Altimir, Oscar - Estimaciones de la distribución del ingreso 1953-1980

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Oscar Altimir. Estimaciones de la Distribución del Ingreso en la Argentina, 1953-1980. Desarrollo Económico Vol XXV N°100. 1986. Este documento ha sido descargado de http://www.educ.ar 1 ESTIMACIONES DE LA DISTRIBUCION DEL INGRESO EN LA ARGENTINA, 1953-1980 OSCAR ALTIMIR 1 1. Introducción Mi interés por el tema de la distribución del ingreso y por los problemas de su medición se remonta a mi colaboración en los trabajos de CONADE-CEPAL (1965 a) y de CEPAL (1968). Este último analizó detalladamente la evolución de la distribución del ingreso en la Argentina de posguerra, con una clara intencionalidad analítico-descriptiva, de resonancias normativas; ese análisis transitó por enfoques alternativos de desagregación del ingreso (por niveles, por grupos socioeconómicos, funcional, sectorial y regional) intentando articularlos en una visión descriptiva global, aunque sin lograr vincularlos en un modelo analítico comprensivo. La mayoría de los análisis posteriores de la distribución del ingreso en la Argentina se han concentrado en la distribución funcional del ingreso: Monza (1973), Dieguez y Petrecolla (1974), De Pablo (1977), Lavagna (1978 a; 1978 b), Orsatti (1983) son ejemplos selectos de ellos. Dieguez y Petrecolla (1976) consideraron, en cambio, explícitamente la distribución del ingreso por niveles para analizar en qué medida el crecimiento del ingreso medio agregado per cápita representa cambios en el bienestar. Por otra parte, estos mismos autores realizaron un análisis detallado de la estructura y de la desigualdad de la distribución por niveles del ingreso de los hogares en el Gran Buenos Aires (Dieguez y Petrecolla, 1979). La búsqueda de explicaciones de la distribución del ingreso en "proporciones de factores" tiene una larga tradición en la teoría económica. Ha constituido un elemento central de la teorización clásica y marxiana y ha encontrado un lugar en el cuerpo de la teoría 1 El autor es funcionario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas. Las opiniones vertidas en este trabajo de ningún modo comprometen la de la organización a la que pertenece. Se deja expreso reconocimiento a la contribución de la señora Mabel Bullemore en el procesamiento y manipulación de los datos, quien los realizara como parte de un trabajo a escala latinoamericana que dirigiera el autor.

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ESTIMACIONES DE LA DISTRIBUCION DELINGRESO EN LA ARGENTINA, 1953-1980

OSCAR ALTIMIR1

1. Introducción

Mi interés por el tema de la distribución del ingreso y por losproblemas de su medición se remonta a mi colaboración en lostrabajos de CONADE-CEPAL (1965 a) y de CEPAL (1968). Este últimoanalizó detalladamente la evolución de la distribución del ingreso enla Argentina de posguerra, con una clara intencionalidadanalítico-descriptiva, de resonancias normativas; ese análisis transitópor enfoques alternativos de desagregación del ingreso (por niveles,por grupos socioeconómicos, funcional, sectorial y regional)intentando articularlos en una visión descriptiva global, aunque sinlograr vincularlos en un modelo analítico comprensivo.

La mayoría de los análisis posteriores de la distribución del ingresoen la Argentina se han concentrado en la distribución funcional delingreso: Monza (1973), Dieguez y Petrecolla (1974), De Pablo(1977), Lavagna (1978 a; 1978 b), Orsatti (1983) son ejemplosselectos de ellos. Dieguez y Petrecolla (1976) consideraron, encambio, explícitamente la distribución del ingreso por niveles paraanalizar en qué medida el crecimiento del ingreso medio agregadoper cápita representa cambios en el bienestar. Por otra parte, estosmismos autores realizaron un análisis detallado de la estructura y dela desigualdad de la distribución por niveles del ingreso de loshogares en el Gran Buenos Aires (Dieguez y Petrecolla, 1979).

La búsqueda de explicaciones de la distribución del ingreso en"proporciones de factores" tiene una larga tradición en la teoríaeconómica. Ha constituido un elemento central de la teorizaciónclásica y marxiana y ha encontrado un lugar en el cuerpo de la teoría

1 El autor es funcionario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe(CEPAL) de las Naciones Unidas. Las opiniones vertidas en este trabajo de ningúnmodo comprometen la de la organización a la que pertenece. Se deja expresoreconocimiento a la contribución de la señora Mabel Bullemore en el procesamientoy manipulación de los datos, quien los realizara como parte de un trabajo a escalalatinoamericana que dirigiera el autor.

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neoclásica, desde que se incorporara a éste la consideración de unafunción agregada de producción. En sus orígenes, insertos en elcapitalismo del siglo XVIII, el análisis de la distribución funcionalservía tanto a la preocupación por las relaciones entre las clasessociales como a las consideraciones de bienestar, en la medida enque cada tipo de ingreso fuese apropiado por un estamento socialrelativamente homogéneo. Sin embargo, el desarrollo económico y laprogresiva diferenciacion social han ido mediatizando la relaciónentre la distribución funcional del ingreso y la distribución delbienestar, al erosionar ese supuesto implícito. Para el análisis delbienestar y las consideraciones de equidad, es más pertinenteconcentrar la atención sobre la distribución del ingreso por niveles,aunque el camino ideal consista en transitar hacia ésta, a partir de lageneración de los diferentes tipos de ingreso en el aparatoproductivo-institucional y a través de su distribución por grupossocioeconómicos.

¿Cuáles son, entonces, las causas de este predominio del enfoquesobre la distribución funcional en el tratamiento de los aspectosdistributivos de la economía argentina, pese a que la preocupaciónsubyacente concierne al bienestar y a la equidad? Más allá del pesode las tradiciones teóricas, creo que el hecho guarda correspondenciacon las peculiares características de la dinámica social y del discursopolítico en la Argentina de posguerra. Las grandes mayoríaspopulares han canalizado sus aspiraciones de bienestar a través delos diversos programas populistas que, como lo señalara Canitrot(1975), intentan lograr una redistribución permanente del ingreso porla vía del aumento de salarios. Ello conduce naturalmente alestablecimiento de metas redistributivas en términos de laparticipación de los salarios en el ingreso, como se hizo explícito en elPlan Trienal 1974-1977 (PEN, 1973).

Pero tampoco son ajenos a ese "desplazamiento" analítico la faltade estadísticas oficiales sobre la distribución del ingreso por niveles niel hecho de que las mediciones disponibles sean fragmentarias y deincierta confiabilidad. La presente reseña pretende contribuir aangostar la brecha existente entre los imperativos analíticos y lautilización efectiva de estadísticas de la distribución del ingreso porniveles, mediante una reseña de las que están disponibles, unadiscusión de su confiabilidad y comparabilidad recíproca y unareflexión sobre las tendencias que ellas revelan acerca de esteaspecto principal de la distribución del bienestar.

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2. Fuentes de información

Existen cinco grandes grupos de fuentes de información sobre ladistribución del ingreso entre unidades receptoras: los registros delos impuestos a los ingresos, los censos de población, las encuestasde hogares, los registros de seguridad social y los censos económicoso encuestas a establecimientos productivos. En otra parte (Altimir,1983) he resumido las principales características de cada una deestas fuentes e indicado las limitaciones básicas que presentan parala estimación y el análisis de la distribución del ingreso por niveles.Pero cabe recordar aquí que las tres primeras son fuentes"naturales", por así decirlo, de datos referentes a la distribución delos ingresos por niveles, ya que la unidad estadística es la unidadreceptora de los ingresos (individuo, hogar); en cambio, los registrosde seguridad social se refieren a las ocupaciones o los derechos depensión y los relevamientos de establecimientos tienen a éstos comounidad estadística, por lo que su utilización impone transitar desdeestas unidades a los receptores individuales.

En la Argentina, la evasión y la subdeclaración fiscales limitan lasposibilidades de utilizar los registros del impuesto a los réditos2. Aunen los países desarrollados —donde el problema de la evasión revistemenor significación— la utilización de estos registros para estimar ladistribución agregada del ingreso requiere la cuidadosa aplicación decostosos procedimientos "de calce" (matching) para combinar losdatos impositivos con los provenientes de otras fuentes y parareducirlos a conceptos consistentes con los de la contabilidad nacional(Okner, 1975). Entra otros obstáculos, en nuestros países la evasiónimpide estimar el número de receptores de altos ingresos; lasubdeclaración generalizada de ingresos imponibles puede, por suparte, afectar la distribución de los receptores que declaran ingresosen formas difíciles de apreciar sin una auditoría detallada dedeclaraciones, como la que se emprendiera en el estudio fiscalrealizado por CONADE (1967).

Algunos censos de población latinoamericanos han incluidopreguntas sobre los ingresos de la población (CEPAL, 1981). Los 2 El último estudio comprehensivo del sistema fiscal argentino (CONADE, 1967),realizado con datos impositivos correspondientes a 1959, encontró que losreceptores de beneficios o utilidades y de ingresos de la propiedad que declarabaningresos imponibles representaban alrededor del 31 por ciento del total dereceptores de esos tipos de ingresos y que los ingresos por ellos declaradosequivalían solo a un 22 por ciento del total estimado de esos tipos de ingreso.

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realizados en Argentina no han investigado, en cambio, los ingresos,por razones de técnica censal. Por consiguiente, no pueden aportardatos sobre la distribución de los receptores por niveles de ingreso.

Las encuestas de hogares por muestreo deberían constituir lafuente ideal para estimar la distribución del ingreso entre los hogaresy entre los receptores individuales. Por un lado, teniendo al hogarcomo unidad de información, pueden aplicarse conceptos de ingresotan apropiados —tanto para propósitos de estimación como paradiferentes propósitos analíticos— como lo admita el tipo de encuesta.Por otra parte, el investigar sólo una muestra de la poblaciónposibilita la aplicación de técnicas que maximicen la exactitud de lasmediciones. Además, la posibilidad que ofrecen las encuestas deinvestigar numerosas características de los hogares y de susmiembros permiten la creación de bases de datos aptas para análisismultivariado.

Sin embargo, los diferentes tipos de encuesta (empleo yremuneraciones, ingresos, presupuestos familiares, propósitosespecíficos) proporcionan estimaciones de los ingresos que nosiempre son comparables, ni en cuanto al concepto de ingreso o alperíodo de referencia, ni en cuanto a su grado de precisión oexactitud, ni en cuanto al tipo y sentido de los sesgos a que estánsujetas. Por otro lado, el sistema estadístico oficial argentino todavíano ha llegado a desarrollar una capacidad permanente para realizarencuestas de cobertura nacional, por lo que las encuestas cuyosresultados se hallan disponibles cubren el Gran Buenos Aires o unconjunto variable de áreas urbanas del interior del país.

Los registros del sistema de seguridad social constituyen unafuente de indudable utilidad potencial para las estimaciones y elanálisis de la distribución del ingreso en países como la Argentina,donde los programas de jubilaciones y pensiones del sistema hanllegado a cubrir un 69 por ciento de la población activa (Mesa-Lago,1984). Pueden proveer, desde luego, información detallada sobre ladistribución de los diferentes tipos de pensiones y jubilaciones. Perotambién representan una fuente potencialmente valiosa de datossobre la distribución de los salarios no agrícolas, en la medida en quesea factible pasar de las ocupaciones a los receptores, como unidadestadística. Naturalmente, la evasión al sistema puede tender asesgar las estadísticas en el sentido de una omisión más queproporcional de asalariados de bajos ingresos o de asalariados enpequeños establecimientos, pero ello puede apreciarse con menor

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dificultad que en el caso de evasión impositiva. Por otro lado, estafuente no proporciona información sobre el ingreso de los hogares. Laprincipal limitación que aún encuentra su uso con propósitos deestimación de la distribución agregada del ingreso por niveles es lafalta de sistematización computacional adecuada de los registros3.

Los censos económicos y las encuestas a establecimientos dediferentes sectores productivos recogen datos que, apropiadamenteprocesados, pueden proporcionar aproximaciones a la distribución porniveles de las utilidades generadas en las empresas personales delsector. Sin embargo, esta clase de relevamientos generalmente sólose llevan a cabo para actividades agropecuarias o industriales yfrecuentemente excluyen proporciones significativas de unidadesproductivas pequeñas y de trabajadores por cuenta propia, por lo quees preciso combinarlas con otras fuentes y resolver el problema deltránsito de la unidad establecimiento a la unidad receptora, a efectosde utilizarlas con propósitos de estimación de la distribución agregadadel ingreso por niveles.

3. Estimaciones disponibles de la distribución del ingresopor niveles

Al presente, las únicas estimaciones completas, orientadas a medirla distribución del ingreso de los hogares por niveles en el conjuntode la economía nacional, continúan siendo las que realizara elPrograma Conjunto CONADE-CEPAL sobre Cuentas Nacionales yDistribución del Ingreso en la Argentina (CONADE, 1965 a), para losaños 1953, 1959 y 1961, combinando estadísticas de diversasfuentes. Como se puede observar en el cuadro 1, encuestas dehogares realizadas posteriormente con otros propósitos, pero queasimismo investigaron ingresos, cubrieron sólo las areas urbanas o selimitaron al Gran Buenos Aires. Sólo una encuesta realizada para Gasdel Estado, sobre la que se conocen pocos antecedentes, se realizó enáreas urbanas y rurales. Las encuestas periódicas de empleo ydesempleo en el Gran Buenos Aires que inició el CONADE en 1963 ycontinuó el INDEC hasta 1972 no investigaban los ingresos; sólo la

3 El único intento que conozco de procesar los registros de las declaraciones de losempleadores al sistema de seguridad social es el realizado por Fernández Bussy(1969) para el entonces Ministerio de Bienestar Social, el que no llegó a serpublicado.

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onda de abril de 1970 incluyó un módulo sobre ingresos. La EncuestaPermanente de Hogares que realiza el INDEC en el Gran Buenos Airestres veces al año desde 1972 investiga, en cambio, los ingresos;también los investigan las encuestas en areas urbanas del interior delpaís que fuera incorporando el INDEC desde 1974 a este programa,en las ondas de abril y octubre de cada año, hasta cubrir 25conglomerados urbanos principales.

Por consiguiente, si se excluyen los resultados poco menos quefantasmales de la encuesta realizada para Gas del Estado, no sedispone de estimaciones de la distribución nacional del ingreso porniveles posteriores a 1961. Es posible, en cambio, componer unpanorama aproximado de la distribución en las áreas urbanasalrededor de 1980, agregando —con los debidos recaudos— los datosrecogidos por la EPH para el Gran Buenos Aires y para losconglomerados urbanos del interior del país que hacia esa épocacubría el programa.

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a) El hito: las estimaciones de la investigación CONADE-CEPAL

Esta investigación llevó a cabo, por primera vez en el país,estimaciones del producto y del ingreso a precios corrientes en elmarco de un sistema de cuentas nacionales, cubriendo el período1950-1961. Se elaboraron, por otra parte, estimaciones sobrepoblación, fuerza de trabajo, ocupaciones y hogares. La investigaciónprodujo, asimismo, estimaciones sobre la distribución del ingreso delos hogares por niveles y por grupos socioeconómicos (CONADE,1965 a).

La estimación de un sistema completo de cuentas nacionalesinvolucró, entre otras cosas, la obtención de estimaciones sobre losingresos de los hogares. Estos totales, junto con las estimacionesindependientes del número de hogares, constituyeron el marco dereferencia y de control de las distribuciones por niveles, obtenidas poragregación de estadísticas provenientes de distintas fuentes.

Se procedió, en rigor, a desagregar por niveles la distribuciónfuncional del ingreso generado en cada sector de actividad, así comolas correspondientes ocupaciones. En consecuencia, se consideraron25 grupos socioeconómicos de receptores, definidos por la categoríaocupacional y el sector de actividad, algunos de ellos desagregadosen subgrupos. Se recurrió a todas las fuentes disponibles quepudieran proporcionar datos sobre la estratificación de los receptoresde cada grupo socioeconómico o de las correspondientes ocupacionespor niveles de su ingreso. Los registros impositivos eran, por lasrazones ya señaladas, de escasa utilidad para estos propósitos. Laencuesta de hogares realizada contemporáneamente por OADE(CONADE, 1965 b) era de cobertura subnacional, sus mediciones delingreso de algunos grupos podía estar sesgada y, sobre todo, noposibilitaba la realización de estimaciones comparables para añosanteriores. Por estas razones, se recurró a: registros del sistema deprevisión social; nóminas de salarios de empresas públicas yfinancieras; presupuestos y registros de administraciones públicas;censos económicos, y clasificaciones de las ocupaciones y salariosdiferenciales por categoría profesional y región. Sólo marginalmente,para algunos grupos socioeconómicos, se utilizaron resultados de laEPC de 1963 y declaraciones impositivas ajustadas. El detalle de lasfuentes utilizadas para cada grupo puede verse en el Apéndice A.

Para algunos grupos se pudo disponer de distribuciones de lasunidades receptoras según el ingreso observado de cada unidad. Para

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otros, sólo fue posible estimar la distribución de los ingresosgenerados en el correspondiente sector y categoría ocupacional entreun número considerable de conglomerados, subgrupos o "racimos" dereceptores o de ocupaciones y ordenar el conjunto de unidades decada conglomerado de acuerdo con el ingreso medio estimado para elconglomerado. Tales conglomerados fueron definidos porcaracterísticas comunes de las ocupaciones o los receptores encuanto a la determinación de su ingreso4, de manera que fuera válidopostular su relativa homogeneidad interna con respecto al ingreso ysuponer, por lo tanto, que la dispersión de ingresos dentro de cadaconglomerado era reducida o, al menos, de poca influencia neta sobrela asimetría y la forma de la distribución correspondiente al conjuntodel grupo socioeconómico. Las fuentes y los procedimientos deestimación de las distribuciones básicas correspondientes a cada unode los grupos socioeconómicos considerados se indican en elApéndice A.

Tanto la mayoría de las distribuciones básicas obtenidas como losingresos generados de las cuentas nacionales se refieren al conjuntode las ocupaciones o empleos en un determinado sector y categoríaocupacional; incluyen, por lo tanto, no sólo los empleos principales delos receptores, sino también sus ocupaciones secundarias. En unaeconomía como la argentina, en la que alrededor del 9 por ciento delos receptores de ingresos no agropecuarios tenían alguna ocupaciónsecundaria, se hacía particularmente importante estimar ladistribución de estas ocupaciones y depurar las distribuciones básicasde manera que se aproximaran a la distribución de los receptoresindividuales del respectivo grupo socioeconómico de acuerdo con suingreso principal. Como se detalla en el Apéndice A, ello se llevó acabo sobre la base de la información sobre las ocupacionessecundarias que proporcionaban las encuestas de hogares entoncesdisponibles.

Una cierta proporción de los receptores perciben ingresos de másde una fuente, por lo que su ingreso total es superior a su ingresoprincipal. El correspondiente ajuste a las distribuciones de cada gruposocioeconómico por niveles del ingreso principal —el que correspondeal tipo de ingreso congruente con el sector y categoría que definen elgrupo— para transformarlas en distribuciones de esos mismosreceptores por niveles de su ingreso personal total, se efectuó a base 4 Sobre las características utilizadas para desagregar diferentes grupos

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de los resultados de la EPC realizada por OADE, mediante losprocedimientos que se indican en el Apéndice A. Así se pudieronestimar las distribuciones de los receptores individualescorrespondientes a 15 grupos socioeconómicos y de su ingresopersonal total por niveles de este ingreso; agregando lasdistribuciones de los diferentes grupos, se obtuvo la distribución deltotal de los receptores y del ingreso personal por niveles de ingresopersonal.

Para pasar de la distribución de log receptores a la de los hogaresse utilizaron matrices de transformación para cada gruposocioeconómico, basadas asimismo, en los resultados de la EPC para1963, las que se aplicaron a las respectivas distribuciones de losreceptores individuales en 1953, 1959 y 1961, siguiendoprocedimientos que también se detallan en el Apéndice A. El ingresototal de los hogares de estas distribuciones no incluye los intereses,alquileres y rentas netas imputados; estas partidas representaban,sin embargo, poco más del 1 por ciento del ingreso de los hogares,en aquellas estimaciones de cuentas nacionales.

b) Los resultados de encuestas de hogares

Las demás estimaciones disponibles sobre la distribución delingreso por niveles provienen, como ya se indicó, de diferentes tiposde encuestas de hogares, con coberturas subnacionales.

En algunos casos se trata de encuestas de ingresos y gastos, enotros de encuestas de empleo. Como la comparabilidad y laconfiabilidad relativa de los resultados de estas diferentesinvestigaciones pueden estar afectadas por las técnicas deinvestigación propias de cada tipo de encuesta, los conceptos deingreso utilizados en cada caso y los procedimientos empleados parainvestigarlos, las peculiaridades del diseño muestral y las diferenciasen la calidad del trabajo de campo, en el Apéndice B se analizan endetalle estos aspectos, recurriendo a la información disponible sobrecada una de las encuestas.

socioeconómicos, véase el Apéndice A.

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4. Cofiabilidad y comparabilidad de los resultados de lasinvestigaciones

La utilización de los resultados de las investigaciones realizadas,con el propósito de analizar el grado de concentración de los ingresosy su evoluci6n en el tiempo, plantea serios problemas, de mayorenvergadura y menores posibilidades de control estadístico que losinvolucrados por los errores de muestreo. Por un lado, las insolublesdudas sobre la confiabilidad relativa de las mediciones, en la medidaen que ellas puedan estar sujetas a sesgos que afectensignificativamente la exactitud o aproximación con que representan laverdadera distribución del ingreso en las áreas investigadas. Por otrolado, su relación con y su inserción en la distribución agregada delingreso para el conjunto de la sociedad nacional, en la medida en quela investigación sea de cobertura subnacional. Finalmente, la medidaen que son efectivamente comparables los resultados deinvestigaciones diversas, aun de la misma cóbertura geográfica,obtenidos por diferentes técnicas de investigación o en diferentescoyunturas económicas.

En la práctica, resulta difícil aislar estos diferentes problemas, yaque se presentan estrechamente entrelazados. Los ingresos que cadainvestigación ha tratado de medir afectan la comparabilidad de losresultados, en la medida en que existan diferencias en los conceptosde ingreso utilizados, en los períodos de recuerdo, en la longitud delperíodo de referencia o en las unidades consideradas. Los eventualessesgos en la composición de las muestras finales o los sesgos derespuesta a las preguntas de ingreso afectan, por otra parte; laprecisión de las mediciones; pero aun si se admitieran ampliosmárgenes de tolerancia a este respecto, la diferente magnitud o sen-tido de los sesgos que hayan ocurrido en diferentes investigacionespuede afectar significativamente la comparabilidad de sus resultados.Finalmente, tanto los ingresos a que se refieren las diferentesmediciones como los sesgos a que ellas hayan estado sujetas afectanla inserción de los resultados en el panorama distributivo nacional ysu consistencia con las estimaciones de ingresos de las cuentasnacionales, para propósitos de análisis macroeconómico.

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a) Comparación con los ingresos de las cuentas nacionales

La comparación de los totales de ingresos de los hogares obtenidosen las diferentes investigaciones con las correspondientesmagnitudes, similarmente definidas, de las cuentas nacionalespermite apreciar la posible existencia de sesgos que afectarían laacuracidad de las mediciones, obtener una indicación de la probablemagnitud agregada de sus efectos y a la vez cuantificar lainconsistencia entre la distribución por niveles estimada y los ingresosde cuentas nacionales para proporcionar una visión unificada delbienestar. Este enfoque, cuya justificación se ha argumentado endetalle en otro lado, (Altimir, 1983), no implica necesariamentesuponer una mayor precisión en las mediciones de cuentas nacionalesfrente a las obtenidas de las encuestas de hogares. Una vez que sehan tomado en consideración las diferencias conceptuales en losingresos medidos por ambas fuentes, las discrepancias significativas(superiores, digamos, al 10 por ciento) entre totales comparablesdebiera, en principio, dar lugar a un ulterior examen de posiblessesgos, tanto en las encuestas de hogares como en las cuentasnacionales. Por otra parte, como ambos tipos de estimación sonutilizados conjuntamente para diferentes propósitos analíticos, unaindicación de la inconsistencia entre ellos y la cuantificación de lascorrespondientes discrepancias es útil en sí misma. Existe, sinembargo, una presunción prima facie favorable a las estimaciones decuentas nacionales; ella se basa, por una parte, en que talesestimaciones agregadas son el resultado de una evaluación yreconciliación detallada de los datos disponibles de múltiples fuentesen el contexto de un marco conceptual comprensivo y coherente; porotra parte, la experiencia indica claramente que los resultados deencuestas de hogares pueden estar severamente afectados por lasubdeclaración, en tanto las estimaciones de cuentas nacionalesdifícilmente puedan ser sospechadas de sobreestimación, como lorevelan las revisiones periódicas de las series.

Existen tres niveles posibles de comparación de los ingresosmedios de las encuestas con ingresos medios estimadosindependientemente, a base de las cuentas nacionales. Las anterioresseries oficiales de producto e ingreso a precios corrientes, que lleganhasta 1973 (BCRA, 1975), incluían estimaciones del ingreso total delos hogares, lo que permite realizar comparaciones a nivel de esteconcepto. Por otro lado, esas mismas series incluyen estimaciones de

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los ingresos de diferente tipo percibidos por los hogares, lo que haceposible confrontar con ellas las mediciones de ingresos de cada tipoobtenidas de las encuestas de hogares. Las series oficialesactualmente en vigencia (BCRA, 1984), sin embargo, no incluyen elingreso de los hogares; ello obliga a utilizar como patrón dereferencia, para comparar los resultados de las encuestas másrecientes, las estimaciones del consumo privado a precios corrientes—obtenido, en las cuentas nacionales, por residuo— como unaaproximación de mínima al ingreso disponible de los hogares.

Naturalmente, no es válido comparar directamente los resultadosde las encuestas de cobertura subnacional con las estimaciones decuentas nacionales, que se refieren al total del país. Para obtener, apartir de los promedios de cuentas nacionales, patronesconceptualmente equivalentes que correspondieran al Gran BuenosAires, hemos aplicado diferenciales de ingreso derivados de lasestimaciones disponibles del producto regional, de acuerdo con losrazonamientos que se explicitan en el Apéndice C.

En el cuadro 2 se comparan los ingresos per cápita resultantes delas diversas encuestas de hogares realizadas en el Gran Buenos Airescon los promedios per cápita del consumo privado y del ingreso de loshogares obtenidos a partir de las cuentas nacionales, ajustados paraesta área de cobertura y a los períodos de referencia de los ingresosde las respectivas encuestas.

En el cuadro 3 se comparan, por otra parte, los ingresos medios decada tipo medidos por las diferentes encuestas. La disponibilidad deinformación de las anteriores series de cuentas nacionales posibilitacomparar, asimismo, los de las encuestas realizadas en torno a 1970con los correspondientes promedios per cápita por tipo de ingresoderivados de las cuentas nacionales.A esta altura de la discusión, resulta casi innecesario destacar el pococonfortable grado de imprecisión de los patrones de referenciautilizados en la comparación. Este no llega, sin embargo, a invalidarsu utilidad para apreciar el grado relativo de confiabilidad y, sobretodo, la comparabilidad recíproca de los resultados de las diversasencuestas disponibles.

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b) Confiabilidad general de los resultados de la investigaciónCONADE-CEPAL

Como ya se señaló, las distribuciones del ingreso por nivelesobtenidas en esta investigación consistieron, en rigor, en unadesagregación de los ingresos estimados simultáneamente paraconstruir el sistema de cuentas nacionales. La consistencia entreambos tipos de totales —tanto al nivel global como al sectorial—estaba, por consiguiente, garantizada5.

5 Como resultado de las sucesivas transformaciones que se detallan en el ApéndiceA, el ingreso de los hogares de las distribuciones por niveles resultó entre un 3 y un4 por ciento inferior —según el año de que se trate— al agregado de similarcobertura conceptual derivado de las cuentas nacionales que se estimaran en lamisma investigación. Como las distribuciones excluyen los ingresos imputados a loshogares y otras partidas, sus totales resultaron alrededor de un 6 por cientoinferiores al ingreso familiar total de las cuentas nacionales (CONADE, 1965 a);tomo I, cuadro I 30. Si se consideran las revisiones ulteriores de las cuentasnacionales, la discrepancia de la distribución correspondiente a 1961 se ampliaríaen un 2 por ciento.

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El grado de desagregación con que se realizaron las estimaciones yla utilización de las fuentes más confiables disponibles para cada casoconstituyen una razón para suponer que los resultados obtenidosrepresentan con bastante precisión la distribución agregada delingreso, particularmente entre los receptores individuales. Enespecial, el haber recurrido a las estadísticas de establecimientospara estimar la distribución de los ingresos empresariales permitiósoslayar uno de los principales problemas que presenta la mediciónde los ingresos a través de encuestas de hogares. La utilización, enesos casos, de distribuciones por conglomerados de unidades no esprobable que haya introducido —dados los criterios de definición y elnúmero de tales conglomerados— distorsiones de significación,excepto quizá en ambos extremos de la distribución. Estacircunstancia y el insatisfactorio tratamiento de los ingresos de lapropiedad podrían llevar a concluir que, en todo caso, las

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distribuciones pueden haber subestimado en alguna medida laconcentración del ingreso en los estratos altos.

c) Los resultados de la encuesta de OADE (EPC)

Dadas las características ad hoc de esta encuesta y la escuetainformación publicada por CONADE (1965 b) al respecto, resultadifícil elaborar presunciones sobre la presencia o ausencia de sesgosde composición en la muestra o de sesgos de declaraciones en lamedición de los diferentes tipos de ingreso. Sin embargo, como sepuede apreciar en el cuadro 6, la distribuci6n resultante para lasáreas urbanas difiere significativamente de la estimada en lainvestigación CONADE-CEPAL para los hogares no agropecuarios en1961. Aun tomando en consideración las diferencias en la coyunturaeconómica y en la población cubierta —que, en el segundo caso,incluye también a los hogares no agrícolas localizados en áreasrurales y localidades semirrurales de menos de diez mil habitantes—resulta difícil sustraerse a la impresión de que la investigación deOADE ha subestimado en mayor medida los ingresos de los estratossuperiores. Esta impresión se afirma al considerar la probableexistencia de sesgos asociados a la longitud a imprecisión de losperíodos de recuerdo utilizados para investigar los ingresos empresa-riales y de la propiedad. Por otra parte, los ingresos medios de lasdistribuciones para el Gran Buenos Aires y para el conjunto de lasáreas urbanas resultan un 15 por ciento inferiores a loscorrespondientes patrones estimados a partir de las cuentasnacionales. En consecuencia, podría considerarse que los resultadosde esta investigación constutuyen una estimación de mínima de lasdesigualdades urbanas a principio de la década de los sesenta.

d) Los resultados de ingreso de la Encuesta de Consumo deAlimentos en el Gran Buenos Aires.

La forma en que se investigaron los ingresos, en el contexto deesta encuesta, respondía al propósito de utilizar el ingreso sólo comovariable clasificatoria en el análisis de los comportamientosinvestigados. El hecho de que el ingreso medio per cápita utilizadocomo patrón de referencia —como se pone en evidencia en el cuadro2— contribuye a considerar estos resultados como una medición pococonfiable de la distribución del ingreso, por lo que Su inclusión en el

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cuadro 4 responde principalmente al afán de que la presente reseñasea comprehensiva.

e) La Encuesta de Presupuestos Familiares INDEC-ECIEL (EPF)

Como se puede apreciar en el cuadro 2, el ingreso per cápitade loshogares es similar al concepto equivalente estimado a partir de lascuentas nacionales. Sin embargo, como se evidencia en el cuadro 36,esto resulta de una compensación de diferencias significativas portipos de ingreso: la considerablemente mayor captación de ingresosde la propiedad y la inclusión de transferencias y de otros ingresos noconsiderados en las cuentas nacionales7 compensan una posiblesubestimación de los ingresos empresariales del orden del 20 porciento. La mayor significación de los ingresos de la propiedad en laformación del ingreso de los hogares, de acuerdo con los resultadosde la EPF, encubre, sin embargo, una considerable subdeclaración deingresos en efectivo y la estimación de una proporción de alquileresimputados sensiblemente mayor que las cuentas nacionales8. Dehecho, si se excluyen los alquileres imputados y las contribucionesdirectas medidas por la encuesta, el correspondiente concepto deingreso disponible resulta casi un 17 por ciento inferior al del marco

6 Tomando en consideración el diferencial del ingreso Gran Buenos Aires/Total delpaís (1,25) y comparando, en este caso, los resultados de la encuesta con elconcepto de ingreso total de los hogares de las cuentas nacionales.7 Los ingresos de transferencias registrados por la encuesta incluyen transferenciasprovenientes de otros hogares, las que resultan eliminadas, por efecto de laconsolidación, en las cuentas nacionales. Los otros ingresos investigados por estaencuesta constituyen principalmente ingresos transitorios, incluyendo tambiéntransferencias entre hogares de tipo ocasional, y transferencias de capital, quequedan fuera del marco de registro de transacciones corrientes de las cuentasnacionales.8 De acuerdo con los resultados de esta encuesta publicados por Dieguez yPetrecolla (1979, cuadro 2) sólo una quinta parte de los ingresos de la propiedadcorresponden a ingresos en efectivo, mientras que el resto —que representa un17,5 por ciento del ingreso total de los hogares— corresponde a alquileresimputados. Mas allá de las diferencias conceptuales de las cuentas nacionales(donde se computa sólo el valor agregado de los servicios prestados por lasviviendas ocupadas por sus propios dueños), de Su probable subestimación en esascuentas y del error adicional que puede introducir en este rubro nuestrotratamiento del patrón de referencia (al suponer el mismo diferencial en el Granbuenos aires que para los otros ingresos de la propiedad), cabe pensar en sesgossobreestimativos del valor de la casa propia o, incluso, en los hogares que habitanSu propia vivienda puedan estar sobrerepresentados en la muestra.

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de referencia (véase, al respecto, el cuadro 6 en el Apéndice D).

En atención a la comparabilidad de los resultados. de estaencuesta con los de las otras investigaciones, en el cuadro 4 seincluye, junto con la distribución del ingreso total de los hogares

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resultante de la EPF, la distribución de los ingresos realizados,excluyendo los alquileres imputados.

f) Los resultados de la encuesta de Gas del Estado (ENH)

Las sospechas vertidas sobre la confiabilidad de los resultados dela ENH se ven afirmadas por el hecho de que los ingresos medios percápita obtenidos para el total del país resultan un 56 por cientoinferiores a los de cuentas nacionales. Más aún, los ingresos mediosper cápita obtenidos para el conjunto de las áreas urbanas mantienenuna relación similar, por lo que el problema de confiabilidad noparece estar concentrado en las áreas rurales.

Dada la poca confiabilidad de estos resultados y su consiguientefalta de comparabilidad con los de otras investigaciones, su inclusiónen los cuadros 6 y 7 sólo responde al deseo de que esta reseñaresulte comprehensiva.

Las circunstancias anotadas unidas a la calidad técnica del diseñode la investigación, apuntan en el sentido de otorgar a los resultadosde la EPF un razonable grado de acuracidad en la medición delingreso realizado. Las mayores dudas que podrían abrigarse a esterespecto son las asociadas con la medida en que la obsolescencia delmarco muestral pudiera haber afectado significativamente larepresentatividad de la muestra, ya que la falta de respuesta nopresenta diferencias significativas por estratos (INDEC, s/f. a;cuadros IV y VI).

g) La distribución del ingreso de la Encuesta de Empleo yDesempleo de abril de 1970 (EED)

La forma utilizada de registrar los distintos tipos de ingreso decada receptor, por intervalos, dificulta la estimación de los ingresosagregados y medios de cada tipo. En el Apéndice D se indican losprocedimientos utilizados para obtener la distribución agregada quefigura en el cuadro 4 y los ingresos agregados y medios, a partir delos datos disponibles de la encuesta.

El promedio per cápita de los ingresos netos en efectivo de loshogares que resulta de la distribución estimada con esosprocedimientos es un 22 por ciento inferior al ingreso disponible percápita derivado de las cuentas nacionales, como se aprecia en elcuadro 2, y alrededor de un 18 por ciento inferior al correspondiente

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promedio de ingresos en efectivo, como se puede deducir del cuadro3. Pero las comparaciones que se realizan en este cuadro ilustran elhecho de que la mitad de esa brecha es atribuible al casi total fracasoen captar ingresos de la propiedad en efectivo y el resto a lasubdeclaración de ingresos empresariales, que se ubicaría en tornodel 30 por ciento9. La medición de sueldos y salarios y detransferencias parece tener, en cambio, un razonable grado deacuracidad, descontando los márgenes de precisión atribuibles a loscorrespondientes errores de muestreo.

h) Los resultados de la EPH

Como ya se señaló, las series vigentes del producto y el ingreso aprecios corrientes no incluyen el ingreso de los hogares, por lo quelos resultados de la EPH se comparan, en el cuadro 2, con el consumopersonal per cápita10. Como este concepto es un componente —el demayor consideración— del ingreso disponible de los hogares, lasdiscrepancias negativas son, naturalmente, de magnitud absolutamenor que las que se establecerían con respecto al ingreso disponibleper cápita, como se observa en el cuadro 2 para 1970. Aun cuando laestimación del consumo en las cuentas nacionales argentinas estésujeta a un grado mayor de inacuracidad que otros componentes delgasto y que el ingreso total, la confrontación de los ingresos de lasencuestas con esta variable vicaria del ingreso de los hogaresposibilita, al menos, formarse un juicio acerca de la comparabilidadrecíproca de los resultados de sucesivas encuestas. Es así como sepone de manifiesto la inconveniencia de utilizar las mediciones deingresos de la EPH de octubre de 1976, que caen a casi la mitad delconsumo per cápita estimado como referencia11 , en tanto que los

9 Con todo, el grado de subdeclaración efectivo de ingresos empresariales puedeser algo menor que lo que indican las discrepancias con cuentas nacionales; auncuando la encuesta haya pretendido registrar los ingresos netos devengados delnegocio o profesión —concepto que estamos utilizando, en este caso, para analizarlas discrepancias con cuentas nacionales— es muy probable que sólo hayarecogido, en la mayoría de los casos, respuestas sobre los retiros netos en efectivodel negocio o establecimiento.10 También al estimar este concepto para el Gran Buenos Aires, en el cuadro 2 seha aplicado un diferencial de 1,25 con respecto al promedio nacional, a falta deevidencia en contrario y suponiendo que no existen diferencias regionalessignificativas con respecto a los promedios nacionales en los coeficientes de ahorropersonal y de tributación.11 Esto puede haber sido consecuencia no sólo de la calidad del trabajo de campo yde los sesgos deliberados de respuesta en esta onda particular de la EPH, sino

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resultados de las otras ondas seleccionadas de la EPH se mantienenentre un 17 y un 30 por ciento por debajo de ese patrón. Sinembargo, como se conjetura en el Apéndice D, los ingresos de estasondas resultarían 29, 34 y 26 por ciento, respectivamente, pordebajo de una estimación conservadora del ingreso disponible.

Tal como se pone de manifiesto en el cuadro 3, tampoco la EPHlogra captar, en sus diversas ondas, ingresos de la propiedad enefectivo en proporciones significativas. También en este caso esacircunstancia quizá dé cuenta de alrededor de la mitad de lasdiscrepancias con el patrón de referencia, al menos en las ondas de1974 y 1975. En la onda de 1980, la discrepancia con el consumoprivado per cápita se reduce sin que mejore la captación de ingresosde la propiedad, por lo que cabe presumir una mejoría en la mediciónde los restantes tipos de ingreso.

Como los resultados de la onda de 1981 son, hasta donde sepuede discernir, similares a los de aquélla, debemos presumir lomismo conrespecto a esta encuesta, ante la falta de información decuentas nacionales con la cual comparar esos resultados.

La medición de los otros tipos de ingreso en efectivo en las ondasde 1974 y 1975 de la EPH quizá caiga entre un 20 y un 25 por cientopor debajo de lo que podría ser el correspondiente ingreso per cápitade cuentas nacionales. Como en el caso de la EED, ello sería,integramente atribuible a los ingresos empresariales. Tal cosa haríapresumir una mayor inacuracidad —y, en consecuencia, cierta faltade comparabilidad— de los resultados de la EPH con los de la EED,pese a su marco muestral más actualizado y la supuestamente mejorpráctica utilizada en la medición de los ingresos. La reducción de ladiscrepancia con respecto a las magnitudes de cuentas nacionales enla onda de 1980 —y, debemos presumir, también en la de 1981—podría interpretarse, en cambio, como un aumento de la acuracidady, hasta cierto punto, una mayor comparabilidad de los resultadoscon los de la EED de 1970; en efecto, la medición de los ingresosdisponible en efectivo en esta onda de la EPH es posible que quedesólo alrededor de un 15 por ciento por debajo de cualquier estimaciónrazonable que pudiéramos hacer como patrón de referencia derivado también de la aceleración del proceso inflacionario, que se tradujo en considerablesdesfasajes en la actualización de diferentes tipos de ingreso el mes anterior a laencuesta; ello probablemente haya ocasionado una considerable proliferación desesgos de recuerdo en la declaración de los ingresos y torna particularmenteincierta, la comparación con las magnitudes de cuentas nacionales, ajustadas, porvariaciones de precios minoristas al período de referencia de cada encuesta.

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de cuentas nacionales. Sin embargo, en vista de la obsolescencia delmarco muestral utilizado por ese entonces, también es posibleinterpretar esta evolución como el resultado de una subenumeraciónde hogares de menores ingresos, una proporción significativa de loscuales característicamente se desplaza hacia áreas nuevas que vanapareciendo en la periferia del conglomerado bonaerense; este pro-ceso se debe haber intensificado, por otro lado, con la erradicacióncompulsiva de villas de emergencia en la Capital Federal y en áreasacomodadas del Conurbano, ocurrida en el período12.

5. Ajustes realizados a los resultados de las encuestas

Como argumentara en otro lado (Altimir, 1983), cuando lacomparabilidad de resultados de diferentes investigaciones esafectada por las diferencias en la magnitud y la naturaleza de losrespectivos sesgos de medición, el ajuste informado y consistente delos datos puede mejorar la base para el análisis de la evolución de lasdesigualdades en el tiempo, en la medida en que torne máscomparables las estimaciones.

Tales ajustes sólo pueden proponerse cuantificar e incorporar adatos esencialmente no comparables, el conocimiento adquiridoacerca de la existencia de sesgos de diferente significación y de lasdistorsiones que probablemente hayan originado. Ningún ajuste,irremediablemente conjetural, puede insuflar precisión ocomparabilidad efectiva en datos obtenidos por diferentes métodosde medicion o de calidad diversa. La discusión anterior permiteapreciar la posible magnitud agregada de los sesgos de medición, susfuentes y otras diferencias que afectan la comparabilidad de lasinvestigaciones disponibles. Sobre esas bases y en procura de unplano de comparabilidad entre las diferentes estimaciones, seefectuaron ejercicios de ajuste a los resultados de las principalesencuestas realizadas en el Gran Buenos Aires, con los supuestos yprocedimientos que se detallan en el Apéndice D.

En el caso de la EPF, se ajustó la distribución del ingreso realizado;para ello, se asignaron por niveles, por separado, las discrepancias delos ingresos de la propiedad en efectivo y de los ingresos

12 Esta hipótesis podría verse afirmada por la elevación de las tasas dedesocupación en las áreas donde se ha ido renovando el marco muestral de la EPH,a partir de 1983.

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empresariales de la encuesta con los respectivos totales del patrón dereferencia de cuentas nacionales. La correspondiente distribuciónajustada figura en el cuadro 4. En ambos casos, la subestimacióncorrespondiente se asignó proporcionalmente a los ingresos de esetipo registrados por la encuesta. Los resultados de la EED seajustaron para incorporarles, por un lado, las discrepancias de losingresos empresariales per cápita con los del marco de referencia ypara asignar, por niveles, por otro lado, la probable subdeclaración delos mgresos de la propiedad en efectivo, para lo cual se supuso unadistribución de estos ingresos similar a la obtenida por la EPF quefigura en Dieguez y Petrecolla (1979, cuadro 2). La distribuciónajustada se incluye, asimismo, en el cuadro 4.

Los resultados de las diferentes ondas de la EPH se ajusiaron,consistentemente, para incorporarles la totalidad de los ingresos de lapropiedad en efectivo estimados como marco de referencia y ladiscrepancia asumida en la medición de ingresos empresariales,habiéndose obtenido las distribuciones ajustadas que figuran en elcuadro 4.

En aras de la comparabilidad, se ajustaron las distribucionesoriginales de la EPH asignando la subestimación aparente, tanto deingresos de la propiedad en efectivo , como de ingresosempresariales, con supuestos similares a los utilizados para ajustarlos resultados de la EED. Como cabe presumir un aumento de laconcentración de los ingresos de la propiedad hacia el final de ladécada de los años '80, este procedimiento resulta, en todo caso,conservador. En el Apéndice D se indica la magnitud que representócada uno de estos ajustes.

6. Evolución aparente de la concentración del ingreso

La discusión anterior permite poner de relieve el grado deinseguridad con el que es posible cuantificar válidamente la evoluciónde la concentración del ingreso en los diferentes subperíodos entrelas mediciones disponibles, así como las lagunas de cobertura entreellas, que obligan a seguir un sendero intrincado para apreciar esaevolución. El ejercicio es, sin embargo, factible una vez que serenuncia al imperativo de una precision inasequible, se aceptan laslimitaciones de cobertura y se interpretan los resultados de lasdiversas estimaciones en función de su comparabilidad recíproca. A

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este último respecto, el criterio central a aplicar a dos medicionesdiferentes consiste en que la precisión presunta de ambas sea degrado y tipo similares; la discusión precedente tiene el propósito deproporcionar elementos de juicio para basar tales presunciones.

a) La distribución del ingreso en el Gran Buenos Aires

En el cuadro 4 se incluyen las distribuciones decílicas del ingresoresultantes de las investigaciones que cubrieron la población del GranBuenos Aires. La disponibilidad de información y de conocimientossobre las características de las mediciones respectivas haceaconsejable considerar, en primer lugar, cuál puede haberverosímilmente sido la magnitud de las desigualdades de ingresoimperantes en 1970.

La EPF indica un moderado grado de concentración del ingresototal (reflejado en un coeficiente de Gini de 0,37 y en una varianza delos logaritmos del ingreso de 0,089), con una participación de loshogares del decil superior en el ingreso de un 29,2 por ciento y de un17,3 por ciento para los ubicados por debajo del percentil 40. Si seexcluyen los alquileres imputados, que pueden estar sujetos a unacierta sobreestimación, la distribución de los ingresos realizados esalgo menos concentrada: la participación del decil superior se reducea un 28,2 por ciento, la de los estratos inferiores aumenta a un 18,4por ciento y el coeficiente de Gini disminuye a 0,356.

Los resultados de la EED proveen la imagen de una distribución delos ingresos en efectivo con una configuración muy similar, como seobserva en las respectivas participaciones decílicas, aunque loscoeficientes de concentración sean ligeramente inferiores a los de lacorrespondiente distribución extraída de la EPF.

Sin embargo, las discrepancias analizadas con respecto al patrónde referencia macroeconómico es probable que indiquen la presenciade sesgos de estimación que no son neutros con respecto a laconcentración del ingreso. Como hemos visto, esas discrepanciasimplican la subestimación de los ingresos empresariales y de lapropiedad, tanto en la EPF como en la EED, pero de diferentemagnitud en ambas encuestas. El ajuste de las distribucionesoriginales mediante la asignación de la subestimación aparentepuede, al menos, mejorar la comparabilidad y, quizá, tambiénproporcionar una imagen más aproximada de la verdaderaconcentración (Altimir, 1983).

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Las correspondientes distribuciones ajustadas, que también seincluyen en el cuadro 4, proporcionan un panorama de mayorconcentración. En el caso de la EPF, la participación del decil superiorse eleva a un 31,3 por ciento, mientras que la del 40 por cientoinferior se reduce a un 16, 9 por ciento; el coeficiente de Gini pasa aser 0,39 y la varianza de los logaritmos 0,094. Las consecuencias delajuste son, naturalmente, algo mayores en el caso de la EED: laparticipación del decil superior pasa a ser 32,6 por ciento del ingresototal y la de los cuatro deciles inferiores se reduce a un 15,3 porciento; este patrón de mayor concentración relativa se sintetiza en unGini de 0,412 y en una varianza de los logaritmos de 0,109.

Ambas distribuciones ajustadas tienen un grado comparable deconcentración. Como es, además, verosímil que la medición de losingresos en un mes particular sea algo más desigual que la del añocompleto, debido al efecto probable de las fluctuaciones intraanualesen la posición relativa dé una cierta proporción de hogares, esrazonable concluir que las distribuciones de los ingresos en efectivoque se obtienen de la EPF y de la EED son, esencialmente,consistentes y que las que resultan de ajustar ambas representanaproximadamente el patrón distributivo imperante en el Gran BuenosAires hacia 1970.

Si se comparan las distribuciones originales del ingreso realizado oen efectivo de la EPF y de la EED con los resultados de la EPC de1963 —incluidos también en el cuadro 4— y se los interpreta a la luzde los indicios mencionados sobre la confiabilidad de esta encuesta,se podría concluir que la distribución del ingreso en el Gran BuenosAires no cambió significativamente —más a11á de eventualesoscilaciones coyunturales— en los años sesenta.

Los resultados de la EPH ilustran, por otro lado, acerca de lo quepuede haber acaecido con la distribución del ingreso metropolitanocon posterioridad a 1970. Si se considera que las mediciones de estasencuestas que se incluyen en el cuadro 413 son, en lo esencial,comparables con las de la EED, es posible extraer algunasinteresantes conclusiones.

Por lo pronto, al comparar los resultados originales —sin ajustar—de las encuestas, resulta evidente el sentido de los cambios operados

13 Estas distribuciones y las que se incluyen en el cuadro 5 fueron obtenidasmediante el procesamiento de los archivos de microdatos de las correspondientesondas de la EPH suministrados por el INDEC al Banco de Datos de Encuestas deHogares (BADEHOG) que mantiene la CEPAL (véase el Apéndice D).

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en la concentración: ésta se habría mantenido, en 1974 y 1975, en elgrado que tenía en 1970 (Gini 0,36; varlos 0,09) para aumentarhasta niveles sin precedentes en 1980 (Gini 0,42, varlos 0,115) y en1981 (Gini 0,43; varlos 0,112).

Pero las diferentes discrepancias de cada una de estas encuestascon respecto al patrón de referencia derivado de cuentas nacionales(cuadro 2 y Apéndice D) pueden dar pábulo a la sospecha de queesas diferencias estén asociadas a diferentes efectos de los sesgos demedición del ingreso sobre las distribuciones obtenidas y de que, porlo tanto, la comparación directa de éstas no sea estrictamente válida.Los ajustes realizados tienen por objeto atenuar, en alguna medida,esta falta de comparabilidad. Las correspondientes distribucionesajustadas revelan un mayor deterioro en la distribución del bienestara partir de 1970. Por lo pronto, los cambios ocurridos entre ese año y1974/75 no habrían sido completamente neutros con respecto a ladesigualdad global, en la medida en que las hipótesis que hemoselaborado con respecto a la evolución de los ingresos de la propiedadse aproximen a lo que realmente pasó. El coeficiente de Gini, quepara 1970 lo estimáramos en 0,412, habría pasado a 0,429 en 1974y 0,438 en 1975; esto es congruente con el aumento de laparticipación del decil superior a 34 y 34,5 por ciento,respectivamente, del ingreso total y con la ligera reducción en laparticipación del 40 por ciento menos favorecido, a 14,6 y 14,2 porciento del ingreso.

Resulta indudable, a su vez, el considerable aumento ocurrido enla concentración del ingreso entre 1974/75 y 1980. Las hipótesisadoptadas con respecto a la evolución de los ingresos de la propiedadson, en todo caso, conservadoras. Aun así, el ajuste que es necesariointroducir a la distribución original de la EPH para ese año, a efectosde hacerla comparable con las anteriores, es de mayor magnitud(véase el Apéndice D). Con ello, el coeficiente de Gini se eleva a0,472, la varianza de los logaritmos a 0,143 y la participación deldecil superior alcanza el 37,3 por ciento del ingreso, mientras que el40 por ciento de los hogares menos favorecidos disminuyen suparticipación al 12,5 por ciento del ingreso total.

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Este panorama distributivo habría empeorado aún más hacia 1981,a juzgar por el aumento de la desigualdad que registra lacorrespondiente distribución original de la EPH. Si bien no hemoscontado con la información indispensable para intentar un ajustecomo el realizado sobre los resultados de 1980, la similarconfiguración del equilibrio macroeconómico hace pensar que talajuste sería de magnitud y dirección equivalente a aquél.

En el cuadro 5 se incluyen las distribuciones decílicas del ingresode los receptores individuales en el Gran Buenos Aires obtenidas de laEPH, comparables con las correspondientes distribuciones originalesdel ingreso de los hogares que aparecen en el cuadro 4. Si bien estetipo de distribución no es tan pertinente para el análisis del bienestar,guarda una mayor relación con el análisis usual de la distribuciónfuncional del ingreso.

Los resultados confirman la hipótesis de que la fusión de ingresosde los diferentes miembros de cada hogar involucra, en definitiva,una atenuación de las desigualdades originadas en la apropiaciónindividual de los ingresos. En el Gran Buenos Aires, tal atenuación esmuy moderada: casi no llega a alterar los respectivos índices deconcentración y se traduce en una disminución de la participación deldecil superior en el ingreso total de 1 ó 2 por ciento. Por otra parte, laevolución de la concentración de los ingresos entre los receptores

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individuales es similar a la registrada por la distribución del ingresode los hogares y está sujeta a las mismas cualificaciones implícitas enlos ajustes por subestimación realizados a éstas.

b) La distribución del ingreso en el con junto de las áreas urbanas

En el cuadro 6 se han incluido las mediciones disponibles de ladistribución del ingreso por niveles en las áreas urbanas. Se incluyen,asimismo, los resultados de la investigación CONADE-CEPAL para loshogares y los receptores cuyo ingreso principal no se origina enactividades agropecuarias, a modo de aproximación de máxima de ladistribución urbana del ingreso, ya que también incluye aquelloshogares rurales y de localidades semirrurales que obtienen susingresos principalmente de actividades no agropecuarias.

Los resultados de la EPC de 1963 presentan un patrón deconcentración algo mayor de la distribución del ingreso urbano que elque esa misma encuesta proporcionara para el Gran Buenos Aires,debido a que registra desigualdades mayores en el conjunto de loscentros urbanos de más de 10.000 habitantes cubiertos. Como lasobservaciones realizadas sobre la confiabilidad de los resultados deesta encuesta para el Gran Buenos Aires son asimismo válidas para elconjunto de la distribución urbana, puede presumirse que elverdadero patrón de concentración de ésta, a comienzos de los añossesenta, corresponde a una distribución intermedia entre la queresulta de la EPC y la distribución no agropecuaria deCONADE-CEPAL, con desigualdades algo superiores a las imperantesen esa época en el área metropolitana.

La EPH provee información sobre ingresos para un conjuntovariable de conglomerados urbanos del interior del país.

Para posibilitar las comparaciones, hemos construido —a partir detabulaciones proporcionadas por el INDEC— las distribuciones delingreso de los receptores individuales que se incluyen en el cuadro 6para un conjunto integrado por el Gran Buenos Aires y diezconglomerados urbanos del interior, correspondientes a 1975 y a1980. Pese a que estas distribuciones pueden no ser estrictamentecomparables con las correspondientes para el Gran Buenos Aires delcuadro 514 y a que el efecto de la fusión de ingresos de los receptores

14 Existen, por un lado, algunas diferencias en el procesamiento de los datos delGran Buenos Aires incorporados a las distribuciones del cuadro 6. Por otra parte, no

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en el ingreso de los hogares puede revestir una magnitud diferenteen las ciudades del interior, es aparente que el patrón dedesigualdades urbanas es muy próximo al de las imperantes en elGran Buenos Aires y que el proceso de agravamiento de laconcentración del ingreso urbano —por lo menos en los centros demayor tamaño— ha sido paralelo al ocurrido en el áreametropolitana.

c) La distribución del ingreso a nivel nacional

Ya se señaló que las únicas estimaciones disponibles de ladistribución nacional del ingreso por niveles son las que produjera lainvestigación CONADE-CEPAL (CONADE 1965 a) basada en fuentes yprocedimientos de medición distintos de los utilizados por lasencuestas de hogares. En el cuadro 7 se incluyen las

se ha podido analizar de manera equivalente la confiabilidad de los resultados paralas diferentes ciudades del interior.

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correspondientes distribuciones del ingreso de los hogares por gruposdecílicos de hogares y de receptores, para los años 1953, 1959 y1961, tal como fueran publicadas por CEPAL (1968). Tambien seincluyen los resultados agregados a nivel nacional de la encuestarealizada por Gas del Estado para 1972 aunque sólo sea con unpropósito referencial, dadas las razones que hacen sospechar su faltade confiabilidad.

La evolución de la distribución del ingreso en la década de los añoscincuenta, que ponen de manifiesto esas estimaciones, ya ha sidoanalizada en detalle por CEPAL (1968). Basta aquí recordar latendencia a un moderado aumento de la concentración entre 1953 y1961, con el temporario empeoramiento registrado en 1959 porefecto del proceso de ajuste que tuvo lugar ese año.

De acuerdo con estas estimaciones, en la distribución imperante en1961 los hogares del decd superior participaban en un 39 por cientodel ingreso y el 40 por ciento menos favorecido de los hogares recibíaun 19,3 por ciento del ingreso total. La concentración del ingreso se

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traducía en un coeficiente de Gini de 0,42 y una varianza de loslogaritmos de 0,13115.

Se confirma, también a nivel nacional, la ya mencionadaatenuación de las desigualdades presentes en la distribución delingreso entre los receptores individuales, cuando los ingresos deéstos se fusionan al interior de cada hogar.

Por otra parte, la comparación de estas distribuciones con las delcuadro 6 pone en evidencia que la distribución del ingreso de loshogares a nivel nacional era, en 1981, ligeramente más desigualitariaque la de los hogares no agropecuarios. Ello se debía, en buenamedida, a la relativamente mayor desigualdad al interior del sectoragropecuario, ya que la diferencia entre los ingresos mediosagropecuarios y los no agropecuarios no superaba el 15 por ciento(CEPAL, 1968; capítulo II)16.

La distribución nacional del ingreso resultaría, a fortiori, másdesigualitaria que la distribución de los ingresos urbanos. Ellosucederá en la medida en que la distribución del ingreso originado enactividades no agropecuarias de las áreas rurales y en las localidadessemirrurales sea, asimismo, relativamente más desigualitaria que ladistribución urbana y que los correspondientes ingresos medios sean,como cabe presumir, más próximos a los agropecuarios.

El panorama de la distribución nacional del ingreso es probable quehaya tendido a empeorar en las dos décadas pasadas y que hayaalcanzado desigualdades sin precedentes a principios de los añosochenta. Por un lado, las estimaciones del cuadro C.2 ilustran lo quepasó con los ingresos per cápita de los hogares agropecuarios; laampliación de la brecha con respecto a los ingresos no agropecuarios(de un 23 por ciento en 1960 a un 32 en 1970 y un 35 en 1980)habría tenido por efecto aumentar la desigualdad global, si ladistribución al interior del sector agropecuario hubiera conservado elpatrón que tenía en 1961. Resulta difícil asegurar que la evolución delsector en la década de los sesenta y principios de los setenta hayamejorado las desigualdades intrasectoriales; quizá tal cosa hayaocurrido. Pero resulta indudable que la desarticulación de las

15 Es poco probable que la incorporación de los alquileres imputados alteresignificativamente este panorama, si se interpretan adecuadamente los resultadosque arrojara, al respecto, la EPF (Dieguez y Petrecolla, 1979; cuadro 2) teniendo encuenta lo ya señalado acerca de su probable sobreestimación.16 Esta última circunstancia se aprecia también en el cuadro C.2, donde el productoper cápita de los hogares agropecuarios que estimáramos para 1960 resulta sólo un18 por ciento inferior al promedio nacional.

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economías regionales operada en los últimos años debe haberaumentado considerablemente las desigualdades preexistentes alinterior del sector hasta un grado que quizá sólo encuentreprecedentes antes de la Segunda Guerra Mundial.

El proceso de desarticulación de las economías regionales no halimitado sus efectos a los ingresos agropecuarios, también haafectado, naturalmente, a las actividades no agropecuarias de lasáreas rurales y semirrurales de esas economías. Ello se debe habertraducido en un aumento de las desigualdades de ingreso de estesegmento de población a través del país.

Si se unen estos retazos argumentales en una sola composición, yse los traduce en hipótesis cuantitativas sobre la magnitud probablede los cambios en las distribuciones componentes, es posible concluirque el deterioro en la distribución agregada del ingreso a nivelnacional puede haber asumido, a grandes rasgos, las siguientesproporciones:

Asimismo, es posible aventurar la hipótesis de que sólo una partemenor del deterioro puede haber tenido lugar hasta 1975,concentrándose los cambios de participación en los años posteriores.

El aumento en las desigualdades del ingreso y la riqueza puedehaber sido, sin embargo, mayor que el que pueda registrarse oestimarse como distribución del ingreso de los hogares, en el marcode las cuentas nacionales. Por más que se estime conservadoramentela fuga de capitales que tuvo lugar en la década de los años setenta yprincipios de los ochenta, es indudable que revistió magnitudes muysignificativas y que, en su mayor parte, no fue captada por losregistros contables o estadísticos en que se basan las cuentasnacionales. El patrimonio así acumulado en el exterior por losresidentes argentinos en este período, que conceptualmente deberíaformar parte de la riqueza nacional, devenga ingresos que no seincorporan a la circulación económica registrada en las cuentasnacionales. Poca duda cabe, por otra parte, que los titulares de estosingresos se ubican en el estrato superior de la distribución, por lo que

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este patrimonio "oculto" aumenta, en alguna medida, lasdesigualdades de ingreso17 y —probablemente en mayor medida— lasde la riqueza.

7. Reflexiones finales

La relativa confiabilidad de las diferentes estimaciones disponiblessólo permite concluir que:

a) Las disparidades agregadas del ingreso en la sociedad argentinase mantuvieron —probablemente con considerables oscilacionescoyunturales— en torno a un patrón distributivo estructuralmentepersistente durante las décadas de los años '50 y '60 y principios delos '70, pese a los profundos cambios operados en la estructuraproductiva y en los otros aspectos de la estratificación social en eselargo período;

b) que en la década de los años setenta y particularmente conposterioridad a 1975, se registró un cambio —probablementeestructural— en el patrón distributivo; si esto es así, la Argentina,que a principios de los años '70 se contaba entre los países dedesigualdad moderada con mayor participación de sus estratosbajos18 se ha desplazado al otro extremo de este grupo de países dedesigualdad moderada —en el amplio espectro de las comparacionesinternacionales— para ubicarse entre los que cuentan con una menorparticipación de sus estratos populares19.

Estas conclusiones resisten un análisis de sensibilidad a laconfiabilidad y comparabilidad relativas de las estimacionesrealizadas. Sin embargo, la precisión variable que asumen, ennuestro medio, las mediciones de ingreso de diferentes encuestas ylos grados de incomparabilidad que ello acarrea —sumados a loserrores muestrales de las mediciones— ponen en cuestión la medidaen que es posible apreciar con cierta verosimilitud cambios en la

17 Quizá no espectacularmente. Piénsese que 10 mil millones de dólares colocadosen el exterior pueden fácilmente devengar 600 millones de dólares de rentasanuales o alrededor del 1 por ciento del ingreso total de los hogares.18 Véase Ahluwalia (1974).19 En el contexto latinoamericano, ha pasado de exhibir uno de los patronesdistributivos menos desigualitarios de la región a poseer uno comparable con el deColombia o el de Chile de fines de la década de los sesenta, aunque sin llegar a lasdesigualdades de Brasil, México o Perú.

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distribución agregada del ingreso de menor magnitud que losocurridos en la pasada década.

Lo anterior pone de relieve la cautela con que es necesario evaluarcada fuente de datos sobre la distribución del ingreso antes deextraer conclusiones sobre los cambios ocurridos a partir de lacomparación de datos disponibles. Pone, asimismo, de manifiesto lanecesidad de utilizar algún procedimiento —tal como la comparacióncon cuentas nacionales, utilizado en este trabajo— para estimar lamagnitud probable de los sesgos de cada medición y considerar enqué medida afectan la comparabilidad entre ellas. Piénsese, a esterespecto, que si se compara sin más la distribución resultante de laEPH de 1980 con la de los ingresos totales que se publicara de la EPFde 1969-70, se podría creer que entre ambos períodos sólo seregistraron cambios menores en la concentración.

Por otro lado, la comparación de estimaciones de la distribuciónagregada del ingreso no permite constatar en qué medida estoscambios son estructurales ni cómo se relacionan con las otrasdimensiones de la estratificación social.

Para ello, se requeriria un análisis multivariado comparativo sobrelas bases de datos de las propias encuestas de hogares disponibles,sorteando las dificultades que plantean las diferencias y cambios enlos cuestionarios y en el procesamiento de las variables. La magnitudde estas dificultades resulta subrayada por el hecho de que losanálisis multivariados que se realizaron, enfocados sobre ladescomposición de la desigualdad global (Dieguez y Petrecolla, 1979;Altimir y Piñera, 1979), hayan sido estáticos, explotando la base dedatos provista por una encuesta en particular.

Por último, tanto el problema de comparabilidad como el de lainformación necesaria para analizar los cambios estructurales en elpatrón distributivo y relacionarlo con las disparidades de bienestar(incluidas las mediciones y el análisis de las situaciones de pobreza)apuntan en el sentido de que sería conveniente que el sistemaestadístico nacional adopte una estrategia, en esta área, que optimicela precisión, comparabilidad y riqueza de la información requeridapara analizar la evolución y estructura del bienestar, en función derecursos escasos pero de alta capacidad técnica. Ello podría losrarsemediante encuestas nacionales de ingresos, gastos y otros compo-nentes de los niveles de vida, con una periodicidad quizá quinquenal,en el marco del programa permanente de la EPH, para facilitar lautilización combinada de la información coyuntural que ésta provee.

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APENDICE A

Procedimientos de estimación de las distribuciones delingreso por niveles utilizados en la investigación CONADE -

CEPAL

a) Fuentes y procedimientos de estimación de las distribucionesbásicas

En el cuadro A.1 se indican los 25 grupos de receptores, definidospor su categoría ocupacional y el sector de actividad que seconsideraron por separado para estimar distribuciónes básicas porniveles, así como las principales fuentes utilizadas en cada caso parala estimación de esas distribuciones básicas.

Las distribuciones básicas para los grupos de asalariados seestimaron a base de los registros del sistema de previsión socialcorrespondientes a muestras de empresas seleccionadas en lasdiferentes cajas, de las nóminas de salarios de grandes empresaspúblicas y de empresas financieras y de los presupuestos y registrosde las administraciones públicas nacional, provinciales y municipales.Para los asalariados agropecuarios y de servicio doméstico serecurrió, en cambio, a su distribución en conglomerados o ' racimos',definidos por la categoría profesional, la tarea, el tipo de contrato y laregión, de manera que resultaran de remuneración relativamentehomogénea.

Las distribuciones básicas para los principales grupos deautoempleados se obtuvieron a partir de los resultados de los censoseconómicos de 1953 y de su extrapolación, a nivel de rama, a 1959 y1961; en el caso de los productores agropecuarios, se recurrió alcenso agropecuano de 1960 y a su extrapolación, por actividad yregión, a 1953 1959 y 1961. Como, por razones operativas, no fueposible estimar la utilidad neta para cada establecimiento de unamuestra censal, se distribuyeron los establecimientos de cadaactividad o rama en conglomerados definidos por la dimensión,organización legal, actividad productiva predomínante y región de losestablecimientos. Suponiendo que esos factores explicaban la mayorparte de la dispersión de los establecimientos por niveles de suutilidad media, fue posible construir las respectivas distribucionesbásicas ubicando al conjunto de los establecimientos incluidos en

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cada conglomerado de acuerdo con el nivel de la utilidad media esti-mada para el conglomerado respectivo.

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Al hacerlo, se supuso que la dispersión al interior de cadaconglomerado de establecimientos era reducida o, que en todo caso,no distorsionaba esencialmente la forma de la distribución básicaagregada para el conjunto de los establecimientos del sector quepertenecieran a empresas personales. De esta forma, el conjunto delos establecimientos agropecuarios de propiedad de empresaspersonales se estratificó en 230 conglomerados elementales,mientras que se trataron por separado 1.571 conglomerados deestablecimientos industriales, 2.540 conglomerados de estableci-mientos comerciales y 613 conglomerados de establecimientos deprestación de servicios. Para los grupos de autoempleados para losque no se contaba con esta clase de información censal, se recurrió alos resultados que se obtuvieran, sobre los respectivos grupos, en laencuesta de presupuestos de consumo de 1963.

También se recurrió a esa encuesta para estimar la distribución delos rentistas, resultados que fueron controlados con informaciónobtenida de los registros del impuesto a los réditos.

Las distribuciones correspondientes a jubilados y pensionados seobtuvieron de los registros del sistema de previsión social.

Los registros del impuesto a los réditos sirvieron, asimismo, paracontrolar que las distribuciones básicas por niveles estimadas para losgrupos de asalariados consideraran acuradamente la posición relativade los asalariados de niveles altos de remuneración.

b) Estimación de las ocupaciones secundarias

La mayoría de las distribuciones básicas estimadas se referían altotal de las ocupaciones o empleos de determinada categoríaocupacional en un sector de actividad. Para obtener las distribucionesde los receptores-individuales por niveles de su ingreso principal,generado en esa categoría y sector, se hizo necesario depuraraquellas distribuciones básicas de ocupaciones que fueransecundarias para receptores con doble ocupación.

Como el doble empleo es un fenómeno esencialmente urbano—que abarcaba aproximadamente al 9 por ciento de los receptores noagropecuarios— se recurrió a las encuestas disponibles: la EPC,realizada en las áreas urbanas en 1963 (CONADE, 1965 b), o la EEDque realizaba periódicamente el CONADE en el Gran Buenos Aires y laencuesta de estratificación social en el Gran Buenos Aires, realizadaen 1960-61 por el Instituto de Sociolosía de la Universidad de Buenos

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Aires (Germani, 1962). Sobre la base de esos resultados, seidentificaron como ocupaciones secundarias un 6,4 por ciento de lasocupaciones de asalariados no agropecua rios y un 18,2 por ciento delas ocupaciones de autoempleados en actividades no agropecuarias.

En el cuadro A.2 se puede apreciar en qué medida esasocupaciones secundarias se ubican en los estratos inferiores de ladistribución del conjunto de ocupaciones no agropecuarias, lo que asu vez permite comprobar el diferente patrón de concentración de lasdistribuciones de las ocupaciones y de los receptores de acuerdo consu ingreso principal.

c) Del ingreso principal al ingreso personal

El hecho de que una cierta proporción de receptores obtenganingreso de más de una fuente implica que, al pasar del concepto deingreso principal al del ingreso personal total, esos receptores

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resulten desplazados sobre el eje de los ingresos. Las estadísticasutilizadas en esta investigación para estimar las distribuciones básicasno permitían detectar esa fusión de ingresos de diferentes fuentes.Por ello, se recurrió a un procesamiento especial de los datos de laEPC de 1963. A efectos de realizar los ajustes requeridos a lasdistribuciones básicas de cada grupo socioeconómico, se aplicaron lasmatrices de desplazamiento por grupos fractilicos —obtenidas de laencuesta— entre las correspondientes distribuciones por niveles deingreso principal y por niveles de ingreso personal total. Los montosde ingreso involucrados fueron de significación: el 7 por ciento delingreso personal de los receptores individuales provenía, en 1961, defuentes secundarias. Sin embargo, estos ingresos complementariosse distribuían, en la mayoría de los grupos socioeconómicos, enforma bastante semejante a los ingresos principales.

d) De la distribución de los receptores individuales a la distribuciónde los hogares

La transformación se realizó, para cada grupo socioeconómico,mediante relaciones extraídas de un procesamiento especial de losdatos de la EPC de 1963, pero ajustándose al número de hogaresestimado para cada grupo a base de los resultados del censo depoblación de 1960.

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Esta transformación se efectuó mediante la identificación de losjefes de hogar en cada grupo fractil de la distribución de receptoresindividuales del grupo considerado y el desplazamiento neto deunidades entre grupos fractiles, por efecto de la fusión de ingresos detodos los miembros receptores de cada hogar. Esta operación departición del ingreso personal total entre el percibido por los jefes ypor otros miembros y la posterior reconstitución del ingreso agregadode los hogares se llevó a cabo con un error de sólo un 1 por cientodel ingreso total agregado de los hogares. Los ingresos totales de loshogares resultaron alrededor de un 14 por ciento superiores a losingresos totales personales de los jefes de hogar. Por otra parte,como se aprecia en el cuadro A.3, si bien la distribución de los jefesde hogar es algo menos concentrada que la distribución del conjuntode los receptores individuales —por efecto, sobre todo, de lasmayores participaciones de los estratos inferiores—, la distribución delos hogares por niveles de ingreso del hogar presenta un patrón dedistribución muy similar a la de los jefes de hogar.

APENDICE B

Características de las diferentes encuestas de hogares en loque atañe a sus resultados sobre distribución del ingreso

a) La Encuesta de Presupuestos de Consumo de OADE para 1963(EPC)

Esta encuesta (CONADE, 1965 b) fue realizada para el ProgramaConjunto de Tributación OEA/BID/CEPAL con propósitos de análisis dela carga tributaria. El marco muestral y el trabajo de campo de estaencuesta debieron ser organizados "ad hoc", por no existir entoncesen el sistema estadístico oficial capacidades consolidadas paraefectuar encuestas, de hogares. La muestra, de selección trietápica,comprendió 4.000 hogares, 1.550 en el Gran Buenos Aires y 2.450 enáreas urbanas de más de 10.000 habitantes del interior del país,distribuidas en las 12 provincias más populosas. No se dispone deinformación acerca del marco muestral utilizado; en particular, laselección de localidades del interior parece haber estado condicionadapor consideraciones de costo.

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Se investigaron los ingresos de todas las fuentes de cada uno delos receptores individuales. En lo que respecta a los sueldos ysalarios, se preguntó por los salarios mensuales de bolsillo,excluyendo todo tipo de deducciones. En cuanto a los ingresosempresariales, aparentemente se hicieron esfuerzos por registrar eltotal de utilidades netas devengadas —mensual o anualmente— en elpropio negocio o empresa, más allá de los retiros realizadosusualmente; sin embargo, las instrucciones se concentran en lossueldos y salarios y no indican claramente la manera de registrar lasganancias. Se investigaron, asimismo, los montos anuales omensuales recibidos por alquileres, dividendos, intereses o de otrotipo (incluidas, entre estos últimos, las jubilaciones o pensiones) y losingresos accidentates o ganancias por venta de activos. Por tratarsede una encuesta en áreas urbanas, se optó por no investigar losingresos en especie o los correspondientes a la producción paraautoconsumo.

b) Encuesta de Consumo de Alimentos en la Capital Federal yGran Buenos Aires

Esta encuesta, realizada por el CONADE entre setiembre ydiciembre de 1965, investigó la compra y consumo de alimentos ytambién, con el propósito de analizar los resultados por estratosocioeconómico, los ingresos de los hogares (CONADE, 1968). Serelevó sobre una muestra de poco más de 2.000 hogares, deselección multietápica a partir del marco muestral que se utilizabapara la Encuesta de Empleo y Desempleo que realizaba el CONADE.

No existen mayores antecedentes sobre los conceptos de ingresoutilizados, pero aparentemente se preguntó sumariamente sobre losingresos totales del hogar en efectivo, asegurándose que seincluyeran los ingresos de todos los miembros.

c) Encuesta de Presupuestos Familiares 1969/70 (EPF)

Esta encuesta fue realizada por el INDEC, en el marco delPrograma ECIEL, entre agosto de 1969 y julio de 1970. Cubrió lapoblación del Gran Buenos Aires a través de una muestra de 2.383viviendas, de selección multietápica estratificada a partir del antiguomarco muestral que ya venía utilizando el CONADE para su Encuestade Empleo y Desempleo (INDEC, s/f.a). El diseño muestral dividió las

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unidades seleccionadas en cinco submuestras: cuatro gruposindependientes, a ser entrevistados uno en cada trimestre, y un panelde hogares a ser entrevistado todos los trimestres. En definitiva, serealizaron 1.749 observaciones20.

En lo que respecta a la medición de los ingresos, se investigaronlos montos trimestrales percibidos por cada miembro de la unidadfamiliar correspondientes a siete formas distintas de percepción desueldos y salarios, cinco formas de percepción de ingresosempresariales o del trabajo independiente, siete tipos diferentes deingresos de la propiedad —incluidos los alquileres imputados por lascasas propias y las ganancias o pérdidas por ventas de activos—,siete clases de transferencias y cinco tipos de ingresos transitorios aocasionales; en conjunto, se consideraron siete categorías deingresos en especie. El grado de detalle con que se registraron lasdiferentes formas de percepción de ingresos reviste considerableimportancia para disminuir los sesgos de declaración, en la medida enque minimice las omisiones por olvido y represente una mayorintensidad de entrenamiento de los encuestadores y de entrevistadedicados a la investigación de los ingresos. Los montos de ingesosse registraron, en principio, brutos de deducciones; éstas seinvestigaron, en general, entre los rubros de gasto.

Por otra parte, el diseño muestral y los períodos de recuerdoutilizados contemplaron adecuadamente la necesidad de construirregistros anuales de gastos a ingresos (Musgrove, 1978).

El análisis de consistencia de las respuestas fue satisfactorio21 Lasupervisión de entrevistas, por otro lado, reveló altas proporciones devariación en las respuestas sobre algunos componentes del ingreso(alquileres imputados, aguinaldo y otros salarios) pero sin que sehiciera evidente ninguna tendencia clara en cuanto al sentidopredominante de los sesgos de respuesta.

20 Se obtuvieron 1.749 entrevistas, habiéndose registrado un 13 por ciento deunidades no encuestables y una tasa de rechazo cercana al 12 por ciento (INDEC,s/f. a p. 13).21 El análisis preliminar de consistencia admitió diferencias inferiores al 20 porciento entre entradas y salidas, procediéndose a la reentrevista de las unidadescuyo balance superara ese margen de discrepancia. Por otra parte, la depuración dela información, luego del análisis de consistencia sustantiva, resultó en laeliminación de unas pocas observaciones: menos del 1 por ciento de las unidadesencuestadas (INDEC, s/f. a).

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d) Encuesta sobre Gastos en Bienes y Servicios

El INDEC llevó a cabo esta encuesta en el Gran Buenos Aires, entreoctubre de 1970 y setiembre de 1971, para estimar un presupuestobásico de gastos de consumo de hogares populares, queproporcionara la estructura de ponderaciones para el nuevo índice deprecios al consumidor (INDEC, 1975).

Del marco muestral utilizado en la Encuesta de Empleo yDesempleo de 1970, se seleccionaron poco más de 45.000 viviendas,las que fueron entrevistadas para obtener datos sobre la composicióndel hogar, las características ocupacionales del jefe y los ingresos delhogar. De esta muestra maestra se seleccionaron 7.200 hogarescuyos jefes fueran asalariados de la industria o el comercio, tuvieranentre 2 y 7 miembros y cuyos ingresos se ubicaran dentro de undeterminado intervalo22. Por consiguiente, los resultados disponiblesde esta encuesta son de limitada utilidad para el análisis de ladistribución del ingreso.

e) La Encuesta Nacional de Hogares de Gas del Estado (ENH)

Esta encuesta, encargada por Gas del Estado a una empresaconsultora, se realizó entre mayo y julio de 1972 en el Conurbano deBuenos Aires, áreas urbanas de diferente tamaño del interior del paísy áreas rurales. Su principal propósito era obtener información sobreconsumo de energía y posesión de artefactos, para apoyarproyecciones de demanda. Aunque la encuesta original excluyó a laCapital Federal, la empresa consultora incorporó el cuestionario a otraencuesta que realizata en esta área, con el propósito de alcanzarcobertura nacional. Sus resultados, publicados en el Anuario SIMA,fueron utilizados por Orsatti (1979), quien proporciona la únicarelación disponible sobre aspectos metodológicos de esta encuesta.Se diseñaron muestras que en conjunto abarcan 14.500 hogares,para cinco dominios: los partidos del Conurbano de Buenos Aires(donde se realizaron 1.000 entrevistas), el conjunto de las capitalesde provincia, el de los otros centros urbanos de más de 30.000habitantes, los pueblos de entre 2.000 y 30.000 habitantes y la

22 La población de referencia se definió como constituida por los hogares de jefeobrero que tuvieran un ingreso entre $ 250 y $ 1.500 mensuales o de jefeempleado que tuvieran un ingreso mensual ubicado entre $ 300 y $ 2.500 (INDEC,1975, p. 7).

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población rural. En los dos primeros dominios los hogares fueronseleocionados a partir del marco muestral constituido por losresultados del Censo de 1970; en las ciudades, las manzanas seseleccionaron por muestreo simple al azar, por falta de marcomuestral; en los pueblos y las áreas rurales, no se utilizaron puntosde muestreo; procediéndose a seleccionar los hogares a intervalosfijos de recorridos preestablecidos. Sobre la muestra utilizada para laCapital Federal no se poseen antecedentes.

Se preguntó al ama de casa sobre los ingresos mensuales delhogar, pidiéndole que los ubicara en una escala preestablecida.

El peculiar diseño muestral utilizado y la técnica empleada paramedir los ingresos hacen pensar que los resultados pueden estarsujetos a considerables sesgos, tanto en lo que se refiere a larepresentatividad de la población como al registro de los ingresos.

f) Encuesta de Empleo y Desempleo (EED)

La Encuesta de Empleo y Desempleo, que iniciara el CONADE en1963 y que fuera asumida posteriormente por el INDEC, hasta sureemplazo en 1972 por la Encuesta Permanente de Hogares, noinvestigaba los ingresos. Sin embargo, la onda realizada en abril de1970 en el Gran Buenos Aires incluyó un módulo adicional sobreingresos. La muestra para esta área incluía 2.822 hogares y habíasido seleccionada en tres etapas, con probabilidades de seleccióndiferentes por estrato, a partir del marco muestral construido a basede los resultados del censo de población de 1960 (INDEC, s/f. b)23.

La investigación de los ingresos se limitó a codificar, para cadamiembro del hogar, los montos mensuales percibidos en efectivo decada uno de los cinco tipos de ingreso: del trabajo asalariado,empresariales o por cuenta propia, jubilación o pensión, ingresos dela propiedad y otros ingresos. La codificación de los montosrespectivos se realizó según su ubicación en una escala constituidapor once intervalos de ingreso, lo que ha dificultado el procesamientoy explica que no existan publicaciones con los resultados de ingresosde esta encuesta.

23 En general, la EED tenía una tasa de falta de entrevista de entre 2,5 y 4 porciento (CONADE, 1965 c).

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g) Encuesta Permanente de Hogares (EPH)

En 1972 el INDEC estableció el programa de la EncuestaPermanente de Hogares (EPH), con el propósito de elaborarindicadores referentes a la conformación demográfica de la población,su inserción en la producción y su participación en la distribuciónsocial de bienes y servicios; contemplaba, asimismo, la elaboraciónde un sistema integrado de indicadores sociales y la construcción deun índice de estratificación social (INDEC, s/f. c). Por lo pronto,amplió la temática de la anterior Encuesta de Empleo y Desempleocon características migratorias, educacionales y la investigación delos ingresos.

Aunque el programa se plantea como objetivo la coberturanacional, se realiza en el Gran Buenos Aires, desde 1972, tres vecesal año y, a partir de 1974, dos veces al año en centros urbanos delinterior del país; éstos se fueron incorporando paulatinamente, hastacubrir 25 conglomerados urbanos.

Los marcos muestrales se organizaron a partir de los resultadosdel censo de población de 1970, completándolos o corrigiéndolossobre el terreno. Se optó por un diseño probabilístico bietápico,seleccionándose las unidades —en principio— de forma de obteneruna tasa final de muestreo fija. Los tamaños se fijaron, en función dela precisión requerida para estimar la tasa de desocupación, en 4.000viviendas para el Gran Buenos Aires y entre 700 y 1.000 viviendaspara los diferentes grupos de centros urbanos del interior (INDEC,s/f. d). En definitiva, la muestra del Gran Buenos Aires comprendepoco más de 4.700 hogares y las de las ciudades del interior abarcanun total en torno de los 17.500 hogares24.

El diseño muestral contempla una precisión aceptable para estimarcambios del 1 por ciento en la tasa de desocupación. Si se consideranlos errores de muestreo de totales de clase emergentes de tal diseño(INDEC, s/f. d) es posible pensar que el número de receptorescomprendidos en un intervalo decílico puede estar sujeto a un errormuestral algo mayor al 10 por ciento (o sea, al 1 por ciento del totalde receptores). Del mismo orden, serían, en consecuencia, los erroresmuestrales de estimación de los ingresos de un determinado grupo

24 Si se considera el conjunto de las muestras, la EPH cubre el 70 por ciento de lapoblación urbana. Sin embargo, la agregación de las muestras no conforma undiseño muestral coherente, ya que la representatividad es variable; en particular,los centros urbanos pequeños se hallan subrepresentados.

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decílico, si no hubiera errores ajenos al muestreo en la medición delos ingresos.

Antes de la renovación del marco muestral, actuálmente en curso,la encuesta solía encontrar un 20 por ciento de entrevistas norealizadas, incluyendo el rechazo. A esto debe agregarse, parapropósitos de medición de los ingresos, que usualmente un 15 porciento de los hogares "ignora" o no responde las preguntas sobreingresos. Ambos tipos de falta de respuesta pueden —dada sumagnitud— sesgar significativamente las distribuciones del ingresoresultantes. No obstante, en vista de la relativa estabilidad de la tasade falta de respuesta a o largo de las diversas ondas25 se puedepresumir que los eventuales sesgos que ella origina no afectan tantola comparabilidad como la acuracidad de las distribuciones.

La EPH investiga, en todas sus ondas, los ingresos netos enefectivo percibidos mensualmente per cads uno de los miembros delhogar, considerando por separado los que perciban oomo obrero oempleado, como trabajador por cuenta propia, de utilidades ybeneficios, de alquileres, rentas, intereses y dividendos, de jubilacióno pensión y otros ingresos, incluidas otras transferencias y losingresos no habituales. Los ingresos del trabajo asalariado y los dejubilación o pensión se refieren al mes anterior a la encuesta; losotros tipos de ingreso, al promedio mensual de to percibidoanualmente. En el caso de los ingresos del trabajo asalariado y de lastransferencias, se pretende registrar los ingresos netos de aportes,impuestos y otras retenciones no voluntarias; para los otros tipos deingreso, se intenta registrar el total devengado —más allá de losretiros— antes del pago de impuestos directos.

25 La falta de respuesta a las preguntas de ingreso abarcó los siguientesporcentajes de los hogares entrevistados en las ondas de encuesta que aquíestamos considerando: 1974, 14; 1975, 20; 1976, 17; 1980, 16; 1981, 15 porciento.

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APENDICE C

Estimación de diferenciales regionales de ingreso

a)Diferenciales de ingreso para el Gran Buenos Aires

En el cuadro C.1 se incluyen, para años seleocionados, lasestimaciones disponibles del producto regional que pueden servir debase a la elaboración de diferenciales regionales de ingreso, para lospropósitos de comparación de los resultados de encuestas de hogarescon las mediciones macroeconómicas.

Como se puede observar, el producto per cápita del Gran BuenosAires era, en 1958, un 25 per ciento superior al del conjunto nacional,de acuerdo con la investigación ITDT CFI (1962).

Las series estimadas posteriormente per el INDEC (1973) nodiscriminan, dentro de la jutisdicción de la Provincia de Buenos Aires,el producto correspondiente a los partidos del Conurbano, por lo queno se dispone de una estimación para el conjunto del Gran BuenosAires. Esas series indican, sin embargo, que el diferenciacorrespondiente a la Capital Federal se habría mantenido, hacia 1965,en 1,85 veces el producto per cápita nacional y el del conjunto de laprovincia de Buenos Aires habría llegado a ser 1,05 del promedionacional.

Las series más recientes, estimadas per el CFI (1983) indican, encambio, que el producto per cápita de la Capital Federal habría idoaumentando en términos relativos, desde 2,27 veces el promedionacional en 1970, pasando per 2,38 en 1975, hasta llegar a 2,69 en1980. El conjunto de la provincia de Buenos Aires, de acuerdo conestas estimaciones, habría registrado en 1970 una relación de 0,90con el producto per cápita del país, la que habría disminuido a 0,85en 1975 y 0,78 en 1980. Como tampoco en este caso se conoce laparticipación de los partidos del Conurbano en el producto provincial,hemos estimado que el producto per cápita de estos partidosmantiene la relación de 0,8 con el promedio de la provincia deBuenos Aires, algo menor a la que tenían en 1958 (0,83), y que habíamostrado una moderada tendencia a disminuir en 1a década de losaños 50. Frente a una relación declinante para el conjunto de laprovincia de Buenos Aires —en cuya población los partidos delConurbano han ido aumentando su participación— y a un aumentoconsiderable del diferencial para la Capital Federal, ésta parecía ser la

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hipótesis más conservadora en cuanto a la evolución relativa de 1aactividad económica del Conurbano.

Las estimaciones que se obtienen en el cuadro C.1 para el conjuntodel Gran Buenos Aires, incorporando la hipótesis señalada, resultanen un producto per cápita cuya relación con el promedio nationaloscila entre 1,21 y 1,27 a lo largo de la década de los años 70.

Naturalinente, existen diferencias entre el producto brutogeográfico o interno al costo de los factores originado en unajurisdicción y los ingresos de los hogares residentes en ella. Ladiferente distribución regional de los componentes involucrados enesas diferencias conceptuales pueden hacer cambiar las relacionesentre las magnitudes per cápita al pasar de uno a otro concepto.Estimaciones que no llegaron a completarse ni publicarse sobre ladistribución del ingreso en el Gran Buenos Aires26 incluyeron la delingreso personal disponible, basada en estimaciones del productogeográfico al costo de los factores, de los ingresos primarios y de lapropiedad atribuibles a los hogares y en relacionee extraídas de laEPC de 1963.

La principal conclusión que se puede derivar de ellas es que en elArea Metropolitana la apropiación institutional —por parte desociedades de capital y del sector público— del producto generadorepresenta una proporción considerablemente mayor que en elconjunto del país, por lo que el diferencial de ingresos generados enel área y apropiados per hogares —del área o fuera de ella— seríamenor que el del producto generado en el área. Sin embargo, auncuando no existe evidencia conclusiva al respecto, se puede suponerque la percepción de ingresos generados en el interior per hogaresresidentes en el Gran Buenos Aires llega a compensar en buenamedida ese efecto. En consecuencia, y tomando asimismo enconsideración la relativa inacuracidad de las series regionales y surelativa felta de sensibilidad coyuntural, se optó per suponer undiferencial aproximadamente constante de 1,25 entre los ingresos delos hogares per cápita del Gran Buenos Aires y el respectivo promedionacional.

26 Estas estimaciones formaban pane de la Investigación sobre Condiciones deHabitabilidad en el Area Metropolitans que se estaba realizando en 1966 en elCentro de Investigaciones de la Vivienda de la Facultad de Arquitectura yUrbanismo de la Universidad de Buenos Aires, dirigida per Juan Molinos, y estabanbajo Ia responsabilidad del autor.

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b) Diferenciales urbanos de ingreso

Las estimaciones del producto regional se realizan, naturalmente,con referencia a jurisdicciones político-administrativas mayores, porlo que no llegan a un nivel de desagregación que permita sureagregación por conglomerados poblacionales hasta llegar aparticiones urbano-rurales —o por categorías de centros urbanos— -del producto geográfico.

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La participación sectorial del producto, por otro lado, sólo permiterealizar una primera y grosera aproximación al problema.Indudablemente las actividades agropecuarias tienen lugar, casiexclusivamente, en áreas rurales. Pero en estas áreas también sedesarrollan actividades no agropecuarias: en 1980, un 26 por cientode la población económicamente activa remunerada rural sedesempeñaba en actividades no agropecuarias.

En el cuadro C.2 se resume la información que permite intentar talaproximación. Allí se ha calculado el producto bruto interno a preciosde mercado por persona activa en el sector agropecuario y en elconjunto de las actividades no agropecuarias. Suponiendo que elpromedio de miembros por persona activa en los hogaresagropecuarios fuera similar a los respectivos promedios censales parael conjunto de los hogares rurales, se estimó el producto —o, lo quees lo mismo, los ingresos generados— per cápita en las actividadesagropecuarias y no agropecuarias. Se observa que el producto percápita a precios de mercado en las actividades no agropecuarias

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-realizadas tanto en áreas urbanas como rurales es sistemáticamentesuperior al promedio de todas las actividades (que es, a la vez, elpromedio de todas las áreas) en alrededor de un 6 por ciento. Peroeste promedio está significativamente influido por la inclusión deactividades que se realizan en áreas rurales y en localidadessemirrurales, sobre las que se puede presumir que se desempeñancon niveles de ingreso inferiores a los de las agropecuarias, de lasque en general esas actividades son auxiliares. En tal caso, losingresos medios de las áreas urbanas de mayor dimensiónmantendrían un diferencial superior a las magnitudes obtenidas en elcuadro C.2.

Desde otra perspectiva, los resultados de las diferentes encuestasde hogares que cubrieron el Gran Buenos Aires y también áreasurbanas del interior del país tienden a coincidir en estimar losingresos de esas áreas en niveles sólo ligeramente inferiores (nuncaen más de un 8 por ciento) a los que estiman para el Gran BuenosAires. En general, cuando se trata de la misma encuesta, basada enmuestras de similar diseño y que utiliza las mismas técnicas deinvestigación de campo, no existen bases para presumir que lossesgos de respuesta sean, en las localidades del interior, de magnitudmuy diferente a los que se hayan hecho presentes en lacorrespondiente encuesta realizada en el Gran Buenos Aires.

En vista de estos indicios y a falta de otra evidencia, sólo resultaválido suponer que los resultados de una encuesta para áreasurbanas del interior del país están sujetos a sesgos similares yposeen un parecido grado de acuracidad al que se presume para losresultados de la misma encuesta en el Gran Buenos Aires.

APENDICE D

Ajustes realizados a las distribuciones de ingreso de lasencuestas de hogares

1. Encuesta de Empleo y Desempleo (EE D) de abril de 1970

a) Disponibilidad de resultados

En el cuadro D.1 se incluyen las distribuciones de los receptoresindividuales según intervalos de cada uno de los tipos de ingreso que

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declararon, las que se obtuvieran del procesamiento de la cinta conlos microdatos de la EED de abril de 1970 existente en el BADEHOGde CEPAL. Naturalmente, las frecuencias por fuente en cada intervalono son sumables.

b) Procedimiento de estimación de los ingresos

La obtención de los ingresos totales de cada receptor —y,subsecuentemente, los de cada hogar— hizo necesario estimar elmonto de los ingresos de cada tipo recibidos por cada receptor ysumar estos montos, ya que la encuesta había registrado sólo elintervalo de ingresos de cada tipo. Para ello, se imputaron losingresos de cada fuente según el intervalo de ingresos que registrarael receptor para esa fuente. En el caso de los intervalos intermedios,se imputó el correspondiente valor medio o marca de clase delintervalo. A todos los casos que registraban el intervalo inicial de laescala de una determinada fuente, se les imputó el valor resultantede ajustar una función de tercer grado a la correspondientedistribución de frecuencias de la fuente, de acuerdo con el métodoutilizado por la CEPAL a estos efectos (CEPAL, 1985); tales valoresvariaron entre 86 y 95 pesos mensuales, según las fuentes. En todoslos casos que registraban el intervalo superior abierto, se imputó3.200 pesos mensuales, valor obtenido de ajustar la distribución defrecuencias en ese entorno a una función de Pareto, de acuerdo conel método de la CEPAL ya mencionado (CEPAL, 1985).

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c)Obtención de la distribución original por grupos decílicos

El ingeso total en efectivo correspondiente a cada receptor seobtuvo por suma de los montos estimados de ingreso de cada tipo.Los ingresos en efectivo de cada hogar (total y por tipo), resultó desumar los montos estimados para cada receptor. La tabulación de loshogares por su monto total de ingresos dio por resultado ladistribución por percentiles aproximados a deciles (cuadro D.2), de laque se obtuvo, por interpolación, la distribución original por gruposdecílicos que figura en el cuadro D.3 y que se incluye en el cuadro 4.

d) Ajuste a la distribución original

El ajuste tuvo por objeto incorporar a la distribudón original lasprincipales discrepancias por tipos de ingreso que éstos manteníancon el marco de referenda macroeconómico, basado en las cuentasnacionales, presumiendo que tales discrepancias eran en su mayorparte atribuibles a la subdeclaración de ingresos de cada tipo.

Dada la moderada magnitud de las discrepancias correspondientesa sueldos y salarios y a jubilaciones y pensiones (véase, al respecto,el cuadro 3), los ingresos provenientes de estas fuentes no seajustaron.

Los ingresos empresariales se corrigieron, en la base demicrodatos, en la proporción (asumida constante, por lo tanto, a lolargo de la escala de ingresos) requerida para igualarlos, en términosper cápita, a los del marco de referencia. Esto permitió obtener,mediante el reprocesamiento de la base de microdatos, la distribucióncon los ingresos empresariales ya ajustados, qué figura en el cuadroD.3. El ajuste realizado im plica asignar por niveles de ingreso ladiferencia entre la medición de la encuesta y el conceptomacroeconómico de ingresos empresariales netos en efectivo,diferenda que no sólo incluye la subdeclaración deliberada sinotambién la omisión de montos no retirados del propio negocio.Tomando esto en cuenta, poca duda cabe que el ajuste basado enuna elasticidad unitaria de la subestimación es conservador, en lo querespecta a la concentradón del ingreso resultante.

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Lasubdeclaración de ingresos de capital en efectivo se distribuyó,en cambio, de acuerdo con 1a distribución de estos ingresos porgrupos decílicos de hogares en la EPF, tal como aparece en Dieguez yPetrecolla (1979, cuadro 2). Se adoptó este temperamento en vistade que la proporción de ingresos de la propiedad captados por la EEDera muy baja y no resultaba, por lo tanto, válido apoyar ningunahipótesis en la correspondientes mediciones individuales. Alincorporar este ajuste a la distribucióncon los ingresos empresarialesya ajustados, se obtuvo la distribución ajustada del ingreso de loshogares, que figura en el cuadro D.3 y que se incorpora al cuadro 4.

2. Ajuste a la distribución del ingreso realizado de la EPF

La distribución de los ingresos realizados (que excluyen losalquileres imputados) resultante de la EPF podría estar afectadasignificativamente, como se señala en el texto, por la subdeclaraciónde ingresos empresariales y de ingresos de la propiedad en efectivo;de hecho, el correspondiente ingreso per cápita se halla un 16,7 porciento por debajo del ingreso disponible estimado como referencia. Aefectos de obtener una distribución ajustada por esta posiblesubdeclaración y a la vez conceptualmente más comparable con lasque resultan de ajustar los datos originales de la EED y de la EPH, seincorporaron a la distribución de los ingresos realizados medida por laencuesta montos adicionales de ingresos que dieran cuenta,respectivamente, de las discrepancias de sus ingresos empresarialesy de sus ingresos de la propiedad en efectivo con los del marco dereferencia. En ambos casos, los montos atribuidos a subdeclaraciónse distribuyeron por grupos decílicos de hogares de acuerdo con lasrespectivas distribuciones de ingresos declarados, que publicaranDieguez y Petrecolla (1979, cuadro 2) y que se induyen en el cuadroD.4. En el mismo se incluyen los resultados de incorporar, en primerlugar, el ajuste por ingresos empresariales y, luego, elcorrespondiente a ingresos de la propiedad en efectivo; esta últimadistribución es la que se inserta en el cuadro 4.

3. Conjeturas sobre la evolución del ingreso disponible y de losingresos de la propiedad a partir de 1970

En el cuadro D.5 se incluyen las relaciones que es posible obtenerde las series disponibles a precios corrientes y que pueden servir de

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apoyo a las conjeturas sobre la evolución probable del ingresodisponible, a partir de la evolución del consumo privado.

Como ya se indicó, no se dispone de estimadores del ingresodisponible más allá de 1973. El progresivo deterioro de las anterioresseries a precios corrientes torna, incluso, poco confiables lasrelaciones entre variables con posterioridad a 1971. Como se disponede series revisadas (BCRA, 1982) del consumo privado, se trata deconcentrar la atención en lo que puede haber ocurrido con el ahorropersonal a partir de 1970.

Los depósitos de poca movilidad han aumentadoconsiderablemente su importancia en el conjunto de flujos de laeconomía. Pero la aceleración de la inflación afecta la interpretaciónde los incrementos a precios corrientes en los saldos de estosdepósitos, que constituyen uno de los destinos de los ahorros. Porello, es más útil observar los cambios en la relación entre esos saldosy la magnitud del consumo privado. Esa relación se mantienerelativamente constante hasta 1975 —con un temporario aumento en1974—, pero hacia 1980 ya se había duplicado. Si bien ellocorresponde, en principio, a la colocación de ahorros de toda clase deagentes, poca duda cabe de que el proceso se halla asociado a unaumento en la proporción del ahorro personal —y, por lo tanto, a unadisminución de la proporción del consumo privado en el ingresodisponible— y a un incremento de la importanda de los ingresos de lapropiedad en efectivo entre las fuentes del ingreso de los hogares.Con criterio conservador, en vista de los propósitos de estasconjeturas, hemos estimado que el ahorro personal representó un12,5 por lento del consumo privado —y, en consecuencia, un 11 porciento del ingreso disponible— tanto en 1974 como en 1975, dadoque no existen sufidentes rezones para pensar que el comporta-miento de los hogares haya sido significativamente diferente enambos años, a pesar de la diferente importancia de los depósitos depoca movilidad. Se conjeturó, en cambio, que en 1980 el ahorropersonal representó un 17,5 por ciento del consumo privado y un 15por ciento del ingreso disponible. Asimismo, se estimó que losingresos de la propiedad en efectivo, que en 1970 representaban un11,7 por ciento del ingreso disponible en efectivo, se elevaron a un14 por ciento de este agregado en 1974 y 1975 y a un 16,4 porciento en 1980.

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Sobre la base de estos supuestos, se pudieron derivarestimaciones del ingreso personal disponible que sirvieran comomarco de referencia para los ingresos medios de las encuestas, lasque se incluyen en él cuadro D.6.

4. Ajustes a los resultados de la EPH

Como se observa en el cuadro D.6, los ingresos medios de lasdiferentes ondas de la EPH se ubicarían un 29, un 34 y un 26 porciento, respectivamente, por debajo del ingreso disponible en efectivodel marco de referencia.

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Estas discrepancias se asemejan más entre sí que las que secalcularon con respecto al consumo privado y que se indican en elcuadro 2. Sin embargo, esta circunstancia no se puede interpretarcomo una evidencia inmediata de una mayor comparabilidad de lasrespectivas distribuciones del ingreso, ya que en cada caso difiere lamedida en que la discrepancia es atribuible a la subestimación deingresos de diferentes fuentes.

Como ya se señaló, la EPH casi no registra ingresos de lapropiedad en efectivo. Una parte de la subestimación de ingresos decada onda corresponde, por lo tanto, a la totalidad de este tipo deingresos que se estima como componente del ingreso disponible dereferencia. Esta asignación, que en la EED de 1970 representara unaadición del 11,8 por ciento al ingreso medido por la encuesta,asciende a un 17,5 por ciento en la EPH de 1974 y a un 20 por cientode los ingresos registrados por las encuestas de 1975 y 1980. Estasasignaciones por subestimación de ingresos de la propiedad enefectivo se distribuyeron por grupos decílicos de hogares, en los trescasos, de acuerdo con la distribución de este tipo de ingreso en laEPF, que es la que figura en el cuadro D.4.

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Como nada indica que en estas encuestas exista una significativasubdeclaración de sueldos y salarios o de jubilaciones y pensiones, elresto de la discrepancia se atribuyó a los ingresos enrpresariales. Enaras de la comparabilidad de las distribuciones ajustadas, los montoscorrespondientes se distribuyeron, en cada caso, por grupos decílicosde hogares de acuerdo con la distribución implícita del ajuste de estetipo de ingresos efectuado en la EED; es decir, con el supuesto deque la elasticidad-ingreso de la subestirnación es unitaria.

5. Magnitud de los ajustes

En el cuadro D.6 se puede observar la magnitud que revistieran,para cada encuesta, los ajustes realizados para incorporar a lasrespectivas distribuciones del ingreso los montos correspondientes ala subestimación de ingresos de la propiedad en efectivo,y deingresos empresariales.

La subestimación de ingresos de la propiedad en efectivo por laEPF representó una adición del 6,8 por ciento del ingreso registradopor la encuesta y la de los ingresos empresariales otro 9,3 por ciento;el ajuste total requerido para tomar en consideración estas dosfuentes de subestimación ascendió, en consecuencia, al 16 por cientode los ingresos registrados por la encuesta.

En el caso de la EED, el ajuste por ingresos de 1a propiedad enefectivo implicó un incremento del 11,8 por ciento a los ingresosregistrados, y el correspondiente a la subdeclaración de ingresosempresariales otro 11,3 por ciento, llevando el ajuste total al 23 porciento de los ingresos registrados por la encuesta.

Los ajustes requeridos para poner los resultados de las diferentesondas de la EPH sobre bases comparables fueron mayores. Laincorporación de ingresos de la propiedad en efectivo representó,como ya se señaló, adiciones del 17,5 por ciento a los ingresos de laEPH de 1974 y del 20 por ciento, tanto a los de la EPH de 1975 comoa los de la EPH de 1980. E1 ajuste por subestimación de ingresosempresariales, en cambio, representó una adición de 24 por ciento alos ingresos registrados por la EPH de 1974, de 31 por ciento a los dela EPH de 1975 y sólo 15 por ciento a los de la EPH de 1980. Conesto, los respectivos ajustes a los ingresos en efectivo registrados porcada EPH fueron del orden de 42 por ciento, 51 por ciento y 35 porciento, respectivamente.

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RESUMEN

Este trabajo pretende contribuir a angostar la brecha existenteentre los imperativos analíticos y la utilización efectiva de lasestadísticas de la distribución del ingreso por niveles, mediante unareseña de las que están disponibles, una discusión de su confiabilidady comparabilidad recíproca y una reflexión sobre las tendencias queellas revelan acerca de este aspecto principal de la distribución delbienestar.

Una de las conclusiones relevantes del trabajo es que conposterioridad a 1975 se registró un cambio, probablementeestructural, en el patrón distributivo; la argentina que a principio delos años ´70 se contaba entre los países de desigualdad moderadacon mayor participación de sus estratos mas bajos se ha desplazadoal otro extremo de este grupo de países de desigualdad moderadapara ubicarse entre los que cuentan con una menor participación desus estratos populares.

SUMMARY

This study atempts to close the gap between certain analyticalmethods and an effective use of stratified income distributionstatistics. It summarizes available research and discusses the level ofcomparability and accuracy achieved by the data produced. Moreover,the piece reflects on tendencies in social welfare distribution.

One of the study´s relevant conclusions is that in the post-1975perios one sees a change, probably structural, in Argentina, which inthe early 1970s, among the countries of moderate incomeinequelities, had the highest income participation of its lowest strata,has fallen to the bottom end within this grouping, or among thosewith the least participation of the lowest income sectors.