Alejandro Crotto Poemas

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DEL LIBRO ABEJAS (2009) Pido mi puesto Frotá en mis ojos menta y nieve, y con las uñas que hace un rato rayaron de naranja las nubes desprendeme las costras, rascá el óxido; teneme de los hombros, restregame en el limón de pulpas ácidas, y con tu limpio soplo aliviá el ardor mientras me das de nuevo. Porque pido mi puesto, despertar. Las palomas Hay que ponerse rápido las medias porque el piso de piedra está frío; en la cocina desayunamos leche, pan con manteca y miel, después salimos a cazar palomas con nuestro rifle de aire comprimido, mi hermano y yo con menos de once años y con botas de goma, camisa gruesa a cuadros y balines en el bolsillo –dos o tres, los próximos a usar, van en la boca. Vamos dejando huellas en la helada que empieza a deshacerse, vamos alerta entre las ramas de los plátanos, los altos eucaliptos, el nogal, las casuarinas, los álamos del haras, la pileta, un tiro cada uno, caminando, señalando de a ratos las copas del otoño. Después, detrás del lavadero, entre frutales, las desplumamos y las destripamos: sosteniendo en la izquierda el peso tibio vamos sacando plumas con la otra, las más largas y duras en la cola y el ala, las fáciles del pecho, las cortitas y oscuras de la espalda, las más suaves en el flanco, debajo de las alas en la axila; van quedando en los yuyos enredadas hacia el lado del viento, pegadas en las manos, suspendidas del aire cuando se arremolina de repente; después vamos vaciando el cuerpo, mucho más chico ahora en relación a la cabeza: primero el buche, a veces con semillas de girasol intactas que se pueden comer, apenas agrias, y metiendo con fuerza los dedos hacia arriba donde termina el esternón, girándolos dentro del cuerpo todavía caliente, agarrando y tirando para abajo, arrancamos los largos intestinos y la panza, sacamos los pulmones como una esponja rosa pegada a las costillas, los riñones, el hígado, el quieto corazón,

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DEL LIBRO ABEJAS (2009)Pido mi puesto

Frot en mis ojos menta y nieve, y con las uasque hace un rato rayaron de naranja las nubesdesprendeme las costras, rasc el xido;teneme de los hombros, restregameen el limn de pulpas cidas, y con tu limpiosoplo alivi el ardor mientras me das de nuevo.Porque pido mi puesto, despertar.Las palomas

Hay que ponerse rpido las mediasporque el piso de piedra est fro; en la cocinadesayunamos leche, pan con manteca y miel,despus salimos a cazar palomascon nuestro rifle de aire comprimido,mi hermano y yo con menos de once aosy con botas de goma, camisa gruesa a cuadros y balinesen el bolsillo dos o tres,los prximos a usar, van en la boca.Vamos dejando huellas en la helada que empieza a deshacerse,vamos alerta entre las ramas de los pltanos,los altos eucaliptos, el nogal, las casuarinas,los lamos del haras, la pileta,un tiro cada uno, caminando,sealando de a ratos las copas del otoo.

Despus, detrs del lavadero, entre frutales,las desplumamos y las destripamos:sosteniendo en la izquierda el peso tibiovamos sacando plumas con la otra,las ms largas y duras en la cola y el ala,las fciles del pecho,las cortitas y oscuras de la espalda, las ms suavesen el flanco, debajo de las alas en la axila;van quedando en los yuyos enredadas hacia el lado del viento,pegadas en las manos, suspendidas del airecuando se arremolina de repente;despus vamos vaciando el cuerpo, mucho ms chicoahora en relacin a la cabeza: primero el buche,a veces con semillas de girasol intactas que se pueden comer,apenas agrias, y metiendo con fuerza los dedos hacia arribadonde termina el esternn, girndolosdentro del cuerpo todava caliente, agarrando y tirando para abajo,arrancamos los largos intestinos y la panza, sacamos los pulmonescomo una esponja rosa pegada a las costillas,los riones, el hgado, el quieto corazn,que los perros atrapan sin que toquenel suelo; en la canilla lavamos las palomasy les cortamos la cabeza, las atamossubidos a un banquito de la pata a un alambre hasta la noche.

Las manos queman por el fro del agua,brillan los cuerpos en el aire, al sol; la vidaes material, y la materiaes difcil, sagrada.Zoolgico

a T.

Acelerado humo de colectivosy de garrapiada, gritos, globos,grandes palomas negras, vamos,ac se abre una fresca fuente de flamencosa la maana azul de tanta luz enormeque enflaquece a los dos osos penosos y polaresde flecos blanco oscuro y amarillos,y magnifica a la elefanta, su cabezaarrugada de tierra tranquila,el mbar vivo de su ojo; reflejadaspersonas parecieran adentro del vacocubculo felino, luego echada una sombraresulta la pantera; y qu aora en su ensueosentada, derechita, con la vista perdidahacia el noreste una nostlgicasuricata?; el bisontede brava barba entreveradadel lomo a la brutal cabeza luminosamendiga lengua saca por una galletita; pero cmo:lo que hay en esa jaula es slo un par de chimangos!y el chimpanc a treinta centmetros del vidrionos mira para adentro sin relmpago,con la melancola laminada como ceraen los ojos abiertos y velados...y basta!que vinimos a ver los animales:el cocodrilo cruel y quieto, tronco o roca,clavado solo al sol boca entreabiertay el avestruz que avanza elstico en su hip-hop afro, chauasno santsimo, cruza de yegua y de cordero! Vamos, dale,caminemos, que yo tambin estoy cansado, por las tipas,entre estas finas aves de corral con coronitas y colores,volvamos opa! a la ciudad, los edificiostransfigurados a travs de la inflamada coladel pavo real.Entierro de Guillermo Martnez

Se activa el vulo sembrado, alarga manos, piernas,forma sus rganos, aumenta, afina rasgos,y abre a la madre, nace, asoma su ojo de varn al ruido,se hace de dientes y palabras guaranes,alcanza rpido su mxima estatura, engendraen otra dos que no prosperan y se va,es veintin aos en la sierra cordobesa hachero,crecen sus manos, clibe se encoge un poco y endurecelos ojos contra el sol, todo fajado por las hernias,la cara ms enorme cada vez con menos dientes, y recalade cuidador del campo familiar de veraneoen la casa ermitaa del arroyo entre espinillos,y en verano porteos de cambiantes estaturaslo buscan fascinados, y l se re, les traduceun poco el guaran, les da del guiso de cotorrasque come tras cazarlas con gomera y piedrecitas-el ndice doblado y el pulgar hacen la horqueta-puesto con naturalidad tan fcil en el mundo,con toda la verdad de su gastado cuerpo, y cedeayer, queda sentado bajo el sauce con los ojosopacos que ven lejos, y no hay nadiea quien avisar nada, y ahora le damos tierra,acostado y envuelto en arpillera hasta los hombrosentre el zumbido azul del sol al medioda,sembrado a su creciente eternidad.Mira el padre joven la ecografa donde sumergida en el lquido amnitico late su hija de cinco meses, y le habla

Venida desde dndecon inminente cara y peso entre las cosas, casi lista,acuclillada abrindote en la tibia enredadera de tus venascon propio corazn,salto de humor,surgida al tiempo, enjambre: bienvenidaa las aguas redondas de tu madre,bienvenida a la tierra.Medioda

Bajo el cielo sin nubes, en la mesa, ah estn:tallarines con salsa de tomates,un pan quebrado y agua, vino.

Ah est la harina con el huevo y las manos.Ah est el trigo, las uvas que tomaron sol y noche,y los tomates destruidos, salpicados de queso,el agua limpia.

Ah estn: mir y ol y mastic feliz, devotamenteEn el haras Vadarkablar

Hasta el corral de tierra y tablastrajeron al retajo,un criollo sin halo genealgico,sin nombre ingls o propio o sangre pura,a que probara conocer si estaba lista la alazanaalzada como un dios entre jejenes en la luz amarilla de la tardecon tormenta de fondo; a ver si estaba honda y dispuesta,veterinarios jvenes de blancos guardapolvos entreabiertosentraron el retajo lazo al cuello, y el caballomeneaba cabizbajo entre resoplos la cabeza y de repentela levantaba sealando a la alazana esplndida; y la yeguatirante, sus ollares finsimos alerta, casi ciervo,miraba de reojo mientras daba su grupa florecida,y se hizo agua un poquito, se iba abriendo, parpadeabasu sexo, y apartaba la cola, y el criolloera potencia aproximndose crecientehasta montar la yegua y lo desviaronlas manos enguantadas, lo sacaron tirndolo del lazo y uno dijoest lista, buscalo al Equalize que por las dudas la maneoy mientras se acercaba por momentos de costadoluego enseguida pecho al frente,desplegndose altivo, cabeceandoel aire que rompa al paso fino,el padrillo valioso, se llevaron al otro hasta un corralcon bebedero hasta maana, y el retajoya manso, hocico en agua,temblaba en rfagas oscurascon mnimos relmpagos, no haba viento,se vena la noche.Le hablo a su cuerpo que duerme

Ah ests: un animal desparramado que respiraen la luz verdadera de la siesta,y hace un rato tu ritmo trot rpido, cuerpolargo y sembrado y tibio.

Huelo tu olor; huelo tu olor revuelto, frtil.De lo que abunda el corazn hable la boca

En esta viva sal quedmonos que quemasin consumir; en esta levaduraque de los huesos secos saca abejas, mielmultiplicada; en esta saviaque en el bloque del pechoirriga un corazn de carney despierta los ojoscon su corriente limpia,y remontmosladejndonosen el fermento de sus uvas cadada. De lo que abundael corazn hable la boca.

DEL LIBRO CHESTERTON (2013)Como creciendo en el carbn la brasa

Entonces, de repente, percibir,como creciendo en el carbn la brasa,en cada cosa, ahora, alrededor,y dentro, una sal brusca, una promesaa punto de cumplirse, o ya cumplida,que te busca, quemndose de nuevo,o, como anima al ojo la miradaatenta, una corriente, un pulso vivo;un pulso incandescente en la rendija,una sal de latidos diminutos,un filo que rozndote se aleja,un brillo oscuro en los segundos quietos.

Que sea nuestro cuerpo la pupilaque se abre si hace falta y no vacila.Cuerpo

Beln, casa del pan. Pasa la noche.

Son de noche los huecos en la pared de piedramirando en el vaco de la noche.Y son ojos callados mientras pasa la noche.

Beln, casa del pan.Un llanto, una mujer abierta.

Pasa la noche. Pasapor el cuerpo del asno,por el cuerpo del buey, echados en la paja,por la bruma caliente que respiranmientras pasa un segundoy despus otroy otropor sus ojos abiertos que reflejanun llanto que se calmacuerpo a cuerpo.

Beln del cielo despejado y fro.Beln del asno santo.

Beln, casa del pan, el trigo roto, el agua.Casa del pan, Beln, la harina, el fuego,la pura levadura: una mujer, la rosa repentinade su risa en la noche, cuerpo a cuerpo,la risa de su carne.

Pupila que titila,pupila vulnerable que titilamientras pasa la noche,casa del pan,Beln.Una cancin tan fra y tan apasionada como el alba

Latas, vasos de plstico tirados al azar. Arrancael da; arranca y muestra drstico en la playavaca el final de la fiesta. En la luz fra,tapado con arena a nuestros pies, el restocarcomido de un tronco humea apenas.

Detrs el mar, el ruidoopaco de las olas repetido.Oracin

Danos la paz de tus caballos mojndose en la lluvia.

Tu paz de brasa fija.

Tu paz de siempre dar, tu paz que enhebra.

Tu paz del corazn cuando descubreque se quiere mejor desde la herida.

Rayo manso de Dios, Cordero, dnosla.La alegra

El mar trep a la orilla dando tallos y troncos,la rama que se estira con sus peras sembradas de peralespero tambin buscando nuevas frutasy flores, como el huevo del pez sus golondrinas.

Como, amndose y pudrindose,las antiguas musaraas sacaron de sus entraasdromedarios, elefantes de trompas extravagantes,delfines. Como la extraa mareaque nuevas formas tanteava forjando en el deseolentamente a lo largo de siglosmanos, aletas, la cola del vvido pavo real,la oreja del conejo, el renacuajoque se hace rana y maanava a poner nuevos huevos,uvas rojas,el abrojo,el ojo del len,de la liblula,lo que en el rbol ciegamentetuerce las ramas a la luz;sus hojas de sed femenina,la spida, lvida savia,tu sangre con sales de mar.As

Que sea pura desmesura compactada.Armada la cabeza a ras del piso.Macizo, la piel gruesa, un poco cosa:una forma monstruosa de belleza.

Mucho, inquietante, gris blindado.Potente, amontonado hacia delante.Monte indolente. As: rinoceronte.La lambersiana

Detrs de la pileta hay una lambersianadel color del limn. Es medioday reverbera el aire en el calorde febrero y la quieta resolana. Los grandesya se fueron a misa,van a rezarle a Dios, que no se ve y es santo;mientras tanto los primos nos metemos al agua,nos secamos tirados entre risas al sol.

Despus yo entr en la lambersiana. Era otro mundoah dentro, como ver otro lado en las cosas,lo que las sostena. Afuera los penachos amarillosen el aire caliente, y una estructura adentrode ramas resinosas y la luz, la fresca luzfiltrada, que me dura.Ac el fuego transforma la madera en ms fuego

i. Como forma la ostra en su interiorComo forma la ostra en su interior la perlaexacta, esta cancin nacida desde un puntoque quema, y escondida, esta cancin tensadaen ese ardor. Un ntimo relmpago, el fulgordndose forma luego de encendida crislidade ncar, pura herida, pura brasa encriptada,espina y flor. La slaba, su voz, dijo tu nombre,meti a tu cuerpo y quema y da placer la encinaentera en una actual bellota. Est en tu cuerpoahora, no te asombre que as de dulce duelacomponer su potencia precisa, su alta nota.ii. As como la lluvia cae del cieloAs como la lluvia cae del cieloy se filtrafecunda y no regresasin haber empapadoa fondo el suelopara que nazca trigo, harinaespesay pan; as como la brasa vivaen la ceniza yace oculta y luegoal drselepor fin lugar se activacon creciente fulgory enciende el fuego;as como la savia trasla esperadel invierno por vasos diminutosdespierta a los sarmientos y generacon ntimocuidado flores, frutos... As el verbo que salede su bocahace nuevas las cosas si las toca.iii. Ac el fuego transforma la maderaAc el fuego transforma la madera en ms fuego.Vena con premura su llama calentndolapor fuera y la incendi cuando la vio madura.Y aunque sea fuego es agua verdadera, una fuenteque mana con dulzura. Y esta sed que uno saciacuanto quiera en el agua sacindose perdura.Es fuego que al morderte te repara, corrienteenamorada de agua clara. Fuego ferozde llama tierna: pira, manantial que renuevaal que lo mira. Es fuego, es agua el vivo amor,ahora tiembla un dulce poder que me enamora.