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AL OTRO LADO DEL ESPEJO (Conversaciones con José María Álvarez, ordenadas por Csaba Csuday)

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AL OTRO LADO DEL ESPEJO. JOS MARA LVAREZ

AL OTRO LADO DEL ESPEJO(Conversaciones con Jos Mara lvarez, ordenadas por Csaba Csuday)

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AL OTRO LADO DEL ESPEJO. JOS MARA LVAREZ

PRLOGO DE LOS EDITORES

Casi diez aos han pasado desde que se puso punto final a este libro. Lo que entonces, 1978, hubiera todava significado como descubrimiento de un autor, hoy se ha convertido en un texto que se publica en funcin precisamente de la fama de este poeta y de la necesidad de contar con la mayor cantidad de informacin sobre l. Jos Mara lvarez, que durante muchos aos ha escrito en con palabras suyas- orgullosa soledad, se ha convertido en un poeta conocido internacionalmente y cuya influencia es posible detectar en otros escritores de literaturas tan diferentes como la italiana o la estadounidense, la argentina o la inglesa, por no decir los innumerables imitadores que se mueven en su estela dentro de las letras espaolas. MUSEO DE CERA por fin publicado completo en 1984- tiene una difusin desacostumbrada en libros de poesa, y otros ttulos se han sumado a su bibliografa: NOCTURNOS (incluido tambin en la ltima edicin de MUSEO DE CERA y que sali al mismo tiempo en Espaa e Italia), LA EDAD DE ORO (varias ediciones espaolas y extranjeras), TOSIGO ARDENTO, EL ESCUDO DE AQUILES, as como numerosos prlogos a obras de literatura inglesa y traducciones (LA ISLA DEL TESORO, WEIR DE HERMISTON, POEMAS de Robert Louis Stevenson, ARTHUR GORDON PYM, RUISEORES DE INGLATERRA... etc.). Sus colaboraciones en prensa son numerosas, y su voz se deja or en universidades y centros culturales de diversos pases. Sigue con su obsesin de viajero, aunque ha instalado sus cuarteles de invierno entre Cartagena, Roma* y Venecia. En 1985 se cas en Roma con aquella bailarina a quien alude en la LTIMA CONVERSACIN, y su vida pare* Actualmente sera Pars.

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ce suficientemente encuadrada en lo que l denominara un alto destino. En noviembre de 1985 organiz y presidi el Homenaje Mundial a Ezra Pound en Venecia. Y en 1986 fue elegido presidente del Encuentro Internacional de Escritores que tuvo por sede a Murcia. Los acontecimientos de estos ltimos aos* han sido tan ricos en toda suerte de experiencias para urgir un libro ms extenso y actualizado. Pero toda tentativa ha sido infructuosa. El original del texto de estas CONVERSACIONES estaba conservado en el Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Murcia. Hemos considerado la conveniencia de incluir como eplogo tres entrevistas de 1979, 1983 y 1985- con Xavier Seoane, Toms Hernndez y ngel Montiel, respectivamente, que pensamos pueden suplir en lo posible esa otra entrevista que Jos Mara lvarez se niega a realizar. Murcia, 1987.

* Adems de nuevos libros, tanto de poesa como novelas, ensayos y memorias, han estado jalonados por diversos premios el internacional de poesa Barcarola, el de La Sonrisa Vertical, un finalista del Planeta, el Loewe as como por reconocimientos internacionales como su investidura de Doctor Honoris Causa por Dowling (New York) en 1990 y su nombramiento de Acadmico (en 2001) de la World Poetry Academy.

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INTRODUCCINEn 1973, un licenciado de la Universidad de Murcia, J. M. Margalef, como ayuda para su tesis (que versara sobre la obra del poeta Jos Mara lvarez), comenz a mantener con ste una serie de coloquios que se prolongaron hasta finales de ese ao: parte de aquellas charlas es el material aqu recogido en las Conversaciones I, II y III (realizadas durante aquel verano) y IV (en noviembre). En 1974 Jos J. Barreiro y Keith Martin eligieron el mismo camino, lo que dio lugar a las Conversaciones VI y VII (ambas registradas en mayo). En 1977, el material disponible en grabaciones era ya, aunque mucho se haba perdido, lo suficientemente considerable como para plantearse un libro. Revis entonces las Conversaciones hasta ese momento, y de acuerdo con Jos Mara lvarez se decidi continuarlas, tal como la perspectiva de tres aos y los acontecimientos, tanto en la vida del poeta como en el desarrollo cultural general, aconsejaban. Con el fin de procurar la mayor amplitud temtica, se decidi contar con sugerencias de diversos orgenes y planteamientos: para ello colaboraron con propuestas la doctora Monika Walter, Alberto Viertel, Keith Martin, Susan Ludvigson, Salvador Espru, as como ciertos estudiosos de la obra de lvarez que estaban escribiendo libros o tesis sobre l: Xavier Seoane o Toms Hernndez. La ordenacin de ese material est recogido en las Conversaciones V (que unifica las grabaciones de junio de 1977 y dos entrevistas mantenidas para la revista BEL en 1973 y 1974), VIII (que unifica las tomadas en el verano de 1977) y ltima (durante el verano de 1978). Se ha intentado reunir una serie de testimonios que amplen un libro de estas caractersticas, para tratar con su montaje de dibujar un perfil lo ms fiel posible de la vida y obra de Jos Mara lvarez: poemas que revelan aspectos de sus respuestas,

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recuerdos de amigos que completan pocas ms oscuras, as como una amplia seleccin de textos publicados en revistas y peridicos y otros libros. Salvador Espru, Vicente Aleixandre, Luis Garca Berlanga, la doctora Walter, Luis Antonio de Villena* , Juan Carlos Onetti, Susan Ludvigson, Alberto Viertel, Pere Gimferrer, Jess Munrriz, Soren Pealver, Juan Benet*, Jos Mara de Areilza* y Emilio Garca Gmez*, han tenido a bien enviar colaboraciones para este trabajo. La entrevista de lvarez con Jess Munarriz que prologa 87 POEMAS es bastante explcita en algunos puntos y se ha intercalado. Los testimonios directos de Isabel Martn, que vivi algunos aos con el poeta, de J. J. Muoz y Francisco Salinas (amigos de la niez) de Antonio Martnez Sarrin, Sebasti Forn, Txaro Santoro (que realiz con l la traduccin de Hlderlin), Eduardo Chamorro, Jimmy Gimnez Arnau y J. J. Barreiro, dan cuenta de ancdotas de la vida del poeta sumamente clarificadoras. Se incluyen adems textos de Flix Grande, Leopoldo de Luis, Juan Carlos Curutchet, el doctor Victorino Polo*, Antonio Gala, John Giorno*, Jos Mara Castellet, Xavier Seoane, Jos Luis Martnez Valero, F. Torres, Francesc Parcerisas*, el cantante Carlos Cano*, as como fragmentos de una novela de Alberto Viertel. A todos mi ms profundo agradecimiento.

Csaba Csuday Budapest, enero de 1979

* Las colaboraciones y textos as marcados fueron incluidos con posterioridad a la fecha de esa edicin. Para esta 2 edicin se incorporan testimonios de Carme Riera, Francisco Brines, Vicente Gallego, Michael Nerlich, Krinka Vidakovic y Marie Claire Zimmermann.

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PRLOGO

Cest ici, como dijo Montaigne, un livre de bonne foi. La amistad que en alguno su progresiva mentecatera tornara imposible, un entusiasmo que ya difcilmente comparto, y, lo que me parece ms premeditado, el Azar, llevaron a ciertas damas y caballeros de muy diferentes orgenes y peripecia a coincidir conversando conmigo bajo los nobles rboles de mi jardn o en la calma de mi biblioteca. Ahora, ante no s qu propuesta de alguna editorial1 , el fruto mecanografiado de aquellas conversaciones, con diversos aadidos, se me entrega para una lectura que pudiera limar excesos, matizar apreciaciones y -por qu no?- tachar inexorablemente tantas inadecuadas opiniones. Todo ello me parece por igual infructuoso. He ledo las pginas que siguen, y tengo la sensacin de enfrentarme en muchas de ellas a un desconocido; ms exactamente, de encontrarme con un amigo a quien dej de frecuentar en una lejana juventud. Pero, no cabe duda, soy yo quien habla, as lo acreditan ttulo y ciertas bromas. Acepto que entre mi propia imagen y aquella que los dems contemplan, media el espejo. Y es intil ahora tratar de enmedar su resquebrajado azogue. Descubro, a veces en mis respuestas, otras en los testimonios que la bondad de amigos y conocidos ha aadido al texto, aptitudes mas que nunca tuve en cuenta; y, al mismo tiempo, la omisin de obsesiones que estoy seguro constituyen mis mejores logros. Demasiados recuerdos de fiestas, cuerpos, pases, a los que asist no sin extraeza. Nadie vel las abisales horas de soledad y olvido ante un vide papier que la blancheur dfend. Como deca La Rochefoucault, agradamos ms por nuestros6

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defectos que por nuestras buenas cualidades. En cuanto a preferencias literarias o artsticas, poco difiero del retratado. Quizs echo de menos mi devocin por unos cuantos poetas menores, sombras de antologas venerables, por algunos pintores (entre otros, Tiziano, Vermer Van Delft, Rembrandt, Van Eyck...) que adoro; y la ausencia, me parece, de Kafka, de Chesterton, de Chopin2 y de la Callas. Junto a ellos, una ms noble expresin de la memoria de quienes para m han simbolizado altsimos modelos de vida, lesprit de finesse, como el Prncipe de Lampedusa, Rubinstein, Maire von Thurn und TaxisHohenlohe, Orson Welles, Sir John Gielgud y mi abuela. Veo tambin que casi con unanimidad se me adjudica una leyenda amorosa desproporcionada, cuando yo siempre me he tenido por algo tmido, circunspecto, en resumen, radiantemente desolado. Por el contrario, creo que mi delicuescencia alcohlica se ha minimizado y evita su nica justificacin: el placer. Para terminar, tengo por exagerada mi conversin en gran viajero, ya que siendo actualmente imposible desplazarse como el buen gusto exige, presumiendo la deplorable compaa casi siempre y no entrando en mis intereses ninguno de los que definen al verdadero explorador, creo haberme limitado a conversar, beber, pasear o comprar libros, unas veces en Cartagena y otras en New York, Roma, Venezia o Pars. Y sobre todo porque ninguno de mis viajes me ha enriquecido ms que aquellos en los que acompa a Marco Polo, el regreso de Ulises, el navegar de la Hispaniola, o los luminosos horizontes de Shahrazad. Jos Mara lvarez Roma, Primavera de 1979

1 Se trataba de la publicacin en Editorial Planeta, donde el informe de Carlos Pujol dio al libro la ms alta consideracin. 2 Su admiracin por Chopin qued reflejada en la III Conversacin.

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SEGUNDO PRLOGO

Longtemps, je me suis couch a muy altas horas. Como en tales desiertos uno acaba por leer casi todo, incluso a veces se topa con sus propias pginas. As ha vuelto a mis manos no sin cierta imposicin de sus nuevos editores- el libro que ahora usted tiene en las suyas. Confieso no haberlo terminado. Pero el vicio de comenzar por el principio me ha dado a conocer el dictamen del prologuista sobre mi oposicin a nuevas conversaciones. Debo explicarlo: Sin duda los acontecimientos y declaraciones que amojonan la vida de un escritor son pasto deslumbrador para investigadores y amables partidarios. Pero lo que a los primeros onnubila, a mi entender ha de vedrseles (como forma de evitar su sustento y provocar su extincin), y lo que a los segundos fascinara es algo que cada vez me siento ms incapacitado de proporcionrselo. Considerando adems que si a los 44 aos largos de mi edad he alcanzado la frontera del tedio y la ms profunda desesperanza en cuanto a la suerte de cuanto amo mitigada tan slo por algunas lecturas, msicas, cuadros o pelculas, el vodka y el tabaco, el desprecio, ya muy contadas amistades y ese milagro que es una mujer narrar mis andanzas desde 1978 no creo que lleve a un desenlace estimulante. Creo que los poetas y no dudo que en este extraamiento nos acompaan otros no menos singulares destinos- estamos ms acabados que Carracuca y cuando se nos exhibe en Universidades o firmas de libros o cualquier otro zoolgico cada vez siento ms intensamente que somos una pattica figuracin como precis Discpolo- de disfrazaos... sin carnaval; papel que, desde luego, da tras da represento peor. Hubiese, acaso, rectificado alguna opinin de las que conserva este libro no se envejece en vano, pero los que fui o el de ahora, todos los caracteres son8

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efmeros; si algo ha de quedar ser algn verso de ese otro que ha vivido al tiempo que ellos y cuya obra poco o nada debe a su experiencia (aunque s a su servidumbre) pues ante otros paisajes se emocionaba. Agradezco qu duda cabe- al editor, su decisin de dar ahora a los escaparates este mamotreto al que tantos desvelos unificadores ha entregado mi muy querido Csaba Csuday. Y nada ms. Como escribe Baudelaire: ...Laissez-moi (...) Goter, en regrettant lt blanc et torride, De larrire-saison le rayon jaune et doux. Jos Mara lvarez Venezia, Octubre 1986

Quiero agradecerle al Dr. D. Manuel Martnez, Director del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, que considerase la oportunidad de reeditar este libro, ya que es uno de los textos en que intervengo por el que siento una inclinacin especial, y desde hace bastante tiempo, estaba agotado editorialmente. Para esta nueva edicin he aadido diversas consideraciones y reflexiones* , puesto que ya no pienso lo mismo acerca de varios temas, autores o circunstancias de mi vida. Y quiero tambin reconocer aqu la inmensa ayuda de Isabelle Garca, cuya generosa amistad y dedicacin, en mucho ha contribuido a la revisin y preparacin de estas pginas. Jos Mara lvarez Villa Gracia, 11 de Noviembre de 2000

* Para identificarlas en el texto se han incorporado en letra cursiva.

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AL OTRO LADO DEL ESPEJO(CONVERSACIONES CON JOS MARA LVAREZ, ORDENADAS POR CSABA CSUDAY)

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I CONVERSACINCartagena, verano de 1973Era un profesional. Se poda hablar con l. Se poda beber con l. Puede pedirse ms de alguien?1

J. MUNRRIZ. Antes de empezar a hablar sobre su obra, yo quisiera hacerle una pregunta. Algunas biografas sitan su nacimiento en Cartagena, el 31 de mayo de 1942; en el LIBRO DE LAS NUEVE HERRAMIENTAS, por ejemplo, lo que parece verosmil. Claude Couffon hablaba en Les Lettres Franaises, de Murcia. En los NUEVE NOVSIMOS aparece usted como nacido en Casablanca, lo cual huele demasiado a disfraz. Aparte la ocultacin de su propia obra, de la que ya hablaremos, cuando se le piden datos para ubicarle, usted procura siempre dar pocos, y a ser posible contradictorios. Hay quien piensa que es usted un exhibicionista, otros dicen que un tmido extrovertido; puede pasar por un revolucionario consciente o por un tipo en constante proceso de autodestruccin cuyo nico horizonte es la barra de un bar. Alguien para quien la vida lo es todo, en un puro afn de realizacin a todos los niveles, y alguien que vive en funcin de su propia obra, de su arte. Va a definirse ahora o prefiere echar ms lea al fuego de su leyenda?

1 De HUMPHREY BOGART. Rev. BEL, Barcelona, 1971. Posteriormente recogido y ampliado en DESOLADA GRANDEZA. Sedmay, Madrid, 1976.11

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Lo que sucede es que a lo largo de la vida uno va siendo muchos. Sobre el resto de su pregunta no s qu contestarle. Recuerde lo que deca el Prncipe Yussupov: uno vive como puede vivir en estos tiempos extrasimos. Cuando contemplo esa parte de mi vida, empiezo a no reconocer al personaje. De algo s estoy seguro: era feliz. Me senta a mis anchas en esa apuesta desmesurada. Ahora supongo que me horrorizara meterme a pelo en alguno de los barrios por donde campaba entonces, en muchos de aquellos locales. Y adems, lo imprevisible me resulta ya insoportable. Lo que tambin sucede es que echo de menos con frecuencia a personas que slo noches como aquellas revelaban, seres fantsticos que en la vida que ahora llevo, cuanto ms recoleta, son imposibles. Y echo de menos con desagrado profundo, las veladas interminables del pker; lo que suceda de vez en cuando en aquellos burdeles; la cornada de la Poesa que de pronto sala de la obscuridad.

UNA APUESTA LOCA: SEMBLANZA DEL POETA

Conoc a Jos Mara lvarez una noche refulgente del verano de 1967 en el transcurso de una partida de pker en un hotel de Nairobi. Yo haba ido a Kenya para entrevistar a Jomo Kenyata; lvarez participaba en un safari con una periodista canadiense amiga suya, y no teniendo otro sitio mejor a donde ir, decidimos permanecer en la capital. Tres botellas de Johnny Walker y una madrugada inefable nos unieron como de toda la vida. Durante los cuatro meses siguientes estuvimos juntos cada da. Desde Nairobi emprendimos un recorrido hacia la ruta de Livingstone, tras unas fuente del Nilo mucho ms obsesionantes que las de aquel explorador: desembocaramos en el Harar calcinado de Rimbaud. Infinidad de cosas llegu a descubrir en esos da de luz y aventura. Su pasin por la caza, las mujeres, el alcohol y la amistad. Su niez atravesada por una sensibilidad stendhaliana. Los aos imborrables de Pars. Su veneracin por la Universidad de Cambridge. Y la larga historia de amores, sueos

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quemados y aventuras que constituyen la vida de todo verdadero caballero. Descubrira tambin una cosa: lo poco que realmente le importaba su vida, y cmo, sin duda, lo nico que le apasionaba era escribir, edificar un libro que por s solo encierra ya una de las ms esplndidas aventuras de nuestra literatura. Y cmo, tambin, estaba dispuesto a incendiar en un segundo esa otra pasin. Realmente, mi gran descubrimientos fue que despus de haber conocido perfectamente a Jos Mara lvarez, no le conoca en absoluto. Su vida arda en el mismo fuego que su obra. Nos separamos en Alejandra. Volv a encontrarle dos aos ms tarde, en 1969, en Maxims; haba rechazado quince botellas de Chateau Rotschild.2

Ha habido hechos en su vida verdaderamente importantes para la evolucin de su poesa? Hechos?... S... Supongo. Y anhelos, sueos. Es muy difcil saber qu ha podido tener influencia. Personas, libros, sitios... Hay personas cuyo consejo, cuyo ejemplo me sirvi en un momento dado, personas que am, libros, cuadros, msica, ciudades en las que he vivido como me gusta. En realidad en el poema est todo lo vivido, lo soado el poso que todo va dejando. Pero desde el Arte. Tengo entendido que usted empez a escribir cuando an era casi un nio, y que incluso lleg a publicar un libro. Qu le impulsaba a escribir? Bueno, me gustaba mucho leer, y supongo que trataba de imitar lo que me fascinaba. Aquellas pginas, ese librito que usted dice, eso carece de valor. Muchos nios escriben, o escriban, y supongo que escribirn. Para m ha sido el destino que siempre he sentido ms mo. Aquel librito fue una aventura. Un amigo mo era propietario de una imprenta, su padre haba muerto y l era muy joven; claro, de no ser as no se hubiera metido a tirar el dinero editando las necedades de sus amigos. Bueno, era un

2 Joaqun Gimnez-Arnau: RETRATO DE JOS MARA LVAREZ. Rev. BEL, Barcelona, 1974.13

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gran muchacho, y le gustaba mucho leer. Un da ley mis poemas y los public. Pero no lleg a venderse. Yo mismo quem toda la edicin.Era una imprenta inverosmil. El impresor, cuando cerraban y se marchaba el personal, converta los talleres en una sala de boxeo. lvarez y l, con guantes importados se golpeaban hasta reventar. El tal impresor tena un Packard negro, siempre lleno de damas de la noche. Fue una imprenta gloriosa. Mientras dur, porque quebr muy pronto. Entonces el dueo se fue a trabajar a New York. Yo estaba convencido de que haba muerto, pero hace un par de aos me lo encontr por la calle, haba regresado a visitar esta santa ciudad. Qu tiempos, amigo mo, qu tiempos!3 *****

Luchas ante la vista de tu propia destruccin! ... Tarde gris! Montona! Triste y calenturienta! Por qu influyes en mi nimo de tal manera? No quiero dejarme arrastrar por tu dulzura triste. Para qu? Nuestro dilogo siempre es el mismo. Oh eterna soledad! ... Hoy es uno de los das en el cual me perdera de m mismo, para dejar paso a ese otro yo, que en momentos peligrosos en m, aparece envuelto en languidez triste, arrebatada de recuerdos... ... Oh ansiedad ma no comprendida por nadie! ... Siento un placer arrollador por dejarme arrastrar hacia donde me llevan mis impulsos. Igualmente sera capaz de levantar en un momento, un castillo seductor, maravilloso, que de destruirlo sin el menor sntoma de pena. ... Oh, hara y destruira todo en este momento! Siento, s, siento miedo de m!

3 Testimonio de J. J. Muoz.14

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... No has sentido nunca ese empuje, que como explosin terrible, estremece ms all del ser? ... Radiante belleza que te elevas breves instantes. Cuanto ms hermoso es tu mirar, ms ciegos nos deja tu paso. ... nicamente al encontrarme completamente solo, me encuentro tranquilo, pues en ese momento me despojo con cansancio de todo aquello que oprime mi alma. ... El canto, la razn de los ruegos, cuando la Naturaleza se despierta en todo su esplendor.4

S, esto es an muy frecuente en usted. Su perfeccionismo. No me extraa que quemase aquella edicin. Usted est siempre corrigiendo, seleccionando... Cundo se acaba realmente un poema? No lo s. El mismo poema lo dice. Usted escribe, sa es la impresin que tengo, como si los poemas estuvieran insertos en serie... S, ms o menos... Ahora sigo procesos parecidos. En ciclos que a su vez se insertan en ciclos ms amplios. Eso es. Como constituyendo una historia. Usted lo ha dicho! Hay alguien que le haya ayudado de una forma decisiva, que le haya incluso decidido a escribir? Quiz Stendhal. (No s por qu no cit ah a Stevenson, a Villon, a Manrique, a Salgari...). Y mi abuela. Ella me ha ayudado siempre mucho, muchsimo. Ella y mi madre han sido las personas ms generosas que he conocido, a veces sin entender4 Fragmentos del librito aludido. Fue escrito en 1954 y 1955 y publicado en 1958.15

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del todo qu estaba yo haciendo, pero con un amor y una confianza sin lmites. Mi abuela es la mujer ms radiantemente viva que he tenido la suerte de contemplar. Nunca me defraud. Decidi morir cuando ya no se encontraba bella, cuando sinti que aquella vitalidad asombrosa empezaba a abandonarla, cuando le pareci que ya el mundo no era honorable. Me siento muy orgulloso de su recuerdo. Luminosa memoria que ilumina mis tristes pensamientos como dice el verso de Vaugham.Tres libros adems de la msica de Mozart y otras inconfesables aventuras han marcado mi vida: MOBY DICK, que me decidi a emprender este viaje sin retorno; LES FLEURS DU MAL, que a los 17 aos me regal un plano del recorrido, y LEDUCATION SENTIMENTALE, que le por primera vez a los 21, durante un extrao Invierno ingls y en cuya tela de araa me muevo todava5.

Muchos de sus poemas estn dedicados a recrear poticamente sus primeras experiencias. En qu ambiente se desenvolvieron esas experiencias? Cmo fueron sus aos iniciales, de aprendizaje? Se refiere usted a un ambiente que hiciera posible mi vocacin literaria, que la alimentase? No. No lo creo. Deb salir solo, como la Luna. No lo dice as un verso imperecedero? Adems, los caminos de los escritores espaoles siempre han sido muy solitarios, inexplicables. Y bueno... En mi juventud, mi mundo, durante varios aos, fue un mundo de cines, billares, las calles de los viejos barrios tolerantes, no las tertulias literarias. Creo que siempre supe que mi destino era la Literatura. Pero, los cuadros, los libros, la msica, todo fui encontrndolo solo. Hasta los 16 o 17 aos nadie me dijo nunca lee este libro o escucha tal disco. Yo era un muchacho bastante solitario, sin una casa fija. Odiaba los colegios. Me gustaba leer, eso s, lea horas y horas. Y el resto del tiempo me lo pasaba en los billares. Llegu a jugar bastante bien. Lo que siempre he tenido es un magnfico olfato para no equivocarme de maestros.5 De Lducation sentimentale. Rev. Bel. Barcelona, 1972.16

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Podra hablarle de su gran aficin al billar. Yo en ocasiones me acercaba al Saln par recogerlo y luego nos bamos a pasear hablando. Jugaba muy bien. Le gustaba mucho jugar de fantasa.6

En qu forma se reflejaba aquello en sus primeros poemas? Eran un ir y venir por la soledad. Un individualismo exacerbado. A veces un canto a los muslos de alguna sirvienta. Quines eran sus amigos? Bueno, hablaba mucho con algunos amigos, J. J. Muoz, por ejemplo, Antonio Desmonds... Eran conversaciones interminables sobre novela, sobre filosofa. J. J. Muoz vive aqu7 , y nos vemos en algunas ocasiones; es ya frontera absoluta. Desmonds vive, creo, en Barcelona. O viva. Tena tambin un amigo, que ha muerto, que quera escribir, y juntos empezamos una novela de aventuras por los Mares del Sur. Recuerdo tambin a un tipo muy extrao, hijo de un Jefe de Estacin, interesadsimo por la Filosofa. Jugaba bastante bien al billar, y estuvimos varios meses jugando cada tarde, y luego hablando por los bares del Barrio Chino. l estaba liado con una chica que trabajaba, me parece que era en El Triann. Jugaba muy bien, sobre todo a tres bandas. Tambin era buen amigo otro que estaba loco por la msica, Carrin, su padre tena una relojera, El pndulo de oro, y ahora l ha seguido esa noble profesin. Y bueno, estaba Paco Salinas, gran amigo desde siempre. Un hombre excepcional. Con Carrin organic una temporada de conciertos. Y tuve un gran amigo que quera ser actor, Eusebio Lzaro. He perdido su pista8 . Aunque esto fue algo ms tarde.Aunque yo lo conoca ya de antes, nos hicimos grandes amigos visitndolo en su casa, mientras padeca un reumatismo infeccioso que lo tuvo en cama muchos meses y con muy fuertes

6 Testimonio de J. J. Muoz. 7 En Cartagena. 8 Actualmente es actor de teatro y cine. A l se debe el RICARDO III en colaboracin con Clifford Williams, y otros muchos montajes y pelculas.17

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dolores. No tendra ms de 12 o 13 aos. Y recuerdo ya su habitacin llensima de libros. Oamos msica clsica y hablbamos durante horas y horas. Muchas veces me lea prrafos de los libros que l estaba leyendo. Yo creo que por aquellos aos ya estaba muy interesado por la poesa, aunque al principio lo que quera era escribir novelas, sabe usted? Yo al principio no estaba muy interesado en la poesa. En realidad yo comenc a creer en Jos Mara, ya como poeta, unos aos despus. Ahora sus poemas me parecen algo sublime. Cuando sali de la cama empezamos a vernos ya con asiduidad. Por aquella poca, debi ser ms o menos por el 57, a l le gustaba mucho jugar al billar, y jugaba de maravilla. Llegamos a formar una amistad muy importante. Hay muchas cosas en m que van unidas a Jos Mara: la primera copa importante, la msica de jazz, muchos libros que l me hizo conocer y muchas horas, como l dira, perfectas. Fueron tiempos muy hermosos. La vieja forma de vivir en Cartagena estaba dando sus ltimas boqueadas, pero eran unas boqueadas que todava conservaban el viejo esplendor. Fuimos de los que acompaaron la muerte de todo aquello9 . ***** Hubo una poca que dur un ao aproximadamente en la cual organizbamos l y yo unos conciertos semanales de msica clsica. Se hacan incluso los programas a mquina, muy bien hechos, y se invitaba a una serie de personas admiradoras. Eran veladas de cuatro y cinco horas seguidas. Repasamos toda la msica buena. Se haca como ciclos. Cuando l estuvo enfermo, porque pas un rema muy malo, y estuvo en cama unos meses, los conciertos se trasladaron a su dormitorio10 . ***** Calles queridas Adornos destruidos Los esplendores abatidos Del viejo barrio tolerante11 .

9 Testimonio de Francisco Salinas. 10 Testimonio de J. A. Carrin (recogido por J. J. Muoz). 11 De MUSEO DE CERA.18

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El tema del prostbulo es una de las constantes de MUSEO. Es un homenaje a aquellos tiempos, no? Y la Serie americana. No lo ha notado usted? Lo que quiz puede inducir a equvoco es su idea de la prostitucin. Realmente usted no ha podido conocerla, porque en Espaa lo nico que haba eran las llamadas casas , pero no los prostbulos. Se prohibieron. Como si se pudieran prohibir. Cerraron los prostbulos, aunque algunos, caros, s siguieron con vida. Yo no los conoc. Lo que nosotros hemos vivido fue la casa, la casa a donde se suba despus de tomar una copa en el bar. No, desgraciadamente, nosotros no vivimos la edad dorada de los prostbulos. Algunas veces, en Pars, he estado en algo parecido... pero ya tena un aire de caricatura. Yo cuando alguna vez aludo a ese mundo, en MUSEO, lo que canto es la casa. De todas formas an hoy es posible encontrar prostbulos maravillosos en pases menos desarrollados. Es curioso en usted ese amor hacia formas de vida sin duda vejatorias, reaccionarias, de amor. Y no ya de amor: de situacin social, humana. S, verdad? Es curioso... Pero hablando en serio... S... Pero yo sobre esto pienso como Faulkner. No olvide nunca que cada persona lleva su propia cuenta de debe y haber, y algunos hasta el saldo. Y lo que yo nunca podr olvidar ni apagar en mi corazn son aquellas imgenes, mi despertar sexual. Y por qu no decirlo, la maravilla que a veces poda llegar a cristalizar sobre aquellas camas. Adems, a qu tanta historia? Me parece muy bien la prostitucin, la vieja prostitucin... Hay toda una parte del sueo que slo ella puede llenar. (Sigo pensando lo mismo). Usted hizo el Bachillerato en Cartagena.19

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S. Fue desastroso. Hubo un ao, me parece que 6, que me suspendieron todo, menos Religin y Poltica. Y esto porque en Poltica aprobaban sistemticamente y en Religin consegu convencer al sacerdote de que realmente sus cuentas no tenan el menor fallo. Porque era un viejo disparatado que se pasaba el curso intentando demostrar que el hombre llevaba sobre el planeta un nmero determinado de aos, muy pocos, adems. Y para ello sumaba infatigablemente, con la Biblia en la mano, los aos que le iba indicando, y los que l supona, de cada personaje. Jams logr dos resultados iguales. Era un sacerdote verdaderamente esplendoroso. Qu autores lea usted ms en esa poca? Qu temas prefera? Hasta los 12 aos, ms o menos, muchas novelas policiales, y a Verne, y a Salgari. Despus, ya en esta poca sobre la que estamos hablando, Dostoievski, Camus, Sartre. Y claro est, poesa espaola, el Romancero, Machado, Jorge Manrique, el Aricipreste... Cervantes, Juan Ramn Jimnez. Tambin lea muchos libros de Historia y de Filosofa. Precisamente durante una larga enfermedad que sufr, sera el ao 54 o 55, descubr a Melville, y me caus una impresin muy profunda. Bueno, y luego, Stevenson, no s, muchos autores. En los ltimos aos del Bachillerato le mucho a Ortega y Gasset, y montones de libros de Historia. Sobre todo a Vicens Vives, y sobre Grecia, Roma y la Revolucin Francesa.

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II CONVERSACIN Cartagena, verano de 1973J. MUNRRIZ. En 1959 empez usted a estudiar Filosofa y Letras y tambin se lanz a viajar por esos mundos. Quiero contarnos cmo fueron esos aos? Digamos entre 1959 y, por ejemplo, 1964, cuando publica el LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS. Fueron aos a 160 kilmetros por hora. Donde ms tiempo sola permanecer era en Pars. Yo estaba harto de Espaa, y tena la cabeza llena de toda la mitologa Barrio Latino, Montparnasse, etc. Vea Pars como la cristalizacin de mis sueos, como la ciudad maravillosa donde poder vivir y darme a conocer. El hecho es que Pars es una ciudad donde he sido muy feliz. Y eso que no siempre mis medios de vida fueron demasiado seguros. Pero sobreviva, siempre he sabido sobrevivir. Pars son unos aos que no creo que vuelvan a repetirse. Era hermoso, todos los que estbamos metidos en esta aventura, pintores, escritores, todos nos sentamos muy unidos. Tenamos muy poco dinero pero lo gastbamos muy bien. Y aquellas noches interminables en cualquier habitacin, discutiendo horas y horas, descubrindolo todo. Yo haca artculos y trabajaba en guiones de cine. Tena un grupo de amigos, hispanoamericanos, griegos, todos metidos hasta el cuello en la lucha poltica de sus pases. Queramos hacer una revista, porque casi todos ramos poetas. Un tal Lpez Solrzano, un nicaragense, que era muy activo, enviaba poemas de todos nosotros a revistas de Argentina, de Mjico, de Nicaragua... Yo enviaba cosas de todos ellos a Espaa. Era una actividad febril.Recuerdo cuando volvi la primera vez. Vena hecho polvo. Pesaba poqusimo. Tena 19 aos y recuerdo que me sorprendi ver que empezaba a encanecrsele el pelo. Creo que lo pas mal, aunque lvarez nunca lo pasa mal, convierte cualquier cosa en algo maravilloso, y adems sabe sacar partido de todo. Pero sin duda aquella temporada le peg fuerte. Se haba marchado

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casi sin dinero. Hay que ver qu forma de vivir. No tena ni habitacin. Se levantaba casi siempre en la Ciudad Universitaria, porque es donde encontraba cama ms fcilmente, y entonces se iba andando hasta la rue La Fayette, porque trabajaba en un comedor, estaba junto al Folies, creo. All por unas horas, no le pagaban, pero le daban de comer, y l aprovechaba para comer para todo el da, haca como Napolen. Y despus se volva andando otra vez, que lo menos son 7 u 8 kilmetros, hasta la Ciudad Universitaria, y all empezaba a buscar dnde dormir. Si convenca a una chica, anotaba en su libreta nombre y direccin, y al da siguiente ya no buscaba a esa misma, sino que empezaba de nuevo a buscar, y cuando no encontraba nada hacia una hora prudente, entonces empezaba a repasar la libreta, hasta que sal algo. As estuvo un tiempo. Luego me parece que gan mucho dinero al pker y se le arregl la vida. Yo no s cmo poda escribir as, pero el caso es que escriba. Eran adems varios los que estaban en una situacin muy parecida, unos sudamericanos y l. En Francia escribi una obra de teatro, que precisamente estren el TEU de Murcia, y yo estuve con los efectos musicales. Si hubiera estado usted en ese estreno... Los de Falange fueron a reventarlo. Eran tiempos apasionantes.12 ***** Mire, mire, mire, le aseguro que todos los personajes de esta historia ramos capaces de viajar 5.000 kilmetros por ver una pelcula. Incluso a veces ramos capaces de hacer 5.000 kilmetros por no verla.13

J. MUNRRIZ. En Pars sita usted el primer poema de MUSEO DE CERA. S. En el verano de 1960. En medio de aquel mundo tan vivo, tan sin red, yo soaba con escribir un libro, un resumen de nuestra fascinacin, de nuestra mitologa, de lo que entonces imaginaba que era nuestra vida. Cunta ms y qu compleja se revelara despus. Haba descubierto a Dante, a Flaubert, a Baudelaire. La idea del libro se iba armando sola. Yo amaba, y

12 Testimonio de Francisco Salinas. 13 Testimonio de J. J. Muoz.

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cada da amo ms, LES FLEURS DU MAL. Deseaba un libro as. Empec MUSEO DE CERA una noche, en un bar cerca de Odeon. De pronto vi el poema, supe que ese poema abra un libro. Y sin modificaciones sobre lo que escrib aquella noche, ha permanecido.Balada de las viejas alamedas Mi niez con los rboles del Sur Balada de las calles y los pinos Por donde fui al colegio Balada de Rosales paseando Mi nostlgico abrigo del Invierno Por el aire y la luz del Guadarrama Balada de los bosques de Pars De mis maanas en el Luxemburgo Balada de las grandes arboledas De Bormes les Mimosas junto al mar Balada de Warwick aquella subita Inesperada calma junto a Stratford Balada de las viejas alamedas Balada recordando rboles de mi vida.14

Flaubert, Baudelaire... Son nombres que usted va a citar ya mucho a lo largo de su libro. Claro. Tanto Flaubert como Baudelaire son dos maestros. Para m LES FLEURS DU MAL es un libro que releo muy a menudo. Es de las veces que hemos llegado lejos, muy lejos. Muy lejos quin? Nosotros, lo mejor de nosotros. He ledo en algn sitio que una vez, pintando su retrato, el pintor se quejaba de que cada da el rostro de Baudelaire tena un aspecto diferente. Ah, s. Fue Courbet. S, es cierta esa ancdota. Era la modernidad . Eso que Courbert vea era la disolucin de todas las14 De MUSEO DE CERA. ste es el poema a que se hace mencin como primero del libro.

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posibilidades. Sin darse cuenta, al decir eso de Baudelaire, estaba definiendo el arte moderno. Fue el primer poeta digamos urbano. Al menos el primero para quien la ciudad fue sagrada. En realidad no hace sino fijar para siempre un sentimiento ya generalizado en su poca. Recuerde usted la afirmacin de Des Esseintes: La poca de la Naturaleza ha pasado. Pero si se da usted cuenta, lo que verdaderamente suplanta a la Naturaleza no es la ciudad, quiero decir, el paisaje urbano, aunque por supuesto va incluido, sino lo que pudiramos llamar el Espritu ciudadano. Quiz esta expresin tampoco sea demasiado exacta. Baudelaire y todos aquellos fueron hombres a quienes la Naturaleza ya no les deca mucho. Sus fuentes de inspiracin estaban en la ciudad, en la boue urbana. Pero fue un sentimiento muy extendido. En el mismo caso estaban los Goncourt, y Nerval, y Huysmans y hasta Villiers de LIsle-Adam. Y en Inglaterra, Whistler y Oscar Wilde. Ya en pleno Romanticismo se nota esta prdida de relacin con la Naturaleza. Ese sentimiento est ya en Byron. S, bueno, en Byron yo no lo veo tan claro. Porque ms que ir por un camino diferente al de la comunin con la Naturaleza, lo que Byron hace es suplantarla, pero no por la ciudad, sino por otro artificio, el de la Biografa. Byron lo que hace es divinizar su propia biografa. Y fjese bien que no digo su vida, porque pienso que biografa es ms, ms, quiero decir que expresa mejor lo que Byron conquist. Crear una biografa, hacer de la propia vida una obra de arte, y cumplir esa biografa. Pero volviendo a Baudelaire, yo evidentemente reconozco su mundo como cercano al mo. Por lo que deca usted de que ya en los romnticos est el cambio de sensibilidad. Me acuerdo ahora de Wordsworth, de THE PRELUDE. S, ah ya est. En Baudelaire estn muy claros los motivos de su admiracin. Pero, y en Flaubert? Qu hay en Flaubert para que usted lo reconozca como maestro?

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Bueno, en principio, yo creo que para cualquier respuesta de este tipo bastara con decir: Yo amo a Baudelaire, o a Flaubert, o a Villon, porque su lectura me proporciona un inmenso placer. No s, yo disfruto leyendo las obras de Flaubert, y probablemente su mundo y el mo tienen muchos puntos en comn y desde luego mi idea de la creacin literaria es como la que l tena. Flaubert deca que con LDUCATION se propona fijar la crnica moral de su generacin. Ese personaje de Flaubert que yo cito en mi poema largo, Frdric Moreau, quin es Frdric Moreau sino un carcter absolutamente moderno? No ha conocido usted nunca un Frdric Moreau? Ese hombre que viaja, que conoce la melancola, que cultiva una imposible Madame Arnaux en su corazn mientras corre a los brazos de Rosanette, o de la Dambreuse, o que y esto ya es Balzac busca la estabilidad econmica con la joven heredera provinciana... Ese hombre ya es nosotros.

A m siempre me intrigan sus referencias. De pronto usted afirma que un texto, por ejemplo ste, de Flaubert, es para usted un modelo, esto es: Flaubert es mi maestro. Nosotros sabemos quin era Flaubert. Y cuando despus hablamos de otro autor, que est en las antpodas de Flaubert, puede ser como le o a usted en una ocasin, Raymond Chandler, de nuevo le oigo asegurar: Para m es un maestro. Es como si un pintor dijera: Mi maestro es Velzquez y dos horas ms tarde asegurase: Mi maestro es Mir. Yo no lo veo de esa forma. Para m todo forma parte como si dijramos de un mismo poema, versos de un mismo poema. Yo no establezco las diferencias bajo esa perspectiva. Para m cuando un autor pasa esa frontera que ya convierte su obra en una obra maestra, entra en un territorio donde todo se cubre por el mismo velo de inteligencia y de belleza. Yo no veo diferencia entre Frdric Moreau y Jim Hawkins, o entre Philip Marlow y el capitn Ahab. Son como cada uno de nosotros: muchos.

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Bien. Usted cita al capitn Ahab. MOBY DICK es otra referencia capital para usted. Qu significa, qu encuentra usted en MOBY DICK? Oh, muchas cosas. En principio y sobre todas es una maravillosa, una fabulosa narracin, una extraordinaria aventura en el mar. Pero no menos que eso es una lectura del destino. Y del abismo. El Gran Desafo, subraye esto, el Gran Desafo. Recuerde la conversacin de Ahab con Starbuck, THE SYMPHONY. O la lucidez total sobre la condicin del arte que es el captulo... no me acuerdo ahora, bueno, THE MATMAKER . Yo hay veces que tengo que interrumpir la lectura de THE SYMPHONY, porque la intensidad del relato es demasiado fuerte. Conoce usted las teoras de Lawrence sobre el significado sexual de MOBY DICK? S, conozco muchas interpretaciones. La que detesto sobre todas es precisamente la de Lawrence. Para m MOBY DICK es la gran lectura de la creacin del destino; quiero decir, la creacin del propio destino y su realizacin abisal. Qu influencia tuvo en usted, en todos ustedes, la actitud de Breton y de los surrealistas en general? Me refiero a la vinculacin de arte y poltica. Cundo? En esta poca que estamos comentando, cuando empezaban ustedes a organizarse en Madrid, en los primeros aos de Universidad. Bueno, nosotros, al menos yo, nunca hemos organizado otra cosa que alguna fiesta. Y en la Universidad, empezando porque no iba casi nunca a las clases, y adems, me pasaba media vida fuera de Espaa, pues tampoco tuve nunca contactos. En Murcia solamente conversaba con Sarrin y con Horacio Capel, que era notable en Geografa, y que luego se fue a Barcelona. Y despus en Madrid, nuestro grupo no se plante nunca ninguna aspiracin a grupo generacional con grandes cosas que decir.

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ramos varios amigos con ciertas afinidades electivas y nada ms. Pero el surrealismo de los poemas de Sarrin, y usted mismo, que ha citado muchas veces a Breton, a Vach, etc., y testimonios de muchos otros hacen pensar que al menos en esos aos tuvieron muy en cuenta esta teora. En mi caso particular, el entronque con Breton se dio despus, ya cuando regres de Pars. En Pars estbamos muy interesados por la literatura del siglo XIX, sobre todo la francesa, por un lado, y Brecht y Maiakovski por otro. Polticamente ramos todos de izquierda, con un gran componente anarquista. Quiz el menos izquierdista fuera yo. Leamos y estudibamos mucho a Marx, Engels, Lenin, Gramsci. En general nuestros poemas eran variaciones sobre un mismo tema: la verdad es concreta. J. MUNRRIZ. Usted alternaba esos viajes con los estudios en Espaa. Estudiaba Filosofa y Letras. La carrera me importaba muy poco. Despus del Bachillerato me matricul en Filosofa, pero no me interesaba. Tard nueve aos en hacer Filosofa y Letras, eso ya puede darle una idea. Claro que tambin estudiaba Filosofa Pura en Madrid, y luego Historia, en Murcia. La nica vez que me tom aquello en serio fue en 1962, cuando en la Universidad de Murcia encontr a un maestro de autntica vala, un gegrafo, don Juan Vil Valent, que luego se fue a Barcelona. Entonces s trabaj de verdad. Hice varios estudios sobre movimientos demogrficos y sobre todo me apasionaba la climatologa. Sabe?, llegu a realizar un estudio muy extenso sobre la llanura litoral del campo de Cartagena, que es muy interesante porque en parte es estructural y en parte una rampa de erosin. S, trabaj muy a gusto. Vil Valent era un hombre formidable. Luego, cuando l se fue a Barcelona, y yo cada vez estaba ms dedicado a escribir, poco a poco he ido abandonando la Geografa. Es como si dijramos un viejo y borroso amor.

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Creo que fue en Murcia donde conoci a Antonio Martnez Sarrin.

S. Yo estuve viviendo en un Colegio Mayor, unos meses. Pero me expulsaron acusndome de ser un mal ejemplo para los dems colegiales. Fue una maquinacin del director y del sacerdote encargado del alma de los colegiales. Se basaron en mis relaciones con una puta de Murcia, lo cual era cierto, pero el verdadero mvil fue mi actividad cultural. El director del Colegio era el seor Calzada, imagnese usted15 . En aquel Colegio estaba tambin Antonio Sarrin y pronto fuimos amigos. Es una amistad que estoy convencido de que tuvo una decisiva importancia para los dos. Sarrin y yo nos instalamos luego en Madrid. Incluso estuvimos algn tiempo compartiendo el mismo piso. A m me echaron porque la polica vino a buscarme una madrugada, el 27 de noviembre de 1961. Despus Sarrin se ha quedado en Madrid, trabaja en el Ministerio de la Gobernacin, en algn departamento de Administracin Local.A finales de los cincuenta coincidimos en un inefable Colegio Mayor de la Universidad de Murcia. lvarez era un joven inquieto, osado y categrico, que escriba una serie de poemas existenciales sobre la metafsica de la bombilla y ensayos sobre la obra y persona de Camus personaje que nos impresionaba entonces, y en general sobre asuntos truculentos, tenebristas y angustiados. En seguida intimamos y nuestros amores poticos de aquella poca estaban cifrados en poetas como Otero, Celaya, Neruda, Alberti, Vallejo, Maiakovsky, etc. Lo que se llamaba poesa comprometida, poesa social16 . ***** Cuando l viva en Murcia, coincidi con que yo me haba trasladado tambin all con mi familia, y nos vimos con cierta frecuencia. Haba pocas que l se iba a Madrid, o a Pars, o que yo viajaba tambin mucho, pero en general estuvimos muy

15 Luciano de la Calzada, perteneciente a la extrema derecha y Decano de la Facultad de Filosofa y Letras. Impidi todo intento de liberalizacin de la Universidad de Murcia. 16 Testimonio de Antonio Martnez Sarrin.28

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unidos y vindonos siempre que podamos, porque cada vez nos sentamos ms unidos en todo. l estuvo viviendo en un Colegio Mayor, pero lo expulsaron, fue una canallada, lo expulsaron, y entonces se fue a vivir a un hotel, y despus a otro. Estuvo cambiando mucho de sitio. De esa poca recuerdo varias cosas: recuerdo sus habitaciones en los hoteles, llenas de libros y fotografas por las paredes, donde nos reunamos a veces a beber y conversar. Recuerdo tambin las partidas de pker, porque l jugaba mucho, incluso hubo un ao que prcticamente viva de lo que ganaba jugando. Ya ve, sa es otra cosa que en m va unida a Jos Mara: la primera partida con dinero que jugu. l le sacaba bastante dinero a las cartas, y a los dados. Recuerdo aquellas noches que empezaban con una buena cena en el hotel, luego una buena partida, y qu partidas, y despus terminbamos la noche en cualquier casa de fulanas, con una fiesta. Entonces, ya le aseguro que me tomaba muy en serio sus poemas. Adems me impresionaba verlo en los recitales, daba muchos, y levantaba a la gente, l tiene un gran poder de tensar a la gente17 .

Cuando usted y Sarrin llegaron a Madrid, qu grupos existan? Qu es lo que se estaba haciendo? Se viva en plena fiebre de la poesa social. La gente iba a casa de Celaya como en una peregrinacin a Lourdes. Cmo se conectaba aquella intelligentzia madrilea? Nos reunamos en bares. Poco a poco fuimos estableciendo relaciones, gente muy diversa, gente que tambin llegaba a Madrid en busca de lo mismo. Un da nos oamos discutir en un bar, o en un restaurant, como en el caso de Aza, y as empezaba la amistad. Llegbamos de nuestras provincias y nos buscbamos porque alguien le deca a alguien, ve a tal sitio. Y nos encontrbamos. Y conectbamos con otros mayores que nosotros: Flix Grande, Hortelano, ngel Crespo, Benet, etc. Yo por mi parte haba conocido a Jos Esteban y al grupo de POESA DE ESPAA, a Gabino Alejandro Carriedo, que ya vena del

17 Testimonio de Francisco Salinas.

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Postismo. Fueron aos muy vivos. Cada uno aportaba a los dems sus descubrimientos, sus poemas, sus dudas, sus maestros. Haba entre ustedes rasgos comunes? Qu les identificaba? En qu disentan? Yo creo que lo nico en que estbamos todos de acuerdo era en adorar al cine norteamericano y en decir a esto le queda poco18 . El amor ha perdurado, pero nuestras facultades premonitorias realmente eran el antinostradamus.En el ao 63 me instalo en Madrid gracias a una miserable beca burocrtica, que me permite pagar apenas la calefaccin del hornillo elctrico de mi glido cuarto de pensin. lvarez, despus de un intento de estudiar en la Corte, vagabundea por Francia, se casa. Sus visitas a Madrid, no obstante, son muy frecuentes. Por aquellos aos ramos amigos de gentes como Celaya, con el que pasbamos hermosas tardes en su casa bebiendo vino que escanciaba Amparito en jarras talaveranas y hablando de lo divino y de lo humano; como Gabino Alejandro Carriedo, que todava portaba, con disparatado humor, la semiextinta antorcha del postismo y sus maravillosas piruetas; como Jos Miguel Ulln, an no exiliado; como Flix Grande y aquellas veladas en su estudio atestado de latinoamericanos entre interminables rasgueos de guitarra; como Jos Mara Guelbenzu, entonces an poeta e incipiente novelista. Fue una esperanzada y hermosa poca. Nuestro gran amor era el cine y pasbamos tardes enteras en las salas oscuras, hasta el punto de casi olvidar la literatura. La otra gran pasin de esos aos era el jazz19 .

Hacia dnde se orientaban sus experiencias poticas en aquella poca? Qu era lo que buscaban en sus poemas? Y a usted, particularmente, qu es lo que le interesaba ms? Como casi todos estbamos conspirando contra la Dictadura, pues se nos exiga eso que han llamado arte comprometido. Por lo tanto buscbamos la subversin. Yo hice poemas muy populistas.18 Se refiere al rgimen franquista. 19 Testimonio de Antonio Martnez Sarrin.

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Con todas las palabras de la lucha de clases20 . Se ha dicho ya casi todo sobre la poesa social y prefiero no repetir. Aqul era un camino inviable porque los supuestos tericos de que se parta en relacin con la dinmica de los hechos histricos, contradijeron abiertamente tal prctica. Un tipo de literatura as, a mi juicio, slo funciona, y de manera muy fugaz, con ocasin de una alta tensin revolucionaria. Y se no era el caso entre nosotros21 .

J. MUNRRIZ. Posteriormente ha negado usted la poesa social, su vinculacin al grupo. Quiere explicar este proceso? No he negado la poesa social. Aparte de que me aburre discutir sobre este tema. Mis relaciones con casi todos aquellos viejos compaeros han sido siempre buenas. Celaya me apreciaba y yo a l. Nos conocimos en 1959 o 1960, y durante aos hemos estado escribindonos y nos veamos con frecuencia. Luego, no s, preocupaciones distintas nos han llevado por caminos incluso opuestos, pero yo sigo alegrndome mucho cuando lo veo. Carriedo ha sido siempre un entraable amigo, y adems es un poeta al que no se le ha hecho justicia; es lo mismo que pasa con Ory o con Chicharro. Estimo mucho a ngel Gonzlez. Igual sucede con Hortelano. Julin Andgar es buen amigo mo desde hace muchos aos. Casi todos estbamos incluidos en la seleccin que se hizo en Francia, en Les Lettres Franaises, 18 POETAS DE LA RESISTENCIA, en 1961, Andgar, Biedma, Otero, Barral, Pacheco, Celaya, etc... Es cierto que se me ha adjudicado una negacin radical de la poesa social. No es as. Comprender usted que no tiene sentido negar algo que pas. Es cierto que la poesa que se hizo era mediocre, urgida, en una palabra: detestable. Pero es que aqulla era la altura de vuelo de todos nosotros. No supimos hacerlo me-

20 De LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS. El Bardo, Barcelona, 1964. 21 Testimonio de Antonio Martnez Sarrin.

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jor. Vamos a aclarar esto de una maldita vez. Lo que yo he dicho siempre es que me niego a aceptar, quiero decir en el sentido de considerarlos como verdaderos poemas, los que aparecieron con mi nombre durante aquellos aos. Porque en realidad eran panfletos. J. MUNRRIZ. Bien, pero no cabe duda de que eran poemas escritos por usted y que usted los haba entregado a alguien. No es as exactamente. Es un problema que se arrastraba desde 1960, s, en 1960, cuando un editor amigo sac parte de la poesa poltica escrita en Francia, apuntes, material en elaboracin. Yo me hice cargo de casi toda la edicin y la quem. Pero algunos ejemplares estaban ya circulando por ah. Igualmente, a lo largo de aquellos aos, amigos que haban recibido poemas para discutir un punto concreto, o gente relacionada con la oposicin al rgimen, se tomaron la libertad de sacar copias y distribuirlos, o publicarlos en una revista, o en ciclostilo. No tengo control sobre aquellos poemas, no puedo aceptarlos. Y precisamente sobre esos poemas se repitieron las publicaciones. Yo creo que son poemas cuyo destino ms civilizado es el olvido. Yo, de 1960, solamente he conservado dos o tres, no s, o cuatro poemas, en MUSEO DE CERA. Aqullos fueron aos de mucha actividad, viajes, recitales... J. MUNRRIZ. Los poemas editados en 1961, hasta 1963, deben considerarse entonces como publicaciones sin relacin con MUSEO DE CERA? No. No es que no tuvieran relacin con MUSEO DE CERA. Era en su mayora material de agitacin, y muchos otros, primeras versiones. Algunos han quedado, en parte, o queda la idea inicial, que luego he desarrollado. Hay tambin un libro que public la Editorial Baladre titulado EMOCIONADO, EMOCIONADO. S. Por ejemplo, de ese libro he conservado tres o cuatro versos. De otra coleccin, Palabras de Pan Llevar, que publio32

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c tambin entonces los poemas directamente relacionados con la sierra minera de La Unin, CANTO DE HACER LEJANO, de esa seleccin queda parte de un poema en MUSEO. En realidad todas esas publicaciones, como una obra que me estrenaron en 1962, NO S, ESTO, escrita un par de aos antes, en Cannes, eran trabajos que se hacan siempre de cara a unas necesidades muy determinadas, a problemas muy localizados, incluso geogrficamente. Se buscaba una accin contra la Dictadura lo ms contundente posible. Eran poemas escritos nica y exclusivamente con la intencin de confundir cabezas, de provocar. Los poemas servan igual que las conferencias, o el teatro o los cine-clubs, como base de una programacin que permita luego soltarle un panfleto a la gente. Usted ya sabe qu quiero decir. Yo llegaba a una ciudad, y antes del recital preguntaba y anotaba hasta nombres de fbricas, o problemas absolutamente locales. Y luego los meta en el recital, a veces componiendo un poema sobre la marcha. Lo que nunca pens fue escribir un libro con esos poemas. Puede que alguno no fuese demasiado malo, o que de otro se pudiera sacar alguna idea. No s. Al final, en MUSEO DE CERA, no queda casi nada de esos aos. Realmente es muy curioso todo ese proceso, la enorme tarea de escribir tanto como usted lo haca entonces... S. Haba das que escriba tres o cuatro poemas. Era como el Aristn de don Antonio Machado. S, claro, pero yo me refera ms bien a lo asombroso de ese esfuerzo suyo de composicin, absolutamente desatado, capaz de producir una gran cantidad de poemas, algunos ya separados desde el principio de MUSEO DE CERA y otros que deban sufrir an la reordenacin o desaparicin posteriores. Durante un cierto tiempo llev usted a cabo un trabajo paralelo. Debi ser muy difcil seguir trabajando en algo que ya empezaba a robarle tiempo para la nica obra que parece ser que de verdad le interesaba, MUSEO. Pues s. Pero eran unos aos en que tenamos muy fresca la herida de la Dictadura. Y realmente sobamos con que la

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poesa pudiera servir contra ella. Lo que sucedi es que a m, hasta en ese camino de la accin poltica, se me empezaron a plantear muchos problemas, que de ninguna manera poda evadirme. Yo no me terminaba de creer lo que estbamos haciendo. Yo era un seor que por la tarde daba un recital de aquellos poemas, o, en fin, que haca cosas que ahora no viene al caso contar, y que por la noche devoraba a Shakespeare o a Virgilio. Fue una lucha bastante exasperada. Durante algn tiempo continu con los poemas para los recitales, y trabajando al mismo tiempo, en una segunda clandestinidad, en la construccin de mi libro. Yo quisiera detenerme un momento en ese punto. Me parece que es la encrucijada entre el LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS y MUSEO DE CERA; de ah parte toda su teora de la literatura, su idea de lo que es el lenguaje y de lo que debe ser un poeta. Podra empezar por hablarme del lenguaje, su funcin no es ya la misma en MUSEO que en el LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS. En realidad los poemas que se recogieron en el LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS buscaban una eficacia poltica de meeting, apelando por tanto a los recursos ms funcionales, como una radio-novela apela a los ms bastardos sentimientos de la comunidad. Por supuesto en aquellos recitales no imaginbamos cultivar emociones rastreras, por el contrario, estbamos llenos de buenas intenciones, pero s era un esprea concepcin de la Literatura. A partir de este punto la actitud personal cobra mucha importancia y se convierte en un frente activo que no puede contener la metamorfosis; como en Artaud, como en Rimbaud. Los haba usted ledo? Qu obstculos tuvo que vencer esa postura? Su silencio posterior tiene algo que ver con esto? S. Le primero a Rimbaud. Fascinante. Artaud me interes, y me interesa, menos. Es un grito con demasiada carne, pero carne en plan de mostrador de carnicera. Y, bueno... mi silencio posterior se debe a falta de interlocutores.

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J. MUNRRIZ. A pesar de todos los obstculos, que en aquella poca eran muchos, consigui usted actuar en La Unin ante varios miles de personas. S. Aprovechamos un Festival de Cante de las Minas. Ese recital precisamente fue muy importante para la evolucin de todo lo que estamos hablando. Aquella misma madrugada sostuve una violenta discusin con algunos de los que iban conmigo. A partir de ese momento fue cuando ya me dediqu totalmente, y en solitario, a escribir MUSEO DE CERA. Qu experimentaba usted durante aquellos recitales? Helada y laboriosa nadera, como dice Borges. Para m era como estar con una mujer. Se trataba de fascinar, de llevar al pblico a donde yo quera. La satisfaccin? La misma que cuando uno ha conseguido a esa mujer. El aplauso es el cuerpo desnudo de la dama. Como comprender, querido amigo, formas bastardas de dilogo. Esos recitales... Quiz no aqullos con tanta gente. Pero las noches de alcohol y lecturas, aquella coquillard de la Poesa, eso s lo aoro, y mucho. Pero funcionaban. Siempre han funcionado. Fjese usted en lo que consigui Hitler.En los recitales, y esto se hizo habitual, haba alteraciones de orden pblico. Recuerdo uno, donde yo estuve entreteniendo ms de dos horas al polica era un polica poeta frustrado mientras lvarez volaba22 . ***** Los reinos arrasados en el plomo Vendas quemadas sangre seca El estertor mortal de la llanura El viento dramtico del XIX cuando viceversa de Victor Hugues

22 Testimonio de J. J. Muoz.

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llegaron a estas costas negras de Trinidad Los animales muertos Los sueos orgullosos del poblado Minas famosas pozos asesinos Los tiempos increbles de la plata El dinero como un inmenso ro desbordando mesas de juego Una espesura de aguardiente de putas y pistolas El lejano esplendor del territorio Y la miseria con paso de estandarte antorchas de degello y de saqueo las campanas sin fin de la revuelta23 .

J. MUNRRIZ. En 1964 public usted el LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS, libro que fue muy bien acogido en su momento, pero que usted tambin rechazar. Quiere decirme en qu circunstancias se fragu este libro?Todava cree Proust que la obra salva al autor de otra manera que como personaje24 .

Es lo mismo que comentbamos antes. Para entender la publicacin de ese libro, debe usted situarse en la Espaa de 1964. Lo que llaman intelectuales, no nos movamos solos, casi todos estbamos ms o menos unidos a diversos grupos, ramos, ms o menos conscientemente, compaeros de viaje de los movimientos revolucionarios existentes. El LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS se incluye en esa aceptacin de una militancia. Haba que combatir al autcrata. No lo conseguimos. Pero el LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS es ms que una coleccin de poemas sueltos. Es un libro ya. El primer libro extenso que usted sac. Extenso? Por supuesto, nunca haba publicado treinta y nueve poemas juntos. Pero aunque hubiesen sido cien. Un libro lo es23 De MUSEO DE CERA. 24 De MARCEL PROUST. Rev. BEL, Barcelona, 1971.

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no por la cantidad, sino por la unidad del discurso. En realidad toda esta historia del LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS haba empezado en Pars. Claude Couffon, que adems haba estado un par de veces ya aqu, en Cartagena, me plante una posible seleccin, que no llegamos despus a realizar. Pero de todos modos la noticia de que me iban a editar en Francia empez a correr entre los crculos espaoles, y sirvi para que algunos pensaran en publicar un libro mo aqu. Por otro lado, un grupo de estudiantes de la Asociacin Pro-Cuba, en Pars, haban publicado una serie de poemas mos, ciclostilados y haba habido emisiones en Belgrado, y por emisoras de Pars para Amrica... Entonces, no s, ya le digo, si al olor de que en cierta forma yo estaba de moda, a esto se una que las revistas de casi toda Espaa, hasta de sitios inslitos, estaban publicando mis poemas, sea por lo que fuera, el caso es que Jos Batll, que haba comenzado la coleccin El Bardo, me escribi pidindome un libro. Esto fue hacia noviembre o diciembre del 63. Yo no tena nada; los poemas con que poda contar eran casi todos producto de los recitales en directo. Batll asegur una buena distribucin. Diversas personas a quienes por otras razones me senta todava vinculado, consideraron la oportunidad, o la necesidad, de editar aquellos poemas. Fue una decisin conjunta, y a pesar de no estar muy conforme, mand esa serie de treinta y nueve poemas, de los cuales no he incorporado ms de cuatro o cinco, y adems muy cambiados, a MUSEO DE CERA. J. MUNRRIZ. Pero el libro tuvo buena aceptacin, se agot en seguida. Ulln, en NDICE afirm que se trataba del mejor libro del ao. S. Y la gente empez a conocerme como el seor que haba escrito aquel libro. Y yo empec por mi parte a explicar que no se trataba de un libro, que eran poemas escritos para que se utilizasen como octavillas. sa es la historia. Historia que le aseguro que ya no me interesa. De todas formas, yo no he negado nunca el LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS,

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incluso lo recuerdo con cierto afecto. Lo que creo es que no merece la pena considerarlo.JOS LUIS JOVER. Qu queda de aquella poca en que los antlogos pedan sus poemas a Jos Mara lvarez? JOS MARA LVAREZ. De los antlogos no queda nada. Y de m, no s. Estoy tan metido en el deterioro como todo25 .

Qu influencia ha tenido en MUSEO DE CERA o en qu forma ha recogido el libro, ese cambio suyo hacia una actitud ms cultural? Hasta qu punto esta nueva actitud no excluye ya la accin? En qu medida MUSEO DE CERA es o no es un libro poltico? Qu libro tiene ms alto contenido poltico, hasta en el sentido en que usted emplea el concepto, LAS ILUSIONES PERDIDAS, LA CARTA AL PADRE, LUCES DE BOHEMIA o, por el contrario y en general, la poesa social que se escribi aqu?25 De una entrevista en TVE, agosto de 1973.

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III CONVERSACIN Cartagena, verano de 1973Durante sus estancias en Madrid, con quin mantena relaciones ms estrechas? Sin duda con Sarrin. Y con Ramn Gmez Redondo26 . Tambin con un amigo a quien llambamos El Plido27 , porque presentaba constantemente un aspecto cadavrico; era el que ms saba de jazz. Estaba Juan Benet, y tambin Carlos Pereda, que haca collages muy buenos, y Carlos Lles, y Manolo Marinero. Yo conoca a un militar muy curioso, Javier Roca, un tipo magnfico. Luego haba otro personaje que casi perteneca a este grupo: el pianista de El Avin, un bar de putas, un bar detenido en el tiempo, pintado y adornado con un gusto perverso, al que solamos ir muchsimo. Se llamaba Don Csar y siempre tocaba para nosotros las mismas piezas. Adems era un pianista realmente bueno. Recuerdo aquel escenario azulado, lleno de aviones en miniatura, con cinco o seis putas de ms de cincuenta aos, y una en el guardarropas; un bar absolutamente vaco, porque slo bamos nosotros y dos o tres clientes que eran como el ectoplasma de Milln Astray con gabardina, con la bebida ms infecta de toda la nacin. Y en medio de este decorado, un pianista cojo, de smoking, que de pronto tocaba BLUES EN SI BEMOL o THE PEARLS como Fats Waller. Era condenadamente bueno. Y tambin estaba Gabino Alejandro Carriedo, que nos ense el mundo de los poetas brasileos, y mucha experiencia. Y qu decir de Vicente Aleixandre, que me abri su casa y su amistad y al que realmente debemos todos tanto.

26 En los aos ochenta sera Director de Programas de RTVE. 27 Se trata de Jos Luis Rubio, redactor de CAMBIO 16. Despus fue Director del Teatro de la Zarzuela.

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Cuando lvarez entraba en El Avin el pianista tocaba siempre LIL MARLEN y AS TIME GOES BY. Poda uno pagar por verlo28 .

Muchos de ustedes estaban relacionados con el cine, quiero decir ya de una forma profesional, o casi. S. Manolo Marinero, que era una criatura irredenta, Matji, Gmez Redondo. S, varios. Tambin estaba muy interesado por el cine, Gimferrer, y Terenci Moix, que estaba entonces por Madrid. El cine era algo en lo que estbamos muy unidos. En ideas polticas formbamos islitas, con el jazz pasaba lo mismo; incluso con la literatura. Pero con respecto al cine estbamos todos absolutamente de acuerdo. Adems creo que se nota en la obra de cada uno la influencia que ha tenido el cine, el cine norteamericano sobre todos.Maestros? No s. Pero no son solamente escritores. Para m es un maestro Welles, o Mizogushi, como puede serlo Kavafis, o Lester Young. O una pelcula como CAMPANADAS A MEDIANOCHE. O Shakespeare29 .

Desde luego la influencia del cine, y sin duda del cine norteamericano, es muy clara en casi todos ustedes. En usted yo dira que es fundamental para poder comprender su poesa. La forma secuenciada, los primeros planos... S. Pero yo no dira solamente la forma. Sin duda el cine ha aportado una manera ms de ver el mundo, y sa queda ya integrada en todas las artes. Pero en donde yo creo que usted poda establecer el catlogo de influencias profundas es precisamente en la concepcin del mundo. Para m ha sido ms importante la filosofa de un Ford, un Walsh, o de von Sternberg, de Renoir, y quiz ms que nadie, de Welles y Mizogushi, que la forma en que construan su relato. Claro que hasta sin darnos cuenta vemos ya las cosas como el cine nos ha enseado a hacerlo. Pero yo me siento ms directamente, o

28 Testimonio de J. J. Muoz. 29 De una entrevista para TVE, Junio de 1971.

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ms conscientemente deudor por la leccin de vida. Tambin convendra quizs analizar muchos efectos muy eficaces para la narracin y que existan antes que el cine, y que el cine puede haber llegado a ellos precisamente porque haban demostrado su valor ya en la literatura. Por ejemplo, cuando Kipling, en THE FINEST STORY IN THE WORLD, nos hace mirar la luz del sol que entra en lo ms lbrego de la nave. Recuerda usted que...? No. No he ledo esa novela. No es una novela, es una historia corta, un cuento maravilloso. Borges habl de esto. Bueno, pues en ese momento... Claro, contarle toda la historia ahora sera demasiado largo. Bueno, hay un momento en que unos esclavos, remeros, en lo ms profundo y oscuro del trirreme, me parece que era un trirreme, no estoy seguro... Bien, estn desesperados, ya puede imaginarlo. Y entonces Kipling le hace decir a Charlie Mears, y Mears al narrador: Usted se imagina la luz del sol filtrndose entre el agujero y el remo y movindose con el barco? Fjese en ese efecto. Qu est haciendo Kipling sino empleando un procedimiento muy cinematogrfico? O recuerde usted tantas descripciones de Haggard. Y de Stevenson. Y LA EDUCACIN SENTIMENTAL? Piense en ese momento incomparable, cuando Deslauriers, haciendo el pilln, le declara su amor a Madame Arnoux, y hace nacer en ella tales celos que le descubren la intensidad de su propio amor por Frdric, y cuando ella queda sola, despus de echar de su casa a Deslauriers, y dice, S, le amo, y se pregunta dnde estar Frdric, Flaubert funde a una escena con el joven y Louise en el huerto del seor Roque. Y literiaramente, qu poetas de lengua castellana les haban influenciado ms? Quizs la generacin del 27? Machado? El 27 no tuvo demasiada influencia, me parece. Quiz Alberti. No, no creo que estuviera demasiado fascinado por el 27. Yo s amaba los poemas de Alberti, sobre todo el Alberti de BALA

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DAS Y CANCIONES DEL PARAN, pienso por ejemplo en aquel poema maravilloso, Paloma desesperada, dnde ests?. A Cernuda lo descubrimos despus, lo mismo que a Jorge Guilln y a Vicente Aleixandre. Cernuda es un poeta que yo admiro mucho. Pero en aquella poca, me refiero a los primeros 60, nos pasbamos la vida leyendo a Neruda; Neruda s tuvo una gran influencia, y qu decirle de Csar Vallejo. Miguel Hernndez es el que menos importancia tuvo. Sarrin lo admira ms que yo, a mi nunca me ha interesado mucho. Pero con Vallejo era increble. Sarrin y yo nos sabamos de memoria todos sus poemas. ramos un archivo viviente. A Vallejo lo recitbamos a voz en grito por las calles, en plena madrugada, gritbamos sus poemas como si fuesen un desafo. Ms tarde descubrimos a Octavio Paz. Paz influy mucho en casi todos. Machado desde luego, me refiero a Antonio, porque de Manuel nadie se acordaba y es un magnfico poeta. Antonio tuvo sin duda una influencia muy considerable. A m hay poemas suyos que me parecen excelentes.Vallejo nos pareci ya desde el principio y la comparacin era obligada un poeta ms moderno que Neruda, en el sentido de que cuestionaba desde dentro las estructuras lingsticas del idioma. Haba, por el contrario, un lado excesivamente hinchado, muy siglo XIX, en Neruda, que detectamos en seguida. Adems, el quejido ronco, inarticulado casi, del peruano, era ms adecuado a nuestra situacin histrica y personal que las grandilocuencias picas del chileno. De todos modos, la influencia de Vallejo es (o era) ms perceptible en lvarez que en m30 .

En la dcada de los sesenta aparecen una serie de libros cuya influencia se dejar sentir a partir de ese momento: EL CUARTETO DE ALEJANDRA, BAJO EL VOLCN, MARAT-SADE, EROS Y CIVILIZACIN, RAYUELA... Qu importancia tuvieron o tienen para usted? Muchas. Sobre todos uno que no ha nombrado: EL GATOPARDO. EL CUARTETO DE ALEJANDRA son novelas que yo hubiera deseado escribir. MARAT-SADE es el horizonte

30 Testimonio de Antonio Martnez Sarrin.

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de MUSEO. EROS Y CIVILIZACIN, bueno... pschs... Y RAYUELA, pienso por ejemplo en el paso de Talita por el tabln, es una alucinante carga a caballo por el Infierno. Cuando apareci RAYUELA se decret la fiebre-Cortzar. Algunos casi enloquecieron. Dice usted que el CUARTETO es un libro que usted hubiera escrito. Bueno... Contaba nuestra vida. Hasta los personajes era perfectamente adjudicables. S. Durrel estaba contando nuestro mundo. Yo he odo crticas, y no me parecen errneas, crticas que aluden a un excesivo artificio. Quiero decir, artificial como acusacin. Bien, no s exactamente qu quiere decir eso. De cualquier forma, el CUARTETO tiene una fuerza de tal categora que se impone, y que impondra con todo derecho hasta ese pretendido artificio. Tambin se ha dicho que era una novela extica, tomando el trmino peyorativamente. Ser por su desbordante sensualidad, que por desgracia es una posibilidad vital que cada da resulta ms extica. De cualquier manera, a usted es una novela que le caus fuerte impacto. Ya se lo he dicho. Adoro el CUARTETO. Adoro su helada y extica corrupcin. Adems, como antes hablbamos, yo he conocido eso. Balthazar, Pombal, Mnemjian, o Melissa, Nessim, Capsodistria... He conocido a esas portentosas reliquias. Y hasta Justine. Yo mismo he vivido una historia muy parecida a la de Darley. Y qu voy a contarle de Pursewarden. En muchas ocasiones, a lo largo del CUARTETO, yo me reconoca. S, s. Claro, pero hay excesivas digresiones. Bueno, desde luego es todo lo contrario si tomamos un sentido conradiano de la narracin, es todo lo opuesto a la gran43

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aventura. Y a un desarrollo lineal del discurso. No pasa nada. Hasta puede ser trivial. Pero cuando se cuenta como lo hace Durrell, bueno, qu historia. Adems, es lo que siempre hemos dicho: lo importante es lo que la memoria hace con el recuerdo. Pero Justine es poco personaje, no? Levantar cuatro libros sobre esa figura. No s... El verdadero personaje no creo que sea Justine. Pienso que es la ciudad. Y el amor. El amor moderno. Pero eso ya estaba en EL GRAN GATSBY. Usted cree que sobra, o no, el tercer libro? No, no, creo que est bien, creo que funciona. De cualquier forma, yo prefiero los dos primeros. BALTHAZAR es prodigioso. Y CLEA, qu final. S, el episodio de la mano. Y la carta. Pensndolo bien, sin duda MOUNTOLIVE hace bajar. Pero no s si precisamente eso es lo necesario. Hay obras que necesitan esos respiraderos. Clea tambin es un personaje fabuloso. Sabe usted que Durrell estuvo trabajando cuando escriba esta obra cuando se qued solo con una joven alejandrina, una tal Claude? Quiz ella sea el modelo de Clea. No cabe duda de que se trata de una muy buena novela, pero yo pienso que fue excesivamente valorada. No. Fue, y ser, supongo, valorada con justicia. Una novela que incluye episodios como la barbera de Mnemjian, el babilonio, o toda la historia de Scobie, bueno, o qu decir de ese milagro que es la entrevista con Cohen en el hospital... Yo recuerdo mucho cuando van al burdel de nias. S. Pero eso es malapartiano, no? Es sa una vertiente de Durrell que no se ha analizado, me parece. Durrell tiene una pincelada que muchas veces me recuerda a Malaparte. Ese asunto es muy bueno, el burdel de nias, cuando va con Nessim. Pero es mucho mejor cuando Darley describe el burdel del barrio indgena, est en JUSTINE, ese coito pavoroso. Y el de Melissa44

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y Nessim. Tambin me parece excelente la cacera en el Mareotis, al final de JUSTINE. Y Melisa muerta. S, Durrell es un pura sangre. Yo no comprendo cmo usted no adora el CUARTETO. Bastara solamente leer la visita a Scobie, al principio de BALTHAZAR. Eso slo puede resolverlo un novelista genial. S. Si yo creo que Durrell es bueno. Lo que no creo es que sea tan bueno. Y adems, quitando el CUARTETO, no ha escrito grandes cosas. Y tambin a veces en el propio CUARTETO mete la pata. Todos la metemos. Por ejemplo, el encuentro de Arnauti y Justine es detestable. Pero la novela se mantiene viva por s misma y pasar, no le quepa duda, pasar, sobrevivir. Por qu cree usted que se ha rechazado, al mismo tiempo que muchos la admiraron hasta el delirio, por qu otros han rechazado tan apasionadamente RAYUELA? No hace mucho, en Pars, Ulln me deca que no le interesaba. Juan Benet habla pestes... Cuando algo merece la pena suele despertar esas pasiones, incluso las ms enfrentadas. Hay muchos que niegan el libro. Pero hay casos, como el de Juan Benet, que no estoy seguro que lo deteste tan radicalmente. A m me parece un libro considerable, lo que sucede es que pienso que de todos esos libros que me ha citado antes, RAYUELA, y desde luego MARCUSE, van a ser los primeros en morir. Adems, el mejor Cortzar ya est en Kafka. Qu libro prefiere de la actual literatura hispanoamericana? Hay muchos. Hay varios absolutamente magnficos. Desde el punto de vista del lenguaje, de la obtencin de un cdigo potico, qu tentativa le parece ms importante entre los autores que actualmente escriben en castellano? Evidentemente no es una pregunta pequea. Ah est Borges. Y Mrquez, y Mjica Linez, Lezama. Y Onetti, y Carpentier, y

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Cortzar... Todos saltan sin red. Est Vargas Llosa. Y GmezValderrama. Ahora bien, si lo que usted quiere es saber quin, para m, a quin amo ms, sin duda sera Borges. Pero tambin amo apasionadamente CIEN AOS DE SOLEDAD, y BOMARZO, y PARADISO... No s... tantos... A Onetti. O ese relmpago, ELENA BELLA-MUERTE, del inefable Macedonio Fernndez. Qu piensa usted de Garca Mrquez? Estoy seguro de que es un magnfico escritor. Yo lo conoc en 1967 o 68, en Barcelona. Haba ledo CIEN AOS DE SOLEDAD. Amaba su libro y un da fui a verle. Me recibi muy bien, tanto l como Mercedes. Nos quisimos de pronto todos. He ledo luego CIEN AOS DE SOLEDAD en algunas ocasiones, y sigue asombrndome.El siglo est servido. Y nosotros debemos descartarnos31 .

Dice usted tambin que MARAT-SADE plantea una ptica similar a la que usted pretende con MUSEO DE CERA. Cmo es eso? Para aclararnos podemos verlo as: hay algo en MARATSADE que yo busco siempre: que tanto la escena como la palabra operen con la magia de los cuentos, esto es, que sobre todas las cosas encanten. Siempre lo busco, y en MARAT-SADE lo encontr muy bien resuelto. Adems los territorios de su escritura son los que siempre he intentado. Es curiosa esa frmula del encantamiento. Es la misin del arte, no? Bueno, entre otras, y no menos importantes. La primera. Y casi me atrevera a decir que si alguna otra merece considerarse es siempre y cuando nos tome por encantamiento.

31 De MUSEO DE CERA.46

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se es el campo de la msica. Es que no hay ms que un campo. Las pginas de un libro, una partitura, un lienzo... Yo he sentido ese encantamiento. Sobre todo con Mahler. Y tambin con Chopin. Con Chopin me lo explico. Yo adoro a Chopin. Ya lo s. Tiene usted una muy buena coleccin de discos suyos. Si, tengo muchas versiones. Pero ninguna me parece tan perfecta como las de Rubinstein. Gza Anda tambin es un pianista excepcional. Magnfico. Pero, fjese, es como Rubinstein para Chopin, pero con Schumann. Creo que nadie interpreta ahora a Schumann como Gza Anda. Lo ha escuchado usted en el Concierto en La Menor? Es difcil llegar ms lejos. Pero desde luego para m no hay ningn pianista a quien ame tanto como a Rubinstein. Es magistral. Usted tambin es un fantico de Bach. S, s... Es de los msicos que me gustan siempre. Adems tiene obras que para m son como algunos libros: no puedo vivir sin escucharlas con frecuencia. La OFRENDA MUSICAL, las VARIACIONES GOLDBERG, alguno de los conciertos de Brandeburgo, sobre todo el tercero, la ltima Coral de Leipzig, el Concierto nmero dos en Mi Menor para violn y orquesta... O el Concierto en La Menor. Lo ha escuchado usted tocndolo Yehudi Menuhin? Pues cmpreselo. Bsquelo en seguida. A m tambin me gustan mucho las corales de Leipzig. Son admirables. En la ltima coral, de la que le hablaba antes, el primer perodo est conseguido con catorce notas. No se puede creer. Era un profesional de una talla incomparable.

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Incomparable. Piense usted en EL CLAVE BIEN TEMPERADO. O mejor an, en EL ARTE DE LA FUGA. Le he odo muchas veces a usted decir que el msico que ms ama es a Mozart. S, s, s, nadie como l. Mozart es todo cuanto deseo seguir escuchando mientras viva. Sabe usted que durante la revolucin cultural en China se prohibieron muchos msicos occidentales, a Mozart entre ellos, y que se quemaron los discos? No es la primera vez. De vez en cuando los salvajes se toman la revancha. Todos los tiempos producen sus brutos. Hitler hizo lo mismo, los nazis, y los fascistas, y los comunistas. Es natural. Apreciar una obra de arte, un libro, requiere inteligencia, buen gusto, nobleza de espritu. Para quemarlo basta con una cerilla. Bueno, da igual. Mozart y todos han sobrevivido a cualquier brutalidad. Su obra est llena de dedicatorias que expresan ese amor hacia la msica. Mozart y Bach, por descontado. Pero es curioso encontrar otros nombres que ya prcticamente nadie cita, salvo los especialistas. Y en usted significa no ya que los conoce, porque eso podra ser cuestin de erudicin, sino que los oye, que los venera. No s a lo que se refiere. Msicos como Cimarosa, los coralistas venecianos, Toms Luis de Victoria, algunos barrocos... Pero si Cimarosa es esplndido... Y todos los que usted cita. Cmo no voy a escucharlos? Adems su inters no es slo musical. Msicos como Cimarosa fueron muy determinantes de un cambio de gusto en su poca. Es la pera Buffa. Usted sabe que lleg un momento en que era intil seguir por los caminos de la tragedia lrica, que ya era un cadver. Y frente a ella se levant la pera Buffa, tan alegre, tan llena de vida. Hombres como Diderot, o Grimm, que dictaban el gusto, fueron claros partidarios de la pera Buffa, y, bueno, entonces sta triunf.

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Eso es Cimarosa, y Paisiello, y Piccini. Todo esto lo sintetiza Mozart. Lo que sucede es que Mozart trasciende ya la pera Buffa como hubiera sobrepasado cualquier molde. Pero incluso hasta EL RAPTO EN EL SERRALLO... Y esa herencia est en LE NOZZE DI FIGARO. Lo que sucede es que ah ya da Mozart el doble salto mortal. Bueno... pienso que nos estamos alejando mucho del eje de nuestras conversaciones. No... Por qu?... Precisamente si pueden tener algn inters son las consideraciones de este tipo. Pero debemos concentrarnos en nuestro hilo argumental. Yo propongo como alternativa ms civilizada, abrir una botella de Southern Comfort que me han regalado y beber unas copas mientras escuchamos a Mozart. El concierto para piano nmero 27, que es el mejor. La noche nos sorprender en estado beatfico. Luego. Despus. Ahora volvamos al tema. J. MUNRRIZ. En los primeros aos sesenta la gente lea sus poemas, las revistas le publicaban, realmente el LIBRO DE LAS NUEVAS HERRAMIENTAS fue el primero en agotarse en la coleccin El Bardo, daba usted recitales constantemente, en Espaa, en Francia, por Radio Pars. A qu se debe su mutismo posterior? S, los primeros sesenta fueron de recitales constantes, en persona y por radio. El ltimo recital fue en diciembre de 1963, por Radio Pars, en la emisin en castellano. Vargas Llosa era entonces colaborador de Camp, que haba estado unos meses antes aqu, en Cartagena. Todava no era conocido como escritor, quiero decir conocido como luego lo ha sido. En ese viaje me encontr con Alberti, que tambin haba ido a Pars para un recital en el Institud dtudes Hispaniques. Estaba en pleno traslado a Roma. Sostuvimos una conversacin que para m ha sido fundamental.

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Y despus, el silencio. S. Desde 1964 ms o menos, fui distancindome de todo aquel mundo, de toda aquella actividad que ya me resultaba insoportable. El mutismo es la consecuencia lgica de este proceso. Algunos crticos de los comprometidos, y tambin algunos poetas, se me declararon, en un adorable alarde de maniquesmo, se declararon enemigos de la noche a la maana, y mucha gente tambin empez a no entender qu estaba yo buscando. Y luego, las publicaciones dirigidas por esa especie de mandarn cultural populista, el seor Batll, se negaron a publicar poemas mos. Ya habr visto que hasta en la antologa de poetas contemporneos, la que hizo para Cuba, no figuro. As lleg un momento en que desaparec de la circulacin. A partir de ese momento slo he publicado algunos poemas que me pidieron para EE.UU., y Suecia, y en Alemania. Hasta 87 POEMAS.El 18 de Noviembre de 1922, en una habitacin donde estuvieron prohibidas la luz y las flores, Marcel Proust cruza definitivamente la frontera de la muerte. El da anterior, casi agonizante, an escribe hasta que ya no puede sostener la pluma. A las 3 de la madrugada 15 horas antes de morir llama a su fiel Cleste y (como Mozart hiciera con el Requiem) le dicta unas notas para completar la descripcin de la muerte de Bergotte.

... En esa misma habitacin que fue su mundo, amenazado por la enfermedad, solitario, en esa madriguera de rata sin misericordia, ese delirante camafeo viviente que fue Proust edific durante largos y helados aos una obra perfecta. Espeluznante y bella. Sofocante como su reino y su memoria. Esa autopsia despiadada que se titula EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO32 .

J. MUNRRIZ. A partir del momento en que ya no publica casi nada, cul es la trayectoria, las vicisitudes de MUSEO DE CERA?

32 De MARCEL PROUST. Rev. BEL. Barcelona, 1971.50

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A partir de 1965 hay un proceso de enriquecimiento del libro. Citas, poemas, homenajes, dedicatorias, referencias cada vez ms complejas. En 1968 no trabaj tanto en el libro porque estuve dando un curso de Historia de la Literatura, que no llegu a terminar por causas ajenas a mi voluntad. Con respecto a las tentativas de publicacin, en 1966 me present con una serie de poemas al premio Casa de las Amricas. Fue el ao que lo gan Flix Grande. Despus, en 1968, estuve en contacto con una editorial de Pars que publica en castellano, pero hubo ciertas discusiones sobre la presunta heterodoxia de MUSEO. Siempre hay una intolerancia que sustituye a otra. As que no llegamos a ponernos de acuerdo. Entonces, unos jvenes de Barcelona me ofrecieron, como desagravio, editar ellos el libro y distribuirlo casi clandestinamente. Proyecto muy hermoso que no se realiz porque casi todos aquellos jvenes dejaron muy pronto de estar en condiciones de distribuir nada. J. MUNRRIZ. Esa historia la recuerdo. Precisamente entonces, nosotros, en Ciencia Nueva, le pusimos a usted en contacto con Joaqun Mortiz. Qu sucedi con aquel proyecto de edicin? S, usted y Pepe Esteban. En la vieja Ciencia Nueva. Pues sucedi que Bernardo Giner de los Ros me ofreci publicarlo. Pero le envi el libro, hubo varias cartas donde se ratificaba el proyecto, y de pronto, inexplicablemente, me devolvieron el original. De todas formas quiz haya sido mejor as. Porque la idea de haber editado aquel texto, que en realidad an no estaba para afrontar una primera edicin; porque ahora, por ejemplo, aunque yo sigo escribiendo MUSEO, pero ya es un libro suficiente como para poder publicarse, aunque yo le aada luego ms poemas, y una segundo edicin los incorpore. Pero aquel original cada vez estoy ms convencido de que hubiera sido un lamentable error.La lectura de la poesa de lvarez produce una subordinacin inmediata. La belleza, el rigor expresivo y la profundidad de la meditacin se funden para apoderarse de nosotros. Pero esta

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aceptacin puede ser de raz intelectual, con lo que el encanto queda convertido en mera degustacin, o vital, y es entonces cuando se produce el acceso a la claridad de lo inaccesible, verdadera funcin de la autntica poesa. La cuestin est en situarse, como lvarez procura, en el ltimo hueco de la realidad, el borde de la palabra, en el resquicio ms solapado de la individualidad, de ser, como el propio poeta gusta decir, una frontera. Ah debe situarse el verdadero lector, para el que no puede haber maestros, sino compaeros. Por eso, Jos Mara lvarez es un poeta que no puede que no debe tener lectores, sino autnticos camaradas que se confundan con aquel punto donde la inaccesibilidad sirve para el reconocimiento. Incluso para el reencuentro la anagnrisis del propio poeta que, necesitando acceder a su propia experiencia, efecta su clarificacin por va potica. La consecuencia de tal producto conlleva una manipulacin extenuante del instrumento (el lenguaje), hasta conducirlo a su estado de total descongestin o de mxima congestin, que viene a ser lo mismo. Pero esa manipulacin, tan a menudo inconsciente, no proviene de un retorcimiento o de un espreo afn de rareza. Es el resultado de un rigor en el proceso creativo sin parangn en el horizonte potico espaol, donde la espontaneidad creativa suele cubrir ignorancia, incapacidad o, en el mejor de los casos, una insufrible arbitrariedad especulativa, y, en el punto opuesto, el forcejeo operacional con la materia potica acostumbra a provenir de un apriorismo cegato y a dar frutos bizantinamente irrelevantes, cuando no ridculos. La luminosidad, la exaltacin que los poemas de lvarez nos comunican, nace de una veta lrica inefable; la exactitud con que se manifiestan, brota de ese rigor, de ese trabajo a menudo de aos con los que Jos Mara lvarez elabora el poema. El descubrimiento, as como el mecanismo de transmisin de la idea potica, es inescrutable, pero el procedimiento, la escrupulosidad que hace posible ese chispazo, es el fruto de una tarea aplastante en pos de la perfeccin; esa perfeccin cortante, inteligentsima y cronopial con la que MUSEO DE CERA nos abruma y nos enciende: el esplendor. Quiz la errnea consideracin o interpretacin de este rigor, es lo que ha llevado a ms de uno a hablar de decadentismo en esta poesa, acusacin que de cualquier modo es frecuente ante

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la obra bien hecha, ante lo que no peca de pedestre. Pero, de alguna manera, ese decadentismo existe. La salvedad es que viene ocasionado por la estructura que la poesa soporta y, finalmente, explcita. Ah es donde el poeta se margina, se aproxima a los y a lo prohibido, para proclamar su autntica y nica verdad: su esperanza en la destruccin33 .

33 Testimonio de Jos Javier Barreiro.

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