Alejandro Alvarez - EL Retorno de Los Brujos

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MEMORIA 250 4 MÉXICO 2012: ¿EL RETORNO DE LOS BRUJOS? LA NACIÓN ALEJANDRO ÁLVAREZ BÉJAR A finales de 2010, hacer un ejercicio de pronóstico sobre las condiciones en que llegaremos a la coyuntura electoral de 2012 es tarea complicada en exceso, pues hay que ir más allá de una simple extrapolación de las tendencias ya presentes, aunque al mismo tiempo dichas ten- dencias tampoco se puedan ignorar pues muchas de ellas son reflejo de procesos estructu- rales que no van a cambiar demasiado en el curso de poco menos de dos años, que es cuan- do tendremos las elecciones. Además, en las ciencias sociales no hay lugar para predicciones muy delimitadas y precisas, y, en cualquier caso, es alto el margen de error. IMAGEN VIOLETA COVARRUBIAS ACOSTA

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  • MEMORIA 2504

    MXICO 2012:EL RETORNO DE

    LOS BRUJOS?

    LA NACIN

    ALEJANDRO LVAREZ BJAR

    A fi nales de 2010, hacer un ejercicio de pronstico sobre las condiciones en que llegaremos a la coyuntura electoral de 2012 es tarea complicada en exceso, pues hay que ir ms all de una simple extrapolacin de las tendencias ya presentes, aunque al mismo tiempo dichas ten-dencias tampoco se puedan ignorar pues muchas de ellas son refl ejo de procesos estructu-rales que no van a cambiar demasiado en el curso de poco menos de dos aos, que es cuan-do tendremos las elecciones. Adems, en las ciencias sociales no hay lugar para predicciones muy delimitadas y precisas, y, en cualquier caso, es alto el margen de error.

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    Se presentan las ideas en dos secciones analticas y una de conclusiones: en la primera, se abunda en el contexto estructural de la economa de Estados Unidos, asu-miendo que su desempeo tiene repercusiones globales, pero, en el mbito regional, tal vez sea Mxico el pas que sufre y tendr los impactos ms fuertes por el alto grado de interre-lacin y asimetras de poder entre ambas economas. Esta parte se complementa con elementos del contexto poltico y social de EU, hasta el saldo de las elecciones del 2 de noviembre de 2010, que resultaron para Barack Obama en una prdida de la mayora en la Cmara de Representantes, de 11 gobernadores y una baja del peso de los demcratas en el Senado, como resultado de su programa econmico y poltico, que en los hechos fortaleci a los republicanos, quienes vendieron ideas viejas bajo nuevas envolturas como el ultraderechista Tea Party.

    En la segunda seccin, se examina el desempeo de la eco-noma mexicana as como la reconstruccin de las tendencias poltico-sociales que emanan del gobierno de EU y del gobier-no panista (dos fuerzas actuando desde el poder), frente a las estrategias que proyectan las principales fuerzas partidistas y algunos movimientos sociales del pas, pues es ah, en el juego e interacciones contradictorias de esas fuerzas y proyectos, donde estn las mayores incgnitas pero donde se gestan tambin las posibilidades de alteraciones significativas en la correlacin social de fuerzas y, por ello, en el impacto que tengan las tensiones econmico-sociales sobre el mbito electoral.

    En las conclusiones se hace un recuento de las ms obvias o significativas, en el espritu de la proverbial herencia intelec-tual en que nos ubicamos desde hace tiempo y que destaca la trascendencia no slo de interpretar la realidad, sino de luchar por transformarla.

    ESTADOS UNIDOS: EJE DE UN MAL GLOBAL?Hoy y en el pasado reciente, respecto al estado de la economa, los debates ms relevantes dentro y fuera de EU han abarcado cuatro aspectos centrales prcticamente secuenciados: uno, la naturaleza y carcter de la crisis; dos, el problema de la duracin y la profundidad de la recesin econmica despus de la crisis financiera; tres, qu polticas de estmulo econmico adoptar frente a la recesin, as como la fortaleza y la sustentabilidad de la recuperacin; y cuatro, esclarecer los alcances, implicaciones y pertinencia de los caminos para remontar la crisis fiscal de las finanzas pblicas federales, agravada por el efecto combinado del saldo de los multimillonarios programas de rescate del sistema financiero privado y el endurecimiento de las tensiones fiscales de estados y municipios1. Esos debates muestran el origen de las decisiones que se han tomado a nivel gobierno y las implicaciones polticas y sociales que tienen.

    Bajo la presin de EU ante las primeras seales de que los controles estatales sobre la economa se haban recuperado y se alejaban los riesgos de un colapso sistmico, polticamente se opt por apostar a una recuperacin econmica limitada, aprovechando esa condicin para introducir duros programas de recorte presupuestal qu hacia fuera de EU hicieran creble el manejo del dficit fiscal y, dentro del pas, despejaran el camino a las reformas laborales y de los sistemas de pensiones, as como

    a la profundizacin de la contencin autoritaria del descontento social producto de la crisis y el desempleo.

    Se trat originalmente de una respuesta poltica en parte improvisada, en parte framente calculada, ya que, usando la frase trillada pero certera, se prioriz evitar el colapso sistmico del sistema financiero y a cambio descargar sobre la poblacin trabajadora los costos fiscales de ese rescate, imponiendo pro-gramas de austeridad que, en rigor, apuntan a tres objetivos globales: avanzar en la desregulacin del mercado laboral global recreando un ambiente social extremadamente anti-sindical (en EU con fuerte focalizacin contra los empleados pblicos, los trabajadores privados y los migrantes); adems de profundizar el desmantelamiento de las instituciones del Estado del Bienestar (sobre todo la educacin, la salud y los esquemas de seguridad social solidaria, vale decir, las pensiones); y finalmente, afianzar el despliegue de las llamadas asociaciones pblico-privadas en todos los mbitos posibles del gasto pblico, para asegurar al capital financiero, a largo plazo, el uso preferencial de recursos pblicos en proyectos de infraestructura y/o equipamiento como garanta de alta y sostenida rentabilidad ante los reacomodos profundos derivados de la crisis financiera.

    As pues, en el debate poltico global actual y para enfrentar la crisis, se percibe entre las lites el predominio de un mapa de ruta que es una versin, ms aumentada que corregida, de las ideas de la revolucin conservadora de tiempos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan (gobierno mnimo, control de d-ficits fiscales recortando el gasto, menores impuestos a los que ms tienen, expansin del gasto militar); mientras que desde abajo, con importantes diferencias nacionales, sin un programa ofensivo, a nivel global simplemente se ensayan todo tipo de resistencias, alianzas, frentes y/o coaliciones locales, estatales, nacionales e internacionales, tratando de enfrentar la avalancha antilaboral y retomar el hilo de una salida de la crisis que ponga en el centro las preocupaciones por atender el grave desempleo y respetar las prestaciones no hace mucho tiempo ganadas por los trabajadores.

    Son esos mismos problemas los que, a su vez, nos permiten caracterizar la situacin social, global y regional como sigue: un predominio masivo del desempleo (en Amrica del Norte EU, Canad y Mxico hay ms de 20 millones de desempleados abiertos), con una cada sistemtica de los salarios reales, una dramtica crisis de vivienda por el aumento de las hipotecas ven-cidas y con miles de deudores desalojados de sus casas mediante el corte de los servicios bsicos (luz, agua y gas).

    Tenemos un contexto clsico de polarizacin de la desigual-dad en medio de la crisis, con el aumento de la pobreza por

    EN EU, MIENTRAS LA RIQUEZA COMBINADA DE LOS 400 MULTIMILLONARIOS MS RICOS AUMENT 8 POR CIENTO

    EN 2010, LA RIQUEZA DE LOS HOGARES EN ESE MISMO AO CAY 2.8 POR CIENTO. POCO MENOS DEL 1 POR

    CIENTO DE LA POBLACIN EN EU SE APROPIA DEL 24 POR CIENTO DEL INGRESO NACIONAL Y DISPONE DE MUCHA

    MS RIQUEZA A TRAVS DEL SISTEMA FINANCIERO

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    un lado y el aumento vicioso de la riqueza, por el otro. En EU, mientras la riqueza combinada de los 400 multimillonarios ms ricos aument 8 por ciento en 2010, la riqueza de los hogares en ese mismo ao cay 2.8 por ciento. Poco menos del 1 por ciento de la poblacin en EU se apropia del 24 por ciento del ingreso nacional y dispone de mucha ms riqueza a travs del sistema financiero.

    Otro aspecto relevante hoy en da est en las acciones y el debate desde abajo sobre las alternativas ante la crisis estructural, la cual se complica porque para algunos (no para todos) est claro que ya se vive una crisis de civilizacin y que la crisis econmica es al mismo tiempo crisis ambiental, y, en un sentido ms pro-fundo, una crisis de la modernidad capitalista que incluye a la versin conocida del socialismo realmente existente. Est claro, pues, que no vivimos slo la crisis de un modelo econmico y que la crisis ha desorganizado y puesto a los trabajadores a la defensiva en todo el mundo y sobre todo en EU.

    MALESTAR GLOBAL POR UNA RECUPERACIN ECONMICA DBIL Y SIN EMPLEOSComo trasfondo de esos debates, la situacin econmica actual en Estados Unidos puede verse llena de claroscuros: a partir de febrero de 2009 se comenzaron a dar leves seales positivas de recuperacin por el despliegue de los programas de estmulo econmico, tales como el aumento del precio de las acciones en la bolsa, el alza de los beneficios de las empresas y los bancos en sus balances, y el reestablecimiento parcial de los canales de crdito constatado por la Reserva Fede-ral (FED). Sin embargo, como lo han demostrado las estads-ticas de las propias instituciones financieras internacionales y estadounidenses2, histricamente las recuperaciones han sido lentas y con insuficiente generacin de nuevos empleos, siempre que las crisis han tenido origen finan-ciero y un carcter internacional sincronizado (como ocurri en 2008-2009).

    De manera que ya en octubre de 2010 bajaron las previsiones de crecimiento de la economa estadounidense para 2011, de 3.2 por ciento a slo 2.6 por ciento; y si hoy son muy pocos los que ponen en duda la durabilidad de este ciclo de crecimiento, son todava menos los que dudan de que ser una recuperacin eco-nmica dbil por la persistente combinacin de cuatro proble-mas a cual ms contundentes: el alto nivel del dficit fiscal federal (que ya es del orden del 12.5 por

    ciento del PIB); el deterioro de las finanzas de la mayora de los estados y municipios; el nivel masivo del desempleo abierto, que se ha mantenido en casi 10 por ciento de la PEA, lo que equivale a casi 15 millones de desempleados; pero, en concreto, hoy destaca que se cuentan por centenares de miles los empleos estables y bien pagados que se han perdido en el sector pblico como secuela de la crisis financiera (160 mil slo en septiembre de 2010, de los cuales 95 mil fueron prdidas de empleos de maestros).

    Estn, adems, el deterioro de los mrgenes de crdito para los bancos, la debilidad de la demanda interna y la inestabilidad econmica internacional, y la insuficiencia de demanda como para sostener una salida econmica va crecimiento de las ex-portaciones.

    En resumen, la economa norteamericana arrastra seis graves problemas estructurales que no han sido resueltos: uno, la profundidad del desempleo provocado por la crisis; dos, la opacidad de su sistema financiero; tres, la insuficiencia y falta de transparencia de sus paquetes de estmulo econmico; cuatro, la persistencia del desperdicio del excedente econmico mediante el gasto militar y las guerras; cinco, la dificultad creciente para continuar usando los ahorros del resto del mundo en el finan-ciamiento de sus dficits; y seis, a nivel micro, los cambios cada da ms claros en la conducta de los consumidores por el peso de las deudas de los hogares y la inestabilidad presente y futura que visualizan en los empleos.3

    La incertidumbre econmica, financiera y laboral (de empleo y de ingresos) es, pues, una de las caractersticas que ms se destacan en el panorama actual de la economa de EU y en el mundo entero4. Sin embargo, dicho lo anterior, tenemos que decir que hay al mismo tiempo certidumbres dentro la incerti-dumbre; por ejemplo, podemos contar con que seguir la con-tinuidad econmica estratgica entre republicanos y demcratas, pese a los indicios de creciente choque electoral y parlamentario entre ellos.

    Las elecciones del 2 de no-viembre pasado dieron la ma-yora en la Cmara Baja a los republicanos, adems de los gobernadores en varios estados ms; los demcratas conservaron el Senado pese a perder varios puestos. As las cosas, Obama tender a moverse hacia el centro del espectro poltico, ofreciendo trabajar con el Partido Repu-blicano para llegar en mejor posicin a reelegirse en 2012, IMA

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    aun cuando pueda sufrir bloqueos parlamentarios y hasta un eventual retroceso en la Ley que propuso y se aprob ya sobre el Sistema de Salud.5

    Podemos tambin contar con que el deterioro econmico como superpotencia va a empujar a EU a profundizar la presin en regiones estratgicas, pensando en que es la opcin regional la mejor va para recuperar su poder global. El riesgo poltico ms grande ahora es que la nueva correlacin de fuerzas internas potencie el nimo militarista de EU en Medio Oriente, atacando o tolerando un ataque israel contra Irn. En las Amricas, el im-pulso regional significa que buscar condensar pronto el proyecto de una Comunidad de Amrica del Norte y continuar tratando de aislar a los regmenes que ofrecen caminos econmicos ms autocentrados (Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador) o alejados de su esfera de influencia.

    La agenda econmica y poltica neoliberal seguir imponin-dose bajo supervisin del FMI y del BM. Por eso tampoco es raro que ya hayamos visto cmo se multiplican las respuestas sociales ms o menos generalizadas contra los recortes presupuestales y el asalto a los derechos y conquistas de los trabajadores plasmadas en el Estado de Bienestar (huelgas generales en Grecia, Italia, Portugal y ms recientemente en Espaa y Francia). Estas ten-siones rpidamente pueden volverse a escalar, pues las relaciones Estado-sindicatos, estarn en el centro de una recombinacin de fuerzas y de proyectos poltico-econmicos a escala global.

    ESTADOS UNIDOS: DESREGULACIN LABORAL, SALIDA ADECUADA FRENTE A LA DEPRESIN?Muchos visualizan para la economa norteamericana una dcada de depresin econmica al estilo de la experiencia japonesa en los noventa, con serios peligros de deflacin. Ante esa perspectiva, fue una decisin framente calculada apostar por la administracin del estancamiento econmico, aplicando nuevas versiones de las viejas recetas de austeridad ensayadas hasta el hartazgo en Am-rica Latina y sobre todo en Mxico en los ochenta y noventa del siglo XX, que hoy se usan para despejar el camino a la reforma neoliberal ms profunda y ambiciosa: la del mercado laboral global.

    Recordemos, como primeros momentos de esa reforma, la apertura econmica primero y luego la incorporacin formal de China a la Organizacin Mundial de Comercio (OMC), pues ambas cosas le pusieron como plataforma productiva global en ba-se a su disponibilidad de mano de obra increblemente abundante y barata, pero adems con un enorme ejrcito industrial de reserva an disponible en sus zonas rurales. Eso le signific convertirse en primer receptor mundial de inversin extranjera directa.

    La reforma laboral global tuvo un tercer momento estelar, ahora planteado dentro de EU a comienzos de los ochenta con el gobierno de Reagan mediante los primeros cambios a la elegilibilidad para el seguro de desempleo; hoy en da, con el gobierno de Obama asistimos al cuarto momento de esta oleada desreguladora, que ocurre mediante el asalto contra el ltimo bastin del sindicalismo estadounidense, el del sector pblico (que tiene 34.7 por ciento de tasa de sindicalizacin y con las municipalidades en su extremo ms alto, ya que tienen sindicalizado al 43 por ciento del total de sus trabajadores). Por contraste, hoy en da slo el 7.2 por ciento de los trabajadores del sector privado estn sindicalizados. La estrategia poltica bipartidista consiste en culpar a los trabajadores de los problemas econmicos que enfrentan ciudades y estados (cosa que reclaman los republicanos) o pedirles que cedan derechos y conquistas para resolverlos (cosa que exigen los demcratas, como en General Motors cuando quebr).

    De tal modo, la crisis de las finanzas pblicas que sali a flote con la recesin econmica y que se perfila en los tres niveles (federal, estatal y municipal) viene como anillo al dedo para atacar a estos bastiones sindicalizados aplicando las polticas de austeridad como secuela del multimillonario rescate de los bancos y de los altsimos costos de la guerra en Iraq y Afganistn, as como por el paquete de estmulo econmico; en conjunto, ahora adquieren su verdadero significado al transformarse en recortes presupuestales del gasto social, eliminacin de servi-cios, reduccin de las semanas de trabajo, proliferacin de los contratos temporales, eliminacin de pagos por das festivos, reduccin de los salarios, etc.

    Seguir en curso ese gran giro estructural en el mercado laboral de EU; por un lado, la destruccin acelerada y sistem-tica de empleos pblicos bien pagados y con prestaciones; del otro, en el sector privado, un cierto crecimiento de los empleos de baja remuneracin y sin prestaciones (en la coyuntura ms reciente, concentrados en restaurantes y bares). Todo esto, apro-vechando el frreo techo salarial, que se ha construido con los casi 15 millones de desocupados que dej como secuela la crisis financiera (entre los cuales, por cierto, estadsticamente no se cuenta a los que no tienen empleo y ya ni lo buscan porque no tienen esperanza de encontrarlo), ms un total de 27 millones de subempleados, entre los cuales se contabilizan millones de migrantes mexicanos y de otros pases dentro de EU.

    Adems, como parte de ese vuelco del mercado laboral, el gobierno demcrata de Obama ha estado empujando la admi-nistracin planificada de la militarizacin de la frontera sur, poltica que han reclamado los republicanos ms recalcitrantes, porque permitir eventualmente a cualquier gobierno, abrir o cerrar la vlvula de paso de varios millones de migrantes, cuyo flujo puede socavar todava ms los esfuerzos organizativos y de resistencia sindical; y, sobre todo, puede dejarlos disponibles donde, cuando y como los necesite el capital, dados los rasgos regionalmente asincrnicos de las recesiones y las recupera-ciones en EU.6

    La proyeccin ms peligrosa y que seguir pesando en las relaciones de EU con Amrica Latina, pero con tremendo peso especfico en la relacin de EU con Mxico, es la tendencia

    HOY EN DA SLO EL 7.2 POR CIENTO DE LOS TRABAJADORES DEL SECTOR PRIVADO ESTN

    SINDICALIZADOS. LA ESTRATEGIA POLTICA BIPARTIDISTA CONSISTE EN CULPAR A LOS

    TRABAJADORES DE LOS PROBLEMAS ECONMICOS QUE ENFRENTAN CIUDADES Y ESTADOS O PEDIRLES QUE

    CEDAN DERECHOS Y CONQUISTAS PARA RESOLVERLOS

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    creciente a ligar sistemticamente, ante la opinin pblica, los problemas del trfico de drogas con el terrorismo, y a ambos con la migracin, pues eso es lo que permite apuntalar la tendencia a militarizar la frontera Mxico-EU, adems de que funciona como cortina de humo para construir nuevas relaciones de poder en el lado mexicano, a tono con el proyecto de convertirnos en neocolonia o sencillamente en un protectorado.7

    Por cierto, a ese giro estructural en el mercado laboral es-tadounidense le resulta completamente funcional el clima de racismo, criminalizacin y persecucin que se ha desplegado por autoridades locales y medios de comunicacin en contra de los trabajadores migrantes, pues sirve para completar el cuadro de una recuperacin econmica sin generacin de empleos (jobless recovery) y con fuerte contenido antisindical. Obama, como aporte de su administracin a ese clima, en su primer ao de gestin deport 329 mil personas (70 por ciento ms que en el ltimo ao del gobierno del republicano George W. Bush), de las cuales 279 mil 887 fueron mexicanos. Mientras tanto, Janet Napolitano, su encargada del Departamento de Seguridad In-terior, ha dicho con contundencia, pero sin aportar evidencias al respecto, que de esos deportados 195 mil eran criminales que haban sido declarados culpables. Con esa poltica, esperar de nuevo el voto latino era un clculo sin sustento.

    En la coyuntura actual, la intencin desreguladora llena otros espacios, de modo que hoy es la mismsima Cmara de Comer-cio de Estados Unidos la que encabeza una campaa abierta en contra de la existencia de un salario mnimo! No slo eso: tambin encabez la oposicin en el Senado a la legislacin para actuar frente al cambio climtico, lo que explica que finalmente EU haya convertido a la reunin de Cancn en un ejercicio poco menos que trivial8. Hay pruebas de que la Cmara hizo un gasto millonario en campaas contra los candidatos demcratas en muchas de las ltimas elecciones de gobernador9. Las televisoras estimaron en 3 mil mdd el costo total de los anuncios de todos los candidatos. La plutocracia en todo su esplendor.

    Ahora bien, si se comparan esquemticamente las resisten-cias sociales recientes en Francia y EU, se puede contrastar la ejemplaridad innegable de los trabajadores franceses y la apata relativa de los norteamericanos. Sin embargo, sta es una idea entre poco precisa y relativamente falsa: es cierto que la de EU no es resistencia nacional, que no tiene perfil clasista declarado ni se han ensayado grandes coaliciones, que los sindicalistas siguen lastrados al Partido Demcrata, etc.

    Con todo, no hay duda de que en EU crece la resistencia a la guerra y crece en consonancia la represin e intimidacin contra los sindicalistas y los activistas por la paz, como se ha denunciado que ocurri recientemente con el FBI en Michigan, Minneapolis y Chicago10; crece tambin la resistencia a la expulsin de los pobladores de sus viviendas, a los cierres de fbricas, a los recortes en educacin, resistencia que no se muestra en los medios de comunicacin de masas y en cambio, stos sobredimensionan el alcance del ultra conservador Tea party, presentndolo como si fuera un movimiento de grandes masas.

    Ha sido Amy Gardner, reportera del Washington Post, la que descubri que de los mil 400 grupos declarados del Tea Party a nivel nacional, slo pudo contactar a 647 (los otros dejaron de

    existir antes de las elecciones o nunca existieron); 70 por ciento de los entrevistados pertenecientes a grupos de base del TP contest que no haba participado en ninguna campaa poltica y adems se encontr que el dinero corri por conducto de organismos ligados a ex ayudantes de Reagan y de Bush11. Tambin los me-dios dejan la sensacin de que a todo el mundo slo le preocupa el resultado de los juegos de ftbol, beisbol, basquetbol y/o box. Demasiado lejano a la estrujante realidad que viven millones.

    Por todo eso, tal vez las tendencias ms preocupantes que asent la administracin Obama son, dentro de EU, presionar por la reforma educativa neoliberal, criminalizar a los migrantes y asediar a los activistas por la paz y los sindicalistas para des-regular el mercado de trabajo, dando pie a que eventualmente el FBI confunda la desobediencia civil con supuesto terrorismo domstico. Hacia Mxico, por un lado, lo ms delicado ha sido su poltica de chantajear al gobierno de Caldern con la tesis del Estado Fallido para extraerle ms concesiones polticas en materia de militarizacin del combate al narcotrfico, cuando al mismo tiempo y por otro lado, impulsa un nuevo paradigma de control transfronterizo y binacional, con la poltica de asociar sis-temticamente drogas, migracin y terrorismo como problemas que se deben resolver con medios militares. Eso puede explicar la tozudez de Caldern de no admitir el evidente fracaso de su estrategia de combate a las drogas. Eso podra explicar la sbita irrupcin de un paramilitarismo urbano en el norte de Mxico que, junto con las fuerzas policiaco-militares regulares, se est cebando contra los jvenes para recrear un ambiente social de intimidacin y parlisis represivas.

    En resumen: las recuperaciones que administran un lento crecimiento econmico, el desempleo en apogeo, el clima anti-sindical, la criminalizacin de los migrantes y la militarizacin de la frontera de Estados Unidos, son todos asuntos que se reflejan claramente sobre la poltica que despliega en Mxico el gobier-no de Felipe Caldern y que comprende como contraparte en nuestro pas: un subejercicio del gasto pblico donde slo crecen el gasto militar y de seguridad, ningn programa de empleo masivo, el impulso a la reforma laboral destruyendo un poderoso sindicato de una empresa elctrica pblica y abriendo cauce a la reforma energtica desreguladora y privatizadora, mientras en el plano fiscal se descarga sobre la poblacin abierta un esquema de alzas del precio de los energticos y se deja intocados los intereses de la oligarqua. La criminalizacin de los luchadores sociales es otra constante que acumula gravsimas violaciones a los derechos humanos, escondida tras la cortina de humo de un verdadero desastre con decenas de miles de muertos en la lucha del gobierno contra el narcotrfico.

    MXICO: DE LA GUERRA AL NARCO A LA CRIMINALIZACIN DE LAS LUCHAS SOCIALES En Amrica Latina, Mxico ha sido ejemplo de las economas ms afectadas pues, con la crisis, se le cayeron las exportaciones manufactureras, las exportaciones petroleras (ahora por un problema estructural que combina la cada de la produccin domstica, la baja de las reservas y la baja de las ventas por exportacin), los ingresos por turismo y hasta las remesas de los migrantes.

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    En una frase: con la crisis de 2008-2009, el flamante modelo de industrializacin orientada a exportar se qued durante un buen rato sin su motor externo (la demanda de EU). Es notable la mediocridad del crecimiento econmico que se observa en el periodo de FECAL como un todo: 1.75 por ciento promedio anual en el crecimiento del PIB. Sin embargo, sera absurdo negar que en 2010 subieron de nuevo la produccin y las ven-tas as como las inversiones en las maquiladoras de la frontera norte; ese fenmeno de crecimiento econmico y de la inversin extranjera, en medio de la violencia del narco y los paramilitares, cuestiona a quienes sostienen que la inseguridad y la liberali-zacin econmica son incompatibles. Tambin a quienes dicen que el desarrollo orientado a exportar siempre viene asociado a una mejora sustancial de los derechos sociales y polticos.12

    Por cierto, la violencia en el norte de Mxico no es nica, ya que para empujar a ultranza la lnea privatizadora y desregu-ladora, en Mxico, a mediados de octubre de 2009 se orden a la Polica Federal Preventiva el asalto de las instalaciones aun antes de lanzar el decreto de desaparicin de la Compaa de Luz y Fuerza del Centro, para terminar de cuajo las relaciones laborales en esa empresa paraestatal y echar a la calle a 40 mil trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas. Ha sido, junto con las represiones brutales en San Salvador Atenco y en Oaxaca, de los actos ms audazmente represivos del panismo gobernante y se suma a la desregulacin del mercado laboral glo-bal, con dedicatoria desde Mxico, como otro momento estelar.

    A millones de sindicalistas y no sindicalizados de todo el mundo, el mensaje del ataque al SME result evidente: en los tiempos de crisis desatada por el neoliberalismo, se puede ir a la basura el derecho a la orga- nizacin sindical y la contratacin colectiva. Toda la fuerza del Estado se puede utilizar contra un sindicato legalmente constituido para acabar con una historia de casi cien aos de luchas, con tal de abrir el camino a los intere-ses de las grandes compaas energticas privadas (de EU, Mxico y Espaa). De paso, se provoc as un grave retroceso poltico en una enorme zona conurbada (la zona metropolitana de la ciudad de Mxi-co), donde hay fuerte influencia de la iz-quierda social y par-tidista. Ese hecho no puede pasarse por alto, porque tiene implicaciones nacionales e internacionales, a corto, mediano y largo plazo.

    Otro rasgo estructural que est jugando a favor de la lnea neoliberal (porque es un resultado fallido e hijo legtimo del neoliberalismo) es la fuerte dependencia del gasto

    pblico respecto a los ingresos petroleros, de modo que tapar un hoyo fiscal que los ms previsores y competentes economistas neoliberales no haban detectado cuando presuman finanzas pblicas sanas y visin de futuro les llev de regreso a la com-binacin salinista del alza en los precios de bienes y servicios pblicos, con importantes recortes presupuestales y un aumento del endeudamiento pblico interno y externo. Esa es la versin nativa de la solucin a la crisis fiscal que tiene perfil global.

    En Mxico entre 2010 y 2011, otros tres datos son altamente significativos: de un lado, como en EU, est el agravamiento de las tensiones fiscales a nivel federal, de estados y municipios (se estima que stos dependen de las transferencias federales para casi 85 por ciento de sus recursos); del otro lado, est el aumento de casi 3.5 por ciento en el saldo de la deuda de estados y muni-cipios. Adems, est el hecho de que para 2011 se ha diseado un presupuesto insuficiente en el que casi 35 por ciento del total se va a dedicar a pago de nmina y servicio de la deuda.

    Aunque se presumen internacionalmente unas finanzas pblicas en equilibrio, est claro que tenemos un nivel baj-simo de recaudacin fiscal por la evasin o por los regmenes preferenciales de los grandes grupos monoplicos privados y porque el peso del endeudamiento ya gravita en exceso sobre las finanzas pblicas, federales, estatales y municipales (se ha divulgado el dato de que el gobierno de Nuevo Len contrata 7 mil 500 millones de pesos para gasto operativocorriente, no para obra pblica).13

    En el plano poltico, el entorno de las elecciones de 2012 estar fuertemente marcado por los siguientes factores: en primersimo lugar, la condicin general de la economa y espe-cialmente del nivel de desempleo abierto, que es sorprenden-temente bajo respecto al de EU o Canad (5.7 por ciento en 2010); pero en realidad, lo que pesar ms ser el predominio de

    la subocupacin, la precariedad y la concentracin de casi las tres cuartas partes de los desempleados en jvenes

    con educacin superior, lo que nos habla de un panorama generalizado de

    delicada crisis social, de la que hoy

    son

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    otra expresin clarsima los 7.5 millones de jvenes que ni estudian ni trabajan (lo cual representa el 45 por ciento de los que estn entre 15 y 19 aos de edad). De ese tamao es la devastacin social neoliberal en Mxico.

    El panorama poltico de 2012 estar tambin marcado por lo que ocurra en las elecciones de 2011, pues entonces cambiaran 8 gobernadores, 118 diputados de mayora y 77 de representacin proporcional y porque adems, estarn en juego los gobiernos de dos entidades crucialmente simblicas para el pas: el Estado de Mxico y el Distrito Federal, dos integrantes de una zona metropolitana densamente poblada, econmicamente poderosa, demogrficamente significativa y polticamente hegemonizada en el primer caso por el PRI y en el segundo, aparentemente, por el PRD.

    La apuesta del PAN respecto a ese panorama electoral est claramente dibujada desde 2010: por un lado, atajar las posibili-dades de que los priistas sucumban a sus veleidades populistas-nacionalistas y se alejen de la alianza neoliberal estratgica con el PAN; por otro lado, la apuesta es no slo influenciar a la direccin nacional del PRD, sino atraerlo a una alianza con el PAN para enfrentar coaligadamente al PRI (eso fue lo que se ensay en Oaxaca y lo ser tambin en el Edomex).

    En otro plano, uno ms estructural, la suerte del gobierno panista de Felipe Caldern estar ligada a la de su estrategia de reformas neoliberales pues, como Estados Unidos, apost por seguir adelante con las reformas estructurales inconclusas: la laboral, la educativa, la de la seguridad social (sigue la lucha por el jugoso botn financiero de las pensiones de los trabajadores), la fiscal y sobre todo la energtica.

    Esa estrategia se articula claramente con el proyecto esta-dounidense de militarizar la vida nacional bajo el pretexto de la lucha contra el narcotrfico, de montar un clima de temor generalizado (asunto en el que juegan y jugarn un papel estelar los medios de comunicacin de masas) que tiene como base firme la criminalizacin de los luchadores sociales y la para-militarizacin de espacios urbanos y rurales cuidadosamente escogidos. As, podemos decir que entre ambos tratarn de seguir con la estrategia de usar el hartazgo de la opinin pblica ante las oleadas de asesinatos entre narcos o por choques contra las fuerzas armadas, como cortina de humo para apresar, asesinar o desaparecer a luchadores sociales.14

    Observando la poltica de gasto para 2011, est claro que habr una contraccin del gasto total (a tono con las tendencias econmicas de desaceleracin mundial y de EU) y un cambio en el nivel y distribucin del gasto social (en lnea con la tendencia del ciclo poltico electoral que le llevar a un gasto social muy focalizado en 2011 y 2012 para manipular votantes pobres). As que sin lugar a dudas los panistas se preparan para usar el gasto pblico, el combate al narcotrfico, los medios de comunicacin y el desgaste y la represin de los movimientos sociales, como armas de control electoral.

    UN SISTEMA ELECTORAL BIPARTIDISTA CON UN NEOLIBERALISMO MULTIPARTIDISTAEn otro plano, debemos poner atencin al intento poltico panista de proseguir la construccin de un sistema de alter-

    nancia electoral bipartidista entre el PRI y el PAN, al estilo de demcratas y republicanos en EU, pero fortaleciendo ms al Poder Ejecutivo en detrimento de las Cmaras, abriendo las candidaturas ciudadanas para quebrar a los partidos menores y al mismo atraerlos hacia los dos grandes, mediante el expediente de buscar la legitimidad con elecciones presidenciales en dos vueltas, como ocurre en otros pases (Brasil, Francia).15

    Es un poco difcil saber con certidumbre hoy en da, en primer lugar, si se va a dividir la izquierda partidista por la seleccin de candidatos presidenciables (prefiguradas las de Lpez Obrador y Ebrard, falta ver si los cardenistas lanzan a un tercer precandi-dato), o por la utilizacin del registro electoral (el que est ms a la mano es el del PRD); en segundo lugar, aun si hubiera un candidato unificador, falta ver si el programa poltico resulta realmente alternativo o repite una retahla de lugares comunes del neoliberalismo; y finalmente, es una incgnita si la izquierda social decide apostar por la lucha electoral o volvern los inten-tos de plantear una salida de boicot a las elecciones. Hay pues, demasiadas incgnitas abiertas hasta la fecha.

    Ante eso, no hay ms que insistir en que, para que el neolibe-ralismo persista, basta alternar el poder entre dos partidos, por eso las elecciones son estratgicas y deben ser controladas como tales, para evitar que el pueblo se equivoque. A nadie deberan quedarle dudas de la importancia que tiene para la izquierda formar un gran frente nacional opositor, con un programa de transicin pero claramente antineoliberal que fortalezca las alianzas sociales y prefigure un nuevo pacto social nacional e internacional.

    Sin embargo, del otro lado, todo esto significa que los panis-tas buscarn asegurarse no slo el control del IFE, del TRIFE y la FEPADE (que ya los tienen), sino sobre todo partidizar el reparto de consejeros para comprometer a todas las fuerzas polticas en esa maniobra, a la que eventualmente seguira una puesta en escena de todo tipo de encuestas que demuestren que los ciudadanos confan en los aparatos electorales. Es que de la preocupacin que tuvieron desde 2006 por la legitimidad, los panistas se han movido hasta 2010 en la direccin de administrar la ilegitimidad y garantizar la gobernabilidad, arrastrando a la direccin nacional del PRD a la ilusin de que la amenaza no es el programa de reforma estructural neoliberal, sino el PRI, con el que por otro lado, siguen votando y compartiendo responsa-bilidades en todas las iniciativas estratgicas para el gran capital financiero, nacional e internacional (como lo de las Asociaciones Pblico-Privadas, que es de las ms recientes).

    Ante la prdida del motor externo de crecimiento y el prc-tico atascamiento del motor interno (por la insufciencia y la direccionalidad del gasto pblico), no sera extrao esperar que haya un gran debate nacional sobre la necesidad de impulsar la expansin del mercado interno, pues dadas las condiciones de la demanda externa, para los grandes grupos empresariales sera un error catastrfico quedarse esperando que la demanda externa se recupere para que el velero navegue.

    Tampoco sera extrao que hubiera sectores empresariales importantes pidiendo que se explore con seriedad el camino de ampliar el mercado interno para alejar el peligro de la in-gobernabilidad y la desestabilizacin poltica mayor. Por eso,

  • 11FEBRERO - MARZO 2011

    decretar la muerte de la burguesa nacional debido a los avances de la globalizacin (como han hecho muchos intelectuales en Amrica Latina), puede ser un error polticamente muy costoso; pero puede ser error an mayor asociarse acrticamente a un proyecto electoral que ponga en el centro slo los intereses de los empresarios, que no deje en claro el problema de un programa econmico antineoliberal y que no ponga por delante al menos algunos de los intereses bsicos de los trabajadores asalariados de la ciudad y del campo, que no exija el respeto a los derechos de los pueblos indios, que no asuma la defensa vigorosa de los mexicanos que trabajan en el extranjero y que no plantee ter-minar con el rgimen de impunidad que en Mxico se agrava da a da desde 1968.

    No podemos simplemente esperar a que se repita la historia de un fraude electoral largamente anunciado; es preciso plantearse el regreso a lo bsico: a dar la lucha contra el desempleo de jvenes y adultos, hombres y mujeres, contra el recorte presupuestal a la educacin y la salud; hay que mantener en pie la lucha por la defensa de la seguridad social y la defensa y saneamiento de las empresas pblicas en el sector energtico; hay que seguir movi-lizando a campesinos por el apoyo a la produccin en el campo y a los pueblos indgenas por sus derechos; hay que empujar por una reforma fiscal que grave ms a quienes ms tienen; hay que acuerpar y rodear de solidaridad a los movimientos contra el desastre ambiental y la depredacin de los recursos naturales, exigiendo al mismo tiempo anticipar los daos por el cambio climtico; en fin, hay que seguir luchando contra la militarizacin de la vida nacional y por un cambio de estrategia en el combate al narco. El poder del Estado es demasiado importante para dejarlo en manos de la oligarqua o convertido en botn de las tribus de todos los partidos.

    ALGUNAS CONCLUSIONESNi el accionar de las fuerzas polticas ni la democracia se deben limitar a las elecciones, pero sobre todo en las elecciones federa-les hay que tener clarsimo que se juega el poder del Ejecutivo, la legitimidad y la credibilidad de un gobierno, de un partido, un programa de gobierno y unas alianzas sociales internas e internacionales.

    Aunque muchos sostengan lo contrario, es estratgica la tarea de traducir electoralmente el malestar de las masas trabajadoras urbanas y rurales, para que acten, promuevan o veten a los can-didatos, los partidos y los programas que pretenden mantener al pas ahogado por la rapacidad neoliberal. Hay que usar el espacio electoral, como se est haciendo con los otros espacios de las luchas sociales, para reivindicar ideas y experiencias alternati-vas, para sealar y discutir peligros y soluciones, para construir liderazgos y para redefinir las relaciones entre lderes y masas, histricamente marcadas por el caudillismo; pero sobre todo, para fortalecer la formacin de cuadros polticos comprometidos, honestos y responsables, que apuntalen la organizacin y sean garantes de la independencia del movimiento de masas.

    El desafo es enorme: volver a levantar al pueblo mexicano unificado como en 1988 y 2006, ahora apuntando a un horizonte de cambio civilizatorio radical, que permita dejar atrs la cultura del individualismo y el consumismo extremos; que pugne por

    una versin actualizada, enriquecida, de la cultura milenaria de la defensa de la tierra y del derecho de las comunidades traba-jadoras a autorganizarse y darse la representacin y la forma de gobierno que decidan democrticamente.

    NOTAS1 Para ver altos contrastes en algunos de esos debates, de un lado, defendiendo al gobierno, Christina D. Romer, Not my Fathers Recession: Th e Extraordinary Challenges and Policy Responses of the First Twenty Months of the Obama Administration, National Press Club, Washington, D.C., 1 de septiembre de 2010; del otro, Paul Krugman, sosteniendo que el estmulo era insufi ciente y llegaba tarde, US Spending Plan Is too Little, and Perhaps too Late, New York Times, 23 de septiembre de 2010.2 Ver International Monetary Fund, World Economic Outlook, EU, abril de 2009; fi gure 3.15, Economic Indicators Around Peaks of Current and Previous Recessions; tambin, Chad R. Wilkerson, Recession and Recovery Across the Nation: Lessons from History, Federal Reserve Bank of Kansas City, en www.kansascityfed.org.3 Ben S. Bernanke, Th e Economic Outlook and Monetary Policy, Federal Reserve System, EU, 27 de agosto de 2010.4 En documento reciente del FMI se reconocan tres grandes riesgos: El re-pliegue prematuro y desorganizado de las polticas de apoyo econmico [...], el deterioro de los sistemas fi nancieros y los mercados de vivienda o el aumento del desempleo en las principales economas avanzadas, que frenen la recuperacin del gasto de los hogares; ver FMI, Perspectiva de la Economa Mundial, en AL DA (actualizacin de las proyeccines centrales), Washington, EU, 26 de enero de 2010, p. 5. Sobre la prevalencia del riesgo pese a la reforma fi nanciera, ver CFA Institute, US Financial Reform Bill Not Enough to Avoid Systemic Risk, en Financial Times, EU, 13 de septiembre de 2010, p. 18.5 Seguimos los razonamientos de Tom Engelhardt, Ballot Boxes Blues, Tom-Dispatch, Truthout, 2 de noviembre de 2010.6 Ben S. Bernanke, Th e Economic Outlook and Monetary Policy, o.c.7 Carlsen critica a quienes han querido ver en recientes declaraciones de Hi-llary Clinton un malentendido, cuando ella se refi ri a que el narcotrfi co est haciendo causa comn con lo que consideraran una insurgencia en Mxico y Centro Amrica; ningn malentendido, dice Carlsen, es la razn para plantear un Plan Colombia para Mxico. Ver, Laura Carlsen, Un Plan Colombia para Mxico, en Americas Program, 29 de octubre de 2010, en http://www.cipAmricas.org/es/archives/3215.8 Vase la crtica de Trevor Houser, Will the New Climate Change Bill Damage US Energy Security? 15 de junio de 2010, en http://www.piie.com/publicatins/opeds/print.cfm?researchid=1598&doc=pub.9 Vase Obamass Reform, Recovery Stalled, en Against the Current, No. 148, Detroit, EU, septiembre-octubre de 2010, p. 4.10 Puede verse al respecto, Joe Burns, Labor Unions Denounce FBI Raids, 16 de octubre de 2010, en http://www.inthesetimes.com/working/entry/6557/tradeunins_speak_out_against_fbi_attacks_n_civil_liberties/.11 Tom Engelhardt, Ballot Boxes Blues, o.c.12 Vase Hepzibah Muoz Martnez, Th e Double Burden on Maquila Workers: Violence and Crisis in Northern Mexico, ponencia en LASA, annual meeting, Toronto, 7 de octubre de 2010.13 Vase La Carpeta Prpura, Mxico, 28 de septiembre de 2010.14 No es retrica la acusacin, pues apenas hace unos das ocurri la detencin de Jorge Garca Hernndez y no hace ni un mes la de Flix Moreno Peralta, dirigentes de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educacin de Guerrero (CETEG), registradas por Adriana Covarrubias en El Universal, Acapulco, Gro., 24 de octubre de 2010. En Puebla, est adems la detencin del dirigente del SME Miguel Mrquez Ros el 23 de octubre; y el 22 y 23 de octubre, en Oaxaca, los asesinatos de Catarino Torres Pereda, secretario general del Comit de Defensa Ciudadana en Tuxtepec y la de Heriberto Pazos Ortiz, fundador del Movimiento Unifi cador de Lucha Triqui (MULT), ocurridos en la ciudad de Oaxaca y denunciados en su Boletn del 23 de octubre de 2010 por el Comit Cerezo, Organizacin de Defensa de Derechos Humanos, Mxico.15 Vase, Grupo Parlamentario del PRD, Cuadro comparativo de Propuestas Contenidas en las Iniciativas de Reforma Politica de Caldern, Senador Toms Torres y de los Grupos Parlamentarios del PRI, PRD, PVEM y PAN, Senado de la Repblica, Mxico, 16 de marzo de 2010.