Adital - Consejo Latinoamericano de Iglesias_ Memorias y Contextos (1978-2014)

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29.09.14 América Latina Consejo Latinoamericano de Iglesias: Memorias y contextos (19782014) Carmelo Álvarez Adital A 36 años de su fundación La presencia del protestantismo en Latinoamérica y el Caribe, en la segunda mitad del siglo XIX, se da bajo el influjo de las corrientes filosóficas del Iluminismo, los movimientos independentistas en toda la región, la expansión europea, y el desarrollo comercial con el surgimiento del capitalismo liberal. Por tal razón, junto con los empresarios industriales y hombres de negocios llegan los misioneros como colpoltores bíblicos, maestros y evangelistas. Con el impacto liberal muchos políticos le dan la bienvenida al liberalismo protestante como una nueva fase del cristianismo y una nueva etapa civilizatoria para Latinoamérica y el Caribe. Es la época del mayor despliegue de sociedades misioneras protestantes, especialmente desde Estados Unidos. Latinoamérica y el Caribe será "campo de misión” privilegiado. Como complemento llegan las Sociedades Bíblicas como agencia de misión y promoción. Toda esa expansión misionera plantea tres problemas que se abordarán a partir de la estrategia misionera y evangelizadora: el problema de la cooperación entre las misiones y la búsqueda de una estrategia común, la participación de los latinoamericanos y latinoamericanas en la misión y el proceso de "latinoamericanización” de las iglesias. Un primer acercamiento para abordar estos asuntos se da cuando las misiones protestantes norteamericanas crean el Comité de Cooperación en América Latina, en 1913. La preocupación por organizar este comité se produjo cuando la Conferencia de Edimburgo (1910) no vio como prioridad la evangelización de América Latina y el Caribe. Por ello se convocó una consulta de las juntas misioneras para delinear las estrategias del trabajo misionero en la región. Fue en 1913 que la Foreign Conference of North America (Conferencia de Misiones Foráneas de Norteamérica) planteó la necesidad de un congreso sobre el trabajo misionero, que finalmente se llevó a cabo en Panamá (1916). El problema de la cooperación misionera fue el eje central de las discusiones. El Comité de Cooperación en América Latina (CCAL) se encargó de organizar conferencias sucesivas a nivel

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12/3/2015 Adital ­ Consejo Latinoamericano de Iglesias: Memorias y contextos (1978­2014)

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29.09.14 ­ América Latina

Consejo Latinoamericano de Iglesias: Memorias ycontextos (1978­2014)Carmelo Álvarez

Adital

A 36 años de su fundación

La presencia del protestantismo en Latinoamérica y elCaribe, en la segunda mitad del siglo XIX, se da bajo elinflujo de las corrientes filosóficas del Iluminismo, losmovimientos independentistas en toda la región, laexpansión europea, y el desarrollo comercial con elsurgimiento del capitalismo liberal. Por tal razón, junto conlos empresarios industriales y hombres de negocios lleganlos misioneros como colpoltores bíblicos, maestros yevangelistas.

Con el impacto liberal muchos políticos le dan la bienvenidaal liberalismo protestante como una nueva fase del cristianismo y una nueva etapa civilizatoria paraLatinoamérica y el Caribe. Es la época del mayor despliegue de sociedades misioneras protestantes,especialmente desde Estados Unidos. Latinoamérica y el Caribe será "campo de misión” privilegiado. Comocomplemento llegan las Sociedades Bíblicas como agencia de misión y promoción.

Toda esa expansión misionera plantea tres problemas que se abordarán a partir de la estrategia misionera yevangelizadora: el problema de la cooperación entre las misiones y la búsqueda de una estrategia común, laparticipación de los latinoamericanos y latinoamericanas en la misión y el proceso de "latinoamericanización”de las iglesias.

Un primer acercamiento para abordar estos asuntos se da cuando las misiones protestantes norteamericanascrean el Comité de Cooperación en América Latina, en 1913. La preocupación por organizar este comité seprodujo cuando la Conferencia de Edimburgo (1910) no vio como prioridad la evangelización de AméricaLatina y el Caribe. Por ello se convocó una consulta de las juntas misioneras para delinear las estrategias deltrabajo misionero en la región. Fue en 1913 que la Foreign Conference of North America (Conferencia deMisiones Foráneas de Norteamérica) planteó la necesidad de un congreso sobre el trabajo misionero, quefinalmente se llevó a cabo en Panamá (1916). El problema de la cooperación misionera fue el eje central de lasdiscusiones.

El Comité de Cooperación en América Latina (CCAL) se encargó de organizar conferencias sucesivas a nivel

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regional y continental. Un aspecto que cumplió el CCAL fue el superar la descoordinación entre las juntasmisioneras y las iglesias nacionales. Las áreas en las que se coordinó el trabajo fueron: casas editorasevangélicas, cooperativas, programas de alfabetización, plan de estudios para la educación cristiana y la tareadel colportaje bíblico y la difusión de literatura relacionada con temas bíblicos.

Uno de los temas más acuciantes para las juntas misioneras era la "ocupación de territorios” para la misión.Ese fue el motivo básico para constituir un comité de acuerdo ("comity”) que buscara una forma aceptablepara dividir los territorios misioneros en cada país. El propósito de este comité era, además, aunar losesfuerzos estratégicos, programáticos y prácticos. Muy pronto se descubrió que había competencia excesiva,traslapo y una ambición desmedida por la ocupación de nuevos territorios. Sin embargo, el problema debíaubicarse en la perspectiva más amplia la relación entre América Latina y el Caribe y los Estados Unidos, y laestrategia misionera global. Este tema ha sido una fuente de constante tensión entre las iglesias del Norte y elSur por más de nueve décadas.

El primer paso efectivo para la consecución de un plan de acuerdo se confirmó en lo que se conoce como elPlan de Cincinnati (1914). El plan, como podía asignar territorios, reclamaba la cooperación de todas lasjuntas misioneras para una distribución lógica y concertada. El acuerdo se circunscribía en esta etapa inicial aMéxico, pero muy pronto se extendió a países como Brasil, Perú, Puerto Rico, Cuba y Venezuela. Lacooperación y el esfuerzo mutuo eran de vital importancia en la propuesta.

El Congreso sobre la Obra Cristiana de Panamá (1916) tomó el acuerdo como uno de sus puntos principales.Se establecieron pautas para la delimitación territorial, el arbitraje, el mejor uso de los recursos para evitar laduplicidad y un principio de ocupación dentro de un marco de planificación Las juntas misioneras llegaban alcampo misionero ya divididas y era tarea ardua lograr la cooperación y la coordinación.

El Congreso de Montevideo sobre la Responsabilidad Social (1925) enfatizó los aspectos sociales de lademocracia y la búsqueda de una "identidad latinoamericana” para el incipiente protestantismo que se ibaimplantando. Estamos ahora en una etapa que inauguró la participación de los líderes latinoamericanos anivel regional y continental. Ya el movimiento va desde el control misionero y la cooperación entre las juntasmisioneras a la toma de conciencia sobre el carácter latinoamericanista y auténticamente evangélico de iglesiasestablecidas y encarnadas en la vida de las sociedades latinoamericanas.

Fue en el Congreso Evangélico de La Habana (1929) donde la influencia liberal se hizo más evidente. Surge eltema de la "solidaridad evangélica”, dentro de marco del panamericanismo religioso y el movimiento decooperación, liderado por el misionero Discípulos de Cristo, Samuel Guy Inman. Allí se comienza a perfilar labúsqueda de un organismo continental, que finalmente se planteó como la formación de una "FederaciónInternacional Evangélica”, incluyendo a España y Portugal. Aquí el liderato latinoamericano y caribeño buscala configuración de un movimiento ecuménico, para retomar el camino difícil de la misión y la unidad.

En la década del 30 el movimiento protestante liberal intensifica su trabajo en la creación de nuevascongregaciones y el envío de nuevos misioneros desde Estados Unidos. Hay una sistematización del trabajomisionero en sus niveles administrativos, evangelísticos, de apoyo logístico y económico. Este sector liberal vaa enfatizar en la educación, con énfasis en las élites intelectuales.

Al nivel ecuménico el trabajo fue mucho más lento. A excepción del trabajo juvenil, sobre todo en el ConoSur, la cooperación ecuménica no avanzó mucho. La crisis económica mundial, a raíz de la gran depresión delos años 30. La década del 30 al 40 casi no vio una proyección continental. A partir de 1941 se anima el

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trabajo de las organizaciones ecuménicas con la fundación de la Unión Latinoamericana de JuventudesEvangélicas, fruto del Primer Congreso Latinoamericano de Juventud Evangélica, Lima, Perú (1941), bajo ellema "Con Cristo un Mundo Nuevo”. En 1946 ULAJE organiza su segundo congreso en La Habana, Cuba(1946), bajo el lema "La juventud cristiana y la libertad”. Este movimiento irradió un nuevo entusiasmo en labúsqueda de unidad en el Caribe y otras regiones latinoamericanas, en especialmente en Brasil y el Cono Sur.

La I Conferencia Evangélica Latinoamericana se celebró en Buenos Aires, Argentina (1949). Por primera veztenemos una verdadera conferencia de iglesias latinoamericanas. Se retomaron los temas de la educación y laformación teológica, pero se insiste en el análisis sobre la realidad social, económica y política. Lacaracterización de los problemas en la línea liberal que predominó en este sector protestante. También sereclama la necesidad de una presencia y compromiso de las iglesias en una evangelización que tomen serio losproblemas sociales de las masas populares.

La II Conferencia Evangélica Latinoamericana se llevó a cabo en Lima, Perú (1961). Dos temas resaltaninmediatamente: "Nuestro mensaje y nuestra tarea inconclusa”. Al afirmar que Cristo es la esperanza para laAmérica Latina se subraya la necesidad de un testimonio eficaz, una actitud de humildad en el cumplimientode la misión y una profundidad teológica en la proclamación evangélica. En cuanto a la tarea inconclusa seafirma que debe cumplirse con la Gran Comisión con la conducta personal y la militancia social. Hay queanunciar a todo el continente latinoamericano el mensaje del Evangelio, y encarnarlo, en todas la capassociales.

La III Conferencia Evangélica Latinoamericana en Buenos Aires (1969), insistió en una visión nueva de larealidad social. Se tomó una "nueva conciencia” en el papel evangelizador de las iglesias, que incluye ponersedel lado de la libertad y la justicia. La situación de subdesarrollo exige cambios estructurales para transformalos sistemas económicos y políticos dominantes y buscar "estructuras de humanización”. Esta conferenciaestuvo muy influida por las reflexiones de Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL, 1961), un movimientomás radical y de línea profética, fundado por teólogos y sociólogos católico romanos y protestantes. Estegrupo es precursor de la teología de la liberación desde la perspectiva protestante.

El impacto de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia (1968) fue un hitoimportante que impactó a todo el movimiento ecuménico latinoamericano y caribeño. El énfasis en asumir larealidad social y política de Latinoamérica y el Caribe, en tesitura profética, y como respuesta a losplanteamientos emanados del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962­1965), ejerció un influjo determinante enel desarrollo de la teología de la Liberación latinoamericana, y en el movimiento ecuménico en general.

El complemento de ISAL lo constituyó la Comisión Evangélica Latinoamericana de Educación Cristiana(CELADEC, 1961), un organismo de carácter eclesiástico que impactó a las iglesias con su CursoHispanoamericano y la producción de materiales educativos, con claro énfasis ecuménico.

La Comisión Provisional pro Unidad Evangélica Latinoamericana (UNELAM, 1964), Montevideo, Uruguay, seestablece con el propósito de canalizar todas estas corrientes y promover la unidad, en consulta con lasiglesias, hacia la realización del sueño tantas veces pospuesto de organizar un organismo continental queconvocara a todas las iglesias que desearan participar en una gran asamblea. La Comisión provisional creyóque en septiembre de 1978 era el año indicado para convocar una asamblea de iglesias, entendiéndose que eltiempo era maduro y las condiciones propicias. La realidad latinoamericana y caribeña se encontraba en unpunto crítico de luchas sociales y políticas, dictaduras férreas y economías deficientes. Fue así como enOaxtepec, México, se celebró la Asamblea de Iglesias de América Latina. Allí se concluyó el mandato y función

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de UNELAM y se decidió el proceso para el establecimiento del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI, enformación). El proyecto misionero liberal y su propuesta de unidad llegaba a un punto culminante. Cuando sellega a la constitución oficial del CLAI en Huampaní, (Perú, 1982) ya hay una estrategia que entiende laevangelización y misión como un compromiso con la vida de los pobres, marginados, excluidos, perseguidos ytorturados, como lo ha reflejado en sus programas pastorales (solidaridad, consolación, mujeres, familia,niños, jóvenes, salud, ecología y luchas específicas de las etnias).

Hay que ubicar correctamente lo que estaba sucediendo en Latinoamérica y el Caribe para comprender lasdinámicas que se dieron en la Asamblea de Iglesias convocada por UNELAM en 1978 en el balneario deOaxtepec, Estado de Morelos, México. El contexto era de dictaduras férreas en Sur América, una guerracruenta en Centromérica, con un escenario de violaciones a los derechos humanos, torturas, desaparicionesforzadas, desplazamientos, relegaciones y una "guerra sucia” contra la masa del pueblo inocente. Ha sido unode los períodos más violentos y crueles de la historia latinoamericana y caribeña de las últimas cinco centurias.

Se añadía a estos factores políticos y militares, una oleada de rumores infundados, y muchas veces utilizadospor la prensa para crear fascinación e histeria, dos versiones contrapuestas que pretendían confundir, yprobablemente desprestigiar la intención de formar un consejo de iglesias. De un lado se decía que este eraun proyecto manipulado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (conocida por sus siglasen inglés como CIA). Del otro lado, se pregonaba que Fidel Castro y la revolución cubana estaban apoyandofinancieramente el proceso, haciéndolo visible con una delegación numerosa de delegados de las iglesiascubanas. El hecho de que Monseñor Sergio Méndez Arceo fuera el Obispo de Cuernavaca, dondejurisdiccionalmente nos encontrábamos en el estado Morelos, complicaba las cosas. El propio Obispo MéndezArceo de manera entusiasta saludó al plenario de la Asamblea y dirigió un emotivo saludo a la delegacióncubana allí presente.

Uno de los momentos cruciales en la decisión de constituir el CLAI fue la última noche de la Asamblea deIglesias en Oaxtepec, México. Justo en el momento del debate se fue la electricidad en el segundo piso deledificio donde se llevaba a cabo aquella sesión. Tras un momento de tensión e incertidumbre, pero con grandeterminación, se procedió a secundar la moción del Dr. José Míguez Bonino para iniciar el proceso del "CLAIen formación”. Sería un proceso de por lo menos 4 años para convocar a una Asamblea constituyente.

Hay que destacar varios elementos que comenzaron a coadyuvar para crear un clima de confianza. Fue ungran acierto elegir al Obispo Federico Pagura de la Iglesia Metodista Argentina como presidente de laAsamblea. Posteriormente sería electo nuevo presidente del CLAI (en formación). El mostró aplomó yflexibilidad a la misma vez, creando un clima de distensión que era necesario. Recuerdo haber escuchadolíderes de distintas confesiones protestantes presentes en la Asamblea referirse a este hecho con gransatisfacción.

Las iglesias pentecostales presentes en Oaxtepec venían con muchas expectativas, y no pocas preguntas, perodeterminadas a impulsar un consejo de iglesias que las representara. Habían tenido una reunión en la ciudadde México, antes de llegar a Oaxtepec, para buscar un consenso y aclarar sus propias dudas. Allí coincidieronlos obispos Gabriel Vaccaro de Argentina y Enrique Chávez de Chile, Exeario Sosa Luján de Venezuela, RaúlCabezas de Costa Rica y de otros países, como líderes de un pentecostalismo ecuménico latinoamericano ycaribeño.

Ya desde la década del 60 hubo acercamientos entre estas iglesias pentecostales que buscaban un mayoracercamiento y colaboración entre ellas, para propiciar un encuentro y diálogo con las iglesias históricas. Una

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prueba fehaciente de ello es que en 1961 la Iglesia Pentecostal de Chile y la Iglesia Misión Pentecostal, delmismo país, pidieron su ingreso al Consejo Mundial de Iglesia en su Asamblea en Nueva Delhi, India. Al llegara Oaxtepec el desafío era decir sí, y lo asumieron.

El desafío de formar un consejo de iglesias estaba plagado de incertidumbres y cuestionamientos. Para nadieera un secreto que muchas iglesias evangélicas observaban con sospecha todo lo que asumiera unaperspectiva ecuménica. De hecho, ya había rumores de que un proyecto alternativo estaba en camino. Setrataba de lo que luego se denominó CONELA (Confraternidad Evangélica Latinoamericana) y que seconstituyó en Panamá. Mi percepción era y es que el CLAI no pretendía hablar por todas las iglesiasprotestantes del continente. Ni pretender que el camino de la vocación ecuménica sería fácil. Pero si se optabapor un camino de compromiso y servicio con perfil profético que históricamente ha sido representado porminorías que buscan profundizar y avanzar la unidad que ya tenemos en Jesucristo. Es un proceso trabajosoque va forjando instancias y espacios, desde el consenso y el acercamiento, sin minimizar las diferencias.

Es desde ese compromiso que las iglesias pentecostales han asumido su papel en el CLAI. En el proceso deintegrarse más al proyecto CLAI esas iglesias han experimentado en ocasiones el distanciamiento y el rechazode algunas iglesias históricas. La propia Iglesia Católica Romana y su expresión regional en el CELAM, hantenido algunos cuestionamientos y prejuicios, muchas veces fruto de la ignorancia, la indiferencia y el miedo.Ello en parte se debe al impresionante crecimiento del movimiento pentecostal latinoamericano y caribeño,con toda su diversidad, complejidad y confusión. No es tarea fácil discernir todas las fuerzas y las posturaspresentes en un espectro tan amplio. Además, las iglesias pentecostales establecidas, que normalmentellamamos pentecostalismo clásico, el que tiene sus raíces en los movimientos del Espíritu a nivel mundial entre1901 y 1910, deben ser distinguidas de otras manifestaciones más recientes que incluyen pentecostalismosindependientes, movimientos carismáticos de todo tipo y las nuevas expresiones como el neopentecostalismo(con sus mega iglesias y la teología de la prosperidad) y los movimientos llamados "apostólicos” ( con susredes internacionales y regionales).

El CLAI está pasando por una crisis seria y como toda entidad ecuménica ha tenido que ir reconfigurando suagenda para responder a los nuevos retos que enfrentan las iglesias en el continente. La agenda ecuménicaincluye temas cruciales tales como: diálogo intercultural e interreligioso, la violencia en todas sus expresionesy las exclusiones por razón de género, etnia o raza, el desarrollo de una cultura de paz y los derechos sexualesy reproductivos. El CLAI que se inició con la bandera a favor de los derechos humanos y sociales, la paz conjusticia y el cuidado del medio ambiente, seguirá luchando por la justicia del reinado de Dios. Esa es susuprema vocación ecuménica. La pregunta crucial es, ¿podrá reinventarse el CLAI para ser pertinente en lascondiciones actuales de Latinoamérica y el Caribe?

Bibliografía

Álvarez, Carmelo 1981. El protestantismo latinoamericano: Entre la crisis y el desafío. México: CUPSA.

________________. 1991. Una iglesia en diáspora. Apuntes para una eclesiología solidaria. San José: DEI.

________________. 2007. Alborada de tiempos fecundos. Una teología ecuménica y pentecostal. Quito:CLAI.

Sabanes Plou, Dafne. 1994. Caminos de unidad. Itinerario del diálogo ecuménico en América Latina 1916­1991. Quito: CLAI.

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Carmelo Álvarez – 28 de septiembre de 2014

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