Alberto Núñez Feijóo, el Atila de Ourense

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Alberto Núñez Feijóo, el Atila de Ourense Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net) Alberto Núñez Feijóo, el Atila de Ourense Enviado por Durán el Mar, 09/13/2016 - 08:00 Antetítulo (dentro): 25S: Elecciones en Galicia Sección principal: Panorama Cuerpo: En plena Guerra Civil española (que en Galiza no fue tal, si no mera represión de todo lo que olía a cultura y saber, democracia, republicanismo y galleguismo) se editaba desde Valencia una trilogía de álbumes en defensa de la República concebidos como denuncia internacional del genocidio fascista. Su autor era el multifacético y exiliado Alfonso Daniel Castelao. El segundo de ellos se titulaba Atila en Galicia, y sus estampas pasarán a la historia por recrear con concisión, y muy gráficamente, la tormenta de sangre que diezmó gravemente las organizaciones políticas, sindicales y en última estancia al conjunto de las clases populares del país. La serie artística dibuja fielmente las consecuencias sociales de aquella enorme tragedia, y se hace pertinente siempre volver a ella para entender nuestro pasado y presente. Gracias a la política comparada sabemos bien, especialmente por Latinoamérica, que en aquellos lugares pisados por la bota del liberalismo económico sin freno apenas crece la hierba. En ocasiones los resultados, en términos de igualdad y libertad, son casi equiparables a los que arroja un conflicto bélico. Tras la contraofensiva ante los Gobiernos que discutieron ese modelo, podemos prever el paisaje a medio plazo, casi sin miedo a equivocarnos: privatización de servicios públicos y recursos Página 1 de 4

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Alberto Núñez Feijóo, el Atila de OurenseEnviado por Durán el Mar, 09/13/2016 - 08:00 Antetítulo (dentro): 25S: Elecciones en GaliciaSección principal: PanoramaCuerpo:

En plena Guerra Civil española (que en Galiza no fue tal, si no mera represión de todo lo que olía acultura y saber, democracia, republicanismo y galleguismo) se editaba desde Valencia una trilogíade álbumes en defensa de la República concebidos como denuncia internacional del genocidiofascista. Su autor era el multifacético y exiliado Alfonso Daniel Castelao. El segundo de ellos setitulaba Atila en Galicia, y sus estampas pasarán a la historia por recrear con concisión, y muygráficamente, la tormenta de sangre que diezmó gravemente las organizaciones políticas, sindicalesy en última estancia al conjunto de las clases populares del país.

La serie artística dibuja fielmente las consecuencias sociales de aquella enorme tragedia, y se hacepertinente siempre volver a ella para entender nuestro pasado y presente.

Gracias a la política comparada sabemos bien, especialmente por Latinoamérica, que en aquelloslugares pisados por la bota del liberalismo económico sin freno apenas crece la hierba. En ocasioneslos resultados, en términos de igualdad y libertad, son casi equiparables a los que arroja un conflictobélico. Tras la contraofensiva ante los Gobiernos que discutieron ese modelo, podemos prever elpaisaje a medio plazo, casi sin miedo a equivocarnos: privatización de servicios públicos y recursos

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(que pasarán directa o indirectamente a manos extrajeras), aumento de la corrupción y eldesempleo, aumento de las desigualdades y la deuda pública, dualidad en los sistemaseducativo y sanitario, etc. lo vimos en Chile, Argentina, Bolivia o Ecuador. Es un patrón.

Lo saben bien los cientos de miles de gallegos que tuvieron que irse a vivir y a trabajar allí en el sigloXX. Sus nietos repiten hoy la jugada. En Galicia, como en Irlanda, es casi una plaga bíblica queadquiere trazas mitológicas. Algunos se hicieron de oro en las Américas. Los más escapaban de lamiseria hacia la semi-esclavitud. Conocemos las recetas, y lo que conllevan.

Periferia en la periferia

La maquinaria capitalista, en su versión extrema, expulsa a cantidades ingentes de seres humanosde la posibilidad de una vida digna y limita las capacidades de pueblos enteros y millones deindividuos. Salvo las de algunos pueblos e individuos. A Galiza le tocó la peor parte, por partidadoble: por su histórica dependencia y condición periférica dentro de un Estado que es periferiaeuropea.

Después del inicio de la crisis-estafa, allá por 2009, el candidato Núñez Feijóo se presentaba ante laopinión pública como un pionero en el Estado español: prometía coger el toro por los cuernos y seríaGaliza el laboratorio principal new wave y la administración-ariete de la reconquista popular en plenodesmoronamiento del zapaterismo y su réplica bipartita (PSdeG-BNG), co-liderada por el tándemTouriño-Quintana.

Llamado a recuperar el poder para la derecha, si es que algún día dejó de tenerlo; bien es cierto queel PP de Valencia estaba todavía inmerso en su belle époque particular: en sus días de vino y rosas,rotondas, comisiones, trajes, bolsos y fastuosas obras y eventos por donde corría el dinero aespuertas. Para los de arriba, claro. Chocaba un poco, por tanto, pero en Galiza eso de la austeridad,el ahorro y el trabajo duro vende bien. Es el sentido común, que se explica por la memoria de todoun siglo XX de privaciones y sacrificios.

Aún así levantó la bandera de la austeridad y la incorporó con relumbrón al diccionario políticospanish. Y la comenzó a poner en práctica con frialdad y precisión quirúrgica. Para los de abajo, porsupuesto.

Por aquel entonces todavía se desconocían entre el gran público sus andanzas y vínculos directoscon un reconocido contrabandista de las Rías Baixas cuando había sido alto cargo de la Conselleríade Sanidade durante los gobiernos de Manuel Fraga. Como narra el periodista Nacho Carretero enFariña, la cercanía entre la criminalidad organizada y el poder político había sido demasiadoestrecha por aquel entonces y la posibilidad de haberse convertido en Sicilia estuvo más cerca de loque se dice. Hoy la omertá se compra a través de subvenciones públicas para que la mayorparte de la prensa, medios públicos inclusive, cuente lo que el poder quiere contar.

Feijóo es todo un especialista, y no escatima en gastos. Juan Pueblo paga su propia desinformación.Ni siquiera cuestionan ya nunca la faraónica obra-mausoleo Cidade da Cultura, concebida por PeterEinsenman a mayor gloria del presidente eterno Fraga, que costó a las arcas públicas alrededor de400 millones de euros hipotecando el presupuesto en Cultura a cada ejercicio. Un sinsentido desdecualquier punto de vista.

¿Y por qué este viaje? Pues porque Alberto Núñez Feijóo, el Austero, deja a su paso, cual Atila, unbalance de gestión totalmente antitético al que pinta la tele-realidad: más allá de haber malvendidoa capital extranjero (¡venezolano!) buena parte del ahorro de los gallegos en la operación de lascaixas, haber intentado infructuosamente poner a plena disposición de multinacionales de laextracción del oro y la megaminería contaminante comarcas enteras del territorio, o haber disparadola deuda pública, los resultados son elocuentes: la población ha descendido, la media de edad haaumentado en un año, el saldo migratorio ha pasado a negativo, la tasa de desempleo descendióúnicamente tres puntos porcentuales pero la de actividad cayó dos, la población ocupada en elsector primario descendió de 80.000 a 68.000 personas, en el industrial descendió otras 10.000,permaneció invariable el contingente de desempleados de larga duración o aumentó el diferencial

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con las pensiones medias del Estado.

También han aumentado los hogares que llegan a final de mes con dificultad o mucha dificultad(55,63%), bajando los ingresos medios y los gastos por cada familia. Por no hablar de másindicadores. Como los referentes a Educación y, muy especialmente, a Sanidad. O también de loreferente a planificación y gestión forestal, al sector lácteo o naval. El balance es objetivamentemalo, y todavía lo es más si tenemos en cuenta el periodo de dos legislaturas, salvando los mueblesen turismo y exportaciones. La apisonadora ordoliberal, mediante su disciplinado ejecutor Feijóo,haciendo de las suyas en el bonsai atlántico.

No hablaremos de los intentos de acallar y desactivar conflictos latentes en diferentes sectores,como pescadores y ganaderos alzados contra sus políticas y las de la UE, mediante limosnas deúltima hora. O en servicios sociales, con el sangrante caso de una “ayuda” de diez euros al mes a undependiente lucense. Ni tampoco hay tiempo de pararse en los casos de corrupción que infectan alconjunto de administraciones, especialmente la local, desde su llegada a la Xunta.

Decía el político Xosé Manuel Beiras que la suya era “una auténtica brigada de demolición, etnocidio,ecocidio y socialicidio que se dedica a vender caramelos tóxicos envueltos en papeles de colores”.Permanece y se acrecenta el mito, que no es mito, de una sociedad envejecida y sometida a lasreglas del clientelismo y las nuevas formas de caciquismo que devalúan la vitalidad democrática.

Frente a esta gota malaya existe otra Galiza que resiste, se auto-organiza (las mayoresmovilizaciones sindicales del Estado se producen aquí) y plantea alternativas a través de fórmulaspolíticas innovadoras. El 25S sabremos cuál de las dos gana en el escenario electoral, siemprelimitante para entender la complejidad de la realidad física y política de un país tan contradictoriopero objetivamente sometido hoy, como pocos, a las reglas de la ofensiva antidemocrática querecorren el continente. Aunque ya se sabe: porque cinco o seis pacientes hayan fallecido esperandoa recibir un tratamiento médico a tiempo, tampoco hay porque alarmarse. Procuren no difamar: esono ocurre. Tampoco lo del narco. Como si de una escena de Men in Black se tratase: olvídenlo todo.

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Pie de foto: Evolución electoral en Galicia.Nombres propios: Alberto Núñez FeijooEdición impresa:

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Tipo Artículo: NormalInfo de la autoria: Es politólogo.Autoría: Millán FernándezFormato imagen portada: sin fotoTipo de artículo: Opinión

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