humanos que no usan Internet. Existen, asimismo, 32 países que cuentan con más de 10 millones de usuarios cada uno.

Los 10 países con más usuarios tienen en conjunto unos mil 200 millones de usuarios en total, lo que equivale al 65% de todos los internautas del mundo. Asimismo, los 20 países con más usuarios tienen mil 470 millones de internautas o bien, el 82% del total mundial. India es el cuarto país con más usuarios en Internet, pero apenas el 6.9% de las personas en ese país tienen acceso a una conexión. La República Popular China (RP China) es el país con mayor población conectada con casi el doble de usuarios que Estados Unidos. Sin embargo, el territorio chino alberga a más de mil 300 millones de personas, frente a 300 millones que constituyen la población estadounidense.

A propósito de la RP China y Estados Unidos, estos dos países tienen, sumados, la mayor cantidad de usuarios de Internet que los 15 países que les siguen en la lista. Ahora bien: una cosa es el acceso a Internet y otra la penetración, concepto éste último, referido al impacto social/comunitario que tiene la conectividad. Por ejemplo, en los países anglosajones mucho se ha enfatizado la importancia de que las personas, en lo individual, tengan acceso y conectividad. En otras naciones, en cambio, se busca garantizar que éstas lleguen al mayor número posible de usuarios sin que ello demande, necesariamente, que en lo individual, cada persona posea en su casa o lugar de trabajo, una computadora y/o conexión a la red. La penetración se relaciona con la accesibilidad –por ejemplo, que el costo de conexión esté al alcance de los bolsillos de la mayor cantidad posible de personas– y con la infraestructura adecuada. Por ello no debe sorprender que la penetración sea mayor en los países desarrollados donde las políticas digitales imperantes favorecen que Internet esté al alcance de un gran número de personas, a la vez que se ha desarrollado la infraestructura que garantiza la conectividad. Por el contrario, la penetración de Internet en los países en desarrollo es baja, porque la red no está al alcance de una parte importante de la población, como tampoco hay directrices claras en materia de políticas digitales, amén de que la infraestructura es inadecuada y escasa.

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En este sentido, según la Internet World Stats en su informe del 31 de diciembre de 2011, la más alta penetración de Internet tiene lugar en América del Norte –que en este caso solo incluye a Estados Unidos y Canadá –con 78.6% de su población; seguida de Oceanía/Australia –con 67.5%–; y Europa –con 61.3%. En contraste, Asia, el continente más poblado del orbe posee una penetración de apenas el 26.2%. En América Latina y el Caribe, la penetración asciende a 39.5%. Y, como era de esperar, África presenta la cifra más baja sobre el particular, con solo 13.5%. La media mundial es de 32.7%, por lo que tanto África como Asia están por debajo de ella.2 Asimismo, a pesar de que las naciones latinoamericanas y caribeñas en promedio se encuentran por encima de la media mundial, lo cierto es que México tiene una penetración estimada en 30.7%, lo que significa que está lejos de la media latinoamericana y a 8.8 puntos porcentuales del promedio en el planeta.

Algo que llama profundamente la atención en el caso latinoamericano y caribeño es que no son los países más grandes (i. e. México o Brasil), quienes presentan los más altos niveles de penetración. Argentina, Chile y Uruguay, naciones con 41, 16 y 3 millones de habitantes respectivamente, tienen un nivel de penetración de Internet de 67, 59.2 y 56.1% respectivamente, que es el más alto de la región.

Pero, ¿qué hay de la otra brecha digital doméstica o interna? Esta brecha es importante, dado que se produce prácticamente en todos los países del mundo y un análisis más detallado revela situaciones no del todo comprensibles, incluso en naciones consideradas como las más avanzadas. Como muestra figura la Unión Europea –aun cuando la Europa comunitaria, en sentido estricto, no es un solo país–, donde un promedio del 26% de la población en 2010, afirmaba nunca haber usado Internet. Por supuesto que hay profundas disparidades entre países, como se observa en el cuadro anexo, destacando por ejemplo la situación de Rumania, Bulgaria, Grecia y Chipre, países que rondan o superan el 50% de personas en esa situación. Ello contrasta con Suecia, donde solamente el 7% de la población no se define como internauta –lo que, en otras palabras significa que el 93% sí lo es.

¿Qué factores explican la existencia de la brecha digital doméstica o interna? A grandes rasgos “ esta brecha es, en la mayoría de los casos, la resultante de otras brechas preexistentes en la sociedad, las que al actuar sobre la introducción de las nuevas tecnologías, la consolidan. Como ha indicado recientemente un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (…) la brecha digital doméstica es, en esencia, un subproducto de las brechas socioeconómicas existentes en el país [de que se trate]. De hecho, la tecnología digital en sí no es responsable de la brecha

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digital. Los principales factores que la causan son el nivel de ingreso y su distribución, así como la dotación de la infraestructura de comunicaciones y el nivel de educación”.

Cabe destacar que la primera vez que se empleó el concepto de brecha digital fue en la década de los 80 en Estados Unidos, por parte del entonces Subsecretario de Comercio de ese país, Clarence “Larry” Irving, a propósito de lo que él refería como la diferencia entre personas y regiones en términos de su acceso a las TICs considerando la densidad telefónica y las computadoras. 7 Ya para la década de los 90 hay una mención cada vez más frecuente al desafío de la brecha digital en documentos oficiales de la Unión Americana, en reconocimiento a que este problema se acentuaba en determinados sectores económicos, sociales y en lugares específicos de ese país.

Incapacidad de una persona para operar una computadora. La experiencia frente a las computadoras e Internet, herramientas que han dado paso a un nuevotipo de analfabetismo, el digital. Según José M. Guardia, de la editorial de Baquia Inteligencia, " el analfabetismo digital es el término que se ha acuñado para referir la imposibilidad de acceder al conocimiento a través de medios electrónicos por no saber utilizar el instrumento".

Los factores que más contribuyen al analfabetismo informático son la situación económica, el nivel de escolaridad y la edad de las personas.

Si bien hoy en día nadie duda de la legitimación de la sociedad de la información como un nuevo paradigma de desarrollo, sí existen vacíos importantes acerca de la apropiación estatal y social de la tecnología “motor” en que ésta se basa: las tecnologías de información.

Un fenómeno que algunos estudiosos del tema 2 3 4, han dado en llamar “brecha digital” y que se caracteriza por comportar nuevos frentes de desigualdad en un mayor número de ámbitos.

La gran penetración que han tenido en años recientes las TIC en las actividades del día a día de millones de personas, sean o no especialistas en tecnologías, ha significado el nacimiento de muchos modelos de negocio de distintos tipos, incluidos las redes sociales y dispositivos inteligentes de telecomunicación, lo cual por supuesto siempre es bueno cuando significa educación, progreso y desarrollo de una comunidad.

Tradicionalmente el término “Educación Digital” se ha asociado a nuevos modelos educativos utilizando las ventajas que las tecnologías ofrecen, ampliando el esquema de educación de la escuela a prácticamente cualquier lugar donde se tenga acceso a la www, enfatizando con este enfoque que las tecnologías de comunicación son solo un medio muy eficaz para lograr el desarrollo de habilidades y competencias profesionales, lo cual por supuesto es cierto en el estricto sentido de un modelo educativo.

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Pero el alcance de estos modelos no debe centrarse exclusivamente en los contenidos y los fines académicos puros de las ciencias que tratan, deben considerarse además los aspectos del uso adecuado de la tecnología desde tres condiciones necesarias.

1. La correcta operación técnica de las herramientas tecnológicas.2. La adecuada utilización funcional de esas herramientas.3. La consciente y plena responsabilidad del uso y operación de esas herramientas junto con sus consecuencias.

En el primer punto podemos enfatizar que los esfuerzos por preparar docentes y profesionales en aspectos técnicos a través de programas formativos han sido intensos por diversas instituciones y han generado una gran cantidad de cursos y materiales de enseñanza de operación de diversos gadgets tecnológicos y los usuarios de estos, tienen un dominio muy alto de la operación de éstas herramientas.

El segundo punto por su parte, “la adecuada utilización funcional” implica a las ideas y la explotación de las funcionalidades, así como los beneficios tangibles de la utilización de una herramienta tecnológica. Tomemos por ejemplo el caso de las redes sociales: todos los días encontramos nuevos instrumentos tecnológicos que nos permiten hacer más cosas, por lo que se encuentran en constante expansión y en un proceso de transformación bidireccional, pues así como esos desarrollos se ven influenciados por la reacción y aceptación de los usuarios, también a su vez modifican sus patrones de comportamiento debido a la utilización de dichas herramientas. Esto implica por supuesto que la penetración de instrumentos de comunicación en los últimos años ha modificado por consecuencia la dinámica social, educativa, laboral y mercantil propiciando una vertiginosa transformación del pensamiento humano colectivo a un ritmo que no había ocurrido antes.

Debido a lo anterior, las acciones de alfabetización digital se hacen evidentes y se preparan cursos que ayudan al entendimiento y operación de esas herramientas tecnológicas, fomentando en los usuarios una necesidad de aprendizaje constante al encontrar satisfacción por dominar una nueva herramienta, competir por demostrar quién la maneja mejor o le saca más provecho, quién tiene la versión más actual o sofisticada, generando incluso una sensación de estatus social que contribuye a una menor (aunque aún imperceptible en muchos ámbitos) resistencia o temor al cambio, al menos en cuanto a tecnología se refiere.

Tocando el tercer punto, “la consiente y plena responsabilidad del uso y operación de la tecnología”, veremos que las cosas cambian drásticamente y que en ese sentido aún tenemos mucho que investigar, desarrollar y difundir. La educación en este sentido implicará ir más allá de sólo adquirir una habilidad, sino a desarrollar un proceso mental natural respecto del adecuado uso de la tecnología considerando consecuencias y responsabilidades, basados en un instintivo análisis de riesgos.

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A continuación pondremos algunos ejemplos para ver que el alcance social de las consecuencias del uso indiscriminado de las tecnologías sin una responsabilidad adecuada puede ser más perjudicial que no contar con esa tecnología.

Si un paciente acude a un laboratorio a realizarse análisis médicos y consulta los términos de sus resultados en Internet y luego va con un Doctor por un tratamiento, seguramente llegará ya influenciado por lo que leyó en la Web y dudará, criticará y cuestionará el diagnóstico del profesionista debido a un problema de desinformación o información mal dirigida. Un problema común por qué no se puede consultar todo el resultado completo en la red, sino solo partes del mismo (coincidencia de palabras) y en consecuencia no se tiene el contexto completo del informe del resultado médico, lo que origina información parcial o mal orientada. Un problema que se pretende resolver con la Web Semántica (pero ese es un tema pa ra tratar en otra ocasión).

Otro problema común hoy día es el abuelito o el papá que presumen a sus hijos por que manejan mucho mejor que ellos la computadora y dicen orgullosos que son muy hábiles en la operación de esos “aparatos” que ellos apenas entienden. Cuando nosotros fuimos niños, nuestros padres nos podían advertir sobre los peligros que encontraríamos en el parque o en una fiesta y nos prevenían para poder cuidarnos y defendernos de ello. Hoy día los niños y adolescentes “salen a pasear” por la Web y hacen amigos y socializan en diversos ciber espacios, y ese padre o abuelito orgullosos de que su hijo domina la computadora no son capaces de advertir o preparar al niño sobre los peligros que enfrentará porque tampoco conocen esos peligros o cómo identificarlos. Resultado: problemas de seguridad de todo tipo que ya conocemos debido el uso o manejo inadecuado de información que liberamos a la red indiscriminadamente sin ser plenamente conscientes de los peligros a los que nos auto exponemos.

Aprender a usar una tecnología por tanto implica no solo aprender a manipular la herramienta en sí y saber obtener resultados específicos por la utilización de ella, sino además tener el cuidado de operarlos adecuadamente sin provocar problemas posteriores por un uso irresponsable de los mismos.

Un ejemplo simple es el aprender a conducir un automóvil. Girar el volante, pisar pedales, mover palancas y presionar botones, es una operación mecánica relativamente simple que requiere de cierta coordinación física, pero eso no implica que el aprender a manipular los mandos permita asegurar que una persona sabe “manejar”, pues debe además aprender a respetar y seguir un reglamento de tránsito, además de desarrollar reflejos e instintos para reaccionar ante situaciones no previstas en los procesos de enseñanza de conducción de autos, implica además saber las consecuencias de no respetar ese conjunto de condiciones escritas y no escritas

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que se encuentran alrededor de operar un vehículo de manera segura y eficiente, además de las medidas de seguridad que debe observar para cuidar y proteger su vehículo.

Del mismo modo ocurre hoy día con las tecnologías de comunicación en general, llámense redes sociales, sitios de colaboración, smartphones, etc. Todas sin excepción requieren de una enseñanza técnica que permita operar las herramientas adecuadamente, es necesario saber los requerimientos y posibilidades funcionales que pueden solventarse por el uso de esas tecnologías, pero debe sobre todo comenzar a hacer conciencia sobre las responsabilidades inherentes al uso de esas tecnologías.

Las universidades, centros de investigación y gobiernos en general debemos comenzar a poner especial interés en desarrollar modelos de educación digital “responsable” o “consciente” de forma que podamos no solo desarrollar modelos tecnológicos sino “Modelos tecnológicos sociales”, que ayuden a minimizar los riesgos de salud y seguridad pública generados por el mal uso que muchos delincuentes hacen de las herramientas tecnológicas de que disponemos hoy día. Tal como diría Paul Gilster en 1997, “La alfabetización digital tiene que ver con el dominio de las ideas no de las teclas”.

En círculos académicos se usa la expresión analfabeto digital para referirse a la persona que, aun sabiendo los rudimentos del uso de computadores, no puede emplearlos correctamente por falta de conocimiento de su sistema operativo, aplicaciones y programas. En Bolivia, la educación pública todavía no ha integrado plenamente la Computación a su currículo.En efecto, semanas atrás, una movilización de organizaciones de padres de familia en El Alto puso el tema nuevamente sobre la mesa, y se reveló que madres y padres de familia deben abonar una suma anual por cada uno de sus hijos para garantizar la presencia de una maestra o maestro de Computación en el salón de clases. La propuesta del Ministerio de Educación ha sido acomodar la carga horaria de esa materia en otras.

En algunos colegios donde se aceptó la propuesta —averiguó este diario— las niñas y niños no están recibiendo formación en esta imprescindible habilidad. Allí donde las clases siguen impartiéndose, los padres y madres siguen pagando el ítem del maestro o maestra.

Paralelamente a este debate, es necesario prestar atención a otros dos factores que deben ser resueltos si de verdad se desea integrar la formación en ciencias de la educación en la formación inicial. Uno es la necesidad de laboratorios y equipos con los que las y los estudiantes puedan desarrollar su aprendizaje y hacer prácticas. El otro es la ausencia de una planificación de la asignatura y sus contenidos.

En el primer caso, lo normal parece ser que cada unidad educativa cuenta con un precario laboratorio de Computación, habitualmente dotado de computadores de desecho de empresas e instituciones y por tanto desactualizados. El costo de adquirir

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equipos nuevos y darles mantenimiento no parece haber sido presupuestado en ningún nivel. Es posible, sin embargo, que la pronta puesta en marcha de la planta ensambladora de computadores en Kallutaka, logre resolver este problema cuando la producción comience a ser distribuida entre las y los estudiantes.

Sin embargo, como ya se ha señalado, no basta con tener acceso al instrumento si no se enseña el modo de usarlo. Padres y madres lo saben, y por ello hacen pagos extralegales que aseguran la presencia de un docente. Incluso así no se resuelve el problema del contenido y calidad de esa formación, pues no está claro cuáles deben ser los contenidos mínimos y los objetivos de aprendizaje de la materia.

Hay un sinnúmero de aspectos que deben ser observados a la hora de decidir si la educación que el Estado ofrece a sus nuevas generaciones integra o no esta dimensión vital de la formación, y dado que la decisión solo puede ser positiva, cómo asegurar que todas las condiciones se cumplen. Seguir postergando este tema y proponiendo soluciones transitorias condena a las y los niños a ser analfabetos digitales.

De acuerdo con dichos autores, el término “brecha digital” está integrado por una serie de divisiones en al menos cuatro sectores:

GLOBAL (global divide), que es la divergencia en el acceso a Internet entre los países industrializados y las sociedades en vías de desarrollo.

SOCIAL (social divide), que se refleja en quienes tienen acceso y quienes no tienen acceso a las tecnologías (de información) dentro de cada nación.

DEMOCRÁTICA (democratic divide), que es la diferencia entre

quienes hacen y quienes no hacen uso de la gama de posibilidades que los recursos digitales brindan para involucrarse, participar y actuar en la

vida pública.

ANALFABETIZACIÓN DIGITAL, que es la falta de habilidad socio- técnica para generar información y protegerla de manera efectiva en un sistema.

En este contexto el sector social dedicado a la seguridad informática parece adquirir, cada día más, un lugar privilegiado en la construcción de la nueva sociedad pues de ellos depende que funcione de manera adecuada y fiable el proceso de circulación de la información; asimismo, de ellos también depende que un número importante de instituciones, empresas e integrantes de la sociedad civil que todavía no han experimentado un proceso de digitalización o democratización decidan hacerlo al constatar que existe el escenario de confianza suficiente.

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Sugerido lo anterior -la importancia de la seguridad informática en la sociedad-, se ha visto que aunque el terreno de acción, soluciones e integrantes de dicha esfera pueden ser identificados de forma inmediata, no ocurre lo mismo con

los escenarios tecnosociales a los que se enfrenta, los cuales suelen ser más desestructurados, menos objetivables y, por ende, más difíciles de percibir.

Se piensa que este último aspecto es no sólo central para entender el estado del arte y los retos a los cuales se enfrenta la seguridad informática, sino que también requiere de una generosa exposición de conjeturas, polémicas, acercamientos y miradas analíticas de otras disciplinas para comprenderlo, so pena de quedar condenado a la fácil simplificación o al cómodo reduccionismo conceptual.

Por ello a continuación se identificarán dichos escenarios tecno-sociales y se evaluará su impacto para la seguridad informática apoyados en algunos conceptos provenientes de la construcción social de la tecnología, una perspectiva encargada de estudiar la relación siempre compleja entre sociedad y tecnología, lo que nos permitirá introducir un nuevo escenario en la discusión del tema que nos ocupa.

Una nueva tecnomeritocracia

Si se realiza un breve recuento histórico de la seguridad informática y las estrategias técnicas que ha ideado para oponer un freno a las prácticas del sabotaje informático o el intrusismo informático, se observa que se está ante una disciplina que ya ha logrado madurar un alto grado de especialización. Actualmente se cuenta con parque importante de herramientas y estrategias para tal fin, entre las cuales destacan los firewalls, el análisis forense, los programas antivirus, etc.; sin embargo, estas herramientas no son infalibles.

Paradójicamente, esta alta especialización de la seguridad informática parece estar en oposición directa con el fenómeno que autores como Pipa Norris describen como analfabetismo digital; es decir, la necesidad imperante de la sociedad a adquirir volúmenes cada vez más complejos de parque informático, a fin de evitar estar “off-line”, pero pasando por alto las implicaciones, responsabilidades y procesos de aprendizaje que impone dicha tecnología.

Esta dicotomía entre la hiper-especialización que ha conquistado la seguridad informática, en contraposición al analfabetismo digital que parece caracterizar al paradigma de la sociedad de la información, se resuelve necesariamente mediante el predominio de la primera.

Ciertamente, las personas e instituciones involucradas en dicho campo han comenzado a experimentar un proceso de atomización disciplinar 5, lo cual ha dado paso al surgimiento de una nueva tecnomeritocracia; esto es, a la emergencia de

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sectores altamente ilustrados en el terreno tecnológico cuyos conocimientos y habilidades en los mismos les permite no sólo destacar en el terreno social, sino también incidir en el campo político.

Subrayando lo anterior podemos citar al sociólogo Manuel Castells, el cual agrega que la tecnomeritocracia es “...una cultura que cree en el bien inherente del desarrollo científico y tecnológico como componente clave del progreso de la humanidad (...) Su especificidad radica en la definición de una comunidad de miembros tecnológicamente competentes que son reconocidos como colegas por la comunidad. En dicha cultura, el mérito se mide por el grado de contribución al desarrollo de un sistema tecnológico que proporciona un bien común a la comunidad de descubridores

Cabe destacar que esta nueva meritocracia generada por la seguridad informática es el legado y síntesis de otras experiencias más remotas en el tiempo, fundamentalmente las que se encuentran arraigadas a:

a) Las tecnomeritocracias académicas (UCLA, Berkeley, Massachussets), que durante los años 70 sentaron las bases para el desarrollo de ARPAnet y los protocolos TCP/IP;

b) Las tecnomeritocracias de programación creativa 7, integradas por una comunidad hacker interesada en la innovación colectiva y la propiedad comunitaria del software.

A partir de la recuperación y aglutinamiento de estas dos experiencias precedentes, el campo de la seguridad informática ha logrado generar una tecnomeritocracia muy poderosa en términos de habilidad socio-técnica. Sin embargo, los tiempos en que aquellas se originaron (los años 70) no corresponden al contexto actual en el cual parece expandirse la esfera de la seguridad, misma que tiene que enfrentar una serie de retos entre los cuales queremos destacar la ruptura entre la posición política de las tecnomeritocracias académica y de programación creativa en relación a la esfera de la seguridad informática.

Según algunos autores, como Castell 8, el elemento distintivo de las tecnomeritocracias académica y de programación creativa se basa en la idea de la libertad: la innovación y desarrollo de los sistemas informáticos era más una labor de beneficios colectivos que una tarea destinada a generar mercancías vendibles. Sin embargo, hoy en día la seguridad informática parece estar profundamente influenciada por la llegada de los oligopolios de las telecomunicaciones, los cuales han convertido la seguridad informática en toda una industria: las industrias de los antivirus o los firewalls (por ejemplo).

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Del escenario anterior también se desprende el hecho que cualquier empresa pueda afirmar que realiza labores de seguridad cuando realmente lo que está haciendo es simplemente aprovecharse de la “novedad” para hacer negocio de un concepto que actualmente tiene un impacto de largo alcance; no solo a nivel tecnología, sino hasta de la misma sociedad en la que vivimos, llevando el concepto “inseguridad pública” que hoy en día vivimos a un nuevo término que se podría definir como “inseguridad digital”, que deja poco espacio para la preservación de un legado fincado en la libertad y los beneficios compartidos.

Desafíos sociales de la seguridad informática

De acuerdo con lo anterior, el ámbito de la seguridad informática parece enfrentarse a una serie de desafíos sociales entre los cuales queremos destacar

La ética y neutralidad tecnológica

Uno de los retos más destacados para dicho rubro parece ser el de la ética y neutralidad tecnológica: si la seguridad pasa a ser un asunto de capitales antes que una necesidad imperante de una nueva sociedad, entonces podemos esperar un escenario futuro en donde esta meritocracia cosifique sus objetivos a la obtención de beneficios político- económicos.

Las nuevas figuras digitales

Por ejemplo, la inmaterialidad de bienes (sustitución de los átomos por los bits), escenario que implica generar una nueva cultura en la sociedad acerca de los valores inmateriales y no objetivables que impone la informática, valores que no cuentan con la suficiente proyección jurídica al respecto. Esto también se ve reflejado en la falta de legislación informática en algunos países como el de México 9.

La autorización de la esfera de la seguridad informática

Como hemos propuesto a lo largo de todo este apartado, el rasgo distintivo que ha permitido que la seguridad informática adquiera el rango de tecnomeritocracia es el analfabetismo digital que caracteriza a la sociedad de la información.

En este acontecimiento radica la fortaleza de dicho gremio pero también su punto débil, ya que entonces también se tiene que enfrentar y resolver “desde cero” todo

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tipo de desafíos, incluso los que podrían ser resueltos de antemano mediante la vía social. Si se toma como referencia el Orange Book para hacer una analogía, se podría decir que a nivel sociedad se está en el nivel C1; sin embargo la mayoría de los miembros de la sociedad se encontrarían en el nivel D. Es por ello que en algunas organizaciones la creación de políticas de seguridad es una forma de cubrir la gran brecha existente entre la tecnología y la legislación 10.

A fin de ejemplificar lo anterior queremos abordar el problema de la apropiación instrumental, y no creativa-reflexiva, de las tecnologías de información por parte de la sociedad civil. Un apartado que podemos explicar mejor mediante la metáfora del bricoleur y el ingeniero 11, en donde el primero se apropia de la tecnología en su carácter meramente instrumental; en tanto que el segundo agrega a la tecnología el valor del pensamiento reflexivo y la abstracción para inferir habilidades e innovaciones nuevas.

Hoy en día, la apropiación social que las personas hacen de la tecnología se inclina más a proseguir la lógica del bricoleur que la del ingeniero (que es la que compete a la seguridad); las razones de por qué esto es así responden a un abanico muy amplio de acontecimientos: la ausencia de un modelo de usos de las nuevas tecnologías, la oferta de productos estandarizados que hacen las empresas de la informática, el diseño mismo del software propietario que impide su análisis, la evolución de las interfaces gráficas “amigables”, etc.

La flexibilidad interpretativa

Finalmente, un último desafío que tiene que enfrentar la tecnomeritocracia de seguridad informática es la “flexibilidad interpretativa (Trevor Pinch, The Social Construction Of Technological System, 1996) ”: para el caso de la informática y las redes digitales no existe una única interpretación para entender y usar la tecnología, más bien existe una pluralidad de interpretaciones distintas a las ceñidas por la normatividad original.

De la pluralidad de interpretaciones pueden resultar aplicaciones o usos de los artefactos muy distintos a los que estaban ceñidos por una normatividad original” 12.

En los hechos, esta condición se puede traducir en la emergencia de una serie de grupos sociales que cuentan con una profusa habilidad en el campo de la informática, pero que no están interesados en desarrollar mejores medidas de seguridad, sino en romperlas. Estos grupos desestructurados entre los cuales destacan los crackers, carders, scrip kiders, etc., implican una amenaza, más que al gremio de la seguridad informática, al sector de aquellos usuarios que mencionamos se inclinan a la lógica del bricoleur. El problema aquí radica en que éstos son los primeros que tienen que resolver desde raíz el mal funcionamiento del parque informático.

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Cuando llegué a la escuela no enseñaban informática en la básica primaria, y eso que el colegio cuenta con 2 salas de sistemas, no dejaban que las usaran los niños porque “de pronto dañan los equipos”, a lo que yo les dije si se dañan los equipos yo mismo los arreglo, pero mi deseo es enseñar informática, a lo que me contestaron que NO.

Por fortuna cambiaron al rector y el que llegó me dio el permiso para enseñar informática y así mismo me tocó cuadrar horarios e intercambiar clases, conseguir libros y preparar todo un montaje para poder llevar bien mi propuesta. Participé en una convocatoria de CPE y con mi proyecto me gané 2 computadores, después envié mi propuesta de unos módulos que diseñé para el área de tecnología e informática para los grados 5º, 6º, 7º, 8º, y el MinTic me invitó a hacer ponencia en EDUCA DIGITAL 2011, estos módulos fueron DONADOS A LA HUMANIDAD y se pueden descargar de mi blog completamente gratis. Por esta ponencia me invitaron a entrevistas en varios medios de comunicación, el MINTIC nos dio 25 equipos de cómputo por este proyecto.

Puedo decir con mucho orgullo que gracias al MinTic tengo una sala de sistemas con computadores para estudiantes, con una estrategia de uno a uno —un estudiante por computador—.

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Debemos tener en cuenta que estoy en un sitio difícil, con una problemática social muy compleja, fronteras invisibles, consumo de drogas, familias desplazadas de sus tierras, niños CON NECESIDADES ESPECIALES DE APRENDIZAJE, niños extra-edad, niños que nunca han estado escolarizados, familias disfuncionales, niños que van y desayunan en la escuela y esa puede ser la única comida del día, pero a los que más les gusta es poder estar sentados frente a un computador.

Todos los días, cuando llego a la escuela muchos niños me dice: "Profe hoy toca sistemas", esperan con muchas ansias y ganas las clases de informática. Muchos de estos niños no tienen computador en su casa —un 95% no tienen este recurso—, entonces para ellos es muy rico poder trabajar en la clase frente a un equipo de cómputo.

Luego inicié otro proyecto titulado «Implementación de las TICS al proceso de aprendizaje de la lectura y la escritura en el programa BRÚJULA (estudiantes con problemas de aprendizaje, desescolarizados y extra edad)». Y por este proyecto, nos visitó la Viceministra Carolina Hoyos Turbay y nos donó por parte del MinTic, tres maletas, cada una con 10 portátiles, para trabajo interdisciplinar de los otros docentes. Los estudiantes están contentos haciendo un uso adecuado de todos estos equipos.

BIBLIOGRAFIA

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es.wikipedia.org/wiki/Analfabetismo digitalEnciclopedia en carta 2009.tecnologiaedu.us.es/cuestionario/bibliovir/areatecno.pdfLibro: Futuros del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.