Academias y salones en el siglo XVIII

DESCRIBE EL PAPEL DESEMPEÑADO EN EL SIGLO XVIII POR LAS ACADEMIAS EN TODA EUROPA Y, EN PARTICULAR, POR EL

SALÓN DE PARÍS

A pesar del contexto desfavorable, de decadencia política y económica, los reyes de la casa de Austria fueron grandes coleccionistas de arte, deseosos de mostrar una imagen fastuosa: los principales autores italianos, flamencos y españoles estarán representados en sus colecciones .

Los reyes y la iglesia promoverán un enorme desarrollo de la pintura en este siglo

Una de las instituciones que mayor influencia tuvo en la difusión por toda Europa de los principios del arte fueron las Academias.

El deseo de los monarcas de la época de controlar todos los aspectos de la sociedad incluyó también al arte.

Los reyes tomaron la iniciativa en el campo de las artes sirviéndose de una institución, la ”Academia”, que ejercía el control sobre el arte, promoviendo un arte al servicio de sus intenciones y deseos.

Para ello, se basaron en las Academias, ya creadas anteriormente en Italia en el siglo XVI (Florencia, Bolonia por los Carracci…).

Cosme I y sus artistas, siglo XVI, Giorgio Vasari

Clase de dibujo Academia de Carracci



Luis XIV había creado en Francia la Real Academia de París, con el fin de la glorificación, a través del arte, del Estado francés, personificado por el rey.

Se sirvió de esta Academia para ejercer un control sobre el arte con vistas a sus propios fines políticos y difundió en toda Francia los principios del clasicismo en el arte.

Este modelo francés pronto se difundió en otros países europeos.

España –por ejemplo- lo importó a mediados del siglo XVIII, al crearse en 1752 la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Sébastien Leclerc, 1698 : L’Académie des sciences et des beaux-arts.

Gabriel Lemonnier : Pierre Puget presente sa statue Milon de Crotone au roi Louis XIV .



Las Academias eran instituciones protegidas por el Estado, formadas por el conjunto de profesores (académicos) de las distintas disciplinas artísticas que tenían como objetivo formar a los alumnos en las bellas artes, siguiendo los principios del "buen gusto" de la época.

Una de sus líneas fundamentales fue la educación de los jóvenes artistas, ya que ellos serían los que en el futuro impondrían el gusto de la época a la sociedad por medio de las artes, sirviendo a sus intereses.



Se desarrollaron diversos tipos de academias:

• Municipales, sobre todo en los Países Bajos;

• Privadas y financiadas por particulares y, especialmente

• Reales, promocionadas por los reyes absolutistas y déspotas ilustrados, que dictaban los principios artísticos al servicio de sus intereses (como ocurrió en Francia o en España).

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En sus enseñanzas se abordaban las tres artes (arquitectura, escultura y pintura), en programas de varios años:

• En el caso de la pintura y escultura:

En el primer año copiaban partes del cuerpo, según los patrones recogidos por los profesores en cartillas.

En el segundo trabajaban con maniquíes y moldes de escayola de reproducciones antiguas, así como aprendían a representar los ropajes.

En el tercero reproducían el cuerpo humano al natural y, si superaban la prueba final, los alumnos recibían un título acreditativo, que les permitía ser reconocidos como “artistas”.


En el caso de la arquitectura se centraba sobre todo en las enseñanzas del clasicismo, basadas en Vitruvio, Vignola y Palladio y en su puesta en práctica a través de proyectos de edificios., al igual que en los tratados teóricos del arte de la antigüedad.

De este modo, clasicismo y el neopalladianismo se extendieron por toda Europa y los Estados Unidos.


Esto también dio lugar a una gran uniformidad estilística: se impuso el buen dibujo, copiar modelos clásicos, dibujo del natural…, pues cualquier joven artista que desease triunfar debía seguir esas normas.

Al dictar esas normas, las Academias contribuyeron a homogeneizar el proceso de creación artística, valorando de modo negativo cualquier idea o producción artística que se saliera de la “norma” aceptada.



Sus Académicos (profesores) no sólo querían enseñar a los nuevos artistas las técnicas necesarias, sino también una formación teórica acorde con los nuevos gustos.

Como señala Mengs en 1776:

“El cultivo de las artes no se ha de reducir a la ejecución, sino que principalmente debe ocuparse de la teórica y especulación de las reglas; pues aunque las artes acaban en la operación de la mano, si ésta no se dirige por una buena teórica, quedaran degradadas del título de artes liberales y serán mecánicas.".


Estas Academias , frente al sistema gremial anterior, también contribuyeron a que la arquitectura, la escultura y la pintura dejaran de ser consideradas oficios mecánicos para convertirse en artes liberales y, en consecuencia:

• A que el artista dejara de ser un artesano para convertirse en un profesional independiente (proceso ya iniciado con las grandes figuras del Renacimiento y con las grandes personalidades del barroco, como Rubens o Velázquez).



A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, si hasta el momento habían servido a los intereses de la monarquía absoluta, en la era de la Ilustración, las Academias progresivamente irán tendiendo a un claro fin moral y educativo:

• Educar a los artistas en los principios del nuevo arte clásico para que estos pudieran:

• Contribuir al progreso de la sociedad educando a los ciudadanos a través del nuevo estilo de la Razón, el neoclásico, frente al pasado oscuro del barroco o rococó.

• Serán un elemento fundamental en la difusión del nuevo estilo, el neoclásico.



Si el ser humano y la sociedad debían regirse por la razón y la luz frente al oscurantismo anterior, la enseñanza a través de las Academias se constituía en el medio más adecuado para ello:

Se formaba a los artistas en los principios del nuevo arte clasicista y regido por la Razón, frente a los excesos anteriores (un arte sometido a los principios de la Razón, con criterios universalmente válidos y no basados en la subjetividad del artista que había llevado a los caprichos del arte barroco y rococó).


El arte debe ser un instrumento para el progreso de la sociedad, para mejorarla y mejorar a los individuos, que deben ser educados en los nuevos principios artísticos basados en la Razón:

Las academias formarán en estos valores a los jóvenes artistas, que luego trasladarán esos principios a la sociedadpor medio del arte.

Grabado de Piranesi



Estas academias eran las que dictaban la norma por la que debía regirse el arte, por lo que ya en el siglo XVIIIcontribuyeron a la aceptación internacional de los nuevos principios neoclásicos.

Las Academias destacaron el valor normativo de lo clásico y realizaron campañas antibarrocas y en contra del Rococó, considerados artes aristocráticos, contrarios al espíritu del Siglo de las Luces, y tratando de valorar el nuevo "buen gusto" clasicista.

Es por ello, que contribuirán a dar uniformidad al gusto de la época y de promover el arte ideal, acorde con la Razón, inspirado en el arte griego, al que consideraban el más perfecto de todos. William Blake: Newton


Estas Academias también contribuyeron a la difusión del arte neoclásico al organizar concursos (en los que los premiados debían responder a los “cánones academicistas”) para estimular a los artistas jóvenes.

Las obras de los vencedores se exponían en Salones (como el Salón de París), dándoles como premios becas para que pudiesen estudiar en el extranjero, muchas veces en Roma, donde contactaban directamente con la antigüedad clásica y el arte renacentista, contribuyendo aún más a difundir los valores de la antigüedad clásica.


La manifestación artística más importante de Europa y muestra del reconocimiento oficial como artista era el Salón de París, en el que se exponían obras de los miembros de la Academia. Inicialmente se realizaron sin periodicidad, pero a partir de 1737 se hicieron periódicos, primero anuales y desde 1748 cada dos años.

Se abría, salvo excepciones, el día de San Luis, 25 de agosto, fiesta de la Academia y el lugar, el Salón Carré del antiguo Louvre. Tras 1789 se abrió a exponer las obras no sólo de los académicos, sino también de otros artistas, aunque para ser expuestas, sus obras debían pasar por el filtro del “buen gusto”.


Con la aparición de los Salones aparecen también los espacios destinados a la contemplación pública de la obra de arte

Se desarrollarán los museos (Louvre en 1973) como instituciones estatales para exhibir obras de arte con carácter público y gratuito, de acuerdo con los principios didácticos que el arte debía tener para los ilustrados para el progreso de la sociedad.


Y con la aparición de los Salones también aparece un concepto nuevo:

El público

• Los pintores ya no solo pintarán para a monarquía, la iglesia y la nobleza.

• Su producción se hará más independiente, pues comenzarán a crear sus obras de arte para ese público anónimo, de acuerdo con sus gustos, y exhibirán sus productos en esos salones, iniciándose el poco a poco el mercado del arte, tal y como se entenderá en el siglo siguiente.


El artista creará cada vez más para ser contemplado por ese nuevo público, especialmente burgueses, que visita los salones y que se convertirán en los principales clientes del arte más adelante.

Al hacerse públicas las obras de arte en los Salones, también contribuyeron a que el arte se abriese a públicos cada vez mayores, como la naciente burguesía, que fueron adquiriendo un mayor gusto artístico (también por las críticas publicadas) y que se convertirán progresivamente en clientes fundamentales.

La burguesía asume el papel tradicional de la aristocracia. Habita en casas bien amuebladas, pobladas de libros y decoradas con cuadros. Las obras surgen sin encargo.


Aparte de la importancia que para un artista suponía exponer su obra, estaban también las críticas que hacían los llamados “salonnier”, que escribían y difundían en prensa sus opiniones sobre las obras expuestas.

Es así como nace la “crítica artística”, influyendo en la opinión y los gustos del público y también en el propio artista.

Muchos de estos críticos eran personajes ilustrados, como Diderot, que sometían al espíritu de la Ilustración y la Razón las obras presentadas, contribuyendo con sus opiniones a difundir el nuevo arte neoclásico frente al barroco o rococó e influyendo en la opinión de los burgueses ilustrados en los salones en los que debatían sobre estos y otros temas.


Muchas de las opiniones de críticos, como Diderot, apoyan el nuevo arte moral, frente al academicismo anterior y a la decadencia y vicio del rococó cortesano y aristocrático:

“El género me gusta; es pintura moral. ¿No se ha consagrado el pincel bastante y demasiado tiempo al libertinaje y al vicio? ¿No debemos estar satisfechos de verlo al fin contribuir con la poesía dramática a conmovemos, a instruimos, a corregimos y a invitamos a la virtud? … Artistas, si deseáis la duración de vuestras obras, os aconsejo dedicaros a los temas honestos. Todo lo que predica a los hombres la depravación está hecho para ser destruido; y tanto más ciertamente destruido cuanto la obra sea más perfecta… El artista debe celebrar, eternizar las grandes y bellas acciones, honrar la virtud desgraciada y deshonrada, denigrar el vicio feliz y honrado, asustar a los tiranos”

Greuze: Piedad filial Greuze: La muerte del paralítico


En otras ocasiones, Diderot realiza críticas dirigidas contra pintores del rococó, especialmente contra Boucher:

“Su elegancia, su delicadeza, su galantería novelesca, su coquetería, su gusto, su facilidad, su variedad, su resplandor, sus encarnaciones maquilladas, sus excesos, tienen que cautivar (…) a toda esa multitud de los que son ajenos al verdadero gusto, a la verdad, a las ideas justas, a la severidad del arte”



“Amigo mío, ¿es que no hay policía en esta Academia? ¿Es que a falta de un comisario de cuadros, que impidiera la entrada a algo así, no debería estar permitido echarlo a patadas del Salón, por la escalera, el patio, hasta que el pastor, la pastora, la majada, el asno, los pájaros, la jaula, los árboles, el niño, toda la pastoral estuviera en la calle? ¡Ay, no! Tiene que quedarse allí; pero el buen gusto indignado tiene derecho a llevar a cabo su brutal pero justa ejecución… Es un falso buen pintor, como se es un falso hombre culto.”



“No sé qué decir de este hombre. La degradación del gusto, de la composición, de los caracteres, de la expresión, del dibujo, ha seguido paso a paso la depravación de las costumbres. ¿Qué queréis que este artista plasme en la tela? Lo que tiene en la imaginación; ¿y qué puede tener en su imaginación un hombre que pasa la vida con prostitutas de la más baja estofa?”


De este modo, la Academia y los Salones vinculados a ella ejercieron un férreo control sobre la producción artística a lo largo de los siglos XVIII y XIX: cualquier artista que desease reconocimiento oficial debía ser aceptado por estas instituciones y, en caso contrario, cualquier desviación de la norma academicista era sancionada y el artista condenado al ostracismo.

A lo largo de estos siglos numerosos artistas fueron rechazados, pero no fue hasta la segunda mitad del XIX en que (al amparo de las nuevas ideas burguesas y del poder de esta nueva clientela y de críticos de arte disconformes con el arte oficial) que se creen Salones alternativos, como el llamado “de los Rechazados” en 1863, que permitirá que artistas, como los impresionistas puedan presentar sus obras al público al margen de los Salones oficiales.

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