ab imo pectore

41
ciudades de tránsito /ab imo pectore Carolina Martínez

description

Ab imo pectore es un diario visual sobre las experiencias vividas durante un periodo de mi vida. Es una compilación de fotografías y textos que nos hablan del tránsito de las ciudades y de las personas de como éstas mutan una vez habitadas y como las personas cambian tras su paso por la ciudad.

Transcript of ab imo pectore

Page 1: ab imo pectore

ciudades de tránsito /ab imo pectore

Carolina Martínez

Page 2: ab imo pectore
Page 3: ab imo pectore

A Julia, Rebeca y Vanesa

Page 4: ab imo pectore
Page 5: ab imo pectore

Las ciudades de tránsito son aquellas que caminamos

a golpe de talón, dejando todo atrás, huyendo y

rellenando los surcos del tiempo que en ellas

pasamos, con huellas transitorias que esconden

nuestra ansia y hastío. Son las ciudades que se

erigen y retuercen como refugio temporal en el que

izar la bandera de la buena suerte.

Trabajan como parte redentora y fundamental del

recuerdo, metabolizando los espacios en sensaciones

subconscientes que vienen a nosotros como un

diaporama por el que hayamos prodigado nuestros

años manchados de vivencias.

Esquinas, bancos, aceras, portales que se

convierten en pinchazos

de melancolía, odio,

amargura, felicidad o

rencor. Las ciudades

son transformadas constantemente por el recuerdo y

la vivencia; son tránsitos de uno mismo. Cada

ciudad vivida es un yo transitorio, un yo que no

vuelve, un yo que evoluciona y crece y se siente

distinto en cada imagen que la ciudad arroja en su

me moria.

Las ciudades mutan una vez que han sido habitadas,

y ya nunca nos ofrecen la misma cara. Las ciudades

son el tránsito hacia nosotros mismos. Una vez

vividas, se interiorizan y ya son, “no sotros”.

Page 6: ab imo pectore
Page 7: ab imo pectore

Ahora, esta ciudad está partiéndome y me sepulta a

pedazos, pues mi desencanto es testigo de que hubo

un sueño.

Rafael Doctor Roncero,

Detrás de cada muro hay una historia.

Page 8: ab imo pectore

ab imo pectore

Page 9: ab imo pectore
Page 10: ab imo pectore
Page 11: ab imo pectore

En esta cárcel de acero en donde no paro de exhalar

alquitrán, aquí, en lo profundo del vientre

redentor de la ciudad, me escondo.

Me olvidé de reír. Soy los sueños muertos bajo el

anhelo de la madrugada, y en ella me encuentro

perdida, como aquel que en su calma no encontró

alivio, como el que susurrante y dubitativo, echó

los pies al suelo.

Rodeo el asfalto con mi aura de desencanto y me

reencuentro en una pálida esquina con lo que fue de

mí. La ciudad late y yo estoy viva. La ciudad me

arrulla. La ciudad me odia, y yo recojo mis sueños

en cada buzón, en cada papelera, en cada adoquín de

esta acera, por donde delicados o tortuosos fueron

mis pasos, esta acera, que es todas las aceras.

Está ciudad que es todas las ciudades, que es la

historia repetida. Esta ciudad que es sólo mía.

.....

Page 12: ab imo pectore
Page 13: ab imo pectore
Page 14: ab imo pectore
Page 15: ab imo pectore

¿Has visto el cielo convertirse en una acuarela a

través del humo de un cigarro?

Page 16: ab imo pectore
Page 17: ab imo pectore
Page 18: ab imo pectore
Page 19: ab imo pectore

La acidez del domingo mañana se levanta como el

pequeño huracán que planea bajo mi ombligo. La

rutina de las cosas pequeñas, tu mano en mi

espalda, las palabras que como un totum revolutum

se mezclan como fieras en una arruga de la sábana.

Yo; en el desespero del lunes, en la práctica de la

mañana, en el discontinuo del sabor del viernes.

Tu calma tejida con saliva en el hastío de mi

suerte.

Mi ansia que abarca lo propio y lo ajeno, aquello

que te causa y lo que de ti es consecuencia.

Mi vida; maraña, lamento... ensayo de una obertura

tardía, caricatura de tu espalda sobre mi cintura.

Page 20: ab imo pectore
Page 21: ab imo pectore
Page 22: ab imo pectore

¿Cuánto dura la eternidad?

Page 23: ab imo pectore
Page 24: ab imo pectore
Page 25: ab imo pectore
Page 26: ab imo pectore
Page 27: ab imo pectore

Una leve luz se cuela, ya no sé si puedo caminar.

El ruido sordo de un altavoz apagado por la noche

zumba en mis oídos como un breve recuerdo. Aún no

recupero el vuelo perdido con el amanecer, pero la

ciudad me llama teñida de blanco y añil, de ocre y

tierra. La ciudad.

Camino apagada por la lluvia y sofocada por la

humedad insaciable que sale de cada esquina de esta

ciudad, me mezclo entre el sudor y la lluvia que el

amanecer me ofrece y comienzo a respirar. Los

portales se tiñen de azar y miedo a ciertas horas y

al mirar al cielo por primera vez pienso que el

naranja y el malva combinan a la perfección.

Cansada, ávida, maldita, errante recorro kilómetros

de aceras maltratadas por mis pies, taciturnos en

sus pasos y débiles en sus huellas. Huellas que hoy

sólo durarán unas horas, huellas que en la ciudad

mueren y en ella se entierran. Pasajes de un minuto

y sueños de una vida que mueren con los brillos

tímidos del alba, y que en el último portal de esa

acera infatigable te llevaran hasta mis brazos a

esperar de nuevo que el sol desaparezca de la

ciudad.

Page 28: ab imo pectore
Page 29: ab imo pectore
Page 30: ab imo pectore

corazón muerto de hambre

ojos vomitando vida

Page 31: ab imo pectore
Page 32: ab imo pectore
Page 33: ab imo pectore
Page 34: ab imo pectore

Suelta tu lastre, Sísifo. Ya de nada sirve seguir

empujando esa pesada

carga con trabajos sobrehumanos, blandiendo la es-

pada de la

perseverancia baldía.

Rodará otra vez, cuesta abajo. Veloz, inerte,

arrastrando el rastro de

tu perseverancia, y cuando intentes llevarla otra

vez al lugar dónde

siempre debería haber estado; resbalará, llevándose

lo que en ti había

de noble.

Suéltala Sísifo, déjala correr y abalanzarse sobre

un vacío de estados

inertes, de palabras vacías, de horizontes nubla-

dos. Suéltala, que

todo se repite. Nada importa lo que tú arrastres tu

lastre, éste

maneja su propio destino.

Suéltala Sísifo, deja que la vida te sobrepase, que

te aplaste

dejándote a un lado.

Suéltala Sísifo, que la vida dicen, se abre camino.

Dicen, eso dicen.

Page 35: ab imo pectore
Page 36: ab imo pectore
Page 37: ab imo pectore
Page 38: ab imo pectore
Page 39: ab imo pectore

Allí fue donde te escondí,

profundo.

Entre las sombras de las muertes tantas veces

soñadas.

Debajo de los faros dorados que alumbran el hastío

del lunes,

entre los cristales húmedos,

teñidos por el vaho de la madrugada.

Te escondí allí.

Debajo de un cassette atrofiado,

entre las hojas de un diario herido.

Allí mismo.

Sin piedad borré tu nombre,

y me recliné vacía,

sintiendo el miedo que nace

con el paso de los años.

Ahogada en un mar de saliva,

así;

decidí matarte.

Page 40: ab imo pectore
Page 41: ab imo pectore