Agricultura campesina en los andes centrales

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1 Comprender la agricultura campesina en los Andes centrales (Perú - Bolivia) Pi e rr e Morlon, c ompilador y c oordinador Traducción al castellano Edgardo Rivera Martínez Cuidado de la edición Anne-Marie Brougère Ins tituto fran s d e E s tudios Andinos, Lima , C e ntro d e E s tudios R egional es Andinos Bartlomé d e las Casas, Cuz co Lima , novi e mbr e d e 1996. Edición original en francés : &RPSUHQGUH O¶DJULFXOWXUH SD\VDQQH GDQV OHV $QGHV FHQWUDOHV 3pURX EROLYLH Pierre Morlon, coordinateur Institut National de la Recherche Agronomique (INRA) ± Éditions, Paris, 1992 Traducción autorizada por el INRA

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Compresion de la agricultura campesina en la cordillera andina de los paises Perú y Bolivia.

Transcript of Agricultura campesina en los andes centrales

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    Comprender la agricultura campesina en los Andes centrales

    (Per - Bolivia)

    Pierre Morlon, compilador y coordinador

    Traduccin al castellano Edgardo Rivera Martnez

    Cuidado de la edicin Anne-Marie Brougre

    Instituto francs de Estudios Andinos, L ima,

    Centro de Estudios Regionales Andinos Bartlom de las Casas, Cuzco L ima, noviembre de 1996.

    Edicin original en francs :

    Pierre Morlon, coordinateur Institut National de la Recherche Agronomique (INRA) ditions, Paris, 1992

    Traduccin autorizada por el INRA

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    NOTAS SOBRE LA REDACCION

    Palabras indgenas En relacin con las diferentes maneras de escribir las palabras indgenas, vase en el glosario el trmino quechua. Ciertos lectores se quedarn quizs sorprendidos al encontrar palabras empleadas en un sentido diferente al que conocen: en efecto, segn las regiones (y a veces a poca distancia), una misma cosa puede tener diversos nombres, y un mismo nombre designar cosas diferentes.

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    Para evitar toda confusin entre los quintales mtricos (100kg) y los quintales antiguos (100 libras = 46 kg), todos los pesos, y por tanto tambin los rendimientos, son dados en kilogramos (o toneladas).

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    " Ustedes son personas demasiadamente cultas, profesionales; ustedes deben comprender que soy un campesino analfabeto... Son ustedes los que me deben comprender a m, y no yo a ustedes " .

    Intervencin del campesino Jar Londoo en el Seminario Latinoamericano de Reforma Agraria, Chiclayo, Per, diciembre de 1971.

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    NDICE Lista alfabtica de autores

    Introduccin Los Andes como memoria O . Dollfus

    Presentacin P. Morlon

    1ra parte OBERTURA Captulo 1 Una her ramienta, un smbolo, un debate: la chaquitaclla y su persistencia

    en la agricultura andina P. Morlon, J. Bourliaud, R. Rau, D . Herv

    2da parte ORGANIZACIN SOCIAL Y UTILIZACIN DEL TERRITORIO Captulo 2 Sistemas de barbecho sectorial B. Orlove, R. Godoy, P. Morlon

    Captulo 3 Valorizacin de la diversidad ecolgica Introduccin P. Morlon 1 El control vertical de un mximo de pisos ecolgicos y el modelo en archipilago J.V. Murra 2 Quince aos despus: balance de la nocin de archipilago J.V. Murra 3 Del archipilago tnico al minifundio T. Saignes, P. Morlon 4 Zonas de produccin: autonoma individual y control comunal E. Mayer 5 Modelos de complementariedad ecolgica: una revisin bibliogrfica - P. Morlon 6 Propiedades familiares y dispersin de los riesgos: el ejemplo del Altiplano - P. Morlon

    Captulo 4 Infraestructuras agrcolas: vestigios del pasado o tcnicas para el futuro? Introduccin P. Morlon 1 - Diversidad de los acondicionamientos

    En el desierto costero, los mahamaes o chacras hundidas B. Cobo Campos de sal B. Orlove Pastizales de regado para alpacas en la puna alta F . Palacios Ros Las campias - C . F elipe-Morales, P. Morlon, C . Reynel, E . Vergaray Lara

    2 Hacia la reconciliacin de lo antiguo y de lo nuevo La rehabilitacin de andenes L. Masson, C . F elipe-Morales, P. Morlon Una experiencia de reconstruccin de antiguos andenes en el Altiplano C . Ramos Vera La arqueologa aplicada al desarrollo: la reconstruccin de camellones precolombinos en el Altiplano I. Garaycochea, C . Ramos, P. Morlon Un (re)descubrimiento reciente: la agricultura en lagunas temporales (qocha) en el Altiplano J. F lores Ochoa, M.P. Paz F lores, W. Rozas

    3 Reduccin de los riesgos climticos por medio de acondicionamientos : el ejemplo de las heladas en el altiplano P. Morlon

    4 Elementos para un debate - P. Morlon

    3ra parte LOS RENDIMIENTOS OBTENIDOS POR LOS CAMPESINOS FRENTE A LA ONVESTIGACIN AGRONMICA Y A LA VULGARIZACIN

    Captulo 5 Qu tipos de mediciones y qu criterios para la evaluacin? P. Morlon, A. Hibon, D . Horton, M. Tapia, F . Tardieu

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    Anexos : El papel de las llamadas malas hierbas : pistas de investigacin D.W. Gade, A. Hibon, P. Morlon, F . Tardieu

    Agronoma y gastronoma P. Morlon, A. Hibon, D . Horton, M. Tapia, F . Tardieu

    4ta parte PUNTOS DE VISTA SOBRE LOS SISTEMAS DE PRODUCCIN Captulo 6 Agricultura y ganadera en la economa de la familia campesina : identidad

    andina y diversidades regionales

    1 Diez aos en la vida de campesions de las riberas del titicaca B. Montoya, P. Morlon, S. Channer 2 Vender para vivir - B. Montoya, P. Morlon, S. Channer, L. Lescano, F . Huapaya 3 El alto valle del Caete : el matorral y la puna G . Brunschwig 4 - Agricultura, alimentacin y polticas B. Orlove

    Anexos: Produccin y consumo de trigo en Chumbivilcas J. Bourliaud, R. Rau Metodologa y aprovechamiento crtico de los datos sobre la ganadera andina en tiempos de sequa. I. Lausent-Herrera

    5ta parte DISCUSIN Y PERSPECTIVAS Captulo 7 La economa campesina en los Andes peruanos: teoras y polt icas B.

    Kervyn

    Eplogo Sobre mitos y fantasmas P. Morlon

    Conclusin P. Morlon Glosario Anexos : Equivalencia de unidades de medida antiguas o locales

    Plantas cultivadas andinas de altura

    Referencias citadas

    Lista de las instituciones que han dado autorizacin para reproducir o utilizar textos, ilustraciones o estudios

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    LISTA ALFABTICA DE AUTORES Jean B O UR L I A UD (F) Agro-economista, Investigador en INRA-ESR, Pars.

    Gilles BRUNSC H W I G (F) Zootecnista, ex-becario IFEA-ORSTOM.

    Sharon C H A NN E R (C) Nutricionista, Canadian Home Economics Association.

    Bernab C O B O (1580 - 1657) Sacerdote jesuita y erudito (*)

    Olivier DO L L F US (F) Gegrafo, Profesor en la Universidad de Pars VII.

    Carmen F E L IPE M O R A L ES (P) Profesor de Ciencia del Suelo en la Universidad Agraria de La Molina, Lima.

    Jorge F L O R ES O C H O A (P) Antroplogo, Profesor en la Universidad del Cuzco.

    Daniel W . G A D E (USA) Gegrafo, Profesor en la Universidad de Vermont.

    Ignacio G A R A Y C O C H E A (P) Agrnomo, INIAA, Puno.

    Ricardo G O D O Y (USA) Antroplogo, Universidad de Harvard.

    Dominique H E R V E (F) Agrnomo, Investigador en ORSTOM, La Paz.

    Albr ic H IB O N (F) Agro-economista, CIP, Quito.

    Douglas H O R T O N (USA) Economista, Centro Internacional de la Papa, Lima.

    F ernando H U APA Y A (P) Agrnomo, INIAA, Puno.

    Bruno K E R V Y N (B) Economista, Facultad de Ciencias Econmicas y Sociales, Namur.

    Isabelle Lausent - H E RRE R A (F) Antroploga y gegrafa, Investigadora en el CNRS.

    Luis L ESC A N O (P) Agrnomo, Profesor en la Universidad de Puno.

    Luis M ASSO N (P) Agrnomo, Director Tcnico Adjunto de ONERN, Lima.

    Enrique M A Y E R (P) Antroplogo, Profesor en la Universidad de Illinois, USA.

    Beatriz M O N T O Y A (P) Antroploga, Archivo Nacional y INIAA, Lima.

    Pier re M O R L O N (F) Agrnomo, Investigador en INRA-SAD, Dijon.

    John V ictor M URR A (USA) Antroplogo, Profesor Emrito, Universidad de Cornell.

    Benjamn Sebastin O R L O V E (USA) Antroplogo, Profesor en la Universidad de California.

    F lix PA L A C I OS (P) Antroplogo, Puno.

    Percy PA Z F L O R ES (P) Antroplogo, Profesor en la Universidad del Cuzco.

    Claudio R A M OS (P) Agrnomo, CECI-CCAEP, Puno..

    Raymond R E A U (F) Agrnomo, CETIOM, Pars.

    Carlos R E Y N E L (P) Ingeniero Forestal, Profesor en la Universidad Agraria de La Molina, Lima.

    Thier ry SA I G N ES (1946-1994) (F) Historiador, Investigador en el CNRS, Pars.

    Mario T API A (P) Agrnomo y pastoralista, Director del "Programa Nacional de Sierra", INIAA, Per.

    F ranois T A RDI E U (F) Agrnomo, Investigador en INRA-Agronoma.

    E rclides V E R G A R A Y L A R A (P) Gegrafo (*)

    (F) Francia (P) Per (C) Canad (E) Espaa (B) Blgica.

    (*) Autores a los que no he podido consultar para la utilizacin de sus textos, por lo cual no he efectuado ninguna modificacin en los mismos, salvo la reduccin de su extensin total.

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    Introduccin : los Andes como memoria Olivier Dollfus

    Las pocas realidades descritas en esta Introducccin se hallan presentes siempre, pero a menudo de manera implcita, en esta obra. Constituyen, pues, una "memoria" que debe permitir un mejor planteamiento de los hechos analizados y presentados a lo largo de los captulos, y de interpretarlos situndolos en su contexto.

    Montaas antiguamente pobladas Los Andes centrales, desde el sur del Ecuador hasta el Trpico de Capricornio, estn entre las regiones ms pobladas del continente americano relieve topogrfico y volumen demogrfico van juntos. Las densidades de poblacin, sobre todo entre los grados 10 y 20 de latitud sur, contrastan - y contrastaban an ms en los primeros siglos de este milenio - con las extensiones muy dbilmente ocupadas del sur del continente, las llanuras boscosas de la Amazona y las sabanas de las mesetas brasileas. Incluso si su peso relativo en los Estados declina, principalmente en el Per, nunca han estado los Andes centrales tan poblados como ahora (figs. 1 y 2); de 6 millones de habitantes en 1940 en este pas, los 4 que vivan en los Andes representaban ms del 60 % de la poblacin actualmente no representan "ms que" el 30 %, pero sobre un total de ms de 20 millones, lo cual equivale a 6 a 7 millones.

    F ig. 1 : Distr ibucin de la poblacin del Per segn la altitud en 1940 y 1981 (segn Bernex, 1988)

    Toda la poblacin de cada provincia o distrito ha sido contada como si viviera a la altura de su capital que, en las regiones altas, est generalmente ubicada en el fondo de un valle, es decir a menor altura que la vivienda real de

    la poblacin. Hay pues, por encima de los 2,500 metros, un sesgo hacia abajo.

    El resultado son densidades poblacionales promedio del orden de 30 a 40 habitantes por kilmetro cuadrado, muy desigualmente repartidas regiones en que las densidades son superiores a los 80 habitantes por km2, por ejemplo alrededor del lago Titicaca, colindan con "vacos humanos" en que las densidades caen a 1 2 habitantes, tal como sucede en algunas altas mesetas de la puna 1 seca consagradas al pastoreo. Es verdad, los efectivos han variado a lo largo de la historia luego de un mximo que debe corresponder al apogeo del Imperio Inca, a fines del siglo XV, el choque colonial

    1 Los trminos que son especficos de los Andes, o de la historia de Amrica Latina, son explicados ms adelante en esta Introduccin, o en el Glosario.

    +4000

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    Alturam.s.n.m

    0 1,000,000 2,000,000

    AltiplanoCuzco, Huancayo

    Lima, Ica, Trujillo, Piura

    Arequipa, Ayacucho, Cajamarca

    Cerro de Pasco

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    acarre una disminucin de las poblaciones en los Andes (quizs la mitad), pero la cada fue menos brutal que en los oasis de la costa, que perdieron por entonces hasta las cuatro quintas partes de sus habitantes.

    La continuidad de una fuerte presencia humana en los Andes tropicales al sur del Ecuador constituye, pues, un hecho mayor en su historia, desde los seoros hasta los Imperios precolombinos, del Virreynato hasta la Repblica. Se vincula con la existencia de campesinados que posean una organizacin que regulaba las relaciones de los hombres entre s, y sus relaciones con el medio, es decir de "civilizaciones campesinas", tomando este concepto en el sentido que le asigna el gegrafo Pierre Gourou.

    Montaas campesinas donde se inventaron formas de crianza de ganado y de agricultura (fig. 3) La historia de la ocupacin agropastoral de los Andes centrales no puede dejar de lado la utilizacin de los recursos del piedemonte desrtico de las riberas del Pacfico, as como del otro, el boscoso, al este. Es posible que los cazadores recolectores que, hace unos diez mil aos, recorran los Altos Andes cazando crvidos, guanacos y roedores, y recogiendo plantas acuticas en los pantanos de altura o huevos de aves tambin acuticas, estuviesen en relacin con los que recogan caracoles en las "lomas" (oasis de brumas de la costa del Pacfico), o que buscaban conchas o mamferos marinos varados en las playas marinas.

    Est claro que no debe tenerse una visin lineal de las evoluciones hubo cazadores y recolectores al mismo tiempo que agricultores, y a veces se trataba de los mismos individuos; las actividades de recoleccin pudieron prevalecer, en funcin de las circunstancias, a las del pastoreo y agricultura despus de su "invencin" entre sptimo y sexto milenios antes de nuestra era.

    La domesticacin de camlidos tuvo lugar en los altiplanos a partir del sexto milenio as apareci una primera forma de crianza especfica de los altos Andes y del piso de las punas - se trata del nico sitio del continente americano hasta la conquista espaola. Entre los milenios octavo y quinto se pasa de una caza generalizada a una caza especializada de camlidos, luego a una domesticacin progresiva de animales y a su crianza en las punas.

    Corresponden los comienzos de la agricultura a los frijoles (Phaseolus vulgaris), de los que se han hallado granos en un abrigo rocoso del Callejn de Huaylas, y que se remontan al sexto milenio? Sucede, sin embargo, que se hallan frijoles silvestres en esos medios entre los 2,500 y 2,000 metros del altura, y resulta difcil distinguirlos de las variedades cultivadas. De manera ms segura en el tercer milenio antes de nuestra era, en el piso templado por debajo de las punas, aparecen los tubrculos, papas, ocas, ollucos, y probablemente la quinua, as como variedades de maz muy primitivas. En los pisos ms clidos se cosechan frijoles, tomates y hojas de coca. Si el tomate poda ser consumido directamente, los tubrculos demandaban preparativos culinarios a menudo complejos a la domesticacin de plantas se aaden tcnicas de coccin con los utensilios correspondientes, de lo que se deriva el papel, principalmente, de la cermica.

    Entre el segundo y primer milenios antes de nuestra era son empleados los principales elementos constitutivos de la agricultura andina, y servirn de base para los sistemas de produccin agrcola hasta la Conquista. Pero tanto tcnicas como instrumentacin se desarrollarn por etapas as la edificacin de terrazas de cultivos y los trabajos de riego en las laderas; los mediocres resultados del palo de escarbar se ven mejorados con la invencin de las primeras "tacllas" (ver el captulo 1), pero se seguirn utilizando piedras talladas hasta la poca contempornea.

    Es probable que en el primer milenio de nuestra era fuese regla el escalonamiento de las producciones, con las complementaridades a que induce la crianza de animales en las punas, tubrculos de altura, maz en los pisos templados y tibios. Se hilaba y teja la lana de los camlidos, as como el algodn cosechado en las regiones clidas.

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    Las viviendas eran instaladas a menudo en el lmite entre dos pisos, a fin de sacar partido de las posibilidades que ofrecan diferentes medios. Los lmites altitudinales de los cultivos podan, por lo dems, oscilar en algunas centenas de metros, de acuerdo a las fluctuaciones climticas es posible que entre los siglos X y XII de nuestra era un ligero recalentamiento hubiese motivado una subida de 150 a 200 metros del conjunto de pisos ecolgicos con respecto a su situacin actual el enfriamiento de la Pequea Edad Glaciar, entre los siglos XVI y XVIII, se tradujo en su descenso. Pero estas fluctuaciones del clima del ltimo milenio han ocasionado menos perturbaciones en las sociedades andinas que los grandes choques polticos o culturales.

    El choque colonial y la reestructuracin de la sociedad andina se traducen en un descenso importante de la poblacin indgena, por efecto sobre todo de las epidemias. La poblacin se ve reagrupada en aldeas, las "reducciones", dispuestas en torno a la iglesia y el cementerio en que se depositaban los cadveres retirados de las "huacas", lugares sagrados indgenas. El establecimiento de territorios continuos en torno a los pueblos rompe la lgica andina del "archipilago" (cap. 3). La evangelizacin por las rdenes religiosas se acompaa con la "extirpacin de las idolatras." El control de la poblacin corre a cargo de los "encomenderos" espaoles 2, asistidos en la base por los "caciques," indios notables. Tiene como fin facilitar la cobranza del tributo y la prestacin de trabajo obligatorio por medio de la "mita" y los "obrajes" (talleres textiles). Las ciudades fundadas por el conquistador, a menudo en antiguos asentamientos precolombinos, controlan el espacio y a los habitantes de los campos. Es all donde residen las autoridades espaolas, militares, judiciales, religiosas, fiscales.

    Una innovacin fundamental es aqulla vinculada con la aplicacin del derecho romano, con las modalidades de apropiacin privada de la tierra que permite, las mismas que conducen al desarrollo de la gran propiedad, a veces a partir de la extensin a la tierra del control de los hombres de la encomienda.

    Poco a poco se difunden en los Andes los animales procedentes de Europa bovinos, porcinos, caprinos, caballos y asnos; las mulas desempean un importante papel como animales de carga, y compiten con los camlidos en las punas. En los pisos ms bajos, estos animales contribuyen a la transformacin de los bosques en landas. Se trata de una ganadera extensiva, sin establos, que ocupa mucho espacio. Al modificar los paisajes, y al facilitar la acumulacin por aumento de los rebaos, las diferentes consecuencias de la ganadera modifican las relaciones sociales de produccin. Pero esa ganadera, con prcticas que se remontan a las de la Espaa medieval, no ser mayormente objeto de mejoras zootcnicas, al menos hasta la poca contempornea. En estos sistemas de produccin y en las rotaciones de cultivos se insertan los cereales, trigo, cebada, avena y habas, y ms tarde la alfalfa, pero las prcticas de trabajo de la tierra no cambian mayormente. Cualesquiera que hayan sido las turbulencias de la historia, los Andes centrales continan siendo, a larga duracin, montaas campesinas.

    A escala del mundo, montaas altamente pobladas En un mapamundi en que figuren las densidades humanas en extensiones de altura superior a los 3,000 - 3,500 metros, los Andes tropicales aparecen, tambin en este caso, como zonas de densa poblacin. Encontramos densidades semejantes en las mesetas de Etiopa, pero en manchas de una extensin ms reducida y a altitudes diferentes de las de los Andes Centrales. Si bien es cierto que hay pobladores en la alta Asia central, sobre todo en las mesetas, valles y montaas del Tibet, a ms de 3,000 metros, no se trata ms que de 5 a 6 millones en 3 millones de kilmetros cuadrados las densidades medias son de 10 a 20 veces mayores en la alta montaa andina, con respecto al Asia central. Pero sta, por encontrarse entre los 30 y 40 de latitud norte, tiene invierno fro, mientras que los Andes centrales se hallan en plena zona intertropical y no tienen invierno.

    2 Se trataba, para la corona espaola, de "confiar" (encomendar) a un grupo de indios a un espaol, encargado de "protegerlos" y evangelizarlos, en compensacin de lo cual ellos trabajaban para l y le pagaban tributo.

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    Un volumen montaoso que encierra mesetas y altiplanos (figs. 4 y 5) En las cordilleras que bordean todo el oeste del continente americano, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, hay dos regiones que constituyen focos de poblamiento que fueron territorio de los estados precolombinos la meseta central mexicana y sus mrgenes, y los Andes Centrales peruano-bolivianos. En ambos casos estamos frente a un conjunto de mesetas centrales, altiplanos o amplias cuencas dominadas por volcanes o cadenas montaosas, con pesados flancos flexurados, profundamente excavados por los valles que descienden hacia los pedemontes y llanos de los niveles inferiores. Pero la meseta central mexicana, donde estuvo el imperio azteca, se encuentra a 1,500 metros ms abajo que las mesetas y altiplanos de los Andes Centrales.

    En stos la disposicin de los conjuntos topogrficos acarrea consecuencias importantes. He aqu una alta montaa, orientada de sur-sur-este a norte-norte-oeste, paralela al borde del continente, y, por lo tanto a las orillas del Pacfico, con una anchura de 200 kilmetros hacia los 10 de latitud sur, y que se expande hasta alcanzar de 500 a 600 kilmetros entre los 18 y 20. Ningn paso a menos de 4,000 metros permite franquear los Andes al sur del paralelo 10. La vertiente occidental, donde los torrentes descienden de 5,000 metros de altura al ocano Pacfico en una centena de kilmetros, es seca; en la parte media de los valles el encajonamiento sobrepasa los 2,500 metros. La vertiente oriental amaznica hmeda, boscosa o cubierta de vegetacin, ofrece un perfil todava ms escarpado, y se halla horadado por valles ms estrechos. Cordilleras rocosas y nevadas forman eslabones discontinuos que dominan cada flanco; al sur del paralelo 14, en la parte occidental de la montaa, los volcanes se alzan sobre vastos campos poco inclinados, de lava o de toba. Aqu el desierto sube muy alto a la montaa, y la escasez de las precipitaciones y la sequedad del aire impiden que volcanes que alcanzan los 6,000 metros de altura tengan glaciares. La originalidad topogrfica mayor de los Andes Centrales est en una sucesin de altas mesetas en la cima, entre los 4,000 y 5,000 metros, con cuencas centrales que pueden formar altiplanos, desde el de Junn, a 4,000 metros del altura y 12 de latitud, hasta el altiplano peruano-boliviano, que, a lo largo de 800 kilmetros, entre los 15 y 20, no desciende por debajo de los 3,500 metros de altitud.

    La extensin de altas superficies planas o dbilmente onduladas, a ms de 3,800 metros, es una de las caracter sticas mayores de los Andes Centrales tropicales. Se puede circular por ms de 1,500 klmetros desde el norte de Chile hasta la latitud de Lima sin abandonarlos. Hay en ello una diferencia mayor con los Andes septentrionales (Colombia y Venezuela), donde encontramos cadenas orientadas, como las tres cordilleras de los Andes colombianos, relativamente estrechas, con vertientes abruptas y fragmentadas, a menudo boscosas y separadas por valles profundos; otra disposicin diferente es el de la parte central de los Andes del Ecuador, donde se suceden altas cuencas, amplias, excavadas por "caones" dominados por volcanes; aqu los Andes no tienen ms de 120 kilmetros de ancho. Los Andes ecuatoriales "verdes" son muy diferentes, por su arquitectura y su cobertura vegetal, de los AndesCentrales, rojizos y masivos.

    Una gran montaa tropical (figs. 5 y 6). La situacin tropical acarrea dos series de efectos, que se dan en todas las montaas situadas en las mismas latitudes. Como las temperaturas medias en la base de la montaa son superiores a los 22 24C (excepto en el caso de la "anomala negativa" de las temperaturas debida a la corriente fra a lo largo de la costa del Pacfico), y la gradiente trmica (descenso de las temperaturas en funcin de la altitud) es de 0,5 a 0,6C por cada 100 metros, las temperaturas medias anuales son todava prximas a la decena de grados a 3,800 metros, y positivas hasta ms de 4,500 metros. Se aade el "efecto de macizo", si bien menor que en Asia Central en los macizos montaosos muy grandes el aire es ms clido que a la misma altura en atmsfera libre. As en Lhassa, en el Tibet, en el paralelo 30, a 3,700 metros, las temperaturas medias son de 17C en julio, y de 0C en enero, lo cual constituye una "anomala positiva" del orden de 5 a 6.

    Cuando la humedad es suficiente, las temperaturas en los Andes Centrales permiten que los pastos o estepas crezcan hasta los 4,600 metros, y a veces an ms arriba, situndose el lmite de la

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    vegetacin hacia los 4,700 - 4,900 metros. El escalonamiento de la vegetacin se despliega as sobre una amplitud altitudinal dos veces superior a la de los Alpes.

    Como ha subrayado Carl Troll (1931, 1943), siguiendo a Alexander von Humboldt (1811, 1817), y a autores ms antiguos, como Jos de Acosta, Guamn Poma y Bernab Cobo, montaa tropical significa que las estaciones estn ritmadas mucho menos por las temperaturas que por la alternancia de una estacin seca, de mayo a octubre, y una estacin lluviosa, de noviembre a abril, durante la cual caen los 3/4 o los 4/5 de las precipitaciones anuales. En la estacin seca las variaciones trmicas cotidianas son fuertes, como consecuencia de la sequedad de la atmsfera, en tanto que son reducidas por la humedad atmosfrica en la estacin lluviosa. Las diferencias entre las temperaturas medias del mes ms clido y el mes ms fro (generalmente junio) son limitadas del orden de 2 a 3C bajo el paralelo 10; ms al Sur, en las cercanas del trpico, pueden alcanzar de 5 a 6. Las temperaturas mximas varan muy poco a lo largo del ao y son siempre positivas hasta cerca de los 5,000 metros lo que diferencia a las estaciones son las temperaturas mnimas. Cuando el cielo est cubierto, las nubes limitan el enfriamiento nocturno e impiden las heladas; las precipitaciones caen as en forma de lluvia por debajo de los 5,000 metros. Puede caer nieve nieve slo en la estacin seca, pero desaparece en unos das. As, y debajo de los 5,000 metros, los Andes son montaas sin cobertura nevada estacional, diferencia mayor tanto en lo que concierne a las actividades humanas como a la vegetacin, con las montaas de las latitudes medias el empleo de la palabra "invierno", que, segn las personas y las regiones, designa aqu, por lo dems, estaciones opuestas, es completamente inapropiada, y conduce a groseros errores en la interpretacin de los fenmenos climticos.

    Escalonamiento de las formaciones vegetales, y, por lo tanto, de los ecosistemas, en casi 5,000 metros, y ausencia de cobertura nevada estacional, he all dos elementos que, unidos a la disposicin topogrfica de la montaa, favorecen su "habitabilidad", que permite una ocupacin humana permanente desde el nivel del mar hasta ms de 4,500 metros, a pesar de la disminucin de la productividad vegetal en relacin con el fro y las limitaciones fisiolgicas de la altitud elevada.

    F ig. 6 : Determinantes geogrficos de las variaciones climticas en los Andes centrales.

    Una alta montaa que plantea problemas de adaptacin a los organismos La disminucin de las temperaturas est relacionada con la de la presin atmosfrica, la misma que a 4,400 metros no es ms que un 60 % de la que se da a nivel del mar. La cantidad de vapor de agua en la atmsfera disminuye an ms rpidamente a 4,000 metros es la cuarta parte de la que corresponde al nivel del ocano. Resulta de ello una fuerte radiacin ultra-violeta, as como valores elevados de radiacin solar directa, que inducen a fuertes variaciones de temperatura el calentamiento del suelo expuesto al sol, seguido por un rpido enfriamiento cuando se pasa a la sombra, y las

    SUR (trpico)Temporada seca larga y rida

    NORTE(ecuador) Lluviasabundantes todoel ao

    SUR (trpico)Temporada seca larga y rida

    NORTE(ecuador) Lluviasabundantes todoel ao

    ALTURA- Temperaturas- Humedad

    - amplitud diurna temperaturas- evaporacin sigue alta

    ALTURA- Temperaturas- Humedad

    - amplitud diurna temperaturas- evaporacin sigue alta

    OESTE Corriente de Humboldt Costa desrtica

    ESTE(Amazonia) Nubes y lluviasabondantesOESTE

    Corriente de Humboldt Costa desrtica

    ESTE(Amazonia) Nubes y lluviasabondantes

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    correspondientes oscilaciones de la humedad atmosfrica, tienen consecuencias en los organismos vivientes.

    Los vegetales no se ven afectados por la disminucin del oxgeno del aire, pero las plantas deben adaptar sus rganos areos a las variaciones de temperatura y de humedad, as como al aumento de las radiaciones ultra-violetas, de todo lo cual resultan hojas de cutcula gruesa, de estomas reducidos, numerosas plantas pubescentes, espinosas o en forma de almohadilla; en tanto que el aparato radicular, que se beneficia de una temperatura constante a lo largo de todo el ao, se halla por lo general bien desarrollado para extraer el agua del suelo y acumular elementos nutritivos que permitan subsistir durante la estacin seca.

    En cuanto a los animales, y ms especialmente los mamferos, la menor cantidad de oxgeno, a lo que se agregan los dems "stress" trmicos e hdricos, exigen de sus organismos respuestas adaptativas. Dos tipos de respuestas son posibles : una a corto plazo y provisional, concierne al individuo que pasa de una baja a una elevada altitud (para la especie humana un primer umbral se sita hacia los 3,500 metros). Se trata de la adaptabilidad, que se traduce en la aceleracin de los ritmos cardiacos y respiratorios para acrecentar la capacidad de oxigenacin pulmonar, permitiendo paliar as la disminucin de oxgeno. Si la respuesta del organismo no es suficiente, se produce la enfermedad de las montaas, el "soroche", acompaado por dificultades respiratorias y dolores de cabeza que pueden cesar con el reposo, o bien agravarse hasta causar la muerte. La embolia pulmonar puede ser consecuencia de un esfuerzo rpido en la altura en individuos generalmente jvenes procedentes de las regiones bajas. Otra forma de adaptabilidad es la produccin de glbulos rojos de dimensiones ms pequeas, y por lo tanto en mayor nmero, que permite una mejor oxigenacin de la sangre.

    La adaptacin es la respuesta de una poblacin, a lo largo de las generaciones, a los apremios de la altitud es el resultado de un proceso selectivo darwiniano. Se traduce en las poblaciones que viven desde hace largos siglos a ms de 3,500 metros (por ejemplo los aymaras del altiplano), en un msculo cardiaco ms poderoso y una acrecentada capacidad pulmonar en comparacin con los que poseen individuos de la misma estatura que viven al nivel del mar.

    Las limitaciones vinculadas con las grandes alturas exigen respuestas fisiolgicas, y son por tanto las nicas limitaciones naturales para las cuales son insuficientes las respuestas culturales. No han frenado nunca, sin embargo, la ocupacin de las montaas hasta el lmite superior de la vegetacin - sucede que el lmite extremo posible de vida permanente para el hombre (ms o menos 5,100 metros) se halla ligeramente por encima de la que el clima impone a la vegetacin en los Andes Centrales. Aun si individuos procedentes de regiones bajas experimentan dificultades fisiolgicas que pueden afectar tambin las actividades de reproduccin, los hombres han vivido y se han reproducido en los Altos Andes desde los comienzos de la ocupacin del continente.

    Una gran diversidad de ambientes escalonados (fig. 7) " Es difcil, para quien no ha recorrido en persona las diferentes zonas del Per, representarse con exactitud las variadas escenas que ofrece la naturaleza en este pas, donde en pocas horas el viajero ve desfilar ante sus ojos paisajes tan diferentes que, para encontrar otros anlogos, tendra que recorrer las regiones ms opuestas del globo.

    En razn de su situacin en la zona trrida y a causa de las grandes desigualdades de elevacin que presenta su territorio, el Per ofrece todos los fenmenos meteorolgicos de l mundo, es decir, su clima es extremadamente variado. " (Paul Walle, 1913).

    El cruce del escalonamiento vinculado a la gradiente trmica con la distribucin de las precipitaciones y el valor de las pendientes, determina que en un corte de los Andes Centrales haya todo un juego de situaciones topoclimticas, en las que pueden combinarse lo clido y lo fro, lo seco y lo hmedo, lo llano y lo inclinado, con sus consecuencias sobre las formaciones vivientes, vegetales y

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    animales. De lo cual resulta un gran nmero de unidades ecolgicas elementales, de "geofacies,"3 que se distribuyen en funcin de los pisos mayores de la montaa.

    Presentaremos aqu, rpidamente, esos pisos, retomando las denominaciones indgenas tal como han sido sistematizadas por el gegrafo peruano Javier Pulgar Vidal - precedido a su vez por Alexander von Humboldt (1817) y Bernab Cobo (1635, libro II, cap. 8 a 13) (figs. 7, 8 y 9).

    Los ambientes tibios de las " yungas " ; " yungas hmedas " y " yungas secas. "

    Las "yungas hmedas" de la vertiente amaznica de los Andes tropicales se sitan entre los 500 y 1,800 metros de altura reciben precipitaciones abundantes, de 1,500 a 7,000 mm. por ao, y la breve estacin seca se ve entrecortada por tempestades. Las temperaturas medias estn comprendidas entre 23 y 17 C. La vegetacin natural es una floresta densa que, en las laderas expuestas al viento, en su parte superior, atrapa neblinas durante una gran parte del ao, de donde resulta su nombre de "selva nublada", "nebelwald", con grandes helechos arborescentes y densos bambs colgantes. Este medio clido ha sido objeto a menudo de deforestacin, subsistiendo el bosque original en las pendientes escarpadas y en las zonas poco accesibles. Es el reino de los cultivos arbustivos coca, aj, t, ctricos, caf en sombra; producciones alimenticias maz, yuca, camotes; en otras partes, el bosque ha podido dejar lugar a los pastos, sembros de gramneas, que deben controlarse con todo cuidado para evitar la invasin por la landa leosa.

    Las laderas y las fuertes precipitaciones pluviales, a menudo concentradas en poderosos chaparrones, ocasionan la lixiviacin de los suelos las bases son llevadas, los xidos de hierro y aluminio se concentran, a menos que la erosin sea lo suficientemente rpida como para equilibrar la rpida alteracin de la roca madre, en relacin con el calor y la humedad. Debe tomarse en cuenta, en el tratamiento de estos frgiles ambientes, tanto los deslizamientos de tierra como la torrencialidad. El calor favorece el desarrollo de enfermedades como la leishmaniosis, el mal de Chagas, la "uta", el paludismo y diversas parasitosis.

    Las "yungas secas" ocupan el mismo rango de altura en el flanco occidental de los Andes. Hay ms de 300 das de sol en el ao; el calor se ve temperado, no obstante, por las brisas de valle. Las pendientes estn cubiertas por una estepa arbustiva, de cactceas y espinosas. Como las precipitaciones anuales, muy irregulares, son inferiores a 300 mm., se hace imposible la agricultura sin riego, que utiliza los torrentes que descienden de los altos Andes. Falta sitio, sin embargo, en los valles estrechos, para un aprovechamiento agrcola importante. Casi todos los cultivos de los mbitos templado y tropical son aqu posibles. En la poca precolombina se produca maz, aj, algodn y coca. En nuestros das, los rboles frutales y los alfalfares para el engorde de animales nacidos en los Andes y destinados a los mercados de la costa, forman una cinta verde en estos ridos valles. Lo agradable de la tibia temperatura y del sol no debe hacer olvidar que siguen siendo regiones malsanas, y que en la estacin lluviosa el fondo de los valles puede ser barrido por torrentes de lodo.

    Los ambientes templados el piso " quechua "

    Este fragmentado piso se extiende a ambos lados de la montaa, y en las cuencas y valles interiores (inter-andinos) entre los 2,200 y 3,500 - 3,600 metros. Habida cuenta de su amplitud altitudinal, las temperaturas medias van de 17 a 10-12C. Las temperaturas mximas bajo abrigo no alcanzan por lo general los 30; hay posibilidad de heladas en la estacin seca, en la parte superior del piso, pero son cortas y limitadas. Las precipitaciones, variables segn la posicin y la exposicin, estn comprendidas con gran frecuencia entre los 400 y 1,000 mm. por ao, y se concentran sobre todo entre noviembre y abril. Si bien es posible la agricultura sin riego, un aporte complementario de agua permite prolongar la estacin productiva y atenuar la variabilidad de las precipitaciones.

    3 Del orden de una centena, en tanto que hay slo unas decenas en los Alpes y solamente algunas unidades en las montaas de las latitudes elevadas.

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    Este piso est, casi por doquiera, densa y antiguamente poblado. Conviene distinguir entre laderas y fondos de valles y cuencas.

    Las laderas, de pendientes abruptas, estn cortadas por afloramientos rocosos. Los suelos son delgados como consecuencia de la erosin y se renuevan lentamente, y la materia orgnica es rara. Localmente, las laderas estn modeladas por ter razas de cultivo. Es el piso del maz; se cultivan tambin leguminosas (arvejas, habas), papas, trigo.

    Los fondos de los valles, cuando se abren en anchas cuencas como la de Hancayo, en el valle del Mantaro, estn tapizados por terrazas fluviales y conos de deyeccin sobrepuestos, herencia de climas ms hmedos en la Era Cuaternaria. Como en las posiciones abrigadas las precipitaciones son a menudo inferiores a 600 mm. por ao, el riego es de regla, facilitado por la presencia de ros y la topografa regularmente inclinada de las terrazas y glacs.Los cultivos son prcticamente continuos en estas estas extensiones de fuerte densidad (ms de 100 habitantes por km. cuadrado, y con frecuencia hasta 300 por km. cuadrado de tierras cultivables) maz, legumbres, alfalfares, rboles frutales, se suceden en parcelas a menudo cercadas ("campia") de eucaliptos, alisos y retamas: el habitat se agrupa en aldeas grandes o caseros de casas cubiertas con techos de tejas, derivados de las "reducciones" de la poca colonial.

    E l piso " suni "

    Es un piso intermedio entre los ambientes templados y las fras "punas" Se sita entre los 3,500 y 3,800 - 3,900 metros; sus temperaturas medias anuales oscilan en torno a los 10. Las heladas nocturnas son de regla en la estacin seca. Es el mbito de los tubrculos y de la quinua, a los que se aaden la cebada y las habas.

    El "suni" de llanura se halla particularmente bien representado alrededor del lago Titicaca, donde se despliegan vastas extensiones planas formadas por depsitos lacustres y aluviales recientes. La explotacin de la tierra es antigua. En las orillas del lago los "totorales" sirven de forraje o como material para techos; los bovinos en engorde comen hierbas acuticas ("llacho") en pastizales lacustres.

    En las laderas el "suni" tiene una vegetacin de landas leosas bajas, que se alternan con pastizales. Como siempre en situacin ecolgica lmite, el valor de ciertas condiciones naturales interviene en las condiciones de puesta en cultivo. Se trata de un medio que es a la vez de ganadera extensiva y de agricultura, con una sucesin de dos o tres aos de cultivo (papas, cebada) seguidos por un perodo de descanso pastoreado de 6 a 10 aos (captulo 2). Muchos de estos terrenos, mediocramente enterrazados, mal conservados, se degradan, por lo cual se producen abarrancamientos, deslizamientos y erosin.

    Los pisos fr os de las " punas "

    Son los pisos que, en los Andes Centrales, poseen mayor extensin ocupan al menos la mitad de la superficie entre los paralelos 8 y 23. A diferencia de los "pramos", pastizales hmedos de altura de los Andes septentrionales (Ecuador, Colombia), que forman una sucesin de islas separadas entre s por ambientes ms tibios o ms clidos, las "punas" se extienden de modo continuo, pero con una gradacin progresiva, en funcin de la altura como de las precipitaciones.

    Se sitan entre los 3,800 y 4,800 metros, en regiones cuyas precipitaciones van de ms de 1,000 mm. por ao (punas hmedas) a 150 - 200 mm. (punas desrticas). En la parte superior de este piso se producen heladas durante casi todas las noches del ao, incluso en la estacin de lluvias, y las temperaturas medias anuales no sobrepasan de 4 a 5 C; en la parte inferior; las heladas nocturnas son de regla cuando el cielo est despejado, y las temperaturas medias pueden acercarse a los 10 C. Las temperaturas mximas diurnas son positivas durante todo el ao. En las punas hmedas el pasto de gramneas se alterna con turberas de pendiente o de los fondos bajos; en los sectores de fuerte pastoreo

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    aparecen matas blancas de cactus espinosos; subsisten pocos restos de bosques hasta los 4,700 metros de altura, ah donde la deforestacin no ha terminado todava...

    En el suelo abunda la materia orgnica, cuya evolucin se ve dificultada por el fro, con una dbil mineralizacin. La actividad agrcola es posible, hasta los 4,200 - 4,300 metros, en funcin de la exposicin, los suelos y el drenaje, siendo el lmite superior de los cultivos particularmente irregular.

    En las "punas" secas, si las temperaturas medias se aproximan a las de las "punas" hmedas, son ms marcados los contrastes trmicos cotidianos; la variabilidad interanual de las precipitaciones aumenta mientras el volumen global se reduce; el viento acenta la evaporacin, que alcanza todava 1 metro por ao a 4,000 metros de altura. La evolucin de los suelos se hace ms lenta por la sequedad; la capa hmica es delgada y discontinua. La vegetacin esteparia se caracteriza por leosos bajos, "tola" (Lepidophyllum quadrangulare), cactus Opuntia floccosa, y, en los sectores ms secos, que anuncian punas ridas, la "yareta" (Azorella yareta), planta en forma de cojn, de lento crecimiento, constituye un apreciado combustible.

    Cuando las heladas son cotidianas, y las temperaturas medias son inferiores a 3 4, la vegetacin desaparece, salvo en unas cuantas manchas. Estamos en el mbito de la alta montaa, donde predominan la ebulizacin, los procesos periglaciares actuales y los glaciares. Pero, a diferencia de las "punas", las altas montaas heladas y los macizos volcnicos constituyen conjuntos discontinuos, entre los cuales la circulacin y las comunicaciones son posibles casi en toda estacin. A veces la explotacin minera se prosigue por encima del lmite de la vegetacin. Y no hay que olvidar que si los glaciares son por s mismos inhspitos, son tambin fuente de vida, pues proporcionan agua para el riego en la estacin seca.

    Articulacin de los ambientes entre s. Limitaciones y recursos. Los Andes Centrales son grandes montaas en las que las comunicaciones han sido siempre relativamente fciles ausencia de cobertura nevada permanente, al menos por debajo de los 5,000 metros; se puede continuar circulando incluso en la estacin de lluvias, a pesar de que stas provocan deslizamientos de tierra, el deterioro de los caminos y a veces inundaciones en el Altiplano. La vegetacin no es tampoco obstculo para los desplazamientos, excepto en el entrelazamiento denso, arbreo y arbustivo de la "selva nublada." Los Andes son montaas en las que se puede ver lejos. Antes de la llegada de la rueda y del motor a explosin a los Andes, la circulacin de caravanas de animales o de cargadores no se vea mayormente afectada por la pendiente, y se poda viajar sin dificultad por las mesetas de las "punas." Esa facilidad en las comunicaciones haca que el espacio fuese permeable a la circulacin, a pesar de tratarse siempre de montaas, y cualesquiera que fuese la diversidad de los medios naturales.

    Con el establecimiento de la red ferroviaria y de los caminos, se desarrollan las orientaciones preferenciales de Lima hacia la cuenca alta del Mantaro; de Arequipa hacia el lago Titicaca, y de all hacia el Cuzco, o bien La Paz y Oruro. Pero la red de vas carrozables es particularmente densa en los Andes, ya que su establecimiento se vincul localmente a las explotaciones mineras. Los Andes Centrales son montaas en que la tradicin caminera se ha desarrollado de modo excepcional.

    Las limitaciones para el campesinado estn en otra parte. Tenemos la herencia siempre presente de la Conquista, con sus dramas y la recomposicin de la sociedad; las tensiones surgidas de las complejas relaciones entre la hacienda y la comunidad indgena, y que se han traducido en la oposicin entre el minifundio y la gran empresa agrcola y ganadera, con las relaciones de dependencia que se derivan. Las reformas agrarias (entre 1954 y 1960 en Bolivia, y 1968 y 1975 en el Per), que tenan como meta poner fin a tal estado de cosas, no han culminado.

    Sigue siendo realidad la exigidad de las explotaciones familiares. La escasez de la poblacin, problema de los siglos precedentes, no lo es ms con el crecimiento demogrfico del siglo XX. Pero se mantienen, en cambio, para estas economas an campesinas aunque abiertas al mercado, otras formas de escasez.

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    La materia orgnica para restituir la fertilidad a los campos es escasa. En una regin donde la ganadera no se sirve de establos, no hay estircol suficiente, o, cuando los animales son encerrados en cercos, tiene que elegirse entre la utilizacin de las deyecciones de los animales para el fuego o su empleo en los campos.

    El rbol se hace cada vez ms raro en los Andes Centrales, a pesar de la introduccin de los eucaliptos a fines del siglo XIX. Se ha proseguido con la deforestacin a lo largo de la historia con la ganadera, los cultivos, el desarrollo de las actividades mineras (maderamen de las galeras, combustible para la fusin de los minerales), y, localmente, el ferrocarril. La landa sustituye casi en todas partes al bosque, salvo all donde las precipitaciones son muy abundantes, como sucede en el flanco oriental de los Andes.

    Marginalizacin de los Andes y sus campesinos en pases urbanos Los Andes, montaas campesinas desde hace siglos, fueron la base de los estados en el pasado. Pero los campesinos que los habitan son cada vez ms minoritarios en los estados. El peso de las ciudades es sin cesar mayor; en el Per, a fines de los aos 80, se concentra en ellas el 70 % de la poblacin, as como los nueve dcimos de la riqueza producida y contabilizada. Los campesinos andinos son ms pobres que los otros, pues la productividad de su trabajo es menor que la obtenida en las regiones bajas, ya se trate de los oasis de la costa peruana, o de las regiones boscosas productoras de coca.

    La mecanizacin y la motorizacin no han podido ser aplicadas a la agricultura de las laderas andinas. Pero esto no afecta sino a una parte del campesinado, y no al de los altiplanos y de las amplias cuencas donde predominan las superficies planas. Las limitaciones son otras la fragmentacin de los minifundios, las explotaciones familiares, en razn de la desigual reparticin de la posesin de la tierra, incluso luego de la aplicacin de las reformas agrarias (fig. 10). Es cierto, estos explotantes "minifundarios" son campesinos, pero son tambin trabajadores temporales en los trabajos camineros, migrantes estacionales que laboran en los oasis de la costa o las plantaciones de la selva, pequeos comerciantes "informales" de los mercados locales, transportistas ocasionales, etc. Entre ellos es frecuente un segundo oficio que acaba por producir ms dinero que el trabajo de las parcelas, y tal es el caso de 4 de cada 5 chacareros en la zona de Huancayo. Son pobres, en fin, porque las investigaciones se han orientado a la agricultura de las regiones bajas; as por ejemplo, en materia de ganadera bovina, han versado ms sobre la seleccin y alimentacin de la raza Holstein que sobre las razas "criollas." En fin, de una manera general,las redes y circuitos de comercializacin ms eficaces son los que valorizan las producciones agrcolas de los pedemontes.

    Sin embargo, en el interior mismo de los Andes, por sectores geogrficos o de produccin, la bsqueda de productividad ha dado frutos : as en las grandes empresas de crianza ovina o incluso bovina de antes de la Reforma Agraria, o incluso ahora en algunas pocas Sociedades Agrcolas de Inters Social (SAIS)* bien administradas (captulo 6.3). Aqu el mercado, ms internacional que nacional, al menos en lo que concierne a la lana, impone la bsqueda de calidad y la normalizacin de los productos. En otras partes, como sucede con la cebada cervecera en torno al Cuzco, la firma compradora proporciona semillas y tcnicas para un cultivo bajo contrato ms remunerador. Por ello resulta errneo ver en todos los Andes un velo uniforme de igual pobreza en una situacin de retardo tecnolgico generalizado los Andes son tambin diversidad de situaciones agrarias y reproduccin de las desigualdades. Sin embargo, y en conjunto, los campesinos de los Andes son y siguen siendo pobres entre los pobres.

    Los Andes en la inseguridad y la violencia Los campesinos andinos no estn fuera de la historia. Ahora bien, la historia andina es una historia de conflictos, de violencias, de masacres, en los que los campesinos eran lo que estaba en juego a la vez que vctimas. Son conocidas las destrucciones operadas por la Conquista, antes de la

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    reestructuracin realizada por el orden colonial; quienes sufrieron su choque fueron los campesinos, que constituan el 95 % de la poblacin andina. La historia colonial, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII, tiene como hitos sucesivas sublevaciones populares y rebeliones, con las consecuentes represiones. Se presenta a veces el siglo XIX como el "siglo negro" de los Andes, en que la gran propiedad se afirm en perjuicio de comunidades hurfanas de derechos reconocidos y en posicin dbil ante el capitalismo que se instala con las minas y las grandes haciendas de ganadera lanera. Al lado de rebeliones conocidas y repertoriadas, est la violencia sufrida da a da por el campesino frente al gamonal y sus aliados locales, ya sean juez o polica. Grandes novelas, al menos tanto como los trabajos de anlisis sociolgico, dan testimonio de tal estado de cosas, de Ciro Alegra a Manuel Scorza, pasando por Jos Mara Arguedas. Esa atmsfera de tensiones, an encubiertas, es por doquiera muy real. Y es en tal contexto que se desarrollaron, en los aos 80, las acciones de Sendero Luminoso, luego de una gestacin a lo largo del decenio anterior. No es por casualidad que el espacio de tal gestacin haya sido el de los campos ayacuchanos, tierras olvidadas por Lima, con un campesinado desestructurado por el xodo rural de la pobreza, donde se ejerca el poder gamonal, y donde se oponan comunidades de pastoreo de las "punas" y campesinado de las aldeas de los valles, al margen del mercado.

    Este libro no tiene como objeto analizar la violencia, la inseguridad e inestabilidad en los Andes sin embargo, las situaciones que se describen en los captulos que siguen no son entendibles si no se tiene presente que a los riesgos climticos y a las estrategias desplegadas para enfrentarlos, se aaden y mezclan las estrategias para hacer frente a la violencia fsica, a la inseguridad en los bienes - con los robos institucionalizados de ganado, el abigeato -, a la inestabilidad que resulta de inflaciones galopantes de que son vctimas los pases andinos en la hora presente.

    Era imperativo, sin duda, efectuar este rpido recuento de algunas realidades al inicio de una obra consagrada a las tcnicas campesinas.

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    Presentacin Pierre MORLON

    Un agrnomo que trabaja en una regin como los Andes del Per y de Bolivia tarde o temprano querr "saber dnde pone los pies," y comprender mejor la agricultura y a los campesinos andinos, ya que, al venir de otro pas, se siente sorprendido ante el contraste entre el estado presente de la agricultura y las huellas dejadas en el paisaje por lo que fue en otros tiempos; o bien porque nacido en la regin y convencido de que la conoce, se siente desconcertado cuando las cosas no suceden como lo haba previsto, o por otras tantas razones...

    Si trata de enterarse de lo que otros han hecho o escrito antes que l 4 , descubre la existencia de muy numerosos trabajos: artculos, libros, memorias, informes, tesis, relaciones de viaje. Pero esta literatura, tan abundante, es dispersa, poco accesible 5 , y a veces escrita en jerga de especialistas. Heterognea, sobre todo, y muy desigual en su calidad: las discusiones cientficas ms slidamente argumentadas se codean con juicios simplistas y perentorios, interpretaciones ideolgicas o afirmaciones fantasiosas.

    En este libro, destinado en prioridad a los que tienen en sus manos las decisiones (de los responsables polticos a los agentes de programas de vulgarizacin) - pero por qu no esperar que tambin pueda ser til tanto para el turista que atraviesa estas regiones como para el investigador o el universitario? - me he esforzado en hacer las cosas claras, y en hacer accesibles y utilizables los conocimientos actuales. No se trataba, pues, de acumular el mayor nmero posible de ellos, sino de organizarlos para darles sentido en una visin de conjunto coherente, de mostrar las relaciones entre los elementos de comprensin esenciales.

    El plan y los pasos para realizarlo Cmo hacer un libro semejante?

    Comenzar por una descripcin del medio natural, seguida por la historia, el contexto socio-econmico...? Pero una monografa construida de este modo, no sera tediosa? O bien, ofrecer una exposicin cuyo orden siga el de los descubrimientos? Ello no careca de inters, pero me habra arrastrado, inevitablemente, demasiado lejos.

    He partido de la idea, cara a etnlogos como Marcel Mauss y Andr-Georges Haudricourt, de que "el estudio de cualquier objeto de una civilizacin permite reconstruirla. " 6

    Poda escoger cualquier objeto, por ejemplo la llama, o la hoja de coca, a la vez tan bien y tan mal conocida (ver el libro publicado por el Instituto Indigenista Interamericano, "La coca andina - Visin andina de una planta satanizada").

    Porque mi especialidad me empujaba en tal sentido, y por el valor simblico que asume en la regin, escog como punto de partida una herramienta de trabajo, una especie de pala: la "chaquitaclla."

    4 Incluso en las zonas ms alejadas, no se es nunca el " primer " visitante exterior, y con un poco de perseverancia - y de suerte - se acaba siempre por encontrar una monografa, la relacin de un viaje, un informe... 5 Consecuencias de la muy poca difusin de trabajos entre los ms interesantes: numerosos plagios, y sobre todo una enorme prdida de tiempo y de recursos en redescubrir lo que otros han estudiado ya o experimentado. 6 A. G. Haudricourt y P. Dibie, Les pieds sur terre, Paris, p. 157.

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    Es un objeto que no puede ser entendido aisladamente, en s mismo. Las respuestas a preguntas tales como "por qu los campesinos utilizan todava de este instrumento, y para qu sirve?," (captulo 1), remiten a todos los dems temas que a continuacin se tratan (fig. 11).

    Para comenzar, es una herramienta que se halla estrechamente asociada a un tipo particular de rotacin de cultivos a elevada altura (captulo 2). Cul es el porvenir de la herramienta y de la rotacin? Ello depender ampliamente de la evolucin de las modalidades de explotacin simultnea, por una misma sociedad, de varios pisos ecolgicos a diferentes alturas- lo que se llama "verticalidad andina" (captulo 3). Pisos que pueden ser acondicionados especialmente para una produccin particular (captulo 4).

    As como la "verticalidad" permite dispersar los riesgos, el acondicionamiento del medio permite reducir los: todo ello para produci r ms, y de manera ms segura. Pero, disponemos de un conocimiento cuantitativo preciso y confiable de las producciones as obtenidas (captulo 5) ? La produccin de cada campo, y la sucesin de tcnicas que conducen a tal fin, son explicadas por las restricciones que resultan en parte de las opciones que elige cada familia campesina para alimentarse y conseguir sus ingresos (captulo 6).

    Los comportamientos econmicos de los campesinos andinos han sido objeto de interpretaciones y juicios muy diferentes segn las teoras a que se ha recurrido: el captulo 7 compara y evala esas diferentes teoras, y las polticas a que dan lugar.

    Opciones y lmites He tratado de mantenerme, sin lograr sin duda evitarlos por completo, a igual distancia de dos escollos:

    El primero consiste en importar y aplicar esquemas preconcebidos que impiden comprender una realidad, deformada o reducida a uno solo de sus aspectos, dejando de lado las observaciones que no los apoyan.

    El escollo opuesto es exagerar la especificidad andina. Una de sus consecuencias, lgica a pesar de no deseada, es el riesgo de considerar a los campesinos andinos como seres aparte, diferentes de los dems hombres, cuyo comportamiento no tendra otras explicaciones que las culturales (la "tradicin"), y no las racionales.

    Por todo ello he optado por hacer que se sucedan dos conjuntos de textos:

    - los captulos 1 a 6 son una descripcin y una tentativa de explicacin "andinas", con un mnimo de referencias a otras regiones del mundo. He suprimido all, tanto como fue posible, los vocabularios o la jerga de los especialistas (pero no los trminos locales, para los cuales ofrezco al lector un glosario al final del libro). Sera absurdo, sin embargo, pensar que no utilizamos conocimientos y aparatos conceptuales forjados en otras reas, o vlidos en otras regiones!

    - en el sptimo y ltimo captulo, esas mismas observaciones e interpretaciones son resituadas y aclaradas por las teoras existentes. Muchas cosas que llamamos "andinas" remiten de hecho a una racionalidad universal (simplemente, los muy fuertes contrastes naturales y sociales en los Andes tornan all ms "evidentes" fenmenos que existen en otras partes, pero que se conoce menos o no se quiere ver...) ya que, tratndose del hombre, se descubre lo universal en el corazn de lo particular. Yo no habra perseverado hasta el fin de este trabajo si no hubiera estado convencido de que, de una manera o de otra, su realizacin puede ser til tanto en otras reas como en los Andes.

    La segunda opcin que he tomado, igualmente por razones de legibilidad, ha sido de no ofrecer ms que el conjunto de interpretaciones que me parece actualmente ms adecuado para comprender la agricultura andina: no sin dejar ampliamente abiertas numerosas preguntas e hiptesis, he reproducido poco las refutaciones de otras interpretaciones, que los lectores interesados podrn encontrar en las publicaciones originales de las que he tomado el material que me ha servido.

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    La tercera opcin que he asumido constituye fue mi mtodo de trabajo. La construccin de este libro puede ser comparada a la de un vitral: a medida que mi proyecto avanzaba, escog los pedazos de vidrio coloreados que me convenan entre todos los fabricados por numerosos maestros vidrieros. Para dar a cada parte el exacto resplandor luminoso deseado, he " recortado " y a menudo superpuesto esos trozos de vidrio: he recurrido, en cada sector, a los que han producido ideas y conocimientos, o a quienes los han aplicado en el terreno. La unidad y coherencia del libro han exigido que reestructure el aporte de cada cual y lo refunda con los de otros autores. No es una prctica corriente en los medios cientficos, y agradezco muchsimo a todos aqullos que, cualquiera que sea su notoriedad, la aceptaron. En fin, un esas secciones de vidrio por medio del plomo, obscuro en s mismo, pero que al fijar a cada uno un sitio bien preciso, hace que la mirada converja hacia tal punto, despus hacia otro, sin dejar de verlos a todos. Desde luego que al elegir o disponer de diferente manera los pedazos de vidrio, se puede construir otros vitrales, otras imgenes de la agricultura andina.

    La nica excepcin a la reestructuracin de los textos es el conjunto de citas de autores que no han participado en este libro (me he limitado a subrayar ciertos pasajes). A pesar del elevado nmero de referencias bibliogrficas, no he deseado hacer de este volumen una revista exhaustiva.

    Puede causar sorpresa la abundancia de citas, especialmente de textos antiguos. Habra sido irrisorio que firmsemos descripciones o explicaciones hechas ya por otros mucho antes que nosotros, y para las cuales me he esforzado, en cada caso, de encontrar el "primer autor." No es algo gratuito: una de las tesis, subyacente al conjunto del libro, es que muchas cosas que creemos descubrir en nuestros das haban sido escritas hace ya cincuenta... o cuatrocientos aos, pero no haban atrado por entonces la atencin, o haban quedado ocultas por las ideas dominantes en la poca.7

    A nivel ms profundo, hay otra conviccin no siempre evidente para los agrnomos y otros tcnicos, y es la siguiente: cualesquiera que sean los hondos cambios acaecidos desde hace algunos decenios, es totalmente imposible comprender la agricultura actual sin un buen conocimiento de su historia. Habr sin duda quienes consideren abusivas las comparaciones efectuadas a varios siglos de distancia: permtaseme evocar aqu mi experiencia personal. Trabajaba yo desde haca ms o menos un ao con los campesinos quechuas de Andahuaylas, cuando la lectura del libro "La visin de los vencidos," en que Nathan Wachtel expone los efectos inmediatos de la conquista espaola en el siglo XVI, me hizo comprender mucho mejor a los campesinos de hoy, muchas de cuyas reacciones y formas de comportamiento me haban parecido hasta entonces desconcertantes. Sin la interpretacin que John Murra ha propuesto de las "visitas" hechas alrededor de 1560, probablemente consideraramos ciertas caractersticas esenciales de los sistemas de produccin actuales como hechos "parsitos" incmodos o sin importancia.

    Ciertos aspectos no tienen en este libro la importancia que podra esperarse: no me he arriesgado mayormente por el delicado e inestable terreno de las conflictivas relaciones, a menudo violentas, entre los campesinos "indios" y las grandes propiedades que los han despojado de sus tierras.8 Por lo dems, la insuficiencia de la literatura a mi disposicin explica el reducido lugar de la ganadera (sin embargo invocada por doquiera en sus relaciones con la agricultura), factor esencial en la utilizacin del espacio y en las relaciones sociales, incluidos los conflictos: las recopilaciones o ensayos de sntesis publicados hasta hoy por Jorge Flores Ochoa 9 han puesto en evidencia que si algunos antroplogos han descrito prcticas de crianza de ganado, apenas si comienza a abordarse el

    7 Tristan Platt escribe que el aporte de Murra "fue la percepcin de algo que haba sido conocido siempre en profundidad, pero precisamente a causa del "europeantismo" dominante entre los campesinos andinos, haba permanecido enterrado..." 8 La literatura novelesca (pienso en particular en Ciro Alegra, Jos Mara Arguedas, Manuel Scorza) da al respecto una idea tan exacta y mucho ms viviente que los estudios "cientficos." 9 El No. 8 de la revista Allpanchis ("Nuestra Tierra"), publicada en el Cuzco, y los dos libros "Pastores de puna" (IEP, Lima, 1977) y "Pastoreo y pastizales de los Andes del Sur del Per" (INIPA, Lima, 1984, en colaboracin con Mario Tapia).

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    anlisis tcnico de los sistemas de ganadera de las diferentes categoras de productores (cf. el reciente libro del Proyecto Alpacas: "Crianza de Llamas y Alpacas en los Andes").

    Coloqu en anexos algunas reflexiones o pistas de investigacin que no entraban con facilidad en el hilo de la exposicin, pero que estimo tan importantes como el texto principal.

    Por razones de plazos y de volumen total, un captulo metodolgico, previsto inicialmente, no ha sido redactado. No obstante, he incluido, en particular en los captulos 5 y 6, observaciones o textos que ilustran las dificultades metodolgicas encontradas, y los errores a que conducen trabajos realizados sin precauciones.

    A lo largo de este libro presentamos e jemplos de me joras o de innovaciones adoptadas por los campesinos. Nuestra concepcin exclua, sin embargo, que propusiramos recetas preconcebidas. No vamos a aumentar el flujo de aqullos para quienes "slo hay que," ni el reflujo de los que declaran imposible lo que no han sido capaces de llevar a cabo. El lector encontrar propuestas ms concretas en el libro de Mario TAPIA, preparado paralelamente a ste: "Zonificacin agroecolgica y Ecodesarrollo en la Sierra del Per".

    Me ha sido ms fcil utilizar los resultados de trabajos franceses cuando existen. Ello no debe inducir a creer que son los nicos, ni los ms importantes. Quiero subrayar aqu que este libro debe indirectamente mucho a los numerosos y notables estudios peruanos, y, en particular, en agronoma y estudio de los sistemas de produccin, a los de los equipos reunidos en torno a Mario Tapia, Oscar Blanco, Julio Valladolid y Jos Luis Lescano.

    Agradecimientos Me es imposible, sin riesgo de olvido, enumerar aqu a todos aqullos cuyas crticas y sugerencias permitieron mejorar los diferentes captulos. Adems de todos los co-autores de este libro, quisiera mencionar a Michel Eresue, Pierre Gondard, Annette Salis, Nadine Sebill, Franois Sigaut.

    Edgardo Rivera Martnez tradujo al castellano el original francs, y Anne-Marie Brougre hizo la edicin de obra tan gruesa y compleja.

    En fin, "last but not least", numerosos campesinos, individualmente o en comunidad, han soportando durante aos nuestras indiscretas preguntas y nuestras acciones, a menudo inconvenientes: dedico a todos ellos esta " Defensa e ilustracin de la agricultura andina. "

    Pierre MORLON

    Setiembre de 1989.

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    Captulo 1 Una herramienta, un simbolo, un debate: la chaquitaclla

    y su persistencia en la agricultura andina10 Pierre MORLON, Jean BOURLIAUD, Raymon REAU, Dominique HERV

    1. La chaquitaclla, emblema de la agricultura andina " Es tan abundante y frtil esta tierra de cualquier cosa que en ella se siembra, que de una hanega de trigo salen ciento y cinquenta, y veces docientas, y lo ordinario es ciento, con no haber arados con que labrar la tierra, sino unas palas agudas con que los indios la revuelven" (de Zrate, 1555, lib. I, cap. 8).

    El estudio de esta pala aguda ser el punto de partida que nos permitir "reconstruir" la agricultura andina. Hubiramos podido elegir cualquier otro objeto. Pero ste se nos impus : desde unos diez o quince aos, su representacin, realista o estilizada, es omnipresente y est reproducida hasta la obsesin en la mayora de las publicaciones recientes sobre la agricultura andina, de la que aparece como smbolo indiscutible (figs. 12 a 16).

    Qu cosa es, pus, esta herramienta? Por qu ella, siempre ella? La chaquitaclla o taclla (11) es, pues, pintoresca, y su diseo es tan fcilmente reconocido como realizado. Pero esta explicacin no es suficiente.

    La identificacin de la agricultura andina con la chaquitaclla se remonta a tiempos lejanos. Algunas decenas de aos despus de la conquista espaola, el indio Guamn Poma fue uno de los mejores ilustradores de la civilizacin andina. Representndose la historia como una serie de edades sucesivas, separadas por catstrofes, escribe:

    " Desde la segunda edad de indios (...) comenzaron a trabajar hicieron chacras andenes y sacaron acequias de agua de los ros y lagunas y depsitos y as lo llaman patachacra larcayacu. (...) "de como los antiguos indios (...) no tenan oficios ni artificios (...) si no entendan romper tierra virgen y hacer andenes en las quebradas y en peas y la tierra comenzaron a cernir y escoger todas las piedrecitas y sacaban agua de acequia " (Guamn Poma, [1613-1620] 1936, p. 54-55).

    Dibuja a Adn en el "primer mundo" trabajando la tierra con la chaquitaclla, y tambin trabajando con la chaquitaclla a los primeros indios de Amrica (fig.17). As, no concibe al hombre sin la agricultura, ni a sta sin dominio del medio mediante la irrigacin y los andenes, y los asocia estrechamente con la chaquitaclla. No sabemos si esta concepcin le era propia o si por el contrario estuvo expandida en su poca, por lo que recurriremos a los datos de la arqueologa.

    Durante mucho tiempo, sobre la base de representaciones que se encontraban en ceramios, la chaquitaclla fue considerada como un invento de la poca incaica, por lo tanto tarda y bastante posterior al desarrollo de la agricultura andina (Horkheimer, 1960; Lanning, 1967, p. 165; Gade y Ros, 1972).

    Ahora bien, excavaciones arqueolgicas recientes han permitido exhumar cuchillas de piedra que sirvieron para trabajar el suelo. Estas cuchillas han sido identificadas como siendo de chaquitacllas, si bien no se ha demostrado la presencia del estribo en el mango. Fueron encontradas tanto en los ms antiguos restos de andenera que se conoce en la regin del Cusco - Marcavalle, 10 Este ttulo se inspira en aqul del artculo de Gade y Rios (1972). 11 En la lengua quechua, chaqui = pie. Taclla (o taqlla) designa originalmente un palo en general, luego el mango de la herramienta; en la regin de Andahuaylas, taqllay = golpear.

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    fechados entre el 800 y el 900 A.C. (Barreda Murillo, com. pers.; Valencia Zegarra, 1986) - como en los restos ms antiguos de camellones en el Altiplano del Lago Titicaca, fechados entre el 650 y el 900 A.C. (Erickson,1985): se debe al azar la coincidencia entre estos dos datos?, o bien, fue la invencin de la taclla la que permiti el acondicionamiento y el cultivo de estos altos valles y llanuras? Sera esta herramienta, por as decirlo, el "padre" de la agricultura andina...? Estas infraestructuras exigan, pues, labores muy importantes. Ya que no disponan de animales de tiro, la chaquitaclla era la herramienta ms eficiente de Amrica: en las reconstrucciones de camellones precolombinos sobre el Altiplano (fig. 18) (cf. cap. 4), cada trabajador desplaz en promedio 5 m3 de tierra por da, o sea de dos a cuatro veces ms que las mediciones o estimaciones correspondiendo al mismo trabajo con otras herramientas tradicionales, en otras regiones (Erickson, 1982). "Con la taclla se puede cortar tambin bloques de turba y extraerlos con el fin de construir con ellos cercas; un hombre puede hacer en un da de 200 a 300 bloques y puede construir de 20 a 30 metros de cerca. Tambin se puede cavar con este instrumento huecos para cimientos, postes, trabajos de iirrigacin y drenaje" o construir carreteras (Gade y Ros, 1972, 1976).

    Pero este retorno al pasado, puede ser de alguna utilidad para los campesinos ahora que nos encontramos a fines del siglo X X? E l carcter arcaico de la her ramienta ha sido subrayado muchas veces (12) :

    " Como se ve, la industria agrcola ganadera de nuestros ayllus est en paales: an conserva de los tiempos incaicos su rudimentarismo primitivo. (...) Como herencia legendaria de sus antepasados, quienes removieron el suelo con e l 'chaqui-taclla' o arado andino, ellos continan usndolo tradicionalmente para roturar aqul en la misma profundidad que el abuelo les ense; pues como el instrumento no ha sufrido modificacin alguna y ha sido ideado para usarse por dos obreros en la tierra cuyo declive no permite el trabajo de las yuntas, el resultado en las condiciones dadas viene a ser el mismo.(...). Si el indio no sabe remover sus tierras, tampoco ha aprendido a seleccionar la semilla (...) La Repblica, que ha debido y est obligada a introducir y hacer popular en la Sierra el arado de hierro de revertedera, hasta el presente no ha abordado el problema" (Castro Pozo, 1924, p. 307).

    " La agricultura quechua tpica est caracterizada por el apego a una tecnologa tradicional elemental y a una divisin del trabajo complicada e igualmente superada. En general no utilizan animales de tiro, y la herramienta ms complicada utilizada por los agricultores quechua, no es ms que un primitivo bastn cavador, cuya sola concesin a la modernidad es de ser provisto con una cuchilla de hierro" (Mishkin, 1946).

    " El bastn cavador es el ms rstico de las herramientas aratorias. Es caracterstica comn de grupos de recolectores o de agricultores rudimentarios. (...) Hecho singular, el Per incaco no super el bastn cavador. Hay que haber manipulado uno mismo durante algunas horas este palo puntiagudo para saber cunto su manejo es penoso y poco eficaz. Aunque fue modificado por los peruanos, ya que tena una cuchilla de algunos centmetros de ancho y una barra lateral para apoyar el pie, queda sorprendente comparar los resultados logrados por este pueblo, cuya economa era bsicamente agrcola, con el carcter irrisorio de esta herramienta. Este bastn peruano, sin embargo, es casi una laya " (Leroi-Gourhan, [1945] 1973, p. 119-120).

    No es acaso el emblema tan obsoleto como el objeto mismo?

    Ser por apego a la tradicin y a las costumbres de sus antepasados que decenas de miles de campesinos andinos se obstinan an en nuestros das en utilizar la taclla? Desde la conquista espaola fueron introducidas otras herramientas y fuentes de energa: el tractor y el arado de discos en el siglo XX, y antes el arado jalado por bueyes en el siglo XVI: (12) Y esto por personalidades tan poco sospechosas de despreciar el mundo indio o las tcnicas tradicionales como: Hildebrando Castro Pozo, abogado peruano defensor de los indios durante el periodo " indigenista" de los aos 20; Bernard Mishkin (norteamericano), uno de los primeros antroplogos en haber vivido largo tiempo en una comunidad campesina andina y en haber descrito "desde dentro" las prcticas cotidianas; Andr Leroi-Gourhan, etnlogo y prehistoriador francs, especialista en tcnicas.

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    "Los primeros bueyes que v arar fue en el valle del Cuzco, ao de mil y quinientos y cincuenta, uno ms o menos (...); no eran ms de tres yuntas; (...) llevme a verlos un ejrcito de indios que de todas partes iban a lo mismo, atnitos y asombrados de una cosa tan monstruosa y nueva para ellos y para m. Decan que los espaoles, de haraganes, por no trabajar, forzaban a aquellos grandes animales a que hiciesen lo que ellos haban de hacer; (...) los gaanes que araban eran indios; los bueyes domaron fuera de la ciudad, en un cortijo, y cuando los tuvieron diestros, los trajeron al Cuzco, y creo que los ms solemnes triunfos de la grandeza de Roma no fueron ms mirados que los bueyes aquel da". (Garcilaso, 1609, libro 9, cap. 17).

    Si las razones de esta persistencia aparentemente anacrnica fuesen slamente culturales, mal se comprendera que la chaquitaclla sea utilizada an en el alto valle del ro Caete por jvenes aculturados que pasan parte del ao en la muy prxima ciudad de Lima, mientras que inversamente ha sido abandonada en provecho del arado (fig. 19) en una provincia, la de Andahuaylas, considerada especialmente atrasada, como lo atestigua el uso metafrico de la expresin "indio de Andahuaylas" en la literatura.

    Ahora bien, juzgar a una tcnica como obsoleta, se refiere necesariamente a una comparacin de eficacias (13), como lo sugiere Castro Pozo (1924) en el mismo texto:

    " De la Colonia, por ejemplo, slo ha adquirido el buey como animal de labranza y el arado de madera, inferior al 'chaqui-taclla', que no le sirven sino para sus tierras bajas " .

    Esto transforma, pues, las preguntas precedentes en otras nuevas, ms precisas: para qu si rve la chaquitaclla? Qu trabajo o trabajos realiza y en qu condiciones? Es en los documentos ms antiguos que conocemos en donde buscaremos la respuesta.

    1.1. Forma, manejo y funcin: los textos antiguos. Los dibujos de Guamn Poma (fig. 20) nos muestran trabajos agrcolas hechos con

    chaquitaclla a lo largo del ao: arado (chacra iapui) en agosto; siembra de maz (zara tarpui) en setiembre, y de tubrculos, papa y oca (papa oca tarpui) en diciembre; cosecha de papa (papa allai) en junio. Sabemos as que la taclla poda ser empleada en trabajos tan dismiles como el arado, la siembra y la cosecha de tubrculos.

    Pero Guamn Poma, nacido en el Per sin jams haber salido de l, no juzg til comentar sus dibujos en el texto. Nos ser, pues, preciso apelar a los de sus contemporneos nacidos en Espaa o que hayan escrito all su crnica, a fin de contar con una explicacin destinada a los que no conocan la herramienta. Es Garcilaso (1609), como a menudo sucede cuando l evoca lo que ha visto personalmente, quien proporciona la descripcin ms clara, precisa y completa del empleo de la taclla - y la que da la primera respuesta a nuestra interrogante:

    " Traen por arado un palo de una braza en largo; es llano por delante y rollizo por detrs; tiene cuatro dedos de ancho; hcenle una punta para que entre en la tierra; media vara de la punta hacen un estribo de dos palos atados fuertemente al palo principal, donde el indio pone el pie de salto, y con la fuerza hinca el arado hasta el estribo. Andan en cuadrillas de siete en siete y de ocho en ocho, ms y menos, como en la parentela o camarada, y, apalancando todos juntos a una, levantan grandsimos cspedes, increbles a quien no los ha visto. Y es admiracin ver que con tan flacos instrumentos hagan obra tan grande, y la hacen con grandsima facilidad, sin perder el comps del canto. Las mujeres andan contrapuestas a los varones, para ayudar con las manos a levantar los cspedes y volcar las races de las yerbas hacia arriba, para que se sequen y mueran y haya menos que escardar. Ayudan tambin a cantar a sus maridos, particularmente con el retrucano hailli " . (Libro V, captulo 2).

    (13) Es necesario definir el objetivo relativamente al cual se juzga, y el conjunto de valores de referencia que permiten contrastar el juicio.

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    En cambio, con respecto a las tierras arenosas de la costa, "no las barbechan ni cosechan, porque no lo han menester. Simbranlas con estacas gruesas a comps y medida, haziendo hoyos, en los cuales entierran las cabezas de las sardinas, con dos o tres granos de maz dentro dellas " (Libro V, captulo 3).

    As, si bien pudiendo ser empleada en otros trabajos, la funcin o destino de la chaquitaclla era voltear cspedes (o, si se prefiere otros trminos, pastizales o praderas). Sabiendo que "el csped es el ms difcil de los medios que sirven para la agricultura" (Sigaut, 1975), hay que precisar an dnde y por qu se voltea el csped en los Andes. Es lo que hizo O.F. Cook en 1920, situndose de pronto dentro del marco de la estratificacin ecolgica de los Andes:

    " Tres principales tipos o sistemas deben ser distinguidos en el estudio de la agricultura altamente especializada de los Andes peruanos. En los valles bajos, por debajo de los 1500 metros de altitud, el cultivo estaba limitado probablemente al sistema ms primitivo de "milpa " (14), el mismo que an se practica por lo general a baja altitud en Amrica tropical (...) Por encima de este piso, en los valles intermedios o templados de los Andes orientales, entre los 1500 y 3300 metros, la agricultura descansaba en el sistema de andenes, que los antiguos peruanos llevaron a un grado extremo de desarrollo, mayor an que el de otros pueblos (...) En los valles an ms altos, entre los 3300 y 4200 metros, el clima es ms fro, la humedad ms abundante y las pendientes ms suaves. Hay menor necesidad de andenes o de irrigacin, pero las gramneas de altura y otras plantas pequeas forman un csped denso y fibroso, una condicin similar a la de los pases del norte en donde el arado es la herramienta bsica de la agricultura. Si bien los relatos antiguos muestran que las llamas eran empleadas a gran escala como bestias de carga, los antiguos peruanos parecen no haber encontrado los medios para emplearlos como animales de tiro o para facilitar el trabajo en los campos. El cultivo de las praderas de altura se realizaba con el trabajo humano, facilitado por un instrumento especial para romper el csped" .

    Luego de describir la chaquitaclla y el trabajo extenuante que ella exige pese a su empleo en equipo, Cook expone tres diferencias notables con la utilizacin de la laya: el modo de agarrar la herramienta, el hecho de que se desgaje el csped en lugar de cortarlo, y su volteado con la mano en vez de levantarlo y volcarlo con la cuchilla".

    A continuacin describe la rotacin, "estrictamente subordinada a las actividades pastorales", observada en La Raya, a ms de 4200 metros de altura: a fines de la estacin de lluvias (abril), "se han volteado en esta poca slo estrechas fajas de csped, marcando las lneas en donde se plantarn las papas, pero la totalidad del terreno se rompe ms tarde y el csped duro se descompone en un suelo suelto y oscuro durante la larga temporada de crecimiento".

    Al ao siguiente, se siembra caihua*, sin preparacin adicional del suelo:

    " Las adventicias y las hierbas vuelven a tomar posesin del suelo mientras que la caihua crece, y enseguida se deja el terreno en pastoreo durante varios aos antes de una nueva labor. Los perodos de cultivo son demasiado breves como para destruir las races fibrosas de las gramneas y otras plantas en el suelo, de modo que slo puede haber muy poca erosin(15). En las zonas favorables este sistema es permanente, y nada indica desde cundo se le practica o cuntas veces el csped ha sido volteado. "

    Despus de una comparacin con una herramienta similar, el "caschrom", empleado al noroeste de las Islas Britnicas, Cook concluye:

    " Esta herramienta bien puede simbolizar la agricultura de las tierras altas. Las praderas de altura planteaban un problema especial que fue resuelto por la chaquitaclla " .

    (14) Agricultura itinerante con quema. Cook se refiere sin duda a la vertiente amaznica de los Andes. (15) En la pradera, este modo de volteado no modifica la estructura de los terrones mantenidos coherentes por las races. Kaerger ([1899] 1979) seala que "algunos indios cuidadosos suelen separar un poco la parte superior de los terrones con estacas hasta que todo el bancal quede cubierto con tierra suelta, pero evitando que los terrones se desintegren" (p. 19).

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    Si hemos citado este texto de manera tan extensa, es porque ya en 1920 se haba dicho en l lo esencial sobre:

    - el papel y el lugar de la chaquitaclla en la agricultura andina: romper pastos para el cultivo de la papa en las rotaciones de altura donde un corto nmero de aos de cultivo se alterna con un largo per odo de descanso pastoreado.

    - la perennidad de este papel, ya que la utilizacin descrita no provoca erosin significativa.

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    Por un lado, una herramienta elegida como emblema por investigadores modernos, que resuelve un problema difcil minimizando la erosin, y cuyo resultado es sorprendente para quien no lo haya visto; y de otro lado esta misma herramienta considerada como arcaica, obsoleta, irrisoria: cmo entenderlo?

    Los resultados agronmicos del trabajo con la chaquitaclla son en efecto del todo notables y los rendimientos por hectrea que permite alcanzar lo demuestran bien (cf. captulo 5). Pero es al precio de un trabajo a la vez extenuante, como Cook lo ha sealado, y muy lento - la calidad agronmica del trabajo es independiente de su productividad (medida en superficie trabajada por da); pues un cambio tcnico que ocasionar progreso a una de estas dos reas no har forzosamente progresar a la otra:

    F ig. 21: Consumo de energa por el organismo para diferentes trabajos agrcolas en el distr ito de Nuoa

    (segn Thomas, 1972).

    " La actividad ms dura y prolongada realizada por los hombres de Nuoa [distrito ubicado a ms de 4000 metros de altura] es la labranza con la chaquitaclla que con frecuencia dura un da entero. El consumo de oxgeno y de energa por trabajador sobrepasa el 60% de los valores mximos (16)" , y es superior al de todas las dems actividades agrcolas (fig. 21). Para realizar eficazmente esta actividad, la cuchilla debe ser hundida totalmente en el suelo, y se debe levantar un bloque de tierra, el ms grande posible, para cavar el surco profundo necesario para el crecimiento de las papas. La persona que emplea la chaquitaclla debe, pues, poseer fuerza y resistencia, as como ser bastante pesada, ya que de su peso depende la profundidad de penetracin en el suelo.

    Por lo general son entonces los hombres entre 19 y 40 aos los que utilizan la chaquitaclla. Rara vez hemos observado jvenes de menos de 18 aos, aun cuando se precisaba de una

    (16) El valor mximo fue medido haciendo un esfuerzo muy intenso: subir corriendo escaleras llevando una pesada carga.

    actividad varones mujeresCuidar ganado

    cosechar caihuacosechar quinuacaminar 3 km/hmatar animalestrillar quinua

    Cosechar papastrillar caihua

    Esparcir guano de corralcaminar 5 km/h

    Sembrar quinua (rastrillar)Sembrar papas con tacllaArar en surcos con taclla

    Arar todo con taclla

    max. 7,5 kcal/minmax. 10,6 kcal/min

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    persona ms " (Thomas, 1972: 138-139). La labranza con la chaquitaclla no es un trabajo de nios, de mujeres ni de ancianos.

    Y son necesarios en total ms de cuarenta das de trabajo por hectrea...

    Es este problema de la lentitud del trabajo, agravado por las restricciones climticas, que los campesinos han tenido y tienen an que resolver. Por ello asocian varias soluciones: la velocidad del trabajo (es decir la extensin arada por persona y por da se incrementa con el trabajo en equipo; y la combinacin de diferentes modalidades de labranza permite a la vez reduci r la extensin que se tiene que labrar, y distribuir el trabajo en diferentes pocas del ao.

    2. La labranza en la organizacion del trabajo y del espacio. 2.1. Trabajo en equipo, emulacin y ayuda mutua

    " La taclla difiere de la mayora de herramientas manuales en la medida que no est concebida para un trabajo solitario. Un equipo de trabajo compuesto por dos a cinco personas, llamado "masa " , realiza este pesado trabajo ("yapuy " en quechua, "barbecho" en espaol) (...). Varios equipos pueden trabajar al mismo tiempo en diferentes lugares del campo. El ms tradicional, si bien ya no tan comn, es el equipo de trabajo de cinco personas, reunidas para labrar los terrenos comunales o bien como partes de un acuerdo recproco (ayni* o minka*) (Gade y Ros,1972).

    Volvamos al texto ya citado de Garcilaso (1609):

    " Andan en cuadrillas de siete en siete y de ocho en ocho, y, apalancando todos juntos a una, levantan grandsimos cspedes, increbles a quien no los ha visto. Y es admiracin ver que con tan flacos instrumentos hagan obra tan grande, y la hacen con grandsima facilidad" .

    En los dos dibujos de labranza de Guamn Poma (fig. 20, a y b), se representa a cuatro hombres trabajando juntos, frente a tres o cuatro mujeres. Brunschwig, en nuestros das, informa sobre la existencia an de equipo de trabajo semejantes en Laraos, en el valle del ro Caete:

    "un grupo de 3 a 6 hombres, provistos de chaqui taqllas y dispuestos en semicrculo, cortan y levantan un terrn de gran tamao. F renta los hombres, una o dos mujeres cogen, con la mano o con ayuda de un racuacho, este terrn mientras se encuentra en el aire, lo voltean y lo rompen en 2 o 3 pedazos, dejndolo caer. Aquello necesita una buena sincronizacin, pues la elevacin del terrn y su vuelta se realizan en un mismo movimiento" . (1986; una foto, de A.M. Brougre, se encuentra en la misma publicacin, p. 98).

    Corrientemente se admite que la productividad del trabajo vara en el mismo sentido que el tamao de los equipos. Esta relacin que, segn sepamos, no ha sido medida para la labranza con la chaquitaclla en los Andes, es atestiguada para formas de labranza muy comparables en Europa:

    " El inters de estas tcnicas es (...) que ellas aprovechan para destruir el csped su misma estructura y propiedades. De all una economa de trabajo considerable. Es en la tcnica de " lazy-beds " (17) y en la de labranza colectiva que se observa mejor esta economa de trabajo (...)

    Los " lazy-beds " son una forma de labranza. La labranza colectiva no es ms que una de sus modalidades de ejecucin, aunque importante. En este mtodo, varios trabajadores juntos se ponen a desprender y levantar un mismo bloque de csped; la estructura fibrosa de ste les

    (17) Forma de labranza del pastizal practicada antiguamente al noroeste de las Islas Britnicas. "Consiste en destruir un pasto volteando una mitad sobre otra, para hacer pudrirlo todo", "no se labra ms que la mitad del terreno: los terrones de csped cortados con la laya son volteados de lado sobre el suelo intacto (...) Se obtiene as camellones paralelos, separados por surcos cuya profundidad aparente [desde la cumbre de los camellones] es doble de la profundidad real de la labranza" (Sigaut, 1975: 75 y 236).

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    permite apartarse en cierta medida unos de otros, es decir hacer un corte ms ancho que la suma del ancho de la hoja de sus herramientas, tomados individualmente. De manera que varios trabajadores que aran colectivamente van ms rapido que si trabajaran cada uno de forma individual (...). La labranza colectiva tambin ha sido practicada en el centro de F rancia en el siglo XIX, y esto es lo que deca de ella Baudet-Lafarge en 1860:

    " La costumbre de labrar la tierra con layas, reuniendo los esfuerzos de tres o cuatro hombres sobre el mismo bloque de tierra de gran volumen, ha contribuido bastante, en los ltimos tiempos, a extender el empleo de la laya. Una labranza ejecutada de este modo cuesta apenas la tercera parte de la que se hace segn la manera ordinaria. Tambin se ha terminado por aplicarla a todos los suelos que tienen la consistencia que ella exige para hacerse posible " (...)" (Sigaut, 1975).