Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

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Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y opinión pública La crisis del Pacífico sudamericano (1860-1866) Carlos Felipe Cifuentes Rojas Tesis para optar al título de Doctor en Historia Directora: Muriel Laurent Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Historia

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Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y opinión pública

La crisis del Pacífico sudamericano (1860-1866)

Carlos Felipe Cifuentes Rojas

Tesis para optar al título de Doctor en Historia

Directora: Muriel Laurent

Universidad de los Andes

Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Historia

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Agradecimientos

El proceso de hacer una tesis doctoral es en mayor parte solitario, sin embargo, esta no se

hubiera podido realizar sin el apoyo de muchas personas. Primero quiero agradecer a la

profesora Muriel Laurent por su compromiso con esta tesis, sus orientaciones permitieron

mejorar sustancialmente el producto entregado. También quiero agradecer a Manuel Lucena

Giraldo y a Eduardo Posada-Carbó, de quienes recibí comentarios y consejos en los

momentos iniciales del proceso de esta tesis y estuvieron pendientes de su desarrollo.

Esta tesis, por su naturaleza, me permitió conocer diferentes ciudades y allí archivos y

bibliotecas donde el común denominador fue el trato amable, tanto en Lima, Quito, La Paz,

Santiago, Oxford y Bogotá. Cada biblioteca y archivo tiene sus particularidades y cada uno

de los funcionarios con los que tuve contacto, con su paciencia, supieron explicarme sus

lógicas. Asimismo, para que todos esos viajes fueran posibles conté con el apoyo de

Colciencias y la Universidad de los Andes, que confiaron en mi investigación y la

financiaron, por lo que estoy agradecido.

Claro que además de las cuestiones académicas también hubo personas de las que recibí

apoyo y cariño. Agradezco por la comprensión de mi familia, que siempre me alentó a seguir

adelante en este proceso y que, además, tuvo que aguantar muchos desplantes por mi falta de

tiempo. Mis más especiales agradecimientos a Angélica Contreras, que siempre me apoyó,

creyó en mí y con su amor supo levantarme en los momentos que más lo necesité. Seguro

saben que tienen un lugar muy importante en mi corazón.

Agradezco también a mis compañeros de los doctorados de la Facultad de ciencias sociales

de la Universidad de los Andes, con quienes compartimos tantas experiencias que ayudaron

a que la experiencia del doctorado fuera inolvidable. Particularmente quiero nombrar a

Federico Pino, Javier Cárdenas, Bibiana Ortega, Tatiana Plata y a Misael Kuan, con quienes

construimos una amistad mucho más allá del ámbito académico. Seguro faltarán muchos

nombres y espero no ser condenado por ello, pero a todos y cada uno, infinitas gracias.

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Contenido

Introducción .......................................................................................................................... 1

1. La Doctrina Monroe, balance de poder y colonialismo en América ...................... 25

1.1 Europa y América. La lucha por el balance de poder en el Atlántico ........................ 27

1.2 La Doctrina Monroe y el balance de poder en América ............................................. 30

1.3 La Guerra Civil estadounidense. Relaciones entre Europa y los Estados Unidos ...... 36

1.4 Cese de la Doctrina Monroe. El tercer camino ........................................................... 42

1.5 Conclusión .................................................................................................................. 50

2. Unión americana y crisis (1820-1856) ....................................................................... 53

2.1 El ejército continental ................................................................................................. 56

2.2 La Confederación como modelo de unión americana ................................................ 67

2.2.1 El Congreso Anfictiónico de Panamá .................................................................. 70

2.2.2 Entre Panamá y Lima. Otras vías de unión americana ........................................ 77

2.2.3 Primer Congreso de Lima (1847) ........................................................................ 85

2.2.4 El Tratado Continental (1856) ............................................................................. 91

2.3 Conclusión .................................................................................................................. 98

3. El Pacífico sudamericano. Entre la construcción nacional y la lucha por la

soberanía (1848-1864) ...................................................................................................... 101

3.1 Los países del Pacífico y la ola liberal. Luchas por el poder y cambios en las

instituciones republicanas ............................................................................................... 105

3.2 La conciencia del territorio, interconexión y competencia interestatal .................... 116

3.2.1 Ecuador y Perú. Una vieja tensión externa ........................................................ 122

3.2.2 Chile y Bolivia. Guano y soberanía (1863-1864) .............................................. 131

3.2.3 Ecuador y Colombia. Diferencias ideológicas en el Pacífico sudamericano .... 138

3.3 Las coronas europeas invaden América. Americanismo, diplomacia y opinión

pública. ............................................................................................................................ 146

3.4 Conclusión ........................................................................................................... 156

4. La crisis del Pacífico sudamericano y el cese en las dinámicas del sistema de

Estados (1864-1865) .......................................................................................................... 159

4.1 El relanzamiento de la acción exterior española y la escuadra del Pacífico ............. 163

4.1.1 La política de prestigio español ......................................................................... 163

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4.1.2 El Talambo y la política de prestigio española .................................................. 171

4.2 El inicio de la crisis del Pacífico y el reavivamiento del americanismo ................... 176

4.3 Preparando el Congreso americano. Una respuesta a la crisis del Pacífico .............. 190

4.3.1 La unión americana ante la crisis del republicanismo en América. Una mirada

desde la acción gubernamental y la opinión pública .................................................. 190

4.3.2 El Congreso americano, el primer intento de respuesta a la crisis en el Pacífico

sudamericano .............................................................................................................. 194

4.4 El segundo Congreso Americano de Lima. Unión, soberanía y guerra .................... 205

4.5 Conclusión ........................................................................................................... 218

5. Los cañones de España sobre el Pacífico. Alianza y guerra (1865-1866) ................ 221

5.1 El Perú en el interludio de la crisis del Pacífico sudamericano ................................ 224

5.2 El entreacto de la crisis del Pacífico y la política del sistema de Estados del Pacífico

sudamericano .................................................................................................................. 235

5.3 “Aliarse es completarse”. Alianza del Pacífico sudamericano contra España. La unión

militar como respuesta a la crisis .................................................................................... 247

5.3.1 Conformando la alianza: la diplomacia y opinión pública coordinadas ............ 248

5.3.2 Guerra, bombardeos y fin de la crisis ................................................................ 259

5.4 Conclusión ................................................................................................................ 270

Conclusiones ...................................................................................................................... 273

Bibliografía ........................................................................................................................ 286

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Índice de mapas

Mapa 1. El Pacífico sudamericano………………………..…………………….……… 24

Mapa 2. Guerras de las Campañas de Independencia americana……….…….…….... 59

Mapa No. 3 Ferrocarriles del Perú…………………………………………….….…… 120

Mapa No. 4. Carta corográfica de la República del Ecuador (Fragmento)………… 126

Mapa No. 5. Frontera entre Chile y Bolivia………………………………………..…... 133

Mapa No 6. “Mapa para la inteligencia de la historia física y política de Chile”

(Fragmento)…………………………………………………………………….……….. 136

Mapa No. 7. Principales locaciones de la revolución del 28 de febrero de 1866…..…. 232

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1

Introducción

La década de 1860 fue una década de crisis. Alrededor del mundo hubo conflictos

transnacionales que alteraron la política global y pusieron en tela de juicio al republicanismo

y su idoneidad como forma de Gobierno. La Guerra Civil estadounidense (1861-1865) fue

un evento que alteró la política global.1 Para el caso del continente americano, el inicio de

ella significó el cese de la Doctrina Monroe (América para los americanos). Ese cese permitió

que España y Francia entraran en la contienda por el balance de poder en el continente, y

buscaran ejercer influencia directa en Hispanoamérica, ante la vacancia de potencias que

buscaran imponer sus intereses en el continente. Esta tesis afirma que en el Pacífico

sudamericano (Bolivia, Colombia2, Chile, Ecuador y Perú) la crisis se manifestó de una

manera específica, gracias a la presencia de España en esas aguas, que fue vista como un

invasor. Los países de la región afrontaron la crisis de la misma manera en la que lo habían

hecho en crisis previas: promoviendo la unión americana3 y mostrando al mundo que el

asentamiento del republicanismo estaba avanzado en los países de la región.

1 Don Doyle (Ed.). American Civil Wars. The United States, Latin America, Europe, and the Crisis of the 1860s.

(Chapell Hill: The University of North Carolina Press, 2017). 2 Tras la independencia de la corona española, la Nueva Granada se unió con Venezuela y Ecuador para formar

la República de Colombia (1819-1830). Luego de la disgregación de la Gran Colombia, el país fue nombrado

como República de la Nueva Granada hasta 1858, cuando recibió el nombre de Confederación Neogranadina,

hasta 1863, que pasó a llamarse Estados Unidos de Colombia hasta 1886, cuando, finalmente, se instituyó su

actual nombre: República de Colombia. 3 En los documentos consultados, la unión americana se refiere a la unión de Repúblicas hispanoamericanas,

por lo que se preferirá usar el primero a lo largo de la tesis.

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2

El término balance de poder es muy elástico y puede tener múltiples significados, por lo que

podría significar todo y a la vez nada.4 Para esta tesis la definición de este término es adaptada

para la comprensión del siglo XIX hispanoamericano. Entonces, esta definición parte de la

presunción de la anarquía del sistema internacional y, por lo tanto, en las antiguas colonias

españolas a principios del siglo XIX. Esa anarquía en Hispanoamérica fue regulada en la

década de 1820 por los Estados Unidos y Gran Bretaña, luego del aseguramiento de las

independencias de las nuevas Repúblicas. Ante los posibles intentos de nuevas

colonizaciones europeas, sobre todo de las coronas española y francesa, ambas potencias

anglosajonas respondieron con advertencias con las que se detuvieron esos intentos. Además,

los Gobiernos de esos países también reconocieron a las Repúblicas hispanoamericanas con

lo que ganaron preminencia política y comercial en el continente. Mantener esa preminencia

se tradujo en un proyecto imperial en ambas potencias que se convirtió en una competencia

geopolítica, que se intensificaría en la década de 1840, cuando ambos proyectos imperiales

entraron en disputa. Esa disputa fue sobre todo en el Caribe y teniendo como puntos centrales,

el control comercial y la búsqueda de un paso interoceánico.5 Entonces, el balance de poder

se entiende como la contienda entre Estados Unidos y Gran Bretaña por extender sus

proyectos imperiales en América, incluso sobre proyectos locales, mediante una coexistencia

regulada entre ambas potencias, en la que ellas buscaban prevenir una hegemonía única en

el continente. afectando las dinámicas, para el caso de esta tesis, del sistema de Estados del

Pacífico sudamericano.

Siguiendo al historiador Robert Burr, los países del Pacífico sudamericano conformaban un

sistema de Estados.6 Ese sistema de Estados se caracterizaba por la convivencia de ellos bajo

4 Para ver algunas definiciones del balance de poder ver Hans Morgenthau [1948]. Política entre naciones.

(Buenos Aires: Grupo editorial latinoamericano, 1986); Erns Hass. “The Balance of Power. Prescription, Power,

or Propaganda” en World Politics, Vol. 5, No. 4 (julio de 1953), 442-477; Raymond Aron [1966]. Peace &

War: A Theory of International Relations. (Londres y Nueva York: Taylor and Francis, 2003), ver sobre todo

el capítulo V, 125-149; Jack Levy. “What Do Great Powers Balance Against and When?” en T.V. Paul, James

Wirtz y Michel Fortman (Eds.). Balance of Power: Theory and Practice in the 21st Century. (Stanford: Stanford

University Press, 2004), 29-50. 5 Michael Doyle, Empires. (Ithaca y Londres: Cornell University Press, 1986), 146; Mathew Brown (Ed.).

Informal Empire in Latin America: Culture, Commerce and Capital. (Oxford: Blackwell, 2008), 13 6 Robert Burr. By reason or force: Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los Angeles:

University of California Press, 1965) 2-3.

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sus propias dinámicas, mostrándose reticentes ante la influencia de agentes externos, con una

competencia interestatal entre sí, pero que además velaban por su independencia, soberanía

e intereses nacionales, todo esto dentro de un proceso de asentamiento del republicanismo.

En cuanto a las dinámicas internas de esos países, la característica en general fue la falta de

estabilidad política y la sucesión de gobiernos, no siempre elegidos democráticamente.

Mientras que, en el plano internacional, las relaciones entre ellos estuvieron influenciadas

por la competencia interestatal, sobre todo después de la década de 1840, cuando estos

Estados salen de su introspección y buscan proyectarse en la región. Esa competencia fue

principalmente de carácter territorial entre Estados limítrofes y por un esporádico sentimiento

unionista que se avivaba con la amenaza contra la independencia y el sistema republicano en

el continente.7 Establecer que este grupo de Estados conformó un sistema permite

comprender las dinámicas internas de cada uno de ellos, su proyección en la región y la

competencia interestatal generada al interior del sistema. Con esto se busca descentrar la

investigación de una unidad política particular, ampliando, de esa manera, la escala de esta

tesis.

Las dinámicas del sistema de Estados del Pacífico sudamericano se vieron interrumpidas

debido a la injerencia de agentes extranjeros en la política de la región. La competencia

interestatal se detuvo momentáneamente y, en general, los cinco países que tenían costa en

el Pacífico sudamericano buscaron unirse contra la amenaza española que llegaba a sus

puertas, conformando un Congreso continental, en primera instancia, y luego, por medio de

una alianza defensiva y ofensiva. Durante el desarrollo de la crisis del Pacífico sudamericano,

la política del sistema de países de la región se alteró, estableciendo un cese a las dinámicas

propias de la política dentro y entre los países del Pacífico sudamericano, pasando de unas

relaciones de competencia interestatal que estuvieron al borde del desenlace bélico a unas

relaciones de cordialidad y solidaridad.

7 Tulio Halperin Donghi hace una síntesis al respecto en Hispanoamérica Después De La Independencia:

Consecuencias Sociales Y Económicas De La Emancipación. Biblioteca América Latina, 17. (Buenos Aires:

Paidós, 1972).

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4

Esta tesis analizará la manifestación de la crisis global de la década de 1860 en el Pacífico

sudamericano y la manera en la que la afrontaron los países de la región. Para realizar este

análisis se tomarán en cuenta las trayectorias de dos factores que convergieron en esa crisis:

la disputa por el balance de poder en América y la idea de unión americana, desde la

independencia hasta la década de 1860. Ambos factores influyeron en la política del sistema

de Estados del Pacífico sudamericano, alterando sus dinámicas, tanto de la política interna

de cada país, como de las relaciones entre ellos.

Esta tesis busca trascender las explicaciones nacionales, entendiendo que la comprensión de

la historia del mundo, y por ende de una región, es algo más que la suma de historias

nacionales. Es por ello que un enfoque como el de la historia de las Relaciones

Internacionales, que centra el análisis en las relaciones entre Estados, resulta insuficiente para

abordar esta investigación, pese a la renovación que ha tenido desde finales del siglo XX, en

la que se incluyeron aspectos sociales y culturales a esas relaciones.8 Para comprender la

política del Pacífico sudamericano durante la década de 1860 en esta tesis se busca trascender

la distinción entre lo nacional y lo internacional y tener en cuenta lo local y lo global al mismo

tiempo, tal como lo sugieren algunos enfoques transnacionales.9 Apartarse de las

8 La historia de las relaciones internacionales ha evolucionado desde los aportes de Pierre Renouvin y Jean-

Baptiste Duroselle, en la década de 1960, cuando argumentaban que “el estudio de la historia de las relaciones

internacionales se dedica principalmente a analizar y explicar las relaciones entre las comunidades políticas

organizadas en el marco de un territorio, es decir entre los Estados” [1964]. Introducción a la historia de las

relaciones internacionales. (Madrid: Fondo de cultura económica de España, 1968) 1. Para ver un recorrido de

desarrollo de la historia diplomática y de las relaciones internacionales ver Patrick Finney, “Introduction: What

is International History?” in Patrick Finney (ed.), International History (London: Palgrave, 2005); Thomas

Zeiler, “The Diplomatic History Bandwagon: A State of the Field” en The Journal of American History, Vol.

95 No. 4, 1053-1073; y Robert Frank. Pour l'histoire des relations internationales. (París: Presses Universitaires

de France, 212). Aportes como los de Alexander Wendt “Anarchy is what States Make of it: The Social

Construction of Power Politics” en International organization, Vol. 46, No. 2 (primavera, 1992), 391-425 y

Robert Dean “Commentary: Tradition, Cause and Effect, and the Cultural History of International Relations”

Diplomatic History Vol. 24 No 4 (2000), 615-622 introdujeron aspectos culturales en la historia diplomática y

de las Relaciones internacionales, revitalizándola en el cambio de siglo. 9 Sobre la historia transnacional y algunos enfoques ver la introducción al Número de Journal of America sobre

historia transnacional, David Thelen. “The Nation and Beyond: Transnational Perspectives on United States

History”. Journal of American History, Vol. 86, No 3 (1999), 965-976; Además, “AHR Conversation: On

Transnational History” American Historical Review, diciembre de 2006, 1441-1464; y, por otra parte, sobre la

importancia del localismo en la historia transnacional ver Bartolomé Yun Casalilla “Localism, global history

and transnational history” en Historisk Tidskrift (Sweden) Vol. 127, No. 4 (2007), 659-678 y David Armitage

y Sanjay Subrahmanyam. The age of revolutions in global context, 1760, 1840. (London: Palgrave Macmillan,

2010), XIV.

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5

explicaciones nacionales e internacionales permite comprender las dinámicas más allá de

enfoques nacionalistas y posibilita ver las conexiones entre regiones dentro de procesos

globales. Esta aproximación, entonces, permitirá analizar la convergencia de fuerzas globales

en la región del Pacífico sudamericano, teniendo en consideración las dinámicas propias de

ella y de los países que la conforman, al mismo tiempo que las dinámicas externas y su

influencia en la región. En años recientes han salido a la luz importantes libros que exploran

las formas en las que diferentes sociedades vivieron experiencias compartidas durante la

década de 1860;10 esta investigación busca hacer un aporte en esta materia, concentrándose

particularmente en el Pacífico sudamericano durante buena parte de esa década. A

continuación, en esta introducción se presentará el objeto de la investigación, luego se

expondrá la historiografía relevante, antes de discutir la metodología y, por último, se

expondrá la forma en que está organizada esta tesis.

La crisis del Pacífico sudamericano en la década de 1860

El historiador estadounidense Don Doyle argumenta que la década de 1860 fue una década

de crisis a nivel global. Esa crisis se caracterizó por una serie de conflictos transnacionales

que incluyeron guerras civiles, invasiones, rebeliones separatistas, luchas de independencia

y unificación, levantamientos y emancipaciones de esclavos, de manera simultánea alrededor

del mundo, con repercusiones tanto en Europa, como en Asia, América y África.11 El Pacífico

sudamericano fue escenario de la crisis global. La región estaba interconectada dentro de la

red global y las amenazas monárquicas europeas en el continente americano encendieron las

alarmas en el Pacífico, sobre todo luego de la declaración del cese de la Doctrina Monroe,

tras el inicio de la Guerra Civil estadounidense, que modificó la disputa por el balance de

poder en América.

10 Guillermo Palacios y Erika Pani (Coord.). El poder y la Sangre: Guerra, Estado y Nación en la década de

1860. (México: El Colegio de México, 2014); Don Doyle (Ed.). American Civil Wars. The United States, Latin

America, Europe, and the Crisis of the 1860s. (Chapell Hill: The University of North Carolina Press, 2017). 11 Doyle, American Civil Wars, 1.

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Tras las independencias hispanoamericanas, las nuevas Repúblicas tuvieron el temor de

intentos de restauración monárquica. La respuesta republicana provino del Norte. En los

Estados Unidos, el Presidente James Monroe, en 1823, promulgó la Doctrina que guiaría la

acción diplomática y la contienda por el balance de poder de su país en el continente: América

para los americanos. Las palabras de Monroe mantuvieron al margen del continente a las

cabezas coronadas europeas por cerca de cuarenta años. Sin embargo, tras el inicio de la

Guerra Civil estadounidense, el Presidente Lincoln declaró el cese en la Doctrina Monroe

hasta que la política interna de su país se estabilizara. La Guerra Civil estadounidense tuvo

repercusiones a nivel global. Para el caso del continente americano, esa decisión del Gobierno

estadounidense abrió la puerta para nuevos intentos de traer de vuelta la dominación

monárquica europea al suelo americano. Asimismo, Gran Bretaña, el otro contendiente en la

lucha por el balance de poder en el continente americano, afrontó una serie de crisis al interior

de su sistema colonial en oriente, lo que hizo que los británicos pusieran en un lugar

secundario los sucesos del Nuevo Mundo.12 Con ambos contendientes por el balance de poder

en América ocupados en asuntos internos o coloniales, se abrió la puerta para que Francia y

España entraran en esa disputa, en la que su rol había sido menor luego del proceso

independentista de las Repúblicas americanas.

Durante buena parte de la década de 1860 hubo una ola de intentos colonialistas en América,

protagonizada por España y Francia. La aventura francesa en México, para instaurar un rey

marioneta (1861-1867),13 por un lado, y la reanexión española de Santo Domingo14 (1861-

12 Ver Bourne, Kenneth. Britain and the Balance of Power in North America, 1815–1908. (Berkeley: University

of California Press, 1967); Judith Brown. Modern India: The Origins of an Asian Democracy. (Oxford

University Press, 1994); Richard Huzzey. “Manifest Dominion. The British Empire and the Crises of the

Americas in the 1860s” en Doyle, Amercan Civil Wars, 82-106. 13 La historiografía sobre el imperio mexicano es muy amplia, sugiero ver Alfred H. Hanna and Kathryn A.

Hanna. Napoleon III and Mexico: American Triumph over Monarchy. (Chapel Hill: University of North

Carolina Press, 1971); René Chartrand y Richard Hook. The Mexican Adwnture 1861-1867. (Londres: Osprey

Military, 1994); Erika Pani. Para mexicanizar el Segundo Imperio. El imaginario político de los imperialistas.

(México: Colegio de México e Instituto Mora 2001); William H. Beezley y Servando Ortoll. “Cómo fue que El

Negrito salvó a México de los franceses: las fuentes populares de la identidad nacional” en Historia Mexicana,

Vol. 57, No. 2 (octubre-diciembre, 2007) 405-444; Edward Shawcross. France, Mexico and Informal Empire

in Latin America, 1820-1867: Equilibrium in the New World. (London: Palgrave Macmillan, 2018). 14 En el documento preferiremos referirnos a la República Dominicana como Santo Domingo en vista que así

era denominado por las fuentes consultadas.

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1865),15 por el otro, fueron claros movimientos que buscaron reactivar el sistema monárquico

en América. La llegada de esas potencias europeas no solo fue facilitada por el cese de la

Doctrina Monroe. Había sectores conservadores, al interior de esas Repúblicas americanas,

que llamaron a las coronas europeas para que recompusieran el orden que veían imposible

de alcanzar bajo un régimen republicano. Los casos de México y Santo Domingo son

ejemplos claros de intentos colonialistas en América durante la década de 1860. En las aguas

del Pacífico sudamericano, por otra parte, una escuadra española invadió las islas de Chincha,

aunque sin fuerza de desembarco suficiente para afrontar una campaña en suelo continental.

Si bien políticos y observadores de la región consideraron que el hecho se encontraba al

mismo nivel que los acontecidos en el Caribe, la toma de las guaneras y la presencia de la

flota española en el Pacífico no podría considerarse como un intento colonialista. Las

acciones españolas allí se podrían ubicar, más bien, dentro de la práctica de la diplomacia de

las cañoneras: práctica común de las potencias frente a naciones más débiles. La diplomacia

de las cañoneras es entendida como el uso real, o la amenaza de una fuerza naval, para

asegurar un beneficio en una disputa internacional. Esta no es un acto de guerra, sino que se

trata del uso de una fuerza naval moderada en el marco de la diplomacia.16

Estas amenazas provenientes de Francia y España, indistintamente, fueron vistas como un

ataque monárquico al republicanismo. La opinión pública de los diferentes países se encargó

de promover un americanismo en defensa de esa forma de gobierno, gracias al cual las

dinámicas de la política del sistema de Estados del pacífico sudamericano fueron trastocadas.

Definir el americanismo resulta complicado, pero en esta tesis, el americanismo se entiende

15 Sobre la reanexión española de Santo Domingo resulta más complicado encontrar bibliografía, ver Cristóbal

Robles-Muñoz. Paz en Santo Domingo, 1854-1865: El fracaso de la anexión a España. (Madrid: Centro de

Estudios Históricos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1987); Francisco Febres-Cordero

Carrillo. “La anexión y la Guerra de Restauración dominicana desde las filas españolas (1861-1865).” Tesis de

grado para obtener el título de doctor en historia, Universidad de Puerto Rico, 2008; Anne E. Eller. Let’s Show

the World We Are Brothers: The Dominican Guerra de Restauración and the Nineteenth-Century Caribbean.

Tesis para obtener el grado de Doctor of Philosophy del Departamento de historia de la Universidad de New

York, 2011. 16 Andrew Graham-Yooll [1983]. Imperial Skirmeshes. War and gunboat diplomacy in Latin America. (Oxford:

Signal Books, 2002); J. Y. Wong. "The Limits of Naval Power: British Gunboat Diplomacy in China from the

Nemesis to the Amethist, 1839-1949" en War and Society, Vol 18, No 2 (octubre de 2000) 93-120.

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como la identidad continental que genera solidaridad en momentos específicos para mantener

la estabilidad en todas las secciones del continente.17 Para efectos de la explicación, esa

definición se puede dividir en dos partes: la identidad continental y la solidaridad ante la

amenaza.

El vehículo para la propagación del americanismo fue la prensa. Para la década de 1860, ella

ya mostraba rasgos modernos, basada en la articulación e interconexión de dos fenómenos:

el desarrollo de las tecnologías y el desarrollo creciente de públicos especializados con

exigencias culturales y políticas. La prensa estaba transitando hacia un “modelo

informativo”, dejando atrás el modelo doctrinario, influyendo en la opinión pública, pasando

de una opinión basada en la doctrina partidista hacia la generación de discusión a través del

raciocinio y la lógica, evitando sesgos políticos.18 Esta evolución de la prensa también influyó

en el camino hacia la modernización de la opinión pública en el Pacífico sudamericano. La

evolución de la opinión pública tuvo que ver con la separación de las esferas pública y privada

y con la evolución misma de la publicidad, entendida como “el conjunto de medios para

divulgar el acto público, o el lugar en que las cosas adquieren la calidad de público.”19 La

prensa, al ser el vehículo de información y no de doctrina, permitió que la opinión pública

diera un paso adelante en su conversión en un tribunal en búsqueda de la verdad, la razón y

la justicia, que debían regular el poder político.20 Además, otro factor que influyó en la

17 Esta definición es construida a partir de la lectura de documentos del periodo de estudio: Justo Arosemena.

Estudio sobre la Idea de una Liga Americana. (Lima: imprenta de Huerta, 1864), 93; Francisco de Paula

González Vigil [1856]. "Paz perpetua en América o Confederación Americana" en Colección de ensayos y

Documentos Relativos a la Unión y Confederación de los Pueblos Hispano-Americanos. (Santiago: Imprenta

Chilena, 1862) 300-301, 326-327; José Victorino Lastarria. La América. (Buenos Aires: Imprenta del siglo,

1865), 266; José María Torres Caicedo. Union Latino-Americana. Pensamiento de Bolívar para formar una

Liga Americana; su origen y sus desarrollos y estudio sobre la gran cuestion que tanto interesa a los Estados

débiles, a saber: ¿un gobierno legítimo es responsable por los daños y perjuicios ocasionados a los extranjeros

por las facciones? (París: Librería de Rosa y Bouret, 1865), 55. 18 Eduardo Santa Cruz, “Prensa y modernización en América Latina y Chile en la segunda mitad del siglo XIX:

la crónica y los cronistas” en Estudios sobre el Mensaje Periodístico, Vol. 17, No 2 (2011), 651-653. 19 Francisco Ortega y Alexander Chaparro, “Introducción”, En Francisco Ortega y Alexander Chaparro (eds.),

Disfraz y pluma de todos. Opinión pública y cultura política, siglos XVIII-XIX. (Bogotá: Universidad Nacional

de Colombia-Universidad de Helsinki, 2012), 22. 20 Al respecto Habermas dice que “… el ejercicio del poder necesita del control de la opinión pública (para

evitar que sucumban en las tentaciones). La publicidad de los debates parlamentarios asegura la supervisión del

público. El público mismo constituye un tribunal de más valor que todos los tribunales juntos. Jürgen Habermas

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propagación del americanismo por medio de la prensa fue la libertad de imprenta que era

respetada en casi todos los países del Pacífico sudamericano en la década de 1860,21 salvo en

Ecuador, donde el Presidente García Moreno la suspendió.22

Además de la prensa, también hubo pensadores liberales que promovieron el americanismo

a partir de libros. Entre ellos sobresalen las obras de los colombianos Justo Arosemena23 y

José María Torres Caicedo24, del peruano Francisco de Paula González Vigil25 y los chilenos

José Victorino Lastarria26 y Benjamín Vicuña Mackenna27. En esos volúmenes los escritores

llamaban a la unión americana, principalmente mediante la adopción de un modelo

confederativo que cumpliera las funciones de la política exterior de las partes confederadas

y se presentara como el organismo con el cual deberían negociar las potencias extranjeras.

Además, la Confederación conformaría un Congreso de Plenipotenciarios mediante el cual

se buscaría solución a las controversias que pudieran suceder entre las partes confederadas.

La idea era mantener la tranquilidad en el continente y velar por la independencia y

republicanismo americano, sobre todo en el Pacífico sudamericano.

La crisis global tuvo impacto en cada uno de los países del Pacífico sudamericano, así como

en el sistema de Estados de la región en general. Esta situación nos presenta una relación

entre los planos global y local. En esta investigación se buscará tener en cuenta ambos niveles

[1962]. Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. (México:

Ediciones G. Gilli, 2002), 134-135. 21 Gilberto Loaiza Cano. “La libertad de imprenta en la América española (ensayo de historia comparada sobre

la opinión pública moderna)” en Historia Y MEMORIA, No 13 (julio-diciembre, 2016) 50-57; David Bushnell,

“The Development of Press in Gran Colombia” en Hispanic American Historical Review, Vol. 30, No. 4

(Noviembre de1950) 448; José Francisco Martín Perla Anaya. El proceso de construcción social del derecho

de libertad de expresión en el Perú. Tesis para optar al título de Doctor en Sociología en la Universidad de San

Marcos (Lima), 2008, 65-67, 75-77; Rodolfo Salamanca. Diseño histórico lineal de la libertad de imprenta y

pensamiento en Bolivia. (La Paz: Ediciones asociación de periodistas de La Paz, 1981) 9; Juan Bautista Alberdi.

Legislación de prensa en Chile o sea manual del escritor, del impresor y del jurado (Valparaíso: Imprenta del

Mercurio, 1846) 22; Posada-Carbó. “¿Libertad, libertinaje, tiranía?”, 186; Jorge Orlando Melo. La Libertad de

Prensa en Colombia: pasado y perspectivas actuales, Recurso digital, disponible en

http://www.jorgeorlandomelo.com/libertad_prensa.htm, consultado el 7 de enero de 2019. 22 Manuel Gálvez. Vida de Don Gabriel García Moreno. (Buenos Aires: Editorial Difusión, 1942) 23. 23 Arosemena, Estudio sobre la idea de una liga americana. 24 Torres Caicedo, Union Latino-Americana. 25 González Vigil, “Paz perpetua en América” 26 Lastarria, La América. 27 Benjamín Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación. Estudios históricos” en Colección de Ensayos y

Documentos, 144-157.

Page 15: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

10

al mismo tiempo para enriquecer el análisis de la región durante buena parte de la década de

1860. Incluir la crisis del Pacífico sudamericano dentro de un contexto de crisis global

permite ampliar la escala de la investigación para revisitar un momento de la historia del que

aún falta mucho por decir, lo que justifica la elección del problema de la investigación.

Balance historiográfico

La aproximación historiográfica a la crisis del Pacífico sudamericano ha sido fraccionada

entre el detonante de la crisis y la respuesta de los países de la región a ella. La historiografía

ha primado las respuestas específicas de los Estados del Pacífico sudamericano a la amenaza

española: el segundo Congreso americano de Lima (1864) y los escenarios bélicos de la

guerra hispano-sudamericana (los bombardeos a Valparaíso y El Callao en 1866). La llamada

guerra hispano-sudamericana ha sido opacada en la historiografía por la Guerra del Pacífico

(1879-1883). Los alcances y consecuencias de la última han motivado que esta acapare la

atención de la historiografía de los países que hicieron parte de ella (Perú, Bolivia y Chile).

Los volúmenes que han abordado la confrontación entre los países sudamericano contra

España en la década de 1860 han tenido un tono nacionalista y se han concentrado en

comunicaciones oficiales, estrategias y movimientos navales, sobre todo de las flotas chilena

y peruana.28 Los bombardeos de Valparaíso y Lima también fueron objeto de investigaciones

bajo la misma perspectiva en la que el factor militar y diplomática es el centro.29 Si bien la

28 Carlos Grez. Los intentos de unión hispanoamericana y la guerra de España en el Pacífico. (Santiago:

Imprenta Nascimento, 1928); Enrique Bunster. Bombardeo de Valparaíso y otros relatos. (Santiago: Editorial

Zig-Zag, 1948); Juan Sinn. La política americanista de Chile y la guerra con España: 1864-1866. (Santiago:

Editorial Universitaria, 1960); Gustavo Pons Muzzo. Historia del conflicto entre el Perú y España, 1864-1866.

Lima: Iberia S.A., 1966); Alfonso Cerda Catalán. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico, 1864-

1866: el bombardeo de Valparaíso y el combate naval del Callao. (Providencia (Chile): Ed. Puerto de Palos,

1977); Agustín Rodríguez. La armada española: la campaña del Pacifico, 1862-1871. (Madrid: Agualarga

Editores, 1999); Alfonso Cerda. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico: 1864-1866. (Santiago:

Editorial Puerto de Palos, 2004). 29 Específicamente sobre el bombardeo de Valparaíso ver Joaquín Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso

y su época. (Santiago: Ediciones ercilla, 1934); Jonathan Domínguez Roa. El Bombardeo del Puerto de

Valparaíso y la protección de intereses económicos extranjeros por parte del Estado: Génesis y desarrollo de

la plaza fuerte de Valparaíso (1854-1876) Tesis para optar al grado de Doctor de la Universidad Andrés Bello

(2010); David Woods [2011]. El Bombardeo de Valparaíso. (Santiago: Editores RIL, 2013). Por último, sobre

Page 16: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

11

información contenida en estos volúmenes resulta importante para seguir los

acontecimientos, en esta tesis se abordará el aspecto bélico como resultado de una intrincada

red de hechos, en la que se relacionaron asuntos internos y externos a la región del Pacífico

sudamericano, logrando la consolidación de una cuádruple alianza entre Bolivia, Chile,

Ecuador y Perú.

En cuanto a la historiografía del Congreso americano y de la unión hispanoamericana durante

el siglo XIX, esta ha sido abordada desde la historia diplomática más que desde la historia de

las relaciones internacionales. La primera se encargaba de comprender las relaciones entre

Estados. Su interés pasaba por resaltar a los grandes hombres y los acuerdos que se lograban

entre ellos, mientras que la segunda establece el análisis a partir de la comprensión de las

fuerzas profundas del sistema mundial, trascendiendo la actuación racional y el papel central

del Estado.30 Los trabajos desde la historia diplomática ponen en relieve la figura de Bolívar

como el precursor de la idea unionista hispanoamericana. En general, estos trabajos se

preocupan por analizar los diferentes intentos de formar una liga de países

hispanoamericanos que se llevaron a cabo durante el siglo XIX, desde el Congreso

Anfictiónico de Panamá (1826) hasta los Congresos hispanoamericanos de Lima (1848 y

1864).

Entre las décadas de 1950 hasta 1960, luego de la décima conferencia panamericana de

Caracas en 1954, una parte de la historiografía se concentró en oponer el panamericanismo,

encarnado en la Doctrina Monroe, y la unión hispanoamericana en la idea bolivariana.31 En

el bombardeo al Callao ver Luis Humberto Delgado. Estampas de la guerra. Epopeya del Callao. 2 de mayo

de 1866. (Lima: Ariel editores, 1952); José Ramón García [1994]. El Combate Del 2 de Mayo de 1866 en el

Callao: Resultados y Conclusiones Tácticas y Técnicas. (Madrid: Ministerio de Defensa, 1999). 30 Ver Juan Carlos Pereira. “De la historia diplomática a la historia de las relaciones internacionales: Algo más

que el cambio de un término”, en Historia contemporánea, Vol. 7, 1987, 155-182. Renouvin y Durosell;

Introducción 31 Gustave Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856: An American Union 'Exclusive of the United

States'" en The Hispanic American Historical Revew. Vol 20, No 1 (febrero de 1940), 32-55; Jesús María Yepes,

Del Congreso de Panamá a la Conferencia de Caracas 1826-1954. (Caracas: Cromotip, 1955); Gordon

Connell-Smith. El sistema interamericano. (México: Fondo de cultura económica, 1966); Indalecio Lievano

Aguirre. Bolivarismo y monroismo. (Bogotá: Populibro. 1969); Francisco Cuevas. Del Congreso de Panamá a

la conferencia de Caracas. Caracas: Serie de sesquicentenario del Congreso de Panamá. (Caracas: Oficina

central de información, 1976).

Page 17: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

12

esos trabajos se entiende que hay una oposición entre el imperialismo estadounidense y la

cooperación regional profesada por Bolívar. Esas diferencias hicieron que la historiografía

posterior, hasta la década de 1990, resaltara la identidad como factor central en la unión

americana.32 En esos volúmenes se mostraba como Bolívar entendía que “la patria era

América” y que el legado, la cultura e idioma comunes eran factores importantes en la

promoción de una posible unión hispanoamericana. Esos factores, afirmaban, se mantenían,

por lo que esa unión aún era posible. Hasta la década de 1990, estos trabajos traen implícito

lo que el historiador venezolano Luis Castro Leiva llama un historicismo bolivariano, esto es

otorgarle un carácter profético a las ideas del Libertador. Entre otras, sobresale la idea de la

inacabada unión como moralidad republicana, bien sea mediante la construcción de unas

grandes naciones, como por medio de una federación de Repúblicas.33

Con el cambio de siglo, las Relaciones Internacionales abordaron la integración americana.

Esa disciplina buscaba entender las relaciones regionales y aquellas que se establecen entre

el centro y la periferia.34 Para realizar esa explicación los internacionalistas acuden al análisis

de los intentos unionistas del siglo XIX. Por un lado, hay trabajos que abordan las relaciones

32 Arturo Ardado. "La idea de la magna Colombia. De Miranda a Hostos" en Latinoamérica, Vol. 2, Cuadernos

de la cultura latinoamericana. (México: UNAM, 1978); Javier Ocampo. “José María Torres Caicedo y el

problema de la identidad de América Latina” en Pensamiento y acción No 4 (julio de 1978); Javier Ocampo.

Historia de las ideas de integración en América Latina. (Tunja: Editorial bolivariana internacional, 1981); José

Muñoz Pérez. Discurso y reflexiones en torno a la comunidad hispana de naciones. (Sevilla: Colección mar

adentro, 1982); Jorge Bazua Rueda; Uwe Henke y Dennis Small (Comp.). La integración iberoamericana.

(Nueva York: Instituto Schiller, 1986); Antonio José Rivadavia. El bogotano J.M. Torres Caicedo (1830-1889).

La multipatria latinoamericana. (Bogotá: Academia colombiana de historia, 1989); Mario Briceño "Factores

de diferenciación e instancias integradoras en la experiencia del mundo iberoamericano. Bolívar arquitecto de

la Unión" en Actas del II Congreso de Academias iberoamericanas de la historia. Factores de diferenciación

e instancias integradoras en la experiencia del mundo iberoamericano, Madrid, 8 al 14 de noviembre de 1992.

(Madrid: Real academia de la historia, 1994, pp 135-149). 33 Ver Castro Leiva. “La Gran Colombia. Una ilusión ilustrada”, Luis Castro Leiva. Obras Vol. I. (Caracas:

Fundación Polar, 2005) 67y ss. En cuanto al cuestionamiento del rol del Libertador en la historia política

hispanoamericana, hay una bibliografía que ha puesto en entredicho la imagen del bolivarismo oficial y

patriotero. Entre otros, ver Nikita Harwich Vallenilla. Simón Bolívar. Estado ilustrado, nación inconclusa.

(Madrid: Fundación Mapfre, 2004); Germán Carrera Damas [1970]. El culto a Bolívar. (Bogotá: Universidad

Nacional de Colombia, 1987); Nikita Harwich. "Un héroe para todas las causas. Bolívar en la historiografía"

Iberoamericana No 3, (octubre de 2003), 7-22; Aníbal Romero. La idea de la política en el pensamiento de

Simón Bolívar. (Caracas: Editorial Ateneo, 1985). 34 Sandra Borda, Arlene Tickner. (Comp.). “Introducción”, en Relaciones internacionales y política exterior en

Colombia. (Bogotá: Universidad de los Andes, 2011) 21-26.

Page 18: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

13

de integración continental para entender la hegemonía estadounidense en el continente.35 Por

otro lado, hay trabajos que buscan reivindicar la posibilidad de la unión latinoamericana que

pudiera hacer frente a esa hegemonía.36 Este tipo de trabajos muestran la tensión que se vivía

en la política americana de inicios del siglo XXI. El ascenso de la izquierda en América

Latina proponía un modelo de integración ajeno a la Organización de Estados Americanos,

que veían como un organismo al servicio de los intereses estadounidenses, a través del

MERCOSUR y el ALBA.37

Al lado de las Relaciones Internacionales, la historia de las relaciones internacionales

también hizo su aporte en el estudio de la integración latinoamericana en el siglo XIX. Los

trabajos de Germán de la Reza38 y José Briceño39 abordan los intentos unionistas de la región

y buscaron dar una explicación para su “fracaso”. Ambos autores concuerdan con que hay

tres factores en juego para el análisis de la unión hispanoamericana durante el siglo XIX: la

identidad, el contexto externo y la política interna. El primero le daba un carácter anfictiónico

a la unión, esto es que busca unir a las partes que comparte un pasado una lengua y una

religión común. El segundo abría la ventana de posibilidades para la reunión de Ministros

americanos a través de las amenazas de restauraciones monárquicas o invasiones

provenientes de fuera de la región. Y, ambos autores concluyen que la inestabilidad de la

35 Gilbert Joseph, Catherine Legrand y Ricardo Salvatore (Eds.). Close Encounters of Empire: Writing the

Cultural History of US-Latin American Relations (Durham: Duke University Press, 1998); Frank Rosen (Ed.).

Empire and Dissent: The United States and Latin America (Durham: Duke University Press, 2008); Alfred

McCoy, Francisco Scarano. Colonial Crucible: Empire in the Making of the Modern American State (Madison:

University of Wisconsin Press, 2009). 36 Delia del Pilar Otero "El proyecto bolivariano: una propuesta latinoamericana para la convivencia

internacional" en Estudia Politicae, No 1, (primavera- verano, 2003) 85-108; Edgar Vieira Posada. La

integración de América Latina: del Congreso anfictiónico de Panamá. en 1826 a una comunidad

Latinoamericana o Sudamericana de naciones en el año 2000. (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana,

2004); Gustavo Pérez. Alborada bolivariana. Aporte al progreso de integración Latinoamericana y del Caribe.

(Quito: Ediciones la tierra, 2005); Ricardo Lagos (Comp.). América Latina: ¿Integración o fragmentación?

(Buenos Aires: Fundación grupo mayan. 2008); Eduardo Cavieres. "Región y nación. relaciones vecinales,

historia e integración. desafíos pendientes y tareas inconclusas" en Diálogo andino Nº 42, (2013)31-40. 37 Josette Altmann y Tatiana Beirute. Dossier: Alba Alternativa Bolivariana para América Latina y el: Caribe.

Serie Cuadernos de integración de América Latina. (San José: Flacso, 2008). 38 Germán de la Reza, El ciclo confederativo. Historia de la integración latinoamericana en el siglo XIX. (Lima:

Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2012). 39 José Briceño. “Los congresos hispanoamericanos en el siglo XIX: identidad, amenazas externas e intereses

en la construcción del regionalismo” en Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, No. 118, (enero-

abril de 2014), 131-170.

Page 19: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

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política interna (las constantes guerras civiles y el caudillismo) era la encargada de poner

trabas al “éxito” de los intentos unionista.

Ahora, el Congreso americano de Lima de 1864, respuesta de los países del Pacífico

sudamericano a la crisis, ha sido entendido como un evento dentro de un proceso de larga

duración, como ya se vio, pero también hay trabajos que lo abordan aparte. Los estudios

particulares de esa reunión continental, en general, reproducen los hechos de la reunión,

describen los tratados firmados y se quejan del “fracaso” que significó este último intento

unionista hispanoamericano. Luego de los “fracasos” de las Asambleas continentales, el

Panamericanismo fue visto como la salida para la unión continental.40

En esta investigación se entiende que el Congreso Americano hace parte de una serie de

experiencias institucionalizadoras en el proceso de consolidación del Estado nacional en

Hispanoamérica, por lo que desechamos la oposición entre éxito y fracaso. Además, en esta

tesis, el asunto identitario no será visto como punto central para comprender el Congreso

americano dentro de la política del Pacífico sudamericano en la década de 1860. Se entiende

que, de ser así, los Estados hubieran buscado establecer una confederación con España o las

Canarias, o Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Entonces, en esta tesis se quiere probar que la

unión en esta parte del mundo no respondió ni a la continuación del ideal inconcluso de

Bolívar, ni a asuntos meramente identitarios; la promoción de la unión fue una respuesta,

dentro de un marco de posibilidades, ante circunstancias específicas de amenazas a la

soberanía e integridad territorial provenientes del exterior.

Si bien el interés principal de esta investigación no es la unión americana, al ser la respuesta

a la crisis del Pacífico sudamericano resulta importante analizarla. En esta tesis la unión

americana es vista como cooperación regional, condicionada por las ideas políticas y al

contexto histórico en el cual se desarrollaba. Entender la evolución que la idea unionista tuvo

40 Entre otros trabajos es recomendado ver Miguel Varas. “El Congreso americano celebrado en Lima en 1864”,

Revista chilena de Historia y Geografía, Vol. 38, 1921, 71-96; Robert Frazer. “The role of the Lima Congress

1864-1865 in the development of Pan-Americanism” en The Hispanic American Historical Review, Vol. 29,

No 3, 1949, 319-348; Eduardo Garland Roel. Los Congresos de Lima. (Caracas: Litografía y Tipografía Vargas,

1952); Academia Diplomática del Perú. El Congreso americano de Lima de 1864, aspectos principales. (Lima:

1964); Germán de la Reza. “La asamblea hispanoamericana de 1864-1865, último eslabón de la anfictionía” en

Estudios de historia moderna y contemporánea de México, No 39 (2010), 71-91.

Page 20: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

15

desde el periodo independentista, hasta la década de 1860 ayuda a ver la naturaleza de cada

uno de los intentos previos al Congreso americano de 1864. Entonces, esa Asamblea

continental, aunque está inscrita en un proceso de largo aliento, fue particular y tuvo sus

propias motivaciones. El análisis de ese Congreso tendrá en cuenta los temas identitarios, el

contexto internacional y la política interna de los países del Pacífico sudamericano; también

se incluirán en el análisis la defensa de la soberanía, entendida esta como el ejercicio soberano

del poder por parte de las autoridades del Estado, a expedir y hacer cumplir las leyes, que

está circunscrito al territorio y excluye el poder de terceros en ese mismo espacio.41

Asimismo, los actores no estatales, como la opinión pública, jugaron un papel en la unión

americana que aún falta por examinar con mayor detalle, en esta investigación se hará un

aporte, sobre todo en la comprensión de la promoción de la unión americana durante la

década de 1860, en defensa del republicanismo en el continente.42

Hasta ahora se ha expuesto historiografía que se ha centrada en la nación, sin embargo,

gracias al giro global que ha dado la historia en años recientes, hay una nueva historiografía

que busca trascender las fronteras nacionales y hacer una historia de alcance global. Aunque

no hay un acuerdo definitivo sobre las formas que esa historia global ha tomado, el énfasis

de este tipo de historia está en las conexiones, la escala y por encima de todo, la integración.43

Esta forma de hacer historia, aunque no tiene un enfoque definido, tiene como principio

realzar la compenetración entre los factores locales y los fenómenos globales.44 Hugo Fazio

identifica al menos tres formas de historia global: 1. La historia transnacional, que busca

41 Jean Bodino [1576]. Los seis libros de la Republica. (Madrid: Tecnos, 1985), sobre todo el capítulo 1, Libro

VIII, 47-66. 42 La historiografía sobre la opinión pública y la unión americana es escasa y está restringida al caso de Chile.

Ver Pablo Lacoste, “Americanismo y guerra a través de El Mercurio de Valparaíso (1866-1868)” en Anuario

de Estudios Americanos, LIV, N°2, (julio-diciembre 1997), 567-591; Ricardo López. El americanismo en Chile

ante la expansión política y militar europea sobre Hispanoamérica (1861-1871). Tesis para optar al grado de

Doctor en Estudios Latinoamericanos, Santiago: Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile,

sobre todo el capítulo 4, Entre discursos y prácticas americanistas, 54-85. 43 Jeremy Adelman. What is global history now?, Aeon, publicado online en https://aeon.co/essays/is-global-

history-still-possible-or-has-it-had-its-moment, revisado el 15 de febrero de 2019; A.G. Hopkins, ‘The

historiography of globalization and the globalization of regionalism’, Journal of the Economic and Social

History of the Orient, Vol. 53, No 1, (enero de 2010) 19-36. 44 Hugo Fazio. “La historia global y su conveniencia para el estudio del pasado y del presente” en Historia

Crítica, Edición especial, (Noviembre, 2009), 302.

Page 21: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

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trascender las distinciones entre lo nacional y lo internacional, examinando la convergencia

de fuerzas globales en regiones específicas. 2. La historia comparada, que permite el

contraste de experiencias, y gracias al cual se podrán encontrar respuestas diferentes o

análogas a procesos similares. 3. La historia conectada, que busca reestablecer conexiones

continentales e intercontinentales, escondidas por las historiografías nacionalistas.45

Gracias al giro global que ha tenido la historia, la década de 1860 ha sido estudiada como

una unidad de análisis. Dos trabajos particularmente han abierto la discusión al respecto.

Guillermo Palacios y Erika Pani editaron El poder y la Sangre: Guerra, Estado y Nación en

la década de 1860, en 2014,46 mientras que Don Doyle editó American Civil Wars The United

States, Latin America, Europe, and the Crisis of the 1860s, en 2017.47 La intención de estos

trabajos es comprender la década de 1860 a partir de historias transnacionales y destacando

la interconectividad de diferentes zonas del mundo. Ambos libros se tratan de colecciones de

ensayos sobre las experiencias compartidas de diferentes sociedades, enfocándose en tres

regiones distintas: América del Norte, Sudamérica y Europa. Cada uno de estos volúmenes

resalta un hecho particular, alrededor del cual se articularon esas zonas. Palacios y Pani

ubicaron en el centro la invasión francesa a México, mientras que Doyle propuso que fuera

la Guerra Civil estadounidense. Ambos sucesos cumplen 150 años en la década del 2010,

siendo el pretexto idóneo para revisitarlos con nuevas preguntas y enfoques.48

45 Fazio, “Historia global”, 309-310. 46 Palacios y Pani, El poder y la Sangre. 47 Doyle, American Civil Wars. 48 Sobre la bibliografía de la intervención francesa en México ver, entre otros, Patricia Galeana (Coord.). El

impacto de la intervención francesa en México. (México: Siglo XXI, 2011); Juan Pío Martínez. “Higiene y

hegemonía en el siglo xix. Ideas sobre alimentación en Europa, México y Guadalajara" en Espiral, Estudios

sobre Estado y Sociedad, Vol. VIII, No. 23, (enero-abril, 2015), 157-177; Omar González. “Historia, héroes y

conmemoraciones como armas de lucha política. El culto a Miguel Hidalgo en tiempos de la intervención

francesa en México” en Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, Vol. 21 No. 2 (2016), 101-124. Por

su parte, la producción sobre la Guerra Civil y su perspectiva transnacional ha sido abordada en trabajos como

Charles Adams. Slavery, Secession, & Civil War. Views from the United Kingdom and Europe, 1856-1865.

(Toronto, Plymuth: The Scarecrow Press, 2007); Howard Jones. Blue and Grey Diplomacy. A History of Union

and Confederate Foreign Relations. (Chapell Hill: The Univeristy of North Carolina Press, 2010); Wayne

Bowen. Spain and the American Civil War. (Columbia and London: University of Missouri Press, 2011); Andre

Fleche. The Revolution of 1861. The American Civil War in the Age of Nationalism Conflict. (Chapell Hill:

North Carolina University Press, 2012); Robert May [1995]. The Union, the confederacy and the Atlantic Rym.

(Rainesville: University Press of Florida, 2013).

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En ambos volúmenes hay ensayos concernientes a Sudamérica y a la conexión de la región

con la crisis global. En American Civil Wars The United States, Latin America, Europe, and

the Crisis of the 1860s, Hilda Sábato hace una historia transnacional del ciudadano en armas

y su importancia en la consolidación del republicanismo en Hispanoamérica.49 Dentro de esta

categoría entran las milicias, los ejércitos caudillistas y los ejércitos que fueron improvisados

para enfrentar contiendas internacionales. La autora discute las repercusiones que tuvo ese

ciudadano en la crisis de la década de 1860 en América. Ella se concentra en el Atlántico

sudamericano, escenario de la guerra de la triple alianza (1864-1870), que enfrentó a

Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay, en la que el ciudadano en armas fue

determinante. Por otra parte, en El poder y la Sangre: Guerra, Estado y Nación en la década

de 1860, Rafael Sagredo se encarga de abordar la guerra hispano-sudamericana en el

Pacífico.50 El autor ubica los hechos dentro de un contexto amplio, que trasciende la región

y los conecta con la dimensión emocional de los pueblos peruano y chileno; gracias a ello,

Sagredo explica la motivación para que se hubiese desatado una guerra motivada por la

“defensa del honor, la dignidad, el decoro, la bandera y la libertad.”51 Ambos trabajos

entienden que la crisis de la región de la década de 1860 fue el preludio para el inicio de la

guerra del Pacífico (1879). Estos trabajos son buenas aproximaciones a una historia

transnacional sudamericana durante la década de 1860, esta tesis se inscribe dentro de estos

esfuerzos buscando hacer algún aporte.

Metodología

Realizar una investigación en perspectiva global o transnacional requiere salir de la oposición

entre lo nacional y lo internacional y evitar fijar el centro de la explicación en un solo punto.

Este tipo de exploración, entonces, requiere la consulta de diversas fuentes en archivos y

bibliotecas ubicados alrededor del mundo, con el fin de reunir diferentes perspectivas, para

49 Hilda Sábato. “Arms and Republican Politics in Spanish America. The Critical 1860s” en Doyle, American

Civil Wars, 185-203. 50 Rafael Sagredo. “Guerra y honor nacional. Chile y Perú contra España (1864-1866)” en Palacios y Pani, El

poder y la Sangre, 313-337. 51 Sagredo, “Guerra y honor”, 336.

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18

el caso de esta tesis, sobre la política del Pacífico sudamericano en la década de 1860. El

desarrollo de la investigación se realizó en bibliotecas y archivos en los cinco países que

conformaron la región durante la década de 1860 (Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú).

Allí se consultaron principalmente fuentes diplomáticas y registros de prensa. Además,

gracias al esfuerzo de Google de digitalización de una importante cantidad de bibliografía

sin derechos de autor, fue posible acceder a publicaciones de la época. La consulta de fuentes

variadas en diferentes países y de distinta naturaleza permitió salir de las perspectivas

nacionalistas que han primado en otros trabajos ya referenciados, dando a esta investigación

un carácter transnacional.

La sistematización de esa cantidad de fuentes significó un reto para el investigador: había el

peligro de perder el camino entre tanta información. Para evitar extravíos, tanto la

correspondencia diplomática, como los registros de prensa y la bibliografía de la época

fueron tratados de distintas maneras, que permitieron rastrear asuntos de política interna y

externa de los países de la región, al igual que el inicio de la crisis en el Pacífico sudamericano

y la manera en que fue afrontada, como se explica a continuación.

En cuanto a las fuentes diplomáticas, ellas fueron principalmente correspondencia entre los

Ministros de Relaciones Exteriores de los diferentes países de la región y entre ellos con sus

agentes; asimismo, también se consultaron los informes de los Ministros ante los Congresos

nacionales. En cuanto a la correspondencia diplomática, el foco del investigador fue sobre

aquellos documentos que contuvieran información sobre las relaciones entre ese grupo de

países, la crisis global, el inicio de la crisis en la zona y la unión, como medio de afrontar esa

amenaza. En ellos se buscó analizar el accionar de los Gobiernos del Pacífico sudamericano

frente a aquellos asuntos. Además, tanto en esa correspondencia, como en los informes de

los Ministros ante los Congresos nacionales se rastrearon los intereses nacionales y como

ellos fueron defendidos y promovidos a través de la diplomacia; este punto resulta importante

en tanto que se entiende que las acciones exteriores están condicionadas u orientadas por la

política interna.

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19

En cuanto a los registros de prensa, estos se pueden dividir en dos: los oficiales y los no

oficiales. Por un lado, en los primeros se buscó acceder a leyes, decretos y actos oficiales de

los Gobiernos de la región, con ellos se completaba el accionar del sector político de la región.

Por otro lado, en la prensa no oficial se buscó la voz de los actores no estatales, como la

opinión pública. En este tipo de prensa la pesquisa fue sobre lo referente a la política interna

de cada uno de los países del Pacífico sudamericano. Además, también se buscó las formas

en que en esos papeles hacían la promoción del americanismo y de la unión en la región para

afrontar la crisis en aquellas aguas. Con esa información se rastrearon debates y tensiones

entre la opinión pública y el Estado, tanto en la política interna, como en la exterior.

La elección de la prensa no oficial y los años consultados para los casos de Colombia, Chile

y Perú estuvo influida por la lectura de Historia de la Prensa hispanoamericana, en donde

están referenciados los principales periódicos del subcontinente y, claro, los del Pacífico

sudamericano.52 En esos países se escogieron dos de los periódicos más representativos del

momento; en Perú (El Comercio y la Bolsa de Arequipa) y Chile (El Mercurio y El

Ferrocarril) coincidió con que fueron dos periódicos de diferentes ciudades, mientras que en

el caso colombiano fueron dos periódicos con ideología contraria (El Tiempo y El

Conservador). Para el caso de Bolivia solo se consultó un título: La Época durante un año

(1866) por cuestiones logísticas ajenas a la investigación; en Ecuador, durante la primera

parte de la década de 1860 se publicaron una variedad de títulos, de existencia efímera, cuya

colección está en Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit; esa colección no guarda

todos los números de manera consecutiva o sistemática, pero el material allí encontrado fue

consultado en su totalidad (El Nacional, La Unión Colombiana, El Centinela, El Clero, El

Correo de Quito y El Industrial). La cronología consultada fue entre 1860 y 1866, periodo

en el que tuvo lugar la crisis del Pacífico sudamericano.

Por último, en cuanto a la bibliografía de época, esas fuentes fueron leídas con el fin de

comprender la manera en que el americanismo era entendido en la región, a través de las

palabras de algunas personas que se dedicaron a pensarlo y a discutirlo. En esas obras, los

52 Jesús Timoteo Álvarez y Ascensión Martínez. Historia de la prensa hispanoamericana. (Madrid:

Mapfre,1992),

Page 25: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

20

escritores, además de precisar lo que pensaban sobre el americanismo, también daban

importantes definiciones de palabras conectadas con el tema. El análisis de ellas permitió

comprender las fuentes diplomáticas y la prensa en su contexto de producción, evitando así

alguna anacronía.

Gracias a estos grupos de fuentes y a una extensa revisión bibliográfica se logró reconstruir

la manifestación de la crisis global en el Pacífico sudamericano, la manera en que la

afrontaron los países de la región, las tensiones entre los sectores oficiales y la opinión

pública y las maneras en que esa crisis afectó las dinámicas del sistema de Estados del

Pacífico sudamericano.

En cuanto al acceso a la información, conviene mencionar que en Bolivia y Chile resultó

parcialmente restringido. Debido a la disputa territorial que ambas partes adelantan

actualmente en La Haya,53 los Gobiernos nacionales impusieron una restricción para

consultar el archivo relativo a las relaciones entre esos países, e incluso con el Perú, que

oficia como mediador en el diferendo territorial. Para subsanar de alguna manera esta

falencia, se decidió optar por el diario oficial como recurso para acceder a alguna

documentación estatal. Además, el investigador es consciente de que hubiera sido ideal

consultar los archivos diplomáticos en Washington, Madrid, Londres y París; sin embargo,

por asuntos ajenos al diseño de la tesis, resultó imposible la revisión documental allí, esta

debilidad, sin embargo, se quiso suplir con una exhaustiva revisión de fuentes secundarias y

acudiendo a compendios documentales de correspondencia diplomática, principalmente,

editados sobre la política de la década de 1860.

Organización de la tesis

La crisis del Pacífico estuvo enmarcada dentro de una crisis global que, entre otras cosas,

puso en duda el republicanismo como forma de gobierno. La manifestación en esa región en

53 Obligation to Negotiate Access to the Pacific Ocean (Bolivia v. Chile), Documento online, disponible en

https://www.icj-cij.org/en/case/153 International Court of Justice. Consultado el 10 de marzo de 2019.

Page 26: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

21

específico y, en general, en el continente americano se debió a la vacancia en la lucha por el

balance de poder en América: Estados Unidos se concentraba en solucionar la Guerra Civil

y Gran Bretaña en el sostenimiento de su imperio en oriente. Francia y España aprovecharon

la oportunidad y entraron en esa contienda. En el Capítulo 1 se analiza esa trayectoria, desde

el inicio de la puja de las dos potencias anglosajonas en América, hasta la década de 1860.

Este análisis permite ampliar la escala y entender que la región del Pacífico sudamericano

está interconectada con el resto del mundo.

Ante la crisis del Pacífico sudamericano, los países de la región respondieron con el medio

que ya lo habían hecho en otros momentos de crisis previos: promoviendo la unión

americana. En el Capítulo 2 se analizará la trayectoria de los intentos anteriores de promoción

de unión americana, desde el inicio de la vida republicana hasta la década de 1860. El análisis

partirá del intento de unión militar del periodo independentista. En cuanto a los actos políticos

en pro de la unión, se analizarán teniendo en cuenta las reuniones continentales (Panamá,

1826; Lima, 1847; y Santiago, 1856), dentro de su contexto, abordando las motivaciones de

cada una de ellas y las ideas unionistas que circulaban en cada uno de esos momentos. Esta

mirada nos permitirá entender que la respuesta dada por los países del Pacífico sudamericano

a la amenaza española fue la que le permitió su marco de posibilidades, basados en una corta

tradición unionista.

La crisis y la unión americana tuvieron un impacto en la región, modificando las dinámicas

de la política de cada uno de los países del litoral Pacífico y las relaciones entre ellos. Para

poder ver esos cambios resulta pertinente comprender esas dinámicas previas al estallido de

la crisis en esa región. Por eso, en el Capítulo 3 se analizará la política de los países del

Pacífico sudamericano desde 1848, tras la ola liberal, hasta la primera parte de la década de

1860, justo antes de la invasión española a las islas guaneras del Perú (1864). El análisis se

hará teniendo como ejes la política interna de los países del litoral y su proyección en la

región. Se escogió terminar entrada la década de 1860 ya que en este trabajo se entiende que

fue en 1864 cuando las dinámicas de la política del sistema de Estados del Pacífico

sudamericano se vieron trastocadas. En este capítulo, además, se abordará la reacción del

sistema a las invasiones de las coronas francesa y española a México y Santo Domingo

Page 27: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

22

respectivamente, lo que sirvió como un preludio para la crisis en la región, en el que se mostró

una promoción del americanismo en defensa del republicanismo, principalmente por parte

de la opinión pública.

En el Capítulo 4 se entrará a analizar el inicio de la crisis del Pacífico sudamericano y la

respuesta de los países de la región. El análisis iniciará con la invasión española de las islas

guaneras del Perú, entendiéndola como resultado de una concatenación de eventos que

permitieron que sucediera. Asimismo, en ese capítulo se abordará el Congreso americano

como respuesta de la región ante el embate contra el republicanismo en América. En el

Congreso, además de las polémicas internacionales, también confluyeron las dinámicas

propias de la región. Se mostrará, entonces, cómo en él afloraron los intereses de los países

asistentes, cada uno vinculado a la defensa de la soberanía, entendida esta como el ejercicio

soberano del poder por parte de las autoridades del Estado, al expedir y hacer cumplir las

leyes, está circunscrito al territorio y excluye el poder de terceros en ese mismo espacio.54

No todos los asistentes al Congreso estuvieron de acuerdo con ceder su soberanía a un cuerpo

internacional ajeno. Si bien había una comunión en el interés de defender la soberanía

americana, el Congreso no fue la respuesta para ello. Las acciones de los Gobiernos de la

región fueron motivos de celebración o generadores de tensión entre ellos y la opinión

pública, que en general era promotora del americanismo. El congreso americano de 1864 se

entiende como un nudo histórico, en tanto que él fue un punto de intersección del contexto

internacional, la política interna de cada país del Pacífico sudamericano y la idea de unión

americana.55

Las dificultades por garantizar la unión americana permitieron que la crisis mutara. España

tras arreglar los asuntos con Perú, declaró la guerra a Chile. La unión política no fue la salida

ante la primera amenaza; otra solución debía encontrarse. Entonces, basados en la unión

54 Jean Bodino [1576]. Los seis libros de la Republica. (Madrid: Tecnos, 1985), sobre todo el capítulo 1, Libro

VIII, 47-66. 55 El nudo se entiende en su sentido orográfico: punto de unión entre dos o más sistemas montañosos. El nudo

histórico, entonces, se entiende a partir de su como “el lugar” en el tiempo donde los eventos ocurren y se

cruzan los distintos elementos y niveles, luego de los cuales, cada uno de ellos salen afectados. Michel Werner

y Bénédicte Zimmermann. “Beyond comparison: histoire croisée and the challenge of reflexivity” en History

and theory, 45 (febrero, 2006), 37-38.

Page 28: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

23

militar del periodo independentista, los países del Pacífico sudamericano, excepto Colombia,

establecieron una alianza defensiva. En el Capítulo 5 se analizarán las causas de cada uno de

esos países para adherirse o no a la alianza, y los debates que había en la opinión pública al

respecto. Además, en ese capítulo se examinará el desarrollo de esa guerra y la respuesta

conjunta de los países de la región, que dependió de los recursos pecuniarios, navales y

militares disponibles. Tras esa guerra, la crisis terminó.

Page 29: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

24

Mapa No. 1. El Pacífico sudamericano

Elaboración propia

Page 30: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

25

1. Balance de poder y colonialismo en América

Dentro de la tradición política estadounidense, la Doctrina Monroe (América para los

americanos) ha jugado un importante rol desde su promulgación en 1823. Los

estadounidenses la vieron como medio para lograr tres proyectos interrelacionados: la lucha

por consolidar la independencia americana de Europa, la creación de una nueva nación y la

emergencia de un imperio americano, en fin, para asegurarse el control del balance de poder

en el continente, vacante, tras la salida del poder monárquico español en el continente. Por

su parte, los hispanoamericanos la veían como la salvaguarda de la independencia y el

republicanismo en América. Durante el siglo XIX, la Doctrina Monroe fue puesta a prueba

pocas veces para la defensa del republicanismo en América o para repeler intentos

colonialistas en el continente. Durante la década de 1860, justo cuando los Estados Unidos

peleaban por mantener su existencia como República, potencias marítimas europeas vieron

la oportunidad de expandir su influencia en América e incluirse dentro de la lucha por el

balance de poder por medio del control formal de territorios en el continente. La respuesta

del Gobierno de Washington fue establecer un cese en la Doctrina Monroe y concentrarse en

sus asuntos internos, antes que en los de su zona de influencia directa.

Con la salida de España de la contienda por el balance de poder en América, los británicos

ocuparon su lugar. Y es que la corona española había relegado su preminencia como potencia

marítima, no solo por la pérdida de sus colonias en el continente americano, sino por la

estrepitosa derrota sufrida a manos de los británicos en las costas de Trafalgar, iniciando el

Page 31: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

26

siglo XIX. La victoria de la Gran Bretaña la posicionó como gran potencia marítima a nivel

global. Con el fin del coloniaje español en el continente americano, se abrieron las puertas

que habían estado parcialmente cerradas para el comercio británico.56 La corona británica

buscó expandir su influencia en las nuevas Repúblicas. Para ello, evitó cualquier intento

colonialista de otras monarquías europeas (principalmente la francesa y española). Con esos

movimientos entró en la disputa con los Estados Unidos por el balance de poder en América,

siendo el Caribe el principal escenario de esa contienda. En la década de 1850, la guerra de

Crimea (1853-1856) y las revueltas en algunas colonias británicas en oriente hicieron que la

corona británica evitara controversias internacionales y se concentrara en el mantenimiento

de su imperio, iniciando así una nueva etapa del imperio británico.

En este capítulo, entonces, se trazará la trayectoria de la disputa por el balance de poder en

América entre Estados Unidos y la Gran Bretaña hasta la década de 1860, cuando ambas

potencias decidieron replegarse, abriendo el campo para que las coronas francesa y española

entraran en la contienda, a partir de una revisión bibliográfica. Para ello, la presentación se

divide en cuatro partes. Una en la que se expone la lucha por el balance de poder en Europa

y la lucha por el balance de poder entre estadounidenses y británicos en Hispanoamérica,

hasta 1823, el punto de cierre es el pronunciamiento de la Doctrina Monroe, cuando se

termina el colonialismo en el continente americano. La segunda parte continúa con el análisis

de la contienda por el balance de poder entre ambas potencias anglosajonas desde 1823, hasta

la década de 1850, justo antes de la Guerra Civil en los Estados Unidos y la nueva ola

colonialista europea en América. En la tercera parte se aborda la Guerra Civil estadounidense

dentro del conflicto del siglo XIX sobre la "gran cuestión nacional", la relación entre raza y

nación, el lugar de la esclavitud y, sobre todo, el derecho de autodeterminación. También se

56 Durante el periodo colonial, comerciantes británicos recurrieron al contrabando para acceder al mercado

hispanoamericano. La bibliografía al respecto es voluminosa, recomiendo ver Gregorio de Robles. América a

fines del siglo XVII: Noticia de los lugares de contrabando. (Valladolid, Spain: Casa-Museo de Colón, 1980):

Héctor Feliciano Ramos. Contrabando inglés en el caribe y el golfo de México. (Sevilla: Diputación provincial

de Sevilla, 1990); Elizabeth Mancke. “Empire and State.” en David Armitage and Michael J. Braddick (eds.)

The British Atlantic World, 1500–1800. (New York: Palgrave Macmillan, 2009) 193-213; Wim Klooster.

“Inter-imperial Smuggling in the Americas, 1600–1800.” en Bernard Bailyn and Patricia Denault (eds.).

Soundings in Atlantic History: Latent Structures and Intellectual Currents, 1500–1830. (Cambridge: Harvard

University Press, 2009) 141–180.

Page 32: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

27

analizarán las relaciones comerciales, financieras y diplomáticas de los la Confederación (el

Sur) y la Unión (el Norte) con Europa en búsqueda del reconocimiento o no como

beligerantes. Por último, en la cuarta parte se abordará el cese momentáneo de la Doctrina

Monroe a raíz de la Guerra Civil estadounidense y sus efectos en las políticas colonialistas

de España y Francia en Santo Domingo y México, respectivamente.

Esta trayectoria de la contienda por el balance de poder en América permitirá ubicar la crisis

del Pacífico sudamericano dentro del contexto global. Gracias a esto se podrá comprender la

década de 1860 como un momento de quiebre en el sistema global, entendiendo que antes de

ese quiebre había unas dinámicas en las que Estados Unidos y Gran Bretaña buscaban que la

balanza de poder en América les favoreciera. Además, conocer las controversias del inicio

de la década de 1860 permitirá reconocer los juicios sobre el republicanismo de algunos

sectores conservadores europeos, que afectarían la visión sobre los países americanos y, por

tanto, de los del Pacífico sudamericano. En fin, se trata de insertar la crisis del Pacífico

sudamericano en un contexto más amplio al regional y mirarlo en perspectiva global

1.1 Europa y América. La lucha por el balance de poder en el Atlántico

El siglo XIX fue el siglo británico, en buena parte gracias a los desarrollos de la revolución

industrial y a la victoria en Trafalgar (1805), que ratificó a Gran Bretaña como la gran

potencia marítima y comercial del mundo. La posición británica no fue fácil de mantener y

hubo competencia en todas partes del mundo.

La victoria en el cabo de Trafalgar, sobre españoles y franceses, le significó a Gran Bretaña

ponerse a la cabeza entre las potencias europeas, no sólo para hacerle frente a Napoleón, sino

para abrirse camino a los comercios hispanoamericanos, aunque este segundo objetivo tuvo

que posponerse en vista de la guerra contra los franceses en el continente europeo.57 El Primer

Ministro británico en 1805, William Pitt, postuló la posición de su Gobierno ante la

57 Martin Robson. The Battle of Trafalgar (London: Conway Maritime Press, 2005); José Gregorio Cayuela

Fernández. Trafalgar. Hombres y naves entre dos épocas. (Barcelona: Ariel, 2004).

Page 33: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

28

expansión imperial de Francia. En ella, Pitt expresaba que el objetivo inmediato era liberar a

los países europeos subyugados desde el inicio de la Revolución Francesa, y, de esa manera,

reducir a Francia a sus antiguos límites. Además, Pitt planteaba que, luego de la restauración

de la paz, se debería formar un sistema de derecho público en Europa que regulara cualquier

nuevo intento expansionista en el continente.58

Sin embargo, durante los años siguientes a Trafalgar, el Imperio Francés se expandió en

diferentes frentes dentro del Continente europeo. Desde la victoria en Austerlitz (1805),

contra ejércitos de Austria y Rusia, hasta las derrotas francesas en la Campaña Rusa y luego

en Leipzig (1813). La derrota de Leipzig y, posteriormente, la de Waterloo dieron el golpe

de gracia al Emperador francés y suscitó una reorganización del sistema político europeo y

mundial. la derrota de Napoleón ubicó a Gran Bretaña en lo alto de la jerarquía mundial, una

posición de preeminencia que se consolidó con el paso del siglo; finalizando el siglo XIX, el

imperio británico abarcaba dos terceras partes del mundo.59

En el otoño de 1814, tras la derrota del emperador francés, se reunieron las cabezas coronadas

de Europa en Viena con el fin de reestablecer el statu quo ante bellum, en el que la monarquía

y el cristianismo eran los pilares de la sociedad europea. En el Congreso, las decisiones más

importantes fueron tomadas por las principales potencias (Austria, Rusia, Prusia y Gran

Bretaña). Lord Castlereagh, Secretario del Foreign Office, asumió el liderazgo y estableció

una serie de medidas que fueron aprobadas por el resto de potencias sin mucha objeción, lo

que ratificaba a Gran Bretaña como la potencia más influyente en el Viejo Continente. Al

finalizar el Congreso (1815), las cuatro potencias europeas acordaron que representantes

suyos se reunirían de manera periódica para tomar medidas en pro de mantener la paz y

prosperidad de las naciones en el continente.60

58 Muriel Chamberlain. 'Pax Britannica'? British foreign policy, 1789-1914. (Londres y New York: Longman,

1988) 34-35. 59 Jay Sexton. The Monroe Doctrine. Empire and Nation in Nineteenth-Century America. (New York: Hill and

Wang, 2011) 17; Pierre Renouvin. Historia de las relaciones internacionales II (Madrid: Akal, 1982) 30 60 Joshua Leavitt. Monroe Doctrine. (New York: Sinclair Tousey, 1863) 10-11; Chamberlain, Pax Britannica,

48-54; Renouvin. Historia de las relaciones internacionales, 37.

Page 34: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

29

Mientras que, en Europa la disputa por el equilibrio de poder tenía lugar, en América, como

consecuencia indirecta, las antiguas colonias españolas se empezaban a organizar como

nuevas Repúblicas, alejadas de aquel tipo de controversias.61 Si en años anteriores, el balance

de poder en el Viejo Continente se había inclinado en favor de potencias con un importante

poderío marítimo y, además, con posesiones en ultramar, ahora este último factor ya no era

determinante en la ecuación. Las relaciones en el Atlántico sufrieron un cambio importante,

no sólo por el declive de España en su rol de potencia, sino por el ascenso de Gran Bretaña

como potencia marítima, militar y comercial, desde el siglo XVIII. Este rol le significaba al

gobierno británico reflejar su posición dominante en el viejo continente y materializar su idea

de expandirse comercialmente hacia América, ahora sin interferencias de la corona

española.62

Con el inicio de la década de 1820, una nueva situación amenazó el statu quo en Europa. Los

militares y liberales españoles obligaron a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812.63

España fue el tema principal en la reunión de las potencias europeas en Verona, en 1822, no

sólo por el Gobierno Constitucional, sino por la pérdida de sus colonias en América. Allí se

discutió la posibilidad de una intervención conjunta de las potencias en España, pero hubo

muchos celos de ver ejércitos de otras potencias pasando por el medio de Europa, por ello

Francia se postuló para actuar en España y prestar sus servicios para la pacificación de

América.

61 La bibliografía sobre las independencias hispanoamericanas es extensa, sobre todo tras los aportes de la

celebración del bicentenario; Para mostrar un panorama general de la historiografía sobre las independencias

hispanoamericanas ver Jeremy Adelman. “Independence in Latin America” en Jose Moya (ed.) The Oxford

Handbook of Latin American History. (Oxford: Oxford University Press, 2011) 154-182; y Gabriel Paquette.

“Historiographical Review. The Dissolution of the Spanish Atlantic Monarchy” The Historical Journal, marzo,

2009, Vol.52 (1), 175-212. 62 Chamberlain, Pax Britanninca,54-55; Renouvin, Historia de las relaciones internacionales,44; Adrian

Leonard. “From Local to Transatlantic; Insuring Trade in the Caribbean” en Adrian Leonard y David Pretel

(eds.) The Caribbean and the Atlantic World Economy. Circuits of Trade, Money and Knwoledge, 1650-1914.

(Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2015) 154. 63 Manuel Lucena Salmoral (Coord.). Historia de Iberoamérica Tomo III. (Madrid: Editorial Cátedra, 2008)

109-111; Blanca Esther Buldain. “Causas del pronunciamiento de 1820 y de su éxito” en Clío: History and

History Teaching, Nº. 5, 1998, 3-15; Brian Hamnett. The End of Iberian Rule on the American Continent, 1770-

1830. (Cambridge: Cambridge University Press, 2017) 235-265.

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30

George Canning (1822-1827), sucesor de Castlereagh (1812-1822) en la Secretaría del

Foreign Office, se opuso a la idea de promover una intervención europea en América. El

Secretario hizo que, en octubre de 1823, el Gobierno francés firmara el Memorandum

Polignac, en el que Francia, luego de intervenir militarmente contra los españoles liberales,

no se inmiscuiría entre España y sus antiguas colonias, mientras que Gran Bretaña se

comprometía a mantenerse neutral.64

Por su parte, Estados Unidos tampoco vería con buenos ojos ninguna clase de intervención

europea en el continente americano. Es por esta razón, que, en el mensaje del Presidente

Monroe ante el Congreso en diciembre de 1823, declaró que la época del colonialismo en el

continente americano había llegado a su fin. El mensaje anticolonial, luego conocido como

la Doctrina Monroe, tenía como espíritu evitar las acciones coloniales europeas en América

y la intromisión en el gobierno de las repúblicas americanas, ni por amenazas, ni por el uso

de la fuerza.65 Canning criticó esta declaración, diciendo que Monroe hablaba con la

seguridad que sería la Royal Navy la que impediría cualquier intervención europea en Centro

o Sudamérica.66

1.2 La Doctrina Monroe y el balance de poder en América

La Doctrina Monroe y el Memorandum Polignac alejaron a las potencias continentales

europeas de cualquier intento por reconquistar América, lo que abría la puerta para que los

Estados Unidos y Gran Bretaña se disputaran la supremacía allí. Si bien es cierto que ambas

iniciativas tendían hacia un mismo objetivo, tanto los Estados Unidos, como Gran Bretaña

veían con mutua sospecha las acciones del otro en el hemisferio occidental. Cada uno de ellos

64 William Spence Robertson. France and Latin American Independence (Baltimore: The Johns Hopkins Press

1939) 253-259; Chamberlain. Pax Britannica, 64; Wendy Hinde. George Canning. (Oxford: Basil Blackwell,

1989) 350-352; Hamnett. The End of Iberian Rule, 240; Sexton. The Monroe Doctrine, 63. 65 Leavitt. Monroe Doctrine, 26-27; Carrie Catt. The Monroe Doctrine and our Latin-American relations. (New

York: Foreign Policy Association, 1923) 28-32; Dexter Perkins. The Monroe Doctrine, 1826-1867. (Gloucester,

Mass: Peter Smith, 1933) 11-13. 66 Chamberlain. Pax Britannica, 64; Hinde. George Canning, 355; Sexton, The Monroe Doctrine, 63.

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31

se ganó la simpatía de las nuevas naciones hispanoamericanas, en su búsqueda por alcanzar

posibles ventajas comerciales y en la ampliación de la zona de influencia de ambas

potencias.67

Tanto Estados Unidos como Gran Bretaña recurrieron a distintos medios para hacerse de la

opinión pública hispanoamericana. Los estadounidenses dieron el primer paso al reconocer

a Chile, México, Colombia, Buenos Aires y Perú en 1822.68 Este paso fue visto con celo por

Canning, pero tanto el parlamento como el Rey se oponían a reconocer las repúblicas

hispanoamericanas. Luego, los británicos imprimieron y distribuyeron el Memorandum

Polignac en Hispanoamérica para mostrar que había sido esa medida, y no otra, la que había

detenido a Francia en sus ideas coloniales. Luego, Canning logró convencer a su gobierno de

la conveniencia del reconocimiento de algunas Repúblicas. El Secretario expuso en Londres

informes de cónsules británicos que mostraban viable y recomendable el reconocimiento de

esas unidades políticas. Entonces, en 1825 y 1826, Colombia, México y Buenos Aires

recibieron su reconocimiento y firmaron tratados comerciales en los que concedieron

importantes ventajas a los británicos.69

Las ventajas comerciales se consiguieron, pero la promesa de los beneficios comerciales se

desvaneció. El estado de las nuevas Repúblicas después de las guerras de independencia era

paupérrimo y no tenían productos que exportar, por lo que el flujo comercial se vio estancado

y la decepción de los comerciantes ingleses no cambió hasta la década de 1850.70 Momento

en el que las economías de Chile, Uruguay y Argentina, principalmente, se introdujeron en

el mercado global, en buena parte, basadas en una estabilidad política interna que no era

común en los demás países hispanoamericanos.71 Las relaciones anglo-estadounidenses eran

67 Kenneth Bourne. Britain and the Balance of Power in North America. 1815-1908. (Berkeley; University of

California Press, 1967) 66; Sexton. The Monroe Doctrine, 18 Paul Schoroeder. The transformation of European

politics, 1763-1848. (Oxford: Clarendon Press, 1994) 635. 68 Sexton, The Monroe Doctrine, 37-44. 69 Rory Miller. Britain and Latin America in the nineteenth and twentieth centuries. (Londres y New York:

Longman, 1993, 1, 49; Hinde. George Canning, 346, 358, 372. 70 Miller, Britain and Latin America, 73-77. 71 Tulio Halperín Donghi. “Economy and Society in Post-Independence Spanish America.” En Leslie Bethell.

The Cambridge History of Latin America, Vol 3. (The Cambridge History of Latin America. (Cambridge:

Cambridge University Press, 1985) 305-306; Miller. Britain and Latin America, 3, 72-75.

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32

cooperativas y buscaban la creación de un sistema comercial en Hispanoamérica, Estados

Unidos aprovechó este sistema los primeros veinticinco años ofreciendo productos más

económicos que los británicos.72

En los años siguientes del aseguramiento de las independencias en América, tanto Estados

Unidos como Gran Bretaña tomaron rumbos distintos. Por un lado, el primero se concentró

en sus cuestiones internas, sobre todo lo referente a la expansión de la frontera, renunciando,

de alguna manera, a las ventajas adquiridas en Hispanoamérica, sin abandonar por completo

su interés en la zona, sobre todo el comercial. Por otro lado, Gran Bretaña, como potencia

marítima y comercial interoceánica, buscaba, con poco éxito, abrir los nuevos mercados a

sus productos, especialmente el paño; además, interfirió en la política de los países

hispanoamericanos, buscando su propio beneficio.73

Mientras que los Estados Unidos se concentraba en sus asuntos internos, Gran Bretaña inició

una época de apogeo del imperialismo, definido en términos de presiones oficiales e

intervenciones, buscando beneficios para el comercio británico en esta parte del mundo.

Gracias a ese apogeo, el imperio británico se convirtió en el principal socio comercial de las

nuevas repúblicas hispanoamericanas. El tono de la política británica en Hispanoamérica,

entre el periodo de las independencias y la mitad del siglo XIX, fue beligerante,

intervencionista e intrusivo, promoviendo las condiciones ideales para el buen desarrollo de

un comercio favorable para esa corona.74 Algunos historiadores califican las acciones

británicas en Hispanoamérica como una forma de imperio informal, la que es cuestionada,

ya que el imperio informal parece ser un eufemismo del imperio. La definición que vamos a

tomar en este trabajo es la de Michael Doyle, quien define Imperio como las relaciones

asimétricas de control político, impuesto por algunas sociedades políticas para ejercer control

72 Donghí. “Economy and Society”, 303; Sexton, The Monroe Docrtrine, 71. 73 Marchant. "Britain and the United States”, 146; Miller. Britain and Latin America, 2. 74 Miller. Britain and Latin America, 48-51

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33

sobre la soberanía efectiva de otra. Imperialismo es el proceso de establecer y mantener el

imperio.75

Por medio de esa política imperial, Gran Bretaña implantó un Imperio en la región, basado

en el control político sobre la política interna y externa, es decir sobre la soberanía efectiva

de los países hispanoamericanos, pero sin fines de expansión territorial.76 El principal

objetivo de la política internacional británica era abrir y asegurar los caminos de sus

comerciantes, tanto en Hispanoamérica, como en otras partes del mundo. Para ello, sobre

todo en la década de 1820, firmaron tratados de comercio y navegación, en muchos casos

con la cláusula de la "nación más favorecida" para asegurar un trato justo a las exportaciones

británicas. Además, hubo algunos intentos de adquirir islas o pequeños enclaves por razones

estratégicas o como centros comerciales. Este interés explica el establecimiento de colonias

en las Malvinas (1833) y El Reino de Mosquitia (donde se impuso un rey marioneta en 1832

y se estableció un protectorado formal en 1861).77

Gran Bretaña estaba muy precavida de que, invocando la Doctrina Monroe, Estados Unidos

interviniera en sus asuntos, por lo que acudió a la diplomacia de las cañoneras, como

estrategia para ejercer control sobre la soberanía de los países hispanoamericanos.78 Aunque

hubo en realidad pocos bloqueos, con la sola muestra de poder de uno o dos buques de guerra

de la Royal Navy era suficiente para persuadir a gobiernos y a rebeldes de entrar en razón y

acoger las peticiones inglesas. Con el tiempo este tipo de diplomacia se tornó negativo, en

75 Doyle, Empires, 19. Para ver el debate del imperio informal británico en Hispanoamérica ver Brown. Informal

Empire, 1-4, 21; Miller, Britain and Latin America, 1-3 76 Michael Doyle. Empires. (Ithaca y Londres: Cornell University Press, 1986) 19, 33. 77 Bourne. Britain and the Balance of Power in North America, 49. 78 La Diplomacia de las cañoneras era muy común en el siglo XIX, era el medio por el cual las potencias

"defendían" sus derechos e imponían su voluntad a Estados más débiles. La política de las cañoneras fue

significativamente más utilizada por Inglaterra durante el tiempo en que Lord Palmerston lideró el Foreign

office (1830-1841). J. Y. Wong. "The Limits of Naval Power: British Gunboat Diplomacy in China from the

Nemesis to the Amethist, 1839-1949" en War and Society, Vol 18, No 2 (octubre de 2000), 93-120. Rebecca

Berens Matzke. "Britain Gets Its Way: Power and Peace in Anglo-American Relations, 1838–1846" en War

and History, 2001, 8 (1), 19; Andrew Graham-Yooll [1983]. Imperial Skirmeshes. War and gunboat diplomacy

in Latin America. (Oxford: Signal Books, 2002, 91).

Page 39: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

34

tanto que exaltaba los nacionalismos contra las potencias que la usaban, especialmente Gran

Bretaña.79

Algunos de los bloqueos más representativos de la diplomacia de cañoneras fueron:

1. Buenos Aires, Brasil y la Banda Oriental (1826), ocasionado por la disputa entre

Argentina y Brasil por la Banda Oriental. En el conflicto, los brasileños hacían presa

de los barcos comerciantes ingleses, lo que motivó la acción de las naves armadas

inglesas en esa parte del Nuevo Mundo.

2. Las Islas Malvinas (1833). Gran Bretaña las invadió para hacer posesión de ellas,

luego de una querella entre los Gobiernos de Estados Unidos y Buenos Aires. Con

esto, los británicos obtuvieron paso del Atlántico al Pacífico.

3. El Bloqueo Anglo-francés (1845-1850) al Río de la Plata, ocasionado por el intento

del gobierno argentino de Rosas de anexar Uruguay.80

Por su parte, Estados Unidos, que aprovechó su tiempo de reacomodación, fortaleciendo su

fuerza marítima y militar, volvió a buscar su papel protagónico en el escenario continental,

siguiendo su política de expansión territorial que buscaba una salida al Pacífico y controlar

el Golfo de México.81 En la década de 1840, ese país continuó el proceso de ensanchamiento

de sus fronteras en los que se vieron perjudicadas las colonias británicas en Norteamérica y

México, todo basado en la idea del destino manifiesto;82 basados en esta idea, se expandió la

imagen que los Estados Unidos “tenían el derecho del destino manifiesto a poseer todo el

continente que [les] ha dado la Providencia para desarrollar [su] gran cometido de libertad y

autogobierno.”83 Bajo esta perspectiva, los Estados Unidos se expandieron hacia el occidente,

79 Miller. Britain and Latin America, 60. 80 Graham-Yooll. Imperial Skirmishes, 35-82. 81 La política de expansión estadounidense comenzó con las compras de Louisiana a los franceses (1803) y,

posteriormente, la de Florida a los españoles (1818). Robert Bush. The Louisiana Purchase: A Global Context.

(New York: Routledge, 2014); Timothy Lynch (ed.). The Oxford Encyclopedia of American Military and

Diplomatic History. (New York, Oxford: Univerity of Oxford Press, 2013, 5. 82 Mark Joy. American Expansionism, 1783-1860, A Manifest Destiny? (Londres y New York: Taylor and

Francis, 2014) xxvi-xxviii; John D. Wilsey “’Our Country Is Destined to be the Great Nation of Futurity’: John

L. O’Sullivan’s Manifest Destiny and Christian Nationalism, 1837–1846” en Religions 2017, 8(4), 46-47. 83 John O'Sullivan. "Annexations" en United States Magazine and Democratic Review, Vol. 17, No. 1 (julio-

agosto 1845) 6.

Page 40: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

35

quitándole Oregón (1846) a la corona británica, y hacia el sur, con la anexión de Texas (1846)

y los territorios de California y otros estados del norte mexicano, tras la guerra entre ambos

países (1848).

La anexión del norte mejicano al gobierno de Washington fue vista con indiferencia por los

británicos, no porque no les importara, sino porque veían en los Estados Unidos a un

complemento de la economía imperial -por su algodón. El descenso del interés británico en

América coincidió con el aumento de acciones al otro lado del mundo, en el sureste asiático

y Nueva Zelanda.84 Sin embargo, los británicos veían la declaración del destino manifiesto

como una expansión de la Doctrina Monroe que debían detener por medios diplomáticos,

antes que tocara sus intereses en Centroamérica y el Caribe, principalmente en lo referente a

la construcción de un canal interoceánico. Por esto, en 1850, representantes de ambos países

firmaron el tratado Clayton-Bulwer, en el que acordaron que ninguna de las dos colonizaría

ningún territorio en Centroamérica, ni se haría con el control exclusivo de ningún canal.85 El

tratado no fue efectivo. Los intereses estadounidenses no sólo estaban en Centroamérica y

Cuba, también patrocinaban expediciones en Japón y en el río Amur, en Rusia, por lo que

Palmerston, primer Ministro británico, sugirió dar un golpe de autoridad en América. Sin

embargo, el gobierno británico estaba concentrado en la guerra de Crimea (1853-1856),

contra el expansionismo ruso. De esta manera los británicos estaban haciéndole frente a dos

expansionismos en ambos hemisferios.86

Ni a Estados Unidos ni a Gran Bretaña les interesaba tener una guerra entre sí y, de esa

manera, permitir que entrara otra fuerza a disputar la influencia en el continente. Entonces,

Gran Bretaña cumplió los puntos del tratado de 1850 que le obligaba a racionalizar su

posición en Centroamérica. Mientras que, en Estados Unidos, la llegada de la administración

demócrata de Buchanan (1857-1861), que mantenía la idea de expansionismo, pero sin

materializarla, encontró en la diplomacia la mejor forma de mantener el orden y la estabilidad

84 Simon Smith, British Imperialism, 1750-1970. (Cambridge, Cambridge University Press, 1998, 72-73) 85 Bourne. Britain and the Balance of Power, 177-180. 86 Bourne. Britain and the Balance of Power, 181-182.

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36

en el balance de poder del continente, que pronto fue puesta a prueba, cuando inició la Guerra

Civil estadounidense.

1.3 La Guerra Civil estadounidense. Relaciones entre Europa y los Estados Unidos

La Guerra Civil estadounidense fue un conflicto en el que el republicanismo fue puesto en

duda. Para muchos europeos la Guerra Civil estadounidense (1861-1865) era la prueba de

que no podía haber civilización en una sociedad sin reyes ni aristocracia; Lincoln, sin

embargo, pensaba que el triunfo del Norte era la última salvaguarda del republicanismo, ya

que su país había servido de modelo en el mundo para reformar o derrocar los viejos

regímenes87. La Guerra Civil, aunque fue un asunto meramente interno, tuvo un alcance que

trascendió las fronteras estadounidenses.88

A mediados del siglo XIX, en ambos lados del Atlántico los republicanos creían que vivían

en una época en la cual el Estado-nación tomaría su forma final. Unionistas y Confederados

quería convencer al mundo de que sus causas podrían mejorar los modelos pasados y marcar

el comienzo de una era en la que la contienda nacionalista fuera un camino para el consenso

y la armonía. Los Confederados argumentaban que la ola revolucionaria de 1848 y otros

movimientos nacionalistas europeos les habían inspirado y servido de ejemplo para

establecer una nación independiente. Basaban su discurso en los derechos de la revolución y

autodeterminación. Por el contrario, muchos unionistas comparaban a los esclavistas sureños

con la aristocracia europea que había derrotado revoluciones progresistas durante el siglo

XIX, sobre todo en América.89

87 Don Doyle. The cause of all the nations. An international history of the American Civil War. (New York:

Basic Books, 2015) 5 y James M. McPherson. “’The Whole Family of Man’ Lincoln and the Last Best Hope

Abroad.” en Robert May. [1995]. The Union, the confederacy and the Atlantic Rym. (Gainesville: University

Press of Florida, 2013) 147, 150. 88 Jay Sexton. “The Civil War and U.S. World Power” en Don Doyle (Ed.). American Civil Wars The United

States, Latin America, Europe, and the Crisis of the 1860s. (Chapell Hill: The University of North Carolina

Press, 2017) 15-32. 89 Andre Fleche. The Revolution of 1861. The American Civil War in the Age of Nationalism Conflict. (Chapell

Hill: North Carolina University Press, 2012) 13.

Page 42: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

37

La disputa por el nacionalismo y republicanismo tuvo una plataforma importante en Europa

en 1848, basados en los ideales y hechos de la Revolución Francesa en 1789. La ola

revolucionaria empezó en París. En febrero de 1848 los parisinos se tomaron las calles en

protesta contra las medidas de Luis Felipe, prohibiendo la reunión de un grupo de liberales y

reformistas para la realización de un banquete político. Luis Felipe abdicó al día siguiente.

Las noticias de los hechos se esparcieron rápidamente por Europa. En Alemania se tomaron

las calles pidiendo libertad de voto y de prensa. Incluso en el Vaticano, el Papa Pio IX fue

obligado a desocupar los estados vaticanos, abriendo paso a la nueva República Romana. En

Nápoles, el pueblo depuso al Rey Fernando II.90

En general los burgueses revolucionarios europeos pedían derechos civiles y el

establecimiento de gobiernos representativos, basados en principios nacionalistas (misma

cultura, lenguaje y etnia), en lo que se llamó autodeterminación nacional. Esto fue visto por

muchos observadores estadounidenses como que su republicanismo, exitosamente

establecido, se había convertido en un modelo de construcción de nación que podía ser

seguido en cualquier parte del mundo. Tal vez, por ello ese gobierno dio muestras de apoyo

y envió ministros con el fin de reconocer las Repúblicas de Hungría, Italia y Alemania. Dos

años más tarde, la situación había vuelto al statu quo y las coronas europeas que habían caído

volvieron a entronarse.91

En los Estados Unidos la opinión sobre el posible fin de las monarquías europeas dividía las

opiniones. En el norte creían que la caída de ellas promovería las ideas liberales,

democráticas y republicanas, y, de esa forma, se abriría paso a la abolición de la esclavitud

en su país. En el sur, la revolución en Francia y el resto de Europa fue vista con recelo, no

90 Fleche. The Revolution of 1861, 22. Para un panorama de la ola revolucionaria de 1848 ver Dieter Dowe,

Heinz-Gerhard Haupt, Dieter Langewiesche, y Jonathan Sperber, (eds). Europe in 1848: Revolution and

Reform. (New York: Berghahn Books, 2001). Ver sobre todo Heinz-Gerhard Haupt y Dieter Langewiesche

“European revolution of 1848: its political and social reforms, its politics of nationalism, and its short- and

long-term consequences”, 3-45 y Roger Price "’Holy struggle against anarchy’: the development of counter-

revolution in 1848” 47-92. 91 Timothy Mason Roberts. Distant Revolutions: 1848 and the Challenge of American Exceptionalism.

(Charlottesville: University of Virginia Press, 2009) 76– 80; Fleche. The Revolution of 1861, 20, 22.

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38

por la posibilidad de la abolición de la esclavitud, sino por el temor de la expansión del

socialismo y el comunismo.92

Los sureños, entonces, se acobijaron dentro de lo que ellos llamaban republicanismo blanco,

en contra del republicanismo negro del norte (pro abolicionista) y del rojo europeo (de

tendencias socialistas y comunistas). 93 Los Confederados argumentaban que su nacionalismo

era posible por el control sobre el conflicto de clases, por medio del esclavismo, que

amenazaba a Europa. Ya en la Guerra Civil, el nacionalismo confederado simpatizaba con

las revoluciones de Polonia (1863) y la recién unificada Italia (1861), teniendo cuidado de

no relacionarse con ningún republicanismo rojo. Los Confederados comparaban el caso de

Polonia con el de ellos mismos, diciendo que sus actos no se trataban de una revolución de

las clases proletarias contra las clases poderosas, sino que ambas eran producto de un orgullo

nacional, que peleaba contra una fuerza ajena que pretendía ejercer control sobre ellas.94

La esclavitud era el estandarte del nacionalismo sureño. Como lo expresaba un periódico de

Georgia “La esclavitud negra es el sur y el sur es la esclavitud negra.”95 Esta institución no

sólo era su modelo de producción, sino que se convertía en un factor que los identificaba

frente a los estados del Norte. Los confederados se veían a sí mismos como superiores y

salvadores de los negros, quienes, decían ellos, se encontraban en un estado barbárico. Su

misión, como buenos cristianos, era ayudar a que este grupo humano entrara por la senda del

cristianismo y la cultura occidental. Los sureños no esperaban que los unionistas entendieran

92 Timothy Roberts. “The United States and the European Revolutions of 1848” en Guy Thomson (ed.) The

European Revolutions of 1848 and the Americas. (London: Institute of Latin American Studies, 2002) 85-86,

89. 93 Roberts. Distant Revolutions; Roberts, “The United States and the European Revolutions 76-99; Adam-Max

Tuchinsky. “‘The Bourgeoisie Will Fall and Fall Forever’: The New-York Tribune, the 1848 French

Revolution, and American Social Democratic Discourse.” Journal of American History, No 92 (septiembre de

2005) 470– 497. Además, la ola revolucionaria de 1848 también influyó en el desarrollo del socialismo y

comunismo, ver Paul Leduc Browne y Douglas Moggach (eds.). The Social Question and the Democratic

Revolution: Marx and the Legacy of 1848. (Ottawa: University of Ottawa Press, 2000). 94 Drew Gilpin Faust. The Creation of Confederate Nationalism: Ideology and Identity in the Civil War South.

(Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1988) 13; Robert May [1995]. The Union, the confederacy

and the Atlantic Rym. (Gainesville: University Press of Florida, 2013) 30. 95 Daily Register (Augusta GA), 31 de diciembre de 1864. Citado en Faust. The Creation of Confederate

Nationalism, 60.

Page 44: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

39

esta institución. En el Sur pensaban que “el esclavo no era propiedad, pero el derecho de su

trabajo si lo era, y podía ser transferido como cualquier otra forma de propiedad. El amo tenía

el derecho a la obediencia y al trabajo del esclavo, quien tenía derechos, tales como a la

protección, al consejo y guía, a la subsistencia, al cuidado y la atención en enfermedad y

vejez.”96

Estas diferencias hicieron que el Sur buscara su separación del gobierno de Washington,

invocando el derecho a la autodeterminación. En la mente de los sureños estaba presente la

previa posición de Gran Bretaña de reconocer a las repúblicas que, basados en su voluntad

nacional, habían acudido a su libertad de determinar su forma de gobierno, separándose de

unidades políticas más grandes.97

Por el contrario, muchos unionistas, en el norte, comparaban a los esclavistas sureños con la

aristocracia, y argumentaban que ellos podrían vencerlos, preservar la nacionalidad

americana y acabar con cualquier tipo de propiedad sobre un ser humano. Mientras tanto, las

opiniones estaban divididas en Europa, un grupo conservador veía a los de la Unión como

déspotas, y a los del Sur como los verdaderos defensores de la nación y la libertad. Mientras

que otro grupo de liberales y comunistas argumentaban que la pelea entre el norte y el Sur

era una lucha no entre capitalismo y feudalismo, sino entre esclavitud y el sistema de

trabajadores libres.98

La Guerra Civil se convirtió en un tema de principal interés en Europa. Un grupo importante

de políticos y aristócratas conservadores apoyaba la idea de una secesión del Sur, pero

despreciaban la esclavitud. Algunos observadores europeos creían que los hechos en Estados

Unidos, reflejaban los fallos del experimento democrático. Otros pensaban que una

separación pacífica de la Unión y la Confederación era la mejor opción. Además, también

había quienes pensaban que la secesión repercutiría en la seguridad de Europa, evitando que

96 E.N. Elliott (Ed.). Cotton is King, and Pro-Slavery Arguments. (Augusta: Pritchard, Abbott & Loomis, 1860)

v-vii; Paul Quigle. Shifting Grounds: Nationalism and the American South, 1848–1865. (Oxford y New York;

University of Oxford Press. 2011). 97 Sobre reconocimientos británicos existe una amplia bibliografía. para los casos en Hispanoamérica ver

Wendy Hinde. George Canning. (Oxford: Basil Blackwell, 1989, 357-362); sobre el reconocimiento de Italia

Martin Collier. Italian Unification, 1820-71. (Oxford: Heinemann, 2003, 3). 98 Fleche. The Revolution of 1861, 12, 14.

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40

se formara una nación que abarcara un cuarto del globo. Estas opiniones estaban de acuerdo

con que los países europeos guardaran una neutralidad frente a la Guerra. La Guerra de

Crimea acababa de terminar (1854-1857) y los hombres de estado europeos no querían volver

a pasar por un evento similar. También había sectores de la opinión pública europea que

defendían la Unión americana y veían a los del Sur como personas poco civilizadas que

mantenían vigente un modelo de producción obsoleto y reprochable.99 Cuando la Guerra

Civil estadounidense estaba por resolverse, las divisiones de opinión se fueron alineando a

favor del Norte, sobre todo por el tema de la abolición de la esclavitud, ordenada por Lincoln

(1863).100

Para inclinar la opinión general a su favor y buscar su reconocimiento, el Gobierno de la

Confederación envió cuatro diplomáticos a Europa, luego del inicio de la Guerra, tras la toma

de Fort Sumter (en abril de 1861). El reconocimiento de los británicos era el que más les

interesaba. Los Confederados sabían que Gran Bretaña era antiesclavista (había abolido el

esclavismo de sus colonias en 1833 y puso la abolición como condición para el

reconocimiento de las repúblicas hispanoamericanas), por lo que sus diplomáticos llevaban

instrucciones de desviar el interés de esta materia. Argumentaron que el objetivo de la Guerra

era la independencia contra un gobierno ajeno, asentado en el norte.101 Sostuvieron que los

estados Confederados no habían violado ninguna obligación de lealtad, “Ellos habían

ejercido su soberanía, que poseen desde la separación con Gran Bretaña, y eran libres de

99 Estas opiniones eran más comunes en Gran Bretaña, donde el esclavismo era combatido y se promovía su

eliminación. Duncan Campbell. English Public Opinion and the American Civil War. (Woodbridge, Suffolk:

Boydell, 2003). 100 Donalddson Jordan y Edwin Pratt. Europe and the American Civil War. (London: University of Oxford

Press, 1931) xi; Blackett, Richard. Divided Hearts: Britain and the American Civil War. (Baton Rouge:

Louisiana State University Press, 2001). Para ver los comentarios compilados de los políticos y observadores

en Europa ver Belle Becker y Lilian Friedman (Eds.) Europe Looks at the Civil War. (New York: Collier Books,

1962); Además, Charles Adams muestra lo que la prensa del Reino Unido decía sobre la Guerra Civil mediante

una compilación de un número importante de periódicos de diferentes ciudades de las islas en Slavery,

Secession, & Civil War. Views from the United Kingdom and Europe, 1856-1865. (Toronto, Plymuth: The

Scarecrow Press, 2007). 101 Howard Jones. Blue and Grey Diplomacy. A History of Union and Confederate Foreign Relations. Chapell

Hill: The Univeristy of North Carolina Press, 2010, 20-21.

Page 46: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

41

revocar la autoridad que habían delegado voluntariamente al Gobierno Federal, y reasumir

ellos mismos el ejercicio de la autoridad delegada."102

Además de alegar la reversión de la soberanía, la carta principal de los confederados era el

algodón y la dependencia en Europa de este producto sureño, Declararon al algodón como el

rey. Según sus cálculos, el 85% del algodón que importaba Gran Bretaña era producido en el

Sur, convirtiéndolo en una base importante para su economía e industria textil, que empleaba

a cerca de cinco millones de personas, y un millón en Francia.103 La Confederación decidió

detener los envíos de algodón a Europa para conseguir el reconocimiento. Las presiones

ejercidas por lo que se conoció como King Cotton Diplomacy tenían como fin forzar a las

potencias europeas a decidir entre unas revueltas internas, que se podrían presentar tras los

cierres de la industria textil, o la intervención en la guerra civil estadounidense.104

Pese a las presiones, las potencias europeas no reconocieron a la Confederación como

beligerante y optaron por una posición neutral frente a la Guerra Civil. Esto se puede explicar

por tres razones. Primera, los gobiernos europeos vieron con preocupación el hecho que la

dependencia comercial frente a un bien repercutiera en las decisiones políticas; segunda, las

potencias no querían reconocer a un Estado esclavista; y, tercera, el algodón no fue lo

suficientemente importante para desplazar la importancia del comercio con la Unión. Las

exportaciones de productos manufacturados de las economías europeas tenían como destino

los Estados del norte, donde los comerciantes e industriales europeos amasaron sus

fortunas.105

102 Pickett Papers, Toombs to Yancey, Mann and Rost; ORN, serie 2, Vol III, 191-195. Citado en Frank Owsley.

King Cotton Diplomacy. (Chicago: The University of Chicago Press, 1931, 54). 103 Jones. Blue and Grey Diplomacy, 22; Brian Schoen. The Fragile Fabric of Union: Cotton, Federal Politics,

and the Global Origins of the Civil War (Baltimore: John Hopkins University Press, 2009) 3; los cálculos de

los confederados provenían principalmente de los estudios estadísticos de David Chrisry, publicados por

primera vez en 1854 y actualizados en 1860. "Cotton is King: or Slavery in the Light of Political Economy" en

Elliott. Cotton is King, and Pro-Slavery Arguments, 250-254. 104 Owsley. King Cotton Diplomacy, 38; Neil Eichhorn. "North Atlantic Trade in the Mid-Nineteenth Century.

A case for Peace During the Civil War" en Civil War History, Vol. 61, No 2, junio 2015, 141. 105 Eichhorn. "North Atlantic Trade, 143.

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42

Al mismo tiempo, Gran Bretaña y las potencias europeas tenían sus propios asuntos que tratar

en el Viejo Continente (la revolución polaca, la unificación italiana y la guerra germano-

danesa), en Asia, sobretodo el fortalecimiento del sistema colonial británico en India, y,

además, en Hispanoamérica, la reanexión de Santo Domingo (1861) y la invasión tripartita a

México (1862).106 Si bien es cierto que la Guerra Civil no salió del radar de las potencias

europeas, si perdió preeminencia frente a otros temas en sus agendas. Además, el que los

Estados Unidos estuvieran concentrados en sus problemas internos permitió que dichas

potencias pudieran actuar con mayor libertad, no solo en el mundo, sino particularmente en

Hispanoamérica.

1.4 Cese de la Doctrina Monroe. El tercer camino

Tras la reanexión española de Santo Domingo (1861), el Secretario de Estado, William

Seward le dijo a Lincoln que sólo había dos salidas a analizar, apoyar a los isleños, con lo

que se agravarían las tensiones con España y podría conllevar al reconocimiento de la

Confederación; el otro, no hacer nada, que podría lucir como un abandono a los principios

de la Doctrina Monroe. Lincoln respondió con una historia: "Una vez, un hombre en

Tennessee fue a consultar a su predicador. El clérigo le dio a escoger entre dos caminos: uno

que iba directo al cielo y otro a la condena. El hombre abrió los ojos y dijo al predicador que,

si sólo había esas dos opciones, él abriría un tercero camino, y se iría a través del bosque."107

La decisión de Lincoln fue mantener la neutralidad: lo más importante era preservar la

existencia de la Unión y luego habría tiempo para otros asuntos. Esta posición del Gobierno

106 Kevin Peraino. Lincoln in the world. The Making of a Stateman and the Dawn of American Power. (New

York: Crown Publishers, 2013) 121, 165; Jordan y Pratt. Europe and the American Civil War, 3-4; Por ejemplo,

Inglaterra lidio en 1857 con varios intentos de rebelión contra la política colonial británica en India, Judith

Brown. Modern India: The Origins of an Asian Democracy. (Oxford University Press, 1994) 85, 86; May. The

Union, the confederacy and the Atlantic Rym, 28-32; Richard Huzzey. “Manifest Dominion. The British Empire

and the Crises of the Americas in the 1860s” en Don Doyle (Ed.). American Civil Wars The United States, Latin

America, Europe, and the Crisis of the 1860s. (Chapell Hill: The University of North Carolina Press, 2017),

82-106. 107 John Nicolay y John Hay. Abraham Lincoln: A History. Vol 3 (New York: Century: 1917) 379, citado en

Kevin Peraino. Lincoln in the world. The Making of a Stateman and the Dawn of American Power. (New York:

Crown Publishers, 2013) 117.

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43

estadounidense declaró un cese momentáneo en la Doctrina Monroe, tras lo cual, Francia y

España encontraron la oportunidad de iniciar nuevos intentos colonialistas en

Hispanoamérica y sobre todo en el Caribe.

Tras las independencias americanas, el Caribe se reafirmó como una importante zona

comercial para europeos y americanos. Sin embargo, la importancia no era sólo por el

desarrollo comercial europeo en sí, sino por la conexión que se podía lograr con el Lejano

Oriente a través de un paso interoceánico por Centroamérica.108 De hecho, el paso al Pacífico

y la construcción de un canal fueron motivaciones para los intereses expansionistas europeos

durante el siglo XIX. Los holandeses obtuvieron la primera concesión para un canal en

Centroamérica en 1830. Los británicos establecieron un protectorado sobre el Reino de

Mosquitia en la costa de Nicaragua y crearon una colonia en las Islas de la Bahía frente a

Honduras. Los austriacos se involucraron en un proyecto de colonización en Nicaragua en la

década de 1840.109

Francia se sumó a ese grupo de naciones que buscó hacerse de un paso interoceánico en

Centroamérica. Hubo algunos intentos durante el siglo XIX de hacer un canal en Panamá que

no se pudieron concretar.110 Cuando Napoleón III lanzó su ofensiva en México (1862) las

motivaciones que exponía eran la comunicación marítima entre los dos océanos y el

mantenimiento de las colonias francesas en el Caribe:

La prosperidad de América ... nutre nuestra industria y le da vida a nuestro comercio. Estamos

interesados en ver a los Estados Unidos poderosos y prósperos, pero no tenemos ningún

interés en que esa república adquiera todo el Golfo de México, domine las Antillas y

Sudamérica, y se convierta en la única despensa del Nuevo Mundo y, en consecuencia, de

América Central y del paso entre los dos océanos. En adelante no habría otro poder en

América que el de los Estados Unidos [...] [Pero si tenía éxito en México,] nos habremos

108 Thomas Schoonover. “Napoleon is Coming! Maximilian is Coming? The International History of the Civil

War in the Caribbean Basin.” en Robert May [1995]. The Union, the confederacy and the Atlantic Rim.

(Gainesville: University Press of Florida, 2013 122). 109 Schoonover. “Napoleon is Coming”, 119. 110 Thomas Schoonover, “France in Central America, 1820s to 1930: An Overview,” en Revue française

d'histoire d'outre mer, No 79 (1992), 161–197.

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44

opuesto a una barrera insuperable para las intrusiones de los Estados Unidos, habremos

mantenido la independencia de nuestras colonias en las Antillas [...] y esta influencia creará

mercados inmensos para nuestro comercio, y podríamos adquirir sin problemas la materia

prima indispensable para nuestra industria.111

Napoleón III advertía que, si el balance de poder en América se inclinaba a favor de los

Estados Unidos traería perjuicios para los intereses políticos y económicos franceses y

europeos en el Caribe. Y es que los estadounidenses habían manifestado su interés en dos

aspectos fundamentales en esa región: establecer un paso interoceánico en Centroamérica

(logrado en 1855, tras la construcción del ferrocarril interoceánico en Panamá) y, además,

expandir su frontera hacia México e, incluso, hacerse del control territorial de Cuba.112 La

disputa por el balance de poder en América y el Caribe estaba lejos de terminar, y, en la

década de 1860, tuvo un nuevo capítulo gracias al inicio de la Guerra Civil estadounidense y

la decisión de Lincoln de hacer un cese a la Doctrina Monroe y la retirada de Gran Bretaña

para cuidar su sistema colonial en oriente.113

Además de los diferentes intentos colonialistas de las potencias europeas, en América había

partidarios de la monarquía. Este era el caso en México y Santo Domingo, donde líderes

conservadores promovieron la instauración de príncipes europeos o que se instituyera un

protectorado en sus países. Los principales candidatos para estas ideas eran las coronas de

Francia y España, con quienes sentían mayor afinidad cultural.114 Sin embargo, ninguna de

111 Napoleon III a Forey, 3 July 1862, citado en Alfred H. Hanna and Kathryn A. Hanna. Napoleon III and

Mexico: American Triumph over Monarchy. (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1971) 79–80. 112 Sexton. The Monroe Doctrine, 71; James Barnes y Patience Barnes. The American Civil War through British

Eyes. Dospatches from British Diplomats. tres Volúmenes. Vol 1. (Kent: The Kent State Uniperstiy Press, 2003,

iii); Kenneth Bourne. Britain and the Balance of Power in North America. 1815-1908. (Berkeley; University

of California Press, 1967, 177-180). 113 Robert May. The Union, the confederacy and the Atlantic Rim, 1-2. 114 Sobre las ideas monárquicas en Santo Domingo ver Jaime de Jesús Domínguez. La Anexión de la República

Dominicana a España. (Santo Domingo: Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1979) 11-

22); Wayne Bowen. Spain and the American Civil War. (Columbia and London: University of Missouri Press,

2011) 85-86. También, sobre las ideas monárquicas en México ver Hanna y Hanna. Napoleon III and México

12-16; Edward Shawcross. France, Mexico and Informal Empire in Latin America, 1820-1867: Equilibrium in

the New World. (London: Palgrave Macmillan, 2018) 6-11; Frank Sanders. Proposal for Monarchy in Mexico.

1823-1860. Tesis para obtener el título de Doctor of Philosophy del Departamento de historia de la Universidad

de Arizona. 1967.

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45

esas potencias había querido aventurarse en tal empresa en América, en buena medida por la

posible invocación de la Doctrina Monroe e injerencia estadounidense. La Guerra Civil,

momentáneamente, removió esas preocupaciones.

Algunas de los proyectos de imponer monarquías en México y Santo Domingo databan de la

década de 1840. Las cortes de España y Francia recibieron ofertas de conservadores

dominicanos y mexicanos que pensaban que sus gobiernos no se podían sostener por sus

propias fuerzas. Pedro Santana, desde la independencia de Santo Domingo de Haití, en 1844,

ofreció la anexión de su país a la Corona española, por medio del Capitán General de Cuba,

Leopoldo O’Donnell. La propuesta fue rechazada.115 Las constantes invasiones haitianas a

Santo Domingo hicieron que las ideas monárquicas tomaran fuerza, hasta 1860, cuando al

fin se materializaron. Santana se puso en contacto con el Ministro de Estado español,

Fernando Calderón Collantes, y le ofreció la reanexión de Santo Domingo a la corona

española. O´Donnell, ahora Presidente del Consejo de Ministros, consideró la idea y dispuso

que el Capitán General de Cuba enviara un contingente de soldados, una vez se comprobara

que la idea anexionista era aceptada por el pueblo dominicano. En marzo de 1861, Santana

realizó un plebiscito en el que participaron cerca de 4 000 personas, en su mayoría cercanas

al Presidente. La consulta arrojó como resultado la aprobación de la vuelta de Santo Domingo

al sistema colonial español.116

Por su parte, del otro lado del Atlántico, O´Donnell decidido a reanexar Santo Domingo a la

Corona española, evaluó sus posibles repercusiones. El Presidente del Consejo de Ministros

creía que las posibilidades de que la administración entrante de Abraham Lincoln desviara

los recursos políticos y militares de la defensa inmediata de la Unión eran pocas. Según los

cálculos de O´Donnell no habría mayor problema con la reanexión. La anunció formalmente

en marzo de 1861. La comunidad internacional reaccionó con silencio. Seward aconsejó que

se hiciera la guerra a España, pero Lincoln estaba más concentrado en la Guerra Civil que en

hacer cumplir la Doctrina Monroe. Por su parte, el Gobierno británico aceptó con renuencia,

115 Domínguez. La Anexión de la República Dominicana, 22-29; Bowen. Spain and the American Civil War,

85 116 Bowen. Spain and the American Civil War, 87-89.

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46

principalmente por el compromiso de España de no reinstaurar la esclavitud. Mientras que la

corte francesa apoyó esta acción, en vista que no afectaban sus intereses en el Caribe; todo

lo contrario, abría las puertas hacia nuevos intentos coloniales.117

La reanexión de Santo Domingo fue otro paso más en el empeño del Gobierno español de

retornar a su posición en el primer renglón como potencia marítima. Luego de la década de

1840, su economía creció y su poder militar aumentó a niveles previos a 1810. Con este

aumento de poder, España intervino en el sudeste asiático, junto con Francia, también invadió

Marruecos y se apoderó del Territorio de Tetuán.118 En 1860 su economía parecía estable y

en constante crecimiento. O´Donnell quería que esa prosperidad repercutiera en el plano

internacional y sirviera para revivir el imperio español, con movimientos colonialistas en

África y América. Esta iniciativa fue aplaudida por la opinión pública española que quería

ver restaurada la gloria pasada de España. Como resultado, más voluntarios se unieron a las

fuerzas armadas españolas.119

Desde la década de 1840, el promotor de las ideas monárquicas en México había sido José

María Gutiérrez Estrada. Gutiérrez vio cómo la disputa entre federalistas y centralistas sumía

a su país en una crisis política, lo que le llevó a pensar que

después de 16 años en que se ha experimentado el republicanismo, tal vez no sea ese sistema

el que más nos convenga. La forma monárquica (con un soberano de estirpe real) sería más

acomodada al carácter, a las costumbres y a las tradiciones de un pueblo, que desde su

fundación, fue gobernado monárquicamente.120

117 Anne E. Eller. Let’s Show the World We Are Brothers: The Dominican Guerra de Restauración and the

Nineteenth-Century Caribbean. Tesis para obtener el grado de Doctor of Philosophy del Departamento de

Historia de la Universidad de New York) 175-176; Peraino. Lincoln in the World, 66-68, 117; Bowen. Spain

and the American Civil War, 88-89. 118 Bowen. Spain and the American Civil War, 6, 35-36. 119 Bowen. Spain and the American Civil War, 39, 44-45. 120 José María Gutiérrez. Carta dirijida al Excmo. Sr. Presidente de la República sobre la necesidad en un

Convencion el posible remedio de los males que aqueja á la República y opiniones del autor acerca del mismo

asunto. (México: Imprenta de Ignacio Cumplido, 1840) 35.

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Tras la guerra con Estados Unidos, en 1848, Gutiérrez culpó al republicanismo y a la falta de

un gobierno fuerte –de preferencia monárquico- por convertir a México “en presa fácil de un

enemigo extranjero.”121

Gutiérrez se trasladó a Europa donde hizo publicidad a la idea monárquica, sobre todo en

Inglaterra y Francia. En 1853, Cuando Antonio López Santa Ana volvió a la Presidencia

mexicana, envió al Marqués Radepont para que apoyara la labor de Gutiérrez en Europa, sin

embargo, las cortes estaban más interesadas en la Guerra de Crimea que en cualquier tema

hispanoamericano. Los mexicanos debieron esperar hasta el fin de la Guerra para volver a

hablar de monarquías en América. El plan de Radepont era establecer una monarquía en

México que fuera el paso inicial de un plan más grande, en el que se pensaba que, con la

ayuda del Imperio del Brasil, se podría formar un bloque de monarquías hispanoamericanas,

teniendo en Roma su capital espiritual, y en París, su centro económico y cultural.122 El plan

tuvo que esperar. México se sumió en una guerra civil entre liberales (liderados por Benito

Juárez) y conservadores (presididos por Miguel Miramón), en la que los primeros se

impusieron en enero de 1861 y descartaron cualquier iniciativa monárquica en su país.123

En otro intento por recuperar su posición como potencia marítima, España participó en la

invasión a México, junto con Francia y Gran Bretaña en 1861. Esta iniciativa ya se venía

previendo de tiempo atrás. Durante y después de la Guerra de la Reforma, la situación de los

ciudadanos e intereses europeos en México era preocupante. La Guerra Civil mexicana,

conocida como de la Reforma, alarmó tanto al agente británico, Charles Wyke, como para el

francés, Dubois de Saligny. El estado de la seguridad, la vida y los capitales de los súbditos

de esas coronas eran preocupantes. Ambos ministros sugirieron a sus gobiernos que la única

121 José María Gutiérrez. México en 1840-1847. (México: imprenta de Vicente Torres, 1848) 36. 122 Hanna y Hanna. Napoleon III and México, 18; Bock. Prelude to tragedy, 29. 123 La Guerra Civil mexicana, o Guerra de la Reforma, inició tras la promulgación de la Constitución de 1857,

bajo la cual se buscaron instaurar principios liberales, como la libertad de reunión y la enajenación de bienes

de manos muertas. Los conservadores se opusieron a dicha Constitución y se inició una confrontación que

duraría hasta 1861. Sobre el tema, entre otros tantos, recomiendo ver Zachary Brittsan. Popular politics and

rebellion in Mexico: Manuel Lozada and la reforma, 1855-1876. (Nashville: Vanderbilt University Press,

2015); Agustín Rivera. Anales mexicanos: la Reforma y el Segundo Imperio (México, Universidad Nacional

Autónoma de México, 1994, 3-130).

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solución era la intervención por medio de la fuerza para apropiarse de las aduanas, bajar los

impuestos y, así, aumentar las importaciones. Además, veían que esta era la única solución

porque no confiaba en el Gobierno mexicano y creían que una nueva revolución iba a

iniciarse en cualquier momento.124

La situación se complicó aún más cuando, en julio de 1861, el Congreso mexicano votó por

el cese de pago de la deuda extranjera por dos años. Saligny pasó un ultimátum al Gobierno

mexicano para que rectificara, en un plazo de 24 horas, esa decisión, si no las relaciones entre

México y Francia quedarían rotas. Wyke fue más generoso y otorgó 48 horas.125 Así, la

intervención armada en México se hacía cada vez más próxima. En esta ocasión las

circunstancias eran distintas. En pasadas rencillas con el Gobierno mexicano, los europeos

habían evitado la intervención armada para no enfrentarse con los Estados Unidos. En 1861,

ese miedo se había diluido con el inicio de la Guerra Civil estadounidense, y pronto

comprobarían que una intervención europea en América era secundaria para el Gobierno de

Washington.126

En octubre 31 de 1861, delegados de Francia, España y Gran Bretaña firmaron una

convención en la que esas coronas acordaron una invasión tripartita, para obligar al Gobierno

mexicano a pagar sus deudas y a proteger la vida y las pertenencias de los ciudadanos de las

potencias firmantes. Asimismo, las partes firmantes se comprometieron a no aprovechar esta

incursión para adquirir territorios, ni para adquirir ventaja mediante la intromisión en los

negocios internos de México.127 Como una muestra de respeto a la Doctrina Monroe, los

delegados acordaron enviar al gobierno estadounidense una invitación para que se uniera a

la invasión. Lincoln pensaba que las tres potencias tenían suficientes motivos para intervenir.

Sin embargo, Seward respondió que los Estados Unidos no se uniría, no por la violación a la

124 Daniel Dawson. The Mexican Adventure. (Londres: G. Bell and sons, 1935) 63-66. 125 Dawson. The Mexican Adventure, 67-68; Hanna y Hanna. Napoleon III and México, 38. 126 Dawson. The Mexican Adventure, 68; Schoonover. “Napoleon is Coming!” 123; Bowen. Spain and the

American Civil War, 3, 88; Peraino. Lincoln in the World, 238-240. 127 Para ver la Convención de Londres, Bock. Prelude to tragedy, 517-520.

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soberanía mexicana, sino porque los intereses estadounidenses serían abordados de manera

bilateral. La Doctrina Monroe estaba en receso.128

El principal problema de México era su estado de bancarrota. Esto lo sabía muy bien el

Ministro de la Unión, que ofreció la compra de Baja California, una parte de Sonora y

Chihuahua por 15 millones de dólares. El Gobierno mexicano no aceptó, argumentado que

no iba a negociar poniendo en riesgo la integridad territorial del país. Hasta 1860 el pueblo

mexicano sólo había temido al expansionismo estadounidense. Tras la invasión francesa, el

gobierno de Juárez debió confiar en los Estados Unidos, para que, a través de la Doctrina

Monroe, actuara en favor de su soberanía. Su gobierno se encontraba en la encrucijada de

sacrificar su territorio y nacionalidad en las manos de los Estados Unidos, o su libertad e

independencia ante los tronos europeos.129

La invasión comenzó el 8 de diciembre de 1861. Las potencias decidieron hacerla en el

invierno, escapando de la fiebre amarilla. Primero llegaron 6000 soldados españoles a

Veracruz, puerto que tomaron sin oposición. Luego, el 6 de enero de 1862, los franceses e

ingleses llegaron con 2000 y 700 soldados, respectivamente. Pronto, ese mismo año, los

gobiernos británico y español embarcaron sus tropas de vuelta, dejando sólo a los franceses

en su aventura de “regeneración mexicana.”130

El plan de regeneración estaba basado en el “Gran Diseño” de Napoleón III para las

Américas. Este diseño se fundamentaba en el latinismo y en establecer el imperio francés

como el más importante eje sobre el que girarían las economías latinas en el mundo -

principalmente las americanas. Napoleón III planeaba un nuevo imperio en el que París sería

el centro cultural y económico, y la Iglesia en Roma tendría de nuevo el cetro del

imperialismo religioso.131 El primer paso para llevar a cabo el plan era instaurar a

Maximiliano como rey marioneta y, una vez asegurada su regencia, expandir la influencia

128 Bock. Prelude to tragedy, 167-168; Peraino. Lincoln in the World, 143. 129 Hanna y Hanna. Napoleon III and México, 25-26. 130 Bock. Prelude to tragedy, 32-33; Hanna y Hanna. Napoleon III and México, 41-44. 131 Don Doyle. The cause of all the nations. An international history of the American Civil War. (New York:

Basic Books, 2015, 7-10; Peraino. Lincoln in the World, 224; Hanna y Hanna. Napoleon III and México, xv.

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del Imperio francés a toda América. El interés del Emperador era tan grande que, mientras

que las demás potencias europeas ponían su pleno interés en la revolución de Polonia y la

guerra en Dinamarca, los franceses enviaban más tropas a México.132

Napoleón III, viendo el panorama de la Guerra Civil en los Estados Unidos y la falta de

estabilidad en el resto de repúblicas americanas pensaba que el republicanismo estaba

tambaleándose. Él buscaba ser quien le diera el golpe de definitivo.

1.5 Conclusión

Dentro de la historia del siglo XIX en Hispanoamérica, la disputa por el balance de poder en

el continente tuvo una importante injerencia en los acontecimientos políticos en esta parte

del mundo. Luego de las independencias hispanoamericanas, el papel de España fue relevado

por los Estados Unidos y Gran Bretaña, hasta la década de 1860, cuando Francia y España

se unieron a ella, tras el tratado tripartita y la reanexión de Santo Domingo. Ahora bien,

también es importante decir que la disputa por el balance de poder, después del proceso de

independencia, se concentraba en la zona comercial del Caribe, hasta el istmo de Panamá.

De allí hacia el sur el interés mermaba considerablemente. El alto interés británico en los

mercados hispanoamericanos se vio pronto defraudado, por lo que prefirió enfocarse en sus

dominios en las Antillas y en buscar la manera de establecer un paso interoceánico que

sirviera de ruta comercial con el sudeste asiático; sobre estos dos aspectos, principalmente,

versaron las diferencias con los Estados Unidos.

El Gobierno estadounidense adoptó como política de Estado la Doctrina Monroe que fue

evolucionando desde su promulgación en 1823. Primero fue útil para proteger la lucha por

consolidar la independencia americana de Europa; luego, le sirvió para concentrarse en sus

asuntos internos, lo que le permitió la creación de una nueva nación; y, más tarde, apoyado

en la idea del destino manifiesto, fue base para la emergencia de un imperio americano. Sobre

todo, fue útil para justificar su expansión hacia el Pacífico y el sur, en territorio mexicano.

132 Peraino. Lincoln in the World, 226..

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51

Por su parte, los Estados americanos sentían seguridad de contar con la protección de los

Estados Unidos y la Doctrina Monroe, frente a cualquier invasión europea que pretendiera

cambiar la forma de gobierno en el continente. Aunque no dejó de pesar el hecho que ese

gobierno patrocinara expediciones de filibusteros para ampliar la soberanía estadounidense

en Centroamérica, como la de Charles Walker. Estos actos generaron, como respuesta en

Hispanoamérica, que el sentimiento unionista se encendiera en la década de 1850.

Por su parte, las potencias europeas vieron con celo la Doctrina Monroe. El gobierno

británico, por medio de Canning, buscó opacar el mensaje presidencial estadounidense,

resaltando la importancia del memorándum Polignac, con el fin de obtener las mayores

ventajas posibles en los mercados hispanoamericanos. Más tarde, las potencias comerciales

y navales europeas, queriendo evitar confrontaciones con los Estados Unidos, recurrieron a

la diplomacia de las cañoneras como medio para exigir reparaciones de los Gobiernos

americanos por algunos perjuicios contra sus intereses o de sus súbditos. La diplomacia de

las cañoneras se institucionalizó, de manera informal, como práctica de los Estados

poderosos frente a los Hispanoamericanos.

El inicio de la Guerra Civil estadounidense significó el cese de la Doctrina Monroe. Esta

situación fue aprovechada por los gobiernos español y francés, con la aprobación del

británico, para incrementar su poder monárquico en el continente americano. La reanexión

de Santo Domingo por parte de la Corona española y la alianza tripartita y subsecuente

invasión francesa a México sólo pudieron ser posibles gracias a la confrontación entre la

Unión y la Confederación.

Para hablar del siglo XIX hispanoamericano necesariamente se debe voltear la mirada hacia

el Atlántico Norte. Esta mirada permite ubicar los acontecimientos sucedidos en

Hispanoamérica dentro de un contexto más grande, y, así, ampliar su comprensión. La

disputa por el balance de poder en América, la Guerra Civil estadounidense y la nueva ola

colonialista europea en este continente son asuntos de primer orden en el análisis de la

política de los países del Pacífico sudamericano durante la primera mitad de la década de

1860. Poner estos asuntos dentro de la discusión permite insertar la crisis del Pacífico en la

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década de 1860 dentro de su propio contexto, que no se circunscribe solamente a la región,

sino que trasciende estos límites, para ponerlo en perspectiva global.

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2. Unión americana y crisis (1820-1856)

Mientras Gran Bretaña y Estados Unidos buscaban inclinar a su favor la balanza de poder en

América, las jóvenes Repúblicas en el continente formaban un sistema de poder político que

les permitía, entre otras cosas, mantener su independencia. Los procesos de independencia

en América, además de concretar la separación política del Nuevo Mundo con la metrópoli,

también supusieron la disgregación de lo que hasta 1810 había conformado el imperio

español. Durante algo más de tres siglos, Hispanoamérica estuvo bajo el control de la corona

española, lo que hizo que las nuevas unidades políticas compartieran rasgos culturales como

la religión y la lengua establecidas por la monarquía en toda la América española. Bajo esos

rasgos, los jóvenes países hispanoamericanos buscaron unir su porvenir, según las

circunstancias. En un principio, hasta la Batalla de Ayacucho (1825), cuando la

independencia no se había consolidado y había temores de reconquista, la unión resultó ser

de carácter militar; mientras que, con el establecimiento del republicanismo, sectores en los

jóvenes países americanos promovieron la unión política, en una manera confederativa, que

era entendida como la unión que daba como resultado una gran nacionalidad con un gobierno

común.133 Este principio fue invocado en momentos específicos de crisis, en los que vieron

amenazada su independencia y soberanía.

133 Bernardo Monteagudo [1825] "Ensayo sobre la necesidad de una federación jeneral entre los estados

hispano-americanos i plan de su organización" en Colección de ensayos y Documentos Relativos a la Unión y

Confederación de los Pueblos Hispano-Americanos. (Santiago: Imprenta Chilena, 1862) 170-172; Pedro Felix

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54

En este capítulo se explorará la unión americana desde los procesos de independencia hasta

la década de 1850, cómo fue pensada en distintos momentos y las formas que tomó durante

ese periodo. La unión americana fue invocada por algunos países hispanoamericanos en

momentos específicos de crisis, en los que veían la independencia y soberanía americana

amenazadas. Cada uno de esos momentos tuvieron sus particularidades y, por tanto, eso

modificó la forma en la que ese grupo de países asumía la unión americana.

Por ello, se entiende la unión de dos maneras, ambas con un mismo objetivo: defender la

independencia de los países hispanoamericanos. Esas formas de entender la unión americana

van a dar la organización para este capítulo. Por un lado, está la unión militar; para analizarla

se abordará la campaña independentista sudamericana y las ideas unionistas que se gestaron

con el objetivo de extirpar el poder monárquico español de Sudamérica. Se hará mayor

énfasis en el ejército continental presente en el Perú, último bastión realista y donde se selló

la independencia hispanoamericana. Por otro lado, está la unión política a manera de

Confederación; para su análisis se tendrán en cuenta las ideas confederativas que circularon

en Hispanoamérica y los momentos en los que hubo mayor intención política para

materializarlas: el Congreso de Panamá (1826), el Congreso de Lima (1848) y la firma del

Tratado Continental (1856), hasta la década de 1860.

El análisis de cada uno de esos momentos tendrá en cuenta las circunstancias que rodearon

la reunión militar en el Perú, la celebración de los Congresos americanos y la firma del

Tratado Continental, tanto a nivel local como internacional. La historiografía ha tratado los

Congresos a partir de una relación dialéctica entre la situación interna de cada uno de los

países que buscó confederarse y el contexto internacional.134 En el análisis acá propuesto se

Vicuña [1839]. "Único asilo de las repúblicas hispano-americanas (en un Congreso General de todas ellas)" en

Colección de Ensayos, 213; Justo Arosemena. Estudio sobre la Idea de una Liga Americana. (Lima: imprenta

de Huerta, 1864), 11. 134 Eduardo Garland Roel. Los Congresos de Lima. (Caracas: Litografía y Tipografía Vargas, 1952); Germán

de la Reza. “La asamblea hispanoamericana de 1864-1865, último eslabón de la anfictionía” en Estudios de

historia moderna y contemporánea de México, No 39 (2010), 71-91; Germán de la Reza. “La dialéctica del

fracaso. El Congreso de Lima (1847-1848) y su desenlace” en Cuadernos americanos. Nueva época. Vol. 4,

Nº. 134, 11-26; Germán de la Reza, El ciclo confederativo. Historia de la integración latinoamericana en el

siglo XIX. (Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2012); José Briceño. “Los congresos

hispanoamericanos en el siglo XIX: identidad, amenazas externas e intereses en la construcción del

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buscará ubicar cada uno de esos momentos dentro de su propio periodo histórico. Se tendrán

en cuenta diferentes factores como el contexto internacional y su influencia en el continente,

las ideas circulantes sobre unión y confederación, que fueron modificándose conforme

pasaba el tiempo, acomodándose a realidades cambiantes y, por último, la situación interna

de los países hispanoamericanos que les exigía a cada uno de ellos tener en cuenta sus

intereses particulares en la asistencia, negociación y posible ratificación de los tratados que

se firmaran en las reuniones continentales, donde se les exigía ceder en alguna medida parte

de su soberanía. La comprensión de estos factores en conjunto ayudará a ampliar el

entendimiento de los intentos de unión americana, desde el periodo de las independencias,

hasta la década de 1850.

Esta mirada permitirá comprender los lineamientos, y motivaciones que los países

hispanoamericanos siguieron para promover la unión continental, tales como la comunión de

lengua, cultura y religión y el afán por la defensa de la soberanía y la independencia de

amenazas externas, en momentos de crisis particulares. El análisis da la posibilidad de un

acercamiento a la comprensión de los obstáculos que se presentaron para la consolidación

del proyecto unionista hasta la década de 1850. A partir de esta presentación se busca seguir

la idea de unión americana justo antes de la década de 1860, momento en el que los políticos

del Pacífico sudamericano la trajeron, una vez más, a la discusión pública y promovieron su

puesta en práctica, en sus dos formas (militar y política), ante la crisis del republicanismo en

América, tras la entrada de Francia y España en la contienda del balance de poder en el

continente.

regionalismo” en Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, No. 118, (enero-abril de 2014), 131-170;

Academia Diplomática del Perú. El Congreso americano de Lima de 1864, aspectos principales. (Lima: 1964);

Germán de la Reza. “La asamblea hispanoamericana de 1864-1865, último eslabón de la anfictionía” en

Estudios de historia moderna y contemporánea de México, No 39 (2010), 71-91.

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56

2.1 El ejército continental

La crisis imperial de 1808-1810 trajo consigo el establecimiento de juntas a lo largo del suelo

americano, las cuales fueron base para el establecimiento de nuevas unidades políticas que

luego se organizarían de manera independiente. Con la restauración de Fernando VII en 1813,

el gobierno monárquico español procuró los medios para restablecer su poder e influencia en

Hispanoamérica. La pacificación del continente tuvo un importante impulso con la

expedición de Pablo Morillo y la restauración monárquica en el norte de Sudamérica.

Además, el Perú era la fortaleza de los realistas sudamericanos, desde allí, el Virrey Azcabal

y su sucesor, Pezuela, enviaron tropas al Alto Perú, Chile y Quito que redujeron los

movimientos independentistas. Para 1817 sólo las Provincias Unidas del Río de la Plata

mantenían su independencia.135 La presencia del poder realista en Sudamérica impedía que

la independencia de las nuevas unidades políticas se mantuviera. El bastión de esas fuerzas

era el Perú. La derrota de los monárquicos allí apostados resultaba imperiosa para garantizar

la separación completa de esa región del poder imperial español. Ese ideal reunió los intereses

de las nuevas unidades políticas que buscaron garantizar su independencia por medio de la

guerra, tal como el caso de las Provincias rioplatenses.

Desde allí, José de San Martín ideó un plan para libertar por completo a Sudamérica del poder

español. La finalidad del plan era ir al Perú, destruir el bastión realista y asegurar la

independencia de la región. La idea de liberación de San Martín había sido más amplia que

la de Buenos Aires y sus provincias. Tras su nombramiento como Gobernador de Cuyo, en

Mendoza (1814), San Martín inició la formación del Ejército de los Andes. Su estrategia

resaltaba la importancia de acabar con el poder monárquico del Perú para garantizar la

independencia sudamericana. El camino a seguir, para llevar a cabo esta empresa, no era por

el Alto Perú, donde las tropas argentinas habían sufrido duras derrotas. La vía era por Chile

y el Pacífico. Tras la derrota de los patriotas chilenos en Rancagua (1814) y la restauración

del poder monárquico en Chile, el plan también debía incluir su liberación.136 La idea de San

135 Tulio Halperín Donghi. The Contemporary History of Latin America. (Durham y Londres: Duke University

Press, 1993) 53-61; John Charles Chasteen. Born in Blood and Fire. A Concise History of Latin America.

(Chapell Hill: University of North Carolina Press, 2006) 106-107. 136 John Lynch [2009]. San Martín. Soldado Argentino, Héroe Americano. (Bogotá: Crítica, 2010) 105-106.

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Martín era sellar la independencia de toda Hispanoamérica, como garantía de que la

independencia de las Provincias del Río de la Plata no se viera amenazada por ningún reducto

de alguna fuerza monárquica en el continente.

En 1816 los movimientos se iniciaron. San Martín fue puesto a la cabeza del Ejército de los

Andes. El presidente de las Provincias Unidas, Juan Martín Pueyrredón, envió instrucciones

a San Martín antes de salir hacia Chile. En ellas le indicaba que buscara "una forma de

Gobierno General de toda América, que unida en identidad de causa, intereses y objeto,

constituya una sola Nación". Pueyrredón también le pedía que buscara la unidad de los dos

países (Chile y las Provincias Unidas) por medio de una federación.137

El primer paso en el plan de San Martín, liberar Chile, se concluyó en el Maipú (1818). Con

esa victoria, las fuerzas realistas se vieron arrinconadas al sur de ese país, en la isla de

Chiloé.138 Tras la victoria del Ejército de los Andes, se instauró un gobierno en Santiago,

encabezado por el aliado de San Martín, Bernardo O’Higgins.139 Luego de dos años, que

sirvieron para armar y adiestrar adecuadamente al Ejército de los Andes y crear una marina

relativamente bien dotada, encabezada por el británico Thomas Cochrane, el plan de San

Martín entró en su segunda fase. El 21 de agosto de 1820, el ejército libertador se embarcó

en Valparaíso con dirección al Perú, como se ve en mapa No. 2. La flota constaba de

dieciocho buques transportadores, custodiados por siete buques de guerra tripulados por

1,600 hombres, de los cuales cerca de 600 eran extranjeros, sobre todo británicos. El ejército

estaba compuesto por la División de los Andes (2,313 argentinos) y la División Chile (1,968

chilenos), en total cerca de 4,500 soldados entre infantería, caballería y artillería.140

Las fuerzas realistas en el Perú ascendían a 20,000 soldados. La estrategia ideada por San

Martín era bloquear las costas peruanas, con lo que esperaba que las élites peruanas

decidieran apoyarlo para derrotar a los realistas. Su plan estaba dando resultado. El pueblo

137 Documentos para la Historia del Libertador General San Martín. Vol. IV, 572. Citado en Lynch. San

Martín, 158. 138 Collier, Simón. “Chile”, en Historia de América Latina Tomo VI, Crítica, Barcelona, 1991, 239. 139 Halperín Donghi. The Contemporary History of Latin America, 62. 140 Lynch. San Martin, 165-173, 183.

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de Guayaquil se declaró independiente y mostraba interés por anexarse al Perú.141 Además,

con el apoyo de los pueblos costeros del norte del Perú y de un sector de la aristocracia

limeña, San Martín fue proclamado el 21 de agosto de 1821 Protector del Perú. Pese a que la

capital era controlada por americanos, en el resto del Perú los monárquicos todavía tenían

influencia, sobre todo en la Sierra. El apoyo de la aristocracia limeña no era suficiente y los

gastos para mantener una guerra en las montañas se incrementaba. El Protector entendía que

derrotar a las fuerzas realistas en la Sierra parecía imposible sin ayuda de fuera.142

Esa ayuda sólo podría provenir del norte, San Martín veía que la acción conjunta con el

ejército bolivariano podría ser el factor desequilibrante. “Colombia es una máquina de guerra

americana bien montada.”143 El Protector esperaba que estas fuerzas unidas con el ejército

chileno-peruano-argentino podrían exterminar el poder español en Perú y, de paso, en toda

América.

En efecto, mientras San Martín entrenaba el ejército de los Andes en Chile, Bolívar iniciaba

su ofensiva en Venezuela que tuvo un importante éxito en la Batalla de Boyacá en agosto de

1819, abriendo paso hacia el control de Bogotá. La victoria patriota en suelo granadino

permitió el establecimiento de un gobierno americano en la República de Colombia, creada

en Angostura.144 La Constitución de la nueva República de Colombia decía que el territorio

que la conformaba era el mismo que comprendía el Virreinato de la Nueva Granada

(incluyendo la presidencia de Quito) y la capitanía de Venezuela.145 Sin embargo, el control

patriota aún no era completo en el territorio colombiano: los realistas aún controlaban los

puertos de Santa Marta, Cartagena, Río de Hacha, Puerto Cabello, Maracaibo y Caracas, en

141 De Joaquín Mosquera a Pedro Gual, 17 de febrero de 1822 Archivo General de la Nación, Colombia

(AGNC). Fondo Relaciones exteriores, tomo 411 f 7. 142 Halperín Donghi. The Contemporary History of Latin America, 63. 143 Bartolomé Mitre. Historia de San Martín, Tomo II. (Buenos Aires: Editorial Juventud Argentina, 1944) 456 144 Ley Fundamental de la República de Colombia (1819). Artículo 1. Recurso digital, disponible en

https://es.wikisource.org/wiki/Ley_Fundamental_de_la_Rep%C3%BAblica_de_la_Gran_Colombia,

consultado el 12 de mayo de 2018. 145 Constitución de Cúcuta (1821), Artículo 6. Recurso digital, disponible en

https://es.wikisource.org/wiki/Constituci%C3%B3n_de_C%C3%BAcuta, consultado el 12 de mayo de 2018.

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59

la costa caribe, y, al sur, los territorios de Quito y Pasto, lo que hacía ver que la campaña

independentista aún tenía tareas pendientes.146

Mapa No. 2. Guerras de las Campañas de Independencia americana

Fuente: Chasteen. Blood and Fire, 109

Bolívar encargó a José Antonio Páez asegurar la independencia en el norte y a Antonio José

Sucre en el sur. El Libertador se unió al segundo luego de la firma de la Constitución en

146 Una característica de las revoluciones americanas era que los patriotas controlaban las capitales, mientras

que en otras regiones el poder monárquico mantenía su influencia. Halperin Donghi. The Contemporar History

of Latin America, 55; Arturo Santana. La campaña de Carabobo (1821). Relación histórica militar. (Caracas:

Litografía del Comercio, 1921) 10‐11.

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60

agosto de 1821 y tras el trámite que cursó en el Congreso colombiano.147 Bolívar marchó al

sur con el consentimiento del Legislativo. El Libertador ejercería como Presidente en el lugar

de la República donde estuviera, con los poderes extraordinarios que le otorgaba el artículo

128 de la Constitución de 1821.148 El primer paso de la Campaña del Sur era libertar Quito y

luego pasar al Perú para terminar con el poder monárquico en América. Allí, en el sur

colombiano, se encontrarían ambos ejércitos, el del sur y el del norte, como se ve en el mapa

No. 2, que buscaban extirpar el poder monárquico y sellar la independencia americana, para

crear una gran confederación americana.

Bolívar se comunicó con San Martín, en el Perú, y O´Higgins, en Chile, anunciándoles que

luego de asegurar la independencia de Colombia, las tropas colombianas, dirigidas por el

Mariscal Sucre, se dirigirían al sur, pasando primero por Guayaquil y Quito, para luego ir al

Perú.149 Sucre, aprovechando la independencia de Guayaquil, se dirigió allí, donde estableció

su cuartel. Pronto se dio cuenta de que sus fuerzas no serían suficientes para vencer a los

realistas. El Mariscal esperaba la llegada de Bolívar, quien se retrasó por algunas

escaramuzas en Pasto.150 La demora del Libertador hizo que Sucre pidiera ayuda a San Martín

(quien ya estaba al mando del Estado peruano con el título de Protector). En septiembre de

1821, San Martín decidió apoyar la campaña de Quito. Sin embargo, no fue hasta enero del

siguiente año en el que representantes de ambos gobiernos, el colombiano y el peruano,

negociaron e hicieron el convenio efectivo. Ambos gobiernos acordaron que los sueldos y

raciones del ejército peruano-chileno-argentino serían pagados por el colombiano. San

Martín envió al General Juan Antonio Álvarez de Arenales y al General Andrés de Santa

Cruz. El Protector temía apoyar el ejército colombiano en esta campaña. Él creía que, con

147 De Bolívar a Pedro Gual, 16 de septiembre de 1821, en Vicente Lecuna (Comp.) Cartas del Libertador, Vol

IV. (Caracas: Fundación Lecuna,1965, 127-128 148 Constitución de Cúcuta, Artículo 128 “En los casos de conmoción interior a mano armada que amenace la

seguridad de la República, y en los de una invasión exterior repentina, puede, con previo acuerdo y

consentimiento del Congreso, dictar todas aquellas medidas extraordinarias que sean indispensables y que no

esté comprendidas en la esfera natural de sus atribuciones. Si el Congreso no estuviere reunido, tendrá la

facultad por sí solo; pero le convocará sin la menor demora, para proceder conforme a sus acuerdos. Esta

extraordinaria autorización será limitada únicamente a los lugares y tiempo indispensablemente necesarios.” 149 De Bolívar a O’Higgins, 23 de agosto de 1821, en Cartas del Libertador IV, 115-116; de Bolívar a San

Martín, 24 de agosto de 1821, en Cartas del Libertador IV, 116-118. 150 David Bushnell. La independencia de la América del sur española. (Barcelona: Crítica, 1970) 113.

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61

una victoria en Quito, el poder de Colombia se acrecentaría y se vería afectada la anexión de

Guayaquil al Perú, pero el Protector no cedió contra los realistas por hacerse con el puerto.151

Tras la batalla de Pichincha (24 de mayo de 1822), los dos ejércitos libertadores del sur de

América proclamaron la gran alianza de las armas sudamericanas. Bolívar decía en carta de

junio de 1822 al Protector que los buenos servicios prestados por el ejército peruano serían

retribuidos “prestando los mismos y aún más fuertes auxilios, si es que ya las armas

libertadoras del sur de América no han terminado la campaña que iba a abrirse. El ejército de

Colombia está pronto a marchar donde quisiera que sus hermanos lo llamen.” San Martín

respondió en el mismo tono, indicando que la unión de Colombia y Perú garantizarían la

libertad de sus Estados y que el único campo de batalla que quedaba en América era el

Perú.152

Los libertadores del sur y del norte de Sudamérica concertaron una entrevista en Guayaquil,

donde Bolívar ya había llegado y había asegurado que el Congreso electoral del puerto

acordara su anexión a Colombia.153 San Martín llegó a Guayaquil sin posibilidad de negar la

voluntad popular guayaquileña y con la necesidad de los refuerzos colombianos para dar fin

a la campaña en el Perú. San Martín necesitaba de Bolívar. El ejército realista en el Perú

estaba intacto y las tropas argentinas, chilenas y peruanas presentaban altos grados de

rivalidad lo que imposibilitaba la cohesión de las fuerzas militares.154 Esto significaba que el

Perú tenía mucha más necesidad de Colombia que Colombia del Perú.155 Las entrevistas que

se hicieron a solas entre el Presidente colombiano y el Protector del Perú (26 y 27 de julio de

1822) fueron cortas y las conclusiones a las que llegaron ambos personajes fueron harto

distantes.

Bolívar expresó al Secretario de Relaciones Exteriores, Pedro Gual, que la reunión había sido

bastante productiva. En ella habían tratado diversos temas en los que sobresalía el tema de la

151 Mitre. Historia de San Martín II, 456. 152 Mitre. Historia de San Martín II, 444. 153 Acta del Congreso electoral de Guayaquil uniéndose a Colombia, 31 de julio de 1822, José Manuel Restrepo

(Comp.). Documentos importantes de Nueva Granada, Venezuela y Colombia. Tomo II. (Bogotá: Imprenta

Nacional, 1970) 71‐84; John Lynch. Simón Bolívar. (Barcelona: Crítica, Barcelona, 2006) 230. 154 John Lynch. Las revoluciones hispanoamericanas 1808-1826. (Barcelona: Editorial Ariel, 1976) 208. 155 John Lynch. San Martín, soldado argentino, héroe americano. (Barcelona: Crítica, 1992) 275.

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62

anexión de Guayaquil. Además, Bolívar decía que San Martín se quejaba del mando y de sus

compañeros que le habían abandonado en Lima. El Protector expresaba, decía Bolívar, que

se retiraría a Mendoza o a Europa, una vez se habían sentado las bases para un gobierno a

modo de monarquía constitucional en el Perú, lo cual no fue del agrado del Libertador, pero

advirtió que no se entrometería en asuntos internos del Perú. Bolívar vio la entrevista como

una simple visita. No hubo ningún empeño político ni militar, pues ni siquiera habló

formalmente de los auxilios que había ofrecido Colombia y que se aprestaban a partir. Bolívar

hacía referencia al Batallón Vencedores de Boyacá, el batallón Pichincha y el Yaguachí;

juntos, los tres batallones reunían cerca de 1800 hombres.156

Por su parte, San Martín, al relatar los resultados de la entrevista con Bolívar, veía el tema

de la ayuda militar de gran relevancia. Él se vio decepcionado con la respuesta de Bolívar de

enviar mil hombres al Perú, en este punto ambas declaraciones se contradicen. San Martín

insistió que una acción conjunta ayudaría a poner fin a la guerra. Esto no fue secundado por

Bolívar. Inclusive, el Protector se ofreció a servir bajo las órdenes del Libertador en la guerra

de independencia del Perú, pero la respuesta siguió siendo negativa. Bolívar argüía que el

Congreso de Colombia le impedía salir del territorio de la República; esta evasiva fue mal

vista por San Martín quien sabía que el Libertador había sido quien independizó a la Nueva

Granada sin permiso del Congreso y le había impuesto la Constitución de Colombia. Las

respuestas “esquivas” de Bolívar hicieron que la entrevista fuera infructuosa y dejó entrever

que Bolívar quería para sí mismo toda la gloria de la independencia del Perú.157 Así lo hizo

saber San Martín en una carta que le escribió a Bolívar en la que se despide de la escena

pública, “Me marcho para dejarle libre el camino para la independencia del Perú. Ahora le

queda a Usted, general, un nuevo campo de gloria en el que va a poner Usted el último sello

a la independencia americana.”158

156 De Bolívar al Señor Secretario de Relaciones Exteriores, 29 de julio de 1822 en Vicente Lecuna (Comp.)

Bolívar, Obras completas, Vol. II. (La Habana: Editorial Lex, 1950) 655‐659. 157 Mitre. Historia de San Martín II, 475. 158 Lynch, San Martín, 276.

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63

Tras la salida de San Martín de la guerra del Perú, ni Chile ni Buenos Aires contribuyeron de

manera significativa en la lucha por la independencia peruana. Ambos países estaban

demasiado pendientes de solucionar sus problemas internos por lo que dejaron la tarea de la

independencia del Perú a Colombia, dando un paso al costado de la iniciativa de una unión

militar e imposibilitando la conformación de un ejército continental.159 Bolívar, por su parte,

envió a los Secretarios de Relaciones Exteriores de Chile y Perú una nota el 9 de septiembre

de 1822. En ella pedía que se trabajara con unión, que hubiese movimientos conjuntos entre

los ejércitos de Colombia, Perú y Chile para acorralar a los españoles.160 Este fue el primer

llamado en el que Bolívar convocaba a la unión para la defensa contra un enemigo común.

ninguno de los dos gobiernos respondió a este comunicado.

En marzo de 1823, Bolívar envió 4,530 hombres al Perú. Las tropas fueron lideradas por el

general Manuel Valdez, quien recibió órdenes de negociar con el gobierno del Perú, que se

hiciera cargo de las raciones, el equipamiento y demás gastos en que pudiera incurrir el

ejército colombiano en suelo peruano.161 Las tropas fueron al campo peruano y las

condiciones del general Valdés fueron aceptadas y, de esta forma, el ejército colombiano

empezó su acción allí.

La idea de conformar una fuerza multinacional en el Perú no se cumplía en su totalidad. Si

bien es cierto que en 1823 había tropas de cuatro nacionalidades distintas en ese territorio,

no había un solo mando unificado ni una coordinación de acciones conjuntas, por lo que la

idea de un ejército continental no se manifestaba en la realidad. La salida de San Martín del

campo dejó acéfalo al ejército y Bolívar aún no llegaba al Perú para intentar consolidar un

ejército continental que actuara como una sola “máquina de guerra” contra las fuerzas

monárquicas. Además, chilenos, peruanos y argentinos veían con temor la figura de Bolívar.

Sus ideales expansionistas demostrados, según ellos, en el caso de Guayaquil, les hacía

pensar que algo similar podría replicarse más hacia el sur. Estas condiciones, acompañadas

de la falta de dinero, hicieron que la conformación de una sola fuerza multinacional no se

159 Bushnell. La independencia de la América del sur española, 114. 160 De Bolívar al Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, 9 de septiembre de 1822, en Cartas del Libertador

IV. 283‐289. 161 Instrucciones ostensibles dadas al general Valdés en Restrepo, Documentos II, 140.

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64

completara. La reunión de soldados sudamericanos no significó su unión, aunque

compartieran el mismo objetivo: extirpar el poder monárquico español del continente

americano.

Cuando Bolívar llegó a tierras peruanas la situación política y social era complicada. Se

juntaban cuatro fuerzas patriotas militares distintas: argentinos, peruanos, chilenos y

colombianos, una marina “semirrebelde” y un gran ejército realista.162 El Libertador nombró

a su llegada a Lima al prócer chileno, Manuel Salas Corbalán como ministro peruano cerca

del gobierno de Chile, a quien le encargó la misión de conseguir tropas y dinero que pudieran

ayudar a poner pronto fin a la guerra que se libraba en el Perú.163 La misión de Salas Corbalán

dio como resultado la firma de un tratado entre ambos gobiernos, en el que el chileno se

comprometía a prestarle auxilio al Perú en su guerra de emancipación.164 Este tratado se hizo

efectivo en el segundo semestre de 1823 cuando se desembolsaron 750 mil libras esterlinas

al gobierno chileno para pagar sueldos, uniformes y otros gastos militares. En octubre de ese

año se embarcó en Valparaíso un contingente que contaba con 2500 infantes y 700 caballos

con rumbo a Perú. 165

La estadía de los soldados chilenos en suelo peruano fue corta. En diciembre de ese mismo

año el contingente volvió a Valparaíso. En el informe hecho por el coronel comandante de la

división al Director Supremo de Chile, narraba las situaciones por las que tuvieron que pasar

en el Perú:

… La división de Chile y como doscientos enfermos de las tropas del Perú componían el

ejército que debía operar por el Sur para distraer las fuerzas enemigas y evitar su concentración

en el Norte. Que las órdenes del Libertador eran de obrar precisamente por el sur; pero que se

encontró en la situación más embarazosa que se podía imaginar porque habiéndose embarcado

162 Lynch. Simón Bolívar, 248-249; Tulio Halperín Donghi. The Contemporary History of Latin America, 67) 163 De Bolívar a Manuel Salas Corbalán, 12 de septiembre de 1823, en Obras completas I, 806‐807. 164 Tratado de auxilio al Perú, 3 de mayo de 1823 en Universidad de Chile, Recurso digital

http://www.historia.uchile.cl/CDA/fh_article/0,1389,SCID%253D15749%2526ISID%253D563%2526PRT%

253D15747%2526JNID%253D12,00.html, recuperado el 6 de mayo de 2018. 165 Sesión Extraordinaria del Congreso Constituyente, en 31 de octubre de 1823 En Sesiones de los Cuerpos

Lejislativos de la República de Chile (1810‐1845) Tomo VIII, Biblioteca del Congreso Nacional, Santiago, 334.

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65

la división perdió toda la movilidad que tenía y de consiguiente no era posible emprender cosa

alguna por Cobija. Que la desmembración del ejército del Perú, la falta de armamento del de

Chile y la diseminación de sus fuerzas en Pisco, Callao y Cobija, le hicieron decidirse a tomar

el único temperamento que conceptuó racional de dirigirse a uno de los puertos de Chile a

reunir la división, organizarla y dirigirla unida a donde el Supremo Director lo tuviese por

conveniente.166

El contingente se dirigió al sur, a la isla de Chiloé, donde se realizó la primera campaña entre

enero y julio de 1824. La campaña en Chiloé y los debates para la aprobación de la

Constitución desviaron la atención del gobierno chileno, y los esfuerzos hacia la guerra en el

Perú fueron puestos en un segundo lugar, con lo que la idea de una unión militar se

disolvía.167

Bolívar, quien seguía viendo en la unión de las fuerzas republicanas de Sudamérica la salida

para el exterminio del poder monárquico en América, le pidió al Director Supremo del

gobierno chileno, Manuel Freire, quien sucedió a O’Higgins, que volviera a enviar tropas al

Perú en igual número al que se retiró a Valparaíso. El Libertador pedía 3,000 hombres

chilenos armados para garantizar la independencia del Perú en 1824.168 Los refuerzos nunca

llegaron y, por el contrario, las otras tropas auxiliares de Chile, y las argentinas, amenazaban

con retirarse. De hecho, el gobierno de Buenos Aires, sospechando de las miras

expansionistas colombianas, empezó a tramitar, desde noviembre de 1823, la salida de la

división de los Andes del Perú por Chile. Mariano Egaña, Ministro de gobierno chileno, pidió

al congreso el 7 de noviembre de ese año, que discutieran sobre el pedido del enviado de

Buenos Aires de retirar sus tropas del Perú por su territorio.169 La discusión se llevó a cabo

y la respuesta del Congreso chileno fue positiva.170

166 Sesión Extraordinaria del Congreso Constituyente, en 23 de diciembre de 1823 en Sesiones del cuerpo

lejislativo VIII, 612. 167 Guillermo Tupper. Diario de Campaña. 1823--‐1828 en Universidad de Chile,

http://www.historia.uchile.cl/CDA/fh_article/0,1389,SCID%253D16491%2526ISID%253D405%2526PRT%

253D16489%2526JNID%253D12,00.html, recuperado el 6 de mayo de 2018. 168 De Bolívar a Ramón Freire, 18 de enero de 1824 en Obras completas I, 879. 169 Sesión Extraordinaria del Congreso Constituyente, 7 de noviembre 1823 en Sesiones del cuerpo lejislativo

VIII, 390. 170 Sesión de 10 de noviembre de 1823 en Sesiones del cuerpo lejislativo VIII, 411.

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66

La situación de las tropas de la división de los Andes era precaria. Los soldados argentinos

no habían recibido sus salarios en un largo tiempo, el ánimo de las tropas estaba bajo. El

ejército se encontraba resguardando El Callao, donde las circunstancias empeoraban cada

día. Al no obtener respuesta del gobierno peruano a sus pedidos de pago, las tropas se

sublevaron el 5 de febrero de 1824. Realizaron un motín en ese puerto, robaron las

pertenencias de sus habitantes y abandonaron la plaza, no sin antes haberla entregado a los

realistas.171

En febrero de 1824 la situación era adversa para Bolívar y su ejército, El Callao había sido

entregado por las tropas argentinas y el 12 de febrero los realistas entraron a Lima y la

ocuparon con la ayuda de peruanos que se pasaban en bandadas al ejército realista, como ya

lo habían hecho antes pasándose al ejército patriota.172 El Libertador ya no contaba con el

apoyo de Chile ni con el de las Provincias Unidas. Él decía que esos gobiernos “se

mantendrán neutros por ineptos e incapaces”; por lo cual “estaba en los hombros de Colombia

lograr alcanzar la independencia peruana, ni en los peruanos se podía confiar.”173

El Vicepresidente colombiano Francisco de Paula Santander, entonces, envió un contingente

procedente de Panamá y de Guayaquil sin perder las esperanzas en la cooperación

continental.174 La espera resultó infructuosa. Chile nunca envió ayudas, y los soldados

argentinos desertaban en desbandadas. Aun así, las tropas colombianas, junto con algunos

voluntarios peruanos y muy pocos chilenos y argentinos, fieles a la causa de la independencia

americana,175 lograron reducir al ejército realista y sellar la independencia peruana y

americana en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.176

El periodo de las guerras de independencia fue un momento en el que había una comunidad

de objetivos en los gobiernos americanos que se establecieron en las nuevas unidades

171 Lynch. Simón Bolívar, 251. 172 Lynch. Revoluciones hispanoamericanas, 301-302; Bushnell. La independencia de la América del sur, 114. 173 De Bolívar a Santander, 10 de febrero de 1824 en Obras completas I, 917. 174 Lynch, Simón Bolívar, 255-256. 175 De la fuerza original, que salió de Valparaíso en 1820, no más de diez oficiales y noventa hombres de los

demás rangos llegarían a pelear en Ayacucho. Para ese entonces el resto había sido dado de baja o se habían

devuelto a sus países por cuestiones políticas y económicas. Lynch. San Martín, 183. 176 Lynch. Revoluciones hispanoamericanas, 304.

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67

políticas. Esto llevó a que, al menos en principio, los líderes políticos y militares delinearan

estrategias conjuntas para dar un golpe certero al poder monárquico en Sudamérica. Sin

embargo, había intereses locales y particulares, sobre todo en lo referente a los gastos de la

guerra que dificultaban, pero no impedían, la reunión de un ejército continental en suelo

peruano. La presencia de tropas de diferentes nacionalidades en el Perú hizo que,

momentáneamente, se materializara la unión militar motivada por la posibilidad de derrotar

definitivamente el enemigo común de toda la América antes española.

Esta posibilidad se extinguió pronto. La estabilidad de una fuerza multinacional era frágil y,

en un principio, estuvo atada a la presencia de San Martín en el campo de batalla. Con la

salida del argentino, las tropas del Ejército de los Andes y del chileno cuestionaron su lealtad

y empezaron a desertar, poniendo en riesgo la independencia peruana y sudamericana. A su

vez, La figura de Bolívar, en vez de generar confianza, hacia dudar a chilenos y argentinos,

temiendo por las miras expansionistas del Libertador en Sudamérica, que no sólo repercutiría

negativamente en el mantenimiento de la unidad militar, sino en la confianza de la unidad

bolivariana.

Si bien el objetivo principal de sellar la independencia americana se consiguió, la unión

americana, al menos en el ámbito militar, no se concretó. Este primer intento de unión se

convirtió en uno de los grandes hitos del movimiento unionista en Hispanoamérica. En años

posteriores, sobre todo en la década de 1860, la opinión pública se encargó de recordar que

los países sudamericanos lograron extirpar el poder monárquico español de manera conjunta,

llamando a una nueva unidad militar contra la escuadra española en el Pacífico que, según

ellos, atentaba contra la independencia del continente americano.

2.2 La Confederación como modelo de unión americana

Con el fin de las guerras de independencia, la idea de una confederación o liga

hispanoamericana empezó a hacer eco desde distintas partes del continente. El colombiano

Justo Arosemena entendía la Confederación como la unión que da por resultado una gran

Page 73: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

68

nacionalidad con un gobierno común, mientras que por liga la simple alianza de

nacionalidades que termina cuando los objetivos comunes son alcanzados. En ambos casos

el objetivo debería ser la defensa común exterior y al arbitramento de las cuestiones entre los

aliados.177 Esta no era una idea nueva. Francisco de Miranda, en 1798, ya había esbozado la

idea de establecer un Congreso americano, como forma de Gobierno continental.178 Bolívar,

por su parte, había propuesto en 1815 la creación de una asamblea continental “para tratar y

discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de las otras tres

partes del mundo”.179 Con base en estas ideas, se expandió un germen confederativo en

América que motivó la reflexión de este ideal en diferentes momentos del siglo XIX,

particularmente en los primeros treinta años de vida independiente hispanoamericana. En

cuanto a la puesta en práctica de una Confederación hubo dos intentos hasta la década de

1850: uno en Panamá (1826) y otro en Lima (1847).

La idea de establecer una Confederación americana hasta la década de 1860 mantuvo las

bases establecidas por Miranda, pero más las que Bolívar propuso en “La carta de Jamaica”.

Miranda buscaba que todo el continente hispanoamericano se organizara en una

confederación a modo de imperio católico, en el que no hubiera unidades políticas dispersas,

sino una sola unidad americana que respondiera ante el Concilio Americano.180 Si bien es

cierto que esta propuesta respondía a las necesidades de su época (finales del siglo XVIII y

principios del siglo XIX), la implosión del imperio español (1808-1810) demostró que dentro

de las unidades territoriales en que este estaba dividido se había creado una incipiente

identidad local que generó intereses particulares.181 Bolívar, por su parte, proponía la reunión

de un Congreso de los representantes de las Repúblicas, Reinos e Imperios americanos.

177 Justo Arosemena. Estudio sobre la Idea de una Liga Americana. (Lima: imprenta de Huerta, 1864) 11, 106-

107. 178 Francisco de Miranda. “Proyectos de gobierno provisorio y gobierno federal” (1801). En Michael Zeuske.

Francisco de Miranda y la modernidad en América. (Madrid: Fundación Mapfre Tavera, 2004) 177-186 179 Simón Bolívar. “Contestación de un americano meridional a un habitante de esta isla”, 6 de octubre de 1815

en Obras completas I, 172-173. 180 Olga Cook Hincapié. Historia del nombre de Colombia. (Bogotá: Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo,

1998) 99-100; William Robertson. The life of Miranda, Vol I. (Chapel Hill: The University of North Carolina

Press, 1929) 223-230. 181 Al respecto hay una bibliografía extensa, quisiera resaltar a Manuel Chust (coord.). 1808. La eclosión juntera

en el mundo hispano. (México: FCE, 2007).

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69

Nótese que el Libertador tenía en mente que cada nueva unidad política se podría dar su

propia forma particular de gobierno, pero debido a la comunidad de origen, lengua y religión,

era menester confederar cada una de las partes para completar la obra de la regeneración

americana.182

En vista de la imposibilidad de crear un gobierno general en América, la idea de

confederación de la que hablaba Bolívar en 1815 era, principalmente, el establecimiento de

relaciones de cooperación americanas con el objetivo de sellar la independencia frente a los

poderes europeos en el continente. Entre las condiciones para que existan ese tipo de

relaciones, según el internacionalista Kalei Holsti, deben haber “intereses, objetivos y

necesidades similares o complementarios entre las partes; la confianza en que la otra parte

cumplirá con sus obligaciones; y, finalmente, las interacciones que han de llevarse a cabo en

términos de reciprocidad y de confianza mutua."183 Por otra parte, el politólogo Karl Deutsch

propone que la integración debería construir una zona de paz en la que cada Estado conserva

su soberanía, por lo tanto, se mantiene el sistema de Estados independientes.184 Ambos

factores considerados por estos teóricos entraban en los pensamientos de Bolívar: la

comunidad de intereses y la conservación de la soberanía de cada una de las partes reunidas.

Por esto se afirma que Bolívar se refería más a unas relaciones de cooperación que a una

Confederación americana.

Además de la idea de Bolívar, otras propuestas fueron hechas luego, ya en la década de 1820.

Juan de Dios Mayorga propuso en el Congreso Constituyente mexicano (1823) enviar

invitaciones a todos los gobiernos continentales para la realización de un Congreso general,

encargado de sellar la alianza eterna de los Estados americanos. Por su parte, los legisladores

centroamericanos en 1823 decretaron que el gobierno debería incitar la realización de una

Conferencia de “La gran familia americana” para defender la independencia y crear un

comercio común. Y, por último, el guatemalteco Juan Nepomuceno Troncoso publicó en

182 Bolívar. “Contestación de un americano” 173-174. 183 Kalei Holsti [1979]. International politics: a framwork for analysis. (New Jersey: Prentice-Hall, 1988) 434. 184 Karl Deutsch, et al. Political Community and the north Atlantic area. (Princeton: Princeton University Press,

1957) 6.

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70

1825, en el periódico de su país El indicador, una propuesta para la creación de una

conferencia continental.185 En la primera parte de la década de 1820, la necesidad imperante

era repeler el poder realista de América. Las diferentes ideas unionistas de ese momento

versaban sobre la importancia de reunir esfuerzos de las antiguas secciones del imperio

español para expulsar definitivamente ese poder del continente. A continuación, se pasará a

exponer cada uno de los intentos de confederación americana, acompañados de las ideas de

unión americana que circulaban en el continente y que motivaron cambios en el modelo

confederativo.

2.2.1 El Congreso Anfictiónico de Panamá

Precisamente, Panamá fue el escenario de la primera Asamblea americana. Bolívar, desde

1815, pensaba que este era el lugar idóneo, por su centralidad y equidistancia, para reunir a

los representantes de las nuevas unidades políticas hispanoamericanas.186 Una vez

establecida la República de Colombia, en 1821, Bolívar contó con el aparato para desarrollar

su pensamiento y encargó a Pedro Gual, Secretario de Relaciones Exteriores colombiano,

para que promoviera un proyecto de unión, liga y confederación con las República

hispanoamericanas. Unión como la idea general, liga para lograr la expulsión de las tropas

realistas y confederación para asegurar la existencia posterior de las nuevas unidades

políticas americanas. Para ello, el Secretario Gual nombró a Joaquín Mosquera, Ministro

Plenipotenciario en las naciones del sur y a Miguel Ángel Santamaría, Ministro

Plenipotenciario de Colombia en México.

Las instrucciones dadas a ambos Ministros fueron iguales. Los puntos principales eran:

1. Se pactaría la unión entre los Estados para asegurar la existencia política y

prosperidad de la América antes española

185 Waldo Ansaldi. “Por patria entendemos la vasta extensión de ambas Américas. El proyecto de unidad

latinoamericana en perspectiva histórica” en Boletín de la Biblioteca del Congreso de la Nación, No. 127, 2014

Buenos Aires, 27. 186 “¡Que bello seria que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los Griegos!” Bolívar.

“Contestación de un americano” 173.

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71

2. No importaba el modo de gobierno que se habían dado las naciones, se negociaría

con cada una de ellas

3. Pactar con los gobiernos independientes una federación para la defensa de la causa

común hasta obligar al enemigo a desistir

4. Promover la celebración de un Congreso americano en Panamá, en el que se dé

impulso a los intereses comunes de los estados americanos y dirima las discordias

que puedan suscitarse entre ellos

5. La creación del comercio entre las naciones americanas, ya que antes de la

emancipación, éste estaba impedido por las leyes coloniales. Se firmará un tratado, si

es necesario, en el que conste que las partes contratantes no pagarán más derecho de

importación y exportación que los que asignan para los nacionales las leyes que

gobiernan en los puertos de su arribada.

Gual concluía las instrucciones con las siguientes palabras:

La liga americana que se debe formar debe ser más estrecha de la que se ha formado en

Europa en contra de la libertad de los pueblos. Es necesario que la nuestra sea una sociedad

de naciones hermanas, separadas, por ahora, pero en ejercicio de su soberanía, por el curso

de los acontecimientos, pero unidas, fuertes y poderosas para sostenerse contra las agresiones

del poder extranjero.187

El resultado de las misiones fue la firma de tratados de unión, liga y confederación de

Colombia con México (3 de octubre de 1823), Centroamérica (15 de marzo de 1825) y Perú

(6 de julio de1822), debidamente ratificados por los gobiernos firmantes. Además, Mosquera

ajustó un tratado de la misma naturaleza con Chile (21 de octubre de 1822) y uno de amistad

con las Provincias Unidas del Río de la Plata (8 de marzo de 1823) que no fueron ratificados

por los cuerpos legislativos de esos países. Con esos tratados, la República de Colombia

establecía una red hispanoamericana en pro de la defensa de la independencia, la libertad y

la soberanía.

187 “Instrucciones a Joaquín Mosquera que deberá seguir como plenipotenciario en las naciones del sur”, 10 de

octubre de 1821 en AGNC, Fondo Relaciones Exteriores, tomo 412 ff 1‐3.

Page 77: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

72

Los tratados en general, salvo el firmado con las Provincias rioplatenses, tenían el mismo

espíritu unionista:

1. La República firmantes se unen, ligan y confederan para mantener su independencia

frente a España o cualquier otra nación extranjera

2. Los ciudadanos de las partes gozarán de los mismos derechos que los ciudadanos

nacidos en ambos territorios

3. Los buques y mercancías de ambos países no pagarán más que el derecho de anclaje,

exportación y tonelaje establecidos para los nacionales en cada puerto

4. Los presos que hayan cometido delitos graves serán llevados al lugar donde los haya

cometido y allí serán juzgados

5. las naciones firmantes a nombrar plenipotenciarios que los representara en la

asamblea general de los Estados americanos, en ella se establecerían íntimas

relaciones entre todos sus miembros y tendría facultades de juez arbitro y conciliador

en las disputas y diferencias.188

Tras las misiones de Mosquera y Santamaría, solo Chile y las Provincias Unidas del Río de

la Plata no aprobaron la celebración de un Congreso Americano por distintas causas. El

Congreso chileno tenía temor que esa reunión hiciera parte de un plan expansionista de

Bolívar.189 Por su parte, el gobierno rioplatense argumentaba que no podía aceptar esa

invitación a nombre de todas las provincias hasta que no se hubiera consolidado la unión y

el establecimiento de un gobierno general.190 La prensa argentina se mostraba claramente en

contra de una reunión continental: “las dificultades de comunicación y transporte existentes

en América imposibilitaban la viabilidad del congreso, posiblemente, decían, al momento

que llegaran los quejidos de cualquier lugar de América a Panamá ya se hubiese sucumbido

188 Tratado de unión, liga y confederación entre la República de Colombia y el Estado del Perú, 6 de julio de

1823 en AGNC, Relaciones exteriores, t 412 ff 20‐21. 189 Sesión del Congreso chileno de 23 de abril de 1823 en Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile VII,

68. 190 De Mosquera a Gual, 10 de febrero de 1823 en José De‐Mier, Historia de Colombia según sus protagonistas,

Legación a la América meridional. Vol II, (Bogotá: Libreros colombianos, 1987) 281-282.

Page 78: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

73

a la fuerza del mal. Es por esto, que en adelante cada Estado, que se constituya, sería la

salvaguarda de su vecino.”191

Pese a estas posiciones al sur del continente, en 1824, Bolívar, como Dictador del Perú192,

empezó su plan de confederación hispanoamericana. El 7 de diciembre de ese año, el

Libertador envió una invitación a los gobiernos de México, Centroamérica, Colombia, Chile

y las Provincias Unidas del Río de la Plata para la celebración de un Congreso de

Plenipotenciarios en Panamá. Bolívar apeló a los tratados de Unión, Liga y Confederación

firmados entre Colombia y los demás países hispanoamericanos para realizar este llamado.

En su carta, el Libertador decía que aquel sería el paso definitivo para sellar la confederación

iniciada por aquellos tratados y que se lograría que se “eternice la duración de estos

gobiernos.” Para terminar, Bolívar advertía que, en caso de no celebrarse la reunión

continental, podría repercutir en perjuicio de la supervivencia de las nuevas Repúblicas y de

sus Independencias, amenazadas por las monarquías europeas, reunidas en la Santa

Alianza.193

Bolívar pensaba que para el éxito del Congreso americano era central que Gran Bretaña

enviase un representante y que se adhiriera a la Confederación hispanoamericana.194 El

Libertador no era de la idea de invitar a los Estados Unidos, sin embargo, cuando el

Vicepresidente colombiano, Francisco de Paula Santander, recibió la invitación, se apresuró

a anotar que debía extenderse una invitación al gobierno de Estados Unidos.195

191 La abeja argentina, Número 9, 15 de diciembre de 1822 en AGNC, Relaciones exteriores, t 412, ff 55-56. 192 Hasta el siglo XIX, la dictadura se entiende como un fenómeno republicano que es utilizada por las

sociedades para preservar el republicanismo en situaciones anormales o de emergencia. El dictador, entonces,

se entiende como un sujeto que adopta disposiciones que podría ejecutar de manera inmediata, es decir, sin

necesidad de ningún otro medio jurídico. Aquel dictador que pretenda mantenerse en el poder por más tiempo

del requerido (en la República romana eran seis meses), o que acuda a medidas violentas para imponerse sería

un déspota. Karl Schmitt [1921]. La Dictadura. Desde los comienzos del pensamiento modernos de la soberanía

hasta la lucha de clases proletaria. (Madrid: Revista de occidente, 1968) 38-40. Además ver Diccionario de

autoridades, recurso online http://web.frl.es/DA.html, consultado el 20 de marzo de 2019. 193 “Invitación del Libertador de Colombia y Encargado del Mando Supremo de Perú al Congreso De Panamá.”

Lima, 7 De diciembre de 1824, en Germán de la Reza. El Congreso de Panamá de 1826 y otros ensayos de

integración latinoamericana. Estudios y fuentes documentales comentadas. (México: Universidad Autónoma

Metropolitana, 2006)74-76. 194 Bolívar “Un pensamiento sobre el Congreso de Panamá” en Germán de la Reza (Comp.). Documentos sobre

el Congreso Anfictiónico de Panamá. (Caracas: Fundación Ayacucho, 2010) 51-52. 195 De Santander a Bolívar. 6 de febrero de 1825 en Reza. Documentos sobre el Congreso Anfictiónico, 44.

Page 79: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

74

Cuando Henry Clay, Secretario de Estado de los Estados Unidos en 1825, recibió la

invitación colombiana, pensó que el Congreso de Panamá sería una herramienta útil para

oponerse a los intereses de la Santa Alianza y se podría formar un plan de solidaridad de

intereses americanos. El Secretario decía que, gracias a la promoción de ese plan, se

establecería una liga de la libertad humana en América, en la que todas las naciones del

Hudson a Cabo de Hornos estarían unidas, no solo por hacerle oposición a Europa. Además,

decía que el Congreso era el complemento del mensaje de Monroe: América para los

americanos. En la reunión "cada estado representado deberá hacer por sí mismo la misma

declaración que Monroe hizo para los Estados Unidos en 1823; esta es que sus territorios no

estaban abiertos para la apropiación por colonización y se prometieran a sí mismos resistir

cualquier intento en esa dirección."196

La oposición en el Congreso estadounidense era reacia a ese tipo de alianzas por lo que los

parlamentarios dilataron la discusión hasta que, en mayo de 1826 nombraron a Richard D.

Anderson y John Sergeant como delegados de los Estados Unidos en el Congreso Americano.

En las instrucciones, Clay hizo énfasis en que ellos deberían rechazar toda idea de la

formación de un Congreso anfictiónico197 investido con poderes para decidir las

controversias entre los Estados americanos. En su lugar, proponía que se tratasen asuntos de

seguridad, comercio y navegación.198 Sin embargo, los enviados estadounidenses no

pudieron llegar a tiempo a Panamá: Anderson, agente de ese gobierno en Colombia, murió

de camino y Sergeant llegó cuando las discusiones ya se habían trasladado a Tacubaya,

México, a finales de 1826.199

196 International American Conference. Reports of Comittees and Discussions Thereon. Vol. IV. Historical A

endix. The Congress of 1826, at Panama, and Subsequent Movements Toward a Conference of American

Nations. (Washington: Government Printing Office, 1890) 11, 18. 197 La idea anfictiónica se entiende de manera análoga al proceso ocurrido en la antigüedad en las polis griegas.

Bajo este principio se reunieron representantes de aquellas ciudades, que compartían una religión y

parcialmente una misma lengua, principalmente con fines defensivos. Arosemena, Estudio, 11. 198 “Instrucciones del Gobierno de los Estados Unidos a sus delegados al Congreso de Panamá” en Reza

Documentos sobre el Congreso Anfictiónico, 107-136. 199 International American Conference, 12.

Page 80: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

75

Por sugerencia de Bolívar el Gobierno colombiano envió una carta invitando al Gobierno

británico a participar por medio de un observador en el Congreso americano. Cuando

Canning recibió la invitación encargó a Edward Dawkins y le instruyó para que desalentara

la creación de una liga de antiguas colonias españolas, a la que Estados Unidos podría influir.

Además, Canning le recomendó a su agente que promoviera la apertura de las aduanas y la

instauración de principio del derecho de mares defendido por su gobierno, sobre todo en las

Repúblicas ya reconocidas: Colombia, México y Buenos Aires.200

El Congreso americano se reunió entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826, con delegados

de Centroamérica, Colombia, México, Perú, un observador británico y otro holandés, enviado

por su Gobierno con el fin de analizar las posibilidades comerciales de su país con las nuevas

Repúblicas.201 El resultado de las negociaciones fue la firma de un Tratado de Unión, Liga y

Confederación perpetua. El tratado, inspirado en las ideas de Bolívar, tenía por objeto

sostener la libertad, independencia y soberanía de cada una de las partes firmantes, además

de promover las buenas relaciones entre ellas. Para lograr este objeto, las partes se

comprometían a aportar los contingentes de tropas, buques de guerra, y demás auxilios

necesarios. Además, se dispuso que se reuniría periódicamente un Congreso de

Plenipotenciarios que serviría de árbitro en la ocasión de presentarse diferencias entre las

partes contratantes.202 Los temas comerciales, de tanta importancia para los británicos y

holandeses no fueron abordados con profundidad en las reuniones, esperando tratarlas en

futuras oportunidades. Luego de terminar las deliberaciones, los Ministros Plenipotenciarios

acordaron trasladar el Congreso a Tacubaya, cerca de la capital mexicana, ya que Panamá no

ofrecía las mejores condiciones de salubridad. Allí la reunión se diluyó por la falta de

200 De Canning a Dawkins, 18 de marzo de 1826, en Reza Documentos sobre el Congreso Anfictiónico, 140-

142. 201 Protocolo de la séptima conferencia verbal del Congreso Anfictiónico. Panamá, 13 de julio de 1826, en

Germán de la Reza (Comp.), Documentos sobre el Congreso Anfictiónico de Panamá. (Caracas: Fundación

Ayacucho, 2010) 199-201 202 “Tratado de Unión, Liga y Confederación perpetua de las Repúblicas de Colombia, Centroamérica, Perú y

Estados Unidos Mexicanos”, 15 de julio de 1826 en Reza Documentos sobre el Congreso Anfictiónico, 209-

217.

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76

ratificación de los tratados y por la negativa del gobierno peruano de volver a enviar

representantes al Congreso americano.203

El chileno Benjamín Vicuña Mackenna, años más tarde, opinó que el resultado del Congreso

era de esperarse. En la Asamblea de Panamá ya se notaba la decadencia de la “fraternidad

americana." Bolívar promovió la idea de unión como un escudo para proteger América de la

Santa Alianza, no como un lazo de fraternidad. La Asamblea de Panamá fue débil porque

"fue hija del miedo a Alejandro de Rusia.”204

Además de la idea anfictiónica de Bolívar, en 1825 el argentino Bernardo Monteagudo

también propuso la realización de una federación general hispanoamericana. Monteagudo

decía que se debería formar una liga general contra el común enemigo, la que “llenaría con

la unión de todos, el vacío que encontraba cada uno en sus propios recursos”. Sin embargo,

advertía, de manera premonitoria, que había dos inconvenientes para la realización de ese

proyecto: las grandes distancias entre las partes que se confederarían y el espíritu localista

que “en los primeros años de independencia será tan activo como funesto.”205

Pese a que no se consolidó el proyecto de Bolívar, con el Congreso de Panamá se abrió el

periodo anfictiónico de la unión americana. La anfictionía basa su idea de integración y unión

en el hecho que las unidades políticas que se conformaron en la América antes española

compartían una misma lengua, el catolicismo como religión y, además, juntos enfrentaban la

amenaza de una posible invasión europea, principalmente española, en sus territorios.206 En

general, esta idea se mantuvo hasta 1865. Hasta esa fecha se reunieron dos Congresos

americanos en Lima que basaron sus principios de unión en el proyecto anfictiónico de

203 Germán de la Reza, “Más allá de la negligencia racional: la Asamblea de Tacubaya, 1826-1828”, Estudios

de Historia Moderna y Contemporánea de México (UNAM-IIH), núm. 30 (julio-diciembre del 2005) 5-45 204 Benjamín Vicuña Mackenna. "Unión y confederación. Estudios históricos" en Colección de ensayos y

Documentos Relativos a la Unión y Confederación de los Pueblos Hispano-Americanos. (Santiago: Imprenta

Chilena, 1862, 148). 205 Bernardo Monteagudo [1825]. "Ensayo sobre la necesidad de una federación jeneral entre los estados

Hispano-Americanos." en Colección de Ensayos y Documentos, 161-162, 170-171. Publicado de manera

póstuma. 206 Francisco Cuevas. Del Congreso de Panamá a la conferencia de Caracas. (Caracas: Serie de

sesquicentenario del Congreso de Panamá, 1976, ver Introducción, 13-26); Germán de la Reza se refiere a este

periodo como el Ciclo Confederativo. El ciclo confederativo. Historia de la integración latinoamericana en el

siglo XIX. (Lima: Fondo editorial de la Universidad Nacional Mayor de San marcos, 2012).

Page 82: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

77

Bolívar. Asimismo, se celebró en Santiago el Tratado Continental (1856) entre las Repúblicas

de Chile, Perú y Ecuador, bajo los mismos principios, pero sin organizarse en forma de

Congreso.

2.2.2 Entre Panamá y Lima. Otras vías de unión americana

Con la dilución del Congreso Anfictiónico, el gobierno mexicano, encabezado por el

canciller Lucas Alamán, tomó la iniciativa y buscó promover el denominado Pacto de

familia, entre 1830 y 1842, fecha en la cual el gobierno mexicano decidió cesar sus intentos

confederativos para concentrarse en la conservación de su integridad territorial, frente a la

amenaza estadounidense. El plan mexicano buscaba reintroducir los lineamientos

hispanoamericanistas del Congreso Anfictiónico y citar una nueva reunión de ministros

plenipotenciarios.207 Dentro del plan había tres puntos principales: 1. Promover la reunión de

un Congreso de Plenipotenciarios, con el interés de preservar la existencia de las repúblicas

hispanoamericanas; 2. La instauración de un sistema de ventajas comerciales americano; y,

3. La conformación de misiones itinerantes, como las de Mosquera y Santamaría en 1821,

para promover la reunión de la familia continental. La idea de Alamán era la formación de

una Confederación netamente hispanoamericana que le hiciera frente a la política comercial

británica, y al principio de la nación más favorecida, y, por otro lado, a la naciente influencia

estadounidense en el continente.208

207 Sobre el Pacto de familia ver, entre otros, Salvador Méndez. El hispanoamericanismo de Lucas Alamán

(1823-1853). (México: Universidad Autónoma de México, 1996); Germán de la Reza. La invención de la paz:

de la república cristiana del duque de Sully a la sociedad de naciones de Bolívar. (México: Siglo XXI,

Universidad Autónoma Metropolitana, 2009, 196 y siguientes); Josefina Zoraida Vázquez, “El Pacto de

Familia. Intentos mexicanos para la integración hispanoamericana: 1830-1847” en Revista de Indias, vol. LX,

núm. 193, Madrid, 1991, 545-570; María Antonieta Correa, Enrique Catalán. “México y el pensamiento de

integración. De Lucas Alamán a Víctor Urquidi”, en Cuadernos sobre Relaciones Internacionales,

Regionalismo y Desarrollo, Vol. 9. No. 17. Enero-Junio 2014, 41-43; y para una documentación relativa ver

Francisco Cuevas. El pacto de Familia. Historia de un episodio de la diplomacia mexicana en pro de la

anfictionía, estudio preliminar. (México: Secretaría de Relaciones Internacionales de México, 1962. Archivo

Histórico Diplomático Mexicano, segunda serie, 14). 208 Reza, El ciclo confederativo, 131-137.

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78

Frente a esta propuesta, el venezolano Andrés Bello pensaba que el proyecto de formar un

Congreso Americano era una ilusión. Si bien era importante acordar reglas generales de

conducta, pensaba el venezolano, el arbitrio propuesto no era el más acertado. Bello era de

la idea que las conmociones internas de los países hispanoamericanos y la multiplicidad de

trámites necesarios para llevar a cabo cualquier acuerdo, hacía de difícil ejecución un

Congreso continental. Además, la convulsa situación interna de las Repúblicas americanas,

entre las que se puede contar la inestabilidad de los Gobiernos, las guerras civiles y la

pobreza, no garantizaba que las decisiones tomadas por ese cuerpo se respetarían. Por tanto,

promovía las negociaciones particulares de Estado a Estado.209

En efecto, mientras el gobierno mexicano impulsaba su Pacto de Familia, la situación interna

de algunos de los nuevos países americanos era convulsa. En el Pacífico sudamericano, en

Ecuador, un grupo de facciosos se armaron en 1835 contra las provincias de Guayaquil y

Manabí, alterando el orden público, intentando extender una revuelta general contra el

gobierno de Vicente Rocafuerte.210 Además, durante ese mismo año, en Perú, Felipe

Salaverry se sublevó contra el presidente Luis Orbegoso y se auto proclamó Jefe Supremo

de esa República. Orbegoso, desde Arequipa, pidió ayuda a Andrés Santa Cruz, presidente

boliviano, para hacerle frente a los revolucionarios, asentados en el norte del Perú. Como

garantía, ambos presidentes firmaron un pacto para confederar los dos países.211 La guerra se

extendió hasta el 7 de febrero de 1836. Tras la victoria de Santa Cruz, el Perú se dividió en

dos estados: El Nor-peruano y el Sur-peruano, luego confederados con Bolivia, dando origen

a la Confederación peruano-boliviana, el 28 de octubre de 1836.212

209 Miguel Amunátegui. Vida de don Andrés Bello. (Santiago: Imp. Pedro Ramírez, 1882) 371-372. 210 De José Miguel Morales, Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, a Andrés María Torrico, Secretario

General del Perú, 25 de noviembre de 1835. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú

(AMREP), Caja 30, Carpeta 22, f 29. 211 De Orbegoso a Santa Cruz, 11 de abril de 1835. AMREP, Caja 30 carpeta 22, ff 41-42. 212 Decreto del Presidente Boliviano, Andrés Santa Cruz de 28 de octubre de 1836 (Estableciendo la

Confederación peruano-boliviana). Documento digital, disponible en

https://web.archive.org/web/20050311112927/http://www.congreso.gob.pe/ntley/Imagenes/Constitu/Ecpb183

6.pdf. Rescatado el 25 de abril de 2018.

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79

Bajo esta Confederación se fundieron dos unidades políticas (Perú y Bolivia) para conformar

una nueva nacionalidad. Esta situación se ajustaba, efectivamente, a la definición que daba

Arosemena. Sin embargo, esa reunión de dos porciones de territorio bajo un mismo Gobierno

generó tensiones en su interior; las tres secciones creadas tenían intereses disímiles que

impedía que la unión se mantuviera. Además, la Confederación peruano-boliviana

representaba una amenaza para el incipiente sistema de Estados del Pacífico sudamericano,213

en el que Chile y el Perú luchaban por la preeminencia en la región, sobre todo de sus puertos:

Valparaíso y el Callao, respectivamente.214

El gobierno conservador chileno, encabezado por José Joaquín Prieto, veía el paso de tropas

bolivianas a suelo peruano con cautela y guardaba cierta reserva. Prieto y Diego Portales

temían que Santa Cruz quisiera materializar el ideal bolivariano de unificar Hispanoamérica,

y veían en la creación de la Confederación peruano-boliviana un primer paso para ello.215

Los temores se veían confirmados cuando un grupo de peruanos instaron a algunos chilenos

para que se insurreccionaran contra el gobierno conservador.216 De inmediato, Diego Portales

envió las tropas chilenas al puerto del Callao con las instrucciones de destruir la

Confederación para preservar los intereses nacionales chilenos:

La Confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de la América. Por su

extensión geográfica; por su mayor población blanca; por las riquezas conjuntas del Perú y

Bolivia, apenas explotadas ahora; por el dominio que la nueva organización trataría de ejercer

en el Pacífico, arrebatándonoslo; por el mayor número también de gente ilustrada de la raza

blanca, muy vinculada a las familias de influjo de España que se encuentran en Lima; por la

mayor inteligencia de sus hombres públicos, si bien de menos carácter que los chilenos; por

todas esas razones, la Confederación ahogaría a Chile antes de muy poco. Cree el Gobierno,

213 Robert Burr. By reason or force. Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los Angeles:

University of California Press, 1965) 2-3 214 Manuel Lucena Giraldo y Marta Irurozqui. "Lima Vs. Valparaíso. El balance de poder en la América Andina"

en Historia de América Andina Vol. V. (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, 2003) 437-438; Heraclio

Bonilla. “Perú y Bolivia” en Historia de América Latina, Vol, VI. (Crítica, Barcelona, 1991) 204 215 Robert Burr. By reason or force: Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los Angeles:

University of California Press, 1965) 25-26. 216 Ramón Sotomayor Valdés. Campaña del Ejército chileno contra la Confederación Perú-Boliviana en 1837.

(Santiago de Chile: Impr. Cervantes, 1896) 9-10.

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80

y éste es un juicio también personal mío, que Chile sería o una dependencia de la

Confederación como lo es hoy el Perú, o bien la repulsa a la obra ideada con tanta inteligencia

por Santa Cruz, debe de ser absoluta.217

Bajo estas ideas, el gobierno chileno le declaró la guerra a la Confederación peruano-

boliviana en diciembre de 1836.218 A lo que siguieron enfrentamientos por tierra y mar que

dieron como resultado el fin de la Confederación en la batalla de Yungay, el 20 de enero de

1839.219

Ante estos acontecimientos, en 1839, Pedro Félix Vicuña, fundador de El Mercurio de

Valparaíso, alzó su voz a favor de la unión americana, como medio "para libertar a la América

de la anarquía que la ha destruido, y ponerla en el sendero que la lleve a la prosperidad y

engrandecimiento.”220 Vicuña argumentaba que las facciones y las revoluciones no habían

permitido que en América se hubiese gozado de un momento de paz y, entonces, se gozara

de los beneficios del republicanismo. Dentro de los beneficios, el chileno resaltaba el “papel

tiránico” de las leyes, que deberían servir como instrumento para combatir el caudillismo e

impulsar la moral y la virtud de los pueblos hispanoamericanos. Ahora, en cuanto a las

217 De Diego Portales a Manuel Blanco Encalada, General en jefe de la primera expedición chilena a la

Confederación peruano-boliviana, 10-09-1836, en Ernesto de la Cruz (Comp.). Epistolario de don Diego

Portales: 1821-1837, Vol III. (Santiago: Dirección General de Prisiones, 1936) 452-454 . 218 Declaración de Guerra del Estado de Chile contra la Confederación peruano-boliviana, 27 de diciembre de

1836. Recurso digital, disponible en

https://es.wikisource.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_Guerra_del_Estado_de_Chile_contra_la_confederaci

%C3%B3n_Per%C3%BA-Boliviana, rescatado el 25 de abril de 2018. 219 Para revisar una historiografía reciente sobre la Confederación peruano-boliviana y la guerra con Chile ver

Natalia. Sobrevilla Perea. The Caudillo of the Andes: Andres de Santa Cruz. (New York: Cambridge University

Press, 2011); Juan Carlos Arellano. “Los republicanos en armas: los proscritos, el gobierno y la opinión pública

ante la Confederación Perú-Boliviana” en Universum, Vol. 26, n. 2, 2011, 49-66; Ignacio Morales. “Chile y la

Confederación Perú-Boliviana a partir de una discusión historiográfica” en Intus-Legere Historia, 2012, Vol.

6, Nº 2; 95-114; Juan Carlos Arellano. “Dictadura y facultades extraordinarias: un debate entre el

republicanismo clásico y el liberalismo en el contexto de la guerra entre Chile y la Confederación Perú-

Boliviana (1836-1839).” En Estudios Ibero-Americanos. Enero-abril de 2016, Vol. 42, 1, 255-282; Eduardo

Cavieres y Gonzalo Serrano. “La guerra de Chile contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839): el trigo

y la agricultura como bases de un proyecto nacional” en América Latina en la Historia Económica, año 25,

núm. 1, enero-abril de 2018, 136-164; Loreto Correa. La guerra de Chile contra la Confederación peruano

boliviana (1836-1839). Cambio y continuidad: tres repúblicas y un Flandes americano. Tesis para optar al

título de Magíster en Historia, con mención en Historia de América en el Departamento de Ciencias Históricas

de la Universidad de Chile. Santiago de Chile, diciembre de 2000. 220 Pedro Felix Vicuña [1839]. "Único asilo de las repúblicas hispano-americanas (en un Congreso General de

todas ellas)", en Colección de ensayos y Documentos 213.

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81

relaciones entre los países americanos, Vicuña decía que convendría la creación de un

Congreso de las Repúblicas hispanoamericanas “con el solo objeto de intervenir en las

diferencias que pudieran tener entre sí y de asegurar la paz interior de cada una de ellas,

aparece como el remedio más específico de tantas dolencias.”221

Esta propuesta de Confederación, aunque se basaba en los principios de comunión de lengua,

religión, cultura y forma de gobierno, no respondía ante una amenaza exterior, como las que

se habían presentado hasta ese momento. La idea de Vicuña respondía a un momento

específico en el que la guerra entre repúblicas hispanoamericanas y las constantes

revoluciones internas amenazaban la tranquilidad de la región. Dentro de la propuesta no se

observa una referencia a constituir una alianza defensiva, característica propia de los intentos

unionistas del siglo XIX, sino que buscaba la “regeneración” de Hispanoamérica. Para ello

los aspectos capitales eran la paz interior y las relaciones amables entre todas las repúblicas

hispanoamericanas.222

La propuesta de Vicuña no encontró eco en el continente. Pocos años más tarde, en 1844,

Andrés Bello sirvió como ideólogo para la idea confederativa del Ministro de Relaciones

Exteriores chileno, Ramón Irarrázaval.223 En la propuesta de Bello estaba considerada la

celebración de un Congreso americano, conformado por Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y la

Nueva Granada. La idea iba en contravía de lo que el venezolano había dicho años antes al

referirse al Congreso de Panamá y al Pacto de Familia mexicano. Bello decía en la década de

1820 que un Congreso con representantes de las repúblicas americanas parecía “una bella

utopía y estéril de consecuencias prácticas para el continente”; sin embargo, para mediados

de la década de 1840, la idea de un Congreso continental se hacía viable por la importancia

de los temas que había por tratar. Sobre todo, los relacionados con el derecho público

americano. Entre los temas más importantes a sancionar estaban la regulación de la

neutralidad, la extradición de criminales, los derechos de sucesión y herencia de ciudadanos

221 Vicuña “Único asilo de las repúblicas hispano-americanas”, 213. 222 Vicuña “Único asilo de las repúblicas hispano-americanas”, 213-215 223 Memoria que el Ministro del despacho en el Departamento de relaciones Exteriores presenta al Congreso

Nacional de 1844. (Santiago: Imprenta de la Opinión, 1844) 9-12.

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82

muertos fuera de su país de origen, la navegación fluvial interna y la regulación del comercio

entre las partes confederadas, nada que ver con la defensa de la independencia de posibles

amenazas exteriores.224

Bello hacía énfasis que la Confederación no debería convertirse en una alianza defensiva

contra los poderes europeos, tal como ocurría en la década de 1829, con la amenaza de una

posible invasión de la Santa Alianza. La Confederación debía buscar las herramientas

diplomáticas para ejercer una mediación entre las Repúblicas americanas y las coronas

europeas, que podría resultar más efectiva. Además, apuntaba que “Todas las naciones

fuertes han abusado y continuarán abusando de su poder; no hay un Congreso en el mundo

que pueda ofrecer resistencia efectiva a una ley cuyo origen radica en la constitución moral

del hombre.”225 En últimas, Bello ratificaba la voluntad de unirse de los países débiles para

hacer contrapeso a las potencias comerciales y políticas del Viejo Continente.

También en Chile, en 1844, Juan Bautista Alberdi presentó una propuesta de Confederación

hispanoamericana, ante la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile para obtener el grado

de Licenciado. Alberdi hacía énfasis en la importancia de reunir un Congreso americano para

saber qué piensan los americanos de sí mismos y del destino del continente, no como una

suma de partes separadas, sino como una unidad. El chileno decía que la época de la guerra

con Europa había cesado: la independencia de las Repúblicas hispanoamericanas era un

hecho. El fin de esa guerra abrió paso al tiempo de las empresas materiales, del comercio y

de la industria: “los ejércitos fueron remplazados por el capital”.226

Dentro de los temas a tratar en el Congreso americano, Alberdi resaltaba dos. El primero se

refería al comercio y al tipo de relaciones que debía tener Hispanoamérica con las potencias

europeas. Alberdi planteaba que los gobiernos de los países hispanoamericanos debían

224 Ivan Jaksic, y Frances M. López-Morillas. Selected Writings of Andrés Bello. (New York: Oxford University

Press, 1998) 214-215. 225Jaksic, y López-Morillas. Selected Writings of Andrés Bello, 215. 226 Juan Bautista Alberdi [1844]. "Memoria sobre la conveniencia y objetos de un Congreso Jeneral americano",

leída ante la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile para obtener el grado de Licenciado. En Colección

de Ensayos y Documentos, 239, 256.

Page 88: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

83

promover la unión continental del comercio, que consistiría en la uniformidad aduanera. Esta

uniformidad debería comprender la abolición de las aduanas interiores, tanto las provinciales

como las nacionales, dejando solo la aduana marítima exterior. Además, en el Congreso

debería acordarse la uniformidad de moneda y del sistema de pesos y medidas.227 El otro

tema tiene que ver con el papel que debería jugar la Asamblea en la disputa por límites entre

las repúblicas hispanoamericanas, e incluso Alberdi va un poco más allá:

La América está mal hecha, si me es permitido emplear esta expresión. Es menester

recomponer su carta geográfico-política. Es un edificio viejo, construido según un

pensamiento que ha caducado: antes era una fábrica española, cuyos departamentos estaban

consagrados a trabajos especiales, distribuidos según el plan industrial y necesario del

fabricante: hoy cada uno de los departamentos es una nación independiente, que se ocupa de

la universidad de los elementos sociales, y trabaja según su inspiración y para sí. En esta

ocupación nueva, en este nuevo régimen de existencia, no siempre encuentra adecuado y

cómodo el local de domicilio para el desempeño de sus multiplicadas y varias funciones, y

tendría necesidad de variar el plan de su edificio; pero tropieza en los límites que estableció

la Metrópoli monárquica, y que ha respetado la América republicana [...] Es cierto que para

la ejecución de este designio sería preciso que el Congreso no fuese una simple junta de

plenipotenciarios; sino también una especie de gran corte arbitral y judiciaria, que como lo

congresos de Viena, Verona, Troppas, Laibach y Londres, pudiera adjudicar en calidad de

árbitro supremo, costas, puertos, ríos, porciones elementales de terreno en fin, al país que

tuviese absoluta necesidad de poseer alguno de estos beneficios para dar su ensanche y

progreso al movimiento de su vida moderna. El Congreso debe tener todo este poder por

delegación expresa de cada Estado, y porque él nace del interés general y Americano que es

llamado a formular en sus grandes decisiones.228

La idea de Alberdi no tenía en cuenta las particularidades de cada República y los florecientes

nacionalismos, que se alejaban de la búsqueda de intereses comunes y generales y, en cambio,

promovían la búsqueda de intereses particulares. Los principales intereses particulares de la

Repúblicas hispanoamericanas eran los de reorganizar el territorio del país y la obtención de

227 Alberdi. “Memoria”, 239-240. 228 Alberdi. “Memoria”, 232-233. La cursiva se conserva del original.

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ventajas comerciales .229 Por una parte, cada país tenía tratados comerciales con la mayoría

de las potencias europeas que les impedía pensar en adoptar el tipo de medidas propuestas

por Alberdi. Por otra parte, el uti possidetis juri de 1810, que establecía que las nuevas

Repúblicas mantendrían los límites establecidos por la corona española, era reconocido como

principio básico del derecho público americano en las disputas territoriales entre las

repúblicas americanas, por lo que la concesión de territorios de un país a otro era una idea

que difícilmente se podría realizar.

Dentro de las últimas propuestas, las relaciones entre las repúblicas hispanoamericanas tenían

un peso importante y no tanto las amenazas a la soberanía por parte de algún poder europeo.

Mientras que Vicuña proponía que la Asamblea fuera un medio para evitar conflictos en el

continente, Bello y Alberdi se refieren al establecimiento de un derecho continental en temas

importantes para la época y momento en el que se encontraban las jóvenes Repúblicas; sin

abandonar la defensa de posibles amenazas de alguna potencia europea.230 También es de

resaltar que Bello haya pensado en las Repúblicas del Pacífico sudamericano para

confederarse. Si bien podría ser simplemente por la cercanía geográfica, también podría

referirse a ciertos intereses del gobierno chileno en la región, sobre todo en Perú. Luego de

la guerra de Chile contra la Confederación peruano-boliviana, el Perú se convirtió en un

importante socio político y comercial de Chile. El principal producto de exportación era la

harina. Además de ello, tras el asesinato de Portales por la oposición, muchos de los exiliados

liberales chilenos fueron al Perú, donde planearon intentos revolucionarios contra el gobierno

chileno, por esta razón, el Gobierno de Bulnes necesitaba la cooperación del peruano para

impedir cualquier intento de revolución.231

Al mismo tiempo que en Chile se pensaba en una Confederación hispanoamericana, el

gobierno ecuatoriano, encabezado por Juan José Flores se enfrentaba a una revuelta que

buscaba alejar del poder al caudillo venezolano. Los enfrentamientos iniciaron en 1845,

como resultado de la reforma constitucional de 1843 (conocida como la Constitución de la

229 Burr, By reason or force, 5. 230 Andrés Bello [1832]. Principios de derechos de gentes. (Lima: Imprenta de Gómez Fuentenebro, 1844). 231. Burr. By reason or force, 23-24.

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85

esclavitud), la reelección de Flores como Presidente y una serie de medidas fiscales

discriminatorias232 y que atentaban contra la tranquilidad económica de los pobladores de las

diferentes regiones del país. En marzo de ese año se reunieron representantes de Cuenca,

Guayas y Quito en el puerto de Guayaquil y desconocieron la legitimidad del gobierno

floreano.233 Pocos meses después las tropas oficialistas fueron derrotadas y Flores salió del

país, con rumbo a España.234

No pasó mucho tiempo sin recibir noticias de Flores. En septiembre de 1846, Manuel

Sarreata, Ministro Plenipotenciario argentino en Londres, anunció que el expresidente

ecuatoriano estaba preparando una expedición orquestada por los españoles contra las

Américas. El plan era restablecer la monarquía española en suelo sudamericano, bajo el

reinado del hijo de la reina Cristina. Por su parte, el edecán de Flores, Coronel Wright, estaba

reclutando milicianos en Irlanda para ampliar el ejército invasor.235 Con lo que se encendían

las alarmas en Hispanoamérica, motivando la organización de un nuevo Congreso de

Plenipotenciarios.

2.2.3 Primer Congreso de Lima (1847)

Las noticias provenientes de Europa encendieron las alarmas en Hispanoamérica. Pronto se

inició un intercambio epistolar entre los Ministros de Relaciones Exteriores sudamericanos,

en el que el llamado común era a unir esfuerzos contra cualquier atentado a la independencia

232 La regulación fiscal tenía tres puntos que motivaron la movilización. 1. Impuestos diferenciados para los

ciudadanos de la sierra y la costa, siendo los de los últimos más altos; 2. Cobro de un impuesto obligatorio de

tres pesos para todos los hombres entre 18 y 55 años; y 3. El incremento de los cobros de aduana. Mark Van

Aken. King of Night. Juan José Flores and Ecuador, 1824-1864. (Los Angeles, Londres: University of

California Press, 1989) 183-184, 196-198. 233 Pronunciamiento popular de Guayaquil. 7 de marzo de 1845. En Luis Martínez Delgado. Traiciones a la

Independencia Hispanoamericana. (Bogotá: Editorial Kelly, 1974) 184-191. 234 Van Aken. King of Night, 205-208. 235 De Manuel de Sarratea, Ministro Plenipotenciario de la Confederación Argentina frente a las cortes de

Francia y Gran Bretaña, al Ministro de Relaciones Exteriores argentino, Felipe Arana, 30 de septiembre de

1846, en Congresos americanos de Lima, Recopilación de documentos precedida por el prólogo de Alberto

Ulloa, Vol. I. (Lima: Publicación oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores, 1938) 3-6.

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y soberanía de las repúblicas sudamericanas. Felipe Arana, Ministro argentino, advertía a su

par peruano, José Gregorio Paz Soldán, que todos los pueblos americanos debían unir

esfuerzos “para sostener la independencia común, y la identidad de principios y de

instituciones, que acordes adoptaron desde que sacudieron el ominioso [sic] yugo

español.”236 Además, el peruano invitó a los gobiernos americanos para la celebración de un

Congreso continental.237 Por su parte, el Ministro uruguayo, Carlos Villademoros, advirtió

que su gobierno pondría en acción todos sus recursos para combatir la amenaza proveniente

de España.238

Mientras los gobiernos sudamericanos se movilizaban en pro de la defensa de la soberanía

americana, llegó al continente la noticia que el gobierno británico había embargado las naves

que le irían a servir de transporte a Flores y sus tropas. El Gobierno de Lord Rusell, por medio

del Secretario del Foreign Office, Lord Palmerston, embargó los barcos que los agentes de

Flores habían comprado en la isla.239 Esta decisión, en parte, respondió a solicitudes hechas

por comerciantes e industriales británicos, quienes veían en la posible guerra en Sudamérica

un perjuicio para sus actividades económicas, y, por tanto, contra los intereses de la corona

británica. Para el caso, desde Glasgow escribieron

que en la mayoría de estos Estados [hispanoamericanos] se han contratado préstamos, cuyo

pago deberá ser aplazado indefinidamente por nuevas y agresivas guerras y disputas

internacionales; y que, efectivamente, la realización de la expedición del general Flores, será

un signo de ruina, pérdidas y confusión, para todos los partidos, nativos y extranjeros que tienen

intereses comerciales o de dinero conectados con las repúblicas hispanoamericanas.240

236 Del Ministro de Relaciones Exteriores argentino, Felipe Arana, al Ministro de Relaciones Exteriores

peruano, José Gregorio Paz Soldán, 10 de enero de 1847, en Congresos americanos de Lima, 44. 237 Circular de invitación del MRE peruano, Paz Soldán, a los MRE de Chile, Ecuador, Nueva Granada,

Venezuela, Bolivia, Buenos Aires, Estados Unidos, Centro América, México y Brasil, 9 de noviembre de 1846,

en Congresos americanos de Lima, 179-180. 238 Del Ministro de Relaciones Exteriores del Estado Oriental del Uruguay, Carlos Villademoros, a Felipe

Arana, 5 de febrero de 1847, en Congresos americanos de Lima, 48. 239 “Expedición del General Flores” en The Times, 28 de noviembre de 1846, en Traiciones a la Independencia

Hispanoamericana, 386, 389. 240 De comerciantes y otros residentes de Glasgow a Lord Palmerston, 29 de octubre de 1846, en Traiciones a

la Independencia Hispanoamericana, 372.

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87

También en Manchester hubo manifestaciones contra la expedición floreana, los

comerciantes de ese puerto decían

que esos ejércitos no pueden invadir ninguno de los Estados libres de América Central sin

poner en peligro la paz y buen orden de otros, con todos los cuales Gran Bretaña está en

términos de amistad; no se puede tampoco introducir la anarquía en esas regiones, sin acarrear

terribles pérdidas a este país ya que, además de las obligaciones monetarias que ha contraído

el gobierno, las manufacturas que emplean son producidas casi totalmente por la Gran

Bretaña.241

Algunos sectores de comerciantes británicos se preocupaban por la estabilidad de los países

hispanoamericanos y la repercusión de una posible invasión patrocinada por la corona

española. La principal preocupación era que esa empresa podría afectar la paz a los países

sudamericanos, con lo que se verían trastocados tanto el comercio como las finanzas

británicas. Los comerciantes británicos habían hecho una importante apuesta en la región y

esperaban sacar el mayor provecho de ella por lo que buscarían la manera que la estabilidad

sudamericana se mantuviera.

Pese a la noticia que la expedición no se realizaría, la idea de reunir un Congreso Americano

tomaba fuerza. Manuel Camilo Vial, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, siguiendo

las intenciones de su gobierno de promover la celebración de una Asamblea continental,

propuso que siguieran los preparativos para la reunión de Ministros Plenipotenciarios en

Lima.242 Llama la atención que dentro de las motivaciones para la celebración de un

Congreso americano no haya figurado la situación de México que, para ese momento, estaba

en guerra con Estados Unidos y perdía una porción de su territorio en el norte.243

Como se vio anteriormente, para ese momento (mediados de la década de 1840) las ideas que

circulaban sobre la Confederación americana trascendían la unión política y militar. Los

autores americanos hablaban de incluir temas comerciales, postales y otros que propendían

241 De H. Bazley, Presidente de la Cámara de Comercio y Fabricantes de Manchester, a Lord Palmerston, 3 de

noviembre de 1846, en Traiciones a la Independencia Hispanoamericana, 373. 242 Del Ministro de Relaciones Exteriores chileno, Manuel Camilo Vial, a Paz Soldán, 26 de febrero de 1846,

en Congresos americanos de Lima, 72-73. 243 Sobre la guerra entre México y los Estados Unidos, ver Capítulo 1.

Page 93: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

88

al desarrollo económico y, en últimas, a estrechar los lazos entre estas Repúblicas

estableciendo un derecho público continental. Los políticos y jefes de Estado americanos

incluyeron, entonces, estos temas dentro de la agenda del Congreso americano. De alguna

forma se puede ver la correspondencia entre las ideas circulantes sobre unión americana y la

política, sobre todo en los países de la costa del Pacífico sudamericano.

Un ejemplo de ello es el Ministro granadino, Manuel Mallarino, quien se mostró animado

frente a la iniciativa y expuso algunos puntos sobre los que debería tratar el Congreso.

Mallarino propuso, como medios para evitar la guerra entre los Estados "ligados", cinco

puntos: 1. La implementación del uti possidetis de 1810 en cuestiones limítrofes; 2. El

establecimiento de políticas claras de extradición y de internación; 3. La neutralidad en

cuestiones internas de cada país; 4. El rechazo a cualquier intento de desmembración de las

Repúblicas firmantes; y, 5. No permitir que dos o más Estados se reúnan para formar uno

solo, este punto como una alusión a la Confederación peruano-boliviana. Además, propuso

que se negociaran estipulaciones postales y comerciales como la libertad de carga,

navegación fluvial.244

El presidente granadino, Tomás Cipriano de Mosquera, dio su juicio sobre el Congreso.

Mosquera acudía al recuerdo del Congreso de Panamá y advertía que un Congreso que se

disolviera con brevedad podría resultar efímero y no cumpliría los objetivos señalados.

Entonces, proponía que se reuniera un Congreso de manera permanente de los representantes

de todas las repúblicas americanas en Washington, bajo la tutela del Gobierno

estadounidense. El carácter permanente “produciría notable sensación en Europa, y a la larga

sin pretenderlo nosotros, ni vociferarlo, podría llegar a ser un alto Juri, o mediador voluntario

en las desavenencias de nuestras Repúblicas, y un obstáculo benéfico de contiendas

armadas.”245 Mosquera proponía adherir a los Estados Unidos en el Congreso, motivado por

la idea de una unión continental y nos solo hispanoamericana. La propuesta de Mosquera nos

244 Del Ministro de Relaciones Exteriores granadino, Manuel Mallarino, a Paz Soldán, 15 de marzo de 1847, en

Congresos americanos de Lima, 202-204. 245 Manifestación de las razones de conveniencia política y de utilidad económica en que se funda la reforma

propuesta en la Lista Diplomática (Plan de Política Exterior), 22 de diciembre de 1847, en Congresos

americanos de Lima, 210-211.

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89

habla de un incipiente Panamericanismo, entendido como el medio para reunir las Repúblicas

del continente y conformar un órgano que propendiera por el mantenimiento del orden

americano.

Pese a las ideas del Presidente granadino, las reuniones del Congreso americano iniciaron el

11 de diciembre de 1847 con representantes de Bolivia, Chile, Ecuador, Nueva Granada y

Perú, tal como lo había previsto Bello. Durante las sesiones se redactaron y firmaron dos

tratados y dos convenciones. El primer tratado fue el de Confederación,246 que reproduce en

gran medida el modelo bolivariano de Panamá. Se establecía una alianza defensiva y ofensiva

contra cualquier poder que atentara contra la independencia; además, se prestaba mayor

atención a las relaciones entre las partes contratantes, sobre todo en lo referente a las disputas

fronterizas, al uso del uti possidetis de 1810, y el arbitrio en discordias entre las partes

firmantes, por medio de la reunión de un Congreso de Ministros Plenipotenciarios periódica

o con carácter de urgencia, tal como lo sugerían Bello, Alberdi y Mallarino. El segundo

tratado fue uno de Comercio y Navegación.247 Este sentaba las bases para un sistema

comercial americano, en el que las mercancías de las naciones confederadas pagarían un

tercio de los costos normales de aduana; los buques con bandera de alguna de las partes

contratantes serían tratados como nacionales; y, establecía la navegación fluvial libre, en los

ríos que dividiesen o atravesaran dos o más naciones.248

En cuanto a las Convenciones, hubo una Consular249 y una de Correos.250 La primera hacía

referencia a retirar el carácter diplomático a los cónsules de cualquier clase y, por tanto, su

inmunidad. El segundo establecía la normatividad y cobros para el tránsito de

correspondencia oficial y la difusión de periódicos entre las partes contratantes. Estos

246 Tratado de Confederación entre las Repúblicas del Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y Nueva Granada, firmado

en Lima el 8 de febrero de 1848. En Congresos americanos de Lima, 301-311. 247 Tratado de Comercio y Navegación, firmado el 8 de febrero de 1847 en Congresos americanos de Lima,

327-333. 248 Andrés Bello definió los Tratados y Convenciones como contratos entre dos o más naciones. “Los primeros

están destinados a durar perpetuamente o por largo tiempo, v. gr., un tratado de paz, de comercio o de límites.

Las segundas se consuman por un acto único, pasado el cual quedan enteramente cumplidas las obligaciones, o

extinguidos los derechos de los contratantes.” Bello. Principios de derecho de gentes, 125,128. 249 Convención Consular, firmada el 8 de febrero de 1847, en Congresos americanos de Lima, 314-319. 250 Convención de correos, firmada el 8 de febrero de 1848, en Congresos americanos de Lima, 321-323.

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tratados y convenciones sufrieron la misma suerte que el tratado de Confederación de

Panamá: no fueron ratificados sino por la Nueva Granada, por lo que esta iniciativa quedó en

los anaqueles de los archivos de los Ministerios de Relaciones Exteriores de los países

participantes.

Este segundo intento de Confederación mostró la vigencia del juicio primigenio de Bello y

del gobierno chileno: un Congreso continental resultaba impracticable por los trámites que

demandaba y por los intereses particulares de cada república americana. Las ideas

confederativas de Bello en 1844, llenas de esperanzas en una reunión continental que

establecieran las bases del derecho público americano, se encontraron con el obstáculo de la

soberanía del Estado y la inestabilidad interior. El Ministro chileno Vial decidió en 1849 no

presentar los tratados y convenciones del Congreso americano de Lima, ya que sus alcances

… menosca[ban] los poderes y facultades que la Constitución del Estado confiere al Ejecutivo

y a la Representación Nacional; poderes y facultades que constituyen la soberanía que en

aquel y en éstas ha depositado la Nación, y que no pueden ser delegados a persona o

corporación alguna extranjera, sin alterar hasta cierto punto la forma de gobierno establecida

por la ley fundamental.251

Estas palabras del Ministro chileno son importantes para explicar la renuencia a ratificar los

tratados de los Congresos americanos. Las explicaciones en la historiografía se han

concentrado en la falta de orden y buen Gobierno al interior de las Repúblicas para dar cuenta

del “fracaso” de estas reuniones continentales.252 Esto en parte resulta cierto, pero habría que

analizar la forma en la que esos países se concebían a sí mismos y la manera en que entendían

los Congresos americanos. En general, los países que se reunían en los Congresos se veían

como depositarios de una soberanía, entendida como el ejercicio soberano del poder por parte

251 Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores presenta al Congreso

Nacional de 1849. (Santiago: Imprenta del Progreso, 1849, 10). 252 Entre otros, recomiendo ver Jesús María Yepes, Del Congreso de Panamá a la Conferencia de Caracas

1826-1954. (Caracas: Cromotip, 1955); Francisco Cuevas. Del Congreso de Panamá a la conferencia de

Caracas. (Caracas: Serie de sesquicentenario del Congreso de Panamá, 1976); Germán de la Reza. “La

dialéctica del fracaso: el Congreso americano de Lima (1847-1848) y su desenlace”. En Cuadernos Americanos,

No. 134 (abril 2010), 11-26.

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91

de las autoridades del Estado, a expedir y hacer cumplir las leyes, tal como se puede leer en

las palabras del Ministro Vial.253 Esta soberanía se vería menoscabada por la injerencia de

un tercero, algún poder ajeno, que le indicaría la manera en la que los Estados debían regular

sus relaciones exteriores, comerciales e incluso la manera en la que se delimitaría el territorio

donde ejercen soberanía.

La idea de establecer una Confederación americana recibió un duro golpe luego del Congreso

de Lima. La confianza en reunir representantes de las repúblicas hispanoamericanas en un

Congreso americano decayó. Las experiencias de Panamá y Lima son muestra de que el

espíritu unionista era efervescente en momentos en que la seguridad era amenazada, tal como

ocurrió en el primer momento en que se supo de la posible expedición floreana, y se diluía

cuando los temores se disipaban, de la misma manera que ocurrió cuando se aseguró en el

Pacífico sudamericano que aquella expedición no saldría. Ambas asambleas daban la razón

a Bello, y mostraban que este tipo de reuniones no eran prácticas. Los resultados que se

alcanzaron durante las sesiones de los Congresos no se reflejaron en políticas de los Estados

de los países participantes. En fin, los esfuerzos confederativos habían resultado insuficientes

para luchar contra los intereses locales e influenciar en la política hispanoamericana y

trascender los momentos en que la seguridad continental era amenazada.

2.2.4 El Tratado Continental (1856)

No pasó mucho tiempo para que las repúblicas sudamericanas se volvieran a sentir

amenazadas. En 1854, el Ministro estadounidense residente en Ecuador firmó un acuerdo

con ese Gobierno, en el que el Ecuador confería concesiones bastante liberales en la

explotación y comercio de guano en las islas Galápagos a comerciantes estadounidenses. Los

agentes de Gran Bretaña, Francia, España y Perú en Ecuador protestaron contra dicho

acuerdo, alegando que se estaba estableciendo un protectorado estadounidense en el

253 Jean Bodino [1576]. Los seis libros de la Republica. (Madrid: Tecnos, 1985), sobre todo el capítulo 1, Libro

VIII, 47-66.

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92

Pacífico.254 Además, los estadounidenses, bajo el faro del destino manifiesto,255 buscaban

ampliar su frontera hacia el sur, ya no por medio de confrontaciones bélicas directas, sino

mediante expediciones de filibusteros que, en principio, no estaban patrocinadas por el

gobierno de Washington.256

Como se vio en el capítulo 1, para la década de 1850, la situación en Centroamérica y el

Caribe era tensa entre Gran Bretaña y Estados Unidos. El tratado de 1850 no se hizo efectivo

nunca y el gobierno estadunidense patrocinó diferentes expediciones de filibusteros que

ponían en alerta a los británicos. En 1854, el buque estadunidense Cyane bombardeó una

población en la bahía del reino de Mosquitia (sobre la que Inglaterra ejercía un protectorado).

Este hecho junto con las incursiones de los filibusteros en Hawai, Santo Domingo y

Centroamérica, hacía pensar al gobierno británico que los Estados Unidos se estaban

convirtiendo en una molestia mundial. Sin embargo, el gobierno británico estaba concentrado

en la guerra de Crimea (1853-1856), contra el expansionismo ruso.257

En 1855, el filibustero estadounidense William Walker se aventuró en Nicaragua e impuso

un nuevo gobierno bajo su mando. Este hecho encendió las alarmas en Gran Bretaña. Sin

embargo, el Conde de Clarendon, Secretario del Foreign Office, no hizo ningún reclamo al

respecto, ya que no estaba asegurado que Walker fuera un agente del gobierno estadunidense.

Rusell, Premier británico, prefirió apoyar a las Repúblicas centroamericanas para que

resistieran la invasión, incluso, vendiéndoles armas a Costa Rica.258

Las dudas sobre la oficialidad de los actos de Walker en Centroamérica se disiparon con el

recibimiento del agente del “rey de los filibusteros” por el presidente estadounidense,

254 Gustave Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856: An American Union 'Exclusive of the United

States'" en The Hispanic American Historical Revew. Vol 20, No 1 (febrero de 1940), 33; José Briceño. “Los

congresos hispanoamericanos en el siglo XIX: identidad, amenazas externas e intereses en la construcción del

regionalismo” en Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, núm. 118, enero-abril de 2014, 142 255 Sobre el destino manifiesto, ver capítulo 1. 256 Charles Brown. Agents of Manifest Destiny: The lives and times of the Filibusters. (Chapell Hill: University

of North Carolina Press, 1980. Ver sobre todo los capítulos 8-10). 257 Kenneth Bourne. Britain and the Balance of Power in North America. 1815-1908. (Berkeley; University of

California Press, 1967), 181-182. 258 Kenneth Bourne. Britain and the Balance of Power in North America. 1815-1908. (Berkeley: University of

California Press, 1967) 190.

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93

Franklin Pierce en mayo de 1856.259 Este acto hizo que se presentara una ola de protestas de

los diplomáticos centroamericanos en Washington. Los gobiernos de los países

sudamericanos fueron más allá. En Nueva Granada y Venezuela, el episodio fue un motivo

para promover el restablecimiento de la antigua Colombia, incluso con la adhesión de

América Central.260 Ante esta propuesta, el Gobierno ecuatoriano no respondió nada. Desde

Nueva Granada y Perú los Ministros de Relaciones Exteriores enviaron enérgicas circulares

contra el acto del Presidente Pierce. El Congreso chileno instó al Presidente Manuel Montt

para que nombrara un observador diplomático en el asunto de Centroamérica. Por su parte,

el Gobierno venezolano invitó a las naciones hispanoamericanas a reunirse en un Congreso

continental en Panamá.261

La idea de celebrar un nuevo Congreso americano tuvo diferentes reacciones a lo largo del

continente, pocas ellas de apoyo. El gobierno mexicano guardó distancia al respecto. El

Presidente argentino, Justo Urquiza, estaba de acuerdo con pactos bilaterales o de algunos

pocos países, que podrían tener mayor efecto que un Congreso americano. 262 El Ministro

granadino, Lino Pombo, no veía en una Asamblea continental una salida para las amenazas

en Centroamérica. Él proponía que una Confederación de la antigua Colombia –incluida

Centroamérica- podría hacer frente, de una manera óptima, a este y otros inconvenientes que

se pudieran presentar en el futuro.263 Por su parte, el Ministro de Relaciones Exteriores

chileno, Antonio Varas, no veía conveniente pensar en la reunión de un Congreso continental

para formar una alianza ofensiva y defensiva; él pensaba que ese modelo no era efectivo.264

La idea de conformar una Confederación americana no se encontró, en esta ocasión, con el

apoyo de los hombres de Estado hispanoamericanos.

259 Nuermberger. "The Continental Treaties”, 40 260 Exposición del Secretario de Relaciones Exteriores al Congreso de la Nueva Granada, en sus sesiones

ordinarias de 1857. (Bogotá: Imprenta del Estado, 1857) 6-7. 261 Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856”, 42-43. 262 Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856”, 48-51. 263 Exposición del Secretario de Relaciones Exteriores de 1857, 6. 264 Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores presenta al Congreso de

1856. (Santiago: Imprenta Nacional, 1856) 11.

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94

Por su parte, algunos pensadores hispanoamericanos siguieron promoviendo la celebración

de un Congreso americano. Entre ellos sobresale el chileno liberal Francisco Bilbao, quien

veía en la unión y la asociación de las repúblicas hispanoamericanas la manera de formar una

sola nación “más homogénea, más nueva, más pura, extendida en las pampas, llanos y

sabanas, regadas por el Amazonas, el Plata y sombreadas por los Andes.” Y que pudiera

hacerles frente a las amenazas provenientes del exterior. Bilbao proponía, en general, que el

modelo de los tratados de Confederación de los Congresos de Panamá y Lima se replicara en

una posible nueva Asamblea continental; aunque, añadía tres puntos particulares: 1. La

promoción de la colonización interna para ampliar el control de los territorios de cada país y,

así, aumentar la producción agrícola; 2. La creación de una universidad americana; y 3. Poner

en práctica un sistema de educación universal, sobre todo para “civilizar a los bárbaros”. 265

Las ideas de Bilbao no encontraron eco en la sociedad chilena, caracterizada por su

conservadurismo político, hasta la década de 1860.266

Además de Bilbao, el peruano Francisco de Paula González Vigil también reflexionó sobre

la unión y confederación americana. González Vigil era un promotor de la unión

hispanoamericana, aunque entendía los temores de algunos gobiernos de ver mermada su

soberanía. El peruano decía que la unión debería dar como resultado una Nación que genere

respeto en el mundo y que se muestre fuerte ante cualquier amenaza extranjera; esta unión

debe encargarse de las relaciones exteriores, y, cada unidad que la conforma ejercerá su

soberanía en los asuntos domésticos, relativos a la administración interior de cada una.

Además, González Vigil agregaba que el arbitrio era una parte central en la unión americana

para evitar disputas entre países que están llamados a ser hermanos.267

Los hechos de Ecuador y Nicaragua movilizaron el sentimiento unionista de los hombres de

Estado chilenos, peruanos y ecuatorianos, pero esta vez no se organizó en un Congreso

continental. Si en ocasiones anteriores las amenazas provenían del otro lado del Atlántico, en

265 Francisco Bilbao [1856] "Iniciativa de la América. Idea de un Congreso Federal de las repúblicas" en

Colección de Ensayos y Documentos, 283, 295-296. 266 Para ver aspectos de la sociedad chilena en la década de 1850, ver Capítulo 3 267 Francisco de Paula González Vigil [1856]. "Paz perpetua en América o Confederación Americana" en

Colección de Ensayos y Documentos, 328-329.

Page 100: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

95

esta ocasión, venían del vecino anglosajón del norte. El destino manifiesto como política

expansionista estadounidense atentaba contra la seguridad y soberanía en Centroamérica y el

Pacífico. Así como el lugar de donde provenía la amenaza cambió, la estrategia utilizada por

los gobiernos hispanoamericanos tampoco fue la misma. No hubo invitación para un

Congreso continental, sino una negociación entre pocos Gobiernos, con lo que los países

hispanoamericanos buscaban evitar los resultados de los Congresos de Panamá y Lima.

Así, en abril de 1856, el gobierno chileno envió unas indicaciones para la liga americana a

los representantes americanos residentes en Santiago.268 A este llamado respondieron los

gobiernos ecuatoriano y peruano, por medio de sus representantes. El presidente del Perú,

Ramón Castilla, envió las bases para la unión de los Estados Americanos al Encargado de

negocios peruano en Santiago, Cipriano Zegarra. En ellas replicaba, de buena manera, los

tratados de los Congresos de Panamá y Lima. Castilla condensaba los tratados de unión, de

comercio y las convenciones postal y consular en un solo documento, que no hablaba del

establecimiento de una liga ofensiva y defensiva.269

Con las bases propuestas por los gobiernos chileno y peruano, se reunieron en Santiago

representantes de estos dos países y de Ecuador. Las reuniones dieron como resultado la

firma del Tratado Continental el 15 de septiembre de 1856.270 Este tratado buscaba acercar a

esos pueblos hispanoamericanos y eliminar las barreras que obstaculizaron su prosperidad y

engrandecimiento, tales como las aduanas comerciales y el flujo de noticias e información.271

El tratado fue ratificado por el Congreso ecuatoriano y fue propuesto al gobierno de Costa

Rica para su adhesión, en vista a su cercanía a Nicaragua. La adhesión se verificó en 1857.

Estos actos empezaban a mostrar que este intento de unión podría tener resultados diferentes

a los que habían tenido los Congresos de Panamá y Lima, y que se estableciera la unión de

los pueblos que una vez fueron colonias españolas. Pero el panorama cambió. Los Congresos

268 En 1856, estaban en Santiago Encargados de Negocios de Ecuador, la Confederación Argentina y Perú. 269 De Ramón Castilla a Cipriano Zegarra, Bases para la unión de los Estados Americanos, 26 de julio de 1856

en Congresos americanos de Lima, 601-604. 270 Tratado Continental, 15 de septiembre de 1856 en Congresos Americanos en Lima, 613-620. 271 Memoria que el Ministro del despacho en el Departamento de relaciones Exteriores presenta al Congreso

Nacional de 1860. (Santiago: Imprenta del Progreso, 1849) 8.

Page 101: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

96

de Chile y Perú no ratificaron el tratado, con lo que la unión hispanoamericana se pospuso

nuevamente.272

En Perú, el Senador peruano Ignacio Escudero hizo una evaluación del Tratado Continental

y anotó que varios puntos resultaban impracticables ya que atentaban contra la soberanía

nacional. Entre ellos sobresalían los referentes a la educación y a la convalidación de títulos

en las naciones firmantes, ellos eran contrarios a la Constitución de 1856.273 Por otro lado, el

artículo 6° del Tratado no hacía la distinción entre crímenes graves y atroces para determinar

la extradición; Escudero decía que este punto debería ser considerado en otro tratado

particular sobre el asunto. El Senador veía contraproducente y “cruel” negar el asilo a los

jefes de las expediciones piráticas, lo cual está contra el derecho público internacional. El

Senador hizo otros comentarios sobre las palabras y la redacción que se debería utilizar para

otorgarle claridad a los artículos acordados por los gobiernos de Chile, Ecuador y Perú.274 La

presentación del Senador del 22 de julio de 1857 influyó en la votación negativa a la

aprobación del tratado por parte de la Convención Nacional del Perú.275

Mientras tanto, el Ministro Varas presentó el Tratado al Congreso chileno. Allí también

encontró resistencia. Las facciones de los partidos liberal y conservador se disputaban las

mayorías del Congreso y un movimiento contra el Presidente Montt, liderado por Manuel

Tocornal, tomaba fuerza. En ese ambiente hostil para el gobierno, en agosto de 1857, la

Cámara baja debatió los artículos del tratado. El ataque sobre ellos por algunos Congresistas

liberales, que se declararon en contra de cualquier política proveniente del Presidente Montt,

y la agudeza de la crisis ministerial indujeron a Varas a consentir en un aplazamiento

272 Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856”, 53-54. 273 El artículo 24 dice: “Todos los que ofrezcan las garantías de capacidad y moralidad prescritas por la ley,

pueden ejercer libremente la enseñanza y dirigir establecimientos de educación bajo la inspección de la

autoridad.” En Constitución se la República Peruana, 1856. Recurso digital. Disponible en

http://www.leyes.congreso.gob.pe/Documentos/constituciones_ordenado/CONSTIT_1856/Cons1856_TEXT

O.pdf, rescatado el 3 de mayo de 2018. 274 Dictado del Diputado Don Ignacio Escudero al Congreso Constituyente del Perú sobre el Tratado Tripartito

de Confederación americana de 1856, en Colección de Ensayos y Documentos, 123-129. 275 Sesión Secreta de la Convención Nacional del Perú, 22 de junio de 1857, en Congresos americanos de Lima,

626-627.

Page 102: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

97

indefinido. El Tratado Continental fue oficialmente suspendido por los tres gobiernos

contratantes en septiembre de 1857.276

Este intento unionista, pese a que no recurrió a las mismas fórmulas de los Congresos de

Panamá y Lima, tuvo el mismo resultado que ellos. La situación interna de los países

firmantes y el celo por la soberanía nacional fueron obstáculos importantes que no pudieron

ser franqueados para la consolidación de una unión política multilateral. Además, con el cese

de la amenaza en Centroamérica y el Pacífico, los gobiernos de los países firmantes

detuvieron la promoción del Tratado en el continente.

Si bien es cierto que la amenaza estadounidense se había disipado tras la derrota de las tropas

de Walker en Centroamérica, la política estadounidense seguía teniendo intereses hacia el

sur de su frontera, incluso hasta Centroamérica. El Presidente James Buchanan decía ante las

Cámaras del Senado el 7 de enero de 1857:

Está en el destino de nuestra raza extenderse por todo el continente de la América del Norte,

y eso sucederá antes de mucho tiempo, si se espera que los acontecimientos sigan su curso

natural. La oleada de la emigración seguirá hasta el Sur, sin que nada sea parte a detener su

curso, si se deja que esta emigración se extienda pacíficamente; la América central contendrá

en poco tiempo una población americana que labrará el bien de los indígenas, así como el de

sus respectivos gobiernos. La libertad reglada por la ley, dará por resultado la paz, y en las

diversas vías de tránsito al través del itsmo [sic], en las cuales tenemos tanto interés, se hallará

protección y seguridad.277

Por su parte, el Senador sureño, G. Brown en 1858 dijo ante el Congreso:

Nos interesa poseer a Nicaragua: acaso se encontrará extraordinario que yo hable así; y que

manifieste la necesidad en que estamos de tomar posesión de la América Central; pero si

tenemos necesidad de eso, lo mejor que podemos hacer es obrar como amos, ir a esas tierras

276 Nuermberger. "The Continental Treaties of 1856”, 54. 277 José María Torres Caicedo. Union Latino-Americana. Pensamiento de Bolívar para formar una Liga

Americana; su origen y sus desarrollos y estudio sobre la gran cuestion que tanto interesa a los Estados débiles,

a saber: ¿un gobierno legítimo es responsable por los daños y perjuicios ocasionados a los extranjeros por las

facciones? (París: Librería de Rosa y Bouret, 1865) 70.

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98

como señores. Si sus habitantes quieren tener un buen gobierno, muy bien y tanto mejor; si

no, que se marchen a otra parte. Acaso existen tratados; pero, ¿qué importa eso? Lo repito, si

tenemos necesidad de la América Central, sepamos apoderarnos de ella, y si la Francia y la

Inglaterra quieren intervenir, les leeremos la doctrina de Monroe.278

El deseo de algunos estadounidenses era expandirse y lograr que los Estados Unidos no

“tuviera fronteras para su futuro crecimiento.”279 En la década de 1850, las miradas sobre la

Doctrina Monroe se fueron diferentes tanto en el partido Demócrata, como en el

Republicano; el primero la asociaba con la expansión territorial, mientras que el segundo veía

en ella la manera de promover los principios e intereses estadounidenses, sobre todo en el

campo comercial.280 Estas ideas expansionistas no se llevaron a cabo por las tensiones al

interior de la Unión entre Norte y Sur. Luego, con la llegada de la Administración de Lincoln,

la idea expansionista tuvo un giro. El republicano veía la expansión territorial hacia el sur

como una ventaja para los sureños y su modelo esclavista, por lo que resultaba

impracticable.281 Esta decisión del gobierno estadounidense calmó los ánimos y puso de

nuevo, aunque no por mucho, en pausa la idea confederativa en Hispanoamérica.

2.3 Conclusión

La idea de unión hispanoamericana evolucionó, desde una asociación militar a una idea

confederativa hasta la década de 1850. Este proceso no fue lineal. En las guerras de

Independencia, los líderes de los ejércitos patriotas entendían que la lucha que libraban era

de alcances continentales y que, por ello, era necesario generar una unión para sellar la

Independencia en el continente. Durante la guerra, ejércitos de las Provincias Unidas del Río

de la Plata, Chile, Colombia y Perú se reunieron con un solo objetivo: extirpar el poder

278 Torres Caicedo. Union Latino-Americana, 70-71. 279 Discurso del Senador por Illinois, Stephen Douglas, ante el 32nd US Congress, en Sexton, citado en Jay

Sexton. The Monroe Doctrine. Empire and Nation in Nineteenth-Century America. (New York: Hill and Wang,

2011) 127-128. 280 Sexton, The Monroe Doctrine, 130 281 Kevin Peraino. Lincoln in the world. The Making of a Stateman and the Dawn of American Power. (New

York: Crown Publishers, 2013, 97-98).

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99

monárquico español en América. Aunque el objetivo se logró en Ayacucho, los temores e

intereses locales, impidieron alguna unión militar.

Ese primer momento terminó con la celebración del Congreso de Panamá. Luego de asegurar

la Independencia y la seguridad de las unidades política creadas tras la implosión del imperio

español, la idea confederativa tomó fuerza. La base de esa propuesta era la comunidad de

lengua, cultura y religión, heredadas de un pasado colonial conjunto. Bajo ese modelo se

realizaron intentos confederativos en Panamá en 1826, en Lima en 1847 y en Santiago en

1856. Cada uno con particularidades propias de su momento.

Sin embargo, para explicar los Congresos continentales la identidad resulta insuficiente.

Dentro de la ecuación entran a jugar otros aspectos, tales como el contexto internacional y su

influencia en la región. Si la mirada sobre los intentos unionistas se restringe a su faceta

anfictiónica (relativa a comunidad de lengua, cultura y costumbres), no se comprendería por

qué esa unión no se extendió a Puerto Rico, Cuba o Filipinas; con esos territorios también

existía la misma comunidad. En cuanto a la influencia del contexto internacional, los intentos

confederativos se realizaron en momentos en los que se presentaban amenazas externas que

ponían en riesgo la seguridad, autonomía e independencia de los países hispanoamericanos.

Aunque no en todas las amenazas a la seguridad en Hispanoamérica se acudió a reunir una

Asamblea para enfrentar al invasor. Algunos casos en los que no se acudió a la ayuda regional

son la invasión británica a Argentina que dio como resultado la anexión a aquel imperio de

las islas Malvinas (1833); la invasión británica al reino de Mosquitia en la zona norte de la

Nueva Granada (1837); la guerra de los pasteles (México-Francia) (1838); el bloqueo anglo-

francés al Río de la Plata (1838-1840); la guerra entre Estados Unidos y México (1846-1848).

Entonces, ni los asuntos identitarios ni la situación internacional por sí solos no explican la

idea confederativa en la región, aunque hacen parte de la explicación.

Otro punto a tener en cuenta son las ideas que circularon sobre unión y confederación.

Durante la primera mitad del siglo XIX, varios pensadores de diferentes nacionalidades se

preocuparon por pensar la unión americana y propusieron que el modelo confederativo, por

medio de un Congreso continental, era el ideal. Solo Bello expresó de manera enérgica que

Page 105: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

100

un Congreso no sería efectivo por la naturaleza del terreno americano, las grandes distancias

entre los países y por la impracticabilidad del modelo. Las ideas sobre la unión americana

influyeron en determinados momentos en la manera en que se desarrollaron las reuniones

continentales. Las ideas de Bolívar y Monteagudo influenciaron el Congreso de 1826; Bello,

en una retracción a su idea primigenia influyó para la realización del Congreso de Lima; y,

de nuevo Bello, volviendo a su precaución frente a un Congreso continental, motivó la

celebración del Tratado Continental. Con estos tres aspectos: identidad, política internacional

e ideas circulantes, se hace un mejor cuadro de las motivaciones y desarrollo de los intentos

confederativos.

Un último punto para entender el desarrollo de los intentos confederativos es la situación

interna de los países hispanoamericanos. Cada unidad política creada después de la implosión

imperial tenía sentimientos localistas que entraban en conflicto con la idea unionista. Los

gobernantes hispanoamericanos guardaban un celo por el cuidado de la soberanía y evitaban

cualquier connato de intromisión en sus decisiones o injerencia en asuntos netamente locales.

Además, la falta de tranquilidad al interior de muchos de los países de la región no permitía

que hubiese con quien negociar, ni garantizaba que quien llegase al poder daría continuidad

a los acuerdos y políticas de sus predecesores. Estas condiciones impidieron que los tratados

de alcance continental recibieran la ratificación y que la idea unionista y el principio

confederativo se postergara, o que se reactivara cuando una nueva amenaza se posara sobre

el continente americano.

La unión americana y su desarrollo va más allá de una relación dialéctica entre el contexto

internacional y la situación interna de los países que pretendían unirse. La explicación resulta

más compleja. En este capítulo se mostraron al menos cuatro aspectos que ayudarían en la

comprensión de este fenómeno, sin pretender que sean los únicos. Además, a lo largo del

capítulo se mostró que cada intento unionista tenía sus particularidades. Cada uno de ellos

adoptó diferentes formas, de acuerdo a su marco de posibilidades. Comprender la idea de

unión americana nos ayuda a comprender la manera en que los países del Pacífico

sudamericano buscaron dar respuesta a la crisis que amenazó su independencia y soberanía.

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101

3. El Pacífico sudamericano. Entre la construcción nacional y la lucha por la

soberanía (1848-1864)

Tanto la lucha por el balance de poder en América, como las ideas de unión continental

fueron una constante de la política del continente. Esos dos factores por sí mismos no

explican lo que pasaba dentro de la política de los países del Pacífico sudamericano, pero

ayudan a comprender la política de la región. Este grupo de países, en general, tenía como

objetivo principal alcanzar la estabilidad política dentro del republicanismo, como forma de

Gobierno. Durante las primeras décadas del periodo republicano en Hispanoamérica, las

jóvenes Repúblicas buscaron darse una organización interna, procurando una estabilidad

política y la delimitación del territorio nacional. En fin, procuraban asentar el republicanismo

como forma de gobierno. La mirada interna a estas jóvenes Repúblicas, concretamente a las

del Pacífico sudamericano, para la década de 1860, muestra que pocos de los objetivos se

habían alcanzado. La estabilidad política era una tarea pendiente. Las revueltas eran

constantes y había cambios de gobierno recurrentes, con la única excepción de Chile, donde

los gobiernos se mantuvieron, pese a que durante el decenio de Manuel Montt (1851-1861)

hubo sectores liberales descontentos que se revolucionaron.

En este capítulo se busca demostrar que en el Pacífico sudamericano se conformó un sistema

de Estados que tuvo como fin principal mantener la independencia de cada uno de los

integrantes y que, además, ellos competían entre sí para obtener y defender sus propios

Page 107: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

102

intereses nacionales, tanto comerciales y políticos en la región.282 Ese sistema se puede

rastrear en la política interior y exterior de cada uno de los países de la región. Su análisis

permitirá explicitar y comprender dinámicas de competencia interestatal por propender que

la balanza de poder les fuera favorable. En este capítulo se abordará la política de los países

del Pacífico sudamericano en su interior y entre ellos desde 1848, tras la ola liberal europea,

con repercusiones en la región, hasta la primera parte de la década de 1860, justo antes de la

invasión española a las islas guaneras del Perú (1864). El análisis se hará teniendo como ejes

la política interna de los países del litoral y su proyección en la región. El capítulo se dividirá

en tres partes. Una primera en la que se discutirá la situación de la política interna de los

países del Pacífico sudamericano. Se abordará el auge del liberalismo en los países de la

región tras los movimientos revolucionarios europeos de 1848,283 las disputas por el acceso

al poder, el caudillismo, los cambios de instituciones y la conciencia territorial generada

dentro de las Repúblicas del Pacífico sudamericano. En la segunda parte se analizarán las

iniciativas adelantadas por los Gobiernos de la región en pro del reconocimiento territorial y

su repercusión en las relaciones entre los países de la región, el eje serán los conflictos

limítrofes e ideológicos de finales de la década de 1850 y principios de la de 1860; y, en la

tercera parte, se mostrará la reacción que hubo dentro de este grupo de países ante el

desencadenamiento de la crisis americana, tras la entrada de España y Francia en la contienda

por el balance de poder en América, mediante la reanexión de Santo Domingo en 1861 y la

invasión francesa a México, desde 1862;284 la exposición de esa reacción considerará tanto

aspectos de los Gobiernos, como acciones de la opinión pública, sobre todo en la promoción

del americanismo en la región.

El análisis de las dinámicas de la política de cada uno de los países del litoral Pacífico y las

relaciones entre ellos inicia desde 1848 ya que a partir de ese momento hubo un importante

cambio en la política hispanoamericana. Las transformaciones que tuvieron lugar desde la

segunda mitad de la década de 1840 explican buena parte de la política de la segunda mitad

282 Burr, Robert. By reason or force: Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los

Angeles: University of California Press, 1965) 2-3 283 Sobre la ola liberal europea ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.3. 284 Sobre las invasiones a Santo Domingo y México, ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.4.

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103

del siglo XIX. El historiador estadounidense Frank Safford argumenta que desde ese periodo

hubo un importante cambio en la política hispanoamericana, y por tanto de la del Pacífico

sudamericano. El cambio al que se refiere Safford tiene que ver con la caída de las

instituciones coloniales que se mantuvieron luego de los procesos de Independencia. Estos

cambios estuvieron atados a la mayor integración de las economías de las jóvenes repúblicas

en el mercado global. Los políticos de la región, en general, buscaban modernizar

Hispanoamérica, asentar el republicanismo y crear sociedades liberales. Dentro de sus

programas reformistas sobresalían asuntos como el fin de la esclavitud, la modificación de la

política fiscal, la ampliación de la participación política y la propiedad comunal indígena.285

Esta búsqueda se dio dentro de un proceso iniciado desde el periodo de las Independencias,

en el que se introdujeron rasgos liberales en la política hispanoamericana, tales como la

libertad de imprenta, la abolición de fueros, la división de poderes, entre otros.286

La trayectoria de la llegada de la ola liberal europea a América permitió ver cómo el

republicanismo hispanoamericano adquirió un sentido liberal. Los hombres de Estado

hispanoamericanos habían acudido al republicanismo tras alcanzar su independencia,

principalmente por oposición a la monarquía.287 Sin embargo la adopción del liberalismo en

Hispanoamérica no fue homogéneo. Luego de la Revolución de febrero de 1848, cuando los

parisinos derrocaron a Luis Felipe, las ideas liberales que llegaron a estos países se

encontraron con unos contextos particulares que modificaron su adopción y perduración.

Entonces, hablar de las ideas liberales europeas en el Pacífico sudamericano es hablar de la

manera en que el republicanismo evolucionó en esa región particular. Esta mirada y análisis

permiten mostrar las dinámicas de la política de la región, en cuanto al asentamiento del

285 Frank Safford. “Política, ideología y sociedad” en Historia de América Latina, Tomo VI [1985]. (Barcelona:

Editorial Crítica, 1991) 47-48, 74-76. 286 Eduardo Posada-Carbó e Iván Jacsic (Eds.). Liberalismo y poder. Latinoamérica en el siglo XIX. (Santiago:

Fondo de Cultura Económica, 2011) 25; François-Xavier Guerra. “El apogeo de los liberalismos

hispanoamericanos. Orígenes, lógicas y límites”, en Bicentenario. Revista de Historia de Chile y América, Vol.

3, N° 2 (2004) 7-40; Armando Martínez Garnica. La agenda liberal temprana en la Nueva Granada, 1800-

1850. (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2006). 287 Guy Thompson. The European Revolutions of 1848 and the Americas. (London: Univestiy of London, 2002)

2.

Page 109: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

104

republicanismo justo antes de que se desencadenara la crisis de esa forma de gobierno en el

Pacífico sudamericano.

En cuanto al asunto de la delimitación territorial, este fue el punto que más competencia

interestatal generó entre las jóvenes Repúblicas hispanoamericanas. La competencia que se

desencadenó estuvo a punto de iniciar confrontaciones bélicas. Los principales diferendos

territoriales fueron entre Bolivia y Chile, por el desierto de Atacama; y entre Perú y Ecuador,

por la franja oriental en la Amazonía ecuatoriana. Específicamente, a finales de la década de

1850 y principios de la de 1860, esa competencia se recrudeció, generando diferentes

conflictos entre los países del Pacífico sudamericano, vaticinando una guerra a gran escala,

pospuesta por la crisis del sistema republicano en el Pacífico sudamericano, pero

desencadenada, al fin, en la guerra del Pacífico (1879-1883), que enfrentó a Perú y Bolivia

contra Chile. Las relaciones entre las Repúblicas del Pacífico sudamericano estuvieron

influenciadas por la competencia interestatal por la territorialidad, la soberanía y la unión

ante el peligro de perder el ejercicio de la soberanía y el sistema de gobierno republicano.

Este análisis permitirá explicitar que hubo un sistema de Estados en el Pacífico sudamericano

con sus propias dinámicas. En el interior de cada uno de los países que lo conforman se vivían

realidades que moldearon sus intereses y delinearon su política exterior, dentro de un proceso

de asentamiento del republicanismo. Esos Estados, basados en sus intereses, compitieron

entre sí para buscar desequilibrar la balanza de poder en su favor; para ejemplificar esa

competencia se recurrirá a analizar los conflictos territoriales e ideológicos dentro del

sistema. Asimismo, los países del sistema buscaron repeler cualquier poder extranjero que

quisiera interferir dentro de él. Esas dinámicas muestran cómo se configuraba el sistema hasta

el inicio de la crisis del Pacífico, con la que ellas sufrieron una transformación.

Page 110: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

105

3.1 Los países del Pacífico y la ola liberal. Luchas por el poder y cambios en las

instituciones republicanas

La oleada liberal europea de 1848 influyó en la política de los países del Pacífico

sudamericano. Esas ideas llegaron a los países de la región, que tenía cada uno sus propias

singularidades, por lo que la trayectoria del liberalismo en ellos fue particular. En la región,

jóvenes políticos, nacidos durante la independencia o luego de ella, se inspiraron en las

revoluciones del Viejo Continente para continuar el plan inconcluso de liberalizar el Estado,

detenido tras el primer embate en la década de 1820. Esta nueva generación buscó promover

una revolución política, económica y social para completar la tarea que había iniciado luego

de la implosión imperial, pero que se había detenido en 1830. No en todos los países del

Pacífico sudamericano la recepción de los ideales liberales europeos fue igual. La política

interna de cada uno de ellos jugó un importante rol. La llegada y adopción del liberalismo

europeo trajo consigo la transformación de instituciones coloniales que se mantuvieron

vigentes hasta finales de la década de 1840, justo en momentos en los que los Estados de los

países del Pacífico sudamericano se esforzaban por tomar conciencia de su territorio y de sus

recursos.

Las vertientes del liberalismo que más influyeron en Hispanoamérica fueron la británica y la

francesa. Por un lado, los radicales británicos proponían el sufragio universal, el libre acceso

a todas las profesiones, la menor intervención posible del gobierno, educación controlada por

el Estado, libertad de asociación, libertad religiosa, separación entre iglesia y Estado; en el

ámbito económico, planteaban la libertad de contrato, la oposición a las concesiones

monopolísticas y los monopolios gubernamentales y el libre comercio. Por otro lado, el

liberalismo francés también hacía énfasis en el sufragio universal (factor decisivo para la

elección de Luis Napoleón como Presidente de la segunda República en 1848), pero hacía

hincapié en la autonomía provincial y municipal, para prevenir el despotismo democrático,

y el concepto de la guardia nacional como un baluarte de los derechos individuales y las

garantías políticas. Además, el liberalismo francés definió la soberanía como del pueblo,

Page 111: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

106

ejercida por la nación y limitada por los derechos naturales del individuo.288 En menor

medida el socialismo utópico de Henri Sant-Simon también llegó a la región. Esta tendencia,

en particular, pretendía el beneficio de la sociedad, mejorando las condiciones de los más

pobres desde el Estado o asociaciones de productores. Los políticos hispanoamericanos,

generalmente, preferían el liberalismo, y entre las vertientes provenientes de Europa, ellos

prefirieron la francesa sobre la británica.289

Si bien es cierto que la influencia de la caída de Luis Felipe del trono francés en 1848 fue

mayor en países que compartían una forma de gobierno similar (monárquico),290 también

influyó en América, donde el republicanismo era el común denominador, con la excepción

de Brasil. Los sucesos de 1848 llamaron la atención de los líderes de la oposición y jóvenes

aspirantes en ese continente. Muchos pensaban que un cambio de régimen podría suceder en

su propio país.291 Los jóvenes políticos americanos volvieron la mirada hacia los artesanos,

a quienes buscaron ilustrar con el fin de apoyarse en ellos para realizar su movilización

política. Algunos ejemplos de ello son la Sociedad Democrática (1847) en la Nueva Granada,

la Sociedad del Progreso en Perú (1849) y la Sociedad de la Igualdad en Chile (1850). En un

principio, estas sociedades eran grupos de artesanos que pedían la reducción de los impuestos

a los productos locales manufacturados y su protección frente a productos extranjeros.292

La movilización con bases sociales permitió a los jóvenes políticos acceder al poder y realizar

importantes cambios en las instituciones estatales que permanecían del periodo colonial, así

288 Para ver las características y evolución del liberalismo durante el siglo XIX en Gran Bretaña y Francia ver

Pierre Mannet, An Intellectual History of Liberalism. (Princeton: Princeton University Press, 1995); Thomas

Neil. The Rise and Decline of Liberalism. (Milwakee: The Bruce Publishing Company, 1953) 77-121; Hugh

Jones. “Las variedades del liberalism europeo en el siglo XIX: perspectivas británicas y francesas” en Eduardo

Posada-Carbó e Ivan Jaksic (Eds.). Liberalismo y poder. Latinoamérica en el siglo XIX. (Santiago, Fondo de

Cultura Económica, 2011) 43-61. 289 David Bushnell y Neill Macaulay. The emergence of Latin America in the Nineteenth Century. (Oxford:

Oxford University Press, 1988) 188-189; Safford, “Política, ideología y sociedad”, 79 290 Sobre los hechos de 1848 ver Capítulo 1. 291 Kurt Weyland. “The Diffusion of Revolution: '1848' in Europe and Latin America” en International

Organization, Vol. 63, No. 3 (verano, 2009), 392, 411-412. 292 Safford. “Política, ideología y sociedad”,80-81. Para ver un análisis sobre el papel del artesanado en la

política sudamericana en la ola liberal ver Marta Irurozqui y Víctor Peralta. “Élites y sociedad en la América

andina: de la república de ciudadanos a la república de gente decente” en Historia de América Andina Vol. V.

(Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, 2003) 114-117.

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107

como introducir modificaciones en las relaciones entre Iglesia y Estado. Cada uno de los

países del Pacífico sudamericano tuvo una “liberalización” institucional diferente, de acuerdo

con sus dinámicas interiores. Por ejemplo, la llegada de esta ola liberal encontró asentados

en el gobierno a los marcistas en el Ecuador. Los marcistas eran opositores de Juan José

Flores, que en marzo de 1845 iniciaron una revolución desde Guayaquil, que terminó en la

salida de Flores del país y el inicio el periodo marcista (1846-1859), inaugurado con una

nueva Constitución en 1846.293

Estos políticos, en su mayoría jóvenes, aprovecharon el vacío de poder y la falta de unidad

de las élites políticas para tomarse la Presidencia. Una figura para exaltar entre los marcistas

fue José María Urbina (1851-1856). Este general ascendió como Presidente tras un golpe de

Estado en 1851. Urbina promovía el paso de un republicanismo jurídico-político, que

conciliaba el principio de libertad con el de la autoridad desde la esfera estatal, hacia uno

económico y social, que incluyera a los sectores medios y la base de la sociedad.294 Durante

su periodo, Urbina promovió algunas medidas liberales, tales como la abolición de la

esclavitud, el cobro anticipado del tributo indígena, decretó laica la educación, expulsó a los

jesuitas y suprimió derechos de exportación a artículos nacionales, que permitió el aumento

en la exportación de cacao y cascarilla, principalmente.295

Por su parte, para finales de la década de 1840, la sociedad boliviana tenía más rasgos

feudales que liberales. Manuel Isidoro Belzu accedió al poder tras la batalla de Yamparáez

(6 de diciembre de 1848), hasta 1855. Belzu, desde su Gobierno, promovió el tránsito hacia

el liberalismo, educando a los bolivianos para ejercer su libertad.296 Una medida central en

293 Óscar Efrén Reyes, Breve Historia General del Ecuador, Vol II. (Quito: Fray Jodoco Ricke, 1974) 85-86 y

Enrique Ayala Mora. “Los muertos del floreanismo” en Revista ecuatoriana de historia, No. 27, Semestre I,

2008, 69-70; Enrique Ayala Mora. Historia del Ecuador, Vol. II. (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar,

Sede Ecuador, 2008) 39. 294 Juan Maiguashca. "El proceso de integración nacional en el Ecuador. 1830-1895", en Juan Maiguashca (Ed.).

Historia y región en el Ecuador, 1830-1930. (Quito: Corporación editora nacional, 1994) 377. 295 Patricio Ycaza “Poder central y poder local en el primer periodo republicano” en Jorge Núñez (comp.)

Antología de Historia. (Quito: FLACSO, 2000) 302-304; Maiguashca. “El proceso de integración” 378-379;

Ayala Mora, Historia del Ecuador, 41-41. 296 José Fellman Velarde. Historia de Bolivia, Vol. II. (La Paz, Cochabamba: Editorial Los amigos del libro,

1981) 105.

Page 113: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

108

la política belcista fue permitir las reocupaciones de tierras a indígenas que habían sido

despojadas de ellas por latifundistas. En el campo económico, Belzu promovió el

proteccionismo de la artesanía local, tomó medidas en favor de los productos nacionales, creó

monopolios estatales y prohibió a los extranjeros la práctica del comercio.297 Estas medidas

permitieron que el gobierno liberal belcista estuviera apoyado en los artesanos urbanos, que

se organizaron en gremios quienes defendieron el régimen ante las amenazas de los

latifundistas de tomarse el poder.298 Otras medidas tomadas durante el Gobierno de Belzú

fueron el nuevo reglamento electoral, en el que ampliaba los términos de ciudadanía efectiva;

suspendió los pagos de la deuda externa y creó un impuesto sobre la minería. Además, inició

el arreglo de los caminos coloniales que unían a La Paz con Potosí, Cochabamba y el oriente

boliviano.299

La importancia del artesanado para los políticos liberales se ve más claramente en el caso de

la Nueva Granada a finales de la década de 1840 y principios de la de 1850. Los jóvenes

liberales granadinos se basaron en el artesanado para asegurar la presidencia de José Hilario

López (1849-1853). Los liberales granadinos se ganaron su apoyo con la promesa de

aumentar los aranceles de importación y la protección de la industria local.300 Durante el

periodo de López y hasta 1854, los jóvenes liberales promovieron una serie de cambios en la

política nacional, tales como el sufragio universal sin limitaciones, la eliminación de la pena

de muerte por delitos políticos, la separación de la Iglesia y el Estado, la eliminación del

297 Víctor Peralta. “Amordazar a la plebe. El lenguaje político del caudillismo en Bolivia, 1848-1874” en

Rossana Barragán y Seemin Qayum (dir.) El siglo XIX: Bolivia y América Latina. (Lima: Institut français

d’études andines, 1997) Recurso digital, disponible en

https://books.openedition.org/ifea/7459?lang=es#bodyftn21, consultado el 22 de agosto de 2018; Carlos Mesa

Gisbert; José de Mesa y Teresa Gisbert [1997]. Historia de Bolivia. (La Paz: Editorial Gisbert y Cia, 2016) 340,

342. 298 Huascar Rodríguez. “Mestizaje y confictos sociales. El caso de la construcción nacional boliviana” en

Cuadernos intercambio, Año 8, n. 9 (2011), 154-155; Heraclio Bonilla “Perú y Bolivia” en Historia de América

Latina, 229; Fellman, Historia de Bolivia, 116-118; Mesa, Historia de Bolivia, 340. 299 Frédéric Richard. “Política, religión y modernidad en Bolivia en la época de Belzu” en Barragán y Qayum.

El siglo XIX: Bolivia y América Latina, Recurso digital, disponible en

https://books.openedition.org/ifea/7457#ftn1, consultado el 22 de agosto de 2018; Fellman Historia de Bolivia,

114. 300 Salvador Camacho Roldán. Mis memorias, Vol. I. (Bogotá: Editorial ABC, 1946) 49-57 y Marco Palacios y

Frank Safford [2002]. Historia de Colombia. País fragmentado, sociedad dividida.

(Bogotá: Universidad de los Andes, 2012) 293-295.

Page 114: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

109

fuero eclesiástico y militar, el establecimiento del matrimonio civil, la abolición de la

esclavitud, la libertad absoluta de expresión oral y escrita, la reducción del ejército a una

fuerza de policía de 500 a 800 hombres, la descentralización de rentas y gastos, aumentando

la participación de los Estados o regiones, la eliminación del monopolio estatal de tabaco y

aguardiente, la supresión del impuesto al oro y de los diezmos, libertad comercial sin

limitaciones, entre otras.301

Algunos de los sectores del artesanado se vieron defraudados, sobre todo por el

incumplimiento del aumento de tarifas de importación, que era uno de los asuntos que más

interesaba a este grupo. El artesanado vio como los liberales los utilizaron, y las promesas

hechas no fueron cumplidas.302 Desengañados, los artesanos se unieron con un sector de los

militares, que veían en las políticas liberales una amenaza y organizaron una revuelta en la

Semana Santa de 1854, liderada por José María Melo, gracias a la cual, momentáneamente

se hicieron con el poder, trayendo de vuelta varias medidas conservadoras, tales como que

los gobernadores, bajo el nuevo régimen, serían nombrados, y no elegidos; el catolicismo

volvería a ser la religión estatal; y habría un ejército ampliado que nuevamente disfrutaría

del fuero militar.303

La entrada del liberalismo en Chile se encontró con una sociedad conservadora e influenciada

por el Estado conservador (ideado y materializado por Diego Portales), institucionalizado

301 Pedro Moncayo. Ojeada sobre las Repúblicas sudamericanas. Tomada de la Revista del Pacífico.

(Valparaíso: Imprenta y librería del Mercurio, 1861); Jaime Jaramillo Uribe. “Las sociedades democráticas de

artesanos y la coyuntura política y social colombiana de 1848” en Anuario colombiano de historia social y de

la cultura, No 8, 1976, 5-6; Eduardo Posada-Carbó. “New Granada and the European Revolutions of 1848” en

Thompson, The European Revolutions, 229-230. 302 Sobre el desengaño de los artesanos con los liberales ver Ambrosio López. El desengaño, o confidencias de

Ambrosio López, primer director de la Sociedad de Artesanos de Bogotá, denominada hoi “Sociedad

Democrática.” Escrito para conocimiento de sus socios (Bogotá: Imprenta de Espinosa, 1851) 3, 6-7 17-18,

19-20; Clara Lida. “The Democratic and Social Republic of 1848 and its Repercussions in the Hispanic World”

en Guy Thomson (ed.), The 1848 European Revolution in the Americas (London, 2002) 60-61. 303 Venancio Ortiz, Historia de la revolución del 17 de abril de 1854. (Bogotá: Imprenta de Francisco Torres

Amaya, 1855) sobre todo 51-54; Palacios y Safford, Colombia, país fragmentado, 313-315; Jorge Orlando

Melo. Historia mínima de Colombia. (Madrid y México: Turner Publicaciones y El Colegio de México, 2017)

144.

Page 115: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

110

tras la Constitución de 1833.304 Dentro de las pocas críticas al estado portaliano sobresale la

hecha por Francisco Bilbao en 1844. En Sociabilidad chilena,305 Bilbao cuestionó las

creencias casi unánimes de la nación chilena y culpaba al Estado portaliano de promover un

estado de letargo en la sociedad, que dejó incompleta la gesta revolucionaria iniciada en

1810. Aunque Bilbao quiso generar un gran alboroto, su escrito fue condenado y él mismo

salió exiliado hacia Europa.306 Luego de su viaje por Europa, donde vivió de primera mano

los hechos de la revolución francesa de 1848, Bilbao volvió a Chile en 1850, notando que la

realidad de su país seguía siendo la misma. Por ello volvió su mirada sobre “las masas”, a

quienes debía enseñárseles la ciencia republicana.307

Aunque Bilbao traía también ideas del socialismo utópico, él, junto con otros jóvenes

liberales, buscaron apoyarse en el artesanado para hacerle frente al conservadurismo chileno,

desde los principios liberales. Así nació la Sociedad de la igualdad.308 Pronto la sociedad

empezó a ser cooptada por los jóvenes de las familias prestantes de Santiago, dejando en un

segundo plano a los artesanos. Esta organización no fue bien vista por el Gobierno

conservador de Bulnes, que mantenía la máxima portaliana: con la oposición “bastaba la

mano dura, todo lo dura que fuese necesaria”. El gobierno prohibió la Sociedad de la

igualdad en noviembre de 1850.309 Los pocos que quedaron se opusieron a la candidatura

presidencial del conservador Manuel Montt y el 20 de abril de 1851 realizaron un motín en

las calles de Santiago. Los artesanos, en general, no apoyaron este movimiento de los

304 Constitución de la República de Chile. Jurada y promulgada el 25 de mayo de 1833. http://bdh-

rd.bne.es/viewer.vm?id=0000040943&page=1, Biblioteca Digital Hispánica. Consultado el 22 de agosto de

2018. Robert Burr dice que esta Carta estableció un gobierno fuertemente centralizado y que no fue hecha para

instaurar instituciones democráticas sino para perpetuar un gobierno oligárquico, en el que se reprimió la

oposición, en pro de mantener asegurado la ley y el orden, “por la razón o por la fuerza”. La censura a la prensa

fue extrema y, además, se prohibieron las reuniones de cualquier tinte político, sobre todo hasta la muerte de

Diego Portales (1837). By reason or force: Chile and balancing of power in South America, 1830-1865. (Los

Angeles: University of California Press, 1965) 15-17. 305 Francisco Bilbao. Obras completas, Vol. I. (Buenos Aires: Imprenta de Buenos Aires, 1866) 3-41. Edición

hecha por Manuel Bilbao, quien, además, hace una biografía a modo de introducción. 306 Pedro Cruz. Bilbao y Lastarria. (Santiago: Editorial difusión chilena, 1944) 16-17. 307 Bilbao. Obras completas, LXX-LXXV. 308 Simon Collier. “Chile” en Historia de América Latina VI, 246; Cristian Gazmuri. El “48” chileno.

Igualitarios, reformistas radicales, masones y bomberos. (Santiago: Editorial universitaria, 1988) 76. 309 Gazmuri, El “48” chileno, 87, 101-102.

Page 116: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

111

liberales, pasando a formar parte de la Guardia Nacional.310 El carácter conservador de la

sociedad chilena postergó la adopción de medidas liberales. Habría que esperar el final del

decenio de Montt para ello, como se verá más adelante.

En el Perú, era común la visión conservadora del pueblo como un niño al que era necesario

educar, en vez de seguir sus mandatos. Esta visión hizo que el liberalismo se moderara y

adoptara una faceta conservadora.311 Los liberales encontraron en el mariscal Ramón Castilla

(Presidente entre 1845-1851 y 1855-1862) un aliado importante para llevar a cabo las

reformas que el gobierno conservador de José Rufino Echenique no permitió (1851-1855).312

Estos sectores liberales se rebelaron e instituyeron un gobierno provisorio al sur del Perú.

Castilla fue nombrado líder político y militar de la insurrección. En su marcha hacia Lima,

el mariscal peruano decretó la libertad sin condición para los esclavos313 y la abolición del

tributo indígena; con ello, estos sectores, ampliamente mayoritarios en el Perú, dieron su

apoyo a los revolucionarios.314 Por su parte, los artesanos urbanos ya apoyaban a Castilla, en

parte porque en su primer periodo presidencial había impuesto barreras proteccionistas.315 La

victoria de la revolución liberal se selló en Miraflores. Los liberales victoriosos aclamaron a

Castilla como Presidente del Perú, quien convocó una Asamblea Constituyente. En 1856 vio

la luz una nueva Constitución, claramente de tendencias liberales.316 Esta Carta abolió la pena

de muerte, estableció el sufragio popular directo para todos los peruanos que supieran leer y

310 Benjamín Vicuña Mackenna. Historia de la jornada del 20 de abril de 1851. Una batalla en las calles de

Santiago. (Santiago: Angosta, 1878), sobre todo 480-529; Francisco Frías. Manual de historia de Chile.

(Santiago: Nascimento, 1967) 354-356; Lida “The Democratic and Social Republic of 1848”, 64. 311 Carlos Contreras y Marcos Cueto [1992]. Historia del Perú contemporáneo. Desde las luchas por la

Independencia hasta el presente. (Lima: Instituto de Estudios Peruano, 2015) 116. 312 Julio Pinto Vallejos. “La construcción social del Estado en el Perú: el régimen de Castilla y el mundo popular,

1845-1856” en Historia, No. 49, Vol. II, julio-diciembre 2016, 565-566. 313 Gracias al auge de la economía guanera, el gobierno de Castilla indemnizó a los propietarios de esclavos,

quienes declaraban más esclavos de los que habían tenido, o reclamaban el pago por aquellos quienes habían

pagado su propia manumisión. Alfonso Quiroz. La deuda defraudada: consolidación de 1850 y dominio

económico del Perú. (Lima: Instituto Nacional de Cultura, 1987) 159. 314 Javier Tantaleán. La gobernabilidad y el Leviatán guanero. Desarrollo, crisis y guerra con Chile. (Lima:

Instituto de estudios peruanos, 2011) 42-43; Jorge Basadre Grohmann. Historia de la República del Perú, Vol.

6. (Lima: Producciones Cantabria SAC, 2014) 219-220, 230. 315 Pinto Vallejos. “La construcción social del Estado en el Perú” 565. 316 Constitución de la República del Perú de 1856, http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/constitucion-

no-promulgada-de-1856/html/ Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 22 de agosto de 2018.

Page 117: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

112

escribir, abolió impuestos de antiguo régimen y limitó las atribuciones del Poder Ejecutivo.

Este último aspecto hizo que Castilla mostrara su desagrado ante las medidas liberales, lo

que desencadenó en la separación del caudillo con ese sector.317

Tal como sucedió en Europa, en América el liberalismo tuvo un momento de expansión y

otro de contracción. En el Perú, el mismo Castilla, que se apoyó en los liberales para llegar a

la presidencia, convocó al Congreso en 1860 y les encomendó la tarea de reformar la

Constitución por una más moderada.318 La causa del “liberalismo abortado” podría hallarse

en el apogeo de las exportaciones guaneras, que permitió la consolidación de un Estado

independiente, pero sobre bases económicas y sociales frágiles.319 En Bolivia, los

latifundistas, encabezados por José María Linares, derrocaron al sucesor de Belzu, Jorge

Córdova (1856). Linares declaró la dictadura en marzo de 1858 y retrotrajo buena parte de

las medidas populares de Belzu. El dictador asumió, entonces, el juzgamiento y la sanción

discrecional de los delitos políticos, restringió la libertad de prensa, creó milicias compuestas

por propietarios, profesionales y estudiantes, destinadas a remplazar al ejército.320 En la

Nueva Granada, la dictadura de Melo desencadenó en la unión de las élites liberales y

conservadoras, que resultaron victoriosas.321 En 1857, el conservador Mariano Ospina fue

electo Presidente. Los victoriosos consideraban peligrosos a los artesanos por lo que

mandaron al exilio a Panamá a los que representaban una mayor amenaza.322 En Chile, el

conservadurismo y la represión contra la oposición no permitieron, ni siquiera, que se

alcanzara un auge liberal. En cuanto al Ecuador, los conservadores criticaron duramente las

medidas contra la iglesia y, principalmente, las políticas extranjeras del gobierno de

Francisco Robles, sucesor de Urbina, una Asamblea de habitantes de Quito desconoció la

317 Víctor Peralta Ruiz. “La guerra civil peruana de 1854. Los entresijos de una revolución” en Anuario de

Estudios Americanos, Vol. 70, No. 1, enero-junio, 2013, 215. 318 Constitución Política del Perú, 10 de noviembre de 1860,

https://es.wikisource.org/wiki/Constituci%C3%B3n_del_Per%C3%BA_(1860), Consultada el 14 de agosto de

2018. 319 Contreras y Cueto, Historia del Perú contemporáneo, 117. 320 Fellman. Historia de Bolivia, 121-132; Mesa, Mesa y Gisbert, Historia de Bolivia, 346-350. 321 Ortiz, Historia de la revolución, 425-435. 322 Safford y Palacios, Colombia, país fragmentado, 317.

Page 118: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

113

presidencia de Robles y nombró un triunvirato, encabezado por Gabriel García Moreno.323

Este acto desencadenó en una guerra civil (1859-1860) que traería como resultado la

instauración del garcianismo, que duró hasta 1875.

Tanto en Chile, como en la Nueva Granada, los gobiernos conservadores duraron poco tras

los movimientos liberales. En Chile, el tránsito al liberalismo fue resultado de elecciones,

que dieron como ganador a José Joaquín Pérez en 1861. El periodo previo a las elecciones

fue tumultuoso. A lo largo de 1858, hasta abril de 1859 se presentaron más movimientos

revolucionarios que resultaron efímeros, tanto en el campo como en las ciudades, siendo los

más importantes aquellos que se presentaron al norte, en la provincia de Atacama. La acción

del Gobierno Montt fue dura contra los líderes revolucionarios a quienes mandó al exilio.324

Además, las relaciones de Montt con su partido no eran favorables. El partido conservador,

al cual pertenecía el mandatario, se fracturó por las diferencias en las relaciones entre Iglesia

y Estado. Esta división dio vida al Partido Nacional (Montt-varistas), encabezado por

Montt.325 Por su parte, el partido conservador se unió con el liberal para evitar la continuidad

de los Montt-varistas. Montt tenía pensado proponer a Antonio Varas como su sucesor, pero

su posición como Ministro del interior se lo impedía; además, el mismo Varas se mostraba

reacio a aceptar el cargo.326 El presidente tuvo que echar mano de su recién formado partido

para escoger su sucesor. El elegido resultó ser José Joaquín Pérez, liberal moderado que había

desempeñado cargos diplomáticos en Estados Unidos, Francia y Argentina.327 El

323 Ayala Mora. Historia del Ecuador II, 43-45; Más adelante se ahondará en este proceso. La vuelta del

conservadurismo al Ecuador implicó la puesta en escena de actores del Pacífico sudamericano como el

Presidente peruano, Ramón Castilla, y, además generó suspicacias por su relación con la Francia imperial. 324 Simon Collier. Chile. The Making of a Republic. 1830-1865. Politics and Ideas. (Cambridge: Cambridge

University Press, 2003) 223-228. 325Sergio Villalobos. Chile y su historia. (Santiago: Editorial universitaria, 2001) 316; Frías, Manual de historia

de Chile, 366. En 1856, el “asunto del Sacristán” enfrentó al gobierno con la Iglesia por temas de jurisdicción

de la justicia civil y eclesiástica. Este incidente que alcanzó magnitudes importantes, tras la solicitud de exilio

del Arzobispo de Santiago, Rafael Valdivieso, generó una división entre los Conservadores chilenos. Esta

división se anidó dentro de los miramientos al gobierno Montt. Collier, Chile. The Making of a Republic, 199-

205. 326 De Manuel Montt a Manuel García, Ministro de guerra y marina, 3 de enero de 1861 y De Montt a Pedro

Fernández, Gobernador de Caldera, 9 de febrero de 1861, en Cristóbal García-Huidobro (comp.) Epistolario de

Manuel Montt (1824-1880), Vol II. (Santiago: Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, archivos y museos,

2015) Collier, Chile. The Making of a Republic, 232-235. 327 Collier, Chile. The Making of a Republic, 235-240.

Page 119: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

114

nombramiento de Pérez calmó la resistencia a los Montt-varistas y generó una relativa unidad

en el pueblo chileno.328 Pérez permitió que los liberales radicalizaran su discurso y buscaran

promover la enseñanza laica, la libertad de elección y la descentralización administrativa,

entre otras.329

En la Nueva Granada, bajo la presidencia conservadora de Ospina, el Congreso promulgó

una nueva Constitución en 1858. Esta Carta optó por un modelo federal como forma de

organización del Estado, dividiendo administrativamente el territorio en Estados

Soberanos.330 Panamá ya se había constituido como Estado Soberano desde 1855.331 Esta

descentralización redujo el poder del gobierno central y ubicó la contienda por el poder al

interior de los Estados. El gobierno de Ospina procuró que el Estado central recuperara algo

de poder; apoyado en un Congreso conservador promovió una serie de medidas, dentro de

las que sobresale la ley electoral de 1859.332 La ley del 8 de abril de 1859, sobre elecciones

nacionales dividió cada Estado Federal en círculos y distritos electorales. También,

estableció un consejo electoral de nueve miembros nombrados paritariamente por el Senado,

la Cámara y el Presidente. El gobierno de la Confederación se encargaría de la organización

de los comicios en cada Estado, nombrando en cada círculo las juntas electorales y en cada

distrito los jurados electorales. Cada distrito contaría con un Censo electoral de todos los

ciudadanos vecinos, así como mesas de votación por cada 500 electores, para conjurar los

fraudes.

328 El Ferrocarril (Santiago). 6 de abril 1861, No 1637; El Mercurio (Valparaíso), 18 de septiembre de 1861,

No 10223. 329 Frías, Historia de Chile, 373. Durante 1865 el Congreso chileno inició debates para reformar la Constitución

de 1833. Uno de los primeros puntos, uno de los más controversiales, fue el referente a la libertad de culto. El

Araucano (Santiago), 11 de junio de 1865, No 2841; El Mercurio, 17 de junio de 1865, No 11377. 330 Constitución para la Confederación Granadina de 1858, http://www.cervantesvirtual.com/obra-

visor/colombia-26/html/, consultada el 14 de agosto de 2018. 331 En 1856 le siguió el Estado de Antioquia consiguió el estatus de Estado; y en 1857, el Congreso creó los

Estados de Santander, Cauca, Cundinamarca, Boyacá Bolívar y Magdalena. Camacho Roldán. Mis memorias,

Vol. II, 223. 332 Javier Díaz Díaz. "Reformas de la ley electoral y sus efectos en las guerras civiles de 1859 y 1860-1862 en

Santander" en Anuario de historia regional y de las Fronteras. Vol. 13 Núm. 1 (2008), 92.

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115

La promulgación de esta ley fue rechazada por los sectores liberales granadinos, la acusaban

de ser una herramienta de los conservadores para perpetuarse en el poder.333 Los Presidentes

de los Estados de Santander, Bolívar, Panamá y Cauca se pronunciaron contra dicha ley.

Estos gobiernos entendieron que el gobierno central atentaba contra su soberanía y se

declararon independientes, hasta que no se restableciera el orden constitucional en el país.334

Los cuatro Estados Soberanos, en un principio separados, se unieron contra el gobierno

federal. Tomás Cipriano de Mosquera335, Presidente del Cauca, y Juan José Nieto, Presidente

de Bolívar, tomaron la iniciativa y juntaron fuerzas.336 Una guerra de carácter nacional dio

inicio. Con la llegada de las tropas a Bogotá, se reunieron representantes de Bolívar, Boyacá,

Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Santander y Tolima y firmaron el pacto de unión, que dio

vida a los Estados Unidos de Colombia, estableciendo un federalismo radical. Mosquera fue

designado Presidente.337 Las confrontaciones se extendieron hasta 1862, periodo en el que

hubo dos Gobiernos en el territorio: el de los Estados Unidos de Colombia y el de la

Confederación Granadina. Tras la victoria liberal, Mosquera convocó una Convención en

Rionegro (Antioquia) para modificar la Constitución, basado en el pacto de unión.338 El

periodo siguiente, hasta 1886, es conocido como el Olimpo radical.339

333 Eduardo Posada y Pedro Ibáñez. La vida del General Herrán. (Bogotá: Imprenta nacional, 1903) 167; Díaz

Díaz. "Reformas de la ley electoral”, 92. 334 Los Ministros granadinos informaron a Florentino González, Ministro Plenipotenciario granadino ante las

naciones del sur, sobre la situación interna de la Confederación. Del Ministro de Guerra, Manuel Sanclemente,

a Florentino González, 10 de mayo de 1859. Archivo General de la Nación de Colombia (AGNC), Fondo

Ministerio de Relaciones Exteriores, Transferencia 2, Caja 462. Correspondencia de Florentino González, ff

142-144; Del Minsitro de Relaciones Exteriores, Juan Antonio Pardo, a Florentino González, 11 de agosto de

1859, AGNC, Ministerio de Relaciones Exteriores, T 2, 462, ff 68-69; Diego Castrillón Arboleda. Tomás

Cipriano de Mosquera (Bogotá: Planeta, 1994) 460-465; María Teresa Uribe y Liliana Maria López. La guerra

por las soberanías: memorias y relatos en la guerra civil de 1859-1862. (Medellín: La Carreta Editores, 2008) 335 Conservador converso a liberal luego de perder las elecciones presidenciales de 1856 contra Mariano Ospina. 336 El Tiempo (Bogotá), 6 de marzo de 1860, No 272; Castrillón, Mosquera, 465. 337 Pacto de unión de 20 de septiembre de 1861, http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/colombia-

27/html/02612f16-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html, consultado el 28 de agosto de 2018; AMREP, De

TC de Mosquera a Ramón Castilla, Correspondencia, Caja 128, carpeta 12 f 28. 338 Sobre los debates de la Convención de Rionegro ver Camacho, Memorias II, 161-223. 339 Para una mirada al periodo del Olimpo radical ver, entre otros, Eduardo Posada-Carbó. “¿Libertad,

libertinaje, tiranía? La prensa bajo el Olimpo radical en Colombia, 1863-1865” en Paula Alonso (Compiladora).

Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en la formación de los estados nacionales en América

Latina, 1820-1920. (Bogotá: Fondo de cultura económica, 2004) 147-166; Miriam Jimeno. Los límites de la

libertad. Ideología política y violencia en los radicales colombianos. (Bogotá: Cuadernos del CES, Universidad

Nacional, 2005).

Page 121: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

116

Esta mirada a la política de los países del Pacífico sudamericano durante los momentos

posteriores a la ola liberal europea refleja, en buena parte, un aspecto que acompañó la

política hispanoamericana desde el periodo de las independencias: el caudillismo.340 Con la

excepción de Chile, en el resto de países del Pacífico sudamericano y en general en

Hispanoamérica, estos jefes militares, montados en su caballo, fueron capaces de tomarse el

poder y gobernar por medios coercitivos.341 Castilla, Mosquera, Belzu, Urbina y García

Moreno durante sus gobiernos fueron al mismo tiempo jefes políticos y gobernantes

absolutos del país, a pesar de las disposiciones democráticas y republicanas, las que pasaban

por encima. Además, ellos modificaban las Constituciones a su antojo, siempre para darse

legitimidad. Estos personajes eran duros con la oposición, a la que mandaba al asilo o

castigaba duramente. Su gobierno era personalista y se basaba en su carisma.342 Sin embargo,

el caudillo no define per se la política de la región, en tanto que la reunión de Congresos y

Asambleas nacionales definían las agendas legislativas y limitaban los poderes del Ejecutivo,

mientras que eran el eje de la lucha partidista.343

3.2 La conciencia del territorio, interconexión y competencia interestatal

En general, durante la década de 1850, la política de los países del Pacífico sudamericano

estuvo concentrada en el interior. El fin de los políticos de la región era fortalecer el

340 Sobre el debate del caudillismo en Latinoamérica ver, entre otros tantos, Charles Edward Chapman. “The

Age of the Caudillos: A Chapter in Hispanic American History,” en Hispanic American Historical Review, Vol

12, No 3 (1932), 281-310; Richard Morse. “Toward a Theory of Spanish American Government” en Journal

of the History of Ideas Vol 15 No 1 (enero, 1954), 71–93; Eric Wolf y Edward Hansen. “Caudillo Politics: A

Structural Analysis” en Comparative Studies in Society and History Vol 9 No 2 (enero de 1967), 168–179 y

John Lynch. Caudillos in Spanish America, 1800–1850. (Oxford: Clarendon, 1992). Además, ver Eduardo

Posada-Carbó. “Congresses versus caudillos: the untold history of democracy in Latin America, with special

emphasis on New Granada (Colombia), 1830–60. A new research agenda” en Parliaments, Estates and

Representation, Vol 37 No 2, (2017), 119-129 y Natalia Sobrevilla Perea. “Power of the law or power of the

sword: the conflictive relationship between the executive and the legislative in nineteenth-century Peru” en

Parliaments, Estates and Representation, Vol 37 No 2, (2017), 220-234, para matizar la discusión e incluir a

los legislativos nacionales como actores que le hacían contrapeso a la figura del caudillo, que se mostraba como

“omnipotente” en la política hispanoamericana del siglo XIX. 341 No todos los caudillos fueron militares. Chapman pone como ejemplo a Gabriel García Moreno, en Ecuador,

cuyo gobierno tuvo todas las características de uno caudillista. “The Age of the Caudillos”, 282 342 William H. Beezley, “Caudillismo: An Interpretive Note” en Journal of Inter-American Studies Vol 11 No

3 (1969), 348-351. 343 Posada-Carbó. “Congresses versus caudillos”, 129.

Page 122: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

117

republicanismo; no solo en cuanto al acceso al poder y aspectos políticos, económicos y

sociales, como ya se vio, también hubo importantes avances en cuanto a hacer conciencia del

propio territorio y de las riquezas con las que contaban. Los gobiernos del Pacífico

sudamericano, en general, promovieron expediciones científicas para cuantificar sus recursos

y garantizar el acceso a la economía de mercado internacional, y, también, para el

levantamiento de mapas que servirían como guía en las negociaciones por el establecimiento

de límites con las naciones vecinas. Además, estos gobiernos buscaron conectar más

eficientemente el territorio sobre el que ejercían soberanía. Entonces, durante ese periodo, la

construcción nacional se expresó en la competencia interestatal, de modo que la

territorialidad adquirió un valor estratégico para el desarrollo nacional.344

Mientras las guerras entre facciones y partidos por el acceso al poder tenían lugar en los

países del Pacífico sudamericano, la mirada de los hombres de Estado hacia la territorialidad

y el inventario de recursos seguía vigente e, incluso, tomaba más fuerza que en periodos

anteriores. En la Nueva Granada, por ejemplo, el Estado patrocinó la Comisión Corográfica

en 1849, que estuvo encargada de levantar un mapa de la República y descripciones gráficas

de las personas, las costumbres y los recursos naturales.345 En el Ecuador, la expedición para

levantar una geografía de ese país no fue patrocinada por el Estado, sin embargo, bajo el

gobierno de Robles se publicó: Geografía de la República del Ecuador, por iniciativa del

geógrafo ecuatoriano Manuel Villavicencio.346 En Chile, el geógrafo francés Claudio Gay

publicó entre 1844 y 1848 Historia física y política de Chile, auspiciadas por el Gobierno

Chileno.347 El gobierno de Bulnes, por su parte, en 1848 encargó al geógrafo francés Amado

Pissis la descripción de los recursos geológicos y minerales de Chile, la expedición duró

veinte años, y en 1878 fue publicada Geografía física de la República de Chile.348 En el Perú,

344 Manuel Lucena Giraldo y Marta Irurozqui. "Lima Vs. Valparaíso. El balance de poder en la América Andina"

en Historia de América Andina V, 437-438. 345 Comisión Corográfica. Jeografía física y política de las provincias de la Nueva Granada. (Bogotá: Imprenta

del Estado, 1858). 346 Manuel Villavicencio. Geografía de la República del Ecuador. (New York: Imprenta de Robert Craighead,

1858). 347 Claudio Gay. Historía física y política de Chile. (París: Imprenta de Maulde y Renou 5 tomos). 348 Amado Pissis. Geografía física de la República de Chile. (Santiago: Editor de la sociedad geográfica, 1878).

Page 123: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

118

Mariano Paz Soldán, aprovechó la recopilación de datos del irlandés Joseph Pentland para

escribir Geografía del Perú,349 que fue publicada de manera póstuma por el gobierno de

Castilla en 1862. Además, la preocupación por cuantificar los depósitos de guano motivó

varias expediciones, entre ellas sobresale la del italiano Antonio Raimondi en las islas de

Chincha.350 En el caso de Bolivia, la geografía se demoró en consolidarse (en 1886 fue

fundada la primera sociedad geográfica en Sucre). Sin embargo, en la década de 1850, el

gobierno boliviano aprovechó los datos de la expedición de los tenientes estadounidense

Herndon y Gibbon que recorrieron la región colindante a la selva amazónica con el fin de

conocer la geografía, el sistema fluvial, señalando las potencialidades de los recursos

naturales para su posible explotación.351

La representación cartográfica del territorio ayudó a que los gobernantes de estos países

tomaran conciencia de él, pero esto no era suficiente, hacía falta conectar geográficamente

este territorio para lograr dinamizar la economía y proyectarla al comercio exterior. Para los

Gobiernos de los países del Pacífico sudamericano era importante sacar sus productos al mar

para que fueran comerciados en el exterior, así como la conexión del país, en pro de asegurar

el control central de los territorios en donde ejercía soberanía. Los países que mejor lograron

este objetivo fueron Chile y Perú. Ambos gozaban de una bonanza económica, el primero

gracias al auge minero de Chañarcillo, que permitió explotar grandes cantidades de plata, y

los mercados de Australia y California, donde se comerciaba el trigo y la harina chilenos;352

y, el segundo, por la bonanza guanera.353

Gracias al dinero recibido por el guano, el Perú fue el precursor de la construcción de líneas

férreas en Sudamérica.354 El ferrocarril entre Lima y el Callao fue el primer ferrocarril en la

349 Mariano Paz Soldán. Geografía del Perú (París: Librería de M.A. Durand, 1862). 350 Antonio Raimondi. Exploración de las islas de Chincha con tres planos. (Lima: Imprenta de la patria, 1854). 351 Lewis Herndon y Lardner Gibbon. Exploration of the valley of the Amazon, 2 volúmenes. (Washington:

Public Printer, l854). 352 Frías. Manual de historia de Chile, 363. 353 La bibliografía sobre el guano en el Perú es extensa. Recomiendo ver Heraclio Bonilla. Guano y Burguesía

en el Perú. (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1974) y Javier Tantaleán. La gobernabilidad y el Leviatán

guanero. Desarrollo, crisis y guerra con Chile. (Lima: Instituto de estudios peruanos, 2011). 354 Además de ferrocarriles, los ingresos del guano permitieron importantes mejoras en las décadas de 1840 y

1850. Entre ellos sobresalen la reconstrucción de la catedral de Arequipa (destruida por un incendio en 1844),

Page 124: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

119

región, inaugurado el 17 de mayo de 1851.355 En 1856, el gobierno de Castilla inauguró una

nueva línea férrea entre los puertos de Tacna y Arica y en 1858 la línea entre Lima y

Chorrillos y la línea a sangre (por tracción animal) en las islas de Chincha. En los primeros

años de la década de 1860, iniciaron estudios para conectar por medio de un ferrocarril a

Islay con Arequipa (1871), Pisco con Ica (1871) y Paita con Piura (1876), como se ve en el

mapa No. 3.356 Las primeras líneas buscaron cubrir recorridos que resultaban favorables para

la economía guanera y las élites comerciales de Lima, acrecentando la rivalidad entre Lima

y el resto del país, sobre todo con el sur.357

Los ferrocarriles en Chile tuvieron más demoras en su construcción. Durante el periodo de

Montt se inició el proceso de licitación del ferrocarril entre Santiago y Valparaíso. Sin

embargo, debido a las revueltas de 1851 no se pudo iniciar; esta obra se terminó en 1863.358

Ese mismo año, el Congreso de ese país aprobó una ley por medio de la cual se autorizaba al

Presidente para la construcción de un ferrocarril al sur entre Chillán, Concepción y

Talcahuano y otro que conectara Copiapó y Coquimbo.359 En el norte, por medio de decreto,

el gobierno promovió la construcción de un camino de hierro entre el Mineral de Cerro-

Blanco en la provincia de Acatama, y el lugar denominado “El flojo” en la misma

provincia.360 En Bolivia, por su parte, el gobierno liberal de Belzu también se preocupó por

la conexión del territorio. Durante su gobierno inició el arreglo de los caminos coloniales que

unían a La Paz con Potosí, Cochabamba y el oriente boliviano.361 En los primeros años de

la cañería de hierro en Lima, el Callao, Ica, Arequipa y Arica, La construcción de la plaza de mercado de Lima.

Basadre, Historia de la República del Perú VI, 52-54. 355 Basadre, Historia de la República del Perú VI, 48-49. 356 Basadre, Historia de la República del Perú VI, 65-66; “Decreto de construcción de un camino de hierro

entre Islay y Arequipa” El Peruano (Lima), 13 de octubre de 1860, Año 19 Tomo 39 Semestre 2 No 22. 357 Moncayo, Ojeada sobre las Repúblicas sudamericanas, 47. En 1864, las poblaciones del sur, sobre todo

Arequipa se quejaban por las demoras en iniciar el recorrido entre esa ciudad e Islay, lo que daría una salida

más rápida a las industrias del sur a la costa. El proyecto había sido aprobado en el Congreso peruano en 1861.

La Bolsa, 25 de junio de 1864, No 228; 26 de noviembre de 1864, No 248 y 3 de diciembre de 1864, No 249 358 El Araucano (Santiago), 7 de noviembre de 1863, No 2600, El Ferrocarril (Santiago), 2 de junio de 1863,

No 2306; Frías. Manual de historia de Chile, 361. 359 Ley que autoriza al Presidente de la República para. la prolongación del ferrocarril del sur hasta Chillán.

El Araucano, 28 de marzo de 1863 No 2711. 360 El Araucano, 9 de agosto de 1864, No 2716. 361 Fellman, Historia de Bolivia, 114.

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120

1860, el conservador José María Achá (1861-1864), sucesor de Linares, Inició la

construcción de caminos que comunicaran La Paz con el centro del país. Esto se logró gracias

al alza de precios del salitre, por el inicio de la Guerra Civil estadounidense, y al incremento

de la demanda de guano en Europa.362

Mapa No. 3 Ferrocarriles del Perú

Tomado de Tantaleán, La Gobernabilidad y el Leviatán guanero, 101.

362 Fellman, Historia de Bolivia, 151.

Page 126: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

121

En la Nueva Granada, las ideas de construir caminos y ferrocarriles no se materializaron con

facilidad, el Estado se valió de inversiones extranjeras para realizar una obra de gran

importancia para el comercio mundial: un camino férreo en el istmo de Panamá. En 1849, el

gobierno granadino celebró un contrato con la compañía neoyorquina Totten y Trautwine

para dicha labor y conectar los océanos Pacífico y Atlántico, culminada en 1855.363 Un poco

más de veinte años después iniciaron obras para la construcción de líneas para unir Medellín

y Bogotá con el río Magdalena.364 Además de vías férreas, los gobiernos de este país buscaron

establecer vapores por el río Magdalena,365 construir un camino que uniera Cali con

Buenaventura al suroccidente366 y otros tantos que sirvieran para conectar Bogotá tanto con

el Pacífico como con el Atlántico.367 Estas obras se quedaron en el tintero debido a la pobreza

del erario y al casi inexistente comercio nacional granadino y colombiano.368 En el Ecuador,

durante el periodo liberal pocas obras se realizaron. García Moreno, tras imponerse sobre

Franco inició trabajos en todo el país como la reconstrucción de caminos y el

restablecimiento de acueductos.369

El reconocimiento del territorio y de los recursos con que contaban los países del Pacífico

sudamericano, además de permitirles ciertos avances económicos, revivió disputas por la

soberanía territorial que habían quedado en pausa, principalmente por la introspección que

estos países experimentaron por más de dos décadas, hasta finales de la década de 1850.

Luego de ese proceso, los conflictos que se presentaron en la región fueron de índole

territorial abriendo paso a un momento de competencia interestatal en el sistema de Estados

del Pacífico sudamericano. Uno entre Perú y Ecuador (1858-1860), heredado de tiempos de

la Gran Colombia, que se disputaban la soberanía de una porción de la Amazonía, que en su

mayor parte estaba inexplorada; y otro, entre Chile y Bolivia (1863-1864) por una franja del

363 Palacios y Safford, Historia de Colombia, 322. 364 Carlos Eduardo Nieto. “El ferrocarril en Colombia y la búsqueda de un país” en Apuntes Vol 24 No 1, 66-

67. 365 El Tiempo, 21 de febrero de 1860, No 270 y 28 de septiembre de 1864, No 354; El Conservador (Bogotá),

23 abril 1864, No 31. 366 El Tiempo, 14 de junio de 1865, No 391. 367 El Tiempo, 14 de diciembre de 1864, No 365 y 28 de diciembre de 1864, No 367. 368 Palacios y Safford, Historia de Colombia, 248 369 Manuel Gálvez. Vida de Don Gabriel García Moreno. (Buenos Aires: Editorial Difusión, 1942) 208; Jorge

Salvador Lara. Historia de Quito, "luz de América". (Quito: Fonsal, 2009) 186.

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122

desierto de Atacama, en cuyas bahías había algunos yacimientos guaneros. Además, a

principios de la década de 1860 el gobierno colombiano adelantó una iniciativa para reunir

los Estados de la extinta Gran Colombia en una federación, plan aceptado en Venezuela, pero

no así en el Ecuador. Las diferencias entre el gobierno colombiano y el ecuatoriano en este y

otros temas también desencadenaron en un conflicto entre ambos países (1863) que no fue

territorial, pero si, de alguna manera, ideológico. Además de generar diferencias entre las

partes enfrentadas, la inestabilidad de los Estados americanos se sumó como argumento en

el Viejo Continente para reforzar el desprestigio que tenía el modelo republicano allí.

3.2.1 Ecuador y Perú. Una vieja tensión externa

Para hablar del conflicto territorial entre Ecuador y Perú hay que remontarse hasta la década

de 1820. Por un lado, durante ese periodo ambos Estados no lograron establecer la línea

divisoria, problema que, tras la separación colombiana, heredaría el Ecuador. Desde 1822,

cuando Bolívar estaba en Guayaquil se quejaba de la ocupación peruana de las provincias de

Jaén y Maynas.370 El asunto se postergó hasta después de Ayacucho, cuando el ejército

peruano, encabezado por el Presidente José de la Mar, invadió las provincias amazónicas. El

gobierno colombiano declaró la guerra al Perú.371 En 1829, tras la victoria de las armas

colombianas, ambos países firmaron un tratado de amistad en Guayaquil, en el que se

comprometen a formar una comisión para rectificar los límites establecidos en el periodo

colonial entre ambos virreinatos.372 La comisión no alcanzó a terminar sus trabajos, cuando

la República de Colombia se fragmentó. Con ello la delimitación entre ambos países se

postergaría.

370 De Simón Bolívar a Francisco de Paula Santander, 3 de agosto de 1822, en Vicente Lecuna (Comp.). Cartas

del Libertador, Vol III. (Caracas: Fundación Vicente Lecuna, 1965) 265-269. 371 Manifiesto que hace el Gobierno de Colombia de los fundamentos que tiene para hacer la guerra al Perú,

con las contestaciones que da a los cargos el ciudadano el ciudadano M.L. Vidaure, como primer Ministro del

Estado y de Relaciones Exteriores. (Boston: Imprenta de Hiram Tu er, 1828). 372 Tratado de paz entre la República de Colombia y la del Perú, ajustado en Guayaquil el 22 de septiembre de

1829, en José Manuel Restrepo (Comp.) Documentos importantes de Nueva Granada, Venezuela y Colombia,

Vol. II. (Bogotá: Imprenta Nacional, 1970) 457-463.

Page 128: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

123

El detonante del conflicto territorial entre ecuatorianos y peruanos fue el relativo a la deuda

inglesa contraída por la República de Colombia en los tiempos de la Independencia. Tras la

separación colombiana, en 1830, la deuda fue dividida entre Nueva Granada, Venezuela y

Ecuador, tocándole a este último cubrir el 21,5% de ella.373 En 1857, el Gobierno ecuatoriano,

encabezado por Francisco Robles, firmó un acuerdo de pago con el representante de los

tenedores de bonos de la deuda anglo-colombiana. Por medio de dicho contrato el Ecuador

cancelaba los bonos de la deuda inglesa con tierras baldías de la Amazonía ecuatoriana

(Provincia de Oriente) y de la provincia de Esmeraldas.374

El Ministro Plenipotenciario peruano en el Ecuador, Juan Celestino Cavero, presentó una

queja ante el Ministerio de Relaciones Exteriores. El peruano argumentaba que buena parte

de los territorios con los que el Gobierno ecuatoriano pretendía pagar su deuda con los

británicos hacían parte del Perú, según la Real Cédula de 15 de julio de 1802.375 Además,

Cavero anotaba que el hecho que la posesión de esos territorios fuera cuestionable le impedía

al Gobierno ecuatoriano hacer cualquier transacción con ellos:

La sola circunstancia de ser objeto de reclamaciones de parte de cualquier estado será motivo

más que poderoso para que en homenaje a los principios elementales del derecho internacional,

al respecto; y miramientos que se deben entre si las naciones; se hubiese abstenido de ceder a

sus acreedores los territorios disputados; mayormente estando vigente el tratado de Guayaquil

de 1829 que designa el modo de terminar estas diferencias.376

373 Jorge Núñez. “Estudio introductorio” en Reedición de Deuda gordiana de Eloy Alfaro y Estudio histórico

de la deuda anglo-ecuatoriana de Emilio María Terán. (Quito: ministerio coordinador de la política económica,

2013) 22. 374 Contrato Ycaza-Pritchett, 21 de septiembre de 1857, en Eloy Alfaro, Deuda gordiana. (Quito, Imprenta

Nacional, 1896) 61-64; Alberto Acosta. La deuda eterna. (Quito: Grupo de trabajo sobre deuda externa y

desarrollo, 1990) 96-98. 375 De Juan Celestino. Cavero, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, a Antonio Mata, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 14 de noviembre de 1857, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores

del Ecuador (AMREE), Carpeta G.3.1.30.2 Límites con el Perú, ff 53-55. Para consultar la Real Cédula De 15

De Julio De 1802 ver https://es.wikisource.org/wiki/Real_C%C3%A9dula_de_1802, consultada el 29 de agosto

de 2018 . 376 De Cavero a Mata, 10 de marzo de 1858, (AMREE) G.3.1.30.2 Límites con el Perú, f 80.

Page 129: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

124

Cavero solicitó que ambas Repúblicas establecieran una comisión y acordaran los límites

precisos que los separaban, tal como lo establecía el tratado de Guayaquil de 1829. El

Plenipotenciario ponía como base la suspensión del contrato con los acreedores británicos.

El contrato, además de alterar las relaciones con el Perú, hizo que el Gobierno de Robles

fuera combatido por los conservadores quiteños, quienes entendían que el Gobierno pensaba

desmembrar el país.377 Robles, entonces, tenía que enfrentar contrariedades en el interior de

su país y fuera de él. El quiebre fue el rompimiento de relaciones diplomáticas entre el Perú

y Ecuador. Ante esta situación, el General peruano Ramón Castilla, junto con el cuerpo

legislativo, decretó el bloqueo de los puertos del Ecuador. El bloqueo se hizo efectivo desde

octubre de 1858, de manera interrumpida, hasta el 25 de enero de 1860.378 Robles trasladó el

gobierno hacia Guayaquil para hacerle frente a las naves peruanas, pero descuidando Quito

y la Sierra, en general.

La oposición conservadora, liderada por Gabriel García Moreno, aprovechó las

circunstancias internacionales para hacerse con el poder. El primero de mayo de 1859 una

Asamblea de ciudadanos de Quito desconoció la presidencia de Robles y nombró un

triunvirato, encabezado por García Moreno, también designado Director de guerra, para

dirigir el gobierno provisorio de Quito. Robles encomendó a Urbina que se encargara de los

disidentes en Quito. La ciudad fue retomada y García Moreno salió exiliado hacia Lima.379

En su tiempo en Lima, el conservador se reunió con Castilla y le solicitó ayuda para deponer

el gobierno de Robles. El mariscal concedió su apoyo, le entregó a García Moreno una

considerable cantidad de armamento y, con la ayuda peruana, el ecuatoriano se embarcó

rumbo a su país. Una vez tocaron suelo ecuatoriano, en Guayaquil, García Moreno

tranquilizó los ánimos de sus compatriotas justificando su salida del país y la venida de

nuevas embarcaciones peruanas:

377 Ayala Mora. Historia del Ecuador, II, 43. 378 Raúl Porras. Historia de los límites del Perú. (Lima: Librería Francesa científica, 1926) 34-35; José Le

Gohuir. Historia de la República del Ecuador, Vol. I. (Quito: Ecuatoriana, 1935) 523. 379 Manuel Gálvez. Vida de Don Gabriel García Moreno. (Buenos Aires: Editorial Difusión, 1942) 147.

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125

Mi salida momentánea del país no tuvo otro objeto que el desempeño urgente de esos deberes

sagrados; y la consecuencia ha sido, como hoy puedo aseguraros con el corazón satisfecho,

conservar la paz y amistad entre dos pueblos ligados por tanto y tan estrechos vínculos,

llamados por la Providencia a auxiliarse recíprocamente en la senda de la prosperidad […] El

ejército y la escuadra del Perú son vuestros auxiliares, no vuestros enemigos; y a la Patria no

le quedan adversarios que los malvados que la tiranizan.380

Antes de la llegada de García Moreno, el gobierno provisorio había retomado el control de

Quito, desde donde hacía frente al del Guayaquil. Ante la existencia de dos gobiernos, en

agosto de 1859, en esta última plaza celebraron elecciones con el fin de determinar a cuál de

los gobiernos se adherirían los guayaquileños. Por un estrecho margen, los resultados

mostraron que el puerto quería mantenerse como cabeza del Gobierno nacional. García

Moreno, entonces, se dirigió a Quito, desde donde buscaría el triunfo militar del Gobierno

provisorio en todo el país, con la seguridad de tener el apoyo de Castilla en su tarea. Las

elecciones de Guayaquil trajeron a escena a Guillermo Franco, jefe militar de la ciudad, quien

se hizo cargo del Gobierno de la ciudad, tras la salida de Robles del Ecuador.381 A Guayaquil

se le unió Cuenca, mientras que Loja y Quito se unieron contra los liberales de la costa.382

Castilla se dirigió a Guayaquil con casi cinco mil hombres para cumplir su compromiso con

García Moreno. A su llegada, el Mariscal se encontró con que Robles ya había abandonado

el país y Franco había heredado el mando político y militar. La escuadra peruana no enfrentó

mayor resistencia en la costa ecuatoriana porque se alió con el gobierno regional del general

Franco. El general ecuatoriano le propuso a Castilla la firma de un tratado de paz mutuo en

el que el Ecuador admitía la soberanía peruana de las provincias de Oriente, Jaén y Maynas

(Ver Mapa No. 4), ganándose la confianza del Mariscal.383

380 Proclama de la Ria de Guayaquil. 02 de julio de 1859, en Wilfrido Loor. Cartas de García Moreno. 1855-

1861. (Quito: La prensa católica, 1953) 89. 381 José Pérez Concha. Ensayo histórico crítico de las relaciones diplomáticas del Ecuador con los Estados

limítrofes. (Quito: Ediciones Banco central del Ecuador, 1969) 148-150. 382 José Villacrés. Historia diplomática de la República del Ecuador. (Guayaquil: Universidad de Guayauquil,

1967) 371-374; De Ramón Orejuela, Cónsul general granadino en Quito a Florentino González, 6 de septiembre

de 1859, AGNC Ministerio de Relaciones exteriores, T 2, 462. Correspondencia de Florentino González, ff

161-163. 383 Lucena e Irurozqui, “Lima Vs Valparaíso”, 446.

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127

Mientras se desarrollaba la guerra civil y el Perú bloqueaba el puerto de Guayaquil, el

gobierno provisorio en Quito entabló gestiones infructuosas con la Confederación Granadina

para que interviniera en el conflicto frente al Perú.384 El gobierno granadino se declaró neutral

aduciendo que de inmiscuirse estaría sobrepasando la soberanía ecuatoriana de darse el

gobierno que mejor le convenga y, además, de establecer los límites con sus naciones

vecinas.385 Paralelamente a estas conversaciones, Tomás Cipriano Mosquera, gobernador de

Cauca, y el mariscal Ramón Castilla acordaban que el primero declararía la independencia

de ese Estado soberano del gobierno central en Bogotá e incorporaría las provincias del norte

del Ecuador a un Estado centrado en el valle del Cauca, mientras que las provincias de la

costa y el sur del Ecuador se integrarían al Perú.386 El acuerdo partía de la premisa de la

“desaparición de esa nacionalidad [la ecuatoriana], anexando su territorio, por partes, a los

Estados vecinos que daña con su existencia.”387

García Moreno se enteró del plan de Mosquera y Castilla y decidió escribirle a Emile Trinité,

Encargado de Negocios francés en Quito, pidiendo que su gobierno analizara la posibilidad

de establecer un protectorado en Ecuador.388 García Moreno buscaba proteger el estado del

territorio ecuatoriano, amenazado desde el norte, como desde el sur. El jefe del Gobierno

provisorio entendía que no poseía los medios posibles para defenderse de ambas amenazas.

García Moreno se inspiró en las condiciones entre Canadá y Gran Bretaña, en el que el

primero tiene su propio gobierno, pero pertenece al imperio británico. El político ecuatoriano

384 De José Caicedo, Oficial Mayor de Relaciones Exteriores de Quito a Juan Antonio Pardo, Ministro de

Relaciones Exteriores granadino, 18 de noviembre 1859. AGNC, Ministerio de Relaciones Exteriores, T 2, Caja

462. Correspondencia de Florentino González, ff 90v-91. 385 De J.A. Pardo, Ministro de Relaciones Exteriores Granadino, a J. Caicedo, Oficial Mayor de Relaciones

Exteriores de Quito, 28 de marzo de 1860, en AMREE, A.4.3 Comunicaciones recibidas de la Cancillería de

Colombia III, ff 262-265. 386 Protocolo Mosquera-Selaya, 6 de septiembre de 1859, en Diego Uribe Vargas. Colombia y la diplomacia

secreta: gestiones para implantar la monarquía. (Bogotá: Fundación universidad de Bogotá Jorge Tadeo

Lozano, 2005) 83-86. El tratado, además de acordar la división del Ecuador, también establece que el gobierno

de Castilla otorgaría dinero y armamento al del Cauca para que hiciera efectiva la secesión de la Confederación

granadina. 387 De Buenaventura Seaone, Encargado de negocios peruano en Bogotá, a Tomás Cipriano de Mosquera, 8 de

marzo de 1859. citado en Pérez Concha, Ensayo histórico crítico, 151-152. 388 García Moreno le escribió a su amigo íntimo, que era un ideólogo conservador, Felipe Serrade: “Prefiero la

muerte o el pertenecer a una gran potencia a ser la burla de Castilla y los traidores.” De Gabriel García Moreno

a Felipe Sarrade, ideólogo conservador, 14 de diciembre de 1859 en Loor, Cartas de García Moreno, 107.

Page 133: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

128

pretendía que su país se mantuviera bajo el estatus de dominio francés, pero con un gobierno

autónomo y estable autóctono.389 García Moreno argumentaba que, además de la posibilidad

de la pérdida de la soberanía territorial, la política del Ecuador y de las Repúblicas

hispanoamericanas estaba plagada del “desenfreno de la soldadesca y la turbulencia de los

demagogos”, por lo que, concluía García Moreno, “en el protectorado encontraríamos la

civilización en la paz y la libertad en el orden”390 El conservador no recibió respuesta de la

propuesta de protectorado, pero no fue su único intento realizado con este propósito.

La soberanía del Ecuador estaba en peligro y su política interna era convulsa. Mientras la

flota peruana bloqueaba el puerto de Guayaquil, el Gobierno provisorio de Quito, con el

apoyo de Loja, se enfrentaba al Gobierno de la costa, conformado por Guayas y Cuenca.

Castilla se la jugó por el último y decidió darle su apoyo. La crisis internacional se atenuó

tras la firma de un tratado el 25 de enero de 1860, entre representantes de Ramón Castilla y

Guillermo Franco, Jefe Supremo de Guayas, hasta 1860, el Gobierno más fuerte de los

establecidos dentro del Ecuador.391 El Tratado de Mapasingue establecía que el Gobierno

ecuatoriano cancelaba las ventas de territorios para pagar a los acreedores británicos y que

ambas Repúblicas negociarían sus fronteras bajo el principio del uti posidetis de 1810,

basadas en la Cédula Real de 1802 “para acreditar los derechos del Perú a los territorios de

Quijos y Canelos.” En cuanto a la situación interna del Ecuador, el gobierno peruano se

comprometió a “apoyar al de Guayaquil con todos los elementos de que pueda disponer, hasta

que se cimente el orden y se constituya la República.” El tratado, además, estipulaba que el

Gobierno ecuatoriano no se haría cargo de los gastos del bloqueo.392

389 De García Moreno a M. Trinité, 07 de diciembre de 1859, Loor, Cartas de García Moreno, 105-106. 390 De García Moreno a M. Trinité, 21 de diciembre de 1859, Loor, Cartas de García Moreno, 110. En un

impreso aparecido dos años más tarde, publicistas ecuatorianos explicaron la actuación de García Moreno, quien

“manifestó la opinión de poner al Ecuador bajo la protección de una de las grandes potencias europeas, y con

preferencia bajo la de Francia, como el medio más beneficioso para librar a ese país de los peligrosos conflictos

y asegurar el orden y la paz” José María Aviles y Manuel Gómes de la Torre. Refutación del impreso titulado

"Para la historia" publicado en Lima, a nombre del general Guillermo Franco. (Quito: Imprenta de los

huérfanos de Valencia, 1861) 2. 391 El Nacional (Quito), 29 de diciembre de 1859, No 15. 392 Tratado de paz, amistad y alianza entre Perú y Ecuador, 25 de enero de 1860. El Peruano (Lima), 11de

febrero de 1860, Año 19 Tomo 38 Semestre 1 No 14.

Page 134: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

129

El proceso de cimentación del orden y de establecimiento de un solo gobierno en el Ecuador

estaba lejos de concretarse. No bien se expandió la noticia de la firma del tratado de

Mapansigue, diferentes localidades se expresaron contra él y se adhirieron a la causa del

Gobierno provisorio.393 Sin las tropas peruanas, que regresaron a su país el 19 de febrero de

1860 con cierta resistencia a la labor de Castilla en Ecuador,394 el Gobierno provisorio, ahora

reforzado, se abalanzó contra Guayaquil, dando inicio a una guerra civil que tuvo su fin en

septiembre de ese año. Juan José Flores fue un refuerzo conservador que desequilibró la

balanza a su favor. El gobierno de Guayaquil, por su parte, buscó apoyo en el del Perú, tal

como lo indicaba el tratado de Mapasingue. Nicolás Estrada, entonces, viajó a Lima para

gestionar un empréstito por $250,000, entregado en cinco partes, entre marzo y septiembre

de 1860.395 El dinero peruano no alcanzó para que el Gobierno de Guayaquil encontrara la

victoria. El 24 de septiembre, las tropas del Gobierno provisorio entraron a Guayaquil

victoriosas.396 Este triunfo significó la adhesión de esa ciudad al Gobierno provisorio y, de

esa manera, la unificación de todo el Ecuador bajo él.397

García Moreno, como Presidente del Ecuador, desconoció el tratado del 25 de enero y rompió

relaciones diplomáticas con el Perú. Además, el Presidente inició un nuevo proceso nacional

393 Dentro de las expresiones contra el tratado de Mapasingue El Nacional, periódico oficial del Gobierno

provisorio, reportó las de la Gobernación de Pichincha, la del concejo municipal y de ciudadanos de Quito, las

de las Provincias de León e Imbabura y la de los cantones de Ibarra, Lacatunga y Ambato. El Nacional (Quito),

22 de febrero de 1860, No 20. 394 El Comercio (Lima), 2 de febrero de 1860, No 6331. Dos críticas principales había contra el Mariscal. Una

sobre el reconocimiento de un Gobierno sobre el otro; “al hacerlo se atraía la animosidad de otro caudillo y

perdía su concurrencia al tratado desde que no viese al General Castilla más que un enemigo que debía influir

y proteger a su antagonista en su proyecto de exclusiva dominación.” Y, otra, por no pedir indemnización alguna

al Ecuador por los gastos del bloqueo, malgastando los ingresos del guano. Con respecto al tratado, un sector

de los peruanos tenía reservas. Argumentaban que la inestabilidad del Ecuador haría que próximos gobiernos

no quisieran validar lo firmado por Franco. El Comercio (Lima), 25 de febrero de 1860, No 6334. 395 De Nicolás Estrada, Encargado de Negocios del Ecuador en Perú, a José Fabio Melgar, Ministro de

Relaciones Exteriores del Perú, 29 de marzo de 1860, AMREP, Caja 122, carpeta 15, f 1; Conferencia entre el

Ministro de Relaciones Exteriores peruano, y el Encargado de negocios ecuatoriano en Lima, Nicolás Estrada,

31 de marzo de 1860, AMREP, Caja 122, carpeta 15, f 42-44; Convenio entre José Fabio Melgar y Nicolás

Estrada, sin fecha, AMREP, Caja 122, carpeta 15, f 25-26; Del Ministro de Relaciones Exteriores peruano a

Juan José Salcedo, Ministro de Hacienda y comercio peruano, 21 de septiembre de 1860, AMREP Caja 122,

carpeta 15, f 5-6. 396 El Nacional (Quito) 10 de octubre de 1860, No 30. 397 Acta de pronunciamiento de Guayaquil, 10 de octubre de 1860, El Nacional (Quito), 20 de octubre de 1860,

No 31.

Page 135: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

130

en el que la regeneración moral y la férrea disciplina fueron los instrumentos esenciales para

consolidar al Estado. El proyecto nacional buscaba

restablecer el Imperio de la moral, sin la cual el orden no es más que tregua o cansancio […]

moralizar un país por medio de la represión enérgica y eficaz del crimen y por la educación

sólidamente religiosa de las nuevas generaciones; respetar y proteger la Santa Religión de

nuestros mayores […] fomentar el desarrollo de los intereses políticos de nuestra atrasada y

empobrecida sociedad, removiendo los obstáculos que la falta de conocimientos y vías de

comunicación opone a la industria... arreglar la hacienda pública sobre la triple base de la

probidad, la economía y el crédito nacional.398

Ahora, en cuanto a las relaciones con el Perú, hubo dos puntos sobre las que versaron,

principalmente. Uno referente a la no aprobación del Tratado de Mapasingue por parte de la

Convención ecuatoriana, y otro por la soberanía territorial, amenazada por la ley territorial

ecuatoriana del 29 de mayo de 1861, en la que incluía las provincias en disputa dentro de la

soberanía ecuatoriana.399 José Fabio Melgar, Ministro de Relaciones Exteriores peruano,

reclamó al respecto de ambos puntos a su par ecuatoriano, Rafael Carvajal. En cuanto al

tratado, Melgar decía que la no aprobación de este retrotraía las relaciones al estado de guerra

anterior a su firma.400 Carvajal respondió diciendo que ese tratado carecía de validez en tanto

que no había pasado el curso regular por el legislativo para su ratificación, además el mismo

tratado no había sido ratificado por el Congreso peruano.401 En cuanto a la ley territorial,

Melgar protestó por la inclusión de Jaén, los cantones del Napo y de Canelos, las tribus y

territorios que componían el Gobierno de Quijos hasta el Amazonas y el territorio de Maynas,

territorios que el Ministro consideraba peruanos.402 El Ministro ecuatoriano, por su parte,

398 Discurso del Presidente Gabriel García Moreno ante la Convención Nacional reunida en Quito, el 2 de

abril de 1861, El Nacional (Quito), 5 de abril de 1861, No 37 (Número extraordinario). 399 Ley de división territorial, El Nacional (Quito), 11 de junio de 1861, No 44. 400 De José Fabio Melgar, Ministro de relaciones Exteriores peruano, a Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones

Exteriores ecuatoriano, 24 de agosto de 1861, AMREE, A.22.3. Comunicaciones recibidas de la cancillería del

Perú III, ff 34-38. 401 De Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a José Fabio Melgar, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 5 de octubre de 1861, AMREP, Correspondencia, Caja 128, carpeta 12 f 36-38 402 De José Fabio Melgar, Ministro de relaciones Exteriores peruano, a Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones

Exteriores ecuatoriano, 24 de agosto de 1861, AMREE, A.22.3. Comunicaciones recibidas de la cancillería del

Perú III, ff 39-40.

Page 136: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

131

respondió que el Ecuador había ejercido soberanía sobre aquellos territorios desde el tratado

de 1829, sin que gobierno alguno del Perú hubiera hecho ninguna protesta, entonces habría

que ajustar los límites entre ambas naciones teniendo en cuenta este tratado.403 Estas

diferencias hicieron que las relaciones entre ambos países se mantuvieran interrumpidas. No

fue sino hasta el fin del periodo presidencial de Castilla, en 1862, que el Congreso peruano

desaprobó definitivamente el tratado de 25 de enero y, además, le indicó al Ejecutivo que

debía restablecer las relaciones con el Ecuador.404

El conflicto territorial entre Ecuador y Perú es una muestra de la competencia interestatal

dentro del sistema de Estados del Pacífico sudamericano y la confrontación entre caudillos,

que fue aprovechada por García Moreno para acceder al poder en Ecuador. La principal

motivación para que se desencadenara el conflicto fueron los choques de intereses de esos

Estados, sobre todo en cuanto a la delimitación territorial se refiere. Ahora, en cuanto a la

balanza de poder regional, el Perú mostró una posición más privilegiada que el Ecuador. El

Gobierno de Castilla acudió a la estrategia de las potencias europeas y bloqueó el puerto de

Guayaquil con el fin de buscar una rectificación de la decisión del Gobierno ecuatoriano de

entregar territorios en disputa. Lo que consiguió con el tratado de 25 de enero de 1860, que,

aunque no fue ratificado, su firma impidió que se siguieran adelantando esas negociaciones

con los acreedores británicos. Esa fue una reafirmación del poder peruano en la región, sobre

todo en el norte del Pacífico sudamericano.

3.2.2 Chile y Bolivia. Guano y soberanía (1863-1864)

Hablar del conflicto territorial entre Bolivia y Chile resulta de la mayor actualidad. Desde

2013 cursa en la Corte Internacional de Justicia de La Haya un diferendo limítrofe, por medio

403 De Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a José Fabio Melgar, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 5 de octubre de 1861, AMREP, Correspondencia, Caja 128, carpeta 12 f 40-42. 404 Ley del Congreso peruano sobre relaciones con el Ecuador, 28 de enero de 1863, El Peruano (Lima), 30 de

enero de 1863, Año 22 Tomo 44 Semestre 1 No 13. El diferendo limítrofe entre ambas naciones se prolongó

hasta finales del siglo XX. En el Acta de Brasilia se encontró una solución que se muestra como definitiva en

1998, como consecuencia de la guerra de Cenepa en 1995, y tras varios enfrentamientos bélicos previos. Para

ampliar sobre esta discusión ver Leonor del Carmen. Ecuador. Historia y territorio. (Quito: Casa de la Cultura

Ecuatoriana, 2004).

Page 137: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

132

del cual el Estado boliviano pretende recobrar la salida al Pacífico, sobre la cual Chile ejerce

actualmente soberanía.405 Hay cierto acuerdo en indicar la ley chilena de 31 de octubre de

1842 como el inicio de este pleito.406 Esta ley declaró “de propiedad nacional las guaneras

que existen en las costas de la provincia Coquimbo, en el litoral del desierto de Atacama, y

en las islas e islotes adyacentes.”407 Además, el año siguiente, el gobierno boliviano de Belzú,

por medio de una ley, creó la provincia de Atacama, con lo que garantizaba su jurisdicción

sobre esos territorios.408 Durante años, chilenos y bolivianos explotaron poco guano de las

bahías del Atacama.409 Sin embargo, todo cambió en 1862. Un grupo de chilenos, encabezado

por Matías Torres, encontraron un depósito guanero significativo en la bahía de Mejillones

(Ver mapa No. 5) que fue cuantificado por el ingeniero Luis Larroque.410

405 Obligation to Negotiate Access to the Pacific Ocean (Bolivia v. Chile). Corte Internacional de Justicia.

https://www.icj-cij.org/en/case/153 Consultado el 28 de agosto de 2018. 406 Conrado Ríos. Chile y Bolivia definen sus fronteras, 1842-1904. (Santiago: Editorial jurídica de Chile, 1963);

Guillermo Lagos. Historia de las fronteras de Chile. Los tratados de límites con Bolivia. (Santiago: Editorial

Andrés Bello, 1866); Álvaro Pérez del Castillo. Bolivia, Colombia, Chile y el Perú. Diplomacia y política,

1825-1904. (La Paz: Editorial los amigos del libro, 1980); Rodolfo Becerra. Nulidad de una apropiación

chilena: territorios bolivianos entre los paralelos 23 y 24. (La Paz: Plural editores, 2006). 407 Ley de 31 de octubre de 1842. Reproducida en El Araucano (Santiago), 21 de marzo de 1863, No 2509. A

esta ley la acompañaron el decreto de 1843, que estipulaba la manera cómo debía explotarse el guano; y los de

1847 y 1847, que determinaban las condiciones para entregar las concesiones de transporte. 408 Ley de 31 de octubre de 1863, https://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1071471 consultado el 28 de

agosto de 2018. 409 Mesa, Historia de Bolivia, 360. 410 Luis Larroque. Informe sobre los depósitos de guano de Mejillones. Presentado al señor Ministro de

Hacienda. (Santiago: Imprenta Nacional, 1863).

Page 138: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

133

Mapa No. 5. Frontera entre Chile y Bolivia

Elaboración propia a partir de Daniel Lizars. Map of Bolivia, Chili, United Provinces.

Edimburgo: John Hamilton Publisher, 1831.

El gobierno chileno le concedió la licencia para explotar el guano de Mejillones a Torres que

fue escoltado por la corbeta Esmeralda, en 1862. Por su parte, el gobierno boliviano al

conocer de la empresa de Torres lo apresó en octubre de ese año. El argumento de los

bolivianos era que su soberanía estaba siendo vulnerada. Torres acudió al cónsul chileno en

Cobija para solicitar que sus derechos fueran respetados.411 Esta situación inició un pleito

diplomático entre ambas naciones. Manuel Tocornal, Ministro de Relaciones Exteriores

chileno, se comunicó con su homólogo boliviano, Rafael Bustillo, exigiendo que se deje en

libertad a Torres. El argumento de Tocornal era que el chileno contaba con licencias lícitas

411 Carta de Matías Torres, explotador guanero, a José Jonassohn, cónsul chileno en Cobija. 15 de octubre de

1862, en El Mercurio (Valparaíso), 26 de octubre de 1862, No 10561.

Page 139: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

134

de su gobierno para explotar el guano que se encontraba dentro del territorio de su

jurisdicción.412 Bustillo respondió que el litoral de Mejillones hacía parte de la soberanía

boliviana: “Por esta razón, y otras, niega categóricamente mi gobierno el statu quo amparado

por esa posesión que V.E. reclama, concediendo a lo más, que se habrá efectuado actos

posesorios más o menos clandestinos y únicamente apoyados por la fuerza.”413

El problema radicaba en que no había límites definidos entre ambas Repúblicas. Chilenos y

bolivianos argumentaban que el desierto de Atacama y su litoral hacía parte de su soberanía.

La terminología en este caso resulta importante, en tanto que en la Constitución chilena de

1833 dice que su territorio “se extiende desde el desierto de Atacama hasta el cabo de Hornos,

y desde las cordilleras de los Andes hasta el mar Pacífico, comprendiendo el Archipiélago de

Chiloé, todas las islas adyacentes, y las de Juan Fernández.”414 En el mapa No. 6 se puede

ver como la provincia de Atacama va hasta el desierto del mismo nombre. El argumento

boliviano era que “el desierto alcanza hasta el rio Loa, luego el territorio de Chile debe

extenderse hasta allí, porque la preposición desde no excluye el desierto, por más que los

maestros de la lengua digan que denota principio de tiempo o lugar y significa después de.”415

Desde cada lado se adjudicaban la soberanía del Atacama. Estas diferencias se volvieron

irreconciliables impidiendo firmar un tratado limítrofe entre ambas Repúblicas. La franja de

tierra en disputa hacía parte del desierto de Atacama entre los paralelos 23 y 25. Este territorio

había estado deshabitado y no generó algún interés importante sino hasta el descubrimiento

de los yacimientos guaneros. El gobierno chileno argumentaba que ese territorio era de su

soberanía basado en documentos del periodo de la colonia:

412 De Manuel Tocornal, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, a Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones

Exteriores chileno boliviano, 31 de diciembre de 1862, El Mercurio (Valparaíso), 26 de octubre de 1862, No

10730. 413 De Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones Exteriores chileno boliviano a Manuel Tocornal, Ministro de

Relaciones Exteriores chileno, 31de diciembre de 1862, El Mercurio (Valparaíso), 26 de octubre de 1862, No

10730. 414 Artículo 1°. Constitución de la República de Chile. Jurada y promulgada el 25 de mayo de 1833. http://bdh-

rd.bne.es/viewer.vm?id=0000040943&page=1, Biblioteca Digital Hispánica. Consultado el 22 de agosto de

2018. Negrillas del autor. 415 Transcripción es una carta de un boliviano al periódico, El Mercurio (Valparaíso), 14 de marzo de 1863, No

10680. Resaltado en el original.

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135

1° que ya en el año de 1679 las mercedes de tierras en el Paposo y litoral de Atacama se

solicitaban ante el Gobernador y Capitán general de Chile y eran otorgadas por este; 2° que

en el Paposo había un funcionario denominado Diputado, nombrado por el Subdelegado de

Copiapó y bajo su dependencia: Diputado cuya jurisdicción se extendía a todos los parajes

expresados; 3° que al tratar de fundarse un pueblo en el Paposo a fines del siglo pasado, fue

la autoridad de Chile la que intervino en dicha fundación; 4° que la voluntad soberana del

Rey de España reconoció y aprobó los actos jurisdiccionales de los Presidentes y Capitanes

generales de Chile sobre esos parajes, y más aún, declaró expresamente por Reales Órdenes

transcritas por los Ministros Caballero en 3 de junio de 1810 y Soler en 21 del mismo mes en

el año de 1803, que dichas costas y territorios eran de la diócesis de Santiago y pertenecían a

Chile; y 5° finalmente, que Chile ha seguido poseyéndolos y los posee hasta el presente, pues

desde el año de 1842 hasta 1857 la sola Aduana de Valparaíso ha otorgado licencia para

cargar en Mejillones, Angamos, Santa María, Lagartos y demás cañetas del litoral de Atacama

a 113 buques de todas Naciones.416

Por su parte, el gobierno boliviano acudía a relaciones geográficas, como la de Garcilaso de

la Vega en 1609:

Los cuatro términos que el imperio de los Incas tenía cuando los españoles entraron en él son

los siguientes: al Norte llegaba hasta el río Ancasmayu, que corre entre los confines de Quito

y Pasto, quiere decir en la lengua general del Perú, río azul: está debajo de la línea equinoccial,

casi perpendicularmente. Al Mediodía, tenía por término al río llamado Maulli, que corre

Leste hueste, pasado el reino de Chile, antes de llegar a los Araucos; el cual está más de

cuarenta grados de la equinoccial al Sur.417

416 De Manuel Tocornal, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, a Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones

Exteriores chileno boliviano, 12 de mayo de 1863, El Araucano (Santiago), 1 de septiembre de 1863, No 2569.

El Ministro Tocornal hace una descripción más detallada de los documentos por los que justifica la soberanía

chilena del desierto de Atacama en Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones

Exteriores presenta al Congreso Nacional en 1862. (Santiago: Imprenta Nacional, 1862) 100-105. 417 Garcilaso de la Vega [1609]. Primera parte de los Comentarios Reales que tratan Del origen de los Incas,

reyes que fueron del Perú, de su idolatría, leyes y gobierno, en paz y en guerra, de sus vidas y conquistas, y de

todo lo que fue aquel imperio y su república antes que los españoles pasaran a él. (Madrid: Imprenta de los

hijos de doña Catalina Piñuela, 1829) 38.

Page 141: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

136

Mapa No. 6. “Mapa para la inteligencia de la historia física y política de Chile”

(Fragmento)

Fotografía tomada de Gay, Historía física y política de Chile, 1

Apoyados en esta descripción, los diplomáticos bolivianos justificaron la soberanía boliviana

del Atacama. En 1847, el Joaquín Aguirre había enviado un Memorandum a Camilo Vial,

Ministro de Relaciones Exteriores chileno, en el que dice que el gobierno chileno,

quién ignora que por Real Cédula de 21 de marzo de 1778 se hizo demarcación del virreinato

de Buenos Aires que comprendía en su dilatada extensión todas las posesiones españolas

situadas al E. de las cordilleras occidentales al S del Amazonas. Entre ellas se contaba los

distritos de la Paz, Charcas, Potosí, Santa Cruz de la Sierra y Cochabamba, que formaron

antes la Audiencia de Charas o Alto Perú. Existe una disposición legal por la que consta que

la provincia de Atacama, dependiente de aquella Audiencia, continuaba formando parte del

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137

territorio del Virreinato; tal es la contenida en la real ordenanza de Intendentes sancionada en

28 de enero de 1782.418

El gobierno boliviano, haciendo un esfuerzo para llegar a un acuerdo limítrofe, envió a

Pascual Soruco a Santiago. El Encargado de negocios fue a Santiago sin instrucciones de su

Gobierno en mayo de 1863, las instrucciones nunca llegaron y al fin este fue relevado de su

cargo por Tomás Frías, quien asumió como Encargado de Negocios.419 Frías entró en

contacto con el Ministro Tocornal, pero las negociaciones resultaron infructuosas, las

posiciones de ambas partes eran irreconciliables; cada una exigía la soberanía de la porción

en disputa y desechaba los argumentos del otro. El 25 de febrero de 1864, finalmente,

Tocornal le envió el pasaporte a Frías para que saliera de territorio chileno.420 Con la salida

del boliviano de Chile, la firma de un tratado de límites entre ambos países siguió siendo una

tarea pendiente.

Durante la estadía de Soruco en Chile, entre abril y noviembre de 1863, la Asamblea

boliviana de Oruro, el 5 de junio, autorizó al Ejecutivo para declarar la guerra a Chile,

“siempre que agotados los medios conciliatorios de la diplomacia, no obtuviere, o una

solución pacífica compatible con la dignidad nacional.”421 Tocornal presentó su queja a

Soruco de la declaración de guerra, pero el diplomático boliviano le expresaba que se

encontraba igualmente sorprendido por la noticia. 422 La sociedad chilena decía que aquella

movida se trataba de una estrategia del Presidente boliviano, Achá, para llamar la atención

de su país en los asuntos exteriores, alejándola de la política interior.423 La declaratoria no

418 "Memorándum presentado a S. E. el señor don Manuel Camilo Vial, Ministro de Relaciones Exteriores, por

el señor don Joaquín de Aguirre, Encargado de Negocios de Bolivia" en El Mercurio (Valparaíso), 20 de mayo

de 1863, No 10735. 419 El intercambio epistolar entre Soruco y Tocornal se puede encontrar en El Araucano (Santiago), 1 de

septiembre de 1863, No 2569. 420 El intercambio epistolar entre Frías y Tocornal se puede encontrar en El Araucano, 29 de febrero de 1864,

No 2645. 421 Decreto de la Asamblea Extraordinaria de Oruro de 5 de junio de 1863, El Araucano, 1 de septiembre de

1863, No 2569; Pérez del Castillo, Bolivia, Colombia, Chile y el Perú, 218-219. 422 El Araucano (Santiago), 1 de septiembre de 1863, No 2569. 423 El Ferrocarril (Santiago), 10 de julio de 1863, No 2340.

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138

pasó de una acción política y, aun cuando las negociaciones diplomáticas cesaron en febrero

de 1864, no hubo movimiento militar alguno por parte de ninguno de los gobiernos.

Las posiciones boliviana y chilena, enfrentadas en el conflicto territorial, parecían

irreconciliables y la dificultad en las negociaciones abría la posibilidad de un enfrentamiento

entre esos países. La posibilidad de explotación de guano en el litoral del desierto de Atacama

hizo que los intereses de ambos países se concentraran en la disputa territorial, hasta el punto

de que el Gobierno boliviano le declaró la guerra al chileno. El movimiento, aunque muy

osado, en el marco de la balanza de poder de la región habría significado una estrepitosa

derrota para los bolivianos. Chile gozaba de una bonanza económica y estabilidad

institucional, lo que le permitía posicionarse junto con el Perú como los dos grandes

contendientes por la balanza de poder dentro del sistema de Estados del Pacífico

sudamericano.

3.2.3 Ecuador y Colombia. Diferencias ideológicas en el Pacífico sudamericano

Las relaciones entre Ecuador y Colombia, desde la desintegración de la Gran Colombia,

habían sido generalmente cordiales, sin embargo, iniciando en la década de 1860 hubo

algunas escaramuzas que tensaron los lazos que unían a ambas Repúblicas. La situación

interna de ambos países era convulsa, pero esa misma situación hizo que se generaran

simpatías entre los gobiernos de García Moreno y el de los Estados Unidos de Colombia,

formado en 1861; incluso hablaron de reunir la vieja Colombia en una Confederación entre

los tres Estados que la conformaron. Estas simpatías fueron momentáneas y más pronto que

tarde, las diferencias ideológicas impidieron cualquier intento confederativo y

desencadenaron en una confrontación bélica.

Mientras el Presidente peruano, Ramón Castilla, bloqueaba el puerto de Guayaquil y le daba

su apoyo al régimen de Franco, García Moreno, en 1859, hacía esfuerzos por buscar apoyo

militar en la Confederación Granadina.424 El gobierno granadino negó su apoyo a la petición

424 De José Caicedo, Oficial Mayor de Relaciones Exteriores de Quito, a Juan Antonio Pardo, Ministro de

Relaciones Exteriores granadino, 18 de noviembre de 1859, AGNC, Fondo Ministerio de Relaciones exteriores,

T 2, Caja 462. Correspondencia de Florentino González, ff 90-92.

Page 144: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

139

del Gobierno provisorio de Quito. El ministro granadino, Juan Antonio Pardo, reflexionaba

que “al Gobierno de la Nueva Granada no le es permitido injerirse en ella sin violar la

neutralidad que le toca observar entre los partidos interiores de esa República.”425 Esta

negativa se quedó en la memoria del líder del Gobierno provisorio de Quito.

Como ya se dijo, desde 1861 había en Colombia dos Gobiernos, el neogranadino, encabezado

por Ospina, y el de los Estados Unidos de Colombia, liderado por Mosquera. Los

conservadores neogranadinos pidieron la colaboración del Gobierno ecuatoriano. Vicente

Cárdenas, Encargado de Negocios neogranadino en Quito, pidió al gobierno garciano que

internara a los exiliados granadinos y que apoyara al gobierno conservador en la lucha contra

los revolucionarios.426 García Moreno mismo le respondió a Cárdenas que no podía ayudarlos

luego que el Gobierno de Ospina “violó los deberes de la alianza y de la fraternidad, cuando

el Ecuador, hollando por la pérfida invasión, reclamó en vano el apoyo moral de aquel

Gobierno.”427 El desplante del Gobierno granadino ante la solicitud de apoyo contra el

bloqueo peruano hizo que el ecuatoriano tomara partido por los revolucionarios del sur.

Sumado a esto, desde 1861, Mosquera y García Moreno sostenían correspondencia privada.

Ambos mandatarios estuvieron de acuerdo en volver a reunir a los Estados colombianos bajo

una Federación.428 Para terminar la afrenta al Gobierno granadino, el ecuatoriano recibió a

Manuel María Castro como Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Colombia.429

425 De Juan Antonio Pardo, Ministro de Relaciones Exteriores granadino a José Caicedo, Oficial Mayor de

Relaciones Exteriores de Quito, 28 de marzo de 1860, AMREE, A.4.3 Comunicaciones recibidas de la

Cancillería de Colombia III, ff 262-265. 426 De Vicente Cárdenas, Encargado de Negocios granadino en el Ecuador, a Rafael Carvajal, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 2 de febrero de 1861, AMREE, B.8.2 Comunicaciones recibidas de la

Legación de Colombia II, Sin Foliación. 427 De Gabriel García Moreno, a Vicente Cárdenas, Encargado de Negocios granadino en el Ecuador, 30 de

marzo de 1862, Loor, Cartas, 1862-1867, 54. 428 De Tomás Cipriano de Mosquera a Gabriel García Moreno, AMREE, A.4.3 Comunicaciones recibidas de la

Cancillería de Colombia III, ff 275-276. 429 La decisión la tomó García Moreno luego de reflexionar sobre la idea de unificación colombiana. Aunque

García Moreno cuestionaba el artículo 38° del Pacto de Unión de 1861: “Los pueblos independientes que

quieran hacer parte de la Unión Colombiana deberán aceptar las estipulaciones del presente Pacto adhiriéndose

a él, tener una población que no baje de ciento cincuenta mil habitantes en territorio continuo, y someterse a las

instituciones y Autoridades del Gobierno de la Unión.” Que amenazaba la soberanía ecuatoriana y abría la

posibilidad de cercenar el territorio. Una vez Castro dio las explicaciones necesarias, el Gabinete ecuatoriano

reconoció su misión. De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 15 de febrero de 1862, en Loor, Cartas,

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140

La situación entre el gobierno ecuatoriano y la Confederación neogranadina se volvía cada

vez más tensa y se aproximaba más hacia un desenlace violento. En junio de 1862, una

cuadrilla granadina entró a suelo ecuatoriano, donde resultó herido el Jefe militar de Tulcán,

el señor Vicente Fierro, según los ecuatorianos en su territorio y según los granadinos en el

suyo.430 García Moreno movilizó sus tropas a la frontera. Los ecuatorianos ingresaron a suelo

colombiano con la excusa de haber sido violada su soberanía territorial, debido a unos

enfrentamientos entre grupos liberales refugiados en Ecuador y conservadores de Túquerres.

La confrontación entre el ejército de la Confederación y las tropas ecuatorianas se llevó a

cabo a finales de julio de 1862, el resultado fue la victoria del presidente granadino, Julio

Arboleda. El 8 de agosto siguiente Julio Arboleda, como Presidente de la Confederación

Granadina, firmó un tratado de paz con Ecuador.431

Los puntos principales del tratado eran que García Moreno le entregará a un agente granadino

cuatro mil fusiles con sus bayonetas, doscientos mil cartuchos de pólvora, cuatrocientos mil

fulminantes, dos mil vestidos, cien quintales de nitro y cien mil pesos de a ocho décimos por

partidas de seis mil pesos mensuales. El precio de los artículos será fijado previamente.

Además, estipulaba que en caso de que el Gobierno del Ecuador fuera sentenciado a pagar la

deuda que tiene con la Nueva Granada de 180,000 pesos, Arboleda se comprometía a tomar

de ella la parte necesaria para pagar el empréstito de dinero y artículos de guerra. Y, por

último, que en caso que el Gobierno legítimo del Ecuador fuera atacado, el de la Nueva

Granada lo socorrerá, con las fuerzas de que pueda disponer.432

Luego de la guerra con los granadinos, García Moreno optó por dar su apoyo a Arboleda en

la guerra civil contra los ejércitos de los Estados Unidos de Colombia, incluso esperaba que

1862-1867, 35-36; Gabriel García Moreno a Juan José Flores 22 de febrero de 1862, Loor, Cartas, 1862-1867,

39. 430 Gonzalo Arboleda. Julio Arboleda y Gabriel García Moreno. Rectificaciones históricas. (Bogotá: Imprenta

del Telegrama, 1888) 5-6; De Manuel María Castro, Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Colombia

en Ecuador, a Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 26 de junio de 1862, AMREE,

B.8.2 Comunicaciones recibidas de la Legación de Colombia II, SF. 431 Arboleda, Mosquera, 541-543. 432 Tratado secreto entre Julio Arboleda y Gabriel García Moreno, 8 de agosto de 1862 en Loor, Cartas, 1862-

1867, 88-92.

Page 146: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

141

triunfara “porque sostiene en su país la buena causa y hasta los mismos principios que

nosotros.”433 Poco tiempo después arribó a Quito Sergio Arboleda, hermano de Julio, y se

acreditó como Encargado de Negocios de la Confederación, encargado de recoger el

armamento acordado en el tratado del 8 de agosto.434 El Gobierno de los Estados Unidos de

Colombia no tardó en protestar contra el recibimiento de la misión de Arboleda.435

El gobierno ecuatoriano se encontraba en una encrucijada ante los gobiernos de la

Confederación y de los Estados Unidos de Colombia. Debía optar por tomar partido por

alguna de las partes en disputa al norte de su frontera, o armarse para defenderse del

vencedor:

En los momentos de crisis es más fácil indicar los remedios que aplicarlos. De los tres medios

que Propone Ud. (auxiliar a Pasto, formar un ejército poderoso o transigir con Mosquera), el

honor y la prudencia rechazan el primero. El segundo es absolutamente imposible y el tercero

tiene en condiciones esenciales probablemente la absorción del Ecuador en los Estados

Unidos de Colombia y la adopción de la forma federal fraccionaria que sólo sirve para

anarquizar y disolver toda la sociedad. Si Mosquera nos quiere someter a tal humillación,

cumpliremos con nuestro deber combatiendo hasta morir en defensa de la patria; pero si las

circunstancias o la razón le mueven a conducirse con moderación, no será difícil entendernos,

sobre todo si él en persona se acerca al Carchi: si él se abstiene de venir, es porque sin duda

pretende conquistarnos por medio de sus tenientes.436

García Moreno, tras reunirse con Julio y Sergio Arboleda se identificó con el

conservadurismo granadino y desestimó cualquier intento de unirse con los liberales de los

Estados Unidos de Colombia y desconfiaba de las intenciones de Mosquera. En repetidas

ocasiones el presidente ecuatoriano repetía que “prefiere una guerra a unirse con la Nueva

433 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 13 de agosto de 1862, en Loor, Cartas, 1862-1867, 93. 434 De Sergio Arboleda, Encargado de Negocios de la Confederación Granadina, a Rafael Carvajal, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 29 de agosto de 1862, AMREE, B.8.2 Comunicaciones recibidas de la

Legación de Colombia II, SF. La misión de Arboleda era comprar armamentos. 435 De José Miguel Rojas Garrido, Ministro de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos de Colombia, a

Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 11 de noviembre de 1862, AMREE, A.4.3

Comunicaciones recibidas de la Cancillería de Colombia III, ff 295-296. 436 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores 22 de noviembre de 1862, en Loor, Cartas, 1862-1867, 119-

120.

Page 147: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

142

Colombia.”437 Y es que en Ecuador veían como contrarias los principios liberales y

federalistas colombianos que calificaban como anárquicos. Con la victoria del Gobierno de

los Estados Unidos de Colombia, se reunió una Convención en Rionegro para redactar una

nueva Constitución de corte liberal, criticada por sectores conservadores en Ecuador:

En la Constitución de los Estados Unidos de Colombia se han admitido los dogmas

disociadores de la más desenfrenada demagogia, mientras que en el Ecuador se respetan el

orden y la libertad. En aquellos Estados hay absoluta libertad de imprenta y de palabra: no

tiene límites la libertad.438

Después de la Convención de Rionegro, en julio de 1863, Mosquera, embestido como

Presidente de los Estados Unidos de Colombia, partió hacia el sur para encontrarse con

García Moreno en el Carchi (frontera colombo-ecuatoriana)439. El camino del Presidente

inició una resistencia en el Ecuador. El principal tema por el que pasaba la discusión era el

religioso. La prensa ecuatoriana era recurrente en mostrar la dificultad de establecer una

unión colombiana. Decían que dicha unión solo les haría “cambiar instituciones por medio

de la fuerza, arrebatarnos la nacionalidad y la autonomía de nuestra amada patria; y

obligarnos a apostatar de la Santa Religión de nuestros padres para que adoremos a los ídolos

de la libertad y la barbarie.”440 En general, la sociedad y la prensa ecuatorianas insistía en

que no era nada beneficioso para el Ecuador establecer una unión colombiana.441 Los

437 De García Moreno a Nicolás Martínez, rector del colegio Bolívar, 23 de marzo de 1863, en Loor, Cartas,

1862-1867, 129. 438 El Correo de Quito, 12 de septiembre de 1863, No 1. Este no era un pensamiento exclusivo de los

ecuatorianos, en Perú se referían sobre el exceso de libertades en la Nueva Granada en 1860:

La Nueva-Granada parece destinada por la Providencia a servir de lección perpetua, palpitante a los

pueblos de la familia de Colon. No hay libertad a que ella no haya dado ascenso y sanción, no hay teoría

que no haya experimentado, no hay sueño que no haya tratado de hacer realidad. Tiene la libertad de

prensa, la libertad de discusión, la libertad de asociación, la libertad eleccionaria, la libertad de cultos;

ha limitado, comprimido, casi anulado las fuerzas del Ejecutivo; ha sido unitaria y es federal; ha puesto

en planta el gobierno fácil y barato, o mejor dicho, el que se pretende tal. Sin embargo, la paz ha huido

de su seno, el desorden se aclimata por donde quiera, su hacienda en bancarrota… El comercio (Lima),

15 de mayo de 1860, No 6423. 439 De Gabriel García Moreno a Tomas Cipriano de Mosquera, 15 de julio de 1863, en Loor, Cartas, 1862-

1867, 143. 440 El Correo de Quito, 26 de septiembre de 1863, No 3. 441 Para ver pronunciamientos populares contra la unión colombiana desde Loja, Ambato, Tulcán y Pelileo ver

El Correo de Quito, 12 de septiembre de 1863, No 1.

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143

argumentos tenían que ver con el cambio de instituciones que debería tener el Ecuador, por

unas acordes a la Constitución de Rionegro. Sobre todo, hacían énfasis en el ataque al

catolicismo que hacían las instituciones colombianas. La prensa ecuatoriana comparaba a los

Estados Unidos de Colombia con el infierno donde judíos y moriscos podían abrir sus iglesias

y los católicos se quedaban sin altares ni ministros.442

García Moreno se encargó de avivar la resistencia al proyecto de unión colombiana. En su

mensaje constitucional al Congreso, en agosto de 1863, decía: “La fusión del Ecuador con

aquellos Estados es absolutamente imposible, pues, las reformas religiosas y políticas

introducidas allá no son propias para borrar el Carchi sino para hacerlo más profundo.”443 La

respuesta de Mosquera no se hizo esperar. En Cauca hizo un llamado a sus compatriotas:

Venid conmigo a los confines del Ecuador, a afianzar la libertad y a unificarnos por

sentimientos fraternales con los colombianos del Ecuador, que necesitan, no nuestras armas,

sino nuestros buenos oficios para hacer triunfar el principio republicano sobre la opresión

teocrática que se quiere fundar en la tierra de Atahualpa.444

El presidente colombiano hacía suya la causa del republicanismo para justificar su marcha al

Ecuador. Mosquera acusaba al gobierno garciano de traidor a la causa republicana por los

acercamientos que tuvo con el cónsul francés, ofreciendo el establecimiento de un

protectorado en el Ecuador en 1859. Luego, en 1862, García Moreno intimó con Amédée

Fabre, Cónsul francés en Quito, repitiéndole el ofrecimiento que hiciera a M. Trinité.445

Además, Mosquera también criticó el Concordato que el Gobierno ecuatoriano firmó con la

Santa Sede en 1862. El Concordato entregaba grandes concesiones a la iglesia católica, tales

como la exclusividad para la instrucción pública, el nombramiento de obispos la exención

del clero y prohibía la práctica de cualquier otra religión que la católica. En definitiva, el

442 El Correo de Quito21 de diciembre de 1863, No 12. 443 Mensaje Constitucional del Presidente ecuatoriano al Congreso Nacional, 10 de agosto de 1863, citado en

Pérez Concha, Ensayo histórico crítico, 187-188. 444 El Correo de Quito, 26 de septiembre de 1863, No 3. 445 De Gabriel García Moreno a Amédée. Fabre, Cónsul francés en Quito, 22 de junio de 1861, Loor, Cartas,

1862-1867, 284-285. El cónsul francés envió un informe a M. Thouvenel en los que recomendaba establecer

un protectorado en el Pacífico. Ver de A. Fabre a M. Thouvenel, 1° de febrero de 1862, en Loor, Cartas, 1862-

1867, 3-8

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144

Concordato establecía la injerencia del poder espiritual y material de la Iglesia sobre el

Estado ecuatoriano.446 El Presidente colombiano opinaba que ese acuerdo convertía al

Ecuador en un “feudo teocrático de la corte romana.”447 Este par de acontecimientos,

relacionados entre sí, iban en contra de las ideas liberales y anti clericales profesadas por el

gobierno colombiano, razón por la cual, se generó una tensión entre ambos países.448

El movimiento de Mosquera generó posiciones encontradas en la región del Pacífico

sudamericano. En el Perú celebraron la misión de Mosquera de “proteger el republicanismo”

en el Ecuador:

… y entonces el gobierno de Colombia comprendió que su deber como guardián de una de

las naciones más expuestas al peligro y como hermana de la gran familia americana era el

asegurar el porvenir, pidiendo explicaciones y tomando garantías; era también muy augusta

su misión para que se detuviese ante algunas dificultades que naturalmente suscitaría el

elemento reaccionario. Emprendió su marcha hacia el Sur del Estado, con el fin, según la

carta autógrafa al Presidente García Moreno, de conferenciar sobre asuntos de interés

americano y común a las dos hermanas de Colombia, con el de prestar sus buenos oficios a

los oprimidos del Ecuador para sacudir la teocracia que pretendía dominar en la hermosa

tierra de Atahualpa, según la célebre alocución del 15 de Agosto a los Caucanos.449

Mientras que, El Ferrocarril de Santiago de Chile decía que “lo que hoy intenta la Nueva

Granada es un crimen contra la América, es un crimen en el derecho y un crimen contra el

principio de libertad y unificación que toma por símbolo. La libertad no se impone. La

unificación no se manda.”450 Las posturas desde Chile y Perú tienen como eje la importancia

por el respeto de los asuntos internos de cada país, máxima de las relaciones exteriores.451

446 William King, Ecuadorian Church and State Relations under Garcia Moreno 1859-1863. (Austin:

University of Texas, 1974) 144-155. 447 De Manuel Quijano a Justo Arosemena, 09 de noviembre de 1863, AGNC. Fondo Ministerio de Relaciones

exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff 49r-v. 448 Circular de la Secretaría de lo Interior y Relaciones Exteriores de los Estados Unidos de Colombia a las

naciones del Pacífico, 9 de noviembre de 1863. AGNC. Fondo Ministerio de Relaciones exteriores, T 2, Caja

467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 52v. 449 El Comercio (Lima), 21 de enero de 1864, No 8076. 450 El Ferrocarril (Santiago), 2 de octubre de 1863, No 2410. 451 Andrés Bello [1832]. Principios de derechos de gentes. (Lima: Imprenta de Gómez Fuentenebro, 1844), 34.

Page 150: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

145

Los peruanos no veían problema en la injerencia colombiana en la política interna del

Ecuador, mientras que los chilenos la condenaban.

La batalla decisiva entre colombianos y ecuatorianos fue el 6 de diciembre de 1863,

resultando vencedor el ejército colombiano en la montaña colombiana de Cuaspud.452 Tras

esta victoria, ambos gobiernos firmaron un tratado adicional de paz el primero de enero de

1864. Este tratado sentó los objetivos de la alianza establecida entre Ecuador y los Estados

Unidos de Colombia:

1. Para sostener y defender la libertad, la soberanía, la independencia e integridad de sus

respectivos territorios, repeliendo cualquier intromisión extranjera. 2. Para impedir cualquier

intervención extranjera en la política interior. 3. Para abolir la aduana terrestre y la de ambos

lados del Carchi. 4. Para sostener la integridad del territorio de la Antigua Colombia. 5. Para

cumplir el punto anterior, ambas partes deberán fijar con anterioridad el número de defensas

por mar y por tierra de acuerdo a un cálculo proporcional.453

Con la firma de ese tratado se normalizaron las relaciones entre ambos Gobiernos.

La parte final de esta confrontación entre ecuatorianos y colombianos se puede ver como una

medida para mantener alejado a cualquier agente externo al sistema de Estados del Pacífico

sudamericano. La posibilidad de un Protectorado en el Ecuador y las concesiones de ese

Gobierno a la Iglesia católica eran motivo de preocupación ya que eran vistos como amenazas

potenciales para el republicanismo en la región, lo que afectaría el sistema y no precisamente

por la acción de alguno de ellos.

452 El Correo de Quito, 12 de diciembre de 1863, No 9. 453 Tratado adicional al de alianza, amistad, comercio y navegación entre los Estados Unidos de Colombia y la

República del Ecuador, 01 de enero de 1864. AGNC. Fondo Ministerio de Relaciones exteriores, T 2, Caja 467

Correspondencia de Justo Arosemena ff 86-85.

Page 151: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

146

3.3 Las coronas europeas invaden América. Americanismo, diplomacia y opinión

pública.

Hasta acá se ha visto como la política de los países del Pacífico sudamericano podría reforzar

el pensamiento generalizado en Europa del fallo del experimento republicano en América.454

Para estas Repúblicas, como para las del resto de las hispanoamericanas, consolidar las

prácticas e instituciones del republicanismo resultó un proceso minado por las dificultades

propias de la inexperiencia del autogobierno que abrió la puerta para que algunos caudillos

se hicieran buscaran ejercer el poder político a su mejor conveniencia, pero siempre buscando

legitimarse por medio de la representación nacional. Chile fue la única República que no

experimentó un cambio de gobierno por medios bélicos después de 1830, entre otras, esta era

una razón por la que ellos mismos se consideraban como la excepción dentro de la “anarquía”

reinante en Hispanoamérica.455 Asimismo, las relaciones entre los países de la región fue otro

argumento para hablar de un posible fallo del republicanismo. La falta de acuerdos en

cuestiones fronterizas, las amenazas de guerras, las escaramuzas y las confrontaciones bélicas

entre países limítrofes, por la búsqueda de ejercer efectivamente su soberanía afectaron el

sistema de Estados del Pacífico sudamericano desde dentro. Las situaciones en México y

Santo Domingo,456 que eran vistas como amenazas a la soberanía americana, mermaron los

ánimos belicistas, poniendo en pausa a las dinámicas de la política del sistema de Estados del

Pacífico sudamericano.

La opinión pública de la región también evaluó el estado del republicanismo para inicios de

la década de 1860 y el balance no era positivo. En Bogotá, el periódico liberal El Tiempo

explicaba las desilusiones del sistema republicano en América:

Los pueblos que acababan de salir del vasallaje humillante de la Colonia, se hallaron de

repente dueños de sí mismos, poseedores de una soberanía, cuyo ejercicio les era

desconocido, de un poder cuyos alcances les eran ignorados y de unos recursos de ignota

454 Jordan y Pratt, Europe and the American Civil War, XI. 455 El Mercurio (Valparaíso), 22 de noviembre de 1862. Número 10584. 456 Ver Capítulo 1, sobre todo apartado 1.4.

Page 152: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

147

aplicación. Al uso racional y cuerdo que hicieran ellos de su soberanía estaba

irrevocablemente ligada su dicha social y su porvenir de ventura colectiva.

Desde la terminación de la guerra de nuestra independencia buscan los pueblos con anhelante

afán la fórmula definitiva de su organización social y de su manera de ser política. Desde

entonces estamos ensayando la aplicación de instituciones que puedan adaptarse a las

creencias, los instintos y las costumbres de pueblos enteramente nuevos en la trabajosa labor

de constituirse y gobernarse. Cada uno de estos ensayos ha ido engañando tristemente la

lisonjera esperanza que los había aconsejado, y una desgraciada experiencia ha venido

sellando con sangre su memoria ingrata.457

En Lima también había descontentos con el republicanismo en la región y en Hispanoamérica

en general. El diario liberal El Comercio anotaba:

Hoy, después de cuarenta años, subsisten en toda su fuerza las causas del mal en casi todas

las repúblicas hispanoamericanas. Nada se ha fundado. Las constituciones políticas han sido

y son hojas de papel que ha rasgado la lanza de los caudillos o aventado el soplo de las

revoluciones la vida y la hacienda carecen de garantía; las ambiciones personales devastan

los pueblos; y las costumbres públicas están lejos de haberse arraigado en ellos.458

Las invasiones monárquicas en América generaron respuestas divididas. Había sectores de

la opinión pública que justificaban esas invasiones por la anarquía reinante en Santo

Domingo y México;459 y había otros que pensaban que en Europa poco se conocía de los

adelantos del republicanismo y, además, ratificaban su convencimiento por la libre

determinación de los pueblos, por lo que no había justificación alguna para esos

movimientos. Aunque había diferencias en el modo de evaluar los hechos, los publicistas de

457 El Tiempo (Bogotá), 24 de septiembre de 1861, No 301. 458 El Comercio (Lima), 7 de febrero de 1860, No 6314. 459 Por ejemplo, ver El Tiempo (Bogotá), 5 de noviembre de 1861, No 307; El Mercurio (Valparaíso), 9 de

enero de 1863, No 10625; El Ferrocarril (Santiago), 20 de enero de 1863, No 2195; El Ferrocarril (Santiago),

7 de septiembre de 1863, No 2390.

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148

la región compartían el compromiso de la defensa de la democracia y el republicanismo y de

la imposibilidad de imponer en “la América libre” la monarquía como forma de Gobierno.460

Por su parte, las invasiones europeas a México (1861) y Santo Domingo (1860) generaron

alarma en los gobiernos de las naciones del Pacífico sudamericano. La esperanza de la

vigencia de la Doctrina Monroe había sido cuestionada por el inicio de la Guerra Civil

estadounidense, por lo que se extendió el pensamiento que “el resto de la América del Sur

quedaba por precisión bajo las garras de la potencia europea más fuerte.”461 Las naciones del

Pacífico sudamericano buscaron la mejor manera para hacerle frente a los hechos en México

y Santo Domingo y a posibles injerencias europeas que pudieran presentarse en la región y

pusieran en duda la independencia de aquellos países. El llamado general, por parte de

diplomáticos y agentes de los Gobiernos del Pacífico sudamericano, fue a mantener fuertes

las instituciones republicanas, promover la unión americana y evitar conflictos externos.

Tras la toma de santo Domingo, el Ministro de Relaciones Exteriores peruano, José Fabio

Melgar, envió una circular en ese mismo tono a los Gobiernos de América.462 Melgar

calificaba la invasión española como un ataque contra la soberanía dominicana y como una

agresión a las instituciones democráticas y republicanas americanas. Este motivo era más que

suficiente para mantener el orden interno, evitar las controversias internacionales y promover

la unión americana para que una situación parecida no se replicara en otras partes del

continente.

Las invasiones francesa y española en América exaltaron el sentimiento americanista, que se

basaba en la construcción de una identidad continental republicana y en la solidaridad ante

la amenaza por medio de la promoción de la unión americana. Tanto los Gobiernos de la

región como la opinión pública se contagiaron de ese sentimiento, con la excepción de

460 El Comercio (Lima), 10 de diciembre de 1861, No 7139; El Mercurio (Valparaíso), 28 de diciembre de 1863,

No 10923; El Conservador (Bogotá), 9 de junio de 1864, No 38. 461 El Mercurio (Valparaíso), 20 de octubre de 1862, 10555; con referencia al mismo asunto ver El Tiempo

(Bogotá), 5 de noviembre de 1861, No 307. 462 Circular del Ministerio de Relacione Exteriores del Perú a los Gobiernos de América, 24 de agosto de 1861,

AMREE, A.22.3. comunicaciones recibidas de la cancillería del Perú III, ff 27-33.

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149

Ecuador, donde el Gobierno conservador de García Moreno mantenía la opinión que esa

suerte era merecida por esos países debido a la anarquía reinante allí; además, la libertad de

prensa en el Ecuador estaba restringida por lo que la opinión pública no se podía expresar a

favor del americanismo, generalizado en el Pacífico sudamericano.463 Basados en ese

americanismo, tanto los Gobiernos como la opinión pública, promovieron la búsqueda de la

tranquilidad interna y las relaciones cordiales entre países, para mostrar que el

republicanismo estaba en proceso de asentamiento en la región y, con ello evitar que Francia

o España fueran al Pacífico sudamericano a repetir los actos del Caribe. Salvo el caso de la

confrontación entre Ecuador y los Estados Unidos de Colombia se consiguió mermar otras

controversias interestatales.

Las ideas de mantener el orden interno y externo y de la promoción de la unión americana en

pro de la defensa de la soberanía americana se generalizó en el Pacífico sudamericano. Los

Gobiernos de este grupo de países comprendían que las revueltas internas y el poco orden en

la administración pública habían dado origen a estas iniciativas europeas en América. Para

un ejemplo, el Ministro de Relaciones Exteriores boliviano exponía la máxima “La paz

interior de los estados de América no es, por otra parte una condición aislada de cada uno de

ellos, en circunstancias como las presentes, en que un poderoso imperio trasatlántico ha

puesto el pie sobre el territorio de Méjico.”464 Además, los Gobiernos de Colombia, Chile y

Bolivia se mostraron atraídos por la idea de conformar una unión para defender la soberanía

de las naciones hispanoamericanas contra las amenazas provenientes de España y Francia,

como se verá en el capítulo 4.465

463 Manuel Gálvez. Vida de Don Gabriel García Moreno. (Buenos Aires: Editorial Difusión, 1942) 23. 464 De Lucas de la Tapia, Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, a José Gregorio Paz Soldán, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 3 de diciembre de 1862, en El Peruano (Lima), 7 de enero de 1863, Año 19

Tomo 38 Semestre 1 No 14. 465 De Manuel Quijano, Ministro de Relaciones colombiano, a Justo Arosemena, Ministro Plenipotenciario

colombiano en las naciones del Pacífico, 9 de noviembre de 1863, AGNC, Ministerio de Relaciones Exteriores,

T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 50; De Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones boliviano,

a José Fabio Melgar, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, en El Comercio (Lima), 23 de octubre de

1861, No 7887; Antonio Varas. Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones

Exteriores presenta al Congreso de 1861. (Santiago: Imprenta Nacional, 1861) 9.

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150

Sin embargo, el sentimiento unionista no era generalizado en el Pacífico sudamericano. El

gobierno garciano se distanció de las controversias en México y Santo Domingo y de

cualquier tema referente a la unión americana. García Moreno era de la idea que “la

pretendida unión de la América anarquizada contra cualquiera de las potencias que han

atacado a México, es una quimera.” De hecho, decía el Presidente ecuatoriano, si le obligaban

a tomar partido en un posible ataque a la soberanía peruana, “y tuviéramos que optar entre

ese país y sus enemigos, no vacilaríamos en unir nuestras fuerzas a las de la nación europea

que quisiera invadirlo.”466 El pueblo ecuatoriano, por su parte, no se podía expresar

libremente durante el Gobierno de García Moreno, parece ser que las ideas de unión

americana fueron generalizadas, sobre todo en Guayaquil, pero eran ocultadas por temor a

las represalias gubernamentales.467 Sin embargo, con el cambio de presidente y con el

ascenso de Jerónimo Carrión (1864-1867), esta situación sufrió un cambio y, tanto el pueblo,

la opinión pública y el Estado actuaron en dirección de fortalecer los lazos de la unión

americana.468

En general, los gobiernos de la región estuvieron inclinados hacia la promoción de la unión

americana y en suscitar la convivencia pacífica entre los países vecinos. Como se ha

expuesto, hubo muchos conflictos entre los países del Pacifico sudamericano durante los

inicios de la década de 1860. Esto hizo complicada la labor de mantenimiento de la paz, rota

por la guerra entre colombianos y ecuatorianos, finalizando 1863. En general los mensajes

que circulaban califican la guerra entre estos países como una guerra civil, “y en los

momentos actuales [como] una traición a la patria americana.”469

466 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 28 de mayo de 1862, en Loor, Cartas, 1862-1867, 79. 467 El periodo garciano (1861-1875) se caracterizó por métodos violentos para callar la prensa. En Ecuador se

publicaban ocho periódicos, pese a que habían más de veinte imprentas. Wilson Hallo. Síntesis histórica de la

comunicación y el periodismo en el Ecuador. (Quito: Fundación Hallo, 1992), 98. 468 De J. L. Quiñones, Minsitro Plenipotenciario peruano en Ecuador, a Ministro de Relaciones Exteriores

peruano, Toribio Pacheco, 27 de enero de 1866, Archivo digital del Ministerio de Relaciones Exteriores del

Perú (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España:

1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 1467. 469 El Ferrocarril (Santiago), 10 de julio de 1863, No 2340; El Comercio (Lima), 23 de septiembre de 1863,

No 7921.

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151

Mientras que los Gobiernos se mostraban neutrales ante las invasiones francesa y española

en América y buscaban promover el fin de las rivalidades, algunos políticos liberales de la

región dedicaron algunas palabras a la amenaza del republicanismo en América, y a la

promoción del americanismo. Al igual que en otros momentos de la vida republicana

americana, e incluso antes, en la década de 1860 también circularon diferentes ideas de lo

que significaba la unión americana y sus objetivos.470 Algunos políticos liberales, sobre todo

de Colombia y Chile,471 escribieron libros dedicados al asunto. Cada uno de esos documentos

parte de la evaluación del estado de la unión hasta el momento, es decir, hacían una

evaluación de los Congresos americanos celebrados hasta ese momento (Panamá en 1826 y

Lima en 1847). En general, los escritores apuntaban que esos intentos habían sido más

producto del miedo y motivados por intereses momentáneos y egoístas, además de no estar

respaldados por una estabilidad interna, lo que hacía que las decisiones adoptadas en esas

reuniones fueran, según el chileno Benjamín Vicuña Mackenna, intrascendentes.472

En esos documentos también se puede seguir una promoción al americanismo, tanto en

cuanto a la identidad como a la solidaridad que debía generarse ante la amenaza al

republicanismo en América. El colombiano Justo Arosemena identificaba a los

hispanoamericanos gracias a la identidad compartida y la comunión de instituciones,

siguiendo los argumentos expuestos en otro momento anteriores.473 Por su parte, los chilenos

Vicuña Mackenna y José Victorino Lastarria y el colombiano José María Torres Caicedo

entendían que el principal factor de identidad americana era el republicanismo en oposición

470 En el Capítulo 2 se hace un recorrido por las ideas de unión, liga y Confederación desde 1801 hasta 1856,

sobre todo en el apartado 2.2. 471 Justo Arosemena. Estudio sobre la Idea de una Liga Americana. (Lima: imprenta de Huerta, 1864); José

María Torres Caicedo. Union Latino-Americana. Pensamiento de Bolívar para formar una Liga Americana; su

origen y sus desarrollos y estudio sobre la gran cuestion que tanto interesa a los Estados débiles, a saber: ¿un

gobierno legítimo es responsable por los daños y perjuicios ocasionados a los extranjeros por las facciones?

(París: Librería de Rosa y Bouret, 1865); José Victorino Lastarria. La América. (Buenos Aires: Imprenta del

siglo, 1865); Benjamín Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación. Estudios históricos” en Colección de

Ensayos y Documentos Documentos Relativos a la Unión y Confederación de los Pueblos Hispano-

Americanos. (Santiago: Imprenta Chilena, 1862) 144-157. 472 Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación”, 149. 473 Arosemena, Estudio sobre la idea de una liga americana, 106-107.

Page 157: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

152

a la monarquía, en todas sus formas, generalizada en Europa.474 En el momento de

publicación de esos documentos, el republicanismo estaba siendo amenazado por las Coronas

francesa y española. La invasión de la primera a México y la reanexión de Santo Domingo

por la segunda motivaron las ideas de solidaridad expuestas por los políticos americanos. En

general, todos ellos coincidían en que la celebración de un Congreso americano serviría para

evitar conflictos bélicos entre las repúblicas de la región y, a través de la Asamblea ellas

mismas, unidas bajo un mismo organismo, se mostraran fuertes ante las Cortes europeas.475

El chileno Vicuña Mackenna aceptaba esa idea, pero añadía que debía haber una unión

popular, por lo que hace un llamado a fundar la "Patria común". No desde los gobiernos sino

desde los pueblos. Esa patria se debería fundar desde el amor y la fraternidad y no a partir

del miedo. Además, Vicuña Mackenna resaltaba que Chile debería tener la iniciativa en ese

proceso por su prestigio como nación civilizada en el continente.476

En ese mismo tono la opinión pública peruana iba más allá y hacía un llamado para unir

esfuerzos en pro de la independencia mexicana, que era la misma independencia

hispanoamericana:

Las rivalidades han cesado entre los pueblos; los odios, los rencores, las envidias han apagado

sus llamas insensatas y el sol de la libertad americana, alto en el horizonte, envía a todas las

almas los mismos ardientes rayos. Ya no hay una causa independiente de Méjico, distinta de

la causa de la independencia del Perú, de Chile, de Colombia; ya no se concibe que la

seguridad, la honra y el porvenir de Chile o el Perú sea algo distinto de la seguridad, la honra

y el porvenir del resto de las repúblicas. Desde Sonora hasta Magallanes, todos sentimos,

todos proclamamos la fraternidad y la alianza de nuestros pueblos.477

Dentro de este proceso de promoción del americanismo, en enero de 1863, el diario

santiaguino El Ferrocarril hizo la distinción entre “la América oficial y la América popular”.

474 Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación”, 157; Torres Caicedo, Union Latino-Americana, 293; Lastarria,

La América, 25. 475 Torres Caicedo, Union Latino-Americana, 91-94; Lastarria, La América, 7; Arosemena, Estudio sobre la

idea de una liga americana, 99-107. 476 Vicuña Mackenna. “Unión y Confederación”, 155-157. 477 El Comercio (Lima), 27 de junio de 1863, No 7813.

Page 158: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

153

La primera correspondía a los Gobiernos y la segunda al pueblo, que era consejera y juez de

la primera.478 La prensa mediaba en esta relación ilustrando la opinión de la América popular,

moderando las pasiones y haciendo publicidad del sentir popular en sus páginas.479 Por otra

parte, la prensa exigía a la América oficial la publicidad de los debates y correspondencia

para garantizar el control y supervisión del público a sus acciones y decisiones.480 Los

redactores de El Ferrocarril entendían que el control y el equilibrio entre los “justos deseos”

de la sociedad y la capacidad de los Gobiernos de escucharlos y hacerlos realidad estaba la

base del funcionamiento del sistema republicano.

La expresión de esa América popular se materializó en una serie de sociedades republicanas

a lo largo del Pacífico, siguiendo lo que Vicuña Mackenna llamaba la unión popular. En

1862, aparecieron asociaciones de ciudadanos auspiciadas por los partidos liberales que

estaban en contra de la neutralidad mostrada por los Gobiernos hispanoamericanos frente a

las invasiones europeas.481 La más relevante de ellas fue la Sociedad de Unión Americana de

Santiago de Chile, que tenía como principios

…sostener la independencia americana y promover la unión de los diversos estados de la

América (…) procurar informar a este respecto las ideas de todos los americanos e interponer

su fuerza moral para conseguir que los gobiernos obren en el mismo sentido (…) discutir y

presentar al examen público las bases que pudieran servir a la unión de los estados

americanos.482

En Chile, se formaron sociedades de este mismo tipo en Valparaíso, Copiapó, La Serena y

Quillota; en Perú, por su parte, los liberales limeños fundaron la Sociedad de defensores de

478 El Ferrocarril (Santiago), 20 de enero de 1863, No 2195. 479 El Mercurio (Valparaíso), 23 de agosto de 1864, No 11127. 480 Al respecto Habermas dice que “… el ejercicio del poder necesita del control de la opinión pública (para

evitar que sucumban en las tentaciones). La publicidad de los debates parlamentarios asegura la supervisión del

público. El público mismo constituye un tribunal de más valor que todos los tribunales juntos. Es además el

carácter del sistema, que no admiten la legitimidad del poder absoluto, lo que obliga a todos los ciudadanos a

buscar sin descanso, y en cualquier ocasión, la verdad, la razón y la justicia, que deben regular el poder fáctico.”

Ver Habermas, Historia y crítica de la opinión pública,134-135. 481 Colección de ensayos y documentos relativos a la Unión y Confederación de los pueblos Sud-americanos

(en adelante CEDRUCPS), Vol. 2. (Santiago, Imprenta del Ferrocarril, 1867) 9-10. 482 Estatutos de la Sociedad de Unión Americana, Sesión del 3 de junio de 1862, CEDRUCPS 2, 28-29.

Page 159: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

154

la independencia y en Bolivia, los sucreños formaron una Sociedad de Unión Americana.

Estas sociedades estaban en contacto permanente, e incluso se pusieron de acuerdo para

realizar actividades para recoger dinero para los hospitales de sangre en México y para el

socorro de las viudas y huérfanos que dejaba el paso de la guerra para

tratar de compensar nuestra inacción oficial y diplomática con la cooperación franca y

generosa de los individuos, nos atrevemos a esperar que los esfuerzos de esa sociedad no sean

tan ineficaces como hasta aquí lo han sido y que la vergüenza del pasado sea un aguijón para

el porvenir.483

Las diferentes sociedades republicanas a través del Pacífico, sobre todo en Chile, Perú y

Bolivia promovieron y organizaron actividades para la recolección de fondos para apoyar la

causa mexicana.484 La Sociedad de Unión Americana de Santiago se convirtió en la cabeza

visible de ese proceso, encargada de reunir los fondos y enviarlos a México.485 La ayuda

recogida fue enviada al gobierno de Benito Juárez. Esta iniciativa motivo a la Sociedad de

Unión Americana de San Luis de Potosí a resaltar las labores de su homónima de Santiago y

a exaltar que los pueblos hispanoamericanos “han pasado de estériles declamaciones a hechos

elocuentes.”486

La América popular anunciaba que en vista que la América oficial no se había podido unir,

ella mostraba que los pueblos estaban unidos bajo la bandera del americanismo que motivaba

a la defensa de la independencia y el republicanismo americano. Ante esa idea, el colombiano

Justo Arosemena pensaba que la relación debería ser inversa. La América popular, al ejercer

su ejercicio como soberano, debía volver Gobierno a quienes encarnaran sus ideas, en este

caso, la idea unionista:

483 Acta de la Sociedad de Unión Americana de Santiago, 30 de abril de 1863, CEDRUCPS, 101. 484 Por ejemplo, en el Perú, en Huaraz, Arequipa y Puno se realizaron colectas para el hospital de sangre en

México. El Comercio (Lima), 01 de junio de 1863, No 7781; El Comercio (Lima), 08 de junio de 1863, No

7789; El Comercio (Lima), 14 de agosto de 1863, No 7871; La Bolsa de Arequipa, 10 de julio de 1863, No 180

y La Bolsa de Arequipa, 17 de julio de 1863, No 181. 485 En CEDRUCPS se recogen las respuestas de diferentes sociedades republicanas a la propuesta de la Sociedad

de Unión Americana de Santiago; por ejemplo, la de Valparaíso (12 de junio de 1863, 115) y La Serena (13 de

junio de 1863, 122). 486 Unión Americana, En CEDRUCPS, 145.

Page 160: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

155

Cuando hablamos de los pueblos, no nos referimos sino a sus inmediatos directores, al

político, al tribuno, al demagogo, al miembro del club, al periodista, y a todos los cabecillas

que mueven con su influjo las masas iliteratas. Y esos directores, que son el único pueblo

deliberante, tienen bastante pronunciado el sentimiento de la imperatividad [sic], que los

agita, y les promete convertirse en gobierno si ya no lo son. No tienen por tanto disposición

alguna á menoscabar su soberanía y muestran, por la resistencia a la menor tentativa

centralizadora, el deseo de mantener íntegra, sobre la masa de que disponen, la autoridad que

un gobierno general les escatimaría.487

Arosemena hacía un llamado para que la defensa del republicanismo fuera a través del

ejercicio de la democracia.

El sentimiento americanista, que generó una fuerte filiación identitaria alrededor del

republicanismo y que motivó la solidaridad ante las invasiones en otras partes de América,

se generalizó y tuvo diferentes expresiones en los sectores oficiales y populares del Pacífico

sudamericano. En general, las evaluaciones del estado del republicanismo en la región se

moderaron, pasando de una crítica a convertirla en el factor determinante que los identificaba.

El americanismo de los sectores oficiales motivó el llamado para que cesaran los conflictos

internos y entre países –con la excepción del colombo-ecuatoriano- y así, no se replicara en

el Pacífico sudamericano lo acontecido en el Caribe. En cuanto a los sectores populares, ellos

se sentían decepcionados por la manera en que los oficiales habían afrontado las invasiones

francesa y española en México y Santo Domingo. Entonces, la América popular buscó

promover la unión de los pueblos ya que la unión de los Estados no se había concretado. En

ese marco se crearon sociedades republicanas, entre la que sobresalió la de Santiago, por

medio de las cuales se recogió dinero para apoyar al Gobierno mexicano de Benito Juárez.

La derrota mexicana en la ciudad de Puebla generó reacciones de indignación y pesar en todo

el continente. Tras ella, era casi segura la llegada del ejército imperial francés a la Ciudad de

México.488 La derrota mexicana fue un golpe moral para el accionar de las sociedades

487 Arosemena, Estudios, 94-95. 488 El Ferrocarril (Santiago), 30 de junio de 1863, No 2331; El Comercio (Lima), 8 de junio de 1863, No 7789;

EL Conservador (Bogotá), 13 de septiembre de 1863, No 1.

Page 161: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

156

republicanas y de la opinión pública que, luego de enterarse de ella, redujeron sus

operaciones y se acallaron.489

3.4 Conclusión

El sistema de Estados del Pacífico sudamericano tuvo importantes variaciones desde finales

de la década de 1840 hasta inicios de la de 1860. La política interna de los países de la región

se vio alterada y sufrió un reacomodo luego de la ola liberal proveniente de Europa y las

revoluciones de 1848, tras el cual el republicanismo en la región se vio modificado. Ese

reacomodo, en general, ocasionó la supresión y modificación de instituciones y prácticas que

pervivían del periodo colonial; la esclavitud fue abolida, la libertad de prensa fue instituida,

la pena de muerte fue prohibida, entre otras. Los jóvenes políticos que tomaron la iniciativa

para llevar a cabo esos proyectos se apoyaron en sectores populares, como los artesanos, y

se enfrentaron a grupos reaccionarios que se opusieron a las modificaciones introducidas en

la primera parte de la década de 1850. Esta situación hizo que esos grupos reaccionarios

buscaron volver a hacerse con el poder político para que el estado de cosas volviera a

acomodarse en su cauce anterior a la ola liberal.

Al lado de esas contiendas políticas, las economías de los países del Pacífico sudamericano

entraban al mercado global de manera satisfactoria. Chile y Perú fueron los países que

sacaron mejor provecho de ello, gracias a la exportación de harina, por parte del primero, y

guano, por el segundo. Los Estados de la región se preocuparon por tomar medidas que les

permitieran tener conciencia de su territorio y de sus recursos con el fin de optimizar la

entrada de sus economías en el mercado global. Ese reconocimiento en los países del Pacífico

sudamericano, además de permitirles ciertos avances económicos, revivió disputas, dentro

de la competencia regional, por la soberanía territorial que habían quedado en pausa,

principalmente por la introspección que estos países experimentaron por más de dos décadas,

desde 1830. Además de generar diferencias entre las partes enfrentadas. Las competencias

489 El Mercurio (Valparaíso), 6 de mayo de 1864, No 11032.

Page 162: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

157

de ese tipo, expuestas en el capítulo, mostraron la posición preponderante de Perú y Chile en

la región. Si bien los diferendos territoriales no se solucionaron en ese momento, esos

Gobiernos si mostraron que podrían imponerse por medios bélicos a sus contendientes.

La balanza de poder dentro del sistema de Estados del Pacífico sudamericano se inclinaba a

favor de Chile y Perú, pero la posible intromisión de fuerzas externas a él amenazaba su

estabilidad. Las acciones del Gobierno ecuatoriano por favorecer desmedidamente a poderes

exteriores, sobre todo la oferta de la instauración de un Protectorado francés y la firma del

Concordato con Roma, generaron alarmas en la región. Esas medidas eran tomadas como

una amenaza al republicanismo americano y fueron condenadas y combatidas por el

Gobierno colombiano. Las acciones ecuatorianas no fueron las únicas posibles intromisiones

a la estabilidad del sistema de Estados del Pacífico sudamericano.

El cese de la Doctrina Monroe y la entrada de Francia y España en la contienda por el balance

de poder en América, con las invasiones a México y Santo Domingo respectivamente,

encendió las alarmas y las dinámicas del sistema de Estados del Pacífico sudamericano

fueron modificadas. Tanto la opinión pública, como los sectores oficiales del Pacífico

sudamericano, con la excepción de Ecuador, promovieron el americanismo, a partir de una

identidad compartida alrededor del republicanismo, el cual veían bajo amenaza. Esa amenaza

generó una solidaridad que se manifestó en la promoción de la unión americana. Los sectores

populares fueron más eficientes en ese sentido y promulgaron la unión de los pueblos. La

expresión de esa unión fue las sociedades republicanas que se generalizaron en Chile, Perú y

Bolivia, por medio de las cuales se recogió dinero para ayudar al ejército mexicano. El fervor

con que la unión de los pueblos realizaba actividades y promovía el americanismo mermó

tras la victoria del ejército imperial francés.

La amenaza al republicanismo también generó un llamado para que los conflictos internos y

entre los países de la región cesaran, postergando la competencia interestatal, a la expectativa

de lo que pudiera suceder con el republicanismo americano. Entonces, los conflictos que

habían sido ya postergados se detuvieron en pro de generar una mejor imagen de esa forma

de Gobierno. Más tarde, sin amenazas exteriores, esos mismos asuntos volverían a las

Page 163: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

158

agendas de nuevos Gobiernos, explotando y trayendo la guerra de nuevo al vecindario. El

conflicto que mayor alcance tuvo fue el que quedó inconcluso entre Bolivia y Chile, que

desencadenaría luego en la Guerra del Pacífico (1879-1883), enfrentando a Chile con Bolivia

y el Perú.490

490 La bibliografía sobre la Guerra del Pacífico es extensa, recomiendo ver Renzo Babilonia. La guerra de

nuestra memoria, crónica ilustrada de la Guerra del Pacífico (1879-1884), (Lima: Fondo Editorial de la

Universidad de Ciencias y Humanidades, Fondo Editorial del Pedagógico San Marcos, 2009); Carmen McEvoy.

Guerreros civilizadores. Política, sociedad y cultura en Chile durante la Guerra del Pacífico. (Santiago:

Ediciones Universidad Diego Portales, 2011); Carlos Donoso y Gonzalo Serrano (Edit.). Chile y la Guerra del

Pacífico. (Santiago: Centro de Estudios Bicentenario, Universidad Andrés Bello, 2011).

Page 164: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

159

4. La crisis del Pacífico sudamericano y el cese en las dinámicas del sistema de

Estados (1864-1865)

La política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano estaba a punto de colapsar. El

inicio de una guerra a gran escala estaba cerca. Sin embargo, los intentos colonialistas de

Francia y España calmaron los ánimos y reavivaron el sentimiento unionista, en defensa del

republicanismo americano, con lo que fue modificado el cauce de las dinámicas del sistema

de Estados. El Pacífico sudamericano fue uno de los escenarios de la crisis global de la década

de 1860, en la que la idoneidad del republicanismo fue cuestionada en diferentes regiones

del mundo.491 La vuelta de Francia y España a la contienda por la lucha de poder en América

causó revuelo y las ideas de unión americana modificaron la política de la región, poniendo

un alto a conflictos territoriales y alterando la política interna de los países del litoral Pacífico.

Aunque, desde que franceses y españoles iniciaron sus movimientos en el continente, hubo

alguna reacción contra ellos, como ya se vio, fue la partida de una flota española con rumbo

al Pacífico la que encendió alarmas, que pronto se verían justificadas, tras apoderarse de las

islas de Chincha en el Perú en 1864.

El inicio de la crisis en el Pacífico sudamericano fue posible por la retirada de los Estados

Unidos y Gran Bretaña de la contienda por la lucha de poder en América y por la política de

prestigio española. El primero explica la intervención francesa y española en América sin

reacción del país del norte o la corona británica, mientras que el segundo explica la idea del

491 Sobre la crisis global de la década de 1860, ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.3.

Page 165: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

160

Gobierno español de finales de la década de 1850 y principios de 1860 por relanzar su política

exterior, encontrando en las aguas del Pacífico un escenario propicio. La toma de las islas

guaneras encendió las alarmas en los países del Pacífico sudamericano, que, por medio de la

opinión pública, identificaron a España como un enemigo externo, que atentaba contra el

republicanismo americano, frente al cual deberían unirse, si es que querían mantener intacta

su soberanía e independencia.

Este capítulo analizará el inicio de la crisis del Pacífico, su desarrollo y la manera en que los

países del Pacífico sudamericano la afrontaron. Como ya se ha visto en el Capítulo 2, una de

las maneras como los países sudamericanos afrontaban las amenazas exteriores en el siglo

XIX, hasta la década de 1850, fue por medio de la celebración de Asambleas continentales;

ya había pasado en Panamá en 1826 y en Lima en 1848. Para enfrentar la nueva amenaza,

junto con las otras injerencias europeas en suelo americano, en México y Santo Domingo, el

Gobierno del Perú promovió la celebración de un Congreso americano en 1864, que es

entendido como un nudo histórico492, en tanto que en él ocurren y se cruzan los distintos

elementos y niveles de la política global y del sistema de Estados del Pacífico sudamericano,

luego de los cuales, cada uno de ellos salen afectados.493 El Congreso americano de Lima fue

un punto de intersección del contexto internacional, la política interna de cada país del

Pacífico sudamericano y la idea de unión americana. En él convergieron los planos

regionales, nacionales, el continental y el mundo global, cuya relación explica los hechos que

acontecieron alrededor de esta Convención de Plenipotenciarios. A partir del análisis de estas

relaciones, se puede explicar la política del Pacífico sudamericano como un fenómeno

multicausal y como un eslabón de una serie de experiencias institucionalizadoras en pro de

generar una unión continental y en el asentamiento del republicanismo.

La historiografía ha abordado el segundo Congreso americano de Lima dentro de un grupo

de intentos de unir políticamente los países del continente americano, usualmente es visto

492 El nudo se entiende en su sentido orográfico: punto de unión entre dos o más sistemas montañosos. 493 Michel Werner y Bénédicte Zimmermann. “Beyond comparison: histoire croisée and the challenge of

reflexivity” en History and theory, 45 (febrero, 2006), 37-38.

Page 166: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

161

como el último intento de unión hispanoamericana, para abrirle paso a una unión

continental.494 Los estudios particulares del Congreso continental de 1864, en general,

reproducen los hechos de la reunión, describen los tratados firmados y se quejan del “fracaso”

que significó este último intento unionista hispanoamericano. Luego de los “fracasos” de las

Asambleas continentales, las Repúblicas americanas no volvieron a insistir sobre la unión

hispanoamericana y finalizando el siglo XIX, en 1889, el Panamericanismo fue visto como

la salida para promover la unión continental, dirigida por los Estados Unidos.495

La perspectiva acá propuesta para analizar el Congreso americano de Lima de 1864 permite

comprender la convergencia de los diferentes factores de la política del sistema de Estados

del Pacífico sudamericano y del contexto global para entenderlo en sí mismo como un intento

de unión particular, con sus propias dinámicas y repercusiones en la configuración de ese

sistema. Además, esta perspectiva permite poner relevancia a un aspecto poco considerado:

la soberanía. Para efectos de este trabajo se entiende la soberanía, en palabras de Jean Bodino,

como el ejercicio soberano del poder por parte de las autoridades del Estado, para expedir y

hacer cumplir las leyes, dentro de un territorio circunscrito y que excluye el poder de terceros

en ese mismo espacio.496 Esta definición, formulada en el siglo XVI, resulta vigente para la

investigación en tanto que permite ver las tensiones entre la unión continental, como medio

para afrontar la crisis que trajo consigo la presencia de la flota española en las aguas del

494 Ver, por ejemplo, Jesús María Yepes, Del Congreso de Panamá a la Conferencia de Caracas 1826-1954.

(Caracas: Cromotip, 1955); Gordon Connell-Smith. El sistema interamericano. (México: Fondo de cultura

económica, 1966); Indalecio Lievano Aguirre. Bolivarismo y monroismo. (Bogotá: Populibro. 1969); Francisco

Cuevas. Del Congreso de Panamá a la conferencia de Caracas. Caracas: Serie de sesquicentenario del

Congreso de Panamá. (Caracas: Oficina central de información, 1976); Germán de la Reza. El ciclo

confederativo. Historia de la integración latinoamericana en el siglo XIX. (Lima: Fondo editorial de la

Universidad Nacional Mayor de San marcos, 2012); José Briceño. “Los congresos hispanoamericanos en el

siglo XIX: identidad, amenazas externas e intereses en la construcción del regionalismo” en Revista de

Relaciones Internacionales de la UNAM, No. 118, enero-abril de 2014, pp 131-170. 495 Entre otros trabajos es recomendado ver Miguel Varas. “El Congreso americano celebrado en Lima en 1864”,

Revista chilena de Historia y Geografía, Vol. 38, 1921, 71-96; Robert Frazer. “The role of the Lima Congress

1864-1865 in the development of Pan-Americanism” en The Hispanic American Historical Review, Vol. 29,

No 3, 1949, 319-348; Eduardo Garland Roel. Los Congresos de Lima. (Caracas: Litografía y Tipografía Vargas,

1952); Academia Diplomática del Perú. El Congreso americano de Lima de 1864, aspectos principales. (Lima:

1964); Germán de la Reza. “La asamblea hispanoamericana de 1864-1865, último eslabón de la anfictionía” en

Estudios de historia moderna y contemporánea de México, No 39 (2010), 71-91. 496 Jean Bodino [1576]. Los seis libros de la Republica. (Madrid: Tecnos, 1985), sobre todo el capítulo 1, Libro

VIII, 47-66.

Page 167: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

162

Pacífico y el celo por el cuidado del poder de decisión de los Gobierno de los países asistentes

al segundo Congreso americano de Lima. Por último, esta perspectiva, que integra la unión

pública al análisis, permite ver dos planos de la política, el oficial y el “popular”, actuando

no siempre de manera coordinada en la promoción del americanismo y en el desarrollo del

Congreso americano de Lima.

Este capítulo pretende, entonces, analizar la crisis del Pacífico sudamericano, desde sus

inicios, y su respuesta: el Congreso americano de 1864, a través de los diferentes niveles de

la política del Pacífico sudamericano, buscando poner en relieve asuntos de guerra, unión y,

sobretodo, soberanía. Para ello, la exposición se hará en cuatro partes. La primera analiza la

política del prestigio español promovida por Leopoldo O’Donnell, Presidente del consejo de

Ministros español, desde 1858 y su repercusión en el inicio de la crisis del Pacífico

sudamericano. La segunda parte expondrá la toma de las islas de Chincha en abril de 1864

por la flota española; en esta sección se abordarán aspectos de la política interna del Perú y

de las relaciones diplomáticas de ese Gobierno con el español que desencadenaron en un

conflicto binacional, dentro del marco de la diplomacia de las cañoneras, envestido de

carácter continental; asimismo, en esta sección se analizarán algunas reacciones de la opinión

pública frente a la toma de las guaneras peruanas. En la tercera parte se examinarán los

preparativos del Congreso americano de 1864, en este apartado se analiza como los

Gobiernos y la opinión pública de la región buscaron relacionar los movimientos

colonialistas europeos en el Caribe y en México con la toma de las islas de Chincha,

mostrándola como una amenaza a la soberanía continental y exaltando, así, un sentimiento

americanista, lo que aceleró la celebración del Congreso, planeado con anticipación. Por

último, una cuarta parte se dedicará a analizar el desarrollo del Congreso americano,

celebrado entre octubre de 1864 y abril de 1865, agrupando las discusiones dentro de tres

categorías: unión, guerra y soberanía.

Para el desarrollo de este capítulo se recurrieron a diferentes tipos de fuentes. Dentro de ellas

sobresalen las diplomáticas, sobre todo la correspondencia entre los diferentes Ministros de

Relaciones Exteriores y entre ellos con los agentes en la región, sobre todo en Lima, donde

se celebró la Asamblea continental. Asimismo, se consultaron las actas de las sesiones del

Page 168: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

163

Congreso de Lima. Con esas fuentes se dio cuenta del accionar de los actores estatales y del

plano en el que la historiografía ha analizado la reunión continental. Como este trabajo busca

también incorporar al análisis la mirada de actores no estatales, se recurrió a la consulta de

prensa y publicaciones de la época, con las cuales se busca ampliar la mirada y ver el

desarrollo del Congreso americano, como lo sugiere Pierre Rosanvallon para comprender lo

político, en sus condiciones efectivas de emergencia, teniendo en cuenta las posibilidades de

acción, es decir, aprehenderlos mientras se forman, tanto desde los gobiernos como a partir

de la opinión pública.497 Asimismo, a partir de esas fuentes también se buscará explicar el rol

de la opinión pública en la promoción del americanismo y la evaluación que hizo del

Congreso americano. El que las fuentes consultadas sean de los diferentes países del Pacífico

sudamericano permite ver la crisis de la región a partir de una mirada transnacional.

En este capítulo se verá la manera en que la salida momentánea de Estados Unidos y Gran

Bretaña de la contienda por la lucha del balance de poder en América y la entrada de España

a ella afectó al Pacífico sudamericano de manera directa. Además, también se verá como la

idea unionista volvió a ser importante como respuesta a lo que entendían los Gobiernos de la

región una amenaza al republicanismo. En fin, de lo que se trata es de mostrar la manera en

que las dinámicas del sistema de Estados del Pacífico sudamericano se trastocaron por esos

dos factores.

4.1 El relanzamiento de la acción exterior española y la escuadra del Pacífico

4.1.1 La política de prestigio español

Después de Trafalgar y la implosión imperial, la preponderancia de España en el sistema

mundial se vio eclipsada por Gran Bretaña y Francia. Durante buena parte de la primera

497 Rosanvallon dice que el método de la historia de lo político es a la vez interactivo y comprehensivo. Esto

“implica reconstruir la manera en que los actores hacen inteligibles las situaciones, situar los reclamos y los

deseos a partir de los cuales ellos piensan su acción, dibujar el mapa de las sinsalidas y de las posibilidades que

estructuran implícitamente su horizonte” Pierre Bouretz, Oliver Monguin, Joel Roman. “Hacer la historia de lo

político. Entrevista con Pierre Rosanvallon” en Memoria y sociedad Vol. 10, Núm. 20 (2006), 80.

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164

mitad del siglo XIX, los españoles buscaron ubicarse de nuevo en el primer plano de las

potencias. Luego de la guerra de sucesión carlista y la proclamación de Isabel II (1843), como

reina de España,498 la economía de ese país empezó a mostrar síntomas de recuperación, que

se vieron también reflejados en el crecimiento de su poder militar.499 A finales de la década

de 1850, el Gobierno español se sentía con la fuerza para relanzar su acción exterior.500

Leopoldo O’Donnell fue llamado por la reina para ocupar la Presidencia del Consejo de

Ministros, posición que ocupó entre 1858 y 1863, siendo quien más tiempo duró en la

posición durante la España Isabelina. El bienestar y la percepción optimista del presente y

del futuro español contribuyeron a dar una sensación de estabilidad y de prosperidad que

mantuvieron sólido el ministerio de O´Donnell. En la apertura de las Cortes de 1858,

O’Donnell ya apuntaba su disposición a intervenir en México, Marruecos y la Cochinchina.

El Ministro puso en boca de la reina una amenaza de atacar aquellos lugares donde hubiera

algún atentado contra la integridad de la Corona española y sus súbditos, en cualquier lugar

del mundo, tal como ocurría en México, Marruecos y en la Cochinchina:

Si contra mis deseos y esperanzas no se obtiene de las negociaciones pacíficas pronto

resultado, emplearé los recursos ya preparados para apoyar mis reclamaciones con tanto vigor

y energía como fue mi moderación y templanza en el largo periodo de las contestaciones

suscitadas con el Gobierno de México.

El Rey de Marruecos ha reconocido, como no lo había hecho hasta el día, un principio

consignado en sus tratados con España, confío en que seguirá haciendo justicia a mis

reclamaciones, y que no tendré necesidad de recurrir a la fuerza para hacer respetar el

498 La Primera Guerra Carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los

partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII, y los isabelinos, defensores

de Isabel II. Al respecto, ver John Coverdale. The Basque Phase of Spain's First Carlist War. (Princeton;

Princeton University Press, 1984); Gabriel Tortella, Casimiro Martí, José María Jover, José Luis García y David

Ruiz. Historia de España. Revolución burguesa, oligarquía y constitucionalismo (1834-1923), Vol. VIII.

(Barcelona: Labor, 1981) 223-237; Laura Corrales Burjalés: "La Guerra de los Siete Años (1833-1840) a través

del grabado popular catalán: estado de la cuestión", Trienio, No 51 (mayo de 2008), 73-110. 499 Fernando García De Cortázar. Memoria de España. (Madrid: Aguilar, 2004) 443-445. Wayne Bowen. Spain

and the American Civil War. (Columbia and London: University of Missouri Press, 2011) 35-36. 500 Miguel Artola. Historia de España. La burguesía revolucionaria (1808-1874), Vol. V. (Madrid: Alianza

Editorial, 1990) 263; Charles Esdaile. Historia de España. La quiebra del liberalismo (1808-1939) Vol. XIII.

Barcelona: Editorial Crítica, 2001) 119.

Page 170: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

165

pabellón español, y evitar que se repitan los excesos que contra nuestras plazas y contra

nuestros buques mercantes han cometido los riffeños [sic] en distintas épocas.

Los atentados de que fueron víctimas nuestros misioneros en el Asia, me han obligado a

enviar, en unión con el emperador de los franceses, una expedición militar a la Cochinchina.

Las tropas de mar y tierra corresponderán, si la ocasión se presenta, a sus tradiciones y a la

memoria de las hazañas con que e1 soldado español se distinguió siempre en defensa de los

intereses y del honor de su Patria y de sus Reyes.501

Los tres frentes a los que la Reina se refirió fueron la base de la política de engrandecimiento

de la política exterior española. En cada uno de ellos la principal queja era la situación por la

que pasaban sus súbditos. En la Cochinchina habían denuncias de asesinatos contra

misioneros españoles;502 en Marruecos, algunos moros invadieron Ceuta y asesinaron a

algunos soldados españoles;503 mientras que, en México, que se encontraba en guerra civil,

la situación para los súbditos españoles estaba llena de amenazas por sus vidas y por el

desarrollo de sus negocios.504 El gobierno español advertía que su único interés era encontrar

satisfacciones ante las afrentas contra la corona española y sus súbditos en cualquier lugar

del mundo; no tenía interés alguno en conquista. Así lo expresaba O’Donnell en el discurso

ante el Congreso español para justificar la guerra en Marruecos:

No vamos animados de un espíritu de conquista, no. El Dios de los ejércitos bendecirá

nuestras armas, y el valor de nuestro ejército y de nuestra armada hará ver a los marroquíes

que no se insulta impunemente a la Nación española, y que iremos a sus hogares; si es preciso

a buscar la satisfacción. No nos lleva un espíritu de conquista; no vamos a África a atacar los

intereses de la Europa, no; ningún pensamiento de esta clase nos preocupa; vamos a, lavar

nuestra honra, a exigir garantías para lo futuro; vamos a exigir de los marroquíes la

501 Discurso de apertura de las Cortes de la Reina Isabel II, 1 de diciembre de 1858, Diario las sesiones del

Congreso. Legislatura de 1859. En http://www.congreso.es/est_sesiones/, Consultado el 18 de septiembre de

2018. 502 Discurso de Calderón Collantes, Ministro de Estado, 11 de marzo de 1859, Diario de las Sesiones del

Congreso, Consultado el 18 de septiembre de 2018. 503 Discurso de O’Donnell, Presidente del Consejo de Ministros, 22 de octubre de 1859, Diario de las Sesiones

del Congreso, Consultado el 18 de septiembre de 2018. 504 Sobre la Guerra civil mexicana ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.4

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166

indemnización de los sacrificios que la Nación ha hecho; vamos, en una palabra, con las

armas en la mano a pedir la satisfacción de los agravios hechos a nuestro pabellón. 505

La política de prestigio que promovió el Ministro O’Donnell era costosa y los beneficios que

se esperaban de las acciones en el exterior eran equiparables a sus gastos. En Cochinchina,

una acción conjunta con la flota del imperio francés garantizó la victoria de los europeos. Sin

embargo, el gobierno español no recibió tierras o algún otro beneficio más que una

indemnización y algunos derechos comerciales. Los beneficios de la invasión fueron en su

mayoría para el gobierno de Napoleón III, que, tras ella, inició la penetración a Indochina.506

Por otra parte, en Marruecos, la invasión inició en Ceuta y terminó en Tetuán, donde ambas

partes firmaron el tratado de Wad-Ras, en el que se declaraba vencedora a España y que

obligaba al sultanato marroquí a reconocer una indemnización de 400 millones de reales y,

además, la soberanía española de Ceuta y otros territorios que estaban en disputa.507

En cuanto a México, España se adhirió a la iniciativa francesa y británica de invadir ese país

para exigir las satisfacciones al Gobierno de Benito Juárez;508 la invasión fue acordada con

el Tratado tripartita del 31 de octubre de 1861.509 En dicho tratado, las partes acordaban no

intervenir en la política interna mexicana, sino limitarse a obligar al Gobierno de ese país a

satisfacer las exigencias que cada una de ellas solicitaba.510 Sin embargo, el Gobierno

imperial francés alteró el plan y envió un contingente de tropas, acompañado por exiliados

mexicanos, con los que buscaba imponer un gobierno monárquico en México. Los enviados

de España y Gran Bretaña mostraron su posición contraria ante los movimientos franceses y

advertían que “los mexicanos son favorables al Gobierno actual [el de Benito Juárez], y que

505 Discurso de O’Donnell, Presidente del Consejo de Ministros, 22 de octubre de 1859, Diario de las Sesiones

del Congreso, Consultado el 18 de septiembre de 2018. 506 Josep Fontana. Historia de España. La época del liberalismo, Vol. VI. (Barcelona: Crítica-Marcial Pons,

2007), 299; José María Jover Zamora. Política, diplomacia y humanismo popular en la España del siglo XIX.

(Madrid: Ediciones Turner, 1976), 1068. 507 Fontana, Historia de España, 299-300. 508 Sobre la invasión tripartita a México ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.4. 509 Donaldson Jordan y Edwin Pratt. Europe and the American Civil War. (London: University of Oxford Press,

1931) 3-4; Carl Bock. Prelude to tragedy. The negotiation and Breakdown of the Tripartite Convention of

London, October 31, 1861. (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1966) 517-520. 510 Ver capítulo 1.

Page 172: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

167

con dificultad se encontraría partidarios a la monarquía”.511 Entonces, el general español Juan

Prim aconsejó a su gobierno retirar las tropas del suelo mexicano:

Si se quiere crear violentamente y por la fuerza de las armas una Monarquía contra la voluntad

de la nación, las tropas españolas no darán su apoyo a semejante proyecto mientras yo me

encuentre a su cabeza, antes bien desde la capital misma emprendería mi retirada hacia el

puerto y llevaría a cabo el reembarque seguro de que tal proceder daría a España más prestigio

en México, en todos los Estados hispano-americanos y en el mundo entero.512

El gobierno español respaldó la actuación de Prim bajo la premisa del respeto del voto de la

mayoría de los mexicanos. Entonces, la satisfacción a las demandas españolas tuvo que

esperar hasta la restauración del gobierno republicano de Juárez, tras el periodo imperial de

Maximiliano.

La política de prestigio española tuvo un empujón inesperado desde Santo Domingo. El

Presidente, Pedro Santana, solicitó la reanexión de esa República a la Corona española en

1860. Santana temía por la integridad del territorio dominicano, amenazada por ofensivas

haitianas.513 Al año siguiente, el Ministro de Estado español, Calderón Collantes, respondió

a la oferta que era necesario el pronunciamiento del pueblo dominicano para que se hiciera

efectiva la anexión.514 En marzo de 1861, Santana realizó un plebiscito en el que participaron

511 Acta de la conferencia celebrada el 9 de abril de 1862 en Orizaba entre los cinco comisarios de las tres

altas potencias aliadas, en Documentos anexos a la sesión de las Cámaras españolas del 2 de junio de 1862,

97-101. en

http://www.congreso.es/est_sesiones/web/viewer.html?file=http%3A%2F%2Fwww.congreso.es%2Fest_sesio

nes%2Fresource%3Fid%3DC-0133-001.pdf%26leg%3D1861-1862%26idx%3D1 consultado el 19 de

septiembre de 2018. 512 De Juan Prim, General y Ministro Plenipotenciario español en México, a Saturnino Calderón Collantes,

Ministro de Estado español, 29 de marzo de 1862, en Documentos anexos a la sesión de las Cámaras españolas

del 2 de junio de 1862, 85-87, Consultado el 19 de septiembre de 2018. 513 Santo Domingo se había independizado de Haití luego de 20 años en 1854. Jaime de Jesús Domínguez. La

Anexión de la República Dominicana a España. (Santo Domingo: Editora de la Universidad Autónoma de

Santo Domingo, 1979) 22-29. 514 De Saturnino Calderón Collantes, Ministro de Estado español, al Capitán general de Cuba, Francisco Serrano

Domínguez, 24 de abril de 1861, en Documentos anexos a la sesión de las Cámaras españolas del 14 de

noviembre de 1861, 4-6 en

http://www.congreso.es/est_sesiones/web/viewer.html?file=http%3A%2F%2Fwww.congreso.es%2Fest_sesio

nes%2Fresource%3Fid%3DC-0004-006.pdf%26leg%3D1861-1862%26idx%3D1 consultado el 19 de

septiembre de 2018.

Page 173: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

168

cerca de 4,000 personas, en su mayoría cercanas al Presidente. La consulta arrojó como

resultado la aprobación de la vuelta de Santo Domingo al sistema colonial español.515 Con la

invitación de una parte del pueblo dominicano, España controlaba un nuevo punto en el

Caribe con el que aumentaba su prestigio en la contienda por el balance de poder en América.

Sumada a los otros movimientos españoles en el mundo, la inesperada anexión de la

República caribeña sirvió para alentar la política exterior de ese país. La opinión general

estaba excitada por los logros de la Corona española en el ramo exterior.516 Incluso, el

periódico madrileño La España, en enero de 1861, se atrevió a sugerir que

España no ha renunciado nunca a las Islas de Chincha y de Lobos, principales depósitos de

guano; estas islas se hallan hoy explotadas por el gobierno peruano que saca de ellas una

rentas inmensas; luego España debe recuperarlos, como ha recuperado a Santo Domingo, y

aumentar con estos elementos su riqueza, su comercio y su navegación.517

Si bien la propuesta parecía tentadora, en vista de los grandes yacimientos guaneros de las

islas en el Pacífico sudamericano, y era el reflejo de una sociedad entusiasmada con la

política exterior, ninguna acción se adelantó para intentar hacerse de las islas guaneras

peruanas de Chincha. Al menos, el Gobierno español no lo harían sin razón alguna.

La política de prestigio tuvo un nuevo movimiento en 1862. Algunos españoles que habitaban

en Valparaíso habían escrito en 1859 una carta a su Gobierno, en la que le pedían que enviara

algún buque de guerra para mostrar en esas aguas el estado de la corona española para que

“recobre nuestra nación la preponderancia moral en esta parte del mundo.”518 El gobierno

español envió una escuadrilla naval formada por dos buques de la Armada a las aguas del

Pacífico con el fin de dar la vuelta al mundo, tal como lo hizo el imperio Austro-Húngaro

515 Proclama de Pedro de Santana a los dominicanos, 18 de marzo de 1861, en Documentos anexos a la sesión

de las Cámaras españolas del 14 de noviembre de 1861, 7-8; Wayne Bowen. Spain and the American Civil War.

(Columbia and London: University of Missouri Press, 2011) 87-89. 516 Fontana, Historia de España, 301-302. 517 Nota referida en El Comercio (Lima) 18 de julio de 1861, No 6981. 518 José Antonio González Pizarro, “La Comisión Científica del Pacífico en Chile, 1863- 1864”, en Rafael

Sagredo Baeza- Miguel Angel Puig-Samper Mulero (Eds.). Imágenes de la Comisión Científica del Pacífico en

Chile. (Santiago: Centro de Investigaciones Diego Barros Arana- Editorial Universitaria- Consejo Superior de

Investigaciones Científicas, Madrid, 2007) 27.

Page 174: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

169

con la fragata Novara finalizando la década de1850, mostrando el poderío naval del imperio

alrededor del mundo.519

Antes de partir, el Ministro Collantes añadió las fragatas Triunfo y Resolución y una

Comisión Científica. 520 La misión de la Comisión era doble, una científica y otra militar y

política. Por un lado, el gobierno español envió un grupo de profesionales de la ciencia, la

geografía y la historia, entre otras disciplinas, que iría a América a explorar los recursos

naturales de esas zonas en aras del incrementar el conocimiento de la humanidad. Dicha tarea

la realizarían con la ayuda de marinos del ejército español que, por otro lado, se encargarían

de imponer en las zonas por las que pasaban la política colonial del gobierno de la época y,

además, buscar posibles asentamientos para una base naval española en el Pacífico.521

El itinerario señalado al Almirante Luis Pinzón pedía que recorrieran las islas Canarias, Cabo

Verde, Brasil, Río de la Plata, la costa patagónica, islas Malvinas, cabo de Hornos, Chiloé,

las costas del Pacífico en Chile, Perú y California. Además, el Ministro de Estado hacía

énfasis en que el Gobierno español reconocía la independencia de las jóvenes repúblicas

americanas, con las que se deberían estrechar los lazos de amistad, pero ya se advertía de la

posible hostilidad de algunas de ellas, sobre todo del Perú, con quien estaba pendiente la

negociación del reconocimiento, para lo cual disponía de la fuerza naval, en caso de ser

519 Ver Karl von Scherzer [1861]. Narrative of the Circumnavigation of the Globe by the Austrian Frigate

Novara. Undertaken by Order of the Imperial Government, in the Years 1857, 1858, and 1859. (Cambridge:

Cambridge University Press, 2014). 520 Para ampliar sobre la Comisión científica del Pacífico ver Leoncio López Ocón y Miguel Ángel Puig Samper.

“Los resultados de la Comisión Científica del Pacífico” en Estudios sobre historia de la Ciencia y de la Técnica

IV Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas: Valladolid, 22-27 de

septiembre de 1986. (Valladolid: Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Bienestar Social, 1988) 597-

614; Miguel Ángel Puig Samper. Crónica de una expedición romántica al Nuevo Mundo la Comisión Científica

del Pacífico (1862-1866). (Madrid: Consejos Superior de Investigaciones Científicas,1988); Leoncio López-

Ocón, “La comisión científica del Pacífico: de la ciencia imperial a la ciencia federativa”, Bulletin de l'Institut

français d'études andines, Vol. 32, No 3, 2003, 479-515. 521 Leoncio López-Ocón y Sara Badía. “Overcoming Obstacles: The Triple Mobilization of the Comisión

Científica del Pacífico”, Science in Context, Vol. 16, No 4, 2003, 505-534.

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170

necesaria.522 La expedición partió el 10 de agosto de 1862 y el 9 de septiembre tocó tierra

americana en Bahía.523

La escuadra española fue vista con desconfianza desde el principio en el Pacífico

sudamericano. En Perú, El Comercio de Lima se quejaba de las posibles intenciones de los

españoles y llamaba a unirse alrededor del Gobierno, para que no ocurriese lo mismo que

estaba pasando en México.524 Por su parte, en Chile, El Mercurio de Valparaíso llamó a los

gobiernos sudamericanos, sobre todo al del Perú, a “observar una actitud prudente, llena de

moderación, de táctica” para evitar cualquier conflicto con España.525 Con la llegada de la

escuadra al Pacífico y a los puertos en Chile y Perú, la opinión fue cambiando. En Chile, el

Almirante Pinzón fue recibido por el Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Tocornal el

11 de junio de 1860, quien expresó un parte de tranquilidad ante las intenciones españolas en

el Pacífico.526 Sin embargo, El Ferrocarril retrató algunos sucesos de un banquete ofrecido

al Almirante Pinzón:

Sobre el banquete español de anoche podemos transmitir a Uds. los siguientes detalles: El

salón estaba muy hermoso y la mesa fue muy espléndida; faltaron muchos de los convidados

chilenos desde el Intendente abajo. El almirante Pinzón estuvo como un energúmeno.

Habiendo brindado Subercaseaux [comerciante chileno] por [Juan] Prim, le interpeló a gritos,

preguntando quién es este señor Subercaseaux? yo no conozco a ese señor, y se descargó

contra Prim: dijo que la España debió haber ido a México; que ese país degradado merecía

su suerte; que las repúblicas americanas, fuera de Chile, no saben gobernarse; que la

522 Diario de don Francisco de Paula Martínez y Sáez, miembro de la Comisión científica del Pacífico, 1862-

1865. [1866] (Madrid: Consejos Superior de Investigaciones Científicas, 1994) 13-14. 523 Manuel Almagro. Breve descripción de los viajes hechos en América por la Comisión científica enviada por

S.M.C. durante los años de 1862 a 1866. (Madrid: Imprenta y esterotipia de M. Rivadeneira, 1866), 8-11 524 El Comercio (Lima) 12 de enero de 1863, No 7602. 525 El Mercurio (Valparaíso), 29 de enero de 1863, No 10642. 526 De Manuel Ignacio Vivanco, Ministro Plenipotenciario peruano en Chile, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro

de Relaciones Exteriores peruano, 1 de junio de 1863, f 13v, en Archivo digital del Ministerio de Relaciones

Exteriores del Perú (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra

España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 13.

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171

suscripción para México era una tontería; y otras cosas por el estilo; todo a gritos e

interrumpiendo a los que hablaban.527

Las palabras de Pinzón fueron el reflejo de un sector de la sociedad española que buscaba el

reposicionamiento de la corona española alrededor del mundo y que no veían en el modelo

republicano americano otra cosa que anarquía. Asimismo, ese sector pensaba que el territorio

hispanoamericano estaba abierto a una nueva ola de colonización, tal como ocurrió en Santo

Domingo, como lo mostraba el diario La España de Madrid en 1861, al sugerir la

reapropiación de las islas de Chincha peruanas que no habrían dejado de ser españolas.528

Luego, tras la visita de la escuadra al Perú en julio de 1863, el Gobierno de ese país se percató

de las intenciones pacíficas de la escuadra española.529 Por su parte, El Comercio se retractó,

curiosamente, de las dudas expresadas con anterioridad y esperaba que la nación española

pronto pudiera “llegar a ser la primera nación del continente europeo.”530

4.1.2 El Talambo y la política de prestigio española

La escuadra española salió del Perú finalizando el mes de julio de 1863 y durante su paso por

las costas panameñas, el Almirante Pinzón recibió noticias de unos sucesos contra un grupo

de vascongados en la hacienda El Talambo, al norte del Perú.531 Los hechos se registraron el

4 de agosto de 1863, dejando un español muerto y un número indeterminado heridos. Según

relatos en la prensa el señor Manuel Salcedo, dueño de la hacienda, había tenido un altercado

con el español Marcial Miner, quien se quejaba por las condiciones por las que estaba

pasando la colonia vascongada en suelo peruano. Lo que pasó después fue difuso y una

527 El Ferrocarril (Santiago), 14 de junio de 1863, No 2317. 528 Nota referida en El Comercio (Lima) 18 de julio de 1861, No 6981. 529 Circular del Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Antonio Ribeyro, a sus agentes en el mundo, 13 de

julio de 1863, f 132, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra

España: 1866, documento No 24. 530 El Comercio (Lima), 10 de julio de 1863, No 8727. 531 F. C. Cerruti. Perú y España. Narracion de los acontecimientos que precedieron y siguieron á la toma de

las islas de Chincha, con el análisis del despacho del Sr Salazar y Mazarredo, Comisario Especial de S.M.C.

detallando las aventuras de su vuelta a casa. (Lima: Imprenta del Comercio, 1864) 6.

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172

versión mostraba a los españoles como agresores, mientras que otra los señalaba como

víctimas.532

Los españoles fueron llevados al Perú por medio de un contrato hecho por el mismo Salcedo

con los colonos vascongados en 1860. En el contrato se describían las condiciones de la

hacienda como benignas, en tanto clima y suave trabajo. Los productos que cultivaban en El

Talambo serían algodón, caña, café, arroz, cochinilla, maíz, trigo, camote, etc. Salcedo se

comprometía a pagar los gastos de viaje hasta la hacienda, donde estarían comprometidos a

trabajar por ocho años como retribución. Las condiciones que debían cumplir los

Vascongados eran de asegurar el mantenimiento de las tierras que les serían entregadas,

pagando una porción de su producción que se iría reduciendo año a año.533

La posición del gobierno español al respecto de este tipo de contratos era desfavorable, sobre

todo frente a aquellos con rumbo hacia el Perú. La principal razón de ello radicaba en los

informes del cónsul español en ese país, que refería los malos tratos que recibían los colonos

de otros países en las haciendas del interior del Perú.534 Este informe hizo que varios

gobernadores de provincias españolas advirtieran a sus coterráneos sobre empresarios que

los quisieran reclutar.535 Pese a las recomendaciones, hubo bastantes interesados en el

negocio con Salcedo que se embarcaron al Perú desde Bordeaux.536

Los hechos que tuvieron lugar el 4 de agosto de 1863 en El Talambo pusieron en el centro

de la discusión a la justicia peruana, todo con el fin de evitar cualquier conflicto con el

532 Un relato muy detallado del lado español se encuentra en El Comercio (Lima), 13 de agosto de 1863, No

7870, en él, quien escribe culpa a Salcedo de lo acontecido, todo por tomar represalias contra Miner y los vascos

que le increparon por las vejaciones de las que eran víctimas. Por otra parte, en El Comercio (Lima), 9 de

diciembre de 1863, No 8017, se encuentra una versión diferente, en la que Salcedo es defendido y sus actos

justificados por la violencia de los vascos contra el hacendado. 533 Rodolfo Aguado. "El precedente de la hacienda El Talambo en el conflicto hispano-peruano de la segunda

mitad del siglo XIX". En Estudios de historia social y económica de América, No 3-4, 1988, 167-168. 534 Carta del Cónsul José de Jane a la 1.» Secretaría de Estado de España, Lima, 25 de diciembre de 1859,

A.M.A.E., leg. 2.578, citado en Aguado. “El precedente de la hacienda el Talambo”, 166. 535 Circular del Gobernador de las Canarias, 19 de agosto de 1859, El Comercio (Lima), 17 de febrero de 1860,

No 6327. 536 En total viajaron 95 hombres y 49 mujeres, que viajaron con 125 niños. Relación de pasajeros del buque

L'Asie, Bourdeos, 18 de abril de 1860, A.M.A.E., leg. 2.578, citada en Aguado. “El precedente de la hacienda

el Talambo”, 167.

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173

Gobierno español. Cuando el Gobierno peruano se enteró de aquellos sucesos, indicó, a

través del Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Antonio Ribeyro, al Prefecto del

departamento de Libertad que diera la mayor celeridad a la administración de justicia del

asunto.537 Por su parte, el Ministro de Justicia, Mariano Álvarez, presionó al Presidente de la

Corte superior de Trujillo y pidió que se le mantuviera al tanto del juicio en repetidas

ocasiones.538 El Gobierno peruano quería evitar cualquier conflicto con la Corona española

por lo que hizo todo lo posible para que se esclarecieran los hechos del Talambo en el menor

tiempo posible y las autoridades competentes impartieran justicia.

El juicio presentó algunos vicios. En un principio, el Juez de Chiclayo se limitó a tomar

testimonio de Salcedo, omitiendo los interrogatorios a los vascos.539 Como resultado de esta

primera pesquisa, el Juez condenó a dos de los vascos. La Corte de Libertad consideró

desacertado el procedimiento y declaró su nulidad y, además, pidió que se apresara a Salcedo

y a otros peruanos señalados por los vascos.540 Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia

del Perú, declaró la nulidad de la sentencia de la Corte departamental y ordenó “la reposición

de las cosas a su estado anterior, encontrando que, no había ningún vicio en los

procedimientos legales.”541 Tal disposición motivó las quejas del cónsul español en el Perú,

Jaime Ugarte, así como del Almirante Pinzón, quien volvió de Panamá al Callao, y del señor

Ministro español en Bolivia, Eusebio Salazar Mazarredo.542 Este complejo proceso legal

muestra el desorden administrativo peruano, al que se refería Pinzón y, por el cual, dudaba

que se impartiese justicia en el caso del Talambo.

537 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano al prefecto de la Libertad, 13 de agosto

de 1863, El Peruano (Lima), 19 de agosto de 1863, Año 22 Tomo 44 Semestre 2 No 17. 538 Las comunicaciones de Álvarez con el Presidente de la Corte superior de Trujillo se pueden ver en El

Peruano, 11 de noviembre de 1863, Año 22 Tomo 44 Semestre 2 No 139. 539 El Comercio (Lima), 31 de octubre de 1863, No 7958. 540 Informe del Procurador Castro al Ministro de Relaciones Exteriores, José Gregorio Paz Soldán, 1 de

diciembre de 1863, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú (AMREP), Caja 145, Carpeta 16,

f 14. Por un periodo corto, durante 1863, Paz Soldán se desempeñó como Ministro de Relaciones Exteriores ya

que Ribeyro había enfermado y no podía asumir el cargo. 541 Sentencia de la Corte Suprema de Justicia del Perú, 1 de marzo de 1864, AMREP, Caja 145, Carpeta 16, ff

15v-16v. 542 De Eusebio Salazar Mazarredo a Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 29 de

diciembre de 1863, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico. Vol. III. (Madrid: Museo Naval, 1994),

10-11.

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174

La idea de la que partían las quejas españolas era de la culpabilidad de Salcedo. Salazar se

fue a Madrid con correspondencia del Almirante Pinzón al Ministro de Marina. Pinzón

informaba, en carta, de las quejas que recibió por parte de sus compatriotas en suelo peruano,

incluso antes de los sucesos del Talambo. El almirante también informaba que, a su vuelta al

Callao, en diciembre de 1863, un grupo de españoles le pidieron que les prestara protección

contra posibles retaliaciones peruanas. Pinzón informó a su Gobierno que el señor Salcedo,

“principal artífice de los actos contra los españoles en el Talambo,” no había sido encarcelado

preventivamente, ni se había hecho sobre él cualquier acto que indique que se le encontraría

culpable. Ante esta situación, y frente a las instrucciones que recibió de trasladar la escuadra

a Santo Domingo, Pinzón recomendaba que

con las dos fragatas Resolución y Triunfo y goleta Covadonga, se puede dar al Perú un

ejemplar escarmiento de todos los agravios inferidos a España que aún no han tenido

satisfacción. La posesión de las Islas guaneras, denominadas de Chinchas y la de las exiguas

fuerzas navales del Perú, asegurarían el resarcimiento inmediato de los perjuicios

ocasionados a los súbditos de S. M.; y la demostración palpable no sólo al Perú, sino a todas

las repúblicas Sudamericanas, de que la España, que creían debilitada, y sumida en letal

marasmo, se levanta hoy vigorosa, dispuesta a emplear todos sus medios de acción; para

demostrar al mundo su regeneración.543

Y terminaba su carta aludiendo a la debilidad mostrada por el general Prim en México, que

“contribuyó a la deshonra de España en América y que, si la escuadra se retira del Pacífico,

sin recibir una satisfacción, la honra española será dañada.” Las revueltas en Santo Domingo

deberían esperar.544 Pinzón pasó, entonces, a Valparaíso, donde esperó respuesta de su

gobierno. Pinzón, en últimas, recomendaba el uso de la diplomacia de las cañoneras como

medio para escarmentar al Perú y exigirle satisfacciones en el caso del Talambo.

La comunicación de Pinzón con su Gobierno muestra la idea de algunos sectores de la

sociedad española que buscaban relanzar su política exterior y, con ello, volver a posicionarse

543 De Luis Pinzón al Ministro de Marina español, 29 de diciembre de 1864, Documentos relativos a la campaña

del Pacífico, III, 11-14. 544 De Luis Pinzón al Ministro de Marina español, 29 de diciembre de 1864, Documentos relativos a la campaña

del Pacífico, III, 11-14.

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175

en el primer renglón de las potencias mundiales. Estos grupos entendían, al igual que Pinzón,

que la salida del ejército español de México fue una vergüenza y una oportunidad perdida

para retomar su posición en América. El Almirante no repetiría la “deshonrosa” decisión de

Juan Prim en México, y permanecería en el Pacífico para buscar las satisfacciones necesarias

por parte del Gobierno peruano, para lo que sugería tomar las islas de Chincha.

El interés de Pinzón por las islas de Chincha radicaba en los abundantes yacimientos

guaneros. Durante poco más de treinta años (1840-1875), la explotación del excremento de

ave fue aprovechada por los Gobiernos peruanos para ampliar su erario y la capacidad de

endeudamiento. El guano era apetecido en los mercados europeos por sus cualidades como

fertilizante y algunos sectores de la sociedad española querían hacerse de esas riquezas.545

La posición de Pinzón, en la comunicación al Ministro de Marina español, era un reflejo del

pensamiento de un sector español durante la primera parte de la década de 1860. La política

de prestigio española encontró una nueva oportunidad para engrandecer la política exterior

del país en aguas del Pacífico, facilitada por los sucesos del Talambo. Estos sectores, que

encarnaba el Almirante español, tenían como objetivo ampliar la participación del capital

español en el comercio del guano y, además, esperaban que las debidas reparaciones que el

Gobierno peruano debería pagar sirvieran para consolidar el prestigio español en Sudamérica

y, de esa manera, incrementar la efusión de la opinión pública española frente a los asuntos

exteriores.546 Los hechos del Perú fueron, entonces, un nuevo frente de la política de prestigio

español, con el que no contaban y que serviría para confirmar a España como un nuevo

protagonista en la lucha por el balance de poder en América

La llegada de Salazar a Madrid, en enero de 1864, coincidió con una crisis en el cambio de

Ministerio. Manuel Pando, quien había sucedido a O’Donnell, acababa su periodo como

Presidente del Consejo de Ministros. Lorenzo Arrazola sucedió durante un periodo efímero

a Pando, y él mismo le confirió a Salazar el título de Comisario Especial Extraordinario de

545 Javier Tantaleán. La gobernabilidad y el Leviatán guanero. Desarrollo, crisis y guerra con Chile. (Lima:

Instituto de estudios peruanos, 2011) 38-40. 546 Juan Antonio Inarejos Muñoz. Intervenciones coloniales y nacionalismo español. La política exterior de la

Unión Liberal y sus vínculos con la Francia de Napoleón III (1856-1868). (Madrid: Sílex, 2010) 101-102.

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176

Su Majestad Católica en el Perú, para solicitar las debidas rectificaciones y reparaciones del

Gobierno peruano, referentes al caso del Talambo.547 La vuelta de Salazar a las aguas del

Pacífico suramericano cambiaría el rumbo de la política de la región.

4.2 El inicio de la crisis del Pacífico y el reavivamiento del americanismo

Salazar volvió al Callao y se presentó al Ministro de Relaciones Exteriores peruano con una

nota del Presidente del Consejo de Ministros, Arrazola, en la que introducía al Comisario

regio y describía que su misión era la de “estrechar los lazos que deben unir a los dos

Estados.”548 La llegada de Salazar era esperada en el Perú. El Comercio, basado en algunos

rumores, decía que el Ministro Ribeyro pensaba en no recibir al Comisario español,

precisamente por el título con el que venía nombrado. El publicista del periódico se basaba

en el Tratado de Derecho Público de A. G. Heffter para argumentar que

Se llaman algunas veces diputados, a los Ministros mandados cerca de algún Congreso o

acreditados por parte de una asamblea de Estados (…) Lo mismo sucede respecto de los

Comisarios, quienes no son Ministros con título, aun cuando sean enviados al extranjero, más

a los que esta cualidad puede ser atribuida por sus soberanos, como que así se practica algunas

veces para Comisarios enviados por algunos Estados para demarcar límites o para arreglar

liquidaciones. Todo depende de la cuestión de saber, hasta qué punto su instituyente ha

podido o querido atribuirles un carácter ministerial.549

Los rumores a los que aducía El Comercio eran verdad y, efectivamente, el Ministro Ribeyro,

argumentado que el título de Comisario no estaba conforme a los usos y reglas diplomáticas,

547 Agustín Sánchez. “La intervención española en el Pacífico sur en el contexto de la política latinoamericana

de España, 1863-1866” en Guillermo Palacios y Erika Pani (Coords.). El poder y la Sangre. Guerra, Estado y

Nación en la década de 1860. (México: El Colegio de México, 2014) 353. 548 De Lorenzo Arrazola, Presidente del Consejo de Ministros español, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 18 de enero de 1864 en ADMREP, f 49, Catálogo de documentos sobre la

Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 85. 549 El Comercio (Lima), 8 de abril de 1864, No 8164. La referencia a la que se refiere el periódico se encuentra

en una versión anterior de A.G. Heffter. Derecho internacional público de Europa. Traducido por G. Lizarraga.

(Madrid: Librería de Victoriano Suárez, 1875) 450-451.

Page 182: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

177

no aceptó el título de Salazar.550 El Comisario, entonces, salió desde el Callao hacia el sur.

Antes de salir, Salazar envió instrucciones a Pinzón, apostado en Valparaíso, para que

volviera de Valparaíso al Callao con un cargamento de pólvora.551

Mientras que esto acontecía en Lima, la escuadra de Pinzón, en Valparaíso, se retiraba hacia

el norte. El Ferrocarril pronosticaba: “creemos que la escuadrilla española con su Almirante

llegará a las aguas del Perú, y saldrán de allí sin haber hecho nada de provecho, ni para ellos

ni para la fraternal unión que debe ligarnos con la madre patria”.552 Pinzón salió al encuentro

de Salazar. Ambos se juntaron al sur de las costas peruana, cerca de las islas guaneras de

Chincha. Allí, el Comisario le informó al Almirante que no había sido recibido por el

gobierno peruano, por lo que debían iniciar acciones contra el Perú.553 Dicho esto, ambos

españoles hicieron lectura de algunos tomos de Derecho de Gentes: el artículo 342 del de

Vattel y el Droit international de Henry Weathon, e incluso "Elementos del derecho público

internacional de Riquelme" para buscar una salida al conflicto, ajustada al derecho de gentes.

Tras la lectura, ambos resolvieron apoderarse de las islas de Chincha, en vez de abrir

hostilidades contra el litoral del Perú.554

Luego de escoger la salida menos perjudicial para ambas partes y la que se atuviese al derecho

público internacional, Pinzón envió intimaciones al Gobernador de las islas de Chincha,

Ramón Valle Riestra, para notificarle que iban a tomar las islas guaneras. La toma se hizo

sin resistencia de los peruanos. Luego de efectuar la toma, los españoles enarbolaron su

pabellón en la casa de la Gobernación y lo saludaron con 21 cañonazos, tal como lo indicaba

el protocolo del ceremonial marítimo.555 Tras esto, Pinzón embarcó a los funcionarios y

550 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores, a Eusebio Salazar Mazarredo, 1 de abril de

1864 en F.E. Cerruti. Narración que precedieron y siguieron a la toma de las Islas de Chincha. (Lima, Imprenta

del Comercio, 1864) 20-21. 551 Cerruti. Narración, 10. 552 El Ferrocarril (Santiago), 8 de abril de 1864, No 2587. 553 Cerruti. Narración, 11. 554 De Luis Pinzón, Almirante de la Escuadra del Pacífico, al Ministro de Marina español, 25 de abril de 1864,

en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 18-19. 555 Heffter. Derecho internacional, 406-407.

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178

trabajadores de las islas con rumbo del continente, pero optó por tomar como rehén al

Gobernador de las islas para garantizar la seguridad de los españoles residentes en Lima.556

Un punto importante para que los españoles tomaran esa decisión fue el hecho que España

no hubiese reconocido la independencia del Perú. Si bien hubo intentos previos para que ese

reconocimiento se lograra, no se había concretado en un acto oficial entre ambos Gobiernos.

El primer acercamiento de ese tipo fue en 1853. El peruano Joaquín Osma y el español Ángel

Calderón acordaron en nombre de sus Gobiernos un Tratado de amistad que no fue ratificado

por el Gobierno peruano, en vista que, a la llegada de Osma a Lima, el Congreso peruano

había clausurado sus sesiones. Luego, tras la guerra civil encabezada por Castilla (1855), se

volvió a reunir un Congreso Nacional, pero el término para la ratificación ya había caducado

(dos años). El Gobierno de Castilla no estaba conforme con ese Tratado y envió a Pedro

Gálvez para que renegociara uno nuevo. Gálvez arribó a Madrid en 1860, fue recibido en la

Corte por el Ministro O’Donnell a quien elevó la petición de conferenciar con la Reina Isabel

II, como requisito previo a cualquier negociación. O´Donnell le negó dicha petición, dando

por terminada la misión de Gálvez en España ese mismo año.557

Tras concretar la toma de las islas, Pinzón y Salazar enviaron una declaración a Lima, en la

que informaban de los hechos y sus razones. Resulta interesante ver los motivos que

expusieron los españoles para justificar su decisión. La declaración inicia argumentando que

la posición del Gobierno del Perú frente al de España hizo que se hiciera “indispensable el

uso de la fuerza”. La declaración continúa argumentando que la toma de las islas guaneras

se trataba de una reivindicación de los derechos de España sobre sus antiguas posesiones,

que el tiempo no había podido todavía prescribir. En ese mismo sentido, decía que “el

Gobierno de S. M. Católica no ha reconocido la independencia del Perú (…) entonces la

tregua continúa sólo de hecho.” Amparados en el derecho internacional, los funcionarios

españoles tomaron en nombre de su gobierno las islas de Chincha. Tras izar la bandera

556 De Luis Pinzón, Almirante de la Escuadra del Pacífico, al Ministro de Marina español, 25 de abril de 1864,

en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 19-20. 557 Eusebio Aranda. Cuestión entre el Perú y la España. (Lima: Imprenta del Comercio, 1864), 1-3.

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179

española allí, las compañías encargadas de la explotación guanera, no verían interrumpidas

sus trabajos, pero rendirían cuentas al Gobierno español.558

Los motivos expuestos por Pinzón y Salazar en su declaración se dividen en dos,

principalmente. Un primer motivo se puede ver cuando ambos se refieren a reivindicación,

ponen en duda la independencia del Perú, no reconocida por la Corona española. En últimas,

lo que supone la invocación de ese argumento es que las cosas volviesen al estado en el que

se encontraba antes de las capitulaciones de Ayacucho (1824).559 Otro motivo, que refuerza

el anterior, se refiere a la tregua de hecho, invocada por los funcionarios españoles. Al

respecto, Bello dice que “Una tregua general y por muchos años, no se diferencia de la paz,

sino en cuanto deja indecisa la cuestión que ha dado motivo a la guerra.”560 Entonces, los

funcionarios españoles, con esta declaración, lo que querían era retrotraer la situación al

estado antebellum y reclamar la propiedad de las guaneras peruanas.

La decisión de esta posición reflejaba los intereses de ciertos grupos en España que

pretendían que la Corona volviera a sus años gloriosos imperiales, apoyados, además, en los

sucesos en África y Cochinchina. Habría que esperar a que las noticias de la toma de las

Chinchas llegaran a la Corte española para ver si estos actos eran secundados por aquel

gobierno. El viaje de la información demoraría cerca de dos meses, por la vía de Panamá

(que contaba con un ferrocarril que comunicaba el Pacífico con el Atlántico). Salazar fue el

encargado de llevar las nuevas del Pacífico.

Las noticias llegaron a Lima el 16 de abril, dos días después. En un principio la sociedad

peruana no daba crédito a la información, que fue confirmada por los funcionarios expulsados

de las islas que llegaron al Callao.561 El Gobierno peruano convocó a la Comisión permanente

558 Memorandum del Comisario real español en el Perú, Eusebio Salazar Mazarredo y el Almirante Luis

Pinzón, comandante en jefe de la escuadra del Pacífico, 14 de abril de 1864, en Documentos relativos a la

campaña del Pacífico, III, 27-28. 559 Al respecto ver Heffter. Derecho internacional, 389-390. 560 Andrés Bello. Principios del Derecho de Gentes. (Lima: Casa de la Calleja, Ojea y Compañía, 1844), 341. 561 El Comercio (Lima), 16 de abril de 1864, No 8176. Las primeras noticias de Chincha fueron recibidas en la

mañana de ese día, pero esta noticia fue tomada como un falso rumor en el mismo periódico. Ante la llegada de

nuevas noticias, el periódico sacó una edición de la tarde en la que confirmaba la invasión de las islas guaneras.

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del Congreso, que no se reuniría hasta el siguiente julio. En la sesión extraordinaria, el

Ejecutivo, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, pidió la autorización del

Legislativo para levantar un empréstito de doce millones de pesos para fortificar el Callao y

modernizar la flota peruana. Luego de discursos efusivos de los miembros del legislativo,

entre los que se contaba a Ramón Castilla, aprobaron que el empréstito fuera por cincuenta

millones, para hacer una efectiva defensa de la soberanía territorial del Perú.562 El Presidente

peruano, Juan Antonio Pezet,563 se dirigió al pueblo limeño y chalaco, anunciando las

medidas que había tomado el Congreso y asegurando que haría todo lo posible para afrontar

la situación y defender la soberanía territorial del Perú.564

El Ministro Ribeyro, por su parte, envió una circular a las legaciones residentes en Lima, en

la que exponía lo sucedido y deploraba los acontecimientos de las Chinchas.565 Pronto las

legaciones de Gran Bretaña, Estados Unidos, Hawái, Bolivia y Chile respondieron a la

circular, acusando recibido y condenando la toma de las islas guaneras como un acto que no

es propio de las naciones civilizadas.566 Por su parte, el Ministro Plenipotenciario colombiano

en el Perú, Justo Arosemena, que se encontraba en Valparaíso, redactó una interesante nota,

en la que, además de condenar los actos de los agentes españoles, alertaba sobre el cese de la

tregua de una guerra que ya “el mundo había dado por concluida”, todo para emprender “loca

y torpemente, la reconquista de las que fueron y dejaron de ser para siempre posesiones

562 El Comercio (Lima), 17 de abril de 1864, No 8177. 563Juan Antonio Pezet accedió al cargo en 1863, como primer vicepresidente tras la muerte del electo presidente

Miguel San Román, que sucedió a Ramón Castilla en 1862. 564 El Comercio (Lima), 17 de abril de 1864, No 8177. 565 El Comercio (Lima), 25 de abril de 1864, No 8187. 566 De Juan de la Cruz Benavente, Ministro Plenipotenciario boliviano en Perú, a Juan Antonio Ribeyro,

Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 18 de abril de 1864 en ADMREP, Catálogo de documentos sobre

la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 89, ff 2 r-v; de José Nicolás Hurtado,

Encargado de Negocios chileno en Perú, Juan Antonio Ribeyro, 19 de abril de 1864, en ADMREP, Catálogo

de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 90, ff 2-5; de

William Stafford Jerningham, Encargado de Negocios y Cónsul General de S. M. B. a Juan Antonio Ribeyro,

20 de abril de 1864, 1864 en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas

contra España: 1866, documento No 91, ff 46-47; de Christopher Robinson, Enviado Extraordinario y Ministro

Plenipotenciario de los EE.UU. en Lima a Juan Antonio Ribeyro, 21 de abril de 1864, en ADMREP, Catálogo

de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 97, f 34; de

Thomas Ripley Eldredge, Encargado de Negocios y Cónsul General de S. M. el Rey de Hawai en el Perú a Juan

Antonio Ribeyro, 22 de abril de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas

Aliadas contra España: 1866, documento No 98, f 12.

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181

suyas.” Arosemena advertía que el derecho de reivindicación, invocado por Salazar podría

afectar también a Colombia, que “tampoco ha querido comprar una independencia que el

brazo y la sangre de sus mejores hijos habían ganado en combates sin cuento.” Por tanto, el

Ministro colombiano extendía la completa solidaridad del pueblo colombiano para con el

Perú.567

El único país de la región que no presentó una nota de solidaridad fue el Ecuador. El

presidente García Moreno, como ya lo había anunciado hacía algunos años, apoyaría

cualquier empresa invasora contra el Perú.568 Pues bien, el tiempo había llegado y España se

había apoderado de las Chinchas. La noticia llegó a Quito y el presidente ecuatoriano no dio

su apoyo a los españoles como lo había anunciado, pero si celebró la invasión de las islas

guaneras.569 Tras conocer las noticias, García Moreno dibujó el peor cuadro posible para el

porvenir del Perú:

Adiós corrompida tierra de los incas! La España no soltará tan magnífica presa; y la república

peruana será víctima de la anarquía, fruto necesario de la desmoralización y de la miseria. Ya

se anuncia una próxima revolución en favor de Echenique, y es natural que Castilla no se

quede quieto y se apodere de los departamentos del sur. Como ya no hay guano, las

expoliaciones serán el recurso de los beligerantes; y la ruina del país dentro de seis meses

será comparable a la de la Nueva Granada, gracias a la imbecilidad y provocaciones de

Castilla.570

Más allá del sentimiento revanchista, García Moreno entendió que el asunto era netamente

hispano-peruano y, además, que su Gobierno debía mantenerse al margen de las diferencias

567 De Justo Arosemena, Ministro Plenipotenciario de Colombia en el Perú, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro

de Relaciones Exteriores peruano, 3 de mayo de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra

de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 113 ff 20-21. 568 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 28 de agosto de 1862, en Wilfrido Loor. Cartas de García

Moreno. 1862-1867. (Quito: Editorial ecuatoriana, 1966) 79. 569 De Gabriel García Moreno al comandante P. Jaramillo, 1 de mayo de 1864, en Loor, Cartas de García

Moreno, 213-214. 570 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 4 de mayo de 1864, en Loor, Cartas de García Moreno, 214.

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182

entre ambos gobiernos. A partir de esa premisa, García Moreno dictó la neutralidad del

Ecuador.571

En el Perú, las reacciones contra la toma de las chinchas fueron airadas. En la prensa de ese

país los publicistas hacían arengas para que el pueblo peruano saliera a tomar las armas para

aceptar la “guerra a muerte” y expulsar al invasor.572 Junto con el llamado a la guerra, la

prensa peruana hacía alusión a los planes europeos de acabar con el republicanismo

americano y los hechos perpetrados por los agentes españoles en el Pacífico eran parte de

ellos. Esta nueva iniciativa europea, se podía leer en la prensa, debía ser un estímulo más

fuerte para generar la completa unión de las Repúblicas hispanoamericanas.573 Además de

enunciar el plan europeo para América, el caso particular de las guaneras peruanas encendió

más las alarmas por los principios enunciados por los agentes españoles que realizaron la

invasión: la reivindicación de los derechos de España sobre sus antiguas posesiones y una

tregua de hecho de cuarenta años. Según la opinión generalizada, los españoles “querían

renovar las escenas de Junín y Ayacucho, que harán siempre su baldón, formando una página

borroneada en sus anales, y en los nuestros la más gloriosa y brillante.”574

Ante esa respuesta de los gobiernos del Pacífico sudamericano, la opinión pública de la

región se manifestó en contra de la toma de las islas guaneras. En Chile, por ejemplo, una

vez se conoció la noticia de la toma de las Chinchas, el Cabildo de Santiago se reunió el

primero de mayo, se pronunció contra ese acto y se llamó al pueblo a contribuir a la

protección del honor y la independencia peruana. La reunión del Cabildo estuvo acompañada

de una gran manifestación de chilenos que arengaban contra España, la reina y el Comisario;

luego la turba se dirigió a la embajada española donde continuaron con las palabras contra

España.575

En esa manifestación, una multitud atiborró el teatro de Santiago, donde políticos liberales

tomaron la palabra. Uno de los discursos más sobresalientes fue el de Benjamín Vicuña

571 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 4 de mayo de 1864, en Loor, Cartas de García Moreno, 214. 572 El Comercio (Lima), 20 de abril de 1864, No 8181; La Bolsa de Arequipa, 10 de mayo de 1865, No 222. 573 El Comercio (Lima), 19 de abril de 1864, No 8180. 574 El Comercio (Lima), 22 de abril de 1864, No 8184; La Bolsa de Arequipa, 17 de mayo de 1864, No 223. 575 El Mercurio (Valparaíso), 3 de mayo de 1864, No 11030 (suplemento).

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183

Mackenna. El chileno hacía un análisis de la situación y llamaba a la guerra contra los

españoles:

Lo que está sucediendo, señores, en el Perú no es una sorpresa. Es la consumación alevosa

de un crimen lentamente preparado. Es el mismo crimen de Santo Domingo, el mismo crimen

de Méjico. La cuestión de reclamaciones por innobles indemnizaciones pecuniarias es solo el

vil pretexto de una nueva cruzada de las coronas europeas contra la América republicana,

como en 1810 fue el pretexto la cuestión de vasallaje.

Hasta aquí Chile ha cumplido dignamente su deber. Al distante Méjico le hemos ofrecido

todo lo que podíamos darle: nuestro oro. Al aislado Santo Domingo, ese peñón luciente de

gloria y heroísmo, que se ostenta en un océano enemigo, le hemos tributado el único

homenaje que nos era permitido: el de nuestros aplausos. Pero al Perú, al hermano de cuna,

de gloria y de porvenir, ¿sabéis lo que debemos ofrecerle? Nuestras vidas

Si en 1838 nuestros jóvenes soldados fueron a derrocar con las bayonetas de Yungai al

usurpador de Bolivia,576 ¿Por qué no iríamos nosotros en 1864, a echar lejos, mui lejos de

nuestras playas al usurpador de España?

Si , señores, la independencia del Perú es la independencia de Chile.”577

Las palabras de Vicuña Mackenna son el reflejo del americanismo en Chile. El político liberal

identifica a la América como republicana y condenaba lo ocurrido en México, Santo

Domingo y Perú, donde las coronas españolas francesa y española amenazaban con el retorno

del coloniaje. Ante esta situación, anotaba Vicuña Mackenna, el pueblo chileno había sido

solidario y había dado lo que estaba dentro de sus posibilidades a México y Santo Domingo.

El americanismo chileno sufrió una modificación tras el conocimiento de la toma de las islas

de Chincha en el Perú. Ese sentimiento se hizo más fuerte y la solidaridad, que generó en la

opinión pública chilena, movió a declaraciones como la de Vicuña Mackenna, en las que se

muestra como estarían dispuestos hasta a dar su vida por defender al “hermano de cuna”

contra la Madre patria.

576 Haciendo referencia a la guerra chilena contra la Confederación Peruano-Boliviana (1837-1839). 577 El Mercurio (Valparaíso), 5 de mayo de 1864, No 11032.

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La prensa chilena hizo un llamado al Gobierno para que los intereses del pueblo fueran

escuchados. “En estas circunstancias, cuando no se conocen terminantemente las intenciones

de nuestros gobiernos, el pueblo se muestra impaciente, asume una actitud belicosa y quiere

que el gobierno lo secunde, así como él está dispuesto a secundarlo.”578 El Ministro de

Relaciones Exteriores chileno, Manuel Tocornal, no estaba dispuesto a secundar la “actitud

belicosa” del pueblo chileno en contra la armada española, por lo que renunció a su cargo.

La prensa se manifestó ante ese hecho diciendo que “el país necesita un hombre que infunda

la suficiente confianza, no solamente por su patriotismo y su saber, sino por su energía y

decisión, un hombre que sea capaz de contener las efervescencias públicas dentro de los

límites legales.”579 El Mercurio aconsejó al nuevo Ministro, Álvaro Covarrubias, que prestara

atención a las recomendaciones de la prensa de todos los colores en la cuestión del Perú.580

El Gobierno chileno secundó a la opinión pública en aquel momento, pero la decisión de

entrar a una guerra contra España debía ser tomada por el Perú, como directamente agredido,

la cual nunca fue tomada y, por tanto, Chile no se batió, sino que asumió una actitud de “paz

armada”.581

Los “justos deseos” expresados por la opinión pública en los casos chileno y peruano y la

capacidad de esos respectivos Gobiernos de escucharlos y hacerlos realidad son una muestra

de que en ese equilibrio estaba la base de la estabilidad y funcionamiento del sistema

republicano, cuestionado durante el siglo XIX, y con más fuerza tras el inicio de la Guerra

Civil estadounidense.

En Colombia, el expresidente Tomás Cipriano de Mosquera presidió una junta en Bogotá

que acordó, entre otras cosas, unirse en la defensa de la soberanía e independencia del Perú

e Hispanoamérica y que, “recordando las batallas gloriosas de Pichincha, Junín, Matará,

Ayacucho y el Callao, en que juntos combatieron, colombianos y peruanos, formemos de

578 El Mercurio (Valparaíso), 9 de mayo de 1864, No 11035. 579 El Mercurio (Valparaíso), 7 de mayo de 1864, No 11034. 580 El Mercurio (Valparaíso), 12 de mayo de 1864, No 11038. 581 La paz armada se refiere a la actitud de preparación por parte del Gobierno y el pueblo ante la posibilidad

de entrar en acción contra la escuadra española. El Mercurio (Valparaíso), 10 de junio de 1864, No 11063.

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185

nuevo esas legiones sagradas que humillaron al león de Castilla.” Para ello, pedirían al

Presidente, Manuel Murillo Toro, que solicitara permiso al Gobierno ecuatoriano para que

las tropas auxiliares pudieran pasar por su territorio hacia el Perú.582 El temor de los pueblos

y Gobiernos del Pacífico sudamericano creció con la declaración de los agentes españoles;

esto motivo a que algunos periódicos de la región afirmaran que España quería volver a

emprender una guerra que había terminado en la década de 1820.583 En Bogotá, por ejemplo,

el periódico liberal El Tiempo respondía ante la amenaza con la exaltación de la guerra de

independencia y del americanismo:

Si la guerra de la independencia no ha terminado aún para la España, no la consideremos

terminada nosotros. Renuévense, supuesto que nos fuerzan a ello, los tiempos de Boyacá y

Carabobo, de Ayacucho y Junín. Entonces no había en los países de Hispanoamérica sino un

solo corazón, un solo brazo. Aunque a largas distancias, todos obramos de acuerdo, al impulso

de un solo sentimiento. Vuelva a arder ese sentimiento con todo el calor, con toda la luz de

aquellos días, y los pueblos americanos. se salvarán por segunda vez de los déspotas de

Europa.584

En Ecuador, pese a la restricción a la libertad de expresión,585 el pueblo de Guayaquil se

manifestó contra la toma española de las guaneras peruanas en privado ya que el Gobierno

de ese país había prohibido las grandes reuniones o manifestaciones.586 La posición popular

contrastaba con la neutralidad ecuatoriana.

Como ya se había dicho, Salazar fue el encargado de informar a su Gobierno de las acciones

en el Pacífico sudamericano. Si las relaciones entre España y Perú ya eran complicadas, la

partida del Comisario regio hacia su país iba a agregarles un nuevo ingrediente. El viaje de

Salazar de vuelta a España no era un secreto, poco menos de un mes después de los

acontecimientos de las Chinchas, el Comisario inició su retorno a España. Antes de su

partida, Salazar fue advertido de posibles actos contra su integridad, tal vez un poco

582 El Tiempo (Bogotá), 8 de junio de 1864, No 338. 583 El Mercurio (Valparaíso), 3 de mayo de 1865, No 11030; El Conservador (Bogotá), 2 junio 1864, No 37;

El Tiempo (Bogotá), 13 de julio de 1864, No 343. 584 El Tiempo (Bogotá), 1 de junio de 1864, No 337. 585 Sobre la libertad de prensa en Ecuador ver Capítulo 3, sobre todo el apartado 3.1. 586 El Comercio (Lima), 13 de mayo de 1864, No 8212.

Page 191: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

186

exageradas por el Comisario. El viaje del Callao a Panamá no fue tranquilo para Salazar;

siempre estaba alerta de no caer en las tretas que pensaba que el Gobierno peruano había

ordenado a algunos agentes en su contra. A su arribo al puerto colombiano, Salazar seguía

tomando sus precauciones. La noche anterior a su partida en tren hacia Colón, algunas

personas fueron frente a la casa del cónsul francés, quien acogió al español, y gritaron algunas

arengas contra Salazar y la tregua de cuarenta años. Salazar pasó la noche allí y temprano

prosiguió su camino.587

El viaje de Salazar generó grandes expectativas en América, no por la partida del Comisario

en sí, sino porque en el continente, los Gobiernos y la prensa esperaban la respuesta del

Gobierno español ante la toma de las islas guaneras del Perú. Las noticias del paso del

Comisario hasta Panamá le añadieron un nuevo ingrediente al conflicto hispano-peruano,

Salazar explicó al Ministro español que su vida estuvo en constante riesgo en el paso desde

Lima hasta el mar Caribe. Los Gobiernos hispanoamericanos estaban a la expectativa de lo

que pudiera decir el Ministro de Asuntos Exteriores español, Joaquín Pacheco, al respecto de

la toma de las islas guaneras y si la aprobaba o no. Pacheco envió una circular a los agentes

españoles en el mundo en la que advertía que su Gobierno no había autorizado a Salazar ni a

Pinzón para que invadieran las Chinchas, “y dado que creyeran deber hacerlo por la necesaria

amplitud de sus instrucciones, no les había dicho nada de donde pudiera inferir tal proyecto

reivindicatorio." Sin embargo, el Secretario español defendía la toma de las islas por la falta

de justicia en los sucesos del Talambo y por los atentados contra Salazar en Panamá, en su

viaje de vuelta a España. Entonces, cuando el Gobierno peruano entregara las justas

explicaciones en ambos negocios, el Almirante Pinzón devolvería las islas. Y concluía

Pacheco diciendo que su Gobierno, pese a que no había un reconocimiento formal del Perú,

no iba a desconocer su independencia, ni la de ninguna otra República americana.588

587 Los hechos del viaje de Salazar entre Lima y España son narrados y comentados en Cerruti. Perú y España,

51-73. 588 Circular de Joaquín Pacheco, Secretario de Asuntos Exteriores español, a los agentes diplomáticos de su

Gobierno en el mundo, 24 de julio de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las

Repúblicas Aliadas contra España: 1866, Documento No. 306.

Page 192: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

187

En el Perú la Circular llegó en un momento en el que la prensa criticaba al Gobierno de Pezet

por su aparente inacción. El Comercio, desde el inicio del conflicto, movilizó la opinión hacia

la guerra como medio para proteger el honor nacional y la independencia de América.589

Meses más tarde, cuando el Gobierno se mantenía “expectante”, el periódico limeño llamó

al pueblo y al gobierno a volver la mira y tomar acciones sobre las Chinchas, “lugar donde

el orgullo nacional ha sufrido un insulto.”590 Por su parte, La Bolsa de Arequipa también

llamaba al pueblo del sur del Perú a “escarmentar para siempre a los que, con inmaculada y

pestífera planta ha hollado sacrílegamente el sagrado suelo de los Incas.”591 Luego, en agosto,

el mismo papel registraba como en diferentes localidades del sur del Perú la población se

quejaba de la “actitud pasiva” del Gobierno, contraria al pensamiento popular de vengar la

ofensa inferida con sangre.592 Cuando hubo noticia de la Circular del Gobierno español, el

tono cambió un poco. El Comercio seguía criticando la inacción gobierno Pezet y centraba

sus esperanzas en un Congreso Americano para coordinar la acción de los países reunidos,

abandonando toda esperanza de que el Gobierno peruano actuara por sí mismo.593 La Bolsa,

por otro lado, bajó un poco los ánimos y ya no apoyaba “la guerra a todo evento”, pero se

mostraba contraria a la pasividad del Gobierno.594

La circular del Ministro español se conoció en toda la región generando diferentes reacciones.

En Chile, cuando llegó la noticia de la Circular del Ministro español la prensa entendió que

las pretensiones colonialistas españolas no eran una realidad y buscó calmar los ánimos

belicistas y llamó a la prudencia y a esperar cómo se desarrollaban los hechos para tomar

decisiones.595 Sin embargo, el Gobierno chileno dictó que el carbón era artículo de guerra

por lo que era prohibido proveer del mineral a naves españolas y peruanas. Ese decreto fue

dictado pese a que el Gobierno de ese país no reconocía ni a Perú ni a España como

589 El Comercio (Lima), 20 de abril de 1864, No 8181. 590 El Comercio (Lima), 1 de agosto de 1864, No 8306. 591 La Bolsa de Arequipa, 10 de mayo de 1864, No 222. 592 La Bolsa de Arequipa, 2 de agosto de 1864, No 233. 593 El Comercio (Lima), 26 de agosto de 1864, No 8342. 594 La Bolsa de Arequipa, 25 de septiembre de 1864 No 240. 595 El Mercurio (Valparaíso), 18 de agosto de 1864, No 11122.

Page 193: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

188

beligerantes.596 En Colombia los ánimos se fueron calmando con el tiempo, y en agosto de

1864, con conocimiento de la Circular de Pacheco, ya esperaban que las relaciones

diplomáticas entre España y el Perú se restablecieran con normalidad.597 Por último, cuando

se conoció la Circular española en Quito, el Gobierno ecuatoriano se congratuló de su forma

de actuar, calificándola como la más cauta y prudente. Ese Gobierno se reafirmó, entonces,

en entender el asunto como parte de las relaciones entre España y el Perú.598 La distancia

entre la posición del pueblo y el Gobierno ecuatoriano era evidente, más aún en una plaza

liberal como lo era Guayaquil.

En el Perú, la situación era tensa. La opinión pública requería acciones por parte de su

Gobierno y este no hacía visible las acciones que estaba haciendo, sobre todo en lo referente

a la negociación de un empréstito y la compra de dos naves de guerra en Londres. En el

ambiente había una tensión entre hacer la guerra o mantenerse expectantes. Esas diferencias

se materializaron en la ley del 9 de septiembre de 1864. En ella, el Congreso peruano

autorizaba al Presidente para hacer la guerra a la escuadra española como último recurso,

luego de hacer uso de las vías diplomáticas.599 Los debates sobre esta ley en el Congreso

peruano fueron tensos. El Mariscal Castilla proponía que el Gobierno le presentara a Pinzón

un proyecto, cuyo tenor fuera la notificación de un ultimátum para la entrega de las islas de

Chincha, y si pasado este, no se había verificado la desocupación, se declararía la guerra. Los

representantes del Gobierno y otros Congresistas modificaron esa propuesta, añadiéndole

como condición para la declaratoria de guerra el agotamiento de las vías diplomáticas. La

principal razón para este cambio era que los preparativos para una guerra estaban lejos de

estar concluidos; sin embargo, una vez estuvieran listas las fuerzas navales peruanas, el

Gobierno no vacilaría en hacer la guerra a España. El Ministro peruano, Toribio Pacheco,

argumentaba que una declaratoria de guerra en esos momentos resultaría más beneficioso

para España, ese Gobierno la aprovecharía para salvar sus “apuros políticos” y le

596 Decreto del 27 de septiembre de 1864, El Araucano (Santiago), 9 de octubre de 1864, No 2743. 597 El Conservador (Bogotá), 5 de agosto de 1864, No 46. 598 El Correo de Quito, 26 de agosto de 1864, No 26. 599 Ley del 9 de septiembre de 1864, El Peruano (Lima), 10 de septiembre de 1864, Año 22 Tomo 47 Semestre

2 No 16.

Page 194: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

189

proporcionaría “una ocasión favorable para hacer una buena ley de la injusta causa que

sostiene.”600

El pueblo peruano recibió esta ley de muy mala manera. En el sur decían que la ley era tibia

y confusa. Ella autorizaba la guerra, pero también las vías diplomáticas, en definitiva, no

había una línea clara de acción por parte del Gobierno Pezet.601Algunos sectores de la prensa

española criticaron la ley peruana del 9 de septiembre. Decían que esa ley era el reflejo de

las turbulencias y las deplorables condiciones de los gobiernos hispanoamericanos que hacen

lo que parece ser una “declaración de guerra, hija de todo el entusiasmo nacional y patriótico

de un pueblo libre, [que] no es más que una manifestación cobarde de un deseo pésimamente

expresado.”602

En Chile tampoco fue bien recibida la ley del 9 de septiembre. En Santiago decían que era

una muestra más de la “política de manos cruzadas” y que “una ley semejante no se halla a

la altura de la situación y mucho menos a la altura del deber del Congreso peruano.”603 La

crítica a la política expectante o de manos cruzadas del Gobierno peruano hacía pensar que

la única salida para solucionar el conflicto hispano-peruano era la reunión de un Congreso

americano.604

Como acabamos de ver, la toma de las islas de Chincha trastocó el sistema de Estados del

Pacífico sudamericano. Los Gobiernos de los países de la región se volcaron a apoyar

moralmente al Perú en defensa de su soberanía, salvo el del Ecuador que decidió declararse

neutral. Las controversias entre los países de la región se detuvieron, pasando a un segundo

plano. Asimismo, esos Gobiernos estaban a la expectativa de lo que pudiera pasar en el Perú

y las posibles repercusiones que la toma de las Chinchas pudiera tener en la región. Entonces,

600 Circular del Ministro de Relaciones exteriores peruano, Toribio Pacheco, a los agentes peruanos en el mundo,

11 de septiembre de 1864, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra

España: 1866, Documento No 338. 601 La Bolsa de Arequipa, 25 de septiembre de 1864, No 240. 602 El fragmento es tomado del periódico español El Reino. No especifican la fecha ni el número del periódico,

El Mercurio (Valparaíso), 20 de diciembre de 1864, No 11225. 603 El Ferrocarril (Santiago), 27 de septiembre de 1864, No 2730. 604 El Ferrocarril (Santiago), 23 de septiembre de 1864, No 2727.

Page 195: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

190

tal como había ocurrido en otros momentos de crisis, la idea de la celebración de un Congreso

americano iba tomando fuerza.

4.3 Preparando el Congreso americano. Una respuesta a la crisis del Pacífico

La toma de las islas guaneras de Chincha por parte de la escuadra española del Pacífico se

sumó a la reanexión de Santo Domingo y a la invasión europea a México, como amenaza

contra la soberanía territorial por parte de algunas potencias europeas en Hispanoamérica,

sumándose a la crisis del republicanismo en el continente americano. aunque la toma de las

Chinchas se puede enmarcar más dentro de la diplomacia de las cañoneras y no tanto como

una invasión, los Gobiernos y la opinión pública los ponían todos al mismo nivel, generando

alarma ante la amenaza contra su forma de Gobierno, que también los identificaba. Estos tres

eventos motivaron un americanismo generalizado en el continente y unas determinadas

respuestas diplomáticas desde el comienzo de la década de 1860.

4.3.1 La unión americana ante la crisis del republicanismo en América. Una mirada desde

la acción gubernamental y la opinión pública

Antes de abordar las motivaciones y dinámicas particulares del Congreso de Lima, resulta

importante seguir la trayectoria de la idea de unión desde el inicio de la crisis continental,

hasta su manifestación en el Pacífico sudamericano. La primera respuesta diplomática a los

movimientos europeos en América fue luego de que se tuviera noticia de la reanexión de

Santo Domingo. El gobierno peruano, por medio del Ministro José Fabio Melgar, envió una

circular a algunos Gobiernos de América en 1860. Melgar iniciaba la circular diciendo que

el ataque contra la soberanía dominicana era un ataque contra las instituciones democráticas

americanas. Frente a la información que pudieran tener sobre el republicanismo en América,

la fragilidad de los Estados americanos y la posibilidad de interferir en ellos, Melgar aclaraba,

tal vez distorsionando algo los hechos:

Conviene que la Corte de Madrid se desengañe […] si el malestar interior de algunas

Repúblicas le han hecho concebir que fácilmente recuperará en ello su perdido poder […] La

Page 196: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

191

América se esfuerza ahora por armonizar en su vida práctica la libertad con el orden, el

progreso con la autoridad. Tal es el carácter de las discordias intestinas mal apreciadas

generalmente en el exterior, pero de allí a volver al régimen colonial hay un abismo

espantoso.605

En otra parte de la Circular, el Ministro peruano decía que

al atacarse la independencia de cualquiera de ellas [las Repúblicas Hispanoamericanas] se

hiere a la vez a las demás, no solo, porque levantando la misma bandera y aliadas en los

motivos y en el objeto, lucharon por sacudir el yugo del coloniaje, sino también, porque al

desconocer la existencia legal de una República americana, que antes fue colonia, se

desconoce virtualmente el derecho de soberanía de las demás.606

Con estas palabras, Melgar buscaba promover, dentro de las Repúblicas hispanoamericanas,

la unión continental, tal como había ocurrido en 1847, tras las amenazas de Juan José Flores

y la Reina española contra la independencia del Ecuador.607 Esta idea fue bien recibida y

compartida, en general, por muchos sectores de la política del Pacífico sudamericano. Los

Gobiernos de Colombia y Bolivia se mostraron atraídos por la idea de conformar una unión

para defender la soberanía de las naciones hispanoamericanas contra las amenazas

provenientes de España y Francia.608 El gobierno chileno guardó silencio con respecto a la

unión americana, mientras que su pueblo se mostraba más exaltado que ninguno otro en la

región.609

605 Circular del Ministerio de Relacione Exteriores del Perú a los Gobiernos de América, 24 de agosto de 1860,

AMREE, A.22.3. comunicaciones recibidas de la cancillería del Perú III, ff 27-33. 606 Circular, f 28. 607 Sobre el primer Congreso americano de Lima, ver Capítulo 2, sobre todo el apartado 2.2.1. 608 De Manuel Quijano, Ministro de Relaciones colombiano, a Justo Arosemena, Ministro Plenipotenciario

colombiano en las naciones del Pacífico, 9 de noviembre de 1863, AGNC, Ministerio de Relaciones Exteriores,

T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 50; De Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones boliviano,

a José Fabio Melgar, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, en El Comercio (Lima), 23 de octubre de

1861, No 7887. 609 El Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Tocornal, no era adepto de sacrificar la tranquilidad interna

ante una unión con gobiernos inestables y, en muchos casos, efímeros. Mario Barros. Historia diplomática de

Chile. 1541-1938. (Barcelona: Ediciones Ariel, 1970), 90.

Page 197: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

192

La prensa de Chile llamaba a que fuera ese Gobierno el que liderara la oposición democrática

contra la monarquía que pretendía volverse a imponer en suelo americano. Ante el panorama

generalizado de caos, guerras civiles y dictaduras en el Pacífico sudamericano, los chilenos

se veían a sí mismos como la excepción de orden entre la anarquía.610 Esta idea de mayor

nivel de civilización les comprometía con la independencia y el republicanismo americano:

Cuando la Europa monárquica lucha contra la América republicana, es preciso hacer ver la

excelencia de nuestro sistema. Chile debe ser el ejemplo para mostrar que la democracia y la

república no llevan a la anarquía.

Todavía existen gladiadores del despotismo. Todavía bregan esos luchadores de la monarquía

por el triunfo de la esclavitud. Atletas del error, quisieran ver al hombre sumergido en las

tinieblas que a ellos los envuelven. Pero contra esos Goliaths de las preocupaciones, no faltan

en América Davides de la justicia que empuñen la honda de la razón para derribarlos con la

piedra de la verdad.611

A esa posición de preponderancia en el Pacífico de la opinión pública chilena, se sumó la del

Perú, que ponía a su país al mismo nivel y buscaba promover un liderazgo compartido por

los pueblos y Gobiernos de ambos países. La principal razón para ello no fue el adelanto del

Perú en la adopción del republicanismo, sino por la condición de desventaja del resto de

países del Pacífico sudamericano. Bolivia era muy pequeño para ser oído, el Ecuador no

estaba unido y Colombia acababa de salir de una guerra civil.612

El Gobierno chileno se mantuvo al margen, por lo que la iniciativa tomada por el peruano se

tradujo en un nuevo impulso al Gobierno al Tratado continental, firmado en 1856 entre Chile,

Perú y Ecuador.613 El trabajo diplomático peruano promovió la anexión al tratado de

Honduras, Costa Rica y El Salvador.614 Sin embargo, la posición del Gobierno de la

610 El Ferrocarril (Santiago), 6 de julio de 1863, No 2336. 611 El Mercurio (Valparaíso), 18 de julio de 1863, No 10786. 612 El Comercio (Lima), 8 de julio de 1863, No 7825. 613 Sobre el Tratado continental, ver Capítulo 2, sobre todo apartado 2.2.4. 614 Del Encargado de Negocios y Cónsul General en las Repúblicas de Centroamérica del Perú, Juan Ejeta, a

Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones del Perú, 31 de julio de 1862, AMREP, Caja 133, carperta 5, ff

42-43.

Page 198: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

193

Argentina era reacia ante la promoción del pacto continental. Ese gobierno decía que no había

una amenaza a la independencia de las Repúblicas americanas.615 Por su parte, en 1862, el

Gobierno colombiano, encabezado por Tomás Cipriano de Mosquera, buscó que los demás

gobiernos americanos renegociaran un nuevo tratado, atendiendo a las necesidades

particulares del momento por el que estaba atravesando el continente.616

En vista de los “infructuosos” Congresos americanos, el Gobierno colombiano proponía una

solución alterna. La idea era que cada una de las Repúblicas hispanoamericanas acreditaran

un Ministro Plenipotenciario cerca del Gobierno de los Estados Unidos, en cuya capital

podría reunirse un Congreso, bajo la tutela del Secretario de Estado, tal como lo había

sugerido Tomás Cipriano de Mosquera en 1843.617 El Gobierno colombiano entendía que si

el Gobierno estadounidense no atendía a dicho Congreso, las decisiones de este carecerán de

toda la autoridad.618 Entre las estipulaciones que proponía el Ministro de Relaciones

Exteriores colombiano, Manuel Ancízar, sobresale la novena. Según el Ministro, las

Repúblicas americanas se garantizarían su integridad territorial entre sí; además, ellas

mismas deberían comprometerse a no ceder parte alguna de su territorio ni a que se funden

colonias en ellos o que se ejerza algún protectorado –refiriéndose específicamente al

Ecuador.619

Entonces había dos tendencias sobre la posible reunión de un Congreso americano. Una que

rescataba el Tratado continental y buscaba que fuera ratificado en la mayor cantidad posible

de países hispanoamericanos. Y otra que buscaba renegociar el Derecho internacional

americano bajo nuevas estipulaciones y bajo la tutela del Gobierno estadounidense. La

615 Robert Frazer. "Latin-American Projects to Aid Mexico during the French Intervention" en The Hispanic

American Historical Review, Vol. 28, No. 3, agosto de 1948, 384. 616 Del Encargado de negocios peruano en Colombia, Antonio García, al Ministro Residente del Perú en

Washington del Perú, Antonio García, 17 de octubre de 1862, AMREP, Caja 132, carpeta 16, ff 127-128. 617 Del Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, Manuel Ancízar, a José Antonio García, Ministro

Residente del Perú en Washington del Perú, Antonio García, 12 de junio de 1862, AMREP Caja 132, carpeta

16, f 135. 618 Circular del Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Ancízar, a las naciones americanas, 5 de julio de

1862, AMREP, Caja 133, carperta 5, ff 44-48. 619 Estipulaciones que suscribiera el Gobierno de los Estados Unidos de Colombia como Doctrina

Internacional Americana. 5 de junio de 1862, en AMREP, Caja 132, carpeta 16, f40.

Page 199: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

194

primera de ella adolecía de un mal común en las convenciones americanas: no había sido

ratificado por los legislativos de los países que se habían adherido; solo el Congreso del

Ecuador lo había ratificado, pero en la región no había mucha confianza en el gobierno

garciano.620 Mientras tanto, la segunda reflejaba una novedad y obligaba a una nueva reunión

de Plenipotenciarios con base en Washington. Esta idea se vio mermada por el mismo

Secretario Seward, quien no mostró interés en participar en la reunión continental. El

Gobierno de los Estados Unidos estaba concentrado en la Guerra Civil y no se comprometería

con ningún esfuerzo de ese tipo.621 Con esta respuesta, la propuesta colombiana se archivaba

junto con las propuestas unionistas previas de la primera mitad del siglo XIX, pero esa

proposición dejaba entrever un desencanto por la unión hispanoamericana y abría la

posibilidad del Panamericanismo como forma de unión continental, pero hubo que esperar

hasta la década de 1880 para que se materializara.622 Ambas tendencias se fueron diluyendo

en el tiempo sin que se llegara a ningún acuerdo sobre la mejor forma de establecer una unión

entre los países hispanoamericanos.

4.3.2 El Congreso americano, el primer intento de respuesta a la crisis en el Pacífico

sudamericano

Aunque parecía que la unión americana se hacía una tarea imposible, en junio de 1863, tras

la firma de la Constitución colombiana, Mosquera encargó a Justo Arosemena ir como

Ministro Plenipotenciario al Perú, y allí promover la reunión de una Asamblea americana,

620 Del Encargado de negocios peruano en Bogotá, José Antonio García al Ministro de Relaciones Exteriores

peruano, Juan Antonio Ribeyro, 12 de agosto de 1862, AMREP, Caja 133, carpeta 3, f 30 r-v. 621 Frazer, “Latin-American Projects”, 380. 622 La literatura sobre el panamericanismo resulta extensa. Dentro de ella, no hay acuerdos de esta forma de

unión continental. Unos lo ubican tras el discurso de Monroe en 1823, lo que significa que los Congresos

hispanoamericanos hacen parte de una fase inicial, y el fracaso de esas Asambleas se explica por la ausencia de

los Estados Unidos. Otros autores argumentan que el panamericanismo inició tras la reunión de 1889 en

Washington, donde oficialmente los Estados Unidos iniciaron su diplomacia panamericana. Sobre esta

discusión recomiendo ver Ricardo Martínez. El Panamericanismo, Doctrina y Practica Imperialista. (Buenos

Aires, 1957); Alonso Aguilar. Pan-Americanism from Monroe to the Present: A View from the Other Side.

(New York: MR Press, 1968); David Sheinin (ed), Beyond the Ideal: Pan Americanism in Inter-American

Affairs (Westport: Greenwood Press, 2000); Mark Petersen. Where do we begin? Southern Con Chronologies

of Pan-Americanism. Prepared for delivery at the 2014 Congress of the Latin American Studies Association,

Chicago, IL, mayo 21-24, 2014.

Page 200: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

195

que estableciera la alianza entre las Repúblicas del Continente para que entre ellas se

pudieran suministrar seguridad mutua. Arosemena se reunió con el Ministro Ribeyro y

abordaron el tema.623 Ambos Gobiernos habían promovido dos formas de unión diferentes y

se reunían para promover una nueva reunión continental.624 El 11 de enero de 1864, el

Ministro Ribeyro, a nombre de su gobierno, envió una invitación a las Repúblicas

hispanoamericanas más próximas y que compartían el litoral del Pacífico para que asistieran

a una Asamblea que se celebraría en Lima.625

La invitación se refería a elementos comunes en otras invitaciones a Congresos americanos,

pero también tiene sus particularidades, atendiendo al momento histórico en el que fue

escrita. En esta invitación, el Ministro peruano estaba interesado en ajustar una convención

epistolar, en abolir la guerra como medio para la solución de los conflictos entre los países

firmantes, aspectos repetitivos en las demás citaciones previas. Hay dos asuntos que resultan

novedosos. Uno referente a la información estadística de cada uno de los países que asistan

“para hacer una idea de las riquezas, población, medios naturales y artificiales que posean

para ajustar la defensa común.” Además de servir para ajustar la defensa común, esta

iniciativa serviría para hacer un balance de Hispanoamérica y mostrar los avances de esta

región ante el mundo y los beneficios del republicanismo. La ignorancia de Europa referente

a América era una queja recurrente en esta parte del mundo.626 Otro punto novedoso fue el

referente a la motivación de la invitación. Ribeyro no se refería en ella al pasado, lengua,

623 De Justo Arosemena a, Manuel Quijano, Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, 12 de noviembre

de 1863, en AGN, Fondo Ministerio de Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo

Arosemena, f 4. 624 El Ministro Ribeyro reconoce que "El Sr. Arosemena debe tener la satisfacción de haber contribuido al

desarrollo de esa idea [la del Congreso americano], porque el Gobierno del Perú se ha apresurado a tomar la

iniciativa respecto de la reunión de un Congreso Internacional, en gran parte por el convencimiento de que sus

ideas [las de Arosemena] serían aceptadas por los Representantes de las Repúblicas hermanas." De Juan

Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Justo Arosemena, Ministro Plenipotenciario

colombiano antes las Repúblicas del sur, 4 de febrero de 1864, AGNC, Fondo Ministerio de Relaciones

exteriores, Transferencia 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 227v. 625 Circular de invitación del Gobierno peruano a las Naciones hispanoamericanas para la celebración de un

Congreso Americano en Lima. El Peruano (Lima), 13 de enero de 1864, año 23 tomo 45 semestre 1 No 3. 626 El Mercurio (Valparaíso), 13 de mayo de 1864, No 11039; El Ferrocarril (Santiago), 20 de enero de 1863,

No 2195; El Comercio (Lima), 7 de enero de 1860, No 6278; El Conservador (Bogotá), 9 de junio de 1864, No

38.

Page 201: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

196

cultura y religión común, tal como era recurrente en las anteriores invitaciones.627 El

Ministro, aunque declaraba que las naciones hispanoamericanas conformaban una familia,

hablaba de “intereses comunes”, y los identificaba en tres aspectos centrales que justificaban

la unión continental: sostener la independencia, defender los derechos autonómicos e

instituciones democráticas y, por último, preservar la existencia nacional de cada una de las

Repúblicas hispanoamericanas, con lo cual se daría “respetabilidad a los derechos adquiridos

a costa de tantas y tan variadas proezas ejecutadas en la guerra santa de la independencia.”628

La anfictionía, que fue un factor central en los intentos de unión anteriores a 1860 ya no era

el eje en la invitación para el Congreso americano de 1864.

La invitación del Gobierno peruano muestra una preocupación por mantener el

republicanismo intacto ante los embates colonialistas europeos, que hasta el momento de la

invitación se traducían en la reanexión española de Santo Domingo y la invasión tripartita a

México, con las subsecuentes acciones militares francesas allí. Como ya se ha reseñado,

había un movimiento unionista en ciertos gobiernos americanos, pero al parecer la situación

de México fue un primer detonante para materializar ese movimiento. 1863 fue un año

convulso. La toma de Puebla (mayo) y Ciudad de México (julio) abrieron el camino a los

franceses y monarquistas mexicanos para imponer al Archiduque Maximiliano de Austria

como emperador mexicano, quien en octubre de ese año aceptó la oferta mexicana.629 El

conocimiento de estos hechos hizo que el gobierno peruano temiera por el republicanismo

americano y enfilara sus esfuerzos en hacer realidad la unión americana.

La invitación al Congreso americano fue recibida con entusiasmo por los Gobiernos de

Bolivia y Chile.630 El Ministro Rafael Bustillo, a nombre del Gobierno boliviano respondió

de manera afirmativa, adhiriéndose a las bases de negociación e hizo énfasis en que esperaba

627 Para ver las invitaciones al Congreso de Panamá en 1826 y el primer Congreso de Lima en 1847 ver capítulo

2, sobre todo los apartados 2.2.1 y 2.2.3. 628 Circular de invitación del Gobierno peruano a las Naciones hispanoamericanas para la celebración de un

Congreso Americano en Lima. El Peruano (Lima), 13 de enero de 1864, año 23 tomo 45 semestre 1 No 3. 629 Raúl González Lezama. Reforma Liberal. Cronología (1854-1876) (México: Instituto Nacional de Estudios

Históricos de las Revoluciones de México, 2012), 120-122, 133. 630 El Comercio (Lima), 11 de febrero de 1864, No 8098; El Comercio (Lima), 26 de febrero de 1864, No 8117

Page 202: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

197

que ese fuera el escenario para solucionar el conflicto limítrofe con Chile.631 Por su parte, el

Gobierno chileno respondió el 18 de febrero. El Ministro Manuel Tocornal respondió que,

en vista de la situación por la que pasaba el continente, resultaba importante hacer una

reunión, tal como el Ministro peruano indicaba. Sin embargo, el chileno hacía dos

observaciones. Por un lado, decía que se debió invitar al Imperio del Brasil y a los Estados

Unidos. Tocornal entendía que “La diferente forma de gobierno del primero, y el origen y

circunstancias diversas del segundo respecto de algunos puntos”, no son consideraciones

restrictivas para promover una “alianza verdaderamente americana.” Además, Tocornal

señalaba la importancia de extender la invitación a Argentina. Por otro lado, el Ministro

chileno se adhería a las bases de negociación menos a la referente con los límites; el Gobierno

de ese país entendía que ese era un asunto que debía acordarse de manera bilateral.632

En un primer momento solo estos dos países respondieron al llamado del Gobierno peruano.

Sin embargo, la toma de las islas de Chincha en abril de 1864 y los principios enunciados

por el Almirante y el Comisario españoles fueron otro detonante para que la reunión de

Ministros Plenipotenciarios hispanoamericanos se realizara efectivamente y para que la

política de la región se viera alterada. Entre los países que sintieron un remesón en su interior

fue Chile. El Ministro Tocornal recibió críticas por parte de la prensa debido a su “tibio”

mensaje contra la toma de las Chinchas, en el que ofreció los buenos oficios de su gobierno

para mediar entre las dos partes.633 La sociedad chilena, en general, estaba contrariada por

las palabras tibias de Tocornal. El Mercurio se extendió contra Tocornal argumentando que

no era tiempo de negociación, sino que la voluntad popular exigía una “guerra a todo

trance.”634 Tocornal, entonces, dimitió de su cargo, dejando su cargo disponible para quienes

631 De Rafael Bustillo, Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 26 de febrero de 1864, en Congresos americanos de Lima, Recopilación de

documentos precedida por el prólogo de Alberto Ulloa, Vol. I. (Lima: Publicación oficial del Ministerio de

Relaciones Exteriores, 1938) 357-362. 632 De Manuel Tocornal, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 18 de febrero de 1864, en El Araucano (Santiago), 26 de febrero de 1864; No

2644. 633 Circular del Ministro de Relaciones Exteriores chileno a sus agentes en el mundo. El Mercurio (Valparaíso),

7 de mayo de 1864, No 11034. 634 El Mercurio (Valparaíso), 9 de mayo de 1864, No 11035.

Page 203: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

198

apoyan la idea belicista.635 El presidente chileno, José Joaquín Pérez, nombró a Álvaro

Covarrubias como Ministro de Relaciones Exteriores.636

En los Estados Unidos de Colombia el Gobierno de Mosquera había terminado y Manuel

Murillo Toro había asumido la Presidencia. El Gobierno de Murillo respondió el 2 junio de

1864, de manera afirmativa a la invitación peruana. El Ministro de Relaciones Exteriores

colombiano, Antonio Pradilla, celebró que la reunión fuese entre Repúblicas “americanas de

origen español exclusivamente.” Continúa el Ministro diciendo que la relevancia de los

Estados Unidos no se puede negar en los asuntos continentales; sin embargo, “el Gobierno

de aquella República profesa y practica el principio de absoluta prescindencia en los negocios

políticos de las Repúblicas hispano-americanas”, además que la presencia de un

representante de ese país limitaría la acción independiente de las demás Repúblicas del

continente. Esta afirmación contrasta con el pensamiento de Tomás Cipriano de Mosquera,

quien veía central la presencia de los Estados Unidos. El nuevo Presidente colombiano,

Manuel Murillo Toro, era de otro pensamiento. Esta posición pudo haberse formado en el

tiempo que pasó en los Estados Unidos como Ministro Plenipotenciario colombiano; periodo

en el que vio como el Secretario de Estado, William Seward, prescindía de los negocios

hispanoamericanos, como en los casos de Santo Domingo y México.637

El Ministro Pradilla se adhirió a las estipulaciones expresadas en la invitación del Ministro

peruano, pero propuso como principio general que la acción política de cada una de las

Naciones representadas en el Congreso debe quedar completamente libre para ser adoptada

por cada uno de los países, por medio de los recursos que estipulen las leyes de cada una de

ellas. Para terminar, el Ministro colombiano anotó que su Gobierno le enviaría plenos poderes

a Justo Arosemena para que asista al Congreso americano en representación de los Estados

Unidos de Colombia.638 La opinión pública colombiana discutió y evaluó la respuesta del

635 El Mercurio (Valparaíso), 9 de mayo de 1864, No 11035. 636 El Mercurio (Valparaíso), 12 de mayo de 1864, No 1108. 637 Al respecto ver Capítulo 1, sobre todo el apartado 1.4. 638 De Antonio Pradilla, Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 2 de junio de 1864, en AGNC, Fondo Ministerio de Relaciones exteriores,

Transferencia 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff 91-96.

Page 204: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

199

Ministro Pradilla. En esa evaluación, alababan la decisión del Gobierno colombiano de enviar

un Plenipotenciario al Congreso americano; pero, decía un sector de la prensa, parecía que

en esa respuesta buscara “esquivarse la idea de la alianza”: el Ministro proponía la

consagración del principio de que cada pueblo sería responsable por sí solo de sus propias

decisiones en virtud del ejercicio de su soberanía.639 Este principio expuesto por el Gobierno

colombiano ponía en duda las acciones conjuntas de los países asistentes al Congreso

americano para sostener las independencias americanas, a lo que los publicistas del periódico

liberal El Tiempo, adicto al régimen, salieron a desmentir aquellas apreciaciones,

argumentando que ellas eran superficiales. El Presidente Murillo Toro quería preservar la

acción independiente sin involucrarse “en las complicaciones y conflictos que la política

interior o exterior que las otras les acarrean.”640

Las respuestas de ese grupo de Gobiernos corresponden a los intereses de cada uno de ellos

y de lo que esperaban del Congreso americano. Las respuestas de los Gobiernos colombiano

y chileno muestran una preocupación por la soberanía nacional que no estarían dispuestos a

ceder frente al Congreso de Plenipotenciarios.641 Cuando el Gobierno chileno se negó a que

el Congreso emitiera algún juicio frente a sus conflictos limítrofes, da cuenta de su voluntad

de no ceder su poder de decisión ante ningún organismo ajeno a sí mismo. Por su parte, el

Gobierno colombiano condicionó la adopción de los acuerdos resultantes de la reunión

continental a los instrumentos que estipularan las leyes nacionales, poniendo como marco de

referencia la legislación propia ante los tratados internacionales. Al respecto, Bello, quien

había vuelto a su primigenia posición contra las reuniones continentales, decía que los

Estados que concurrieran

se despojaría de una parte mayor o menor de su soberanía propia para depositar esa parte en

un centro común, que sería, por supuesto, una autoridad extraña, porque un cuerpo compuesto

639 Camacho Roldán, "Proyectos de España contra Perú" en La opinión, 15 de junio de 1864, en Escritos I, 402-

403; El Conservador (Bogotá), 1 de julio de 1864, No 41. 640 El Tiempo (Bogotá), 14 de septiembre de 1864, No 352. 641 Jean Bodino define la soberanía como el poder absoluto de un Estado para crear las leyes generales y

especiales y tomar decisiones sin someterlas al consentimiento de superiores. Ver Bodino. Los seis libros de la

Republica, 47-66.

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200

de representantes de diversas naciones sería para cada una de ellas una autoridad extraña, y

sus decisiones obligarían igualmente a todas ellas, aun contra la voluntad de la que estuviese

en minoría.642

La cesión de la soberanía nacional no es un tema menor y, como se verá más adelante, fue

un factor principal en las reuniones del Congreso americano.

Las respuestas de los Gobiernos de Bolivia, Chile y Colombia, de alguna manera fueron el

reflejo de un sentimiento americanista que afloraba de nuevo. Esta vez el americanismo se

encendió de manera lenta en los niveles superiores de la política del Pacífico sudamericana.

La reanexión española de Santo Domingo y la invasión francesa a México generaron tibias

respuestas por parte de las autoridades de la región. Sin embargo, este sentimiento se iba

abriendo paso, tal como se vio más arriba, motivando la reunión continental, influenciada por

la invasión española de las islas de Chincha. Aunque el americanismo se generalizó en

aquellos Gobiernos, en el Ecuador encontró mayor resistencia. Algunos factores que explican

esta posición pueden ser las relaciones de ese país con el Perú, principalmente, y la amenaza

a la estabilidad interna, orquestada por este último Gobierno.

Bajo esta perspectiva, en mayo de 1864, el Gobierno ecuatoriano respondió la invitación

peruana de enero de ese año. En la nota, el Ministro ecuatoriano, Pablo Herrera, anunció que

su Gobierno enviaría un Plenipotenciario al Congreso americano; además, Herrera

recomendaba que se le extendiera la invitación a los Estados Unidos y especialmente al

Brasil, con quien Venezuela, Ecuador y los Estados Unidos de Colombia debían arreglar sus

límites. Además la nota decía que el conflicto limítrofe entre Ecuador y Perú no debe ser

abordado en la reunión ya que el tratado de Guayaquil (1829) se mantenía vigente.643 La

aceptación de Herrera demuestra que el interés del Gobierno ecuatoriano está en la solución

de algunos conflictos limítrofes, más poca referencia hacía a la defensa del republicanismo,

642 De Andrés Bello a Antonio Guzmán, Ministro Plenipotenciario de Venezuela en el Perú, 24 de septiembre

de 1864, en Miguel Luis Amunátegui. La vida de Don Andrés Bello. (Santiago: Imprenta de Pedro Ramírez,

1882) 377. 643 De Pablo Herrera, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones peruano, 9 de mayo de 1864, en AMREE, Carpeta A.22.3. Comunicaciones recibidas de la

cancillería del Perú III, ff 95-97.

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201

o de ataques europeos; ese gobierno entendía que el Congreso sería el lugar para poner sobre

la mesa asuntos referentes con su soberanía territorial.

En el Ecuador algunos sectores de la prensa opinaban que la unión debía promoverse en favor

del progreso y para evitar conflictos entre los países de la región. El Diario de Quito, por

ejemplo, se expresaba a favor de la unión, pero era de la idea que el momento y la forma no

eran idóneos para promoverla:

Pues bien, busquemos la unión, pero busquémosla donde debemos encontrarla, en el seno de

la paz y no en las tormentas de la discordia; fortificando los vínculos sociales y no lanzando

a la lid al hermano contra el hermano, al hijo contra la madre, ni a la madre contra el hijo. La

templanza y la cordura deben reemplazar el espíritu bélico, el lenguaje de la razón el de las

pasiones.644

En Ecuador, donde la libertad de prensa era restringida, la prensa oficialista promovía la idea

que la unión del Congreso americano era una unión que iba en contra de los principios

católicos y conservadores de ese país, en la cual solo se beneficiarían los sectores liberales.

Asimismo, la prensa ecuatoriana, en general, no creía que la agresión al Perú fuera una

cuestión americana, tal como lo expresaba el Gobierno de ese país, y exigía que la reunión

continental debería tener sus límites y que “la alianza americana no puede, no debe contener

más que la garantía mutua del territorio y de la independencia; si traspasa estos límites, será

indefinible, impolítica, amenazadora, odiosa turbulenta, inconsistente y por lo mismo

impracticable.”645

Poco tiempo después de la respuesta ecuatoriana, el Gobierno de ese país tomó algunas

decisiones que afectaron las relaciones con los países de la región, sobre todo con el Perú. La

más resonante de ellas fue la declaración de neutralidad ante el conflicto hispano-peruano.

El gobierno dio vía libre a las embarcaciones españolas y peruanas para abastecerse de

644 El Correo de Quito, 11 de junio de 1864, No 22. 645 El Correo de Quito, 16 de noviembre de 1864, No 34.

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202

víveres y combustible en sus costas.646 Esta acción fue cuestionada por el Gobierno peruano.

El Ministro Ribeyro apuntó que sus naves no necesitarían de abastecerse en los puertos

ecuatorianos, por lo que la medida buscaba favorecer a la escuadra española.647 Además de

abrir sus puertos a embarcaciones de ambos países, el Gobierno ecuatoriano ofreció sus

buenos oficios como mediador en el conflicto hispano-peruano.648 El Ministro Ribeyro no

aceptó la mediación ecuatoriana y acusó a ese Gobierno de no comprender la magnitud de

los acontecimientos que padecía el Perú, que podrían hacer parte de un plan para una “nueva

y ominosa dominación.”649 Mientras los Ministros intercambiaban cartas, otra decisión

ecuatoriana puso en vilo la participación de ese Gobierno en el Congreso americano.

El Gobierno ecuatoriano decidió no enviar un Ministro Plenipotenciario al Congreso

americano. La decisión fue tomada por una cencerrada en Paita contra el Encargado de

Negocios ecuatoriano, Antonio Flores, que volvía de desempeñar una misión en Europa.650

El Presidente García Moreno se quejaba de que no podía confiar en un país donde sus agentes

diplomáticos no contaran con el respeto debido a su carácter e inmunidad.651 El Ministro

Ribeyro argumentó que “los acontecimientos de Paita no tuvieron más origen que la

646 La justificación de esta decisión la plasmó el Gobierno ecuatoriano en un panfleto en el que explicaba que

los enemigos del Ecuador (Perú, la “Nueva Colombia” y los revolucionarios ecuatorianos) veían en las

agitaciones de las Chinchas una oportunidad para desestabilizar al Gobierno de ese país. Sin embargo, el

gobierno ecuatoriano se mantenía en la posición que la neutralidad no tenía nada de ofensivo contra el Ecuador

y que, por el contrario, se ajustaba al derecho público internacional. Neutralidad del Ecuador y permiso a los

buques de guerra españoles para que puedan proveerse de víveres en el litoral de la República. (Quito:

Imprenta Nacional, 1864); Circular del Ministro del Interior, Pablo Herrera, a los Gobernadores de las

Provincias de Guayas, Manabí y Esmeraldas, 14 de mayo de 1864, El Nacional (Quito), 28 de mayo de 1864,

No 156. 647 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Pablo Herrera, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 1 de junio de 1864, El Peruano (Lima), 8 de julio de 1864, Año 22 Tomo

47 Semestre 2 No 2. 648 De Pablo Herrera, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 18 de mayo de 1864, El Peruano (Lima), 8 de julio de 1864, Año 22 Tomo 47

Semestre 2 No 2. 649 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Pablo Herrera, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 13 de junio de 1864, AMRE, Carpeta A.22.3 Comunicaciones recibidas de

la cancillería del Perú III, f 104v. 650 De Pablo Herrera, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 6 de julio de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de

las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 209, f 9. 651 De Gabriel García Moreno a Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano ante el Congreso

americano, 6 de julio de 1864, en Loor. Cartas de García Moreno, 226-227.

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203

efervescencia popular excitada por la conducta que el Gobierno de esa República ha creído

conveniente adoptar en el conflicto provocado al Perú.”652 La desconfianza del Presidente

ecuatoriano se vio aumentada cuando se enteró de que el Gobierno peruano estaba

financiando una aventura del expresidente Urbina, en defensa del americanismo, contra el

régimen garciano.653 Este acto valió para que el Gobierno ecuatoriano rompiera relaciones

diplomáticas con el del Perú y expulsara al Encargado de Negocios de ese país en Quito.654

La revolución se extendió por el sur del Ecuador y fue enfrentada por el ejército oficial,

encabezado por Juan José Flores.655 Este cúmulo de situaciones complicó la asistencia de un

representante ecuatoriano al Congreso Americano. Sin embargo, en septiembre de 1864, el

Gobierno peruano retiró el apoyo a la expedición liberal ecuatoriana por las quejas de García

Moreno, con lo que las relaciones entre ambos países se restablecieron y Vicente Piedrahita

fue nombrado como Ministro Plenipotenciario ante el Congreso americano.656 Con este

nombramiento estaba garantizada la asistencia del Ecuador a la reunión continental.

El Gobierno peruano, siguiendo el consejo del de Chile, envió una invitación al Gobierno

argentino para que participara en la reunión continental. La invitación fue enviada en junio

de 1864 y además de reproducir las estipulaciones de la original de enero de ese año, también

ponía de manifiesto la importancia de la unión americana para evitar la repetición de hechos

como los de las islas de Chincha.657 El Gobierno argentino, por medio del Ministro de

652 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Pablo Herrera, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 24 de agosto de 1864, en ADMREP, Catálogo de documentos sobre la

Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, documento No 209, f 13v. 653 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 9 de julio de 1864, en Loor. Cartas de García Moreno, 227.

Sobre la financiación del gobierno peruano a la causa urbinista ver Manuel Rodríguez Parra Riofrío, Secretario

General del Gobierno Revolucionario del Ecuador, a Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores del

Perú, 26 de octubre de 1864, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas

contra España: 1866, documento No 423, ff 69v y ss. 654 De José Antonio Barrenechea, Encargado de Negocios peruano en Ecuador, a Pablo Herrera, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 15 de julio de 1864, AMREE, Carpeta B.36.2 Comunicaciones recibidas de

la Legación del Perú en Ecuador II, SF. 655 Flores murió tras un combate contra los revolucionarios el 1 de octubre de 1864, pero no fue a causa de la

guerra, sino de una enfermedad urinaria que traía de tiempo atrás. Mark J. Van Aken. King of the night. Juan

José Flores and Ecuador, 1824-1864 (Berkeley: University of Berkeley Press, 1989) 269-270. 656 De Gabriel García Moreno a Juan José Flores, 7 de septiembre de 1864 en Loor, Cartas de García Moreno,

247. 657 De Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, a Benigno Vigil, Encargado de

Negocios del Perú en Argentina, junio de 1864, en Congresos americanos de Lima I, 344-345.

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204

Relaciones Exteriores, Rufino Elizalde, expresó que la celebración de un Congreso

continental retardaría la toma de decisiones, por lo que proponía la celebración de un Tratado

de alianza defensiva y ofensiva, que sería mucho más provechoso para afrontar de manera

más pronta y efectiva la situación en el Pacífico.658 Bajo esos preceptos, el Gobierno

argentino no envió un representante al Congreso americano.

Con la participación asegurada de Bolivia, Colombia, Ecuador y Chile en el Congreso

americano, el Gobierno peruano, en julio de 1864, envió una nota a los países

centroamericanos extendiéndoles la invitación a la Asamblea continental. La invitación fue

más corta y no ahondaba en los detalles ni consideraciones de la de enero de ese año. El

Ministro Ribeyro resaltaba el papel de la unión americana como medio de “regenerar” las

Repúblicas hispanoamericanas y garantizar la pervivencia de las instituciones democráticas,

amenazadas por poderes ajenos al continente. La nota no hacía referencia explícita a ninguna

amenaza particular, más advierte que las instituciones republicanas y democráticas estaban

siendo amenazadas. Además de las amenazas exteriores, la situación interna de los países

hispanoamericanos también atentaba contra el mantenimiento de aquellas instituciones.

Según Ribeyro, ambos motivos eran más que suficientes para celebrar un Congreso

hispanoamericano. Entonces, la principal motivación era la defensa de las instituciones

democráticas y republicanas en América. 659

La idea de Ribeyro para motivar a los Gobiernos centroamericanos para que asistieran al

Congreso americano fue la defensa del republicanismo americano. Por la distancia

geográfica, aquellos países estaban más amenazados por los ejércitos franceses en México

que por el asunto de Chincha. Por esto, el Ministro decidió resaltar la amenaza contra el

republicanismo y las instituciones democráticas americanas como un problema que afectaba

a todas las Repúblicas del continente de igual manera. Con esta estrategia, Ribeyro buscaba

sensibilizar a aquellos Gobiernos para garantizar su asistencia.

658 De Benigno Vigil, Encargado de Negocios del Perú en Argentina, a Pedro José Calderón, Ministro de

Relaciones Exteriores del Perú, 29 de octubre de 1864, en Congresos americanos de Lima I, 349-351. 659 Nota del Ministerios de relaciones Exteriores peruano a los Gobiernos centro-americanos, 26 de julio de

1864, en Congresos americanos de Lima I, 395-396.

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205

El gobierno de El Salvador aceptó la invitación y nombró como Ministro Plenipotenciario a

Mariano Arosemena, padre de Justo, Plenipotenciario colombiano.660 Mariano Arosemena

no se integró al Congreso por lo que tuvieron que acudir a la representación de otro

colombiano: Pedro Alcántara Herrán, a quien le llegaron sus poderes a Lima en enero de

1865.661 Por su parte, el Gobierno de Nicaragua entendió la importancia de la reunión

continental, pero se excusó de enviar un representante, en vista que era necesaria la

aprobación del Legislativo y podría ser encargado alguien cuando las sesiones ya hubieran

terminado.662 Por último, el Gobierno de Costa Rica no aceptó la invitación del peruano. El

argumento esgrimido iba en consonancia con las prevenciones chilenas y colombianas sobre

la soberanía nacional. El Ministro Solís, decía que era parte de la política costarricense “la

reserva y la expectación en todos los negocios de gravedad, [lo que] la determinan a conservar

su libertad de acción hasta tanto se encuentre en aptitud de pesar los compromisos a que se

sujeta.”663 Con la respuesta de los países centroamericanos ya había un número importante

de Repúblicas que asistirían al Congreso Americano de Lima: Bolivia, Chile, El Salvador,

Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, cuyo Ministro Plenipotenciario en Lima recibió

instrucciones para representar ese país en el Congreso americano.

4.4 El segundo Congreso Americano de Lima. Unión, soberanía y guerra

Mientras que los Gobiernos que enviarían representantes al Congreso americano realizaban

todos los aprestos necesarios, en Perú la situación de las islas de Chincha se mantenía en el

mismo estado del momento en que la circular del Ministro español Pacheco fue conocida en

660 De Gregorio Arbizú, Ministro de Relaciones Exteriores salvadoreño, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 7 de septiembre de 1864 en Congresos americanos I, 402-403 y De Gregorio

Arbizú, Ministro de Relaciones Exteriores salvadoreño, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones

Exteriores peruano, 20 de octubre de 1864 en Congresos americanos I, 404. 661 El general colombiano, luego de la guerra civil (1860-1862) salió exiliado de su país hacia Guatemala. El

Gobierno de ese país decidió enviarlo a Lima como su representante, pero sin los poderes necesarios.

Conferencia del 18 de enero de 1865, Congreso americano I, 517 y Eduardo Posada y Pedro Ibáñez. La vida

del General Herrán. (Bogotá: Imprenta nacional, 1903) 215. 662 De Pedro Zeledón, Ministro de Relaciones Exteriores nicaragüense, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 23 de agosto de 1864, en Congresos americanos I, 399-400. 663 De J. Solís, Ministro de Relaciones Exteriores costarricense, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de Relaciones

Exteriores peruano, 16 de septiembre de 1864, en Congresos americanos I, 398.

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206

la región. Los españoles mantenían su control en las islas y el Gobierno peruano vacilaba

entre tomar acciones diplomáticas o declarar la guerra. Bajo esas circunstancias, los

Ministros Plenipotenciarios de las Repúblicas que aceptaron la invitación al Congreso

americano fueron llegando a la capital peruana, desde octubre de 1864. Cada uno de ellos

traía consigo las expectativas de sus gobiernos y su acción fue analizada y evaluada por la

opinión pública. La principal expectativa era que tras la celebración de ese Congreso se creara

un organismo que promoviera la unificación de acción contra la invasión española a las islas

guaneras peruanas y que en el futuro dirimiera las diferencias entre los países. En la reunión

continental los Plenipotenciarios abordaron estos temas.

Antes del inicio de las sesiones del Congreso americano, una crisis ministerial tuvo lugar en

el Gobierno peruano. El Ministro Toribio Pacheco renunció a la cartera, como una muestra

de desaprobación a la política del Gobierno Pezet.664 El Presidente peruano llamó a Pedro

José Calderón para que ocupara el lugar de Pacheco, el 16 de octubre de 1864. Pocos días

después de su nombramiento, Calderón explicaba a Justo Arosemena que la línea de acción

de su Gobierno, frente a la cuestión española era cumplir la ley del 9 de septiembre

anterior.665 Con respecto al Congreso continental, el Ministro Calderón advertía de su

importancia, sobre todo en lo concerniente a la unión americana. Calderón decía que los

países hispanoamericanos deberían unirse “conservando cada una integra unidad de su ser y

la órbita completa de su autonomía, se asociarían para prevenir el intento de su común

ruina.”666 Estas palabras del Ministro peruano reflejan dos cosas. Una referente a la forma en

que entiende la unión americana, como una asociación en la que cada una de sus partes

integrantes conserven su soberanía; y, otra sobre el fin del Congreso americano, visto como

una reunión que propendiese la unión ante el peligro que, según él, asolaba la independencia

de las Repúblicas hispanoamericanas, sobre todo la de los países del Pacífico sudamericano.

664 El Mercurio (Valparaíso), 1 de noviembre de 1864, No 11183. 665 De Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Justo Arosemena, Ministro

Plenipotenciario colombiano ante el Congreso americano, 16 de octubre de 1864, AGNC, Fondo Ministerio de

Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff 256-257. 666 De Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Justo Arosemena, Ministro

Plenipotenciario colombiano ante el Congreso americano, 19 de octubre de 1864, AGNC, Fondo Ministerio de

Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, f 258v.

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207

Del otro lado del Atlántico también hubo un cambio de Ministerio en España. Ramón María

Narváez asumió la Presidencia del consejo de Ministros y Alejandro Llorente fue nombrado

Ministro de Estado, encargado de los asuntos exteriores. El cambio de Ministerio vino con

una nueva Circular sobre el conflicto hispano-peruano. Llorente hablaba de las “anómalas” e

“irregulares” relaciones entre España y Perú, no por la toma de las islas, sino desde que el

último Gobierno no hubiera ratificado el tratado de amistad entre ambos países en 1853.667

La falta de reconocimiento de la independencia del Perú era culpa de este y no de España.

Otro punto que resaltaba el Ministro español es el referente al Talambo. Llorente ponía en el

centro de la controversia la “sangrienta catástrofe” por la que pasaron los súbditos españoles,

a la que el Gobierno peruano no dio debida justicia. Y concluía la Circular con tres

declaraciones: 1. que las satisfacciones que esperaba por parte del Gobierno del Perú eran las

mismas que las de la circular de 24 de junio. 2. Que el Gobierno español no tenía miras de

conquista o dominación en América. 3. Las islas de Chincha permanecerían secuestradas

como medio coercitivo para obtener las reparaciones solicitadas.668

Con el temor de una invasión a mayor escala, Manuel Montt, Ministro Plenipotenciario

chileno, promovió la celebración de unas sesiones previas para abordar el tema de la invasión

peruana a las islas de Chincha, antes de que se iniciara las sesiones del Congreso americano,

estipuladas para el 14 de noviembre, día del nacimiento de Bolívar. El argumento de Montt

era que la realización del Congreso sería anómala y casi imposible mientras una parte del

territorio del Perú permaneciera ocupado por fuerzas españolas.669 La petición fue aceptada

y, entonces, se celebraron sesiones preparatorias previas a las estipuladas del Congreso

americano desde el 15 de octubre de 1864, con la participación de los Ministros

Plenipotenciarios del Perú, José Gregorio Paz Soldán, de los Estados Unidos de Colombia,

Justo Arosemena, de Chile, Manuel Montt, de Venezuela, Antonio Guzmán, de Bolivia, Juan

667 Tratado de paz y amistad entre el Perú y España, 24 de septiembre de 1853, Recurso digital,

https://www.dipublico.org/tratados-y-documentos-internacionales-2/peru-tratados-y-doc-int/bilaterales/1820-

1949/, Consultado el 18 de octubre de 2018. 668 Circular del Gobierno español a sus agentes en el mundo. 8 de noviembre de 1864, en ADMREP, Catálogo

de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, Documento No 476. 669 El Mercurio (Valparaíso), 5 de noviembre de 1864, No 11187.

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208

de la Cruz Benavente, y quienes se unieron más tarde Vicente Piedrahita, Plenipotenciario

del Ecuador y Pedro A. Herrán como representante de El Salvador.670

El principal tema alrededor del cual giraron los primeros días de la reunión continental fue

el de las relaciones entre España y el Perú. Desde el 15 de octubre hasta el 20 de diciembre,

la discusión de los representantes en el Congreso se concentró en las medidas y movimientos

que el Gobierno peruano, como país ofendido, y los países asistentes al Congreso Americano,

deberían tomar. Como primera medida, el Congreso solicitó al Gobierno peruano

información sobre los aprestamientos y su línea de acción. El Ministro Calderón advirtió que

los preparativos para poner a la marina a la altura de la circunstancia estaban adelantándose

a buen ritmo, el Ministro peruano pensaba que para la segunda o tercera semana de

noviembre ya estarían listos los monitores Loa y Victoria, además de la fragata Callao, pero

que la línea de acción de su Gobierno estaba guiada por la ley de 9 de noviembre: declarar la

guerra una vez se agoten los medios diplomáticos.671 Sin embargo, el Gobierno peruano no

estaba adelantando ningún acercamiento con la Corte española.672

Frente a la respuesta dada por el Ministro peruano, el Plenipotenciario chileno, Manuel

Montt, advirtió: “Si las cosas continuaban desarrollándose en la inacción e inactividad de los

Plenipotenciarios, podía casi asegurarse que vendría la guerra, envolvería a los Estados

americanos, sin que hubiese dado un paso para conjurarla o para cerciorarse de su efectividad

y preparase para sus eventualidades.” Por estas consideraciones, propuso como único medio

que en su concepto sugerían las circunstancias, una intimación colectiva con el Almirante

Pinzón para que desocupase las islas y las restituyese al Perú en la manera correspondiente a

los derechos y dignidad de esta República.673

La sugerencia del Plenipotenciario chileno fue aprobada por el Congreso. En carta del 31 de

octubre de 1864, los Ministros le hicieron saber al Almirante que la ocupación de las islas de

670 Instalación del Congreso Americano de 1864, Acta del 14 de noviembre de 1864.Congresos americanos de

Lima, 409-411. 671 De Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Justo Arosemena, Ministro

Plenipotenciario colombiano ante el Congreso americano, 19 de octubre de 1864, AGNC, Fondo Ministerio de

Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff 258-259. 672 Sesión del Congreso americano del 24 de septiembre de 1864, Congresos americanos de Lima, 418-421. 673 Sesión del Congreso americano del 27 de septiembre de 1864, Congresos americanos de Lima, 421-422.

Page 214: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

209

Chincha había afectado los intereses de los Estados americanos, especialmente los

representados por los firmantes, por lo que declaraban el conflicto hispano-peruano como

americano. Los Plenipotenciarios le pedían al Almirante que desocupara las islas y se hiciera

entrega de ellas al Perú, en los términos correspondientes a los derechos y a la dignidad de la

República.674 Esto lo decían basados en la declaración del Gobierno español que no había

autorizado dicha incursión y era el deseo de la Corte de mantener las mejores relaciones con

los Estados americanos.

La respuesta de Pinzón se refiere a dos asuntos, uno concerniente a la declaratoria del

conflicto como americano, y otro sobre la petición de la entrega de las islas de Chincha. Por

una parte, el Almirante decía que el asunto entre el Perú y España es exclusivo de ambas

partes y que la intromisión de otros países en él afectaría las relaciones de España con ellos.

Por otro lado, con respecto a la entrega de las Chinchas, Pinzón apuntaba que no podía

entregarlas por no contar con las instrucciones para ello. La única instrucción con la que

contaba es la circular de junio de 1864. El Almirante recordaba que aquella circular decía que

“una vez declarado el Gobierno del Perú ser ajeno a los sucesos iniciados y estar dispuesto a

recibir al Comisario que haya de gestionar cerca de él sobre las criminales ocurrencias de

Talambo en ese instante mismo, entregará las Islas de Chincha al Comisario que nombrara el

mismo Gobierno del Perú para recibirlas.”675

El intercambio de cartas entre el Congreso americano y el Almirante español causó revuelos

en algunos Gobiernos de la región, sobre todo en lo referente a la declaración del conflicto

hispano-peruano como americano. El Ministro de Relaciones Exteriores colombiano le envió

a Justo Arosemena una nota en la que expresaba el pensamiento del Presidente, Manuel

Murillo Toro. En la carta, el Ministro Teodoro Valenzuela manifestaba la preocupación por

la iniciativa de declarar americano el conflicto hispano-peruano, sin haber recibido previas

instrucciones al respecto: “El Presidente profesa como invariable el principio de que nada hay

674 Despacho colectivo al Almirante Luis H. Pinzón, 31 de octubre de 1846. ADMREP, Catálogo de documentos

sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, Documento No, 441. 675 De Luis Pinzón a los Ministros Plenipotenciarios asistentes al Congreso Americano, 2 de noviembre de

1864, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866,

Documento No 447.

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210

que tanto desnaturalice nuestro sistema, como el de dejar en la iniciativa privada y personal

de los empleados públicos.” Continuaba argumentando que estos descuidos harían que los

Estados Unidos de Colombia se vieran inmiscuidos en una guerra perjudicial, tanto para el

sostenimiento financiero, como para la estabilidad institucional. Además, decía Valenzuela

que el Presidente pensaba que la situación de las islas de Chincha no era un asunto americano,

sino que se restringía a las relaciones entre España y el Perú, y aunque alababa la unión

americana, que había sido definitiva en las guerras de independencia,

…no por esto podemos comprometernos a participar de todos los conflictos que por intereses

o por otros motivos, se susciten entre una nación de América y otra europea. Si ese principio

hubiéramos de antemano aceptado, estaríamos hoy probablemente en guerra con Francia y

con España misma, y lo estaría también el Perú por los sucesos de México y Santo Domingo.

Pero cuando haya realmente un peligro, si el país por medio del Congreso así decide, nosotros

nos uniremos con entera decisión siempre que se nos admita a participar de la acción

diplomática y política.676

Por su parte, el Ministro Plenipotenciario ecuatoriano, Vicente Piedrahita, que se había unido

al Congreso americano después del 10 de noviembre, informaba a su Gobierno que él no se

había adherido a la nota del 31 de octubre ya que era de la idea que esa acción orientaba los

hechos hacia la guerra.677 El Presidente ecuatoriano pensaba que la decisión de hacer

americano ese conflicto era grave porque “si se marcha adelante, llegamos a la guerra, y como

esta ha de ser marítima y ningún estado americano está preparado para hacerla, ninguno

querrá arruinar sus puertos y comercio infructuosamente: la guerra es imposible.” García

Moreno concluía diciendo que la consecuencia de aquella decisión sería la disolución del

Congreso americano.678

676 De Teodoro Valenzuela, Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, a Justo Arosemena, Ministro

Plenipotenciario colombiano en el Congreso Americano, 17 de diciembre de 1864. AGN. Fondo Ministerio de

Relaciones exteriores, T 2, Caja 467. Correspondencia de Justo Arosemena, ff137 r-v. 677 De Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en el Congreso Americano, a Pablo Herrera,

Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 11 de diciembre de 1864, en AMREE, C.35.7 Comunicaciones

recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF. 678 De Gabriel García Moreno a Felipe Sarrade, político conservador ecuatoriano, 26 de noviembre de 1864, en

Loor, Cartas, 263.

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211

Las posiciones de los Gobiernos ecuatoriano y colombiano reflejaron su afán por mantener

su poder de decisión frente al conflicto hispano-peruano. Ambas declaraciones partían del

supuesto de que las acciones españolas en las Chinchas no hacían parte de un plan más grande

de colonialismo español en el Pacífico sudamericano. Esta razón bastaba para alejarse de

cualquier manifestación colectiva, que pudiera traer más perjuicios que beneficios. Por otra

parte, ambos Gobiernos criticaron el hecho de hacer continental un altercado entre dos países.

Esa decisión los arrastraría a una guerra que no era deseada y que, además, no la podrían

sostener, bien sea por las finanzas o por la inexistencia de una flota armada que le pudiera

hacer frente a la Escuadra española. Estas posiciones se oponían con la expresada por el

Ministro Montt, representante de un Gobierno con un fuerte sentimiento americanista, quien

afirmaba que “temblaba ante la idea de que Chile se vea envuelto en una guerra con aliados

tan inexpertos como el Perú [...] pero si estos medios [diplomáticos] se frustran, es necesario

no vacilar y abrazar con decisión el partido de la honra nacional y del deber americano.”679

La importancia de la toma de las islas de Chincha se mantuvo y las discusiones al respecto

continuaron luego del 14 de noviembre, fecha de inicio de las sesiones oficiales del Congreso

americano, cuando se suponía que comenzarían las discusiones sobre el Tratado de unión,

liga y confederación. Cada uno de los Plenipotenciarios se pronunció en las sesiones

sucesivas sobre su percepción del conflicto. Paz Soldán se refirió a la solidaridad americana,

reflejada en la firma de cada uno de los Ministros en la comunicación con Pinzón. El peruano

proponía que, basado en esa solidaridad, o se abrieran hostilidades contra la escuadra

española, o se hicieran reclamaciones conjuntas ante la Corte española para que “sean

respetados el honor, los derechos e intereses de las Repúblicas americanas.”680 Montt, por su

parte, pidió que el Gobierno peruano se pronunciara sobre las posibilidades que estaba

pensando y el estado de los aprestamientos como punto inicial para planear una posible

solución conjunta a la amenaza española en el Pacífico. También propuso que el Congreso

americano enviara un representante a España para entablar negociaciones con esa Corte; en

679 De Manuel Montt a Ambrosio Montt Luco (su yerno), 24 de noviembre de 1864, Cristóbal García-Huidobro

(comp.). Epistolario de Manuel Montt (1824-1880), Vol. II, (Santiago: Ediciones de la Dirección de Bibliotecas,

archivos y museos, 2015). 680 Anexo A a la sesión del Congreso americano del 16 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 437-438.

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212

caso de no alcanzar acuerdo alguno, los Estados representados en la Asamblea deberán

declarar la guerra a España.681 Un poco más radical fue la posición del Ministro boliviano.

De la Cruz Benavente se puso a favor de la guerra contra el Almirante Pinzón. Además llamó,

invocando la unión americana, a que los Estados representados en el Congreso americano

cerraran sus aduanas a embarcaciones con bandera española y, también, para que restringieran

los derechos de los españoles residentes en los países aliados.682

Estas posiciones belicistas contrastan con las de los Ministros de Venezuela, Colombia y

Ecuador. El venezolano, aunque advertía que el Perú en cualquier momento podría declarar

la guerra a España, indica que la guerra debería ser el último recurso, luego de agotar los

recursos diplomáticos. Además, Guzmán hacía caer en la cuenta que todos los presentes en

el Congreso eran países aliados, por lo que era su deber hacer una protesta u ofrecer sus

oficios para la mediación.683 Arosemena, también llamaba a la unión, pero el colombiano

recomendaba que se sellara esa unión con la firma de un tratado de unión o liga, para, de esa

manera, saber la forma de actuar de los países aliados ante la invasión española. La

proposición fue desechada ya que los demás Plenipotenciarios pensaban que ese

procedimiento tomaría mucho tiempo, y tiempo no había.684 Piedrahita fue mucho más

concreto en sus apreciaciones. El ecuatoriano pensaba que ninguno de los países presentes

era capaz de sostener una guerra marítima con la escuadra española; este debía ser motivo

suficiente para volcar todos los esfuerzos hacia una salida diplomática.685

Las diferencias entre los Ministros que apoyaban la salida bélica y quienes estaban del lado

de una salida diplomática se fueron diluyendo conforme avanzaba la reunión continental. Los

principales motivos para ese cambio fueron dos. El primero tenía que ver con la poca

preparación de la marina peruana. Los Plenipotenciarios se enteraron que una junta de

facultativos había acordado que con el estado de las fuerzas navales del Perú era poco

681 Anexo B a la sesión del Congreso americano del 16 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 441. 682 Anexo D a la sesión del Congreso americano del 17 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 444-448. 683 Anexo C a la sesión del Congreso americano del 17 de noviembre de 1864, Congresos de Lima 442-444. 684 Anexo E a la sesión del Congreso americano del 19 de noviembre de 1864, Congresos de Lima 449-450. 685 Anexo F a la sesión del Congreso americano del 19 de noviembre de 1864, Congresos de Lima 450-452.

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213

probable un éxito.686 Sumado a esto, Manuel Montt pensaba que no solo era el Perú el que se

había preparado mal, todos los países americanos eran culpables del mismo mal; “ocho meses

corridos en una inacción común, son también la condenación de todos. Si al Perú le toca la

principal culpa no están exentos de ella los demás.”687 Razón suficiente para dar un paso al

costado en las pretensiones belicistas.

El segundo motivo tiene que ver con el respeto por la soberanía del Perú y de los países

asistentes al Congreso americano. Ante la pregunta del Ministro de Relaciones Exteriores

peruano sobre la opinión de los Plenipotenciarios sobre el ataque o no a la flota española,

Arosemena anotaba que las consideraciones para esa decisión eran afectadas y afectarían la

política interna del Perú, por lo que escapaba al Congreso pronunciarse en ese respecto.

Además, continuaba el Ministro colombiano, cualquier pronunciamiento en nombre de sus

respectivos Gobiernos a favor de la guerra los convertiría, automáticamente, en beligerantes,

comprometiéndolos a asociarse, desde luego, a todos los sucesos posteriores.688 Al respecto,

el Ministro ecuatoriano escribió a su Gobierno explicando el respeto que debía observarse

por parte del Congreso americano de la soberanía de cada uno de los países que asistían a la

reunión:

El Congreso es una comisión y no un poder internacional; él carece de representación y

personería ante los demás Estados, su carácter y funciones están definidas y limitadas en los

títulos de su institución, negociaciones y promesas ad referéndum son los únicos actos de su

competencia, y en ningún caso le es potestativo ejercer las atribuciones privativas de los

Soberanos, ni mucho menos, asumir el imperio pleno que entabla el derecho de la paz y la

guerra.689

686 De Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en el Congreso Americano, a Pablo Herrera,

Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 11 de diciembre de 1864, AMREE, Carpeta C.35.7

Comunicaciones recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF y Acta de la sesión del Congreso americano

del 27 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 466. 687 De Manuel Montt a Ambrocio Montt Luco, 11 de diciembre de 1864, García-Huidobro, Epistolario. 688 Acta de la sesión del Congreso americano del 28 de noviembre de 1864, Congresos de Lima, 467. 689 De Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en el Congreso Americano, a Pablo Herrera,

Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 11 de diciembre de 1864, AMREE, Carpeta C.35.7

Comunicaciones recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF.

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214

El rol protagónico que buscó tener el Congreso americano ante el conflicto hispano-peruano,

fue mermando y el Gobierno del Perú empezaba a reclamar cada vez más su soberanía. Esto

quedó evidenciado luego del cambio de mando de la flota española. El Almirante Pinzón fue

remplazado por el Almirante José Manuel Pareja, quien llegó al Callao iniciando el mes de

diciembre. La noticia se hizo pública y el Congreso debatió sobre la posibilidad de establecer

comunicación con el nuevo Comandante en jefe.690 Ante esta iniciativa, el Ministro Calderón

pidió a Paz Soldán que advirtiera al Congreso americano que todos los procedimientos que

aprueben los Plenipotenciarios, con respecto a la cuestión con España, debían ser acordados

primero con el Gobierno del Perú, por lo que le pedía al Plenipotenciario peruano que le

informara de cualquier iniciativa aprobada en la Asamblea con la debida anticipación.691 El

14 de diciembre, el Congreso acordó enviar una nota colectiva al Almirante Pareja, buscando

solucionar el tema de Chincha, aprobada por el Gobierno peruano.692

La nota del Congreso americano al Almirante Pareja tenía la misma intención y argumentos

de la que fue dirigida a Pinzón el 31 de octubre. Los Plenipotenciarios buscaban dar solución

al asunto de las islas guaneras del Perú. Ellos pensaban que la toma de las Chinchas era un

asunto americano y no podrían considerarlo como “uno de tantos conflictos de los que, a cada

paso, surgen en las relaciones de los países, o lo que es lo mismo, puramente hispano-

peruano."693 Bajo este argumento los Ministros buscaron que el Almirante Pareja entrara en

negociaciones con la Asamblea y, juntos, hallar una salida decorosa al conflicto referido.

Pareja respondió a la nota y redujo el conflicto hispano-peruano, a lo que él pensaba, sus

justas proporciones. El Almirante se refirió a que no es intención de su Gobierno el

apoderarse ni de las islas de Chincha, ni de porción alguna de territorio americano, por lo que

la solución debería ser encontrada solo por las partes afectadas, es decir entre España y el

690 Sesión del Congreso americano del 6 de diciembre de 1864, Congresos de Lima, 482. 691 De Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a José Gregorio Paz Soldán, Ministro

Plenipotenciario peruano en el Congreso americano, 13 de diciembre de 1864, ADMREP, Catálogo de

documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, Documento No 531. 692 Sesión del Congreso americano del 14 de diciembre de 1864, Congresos de Lima, 468. 693 Despacho colectivo de los Plenipotenciarios asistentes al Congreso americano al Almirante José Manuel

Pareja, 14 de diciembre de 1864, en ADMREP Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas

Aliadas contra España: 1866, Documento No 570.

Page 220: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

215

Perú.694 Con esta respuesta, explicaba después Pareja, el Almirante quería mantener intactas

las relaciones de su Gobierno con el resto de naciones americanas representadas en el

Congreso americano.695 La respuesta de Pareja hacía ver más evidente que el Congreso

americano no tenía injerencia en las relaciones entre España y Perú.

Los Plenipotenciarios buscaron una nueva comunicación con el Almirante español, pero el

Gobierno peruano se negó a ello. Paz Soldán informó a la Asamblea que el 28 de diciembre

su Gobierno había nombrado al General Ignacio Vivanco para pasar a las islas de Chincha y

celebrar con Pareja un arreglo preliminar, que pusiera “pronto y honroso término” al conflicto

que existía entre el Perú y España.696 Este fue el golpe definitivo. El Gobierno peruano

asumió su poder de decisión en sus relaciones con España, tanto lo concerniente al asunto

del Talambo, como a la invasión a las Chinchas, y dejó al Congreso al margen de esos

asuntos. Ya las sesiones, entonces, no abordaron más el tema de la posibilidad de guerra,

para no interferir en la soberanía peruana, y se concentraría en concertar los tratados que

garantizarían la unión americana.

El Ministro Montt expresó su molestia ante el estado de cosas en el Perú y pidió su carta de

retiro de Lima. El Plenipotenciario chileno argumentaba que desde su llegada se vio

decepcionado por la poca preparación del Gobierno peruano para atender una posible

guerra.697 El Ministro ecuatoriano, por su parte, se quejó de la actitud del Gobierno peruano,

que confiaba al Congreso la búsqueda de una salida al conflicto y, por su parte, “negociaba

secretamente” con el Almirante español. Piedrahita esperaba que la decisión del Gobierno

peruano no pusiera en peligro la independencia y soberanía americana, puesto que, según el

ecuatoriano, Vivanco gozaba de la simpatía de los jefes españoles. Por último, Piedrahita

694 Respuesta del Almirante Pareja al Congreso americano, 18 de diciembre de 1864, Congresos de Lima, 487-

488. 695 Del Almirante José Manuel Pareja a Francisco Armero, Ministro de Marina español, 24 de diciembre de

1864, Documentos relativos a la campaña del Pacífico. Vol. I, 9. 696 Sesión del Congreso americano del 30 de diciembre de 1864, Congresos de Lima, 495-496. 697 De Manuel Montt, Ministro Plenipotenciario chileno ante el Congreso americano, a Álvaro Covarrubias,

Ministro de relaciones Exteriores chileno, 4 de enero de 1865, Epistolario de Montt.

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216

informó que las negociaciones de dos tratados “fundamentales” ya habían terminado.698 Si

bien, los Ministros chileno y ecuatoriano estaban decepcionados por cómo el Gobierno

peruano había manejado el conflicto con España y la posible intervención del Congreso

americano, ambos no concordaban en la naturaleza de la reunión continental. El primero

entendió que el objeto del Congreso era repeler la invasión española, mientras que el segundo

veía en el Congreso la posibilidad de promover la unión americana y establecer un derecho

público común.

Las discusiones en las que se debatieron los diferentes tratados firmados en la convención

dieron inicio hasta el 4 de enero de 1865. Los plenipotenciarios firmaron dos tratados y dos

convenciones. Antes del retiro de Montt, los Plenipotenciarios firmaron el Tratado de unión

y Alianza defensiva el 23 de enero de 1865, que buscaba mantener la seguridad exterior de

los Estados contratantes, al mismo tiempo que estrechar y fortalecer las relaciones entre ellos.

Además, este tratado buscaba que entre los Estados firmantes se garanticen mutuamente su

independencia, su soberanía y la integridad de sus territorios respectivos.699 Otro fue el

Tratado sobre el modo de proceder para terminar las diferencias entre los Estados

Americanos, aprobado el mismo día del anterior. El objeto de este tratado era el de mantener

la paz entre los países contratantes y que, en caso de que hubiese diferencias, se utilizaran las

vías diplomáticas, sometiéndolas al fallo inapelable de un árbitro. Entre las diferencias se

comprenden las controversias sobre límites.700 La primera Convención fue la de correos,

firmada el 3 de marzo de 1865 sin la presencia de los Plenipotenciarios de Chile y Venezuela.

En general la convención buscaba regular la paridad de costos de los correos entre los Estados

firmantes; además, garantizaba la inviolabilidad de las valijas con correspondencia oficial

(diplomática y judicial); y abría el camino para el establecimiento de una línea telegráfica

698 De Vicente Piedrahita, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en el Congreso Americano, a Pablo Herrera,

Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, 23 de enero de 1865, AMREE, Carpeta C.35.7 Comunicaciones

recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF. 699 Tratado de Unión y alianza defensiva entre los Estados de América contratantes, Congresos americanos,

547-549. 700 Tratado sobre el modo de proceder para terminar las diferencias entre los Estados Americanos, Congresos

americanos, 550-552.

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217

desde Guatemala hasta Chile.701 La última Convención fue la de comercio y navegación, que

buscaba uniformar los intereses de las partes firmantes y estrecharlas por medio de las

relaciones comerciales, aunque no estipulaba la libertad de aduanas, sino la unidad de

medidas y pesos, acomodado al sistema decimal francés.702 Una vez los tratados fueron

firmados, el 13 de marzo de 1865 se declararon cerradas las sesiones del Congreso

Americano.703

Ante los tratados y convenciones, los Plenipotenciarios colombiano y chileno veían que no

eran herramientas que propiciaran la unión ya que limitaban la independencia de acción y

trasgredía la soberanía nacional de sus países.704 Los argumentos de Arosemena y Montt

estaban en concordancia con las prevenciones que tenían sus Gobiernos desde que aceptaron

la invitación a participar en el Congreso americano. Desde ese momento, ambos Gobiernos

se mostraron reacios a ceder su poder de decisión ante cualquier poder externo, como lo era

la Asamblea continental.

En definitiva, el segundo Congreso americano de Lima fue el primer intento de los países del

Pacífico sudamericano para afrontar la crisis en aquellas aguas. Este intento buscó unir los

intereses de ese grupo de países ante la amenaza a la soberanía americana que supuso la

invasión española a las islas guaneras del Perú. Este intento no tomó más fuerza

principalmente por dos factores. En primer lugar, la negativa de los Comandantes españoles

para negociar con ese organismo un conflicto que, según ellos, era entre dos países y no

debería hacer parte del interés de otras Repúblicas. En segundo lugar, el celo con el que

algunos Gobiernos asistentes buscaron proteger su soberanía, evitando la intromisión de un

poder extranjero en su poder de decisión. Esto se puede ver en las opiniones de los

Plenipotenciarios chileno y colombiano, pero más claramente en el momento que el Gobierno

peruano decidió asumir él mismo su poder de decisión, que había cedido parcialmente al

701 Convención de correos, Congresos americanos,554-556. 702 Convención de comercio y navegación, Congresos americanos, 559-561. 703 Cierre de sesiones del segundo Congreso Americano de Lima, 13/03/1865. Congresos de Lima, 542-543. 704 Robert Frazer. "The role of the Lima Congress, 1864-1865, in the development of Panamericanism" en

Hispanic American Historical Review, Vol. XXIX, No 3, agosto de 1949, 344.

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218

Congreso americano, para entrar en negociaciones bilaterales con el Almirante Pareja y, así,

encontrarle solución al conflicto hispano-peruano.

Los tratados y convenciones resultantes de ese Congreso americano sufrieron el mismo

destino que los tratados resultantes de las reuniones continentales anteriores. Tan solo el

Gobierno colombiano, en 1866, de nuevo bajo el mando de Tomás Cipriano de Mosquera,

promovió la ratificación de los tratados y convenciones del Congreso americano, en junio de

ese año.705 Los Tratados fueron aprobados en buena medida gracias al inicio de la guerra

hispano sudamericana, que enfrentó a España con Chile, Perú, Bolivia y Ecuador ese mismo

año.

En efecto, aunque el inicio de las negociaciones entre el Almirante Pareja y el general

Vivanco significaron el distanciamiento de la injerencia del Congreso americano en el

conflicto hispano-peruano, este estaría lejos de terminar y pronto alcanzaría un carácter

regional.

4.5 Conclusión

La vacancia que dejaron los Estados Unidos, concentrados en su Guerra Civil, y Gran

Bretaña, enfocados en mantener su sistema colonial en Oriente, en la contienda por el balance

de poder en América fue llenado por Francia y España. El Gobierno de esta última lanzó

desde finales de la década de 1850 una política de prestigio que buscaba ubicarla como una

potencia de primer orden. Los primeros escenarios de la política de engrandecimiento fueron

la Cochinchina y Marruecos. Luego, iniciando la década de 1860, España volvería la mirada

sobre sus antiguas posesiones en América. La reanexión de Santo Domingo fue el primer

impulso que le daría la fuerza suficiente a la corona española para abordar una empresa en el

Pacífico sudamericano, no de invasión sino de promoción de los avances militares y

científicos. Las acciones de la flota española en el Pacífico sudamericano iniciaron una crisis

en la región, causando un cese momentáneo de todas las controversias en la región,

705 Sesión del Congreso de la República de los Estados Unidos de Colombia del 16 de junio de 1866, AGNC.

Archivo histórico legislativo/Congreso de la República de Colombia, Actas. Consecutivo E7BB7, SF.

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219

acelerando la reunión de un Congreso americano, citado previamente por motivo de los

sucesos en México y Santo Domingo.

El segundo Congreso americano de Lima fue un evento motivado por la defensa de la

independencia, soberanía y republicanismo de los países hispanoamericanos, concretamente

los del Pacífico sudamericano, que fueron los que se mostraron más entusiastas con la

reunión. La reanexión de Santo Domingo por parte de España, la invasión francesa a México

fueron motivos para la realización de la reunión continental, pero la invasión española de las

islas de Chincha aceleró la celebración de la Asamblea, acordado para noviembre de 1864.

La opinión pública en la región también se pronunció tras la toma de las islas de Chincha,

haciendo una promoción del americanismo más intensa y con alteraciones, comparada con

la que promovían para los casos de México y Santo Domingo. Hay que recordar que el

americanismo constaba de dos características: la identidad y la solidaridad. A la identidad

republicana promovida por la opinión pública, se le añadió un componente anti-español,

refiriéndose a ese elemento como retrógrado y atrasado, comparado con otras potencias

europeas. Así como la identidad sufrió alguna modificación, la solidaridad también se vio

alterada. En este aspecto es importante resaltar el caso de la opinión pública chilena, que

obligó al Ministro de Relaciones Exteriores a renunciar por no ser él quien actuaría en razón

a una solidaridad popular que pedía acciones bélicas contra la escuadra española. En Bolivia

y los Estados Unidos de Colombia también hubo reacciones de solidaridad contra el ataque

a la soberanía territorial peruana. Esas expresiones repercutieron en el Gobierno boliviano,

pero no en el colombiano. Ante la celebración del Congreso americano, este último Gobierno

entendía que era una oportunidad para estrechar lazos políticos, comerciales y culturales entre

las Repúblicas del continente y no como un medio para enfrentar las acciones de la escuadra

española.

Los asistentes llegaron a ella con ideas diferentes del objetivo del Congreso. Por un lado, los

Gobiernos colombiano y ecuatoriano la veían como una reunión para establecer un derecho

público americano, gracias al cual se ampliarían las relaciones comerciales y se pudieran

evitar los conflictos bélicos entre países por la delimitación territorial. Por otro lado, los

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220

Gobiernos de Bolivia, Chile y Perú entendían que el objeto principal del Congreso era la

solución del asunto de las guaneras, antes que cualquier otro. Finalmente, el Gobierno

peruano negoció directamente con el Almirante español, quitándole el rol de mediador al

Congreso, con lo que perdía sentido los Plenipotenciarios de Chile y Venezuela.

Además de las diferencias en las ideas sobre los objetivos del Congreso, los Gobiernos de

los países asistentes a la Asamblea mostraron resistencia a ceder su soberanía ante un

organismo ajeno a ellos, que pudiera dictar una declaratoria de guerra o abordar asuntos que

estaban dentro de su poder de decisión. Por un lado, la posible declaración de guerra del

Congreso americano arrastraría a todas las partes a ponerse en esa misma disposición contra

España, con lo que no todos los Gobiernos estaban de acuerdo, sobre todo los de Colombia

y Ecuador. Por otro lado, los tratados y convenciones firmados en la Asamblea continental

iban en contra de las estipulaciones locales, sobre todo en los ámbitos comerciales y postales.

El celo con que los Gobiernos cuidaban su soberanía fue el principal motivo para que los

tratados firmados allí no fueran ratificados por los Legislativos –con la excepción del

colombiano. Aunque la historiografía ha acudido a argumentar que la inestabilidad interna

de los países asistentes era el argumento para explicar el “fracaso” de los Congresos

americanos, lo que asistieron al segundo Congreso de Lima, como se ha visto, vivían periodos

de relativa estabilidad, comparada con los años previos, por lo que se pone en duda esa

dialéctica entre la situación interna y la política exterior. El cuidado por la soberanía fue el

principal factor para que estas reuniones no trascendiera los momentos de crisis, como el de

la década de 1860. Ese cuidado explica que los múltiples tratados no hubiesen sido ratificados

por los Legislativos de los países firmantes, salvo algunas excepciones ya referenciadas.

Page 226: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

221

5. Los cañones de España sobre el Pacífico. Alianza y guerra (1865-1866)

La unión para ejercer una defensa al republicanismo y soberanía americana mediante el

Congreso americano de Lima, como primer intento de respuesta a la crisis del Pacífico,

mostró ser un medio poco eficaz para afrontarla. Uno de los principales motivos fue la

decisión del Gobierno peruano de afirmar su soberanía sobre las relaciones con España y no

cederla a un organismo ajeno. Entonces, tras la negociación del Tratado Vivanco-Pareja en

enero de 1865, la idea de unión americana sufrió un nuevo traspié. La crisis desencadenada

por las acciones de las coronas francesa y española en distintos puntos de América, que

motivó la celebración de una Asamblea continental, no fue suficiente para motivar la unión

de las Repúblicas del Pacífico sudamericano por medio de un Congreso, que velaban por el

mantenimiento de su soberanía.

Tras el cierre de sesiones del Congreso americano, las dinámicas de la política del sistema

de Estados del Pacífico sudamericano, trastocadas tras la invasión española a las islas de

Chincha, volvieron a su estado anterior. Las revoluciones volvieron a ser la constante en los

países de la región y se reactivaron conflictos internacionales que se habían postergado. La

apariencia que la crisis había finalizado con la firma del tratado Vivanco-Pareja permitió que

cada Gobierno se concentrara de nuevo en sus asuntos internos y a conjurar algunas amenazas

a la estabilidad dentro de sus países. Esta apariencia del fin de la crisis se develó, y se

convirtió en un interludio entre una primera parte de la crisis y una segunda etapa. Esa

segunda etapa dio inicio cuando la escuadra española entró en guerra con Chile por las

expresiones de la opinión pública tras conocerse la noticia de la toma de las islas de Chincha

Page 227: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

222

y por la decisión de ese Gobierno de declarar el carbón como contrabando de guerra. El inicio

de la confrontación reavivó el sentimiento americanista tanto en la opinión pública como en

los Gobiernos de la región una vez más. La salida de una unión política no era viable por la

premura de los acontecimientos, los Gobiernos del Pacífico sudamericano, salvo el de

Colombia, optaron por la unión militar, por medio de una alianza defensiva y ofensiva.

Esta alianza es entendida en esta tesis como una respuesta del sistema de Estados del Pacífico

sudamericano a una segunda etapa de la crisis del Pacífico sudamericano. Esta mirada

contrasta con la forma en que la guerra hispano-sudamericana ha sido abordada por la

historiografía. En general, el foco ha estado sobre las acciones navales de la guerra y las

comunicaciones oficiales, sobre todo chilenas y peruanas, desde una perspectiva nacionalista,

en la que se resalta la defensa a la independencia americana, amenazada por la flota

española.706 Para el análisis de la segunda etapa de la crisis del Pacífico sudamericano, se

seguirá la línea de González y Parodi, en la que incluyeron tanto a Ecuador como a Bolivia

en el análisis de la guerra hispano-sudamericana.707 Además, para efectos de comprender las

dinámicas de la política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano, se incluirá en el

análisis los intentos por adherir a los Estados Unidos de Colombia a la alianza. Así como se

realiza un análisis transnacional, también se vincularán asuntos de la política interna de cada

uno de los países de la región con el fin de comprender las motivaciones e intereses de cada

uno de ellos y vincularlas con las decisiones que tomaron en el plano regional. Por último,

también se añadirá al análisis las diferentes expresiones de la opinión pública frente la guerra

706 Carlos Grez. Los intentos de unión hispanoamericana y la guerra de España en el Pacífico. (Santiago:

Imprenta Nascimento, 1928); Enrique Bunster. Bombardeo de Valparaíso y otros relatos. (Santiago: Editorial

Zig-Zag, 1948); Juan Sinn. La política americanista de Chile y la guerra con España: 1864-1866. (Santiago:

Editorial Universitaria, 1960); Gustavo Pons Muzzo. Historia del conflicto entre el Perú y España, 1864-1866.

Lima: Iberia S.A., 1966); Alfonso Cerda Catalán. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico, 1864-

1866: el bombardeo de Valparaíso y el combate naval del Callao. (Providencia (Chile): Ed. Puerto de Palos,

1977); Agustín Rodríguez. La armada española: la campaña del Pacifico, 1862-1871. (Madrid: Agualarga

Editores, 1999); Alfonso Cerda. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico: 1864-1866. (Santiago:

Editorial Puerto de Palos, 2004). 707 José Antonio González y Daniel Parodi. "España y su intervención en América del sur: la alianza peruano-

chilena y la guerra contra España. 1864-1866" en Sergio González y Daniel Parodi. Las historias que nos unen.

episodios positivos en las relaciones peruano-chilenas, siglos XIX y XX. (Santiago: Ril editores, 2013)

Page 228: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

223

de España contra la alianza del Pacífico y las modificaciones que hubo en la promoción del

americanismo con la segunda fase de la crisis en la región.

Este capítulo busca analizar la segunda fase de la crisis del Pacífico sudamericano desde la

firma del tratado Vivanco-Pareja hasta la salida de la escuadra española de la región, teniendo

en cuenta, principalmente, las acciones de los Gobiernos de la región en torno a la unión por

medio de una alianza defensiva. El análisis se hará en tres partes. La primera que se

concentrará en el Perú, tomando como punto de partida la firma del tratado Vivanco-Pareja,

y sus repercusiones, tanto en el plano interno, como en las relaciones diplomáticas en la

región y con España. La segunda parte se concentrará en los cambios en la política interna

de los demás países del Pacífico sudamericano y en las reclamaciones españolas en Chile,

como el escenario necesario para un cambio en la política de la región frente a su relación

con España. Por último, la tercera parte abordará la alianza del Pacífico, desde su concepción,

pasando por su coordinación y preparación hasta su final, tras el cese de lo que se conoció

como guerra hispano-sudamericano. Con este análisis se busca comprender las dinámicas del

sistema de Estados del Pacífico sudamericano tanto en el interludio de la crisis que

amenazaba la región, como en su segunda fase, marcada por una confrontación naval.

Para realizar este análisis se recurrieron a fuentes de diverso tipo. Entre ellas sobresale la

prensa de los países de la región que es usada con una doble intención. Por un lado, para

mostrar las tensiones y los debates internos de cada uno de los países en el periodo que

sucedió a la firma del tratado Vivanco-Pareja, hasta la conformación de la alianza del

Pacífico. Por otro lado, a partir de la lectura de prensa se siguió a la opinión pública y la

manera en que cambió la promoción del americanismo, tras la mutación de la crisis. Además

de la prensa, también se consultaron fuentes diplomáticas, sobre todo para seguir la

trayectoria de la segunda fase de la crisis, desde los reclamos españoles hasta que ella

terminó; a partir de la revisión de la correspondencia diplomática se reconstruyeron las

acciones de los Gobiernos peruano y chileno para conformar una alianza con todos los países

del sistema de Estados del Pacífico sudamericano.

Page 229: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

224

5.1 El Perú en el interludio de la crisis del Pacífico sudamericano

La toma de las islas de Chincha inició la crisis en el Pacífico sudamericano y acrecentó el

sentimiento unionista en los Gobiernos del Pacífico sudamericano, pero este sentimiento

prácticamente se extinguió tras la decisión del Gobierno peruano de ignorar el Congreso

americano y negociar directamente con el Almirante Pareja. Para ello fue nombrado José

Ignacio Vivanco como Ministro Plenipotenciario. Luego de algunos acercamientos

preliminares, hubo un arreglo inicial entre ambas partes, que fue expuesto en la reunión del

Congreso americano del 4 de enero de 1865, para que los Plenipotenciarios dieran una

opinión al respecto. El Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Pedro José Calderón, leyó

una nota del General Vivanco, junto con un arreglo presentado por el Almirante Pareja,

acompañado de unas modificaciones propuestas por Vivanco. Los principales puntos sobre

los que versaba al nota eran la devolución de las islas de Chincha al Gobierno peruano; la

recepción de un Comisario especial español para presentar reclamaciones en el asunto

Talambo; el pago del Gobierno peruano de una indemnización de tres millones de pesos

fuertes españoles, por los gastos hechos durante la toma de las Chinchas, para lo cual se

podría efectuar un embargo sobre la producción guanera de las islas; y, un saludo a los

pabellones peruano y español con veintiuna salvas, en definitiva, el gobierno peruano accedía

a las condiciones expresadas es la circular del ministro español de agosto de 1864.708

El Ministro peruano pidió la opinión de los Plenipotenciarios de las cláusulas del proyecto.

El Plenipotenciario venezolano, Antonio Guzmán, indicó, con respecto a la admisión del

Comisario, que esta debía haberse hecho desde la presentación de Mazarredo, "porque ese

título es el que la práctica tiene establecido en los casos en que dos pueblos soberanos no

estén recíprocamente reconocidos." Por otro lado, no veía inconveniente en el saludo de las

dos banderas, siempre y cuando fueran simultáneos y que el asunto de los tres millones por

indemnización que cobraba España, se reconociera en un posterior tratado bajo otra

denominación que resultara más decorosa para el Perú. El Plenipotenciario del Ecuador,

708 Sesión del Congreso americano del 4 de enero de 1865, en Congresos americanos de Lima, Recopilación de

documentos precedida por el prólogo de Alberto Ulloa, Vol. I. (Lima: Publicación oficial del Ministerio de

Relaciones Exteriores, 1938) 502-509.

Page 230: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

225

Vicente Piedrahita, opinó que deberían eliminar el artículo concerniente a la indemnización.

"Si para obtener la supresión insinuada necesario fuera, por ejemplo, renunciar a la exigencia

del saludo previo, nada perdería en ello el Perú." Por su parte, el Plenipotenciario de Bolivia,

Juan de la Cruz Benavente, hizo evidente su molestia por lo referente a la indemnización y

el saludo del pabellón español. "Que no reconoce derecho en la España, verdadera ofensora

del Perú y de la América, en la cuestión de Chincha, para pedir del Perú honores al pabellón

de Castilla [...] Que un atentado nunca autoriza al que lo consuma, para pedir reparaciones y

honores de parte de quien lo sufre", por lo que lo único que se le puede otorgar a España,

como concesión impuesta por la necesidad, es el saludo simultáneo. Con respecto a la

solicitud de nombrar un agente español para que se haga justicia en el caso de Talambo,

Benavente indicó que la causa de Talambo "ha fenecido ante los Tribunales" y era cosa

juzgada. Con respecto a la indemnización de tres millones, el boliviano decía "que solo al

Perú corresponde el de pedir indemnizaciones, por los perjuicios que le causa el atentado que

se consumó [...] que aceptar su exigencia de indemnización, sería establecer un precedente

funesto contra las Repúblicas que tienen islas e intereses litorales." Sobre la hipoteca

impuesta a Chincha, indicó que se debe rechazar y buscar que se cambie por un arbitraje para

resolver en el futuro las desavenencias que puedan ocurrir entre España y el Perú; y concluyó

diciendo "que, si la paz no fuese posible sin la deshonra y toda su ignominia, preferiría, como

representante de Bolivia y como americano, la guerra con todos sus desastres."

El Ministro Colombiano, Justo Arosemena, expresó su preocupación por la última cláusula

que establecía una especie de hipoteca de las islas de Chincha, en el caso que el Perú no

cumpliera las obligaciones contraídas. Juzgó Arosemena no se consideraba autorizado para

dar un concepto de los demás puntos del arreglo, puesto que ellos no afectan directamente

sino al Perú. Por su parte el Plenipotenciario chileno sugirió que se continuaran las

negociaciones entre Vivanco y Pareja, para que se insistiera en la eliminación de los tres

puntos más controversiales: el saludo a la bandera española, el pago de indemnización y la

hipoteca impuesta a las islas de Chincha.709 El Ministro Plenipotenciario peruano, José

709 Sesión del Congreso americano del 4 de enero de 1865, en Congresos americanos de Lima, Recopilación de

documentos precedida por el prólogo de Alberto Ulloa, Vol. I. (Lima: Publicación oficial del Ministerio de

Relaciones Exteriores, 1938) 502-509.

Page 231: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

226

Gregorio Paz Soldán, también expresó su opinión sobre el proyecto de tratado. Paz Soldán

se manifestaba en contra de que el Gobierno peruano pagara una indemnización a España; el

argumento contra ella era que no se había podido y se podría hacer un conteo de los gastos

de guerra “porque esta no había existido de hecho, sino de España contra el Perú, debiendo

ser ella quien indemnice.”710

En síntesis, los Plenipotenciarios rechazaron los puntos principales del proyecto de tratado.

Todos se mostraron en contra de que el Perú pagara alguna indemnización a España por los

gastos en los que había incurrido la flota en el tiempo de posesión de las islas de Chincha.

Asimismo, la respuesta fue unánime contra la recepción de un Comisario real al que el

Gobierno peruano debería dar explicaciones por el asunto del Talambo. Ahora, en cuanto al

saludo a los pabellones con salvas, práctica naval en la que el honor nacional se ponía en

juego, dependiendo de quién dispara el primer cañonazo, las opiniones estaban divididas; los

Plenipotenciarios de Venezuela y Ecuador lo asentían solo si era simultáneo (el primero en

darlo se declaraba inferior al otro), mientras que los Ministros de Bolivia y Chile se negaban

a esa práctica. En general la percepción de los Plenipotenciarios era que aceptar cualquiera

de esas cláusulas haría parecer a España como inocente ante el atropello contra el honor

peruano.

Pese a las recomendaciones de los Plenipotenciarios, el 27 de enero de 1865, el Tratado

Vivanco-Pareja fue firmado por ambos negociadores sin mayores variaciones frente al

arreglo leído en el Congreso americano. El punto principal del tratado fue la entrega de las

islas de Chincha, solo acordado tras la reprobación del Gobierno peruano a los atentados

contra el Comisario español en Panamá. El resto de artículos se concentran, principalmente,

en el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Por una parte, el

Gobierno peruano estaría en la obligación de recibir a un Comisario especial, nombrado por

el español, el cual entablaría las reclamaciones relativas a los sucesos del Talambo. Por otra

parte, el Gobierno peruano acreditaría a un Ministro Plenipotenciario cerca de la Corte

710 De José Gregorio Paz Soldán, Ministro Plenipotenciario peruano ante el Congreso americano, a José Pedro

Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, 26 de enero de 1865, Archivo digital del Ministerio de

Relaciones Exteriores peruano (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas

contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 973.

Page 232: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

227

española, con los suficientes poderes para negociar un tratado de paz, amistad, navegación y

comercio, semejante al ajustado con otras Repúblicas americanas. "En dicho tratado se

establecerán, al mismo tiempo, las bases para la liquidación, reconocimiento y pago de las

cantidades que, por secuestros, confiscaciones, préstamos de la guerra de la independencia o

cualquier otro motivo deba el Perú a súbditos de S.M.C. con tal de que reúnan las condiciones

de origen, continuidad y actualidad." Por último, las partes acordaron que el Gobierno

peruano debería pagar a España tres millones de pesos fuertes, a manera de indemnización

por los gastos que ha incurrido la escuadra española en aguas del Pacífico sudamericano.711

El tratado ponía fin a diez meses de bloqueo español en las islas guaneras peruanas, y, en

apariencia, terminaba la crisis del Pacífico sudamericano, pero a un costo material y moral

muy elevado para el Perú. La compra de la paz costó tres millones de pesos al Gobierno

peruano, que significó un duro golpe a las finanzas del país; además, aceptar pagar la

indemnización y la reprobación que hizo ese gobierno de los hechos ocurridos contra Salazar

y Mazarredo en Panamá, fueron una afrenta contra el honor nacional. Desde que el Ministro

Calderón presentó el arreglo preliminar al Congreso americano fue advertido por los

Plenipotenciarios de lo que podría significar pagar una indemnización a todas luces injusta

y, además, que libraría de toda culpa a España por atentar contra la seguridad del Perú y de

la América entera. Estas preocupaciones se extendieron al pueblo peruano, que rechazó el

tratado Vivanco-Pareja. El Presidente Pezet ratificó el tratado el dos de febrero de 1865,712

pese a la resistencia de diferentes sectores y a que la Constitución peruana estipulaba que esa

era una tarea exclusiva del Congreso Nacional.713 Este acto generó más resistencia y rechazo

en el pueblo peruano.

711 Tratado preliminar de paz y amistad entre la República del Perú y S.M.C., 27 de enero de 1865, ADMREP,

Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a

s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 721. 712 José Antonio González Pizarro. "España y su intervención en América del sur: la alianza peruano-chilena y

la guerra contra España. 1864-1866" en Sergio González y Daniel Parodi. Las historias que nos unen. Episodios

positivos en las relaciones peruano-chilenas, siglos XIX y XX. (Santiago: Ril editores, 2013) 111. 713 Constitución Política del Perú, 10 de noviembre de 1860, Artículo 59

https://es.wikisource.org/wiki/Constituci%C3%B3n_del_Per%C3%BA_(1860), Consultada el 8 de noviembre

de 2018.

Page 233: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

228

Tres días después de la ratificación, el 5 de febrero, llegó al Callao la fragata española

Berenguela de regreso de las islas de Chincha. El Almirante Pareja dispuso que los oficiales

y marinos descendieran al puerto de “paseo”. La disposición era que todos bajasen sin armas;

solo los oficiales portarían su sable, que los identificaba como tales. Algunos marinos

pasearon por el Callao y otros fueron a Lima. Pareja también descendió de la Corbeta Triunfo

a tierra y fue a saludar al Prefecto del Puerto. Estando allí escuchó un bullicio. El escándalo

era de una multitud de chalacos persiguiendo con piedras y palos a los marinos españoles,

“que se hallaban tranquilos y dispersos, paseando por la población.” Pareja se embarcó de

nuevo hacia la Triunfo y vio como varios españoles saltaban al agua desde el puerto tratando

de escapar de la multitud. Apenas abordó la goleta, Pareja ordenó que fuesen botes a recoger

a todos los marinos en tierra.714 Las versiones de los peruanos difieren sobre la pasividad de

los españoles. Según algunos relatos, había españoles bebiendo cerveza en el hotel Italia y

llamaban a los peruanos “cigarros suaves”, refiriéndose a su poco valor físico y débil carácter;

estas manifestaciones detonarían, de alguna manera, los sucesos contra los marinos españoles

en el puerto peruano.715

Mientras en el Callao ocurrían esos desmanes, en Lima la situación era similar. Los marinos

españoles que fueron a aquella ciudad también fueron perseguidos por la turba y tuvieron

que resguardarse en la casa de la Legación francesa y algunas residencias de extranjeros en

la ciudad. Los marinos se resguardaron allí hasta altas horas de la noche, cuando la guardia

nacional los escoltó hasta el Callao para que se reembarcaran en las flotas españolas.716 La

exaltación del pueblo limeño y chalaco movieron al expresidente Ramón Castilla a intentar

un golpe de Estado contra Pezet. El expresidente pensaba que Pezet era un traidor y ladrón

por haber ratificado un tratado en contra de la honra del Perú. La idea de Castilla era imponer

un nuevo Gobierno, cuyo primer acto sería el rechazo del tratado Vivanco-Pareja. Sin

714 Del Almirante José Manuel Pareja a Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 7 de

febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España:

1866, documento No 886. 715 Joaquín Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso y su época. (Santiago: Ediciones ercilla, 1934) 55-56 716 Del Almirante José Manuel Pareja a Pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 7 de

febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España:

1866, documento No 886.

Page 234: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

229

embargo, el consejo de Ministros actuó con premura y mandó encarcelar al Mariscal Castilla,

antes de llevar a cabo su plan.717

Los eventos del Callao y Lima apenas fueron una primera muestra del descontento que se iba

generalizando por todo el Perú por la firma del Tratado Vivanco-Pareja. Conforme se conocía

la noticia de su firma con el Almirante español, la sociedad peruana condenaba la actitud del

Gobierno Pezet. La Bolsa de Arequipa decía que la firma de ese tratado era la “confesión de

nuestra debilidad y apocamiento ante las bocas de los cañones españoles asestados contra el

puerto del Callao.” Además, tras una evaluación del tratado, concluía el mismo periódico:

Las concesiones hechas por el Perú a la España en este tratado leonino, son tan onerosas como

denigrantes el menguado origen que las ha producido. Si cada uno de los ocho artículos

estipulados en ese incalificable tratado, es una prueba de lo que decimos, el último de ellos,

es una ignominia para ambas partes contratantes, revelando claramente y a través de una mal

simulados pretextos, que el Perú ha comprado la paz por tres millones de soles que la codicia

española le impuso como precio de su rapiña y del generoso perdón que el verdugo concede

a la inocente víctima de sus crímenes.718

Así como en Arequipa hubo reacciones contra el tratado, en otras localidades del Perú

también la noticia de su firma fue recibida con descontento, tal como lo informaba el

Encargado de Negocios Francés, Edmond Prosper, a su Gobierno.719

En los países de la región el tratado Vivanco-Pareja también generó algunas reacciones. Por

ejemplo, en Chile, la prensa decía que la firma del tratado sacaba el conflicto del plano

continental y lo ubicaba como un problema internacional entre España y Perú; además,

calificaba aquel tratado como deshonroso para el Perú y la actitud de ese gobierno como

pusilánime y cobarde.720 Por otro lado, en el Ecuador, el Presidente García Moreno mostró

717 De Edmond Prosper de Lesseps, Encargado de Negocios francés en el Perú, a Édouard Thouvenel, Ministro

de Asuntos Exteriores francés,12 de febrero de 1865, en Jaime Urrutia Ceruti (Comp.). Informe de los cónsules

franceses en Lima, 1842-1877. (Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos, 2015) 125-129. 718 La Bolsa de Arequipa, 9 de febrero de 1865, No 258. 719 De Edmond Prosper de Lesseps, Encargado de Negocios francés en el Perú, a Édouard Thouvenel, Ministro

de Asuntos Exteriores francés, 27 de febrero de 1865, Informe de los cónsules franceses, 129. 720 El Mercurio (Valparaíso), 18 de febrero de 1865, No 11277.

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230

una posición contraria; él celebró que el conflicto hubiese terminado y, además, recriminó al

Gobierno Pezet por no haber negociado desde el principio de la situación, con lo cual se

hubiera evitado una crisis internacional.721

La falta de negociación temprana no solo generó una crisis en la región, sino que la tardía

negociación y sus términos causaron una revolución en el Perú. El interludio entre la primera

fase de la crisis y la segunda, en el Perú se vivieron unos meses marcados por la guerra en su

interior. En el sur, más concretamente en Arequipa, el Prefecto del departamento, coronel

Mariano Ignacio Prado, convocó a los cuatro jefes militares de las unidades acantonadas en

la ciudad y les indicó que, ante la deshonra y los vejámenes que había sufrido el Perú a cuenta

del Tratado Vivanco-Pareja, el único camino a seguir era rebelarse contra el régimen de

Pezet. Los cuatro oficiales se negaron a secundar esa iniciativa por lo que fueron apresados

de inmediato, antes de que pudieran interferir de cualquier manera contra la revolución.722

Prado, encabezando a las tropas afectas a él, enfrentó al regimiento Tiradores de Tacna,

adicto al Presidente Pezet. La victoria sobre ese regimiento, dio a Pardo vía libre en el sur

del país para iniciar un movimiento revolucionario el 28 de febrero de 1865.723

La revolución encontró apoyo popular en Arequipa, donde se reunió una junta de vecinos el

primero de marzo de 1865. En esa reunión los vecinos de la ciudad encargaron el poder

político y militar del Perú a Prado, ante lo que calificaron como el cese del mando de Pezet.

La junta acusó al Presidente de una pasividad en el asunto de las Chinchas, permitiendo que

estuviera izada en ellas la bandera española y no la peruana por más de diez meses. Otra

acusación era referente al tratado Vivanco-Pareja, la junta condenó a Pezet de haber violado

721 De Gabriel García Moreno a Antonio Flores, 22 de febrero de 1865, Wilfrido Loor. Cartas de García

Moreno. 1855-1861. (Quito: La prensa católica, 1953) 286. 722 De Pedro G. de la Fuente, Teniente coronel 1er Jefe de Batallon Gendarmes de Arequipa, a Gómez Sánchez,

Ministro de Estado en el despacho de Gobierno, 7 de marzo de 1865, El Peruano (Lima), Año 23 Tomo 48

Semestre 1 No 17. 723 Luis Humberto Delgado. Etampas de la guerra. Epopeya del Callao. 2 de mayo de 1866. (Lima: Ariel

editores, 1952) 44.

Page 236: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

231

la Constitución y las leyes en la celebración y ratificación del tratado del 27 de enero, que

atentaba contra la honra del país.724

La noticia de la revolución arequipeña se expandió rápidamente por el Perú generando

diferentes repercusiones. Desde muy pronto, las provincias del sur del Perú, sobre todo en

Isaly, Moquegua, Tacna, Arica, Puno, Chiquisaca y Castilla se unieron al movimiento del 28

de febrero.725 Mientras los revolucionarios avanzaban, más ciudades, provincias y

departamentos se iban adhiriendo a ella; el 28 de marzo, la revolución ya contaba con el

apoyo en Cuzco, Arequipa, Maquegua, Moquegua, Ayacucho, Libertad, Árica y Piura, estas

tres últimas al norte del país (Ver mapa No. 7).726 Cuando la noticia de la revolución del sur

llegó a Lima, el Gobierno, por medio del periódico oficial, condenó la revolución, diciendo

que esas acciones deberían ser cosa del pasado; la sucesión constitucional de Presidentes se

había mantenido por un periodo de diez años, lo cual era prueba de “la regeneración” del

Perú. En cuanto a los motivos de la revolución (el tratado Vivanco-Pareja y la pasividad del

Gobierno en el asunto de las guaneras), fueron desmentidos por el Gobierno. Primero el

tratado era el mejor de los males en vista de la actitud que estaba tomando el Gobierno

español de reforzar la escuadra e iniciar una guerra. En cuanto al segundo, la inactividad no

era otra cosa sino la preparación adecuada para enfrentar una escuadra marítima.727

Mientras la revolución crecía y ganaba más adeptos en los departamentos del sur y el norte,

el Vicepresidente peruano, Pedro Diez Canseco, abandonó la capital y viajó al encuentro de

Pardo. Ambos militares se encontraron en Ayacucho con un previo intercambio epistolar. En

principio, Pardo no confiaba en Diez Canseco por haber sido parte del Gobierno titubeante

de Pezet. El Vicepresidente buscó ganarse la confianza del caudillo del sur anunciando que

la Presidencia del Perú estaba vacante “por la suprema voluntad de los pueblos que han

declarado traidor al General don Juan Antonio Pezet.” Además, para mantener el orden

Constitucional, Diez Canseco, sucesor legítimo de Pezet, pidió a Pardo el mando de la

724 Acta del 1° de marzo, La Bolsa de Arequipa, 3 de marzo de 1865, No 261. 725 La Bolsa de Arequipa, 11 de marzo de 1865, No 262. 726 La Bolsa de Arequipa, 10 de abril de 1865, No 266. 727 El Peruano (Lima), 8 de marzo de 1865, Año 23 Tomo 48 Semestre 1 No 17.

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232

revolución.728 Pardo, quien basaba su revolución en “la defensa de la soberanía, la honra y el

régimen constitucional del Perú”, puso al ejército “restaurador” a las órdenes de Diez

Canseco con estas palabras:

Los pueblos me confiaron el sagrado depósito de la magistratura suprema, y hoy la entrego,

-como ellos me la prescribieron. -Los mismos pueblos me encomendaron la obra de restaurar

el honor y derecho de mi patria. –Llevada hasta la altura en que se encuentra, dimito en V.E.

[Diez Canseco] ese precioso encargo.729

Mapa No. 7. Principales locaciones de la revolución peruana del 28 de febrero de 1866

Elaboración propia

728 De Pedro Diez Canseco a Mariano Ignacio Prado, 23 de junio de 1865, en Delgado, Estampas, 48. 729 De Mariano Ignacio Prado a Pedro Diez Canseco, 24 de junio de 1865, en Delgado, Estampas, 49.

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233

El Gobierno de Pezet en Lima se fue desgranando poco a poco. Tras la renuncia de Diez

Canseco, los Ministros de Guerra y Hacienda abandonaron sus cargos, también varios

miembros de la Comisión permanente del Congreso renunciaron porque veían el Gobierno

de Pezet como inconstitucional: el Presidente era calificado como traidor. Esos funcionarios,

tras su renuncia, se adhirieron a la revolución. Por su parte, Pezet, en vista de la falta de

generales, se vio obligado a ponerse al frente del ejército fiel a él.730

Al margen de la revolución, el Gobierno peruano, encabezado por Pezet, había adquirido

unos compromisos con España y debía continuar su funcionamiento, confiando en una

victoria oficialista. El Tratado Vivanco-Pareja obligaba al Gobierno del Perú a pagar la suma

de tres millones de soles como indemnización. Entonces, antes de que estallara la revolución,

el nuevo Ministro de Hacienda, José García Urrutia, giró tres letras por doscientas mil libras

esterlinas, pagaderas a cuatro, ocho y doce meses, contra el Comisionado fiscal del Perú en

Londres, Manuel Pardo.731 En la nota de instrucciones a Pardo, el Ministro de Relaciones

Exteriores Calderón recomendaba al Comisionado peruano que “acepte sin el menor

embarazo esos libramientos, pues de lo contrario recaería sobre el país y su Gobierno una

verdadera ignominia.” Para hacer efectivas las letras, el Comisario debía cubrir los rubros

con un empréstito que negociaría a nombre de la República del Perú. Con estas indicaciones,

el Gobierno peruano daría cumplimiento al punto más controversial del Tratado Vivanco-

Pareja y pagaría la indemnización a la Corona española por los gastos que tuvo su Escuadra

durante la toma de las islas de Chincha.732

Otra de las obligaciones a las que se suscribió el Gobierno peruano fue a nombrar un Ministro

Plenipotenciario en España para negociar allí el reconocimiento de la República americana.

730 El Peruano (Lima), 15 de julio de 1865, Año 23 Tomo 48 Semestre 2 No 4. 731 De José García Urrutia, Ministro de Hacienda del Perú, a José Pedro Calderón, Ministro de Relaciones

Exteriores del Perú, 12 de febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las

Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 705. 732 De José Pedro Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, a Manuel Pardo, Comisionado fiscal

del Perú en Londres, 2 de febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las

Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 1022.

Page 239: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

234

El encargado de esa misión fue Domingo Valle Riestra. El Ministro Calderón instruyó a Valle

Riestra para que ajustara un Tratado que reconociera la independencia del Perú, que ya había

sido obtenida de hecho en 1825. Calderón no vio problema en ese punto, sino en el

reconocimiento de la deuda por el reconocimiento de la independencia. Calderón

recomendaba que los intereses debían ser los medios entre los mínimos y los máximos

contraídos y que debía evitar comprometer las rentas nacionales.733

Mientras se desarrollaba la revolución en suelo peruano, el Plenipotenciario peruano en

España negociaba con ese Gobierno un Tratado de amistad y comercio similar a los otros

celebrados entre la Corona y las Repúblicas hispanoamericanas. Aquellos tratados tenían por

espíritu la renuncia de la Corona española a la soberanía, derechos y acciones que la

correspondieran sobre el territorio americano y el establecimiento de relaciones diplomáticas

y comerciales entre las partes contratantes. Asimismo, las antiguas colonias reconocían como

deudas nacionales las contraídas por los Gobiernos hispanoamericanos durante la guerra de

independencia y las contraídas por las autoridades españolas antes de la expulsión del poder

español en cada nueva unidad política; además, los dueños legítimos de bienes que fueron

secuestrados y vendidos deberían ser indemnizados por los Gobiernos republicanos.734 La

primera parte de las negociaciones no tuvieron problema alguno entre Valle Riestra y el

Ministro de Estado español, Manuel Bermúdez de Castro, pero en cuanto al reconocimiento

de la deuda no hubo puntos de encuentro suficientes para ajustar un tratado que convenciera

a ambas partes.735 Los esfuerzos por ajustar un tratado de paz y amistad entre España y Perú

se encontraron con un nuevo obstáculo, pero no sería el único.

733 De pedro José Calderón, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Domingo Valle Riestra, Ministro

Plenipotenciario del Perú en España, 11 de febrero de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra

de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 629. 734 Tratado de paz y amistad entre Chile y España, 17 de diciembre de 1844, en Selim Carrasco, El

reconocimiento de la Independencia de Chile por España. La misión Borgoño. (Santiago, Editorial Andrés

Bello, 1961) 116-118. 735 De Domingo Valle Riestra, Ministro Plenipotenciario del Perú en España, a Manuel Bermúdez de Castro,

Ministro de Estado español, 7 de septiembre de 1865, Elena Villanueva, “España y el reconocimiento de la

Independencia del Perú” en Boletín del Instituto Riva Agüero, Nro. 8, 623-741.

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235

El 6 de noviembre de 1865, los revolucionarios, encabezados por Prado y Diez Canseco

entraron victoriosos a Lima y acabaron con el Gobierno de Pezet.736 Las palabras de Diez

Canseco en la capital peruana fueron contra el Presidente derrocado y un llamado al pueblo

peruano, para estar unido alrededor de los principios revolucionarios, que repudiaban las

acciones exteriores del Gobierno Pezet, sobre todo en lo referente a la toma de las islas de

Chincha y al tratado Vivanco-Pareja, que, según los revolucionarios, atentaba contra la honra

del Perú. Además, el Vicepresidente anunció que sus labores al mando de las tropas y el

poder político pasarían a Pardo, como el principal líder revolucionario.737 El 28 de

noviembre, Pardo se hizo cargo del Gobierno peruano y estableció una dictadura

“estrechamente unida a la nación e intérprete fiel de sus sentimientos.”738

5.2 El entreacto de la crisis del Pacífico y la política del sistema de Estados del Pacífico

sudamericano

La firma del Tratado Vivanco-Pareja significó el fin del conflicto entre España y el Perú, y

el término del primer acto de la crisis del Pacífico sudamericano. Este desenlace a la primera

parte también repercutió en la política de la región, reactivando algunas dinámicas internas

y generando nuevas controversias internacionales. Entre las dinámicas internas que se

reactivaron se cuenta la revolución en el Perú, una nueva serie de cambios de poder en Bolivia

e intentos revolucionarios en los Estados Unidos de Colombia. En Ecuador, como elemento

novedoso se celebraron las primeras elecciones presidenciales, que afectarían las dinámicas

de la política interna de ese país. Por otra parte, la escuadra española, por órdenes de su

Gobierno, se dirigió a Chile a exigir satisfacciones por las acciones de aquel Gobierno en el

transcurso del conflicto hispano-peruano. Este escenario, en el que el desencanto por la unión

americana se había generalizado por el frustrado Congreso americano, mostraba los mismos

síntomas que se habían detenido momentáneamente tras la invasión española a las islas de

736 El Peruano (Lima), 16 de noviembre de 1865, Año 23 Tomo 48 Semestre 2 No 23. 737 El Peruano (Lima), 13 de noviembre de 1865, Año 23 Tomo 48 Semestre 2 No 22. 738 Circular de Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, al Cuerpo diplomático del Perú en

el extranjero, 28 de noviembre de 1865, ADMREP, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas

Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 1053.

Page 241: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

236

Chincha y a la celebración del segundo Congreso americano de Lima: tensiones en la política

interna y externa de los países del Pacífico sudamericano.

En el caso de Bolivia, el Presidente José María Achá, en 1864, estaba cerca de terminar su

mandato y convocó a las segundas elecciones constitucionales de la historia de Bolivia hasta

ese momento. Los seguidores del expresidente Manuel Isidro Belzú tenían importantes

posibilidades de hacerse con la Magistratura boliviana.739 Ante esta amenaza, el general

conservador Mariano Melgarejo, con el apoyo de los latifundistas radicales, dio un golpe de

Estado antes de que se celebraran nuevas elecciones presidenciales, en diciembre de 1864.740

La primera medida de Melgarejo fue levantar un empréstito interno para repartir entre las

tropas y consolidar su adhesión al proyecto. Los latifundistas apoyaron esta medida.741

El inicio del gobierno de Melgarejo no estuvo exento de revueltas. Los seguidores de Achá

se levantaron en febrero de 1865 en Sucre. Fueron derrotados. Belzu volvió del extranjero y

proclamó la revolución en Arica. La noticia de la llegada del caudillo generó euforia en las

clases populares. Melgarejo mismo se infiltró en el palacio de gobierno y asesinó a Belzu el

23 de marzo de 1865. Al día siguiente Melgarejo retomó su puesto como Presidente. Dos

meses después, los belcistas volvieron a levantarse. Los movimientos iniciaron en La Paz y

se extendieron por todo el país. A los belcistas se fueron añadiendo latifundistas radicales y

moderados. Poco a poco las fuerzas que se habían logrado unir contra Melgarejo se fueron

desgranando, bien por las diferencias entre los mandos revolucionarios, como por las

victorias militares que iba teniendo el ejército oficialista. La victoria de este último se selló

en diciembre, abriendo paso a un gobierno identificado con los latifundistas más radicales.742

Más al norte, en los Estados Unidos de Colombia, el periodo de Manuel Murillo Toro estaba

por terminar y el nombre que más sonaba para remplazarlo era el de su predecesor, Tomás

Cipriano de Mosquera, que generó controversia en diferentes puntos del país, como en

739 Sobre la primera presidencia de Belzú, ver Capítulo 3. 740 La Bolsa de Arequipa, 25 de diciembre de 1864, No 252. 741 José Fellman Velarde. Historia de Bolivia, Vol. II. (La Paz, Cochabamba: Editorial Los amigos del libro,

1981) 158-162. 742 Fellman Velarde, Historia de Bolivia, 163-170.

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237

Panamá y Magdalena en el Caribe, en el Cauca y Pasto en el sur y en Antioquia, donde había

mayorías del Partido Conservador. Miembros de ese partido expresaban por medio de un

periódico homónimo que la revolución era el único medio para combatir las instituciones

colombianas que no favorecían a los conservadores granadinos.743 Por su parte, los liberales

en Bogotá denunciaban que no había un orden armónico en las relaciones del Gobierno

central y los Estados.744 Con estas ideas hubo movimientos contra el Gobierno central en la

costa del Caribe, en los Estados de Panamá y Magdalena, en abril y agosto de 1865,

respectivamente.745 El lugar más sensible para una revolución era el Estado de Panamá. El

temor del Gobierno central era que el tránsito interoceánico se viera trastocado por tumultos

o motines, asimismo le preocupaba que por alguno de estos posibles acontecimientos se

vieran amenazadas la vida o propiedades de extranjeros residentes o en tránsito en Panamá,

tal como había sido denunciado por el Comisario regio español en mayo de 1864.746 Los

movimientos revolucionarios en Magdalena y Panamá fueron ahogados por tropas oficiales,

sin que trascendieran ni amenazaran el orden de la Federación.747

Además de los levantamientos en el norte del país, también se presentaron revueltas en el

occidente colombiano, sobre todo en Cauca y Antioquia. Antioquia era el Estado más

conservador de la unión colombiana y su Presidente era acusado de negociar con el

Presidente ecuatoriano García Moreno un movimiento conjunto contra Cauca, para lo que el

ecuatoriano habría enviado fusiles y pólvora.748 Aunque estas negociaciones no se

esclarecieron, en octubre de 1865, tras la elección de Mosquera de nuevo como Presidente el

general José María Córdova inició un levantamiento en el Estado de Cauca, apoyado por el

Presidente antioqueño.749 Al mismo tiempo que Córdova se sublevaba en Cauca, Antioquia

743 El Conservador (Bogotá), 8 de noviembre de 1865, No 113. 744 El Tiempo (Bogotá), 1 de noviembre de 1865, No 411. 745 Con respecto a la revolución en Panamá ver Diario Oficial (Bogotá), 12 de abril de 1865, Año 2, No 298 y

18 de abril de 1865, Año 2, No 303; Sobre los movimientos revolucionarios en Magdalena ver Diario Oficial

(Bogotá), 13 de agosto de 1865, año 2, No 404. 746 Diario Oficial (Bogotá), 16 de abril de 1865, año 2, No 302. 747 Diario Oficial (Bogotá), 13 de agosto de 1865, año2, No 404. 748 El Tiempo (Bogotá), 19 de abril de 1864, No 383. 749 Diario Oficial (Bogotá), 10 de octubre de 1865, año 2, No 453.

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238

y Pasto se levantaban también contra el Gobierno central.750 El presidente, Murillo Toro, se

mostró enérgico contra los conservadores, aumentó las tropas del ejército oficial y enfrentó l

Córdova, alcanzado la victoria el 5 de noviembre.751 Con la victoria del ejército central sobre

los revolucionarios, el orden constitucional se generalizó en todo el país, garantizando, entre

otras cosas, la posesión del electo Presidente Mosquera y el tránsito de un gobierno a otro.

Mosquera, que estaba en Londres, como Ministro Plenipotenciario colombiano allí, luego de

conocer la noticia de su triunfo se embarcó hacia Colombia para asumir la primera

Magistratura.

Por último, en el Ecuador también hubo un cambio de Gobierno. El periodo Constitucional

de García Moreno acaba en 1865 y meses antes de que expirara su período el Presidente

saliente se preocupó por buscar un sucesor que respondiera a su orientación política. En

principio, propuso la candidatura de José María Camaño, terrateniente y comerciante

guayaquileño. García Moreno realizó campaña electoral a favor de él, pero cambió de opinión

cuando Caamaño, junto con otros notables, suscribió una protesta contra la violenta clausura

del Club Republicano, organismo político de los liberales de Quito, que respaldaban la

candidatura de Manuel Gómez de la Torre. Ante esta situación, García Moreno resolvió

promover la postulación de Jerónimo Carrión, electo como Presidente en septiembre de

1865.752

Carrión no resultó ser quien obedeciera fielmente los proyectos e ideas garcianas. El nuevo

Presidente ecuatoriano prefirió gobernar sin violar la Constitución y respetando las

instituciones y garantías. Varios periódicos, especialmente liberales, reiniciaron su tiraje y

los escritos de los ideólogos de la oposición circularon libremente. En contraste con su

antecesor, Carrión mostró un mayor interés por los asuntos internacionales, sobre todo por

los acontecidos en el Pacífico sudamericano, donde la escuadra española aún seguía

mostrándose como una amenaza para la independencia y soberanía en la región. 753

750 El Tiempo (Bogotá), 11 de octubre de 1865, No 408. 751 Diario Oficial (Bogotá), 7 de noviembre de 1865, año 2, No 477. 752 El Nacional (Quito), 20 de septiembre de 1865, No 194. 753 Enrique Ayala. “Gabriel García Moreno y la gestación del Estado Nacional en Ecuador”, Crítica & Utopía,

No. 5 septiembre de 1981, 6.

Page 244: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

239

Mientras que la política interna de la mayoría de los países del Pacífico sudamericano se

reacomodaba y volvía a un estado similar al de antes de la toma de las islas de Chincha, la

política española en esta parte del mundo generaba una nueva controversia internacional. En

mayo de 1865, la diplomacia española volteó su mirada hacia Chile, sobre todo sobre las

manifestaciones del pueblo de Santiago en mayo de 1864, cuando se supo del atentado de las

islas de Chincha; sobre el lenguaje usado por cierta parte de la prensa nacional al referirse a

España; y, por último, sobre el decreto de 27 de septiembre de ese año, por el cual se declaró

el carbón como artículo de contrabando de guerra.754 El Encargado de Negocios español en

Chile, Salvador Tavira, entonces, redactó una nota en la que pidió explicaciones sobre dichos

hechos, los cuales “iban en contra del Tratado [de paz y amistad] celebrado entre España y

Chile (1841) y del Derecho de Gentes.”755

La respuesta del Ministro de Relaciones Exteriores chileno, Álvaro Covarrubias, buscó dar

explicaciones a los hechos a los que hacía referencia el diplomático español. Con respecto a

los sucesos del primero de mayo, en que una reunión de gente pasó en frente de la casa de la

Legación española, dice Covarrubias que hubo gritos contra España provocados por la

excitación de los sucesos de Chincha, pero la muchedumbre fue removida por la Guardia. El

Ministro excusaba ese comportamiento del pueblo de Santiago en la dificultad de controlar

las multitudes y lo volátiles que eran, más teniendo en cuenta la manera en que se habían

desarrollado los sucesos de Chincha:

Es necesario que el Gobierno de S.M. Católica se persuada de que el modo anómalo empleado

para la ocupación de las islas de Chincha por los agentes de España, y los extraños principios

proclamados al efecto, fueron la causa de todo lo ocurrido. En esos procedimientos, en las

impresiones que en el país produjeron, y en las conjeturas a que dieron lugar, debe buscar

US. la explicación de todos los acontecimientos.756

754 Sobre las manifestaciones contra la toma de las islas de Chincha por parte del pueblo santiaguino y la

declaratoria del carbón como artículo de contrabando de guerra, ver Capítulo 4, sobre todo el apartado 4.3.1 755 El Araucano (Santiago), 22 de mayo de 1865, No 2821. 756 Del Ministro de Relaciones Exteriores chileno, Álvaro Covarrubias, al Ministro Plenipotenciario español en

Chile, Salvador Tavira, 16 de mayo de 1865, en El Araucano (Santiago), 22 de mayo de 1866, No 2821

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240

En cuanto a la prensa, Covarrubias dejaba claro que la “prensa periódica se halla colocada

fuera del alcance de toda influencia oficial y goza de una libertad muy amplia para emitir sus

opiniones.” La libertad de prensa, entonces, impedía al Gobierno chileno entrar a juzgar las

palabras impresas, por lo que recomendaba al Ministro que, en caso de tener reparos con

algún periódico, utilice la misma prensa para aclarar las diferencias y pedir satisfacciones.

Por último, el Ministro se refirió a la ley que declaraba el carbón como contrabando de guerra.

Covarrubias argumentaba que, según las prácticas de las principales potencias marítimas y

en las doctrinas de los publicistas que se habían dedicado a la redacción del derecho público,

cada país cuenta con la soberanía para tomar la decisión que considerara más equitativa y

justa, por lo que esa decisión no incurre en una violación al Derecho de Gentes o al Tratado

de amistad entre España y Chile. La respuesta oficial del Gobierno chileno satisfizo a Tavira,

quien informó al Ministro de Relaciones Exteriores chileno que enviaría la respuesta recibida

a su país, para informar de ello a su Gobierno.757

El Gobierno y el pueblo chileno eran optimistas sobre la aceptación del Gabinete español de

las explicaciones dadas por medio de Tavira. Según El Mercurio, dichas explicaciones eran

amistosas, claras y explícitas por lo que, seguramente, ellas borrarían cualquier sombra de

ofensa y serían muestra “de la buena fe, la pureza, la rectitud, la imparcialidad y la justicia

de que han estado revestidos los actos políticos de nuestro gobierno en la pasada crisis

internacional.”758 Esta consideración permitió al Gobierno chileno continuar con sus

negocios internos y externos.

Las principales preocupaciones del Gobierno chileno eran la financiación del Estado y la

reforma a la Constitución, que había permanecido intacta desde el periodo portaliano. En

cuanto a la financiación del Estado y sus proyectos, el Gobierno chileno esperaba que la

explotación guanera se convirtiera en el motor para atacar los apuros financieros y que diera

un empuje a los recursos, industria y crédito que eran necesarios para recuperar el crecimiento

757 Para ver el intercambio entre Salvador Tavira, Encargado de Negocios español en Chile, con Álvaro

Covarrubias, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, entre el 13 y el 20 de mayo de 1865 ver El Araucano

(Santiago), 22 de mayo de 1865, No 2821. 758 El Mercurio (Valparaíso), 24 de mayo de 1865, No 11365.

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241

económico que había mantenido el país hasta 1860. En la discusión sobre las guaneras no

figuraba el diferendo territorial con Bolivia.759 Por otra parte, el Congreso chileno, reunido

en junio de 1865, se convirtió en Constituyente. En general había un acuerdo en las Cámaras

sobre la pertinencia de la modificación Constitucional; el argumento que esgrimían era que

al cambiar las sociedades las reglas deben cambiar. Entonces, el 12 de junio comenzaron los

debates sobre los artículos que debían ser objeto de modificaciones. Las discusiones fueron

tranquilas hasta llegar al artículo quinto. Este artículo decía: “La religión de la República de

Chile es la católica, apostólica y romana, con exclusión del ejercicio público de cualquiera

otra.” Las principales posiciones encontradas eran tres, una que buscaba mantener intacto el

artículo en pro de cuidar la moral chilena de otros cultos que pueden ir en detrimento del

catolicismo. Otra posición era la de modificar el artículo, explicitando que significa el

“ejercicio público” de otro culto; esta posición se apoyaba en que la inmigración extranjera,

sobre todo en los puertos, había llevado nuevas costumbres y se habían establecido edificios

para cultos diferentes al católico. Por último, otra posición proponía la supresión de dicho

artículo y establecer la libertad de culto en Chile; el principal argumento de esta posición era

que la Constitución debería suprimir cualquier privilegio de la iglesia respecto del Estado.760

Las discusiones sobre la pertinencia de modificar, mantener o suprimir este artículo se

extendieron hasta septiembre de ese año.

Las discusiones sobre la reforma constitucional se detuvieron en septiembre de 1865, no

porque hubiese un acuerdo en el Congreso sobre el artículo quinto, sino por la respuesta

llegada de España sobre las explicaciones dadas a Salvador Tavira en mayo de ese año. En

España no tomaron bien las explicaciones chilenas. En el periódico La Época de Madrid

argumentaban que Chile, al ser una República democrática, “la acción individual es muy

libre y poderosa y la responsabilidad del gobierno en las relaciones internacionales mucho

menor que en los estados monárquicos y centralizados,” pero esto no era excusa para no dar

justas explicaciones a las “justas” reclamaciones españolas.761 El Ministro español Bermúdez

759 El Mercurio (Valparaíso), 31 de mayo de 1865, No 11363. 760 Sesiones extraordinarias de la Cámara de Diputados celebradas para tratar del proyecto de ley sobre

reforma constitucional, 12 de junio de 1865, El Araucano (Santiago), 19 de junio de 1865, No 2834. 761 La nota de La Época (Madrid) del 21 de julio de 1865 fue reproducida por El Mercurio (Valparaíso), 12 de

septiembre de 1865, No 14451.

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242

Castro envió una nota al Almirante Pareja con su nombramiento como Ministro

Plenipotenciario en Chile, relevando de su cargo a Tavira y con instrucciones para pedir

nuevamente explicaciones al gobierno chileno sobre su actuación durante el conflicto

hispano-peruano. En caso de no recibir respuesta satisfactoria, decían las instrucciones que

estaba autorizado para bloquear los puertos chilenos, hasta que fueran dadas las explicaciones

solicitadas.762

El nombramiento de Pareja como Ministro Plenipotenciario en Chile implicaba que la flota,

apostada en el Callao, debía dirigirse hacia allí. Los marinos españoles celebraron el anuncio

de su viaje a Valparaíso, uno de ellos, a bordo de la Covadonga decía

Las fragatas de nuestra escuadra Villa de Madrid con el general [Pareja] a su bordo.

Resolución, Berenguela y Blanca y la Corbeta Vencedora salieron el día 7 de septiembre para

los puertos de Chile, según creo, a festejar con los chilenos el día de la independencia de la

República de la Estrella, la que es muy posible que se estrelle en esta ocasión. En interés de

su salud, le deseamos que a costa de un catarro (pues tendrá que quitarse el sombrero para

saludar) se libre de padecer alguna indigestión cañónica. Amén.763

El marino español recurría a la sátira para explicar lo que pensaba él le iría a ocurrir a la

República de la Estrella (referencia a la bandera chilena). Irónicamente anunciaba que las

naves españolas irían a aguar la conmemoración de la independencia de ese país, el 18 de

septiembre. En cuanto a la expresión “tendrá que quitarse el sombrero para saludar”, hacía

alusión a que tendría que cumplir las exigencias españolas, entre las que se encontraría el

saludo con salvas al pabellón español y, concluía sugiriendo, que, si se negaba a esas

satisfacciones, los españoles recurrirían a la diplomacia de las cañoneras contra los puertos

chilenos. Estas palabras del marino español reflejaban, de alguna manera, el ánimo que

reinaba contra Chile en la escuadra.

Pareja arribó a Valparaíso, tras un viaje de diez días desde Lima, justo un día antes de las

festividades de independencia chilena. El Almirante español envió una nota al Ministro de

762 Miguel Luis Amunátegui. El Diario de la Covadonga. (Santiago: Editado por Guillermo Miranda, 1902), 40 763 Amunátegui. El Diario de la Covadonga, 41.

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243

Relaciones Exteriores chileno en la que informaba que fue autorizado por su gobierno para

tratar las ofensas inferidas a España ya que los desagravios, aprobados por Tavira, no

satisficieron las exigencias su Gobierno. Pareja exigió, entonces, que se dieran las

explicaciones satisfactorias y que se hiciera un saludo de 21 cañonazos al pabellón español,

dentro de un plazo máximo de cuatro días. En caso contrario, se declararán rotas las

relaciones entre España y Chile. “Y si llegase el caso de que el infrascrito hubiese de hacer

uso de las fuerzas de su mando, en lo cual tendrá un gravísimo sentimiento, entonces se

considerará en el deber de exigir una indemnización de los prejuicios experimentados por la

Escuadra española en consecuencia de las disposiciones del Gobierno de Chile.” El Ministro

esperó hasta el último día del ultimátum para responder a Pareja. Covarrubias se mostró

sorprendido de que el gobierno español no hubiese aprobado las explicaciones dadas a Tavira

y respondió a la solicitud de Pareja con los mismos argumentos que ya había dado al

destituido diplomático español en Chile.764

Pareja no aprobó las explicaciones del Ministro chileno y extendió dos días más el ultimátum,

antes de utilizar la fuerza de la Escuadra contra los puertos chilenos. Covarrubias no se

intimidó ante la amenaza. Un día antes de expirar el plazo dado por Pareja, el Ministro

respondió que no haría más por intentar satisfacer las peticiones españolas y

queda, pues, el señor Pareja en aptitud de consumar mañana los actos de fuerza que tenga en

mira, y de dar así el triste espectáculo de un atentado internacional que la conciencia de los

pueblos civilizados sabrá calificar y vituperar severamente, y cuyos amargos frutos no tardará

en recoger su propio país.765

Justo el día que se cumplía el ultimátum de Pareja, el 25 de septiembre de 1865, el Congreso

chileno autorizó al Presidente para que rechazara las hostilidades de la escuadra española por

todos los medios que permite el Derecho de Gentes, y para que en consecuencia declare la

guerra al Gobierno de España.766

764 El intercambio entre el Almirante Pareja y el Ministro Covarrubias del 17 y 21 de septiembre de 1865 es

reproducido por El Araucano (Santiago), 23 de septiembre de 1865, No 2879. 765 De Álvaro Covarrubias, Ministro de Relaciones Exteriores chileno, al Almirante José Manuel Pareja en El

Araucano (Santiago), 25 de septiembre de 1865, No 2880. 766 Proyecto de ley de 24 de septiembre de 1865, El Araucano (Santiago), 25 de septiembre de 1865, No 2880.

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244

El Almirante, tras conocer la respuesta de Covarrubias y la declaratoria de guerra a España,

se dispuso a cumplir las órdenes de su Gobierno. Pareja envió una circular a los cónsules

presentes en Valparaíso, informando que, en vista de la “obstinación” del Gobierno chileno

de dar las debidas satisfacciones a España, declaraba rotas las relaciones diplomáticas con

Chile y en estado de bloqueo sus puertos. El Almirante advirtió a los cónsules que todas las

embarcaciones extranjeras tendrían diez días para abandonar las costas chilenas, antes de que

se hiciera efectivo el bloqueo.767 Pasado ese plazo, el Almirante Pareja envió a los

comandantes de los buques que componían la escuadra las instrucciones que debían seguir

durante el bloqueo y hostilizar a Chile. Pareja indicaba que cada uno de ellos quedaba

autorizado, por un lado, para apresar naves chilenas, fueran de guerra o no, y apoderarse de

su carga; y, por otro lado, a apresar carga de contrabando de guerra, así fuera hallada en

buques con bandera neutral.768 Con esta comunicación daba inicio la segunda parte de la

crisis del Pacífico.

En general, en la sociedad chilena había un fuerte sentimiento en contra de España y a favor

de la declaración de guerra a su escuadra en el Pacífico. Algunos sectores de la sociedad

chilena pensaban que su país no le debía nada a España.769 Además, esta era la oportunidad

de mostrar a la antigua metrópoli que eran capaces de mantenerse en su puesto entre los

pueblos civilizados y hacerse respetar de los que intentaran degradarlo de ese rango.770 Por

su parte, los habitantes de Valparaíso no temían de un bombardeo de la Escuadra española.

En la ciudad la idea generalizada era que aquello no sucedería en vista de la presencia de

agentes y comerciantes de todo el mundo –sobre todo británicos y estadounidenses. La sola

idea que el Almirante español fuera a dañar las propiedades de comerciantes extranjeros les

767 Circular del Almirante Pareja a los cónsules extranjeros. Instrucciones sobre el bloqueo, dadas a los jefes

de sus buques, El Mercurio (Valparaíso), 24 de septiembre de 1865. 768 Instrucciones que el Comandante general de la escuadra da para su estricta observancia a los comandantes

de los buques que la componen, 10 de octubre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico

(1863-1867), Vol. III. (Madrid, Museo naval, 1994), 118-123. 769 El Ferrocarril (Santiago), 7 de octubre de 1865, No 3049; El Mercurio (Valparaíso), 10 de octubre de 1865,

No 11472. 770 El Mercurio (Valparaíso), 19 de octubre de 1865, No 11480.

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245

parecía inverosímil.771 Por esta misma razón el Gobierno chileno se confió de la seguridad

de su puerto más importante y obvió su fortificación.772

Para llevar a cabo el bloqueo, la escuadra debía abastecerse de grandes cantidades de

combustible y víveres. El Comandante de la fragata Numancia, Casto Méndez Núñez, que se

había quedado en el Callao, donde aún gobernaba Pezet, se encargó de mantener en el

almacén carbón y víveres suficientes para que el bloqueo a los puertos chilenos no se

interrumpiera. Méndez Núñez se apoyaba en las buenas relaciones que existían entre Perú y

España, luego de la firma del tratado Vivanco-Pareja, para hacer negocios con los

comerciantes peruanos en el Callao. Las buenas relaciones entre ambos países motivaron al

Ministro de Relaciones Exteriores peruano a enviar una nota al cónsul de su país en

Valparaíso. La instrucción era guardar estricta neutralidad en el conflicto chileno-español,

esto en vista que la relación con ambas partes era de “buena armonía” y amistad.773 El

comandante español en el Callao temía por la pronta caída del Gobierno Pezet y que el nuevo

los privara de los recursos de aquella plaza.774 Los temores de Méndez Núñez iban más allá

de mantener llenos los almacenes y abastecidas las naves, el comandante suponía que en caso

de haber un cambio político, el nuevo Gobierno revolucionario se uniría a Chile para

hostilizar la escuadra española.775

El 6 de noviembre de 1865, las tropas revolucionarias de Pardo y Diez Canseco entraron a

Lima y se hicieron del poder. Con el cambio de Gobierno, las relaciones entre el Perú y

España se suspendieron. Méndez Núñez se encargó de hacer zarpar la mayor cantidad de

embarcaciones fuera del Callao para evitar altercados como los de febrero de ese año.776 El

771 Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso, 60. 772 El Ferrocarril (Santiago), 30 de marzo de 1866, No 3195. 773 De Federico Emilio Condello, Cónsul peruano en Valparaíso, a José Pedro Calderón, Ministro de Relaciones

Exteriores peruano, 18 de noviembre de 1865, peruano (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra

de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 1009. 774 De Casto Méndez Núñez, Comandante de la fragata Numancia, al Almirante José Manuel Pareja, 10 de

octubre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 123-1124. 775 De Casto Méndez Núñez, Comandante de la fragata Numancia, a Juan Zabala de la Puente, Ministro de

Marina español, 11 de octubre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 124-125. 776 De Casto Méndez Núñez, Comandante de la fragata Numancia, al Almirante José Manuel Pareja, 8 de

noviembre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 141.

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246

Comandante de la Numancia, antes de partir para aguas chilenas, se encargó de negociar

víveres y combustibles suficientes para tres meses en Panamá.777 Las acciones del militar

español alcanzaron para sacar buena parte de los bienes que había almacenados en el Callao,

antes que el nuevo ministro de Guerra y Marina peruano, José Balta, emitiera una orden de

impedir el embarque de buques españoles.778 Además de estas medidas, el nuevo Gobierno

peruano ordenó a su Ministro en España, Valle Riestra, que buscara un motivo “más o menos

fundado” para retirarse de esa Corte, sin mencionar nada sobre el cambio de política del

Perú.779 El Ministro peruano en España advirtió de lo poco beneficioso que podría ser

retirarse sin anunciar algo a la Corte.780 Al fin Valle Riestra se retiró sin llegar a un acuerdo

sobre el tratado de amistad y la liquidación de la deuda de su país con España. Estos dos

actos fueron más que suficientes para el rompimiento de las relaciones entre España y el

Perú.

Mientras las relaciones entre España y el Perú se rompían, en Chile la escuadra de ese país

había tenido una importante victoria sobre la española, la que tuvo repercusiones en el

desarrollo del conflicto entre ambas partes. El 26 de noviembre, en el puerto de Papudo, al

norte de Chile, la Esmeralda tomó como presa a la Covadonga.781 Las acciones del Almirante

chileno, José Williams Rebolledo, fueron celebradas en Chile y significó un importante

impulso para el ánimo de los políticos, soldados, marinos y para el pueblo en general en la

777 De Casto Méndez Núñez, Comandante de la fragata Numancia, al Almirante José Manuel Pareja, 13 de

noviembre de 1865, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 145. 778 De José Balta, Ministro de Guerra y Marina peruano, a Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores

peruano, 22 de noviembre de 1865, peruano (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de las

Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 770. 779 De José María la Puente, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Domingo Valle Riestra, Ministro

Plenipotenciario del Perú en España, 13 de noviembre de 1865, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las

Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 635. 780 De Domingo Valle Riestra, Ministro Plenipotenciario del Perú en España, a Toribio Pacheco, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 27 de diciembre de 1865, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las

Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 625. 781 Amunátegui. El Diario de la Covadonga, 50-51; Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso, 69-73

Page 252: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

247

guerra marítima contra la escuadra española.782 Por su parte, cuando el Almirante Pareja

conoció la noticia de la toma de la Covadonga se suicidó. Esta pérdida fue un golpe

emocional para los marinos y oficiales españoles en el Pacífico que quedaron bajo el mando

de Casto Méndez Núñez.783

5.3 “Aliarse es completarse”. Alianza del Pacífico sudamericano contra España. La

unión militar como respuesta a la crisis

“Aliarse es completarse” era la arenga de una editorial del diario santiaguino El Ferrocarril

en diciembre de 1865. Ese era un llamado a que los Gobiernos americanos se aliaran durante

la guerra que Chile libraba con España, ya que no lo hicieron durante la paz, es decir que

hicieran la alianza por la victoria ya que “nada es imposible para la América aliada; pero todo

es difícil para la América dispersa.”784 La victoria de la revolución de Prado en el Perú y los

demás cambios políticos experimentados en la política de los países del Pacífico

sudamericano permitieron conjurar una acción conjunta contra la escuadra española en la

segunda parte de la crisis del Pacífico sudamericano. El hecho clave fue el ascenso de Pardo

como dictador peruano. Finalizando noviembre, tras ese cambio en el poder en el Perú, la

diplomacia chilena se apresuró a enviar un Ministro Plenipotenciario a Lima para ajustar un

tratado de alianza entre ambos países. Luego de la firma de un tratado de esa característica

los Gobiernos de Bolivia, Ecuador y Colombia fueron invitados a adherirse a él. La alianza

entre los países del Pacífico sudamericano contra España se hizo realidad, con alguna

excepción. Aunque muchos hubieran querido que el tratado de alianza se hubiese mantenido

tras la guerra, la naturaleza misma de él lo hacía transitorio y finito.

782 De Casto Méndez Núñez, Comandante general de la Escuadra del Pacífico, a Juan Zabala de la Puente,

Ministro de Marina español, 1 de enero de 1866, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 165-

167; El Mercurio (Valparaíso), 28 de noviembre de 1865, No 11514; El Ferrocarril (Santiago), 28 de

noviembre de 1865, No 3093. 783 Edwards Bello. El Bombardeo de Valparaíso, 73-74. 784 El Ferrocarril (Santiago), 7 de diciembre de 1865, No 3201.

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248

La guerra hispano-sudamericana ha recibido escasa atención de la historiografía, y los

trabajos al respecto resaltan el ánimo de España por atentar contra la soberanía y la

independencia del Perú, por la toma de las islas de Chincha, y de Chile, por la declaratoria

de guerra.785 Dentro de una historiografía más reciente, Rafael Sagredo propone que España

buscaba reclamar una posición dentro del continente americano, a la que se creía acreedora

por su pasado imperial.786 En definitiva, dentro del marco de la política de prestigio español,

esa corona quería entrar a la lucha por el balance de poder en la región, pero no pretendía

anexiones o nuevas conquistas.

Aunque la idea que la flota española atentaba contra la independencia o el republicanismo

americano estaba generalizada, las acciones de la flota en el Pacífico, como el bloqueo a los

puertos comerciales chilenos, estaban más relacionadas con la diplomacia de las cañoneras –

medio utilizado por las potencias marítimas contra países débiles para buscar satisfacciones.

La flota española no contaba con fuerza de desembarco y estaba demasiado lejos de una base

naval que pudiese proveerle armamento, pólvora o enviar refuerzos. La idea de que España

quisiera acabar con el republicanismo americano se extendió principalmente por que los

políticos y la opinión pública de la región ligaban las acciones de la flota español con la

reanexión de esa corona de Santo Domingo y la invasión francesa a México.

5.3.1 Conformando la alianza: la diplomacia y opinión pública coordinadas

Los movimientos españoles para reclamar alguna posición de preponderancia en América

reavivaron el americanismo en la región, materializado en un primer momento en el

Congreso americano y luego, cuando las circunstancias cambiaron en una alianza defensiva

y ofensiva. Los tratados de alianza tienen una naturaleza diferente a los de confederación,

como el firmado en el Congreso americano de 1865. En principio, los tratados de alianza son

motivados por el inicio de hostilidades entre dos Estados, lo cual da derecho a los demás a

785 Ver, por ejemplo, Gustavo Pons Muzzo. Historia del conflicto entre el Perú y España, 1864-1866. Lima:

Iberia S.A., 1966); Alfonso Cerda Catalán. La guerra entre España y las repúblicas del Pacífico, 1864-1866:

el bombardeo de Valparaíso y el combate naval del Callao. (Providencia (Chile): Ed. Puerto de Palos, 1977);

Delgado, Estampas y Edwards Bello, El Bombardeo de Valparaíso. 786 Sagredo, “Guerra y honor”, 316-317.

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249

adoptar medidas necesarias para prevenir la pérdida del equilibrio político. Las alianzas

pueden ser defensivas u ofensivas, mediante las cuales se busca mantener el balance de poder

y repeler ataques de fuera. Contrario a los tratados de confederación, las partes contratantes

no crean instituciones comunes y permanentes, ni ceden su soberanía ante ellas, como sería

el caso con el establecimiento de un Congreso americano de Plenipotenciarios. Los tratados

de alianza, entonces, fijan los medios en la que las partes contribuirían para cumplir los

objetivos establecidos en ellos. Por último, las alianzas son de carácter transitorio, los

tratados de alianza terminan con la guerra que motivó la firma de este tipo de tratado.787

Ninguno de los tratados firmados en el Congreso americano, entre ellos el tratado de

confederación, había sido ratificado por las partes firmantes y la guerra entre España y Chile

requería de acción política para promover una alianza entre los países del Pacífico

sudamericano. La victoria de la revolución del 28 de febrero en el Perú llenó de esperanzas

a los chilenos, sobre una alianza continental contra la escuadra española.788 El Gobierno

chileno, movido por esa misma idea, y tras el cambio de Gobierno en el Perú envió a

Domingo Santa María como Ministro Plenipotenciario, con la tarea de firmar un tratado de

alianza entre ambos Gobiernos.789 Las negociaciones fueron prontas y el 5 de diciembre de

1865 las dos Repúblicas establecieron una alianza defensiva y ofensiva contra España.

Ambas partes declararon que se aliaban contra España que “atentaba contra la independencia,

la soberanía o las instituciones democráticas de ambas Repúblicas o de cualquiera otra del

Continente Sudamericano.” Para enfrentar la escuadra española, ambas partes ponían a

disposición todas las fuerzas navales que poseían y, además, se comprometían a invitar a

todas las Repúblicas del Pacífico sudamericano para que se adhirieran a la alianza.790

787 A.G. Heffter. Derecho internacional público de Europa. Traducido por G. Lizarraga. (Madrid: Librería de

Victoriano Suárez, 1875), 116, 206-210; Andrés Bello. Principios del Derecho de Gentes. (Lima: Casa de la

Calleja, Ojea y Compañía, 1844), 131, 337-340. 788 El Mercurio (Valparaíso), 28 de noviembre de 1865, No 11514; El Mercurio (Valparaíso), 8 de diciembre

de 1865, No 11523; El Ferrocarril (Santiago), 29 de noviembre de 1865, No 2094. 789 Carta Credencial del Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile en el Perú, 2 de diciembre

de 1865, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible

en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 863. 790 Tratado de alianza ofensiva y defensiva entre las Repúblicas de Chile y Perú, 5 de diciembre de 1865, El

Araucano (Santiago), 1 de febrero de 1865.

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250

Este tratado de alianza fue el inicio para establecer la unión de las Repúblicas del Pacífico

sudamericano. El americanismo recibió un nuevo empujón tras la declaratoria de guerra entre

Chile y España, suceso inédito desde el fin del periodo independentista. Ese sentimiento hizo

que las controversias internacionales se postergaran para hacer frente a la amenaza común.

El americanismo, en sus dos componentes, el identitario y la solidaridad se modificaron. Por

una parte, la identidad republicana americana, se fortaleció alrededor de un discurso anti-

hispánico. Por otro lado, la solidaridad se concretó a partir de la unión, esta vez militar, frente

a la amenaza que suponía la corona española a la independencia, soberanía y el

republicanismo americano. Si bien ninguno de estos elementos estuvo realmente amenazado

en el Pacífico sudamericano, los antecedentes de Santo Domingo y México hacían que los

políticos y la opinión pública de la región lo vieran de esa manera.

La firma del tratado de alianza fue celebrada en Chile. Por ejemplo, el diario liberal El

Mercurio de Valparaíso celebraba la iniciativa de promover la alianza del Pacífico:

Esta alianza, que descansa en la defensa de los intereses más caros para los pueblos

americanos, que tiene en mira asegurarles una suerte y un porvenir comunes, y que les

permitirá recoger unidos glorias y triunfos en la guerra, dará más abundantes y ricos frutos

en la paz, puesto que tiende a hacer práctica y verdadera esta célebre doctrina: La América

para los americanos.791

Además de celebrar el tratado entre el Perú y Chile, El Mercurio sugería que, ante el repliegue

de los Estados Unidos en sus asuntos internos, esa alianza debía poner en práctica los

principios de la Doctrina Monroe, defraudados tras el inicio de la Guerra Civil

estadounidense.

El tratado de alianza, luego de su firma, fue ratificado por los Gobiernos chileno y peruano,

y el 12 de enero de 1866. Desde ese mismo día el Ministerio de Relaciones Exteriores

peruano envió notas a sus diplomáticos en Colombia, Ecuador y Bolivia para que buscaran

la manera de extender a esos Gobiernos la invitación para adherirse a la alianza peruano-

791 El Mercurio (Valparaíso), 28 de enero de 1865, No 11568.

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251

chilena contra España.792 Chile hizo lo propio y envió un representante a Bolivia para

convencer al Gobierno de Melgarejo de que se adhiriera a la alianza.793 Los cambios de

Gobiernos en esos países, justo antes de la firma de la alianza, jugaron un rol importante en

el delineamiento de la política internacional, con respecto a la región.

En Ecuador, el recién conformado Gobierno de Carrión recibió al Ministro Plenipotenciario

peruano, José Luis Quiñones, con quien entró en discusiones sobre la adhesión de su

Gobierno en la alianza peruano-chilena.794 El principal argumento que esgrimía el enviado

del Perú para la adhesión de todas las Repúblicas del Pacífico sudamericana era que España

estaba atacando la independencia, la soberanía y las instituciones democráticas arraigadas en

el continente.795 Estos argumentos, además de la nota del Ministro peruano Pacheco, fueron

bien recibidos por el Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Manuel Bustamante,

quien entendió que la causa de Chile y el Perú eran la causa de América, por lo que pensaba

que era menester promover la unión en defensa de la seguridad de las Repúblicas amigas.796

El Gobierno ecuatoriano era partidario de hacer parte de la alianza del Pacífico sudamericano,

aunque no contaba con los medios materiales para hacer la guerra. Quiñones, entonces,

ofreció algunas subvenciones, con lo que se ajustó la entrada del Ecuador a la alianza.797 La

entrada a ella fue celebrada por el Plenipotenciario peruano, quien le recomendó a

792 De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores, a Manuel Luque, Ministro Plenipotenciario del Perú

en los Estados Unidos de Colombia, 12 de enero de 1866, Catálogo de documentos sobre la Guerra de las

Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 1123; de Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores, a Jorge Luis Quiñones, Ministro

Plenipotenciario del Perú en Ecuador, 13 de enero de 1866, Documento No 1124; de Toribio Pacheco, Ministro

de Relaciones Exteriores, al Ministro Plenipotenciario del Perú en Bolivia, 19 de enero de 1866, Documento

No 1125. 793 La Época (La Paz), 18 de marzo de 1866 No 2717. 794 Recepción del Ministro Plenipotenciario del Perú, José Luis Quiñones, por el Presidente peruano, Jerónimo

Carrión. 26 de enero de 1866, El Nacional (Quito), 28 de enero de 1866, No 214. 795 El Nacional (Quito), 10 de febrero de 1866, No 216. 796 De Manuel Bustamante, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Toribio Pacheco, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 7 de febrero de 1866, El Nacional (Quito), 10 de febrero de 1866, No 216. 797 De José Luis Quiñones, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, a Toribio Pacheco, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 15 de febrero de 1866, (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra

de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 1123;De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores, a Jorge Luis Quiñones, Ministro

Plenipotenciario del Perú en Ecuador, 13 de enero de 1866, Documento No 1210.

Page 257: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

252

Bustamante aumentar el ejército, al menos a cuatro mil hombres; resguardar los ríos y

puertos; e impedir que la Escuadra, que bloqueaba los puertos de Chile, se proporcione en

los del Ecuador agua, víveres, carbón de piedra y cuanto necesite para sostenerse. Para llevar

a cabo sus compromisos, el Gobierno peruano facilitaría al ecuatoriano, por medio de

subvención, artículos de guerra y dinero, que serían devueltos inmediatamente cesara la

necesidad.798

La posición del Gobierno de Carrión, respecto a la unidad americana, contrasta con la del

Gobierno garciano al respecto. Pese a que García Moreno envió un Plenipotenciario al

Congreso americano de 1864, no lo hizo basado en sentimientos americanistas. Vicente

Piedrahita fue a Lima con el interés por promover la discusión del conflicto limítrofe de su

Gobierno con el del Perú y, además, con el propósito de atraer las opiniones de los asistentes

a favor del Ecuador y en contra del Perú.799 El Gobierno garciano privilegiaba los asuntos

internos sobre los externos y, además, buscó sacar ventaja en el escenario regional mediante

su participación en el Congreso americano. Con respecto al Gobierno de Carrión no se puede

decir que no haya priorizado los intereses internos, pero entendía la importancia de adherirse

a la alianza para afrontar lo que los Gobiernos del Pacífico veían como una amenaza. Carrión

y el Ministro Bustamante expresaron que ellos entendían que las acciones de la escuadra

española en el Pacífico eran una amenaza contra la independencia, soberanía y las

instituciones democráticas en Sudamérica. Carrión comprendió que lo que ocurría en Chile

798 De José Luis Quiñones, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, a Manuel Bustamante, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 21 de febrero de 1866, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del

Ecuador (AMREE), Carpeta B.36.2, Comunicaciones recibidas de la Legación del Perú en Ecuador II, SF. Los

elementos de guerra y el dinero prometidos fueron enviados el 13 de marzo de 1866. En total fueron 1,000

rifles, cuatro cañones y 50,000 soles, De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a

Domingo Santamaría, Ministro Plenipotenciario de Chile en el Perú, 13 de marzo de 1866, (ADMREP),

Catálogo de documentos sobre la Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a

s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 1123 ;De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones

Exteriores, a Jorge Luis Quiñones, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, 13 de enero de 1866,

Documento No 1206. 799 De Pablo Herrera, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a Juan Antonio Ribeyro, Ministro de

Relaciones peruano, 9 de mayo de 1864, en AMREE, Carpeta A.22.3. Comunicaciones recibidas de la

cancillería del Perú III, ff 95-97; De García Moreno a Felipe Sarrade, 26 de noviembre de 1864, en Wilfrido

Loor. Cartas de García Moreno. 1862-1867. (Quito: Editorial ecuatoriana, 1966), 263.

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253

podría ocurrir en las costas ecuatorianas. En el conflicto peruano-español, Ecuador también

se había declarado neutral y decretó el carbón como contrabando de guerra.800

En Bolivia, por otra parte, la victoria definitiva de Melgarejo trajo cierta estabilidad interna,

lo que hizo que ese Gobierno pudiera atender tanto los negocios internos como los

internacionales con más cuidado. El Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, Mariano

Donato Muñoz, ofreció toda la cooperación, de la que su país fuera capaz de brindar, “para

considerar común el conflicto internacional” y compartir las victorias o derrotas “que

igualmente fueron comunes en la gloriosa lucha de los quince años, coronada en los

inmortales campos de Ayacucho.”801 Este ofrecimiento de cooperación fue hecho pese a los

reparos que el Gobierno boliviano tenía sobre la política peruana y chilena. Por un lado, el

Gobierno peruano había perjudicado a Bolivia suspendiendo los proyectos de un ferrocarril

entre Puno (ciudad fronteriza entre ambos países) e Islay y el establecimiento de vapores en

el lago Titicaca; sin embargo, para los intereses bolivianos era más importante que el

conflicto en el Pacífico cesara pronto.802 Por otro lado, las diferencias limítrofes con Chile,

sobre la bahía de Mejillones, habían causado el rompimiento de relaciones entre ambos países

y una declaratoria de guerra que no se llevó a cabo. Estas circunstancias, aunque importantes,

fueron opacadas por la “causa americana” y la defensa de la seguridad e independencia de

las Repúblicas sudamericanas, por lo que el Gobierno boliviano se puso de su lado.803 El

americanismo y los recuerdos de las victorias patriotas en la época independentista fueron

factores decisivos para la adhesión boliviana a la alianza, confirmada el 10 de febrero de

1866 por el Ministro Muñoz.804 Como compromiso adquirido, el Perú envió a La Paz mil

800 Discurso de Jerónimo Carrión recibiendo al Ministro Plenipotenciario del Perú, 26 de enero de 1866, El

Nacional (Quito), 28 de enero de 1866, No 214. 801 De Mariano Donato Muñoz, Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, al Ministro Plenipotenciario de

Bolivia en el Perú, 30 de enero de 1866, La Época (La Paz), 22 de febrero de 1866, No 2696. 802 La Época (La Paz), 17 de febrero de 1866, No 2692. 803 La Época (La Paz), 19 de febrero de 1866, No 2693. 804 De Mariano Donato Muñoz, Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, a Toribio Pacheco, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 10 de febrero de 1866, La Época (Quito), 8 de marzo de 1866, No 2708.

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254

quinientos rifles y dos cañones rayados, en caso que hubiese un desembarco español en el

continente.805

El único diario que circulaba en ese momento era La Época de La Paz, que estaba alineado

con los intereses de Melgarejo. Ese periódico paceño celebraba la alianza del Pacífico y que

gracias a ella se hubieran reunido de nuevo las nacionalidades americanas que habían

permanecido dispersas luego de alcanzar su independencia.

Mas después de cuarenta años de independencia; después de mil peripecias por las q’ han

pasado los diferentes Estados soberanos, en que el Continente ha tenido que subdividirse;

después de cuestiones internacionales sangrientas y enojosas; después que cada nación ha

tomado un carácter distinto, ha contraído hábitos de vida más o menos especiales; después de

que se han creado, en mayor o menor escala, eso que se llama los intereses propios de un

pueblo, de una nación; después que hemos pasado por diversos y largos periodos de

separación más o menos absoluta, ya que no de guerra enconada; después de todos esos

fenómenos que donde quiera, en las familias, tribus o estados originan algo de egoísmo, de

individualidad… hallar todavía vivos y palpitantes los recuerdos, las ideas y los sentimientos

del pasado; encontrar un solo pensamiento, una sola voz, un solo eco desde el Istmo, y desde

más allá también del Istmo, hasta el cabo de Hornos; sentir que en todas partes late una misma

fibra, se respira un mismo aliento… eso no tiene explicación todavía en el idioma de la

diplomacia europea; eso no se podía ver sino en América, al lado de los fenómenos más

magníficos y sorprendentes de la naturaleza.806

Asimismo, La Época exponía que la alianza del Pacífico facilitaría el asentamiento del

republicanismo en la región:

la alianza de Chile, Perú, Bolivia y el Ecuador es la prenda de la paz sólida y duradera que

cimentamos para el porvenir. La cuádruple alianza es la base de la realización definitiva de

805 De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Domingo Santamaría, Ministro

Plenipotenciario de Chile en el Perú, 13 de marzo de 1866, (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la

Guerra de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a

s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf, documento No 1123. 806 La Época (La Paz), 2 de marzo de 1866, No 2703.

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255

las instituciones democráticas que aún no se han planteado sólidamente en las repúblicas

nuevas.807

En ese sentido, unas de las consecuencias de la adhesión boliviana a la alianza peruano-

chilena fue la renovación de las relaciones entre Chile y Bolivia. Para que ellas se pudieran

restablecer, Melgarejo derogó el decreto del 5 de junio de 1863, por medio del cual Bolivia

le declaraba la guerra a Chile.808 El 11 de marzo de 1866, Juan Ramón Muñoz fue a Santiago

como Ministro Plenipotenciario boliviano y ratificó la adhesión de su país a la alianza

sudamericana.809 Por su parte el Gobierno chileno acreditó a Aniceto Vergara Albano, como

Ministro Plenipotenciario ante el Gobierno boliviano, con el fin de entablar buenas relaciones

con ese gobierno. Como resultado de la gestión de Vergara, el Gobierno boliviano autorizó

a su Plenipotenciario a Santiago para firmar un tratado limítrofe. El Tratado de Medianería,

como fue conocido, estableció como límite entre Bolivia y Chile el paralelo 24° y, además,

ambas partes estipularon un co-dominio y la repartición de ganancias por explotación

guanera entre los paralelos 23° y 25°.810 Con este tratado se calmó, momentáneamente, el

diferendo limítrofe entre ambos países.

Ya estaba asegurada, entonces, la adhesión de Bolivia y Ecuador a la alianza para enfrentar

a la escuadra española. Si bien la capacidad marítima de estos nuevos miembros era débil y

su erario era frágil, sirvieron como apoyo moral a los Gobiernos chileno y peruano. Además,

esos Gobiernos cerraron sus puertos a las naves españolas, evitando que se pudieran abastecer

de víveres o carbón, precarizando la situación de la escuadra.811 Pese a que la situación de

guerra parecía tornarse halagüeña, a la alianza del Pacífico sudamericano le faltaba un

miembro por adherirse: los Estados Unidos de Colombia.

807 La Época (La Paz), 21 de marzo de 1866, No 2720. 808 Decreto Presidencial del 10 de febrero de 1866, La Época (La Paz), No 2704. 809 Ricardo Aranda (Comp.) Colección de los tratados convenciones y capitulaciones, armisticios y otros actos

diplomáticos y políticos celebrados desde la independencia hasta el día, Vol II. (Lima: Imprenta del Estado,

1890)323-325; El Araucano (Santiago), 22 de marzo de 1866, No 2933. 810 Jaime Eyzaguirre. Chile y Bolivia. Esquema de un proceso diplomático. (Santiago, Zig-Zag, 1963), 34;

Fellman Velarde, Historia de Bolivia, 172. 811 El Mercurio (Valparaíso), 11 de abril de 1866, No 11627.

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256

Iniciando 1866, el peruano Manuel Luque viajó a Colombia como Encargado de Negocios

de su país con la tarea de persuadir al Gobierno colombiano de adherirse a la alianza peruano-

chilena. Luque llegó a Santa Marta, en la costa Caribe, donde se enteró que Tomás Cipriano

de Mosquera había sido elegido Presidente, y que pronto vendría de Londres, por lo que

decidió esperar allí. La espera se prolongaba y la misión de Luque revestía de premura por

lo que el diplomático peruano decidió emprender camino rumbo a Bogotá, finalizando enero

de ese año. A su llegada a la capital colombiana, Luque se reunió con el Ministro de

Relaciones Exteriores, Santiago Pérez, quien le advirtió que no entraría en negociaciones con

el Gobierno dictatorial de Pardo, y “menos reconocerlo en el ejercicio de la plenitud de la

soberanía del Perú, mientras que su Representación nacional no se reuniera.”812 Ante esa

inesperada recepción, a Luque no le quedó de otra que aguardar por la llegada de Mosquera,

de quien esperaba otra posición.

Ya en marzo de 1866, la posición frente al Gobierno de Pardo cambió, fue reconocido por

las autoridades colombianas, pero la posición del Gobierno saliente no se modificó. El

Ministro Pérez entendía de la importancia de la misión de Luque, sin embargo,

la situación interna del país, la nulidad de sus recursos marítimos, el estado deficiente de su

tesoro y el próximo término de su periodo constitucional, eran motivos, más que suficientes

para impedir, el que por ahora, los Estados Unidos de Colombia asumiesen otra actitud

distinta; pero sin que por ello se excusase su Gobierno de hacer los más fervientes votos y

manifestar todas sus simpatías en favor del Perú y que por el buen éxito de la contienda que

se le había lanzado.813

A Colombia llegaba información de la conformación de la alianza y el inicio de las

hostilidades contra la flota española. En Bogotá, El Tiempo enaltecía la conformación de una

alianza en el Pacífico:

812 De Manuel Luque, Encargado de Negocios peruano en los Estados Unidos de Colombia, a Toribio Pacheco,

Ministro de Relaciones Exteriores peruano (AMREP), 17 de febrero de 1866, Archivo del Ministerio de

Relaciones Exteriores peruano Caja 162, Carpeta 1 ff 1-9. 813 De Manuel Luque, Encargado de Negocios peruano en los Estados Unidos de Colombia, a Toribio Pacheco,

Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 3 de marzo de 1866, AMREP Caja 162, Carpeta 1 f 18.

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257

Hoy comienza una nueva era para las repúblicas latinas. Ellas van a renovar la epopeya

inmortal de su gloriosa independencia. Ellas van a probar a su antigua metrópoli que son

dignas de la libertad conquistada, y que no han sido estériles para su engrandecimiento

cuarenta años de emancipación política. No tenemos ya, es verdad, los grandes caudillos que

nos condujeron a la victoria; pero Bolívar, Sucre, Flores, San Martin, O`Higgins, Lamar, y

tantos otros héroes de nuestra independencia nos miran desde el cielo con orgullo, como el

Inca Huaynacapae a las huestes republicanas en el canto de Junín, esta liada de nuestra guerra

magna. Ellos nos entusiasman y electrizan con su aliento y ellos vaticinan, como el inca

esclarecido, que sobre el cadáver de león ibero batirá en breve el cóndor de los Andes sus

triunfantes alas.814

Sin embargo, en el mismo artículo se comparaba la acción decidida del Gobierno ecuatoriano

para aliarse contra España, mientras que, en los Estados Unidos de Colombia, la misión del

Encargado de Negocios peruano no había logrado convencer al Gobierno colombiano de

adherirse al tratado de alianza del Pacífico. El articulista sentenciaba: “en espíritu americano

el presidente señor Carrión ha probado ser superior al presidente señor Murillo.”815 Pese a la

negativa del Gobierno de Murillo Toro, la noticia de cada triunfo de la alianza era celebrado

en Colombia, donde la opinión pública profesaba el sentimiento unionista, que no era

respaldado por el gobierno.816

Luque seguía esperando a Mosquera quien se demoraba en Europa por diversos motivos.

Entre estos motivos sobresale la negociación y compra del vapor Rayo con destino al Perú.

Ese Gobierno no podía comprar vapores a países neutrales, pero el Presidente electo hizo la

negociación, que no apareció como oficial del gobierno colombiano, sino como una

transacción privada de Mosquera, a pesar de haber intervenido en ella el Secretario de

Hacienda colombiano, Francisco Agudelo. Este no fue el único acto de americanismo del

viejo prócer colombiano. En 1866, por petición de su yerno, Pedro Alcántara Herrán,

814 El Tiempo (Bogotá), 14 de marzo de 1866, No 430. 815 El Tiempo (Bogotá), 14 de marzo de 1866, No 430. 816 Varios colombianos viajaron al Perú como voluntarios en la guerra contra España, entre ellos sobresale el

coronel José Cornelio Borda, que murió en el bombardeo al Callao. Eduardo Contreras Villamizar. Rasgos

biográficos de José Cornelio Borda Sarmiento: héroe colombiano sacrificado gloriosamente en el memorable

sitio del Callao el 2 de mayo de 1866. (Bogotá: Imprenta departamental, 1945).

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258

Mosquera permitió que buques de guerra chilenos portaran el pabellón colombiano para

evitar inconvenientes en su viaje desde los Estados Unidos hasta el Pacífico sudamericano.

Mosquera, apoyado en su americanismo, argumentaba que ante esas peticiones no podía

mostrarse neutral.817

Mosquera al fin llegó a Bogotá en mayo de 1866. Luque estaba animado por su reunión con

Mosquera, esperando que el Presidente colombiano diera el visto bueno a la adhesión a la

alianza del Pacífico sudamericano. Sin embargo, sus ilusiones fueron defraudadas. Mosquera

expresó a Luque que en caso de que Colombia se adhiriera a la alianza, el paso siguiente sería

la declaratoria de guerra a España, la que por falta de recursos marítimos y de todo

armamento en sus puertos, no podía hacerse efectiva, ni aun rechazarse las agresiones que

sobre sus costas y puertos del Atlántico pudieran hacer las Escuadras españolas en Cuba y

Puerto Rico. Además, continuaba Mosquera, el erario del país estaba raquítico y la situación

interna estaba lejos de ser estable.818 Por su parte, la opinión pública condenaba el que

Colombia no se hubiera adherido a la alianza, mostrando una ruptura entre ella, tanto con los

Gobiernos de Murillo Toro y Mosquera:

Ya no puede haber más vacilación por parte de Colombia. Su indiferencia, a vista de lo que

está pasando en el Pacifico, es casi un crimen; y si a los diputados del pueblo no les hierve

en las venas la sangre patriota, saturada con la santa indignación de la libertad que hoy

profanan inicuos mercenarios, la sociedad entera debía convocarse en todos los centros de

población, y dar el grito de alianza, en seguida el de guerra, y últimamente el de muerte. Si,

que el espíritu vigoroso de este pueblo inspire a sus delegados, o que pase sobre ellos si se

creen impotentes para salvar el honor nacional, que es el mismo del Perú y de Chile, del

Ecuador y de Bolivia.”819

Las decisiones americanistas tomadas por Mosquera en suelo europeo generaron duras

críticas por parte de sus contradictores en el país. Mosquera fue criticado por sus opositores

817 Diego Castrillón Arboleda. Tomás Cipriano de Mosquera (Bogotá: Planeta, 1994), 582-591; Marco Palacios

y Frank Safford [2002]. Historia de Colombia. País fragmentado, sociedad dividida. (Bogotá: Universidad de

los Andes, 2012), 332. 818 De Manuel Luque, Encargado de Negocios peruano en los Estados Unidos de Colombia, a Toribio Pacheco,

Ministro de Relaciones Exteriores peruano, 17 de febrero de 1866, AMREP Caja 162, Carpeta 1 ff 98-102. 819 El Tiempo (Bogotá), 16 de mayo de 1866, No 439

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259

porque consideraban que el permiso dado para que barcos chilenos navegaran con la bandera

colombiana conducían a declararle la guerra a España y a entorpecer las relaciones con Gran

Bretaña y Estados Unidos. Con la llegada de Mosquera a Bogotá y bajo esas circunstancias,

los radicales y conservadores optaron por un pronunciamiento militar en Antioquia y

Santander; sin embargo, el Presidente colombiano se adelantó a esta situación, apresó a los

conspiradores y frustró sus propósitos. Esto encendió aún más la conspiración y el 23 de

mayo de 1867 se hizo efectiva la detención del Presidente en su lecho, mientras dormía.820

La misión de Luque en los Estados Unidos de Colombia terminó sin la adhesión de ese país

a la alianza del Pacífico, quedando en ella, entonces, Chile, Perú, Ecuador y Bolivia,

enfrentados contra la Escuadra española.

5.3.2 Guerra, bombardeos y fin de la crisis

La alianza tuvo muy poco de marítima y militar y mucho de apoyo moral, aunque el cierre

de los puertos resultó bien importante en el desarrollo de las confrontaciones navales. Los

únicos países que contaban con alguna fuerza naval eran Chile y Perú, aunque en evidente

desventaja frente a la escuadra española, que estaba pronta a recibir refuerzos de Cádiz.821

Tras el suicidio del Almirante Pareja, Casto Méndez Núñez había sido nombrado comandante

general de la escuadra y su primera decisión fue reducir el bloqueo a Valparaíso y Caldera

ya que la costa chilena era muy extensa y, además, los españoles habían demostrado que esos

dos puertos eran los de más importancia en Chile.822 Esa decisión, además de facilitar el

trabajo para la escuadra, también hacía más sencillos los movimientos militares de la flota

aliada. Aun cuando las naves españolas poco se movían de los puntos de bloqueo, las

confrontaciones fueron muy pocas, en las que la escuadra aliada atacaba y huía o se

820 Castrillón, Mosquera, 598-600. 821 El Ministerio de Marina español ordenó que la goleta Almansa, la goleta Wad-Ras y urca Trinidad con rumbo

al Pacífico para reforzar la Escuadra que se encontraba allí. Real Orden del 11 de diciembre de 1865, en

Documentos relativos a la campaña del Pacífico, III, 175. 822 Edwards Bello, El Bombardeo de Valparaíso, 76-77.

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260

resguardaba en las agrestes costas chilenas.823 El encuentro que estuvo más cercano a una

confrontación marina tuvo lugar al sur de Chile, cerca de Chiloé.

El lugar exacto de la escaramuza fue en la isla de Abtao, donde la flota de la alianza del

Pacífico había dispuesto un apostadero. Ese lugar fue escogido por su difícil acceso; de

hecho, la fragata peruana Amazonas naufragó intentando navegar por los estrechos canales

que servían como única entrada y protección para la entrada a la bahía. Las naves estaban

dispuestas en forma de herradura, concentrado su artillería en la boca de los canales a la

espera de la Escuadra española. Las Fragatas Villa de Madrid y Blanca salieron de

Valparaíso, con rumbo sur, para explorar las costas chilenas. Dentro de su camino recibieron

información que la flota de la alianza estaba apostada en la isla de Abtao. Ni Méndez Núñez,

ni otro oficial español conocía las rutas ni sus peligros y se aventuraron a encontrarlos,

buscando una confrontación directa, comprendiendo la superioridad de las naves españolas

frente a las de las Repúblicas americanas. Las columnas de humo de la flota de las naves de

la alianza se veían a lo lejos. Los americanos querían llamar la atención de los españoles para

que fuesen a buscarlos. Lo lograron y las fragatas españolas se adentraron en un camino lleno

de arrecifes que les dificultaba maniobrar, solo para encontrarse con una flota armada y

dispuesta a destruirlas. El combate se sostuvo por poco más de una hora y media. Las balas

iban y venían, pero sin dar en el blanco. Al trascurrir ese tiempo, Méndez Núñez supo que

cualquier esfuerzo por destruir a su enemigo iba a ser infructuoso. El Comandante ordenó

detener el fuego y salir de esa boca de canal lo más pronto posible, antes de que cayera la

noche.824

Ambas partes exageraron los hechos, mostrando sus actos como victoriosos. Por un lado, de

parte de los americanos afirmaban que su flota había repelido a los españoles y les habían

hecho huir, pese a que las naves de la alianza americana estaban ancladas; también afirmaban

823 Edwards Bello, El Bombardeo de Valparaíso, 90-91. 824 Parte del Comandante Williams Rebolledo al Ministro de guerra chileno, 15 de febrero de 1866, El

Ferrocarril (Santiago), 22 de febrero de 1866, No 3166; De Casto Méndez Núñez, Comandante general de la

Escuadra del Pacífico, a Juan Zabala de la Puente, Ministro de Marina español, 16 de febrero de 1866, en

Documentos relativos a la campaña del Pacífico, 183-187.

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261

que los españoles no tenían suficiente pericia para navegar y menos para enfrentar a los

marinos de la alianza.825 Por otro lado, Méndez Núñez informó a su Ministro de marina que

las balas de las fragatas españolas habían dañado las naves americanas de manera

significativa y que el comportamiento suyo y de sus marinos era digno de resaltar. El

enfrentamiento, en realidad, no tuvo resultado de ninguna clase, tuvo mínimos perjuicios

materiales y en total dejó diez heridos y dos peruanos muertos. 826

La Escuadra española hizo otra expedición al sur, pero la agreste geografía chilena le impedía

navegar con tranquilidad. Al volver de una de esas expediciones, a mediados de marzo, los

españoles se encontraron con una escuadra norteamericana al mando del Comodoro Rodgers.

invitó a Méndez Núñez a que pasara al monitor, donde almorzaron y discutieron el conflicto

entre España y las Repúblicas del Pacífico sudamericano. El Comodoro estadounidense se

mostró interesado en el fin del conflicto, también le expresó al oficial español que se reuniría

con el Ministro Plenipotenciario de su país en Santiago, Kilpatrick, para promover un arreglo

entre las partes, sobre todo para proteger los intereses de ciudadanos estadounidense en

Valparaíso. Los estadounidenses se convirtieron en intermediarios entre el Ministro

Covarrubias y Méndez Núñez.

Las posiciones chilenas y españolas eran muy distantes. Los primeros pedían que se

restituyera su honor saludando su pabellón con veintiuna balas, al que responderían. Por su

parte, los españoles requerían que el Gobierno chileno declarara que no había tenido “ánimo

ni intención de ofender a España” y, además, debía entregar de vuelta la Covadonga y a toda

su tripulación presa; por su parte, Méndez Núñez entregaría las presas chilenas que tenía.

Además, Méndez Núñez aprovechó la ocasión para volver a usar el ultimátum como medio

para ejercer presión. El oficial español declaró que, si no recibía respuesta a sus peticiones

antes del 27 de marzo, daría “un manifiesto al Cuerpo Diplomático en que señalaría un plazo

fatal para el bombardeo de Valparaíso; lanzado que fuese y cumplido su plazo principiaré

825 El Ferrocarril (Santiago), 22 de febrero de 1866, No 3166; El Mercurio (Valparaíso), 3 de marzo de 1866,

No 11598. 826 De Casto Méndez Núñez, Comandante general de la Escuadra del Pacífico, a Juan Zabala de la Puente,

Ministro de Marina español, 16 de febrero de 1866, en Documentos relativos a la campaña del Pacífico, 187.

Page 267: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

262

mis operaciones.”827 El Ministro chileno rechazó las peticiones de Méndez Núñez, sobre todo

la referente a la devolución de la Covadonga. Covarrubias respondió que “un buque de guerra

capturado en buena lid no se devuelve en protocolo.”828

La intervención de los diplomáticos estadounidenses en el conflicto hispano-sudamericano

fue estrictamente neutral, entendiendo que no podían conceder beneficios particulares a

alguna de las partes. Meses más tarde, William Seward, Secretario de Estado estadounidense,

celebró la actitud, que era el reflejo de la política neutral de su Gobierno frente a los

constantes conflictos que acaecen en el hemisferio:

Nuestra Constitución no es una Constitución imperial y no permite al Gobierno ejecutivo

comprometerse en la guerra sino después de una resolución bien considerada y detenida del

Congreso de los Estados Unidos [...] Si hay alguna cosa característica de los Estados Unidos,

y que es más prominente que cualquiera otra, es que, desde el tiempo de Washington, se han

adherido a los principios de no intervención, y han rehusado con perseverancia el buscar o

contraer embarazosas alianzas, aún con los Estados más Amigos.”829

Volviendo a la acción diplomática de Rodgers y Kilpartrick, la intervención de los

estadounidenses no surtió mayor efecto sobre el conflicto y el anuncio de bombardeo llegó a

Valparaíso, encendiendo la alarma entre otros agentes extranjeros. El manifiesto de Méndez

Núñez al cuerpo diplomático fue enviado el 27 de marzo, anunciando que el 31 de ese mes

sería bombardeado el puerto chileno; el oficial español daba tiempo suficiente para que los

habitantes no combatientes pudieran salir de la ciudad.830 Ante el anuncio del bombardeo, el

Almirante británico, Lord Denman, visitó a Méndez Núñez en la fragata Numancia. Lord

Denman intentó persuadir a Méndez Núñez de su propósito advirtiendo que su Gobierno

“reprueba la destrucción de pueblos indefensos y tomaré medidas para evitarlo.” El español

827 De Casto Méndez Núñez, Comandante general de la Escuadra del Pacífico, a Juan Zabala de la Puente,

Ministro de Marina español, 24 de marzo de 1866, Documentos relativos a la campaña del Pacífico III, 192-

198. 828 Amunátegui. El Diario de la Covadonga, 52. 829 De John Seward, Secretario de Estado de los Estados Unidos, a Judson Kilpatrick, Ministro Plenipotenciario

estadounidense en Chile, 2 de junio de 1866, El Araucano (Santiago), 17 de julio de 1866. 830 El Mercurio (Valparaíso), 28 de marzo de 1866, No 11619.

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263

no se amilanó y le respondió que cumpliría con su deber con la Reina, sin importar quien se

interpusiera.831

El día indicado como el fin del ultimátum llegó y Valparaíso estaba desierta, todos sus

habitantes habían ido a Santiago o se refugiaron en los cerros lejos de la artillería española.

El 31 de marzo, el bombardeo inició a las 8 de la mañana y fue ejecutado por cinco buques:

El blindado Numancia, las fragatas Villa de Madrid, Resolución y Blanca y la corbeta

Vencedora. Las acciones se extendieron hasta medio día y causaron importantes daños

materiales en la casa de Gobierno, las aduanas y en bodegas de comerciantes de todas las

nacionalidades.832

Durante los días siguientes al bombardeo la opinión pública chilena buscaba a quien culpar

por haber permitido que la situación con España se tornara de esa manera. El Gobierno de

Pérez fue el principal señalado. Entre los adjetivos utilizados para referirse a él están la

imprevisión, el desorden, su incompetencia, la falta de actividad y resolución mezquina de

ideas y vanidad personal. Los hechos del 31 de marzo habían colmado la paciencia del pueblo

chileno y pedía que como muestra de patriotismo, Pérez debería renunciar.833 Otros llamados

a la palestra pública fueron los diplomáticos y el Almirante británicos. Según algunos

sectores de la prensa chilena, su inactividad era muestra que el tratado tripartito de 1861834

seguía vigente y que ya no era un tratado solo contra México, sino contra todas las Repúblicas

americanas.835

La opinión pública condenó el bombardeo de Valparaíso. En Bogotá, El periódico liberal El

Tiempo calificaba el acto como “el más atroz, el más villano” y califica a España como la

nación “más infame” y que, bombardeando una plaza desprotegida, demuestra que no tiene

831 Edwards Bello, El Bombardeo de Valparaíso, 110. 832 El Mercurio (Valparaíso), 31 de marzo de 1866 (edición de la tarde), No 11619. 833 El Ferrocarril (Valparaíso), 5 de abril de 1866, No 3201; El Comercio (Valparaíso), 6 de abril de 1866, No

11624. 834 Sobre el tratado tripartita ver capítulo 1, sobre todo el apartado 1.3. 835 El Ferrocarril (Valparaíso), 6 de abril de 1866, No 3202; El Comercio (Valparaíso), 6 de abril de 1866, No

11623.

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264

honor alguno.836 En Bolivia, calificaron el hecho como una “Barbarie sin ejemplo”.837

Además el periódico oficialista La Época ubicaba el bombardeo como parte de un plan

español para ganar dinero a partir de las solicitudes de indemnizaciones “injustas” para suplir

sus necesidades, que la industria de ese país no era capaz de satisfacer.838

Tras no encontrar satisfacción a las peticiones españolas en Chile y bombardear el puerto de

Valparaíso, la escuadra española zarpó con rumbo al Callao el 14 de abril de 1866 para

castigar su adhesión a la alianza y declaratoria de guerra a la corona española. El 26 de ese

mes ya estaban frente al puerto peruano y el Gobierno peruano llamó de urgencia a su flota,

aún en aguas chilenas.839 Los Encargados de Negocios francés e italiano fueron al encuentro

de Méndez Núñez. Los diplomáticos europeos volvieron con la aceptación a la declaratoria

de guerra peruana por parte del Comandante de la escuadra española. Al día siguiente de su

arribo al Callao, Méndez Núñez envió un manifiesto al cuerpo consular residente allí, en el

que se mostraba como redentor frente a una dictadura “impuesta por las bayonetas contra la

opinión pública.” Además, el oficial español anunciaba que si el primero de mayo la

declaratoria de guerra no había cesado abriría fuego contra ese puerto. Estas palabras

generaron el efecto contrario al esperado. Todos los partidos se unieron en las labores de

aprestamiento en la fortaleza del Real Felipe para rechazar la agresión española. El Ministro

Pacheco respondió a Méndez Núñez que, para tratar el retiro de la declaratoria de guerra,

ponía como condición obligatoria el saludo a la bandera peruana y el retiro de la escuadra

española del puerto del Callao. El Comandante no aceptó, con lo que se aseguraba el

bombardeo a esta plaza del Pacífico sudamericano.840

836 El Tiempo (Bogotá), 20 de junio de 1866, 444. 837 La Época (La Paz), 13 de abril de 1866, No 2734. 838 La Época (La Paz), 30 de abril de 1866, No 2746. 839 De Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones Exteriores peruano, a Álvaro Covarrubias, Ministro de

Relaciones Exteriores chileno, 26 de abril de 1866, (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra de

las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 1230. 840 Circular del Ministro de Relaciones Exteriores peruano, Toribio Pacheco, a los agentes diplomáticos y

consulares del Perú en el extranjero, 5 de mayo de 1866 (ADMREP), Catálogo de documentos sobre la Guerra

de las Repúblicas Aliadas contra España: 1866, disponible en https://a s.rree.gob.pe/portal/catalogoradi.nsf,

documento No 1149.

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265

Al mediodía del dos de mayo la escuadra española izó su bandera de guerra. El intercambio

de balas de las naves españolas y los cañones de la fortaleza del Real Felipe duró casi cinco

horas. Las balas del Perú obligaron a la retirada de los españoles con dos naves fuera de

combate, y cerca de trescientos hombres muertos.841 Esta derrota en aguas sudamericanas fue

la última acción de la escuadra española, que luego de sepultar sus muertos y reparar las

naves, una parte emprendió camino hacia Filipinas y otra a España.842 La salida de la escuadra

española de las aguas del Pacífico sudamericano significó el fin de la guerra hispano-

sudamericana, que se caracterizó por los pocos movimientos bélicos en el mar y por el

bombardeo a dos plazas, Valparaíso sin presentar resistencia por su falta de fortificación, y

el Callao, que contaba con una fortaleza del periodo colonial, desde donde le asestaron el

golpe de despedida a la flota española.

La opinión pública peruana celebró la victoria del dos de mayo poniendo énfasis en que con

ella se defendía a la América republicana y acababan con los planes españoles en la región:

La América republicana debe estar altamente satisfecha por ese feliz suceso, que añadiendo

un nuevo floron á su corona cívica y a las glorias de su independencia, destruye para siempre

el poder y la influencia de la antigua metrópoli sobre las repúblicas del continente que de hoy

más, no sufrirán más impunemente los ultrajes del poderoso ni callarán ante las bocas de

cañones.843

En Bolivia también celebraron el fin de la “segunda guerra de independencia”,844 con la que

se ponía fin a la amenaza monárquica en América. Además, esa misma victoria amenazaba,

según el articulista, los tronos europeos que ya no correspondían a la realidad de esos

tiempos.845 En Chile también celebraron el triunfo de los peruanos y el que esa victoria

841 Diario de Navegación del Teniente de navío Miguel Liaño Fernández, 2 de mayo, en Documentos relativos

a la campaña del Pacífico, III, 207-213. 842 Informe de Juan Bautista Antequera, Comandante de la Numancia, a Casto Méndez Núñez, 8 de septiembre

de 1866, Documentos relativos a la campaña del Pacífico, 246-247; Pedro Novo-Colson. Historia de la guerra

de España en el Pacífico. (Madrid: Imprenta de Fortanet, 1883), 433-475. 843 La Bolsa de Arequipa, 17 de mayo de 1866, No 320. 844 La Época (La Paz), 14 de mayo de 1866, No 2756. 845 La Época (La Paz), 21 de mayo de 1866, No 2761.

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hubiera “vindicado al republicanismo”.846 Por su parte, en Colombia festejaron la “valentía”

de los peruanos, que había significado la expulsión de los españoles y la apertura de las

puertas para relaciones cordiales y de progresos entre todos los países de la región.847

El fin de la guerra que había logrado reunir en alianza a cuatro países sudamericano, la

pregunta era sobre la continuidad y finalidad de dicha alianza. Ella no podía diluirse hasta la

firma de un tratado de paz con España, que se demoraría en hacerse realidad. Finalizando el

mes de mayo, luego del bombardeo al Callao, se reunieron en el despacho de Pacheco

Benavente, Ministro Plenipotenciario de Bolivia, Benigno Malo, del Ecuador y Marcial

Martínez, Encargado de Negocios de Chile. La reunión fue con el objeto de discutir el

ofrecimiento del Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica para hacer la paz con

España. Los ministros Malo y Benavente hicieron énfasis en que las condiciones habían

cambiado después del 2 de mayo. La alianza debía negociar como ganadores de una guerra.848

La respuesta a la invitación de los Estados Unidos, entonces, fue positiva, con la condición

de esperar el ánimo del Gabinete español, luego de que recibiera la noticia de los hechos del

bombardeo al Callao.849

Mientras las noticias llegaban de los Estados Unidos, la idea de aprovechar la concurrencia

de la alianza para promover la unión tomaba fuerza empezó a circular. Desde la formación

de la alianza del Pacífico Lima se convirtió en su centro diplomático. El Ministro Pacheco

aprovechó esa situación para celebrar una Convención Postal entre el Perú y Chile, similar a

la firmada en el Congreso americano, y para promover un borrador de proyecto de tratado de

amistad, comercio y navegación entre las naciones aliadas.850 El Gobierno peruano pensaba

846 El Mercurio (Valparaíso), 15 de mayo de 1866, No 11657. 847 El Tiempo (Bogotá), 29 de agosto de 1866, No 454. 848 Memorandum de una conferencia en el despacho del Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, 28 de mayo

de 1866, AMREE, A.22.3. comunicaciones recibidas de la cancillería del Perú III, ff 155-156. 849 Respuesta colectiva, sin carácter oficial. Que los representantes de Chile, Bolivia y Ecuador, dan a la nota

del mismo género, que se ha servido pasarles el Excmo Sor Harvey, Enviado Extraordinario de los Estados

Unidos de Norte América en esta República, 29 de mayo de 1865, AMREE, carpeta C.35.7 Comunicaciones

recibidas de la legación del Ecuador en Perú, SF. 850 El Araucano (Santiago), 1 de octubre de 1866, No 2943. El Plenipotenciario chileno, además firmó

Convenciones de la misma naturaleza con Ecuador y Bolivia. Memoria que el Ministro de Relaciones Exteriores

presenta al Congreso Nacional de 1866, 20 de diciembre de 1866, No 3009.

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267

que los tratados del Congreso americano eran muy generales y, por tanto, de difícil

aplicación.851 El Gobierno chileno estaba de acuerdo con la celebración de un tratado de esa

naturaleza. El Ministro Covarrubias expresó que la firma de un tratado que fortaleciera la

alianza podría “presagiar la unión de toda la América de nuestro mismo origen, y que nos

hemos esforzado y nos esforzaremos siempre hasta esos anchos límites.”852 Por su parte, el

Gobierno del Ecuador era más reacio a este tipo de tratados. El Plenipotenciario Malo decía

que era imposible unificar las exigencias y realidades de cada uno de los países de la alianza;

por ejemplo, decía Malo, el principal problema de su país era con referencia a los altos cobros

en las aduanas peruanas, cuestión que se podría solucionar con un tratado bilateral entre

ambos países.853 El proyecto de tratado no pasó las negociaciones y la idea de unión

americana a través de la alianza del Pacífico volvía a ser engavetada.

Paralelo a las negociaciones del proyecto de tratado peruano, el Presidente colombiano,

Tomás Cipriano de Mosquera, fiel a su idea americanista, invitó a los países de la alianza

para intercambiar los tratados celebrados en el Congreso americano de Lima, antes de 1867,

plazo máximo estipulado en dicha reunión. Continúa Mosquera diciendo que los sucesos

acontecidos entre España y las Repúblicas del Pacífico sudamericano hacía urgente una

nueva reunión de Plenipotenciarios.854 La respuesta de los mandatarios fueron disuasorias,

por ejemplo, el chileno José Joaquín Pérez estuvo de acuerdo con la propuesta de Mosquera,

por lo que esperaría la invitación a un nuevo Congreso de Plenipotenciarios, aunque los

tratados de 1865 no fueron enviados al Congreso para su ratificación.855 La idea de un

851 De José Manuel Suárez, Ministro Plenipotenciario del Perú en Ecuador, a Manuel Bustamante, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 3 de julio de 1866, MREE, carpeta B.36.2 Comunicaciones recibidas de la

Legación del Perú en Ecuador II, SF. 852 Memoria que el Ministro de Relaciones Exteriores presenta al Congreso Nacional de 1866, 20 de diciembre

de 1866, No 3009. 853 De Benigno Malo, Ministro Plenipotenciario ecuatoriano en Perú, a Toribio Pacheco, Ministro de Relaciones

Exteriores peruano, 7 de agosto de 1866, AMREE, carpeta C.35.7 Comunicaciones recibidas de la legación del

Ecuador en Perú SF. 854 De Tomás Cipriano de Mosquera a Jerónimo Carrión, 2 de septiembre de 1866, AMREE, carpeta a.4.4

Comunicaciones recibidas de la Cancillería de Colombia IV, ff 93-95. 855 De José Joaquín Pérez a Tomás Cipriano de Mosquera, 8 de diciembre de 1866, El Araucano (Santiago), 11

de diciembre de 1866, No 3001.

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268

Congreso americano perdió validez luego de tres intentos en que las negociaciones y tratados

fueron desechados por los Gobierno americanos.

Las experiencias de los Congresos americanos habían creado dudas en los países de la región

sobre la realidad de la unión, pero la alianza del Pacífico demostró que había posibilidad de

alinear intereses. En ese sentido, el Gobierno peruano, ya en los últimos meses de 1867, envió

una propuesta a los países reunidos en la alianza del Pacífico para fortalecerla y adaptarla a

los tiempos de paz. El Ministro de Relaciones Exteriores peruano, José Antonio Barrenechea,

resaltó el papel del pacto de alianza:

celebrado únicamente para repeler una agresión y, por decirlo así, bajo los cañones enemigos,

ha aproximado a cuatro Repúblicas que habían vivido hasta ahora en medio de la lucha o, por

lo menos, de la desconfianza. Los intereses de la guerra han estimulado los de la paz, de tal

manera, que el principio de la unión ha avanzado más en trascurso de pocos meses que

durante el medio siglo que acaba de expirar.

La experiencia que habían dejado los Congresos continentales, previos a la alianza, era que

la idea de confederación tropieza con las diversidades de cada una de las Repúblicas

americanas, que, si bien tienen miras y objetivos comunes, cuidan celosamente de su

soberanía y ven con prevención cualquier cesión de ella. Sabiendo de esas prevenciones y

teniendo en cuenta la importancia de fortalecer vínculos entre los países aliados, el Gobierno

peruano propuso que cada año, a partir del 1 de marzo de 1868, habría una asamblea de

Plenipotenciarios para ajustar el tratado de alianza, además de examinar y resolver las

cuestiones que se presenten entre los aliados, de uniformar las legislaciones políticas, civiles,

criminales, de comercio, de instrucción pública, de aduanas y de monedas. Los

Plenipotenciarios estarán encargados de “ajustar definitivamente el pacto federal y la

constitución de la alianza," con el fin de formar una entidad respetable entre el “gran cuerpo

de naciones civilizadas.”856

856 De José Antonio Barrenecha, Ministro de Relaciones Exteriores peruano a Rafael Carvajal, Ministro de

Relaciones Exteriores ecuatoriano, 18 de octubre de 1867, AMREE, carpeta A.22.3. comunicaciones recibidas

de la cancillería del Perú III, ff 169-173.

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269

Las respuestas a esta iniciativa peruana fue tímida, el Gobierno ecuatoriano encontraba

interesante la propuesta, pero evitó comprometerse argumentando que la decisión de asistir

a un Congreso de Plenipotenciarios es del Legislativo, pero que lo pondrían en discusión.857

La propuesta no fue enviada al Congreso y fue engavetada.

La propuesta de modificar el tratado de alianza resultó infructuosa por su naturaleza misma.

Un tratado de alianza es vigente en tiempos de guerra, cuando los intereses de los países se

alinean para mantener el balance de poder en la región; cuando la amenaza cesa, la alianza

también lo hace.858 Aunque el estado de guerra se mantenía en el Pacífico, por la falta de un

tratado de paz de la alianza con España, las acciones militares se habían reducido a cero luego

de la partida de la escuadra española en junio de 1866. En ese estado de cosas, la insistencia

del Gobierno estadounidense sobre una negociación entre España y las Repúblicas aliadas

fue oída y el 11 de abril de 1871 las partes firmaron un armisticio indefinido, que fue

debidamente ratificado y sus ratificaciones canjeadas poco después, dando fin al conflicto

hispano-sudamericano.859

La política de los países del Pacífico sudamericano se modificó después de 1871. Luego de

alcanzar una estabilidad con referencia al escenario internacional, las dinámicas del sistema

de países del Pacífico sudamericano se reiniciaron, sobre todo la lucha por el balance de

poder en el Pacífico se hizo más intensa entre Chile y Perú. El punto más delicado entre

ambas Repúblicas era su relación con Bolivia. Perú era su aliado y Chile era quien había

“usurpado su territorio”.860 Al fin, en 1879 estalló la guerra del Pacífico, cuyo resultado

cambió el balance de poder en el Pacífico sudamericano.

857 De Rafael Carvajal, Ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, a José Antonio Barrenecha, Ministro de

Relaciones Exteriores peruano, 4 de enero de 1868, AMREE, carpeta A.22.3. comunicaciones recibidas de la

cancillería del Perú III, 174-175. 858 Heffter. Derecho internacional, 206-210. 859 Novo-Colson. Historia de la guerra de España en el Pacífico, 510. 860 Robert Burr. By Reason or Force, Chile and the Balancing of Power in South America, 1830-1905.

(Berkeley, Los Angeles, London: University of Carolina Press, 1965), 119-137; Rafael Sagredo Baeza, “Guerra

y honor nacional: Chile y Perú contra España (1864–1866),” en Guillermo Palacios and Erika Pani, (Coords.).

El poder y la sangre: Guerra, estado y nación en la década de 1860. (México: El Colegio de México, 2014)

313-338.

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270

5.4 Conclusión

Durante el periodo entre la celebración del Congreso americano y la alianza del Pacífico, las

dinámicas de la política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano volvieron a su

estado antes del inicio de la crisis allí. Hubo revoluciones en Bolivia, Perú y los Estados

Unidos de Colombia y las antiguas controversias territoriales se reactivaron. El sistema de

Estados del Pacífico sudamericano tenía asuntos por resolver, pero las acciones de la flota

española en la región les impedía concentrarse en ellos. Tras la firma del tratado Vivanco-

Pareja hubo un momento de tranquilidad en la región, permitiendo que las dinámicas del

sistema de Estados se empezaran a reajustar sobre su cauce original. Sin embargo, la segunda

parte de la crisis del Pacífico alteraría una vez más esas dinámicas y la unión volvió a estar

en el centro del debate de los Gobiernos de la región.

Las acciones de la flota española en aguas del Pacífico sudamericano permitieron que la

unión americana tuviera un papel relevante de la política de los países del Pacífico

sudamericano. Aunque el desarrollo del Congreso americano generó dudas en cuanto a esa

idea, ella se mantuvo en la mente de los Gobiernos de la región. El bloqueo español a los

puertos chilenos y la declaratoria de guerra reactivaron ese sentimiento unionista que se tuvo

que adaptar a la nueva realidad que debía enfrentar. la unión militar estaba en las memorias

de los políticos como la única forma en la que varios Gobiernos se unieran contra un enemigo

común, que, para la década de 1860 era el mismo que en la de 1820: la corona española.861

La reunión de un ejército continental en la década de 1820, con soldados del Perú (para ese

momento Bolivia aún hacía parte del Perú), Chile, Argentina y la primera Colombia

(conformada por los territorios de Venezuela, Quito y la Nueva Granada) sirvió para derrotar

las fuerzas realistas del continente americano. Pese a que la reunión de ese ejército tuvo

inconvenientes, sobre todo de tipo monetario, en las memorias de los políticos de los países

del Pacífico sudamericano estaban presentes las victorias que habían alcanzado reunidos bajo

un mismo interés: alcanzar la independencia. Esta añoranza permitió la conformación de una

861 Sobre el ejército continental ver Capítulo 2, sobre todo el apartado 2.1

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271

alianza defensiva contra la corona española. Así, en 1866, Chile, Perú, Bolivia y Ecuador

conformaron la alianza del Pacífico para defender la independencia americana, obtenida

cuarenta años atrás.

Desde la declaratoria de guerra de España a Chile, el americanismo se modificó; reforzó la

identidad republicana americana, añadiéndole un componente anti-español de una manera

más fuerte que ante la toma de las islas guaneras del Perú. Asimismo, la solidaridad se hizo

más intensa en la región tras el inicio de la guerra en las aguas del Pacífico sudamericano.

En general, la opinión pública estaba alineada con la idea de formar una alianza para luchar

contra España, tal como había ocurrido en el periodo independentista. Esa unanimidad en la

acción conjunta contra la flota española se reflejó en la conformación de la alianza entre los

Gobiernos de Chile, Perú, Bolivia y Ecuador; el colombiano se abstuvo de hacer parte de

ella, yendo en contra de la opinión pública una vez más.

La alianza era bastante desigual, por un lado, estaban Ecuador y Bolivia, que no contaban

con poder marítimo y servían más como apoyo moral. Por el otro lado, Chile y Perú si

contaban con una flota naval y con algún músculo financiero que les permitió afrontar una

guerra marítima. El desenlace de la guerra fue tras los bombardeos a los puertos de

Valparaíso y el Callao. En el primero, los españoles no tuvieron resistencia alguna, mientras

que en el segundo sus naves fueron atacadas y averiadas con alguna gravedad. La salida de

la flota española de las aguas del Pacífico no solo marcó el fin de la guerra, sino el inicio de

una época en el que las dinámicas del sistema de Estados del Pacífico sudamericano se

reacomodaría y las tensiones previas a la crisis volverían a tomar relevancia, tanto en la

política interna como en las relaciones entre los países de la región. La solidaridad que

despertó la amenaza a la independencia y republicanismo americano por parte de la flota

española postergó un enfrentamiento que estaba a punto de estallar en la década de 1860, casi

que de manera simultánea con la guerra de la triple alianza (1864-1870), que enfrentó a

Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay.862 Si bien la guerra no tuvo lugar en la década

862 Sobre la guerra de la triple alianza ver Leslie Bethell. The Paraguayan War (1864-1870). (Londres: Institute

of Latin American Studies, 1996); Kraay y Whigham (dirs.). I Die with My Country. Perspectives on the

Paraguayan War, 1864-1870. (Lincoln y Londres: University of Nebraska Press, 2004); Luc Capdevila.

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272

de 1860, se postergó para finales de la década de 1870, dentro del marco de la lucha por el

balance de poder entre Chile y Perú, con excusa de los conflictos territoriales entre chilenos

y bolivianos.

“Guerra, Estado y nación en América austral en la década de 1860: La contienda de la Triple Alianza. Periferias

e identidades colectivas” en Palacios y Pani, El poder y la sangre, 199-218.

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273

Conclusiones

Partir de la presunción que hubo una crisis en el Pacífico sudamericano en la década de 1860

resulta una afirmación que requiere de gran esfuerzo para sustentar, pero afirmar que esa

crisis estuvo inserta dentro de una crisis global reta al investigador a buscar las conexiones

transnacionales para sustentar esa afirmación. Para rastrear esas conexiones, en esta tesis se

buscó ampliar la escala, escapando de explicaciones nacionalistas, para reconstruir esas

conexiones a partir de las relaciones entre las unidades políticas del Pacífico sudamericano y

entre la región con los poderes mundiales. Además, esta tesis buscó ampliar el marco

temporal, yendo hasta inicios del siglo XIX para rastrear los factores que delinearon la

política exterior americana, desde el comienzo de ese siglo, hasta la década de 1860. Con esa

ampliación de la escala, se logró rastrear las trayectorias de la lucha por el balance de poder,

principalmente entre Estados Unidos y Gran Bretaña, en Hispanoamérica, por un lado, y, por

el otro, de la idea de unión americana y su evolución a partir de la comprensión de las

amenazas que la motivaron en diferentes momentos del siglo XIX.

La trayectoria de la lucha por el balance de poder y la idea de unión hasta la década de 1860,

permitió a esta investigación explicar que el Pacífico sudamericano estuvo interconectado

con una serie de eventos de orden global que generaron una crisis en el orbe, marcada por

invasiones, rebeliones, guerras civiles, entre otras, en diferentes continentes y que esa crisis

afectó las dinámicas de la política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano. El

historiador estadounidense Don Doyle sostiene que un evento particularmente importante en

el inicio y desarrollo de esa crisis global fue la Guerra Civil estadounidense. Para sustentar

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274

la crisis del Pacífico sudamericano, esta tesis se ha adscrito a esa afirmación, pero intenta

matizar el rol de esa guerra, entendiéndola como un desencadenante de la crisis en el Pacífico

sudamericano. El inicio de la Guerra Civil en los Estados Unidos obligó al Gobierno de

Lincoln a establecer un cese a la Doctrina Monroe (América para los americanos) que, junto

con la concentración de Gran Bretaña en el sostenimiento de su imperio en Asia, dejaron un

vacío en la lucha por el balance de poder en el América, ocupado por Francia y España. La

entrada de los nuevos actores avivó el sentimiento unionista en Hispanoamérica,

principalmente por sus acciones, primero en el Caribe, donde la primera invadió México e

impuso un rey marioneta, y la segunda se reanexó Santo Domingo. Además, España envió

una flota al Pacífico sudamericano, que fue vista como una amenaza para la soberanía e

independencia de la región. El Pacífico sudamericano se convirtió en otro escenario de la

crisis global y puso en pausa las dinámicas propias de la política del sistema de Estados del

Pacífico sudamericano.

Antes de estallar la crisis en el Pacífico sudamericano, como ya se dijo, la independencia de

México y Santo Domingo se vieron atacadas por Francia y España respectivamente. Esos

ataques encendieron las alarmas en el Pacífico sudamericano y reavivaron el sentimiento

americanista, definido como la identidad continental que generó solidaridad en momentos

específicos para mantener la estabilidad en todas las secciones del continente. La opinión

pública de la región se encargó de promover ese sentimiento definiendo la identidad

americana a partir del republicanismo e inculcando la unión americana como la forma en que

los Gobiernos y los pueblos de la región como muestra de solidaridad ante la llegada de

tropas francesas, pero principalmente españolas al continente. Es importante anotar que el

americanismo sufrió mutaciones con el desarrollo de la crisis, desde lo acontecido en el

Caribe, pasando por la toma de las islas de Chincha y la declaratoria de guerra española a

Chile. Los hechos en México y Santo Domingo motivaron la creación de Sociedades

republicanas en Chile, Perú y Bolivia que actuaron de manera conjunta para demostrar la

solidaridad de esos pueblos sobre todo con el gobierno de Juárez que enfrentaba al ejército

imperial francés.

Page 280: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

275

En cuanto al sistema de Estados de la región, la definición de Robert Burr resultó útil en tanto

que establece tres condiciones para abordarlo. En primer lugar, los Estados soberanos,

pertenecientes a él intentan mantener la independencia de todos los miembros. Esto resulta

claro para el caso de los países del Pacífico sudamericano, en tanto que la respuesta ante las

posibles amenazas a la independencia y el republicanismo recibieron toda la solidaridad y

ellos mismos promovieron la unión como forma de afrontarlas. En segundo lugar, dentro de

ese sistema había una competencia interestatal. Chile y Perú se disputaban por la preminencia

en su interior, basados en la bonanza económica, principalmente. Además, la competencia

interestatal se manifestó en los distintos diferendos territoriales a lo largo de la región; esos

conflictos estuvieron a punto de estallar en una guerra generalizada desde 1859 hasta 1863.

Por último, un tercer aspecto es la reticencia por parte de los miembros a que agentes externos

al sistema buscaran modificar sus dinámicas; esto se evidencia tras la solicitud del Gobierno

ecuatoriano de establecer un Protectorado francés en ese país en 1859, duramente atacado

tanto por la prensa como por los Gobiernos del sistema, uno de los principales argumentos

era que no podría haber un elemento heterogéneo dentro del continente americano, el cual

buscaría modificar el modo de gobierno en el sistema.

La llegada de la crisis a las aguas del Pacífico sudamericano coincidió con un momento en

el que la política en los países del sistema de Estados de la región sufría un reacomodo. El

republicanismo se estaba asentando en esos países gracias a un impulso dado por la ola liberal

llegada de Europa tras las revoluciones de 1848. En la década de 1850, los diferentes

gobiernos de la región modificaron algunas de las instituciones coloniales que pervivían hasta

ese momento. Así, la esclavitud fue abolida, esos gobiernos promovieron el sufragio

universal, la eliminación de la pena de muerte por delitos políticos, la eliminación del fuero

eclesiástico y militar y algunas modificaciones fiscales, sobre todo en lo concerniente a los

impuestos indígenas y la eliminación del monopolio estatal del tabaco y aguardiente. Esas

medidas cayeron mal en algunos sectores conservadores con lo que dio inicio a una serie de

conflictos internos, entre los grupos liberales y conservadores por hacerse con el poder.

Mientras que los gobiernos liberales implementaban esas medidas, también buscaban que las

economías de sus países se insertaran de manera exitosa en el mercado global. Para ello

Page 281: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

276

promovieron misiones científicas con las que buscaron hacer conciencia del territorio en el

que cada gobierno ejercía soberanía y hacer un inventario de los recursos con los que

contaban. Durante esa década, las economías del Pacífico sudamericano efectivamente

accedieron con mayor fuerza al mercado global; hay que resaltar los casos de la harina de

trigo de Chile y el guano del Perú que tuvieron un particular éxito y redundaron en la

influencia de esos países en el sistema de Estados de la región. Además de permitir el acceso

a la economía global, las misiones también revivieron algunos conflictos limítrofes que

habían sido postergados en momentos anteriores. Entre ellos se cuentan el que enfrentaba a

Perú y Ecuador, pospuesto desde 1829 y el que confrontó a Bolivia y Chile, puesto en pausa

desde la década de 1840.

Esos conflictos territoriales mostraron que la competencia interestatal en el sistema de

Estados del Pacífico sudamericano estaba cambiando y que había la posibilidad de una

confrontación bélica de grandes magnitudes. Las relaciones entre Perú y Ecuador estaban

rotas y la tensión crecía; asimismo, la diplomacia entre Bolivia y Chile estaba suspendida e

incluso, el primero declaró la guerra al segundo en 1863. Mientras tanto, en el norte, ejércitos

de los Estados Unidos de Colombia y Ecuador se batieron en combate por aspectos de tipo

ideológico. En fin, las relaciones entre los países del sistema de Estados del Pacífico eran

frágiles y se esperaba un desenlace violento en cualquier momento. Bajo esa situación fue

que llegó la flota española a la región y desencadenó el inicio de la crisis del Pacífico

sudamericano, postergando los conflictos en la región para otro momento. La competencia

interestatal dentro del sistema de Estados del Pacífico sudamericano estaba en su punto más

alto y tuvo que detenerse por lo que ellos entendieron como una amenaza a la independencia.

La crisis del Pacífico sudamericano, como ya se dijo, está enmarcada dentro de una crisis

global, vinculada con el inicio de la Guerra Civil estadounidense, pero no exclusivamente

por ella. El Gobierno español del Ministro Leopoldo O’Donnell lanzó una política de

prestigio que buscaba reubicar a España dentro de las potencias de primer orden, desde 1858.

Dentro de esa política, las tropas españolas participaron en invasiones en la Cochinchina,

vencieron al ejército marroquí, en ambos casos buscando satisfacciones por agresiones a los

súbditos de España, también la corona se reanexó a Santo Domingo y participaron en la

Page 282: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

277

expedición tripartita (España, Francia y Gran Bretaña) a México. Asimismo, gracias a esa

política, el Gobierno español envió al Pacífico una flota, junto con una misión científica para

enarbolar el pabellón en esas aguas y demostrar los adelantos militares españoles. El

Almirante que comandaba la flota, Luis Pinzón, era un representante de sectores de la

sociedad española que estaban convencidos que la política exterior de su país debía resurgir

con fuerza en los lugares donde una vez tuvo control colonial, tal como había sido el caso en

Santo Domingo y México.

La llegada de la flota española al Pacífico causó cierto revuelo en los países de la región,

pero la crisis inició tras los eventos de la Hacienda El Talambo, en agosto de 1863. Allí un

grupo de vascongados se amotinó contra el terrateniente peruano Manuel Salcedo; en los

hechos murió un español y hubo un número indeterminado de heridos. El Almirante español,

junto con el Comisario real decidieron tomar las islas guaneras de Chincha el 14 de abril de

1864, hasta que las reclamaciones españolas fueran aclaradas. Este acto se puede considerar

como una expresión de la diplomacia de las cañoneras. Bajo ese modelo las potencias

marítimas buscaron satisfacer sus reclamaciones frente a países más débiles en todo el

mundo. Los países de la región prendieron las alarmas ante esa invasión y la calificaron como

un intento español por retomar territorios en sus antiguas colonias, y, además, esa práctica se

podría extender a todo el continente americano, amenazando el republicanismo. Esa

afirmación fue permitida por los principios mostrados por los agentes españoles tras la toma

de las Chinchas. En la circular que informaba la toma, decían que esa toma se trataba de una

“reivindicación” de los derechos de España sobre sus antiguas posesiones y que su Gobierno

no había reconocido la independencia peruana, por lo que, entonces, “la tregua continuaba

sólo de hecho”. Esos principios fueron desvirtuados por el Ministro de Asuntos Exteriores

español, Joaquín Pacheco, quien advirtió que su país, pese a que no había reconocido

formalmente al Perú, no iba a desconocer su independencia, ni la de ninguna otra República

americana. El Ministro aprobaba la posesión de las islas guaneras hasta que el Gobierno

peruano diera las explicaciones justas en el caso de El Talambo, bajo el modelo de la

diplomacia de las cañoneras.

Page 283: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

278

La opinión pública en la región también se pronunció tras la toma de las islas de Chincha,

haciendo una promoción del americanismo más intensa y con alteraciones, comparada con

la que promovían para los casos de México y Santo Domingo. Esta fue una primera mutación

del americanismo, desde su resurgimiento en la opinión pública, tras las invasiones europeas

en el Caribe. En cuanto al aspecto identitario, además de señalar al americanismo como

central en la identidad americana, la opinión pública añadió un componente anti-español en

oposición a lo que significaba ser americano. La expresión de la solidaridad también se alteró,

la, opinión pública añadió a la idea de la unión de los pueblos, la exigencia a los gobiernos

de la región para que actuaran en contra de la flota española. La opinión pública, sobre todo

la chilena y la peruana, exigían a sus Gobiernos actuar con fortaleza y que se reunieran en un

Congreso americano que actuara decididamente contra la flota española que amenazaba la

soberanía territorial americana y con ello al republicanismo americano.

La toma de las islas de Chincha marcó el inicio de la crisis del Pacífico sudamericano y los

países de la región buscaron la mejor manera de enfrentarla. Dentro de su experiencia, el

medio que habían utilizado las repúblicas americanas en momentos de crisis había sido la

unión americana. Desde inicios del siglo XIX la idea unionista había empezado a hacer

carrera entre algunos sectores patriotas en Hispanoamérica. Los principales promotores de

esa idea fueron Francisco Miranda y Simón Bolívar. El primero proponía conformar un

Congreso que reuniera todas las partes de la América española y formar una monarquía

católica. Por su parte, Bolívar decía que ese Congreso serviría como una especie de Gobierno

continental que trataría y discutiría sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las

naciones de las otras tres partes del mundo, es decir que se respetarían las soberanías internas,

pero actuaría para la política exterior del subcontinente. Ese Congreso debería ser

anfictiónico, es decir que solo debía reunir a las partes que compartían un mismo idioma,

igual religión y similares costumbres. La idea de Bolívar fue la que se impuso, también

porque él contaba con el aparato institucional de la República de Colombia, que desde 1821

se encargó de hacer realidad el establecimiento de un Congreso en el que se facilitaran las

relaciones de cooperación americanas.

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279

Antes de la celebración de ese primer Congreso había que terminar de sellar la independencia

americana. En el Perú, último bastión realista, se reunieron ejércitos procedentes de la

Provincias del Plata, Chile, Perú y Colombia, desde 1823. Si bien la reunión no se pudo

concretar en una unión militar, fue un intento importante en el que se alinearon los intereses

de todas esas unidades políticas y, de alguna manera, lograron actuar juntos, pero no en

conjunto, para erradicar el poder monárquico de Sudamérica. Esa reunión militar en el Perú

se implantó en el pensamiento de los sudamericanos como el gran éxito de la unión americana

que había logrado acabar con la opresión española en el continente. Ya con la victoria

asegurada y con el republicanismo siendo la norma común en el continente, Bolívar, siendo

Dictador del Perú, envió una invitación a todas las nuevas unidades políticas

hispanoamericanas para la celebración de un Congreso anfictiónico en Panamá, en diciembre

de 1824.

Ese Congreso fue la primera experiencia que buscó unir los intereses políticos de las

Repúblicas hispanoamericanas, sobre todo el sostenimiento de la independencia americana

frente a posibles amenazas provenientes de Europa. La convocatoria fue atendida por los

Gobiernos de Colombia, Perú, las Provincias centroamericanas y México, quienes enviaron

Plenipotenciarios para iniciar las sesiones en junio de 1826. Tras las reuniones los

representantes de esos países firmaron un tratado de unión, liga y confederación en el que

cada una de las partes se comprometía a ser salvaguarda de la independencia americana. El

tratado no fue ratificado sino por el Legislativo colombiano, en parte por el fin de la amenaza

de una posible restauración monárquica en América. Ese primer intento de unión americana

fue el ejemplo para las demás reuniones de ese tipo. En general, cuando hubo una amenaza

a la independencia, ella motivó la reunión de una Asamblea continental donde se firmaron

una serie de tratados que, al final, no fueron ratificados por los legislativos de los países

asistentes. Ese patrón se repitió en 1847, cuando el expresidente ecuatoriano, Juan José

Flores, reunió una flota conjuntamente con España para invadir el Ecuador; también se repitió

el modelo en 1856 tras la invasión de un filibustero estadounidense a Nicaragua y la

posibilidad del establecimiento de un protectorado de los Estados Unidos en las islas

Galápagos del Ecuador.

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280

Cada uno de esos intentos estuvo influenciado por una idea de unión que fue modificándose

y adaptándose a los diferentes marcos de referencia. Desde la década de 1840, a la unión

política se le añadió la unión comercial; la idea era trascender el cuidado de la independencia

y fijar los objetivos de la unión continental en el desarrollo material de las repúblicas

hispanoamericanas. Asimismo, el carácter de árbitro del Congreso fue un elemento que fue

añadido luego del Congreso de Panamá. Gracias a ese principio, se buscaba evitar conflictos

entre los países hispanoamericanos. En fin, la idea de unión y su implementación en

Asambleas continentales fue evolucionando y ya no solo se pretendía la salvaguarda de la

independencia americana, sino que también se buscaba el desarrollo del subcontinente y la

creación de un derecho público americano. La unión americana se encontró un importante

obstáculo en las soberanías nacionales. Los gobiernos de los países que firmaron los tratados

eran celosos con ella, no querían ceder su poder de decisión ante un organismo ajeno al

sistema político que habían formado en su interior.

Basado en las experiencias de los intentos de unión americana previos a la década de 1860,

el Gobierno peruano volvió a invitar a una reunión de un Congreso americano, motivado por

los sucesos en México y Santo Domingo, pero acelerado tras la toma de las islas de Chincha.

La unión americana fue la manera en que los países del Pacífico sudamericano buscaron

afrontar la crisis que amenazaba la independencia americana. Los asistentes a ese Congreso

fueron representantes de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, El Salvador y Venezuela.

El asunto de las Chinchas fue el tema principal de las reuniones, desde octubre de 1864. En

un principio, el Gobierno peruano entregó su poder de decisión al Congreso americano,

encargándole que ese organismo tomara el liderazgo y coordinara la respuesta de la región a

la crisis del Pacífico sudamericano. En diciembre de 1864, cuando el Congreso americano

seguía debatiendo la mejor forma de afrontar la amenaza española en la región, el Gobierno

peruano reasumió su soberanía. Ante esa decisión, los representantes del Congreso

Americano se dividieron, entre quienes pensaban que el objeto de la reunión se había

terminado (el de Chile, Bolivia, Perú y Venezuela), y entre quienes promovían la firma de

un tratado de unión, otro de arbitrio y dos convenciones, una postal y otra de comercio, en

pro de establecer un derecho público americano. Los tratados fueron firmados y sufrieron la

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281

misma suerte de los anteriores: ninguno fue ratificado, salvo el de unión por el Congreso

colombiano. Esos tratados, decían los congresistas, atentaban contra la soberanía nacional

por lo que no fueron discutidos.

Cuando el Perú reasumió su soberanía negoció con el Almirante español, José Manuel Pareja,

un tratado que pusiera fin a esa crisis, en enero de 1865. La firma del tratado Vivanco-Pareja

estipulaba que la flota española devolvería las islas de Chincha tras el pago de una

indemnización y luego de que el gobierno peruano recibiera un comisario regio, al que le

daría explicaciones sobre el asunto de El Talambo. Ese tratado marcó el final de la primera

parte de la crisis del Pacífico sudamericano, abriendo espacio para un periodo en el que se

empezaban a reacomodar las dinámicas de la política del sistema de Estados de la región.

Durante ese periodo, en Bolivia hubo constantes revoluciones y cambios de gobiernos; en

los Estados Unidos de Colombia hubo levantamientos conservadores en diferentes zonas

contra el Gobierno liberal; en Ecuador hubo un cambio de Gobierno, pasando de uno

conservador a uno liberal; y en el Perú una revolución, en oposición al tratado Vivanco-

Pareja, le puso fin a la Presidencia de Pezet. Las dinámicas de la política interna de los países

de la región volvieron a su cauce anterior.

En cuanto a la acción exterior en los países de la región, ella sufrió una contracción. Tan solo

el Gobierno chileno tuvo actividad para resaltar. El Ministro Plenipotenciario español allí,

Salvador Tavira, en abril de 1865, pidió explicaciones sobre la actuación del pueblo chileno

tras la toma de las islas de Chincha; hubo manifestaciones contra la corona española, tanto

en la prensa como en las calles y teatros, sobre todo en Santiago. La respuesta del Ministro

de Relaciones Exteriores chileno, Álvaro Covarrubias, versó alrededor de la imposibilidad

de su Gobierno de reprimir o castigar las opiniones y expresiones de los ciudadanos, en tanto

que en ese país ellos gozaban de libertad de expresión. Tavira aceptó la explicación y envió

su informe a Madrid. Allí el Ministro de Asuntos Exteriores, Bermúdez Castro, no estuvo de

acuerdo con esa explicación. El Ministro destituyó de su cargo a Tavira y envió poderes al

Almirante Pareja para que tomara las medidas necesarias y exigiera explicaciones

satisfactorias para la Corona. En septiembre, Pareja impuso un ultimátum al Gobierno

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282

chileno para que cambiara las declaraciones entregadas a Tavira, pero aquel no cambió sus

argumentos y declaró la guerra a España.

Con el comienzo de la guerra entre Chile y España inició la segunda fase de la crisis del

Pacífico. Esta fase se caracterizó por la alianza entre los países del Pacífico sudamericano,

salvo Colombia, y la confrontación naval. El Gobierno chileno, tras el ascenso del coronel

Pardo como Presidente del Perú, en noviembre de 1865, negoció una alianza con ese

Gobierno para hacerle frente a la flota española. La alianza fue celebrada y ambas partes se

comprometieron a extenderle una invitación al resto de países de la región (Bolivia, Ecuador

y Colombia) a unirse a la alianza. Ella fue aprobada por los Gobiernos boliviano y

ecuatoriano, más no por el colombiano, pese a la opinión pública de ese país pedía que su

Gobierno se adhiriera al tratado, el Gobierno colombiano se enfrentaba a una doble

encrucijada: no contaba con el dinero suficiente para afrontar una guerra y temía que entrar

en la alianza significara que fuera atacado por la costa Caribe. La alianza fue un intento más

por reunir los intereses de las repúblicas de la región bajo un mismo objetivo. El hecho que

ella fuera aceptada por cuatro de los cinco países del sistema de Estados se explica por la

declaratoria de guerra de Chile, que trasmitía la idea que, en caso de perder la guerra, el

republicanismo estaría en peligro como forma de gobierno, y la Corona española retomaría

el control de sus antiguas posesiones en la región.

Tras el inicio de la segunda fase de la crisis, la opinión pública mutó de nuevo y se mostró

más certera en sus ataques contra España, a la que calificaban como retrógrada, comparada

con otras potencias europeas. Asimismo, la promoción del americanismo se hizo mucho más

intensa, haciendo un llamado a la solidaridad con Chile, para repeler, lo que en los periódicos

se leía como un intento español por retomar la posesión de sus antiguos dominios en la región.

Si bien esa expresión era exagerada, ella nacía de la relación que hacían tanto políticos como

publicistas de lo que acontecía en el Pacífico con lo que había ocurrido en México y Santo

Domingo; esos hechos eran vistos como un gran plan entre esas Coronas para atacar el

republicanismo americano e imponer monarquías a lo largo del continente. La firma del

tratado de alianza, como medio para repeler la flota española de la región fue celebrada por

la opinión pública en general.

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283

La opinión pública de los países del Pacífico sudamericano estaba alineada con la idea de

formar una alianza para luchar contra España, tal como había ocurrido en el periodo

independentista. Esta alineación de intereses nos muestra la existencia de una opinión pública

americanista en la región y en ese momento específico de crisis. En general, en todos los

países, la opinión pública se encargó de promover el americanismo, tanto en su componente

identitario como en la promoción de la solidaridad frente a la amenaza del exterior. Si bien

no se podría concluir que hubo solo una opinión pública del Pacífico sudamericano, si se

puede afirmar que la idea americanista era común en toda la región.

La guerra fue afrontada por las flotas peruana y chilena, ni Ecuador ni Bolivia tenían naves

de guerra, por lo que aquellos Gobiernos brindaron su apoyo moral e impidieron que las

naves españolas atracaran en cualquier puerto del Pacífico. Las confrontaciones navales

fueron pocas, pero la prolongación del estado de guerra ponía en desventaja a la flota

española: los víveres escaseaban y la paciencia se iba perdiendo. Frente a esa situación, el

comandante de la flota española, Casto Méndez Núñez, decidió poner fin a la situación.

Méndez se enfiló hacia Valparaíso y puso un ultimátum para que el Gobierno chileno pagara

una indemnización y saludara el pabellón español, o abriría fuego contra el puerto. El

Gobierno chileno no aceptó las condiciones del español y el 31 de marzo de 1866 la flota

española abrió fuego contra una ciudad vacía y sin defensas. Tras terminar la jornada en

Valparaíso, Méndez Núñez fue al Callao a repetir la fórmula. Sin embargo, el Callao estaba

fortificado y el 2 de mayo las naves españolas recibieron importantes daños, tras lo cual se

retiraron a Filipinas. Con la salida de la escuadra española del Pacífico sudamericano marcó

el final de la crisis en la región.

Tras el final de la crisis en el Pacífico sudamericano las dinámicas de la política del sistema

de Estados de la región modificaron sus relaciones. En el interior de cada uno de esos países

hubo estabilidad política y se celebraron elecciones de manera constante. En cuanto a las

relaciones entre ellos, con la independencia asegurada, la competencia interestatal se detuvo

momentáneamente y, por ejemplo, Bolivia y Chile firmaron un tratado de medianería que

estableció como límite entre Bolivia y Chile el paralelo 24° y, además, ambas partes

estipularon un co-dominio y la repartición de ganancias por explotación guanera entre los

Page 289: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

284

paralelos 23° y 25°. La balanza de poder en el sistema se inclinó a favor del Perú tras la

jornada del 2 de mayo, pero como lo afirma el historiador Rafael Sagredo, Chile tomaría las

medidas necesarias para que la balanza de poder le fuera favorable en los años subsiguientes,

teniendo como culmen de ese proceso la Guerra del Pacífico (1879-1883).

Esta tesis se propuso mostrar que hubo una crisis en el Pacífico sudamericano que estaba

conectada con una crisis de alcance global y que esa crisis afectó las dinámicas de la política

del sistema de Estados de la región en diferentes escalas. El enfoque que se utilizó para ello

fue el de la historia transnacional, que permitió ampliar la escala y entender la manera en que

aspectos globales afectan dinámicas regionales y locales, sacando la nación del centro de la

explicación. Para ello, se buscó acceder a la mayor cantidad posible de documentos

diplomáticos, correspondencia, artículos de prensa y publicaciones de la época en toda la

región que permitieron observar las dinámicas de manera conjunta, y, así, proponer la

existencia de un sistema de Estados del Pacífico sudamericano que se vio afectado por la

crisis allí acontecida. Esta investigación buscó trascender las explicaciones nacionalistas y

puso en consideración las realidades de cada uno de los países del Pacífico sudamericano

para comprender la manera en que lo global afectó lo local y se manifestó en la política

regional. Este es un intento que busca hacer un aporte a la producción de historia global desde

América Latina, tal como lo sugiere Matthew Brown,863 y que en años recientes ha tenido un

incremento en la región.

El investigador es consciente de las limitaciones de la tesis acá presentada. Entre ellas se

cuenta la omisión del acceso a fuentes diplomáticas en el Reino Unido, España, Francia y

Estados Unidos, lo que hubiera complejizado el argumento y le hubiera otorgado a la

investigación una mayor escala. Esa limitación se atenuó con la inclusión de una cantidad

considerable de historiografía proveniente de esos países, con excepción de la francesa. Sin

embargo, esa limitación abre la puerta para una nueva investigación que seguro ayudará a la

comprensión global de la política del sistema de Estados del Pacífico sudamericano.

863 Matthew Brown. “The Global History of Latin America.” Journal of Global History, Vol.10, No. 3 (2015),

365–386.

Page 290: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

285

Esta investigación busca promover el interés por la investigación sobre la política

latinoamericana de la segunda mitad del siglo XIX, momento opacado por la predilección de

los investigadores por el periodo de transición de la colonia al republicanismo. El estudio de

ese periodo en Hispanoamérica permitirá comprender las dinámicas propias del asentamiento

del republicanismo en la región, tanto en los campos de la política, la economía y la cultura.

Asimismo, a partir de ese tipo de estudios se podría entender la soberanía en un marco

republicano y el rol que desempeñó en los procesos de unión americana como en las

relaciones entre los países de la región y fuera de ella. El análisis del siglo XIX

hispanoamericano de manera comprehensiva y entender la forma en que la región se

relacionaba entre sí y con el mundo política, comercial y culturalmente nos permitirá avanzar

en el conocimiento de la región, su lugar en el mundo, y entendiendo que las conexiones y

experiencias hispanoamericanas fueron tan importantes como las acontecidas en otras

latitudes para explicar el desarrollo de los procesos globales, tanto en el siglo XIX como en

la actualidad.

Page 291: Americanismo y republicanismo en la acción gubernamental y ...

286

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El Peruano (Lima)

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El Centinela (Guayaquil)

El Clero (Quito)

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El Tiempo (Bogotá)

El Conservador (Bogotá)

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El Araucano (Santiago)

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