Abusos

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8 intimidad Doctora Liliana Burgariotti - [email protected] Sexóloga clínica – Terapeuta de pareja – Educadora sexual DE CARNE SOMOS 74 ? La gran preocupación del varón desde hace varias décadas es dar placer sexual a la pare- ja. Es como si estuvieran obligados a ser muy sexuales y potentes; a poder con todas las mujeres que se les pre- senten sin decir no, ni siquiera pensar en lo que quieren, en su propio deseo. Quizás, antes las mujeres tenían más prejuicios y prohibiciones en materia sexual, llegaban al encuentro con poca experien- cia, sin saber sus propias nece- sidades y esperando de sus parejas los estímulos necesa- rios para disfrutar. Hoy no sucede esto. Los hom- bres se encuentran con mujeres activas, que tienen bastante experiencia sexual, conocen su cuerpo y saben lo que necesitan. De hecho, muchas veces son ellas quienes demandan atención sexual y a veces su acti- tud es tan avasallante que puede paralizarlos. En otros casos, quizás por su edad no tengan tanta experiencia pero están informadas ya sea por lo que leyeron, vieron en Internet o televisión, por lo que hablaron con sus amigas, etc. Así es como los varones de hoy llegan a la cama mucho más exigidos, por su inexperiencia e inseguridad, o simplemente por la demanda de la pareja. En esas oportunidades, lejos de gozar, el encuentro se transfor- ma en una suerte de “examen de aptitud sexual”. Esto genera que, a veces, los varones recurran a algún estimulante químico, como el sildenafil, (nombre de la droga que contiene el tan conocido Viagra), para sostener la erección o prolongar el ren- dimiento sexual de una noche. Los peligros de utilizar este tipo de estimulante es que se está uti- lizando en un cuerpo sano y sin necesidad real, cuando en verdad se trata de un medicamento que tiene contraindi- caciones, efectos secundarios y colaterales a los que el hombre se expone. Además, el abuso químico puede traer consecuen- cias emocionales, quien lo consume puede quedar “pegado” a la necesi- dad de usar el fármaco en cada encuentro, sin superar el miedo a fallar; en definitiva, no aprende a gozar, excitándose espontánea y libremente. La dependencia emocional termina siendo más dañina que el uso del medicamento. ¿Qué pueden hacer los hom- bres para lograr sensaciones intensas sin recurrir a estimu- lantes químicos? Justamente, aprender a excitarse sin interfe- rencias externas, confiando en ellos mismos, en sus capacidades sexuales y amatorias. Muchos jóve- nes llegan al encuentro sexual alco- holizados, creyendo que con ello van a estar más sueltos y desinhibidos, cuando sucede todo lo contrario: el efecto del alcohol bloquea las sensaciones y la res- puesta natural del cuerpo, impidiendo frecuente- mente la erección. Por otra parte, alcoholizados y exigidos, no pueden disfrutar ni tener en cuenta el profiláctico para cuidarse y cuidar al otro. Aprendemos el sexo jugando, explorando, compartiendo, des- cubriendo nuestro mundo y el ajeno, equivocándonos y volvien- do a comenzar. Respetar los deseos propios, cuidar y valorar los deseos del otro puede llevar a un disfrute tan intenso como impensado, sólo hay que animarse y en lo posible estar lo más consciente posible, de uno mismo y del otro, sin drogas y alcohol, que, en definitiva, lejos del mito popular, “bloquean” y no “abren”. ESTA VEZ NOS DEDICAMOS A ANALIZAR A LOS VARONES, LAS EXIGENCIAS QUE DEBEN AFRONTAR HOY EN DÍA A NIVEL SEXUAL Y CÓMO ES PREFERIBLE EL JUEGO Y LA ENTREGA EN UNA RELACIÓN ÍNTIMA AL ABUSO INDISCRIMINADO DE QUÍMICOS O DE ALCOHOL.

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8 intimidad

Doctora Liliana Burgariotti - [email protected]óloga clínica – Terapeuta de pareja – Educadora sexual

DE CARNE SOMOS

74

?

La gran preocupación del varón desde hace

varias décadas es dar placer sexual a la pare-

ja. Es como si estuvieran obligados a ser

muy sexuales y potentes; a poder con

todas las mujeres que se les pre-

senten sin decir no, ni siquiera

pensar en lo que quieren, en su

propio deseo.

Quizás, antes las mujeres tenían

más prejuicios y prohibiciones en

materia sexual, llegaban al

encuentro con poca experien-

cia, sin saber sus propias nece-

sidades y esperando de sus

parejas los estímulos necesa-

rios para disfrutar.

Hoy no sucede esto. Los hom-

bres se encuentran con mujeres

activas, que tienen bastante

experiencia sexual, conocen su

cuerpo y saben lo que necesitan.

De hecho, muchas veces son ellas quienes

demandan atención sexual y a veces su acti-

tud es tan avasallante que puede paralizarlos.

En otros casos, quizás por su edad no tengan

tanta experiencia pero están informadas ya sea por

lo que leyeron, vieron en Internet o televisión, por lo

que hablaron con sus amigas, etc.

Así es como los varones de hoy llegan a la cama mucho más

exigidos, por su inexperiencia e inseguridad, o simplemente por la

demanda de la pareja.

En esas oportunidades, lejos de gozar, el encuentro se transfor-

ma en una suerte de “examen de aptitud sexual”. Esto genera

que, a veces, los varones recurran a algún estimulante químico,

como el sildenafil, (nombre de la droga que contiene el tan

conocido Viagra), para sostener la erección o prolongar el ren-

dimiento sexual de una noche.

Los peligros de utilizar este tipo de estimulante es que se está uti-

lizando en un cuerpo sano y sin necesidad real, cuando en verdad

se trata de un medicamento que tiene contraindi-

caciones, efectos secundarios y colaterales a

los que el hombre se expone. Además, el

abuso químico puede traer consecuen-

cias emocionales, quien lo consume

puede quedar “pegado” a la necesi-

dad de usar el fármaco en cada

encuentro, sin superar el miedo a

fallar; en definitiva, no aprende a

gozar, excitándose espontánea

y libremente.

La dependencia emocional

termina siendo más dañina

que el uso del medicamento.

¿Qué pueden hacer los hom-

bres para lograr sensaciones

intensas sin recurrir a estimu-

lantes químicos? Justamente,

aprender a excitarse sin interfe-

rencias externas, confiando en

ellos mismos, en sus capacidades

sexuales y amatorias. Muchos jóve-

nes llegan al encuentro sexual alco-

holizados, creyendo que con ello van

a estar más sueltos y desinhibidos,

cuando sucede todo lo contrario: el efecto

del alcohol bloquea las sensaciones y la res-

puesta natural del cuerpo, impidiendo frecuente-

mente la erección.

Por otra parte, alcoholizados y exigidos, no pueden disfrutar ni

tener en cuenta el profiláctico para cuidarse y cuidar al otro.

Aprendemos el sexo jugando, explorando, compartiendo, des-

cubriendo nuestro mundo y el ajeno, equivocándonos y volvien-

do a comenzar.

Respetar los deseos propios, cuidar y valorar los deseos del otro

puede llevar a un disfrute tan intenso como impensado, sólo hay

que animarse y en lo posible estar lo más consciente posible, de

uno mismo y del otro, sin drogas y alcohol, que, en definitiva, lejos

del mito popular, “bloquean” y no “abren”.

ESTA VEZ NOS DEDICAMOS A ANALIZAR A LOS VARONES, LAS EXIGENCIASQUE DEBEN AFRONTAR HOY EN DÍA A NIVEL SEXUAL Y CÓMO ES PREFERIBLEEL JUEGO Y LA ENTREGA EN UNA RELACIÓN ÍNTIMA AL ABUSOINDISCRIMINADO DE QUÍMICOS O DE ALCOHOL.

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