Agustinos a m i n a 68 · 2018. 4. 20. · estamos emplazados a esa gozosa misión de gritar al...

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6 8 a n t a a m i n a y 2 0 0 3 BOLETÍN DE AMIST AD gustinos A R ecoletos L o vivió Andrés, que fue entusiasmado a notificar a su hermano Simón cómo había conocido a quien era el Mesías; lo vivió Magdalena en el amanecer de aquel domingo irrepetible de la resurrección; lo hacemos cada uno de nosotros cuando somos poseedores de una noticia ju- bilosa. Nos lan- zamos, siempre atropellados, a participar a los d emás lo q u e ll e na de sentido nuestra vida , la n ove d ad que debe amp liarse, difundirse. N o s es talla la bue n a not icia ent r e la s manos. Ésa es la entraña de la concie n cia mi- si o nera, es de- c i r , el deseo d e difu n dir la buen a y gran noticia de qu e D ios nos ama y la conta- giosa alegría d e hacer a o tros par- t ícipe s de la gra- t if ic an t e se n sa- ción d e vivir t al r e a l i d a d . ¡Todos mi- sioneros!, tal es la consigna de la Iglesia. Una fe que no da noticia, que no se manifiesta cla- ramente es una fe sin vitalidad. Por eso todos los cristianos estamos emplazados a esa gozosa misión de gritar al mundo lo que nos hace vivir con sentido, de ahí la empresa inapla- zable: T odos misioneros. Cuando nuestros misioneros de China, allá en 1928, buscaron contagiar su afán evangeliza- dor , fundaron y propagaron una revista entrañable de ilusión, titulada con ese lema. Aún perdura su memoria en la con - ciencia colectiva de los religiosos y de miles de lectores. Somos conscie n t e s d e que test imon iar la gran not icia de felicida d p ara el hombre n o es cuest ión sól o d e frontera, d e ir a tierras le j anas, sino que es u na realida d in me dia ta de lo que s e vive día a d ía . Pero como d ice el Papa : «Decimos con san Pablo: No m e avergüenzo del Evangelio, que es una fuerz a d e Dios p ara la salvación d e to do el que cree ( Rom 1, 16). Los már t ires crist ia n os d e t odas las é p ocas también los de la nues tra han dado y siguen dando la vida por testimoniar ante los hombres esta fe, convencidos de que cada hombre tiene n e c e s i d a d d e Jesucristo , que ha vencido el pecado y la muer te , y ha reconciliado a los hombres con Dios». En estos úl- timos años ha ido cobrando cuerpo el com- promiso directo de muchos cris- tianos de a pie que colaboran con el tradicio- nal ejército de religiosos y r e- ligiosas en las fronteras d e la misión. Hemos ha bla do con c ie rta frecue n- c ia e n C an ta y C a m i n a d e los voluntarios qu e por un ti e mpo se c o mp r o me- ten a ayudar. Ellos a s u vuel ta se co nvierten en alentadores de la misión e n re taguardia, pu es han visto el mundo de posi b ilidades de ayu da mate rial y espiri tual . En este número hemos querido traer el testimonio de dos mujeres comprometidas vitalmente. Una es la presidenta de la ONG La Esperanza, de Lodosa (Navarra), que trabaja en motivar conciencias y recabar recursos; la otra es la madre de un joven misionero, nuestro corresponsal padre R odrigo Díez. Ambas acaban de visitar la misión de Lábrea, en Brasil. ¿Cómo han vivido su viaje allí y su contacto con aquella rea - lidad? ¿Qué les ha impresionado más? ¿Qué ha cambiado en su vida tras el viaje? En tus manos ponemos su testimonio direc - to y vivo. T oma y lee. Una fe que no da noticia es una fe sin vitalidad T O D O S M I S I O N E R O S EN ER O — FEBR ERO

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68a n t aa m i n a

y2 0 0 3BOLETÍN DE AMISTAD

gustinosARecoletos

Lo vivió Andrés, que fue entusiasmado a notificar a suhermano Simón cómo había conocido a quien era elMesías; lo vivió Magdalena en el amanecer de aquel

domingo irrepetible de la resurrección; lo hacemos cada unode nosotros cuando somos poseedores de una noticia ju-bilosa. Nos lan-zamos, siempreatropellados, aparticipar a losdemás lo quellena de sentidonuestra vida, lanovedad quedebe ampliarse,difundirse. N o sestal la la buenanoticia entre lasmanos. Ésa es laentraña de laconciencia mi-sionera, es de-c i r, el deseo dedifundir la buenay gran noticiade que D ios nosama y la conta-giosa alegría dehacer a otros par-tícipes de la gra-tif icante sensa-ción de vivir talr e a l i d a d .

¡ Todos mi-sioneros!, tal esla consigna dela Iglesia. Una fe que no da noticia, que no se manifiesta cla-ramente es una fe sin vitalidad. Por eso todos los cristianosestamos emplazados a esa gozosa misión de gritar al mundolo que nos hace vivir con sentido, de ahí la empresa inapla-zable: Todos misioneros. Cuando nuestros misioneros deChina, allá en 1928, buscaron contagiar su afán evangeliza-dor, fundaron y propagaron una revista entrañable de ilusión,titulada con ese lema. Aún perdura su memoria en la con-ciencia colectiva de los religiosos y de miles de lectores.

Somos conscientes de que testimoniar la gran noticia defel icidad para el hombre no es cuestión sólo de f rontera, de ira tierras lejanas, sino que es una realidad inmediata de lo quese vive día a día. Pero como dice el Papa: «Decimos con san

Pablo: No me avergüenzo del Evangel io, que es una fuerza deDios para la salvación de todo el que cree ( Rom 1, 16). Losmártires cristianos de todas las épocas —también los de lanuestra— han dado y siguen dando la vida por testimoniarante los hombres esta fe, convencidos de que cada hombre

tiene n e c e s i d a dde Jesucristo,que ha vencidoel pecado y lamuerte, y hareconcil iado alos hombres conDios».

En est os úl-t imos años haido cobrandocuerpo el com-p r o m i s odirectode muchos cris-tianos de a pieque colaborancon el tradicio-nal ejército dereligiosos y r e-l igiosas en lasfronteras de lamisión. H e m o shablado concierta f recuen-cia en Canta yC a m i n a de losvoluntarios quepor un tiempose comprome-ten a ayudar.

El los a su vuelta se convierten en alentadores de la misión enretaguardia, pues han visto el mundo de posibi lidades deayuda material y espiritual.

En este número hemos querido traer el testimonio de dosmujeres comprometidas vitalmente. Una es la presidenta dela ONG La Esperanza, de Lodosa (Navarra), que trabaja enmotivar conciencias y recabar recursos; la otra es la madrede un joven misionero, nuestro corresponsal padre RodrigoDíez. Ambas acaban de visitar la misión de Lábrea, en Brasil.¿Cómo han vivido su viaje allí y su contacto con aquella rea-lidad? ¿Qué les ha impresionado más? ¿Qué ha cambiado en suvida tras el viaje? En tus manos ponemos su testimonio direc-to y vivo. Toma y lee.

Una fe que no da noticia es una fe sin vitalidad

T O D OS M I S ION ER O S

ENERO — FEBRERO

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Dirección:Javier LegarraColegio San AgustínCtra. Madrid, km. 18747008 ValladolidTel. 983 473 408Fax 983 457 292E-mail: ja [email protected]

Redacción:

Javier LegarraValladolid

Pablo PanedasAgustinos Recoletos31340 Marcilla (Navarra)Tel. 948 713 701Fax 948 713 787

Marciano SantervásResidencia UniversitariaAugustinusCea Bermúdez, 5928003 MadridTel. 915 490 200

Edita:Agustinos RecoletosProvincia deSan Nicolás de TolentinoPaseo de la Habana, 16728036 MadridTel. 913 453 460Fax 913 452 222E - m a i l: o a r. s n i c o l a s @ t e l e l i n e . e s

Imprime:Arte-Impress S.L. — Zaragoza

Agustinos RecoletosBoletín de Amistad

Número 68Enero — Febrero 2003

Depósito Legal:M-10324/1986

E N PORTADA:

Este mural, obra de Felipe SánchezB run, se encuentra en el Centr oEsperanza de la ciudad de Lábrea(B rasil). Traza la geografía de l aPrelatura de ese nombre, que sostie-ne, a modo de espina dorsal, el ríoPurús, tributario del Amazonas. Entorno al mapa, recoge escenas variasde la vida de cada día. Compendiauna realidad que, desde hace trescuartos de siglo, los agustinos recole-tos amasan con la predicación delevangelio.

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Durante muchos años, he vivido acari-ciando la ilusión de que alguna vezvisitaría mi querido Centro Esperanza

y a mis niños de Lábrea. Cuando me pre-guntaban si, en verdad, iba a ir, yo siemprerespondía:

—Pues no lo sé, pero lo que disfrutopensando que iré no me lo quita nadie.

Decía un buen fraile, muy amigo mío,que a mí el Señor no sólo me amaba, sino que además me mimaba. Bueno, pues,gracias a Dios, a la comprensión y apoyo demi familia —en espe-cial, de mi marido—y a la buena acogiday ayuda de nuestracomunidad agustinarecoleta, pude reali-zar mi sueño.

Tuve la gran suerte de viajar a Brasil conmonseñor Joaquín Pertínez, obi spo de la dió-cesis de Rio Branco. Vi ví durante unos días ensu casa y conocí su reali dad y l a de su pue-blo; realidad bien dura, por cierto, pero queme preparó un poco para afrontar lo que meesperaba en Lábrea. Gracias, don Joaquín.

Mi vivencia de Lábrea, como la de RioBranco, fue una maravilla, gracias a nues-

tra comunidad recoleta que, con su cariñoy acogida, me hizo sentir una más de lafamilia, tal como yo siento que soy. Los dosM anueles, Si lva y L ipardo, frei M i g u e lÁngel Peralta y monseñor Jesús Moraza, asícomo nuest ros padres de Canutama,Tapauá y Manaos, fueron para mí durantemi estancia de casi dos meses, mis padres,hermanos y amigos en todo. Gracias decorazón a todos ellos.

¿Cómo expli car t odo l o vi vido y sentido?Sinceramente, cuando est o escribo, al cabode un mes de mi vuelta, no sé si puedo plas-mar en un papel todo l o que sentí y siento,t odo lo que vi ví y vivo, l a exper iencia míaall í y lo que sentí al regresar.

Tanto en Rio Branco como en L ábrea yManaos viví a topecada momento, y lovi ví a lo grande. Amé,sufrí, reí, ll oré, traba-jé y recé. Con todosesos ingredientes, có-mo no pensar que fuienormemente f el iz. A

pesar de que t ambién sufrí mucho al veralgo tan inexpl icable como que, en plenosiglo XXI, en la hora del progreso y el con-sumismo, los niños pasen hambre, vayandescalzos y estén desnutridos. Niños que sesorprenden cuando les ofreces algo tancomún para nosot ros como un pañuelo depapel; o cuando les curas el pie con una tiri -t a; o cuando te ves obl igada a recoger y

esconder el abanico,llena de vergüenza alver que t odas l as mira-das están puestas en él ,y qui sieras tener 300abanicos para poderofrecer uno a cada chi -quil la y hacerla por unmomento un poco feliz.

Desde el pr imermomento, Miguel ÁngelPeralta me puso a tra-bajar integrándome enla vida de la parroquiay del Centro Esperanza.Aquí, sobre todo en elCent ro Esperanza, esCorpus, ante el palac io del Gobernador del Est ado, en

Quisieras tener 300abanicos para ofrecer uno

a cada chiquilla

MI SUEÑO, El nombre de Corpus no ha salidoen Canta y Camina. Pero sí su ima-gen, en la foto de grupo de la aso-ciación La Esperanza, de Lodosa( N a v a rra). Además, el la es lamadre de José Ángel, un jovenvoluntario del que hablábam oshace un par de años. Corpus estambién la presidenta de laF r a t e rnidad Seglar Agustino-Recoleta de Lodosa. Tras más de10 años de trabajar por el CentroEsperanza de Lábrea, deseaba contoda su alma conocerlo. Ha ido, haestado allí dos meses y nos cuentasu impresión.

E sta leprosa, aun falta de dedos, hace ganchillo con mucha habilidad y gusto, en R io Branco.

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donde estuve más de cont inuo. Al fin y alcabo, nuestra ONG de Lodosa se consti tuyócomo grupo de apoyo de este Centro, y porél seguimos trabajando día a día.

Aquí, en el Centro Esperanza de Lábreaes donde me l levé una de las l lanti nasmayores de toda mi estancia en Brasil . Fueen la cocina, donde pasaba mucho tiempojunto con Rosa, la cocinera, y el grupo demuchachas que estudian con el la. Yo veíaque preparaban unas enormes oll as decomida. Rosa me dio l a explicación:

— Verás cómo no sobra nada. Hoycomen más, por ser fin de semana. Puedeque no vuelvan a comer hasta el lunes.

nuestros «fi lhos» de Lábrea, por l os que l le-vábamos tantos años trabajando y luchando,yo y un grupo de personas en España. Así fuihablando del Grupo Esperanza de Lodosa,mostrando fotografías y contando nuestrahistoria, que vi víamos paralela a la de ell os.Me emocionaba verles comer en aquellasmesas de las que tanto habíamos hablado;los murales pintados, de los que tenemostantas fotografías.

Y lo mismo, con los niños. En pésimoportugués, pero con todo cariño, yo solíadecirles:

—Si os hemos querido t anto sin conoce-ros, cuánt o más os querré ahora, que mesiento tan cerca y tan querida por vosotros.

Así, poco a poco, nos fuimos haciendofamiliares y más cercanos.

Serían largo de contar tant as vivencias,y no quiero ser pesada. Pienso que entrel íneas se puede ver lo mucho que esta expe-riencia me ha marcado, Dios quiera quepara bien, pues de momento todavía no sési estoy más al lí que aquí, y eso es muy duropara mí, ya que aquí están mis hij os, mimarido, mi gente, mi fami lia y mi vida.

Que todo esto sirva para vivir más ymejor el mensaje del evangelio dentro deesta Iglesia nuestra tan sacramentalizada ymuchas veces tan poco evangelizada.

Ojalá nos ayude a crecer en una femás adulta, y dejemos de ser niños capri-chosos que cogemos o dejamos a Dios y ala Iglesia según nuestro antojo.

ONG «LA ESPERANZA», DE LODOSA (NAVARRA)

El pasado mes de diciembre fueron en total 16 días en tres pueblos distintos, los tres en la provincia de Navarra, en un radio de 50 kiló-metros. Las mujeres —casi todas son mujeres y madres de familia— de la ONG La Esperanza madrugan y, después de haber dejado arre-gladas sus casas, cogen la furgoneta, ya cargada el día anterior, y se echan a la carretera, camino del pueblo que toca. Previamente, hancontactado con el Ayuntamiento y le han pedido permiso y unos tableros en que exponer su mercancía. Llegan, ponen su cartel, montanlos tableros, arreglan la sala… y a esperar a que vaya llegando gente.

La exposición suele ser muy variada, aunque lo que más abunda es género de punto, mayor-mente ropa de niño. Pero hay también cuadros pintados, juguetes, estatuillas coloreadas,plantas artificiales y otras mil manualidades. Todas son cosas salidas de su taller y fruto delas tres horas de trabajo que dedican a ello cada día. O se las han enviado los colaborado-res que tienen en Lodosa y pueblos vecinos, y hasta en sitios tan alejados como Valladolid,donde la ONG La Esperanza tiene un grupo importante de ayuda.

Así pasan el día; y, con frecuencia, cuando no es a cubierto, el frío o el calor que haga.Terminada la jornada desmontan todo, cogen de nuevo la furgoneta y vuelven a su casa y asus tareas. Si hace falta regresan al día siguiente, los mismos o por turnos. Si no toca salida,cada quien tiene labor en su casa o acude por la tarde al Centro para dedicar unas horas apintar, planchar o arreglar lo que servirá para el mercadillo en otros pueblos.

De esta forma, euro a euro, gracias a su tesón y espíritu solidario, van juntando sumas nomuy grandes, pero que para el Centro Esperanza de Lábrea, adonde este dinero va a parar,es un auténtico maná. Cerca de 25 millones de pesetas han juntado y enviado a Brasil en los10 años que la asociación está a punto de cumplir.

Ésta ha sido su dedicación básica desde el principio: lo que más sacrificios y satisfaccionesles ha supuesto. Pero no se han limitado a esta labor de hormiguita. Se dieron cuenta ense-guida de las suculentas subvenciones que los ayuntamientos y autonomías destinaban a acti-vidades sol idarias. Pidieron i nformación y vieron que debían constitui rse comoOr ganización No Gubernamental, para tener acceso a las ayudas de los organismos públi-cos. Todas son sencillas amas de casa, que no entienden ni gustan de trámites o papeleos;pero, en 1996, se inscribieron como ONG La Esperanza ante el Gobierno de Navarra. Y,desde esa fecha hasta hoy, han presentado varios proyectos y obtenido subvenciones porvalor de unos 15 millones.

Todo esto y mucho más es lo que yo hesacado de mi viaje a Brasil; y la esperanzade volver algún día. Sigo diciendo lo mismoque antes:

—Volver, no sé si volveré; pero lo quedisfruto pensando que así será, no me loquita nadie.

Corpus Campo

Dos niñas del Cent ro Esperanza: unasos t iene en sus manos el letrero conel nombre de Lodosa; la otra, unaim agen de la patr ona del pueblonavarro, la Virgen de las Angust ias.

Si os hemos querido tantosin conoceros,

cuánto más ahora

O, HECHO REALIDAD

Est a chiquilla de 11 años es la líder de Pastor al de la I nfanc ia en unacomunidad de Lábr ea.

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Aquell o fue la gota que colmó el vaso:se me llenaron l os ojos de l ágrimas y sal ícorriendo, buscando un lugar donde escon-der mis lágrimas, que ya no podía contenerpor más tiempo. La buena Raimunda, l aencargada del Centro, que es mujer sensibley que —como el la dice— «gustaba mucho»de mí, me vio, y fue la encargada tambiénde recoger mis lágrimas y enjugarlas.

Yo i nt enté expli carle mi emocióndiciendo que para el los yo era una ext raña,pero que ellos no l o eran para mí: eran

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G OZO S E INQUIETUD

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El hijo acaba de cumpli r los treinta y mide su metro noventa. L leva en la Amazonia más deun año y no necesita que su madre le saque las castañas del fuego. Sólo que toda madrec o m p a rte siempre la vida del hi jo, y Marcelina, o Lina, lo ha querido hacer in situ. Ha acom-pañado a Rodrigo un par de meses, el pasado verano, y aquí resume sus experiencias.

Ya en el viaje a Brasil, comenzó miconvi vencia «recoleta» con f raySaturnino Fernández y fray Juan Cruz

Vicario por los distintos aeropuertos, y alaceptar, después, la hospitalidad que losagustinos recoletos me brindaron, sucesi-vamente, en Manaos, Tapauá, Lábrea,Canutama, Fortaleza y Guaraciaba. Atodos les manifiesto mi gratitud por subuena acogida, que hizo más confortablemi estancia.

La pastoral en la misión

Desde el principio me impresionó hon-damente la gran participación de los f ielesen el trabajo misional . En las funcioneslit úrgicas palpé la gran armonía entre loscongregados, que siguen los ritos y cantoscon interés. En l a misa hay más diálogoentre celebrante y pueblo que en España,y se dan t odos l a paz con deferencia yaprecio. Incluso, cuando se reúnen sinsacerdote, que suele celebrar cada quincedías en cada comunidad, di rige un respon-sable elegido por el los mismos cada año, yefectúan un acto muy devoto, celebrandola Palabra, distri buyendo la comunión yrezando t odos con atención y alegr ía. Sesient e la presencia del Espíri tu Santo.

Cada comunidad, ubi cada en los dis-tintos barrios o suburbios, cuenta con suspastorales de catequesis, coro, encuent rosmatrimoniales, apostolado de la oración,liturgia, etc., y se reúnen en capill as cons-truidas por el los mismos. Así l os Pa d r e spueden dedicar más tiempo a la formaciónde los responsables de cada pastoral.

Cuando vi días después otra pastoralde la criançaen Lábrea, sentí una desola-ción enorme. La mecánica era la misma,pero la gran mayoría de los niños estabandesnutridos, con visibles deficiencias. Lasresponsables, que en algún caso iban arecoger a estos bebés, poco podían hacerpara solucionar tanta miseria. Les daban,eso sí, mucho cariño, una bol si ta decereales y algún remedio sencillo paramales grandes, dejando constancia de lasituación y de las frecuentes bajas porfallecimiento.

Luego supe que est a última era la tóni-ca general en la mayoría de las comunida-d e s ,sobre todo las periféricas, en las queabundan los niños de la calle. Es algo quehace sentir impotencia y gran angustia.

improcedente y condenó a la demandadaa readmitir a los demandantes, todos ellosrenunciaron al puesto. Todo el trabajo ysinsabores habían sido en vano.

L a magni tud de la selva anonada.Desde el aire, kil ómetros de masa verde,salpicada de motas grises, y surcada porr íos, que ya desde arriba parecen importan-t es, en cuyas ori llas aparecen, de tarde entarde, algunos techados de uralit a. Vi a j a spor el río durante millas y mil las de nave-gación, y sólo ves al frente y a ambas oril lasla línea verde de los árboles. Aquí es palpa-ble que los árboles no dejan ver el bosque.

El paisaje es tan uniforme que, lamañana en que zarpamos de Lábrea pararecoger al equipo de TVE que salía enavión a Canutama, vi salir el sol a mi dere-

Antes de to m ar el av ión en Ta pau á, de ca mi no hacia Lá br ea, Lin a posa en

Los amazonenses viven sin ningún tipo de tensión,calmada y calmosamente

¡Ay... los meninos!

Visité en Tapauá la pastoral de lainfancia de la parroquia. Me pareció unafiesta infantil. Las responsables tomabannota del desarrollo de los niños, compro-bando peso y medida; en casi todos loscasos era el adecuado, por lo que sólohubo que dar aporte vitamínico a un parde niños. Luego les ofrecían un aperitivo,que tomaron en las mesas del local parro-quial, jugando alegremente después.

El paisanaje y el paisaje

Los amazonenses, en gran mayoría,me parecieron alegres y cariñosos; viven,creo, sin ningún tipo de tensión, calmada ycalmosamente. Tal vez para los misione-ros, a los que quieren y respetan, no seauna relación muy gratifi cante; pienso quea éstos les gustaría ver en el los más inquie-tud por aprender, por tratar de solucionarsus problemas personales o comunes.

Un Padre me contaba (y me perdona-rá, espero, el cotilleo) que él había pasa-do varios años manteniendo una demandacontra la Administraciónante las diferen-tes instancias judiciales, por el despido dediez funcionarios. Cuando, al fin, en laúltima instancia el juez declaró el despido

cha, por lo que pensé: —Vamos hacia elNorte. Pero me sentí completamente des-orientada al ver al atardecer la puesta desol también a mi derecha.

Ya dentro de ella, la selva es inhuma-na. Los insectos tienen una vitalidad enor-me y es muy difícil no llevarte buenospicotazos como recuerdo. La selva está«indomesticada». Sin embargo, vi unreducto muy aceptable: la casa de retiroque está construyendo la parroquia a unamedia hora de Tapauá, a la orilla de unlago, desde el que se accede al río tras dostramos de escaleras. Aunque unas niñasme señalaron un detalle curioso e inquie-tante: huellas recientes de onza, el temi-do jaguar de la selva.

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UD ES D E UN A MA DR E

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¿Un Brasil distinto?

Con todo, en Brasil hay más queselva. El remate de mi estancia en laAmazonia fueron unos estupendos días enFortaleza, que ofrece hermosas playas yuna temperatura más idónea para los quellegábamos de la jungla. Desde allí, fui-mos a Guaraciaba, que está sobre unterreno muy montañoso y donde puededisfr ut arse de unos paisajes precio-sos. Visitamos la cueva de Ubajara, adon-de bajamos haciendo senderismo, entrepeñascos y continuos zigzags. Por cierto,que cruzó nuestro camino una serpientede casi tres metros que, por suerte, salióreptando ladera abajo.Fue una excursióninolvidable, sólo empañada por ver en elcamino a numerosos niños haciendo auto-stop. Me impresionó sobremanera ver ados, de unos tres y cinco años aproxima-damente,a unos veinte kilómetros deFortaleza.

como un triunfo. Confieso que me asustanlas penalidades que soportan los misione-ros, y tengo miedo de que una enferme-dad obligue a mi hijo a ir a un hospital, yaque, por lo general, allá no tienen mediospara solucionar problemas grandes desalud.Me horrorizó en Canutama ver lahabitación en la que practican las opera-ciones quirúrgicas. Es una casa normal ybastante oscura. Nada más operar, llevana los pacientes en su camilla a través de laplaza a otra habitación, al lado de la con-sulta. Tan al lado, que sólo les separan delos que van al médico un biombo, sin pri-vacidad ni para unos ni para otros. Lo peores que tienen un edifi-cio en obra que las dis-tintas administracionesempiezan o destruyen,invirtiendo t iempo ydinero y que en estemomento está parali-zado.

Cuando llegué aTapauá, Rodr igo mepareció algo cansado,pero era lógico ya quel levaba muchos díassolo y creo que notaríala fal t a de vida encomunidad. Ni siquieratenía el consuelo de lacomunicación por laemisora de radio conlas demás parroquias. Yes que allá el trabajono sale al ritmo que

OBRAS SON AMORESAl llegar a Tapauá, varias chicas que cursaban el último año en el centro de enseñanza, mehicieron un recibimiento extraordinario. Debieron ver en mi llegada una posibilidad de salirde allí y continuar sus estudios; o, en otro caso, realizar aquí, en España, un trabajo mejorremunerado.

María, con 18 años, me pidió ayuda para venir a España a estudiar enfermería. Su familia,que ve cómo su hermano gemelo hace dos años que dejó los estudios y está ahora «a la quesalta», pasando las horas y los días en el muelle, a la espera de un barco del que portear bul-tos, está muy agradecida de que le demos esta oportunidad. La madre, llorando, me dijo:

—Ya no es mi hija. Yo aquí no puedo hacer nada por ella. Aquí no tiene futuro. Ahora estuya. Te la doy.

Cuando se lo dije a mi marido, Julián, y a mis hijos, apoyaron con gran ilusión el proyecto,y todos están haciendo las gestiones pertinentes para que cuando venga pueda cumplir sucometido con éxito. Cuando escribo esto, le están preparando el viaje de Manaos, que seráa primeros de enero. Confío en que dentro de unos años podamos enviarla de vuelta a sutierra y a sus gentes convertida ya en enfermera, o en auxiliar de clínica, al menos.

Primero tendrá que superar las muchas dificultades que le esperan: el idioma, el nivel esco-lar que le será necesario para empezar, las bajas temperaturas de esta meseta castellana y elencontrarse, en fin, en un mundo desconocido, tan distinto a lo que ha visto hasta ahora, conla ausencia de sus seres queridos.

M. A.

uno se fija, porque todo puede fallar: laluz, la programación... Pueden citar a ungrupo a una hora, y empieza a aparecer lagente una hora más tarde. O solucionaruna cosa en la Administración, y precisaruna docena de visitas hasta que por fin...

Tras casi dos meses compart idos conél , en su ambient e, comprendo ahoramej or su vida. A él lo he visto entregadoy real izado, y admi ro más que nunca lalabor social y evangel izadora que losagustinos recoletos l levan a cabo enB r a s i l .

Marcelina Arnáiz

Mar ía posa co n el pa dr e JuanCr uz Vi car io , p ár r oco de

En el Cent ro Esperanza de Lábrea, Lina hizo furor en el aula de cocina. T odas las alumnas querían una foto con ella. Y ella, pac iente, pasaba las tardes calur osas compartiendo la dif ícil historia de los chicos y chicas del Centro.

Durante millas y millas, sólo ves la línea verde

de los árboles

El gozo y la inquietud de una madre

Durante toda la formación de Ro-drigo, le vi siempre muy ilusionado ha-ciendo planes para emprender este traba-jo, por lo que he tenido mucho tiempopara asumirlo, de modo que lo celebro

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Libras esterlinas bien invertidasUna parroquia de Londres, hermanada con la de Canutama

Los agustinos recoletos británicos son tan sólo cinco; de ellos, John Docherty es el único esco-cés. Él es buena prueba de que comparten, como todos, los trabajos de la misión, sin ampa-rarse en dificultades lingüísti cas u otras posibles «señas diferenciales». John ha sido misione-ro en la prelatura de Lábrea durante doce años. Ahora es párroco en una de las parro q u i a sde Londres, pero no deja de trabajar en pro de su Misión.

Desde marzo de 1985, los agustinosrecoletos llevamos la parroquia dedi-cada a l os Márt i res Ingleses en

Wembley, Londres. Parroquia hermanadacon la de San Juan Bautista de Canutama,Amazonas (Brasil). Quedan así empareja-dos el barrio londinense conocido mundial-mente por su estadio de fútbol y un pueblopequeño y pobre escondido en la inmensi-dad de la selva amazónica.

Est e lazo de amor y sol idaridad comen-zó hace ahora quince años, en diciembrede 1987. Habíamos tenido una reunión delconsejo parroquial ysurgió la i dea de apo-yar a una misiónnecesitada en elTercer Mundo. Al sernosot ros recoletos,propusimos estable-cer contact o con unade las parroquias de la Prelatura de Lábrea,en la selva de Brasil . Era cosa muy natural .Íbamos a ver cómo nuestra ayuda podríaali viar algo l a si tuación precaria de nues-tros hermanos y de la gente que ell os ser-vían. Así nació nuestra amistad, que ha sidolarga y duradera a través de estos años.

¡Qué mundos tan dispares! Wembley,un barrio en las afueras de Londres, lacapital. Aquí hay un incesante «vai evem», como dicen los brasileiros: ruido atodas las horas, camiones, coches, autobu-ses, supermercados, escuelas, bares, res-taurantes, gente joven, gente chica, gentevieja; de todos los colores, razas y religio-nes; i ngleses, i rl andeses, caribeños,indios, africanos, filipinos; católicos, pro-testantes, budistas, musulmanes, hindúes,

judíos, agnósti cos, ateos. Re a l m e n t eWembley es un microcosmos. Canutama,por el contrario, es un pueblo construidoen las márgenes del río Purús, y allí todos,menos los misioneros, son del mismo color;todos son descendientes de cauchero eindia, de la raza llamada cabocla; hastahace poco, todos eran católicos, aunqueahora los grupos evangélicos han crecidode modo alarmante.

Allí, la pobreza es endémica. Al estara varios días de Manaos, es imposible de-sarrollar una industria agrícola, porque los

barcos pasan sólocuando hay pasajeroso carga suficient e.Por eso, el viaje a lacapital es caro. No sehacen planes defuturo; la vida sevive al día. Cuenta

sólo el hoy; mañana será otro día. No hayempleo, no hay trabajo. Los pequeñosandan descalzos, hambrient os, dejadosmuchas veces por sus padres a la vida de lacalle. Es mejor estar fuera de casa quedentro. Tal vez consigan algo de comer encasa ajena.

Lo que une a los dos mundos es la bús-queda de la felicidad. Todos quieren serfelices; y todos tienen derecho a ell o. To d oel mundo quiere sentir el sol en la cara y uncorazón li gero. Nadie desea la miseria, elhambre, la mendicidad.

Reducido a ci fras, los seglares deWembley Park han aportado a la misiónde Canutama más de 50.000 libras, casi13.000.000 de pesetas. Y, para los lepro-sos o hansenianos de Lábrea, han dona-do 10.000 libras, que equivalen a unos2.500.000 de pesetas. Otra de las parro-quias, Tapauá, también se ha beneficiadode la generosidad de nuestra gente; y, así,la construcción del barco parroquial, elSanta Rita,corrió a cargo de una familiade aquí, así como la compra de un motornuevo, después. A todo ello, habría quesumar varios miles de libras invertidos enproyectos sociales, como la perforación depozos artesianos, por ejemplo.

La Iglesia en general ha hecho unaopción preferencial por los pobres. En estanuestra parroquia de los Már tires Ingleses,no aspiramos a solucionar la vida de nues-

t ros hermanos de Canutama. Sí nos da unagran alegría estrechar les l a mano y ofre-cerles nuestro pequeño apoyo. Ll evamoshaciéndolo 15 años, y en el lo seguiremoscon la ayuda de Dios.

P. John Docherty

La caridad, en cifras

Canutama.. 13.000.000 pts.Lábrea............ 2.500.000 pts.

EL CEPILLO DEL ATRIO

Poca retóri ca, autenticidad y muchosentido práctico es lo que se detecta enel trípti co que, dos o tres veces al año,distribuye la parroquia de los Márt i re sIngleses. El párroco de Canutama(Brasil ) cuenta a los feligreses de sup a rroquia hermana de L ondres lo quehace y necesita. A quí le cambian de len-gua, l o traducen al i nglés; pero no nece-si tan cambiar el lenguaje, que es el delas ci fr as contables, en reales o en l ibras.

No hay boletín que no remita a los fie-les a la caja o cepillo que hay en el atriode la i glesia, donde se recogen losdonativos para Canutama. A los nue-vos se les explica con detalle cuál es: «lacaja pequeña que hay a la derecha delatrio… la que está junto a las fotos». Y,desde luego, de vez en cuando se dacuenta de lo recaudado: «En lo que lle-vamos de año, hemos recogido 1.230libras esterlinas».

No son cepillos silenciados ni colectasvergonzantes. Se llama a los cristianosa la práctica concreta y generosa de lacaridad evangélica. Lo dice todo la ora-ción que encontramos en una de estashojas: «Señor, que siempre tengamoshambre de tu Palabra y de tu Cuerpo, yque siempre alimentemos al hambrien-to que Tú nos has confiado».Cimient os del Centro Past oral de Canutama,

const ruido con ayuda de Wem bley .

Procesión con san Juan Baut ista, el patr ono de Canutama.

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Enero - Febrero 2003

7

Padre Rodrigo Díez

a n t aa m i n a

y68

fonía misional

M a d re no hay más que una

«Madre no hay más que una... y m

ha ido a tocar a mí».Ésta es laexpresión con que, de vez en

cuando, saludamos a nuestra madre cual-quiera de sus seis hijos, incluido quienescribe estas letras. Una expresión queexplica parte del coraje y de la decisióncon que ella hace las cosas.

En l os 75 años de la Prelatura deLábrea, nunca la madre de un religiosohabía l legado hast a aquí. Con razón: lasdi ficultades de los t ransportes, fundamen-talmente, impiden tomarse unas «vacacio-nes» por estos pagos, al menos tal como sonentendidas en la «sociedad del bienestar».

Sin embargo, estas condiciones hancambiado: las pistas de los aeródromos delas cuatro ciudades de la misión han reci-bido en el último año una mejoría impor-tante; el teléfono ha llegado a Canutamay Tapauá (donde antes no existía); y unamoneda brasileña cada vez más devaluada(lo cual no es, por cierto, nada positivopara quien vive aquí) son tres de los moti-vos por los que llegar hoy a la Prelatura esbastante más fácil que hace unos años.

Como se puede suponer, la llegada deun familiar o un amigo nos llena a todos de

satisfacción. Parecerá mentira, pero tam-bién en mitad de la selva existe la mono-tonía. Una monotonía más acentuada, sicabe, que en otros lugares. Porque lasposibilidades de salir de ella son nulas. Noexiste esa «cultura del ocio» de otrosmundos.

Así, no hay dónde dar un paseo, por-que no hay caminos: fuera de las pocoacogedoras calles de la ciudad sólo está laimpenetrable selva. Si se quiere navegar,se ve exactamente lo mismo 2, 15 ó 200kilómetros más allá: agua y una murallade árboles. Y ni pensar en una charla ami-gable con nadie al amor de un buen café;no sólo porque no hay lugares distraídospara tomar el café, sino también debido aque los temas habituales no pueden ir másallá de si sube o baja el agua del río, sihace más o menos calor que ayer (y nor-malmente el calor es el mismo), o si haymucha pesca. Somos como marcianosvenidos de otro lugar.

de fami li a. Para nosotros son como aguafresca en medio del desier to; o, en expre-sión más amazónica, como un poco de aireacondicionado en medio del sol húmedo yasfi xiant e de las dos de la tarde.

At rás quedan las anécdotas. El la nuncabebió tanta agua como aquí, porque tam-poco pasó más calor en su vida; y una bur-galesa no puede tener mucho aguante paraeso. Nunca t uvo las piernas más rojas que,durante una parada del barco, después deun ataque de ese mosquito tan pequeñocomo molesto que es el pium. Y hasta viviócon grandes risotadas un pel igroso momen-to en la lancha, en la que su hi j o, el la, yf r e i Juan Cruz casi terminan en el fondodel río Ipixuna, tras una ola t rai cionera.

Un último dato habla mucho de ella yde mi padre. Porque hasta el mes pasadotenían seis hijos, pero desde ahora tienentambién una hija. No es cuestión de lamadre Naturaleza, sino un empeño y unailusión acariciados por ellos hace muchosaños. Desde enero de 2003 una chica de 18años dejará las márgenes del Purús por lasmás pequeñas y tranquilas del Arlanzónpara estudiar, saliendo del agujero. Loshijos, felices porque ganamos una herma-na en una familia hasta ahora tristementedominada por el mundo varonil. Seguroque la delicadeza amazónica da un vuelcoa nuestra vida familiar.

Por cierto, y es de obl igación hacer-lo, son buenas estas páginas para agrade-cer la tradición de la hospitali dad recole-ta. En Lábrea y en Canutama se desvi vie-ron para que mi madre estuviese cómoday fel iz. En Tapauá, los hermanos de comu-nidad asumieron todos l os t rabajos queme impedían por un minuto estar conel la. Y en Fortaleza y Guaraciaba l os reli -giosos crearon el clima perf ect o para con-verti r nuestra visit a en un descanso para-disíaco. Así es fáci l ser visitado por un serquerido. Y así es fáci l seguir creyendo enla f raternidad.

Nunca había llegado hastaaquí la madre de un

religioso

Nada más llegar, Lina, en el aeródromo deLábrea. Con ella, Rodrigo junto con Miguel Ángel

Lina y Rodrigo, en la playa de Abuf arí, la mayor reserva de quelonios delmundo, sit uada a tres horas denavegac ión de Tapauá.

Así que una visita de alguien de fuerai lusiona por var ias razones. Pr i m e r o ,claro, porque los seres queridos animan yllenan el corazón. También porque vas asalir durante un tiempo de esa monotoníacruel y vas a mostrar a otros cómo vives.También porque ellos nos abren los ojos,al no vivir en nuestro «agujero verde», ysiempre dan nuevas perspectivas a la rea-lidad.

Mi madre tuvo una oportunidad única,aunque para mí era también un poco dolo-rosa. Al mismo tiempo que ella llegó unequipo de TVE para grabar los programasde Pueblo de Dios, y por eso ella nosacompañó por tres de las ciudades de lamisión y vio prácticamente todo lo visita-ble. El dolor, porque varios días tuve quedejarla «a la buena de Dios» y no disfrutéal cien por cien de su maternal presencia.Sin embargo, esto le dio la posibilidad deexper imentar la Amazonia sin su hi j odelante. Conversó como pudo con loslugareños en un portuñolmuy aceptablepara tan poco tiempo, y pasó horas debarco quemándose la piel, pese a estar enla sombra, escribiendo y leyendo.

Los mejores mensajeros de lo quehacemos y vivimos aquí no son las revistas,ni los ar tículos, ni las fotos; ni siquiera l osprogramas de televisión. Son las personasde carne y hueso que nos han vi sit ado, porser volunt arios o por razones de amistad o

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BOLETÍN DE AMIST AD

PRIMERA PIEDRA DE FUNDACIÓN CUA TRICENTENARIA

La comunidad de Lequeitio, en Vizcaya, es la herederadel convent o de Éibar (Guipúzcoa), el primer monaste-

rio de la Recolección promovida por la madre Mariana deSan José hace ahora 400 años. Fue destruido por las bom-bas en la última Guerra Civi l , lo que obligó a las monjas abuscar acomodo en un chalé de la vi lla costera. En lamisma propiedad, el pasado 21 de octubre se puso la pri-mera piedra del nuevo convento, cuyo proyecto ha sidomuy alabado por su esmerada distribución y acomodacióna los tiempos modernos. La ceremonia f ue presidida por elpadre Antonio Palacios, agustino recoleto, que estuvoacompañado de otros seis sacerdotes, autoridades de lavilla y amigos de la comunidad. Especial relieve tuvo la presenciade la madre Federal de las agustinas recoletasde España y su Vi c a r i a .

TEMPLO PARROQUIAL EN BARAJAS (MADRID)

Entre la docena de casas que los agustinos recoletos tienen en la ciu-dad de Madrid, varias son parroquias. La dedicada a Nuestra Señora de

Loreto, en el barrio de Barajas, fue creada en 1965, y al año siguiente lefue encomendada a la Provincia recoleta de Santo Tomás de Villanueva.

El pasado 10 de diciembre, festividad de la titular, fue inaugurado sunuevo templo parroquial. Presidió la eucaristía, llevando a cabo los ritosobligados, el arzobispo de Madrid, cardenal Rouco Varela. Estaba presen-te el prior general de la Orden, padre Javier Guerra.

La iglesia se acaba de estrenar, pero la comunidad parroquial llevamuchos años de marcha, y está cohesionada y bien organizada. Dígalo, sino, la página web de la parroquia, en la siguiente dirección: <www.oarecoletos.org/loreto/>.

Maqueta informática del nuevo monasterio.

a n t aa m i n a

y

REUNIÓN DE FORMADORES

Antes había seminarios, radicados normalmenteen España y cortados todos por el mismo

patrón. La palabra «seminario» podemos seguirusándola, pero los centros donde se forman losaspirantes al sacerdocio y a la vida religiosa son hoymuy distintos unos de otros y están en diferentespaíses y continentes.

La Provincia recoleta de San Nicolás deTolentino tiene seminarios en Estados Unidos,México, Costa Rica, Brasil, Inglaterra y China, ade-más de en España. No es de extrañar que haya sen-tido la necesidad de coordinar la labor de forma-ción de todos estos centros.

Los formadores se vienen reuniendo cada dosaños, alternando América y España. Esta vez, entreel 7 y el 12 de enero, tocó en el convento de Marci l la(Navarra). A pesar de faltar los hermanos chinos, sejunt aron en total 16, de distintas nacional idades. Eltema de debate y ref lexión tenía una especial trans-cendencia: la vida espiritual en la f ormación.