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INTRODUCCIÓN Discapacidad. Modelos de interpretación y explicación El concepto de salud –o su contraparte, el de enfer- medad– registra una evolución en las diferentes culturas a lo largo de la historia: originariamente relacionado con ideas mágicas y religiosas, fue luego involucrando otras percepciones sociales y actividades profesionales (13) Se identifican al menos tres modelos de salud y enfermedad, en relación con diferentes modalida- des del sistema de salud. Modelo médico tradicional. Aún hoy se encuentra muy difundida la noción de enfermedad como “ausencia de salud”. Esta noción se centra usual- mente en intervenciones curativas individuales. Un sistema de salud inspirado en esta concepción mantiene sus inequidades, que dependerán de las posibilidades de acceso a las prestaciones indivi- duales. Modelo epidemiológico. Encara el fenómeno de la enfermedad no ya desde una perspectiva indivi- dual, sino desde el análisis estadístico. Al estudiar la distribución de las enfermedades, el análisis epi- demiológico tiende a descubrir las relaciones cau- sa-efecto. Se pone mayor énfasis en la prevención y se introducen la vacunación y otras formas de la medicina preventiva. Para los especialistas, el últi- mo nivel de prevención es la rehabilitación. Una consecuencia lógica de este enfoque sería la imple- mentación de programas específicos para grupos de alto riesgo, aunque en la realidad la distribución desigual de la enfermedad se agrava por la desigual distribución de los recursos. La planificación es un recurso necesario, aunque no suficiente para con- trarrestar estas disparidades. Modelo socio-político. La salud y la enfermedad se observan desde una perspectiva histórica. Las des- igualdades se interpretan como consecuencias de las iniquidad socio-económi- cas, y el énfasis está puesto en la trasformación social más que en la prevención. Se nota un cambio de regis- tro en la causalidad de la en- fermedad: de factores natu- rales a factores sociales. Luchar contra las iniquida- des en salud requiere, en primer lugar, de medidas de política social; en segundo lugar de prevención y, en tercer, de intervenciones curativas. Por su parte y como consecuencia de estas concep- tualizaciones, se han agrupado los modos de inter- pretar y actuar en discapacidad en tres períodos temporales: modelo tradicional, que va desde la antigüedad clásica al nacimiento de la sociedad burguesa y los albores del capitalismo; modelo mé- dico hegemónico (con su vertiente más conocida y emblemática, el modelo rehabilitador, a partir de las guerras mundiales), que se extiende hasta nues- tros días pero resultando insuficiente; y actualmen- te en desarrollo, sin consolidarse con una identidad definida, los que se han denominado modelos al- ternativos (socio-políticos). Estos modelos no son estancos ni correlativos a pesar de su ordenamiento cronológico para el aná- lisis. Así podemos rastrear actitudes relacionadas con el “modelo tradicional” a lo largo de los otros modelos y las nuevas perspectivas que aporta cada modelo en muchos aspectos incluyen concepciones del modelo anterior. Estos modelos explicativos de la discapacidad han tenido una notable influencia en las acciones en política sanitaria y social y en el condicionamiento que han ejercido en los modos de comprender y clasificar las discapacidades y en las respuestas que las instituciones, y en última instancia la socie- dad, han dado. En la actualidad, las miradas posibles sobre el pro- ceso de salud-enfermedad-asistencia, tienen su Cátedra de Licenciatura en Kinesiología & Fisiatría Organización Hospitalaria y Administración Institucional de los Centros de Rehabilitación ORG. hOSPITALARIA ORG. hOSPITALARIA ORG. hOSPITALARIA ORG. hOSPITALARIA [email protected] FCS/UNER 1

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INTRODUCCIÓN Discapacidad. Modelos de interpretación y explicación El concepto de salud –o su contraparte, el de enfer-

medad– registra una evolución en las diferentes

culturas a lo largo de la historia: originariamente

relacionado con ideas mágicas y religiosas, fue

luego involucrando otras percepciones sociales y

actividades profesionales (13)

Se identifican al menos tres modelos de salud y

enfermedad, en relación con diferentes modalida-

des del sistema de salud.

Modelo médico tradicional. Aún hoy se encuentra

muy difundida la noción de enfermedad como

“ausencia de salud”. Esta noción se centra usual-

mente en intervenciones curativas individuales.

Un sistema de salud inspirado en esta concepción

mantiene sus inequidades, que dependerán de las

posibilidades de acceso a las prestaciones indivi-

duales.

Modelo epidemiológico. Encara el fenómeno de la

enfermedad no ya desde una perspectiva indivi-

dual, sino desde el análisis estadístico. Al estudiar

la distribución de las enfermedades, el análisis epi-

demiológico tiende a descubrir las relaciones cau-

sa-efecto. Se pone mayor énfasis en la prevención

y se introducen la vacunación y otras formas de la

medicina preventiva. Para los especialistas, el últi-

mo nivel de prevención es la rehabilitación. Una

consecuencia lógica de este enfoque sería la imple-

mentación de programas específicos para grupos

de alto riesgo, aunque en la realidad la distribución

desigual de la enfermedad se agrava por la desigual

distribución de los recursos. La planificación es un

recurso necesario, aunque no suficiente para con-

trarrestar estas disparidades.

Modelo socio-político. La salud y la enfermedad se observan desde una perspectiva histórica. Las des-

igualdades se interpretan como consecuencias de

las iniquidad socio-económi-

cas, y el énfasis está puesto

en la trasformación social

más que en la prevención.

Se nota un cambio de regis-

tro en la causalidad de la en-

fermedad: de factores natu-

rales a factores sociales.

Luchar contra las iniquida-

des en salud requiere, en

primer lugar, de medidas de

política social; en segundo

lugar de prevención y, en tercer, de intervenciones

curativas.

Por su parte y como consecuencia de estas concep-

tualizaciones, se han agrupado los modos de inter-

pretar y actuar en discapacidad en tres períodos

temporales: modelo tradicional, que va desde la

antigüedad clásica al nacimiento de la sociedad

burguesa y los albores del capitalismo; modelo mé-

dico hegemónico (con su vertiente más conocida y

emblemática, el modelo rehabilitador, a partir de

las guerras mundiales), que se extiende hasta nues-

tros días pero resultando insuficiente; y actualmen-

te en desarrollo, sin consolidarse con una identidad

definida, los que se han denominado modelos al-

ternativos (socio-políticos).

Estos modelos no son estancos ni correlativos a

pesar de su ordenamiento cronológico para el aná-

lisis. Así podemos rastrear actitudes relacionadas

con el “modelo tradicional” a lo largo de los otros

modelos y las nuevas perspectivas que aporta cada

modelo en muchos aspectos incluyen concepciones

del modelo anterior.

Estos modelos explicativos de la discapacidad han

tenido una notable influencia en las acciones en

política sanitaria y social y en el condicionamiento

que han ejercido en los modos de comprender y

clasificar las discapacidades y en las respuestas

que las instituciones, y en última instancia la socie-

dad, han dado.

En la actualidad, las miradas posibles sobre el pro-

ceso de salud-enfermedad-asistencia, tienen su

C á t e d r a d e

Licenciatura en Kinesiología & Fisiatría

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correlato en la forma que se puede considerar a la

discapacidad. Entre estas se destacan las miradas

del modelo Médico-Biológico y como contrapunto el Social. El modelo médico, (también llamado modelo mé-dico hegemónico), ganó notoriedad en la década

de los 60. Su principal característica es la descon-

textualización de la discapacidad, enfocándola co-

mo un incidente aislado y sin ninguna relación con

reflexiones y decisiones de interés público y rele-

vancia económica, política o social.

En éste, la discapacidad es una experiencia del

cuerpo a ser “combatida” con tratamientos y es la

deficiencia o daño lo que genera algún tipo de asis-

tencia terapéutica centralizada en instituciones y

liderada por profesionales especialistas.

Esta es una modalidad de naturaleza claramente

unidimensional, donde predomina la perspectiva

negativa centrada en las deficiencias como hecho

individual, ahistórico, descontextuado y asocial.

El problema se define como problema del indivi-

duo, pues es en su deficiencia y en su falta de des-

treza donde se localiza el origen de sus dificulta-

des, las mismas que hacen necesaria la rehabilita-

ción.

La solución hay que buscarla mediante la interven-

ción profesional de todos los especialistas que

constituyen el ya clásico equipo rehabilitador: mé-

dico, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, psicó-

logo, trabajador social, etc.

El rol del sujeto de la rehabilitación es el de pa-

ciente o cliente de la asistencia médica; alguien

con "derecho a corregir o modificar su estado físi-

co, psíquico o sensorial".

Los resultados se miden por el grado de destrezas

funcionales logradas o recuperadas y por la coloca-

ción en un empleo remunerado. El paradigma de la rehabilitación es la superación lógica del modelo

tradicional. Es un paradigma médico-industrial,

con una tecnología terapéutica y recuperacionista.

En este modelo, la discapacidad paso a ser conde-

nada socialmente o controlada médicamente.

Según el mismo, los orígenes de la exclusión en-

frentada por personas con discapacidad son sus

propias secuelas y limitaciones físicas, intelectua-

les, sensoriales y múltiples. El “problema” reside

en la persona, ocasionando consecuencias sola-

mente para ella y su familia.

El modelo médico transcendió las fronteras de la

salud y dominó las áreas de la educación, del em-

pleo y del servicio social, entre otras. Por la in-

fluencia de este enfoque, fueron creadas políticas

encaminadas para una asistencia paliativa, separa-

da y protegida. El modelo médico se manifiesta

con frecuencia en la prevención de la discapacidad.

Generalmente el mensaje enviado por medio de las

campañas de prevención pone todo el énfasis en el

aspecto devastador de si se adquiere una lesión o

limitación permanente y acaban por construir una

imagen negativa y estigmatizante de las personas

con discapacidad.

La otra mirada considera a la salud-enfermedad-

asistencia y a la misma discapacidad, como proble-

mas entramados en lo social, requiriendo por lo

tanto, una consideración que contemple la comple-

jidad de su naturaleza.

Aquí la discapacidad no es un atributo de la perso-

na, sino un complicado conjunto de condiciones,

muchas de las cuales son creadas por el contexto/

entorno social.

Modelo Social de discapacidad Surgió en los años 60 en el Reino Unido por inicia-

tiva de personas con discapacidad reunidas en el

Social Disability Movement. El Social Disability

Movement probó que la mayor parte de las dificul-

tades enfrentadas por personas con discapacidad

son el resultado de la forma de como la sociedad

trata las limitaciones y las secuelas físicas, intelec-

tuales, sensoriales y múltiples de cada individuo.

Al mismo tiempo no dejan de reconocer que las

limitaciones de una persona son una realidad con-

creta, pero que solo constituyen una característica

de aquel individuo, una parte, y no la totalidad de

su ser.

Entonces y de acuerdo con éste modelo, la discapa-

cidad es la suma de dos condiciones inseparables:

las secuelas existentes en el cuerpo y las barreras

físicas, económicas y sociales impuestas al indivi-

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duo por el ambiente.

Desde esta óptica, es posible entender la discapaci-

dad como una construcción colectiva entre indivi-

duos (con o sin discapacidad) y la sociedad.

Por lo tanto el manejo del problema requiere la

actuación social y es responsabilidad colectiva de

la sociedad hacer las modificaciones ambientales

necesarias para la participación plena de las perso-

nas con discapacidad en todas las áreas de la vida

social.

Las estrategias que surgen de este enfoque preten-

den integrar al individuo con su padecimiento y

contexto en un todo indivisible. Esta modalidad

prioriza la multiperspectividad del proceso salud-

enfermedad-asistencia y con ella, la historia de

vida del individuo, su medio y sus saberes.

Para el modelo social, el acceso a la salud es ape-

nas un derecho más a ser garantizado entre tantos

otros, igualmente primordiales y simultáneos, co-

mo la educación, empleo, cultura, vida indepen-

diente, recreación y desarrollo socioeconómico.

Esos derechos juntos, contribuyen a garantizar la

equiparación de oportunidades para las personas

con discapacidad.

A su vez en el contexto del modelo social, gana

importancia el tema de accesibilidad en todas sus

dimensiones : 1) Accesibilidad Arquitectónica: 2)

Accesibilidad Comunicacional, 3) Accesibilidad

Metodológica, 4) Accesibilidad Instrumental, 5)

Accesibilidad Programática y 6) Accesibilidad

Actitudinal.

Discapacidad y Ciclo de Invisibilidad

La manera más efectiva de promover la inclusión

de las personas con discapacidad es remover las

barreras que en la actualidad no les permiten tener

tal participación. Las estructuras y los programas

“especiales”, separados o paralelos, en general, aún

cuando son necesarios e importantes, dan cobertura

solamente a un 3 a 4% de las personas con discapa-

cidad. Generalmente, los que acceden son los que

tienen más dinero o viven en las zonas urbanas. El

96% restante es “invisible” y queda excluido de la

atención básica necesaria para su supervivencia y

la de su familia.

Lamentablemente esto denota la existencia de un

“ciclo de la invisibilidad” de la discapacidad que

tiene la siguiente lógica: (14) (15)

1) hay “gente invisible por tener discapacidad”;

las personas con discapacidad no consiguen salir

de sus casas, por lo tanto no son reconocidas por la

comunidad.

2) así, “no existe y no es un problema” Por no ser

vistas por la comunidad, dejan de ser reconocidas

como parte de ella;

3) la comunidad no los incluye como prioridad,

por no ser reconocidas como parte de ella por eso

“no hay servicios, no hay inclusión”, no se garan-

tiza el acceso de las personas con discapacidad a

bienes, derechos y servicios. De hecho, éste no es

considerado un problema que la comunidad deba

enfrentar y solucionar.

4)“continúa la discriminación” y se refuerza la

falta de visibilidad. Sin tener acceso a bienes y ser-

vicios, no hay como incluirlas dentro de la socie-

dad.

5) una vez excluidas de la sociedad, siguen invisi-

bles, y sometidas a constante discriminación, per-

petuando el ciclo.

A este “ciclo de invisibilidad” suelen estar sujetas

las personas con discapacidad en todos los lugares

del mundo, pero principalmente en las comunida-

des pobres en las cuales viven en un porcentaje

muy alto.

El “ciclo de invisibilidad” explica porqué personas

con discapacidad son ampliamente excluidas de la

vida social, económica y política de sus comunida-

des. Así, sin condiciones de salir de casa, de comu-

nicarse, de tener acceso a la educación y a la vida

en comunidad, las personas con discapacidad se

tornan cada vez más ciudadanos de “menor valor”.

Epidemiología de la Discapacidad Los siguientes datos estadísticos sobre discapaci-

dad se presentan con la finalidad de mostrar la di-

mensión universal y la magnitud del problema,

poniendo de manifiesto el enorme impacto que

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tiene sobre el conjunto de la sociedad.

Conviene aclarar que los resultados de los siguien-tes estudios estadísticos dependen mucho de la de-

finición de discapacidad utilizada.

Distintas definiciones de Discapacidad pueden ser

aplicadas para distintos objetivos; aún no existe a

nivel regional, ni mundial una única definición de

la discapacidad.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Otras estimaciones varían entre el 2% al 21% .

El 5% representa una incapacidad moderada y severa (se estima que el 70% de estos residen en

países en vías de desarrollo.

En los países en vías de desarrollo en el año 2000 cerca de 234 millones de personas presenta una incapacidad moderada o severa y se cree que esto crecerá a cerca de 525 millones de 2035. Actualmente solo cerca del 3% de ellos reciben

servicio significativo de rehabilitación.

Se estima que el 10% de niños presentan o han

adquirido una inhabilidad, de los cuales no más

que el 10% recibe apropiadamente rehabilitación

(según la UNICEF citada en salud del mundo Or-

ganización 2001).

Datos de Naciones Unidas señalan que en la mayo-

ría de los países, por lo menos una de cada diez

personas tiene una deficiencia física, mental o sen-

sorial y por lo menos el 25 % de toda la población

se ve adversamente afectada por la presencia de

incapacidades.

Datos mas recientes informan que de más de 600

millones de PCD en el mundo, el 80% viven en los

países pobres del sur. Hoy cada vez más países de

la región tienen sus propias estadísticas, pero los

métodos utilizados para recopilar información di-

fieren mucho de un país a otro, por ejemplo el

Censo de Brasil realizado en el 2000, reveló que el

14 % de su población tiene discapacidad, mientras

el censo de México estima que el porcentaje es de

un 1, 84 %. Se estima también que la incidencia de

la discapacidad es especialmente alta en países co-

mo Colombia, Nicaragua o El Salvador, ello debi-

do a que ha los procesos de violencia y conflictos

armados por los que han atravesado estos países.

Se estima que el número de personas con discapa-

cidad aumentará en 120%, en los próximos 30

años, en los países del sur, mientras que el índice

de crecimiento de las personas con discapacidad en

los países del norte será de 40% durante ese mismo

período. Tanto en el norte como en el sur y en rela-

ción con el envejecimiento de la población, el ma-

yor aumento en la cantidad de personas con disca-

pacidad será en los grupos de edad más avanzada,

particularmente entre las personas de 65 años y

más.

Algunos cálculos sugieren que 1 de cada 5 perso-

nas pobres presenta una discapacidad. Esto indica

que la discapacidad es tanto una causa como una

consecuencia de la pobreza.

Es fácil imaginar que todas las familias en una co-

munidad pobre están afectadas directamente por

los efectos socio-económicos derivados de la dis-

capacidad.

Con respecto al impacto de la pobreza en situación

de discapacidad el Premio Nóbel de Economía

Amartya Sen, señala en su conferencia

“Discapacidad y Justicia”, que la línea de pobreza

para las personas con discapacidad debería de

tomar en cuenta los gastos adicionales en los que

incurren cuando traducen sus ingresos en

“posibilidades de vivir bien”.

Las personas con discapacidad frecuentemente

tienen gastos adicionales para satisfacer las mis-mas necesidades de las personas sin discapaci-dad. Sen afirma que en el Reino Unido el índice de po-

breza entre las personas con discapacidad es del

23.1% comparado con un índice general del

17.9% para el país.

Pero cuando los gastos adicionales asociados a te-

ner una discapacidad son considerados, el índice de

pobreza para las personas con discapacidades se

dispara hasta un 47.4%.

Esta relación mutuamente reforzadora entre pobre-

za y discapacidad, entre capacidad y exclusión, nos

enseña que además de ser particularmente vulnera-

bles a la exclusión social, las personas con discapa-

cidad son pobres en una cantidad desproporciona-

da, y entre las personas pobres la presencia de dis-

capacidades es desproporcionadamente alta.

Eso es así, en todos los países y en todos los con-

textos.

Entre el 80% y el 90% de las PCD en Latinoaméri-

ca están desempleados y casi todos aquellos que

tienen trabajo, reciben salarios muy bajos o ningu-

na compensación monetaria. En Argentina, se ha calculado que la tasa de desempleo de los disca-pacitados es cercana al 91%. Cerca del 82% de las personas con discapacidad

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más de 500 millones de personas en el mundo, lo que equivale al 10% de la población total, padecen algún

tipo de discapacidad

en Latino América y el Caribe (LAC) son po-bres. Esta pobreza se extiende a los miembros de la fa-

milia. En una reciente encuesta en Nicaragua,

constató que la persona que cuida a un familiar con

discapacidad ocupa un promedio de diez horas dia-

rias en esa función, y queda sin posibilidades de

colaborar con el ingreso familiar.

En Argentina el 7,1% de la población tiene al-guna discapacidad

En números absolutos se trata de 2.176.123 perso-

nas. La distribución por sexo de las personas con

discapacidad muestra un leve predominio de muje-

res: el 53,6% son mujeres y el 46,4% restante, va-

rones. Debe recordarse que en el total de la pobla-

ción, las mujeres son el 52,0% y los varones, el

48%. Por eso, la prevalencia entre las mujeres es

algo mayor que entre los varones (7,3 y 6,8 respec-

tivamente).

La distribución por edades muestra que el

11,7% de las personas con alguna discapacidad son

menores de 15 años, el 48,5% tiene entre 15 y 64

años y el 39,8% restante (866.258 personas) tienen

65 años o más. En el total de la población, las per-

sonas en edad avanzada (65 años y más) son el

9,9%. Esto significa que la prevalencia de la disca-

pacidad en las personas mayores sea del 28,3%,

frente a una prevalencia del 5,5% en las edades

entre 15 y 64 años y del 3,0% entre los menores de

15 años. Respecto de la relación de parentesco con

el jefe de hogar de las personas con discapacidad,

en el 43,9% de los casos se trata de jefes/as de

hogar, 23,6% de hijos y las/los cónyuges represen-

tan el 16,7%.

La ENDI indagó respecto de la cantidad de disca-

pacidades por persona: el 73,9% de las personas

con alguna discapacidad tiene una, el 20,2% dos y

hay un 5,9% que tiene tres o más. Entre las perso-

nas con tres o más discapacidades (128.182), el

45,4% (58.208 personas) tiene 75 o más años de

edad.

Las discapacidades más frecuentes son: en primer

lugar, las motoras (39,5%) con predominio de

afectación de las piernas en un porcentaje del

61,6%. Le siguen las discapacidades visuales (22,0%), auditivas (18,0%) y mentales (15,1%).

Dentro de cada tipo de discapacidad, se especificó

en subtipos. Así resulta que dentro de las discapa-

cidades motoras, el 61,6% corresponde a miembros

inferiores, 30,0% a miembros inferiores y superio-

res y 8,4% a miembros superiores.

Situaciones de este tipo de discapacidad son la fal-

ta o parálisis o atrofia de uno o dos pies o las pier-

nas, uno o dos brazos o las manos, dificultad per-

manente para levantarse, acostarse, mantenerse de

pie o sentado; dificultad permanente para agarrar

objetos con una o dos manos; dificultad permanen-

te para caminar o subir escaleras; necesidad o utili-

zación en forma permanente de silla de ruedas,

andador, muletas, bastones canadienses, férulas,

prótesis, etc.

Medir Discapacidad. Escalas y Clasificaciones OMS, discapacidad y clasificadores internacio-nales sobre el estado de salud Es importante destacar como estos distintos mode-

los (Médico y Social) han impactado en las clasifi-

caciones que la OMS ha desarrollado como herra-

mientas necesarias para interpretar los estados de

salud de las poblaciones. Pertenecen a la familia

de estas clasificaciones la CIE-10 * y la CIF**.

La primera brinda un marco conceptual basado en

la etiología y la segunda clasifica el funcionamien-

to y la discapacidad asociados con las condiciones

de salud; por lo tanto, la CIE-10 (diagnostico de

enfermedades) y la CIF (funcionamiento) son com-

plementarias ***.

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* Clasificación Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados, Décima Revisión, Vols. 1-3. Ginebra. Organización Mundial de la Salud, 1992-1994. ** Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud. Este texto constituye una revisión de la Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías (CIDDM), que fue publicada inicialmente por la OMS con carácter experimental en 1980. Para la realización de esta versión se han llevado a cabo estudios de campo sistemáticos y consultas interna-cionales a lo largo de los cinco últimos años. El 22 de Mayo de 2001 se aprobó para poder ser empleada a nivel internacional. (Resolución WHA54.21)

La XXIX Asamblea Mundial de la Salud, (1976)

adoptó la Resolución 29.35 mediante la cual se

acordó la publicación con propósito experimental

de la “International Classification of Impairments,

Disabilities, and Handicaps (ICIDH)”.

Conceptualmente, su empleo transformó la manera

de considerar las personas con discapacidades.

En el modelo de las consecuencias de las enferme-

dades la secuencia de conceptos es deficiencias, discapacidades y minusvalías. El Clasificador internacional de Deficiencias, Dis-

capacidades y Minusvalías (CIDDM) de la Organi-

zación Mundial de la Salud (OMS) ha definido que

Deficiencia es toda carencia, pérdida o anormalidad de una

estructura o función psicológica, mental, fisiológi-

ca o anatómica.

Discapacidad es toda restricción o ausencia, debida a una defi-

ciencia de la capacidad de realizar una actividad en

forma y dentro del margen que se considera nor-

mal para un ser humano en su contexto social. Re-

fleja las consecuencias de las deficiencias en el

rendimiento fundamental de la actividad cotidiana

de la persona: en la ejecución de tareas, actitudes y

conductas. Puede ser transitoria o definitiva, rever-

sible o irreversible, progresiva o regresiva. En

cualquier momento de su vida, a cualquier miem-

bro de la familia, por cualquier causa.

Minusvalía es una situación desventajosa para una persona

determinada, consecuencia de una deficiencia o de

una discapacidad para el desempeño de un rol que

es normal en su caso en función de la edad, sexo,

factores sociales, culturales y ocupacionales. Es

por lo tanto, la pérdida o limitación de las oportu-

nidades para participar de la vida en comunidad

con los demás. La minusvalía se manifiesta en la

orientación, la independencia física, la movilidad,

la ocupación, la integración social, la autosuficien-

cia económica y otros factores. Son consiguiente-

mente, desventajas para la participación social.

La distinción de los tres niveles enunciados res-

ponden a la CIDDM de la OMS y se basa sólo en

el análisis de las consecuencias de la enfermedad,

del accidente, de la causa hereditaria, genética y /o

biológica. La insatisfacción acerca de esta clasifi-

cación y el mejor conocimiento de los componen-

tes de la discapacidad y su interconexión, ha con-

ducido a una nueva clasificación de la discapaci-

dad mas comprensiva que se expresa en la

"Clasificación Internacional del Funcionamiento

de la Discapacidad y la Salud”.

La CIF pertenece a la “familia” de clasificaciones

internacionales desarrolladas por la Organización

Mundial de la Salud (OMS), que pueden ser apli-

cadas a varios aspectos de salud. Esta familia pro-

porciona el marco conceptual para clasificar un

amplio rango de información relacionada con la

salud y emplea un lenguaje estandarizado y unifi-

cado, que posibilita la comunicación sobre la salud

y la atención entre diferentes disciplinas y ciencias

en todo el mundo.

Se trata de tres dimensiones diferentes asociadas a

un problema de salud que interactúan entre sí con

los factores contextuales (factores ambientales y

personales).

Básicamente, la OMS diferencia entre el daño que

acaece a una persona en determinadas circunstan-

cias, entendido como deficiencia; el impacto que

esa deficiencia tiene en su propia atención perso-

nal, entendido como discapacidad; y el impacto

que puede tener en su contexto específico, geográ-

fico y social entendido como minusvalía, que sería

el concepto de desventaja desde el punto de vista

social.

Lo novedoso de esta nueva clasificación es que

cuestiona la manera tradicional de entender la

salud y la discapacidad.

Mientras que los indicadores tradicionales de la

salud están basados en las tasas de mortalidad

(defunción) de las poblaciones, la CIF desplaza el

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En su última versión (CIF, 2001- OMS), se utiliza el término discapacidad

como el nombre genérico que engloba todos los componentes: deficiencias, a nivel corporal; limitaciones en la actividad, a nivel individual; y

restricciones en la participación, a nivel social.

*** Es importante conocer el solapamiento existente entre la

CIE-10 y la CIF. Ambas clasificaciones comienzan por los

sistemas corporales. Las deficiencias hacen referencia a las

estructuras y funciones corporales, que habitualmente forman

parte del “proceso de la enfermedad” y por lo tanto también se

utilizan en el sistema de la CIE-10. Sin embargo, el sistema

CIE-10 utiliza las deficiencias (tales como signos y síntomas)

como partes de un conjunto que configura una “enfermedad”,

o en ocasiones como razones para contactar con los servicios

de salud; mientras que el sistema CIF utiliza las deficiencias

como problemas de las funciones corporales asociados con las

condiciones de salud.

interés hacia la “vida”, considerando cómo vive la gente sus problemas de salud y cómo se pueden

intentar corregir éstos para que consigan llevar una

vida productiva y satisfactoria.

En resumen, con la CIF ya no se habla de deficien-

cia, discapacidad o minusvalía, en este caso para

evitar las connotaciones negativas, en lugar de referirse a las “deficiencias” se habla se “funcio-namiento”, la palabra “discapacidad” ha sido re-emplazada por el término “actividad”, y las cir-

cunstancias negativas del termino “minusvalía”, ha

sido reemplazado por el de “participación”, y las

circunstancias negativas en esta dimensión se des-

criben como “restricciones de la participación”.

Sin embargo lo más importante de la CIF, es que

las restricciones a la participación ya no se entien-

den, desde una perspectiva de salud, como algo

que afecta a un individuo, aislado, como conse-

cuencia de un daño, lesión o enfermedad, sino co-

mo una relación entre las personas y su medio cir-

cundante. Esto importa un cambio radical en la

visión de las cosas, desplazando la causa de la mi-

nusvalía del individuo a su entorno.

Es decir, la CIF tiene en cuenta los aspectos socia-

les de la discapacidad y brinda un mecanismo para

documentar la repercusión del entorno social y físi-

co en el funcionamiento del sujeto.

Se han emprendido estudios científicos rigurosos

para asegurar que la CIF pueda aplicarse a distintas

culturas y grupos de edad y a los dos sexos, a fin

de poder reunir así datos fiables y comparables

sobre los resultados sanitarios en individuos y po-

blaciones. La OMS está llevando a cabo encuestas

sanitarias en todo el mundo para reunir datos basa-

dos en la CIF. (30)

La CIF está basada en la integración de aquellos

dos modelos opuestos (modelo médico y el modelo

social). Por lo tanto, intenta conseguir una síntesis

y, así, proporcionar una visión coherente de las

diferentes dimensiones de la salud desde una pers-

pectiva biológica, individual y social.

La CIF tiene dos componentes, la parte 1: Funcio-

namiento y Discapacidad y la parte 2: Factores

Contextuales.

La parte 1 se subdivide en:

a) Funciones y Estructuras Corporales y b) Actividades y Participación. A su vez la parte 2 se subdivide en: a) Factores

Ambientales y b) Factores Personales.

Cada componente puede ser expresado tanto en

términos positivos como negativos. Cada compo-

nente contiene varios dominios y en cada dominio

hay categorías que son las unidades de clasifica-

ción. La salud y los estados «relacionados con la

salud» de una persona pueden registrarse seleccio-

nando el código o códigos de la categoría apropia-

da y añadiendo los calificadores que son códigos

numéricos que determinan la extensión o magnitud

del funcionamiento o la discapacidad en esa cate-

goría, o la extensión por la que un factor contextual

es un elemento facilitador o inhibidor.

Las funciones y estructuras corporales se clasifi-

can en dos secciones diferentes.

Las funciones corporales son las funciones fisioló-

gicas de los sistemas corporales, que incluye las

funciones psicológicas. Las estructuras corporales

son las partes anatómicas del cuerpo: órganos, ex-

tremidades y componentes. Las deficiencias consti-

tuyen problemas en las funciones o estructuras cor-

porales (por ejemplo: una pérdida).

Se define actividad la realización de una tarea o

acción por una persona; participación, el acto de

implicarse en una situación vital. Las limitaciones

en la actividad son las dificultades que una persona

puede tener en el desempeño o en la realización de

las actividades; las restricciones en la participación

son los problemas que una persona puede experi-

mentar al implicarse en situaciones vitales.

Los factores contextuales incluyen los factores

ambientales y los factores personales. Los factores

ambientales constituyen el entorno inmediato y

social. Los factores personales incluyen las carac-

terísticas de la persona y estilos de vida. Desde la

perspectiva de la CIF

la discapacidad es una condición del ser humano,

es una expresión de un determinado estado de sa-

lud, que lo afecta sin considerar edad, sexo, color

de piel, estatus socioeconómico o procedencia.

Nadie esta exento de encontrarse en un momento

de su ciclo vital en condiciones de discapacidad,

siendo, la discapacidad tan inherente al ser humano

como la capacidad misma.

Desde su publicación como una versión de prueba

en 1980, la CIF ha sido empleada como herramien-

ta estadística, de investigación, clínica, de política

social y educativa. Como es una clasificación de

salud y de aspectos “relacionados con la salud” su

aplicación se extiende a otros sectores tales como

compañías de seguros, la seguridad social , el siste-

ma laboral, educacional, la economía, el desarrollo

legislativo y las modificaciones ambientales.

Numerosos trabajos recientemente publicados dan

cuenta del valor de la CIF al brindar un lenguaje

unificado y estandarizado, y un marco conceptual

para la descripción de la salud y los estados rela-

cionados con ella.

Otros estudios nos informan sobre sus usos en las

distintas especialidades médicas como por ejem-

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plo: en rehabilitación y medicina social, en neuro-

logía, en pediátrica, en los trastornos cognitivos y

salud mental del lenguaje, (en afecciones crónicas

y muscoloesqueléticas , en oncología, en medicina

del deporte y en terapia ocupacional entre otros.

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