Acueductos Romanos Historia

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EL ACUEDUCTO DE LOS PILARES, DE OVIEDO 537 II EL ACUEDUCTO DE LOS PILARES, DE OVIEDO El Académico que suscribe, en cumplimiento del acuerdo del señor Director, tiene el honor de someter al juicio de la Acade- mia la siguiente ponencia: Al limo. Sr. Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Con fecha 23 de Enero último, el señor Vicepresidente de la Comisión provincial de Monumentos de Oviedo envía á esta Academia una comunicación manifestando que en el año de 1905, y después en el de 1QIO, logró dicha Comisión provincial que el Ayuntamiento suspendiera la ejecución del acuerdo municipal de derribar los Arcos de los Pilares, y pasado otro lustro persiste por tercera vez la Corporación municipal en el derribo, y para evitarlo, la Comisión ofició á los señores Alcalde y Gobernador civil pidiéndoles que se suspenda la destrucción mientras no se cumplan los trámites del caso é informe esta Academia y la de San Fernando. Aplaude esta Corporación el celo de la repetida Comisión por la conservación de un monumento que con sobrada razón consi- dera de inestimable valor histórico, pues simboliza los cuantiosos caudales empleados por la justicia y Regimiento ovetense, desde el primer tercio del siglo xvi, para aumentar el escasísimo caudal de aguas con que contaba la población, acordando tomar al efec- to las de Ules, Boo y Naranco, emprendiendo en 15/4 como elemento primordial de la construcción el Acueducto de los Pi- lares, bajo la dirección del maestro Juan de Cereceda. En I 568 se acordó tomar también las de la fuente de la Fítoria. Mas no habiendo coronado el apetecido éxito las obras dirigi- das por Cereceda, se encomendó la dirección de las mismas á Gonzalo de Barcena, oriundo de Güenes, en la montaña de San-

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    II

    EL ACUEDUCTO DE LOS PILARES, DE OVIEDO

    El Acadmico que suscribe, en cumplimiento del acuerdo del seor Director, tiene el honor de someter al juicio de la Acade-mia la siguiente ponencia:

    Al limo. Sr. Subsecretario del Ministerio de Instruccin Pblica y Bellas Artes.

    Con fecha 23 de Enero ltimo, el seor Vicepresidente de la Comisin provincial de Monumentos de Oviedo enva esta Academia una comunicacin manifestando que en el ao de 1905, y despus en el de 1QIO, logr dicha Comisin provincial que el Ayuntamiento suspendiera la ejecucin del acuerdo municipal de derribar los Arcos de los Pilares, y pasado otro lustro persiste por tercera vez la Corporacin municipal en el derribo, y para evitarlo, la Comisin ofici los seores Alcalde y Gobernador civil pidindoles que se suspenda la destruccin mientras no se cumplan los trmites del caso informe esta Academia y la de San Fernando.

    Aplaude esta Corporacin el celo de la repetida Comisin por la conservacin de un monumento que con sobrada razn consi-dera de inestimable valor histrico, pues simboliza los cuantiosos caudales empleados por la justicia y Regimiento ovetense, desde el primer tercio del siglo xvi, para aumentar el escassimo caudal de aguas con que contaba la poblacin, acordando tomar al efec-to las de Ules, Boo y Naranco, emprendiendo en 15/4 como elemento primordial de la construccin el Acueducto de los Pi-lares, bajo la direccin del maestro Juan de Cereceda. En I 568 se acord tomar tambin las de la fuente de la Ftoria.

    Mas no habiendo coronado el apetecido xito las obras dirigi-das por Cereceda, se encomend la direccin de las mismas Gonzalo de Barcena, oriundo de Genes, en la montaa de San-

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    tander, y que era la sazn fontanero mayor de Valladolid. La obra del primitivo acueducto del maestro Cereceda se declar intil en 1582 y 1583 por su falta de elevacin y de solidez, y se emprendi su reconstruccin por el citado Barcena.

    En las postrimeras de la centuria xvi todava estaba la obra incompleta, y se acord reparar y encaar el alto de los Arcos de Lavapis, por donde pasaba el agua de Fitoria, empleando para su conduccin 800 arcaduces.

    De 1864 1865 se llev efecto por la Corporacin munici-pal una nueva trada de aguas de los mismos manantiales de Boo, Lillo y Ules, prescindiendo del uso del puente-acueducto de los Pilares, por lo cual se pretende derribar. Pero si este monumento no desempea ya la funcin que motiv su creacin, constitu-ye siempre un monumento histrico que representa una intere-sante pgina de piedra de la larga serie de sacrificios llevada cabo por la histrica ciudad ovetense durante toda una cen-turia y que ahora, con tan mal acuerdo, se pretende hacerle des-aparecer.

    El acueducto tiene 400 metros de longitud por dos de latitud. Consta de dos rdenes de arcadas de medio punto de tres me-tros cuarenta centmetros de radio; en el primero, los muy altos pilares son prismticos-rectangulares, tienen su paramento resal-tado y ofrecen mayor salida por sus frentes que las cabezas de las arcadas que sobre ellos descansan por el intermedio de una imposta. Corona estas arcadas un sobrelecho general que recibe los pilares ms remetidos del orden segundo, coronados de im-posta, sobre los que insisten las arcadas superiores ms remetidas su vez que los pilares ltimos. La altura mxima de la obra es de trece metros cuarenta centmetros.

    Dichos arcos tienen unos pequeos registros los extremos. El sistema de ejecucin es semejante los de la poca ro-

    mana, por lo que dijo el gran Jovelanos: Los Pilares, bellsima obra de 15J0, de arquitectura montaesa, pero digna de los Ro-manos.

    Debe tambin este Cuerpo literario examinar en el concepto arqueolgico el sistema romano de conduccin de aguas, compa-

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    rndolo con el adoptado en las pocas posteriores, de lo que nada se dice en la razonada exposicin de la Comisin provincial de Monumentos ovetense. Tomaba generalmente las aguas de un manantial y las llevaba en un conducto de fabrica que las pre-servaba de los cambios atmosfricos y de las impurezas del te-rreno que atravesaba, y por cuyo fondo corra el cristalino lqui-do en virtud del permanente declive de la conduccin hacia la urbe que haba de abastecer, y para salvar los valles empleaba el puente-acueducto llamado de Agua rodada.

    Esta sencilla solucin dada por los Romanos al problema de conduccin de aguas, perdur en su esencia durante los siglos siguientes, y la nica diferencia esencial que se encuentra entre el trazado de los antiguos y los modernos, proviene de la frecuen-te aplicacin que desde el pasado siglo se hace de los sifones de hierro para evitar la aplicacin de los grandes puentes-acueduc-tos, que son siempre de ms lenta y costosa ejecucin.

    Los Romanos emplearon tambin en muy contados casos los sifones, lo cual prueba que conocan el principio fsico de equili-brio de los lquidos en los vasos comunicantes en que se fundan, y si no los adoptaron con ms frecuencia era porque las ventajas que entonces ofrecan sobre el puente-acueducto estaban muy lejos de ser comparables las que los inmensos adelantos de la fabricacin del hierro proporcionan en la actualidad, y pesar de ello pueden citarse notables ejemplos que manifiestan que en esta cuestin hemos imitado los antiguos.

    Constituyen, pues, los viajes de aguas romanos que se conser-van en nuestra patria el ms elocuente testimonio de la perfec-cin relativa que en la poca de los Csares alcanz este gnero de obras de tan primordial necesidad para la vida de los pueblos, cuyas suntuosas fbricas ofrecen una inquebrantable solidez que desafa la accin de los tiempos, y sus robustas proporciones y grandes dimensiones reales, les imprimen un sello de grandiosi-dad que revelan los potentes esfuerzos de las generaciones que los han erigido.

    No deben, pues, no, las Corporaciones populares recurrir la piqueta demoledora para destruir los venerandos monumentos

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    que nos legaron nuestros antepasados y que simbolizan su inte-resante historia.

    Ms grata y noble misin est encomendada los Municipios, cual es la de edificar erigiendo los edificios y mejorando los ser-vicios de polica urbana que les estn encomendados.

    La Academia, en vista de estas consideraciones, tiene el honor de proponer V. I. que se ordene al Ayuntamiento ovetense la conservacin de dicho monumento.

    Madrid, 12 de Marzo de 1915. El ponen te ,

    ADOLFO FERNNDEZ CASANOVA.

    III

    ESTANCIAS DE CARLOS V

    Entre la multitud de cartasmuchas de ellas conteniendo cu-riosas noticiascon que me he visto honrado causa de la pu-blicacin de las Estancias y Viajes del Emperador Carlos V, hay algunas que merecen especial mencin, puesto que ofrecen inte-resantes noticias y datos, que es una verdadera lstima que no hayan venido mi conocimiento oportunamente, pues de segu-ro habran sido utilizados, consignando, como es de rigor, el nombre del que me favorece estudiando el libro y comunicn-dome pormenores que aumentaran la riqueza bibliogrfica de la obra.

    Uno de estos datos es el que el seor Conde del guila, des-de Ecija, me comunica, tomando nota de lo por m consignado en la pg. 273, y dando, al parecer, como resueltas mis dudas.

    Yo digo: VENTA DE LOS HIEROS..., y en la nota correspondien-te consigno, como resultado de mis investigaciones en el Madoz, en las Relaciones de Felipe II, en los Mapas de Coello y en otros textos, lo siguiente:

    No es posible saber lo que los cronistas y tesoreros del Em-