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Agresión con armas cibernéticas, amenaza real del siglo XXI

Palacio de Miraflores, Caracas.- «Está en pleno de-sarrollo un golpe de Estado, que tiene como centro el frente eléctrico y con ello quitarle el agua al pue-blo para llevarlo a un estado de desesperación y de violencia. ¡No lo vamos a permitir! Vamos a continuar por el camino de la paz».

Así, el presidente de la República Bolivariana de Vene-zuela, Nicolás Maduro, reiteraba con énfasis el ataque cibernético contra el Sistema de Control de Supervi-sión y Adquisición de Datos (SCADA, por sus siglas en inglés. Supervisory Control And Data Acquisition), que

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regula las actividades automatizadas de la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar (Guri), que ha afectado el servicio de energía eléc-trica del pueblo desde el pasado 7 de mar-zo, cuando se registró la primera acometida.

Aunado a la agresión, se registró una agre-sión con armas electromagnéticas en algunas de las infraestructuras del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).

Por el hecho, el Jefe de Estado venezolano denunció la embestida ejecutada por Esta-dos Unidos de América (EE. UU.), específi-camente desde las ciudades de Houston y Chicago.

Por su parte, Washington ha alegado aban-dono de la infraestructura, intentando des-viar la atención del infructuoso golpe de Estado que promueve contra Venezuela desde hace años.

La arremetida contra el SEN pudiera pare-cer un hecho aislado y que no implica pre-tensión alguna de un país sobre otro, pero cuando evaluamos más de cerca situacio-nes como las ocurridas en Irán, observa-mos similitudes que más que casualidades parecieran ser causalidades.

En el año 2011 se registraron las primeras informaciones de un gusano informático y su efectividad. Bajo el nombre de Stuxnet

se dio a conocer este programa destructivo de 500 kilobytes, que atacó en tres fases y logró espiar los sistemas industriales e incluso eliminar, al menos, 14 sitios de estos en la República Islámica de Irán, tras las acciones conjuntas de EE.UU. e Israel.

Por este caso, se conoció años después las declaraciones de un especialista iraní-estadounidense, al que en 2010 oficiales norteamericanos ofrecieron 250.000 dólares para derribar la red eléctrica del país del Medio Oriente.

Otro caso que puede marcar un precedente, aunque no tan brutal como el aplicado en Venezuela, es el ocurrido en Ucrania en la Navidad de 2015, cuando cibercriminales atacaron los sistemas de generación eléctrica del país provocando que los equipos no pudieran reiniciarse y generaron largas horas sin luz.

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El procedimiento más conocido de este tipo es «Nitro Zeus», que salió a la luz por primera vez en noviembre de 2016 en el diario estadounidense New York Times. Con el objetivo de usarlo contra Irán, luego del fracaso en las negociaciones sobre su programa nuclear, se creó para atacar sus defensas aéreas, los sistemas de comunicaciones y partes cruciales de su red eléctrica.

De acuerdo con medios internacionales, el programa involucró a la unidad de Operaciones de Acceso a Medida, de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), como al Comando Cibernético del Imperio norteamericano y se ar-chivó cuando se estableció el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA por sus siglas en inglés, Joint Comprehensive Plan of Action).

No obstante, luego de la decisión de Donald Trump de retirarse de este acuerdo, se ha gestado la incógnita de que quizás su país consideraría reacti-var este mecanismo de guerra y, sin duda alguna, no se descarta que así como una vez se empleó contra Irán, esta vez decidieron dirigirlo contra la nación suramericana.

Además, como escribió Tyler Rogoway en Foxtrot Alpha, programas como este pueden combinarse y lograr nefastas consecuencias «sin dejar caer una bomba e incluso bajo el velo de negación plausible», y agregó que es-tos se convirtieron en «una alternativa cada vez más viable a las formas tradicionales de ataque».

Son muy pocos los medios que han refe-rido que EE. UU., desde hace casi una dé-cada, desarrolla planes que incluyen virus cibernéticos para atacar infraestructuras de redes eléctricas en países seleccionados para forzar un cambio de régimen.

Sin embargo, posterior a la «falla eléctrica» registrada en el país, la revista Forbes publicó un artículo en el que colocó sobre el tapete la posibilidad de que un gobierno como el de EE. UU. «interfiriera de forma remota en la red eléctrica de Venezuela, es bastante realista».

«Los apagones generalizados de energía y conectividad, como el que Venezuela ex-perimentó la semana pasada, también son sacados del moderno libro de jugadas ci-bernéticas. Cortar la energía en “hora pico”, asegurando el máximo impacto en la sociedad civil y un montón de imágenes post-apocalípticas mediagénicas, encaja per-fectamente en el molde de una tradicional operación de influencia», publicó el colabo-rador de la revista, Kalev Leetaru.

Agrega: «Una interrupción de este tipo en un momento de agitación social deslegiti-ma al gobierno actual, mientras que un go-bierno “en espera” se presenta como una alternativa eficiente», siendo así una de las tácticas que se describen en su informe de 2015.

En este contexto, el portal Misión Verdad también publicó, una semana después del ataque cibernético a Venezuela, que dentro de la guerra irregular de Estados Unidos en el Medio Oriente, se incluyen las infraestruc-turas como parte integral de sus «ofensivas».

En Siria, refieren, el ejército gringo se enfo-có en la infraestructura económica bajo el pretexto de «luchar contra el ISIS», inclu-yendo campos petroleros, pozos e instala-ciones, estaciones de transformación eléc-trica, plantas de gas, puentes, canales, varias

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presas y embalses vitales en el cinturón agrícola del norte del país, e instalacio-nes de generación de energía; así como fábricas de pan, los silos de trigo y los molinos de harina para privar a una población de alimentos básicos. Todas estas se inscriben en el manual de Guerra No Convencional de las fuerzas especia-les de ese país para crear una población descontenta que se alzará contra su gobierno.

A la luz de los hechos y a pesar de los intentos por imponer un relato hege-mónico sobre un colapso, no es descabellada la idea de que con estrategias poco convencionales, como armas cibernéticas, se pretendan intervenciones bajo el escudo de «ayuda» para el pueblo y así lograr que el atacante obtenga el control.

Prensa Presidencial / Carolina Ojeda