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Psicología- Didáctica. Prof. Lic. Sheila Asteggiante Alicia Fernández. Creemos que en el terreno educativo también se puede pensar en estos términos, porque “así como el espacio en blanco es importante en el poema, así como la pausa organiza la música, el saber puede brotar del silencio [...] el conocimiento se puede instalar en el entre acto. El silencio también habla” 1 . Por tal motivo el docente debe aprender a sostener y escuchar los silencios, esos espacios no vacíos sino habilitadores de un pensar. Lamentablemente muchas veces esto no ocurre, instalándose una dinámica donde el alumno “escupe”, “vomita” sin poder masticar, asimilar, metabolizar aquel “alimento” que el docente ansioso y rígido se empeña infructuosamente en dar, olvidando que “... para verdaderamente aprender, necesitamos de un enseñante que se muestre conociendo y no conocedor, que se muestre pensante y no que exhiba e imponga lo que piensa”. 2 “El aprender encuentra sus raíces significantes desde el punto de vista de la significación inconsciente en los propios procesos de alimentación. Aprender es en muchos sentidos como alimentarse [...] los dientes a nivel del aprendizaje también son imprescindibles: la agresividad sana y necesaria” 3 . Siguiendo en esta línea A. Fernández vincula el aprender a pensar con el llamado por Freud “deseo hostil diferenciador”, el cual puede dirigirse hacia la consecución de posibilidades creativas. Es interesante la incorporación que realiza la autora, en tanto la agresividad se presenta como posibilitando la “autoría del pensamiento”. Conviene recordar que dicha psicopedagoga establece una diferencia entre agresión y agresividad, según la cual “la agresión como actuación agresiva bloquea el espacio de creatividad y autoría. La agresividad forma parte del impulso hacia el conocer, mientras que la agresión dificulta la posibilidad de pensar” 4 . Que “el pensamiento no es autónomo, por el contrario es por sus ligaduras con el deseo (y desde allí con el otro) y por su relación con los límites de lo real, que al sujeto le urge situarse como autor de su pensar. Desde allí podrá ir pasando de ser objeto de deseo de otro a ser sujeto de su propio deseo o mejor aún reconocerse como sujeto deseante” 5 . Este reconocimiento supone renunciar a la mimesis y comenzar el proceso que va desde “desear saber a saber desear”. Teniendo presente 1 A. Fernández, Fernández, A. Poner en juego el Saber, Ed. Nueva Visión. Bs As, 2007.pág. 95. 2 Ibíd. pág. 120. 3 Ibíd. pág., 145. 4 Ibíd. pág, 146. 5 Ibíd. pág. 118. 1

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Alicia Fernández.

Creemos que en el terreno educativo también se puede pensar en estos términos, porque

“así como el espacio en blanco es importante en el poema, así como la pausa organiza la

música, el saber puede brotar del silencio [...] el conocimiento se puede instalar en el

entre acto. El silencio también habla”1. Por tal motivo el docente debe aprender a

sostener y escuchar los silencios, esos espacios no vacíos sino habilitadores de un

pensar. Lamentablemente muchas veces esto no ocurre, instalándose una dinámica

donde el alumno “escupe”, “vomita” sin poder masticar, asimilar, metabolizar aquel

“alimento” que el docente ansioso y rígido se empeña infructuosamente en dar,

olvidando que “... para verdaderamente aprender, necesitamos de un enseñante que se

muestre conociendo y no conocedor, que se muestre pensante y no que exhiba e

imponga lo que piensa”.2

“El aprender encuentra sus raíces significantes desde el punto de vista de la

significación inconsciente en los propios procesos de alimentación. Aprender es en

muchos sentidos como alimentarse [...] los dientes a nivel del aprendizaje también son

imprescindibles: la agresividad sana y necesaria”3. Siguiendo en esta línea A.

Fernández vincula el aprender a pensar con el llamado por Freud “deseo hostil

diferenciador”, el cual puede dirigirse hacia la consecución de posibilidades creativas.

Es interesante la incorporación que realiza la autora, en tanto la agresividad se presenta

como posibilitando la “autoría del pensamiento”. Conviene recordar que dicha

psicopedagoga establece una diferencia entre agresión y agresividad, según la cual “la

agresión como actuación agresiva bloquea el espacio de creatividad y autoría. La

agresividad forma parte del impulso hacia el conocer, mientras que la agresión dificulta

la posibilidad de pensar”4. Que “el pensamiento no es autónomo, por el contrario es por

sus ligaduras con el deseo (y desde allí con el otro) y por su relación con los límites de

lo real, que al sujeto le urge situarse como autor de su pensar. Desde allí podrá ir

pasando de ser objeto de deseo de otro a ser sujeto de su propio deseo o mejor aún

reconocerse como sujeto deseante”5. Este reconocimiento supone renunciar a la mimesis

y comenzar el proceso que va desde “desear saber a saber desear”. Teniendo presente

1 A. Fernández, Fernández, A. Poner en juego el Saber, Ed. Nueva Visión. Bs As, 2007.pág. 95.2 Ibíd. pág. 120.3 Ibíd. pág., 145.4 Ibíd. pág, 146.5 Ibíd. pág. 118.

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que “los aspectos de amor y sostén [...] son la condición necesaria para que cualquier

aprendizaje sea posible”6 .

Recordemos que “saber” etimológicamente viene de sabor. “El sabor no está ni en el

alimento ni en el organismo, es una construcción que se produce entre ambos. El sabor

de la manzana rayada, por ejemplo guarda las manos de la mamá dando ese alimento al

hijo, y hasta la canción que le cantaba” 7 Recordemos que “pensar supone entrar en los

deseos, viendo lo posible y lo imposible, para después poder trabajar en la dirección de

hacer probable algo de lo posible. Y todo este movimiento va recorrido por elegir y

decidir”8. Creemos junto con A. Fernández que “cuando la agresividad sana que el

humor implica, no encuentra un vehículo creativo para desplegarse se transforma en

agresión”9.

“Creo -afirma A. Fernández- que lo que da posibilidad de ser libres en el trabajo

creativo es tener un sustrato teórico, que permita descubrir, decidir y elegir cuales son

las técnicas que se van a utilizar. De lo contrario, las técnicas se transforman en meros

mandatos generadores de sometimiento en el enseñante, que entonces no va a poder

trasmitirle al aprendiente un espacio de creatividad.”10

“Quizás, si los adultos consiguieran escuchar las ganas de saber (wissbegierde) de los niños, podrían favorecerles las experiencias placenteras (wisslust) con el aprender, que no son otra cosa que la posibilidad de que el sujeto se encuentre autor. Y entonces el amor al saber (Wissliebe) permitirá mantener la pulsión de investigación (forschelltrieb) incluso cuando, como es propio de ella contacte con el dolor [...] permitiendo que la pulsión de saber (Wisstrieb) opere, aún a pesar de...” 11

“Los términos enseñante y aprendiente no son equivalentes a alumno y profesor. Estos

últimos hacen referencia a lugares objetivos en un dispositivo pedagógico, mientras

que los primeros indican un modo subjetivo de situarse. [...] Definimos al sujeto

aprendiente como una posición subjetiva coexistente y simultanea con otra posición

subjetiva que llamamos enseñante o sujeto enseñante [...] Para poder aprender, el

sujeto tiene que apelar simultáneamente a las dos posiciones, aprendiente y enseñante.

Necesita conectarse con lo que ya conoce y autorizarse a mostrar, a hacer visible

aquello que conoce. Además, el pensar siempre es una apelación al otro, una

6 A Fernández, ob. cit. pág. 52.7 Ibíd. pág. 80.8 A. Fernández, ob. cit., pág. 119.9 Fernández, A, “Grietas, poesía y humor…figurando el aburrimiento” E. PSI. B. A10 Alicia Fernández. La sexualidad atrapada de la señorita maestra, Ed., Nueva Visión, Bs. Aires, p.202.11 Ibíd., pág., p. 85.

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confrontación con el pensamiento del otro. Si bien es un proceso intrasubjetivo,

acontece en la intersubjetividad.”12 Al escribir vamos tomando contacto con nuestro

pensamiento comunicación entre enseñante y aprendiente. “Divertirse es diferenciarse,

es hacerse diferente, es humorizar. Asemejarse en la diferencia. Se aburre, quien no

consigue divertirse, quien se ha dejado robar la posibilidad de elegir, quien ha entregado

al otro la decisión de que es lo que debe pensar.”13

“El aprendizaje es un proceso cuya matriz es vincular y lúdica y su raíz corporal, su

despliegue creativo se pone en juego a través de la articulación inteligencia-deseo y el

equilibrio entre acomodación y asimilación.” 14

Bibliografía:

Fernández, A. La inteligencia atrapada. Bs. Aires: Nueva Visión. 1997.

Fernández, A. La sexualidad atrapada de la señorita maestra. Ed., Nueva Visión, Bs.

Aires.

Fernández, A. Poner en juego el Saber, Ed. Nueva Visión. Bs As, 2007.

Fernández, A. Los idiomas del aprendiente y Psicopatología del psicodrama. B.Aires: Nueva Visión. 2000.

Fernández, A. “Grietas, poesía y humor…figurando el aburrimiento” E. PSI. B. A

12 Alicia Fernández. Los idiomas del aprendiente, Ed. Nueva Visión, Bs. As., 2000, p. 69.13 Fernández, A. Grietas, poesía y humor... fisurando el aburrimiento, Revista E.PSI. B. A., p. 1314 Fernández, A. La inteligencia atrapada., Ed. Nueva Visión, Bs. As, 1997.

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