Acción Colectiva y Crisis Política

300

description

El Movimiento Indigena en la década de los Noventa

Transcript of Acción Colectiva y Crisis Política

  • ACCION COLECTIVA Y CRISIS POLITICAEl movimiento indgena ecuatoriano

    en la dcada de los noventa

  • ACCION COLECTIVAY CRISIS POLITICA

    El movimiento indgena ecuatoriano en la dcada de los noventa

    Augusto Barrera Guarderas

  • ACCION COLECTIVAY CRISIS POLITICAEl movimiento indgena ecuatoriano en la dcada de los noventa

    Autor:Augusto Barrera Guarderase.mail: [email protected] de Investigaciones CIUDAD

    Primera Co-edicin:Centro de Investigaciones CIUDADFernando Meneses Oe6B N24-57 (265) y Av. la GascaTelfs.: (593-2) 2225198 / 2227091Fax:(593-2) 500 322Casilla 17-08-8311 - Quito-Ecuadore.mail: [email protected]

    EdicionesABYA YALAAv. 12 de Octubre 14-30 y WilsonTelfs.: (593-2) 2562-633 / 2506-247Casilla 17-12-719 - Quito-Ecuadore.mail: [email protected]

    OSAL/CLACSOObservatorio Social de Amrica LatinaConsejo Latinoamericano de Ciencias SocialesAv. Callao 875 Piso 3o E (1023) Buenos Aires, ArgentinaTelfs: (54-11)4814-2301/4811-6588Fax: 4812-8459 - http://www.clacso.org/osal1

    Copyright:CIUDAD, Quito, octubre 2001Derechos de Autor: 015848ISBN: 9978-42-050-9ISBN: 9978-04-738-7

    Portada:TOYA - CIUDADIlustracin: Pintura al pastel Jorge Garca 1994

    Impreso en Ecuador por Producciones Digitales UPS, ABYA YALAoctubre 2001

    Se autoriza a citar o reproducir el contenido de esta publicacin, siempre y cuando se mencione la fuente.

  • A la memoria de Manolo Barreno

  • Reconocimientos

    El presente trabajo fue gestado con ocasin de mi participacin en la prime-ra "Maestra de Ciencia Poltica Iberoamericana" de la Universidad Iberoa-mericana de La Rbida en la primavera del ao 1999; recoge gran parte dela tesis final escrita entre 1999 y los primeros meses de 2001.

    Agradezco a la Universidad de Andaluca por darme esta oportunidad y par-ticularmente a Ludolfo Paramio y Marisa Revilla que tomaron a cargo la di-reccin y tutora de la investigacin, respectivamente. Con el riesgo imper-donable de olvidar varios nombres, quiero agradecer especialmente a MaraLuz Morn, Franklin Ramrez, Javier Ponce, Marc Saint Upery y Mario Un-da quienes ocup en largas conversaciones sobre el tema; ellos son, en mu-cho, cmplices de este esfuerzo; a Adrin Barrera y Anita Patio, que cola-boraron en la recopilacin de parte de la informacin; Anita Garca realizla edicin final y la diagramacin.

    Expreso mi gratitud por la colaboracin de mis compaeros del Centro deinvestigaciones CIUDAD de Quito, en donde he llevado a cabo una buenaparte de mi trabajo docente e investigador en este ltimo perodo; igualmen-te agradezco el auspicio de esta publicacin a la Editorial Abya Yala, a CIU-DAD y al Observatorio Social de CLACSO.

    Ms all del requisito acadmico, se trataba, en cierto modo, de saldar unavieja deuda: acompaar modestamente desde la reflexin al testimonio deentrega vital puesta por hombres y mujeres del Ecuador por construir un or-den social justo. Para todos ellos mi reconocimiento.

    Debo mencionar adems mi gratitud a Luca Chiriboga por su generosidad, aLourdes Rodrguez por su presencia; a mi familia y amigos por soportar pa-cientemente las horas de ausencia dedicadas tanto a este trabajo como a otrascausas.

    Augusto Barrera

  • n d i c eReconocimientos 7Prlogo 11Introduccin 15

    C A P T U L O IRevisin terica: movimiento social y accin colectiva 21

    1. Cinco aproximaciones tericas a los movimientos sociales y la accin colectiva. 22

    2. Los movimientos sociales en la sociologa latinoamericana. 44

    C A P T U L O I IAlgunas hiptesis: crisis poltica y accin colectiva 55

    1. Una reconstruccin selectiva sobre el movimiento social. 552. La dimensin poltica de la accin colectiva: crisis poltica

    y movimiento social. 643. La crisis poltica como categora analtica. 654. Algunos puentes analticos. 705. Aspectos metodolgicos y estructura analtica del texto. 77

    C A P T U L O I I IDel desarrollismo al neoliberalismo: transformaciones sociales y conformacin del estado ecuatoriano durante los sesenta y ochenta 81

    1. El intento desarrollista de los sesena. 822. El retorno al rgimen constitucional: quiebre del intento

    de modernizacin con democracia. 933. El perodo 84-88: el neoliberalismo a la ecuatoriana. 1014. Los primeros aos del gobierno de Borja. 1065. El Ecuador a inicios de los noventa. 107

  • C A P T U L O I VIrrupcin y significado del movimiento indgena 1990-1992 113

    1. Emergencia y posicionamiento del movimiento indgena ecuatoriano. 113

    2. Actores y acciones: oportunidades y estrategias. 1153. Significado y alcances del levantamiento y la emergencia

    del movimiento indgena ecuatoriano. 127

    C A P T U L O VConsolidacin del movimiento y articulacin de un campo poltico social 1992-1995: disputas contra el neoliberalismo 155

    1. La afirmacin del proyecto neoliberal. 1552. El fracaso de la reforma y la consolidacin del movimiento. 1803. Consolidacin organizativa. Aprendizaje de las estructuras

    de movilizacin. Ampliacin de la influencia difusa. 2002. Innovacin contagio y aprendizaje de repertorios. 204

    C A P T U L O V IProfundizacin de la crisis poltica y participacin institucional 1995-1998 207

    1. El 5 de Febrero, hito y mito de la movilizacin indgena popular. 226

    2. Interinato y Asamblea Nacional Constituyente. 2323. La estrategia dual: presencia institucional y accin

    contenciosa. 245

    C A P T U L O V I IReflexiones finales 255

    CRONOLOGA DE EVENTOS 1990-1998 275

    BIBLIOGRAFA 287

    SIGLAS UTILIZADAS 303

  • PRLOGO

    AQUEL QUE AL HABLAR, COMIENZA POR NOMBRARSE

    Ha transcurrido ms de una dcada desde el levantamiento de 1990, y anhay sombras en la percepcin que la sociedad dominante tiene del movi-miento indio. An hay dimensiones desconocidas, ante las cuales optamospor adjudicarlas a una ritualidad y "cosmovisin" supuestas y ancestrales, oa una pretencin absurda por "igualarse".

    Son las dimensiones que el texto de Augusto Barrera intenta despejar, a laluz de dos consideraciones bsicas: la constitucin de movimientos socialesdentro de los cuales est el movimiento indgena; y los, a momentos, ende-moniados pliegues de la realidad nacional de estos once aos. Dos clavespara entender el comportamiento indio, que transcurre aqu en la tierra y noen nirvana tnico alguno.

    Y esas dos claves, estn interpretadas por la escritura indita y transgresora,de una cultura forjada bajo una descarnada dominacin. Augusto Barrera co-mienza por descifrar, apoyado en el pensamiento contemporneo, todos loscomponentes de una accin social que necesita ser explicada en el terreno dela teora, para dimensionar posteriormente aquello que est contenido en elcomportamiento de este nuevo (y antiguo) actor social, que lleg desde el si-lencio para modificarnos profundamente.

    Y en la medida en que transcurren las pginas, va apareciendo el cuerpo deuna comunidad que toma conciencia de s, en una combinacin evocada por

  • Alain Touraine y recogida en este libro: el ser a la vez un conflicto social vi-vo y un proyecto cultural.

    Revuelta social y construccin de identidad. Lenguajes que se alzan paranombrar y para nombrarse, para pronunciar y para pronunciarse. Reflejos ili-mitados, en los que se va dibujando la presencia de aquel que habla y afirmaque habla. Esa voz que irrumpe para decirnos, ante todo, que existe comouna voz, cuando la sociedad dominante se haba habituado a su silencio. Ensntesis, etnicidad y ciudadana reconocindose la una en la otra, en el senode una crisis del pas.

    La cultura de la exclusin que anida en la llamada civilizacin occidental,constituye, en estas pginas, el contexto. Es un escenario de exclusin al quese llega desde el lugar oscuro de las tramoyas, desde el vaco de afuera, pa-ra construir un movimiento social sometido a las corrientes que cruzan y danvida a cuanto ocurre en dicho escenario.

    Barrera pone un cuidado extremo en esta obra, para que quede explicitadauna idea central: nada ocurre en el movimiento indgena que no est matiza-do o, incluso, determinado por los acontecimientos generales del Ecuador; almismo tiempo que el movimiento acta sobre las formas y la fuerza de lospropios acontecimientos, para matizar o modificar esa misma realidad. Unarealidad que asfixia y que al tiempo es alimento.

    All posiblemente radica el realismo del movimiento indio: convertir las for-mas del comportamiento poltico, econmico, cultural que vive cotidiana-mente la sociedad dominante, en oportunidades para el movimiento socialque llega desde un afuera histrico. Las "oportunidades" de las que tanto ha-bla el autor en este texto.

    No puedo negar que la lectura del libro de Augusto Barrera encarna dificul-tades, particularmente para un lector como yo, habituado a las ficciones y abs-

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA12

  • tracciones de otro tipo, pero atrado tambin por aquella reconstruccin de lavida pblica de los ecuatorianos en la ltima dcada del siglo, que tiene tan-to de ficcin.

    Una ficcin que ocurre, ineluctable e inslita, todos los das, sin pagar, no sehasta cundo, el precio de sus desvergonzadas fbulas y mentirosos episo-dios. Es posible para la sociedad ecuatoriana, me pregunto, alcanzar unamirada sin resquicios, franqueando nuestras veladuras, nuestras antiguas os-curidades, de todos los fragmentos que nos integran?

    Uno de los mayores aciertos de este libro es aproximarnos a lo que AugustoBarrera llama en un momento "un amplio esfuerzo de articulacin y centra-lizacin poltica de varios movimientos y organizaciones indgenas" para"gestionar el conflicto con el estado en todos los mbitos territoriales". Loque no significa otra cosa que una imagen distinta de la democracia que nosentregan los indios. Un modo indito de forzar la inclusin de los pueblosindios en una democracia que proclama (y soslaya) la participacin.

    Javier PonceOctubre de 2001

    PRLOGO 13

  • A modo de introduccin: el problema y los propsitos

    Este trabajo aborda algunas de las dimensiones de la problemtica que plan-tea la ltima dcada del siglo en Ecuador. En particular se interroga sobre loscontenidos, formas y magnitudes de la relacin entre la emergencia, desplie-gue y desarrollo del movimiento indgena y la tendencia sistmica a la crisispoltica que se configura en medio de la reforma del estado.

    Luego de un fallido y tardo intento de impulsar un modelo de industrializa-cin sustitutiva de importaciones de la mano de dictaduras militares, elEcuador "retorn" al rgimen democrtico en 1979. Apenas tres aos des-pus, la democracia ecuatoriana se vio enfrentada a las consecuencias de lallamada crisis de la deuda externa y, por esta va, a los sucesivos procesos deajuste que terminaron por plasmarse en programa de reforma neoliberal. Pe-ro tras el aparente consenso discursivo de "liberalizar modernizar", al querpidamente se auparon los mayores grupos econmicos y las formacionespolticas dominantes, persista un alto nivel de conflictividad que el reorde-namiento neoliberal provocaba en la economa y la sociedad ecuatorianas.La falta de autonoma de las esferas poltica y econmica, la fragmentacindel sistema poltico, las debilidades de la estructura productiva, el carcterpatrimonial del estado, son algunos de los factores que han conducido a unitinerario tortuoso y a resultados deficitarios.

    En este contexto, el primer Levantamiento Indgena de 1990 marca un hitoen la protesta social. El movimiento indgena irrumpe en la escena pblicacon una fuerza inusitada que le da aliento para desplegar sucesivos levanta-mientos en los aos 1992, 1994, 1997 y 1998 e innumerables acciones con-tenciosas a lo largo de toda la dcada. Desde su lucha configura un campode alianzas y articulaciones sociales a partir de las cuales se funda el Movi-

  • miento Pachakutik en 1996. A travs de l se conquistan representaciones le-gislativas y autoridades locales.

    Un seguimiento de la dinmica poltica y social del movimiento indgena de-ja ver una multiplicidad de determinaciones, condicionantes, contextos y es-cenarios expresados en el contenido de sus demandas, de los discursos y pro-gramas, as como de la constitucin de sus sentidos e identidades, todo elloen el marco de la conflictiva reforma del estado.

    Especficamente, la investigacin se propone establecer, en primer lugar lascondiciones y factores de constitucin y accin del movimiento indgena du-rante el periodo comprendido entre 1990 y 1998. En segundo lugar, indagarsobre las formas y las magnitudes en que la accin de este movimiento hasido activada, condicionada y limitada por la crisis y, finalmente, identificarlos aspectos principales de cmo la accin colectiva ha incidido en el cursodel proceso social, econmico y poltico del pas durante este periodo.

    Las preguntas

    Los propsitos expuestos y el interrogante principal que motiva a este traba-jo sern desenvueltos a travs de la construccin analtica del campo concre-to de relaciones sociales en el que los movimientos sociales se constituyen yaccionan. Como consecuencia se indagar acerca de los siguientes aspectos:

    a. El proceso de constitucin del movimiento indgena ecuatoriano y espe-cficamente de la Confederacin de Nacionalidades Indgenas del Ecua-dor, para lo cual se abordarn i) los factores que alientan su constituciny emergencia, ii) su composicin social, la naturaleza del proceso orga-nizativo, iii) a agenda de demandas y reivindicaciones, iv) el repertoriode acciones, v) los discursos, valores y sentidos que influyen en sus prc-ticas y que conforman su propia identidad.

    b. Las caractersticas relevantes del proceso de reforma del estado, abarcan-do las modificaciones operadas en varias dimensiones1 . Especialmente

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA16

    1. Retomamos y adaptamos algunos de los aspectos planteados por Mancero para una descomposicinanaltica del proceso de reforma del estado. (Cfr. Mancero 1998).

  • se tomarn en consideracin los cambios producidos en el rgimen eco-nmico (entendido como la normatividad de las competencias entre en-tidades productivas de los sectores privado y pblico) y en el rgimen po-ltico (como sistema de relaciones entre gobernantes y gobernados).

    c. La incidencia que la accin del movimiento indgena ha tenido en el cur-so de la Reforma, que puede ser particularmente evidente en la incorpo-racin de las demandas y reivindicaciones propuestas por ellos en la con-figuracin de un nuevo marco jurdico e institucional; en la ampliacin ocontraccin de los mbitos de toma de decisin; en la inclusin /exclu-sin con respecto al sistema poltico; en los cambios en las lgicas deasignacin de los recursos pblicos; y, finalmente, en las modificacionesen los actores del sistema poltico.

    d. Las modificaciones que han operado al interior de los movimientos so-ciales en este proceso. Si concebimos los movimientos sociales como uncampo de conflictos en s mismo, es pertinente indagar sobre i)la evolu-cin de su agenda de demandas, ii)las continuidades y las rupturas quehan operado en las modalidades de accin, formas organizativas, iii)losdiscursos, valores y percepciones sobre s mismos, el estado, y el proce-so de reforma, y tambin sobre iv)la relacin con el rgimen y sistemapolticos emergentes.

    Enfoques y orientaciones

    Aunque el andamiaje conceptual y metodolgico que se emplea a lo largodel relato se desarrolla extensamente en los captulos I y II, en este acpiteintroductorio se establecen los lineamientos que orientan este trabajo.

    A contrapelo de visiones fragmentadas y parciales que desarrollaron unacomprensin aislada de los sistemas econmicos, polticos y culturales, estetrabajo se inscribe en el esfuerzo por comprender la realidad a partir de lasconexiones internas que se viven entre estos distintos campos de la vida so-cial. Como seala Ames, "cualquiera que sea el concepto con el que nombre-mos esta poca, ella no es obviamente un agregado catico, tiene centros de

    A MODO DE INTRODUCCIN 17

  • impulso, estructuras de poder, tendencias dominantes y otras contradictorias,etc." (Ames, 1998).

    En consecuencia, este trabajo concepta la reforma del estado como un cam-po de conflicto social y poltico que slo se cristaliza institucionalmente (enla estatalidad), en tanto la sociedad procesa (generalmente de modo asim-trico) esos conflictos. La investigacin pretende reflexionar no slo sobre lapoltica, entendida como la administracin y toma de decisiones, sino sobrelo poltico, es decir, sobre el modo en que las sociedades viven y percibeneste orden y a la vez como actan (o no) en su construccin (Lechner, 1994).El trabajo problematiza, como punto de partida, una supuesta autonoma delestado en relacin con los agentes econmicos y con el mercado. Ms bien,articula las mltiples relaciones que se establecen entre economa/poltica,estado/mercado, racionalidad tecnocrtica/imperativos democrticos, gober-nabilidad/democracia (Diniz, 1998).

    La entrada que se ha escogido para abordar estas tensiones es la accin con-tenciosa de los movimientos sociales ecuatorianos constituidos en aos re-cientes. Este abordaje nos remite a otro problema terico: la relacin estruc-tura y accin social. El trabajo intentar un dilogo entre diversas corrientestratando de recuperar "el campo relacional concreto, la interaccin en un es-pacio social determinado y los efectos en ella de las acciones de otros acto-res" (Munera, 1998). En suma, se intentar estudiar lo macrosocial comoparte constitutiva de los movimientos sociales y no como determinacionesexternas o adversarios abstractos con los que se disputan los modelos cultu-rales y la historicidad (Touraine, 1987). Se trata, al tiempo de reconocer esaforma de existencia local y mltiple, inherente a la propia naturaleza del mo-vimiento social, de comprender el carcter genrico de los mecanismos so-ciales (en el amplio sentido) que lo producen (Habermas, 1989). Para ello espreciso ir mas all de las acciones e identificar los sentidos, creencias, va-lores que subyacen a las praxis. Se usa para ello un instrumental amplio yeclctico proveniente de varias tradiciones y corrientes de investigacin delos movimientos sociales y la accin colectiva.

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA18

  • Estructura expositiva

    Para facilitar la exposicin de los resultados del estudio, este texto ha sidodividido en tres secciones que abarcan siete captulos.

    La primera seccin se ocupa de la construccin de un marco terico y meto-dolgico de la investigacin. El captulo I hace una revisin de cinco de lascorrientes tericas sobre movimientos sociales: teoras del comportamientocolectivo, accin racional, movilizacin de recursos, los paradigmas de laidentidad y las teoras de la accin comunicativa. La parte final del captulointenta situar histricamente el debate de los movimientos sociales en el tra-yecto de las ciencias sociales latinoamericanas. El captulo II aborda diver-sas aproximaciones a la nocin de crisis poltica y con ello pasa a construiralgunos puentes analticos entre este concepto y el de movimientos sociales.Con ello es posible presentar una propuesta metodolgica y, en consecuen-cia, la estructura analtica del texto.

    La segunda seccin entra directamente en materia. El captulo III ofrece unpanorama de las dcadas del setenta y ochenta, imprescindibles para com-prender las condiciones de constitucin del movimiento indgena y las cir-cunstancias que enfrentaba el pas al arrancar la ltima dcada. Los captu-los IV, V y VI contienen una descripcin organizada en rigor cronolgico delos episodios sobresalientes de la accin colectiva durante el periodo anali-zado; en cada uno de ellos se ofrece, adems, una propuesta interpretativa dela biografa del sujeto social a partir de su propia experiencia histrica.La ltima seccin contiene el captulo VII, dedicado a las reflexiones finalesdel estudio, as como a la recapitulacin de algunas lneas de trabajo quequedan abiertas. Se han incorporado como anexo al trabajo una cronologade los eventos polticos econmicos y sociales ms importantes de la dca-da. Finalmente consta la bibliografa citada y el listado de otras fuentes deinformacin que fueron empleadas.

    A MODO DE INTRODUCCIN 19

  • C A P I T U L O I

    REVISIN TERICA:Movimiento social y accin colectiva

    Pocos conceptos en las ciencias sociales, como el de movimientos sociales,han suscitado acercamientos tan diversos. Quizs porque la accin colectivaha provocado ms reacciones que anlisis y ello supone, a la vez, la presen-cia de fuertes cargas valorativas que suelen conducir a que el estudio, o biense convierta en un eco de los grupos en movilizacin, o bien en un disposi-tivo de mantenimiento del orden imperante (Neveu, 2000). De hecho, la pro-pia produccin de los paradigmas tericos utilizados actualmente est fuer-temente asociada a unas coordenadas histricas, lugares y tiempos en los quese intent explicar las razones por las que las personas se movilizaban demodo masivo y contencioso.

    Pero adems el tema ha sido tratado de modos muy distintos por autores nor-teamericanos y europeos, de un lado, y latinoamericanos, de otro. El tipo deestudios, los ejes del debate, las preocupaciones centrales, el mismo dilogoacadmico, producen la imagen de un caminar de espaldas entre los trabajosde autores de distinta procedencia y tradicin poltica y cultural.

    El itinerario de este propsito es presentado en este captulo en dos acpites.El primero est dedicado a la presentacin de las principales tendencias te-ricas (cinco) para el anlisis de los movimientos sociales. En el segundo sehace referencia, a modo de contexto intelectual en el que el presente estudiose desenvuelve, al debate que sobre los movimientos sociales se ha desarro-llado en la sociologa latinoamericana durante los ltimos treinta aos.

  • 1. Cinco aproximaciones tericas a los movimientos sociales y la accin colectiva

    En las ltimas dcadas han sido elaboradas diversas taxonomas de las teo-ras sobre movimientos sociales y accin colectiva. Aqu se emplea una delas de mayor uso y difusin en el campo acadmico contemporneo; an ariesgo de homogenizar y simplificar, se plantean las tradiciones tericas enlas que se inscriben los aspectos sustantivos de cada una de las cinco vertien-tes, a saber: a) teoras del comportamiento colectivo; b) teoras de eleccinracional; c) el paradigma de la movilizacin de recursos; d) el paradigma dela identidad y e) la teora de la accin comunicativa.

    a) Las teoras del comportamiento colectivo

    Las teoras del comportamiento colectivo o de las conductas colectivas fue-ron formuladas en el periodo comprendido entre la segunda guerra mundialy la eclosin de los denominados nuevos movimientos sociales (NMS) enlos aos setenta. Esta ubicacin temporal es importante, porque alerta sobreel clima poltico, ideolgico y cultural en el que los principales trabajos deesta corriente fueron elaborados.

    La definicin de movimiento social que hace Smelser es bastante ilustrativa:"una forma de accin colectiva no institucional, esto es espontnea y desor-ganizada, que modifica una situacin de tensin en el sistema y reconstituyeel orden social (Smelser, 1962)"2 . El movimiento social aparece, en estaperspectiva, como parte de un conjunto de fenmenos que engloba pnicos,simpatas difusas, modas, movimientos religiosos y sectas, etc., y otras situa-ciones de la misma naturaleza.

    Hay dos herencias tericas en los trabajos de Smelser (1963) y Kornhauser(1959): la sicologa de masas de Le Bon y la sociologa funcionalista de Par-sons. Gustave Le Bon, en su libro Psicologa de las masas (1895), designacomo masa a "una reunin cualquiera de individuos, de cualquier nacionali-

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA22

    2. Cfr. Revilla, M.1994: 184-185

  • dad, profesin y sexo, as como de las circunstancias que lo renen." Para LeBon, "las masas son muy sugestionables y por lo tanto libradas a los mani-puladores, no controlan sus propios afectos; es decir son imprevisibles, emo-tivas y peligrosas" (en Neveu, 2000: 52).

    Esta idea negativa de las masas movilizadas contrasta con la nocin de or-den y equilibrio social. A partir de esta tensin, se conforma un juego de opo-siciones dicotmicas: la irracionalidad de los que se movilizan, -tanto por lamotivacin de frustracin o agresividad, como por la creencia generalizadasobre la fuerza de la movilizacin-, frente a la racionalidad de los agentes en-cargados de preservar el orden; el carcter no institucional (o directamenteanti-institucional) de la movilizacin frente al carcter formal y convencio-nal de las fuerzas sociales que sostienen o eventualmente recuperan losequilibrios; la normalidad del orden social y la anormalidad de la accin co-lectiva. En suma, el carcter primitivo de las formas de accin, coordinaciny comunicacin de los "movilizados".

    En versiones ms actuales de esta corriente hay un progresivo alejamiento delos fundamentos de las teoras de la sicologa de masas y la incorporacin denuevos factores tales como los datos culturales y la memoria colectiva como"moduladores" de la frustracin y la privacin en la formacin de la accincolectiva, as como la relevancia de las dimensiones cognitivas y simblicas.

    Gurr (1970), James Davis (1962) y Runciman (1966), desarrollan la teorade la privacin relativa para explicar los cambios revolucionarios; la idea b-sica es que "la miseria de la que la gente es conciente, y que la define comoinjusticia, empuja a la gente a la rebelin" (Sztompka, 1993:340). Se trata deenfatizar en la distancia que se produce entre el nivel de expectativas de ungrupo social y la percepcin de la realidad; no es un puro problema de con-ciencia de la injusticia y la miseria sino de entender el punto en que se sitanlas expectativas ("aquello a lo que uno cree tener derecho").

    Sin embargo, la recuperacin mas significativa de la nocin de comporta-miento colectivo es la elaborada por la Escuela de Chicago (Turner y Killian,

    CAPTULO I REVISIN TERICA 23

  • 1986). En donde Le Bon vea multitudes de irracionales, ciegos y salvajes,los autores de la Escuela de Chicago, la consideraba como portadora de nue-vas normas sociales, "como el semillero de nuevas instituciones" (Gusfield,1994: 93-119). El teln de fondo de esta mirada coloca a los comportamien-tos colectivos como productores de nuevos significados, normas y creencias,librados de cualquier sealamiento de patologa social. Esta versin de lasconductas colectivas, tal como es reinterpretada por Gusfield, puede articu-larse con el paradigma de la identidad y con las visiones de los MS comoproductores de significado.

    La crtica ms extendida a las teoras de los comportamientos colectivos esque terminan en un "ejercicio tautolgico consistente en probar la frustracinmediante el surgimiento de la movilizacin pblica que la existencia de unapoderosa frustracin explcita" (Dobry, citado en Neveu, 2000).

    b) El modelo de la accin racional

    El enfoque conocido como teora de la eleccin racional ("rational choicetheory") (RT) utiliza algunas de las herramientas bsicas de la ciencia eco-nmica, en particular de la economa neoclsica, con la diferencia de que, alcontrario de la economa neoclsica que conoce slo el despliegue de la ra-cionalidad individual sin costos de transaccin significativos en un mercadoperfecto, en la teora especficamente sociolgica de la eleccin racional lasnociones de organizacin social y de instituciones sociales juegan un papelmayor. Ello opera de dos modos: a) pueden ser consideradas como un datofijo, una estructura dentro de la cual se hacen las elecciones, con consecuen-cias a veces de tipo sistmico, b) se puede hacer la pregunta de por qu la in-teraccin de los individuos racionales (IR) produce organizacin o institu-ciones.

    La teora de la eleccin racional adopta cuatro elementos centrales de la eco-noma neoclsica3 :

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA24

    3. Este apartado se fundamenta en el trabajo de James S. Coleman, A Rational Choice Perspective onEconomic Sociology , in Neil J. Smelser and Richard Swedberg (eds), The Handbook of EconomicSociology, Princeton University Press, Princeton, 1994.

  • a) El individualismo metodolgico (IM): como teora de la accin, la elec-cin racional funciona en dos niveles, el de los actores y el del sistema de ac-cin, que se ligan entre s en relacin al efecto de los fenmenos de nivel sis-tmico sobre las orientaciones de los actores individuales, a las acciones delos individuos supuestamente racionales, a la combinacin de estas accionesdentro de una estructura institucional dada y sus resultados sistmicos. Estateora examina las anomalas sociales de la racionalidad, o sea las desviacio-nes sistmicas de las hiptesis de mercado perfecto de la economa neocl-sica que surgen en la relacin entre los niveles micro y macro. Reemplaza lahiptesis del mercado perfecto por la existencia de estructuras sociales, a ve-ces endgenas, a veces exgenas, a travs de las cuales las acciones indivi-duales llevan a resultados sistmicos. Uno de los ejemplos ms prominen-tes de estas anomalas es el famoso problema de los bienes pblicos. Cuan-do la agregacin de las acciones de los individuos racionales produce un re-sultado menos deseable que otro resultado, que sin embargo no podra ser lo-grado por la sola agregacin de acciones racionales individuales (ARI), es-tamos frente a lo que Robert K. Merton llama "las consecuencias no antici-padas de la accin intencional" [1949]. Los bienes pblicos son bienes indi-visibles que no pueden ser producidos por una simple agregacin de ARI ynecesitan una estructura social. En este caso, la teora de la eleccin racionalexplora las consecuencias de la ausencia de tal estructura. En otros casos, ex-plora mas bien el efecto de su existencia (a menudo, pero no slo, la de ins-tituciones estables) sobre los resultados macrosociales de las ARI.

    b) El principio de maximizacin u optimizacin de la utilidad (MU): signi-fica que los IR son orientados hacia objetivos definidos, y que una vez queeste o estos objetivos son conocidos, el individuo utiliza los medios ms efi-cientes (ms econmicos) para lograr el objetivo. Esto explica entre otrosque, sin incentivos o sanciones adicionales, los individuos racionales no con-tribuyen voluntariamente a la generacin de bienes pblicos. Las paradojasde la accin colectiva (la participacin electoral, por ejemplo), ponen en du-da esta deduccin, pero el inters de la teora de la eleccin racional no es supoder deductivo infalible sino su "testability" (la posibilidad de vigilanciaemprica siempre queda abierta).

    25CAPTULO I REVISIN TERICA

  • c) El concepto de ptimo social (OS): la maximizacin de la utilidad de losindividuos racionales es la energa que empuja el sistema. Sin embargo, enel nivel sistmico, existe el concepto de ptimo social, u ptimo de Pareto,o sea un estado social tal que no hay otro estado que permitira mejorar la si-tuacin de algunas personas sin empeorar la de otras personas. En la elec-cin racional, el ptimo social puede ser o no ser la consecuencia de la Ma-ximizacin de la Utilidad de los Individuos racionales, pero nunca es el mo-tivo de las ARI, mientras en las teoras funcionalistas, el OS explica y moti-va directamente las acciones de los actores. Mientras la teora de la accinracional no sabe explicar los cambios de preferencias (micronivel), los pre-supuestos homeostticos de las teoras funcionalistas no pueden explicar loscambios sistmicos (macronivel).

    d) El concepto de equilibrio social (ES): el ES, o equilibrio de Nash, es di-ferente del ptimo social. Es un estado en el cual ningn actor, actuando in-dividualmente, puede mejorar su resultado cambiando su accin. O sea queno hay incentivos para que un actor cambie de accin. La diferencia entre ESy OS (que pueden coincidir en algunos casos) puede ser ilustrada por variosejemplos de la teora de los juegos pero, bsicamente, se trata de la diferen-cia entre accin colectiva y accin individual. El ES sera el puro resultadode la agregacin de las ARI, el OS podra ser logrado por una colectividadguiada por un dspota benevolente tratando de no empeorar la situacin denadie mejorando la de algunos o de todos. En el funcionalismo, los dos es-tados se confunden.

    Mientras se estudian bienes divisibles privados sin externalidades, como enla versin ms estrecha de los neoclsicos, el problema de la divergencia en-tre equilibrio social y el ptimo Social no juega un gran papel. Pero surgeapenas se introducen bienes pblicos o acciones con externalidades, como enla teora de la eleccin racional. Si embargo, no es eso lo nico que aleja am-bos enfoques. Existen otros elementos de diferenciacin fundamental quecaben ser resaltados.

    As, en la economa, los individuos racionales independientes compiten porla distribucin de recursos escasos. Cada IR maximiza su utilidad logrando

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA26

  • el control sobre estos recursos. Si pierde control, pierde utilidad, a menosque un intercambio ventajoso le d ms utilidad de lo que ha perdido. Por elcontrario, la teora de la eleccin racional ve la posibilidad de que el IR ga-ne utilidad cediendo control unilateralmente sobre un recurso. Cuando la in-formacin es escasa y hay fuerte incertidumbre sobre los resultados de unaaccin, vale la pena ceder control sobre su accin, por ejemplo, y dejarse in-fluenciar, o invertir en la confianza en otra persona. De este tipo de procesopueden nacer estructuras de autoridad, de transferencia de control a un jefecarismtico, pero tambin procesos de inestabilidad, como en la especula-cin burstil, con los efectos perversos del mimetismo de los especuladores.

    En relacin al origen social de los derechos, la economa neoclsica no sepreocupa de su origen y distribucin, mientras la teora de la eleccin racio-nal se interesa en los procesos sociales en los cuales los IR defienden sus in-tereses estableciendo colectivamente una distribucin de derechos que lesbeneficia. De ah su inters por la conflictividad social.

    Finalmente, lo que distingue la teora analizada de la economa neoclsica,es la centralidad de las instituciones, aunque esta ltima tuvo que enfrentareste problema al menos por la simple razn de que sus presupuestos (infor-macin perfecta, mercado perfecto) no explican la existencia de una institu-cin tan bsica como la empresa capitalista y de sus varios tipos y tamaos(eso es uno de los objetivos de la nueva economa institucional). Las insti-tuciones intervienen en las relaciones macro-micro y micro-macro, puedenafectar los resultados agregados de las ARI, pero tambin las preferenciasmismas de los individuos, y pueden ser consideradas desde el punto de vis-ta exgeno (cmo influencian las ARI o sus resultados) o endgeno (cmolas ARI producen institucionalidad).

    Dentro de estas coordenadas analticas, en 1966 Mancur Olson publica "TheLogic of Colllective Activ". El trabajo de Olson establece un punto de infle-xin en el tratamiento de los movimientos sociales y la accin colectiva; adiferencia de la imagen burda de los movilizados, que presentaban las co-rrientes del comportamiento colectivo, aqu se trata de encontrar la raciona-lidad que explique sus acciones. Y esa racionalidad, es precisamente, segn

    27CAPTULO I REVISIN TERICA

  • Olson y sus seguidores, una racionalidad econmica, de costo - beneficio,que supone que el individuo es un maximizador de ganancias. Los movi-mientos sociales aparecen como agregados de agentes individuales que uti-lizan la accin colectiva como instrumento fundamental en la disputa por de-terminados bienes pblicos en el marco de una competencia poltica estable-cida. Su nfasis explicativo recae, entonces, en la forma en que se agreganintereses individuales y en los modos en que se procesan las decisiones co-lectivas dentro de las organizaciones sociales.

    El aporte de Olson es muy significativo, en cuanto cuestiona el hecho de quela movilizacin colectiva jams es algo dado y que, por tanto, debe explicar-se el proceso por el cual opera la agregacin de voluntades. Otras entradassupondran, por lo tanto, considerar al individuo desde dimensiones que nosean la estricta racionalidad econmica.

    A partir de la clsica paradoja del free rider (el gorrn), Olson incorpora lanocin de incentivo selectivo, entendido como el conjunto de mecanismos odispositivos que tienden a provocar la agregacin de voluntades individua-les a la racionalidad de un grupo disminuyendo los costos de la accin, ma-ximizando los rendimientos, o incrementando los costos de la no participa-cin.

    El planteamiento de Olson, limitado por l mismo a las movilizaciones quebuscan obtener bienes colectivos4 , da poca importancia, sin embargo, a losfactores afectivos o ideolgicos, al punto de casi excluirlos por irrelevantes.Indagaciones a activistas pacifistas o ecologistas, demuestran que estas per-sonas, pese a no contar con ningn tipo de beneficio individual, participanmayoritariamente en un grupo. Esta constatacin, al parecer, contradice unaracionalidad econmica estrecha y exige una ampliacin casi ilimitada a lanocin de beneficio que podra considerar ganancias "subjetivas" como lapropia realizacin personal.

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA28

    4. Algunos autores reconocen la cautela de Olson en el sentido de limitar la validez de su modelo. Noobstante, algunos de sus seguidores como Gary Becker y otros apuntan a una interpretacin de todoslos fenmenos sociales desde la perspectiva de actores racionales.

  • Otros desarrollos tericos en esta perspectiva, no obstante, apuntan hacia lateora evolucionista de los juegos y el estudio de los juegos iterativos quemezcla consideraciones sobre la acumulacin de informacin proveniente delos juegos precedentes, la contingencia mutua de la interaccin, los aspectosestratgicos del manejo de la informacin asimtrica o imperfecta de los ju-gadores y elementos provenientes de la ecologa de las poblaciones. Esta l-nea de investigacin es la ms prometedora para convencer a los socilogosque rechazan el carcter estrechamente individualista del paradigma de laeleccin racional.

    Adems de la capacidad de esta teora para explicar la agregacin de volun-tades individuales en condiciones de disputa de bienes pblicos, ofrece algu-nas categoras para explorar el comportamiento estratgico de un actor so-cial (tomado como individuo social) en el despliegue de un conflicto con-tencioso. Al parecer, una vez logrado un umbral de constitucin del movi-miento social, la formalizacin de ciertas estructuras de movilizacin y re-presentacin, se establecen las condiciones para provocar un razonamientocolectivo con juicio y autonoma, esto es, con una estructura cognitiva e in-terpretativa y con un marco de preferencias que explica la seleccin de cur-sos de accin entre varias opciones.

    La racionalidad con la que suelen actuar algunos movimientos sociales, dacuenta de un proceso bastante decantado de construccin de opciones y dedefinicin de preferencias en las que concurren complejos anlisis de costo-beneficio.

    c) El paradigma de la movilizacin de recursos

    Varios trabajos sobre movimientos sociales y accin colectiva han ido con-vergiendo en las ltimas dcadas en un continuum conocido como el para-digma de la movilizacin de recursos. La existencia de un importante baga-je de estudios empricos, correspondientes a la vitalidad de la accin colec-tiva en los ltimos 25 aos ha brindado suficiente material para activar di-logos entre las distintas perspectivas, al punto que, tal como lo seala DougMcAdam, es posible "discernir las lneas maestras de una perspectiva sint-

    29CAPTULO I REVISIN TERICA

  • tica y comparada respecto de los movimientos sociales, que trascenderacualquiera de las perspectivas tericas especficas sobre el tema" (McAdamet al. 1999:22).

    En lo que sigue se desarrollarn las ideas principales de los autores agrupa-dos en este paradigma, asumiendo que sus aproximaciones "iniciales" enfa-tizan y privilegian determinadas entradas, pero que, progresivamente, hay unesfuerzo explcito de construccin terica convergente. Se hace referencia atrabajos de McCarthy y Zald (1977, 1999)5 , Oberschall (1977), Tilly ( 1976,1995, 19..), Tarrow (1989, 1996), Mac Adam (1999).

    Las definiciones de movimiento social en las que se mueve este paradigmaasumen como objetos de estudio a una gran parte de las acciones colectivasy movimientos sociales contenciosos; supone una ruptura en la tradicin delmodelo de conducta colectiva e intenta una aproximacin ms compleja enla que estn presentes los esfuerzos por sociologizar el anlisis de los movi-mientos sociales y la accin colectiva. Para Charles Tilly:

    "un movimiento social consiste en un reto ininterrumpido contra losque detentan el poder estatal establecido, en nombre de una poblacindesfavorecida que vive bajo la jurisdiccin de personas que detentanel poder, mediante exhibiciones pblicas repetidas de la magnitud, de-terminacin, unidad y mrito de esa poblacin" (Tilly, 1995).

    Sidney Tarrow los define como:

    "...desafos colectivos planteados por personas que comparten objeti-vos comunes y solidaridad en una interaccin mantenida con las li-tes, los oponentes y las autoridades... actos irreductibles que subyacen

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA30

    5. El modelo planteado inicialmente por McCathy y Zald define el movimiento social como "un con-junto de opiniones y creencias, que representan preferencias para cambiar los componentes de unaestructura social". A partir de este concepto, es clave el papel de las organizaciones de los movimien-tos sociales que son capaces de transformar una expectativa de movilizacin en una accin. El fac-tor organizativo canaliza la protesta, la gesta. Las nociones de empresarios de la movilizacin y mil-itantes morales, adherentes, miembros activos, etc., dan textura a este modelo. No obstante como seseal en el texto, escritos recientes de estos autores ofrecen otras entradas.

  • a todos los movimientos sociales y revoluciones es la accin colecti-va contenciosa" (Tarrow, 1997:21).

    Las formas contenciosas de accin colectiva asociadas a los movimientossociales son sociolgica e histricamente distintas. Tienen poder, cobran sig-nificado, despiertan solidaridad en el seno de determinados grupos de la po-blacin, de situaciones y culturas polticas. Esto implica que hay que relacio-nar la teora de la accin colectiva con las redes sociales, el discurso ideol-gico y la lucha poltica de los pueblos.

    La necesidad de solventar los costos sociales transaccionales de la accin co-lectiva, supone: 1) la puesta en escena de desafos colectivos, 2) la concep-cin de objetivos comunes, 3) la potenciacin de la solidaridad, 4) el mante-nimiento de los movimientos sociales (Cfr. Tarrow, 1994).

    Estas definiciones marcan algunas lneas de anlisis codificables en tres gru-pos de factores: 1) la estructura de oportunidades polticas y las constriccio-nes que tienen que afrontar los movimientos sociales; 2) las formas de orga-nizacin (tanto formales como informales) a disposicin de los contestata-rios; 3) los procesos colectivos de interpretacin, atribucin y construccinsocial que median entre la oportunidad y la accin (McAdam et al. 23-28).En lo que sigue se propone una sntesis de estos elementos, sugiriendo, a lavez algunas interrogantes conceptuales y metodolgicos.

    Al hablar de estructura de oportunidades polticas, Tarrow se refiere a"las dimensiones consistentes aunque no necesariamente formales, perma-nentes o nacionales- del entorno que fomentan o desincentivan la accin co-lectiva entre la gente" (Tarrow,1994:49). La idea bsica es que, la gente sesuma a los movimientos sociales como respuesta a las oportunidades polti-cas y a continuacin crea otras nuevas a travs de la accin colectiva; se tra-ta, por tanto, de identificar la interaccin entre los movimientos sociales y lapoltica institucionalizada.

    Los cambios ms destacados en la estructura de oportunidades surgen de es-tas dimensiones:

    31CAPTULO I REVISIN TERICA

  • a) La apertura del acceso al poder y a la participacin: las personas raciona-les no atacan a menudo a sus oponentes bien apertrechados cuando las opor-tunidades estn cerradas, pero un acceso parcial al poder les ofrece tales in-centivos. El acceso a la participacin es el primer incentivo importante parala accin colectiva6 .

    b) Los cambios en los alineamientos gubernamentales y las alianzas polti-cas: un aspecto que fomenta la accin colectiva es la inestabilidad de los ali-neamientos polticos, indicada en las democracias liberales por la inestabili-dad electoral7.

    c) La disponibilidad de aliados influyentes, especialmente importantes en elcaso de sistemas no democrticos.

    d) Las divisiones dentro de las elites y entre las mismas; lo cual, no solo in-centiva la rebelin de los grupos populares, sino, tal como seala Tarrow, es-timula "a segmentos de la propia elite que no se encuentra en el poder a asig-narse el rol de tribunos del pueblo" (bid.: 147-161).

    La variabilidad de estas dimensiones configura, adems, las diferencias en laformacin y estrategia de los movimientos sociales en distintos pases y en-tornos institucionales. Uno de los factores estructurales en los que se mode-lan estas condiciones, hace relacin a la fuerza del estado, a su nivel de cen-tralizacin8 , y a su particular morfologa y relacin con los aparatos espec-ficos con los que se relacionan, de modo directo, los movimientos sociales.

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA32

    6. Peter Eisinger sostiene que la relacin entre protesta y oportunidad poltica no es ni negativa ni pos-itiva sino curvilnea: la protesta es especialmente probable en sistemas caracterizados por una mez-cla de factores abiertos y cerrados (1973).

    7. "Los campesinos son especialmente proclives a rebelarse ante las autoridades cuando en el muro desu subordinacin aparecen ventanas de oportunidad" (Cfr. Hobsbawm, 1983).

    8. "Los estados centralizados que disponen de instrumentos eficientes para hacer poltica atraen a losactores colectivos a la cumbre del sistema poltico, mientras que los estados descentralizadosproveen multitud de objetivos en la base del sistema. Los estados fuertes tienen capacidad de impon-er la poltica que decidan seguir. Cuando dichas polticas son favorables a las exigencias delmovimiento gravitan en formas de accin convencionales; cuando son opuestas surgen la violenciao la confrontacin" (Tarrow, 1997).

  • A nivel de las formas de organizacin se habla del conflicto por conven-cin, que alude a que las acciones, campaas y narrativas que despliega unmovimiento social, estn inscritas y transmitidas culturalmente, es decir,forman parte de la cultura poltica de una sociedad. Tilly denomina a estasmodalidades como los repertorios a los que los movilizados acuden para pre-sionar por sus demandas. Siguiendo a tal autor, hay un repertorio de confron-tacin "heredado y apropiado culturalmente": cada sociedad tiene una reser-va de formas familiares de accin conocidas tanto por los activistas comopor sus oponentes; las formas nacionales, extendibles y replicables de ese re-pertorio surgen con la instauracin del estado moderno9 .

    El que exista un marco culturalmente transmitido en el repertorio de los mo-vimientos sociales, no suprime el espacio para la innovacin. De hecho, mu-chas veces la ausencia de recursos es compensada por la apelacin a formasnuevas y poderosamente convocantes, y por lderes que encarnan esas mo-dalidades.

    Como estructuras de movilizacin se entiende una gran cantidad de confi-guraciones institucionales a travs de las cuales la gente puede movilizarsey sumarse en la accin colectiva (MacCarthy, 1999:206).

    La tendencia actual en la forma de abordar la estructura de movilizacin, re-coge tanto las formas organizadas visibles, estables y relativamente forma-les, -en la tradicin de McCarthy y Zald-, como los aportes de Tilly, respec-to del papel de los microespacios y entornos locales inmediatos10 . Estas ins-tituciones prximas al individuo son huspedes particularmente poco costo-sos para la accin colectiva que replantean el problema de las grandes mul-titudes a la incorporacin de pequeas formas de movilizacin que se agre-

    33CAPTULO I REVISIN TERICA

    9. Es slo a partir de finales del siglo XVIII que, con la constitucin del estado nacional y con ladifusin de los medios impresos de comunicacin se conforman lo que Tarrow llama repertorio mod-ular: huelgas, mtines, la manifestacin, etc. Esto es el recurso a las convenciones.

    10. Hay varias entradas al tema: las redes sociales (Doug McAdam, 1986, 1988); las subculturas delmovimiento como reservas en las que toma forma la accin colectiva (Kriesi, 1988); el papel de lasredes del movimiento a la hora de la constitucin de las identidades (Meluci, 1989); la sociabilidadde las comunidades tradicionales como incubadora de la movilizacin de los movimientos sociales(Maurice Agulhon y Ted Margadant); los incentivos sociales a la cooperacin (Gamson, 1982); "eldeseo, estrecho de miras, de contribuir al bien del grupo al que se pertenece" (Dawes, 1988).

  • gan. La paradoja de Olson de los grupos grandes, queda resuelta por la solu-cin del grupo pequeo" (Gerrard Marwel y Pam Oliver, 1993).

    La accin de los movimientos sociales no slo depende de dimensiones es-tructurales, sino de la confianza y cooperacin que se tenga entre los parti-cipantes merced a los presupuestos compartidos, o, de modo ms amplio, porlos marcos de accin colectiva que justifican, dignifican y animan la accincolectiva. Se trata, en palabras de David Snow, de procesos enmarcadores:"esfuerzos estratgicos conscientes realizados por grupos de personas en or-den a forjar formas compartidas de considerar el mundo y a s mismas quelegitimen y muevan la accin colectiva" (McAdam: 27). A esto se ha deno-minado la movilizacin por consenso.

    Tambin en ste, como en los otros factores, existen diversos enfoques; des-de versiones instrumentales y reductoras de la ideologa, hasta acepcionesamplias de cultura y construccin de identidades como factores constitutivoscentrales de los movimientos sociales: marcos cognitivos, bagajes ideolgi-cos, discursos culturales.

    La indiscutible importancia del paradigma de la movilizacin de recursosexplica su presencia dominante en el campo acadmico en las ltimas dca-das. El debate ms intenso ha operado alrededor de la dbil consideracinque hace este paradigma a las dimensiones ideolgicas e identitarias de losMS. Es suficiente la eficacia de los "militantes morales" para explicar laconformacin de identidades colectivas poderosas y duraderas? Dnde re-side la capacidad de agregar las voluntades para aprovechar las oportunida-des?. stas y otras preguntas son planteadas desde el denominado paradig-ma de la identidad.

    d) Las dimensiones culturales e ideolgicas en el centro de los MS: lacentralidad de la identidad

    A caballo de las oleadas de movilizacin en el primer mundo, que tienen co-mo contexto de emergencia los aos sesenta con su fecha insigne de 1968-surge una nueva corriente de anlisis e interpretacin de movimientos socia-

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA34

  • les rotulados como "nuevos". En esta corriente, diversa y plural en su inter-no, se inscriben tanto el paradigma de movilizacin de recursos como los tra-bajos de Touraine, Melluci, Pizzorno, Offe, principalmente.

    La clsica definicin de Touraine cuyos aportes han sido etiquetados den-tro de la perspectiva de la sociologa de la accin- "un movimiento social esa la vez un conflicto social y un proyecto cultural" (1993), pudiera introdu-cirnos en la perspectiva de estos autores. Nuevas racionalidades, apertura alcampo del conflicto cultural, intensos procesos de subjetivacin y dinmicasde construccin identitaria seran las claves de la aproximacin a esta pers-pectiva.

    La novedad de los nuevos movimientos sociales estara dada por cuatro di-mensiones en las que se aprecia la ruptura con los antiguos movimientos,expresados de modo paradigmtico en el movimiento obrero. La primera di-ferencia est en relacin con las formas de organizacin y los repertorios.Distantes de la lgica partido-sindicato y del enfrentamiento a las formas dedominio metasocial, los NMS se plantean agendas ms concretas, mayor ho-rizontalidad y descentralizacin en su dinmica, a la vez que la apelacin arepertorios nuevos. En segundo lugar, y a diferencia de las reivindicacionesredistributivas que caracterizaban a los movimientos clsicos, los NMS se-ran portadores de nuevos valores relacionados con la autonoma, la resisten-cia, el control social, la afirmacin de estilos de vida. Con este horizonte, losNMS apuestan muy fuertemente a las dimensiones expresivas y no solo a laspolticas y estratgicas en sentido estricto. Lo que conduce a una tercera di-ferencia: no tratan de tomar el poder del estado, sino ms bien se orientan allogro de mayor autonoma. Finalmente, la diversidad de identidades rebasalas adscripciones clasistas y coloca el tema identitario como elemento clavepara la comprensin de la accin colectiva (Neveu, 2000: 93-96).

    Surgen varios interrogantes respecto de la formulacin de los NMS, espe-cialmente sobre a) la "novedad" de los NMS, aun en las sociedades europeooccidentales y b) la pertinencia de una generalizacin de este tipo de movi-mientos sociales a los casos del tercer mundo. Sobre la primera, hay variostrabajos que ofrecen otras aproximaciones interpretativas ligadas a las trans-

    35CAPTULO I REVISIN TERICA

  • formaciones de las sociedades industrializadas en la posguerra11 . La segun-da lnea de reflexin ser retomada ms adelante.

    Alain Touraine propone no slo un anlisis terico de la accin de los movi-mientos sociales, incluyendo una metodologa de estudio, sino que elaborauna teora de las dimensiones estructurales y culturales de la sociedad ac-tual12 . El autor francs sita a los NMS en el contexto de las sociedades postindustriales o programadas, en las que el sentido y la morfologa del conflic-to ser diferente en forma sustancial en relacin con aquellos presentes enlas sociedades industriales:

    "las reivindicaciones sociales combatan siempre un adversario so-cial real, pero tambin recurran al representante de un orden metaso-cial, todo movimiento social, agente de conflicto, vincul su accinde oposicin a la imagen de una comunidad reunificada que permitie-se la expansin del hombre, el libre desenvolvimiento de las fuerzasproductivas, la unidad nacional, la defensa del bien comn, etc." (Tou-raine, 1989).

    En la sociedad post industrial, que tiende a ser cada vez ms una sociedad demasas, los conflictos se generalizan, los movimientos no requieren interme-diarios, se descentran y descentralizan, tienen una permanente referencia almbito cultural, evidencian una reaproximacin entre la base social de unaaccin colectiva y sus formas de accin en el mbito societal (bid.).

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA36

    11. "Siendo uno de los que introdujeron el trmino nuevos movimientos sociales en la literatura soci-olgica, he observado con asombro la progresiva ontologizacin de esa expresin que en el curso deldebate, llega caracterizarse como un verdadero "paradigma"... Desde mi punto de vista, sin embar-go, el debate est centrado en un problema falso. Novedad es, por definicin, un concepto relativocuya funcin temporal consiste en resaltar algunas diferencias comparativas entre tipos de fen-menos (en este caso entre las formas tradicionales de conflicto de clase y las formas emergentes deaccin colectiva). Pero, si el anlisis es incapaz de ir ms all de esta definicin convencional ....elacento en la "novedad" acaba siendo una envoltura de una subyacente debilidad conceptual."(Melucci, 1994:162).

    12. Touraine construye un amplio aparato conceptual, del que extraeremos, a riesgo de cometer una arbi-trariedad, algunas de los aportes ms valiosos y pertinentes.

  • Touraine formul un mtodo de anlisis al que denomin "intervencin so-ciolgica"; sus principios rectores son: a) que el investigador establezca elvnculo entre el grupo que se estudia y la accin colectiva que este ltimo re-presenta; y, b) que extraiga y elabore el sentido ms alto de las prcticas delos actores, en ltimo trmino se trata de ligar el sentido de la accin con laconciencia del actor. El autoanlisis y la conversin son las fases claves delmtodo toureniano.

    Touraine condena la simplificacin de los anlisis centrados en la accin es-tratgica13 , por considerar que olvidan tanto las orientaciones culturales co-mo la dimensin estructural del conflicto, evadiendo la explicacin de lo quees especfico de los movimientos sociales (Cohen, 1995:46). El argumentoparece tener contundencia si se trata de visibilizar la significacin de la ac-cin para el actor, ms all del clculo estratgico e institucional.

    No obstante, parece plausible la crtica elaborada por Cohen, en el sentido deque, pese a que analticamente Touraine incorpora y diferencia el eje diacr-nico (patrn de desarrollo de una sociedad) del eje sincrnico (sus modos defuncionamiento), la poca articulacin de esos ejes en el modelo propuesto nopermite descubrir el "cmo" y de "dnde nace" la accin social, tanto las ins-tituciones, como los discursos culturales a los que apela. La idea de una va-ga sociedad civil en la que se gesta el movimiento social parece insuficienteexplicacin y corre el riesgo de conducir a un argumento circular. Igualmen-te, el desconocimiento de las dimensiones estratgicas de la accin, inclusocomo expresin de la reflexividad de los sujetos, limita el campo de interre-lacin social (Cohen, 1995).

    Desde otra perspectiva, Alessandro Pizzorno -cuya obra ha dado lugar a unmodelo de identidad puro- argumenta que la posicin olsoniana no es acep-table en tanto que presupone aquello que, por el contrario debe demostrarse,esto es, "la identidad del actor que calcula el inters" (1994). Dos razones es-

    37CAPTULO I REVISIN TERICA

    13. "Un concepto estratgico del cambio implica la reduccin de la sociedad a las relaciones entre losactores y particularmente a las relaciones de poder, independientemente de cualquier referencia a unsistema social" (citado en Cohen, 1995).

  • grime el autor italiano: i) el actor debera tener la certidumbre de ser el mis-mo luego de la transaccin, ii) la imposibilidad de manejar un informacinadecuada que le permita definir su accin.

    Para Pizzorno, el objetivo inicial y fundamental que persigue un movimien-to social, es bsicamente, constituir su identidad, ganar reconocimiento, va-lor social, legitimidad:

    "La accin llevada a cabo en el curso de la formacin de identidadescolectivas, no est orientada a la maximizacin de las ganancias indi-viduales, sino hacia el objetivo mismo de formar nuevas identidadescolectivas. Tal objetivo no es negociable, se coloca ms bien comopremisa de negociaciones e intercambios futuros" (1994: 141).

    Aunque no supone una secuencia mecnica, Pizzorno define una primera fa-se de la accin colectiva como de formacin de identidad, previa a aquellaen la que se define el inters y, por lo tanto, se impone una racionalidad es-tratgica: "Las fases de formacin de la identidad colectiva registran la in-tensificacin de la participacin y la creciente disponibilidad a la militancia"(1994: 142).

    Una de las preguntas que se plantea Pizzorno es, desde dnde viene el va-lor de los recursos (participacin, militancia) que se consiguen movilizar?Desde su ptica, la respuesta habra que buscarla en la adhesin a un valoruniversalista, a un inters generalizable. Al parecer, en el fondo de todo pro-ceso de construccin de identidades subyace un problema de cuestionamien-to e ilegitimidad de la representacin institucional e instituida, lo cual supo-ne que muchos de los valores que enarbolan los movimientos sociales sean,de inicio, innegociables y, por lo tanto, invisibles para las teoras con baseeconmica.

    Melucci va ms all en esta lnea de argumentacin. Sostiene que, si bien lacrtica de la teora de la movilizacin de recursos a la teora de las conduc-tas colectivas demuestra lo inapropiado de la ecuacin descontento (frustra-

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA38

  • cin)=movilizacin (agresin), no se enfrenta a la debilidad fundamental delmodelo ni formula una alternativa propia. En efecto,

    "todas las teoras basadas en expectativas, asumen una capacidad delactor para: a) mantener la unidad y la consistencia que le permitencomparar expectativas y recompensas en diferentes tiempos, b) rela-cionar su situacin de privacin con un agente identificable del am-biente, contra el que dirige la movilizacin o la protesta; y c) recono-cer los beneficios esperados no solo como deseables, sino como debi-dos" (Melucci, 1994:170).

    En ese mismo sentido, algunas categoras utilizadas por la movilizacin derecursos como recursos discrecionales o estructura de oportunidades, supo-nen un actor, es decir: "no se refieren a realidades objetivas, sino a la capa-cidad del actor para percibir, evaluar y determinar las posibilidades y lmitesde su ambiente. La teora de la movilizacin de recursos formula, por tanto,un cierto proceso de construccin de una identidad, por parte del actor, aun-que no examina este nivel de anlisis" (bid.: 172).

    La constitucin del actor, clave en esta interpretacin, supone la construc-cin de un sistema de accin. Melucci denomina a este proceso identidadcolectiva y la define como la capacidad para elaborar expectativas, evaluarlas posibilidades y lmites de su accin, en suma la capacidad para definirsea s mismo y a su ambiente (bid.).

    Los factores que determinan el proceso de identidad colectiva son, por un la-do, la complejidad interna del actor y, por otro, su relacin con el entorno. Asu vez, supone la conformacin de tres dimensiones que se distinguen ana-lticamente, aunque en la realidad se entretejen: 1) formulacin de las estruc-turas cognoscitivas relativas a los fines, medios y mbitos de accin; 2) ac-tivacin de las relaciones entre los actores, quienes interactan, se comuni-can, negocian y adoptan decisiones; 3) realizacin de inversiones emociona-les que permiten a los individuos reconocerse (bid:173).

    39CAPTULO I REVISIN TERICA

  • Tal como fue revisado en la sntesis del paradigma de movilizacin de recur-sos, el paradigma de la identidad comparte algunos presupuestos, pero a lavez implica una importante variabilidad en algunos de los enfoques. Si bienMelucci se sita bajo el mismo paradigma de la identidad colectiva que Piz-zorno y Touraine, sostiene que en Touraine "la identidad aparece como undato, una especie de esencia del movimiento; en el caso de Pizzorno, el con-cepto parece fundarse todava en intereses comunes, de acuerdo con la tradi-cin marxista" (bid.:173).

    Claus Offe es otro de los autores que se inscribe en esta corriente de inves-tigadores. Las caractersticas tpicas ideales que seala Offe sobre losNMS14 , hacen relacin a temas, valores, modos de accin y actores de losmovimientos (de ah el etiquetamiento de su trabajo como una sociologa delos nuevos movimientos sociales): surgen del ocaso del estado de bienestary de la ruptura del pacto corporativo, estn compuestos por clases mediasemergentes, no adoptan las definiciones clsicas de derecha, izquierda, y hanvivido, de modo desigual, procesos de institucionalizacin(Offe, 1992: 227).

    Offe brinda adems una radiografa de la composicin social de los NMS:"Gran parte de lo que se sabe sobre la composicin socio-estructural de losnuevos movimientos sociales...sugiere que sta se encuentra arraigada en losnuevos segmentos de la nueva clase media...una importante caracterstica deesta clase es que, segn Anthony Giddens, posee conocimiento de clase,pero no conciencia de clase" (bid., 1992: 231). El ncleo de activistas ydefensores incluye a personas con "elevado nivel de educacin, relativa se-guridad econmica y empleo en ocupaciones de servicios personales" (bid.,1992: 232).

    e) Las aproximaciones desde la teora de la accin comunicativa

    Resulta problemtico individualizar los planteamientos de Habermas sobrelos MS. De hecho, tal como lo seala Cohen, el filsofo alemn no proveede un paradigma terico sinttico de los movimientos sociales. Por ello se

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA40

    14. Los trabajos de Offe se basan en estudios de los movimientos ecologistas, el movimiento feminista,el pacifismo y los que implican modos de produccin y de distribucin de los bienes alternativos ocomunales.

  • intentar nicamente un breve panorama de sus ideas centrales para luego si-tuar tales proposiciones en relacin del tema central de este estudio.

    Para Habermas (1989b:103), Marx reduce en el plano categorial la praxis so-cial a la dimensin de las fuerzas productivas, al trabajo, dejando de lado"una dimensin interrelacionada pero irreductible que es la interaccin (di-mensin de la relacin de los hombres entre s)" (Herrero, 1986: 20-21). Es-te es el punto de continuidad y de ruptura de la obra habermasiana con Marx.La posibilidad de superar esta reduccin y ampliar la comprensin de la in-terrelacin social pasa en Habermas por: desarrollar un concepto de raciona-lidad comunicativa; construir un paradigma de sociedad en dos niveles queintegre las nociones de sistema y mundo de la vida (Habermas, 1989 a) y,elaborar una crtica a una forma de modernidad que no abandona algunos delos presupuestos bsicos del proyecto de la Ilustracin (1989b).

    En Habermas, el lugar en el que se constituyen los sujetos es el mundo de lavida. La nocin habermasiana de mundo de la vida es compleja y se introdu-ce como complemento necesario a la idea de accin comunicativa. El mun-do de la vida es presentado como "acervo culturalmente transmitido y lin-gsticamente organizado de patrones de interpretacin" (Habermas, 1989a:176). Sin embargo, la idea de mundo de la vida va ms all de la dimensinde cultura, de los rdenes institucionales y de las estructuras de la persona-lidad. Los componentes estructurales del mundo de la vida (cultura, socie-dad, personalidad) corresponden a procesos de reproduccin simblica de lasociedad (entendimiento, coordinacin, socializacin), pero a la vez de re-produccin de individuos socializados15. "Estas correspondencias estructura-les permiten a la accin comunicativa cumplir sus diferentes funciones y ser-vir como medio adecuado para una reproduccin simblica" (MacCarthy: 466).

    Las estructuras generales del mundo de la vida existen realmente, es decir demodo histrico, en forma de totalidades concretas llamadas por Habermasformas de vida: "las totalidades que son las formas de la vida, que ahora s-

    41CAPTULO I REVISIN TERICA

    15. Los procesos de reproduccin se renuevan: los esquemas de interpretacin susceptibles de consen-so (saber vlido); las relaciones interpersonales legtimamente ordenadas (solidaridades); las capaci-dades de interaccin (identidades personales).

  • lo se presentan en plural, operan procesos de entreveramiento y solapamien-to" (Habermas, 1989b:406).

    Habermas afirma que hay una competencia comunicativa consustancial a lanaturaleza humana que tiene que ver con la misma antropognesis16 . De elladerivara que en actos del habla orientados el entendimiento subyace una ca-pacidad interpretativa y potencialmente crtica. Siendo simultneos los pro-cesos de individuacin y socializacin, la autoconciencia retornara a la so-ciedad en forma de cultura reflexiva. La utopa de Marx de los productoreslibres asociados, encuentra en Habermas un correlato: la autorrealizacin hu-mana en la progresiva individuacin de sujetos socializados.

    Este aumento de reflexividad, universalismo e individuacin, sin embargo,no es presentado como una intensificacin de la relacin del sujeto consigomismo, no es un proceso "individual" de toma de conciencia. Para Haber-mas, la ampliacin de la racionalidad comunicativa se da bajo "las condicio-nes de una red de intersubjetividad lingsticamente generada, cada vez msextensa y urdida de forma cada vez ms fina (compuesta por hilos intersub-jetivos)" (1989b: 407-408).

    En este punto, cabe pasar a la crtica habermasiana de la modernidad, pararecuperar algunos de sus planteamientos sobre poder y sujeto. Para Haber-mas, la evolucin social es a la vez diferenciacin de sistemas con el mundode la vida, tanto como de las estructuras constitutivas de cada uno de ellos.La forma de modernidad predominante ha implicado el desacoplamiento en-tre sistemas y mundo de la vida. El principal mecanismo por el que este pro-ceso habra ocurrido es, segn Habermas, que el medio a travs del cual secoordina la accin en ciertos mbitos deja de ser el lenguaje, cediendo pasoa medios de control deslingistificados (1989b: 418-420).

    Habermas identifica dos medios de control fundamentales en la modernidadcapitalista: el dinero y el poder, ubicando el segundo como dependiente, al

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA42

    16. Habermas afirma que la capacidad para comunicarnos tiene un ncleo universal, estructuras bsicasy reglas fundamentales que todos los sujetos dominan al llegar a hablar una lengua. Al hablar nosponemos en relacin con el mundo fsico que nos rodea, con los otros y con nuestra propia interior-idad, por lo que estamos entablando pretensiones. Las pretensiones de universalidad y transcultural-idad que tiene implcita la teora de la competencia comunicativa es motivo de polmicas en loscomentarios a la obra de Habermas.

  • menos en su gnesis, del primero; es decir, de la lgica de la ganancia. Losmedios de control pueden diferenciarse en subsistemas slo para las funcio-nes de reproduccin material y no para las funciones de reproduccin sim-blica, que siempre requieren del sistema cultural. En el desarrollo de la mo-dernidad opera una subordinacin del mundo de la vida, en la medida en quelos elementos prctico morales (la discusin de los fines societales) quedanexpulsados de los mbitos de la esfera privada y de la opinin pblica y danpaso a la monetarizacin y a la burocratizacin. "Los procesos de monetari-zacin y burocratizacin penetran tambin en los mbitos nucleares de re-produccin cultural, de la integracin social y la socializacin" (bid.:420).

    Habermas duda que las superficies de rozamiento provocadas por esta ten-sin puedan ser absorbidas y procesadas por las estructuras actuales del sis-tema poltico, marcadas por su propia lgica de reproduccin y gobernabili-dad. Por el contrario, Habermas postula que se trata de buscar "un nuevo tra-zado de lmites entre sistema y mundo de la vida"(bid.: 422).

    En esta dinmica entre sistemas y mundo de la vida, Habermas sita las po-sibilidades de constitucin de sujetos, emergidos de las formas de reproduc-cin del mundo de la vida y en tensin con la colonizacin por los sistemas.Por ello, desde su perspectiva, la sociedad (los sujetos) debe desarrollar cen-tros auto-reflexivos autnomos en los que a travs de un proceso de auto-en-tendimiento, se logre el conocimiento de la sociedad sobre s misma. Se tra-ta de construir umbrales protectores de intercambio de sistema y mundo dela vida, lo cual exige la constitucin de espacios pblicos autnomos auto-organizados y recuperar la fuerza de integracin social de la solidaridad.

    Es preciso sealar que, para Habermas, no est en juego un retorno a formasde resistencia y organizacin tradicional, premodernas, sino ms bien el des-pliegue del an incompleto mundo de vida modernizado.

    La recuperacin realizada por Cohen (1995), sobre los aportes de Habermas,da argumentos para "acercar" las tradiciones tericas vistas normalmente co-mo excluyentes. Los tipos de accin teleolgica, estratgica, regulada, dra-matrgica y comunicativa pueden ser desplegadas por un movimiento social.

    43CAPTULO I REVISIN TERICA

  • "Por ello, no hay ninguna razn por la que en el anlisis de las diversas l-gicas de la accin colectiva, deban ser vistas como incompatibles, en tantoque no estn interferidas de una nica racionalidad de la accin colectiva"(bid.: 56-57).

    2. Los movimientos sociales en la sociologa latinoamericana

    En los apartados siguientes se exponen algunos autores cuya produccin res-ponde a tres momentos de las ciencias sociales latinoamericanas. El prop-sito de esta presentacin es marcar el terreno de anlisis en que, en trminosintelectuales e histricos, se inserta la presente investigacin. Aunque sea ar-bitrario el recorte y la eleccin de los autores, parecen evidentes algunas l-neas de continuidad, pero tambin nfasis diversos. Esta secuencia tiene asi-dero en la propia realidad de Amrica Latina. El perodo que se abre con laexperiencia de la Unidad Popular chilena y que, en cierto modo, culmina conlas revoluciones centroamericanas, tiene una marcada influencia interpreta-tiva marxista. Se piensa fundamentalmente el sujeto de la transformacin re-volucionaria, en las coordenadas de los estados nacionales, el desarrollo y ladependencia. Los conceptos claves son: movimiento popular, clase social,sujeto popular.

    Dictaduras y procesos de pacificacin de por medio, la nueva oleada queemerge a finales de los ochenta est inscrita en los procesos de retorno, tran-sicin y consolidacin democrtica. La accin colectiva es mirada menosdesde la teleologa del sujeto del cambio y ms desde la proliferacin de lasidentidades que produjo la misma complejizacin de las sociedades. Hay,adems de cambio de realidad, modificaciones en los paradigmas tericos enlos que resalta un marcado distanciamiento de Marx, producido, en varioscasos por el intermedio del joven Touraine y de la sociologa de la accin.Desde la dcada de los noventa17 se asiste a una nueva oleada de movimien-tos sociales y accin colectiva que pudiera ser situada en medio de las con-secuencias provocadas por los programas de ajuste neoliberal y de un desen-canto, desigual pero generalizado, con las democracias realmente existentes.

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA44

    17. La irrupcin zapatista de enero de 1994 marca un hito, aunque el levantamiento indgena del Ecuadoraconteci en 1990.

  • Algunas de las lneas que parecan razonablemente estabilizadas como latransicin y consolidacin de las democracias y, en correspondencia, la con-formacin de movimientos sociales democrtico, plurales y particularistas,parecen desvanecerse. En su lugar irrumpen fenmenos como el movimien-to zapatista, la metamorfosis "poltica" de las Madres de la Plaza de mayo,el movimiento indgena ecuatoriano, el combativo Movimiento Sin Tierra deBrasil, etc. En palabras de Wallerstein, son los movimientos antisistmicosde la globalizacin. Esta oleada de movilizacin, que supone nuevos actores,activa, adems, una nueva agenda de debate acadmico. A continuacin seexponen algunos trabajos representativos de cada uno de los momentos se-alados.

    a) Movimiento social y movimiento popular

    En la tradicin de la sociologa latinoamericana, desde prcticamente los se-tenta hasta bien entrados los ochenta en algunos casos, se acu la categorade movimiento popular (C. Vilas lo llama sujeto popular). Aunque existe unaamplia gama de matices18 , en esta vertiente se consideraba al movimientopopular como

    "grupos subalternos articulados como conjunto social y poltico, comosntesis de los elementos de identidad y oposicin que conforman superspectiva comn de lucha y de cambio(lo cual) supone determi-nados grados de conciencia y organizacin de los grupos subalternos,implica convergencias de la multiplicidad social, regional, cultural delpueblo disgregado, supone un estadio superior... el movimiento popu-lar no aparece de un momento a otro, es una sntesis de experienciasconstantes, de las experiencias colectivas" (Tovar T, 1985...CITA).

    El movimiento popular, desde esta lectura, incluye tanto los movimientossociales como las formas polticas que ellos despliegan. Aunque resulta su-gerente la aproximacin de movimiento popular para incluir movimiento so-cial y movimiento poltico uno de los problemas en este trabajo-, apareceuna cierta teleologa en esta percepcin:

    45CAPTULO I REVISIN TERICA

    18. Se recogen algunos de los trabajos de C. Vilas (1984) y Teresa Tovar (1985). Pero pudieran situarseen esta perspectiva: Jos Luis Coraggio (1986), Pablo Gonzlez Casanova, entre otros.

  • "los movimientos sociales se los entiende como experiencias dinmi-cas y continuas del pueblo movilizado no tienen en s mismos unalgica poltica, pero pueden en su devenir crear efectos polticos en lacoyuntura o adquirir una connotacin crtica que sobrepase el nivel dela protesta inmediata" (bid.).

    Los movimientos sociales son, en esta definicin hermanos menores de losmovimientos populares, una especie de estado previo que alcanza su politi-zacin. En resumen, hasta los ochenta, desde la tradicin marxista de la so-ciologa de Amrica Latina, resulta interesante la nocin de sujeto o movi-miento popular por su carcter ms abarcativo, por la naturaleza del conflic-to que supone y por su especificidad histrica. El temor es recaer en una es-pecie de teleologa evolucionista, dinamizada por la "toma de conciencia" yanclada en un fuerte determinismo econmico.

    b) Los trabajos en las dcadas de los ochenta y noventa

    A partir de una rpida retrospectiva de la sociologa latinoamericana con laque Fernando Caldern (1985) inicia uno de los trabajos clsicos sobre MS,el autor seala que los movimientos sociales han tenido un perfil vago y encierto modo difuso, casi siempre aparecen como subordinados a los partidos:"el lder o el partido vanguardia, sera el nico que interpretara y sintetiza-ra los intereses de los movimientos sociales" (bid.: 328).

    Los trabajos realizados durante estos aos, siguiendo a Caldern, sugierenque las aproximaciones de la sociologa latinoamericana han sido insuficien-tes, pero que, adems, se ha modificado el objeto de estudio. Por ello, las hi-ptesis que se formulan hacen relacin al tipo de tratamiento del que los MShan sido objeto:

    "Los anlisis de la estructura y su racionalidad cubran el escenario so-cial de la realidad latinoamericana. Quizs los anlisis no podan com-prender (o se negaban a hacerlo) el conjunto complejo, viscoso, ambi-guo y creativo de las relaciones sociales y sus mutuas interacciones ycon ellas, las capacidades de accin de la sociedad sobre s misma"(1985: 329);

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA46

  • as como al hecho de que los MS se han modificado:

    "viven un momento de inflexin entre sus orientaciones y caractersti-cas tradicionales (por ejemplo de modernizacin, de liberacin socialy/o nacional) y la emergencia de nuevas prcticas y orientaciones, tan-to en los actores clsicos (obreros, campesinos, etc.) como en las nue-vas prcticas y movimientos sociales (gnero, juventud, derechos hu-manos, etc.)... La pluralidad de estos movimientos tendera a particu-larizarse por prcticas particularistas, reactivas y defensivas frente a lacrisis y sus identidades tambin tenderan, al menos inicialmente, aencerrarse sobre s mismas, desconectndose en un primer momentode las nuevas lgicas abstractas pero reales del dominio mundial quetambin est en pleno proceso de reestructuracin y ampliacin"(bid.: 331).

    El juego de ideas reclama entonces, la necesidad de "construir un cuerpo te-rico generalizable, pero condicionado y alimentado por los procesos concre-tos de las prcticas sociales en la regin" (bid.).

    Aunque no se polemizar en este momento sobre las predicciones del carc-ter particularista de los MS en esta nueva poca, el punto de partida siguesiendo el carcter anmalo con que se ha observado a los MS y la dificultadde una teora de la accin colectiva para Amrica Latina:

    "Quizs una caracterstica propia de Amrica Latina es que no existenmovimientos sociales puros o claramente definidos, dada la multidi-mensionalidad no solo de las relaciones sociales, sino tambin de losmismos sentidos de la accin colectiva. Un movimiento de orientacinclasista probablemente est acompaado por sentidos tnicos y de g-nero, que lo diferencian y asimilan a otros movimientos de orientacinculturalistas con contenido clasista" (bid.: 332).

    Los estudios empricos sobre movimientos sociales y accin colectiva reali-zados en el corazn de la modernidad parecen indicar que la "pureza" y la"clara definicin" son atributos que no pueden ser pensados sino como es-

    47CAPTULO I REVISIN TERICA

  • pecificidades histrico concretas cuya abstraccin produce obviamente regu-laridades conceptuales. Parece ms adecuado, por tanto, identificar las espe-cificidades de los MS latinoamericanos, y en este caso particular, andinos.

    Desde el punto de vista metodolgico, Caldern propone un acercamientoque involucra cuatro dimensiones presentes en todo movimiento social, a sa-ber: a) una estructura participativa; b) su propia temporalidad; c) un desarro-llo multilateral y heterogneo en el espacio; e) los efectos sociales especfi-cos de estos movimientos se modifican en la interaccin recproca con el sis-tema y otros actores (bid.)

    La salida que ofrece Mayorga (1992), a los lmites de la aproximacin mar-xista estructural predominante, es transitar de una lgica de clases a una l-gica de actores: "dada la heterogeneidad social y la desarticulacin polticaen el subcontinente, hay una limitada capacidad explicativa y cognitiva deun enfoque estricto de clases" (1992:283). La ausencia de una centralidadobrera y la relatividad de la nocin de "clase dominante" debido al rol ju-gado por el estado- abonan, segn Mayorga, en esta direccin.

    La "lgica de actores" supone varios efectos analticos: a) evitar la premisade una subjetividad preconstituida; b) concebir la poltica, superando el re-duccionismo clasista, como un campo de mltiples sujetos y diversas prc-ticas en la constitucin de sujetos sociales; c) reconocer el modo precario enque se van definiendo las identidades en Amrica Latina; d) la inexistenciade un sujeto unitario dado, ni discurso nico ni hegemnico, que por lo tan-to implica que; e) la construccin de una alianza de masas (pueblo) es un re-sultado de procesos especficos que; f) no tienen un desarrollo lineal, es de-cir no hay pasajes unvocos de lo social a lo poltico; que g) encuentran enla lucha contra el estado un elemento de centralidad (Mayorga, 1992).

    Mayorga plantea que deben considerarse algunas dimensiones fundamenta-les para la construccin de una categora analtica de MS en Amrica Lati-na, a saber (1992: 293-299):

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA48

  • a) Heterogeneidad estructural, que se expresa en que las clases y sectoresde clase tienen una composicin segmentada y muchas veces precaria,en la que los factores de mediacin y articulacin nacional no logranimponerse a los de separacin y dispersin.

    b) Desarticulacin y carcter mixto de los actores, referida a la no-corres-pondencia entre los procesos econmicos y las dimensiones poltica,social e ideolgica, lo cual a su vez se refleja en la naturaleza de susrelaciones sociales entre el estado y los actores sociales, marcada porla confrontacin; el sistema de partidos que no es representativo y la"sobreideologizacin" de los dirigentes sindicales.

    c) Pluralidad de actores, pero a la vez una multidimensionalidad de la ac-cin, explicadas por los escasos niveles de constitucin de las clases,su segmentacin y heterogeneidad. Retomando a Touraine, Mayorgahabla de la tridimensionalidad de la accin colectiva en Amrica Lati-na: dimensin clasista, problema nacional y modernizacin. Es perti-nente por tanto utilizar las categoras masas y pueblo para AL.

    d) Multiplicidad de espacios sociales y polticos que establecen un con-tinuo entre la vida cotidiana, y la sociedad civil, lo social y lo poltico(Mayorga, 1992: 293-299).

    En suma, para Mayorga, "los movimientos sociales responden a una lgica deconflicto que tiene su raz en la disputa por el control del sistema poltico y delos recursos estatales. La accin social es igualmente poltica". (bid.: 293).

    c) El debate actual: un nuevo ciclo de protesta?

    El tratamiento actual de los MS en Amrica Latina est atravesado, eviden-temente, por la propia naturaleza de los conflictos actuales. Tal como se losealaba arriba, los impactos de casi veinte aos de polticas neoliberaleshan provocado profundas modificaciones en la estructura social, unos acto-res han sido debilitados y han emergido otros. Las aproximaciones al temaevidencian algunos puntos de debate que pudieran reunirse en tres ejes:

    49CAPTULO I REVISIN TERICA

  • a) El nfasis en los escenarios contextuales en los que se explica la ac-cin colectiva. Para algunos autores (Guido y Fernndez, 1989; Quin-tar, 2000), el nfasis est en los impactos de la aplicacin de polticasneoliberales en el contexto de la globalizacin; para otros (Garretn,1996) el contexto en que se despliegan las acciones y la normatividadimplcita desde la que se las investiga, est marcada por la idea detransiciones a la democracia.

    b) Las categoras y sistemas conceptuales que se emplean en el trata-miento de los movimientos sociales, la pertinencia o no de la nocinde clase, el peso del conflicto estructural frente al nfasis en las dimen-siones identitarias y particulares.

    c) Los alcances de los movimientos sociales actuales: o una ampliacinde la democracia, auto-limitando su propia accin, o una nueva olea-da de acciones colectivas en la bsqueda del poder estatal.

    Es ilustrativo que el registro en el que se mueve la discusin sigue teniendocomo constante la relacin de la accin colectiva con las estructuras de po-der social, econmico y poltico.

    No obstante, las distancias entre varias de las aproximaciones no son meno-res. Se ofrecen a continuacin una sntesis de algunas de las ideas que sus-tantivan la discusin actual.

    Rafael Guido (1989) seala que, en varios trabajos sobre MS en AL, ha ocu-rrido un desplazamiento de los ejes conceptuales en el anlisis de las fuerzassociales desde una tradicin de conflicto a una de "pacto democrtico"19 . Lasprincipales objeciones planteadas por Guido son que, en el tratamiento queofrecen algunos trabajos, ocurre una ruptura con cualquier nocin de princi-pios de estructuracin social, hay una renuncia a visiones globales o totali-

    ACCIN COLECTIVA Y CRISIS POLTICA50

    19. Aunque con varios matices, l sita en este segundo grupo los estudios emprendidos por CLACSO(el clsico libro compilado por Fernando Caldern), Y, los del grupo del Wilson Center (ODonnely Schmitter).

  • zadoras, se hace el tratamiento de los acontecimientos en forma discreta sinrelacionarlos con tendencias dadas o posibles; se acude al empleo de los me-canismos poltico institucionales en sustitucin de la relacin de dominacinsocial; la negacin de la centralidad y/o la existencia de las clases socialescomo relacin y/o concepto para el anlisis, utilizando en su defecto trmi-nos como sectores subalternos heterogneos, grupos de inters, ciudadana,movimientos, etc. (Guido, Rafael, 1989)20.

    En esta misma lnea, Fernndez (1995), reclama que las aproximaciones alestudio de los movimientos sociales han sido incapaces de situarlos en unaperspectiva global, en particular el ciclo de protesta de los ltimos veinteaos en la periferia latinoamericana; esto supondra la identificacin de laslgicas de exclusin econmica, social, poltica y cultural como dinmicagenrica que desencadena los procesos de movilizacin.

    A partir de la afirmacin de que es insuficiente explicar las movilizacionesactuales con el horizonte de una fase de transicin, que acenta la actuacinexclusiva de sujetos intrasistmicos (O`Donnell y Schmitter, 1998), Fernn-dez propone la hiptesis de que las protestas comienzan a ser inmanejablesintrasistmicamente en medio de un ciclo caracterizado por una indetenibletendencia de polarizacin social21.

    En suma, la culminacin de las fases ms onerosas y extremas del ajuste po-tencia una explosin de demandas en ascenso, acelerando una condicin dedisponibilidad de los actores que, pese a su heterogeneidad y fragmentacin,

    51CAPTULO I REVISIN TERICA

    20. Rafael Guido y Otto Fernndez, "El juicio al sujeto: un anlisis de los movimientos sociales enAmrica Latina", en Revista mexicana de Sociologa. UNAM, Mxico, 1989.

    21. Las caractersticas de este ciclo para Fernndez estn dadas por: "a) una fase de crecimiento nega-tivo para los principales pases de la economa mundial; b) una profunda descomposicin de las l-gicas de integracin valorativas de los actores en el centro, las periferias y semiperiferias, en funcinde procesos masivos de insatisfaccin (Heller, 1989); c) un indetenible proceso de polarizacin so-cial en la nueva estructura de la divisin internacional del trabajo al interior de los propios centros(Castells, 1994); d) un colapso de los rdenes polticos en su expresin de ineficacia estatal y conrespecto al desmoronamiento de las estructuras sociales forjadoras de reglas y pautas de conductamoral y poltica (Hobsbawm, 1994); e) la emergencia de un nuevo individualismo que afecta lopblico de la accin poltica y obliga a reconsi