A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

11

Click here to load reader

Transcript of A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Page 1: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

1

SUBJETIVIDAD Y GÉNEROORDEN SIMBÓLICO ¿ORDEN POLÍTICO?

ANA MARIA FERNANDEZ

I. Subjetividad y Diferencias

De qué tipo de diferencia hablamos cuando hablamos de dife-rencias de género? Aquello que organiza diferentes modalidades desubjetividad en hombres y mujeres ¿se deben a esencias femeninas ymasculinas diferentes?. ¿Puede decirse que sus diferencias"esenciales" son de orden biológico o son debidas a que ambosposeen modalidades inconscientes diferentes? Hasta los '70 estoseran los términos del debate.

El criterio que aquí se sustenta es que los diferentes modos conque hombres y mujeres organizan sus posicionamientos sondiferencias socio-históricas que responden a que unos y otras hanconstituido diferentes modos de subjetivación.

La noción de modo socio-histórico de subjetivación implicaretomar el desafío foucaultiano1 de poder pensar la subjetividad sinapelar a un sujeto trascendental, ni a un sujeto psicológico, es decirinstituir una suerte de escepticismo metódico frente a universalesantropológicos. Esta caución que ha llevado a M. Foucault ainterrogar en su constitución histórica -es decir a desesencializar-dichos universales permite, por ejemplo, pensar la constituciónhistórica del sujeto de deseo.

Genealogizar al Hombre de Deseo implica por to menos dosoperaciones deconstructivas:

Articular la noción de deseo como fundante de la subjetividad conun momento particular del histórico-social: la Modernidad

Considerar la idea de «deseo como carencia» como propia de untipo de pensamiento filosófico y no suponer que la carencia esinherente al deseo.

1 Foucault, M., "El sujeto y el poder", en Dreyfus, H. Y Rabinow, P., Michel Foucault:Más allá del estructuralismo y la dialéctica, México, Universidad Autónoma deMéxico, 1998.

Page 2: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

2

En síntesis, historia del Hombre de Deseo y no sujeto universalde deseo2-. En tal sentido historizar, genealogizar los conceptos esuna operatoria inseparable de la de-construcción de las categoríasdesde donde se piensa la diferencia.

El Hombre de Deseo

Son ya conocidos los trabajos que han periodizado lashermenéuticas de sí occidentales3:

- conócete a ti mismo (greco-romano)- confiesa tus pecados -monástico-medieval- cogito cartesiano - modernidad- dispositivo psicoanalítico - Ciencias HumanasAsimismo, dichos estudios han puesto en evidencia la articulación

necesaria -y no contingente- en cada período entre un tipo dehermenéutica de sí, un modo de gobernabilidad -incluidas lasestrategias de resistencia al mismo- y un campo de saber.

Cuando no se historiza una categoría como la de sujeto deseante,es decir cuando «naturalmente» es pensada como un universalantropológico, se producen fuertes impensados (objetos prohibidos, odenegados de la teoría). Quedan así invisibles, por to menos, dosgrandes cuestiones y se pierden dos -no menos importantes-cauciones de método:

a) la relación entre las diferentes «hermenéuticas de sí» y loscampos de saber que se instituyen, con las gobernabilidades(problema del Poder). Así por ejemplo, la confesión- transgresión delos pecados de la carne es inseparable de la pastoral cristiana propiadel modo de gobernabilidad del período feudal.

Es decir que historizar las formas de subjetivación abre visibilidada la relación entre la constitución de sujetos, la producción decriterios de normatividad y la institución de los campos de saber queinauguran los discursos sobre el sujeto, en cada período histórico.

b) Si el sujeto deseante es histórico y su producción esinseparable de los dispositivos de gobernabilidad, su constituciónsubjetiva será diferente para hombres y mujeres.

En tal sentido, si el sujeto de deseo es inseparable del Hombre dePoder, una de las estrategias centrales de su constitución será pensar

2 Foucault, M., Hermenéutica del sujeto, Madrid, La Piqueta, 1994.3 Veyne, P. Y otros, Amor, Familia, Sexualidad, España, Argot, 1994.

Page 3: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

3

a las mujeres, constituidas como objeto de deseo, posicionadas «endefecto» en relación a los sujetos deseantes.

Pensar como condición, (universal antropológico) una cons-titución socio-histórica pone como no enunciable -objetos prohibidoso denegados de un campo de saber (las estrategias de poder quevehiculizan los discursos del saber). Se pierde una caución de métodocual es la vigilancia epistémico-política de las relaciones saber-poderdel propio campo.

La segunda caución de método que se pierde en esta operatoria-y en estrecha relación con la primera- es «ver» condición dondehabría que leer y trabajar síntomas. La condición tiene lacontundencia de to que es, el síntoma es solución de compromiso ainterrogar -destrabar- transformar, en el trabajo psicoanalítico. Deesta forma, cuando los psicoanálisis creen poner en discurso «ladiferencia sexual» reproducen, en muchos de sus tramos, lasdesigualdades sociales entre los géneros.

El deseo como carencia.

Genealogizar la noción del deseo como carencia implica poner enconsideración las huellas que produce en un campo de saber actual,aquello que Castoriadis4 ha llamado -en filosofía- el «pensamientoheredado» . Implica, por tanto desnaturalizar una episteme por lacual el mundo se constituye en escencias y apariencias. Escenciasabsolutas, eternas y perpetuas y apariencias engañosas a imperfectasque constituirían el mundo sensible, copia defectuosa del mundo delas ideas.

La tradición platónico-aristotélica funda un ámbito propio de laFilosofía: el ámbito de la representación, definida no por su relacióncon el objeto, sino con el modelo5. Se sientan así las bases de laEpisteme de lo Mismo, por la cual la representación operará en undoble movimiento

selección de los «pretendientes» según cuáles ofrezcan lasmejores copias (jerarquización del campo)

4 Castoriadis, C., Los Dominios del Hombre: las encrucijadas del laberinto,Barcelona, Gedisa, 1988.5 Deleuze, G., Lógica del sentido, Barcelona, Barral, 1970.

Page 4: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

4

exclusión de lo excéntrico, lo divergente (segregación de lasdiferencias) en nombre de una finalidad superior, sea éstapensada como realidad escencial, Dios, o el sentido de la historia6

Desde esta perspectiva los seres humanos son copias falladas dela Idea original y/o de un Dios creador (Dios creó al Hombre a suimagen y semejanza). Si el pensamiento platónico-aristotélico colocólas bases del hombre fallado, el cristianismo ensambló la falla con laculpa y su necesaria expiación-resignación a través de lagobernabilidad de la pastoral.

El deseo pensado como carencia daría cuenta del anhelo im-posible de los humanos por alcanzar la perfección-completud de laIdea - Dios.

De Platón a Hegel insiste una voluntad que al rastrearse sólocomo historia del pensamiento y disociarla de la cuestión de lagobernabilidad, deja en invisibilidad las estrategias de poder en quese inscribe el linaje de la carencia-castración.

De esto da cuenta Nietzsche cuando su pensamiento intem-pestivo convoca a «invertir el platonismo». En la misma línea yaantes Spinoza había dicho «Nadie sabe lo que puede un cuerpo».Ambos autores toman la idea de potencia y no de carencia parapensar el deseo.

Según el linaje filosófico desde donde se piensen estas cuestionesserá la noción de deseo que se pueda conceptualizar. Pero las ideasno son sólo ideas; por tanto, otros serán también los dispositivos de«cura» que se implementen.

La importancia de abrir visibilidad y por ende crear condicionesde enunciabilidad de las dimensiones socio-históricas de lasubjetividad y sus nociones derivadas permite diseñar abordajesdesde criterios multirreferenciales7; estamos en un momento dondese hace patente el agotamiento de los enfoques unidisciplinarios. Porotra parte, permitiría pensar de otro modo la relación entre «lo

6 No puede desarrollarse aquí la lógica de la diferencia que instituye la Episteme delo Mismo donde la diferencia sólo puede ser pensada como negativo de lo Idéntico(A no es B). Ver Fernández, A.M., La Mujer de la Ilusión, Buenos Aires, Paidós,1993.7 Fernández, A.M., "Notas para la constitución de un campo de problemas de lasubjetividad", Cap. 8 de Fernández, A.M. y Cols., Instituciones Estalladas, Bs. As.,EUDEBA - Secretaría de Cultura, Facultad de Psicología, U.B.A., 1999.

Page 5: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

5

individual» y «lo social», intentando superar los impasses históricosde esta antinomia.

Esto último resultaría saludable al campo «psi» que hasta ahoraparece no demostrar demasiada premura en interrogar sus na-rrativas, particularmente aquellas que han colocado la subjetividadcomo interioridad.

Lo que aquí está en juego es otro modo de entender la dimensiónsubjetiva.

El corpus psicoanalítico es un aporte insoslayable en la cons-titución de un campo de problemas de la subjetividad. Pero, esnecesario advertir de entrada que los criterios epistemológicos de lasproducciones transdisciplinarias se constituyen sobre otras bases quelas epistemologías de las disciplinas de objeto discreto8 . En talsentido su recorrido habrá de partir por la interrogación de lascertezas de los saberes a incorporar.

II. Género y Psicoanálisis.

La articulación entre las teorías de género y los psicoanálisis llevaen última instancia, a repensar cuestiones muy básicas de lasteorizaciones psicoanalíticas. ¿Cuánto de lo que ha sido pensadocomo estructura inconsciente universal no da cuenta sino de un modosocio-histórico de subjetivación de la Modernidad para varones ymujeres? ¿Cuál es la articulación entre deseo a historia? ¿Podemosseguir pensando lo inconsciente como una estructura invarianteuniversal?

Algunos planteos, particularmente cuando hablan de estructurainconsciente o de un orden simbólico planteado de modoestructuralista, parecen confundir lo inconsciente con el destino. Aquíse aviva una vieja discusión entre epicúreos y estoicos referida a lacausalidad y el destino9.

Epicúreos y estoicos afirman la causalidad (no hay movimientosin causa), pero los estoicos incluyen, además la idea de destino, esdecir, la unidad de las causas entre sí. El problema queda planteadodesde la Antigüedad: ¿hay una unidad de las causas entre sí? La grandiferencia entre epicúreos y estoicos, según Deleuze, es que noefectúan la misma partición de la relación causal. Los estoicos

8 Para un abordaje más extenso de este punto ver Fernández, A.M., ob. cit.9 Deleuze, G., ob. cit.

Page 6: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

6

plantean que las causas remiten a las causas y forman una unidad,mientras que los epicúreos afirman la independencia en la pluralidadde las series causales. Colocan allí una noción clave: el clinamen.Clinamen no significa indeterminación, manifiesta algo muy distinto;la lex atomi refiere a la pluralidad irreductible de las causas o seriescausales, a la imposibilidad de reunir las causas en un todo. Cuandoafirman que el clinamen es incertus, esto no significa que esindeterminado, sino inasignable10.

Lo inconsciente no es destino. Repensar la noción de causalidadinconsciente no implica abogar por la indeterminación, sino revisarlos necesarios deslizamientos teológicos en el modo estructural deplantear la determinación causa11.

Es sintomática la necesidad de fijar a un destino la sexuaciónfemenina en las teorías psicoanalíticas. Si Freud pudo desdibujar lanoción de series complementarias a la hora de pensar en las mujeresy colocar allí ideas tan poco freudianas como anatomía es destino o laroca viva, Lacan no es menos sorprendente cuando da por sentadoque habría una falta -en la mente del niño y de allí a la cultura- designificante del genital femenino y pasa a considerar dicha falta comouna invariante inconsciente, quedando así «La Mujer» definida comofalta, vacío, ausencia.

La mujer No-Toda, no toda en el orden simbólico, por lo tanto unpoco fuera de la ley. Desde este reducto corporal fuera de la ley de losimbólico, del falo, del padre, la mujer tendría acceso a un gocesuplementario, a un plus de goce. Pero al no ser subjetivable, lamujer goza pero no se entera y su goce transcurre y se agota en elsí-del cuerpo, sin pasaje por el fantasma.

Reintroduce el destino, ahora no a través de una anatomía, sino através del lenguaje, en un naturalismo no biológico sino simbólico.Naturalismo en tanto el orden del lenguaje está planteado comocondición fija que no puede ser de otra manera, está por fuera de lahistoria y sella su destino12.

Si hay destino no hay sujeto. Una vez más parece insistir aquelcurioso debate platónico-medieval sobre si las mujeres tendrían alma.Encore.

10 Deleuze, G., ob. cit.11 De Brasi, J. C., La monarquía causal, Montevideo, Multiplicidades, 1996.12 Dío-Bleichmar, E., "Deshilando el enigma", en La bella (in)diferencia, MartaLamas Compiladora, México, Siglo Veintiuno, 1991.

Page 7: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

7

Goza pero no se entera. Más que característica esencial de lacondición femenina, efecto histórico-político del lugar de muchasmujeres en el dispositivo de la sexualidad. Lugar que ha obligado adesalojar todo hábito de registro de sus deseos. Esta no es unacuestión menor en el orden social. Ha garantizado y garantiza sumonogamia. Dispone un modo de erotismo: la pasividad femenina, elgoce místico, que sólo permite poner en juego un tipo de virilidadfálica excluyendo necesariamente de dicha escena erótica muchasformas de potencialidad de los placeres de las mujeres y otras tantasformas de placeres de los varones. Goce siempre hay.

El «baño de lenguaje» en el que nacemos más que un ordenestructural, es un magma de significaciones que no es otra cosa queel modo de ser de lo histórico-social13. Por lo tanto, más queestructura, clinamen.

Suponer que el género es una categoría sociológica y por tantonada tiene el Psicoanálisis que interrogarse al respecto, es renunciara pensar la articulación entre deseo y poder. El psicoanálisisclásicamente ha teorizado la articulación deseo-ley. Deseo-poder noes sinónimo de deseo-ley, ya que la ley (prohibir-permitir) es sólouno de los recursos del poder. Es por tanto, renunciar a teorizar unimpensado, encore del psicoanálisis: la dimensión política de lasubjetividad, terreno que complejiza más que anula la teorización yarealizada de la relación deseo-ley.

Según M. Foucault lo que distingue la teoría de las pulsiones de laley del deseo es el modo en que ambas teorías del psicoanálisisconciben la naturaleza y dinámica de las pulsiones, pero no la manerade concebir el poder. Ambas parten de una representación común delpoder. Ambas imaginan «un poder pobre en recursos, que sólo sabedecir no» , y cuyo modelo sería esencialmente jurídico: centrado «enel solo enunciado de la ley y en el solo funcionamiento de loprohibido»14.

Es también rehuir un desafío. Aquel que permitiría abrir inte-rrogación a algunas cuestiones de suma importancia. En primer lugarsupone hacer sinónimos psiquismo y subjetividad. Si por géneroentendemos los universos de significaciones imaginarias-construcciones histórico-sociales- que delimitan lo femenino y lo 13 Castoriadis, C., Ia institución imagiuaria de la sociedad, Tomo I, Barcelona,Tusquets, 1989.14 Foucault, M., La voluntad de saber Historia de la sexualidad, Tomo I, México,Siglo Veintiuno, 1977; La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1980.

Page 8: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

8

masculino; si aceptamos que estas significaciones imaginariassociales son el lenguaje que precede a la constitución de los sujetosde una cultura, sostener que es una categoría por fuera del campo,es rehusar pensar las articulaciones entre significante y significación.Si de devenir sujeto se trata, el género -masculino o femenino-produce un particular desfondamiento del sujeto de deseo. ¿Cómopuede ser, entonces una problemática por fuera del Psicoanálisis?

III. No hagan con Lacan lo que hicieron con Marx.

El psicoanálisis -como cualquier otro campo de producción deconocimientos- no "descubre" ni "describe" realidades, construyesistemas de pensamiento. Estos se transforman en regímenes deproducción de verdad cuando: a) suponen que en un texto -autor hayuna verdad a descifrar, una sola lectura válida. El resto seránmalentendidos. Aquello que esté por fuera de la exégesis de losespecialistas legitimados, serán errores o desinformaciones. Almal-entendido habrá que oponerle el bien-entendido corrector. No esmuy grave. La magnífica violencia de lo incacabado -no sólo loinstituido- en la obra de J. Lacan resiste bien los intentos dedogmatización. b) Instituyen un modo particular de imaginar uncampo teórico como completo. Significar los instrumentosconceptuales como teoría completa, supone que los autoresfundadores ya han dicho todo. No sólo pensar se vuelve sinónimo decitar, sino que la verdad -que no necesita demostración- sólo esposible en la exégesis de los ya mencionados especialistas del bienentender. Verdad única y teoría completa son dos de los pro-cedimientos principales con que cuentan los dispositivosinstitucionales de dogmatización.

Muy otro es el camino aquí propuesto. Eludir la dogmatización esrecuperar lo no pensado de un campo de saber; no se hace referenciaa aquello que está fuera de él, sino por el contrario a aquellodenegado en lo que se afirma.

Es asimismo ofrecer las teorías al juego abierto de lo inacabado yno al cierre por el cual se supone que una teoría ha aprehendido demodo completo la realidad que intenta dar cuenta.

Ofrecer sus categorías a una construcción conceptual de di-mensión socio-histórica significa quebrar los universales ante rem,principal articulador de la producción de escencialismos. En ellos elconcepto pensado como universal pre-existe a la cosa (la mujer, el

Page 9: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

9

inconsciente). problema ya planteado por Abelardo, por el cualnuevamente el mundo de las escencias universales pre-existe a lossujetos.

Interrogar una diferencia que sólo puede ser pensada como lootro, negativo de lo idéntico (A no es B), es crear condiciones parapasar de una articulación necesariamente jerárquica y generadora deexclusiones entre lo uno y lo otro, a categorías de lo múltiple, lodiverso15.

Genealogizar, de-construir, poner en discurso los impensables es,en síntesis, desdogmatizar. De modo tal que un campo de saberes yprácticas no se agote en la repeticion institucional de sus certezas.

Pensar de otro modo lo ya sabido es abrir nuevos campos deproblemas. Es demarcar las teorías de algunas marcas de época. Espoder recuperar, actualizar, poner en nuevos actos, la potenciasubvertidora que animó la intención de los maestros fundadores.Recuperar la intención, aunque no toda la letra.

IV. Autonomías y de-construcción de poderes.

Freud planteaba que los requisitos de la salud mental eran lacapacidad de amar y trabajar. Si se busca cómo pensar esta cuestióna la luz de la cuestión de género, es decir a la luz del análisis de lasubordinación histórica de las mujeres y sus cicatrices en lasubjetividad y el análisis del también histórico poder de género de losvarones -con las prácticas de impunidad que conlleva- y sus cicatricesen la subjetividad, hay diferentes tareas por delante para varones ypara mujeres. En el caso de los varones se trata de de-construir lasnaturalizaciones de sus ejercicios cotidianos del poder patriarcal. Enlas mujeres se trata de avanzar en la constitución de su autonomíasubjetiva.

Salud hoy es construcción de autonomía para mujeres, de-construcción de poder para varones.

La idea de autonomía se desmarca de cualquier Psicología del Yo.Es aquí un término político, implica la capacidad de instituir proyectospropios y la producción de acciones deliberadas (voluntad) paralograrlos, es decir subjetivarse como sujetos. Sujetos capaces dediscernir sus deseos y sus intereses y de elegir las mejores accionespara concretar dichas elecciones.

15 Lucrecio, La naturaleza de las cosas, Madrid, Orbis, 1984.

Page 10: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

10

En el caso de la autonomía de género estamos hablando delgrado de libertad que una mujer tiene para poder actuar de acuerdoa su elección y no a la de los otros16. En tal sentido, hay una estrecharelación entre la adquisición de autonomías de las mujeres y losespacios de poder que puedan, tanto individual como colectivamente,instituir.

En realidad, el grado de autonomía de un sujeto singular esinseparable del grado de autonomía del grupo social al quepertenece. Es decir que el grado de autonomía personal que unamujer pueda desplegar dependerá también de la autonomía posiblede su grupo social y de aquella que las mujeres de la sociedad a laque pertenece hayan alcanzado. En síntesis, la autonomía de ungrupo social no depende exclusivamente de la voluntad personal dequienes a él pertenecen. Para que alguien pueda saber qué quiere ensu vida y cómo lograrlo, que se sienta con derecho a decir no, aincidir en su realidad para lograr sus proyectos, necesita un tipo desubjetividad cuya construcción no depende exclusivamente de supsiquismo. Entran en juego aquí condiciones de posibilidadhistórico-sociales de gran complejidad, y bueno es reconocerlo, delenta y difícil modificación17.

Producción de autonomía en las mujeres es también desandaruna estrategia histórica, por la cual «educadas en la mística del amor,y al son de los boleros, las mujeres han pensado que a través delamor ejercido como un trabajo lograrían apropiarse de los bienesmateriales producto del trabajo de un varón privilegiado, sin percibirque ellas serían a su vez sutilmente expropiadas del fruto de sutrabajo reproductor y doméstico» 18.

Algo de esto puntúa Lacan cuando señala como ojetivo de la curade la mujer histérica "desprenderla de la obligación de amar yremitirla a lo que la hace deseante". Pero para que ella puedadesprenderse de la obligación de amar, debe poder constituirse algúnvarón -al menos uno- como objeto causa de deseo. Para ello es 16 Para un tratamiento más extenso de este punto, ver Fernández, A.M., "Por laautonomía do las niñas" ponencia presentada en el Taller "Embarazo y maternidadadolescentes", Oficina Regional de UNICEF para América Latina y El Caribe,Kingston, Jamaica, 1997.17 Fernándcz, A.M., La Mujer de la Ilusión, ob. cit.; La Invención de la Niña, Bs. As.,UNICEF, 1994.

Page 11: A.m.fernandez - Subjetividad y Genero

Ana María Fernández. Subjetividad y Género. Orden Simbólico ¿Orden Político?.Zona Erógena. Nº 42. 1999.

Este documento ha sido descargado dehttp://www.educ.ar

11

necesario que no se vea amenazado por el fantasma de suhomosexualidad.

En los varones la de-construcción del ejercicio cotidiano del poderpatriarcal, implica poder registrar la trampa histórica que significóapropiarse del erotismo de las mujeres. Ella se «entregó», pero élnunca puede fallar. Si él no la completa, siempre y en cualquier planode la vida y absolutamente, ella lo denigrará. Y aquí ella no tendráningún temor al protagonismo; amor y odio; admiración y envidia,dependencia y exigencia serán componentes infaltables en susposicionamientos frente al otro «sexo» .

Vendría muy bien una nueva voluntad de los varones. Aquellaque les permitiera devenir minoritarios19. En el sentido que daDeleuze al término, las minorías no se distinguen numéricamente delas mayorías. Una minoría puede ser más numerosa que unamayoría; to que define a la mayoría es un modelo al que hay queconformarsé, por ejemplo el europeo, medio, adulto, masculino,urbano. En cambio las minorías carecen de modelo, son un devenir,un proceso. Sus potencias proceden de aquello qua no han sabidocrear y qua se integrará en mayor o menor medida en el modelo, sindepender nunca de él. Muchos hombres han quedado aprisionados ensu «mayoría». Son en ese sentido más género qua sujeto. Esto nosignifica ceder poder a las mujeres o subordinarse a ellas. Fundamen-talmente significa ganar libertades. Aquellas qua el género masculinoaprisiona.

En síntesis el desafío será poder inventar una nueva figura, aúninexistente en Occidente, de las relaciones entre hombres y mujeres:el amor entre pares políticos. Resistir al género para devenir sujetos.

18 Meler, I., Comentarios en Mesa Redonda "Trabajar y amar en varones ymujeres", Foro de Psicoanálisis y Género, Asociación de Psicólogos de Buenos Aires,Bs. As., 1997.19 Deleuze, G., Conversaciones, Valencia, Pre-Textos, 1996.