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ALGUNAS CONSIDERACIONES DE CARACTER SOCIAL SOBRE LOS TRABAJOS DE DIVULGACION E. W. HOFSTEE Profesor de Sociología y Sociografía del Ins- tituto Superior Agronómico (Wageningen). LA importancia que han adquirido en estos úl- timos arios los métodos de extensión o divulgación en los programas de las «jornadas hortícolas» de Wageningen es buena prueba del interés de este tema; sin embargo, no hace mucho tiempo, la si- tuación era muy diferente. Antes de la guerra se prestaba muy poca atención a la forma en que la divulgación podía llevarse a cabo. El agente o técnico en divulgación trataba, a su manera, de comunicar lo mejor posible a los agricultores las lecciones que había aprendido durante su época {le estudios. Todo lo más, y en los primeros arios de esta actividad, procuraba aprender algunos «trucos» de sus colegas con más experiencia ; a esto se reducía, en general, toda su especializa- ción. Ho y las cosas han cambiado mucho ; un gran número de técnicos en divulgación de Europa ha visitado los Estados Unidos y ha vuelto con un montón de ideas nuevas sobre métodos y técnicas .de divulgación. Al mismo tiempo los sociólogos y psicólogos europeos comienzan a fijar su aten- ción sobre estos métodos de divulgación ; el pro- yecto FATIS de la Agencia Europea de Produc- tividad de la O. E. C. E., por ejemplo, constituye una de las actividades internacionales más intere- santes en este aspecto. Poco a poco se ha llegado al convencimiento de que divulgar no es sólo un trabajo intuitivo, sino también que la manera de divulgar constitu y e en sí todo un problema. El divulgador se ha dado cuenta de la necesidad de comprobar constantemente que sus esfuerzos van por el verdadero camino. El concepto de eva- luación de métodos ha surgido en vista de esta necesidad, y se ha extendido mucho también el estudio sistemático de los métodos de divulgación. Sin embargo, cabe preguntarse si realmente nos hemos dado cuenta del por qué, de las razones de fondo de este cambio de actitud. Muchos siguen creyendo que los rápidos progresos en el campo de la divulgación se deben fundamentalmente al em- pleo de nuevos procedimientos. No quiero con esto menospreciar las novedades que han surgido en el aspecto técnico y didáctico de la divulgación. El franelógrafo, el empleo de películas, de diapositi- vas, el teatro de divulgación, etc., tienen, indiscu- tiblemente, un cierto valor para fijar la atención de los agricultores y facilitarles la comprensión de los problemas. Pero mucho más importante que estos medios técnicos es la evolución de las ideas en cuanto se refiere a los fines y al fundamento de la divulgación misma. Las ideas del siglo XIX. Se ha dicho ya que la divulgación agrícola, tan- to en los Países Bajos como en los demás, reflejó durante mucho tiempo en sus modalidades los prin- cipios que imperaban en la época en que había na- cido; es decir, a finales del siglo pasado. En lo que se refiere a las relaciones entre el hombre y la sociedad, imperaban en aquel entonces las teorías racionalistas e individualistas. Se creía que el hom- bre estaba fundamentalmente guiado en su acti- vidad por el deseo de ganar la mayor cantidad de dinero en el más breve plazo posible, rindiendo culto al principio del «máximo provecho con el mínimo esfuerzo». Para conseguir esto el saber 21

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ALGUNAS CONSIDERACIONES DE CARACTER SOCIAL

SOBRE LOS

TRABAJOS DE DIVULGACION

E. W. HOFSTEEProfesor de Sociología y Sociografía del Ins-tituto Superior Agronómico (Wageningen).

LA importancia que han adquirido en estos úl-timos arios los métodos de extensión o divulgaciónen los programas de las «jornadas hortícolas» deWageningen es buena prueba del interés de estetema; sin embargo, no hace mucho tiempo, la si-tuación era muy diferente. Antes de la guerra seprestaba muy poca atención a la forma en que ladivulgación podía llevarse a cabo. El agente otécnico en divulgación trataba, a su manera, decomunicar lo mejor posible a los agricultores laslecciones que había aprendido durante su época{le estudios. Todo lo más, y en los primeros ariosde esta actividad, procuraba aprender algunos«trucos» de sus colegas con más experiencia ; aesto se reducía, en general, toda su especializa-ción.

Hoy las cosas han cambiado mucho ; un grannúmero de técnicos en divulgación de Europa havisitado los Estados Unidos y ha vuelto con unmontón de ideas nuevas sobre métodos y técnicas.de divulgación. Al mismo tiempo los sociólogosy psicólogos europeos comienzan a fijar su aten-ción sobre estos métodos de divulgación ; el pro-yecto FATIS de la Agencia Europea de Produc-tividad de la O. E. C. E., por ejemplo, constituyeuna de las actividades internacionales más intere-santes en este aspecto. Poco a poco se ha llegadoal convencimiento de que divulgar no es sólo untrabajo intuitivo, sino también que la manera dedivulgar constituye en sí todo un problema.

El divulgador se ha dado cuenta de la necesidadde comprobar constantemente que sus esfuerzosvan por el verdadero camino. El concepto de eva-

luación de métodos ha surgido en vista de estanecesidad, y se ha extendido mucho también elestudio sistemático de los métodos de divulgación.Sin embargo, cabe preguntarse si realmente noshemos dado cuenta del por qué, de las razones defondo de este cambio de actitud. Muchos siguencreyendo que los rápidos progresos en el campo dela divulgación se deben fundamentalmente al em-pleo de nuevos procedimientos. No quiero con estomenospreciar las novedades que han surgido enel aspecto técnico y didáctico de la divulgación. Elfranelógrafo, el empleo de películas, de diapositi-vas, el teatro de divulgación, etc., tienen, indiscu-tiblemente, un cierto valor para fijar la atención delos agricultores y facilitarles la comprensión delos problemas. Pero mucho más importante queestos medios técnicos es la evolución de las ideasen cuanto se refiere a los fines y al fundamento dela divulgación misma.

Las ideas del siglo XIX.

Se ha dicho ya que la divulgación agrícola, tan-to en los Países Bajos como en los demás, reflejódurante mucho tiempo en sus modalidades los prin-cipios que imperaban en la época en que había na-cido; es decir, a finales del siglo pasado. En loque se refiere a las relaciones entre el hombre y lasociedad, imperaban en aquel entonces las teoríasracionalistas e individualistas. Se creía que el hom-bre estaba fundamentalmente guiado en su acti-vidad por el deseo de ganar la mayor cantidad dedinero en el más breve plazo posible, rindiendoculto al principio del «máximo provecho con elmínimo esfuerzo». Para conseguir esto el saber

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era una necesidad vital; se debía saber cómo pro-ducir el máximo y cómo hacer esto con el menorgasto posible. Y para proceder así era tambiénpreciso conocer bien y comprender mejor los pro-blemas de la producción ; de aquí el gran interésque el siglo xtx dedicó a la educación popular y ala enseñanza en general. En los Países Bajos, porejemplo, frente a los problemas creados por lacrisis agrícola de fines de siglo, el Gobierno envez de tratar de resolverla por medidw simple-mente proteccionistas, dedicó todo su esfuerzo aldesarrollo de la investigación, de la enseñanza yde la divulgación o extensión agrícola.

Se tenía fe en que el hombre poseía un ansianatural por saber, por conocer, de tal forma quebastaba ofrecerle una idea buena y útil para que aimpulsos de su propio interés personal, automáti-camente la asimilara y la adoptara Por esta razón,seguramente, durante este siglo se dedicó muy pocaatención a las técnicas de enseñanza y de divul-gación, y en los programas de la enseñanza agríco-la superior no se juzgó necesario incluir el estudiode los problemas que plantea la mejor transmisiónde los conocimientos.

Estas ideas continuaron ejerciendo su influenciaen la primera mitad del siglo xfx, a pesar de lasdudas que comenzaban a surgir, como consecuen-cia del desarrollo de la sociología y de la psicolo-gía. Poco antes de 1930 se creía todavía, y así seenseñaba, que la economía era el estudio de lasaspiraciones individuales al bienestar y a la pros-peridad.

Las nuevas ideas.

El prodigioso desarrollo de las ciencias socialesdurante los últimos veinte o treinta arios y la cre-ciente influencia que comienzan a ejercer, ha lle-vado al convencimiento de que todo comportamien-to humano es fundamentalmente social. Es decir.que la conducta del individuo viene determinada,en gran parte, por las características del mediosocial en que vive. Este criterio se aplica igual-mente a la conducta económica del hombre. Nohay duda de que el impulso económico, el deseo debienestar sigue jugando un papel importante, peroes sólo uno de los móviles que deciden la conductaen el proceso productivo. Son muy variables losgrados de influencia de este impulso económico, aveces se nos muestran muy claros, otras es con-siderablemente frenado por otras causas y, a ve-ces, es casi inexistente, pero en todos los casos estáinfluído, en gran parte, por las normas, las aspi-

raciones y los deseos inherentes a la cultura delgrupo al cual el individuo pertenece.

Así vemos cómo el hombre en su comporta-miento económico no actúa sólo de una maneraestrictamente racional, si con esta denominaciónentendernos la consecución del máximo beneficiocon el menor esfuerzo posible. Este móvil efecti-vamente no falta nunca por completo en la con-ducta económica del hombre, pero va siempreacompañado de otros muy diferentes.

Es evidente que este nuevo concepto del com-portamiento económico como comportamiento so-cial es pródigo en consecuencias cuando se aplicaa la divulgación. Nos obliga a dedicar una aten-ción preferente a los estímulos no económicos queinfluyen en las decisiones económicas de determi-nado grupo de agricultores. Nos hace preciso in-vestigar las ideas, el criterio, los ideales y, sobretodo, las normas de conducta social que impiden laeficaz utilización de los recursos, para deducir deeste estudio los métodos educativos o informati-vos que debemos emplear para superar estos obs-táculos.

Pero hay todavía más, si se admite que todocomportamiento económico es fundamentalmenteun comportamiento social, la divulgación misma,que se ocupa de la transmisión de los conocimien-tos, constituye en sí un fenómeno social. Se tratade una interacción, de una cooperación entre indi-viduos cuyos actos vienen determinados por elmedio social al cual pertenecen o han pertenecido.El medio social de los productores condiciona,asimismo, la posibilidad de asimilación de los co-nocimientos y, por consiguiente, ha de ser conocidoa fondo por el agente o técnico de divulgación que,además, ha de estar familiarizado con él, tantocomo lo esté con el suvo propio.

Los métodos de grupo.

Es preciso tener muy presente que hoy todadivulgación es de hecho una acción «psicológicade grupo», o al menos deber ser considerada comotal • los nuevos métodos y técnicas de divulgaciónutilizados en nuestro país a partir de la últimaguerra nacen, en gran parte, de este concepto.

Es corriente oír hablar de métodos de divulga-ción de masas, de métodos de divulgación de gru-pos y de métodos de divulgación individuales, yse ha llegado a creer que su diferenciación estribaen sus características más obvias y superficiales,

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incluso en la simple precisión del número de indi-viduos como distinción de una u otra de estas de-nominaciones. Se llega, incluso, a considerar aciertas técnicas como privativas de la divulgaciónde grupo y a otras sólo propias de la divulgaciónde masas. Esto, a mi juicio, es una equivocaciónde principio: aunque, en la práctica, el divulgadorcambie de técnica de trabajo según el número depersonas a las cuales se dirige.

Sería igualmente erróneo pensar que sólo en ladivulgación de «grupo» han de tenerse en cuentalas afinidades que ligan entre sí a los componentesdel mismo. La consideración del medio social esigualmente importante en el trabajo de divulga-ción de «masas» e, incluso, en el trabajo de divul-

gación entre individuos, pero la característica fun-damental de los métodos de grupo es que han debasarse necesariamente en las afinidades que exis-tan entre los componentes del mismo. Natural-mente, en este caso, los problemas comunes pre-dominan sobre los de la «masa» en general y losde los «individuos», pero, también, en este últimocaso, en el trabajo individual, aunque con menosexigencias, influye también la estructura social aque pertenecen.

Conviene subrayar una vez más que, cuandohablamos de «métodos de grupo» no se trata deun método nuevo v diferente, sino de un modoespecial de abordar la divulgación en su conjunto.

Revista FATIS, núm. 4, 1961.

ACTIVIDADES AORICOLAS EN LA O. C. D. E.

PRODUCCION VEGETAL

Certificación de semillas.

El grupo consultivo de la O. E. C. E. para lacertificación de semillas, se ha reunido el 17 y 18de octubre, a fin de discutir la aplicación del sis-tema de certificación, tanto por los países miem-bros de la Organización, como por aquellos queno pertenecen a la misma.

MAQUINARIA AGRICOLA

Ensayo de tractores.

En París, y en los días 16 y 17 de noviembre,se ha reunido el grupo consultivo que estudia elCódigo de la O. E. C. E. sobre el ensayo de trac-tores, habiéndose discutido los detalles para laaplicación del mismo en los países miembros.

ENSEÑANZA AGRICOLA Y DIVUL-GACION

Economía Doméstica.

Del 23 al 28 de octubre se celebró en Dina-

marca una sesión de estudios sobre la formaciónde especialistas de Economía Doméstica Rural yorganización de este servicio. La documentaciónque sirvió de base para esta sesión la constituíanlos informes dados por el doctor Stüber, asesorde la Agencia Europea de Productividad, sobrela situación actual de esta materia en Europa yen América del Norte.

GESTION DE EXPLOTACIONES

Datos «input-out put ».

Sobre «integración de las experiencias obteni-das por los técnicos de producción y de investi-gación económica de la producción agrícola», seha celebrado una sesión de estudios en Gran Bre-taña en los días 20 al 25 de noviembre. Comodocumentación básica para esta sesión ha sidoutilizada toda la información reunida por místerS. R. Wragg, de la Universidad de Bristol, pro-cedente de una encuesta sobre este tema llevadaa cabo en Europa. Intervinieron en esta sesióndestacados economistas, agrónomos y especialis-tas en gestión de explotaciones, pertenecientes adiversos países de Europa, así como de Américadel Norte.

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