ALTVATER, Elmar y Birgit Mahnkopf - Las limitaciones de la globalizacion

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    el mundo del siglo xxi

    COORDINADOR

    Daniel Cazs Menache

    FUNDADOR

    Pablo Gonzlez Casanova

    CONSEJO EDITORIAL

    Pablo Gonzlez CasanovaDaniel Cazs Menache

    John Saxe-Fernndez

    Maya Aguiluz Ibargen

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    traduccin de

    CLAUDIA CABRERA LUNA

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    LAS LIMITACIONESDE LA GLOBALIZACIN

    Economa, ecologa y polticade la globalizacin

    por

    ELMAR ALTVATER

    BIRGIT MAHNKOPF

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    siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIN COYOACN, 04310, MXICO, D.F.

    siglo xxi editores argentina, s.a.LAVALLE 1634, 11 A, C1048AAN, BUENOS AIRES, ARGENTINA

    portada de marina garone

    primera edicin, 2002 siglo xxi editores, s.a. de c.v.en coedicin con el centro de investigaciones interdisciplinarias

    en ciencias y humanidades, unamisbn 968-23-2315-0

    ttulo original: grenzen der globalisierung

    derechos reservados conforme a la leyimpreso y hecho en mxico/printed and made in mexico

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    En EL MUNDO DEL SIGLO XXI se publican algunas obras signi-ficativas de pensadores contemporneos que, desde distin-tos espacios sociales, polticos y acadmicos, estudian losproblemas locales, nacionales, regionales y globales queconstituyen la compleja agenda de nuestro tiempo.

    Las primeras veinte obras que rene esta coleccin son unamuestra de la variedad de puntos de vista con que se obser-van y analizan la condicin global del mundo y los intensoscambios experimentados en los ltimos decenios en la so-ciedad, la economa, la poltica y la cultura.

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    PRLOGO

    La presente edicin en espaol de Los lmites de la globalizacines diferente de laprimera edicin en alemn, publicada en 1994, as como de la cuarta edicin, to-talmente corregida, del ao de 1999. Por razones de espacio, en primer lugar, seeliminaron los captulos que trataban sobre el proceso de integracin en EuropaOccidental y sobre la transformacin en Europa Oriental del socialismo real a laeconoma de mercado, la sociedad plural y la democracia poltica. En segundo lu-gar, debido a la guerra en Yugoslavia, recientemente la dinmica de la globaliza-

    cin ha dado un giro que no era previsible cuando se public la primera edicinde este libro: a diferencia de Irak, en la guerra del Golfo, Yugoslavia no haba ata-cado a ningn otro pas, y la OTAN no intervino por mandato de la ONU, sino quese arrog el derecho de atacar en defensa propia, para salvaguardar el principiouniversal de los derechos humanos. La OTAN reclama su derecho a asumir la res-ponsabilidad de la poltica interior del mundo dentro de una sociedad mun-dial subordinada. Despus de la guerra de Yugoslavia no se puede hablar de ungobierno global con la participacin de actores de una sociedad civil mundial sintomar en consideracin que el gobierno global incluye medidas coercitivas mili-

    tares. La OTAN define intereses de seguridad que rebasan, con mucho, la seguri-dad militar de su propio territorio; los estados de la OTAN estn rodeados por ami-gos, pero tambin amenazados, supuestamente, por el crimen organizado y porel bloqueo del paso a las rutas de materias primas por parte de estados canallas.Hasta ahora se haba entendido por globalizacin principalmente el surgimientode una geoeconoma capitalista. La guerra en y contra Yugoslavia mostr que lageopoltica tradicional no ha desaparecido. Se trata de una poltica de interesesgeoestratgicos que sirve no slo al nuevo orden econmico del mundo, sino tam-bin al poltico. Especialmente en relacin con la regin del Cucaso y de Asia

    Central, existe entre tanto una amplia bibliografa que presenta argumentos geo-polticos, ya no geoeconmicos. Este desarrollo de los acontecimientos nos incita cambiar el nfasis en nuestro anlisis de la globalizacin.

    El discurso de la globalizacin se realiza en un campo en el que los plantea-mientos cientficos, las tendencias y los intereses polticos, as como las orientacio-nes hacia algunas materias especficas, se topan entre s. No existe una sola socie-dad en la tierra en la que no se debata vehementemente sobre la globalizacindesde hace alrededor de una dcada. Los motores de bsqueda digitales nos ayu-

    dan a ver cun nuevo es este discurso: los conceptos global o globalizacin noaparecen una sola vez en toda la historia de la filosofa, de Platn a Nietzsche (Di-gitale Bibliothek, vol. 1). Ruigrok y Van Tulder (1995:139) encontraron en 1980, en

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    INTRODUCCIN

    GLOBALIZACIN: UN PROCESO DE TRANSFORMACIN GLOBAL

    La globalizacin de los siglos XX yXXI es la continuacin de una larga historia, quese inici con los grandes descubrimientos del siglo XVI y que experiment unagran aceleracin cuyos efectos se siguen sintiendo hasta hoy con la revolucinindustrial de fines del siglo XVIII. Karl Polanyi, el gran historiador de la economa,considera el desarrollo hacia la economa de mercado en la Inglaterra de los siglos

    XVIII yXIX como una gran transformacin. Sostiene

    la tesis de que la idea de un mercado autorregulado representa una mera utopa. Tal insti-tucin no podra subsistir por largos espacios de tiempo sin aniquilar la sustancia humana ynatural de la sociedad; hubiera destruido fsicamente al ser humano y convertido al medioambiente en un desierto. La sociedad se vio forzada a tomar medidas para asegurar su pro-pia proteccin, pero todas estas medidas perjudicaron la funcin de autorregulacin delmercado, produjeron una desorganizacin del desarrollo industrial y, con ello, pusieron enpeligro a la sociedad de otra manera. Este dilema oblig a que el desarrollo del sistema de

    mercado tomara una direccin especfica y, finalmente, sacudi la estructura de la sociedad,basada en ese sistema (Polanyi, 1944/1978:19 ss).

    Segn la explicacin de Polanyi, antes de la modernidad industrial la econo-ma de los seres humanos [...] estaba inmersa en las relaciones sociales. La transi-cin de esta forma a una sociedad que, por el contrario, est inmersa en el sistemaeconmico fue un proceso totalmente nuevo (Polanyi, 1979:135). En el siglo XVIII,de manera incipiente, y ya de forma declarada en el XIX, el mercado de trabajo, elpatrn oro y el libre comercio convirtieron el antes inofensivo patrn del merca-do [...] en una monstruosidad social (Polanyi, 1979:138). La ambivalencia de lomonstruoso es resaltada por Marx y Engels en el Manifiesto comunista, de 1848: laburguesa habra hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio, re-ducido las relaciones familiares [...] a simples relaciones de dinero, una revolu-cin continua en la produccin, una incesante conmocin de todas las condicio-nes sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la pocaburguesa de todas las anteriores y ello obliga a todas las naciones a adoptar el mo-do burgus de produccin (Marx, MEW, 4:465). El sistema econmico se indepen-

    diz tanto que finalmente las condiciones sociales se vieron inmersas en el siste-ma econmico (Polanyi, 1979:141), y la economa dej de ser un hecho social.Marx y Engels, Polanyi y otros describen la gran transformacin de la sociedad

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    inglesa de hace aproximadamente 200 aos, cuando la economa de mercado seimpuso frente a otros mecanismos preindustriales de reglamentacin social. Marxanaliz esta transformacin como el proceso de la acumulacin capitalista origi-naria (Marx, MEW, 23, cap. 24). Desde entonces la acumulacin capitalista trans-

    curre como un sujeto automtico con un absoluto impulso de enriquecimiento(Marx, MEW, 23:168 ss); en los ltimos doscientos aos, desde la Revolucin indus-trial, ha cautivado al mundo entero: por medio del crecimiento en el tiempo y dela expansin en el espacio, del colonialismo, del imperialismo, y hoy mediante lastendencias de la globalizacin. Desde entonces el mundo est de cabeza.

    Tambin la globalizacin puede entenderse como un complejo proceso detransformacioneseconmicas, sociales y polticas, que prolongan la gran transfor-macin de los siglos pasados. ste es el punto de partida para una definicin sis-tematizada por David Held et al. Segn esta definicin, la globalizacin es

    un conjunto de procesos que encarna una transformacin en la organizacin espacial de lasrelaciones y transacciones sociales evaluadas en trminos de su extensin, intensidad, ve-locidad e impacto, generando flujos transcontinentales o interregionales y redes de acti-vidades, interaccin y ejercicio del poder (Held et al., 1999:16).

    En el debate sobre la globalizacin, segn los autores, se puede identificar a losentusiastas o hiperglobalistas, que ven en la globalizacin sobre todo oportuni-

    dades, y a los escpticos, que ven en ella ms que nada peligros. Pero, afirman,tiene poco sentido decidirse normativamente en pro o en contra, porque la globa-lizacin es, sobre todo, un proceso histrico de transformaciones sociales, polticasy econmicas (Held et al., 1999:7 ss). El hecho de que los presentes autores se con-ciban como transformacionistas se expresa de manera programtica en el propiottulo del libro. De esta forma, el concepto se vuelve tan dinmico como el proce-so real de globalizacin, que lo es desde hace mucho. Al mismo tiempo el concep-to de transformacin se remite a la interpretacin que hizo Karl Polanyi(1944/1978) de la transicin a la economa de mercado en la Inglaterra de fines

    del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX, considerndola una gran transforma-cin. La forma de la socializacin se trasforma, en un proceso histrico, en unanueva forma. Sin embargo, Held et al. prescinden de una explicacin de las formastransformadas o transformadoras. Puesto que, adems, las sociedades modernas re-presentan ms bien un conjunto de formas en distintos mbitos, con una diferen-te densidad e importancia espaciotemporal, sera ms adecuado el concepto de for-macin de sociedades. ste tiene su origen en la ciencia social orientada a Marx, perotambin resulta imprescindible en otros contextos cuando los procesos de transfor-macin son objeto de anlisis.

    Held et al. se refieren en su anlisis a varias dimensiones; a saber, en primer lu-gar, a la extensin e intensidad espaciotemporal de las relaciones y redes globalesde velocidad y efectos locales de la globalizacin y, en segundo lugar, a las di-mensiones de su puesta en prctica organizacional. Forman parte de ello la estruc-

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    tador como 6] crisis financieras, sobre todo porque ya no se las puede circunscri-bir a una economa nacional. Y, ciertamente, 7] sin las nuevas tcnicas de trans-porte y comunicacin, las transformaciones globales no hubieran sido posibles.

    Mientras que hasta ahora las transformaciones sociales evolutivas se haban lle-

    vado a cabo primero en las coordenadas geogrficas del territorio del estado nacio-nal y dentro del respectivo paralelogramo estatal de poder de las fuerzas sociales,los procesos de transformacin de fines del siglo XX adquirieron, desde el princi-pio, dimensiones globales. El sistema de coordenadas del cambio de forma se haexpandido de la respectiva especificidad nacional al espacio global. Tambin den-tro del espacio global se conservan las particularidades de un capitalismo renanoo atlntico (Albert, 1991), as como las de un capitalismo de transicin europeooriental (Hopfmann, 1998). Sin embargo, en primer lugar, tienen que comparar-se en el medio del mercado mundial y de la poltica mundial y, en segundo lugar,el mercado mundial constituye una restriccin externa que impone ajustes de for-ma especfica. El hecho de que las transformaciones de la formacin social, a dife-rencia de la gran transformacin de hace doscientos aos, se realicen en el hori-zonte de los mercados globales, resulta del benchmarkingglobal, es decir, de que losestndares de costos, precios, tcnica y diseo tengan la misma importancia encasi todas las localizaciones; de la accin de rating agenciesque evalan a los pa-ses segn los criterios de los mercados globales de capital; del desarrollo de un de-recho contractual global; de las condiciones de buen gobierno que deben cumplir

    los gobiernos para, por ejemplo, obtener un crdito del FMI.Pero las transformaciones de las sociedades no conocen la sencilla sustitucinde las viejas formas por las nuevas, sino largas fases intermedias de informali-dad, que encontramos en las relaciones laborales, en la poltica, en el sector finan-ciero, en todos los mbitos de la vida. La informalidad que analizamos en el trans-curso de nuestro estudio tambin la podemos apreciar en el transcurso de la grantransformacin de los siglos XVIII yXIX. Marx muestra repetidas veces cmo, porun lado, con la gran industria surge una nueva formacin social, adecuada al ca-pital, y cmo, por otro, las formas de trabajo y de vida se desvalorizan en el proce-

    so; ya no corresponden a las nuevas formas emergentes de la normalidad de unasociedad industrial. Las viejas formas de socializacin y la relacin laboral nor-mal tradicional ya no representan la regla y la norma sociales, pero (todava) nose han constituido las nuevas formas de una socializacin estable. Por lo tanto, lainformalidad es distintiva de la transicin, que puede durar mucho tiempo; al finalde este periodo de transicin habrn surgido nuevas formas, diferentes de las queoriginalmente se deseaban o se haban pronosticado. sta ha sido la experienciaen los procesos de transicin de Europa Central u Oriental, donde la transforma-cin que haba parecido tan sencilla (a veces esperada como una transicin de allpara ac por medio de una especie de big bang) es sustituida por formas total-mente nuevas e inesperadas de socializacin. Entonces, la transicin no es un pro-ceso sin fracturas ni con una direccin unvoca. Se trata de un proceso crtico, co-mo afirmaron Marx y Engels hace ms de 150 aos: Basta con mencionar las crisis

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    comerciales, que con su peridico regreso cuestionan de manera cada vez msamenazadora la existencia de toda la sociedad burguesa (Marx, MEW, 4:4657 ss).

    Los procesos de transformacin tienen un calado sumamente diferente, porlo tanto lo mismo ocurre tambin con las crisis de la transformacin. En la teora

    econmica Schumpeter distingue entre ciclos cortos y ondas largas de la coyun-tura. Las crisis pequeas sirven a la adaptacin y al saneamiento de las relacio-nes econmicas: de la relacin de ganancias y salarios (distribucin), de consumoe inversin (utilizacin), de ramas (creacin del producto social). En todo caso,los cambios radicales de la formacin social no se llevan a cabo durante las crisispequeas. Esto es diferente en el caso de las grandes crisis, en cuyo transcursoverdaderamente se cambia la base social de los procesos econmicos. Se trans-forman las relaciones de la poltica y la economa, las constelaciones globales delos estados en el mundo de los estados y del estado y el mercado. Pero tambin es-tas transformaciones ocurren en el marco institucional de la forma de produccincapitalista. La transicin de la gran industria al fordismo y, posteriormente, auna formacin posfordista, deja intactas las instituciones bsicas (sobre todo elorden de propiedad). Por el contrario, la transformacin tiene como consecuen-cia que stas sean reforzadas en las condiciones histricas modificadas. Pero tam-bin puede suceder que las transformaciones sociales, econmicas y polticas va-yan ms all del cambio inmanente, a la formacin, y que impongan el cambio desistema. Esto sucedi, sin duda alguna, en Europa Central y Oriental despus de

    1989: la transformacin como cambio de sistema, para producir una formacininstitucional que sea capaz de participar activamente en las transformaciones glo-bales.

    Por ltimo, no se puede descartar una crisis de la civilizacin. Ya no se trata depequeas adaptaciones de las relaciones sociales y econmicas, del cambio insti-tucional ms o menos profundo en el contexto de los procesos de globalizacin ode un cambio de sistema autntico como sucedi despus de 1989, sino de l-mites con los que se ha topado la civilizacin de la modernidad capitalista y en losque se tienen que desarrollar nuevas formas de trato con la naturaleza. Las trans-

    formaciones globales en la concepcin de Antonio Gramsci deberan pasar deuna adaptacin pasiva de la tcnica, la organizacin del trabajo, las relaciones fi-nancieras, las formas de regulacin e instituciones polticas, los patrones de con-sumo y las formas cotidianas culturales, a nuevos retos para una nueva estructura-cin, a una revolucin activa. La revolucin pasiva de la adaptacin y deltransformismo de la utilizacin de cambios histricos caducos en pro de la mo-dernizacin del dominio son responsables de la gran estabilidad que muestra laforma de produccin capitalista, de la durabilidad de la hegemona burguesa, dela integracin negativa de la clase trabajadora y de otros estratos inferiores a lasociedad burguesa.

    Ciertamente, la adaptacin de la tcnica, la economa, la poltica y la cultura sebasa en que el sistema reciba continuamente energa (fsil) y otros recursos, queson transformados en un grandioso proceso metablico y convertidos en emisiones

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    (basura, aguas negras, gases) que mientras tanto lastran el ecosistema global. Porconsiguiente, la transformacin de la naturaleza en el proceso de trabajo resultaesencial para las formas de socializacin y para sus crisis. Impulsados por los com-bustibles fsiles, la velocidad y el alcance de las transformaciones de materia y ener-

    ga aumentaron enormemente. sta es la base de la compresin de tiempos y espa-cios que se ha erigido en la caracterstica que define a la globalizacin. As pues,sin los combustibles fsiles no existira la moderna globalizacin. Slo con ellos fueposible realizar la racionalidad capitalista de la subsuncin real (Marx, MEW,23:532 ss) del trabajo y la naturaleza a la relacin del capital con el control de laproductividad, necesario para la produccin de plusvala. La transformacin de lanaturaleza en gran escala y el cambio de formas igualmente profundo del trabajoen el transcurso de este proceso constituyen las bases de las transformaciones quecaracterizan a la globalizacin.

    Las distancias espaciales y temporales se reducen a consecuencia de estas trans-formaciones materiales y energticas. ste es el motivo para la erosin de la sobe-rana nacional, dado que su base estaba constituida por la distancia que separabaa unos pueblos de otros, por la posibilidad de delimitar los territorios estatales ypor el equilibrio de los poderes estatales dentro de un sistema internacional. En-tonces, la transformacin de los estados nacionales no es, de ninguna manera, lacausa o el punto central de la globalizacin, sino una expresin de los procesos detransformacin mucho ms profundos del trabajo, la naturaleza y el dinero. Pero

    la utilizacin de los combustibles fsiles y las formas histricas de la subsuncinreal del trabajo y de la naturaleza al capital tienen una consecuencia paradjica,junto con la produccin en masa, el consumo en masa y la utilizacin masiva de lanaturaleza. En la gran industria y en la forma de regulacin fordista las formasde relacin con el trabajo, el dinero y la naturaleza eran rgidas, mientras que lacompactacin del tiempo y el espacio no hubiera avanzado tanto como para quelas distintas sociedades no pudieran mantener la distancia. La distancia que real-mente exista entre las localizaciones permiti establecer trayectorias de desarro-llo propias, que llevaron a formas distintas de regulacin social: al tipo escandina-

    vo de estado benefactor, al capitalismo atlntico, al toyotismo japons, almodelo alemn, al estado latinoamericano en vas de desarrollo, a la sociedadsocialista real en Europa Central y Oriental, etc. Ahora bien, la reduccin de las dis-tancias espaciales y temporales ha tenido como consecuencia que como ya se se-al, en primer lugar, hayan surgido estndares globales (benchmarks, un singleprice, un global language, una pense unique, un single policy model of good governance,etc.) que, en segundo lugar, obligan a realizar ajustes; por eso se vuelve indispen-sable sustituir las formas rgidas en condiciones fordistas por formas flexibles den-tro de un marco aceptado globalmente. Es este imperativo de la adaptacin flexi-ble en la organizacin laboral, en el salario, en la inversin de dinero en losmercados financieros globales, en la capacitacin profesional, en resumen en to-das las reas de la vida, el que es glorificado como la gran oportunidad de la glo-balizacin (Minc, 1997) y que, al mismo tiempo, es la base material del neolibera-

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    lismo, de los hiperglobalistas y de los entusiastas. En esa medida el neoliberalismono slo es la ideologa de la pense unique, sino el conjunto de formas de pensa-miento que reproducen la realidad de la globalizacin.

    As pues, los lmites son eliminados en el proceso de las transformaciones globa-

    les. Ha surgido una economa global con una ideologa del neoliberalismo disci-plinario (Stephen Gill) que le conviene, que ha limitado el espacio de accin po-ltica como una especie de imperativo externo. Entonces se vuelven a formarnuevos lmites: lmites para las alternativas polticas a la globalizacin neoliberal.Pero la forma en que se mantiene pasiva a la revolucin y en que las transforma-ciones son realizadas estratgicamente como transformismo est llevando al siste-ma capitalista mundial a una gran crisis, a una profunda crisis social debida a la cre-ciente desigualdad en el mundo y a una crisis de las relaciones sociales con lanaturaleza. Para oponerse a ello se estn formando movimientos en contra en mu-chas partes y con influencia en el espacio global. Las transformaciones globales, suscrisis y las nacientes formas de regulacin constituyen el objeto de los siguientes ca-ptulos.

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    GLOBALIZACIN: NADA NUEVO?

    Desde la perspectiva del sistema mundial, el proceso de globalizacin aparece co-mo una creciente integracin1 de regiones y naciones, que llegar a abarcar el mun-do entero. Desde el punto de vista de las naciones y de las regiones, este mismoproceso representa una aperturaprogresiva que se mide, por ejemplo, por la rela-cin que existe entre las importaciones y exportaciones y el producto interno bru-to (PIB). Desde la segunda guerra mundial este ndice ha aumentado de manerasignificativa en casi todas las regiones del mundo. Los sistemas polticos se hanabierto casi en su totalidad, y se ha desarrollado un complejo sistema poltico in-ternacional que se ha vuelto objeto de estudio de una disciplina independientedentro de las ciencias polticas. En la sociologa se habla de la cultura mundial deun mundo nico (one world) (Archer, 1991), que podra establecerse gracias a laapertura de culturas regionales y nacionales, as como a la intensificacin de la co-municacin. La apertura de espacios hasta ahora ms o menos distantes (si no esque cerrados) y su integracin a un sistema mundial pueden identificarse en prin-

    cipio como las dos caras de un proceso unitario, al que desde hace algn tiempose conoce como globalizacin.2 Dnde se encuentra el origen del proceso de laglobalizacin? En la poca posterior a la segunda guerra mundial, en el siglo XIXcon su irrefrenable industrializacin, a comienzos del moderno sistema mundialcapitalista que se dio hace quinientos aos, o en los inicios de la historia de la ci-vilizacin humana? Qu duracin tendr la globalizacin?

    LALONGUE DUREDE LA GLOBALIZACIN?

    Frank y Gills (1993) sealan que existen ciclos polticos y econmicos largos, que

    1 En el captulo 8 veremos con mayor precisin que, en este caso, se trata de una integracin ne-gativa a partir de la reduccin de la regulacin poltica, y no de una integracin positiva, determina-da por una nueva regulacin poltica que se d a un nivel supranacional.

    2 Los motores de bsqueda digitales hacen que este hecho sea muy fcil de comprobar: los concep-tos global o globalizacin no aparecen en la historia de la filosofa que va de Platn a Nietzsche ( Di-

    gitale Bibliothek, 2, 1998). Ruigrok y Van Tulder (1995:139) encontraron en 1980, en las publicacionesms importantes sobre economa, 50 ttulos en los que se incluyeran estos conceptos; en 1990 eran ya670. As pues, la coyuntura en la que se ha desarrollado este concepto es muy reciente.

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    tienen varios siglos de duracin, desde el primer milenio antes de nuestra era. Deesto deducen que tiene que haber existido algo as como un sistema mundial mu-cho antes del origen del capitalismo moderno, incluso muchos siglos antes de quehubieran nacido las civilizaciones en la margen oriental del mar Mediterrneo y en

    Mesopotamia. Pues cmo hubieran sido posibles, de otra manera, los movimien-tos cclicos a travs del tiempo y el espacio? La coincidencia en las fases de ascen-so y descenso en el sistema mundial slo puede explicarse por las relaciones comer-ciales y las acciones militares de conquista, que difundieron las ondas largas enel mundo conocido y que hicieron posible la integracin de un sistema mundial.No obstante, este tipo de integracin global no abarc todos los mbitos sociales;se limit esencialmente a la esfera de la circulacin y a la superficie poltica, sinafectar verdaderamente las formas de vida y de produccin. No era el estndar deun sistema mundial lo que resultaba determinante, sino las formas de vida que setuvieran en el lugar.3 Incluso los conquistadores carecan por lo regular de la fuer-za para transformar las formas de vida locales, y en no pocas ocasiones eran elloslos que resultaban absorbidos por stas.

    Esta evolucin no mostr modificaciones sino hasta los grandes descubrimien-tos del siglo XVI. El moderno sistema mundial haba nacido.4 Ahora bien, la inte-gracin al mercado mundial implicaba tambin la subordinacin a una forma es-pecfica de vida y de produccin. En la formacin social capitalista no bastan lamera integracin a las cadenas globales de circulacin ni la conquista militar y la

    influencia sobre otras culturas; al mismo tiempo se pretende modificar las formassociales. La subsuncin real al capital, de la que habla Marx (Marx, MEW, 23:354,531), modifica el trabajo y las relaciones laborales, el tipo de innovaciones tcni-cas, las relaciones polticas de poder y la relacin entre la poltica y la economa, lacultura, el arte y la esttica, as como, en una medida muy importante, la naturale-za y la relacin de la sociedad con sta.5 La formacin revolucionaria del sistemamundial capitalista (pues todas las facetas de la vida se revolucionan) est estrecha-mente relacionada con lo que Norbert Elias (1978, 1982) llam proceso de civili-zacin. Tambin la racionalidad occidental (Weber, 1921/1976), cuyos orge-

    nes se remontan al siglo XVI largo, rige ahora como la racionalidad del dominiomundial, se convierte en un atractor al que no se puede sustraer ninguna sociedad

    3 Esto se puede explicar fcilmente por medio de la lectura de las historias narradas por Schereza-da en las Mil y una noches. Simbad el marino, la personificacin del trotamundos de la poca, se topaen lugares lejanos con formas de vida que le resultan totalmente ajenas, donde quiera que se dirija arealizar sus negocios, que por otro lado prosperan extraordinariamente. Y siempre era una cuestin desuerte poder realizar la hazaa de regresar a su pas cargado de riquezas.

    4 Dado que en torno al anlisis de este hecho se ha formado toda una escuela, no sera posible ex-

    poner de manera exhaustiva la enorme variedad de textos que existen al respecto. Por ello nos limita-remos a sealar aquellos que han revestido una particular importancia en el debate sobre la globaliza-cin: Wallerstein, 1974, 1980, 1989; Arrighi, 1994.

    5 En los estudios respecto al imperialismo ecolgico, por ejemplo, Crosby, 1991, o Ponting, 1991,podemos leer hasta qu punto han sido radicales las modificaciones a la naturaleza.

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    en la longue dure(Braudel, 1980). Una vez que se tornan dominantes y que influ-yen en la historia, los desarrollos de periodos ms reducidos aparecen ya exclusiva-mente como coyunturas de la longue dure. El proceso de la globalizacin, del queno se habla sino hasta el ltimo cuarto del siglo XX, coincide con lo que de otra

    manera llamamos modernizacin (Nassehi, 1998:153). Giovanni Arrighi se refie-re de manera particularmente enrgica a la continuidad de largo plazo:

    La escala, el alcance y la sofisticacin tcnica de la expansin financiera actual son, por su-puesto, mucho mayores que los de expansiones financieras anteriores. Pero la escala, el al-cance y la sofisticacin tcnica mayores no son otra cosa que la continuacin de una bien estable-cida tendencia[cursivas nuestras] de longue duredel capitalismo histrico hacia la formacinde bloques cada vez ms poderosos de organizaciones gubernamentales y econmicas quedesempean el papel de agencias principales en la acumulacin del capital en todo el mun-do (Arrighi, 1994:300).

    As pues, desde la perspectiva del capitalismo histrico existe desde hace siglosuna tendencia unitaria que dificulta la diferenciacin de las fases de la evolucincapitalista (una segunda cuestin sera entonces si es adecuada la formacin de fa-ses). La revisin de la fase actual de evolucin (que se inici tras el final de la edadde oro, Marglin y Schor, 1991) conlleva una y otra vez una especie de espiral deretroalimentacin: todo pas ya alguna vez, se pueden detectar similitudes asom-

    brosasentre la influencia acumulativa de las finanzas en los Estados Unidos de1980, la Gran Bretaa de la era eduardiana, la Holanda de la era periwigy la Espa-a de la era del genovs (Arrighi, 1994:334, cursivas nuestras). Estas similitudesexisten, sin lugar a dudas, siempre que se escojan las medidas histricas adecuadas;pero si se eligen diferentes medidas que consideren otros detalles, estarn total-mente ausentes. Ocurre lo mismo que en la medicin de la costa de Inglaterra:cuanto ms se tomen en cuenta los detalles, hasta llegar al plano molecular, mslarga ser: prcticamente toda figura que muestre cada vez ms detalles al ser ob-servada con una lente de aumento cada vez ms poderosa, deber tener un borde

    infinito (Briggs y Peat, 1990:136). El problema de la indefinicin de la longitudespacial, que fue formulado por Benoit Mandelbrot (1982), puede ser aplicadotambin a la longitud temporal. La longitud de la longue dureno constituye unacircunstancia objetiva, sino que depende del observador y de las herramientas queutilice para realizar su anlisis.

    La eleccin de las escalas decide si en la historia de la evolucin del capitalismoencontraremos similitudes que se repiten o, por el contrario, fases con caracters-ticas propias. Braudel trata de resolver este problema distinguiendo tres diferentesplanos temporales: por un lado los acontecimientos inmediatos; por otro las co-yunturas en las que se forman y desaparecen constelaciones histricas y que con-dicionan los acontecimientos, a los que tambin otorgan su relevancia; por ltimo,tenemos la corriente ms profunda de la longue dure, gracias a cuya inercia se vin-culan entre s, en ltima instancia, las coyunturas y los acontecimientos (al respec-

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    to vase tambin Cox, 1996:24-26). Pero esta dialctica de la duracin no est de-terminada desde un principio por la longue dure;tambin depende del observador,de si las crisis son interpretadas como turbulencias inherentes al sistema en elsentido de coyunturas o como crisis del sistema como el camino transforma-

    dor que conducir a otro sistema (social) dentro del sistema mundial, o inclusocomo una crisis del sistema mundial. La escala que utilizan los tericos del sistemamundial, a pesar del gusto histrico por el detalle de los acontecimientos en eltiempo y de las coyunturas, nos parece demasiado amplia respecto de las catego-ras tericas como para poder medir con ella los procesos histricos de la segundamitad del siglo XX.

    No obstante, la perspectiva de la longue duretambin se refiere a continuidadesque realmente hacen sentir su efecto a lo largo de siglos enteros, hasta llegar a laactualidad. Entre ellas se cuentan tradiciones coloniales y poscoloniales, que con-fieren su estructura histrica al sistema mundial contemporneo: fronteras tnicasy polticas, distribucin de los derechos de propiedad, devaluacin del conoci-miento local y una divisin del trabajo establecida de manera internacional entrela metrpoli y la periferia (Randeria, 1998:18). Tambin el universo de estados delorden westflico, establecido en Europa tras la guerra de treinta aos y el equi-librio de poderes que se estructur en este universo, remiten a las continuidadesque, despus de durar varios siglos, no empezaron a superarse sino hasta despusde 1989 (Miller, 1994; March y Olsen, 1998). As pues, es menos interesante com-

    parar las diferentes pocas que identificar las continuidades en el proceso histri-co, lo cual resulta decisivo para comprender nuestro presente.Equipados con la escala de la teora del sistema mundial, es ms fcil compren-

    der la tendencia de la globalizacin cuando se estudia la historia del sistema mun-dial, puesto que la globalizacin se inscribe en ella. Hay quienes ubican el iniciodel sistema mundial en el siglo XVI largo y su centro geogrfico en Europa (Brau-del, 1986a, 1986b; Wallerstein, 1974, 1980, 1989; Arrighi, 1994); otros, como An-dr Gunder Frank, datan la pocadel surgimiento de un sistema mundial varios mi-lenios atrs y expanden el espacio, sacndolo de su limitacin eurocentrista, en

    direccin al hemisferio del ocano Pacfico. As pues, la longue durese extenderaa lo largo de la historia de la humanidad casi desde los inicios neolticos de las ci-vilizaciones asiticas. Segn esta teora todo ocurri ya alguna vez y, en el mejor delos casos, la globalizacin es un concepto vaco, puesto que la globalidad ha exis-tido desde hace mucho tiempo: Pero la globalidad ha sido una realidad vital des-de hace por lo menos 1 500 aos para el mundo (social) en su totalidad, con ex-cepcin de algunas islas muy poco pobladas del Pacfico (Frank, 1998:85). Por lotanto, se requerira una macrohistoria poltico-econmica de los acontecimientossimultneos, que fuera global, horizontal y con una extensa organizacin (p. 91).Tan amplia es, pues, la escala con la que se mide la historia, que la determinacinanaltica del sistema social que se forma en Europa a partir de la Ilustracin es de-clarada, en cuanto a su forma de produccin capitalista, como el pecado capitaldel etnocentrismo eurocentrista [...] incrustado en la ciencia de la sociedad por

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    Marx, Weber y sus miradas de seguidores (p. 93). Entonces, si no acta una din-mica capitalista, no se llevan a cabo ni la acumulacin del capital, con la consi-guiente aceleracin en el tiempo, ni la expansin en el espacio. Por lo tanto resul-ta consecuente denunciar la tendencia a la globalizacin como un malentendido

    intelectual. Slo resta preguntarse qu fuerzas sociales, econmicas y polticas hi-cieron que la globalizacin llegara tan lejos hace tantos miles de aos como paraque se hubiera alcanzado un estado de globalidad que ha perdurado hasta nues-tros das.

    Las dudas respecto a la teora del sistema global y la polmica crtica que AndrGunder Frank hace a la tesis de la globalizacin son compartidas por cientficos so-ciales con una orientacin histrica (o por historiadores que se interesan por lasciencias sociales), que no toman en cuenta la longue dure, sino nicamente la po-ca a partir de mediados del siglo XIX. Respecto a las dcadas anteriores a la prime-ra guerra mundial se puede comprobar que la imbricacin econmica internacio-nal fue tan intensa como lo es hoy en da, siempre que se tomen en cuenta losflujos de inversiones directas y los crditos, los volmenes o las cargas aduanerasdel comercio internacional, as como los movimientos migratorios (Hirst y Thomp-son, 1996; Bairoch y Kozul-Wright, 1996, IMF, 1997; Glyn et al., 1990; Zysman, 1996;Kleinknecht y ter Wengel, 1998). En tiempos de la llamada pax brittanica, antes dela primera guerra mundial, entre 1870 y 1913, el PIB creci a una tasa anual prome-dio de 2.7% (segn datos proporcionados por Maddison, 1995). En la poca de la

    llamada pax americana, despus de la segunda guerra mundial, el crecimiento fuean mayor: un promedio de 4.7% de 1950 a 1973. Las exportaciones aumentaronde 1870 a 1913 a un promedio anual de 3.5%, y 7.2 de 1950 a 1973, con un creci-miento aun ms rpido que el del PIB (por cierto que lo mismo se puede decir, ensentido inverso, de la fase de decrecimiento que se dio en este siglo entre las dosguerras mundiales); la elasticidad del ingreso de las exportaciones es mayor a 1, yesto puede ser interpretado como una expresin de la apertura simultnea de laseconomas nacionales y de su integracin al mercado mundial. As pues, los datosfavorecen aparentemente la tesis de que la globalizacin no es nada nuevo si no se

    retrocede quinientos aos, sino alrededor de un siglo. Los nmeros indicadores dela apertura (exportaciones e importaciones en relacin con el PIB) hablan todavams a favor de esta interpretacin. En el ao de 1913 Francia tena, con 35.4%, unaeconoma ms abierta que en 1973, con 29, o que en 1993, con 32.4%. Lo mismose puede decir del Reino Unido. All la apertura se desarroll de 44.7% (1913), pa-sando por 39.3 (1973), a 40.5 (1993). En Estados Unidos este desarrollo fue de11.2%, pasando por 10.5, a 16.8. En Japn la apertura fue de 31.4% en 1913, de18.3 en 1973 y de slo 14.4. en 1993.

    No obstante, a estos impresionantes datos a favor de la tesis del mito de la glo-balizacin (por ejemplo Garrett, 1998:788) se les pueden oponer los siguientesdatos acerca de la globalizacin financiera: las cross-border transactions in bonds andequitiesaumentaron entre 1975 y 1997, en Estados Unidos, de 4 a 213% (en por-centajes del PIB), en Alemania de 5 a 253% y en Japn de 2 a 96% (IMF, 1998a:187);

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    los nonresidents holdings of public debtaumentaron de 1983 a 1997 en Estados Uni-dos de 14.9 a 40.1%, en Alemania de 14.1 a 29.3% (1996). Slo Japn constituyeuna excepcin entre los pases industrializados; en este pas el ndice se mantuvoestable en aproximadamente 4% desde mediados de los aos ochenta hasta me-

    diados de los noventa (IMF, 1998a:190). La integracin de los mercados financie-ros nacionales a un mercado financiero global, reflejada en estos datos, no es pa-ra nada un mito. Tambin Garrett concede: la integracin de mercadosfinancieros es ms apremiante que el comercio o que la multinacionalizacin dela produccin (Garrett, 1998:823), aun cuando aade que, a pesar de la globali-zacin, los gobiernos nacionales mantienen un considerable espacio econmico-poltico para maniobrar. Pero qu pasa adems 1] con la ciclicidadde la tenden-cia, y qu importancia tienen 2] los cambios de nivelen el transcurso de la tendenciaa la globalizacin?

    CICLOS Y NIVEL DE LA GLOBALIZACIN

    Ciclos globales

    Se ha notado con gran frecuencia que las tendencias a largo plazo de la evolucin

    capitalista transcurren de manera cclica (Mandel, 1980; Modelsky, 1978; Golds-tein, 1988; Bornschier y Suter, 1990; Went, 1997), en largos ciclos de Kondratieff,en ciclos de hegemona que abarcan siempre varias dcadas. Estos ciclos corres-ponden ms a las coyunturas que a la longue dureen el sentido que le da Brau-del. En ellos se encuentra activa esa constelacin de instituciones sociales y polti-cas de regulacin, de relaciones econmicas (distribucin de la acumulacin realy monetaria entre los diferentes ramos y entre las clases) y del balance del poderen el sistema internacional, que condiciona la actuacin de los seres humanos y,por lo tanto, la historia de los acontecimientos. Esta combinacin de un rgimen

    de acumulacin econmica y de una forma de regulacin social y poltica ha sidoestudiada a profundidad por la teora de la regulacin.6 Junto con el anlisis de lasrelaciones internacionales que, basndose en la teora de Antonio Gramsci, se pre-gunta por las condiciones de la estabilidad y la inestabilidad hegemnicas, es de-cir, por la relacin entre el poder poltico y el consenso poltico en el mundo (Cox,1987; Gill, 1993), se ha desarrollado un concepto terico con el que es posibleidentificar ciclos globales en la evolucin global de varias dcadas. Pero el concep-to de ciclo no debe entenderse como una especie de oscilacin del mismo cuer-po de resonancia social, sino como la expresin de etapas histricas de la evolu-cin, que se caracterizan por sus fases dinmicas y sus fases de estancamiento. Las

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    6 La bibliografa al respecto es tan amplia que no se puede presentar aqu, y mucho menos discutir-la. Por eso nos limitaremos a hacer referencia a Aglietta, 1979, y Lipietz, 1986.

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    fases de prosperidad de un ciclo largo de Kondratieff, de 1892 a 1913 y de 1948 a1973 (Bornschier y Suter, 1990:175-197), son los causantes de las similitudes que sepresentaron antes de la primera guerra mundial y despus de la segunda, y que die-ron pie a la afirmacin de que la globalizacin no es nada nuevo y que el grado de

    globalizacin alcanzado en el ao de 1913 no se volvi a dar sino hasta hace ape-nas un cuarto de siglo, a mediados de los aos setenta (IMF, 1997:112; Kleinknechty ter Wengel, 1998:638).

    Pero el indiscutible impulso globalizador previo a la primera guerra mundial fuesustituido por una fase de contraccin y de desintegracin econmicas en la pocaentre las dos guerras; durante su culminacin, en los aos treinta, tras la gran de-presin mundial, provoc una ola de devaluaciones y dio gran mpetu a los concep-tos de una poltica autrquica orientada netamente hacia los estados nacionales.7

    La apertura de las economas nacionales alcanzada antes de la primera guerra mun-dial fue anulada progresivamente a partir de 1929 en los pases industrializados y,por lo tanto, la larga fase de integracin econmica mundial fue sustituida por unafase de desintegracin. El mercado mundial se desmoron (Kindleberger, 1973).No es producto de la casualidad que en los aos treinta haya surgido el keynesia-nismo, que se hayan desarrollado en Latinoamrica los primeros planteamientosde una industrializacin guiada por la sustitucin de importaciones y que en laUnin Sovitica se haya introducido el sistema de planeacin central (del estadonacional). El impulso globalizador y la era de libre comercio que florecieron has-

    ta la primera guerra mundial fueron seguidos por una reaccin cclica de controldel estado nacional (que iba de la forma suave del keynesianismo a la planeacincentral dura), pero esta reaccin no se dio automticamente, como el movimien-to de regreso en la oscilacin del pndulo, sino que se trat de la percepcin deopciones estratgicas por parte de la clase poltica y de los gobiernos de Europa yNorteamrica, de Amrica Latina y de la Unin Sovitica. En esa poca la polticase haca en las fronteras existentes, y en parte proteccionistas, del estado nacional.Un sistema internacional que presentara una apertura econmica y que, por lo tan-to, tuviera un alto grado de integracin y se caracterizara por el equilibrio entre el

    poder y el consenso, s apareca en los proyectos de algunos polticos, pero no enla realidad del poder poltico.

    El esplndido aislamiento de Estados Unidos fue una clara opcin de las li-tes dominantes en cuanto a la prioridad de la nacin frente al resto del mundo.A la construccin del socialismo en un pas (en la joven Unin Sovitica) le si-gui la comprensin de lo intil que era una estrategia revolucionaria mundial yde lo til que sera seguir una estrategia en el estado nacional de acumulacin so-

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    7 En las sociedades industriales, que dependen de las materias primas, la poltica autrquica tiende

    a la expansin poltica y militar. En todo caso, durante los aos treinta, Japn, Alemania e Italia trata-ron de saciar su hambre de materias primas por medio de conquistas militares (vase al respecto Po-llock, 1933). En esa misma poca Keynes sostuvo una posicin que no podra ser calificada de cosmo-polita. l abogaba por una autosuficiencia nacional (Keynes, 1933/1985), es decir, por una polticaautrquica que no fuera agresiva.

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    cialista original, acerca de cuyo carcter socialista se discuta ya en los aos vein-te. Un rechazo especialmente claro y agresivo al mercado mundial y a toda idea dellibre comercio o incluso de la libre comunicacin lo constituy el nacionalismo mi-litante en los pases fascistas, sobre todo en Alemania, Japn e Italia. No se puede

    ignorar el retroceso que signific pasar de una poca de un cosmopolitismo de li-bre comercio a un aislamiento ms bien aptico y proteccionista. ste forma partede la tendencia globalizadora tanto como esa edad de oro de intensivo intercam-bio transfronterizo, antes de la primera guerra mundial. Las tendencias predomi-nantes de un nacionalismo militante, que se manifestaron despus de la primeraguerra mundial, tuvieron su origen en la fase expansiva que se haba dado con an-terioridad; es decir que, por lo menos ideolgicamente, estas tendencias ya se ha-ban preparado; no surgieron de pronto de la nada.

    El presente ciclo de la globalizacin por el que estamos atravesando tambin po-dra revertirse, pero resulta sumamente improbable que el proteccionismo y la po-ltica autrquica llegaran a dominar la historia, como ocurri en los aos treinta.No obstante, tambin a fines del siglo XX es posible que se fortalezcan las fuerzasneonacionalistas y fundamentalistas frente a la globalizacin.8 De momento, atra-viesan la corriente de la globalizacin en forma de un remolino peligroso, peroque carece de la fuerza necesaria para frenarlas. Sin embargo, cabe preguntarse sidespus de la erosin sufrida por el estado nacional ste podra ser revivido en for-ma de un proyecto poltico exitoso, y si hoy, igual que hace sesenta aos, los movi-

    mientos contra la globalizacin se siguen basando en unidades que proporcionanuna identidad poltica: etnias, religiones y regiones. Las corrientes fundamentalis-tas contra la globalizacin ganarn relevancia poltica y cultural mientras las grati-ficaciones de la globalizacin no lleguen a la mayora creciente de la gente, debi-do a la crisis (Barber, 1995).9 El problema poltico ms importante consiste sobretodo en que, tras dcadas de expansin de los mercados mundiales y del sistemamundial de finanzas, tambin se han globalizado las tendencias a la crisis, tal como

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    8 En Europa, al mismo tiempo que se est dando la unificacin, ha surgido una nueva derecha quese hace sentir en las entraas mismas de la socialdemocracia. El nfasis en la identidad nacional se ha

    convertido en un proyecto poltico en la era de la integracin europea y de la globalizacin. Las pro-puestas de Habermas de fundamentar la identidad en el consenso constitucional y en la orientacinoccidental, es decir, en los principios de un orden occidental capitalista, gozan cada vez de menos se-guidores.

    9 sta es una explicacin insuficiente de los modernos movimientos fundamentalistas, y particular-mente de su carcter global. David Lehmann rechaza de manera explcita la interpretacin del funda-mentalismo como una reaccin frente a la globalizacin y la modernizacin, tal como lo entiende Hun-tington (1993): lejos de ser una fuga de la modernidad, los movimientos fundamentalistas son unfenmeno esencialmente moderno. No porque constituyan una reaccin en contra de la modernidad,sino, por el contrario, porque son portadores de modernidad. Esto es as sobre todo debido a su carc-

    ter global (Lehmann, 1998:630). A esta interpretacin la respalda la tesis de que los fundamentalismosno surgen en los momentos de crisis, sino que tienen una historia mucho ms larga, pero que s es du-rante las crisis cuando se modifica su importancia poltico-cultural y cobran relevancia elementos estra-tgicos nuevos, por ejemplo el recurrir a identidades regionales frente a una crisis de regulacin nacio-nal-estatal. Barber se refiere ampliamente al tema (1995:155-216).

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    pas en la gran crisis financiera mundial de hace setenta aos. La sobreproducciny la sobreacumulacin que se estn dando a fin de siglo no son fases de ciclos eco-nmicos locales o nacionales, sino que abarcan el mundo entero. Igual que ocu-rri en los aos treinta, en estos aos noventa un largo ciclo de endeudamiento

    est llegando a su fin con una crisis financiera global (al respecto vase Altvater,1988:166-173). Esto ha ocasionado tendencias deflacionarias que, al igual que enlos treinta, invocan el peligro de una depression economics(Krugman, 1999). Y no esslo el hecho de considerar normal que aumenten las tasas de crecimiento in-cluso cuando stas dejan de presentarse durante varios aos lo que obliga a unnuevo aprendizaje. Es ms importante la circunstancia de que el sistema interna-cional de la regulacin, tanto en el territorio nacional como dentro del sistemamundial, est basado en el crecimiento y en las tasas moderadas de inflacin. Puesson stas las que inauguraron la posibilidad de la distribucin, las que equilibranla tensin entre la hegemona y el consenso y las que posibilitaron el surgimientode un espacio para una configuracin econmico-poltica y sociopoltica de cons-telaciones de actores a largo plazo (Nassehi, 1998:161). En una era de deflacin ydepresin, estas posibilidades son limitadas.

    El nivel de la globalizacin

    Pero no slo la ciclicidad de la tendencia globalizadora reviste importancia. En latendencia a largo plazo de la evolucin econmica son particularmente relevanteslos cambios de nivel. La tendencia ascendente que se dio hace ms de cien aos nose puede comparar con la tendencia ascendente de la segunda mitad de este siglo,por el simple hecho de que presentan un nivel muy diferente de produccin, deproductividad, de ingresos, de acervo de capital y de consumo de la naturaleza. Elaumento de nivel se puede indicar a grandes rasgos con los montos monetarios,puesto que no se dispone de otras medidas. En Europa Occidental el ingreso anualper cpita aument, de 1820 a 1913, de un promedio de 1 228 dlares a uno de

    3 482 dlares, es decir, 183%. El aumento registrado entre 1913 y 1992, a un pro-medio de 17 412 dlares, es decir, de 401%, fue ms del doble del anterior, a pe-sar de dos devastadoras guerras mundiales. El valor del dlar es real (valor base de1990) y, por lo tanto, comparable en la medida de lo posible (Madison,1995:23). Por tal razn, estas cifras indican la demanda monetaria de mercancasreales, obtenidas a partir de materias primas (combustibles, materias primas mine-rales y agrcolas) por medio de un procesamiento, por lo general industrial. Aspues, estas cifras nos dicen algo acerca de las tendencias del consumo de la natu-raleza.

    Vemos, por lo tanto, que el nivel de explotacin de la naturaleza es mucho ma-yor que hace cien, doscientos o quinientos aos. Este cambio tiene consecuenciasconsiderables para el discurso cientfico y poltico, como lo ejemplifica un razona-miento en apariencia trivial. A diferencia de lo que pasaba antes de la primera gue-

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    rra mundial, a finales del siglo XX no hay manchas blancas en el mapa. Desde queexisten las fotos del planeta azul tomadas por satlites, a partir de finales de losaos sesenta, este proceso abstracto de la globalizacin puede incluso ser imagina-dode manera concreta; estamos familiarizados con las series fotogrficas de la tie-

    rra y, por lo tanto, podemos imaginarnos plsticamente el proceso de la globaliza-cin. CNN y otros proyectos similares han contribuido en gran medida a ello. Hoyen da la globalizacin tampoco se limita a la expansin sobre la tierra firme de loscinco continentes; el inters econmico se dirige a los nuevos mundos de los cas-cos polares, del fondo del mar, del universo cercano a la tierra y de las microestruc-turas de la vida, que son investigadas por la biotecnologa y la ingeniera gentica.Cuando la expansin espacial llega a sus lmites en la macro, micro y nanosfera, selleva a cabo en el tiempo, en forma de aceleracin (Virilio, 1993, 1996). Entonces,la globalizacin es una etapa del proyecto de la modernidad que pocas veces ha si-do descrita con tanta claridad en su contradiccin entre emancipacin y someti-miento como en el Manifiesto comunistade Marx y Engels (Marx, MEW, 4:462-474).10

    Se trata de algo ms que de una expansin en el tiempo y de una aceleracin enel espacio; se trata de la usurpacin de los mundos de la vida y de la naturaleza yde su subordinacin a la racionalidad de la explotacin.

    Esta nueva calidad de la globalizacin, que se debe al nivel del proceso econ-mico, es totalmente ignorada en los argumentos que, en primer lugar, comparandatos sobre el intercambio de mercancas, de inversiones directas o de flujos mi-

    gratorios. Pero a esta perspectiva se le escapa el importante hecho de que el nivelde utilizacin de los recursos del planeta alcanzado en nuestro das rebasa las fron-teras del espacio ambiental (Opschoor, 1992; Wuppertal Institut, 1996) y de lacapacidad de carga de los ecosistemas planetarios; fronteras que, a diferencia de loque supone David Harvey, 1996:139), no tienen que construirse primero de mane-ra discursiva. Los lmites que la naturaleza impona al proceso econmico de latransformacin de materia y energa no desempearon papel alguno mientras elnivel de explotacin de la naturaleza fue adecuado a las tasas naturales de repro-duccin y regeneracin. Por ello slo a comienzos de los aos setenta se habla de

    lmites del crecimiento, aun cuando en los antecedentes tericos de las cienciassociales haca mucho que se haban elevado voces preocupadas por la ecologa(vase Martnez-Alier, 1987). Los procesos econmicos tienen consecuencias irre-versibles, el tiempo histrico tiene una orientacin definida; esta circunstancia tri-

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    10 Nassehi pregunta: Qu es lo nuevo en la globalizacin, si por globalizacin entendemos aque-llo que aparentemente coincide con lo que generalmente llamamos modernizacin?, a saber: la expan-sin de un sndrome econmico, poltico y cultural que en la forma de proceso de racionalizacin oc-cidental ha emprendido en los ltimos dos o tres siglos una marcha triunfal por todo el mundo,

    aparentemente incontenible, y cuyas consecuencias se estn revirtiendo ahora contra nosotros mismos(Nassehi, 1998:152-153). Y l mismo da una respuesta: Tal vez seale simplemente una nueva forma dever las cosas, que probablemente no hayan cambiado tanto (ibid.). La nueva forma de ver las cosas esextraordinariamente importante. Pero en este libro demostraremos que, adems, las cosas s han cam-biado en forma considerable.

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    vial de la cotidianeidad no es ni remotamente tomada en cuenta en la teora eco-nmica (Georgescu-Roegen, 1971). El olvido de la naturaleza y la ceguera ecolgi-ca de la teora moderna se expresan sobre todo en el hecho de que sta desarrollasus modelos para una economa que no conoce coordenadas naturales y sociales

    en el tiempo y en el espacio. Por ello, lo evidente y natural de la razn cotidianano resulta nada natural para los economistas: no entienden que una comparacinentre fases distintas, separadas entre s por cien aos, slo tiene sentido cuando setoman en cuenta los cambios de nivel en el aprovechamiento global de los recur-sos durante el tiempo que transcurre entre las fases observadas. Cerca de los lmi-tes del crecimiento el discurso es uno; lejos de ellos, otro. Por lo tanto, si a finesdel siglo XX se quiere razonar de manera sustancial acerca de las tendencias globa-lizadoras, se debe tomar en cuenta la dimensin ecolgica; sta ya no puede serignorada ni siquiera en el discurso econmico, a menos que se prefiera esa econo-ma neoclsica que hace caso omiso del tiempo y del espacio y que construye a laeconoma como una praxologa de la accin racional vlida en todo lugar y entodo momento del homo conomicus.

    Tiempo y espacio de la globalizacin

    El tiempo y el espacio, segn nos dice Kant en su Crtica de la razn pura, no son

    conceptos empricos, sino una necesaria concepcin a priorique subyace en to-das las apreciaciones externas (Kant, s. f.:112). Uno no puede imaginarse que noexistieran el tiempo y el espacio. Son algo tan natural que, paradjicamente, sepuede hacer abstraccin de ellos en el modelo cientfico. Sin esta abstraccin laeconoma neoclsica y la eleccin racional seran un planteamiento imposible.Pero esta abstraccin no es, en modo alguno, arbitraria, pues en el marco de laglobalizacin los muchos tiempos en las muchas regiones del mundo son concen-trados en un nico tiempo mundial, normado y normativo. Y esto no slo graciasa que los medios modernos crean de manera virtual una simultaneidad en

    acontecimientos que no estn sucediendo de manera simultnea, de modo quecualquier acontecimiento no simultneo, quiz de importancia nicamente localo regional, pasa a ser parte de la historia mundial. Tambin la simultaneidad sin-crnica puede convertirse en una no simultaneidad diacrnica, para de esta ma-nera producir cadenas artificiales de causa y efecto. As pues, acontecimientosocurridos en diferentes partes del mundo y de diferente importancia son locali-zados en un solo eje temporal, en lugar de varios. Surge as el globo compacta-do en su dimensin temporal (Harvey, 1996:238-247; Fraser, 1993:380), cuyosritmos temporales y coordenadas espaciales se adaptan a las condiciones de apro-vechamiento del capital.

    El ritmo de vida de las personas en diferente regiones del mundo, especialmen-te en los puntos nodales del acontecer mundial, se mueve al comps de un tiempomundial. Cuando en Francfort se abren las bolsas de divisas y de valores ya se co-

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    nocen las cotizaciones del cierre de actividades de las bolsas de Tokio, Singapur oHong Kong, y cuando en Wall Street, en Nueva York, se da inicio a las actividadesburstiles, ya se conocen las tendencias de las cotizaciones en las bolsas de valoreseuropeas. Esto ser todava ms fcil cuando haya corredores de bolsa presentes las

    24 horas del da en las diversas bolsas del mundo, lo cual permitir aprovechar aunlas ms mnimas diferencias cambiarias. Pues lo que cuenta, finalmente, es el volu-men de las transacciones; la bolsa de valores con horario permanente es reditua-ble. Desde un punto de vista econmico el mundo ya no es un lugar ancho y aje-no, lleno de pases lejanos, sino pequeo, densamente poblado y con pases muycerca unos de otros, en los que existen mercados (monetarios) enlazados por lastelecomunicaciones. Los costos para superar el espacio y el tiempo que esto impli-ca son mnimos; prcticamente no cuentan. La compresin del tiempo y el espacioera, hasta no hace mucho, un privilegio elitista; pero ahora, gracias a Internet y alos vuelos baratos, se ha democratizado, es decir, se ha convertido en parte de lavida de cada vez ms personas, por lo menos en los pases en los que se dispone deuna moneda dura. En los pases en los que ste no es el caso se termina esta de-mocracia del dlar y del euro, puesto que slo se puede tener acceso a la partici-pacin por medio del dinero, y no del voto. Y entonces puede suceder que la glo-balizacin no sea compresin de tiempo y espacio, sino el incremento de lasdistancias y la exclusin de las gratificaciones que proporciona la cercana. Aspues, la globalizacin tambin crea nuevas fronteras, que fomentan la interpreta-

    cin de que la globalizacin se estara llevando a cabo sobre todo en la trada delos pases industrializados de Europa Occidental, Norteamrica y Lejano Oriente.La periferia, es decir, los pases pobres en vas de desarrollo, quedara excluida(Boyer y Drache, 1996:2-3). Pero la exclusin de las sociedades de continentes en-teros slo representa el reverso de la moneda de la inclusin de los pases ricos.

    La expansin hacia un espacio global y la organizacin de un tiempo mundialhan convertido al planeta en un gran mercado en el que los factores de produc-cin son comprados donde son ms baratos: global sourcing, global pricing, global cos-ting: global village-global pillage(Brecher y Costello, 1994). La adecuacin de la or-

    ganizacin de las empresas a la globalizacin se da de tal manera que, en primerlugar, pueden estar presentes simultneamente en tantas regiones como sea posi-ble y, en segundo lugar, con precios competitivos (vanse al respecto los captulos6 y 7). Hacen referencia a esto casi al unsono quienes engruesan con escritosms o menos amarillistas esa seccin de la bibliografa que se dedica al tema dela competitividad o aun de la inminente guerra de la economa (Seitz, 1992;Thurow, 1993; Luttwak, 1994, etc.). El global sourcingya no se refiere nicamente alas materias primas y a las mercancas semielaboradas, sino tambin a la fuerza detrabajo, y no slo a la menos calificada, sino tambin a la categora de trabajadoresque tienen un alto nivel de calificacin, es decir, ese estrato del que se reclutan losciudadanos activos, los promotores de la sociedad civil. En el embate de la globali-zacin econmica se han quedado logros polticos y econmicos cuyo efecto se li-mitaba a territorios especficos. As surgieron los regmenes benefactores (Esping-

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    Andersen, 1990), que han sido estudiados detalladamente en las ltimas dcadaspor las ciencias sociales comparadas. La creacin del rgimen de tiempo y espaciode la geoeconoma, con su correspondiente infraestructura material e institucio-nal, ha conducido a la desaparicin de los tiempos y espacios locales, regionales y

    nacionales, lo cual constituye tambin un aspecto de la extincin de las especies.Al tiempo de la repeticin se superpone el tiempo lineal de la expansin y la ace-leracin. Los ritmos naturales del da y de la noche, de las estaciones del ao y losritmos sociales de las festividades no son nada frente a los lmites de tiempo abs-tractos del plazo de vencimiento de un crdito. Los ritmos biolgicos y naturalesson sacrificados en el altar de la economa del tiempo. Tiempo de comunica-cin telescpica instantnea que genera ms acontecimientos, ms problemas, ma-yor informacin y retos, conduciendo a una agilizacin en la toma de decisiones(Marshall, 1996:195).

    En su poca Karl Marx y Friedrich Engels, en el Manifiesto comunista, se mofaronde la idiotez de la vida en el campo, con su lentitud y sus limitaciones provincia-nas. Sin embargo cabe preguntarse si la vida en la aldea global, a fines del sigloXX, es ms abierta y menos idiota. Constituira un gravsimo error creer que unamayor apertura y tener ms mundo conllevan automticamente una expansin enel alcance del pensamiento, del lenguaje y de las acciones en el mundo. En 1759Lawrence Sterne escribi en su Tristram Shandyacerca de la partera que lo ayud anacer y que, como dice, gozaba de una muy buena reputacin en el mundo:

    pero he de aclarar, en honor a la verdad, que por la palabra mundoentiendo ni-camente un pequeo crculo descrito sobre el gran crculo terrestre, con un di-metro no mayor de cuatro millas inglesasy cuyo centro lo constituye la cabaa(Sterne, 1994, 1:26). Vemos entonces que la cabaa y las cuatro millas que la ro-dean pueden ser consideradas, con cierto derecho, como una sociedad mundial,un concepto que hoy en da le est reservado al sistema global de las relaciones hu-manas, sin que por ello deje de ser un eufemismo, pues a fines del siglo XX tampo-co existe una sociedad mundial. Un trotamundos abonado a varios programas deviajero frecuente de las aerolneas no entiende ms acerca del ancho mundo que

    la pequea partera de siglos pasados slo porque se dedique a acumular millas. Enotras palabras: el planeta compactado en tiempo y espacio existe, pero no por elloes aerodinmico.

    Las sociedades modernas estn cimentadas sobre una tradicin reformista, mso menos marcada, que se concentra en el estado nacional benefactor, tanto respec-to de las instituciones y el financiamiento como de las costumbres de las personas.Este colchn comparativamente seguro de paz social es todo menos un lecho derosas. En el curso del proceso de globalizacin todos los logros sociales estn a dis-posicin de la economa, porque lo que cuenta son los estndares econmicos ymonetarios, que se expresan en precios, y no los estndares sociales. Pero sin estosltimos la sociedad civil, en la que intervienen ciudadanos con demandas socialesy derecho a la participacin poltica, se convierte en un absurdo histrico. Es indis-cutible que existen estas tendencias en contra del estado benefactor, pero es impo-

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    sible conocer su fuerza y saber si terminarn por imponerse. Al estado como legalauthority(autoridad legal) esto no le afecta. Pues todaslas entidades dentro y fue-ra del estado que aspiran a ejercer alguna autoridad desde clubes de tenis hastaorganizaciones internacionales y multinacionales pueden hacerlo nicamente

    porque, en ltima instancia, obtuvieron del estado algn tipo de derecho para ello.Hoy en da no existe otro tipo de autoridad legal(Armstrong, 1998:467; Sassen,1998, ofrece argumentos similares). Esto es cierto, pero cuando existen mercadosabiertos las acciones estatales son condicionadas por las tendencias y las fuerzasglobales. stas operan como imperativos externos y, como tales, pueden motivar alas autoridades legales a revocar los estndares sociales o a desmantelar las insti-tuciones benefactoras del estado. La normalidad social e histrica de las relacioneslaborales y de las condiciones de vida se encuentra sometida a un estrs inaudito.Bajo el dominio del mercado global no se puede establecer una normalidad hist-rica, anclada espacialmente. La norma ms importante la constituye la competiti-vidad en el mercado mundial, a la que se subordina la conformacin de la socie-dad. El estado nacional que subsiste como autoridad legal se convierte en unestado nacional de competencia (Cerny, 1995; Hirsch, 1995; Altvater, 1994).

    Poltica y economa: imperialismo o globalizacin

    El discurso de la globalizacin depende de la percepcin y de la informacin. Noes casual segn lo seala el Grupo de Lisboa (1997) que ste se inicie a prin-cipios de los aos setenta, y que slo despus del memorable ao de 1989 obtengael impulso que habra de hacer de la globalizacin un tema mundial en las cien-cias sociales y en la poltica. As pues, el discurso de la tradicin histrica de la glo-balizacin se puede proyectar en retrospectivaa partir de la poca actual; hace cienaos no hubiera sido posible, por eso es que tampoco exista. La comparacin conla globalizacin de hace cien aos, que se hace para relativizar la relevancia delconcepto con el fin de analizar las tendencias actuales, puede justificarse por la fas-

    cinacin que despiertan datos y comparaciones histricas, pero no por ello cobrasentido. A fines del siglo pasado el concepto usual para analizar la economa mun-dial era el del imperialismo, y no es slo una cuestin semntica que se desconocie-ra el concepto de la globalizacin, pues la expansin capitalista de aquella pocase entenda principalmente como el impulso de toda nacin capitalista industria-lizada a someter y apropiarse regiones agrcolas cada vez mayores, sin considera-cin alguna para con las naciones que las habitaban (K. Kautsky). Lenin se refie-re de manera positiva a esta cita (Lenin, 1917, LW:22, 272), y crtica nicamente elhecho de que Kautsky hable de regiones agrcolas, interpretando as de maneraerrnea los motivos econmicos de la expansin imperialista (sobre todo la con-centracin y la monopolizacin del capital industrial y el papel desempeado porel capital financiero). Lenin basaba sus argumentos en el estudio realizado en elao de 1902 por J. A. Hobson, en el que ste describi al imperialismo, a diferen-

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    cia de la colonizacin, como la toma de posesin de territorios fuera del propiopas por grupos de intereses particulares, apoyados por el aparato estatal (Hobson,1902/1965).11

    A fines del siglo XIX los proyectos para realizar una expansin an mayor se vieron limita-dos, porque la mayor parte de la tierra haba sido repartida a una u otra potencia metropo-litana. Entre 1876 y 1915 alrededor de una cuarta parte de la superficie del planeta haba si-do formalmente anexada y distribuida en calidad de colonias a media docena de estados(Foster, 1994:87).

    Esta interpretacin de poderosos intereses particulares que eran apoyados porel aparato de poder poltico en su expansin econmica ms all de las fronterasnacionales que siempre resultaban demasiado estrechas es una constante enla bibliografa de la poca acerca del imperialismo, sin importar cun diferentesfueran las obras entre s. Rudolf Hilferding escribe de manera explcita que

    el capital de exportacin se siente ms tranquilo [...] cuando su propio estado tiene controlcompleto sobre el nuevo territorio, pues as quedan excluidas las exportaciones de capitalde otros pases, y l mismo goza de una posicin privilegiada mientras que sus ganancias es-tn ms o menos garantizadas por el estado (Hilferding, 1910/1981:322).

    Tambin Rosa Luxemburg describi al imperialismo como la expresin polti-ca del proceso de acumulacin de capital en su competencia por apropiarse de losrestos del mundo no capitalista (Luxemburg, 1913/1979:423), siendo que esta lu-cha se apoyaba en los recursos militares de los estados nacionales. As, segn RosaLuxemburg, en el estadio imperialista se acaba por sepultar totalmente al viejoprograma democrtico y burgus, sin que por ello desaparezca al mismo tiempola retrica nacionalista (Luxemburg, 1913/1979:138). Segn la luchadora social, lapoltica es dominada por una ley inmensamente poderosa que obra a ciegas, deigual modo que las leyes de la competencia econmica determinan de manera do-

    minante las condiciones de produccin de cada empresario (ibid.). As pues, el im-perialismo es un proyecto de capitales que se sirven del estado nacional para supe-rar las crisis de la acumulacin y para efectuar su expansin sobre las manchasblancas, es decir, sobre el entorno no capitalista. Es inevitable que los estadosnacionales se vean trenzados en conflictos polticos y, finalmente, militares.12 Y

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    11 La crtica ms fundamentada que se ha escrito hasta la fecha acerca de la teora del imperialismode Lenin y de su posterior perfeccionamiento por la Internacional Comunista se debe a Christel Neu-sss (Neusss, 1972).

    12Polanyi se opone a esta tesis: Nos hemos acostumbrado demasiado a considerar la expansin delcapitalismo como un proceso absolutamente pacfico, y al capital financiero como el instigador princi-

    pal de innumerables crmenes coloniales y agresiones expansionistas. Pero tambin hay que conside-rar la otra cara de la moneda: la reorganizacin de la vida econmica [cre] las condiciones para quese diera la paz de cien aos (Polanyi, 1944/1978:35-37).

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    precisamente esta consecuencia terica pareci verse confirmada por la primeraguerra mundial; de ah la relevancia poltica que la teora del imperialismo ganrpidamente en el movimiento obrero de este siglo.

    El carcter nico del imperialismo tambin se revela cuando comparamos esa

    fase del desarrollo que se dio hace cien aos no con el presente, sino con los pa-trones de pensamiento y la interpretacin que se haca del mundo a fines del sigloXVIII, en tiempos de Immanuel Kant. El pensador nunca sali de Knigsberg, y sinembargo hizo al mundo entero el objeto de su filosofa, y profundiz en las condi-ciones sociales y los principios de organizacin poltica de la paz eterna, que nohan perdido actualidad doscientos aos despus de la publicacin de su escrito(Kant, 1795/1984) (vanse Gerhardt, 1995; Williams, 1992). Se trata de los princi-pios sobre los que se puede edificar un mundo pacfico de estados. Su punto departida es la segregacin de muchos estados nacionales soberanos, que puede serreglamentada de manera racional por medio del derecho de gentes, pues la vio-lacin del derecho en algnlugar del mundo se siente en todoslos dems; por con-siguiente, los pueblos viven en un mundo interdependiente. En consecuencia, laidea de un derecho civil universal no es una concepcin fantstica y extravagantedel derecho (Kant, 1795/1984:24). Los principios de organizacin de las socieda-des constituidas en un estado nacional revisten una importancia particular en estecontexto. Porque slo las sociedades democrticas y republicanas conceden el es-pacio en el que los ciudadanos conscientes y autnomos pueden elevar sus intere-

    ses pacficos al rango de mxima de la poltica del estado nacional. Pues quinquerra responder por los gastos de una guerra de su propio peculio, batirsepersonalmente y poner su vida en peligro, sufrir las consecuencias del endeuda-miento estatal despus de la guerra, tomar a la ligera las destrucciones materiales?Nadie, desde luego, y por eso el estado debe estar organizado de tal forma queaquellos que deciden sobre la guerra y la paz tambin tengan que asumir todoslos sufrimientos de una guerra (Kant, 1795/1984:12-13). Por lo tanto, las socieda-des democrticas y republicanas son, per sey por los intereses personales de la ciu-dadana, pacficas, y por ende tambin lo es el orden internacional que confor-

    man. Por esta razn Kant rechaza la idea del estado mundial, de la monarquauniversal, pues sta slo se puede concebir como una tirana desprovista de al-ma y, como tal, belicosa por naturaleza, dado que en ella los grmenes del bienson eliminados y la soberana del ciudadano activo es anulada.13

    Aun cuando Kant tuvo consciencia de la importancia de los intereses econmi-cos, no pudo prever los alcances del poder econmico que se ha ido acumulandodesde el surgimiento del capitalismo industrial en el siglo XIX, el cual, por la solarazn de la extrema desigualdad econmica, ha obstaculizado la participacin po-ltica, haciendo imposible, para muchos individuos, la autodeterminacin racio-nal. ste es el tema en el que hacen hincapi Marx y la bibliografa marxista. Pa-

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    13 No es posible abordar aqu la importancia que la Revolucin francesa tuvo para las tesis de Kant,ni tampoco las tentativas napolenicas por conquistar el mundo.

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    ra Lenin, y tambin para Rosa Luxemburg, la configuracin de las institucionespolticas y de la opinin pblica ciudadana tiene relativamente poca importanciaen comparacin con las tendencias del desarrollo econmico. Pues, en primer lu-gar, apenas tienen que surgir los individuos que vayan a autodeterminarse y co-

    mo lo atestiguan siglos enteros, la despiadada lucha de clases, que despierta la con-ciencia de s mismo, el espritu de sacrificio y la fuerza tica de las masas populares[...] constituye la mejor proteccin y la mejor defensa del pas frente a los enemi-gos externos (Luxemburg, 1913/1979:134) y habra que aadir la mejor ga-ranta para una poltica interior y exterior pacfica. En segundo lugar, los estadosnacionales persiguen, esencialmente, los intereses de su respectivo capital nacio-nal. A diferencia de Kant, quien buscaba destacar la lgica de la poltica de pazen el sistema internacional de los estados, se atribuye a la lgica de la economa la res-ponsabilidad por el clima beligerante en el interior de sociedades constituidas co-mo estados nacionalesy por la guerra entre las naciones. As pues, mientras que enKant la rivalidad econmica es un factor de cultivo pacificador de los pueblos, enla bibliografa de crtica al capitalismo, que aparece a fines del siglo XIX, se la pre-senta como precursora de conflictos polticos y militares. Apoyado por los estadosnacionales, el capital tiende a rebasar las fronteras; por consiguiente, este tipo deinternacionalizacin parte del estado nacional y, por lo tanto, slo puede condu-cir a un choque entre los estados nacionales. No obstante, Hilferding encuentratendencias contrarias tambin en un plano nacional: los grupos capitalistas nacio-

    nales en competencia se organizan en un crtel general, que dirigira la totali-dad de la produccin y de esta manera eliminara las crisis. A partir de esto Kautskyconcluy que gracias a esta forma de organizacin del capitalismo se generaraun hiperimperialismo que no necesariamente conducira a la guerra, como sos-tiene Lenin, sino que, por el contrario, incluso ayudara a evitarla.

    Desde esa fase, que se dio hace aproximadamente cien aos, el escenario pol-tico y econmico ha cambiado. El capital industrial y financiero concentrado nobusca ya las fronteras, aseguradas y extendidas por la accin del estado nacional,sino que ejerce presin sobre los gobiernos nacionales para que se eliminen aqu-

    llas por medio de la desregulacin, para ofrecer as a la economa las mejores po-sibilidades de expandirse en el espacio global y de alcanzar la acumulacin en eltiempo a la velocidad ms rpida posible. En el transcurso de este siglo la relacinimperialista de poltica y economa se ha convertido casi en lo contrario de lo quealguna vez fue. Particularmente la evolucin del sistema financiero global, desdemediados de los aos setenta, y la desregulacin, le han restado importancia a lasfronteras de los estados nacionales. La geoeconoma que se ha creado a partir detodos estos factores no es tanto el lugar en el que se dirimen divergencias polticasentre estados nacionales como la arena de la competencia entre grandes empresasque operan internacionalmente. Fernand Braudel (1986a, 1986b) distingui en suanlisis sobre el surgimiento del sistema mundial capitalista entre reinos mundia-les y mercados mundiales. Los reinos mundiales existan ya en las pocas precapi-talistas, el mercado mundial no. ste se forma a partir del siglo XVI largo, en el

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    marco de la gran transformacin (Polanyi 1957/1979), aunque Polanyi afirmaque sta no se inicia sino hasta el siglo XVIII. Sin tomar en cuenta esta diferencia,Edward Luttwak (1994) distingui entre el principio de la geopoltica y el de lageoeconoma. Se cre un espacio en el que diversos estados nacionales compi-

    ten, no en el sentido tradicional del imperialismo, sino ms bien como unidadesempresariales que, en el territorio ms amplio de la geoeconoma, compiten porla supremaca poltica de sus localizaciones. El territorio donde opera la polticaestatal es, cada vez ms, el mercado mundial; los estados nacionales se estn trans-formando en estados de competencia (Cerny, 1995; Hirsch, 1995; Altvater,1994). stos ya no operan segn la lgica binaria de la poltica, como la haba pos-tulado Carl Schmitt (1963): la poltica se pone a prueba en la capacidad de distin-guir entre amigos y enemigos. En la geoeconoma hay muchos competidores, pe-ro no hay enemigos que tengan que ser combatidos, en caso necesario, hasta laguerra total. Luttwak tiene razn: la competencia permite la bancarrota, pero ex-cluye la gran guerra como agudizacin existencial de la lgica binaria. Son distin-tas las racionalidades capitalistasque controlaron la expansin a fines del siglo pasa-do y las que la controlan a fines de este siglo.

    LA MEDICIN DE LA GLOBALIZACIN

    Cmo se mide la globalizacin? Qu datos pueden servir de ndices adecuados?Qu unidad de medida debe escogerse, en qu lugar se debe medir y en qu sis-tema de categoras se interpreta el resultado de las mediciones? Si ya resulta difcildar la medida de algo tan concreto como la costa de Inglaterra en yardas y pulga-das, tanto ms difcil ser medir la globalizacin. Si los datos de flujos de comercio,inversiones directas y movimientos de capital son levantados en fronteras naciona-les, ya se ha dado en la argumentacin, entonces, un sesgo a favor de una tenden-cia econmica nacional. As llega a suceder que la apertura de pases pequeos

    (Holanda, por ejemplo) sea muy alta y que la de pases grandes (Estados Unidos)sea limitada, o que disminuya la apertura cuando en Europa se forma un mercadocomn. Si las relaciones econmicas intraurbanas de una ciudad de tamao regu-lar se distinguieran de las transurbanas, con seguridad se podra observar un volu-men considerable de produccin y consumo dentro de los circuitos intraurbanos.Basndonos en este hallazgo, sera admisible la afirmacin de que la ciudad X noest integrada a la economa nacional del pas Y, lo que convertira a esta ciudaden una quimera, en un fantasma, tal y como afirmaban los empiristas acerca dela tendencia de la globalizacin? Tomando en cuenta este aspecto, qu es el co-mercio intraempresa, que segn datos de la Organizacin para la Cooperacin y elDesarrollo Econmico (OCDE) aument durante las dcadas pasadas y conformaaproximadamente una tercera parte del comercio mundial? Es sta la expresinde una tendencia hacia las microeconomas (por ejemplo, siemensizacin, daim-

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    ler-chryslerizacin, shellizacin) o a las megaeconomas, es decir, a la globaliza-cin de la economa?

    La medida no nos dice nada sin una interpretacin adecuada, es decir, basadaen la teora. Segn datos de la OCDE, la participacin del comercio intraempresa en

    el comercio entre filiales de empresas transnacionales (ET) aument, entre 1982 y1992, en Estados Unidos de 31 a 40%, en Japn de 30 a 33% y en Suecia de 40 a50%. A pesar de que la participacin de las ET en el comercio exterior de EstadosUnidos y de Suecia disminuy, y en el caso de Japn tuvo un aumento muy redu-cido, se elev la participacin del comercio intraempresa en las exportaciones to-tales: en el caso de Estados Unidos de 22 a 23%, y en el de Suecia de 24 a 26%(OECD, 1996:29). Y si el capital invertido de las ET se concentra en un espacio, de-be esto interpretarse como prueba del arraigo de los consorcios (segn lo afir-man Krtke, 1997:222; Hirst y Thompson, 1996; Kleinknecht y ter Wengel, 1998) oms bien como prueba de que se estn tomando en cuenta los factores de riesgoen la comparacin de los rendimientos en mercados globales, especialmente cuan-do las ET con una sede fsica disponen de una gran cantidad de proveedores pro-venientes de diferentes pases y controlan una red global de empresas? (vase el ca-ptulo 6). Y qu pensar de esas relaciones econmicas globales desreguladas y, porlo tanto, desprovistas de criterios, que no pueden ser medidas sino, en el mejor delos casos, calculadas de manera aproximada, puesto que se desenvuelven en el se-creto de la economa informal (negocios de compensacin, comercio de bilatera-

    lidad, trueque, etc.) o en la clandestinidad criminal (trfico de drogas, venta de ar-mas, lavado de dinero, etc.)? Hay que considerar que la globalizacin tambinsignifica que aquellos que no logran participar en los mercados formales son em-pujados a la clandestinidad informal y a veces incluso criminal. Por esta razn, larespuesta a la pregunta acerca del peso de la globalizacin ya est predeterminadapor el tipo de formacin de unidades y por el establecimiento del lugar y del obje-to del levantamiento de datos.

    Esto slo puede ser corregido por medio de una interpretacin explicativa de losdatos. Por ejemplo, de la abrumadora importancia del comercio intraempresa hay

    que concluir que las estadsticas que se realizan en las fronteras de los pases no re-sultan adecuadas para abarcar la verdadera dimensin de la globalizacin. sta nose expresa tanto en los flujos transfronterizos de capital y de mercancas como en elhecho de que los parmetros para las actividades econmicas en todo el planeta seconforman en los mercados globales. La globalizacin es una relacin socialque tieneefectos estructuradores a fines del siglo XX en procesos econmicos, tcnicos y cul-turales. Los crditos en cuenta corriente de una caja de ahorros localizada en unaciudad pequea del estado federado alemn de Brandeburgo o en Dodgeville, Wis-consin, se orientan (tomando en cuenta las diferencias de riesgo) segn los intere-ses pagados en los mercados globales de finanzas. Los precios del mercado mundialde cerveza tienen relevancia para la competitividad de una cervecera bvara auncuando sta provea a un mercado ms bien regional. Los estndares globales sonimportantes tambin para los productores que venden sus mercancas producidas

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    en la ciudad alemana de Darmstadt exclusivamente en esta localizacin o en la ciu-dad vecina de Francfort. La poltica econmica de un gobierno nacional debe to-mar en cuenta la globalizacin, por ejemplo, en lo tocante a la competencia por ta-sas de impuesto menores para patrimonios monetarios mviles.14

    As pues, no resulta particularmente razonable querer medir la globalizacincon estadsticas sobre el comercio mundial, obtenidas en puntos de medicin delestado nacional. Puede llegar a suceder que as se constaten fronteras y, por consi-guiente, diferencias (por ejemplo, en la tan gustada desconstruccin de las varia-bles de los costos salariales unitarios), que existen nicamente porque se las crecon los propios mtodos de medicin; desde el punto de vista cientfico, esto es unautogol. Ms all de los propios clculos, estos datos slo tienen importancia realen el espejismo de una interpretacin con una b