Adviento 2012

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Celebremos el Tiempo de preparación para la Navidad ADVIENTO

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Subsidio elaborado por la Oficina de Pastoral del Arzobispado de Lima de guía para los fieles para vivir el Adviento, tiempo de preparación para la Navidad.

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Celebremos el

Tiempo de preparación para la Navidad

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Celebremos el

Tiempo de preparación para la Navidad

ADVIENTO

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Arzobispado de Lima - Oficina de PastoralJr. Chancay 282, Cercado de LimaTeléfono: 203-7718www.arzobispadodelima.org

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Queridos hermanos

La Iglesia está viviendo un año de gracia llamado el Año de la Fe. Es un «kairos», un tiempo de salvación convocado por el Santo Padre para profundizar en el don de la fe que reci-bimos en nuestro bautismo. Fiel a la voz del Papa, nuestro pastor, el cardenal Juan Luis Cipriani, nos invita a que “tomemos conciencia viva de la fe, nos esforcemos por conocerla mejor y ponerla fielmente en práctica y, al mismo tiempo, nos empeñemos en difundirla, comunicando su contenido –con el testimonio del ejemplo y de la palabra- a las innume-rables personas que no conocen a Jesucristo o que no le tratan”. (Carta Pastoral sobre el Año de la Fe).

Dentro de este marco, damos inicio al tiempo de Adviento en que nos preparamos para vivir la alegría del nacimiento de Jesús en Navidad. Es un tiempo especial, en el que nos disponemos a meditar como creyentes en torno al misterio central de nuestra fe: La Encar-nación del Verbo Eterno en las entrañas purísimas de nuestra Madre María.

El Adviento nos invita a vivir -unidos a María, la Mujer de la dulce espera- la esperanza cristiana. Nos recuerda el Papa Benedicto XVI, en su hermosa encíclica Spe Salvi que “la esperanza es una palabra central de la fe bíblica, hasta el punto de que en muchos pasajes las palabras fe y esperanza parecen intercambiables”.

La esperanza se funda en la fe y “la fe es la certeza de lo que se espera, la plena convicción de lo que no se ve”. (Hb 11,1). La fe es pues la madre de la esperanza, de modo que si cre-cemos en la fe, nuestra esperanza en Dios será inquebrantable.

María que es Madre y Modelo de la Fe, lo es también de la virtud de la Esperanza. En este tiempo de Adviento nos unimos a su corazón, para aguardar despiertos y vigilantes, con las lámparas encendidas, el nacimiento del Señor Jesús, que vino en nuestra carne mortal, viene en la celebración de los sacramentos, y vendrá con gloria al fin de los tiempos.

La fe crece cuando se comparte y cuando es vivificada por la caridad. El Adviento es tam-bién un tiempo para vivir la solidaridad, especialmente con los niños pobres, en quienes debemos descubrir siempre el rostro sufriente del niño Jesús. Compartiendo descubrimos que hay más alegría en dar que en recibir.

Esperamos que este folleto pueda ayudar a los sacerdotes, religiosos y religiosas y cate-quistas a crecer en la fe, en la esperanza y en la caridad y a preparar con gozo personal y comunitariamente el nacimiento del Señor.

P. Juan Carlos Rivva Lamas Vicario Episcopal de la Pastoral Arquidiocesana

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Sentido del Adviento

La palabra Adviento proviene del latín Adventus que significa venida o llegada. Es el tiempo litúrgico en el que nos preparamos para celebrar el gran acontecimiento de la Navidad, en el que conmemoramos el misterio de la Encarnación: Jesús, nuestro Salvador y Reconciliador que nace de María para ser Dios-con-nosotros.

El tiempo del Adviento celebra tres grandes venidas de Jesús:

• Jesús vino en el pasado, asumiendo la humildad de nuestra carne mortal.

• Jesús vendrá en el futuro, cuando venga en la majestad de su gloria al fin de los tiempos.

• Jesús viene en el presente, a través de la oración y los sacramentos, así como en cada persona y acontecimiento, para

habitar en cada creyente que lo recibe en su corazón.

Respecto de las tres venidas del Adviento dice el Papa Benedicto XVI:

La primera antífona de esta celebración vespertina se presenta como apertura del tiempo de Adviento y resuena como antífona de todo el Año litúrgico: “Anunciad a todos los pueblos y decidles: Mi-rad, Dios viene, nuestro Salvador” . Detengámonos un momento a reflexionar: no usa el pasado “Dios ha venido”, ni el futuro “Dios vendrá”, sino el presente “Dios viene”. Como podemos comprobar, se trata de un presente continuo, es decir, de una acción que se rea-liza siempre: está ocurriendo, ocurre ahora y ocurrirá también en el futuro. En todo momento “Dios viene”. Homilía del Primer Domin-go de Adviento del 2006.

El color litúrgico del Adviento es morado y durante este tiempo se suprime el rezo del Gloria en las misas dominicales. Sin embargo, no se trata de un tiempo peni-tencial como la Cuaresma, sino de un tiempo de espera ardiente y gozosa, en el que la Iglesia se prepara para recibir con un corazón bien dispuesto al Señor que viene. Por ello, es conveniente usar ornamento de un color morado más claro (lila), para distinguirlo del morado penitencial propio del tiempo de Cuaresma.

Este tiempo litúrgico abarca cuatro semanas y se divide en dos etapas:

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a) La primera va desde el primer domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre, aparece con mayor relieve el aspecto escatológico y se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo al final de los tiempos.

b) La segunda va desde el 17 hasta el 24 de diciembre inclusive, y se orienta a la conmemoración del nacimiento histórico de Jesús en la Navidad. En esta segunda etapa se nos invita a una alegría cada vez más intensa, porque se van a cumplir las promesas me-siánicas.

Durante la primera etapa del Adviento se han de suprimir algunos elementos festivos, como pueden ser la música con instrumentos, los adornos festivos y el decorado de la Iglesia. A partir del 17 de diciembre, o del 16 si se quiere hacer la Novena de Navidad, se coloca el nacimiento en el templo y se van introduciendo progresivamente elementos más festivos que expresan la alegría ante la llegada inminente del Niño Jesús.

Espiritualidad del Adviento

El Adviento nos invita a vivir una verdadera renovación espiritual con algunos acentos particulares:

a) Un esfuerzo generoso de conversión y combate contra el peca-do. La insistencia está puesta en la fidelidad en las tareas ordina-rias de cada día. Hacer lo ordinario, de manera extraordinaria.

b) Una actitud permanente de vigilancia. Debemos estar con las lámparas encendidas porque no sabemos el día ni la hora de la venida del Señor, que para cada uno de nosotros acontecerá en el momento de la muerte. Por ello, debemos renovarnos en una visión de eternidad y un desapego frente a los bienes efímeros que el mundo nos ofrece, cortando con todos aquellos vicios que nos alejan del Señor.

c) Cultivar la virtud de la Esperanza que se exprese en un deseo intenso de recibir a Jesús, y en la súplica ardiente por su retorno definitivo. La virtud de la Esperanza nos impulsa a no caer en el

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desaliento frente a la propia fragilidad y a las dificultades, ya que el Amor de Dios -manifestado en el misterio de la Encarnación- disipa las sombras que oscurecen el camino.

d) Vivir la solidaridad con los más pobres. Frente a una sociedad

marcada por las injusticias y egoísmos, y ante la invasión publici-taria que promueve la frivolidad y el consumismo en la Navidad, el Adviento nos invita al compromiso social y a compartir el pan con los más necesitados.

e) María, la Mujer de la Buena Esperanza, es un modelo de reco-gimiento y oración en este tiempo. En medio de las prisas y los ajetreos propios de fin de año, debemos mantener una actitud silente, austera y recogida, para que el afán por lo urgente no nos lleve a descuidar lo esencial, y para prepararnos a contemplar desde la fe de María el misterio de la Encarnación.

Personajes del Adviento

En el Adviento hay tres grandes personajes que van apareciendo en la liturgia a lo largo de las cuatro semanas:

• El profeta Isaías: Anuncia cómo será el Mesías que vendrá. Con-suela al pueblo desterrado y le anuncia su pronta liberación. Sacude las conciencias para crear una actitud de espera con un corazón puro y vigilante.

• San Juan Bautista: Señala quién es el Mesías, que ya ha veni-do. Él mismo es modelo de austeridad y de ardiente espera. Con su hablar claro y valiente, dispone los corazones a la conversión para salir al encuentro del Salvador.

• Santa María: En ella culmina la espera de Israel y por eso es la figura clave del Adviento. Llena de fe y de esperanza, acoge la Palabra hecha carne en su seno y en su corazón. Como madre es el canal para todas las venidas de Dios a los hombres, como modelo es tipo y figura de la Iglesia.

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Propuestas pastorales y litúrgicas

para el tiempo de Adviento

Para ayudar a los fieles a vivir más intensamente este tiempo, hacemos llegar a los sacerdotes y agentes pastorales, un elenco de propuestas que pueden implementar en la parroquia:

• Tener una plática en la parroquia para explicar a los fieles el sentido del Adviento y la Navidad. Para ello pueden recurrir al folleto Viviendo nuestra Fe, y meditar en el tema de diciembre: Y el Verbo se hizo carne.

• Tener un retiro espiritual de un día con los agentes pastorales de la parroquia durante el tiempo de Adviento, centrado en el tema de la Esperanza. Meditar en la encíclica Spe Salvi de Benedicto XVI.

• Sensibilizar a los fieles para llevar adelante campañas solidarias durante el tiempo de Adviento para compartir con los más pobres en la Navidad.

• Citar a los fieles para confeccionar juntos la Corona de Adviento para sus hogares.

• Citar a los fieles que deseen para colaborar en la ambientación navideña de la parroquia.

• Bendecir solemnemente la Corona de Adviento de la Iglesia parroquial.

• Entronizar solemnemente el Leccionario propio del nuevo año litúrgico que se inicia el primer Domingo de Adviento.

• Utilizar ornamento color rosado el tercer domingo de Adviento, llamado Domingo Gaudete o de la Alegría.

• Rezar en familia o en la comunidad parroquial la Novena de Navidad (del 16 al 24 de diciembre) como se acostumbra en otros países.

• Organizar concursos artísticos (cuentos, pintura, concurso de pesebres, etc.) con jóvenes y niños como preparación para la Navidad.

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• Preparar alguna obra de teatro navideña o algún concierto de villancicos con los jóvenes de la parroquia.

• Leer el Catecismo de la Iglesia de los números 456 al 534.

Propuestas para las homilías de los Domingos de Adviento

Este año se leen los Evangelios que corresponden al ciclo C:

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

Primera Lectura: Jeremías 33. 14-16 Salmo 24, 4-5a. 8-10. 14Segunda Lectura: 1º Tesalonicenses 3, 12-4, 2Evangelio: San Lucas 21, 25-28. 34-36

El primer Domingo de Adviento en los tres ciclos litúrgicos pone ante nuestros ojos la venida gloriosa de Cristo al final de los tiempos.

El Señor indica en seguida cuál debe ser el espíritu en que hay que vivir para prepa-rar esa segunda venida: «Que no se hagan pesados vuestros corazones». Y enumera tres cosas que distraen de la espera del Señor: «el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de la vida». Quien vive en el libertinaje, en la disolución de las cos-tumbres y en la promiscuidad sexual, quien vive enajenado por el alcohol o la droga, quien vive preocupado por adquirir siempre más bienes de esta tierra encandilado por el espejismo del consumismo y de los negocios de este mundo, está distraído y no espera la venida del Señor.

Luego Jesús propone otra serie de advertencias, esta vez en modo positivo: «es-tad en vela, orando en todo momento». Esta es la actitud propia del Adviento. El tiempo del Adviento debe ser un tiempo de penitencia y de sobriedad en el uso de los bienes de este mundo, debe ser un tiempo de oración en que digamos constan-temente a Cristo: «¡Ven, Señor Jesús!». Si lo esperamos de esta manera -nos dice Jesús- «podréis estar en pie delante del Hijo del hombre».

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SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

Primera Lectura: Baruc 5, 1-9Salmo 125, 1-6Segunda Lectura: Filipenses 1, 4-11Evangelio: San Lucas 3, 1-6

El Bautista es la voz que clama en el desierto: “Prepa-rad el camino del Mesías”. De hecho, en el Imperio Romano cuando el Emperador iba a visitar un poblado, se arreglaban las carreteras, y se enderezaban los caminos para facilitar su llegada. Toda la ciudad se preparaba, y se pintaban las casas y se llenaba de luces y flores la ciudad, para recibir al Rey que viene.

También nosotros en el Adviento debemos preparar la Navidad. No solo llenando de adornos nuestras casas o arreglando el nacimiento, sino ende-rezando los caminos tortuosos de nuestro corazón, rebajando los montes de nuestra soberbia y rellenando los barrancos de la tristeza y el desalien-to.

La palabra «preparad» es sinónimo de conversión. Debemos convertir y purificar el corazón y prepararlo de modo que podamos recibir al Señor con un corazón puro y sin tacha, lleno de frutos de justicia.

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

Primera Lectura: Sofonías 3, 14-18aSalmo: Isaías 12, 2-6Segunda Lectura: Filipenses 4, 4-7Evangelio: San Lucas 3, 2b-3. 10-18

El tercer domingo de Adviento es el domingo “GAUDE-TE” o “LAETARE”, es decir, el domingo de la Alegría. San Pablo nos invita a estar siempre alegres porque el Señor esta cerca. La cercanía del Señor es causa de alegría, y en cambio, la lejanía que produce el pecado es causa de tristeza, de vacío interior, de profunda soledad. Por eso decía León Bloy

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que no hay mayor tristeza que la de no ser santos.

Existen dos tipos de alegría muy distintos: Una aparente y otra real. La alegría superficial y mundana es una alegría aparente y pasajera. La ale-gría espiritual es real, brota de la comunión con Dios y de la certeza de su amor. Esa alegría se puede vivir en medio de las dificultades y nadie nos la puede quitar.

Dice San Ambrosio: “Las alegrías de este mundo conducen a la tristeza eterna, en cambio, las alegrías que son según el Plan de Dios durarán siem-pre y conducirán a los gozos eternos a quienes en aquellas perseveren”.

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

Primera Lectura: Míqueas 5, 1-4aSalmo 79, 2ac.3b. 15-16. 18-19Segunda Lectura: Hebreos 10, 5-10Evangelio: San Lucas 1, 39-45

Hoy, María es presentada por su prima Isabel con su saludo de alabanza: “Feliz tú por que has creído”. En este domingo se nos invita a contemplar a María como Madre y Modelo de la Fe.

El Santo Padre nos recuerda que el mundo vive una profunda crisis de fe. Existe un proceso lento de descristianización en nuestra sociedad, y nosotros estamos llamados en este Año de la Fe a renovar nuestra fe y profundizar en ella.

Para María, creer es confiar en la Palabra de Dios y adherirse con todo su ser al Plan que Dios le propone. La fe de María es una fe libre y obediente. No se trata de una fe pasiva, sino de un consentimiento activo y responsa-ble. María es la realización más pura de la fe.

María, es llamada feliz y dichosa, porque creyó en Dios, se fío de Él, y se entregó a Él sin condiciones. María es la primera creyente en Cristo que nos enseña como debemos acoger a Jesús en esta Navidad.

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La Corona de Adviento

Significado de la Corona

La “Corona de Adviento” es un símbolo propio de este tiempo de espera. Con toda la fuerza evoca-dora de su simbología, nos ayuda a que hagamos en nuestros corazones y en el de nuestros herma-nos, un clima apropiado de preparación y espera discreta y gozosa del nacimiento de nuestro Recon-ciliador, el “Dios con nosotros”.

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe terminar.

Las ramas verdes de ciprés: Verde es el color de la esperanza y la vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los peca-dos y la vida eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más impor-tante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una es-peranza de salvación que iluminó todo el universo como las velas de la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden, de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia. Se recomienda el tercer domingo poner una vela color rosado como signo de alegría.

El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

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Rezar en torno a la Corona de Adviento en familia

• Es aconsejable elaborar en familia la corona de Adviento aprove-chando este momento para motivar a los niños platicándoles acer-ca de esta costumbre y su significado.

• La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sa-cerdote.

• La corona deberá ser colocada en un sitio especial dentro del hogar, de preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver los niños de manera que ellos recuerden constantemente la venida de Jesús y la importancia de prepararse para ese momento.

• Los domingos de adviento la familia se reúne a orar en torno a la corona de Adviento. Se pueden realizar las liturgias que se propo-nen a continuación.

• Es conveniente fijar con anticipación el momento en que se pren-den las velas y distribuir las lecturas entre los miembros de la fami-lia de modo que todos participen y se sientan involucrados en la celebración. Toda esta planeación hará que las cosas salgan mejor y que los niños vean y comprendan que esperamos la visita de un invitado muy importante.

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Propuesta para rezar cada Domingo de Adviento en familia

PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO

(Ninguna vela encendida. Crear un ambiente de recogimiento, con poca luz. Colocar una imagen de Santa María al lado de la corona)

Todos : EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN

La mamá invita a la familia a orar, con estas palabras:

Al empezar este tiempo de Adviento, en el cual nos preparamos para recibir al Señor Jesús en la Navidad, vamos a bendecir nuestra corona, para que ella simbolice nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad con un corazón convertido.

Luego el papá o la cabeza de la familia hace esta oración:

“La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo junto con Santa María, ante tu hijo, el Señor Jesús, que se acerca como luz esplendorosa, que brilla en medio de las tinieblas de nuestra ignorancia y nuestro pecado. Llenos de esperanza, nosotros hemos preparado esta corona y la hemos adornado con velas. Ahora que va-mos a iniciar este tiempo de preparación para la venida de tu Hijo. Te pedimos, Padre, que bendigas nuestra corona, para que mientras se acrecienta cada día su esplendor con nuevas velas encendidas, a nosotros nos ilumines con el esplendor de Aquél, que por ser la luz del mundo, iluminará todas nuestras oscuridades. Te lo pedimos por Je-sucristo nuestro Señor”. Amén.

Papá : Después de bendecir la corona, escuchemos la lectura.

Lector : Lectura tomada del profeta Isaías:

“Levántate, brilla, Jerusalén; que llega tu luz y la gloria del Señor amanece sobre ti. Pues mira cómo la oscuricad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos, mas sobre ti amanece el Señor y su gloria sobre ti aparece”. Palabra de Dios.

Todos : Te alabamos, Señor.

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Mamá : Vamos a encender ahora la primera vela de nuestra corona, con la cual simbolizamos que el Señor Jesús ya está cerca. Cantamos “Ven Señor, no tardes”.

(Se enciende la primera vela mientras se entona el canto) VEN SEÑOR, NO TARDES

VEN, VEN, SEÑOR NO TARDES. VEN, VEN QUE TE ESPERAMOS. VEN, VEN, SEÑOR NO TARDES. VEN PRONTO, SEÑOR.

El mundo muere de frío, el alma perdió el calor, los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche el mundo, sin paz, no ve; buscando va una esperanza; buscando, Señor, tu fe.

Mamá : Y ahora, con nuestra primera vela encendida, vamos a acudir al Señor con nuestras peticiones. A cada petición respondemos: VEN, SEÑOR JESÚS.

Lector : Te pedimos, Padre, por nuestra Santa Iglesia Católica, que vive con gozo este Adviento, para que siempre tenga fijos los ojos en Aquél que nos trae la reconciliación. VEN, SEÑOR JESÚS.

Te rogamos por la paz en el mundo, para que en este tiempo de Adviento se viva con mayor intensidad el amor y la solidaridad. VEN, SEÑOR JESÚS.

Te pedimos, Dios nuestro, por cada uno de nosotros, para que hagamos esfuerzos de conversión por caminar hacia el-Señor Jesús, que es la Luz del mundo que viene a iluminarnos. VEN, SEÑOR JESÚS.

Te rogamos por nuestra familia, para que a ejemplo de la familia de Naza-

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ret vivamos el amor mutuo y nos preparemos juntos para la venida de tu Hijo, el Señor Jesús. VEN, SEÑOR JESÚS.

Te pedimos para que Santa María aliente nuestros pasos en este Adviento, y sea Ella quien nos enseñe a crecer en confianza y esperanza, en la venida de su Hijo. VEN, SEÑOR JESÚS

(Se pueden añadir otras peticiones)

Papá : Juntos pidamos al Padre para que venga a nosotros su Reino: Padre nuestro…

Papá : Concédenos, Dios nuestro, anhelar de tal manera la llegada de tu Hijo, el Señor Jesús, que cuando llame a nuestras puertas, nos encuentre velando en oración y cantando sus alabanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Mamá : Acudamos a nuestra Madre María para que nos ayude a preparar nuestro corazón, de la misma manera como Ella lo hizo para recibir al Señor Jesús. Digamos juntos: Dios te salve, María, llena eres de gracia…

Terminemos nuestra oración cantando: Se entona un villancico conocido.

Todos : EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.

SEGUNDA SEMANA DE ADVIENTO

(Debe estar una vela encendida)

Todos : EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN

Papá : En esta segunda semana vamos a encender la segunda vela de nuestra corona. El Señor está cada vez más cerca de nosotros y debemos prepa-rarnos dignamente para recibirlo en la Navidad. Hagamos un momento de silencio para elevar nuestra oración al Señor.

Lector : Lectura tomada del Evangelio según San Marcos:

“Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento. Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, daatribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; por tanto, ya que no

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sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer o a medianoche, o al cantar el gallo, o de madrugada. No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. Lo que a vosotros digo, a todos los digo: “Velad”. Palabra de Dios.

Mamá : El Señor nos pide que nos preparemos para su venida, para que lo reciba-mos con un corazón limpio, cada vez más convertido y transformado, que sea capaz de amar y entregarse a otros. En silencio, cada uno va a hacer un compromiso concreto para esta semana, de manera que podamos amar y acoger más al Señor Jesús en nuestras vidas.

(Se deja un momento de silencio)

Mamá : Mientras encendemos la segunda vela de nuestra corona cantemos VEN SEÑOR NO TARDES (Canción en p. 17)

(Una persona se acerca a la corona y enciende la segunda vela mientras se entona el canto VEN SEÑOR NO TARDES)

(Se pueden hacer algunas peticiones y se concluye con el Padre Nuestro)

Papá : Acudamos a nuestra Madre María para que nos ayude a preparar nuestro corazón, de la misma manera como Ella lo hizo para recibir al Señor Jesús. Digamos juntos: Dios te salve, María, llena eres de gracia…

Terminemos nuestra oración cantando: Se entona un villancico conocido.

Todos : EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.

TERCERA SEMANA DE ADVIENTO

(Deben estar dos velas encendidas)

Todos : EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN

Papá : Estamos ya en la tercera semana de Adviento, en la cual aumenta nuestra alegría y júbilo por la venida del Señor Jesús, que está cada vez más cerca de nosotros. Empecemos nuestra oración cantando: Se entona un villan-cico conocido.

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Papá : Vamos a encender la tercera vela de nuestra corona de Adviento. El Señor está ya muy cerca de nosotros y nos ilumina cada vez más. Abramos nues-tro corazón, que muchas veces está en tinieblas, a su luz admirable con la que nos ilumina.

Lector : Lectura tomada del Evangelio según San Juan:

“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por Ella, y sin Ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron. La Palabra era luz verdaderaque ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Vino a su casa y los suyos no la recibieron”. Palabra de Dios.

Mamá : Hemos escuchado en la lectura del Evangelio que el Señor Jesús es la Luz del mundo, pero que muchos no quisieron recibir esa luz. Nosotros, sí que-remos recibir la luz que nos trae el Señor y por eso vamos a encender la tercera vela de nuestra corona mientras cantamos.

Una persona se acerca a la corona y enciende la tercera vela mientras se entona el canto VEN SEÑOR NO TARDES. (Canción en p. 17)

Luego se rezan las peticiones de la primera semana que concluyen con el Padre Nuestro. (en p. 17 y 18)

Mamá: Acudamos ahora a Santa María para que la luz del Señor llegue a todos nosotros.

Recemos juntos el acto de consagración:

¡OH, SEÑORA MÍA, OH, MADRE MÍA! YO ME ENTREGO DEL TODO A TI, Y EN PRUEBA DE MI FILIAL AFECTO, TE CONSAGRO EN ESTE DÍA MIS OJOS, MIS OÍDOS, MI LENGUA Y MI CORAZÓN, EN UNA PALABRA, TODO MI SER, YA QUE SOY TODO TUYO, ¡OH, MADRE DE BONDAD!, GUÁRDAME Y PROTÉGEME COMO HIJO TUYO. AMÉN.

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Se entona para terminar un villancico conocido.

Todos : EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.

CUARTA SEMANA DE ADVIENTO

(Deben estar tres velas encendidas)

Todos : EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.

Papá : Alegrémonos porque el Señor está ya cerca de nosotros y viene a traernos la reconciliación. Estamos ya en la cuarta semana de Adviento, en la que encendemos la cuarta vela de nuestra corona: que durante esta semana nos recuerde la proximidad del Señor Jesús, que viene a traernos alegría y esperanza.

Iniciemos la oración de esta semana cantando “Santa María de la Esperanza” SANTA MARÍA DE LA ESPERANZA MANTÉN EL RITMO DE NUESTRA ESPERA. (2 veces) Nos diste al esperado de los tiempos, mil veces prometido en los profetas. Y nosotros de nuevo deseamos que vuelva a repetirnos sus promesas

Brillaste como aurora del gran día, Plantaba Dios su tienda en nuestro suelo. Y nosotros soñamos con su vuelta, queremos la llegada de su Reino.

Lector : Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

“En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ‘Bendita tú entre las mujeres, y ben-

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dito el fruto de tu vientre, ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá’”. Palabra de Dios.

Mamá : La presencia del Señor Jesús entre nosotros también nos llena de gozo y alegría. Es María nuestra Madre quien nos lo hace cercano, quien permite que esa luz llegue a nosotros e ilumine nuestra vida. Por eso, en compañía de Santa María, vamos a encender la última vela de nuestra corona de Ad-viento. Cantemos “Ven, Señor, no tardes”.

Una persona enciende la cuarta vela mientras se entona el canto VEN SEÑOR NO TAR-DES (Canción en p. 17)

Mamá : Recemos ahora, junto con Santa María, para que Ella nos enseñe a confiar y esperar en la venida de su Hijo, el Señor Jesús. Por eso digamos:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador; porque ha mirado la humildad de su sierva, desde ahora me fe-licitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras gran-des por mí su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de gene-ración en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón derriba del trono a los poderosos, enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacío. Auxilia a Israel su siervo, Acordándose de su misericordia, -como lo había prometido a nuestros padres- A favor de Abraham y su descendencia por los siglos”. (Lc. 1, 46-55)

Se pueden añadir algunas peticiones, respondiendo después de cada petición: VEN PRONTO, SEÑOR. Las peticiones concluyen con el Padre Nuestro.

Papá: Oremos; Señor, Dios nuestro, que ante el anuncio del ángel quisiste que tu Hijo se encarnara en el seno de Santa María Virgen, escucha nuestras súpli-cas, y haz que ayudados por Ella, podamos también nosotros acoger al Señor Jesús, que está ya muy cerca de nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

(Se reza un Ave María y se entona un villancico conocido.)

Todos: EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.

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“Durante el tiempo de Adviento sentiremos que la Iglesia nos toma de la mano y, a imagen de María Santísima, manifiesta su maternidad haciéndonos experimentar la espera gozosa de la venida del Señor, quien nos abraza a todos en su amor que salva y consuela”.

S.S. Benedicto XVI

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