Aleph-167 Los Sueños de Lucrecia de León

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 María Zambrano

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En un lúcido ensayo incluído en  El Especta-dor , titulado  Democracia morbosa, su autor,

José Ortega y Gasset dice descreer de quien-

Mi deuda conMaría Zambrano

Carlos Gaviria-Díaz

1.quiera que arme que es “ante todo demócrata”, porque el

encuadramiento político no es una actitud originaria sinoderivada de una decisión previa y más honda que podemosllamar ética.

2. Armo que toda persona y, por supuesto, con mayorrazón la persona educada, ha de tener argumentos razona-

 bles para justicar sus creencias morales y dar cuenta de su posición ideológica.

3. Para ser coherente con ese aserto me he esforzado en

claricar las razones que me han llevado a adoptar en mivida una actitud democrática y, por tanto, a preferir la formade gobierno llamada democracia.

Tales razones han de ser tan claras y contundentes que pueda exponerlas sin ruborizarme a cualquier interlocutorque me las demande, con la certeza de que no sólo son su-

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cientes para justicar mi actitud sino, probablemente, persuasivas para miinterpelante.

4. En un libro de María Zambrano, Persona y democracia, encontré elnúcleo duro de lo que buscaba, expuesto de manera singularmente sintéticay con fuerza persuasiva avasalladora.

Lo tengo siempre a mano para salir airoso de la situación inquietanteen que alguien pueda ponerme al inquirir por el fundamento de mi actitud política.

 Sin omitir la referencia a la lósofa española, mi respuesta, que repro-

duce su pensamiento de modo casi literal es ésta: adhiero a la democracia

 porque es la forma de gobierno bajo la cual decidir autónomamente no es permitido…sino obligatorio.

5. Pienso que Ortega, el maestro de María, habría encontrado irreprocha-

 ble y ejemplar ese modo de inferir una preferencia política a partir de unaidea moral.

Como también yo lo juzgo así, tengo con ella una deuda reconocida peroincancelable.

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a pensadora española María Zambrano (1904-1991), siendo muy joven, hacia mediados de ladécada de los 20, realizó estudios de losofía

El humanismo de MaríaZambrano: del caos al deliriode persecución

Carlos Alberto Ospina H.

Lcon Ortega y Gasset y Xavier Zubiri, pero desde los prime-

ros escritos sus temas y su orientación losóca muestraninuencias muy marcadas de Spinoza, Nietzsche y Heide-

gger. Tanto que la sabiduría del primero pareciera contenersu estilo, que por momentos se sostiene entre la expresiónarrebatada del segundo y el tono severo de este último. Sesabe que, además de la amistad que sostuvo con numerosos poetas de su generación, muchas otras fueron las inuen-

cias que dieron forma a su pensamiento: Empédocles, lostrágicos griegos, Séneca, Jung, Mircea Eliade, etc, pero, aveces más que sus primeros maestros, son los tres pensado-

res mencionados los que resuenan a través de toda su obra.Incluso en los títulos de tres de sus escritos:  De la Auro-ra (1990) -que le llegó por el sendero orteguiano-, Clarosdel bosque (1986) y Senderos, se aprecia el aire marcada-

mente nietzscheano y heideggeriano que los rodea. Así quede manera muy sintética intentaremos presentar el camino

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emprendido por ella, de la mano de sus fuentes de inspiración, para darleforma a su pensamiento sobre el hombre.

Primero fue el caos (Hesíodo)

Si nos atenemos, entonces, a algunas de las fuentes de María Zam-

 brano sabemos, por Spinoza, que las pasiones mueven la historia de loshombres, porque ellas conforman la fuerza de existir (vis existendi) que

sostiene la vida y otorga la potencia de actuar ( potentia agendi) a la queestá obligado lo vivo. Esas fuerzas y potencias varían perpetuamentede intensidad, dependiendo de que encuentren cosas que las avive olas apague. Las pasiones son afectos o modos de pensamiento que norepresentan nada, solo sentimientos, inclinaciones y energía que buscamás vida.

Si nos situamos en el comienzo mismo del tiempo, la pura vida biológicay animal está sometida, implacable e inevitablemente, al choque entre las pasiones de los seres vivos que pugnan por seguir viviendo, en esa nochedel mundo caótico y terrible. De allí surge el hombre, como criatura que,dada su exibilidad, resulta ser más capaz de asegurar su vida biológica;y con sus afectos excedentes, los que ya no invierte en ese aseguramiento

 primario, puede jugar en procura de aanzarse como un ser independientede la necesidad natural.

Aquí vemos de cierta manera a Nietzsche, otra de sus fuentes de inspi-ración, no sólo por la clara adopción del método genealógico que pareceobservarse en el desarrollo de la obra de María Zambrano, sino también por la adopción de sus propuestas de interpretación de la realidad humana.Para Nietzsche el hombre es un animal que juega, cuando inventa algo quehacer con sus afectos. El juego, como una forma efectiva de estimular esos

afectos, se maniesta claramente con la música, cuando el hombre incor - pora los sonidos del mundo, a través del ritmo de su cuerpo y su voz o semuestra mediante instrumentos utilizados para ello. Vemos, de esta forma,que al lenguaje natural se le ha dado la palabra, por la cual entendemos elritmo donde adquieren relieve y gura las cosas, además de los afanes, las pausas y, en general, “los estados de ánimo” que modulan nuestras relacio-

nes con ellas, con los otros y con el mundo.

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Justamente lo vivo se expresa en las pasiones que consumen como elfuego, que nunca se acaban y convierten la realidad natural en un ámbitodonde ella se agita sin cesar; pero “las pasiones son vida en su capacidad ynecesidad de engendrar formas” (HD, 56), en su impulso a hacerse visiblesen el reino de las apariencias y a salir del mero entusiasmo dionisíaco, dela pura e informe energía vital. Y jugando con sus pasiones, emociones yafectos, el hombre fue creando sueños, quimeras y un mundo de ccionesa través de los cuales iba dando forma y otorgando sentido a la realidadcaótica de donde provenía. Sinembargo, la aparición de los sueños no es un proceso exclusivo del singular ser humano, tal como lo revelan los sueñosde algunos animales –por ejemplo los domésticos- “que ansían la palabra,

como atestiguan ciertas miradas, gritos, gemidos y aún balbuceos de ciertosanimales que se duelen de no tener la palabra” (A, p. 73). Sólo el hombre, por ser “uno de los elegidos por la palabra” dice Zambrano, y así nos re-

cuerda a Heidegger, otorga la palabra a las cosas, cuyo lenguaje natural re-

sulta de suyo incomprensible dado su carácter informe e indeterminado. Esel hombre, por ejemplo, y nadie más, quien interpreta el lenguaje –le asignauna forma- de su mascota, haciéndola decir lo que él mismo entiende de susgestos y gemidos, y con lo así dicho se relaciona con ella. Porque las cosasy los seres vivos conversan entre sí con su lenguaje natural, que es lenguaje

sin palabras, y mediante él participan a su modo del juego de la vida; elviento silba y los pájaros cantan, que ello suceda “a una cierta luz y horade una determinada estación revela el origen cósmico, y no exclusivamentehumano, como humano privilegio, de la conversación” (A, p. 85)

Desde el punto de vista biológico, e incluso biográco, para María Zam-

 brano esto último es posible porque el lenguaje es anterior a la palabra.“La presencia de la palabra para el hombre es una revelación, mientras queel lenguaje está muy emparentado con el lenguaje animal, es decir, con lo

simplemente natural”. (A, p.70). Incluso el lenguaje de la naturaleza antesde ser gruñido y grito, es sonido, ruido, rumor, bramido y silencio; que de percibirse solamente así, con tal puro desorden, se haría invivible e intole-

rable. Así, entonces, solo la música, por ser arte, es la que puede darle for -ma a ese fondo informe e indeterminado, a “la noche del sentido” de dondeella misma sale, y la primera forma es presentárnoslo como armonía, perosobre todo como ritmo. Si, como antes señalamos, el germen de la vida es

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la pasión, es fuego encendido, ahora podemos comprender su paso a la mú-

sica, al canto y la danza, porque se nos muestra en el sonido y en las gurashechas visibles cuando arde y baila en la llama, de suerte que cuando “elfuego se hace llama”, suena y resplandece como “palabra” (A, p. 67) en laque rítmicamente se presenta el mundo natural.

Del caos llegan los dioses

Aceptado el hecho de que la realidad originariamente se da en sombras,en lenguaje sin palabras, podemos entender por qué permanece oculta einefable para el hombre. Pero también hay que aceptar que incluso las som-

 bras ya tienen ciertas formas y por tenerlas piden ser nombradas, con pala-

 bras en las que guren y se hagan visibles. Y el poeta, atento, antes que na-

die, a ese inicial surgir de las cosas, es el primero en darles “la palabra que penetra lentamente en la noche de lo inexpresable… porque no se resignaa que cada ser sea solamente lo que aparece” (FP, p. 115). De no ser por la palabra poética la realidad jamás podría ser vista y solo sería sentida.

Efectivamente surgido el hombre de una realidad oculta y escondida, “deuna irradiación de la vida que emana de un fondo de misterio”, se sentía ro-

deado de una total soledad, perseguido y mirado, sin saber por quién. “Puesen el principio era el delirio; el delirio visionario del Caos y de la cieganoche. La realidad agobia y no sabe su nombre” (HD, 29). A esta realidadnatural, dada antes que cosas y seres, le corresponde la imagen primera dealgo sagrado que el hombre se forma; y por esta razón, la imagen sagradade la naturaleza es la primera que se ofrece en todas las culturas. Sagrado eslo informe, lo misterioso, poderoso e inaprensible que lo llena todo.

Vivimos, por tanto, un delirio de persecución insoportable que debe cal-marse de alguna manera, porque sentimos que desde el fondo sagrado algo

nos mira, nos sentimos mirados sin poder ver quien nos mira, “y así, en lu-

gar de ser fuente de luz, esa mirada es sombra” (HD, p. 31). Por eso dijimosque el hombre no se resigna a aceptar que aquello que lo mira y persiguesolo sean sombras, ocultas detrás de lo sagrado, y que ellas sean las dueñasde esa mirada. La angustia de sentirse mirado, el delirio de persecución quelo acosa le hace ansiar que ello se vuelva real y que salga a la luz para iden-

ticarlo. De esta manera recordamos, de nuevo, a Hölderlin quien advirtió:

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“donde crece el peligro, también está lo salvador”. Y fueron las palabrasde los poetas quienes al darles nombres hicieron visibles seres que salíande las sombras, permitieron identicarlos al traerlos a la luz, lo que en estesentido signicó crearlos. Eso ocurrió en un “tiempo en que las palabraseran como dioses”, algo así como el primer pestañear que percibe la luz,“porque en la noche del sentido germina la aurora de palabra. Y así, cuandolas palabras que han germinado durante la noche del sentido aparecen, sonellas mismas la sustanciación posible, en este lugar, de la diosa Aurora, delo divino que aparece y se cela en la Aurora… La palabra que da vida porla luz” (A, pp. 68; 70).

Los dioses son, así, las primeras identicaciones que, después de un len-

to y fatigoso trabajo, el hombre descubre en la realidad y son el primer mo-mento de su liberación de ella. Solamente con la aparición de los dioses escuando las cosas y los seres se hacen visibles porque, con ellos, adquierenforma y gura; también con ellos, que acuden al llamado del poeta cuandolos nombra con sus palabras, el mundo se vuelve habitable y se abre unespacio donde se posibilita el transcurrir de la vida humana. Incluso la rea-

lidad que más radicalmente se le oculta al hombre es la suya propia –quelo mira desde las sombras de lo incomprensible¬-, por eso proyecta esa

mirada afuera. “Y así, él mismo, que no puede aún mirarse, se mira desdelo que le rodea. Y todo, los árboles y las piedras, le miran y, sobre todo,aquello que está sobre su cabeza y permanece jo sobre sus pasos, comouna bóveda de la que no puede escapar: el rmamento y sus huéspedesresplandecientes. Y de aquello que no puede escapar, espera” (HD, p. 32).Espera, vale decir, la palabra entrega la esperanza de poder ver lo que esta-

 ba oculto y, así, también de encontrar la posibilidad de sentir sosiego y deapaciguar el terror ante la realidad.

Ahora el hombre ya sabe quién lo mira, y así, al poder mirar quien lomira, termina un largo periodo de padecimiento y angustia, “el suceso mástranquilizador de todos los que pueda ocurrir en una cultura”, dice Ma-

ría Zambrano, sobre todo porque culmina el delirio de persecución, dadoque ya puede identicar a quien le persigue, bajo la gura de los dioses aquienes puede pedir explicación. Al mismo tiempo se da algo muy impor -tante para la cultura humana: la pregunta, porque también aparece alguiena quien preguntarle. Sinembargo, no podemos olvidar que “nunca se han

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 presentado ante un dios cuestiones de conocimiento” y al oráculo no seacude a averiguar qué son las cosas o a indagar por sus causas, así que “la pregunta dirigida a la divinidad –revelada o develada poéticamente- ha sidola angustiada pregunta por la propia vida humana” (HD, p. 35).

Pero los dioses que todo lo pueden, además de numerosos se muestrantiránicos con los hombres, cuyo destino manejan y mueven. Es el sentido primario en que se nos muestra lo trágico de la vida, porque los hombres,quienes apenas acaban de salir de una lucha con las sombras, de haber supe-

rado el terror sagrado a la naturaleza, el cual no daba espacio ni tiempo para preguntar, ahora enfrentan los dioses, incluso antes de tener que vérselas enviolenta confrontación con los demás hombres. El hombre, de esta forma,

asiste al paso de la ocultación del oscuro mundo sagrado más primitivo, asu salida o desocultación en lo divino, en las imágenes de los dioses que ala vez que otorgan una cierta claridad y vuelven visible la diversidad de lo

real, constituyen una nueva fuente de intranquilidad.

Poetas y lósofos

Estar en medio de lo sagrado y lo divino produce inquietud y asombro, elterror primitivo ahora se convierte en asombro. A partir de él surge otra his-

toria para el hombre, cuyo desenvolvimiento aborda María Zambrano en Elhombre y lo divino (1955) y sobre todo en Filosofía y Poesía, una obra que

comenzó a publicar en 1938 durante su exilio en México, uno de los paísesa donde tuvo que huir de la barbarie que con la Guerra Civil se instaló ensu patria España, a donde pudo regresar apenas en 1984. El primer capítulode esta obra, titulado Pensamiento y poesía, lo publicó en la revista Taller  que dirigía su amigo Octavio Paz, como ella lo recuerda en el prólogo a laedición de 1987. Desde ese primer capítulo María Zambrano vio que laconfrontación poesía y pensamiento fue el resultado de haber olvidado que

desde sus orígenes a poetas y lósofos en realidad los ha unido un mismodelirio: llegar a ser uno mismo en medio de la permanente sensación deindigencia, por eso aunque son compañeros de la vida fueron arrastrados,muy temprano, por caminos diferentes. Y recuperar esa amistad inicial esuno de los motivos que pulsa toda su obra.

Todo comenzó por la manera como asumieron el asombro frente a losagrado –la naturaleza, la physis- y su manifestación en formas de dioses;

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unos anduvieron el camino de quienes son capaces de mantenerlo (los poe-

tas) y otros prerieron el de quienes ven la necesidad de superarlo (los ló-

sofos). Poetas y lósofos son quienes se disputan la mejor manera de tratarlo sagrado. Platón (Teeteto, 155d) y Aristóteles ( Metafísica, L, 1, 982b,11-22) también habían reconocido que el asombro es el padre del conoci-miento, porque la realidad ofrece tal cantidad de cosas maravillosas que no puede sino producir asombro, como el que sintieron “los creadores de mi-tos” quienes, por eso mismo, merecen toda nuestra admiración. Entonces,el saber poético y el losóco tienen un mismo origen.

Igualmente la expresión de ese saber es la palabra (logos), pero las dife-

rencias comienzan cuando las pretensiones de ambos saberes son distintas.

Para la losofía asombrarse es reconocer la ignorancia (Aristóteles) frenteal ser de las cosas, mientras que para la poesía fue encontrar una respuestaque le permitiera seguirse asombrando, y ello lo logró con las nuevas gu-

ras (los dioses) que asumieron las cosas. Como la losofía buscaba su ser,y no su aparecer, necesitó elevarse por encima de las cosas múltiples de larealidad en procura de conocer que son, vale decir, en busca del ser o delo que constituye su verdad. Y tal saber, que se desprendía de las cosas no podía, en consecuencia, ser sensible, sino racional, porque la verdad que

ahora persigue solo es visible a los “ojos del alma”, y no a los “del cuerpo”(Platón). La losofía, entonces, se alejó del mundo y para ello tuvo quehacerle violencia, para encontrar la palabra más adecuada para comunicarla manera como lo piensa, en lugar de que simplemente sirviera para ex-

 presarlo como mundo natural ( physis), concreto y variable, porque a eso selimitan los nombres e imágenes de los dioses. Entre los primeros lósofosAnaximandro aún conservó un nombre poético para designar lo sagrado,apeiron, que todavía reeja lo indeterminado e informe, pero introdujo unanovedad denitiva para el nuevo saber: la unidad.

La losofía tuvo dos motivos poderosos para enfrentar los dioses y elsaber que proviene de ellos. Primero, el entusiasmo, la inspiración y eldeliro divinos de la poesía no se aviene con el saber racional que la nuevaentidad, el ser y la verdad, pide para ser conocida. Segundo, como conse-

cuencia de lo anterior, la forma como se presenta la realidad ante el hombreno puede ser mediante guras de dioses, porque además de ser múltiples,son variadas y muy sensibles. La nueva conguración de la realidad sigue

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siendo a través de formas, pero esta vez luminosas y racionales, bajo elaspecto de la idea y el concepto. Los dioses, además, son la respuesta queel hombre encuentra a la pregunta formulada por lo sagrado, mientras que ala losofía tal respuesta no le satisface y por tal motivo sigue preguntando;el hombre ahora persigue con ansiedad la verdad y de perseguido, cuandose sintió mirado desde las sombras, se convierte en perseguidor de lo quesalió a plena luz. Volvemos, así, a retroceder al estado de ignorancia inicial para que la musa reoriente el camino (Parménides) y se dirija no hacia lafalsedad poética, sino hacia la verdad losóca y racional cuya nota predo-

minante es que solo es una, porque el ser es uno. Los poetas han de seguirapegados a las cosas, amando a cada una de ellas, hundiéndose en el asom-

 bro y la sorpresa (thauma); y al proferir palabras mentirosas y fantásticas,continúan creando mundos y cosas de los rastros que va dejando el devenirde la vida. Es su destino porque los poetas aún tienen “la mirada que salede la noche… y no hay en ella sombra de avidez. No va de caza. No sufreel engaño que procura el ansia de “captar”. La tiranía del concepto, quesomete la libertad en el cebo del conocimiento, la acecha cuando todavíaota en el mar de las aguas primeras” (A, p.35).

La losofía, por su parte, decreta la muerte de las cosas singulares, delmundo del devenir, la fuente de tantas maravillas otrora admirables, porquesueña con una única forma (morphé), la idea, que aunque siga teniendocarácter divino solo es una, distinto a las primeras formas divinas, que sonmúltiples y variadas. Y el hombre, como todas las cosas, queda vinculadoa un ser permanente, a una única esencia ja, que debe perseguir como suverdadera realidad. Esencia, en todo caso, que sólo podrá descubrirse si,como arma Platón, “mandamos de paseo el cuerpo” y dejamos el alma asolas consigo misma (Fedón, 64d). El cuerpo representa todo lo sensible,lo vivo en este mundo, lo maravilloso y seductor de las apariencias y el

devenir, todo lo cual constituye un enorme obstáculo para conocer la rea-lidad de las cosas, vale decir, la idea invisible que solo es captada por elalma racional. Pero “la razón no es sino renuncia, o tal vez la impotenciade la vida. Vivir es delirar. Lo que no es embriaguez, ni delirio, es cuidado.Y ¿a qué el cuidado por nada, si todo ha de terminarse? El lósofo conci -

 be la vida como un continuo alerta, como un perpetuo vigilar y cuidarse.El lósofo jamás duerme, desecha de sí todo canto halagador que pudieraadormilarle, toda seducción, para mantenerse lúcido y despierto. El lósofo

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vive en su conciencia y la conciencia no es sino cuidado y preocupación”(FP, p. 35). Los lósofos están obligados a mantenerse alertas, para quedespués de mucho esfuerzo la razón pueda captar el concepto general, sonúnicamente los poetas quienes sueñan y aman las apariciones singulares,que el concepto rechaza, y no abandonan las cosas que encantan justamente por su presencia sensible, por su multiplicidad y peculiaridad.

Recordemos que cuando lo sagrado apareció en el rostro de los diosesconvocados por la palabra poética, fue cuando el hombre por n logró for -mular una pregunta y con esa “actitud de preguntar, lo más humano delhombre” (HD, p. 35) apareció también el momento en el que éste despertóa la conciencia, su verdadero despertar, porque hasta entonces sólo era una

criatura hundida y perdida en las sombras del indeterminado mundo natural(lo sagrado). De ahí tomó la losofía una imagen estable del hombre paraconvencerlo de que tiene un ser, y es ser consciencia, no temerosa e inquie-

ta por su propia existencia, sino racional y ja, cuyo reto consiste en ir en procura del ser y la verdad. Las preguntas de la losofía no son, entonces, por la vida, sino por el ser verdadero. El lósofo, al estar seguro de lo quees él, se apresta a buscar la verdad, para lo cual se dedica a pensar con unmétodo (cientíco e investigativo) adecuado a esa búsqueda obsesiva. El

 poeta, por su parte, emprende, más bien, el camino del pensar disperso, y lovemos perderse por las sendas de siempre, las “de la fuerza irresistible delas pasiones”, del frenesí y la embriaguez (FP, p.45), donde los hombres ysu lenguaje se sienten más libres de aquella pesada tarea.

Extraña criatura es el hombre

Si reparamos bien poesía y losofía son, nalmente, ocupaciones, porespeciales que resulten, a las que se entregan hombres. Y el hombre, poeta

o lósofo, es preciso que enfrente su propia existencia y la asuma tal comose despliega en medio de las cosas. La actitud poética y la losóca solo es-tán de acuerdo en una cosa: en buscar poseer la unidad, para ofrecerse cadauna como la auténtica portadora de la última palabra que corresponde con propiedad a lo real, al terreno también común que ambas pisan (lo sagra-

do). La primera cree tenerla cuando abraza las apariencias, las sensacionesy el instante que vive; porque para ella se trata de la unidad de lo disperso,la cual consigue con la música y la palabra que, enlazadas, hacen presencia

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en “el poema, la unidad realizada, diríamos encarnada” (FP, p. 22), desti-nada a ser sentida y a sonar en la vida. Por su parte, la losofía encontróla oculta unidad en el ser, a costa de suprimir lo variable y disperso, paraconquistar el concepto común o la idea luminosa que explique todo; porello conceptos e ideas permanecen inmóviles por encima de la vida y nunca pueden descender a ella. Entonces, con amor platónico, el lósofo tiene queascender, con mucho esfuerzo y renuncia, a su ámbito acuciante. Mientrasque el poeta ama cada una de las cosas de la vida, el lósofo persigue ideasy conceptos desde donde el mundo de las apariencias vitales es sometidoal orden de la razón.

Vemos, entonces, que por estar poetas y lósofos buscando cada uno

a su manera la unidad del mundo, no se percatan de que así disuelven yse desentienden de su unidad como hombres que son. A María Zambranotambién le interesa el ser oculto y su aparición en las múltiples aparienciasempíricas, pero de manera especial se dirige al ser humano y por eso con-

sidera que el lósofo y el poeta no son más que “dos mitades del hombre”y, por lo tanto, dos formas de ser humano insucientes. Para restituir launidad de lo humano propuso la “razón poética”, considerado uno de susaportes mayores y más originales, que posibilita un saber racional y pasio-

nal al mismo tiempo. Eso, en verdad, es el hombre, razón y pasión; criaturaterrena, temporal, pero también transeúnte de la historia. Con la razón poé-

tica se restaura la unidad de lo humano, perdida cuando olvidamos que ensus orígenes cada hombre encarnaba a la vez la condición de pensador y poeta. Surgido de la realidad sagrada, de la vida, después de pasar por ges-tos y sonidos, se valió de la palabra para dar forma e imagen a las múltiplesmanifestaciones de esa vida llamándolas dioses y ser.

El problema comenzó cuando a algunos de tales hombres se les olvidóese su primer ocio, el poético, el artístico, porque en eso consiste producirimágenes, simbolizar, dar existencia por la palabra o en sacar a la luz y ha-

cer visible lo que antes estaba oculto. Poiesis, es traer a la presencia lo que permanece escondido. Entonces, consecuencia de tal olvido, consideraronque las cciones producidas no salieron de la vida, de este mundo, sino queeran realidades de otro mundo aparte e inmóvil, al que únicamente el logosracional puede acceder cuando las persigue; con ello, igualmente, el ser fueseparado del acontecer de este mundo y aquietado como verdad. La razón

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 poética, en cambio, mantiene el recuerdo de los orígenes y se planta entreel anhelo por la existencia y la violencia del pensamiento; con el primerose ofrece como una manera de estar en la vida comprendiéndola, para quela segunda modere sus ansias de querer someter a lo múltiple, haciéndolever como uno.

El hombre, por su parte, queriendo ser uno, termina prisionero de la mul-tiplicidad, de diferentes estados que va padeciendo mientras existe, sin queninguno de ellos nalmente logre satisfacer sus ansias de ser uno; se sientesiempre en tránsito, en camino, hacia algo más de lo que ahora es, caminahacia lo que va soñando ser; de unos sueños pasa a otros y así va siendomientras anda por la vida. Su ser es acontecer, son los sucesos de la vida.

 No sabe propiamente para donde va, pero siente que algo lo presiona a ser,y es su condición humana la que lo persigue sin cesar. Y las palabras mu-

chas veces se quedan cortas para expresar lo que siente, no encuentra las palabras adecuadas, entonces con ellas mismas crea otras formas de expre-

sión para lo que se opone a ser llevado a una gura estable. La palabra “esla danza operante que unica el ser y el sentir” (A, 73), porque oscila entresu fracasada capacidad de poder expresar lo que es él mismo y su intentode dar forma ja a los sentimientos que se resisten a ello. La razón poética

es razón viviente que se mueve con la vida, corresponde a la condición delhombre que como un eterno peregrino siempre está en camino, y con cada paso se ve obligado a crear nuevas salidas, a experimentar nuevas situacio-

nes y a pensar con nuevos sueños. Es a eso a lo que el poeta, en particular,“como hijo perdido entre las cosas” (FP, p. 112) ha permanecido el.

Pero el hombre creyó liberarse de ese delirio de persecución, apaciguadoa medias por las guras de los dioses, cuando se entregó a otro fantasma,totalizador, que asume la forma de un Dios o de un ser racional único. Y así,libre de lo extraño, también creyó encontrar, por n, en la conciencia su ser, porque para ésta “nada es enigmático; tener conciencia es poseer o entraren posesión, es claridad que por esencia destruye el enigma” (HD, p. 164);con ella, entonces, la losofía “se lanza a perseguir de esa extraña manera,al inquirir las razones de las cosas” (HD, p. 69). Y el hombre se convierteen un desarraigado de la vida, que toma –con impasibilidad metódica- po-

sesión de su ser conciencia racional. Sintiéndose seguro de lo que es, sevuelve frio perseguidor de ideas y termina perdido para los enigmas de la

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vida. La razón poética es, precisamente, el intento por recuperar la pasióny llevarla a la razón.

Como el hombre siempre está en tránsito, trascendiéndose, es una cria-tura inquieta, extraña, que no encuentra sosiego y que se siente perseguido por su propio ser. Entonces se cuida de él, haciendo lo que como humanocorresponde hacer, insertando su propia vida en un relato imaginado al queva dando curso con sus acciones y decisiones. Y dar curso no es resolver,signica vivir, porque la propia vida permanece como un enigma; y es gra-

cias a que su delirio de persecución no se acaba, a que su ser no lo encuentraencallado en una imagen ja, que conserva la primera ocupación de crea-

dor como una necesidad impuesta por su incesante esfuerzo y su lucha por

ser. La razón poética recupera esta situación peculiar de indeterminaciónen que se mantiene y le angustia, pero lo hace con música, congurandolos ritmos de la vida, con sus pausas, afanes, silencios y modulaciones delánimo que de manera continua va con nosotros, y siempre lo hace creandoformas nuevas. La razón poética es quizás la única, dice María Zambrano,que pudiera hacer, de nuevo, encontrar aliento a la losofía (A, p. 123) ysalvarse de las trampas de la quietud donde toda vida perece. Por eso elauténtico lósofo es quien sabe escuchar la vida, porque ella en el fondo es

música y desde allí, haciendo uso de la razón poética, pueda reencontrarsecon los creadores para caminar juntos de nuevo como lo estuvieron al co-

mienzo del tiempo humano.

Referencias de María Zambrano1986. De la Aurora (A). Madrid: Turner.

2001. 4ed. Filosofía y poesía (FP). México, Fondo de Cultura Económica.

2001. 2ed. El hombre y lo divino (HD). México: Fondo de Cultura

Económica.

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iempre he dicho que mi formación ha sido hu-

manista, y que debo las primeras incitacionesa mi labor sobre el lenguaje y las letras a la

María Zambrano:el camino del hombre

Graciela Maturo

Sformación clásica que recibí en la Universidad de Cuyo. Sin

desdeñar anticipos de esa etapa en maestros de mi adoles-cencia, de Santa Fe y Paraná, podría decir que las confe-

rencias de Irineo Fernando Cruz sobre la obra homérica,complementadas por las lecciones de Vicente Cicchitti so-

 bre los poetas-lósofos presocráticos, y las lecciones deAlfonso Sola González sobre la poesía occidental, abrie-

ron para mí el tesoro de la tradición humanista a partir de1948. Todo aquel que conozca lo que signica entrar enuna tradición, sabrá apreciar el hecho de que alguien, sinser un erudito, pueda beber en ella los mismos contenidosde fondo en autores antiguos y modernos. Entre esos au-

tores que nutrieron mi juventud remitiéndome siempre aHeráclito, a San Agustín, a Nicolás de Cusa, se hallabaMaría Zambrano. Guardo ediciones mexicanas que leí enlos años 50 de sus libros  El hombre y lo divino, Pensa-miento y poesía en la vida española, etc. hasta que mucho

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después redescubrí los trabajos de su madurez y pude hacer una relecturade todas o casi todas sus obras. Quiero decir con ello que mis avances enla dirección de lo que Nietzsche llamó la Razón Poética los debo más alos maestros de Zambrano y a otros maestros, como Marechal, que ellano conoció, que a ella misma. Me he reencontrado con María Zambranocuando ella obtuvo el Premio Cervantes, ya de regreso a su patria, des-

 pués de un largo exilio, en 1988. Para entonces, inspirada en el huma-

nismo de mi formación, acrecentado en el estudio de autores modernoscomo Lezama Lima y Marechal, ya había formulado y desarrollado mi propuesta de renovación de los estudios del lenguaje y las letras, y porextensión de las ciencias de la cultura, iniciada en 1970. Esta señalación

sólo aspira a fortalecer la pertenencia a una línea cultural cuyos tramos,según estimo, deben ser reconocidos por nosotros con espíritu auténtica-

mente hermenéutico.

Me gustaría, en esta ocasión, esbozar un perl de María Zambrano, ydejar indicada su relación profunda con ese camino que nace en Greciay recibe su plena dimensión en el Evangelio, antes de recibir sucesivasreformulaciones por parte de lósofos y poetas hasta nuestros días.

Ante todo, vamos a recordar algunos datos biográcos de María Zam-

 brano, según distintos biógrafos. Nació en 1904, en el seno de una familiade maestros de escuela, en Vélez-Málaga, un pueblo próximo a esta ciu-

dad. A los cuatro años pasó con su familia a Madrid y luego a Segovia,donde vivió hasta sus veinte años. De regreso a Madrid cursó estudios deFilosofía, durante los años 1924-27, con guras notables como José Or -tega y Gasset, Manuel García-Morente, Julián Besteiro y Xavier Zubiri,integrándose en los movimientos estudiantiles de la época. A partir de1928 inició su colaboración en distintos periódicos.

Hija del educador Blas Zambrano, de ideas socialistas, vivió muy decerca los acontecimientos políticos de aquellos años, de cuya vivencia seráfruto un primer libro:  Horizonte del liberalismo, aparecido en 1930. En1932 rmó el maniesto fundacional del movimiento denominado FrenteEspañol, inspirado por Ortega, movimiento que ella misma disolvió, “porser leal a su maestro”, cuando vio que se desvirtuaba su origen. Había sidonombrada, desde el año 31, profesora auxiliar de Metafísica en la Univer -sidad Central. En el 32 sustituyó a Xavier Zubiri y comenzó a colaborar en 

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la Revista de Occidente, luego en Cruz y Raya y en Hora de España, desde

su primer número, aparecido en 1936.

En aquellos años que precedieron a su exilio, conoció a José Bergamín,Luis Cernuda, Jorge Guillén, Rafael Dieste, Emilio Prados y Miguel Her -nández. En septiembre del 36 contrajo matrimonio con Alfonso RodríguezAldave, recién nombrado secretario de Embajada de España en Santiago deChile, con quien emprende un primer viaje a La Habana, de donde vuelvenal año siguiente, él para incorporarse a las las, ella para colaborar con laRepública Española. Perdida la causa, salió de España el 28 de enero de1939. Previo paso por París se dirigió a México, y luego a La Habana. EnMorelia (México) fue nombrada profesora en la Universidad San Nicolás

de Hidalgo.Creo que todavía no se ha estimado sucientemente la inuencia de

 América en el pensamiento de María Zambrano. En México conoció a Oc-

tavio Paz y en Cuba a Lezama Lima, cuya amistad fue para ella profunday decisiva.

En ese tiempo publica Pensamiento y Poesía en la vida española, y Fi-losofía y Poesía, obras a las que seguirá una intensa actividad literaria. En1942 María Zambrano fue nombrada profesora de la Universidad de RíoPiedras, en Puerto Rico.

Oigamos un fragmento del Discurso leído ante los Reyes de España porMaría Zambrano al recibir el Premio Cervantes, para que se pueda apreciarla importancia que siempre otorgó la autora a su estadía en México y engeneral en América.

 Por amor a tales recuerdos y a vuestra generosa compañía, seguidmehasta una hermosa ciudad de México, Morelia, cuyo camino no busqué,

 sino que él mismo me llevó a ella, igual que a tantos otros españoles reciénllegados al destierro. Allí me encontré yo, precisamente a la misma horaque Madrid -mi Madrid- caía bajo los gritos bárbaros de la victoria. Fui sustraída entonces a la violencia al hallarme en otro recinto de nuestralengua, el Colegio de San Nicolás de Hidalgo, rodeada de jóvenes y pa-cientes alumnos. Y, ajena desde siempre a los discursos,¿sobre qué pudehablarles aquel día a mis alumnos de Morelia? Sin duda alguna, acercadel nacimiento de la idea de libertad en Grecia. Quiero llamar la atención

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sobre esta doble referencia a América y a su destino personal, pues a Amé-

rica dice no haberla buscado, sino que estaba en su camino. Luego volverésobre este texto, que me parece tan signicativo.

Después de esos siete años iniciáticos, en 1946, viaja a Paris, donde en-

cuentra a su hermana Araceli, que había sufrido la persecución de los nazis,y que desde entonces hasta su muerte vivió con ella. En París entablóamistad con los escritores Albert Camus y René Char. En 1948, separadaya de su marido, volvió a La Habana acompañada por su hermana. Teníaallí a su gran amigo, el poeta José Lezama Lima, a quien había conocidoen su viaje anterior.

Son otros cinco años, que unidos a los anteriores hacen doce años de vidaamericana. María vivió esos años intensamente, y fue gestando algunas desus obras, que se publicaron a su regreso a Roma, a partir de 1953. El hom-bre y lo divino, Los sueños y el tiempo, Persona y democracia, entre otros.

En 1964 abandona Roma, según se dice por dicultades vecinales - unvecino la denunció por tener gatos en su departamento - y viajó con ellos,siempre acompañada de la hermana, a Suiza. Allí murió Araceli en 1972 yMaría siguió en su retiro de La Pièce, con algún intervalo en Roma. EscribeClaros del bosque y empieza su libro De la aurora. (títulos que exponen su

diálogo con Heidegger y con Nietzsche, otros grandes maestros).Mientras tanto, en España, la escritora iba siendo reconocida. En 1981

se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias. En 1980 se había instalado enSuiza y de allí volvería a Madrid en el 84, ya de ochenta años de edad, des- pués de cuarenta y cinco de exilio. Su última obra publicada en vida sería La tumba de Antígona. En 1988, como ya he recordado, se le concedió el premio Cervantes de Literatura. Tres años más tarde, el 6 de febrero de1991, falleció en la capital española, a la edad de 87 años.

Tuve la fortuna de concurrir, en el 2004, al Congreso del Centenario deMaría Zambrano, celebrado en su pueblo natal, Vélez-Málaga, donde tienesu sede la Fundación María Zambrano. Se recordó allí que ella había sidoenterrada con el hábito franciscano.

Cabe que nos preguntemos ¿Cuál es la tradición losóca a la que per -tenece el pensamiento de María Zambrano? Por mi parte no vacilaría enadscribirla al humanismo español, intrínsecamente cristiano, con raíces en

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el estoicismo grecolatino, implícito en las obras de los poetas, y en la tradi-ción losóca del humanismo, cuya última reelaboración se dio en el sigloVeinte a partir de la Fenomenología.

 No puede negarse que el humanismo, surgido con el dialogismo de Só-

crates y Platón, inicia el camino de la libertad y la razón, fundando unaetapa nueva en el desarrollo de la humanidad. Pero tampoco es posibleignorar que esa corriente se mantuvo en continuo diálogo con tradicionesanteriores, que se expresaron a través de mitos y relatos. Esta ambigüedadhizo que el humanismo, tempranamente, albergara una nueva mirada sindesentenderse de la antigua, y conformara una vertiente propia frente a los polos opuestos y radicalizados del racionalismo o el mito. Los Padres de

la Iglesia, entre los siglos I a V de Cristo, al adoptar losócamente esalínea de pensamiento helénico realizaron una importante síntesis entre lasfuentes griega, latina y hebrea a la luz del mensaje evangélico, aunque laIglesia del siglo XIII haya adoptado luego el tomismo aristotélico comolosofía ocial. Los humanistas, para algunos sectores, eran heterodoxos.Bordeaban la herejía, y fueron castigados por la Inquisición.

De aquella compleja fusión cultural proviene, sinembargo, la vertiente popular del catolicismo, y una serie de reelaboraciones; tensionado entre la

fe y la razón, el humanismo católico pasa por luminarias tan importantescomo San Agustín, San Francisco, San Buenaventura, refugiándose en lalabor de poetas doctos como Dante y Petrarca. Esta corriente resurge deuna manera más libresca en el siglo XV con la Academia Florentina; nofaltan historiadores de la cultura que la identican con tareas de exégesis ytraducción de los textos antiguos, pero es este un reduccionismo, pues másallá de los cambios de estilo, el período llamado (por Burckhardt) Renaci-miento, conserva el sello de la unidad fe-razón, se inclina al dialogismo deculturas y preserva la espiritualidad cristiana. El cardenal Nicolás de Cusahablaba en ese tiempo (1450) de una “docta ignorancia” que permitía eltrabajo de la razón en el marco de la fe.

El humanismo católico, fortalecido frente a la Reforma, engendra enel siglo XVI una respuesta losóca y cultural ligada al descubrimientode América en la obra de los “utopistas”: Erasmo, Francis Bacon, Moro,Campanella, que conformando la tradición de la latinidad humanista, trans-mitida a América a través de los españoles y portugueses. El arte Barroco

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 –que según Carpentier dene al arte americano- es el fruto de esa herenciahumanista típicamente latina e hispánica, que encarna un inédito equilibrioentre razón y fe, mundo y transmundo, goce del vivir y certidumbre me-

tafísica. Ello separa al catolicismo, esencialmente teándrico, tanto de lasreligiones antiguas teocéntricas como del antropismo moderno.

Una nueva etapa del pensamiento humanista fue protagonizada a nesdel siglo XVIII por Vico, Pascal, Schelling y los pensadores y escritoresrománticos, que encarnaron una reacción ante los excesos del Iluminismo,el racionalismo y el idealismo losócos, y también frente al movimientode las ciencias empíricas y naturales, generador del positivismo losóco.A nes del siglo XIX Federico Nietzsche representó el extremo de esa re-

acción anti-racionalista y anti-positivista.En ese escenario surge la fenomenología de Edmund Husserl, una loso-

fía que permitirá, a través de sus propios y particulares caminos, redescubrirel humanismo. En esa fuente bebieron los maestros de María Zambrano,Ortega y Zubiri, y ella misma en su ̀ personal giro místico-humanista, el ala cultura popular española.

 No quiero dejar de recordar un hecho fuertemente simbólico, que invita arealizar una lectura hermenéutica. Se trata de la conversión religiosa de ungrupo de lósofos judíos, que culmina con el propio creador de la fenome-

nología, Edmund Husserl, y se inicia con Max Scheler y la joven colabora-

dora de Husserl Edith Stein, gura emblemática de la persecución sufrida por los judíos, y en su caso por los católicos, pues había ingresado en laOrden de las Carmelitas como Teresa Benedicta de la Cruz. ¿Por qué estoyrecordando estos hechos? Porque la losofía, en el siglo XX, y también enanteriores momentos, no es un pensamiento abstracto que se despliega sinsujetos sino un pensar históricamente encarnado por hombres y mujeres

que vivieron los acontecimientos de su tiempo, a veces trágicamente. EdithStein aparece como la Igenia o la Antígona de este drama del pensamien-

to, y su beaticación y posterior canonización por Juan Pablo Segundo estambién un hecho ligado al destino del humanismo en nuestro tiempo. Es precisamente cuando Edith Stein descubre los secretos rumbos que relacio-

nan la fenomenología con la escolástica y nalmente con el humanismoy la mística, cuando es elegida como víctima propiciatoria a manos de lasfuerzas satánicas que han movido el mundo en el último siglo.

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 No se piense que nos hemos alejado del tema. Por el contrario, creo quees necesario –y propio de una actitud hermenéutica– situar históricamentea los personajes del drama humano y relacionar hechos al parecer distan-

tes. María Zambrano es una pensadora religiosa, que tuvo la gracia de ser,como ella dice, sustraída de la violencia, pero ello no la inhibe de hallarsesituada en estas mismas coordenadas de confusión, pérdida de ideales, ni-velación, masicación y destrucción que se han venido intensicando en elsiglo que acaba de transcurrir. Y es esa violencia física y espiritual la quedicta los temas de la pensadora.

Los temas de María Zambrano son a mi juicio principalmente tres, quese imbrican en forma permanente: la identidad española, la razón poética yla formación de la persona. Todo conuye en denitiva en su preocupación por el hombre, y la obsesión de hallar un camino de “normalización” de loque podría llamarse su auténtico desarrollo.

Desde muy joven advierte María la singularidad de España, a la que ubi-ca en el margen de Occidente, sin identicarla plenamente con su rumbo.Como el bilbaíno Juan Larrea, considera a la Península constitucionalmen-

te tendida hacia el Nuevo Mundo. Mientras ambos acusan al Occidenteeuropeo de haber protagonizado la aventura unilateral de la Modernidad,

España adquiere su lugar propio como crisol de razas y de pueblos.

En sus primeros libros, escritos antes y durante la Guerra Española, Ma-

ría Zambrano medita sobre la identidad de su pueblo que parece signado para el sacricio. Esta preocupación, incentivada por la cruenta guerra fra-

tricida española, la conduce a examinar la historia de España, su peculiartradición de cultura, su modo de existir en el mundo. Descubre en su patriaun humanismo traspasado de religiosidad. No hay en la historia de Españanada que se parezca al sistema losóco de Hegel o a la Crítica de la Razón

 Pura de Kant. En su libro Pensamiento y poesía en la vida española, pu- blicado en México en 1939, María Zambrano armaba que el pensamientoespañol era inepto para la losofía sistemática. Y añadía que, de la admira-

ción y la violencia con que surge todo losofar, España se había quedadocon la admiración, enmarcada en la fe.

Al mismo tiempo sostenía que España engendraba un modo fuerte derealismo, que no da la espalda a las criaturas del mundo ni relega las aven-

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turas de la mística. La mística española acompaña a la caridad y la miseri-cordia, registra cierto apego a la vida, a la realidad concreta, pero asimismoadmite que la vida se halla bajo el soplo de la espiritualidad. Reposa sobreuna losofía del amor. Por eso cierta sensualidad mística del alma españo-

la. El vivir hispánico, encarnado por Don Quijote, es un combate contra loimposible.

Ve María Zambrano con toda claridad que en España ha germinado un pensamiento utópico –es decir en el fondo, poético– y no un pensamientocientíco.

En toda su obra podemos apreciar el crecimiento de una concepción uni-

cante, que la reconcilia profundamente con la tradición de su pueblo. Havalorado las guías espirituales, las confesiones, los manuales de formacióninterior que caracterizan a la cultura española en sus distintas etapas (y sonlos primeros libros impresos en América) y ha visto en ellos los signos deun ethos que se desenvuelve ajeno al ruido mundano. Rastreaba tambiénlos hitos de ese camino universal del hombre al que dedicaría sus mayoresafanes.

Este descubrimiento del ethos hispánico –que por mi parte extiendo aAmérica, a la hispanidad y la latinidad que impregnan a las naciones latino-americanas - se relaciona íntimamente con los otros temas mencionados: elconocimiento poético y la formación de la persona.

Ahondando en el Discurso a que antes me refería, hallamos que la gurade Don Quijote, ejemplarmente interpretada por Ortega y Unamuno, hasido también para María Zambrano un símbolo de la tragicidad de la viday un claro ejemplo de la España humanista. España, replegada en sí mis-

ma en los comienzos de la Modernidad, ni siquiera había podido recogerlos frutos de la codicia encarnada en un puñado de conquistadores. Era la

España del triunfador fracasado, que supo que su triunfo no era mundano.(Esto lo entendió Cervantes, y lo sabemos bien quienes hemos estudiadolas crónicas del Nuevo Mundo, anteriores a su novela).

Estoy convencida de que estas meditaciones sobre la identidad hispánicaconducen a la pensadora al descubrimiento de la razón poética. Tal vez enel libro Pensamiento y poesía en la vida española, que se publicó en Méxi-co por la Casa de España, en 1939, se halle una de las primeras formula-

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ciones del tema. Lo vemos en el capítulo titulado “Conocimiento poético”que la autora coloca como corolario de su recorrido por el pensamientoespañol a través del realismo y el materialismo, en búsqueda de la singularidentidad que ese pensamiento adquiere. De aquella unidad inicial de lo-

sofía y poesía, que ha venido rastreando en los comienzos de la losofíaoccidental, se ha llegado a una distancia al parecer insalvable, que colocael esfuerzo metódico racional, convertido en sistema, a gran distancia delconocimiento experiencial, auroral, del hombre contemplativo, cuyo extre-

mo, dice María, lo ofrece el hombre-árbol  de ciertas sectas hinduistas.

En el centro de ambos extremos coloca María Zambrano el conocimiento poético, que sería el gran hallazgo del clasicismo heleno-cristiano-latino, y

del pueblo español. El hombre del losofar sistemático -subraya María- ha perdido el impulso inicial de la cultura, su entronque espiritual con el ser.El hombre-árbol, sumido en la contemplación que lo devuelve al origen,tampoco puede poetizar, pues ha perdido esa dosis de violencia –diríamosese distanciamiento necesario– para acceder al re-conocimiento y la ex-

 presión. (La negación absoluta del pensamiento sistemático, de la ciencia,del desarrollo técnico, no está en el programa mental de María Zambrano,fecundado por la dialéctica de los opuestos).

Chantal Maillard, una de las más conspicuas estudiosas de Zambrano,arma que su pensar aporta algo, una forma particular de integrar los ele-mentos de esa realidad que ante todo se nos presenta como constitutiva del ser humano. Ese modo de estructurar la realidad se corresponde con unaexpresión que se ensancha hacia la musicalidad y el ritmo propios de laexpresión poética.

En efecto, la palabra de María Zambrano encarna en la imagen, y su ra-

zón fertiliza el símbolo para lograr la nalidad anhelada: engendrar en los

ínferos y dar a luz en la conciencia para elevarse a los lugares de creacióndonde ser, plenamente, sea posible. Empresa, dice Maillard, femenina entretodas, puesto que se trata de dar a luz un cuerpo teórico: cuerpo especular .Chantal Maillard despliega esta metáfora y la aplica a la lósofa españolaen su acto de sacar a luz intuiciones oscuras y certeras, y tornarlas com-

 prensibles a la razón. Así María Zambrano habría enfrentado a la razón patriarcal, árida y logicista, desde una razón femenina, ardiente, vital: larazón poética.

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La razón-poética, ese estilo zambraniano a la vez operado y propuestoexpresamente por ella como camino de realización personal, era necesario,y lo es aún, en una época en que la rigidez del racionalismo torna quebra-

dizo el espíritu y oculta las dimensiones enigmáticas de la vida bajo falsasconsideraciones que se constituyen en márgenes de seguridad y que imper -meabilizan la razón.

 No obstante la importancia otorgada por la crítica a la defensa de la razón poética, creo que la formación de la persona es, entre los temas menciona-

dos, el que se hace central en María Zambrano. Proviene de haber enfocadola cuestión del ser del hombre como problema fundamental de la losofía, pero en verdad asoma más atrás, antes de constituirse el problema del hom-

 bre ante la razón losóca. Lo ha estudiado muy bien otro discípulo deMaría Zambrano, el valenciano Agustín Andreu Rodrigo.

Parménides estableció la coincidencia del ser y el conocer en el conoci-miento pleno, pero es en la tragedia, forma ritual en que culmina una largacultura mitológica, donde se plasma ejemplarmente el camino humano consu error o hamartía y su despertar o anagnórisis. Era necesario recobrar

ese suelo mítico, no sólo a través de la losofía sino también a través de laPoesía, para devolver al losofar su sentido humanista. El losofar se torna

 pues en un método de formación de la persona en función del reconoci-miento de su destino ontológico.

Tengamos presente la formación de María Zambrano en la Fenomenolo-

gía de Husserl, la cual le fue alcanzada por maestros españoles como Orte-

ga y Zubiri en los años 1924-1927. No es nada extraño que esta formaciónla haya conducido a la tragedia griega -ejemplo de pensamiento poéticoirreductible- así como al neoplatonismo y a lósofos modernos como Spi-noza y Kierkegaard. (La importancia del pensamiento de Spinoza en la

formación de María Zambrano fue subrayada recientemente en las confe-rencias de Jesús Moreno Sanz en Buenos Aires. Él subrayaba también sudeuda con el arabista Louis Massignon).

En María Zambrano existió una clara vocación ética y metafísica que esdeudora de maestros como Jung, Eliade, Henri Corbin, Guénon, Massig-

non, pero es ponderable su diálogo con sus amigos poetas, como EmilioPrados, Octavio Paz, Lezama, León Felipe, Antonio Machado, Paul Celan,René Char. He sabido que también Julio Cortázar la visitó en La pièce.

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Entiendo que esta formación, abierta desde el losofar a otras discipli-nas, convierte a la lósofa española en una continuadora del pensamientohumanista, no en su acepción de pensamiento erudito y libresco sino en suotra acepción más honda y perdurable, la de un cauce en que se condensa yejemplica una enseñanza para el hombre. Se trata, en el fondo, del reconoci-miento de la realidad divina del hombre que no por eso lo convierte en super -hombre sino que lo sujeta a un destino superior, exigiéndole una formaciónética, la realización de un esfuerzo, la superación de pruebas y desvíos.

Al parecer no hay constancia de que María Zambrano siguiese algún tipode práctica especial, o integrase algún grupo de formación espiritual. Sí puede constatarse por sus declaraciones que se consideraba profundamente

cristiana sin que esto signicara un menoscabo de su libertad de pensa-miento. Por eso he recordado aquella docta ignorancia de Nicolás de Cusa,que consiste en dar lugar a la imbricación profunda e imposible de resolver por supresión de uno de los opuestos, entre la razón y la fe, entendiendo aésta en un sentido lato, ajeno a los dogmatismos cerrados.

Por otra parte, en su posición hay una marca poiética, heurística, innova-

dora: no se trata de transitar huellas ya transitadas, sino de hacer lugar a laexperiencia personal de lo inédito, tal como lo hacen el poeta, el místico e

incluso el lósofo en esa vertiente especíca que es la fenomenología. Ver -tiente nueva ciertamente, frente al losofar discursivo, pero no totalmentenueva si atendemos a la vía contemplativa frecuentada en distintas épocasy latitudes del mundo.

María Zambrano anduvo un camino personal; no puede decirse que ellalo inaugurara, pero sí que lo quiso convertir en método (camino) y des-

cribirlo mientras lo recorría. Ese método o camino es para ella la razón- poética: su forma especíca es el discurso metafórico, su espacio propio el

conocimiento simbólico, su vía profunda la contemplación, sustentada poruna intuición imaginante y acompañada por una reexión siempre despier -ta, su objetivo último el desarrollo de lo humano esencial. Es precisamenteeste método el que conecta al losofar y al poetizar con la formación de la persona, pues el poeta no trabaja tan sólo en la esfera del lenguaje sino ensu vida interior. Su labor creadora acompaña a la formación ética y religio-

sa de la persona, pues al transformar el lenguaje se transforma a sí mismo,o a la inversa: al transformarse a sí mismo transforma el lenguaje. (Esta

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convicción ha guiado mis propios trabajos, mi propuesta teórica, mi laborcrítica, seguida por unos pocos discípulos y ahora admitida en algunas uni-versidades latinoamericanas).

Para María Zambrano el hombre es el ser destinado a la trascendencia. Elhombre no es solamente un ser histórico, cuyo tiempo pueda ser entendidocomo sucesión de acontecimientos, sino ante todo aquel ser destinado atrascenderse a sí mismo. Tomo la expresión acertada de Chantal Maillardcuando arma que para María Zambrano, el hombre es el ser que padece sutrascendencia. Esto signica su incompletud, signica que es un ente queha de irse creando a lo largo de su propio vivir. Su vida es la verdadera obrade arte de todo hombre.

Es innegable la aproximación de María Zambrano a la vía contemplati-va, seguida en España por Santa Teresa, San Juan de la Cruz o Miguel deMolinos. La imagen despliega en la vida contemplativa un excedente designicación que la convierte en símbolo. Y según Jung, si los símbolos re-

velan es porque ellos conforman, a modo de arquetipos, una parte ancestralde nuestro ser: más que descubrirlos, los reconocemos, como según Platónreconocemos las Ideas innatas por la anamnesia. Esto señala la riqueza dela imagen frente al concepto: si bien éste gana en claridad y permite otro

tipo de desarrollo conducente a la ciencia y la técnica, aquella persiste ensu riqueza potencial, que alimenta la vida espiritual. Se hace necesario re-

conocer los hitos de esta formación para desplegar esa nueva era históricaa la que apunta el pensamiento de María Zambrano.

Al asentar de entrada la riqueza de la imagen, entra de lleno en el camposimbólico, que el arte comparte con las religiones. En términos generales podríamos decir que se abre al pensamiento oriental -sapiencial, intem-

 poral, no analítico ni discursivo- en una nueva fase, retomando las inva-

lorables contribuciones del taoísmo, el susmo y el hinduismo a etapasanteriores de la tradición de Occidente. Se trata de devolver a la actividadimaginaria su pleno valor de conocimiento, como lo hicieron de diversomodo Jean Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty, Gaston Bachelard y PaulRicoeur. Pero me atrevería a armar que ninguno de ellos ha penetrado tana fondo en la raíz del pensamiento simbólico como lo hizo, acaso por sermujer, María Zambrano. También conviene señalar que, a diferencia deRené Guénon, María no se entrega a la losofía del Oriente, ni reniega del

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desafío racional, propio del cristianismo. Sigue a Massignon, en una fusióntotalmente catholica, es decir universalista, de Oriente y Occidente.

Entre sus últimos libros dos se ubican claramente en esta línea: Clarosdel bosque y De la aurora, cuyas páginas despliegan cadenas de imágenes:el corazón, la fuente, el verbo, la palabra perdida, el despertar, el velo, laaurora, la caverna, el laberinto. Su na exégeta Maillard arma que, en suconcepción del ser como centro de la persona, la alumna se distancia visi- blemente de su maestro Ortega, para quien el ser es una creación intelectualde la losofía griega, en el ocaso de la creencia en los dioses.  Zambrano,en cambio, le devuelve a la noción de ser su carácter esencial y oculto, sudisposición mistérica, no sin concederle sinembargo al maestro Ortega la

aplicación a ese ser del reto histórico de lo humano: el ser es centro ger-minal, pero ha de hacerse proyectándose en la acción: existiendo. Estas

distancias no borran la deuda con el maestro, cuya razón vital  le ha servidoen parte de modelo para su teoría de la razón poética.

La relación del hombre con lo sagrado, y su destino profundo como pa-

ridor de lo sagrado en sí (recordemos a Lezama), se acuerdan con la crítica(nietzscheana) del racionalismo occidental que subyace a toda la obra deMaría Zambrano. Esto debía naturalmente conducirla, como a Jung y a

Bachelard, a la indagación del sueño. Sueño y mito fueron guías del hom- bre en los tiempos de su inicial despertar hasta que llegó la etapa de suindividuación y su creciente responsabilidad personal y social. Los cami-nos de la poesía y la losofía, antes unidos, se separaron de manera casiirreconciliable. Esa dolorosa disyunción podría desembocar, reexiona la pensadora malagueña, en una nueva fusión, pero esta vez realizada a la luzde la conciencia reexiva.

La fenomenología del sueño secunda el estudio de los tiempos partiendo

de la consideración de que en la vida humana se dan diversos modos deestar la conciencia: despierta, adormecida o subyugada. Vio María Zam-

 brano la necesidad de proceder a un examen de los sueños según el modode presentarse, y ello da lugar a distinguir entre los sueños de la psique,entre ellos principalmente los sueños de deseo, y de obstáculo, y los sueñosde la persona, también llamados sueños de despertar  o de nalidad , que

se relacionan con el cumplimiento del destino personal. Jung es otro tácitomaestro de María.

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La indagación de María Zambrano en el sueño y la vida contemplativa,donde aparecen profundas intuiciones de comprensión de la realidad, laguiaron a su insoslayable valoración del logos poético. La riqueza simbóli-ca de la vida, captable desde una supra-racionalidad, sólo puede reejarse plenamente en el discurso metafórico, irreductible, de las artes.

 No estoy de acuerdo con Chantal Maillard en que pueda considerarsea María Zambrano, por su crítica del racionalismo y su valoración delarte, como una precursora del “pensamiento débil”, de la corriente pos-

moderna. Por el contrario pienso en ella como protagonista de la  Kehre 

 postulada en la célebre conferencia de Martín Heidegger (1949) y tradu-

cida como vuelta o torna del hombre hacia su ser esencial. Por mi parte

adjudicaría a esa vuelta el valor de una auténtica conversión. La razón poética, vía de la formación de la persona, sería el método propio de esta Kehre. (Esto colocándonos más allá de las críticas que la propia Zambra-

no hace a M.Heidegger).

María Zambrano arma que el hombre arcaico debió tratar con la reali-dad poéticamente: En el principio era el delirio. El hombre era mirado porlos dioses, pero aún estaba impedido de ver por sí mismo la realidad. Larealidad se presentaba ante él como cifrada y enigmática, y todo estaba lle-

no de dioses. Surgía en él naturalmente el sentimiento de lo sagrado, hechode terror y asombro. Las preguntas sobre el ser y el sentido nacieron de laindigencia humana, y llevan por consiguiente un sello de tragicidad, tantoen el origen de la humanidad como en cada momento histórico en que sehan reiterado

Cabe recordar que el nacimiento de la losofía acompañó el descubri-miento de la conciencia individual. Zambrano admite con Nietzsche que el pensamiento occidental se fue alejando del origen y tornándose cada vez

más conceptual. El autor del Origen de la tragedia fue el anunciador de undescenso al inerno, la entrada en una zona oscura que el Occidente debiótransitar peligrosamente. La losofía de la existencia supo encarnar esaetapa oscura de la conciencia moderna. Pero, como en el drama de Edipo,que bien puede ser considerado como el itinerario simbólico de Occidente,el momento del dolor coincide con la anagnórisis. La oscuridad es tambiénla posibilidad de la luz, y éste es el sentido que dieron a la angustia los ló-

sofos del existencialismo.

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A partir de esa toma de conciencia de la nada surgen nuevos modos de presentarse el ser ante el hombre consciente y responsable. Lo han expre-

sado los grandes lósofos del siglo XX, y también los poetas y los novelis-

tas, que protagonizan un retorno al mito y a las raíces del humanismo. Elhombre europeo dio cumplimiento a la parábola del hijo pródigo, y lo hizofundamentalmente a través del arte.

El proceso de la formación de la persona, que tanto preocupó a Ma -

ría Zambrano, debe desembocar, obviamente, en la construcción de lasociedad.

Por eso ella, como Ricoeur, con quien tiene mucho paralelismo, se abocaal pensamiento político, al pensamiento de la construcción de la polis. Se

liga este tema a la consideración del tiempo y de la historia. Los mismos parámetros con los que dene la historia personal, con sus anhelos y an-

gustias, son aplicados a la historia colectiva. Las deformaciones y desvíos personales se corresponden con los que acaecen en el orden social, que pro-

duce la enajenación de unos, el endiosamiento de otros, e ineludiblementeel sacricio de las víctimas.

El hombre puede estar en la historia en forma pasiva o activa. Pero no setrata ya solamente de padecer la historia sino de alcanzar cierta capacidad

de conducirla hacia su mejor realización. Recordemos la época sombría enque María Zambrano inicia su trayectoria intelectual, y comprenderemossu intensa preocupación por España, por Europa y por la humanidad. Porotra parte debe recordarse que le tocó en su larga vida ver los comienzosde la era cibernética, que convierte a los hombres del mundo en testigos delo que ocurre en otras partes y a otros hombres. Si bien es cierto que lascomunicaciones convierten el dolor en espectáculo, también es cierto quegeneran paulatinamente una mayor conciencia de la historia. La técnica

ejercida por los poderosos, es instrumento de dominio, pero es también uninstrumento potencial de solidaridad y convivencia.

Percibió la pensadora española el ingreso de la humanidad en un tiemponuevo que hace posible la mezcla de tiempos y formas de vida, la dialó-

gica cultural más asombrosa, la superposición de estilos distintos, la po-

sibilidad de ver en simultaneidad lo que son instancias del devenir. ParaMaría Zambrano, como para Heidegger, el hombre es irrenunciablementeuna conciencia histórica. Sinembargo es el conocimiento poético el que,

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conectando a la conciencia con su fuente ontológica, puede echar luz sobreel acontecer del pasado, y proyectar el porvenir.

La superación de las máscaras es la que debe dar lugar a la aparición dela persona, (aunque en la danza de los nombres persona signica máscara 

e indagar en este tema ya sería otra cuestión) y la persona es la auténtica protagonista de la historia.

El ídolo es una imagen desviada de lo divino, una usurpación ( Persona y democracia, 1958). Partícipe del sentimiento trágico de la vida de quehablaba Unamuno, María Zambrano considera que ha llegado el n de lasustitución de los dioses por ídolos, y en consecuencia el n del sojuzga-

miento de las víctimas. La contextura trágica de la historia habida hastaahora proviene de que en toda sociedad, familia incluida (...) haya siemprecomo ley que sólo en ciertos niveles humanos no rige, un ídolo y una víc-tima, dice. Todas las formas de absolutismo, racional o irracional, han deser desterradas en esta nueva etapa, a la que Ricoeur por su parte denominacomunión de libertades, en coincidencia con el humanismo zambraniano.Y es preciso subrayar que esos absolutismos, en la vida intelectual y social,tanto pueden venir desde la deconstrucción irracionalista como desde elcientismo más racional. No es casual que María Zambrano haya denuncia-

do la connivencia del racionalismo y el poder, tan poco advertida a veces por nuestros colegas embebidos de cientismo (cienticismo). No compren-

den que la era tecnológica tiende peligrosamente a alumbrar la gura delhombre-máquina, el hombre Colofón, como diría Marechal.

El combate humanista de María Zambrano contra el cientismo y el ra-

cionalismo (que no son lo mismo que la Ciencia y la Razón) denunciasus intrusiones en lo privado y en lo público, donde se sustituye el estardespierto del hombre creador por distintas formas de sumisión a reglas y

 presupuestos.El racionalismo domina porque simula la legalidad. No proporciona sin

embargo un genuino conocimiento de la realidad, sino que aspira a asentarel poder desde presupuestos dogmáticos. Es lástima que esta mentalidadabsolutista haya contaminado a muchos católicos, observa María Zambra-

no, dada la deshumanización que subyace en todas las formas de dogma-

tismo. Las últimas encíclicas de Juan Pablo II (formado en el arte y la feno-

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menología) apuntan justamente a una renovatio especialmente deseable enlos distintos niveles de la educación y la vida universitaria.

 No se entienda esta crítica del racionalismo y el cientismo como un ata-que a la ciencia o a la losofía. Racionalismo es la entronización del pen-

samiento racionalmente estraticado, así como cientismo es la adoraciónde las verdades obtenidas por métodos cientícos, que pasan a establecer elúnico criterio de la verdad. (Hace un tiempo hemos escuchado en ambien-

tes católicos el panegírico de Mario Bunge, un detractor de la Fenomeno-

logía, y hemos asistido a la aprobación de tesis inspiradas en las teorías deFoucault, Derrida y Vattimo. Los sueños de la razón engendran monstruos, pero asimismo la deconstrucción deja un desolado vacío en las mentes de

nuestros jóvenes.)Tan riesgosa es en suma la alienación por el orden cientíco como la

alienación por el caos y la destrucción. En ambos casos se estaría desterran-

do, como lo hizo Platón de su ideal República, al ser auténticamente libre, y por libre responsable, capaz de realizar su esencia. y de expresar esta aven-

tura interior en términos de arte. No se trata del esteticismo posmodernosino del arte como camino de formación y transformación. Por supuesto el pensamiento de María Zambrano no limita a ese campo la creación de la

 persona, pero reconoce en toda persona el elemento creador.Hemos podido apreciar, así sea en muy imperfecta síntesis, la importan-

cia del pensamiento de María Zambrano, rico en aspectos éticos, estéticos,religiosos, históricos y culturales. Su planteo es humanizar al hombre yhumanizar la sociedad. Su método o camino la recuperación del humanis-

mo al que hemos denominado teándrico para diferenciarlo de otros huma-

nismos teocéntricos o antrópicos. Un humanismo que conjuga razón y fe,ciencia y espiritualidad, desarrollo técnico y construcción de la comunidad.

Y no puede negarse al pensar poetizante (Heidegger) o a la razón poética(María Zambrano) la vía privilegiada para conjugar estas polaridades.

 Nuevamente quiero señalar en ese pensamiento la cuota contemplativay mística, que conecta al hombre con su fuente sagrada sin impedirle el re-

torno a la razón reexiva, especular, y recordar que esta vuelta sería truncae imperfecta si no existiera su paso a la acción, que es diferente de la meraactividad.

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María Zambrano propone una antropología cristiana renovada en la ex-

 periencia del desnudamiento, la contemplación y la acción. Es en la acción,que tiene que ver con el destino, donde la persona se cumple como tal. Poreso emerge en ella una losofía de la voluntad, que viene a desplegar lomás profundo del mensaje evangélico.

Se ha dicho del pensamiento de María Zambrano, como se ha dicho deHeidegger y de otros fenomenólogos, que tiene un tinte oriental, y en efectova hacia el oriente u origen, tiende a cerrar el periplo de la razón occidental por una fusión de Oriente y Occidente. Quienes entiendan el cristianismocomo corriente puramente ligada al Occidente habrán dejado de compren-

der su esencia universal. Justamente por ello entiendo que el pensamiento

de María Zambrano es un pensamiento esencialmente evangélico, auroralcomo también se ha dicho en función de una de sus imágenes predilectas.

En este despertar de la humanidad tiene su rol el poeta, exiliado de lasociedad burguesa, el absolutismo cientíco, la pura racionalización y lamecanización. Otro momento me permitirá acaso demostrar –lo intento enmis libros- hasta qué punto esta situación fue visualizada claramente endiferentes etapas por los poetas mismos, de Sófocles a Dante, de Garcilasoy su pariente el Inca a León Felipe, García Lorca, Machado, Juan Larrea,

Carpentier, Huidobro, Lezama Lima, Marechal, Cortázar, Sola González,Murena, Juan Liscano (sin ignorar a otros poetas que albergan en su obrauna poética humanista implícita). El sistema poético de Lezama es tambiénel conocimiento visionario, auroral, de María Zambrano, la razón receptivay creadora, intérprete, que Marechal dene como amante y juez de la reali-dad. Razón que revela lo real antes de construir nuevas formas en el tiempoo en el espacio. Razón de Narciso convidado por la oscura pradera, razónde Dafne tocada por el rayo de Apolo.

Por mi parte debo agregar que algunos de nosotros hemos seguido en lacátedra las huellas de esa razón poética, y hemos comprobado la enorme re-

sistencia que este cambio genera. La encíclica de Juan Pablo II sobre Fideset Ratio, tan escasamente seguida hasta el momento, hizo una invitacióna la búsqueda de caminos que fueran capaces de aproximar precisamenteesos dos campos, que aún los católicos han mantenido alejados. La batallase abre y se complica en el campo de las ideologías, y en la atmósfera con-

fusa de la llamada pos-modernidad, que en vez de encauzar culturalmente

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las motivaciones religiosas las niega de plano, dando por terminada la etapaontoteológica. Cómo justicar y metodizar esa vía de pensamiento hacién-

dola plenamente fecunda para la formación del hombre.

El pensamiento de María Zambrano es profético y augural. Nos dice queuna nueva etapa será posible si el hombre, cada hombre, despierta a su sertotal, si la conciencia individual accede al pensamiento creador y en conse-

cuencia a la construcción de la persona humana, abierta a la trascendencia,y destinada a recibir el don, irradiar el amor y construir una morada.

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ay en la España de ahora una pléyade de lóso-

fas que han contribuido de manera signicati-va y rigurosa al desarrollo y consolidación del

María Zambrano: elpartido por el hombre

Heriberto Santacruz-Ibarra

H pensamiento en ese país, de entre quienes podemos men-

cionar a Esperanza Guisán, Adela Cortina, Victoria Camps,Cecilia Amorós, Chantal Maillard… Pero en esa pléyade brilla el nombre y el camino de una lósofa menos cono-

cida en nuestro mundo académico, por lo cual el propósitode este texto es el de motivar a los estudiantes a explorary transitar un poco ese camino. Se trata de la gura y deltrabajo de una lósofa de importancia singular: María Zam-

 brano, cuyo pensamiento, complejo pero iluminador, sedesenvuelve en los límites entre losofía y poesía. Aquí1 mereferiré tan sólo a algunos datos biográcos relacionadosespecialmente con el tema de la losofía política, tema que

1 Las fuentes principales de este escrito son los indispensables estudios:Ortega Muñoz, Juan Fernando.  María Zambrano. La humanización de la socie-dad , Andalucía: Unión General de Trabajadores de Andalucía, 2001.Y:Zambrano, María.  Horizonte del liberalismo. Edición y estudio introductorio deMoreno Sanz, Jesús. Madrid, Ediciones Morata, 1996.

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ocupó con hondura, no sólo sus reexiones, sino también su vida personal.Para ello tendremos que hacer algunas referencias al contexto que está enel fondo de su pensamiento.

Al emprender tal camino conviene responder primero la pregunta:¿quién es, quién fue María Zambrano? Para comprender su enorme di-mensión me parece que son necesarias, al menos, estas cuatro coorde-

nadas: Mujer. Nacida en España. En 1904. Y como si eso fuese poco,republicana.

La bella España de hoy –no obstante las convulsiones económicas y políticas que enfrenta– poco tiene que ver con la de 1904, conformista,

retrógrada, paralizada, de la que Ortega pudo con razón decir que había perdido el pulso y que pronto se verá estremecida con la caída de la dic-

tadura de Primo de Rivera en 1930, tras un movimiento en el que MaríaZambrano participó con pureza y entrega sin límites, y que, en 1936, sesumerge en una guerra civil que, dando al traste con la breve República,acabará con las esperanzas –y también con la vida– de muchos de los jó-

venes compañeros de esa generación de la que ella hace parte. El pueblitodonde ella nació un 22 de abril se llama Vélez-Málaga, que es a la hoy pujante ciudad de Málaga, tan antiguo como que Don Quijote anduvo

 por ahí: “Gracias sean dadas a Dios, señores, que a tan buena parte nosha conducido, porque si yo no me engaño, la tierra que pisamos es la deVélez-Málaga”, es la anotación que se encuentra en el capítulo XLI deltexto cervantino.

El ser mujer es también signicativo. Cuando comenzó el bachillerato,en 1913, en su curso había con ella tan sólo otra niña y fue de las primerasmujeres que estudiaron en la universidad, al haber comenzado sus estudiosde Filosofía en 1921 –es decir, a la edad de 17 años– en la Universidad

Central de Madrid.Si bien las coordenadas mencionadas no son favorables al orecimiento

de una personalidad como la de María Zambrano, hay circunstancias queconuyen de manera positiva. Menciono las tres siguientes. En primer lu-

gar, la profunda inuencia de sus padres, maestros los dos, Araceli Alarcóny Blas Zambrano. A mi padre, porque me enseñó a mirar  reza la dedicatoria

de su primer libro, Horizonte del liberalismo, publicado en 1930. Baste el

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dato de que Don Blas había fundado en 1917 la revista Castilla y en 1919 el periódico Segovia –ciudad en donde transcurrió la adolescencia de María–,y que, durante algún tiempo, fue presidente de la  Agrupación SocialistaObrera. Una segunda circunstancia afortunada fue el haber sido discípulade Ortega y Gasset y de Xavier Zubiri, y amiga de Machado y de Unamu-

no, de Miguel Hernández y de Luis Cernuda, de Luis Jiménez de Asúa yde quienes se reunían en su tertulia de los domingos, en su casa de Madrida confabular, entre otras cosas, contra la dictadura de Primo de Rivera.Tercera circunstancia es la época que por entonces se vivía en España, enla que, no obstante la postración y la decadencia en todos los órdenes a quellegó el Imperio cuando fue nal y denitivamente derrotado por la pérdida

de Cuba en 1898 en guerra con Estados Unidos, simultáneamente se habíavenido conformando un movimiento que incluía una pléyade de grandesespíritus, tanto maduros como jóvenes, que culminaría con la República.

Fascinante, a pesar de lo trágica, es la historia de ésta época de España,la de la “historia sacricial”, la de “la generación del toro”, como la llamaMaría Zambrano, que involucró a todo un pueblo que, aunque fracturadoen multitud de movimientos de signos radicalmente opuestos en algunoscasos: krausistas, anarquistas, sindicalistas, carlistas, socialistas, naciona-

listas, monárquicos, republicanos, liberales, comunistas, fue movido, en sumayoría, por un ideal: por el ideal de un mundo mejor, ideal que se diluyóen la sangre vertida de más de 500.000 personas, cifra espantosa que, sin-

embargo, suscita todavía enconadas controversias según la ideología desdela que se haga la contabilidad.

Las vocaciones losóca y política en María Zambrano son una: son suvida. De su temprana vocación política dan cuenta, no sólo su primer libroya mencionado, sino también muchísimos artículos de periódicos y revis-

tas anteriores al mismo, como uno sobre problemas de Europa y la paz, publicado en una revista de alumnos del Instituto San Isidro, en fecha tantemprana como 1914, es decir, cuando era una niña de diez años, o los artí-culos de su columna Mujeres, publicados por el periódico El Liberal , desde

1928, en los que de forma valiente lucha contra la esclavitud femenina con palabras como éstas:

Pueblo de Castilla: como éste mil, todos. Época de recolección: lasmujeres se inclinan sobre la tierra abrasada desde antes del alba hasta

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después de oscurecer; acompañan al hombre en el duro trabajo, másduro porque de él queda, para el que lo ejerce, un escaso, mísero rendi-miento. Apergaminadas, curtidas por cien soles, como sarmientos secos,

se retuercen sus brazos dando a la máquina, sujetando las yuntas deltrillo, limpiando el grano. En la casa, por las calles del pueblo, quedandesparramados los más pequeños, descalzos, las morenas carnes entrelos jirones de un mugriento delantal, los chiquillos juegan, chillan, seapedrean... Junto a una pared, aprovechando un rincón de sombra, unniño de pocos meses en la humilde cuna pasa –ausente la madre– todoel día a cuidado de una vecina que le hace seguir a la sombra2.

La posición política republicana –cuarta coordenada– de María Zambra-

no siempre fue clara desde un principio, tal como se evidencia en una cartaenviada a su maestro Ortega y Gasset el 11 de febrero de 1930, a propósito

de un artículo de éste publicado en El Sol , periódico de Madrid, el día 5 delmismo mes, titulado “Organización de la decencia nacional ”. En esa carta,que permite ver la enorme dimensión y claridad de pensamiento, le diceMaría a su maestro, con reclamo rebelde y actitud enhiesta, lo siguiente:

La primera exigencia indudable en la dignicación y nacionalizaciónespañola pasa por el advenimiento del régimen republicano y nadie haytan ingenuo y poco exigente que lo espere todo de él, pero la monarquíaconsumió y sacricó a su sostenimiento todo lo que podía haber sidosavia, vida de la nación y es, además, la primera de las institucionesdesnacionalizadas, aquí y en todas partes. (...) Cualquier política que

ahora no intente derrumbar la Monarquía tendrá en la historia la signi-cación de haber sido su puntal, su arbotante, en el momento justo queiba a derrumbarse. De Usted me duele en lo más profundo su tangenciaen este momento... Debe y puede Usted. hacer más, Sr. Ortega y Gasset;su misión con España está más allá... (...) No se puede crear historia sin-tiéndose por encima de ella, desde el mirador de la razón... y en ello creoyo nos diferenciamos los de esta generación de la de Usted (…)3.

La República española, la segunda, se instauró el 14 de abril de 1930,gracias a una coalición de republicanos y socialistas. María Zambrano mi-litó en el movimiento político Acción Republicana, esto fue por muy breve

tiempo, pues a raíz del asesinato de curas católicos y de quema de Iglesias,hecho frente al cual las autoridades republicanas se mostraron pasivas, ellase retiró, y jamás volvió a ser militante de organizaciones partidistas. Másnunca abandonó aquélla su toma de posición de partido por el hombre.

2 Ortega Muñoz, óp. cit., p.18.3  Íbid , p.22.

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De su acción política conforme a su visión da cuenta el hecho de quedoña María participó activamente en lo que se llamaba las misiones pe-dagógicas, que consistían en los encuentros que los estudiantes tenían al

llevar películas y reproducciones de pinturas célebres y todo tipo de expre-

siones culturales a las almas más primitivas de los lugares más apartadosde su España. Sobre escenarios improvisados representaban las obras tea-trales de Lope de Vega y Calderón. Llevaban medicamentos y libros y conla cooperación de los aldeanos construían escuelas.4

La guerra “incivil” española –al decir de don Miguel de Unamuno–, co-

menzó con el “pronunciamiento” del general Francisco Franco Bahamon-

de en Marruecos, el 18 de julio de 1936, y terminó el primero de abril de

1939.Doña María Zambrano salió al exilio, que duraría más de cuarenta años,

el 28 de enero de 1939, pero permaneció en España durante todo el tiempoen el que la República soñada, no obstante las pesadillas, había existido.Ella permaneció hasta el nal. Síntesis de todo este período son sus pa-

labras autobiográcas concedidas en entrevista a J. C. Marsé: “He estadosiempre en el límite” el 23 de abril de 1989, es decir, a los 85 años y que acontinuación cito in extenso:

Yo atravesaba entonces, y creo que no he dejado de atravesar, por unasituación en que me imponían la necesidad de “elegir”: las personasque me querían me pedían que decidiera entre la literatura, la losofíao la política. Yo no podía (...). La losofía me era irrenunciable, peromás irrenunciables me eran la vida, el mundo.(…) para mí, las tresactividades eran, siendo tres, una y la misma (...)”lósofa” nunca mehe considerado (...) lo que no podía considerarme era “literata”; a laliteratura renuncié en seguida, pero no a la forma, no a la belleza, noa la precisión, ni a ese “que”, ni a ese algo que se encontraban en la“literatura”, pero en seguida, al llamarla así, causaba horror. Amabala vida, amaba el pensamiento, amaba el ser y el no ser, lo que iba

a nacer, lo que estaba naciendo... (...) en medio de esta indecisión.Ortega fue mi salvación (...) Pero no era su palabra, era su actitud:sin Ortega, aquél momento de España no se hubiera dado. Él tenía lagenerosidad de escuchar y al mismo tiempo el horror de las tertuliasde los cafés, donde tanta cosa maravillosa se decía. Esto le daba nosólo una apariencia, sino una calidad. No era como Valle Inclán, quese sentaba todas las tardes en el café de la Granja, y allí hablaba, y ha- blaba, maravillosamente. Cualquiera podía contestarle, pero ¡ay! del

4 Jackson, Gabriel. La república española y la guerra civil (1931 – 1939). Barcelona: Ediciones Orbis, p. 112.

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que allí le contradijese. No era como Unamuno, que cuando venía aMadrid iba al Ateneo para hablar, y al día siguiente se encontraba enel periódico, sin el cual no podía vivir (...) Ortega, en cambio, escu-

chaba, sabía entender y orientar las vacilaciones. En mi “discipulaje”, por llamarlo de algún modo, con Ortega recibí una revelación en el“logos del Manzanares”, en que las circunstancias están pidiendo serescuchadas, en que pedían ser miradas sin imponerse –no como se haentendido después, que hay que adaptarse a las circunstancias– comosiervas perdidas que van envueltas en un camino y nadie las reconoce(...) En ese momento en el que se me obligaba a elegir (...) lo que seeligió fue la no dependencia de la literatura. Estábamos en la plenitudde la generación del 27, toda ella literaria. Yo no he pertenecido a nin-guna generación –me han puesto en tantas–, no he pertenecido a nin-gún grupo, aunque en ellos haya estado, en varios (...). Ortega una vezme dijo que mi acción era tan múltiple que no se veía... sin embargo loque yo amaba era la unidad. Pero no la unidad que corta, no la unidadque es renuncia; yo no podía renunciar a nada (...).Lo que yo he sido ysoy, es republicana. (…).5 

Aunque María Zambrano tuvo tres momentos de su vida en los que casihabía renunciado a la losofía, nalmente ello no ocurrió. La primera cuan-

do se sintió aprisionada entre la claridad de Ortega y la oscuridad de Zubiri,que me hacían sentir que nunca podría entender nada. Pero tal renuncia,

 por fortuna, no se dio, y cuando se creyó más perdida, encontró en una delas clases de éste último, cierto impulso inesperado que la llevó a entregarsea la losofía, y así, –dice–   como si de algo natural se tratara, aquél veranome sumergí en la Ética de Spinoza y en la 3ª Enéada de Plotino.6

La segunda vez en que estuvo a punto de renunciar a la losofía fuecuando la atrajo la idea de que “lo importante era rehacer España”, propó-

sito éste que empapaba la vida de la mayoría del pueblo español y que hizo posible la instauración de la República. No renunció a la losofía, perotampoco renunció a su acción política: yo actué como miembro de la FUE, y activamente.

La tercera ocasión en la que casi renuncia a la losofía fue cuando donLuis Jiménez de Asúa le ofreció un escaño del Partido Socialista en laselecciones que condujeron a la Republica. De haber aceptado tal ofreci-miento –dice María Zambrano–  habría formado parte de aquellas Cortes

5 Moreno Sanz, op. cit., p.19s.6 Zambrano, María. Hacia un saber sobre el alma. Madrid: Alianza Editorial, 2000, p.10.

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que fueron inigualables y en las que se encontraban, entre otros muy rele-vantes, Unamuno y Ortega. Su presidente, el socialista don Julián Besteirohabía renunciado a ser profesor de Lógica para dedicarse a la política, fue 

un verdadero kantiano dirigiendo aquellas Cortes tan decisivas y hermo- sas. Pero yo, aquella muchacha que era, renuncié a ocupar un escaño en la segunda vuelta, ya que en la primera no había lugar: la mujer no podía serelectora ni elegida. Conviene explicar al respecto que don Luis Jiménez deAsúa, catedrático de Derecho, fue uno de los principales redactores de laConstitución de la República, una de las primeras tareas de esas Cortes “tandecisivas y hermosas”.

 No obstante, como se ve, ella renunció a la política partidista, pero no

a la defensa de la República, y colaboró como Consejero de Propaganda yConsejero Nacional de la infancia Evacuada, mientras que su marido, elhistoriador Alfonso Rodríguez Aldave, a mediados de 1937 ingresaba enlas las del ejército republicano, tras una breve estancia en Chile, dondehabía sido nombrado, en septiembre del 36, como segundo secretario dela embajada del gobierno Republicano. Preguntada “por qué vuelve ahora,cuando la guerra está perdida, Zambrano, convencida, contesta: Por eso, precisamente por eso.”

María Zambrano también nos dice que renunció a la literatura, más noa la forma. Esto explica la belleza de la escritura de doña María. Pero nosólo esto sino también su cercanía, su estar en el límite con la poesía. Aun-

que no podemos en estas notas referirnos a sus diferencias con la losofíade Ortega, si conviene decir que mientras que Ortega se ocupa de lo queél llama Razón vital, histórica, viviente, María Zambrano da un paso másadelante, al proponer lo que en su pensamiento es núcleo de luz auroral: larazón poética, es decir, en palabras de Gregorio Gómez Cambres, unidadde vida y pensamiento. La razón poética, que asume la razón histórica yla razón vital, es razón creadora. Zambrano  –nos dice este autor–  , den-tro de la línea del pensamiento español piensa en unidad de sistema. Elladeende que “No existe pensamiento losóco que no sea sistemático enalgún modo. Y aún se diría que todo pensamiento, aún sin pretensión de serlosóco, es como el fragmento de un sistema: que todo pensamiento exigeun sistema o lo supone”7.

7 Gómez Cambres, Gregorio. La aurora de la razón poética. Málaga: Editorial Ágora, 2000, p.34.

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 Nos dice que amaba “lo que iba a nacer, lo que estaba naciendo”. Estaexpresión no solo se reere a la dinámica que condujo a la instauración dela República. También se reere a algo que en María Zambrano constituyeuna metáfora central, la de la aurora. De la aurora se llama uno de sus li- bros más simbólicos y tiene también que ver con la idea de “esperanza”, dela que algo diré después.

La relación entre Ortega y Zambrano estuvo llena de tensiones. Hay mo-

tivos muy fuertes para aceptar, como sostiene Rafael Gutiérrez-Girardot8,

que Ortega no la reconoció como su discípula por el hecho cierto de quedoña María muy pronto se separó de los caminos trazados por su Maestro.Por otra parte, sinembargo, la carta a Ortega antes mencionada, en la que

le reclamaba con osadía que se hiciera presente en la hora de España surtióefecto. En realidad Ortega modicó su posición. De monárquico pasó a laacción, hasta el punto de escribir el 15 de noviembre de 1930  Delenda est Monarchía, y a ser uno de los fundadores del movimiento político  Agru- pación al servicio de la República, hechos estos que patentizan esa virtudde “escuchar” que le atribuye Zambrano. Debemos tener en cuenta que laentrevista en la que Zambrano se reere con tales palabras de gratitud a sumaestro fueron dichas en 1989, lo que no ha de llevarnos a pensar que no

hubo momentos tempestuosos, hasta el punto de la ruptura, en esa relación,a raíz de la posición de Ortega sobre el pacismo de los ingleses al estallarla guerra –y durante todo el tiempo. A María Zambrano la había invitado laUniversidad de Puerto Rico a dictar unas conferencias sobre Ortega, invi-tación a la que ella había en principio accedido, no sin reticencia, pero queal nal responde: Cuando usted me lo pidió, no debo ocultarle que se meaparecieron una serie de motivos adversos; solamente por venir de usted la petición –le dice al Rector de la mencionada Universidad, don José MaríaChacón Calvo– los vencí y contesté armativamente. Pero ahora a los mo-

tivos de entonces se une otro nuevo y que ya me lo hace imposible (...) hallegado a mí la posición franquista de Ortega y ya es algo muy por encimade mis fuerzas hablar sobre él. No me lo imagino, ¿qué quiere usted?, allado de ellos, no puedo componer su gura tan venerada, junto con tanta

 y triste vaciedad espiritual .9 Lo que este avatar muestra no es otra cosa

8 Gutiérrez Girardot, Rafael. Heterodoxias. Bogotá: Taurus, 2004, p.9 Zambrano, María. Horizonte del liberalismo, óp. cit., p.154.

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que la profunda delidad de María Zambrano consigo misma. La profundaunidad de pensamiento y vida.

Me reero ahora a una idea en la que también nos sintonizamos: El errormás grave a que la humana condición está sujeta no es equivocarse acer-ca de las cosas que le rodean, sino equivocarse acerca de sí mismo. Yequivocación profunda ha sido la de la ruptura entre la razón y la pasión,también la del individuo y la sociedad. El drama del liberalismo radica enla supervaloración del individuo, destacado en sí mismo como un n, sin

referencia ni utilización con un n más alto. La humanidad para el liberal

no es más que suma de individuos. Del venerable lema de la revoluciónfrancesa Libertad, igualdad, fraternidad, desde el principio se sacricaron

la igualdad y la fraternidad al primero, a la libertad.  A nuestro entender –nos dice en Horizonte del liberalismo–  el error del liberalismo raciona-lista, su infecundidad, estriba en haber cortado las amarras del hombre, no sólo con lo suprahumano, sino con lo infrahumano, con lo subconsciente. Este desdeñar los apetitos, las pasiones, este desdeñar la fe, el amor .10

Desde 1930, cuando publicó ese su primer libro, María Zambrano teníaclaro y sin tapujos lo siguiente: Los postulados espirituales del liberalismono pueden realizarse con la economía liberal . Esa es la gran paradoja, pues

los más altos valores del hombre son incompatibles con una economía quea lo que conduce es a la esclavitud, a la masa, a la guerra y a la violencia.En suma, a la destrucción de los derechos humanos, que están entre esos“más altos valores”. ¿Cómo se puede resolver este problema que está enel corazón de la crisis de Occidente? Este tema lo trata hondamente doñaMaría Zambrano en su hermosísimo libro Persona y democracia.

Para ella, el hombre es un ser que se encuentra siempre viniendo de un pasado hacia un porvenir, pues no es verdad que el hombre haya aparecido

con toda su humanidad actualizada. Ello haría inexplicable la historia. Lahistoria –nos dice–  no tendría sentido si no fuera la revelación progresivadel hombre, por lo que el tiempo fundamental del hombre es el futuro, locual no quiere decir que el pasado no sea importante: Nada de lo que ver-daderamente se quiere puede ser logrado si contradice o hunde el pasado;lo mismo en la vida personal que en la histórica, nada puede lograrse si

10  Íbid ., pp 233 y .244.

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hunde el pasado. Y hay victorias, triunfos históricos que traen consigo elhundimiento de un pasado. No pueden durar, por lo menos, en aquello enque hundieron el pasado. Sólo son permanentes las victorias que salvan el pasado, que lo purican y que lo liberan. Y así en esta alba permanente del

hombre, en su historia, la luz viene también del pasado, de la misma nochede los tiempos.11

Por otra parte, el lugar, el espacio del hombre es la sociedad. María Zam-

 brano zanja la vieja disputa de si son primero los individuos, abstraídos,que luego conforman la sociedad al ser insertados en ella, o si, invirtiendolos términos se parte de la sociedad para caer en la cuenta más tarde de quetal está conformada por individuos. Como todo, que ha de estar en algún

lugar, el hombre está en la sociedad, allí aparece. Ese es su lugar. Es sumedio inmediato antes que la naturaleza. Pero se presenta una ruptura, lade la soledad, o, mejor: la de las soledades. La primera soledad respecto desus dioses. La segunda, la del individuo. El hombre, para María Zambrano,está formado por un yo y una persona. La persona incluye el yo y lo tras-

ciende, pues el yo es vigilia, atención; inmóvil es una especie de guardián.La persona, en cambio, es una forma, una máscara con la cual afrontamosla vida, la relación y el trato con los demás, con las cosas divinas y huma-

nas. Esta persona es moral, verdaderamente humana, cuando porta dentrode sí la conciencia, el pensamiento, un cierto conocimiento de sí mismo yun cierto orden, cuando se sitúa previamente a todo trato y a toda acción, enun orden; cuando recoge lo más íntimo del sentir, la esperanza, entendidaésta como “el tener que hacerse (el hombre) su propio ser”12.

De ahí que la característica esencial de la persona sea la soledad, pero, puesto que su espacio es la sociedad, de ella, de la soledad dimana la nece-

sidad íntima de la comunicación con los demás y el amor.

Como puede intuirse por estos breves trazos del pensamiento zambrania-no acerca del hombre y de la sociedad, el espacio propio para hacer posibleal mismo tiempo la soledad de la persona y la comunicación, no puede serotro que la democracia, a través de la política, cuyo sentido es, justamente,no la voluntad de poder, sino la transformación de la sociedad, la humani-zación de la sociedad.

11 Zambrano María. Persona y Democracia. Madrid: Editorial Siruela, 1996, p.12 Cfr., Hacia un saber sobre el alma, óp. cit., p.112.

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Quisiera terminar con una observación a propósito de  El pensamiento fragmentario de María Zambrano, el importante ensayo del libro de RafaelGutiérrez-Girardot, al que antes aludí. Es sin duda acertada la apreciaciónque desde la perspectiva del lósofo colombiano se hace del pensamientofragmentario de doña María, sobre todo porque su argumentación la realizaa partir de Los Bienaventurados y del libro autobiográco Delirio y destino,

y que puede sustentarse también desde palabras de ella misma, por ejemplode las que escribe en la Advertencia a  La agonía de Europa: Las páginasque siguen no aspiran, naturalmente, a formar un libro sobre Europa, perotampoco son propiamente unos cuantos ensayos. Trozos, fragmentos de loque debía o podía haber sido un libro, tienen ese carácter común a todos

los fragmentos que está, aún más que en el desigual desarrollo de los pen- samientos, en el tono y en la voz, y que proviene de una especial situaciónque descubre la persona que lo ha escrito. Pues el fragmento, como lo hadicho Kierkegaard, es una “obra póstuma”, aquello que se dice despuésde muerto (...). De ahí el hablar un tanto a gritos y clamando, de ahí esa sinceridad que se acerca al impudor y que conere valor de testimonio13.

También se podría agregar que el carácter fragmentario e inclasicabledel pensamiento zambraniano obedece al hecho de que fue apareciendo en

 buena parte como artículos de periódicos y de revistas. Tal era su vocaciónde escritora. No obstante lo anterior, cabe otra mirada, que surge con sóloechar un vistazo a los títulos de sus libros si los agrupamos de cierta mane-

ra: I) Nuevo Liberalismo, Hacia un saber sobre el alma, Persona y Demo-

cracia; II) Los intelectuales en el drama de España, Pensamiento y poesíaen la vida española, El pensamiento vivo de Séneca, La agonía de Europa,La España de Galdós, España, sueño y verdad, Andalucía, sueño y reali-dad; III) Filosofía y poesía, La confesión, género literario, El hombre y lodivino, Para una historia de la piedad, IV) El sueño creador, Los sueños y el

tiempo; Claros del bosque, De la aurora, Senderos, El parpadeo de la luz. No he mencionado los que dan sustento al ensayo de Gutiérrez-Girar -

dot –  Los bienaventurados, Delirio y destino – ni otros. Pero en esos cuatrogrupos reunidos sin rigor, se ve una unidad temática indudable. Y más sise tiene en cuenta palabras de María Zambrano referidas a sus “libritos”,

13  Íbid ., p.9.

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como ella llama a su trabajo y que se encuentran en la nota preliminar a lareedición que de Hacia un saber sobre el alma, hizo Alianza en 1986: ...miintención es ofrecer este Hacia un saber sobre el alma tal como lo hice alentregarlo para la primera edición; sin extraer ni añadir nada del temblorque creo que aparezca en todo lo que he dado a publicar. Aparecen aquí, en su germinación, esas dos formas de razón –la mediadora y la poética– quehan guiado todo mi losofar, si es que ha sido así, losofar, pues signo ha

 sido de mi vida el someterme a la prueba de la renuncia a la losofía14.

El pensamiento de María Zambrano no es fácil. Ni por el contexto po-

lítico en el que nació, que tantas imbricaciones históricas tiene, ni por lasmúltiples posibles relaciones que se pueden hacer con el de otros lósofos,

no sólo contemporáneos suyos, sino también con otros del pasado. No esfácil, porque es vivo, de lacerante actualidad. Tampoco es fácil por el estilo, poético y de una inigualable belleza, pero en su escritura no sobran las pa-

labras, lo que obliga a un avance lento. Y no es fácil, por su transparencia.Pero cuando ya uno se acostumbra a él, se enamora y termina abrazando el partido por el hombre, con la pequeña esperanza, aún no derrotada, de quela noche de lo humano dé lugar a la aurora de un mundo menos siniestro.

 Pilar González-Gómez

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aría Zambrano dijo algunas veces que ella de-

cidió estudiar losofía para salvar a su padre.Esta necesidad de salvación pudo ser, en un

María Zambrano: la calidadde un espíritu independienteen un ámbito socavado

Antonio García-Lozada

Msentido, la de comprender el motivo de la gura humana

que su padre representaba un tipo de hombre y de perso-na dispersa, personaje de novela de Benito Pérez Galdós(“razón esta última”, como observó Concha Meléndez, “delinterés amoroso con que estudiara María Zambrano la obragaldosiana”)1, que encarna ejemplarmente la dispersiónesencial del hombre español. Pero junto a este aspecto his-

tórico y literario que don Blas pudo signicar, la necesidadde salvación del padre apareció en su hija devotísima comoreacción ante una situación particular, que sin dejar de for -mar parte de aquel arquetipo cultural del hombre español,tuvo que ser vivida y afrontada por ella en los términos,menos abstractos, de la convivencia cotidiana.

 No se sabe a cabalidad si la impresión que tuvo MaríaZambrano de que su padre quería suicidarse procedía de

1 Concha Meléndez,  Antología y Carta de sus amigos, Editorial Cordillera, SanJuan Puerto Rico, 1995, p. 173

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algún determinado suceso, o si era más bien una sensación formada enconjunto por diferentes detalles. De los escritos de don Blas Zambranose pueden extraer algunas de las notas más destacadas de su personalidadsiempre conteniendo contradicciones: desde un escrupuloso puritanismo,no carente empero de liberalidad, hasta un modo de tolerancia ideológi-ca que, a la vez, y por la retórica y el tono que emplean en su expresión,también se ve marcado por un cariz rígido, casi agresivo. El pesimismoaparece en sus escritos como una traba inevitablemente presente, pese aque muchos de estos, sobre todo los que mayor relación guardan con temasy problemas pedagógicos, lleguen más que al optimismo, a la exaltaciónfebril de los valores positivos del ser humano y la esperanza en ellos. Sus

columnas intituladas Diálogo2

 son una buena muestra de esta íntima con-tradicción. Dos personajes dialogan: un pesimista, que solo ve la dege-

neración en la vida de los hombres, y para quien el espíritu humano está preso en una antinomia irresoluble –conformarse con la realidad, la bajeza;o intentar transformarla, la locura--; y un optimista, que cree en el poderconsolador de la ciencia y del progreso. No hay vencedor ni vencido enesta dialéctica, aunque sabemos, por declaración de su discípulo y amigoPablo A. Cobos, que el pesimista expresaba la postura de don Blas en una polémica mantenida con uno de sus contertulios que era médico. “A su

escepticismo” maniesto, no obstante, sobrepone don Blas, en la opiniónde Pablo A. Cobos: “su ética, la adhesión de su vida integral a la verdad,el bien y la justicia”; y en el ser así, tanto en su persona como en su lo-

sofía de la vida, en manifestarse y hacer que los demás fueran también deesta manera, estaba para el discípulo la gran dimensión del magisterio deZambrano. Todas estas contradicciones, con esta voluntaria superación decarácter ético incluida, tenían también una versión sentimental y familiar.Hay en don Blas un espíritu sentimental poético decimonónico, romántico

a la española, de cuya expresión más claramente amorosa --de los “juegosde amor a que don Blas era acionado”, según recuerda Cobos--, no lefaltaron las siempre amistosas burlas del poeta Antonio Machado. Un día,en el café de la Unión, donde solían encontrarse los componentes de sufamosa tertulia, sosteniendo en la mano el periódico, le dijo Machado “con

2 En José Luis Mora, Artículos, relatos y otros escritos de Blas Zambrano. Edición de Diputación deBadajoz 1998.

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su característico tono zumbón”: “Mala noticia, don Blas; ha surgido un donJuan en Cuenca. Le queda a usted una provincia menos”.3

Pareciera que la dispersión de su padre fue observada por María Zam- brano también en un plano vocacional: indecisión y alternancia entre suactividad docente –la única constante- y el activismo cultural, la política, el periodismo, el ensayismo, la escritura literaria, y sobre todo, la conversa-

ción generosa con sus discípulos o amigos, a través de la cual “se le fue lavida”. Esta vacilación en el reconocimiento de la propia vocación, aunquecon claras diferencias, no será ajena a la que sentiría la hija durante muchosaños, en los que sinembargo no dejó de hacer aquello que por algún motivocreía que tenía que hacer:  He tenido desde siempre una vocación arrai-

 gada, honda, respondió María Zambrano cuando se le hizo recordar estasituación experimentada en sus años de juventud en Madrid (cuando era profesora universitaria y de bachillerato, activista cultural y política, y es-critora de ensayos y de algún texto literario y periodístico), pero ¿de qué?,eso era otro asunto. La losofía le era irrenunciable, pero más irrenunciable por lo que se percibe en sus escritos, y entrevistas, era la vida.4 

Después de varios textos publicados referentes a la ambigüedad o im-

 precisión del género literario al que pertenecían, la autora no tuvo reparo

en declarar, en el último de todos ellos (aparecido en la primavera del año1936), que se trata de un “fragmento de novela”. Por este fragmento, titula-

do “ Desde entonces”, y por la serie de escritos semejantes que lo rodean, es posible reconocer que la novela que María Zambrano pudo estar escribien-

do en ese momento respondía al mismo problema losóco y humano quea ella le preocupaba: “el mundo”, o el “aquí ”, como conicto entre la viday la conciencia. La experiencia del “no”, que la losofía --la impenetrabili-dad del losofar de sus maestros Xavier Zubiri y José Ortega y Gasset—yla vida --sus enfermedades, el rechazo recibido del ser amado-- le habíanimpuesto a ella, se traduce ahora en un conicto imaginario que aparececomo tal en los dos últimos fragmentos literarios: Límite de la nada y Des-de entonces. Conicto entre los pensamientos y los sentidos --fatigados,

3 En Pablo de Andrés Cobos, De ley y de corazón. Historia Epistolar de una amistad. María ZambranoAlarcón - Pablo de Andrés Cobos. Cartas (1957-1976). Madrid: Universidad Autónoma de Madrid,2011.4 María Zambrano, “Transcurren momentos densos de inquietud”… “El liberal”, 8 de noviembre 3,1928.

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estos, “de tan cruda realidad”--, por el que se establece un “límite” desola-

dor e insuperable entre el ser y la nada irracional, y que es el que provocaen la conciencia el doloroso descubrimiento de algo a lo que está ineludi- blemente destinada, “el sino trágico de la vida”: “Crear a mi enemigo, sos-tener a mi enemigo... empleada desgastada en elevar hasta el ser lo que unavez llegado a él va a aplastarme”. Esto por lo que la conciencia se sienteamenazada, la “nada” exterior que imprevisiblemente la asalta --la “oscuraereza” que huye de “la luz de mi conciencia despierta”--, aparece identi-cado en el último fragmento como las pasiones comunes del ser humano.La imposibilidad de “ver”, a pesar de la luz de la conciencia empeñada eniluminarlas, el rostro impreciso de estas pasiones se revela por medio de

una contradicción nal que tiene algo de paradoja: “El encuentro de laseras pasiones con la conciencia potente, iluminada, no que hay luz, ellas,vencedoras de mi sombra, no acuden”.5

La conciencia que actúa únicamente como lámpara o faro encendido, pero que no llega a participar de la naturaleza de eso que pretende alum-

 brar, ve fallida inevitablemente su “doble esperanza”: vencer las pasionesy verles -monstruos de sombra- la cara. Sorprende la versión dramáticacon que María Zambrano ha conseguido tratar, en sus escritos, el reto

que tiene planteada la tesis de la “razón vital” de sus maestros Ortega yGasset, y la que luego llegó a formular Zubiri con su teoría de una “in-

teligencia sentiente”. Solo una razón que “sienta” el mundo, no solo quelo “mire”, diría Zambrano, será capaz de lograr de reconciliar esas dosesferas --la conciencia histórica y la vitalidad-- entre las que discurre,siguiendo el modelo de sus maestros, el pensamiento propio. El “alma”surge de repente como el término clave de esta síntesis antropológica yética, y metafísica que la pensadora se ha propuesto realizar. Un ensayode Ortega y Gasset, Vitalidad, alma, espíritu (1925), le ofrece los instru-

mentos teóricos y la exigencia de escribir Hacia un saber sobre el alma (1950), donde por primera vez va a plantear una manera de superar --“pasión y razón unidas”- el conicto anteriormente descrito: “La pasiónsola ahuyenta la verdad, que es susceptible y ágil para evadirse de suszarpas; la sola razón no acierta a sorprender la caza”. ( Hacia un saber …, pág.13)

5 “Desde Entonces” Noreste 15 (primavera) No. 2, 1936.

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En María Zambrano encontramos delidad a temas y conceptos; asílos de Hacia un saber sobre el alma permanecen –ampliados y profun-

dizados- en De la Aurora. Y no es por un intento reiterativo, poco imagi-nativo, sino al contrario, porque desde muy joven tuvo la perspicacia dereexionar sobre variados temas y conceptos, y durante toda su existen-

cia estuvo extrayendo las riquezas que encerraban y se fueron revelandocada vez de modo más fehaciente. Dicha delidad también la guarda conlos autores de los que se nutrió. Por ejemplo, sorprende leer en su ensayosobre San Juan de la Cruz los temas de la palabra, soledad, aurora, co-

razón…, y ver cómo reaparecen ya desgajados de su origen sanjuanista,en su obra  De la Aurora, a veces como alusiones semicultas sólo para

iniciados. San Juan de la Cruz la impactó en tal forma que pudiéramosdecir que buen parte de su obra gira en un acto reexivo al pensamientomístico de San Juan de la Cruz.

La intimidad que en estas circunstancias fue tomando María Zambranocon la gura de un santo como San Juan de la Cruz, y con el más acen-

drado sentir de lo histórico -“La intimidad con el santo”, había observadoConcha Meléndez, “va acompañada de la intimidad con la historia”6, se

verá reejada en sus primeros ensayos de escritura. María Zambrano em-

 pieza a escribir con el propósito de aclararse a sí misma aquello que siente.A partir de las conversaciones que podía mantener con sus padres, sobrelos temas de actualidad o las materias de estudio que más le interesaban, seempiezan a estructurar sus primeras opiniones y juicios de valor: los princi- pios morales, las normas de conducta, el heroísmo, la solidaridad humana,la política nacional e internacional, además de otras cuestiones y senti-mientos de tipo personal, serán algunos de los temas sobre los que la inci- piente escritora, en su etapa escolar, se arrancara a emborronar cuadernos y papeles curiosamente, de todos estos escritos, que ella misma se encargaba

de ir quemando en la medida en que consideraba que habían cumplido consu cometido -descifrar, o plantear, alguno de los enigmas que ponían ase-

dio a su sensibilidad-, hubo dos de los que la escritora adulta ha guardadomejor recuerdo: uno acerca de la diferencia entre la gura del héroe y la delsanto; y el otro sobre los acontecimientos de las guerras europeas, el únicoque llegó a verse publicado.

6 Concha Meléndez, Antología y Carta de sus amigos, pág.152.

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La “salvación del individuo” es aquello por lo que María Zambranoestaba intelectualmente empeñada desde su primer libro Horizonte del li-beralismo (1930). La “rebelión de las masas” en contra de las “elites”era ya un hecho histórico inevitable. La única alternativa que ella había podido concebir, y por la que trabajó duramente en sus actividades peda-

gógicas y periodísticas, era la de una doble conversión: de las “élites” en“servidores”, y de la “masa” en “pueblo”. Un “pueblo” no necesita rebe-

larse contra aquellos que se han puesto a su servicio, sino que, al contra-

rio, los sostiene y los acompaña. Esta era la diferencia entre la generaciónde los “maduros” y la “nueva generación”, que quiso ella explicarle a sumaestro Ortega en una de sus cartas privadas: “No se puede crear historia

sintiéndose por encima de ella, desde el mirador de la razón; solo quienestá por debajo de la historia puede ser un día su agente creador. Y en ello-creo yo- nos diferenciamos los de esta generación de los de la usted -si esque vamos a ser algo, que a veces lo dudo-, en que nuestra alegría está ensentirnos instrumento y solo aspiramos a tener una misión dentro de algoque nos envuelve: el momento histórico”.7

Aquí es importante señalar, el cuestionamiento de la naturaleza temporalde la modernidad histórica española y, relacionado a esto, la búsqueda de

Ortega por esa conexión entre el pasado nacional y el futuro supra-nacio-nal, historia y razón, razón y vida, que son huellas necesarias e indicadorasde cuál es el camino en la transición de la práctica losóca del profesor a laoriginal intensidad del pensamiento de su femenina discípula, María Zam-

 brano. Esta no es sólo una pregunta de semejanza o diferencia en cuanto aun aspecto particular o a posturas losócas (por ejemplo el tratamiento dela nación o el liberalismo), pero, cómo se interrelacionaron y dirieron, yquizás esta sea la mejor forma de llamarla asimétrica –visiones de losofíaque intersectan con el contexto histórico (la guerra civil española de 1936 o

el exilio) y los ritmos temporales (la sucesión o discontinuidad generacio-nal) que interna y externamente moldearon la relación pedagógica. En estesentido, la relación no se percibe como materia prima bibliográca para serevaluada con métodos de la historia intelectual, pero como un fragmentode una imagen o mosaico amplios de una reforma losóca incompleta en

7 Laureano Robles Carcedo, A propósito de tres cartas de María Zambrano a Ortega,  Philosophica Malacitana, IV, 1991, págs. 231-248.

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la modernización de España. Es esta falta de acercamiento inevitable, en laque recae la motivación de las diferentes partes de la división simétrica en-

tre los seguidores de Franco y los oponentes, el exilio interno y externo, el pensador masculino ocialmente reconocido y la pensadora marginal – larelación entre Ortega y Zambrano simbolizan lo incompleto, pero tambiénen un sentido más profundo inconcluso, naturaleza del proyecto losóconacional de reformar a España, en el cual los dos participaron y dedicaronsus vidas.

Dos proposiciones fundamentales relacionadas a la postura de MaríaZambrano en la historia intelectual española, y su relación con el pensa-

miento de Ortega y Gasset y la tradición losóca en general, determinan

virtualmente lo que señalaremos a renglón seguido. Una: el hecho de queZambrano se considere discípula de Ortega no debe entenderse simplemen-

te como una armación decisiva, y denitiva, de inuencia de ideas sobresu trabajo, o como prueba de que pertenece a una “generación”, escuela omovimiento formado alrededor de su legado (o la llamada escuela de Ma-

drid). Y otra, que sería posible la relación de Zambrano con el pensamientoy la gura del maestro si aceptamos que la reforma losóca nacional deOrtega estuviera basada en una concepción de la historia implícita y a la

vez explícitamente pedagógica.La importancia decisiva que, para la biografía intelectual de María Zam-

 brano, atribuida por Aquilino Duque a este hecho entre discípula y maes-tro, su “mayoría de edad intelectual”, consiste en algo que se debe entendertambién desde las diferencias que esta relación mostró desde un principio:“Puede decirse”, y creemos que en este sentido --la culminación evidentede un sutil, y hasta inconsciente, proceso de “diferencias”- asevera AquilinoDuque, “que es a partir de este momento cuando María Zambrano empiezaa elaborar, a gestar, un pensamiento propio, un pensamiento que ni se oponeal de su maestro ni se aleja de él, sino que discurre por unos rumbos y unoscauces totalmente distintos”.8 Pero ella no va a referirse nunca a esta “intem-

 perie”, ni a la decepción en la que Ortega, como la mayoría de los “maduros”,la van a dejar ante los nuevos sucesos. Las dos generaciones quedaron, desdeesos momentos cruciales previos a la guerra civil y para siempre, disociadas.

8 Aquilino Duque, “Una generación a la intemperie”.  El suicidio de la modernidad . Barcelona: Bru-guera, 1984, págs.161-187.

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Únicamente en la gura del doctor Gregorio Marañón, unos meses des-

 pués, va a expresar María Zambrano su “protesta irreconciliable”.

Desde esta perspectiva, se puede apreciar el carácter histórico y losó-co que María Zambrano postuló en los años de la guerra civil española aldemandar una “reforma del entendimiento”. Una vez realizada la “criticadel entendimiento” vuelto hacia sí mismo, en su estructura y funcionamien-

to “puro”, y dadas las manifestaciones de la sensibilidad y la realidad his-

tórica contemporánea, se hace necesario formular una nueva “critica” de larazón y su funcionamiento. Capaz de hacer de ésta un instrumento válido para que los seres humanos de ese tiempo, y el futuro, puedan superar elmomento de “crisis histórica” por el que atraviesan:

Al haber crisis en la historia, quiere decir que una nueva realidad apa-rece ante el hombre, y una realidad para el hombre es siempre y en pri-mer término un problema a resolver, algo que le exige ser descifradoy en lo que tiene que desarrollar una actividad. Y ocurre que ante estanueva realidad, nueva trinchera que el hombre necesita conquistar, lasideas forjadas para anteriores conquistas llegan a ser un obstáculo;ocultan en vez de iluminar.9

Al establecer este símil entre “nueva realidad” y “nueva trinchera”, Ma-

ría Zambrano daba a entender la relación intima que guarda la “crítica” que

 propone con las circunstancias de violencia irracional que en ese momentose vivía entre las naciones y los pueblos --de guerras y de ideologías quelas fomentaban, o que no eran capaces de evitarlas. Del racionalismo idea-

lista se había heredado un cierto “absolutismo” de la razón, que en nadacontribuía a templar el ánimo y la conciencia de las sociedades en aquélmomento histórico. De ahí que, aportando con ello un nuevo tono al ensayode su maestro Ortega “ni vitalismo ni racionalismo”, o llevándolo hasta susúltimas consecuencias, María Zambrano se decidió a plantear en el suyoel compromiso de la razón con “esas zonas insondables de lo irracional”-”La razón es una breve zona de claridad analítica”, había denido Ortegay Gasset, “que se abre entre dos estratos insondables de irracionalidad”--,como una necesidad “que no brota de una ambici6n de conocer, de unasoberbia del entendimiento, sino muy al contrario, de circunstancias pavo-

rosas por las que pasa el hombre”.

9 María Zambrano, “La reforma del entendimiento español” incluido en Los Intelectuales en el dramade España. Ensayos y Notas (1936-1939), 1977, págs.. 16-17.

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A manera de resumen, María Zambrano abrió un espacio decididamentefuera del alcance de las reformas propuestas por su maestro Ortega y Gas-set. Ese “afuera” representaba, por un lado, el hecho de que la obra de Zam-

 brano ubicó conscientemente su reforma losóca en el futuro, un futuroque permaneció por denición desconocido e impredecible para Ortega, a pesar de que vio la predicción como un componente crucial de la razón his-tórica. Por otro lado, el intento no sólo para desarrollar sino aplicar, cumpliralgunos aspectos de la reforma de Ortega en un contexto individual y socialdiferente - como una mujer lósofa española, y miembro de una generaciónintelectual que encuentra su misión en el logro de una nueva era en la his-

toria republicana española-, Zambrano levantó el velo no sólo a los límites

internos, sino también externos, de la reforma de Ortega. Al articular la re-lación entre la historia y (individual, social) la vida por motivos diferentesa los de Ortega; esto era, una transformación de naturaleza predictiva (ocarácter proyectivo) con un objetivo y una visión de un nuevo futuro perso-

nal y colectivo (para España y Europa). Zambrano destacó las dimensionesde la obra de su maestro que eran teóricamente inalcanzables en la práctica política para el propio Ortega: con lo cual subrayó sus limitaciones losó-

co-históricas y a su vez perló un pensamiento independiente.

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A quién le han otorgado este año el PremioCervantes?” Frente a mí está un funcionariodel Ministerio de Cultura de España que me

María Zambranoy el destino de la palabra

Darío Ruíz-Gómez

 para Jubi Bustamante

“¿responde. “No sé, es a una viejecilla cuyo nombre he olvi-

dado” “¿Será María Zambrano?” le digo y afortunadamenteen ese momento aparece mi gran amiga Jubi Bustamantequién me aclara que sí, que es María Zambrano la ganadoraese año y me invita a la Ceremonia. A mi hospedaje llega aldía siguiente la invitación con la información de la hora deltransporte hasta Alcalá de Henares.

La mañana es clara y fresca en el claustro. Me siento enla cafetería a tomarme un café cuando llega a mi mesa Jor -

ge Semprún, Ministro de Cultura. Semprun es un hombrealto, aristocrático en sus modales, un gran conversador, susmemorias sobre Buchwenwald, “El largo viaje”, extraor -dinariamente traducidas por mi gran amigo Rafael Conteme causaron un impacto tremendo por la descripción delhorror, la humana reexión sobre el dolor humano, avalado por un soberbio estilo literario. Dirigente del Partido Co-

munista desde la postguerra vivió los desafueros del estali-

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nismo y supo denunciarlo a tiempo a través de sus novelas, de sus grandesensayos.

Ya estábamos hablando de algún tema del día cuando hizo aparición elRey en medio de bromas por un accidente que había sufrido en su yate. ElSalón de Actos de entrega del premio es un recinto más bien pequeño dondeuna guía me indica el asiento que debo ocupar. El discurso del Rey, así comoel de Semprún, sobre la vida y obra de María Zambrano justicaban bella-

mente este reconocimiento a la gran pensadora cuyo asiento aparecía vacío pues estaba enferma. Y su ausencia se hizo notoria como si las palabras delRey y el rígido protocolo de la ceremonia, la actitud de todos los presentes,notables escritores, catedráticos, periodistas hubiera acusado esta ausencia

como lo propio de la característica modestia de la hija de Vélez, su pueblonatal. Hablando después con muchos de los presentes me di cuenta de algoque al principio me pareció escandaloso pero que después consideré propiode aquella camarilla de intelectuales, que, nadie en realidad la había leído, por lo cual su ausencia cobró, repentinamente, ante mí un mayor signicado.¿En qué país se olvida con más celeridad a sus grandes pensadores, pintores,músicos, que en España? La parranda de la prosperidad que entonces se vivíasólo quería permanecer en su vacía actualidad, no recordar, no tener presente

la herida de la guerra civil, es decir no incomodarse ante la diáfana reexiónsobre lo que signica ser humano en España, lo que signica la búsqueda declaridad en medio de aquella caricatura de prosa con que la industria de lacultura quería frivolizar a un público de consumidores, queriéndoles indicarque la España de los grandes pensadores, de los lúcidos cronistas del dolor, yla desesperanza ya no tenían vigencia ante esta España satisfecha.

De hecho ya el rebaño de divulgadores culturales presentados pompo-

samente como lósofos, de periodistas autopresentados como pensadores,de reseñadores presentados como críticos literarios, representaba el nue-

vo simulacro de la cultura española, un desastre espiritual cuyos alcancesapenas se comienza a evaluar en sus nefastas consecuencias ¿A quién deestos listeos podía interesarle una meditación que pudiera sacarlos de surumba, de la grosera idea de que aquella esta de provincianos, suponíaya, tal como, orondamente, lo proclamaban, “la entrada de España en Eu-

ropa”? Con su ojo avizor ya hacia el año 34 Ortega y Gasset había descritola nefasta apropiación de la cultura por parte de un periodismo frívolo, de

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reseñadores fungiendo de pensadores, de columnistas que degradaron laopinión al chisme, un cuadro de farsantes que fue debilitando la República,azuzando el odio y precipitando, nalmente, a España en la catástrofe. Ma-

ría Zambrano surge al pensamiento en medio de esta traumática quiebra devalores, a la pérdida de la razón ante el odio y precisamente, de la mano deOrtega, va situando su pensamiento bajo estas preocupaciones esenciales,las preocupaciones del español aterrado ante este espectáculo de simula-

cros políticos donde la extrema derecha y la extrema izquierda, dos formasde fanatismo terminan por cerrar toda posibilidad al diálogo.

Dos abstracciones que desconocen lo que signica la responsabilidad inte-

lectual y política ante lo que supone la herencia de un pensamiento forjado en

el estoicismo, la renuncia, la prudencia, la ascesis y la necesidad de enfrentarla verdad bajo todas sus consecuencias. Pasión por la verdad que desgarray humaniza, capacidad moral en el riesgo de asumirse hasta el nal de losinterrogantes, mientras las ideologías tratan de reducir bajo las dictaduras desus totalitarismos el intento de libertad de un pensamiento independiente, lanecesidad de observar libremente las irracionalidades que unos y otros ges-

tan bajo su retórica. Zambrano nos recuerda que, “una cultura existe cuandotiene criaturas innominadas, anónimas en quienes va impresa su forma, que

 poseen sin esfuerzo. Y que trasmiten su ciencia, en una serie de consejos y preceptos que son toda una Guía no escrita. El escribirla signicaría que esta-

 ba puesta en duda. Lo triste y lo peligroso es que la tradición tenga que ser ex-

 presada a sabiendas; que un día nos pongamos a “hacer tradición.” Construiruna tradición supone, recordemos, un acto de libertad, no crear un pasado.Los actores que agitaban la crisis hablan cada uno desde sus dogmas, desdesus irreductibles fanatismos o sea desde una palabra que ha sido degradada por el odio, por la propaganda y las consignas.”

Aquí María Zambrano es muy explícita en el sentido de que existe y esnecesaria una tradición de cultura, pero ésta no puede confundirse nuncacon el peso muerto de simulacros folclóricos, o de imágenes del “pueblo”como recurso para agregarle incentivos a la guerra, sino, con el rescate de preguntas y respuestas que nunca dejaron de ser vigentes, ante situacionesdenitorias de la libertad, de las estrategias de vida de ese hombre anóni-mo, frente al sufrimiento y la persecución, tal como ella lo llega a hacer conel legado de Séneca y el estoicismo como respuesta digna al oprobio y como

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categorías fundamentadoras de lo que debe llegar a ser una democracia. Es loque Maimónides llama bellamente, una “Guía de perplejos”. “Al naufragar larazón, al ahogarse la conciencia, solamente quedó un pobre animal aterrori-zado, prisionero de sus instintos”. Cuando la pérdida de la razón abre las ex-

clusas del resentimiento reprimido se viene el estallido brutal de la intoleran-

cia, el odio obnubila la conciencia humana y es aquí donde el pensamientode esa tradición innombrada puede convertirse para aquellos que no han sidocegados por el odio, en un encuentro con la plural gama de experiencias queacreditaron la palabra para tratar de erradicar la suspicacia y la desconanzay para encontrar el territorio de la única patria posible. ¿Con qué palabra seescribe desde estas imágenes recuperadas? Ella no cree en esa abstracción

que ha fabricado el marxismo, “el hombre histórico”, cree y busca, sí, a eseser anónimo denido reciamente por su lucha contra la adversidad, ese rostrofatigado que sinembargo es capaz de humanizar un paisaje, un yermo, deiluminar en la noche el camino al mulero que extravió la tormenta, el origenlegitimador de la palabra. Por eso, como Hölderlin, sabe que la poesía es elúnico posible para recuperar lo sagrado.

El aprendizaje de estas búsquedas desde el exilio permite ver aún conmayor claridad las causas del mal, aquello que conduce a toda una nación

a olvidarse de sí misma y caer en el odio atávico donde muere la amis-tad como construcción de la razón contra lo temporal, donde desapareceel amor como esa extensión de lo que se ha hecho humano y permanececomo lo humano: desde esta óptica la guerra fraticida alcanza su verda-

dera dimensión, la de ser la tragedia donde se hunde una conquista de lohumano desde el pensamiento, presente siempre en él, presentimiento delcorazón aterrado, del habla de la gente, en esa tradición de los analfabetoscomo la llama Don José Bergamín y que en ningún momento deja, DoñaMaría de reconocer, como un camino válido a escoger pues, como llega

a señalarlo, si tiene enfrente el legado del pensamiento que forjó la ideade Europa, el legado de los griegos, de Marcilio Fisino, de Santo Tomás,de Séneca y Ovidio, de Heidegger, por el otro está este silencioso legadoacrisolado en una historia con minúsculas, donde se esconden valores tanimportantes como aquellos, valores o sea respuestas de vida, poéticas queno fueron sometidos al desgaste de la burguesía histórica, a la fatalidad delas economías, lo trágico de “La Celestina”, los laberintos aún sin recorrerde “Don Quijote”, el alma de Calderón, la palabra viva de Lope y Quevedo,

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las estrategias de “El lazarillo”, los espacios de una nueva racionalidad enVelásquez, las sombras de Goya: esencia pura de la albura en Zurbarán, enSanta Teresa y San Juan: la palabra que no dene sino que eleva a los ojosla metáfora del murmullo, del ave que vuela alto y canta dulce como el pá-

 jaro solitario de San Juan, el aljibe, la parra, el patio imágenes del sosiego,de la verdadera geografía de un alma.

 Recurre a Nietzche pero para que éste corrobore lo que su gran intuiciónya le había señalado:“La exigencia por la cual el hombre, sumergido en lahistoria, es capaz de disentir de ella, como apeteció salir de la naturaleza”.Estas son las razones de la perpetua rebeldía ante lo instituído, ante lo queabandona la libertad del pensamiento para volverse doctrina, dogma.

Tradición de la palabra que es pura por esencia y por anhelo de crea-

ción de otra realidad o sea lo contrario a ese realismo con que se ha pre -

tendido encasillar a la literatura española, la palabra como guardiana delser. Voluntad de estilo respaldado por la voluntad de vida. Ella misma lodice.“Mas las palabras dicen algo. ¿Qué es lo que quiere decir el escritor y para qué quiere decirlo? ¿Para qué y para quién?” Y agrega. “Quiere decirel secreto; lo que no puede decirse con la voz por ser demasiado verdad;las grandes verdades no suelen decirse hablando. La verdad de lo que pasa

en el secreto seno del tiempo, es el silencio de las vidas, y que no puededecirse. “Hay cosas que no pueden decirse”, y es cierto. Pero esto que no puede decirse, es lo que se tiene que escribir”. Escritura la suya no de ma-

niesto público, de la proclama en voz alta, a cumplir con una tarea que,seguramente quien la pregona, no está dispuesto a cumplir, sino, escriturade la condencialidad, escritura en voz baja que se aleja tanto del énfasiscomo de la profecía. Escritura de y en la dicultad de escribir en medio delenguajes degradados por los medios de comunicación, por los políticos ylos oportunistas. España no como la geografía de los nacionalismos sinocomo un padecer de la palabra que busca adentrarse en la lógica de esosseres anónimos que silenciosamente y al margen de la Historia buscaronsiempre con el instinto una salida para los suyos.

Recuérdese que esta fue la tarea de la Generación del 98, adentrarse enun alma desconocida, en los vericuetos de insólitas geografías y lugares,en aquel fondo innominado que los ojos de un famélico campesino, de un bronco obrero, esconden desde el comienzo de los tiempos y que llega a ser,

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en momentos de locura y de insania, la posibilidad de una palabra compar -tida en el tiempo. Es desde ahí como lo señala San Juan la necesidad urgen-

te de buscar y mantenerse en la claridad porque la claridad es el equilibrio pero defendido a cada instante como una exigencia de vivir aquella verdadque nos derribó del caballo. Ningún escritor desde San Juan ha llevado a la palabra hasta un grado de pureza como lo ha hecho María Zambrano, esa pureza que es diafanidad, que recurre a la pedagogía de hablarnos desde loíntimo de cada ser anónimo, porque sus imágenes provienen de esa fuenteinagotable que es la naturaleza recuperada por una razón poética: el mar,cielo puro, el horizonte, el jardín y la fuente, los campos recorridos por el pié del campesino, o sea el ser humano restituido a lo sagrado, a su soledad,

la palabra recuperada en su único hábitat.¿Podría caber mejor descripción de María Zambrano que la que ella mis-

ma dibujó a través de la gura de Diótima de Mantinea?: “Y así me he idoquedando a la orilla. Abandonada de la palabra, llorando interminablemen-

te como si del mar subiera el llanto, sin más signo de vida que el latir delcorazón y el palpitar del tiempo en mis sienes, en la indestructible nochede la vida. Noche yo misma”. Como el pez dibujado sobre la arena y queel agua de la marea no borra sino que ja sobre un fondo impredecible,hasta que con el tiempo ese pez se sume a los peces primeros que descan -

san debajo de las capas de arena, lodo, agua, mármoles, calcáreas, así loque escribe María Zambrano con la voz de la condencia y del secreto que preserva, es la voz que no muere porque alguien, un niño, un pescador, unexiliado de sí mismo, la estará encontrando entre aquello que abandona lamarea cuando se retira.

Coda: Por la tarde, después de la ceremonia a la ausente, los Reyes reci- ben a los intelectuales en el Palacio de Oriente, muchos rostros sonrientes,nerviosos en aquel gran salón, editores de éxito, narradores con sus es-

 posas, actrices serias, periodistas de opinión. Cuando miro el paisaje queatardece, un hombre de edad se me acerca y me recuerda que, desde estaventana pintó Velázquez su paisaje de Castilla. Es Juan Marichal el granlólogo, autor entre otros de un texto memorable, “La voluntad de estilo”,quien rescató a Manuel Azaña como gura republicana. Tengo la tentaciónde preguntarle por el caso de Paul de Man, pero preero callarme. Atardecey acercándome más al balcón me parece ver la soledad de los campos, lagura de la gran ausente en esa esta y en la cultura ocial.

 

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odríamos empezar armando que la lósofaespañola María Zambrano es uno de eso ca-

sos en los cuales ciertos pensadores se vuel-

La razón poéticade María Zambrano

María Paz Gómez-Gaviria

Pven más mencionados que efectivamente leídos o com- prendidos. Su signo parece ser el no–lugar y la errancia;atravesada por la experiencia trágica de la guerra y elexilio, María escribió la mayor parte de su obra fuera deEspaña. Nunca se consideró una lósofa; ella, al igualque su maestro José Ortega y Gasset, se consideraba pen-

sadora del alba y de la penumbra. Conscientes de que elexceso de luz era otra manera de ceguera –refriéndose ala luz de la razón llevada hasta el paroxismo– preferíanesos momentos en que las sombras atisban o abandonan parcialmente las cosas y las muestran en su natural des-

nudez y fragilidad, por esto hablaron siempre primerodesde la vida y lo vivo, antes que desde los grandilocuen-

tes y abstractos conceptos.

María Zambrano mencionó cómo la losofía siemprefue para ella una actitud irrenunciable y una necesidad

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ineludible. En su libro Filosofía y poesía*  comentó: En mi adolescenciaalguien me preguntaba, a veces con compasión, a veces con ironía un tantocruel ¿y para qué va usted a estudiar losofía? Porque no puedo dejar de

hacerlo, respondía.

María Zambrano llamaba a la losofía y a la poesía: “dos formas insu-

cientes” y “dos mitades del hombre” insistiendo, no en una teoría de lasalternativas que obligaba a elegir a una y renunciar a otra, sino que a lo

que hondamente dedicó su pensamiento y su vida fue a una conjunción deambas, a una losofía que se expresara en palabras de comunicación y queesas palabras sean a su vez palabras de comunión, de común unión entreambas formas de la palabra que nacen de un mismo Logos creador.

La idea de la unión entre pensamiento y poesía siempre ha existido, pero parece haber sido calladamente desatendida, y para Zambrano la “desaten-

ción” se presenta en los hombres como la primera forma de olvido. Re-

cordemos que la losofía etimológicamente, desde su origen en Grecia,ha anunciado la tensión que acontece siempre palpitante entre el amor y lasabiduría, pero ¿dónde poner el acento? ¿En lo afectivo: Phileo, o en lo es-

 peculativo: Sophia? Retomar el sentido originario de esta palabra vale para para desocultar y para no olvidar que la losofía ha sido desde su nacimien-

to un concubinato, o mejor, una relación constante sin guerra entre ambas partes esenciales de esa riesgosa tarea a la que se entregan ciertos hombressedientos de Ser llamados lósofos. Como armaba María Zambrano: No se encuentra el hombre entero en la losofía, no se encuentra la totalidad

de la humano en la poesía. En la poesía encontramos directamente al hom-bre concreto, individual. En la losofía al hombre en su historia universal,

en su querer ser. La poesía es encuentro, don, hallazgo por gracia. La lo- sofía busca, requerimiento guiado por un método” (p.13).

Así el pensamiento y la poesía se presentaran como una atrevida y nece-saria conjunción de dos maneras o caminos que anidan en una misma formaexpresiva, pero ante todo serán una manera de comprender y comportarnosen el mundo. Cada una de ellas buscará febrilmente ocupar la totalidad delalma del lósofo, y una manera de anidarlas a ambas en un mismo ser hu-

mano ávido de conocimiento, sin que una eclipse a la otra, es aceptándolas

 * Zambrano, María. Filosofía y poesía, Madrid, FCE, 2001.

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sin primacías como dos partes en el alma del hombre que desde el comien-

zo de los tiempos se ha presentado como el lósofo y el poeta, a la manerade esa composición de dos seres anunciada por Friedrich Nietzsche entrelos bestial y lo divino mencionada en su libro Cómo se losofa a martilla- zos: Dice Aristóteles que para vivir en soledad hay que ser animal o dios. Falta aclarar que hay que ser lo uno y lo otro: lósofo.

Filosofía y poesía se encuentran unidas allí en el lugar de la palabra y en sudevenir creación, tal como se anuncia en la etimología de la palabra poiesis.Un phileo-sophos será entonces un hombre en el cual se presente esta doblenecesidad de pensamiento y poesía, de razón y pasión, de amor y de conoci-miento. Será llamado entonces más que lósofo: un poeta pensador guiado

 por un saber –al decir de María Zambrano– “Nacido antes que creado”. Ésteserá el renacer de una razón que no escinda ni condene aquello que escapa asu límite, a su ratio regulador cuya naturaleza es negar todo aquello que no

logra comprender, será la victoria de la poiesis presente en la razón poética,y debemos llamarla así: victoria más no supremacía de ella.

Toda victoria humana ha de ser reconciliación, rencuentro de una per-dida amistad, rearmación después de un desastre en el que el hombre ha

 sido víctima; victoria en que no podría existir humillación del contrario,

 porque esto ya no sería victoria. (María Zambrano. Revista de Occidente. N.132, junio 1934). Esta victoria de la poesía en su sistema losóco dalugar a un orden muy similar al musical, en el cual existen y conviven lasdiferencias en un universo rapsódico, sin caer por ello en incoherencia yeste orden será siempre transformador más que reformador.

La razón poética no se restringe a un campo meramente literario o a ungénero artístico, debido a que ella es potenciadora de reexiones y prácti-cas vitales en el mundo simbólico y discursivo que habitamos. Incluso la

intempestiva pregunta “¿Qué es la política?”, tocante a las circunstanciassiempre contingentes que dominan nuestro tiempo, se puede abordar en-

carnándola a partir de la Razón Poética convirtiéndola en un afán de huma-

nizar el tiempo, quizá por esto, al decir de María Zambrano: La política esrazón de vida.

A propósito, cabe mencionar aquí la Celebración de las bodas de la ra- zón y el corazón, escrita por Eduardo Galeano: ¿Para qué escribe uno, si

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no es para juntar sus pedazos? Desde que entramos en la escuela o en laiglesia, la educación nos descuartiza: nos enseña a divorciar el alma delcuerpo y la razón del corazón. Sabios doctores de Ética y Moral han de ser los pescadores de la costa colombiana, que inventaron la palabra sen-

tipensante para denir al lenguaje que dice la verdad.

En textos memorables de Platón encontramos estas dos partes del senti- pensante enfrentadas, cuya primacía de un logos ya no creador sino regula-

dor dejó excluida a una de ellas en lo que conocemos desde entonces como“la condenación platónica de la poesía” que encontramos en los libros II yIII. En el libro X de La Republica Platón no solo critica, sino que expulsaa la poesía, con el argumento de que era inútil por ser una mera imitación

y traía implicaciones morales negativas para el carácter de los niños y delos hombres: La escucharemos, por tanto, convencidos de que tal poesíano debe ser tomada en serio, por no ser ella misma cosa seria ni atenida ala verdad; antes bien, el que la escuche ha de guardarse temiendo por su propia república interior.

En esta renuncia y rechazo bien podría rastrearse el carácter de unaépoca, la historia de un Occidente que devendrá en hegemónico y racio-

nal hasta el paroxismo, un pensamiento occidental en el cual podremos

observar el extraño giro de esta manera de conocer la realidad que, trasempezar siendo una manera de saber, concluyó como una forma de domi-nio y alejamiento de la vida y de lo vivo. Es aquí donde se hará esencialdesocultar y reivindicar esta doble necesidad y labor irrenunciable entre

conceptos y afectos en el mundo, la sociedad y la individualidad en la quetodo hombre habita.

Tras conocer la crítica platónica debemos recordar ahora a Aristóteles,quien dará un giro a la concepción negativa que se tenía de la poesía y de

lo afectivo en el pensar; en su metafísica vemos cómo la losofía es hijade la admiración y el asombro, pues nace de ellos. Para Aristóteles, al igualque para María Zambrano, el asombro es un despertar, un estremecimientoque detiene el ánimo y lo sobrepasa, razón por la cual el origen del pensa-

miento no puede fundarse, ni tan siquiera situarse en un sistema metódico, jerárquico, ni mucho menos excluyente. Al respecto Aristóteles escribió ensu libro primero de Metafísica lo siguiente: Lo que en un principio movióa los hombres a hacer las primeras indagaciones losócas fue, como lo

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es hoy, la admiración. Entre los objetos que admiraban y que no podíandarse razón, se aplicaron primero a los que estaban a su alcance; despuésavanzando paso a paso, quisieron explicar los más grandes fenómenos (…)ir en busca de una explicación y admirarse es reconocer que se ignora.

Admiración antes que palabra es sentir inicial, sentir poético, que fe-

cunda en el hombre el ansia y necesidad vital de pensar y de pensarse.Posteriormente este sentir inicial y cercano, tomará la forma de distancia yabstracción para permitirnos decir algo y fundar un saber. La admiraciónoriginaria no muere ni se agota en quien la experimenta, sinembargo, paraconvertirse en un conocimiento fundado deberá renunciar a lo múltiple, in-

dómito y desmesurado en que se encuentra inmersa. Por ello la armación

de Zambrano: Así vemos ya más claramente la condición de la losofía:admiración, sí, pasmo ante lo inmediato, para arrancarse violentamentede ello y lanzarse a otra cosa, a una cosa que hay que buscar y perseguir,que no se nos da, que no regala su presencia. Y aquí empieza ya el afanosocamino, el esfuerzo metódico por esta captura de algo que no tenemos, ynecesitamos tener, con tanto rigor que nos hace arrancarnos de aquelloque tenemos ya sin haberlo perseguido (p.16).

Así es como Zambrano anuncia el proceso que pasa de la admiración, en

tanto revelación, al conocimiento o certeza. Dos fuerzas y aptitudes estánimplícitas: la admiración y la violencia, y éstas se mantienen en tensión vi-tal para el lósofo; admiración poética para disolvernos en la seducción delas cosas y violencia racional para alejarnos, conocerlas y no quedar presosen ellas. Por esto nuestra pensadora malagueña denirá a la losofía comoun éxtasis fracasado por un desgarramiento.

Todo lósofo, o si esta palabra aun es desmesurada, todo pensador es uniniciado en la revelación poética, en ese sentir que clama y no basta, que

sigue siendo asombro inicial, sentir que bien podríamos llamar concepciónantes que concepto, éxtasis que no ha sido frustrado aun por su deni-ción. La poesía se presenta así como sentir inicial, como una revelación yun misterio que desde su oscuro centro deviene en razón, en razón poéti-ca. El poeta Miguel de Unamuno, que inspiró en gran parte la losofía deZambrano, escribió algo que bien podría ser la síntesis de lo que la razón poética propone a la losofía occidental: Siente el pensamiento, piensa el sentimiento.

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ntroducción

Desde su exilio en Roma, en 1957 MaríaZambrano escribía a Jorge Guillén, en carta:

La fuente escondida: la razónpoética de María Zambrano

María Elizalde-Frez

I“Cuando lo conocí [a Miguel Pizarro] yo era una niña y

él un joven brillante y lleno de calidades que yo admiraba, yél me llevó al mundo de la poesía y de la belleza. Mi Padreme había llevado siempre por el camino de la losofía. Yohe buscado la unidad, la fuente escondida de donde salen lasdos, pues a ninguna he podido renunciar.”

Y es cierto que Zambrano anduvo siempre buscando launidad de losofía y poesía. Tanto es así que terminó poracuñar un término que ya procedía de Nietzsche y de Ma-

chado: la razón poética.

La razón poéticaLa losofía, vista desde la razón ingenua, es, comodecía Hegel, el mundo al revés. La poesía, en cambio-añadía mi maestro Abel Martín- es el reverso de la -losofía, el mundo visto, al n, del derecho. Este al n,comenta Juan de Mairena, revela el pensamiento un

Parte de este tra- bajo fue leídocomo conferen-cia en el XXIXEncuentro deMujeres Poetas,organizado porel Museo Rayo(Roldanillo, Co-lombia), en juliode 2013. Quierodar las graciasespecialmente aÁgueda Pizarrode Rayo por laoportunidad dedar a conocer el pensamiento lo-sóco de MaríaZambrano entre

 poetas y por con-tarme la vida deMiguel Pizarro;también a JavierGacharná Muñoz, por el apoyo in-condicional y lasrevisiones losó-cas del pensa-miento kantianoy nietzscheano.

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tanto gedeónico de mi maestro: “Para ver del derecho hay que haber vis-to antes del revés”. O viceversa. Antonio Machado, Juan de Mairena

Más allá de la poesía, la Generación del 27 española contó con respaldolosóco, particularmente de la Escuela de Madrid donde se forjaban nue-

vos y jóvenes lósofos que verían sus prometedores futuros académicosalterados por la Guerra Civil Española (1936-1939). El ideario de Ginerde los Ríos materializado en la Institución Libre de Enseñanza, y poste-

riores centros como la Junta para Ampliación de Estudios o la Residenciade Estudiantes, propiciaron el encuentro intelectual entre diversas ramasdel pensamiento así como la contaminación intelectual con las corrienteslosócas del momento.

Entre estos lósofos se halla María Zambrano, el más nietzscheano delos lósofos españoles (y uso el género masculino como gustaba usar ellamisma para no inmiscuir en los asuntos losócos los asuntos de género),quien más atención prestó a la relación entre arte y losofía. Es conocida larevisión crítica que una y otra vez Zambrano hace en sus escritos a la razónespeculativa que triunfó en occidente y que llegó a expresarse en los tota-

litarismos, pero no sólo en ellos1. En esta revisión se incluía, claro está, lacrítica al pensamiento ilustrado, pensamiento unicador que tenía su origenen Grecia con Parménides e iba alejando a otras formas de losofía y con-

denaba a la poesía a alejarse de la sociedad, acto llevado a cabo por Platón2.

Del mismo modo que Sócrates ridiculizaba a Ion, en el diálogo platónicodel mismo nombre, por ser el poeta un ser endiosado, escribe Kant en laCrítica del Juicio: “Pero ningún Homero o ningún Wieland podría mostrarcómo encontró y manifestó en su cabeza sus ideas tan pletóricas de fantasíay al mismo tiempo, sinembargo, tan llenas de pensamientos, precisamente porque no lo sabe y, por tanto, tampoco puede enseñarlo a otros”3.

Mientras elabora la crítica a la razón especulativa, Zambrano desarrolla

en paralelo su aportación más conocida, por el momento, en la losofía: larazón poética. ¿Cómo se dene esta razón?

La denición de Zambrano de la razón poética, una razón que amplía loslímites de la especulativa incluyendo en su interior a la intuición –en sen-

1 Ver, por ejemplo, ZAMBRANO, María, Los intelectuales en el drama de España2 ZAMBRANO, María, Filosofía y poesía, México, FCE, 1996.3 Kant, Crítica del discernimiento, Madrid, Machado libros, 1993, pág. 275.

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tido zambraniano- y a la imaginación que el poeta –el genio, según Kant-utiliza para crear:

“Poesía y razón se completan y requieren una a otra. La poesía vendría aser el pensamiento supremo para captar la realidad íntima de cada cosa, larealidad uyente, movediza, la radical heterogeneidad del ser.

Razón poética, de honda raíz de amor”4.

En la razón poética zambraniana, la nueva apuesta losóca que aban-

dona a la razón especulativa, hallamos otra síntesis entre episteme –razóndiscursiva- y nous –intuición intelectual- : Zambrano, como Kant, siguea Platón en el diálogo Ión, sin duda la gran fuente de inspiración para la

historia de la estética. Están también de acuerdo en que hay una esencia delcrear que se circunscribe a la esencia de la obra5, como expresa Kant:

“La obra de arte es, en parte, forma, pero hay “algo más”, el espíritu quetransmite el artista a través de esa obra, que vivica el ánimo de quien laobserva sin que le aporte conocimiento pero que sinembargo “hace pensarmucho” y determina, al n la valoración del juicio estético del que se en-

frenta a la obra de arte.”6 

¿Qué será ese algo más que Kant no llegó a denir, o no se atrevió o no

quiso por pertenecer al mar que rodea la isla de la razón? Quizás sea eseduende que tan preciso nos presenta Federico García Lorca en la conferen-

cia Teoría y juego del duende:

“Esos sonidos negros son el misterio, las raíces que se clavan en el limoque todos conocemos, que todos ignoramos, pero de donde nos llega lo quees sustancial en el arte. Sonidos negros dijo el hombre popular de España ycoincidió con Goethe, que hace la denición del duende al hablar de Paga-

nini, diciendo : “Poder misterioso que todos sienten y que ningún lósofo

explica” (…) Este “poder misterioso que todos sienten y que ningún lóso-fo explica” es, en suma, el espíritu de la tierra, el mismo duende que abrazóel corazón de Nietzsche, que lo buscaba en sus formas exteriores sobre el

4 ZAMBRANO, María, Los intelectuales en el drama de España y escritos de la guerra civil, pág. 177-178.5 Nos recuerda esta expresión el estudio de Heidegger El origen de la obra de arte, que no tratamos porque creemos aporta poco o nada a la investigación kantiana.6  En este punto encontraríamos muchas y sospechosas semejanzas con el concepto alètheia deHeidegger.

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 puente Rialto o en la música de Bizet, sin saber que el duende que él perse-

guía había saltado de los misteriosos griegos a las bailarinas de Cádiz o aldionisíaco grito degollado de la siguiriya de Silverio”7.

¿Ese duende es el aspecto del genio que Kant llama espíritu? El principiovivicante del ánimo, es decir, la idea estética que es “la representación queofrece ocasión para pensar mucho sin que le sea adecuado un concepto”.8 

Zambrano centrará parte de su investigación sobre la creación artísticaen el motor de ese espíritu. La razón poética, como mostrábamos antes, sedivide en dos conceptos : por una parte la razón, que se forma de episteme 

y nous; y por otra, la poesía, es decir, poieo, que signica crear y especial-

mente crear con la palabra. Tanto en sus obras como en correspondenciacon amigos poetas, comprobamos una y otra vez que el tema de la creación preocupa y ocupa el pensamiento losóco de la autora.

Recordemos que uno de sus guías fue Nietzsche, a quien considerabalósofo pero también poeta, también músico. Nietzsche sostuvo una con-

cepción distinta a la tradicional del papel que la losofía y los lósofosdebían tener frente a la vida y el conocimiento:

“Sobre como entiendo al lósofo, como una terrible materia explosiva

ante la cual todo peligra, sobre como separo a muchas millas de distanciami concepto “losóco” de un concepto que incluso atañe a Kant.”9 

Su pensamiento nos lleva a armar la vida de lleno, donde la poesía tieneun papel fundamental:

“El decir sí a la vida misma, incluso en sus problemas más raros y di-fíciles ; la voluntad de vida, alegrándose de la propia inagotabilidad en elsacricio de sus tipos más elevados –eso es lo que yo llamaba dinonisiaco,lo que entendía como un puente hacia la psicología del poeta trágico.”10 

 Nietzsche marcaba en El nacimiento de la tragedia el sendero que mástarde Zambrano iba a recorrer. La unión afortunada entre losofía y poe-

sía ya se había divorciado en Grecia, la poesía “aunque palabra no era

7 GARCÍA LORCA, Federico, “Teoría y juego del duende”, en Obras completas, I, pág. 1068. Aguilar,1973.8 Kant, Crítica del discernimiento, Madrid, Machado libros, 1993, pág. 280.9 Nietzsche, F, Ecce Homo,10 Nietzsche, F. El crepúsculo de los ídolos.

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razón”11, y en la polis de Platón se requería de la razón para asegurar un buen funcionamiento social con la mediación de la ética. ¿Qué era la poesíasi no mentira, representación? Y así Platón fue burlándose de los poetas yatacando sistemáticamente la poesía para retirar todo este ámbito del mun-

do de la ciudad.

De esta forma fue como la poesía se alejó denitivamente de larazón en la concepción occidental de ésta: venció la unidad, el Ser parmenídeo frente al movimiento constante de Heráclito, y la pobre poesía era heterodoxia, es heterogénea, no admite la unidad del serque la losofía ansía, se “aferra al instante y no admite la esperanza,el consuelo de la razón”. Al n los poetas eran seres incapaces para

el mundo.Tal incapacitación surca los siglos, se evidencia en Kant, llega hasta

las clases de Ortega y Gasset: “Creo recordar que en una de las leccio-

nes Ortega y Gasset hacía recaer la diferencia entre el decir del poetay el decir del lósofo en la falta de responsabilidad del primero”12.

Cuestionará enseguida Zambrano las enseñanzas de su maestro Or -tega y Gasset, rompiendo la división entre losofía y arte. Pronto cri-ticará la armación aristotélica sobre la admiración, ¿es que cuandouno se admira frente a la naturaleza ya la quiere circunscribir, poseer? No, la losofía, como la poesía, debe partir de otra forma de conoci-miento que no implique la posesión de lo otro, puesto que losofía y poesía nacieron juntas, de una misma fuente. Zambrano cree detectaresa unidad en Nietzsche, también en Spinoza, en Juan Yepes (San Juande la Cruz) y en Emilio Prados. Son lósofos poetas, poetas lósofos.O, dicho en palabras de Antonio Machado a través de su heterónimoJuan de Mairena:

“Hay hombres, decía mi maestro, que van de la poética a la loso-fía; otros que van de la losofía a la poética. Lo inevitable es ir de louno a lo otro, en esto, como en todo.”13

11 ZAMBRANO, María, Filosofía y poesía, México, FCE, 1996, pág. 33.12 ZAMBRANO, María, Algunos lugares de la poesía, Madrid, Trotta, 2007, pág. 102.13 MACHADO, Antonio. Juan de Mairena, Madrid, Residencia de Estudiantes, 1936, pág. 144.

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La razón poética es un saber de experiencia

Desde los años 20 Zambrano se rodearía de poetas, pintores y pintoras,

literatos, y toda una gran variedad de artistas que la acompañarían durantela vida. En sus años de la II República Española (1931-1936) y la GuerraCivil Española (1936-1939) era intelectual habitual en las tertulias, e in-

cluso llegó a tener una propia en Madrid. Luis Cernuda, Federico GarcíaLorca, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Salvador Dalí, Emilio Prados ymuchos otros se mezclaban en esos espacios de creación. Asistían tambiénlas mujeres, que existían y que dejaron de existir por la Guerra : Zeno-

 bia Camprubí, Concha Méndez, Rosa Chacel, Maruja Mallo, María TeresaLeón, Josena de la Torre y una gran lista de nombres que desaparecieron

de España y sólo en los últimos años se van recuperando. Ellas sufrierondoble exilio, el de la derrota del proyecto republicano y el de los poderesque las dejaron en la sombra. Como en la sombra del exilio quedó la bri-llante Zambrano, la lósofa del grupo.

Pero volvamos al saber de experiencia que es la razón poética. Como ex-

 periencia es la misma poesía. Como el arte, como el arte que desde muy jo-

ven sintió Zambrano. En carta a Gregorio del Campo hacia 1924, escribía:

“… Me gustaría tener una actividad artística, es lo que más me atrae: elarte. Quisiera tener alguna facultad artística, pintar, cantar, hacer música…me encantaría. El arte me parece lo más puro de todo, precisamente porquela verdadera belleza es impersonal y lo que no es ella, pero que sí es arte, es personal en lo mejor de la persona.”14

Claro que ya por aquel entonces había conocido al gran amor de su vida,Miguel Pizarro Zambrano, de quien García Lorca escribiría en dedicatoria de Impresiones y paisajes en 1918: “Miguel Pizarro, enorme, sensual, exquisitoenamorado, espíritu que tiembla ante los cuatro vientos del espíritu, que tiene

un alma inquieta plena de apasionamientos constantes que se apagan y en-

cienden como luces nocturnas perdidas en una vega de ensueños”.

Miguel Pizarro, echa sin blanco15, la había llevado por el camino de la belleza y de la poesía, decíamos al principio citando la carta que Zambrano

14 Zambrano, María, Cartas inéditas (a Gregorio del Campo), Ourense, Linteo, 2012.15 Así comienza la poesía que Federico García Lorca le dedicó. Para saber más de Miguel Pizarro: Piza-rro, Águeda, Miguel Pizarro, echa sin blanco. Granada: Diputación, 2004.

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escribió a Jorge Guillén para agradecerle el supuesto envío del libro pós-

tumo de Pizarro, Versos. Eran primos hermanos. Fue Blas Zambrano, el padre de la pensadora, maestro librepensador, quien prohibiría en 1922 larelación que se había estrechado entre los primos. Pero las cartas surcaronocéanos, pues Pizarro se fue lo más lejos posible, a Japón, y muchos añosmás tarde a Rumanía: desde sus destinos le iba contando a María Zambranode la poesía y del zen, como ella misma dice. Pero aquello nunca fue posi- ble y Pizarro encontró a su esposa en Rumanía, de Gratiana Oniçiu naceríasu única hija: Agueda Pizarro, poeta.

El fue, además, el puente entre la lósofa y Federico García Lorca, y desu poesía escribía Zambrano en el prólogo a la selección que preparó de sus

 poesías tras su asesinato en 1936:“La voz de la sangre canta y grita por la poesía de García Lorca, sangre

antigua que arrastra una antigua sabiduría. La sabiduría de la muerte. Esesaber tan andaluz que tapa con su resplandor todos los demás saberes y los borra por innecesarios, y ese sentido de la belleza unido a la muerte, comoúnica compensación. La belleza para el andaluz es la justicación, el con-

suelo de haber nacido, lo que él sabe encontrar siempre donde quiera quese halle, y lo que cree que va a quedar del mundo cuando él desaparezca.

La única realidad del mundo y de las cosas.”Y si Pizarro la llevó a García Lorca, las tertulias madrileñas le presen-

tarían a otro gran poeta, otro gran amigo: Miguel Hernández. Cuentan los biógrafos que juntos iban a pasear y se consolaban en sus confesiones; co-

rría el año 1934. Miguel Hernández había viajado desde Orihuela a Madridya tres veces y había tenido que regresar a su vida de pueblo. Pero pesó másen él el poeta que su padre no le permitía ser, y le pesó la guerra tanto que participó activamente en el frente y de allá a la muerte en la cárcel en 1942.

Escribe Zambrano en Presencia de Miguel Hernández:“Era el equivalente español del indio mexicano, peruano o chileno, el su-

fridor de siglos contados y de los que no se cuentan (…) Seres polvorientos,de polvo de la tierra y de polvo estelar que ellos no quieren quitarse de en-

cima, hermanos de la tierra y del sol. Seres que al extinguirse se encienden.”

El 28 de enero de 1939 comenzaba para María Zambrano el exilio, que seextendió por 45 años. México, Puerto Rico, Cuba, Italia, Francia… Fueron

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muchos los destinos y muchas las penurias que esta lósofa española exi-liada vivió, sospechosa de roja, sospechosa por ser mujer divorciada, sos- pechosa por no ser académica. Pero en su exilio siempre encontró poetas,amigas y amigos, como el Grupo Orígenes en Cuba, como Albert Camusy Emile Cioran en Francia, como su gran amiga cubana Lydia Cabrera, oa Lezama Lima, como Elena Croce en Roma, como los poetas y escritoresque se acercaron a su casa en el bosque francés de La Pièce. Los epistola-

rios publicados e inéditos nos dan cuenta de la extensa red que Zambranomantenía a su alrededor, en la distancia, en la tristeza del exilio. Conmo-

vedoras son la mayoría de cartas, especialmente las que intercambia consu gran amigo, el poeta malagueño Emilio Prados. Del exilio que sufren

ambos, él en México y ella en La Habana, escribe Zambrano:“Y así necesitamos de que el amigo, el ser querido esté en un cuerpo y

verle y sentirle y tener su silencio vivo y su palabra; que todo no sea au-

sencia. Por eso cada día me veo más en España, allí reunidos, bajo aquelsol que de verdad nos calentaría. Yo llevo un frío dentro de mí, no sé; enlas entrañas o en la sangre, que ningún sol desvanece… ya ves, ahora ten-

go aquí un tiesto chiquitico con un granadito enano que me han traído deEspaña. Lo cuido: miro la tierra anaranjada y me parece la tierra, el barro

 primordial, la tierra – tierra con sol. Y cuando lo colmé de agua el otro día yel cielo se reejaba y la sombra del tronco, encontré cielo y agua y sombrade allí… Te lo mandaría, si fuera posible.”16

Es el poeta metafísico, porque es en Emilio Prados en quien más clara-

mente cree encontrar Zambrano la fuente única, escondida de donde ema-

nan losofía y poesía. Y así escribe de su obra:

“Poesía que más que expresión es la acción misma de existir. Si en laobra de Prados aparecen poemas de una prodigiosa belleza y logro, lo deci-

sivo es el poetizar, el ir por la poesía a ganar los planos temporales diversosde la vida humana y las realidades que a ellos corresponden”17

Para terminar, también María Zambrano ensayó algunas poesías. Son pocas las que se han recuperado hasta el momento, pero creemos conve-

16 Carta a Emilio Prados escrita en Roma, el 15 de noviembre de 1958. Archivo Emilio Prados, Resi-dencia de Estudiantes, Madrid.17 Nota biográca sobre Emilio Prados anexa en carta de María Zambrano a Emilio Prados con fecha de9 de junio de 1959. (Archivo Residencia de Estudiantes).

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niente dejar una muestra de su poesía metafísica o simplemente poesía porno caer en la redundancia:

A mi Ángel

… Y no hay misterio, sólo trabajosa pesadumbre y esa amarga yerba. Pero tú me conduces y manda tu palabra.Sí; quiero ser tus alascaídas, alma, llanto,

lluvia de lágrimas por mí. Porque tú me lloras,lloras mi no-ser, porque me sientes a tu lado, soy tu fealdad, tu impotenciaextranjera a ti conada.Cómo te peso yo la invisible.Soy tu piedra,el aceite que unta tus alas,tu rémora y en instantes innitostu desesperación.Oh Ángel ¿seré tu inerno? Eterno retornode tu ligereza por mí aprisionada.Como una obscura cosame ofrezco a tus pies para ser quemada, ahumadavíctima necesaria de tu libertad. No me dejes existir, pues que te peso.Tú me mides, soy tu irreductible¿hasta cuándo?tu condena.18 

18 María Zambrano, A mi Ángel, en Rey Lagarto, Madrid, 2002, núm. 50-51, pág. 74.

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n las tres décadas últimas es frecuente recibirinformaciones y recoger referencias acerca dela lósofa española María Zambrano (1904-

María Zambranoen América

Rogelio Blanco-Martínez

E1991) desde los más variados medios de divulgación. La

extensa obra de la autora se reedita y traduce a las lenguasmayoritarias, a la vez que se editan sus obras completas.Se celebran congresos nacionales e internacionales mo-

nográcos. Se representa su única obra teatral ( La tum-ba de Antígona). Los cantautores componen e interpretanlos poemas y se lleva a pantalla un lm biográco ( Maríaquerida). Las tesis doctorales sobre su vida y obra se su-

ceden y de igual modo las referencias y citas de textos

se reiteran desde diversos medios. Esos y otros datos danseñales cabales que nos encontramos ante una de las vo-

ces más señeras del pensamiento occidental del siglo XX.Una voz caracterizada por la singularidad y profundidadde unas reexiones que se hincan en las raíces más pro-

fundas del ser humana. La palabra de María Zambrano esradicalmente antropológica, pues se atiende los ámbitosmás profundos del hombre.

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El pensamiento zambraniano se fraguó a lo largo del siglo XX entre eldolor de las catástrofes bélicas sufridas, -guerra Civil española y II GuerraMundial-, y el valor de afrontar un largo exilio de más de cuarenta y cincoaños (1939-1984) en varios países de los continentes europeo (Francia,Italia y Suiza) y americano (México, Cuba y Puerto Rico). Esta trágicaexperiencia no la condujo al existencialismo pesimista ni al optimismovolitivo, sino a una losofía centrada en la persona y sus valores, en laesperanza, la utopía, representada por la hiedra, planta vivaz y resistentea las dicultades. Zambrano, pues, recoge la tradición del pensamientooccidental, sobre todo el español y de éste rescata los fundamentos de lamística y las diversas vías para llegar a los profundos del alma humana

sin olvidar a los ínferos. Estuvo atenta a los aconteceres de su tiempo yno rehusó propalar las potencialidades y esperanza que encierra la vidasiempre que el ser humano sea capaz de transformar la historia, casi siem-

 pre trágica y sangrienta, y que devenga en ética, aquella en la que la luzsustituya a la sangre.

Ciertamente la losofía de Zambrano es antropológica y experiencial,mas para llegar a este legado hubo de recibir los ecos y los amaneceresamericanos. En América del Sur y el Caribe pasó varios años, salvo un

tiempo breve y de paso por Nueva York, donde impartió docencia y seoriginaron la mayor parte de sus obras más representativas:  Pensamiento y poesía en la vida española (México-1939) , Filosofía y poesía (México-1939) , El freudismo, testimonio del hombre actual  (Cuba-1940) , Isla de Puerto Rico (Cuba-1940) , La confesión, género literario y método (Méxi-co-1943) , El pensamiento vivo de Séneca (Argentina-1944) , La agonía de Europa (1945) , Hacia un saber sobre el alma (Argentina-1950) , El hombre y lo divino (México-1955) , Persona y democracia (Puerto Rico-1959) , El sueño creador (México-1965) , La tumba de Antígona (México-1967).

La primera estancia de María se produce en Chile, 1936, con motivodel nombramiento de su marido, el historiador Alfonso Rodríguez Aldave,con quien acababa de contraer matrimonio, como secretario de embajada.El barco que la conduce a Santiago de Chile se detiene en La Habana. Enesta ciudad caribeña tendrá lugar un encuentro ya interminable con JoséLezama Lima. Los frutos, además de una eterna amistad con el poeta, suhermana y su esposa, también le conducen a conocer al grupo de Orígenes,

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a mantener hasta los últimos momentos vitales de cada cual una intensacorrespondencia, así como textos compartidos y abundantes citas. En Chi-le la lósofa participa en los debates culturales y políticos generados porel conicto guerracivilista hispano. Su compromiso con la República erarotundo así como su crítica contra los golpistas. En Santiago logra editarla primera Antología conocida de la poesía de García Lorca y un ensayo, Los intelectuales en el drama de España. Ensayo que posteriormente irárecreciendo hasta lograr la extensión actual. Este el modo zambraniano deconfeccionar y realizar sus obras: partiendo de un texto nuclear o mandorla posteriormente recrecerá hasta germinar el texto denitivo. Así pues, gran parte de sus obras se gestan en el continente americano y van ampliándose

hasta el resultado nal; de ahí que muchas obras se ofrecen con títulos ho-mónimos a artículos aparecidos en revistas o prensa.

Pronto abandona Chile y sus comodidades. La contienda bélica españolase ofrece larga y cruenta sobre todo para el bando legal, el republicano. En1937 regresa a la Península y asume responsabilidades, entre otras en elConsejo de propaganda y en el Consejo Nacional de la Infancia Evacua-

da mientras que su marido se incorpora al frente de batalla. Terminada lacontienda,1939, inicia un largo exilio, hasta el año 1984, que se inicia en

Francia.Recibiendo categorías del lósofo, también exilado, José Gaos, María

Zambrano adoptará como territorio o hábitat el exilio. Amo mi exilio seráuno de sus últimos textos repleto de emoción e intensidad. Gaos arma queel desterrado, una vez expulsado de la patria de origen a la que nunca re-

nunciaría, no lograba otra de destino; mientras que el transterrado, una vez perdida la patria de origen adoptaba otra de destino; nalmente, la terceracategoría, el exiliado, una perdida la patria de origen nunca lograba otra dedestino; es decir, el exiliado asumía esta condición como, quizá no como patria nal sino como matria, pues la matria nutre y sustantiva, dene y protrege. De este modo, Zambrano desde su matria auroral se alimenta ynos dona una obra con voz propia, heridaria y provocadora. Para que estofuera posible, se itera, la experiencia americana y sus huellas han de ser profundas.

Desde Francia, en 1939, se dirige a La Habana con destino a Morelia(México). En la Universidad de la capital del estado de Michoacán impar -

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te un cargado programa de sociología y losofía. El día que las tropasfranquistas entran en Madrid, María explicaba a sus alumnos la libertaden los griegos. En esta ciudad publica obras y artículos, a pesar de la bre-

ve estancia deja su impronta. Durante estos años son numerosas la tesisdoctorales sobre su pensamiento allí desarrolladas así como el Congre-

so Internacional sobre su pensamiento. Se puede armar que su obra y pensamiento, de acuerdo con las publicaciones gestadas en Morelia, dancuenta de la viveza y presencia de Zambrano. María no logró acomodarseen Morelia. Solicita acudir a México DF. No lo logra. Conesa que posi- blemente ocultos comportamientos misogínicos lo impiden. Decepciona-

da acude a La Habana.

Ciertamente será Cuba el territorio americano que Zambrano más ha-

 bitó. Cuba era la referencia. Desde La Habana realizó numerosas salidasa París con motivo de la enfermedad y apuros de todo tipo de su madre yhermana. El 1 de enero de 1940 se halla en la isla caribeña. Imparte clasesy dicta conferencias. Publica un número signicativo de obras y artículos.Colabora en publicaciones seriadas de América y Europa. Mantiene vivacorrespondencia con diversos intelectuales y aviva su amistad con el colec-

tivo del grupo Orígenes liderado por Lezama Lima, entre otros con Eliseo

Diego, Cintio Vitier, Fina García Marruz, etc, así como con otros exiliadosespañoles: Gustavo Pittaluga, Manuel Altolaguirre, Concha Méndez, etc., ala vez que no abandona sus contactos con Octavio Paz, Albert Camus, entreotros. Las circunstancias que vive Europa la llevan a reexionar sobre lacondición humana, sobre la historia.

Desde América intenta comprender la reiterada llegada del hombre a latragedia, a ensangrentar la historia, a la construcción de reiteradas ruinas.La tierra se ha convertido en ara sacricial del ser humano, lugar donde

no sólo se vierte sangre sino que, y además, se pierde la libertad. Dela historia quedan ruinas. La ruina viviente más representativa es el serhumano y sobre tal ha de reconstruirse un futuro que Zambrano, a pesardel drama, lo atisba esperanzador, no en vano algunos la calican como“lósofa de la esperanza”, otros “lósofa de la aurora”, pues es al ama -

necer cuando se vislumbra toda la paleta de colores de la vida; y sucedióque Don Quijote eligió este momento para salir a cabalgar, a la vida. Enun libro recopilatorio de artículos diversos, La Cuba secreta, se recogen

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estas manifestaciones. Las penalidades económicas en Cuba fueron nu-

merosas, pero también cuantiosos sus discípulos. Encuentros, congresos,artículos y estudios que reiteradamente surgen explican la eterna presen-

cia de Zambrano en la isla.

Las penurias económicas se suceden, por ello la lósofa andaluza ha deaceptar cuanta clase o artículo es posible. No obstante también recibe ayu-

das de numerosos amigos. Otro lugar caribeño e isleño será Puerto Rico.En la isla borinqueña aspiró a permanecer e instalarse, mas el permiso nollegaba. Tras diversos intentos para conseguir un empleo en la universidadno fue posible. Se atribuye a su vinculación ideológica la razón. No obstan-

te colabora en revistas. Imparte cursos y conferencias en diversas estancias

durante los años 1941, 1943 y 1945. En Puerto Rico mantiene viva amistadcon el rector de la universidad de Río Piedras, profesor Benítez, y con elgobernador de la isla, Muñoz Marín. La amistad con este político inspira-

dor de la modalidad o status quo de la isla respecto a los Estados Unidos,Estado Libre Asociado, se evidencia con la vinculación en determinadostextos de la constitución puertorriqueña con una obra clave de Zambrano, Persona y democracia.

En su obra Delirio y destino, obra autobiográca y confesional, reere

su estancia en estas islas como lugar de nacimiento, como catacumbas des-de las que se debe ascender para llegar a la luz. Las islas, trozo de tierraque surge, asumen su peso y espacio sobre el mar. El insularismo, hábitat propicio para las utopías, debe acarrear una nueva visión para recuperar unmundo sostenido en el conicto, Segunda Guerra Mundial.

Trece años suponen las estancias isleñas de María. Años febriles de acti-vidad y fabriles en la confección de textos. Años de penuria y aislamientode España. Años de conformación de un pensamiento propio y alejado de

su maestro, Ortega y Gasset, en los que se consolida uno de los temas nu-cleares del pensamiento zambraniano: “la razón poética”.

Este adentramiento de María en el continente americano, pues, es unacontinuación del ya visto a nales de la Edad Media donde una Europaagotada en luchas necesitaba encontrar una terra ignota, un mundus anver- sus para salir del mundus perversus envolvente. No en vano América fueantes soñada que descubierta (César Vallejo). El viático colombino alcanzóen primer término las costas isleñas. En la circunstancia bélica europeas

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las islas se convierten en lámparas de luz, en tierra salutífera. NuevamenteAmérica es tierra de refugio, de promesa.

María Zambrano, exiliada y a-terrada (sin tierra) eligió Américacomo espacio propicio para soportar la brega del vivir. Y desde Améri-ca realizó propuestas para alcanzar un mundo más habitable, para ellorecurrió a propuestas de nuestros clásicos iberoamericanos. Defendióa la democracia como el hábitat más natural del ser humano, como laespiral de hilos abiertos que acoge y recoge las propuestas y voluntadesde las personas, como el escenario en el que la persona ( person) puedesubirse y ejecutar su papel, ser sujeto.

Son numerosos los calicativos dados a esta lósofa, “dama errante”,“la dama peregrina”, etc. Elijo “señora de la palabra”, pues a ésta tratóde encarnarla como el logos spermatikos (Empédocles) disuelta por to-

das las entrañas, mas para ello se precisa volver al origen, a la pregunta,al momento en el que la losofía y la poesía iban de la mano, a la razón poética. La losofía con frecuencia se ha extraviado entre lodazales his-

toricistas y la sola hermenéutica es preciso recuperarla para que vuelvaa ser alethia, ciencia de y para los hombres. Y en esta tarea urge atendery leer las reexiones dejadas por uno de los pensamientos que, a inicios

del siglo XIX, se presencia con más fortaleza.En Santiago de Chile, La Habana, San Juan de Puerto Rico, Miami,

Morelia, Buenos Aires se han celebrado congresos internacionales ymonográcos referidos a la lósofa. Las publicaciones se suceden. Unmodo de colocar en patena una voz de esperanza, la propia de quiennos exige la necesidad de aprender a decir la propia palabra, la voz deMaría Zambrano.

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l presente ensayo se divide en dos momentos.Primero aborda la reexión de las mujeres enla obra de María Zambrano, de modo que po-

Lucrecia de León, el sueño

María-Guadalupe Zavala S.

Edamos contextualizar la reexión sobre Lucrecia de León

en su pensamiento losóco; en un segundo momento, ex- pondremos el sueño de Lucrecia de León desde la lectura deMaría Zambrano.

El tema de la mujer

Una de las reexiones constantes a lo largo de la obra deMaría Zambrano, nos atrevemos a señalar, corresponde altema de la Mujer. Podemos rastrear en sus diversas etapas

de formación y madurez intelectual un estudio sobre el pa- pel que han tenido las mujeres en la historia de occidente ynos parece que no ha sido casual.

En septiembre de 1945, la lósofa vive exiliada en LaHabana, Cuba, y escribe, a propósito de la distancia y dolordel desterrado de su patria, una carta a su hermana Araceli,quien vive con su madre en París, asediada por los nazis; en

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esa epístola, María Zambrano, se conesa y le cuenta que América no esaquel sueño del que todos participan en felicidad y abundancia, muy por elcontrario, América es una tierra que reproduce los mismos vicios de Euro-

 pa ancestral y contemporánea. Y sinembargo, le otorgaba algo que Españano logró darle del todo: crecer intelectualmente. No por vivir en América,sino por la experiencia del destierro.

En el exilio padeció grandes necesidades económicas, a las que tuvo quehacer frente desde su pluma con entrega y creatividad. Ser mujer y dedicar -se al quehacer losóco para aquellos tiempos debió ser tarea dolorosa yvivida en la soledad más profunda. La carta que podemos leer en los archi-vos de la fundación que lleva su nombre, nos describe a una mujer que in-

tenta abrirse camino en los espacios académicos universitarios, a la par quevive el desprecio y la envidia de su propios colegas y paisanos españoles.Para ella, la envidia es la enfermedad española por excelencia. Pero no esla misma chica que dejó España, ha madurado intelectualmente, al grado,de no reconocerse ni ella misma.

 No nos olvidemos que fue una de las primeras mujeres en ingresar alInstituto Nacional de Segovia, después entre 1921 y 1926 cursó por libre elPrograma de Teoría de la Literatura y de las Artes, cuando todavía estaba

vedado a las mujeres el ingreso a una carrera en losofía en la UniversidadCentral de Madrid y, también, una de las tres primeras mujeres que cursóun doctorado en losofía a nales de la década de los veinte, diríamos delorecimiento madrileño.

Quizá su particular situación por haber crecido en un ambiente magisterialcrítico, intelectual, político y cultural en la ciudad de Segovia, además de la particular experiencia de la maternidad (falleció casi recién nacido su hijo, enlas cartas que dirigió a Gregorio del Campo se habla del evento), le condujo

a cuestionar el orden social del momento y, sobre todo, a preguntarse sobre lasituación y condición de la mujer en la historia, de modo que esa experienciadel desgarro le condujo a tomarla decisión entre quedarse llorando y esperan-

do el amor caballeresco tras la puerta o luchar por una transformación radicalde la sociedad, donde las mujeres no fueran juzgadas por códigos masculinosy construyeran otro modo de ser mujer. Y no nos extrañe entonces por qué jamás se asumió feminista. Para ella se trató siempre de ejercer y no de pedirderechos, fue eso sí, una mujer moderna ejemplar.

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Vemos en sus obras que la mujer en la historia de occidente aparececonstantemente bajo rostros y temas femeninos riquísimos. Y fue La Haba-

na un tiempo de profunda reexión sobre el devenir histórico y losócode la mujer. Trabajó impartiendo cursos, conferencias, clases privadas y enla publicación de un sin número de artículos en revistas culturales y edu-

cativas, pese a las difíciles condiciones laborales de La Habana. Aunquecorresponderá este tiempo a la etapa académica estrictamente hablando,único periodo en que veremos a nuestra lósofa impartir cátedras sobre latemática, no será únicamente en Cuba, pues la isla de Puerto Rico represen-

tará otro espacio fructífero para su desarrollo intelectual.

Sinembargo, Cuba, Puerto Rico y también Estados Unidos le cerraran

las puertas al profesorado universitario, y ella, será consciente, supo que sucondición de exiliada y republicana era peligrosa para mentes conservado-

ras; no obstante, jamás claudicará de su liación a la República Española perdida, ni mucho menos de un quehacer intelectual independiente. Su en-

trega y entereza a un proyecto de transformación social democrático fue elsostén de sí misma en sus más de cuarenta años de exilio. Sus escritos nosmuestran el difícil camino de ser mujer y lósofa pese a su sólido compro-

miso intelectual y universitario.

Las primeras indagaciones sobre la mujer se efectuaron en sus años demilitancia juvenil universitaria en España, siendo miembro de la Federa-

ción Universitaria Escolar, y aparecerán publicadas en la columna Mujeresdel diario el Liberal de Madrid. Son escritos cortos, inteligentes, rebeldes y

muy atrevidos para sus tiempos, que nos muestran una sensibilidad profun-

da ante las problemáticas que todavía la teoría feminista no vislumbraría;nos habla de temas como violencia intrafamiliar, el feminicidio, los dere-

chos políticos de las mujeres, la exigencia de un trabajo digno y el derechoa educarse en una universidad.

Otros estudios sobre la problemática de la mujer y lo que denominócomo la guerra feminista, se da en el marco de conferencias que impartióen diversos espacios políticos obreros y culturales de Madrid y de algunas provincias españolas, además de sus clases en la Residencia de Señoritas,el Ministerio de Cultura y el Instituto Escuela; a este periodo correspondeen particular una preocupación por el papel de las mujeres en los EstadosModernos, y tenemos noticias de sus cursos y conferencias por notas perio-

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dísticas y cartas que envió a amigos; los artículos no se conservan porquedurante la guerra civil española, en septiembre de 1936, particularmente, sequemó su casa de Madrid.

Un tercer bloque de reexiones cobra vida durante su estancia en Cubay Puerto Rico, a través de una serie de conferencias impartidas como pro-

fesora invitada en la Universidad de La Habana y el Instituto de Altos Es-

tudios e Investigaciones Cientícas en aquella década de los cuarenta ycincuenta. Lo mismo en Puerto Rico, en San Juan y otras ciudades de laisla impartió cursos y conferencias como profesora invitada en la Asocia-

ción de Graduadas de la Universidad de Puerto Rico; algunos de los textosfueron publicados por la autora en la revista Asómate y Ultra de San Juan

de Puerto Rico, en particular, los estudios dedicados al estudio de la mujeren occidente. Otros tantos, aparecerán publicados en las revistas Sur deBuenos Aires y en la revista Rueca de México entre 1940 y 1955. Sin con-

tar las posteriores reexiones europeas, en las que estudia diversas gurasfemeninas como Eloísa del Paracleto, las mujeres en la obra de Benito Pé-

rez Galdós, Diótima de Mantinea, Antígona y Lucrecia de León, por men-

cionar aquellos ensayos largos, pues tenemos una serie de estudios cortosdedicados a los mitos griegos y que fueron escritos pensados para jóvenes

estudiantes de enseñanza secundaria.Sobra señalar la autenticidad de su pensar, puesto que todavía no se pu-

 blicaba el imprescindible libro de Simone de Beauvoir titulado El segun-do sexo, en el que encontramos en su introducción grandes coincidenciascon un texto de 1945 que María Zambrano escribió para presentar el libroGrandeza y servidumbre de la mujer de Gustavo Pittaluga, bajo el nombrede A propósito de “Grandeza y servidumbre de la mujer”, publicado enese año en La Habana y desde el que dirige una dura crítica al tratado, es-

tando únicamente de acuerdo en las servidumbres de la mujer pero no enlas grandezas que ensalzó el autor.

Y no será entonces casual el comentario señalado a su hermana sobre sucrecimiento intelectual y los primeros frutos de una intelectual libre, quiénal perder toda esperanza de ingreso al espacio universitario, desarrollarásin trabas y con la independencia que la necesidad económica le permiti-ría, una creación losóca tan original que superará al propio maestro, esdecir, a su querido lósofo José Ortega y Gasset. Y esa misma necesidad,

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 paradójicamente, gestará su razón creadora, la que le llevará a mirar y com-

 prender a la humanidad, impulsada por el conocerse primero a sí misma,desde una ética del otro y de la otra, intentando tratar al prójimo sin temorni vanidad, puesto que reconoció en el prójimo al hermano y a la hermana,al diferente.

En su pensamiento de madurez encontraremos el estudio de susAntígona(s), de Lucrecia de León, Atenea, Eloísa, Afrodita, Juana de Arco,Juana Inés de la Cruz, Nina y una serie de guras cticias, literarias, poetasy pensadoras dignas de ser estudiadas y visibilizadas por el quehacer lo-

sóco contemporáneo.

Pertenece a la etapa intelectual el interés por el estudio de los sueños,de ahí que decida prologar el libro Los sueños y procesos de Lucrecia de

León, estudiando la forma sueño y las nociones del sujeto soñante, el sujetosoñado y la nalidad destino como temas en los que nuestra lósofa centrasu atención para intentar comprender a la doncella castellana.

Los sueños de Lucrecia de León

La doncella y el hombre. La pérdida de España fue el título dedicadoal estudio del sueño de la joven Lucrecia de León, quien fuera oriunda deLa villa de Madrid y tan castellana como la reina Isabel la católica, pero adiferencia de ésta Lucrecia de León se negó a soñar.

España surgió como imperio bajo el reinado de Isabel y Fernando, losreyes católicos, el Santo Ocio había iniciado sus obsesivas persecucionesdirigidas a todo aquel que fuera considerado peligroso para el reino cató-

lico recién instaurado, la inquisición tenía por tarea acabar todas las here-

 jías y las falsas religiones, fueran judía, musulmana, maya, inca, azteca oyaqui; se trató de someter a su ortodoxia a todo habitante de su imperio, através del tormento y la conversión, en gran número de casos. Había caídoel mundo del Al Ándalus, vencida Granada quedaban apenas unos cuantos bastiones en el naciente Estado Español, que fueron disminuidos por Feli- pe II; a este periodo particular pertenece nuestra doncella.

Lucrecia de León sería requerida para proceso y tormento por atreverse asoñar, martirio que se prolongaría por cuatro años, tiempo en que daría a luza una niña. En 1594 sería condenada a abjurar de levi, a cien azotes, a dos

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años de reclusión y a destierro perpetuo de Madrid. Un castigo ejemplar sinduda alguna; al menos, así lo muestran los datos históricos que se ofrecenen la transcripción del proceso y que pueden leerse en Sueños y procesos de Lucrecia de León del historiador Juan Blázquez y, como hemos señalado, prologado por María Zambrano.

Del dato de condena podemos aventurar como año aproximado del naci-miento de Lucrecia de León, hacía nes de 1560, en 1568. Y también decircon certeza que fue detenida por el vicario de Madrid, un 4 de junio de1590 en la casa de Alonso Franco de León, negociante de genoveses, y deAna Ordóñez, quien tenía por entonces según la propia Lucrecia, veintidósaños y vivía en la casa paterna. Su delito, soñar que los herejes protestantes,

los turcos, los ingleses y los moriscos se sublevarían y llevarían a ruinas alrey español, luego de varias batallas.

Los intérpretes y transcriptores. Lucrecia de León tuvo como intérpretede sus sueños a Alonso de Mendoza, hombre universitario y de familia no-

 ble y antigua, alquimista y profundo conocedor de los estudiosos principa-

les de los sueños, hasta su tiempo. Éste solicitaría los servicios de fray Lu-

cas de Allende, comisario general de la Orden de San Francisco y guardiándel convento en Madrid; Diego de Victores, criado de Antonio de Toledo,

de la Cámara de su majestad. Éste último transcribió en mandato de suamor por Lucrecia, y fue también el padre de la hija de la doncella durantesu proceso inquisitorial.

Lucrecia de León perteneció a una muy modesta y honesta familia; segúnel proceso tenía sueños con visiones extrañas que despertaron la curiosidaddel investigador Alonso de Mendoza y fray Lucas, de modo que estos seinteresaron en descifrar o interpretar sus misterios, atraídos como estaban,sobre todo, por el contenido de guerras y destrucciones de ciudades; pero

sus interpretaciones fueron orientadas hacia nes personales.La doncella Lucrecia fue un chica como cualquier otra, sencilla y pura,

al mismo tiempo potencia creadora para María Zambrano; aceptó que sussueños fueran estudiados; era en realidad una doncella ignorante, no sabíaleer ni escribir; no tenía contacto ni conocimiento de don Alonso hasta queéste se interesará por sus sueños; sinembargo, se sabía una mujer integra,entendía que no estaba loca, ni alucinaba. De hecho entendía la causa por la

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que había sido puesta presa, suponía que eran los sueños transcritos e inter - pretados por Alonso y Lucas. En su interrogatorio insistió en decir que nomentía, que decía la verdad; pues estaba convencida de que no había hechonada por lo que pudieran someterla a proceso. Sabía que no había ofendidoa Dios ni a nadie por el hecho de soñar. Expresó que desde pequeña soñabae incluso que había sido azotada por sus padres por contar los sueños. Es-

tando presa, en esos cuatro años, únicamente soñó cuatro veces, sueños enlos que se encontraron tres formas de hombres.

En sus sueños es llevada por un hombre desconocido, al que no le daimportancia. Actúa de un modo pasivo, guiada por el soñar, y sin em-

 bargo, nos dirá Zambrano, insiste en señalar que no hace hincapié en

sus sueños, puesto que aora un temor no menor, al tormento. Rechazadurante todo el proceso la interpretación de los sueños que hicieran Al-fonso y Lucas. Acepta su propio sueño sin mediación alguna, en la que se presentan sus tres personajes: el Viejo que pesca en la mar de Inglaterra,el hombre que trae un León atado a una cinta, y el hombre denominadocomo Ordinario, quien le lleva a Francia, Turquía, Inglaterra y Polonia yle muestra los muertos, las destrucciones y las batallas, así como aquellosanimales nunca vistos por ella que son llamados búfalos. Reconoce queAlonso y Fray Lucas, sus intérpretes, glosaron, añadieron e interpretaronlos sueños a su antojo, para provecho de la República y el servicio delRey, pero en benecio propio siempre. En la transcripción se habla delluto en el Palacio y en las Iglesias, hay también una palma que indica alOrdinario que haga de cuenta que es su Rey, el hombre viejo, a quienella nombra en el sueño, Padre Adán, y va vestido de negro, además delhombre que lleva un León muerto.

 Nos dice en su estudio María Zambrano que lo mismo que Juana de Arco,Lucrecia de León fue castigada por soñar, aunque en sus confesiones negó

ver visiones de la virgen y escuchar las palabras de Dios, de modo que noalcanzaría el castigo de la joven guerrera francesa. Lucrecia de León no se pierde en los sueños, de hecho Zambrano encuentra que no le gusta soñary el sueño no presenta atemporalidad alguna, revelándose como un sueñode obstáculo; no hay una correspondencia entre imagen-realidad, muchomenos un enseñorearse del sueño, sintiéndose sujeto soñada; tampoco haygermen creador.

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Para nuestra lósofa el sueño uye sin problema alguno, como la narrati-va de una historia, que incluso vuelve a tomarse donde quedó; únicamente presenta el sueño de Lucrecia un momento donde se da una inversión en loque denominó prólogo del sueño y nal del sueño. Se da una descripciónde un momento que es entendido por Lucrecia, adivina en el sueño lo quesignica el luto y la palma, también sabe quiénes son los personajes miste-

riosos pero no lo revela a sus inquisidores; bien sabe las consecuencias que pueda tener el sueño y que, sin duda, hubieran sido peores de no haberseinterpretado a antojo de sus transcriptores.

De hecho nos indica Zambrano que si ella no hubiera adivinado en elsueño, estaríamos frente a un simple relato, pero la presencia de los hom-

 bres en los sueños de Lucrecia no es fortuita, ni que Lucrecia participe delsueño. Hay sin duda para la lósofa una conciencia despierta en la donce-

lla, la cual sólo puede darse en los sueños del soñante, pues cuando hayalgo que no puede decirse, algo que angustia y duele profundamente, semaniesta precisamente en el sueño. A Zambrano le parece que Lucreciaestá adormecida, callada en el sueño, incluso mira con atención, siente einterpreta el mundo de los sueños en el sueño, se mueve entre el dolor y elamor, está en el lugar deshabitado donde la verdad aora, habla para ella

y para sí misma, al tiempo que habla para todos los que son como ella,los de su pueblo dolido por la derrota y la muerte. Por eso es que no hacehincapié en sus sueños y no desea ni dormida ni despierta perderse enellos. Le duele y se duelen con ellos quienes saben su signicado comoella. Lo novelesco de un personaje es soñar y requerir que otros sueñen,que se creen una máscara y saber que otros le creen, señala Zambrano.Pero Lucrecia, en cambio, se sabe a sí misma, su actuar se dirige úni-camente a no soñar, en su sueño no hay atemporalidad, no se pierde nise deja sumergir perdiendo toda noción de sí misma; en el sueño se nos

aparece lúcida y consciente; cuando se escapa, duerme mas no sueña, no pretende soñar con libertad, más bien rechaza la esclavitud del tormento,negándose a soñar, únicamente desea dormir.

Y es que no sólo es tormento el proceso, sino la idea del derrumbe desu pueblo. La delidad de sus memorias y de su pasado, por eso insiste enreforzar su ser, dice Zambrano: Virgo potens, Virgo delis, Virgo Clemens,Speculum Justitiae. Recogida en su ser, la doncella que acepta ser llevada

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 por ese hombre. La delidad es el núcleo de este ser, su absoluto. Y es elmantenimiento de esa total delidad lo que mantiene a Lucrecia en su serdoncella, aunque llegará a ser madre, sin olvidar que la condición maternalse nutre, nos dice, de esa pureza. Speculum Justitiae, porque no tiene saberalguno acerca de ella, no es justicia para ella o para ella sola. De hecho saledueña de sí.

Y no era nalidad-destino lo que buscaba en su sueño. Se negó a quedar -se junto a la palma, su Rey, nos dice Zambrano. Palma del Al Ándalus, la palma del islam. La palma era el Rey, su rey moro, su servicio a Dios no eraal cristiano, sino el Dios te salve padre Adán, el profeta primero del islamque buscaba Lucrecia en sus sueños.

Obviamente, esta doncella ignorante nada sabía de sí, y sinembargo,Zambrano ve que hay una búsqueda no de ella, sino de su salvar la historia,una historia en la que se siente incluida y prisionera. Hay un interés ínti-mo y profundo, la memoria de un pueblo, su pueblo, ese que le había sidonegado; leyenda de una historia prohibida en castilla, memoria olvidada yfundante de su familia, de ahí que en sus sueños, irrumpa el dolor y el amorhacía un rey-Palma, un profeta-Adán, y el dolor de la terrible devastaciónque indica que se ha de perder España y ha de morir su rey: Speculum Jus-

titiae, -contra la historia que no sirve a Dios.El sueño de Lucrecia de León fue y es un intento por reivindicar las me-

morias perdidas, las memorias que el Santo Ocio y los reyes católicos nolograron derrotar. Rechazó durante todo el proceso la interpretación de losinquisidores y de los doctos transcriptores porque no era su mundo y, aun-

que no sabía bien cuál era su mundo, sí sabía que todos los intérpretes pordoctos que fueran, eran incapaces de sentir su amor y el dolor de la caídadel reino de su rey-Palma.

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Tintineos de jardinesrunrunes de calles dadas al desprestigioy arrullos del agua en las fuentes corredizashechas al amparo de venturas en remojoLo dicho se relaciona con el despojo

de cada paso por lo quedado atrásal tomar en cuenta a las síldesa los minotauros/ o a los días monótonossaturados de lluvia

El fuego enciende el aire en ocasiones  de triste lamento

Impulso en zonas de olvido permite descubrir lo acolchado del silencio

e impulsar palabras con el sonsonete  de los apremiosRutilante/ el recuerdo persisteen los asomos de holgura por la sensatez de los humanos procederesantes favorables al desesperoImpulso de la voz en el cuello

Meditación erranteen tiempo de M.Z.

Carlos-Enrique Ruiz

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 Indecisa, apenas articulada, se despierta la palabra.  María Zambrano

La reivindicación de fuego-tierra-aireen las jornadas de vidas por hacer logra la dicha en los entresijos de concordia  y amistadLa vida es un transcurrir de dudas y sospechasal alcance de la mano

El ruido hace de la soberbia un canonde intereses ocultos

Subrepticia mirada que cruza el aireen la proximidad de espíritus sobrecogidos  por el anheloy alas desplegadasen la mesura de canciones incomprendidasEl aire circula en los pasillos de la memoria

y deja en trance de gloria fallidalas palabras reunidas en muro de contención

Deslumbrante región de la memoriaen los pareceres del destinocon la casualidad propia aparece de vez en cuando  a la manera de anticipoen los momentos felicesRegiones las hay que hablan con el recitativo

de las cosas al emerger de la luz  o de lo insondable

Escaramuza en la ironía de sonrisasamparadas en el disimulo hilvanado por nubesatadas al destino de lo que huyecon la lentitud propia de los sigilos

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 Noches de tiniebla se confundencon lo irónico de miradasdesde un cielo atormentado por la clausura  en rastros de luz

 Nubes recobran la vida de especies fortalecidasa la sombra de colosos

Ínfulas de las piedras en las postrimerías  de arroyuelos

enardecen las aguas/ en memoria de nubesy en las tardes se agota todo esfuerzo por despejar horizonteDías son horas/ minutos/ segundos/  instantes

con el descubrimiento de señales furtivas

En la fortuna de los mares reposa el olvido  de cualquier pasado bajo el impulso oscilante en piltrafascon señales cautivas

Minúsculas esferas emprenden la conquista  de espacioscon fuego-agua-aireelementos de reconstruir la tierra  a fuerza de venturasMares aprisionados en lo fortuito del deseo

Largor del tiempo en las palabrassueltas al desgaire de acontecimientos

  mediados por el destinooprime la voz en el corazón de las deidadesescapadas de los anaquelescon la rebeldía de primerizosTropezones da la vida sin remedioen la suela de los zapatosy en los labios de amantes dados a la fuga

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 El hombre camina ya solo, con una carga, con algo que dentro se le debate en agonía de asxia. Camina solo, sin más luz

ni guía en su libertad que la lámpara de su razón.

  María Zambrano

Sentimientos en la palma de la mano  en la miradaen los labios

en el hondo silencio de las dudas  y las inseguridades

Sentimientos en la cautela de balbuceos  insignicantestranscurren por las vidas  a veces de manera insensataAl amparo de la palabrael silencio rotula pasiones con el nombre  de la vida en apremio

La creación desvive las palabras/ los coloreslas formas/ el sonido

con el ímpetu del hallazgo en el cautiveriode seres iconoclastas

En medio de la apoteosisaquellos seres desvelan las palabrasconsumidas en el ardor de sensaciones primigeniasCrear es recuperar la dádivacon la que Dionysos rescata la reconciliaciónentre dolores y orgías

Pensamiento/ imagen/ ritmosilencio…características que se impone a la palabraen busca de la inocencia perdidaEl silencio escudriña en la palabra por el sentido vivencial de un presente  de conjeturas e ilusiones

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Capacidad perdida para el desahogo de los montesen seres dados a la intrepidezde soñar un pasado y suponer la angustia del futuro

Anhelo de razones en el sentir de pasadocon la transparencia del aireen las condiciones de un tiempo idoDisparidades en fusión con la palabraen el secreto de las audiencias frente al espejo  que encuentra la vida

Unidad en el asombro de la dicha íntima  esencial/ oscurecidaen la geometría de las nubes

La realidad se asoma en una ideaen la palabra desmemoriada/ carente de riesgocon decir superuo pero la realidad golpea en los sitios del dolor   y el sollozo

en las alegrías de la suave brisa

encendida en el rostro de los caminantesMetáfora en lo inabarcable de la razóncon pie en Valery o en Empédocles

Crisis de la vida en los apuros y apremios del tiempocon el rubor de señales al desgaireLa vida en el manantial de Heráclito  cambiante/ mutableen el devenir 

insurrecta y profundaarrojada al destino de una suerte echadaVida en la colior/ y la hortensiaen la sonrisa de placidezy en la angustia de instantes críticos por superar 

En el corazón se depositan los arrebatos del amor con llama/ o fuego en delirio

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También el sufrimiento lento por la incomprensióno la no respuesta en los desafíos del amor Cuestión de luz/ y de aguas devoradas por el tiempocon el misterio de su reapariciónSecretos de la naturaleza emponzoñan destinos  y subliman la pasión

Latir de máquinas/ música del corazónritmo en la noción del tiempofaraones de conquista en la penumbra  de oleadas celestiales

En lo íntimo el gozo aclimata la posibilidad de vidaen sacricio de esferas propiciatorias de ansiedady recoge hallazgos alejados de la razónEn soledad los espíritus se encuentran para esparcir la dicha consumada

Perplejo en la transparencia de forma y estados por lugares el individuo sueña con delirioen la quietud del mundo

algo imposible de medir con los pasos de forastero  venido a menosEl asombro se simula en los ojos

y en las comisuras de los labiosen apego a la unidad ética/estéticaRetorno en monosílabos bajo la compuertade vagas incertidumbres

Quedará siempre la duda referida a la circunstancia

 –esa rencorosa carcelera de nuestra libertad.  María Zambrano

La vida en abismo en medio de mares y de aurorases motivo para el deslumbramientoEl tiempo responde con dicultades llanasal cubrir distancias inconmensurablesdispuestas para reconocer el principio

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  y el n de todas las cosasSeres de conformidad desconocidale apuestan a la timidez de la esperanzaen escritura de pluma  a la manera de los antiguos

La palabra indecisa responde al tímido respiroen las fuentes del agua hechas fuegoAl circular el tiempo las palabras rebotan  en la piedray de su huella brotan plantas e insectos omnívoros para alimentar la ilusión del decir en el actuar   por mares de vida en lo insondableAl respirar arde el entorno en lo denso del suplicio

La palabra es motivo de indecisión  de libertad en el riesgo

con titubeos en busca de sentido

o de impacto sutil en el aire/ que es fuegoal asedio de encuentros

en el furor del deseoPalabras juegan con el dócil trato del tiempoentre lo diáfano de un vagar por espacios  del silencio

con apuesta de libertad

Escondido en el mundo cada ser enciende  silencio y ansiedad

 por agujeros de la vida

con merodeos de encuentros fugacesy escapes en miradas al innitoEn lo humano el conocimiento aventura vacíos  y desconciertos

en escena carente de ruido

La luz escapa de ser atrapada en el sosiego de tardescon la insolencia del adiós

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Lo extático del espíritu encamina alojamientos  dispersosen la sinuosa presencia de sacricios  y renunciaciones

Espíritu en vuelo con aposento en el serque de pronto escapa al tiempo que le tocaEn la palabra se reencuentra su intención fallida  de permanenciaLo transeúnte del ser apuesta por olvido y remembranza

La sal de la tierra penetra con insidia en el corazón para hacer de los sentimientos pasión corrosivaque las palabras engalanan con secretas armonías  de la distracción y el olvidoLa tierra es sustancia en la tiranía real de la vida

con la indemne presencia de lo amorfo

La vida de las palabras es cauce de vidacon la solvencia del transcurrir 

al abandonar la soledad de principios enajenados por el pensamiento que recoge lo interior   de sufrimientos y gozosPalabra es vida en el soporte de sonidos provenientes del corazónEl silencio se vuelve abandono en cada esquina

El tiempo al pasar favorece el diálogo  con la luz y la sombra

en paliativo al dolor inigido por el silencioEn ausencia de palabras la luz hace oscuridady la oscuridad protesta en los goznes del universoSonatinas entretejen la curiosidad del ser   al existir 

Impoluta la sombra desafía la vida  en abismo y vértigo

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al amparo de señales herméticascon el menosprecio del castigo ajeno al tiempode las clemencias

 La contemplación es la ley que la belleza lleva consigo  María Zambrano

 Pilar González-Gómez

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María Zambrano, en sus palabras.“… lo que siempre ha sido mejor para

mi pensamiento: la penumbra tocadade alegría. Y entonces, calladamente –en una penumbra, yo diría más quede mi mente, de mi ánimo, de mi co-

razón- se fue abriendo como una orel discernido sentir de que quizá yono tenía por qué dejar de estudiar -

losofía. Y así, como si de algo naturalse tratara, aquel verano me sumer -

gí en la Ética de Spinoza y en la 3ª. Enéada de Plotino.”

“… el socialismo me era muy cer -cano pero que yo no servía para la política, me llegué a mi cuarto y me puse a estudiar  Historia de la Filo- sofía, precisamente el capítulo de los pitagóricos, y mi padre entró, con ese

respeto que no deshace la intimidad, preguntándome si acaso yo tenía al-

guna duda acerca de la decisión queacababa de tomar. No sin cierta pau-

sa yo le contesté que ahora lo que meimportaba de veras era lo que estabahaciendo, seguir estudiando a los pi-tagóricos. Mi padre, que había sidosocialista hasta el momento mismoen que apareció la República, me besó en la frente y se retiró silencio-

samente.”“… me atrevo a decir, ya que no setrata de ser más ni menos, de haber pasado toda mi vida en esa delidada lo esencial de la actitud losóca,es decir, de la ética del pensamientomismo, de esa ética cuya purezadiamantina encontramos en la  Ética 

   C  a  r   á   t  u   l  a ,  r

  e  v   i  s   t  a   A   l  e  p   h   N  o .

   1   (   1   9   6   6   )

Notas

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de Spinoza y en el adentramientosingular, único, de Plotino, mediadorde todo el pensamiento antiguo y aún

de la recóndita religión para entregarlomás puro e intacto a la nueva épocacristiana, ya que si no abrazó la nacientereligión no fue por aquejamiento delánimo sino por amor a la pureza del pensamiento… En denitiva, lo que seencuentra en Plotino es la universalidad

de una religión de la luz.”

“…, el nacimiento, de la razón poé-

tica, llegado a mí casi a ciegas, en

la penumbra del ser y del no ser, delsaber y del no saber. Así, en ese lu-

gar donde se nace y se desnace, que

es el más adecuado, el propio del pensamiento losóco. Cuanto másentregado más viviente. Cuanto más pasivo más ardiente, cuanto más, al parecer abandonado, más activo.”

Ref.: María Zambrano en la nota li-minar (Madrid, 1986) a la reedición desu obra: “Hacia un saber sobre el alma”(Ed. Planeta DeAgostini, Barcelona2011)

 

Patronato histórico de la Revista. Alfonso Carvajal-Escobar ( ), Marta Traba( ), Bernardo Trejos-Arcila, Jorge Ramírez-Giraldo ( ), Luciano Mora-Osejo,Valentina Marulanda (

 

), José-Fernando Isaza D., Rubén Sierra-Mejía, JesúsMejía-Ossa, Guillermo Botero-Gutiérrez (

 

), Mirta Negreira-Lucas ( 

), Bernar -

do Ramírez ( ), Livia González, Matilde Espinosa ( ), Maruja Vieira, HugoMarulanda-López ( ), Antonio Gallego-Uribe ( ), Santiago Moreno G., Eduar -do López-Villegas, León Duque-Orrego, Pilar González-Gómez, Graciela Ma-

turo, Rodrigo Ramírez-Cardona ( 

), Norma Velásquez-Garcés, Luis-EduardoMora O. (

 

), Carmenza Isaza D., Antanas Mockus S., Guillermo Páramo-Rocha,Carlos Gaviria-Díaz, Humberto Mora O., Adela Londoño-Carvajal, FernandoMejía-Fernández, Álvaro Gutiérrez A., Juan-Luis Mejía A., Marta-Elena Bravode H., Ninfa Muñoz R., Amanda García M., Martha-Lucía Londoño de Maldo-

nado, Jorge-Eduardo Salazar T., Ángela-María Botero, Jaime Pinzón A., Luz-Marina Amézquita, Guillermo Rendón G., Anielka Gelemur, Mario Spaggiari-Jaramillo (

 

), Jorge-Eduardo Hurtado G., Heriberto Santacruz-Ibarra, MónicaJaramillo, Fabio Rincón C., Gonzalo Duque-Escobar, Alberto Marulanda L.,Daniel-Alberto Arias T., José-Oscar Jaramillo J., Jorge Maldonado ( ), Maria-Leonor Villada S., Maria-Elena Villegas L., Constanza Montoya R., Elsie Duquede Ramírez, Rafael Zambrano, José-Gregorio Rodríguez, Martha-Helena BarcoV., Jesús Gómez L., Pedro Zapata, Ángela García M., David Puerta Z., IgnacioRamírez (

 

), Jorge Consuegra-Afanador, Consuelo Triviño-Anzola, Alba-InésArias F., María-Dolores Jaramillo, Lino Jaramillo O., Alejandro Dávila A.

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Pilar González-Gómez. Artista plástica colombo-española, residente enMadrid. Ilustradora principal, altamente calicada, de la Revista Aleph.Además ejerce como Psicóloga Clínica.Carlos Gaviria-Díaz. Profesor universitario, ex Magistrado de la CorteConstitucional. Pensador con líneas de trabajo: losofía del derecho,losofía política, derechos humanos, losofía antigua. Sócrates su pa-

sión.Carlos-Alberto Ospina H. Doctor en losofía del arte, profesor e in-

vestigador en el departamento de Filosofía de la Universidad de Caldas.Ensayista.

Graciela Maturo. Ensayista y poeta argentina, profesora/investigadorade la Universidad de Buenos Aires. Número importante de libros publi-cados.

Heriberto Santacruz-Ibarra. Profesor e investigador del departamentode Filosofía de la Universidad de Caldas, con estudios de doctorado. Lí-neas de investigación: ética y losofía política. Ensayista.Antonio García-Lozada. Doctorado en literatura; profesor e investiga-

dor en la Universidad Central del Estado de Connecticut (EUA). Escribeensayo y cuento.

Darío Ruiz-Gómez. Escritor, con amplia obra publicada en narrativa, poesía y crítica; profesor de la Universidad Nacional de Colombia, sedeMedellín.

María Paz Gómez-Gaviria. Profesional en Filosofía y Letras de la Uni-

versidad de Caldas. Ha publicado artículos y poemas en revistas nacio-nales. Poemas suyos aparecen en los libros “Voces Nuevas” (Caracas,2010) y “Poca Tinta” (Manizales, 2012). Guionista del programa radial“La balsa de la Medusa” (Radio Cóndor, Universidad Autónoma de Ma-

nizales) dedicado a temas de losofía y literatura.María Elizalde-Frez. Doctoranda en el Programa de Pensamiento espa-

ñol e iberoamericano (Universidad Autónoma de Madrid, España), Ma-

gistra en Pensamiento español e iberoamericano.

Colaboradores

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Revista Aleph No. 167, año XLVII (2013)104

Rogelio Blanco-Martínez. Ensayista. Amigo y responsable (1984-1991)de la edición de las obras de María Zambrano. Miembro nato de la Fun-

dación María Zambrano con sede en Vélez-Málaga. Autor de estudios yartículos sobre la lósofa.María-Guadalupe Zavala S. Candidata a doctora en Filosofía por laUniversidad Nacional Autónoma de México. En la actualidad imparte elSeminario Filosofas de la Modernidad en la Facultad de Filosofía de laUniversidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Sus líneas de inves-

tigación: teoría de género y losofía política.

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