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Alan García Pérez (Alan Gabriel LudwigGarcía Pérez) Perú, Presidente de la República (1985-1990, 2006-2011) Duración del mandato: 28 de Julio de 2006 - de de Nacimiento: Lima, departamento de Lima, 23 de Mayo de 1949 Defunción: Lima, departamento de Lima, 17 de Abril de 2019</p> Partido político: Partido Aprista Peruano (PAP) Profesión : Abogado Resumen El regreso a la Presidencia de la República del Perú en 2006 de Alan García, líder del Partido Aprista Peruano (PAP, socialdemócrata), constituyó un sobresaliente éxito personal para un estadista que partía con el hándicap del recuerdo por los electores de su desastroso primer mandato, entre 1985 y 1990. Este se había caracterizado por la recesión galopante, la hiperinflación, una fallida nacionalización bancaria, la rebelión, estéril también, contra el dictado financiero del FMI y la efusión de violencia en el frente de la insurgencia senderista. Luego, García se había postulado por segunda vez en 2001, cuando fue batido por Alejandro Toledo, el mismo presidente al que consiguió coger el relevo en 2006 . Entre medio, el político, quien fuera precoz delfín del caudillo histórico del aprismo, Raúl Haya de la Torre, había conocido una década de descrédito, exilio y acoso por parte de la justicia peruana, que le acusaba de corrupción. Superada su travesía en el desierto, García, señalado por sus formidables dotes oratorias, su desenvoltura mediática y su físico poderoso, consiguió imponerse en las urnas a la conservadora Lourdes Flores y al nacionalista de izquierda Ollanta Humala -su sucesor institucional un lustro después-, sosteniendo las propuestas de mantener el robusto crecimiento económico, pero generando empleo, distribuyendo socialmente sus beneficios y reduciendo la pobreza, que afectaba a la mitad de la población. El segundo quinquenio alanista (2006-2011) se desarrolló en un ambiente doméstico e internacional muy diferente del habido en la penúltima década del siglo XX. Marcando un gran contraste con su anterior ejecutoria, García, acusado por las izquierdas de haberse http://www.cidob.org 1 of 33

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Alan García Pérez(Alan Gabriel LudwigGarcía Pérez)

Perú, Presidente de la República (1985-1990, 2006-2011)

Duración del mandato: 28 de Julio de 2006 - de de Nacimiento: Lima, departamento de Lima, 23 de Mayo de 1949Defunción: Lima, departamento de Lima, 17 de Abril de 2019</p>Partido político: Partido Aprista Peruano (PAP)Profesión : Abogado

Resumen

El regreso a la Presidencia de la República del Perú en 2006 de Alan García, líder del PartidoAprista Peruano (PAP, socialdemócrata), constituyó un sobresaliente éxito personal para unestadista que partía con el hándicap del recuerdo por los electores de su desastroso primermandato, entre 1985 y 1990. Este se había caracterizado por la recesión galopante, lahiperinflación, una fallida nacionalización bancaria, la rebelión, estéril también, contra el dictadofinanciero del FMI y la efusión de violencia en el frente de la insurgencia senderista. Luego,García se había postulado por segunda vez en 2001, cuando fue batido por Alejandro Toledo,el mismo presidente al que consiguió coger el relevo en 2006 . Entre medio, el político, quienfuera precoz delfín del caudillo histórico del aprismo, Raúl Haya de la Torre, había conocidouna década de descrédito, exilio y acoso por parte de la justicia peruana, que le acusaba decorrupción.

Superada su travesía en el desierto, García, señalado por sus formidables dotes oratorias, sudesenvoltura mediática y su físico poderoso, consiguió imponerse en las urnas a laconservadora Lourdes Flores y al nacionalista de izquierda Ollanta Humala -su sucesorinstitucional un lustro después-, sosteniendo las propuestas de mantener el robusto crecimientoeconómico, pero generando empleo, distribuyendo socialmente sus beneficios y reduciendo lapobreza, que afectaba a la mitad de la población.

El segundo quinquenio alanista (2006-2011) se desarrolló en un ambiente doméstico einternacional muy diferente del habido en la penúltima década del siglo XX. Marcando un grancontraste con su anterior ejecutoria, García, acusado por las izquierdas de haberse

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"derechizado", hasta el punto de establecer un pacto tácito con el fujimorismo para subsanar suminoría parlamentaria, practicó una política económica plenamente ortodoxa, respetuosa conlas reglas de libre mercado y de hecho continuista de la aplicada por Toledo, como pudoapreciarse en la multiplicación de los tratados bilaterales de libre comercio y en la disciplinafiscal. El boom de las exportaciones minerales más el tirón sin precedentes de la demandainterna por el auge del consumo privado y las inversiones en grandes obras de infraestructuraspúblicas sumaron los números de una extraordinaria bonanza productiva, puntera en elcontinente. Además, ni la inflación, baja, ni la deuda, manejable, supusieron un problema estavez.

Si bien es cierto que los niveles de pobreza cayeron de manera significativa, toda estaprosperidad no se tradujo, empero, en una disminución palpable de los desequilibrios regionalesy en una mejora del bienestar de muchos peruanos, los cuales terminaron por dar la espalda alGobierno, que tampoco eludió los escándalos de corrupción (caso Petroaudios). Por otro lado,el país experimentó un reguero de conflictos sociales, algunos con complicaciones violentas ydesenlaces luctuosos (masacre de Bagua), y sufrió los zarpazos terroristas de un senderismosupuestamente residual pero regresado como narcoguerrilla.

De puertas al exterior, García destacó como uno de los artífices de la Alianza del Pacífico,puesta en marcha en Lima poco antes de transferir la banda presidencial a Humala en 2011. Conuno de los socios de este prometedor grupo de integración regional, Chile, el mandatariomantuvo vivo el añejo diferendo por la delimitación de la frontera marítima, que en 2008desembocó en la demanda peruana contra la nación vecina ante el Tribunal Internacional deJusticia de La Haya. Asimismo, García se mantuvo rigurosamente apartado del bloquebolivariano, tuvo sus más y sus menos con el venezolano Hugo Chávez y el boliviano EvoMorales, y mantuvo unas buenas relaciones de cooperación con Estados Unidos, la potencia ala que había desafiado en la década de los ochenta con su discurso de denuncia del"neoliberalismo" y el "imperialismo" en el plano de la deuda externa.

Al cabo de su segunda presidencia, García volvió a recibir acusaciones de enriquecimientoilícito y fue investigado por el Congreso por presuntas irregularidades gubernamentales, pero laCorte Suprema le amparó. Asimismo, siguió firmemente al timón de su partido de toda la vida,desde el que ejerció una oposición dura al Gobierno Humala. En 2016 lanzó su cuartacandidatura presidencial bajo la bandera de la Alianza Popular, donde el PAP se daba la manocon el Partido Popular Cristiano de Lourdes Flores, su anterior adversaria, y Vamos Perú. Elquinto lugar cosechado en esta liza, con menos del 6% de los votos, certificó el ocaso de sucarrera política a los 66 años.

(Texto actualizado hasta abril 2016)

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Biografía

1. El imparable ascenso de un aprista precoz y carismático2. Presidente de la República con una agenda heterodoxa: la moratoria en el pago de la deudaexterna 3. Los balances sombríos del primer quinquenio alanista (1985-1990): hiperinflación, desplomede la economía y la guerra de Sendero Luminoso 4. Una década de desarraigo y persecución judicial tras la salida del poder5. Sonoro retorno al proscenio político a la caída de Fujimori6. Líder de la oposición al Gobierno de Toledo y tercera postulación presidencial7. Duelo en las urnas con Humala y el factor Chávez8. La segunda presidencia (2006-2011): gran bonanza económica, casos de corrupción,conflictividad social y chisporroteos de violencia9. Lima, eslabón del eje moderado de América Latina: los TLC, el litigio con Chile, la Alianza delPacífico y alejamiento del bloque bolivariano10. En la oposición al Gobierno Humala y cuarta candidatura presidencial en 2016 sin opcionesde victoria

1. El imparable ascenso de un aprista precoz y carismático Perteneciente a una familia de clase media, con inquietudes intelectuales y estrechamente ligadaal histórico partido Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), cuando él nació, en1949, en tiempos de la dictadura militar del general Manuel Apolinario Odría, su padre,secretario de Organización del partido, se encontraba cumpliendo condena por su militanciapolítica en la cárcel limeña de El Sexto. Carlos García Ronceros, contable de profesión, vio asu hijo por primera vez ocho días después de alumbrarlo su esposa, Nytha Pérez Rojas,gracias a que esta fue autorizada a mostrárselo en la prisión, pero a este fugaz encuentro lesiguieron cinco años de separación. El niño y su hermano dos años mayor, Carlos, fueroncriados por la madre, aprista de toda la vida y fundadora de la sección del partido en Camaná,en el departamento de Arequipa, donde doña Nytha se instaló con sus hijos. En estos años enque el padre se hallaba entre rejas la familia salió adelante con los ingresos obtenidos por lamadre como maestra de escuela. Tras obtener Carlos García la libertad, los cuatro se fueron avivir al distrito limeño de Barranco.

Siendo alumno de primaria en el Instituto Experimental nº 1 de Barranco, Alan continuó latradición familiar. Se unió a la Juventud Aprista Peruana (JAP) y a los 17 años, cuando cursabala secundaria en el Colegio Nacional José María Eguren, recibió el carné de militante. Ya enesta época destacó por su capacidad de expresión oral y escrita, lo que le valió ganar variosconcursos de recitación y redacción. Poco menos que destinado a ser político, el jovencandidateó al cargo de alcalde escolar y en cuarto de secundaria representó a la célula de laJAP en Barranco.

Sobre el APRA es necesario apuntar que fue fundado el 7 de mayo de 1924 en su exiliomexicano por el abogado e intelectual peruano Víctor Raúl Haya de la Torre. Aunque suvocación, extraordinariamente ambiciosa, era convertirse en una fuerza de implantacióncontinental, solo en el país andino alcanzó el estatus de formación mayoritaria sin renegar de lasigla original, convirtiéndose de hecho en el primer partido de masas de Sudamérica. Puesta enmarcha en Lima el 21 de septiembre de 1930 como Partido Aprista Peruano (PAP), laagrupación pasó a ser conocida indistintamente con las dos siglas.

En origen radicalmente antioligárquico y antiimperialista, y apoyado en las clases obreras, queencontraron atractivo su discurso revolucionario no marxista, con los años el APRA evolucionóhacia un reformismo de inspiración socialdemócrata de más amplia base, el cual, sin embargo,ni renegó de las formas populistas y de culto a sus jefes ni terminó de clarificar sus principiosideológicos, siempre nebulosos o contradictorios, más cuando Haya de la Torre, con

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maquiavelismo aparente, establecía connivencias fácticas con los sectores políticos yeconómicos más reaccionarios del Perú. El aprismo de la segunda mitad del siglo XXpresentaba algunas semejanzas con otros movimientos nacional-populares, todos sui generis,surgidos en las décadas de los treinta y cuarenta en América Latina, como los sustentados porGetúlio Vargas en Brasil, Juan Domingo Perón en Argentina o José María Velasco Ibarra enEcuador. El izquierdismo que solía adjudicarse al APRA distaba de ser evidente en muchasocasiones.

En 1967 García emprendió estudios de Letras y Derecho en la Pontificia Universidad Católicadel Perú (PUCP), prestigiosa casa de estudios de Lima, y en 1971 completó la licenciaturajurídica en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), sita igualmente en lacapital peruana. La matrícula en la PUCP fue aconsejada a García por Haya de la Torre, queejercía sobre el futuro presidente una tutela casi paternofilial, ya que lo conocía desdemozalbete, cuando frecuentaba la Casa del Pueblo, la sede principal del partido en Lima, y sudomicilio privado, Villa Mercedes, para escuchar sus discursos y empaparse de sus palabras.García profesaba al caudillo del aprismo una admiración reverencial, digna del "semidiós" queante sus ojos era, recordó el político en una entrevista concedida con motivo de su postulaciónpresidencial en 2006.

Tras inscribirse en el colegio profesional, García comenzó a ejercer la abogacía en Lima.Llegó a defender en los tribunales de justicia tres casos que terminaron en sentencias favorablesa sus clientes, pero los salones de pleitos no eran el mejor entorno para sacar a relucir todas suscapacidades. Por otro lado, el Gobierno de facto "nacional-revolucionario" del general JuanVelasco Alvarado, aupado al poder en el golpe de Estado militar de octubre de 1968, habíatraído otra etapa de proscripción de las actividades partidistas. Así que García, por indicaciónde sus jefes de fila, muy interesados en consolidar el currículum académico del prometedormozallón, partió del país para ampliar su formación en Europa. Corría septiembre de 1972.

Primero, García asistió a un curso de doctorado en la Facultad de Derecho de la UniversidadComplutense de Madrid (UCM), donde defendió con éxito una tesis sobre DerechoConstitucional Comparado ante un tribunal del que era miembro el catedrático Manuel Fraga, exministro de los gobiernos de Franco y futuro jefe de la oposición conservadora en la Españademocrática. Vivió unos meses en Ginebra, Suiza, donde trabajó como obrero para obteneringresos. En 1973 continuó los estudios en la parisina Universidad de la Sorbona y se sacó unposgrado en Sociología. Durante unos años, García residió en la capital de Francia encompañía de su primera esposa, Carla Buscaglia, una compatriota con la que tuvo a la primerade sus seis hijas e hijos, llamada como su madre. Posteriormente se divorció y contrajomatrimonio con la argentina Pilar Nores, estudiante de Economía e hija del rector de laUniversidad de Córdoba del país sudamericano, a la que había conocido en un seminariosobre Sociología y Desarrollo celebrado en Madrid en 1975. El matrimonio García-Nores fuebendecido con cuatro vástagos, Josefina, Gabriela, Luciana y Alan Raúl.

El derrocamiento de Velasco por el general Francisco Morales Bermúdez en agosto 1975principió una etapa de moderación ideológica en un Gobierno que continuaba llamándose a símismo revolucionario y de transición a la restauración democrática, permitiendo a los partidosreorganizarse. A finales de 1977 García estaba matriculado en el Instituto de Altos Estudiossobre América Latina (IHEAL) de París cuando Haya de la Torre le instó a que se integrara enla actividad política peruana ante la perspectiva de la devolución del poder a los civiles por losmilitares. Una vez retornado al país, García se convirtió el 18 de junio de 1978 en uno de loscandidatos apristas elegidos en las urnas para integrar la Asamblea Constituyente, cuyapresidencia, en tanto que el jefe de la fuerza más votada, le fue otorgada a su mentor.

En esta campaña electoral el todavía veinteañero recibió el bautismo como orador de masasde la mano de Haya de la Torre, quien se había percatado mejor que nadie de las innatascualidades políticas de su devoto discípulo, capaz de encandilar a la audiencia con arrolladoresdiscursos llenos de retórica y acentos mesiánicos, en la mejor tradición aprista. Pero no solocontaban las habilidades dialécticas. De entrada, causaban sensación su juventud, sus 193

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centímetros de estatura, su lustroso cabello negro y su indumentaria atildada, conformando unporte de galán latino como no se recordaba en este país acostumbrado a ver en el poder agrises políticos maduros, a caudillos vetustos y a generales de uniforme.

García ejerció brevemente la docencia en su especialidad jurídica en la Universidad NacionalFederico Villarreal de Lima, un bastión académico del APRA, aunque sus auténticas dotesbrillaban en la política profesional. Consagrado como un orador magnético y fogoso, y como unhábil sintetizador de los contenidos populistas habituales pero con una imagen moderna depátina norteamericana o europea, García era señalado por doquier como el delfín oficioso delanciano fundador del aprismo, quien terminó promoviéndole al puesto de secretario nacional deOrganización -el mismo que había ocupado don Carlos García- poco antes de su fallecimiento,acaecido el 2 de agosto de 1979 a los 84 años de edad. Entonces, la jefatura orgánica delmovimiento la asumió el sexagenario Armando Villanueva del Campo, dirigente experimentado ybien avenido con García.

Las elecciones generales del 18 de mayo de 1980, primeras en 17 años, permitieron a Garcíaproyectarse en la política nacional como el cabeza de lista del APRA por Lima para la Cámarade Diputados del Congreso, donde el partido, con el 26% de los votos y 58 escaños, quedó ensegunda posición tras Acción Popular (AP), la formación de derecha moderada que conducíael ex presidente de la República Fernando Belaúnde Terry, quien fuera depuesto por losmilitares en 1968. En las presidenciales, Belaúnde batió a Villanueva del Campo, que no pudoremendar el desgarrón electoral ocasionado por la desaparición de Haya de la Torre. Mientras lavieja guardia del partido se desprestigiaba ante la opinión pública por las peleas queenzarzaban a las facciones izquierdista de Villanueva del Campo y a la conservadora de AndrésTownsend Ezcurra, García atraía todas las miradas por su vehemente oposición parlamentariaal Gobierno acciopopulista.

El APRA, preocupado por su futuro, concentró todas sus esperanzas en un García apenasadentrado en la treintena, tal que empezó a conferirle responsabilidades internas. Confirmadopor el XII Congreso en la Secretaría Nacional de Organización en octubre de 1979, el XIIICongreso, celebrado en agosto de 1980 en una atmósfera de tumulto y división, le designópresidente de la Comisión de Ideología y Doctrina en sustitución de Luis Alberto SánchezSánchez, un dirigente alineado con las tesis moderadas de Townsend. En 1981 cesó comosecretario nacional de Organización y en el XV Congreso, celebrado en octubre de 1982,desplazó al debilitado Villanueva del Campo en la Secretaría General del Comité EjecutivoNacional. Con este último ascenso, García asumió el liderazgo efectivo del aprismo, pero lagalopada no se detuvo ahí. El doctor en Derecho se aprestó a hacer el recorrido final que, si erala voluntad de los electores, tendría como meta la Presidencia de la República.

Las propuestas de García de superar las luchas fratricidas, abrirse a otros segmentos delelectorado y renovar el discurso político, en el sentido de revisar los lemas tradicionales dedefensa a ultranza de la justicia social y la soberanía nacional frente al poderío estadounidensecon la asunción de las nociones de modernidad y eficacia, lo que debía pasar por un lavado delos símbolos y la iconografía de regusto izquierdista, ganaron progresivamente la adhesión delos cuadros apristas. En febrero de 1984 fue proclamado candidato del partido para laselecciones presidenciales de 1985 en una votación primaria abierta a todos los afiliados queterminó convirtiéndose en un referéndum sobre su persona por la retirada a última hora de suúnico rival, el abogado y diputado Javier Valle Riestra, quien contaba con el apoyo de ArmandoVillanueva y del influyente alcalde de Trujillo, Jorge Torres Vallejo. Entre otras cosas, Valleacusaba a García de poner en peligro la "posición izquierdista" del partido con su "imagencesarista".

2. Presidente de la República con una agenda heterodoxa: la moratoria en el pago de la deudaexterna García basó su campaña presidencial en la denuncia del modelo económico de libre mercadoaplicado por Belaúnde, en la moralización de la administración pública, escenario de prácticascorruptas, y en el combate enérgico a la insurgencia armada del grupo maoísta Sendero

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Luminoso, que había iniciado sus acciones guerrilleras y terroristas en la región de Ayacuchojusto cuando el país recobraba la democracia.

Su amistad personal con el entonces presidente del Gobierno español, Felipe González, y lascomparaciones trazadas entre el "nuevo" APRA y el PSOE de España, que había ganado unarotunda mayoría en 1982 izando las banderas del cambio y la transformación del país europeo,así como con la Acción Democrática de Venezuela, que era el partido socialdemócrata conmás éxito electoral de toda América, contribuyeron a moldear la imagen de modernidad yprogresismo perseguida por el dirigente peruano. El candidato insistía en que el APRA habíadejado de ser un partido sectario para convertirse en una fuerza interclasista de auténticadimensión nacional. No había el menor espíritu de revancha, sino deseos de concordia yunidad. Una de las proclamas más socorridas durante la campaña fue la que prometía unGobierno para todos los peruanos.

La jornada electoral del 14 de abril de 1985, boicoteada por los senderistas con una serie deatentados y sabotajes intimidatorios, resultó doblemente histórica para el Perú porque trajotanto el primer relevo democrático desde 1945 (cuando la sucesión de Manuel Prado Ugartechepor José Luis Bustamante Rivero) como la conquista del poder por el partido que siempre habíaostentado el mayor protagonismo político y que era el más antiguo de país, pero que de una uotra manera siempre había visto frustrada aquella ambición. Haya de la Torre había estado apunto de ser presidente en las elecciones de 1962, cuya primera vuelta ganó a Belaúnde Terry,pero la irrupción golpista de las Fuerzas Armadas desbarató aquel proceso.

23 años después, García acaparó el 45,7% de los votos emitidos (el 53,1% de los votosválidos, excluyendo a los blancos y nulos), esto es, más del doble que los obtenidos por suinmediato rival, el marxista y alcalde de Lima Alfonso Barrantes Lingán, que concurría por lacoalición Izquierda Unida (IU). En tercer lugar quedó el popularcristiano Luis Bedoya Reyes, porla Convergencia Democrática, y en un humillante cuarto puesto el candidato del oficialismo,Javier Alva Orlandini. La estrepitosa derrota del acciopopulista testimonió el grado dedescontento que la gestión del sobrio y sofisticado Belaúnde, por lo demás un estadista deimpecable pedigrí democrático y honrado a carta cabal, había concitado en el electorado. Alno alcanzar el preceptivo 50% de los sufragios, García debía disputar una segunda vuelta conBarrantes, pero este, convencido de que no podía ganar, se retiró del proceso con el fin, segúnsu declaración, de no prolongar más la incertidumbre política. Quedó así expedito el caminopara que el 1 de junio el aprista fuera proclamado presidente electo de la República por elConsejo Nacional Electoral y el 28 de julio inaugurara su mandato quinquenal, en una ceremoniaa la que iban a asistir seis presidentes latinoamericanos.

Días antes, el 13 y el 14 de julio, García sacó adelante una transformación de la jerarquía delAPRA que supuso un nuevo equilibrio de poder entre su facción centrista y las alas izquierdista ymoderada, con refuerzo manifiesto de los dos primeros grupos. Los cambios consistieron en lacreación del nuevo puesto cimero de presidente del partido, que García se reservó para sí, yen la partición de la Secretaría General en dos oficinas de idéntico rango pero con distintoscometidos, y supeditadas a la Presidencia, en las que se sentaron el ahora senador Villanuevadel Campo y el sindicalista Luis Negreiros Criado.

Por lo demás, García arrancaba su mandato presidencial apoyado en la confortable mayoríaobtenida por su partido en los dos hemiciclos del Congreso: 110 escaños sobre 180 en laCámara de Diputados y 32 escaños sobre 60 en el Senado. Los puestos de primer ministro yministro de Economía y Finanzas fueron para Luis Alva Castro, economista del partido ypresidente de la Comisión Nacional del Plan de Gobierno (CONAPLAN). Alva Castro simultaneósus cargos gubernamentales con la Segunda Vicepresidencia de la República, para la quehabía sido elegido como integrante de la fórmula encabezada por su jefe de filas. CarlosBlancas Bustamante, dirigente del Partido Demócrata Cristiano (PDC), fue nombrado ministro deTrabajo.

El, con 36 años, más joven mandatario constitucional en la historia del Perú comenzó su

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Administración con unos índices de popularidad muy elevados, igualmente sin precedentes,aglutinando las esperanzas de una población castigada por las políticas de ajuste económico ypor una violencia alarmante de la que eran responsables tanto los grupos insurgentes como lasfuerzas de seguridad del Estado. El país sufría una crisis más financiera que productiva, conel dólar cotizando a 12.000 soles y la inflación marcando una tasa interanual del 230%.Además, el desempleo afectaba a la tercera parte de la población activa.

Al principio, García afrontó los embates de la guerrilla con ánimo conciliador. Creó unaComisión de Paz encargada de velar por los Derechos Humanos y de mediar entre las FuerzasArmadas y Sendero Luminoso, pero la impunidad persistente en los abusos y exacciones deunos y de otros precipitó el naufragio, por la dimisión de sus miembros, de este órganorepresentativo de la sociedad civil el 7 de julio de 1986. Antes y después, el Gobierno se vioobligado a renovar periódicamente los estados de emergencia en los departamentos másconflictivos y hasta en la propia Lima. Ciertamente, la truculenta organización maoísta noprestó oído a ninguna fórmula de apaciguamiento y redobló sus ataques a instalaciones desuministro energético, no dando tregua a la nueva Administración.

Por otro lado, las destituciones por García de altos mandos policiales y militares fueronvinculadas tanto al deseo de combatir la violencia desde el Estado de derecho como a cercenarlas ramificaciones del narcotráfico, que habían penetrado en las instituciones armadas. Sinembargo, la disposición del Gobierno a acercar a la guerrilla a un proceso negociador recibió elgolpe de gracia el 19 de junio de 1986, cuando unos motines simultáneos de presos senderistasen los penales de Lurigancho, El Frontón y Santa Bárbara fueron sofocados brutalmente por laGuardia Republicana y el Ejército. Los asaltos de las fuerzas del orden tuvieron un balance de248 reclusos muertos, muchos de ellos ejecutados sumariamente.

La desmesurada represión, en la que García, ni entonces ni después, aceptó tener ningunaresponsabilidad política, tuvo mayor repercusión internacional por producirse en la víspera delXVII Congreso de la Internacional Socialista (de la que el APRA era miembro), el primeroorganizado en un país de América Latina, y del que García esperaba declaraciones de apoyoa su gestión. El encuentro, celebrado del 20 al 23 de junio en Lima, quedó devaluado al noasistir ningún mandatario en activo alegando razones de seguridad. Con todo, las críticasinternacionales por la masacre carcelaria tuvieron menos repercusiones internas que la oleadade represalias desatada por Sendero Luminoso, que incluyó entre sus objetivos terroristas adirigentes políticos y activistas sociales, convertidos en víctimas de asesinatos selectivos. El 11de octubre de 1986 el propio García escapó ileso de un atentado en Juliaca.

En el delicado capítulo la de deuda externa, cifrada entonces en los 13.000 millones de dólaresy cuyo reembolso lastraba las posibilidades del desarrollo nacional, García dejó bien a lasclaras desde el principio que las contemporizaciones no figuraban en su agenda. Ya durante lacampaña electoral había sido explícito en su rechazo a la filosofía del FMI, cuya "odiosa yperjudicial mediación solo beneficia a quienes han hecho de la desigualdad un axioma",aseguró. Luego, en su primer mensaje a la nación como presidente titular, García explicó queel Perú tenía la firme voluntad de hacer honor a sus compromisos internacionales y de abonara sus acreedores lo adeudado, pero, puesto que no tenía suficiente capacidad de pago, el paísno iba a destinar al servicio de la deuda más del 10% de sus ingresos en divisas provenientesde la exportación, ni tampoco a acatar los dictámenes del FMI, prefiriendo las negociacionesdirectas y caso por caso con gobiernos y bancos. En los días siguientes, García anunció larevisión de los beneficios de las grandes empresas y de los contratos de explotación con lasfirmas extranjeras, así como la restricción de las actividades monopolísticas.

En agosto de 1985 el Gobierno aplicó un primer paquete anticrisis cuyas principales medidasfueron: una moratoria de seis meses en los pagos internacionales del Perú; una devaluaciónmonetaria del 12% a partir de la fijación del tipo oficial de cambio del sol de oro con respecto a lanueva moneda introducida el 1 de febrero, el inti, a razón de 1.000 soles por inti, y de éste enrelación a la moneda estadounidense a razón de 10,9 intis por dólar (la transición del sol al intiiba a ser gradual y no concluyó hasta el verano de 1987); la congelación de los precios de los

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bienes y los servicios, exceptuando los derivados del petróleo, que experimentaban leves alzas;severas disposiciones contra la evasión fiscal; y subidas controladas de los salarios mínimos.

El explosivo anuncio de la moratoria sobre el servicio del débito externo generó expectación entodo el hemisferio, en mayor o menor grado angustiado por el dogal de la deuda, y desató unacascada de reacciones internacionales de diverso tono. La popularidad del presidente peruanoentre los sectores progresistas de América Latina se incrementó cuando en septiembresiguiente advirtió desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU que si el FMI no adoptabareformas en el sistema monetario y el reparto de la liquidez mundial, Perú reconsideraría lapertenencia a este organismo. Implícitamente, García exhortó a los demás gobiernoslatinoamericanos a que se rebelaran contra las condiciones del pago de sus deudas, un llamadoque iba a caer en saco roto. En el mismo discurso se refirió al problema del narcotráfico, queenmarcó en una dinámica de oferta de los países que, como el suyo, eran productores,estimulada por la demanda de los países ricos del norte, con Estados Unidos a la cabeza.

Las tiranteces con Estados Unidos tomaron un cariz serio el 27 de diciembre de 1985 con ladecisión del Gobierno de nacionalizar la compañía Belco Petroleum, que operaba en laplataforma continental frente a la costa septentrional peruana, por no acceder a las nuevascondiciones para renovarle el contrato de explotación. El anterior contrato, que otorgaba a lacompañía exenciones fiscales con arreglo a la denominada Ley Kuczynski , promulgada porBelaúnde en 1980 y ahora derogada, estaba rescindido desde finales de agosto. Lasnegociaciones con otras petroleras estadounidenses sí terminaron en acuerdo, así que elGobierno se guardó de expropiarlas. Por otro lado, a comienzos de septiembre el Ejecutivo pusoen marcha 39 microrregiones con los fines de incrementar la capacidad productiva y el empleoen zonas de desarrollo especialmente bajo.

1986 fue un año de crispaciones que consagraron el divorcio entre el Gobierno peruano y losorganismos financieros internacionales, cuya asistencia era vital para un país en desarrollo conuna estructura muy débil. Pero García aún tenía de su parte a la mayoría de la sociedad, quecontinuó apoyando por un tiempo su estilo enérgico y sus desplantes, conformando lo que élmismo calificaba de "política de resistencia al imperialismo". La prensa nacional le endilgó unmote que entonces podía resultarle halagador pero cuyo recuerdo años más tarde no le iba aproducir agrado: Caballo loco. El rechazo del alguna vez también llamado enfant terrible deAmérica Latina a adoptar las recetas neoliberales prescritas para proceder al reescalonamientode la creciente deuda externa culminó el 15 de agosto de 1986, coincidiendo con el vencimientode una partida de deuda de 180 millones de dólares, con la declaración del Perú por el FMIcomo país inelegible, lo que en la práctica acarreó la interrupción de los créditos tanto del FMIcomo del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

García reaccionó frente a esta repercusión negativa de su política intervencionistadefendiendo los éxitos de su primer año de gestión tanto en la lucha contra la inflación, que fuerebajada al 60% anual, como en el estimulo del crecimiento, que rebotó al 8,5% del PIB, la tasamás alta del continente. También, destacó la aprobación de medidas favorables a lostrabajadores, como la ley de estabilidad laboral, que suprimía el período de prueba de tresaños para los firmantes de primer contrato, el Fondo de Reactivación Agropecuaria, quedispensó generosos créditos a los campesinos para el aumento de la superficie cultivada y elincremento de las cosechas, y las subidas salariales por encima del índice de inflación, lo queefectivamente mejoró la capacidad de compra de los beneficiados, al precio, eso sí, de recurrira la emisión incontrolada de moneda, germen de la espiral inflacionaria de los años siguientes,y de agravar los déficits en la tesorería del Estado.

El presidente confiaba en basar el crecimiento de la economía fundamentalmente en elconsumo interno, sin recurrir al crédito y a las inversiones extranjeras. Era esta una salidapopulista de regusto autárquico que topaba con una doble realidad, insoslayable, del Perú: losescasos recursos propios de un país en vías de desarrollo y el elevado porcentaje depoblación activa separada del sistema productivo y la economía formal, bien por estar en elparo, bien por ganarse la vida en las florecientes economías sumergidas. Las directrices

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heterodoxas del Gobierno aprista no fueron imitadas por ningún otro gobierno del hemisferio,pero en 1986 el sentir nacional era todavía favorable a las izquierdas: en las eleccionesmunicipales del 9 de noviembre el APRA se adjudicó una victoria aplastante y se aseguró lasalcaldías de Lima, Cuzco y otras ciudades principales.

3. Los balances sombríos del primer quinquenio alanista (1985-1990): hiperinflación, desplomede la economía y la guerra de Sendero Luminoso La suerte de cuarta vía, ni neoliberal proestadounidense, ni socialista a la cubana, nirevolucionario-militar al estilo del velasquismo, que predicaba García se agotó a ojos vista en1987. La política de subsidios y los créditos a interés cero llevaron a la quiebra a entidadesfinancieras públicas, mientras que el control de los precios causó daños irreparables al tejidoindustrial de capital privado. El 28 de julio de 1987, la angustiosa iliquidez del Estado a causa dela evasión fiscal y la evaporación de las reservas de divisas empujó a García a anunciar a lanación dos medidas draconianas: en primer lugar, la nacionalización, con derecho aindemnización, de todas las entidades bancarias, excepto las filiales extranjeras, amén dealgunas aseguradoras, que no pertenecieran al Estado; en segundo lugar, la prohibición de lasoperaciones de cambio de divisas fuera de los cauces mercantiles controlados por el Estado.

La intervención de la banca privada fue normalizada por la Ley 24723, que justificaba lasexpropiaciones de las empresas bancarias, financieras y de seguros por revestir sus actividades"interés social y "nacional". La ley fue sancionada por la Cámara de Diputados el 29 deseptiembre con el apoyo de la Izquierda Unida y entró en vigor el 12 de octubre en medio de unaenorme polémica. Dos días después, el Gobierno tomó con un aparatoso despliegue deuniformados el control físico de los dos principales bancos privados del país, el de Crédito y elWiese. Sin embargo, las nacionalizaciones se quedaron ahí, ya que la Ley 24723 fueimpugnada por colectivos que se consideraban perjudicados y todo el proceso quedó enfangadoen los tribunales de justicia.

García se defendía de los que le acusaban de imponer la dictadura económica y de quebrarlos principios del Estado liberal aduciendo que se trataba de controlar la masa monetariacirculante, de impedir la fuga de capitales y de cerciorarse de que las financiaciones bancarias sedirigieran efectivamente a proyectos de desarrollo y no a operaciones especulativas. Elempresariado y los accionistas privados reaccionaron en bloque contra el Gobierno aprista, peroeste se enajenó también el apoyo de las clases medias urbanas, que vieron peligrar su poderadquisitivo por el aumento imparable de la inflación.

El giro a la izquierda de García se interpretó como una huida hacia delante en una situaciónlímite para su Administración, acosada desde múltiples frentes, últimamente también por lossindicatos, que en mayo de este año clave, 1987, convocaron la primera huelga general de sumandato. El 22 de junio dimitió el primer ministro Alva Castro, protagonizando la primera decinco mudanzas institucionales relacionadas con las tensiones políticas y económicas, aunqueAlva se marchaba también con la intención de retar el liderazgo de García en el próximocongreso del partido. A modo de compensación, fue investido presidente de la Cámara deDiputados. Hasta el final del mandato, el presidente nombró primeros ministros sucesivamente aGuillermo Larco Cox (26 de junio de 1987), al veterano Armando Villanueva (17 de mayo de1988), al también histórico del aprismo Luis Alberto Sánchez, concurrentemente primervicepresidente de la República (15 de mayo de 1989), y de nuevo a Larco Cox (30 deseptiembre de 1989). 1987 aún registró un crecimiento del PIB del 6%, pero este dato positivo quedó eclipsado por eldesbarajuste en la balanza de pagos, y, sobre todo, por el descontrol de la inflación, que retornóa los tres dígitos, siendo la tasa para el conjunto del año del 120%. Los peruanos, que habíanvisto amargamente decepcionadas sus esperanzas de paz y de prosperidad, empezaron a sufrirel desabastecimiento de productos de primera necesidad. Al comenzar 1988 la Administraciónde García parecía paralizada, incapaz de conjurar la catástrofe económica que se avecinaba.

En septiembre de 1988 el Gobierno presidido por Villanueva del Campo lanzó un plan de ajuste

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consistente en una devaluación del inti tal que pasó a cotizar de 33 a 250 unidades por dólar, laelevación media de los precios y las tarifas en un 300% y la reprivatización parcial de la banca,pero el bautizado como el paquetazo fracasó estrepitosamente: el cuarto año del Ejecutivoalanista se saldó con una tasa inflacionaria del 1.776%, una contracción económica del 8%, undéficit comercial de 600 millones de dólares, un saldo negativo en la cuenta de reservas dedivisas de 350 millones, deuda exterior acumulada por valor de 18.000 millones y unadisminución media del poder adquisitivo de los trabajadores superior al 50%. No obstante lacotización oficial, en la calle el dólar se pagaba ya a 700 intis.

Entre tanto, Sendero Luminoso, que por boca de su sanguinario líder, Abimael GuzmánReynoso, declaró su intención de no cejar en su lucha hasta la conquista del poder nacional,aterrorizaba Lima con sus paros armados y sus sabotajes contra líneas de alta tensión,mientras que en las áreas rurales compartía actividades guerrilleras con el marxistaMovimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), cuyo jefe máximo, Víctor Polay Campos,fue capturado el 14 de febrero de 1989, suceso que sin embargo no repercutió en los niveles deviolencia subversiva, verdaderamente asfixiante. De los estragos padecidos por las comunidadesrurales andinas no eran ajenos algunos miembros del Ejército, autores de matanzas decampesinos supuestamente vinculados a las guerrillas (como la masacre de una treintena depaisanos en el pueblo ayacuchano de Cayara en mayo de 1988) y responsables de unasituación de impunidad que favoreció la aparición de grupos paramilitares análogos a losescuadrones de la muerte centroamericanos.

Afectado por una dramática caída de popularidad, el 17 de diciembre de 1988 García dimitiócomo presidente del APRA en el arranque del XVI Congreso del partido. Su principal críticointerno, Alva Castro, se alzó con una victoria total al ser elegido secretario general único enlugar del binomio formado por Villanueva del Campo y Luis Negreiros, y luego nominadocandidato presidencial del APRA para las elecciones de 1990. El vituperado jefe del Estadotenía por delante año y medio de calvario, el tiempo que le quedaba de mandato. Una sombríacuenta atrás en la que el goteo de datos del desastre económico se solaparon a los rumoresora de renuncia anticipada, ora de golpe militar, y a los amagos de un estallido popular, al estilodel Caracazo venezolano de febrero de 1989, por la penuria de productos de consumo y por elcoste desorbitado de lo que llegaba a las estanterías de los establecimientos.

Solo en diciembre de 1989, García, luego de ofrecer a los acreedores externos la insólitaalternativa de cobrarse en especie sobre la base del 10% de las exportaciones peruanas, arrojóla toalla y volvió a la ortodoxia. El presidente aceptó efectuar un pago de 42 millones de dólaresque cubría el último servicio trimestral de la deuda y el FMI respondió reactivando sus líneasde crédito. Asimismo, el Gobierno intentó, y consiguió, revertir el déficit comercial y la penuriade divisas por el procedimiento puro y simple de poner cerrojo a las importaciones.Inevitablemente, la medida agravó la carestía generalizada de mercancías industriales ybienes de consumo.

El penúltimo año del mandato de García registró un retroceso del producto nacional nadamenos que el 12% y una deuda externa recrecida hasta los 20.000 millones de dólares, montoque equivalía al 90% del PIB. La hiperinflación alcanzó el 2.773%, tasa colosal pocas vecesigualada o superada en todo el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y el dólarllegó a cotizar hasta los 4.800 intis al cambio oficial. La coyuntura, en suma, era calamitosa.Datos positivos de macroeconomía como el superávit de 1.300 millones de dólares logrado porla balanza comercial y la recuperación del fondo de divisas no podían ser esgrimidos conalharacas por que solo eran el resultado de la cuarentena importadora.

En política exterior, García se atuvo al principio del no alineamiento y se mostró activo en losdiversos foros multilaterales del hemisferio de los que el Perú era miembro. El 12 de octubre de1989 presidió en Ica la III Reunión del entonces denominado Grupo de los Ocho (luego, Grupode Río), que puso énfasis en la inserción de las economías nacionales en los mercadosexternos, y el 18 de diciembre del mismo año se unió a sus homólogos de Bolivia, Colombia,Ecuador y Venezuela para la firma de la Declaración de Galápagos, que aunó compromisos

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para potenciar la integración multisectorial de la zona y la cooperación en cuestiones deseguridad, fundamentalmente en la lucha contra el narcotráfico.

Sin alcanzar los niveles de la vecina Colombia, la criminalidad ligada al tráfico deestupefacientes creció pareja a la violencia de naturaleza política durante el quinquenio. Laparticipación del mandatario peruano en la cumbre especial antidroga de Cartagena de Indias, el15 de febrero de 1990, junto con los presidentes George Bush de Estados, Jaime Paz Zamora deBolivia y Virgilio Barco de Colombia sirvió para ratificar el compromiso de su país en la luchacontra este gravísimo problema y de paso alivió las tensiones con Estados Unidos. Además,García, en tanto que estadista del Grupo de Apoyo al Grupo de Contadora (foros informales deconsultas sobre la exploración de medidas preventivas contra la extensión de los conflictosarmados en Centroamérica, y de cuya fusión en diciembre 1986 surgió precisamente el Grupode los Ocho), facilitó las rondas de negociaciones de paz entre el Gobierno y la guerrillasalvadoreños, y por otro lado lideró el denominado Grupo de Consenso formado por los 11países más endeudados de Latinoamérica.

Las elecciones municipales del 12 de noviembre de 1989 sirvieron de termómetro de unapresidencia que la gran mayoría de los peruanos consideraban, no ya fracasada, sino la peorque recordaban. El APRA sufrió un estruendoso varapalo frente a la coalición conservadoraFrente Democrático (Fredemo), liderada por el célebre literato Mario Vargas Llosa e integradapor la AP, el Partido Popular Cristiano (PPC) de Bedoya Reyes, el grupúsculo Solidaridad yDemocracia (SODE) y el Movimiento Libertad (ML) que animaba el propio Vargas Llosa, unaorganización calificada a sí misma de movimiento cívico e independiente. Como gran alianzadel centro y la derecha peruanos, el Fredemo incluía en su agenda la defensa de los interesesde las élites empresariales defensoras del libre mercado.

Así las cosas, en las elecciones generales del 8 de abril de 1990 el candidato presidencialaprista, Alva Castro, solo sumó el 22% de los sufragios y fue descalificado para la segundavuelta que disputaron Vargas Llosa y el independiente Alberto Fujimori, un desconocido doctoren Ciencias e hijo de inmigrantes japoneses que en cuestión de días se subió al escenariopolítico y, para pasmo de todo el mundo, terminó alzándose con la victoria en las urnasvaliéndose de una campaña ferozmente populista que hizo su agosto con el monumentaldesaguisado económico legado por el Ejecutivo aprista. En la Cámara de Diputados, el PAPcayó a los 54 escaños con el 17% de los votos y fue superado por el Fredemo, si bien a raíz dela disolución de esta alianza el partido del mandatario saliente recuperó la primacíaparlamentaria.

4. Una década de desarraigo y persecución judicial tras la salida del poderEl 28 de julio de 1990 Alan García abandonaba la suprema magistratura con un amplioconsenso sobre el balance negativo de su gestión, que había dejado el país en quiebraeconómica (aquel año el PIB retrocedió otro 6% y la hiperinflación marcó la cota máxima del7.600%), con la seguridad interna destrozada por el conflicto bélico con las guerrillas y con lahonorabilidad de sus instituciones en entredicho por los abundantes casos de corrupción y porlas graves violaciones de los Derechos Humanos perpetradas al socaire de la luchacontrainsurgente. Con todo, el 22% de los votos cosechado por Alva Castro no permitía hablarde un sentimiento de rechazo unánime, ya que atrás quedaban una serie de medidas depromoción social, como los llamados Mercados del Pueblo y los Comedores Populares. Enrealidad, estas iniciativas y otras similares, tachadas con demasiada frecuencia de populistas,aunque bienintencionadas, no habían hecho nada por reducir la pobreza estructural; alcontrario, en los cinco años transcurridos el segmento de peruanos pobres había subido del41% al 55%, de acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El ex presidente se convirtió en senador vitalicio por derecho y este nuevo cargo institucionalvino a restituir en parte los privilegios de inmunidad inherentes al anterior, pero no pasó muchotiempo sin que se emprendieran acciones procesales en su contra por una retahíla deirregularidades presuntamente cometidas en el ejercicio de su mandato. García estabaconvencido de que era víctima de una auténtica campaña de acoso judicial instigada por el

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Gobierno de Fujimori. El 1 de agosto de 1991 el fiscal de Nueva York que investigaba la tramacorrupta crecida en torno al Banco de Crédito y Comercio Internacionales (BCCI) le incriminó enlas actividades ilegales de este grupo financiero, concretamente en la colocación de depósitospor cuenta del Banco Central de Reserva del Perú (BCR), operación que habría generadosobornos.

Una comisión de investigación del Congreso peruano elaboró una acusación constitucionalcontra García en la que se presentaban como hechos imputables unos indicios de participacióndirecta en las actividades irregulares del BCR y en una sospechosa operación de compraventade aviones de combate franceses Mirage, la cual habría devengado también beneficiospersonales a García, quien mantendría depositadas estas ganancias en cuentas bancarias enel extranjero. Sometido el expediente de acusación constitucional a la Fiscalía de la Nación,esta inició acción penal ante la Segunda Sala de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) por eldelito de enriquecimiento ilícito, en agravio del Estado. El 19 de octubre de 1991 la Cámarabaja resolvió suspender a García en sus funciones de senador vitalicio para que respondiese deesa acusación. La CSJ admitió la demanda interpuesta por la Fiscalía, pero la Primera SalaPenal denegó la apertura de instrucción sumarial y archivó la diligencia por falta de pruebas. El29 de enero de 1992 la Sala rechazó por infundado un recurso de queja planteado por elMinisterio Público y el 20 de marzo siguiente el Senado devolvió el fuero parlamentario aGarcía.

El ex presidente defendió personalmente su honorabilidad ante las instancias gubernamentales yjudiciales concernidas, y aseguró ser objeto de una "operación de destrucción personal y moral"por parte de aquellos que temían su retorno a la lid electoral, que era lo que sugería suelección como secretario general del PAP, con el 100% de los votos y relevando a Alva Castro,en el congreso partidario celebrado en Trujillo el 15 de febrero. Cuando parecía que se alejabael fantasma del enjuiciamiento se produjo, en la noche del 5 al 6 de abril de 1992, el autogolpede Estado de Fujimori. Para García, fue el comienzo de una etapa de persecución y exilio.

En las últimas horas del 5 de abril García consiguió zafarse por muy poco del destacamentomilitar enviado para arrestarle en su propio domicilio de Lima. Su testimonio de lo sucedidoaquella noche de cuchillos largos, en parte hecho constar en la denuncia que interpuso ante laComisión Interamericana de Derechos Humanos por violación de sus derechos constitucionales,pinta una peripecia peligrosa y rocambolesca, aunque no han faltado detractores que hablan deun relato propagandístico inflado en algunos puntos para darle más dramatismo.

En adelante, García aseguró que alrededor de un centenar de soldados rodearon la viviendafamiliar, donde se hallaba en compañía de sus cuatro hijos -entonces menores de edad-, undiputado del partido, seis policías nacionales encargados de su seguridad y las empleadasdomésticas, la encañonaron con sus vehículos blindados y, tras vocear la exigencia de su"rendición y entrega por orden del Comando Conjunto", la emprendieron a tiros y procedieron aallanar el inmueble. Los escoltas fueron inmediatamente reducidos y desarmados. Él se lasapañó para escapar a galope tendido por las azoteas del vecindario y durante unas horas semantuvo escondido en una casa en construcción, consiguiendo dar el esquinazo a susperseguidores. Entre tanto, sus hijos permanecían confinados en las habitaciones de la casamientras los asaltantes se dedicaban a rapiñar documentos y efectos personales. Pilar Nores, laex primera dama, se encontraba en el extranjero y regresó precipitadamente a Lima. Gracias ala influencia del embajador de Venezuela, Nores logró que la dejaran entrar en su casa, perosolo para quedar también ella en situación de arresto domiciliario, el cual se prolongó unosdías.

Durante dos meses, García permaneció oculto en Lima, guarecido en diversas viviendas departiculares, hasta que el 1 de junio pudo acogerse a la protección de la Embajada de Colombia.Un día después partió al país vecino a bordo de un avión militar fletado por el presidenteCésar Gaviria con el consentimiento del Gobierno peruano. Allí se reunió con su esposa ehijos, los cuales, tras serles devuelta la libertad de movimientos, habían intentado varias vecespresentar un recurso de hábeas corpus en favor del prófugo, papel en mano y en el Palacio de

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Justicia, donde los militares que custodiaban el edificio les obligaron a dar media vuelta. ElGobierno colombiano fue presto en la concesión a García del asilo por razones políticas.

En los ocho años siguientes, García y su familia repartieron su estadía forzosa en el extranjeroentre Bogotá y París. El Gobierno de Fujimori resucitó las diligencias judiciales en contra del expresidente e inició causas nuevas, como la del presunto cobro de un soborno de un millón dedólares al consorcio Tralima a cambio de la adjudicación en 1986 del contrato para el tendido dela primera línea del Tren Urbano de Lima. El Ejecutivo también azuzó al procurador públicopor él nombrado a que formulase dos denuncias penales por presunta tenencia ilegal de armasde fuego, sobre la base de las armas halladas en la sede del PAP, cuya Secretaría Generalhabía quedado en manos de Agustín Mantilla Campos, y en el domicilio particular de García.

El 23 de septiembre de 1992 la fiscal provisional de la nación, del todo acomodaticia a losintereses del poder, ordenó reabrir la instrucción por el delito de enriquecimiento ilícito, autoque fue confirmado por la Sala Penal Especial de la CSJ el 17 de marzo de 1993 y que dio luzverde al desafuero de García como senador vitalicio. Despojado de su inmunidad parlamentaria,García optó por abandonar la Secretaría General del PAP el 26 de diciembre, pero no por ellointerrumpió las actividades políticas. En mayo de 1994 intentó en vano asistir al funeral de supadre en Lima: las autoridades le advirtieron que si regresaba al país sería arrestado deinmediato. En agosto de 1995 un tribunal especial a cargo del caso dictó en su contra una ordeninternacional de búsqueda y captura por presunta malversación de fondos destinados asufragar el proyecto del tren eléctrico de Lima. Igualmente, para evitar la prescripción de losdelitos imputados, García fue declarado reo contumaz. El mandamiento de arresto fue asumidopor la CSJ en septiembre de 1996 y en agosto de 1997 el alto tribunal lo reiteró.

Entre tanto, la implacable maquinaria del fujimorismo y el incontestable apoyo popular del quegozó durante años relegaron al PAP y otros partidos desprestigiados del antiguo régimen a lamarginación más absoluta. En las elecciones generales del 9 de abril de 1995, que remataroncon éxito el entramado jurídico e institucional elaborado a la medida del presidente y suplataforma partidaria, la Alianza Cambio 90-Nueva Mayoría, la candidata aprista, MercedesCabanillas Bustamante, ex senadora y ministra de Educación, quedó en un remoto tercer lugarcon el 4,1% de los votos por detrás Fujimori y el ex secretario general de la ONU Javier Pérezde Cuéllar, postulante de la opositora Unión por el Perú (UPP), mientras que en el nuevoCongreso unicameral de 120 miembros el partido solo colocó a ocho diputados con el 6,5% delos sufragios.

Los resultados fueron aún peores en las elecciones del 9 de abril de 2000, sobre las quegravitaron serias sospechas de fraude, con el 1,4% para Abel Salinas Eyzaguirre (secretariogeneral del aprismo en 1995-1999) en las presidenciales y el 5,5%, traducido en seis escaños,para el partido en las legislativas. Eran las cuotas de poder electoral más exiguas obtenidas porel PAP hasta entonces. Previamente, el 6 de junio de 1997, el PAP se había unido a los partidosAP, UPP, PPC, IU y Frente Independiente Moralizador (FIM) en el Bloque Parlamentario deOposición Democrática con el objeto de aunar fuerzas contra la hegemonía que con ganas deavasallar ejercía Cambio 90-Nueva Mayoría, y en particular contra la pretensión de Fujimoride, haciendo una lectura interesada de la Constitución de 1993 (cuyos trabajos el PAPboicoteó), postularse para un tercer mandato consecutivo.

García, que en 1998 puso en marcha en París la asociación Municipios sin Fronteras, viobloqueado un hipotético regreso a la arena electoral peruana por dos normas aprobadas por unCongreso sujeto a la mayoría fujimorista: las denominadas ley anti-impunidad, más conocidaen la calle como "ley anti-Alan", que impedía postularse a un cargo representativo a aquellaspersonas con procesos judiciales pendientes por delitos contra el Estado, y la ley de contumacia,que asentaba la no prescripción de las causas abiertas mientras el acusado estuviera fuera delpaís. El damnificado por unas leyes que claramente habían sido elaboradas pensando en él nodejo ni por un instante de denunciar las mil y una tropelías judiciales y políticas que, según él,le infligían sus enemigos. García habló de "satanización" de su persona y su quinqueniopresidencial, y arremetió contra el "modelo económico neoliberal" vigente y contra el "carácter

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dictatorial y abusivo" del régimen de Fujimori.

5. Sonoro retorno al proscenio político a la caída de FujimoriTras la fuga en noviembre de 2000 de Fujimori a Japón, precipitada por el feo cariz que estabatomando el escándalo de sobornos políticos protagonizado por su todopoderoso asesor deseguridad, Vladimiro Montesinos, al que García consideraba el gran orquestador de todas susdesventuras desde que había abandonado la Presidencia, la ley anti-impunidad fue declaradainconstitucional y el 1 de diciembre el Congreso la derogó. A continuación, el 18 de enero de2001, la CSJ resolvió que todas las causas contra García habían prescrito y anuló las órdenesde detención que pesaban en su contra. En su fallo, la más alta instancia judicial peruanaasumió la recomendación de declarar inaplicable la ley de contumacia hecha por la CorteInteramericana de Derechos Humanos, a la que García había elevado una queja porconsiderar que la aplicación retroactiva contra él de aquella norma violaba sus derechosfundamentales.

De hecho, el 8 de enero, anticipándose al veredicto de la CSJ, el ex mandatario inscribió ante elJurado Nacional de Elecciones su candidatura para las elecciones presidenciales del 8 de abril,que con las garantías otorgadas por el Ejecutivo interino del presidente Valentín PaniaguaCorazao debían completar el período de normalización democrática abierto tras la caída delrégimen autoritario de Fujimori.

La entrada de García en la contienda electoral se produjo en el último día del plazo hábil paraello y una vez obtenida la aprobación unánime del Comité Ejecutivo Nacional del PAP, con elsecretario general Jorge del Castillo Gálvez a la cabeza. El 27 de enero, poniendo fin a cerca denueve años de exilio, García aterrizó procedente de Bogotá en el aeropuerto de Lima encompañía de su esposa y con toda celeridad puso en marcha su campaña, cuyo primer actofue un vibrante discurso pronunciado la misma noche de su regreso ante una muchedumbreentregada en la plaza San Martín de la capital. El espectacular regreso de García, aunquenadie podía aducir desconocimiento de la que siempre había sido su ambición desde queexpiró su primer ejercicio en el poder, causó un revuelo en el país, donde se expresaronopiniones para todos los gustos. Y es que el personaje, objeto de odios inextinguibles y, enmenor medida, de afectos no menos firmes, a nadie dejaba indiferente.

De entrada, muchos dirigentes apristas desconfiaban de su antiguo jefe y preferían apoyar aleconomista Alejandro Toledo Manrique, candidato derrotado en las elecciones de 2000 al frentedel partido Perú Posible (PP) y principal líder de la oposición en el último tramo del Gobiernode Fujimori. Político de fuerte tirón entre las clases populares y en especial entre los colectivosraciales de cholos (mestizos de indígenas y españoles, de los que él era un vivo ejemplo) eindios, Toledo les parecía a los apristas con preocupación ideológica el único capaz de batir aLourdes Flores Nano, candidata de las fuerzas conservadoras agrupadas bajo la sigla UnidadNacional (UN). Fuera del fujimorismo, García también tenía destacados censuradores, como elcongresista del FIM e igualmente candidato presidencial Fernando Olivera Vega, quien no secansaba de recordarle las imputaciones de corrupción.

Cuando García regresó al Perú para lanzar su candidatura presidencial, parecía que soloapostaban por él un puñado de incondicionales. Entre seis y siete de cada diez encuestadospor los medios de comunicación le consideraban un "delincuente" que nunca merecería su voto.Con todo, solo tuvieron que transcurrir unas pocas semanas para que García se encaramara altercer lugar de entre una decena de contrincantes en las preferencias de voto con un 12% deapoyos. Su dilatada experiencia política, su formidable talento como orador y su desenvolturaante los medios, aptitudes reconocidas aún por sus enemigos más acérrimos (medio en seriomedio en broma, una prensa nada indulgente difundió el consejo de no escuchar sus mítinesporque el "encantador de serpientes" era "capaz de convencer"), permitieron a García irrumpircon fuerza insospechada en la campaña electoral.

Mientras Toledo, que temía la capacidad de seducción del ex presidente, y Flores seenzarzaban en una guerra personal de insultos y acusaciones, García les adjudicaba

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implícitamente las etiquetas respectivas de izquierda y derecha para situarse él en unaposición de centro caracterizada por los discursos moderados y las propuestas concretas deGobierno. Explotando su imagen de aplomado mestizo criollo, supuestamente no susceptible degenerar rechazo ni en cholos ni en pitucos (nombre peyorativo dado a los blancos de estirpeeuropea y clase alta sin antepasados mestizos) con prejuicios étnicos, García se presentó alelectorado indeciso y más proclive a obviar la memoria histórica como un estadista curtido ytemplado, más maduro que en los años ochenta y que había aprendido de los "errores"pretéritos, expresión de una leve autocrítica que hacía hincapié en el fenómeno de lahiperinflación, el cual "originó el descrédito del régimen y no tenía disculpa".

El tercer candidato en discordia iba a recolectar muchos votos entre los electores desencantadoscon la pelea barriobajera que libraban Toledo y Flores, y entre quienes apreciaban que rehuyerafáciles proclamas populistas y excluyentes, y que incidiera en cuestiones de auténtico interésnacional como la revisión correctora de las políticas económicas liberales, la reestructuraciónde la deuda externa, las rebajas en los precios de las tarifas públicas, la prosecución delequilibrio fiscal, la atracción de inversiones y el lanzamiento de un banco de crédito agrario.García aseguró que un Gobierno suyo tendría como pilares la estabilidad económica y eldesarrollo social. Promesas concretas en el segundo terreno fueron la creación de un millón depuestos de trabajo el primer año de mandato, la total gratuidad de la formación escolar, laapertura de universidades tecnológicas en las provincias y la reducción en un 50% del coste delos medicamentos. Para mejor salvaguardar los derechos y libertades fundamentales, opinó quelo correcto sería restaurar la Constitución de 1979 y abolir la Carta Magna de 1993, que era unlegado jurídico de la etapa de Fujimori.

Así las cosas, el 8 de abril de 2001 saltó la sorpresa y García, con el 25,8% de los votos,arrebató a Flores el segundo puesto. En las votaciones al Congreso, el PAP se hizo con 26escaños con el 19,7% de los sufragios, convirtiéndose en la segunda fuerza de la Cámara trasel PP de Toledo. De cara a la segunda ronda del 3 de junio, García y Toledo sostuvieron undebate televisado que acabó en tablas porque se neutralizaron mutuamente con vituperiosirónicos: el primero fue calificado de "violador de Derechos Humanos" y "ladrón", y el segundode "cocainómano" poco legitimado para dar consejos sobre moralidad. En esa ocasión, ambossoslayaron los aspectos que más preocupaban a la población: las penurias económicas, lacorrupción y los abusos de las fuerzas de seguridad.

La franja de electores indecisos iba a resultar decisiva para decantar la balanza hacia uno u otroaspirante, y el 3 de junio fue García, con el 46,9% de los votos, el derrotado. Según losanalistas, en última instancia prevalecieron el recuerdo de la ruinosa gestión del ex presidente,que se apresuró a felicitar al vencedor en una muestra de cortesía democrática, y elreconocimiento de los méritos de Toledo en la caída del régimen de Fujimori. En respuesta a lainvitación lanzada por el presidente electo de participar en un ejecutivo de concertación contodas las fuerzas políticas "libres de corrupción", el líder aprista ofreció su colaboración para lagobernabilidad del país, pero aclaró que su lugar estaba en la oposición parlamentaria.

6. Líder de la oposición al Gobierno de Toledo y tercera postulación presidencialEn los cinco años siguientes, García fungió como el indiscutible líder de la oposición alGobierno de Toledo, cuya popularidad comenzó a erosionarse con inusitada rapidez a medidaque la ciudadanía tomaba nota de las promesas electorales incumplidas, de los escándalosque implicaban a personas del círculo presidencial y del propio estilo de liderazgo de Toledo,considerado vacilante y errático. Un factor fundamental de la debilidad crónica del oficialismoera la carencia de la mayoría absoluta en el Congreso. El jefe aprista ejerció una oposición nodestructiva, aunque contundente dentro de los parámetros normales en una democraciaparlamentaria.

En marzo de 2002 García fue uno de los cabezas de fila que firmaron en el Palacio de Gobiernoel llamado Compromiso de Diálogo para un Acuerdo Nacional, pero transcurrido el ecuador dela legislatura redobló sus presiones a Toledo para que sometiera a su equipo de gobierno a unaprofunda remodelación. En julio de 2004 el PAP respaldó la primera huelga general que los

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sindicatos convocaron contra la política económica de Toledo. Claro que no todo era actividadpolítica para García. Así, en 2001 tuvo un reencuentro de alto postín con las aulas al serelegido director del Instituto de Gobierno de la Universidad San Martín de Porres, en Lima.

Por otro lado, en agosto de 2003 García apareció citado en el Informe Final de la Comisión dela Verdad y Reconciliación (CVR), panel encargado de documentar y analizar las causas de laviolencia política que había azotado el país entre 1980 y 2000, como responsable político, yno penal, de los casos de violaciones humanitarias cometidas por los cuerpos y fuerzas de laseguridad del Estado durante su ejercicio presidencial. El error de García ?y de su predecesor,Belaúnde- había consistido, establecía la CVR, en no aplicar una estrategia integral de paz yen la pasividad mostrada por los poderes políticos del Estado a la hora de impedir los atropellosde aquellos miembros de las Fuerzas Armadas que actuaban con impunidad.

El XXII Congreso Nacional del PAP, en junio de 2004, decidió recuperar la estructura de tipotriunvirato que había existido entre 1985 y 1988, es decir, un presidente ejecutivo secundadopor dos secretarios generales, uno para el "frente interno" (responsable de la organización y laestructura orgánicas) y otro para el "frente externo" (es decir, el "frente social" y el "plan deGobierno"). Sin sorpresas, los elegidos para los tres cargos fueron respectivamente García,Mauricio Mulder Bedoya y Jorge del Castillo. Posteriormente, el 21 de noviembre de 2005,García fue declarado ganador por abrumadora mayoría de la elección primaria del partido, enla que compitieron además Luis Alvarado Contreras, Nancy García Carrillo y Ángela ValdezOlivera. Los acompañantes de García en la plancha presidencial para las elecciones de 2006eran el vicealmirante retirado Luis Giampietri Rojas, candidato a la Primera Vicepresidencia, y laex teniente de alcalde de Arequipa Lourdes Mendoza del Solar, candidata a la SegundaVicepresidencia.

La gran mayoría de los más de 100.000 afiliados y simpatizantes que votaron en este procesointerno no concebía a otro candidato presidencial que no fuera el líder señero del aprismo enlos últimos 23 años. Según una encuesta publicada días atrás por el diario La República,García, con una intención de voto del 12%, aparecía bastante rezagado tras la derechistaLourdes Flores y solo ligeramente por delante del ex presidente acciopopulista ValentínPaniagua y de un cuarto en discordia llamado a ser el más perturbador fenómeno de la políticaperuana desde la aparición de Fujimori en 1990: el teniente coronel retirado Ollanta HumalaTasso, candidato mestizo y outsider que desató la caja de los truenos con su discursonacionalista, antisistema y muy crítico con el neoliberalismo y la globalización.

El padre y los hermanos de Humala, quien en 2000 había protagonizado una asonada militar envísperas de la caída de Fujimori, hacían propaganda de una ideología extremista, eletnocacerismo, que defendía la supremacía de la "raza cobriza", situada en un plano deconfrontación revanchista con las tradicionales élites blancas, y aceptaba como válidas lasvías extraconstitucionales para llegar al poder, desde la insurrección popular al golpismo militar.Fundador y líder del Partido Nacionalista Peruano (PNP), aunque si bien concurría por cuentade la UPP, Humala ya no quería ser identificado con la polémica doctrina de su familia, noobstante haberla pregonado en el pasado, e insistía en que el suyo era un nacionalismo nobasado en la raza, sino de tipo "integrador", que tomaba como bases el "socialismo andino-amazónico", el antiimperialismo y el latinoamericanismo.

Aunque los sondeos informaban a las claras que García y su partido seguían despertandomucho recelo y desconfianza en la mayoría de los peruanos, el ex mandatario se manifestóconfiado en poder invertir la tendencia. Tras ser proclamado candidato presidencial, con supeculiar estilo porfiado, afirmó: "Aquí estoy, a la llamada del partido, una vez más y hasta queme muera". Sin embargo, la contienda electoral de 2006 se le presentaba francamentecomplicada por el peso incontestable de Flores y por la arrolladora irrupción de Humala, que alfinalizar 2005 ya encabeza los sondeos. Aunque su ideología era cualquier cosa menos clara,Humala, debido al radicalismo de sus propuestas, que incluían la constitución de una "SegundaRepública" y que resultaban seductoras para muchos peruanos hartos de una sucesión depresidentes ninguno de los cuales les habían sacado de la pobreza, y a su pública y estrecha

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relación con los presidentes Hugo Chávez de Venezuela y Evo Morales de Bolivia, fuecatalogado como "populista de izquierdas", y tildado de simpatizante del castrismo cubano yaspirante a dictador.

Para García, resultaba fundamental perfilarse como una alternativa de izquierda moderada o decentroizquierda, contraria a las atribuidas políticas aventureras o sectarias de su contrincantenacionalista, al que empezó a adjudicarse por doquier la posesión de una "agenda oculta" parael Perú de corte autoritario. García se veía a sí mismo más próximo a líderes socialistas osocialdemócratas como el brasileño Lula da Silva (con quien guardaba una relación de amistaddesde la década de los ochenta, cuando el uno era presidente y el otro líder opositor), lachilena Michelle Bachelet, el argentino Néstor Kirchner y el uruguayo Tabaré Vázquez. Eleslogan electoral Alan Perú: El cambio responsable, subrayaba ese deseo del presidente delPAP, con sus poses de maduro cincuentón, rodeado de sus amados esposa e hijos, de ser vistocomo un estadista reformador y comprometido a la vez que cabal y fiable.

Sin embargo, por el momento, la diana preferente de sus dardos era Flores, a la que queríadesbancar en la primera vuelta, el 9 de abril, para luego batirse con Humala en la segundavuelta. El escenario del balotaje se consideraba inevitable al no parecer factible la superaciónpor Flores o Humala del 50% de los votos en la primera oportunidad, ni remotamente. Viéndoloasí, correspondía al aprista invertir los mayores esfuerzos para meterse en la segunda ronda,ya que su punto de partida era más bajo. Si lo lograba, podía dar por ganada la Presidencia.Esta era la conclusión de un análisis que predecía la atracción prestada del voto de todos lospartidarios de Flores, de Paniagua y, en general, de todos los votantes a los que Humalaproducía vivo temor. Una de las consignas más transmitidas por García durante la campañafue la que identificaba a la jefa de la UN como la "candidata de los ricos". Consciente de cuánsumamente perjudicial era ese sambenito clasista, Flores se vio obligada a librar la campaña ala defensiva, lo que se tradujo en un enflaquecimiento de su empuje y en el fortalecimiento deGarcía.

7. Duelo en las urnas con Humala y el factor ChávezEl Plan de Gobierno 2006-2001 del PAP enumeraba diez grandes objetivos precisados en 468puntos. Entre otros cambios, se contemplaba: la reforma de los tres poderes, la ConstituciónPolítica y la administración pública, inclusive el restablecimiento del Legislativo bicameral, paramejor cubrir "las necesidades de un Estado promotor, regulador, descentralizado y democráticoen el contexto de una economía social de mercado", y para "fortalecer la democraciarepresentativa y participativa"; avances decisivos en la descentralización y la regionalización delpaís, uno de los proyectos favoritos de García, que había dejado a medio realizar por falta detiempo en su primera etapa presidencial; actuaciones vigorosas en el campo del desarrollohumano, una "necesidad impostergable" que era "expresión de justicia social", priorizando lalucha contra la pobreza, la prestación de servicios universales de salud y educación, la mejorade la seguridad ciudadana y la erradicación de la desnutrición infantil; la puesta de la economía"al servicio de la población", lo que entrañaría asegurar una tasa de crecimiento anual del PIBdel 7% -Toledo legaba una tasa del 6,5%-, con generación de empleo y sin poner en peligro losequilibrios macroeconómicos, así como transferir recursos desde el gasto corriente hacia elgasto social y la inversión, y acometer una reforma tributaria integral, ampliando la base yeliminando exoneraciones fiscales; y, una "cruzada ética" contra los "flagelos" de la corrupción yel narcotráfico.

El Plan concedía importancia también a la "integración continental" del Perú y por endepropugnaba la ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Estaapuesta de García, continuista de la política del presidente Toledo ?que firmó el tratado enWashington el 12 de abril-, le diferenciaba radicalmente de Humala, que quería mandar el TLCa la papelera a menos que fuera renegociado. Al salir a respaldar el TLC Perú-Estados Unidos yla Comunidad Andina de Naciones, organización de integración económica y política que elGobierno venezolano daba por "moribunda", García se ponía en contra de la AlternativaBolivariana para América (ALBA), proyecto de colaboración y complementación integral conbase en ideologías de izquierda y radicalmente hostil a los designios estadounidenses en la

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región que impulsaban Chávez, Fidel Castro y Evo Morales, los cuales confiaban en reclutar aHumala como cuarto socio.

Además, el documento programático del PAP contenía un Plan de Acción Inmediata en losprimeros 180 días de gobierno que detallaba medidas concretas en los terrenos trillados por losgrandes objetivos. Así, un Ejecutivo del PAP acometería con presteza la reducción de lossueldos de parlamentarios, ministros y autoridades regionales y municipales, la eliminación delas prefecturas, subprefecturas y gobernaciones, la puesta en servicio de un ramillete deprogramas sociales, la concesión de 100.000 títulos de propiedad y el despliegue a 20.000policías adicionales en las calles. García explicó que todo su programa podía resumirse encuatro grandes pilares: justicia social, empleo, seguridad e integración.

El líder aprista llegó a la cita con las urnas del 9 de abril de 2006 con el paso a la segundavuelta no contemplado por los últimos sondeos, que le daban una cuota máxima del 22% delos votos. En realidad, Humala, Flores y García terminaron librando una pugna bastante reñida,en particular los dos últimos, pero al final fue el aprista el que protagonizó la sorpresa de laprimera vuelta, si bien lo complicado del escrutinio demoró la publicación de los resultadosfinales durante dos semanas: con el 24,3% de los sufragios, el ex presidente continuó en la lizaque pasaba a entablar en solitario con Humala, destinatario del 30,6%. La candidata de la UN fueapeada con el 23,8% y repitió la historia de 2001. A más distancia quedaron la fujimoristaMartha Chávez Cossio, el acciopopulista Paniagua y el pastor evangélico Humberto Lay Sun.En los comicios al Congreso, el PAP obtuvo 36 escaños, solo nueve menos que la humalistaUPP. García fue el candidato más votado en los departamentos costeros de Piura,Lambayeque, La Libertad, Ancash, e Ica.

La campaña para la segunda vuelta del 4 de junio prometía librarse a cara de perro y Chávez,que desde hacía meses venía destinando constantes parabienes a Humala, contribuyó atensionar el ambiente llamando a García "corrupto" y "ladrón de siete suelas" al que "le habíanleído la cartilla imperial", con la advertencia añadida de que si el aprista ganaba las eleccionesVenezuela no dudaría en romper las relaciones diplomáticas con el Perú. Los insultos dellíder bolivariano fueron una reacción por la repulsa de García a las críticas vertidas porChávez contra los respectivos tratados de libre comercio suscritos por peruanos y colombianoscon Estados Unidos. En aquella ocasión, García también se despachó a gusto llamando alpresidente venezolano "un sinvergüenza al pedir que nadie negocie con Estados Unidos,mientras él exporta [a Estados Unidos] por 50.000 millones de dólares al año". Los exabruptosde Chávez afectaron asimismo a Toledo ("son caimanes del mismo pozo"), que el 29 de abril,irritado, tomó la decisión de retirar al embajador peruano en Caracas ante la "persistente yflagrante intromisión" de Chávez en la política interna peruana.

Las destemplanzas verbales de Chávez fueron, de hecho, un regalo para García, ya que laopinión pública peruana, sin distingos de ideología, se sintió ofendida en su amor propiopatriótico, mientras que Humala, que no había provocado esta polémica, quedaba en unasituación embarazosa. El propio presidente Toledo, en violación de la normativa electoral y afalta de un candidato de su propio partido, salió a dar su apoyo explícito a García al afirmarque los peruanos tendrían que elegir "entre la democracia y el autoritarismo". Un debate cara acara televisado a la nación entre García y Humala, aunque ganado por el primero gracias a sustablas ante las cámaras y su elocuencia inveterada, no resultó suficiente para decantar a sufavor al grueso del electorado indeciso. Los comentaristas locales se sintieron decepcionadospor la pobreza de los contenidos. En el ámbito internacional, los observadores presentaron laelección peruana como una "encrucijada geopolítica" que iba a decidir bien la expansión, bienel frenazo del bolivarianismo revolucionario que Chávez aspiraba a extender al subcontinente, oal menos a los países de la subregión andina.

Al final, todo iba a decidirse en el terreno emocional de las filias y las fobias, de la explotacióndel miedo al contrario, del recuerdo del pasado ominoso (con García) y del pronóstico de unfuturo siniestro (con Humala). En los días previos a la votación del 4 de junio, Garcíaintensificó una guerra de descalificaciones en la que Humala, obligado a comedirse para no

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extender su pésima fama entre millones de peruanos, se llevó la peor parte. Entre otras cosas,el líder aprista llamó a su adversario "golpista", "asesino de policías", "violentista", "senderista","jefe de personeros de Fujimori en 2000", "fiel lacayo de Vladimiro Montesinos" y "quinta columnade Hugo Chávez". En cuanto al presidente venezolano, se trataba de un "sátrapa petrolero", un"dictadorzuelo con dinero", un "tiranuelo tropical", un "inimputable", un "loco" y un "cobardeentrometido", amén del "primer sirviente de Estados Unidos" por exportarle petróleo. Laaparición de unos documentos, a todas luces apócrifos, que pretendían revelar la signatura deun pacto clandestino entre el PAP y el fujimorismo, fue desacreditada por García con "firmeza eindignación" por tratarse de meras "calumnias y basura". La UN de Flores, por su parte, rehusóhacer un llamamiento para que se votara a García. El 4 de junio de 2006 la estrategia de García, centrada en la demonización de Humala y en laexplotación del miedo a una presidencia suya, dio sus frutos: el aprista se proclamó presidentecon el 52,6% de los votos. Para muchos electores que en circunstancias normales bajo ningúnconcepto habrían votado por García, se trató de elegir "el mal menor", aunque el beneficiariode esta transferencia prefería hablar de "voto útil". Para aquellos, a fin de cuentas, García,pese al balance muy negativo de su primera presidencia, era un "candidato del sistema" que,más allá del común adjetivo izquierdista, poco o nada tenía que ver con un antiguo militarque despertaba enormes incertidumbre y desasosiego. Ahora bien, la victoria de García no fueni contundente ni homogénea geográficamente. De los 25 distritos electorales, el líder del PAPse impuso en apenas diez, concentrados además a lo largo de la costa, salvo losdepartamentos interiores de Pasco y Ucayali, y en la capital, auténtica reserva de votos queconstituía más del 30% del censo electoral. En el interior, y sobre todo en los Andesmeridionales, inclusive plazas tan emblemáticas como Cuzco y Ayacucho, Humala literalmentebarrió a su rival. Lo mismo sucedió en la segunda ciudad del país, Arequipa.

Nada más conocer los primeros datos oficiales adelantados por la Oficina Nacional de ProcesosElectorales (ONPE), el candidato nacionalista evitó hablar de fraude -hipótesis ya abonada poralgunos miembros de la UPP pero no constatada por los observadores electorales- y admitió suderrota "conforme a nuestro compromiso democrático". Entre tanto, un eufórico García dabalas gracias a los peruanos por haberle dado "esta segunda oportunidad", en la que prometía "nofallar ni defraudar", aunque tuviera que "morir en el empeño". Para el presidente electo, "elúnico derrotado" en los comicios había sido Hugo Chávez, cuyo intento de "extender sudominación y dictadura" y de "incorporarnos a su estrategia de expansión de su modelomilitarista" había sido rechazado por los ciudadanos.

El discurso del vencedor, regado de alusiones religiosas, incluyó las siguientes palabras: "Nadiepuede llegar al poder si no acepta los errores de los que es culpable (...) El pueblo ha votado pornosotros a pesar de los fallos y de las colas [sucedidos en el primer mandato] (?) Es un día deprofunda constricción, cristiana y política". También hubo un mensaje para los militantesapristas y los "pseudoapristas", pero de advertencia: en este mandato no toleraría la corrupciónni permitiría que la acción de gobernar fuera "un reparto del botín". La constatación de suminoría parlamentaria y del misérrimo apoyo recibido en varias circunscripciones, según eldibujo de dos Perús cortados por líneas ideológicas y socioeconómicas, empujó a García aproponer un Gobierno de "concertación, coincidencia, diálogo y apertura", oferta que no sedujoa ningún bloque parlamentario.

En esta y otras alocuciones y entrevistas, el presidente electo reiteró sus intenciones de sometera referéndum la restauración de la pena de muerte para los reos por crímenes sexuales contraniños y de reformar la ley para renovar el Legislativo en el ecuador del mandato presidencial.Con tono conciliador, aseguró que no pretendía ser el "anti-Chávez" de América Latina ycontemporizó con Humala ("no creo que quiera desestabilizar", "es un actor político importante,y un presidente debe conversar con las diferentes fuerzas políticas", dijo de él). Las primerasmedidas de su Gobierno iban a ser, entre otras, una bajada de los precios de los combustibles,un recorte de los sueldos de los altos cargos públicos, la puesta en marcha del plan Agua paratodos y el arranque también de una campaña nacional de alfabetización, que tenía comoambiciosa meta acabar con el 14% de analfabetismo para 2011.

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Por otro lado, García expresó su deseo de firmar un TLC con Brasil, más allá del Acuerdo deComplementación Económica (ACE) recién suscrito con el MERCOSUR, y de mejorar lasrelaciones con Chile, todo en el marco del eje transoceánico Atlántico-Pacífico como foco deintegración regional. En cuanto al TLC con Estados Unidos, denominado por la legislaciónperuana Acuerdo de Promoción Comercial (APC), él era partidario de sacarlo adelante, perohaciéndolo acompañar de proyectos de ley con medidas de compensación para losagricultores. Esto fue precisamente lo que decidió la mayoría del Congreso antes de ratificar elacuerdo el 28 de junio con el voto favorable del PAP. De sí mismo, García dijo lo siguiente enuna entrevista concedida al diario argentino Clarín: "Yo era un gran agitador continental, peroahora hay que tomar las cosas con más modestia".

El 28 de julio de 2006 García, previa acreditación -el 21 de junio- por el Jurado Nacional deElecciones como presidente electo, se colocó por segunda vez en 21 años la banda bicolor delpresidente de la República del Perú. A la ceremonia en el Congreso asistieron ochopresidentes latinoamericanos, entre ellos la chilena Bachelet ?que recibió un trato especial, enaras de la mejora de las relaciones bilaterales-, el brasileño Lula, el boliviano Morales, elcolombiano Álvaro Uribe y el ecuatoriano Alfredo Palacio. El argentino Kirchner falló y Venezuelano envió delegación.

En su discurso inaugural, de casi dos horas de duración, García se refirió a la "situaciónconfusa y contradictoria" de un país que crecía y exportaba más pero que a la vez padecíauna "catástrofe social" por la omnipresencia del paro y la pobreza, muestras palmarias delfracaso de la Administración precedente a la hora de redistribuir la riqueza. Algunos modelosforáneos a imitar para que el Perú volviera a ser un "país líder" en Sudamérica eran los deChina y Chile, país este último -otro guiño a Bachelet- que había obtenido unos "resultadossociales y económicos extraordinarios". Sorprendentemente, el orador citó a Karl Marx paraexponer la "lógica terrible" que rodeaba el desempleo, ya que "para producir más se necesitacada vez mayor tecnología y maquinaria, y eso deja sin trabajo a los operarios". Su propuestapara escapar de ese dilema era implicar al Estado con la adopción de políticas activas deempleo.

Tras García tomaron posesión los ministros del Gobierno, donde había más independientesque apristas y un número inusitadamente alto de mujeres, seis. Para presidir el Consejo deMinistros, García recurrió al hasta ahora co-secretario general del PAP, Jorge del Castillo, sibien, como se supo más tarde, había ofrecido el puesto a la mismísima Lourdes Flores. Lasensible cartera de Economía y Finanzas fue confiada a Luis Carranza Ugarte, un ex ejecutivobancario que ya había trabajado para el Gobierno de Toledo, y la de Relaciones Exteriores aldiplomático de carrera José Antonio García Belaúnde, sobrino de Belaúnde Terry. Ningunode los dos tenía adscripción partidista. La selección de García Belaúnde fue bien acogida sinexcepciones, mientras que la de Carranza solo fue aplaudida por el empresariado. LaConfederación General de Trabajadores del Perú y la UPP presentaron su nombramiento comoun "continuismo" del "modelo neoliberal" aplicado por Toledo y como un guiño a la UN deFlores. García ya había adelantado que su ministro de Economía no iba a estar"excesivamente orientado al mercado libre ni excesivamente a favor de la intervención delEstado". El único no aprista o no independiente del Gabinete, al frente del Ministerio de laProducción, era Rafael Rey Rey, presidente del Partido Renovación Nacional (PRN), ungrupúsculo de derecha que antes de las elecciones había tenido sus diferencias con la UN.

Con habilidad y pragmatismo, el flamante presidente arregló el respaldo para su equipo deGobierno por los congresistas de UN, AP, Somos Perú, Perú Posible y Restauración Nacional.Con una considerable polémica esta vez, pues negociaba con un sector político que habíasido su archienemigo y perseguidor durante la "década infame", García pactó también con labancada fujimorista, de 13 miembros.

8. La segunda presidencia (2006-2011): gran bonanza económica, casos de corrupción,conflictividad social y chisporroteos de violencia Que Alan García era un hombre de personalidad dinámica era de sobra conocido -más bien,

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había sido impetuoso, aunque ahora hacía gala de político maduro, ponderado, austero ydialogante-, así que no perdió el tiempo en la ejecución de varios proyectos bandera de suprograma electoral, como la reducción por decreto de los salarios de representantes políticos ycargos del Estado, la campaña nacional de alfabetización, la extensión de los servicios deagua, electricidad y atención hospitalaria en zonas rurales rezagadas, y la puesta en marcha deimportantes proyectos de desarrollo, como la nueva Zona Económica Especial, o zona franca, dePuno (que no tardó, sin embargo, en quedar estancada) y la revitalización del Ferrocarril Tacna-Arica.

En los años siguientes, el Gobierno nacional iba a mostrar gran interés en realizar progresos enlas redes de transportes, servicios y comunicaciones con obras de gran visibilidad, como elinconcluso Metro o Tren Eléctrico de Lima, relanzado en 2009, la ampliación del Puerto delCallao, la conclusión del último tramo de la carretera Interoceánica Sur para unir los puertos dela costa peruana y Brasil, la renovación del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez de Lima, laconstrucción de la Planta de Tratamiento de Agua Potable de Huachipa, para el abastecimientode varios distritos de la provincia capitalina, y el Proyecto Especial de Irrigación eHidroenergético de Olmos, en Lambayeque. Al mismo tiempo, García se apresuró a enviargestos al capital inversor extranjero, en particular el estadounidense, muy presente en lasconcesiones mineras, para que no tuviera dudas de que Perú era un país de oportunidades ycon plena seguridad jurídica.

El 5 de noviembre de 2006 el mandatario cumplió sus primeros cien días de gestión con unosniveles de popularidad todavía altos. Sobre la simbólica efeméride sobrevolaron los ecos de sualianza tácita con el fujimorismo, representado en el Congreso por la hija del presidente, KeikoFujimori Higuchi, cabeza de la Alianza por el Futuro. Según observadores locales, esta alianza,poco menos que contra natura a la luz de los antecedentes aún frescos en la memoria, seapreciaba en el freno a la lucha anticorrupción, en una política económica alejada de lasocialdemocracia y que más bien abrazaba los principios liberales conservadores, y en elimpulso de la reforma del Código Penal para reintroducir la pena de muerte a los convictos deterrorismo, cambio que iba a ser rechazado por el Congreso en enero de 2007; en aquellavotación, apristas y fujimoristas se quedaron solos.

Los peor pensados aseguraban que García apostaba por que Fujimori, reo en rebeldía con unaorden de búsqueda y captura emitida por la CSJ, siguiera en Chile, a donde, imprudentemente,se había mudado en 2005 poniendo término a su refugio seguro en Japón, y no tuviera queresponder ante la justicia de casa por delitos de lesa humanidad y corrupción. Sin embargo, elproceso de extradición abierto por las autoridades judiciales de Lima siguió su curso y enseptiembre de 2007 el Gobierno de Santiago metió a su incómodo huésped en un avión rumboa Perú, donde el ex presidente quedó preso a la espera de juicio.

Otra cuestión, esta ya de índole privada, revoloteó sobre los primeros cien días del Gobiernode Alan García. Fue el reconocimiento por el presidente, hecho a finales de octubre en unadeclaración televisada a la nación, desde el Salón Dorado del Palacio de Gobierno y saliendo alpaso de las especulaciones periodísticas sobre el tema, de que tenía un hijo de 20 meses deedad nacido fuera de su matrimonio con la primera dama, Pilar Nores. El pequeño, un niño"lindo y muy bello", se llamaba Federico Dantón García Cheessman y era el fruto de unarelación sentimental con la economista Elizabeth Roxana Cheessman, surgida cuando él estuvo"lamentablemente" separado de su esposa entre abril de 2004 y octubre de 2005. García nomencionó a Cheessman por su nombre, sino que la llamó "una persona de altas cualidades".

Para pasmo general, Nores flanqueaba ante las cámaras a su adúltero marido, al que miraba yescuchaba con expresión seria y atenta. "Tengo la satisfacción de contar con la comprensión yel respaldo moral de mi esposa, que me demuestra a mí mismo y a todo el país su altísimadignidad, su condición de madre y su condición de dama", precisó García al hacer lapresentación de su "sexto hijo". El niño, explicó el presidente, "como corresponde al deber",estaba "reconocido desde el momento de su nacimiento", gozaba de "todos sus derechos" yhabía sido "asistido desde el primer día de su existencia". El pequeño Federico tenía

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garantizada la "relación afectiva que un padre tiene con su hijo", así como "su educación y todoen lo que pueda asistirlo", recalcó García. Al iniciar su breve e insólita alocución, el mandatarioafirmó: "Quiero decirle al país que el presidente no tiene vida personal; el presidente no tienevida privada porque personifica a la nación, y los peruanos deben saber todo lo que atañe atodos los aspectos de su vida".

La derrota del PAP en las elecciones regionales y municipales de noviembre de 2006, calificadade "dolorosa" por su secretario general, Mauricio Mulder, y la dimisión en febrero siguiente de laministra del Interior, la independiente Pilar Mazzetti Soler, blanco de duras críticas por lascompras presuntamente irregulares de material para la Policía Nacional (Mazzetti fue sucedidaen el cargo por Luis Alva Castro), pusieron sendos preámbulos al primer conflicto social grave,de los varios que iba a tener que enfrentar hasta el final del mandato, encajado por García.

Se trató de la protesta, iniciada en abril de 2007, de los cultivadores cocaleros del departamentoandino de Huánuco, movilizados contra las instrucciones del Gobierno de erradicar los cocalesde la región, considerados por aquel "cultivos amenazantes", y de recuperar los terrenos para la"buena agricultura". El presidente se negó a dialogar con los huelguistas de Huánuco, a los queacusó de estar "azuzados por los narcotraficantes", pero acto seguido se encontró con unacadena de protestas laborales en la minería, el sector pesquero, la función pública y otroscolectivos profesionales. Otro foco de conflicto potencialmente explosivo se planteó enAndahuaylas, Apurímac, donde miles de campesinos iniciaron disturbios en demanda demejoras salariales.

En julio de 2007 García cumplió su primer año de mandato en unas circunstanciasparadójicas. Por una parte, la economía nacional, con un ritmo de crecimiento sobresaliente,del 8% (en 2008 la tasa iba a superar el 9%, muy por encima del promedio regional, aunqueacompañada de una alza inflacionaria de cuatro puntos, hasta frisar el índice de precios el 6%anual), iba viento en popa gracias en buena medida a los altos precios con que se cotizaban losmuchos minerales metálicos (cobre, plata, oro, plomo, estaño, zinc, bismuto, teluro, etc) quePerú extraía y exportaba a una amplia red de clientes (Estados Unidos, China, Chile, Canadá,Japón, Comunidad Andina, MERCOSUR), pero también por el aumento de la inversión, tantopública como privada, y el consumo. Podía hablarse de una diversificación sin precedentes delos aportes al comercio exterior, donde sectores como la agroindustria y la manufactura teníancada vez más presencia, si bien la minería seguía aportando casi dos terceras partes de lasexportaciones.

El Gobierno no hacía más que anunciar buenas noticias, como que el porcentaje de poblaciónen situación de pobreza se había reducido cinco puntos, pasando del 49% al 44%, en untiempo récord, si bien los detractores del Ejecutivo aseguraron que la mudanza aritmética notenía nada de meritorio, pues simplemente obedecía al nuevo método para calcular la pobrezamonetaria. Pero, por otro lado, el creciente descontento social ponía de manifiesto que multitudde peruanos no veían por ningún lado los nuevos progreso y bienestar pregonados por Garcíay sus colaboradores.

El terremoto registrado el 15 de agosto de 2007 en la costa central puso a luctuoso examen alPerú, el país que prosperaba a la luz de las envidiables cifras de su PIB. En opinión de un grannúmero de observadores locales e internacionales, la capacidad de respuesta del Estado frentea esta tragedia, no excepcional en un país que sabía como el que más de movimientostelúricos, dejo mucho que desear y, al menos en los primeros días, no llegó al aprobado. Elseísmo, el más destructivo desde la catástrofe de Áncash de 1970, de magnitud 8 y conepicentro a 40 km al oeste de Pisco y a 150 al sudoeste de Lima, dejó un balance de 596fallecidos, dos millares largos de heridos, 76.000 viviendas destruidas y 431.000 personasdamnificadas en mayor o menor medida. Las provincias más golpeadas fueron Pisco, Ica,Chincha, Cañete, Yauyos, Huaytará y Castrovirreyna, es decir, los departamentos de Ica, Limay Huancavelica.

La verificación sobre el terreno de las devastaciones por García, quien, con su locuacidad

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habitual, aseguró que "ningún peruano" iba a morir de hambre o de sed, llamó "malditos" a loscomerciantes que se atrevieran a subir los precios de los productos de primera necesidad ycargó contra los periodistas por su tendencia a "atemorizar con malas noticias", no ayudaron,más bien al contrario, a mitigar el enfado de las víctimas, que clamaron contra la tardanza delos equipos de socorro en llegar a las zonas afectadas -muchas, parajes rurales de difícilacceso-, la desorganización, una palmaria falta de medios y la ausencia de fuerzas del ordenpara atajar la ola de saqueos en ciudades como Pisco, a donde el Gobierno hubo de despacharunidades blindadas de la Infantería de Marina para restablecer la seguridad. En el otoño de 2007, García, más que el proceso penal a Fujimori, cuyas resolucionesjudiciales el Gobierno, en lo que le tocase, iba a cumplir y a hacer cumplir "sin odio,ensañamiento y venganza", encontraba inquietante el resurgimiento de Sendero Luminoso, laotrora poderosa organización guerrillera descabezada y laminada por Fujimori pero nuncacompletamente aniquilada. La entrada en el negocio criminal de la droga había convertido a loque quedaba del senderismo en una banda narcoterrorista ciertamente minúscula, pero capazde infligir daños a las Fuerzas Armadas en parajes selváticos e inhóspitos como el VRAE(Valle de los Ríos Apurímac y Ene) de la provincia ayacuchana de Huanta, una zona plagadade cultivos cocaleros y donde el Estado apenas se hacía notar.

En octubre de 2007 una patrulla de soldados mató a siete presuntos subversivos en el distrito deAyahuanca y justo un año después los senderistas, al poco de despreciar su cabecilla,Filomeno Cerrón Cardoso, alias Camarada Artemio, un ultimátum del Gobierno para rendirse,se desquitaron tendiendo una sangrienta emboscada a un convoy del Ejército en el distrito deTintay Puncu, Tayacaja, Huancavelica, matando a una docena de uniformados y a dos civiles. Setrató del peor episodio de violencia insurgente en nueve años. En abril de 2009, en otras dosceladas, los terroristas asesinaron a 13 militares más. En enero de 2010 el Camarada Artemioiba a anunciar la suspensión de las actividades armadas de su precario grupo y una oferta dediálogo al Gobierno, pero el Ejecutivo replicó que no había nada que negociar.

La masacre de BaguaPor lo demás, la segunda mitad del mandato de García conoció un recrudecimiento de lasprotestas sociales. En agosto de 2008 las comunidades indígenas y campesinas amazónicasse apuntaron una victoria en su pulso con el Gobierno al lograr, tras casi dos semanas de parosy manifestaciones, que el Congreso, donde el PAP se quedó solo en su invocación del"progreso" de estas tierras del interior, derogara dos polémicos decretos legislativos, el 1015 y el1073, dirigidos a facilitar la compraventa por capital privado de tierras selváticas propiedad de lapoblación nativa y susceptibles de ser explotadas para el cultivo de biocombustibles y el bombeode hidrocarburos.

Las piezas legales derogadas formaban parte de la llamada Ley de la Selva en el Perú, marconormativo desregulador enmarcado en el TLC con Estados Unidos y que estaba poniendo a lascomunidades originarias de Amazonas en pie de guerra, las cuales amparaban sus demandasen el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) relativo a pueblosindígenas y tribales, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblosindígenas y la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre losderechos a la tierra de los pueblos indígenas, de todos los cuales el Gobierno peruano erasignatario y estaba obligado a acatar. Sin embargo, las escaramuzas continuaron a propósito deotros decretos de la Ley de la Selva que los indígenas consideraban contrarios al derechointernacional, amén de inconstitucionales.

El conflicto ganó encono y la violencia se desbordó el 5 de junio de 2009, cuando un operativode la Policía contra cientos activistas que realizaban unos bloqueos en el lugar conocido comola Curva del Diablo, en Bagua, departamento de Amazonas, terminó en una auténtica matanza:23 agentes del orden, de los que 11 estaban retenidos por los nativos awajún, que losasesinaron a machetazos, y un número indeterminado de civiles, una decena como mínimo,estos balaceados, resultaron muertos en las refriegas provocadas por el intento policial delevantar el bloqueo viario y de rescatar a los compañeros en manos los indígenas alzados y

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provistos de armas blancas. El Gobierno impuso el toque de queda en toda la zona y ordenó lacaptura del dirigente indígena Alberto Pizango Chota, presidente de la Asociación Interétnicade Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) y autor de un llamamiento a la insurgencia, el cualhalló asilo en la Embajada de Nicaragua en Lima. Pero también se resignó, con el fin de rebajarlos ánimos y evitar nuevos derramamientos de sangre, a derogar otros dos decretos de la Leyde la Selva, el 1064 y el 1090. El conocido como Baguazo, que conmocionó al país, fue la crisismás grave que García tuvo que afrontar en su segundo mandato presidencial.

El escándalo PetroaudiosEl conflicto amazónico no era, ni mucho menos, el único frente de contestación abierto en 2008y 2009. El Gobierno hubo de lidiar con multitud de manifestaciones y algaradas convocadas porsindicatos, asociaciones y colectivos vecinales de Lima y otros puntos de la geografía nacionalpara protestar por la política económica, decididamente liberal, y en repudio también de losescándalos de corrupción. Particularmente ruidoso fue el que en octubre de 2008 golpeó delleno al sector energético al revelar el periodista televisivo, y ex ministro del Interior con Toledo,Fernando Rospigliosi Capurro con pruebas de audio que altos funcionarios del Estado ymilitantes del PAP, con el vicepresidente de la estatal Petro-Perú, Alberto Quimper, a la cabeza,habían cobrado jugosas coimas (sobornos) a una oscura multinacional noruega, DiscoverPetroleum, a cambio de la adjudicación de cinco lotes de prospección petrolera en ubicacionespreferentes del litoral peruano.

El llamado por la prensa Petrogate y Petroaudios, que amenazaba con arruinar la campaña derelaciones públicas de García sobre Perú como país serio, legalista y atractivo para losnegocios, tuvo consecuencias políticas fulminantes y de calado. Por de pronto, el presidente,indignado con las "víboras", "felones" y "fariseos" que cometían "traición a la patria" aldedicarse a semejantes corruptelas, hizo rodar las cabezas políticas del ministro de Energía yMinas, el aprista Juan Valdivia Romero, y del presidente de Petro-Perú, César Gutiérrez Peña,sobre el que no tardaron en recaer sospechas de haberse lucrado también con las coimas. El"felón" Alberto Quimper, además de cesado, fue detenido y puesto a disposición judicial por los"faenones" pecuniarios de los que se jactaba en sus conversaciones telefónicas grabadas. A lospocos días, el 10 de octubre, García aceptó la dimisión en bloque del Gobierno de Jorge delCastillo, que encaraba el peligro de una moción de censura parlamentaria.

El monumental escándalo pilló a García a contrapié, ya que en agosto anterior, cediendo alclamor conjunto de la oposición parlamentaria, la Contraloría General de la República, el PoderJudicial y hasta el Ministerio Público, el presidente había decidido clausurar la Oficina NacionalAnticorrupción, ente dependiente del Consejo de Ministros creado a bombo y platillo por decretosupremo en octubre de 2007 en sustitución del Consejo Nacional Anticorrupción, a su vezinstituido por Toledo. Desde su activación, la Oficina Anticorrupión venía siendo consideradapor doquier una instancia ineficaz y de hecho innecesaria, que solo respondía a unasfinalidades propagandísticas del Ejecutivo. Una vez disuelta tras solo diez meses de vida, susfunciones fueron transferidas a la Contraloría.

Tras sacrificar a del Castillo, García otorgó la Presidencia del Consejo de Ministros a YehudeSimón Munaro, político no miembro del PAP, sino del Partido Humanista Peruano, quien en lajura del cargo, el 14 de octubre, escuchó el llamado de su superior institucional a defender elpaís "de la dramática crisis internacional que lo amenaza", a luchar con firmeza "contra laamenaza de la corrupción" y a trabajar duro para conseguir "la erradicación de la miseria y ladisminución de la pobreza". La primera exhortación presidencial se refería al seísmoprovocado por la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers en Estados Unidos.

El huracán financiero y económico global, como no podía ser de otra manera en un Estadoeminentemente exportador e inserto en los mercados mundiales, hizo mella en Perú, pero elpaís aguantó relativamente bien el embate con una caída del crecimiento positivo de sueconomía hasta el 1% en 2009, nada que ver con las recesiones que asolaron a los miembrosde la OCDE. Un año después, el PIB de la nación andina rebotó hasta un espectacular 8,5%,acompañado además de una inflación irrisoria, del 1,5%, y de un nivel de endeudamiento

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público igualmente bajo, equivalente al 23% del PIB. Después de todo, García iba a legar unascuentas públicas básicamente saneadas.

El Gabinete Simón registró sus primeras bajas, las de los titulares de Transportes yComunicaciones, Verónica Zavala Lombardi, y de Vivienda, Construcción y Saneamiento,Enrique Cornejo Ramírez, a últimos de noviembre. El 19 de enero de 2009 arrojó la toalla elministro de Economía y Finanzas, el independiente Luis Valdivieso Montano, quien llevaba en elcargo desde julio de 2008, cuando tomó el relevo a Luis Carranza, dimitido a raíz de un paronacional. Ahora, García repescó a Carranza para el puesto. La siguiente partida sonada fue, enfebrero, la de Remigio Hernani Meloni al frente de Interior. El ministro, no miembro de ningúnpartido, y que ya había esquivado un amago de censura parlamentaria por la muerte de trespolicías nacionales en el operativo de desalojo del Bosque de Pómac, en Lambayeque,ocupado ilegalmente por una partida de comuneros, renunció tras dejar en mal lugar a García alasegurar que el reciente atentado sufrido por la fiscal general, Gladys Echaíz Rojas, había sidoen realidad un asalto realizado por delincuentes comunes.

La sustituta de Hernani, Mercedes Cabanillas, la candidata presidencial del PAP en laselecciones de 1995 y actualmente miembro del Congreso, recibió de García instruccionesprecisas para someter a la Policía Nacional, gangrenada por la corrupción y la indisciplina, auna profunda "reorganización" y para acentuar la lucha contra el narcotráfico, negocio criminalque prosperaba a ojos vista porque el Estado solo incautaba una parte mínima de toda laproducción de cocaína. Es más, Perú no estaba lejos de superar a Colombia como el principalexportador del estupefaciente.

La posición del propio Yehude Simón se tornó muy precaria en vísperas del verano de 2009por la revuelta indígena en Amazonas, la subsiguiente capitulación del Gobierno en losdecretos de la Ley de la Selva y la acumulación de desórdenes públicos y huelgas en otrosescenarios de la protesta social. Criticado, interpelado y censurado en el Congreso, el primerministro presentó su renuncia irrevocable el 9 de julio. Con él cayó la ministra Cabanillas, laresponsable del operativo policial en Bagua. Dos días después, García nombró nuevopresidente del Consejo a Javier Velásquez Quesquén, un aprista incondicional del alanismo. Enla ceremonia de asunción del nuevo Gobierno, el jefe del Estado dijo: "espero que sea el últimoGabinete presidencial al que le tomo juramento". Sin embargo, la esperanza de García de queel resto de su mandato transcurriera sin mayores sobresaltos no se cumplió.

En septiembre de 2010 Velásquez acusó el desgaste causado por la enésima protesta social,la conducida por los habitantes de la provincia cuzqueña de La Convención, una de las másprósperas del país, en demanda de que se renegociasen los contratos de explotación del gasnatural de los ricos yacimientos de Camisea, con el fin de que el hidrocarburo no se destinaratanto a la exportación y sí más al suministro interno. Oficialmente, Velásquez se separó delEjecutivo para preparar su precandidatura presidencial del oficialismo de cara a las eleccionesgenerales de 2011, la cual, a la postre, no prosperó.

Su relevo en el Consejo de Ministros, José Antonio Chang Escobedo, hasta entonces elogiadoministro de Educación, tampoco llegó al final del quinquenio porque el 18 de marzo de 2011anunció su regreso a las labores académicas en la Universidad. Entonces, el presidenteaseguró que la partida de Chang obedecía a motivos estrictamente personales, de índoleprofesional, y que no había ninguna crisis ministerial de por medio. Otra independiente, RosarioFernández Figueroa, fue el sexto y último titular del Consejo de Ministros de la segundaAdministración García en los cuatro meses que le restaban para su conclusión; en su primeraAdministración, García había tenido cinco primeros ministros, cuatro teniendo en cuenta eldoble ejercicio de Guillermo Larco Cox.

A título más particular, en su último año de mandato, García vivió otras situacionesembarazosas, como la derogación por el Congreso del decreto 1097 sobre el carácterprescriptible de delitos de lesa humanidad, pues abría la posibilidad de archivar los juicioscontra militares y policías acusados de violaciones de los Derechos Humanos, en su mayoría

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por hechos perpetrados entre 1980 y 2000, si transcurridos 36 meses desde la apertura de lainstrucción no había sentencia. El mandatario se echó atrás ante la polvareda levantadadentro y fuera de casa, con un indignado Mario Vargas Llosa ("amnistía apenas disfrazada",llamó al controvertido decreto el Nobel de Literatura de 2010) llevando la voz cantante.

Otro episodio, anecdótico pero que en nada favoreció sus menguantes índices de aceptaciónpopular, fue la información de que el presidente había golpeado a un joven después de llamarleeste "corrupto" en una visita a un hospital limeño. García reconoció el incidente, pero negótajantemente haber abofeteado al joven en cuestión, con quien se había encarado soloverbalmente, "con un señalamiento y unas palabras", aclaró. Entonces, medidos localesrecordaron que García ya había protagonizó un incidente violento en 2004, cuando le propinóuna patada a joven con discapacidad mental durante una marcha de protesta.

Las sorpresas desagradables podían venir desde los sitios más inesperados. Dos mesesdespués del incidente de la supuesta bofetada al joven increpador, en diciembre de 2010, salióa la luz la nueva hornada de filtraciones de Wikileaks, un enorme número de cablesdiplomáticos de Estados Unidos. Entre el material sustraído al Departamento de Estado habíadocumentos referentes a Perú y a García, y allí se revelaban cosas como que laAdministración aprista había solicitado al Comando Sur de Estados Unidos ayuda deinteligencia y material para aniquilar las partidas senderistas y evitar que sus desmanescriminales fueran a más.

En otro cable, fechado en 2006, se detallaba un "perfil emocional y de salud física" de Garcíaelaborado a petición de Washington por la Embajada norteamericana en Lima. En el texto, elpresidente era descrito como un político con un "ego colosal, que lo puede cegar ante losméritos o las buenas ideas y alternativas que vengan de otro que no sea él". "El ego deGarcía", proseguía el informe confidencial de embajador James Curtis Struble, era "su talón deAquiles", pues podría "traer consecuencias contraproducentes a su Gobierno actual,especialmente si no es chequeado". Además, la Embajada se hacía eco de los "rumoresampliamente extendidos" y "reportes" sobre una "depresión maníaca o de desorden bipolar",dolencia que García combatiría con "litio para propósitos antidepresivos", si bien todas estasespecies eran "imposibles de confirmar". El embajador también apuntaba que "la persecución,tanto real como imaginaria, ha sido una parte integral de la vida del presidente", en añadiduracalificado, esta vez con acentos más bien elogiosos, de "maestro político" de "cálculo frío","muy demandante con sus empleados", "agudo microgerente" e incansable trabajador.

9. Lima, eslabón del eje moderado de América Latina: los TLC, el litigio con Chile, la Alianza delPacífico y alejamiento del bloque bolivariano Sin abandonar el Cablegate, el embajador sucesor de Struble, Michael McKinley, responsable dela legación diplomática estadounidense entre 2007 y 2010, alababa en noviembre de 2009 aGarcía porque bajo su presidencia Perú venía siendo un "socio fiable" de Estados Unidos quejugaba un "papel constructivo en una complicada Sudamérica caracterizada por el resurgimientodel populismo y periódicos estallidos de tensión". El análisis sintetizaba a la perfección laposición definida por el líder peruano en el choque de estrategias y las alineacionescontrapuestas conformadas en América Latina a raíz de llegar al poder Chávez en Venezuelay Lula en Brasil entre 1999 y 2003. De hecho, el presidente hizo saber que se mostraba receptivoa la posibilidad de que Estados Unidos transfiriera a territorio peruano las facilidades militaresque tenía en Ecuador, si bien negó que los militares norteamericanos ya tuvieran una baseclandestina en el país, concretamente en el puerto fluvial amazónico de Iquitos.

Para García, lo absolutamente prioritario era proyectar a Perú como un país de confianzaabierto a sustanciosos negocios con los inversores privados y, al hilo del ACE con elMERCOSUR y el APC con Estados Unidos (el cual entró en vigor el 1 de febrero de 2009, unavez ratificado por el Capitolio en diciembre de 2007) ya adoptados por Toledo, desarrollar todauna urdimbre de Tratados de Libre Comercio con socios comerciales importantes de América,Asia y Europa. La "fiebre de los TLC", que tenía como referencia el comercio abierto chileno, seapoderó de la Administración aprista, que en sus cinco años de ejercicio firmó nada menos que

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una decena de estos instrumentos de liberalización comercial y desarme arancelario, si bien notodos entraron en vigor antes de concluir el quinquenio.

En orden cronológico, Perú suscribió tratados o acuerdos de libre comercio con: Chile, enagosto de 2006; Canadá, en mayo de 2008; Singapur, en mayo de 2008; China(importantísimo, pues daba acceso preferencial a un mercado de más de 1.300 millones depersonas), en abril de 2009; la Asociación Europea de Libre Comercio (es decir, Islandia,Liechtenstein, Noruega y Suiza), en julio de 2010; Corea del Sur, en marzo de 2011; México(denominado Acuerdo de Integración Comercial), en abril de 2011; y Panamá, Costa Rica yJapón, en mayo de 2011 los tres. Además, Lima emprendió negociaciones con la UniónEuropea para un Acuerdo Comercial que llegaron a buen puerto en febrero de 2010, si bien elfiniquito del Acuerdo quedó pospuesto hasta 2012.

Encontronazos con Venezuela y BoliviaPor supuesto, toda esta actividad, y en particular el TLC con Estados Unidos, cuya buenasingladura García se afanó en estimular personalmente con cuatro visitas a George Bush enoctubre de 2006, abril de 2007, diciembre de 2007 y septiembre de 2008, no podía sinoencrespar a Chávez, que veía cómo Perú, país importante en el concierto sudamericano, sezafaba de su arco bolivariano neosocialista y se decantaba, por ejemplo, por los tratospreferentes con la Colombia de Álvaro Uribe, a su vez aliado de primer orden de Washington enla región.

Tras el fogoso intercambio de improperios durante la campaña presidencial de 2006, García yChávez hicieron un amago de reconciliación. El marco escogido para escenificar la superaciónde las diferencias fue la II Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones, celebrada enCochabamba, Bolivia, en diciembre de 2006. Allí, los dirigentes, muy sonrientes, prodigaron losestrechamientos de manos, los abrazos y las palmadas en la espalda.

Pero el "espíritu de Cochabamba" no dejó poso. La frialdad volvió a dominar las relacionesperuano-venezolanas y en marzo de 2008 García acusó a su par de Caracas de estarfinanciando a grupos y militantes peruanos de extrema izquierda dedicados a divulgar elpensamiento bolivariano y a labores de agitación contra el Gobierno. En mayo siguiente, el roceentre García y Chávez se apreció de nuevo en Lima en el curso de la V Cumbre UniónEuropea-América Latina-Caribe (UE-ALC), cuando el mandatario anfitrión salió en defensa de lacanciller alemana, Angela Merkel, a la que Chávez había comparado con Hitler y echado encara que no entendiera el giro a la izquierda producido en Latinoamérica. En concreto, Garcíarechazó que en Alemania rigiera un modelo económico "neoliberal", cosa que solo se podíadecir "por ignorancia"

En la Cumbre UE-ALC de mayo de 2008 también llamaron la atención las duras acusaciones deEvo Morales, uno de los abanderados del ALBA, contra Colombia y Perú por sus presuntasmaniobras para marginar a Bolivia del acuerdo comercial entre la Comunidad Andina y la UE. Alpoco, el Gobierno de Lima presentó una queja formal ante el de La Paz por unas declaracionesde Morales en las que este vinculaba a las autoridades peruanas en una supuesta operación dela CIA estadounidense para intentar extraditar desde Bolivia al ciudadano peruano WalterChávez Sánchez, ex asesor y jefe de campaña de Morales, acusado de andanzas terroristascon el MRTA. La Corte Suprema de Justicia boliviana rechazó el pedido peruano de extradiciónde Chávez. Morales, con sorna, echó más leña al fuego al confesar su "preocupación" porqueal "compañero Alan García" le veía "muy gordo y poco antiimperialista", a diferencia de 1989,cuando el líder peruano era un "orador de primera, antiimperialista", además de que entoncesestaba "muy flaco".

En mayo de 2009, para enojo de Morales, Lima, en una especie de retribución por el caso deWalter Chávez, concedió refugio o asilo a tres ex ministros bolivianos a los que la justicia delpaís vecino imputaba unos delitos de lesa humanidad. En junio siguiente, el canciller GarcíaBelaúnde declaró a Morales "enemigo del Perú" por haber "incitado a la violencia" de losindígenas durante la crisis de Bagua, llevar "tres años atacando persistentemente" al Perú y

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decir "mentiras" en relación con el diferendo marítimo peruano-chileno. Antes de terminar elmes, la Cancillería de Lima llamó a consultas a su embajador en La Paz por unas nuevasdeclaraciones de Morales sobre la supuesta transferencia por Estados Unidos de susinstalaciones militares desde el Ecuador de Rafael Correa a Perú; además, Morales habíainstado al pueblo boliviano a que "resistiera y expulsara" estas facilidades de su territorio.

El presidente García no se privó de tomar la voz en la tarascada diplomática peruano-boliviana, espetándole a Morales con estas palabras: "Todo está sustentado en groserasmentiras y manipulaciones, como decir que Perú tiene una base de Estados Unidos. Que vengaese señor Morales a Perú y que diga dónde está la base, pero lo mejor que puede hacer esno meterse en nuestra política y estar dividiendo a los peruanos (...) ¿Por qué no te callas?Métete en tu país y no te metas en el mío. Ya estás jalando demasiado la pita, así que tencuidado con las consecuencias de lo que estás haciendo". El desmentido presidencial no podíaser más vehemente, pero en septiembre de 2010 García, en una entrevista para la cadenaCNN, indicó que Estados Unidos, si así lo deseaba, tenía abierta las puertas de Perú parainstalar "tropas de entrenamiento, como tienen helicópteros y entrenadores de satélite y decomunicaciones aquí, en buena hora". En otro pasaje de la entrevista, el mandatario criticaba ala Administración Obama por no brindarle suficiente ayuda económica para combatir elnarcotráfico (la asistencia ascendía a los 37 millones de dólares anuales) y destinar "todo eldinero" al Plan Colombia.

En octubre de 2010 la complicada interlocución entre García y Morales encontró una vía paraencarrilar gracias a los acuerdos adoptados en la cumbre celebrada en la localidad portuaria deIlo, departamento Moquegua, donde los presidentes relanzaron y renovaron el proyectoBoliviaMar, en adelante llamado MarBolivia, por el que Perú reafirmaba la concesión a Boliviapor 99 años de una salida no soberana al Pacífico en esta parte de Moquegua, inclusioneshechas de una Zona Franca Industrial y Económica Especial (ZOFIE) y una Zona FrancaTurística (ZFT),

El litigio oceánico con Chile no obstaculiza la Alianza del PacíficoEn la pelotera con Bolivia salió a relucir el enquistado diferendo territorial con Chile. Pese a laprofusión de gestos políticos de buena disposición, las alabanzas al éxito económico chileno,el Acuerdo de Libre Comercio bilateral firmado el 22 de agosto de 2006 y la ejecución de laextradición de Fujimori, el diálogo con el Gobierno de Michelle Bachelet -quien además eracolega del aprista en la Internacional Socialista- no terminó de alumbrar un acuerdo para ladelimitación de las fronteras nacionales en el océano Pacífico. El litigio marítimo era unaspecto irresuelto de los cambios territoriales producidos tras la Guerra del Pacífico de 1879-1883, ganadas por las armas chilenas y que para Perú supuso, a posteriori, la amputación desu extremo litoral sur, el departamento de Tarapacá y la provincia de Arica. Sobre la soberaníade las actuales regiones chilenas de Arica y Tarapacá no existía controversia, pues Perúestaba plenamente vinculado a los tratados de Ancón de 1883 y de Lima de 1929, pero lademarcación del borde oceánico ya era otra cuestión.

La disputa concernía a una extensión de 38.000 km² de mar de forma triangular y rica enrecursos pesqueros, sobre la que no había un acuerdo común de delimitación. Chile,amparándose en la Declaración de Santiago de 1952 y en el Convenio de 1954 sobre ZonaEspecial Fronteriza Marítima, utilizaba la línea del paralelo para fijar de manera horizontalsobre el plano la frontera marítima y argumentaba que el límite territorial, la llamada Línea dela Concordia, no estaba a orillas del mar, sino en el denominado Hito nº 1, unos 264 metros tierraadentro hacia el nordeste. Perú, en cambio, sostenía que las 200 millas de aguas territorialesno venían fijadas por una prolongación del paralelo, sino por la bisectriz a las perpendicularesde las respectivas líneas de costa desde el llamado Punto de la Concordia, una ubicaciónligeramente distinta, exactamente en la costa, de la Línea de la Concordia.

En enero de 2007 el canciller García Belaúnde entregó al embajador chileno una nota deprotesta y llamó a consultas al embajador en Santiago porque el proyecto de ley chileno sobre lacreación de la región de Arica y Parinacota, segregada de la región de Tarapacá, entraba en

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consideraciones de frontera marítima para la nueva región. El polémico inciso fue declaradoinconstitucional por el Tribunal Constitucional de Chile y retirado del texto legal. Luego, enagosto, fue la Cancillería chilena la que envió su protesta diplomática, seguida de la llamada aconsultas del embajador en Lima, por la publicación por Perú de una nueva cartografía sobresu dominio marítimo con arreglo a la tesis tradicional de la línea equidistante.

En septiembre, la extradición a Lima del prófugo Fujimori mereció el aplauso de García, pero ladisputa marítima no aflojó sino que fue a más, tal que el 16 de enero de 2008 el presidentetomó el paso de demandar a Chile ante el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU, con el finde que fueran los jueces de La Haya los que dirimieran la acerba cuestión. El canciller peruano,Alejandro Foxley, en un gesto que empezaba a ser rutinario, volvió a llamar a consultas alembajador en Lima, pero la demanda, seguida de un memorándum con las interpretacionescartográficas y jurídicas peruanas, ya estaba interpuesta y Chile no tenía más remedio que irpreparando su batería de argumentaciones legales para dar la réplica al litigante.

Hecho notable, la disputa marítima no supuso ningún obstáculo para la ratificación y entradaen vigor, el 1 de marzo de 2009, del ALC bilateral de 2006, que era una ampliación del Acuerdode Complementación Económica de 1998. El ALC era muy beneficioso para ambos, de maneraque ni Lima ni Santiago sucumbieron a los excesos del chovinismo patriotero. Ahora, La Hayatenía la palabra, así que los gobiernos procuraron llevar su diferendo por unos caucescivilizados, normales entre países democráticos. El fallo del Tribunal de la ONU sería acatadosin discusión por las dos partes.

Ahora bien, la disputa marítima se vio enmarañada por el canal de diálogo abierto porBachelet y Morales en torno a la tradicional demanda de Bolivia, la otra nación perdedora de laGuerra del Pacífico, de recuperar una salida al mar en el corredor de Atacama, pues el antiguodepartamento boliviano del Litoral era hoy la región chilena de Antofagasta. La suma discrecióncon que estaban discurriendo estos contactos sobre la base de una "agenda de 13 puntos" ycompatibles, por lo que se veía, con la negativa de La Paz a venderle gas a Chile (precisamenteen tanto no se satisficiera antes aquella reclamación histórica), inflamó la susceptibilidad delGobierno García, que recordó que cualquier entendimiento entre Chile y Bolivia sobre laconcesión de una salida al mar más al norte, por las antiguas provincias peruanas de Arica eIquique, tendría ?pues así lo establecía el Tratado de Lima- que serle consultado al Perú. Porotra parte, se daba por entendido que el proyecto BoliviaMar de Moquegua era completamenteindependiente de una hipotética facilidad boliviana en la costa de Antofagasta.

El Gobierno Morales, a su vez, asistió con preocupación a la judicialización internacional dellitigio marítimo chileno-peruano, pues concernía a aguas ribereñas de una posible futura franjade costa boliviana. En octubre de 2007 Bachelet lanzó un doble guiño amistoso a sus vecinosdel norte al emitir una amnistía para cerca de 20.000 inmigrantes indocumentados de paíseslatinoamericanos. La medida iba a permitir a cerca de 15.000 peruanos y 2.000 bolivianos quetrabajaban en la economía informal chilena regular su situación y obtener la residencia legal.Con el sucesor de Bachelet en marzo de 2010, el conservador Sebastián Piñera, Garcíamantuvo un diálogo sereno con acentos cordiales, como pudo apreciarse en las visitasefectuadas por el chileno a Lima en noviembre de 2010 y por el peruano a Santiago en enero de2011. Sin embargo, la Administración alanista iba a completar su mandato antes de que llegarala sentencia de La Haya.

Que Perú y Chile eran capaces de no mezclar las cosas y de diseñar sus agendas regionalescon pragmatismo se vio con toca claridad en el proceso diplomático que cristalizó en la Alianzadel Pacífico, nuevo grupo subregional donde Perú y Chile compartían ambiciosos objetivos entorno a un Área de Integración Profunda (AIP) con Colombia y México. El 28 de abril de 2011, ensituación de mandatario saliente y con una sonrisa de oreja a oreja, García tuvo la satisfacciónde celebrar en Lima junto con Piñera, Juan Manuel Santos y Felipe Calderón la I Cumbre de laAlianza del Pacífico.

Esta buscaba no solo el pleno desarme arancelario en el comercio entre sus miembros, sino

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también una integración "más profunda, más amplia y más rápida" que la obtenida con otrosmecanismos de integración en América Latina, como podían ser la Comunidad Andina, ensituación comatosa, y el MERCOSUR, que se hallaba atascado. Además, Perú tenía elcompromiso chileno de abogar por la inclusión del país andino en el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, embrión de un área de libre comercio del Foro deCooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) concebido por Chile, Nueva Zelanda, Singapur yBrunei e inicializado en junio de 2005. Lima ya había declarado su intención de sumarse alllamado Acuerdo P4 en la cumbre de la APEC que le tocó organizar en noviembre de 2008.

10. En la oposición al Gobierno Humala y cuarta candidatura presidencial en 2016 sin opcionesde victoria Al comenzar 2011, Alan García se adentró en la recta final de su mandato con unos índices deaceptación popular muy flojos, aunque algo recuperados desde la tocada de fondo sufrida enseptiembre de 2008, cuando su gestión solo merecía la aprobación del 19% de los consultados.La sensación de que la riqueza producida en los últimos años se había repartido de unamanera harto desigual pesaba en el ánimo de los votantes, también hastiados del machacóndiscurso triunfalista del presidente sobre los rapidísimos progresos hechos por la nación andinaa todos los niveles (y cuyo epítome venía a ser el eslogan oficial El Perú Avanza), hasta elpunto, según él, de pisarle los talones al considerablemente más rico Chile, cuyo PIB porhabitante más que duplicaba el peruano. García se jactaba de que en solo cinco años deGobierno la pobreza en Perú había caído 20 puntos, hasta situarse en el 28%. El diagnósticotenía, innegablemente, una amplia base de realidad, pero muchos ciudadanos y observadoreslo tenían por exagerado. Además, uno de los pilares del programa electoral de 2006, la reformapolítica, constitucional y territorial del Estado, se había quedado sin edificar.

Peor aún, el PAP, el partido unánimemente reconocido como el más sólido y mejorestructurado en la historia contemporánea del Perú, llegó a las elecciones del 10 de abril de2011 sin un candidato, pues la postulante proclamada en noviembre de 2010, Mercedes AráozFernández, respetada titular de tres carteras -de Comercio, Producción y Economía- durante elquinquenio, renunció el 16 de enero, faltando solo tres meses para las votaciones, al rechazar ladirección del partido del que no era miembro, y en particular Jorge del Castillo, secretariogeneral político del PAP desde XXIII Congreso celebrado en marzo del año anterior, suexigencia de que las listas al Congreso no llevaran a candidatos investigados o procesados porcorrupción. La prensa peruana opinó que Aráoz, en realidad, había optado por una salidahonrosa al comprobar las irrisorias intenciones de voto que le adjudicaban los sondeos. Ladeserción del aprismo convirtió la contienda electoral en un duelo de cinco cabezas de plancha:Humala, Keiko Fujimori, el ex presidente Toledo y los conservadores Pedro Pablo KuczynskiGodard y Luis Castañeda Lossio.

García no expresó a las claras sus preferencias personales, pero tras celebrarse la primeravuelta, que situó en cabeza a Humala y Fujimori, algunos miembros de su propia colectividadaseguraron que el dirigente había ordenado a los apristas que promovieran el voto a favor de lacandidata de Fuerza 2011 de cara a la segunda vuelta del 5 de junio. Al margen de la"neutralidad" oficial de su jefe, en la campaña de la primera vuelta el PAP sí deslizó sussimpatías por Kuczynski. En la campaña del balotaje, caracterizada por el tono de polarización,García dio crédito a la especie de las consignas internas profujimoristas al afirmarpúblicamente que Perú tenía que escoger entre un "cambio radical del modelo económico" o"solamente un mejoramiento social, poniendo el acelerador en algunas cosas que tal vez esteGobierno no ha hecho". Todo el mundo entendió que la primera alusión era a Humala, ennegativo, y la segunda a Fujimori, en positivo.

Al final, la Presidencia de la llevó Humala, lo que para García podría suponer, apuntaban losobservadores, una avalancha de investigaciones en su contra por presuntos casos decorrupción. En cuanto a las legislativas, el PAP, que concurría en solitario, sin muletas dealianzas, sufrió una auténtica hecatombe al reunir tan solo 825.000 votos: en términosporcentuales, el 6,4%, lo que se tradujo en únicamente cuatro de los 130 escaños delCongreso.

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Hasta la transferencia del mando, el 28 de julio, cobró mucha fuerza la creencia de que García,como medida postrera de su mandato, se disponía a conceder el perdón presidencial a AlbertoFujimori, quien, con problemas de salud a cuestas, cumplía desde 2009 una condena de 25años de cárcel por crímenes contra los Derechos Humanos, aduciendo, precisamente,razones humanitarias, aunque en realidad por motivaciones políticas, para asegurarse el apoyode los 37 congresistas fujimoristas en el caso de que el PNP, que seguía siendo la primerafuerza del Legislativo, fuera contra él. Sin embargo, el indulto no se produjo.

Aunque cabeza de una formación muy seriamente mermada y que ya solo disponía de unacuota testimonial en el Congreso, García se aprestó a ejercer una oposición contundente a lanueva Administración de Humala, al alimón con Keiko Fujimori. A falta de un anuncio formal alrespecto, se daba por hecho que, puesto que la Constitución se lo permitía, García aspiraríapor cuarta vez a la Presidencia en las elecciones de 2016. Sus temores de que el oficialismonacionalista se pusiera a husmear en sus actividades con intenciones punitivas hallaron prontaconfirmación con la aprobación por el Congreso el 14 de septiembre de 2011 de una, tal era sunombre completo, Comisión Investigadora Multipartidaria encargada de investigar la gestión deAlan Gabriel García Pérez como presidente de la Republica desarrollada durante el período2006-2011.

La popularmente llamada Megacomisión, cuya presidencia recayó en el congresista del PNPSergio Tejada Galindo, emprendió una batería de pesquisas para evaluar las posiblesconductas ilícitas e implicaciones penales de una serie de actuaciones supuestamenteirregulares de García y funcionarios de su Gobierno en otras tantas áreas de la gestión de lasegunda administración aprista. Así, los comisionados elaboraron informes de conclusiones yrecomendaciones de acusaciones constitucionales por presunta interferencia política delEjecutivo en la investigación judicial a la empresa de seguridad Business Track S.A.C por suimplicación en las escuchas telefónicas de los Petroaudios, anomalías en la ejecución delprograma de desarrollo Agua para Todos, infracciones en la modernización de los ColegiosEmblemáticos del Perú y ciertos indultos presidenciales y conmutaciones de pena a reos pornarcotráfico que se antojaban abusivos.

En mayo de 2012 el ex presidente contraatacó presentado una petición de amparo al PoderJudicial con el argumento de que la Megacomisión, al citarle para declarar, había violado susderechos constitucionales, incluido el derecho a la defensa. En septiembre de 2013 el QuintoJuzgado Constitucional de la CSJ de Lima halló fundada en parte la demanda de amparointerpuesta por el ex presidente y declaró la nulidad de todo lo actuado con respecto aldemandante con posterioridad a marzo de 2013 por la Megacomisión, que debía iniciar unanueva investigación. La Megacomisión apeló esta sentencia del Quinto Juzgado, pero en enerode 2014 la Primera Sala Civil de la CSJ limeña ratificó el fallo favorable a García. LaMegacomisión siguió con sus trabajos, pero al final todos sus informes, en cuatro de los cualesrecomendaba incoar acciones penales contra García y varios de sus ministros, devinieron papelmojado. Al margen del fiasco de la Megacomisión, tampoco fue a más una investigación delMinisterio Público contra García por un supuesto de enriquecimiento ilícito tras conocerse queel ex presidente había comprado una vivienda por 830.000 dólares y sospechar la Fiscalía deun "incremento de patrimonio no debidamente justificado".

García y sus partidarios lo tenían claro: la Megacomisión no había sido más que un intentoinsidioso por el humalismo de aniquilar la carrera política del jefe aprista, que tenía la miradapuesta en las elecciones presidenciales de abril de 2016. Tras salir airoso de este "informeabsurdo para inhabilitarme" y no sin cumplir el trámite de someterse a un proceso de primariasabiertas del PAP donde solo se votó su única precandidatura, García, en un mitin realizado el30 de octubre de 2015 en el distrito limeño de Magdalena del Mar, hizo oficial su postulaciónimpelido por el "compromiso" que tenía con el Perú, pues era menester "realzar el crecimiento,la esperanza y la alegría que le han querido quitar al país en los últimos cuatro años dedesgobierno". En estos momentos, el ex presidente tenía una intención de voto de entre el 6% yel 8%, situándose tercero por detrás de Keiko Fujimori, la favorita, y Pedro Pablo Kuczynski.

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El aspirante por cuarte vez al sillón presidencial manifestó su disposición a formar un Gobiernode concertación nacional de amplio espectro. En diciembre, en un alarde de pragmatismo,García forjó la Alianza Popular, coalición en la que el PAP iba de la mano del PPC de LourdesFlores, su contrincante en las elecciones de 2001 y 2006, y el pequeño partido Vamos Perú deDavid Salazar. La plancha presidencial quedó conformada por García, Flores (candidata a laPrimera Vicepresidencia) y Salazar (para la Segunda Vicepresidencia). Bajo el lema de Alan: elvoto seguro, la Alianza Popular presentó un programa para la "renovación del Perú" con unplan de Gobierno focalizado en las áreas de seguridad, reducción de la pobreza, salud,educación, crecimiento económico, sistema financiero, protección del medio ambiente,agricultura y electrificación rural, y justicia, Derechos Humanos y lucha anticorrupción, ámbitoeste último donde debía imperar la imprescriptibilidad de los delitos.

Como medidas concretas, destacaban las propuestas de: incrementar sustancialmente losefectivos policiales dedicados a patrullar las calles y a luchar contra el crimen organizado;implicar a otros 100.000 civiles debidamente acreditados y guardas privados en la vigilancia de laseguridad ciudadana; construir más centros penitenciarios; dejar la pobreza por debajo del 10%a través del Programa Hambre Cero y sin Desnutrición Infantil; generar 2,5 millones de puestosde trabajo durante el quinquenio de gobierno; en materia de vivienda, entregar un millón detítulos de propiedades urbanas y rústicas; toda una batería de iniciativas para seguirdesarrollando los servicios de agua potable y saneamiento, así como para la eficiencia en lagestión de los recursos hídricos; incrementar anualmente el presupuesto educativo hastasuponer el 6% del PIB en 2021; fortalecer el Sistema de Salud público y vacunar al menos al80% de los niños menores de tres años; fijar unas metas de crecimiento económico del 6%anual y de inversión privada del 22% del PIB, captando capitales para proyectos deinfraestructura y "mega obras" como el Túnel Trasandino para la ruta Lima-Huancayo delFerrocarril Central, las Líneas 3 y 4 del Metro de Lima y Callao, el tren de alta velocidadTumbes-Tacna y la carretera Iquitos-El Estrecho; expandir a todo el país el abastecimiento degas natural; alcanzar el 98% de electrificación en las áreas rurales; concertar con la bancaprivada el abaratamiento de los créditos al consumo e implicar más decididamente al Estado enlos microcréditos a las pymes; garantizar, reforma constitucional mediante, la independencia dela Procuraduría General de la República; y crear el Ministerio de Juventud y Deporte.

En añadidura, García opinaba que el Perú era un país eminentemente minero, que ladiversificación productiva era una "añagaza" y que no podía ser que se mantuvieran sinexplotar importantes yacimientos cupríferos dadores de riqueza. Dentro de este apartado, elaprista propugnaba extender la propiedad privada de la tierra al subsuelo, reforma de calado queprecisaría de un "referéndum constitucional", así como crear un Canon Comunal parabeneficiar a las comunidades campesinas de las zonas mineras, y aflorar y regularizar laminería informal. A título más personal, se mostró abierto a regularizar las uniones civiles deparejas del mismo sexo y, en un exabrupto de campaña, reclamó la pena de muerte para la"gente malvada con los niños".

Alan García es un estadista con una potente faceta intelectual que ha publicado numerososlibros de temática histórica y análisis de actualidad, algunos de los cuales constituyen alegatosde defensa de sus gestiones presidenciales y denuncias documentadas del régimen de Fujimori.Se citan: A la inmensa mayoría: discursos (1988); El futuro diferente (1989); El desarmefinanciero: pueblo y deuda en América Latina (1989); La revolución regional (1990); La defensade Alan García (1991); El nuevo totalitarismo (1992); El mundo de Machiavello (1994); La falsamodernidad (1997); Siete tesis erróneas del neoliberalismo en América Latina (1997); MiGobierno hizo la regionalización (1999); La década infame: deuda externa 1990-1999 (2000);Modernidad y política en el siglo XXI: globalización con justicia social (2003); Sierraexportadora: empleo, modernidad y justicia en los Andes (2005); Contra el temor económico:creer en el Perú (2011); Pida la palabra: por la libertad, la plenitud y el éxito (2012); Pizarro, elrey de la baraja: política, confusión y dolor en la conquista (2012); Noventa años de aprismo:hay, hermanos, muchísimo que hacer (2013); y Confucio y la globalización: comprender Chinay crecer con ella (2013). En 2015 publicó la colección de nueve tomos Lo dicho y escrito, unaextensa antología de discursos y artículos producidos a lo largo de su carrera política.

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(Cobertura informativa hasta 1/4/2016)

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