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ALGUNOS RETOS DE LA FAMILIA HOY. A partir de dos frases de la escena cotidiana que ocurren cada vez en la vida familiar, intentaremos acercarnos a los retos que podemos percibir y que están relacionados principalmente con la vida diaria al interior de nuestras familias. “Vamos a conversar, pero apaga tu aparato”. Nunca hemos visto como hoy una gran afluencia de espacios de comunicación como las redes sociales, en donde muchas personas expresan sus sentimientos, ideas, proyectos con una gran naturalidad y a veces con un grado bastante comprometido de confidencialidad. Lo curioso es que estos espacios son tan utilizados por también creciente necesidad de reemplazar los tradicionales espacios familiares, en donde todas estas manifestaciones eran comunes. Las anécdotas relacionadas con la intimidad en las redes sociales ya han atravesado todos los espacios de la vida humana. Este fenómeno sin duda afecta a la familia, porque la atomiza cancelando los espacios de interacción física en vivo para reemplazarlos por el mundo virtual. Hay padres que ha aprendido a hablar con sus hijos con quienes nunca hablan a través de un móvil. Así, es a veces que padres e hijos que están cerca, terminan utilizando la tecnología para poder suplir la “hostilidad” del cara a cara. Es imperativo volver a valorar en casa el contacto físico entre las personas. Las distancias generacionales y las parentales se resuelven en el medio familiar con cosas muy simples, pero no muy de moda: pierda usted un poco de tiempo sentándose al lado de su hijo adolescente que está comiendo y acompáñelo con cariño. Invierta un poco de tiempo preguntando a los integrantes de la familia, cómo les fue el día de hoy, dejando que digan lo que quieran confiarnos (pero hay que preguntárselo siempre). Acostúmbrese a abrazar a sus hijos, a su cónyuge, a sus familiares cercanos, es la mejor manera de ir rompiendo barreras. Algo importante que hay que hacer para que todo esto funcione es hacerlo siempre y no hacerlo como policía y pasar a ser un integrante más de su familia. Con el tiempo logrará que le hagan usted las mismas preguntas o actúen con usted acercándose a conversar o darle un abrazo. Cuando eso ocurra, estamos abriendo un puente de comunicación. La comunicación virtual no está para reemplazar la comunicación familiar, sino para complementarla. “Hace mucho tiempo que no vamos juntos a alguna parte”. A medida que van creciendo los integrantes de la familia, se van perdiendo también con la comunicación los espacios comunes familiares. Bajo la excusa del exceso de trabajo, estudios o estrés, nuestros hogares se vuelven cubículos de soledad. Las personas llegan y tienen sus lugares de reclusión, donde después de entrar se autoexilian. Esto antes lo hacían con mucha frecuencia solo los adolescentes, pero hoy ya hay adultos que se comportan también de esa manera. Lo que más se afecta con esto son los rituales familiares, en donde los integrantes de una familia tienen ocasión de conocerse, saber cómo les va en la vida, interactúan y también se cuentan las tradiciones e historias de la familia. Cuando estos espacios comunes se pierden la familia deviene en hotel, todos sus integrantes entran y salen un día tras otro, y frecuentemente se pierde de vista lo que cada uno vive. Hay necesidad en nuestras familias de luchar por mantener espacios comunes familiares, en donde la familia se divierta, pasen un pequeño viaje o paseo juntos, y puedan intercambiar opiniones y experiencias alrededor de lo que van encontrando en el camino. También es muy importante en este sentido, guardar aunque sea un solo momento en la semana para tener un almuerzo o cena juntos. Recuerde que lo más importante en este y todos los temas familiares es la actitud del adulto. Nuestras familias contemporáneas tienen estas y muchas otras realidades cotidianas que afectan su desarrollo dentro de nuestra sociedad. Es imperativo que vayamos desde nuestras propias familias, comenzando a dar espacio a lo vital y cerrándole la puerta al egoísmo, a la indiferencia, y al pesimismo. Cada familia debe promover en cada uno de sus integrantes una preocupación real por la vida, que les permita hacer, decir y comprometerse en actividades y costumbres que formen en familia una nueva visión de cada persona, de sus relaciones y del entorno, a pesar de las barreras y exigencias de la sociedad. Mary Girón y Manuel Lozano.

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ALGUNOS RETOS DE LA FAMILIA HOY. A partir de dos frases de la escena cotidiana que ocurren cada vez en la vida familiar, intentaremos acercarnos a los retos que podemos percibir y que están relacionados principalmente con la vida diaria al interior de nuestras familias. “Vamos a conversar, pero apaga tu aparato”. Nunca hemos visto como hoy una gran afluencia de espacios de comunicación como las redes sociales, en donde muchas personas expresan sus sentimientos, ideas, proyectos con una gran naturalidad y a veces con un grado bastante comprometido de confidencialidad. Lo curioso es que estos espacios son tan utilizados por también creciente necesidad de reemplazar los tradicionales espacios familiares, en donde todas estas manifestaciones eran comunes. Las anécdotas relacionadas con la intimidad en las redes sociales ya han atravesado todos los espacios de la vida humana. Este fenómeno sin duda afecta a la familia, porque la atomiza cancelando los espacios de interacción física en vivo para reemplazarlos por el mundo virtual. Hay padres que ha aprendido a hablar con sus hijos con quienes nunca hablan a través de un móvil. Así, es a veces que padres e hijos que están cerca, terminan utilizando la tecnología para poder suplir la “hostilidad” del cara a cara. Es imperativo volver a valorar en casa el contacto físico entre las personas. Las distancias generacionales y las parentales se resuelven en el medio familiar con cosas muy simples, pero no muy de moda: pierda usted un poco de tiempo sentándose al lado de su hijo adolescente que está comiendo y acompáñelo con cariño. Invierta un poco de tiempo preguntando a los integrantes de la familia, cómo les fue el día de hoy, dejando que digan lo que quieran confiarnos (pero hay que preguntárselo siempre). Acostúmbrese a abrazar a sus hijos, a su cónyuge, a sus familiares cercanos, es la mejor manera de ir rompiendo barreras. Algo importante que hay que hacer para que todo esto funcione es hacerlo siempre y no hacerlo como policía y pasar a ser un integrante más de su familia. Con el tiempo logrará que le hagan usted las mismas preguntas o actúen con usted acercándose a conversar o darle un abrazo. Cuando eso ocurra, estamos abriendo un puente de comunicación. La comunicación virtual no está para reemplazar la comunicación familiar, sino para complementarla. “Hace mucho tiempo que no vamos juntos a alguna parte”. A medida que van creciendo los integrantes de la familia, se van perdiendo también con la comunicación los espacios comunes familiares. Bajo la excusa del exceso de trabajo, estudios o estrés, nuestros hogares se vuelven cubículos de soledad. Las personas llegan y tienen sus lugares de reclusión, donde después de entrar se autoexilian. Esto antes lo hacían con mucha frecuencia solo los adolescentes, pero hoy ya hay adultos que se comportan también de esa manera. Lo que más se afecta con esto son los rituales familiares, en donde los integrantes de una familia tienen ocasión de conocerse, saber cómo les va en la vida, interactúan y también se cuentan las tradiciones e historias de la familia. Cuando estos espacios comunes se pierden la familia deviene en hotel, todos sus integrantes entran y salen un día tras otro, y frecuentemente se pierde de vista lo que cada uno vive. Hay necesidad en nuestras familias de luchar por mantener espacios comunes familiares, en donde la familia se divierta, pasen un pequeño viaje o paseo juntos, y puedan intercambiar opiniones y experiencias alrededor de lo que van encontrando en el camino. También es muy importante en este sentido, guardar aunque sea un solo momento en la semana para tener un almuerzo o cena juntos. Recuerde que lo más importante en este y todos los temas familiares es la actitud del adulto. Nuestras familias contemporáneas tienen estas y muchas otras realidades cotidianas que afectan su desarrollo dentro de nuestra sociedad. Es imperativo que vayamos desde nuestras propias familias, comenzando a dar espacio a lo vital y cerrándole la puerta al egoísmo, a la indiferencia, y al pesimismo. Cada familia debe promover en cada uno de sus integrantes una preocupación real por la vida, que les permita hacer, decir y comprometerse en actividades y costumbres que formen en familia una nueva visión de cada persona, de sus relaciones y del entorno, a pesar de las barreras y exigencias de la sociedad. Mary Girón y Manuel Lozano.