Alcance y Organización de las Obras Públicas en el Imperio Romano

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1. Inicio El mes de octubre del pasado año, 2005, invité a Isaac Moreno a la lectura de mi tesis doctoral, en realidad no creí que viniese desde Zaragoza a Madrid para escu- charme, pero lo hizo, y desde luego se lo agradecí muchí- simo. En el pequeño encuentro que tuvimos antes de mi plática, le di unas cuantas hojas del inicio de mi trabajo sobre Frontino y las conducciones de agua a Roma. Cuando finalicé mi exposición y entre felicitaciones, emo- ciones y parabienes, me dijo Isaac que le había interesado una parte específica de esas cuartillas: lo referente a la organización de las obras públicas. Y desde allí me invitó a hacer este trabajo que comienzo ahora a escribir, y que seguramente me entretendrá durante algunas semanas, y ese entretenimiento se lo debo a mi buen amigo Isaac Moreno, al que dedico estas letras que seguramente leerá con mayor interés que yo mismo. Gracias a Dios aquí tene- mos un Isaac Moreno, ¡va por ti!. 2. Introducción Cuando visitamos unas ruinas romanas, o leemos cualquier libro que trata sobre el tema, parece que las edificaciones urbanas como templos, teatros, coliseos, acueductos, calza- das, o faros, se hicieron gracias a la orden inapelable del emperador o de cualquier general, y así nos lo han ido ense- ñando desde pequeños, o nos lo cuentan los cicerones del lugar, pero, esta idea está muy lejos de la realidad. Unas redes y un desarrollo en obras públicas tan grande y com- plejo, como el acometido por la sociedad romana en el transcurso de su historia, debieron estar sustentado en pará- metros y estructuras sociales bien concebidas y desarrolla- das. Y el primer elemento esencial para acometer tamaña empresa es basarse en una administración que organice su crecimiento, desarrollo y mantenimiento, y canalice las necesidades sociales en materia de obras públicas. Por tanto, este trabajo se dedica a la descripción de la compleja y enmarañada administración de obras públicas romanas, bastante poco conocida y que se tiende a simplificar, supliéndolo con una cabeza visible de “ordeno y mando”, como si en la actualidad al hablar de las obras públicas, su administración y realización nos despachásemos con que lo había hecho el Rey con un “hágase”; obviando toda la com- pleja maquinaria existente en esta materia. Desde luego, no se pretende describir toda la estructura administrativa en lo referente a obras públicas romanas; pero sí dar unas pinceladas para comprender que detrás de este planificado desarrollo de obras y servicios públicos romanos había una maquinaria administrativa que sin ella hubiera sido imposible tal conjunto de realizaciones públi- cas, ejemplo para la humanidad. La estructuración del trabajo, aunque lo parezca, no obe- dece a cánones o puntos de vista actuales de las obras públicas, sino que responden a lo que he ido percibiendo en los diversos escritos de la época que, desde luego se parecen a la estructura actual. Es interesante en esta mate- ria los libros de Tito Livio, muy denostado por muchos y buenos historiadores como Kovaliov (1986); pero tienen una gran virtud, respecto al resto de los escritores clásicos, y es que él bebió de fuentes y documentos administrativos, en los que se basa, con lo que la afluencia de información de esta administración es importante. 3. Historia evolutiva de la administración de obras públicas romanas Es bastante complicado conocer las diferentes administra- ciones que tenían competencia de obras y servicios públicos en aquella cultura, precedente de la nuestra. Si se quiere hacer un esbozo de la estructura general de la administra- ción competente, habría que estudiarla dentro de la evolu- ción que se fue produciendo en ella a lo largo de la historia de Roma. Dentro del estudio evolutivo en el tiempo de las administraciones en obras públicas, se podría dividir en cuatro grandes etapas: 1. Monarquía 2. República 3. Imperio 4. Decadencia 3.1 ADMINISTRACIÓN EN EL PERIODO MONÁRQUICO La primera época, la monarquía, podría dividirse, a su vez en una primera etapa, de asentamiento de la ciudad: Rómulo, Numa Pompilio y Tulio Hostilio. Y una segunda etapa de su expansión y mejora: Anco Marcio, Lucio Tar- quino, Servio Tulio y Tarquinio el “Soberbio”. Aunque esta división está muy bien para el análisis de la evolución [ 343 ] ADMINISTRATIO Alcance y organización de las obras públicas en el Imperio Romano © José Manuel de la Peña Olivas Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos. CEDEX. Ministerio de Fomento. [email protected] Publicado en: Nuevos Elementos de Ingeniería Romana III Congreso de las Obras Públicas Romanas. Astorga 2006 Junta de Castilla y León - Colegio de Ingenieros T. de O. P. TRAIANVS © 2006 - http://traianus.rediris.es http://www.traianvs.net/

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1. InicioEl mes de octubre del pasado año, 2005, invité a IsaacMoreno a la lectura de mi tesis doctoral, en realidad nocreí que viniese desde Zaragoza a Madrid para escu-charme, pero lo hizo, y desde luego se lo agradecí muchí-simo. En el pequeño encuentro que tuvimos antes de miplática, le di unas cuantas hojas del inicio de mi trabajosobre Frontino y las conducciones de agua a Roma.Cuando finalicé mi exposición y entre felicitaciones, emo-ciones y parabienes, me dijo Isaac que le había interesadouna parte específica de esas cuartillas: lo referente a laorganización de las obras públicas. Y desde allí me invitóa hacer este trabajo que comienzo ahora a escribir, y queseguramente me entretendrá durante algunas semanas, yese entretenimiento se lo debo a mi buen amigo IsaacMoreno, al que dedico estas letras que seguramente leerácon mayor interés que yo mismo. Gracias a Dios aquí tene-mos un Isaac Moreno, ¡va por ti!.

2. IntroducciónCuando visitamos unas ruinas romanas, o leemos cualquierlibro que trata sobre el tema, parece que las edificacionesurbanas como templos, teatros, coliseos, acueductos, calza-das, o faros, se hicieron gracias a la orden inapelable delemperador o de cualquier general, y así nos lo han ido ense-ñando desde pequeños, o nos lo cuentan los cicerones dellugar, pero, esta idea está muy lejos de la realidad. Unasredes y un desarrollo en obras públicas tan grande y com-plejo, como el acometido por la sociedad romana en eltranscurso de su historia, debieron estar sustentado en pará-metros y estructuras sociales bien concebidas y desarrolla-das. Y el primer elemento esencial para acometer tamañaempresa es basarse en una administración que organice sucrecimiento, desarrollo y mantenimiento, y canalice lasnecesidades sociales en materia de obras públicas. Portanto, este trabajo se dedica a la descripción de la complejay enmarañada administración de obras públicas romanas,bastante poco conocida y que se tiende a simplificar,supliéndolo con una cabeza visible de “ordeno y mando”,como si en la actualidad al hablar de las obras públicas, suadministración y realización nos despachásemos con que lohabía hecho el Rey con un “hágase”; obviando toda la com-pleja maquinaria existente en esta materia.Desde luego, no se pretende describir toda la estructuraadministrativa en lo referente a obras públicas romanas;

pero sí dar unas pinceladas para comprender que detrás deeste planificado desarrollo de obras y servicios públicosromanos había una maquinaria administrativa que sin ellahubiera sido imposible tal conjunto de realizaciones públi-cas, ejemplo para la humanidad.La estructuración del trabajo, aunque lo parezca, no obe-dece a cánones o puntos de vista actuales de las obraspúblicas, sino que responden a lo que he ido percibiendoen los diversos escritos de la época que, desde luego separecen a la estructura actual. Es interesante en esta mate-ria los libros de Tito Livio, muy denostado por muchos ybuenos historiadores como Kovaliov (1986); pero tienenuna gran virtud, respecto al resto de los escritores clásicos,y es que él bebió de fuentes y documentos administrativos,en los que se basa, con lo que la afluencia de informaciónde esta administración es importante.

3. Historia evolutiva de la administración de obraspúblicas romanasEs bastante complicado conocer las diferentes administra-ciones que tenían competencia de obras y servicios públicosen aquella cultura, precedente de la nuestra. Si se quierehacer un esbozo de la estructura general de la administra-ción competente, habría que estudiarla dentro de la evolu-ción que se fue produciendo en ella a lo largo de la historiade Roma. Dentro del estudio evolutivo en el tiempo de lasadministraciones en obras públicas, se podría dividir encuatro grandes etapas:

1. Monarquía2. República3. Imperio4. Decadencia

3.1 ADMINISTRACIÓN EN EL PERIODOMONÁRQUICO

La primera época, la monarquía, podría dividirse, a su vezen una primera etapa, de asentamiento de la ciudad:Rómulo, Numa Pompilio y Tulio Hostilio. Y una segundaetapa de su expansión y mejora: Anco Marcio, Lucio Tar-quino, Servio Tulio y Tarquinio el “Soberbio”. Aunqueesta división está muy bien para el análisis de la evolución

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A D M I N I S T R A T I O

Alcance y organizaciónde las obras públicasen el Imperio Romano

© José Manuel de la Peña OlivasDoctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos.

CEDEX. Ministerio de [email protected]

Publicado en:

Nuevos Elementos de Ingeniería RomanaIII Congreso de las Obras Públicas Romanas. Astorga 2006Junta de Castilla y León - Colegio de Ingenieros T. de O. P.

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de los servicios y obras públicas romanas, no lo es tanto paraestudiar la administración que lo promovía. Lo cierto esque, tal y como pone de manifiesto Kovaliov (1986) la his-toria de la Roma Arcaica roza más la ficción que la propiahistoria, con lo que se puede decir de ella que está sujeta abastantes interrogantes. Lo que sí parece, por las descripcio-nes que de este periodo nos han llegado de los historiadoresde aquella época, especialmente Tito Livio y Dionisio deHalicarnaso, es que la monarquía romana era electiva y conmandato directo de sus acciones, lo que indica que el res-ponsable directo de la planificación y promoción de lasobras y servicios públicos era el rey. Existe un pasaje de lomás interesante en Dionisio de Halicarnaso (IV, 44, 2) quenos lleva a conocer algo más de la realidad de las obraspúblicas en aquella época. Este escritor escribe:

“… las obras que su abuelo [Lucio Tarquinio] habíadejado a medio hacer: llevar hasta el río los canales dedrenaje de las aguas que su abuelo había empezado aexcavar [Cloaca Máxima], y rodear con pórticoscubiertos el Circo, que no tenía nada más que loscimientos. En efecto, todos los pobres trabajaban enestas obras a cambio de una discreta cantidad de trigo;unos extraían piedras de las canteras, otros cortabanmadera, otros conducían los carros que transportabanestos materiales, otros llevaban la carga sobre sus pro-pios hombros, otros realizaban las excavaciones subte-rráneas, construían sus bóvedas y levantaban suspórticos. Para ayudar a los obreros que se ocupaban deestos trabajos había herreros, carpinteros y canterosque habían dejado sus ocupaciones particulares y aquienes se les tenía dedicados al servicio público. Asípues el pueblo se consumía en estos trabajos y notenía ningún respiro…“

Ciertamente, para la coordinación de todos estos trabajosdebió existir algún cargo competente que solucionase,también, los problemas técnicos. Pero parece, por esterelato que el responsable directo debió ser el rey; a partirde aquí, se puede inferir que los planificadores y proyectis-tas de la obra fueron etruscos a cuyo servicio había unaserie de obreros no cualificados, que eran de las clases máspobres, tal y como ha sucedido en toda la historia, aunqueno esclavos, cuyos sueldos eran pequeños. También seocupaba a obreros cualificados que pudiera deducirse queo estaban pagados por el estado, o trabajaban como pagode la contribución al estado.También de esta época procede el cometido que se le dabaa las instituciones religiosas en asuntos de obras públicas,cuyo ejemplo más flagrante se encuentra en la institucióndel Pontificado, que tenía entre sus funciones, en su épocainicial, la de mantener y reparar los puentes del estado, decuya función procede su nombre (Dionisio de Halicar-

naso, II, 73, 1; III, 45, 2). Lo mismo sucedió en Grecia, yprobablemente también en Fenicia, con los templos erigi-dos en la costa, especialmente los dedicados a Poseidón,utilizados como señales marítimas, (Martínez Magantos,1994; Peña, 2005).Algunos de los cargos públicos que se mantuvieron en larepública, parece que provenían de este periodo monár-quico. De especial importancia para la reforma del estadofue el reinado de Servio Tulio: a él se debe la estructura-ción del pueblo en tribus y centurias, instituyendo loscomicios tribunicios y los centuriados; la creación delcenso; e hizo reformas urbanísticas tan importantes comorodear la ciudad con una muralla, muralla serviana, conordenanzas para su buen mantenimiento, que nos han lle-gado de la pluma de Tito Livio (I, 44, 4):

“… no se podían levantar edificios pegados a la mura-lla –cosa que en la actualidad se hace corrientemente-y, por la parte exterior, una porción de terreno que-daba exenta de actividad humana…”.

Pero más importante, para conocer la organización relativaa las obras públicas en aquella época, es la pequeña fraseque Tito Livio (I, 45, 1) nos escribe: “… tomadas [con Ser-vio Tulio] todas las medidas para la práctica política y mili-tar…”. Dentro de estas medidas parece que pudo estar lacreación de los cónsules, llamados inicialmente pretores, ydel prefecto de la ciudad. Así se infiere de las palabras deTito Livio (I, 60, 4) cuando, habiendo expulsado de la ciu-dad al último rey romano, Tarquino el “Soberbio”, cuenta:

“… A continuación se nombraron dos cónsules en loscomicios por centurias convocados por el prefecto de laciudad de acuerdo con las normas de Servio Tulio…”.

Si esta magistratura proviniese, como parece, de la reformade Servio Tulio, el organigrama referente a las obras públi-cas en el periodo monárquico estaría compuesto por: Unacabeza visible, el rey; éste estaría asistido por dos cónsuleso pretores, uno para los asuntos urbanos y otro para losasuntos militares que probablemente estarían elegidos enlos comicios centuriados a propuesta del rey; un prefectourbano, que pudo ser el mismo pretor o no, del únicocargo que se tiene certeza que existió; el prefecto estaríaasistido por un procurador, “procuratorii”; y sobre ésteúltimo estaría el arquitecto municipal, del que se conoceque existía en casi todas las ciudades si hacemos caso deVitruvio (V, 10, 1). El mantenimiento de las obras y edifi-cios públicos correría a cargo del procurador y arquitecto,o de instituciones religiosas creadas al efecto, como el casode los “pontífices” instituidos por Numa Pompilio para elmantenimiento de puentes (Dionisio de Halicarnaso, II,73, 1). Todos estos cargos, especialmente los relacionadosdirectamente con las obras públicas, tendrían como subor-

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dinados toda una serie de funcionarios y trabajadorescomo eran: pregoneros “praecones”, secretarios “scibae”,o mensajeros “viatores”.Poco más se puede decir de una administración de obraspublicas en un periodo de la historia tan oscuro en el quese mezclan la historia y la leyenda; entrando más en elmundo de la protohistoria que en la propia realidad histó-rica. Pero, debe tenerse en cuenta que las institucionesadministrativas obedecen, la mayoría de las veces, a unaadaptación y mejora de situaciones anteriores para acondi-cionarlas a la evolución que los tiempos requería más quea una creación, en toda regla, de un aparato administrativototalmente nuevo.

Fig. 1. Organigrama de la administración y obras públicas en la monarquía romana

3.2 ADMINISTRACIÓN EN EL PERIODO REPUBLICANO

La caída de la monarquía romana en el 502 a.C., según elcómputo de Varron y dos años menos según él de Dionisiode Halicarnaso (aquí se sigue el primero de ellos), provocóuna gran transformación social: con la creación de nuevoscargos y el abandono, prácticamente total, de la dependen-cia tecnológica etrusca, lo que supuso un gran retroceso enla realización de obras públicas. Pero esta fase que se deno-mina “republicana” es muy amplia y sería bastante erróneosuponer el mismo desarrollo para toda ella, por eso se hapreferido dividirla, desde el punto de vista administrativo,en dos grandes etapas: la primera de ellas comienza con elnacimiento de la república romana, con los cónsules JunioBruto y Tarquinio Colatino, y finaliza, aproximadamente,con la primera guerra púnica, pero más específicamentecon la creación de provincias por parte de Roma; lasegunda etapa parte de la primera guerra púnica y finalizará

con las guerras civiles y el advenimiento del imperio. Aun-que, la reforma administrativa que hizo posible el desarro-llo de obras públicas puede dividirse, a su vez, en dosperiodos, marcados por la creación de nuevos cargos conresponsabilidad administrativa en obras públicas:

1er periodo: Cónsules responsables de las obraspúblicas.

2º periodo: Censores y ediles responsables de lasobras públicas.

3.2.1 Primer periodo republicano de obras públicas

Este periodo está marcado por la continuidad del periodoanterior, la monarquía. La actividad en obras públicas esescasa, teniendo más necesidad de supervivencia que dedesarrollo urbano. La cabeza visible eran los cónsules, queinicialmente, una vez elegidos por el pueblo, se sorteabanlas competencias: militares, o urbanas. Pero las necesidadesmilitares hicieron que pronto ambos cónsules tuvieran quededicarse a funciones militares, dejando las civiles, comoeran las obras públicas, para otros cargos; inferiores. Posi-blemente, continuaría el prefecto urbano y toda la estruc-tura monárquica vista en el apartado anterior. Pero prontosurgió la necesidad de nuevos cargos especialmente de con-trol del mantenimiento y explotación urbana de las obraspúblicas, apareciendo el cargo de edil, a la vez que tribunode la plebe, en el 493 a.C., aunque sus competencias inicia-les no correspondían exactamente a obras públicas, que sífueron adquiriendo posteriormente poco a poco.

Fig. 2. Organigrama de la administración y obras públicas en la primera etapa republicana

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REYConsul oPretor militar

Consul oPretor urbano

Prefecto urbano

Procurador Institución religiosa

Arquitecto municipal

MANTENIMIENTOOBRAS

Consul

Edil

Prefecto urbano

Procurador Institución religiosa

Arquitecto municipal

OBRAS MANTENIMIENTO Explotación

Puentes Templos Etc

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Los cónsules eran entonces los cargos responsables de laadministración de obras públicas. En un principio el nom-bre que se les daba a los cónsules era el de pretores, pareceque el cambio fue introducido en la reforma legislativaemprendida por los Decénviros que gobernaron entre el452 y 450 a.C. Su nombre proviene (Smith, 1870) de laspalabras “con” y “sul”, que podría traducirse por “ir jun-tos”. En cambio, Dionisio de Halicarnaso (IV, 76, 2) diceque proviene de la palabra latina “consola”, esto es “con-sejo”, por lo que “cónsul” querría decir “consejero”. Habíauna tradición en Roma que indicaba que el rey ServioTulio, después de regular la constitución del estado -crea-ción de tribus, centurias, etc.- intentó abolir el poder real ysustituirlo por unos magistrados consultores anuales(Smith, 1870). En el año 443 a.C. parte de sus amplias com-petencias se desgajaron para crear la magistratura sin impe-rio de censor, con una duración de cinco años. Entre lascompetencias desgajadas estaban las obras públicas.Dejando únicamente al cónsul la competencia de firma depagos del estado y las proposiciones de ley para la regula-ción de los diferentes estamentos estatales de obras públi-cas, como así lo relata Frontino (XCVI y XCIX) (Peña,2006). En el año 366 a.C. se desgajaron más competencias;las relativas al poder judicial, transfiriéndoselas al “pretor”,solamente juzgando casos extraordinarios (Smith, 1870).

3.2.2 Segundo periodo republicano de obras públicas

Seis años después de la caída de los Decénviros que dota-ron a Roma con las Leyes de las Doce Tablas, se creó laimportante magistratura del censor, cuya causa se puedeinferir de las palabras de Tito Livio (IV, 8, 1ss):

“… Este mismo año [443 a.C.] supuso el comienzo dela censura… su origen se debió a que, al no haber sidocensada la población durante muchos años, no sepodía diferir más el censo, ni era cuestión de que loscónsules se hiciesen cargo de este cometido cuando entantos pueblos había amenaza de guerra…”.

Se aprobó mediante una moción en el Senado, eligiéndosedos censores en los comicios centuriados; siendo los pri-meros censores Lucio Papirio Mugilano y Lucio Sempro-nio Atratino, cónsules del año anterior. Éste era elprincipal cargo responsable de la administración de lasobras públicas. Eran elegidos por cinco años, y estabandentro de los llamados magistrados mayores, y eran, posi-blemente, los magistrados de mayor dignidad civil, teníana su cargo entre otros cometidos la elaboración del censo,reestructuración del Senado y las obras públicas. Estoscometidos les hacían poseer un gran poder tanto político,en sus manos estaba la introducción o exclusión en elSenado, como económico pues el censo era capital para la

recaudación de impuestos y, además, manejaban la partidapresupuestaria más importante del estado que era la dedi-cada a obras públicas, aún mayor que la militar (Peña,2005). Tenían tres grandes atribuciones (Smith, 1870):

1. Realizar el censo: Registrar los ciudadanos y suspropiedades, en los que se incluía el “letio sena-tus”, o selección de Senadores, y el “recognitioequitum”, o inspección de los caballeros.

2. El “Regimen morum”: Valoración de la morali-dad y valor para ser Senador o dejar de serlo. Elcastigo por este concepto podía ser de cuatro cla-ses: I) “Motio” o “ejecito e senatu”, exclusión dela lista de Senadores, o bajarlos de categoría ytribu; II) “Ademptio equi”, similar al anteriorpero para los caballeros; III) “Motio e tribu”,exclusión de su tribu; y IV) “Referre in aerarium”o “facere aliquem aerarium”, se le quitaba elcaballo, que tenía a costa del estado, se le bajabade categoría y tenía que pagar un impuesto.

3. Administración de las finanzas públicas, queconsistían en las siguientes atribuciones: I) Cobrodel “tributum” de acuerdo con los registros delcenso; II) Control de pagos del estado hecho porlos cuestores; III) Dirección de todos los edificiosy trabajos públicos, esto es, el responsable de lasobras públicas; IV) Construcción y reparación delas obras públicas, normalmente mediantesubasta, mejor oferta económica, llamado “ultro-tributa”; y V) Concesión de cobro de tributosmediante subasta al mejor postor, o “vegtigalia”

La estructura general referente a obras públicas, formadacon la creación del cargo de censor sufrió continuas trans-formaciones para adoptarse a las necesidades que iban sur-giendo. En un principio no diferiría mucho de la estructuraadministrativa que tenía el cónsul, pero en el tramo final dela república el organigrama se había complicado: se verte-braban por sectores referentes a las obras públicas: agua,vías, urbanismo, etc.. Los responsables finales de estos sec-tores debieron ser los curatores o prefectos. La estructurageneral que tenía cada uno de los sectores de obras públi-cas debía ser muy parecida a la que Frontino describe en sulibro, esto es: un área de obras y otra área administrativa, y,dependiendo directamente de los censores, un cuerpo detécnicos y funcionarios que debió ser similar al que luegoposeyeron los curatores (Frontino, C), esto es: arquitectose ingenieros; contables, tenedores de libros y secretarios;ordenanzas y heraldos; lictores o policías; y esclavos públi-cos. De las áreas de obras y administrativa, dependeríancuatro tipos de trabajadores: técnicos, funcionarios, obre-ros, e inspectores. El mantenimiento de las obras, según se

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ha estudiado en Frontino, pasó por dos fases diferentes: enla primera, éste se contrataba y se adjudicaba en concesión,cuyo periodo correspondería a este republicano, pero en elinicio del imperio, los mantenimientos de obras pasaron acargo del estado.

Una figura importante referente a las obras públicas era eledil. Sus competencias y atribuciones son todavía hoy muycontrovertidas y se conocen poco con exactitud. Su figurafue tan importante que Augusto a la hora de elegir unamagistratura para dar a su yerno Agripa, para que éstereformase toda la administración de obras públicas, tomóla de edil.Los ediles eran magistrados, cuyo nombre original pareceque deriva de su función primitiva: el cuidado del templode Ceres, “aedes” (Smith, 1870). Fueron creados a la vezque los tribunos de la plebe en el año 494 a.C., en el con-sulado de Postumio Cominio y Espurio Casio (Tito Livio,II, 33, 3). Sus primeras competencias las describe Dionisiode Halicarnaso, (VI, 90, 1ss):

“… pidieron al Senado que les permitiera designarcada año a dos hombres de la plebe para que ayudaraa los tribunos en lo que les pidieran, para juzgar lascausas que éstos les encomendaran y para que seencargaran de los lugares públicos y sagrados y delbuen abastecimiento del mercado. Obtenida tambiénesta concesión del Senado, eligieron a unos hombres alos que llamaron asistentes y colegas de los tribunos yjueces. Ahora, sin embargo, se llaman en su lengua,por una de sus funciones, inspectores de lugares sagra-dos [“aedilis qui sacras et privata procuraret” segúnVarron], su poder ya no está subordinado al de otrosmagistrados, como antes, y tienen a su cargo muchase importantes funciones…“.

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Fig. 3. Organigrama de la administración y obraspúblicas en la segunda etapa republicana

Censor

Prefector o curator

Administración

Procurador

Mantenimiento

Contrata Estado

Obras

Técnicos

Obreros

Funcionarios

Intendentevillicus

Libretores, Aquaril, etc

Constructores Mancipes,

Redemptores,

Susceptorers, etc

Técnicos

Obreros

Funcionarios

Inspectores

Maris Acuarum Anonae Cloacarum Etc

ArquitectosIngenieros

SecretariosContablesTenedores de libros

OrdenanzasHeraldos

Lictores

Esclavospúblicos

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En el año 449 a.C. se les encomienda el control del regis-tro de los “Senado Consulto” y su custodia en el templo deCeres. Gradualmente les fueron confiando otras funcionesque, por el crecimiento administrativo y de actividad, nopodían realizar los otros magistrados, o de nuevas necesi-dades que surgían, especialmente aquellas que original-mente eran propias de los censores. Las funciones másimportantes que tenían eran la dirección e inspección deedificios religiosos, publico y privados, pudiéndose enu-merar entre las competencias (Smith, 1870): 1) Reparaciónde edificios públicos como templos, curias, etc.; 2) Inspec-ción de edificios privados para evitar o declarar su ruina,obligando a sus dueños su reparación o demolición; 3) Ins-pección de la red y distribución de agua, que era compe-tencia del censor, pero a falta de éste la función la ejercíanlos ediles; 4) Cuidado de las calles y pavimentos; 5) Cui-dado de las alcantarillas y cloacas; 6) Distribución delgrano, según órdenes dictadas por: el cuestor-pretor o pre-fecto “annonae”; 7) Control de las tierras públicas, impo-niendo sanciones a quienes las invadiesen, cuyo dinero seusaba para la pavimentación de calles y otros fines públi-cos; 8) Supervisión de mercados; 9) Celebración de fiestasy ceremonias religiosas; 10) Policía ciudadana; 11) Inspec-ción de baños, casas de entretenimiento, burdeles y pros-titutas; y 12) Limpieza de las calles. Para realizarconvenientemente todo este rosario de competencias, losediles tenían todo un equipo de obreros y funcionarios,como eran: pregoneros (“praecones”), secretarios (“scri-bae”), mensajeros (“viatores”), etc.

La importancia de los ediles fue en crecimiento, adquiriendocada vez nuevas competencias, lo que obligó a la reforma deesta magistratura (Tito Livio, VII, 1, 1), añadiendo a los dosediles originales (“Aediles plebeii”), dos nuevos más, en elaño 366 a.C.; pero estos eran elegidos por los comicios cen-turiados mientras que los anteriores se elegían por tribus.Estos dos nuevos ediles se les llamó ediles curules (“Aedilescurules”), e inicialmente eran patricios, aunque posterior-mente su origen podía ser indiferentemente patricio o ple-beyo. Con esta reforma, en Roma había dos ediles de la plebey dos ediles curules. Las competencias de estos dos nuevos ediles eran similaresa la de los ediles de la plebe; pero se les añadió una nuevacompetencia, exclusiva de los ediles curules; la de promul-gar edictos, “edicta”, que eran normas de obligado cum-plimiento para todos los ediles. Los “edicta” servían tantopara regular los mercados, la compra y venta de mercan-cías, como para dictar normas técnicas constructivas. Esteúltimo cometido debió ser muy usado para suplir la faltade legislación técnica, o para complementarla.Cinco días después de su elección, los cuatro ediles se divi-dían, por sorteo o por acuerdo, los distritos de la ciudad.Había determinados eventos, especialmente fiestas, queeran competencias exclusivas de unos determinados ediles,como por ejemplo: los juegos plebeyos, organizados por losediles de la plebe (Tito Livio, X, 23; XXVII, 6; XXXI, 50, 3);o los juegos romanos, exclusivos de los ediles curules. JulioCésar reformó esta magistratura en el 45 a.C. introdu-ciendo dos nuevos ediles del pueblo, especialmente para

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Fig. 4. Organigrama funcional de los ediles

Edificios PúblicosCalles

Trabajadores

Funcionarios

Secretarios scribaePregoneros praeconesMensajeros viatoresEtc

Edificios privadosRed de aguaCallesTierras públicasBaños, burdeles, etc.Policia

EdilesAediles plebeii

Reparación Control e inspección

Supervisión

Celebraciónde eventos

Ediles curulesAediles curules

NormasEdicta

Mercados

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ocuparse de la distribución de cereales, que Augusto trans-formó en “praefectos annonae” y, posteriormente, pasaronlas competencias a los curatores. En la época imperial, lascompetencias de los ediles fue reduciéndose paulatina-mente, en beneficio de los nuevos cargos como los curato-res, o el prefecto urbano, creado por Augusto, para laslabores de policía.Las colonias y municipios tenían, a similitud de Roma,también ediles, cuyo número y función variaba según loslugares, pero parece que las funciones y competencias eranparecidas a las expuestas. Los censores de las coloniasromanas y latinas, y los municipios tenían el nombre de“quinquenales” (Smith, 1870).

3.3 ADMINISTRACIÓN EN EL PERIODO IMPERIAL

La administración y ejecución de las obras públicas fue cam-biando en el transcurso de la historia antigua, y en particularen el imperio romano que es del periodo que más noticias setiene y más complejidad se alcanzó. Es especialmente impor-tante la transformación de los órganos decisorios que pareceque realizaron durante la introducción del imperio. Augustotransformó bastante de la burocracia romana, con la crea-ción de responsables directos de diversas actividades queformaban las obras públicas, en detrimento de los censores yediles tal y como lo refiere Suetonio (II, 37):

“… Y para que intervinieran muchos más en la admi-nistración del Estado, creó nuevos cargos: el cuidadode las obras públicas, caminos, aguas, del lecho delTiber, de la distribución de trigo al pueblo, la prefec-tura de Roma,…”.

Para ello, Augusto llamó a su yerno y amigo Marco Vipsa-nio Agripa para reformar todo el aparato de obras públi-cas del imperio. Éste, habiendo sido antes cónsul, aceptóel cargo de edil, sobre el que se forjaría toda la reformaadministrativa civil romana, y en especial la relacionadacon las obras públicas. Fue nombrado administrador vita-licio –perpetuus curator– que venía a ser el cargo de primerministro en asuntos de la administración civil del estado.Tras la muerte de Agripa, el 20 de marzo de 12 a.C.,Augusto fue nombrando una serie de cargos administrati-vos, denominados curatores, en concreto, creó:

• Los curatores alvei et riparum: encargados de lanavegación por el río Tiber

• Los curatores annonar: encargados de la compray venta de trigo y aceite.

• Los curatores aquarum: encargados de la red yabastecimiento de aguas.

• Los curatores kalendarii: que tenían al cuidadolos libros “kalendarii”, esto es; los registros depersonas a quienes se les había prestado dineropúblico.

• Los curatores ludorum: encargados de los juegosy eventos públicos.

• Los curatores operum publicorum: que tenía a sucuidado las obras públicas, salvo aquella en lasque existía otro curator.

• Los curatores regionum: que tenían a su cuidadolos catorce distritos de Roma, especialmente loque atañía a orden público.

• Los curatores reipublicae: también llamadoslogistae, que administraban las tierras de propie-dad municipal

• Los curatores viarum: encargados de las vías ocalzadas romanas

• Los curatores cloacarum: encargados de las redesde alcantarillas y cloacas, y drenajes.

• Los curatores navicularum maris: encargados delas actividades relacionadas con el mar, divididospor frentes costeros.

Muy probablemente, el cargo de curator proviniese de larepública, pero, en la mayoría de los casos, estaban supedi-tados al censor, así por ejemplo: sabemos por Cicerón (adAtt, I, 1) que un tal Termu, en el año 65 a.C., fue curatorde la vía Flaminia; y por Plutarco (Ces., V), que Julio Césarfue curator de la vía Apia. Con la transferencia del censor alos curatores, al censor le quedaron pocas competencias,por ejemplo; en materia de aguas, la inspección de las con-tratas (Frontino, XCVI) y la autorización del riego público(Frontino, XCVII), y éstas compartidas con los ediles quetenían la obligación de vigilar que no se contaminasen lasaguas, y a quien lo hiciese podía imponérsele una multa de10.000 sextercios. En ocasiones, un curator podía ocupardos cargos, como sucedió con Plinio el Joven (Plinio elJoven, V, 14, 2) al que Trajano nombró “curator aluei Tibe-ris et riporum et cloacarum urbis” en el 104 d.C. que, enboca del mismo Plinio, era uno de los puestos más distin-guidos para la clase consular, pero reportaba mucho tra-bajo.El cargo de curator debió pasar de ser una magistraturatipo edil en la república, y ayudantes de los censores enmateria de obras públicas, a ser magistraturas mayores dela categoría consular; así, se explica que el propio Frontinoocupase indistintamente ambos cargos (en el 73 d.C., cón-sul; en el 97 d.C., curator de aguas; y en el 98 y 100 d.C.,cónsul). Esta misma transformación de categoría de magis-trado debió ocurrir en los gobiernos provinciales, si bien

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no está suficientemente documentado.Si se siguen los datos que nos han dejado los escritores clá-sicos sobre este periodo de la historia de Roma, deduce queexistieron emperadores muy emprendedores en relacióncon el desarrollo de las obras públicas. El primero de elloslo encontramos en Augusto, que reestructuró toda la admi-nistración, y en especial la referente a obras públicas; peroademás se preocupó de acompañar a la pacificación delimperio con una serie de obras públicas de la que conoce-mos, por ejemplo, todo el desarrollo de faros y señales marí-timas en el norte de la península Ibérica y noroccidenteeuropeo para facilitar el tránsito naval de mercancías porestos mares (Peña, 2005) según Plinio (II, 67, 167):

“… El océano Septentrional fue surcado en su mayorparte por iniciativa del divino Augusto…”.

Los siguientes emperadores no debieron ser tan empren-dedores como Augusto: bajo Tiberio se conoce el PlanHidrológico que quiso hacerse en la cuenca del Tiber(Tácito, I, 62). Calígula promovió la construcción de farospara el tránsito en el Canal de la Mancha (Suetonio, IV,46) y la ampliación de la red de abastecimiento de agua aRoma, y Claudio prosiguió la obra de su antecesor eimpulsó obras públicas en Gran Bretaña, y finalizó elpuerto exterior de Roma. Durante el mandato de Tiberiose produjo un hecho que parece que provocó un cambio

en la normativa técnica y fue éste el hundimiento de unanfiteatro nada más inaugurarse cerca de Roma, cuyorelato nos ha llegado de la mano de Tácito (IV, 61):

“… En Fidenas [ciudad próxima a Roma, a unas cincomillas], un cierto Atilio, de la casta de libertos, fabricóun anfiteatro para celebrar el juego de gladiadores, sinafirmar bien lo macizo de los fundamentos [malcimentado] ni encadenar las vigas y tablas sobrepues-tas, como aquel que se había movido, no por abundan-cia de dineros que tuviese o por ganar la gracia de losciudadanos, sino solo por el interés de una vil ganan-cia… acudió de toda edad y sexo, y por la vecindad delpuesto en tan número, que se aumentó tanto más eldaño, en efecto, en acabando de henchirse de genteaquella máquina se abrió; y entre los que cogió aplomo debajo y trajo al suelo consigo, precipitó ycubrió una inmensa cantidad de personas, ocupadas demirar el espectáculo, y muchos de los que estaban alre-dedor del edificio. Los que tuvieron suerte de morir alprincipio de aquel trabajo evitaron infinitos tormen-tos… habiéndose hallado entre muertos y estropeadosen aquella ruina cincuenta mil personas. Proveyó elSenado que ninguno de allí en adelante pudiese hacerjuegos de gladiadores que no tuviesen por lo menosdiez mil ducados (cuatrocientos mil sestercios) dehacienda, ni se hiciera anfiteatro que no fuese bienfirme y seguro; y Atilio fue condenado al destierro…”.

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Fig. 5. Anfiteatro de Tarragona.

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Las medidas que tomó el Senado para asegurarse que fue-sen los anfiteatros firmes y seguros no las sabemos, yresulta curiosa la suave condena al promotor después deprovocar 50.000 muertos y heridos.Nerón fue uno de los emperadores más activos en las obraspúblicas y normativas sobre ellas, tal y como nos han trans-mitido Tácito (XV, 38) y Suetonio (VI, 16). Pero trasNerón, las convulsiones revolucionarias de los tres empera-dores siguientes: Galba, Otón, y Vitelio, la inversión y diná-mica administrativa de obras públicas se dejó a un lado,debiendo funcionar la administración gracias los cargosintermedios poco politizados. La dinastía de Vespasianovolvió a ocuparse de las obras públicas, especialmente enun aspecto de gran importancia como la restauración ypuesta en servicio de algunas infraestructuras que por faltade mantenimiento estaban en mal estado y uso. Resultacurioso que Vespasiano, cuando fue edil de la ciudad deRoma, fuese castigado por Calígula por no tener un servi-cio público de limpieza en condiciones, tal y como se lee enSuetonio (VIII, 1, 5):

“… siendo edil [Vespasiano], C. Cesar [Caligula],enfureciéndose porque no había puesto cuidado enbarrer las calles…“.

Ejemplo de esta política se halla en la restauración quepromovió del Capitolio de Roma que había sido destro-zado en las revueltas del Vitelio, y que comportó una granactividad para poner en orden los importantes archivospúblicos que se custodiaban en él (Suetonio, VIII, 1, 8):

“… Él [Vespasiano] personalmente, acometiendo lareconstrucción del Capitolio, fue el primero en ponermanos a la obra al sacar los escombros y se puso unacarga sobre sus espaldas; y tomó a su cargo la obliga-ción de que se reconstruyeran tres mil tablas debronce que se habían destruido, después de haberhecho buscar por todas partes sus copias… construyónuevos monumentos…“.

Pero la gran actividad en obras públicas parece que quedóalgo paralizada, debido a que puso más empeño en restau-rar y reordenar la administración del estado que enemprender la construcción de nuevas obras públicas. Losdatos que nos han transmitido de los hijos de Vespasiano,Tito y Domiciano, son escasos, y no reflejan un gran dina-mismo en obras públicas, aunque parece que Domicianoprosiguió la política de su padre de reconstrucción de lasobras públicas que todavía se veían afectadas por el aban-dono y destrucción del periodo anterior.La siguiente dinastía de los Antoninos fue mucho más pro-lija en la construcción de obras públicas, en especial losgobiernos de Trajano, Adriano y Antonio Pío. Al periodo deTrajano se le adjudica la construcción del faro de La Coruña,

si bien éste podría tener un origen que se remontase aAugusto (Peña, 2005). Ejemplo de esta actividad públicason los Mercados de Trajano de Roma, construidos por elarquitecto Apolodoro de Damasco, y que concentraban laactividad de suministro de materias primas controladas porel estado como trigo, aceite y vino, que llegaban de provin-cias a través de los “negotiadores”. Parte de la actividad deeste emperador se conoce por las cartas de Plinio el Joven,muy amigo de Trajano. Adriano también desarrolló granactividad respecto a las obras públicas, y utilizó el ejércitopara la construcción pública, pero siempre en determinadascondiciones y lugares, tal y como se comenta posterior-mente; si bien, su vocación de viajero continuo dificultó

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Fig. 6. Reconstrucción del Faro de La Coruña, Torre de Hércules (Peña, 2005

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grandemente una administración dinámica y saneada. Anto-nio Pío, dio una gran impulso al sector de la construcciónque tan bien conocía, al ser un gran empresario de ladrillos,casado con la heredera del mayor productor de ladrillos, porlo que tenía un buen conocimiento del sector, dirigiendoimpecablemente el estado sin moverse de Roma, dejando asu muerte las arcas más saneadas de la historia del Imperio.La dinastía Severa también intervino con importantes obraspúblicas, en especial Septimio Severo y Caracalla, famosopor las grandiosas termas construidas en Roma en el 212d.C., que exigieron una ramificación de una de las conduc-ciones de agua a Roma, “Aqua Marcia”, y la construcciónde un depósito de agua de 80 m3. Del gobierno de Septi-mio proviene el impresionante plano de Roma “FormaUrbis” que hizo colocar en el Foro de la Paz, y que ha ser-vido para conocer la planimetría de la ciudad y ha sido degran ayuda para la actividad arqueológica en la CiudadEterna. Y Alejandro Severo construyó en el 226 a.C. elúltimo gran acueducto para el abastecimiento de Roma.La crisis de siglo III supuso un freno importante en la acti-vidad de las obras públicas, con una tendencia a centrarseen ámbitos más provinciales y menos centralistas. ConDicleciano, y la reforma tetrárquica, esta tendencia conti-nuó, si bien parece que mejoró la actividad en obras públi-cas. El último periodo imperial romano, y su actividadpública, se puede seguir por los escritos de Amiano Marce-lino, en los cuales se refleja la existencia de un importantey desarrollado transporte público, pero no una gran activi-dad en otros sectores de las obras públicas, si acaso algunasactuaciones en vías, como construcciones de calzadas haciael lago Constranza (Amiano Marcelino, XV, 4, 3) o queatravesaban los Alpes (Amiano Marcelino, XV, 10, 2) o laconstrucción de puentes como el “pons Valentiniani” enRoma, durante el gobierno de Valentiniano (364 a 378d.C.). También se dictaban normas urbanísticas, como lasque hizo el prefecto de Roma, Pretextato en el 367-368 d.C,según se lee en Amiano Marcelino (XXVII, 9, 9 y10):

“… tomó numerosas disposiciones… eliminación detodas las construcciones maenianas [balcones quesobresalían en ménsula a la calle], prohibidas ya enRoma por antiguas leyes, y separó de los edificiossagrados las casas de los particulares… ajustó lasbalanzas de cada una de las zonas de la ciudad, por-que de otro modo no podía atajarse la ambición demuchos que utilizaban las medidas a su antojo…”.

La caída del imperio, su desmembramiento y la toma delpoder de los bárbaros dio al traste con toda un actividaden obras públicas que puede reflejarse en un pequeñoejemplo: con el asedio de Roma por el ostrogodo Vitiges secortaron todas las conducciones de agua a la cuidad, en el537 d.C. que no volvieron a funcionar nunca más, empe-

zándose a convertir en monumentos arqueológicos de unpasado glorioso de las obras públicas.

4. Tipos de tramitacionesadministrativas de obra

Hasta la creación de provincias, y con ellas el cargo de pre-tor, o gobernador, había tres tipos básicos de tramitaciónadministrativa para la autorización de una actividad enobras públicas; ya fuese construcción, planificación o nor-mativa que se pueden resumir en el siguiente esquema:

1. Censor – Cuestor – Senado – Censor2. Senado – Censor3. Cónsul – Senado – Censor

En el primero de los casos, el censor, o los censores, plani-ficaban para su mandato una serie de obras públicas en suprograma electoral, o en el transcurso de su mandato, quesolicitaban directa, o a través de los cuestores, la aproba-ción presupuestaria al Senado, como así se lee en TitoLivio (XXXIX, 44, 4):

“… Suprimieron [los censores] todas las conduccionesde agua pública a edificios o fincas privadas, e hicierondemoler, en un plazo de treinta días, los edificios oconstrucciones que los privados tenían en terrenopúblico. A continuación, con el dinero destinado a talfin, adjudicaron la construcción de obras públicas: pavi-mentación, con piedra, de los depósitos, limpieza delalcantarillado donde fuera necesario y construcción deuno nuevo el Aventino [una de las siete colinas deRoma] y en otros sitios donde todavía no lo había. Ypor separado Flaco [uno de los dos censores] hizo cons-truir un dique en las Aguas de Neptuno, para quepudiera pasar la gente, una calzada a través de los mon-tes de Formias, mientras que Catón [el otro censor]adquirió para uso público dos atrios en las Lautumias,el Menio, y el Ticio, y cuatro tiendas, construyendo allíuna basílica que recibió el nombre de Porcia…”.

Aunque en periodos de guerra, como la segunda guerrapúnica, podían estar las arcas del erario público tan mer-madas que las actuaciones en obras públicas eran nulas,con el perjuicio de todo el sector que vivía de ellas. Lasiguiente cita de Tito Livio (XXIV, 18, 1 ss) es más queelocuente de esta afirmación, y en la que se muestra laspropuestas del sector de contratación de obras públicaspara salir del bache de la guerra:

“… Los censores como no tenían que ocuparse de lacontratación de obras públicas porque las arcas delEstado estaban vacías [214 a.C.]… Como la falta de

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recursos públicos impedía que los censores sacaran asubasta la contrata de conservación de edificios reli-giosos, el suministro de caballos curules, y cosas por elestilo, acudieron a verles muchas personas acostum-bradas a este tipo de subastas, animando a que toma-sen todas las medidas e hiciesen las adjudicacionescomo si hubiera fondos en el erario, pues nadie iba aexigirles el pago hasta que finalizara la guerra…”.

Otra cita que ilustra la actividad de contratación públicaen el periodo republicano romano se puede leer en TitoLivio (XLI, 27, 5), donde además se dictaban disposicio-nes sobre la normativa técnica a aplicar en las obras públi-cas del estado (Peña, 2005)

“… Los censores adjudicaron por primera vez [año 174a.C.] el empedrado de las calles de la ciudad y coloca-ción de una capa de grava y la construcción de arcenesen las vías de fuera de la ciudad, así como la construc-ción de puentes en muchos sitios. También se debió aellos la puesta a disposición de los ediles y los pretoresde un escenario, y los recintos de salida en el circo, los“huevos” para contabilizar las vueltas en la pista,…También se ocuparon de que se adoquinase la subida alCapitolio… empedraron el mercado,… Adjudicarontambién ellos la construcción de las murallas, y tam-bién una acometida de aguas en Potencia, y el empe-drado de una calle en Piasuro… el alcantarillado y lamuralla…”.

En el segundo de los casos, la iniciativa corría a cargo delSenado que instaba al censor, o a los censores, a una deter-minada construcción, y entonces éstos comenzaban el pro-ceso de contratación, porque el presupuesto veníaacompañado y aprobado por el decreto del Senado. Estetipo de adjudicación se halla en la cita de Tito Livio(XXXVI, 36, 4) que indica:

“… La construcción del templo, en virtud de undecreto del Senado, había sido adjudicada por los cen-sores Marco Livio y Marco Claudio…”.

El tercero de los casos también era corriente, aunque lasobras pedidas por los cónsules eran normalmente puntua-les, corriendo a cargo del censor la política de obras públi-cas. Ejemplo de este tipo de adjudicaciones se encuentraen Tito Livio (XL, 34, 6):

“… El duunviro Manlio Acilio Glabrión dedicó estetemplo y erigió en él una estatua, la primera detodas las estatuas doradas de Italia, a su padre Gla-brión [cónsul en el año 191 a.C .junto con PublioCornelio Escipión Nasica]. Era éste precisamentequien había prometido con un voto dicho templo eldía que había librado combate decisivo contra el rey

Antioco en las Termopilas, y había adjudicado laconstrucción del mismo en virtud de un decreto delSenado…”.

Por lo general, los censores proponían, hasta la reforma deAugusto, la construcción de una serie de obras públicas; enpalabras actuales, se solicitaba la retención de crédito a loscuestores y la aprobación por parte del Senado para la rea-lización de una obra (Peña, 2005). Una vez hecha la apro-bación, los censores procedían a la contratación con unprecio inicial de licitación, normalmente mediante el proce-dimiento de subasta “ultrotributa”, dando la adjudicaciónal mejor postor. En casos excepcionales, el sistema de adju-dicación no era subasta sino concurso, cuando lo que pri-maba eran las condiciones técnicas. Si existía algunaanomalía en la subasta, el Senado podía anularla, orde-nando volver a repetirla (Tito Livio XXXIX, 44, 4ss). Unavez adjudicada, parece que los responsables de la ejecuciónde la obra eran los duunviros (Tito Livio, XL, 44, 10):

“… y el nombramiento de duunviros para adjudicar laconstrucción del templo…”.

Donde la palabra “adjudicar” habría que cambiarla por“ejecutar o dirigir”. Los duunviros, en cuestión de obraspúblicas, era lo que sería en la actualidad un director deobra, o el responsable de la administración de ejecutar,hacer la recepción e inaugurar la obra.Los censores eran competentes, tanto en la contratación ypolítica de obras públicas como de dictar normas restricti-vas para las personas que podían acceder a los contratosdel estado, no pudiéndose recurrir sus edictos, salvo antela asamblea del pueblo por los tribunos de la plebe. La citaque se muestra a continuación (Tito Livio, XL, 16, 2 y ss)es un claro ejemplo de esta afirmación:

“… un edicto por el que prohibieron [los censores]que nadie en quien hubiera recaído una adjudicaciónde impuestos o de obras públicas durante la censurade Quinto Fluvio y Aulio Postumio [174 a.C.] sepresentase a sus subastas o figurase como socio ocoparticipe en una adjudicación. Los publicanos, apesar de sus reiteradas protestas no pudieron conse-guir que el Senado pusiese límite al poder de los cen-sores, pero al fin encontraron un valedor de su causaen el tribuno de la plebe… se presentó una propuestade ley [ante la asamblea del pueblo] según la cual lasadjudicaciones de impuestos u obras públicas realiza-das por Gayo Claudio y Tiberio Sempronio [los cen-sores] quedaban anuladas, se haría de nuevo desde elprincipio, y todo el mundo sin distinción tendríaderecho a tomar por contrata los impuestos y lasobras públicas…”.

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La creación de provincias hizo desdoblar las competenciasen obras públicas en dos agentes: él central dirigido por loscensores y el provincial dirigido por el pretor, que era ele-gido para el cargo por los comicios curiales cada año.Parece que las competencias censales eran para obraspúblicas generales como grandes calzadas, mientras que lasrelacionadas con la provincia se adjudicaban por los preto-res. Así se puede leer en Tito Livio (XLIII, 4, 7):

“… Lucrecio [pretor] se encontraba en sus tierras enAncio, y con el producto de la venta del botín estabahaciendo una conducción de agua desde el río Lora-cina [actual Cáchamele] hasta Ancio. Se dice queadjudicó esta obra en ciento treinta mil ases…”.

5. Pagos y recepción de la obra

Una vez aceptado el proyecto constructivo y adjudicada laobra, se iba ejecutando con el control de obra que podíacorrer a cargo de la propia autoridad que lo había adjudi-cado, censor, curator o edil (Tito Livio, XLV, 15, 9) o senombraban supervisores, o directores, de obra, tal y comohe indicado en el apartado anterior, llamados duunviros.En ocasiones, cuando las obras eran tan importantes quese prolongaban en el tiempo su duración, podía el Senadoprorrogar el cargo hasta que finalizase su ejecución; estefue el caso del censor Apio Claudio cuando se construyó laprimera conducción de agua a Roma, como nos cuentaFrontino (V, 3):

“… a Apio [Claudio] cupo el honor de dar su nombrea ese acueducto; de este se cuenta que, valiéndose demuchas coartadas había prolongado el mandato de sucensura hasta concluir la Vía Apia y la canalizacióndel acueducto…”.

Durante la ejecución de la obra, un magistrado, o lo que sellamaría hoy en día un representante de la administraciónsupervisaba la obra, controlaba y aceptaba los materiales ausar, ejemplo de ello se desprende de las palabras de Vitru-vio (II, 3, 1):

“… Por eso en Útica no se permite construir sino conadobes secos hechos cinco años antes, y aceptado porel magistrado…”.

Es difícil saber si los pagos se efectuaban al finalizar lasobras, por obra construida, por unidades de obras, etc. Loque sí se conoce es que las obras se dividían en unidadesde obra, como nos cuenta Vitruvio (I, 2, 2):

“… por tanto la cantidad es la conveniente distribu-ción de los módulos adoptados como unidades demedida para toda la obra y para cada una de sus par-tes separadamente… “.

Estas unidades, o partes de la obra debían venir especifi-cadas en el proyecto y contrato de obra, que se conoce queexistía por el mismo Vitruvio (II, 8, 5) cuando nos hablade los tasadores de obra para pago de indemnizaciones pordaños, y dice:

“… cuando se solicita el dictamen de tasadores deparedes medianeras, éstos no las estiman ni tasan porlo que costaron, sino que, averiguado por los contra-tos el precio de construcción, por cada uno de los añosdeducen del precio que costaron la octogésima parte ycon arreglo a la sentencia ‘pagar por las paredes laparte restante de la suma’, declaran que las tales casasno pueden durar más de ochenta años…”.

Finalmente, debía ser corriente, como en la actualidad, losmodificados de obra, de tal forma que el presupuesto ini-cial debía dispararse, si damos crédito a lo que nos cuentaVitruvio (X, 0, 1), y a la curiosa ley existente en Éfeso, queseguramente a más de uno le sacará alguna sonrisa:

“… Se dice que en Éfeso, ciudad grande y célebre deGrecia, existió promulgada por los antiguos una leydura, pero no injusta, por la que obligaba al arquitecto,cuando se encargaba de dirigir una obra pública, a fijarel coste que podría ascender, y aceptada la cantidad delcoste, quedaban hipotecados todos sus bienes ante elmagistrado hasta que estuviera totalmente terminadala obra. Acabada ésta si el coste había respondido a loestipulado quedaba el arquitecto libre y era premiadocon decretos honoríficos; y aún si el coste hubiera exce-dido una cuarta parte [25 %] más de la apreciaciónhecha, la diferencia se pagaba del dinero público y elarquitecto no quedaba sometido a pena alguna; pero sise había gastado más de esa cuarta parte el exceso seabonaba con cargo a los bienes del arquitecto hasta ter-minar la obra. Ojalá los dioses inmortales hiciesen queesta ley se hubiese promulgado también en el puebloromano no solo para los edificios públicos… calcula-rían con más diligencia antes de todo el coste de laobra…”.

Pero las obras también eran supervisadas por los censores,en la república, y los curatores en el imperio, como nos locuenta Tito Livio (XLV, 15, 9), pudiendo pedir la pro-rroga de su mandato, como vimos que hizo Apio Claudio,para atender a la inspección de las obras públicas:

“… Cuando pidieron [los censores] que se les prorro-gase el mandato de un año y seis meses para supervi-sar la restauración de edificios y verificar las obrasadjudicadas en subasta, según la practica habitual, eltribuno Gneo Tremelio puso el veto porque no habíasido elegido por el Senado…”.

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Al finalizar la obra, una vez que la administración daba elvisto bueno, representada en obra por los duunviros, el cen-sor, o posteriormente, el curator expedía la certificaciónfinal de obra, denominada “opus probare” o “in accep-tom refere” (Cicerón, Verr., I, 57; Tito Livio, IV, 22, 7).Esta certificación final indicaba que la obra se había reali-zado de acuerdo con el contrato, por lo que se podía pro-ceder al pago que expedía el cuestor, con previaautorización expresa del Senado o de los cónsules, queeran los únicos que tenían firma para autorizar pagos acuenta del erario público.

6. Administración competenteen los diversos tipos deobras públicas

Conocer las diversas realizaciones en materia de obraspúblicas de los diversos gobiernos que fueron sucedién-dose a lo largo de la historia de Roma resulta bastante difí-cil y compleja, y tal y como se ha mostrado en losapartados anteriores, solamente se sabe a “groso modo” yno con una completa certeza de su total política y realiza-ción en materia de obras públicas, aunque se puede seguirmediante el estudio de los clásicos y de los trabajosarqueológicos. Pero adentrarse dentro del intrincadomundo administrativo romano de las obras públicasresulta prácticamente imposible, y solamente, en lossiguientes apartados, se pretende dar una pequeñas pince-ladas de lo que debió ser esta administración que era elverdadero motor de las realizaciones públicas.Por debajo de las autoridades políticas, de las que hehecho referencia anteriormente, existían una serie de car-gos secundarios y funcionarios que tenía el cometido dellevar a término la política que en materia de obras públi-cas dictaban los poderes políticos. Resulta interesante, pordidácticas y acertadas las palabras del especialista ManuelDurán (2004):

“… Si dejáramos a un lado estas referencias más omenos míticas, y buscamos a los verdaderos artífices delas obras públicas de Roma, seguramente hallemosunos eficaces funcionarios, una administración y unsistema económico y social propicio para que se cons-truyesen estas obras muy necesarias para la ocupacióny posterior romanización de los territorios… Una delas instituciones más conocidas fue la magistraturadenominada “cura viarum”, creada en época republi-cana y reorganizada por Augusto, y cuyos responsables–los “curatores”– eran supervisores de la construccióno mantenimiento de las diversas obras públicas, y

según fuese el tipo de obra o su misión así se le deno-minaba; conocemos el “curator operis” que detentabala dirección de una obra; el “curator viarum” –títuloque se concedió Augusto y cargo que también ocupó L.Fabricius constructor del puente de Roma que lleva sunombre-, que eran los responsables de una o variasvías; el “curator aquarum”, bajo cuya responsabilidadestaba un abastecimiento de agua como el de Roma, acuyo frente estuvo Frontino autor de una obra sobreacueductos de esta ciudad. En Hispania habitó LucioMinucia Cuadronio Vero, según una inscripciónhallada en Barcelona, ocupó varios cargos públicos,como el de “curatori operum publicorum et aedimsacrum, curatore viae y flamini praefecto alimento-rum”, asimilado a un inspector de obras públicas y edi-ficios sagrados en la red viaria y prefecto deabastecimientos (Balil, 1976, 247-248). Otro perso-naje en las obras era el “redemtor” considerado comoun moderno empresario contratista o responsable de laejecución de las obras públicas, aunque en el “Digestode Justiniano” está descrito con funciones subordina-das al curator (Choisy, 1999, 2003)…”.

A medida que fue extendiéndose el dominio de Roma fuemás necesario la delegación de los censores sobre estoscargos de “curatores”. La palabra “curator-curatoris” sig-nificaba el latín “el encargado de “ o “el hombre de con-fianza” (Mir, 1964). Por los datos manejados, parece queel curator fue una figura político administrativa creada enel siglo I a.C., en el caso del curator viarun por iniciativa delos tribunos de la plebe, dado el desconcierto que debíahaber en la administración de las obras públicas, por leyratificada por la asamblea del pueblo, que debieron res-ponder a los diferentes tipos de obras públicas. Este cargode magistrado secundario fue el elegido por Agripa para lareforma total de las obras públicas del imperio, que cuyatraslación al español más común entre los traductores esde inspector, o inspector general, obedeciendo más a laacepción de secretario o ministro de estado. En los aparta-dos siguientes se analiza la estructura administrativa decada una de las facetas más importantes de obras públicas.

6.1 ADMINISTRACIÓN DE OBRAS HIDRÁULICAS Y AGUA

El máximo responsable de las obras hidráulicas, tras los cen-sores, en el periodo imperial, era el “curator aquarum”, sibien, como ya he mencionado anteriormente, esta institu-ción debía provenir del final de la República como evolu-ción, probablemente, de un cargo secundario administrativoa las órdenes del censor. Pero el agua servía especialmente,

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y sirve, para dos cometidos: suministro de agua a las ciuda-des, y uso agrícola. Ambos cometidos eran básicamentelocales y con una demanda local específica, ello hacía que,salvo para grandes núcleos como Roma que requirió unestudio total de cuenca y una propuesta de plan hidrológico(Tácito An, I, 62), las soluciones eran locales que requeríanun estudio de las fuentes y cuencas de los ríos más impor-tantes. Esto significa que las actuaciones administrativas quefacilitasen la realización de las obras hidráulicas necesariasdebían estar acordes con el ámbito geográfico para el cualestaban destinadas. La primera administración implicadaera la local que tenía a su cargo el suministro de agua a lasciudades que se conoce cómo se hacía y explotaba por elpropio Vitruvio (VIII, 7, 2):

“… Cuando ésta [el agua] llegue a los muros de la ciu-dad, será preciso construir un depósito, y, unido a él,otro con no menos de tres arcos de agua. En el depó-sito se instalarán tres tubos que distribuirán el aguacon uniformidad, en comunicación con el interior delas cambijas, alimentadas por estos canales, y queestarían dispuestas de tal manera que cuando hallamucho agua, la cambija central recibirá la que sobreen las otras dos y las enviará por las cañerías a todoslos lavaderos y a todos los surtidores. El agua de unade las dos cambijas irá a parar a los baños públicos, delos que la ciudad obtendrá una renta anual. El de latercera, se destinará a las casas particulares, pero demodo que no falte para el público, evitándose quepueda ser desviada de su curso, ya que irá por acue-ductos especiales. He aquí la razón que me mueve aprescribir esta distribución: es para que los particula-res a quien se les halla concedido agua para sus casasqueden sometidos al pago de una cantidad a los recau-dadores de impuestos…”.

Pero en la mayoría de las ocasiones, el suministro de aguaa las ciudades excedía del ámbito puramente local de lasautoridades de la ciudad, por lo que debía resolverse porlos curatores de agua, y aprobado por los pretores, pro-cónsules o el Senado o el propio Emperador, como fue elcaso del rechazo del plan hidrológico de la cuenca delTiber mencionado con anterioridad, ya que este tipo deempresas estaban sometidas a información pública de losmunicipios afectados, como se aprecia en la referenciamencionada de Tácito (An., I, 62). Los estudios de cuencay su explotación, parece que estuvieron muy avanzados, ala vista del gran número de presas halladas en Españahasta ahora (Arenillas, 2002 y 2003; Castillo, 2002).

Los curatores de agua debían depender del pretor o pro-cónsul en provincias, y su ámbito de control y responsabi-lidad es difícil saberlo, si bien había curator de aguaprincipal que debía depender directamente del emperadory probablemente tenía bajo su responsabilidad directa laadministración de la cuenca del Tiber. El más conocido deellos fue el “curator aquarum” Sexto Julio Frontino (30 al104 d.C.) que desempeñó diversos cargos de funcionarioimperial bajo los gobiernos de Vespasiano y Nerva y fueun técnico cualificado que escribió sobre geodesia y tácti-cas militares, “Stratagematicon”, y un libro “De Aquis”que más bien es un informe técnico sobre la distribución yexplotación de la cuenca del Tiber y suministro de agua ala ciudad de Roma, siendo bastante crítico con la propiaadministración de aguas (Hamey y Hamey, 1990).En ocasiones, la administración se topaba con problemasde uso del suelo, pues el paso de una conducción públicapodía tener necesidad de ocupación de suelo privado, y enotras ocasiones eran los privados los que invadía el suelopúblico, a lo que los censores debían responder y afrontar,o por delegación, posteriormente los curatores. Baste paradocumentarlo una cita del Tito Livio (XL, 51, 2ss) quehabla de las actividades públicas de los censores del 179a.C. Marco Emilio Lépido y Marco Fluvio:

“… Marco Fluvio adjudicó más obras y de mayor uti-lidad:… adjudicaron colegiadamente un acueducto yla construcción de sus arcadas. A estas obras se opusoMarco Licinio Craso, no autorizando la construccióna través de una finca de su propiedad… Se ocuparonde devolver su carácter público y sagrado a muchossantuarios y recintos de los que se habían apropiadolos particulares, y los abrieron al público…”.

Probablemente, la administración del agua pública dentrode las ciudades debió ser competencia de los ediles muni-cipales hasta la llegada del curator, o en ausencia de éste;pero no se sabe a ciencia cierta a quien debía corresponderla administración del agua agrícola. Además, según Fron-tino, era frecuente, aparte de las concesiones legales, eldesvío ilegal de aguas a fincas privadas antes de llegar a lasconducciones de la ciudad. El mismo nos enumera losnombres de los curatores aquarun, o de aguas, que le pre-cedieron, desde que se instituyó oficialmente esta magis-tratura por un Senado consulto en el 11 d.C., siendo elnúmero total de 17, cuyos nombres, periodo de desem-peño del cargo y el emperador que gobernaba, se muestraen la tabla siguiente.

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De esta tabla se extraen datos interesantes, como: la mediaen el cargo de un curator de aguas en 108 años fue de 6’75años, lo que indica la estabilidad de los técnicos adminis-trativos en Roma, a pesar de las turbulencias políticas quenos han mostrado los historiadores de la época, y el estadode caos que en su lectura parece atisbarse. Otro datocurioso es el momento del nombramiento, que parece queobedece más a estrategias políticas generales que a capri-chos de emperadores más o menos “viciosos y corruptos”:así es frecuente que un emperador cesase al curator de unaño de mandato, pero que el siguiente durase muchotiempo, probablemente por que el primero no obedecía alas perspectivas de política de aguas adecuada, o debido acircunstancias especiales, como no haber respondido

correctamente a una situación dada, esto parece que suce-dió con el famoso incendio de Roma, ocurrido en el 64d.C. y que coincide con el cese y nombramiento de unnuevo curator de aguas. El anterior curator a Frontinoestuvo en el cargo 23 años, lo que responde a la situaciónde caos y corrupción que encontró Frontino cuando llegóal cargo, y ocasionó la ejecución del primer informe téc-nico conocido.El curator de aguas, al igual que debía ocurrir con en restode los curatores, tenía toda una estructura administrativapara poder llevar a cabo su política de aguas. En la tablaadjunta se muestra un esquema de la estructura orgánicade este ministerio, que nos ha llegado gracias a la descrip-ción de Frontino.

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Alcance y organización de las obras públicas en el Imperio Romano

Curatores Aquarum desde Auguato hasta NervaEmperador Curator Año NombramientoAugusto (29 a.C. a 14 d.C.) Mesala 11 a.C.

Ateyo Capitón 13 d.C.Tiberio (14 d.C. a 37 d.C.) Tario Rufo 23 d.C.

Marco Coceyo Nerva 24 d.C.Gayo Otavio Lenate 34 d.C.

Caligula (37 d.C. a 41 d.C.) Porcio Catón 38 d.C.Aulo Didio Galo 38 d.C.

Claudio (41 a 54 d.C.) Gneo Domicio Afro 49 d.C.Nerón (54 a 68 d.C.) L. Pisón 60 d.C.

Petronio Turpliano 63 d.C.P. Mario 64 d.C.Fontello Agripa 66 d.C.Albio Crispo 68 d.C.

Galba (68 a 69 d.C.)Otón (69 d.C.)Vitelio (69 d.C.)Vespasiano (69 a 79 d.C.) Pompeyo Silvano 71 d.C.

Tampio Flaviano 73 d.C.Acilio Aviola 74 d.C.

Tito (79 a 81 d.C.)Domiciano (81 a 96 d.C.)Nerva (96 a 98 d.C.) Julio Sexto Frontino 97 d.C.

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La cabeza visible de la estructura orgánica de este ministerioera el Curator Aquarum, o curator de aguas. Eran nombra-dos en palabras del propio Frontino (C, 1): “… por CésarAugusto con la aprobación del Senado… “. Su régimen esta-tutario lo proponían los cónsules y aprobaban el Senado.Este régimen o estructura orgánica estaba compuesto portres grandes áreas, que en palabras actuales serían: áreaadministrativa o de concesiones; área de obras e inspección;planificación y apoyo directo al curator. El área de concesio-nes se componía esencialmente de un jefe o “procuratoraquarum” que era el encargado de tramitar todas las conce-siones de agua, y vigilar su cumplimiento y las conduccionesmismas. Estaba auxiliado por delegados o “procuratoris”,que se encargaban del sellado de los contadores (Frontino,CXII), y de un equipo de topógrafos o “libratores” y, segu-ramente, por personal administrativo, si bien no lo nombraFrontino. Pero sí comenta (Frontino, CV, 2) que este cargofue instituido por Claudio y lo desempeñaba un liberto

imperial. Trajano elevó el cargo, y a finales del siglo III lle-vaba el título de “uir egregius”. El área de obras tenía elencargo de la construcción y conservación de las conduc-ciones, estaba dirigida por un “Villicus”, o intendente, yde él dependían los “villicus” de cada conducción –“villi-cus aquae Marciae,– además del “villicus plumbo” que erael encargado de las conducciones de distribución de la ciu-dad, bajo ellos existían el cuerpo de técnicos y obreros,que se dividían en dos cuerpos de funcionarios, debido asu origen diferente, tal y como relata Frontino (CXVI, 2):

“… hay dos tipos de personal de aguas, uno estatal yotro imperial. El que pertenece al Estado es el másantiguo… Agripa lo legó a Augusto y éste a su vez loconcedió al Estado: está compuesto aproximadamentepor 240 hombres. 460 hombres es el numero del per-sonal imperial que Claudio creó cuando condujo susacueductos a Roma…”.

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Estructura Orgánica de las Aguas de RomaCURATOR AQUARUM

Área administrativa Área de obras Directa del Curator“Procurator aquarum” “Villicus” “Adiutores” (2)

• “Procuratoris” (delegados)• “Libratores” (topógrafos)• “Aquarum custodium”

(Administradores de las aguas)

• “Villicus aquae Marcia”• “Villicus aquae Apia”• “Villicus aquae Claudia• …”

“Aquarii”• “Familia aquae pública”• “Familia aquae caesaris”

• Intendentes “Villicus” (10)• Guardianes de depósitos

“castellarios” (264)• Inspectores “circitores”• Pavimentadores “silicarios”• Estuquistas “tectores”• Obreros

• Ingeniero hidráulico(1)• Secretarios• Tenedores de obra, contables• Ordenanzas• Heraldos• Lictores (2)• Esclavos públicos (3)

TOTAL: 700 personas

Fig. 7. Organigrama funcional de aguas enRoma en el periodo imperial

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En el párrafo siguiente Frontino (CXVII) nos dice cómo sedistribuía este personal por los servicios que prestaba

“… intendentes, guardianes de depósito, inspectores,pavimentadores, estuquistas y obreros. Es preciso quealgunos estén fuera de la Ciudad para trabajos no demucha envergadura, pero que parecen requerir rápidaasistencia. Los hombres de dentro de la ciudad, repar-tidos en puestos de guardia de los depósitos y fuentesornamentales, atenderán urgentemente toda clase detrabajos, sobre todo en emergencias repentinas…”.

Esto es, existían cuadrillas de reparación de conducciones,por distritos de Roma para atender emergencias las 24horas del día.El área de apoyo directo al curator estaba formada porpersonal, tanto administrativo como técnico, a las órdenesdirectas del curator de aguas y se le había concedido por elSenado a propuesta de los cónsules, cuyo decreto repro-duce Frontino (C, 1):

…“que aquellos, a cuyo cargo estuviese la administra-ción de las aguas públicas, dispongan cada uno de doslictores y tres esclavos estatales, cuando por causa desu función se encuentren fuera de Roma; y de uningeniero hidráulico, secretarios, tenedores de librosordenanzas y heraldos en número igual al de aquellosque están encargados de distribuir el trigo a la plebe:Pero cuando por este mismo motivo ejerzan dentro dela Ciudad, puedan disponer de los mismos subordina-dos, salvo los lictores”…

El curator estaba asistido por dos ayudantes o “adiutores”que no los designaba él, sino también los nombraba elemperador y eran ratificados por el Senado en el mismoacto (Frontino, XCIX), y procedían, como el curator de laclase alta, normalmente senatorial. Finalmente, Frontino(CXIV) nos habla del cargo de “Aquarum custodium”, oadministrador de aguas, que parece se ocupaba de las tra-mitaciones administrativas relacionadas con las concesio-nes, como: caducidad de una concesión, aberturas ycierres de contadores, etc.. Frontino no nos indica dequien dependía, y por sus competencias se le supone den-tro del área administrativa, aunque muy relacionada conlas obras pues debía tener un control sobre los depósitossecundarios donde se encontraban los contadores. Elcargo de curator de aguas no implicaba dedicación plena,tal y como nos comenta Frontino (CI, 1):

“… Así mismo, puesto que los curatores de caminos yde la distribución de trigo empleaban una cuarta partedel año para cumplir con su cargo público, que loscuratores de agua se consagren a las causas privadas ypúblicas durante el mismo periodo de tiempo…”.

El curator de aguas podía recurrir, en cualquier momento,a solicitar informes técnicos o consejos, no solamente a lostécnicos de la administración de aguas sino a los técnicosprivados, como nos cuenta Frontino (CXIX):

“… el administrador [curator] debe recurrir no sólo ala ciencia de los expertos sino también a su experien-cia personal y no limitarse a utilizar los arquitectos desu departamento sino consultar a otras personas des-tacadas tanto por su rectitud como por su saber prác-tico, a fin de poder juzgar sin dilación las obras quehan de realizarse, las que se deben aplazar, y de nuevolas que deben ser ejecutadas por medio de contratistao por los obreros del servicio…”.

Toda la organización administrativa de aguas se ubicabaen un edificio llamado “Statio Aquarum”, tuvo diferentesubicaciones en Roma: en el periodo de Frontino no seconoce a ciencia cierta donde estuvo; pero sí en el man-dato de Septimio Severo (193 a 211 d.C.) que quedaba enlas proximidades del Pórtico de la Minucia y en el siglo IV

estaba cerca de la mítica fuente de Juturna, en el Foro.

Fig. 8. Fuente de Juturna, junto al Foro romano, junto a ella estuvodurante mucho tiempo la sede de aguas de Roma “Statio Aquarum”

(foto internet).

6.2 ADMINISTRACIÓN EN MATERIA DE URBANISMO Y EDIFICIOS PÚBLICOS

La administración de las ciudades se conoce tan pococomo del resto de los ámbitos de obras públicas. Bien escierto que se sabe, casi al detalle de los cargos altos urba-nos, especialmente y muy destacado de la ciudad de Roma,pero este conocimiento se diluye cuando se va bajandoescalones en la función pública romana. En un principio,la estructura urbana, su desarrollo y los diferentes servicios

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públicos que se le dotaba dependían prácticamente delrey. Con el advenimiento de la república, éstas competen-cias pasaron a manos de los cónsules, que en su primeraépoca uno se dedicaba más a la actividad de defensa y mili-tar y otro a la administración de la ciudad. A medida quela ciudad fue expandiéndose, y Roma dominó más territo-rios la actividad pública pasó exclusivamente a los censo-res. Posteriormente la administración pública de lasciudades fue tan grande y compleja que determinados ser-vicios públicos corrían a cargo de los ediles, y finalmentese creó el cargo de los “curatores operum publicorum”,esto es los curatores de obras públicas; de los que depen-dían los edificios públicos, tales como teatros, baños, etc.Probablemente tuvieron competencias en materia de urba-nismo y de normas urbanísticas, que finalmente dictaba elemperador o prefecto de la ciudad, y anteriormente loscensores, y en determinadas ocasiones los ediles. Existennumerosas inscripciones de estos altos funcionarios públi-

cos en edificios, que o dirigieron su construcción o lo ree-dificaron, o mantuvieron, ya que en la antigua Roma huboépocas en que la autoridad que había restaurado o mejo-rado edificios, lo inscribían como construcciones propias,como se puede leer en Amiano Marcelino (XXVII, 3, 7):

“… Y es que, por todas las construcciones de la ciudadque nos han llegado gracias al esfuerzo y al gastoenorme de los distintos emperadores, iba inscribiendosu propio nombre [el prefecto de la ciudad de RomaLampadio en el 365 d.C.], no como si se tratara delque había restaurado estos antiguos monumentos,sino del que los había construido…”.

Aparte del propio curator de obras públicas, existían curato-res de los que dependían actividades públicas urbanas, taleseran los “curatores lodorum” que eran los encargados de losjuegos públicos; y los “curatores reipublicae” o “logistae”que administraban las tierras propiedad de los municipios.

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Fig. 9. Templo de Minerva Médica representado en el mapa de Romadel volumen II de 1575 del “Civitates Orbis Terrarum

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Cada edificio público debía tener un encargado públicoque lo administraba y mantenía, o cuando eran pequeños,un grupo de edificios públicos. Además los templos nor-malmente tenían un cometido público: como hospital, porejemplo el dedicado a Esculapio en la isla Tiberina, o eltemplo de Apolo Medico y Minerva Médica en Roma; ocomo faro, como el famoso templo de Heracles en Gádir(Cádiz) (Peña, 2005). Pero el conjunto de edificios públi-cos tenía cometidos muy dispares y, por tanto, su adminis-tración no obedecía a un mismo tipo. Así podríandiferenciarse aquellos edificios públicos con fines pura-mente lúdicos, que debían ser administrados por los cura-tores lodorum, y puede que grandes edificios, como elCirco Máximo, contasen con un curator específico. Otroconjunto de edificios para servicios sanitarios, como bañoso letrinas, debían estar dirigidos por otra autoridad comoel edil. Mientras que los templos los regían sacerdotes quepodían tener cometidos de lo más variado, desde cuidadomédico hasta custodios de archivos. Finalmente, el curatorde obras públicas debía tener un cometido más bien cons-tructor, de mantenimiento y reparación de edificios. Otrosservicios urbanos como limpieza de las calles era cometidode los ediles, tal y como se ha visto en la cita sobre Calígulay Vespasiano de Suetonio (VIII, 1, 5). Pero en la ordena-ción urbana se produjo una profunda remodelación enRoma con Augusto, tal y como relata Suetonio (II, 30):

“…[Augusto] dividió el espacio de Roma en distritosy barrios y estableció que aquellos los administraranunos magistrados anuales designados por la suerte, yéstos, por los jefes elegidos entre la plebe de cadavecindad. Contra los incendios creó unas guardiasnocturnas y unos vigilantes…“.

El número de distritos en que fue dividida la ciudad deRoma fue de 14, y el número de barrios de doscientossetenta y cinco. Al frente del distrito se encontraba el cura-tor regionum instituido por Augusto. Para hacerse unaidea de los servicios de Roma baste con él de bomberospúblicos, creado por Augusto en el año 6 a.C. ya que ante-riormente este oficio era privado. Su número era de 7000,normalmente libertos, repartidos en siete cohortes, almodo militar. Para sofocar los incendios disponían debombas de pistones, bomba de Ctesibio (Vitruvio, X, 12,2) similar a la que han dispuesto los bomberos hastamediados del siglo XX, cuyas mangueras estaban hechas detripas de animales. La pequeña ciudad de Ostia, quealcanzó 30.000 habitantes, tenía una plantilla de bomberosde 500 hombres (Morin, 1995). Otras ciudades debíantener una administración similar en materia de obras y ser-vicios públicos, en cierto modo supeditados a los dos alcal-des o “virs” y al consejo municipal u “ordo”, compuestopor un grupo de ciudadanos nombrados, normalmente,

por cinco años que solían ser miembros de la administra-ción, representantes de las asambleas populares y personasrecomendadas por el emperador, que se reunía en el edifi-cio público llamado curia.Dentro de este complejo administrativo, tanto estatalcomo provincial o municipal, mantenía a un número detécnicos, que al menos constaba de un arquitecto munici-pal, tal y como lo menciona Vitruvio (V, 10, 1).Las vías y calles de la ciudad y fuera de ella pero que per-tenecían a ella, estaban administradas, no por los curatoresde vías o “curatores viarum”, sino por cuatro magistradosllamados “cuatorviros” (Smith, 1870) y su tratamiento eradiferente.Otro cometido urbano como eran las alcantarillas y cloa-cas estaban administradas en el periodo republicano porlos censores; pero con la reforma llevada a cabo porAugusto se nombraron cargos específicos llamados “cloa-carum curatores”, conocidos por diversas inscripcionesaparecidas (Smith, 1870), si bien, este cargo ya pudo exis-tir en la república bajo la dirección del censor, como granparte de los curatores imperiales.

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Fig. 10. Bomba de Ctesibio, smilar a la usada porlos bomberos en Roma (CEHOPU).

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6.3 ADMINISTRACIÓN DE VÍAS Y CALZADAS

Resulta todavía escandaloso que muchos de los estudiososde las obras públicas romanas (Hamey y Hamey, 1990) dena las calzadas romanas un objetivo prioritario militar, siendosubsidiario su uso civil. Esa afirmación tan absurda podríarebatirse con multitud de argumentos, pero sería absurdodesmentir absurdeces; ninguna sociedad ha desarrolladouna red tan tupida de infraestructuras para el transporte,para uso militar, ya que el ejército no lo necesita ni necesitó:ellos iban por delante y las calzadas se construían por detrás,una vez conquistado el territorio, y les servía para moversecon rapidez dentro del territorio conquistado, tal y como loafirma Isaac Moreno (2004). Pero ni en caminos menostupidos y sociedades más belicosas, como la persa, eran loscaminos de uso militar, tal y como puede apreciarse en lafamosa cita de Heródoto (V, 52) que describe el camino realpersa a través de Asia Menor:

“… Lo que hay acerca de ese camino es lo siguiente:hay en todas partes postas reales y hermosísimas hos-terías, y el camino pasa por lugares poblados y segu-ros. A través de Lidia y Frigia se extiende por veinteetapas y noventa y cuatro parasangas y media [medidade longitud persa equivalente a 5.250 metros]. Alsalir de Frigia sigue el río Halis que tiene allí suspasos los cuales es absolutamente preciso atravesar elrío y en él hay una numerosa guarnición. Después depasar la Capadocia para recorrerla hasta la frontera deCilicia hay treinta etapas menos dos, y ciento cuatroparasangas. En la frontera pasarás por dos diferentespuertas y dejarás atrás dos guarniciones. Después depasar aquí tienes de camino a través de Cilicia tresetapas y quince parasangas y media. El límite entreCilicia y Armenia es un río navegable llamado Eufra-tes. Hay en Armenia quince etapas con sus paradores,cincuenta y seis parasangas y media de camino, y enella una guarnición…”.

Esta descripción del Camino Real no parece que tuviesemucho carácter militar, ni que las hermosísimas hosterías ylos paradores estuviesen situados para el ejército regularpersa. Pero ciñéndose a las vías y calzadas romanas, ydejando aparte el absurdo carácter militar que algunoseruditos le han querido dar. Parece que las calzadas, omejor vías romanas se construyeron siguiendo técnica-mente a los cartagineses, y su primera realización conocidafue la llamada Vía Apia, construida por el censor ApioClaudio en el 312 a.C.(Tito Livio, IX, 29, 6). Y cuyo finparece que fue estrechar más los lazos con la Magna Gre-cia, yendo desde Roma a Capua. La administración que eracompetente para esta infraestructura de transporte era: ensu realización los censores, los que tendrían a su cargo fun-cionarios supervisores de las obras y su posterior control.

La aparición de los “curatores viarum”, o curatores devías, que debían depender en un principio de los propioscensores, y posteriormente, con la reforma de Augusto,actuar directamente por mandato imperial. Parece quecada vía importante tendría un responsable o funcionariocivil, curator de la vía. Ello indica que: como las víasimportantes pasaban del ámbito provincial, éstas nodependían de magistraturas provinciales, pero no puededecirse lo mismo de las vías o calzadas secundarias.Las vías, o calzadas, romanas, podían ser de dos tipos bási-cos: públicas, “publicae”, y privadas, “privata” o “agrariae”,siendo estas últimas normales para el acceso agrario de gran-des fincas. Las vías normales eran las públicas, que a su vezpodían ser: principales, nombradas de diferentes modoscomo “militares”, “consulares” o “praetoriae”, que eran decarácter estatal; secundarias, o “viae vicinales” o “diverti-culo”. Además, existían multitud de caminos de acceso.

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Fig. 11. Réplica de un miliario romano. Existía un miliario central, o kilómetro 0 actual, llamado miliario aureo frente al templo deSaturno, sede del Erario Público, en el Foro de Roma (Exposición ARTIFEX-CEHOPU).

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Durante los primeros años de la república, la construccióny dirección de las calzadas, o vías principales fuera de laciudad y las calles dentro de ella, la llevaban los censores(Cicerón, de Leg. III, 3). En ausencia de los censores, laautoridad sobre las vías la podía ejercer los cónsules, y enausencia de éstos los pretores, especialmente los urbanos,los ediles, o los Senadores elegidos al efecto. Pero duranteel último siglo antes de nuestra era se produjo tal lucha porel control de las obras públicas que el tribuno de la plebeCurio introdujo una ley aprobada por el pueblo, Lex Via-ria, en la que introducía un nuevo cargo; el de “curator via-run” que debía ser elegido por cinco años, posiblementepara cada una de las vías principales del imperio. Estecargo fue el que Augusto, por indicación de Agripa, pusoal frente de todo el sistema de carreteras, que sustituiría ala autoridad del censor. El curator de vías, o inspector devías, debió estar asistido, al igual que el curator de aguas,por toda una serie de funcionarios, entre ellos se conocepor Varron el de “viacuri” que debió ser un cargo similaral de “villicus” en aguas, esto es; el encargado de obras ymantenimiento de las vías a cargo directo del estado. Ade-

más, Frontino (CI, 1) explica cómo los curatores de vías ocalzadas solamente tenían que dedicar al cargo un cuartode su tiempo. El cuidado dentro de las calles y vías queperecían a la ciudad, eran competencia de cuatro magistra-dos llamados “quatuorviri viarum” (Smith, 1870), estamagistratura fue abolida por Augusto que creó en su lugardos magistrados de rango de pretor, a los que se les asignódos “lictores”.Por Plinio el Joven (V, 14, 2) sabemos que Cornelio Tré-mulo fue nombrado por Trajano “curator viae Aemilia”,en torno al 104 d.C., y dice “.. debe sentirse muy feliz porel honor que no había solicitado…“.Las vías secundarias, o “viae vicinalis”, parece que erancompetencia de las autoridades provinciales, y hasta loca-les llevándolas en este caso un “magistri pagorum”.Aparte de la Lex Viaria, de la que únicamente se sabe elnombre,y poco más, gracias a Cicerón, solamente se conocelegislación tardo imperial procedente del “Digesto” de Jus-tiniano, que contiene puntos muy interesantes, segura-mente recogidos de legislaciones anteriores. El Título 7,

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Fig. 12. Calzada romana cerca de Cerezo (Burgos) que iba a Asturica Augusta.

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“De locis et itineribus publicis”, contiene tres leyes: en laprimera se indica “ a cualquiera le es lícito pedir comopúblico lo que corresponde al uso de todos, como son loscaminos públicos”. El Título 8, “Ne quid in loco publicovel itinere fiat”, en el que se dice “prohibido que en las víasy caminos públicos se hagan o se pongan cosa alguna por laque aquellas vías o caminos sufran deterioro”. El Título 10,“De vía publica et si quidin ea factum esse dicator”, regu-laba las obligaciones de los ediles respecto a las vías públi-cas. El Título 11, “De vía publica et itinere publicoreficiendo”, prohibía actuar con violencia contra el queestuviera facultado para restaurar y reparar las vías y cami-nos públicos, siempre que no lo estuviese deteriorando(García Ortega, 1982).

6.4 ADMINISTRACIÓN DE PUENTES

Los puentes, como tales estructuras de obras públicasindividuales, no tenían entidad propia administrativa,estando encuadrados en aquellas facetas de las obraspúblicas que lo necesitasen; como vías o dentro del urba-nismo de las ciudades. Bien es cierto que la construcciónde un puente, suponía facilitar el paso de un determinado

accidente geográfico, condicionando la actividad, almenos, de la zona. Así se encuentran en el famoso diccio-nario “The classicall Gazetter” de Hazlit (1851) veinti-cinco ciudades antiguas con el primer nombre de “Pons”y dos más con el de “Pontes”, que tenían como principalobjeto de la ciudad albergar un puente.En Roma, los puentes los construían básicamente los res-ponsables de las ciudades, y los responsables de las vías ocalzadas. A ellos habría que añadir los puentes militaresque, aunque construidos para uso exclusivo militar conmateriales y tipos de poca duración, podían durar muchotiempo hasta que las autoridades civiles decidiesen cons-truir uno nuevo y estable.En los comienzos de Roma, concretamente con el segundorey romano, Numa Pompilio, se asignó a los estamentosreligiosos labores propias de servicios y obras públicas,como ejemplo claro se tiene la institución del “Pontífice”,así se lee en Dionisio de Halicarnaso (II, 73, 1):

“… La ultima división de las disposiciones religiosas deNuma fue la que correspondía a quienes tenían el másalto sacerdocio y poder entre los romanos. Estos en sulengua se denominan pontífices por uno de los trabajosque realizaban al reparar el puente de madera…”.

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Fig. 13. Puente Romano de Cerezo (Burgos).

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Y más tarde en (III, 45, 2):“… También se dice que construyó [Anco Marcio tercerrey de Roma] sobre el Tiber el puente de madera [‘PonsSublicius’ en Roma] que debía ser unido sin bronce nihierro y sostenido por los mismos leños, y que conserva-ran hasta el presente por considerarlo sagrado. Y sialguna parte sufre daño, los pontífices lo atienden unosancestrales sacrificios junto con la reparación…”.

Pero los primeros puentes Romanos estaban construidosen dos estructuras diferentes: por un lado las pilas delpuente, y por otro el tablero. Las pilas eran fijas, demadera o fábrica, mientras que el tablero era de madera,pudiéndose desmontar rápidamente, como así lo describeDionisio de Halicarnaso (V, 24, 1):

“… en aquellos tiempos había un solo puente [PuenteSublicio], construido de madera ensamblado sin hie-rro, con las mismas tablas, y que los romanos todavíahoy en día han conservado… pues la corriente hen-diéndose alrededor de los pilares del puente…”.

Esa costumbre, de diferenciar pilares y tablero parece que semantuvo mucho tiempo, pues Tito Livio (XL, 51, 2) serefiere a la adjudicación del censor Marco Fluvio, entremuchas obras públicas, la construcción de “… los pilares deun puente sobre el Tiber- los censores Publio Escipión yLucio Mumio adjudicaron algunos años más tarde [en el año142 a.C] la construcción de arcadas sobre dichos pilares…“.La administración competente para la construcción depuentes fue variando a medida que cambiaban las atribu-ciones urbanas o viales de los magistrados. En un princi-pio, en Roma la atribución era regia, luego pasó a loscónsules, más tarde a los censores, y finalmente a los pre-tores o prefectos urbanos, como así lo refiere Amiano Mar-celino (XXVII, 3, 3); cuando el prefecto Símmaco mandaconstruir el “Pons Valentiniani”, que se ha identificadocon el puente de Agripa. Cuando se construía un puente se adornaba con estacas,como así lo cuenta Amiano Marcelino (XXXI, 2, 2).

6.5 ADMINISTRACIÓN DE PUERTOS

El estudio de los puertos romanos en la antigüedad no seentiende en todo su contexto y profundidad, si no se aden-tra en la maquinaria administrativa y organizativa que sefue creando paralelamente para administrar y potenciar almáximo la explotación portuaria, dentro del sistema orga-nizativo de los transportes públicos romanos, base deldominio geográfico que adquirieron del medio. Pero laorganización y administración de puertos, al igual que elresto de las facetas de obras públicas fue evolucionando y

adaptándose continuamente a los nuevos tiempos y nece-sidades que iban surgiendo.Una de las principales características con que se choca alestudiar el aparato administrativo romano es la falta casiabsoluta de datos; al menos partir de un determinado esta-mento administrativo, que suele ser el magistrado princi-pal, y, en ocasiones, hasta las propias competencias enobras públicas de los magistrados principales –censores,ediles, etc.- son poco conocidas y claras. En este sentido,son patentes las palabras de Rickman (1988): “... Más pro-blemática es aun para los historiadores la cuestión decómo los puertos eran administrados, y cómo era el trabajode día a día en ellos... Inscripciones relevantes tampocoparecen existir. Puede haber un cierto numero, relativo aorganización de exportadores y barqueros del Tiber, y enotros lugares como Arles, o aún en Híspalis [Sevilla]...George Houston en su artículo en la Academia Americanade Roma, en los oficiales administrativos de puertos en Ita-lia, recalca la falta de evidencias fuera de Ostia y Pute-oli...”. Blackman (1982) aunque no trata específicamentela organización portuaria, sí indica una serie de operacio-nes y oficios dentro de la explotación de un puerto: “... ins-cripciones, particularmente en Roma, reflejan la variedadde operaciones y oficios cualificados implicados: gruistas,estibadores, lastreadores de arena, barqueros portuarios,fareros, contables, remolcadores, etc...”.Una vía utilizada para completar la falta de datos, es apli-car la similitud administrativa con otros campos de laadministración de obras públicas; especialmente la relativaa la administración del agua que nos ha transmitido Fron-tino. Pero para aplicar esta similitud administrativa hayque encontrar cargos concordantes para así poder repro-ducir la organización portuaria, al menor en un aspectoglobal, algo más específicamente. La primera etapa de la administración romana, la monar-quía, se caracteriza por un gobierno autoritario, especial-mente los tres primeros reyes, con una administracióntosca, basada en la propia autoridad real con una serie deconsejeros. Pero esta administración no se debió ocuparde la faceta portuaria; Roma era una ciudad algo alejadadel mar, agrícola, y con poco comercio. Con la llegada alpoder de la dinastía etrusca, esa idea de ciudad cambió yapareció la necesidad de comercio exterior, como Dionisiode Halicarnaso (III, 44, 1) cuenta cuando el cuarto reyromano, Anco Marcio, construyó el primer puerto romanoen Ostia:

“… Hubo otra medida más importante que la ante-rior [construcción de la muralla de Roma alrededordel monte Aventino], que hizo más próspera a la ciu-dad en todos los aspectos de la vida y la impulsó aemprender empresas más nobles. El río Tiber que

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baja desde los montes Apeninos, corre junto a lamisma Roma y desemboca en costas sin puerto y des-protegidas que forma el mar Tirreno, reportaba pocase insignificantes ventajas a Roma por no tener en sudesembocadura ningún puerto comercial que reci-biera las mercancías traídas por mar y las conducidasdesde río arriba y las intercambiase entre los comer-ciantes. Como es navegable hasta sus fuentes en bar-cos fluviales de gran tamaño, y hasta la misma Romaincluso en grandes embarcaciones de transporte marí-timo, Marcio decidió construir un fondeadero sobresu desembocadura utilizando como puerto la propiaboca del río, pues este se ensancha mucho al unirsecon el mar y forma grandes bahías como los mejorespuertos marinos… Y así las grandes naves remerasque sean suficientemente grandes y las de mercancíasde hasta tres mil ánforas entran por la misma boca delrío y son llevadas hasta Roma arrastradas por remos yremolques; las grandes para la boca del río anclan ydescargan en barcos fluviales o cargan desde ellos. Enel recodo entre el río y el mar el rey construyó una ciu-dad que llamó Ostia por su situación como nosotrasllamaríamos ‘puerta’, y consiguió que Roma fuese nosolo una ciudad continental sino también marítima yque disfrutase de los bienes de ultramar…”.

La construcción del puerto de Ostia supuso la creación deuna serie de cargos administrativos, como eran: el encar-gado real del puerto, el capitán portuario, el controladorde aduanas y mercancías, trabajadores portuarios comobarqueros (“lenuncularios”) y estibadores. De todos estoshipotéticos cargos no se tiene noticia alguna, salvo la acti-vidad que por aquellos tiempos se tenían en otros puertoscomo el de Cartago.El paso de monarquía a república, en un principio, nocambió significativamente los cargos de los que dependíanlos puertos; el puerto de Ostia debió tener un encargado,probablemente un procurador (“Ostensis procuratorii”)dependiente directamente de los cónsules, mientras quelos restantes cargos vinculados con el puerto no se debie-ron alterar; probablemente, en el primer periodo republi-cano habría una disminución en la actividad portuaria ycomercial. Cuando en el año 443 a.C. se creó el cargo decensor, el único puerto en ese momento, de Ostia, pasó alcontrol administrativo del censor, no teniendo noticias quelos cargos intermedios se alterasen ni fuesen creados unosnuevos, siendo el cuestor el encargado de recaudación deimpuestos aduaneros.La conquista de la Magna Grecia y las conquistas realizadasdurante la Primera Guerra Púnica, dejaron a Roma con unaserie de ciudades con excelentes puertos y actividad comer-cial como Cumas, Nápoles o Tarento. En un principio,

parece que estas ciudades, tal como sugiere Houston(1980) para periodos posteriores, mantuviesen las compe-tencias portuarias con una estructura administrativa de ciu-dad estado, parecidas a las competencias municipales:donde el responsable del puerto sería, por un lado la auto-ridad municipal, edil o similar, en lo referente a la explota-ción, y por otra parte existiría una capitanía portuaria parala regulación de entrada y salida de barcos, y finalmente unresponsable de aduanas y recaudador de impuestos, quepudo en ciertos momentos realizarse mediante contrataestatal por arriendo a particulares, como estaba en los puer-tos de Cumas y Puteoli en el 199 a.C. (Tito Livio, XXXII,7, 3), pagándose el impuesto por el valor de la mercancía(Tácito, XIII, 52). Pero esta situación de pseudo indepen-dencia se debió romper muy pronto; siendo bastante pro-

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Fig. 14. Maqueta de grúa romana reconstruida porPeña (2001) de la exposición ARTIFEX-CEHOPU.

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bable que se hiciese al finalizar la Segunda Guerra Púnica,y la ayuda que estas ciudades y puertos dieron a Aníbal,como Cumas y especialmente Tarento, que durante muchotiempo tomó el sobrenombre de “Castra Hannibalis” (Pli-nio, III, 10, 95), y desde entonces cayo su pujanza por elpuerto de Brindisi, Brundisium, fundado como colonia enel 246 a.C., aunque existen indicios de asentamientos en laciudad desde al menos el 700 a.C.La finalización de la Segunda Guerra Púnica, segura-mente, transformó el sistema administrativo portuario;pasando a un mayor control estatal los puertos, aunquepudieron existir todavía autoridades portuarias municipa-les, éstas debieron ser minoría: los puertos debieron pasara las jurisdicciones provinciales, con la autoridad máximadel prefecto. Es entonces cuando pudo aparecer la organi-zación portuaria por frentes costeros; creándose grupos depuertos, como los existentes el la bahía de Cádiz, o en labahía de Nápoles; evolucionando estos grupos de puertosa frentes portuarios como el estudiado por Rickman(1988) que abastecía Roma y estaba íntimamente ligado aldesarrollo de vías, o calzadas, romanas que confluían a laCiudad Eterna. Pero esta estructura puerto-vía se da a lolargo de todo el imperio; indicando claramente el desarro-llo en la planificación espacial del territorio. El censor, autoridad máxima de las obras públicas duranteel periodo republicano fue aumentando tanto sus atribu-ciones y campos de acción que tuvo que ir creando nuevoscargos, de magistrados menores y funcionarios, delegandocontinuamente sus competencias. En este contexto debesuponerse la creación del cargo de curator, para todos losámbitos de obras públicas, y específicamente el referente alos puertos y costas, denominado “curator navicularummaris” al que se le agregaba el nombre del mar o frentecostero que administraba, como versa una inscripciónhallada en Ostia, dedicada a Aulus Caedicius Successus,“quinquennalis curator navicularum maris Hadriatici”.El adjetivo que precede al nombre del cargo, quinquenalis,puede indicar que el cargo de curator de puertos proceda,al igual que en el caso de las vías, de un cargo instituido porley, como la ley Viaria promovida por el tribuno de la plebeCurio en el siglo I a.C. con un nombramiento para cincoaños, que posteriormente usó Agripa para confeccionar elnuevo organigrama director de obras públicas en Roma,pasando los curatores, o “inspectores generales” como sesuele traducir, a ocupar la dirección de una de las ramas delas obras públicas desgajándola de su antiguo jefe máximoque era el censor, nombrado para los mismos cinco años. Loque no parece que se mantuviese, desde su creación elperiodo final republicano, fuese su nombramiento por laasamblea del pueblo ni por cinco años; pues si el curator depuertos se elegía igual al curator de aguas, y de este último

se sabe por Frontino que era directamente elegido por elemperador que lo proponía al Senado para su aprobación,lo más lógico es pensar que el curator de puertos lo nom-brase el emperador y lo ratificase el Senado. Sus atribucio-nes y equipo de trabajadores que de él dependían se tieneun desconocimiento completo; pero siguiendo con la mismametodología de similitudes con el curator de aguas, queFrontino describe con toda nitidez, se podría suponer com-puesto por: Un equipo administrativo a las órdenes directasdel curator, formado por un arquitecto o ingeniero portua-rio y toda una serie de trabajadores como secretarios, conta-dores, tenedores de libros y registros, heraldos, mensajeros,etc.; dos consejeros; cada puerto del frente costero queadministraba estaría dirigido por una autoridad, posible-mente un procurador, y se vertebraría en dos áreas corres-pondientes a obras y a administración o explotaciónportuaria.Además de las actividades propias de un puerto existía unaserie de zonas aledañas al puerto que no eran exactamentede él, pero que coexistían ineludiblemente. Al menos sehan detectado dos de ellas: la zona de aduanas, dirigidadirectamente por los cuestores; y la zona de mercado queera competencia del edil. También había una zona de mer-cado libre de impuestos, una especie de “dutty free” de losaeropuertos, llamada “Emporion “ y que estaba dirigidapor un funcionario portuario.Los trabajadores portuarios, como estibadores (“saccarii”,porteadores de sacos, y “phatongarii”, porteadores deánforas), gruistas, buceadores o “urinatores” (Tito Livio,XL, 10, 4), medidores o pesadores (“mensores”) o barque-ros, estaban organizados en corporaciones. Algunas de laslistas de estas corporaciones, concretamente la de los bar-queros o “lenonculariorum”, han aparecido en Ostia en laque figuran los nombres de los trabajadores legalmenteautorizados para ejercer, esta placa de bronce se encuentraen el Museo Capitolino de Roma.Una de las líneas de investigación para conocer las compe-tencias de los curatores portuarios se halla en el famosomosaico de Toledo, hallado en la Vega Baja y que se con-serva en el Museo de Santa Cruz de la ciudad. Que segúnhipótesis podría haber pertenecido a un curator de puertosque quiso reflejar todas las actividades o competencias queél tuvo y llenaron su vida de magistrado. Es un mosaicooctogonal del que se conserva una gran parte de él;habiendo desaparecido su rosetón central, que pudo o nocontener alguna figura, y la parte de central de tres caras.El análisis que a lo largo de diversos trabajos se ha idohaciendo, indica que existen tres tipos de figura: una deellas referente a fauna marina, representada por diferentesclases de peces; la segunda está formada por toda una seriey tipo de embarcaciones; y la tercera está formada por todas

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las estructuras y edificaciones de puertos y costas, entre lasportuarias se han identificado las balizas, los diferentestipos de diques, la capitanía portuaria, los almacenes y posi-blemente un templo, y entre las costeras se halla las casetasplayeras, los hitos costeros y, probablemente, una boya deseñalización. Estos tres grupos de figuras vienen adornadas

con una cuarta figura que es la representación de personasrealizando una actividad propia de cada una de las figurasantes clasificadas; así puede apreciarse dos bañistas, con sutraje de baño junto a las casetas playeras, o un pescadorjunto al hito costero o un pescador con cebo de pez para lapesca atunera.

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Fig. 15. Organigrama administrativo portuario romano en el periodo imperial.

Consejeros“auditores”

Planificación

Trámitesadministrativos

Invesión

Proyecto

EmpresaConstructora

Dirección de obra“Duunviro”

Obras

Construcción Mantenimiento

Infraestructura

Maquinaria

Dragado

Agua

Señalesfaros y balizas

Entradasy salidas

Estibadesestiba

Varadero

Aguada

Grúa

Izada y botadura

Mercado

Fuer

a de

l pue

rto

Impuestos Regulación ycontrol

Mercado libre“Emporion”

“quaestor” “Aedil”

Almacenes“Horrea”, “Stoa”RemolcadoresBuzos

“urinatores”

Barcazas“Lenocularioum”

Tierra

Zona Portuaria

Aministración

Impuestos

“Quaestor”

“Quaestor”Senado-consulto

RESPONSABLE DEL PUERTO(¿por fachadas marítimas?)

“Curator Navicularum Maris”

PUERTO“Procuratorii”

Administración a las ordenes directasIngeniero o arquitectoSecretariosContablesTenedores de libros o registrosHeraldosLictoresFuncionariosObrerosetc.

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Si la hipótesis apuntada anteriormente fuese cierta, lasatribuciones del curator de puertos no solamente se res-tringiría a los puertos del frente costero administrado,sino también a todas sus costas y la actividad que se ejer-cía en ellas.Rickman (1988), cuando habla sobre la administración depuertos, muestra el único dato que hasta ahora se tiene dela posible autoridad de faros, ligada a los puertos, escri-biendo: “… Alejandría en el otro extremo del Mediterrá-neo no es menos interesante. Un “papyri” se refiere a un“procurator Pharí”… “. Éste podía ser el director del

puerto de Alejandría, o “Pharí”, tal como aparece en elorganigrama de puertos; pero éste podía estar tambiénasociado a la autoridad de señalización marítima en la queestaba integrado el famoso faro de Alejandría. También haaparecido en el título de un oficial imperial el nombre:“consularis molium, fari, atque purgaturae” (Rickman,1988) que podría traducirse como “consular de muelles,faros y dragados” que podría corresponder al funcionarioque se encargaba del área que se ha denominado, en elorganigrama portuario, de mantenimiento, o bien de laexplotación de zonas portuarias de agua.

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Fig. 16. Mosaico romano del sigloIII d.C. (Museo de Santa Cruz de Toledo).

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6.6 ADMINISTRACIÓN DE LOS TRANSPORTESPÚBLICOS

Los transportes públicos en Roma, junto a las comunica-ciones, son los dos elementos de obras públicas menosconocidos; y si como conjunto son poco conocidos, menosaún lo son el equipo de personas que lo dirigían. Sola-mente en unas líneas se intenta hacer un esbozo de lospocos restos ciertos que han quedado de toda una red deservicios, que en cierto modo no se volvieron a alcanzarhasta bien entrado el siglo XIX.Los transportes públicos romanos se podían vertebrar endos grandes grupos:

• Asistencia del viajero en la vía o en el puerto• Transporte propio del estado: por tierra o por

mar

La asistencia del viajero por mar se realizaba en el puerto,y de él se ha ocupado en el apartado anterior. La asisten-cia por vía, o calzada, tenía dos cometidos esenciales: asis-tencia para el descanso y alimentación del viajero, yasistencia para relevo y forraje de animales. Este cometido,no fue inventado por los romanos; ya se ha puesto demanifiesto, al hablar de la administración de vías, de todala serie de servicios que tenía el famoso camino real persa(Heródoto, V, 52 y 53), o el camino egipcio que iba deTebas a Menfis que lo describe Diodoro Sículo (I, 45, 7):

“… pues había cien estaciones de postas a lo largo dela orilla libia del río [Nilo] desde Menfis hasta Tebas,al acoger cada una doscientos caballos; todavía hoy semuestran los fundamentos de las mismas…”.

Hasta lo que se sabe de este servicio público, estaba com-puesto por una serie de estaciones base, o postas, llama-das “Mansio” que eran dirigidas por un funcionariollamado “Mansionarious”, estaban separadas unas veintemillas. Tenían toda una serie de servicios para el descansoy entretenimiento del viajero, el forraje y cambio de lasbestias, y alquiler de carruajes como los “cisuim”, quetenían velocidades medias de seis millas a la hora. El pro-pio nombre de “mansio” proviene de la palabra “manere”que significa pasar la noche en un lugar cuando se está deviaje (Smith, 1870).Entre dos “mansio” se situaban estaciones menores llama-das “mutationes” que servían para refresco y abrevaderodel caballo, o bien cambio de caballerías. Esta disposiciónse conoce por el “Itinerarium a Burdigala Hierusalemusque” que es un libro descriptivo del itinerario de laépoca de Constantino (306 al 337 d.C.), en el se describenpor orden las mansiones (“mansio”) y entre cada dos, cua-tro o cinco “mutationes”, entre Burdeos y Jerusalén. Tam-bién se mencionan otras plazas o lugares llamados

“civitates, “civitas” “vicus” o “castella”.Probablemente, las “mutationes” fuesen dirigidas porpersonal que dependía del director de las mansiones,auque no se sabe exactamente de quien dependía éste, obien eran concesiones privadas. Bien pudieran haberdependido del curator de vías, o del pretor o gobernadorprovincial. Las “civitates” pudieran identificarse con lo que llamóAlzola (1899) como “Civitates centrales”, aunque él losasemejó al centro principal de estas redes de posadas, ybien pudiera ser independiente de ellas y existir comoposadas “estatales” para uso primordialmente oficial, peromás parece que se refiere a una ciudad o pueblo, lo mismoque el término “civitas” que designa a una población;mientras que los “castella” debieron, por su nombre, serpuestos de guardia y vigilancia como el recientementeencontrado en las cercanías de Granollers y excavado porel Instituto Arqueológico Catalán. De cualquier forma, deellos no se conoce quien las dirigía.Los transportes por tierra solamente se tiene una escasaidea y difícilmente puede inferirse de los datos que, porejemplo transmite Amiano Marcelino (XX, 8, 22) deltransporte público de viajeros, explicitando en (XXI, 9, 4)que el transporte por calzadas, con puestos para relevos,era muy veloz, y (XXI, 13, 7) con gran capacidad de trans-porte. Pero, como indica Polibio (XXX, 3), el movimientoy viajes de personas se hacía fundamentalmente por barco;aunque éste transporte era mayoritariamente privado, con-viviendo personas y mercancías, salvo el transporte degrano que era mayoritariamente competencia del estado,dirigido por el “curator annonar” que debió tener unaestructura administrativa parecida a los curatores de vías yde aguas, tal y como los refiere Frontino.

6.7 ADMINISTRACIÓN DE LOS SISTEMAS DECOMUNICACIÓN

El último de los campos tratados de la administraciónromana el más desconocido y del que puede hablarsemenos, es el de los sistemas de comunicación. Se conocenclaramente dos: uno utilizando señalizaciones luminosas yotro mediante correo. El primero de ellos estaría íntimamente ligado a los siste-mas de señalización marina (Peña, 2005), y probablementedependería de la misma administración que dependían losfaros costeros; del curator de puertos o naval. Pero el usoy explotación administrativa es totalmente desconocida.El correo de cartas o documentos, por tierra o por mar, seconoce algo más; si bien siempre se ha querido identificarcon correos imperiales, no entrando en lo que sería correo

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normal, no oficial.

7. Mantenimiento de las obraspúblicas

Si es poco conocido el sistema administrativo de las obraspúblicas, menos aún es el mantenimiento que se ejercíasobre ellas. Bien es cierto, que el mantenimiento de obrasen el periodo romano fue diferente, dependiendo de laobra y dependiendo del momento. Una de las partidasmayores que debían prever los censores y ediles, y poste-riormente los curatores, eran para el mantenimiento yreparación de las diversas obras públicas que administra-ban. La idea de que los romanos construían para quedurase eternamente, pasaba irremisiblemente por su man-tenimiento. Era frecuente que las autoridades al reparar elmonumento le pusieran su nombre, como si fuesen susconstructores; esa fama la tuvo Trajano en la antigüedad(Amiano Marcelino, XXVII,3, 7). El mantenimiento de obras públicas podía ser las restaura-ciones, habituales en edificios, o el mantenimiento conti-nuo por deterioro de la infraestructura. Se conoce poco deello, salvo en el caso de las conducciones y obras hidráuli-cas que lo describe perfectamente bien Frontino (Peña,2006). Antes de pasar a relatar ese mantenimiento, seexponen los escasos datos que se tiene del resto de lasinfraestructuras; de las que se tienen datos de las vías. Las vías debieron pasar por dos fases en la forma de reali-zar el mantenimiento, al igual que ocurrió con las obrashidráulicas: una primera fase, documentada en el sigo IIa.C., en el que se impone el mantenimiento por contrata,que según los datos que nos ha llegado procedentes deTácito (An, III, 29) se arrendaban a particulares:

“… El mismo Corbulón exclamando después quepor negligencia de los magistrados y por fraude delos arrendadores obligados al aderezo de los cami-nos, estaban infinitos por toda Italia del todoimpracticables… ”.

Pero el mantenimiento de las vías, de grava y gravilla, eradiferente del empedrado de las calles, como así las diferen-cia Tito Livio (XLI, 27, 5). En el primero de los casos elmantenimiento debía ordenarse por el edil, en el periodorepublicano, y por el pretor urbano, en el periodo impe-rial, mientras que las vías eran competencia exclusiva delcensor, en el periodo republicano, y del curator de vías, enel periodo imperial. A veces, como ocurrió en el gobiernode Augusto, las vías o calzadas debían estar en tal malestado después de las guerras civiles que se debieron asig-nar partidas especiales para su mantenimiento, comocuenta Suetonio (II, 30) que se utilizó el botín de guerrapara ello.

7.1 MANTENIMIENTO DE OBRAS HIDRÁULICAS

Las conducciones, tanto fuera de la ciudad, de abasteci-miento, como dentro de la ciudad, de distribución, teníantodo un sistema y equipos muy avanzado de manteni-miento. A la hora de estudiar todo este sistema de mante-nimiento me encuentro que Frontino nos expone dos tiposque pueden ser contradictorios a simple vista, pero queanalizados convenientemente tienen un valor históricomuy importante. El primero de ellos lo describe en elpunto (VCVI), diciendo:

“… Según mi comprobación, el mantenimiento decada acueducto solía darse por contrata, y se imponíaa los contratistas la obligación de disponer de unnúmero determinado de esclavos artesanos atentos alos acueductos fuera de la Ciudad, y otro númeroigualmente preciso en la Ciudad, y ciertamente de talforma que debían dar a conocer en carteles públicos losnombres de aquellos que iban a tener en servicio encada distrito: el encargo de inspeccionar sus trabajoscorrespondía unas veces a los censores y ediles, otrasveces esta misión recaía incluso en los cuestores, talcomo se ve por un decreto del Senado dado en el con-sulado de Gayo Licinio y Quinto Fabio [116 a.C.]…”.

Esta descripción nos da varias pistas, no solamente del sis-tema de mantenimiento, sino también, de la época en queestaba en funcionamiento y de su evolución. Frontino nosdescribe este sistema de mantenimiento en pasado; indi-cando, por ello que no estaba en vigor en el momento queel estaba al frente del agua en Roma, además nos indicaque este sistema se puso en vigor en el año 116 a.C. por undecreto senatorial, que debió estar en vigor hasta lareforma promovida por Augusto y Agripa, y puesta envigor por el Senado en el año 11 a.C. que transformó todoel sistema de mantenimiento. El contratista, “redemptores operum” encargado del man-tenimiento de una conducción fuera de la ciudad o de undistrito de la ciudad, solía tener a su servicio un númerodeterminado de esclavos especializados, que al menor erael exigido por el decreto senatorial, pero además solíatener obreros de condición libre. Frecuentemente, los con-tratitas pertenecían a la clase ecuestre y formaban compa-ñías constructoras que estaban sometidas a control delestado; así la ley Claudia, promulgada en el 291 a.C., pro-hibía la formación de grandes empresas a los senadores(González, 1985). El control del cumplimiento del mantenimiento de lasconducciones, como nos dice Frontino, correspondió adiversos cargos, censor, edil o cuestor. Este cambio decompetencias en materia de obras públicas fue normal y

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continua a lo largo de la historia del imperio romano, ade-más dependía del lugar donde se realizaba el manteni-miento: si en Roma o en una ciudad más pequeña. Es interesante, ahondar en lo que era y como se realizabaeste mantenimiento de cara al ciudadano de la época, y elservicio que le prestaba, explicado con nítida claridad porFrontino: Según el decreto senatorial de 116 a.C., se con-trataba a una empresa privada el mantenimiento de cadaconducción y red de abastecimiento dentro de una ciudad.El contrato de obra o suministro en Roma solía adjudi-carse por subasta, salvo en casos especiales que se podíahacer por concurso subasta (Peña, 2005). Esa empresadebía cumplir una serie de requisitos; como un númerodeterminado de empleados o esclavos especializados (plo-meros, estucadores, pavimentadores,…), la contrata debióhacerse por conducción y por distrito, y en cada no deellos debía exponerse públicamente en un cartel, “tabulapublica”, el contratista y probablemente su sede y dondepodía acudir para indicar cualquier incidencia en la red.La inspección del servicio público que realizaba la con-

trata, corría a cargo del censor, edil o en algún caso delcuestor. En el caso de Roma, seguramente sería competen-cia del censor, mientras que en otras ciudades podría per-tenecer al edil, pudiendo el cuestor inspeccionar la obracuando suponía un gasto extra al estado no dentro delcontrato de mantenimiento.La reforma llevada a cabo por Augusto a través de Agripa,plasmada en el decreto senatorial del 11 a.C., transformótodo este sistema de mantenimiento por contrata, de algúnmodo nacionalizándolo, y es el segundo de los tipos demantenimientos expuestos por Frontino (CXVI):

“… Nos queda por hablar del mantenimiento de losacueductos, pero antes debe darse unas pocas explica-ciones sobre el personal dispuesto para este menester.Hay dos tipos de personal de aguas, uno estatal, otroimperial. El perteneciente al Estado es el más anti-guo, pues, como hemos dicho, Agripa lo legó aAugusto y éste, a su vez, lo concedió al Estado; estácompuesto aproximadamente por 240 hombres. 460hombres es el número de personal imperial que Clau-dio creó, cuando condujo sus acueductos a Roma…”.

En el punto siguiente, Frontino (CXVII) explica cómoestaba compuesto este personal y los servicios que pres-taba, y del que ya he hablado al tratar de la administraciónde la red de explotación y abastecimiento de aguas. Encada distrito existía una sede que tenía un retén de obre-ros de guardia para atender cualquier urgencia, que sesituaban junto a los depósitos de distribución y fuentesornamentales.Resulta impresionante el desarrollo que se alcanzó en laadministración de obras públicas en Roma, expuesta en elservicio de mantenimiento de las redes de distribución deagua, y que seguramente es extrapolable a otros serviciospúblicos como vías y calzadas, puertos, faros, o abasteci-miento de víveres.

8. El ejército en la realizaciónde las obras públicas

Los romanos eran esencialmente personas prácticas, yresolvieron los problemas técnicos que se les presentaron,creando nuevas metodologías de diseño. Estas palabrasque Sir Leopold (Halliday, 1940) empleó para describir eldesarrollo tecnológico portuario romano, podría aplicarsea todas las facetas de la sociedad romana; entre ellas alejercito. Los ejércitos a lo largo de la historia se han hechopara guerrear; defendiéndose de agresiones exteriores,invadiendo territorios, etc., en definitiva usando la fuerzade las armas donde no podía, o no se quería, usar otrosmétodos de relaciones humanas más pacíficos. El ejército

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Fig. 17. Canalización de hormigón para la entrada de agua aSegóbriga (Cuenca).

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romano no fue diferente al resto de los ejércitos; única-mente supo aplicar perfectamente las palabras de Sir Leo-pold para hacer un ejercito más potente y práctico. No sepretende estudiar el ejército romano, su estructura y evo-lución, solamente dar unas pinceladas para los no eruditos,como yo, introducirles en una realidad de ejercito, dife-rente de lo que nos han contado. Cuando se alistaban legiones y se hacían alistamientos,existía una labor administrativa previa, que solicitaba laaprobación del presupuesto de la campaña y un trabajocontable para la fiscalización del gasto de esa campaña ocampañas (Amiano Marcelino, XVIII, 5, 1). Cuando elestado no podía afrontar el gasto de movilización, podíarecurrir a pedir créditos privados para financiar el ejercito(Dionisio de Halicarnaso, XIX, 16, 4). Cuando comenzabala campaña y se obtenía el botín de guerra, éste era un bienpúblico que tenía que contabilizarse, para lo cual el ejér-cito llevaba a sus cuestores que contabilizaban los ingresosdel botín, lo subastaban para transformarlo en dinero ytras fiscalizarlo lo ingresaban en las arcas del estado (Dio-nisio de Halicarnaso, VII, 63, 2; X, 21, 6); salvo que se per-mitiese el saqueo a los soldados, normalmente dedeterminado tipo de bienes, como pago de su salario opaga extra por los trabajos realizados.Una parte importante del ejercito estaba formada por loque hoy llamaríamos el estado, o plana, mayor. Lo consti-tuían, por una parte los estrategos militares, por otra partelos técnicos, y finalmente los contables, secretarios y loscuestores, actual interventores del estado. Los técnicosestaban formados especialmente por ingenieros y arquitec-tos en sus diversas especialidades; Julio César (GC, I, 24,4) nos habla del cuerpo de ingenieros militares, al quedebió pertenecer Vitruvio. Algunos autores clásicos noshan hablado de estas diferentes especialidades de los téc-nicos militares: hidráulica, puentes, vías y edificios, entreotras, además del diseño y fabricación de armas y maqui-naria militar (Vitruvio, X, 22, 1).El uso de los técnicos para actividades propias civiles, queha llevado a muchos autores a pensar en el ejército comoverdadero realizador de las obras públicas romanas, sehizo en todos los campos, o gran mayoría, de las obraspúblicas; pero siempre con una constante: donde no exis-tía una estructura civil que planificase y soportase la plani-ficación, proyecto y realización de obras públicas. Antesde comentar algunos de los ejemplos de cada una de lostipos de actuaciones en las obras públicas, me gustaríacontar una pequeña anécdota del uso del ejercito romano.Cuenta Dionisio de Halicarnaso (XVII-XVIII, 4, 3) que elcónsul del año 229 a.C., Lucio Postumio Megelo (TitoLivio, X, 32, 1), del ejército reclutado y a sus órdenes “…escogió de su propio ejército alrededor de 2000 hombres,

los condujo a sus heredades y les ordenó cortar la maleza,sin hoces; durante mucho tiempo tuvo a los hombres ensus campos realizándoles trabajos de jornaleros y sirvien-tes… “, aunque anteriormente esto lo califica Dionisio deHalcarnaso como “… una cuestión demasiado grave paraun general romano…”.El ejército en sí, se encontraba o actuaba en aquellos terri-torios donde había, podían haber o habían habido conflic-tos bélicos, y por tanto imperaba la autoridad militar a lacivil, que era muy débil, no existía o era hostil. La falta deesa autoridad civil impedía realizaciones necesarias deobras públicas. Ejemplo de actuaciones las hallamos enTácito (Hist., III, 32) cuando relata cómo el ejercito deVitelio (69 d.C.) se encarga de construir un anfiteatro enCremona, en plena guerra de sucesión entre ese empera-dor y su antecesor Otón, escribiendo: “… a los soldadosde la legión XIII que se habían dejado para construir unanfiteatro… “. Anteriormente, Augusto también usó elejército para labores de obras públicas, como nos relataSuetonio (II, 18): “… Después de reducido Egipto a pro-vincia [romana] para hacer más fértil y más apta para abas-tecer a Roma, limpió con mano de obra militar todos loscanales en los que se desborda el Nilo, desde muchísimotiempo cegados por limo…”. Cuando una legión construía o reparaba un edificio solíaesculpir en uno de sus sillares su marca: constituida por laletra “L” seguida del numeral de la legión (Durán, 2004),por ejemplo “LXV”; indicaba la realización debida a lalegión XV “Apollinaris”, que estaba ubicada en la Capa-docia en tiempos de Alejandro Severo.En ocasiones, los cónsules hacían construir obras públicasal ejercito que se encontraba acampado durante largosperiodos en un lugar para no estar ociosos los soldados,como así cuenta Tito Livio (XXXIX, 2, 6) que hizo el cón-sul Cayo Flaminio (187 a.C.) “… para no tener desocu-pada a la tropa construyó una vía desde Bononia hastaArrecio… ”, la llamada vía Flaminia. Además, a continua-ción Tito Livio (XXXIX, 2, 10) sigue relatando que el otrocónsul, Marco Emilio, una vez pacificados los ligures “….Construyó una vía desde Placencia hasta Arrimino paraenlazar con la vía Flaminia… ”, la vía Emilia. Esta mismapolítica militar parece que pudo ser la utilizada en Hispa-nia por Augusto, y de cuyos datos nos da cumplida refe-rencia Manuel Duran (2004), basados en Bohec (2004) yLostal (1992), que escribe: “… son las mismas legiones [laIV ‘Macedónica’, VI ‘Victrix’ y ‘Gémina’] que tambiénintervinieron en la vía de Oiasso [Oyarzun] a Caesaraugista[Zaragoza] por Pompaelo [Pamplona] como muestran susnumerales grabados en los miliarios de Sora (L-X-G) deCastiliscar I (Leg HI Mac) y Castilicar II (L VI) todos elloshallados en la provincia de Zaragoza…”, y probablemente

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siguieron la misma planificación constructiva de la vía;dividiendo los tramos que cada legión debía construir,para “distraer el tiempo” en ello y no molestando a lapoblación civil de la zona. Pero mucho más interesante esel dato que Manuel Duran (2004) nos da unas líneas inme-diatamente antes: “… Las inscripciones formadas por laletra L seguida de un numeral que se han hallado en silla-res, miliarios o ladrillos, han sido interpretados como laprueba de la participación de una “legio” [legión] en unaobra; se conservan varias en el puente del Diablo de Mar-torell que muestran la intervención en la obra de las legio-nes IIII Macedónica, la VI Victrix y la X Gémina todas ellasestacionadas en Hispania bajo los Julio-claudios… “. Peroel conocido “Puente del Diablo” o acueducto de LesFerreres, en la actualidad propiedad del Ayuntamiento deTarragona que ha emprendido la urgente labor de sureconstrucción, según algunos especialistas, entre ellosManuel Novoa, sostienen la teoría de que este puentenunca fue utilizado para transportar agua; de hecho no seha encontrado canal ni conducción alguna, dándose a lolargo de la historia múltiples interpretaciones (Aquilué, etal., 1991). El razonamiento más simple podía ser el que seinfiere de las palabras anteriores: se construyó para notener parada la tropa acantonada en las proximidades deTarragona, o Tarraco, durante la estancia de Augusto enesa ciudad para la intervención en las guerras cántabras.

Otros ejemplos de actuación militar que presenta ManuelDuran (2004) son la reparación de un acueducto cercanoa Cesaréa Marítima (Sebastos) en Israel en tiempos deAdriano, reconstruido por los veteranos de la legión II“Trajana”, sin duda restos de las guerras judías que habíanasolado el país pocos años antes. Resulta bastante curiosola cita que Durán hace del “papiro de Karamis” y cómohacían a la tropa trabajar en labores propias de civiles, sibien, como siempre, en aquellos lugares donde la sociedadcivil no estaba lo suficientemente asentada para afrontarlas obras civiles que el desarrollo romano exigía en lasfronteras de su imperio. Recordando que siempre el ejer-cito va primero y después se construye la infraestructura;vía, calzada, etc, y no al revés, como alguien ha pretendidodecirnos; como bien nos explica Amiano Marcelino (XV,10, 2): “… Pero finalmente, sofocado este levantamiento,tras ser aceptado como aliado por el emperador Octa-viano, con grandes esfuerzos y a modo de regalo memora-ble, ordenó construir caminos accesibles para los viajerosademás de otras antiguas vías alpinas…”.Finalmente, a modo de curiosidad se presenta una tabla delas legiones conocidas; desde una lista en el periodo deAugusto (29 a.C. al 14 d.C.) y hasta la más extensa en él deAlejandro Severo (222 al 235 d.C.) tomados de Dion Casioesta última (Smith, 1870).

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Fig. 18. Acueducto deLes Ferreres(Tarragona).

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Legiones Romanas conocidas desde Augusto a Alejandro SeveroNº de la legión Sobrenombre Quien la reclutó Donde estabaPrima (L I) Germanica Augusto

Itálica Nerón Hiberna-Misia InferiorAdjutrix Galba Panonia InferiorMarciana(Liberatrix) ÁfricaMinervia Domiciano Germania InferiorParthica Septimio Severo Mesopotamia

Secunda (L II) Augusta Hiberna-Britania SuperiorAdjutrix Vespasiano Panonia InferiorEgipcia Trajana Trajano EgiptoTrajana Fortis Trajano JudeaItálica Antonino Pío NoricumMedia (Parthea) Septimio Severo Italia

Tertia (L III) Augusta NumidiaGálica FeniciaCirenaica ArabiaItálica Antonino Pío RhaetiaParthica Septimio Severo Mesopotamia

Quarta (L IIII) Macedonica Augusto HispaniaSeytica SiriaFlavia (Felix) Vespasiano Siria

Quinta (L V) AlaudaMacedonica Augusto Dacia

Sexta (L VI) Victrix Hispania / Britania InferiorFerrata Augusto Judea

Septima (L VII) Claudia Misia SuperiorGeminas Galba Hispania

Octava (L VIII) Augusta Germania SuperiorNona (L IX) Hispana AugustoDecima (LX) Germanica Augusto Hispania/Panonia Superior

Fretensis JudeaUndécima (L XI) Claudia Misia InferiorDuodécima (L XII) Fulminatrix CapadociaDecima Tercia (L XIII) Gemina DaciaDecima Quarta (L XIV) Gemina Panonia SuperiorDecima Quinta (L XV) Apollinaris CapadociaDecima Sexta( L XVI) Galica Augusto

Flavia Firma VespasianoVigésima (L XX) Valeria Victrix Britania Superior / HibernaVigésimo Prima (L XXI) Raplax AugustoVigésimo Secunda (LXXII) DeitorianaTrigésima Ulpia (Victrix) Trajano Germania

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JOSÉ MANUEL DE LA PEÑA OLIVAS

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